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SEGUNDA PARTE
Consideramos que toda evaluación debe ser formativa ya que esta se realiza
permanentemente, así mismo es un proceso en el cual profesores y estudiantes comparten
metas de aprendizaje y evalúan constantemente sus avances en el desarrollo de
capacidades y competencias.
Así, la evaluación formativa regula y orienta las decisiones y las actuaciones del
profesorado y del alumnado (Coll, Martín y Onrubia, 2004).
Que oriente al estudiante sobre sus logros y errores reconociendo que este es parte del
proceso de aprendizaje.
El rol del docente frente al error cumple un papel muy importante como mediador ya que no
debe ser frustrante frente a la experiencia no valida del niño, propiciando situaciones de
aprendizaje que permitan que el estudiante participe en confianza.
Los docentes deben poder juzgar las respuestas de los estudiantes más allá de si son
correctas o no, para determinar si dichas ideas son un obstáculo o pueden contribuir al
desarrollo de aprendizajes significativos (Furtak, 2012; Levin, Hammer y Coffey, 2009;
Russ, Coffey, Hammer y Hutchison, 2009).
Es indispensable que la evaluación no se tome sólo como una parte final de proceso o
como mera medición de resultados finales, por el contrario, debe planearse, argumentarse
y aplicarse durante todo el proceso, además debe tomarse como el principal referente para
una adecuada toma de decisiones que permitan mejorar el desempeño de todos y cada
uno de los alumnos.
Tercera parte
INTEGRANTES: