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CISTERNA

Dignos de imitar
Por Esteban Fernández, presidente para América Latina de Bíblica internacional Co.

Nuestra labor como hijos de Dios es transmitir Su Palabra. Es nuestro deber como creyentes, pues Dios nos
ha llamado para ello. La clave está en cómo lo hacemos.

Transmitir la Palabra de Dios implica mucho más que hablar, predicar o servir. Es un estilo de vida, por eso
nuestro mensaje para los demás tiene que empezar por nuestra forma de vivir que aclaro, no va a ser
perfecta. Dios quisiera que fuera perfecta, pero todos fallamos en una u otra área.

Lo que dice el autor en Hebreos es que consideremos nuestro estilo de vida. Lo que día tras día estamos
transmitiendo a nuestros hermanos. A los que conocen de Dios, pero también a los que no conocen. ¿Por
qué? porque eso imprime el sello de los que verdaderamente son creyentes. Tenemos que ser y parecer
verdaderos creyentes: personas que comunican la palabra de Dios y que tienen un estilo de vida digno de
ser imitado a pesar de los errores.

A los cristianos nos pasa algo particular. Al hablar con la gente que no conoce al Señor, piensan que
nosotros somos un grupo de fanáticos encerrados que no tenemos nada para decir. Muchas veces piensan
que nuestra fe es un engaño porque nuestro testimonio de vida no coincide con lo que dicen nuestras
palabras.

Muchos de nosotros tenemos vidas bipolares o esquizofrénicas. Hablamos de victoria, de confianza y


después vemos cómo podemos perjudicar al otro para sacar un poco de ventaja. Hoy en día estamos más
interesados en ser exitosos que en ser relevantes. Ese es el punto clave de nuestro testimonio, porque
cualquiera puede ser exitoso, pero no cualquiera llega a ser relevante.

Como hijos de Dios tenemos el deber de cumplir con su propósito, no solo en la obra de Dios sino en todas
las áreas. Ahí radica la diferencia entre ser exitosos y ser relevantes: ser exitosos significa simplemente ser
visibles y llenarnos de logros, pero ser relevantes significa dejar un mensaje de servicio, sacrificio y
despojo. Que los demás puedan decir: ―¡Wow! Miren lo que hizo, miren cómo se despojó para servir al
Señor‖. Pero lo más importante, que el Señor nos vea y sienta agrado por nuestro corazón dispuesto.

Ser relevante significa que nuestras vidas deben ser un evangelio constante que muestre dónde está Jesús.
Muchas veces no logramos ese propósito porque estamos más ocupados en los números, en las
banalidades de la vida, en el tiempo y lo peor, no nos despojamos de ciertas cosas. Eso es lo que otros ven
como parte de nuestro testimonio. Hay que tener en cuenta que muchas de las elecciones que tomamos
marcan la vida de quienes nos ven más que la nuestra.

Por eso hay que tener cuidado con nuestras metas. Max Depree decía: ―Metas y recompensas solo son
partes diferentes de la actividad humana‖. No tenemos que pensar en ser exitosos. No debemos perseguir
una recompensa. Tenemos que pensar en ser personas relevantes buscando alcanzar una meta. Tenemos
que ser dignos de imitar ¿en qué? En nuestra fe. En la dependencia total de Dios que nos lleva a
despojarnos de lo bueno y de lo malo porque tenemos la certeza de que Él tiene el control de todo.

Acuérdense de sus dirigentes, que les comunicaron la palabra de Dios. Consideren cuál fue el resultado de
su estilo de vida, e imiten su fe. Hebreos 13:7.

Junio 2018
Servir, el verdadero liderazgo
Por Esteban Fernández, presidente para América Latina de Bíblica internacional Co.

¿Qué tiene que ver el liderazgo con el servicio? ¿Por qué debo tener actitud de servicio para ser líder? La
Palabra de Dios lo dice, aquel que nos vino a dar la empresa más importante de todos los tiempos, no vino
a mostrarse como líder sino como siervo.

Jesús les dijo: —Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se
llaman a sí mismos benefactores. No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el
menor, y el que manda como el que sirve. Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el
que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que
sirve. Lucas 22:24-27.

Muchos líderes buscan exaltarse y ser servidos, pero están equivocados. El ejemplo de liderazgo que nos
da Jesús es de servicio, es lo que lo convierte en un verdadero líder, pues Él se entrega por completo sin
buscar ser exaltado. Nosotros debemos ser como Él y prepararnos para servir, para tener actitudes de
servicio. Cuando alguien toque la puerta, debemos estar listos porque la vida está llena de oportunidades
para servir.

Muchas veces estamos esperando grandes oportunidades de lucirnos, y tan preocupados por subir, que no
nos importa a quién dejamos atrás. A veces queremos servir, pero a quienes están a nuestro nivel o en uno
superior, pero miramos por encima del hombro a quienes están aparentemente por debajo. Esta no es la
actitud de servicio que Dios espera de nosotros, es justamente lo contrario. Ponernos por debajo de quien
parece estar más abajo puede ser lo que Dios espera de nosotros, y marcar la diferencia para alguien que
quiere acercarse más a Dios y va a usar nuestro testimonio para ello.

A muchos nos ha pasado que justo cuando necesitamos algo, se acerca inesperadamente alguien y nos
provee. Esa provisión viene de Dios y si usted la ha experimentado y puede dar testimonio de ello, su deber
es duplicarla con otros, estar alerta con el necesitado, fijarse cada día en lo que le sucede a sus
compañeros y a sus hermanos, interesarse por los demás.

No se quiera poner en primer lugar porque Dios lo va a bajar de una bofetada. Métase en segundo lugar
porque no somos más que eso, somos segundos de Jesucristo siempre. Tampoco espere grandes
oportunidades para servir, esté preparado y alerta para cuando el Señor quiera usarlo.

A veces nos ponemos en una carrera tan grande por cumplir nuestras metas que nos olvidamos de afinar
nuestros oídos para escuchar a aquel que realmente nos está diciendo: ―Necesito que hoy me sirvas‖. Ese
―necesito que me sirvas‖ no significa dar algo necesariamente, a veces es compartir tiempo, escuchar,
apoyar, cumplir el sueño de otras personas.

José fue prosperado a un nivel tan grande como ninguno de nosotros jamás quizás habremos de ser. Pero
esto llegó después de mucho tiempo de servicio. Él se preocupó por cumplir el sueño a los demás y por
cubrir las necesidades de otros antes de subir. (Génesis 39-41).

No deje que su egoísmo lo lleve a ocupar un lugar equivocado, creyéndose por encima de los demás,
recuerde que somos siervos en servicio. Así que ármese de una gran sonrisa y aprenda a decir a todos
―estoy para servirte‖ sin importar a quien.

Agosto 2018
HECHOS

La Gran Comisión en el siglo XXI


Por Mario Humberto Garzón Melo

Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que
estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. Mateo 28:19-20.

Sin duda, este pasaje habla directamente al corazón de todo creyente y su gran responsabilidad espiritual
y social de ser un portavoz de las buenas nuevas del mensaje del evangelio de nuestro Señor Jesucristo en
todas las épocas y para todas las generaciones. Esta porción siempre ha confrontado el alcance de mi
cristianismo y el cumplimiento a esta orden dada directamente por Jesús.

En medio de un mundo globalizado y el avance gigantesco de la tecnología en todos los campos de la


humanidad, Jesucristo me recuerda que uno de los propósitos de mi vida cristiana es extender

Su Reino en mi entorno profesional, social, deportivo, familiar y que no puedo dejar de lado la tarea de
evangelizar a los diferentes grupos humanos que necesitan conocer el tesoro eterno de la salvación.

¿Qué tener en cuenta para cumplir la gran comisión?


– Para la labor misionera es necesario tener disposición física, emocional, intelectual y espiritual de
desplazarnos a los lugares donde el Espíritu de Dios nos guíe con el fin de ganar las almas sin importar si
los lugares son cómodos o no. La iglesia tiene que salir de la ―zona de confort‖ y llevar las buenas nuevas a
sitios que buscan respuestas todos los días y que solo el evangelio las puede dar.

– En el cristianismo no solo es importante el ser sino el hacer. Este concepto implica tomar acciones
concretas y eficaces para el cumplimiento de la gran comisión bíblica en el cual todo creyente bajo la guía
divina requerirá un ―plan estratégico‖ para compartir de una manera amorosa, sabia e inteligente el
mensaje de salvación, verificando que la ―semilla de la palabra de Dios‖ caiga en buen terreno como dice
la parábola del sembrador descrita en el evangelio de Lucas 8:8.

– El principal objetivo de la gran comisión estipulada por el Señor Jesús es hacer discípulos de todas las
naciones. Como discípulos de Cristo tenemos que prepararnos todos los días espiritualmente en oración,
viviendo una vida íntegra, y siendo un buen testimonio de una vida transformada por el poder del
evangelio, también tenemos que prepararnos teológicamente en el conocimiento de las Sagradas
Escrituras, para no caer tristemente en la advertencia descrita por el profeta Oseas en el capítulo 4 versículo
6: pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido. Es importante desarrollar un excelente
discipulado con un conocimiento profundo de la palabra de Dios, y tengo que darle gracias al Señor por
la existencia del Instituto Bíblico y la Facultad de Teología de nuestra iglesia Casa Sobre la Roca, donde no
solamente adquirimos conocimientos bíblicos, sino una gran variedad de herramientas modernas de
evangelización para llevar el mensaje de salvación a esta generación del siglo XXI. El cristianismo es
esencialmente una religión misionera donde no deben existir barreras de ningún tipo, que impidan
transmitir el mensaje de salvación a todos los terrenos de la sociedad humana como la política, la
economía, la ciencia, el deporte, etc.
– La ordenanza y cumplimiento del bautismo en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, por
parte del nuevo discípulo de Cristo es la manifestación pública de su fe en el Salvador eterno, guiado por
un creyente maduro y comprometido con la causa del reino de los cielos. De esta manera los nuevos
discípulos en el Señor recibirán las enseñanzas de la palabra de Dios, para obedecer todo lo que está
escrito y empezar a vivir una vida nueva espiritualmente.

– La gran promesa para todos los hombres y mujeres valientes que están dispuestos a tomar en serio la
orden de realizar la gran comisión por parte de Jesús, de que Él estará siempre con ellos hasta el final de
los tiempos, sin importar las circunstancias más complejas y el sinnúmero de adversidades que estén
viviendo. Esta gran promesa nos debería motivar a aprovechar toda oportunidad divina para compartir el
evangelio, con la autoridad y el poder que Dios le ha otorgado a todo creyente para aumentar el número
de sus discípulos.

¿La Gran Comisión es solo responsabilidad del liderazgo de la iglesia?


Una feligresía madura y comprometida con la causa del evangelio tiene claro la honrosa labor misionera
de conquistar discípulos para el Señor Jesucristo, asumiendo la responsabilidad individual de cumplir a
cabalidad esta tarea delegada por parte del Señor, teniendo claro que no es una responsabilidad
exclusiva de los ministros y líderes del evangelio. Todo creyente tiene que entender que en esta tierra, todos
somos ―embajadores de Cristo‖ y esto significa que somos las manos, brazos, pies y labios del Señor Jesús
para ser los instrumentos llamados a impactar este mundo caído y a transformar las sociedades y culturas.

En medio del secularismo, fenómeno advertido por el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer y que consiste en
la desaparición del nombre de Dios de todas las esferas de la sociedad actual, para darle paso al
humanismo y al naturalismo, debería inquietarnos a todos los que somos discípulos de Jesucristo a tomar un
plan de acción urgente, y atacar este peligroso fenómeno desde los diferentes campos de la sociedad
humana, donde el Señor nos ha ubicado en este momento de nuestras vidas, para cumplir hoy más que
nunca con gran diligencia la gran comisión y llevar el evangelio a toda criatura sin importar su condición
social, intelectual, económica y étnica.

Hoy en día tenemos una sociedad que espiritualmente se encuentra en ―cuidados intensivos‖, y que requiere
con prontitud la panacea para ese estado crítico, que solamente la puede brindar el mensaje del
evangelio.

Finalmente, tomemos un momento para reflexionar respecto a este gran interrogante que nos hace el Señor:
¿Qué actitud voy a tomar frente al llamado del Señor para la gran comisión ordenada en su Palabra? La
respuesta la sabe usted, estimado lector.

Agosto 2018

REVISTA HECHOS Y CRÓNICAS

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