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Problemas del Mundo Contemporáneo

Tópicos de capacitación para la prueba “SER BACHILLER”

Problemas sociales, ambientales y de la ciudadanía en el


Ecuador y el mundo.
Determinar el origen y evolución histórica del concepto “ciudadanía” en la Grecia y
la Roma antigua
 El ciudadano griego
En principio, el origen del concepto de ciudadanía se remonta a la antigua Grecia. En efecto, los griegos
estaban organizados en lo que conocemos como ciudades-estado o “polis”, las que tenían un modo de
producción esclavista basado en la agricultura, y donde una pequeña porción de los hombres que habitaban
estas ciudades poseían los atributos de un ciudadano, exceptuando a los esclavos y a los extranjeros. Se
trataba de un modelo aristocrático de ciudadanía, en el cuál aquellos pocos que eran ciudadanos (en relación
a la población total) tenían importantes derechos pero sobre todo, tenían grandes obligaciones respecto a la
ciudad. Esto va a configurar un especial sentido de la ciudadanía asociado a los deberes públicos para con
la ciudad. Carlos Fayt señala que en Grecia ―El ciudadano es tal en cuanto polites, en la medida que
participa activamente de la vida de la polis. La democracia ateniense, tomada como forma de gobierno
típica de la polis, además de directa, es activa, no defensiva como la democracia liberal. El ciudadano goza
de libertad y ésta no tiene otro sentido que el de cumplimiento de los deberes políticos. De igual forma
Aristóteles lo define de la siguiente manera: ―Un ciudadano en sentido estricto por ningún otro rasgo se
define mejor que por participar en la justicia y en el gobierno.
Igualmente, conforme lo expresa Fustel de Coulanges la vida del ciudadano ateniense estaba dedicada a la
polis: ―El ciudadano, como el funcionario público de nuestros días, se debía entero al Estado, le daba su
sangre en la guerra y su tiempo en la paz. No podía apartarse de los negocios públicos para ocuparse con
más cuidado de los suyos; al contrario, los suyos eran los que tenía que abandonar para trabajar en provecho
de los intereses de la ciudad. A tal punto era de esta manera, que aquel que no se interesaba por los asuntos
de la ciudad era mal considerado, como podemos verlo en el famoso Discurso fúnebre de Pericles en el cual
este político ateniense afirma: ―Los individuos pueden ellos mismos ocuparse simultáneamente de sus
asuntos privados y de los públicos; no por el hecho de que cada uno esté entregado a lo suyo, su
conocimiento de las materias políticas es insuficiente. Somos los únicos que tenemos más por inútil que
por tranquila a la persona que no participa en las tareas de la comunidad.‖8 Asimismo, por estas razones el
ateniense renuente podía sufrir duras sanciones ya que ―El Estado no admitía que el individuo se mostrase
indiferente a los intereses generales, y no permitía que el filósofo o el hombre entregado al estudio hiciese
vida aparte, porque tenía obligación de ir a votar en la Asamblea y de ser magistrado cuando le tocase en
suerte. En tiempos en que eran frecuentes las discordias, la ley de Atenas no permitía que permaneciese
neutral el ciudadano; tenía que combatir en
uno u otro partido, y al que quería mantenerse separado de las facciones y permanecer tranquilo, la ley
dictaba la pena de destierro y confiscación de bienes.

 El ciudadano romano
En el caso de Roma, la ciudadanía va a tener muchos puntos en común en relación a la concepción de los
griegos, puesto que los romanos van a tomar muchas de las instituciones de éstos. Sin embargo, van a
desarrollar y complejizar algunos aspectos que no se habían desarrollado en Grecia. Poseer la ciudadanía
plena implicaba tener los más amplios derechos entre los que se destacaba poder ocuparse de la res pública,
de la cosa pública. Sólo los ciudadanos plenos podían desempeñar cargos públicos políticos o religiosos.
Germán Bidart Campos señala que ―Lo que en Grecia significó la polis como forma de convivencia y
ordenación humanas, en Roma significó la res pública como cosa común o de todos: estructura política y
jurídica que pertenece al pueblo, a la comunidad. Grecia vio a la polis, al estado, como la dimensión
completa y acabada de una convivencia autosuficiente; vio al hombre como ser sociable y político
predispuesto naturalmente a organizar aquella convivencia. Roma completó esa elaboración encuadrándola
en un marco jurídico, y proporcionó la explicación jurídica de la política y del estado. Con Roma, la política
y el estado encuentran su sitio en el derecho público, en tanto el hombre halla el suyo en el derecho privado.
En Roma, como afirma Fayt ―la condición de ciudadano es síntesis de participación activa en la vida
política de la civitas… pero existe también una ―esfera personal que substrae al individuo de la
omnipresencia del Estado. Esa esfera es la vida privada en donde rige la autoridad del pater familias y en
donde el Estado no interviene.
A partir de la decadencia del imperio romano, y hasta el surgimiento del capitalismo y la Revolución
Francesa, la ciudadanía como categoría política, va a perder fuerza. Excede a este trabajo el análisis acerca
de la ciudadanía en ésta etapa, especialmente porque intervienen varios aspectos que hacen compleja la
cuestión, tales como si se puede o no sostener que en esta etapa haya existido alguna forma de ciudadanía,
sin embargo podemos señalar grosso modo que bajo la forma de organización económica y social feudal,
y la forma de gobierno monárquica, que se extendieron en este período en occidente, va a desaparecer la
idea de ciudadanía y de ciudadano, y va a ser reemplazada por otras ideas ordenadoras de la comunidad
como son las relaciones entre señor y vasallo.

Determinar el origen y evolución histórica del concepto “derechos” a partir de la


organización política de la sociedad (polis).
La historia del derecho, como tal, en la Antigua Grecia, no fueron postulados que de forma "orgánica"
fueron acogidos por los "códigos romanos" o imperiales sino que fueron sus criterios de análisis los cuales
fueron traspasados desde la originaria política, ejercida en la polis (la ciudad), hacia el ejercicio
jurisprudencial e imperial Romano, el cual se nutrió del sincretismo cultural y a su vez estos últimos al
legado de occidente.
Dada cierta inclinación griega al pensamiento y a la organización formal, además de la exaltación hacia la
Justicia como virtud o valor fundamental tanto para Platón y asimismo para Aristóteles, del mismo modo
cabría referir el sitio donde estas civilizaciones comienzan, de manera de generar una mayor abstracción y
comprensión que se posee del derecho hoy en día, a partir de sus propios orígenes e influencias remotas
En el siglo VIII a. C., un griego de la distante Beocia, cuyo cometido consistía en la formulación de poesía
épica, realizó una obra destinada a establecer la justicia como virtud elemental, llamada temis, según éste,
los dioses entregaban a los hombres el cetro y la temis, que quiere decir en significado «ley» en su sentido
más amplio de comprensión.
Luego éste incorpora figura del diké que quiere decir cumplimiento de la justicia, traducida como dar a
cada cual lo que es debido, y lo que cada cual puede exigir. La diké poco a poco fue inundado la esfera de
la vida pública, donde se veía a todos como iguales ante esta medida nacida de la consciencia jurídica.
Pero luego habrá de surgir un nuevo ideal, a partir de la diké, llamado justicia, acuñado bajo el término
abstracto, diakaiosyne que acabó por unirse a la areté, y se creyó que poseía, en la ley escrita, el criterio
infalible de lo justo e injusto mediante dicha fijación escrita, hubo derecho usualmente válido y por ende el
concepto de justicia alcanzó un contenido palpable.
El Derecho surgió completamente ligado al ideal de formación del individuo en tanto era parte de la polis,
y donde el ethos cobró más importancia que el logos, esto es, resultó de mayor importancia la formación
del individuo en cuanto tal, y de su orientación hacia el "buen camino" traducido en la diké, y más tarde en
la diakaiosyne, siendo el derecho no un sistema puramente organizador sino realizador del más alto ideal
de hombre, la vida en sociedad, la areté.
Aristóteles describe la fusión de ambos elementos en su famoso pasaje: "La justicia es una necesidad social,
porque el derecho es la regla de vida para la asociación política, y la decisión de lo justo es lo que constituye
el Derecho" cuya consecuencia inmediata es que los griegos no concibieron jamás la dualidad moderna
planteada por el positivismo jurídico del llamado "derecho injusto".
Tal cual se observa, el Derecho aquí se entiende como sinónimo de orden de la comunidad, como elemento
organizador y no tanto de dar a cada uno lo que le corresponde, sino ordenar a cada uno lo que es debido.
Estas dos visiones de Derecho (la primera propia de la democracia, la segunda propia de la autarquía)
repercuten en las visiones modernas sobre el Derecho, que una vez más hace temblar los cimientos de las
definiciones clásicas y de su vinculación con la justicia.
La producción del derecho tal como lo conocemos hoy es básicamente estatal y tiene su origen en la
institucionalización del Estado moderno, a partir de la Edad Moderna, siendo su ejemplo clásico la
hegemonía del Estado español tras la unificación de Castilla y Aragón con los reyes católicos.17 Aunque
el derecho como norma de conducta coactiva surge ya desde las primeras civilizaciones con una
organización política, como las ubicadas en Mesopotamia, Fenicia, Palestina, Egipto y Grecia18
fundamentalmente como un derecho consuetudinario, es decir, basado en la costumbre, sin lugar a dudas
que los romanos fueron la primera y mayor civilización en dedicar sus mayores esfuerzos a condicionar la
generalidad de sus conductas, incluso las más cotidianas, al imperio del derecho, como sus relaciones de
familia, el matrimonio, la adopción, la emancipación y la patria potestad; o las normas patrimoniales del
derecho civil, como los contratos y los derechos reales, donde los romanos aún no han encontrado otra
civilización que los alcance en profusión y creación jurídica,19 ni siquiera el derecho francés, que junto al
derecho canónico y a la pandectística alemana del siglo XIX, son los siguientes mayores contribuyentes en
dicha rama jurídica. Ya a partir de la Edad Moderna y bajo la fuerte influencia de los clásicos del
humanismo como Nicolás Maquiavelo, Thomas Hobbes y John Locke, el derecho comienza a moldearse
como un instrumento y elemento del Estado, adquiriendo la fisonomía positivista que tiene en la actualidad
en la mayor parte de los Estados no descendientes del archipiélago británico, como Latinoamérica y Europa
continental.
De esta forma podemos decir que el derecho es un conjunto de principios y normas, generalmente
expresivos de una concepción de justicia y orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y
cuya observancia puede ser impuesta de forma coactiva por parte del Estado.

Analizar los procesos históricos que propiciaron la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, mediante el análisis multicausal de los mismo.
La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789, inspirada en la Declaración de
Independencia estadounidense de 1776 y en los principios filosófico-políticos que se propagaban durante
el siglo XVIII, marca el fin del Antiguo Régimen y el principio de una nueva era. Esta Declaración se suma
a los decretos del 4 y el 11 de agosto de 1789 sobre la supresión de los derechos feudales, uno de los textos
fundamentales votados por la Asamblea nacional constituyente, la cual fue formada tras la reunión de los
Estados Generales durante la Revolución Francesa.
El principio de base de la Declaración fue adoptado antes del 14 de julio de 1789 y dio lugar a la elaboración
de numerosos proyectos. Tras largos debates, los diputados votaron el texto final el día 26 de agosto. El
Rey Luis XVI la ratificó el 5 de octubre, bajo presión de la Asamblea y el pueblo. Sirvió de preámbulo a la
primera constitución de la Revolución Francesa, aprobada en 1791.
Se conoce con el nombre de revolución francesa al movimiento político, social, económico y militar, que
surgió en Francia en 1789; el mismo que trajo como consecuencia el derrumbe de la monarquía absolutista,
que hasta entonces había regido en Francia, a la vez que originó el establecimiento de un gobierno
republicano democrático y asimismo, la iniciación de una nueva época llamada como La época
contemporánea. La revolución francesa difundió por el mundo los ideales de libertad y fraternidad, así
como el de la soberanía popular; y divulgó, primordialmente el conocimiento de los derechos
fundamentales del hombre y del ciudadano.
Uno de los acontecimientos con mayor alcance histórico de la revolución fue la declaración de los derechos
del hombre y del ciudadano. En su doble vertiente, moral (derechos naturales inalienables) y política
(condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos naturales e individuales), condiciona la aparición
de un nuevo modelo de Estado, el de los ciudadanos, el Estado de Derecho, democrático y nacional. Aunque
la primera vez que se proclamaron solemnemente los derechos del hombre fue en los Estados Unidos
(Declaración de Derechos de Virginia en 1776 y Constitución de los Estados Unidos en 1787), la revolución
de los derechos humanos es un fenómeno puramente europeo. Será la Declaración de Derechos del Hombre
y del Ciudadano francesa de 1789 la que sirva de base e inspiración a todas las declaraciones tanto del siglo
XIX como del siglo XX.
El distinto alcance de ambas declaraciones es debido tanto a cuestiones de forma como de fondo. La
declaración francesa es indiferente a las circunstancias en que nace y añade a los derechos naturales, los
derechos del ciudadano. Pero sobre todo, es un texto atemporal, único, separado del texto constitucional y,
por tanto, con un carácter universal, a lo que hay que añadir la brevedad, claridad y sencillez del lenguaje.
De ahí su trascendencia y éxito tanto en Francia como en Europa y el mundo occidental en su conjunto.
La declaración sin embargo excluyó a las mujeres en su consideración de ciudadanas y se olvidó de las
mujeres en su proyecto igualitario. Dos años más tarde de la redacción de la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano la activista política Olympe de Gouges escribió la Declaración de los Derechos
de la Mujer y la Ciudadana (1793) que se convierte en uno de los primeros documentos históricos que
plantea la equiparación jurídica y legal de las mujeres en relación a los varones.

Reconocer la igualdad natural de los seres humanos y la protección de la vida frente


a la arbitrariedad del poder frente al análisis político.
En el derecho natural se establece que existen derechos inherentes en todos los seres humanos, implícitos
desde el momento en que nacen, como son los de igualdad, paz, derecho a la vida y a la seguridad, etcétera;
y los mismos son inmutables y universales.
En el Derecho Positivo se establece que existen normas que giran en torno a la convivencia de los seres,
estas derivan del derecho natural, ya que a través del derecho positivo se crean los parámetros para que las
garantías inalienables de los individuos se cumplan sin alterar o abusar de los otros.
La igualdad natural está fundamentada en los derechos naturales, y esta refiere a la igualdad de
oportunidades que posee un individuo desde el momento en que nace y por la sola constitución de la
naturaleza.
Amparados en los derechos naturales y positivos y en la existencia de una constitución regida por los
derechos mencionados, y sus consiguientes normas y reglamentos, un Estado Nación está en el deber de
proteger la vida de aquellos que conforman su sociedad. Cualquier abuso u opresión a dichos derechos con
consideradas arbitrariedades y uso abusivo del poder y es un acto punible y castigado por los distintos
organismos internacionales en favor de los derechos y garantías humanas.

Explicar el principio de igualdad, a través del ejercicio del sufragio universal como
condición de participación igualitaria.
El sufragio universal consiste en el derecho a voto de toda la población adulta de un Estado,
independientemente de su procedencia, raza, sexo, creencias o condición social. Aunque el término
"sufragio universal" ya había sido recogido en gran parte de las constituciones liberales del siglo XIX, hasta
el siglo XX los Estados liberales aún establecían límites al voto por sexo y "raza".
El artículo 27 de la Constitución Política de la República del Ecuador consagra: "El voto popular será
universal, igual, directo y secreto; obligatorio para los que sepan leer y escribir, facultativo para los
analfabetos y para los mayores de sesenta y cinco años. Tendrán derecho a voto los ecuatorianos que hayan
cumplido dieciocho años de edad y se hallen en el goce de los derechos políticos.
Los miembros de la fuerza pública en servicio activo no harán uso de este derecho.
Los ecuatorianos domiciliados en el exterior podrán elegir Presidente y Vicepresidente de la República, en
el lugar de su registro o empadronamiento. La ley regulará el ejercicio de este derecho".
Excluiremos en este primer análisis el voto de los ecuatorianos domiciliados en el extranjero, tema que
merece un tratamiento singularizado por las complejidades que implica; e, iniciamos con la definición del
vocablo "voto", análogo para la gran mayoría de lectores con el vocablo "sufragio". Al respecto el
Diccionario Electoral, Tomo II, del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Centro de Asesoría y
Promoción Electoral (CAPEL), diferencia a los dos términos de la siguiente manera:
"En definitiva, entendemos que el sufragio es el derecho político que los ciudadanos tienen a participar en
los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes. Se trata, consecuentemente, de un
derecho público subjetivo de naturaleza política.
Frente al sufragio, el voto, como señala Fayt es una determinación de la voluntad que comprende otras
especies que el sufragio político. Se vota en las asambleas legislativas, en los tribunales colegiados, en los
cuerpos directivos, en el seno de los órganos de dirección y deliberación de todo tipo de instituciones,
públicas o privadas. El voto constituye, pues, una forma de expresión de voluntad y con relación al sufragio
político, el voto constituye el hecho de su ejercicio".
El voto es un acto de la voluntad política que emana del derecho subjetivo de sufragio, para respaldar,
aprobar o desaprobar una opción puesta a consideración del ciudadano.
La Codificación de la Ley de Elecciones, promulgada en el Registro Oficial No. 117 de 11 de julio del
2000, en el artículo primero consagra que, el sufragio es derecho y deber de los ciudadanos ecuatorianos.
Por medio de él se hace efectiva su participación en la vida del Estado. Seguidamente la Ley Orgánica de
Elecciones menciona las características del voto: personal, obligatorio y secreto.
Con estas consideraciones determinamos que, los analfabetos y los mayores de sesenta y cinco años tienen
el derecho subjetivo del sufragio con la opción de votar o no, está por demás, explicar que esta excepción
al voto nace de las condiciones especialísimas de estos dos grupos sociales.
El principio de igualdad nos dice que toda persona por el simple hecho de ser un ser humano tiene derechos,
y todos merecen lo mismo, de esta forma mediante el sufragio universal se demuestra que todos los seres
humanos pueden escoger a sus gobernantes y no solo un grupo de personas privilegiadas, son avances en
cuanto a la percepción de los seres humanos hacia los demás que se han ido dando con el paso del tiempo.

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