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El ciudadano romano
En el caso de Roma, la ciudadanía va a tener muchos puntos en común en relación a la concepción de los
griegos, puesto que los romanos van a tomar muchas de las instituciones de éstos. Sin embargo, van a
desarrollar y complejizar algunos aspectos que no se habían desarrollado en Grecia. Poseer la ciudadanía
plena implicaba tener los más amplios derechos entre los que se destacaba poder ocuparse de la res pública,
de la cosa pública. Sólo los ciudadanos plenos podían desempeñar cargos públicos políticos o religiosos.
Germán Bidart Campos señala que ―Lo que en Grecia significó la polis como forma de convivencia y
ordenación humanas, en Roma significó la res pública como cosa común o de todos: estructura política y
jurídica que pertenece al pueblo, a la comunidad. Grecia vio a la polis, al estado, como la dimensión
completa y acabada de una convivencia autosuficiente; vio al hombre como ser sociable y político
predispuesto naturalmente a organizar aquella convivencia. Roma completó esa elaboración encuadrándola
en un marco jurídico, y proporcionó la explicación jurídica de la política y del estado. Con Roma, la política
y el estado encuentran su sitio en el derecho público, en tanto el hombre halla el suyo en el derecho privado.
En Roma, como afirma Fayt ―la condición de ciudadano es síntesis de participación activa en la vida
política de la civitas… pero existe también una ―esfera personal que substrae al individuo de la
omnipresencia del Estado. Esa esfera es la vida privada en donde rige la autoridad del pater familias y en
donde el Estado no interviene.
A partir de la decadencia del imperio romano, y hasta el surgimiento del capitalismo y la Revolución
Francesa, la ciudadanía como categoría política, va a perder fuerza. Excede a este trabajo el análisis acerca
de la ciudadanía en ésta etapa, especialmente porque intervienen varios aspectos que hacen compleja la
cuestión, tales como si se puede o no sostener que en esta etapa haya existido alguna forma de ciudadanía,
sin embargo podemos señalar grosso modo que bajo la forma de organización económica y social feudal,
y la forma de gobierno monárquica, que se extendieron en este período en occidente, va a desaparecer la
idea de ciudadanía y de ciudadano, y va a ser reemplazada por otras ideas ordenadoras de la comunidad
como son las relaciones entre señor y vasallo.
Analizar los procesos históricos que propiciaron la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, mediante el análisis multicausal de los mismo.
La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789, inspirada en la Declaración de
Independencia estadounidense de 1776 y en los principios filosófico-políticos que se propagaban durante
el siglo XVIII, marca el fin del Antiguo Régimen y el principio de una nueva era. Esta Declaración se suma
a los decretos del 4 y el 11 de agosto de 1789 sobre la supresión de los derechos feudales, uno de los textos
fundamentales votados por la Asamblea nacional constituyente, la cual fue formada tras la reunión de los
Estados Generales durante la Revolución Francesa.
El principio de base de la Declaración fue adoptado antes del 14 de julio de 1789 y dio lugar a la elaboración
de numerosos proyectos. Tras largos debates, los diputados votaron el texto final el día 26 de agosto. El
Rey Luis XVI la ratificó el 5 de octubre, bajo presión de la Asamblea y el pueblo. Sirvió de preámbulo a la
primera constitución de la Revolución Francesa, aprobada en 1791.
Se conoce con el nombre de revolución francesa al movimiento político, social, económico y militar, que
surgió en Francia en 1789; el mismo que trajo como consecuencia el derrumbe de la monarquía absolutista,
que hasta entonces había regido en Francia, a la vez que originó el establecimiento de un gobierno
republicano democrático y asimismo, la iniciación de una nueva época llamada como La época
contemporánea. La revolución francesa difundió por el mundo los ideales de libertad y fraternidad, así
como el de la soberanía popular; y divulgó, primordialmente el conocimiento de los derechos
fundamentales del hombre y del ciudadano.
Uno de los acontecimientos con mayor alcance histórico de la revolución fue la declaración de los derechos
del hombre y del ciudadano. En su doble vertiente, moral (derechos naturales inalienables) y política
(condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos naturales e individuales), condiciona la aparición
de un nuevo modelo de Estado, el de los ciudadanos, el Estado de Derecho, democrático y nacional. Aunque
la primera vez que se proclamaron solemnemente los derechos del hombre fue en los Estados Unidos
(Declaración de Derechos de Virginia en 1776 y Constitución de los Estados Unidos en 1787), la revolución
de los derechos humanos es un fenómeno puramente europeo. Será la Declaración de Derechos del Hombre
y del Ciudadano francesa de 1789 la que sirva de base e inspiración a todas las declaraciones tanto del siglo
XIX como del siglo XX.
El distinto alcance de ambas declaraciones es debido tanto a cuestiones de forma como de fondo. La
declaración francesa es indiferente a las circunstancias en que nace y añade a los derechos naturales, los
derechos del ciudadano. Pero sobre todo, es un texto atemporal, único, separado del texto constitucional y,
por tanto, con un carácter universal, a lo que hay que añadir la brevedad, claridad y sencillez del lenguaje.
De ahí su trascendencia y éxito tanto en Francia como en Europa y el mundo occidental en su conjunto.
La declaración sin embargo excluyó a las mujeres en su consideración de ciudadanas y se olvidó de las
mujeres en su proyecto igualitario. Dos años más tarde de la redacción de la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano la activista política Olympe de Gouges escribió la Declaración de los Derechos
de la Mujer y la Ciudadana (1793) que se convierte en uno de los primeros documentos históricos que
plantea la equiparación jurídica y legal de las mujeres en relación a los varones.
Explicar el principio de igualdad, a través del ejercicio del sufragio universal como
condición de participación igualitaria.
El sufragio universal consiste en el derecho a voto de toda la población adulta de un Estado,
independientemente de su procedencia, raza, sexo, creencias o condición social. Aunque el término
"sufragio universal" ya había sido recogido en gran parte de las constituciones liberales del siglo XIX, hasta
el siglo XX los Estados liberales aún establecían límites al voto por sexo y "raza".
El artículo 27 de la Constitución Política de la República del Ecuador consagra: "El voto popular será
universal, igual, directo y secreto; obligatorio para los que sepan leer y escribir, facultativo para los
analfabetos y para los mayores de sesenta y cinco años. Tendrán derecho a voto los ecuatorianos que hayan
cumplido dieciocho años de edad y se hallen en el goce de los derechos políticos.
Los miembros de la fuerza pública en servicio activo no harán uso de este derecho.
Los ecuatorianos domiciliados en el exterior podrán elegir Presidente y Vicepresidente de la República, en
el lugar de su registro o empadronamiento. La ley regulará el ejercicio de este derecho".
Excluiremos en este primer análisis el voto de los ecuatorianos domiciliados en el extranjero, tema que
merece un tratamiento singularizado por las complejidades que implica; e, iniciamos con la definición del
vocablo "voto", análogo para la gran mayoría de lectores con el vocablo "sufragio". Al respecto el
Diccionario Electoral, Tomo II, del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Centro de Asesoría y
Promoción Electoral (CAPEL), diferencia a los dos términos de la siguiente manera:
"En definitiva, entendemos que el sufragio es el derecho político que los ciudadanos tienen a participar en
los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes. Se trata, consecuentemente, de un
derecho público subjetivo de naturaleza política.
Frente al sufragio, el voto, como señala Fayt es una determinación de la voluntad que comprende otras
especies que el sufragio político. Se vota en las asambleas legislativas, en los tribunales colegiados, en los
cuerpos directivos, en el seno de los órganos de dirección y deliberación de todo tipo de instituciones,
públicas o privadas. El voto constituye, pues, una forma de expresión de voluntad y con relación al sufragio
político, el voto constituye el hecho de su ejercicio".
El voto es un acto de la voluntad política que emana del derecho subjetivo de sufragio, para respaldar,
aprobar o desaprobar una opción puesta a consideración del ciudadano.
La Codificación de la Ley de Elecciones, promulgada en el Registro Oficial No. 117 de 11 de julio del
2000, en el artículo primero consagra que, el sufragio es derecho y deber de los ciudadanos ecuatorianos.
Por medio de él se hace efectiva su participación en la vida del Estado. Seguidamente la Ley Orgánica de
Elecciones menciona las características del voto: personal, obligatorio y secreto.
Con estas consideraciones determinamos que, los analfabetos y los mayores de sesenta y cinco años tienen
el derecho subjetivo del sufragio con la opción de votar o no, está por demás, explicar que esta excepción
al voto nace de las condiciones especialísimas de estos dos grupos sociales.
El principio de igualdad nos dice que toda persona por el simple hecho de ser un ser humano tiene derechos,
y todos merecen lo mismo, de esta forma mediante el sufragio universal se demuestra que todos los seres
humanos pueden escoger a sus gobernantes y no solo un grupo de personas privilegiadas, son avances en
cuanto a la percepción de los seres humanos hacia los demás que se han ido dando con el paso del tiempo.