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UNIDAD I.

CONCEPTO DE CONSTITUCIÓN, LA SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL, EL


CONTROL JUDICIAL Y LA DOBLE FUNCIÓN DEL PODER JUDICIAL DE LA
FEDERACIÓN EN MÉXICO.

Antes de poder dar una explicación sobre qué es el amparo, sus características y
función, resulta indispensable conocer lo que se analizó en materias anteriores. Es
por eso que en esta unidad se explicará brevemente lo referente a qué es una
constitución y su nivel jerárquico, pues justamente en referencia a la Ley
Fundamental se analizarán los actos sujetos a control de constitucionalidad.

1.1 ¿Qué es una Constitución?

La Constitución es un conjunto normativo del cual muchos autores han dado


opinión. Para Ferdinand Lassalle, la Constitución es una ley, pero es más que
una simple ley, es la Ley Fundamental. Es una Ley Fundamental porque ahonda
más que las leyes corrientes, las estructura y determina y es necesariamente
como debe ser, además constituye un verdadero fundamento para las demás
leyes. Se pregunta Lasalle ¿Qué es lo que obliga a la Constitución a ser como
necesariamente tiene que ser?, que a su vez concluye que son los factores reales
de poder que rigen en una sociedad determinada. La Constitución de un país es la
suma de los factores reales de poder que actúan en él. Se toman dichos factores,
se les da la expresión escrita y, a su vez, incorporados en el papel, se rigen en
instituciones jurídicas. Para Lasalle hay dos Constituciones en un país, la real y
efectiva formada por los factores reales de poder, y la escrita, que es una hoja de
papel.

Para Carl Schmitt, el término constitución tiene cuatro significados posibles:


absoluto, relativo, positivo e ideal. Es absoluto porque nos presenta a una
determinada comunidad como un todo. El concepto relativo de constitución radica
en que las normas constitucionales, generalmente, siguen un proceso más
complejo para su creación y modificación que las leyes secundarias. En sentido
positivo, constitución significa “decisión política del titular del poder constituyente”
que afecta al ser social o colectividad, son los principios fundamentales del orden
jurídico. Constitución en sentido ideal son los diferentes idearios o concepciones
del mundo que sostienen los autores de la constitución. Dice el mismo autor que
“cuando los contrastes de principios políticos y sociales son muy fuertes, puede
llegarse con facilidad a que un partido (político) niegue el nombre de Constitución
a toda Constitución que no satisfaga sus aspiraciones. Para Schmitt, la
constitución vale cuando las normas emanan de un poder constituyente dotado de
fuerza que por su propia voluntad tomas las decisiones políticas fundamentales.

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Hermann Heller reconoce dos acepciones a la palabra constitución, el real y el
jurídico. El real son los factores reales de poder que señaló Ferdinand Lassalle;
sin embargo la Constitución no es sólo factores reales de poder, sino que la
Constitución como norma puede conformar nuevas realidades políticas y
transformarlas.

Karl Loewenstein concibe a la carta suprema como “la totalidad de los principios
y normas fundamentales constituye la constitución ontológica de la sociedad
estatal, que podrá estar o bien enraizada en las convicciones del pueblo, sin
formalización expresa o bien podrá estar contenida en un documento escrito”.

Hans Kelsen, distingue la Constitución desde el punto de vista material y formal.


Para Kelsen no existe más Constitución que la normativa, y su estudio no debe
contaminarse con elementos históricos, sociológicos o axiológicos. La Constitución
en sentido material está constituida por los preceptos que regulan la creación de
normas jurídicas generales, especialmente la creación de leyes. La Constitución
en sentido formal es cierto documento solemne, un conjunto de normas jurídicas
que sólo pueden ser modificadas mediante la observancia de prescripciones
especiales cuyo objeto es dificultar la modificación de tales normas.

Burgoa Orihuela simplemente indica que distingue dos clases de constitución: “la
constitución real, ontológica, social y deontológica, por una parte, y la jurídico-
positiva, por la otra”.

Para Jorge Carpizo, la Constitución de un país es un eterno duelo entre el ser y el


deber ser, entre realidad y norma.

La Constitución es un conjunto de principios, reglas, disposiciones y decisiones


político fundamentales que rigen la organización, atribuciones y funcionamiento de
los poderes públicos constituidos, organismos constitucionales autónomos, así
como las relaciones de éstos con los habitantes de un Estado, preservando los
derechos fundamentales de aquellos, llamados garantías individuales, de acuerdo
con Luciano Silva.

Así pues, la Constitución en nuestro país es un documento jurídico, político y


solemne emitido en virtud de la inalienable soberanía del pueblo, mediante un
poder constituyente (factores reales de poder), en el que se plasman el ser y el
deber ser de un Estado; cuyo cuerpo se conforma en parte dogmática (derechos
humanos y sus garantías) y otra orgánica (organización de las instituciones del
Estado Mexicano). Es rígida, pues sigue un proceso más complejo para su
creación y modificación que las leyes secundarias; es suprema al estar por encima
de cualquier normativa nacional o internacional.

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1.2 La Supremacía Constitucional.

En la constitución mexicana, el principio que establece su supremacía, el que


determina su jerarquía superior respecto de todo el orden normativo que existe en
el país, el que da el atributo de ser fundamental se ha consignado con fines
pragmáticos.

El principio de supremacía de la constitución halla su enunciado general y explícito


en el artículo 40 constitucional que a la letra dice:

Artículo 40. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República


representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y
soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de
México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley
fundamental

En el artículo antes transcrito, se establece que la Constitución es una Ley


Fundamental, fija una forma de gobierno, prevé la existencia de las entidades
federativas, su unión en una federación, que se rige en su estructura,
funcionamiento y distribución de competencia por lo que la misma Constitución
disponga.

Es inherente al concepto constitución la supremacía de la misma, no puede ser de


otra manera porque está llamado a constituir; para poder hacerlo requiere que en
lo interior todo le esté subordinado y estructurado siguiendo sus lineamientos
generales.

También en el artículo 133 se hace mención de la supremacía constitucional y es,


de hecho, el que ha sido materia de interpretación a la hora de determinar la
jerarquía de leyes:

Artículo 133. Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen
de ella y todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que
se celebren por el Presidente de la República, con aprobación del Senado, serán
la Ley Suprema de toda la Unión. Los jueces de cada entidad federativa se
arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en
contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de las entidades
federativas.

La contradicción entre leyes federales o locales y tratados internacionales ha


existido, por ello la Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció criterios.
Primero, estableció que las leyes y los tratados estaban al mismo nivel:

LEYES FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES. TIENEN LA MISMA


JERARQUIA NORMATIVA. De conformidad con el artículo 133 de la Constitución,
tanto las leyes que emanen de ella, como los tratados internacionales, celebrados
por el ejecutivo Federal, aprobados por el Senado de la República y que estén de
acuerdo con la misma, ocupan, ambos, el rango inmediatamente inferior a la
Constitución en la jerarquía de las normas en el orden jurídico mexicano. Ahora
bien, teniendo la misma jerarquía, el tratado internacional no puede ser criterio
para determinar la constitucionalidad de una ley ni viceversa. Por ello, la Ley de

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las Cámaras de Comercio y de las de Industria no puede ser considerada
1
inconstitucional por contrariar lo dispuesto en un tratado internacional .

Posteriormente, esta tesis ha sido abandonada con base en el criterio sustentado


por el propio Tribunal Pleno al resolver, que los tratados internacionales están en
una jerarquía superior, sobre el derecho federal y el local, salvo que la
Constitución General de la República señale algún caso especial:

TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR


ENCIMA DE LAS LEYES FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO
RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL. Persistentemente en la doctrina
se ha formulado la interrogante respecto a la jerarquía de normas en nuestro
derecho. Existe unanimidad respecto de que la Constitución Federal es la norma
fundamental y que aunque en principio la expresión "... serán la Ley Suprema de
toda la Unión ..." parece indicar que no sólo la Carta Magna es la suprema, la
objeción es superada por el hecho de que las leyes deben emanar de la
Constitución y ser aprobadas por un órgano constituido, como lo es el Congreso
de la Unión y de que los tratados deben estar de acuerdo con la Ley Fundamental,
lo que claramente indica que sólo la Constitución es la Ley Suprema. El problema
respecto a la jerarquía de las demás normas del sistema, ha encontrado en la
jurisprudencia y en la doctrina distintas soluciones, entre las que destacan:
supremacía del derecho federal frente al local y misma jerarquía de los dos, en sus
variantes lisa y llana, y con la existencia de "leyes constitucionales", y la de que
será ley suprema la que sea calificada de constitucional. No obstante, esta
Suprema Corte de Justicia considera que los tratados internacionales se
encuentran en un segundo plano inmediatamente debajo de la Ley Fundamental y
por encima del derecho federal y el local. Esta interpretación del artículo 133
constitucional, deriva de que estos compromisos internacionales son asumidos por
el Estado mexicano en su conjunto y comprometen a todas sus autoridades frente
a la comunidad internacional; por ello se explica que el Constituyente haya
facultado al presidente de la República a suscribir los tratados internacionales en
su calidad de jefe de Estado y, de la misma manera, el Senado interviene como
representante de la voluntad de las entidades federativas y, por medio de su
ratificación, obliga a sus autoridades. Otro aspecto importante para considerar esta
jerarquía de los tratados, es la relativa a que en esta materia no existe limitación
competencial entre la Federación y las entidades federativas, esto es, no se toma
en cuenta la competencia federal o local del contenido del tratado, sino que por
mandato expreso del propio artículo 133 el presidente de la República y el Senado
pueden obligar al Estado mexicano en cualquier materia, independientemente de
que para otros efectos ésta sea competencia de las entidades federativas. Como
consecuencia de lo anterior, la interpretación del artículo 133 lleva a considerar en
un tercer lugar al derecho federal y al local en una misma jerarquía en virtud de lo
dispuesto en el artículo 124 de la Ley Fundamental, el cual ordena que "Las
facultades que no están expresamente concedidas por esta Constitución a los
funcionarios federales, se entienden reservadas a los Estados.". No se pierde de
vista que en su anterior conformación, este Máximo Tribunal había adoptado una
posición diversa en la tesis P. C/92, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial
de la Federación, Número 60, correspondiente a diciembre de 1992, página 27, de
rubro: "LEYES FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES. TIENEN LA
MISMA JERARQUÍA NORMATIVA."; sin embargo, este Tribunal Pleno considera
oportuno abandonar tal criterio y asumir el que considera la jerarquía superior de
2
los tratados incluso frente al derecho federal.

Además de lo anterior, resulta imperativo hacer de conocimiento que, tal como lo


señala el artículo 133 constitucional, la Ley Suprema de toda la Unión se integra

1
Tesis aislada, 8a. Época; Pleno; Gaceta S.J.F.; Núm. 60, Diciembre de 1992; Pág. 27
2
Tesis aislada; 9a. Época; Pleno; S.J.F. y su Gaceta; Tomo X, Noviembre de 1999; Pág. 46

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por la propia constitución, los tratados internacionales y las leyes generales;
quedando excluidas las leyes federales o locales. Esa fue la interpretación de la
Corte al resolver el amparo en revisión 120/2002, del que derivaron las tesis P.
IX/2007 y P. VII/2007, de rubros y textos siguientes:

TRATADOS INTERNACIONALES. SON PARTE INTEGRANTE DE LA LEY


SUPREMA DE LA UNIÓN Y SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA
DE LAS LEYES GENERALES, FEDERALES Y LOCALES. INTERPRETACIÓN
DEL ARTÍCULO 133 CONSTITUCIONAL. La interpretación sistemática del
artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos permite
identificar la existencia de un orden jurídico superior, de carácter nacional,
integrado por la Constitución Federal, los tratados internacionales y las leyes
generales. Asimismo, a partir de dicha interpretación, armonizada con los
principios de derecho internacional dispersos en el texto constitucional, así como
con las normas y premisas fundamentales de esa rama del derecho, se concluye
que los tratados internacionales se ubican jerárquicamente abajo de la
Constitución Federal y por encima de las leyes generales, federales y locales, en
la medida en que el Estado Mexicano al suscribirlos, de conformidad con lo
dispuesto en la Convención de Viena Sobre el Derecho de los Tratados entre los
Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales
y, además, atendiendo al principio fundamental de derecho internacional
consuetudinario "pacta sunt servanda", contrae libremente obligaciones frente a la
comunidad internacional que no pueden ser desconocidas invocando normas de
derecho interno y cuyo incumplimiento supone, por lo demás, una responsabilidad
de carácter internacional.

LEYES GENERALES. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 133


CONSTITUCIONAL. La lectura del precepto citado permite advertir la intención del
Constituyente de establecer un conjunto de disposiciones de observancia general
que, en la medida en que se encuentren apegadas a lo dispuesto por la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, constituyan la "Ley
Suprema de la Unión". En este sentido, debe entenderse que las leyes del
Congreso de la Unión a las que se refiere el artículo constitucional no
corresponden a las leyes federales, esto es, a aquellas que regulan las
atribuciones conferidas a determinados órganos con el objeto de trascender
únicamente al ámbito federal, sino que se trata de leyes generales que son
aquellas que pueden incidir válidamente en todos los órdenes jurídicos parciales
que integran al Estado Mexicano. Es decir, las leyes generales corresponden a
aquellas respecto a las cuales el Constituyente o el Poder Revisor de la
Constitución ha renunciado expresamente a su potestad distribuidora de
atribuciones entre las entidades políticas que integran el Estado Mexicano, lo cual
se traduce en una excepción al principio establecido por el artículo 124
constitucional. Además, estas leyes no son emitidas motu proprio por el Congreso
de la Unión, sino que tienen su origen en cláusulas constitucionales que obligan a
éste a dictarlas, de tal manera que una vez promulgadas y publicadas, deberán
ser aplicadas por las autoridades federales, locales, del Distrito Federal y
municipales.

Así pues, debemos tener en cuenta que en nuestro sistema normativo, la jerarquía
normativa será la siguiente: primeramente tendremos a la Constitución, luego a los
Tratados Internacionales, seguido de las leyes generales y, finalmente, las leyes
federales y locales; salvada la excepción de lo que estableció el Pleno de la Corte
en el caso de normas de derechos humanos, independientemente de su fuente, no
se relacionan en términos jerárquicos, esto es, todos tienen el mismo rango, o sea,
constitucional. Así lo determinó el Pleno de nuestro Máximo Tribunal, al resolver la

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contradicción de tesis 293/2011, de cuya discusión resultó la siguiente
jurisprudencia P./J. 20/2014 (10a.):

DERECHOS HUMANOS CONTENIDOS EN LA CONSTITUCIÓN Y EN LOS


TRATADOS INTERNACIONALES. CONSTITUYEN EL PARÁMETRO DE
CONTROL DE REGULARIDAD CONSTITUCIONAL, PERO CUANDO EN LA
CONSTITUCIÓN HAYA UNA RESTRICCIÓN EXPRESA AL EJERCICIO DE
AQUÉLLOS, SE DEBE ESTAR A LO QUE ESTABLECE EL TEXTO
CONSTITUCIONAL. El primer párrafo del artículo 1º constitucional reconoce un
conjunto de derechos humanos cuyas fuentes son la Constitución y los tratados
internacionales de los cuales el Estado Mexicano sea parte. De la interpretación
literal, sistemática y originalista del contenido de las reformas constitucionales de
seis y diez de junio de dos mil once, se desprende que las normas de derechos
humanos, independientemente de su fuente, no se relacionan en términos
jerárquicos, entendiendo que, derivado de la parte final del primer párrafo del
citado artículo 1º, cuando en la Constitución haya una restricción expresa al
ejercicio de los derechos humanos, se deberá estar a lo que indica la norma
constitucional, ya que el principio que le brinda supremacía comporta el
encumbramiento de la Constitución como norma fundamental del orden jurídico
mexicano, lo que a su vez implica que el resto de las normas jurídicas deben ser
acordes con la misma, tanto en un sentido formal como material, circunstancia que
no ha cambiado; lo que sí ha evolucionado a raíz de las reformas constitucionales
en comento es la configuración del conjunto de normas jurídicas respecto de las
cuales puede predicarse dicha supremacía en el orden jurídico mexicano. Esta
transformación se explica por la ampliación del catálogo de derechos humanos
previsto dentro de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el
cual evidentemente puede calificarse como parte del conjunto normativo que goza
de esta supremacía constitucional. En este sentido, los derechos humanos, en su
conjunto, constituyen el parámetro de control de regularidad constitucional,
conforme al cual debe analizarse la validez de las normas y actos que forman
3
parte del orden jurídico mexicano.

Finalmente, es importante destacar que entre la legislación federal y la local no


existe una jerarquía normativa, esto es, una no está por encima de la otra, debido
a que surgen de distinta fuente. Así lo ha establecido la Suprema Corte de Justicia
de la Nación en la tesis P. VIII/2010, de rubro y texto siguientes:

JERARQUÍA NORMATIVA. ES INEXISTENTE ENTRE LAS LEYES


REGLAMENTARIAS EXPEDIDAS POR EL CONGRESO DE LA UNIÓN QUE SE
LIMITAN A INCIDIR EN EL ÁMBITO FEDERAL Y LAS DEMÁS LEYES
FEDERALES. Conforme a la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, las leyes expedidas por el Congreso de la Unión para regular una
materia reservada expresamente a la Federación, en la medida en que están
limitadas a incidir en el ámbito estrictamente federal -pues su emisión no se
sustenta en una habilitación constitucional que permita al Congreso incidir en los
diversos órdenes jurídicos de los Estados, del Distrito Federal o de los Municipios-,
se ubican en el mismo plano jerárquico que el de las demás leyes federales, ya
que al trascender al mismo ámbito material de validez y sujetarse a idéntico
proceso legislativo de creación, modificación y derogación, no existe justificación
constitucional que permita conferirles diversa jerarquía, máxime que atribuir mayor
jerarquía a las referidas leyes reglamentarias implicaría que las expedidas por los
Congresos de los Estados, al emitirse con base en un mandato expreso de un
precepto constitucional, tendrían mayor jerarquía que las leyes federales a las que
nominal o materialmente no se les considere reglamentarias de la propia
Constitución.

3
Jurisprudencia P./J. 20/2014 (10a.)., 10a. Época; Pleno; Gaceta S.J.F.; Libro 5, Abril De 2014; Tomo I; Pág. 202.

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1.3 La doble función del Poder Judicial de la Federación.

El Poder Judicial de la Federación tiene una doble función que está prevista en la
Constitución. Por un lado, resuelve conflictos que versen sobre la legalidad de
actos; sea entre un particular y otro, entre el Estado y un particular o, incluso,
entre dos órganos de gobierno. Además, tiene a su cargo el control de la
constitucionalidad y convencionalidad de leyes o actos de autoridad, la cual, en
teoría, tendría que corresponder a un tribunal constitucional. En el caso de nuestro
país, el control de legalidad, constitucionalidad y convencionalidad se lleva a cabo
por los órganos del mencionado poder, sin perjuicio de lo que se realice por los
poderes judiciales de carácter local.

1.3.1 Función judicial ordinaria Federal.

Primeramente, es necesario señalar que la función judicial ordinaria se prevé en el


artículo 104 de la Constitución; sin embargo, existen otros cuerpos normativos que
dan pie a que el Poder Judicial de la Federación conozca de cuestiones de
legalidad.

Así, el artículo mencionado es del texto siguiente:

Artículo 104. Los Tribunales de la Federación conocerán:


I. De los procedimientos relacionados con delitos del orden federal;
II. De todas las controversias del orden civil o mercantil que se susciten sobre el
cumplimiento y aplicación de leyes federales o de los tratados internacionales
celebrados por el Estado Mexicano. A elección del actor y cuando sólo se afecten
intereses particulares, podrán conocer de ellas, los jueces y tribunales del orden
común.
Las sentencias de primera instancia podrán ser apelables ante el superior
inmediato del juez que conozca del asunto en primer grado;
III. De los recursos de revisión que se interpongan contra las resoluciones
definitivas de los tribunales de justicia administrativa a que se refiere la fracción
XXIX-H del artículo 73 de esta Constitución, sólo en los casos que señalen las
leyes. Las revisiones, de las cuales conocerán los Tribunales Colegiados de
Circuito, se sujetarán a los trámites que la ley reglamentaria de los artículos 103 y
107 de esta Constitución fije para la revisión en amparo indirecto, y en contra de
las resoluciones que en ellas dicten los Tribunales Colegiados de Circuito no
procederá juicio o recurso alguno;
IV. De todas las controversias que versen sobre derecho marítimo;
V. De aquellas en que la Federación fuese parte;
VI. De las controversias y de las acciones a que se refiere el artículo 105, mismas
que serán del conocimiento exclusivo de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación;
VII. De las que surjan entre una entidad federativa y uno o más vecinos de otra, y
VIII. De los casos concernientes a miembros del Cuerpo Diplomático y Consular.

De la transcripción, se puede observar que se da la facultad a los Tribunales de la


Federación de dirimir controversias que se refieren a la legalidad (salvada la
excepción de la fracción VI). Sin embargo, esta facultad no sólo encuentra su
fundamento en la Constitución; pues de las normas jurídicas que integran el
sistema mexicano, podemos advertir otro tipo de controversias que versan sobre
legalidad, a saber:

De la Suprema Corte de Justicia de la Nación:


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 Lo referente a la solicitud de ejercicio de la facultad prevista en el artículo
100, párrafo octavo, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, sobre la revisión y, en su caso, revocación de los Acuerdos que
emita el Consejo de la Judicatura Federal.
 De los conflictos laborales entre el Poder Judicial de la Federación y sus
servidores, de conformidad con el capítulo I, del Título Noveno de la Ley
Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, Reglamentaria del
Apartado B) del Artículo 123 Constitucional.
 La inconformidad que puede presentar una entidad federativa adherida al
Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, tal como se establece en el
artículo 12 de la Ley de Coordinación Fiscal.
 Conocer de los recursos de apelación en contra de sentencias de Jueces
de Distrito dictadas en aquellos procesos en que la Federación sea parte y
que por su interés y trascendencia así lo ameriten; de oficio o a petición
fundada del correspondiente Tribunal Unitario de Circuito o del Ejecutivo
Federal, por conducto del Consejero Jurídico del Gobierno, así como del
Fiscal General de la República en los asuntos en que intervenga el
Ministerio Público, de acuerdo a lo que dispone la fracción III, del artículo
105 constitucional.
 Los recursos de revisión, en contra de las resoluciones del Instituto
Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos
Personales, únicamente cuando puedan poner en peligro la seguridad
nacional, de conformidad con lo que establece el Apartado A del artículo 6°
de la Constitución.

De los Tribunales Colegiados de Circuito:

 Las revisiones fiscales que prevé el artículo 104 constitucional, en su


fracción III, en relación con el artículo 63 de la Ley Federal de
Procedimiento Contencioso Administrativo Federal.
 Los recursos que prevé el capítulo XI, de la Ley de Amparo; sin perjuicio de
que en ellos se puedan hacer valer cuestiones de constitucionalidad, de
conformidad con las tesis 2a. XXII/2016 (10a.) y 1a. XLVI/2016 (10a.), de
rubros: “PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. LA REGULARIDAD
CONSTITUCIONAL DE SU LEY ORGÁNICA ES SUSCEPTIBLE DE CUESTIONARSE A
TRAVÉS DEL RECURSO DE RECLAMACIÓN PREVISTO EN EL ARTÍCULO 104 DE LA
LEY DE AMPARO.” y “RECURSO DE RECLAMACIÓN. CONSTITUYE EL MEDIO
IDÓNEO PREVISTO EN LA LEY DE AMPARO PARA IMPUGNAR LA REGULARIDAD
CONSTITUCIONAL DE UN ARTÍCULO DE ESE ORDENAMIENTO APLICADO DURANTE
EL TRÁMITE DEL JUICIO EN LA VÍA DIRECTA.”

De los juzgados de Distrito:

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 Lo que se prevé en los artículos 50, 50bis, 50quater, 53 y 53 bis, de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, tales como los juicios
ordinarios mercantiles, civiles o administrativos, así como los de proceso
penal.

Existen otras funciones que realizan los órganos jurisdiccionales del Poder Judicial
de la Federación que no se incluyen dentro de las de control de legalidad o
constitucionalidad, tales como los que se enumeran a continuación (de forma
enunciativa pero no limitativa):

 Lo dispuesto en el artículo 11, fracción IX, de la Ley Orgánica del Poder


Judicial de la Federación, el cual establece que le corresponde conocer y
dirimir cualquier controversia que se suscite dentro del Poder Judicial de la
Federación con motivo de la interpretación y aplicación de lo dispuesto en
los artículos 94, 97, 100 y 101 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y en los preceptos de dicha Ley Orgánica.
 Lo dispuesto en los artículos 106 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos; 46 de la Ley de Amparo; y 21, fracción VII, de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, y puntos primero y tercero del
Acuerdo General 5/2013 del Pleno del Máximo Tribunal, referente a
resolución de conflictos competenciales entre tribunales colegiados de
circuito.
 La prevista en el párrafo segundo de la fracción II del artículo 14 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial de la Federación, por considerar de carácter
dudoso y de trascendencia el trámite a seguir en un asunto.
 La resolución de la solicitud prevista en el artículo 4, de la Ley de Amparo,
para la substanciación y resolución, cuando exista urgencia atendiendo al
interés social o al orden público, de juicios y recursos.

1.3.2 Función de control de regularidad constitucional.

Al respecto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para explicar la


regularidad constitucional, ha sostenido que el orden jurídico constitucional tiende,
además de establecer las reglas con base en las cuales deben ejercer sus
funciones competenciales las autoridades de los demás órdenes normativos, a
preservar la regularidad en dicho ejercicio, consistente en que éste se lleve a cabo
dentro del marco de las atribuciones establecidas, sin nunca rebasar los principios
rectores previstos en la Constitución Federal, ya sea en perjuicio de los
gobernados, por violación de derechos humanos y sus garantías, o bien afectando
la esfera de competencia que corresponde a las autoridades de otro orden
jurídico. Para lograr obtener lo anterior, los Poderes Constituyente y Reformador

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han establecido diversos medios de control de la regularidad constitucional
referidos a los órdenes jurídicos federal, estatal y de la ahora Ciudad de México. 4

La razón de ser de esos medios de control radica en que en el sistema


constitucional del Estado Federal, donde coexisten los órdenes jurídicos descritos
con antelación, el ordenamiento que debe darles unidad y cohesión es la propia
Constitución. De este modo, el orden jurídico constitucional se erige como un
orden total, al extender su validez y eficacia normativa de una manera absoluta
sobre los órdenes jurídicos parciales. En consecuencia, es de concluirse que el
ejercicio de control de la regularidad constitucional es una actividad jurídica que no
puede ser ubicada, estrictamente, como función propia de ninguno de los órdenes
parciales, federal o locales, pues si la pretensión del referido control es la
salvaguarda del orden primario o total, la función interpretativa y de decisión sobre
si un acto de autoridad está o no apegado a la Norma Fundamental, debe
reputarse como una función de carácter constitucional, que no es susceptible de
equipararse a ninguno de los órdenes inmediatamente subordinados a la
Constitución -el federal propiamente dicho y los órdenes estatales-, en virtud de
que las hipótesis de control contempladas en la Carta Magna permiten que los
actos de autoridad, provenientes tanto de la Federación como de las entidades
que la componen, puedan ser anulados por una determinación de uno de los
órganos del Poder Judicial Federal, en ejercicio, como se dijo, de una función de
orden constitucional, superior a los restantes órdenes jurídicos parciales.

Existen autores que refieren que, tanto el control de convencionalidad como el de


constitucionalidad son parte de un mismo bloque, por lo que no debería existir una
diferencia. Así, afirman que la existencia de un bloque de constitucionalidad
implica identificar todas las normas (principios y reglas) y valores que, pese a no
estar expresamente establecidas en la Constitución escrita, son materialmente
constitucionales. Dentro de tales normas y valores integrados a la Constitución
(por remisión expresa o tácita de ésta), principalmente encontramos los
estándares internacionales sobre derechos humanos.5

1.3.2.1 Control de constitucionalidad y de convencionalidad.

Para entender este tipo de control, resulta idóneo acudir a lo que han planteado
Eduardo Ferrer Mac-Gregor y Rubén Sánchez Gil:

“El control de constitucionalidad alude a procedimientos que buscan asegurar


que se cumplan los preceptos de la Ley Suprema, ya que la misma es de
índole jurídica, es decir, que sus disposiciones son mandatos dirigidos a la
conducta humana que pueden contravenirse, por lo que será necesario
4
Controversia Constitucional 26/98.
5
Rodríguez Manzo, Graciela et al. Bloque de constitucionalidad en México. Serie “Reforma DH”, Metodología para la
enseñanza de la reforma constitucional en materia de derechos humanos, México, 2013. Pp. 18 a 21.0

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implementar remedios para los actos contrarios a ella. El control constitucional
recae más frecuentemente –aunque no únicamente– en leyes parlamentarias,
pues el Poder Legislativo es el primordial órgano obligado a cumplir las
disposiciones de la Carta Magna. Son dos los grandes sistemas de control
constitucional: el político y el judicial. En el primero, la inconstitucionalidad la
estudia un órgano que muchas veces juzga la conveniencia y oportunidad de
invalidar un acto de autoridad. En cambio, el judicial busca una resolución
objetiva sobre la conformidad de dicho acto con las normas constitucionales;
por ello se le encarga a órganos imparciales, formados por juristas
profesionales, y a un proceso –en el sentido más técnico y preciso–, cuyas
formalidades salvaguardan la correcta resolución del asunto. Por eso el
sistema judicial de control constitucional es el más difundido en la actualidad.

Si distinguir entre el control de “constitucionalidad” y el de “convencionalidad”


tuviera alguna utilidad práctica, ésta resultaría del provecho de sus
implicaciones en el contexto en que se usen esas expresiones. En México,
aludir al “control de constitucionalidad” significa analizar directamente la
conformidad de elementos jurídicos ordinarios con cualquier precepto de la
Ley Fundamental en sentido estricto –aunque implícita o indirectamente
también se tutelen normas internacionales–, pero también remite al análisis
directo de normas internacionales sobre derechos humanos que obligan al
Estado mexicano, primordialmente la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, puesto que la observancia de éstas también tiene rango
constitucional. En cambio, según lo desarrollado por la jurisprudencia
interamericana, es más restringida la expresión “control de convencionalidad”,
pues se refiere únicamente al análisis directo de la conformidad con
prescripciones internacionales, aunque implícita, pero indirectamente, también
se tutelen normas constitucionales.”6

1.3.2.2 Control concentrado y control difuso

De los artículos 1o. y 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos, deriva que el control concentrado de constitucionalidad y
convencionalidad respecto de normas generales por vía de acción está depositado
exclusivamente en los órganos del Poder Judicial de la Federación, quienes
deciden en forma terminal y definitiva, por medio del análisis exhaustivo de los
argumentos que los quejosos propongan en su demanda o en los casos en que
proceda la suplencia de la queja, si una disposición es contraria o no a la
Constitución Federal y a los tratados internacionales sobre derechos humanos de
los que el Estado Mexicano sea parte.

6
. Eduardo Ferrer Mac-Gregor y Rubén Sánchez Gil. Control difuso de constitucionalidad y convencionalidad. Serie
“Reforma DH”, Metodología para la enseñanza de la reforma constitucional en materia de derechos humanos, México,
2013. Pp. 13 a 15.

Página 11 de 25
Por su parte, el control difuso que realizan las demás autoridades del país, en el
ámbito de su competencia, se ejerce de manera oficiosa, si y sólo si, encuentran
sustento para ello, respaldándose en el imperio del cual están investidas para
juzgar conforme a la Constitución. Por tanto, el control ordinario que ejercen estas
autoridades en su labor cotidiana, es decir, en su competencia específica, se
constriñe a establecer la legalidad del asunto sometido a su consideración con
base en los hechos, argumentaciones jurídicas, pruebas y alegatos propuestos por
las partes, dando cumplimiento a los derechos fundamentales de audiencia,
legalidad, debido proceso y acceso a la justicia. Es aquí donde el juzgador
ordinario, al aplicar la norma, puede contrastar, de oficio, entre su contenido y los
derechos humanos que reconoce el orden jurídico nacional (esto es, realizar el
control difuso) en ejercicio de una competencia genérica, sin que la reflexión que
realiza el juez común, forme parte de la disputa entre actor y demandado.

En ese sentido, la diferencia toral entre los medios de control concentrado y difuso
estriba, esencialmente, en que en el primero es decisión del quejoso que el tema
de inconstitucionalidad o inconvencionalidad de la ley forme parte de la litis, al
plantearlo expresamente en su demanda de amparo; mientras que en el segundo,
ese tema no integra la litis, que se limita a la materia de legalidad (competencia
específica); no obstante, por razón de su función, por decisión propia y
prescindiendo de todo argumento de las partes, el juzgador puede desaplicar la
norma que a su criterio no sea acorde con la Constitución o con los tratados
internacionales en materia de derechos humanos.

Ambas vertientes de control (concentrado y difuso) se ejercen de manera


independiente y la existencia de este modelo general de control no requiere que
todos los casos sean revisables e impugnables en ambas. El sistema mexicano es
un sistema concentrado en una parte y difuso en otra, lo que permite que sean los
criterios e interpretaciones constitucionales, ya sea por declaración de
inconstitucionalidad o por inaplicación, de los que conozca la Suprema Corte para
que determine cuál es la interpretación constitucional que finalmente debe
prevalecer en el orden jurídico nacional.

Finalmente, debe señalarse que todas las demás autoridades del país en el
ámbito de sus competencias tienen la obligación de aplicar las normas
correspondientes haciendo la interpretación más favorable a la persona para
lograr su protección más amplia, sin tener la posibilidad de inaplicar o declarar su
incompatibilidad.

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Además, tal como lo estableció la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación en la tesis 2a. CIV/2014 (10a.), las autoridades administrativas no
pueden ejercer control de constitucionalidad.7

1.3.2.3 Control ex officio

Por imperativo del artículo 1o., en relación con el diverso 133, ambos de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, todas las autoridades del
país, en el ámbito de sus competencias, deben garantizar el respeto y la
protección de los derechos humanos reconocidos en la propia Constitución y en
los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, para lo cual
cuentan con la facultad de ejercer un control de regularidad constitucional difuso o
ex officio, que corresponde a un sistema que confía a cualquier autoridad, sin
importar su fuero, la regularidad constitucional de las leyes y por virtud del cual
toda autoridad debe, ante un caso concreto que verse sobre cualquier materia,
inaplicar la norma que debería fundar su acto, si ésta es violatoria de un derecho
humano contenido en la Carta Fundamental o en un tratado internacional. Ahora
bien, cuando se habla del control ex officio debe tenerse presente que dicha
expresión significa que ese tipo de examen pueden hacerlo, por virtud de su cargo
de Jueces, aun cuando: 1) no sean de control constitucional; y, 2) no exista una
solicitud expresa de las partes, pues la propia Norma Fundamental los faculta a
inaplicar una norma cuando adviertan que viola derechos humanos, de manera
que el control difuso no constituye un proceso constitucional sino sólo una técnica
al alcance del Juez para que pueda ejercer un control de constitucionalidad en un
proceso, sea éste constitucional o de cualquier otra naturaleza y cuyo ejercicio da
lugar al dictado de una resolución con efectos entre las partes.

La autoridad judicial, para ejercer el control ex officio, debe asegurarse que se ha


actualizado la necesidad de hacer ese tipo de control, es decir, en cada caso debe
determinar si resulta indispensable hacer una interpretación conforme en sentido
amplio, una en sentido estricto o una inaplicación, lo cual ocurre cuando se está
en presencia de una norma que resulta sospechosa o dudosa de cara a los
parámetros de control de los derechos humanos. De este modo, cuando una
norma no genera sospechas de invalidez para el juzgador, por no parecer
potencialmente violatoria de derechos humanos, entonces no se hace necesario

7
La tesis mencionada es de rubro y texto siguiente: “CONTROL CONSTITUCIONAL CONCENTRADO O DIFUSO. LAS
AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS NO ESTÁN FACULTADAS PARA REALIZARLO. El artículo 1o. de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, deben
cumplir con una serie de obligaciones en materia de derechos humanos. Sin embargo, en términos de la tesis P. LXIX/2011
(9a.) (*), del Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las autoridades administrativas no están
facultadas para realizar algún tipo de control constitucional, sea concentrado o difuso; es decir, no pueden declarar la
invalidez de un determinado precepto e inaplicarlo, ni siquiera bajo el argumento de una reparación de derechos humanos,
ya que ello implicaría desatender los requisitos de procedencia señalados por las leyes para interponer un medio de
defensa, y que deben cumplirse de manera previa a un pronunciamiento de fondo del asunto. En todo caso, han de
interpretar las disposiciones jurídicas en el sentido más favorable a las personas, pero sin que ello llegue a descuidar las
facultades y funciones que deben desempeñar en atención a sus ámbitos competenciales. Aceptar lo contrario, generaría
incertidumbre jurídica en franca contravención a otros derechos humanos como los de legalidad, debido proceso y
seguridad jurídica, previstos en los artículos 14 y 16 constitucionales.”

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un análisis de constitucionalidad y convencionalidad exhaustivo, porque la
presunción de constitucionalidad de que gozan todas las normas jurídicas no se
ha puesto siquiera en entredicho. Lo anterior es así, porque las normas no pierden
su presunción de constitucionalidad sino hasta que el resultado del control así lo
refleje, lo que implica que las normas que son controladas puedan incluso salvar
su presunción de constitucionalidad mediante la interpretación conforme en
sentido amplio, o en sentido estricto.

La posibilidad de inaplicación de leyes por los jueces del país, en ningún momento
supone la eliminación o el desconocimiento de la presunción de constitucionalidad
de ellas, sino que, precisamente, parte de esta presunción al permitir hacer el
contraste previo a su aplicación. En ese orden de ideas, el Poder Judicial al
ejercer un control de convencionalidad ex officio en materia de derechos humanos,
deberá realizar los siguientes pasos: a) Interpretación conforme en sentido amplio,
lo que significa que los jueces del país -al igual que todas las demás autoridades
del Estado Mexicano-, deben interpretar el orden jurídico a la luz y conforme a los
derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados
internacionales en los cuales el Estado Mexicano sea parte, favoreciendo en todo
tiempo a las personas con la protección más amplia; b) Interpretación conforme en
sentido estricto, lo que significa que cuando hay varias interpretaciones
jurídicamente válidas, los jueces deben, partiendo de la presunción de
constitucionalidad de las leyes, preferir aquella que hace a la ley acorde a los
derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados
internacionales en los que el Estado Mexicano sea parte, para evitar incidir o
vulnerar el contenido esencial de estos derechos; y, c) Inaplicación de la ley
cuando las alternativas anteriores no son posibles. Lo anterior no afecta o rompe
con la lógica de los principios de división de poderes y de federalismo, sino que
fortalece el papel de los jueces al ser el último recurso para asegurar la primacía y
aplicación efectiva de los derechos humanos establecidos en la Constitución y en
los tratados internacionales de los cuales el Estado Mexicano es parte.8

1.3.2.4 Medios de control de constitucionalidad.

Una vez explicado lo referente a los tipos de control y enumerados los de


legalidad, para la materia, es de suma importancia conocer cuáles son los medios
de control de constitucionalidad que va a conocer el Poder Judicial de la
Federación:

 Amparo, tal como lo prevén los artículos 103 y 107 de la Constitución, así
como su ley reglamentaria.

8
De conformidad con la tesis P. LXIX/2011(9a.), de rubro: “PASOS A SEGUIR EN EL CONTROL DE
CONSTITUCIONALIDAD Y CONVENCIONALIDAD EX OFFICIO EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS.”

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 Controversia constitucional y acción de inconstitucionalidad, según lo
previsto en las fracciones I y II, del artículo 105 constitucional y la Ley
reglamentaria de las fracciones anteriores.
 La constitucionalidad de las consultas populares, de acuerdo a lo que
establece el numeral 3, de la fracción VIII, el artículo 35 de la Constitución.
 Resolver sobre la constitucionalidad de los Acuerdos emitidos por el titular
del Ejecutivo Federal, respecto a la suspensión o restricción de derechos
humanos y sus garantías, tal como se prevé en el último párrafo del artículo
29 constitucional.
 Los medios de impugnación que prevé la Ley General del Sistema de
Medios de Impugnación en Materia Electoral, tales como el juicio para la
protección de los derechos político–electorales del ciudadano y el juicio de
revisión constitucional electoral.

1.4 Organización del Poder Judicial de la Federación.

El Poder Judicial de la Federación es uno de los poderes en los que se divide el


ejercicio del poder en nuestro país. Su origen constitucional está previsto en el
artículo 49, que a la letra dice:

Artículo 49.

El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo,


Ejecutivo y Judicial.

Así, el Poder Judicial tiene a su cargo la función jurisdiccional federal y de


interpretación constitucional, así como de árbitro en las controversias entre
poderes.

1.4.1 Características especiales del Poder Judicial Federal.

El Poder Judicial de la Federación tiene características específicas que no tienen


los Poderes Judiciales de las entidades federativas, pues el Poder Judicial Federal
tiene las siguientes facultades:

 Resolver litigios que se presenten entre particulares, cuando se trata de


asuntos de competencia federal, así como los que surjan entre los
particulares y las autoridades federales.
 Solucionar las controversias originadas por actos o leyes que violen
derechos humanos y sus garantías y, en su caso, otorgar la protección de
la Justicia Federal a los gobernados contra los abusos de las autoridades.
 Dirimir los conflictos entre los Poderes originados por la invasión de
competencias de un Poder a otro, y entre los distintos ámbitos de gobierno
(Federal, Estatal, de la Ciudad de México y Municipal).

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 Preservar la supremacía constitucional, al invalidar las leyes, tratados y
reglamentos que sean contrarios a las disposiciones constitucionales.

El ejercicio del Poder Judicial de la Federación está depositado en la Suprema


Corte de Justicia de la Nación, el Tribunal Electoral, los Tribunales Colegiados de
Circuito, los Tribunales Unitarios de Circuito, los Juzgados de Distrito y el Consejo
de la Judicatura Federal. Si bien cada uno de ellos tiene sus propias funciones,
todos (excepto el Consejo de la Judicatura Federal) tienen en común la función
esencial de resolver controversias mediante la aplicación e interpretación de las
leyes. A esta actividad también se le conoce como función jurisdiccional o
impartición de justicia.

El artículo 94 constitucional, en sus dos primeros párrafos, establece quienes


conforman el Poder Judicial de la Federación:

Artículo 94.

Se deposita el ejercicio del Poder Judicial de la Federación en una Suprema Corte de


Justicia, en un Tribunal Electoral, en Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito y
en Juzgados de Distrito.

La administración, vigilancia y disciplina del Poder Judicial de la Federación, con


excepción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estarán a cargo del Consejo
de la Judicatura Federal en los términos que, conforme a las bases que señala esta
Constitución, establezcan las leyes.

En cambio, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación establece, en su


artículo 1°, quienes ejercen dicho poder:

Artículo 1o.

El Poder Judicial de la Federación se ejerce por:

I. La Suprema Corte de Justicia de la Nación;


II. El tribunal electoral;
III. Los tribunales colegiados de circuito;
IV. Los tribunales unitarios de circuito;
V. Los juzgados de distrito;
VI. El Consejo de la Judicatura Federal;
VII. El jurado federal de ciudadanos, y
VIII. Los tribunales de los Estados y del Distrito Federal en los casos previstos por el
artículo 107, fracción XII, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos y en los demás en que, por disposición de la ley deban actuar en auxilio
de la Justicia Federal.

Es importante mencionar que, aunque ni la Constitución ni el artículo 1 de la Ley


Orgánica del Poder Judicial de la Federación mencionen a los Centros de Justicia
Penal Federal, estos órganos se prevén en el capítulo II del Título Quinto, de la
propia Ley.

1.4.1 Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación es el Máximo Tribunal Constitucional


del país y cabeza del Poder Judicial de la Federación, en virtud de lo cual, tiene
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como responsabilidad fundamental la defensa del orden establecido por la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, además de solucionar, de
manera definitiva, otros asuntos jurisdiccionales de gran importancia para la
sociedad.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación se compone de once miembros


denominados ministros. De acuerdo a lo establecido por tercer párrafo del artículo
94 constitucional:

Artículo 94.

[…]

[…]

La Suprema Corte de Justicia de la Nación se compondrá de once Ministros y


funcionará en Pleno o en Salas.

Pleno

Cuando los 11 Ministros se reúnen a debatir los asuntos que deben resolver, se
dice que la Suprema Corte de Justicia de la Nación funciona en Pleno. En general,
basta con la presencia de siete Ministros para que las decisiones del Pleno sean
válidas, pero en algunos casos se requiere la presencia de por lo menos ocho de
ellos; por ejemplo, cuando ha de resolverse una controversia constitucional o una
acción de inconstitucionalidad. Es importante mencionar que uno de los once
ministros funge como presidente, tanto de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, como del Consejo de la Judicatura Federal y dura en su encargo cuatro
años.

Al respecto, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, en su artículo 4


dice:

Artículo 4o.

El Pleno se compondrá de once ministros, pero bastará la presencia de siete


miembros para que pueda funcionar, con excepción de los casos previstos en los
artículos 105, fracción I, penúltimo párrafo y fracción II, y 107, fracción II, párrafo
tercero, ambos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en los
que se requerirá la presencia de al menos ocho ministros.

El Pleno tiene la facultad de ejercer el control constitucional dado que a partir de la


reforma constitucional de 1995, la Corte se convierte también en Tribunal
Constitucional. Esto significa que la Suprema Corte es la encargada de velar que
los actos del presidente de la República, el Congreso y demás órganos del Estado
no vulneren los derechos establecidos en la Constitución, así como también
mediar los conflictos entre los poderes. Para tales fines, el Pleno tiene la facultad
exclusiva de resolver: a) controversias constitucionales, b) acciones de

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inconstitucionalidad y c) juicios de amparo (además de las que previamente se
mencionaron).

Salas

La Corte tiene dos salas. La primera sala conoce fundamentalmente de asuntos


civiles y penales; mientras que la segunda de temas administrativos y laborales.
No obstante, dada la cantidad de asuntos de materia fiscal, ambas Salas conocen
casos en este tema.

Cada sala está compuesta por 5 ministros, donde uno de ellos es elegido cada
dos años por los propios ministros miembros de sala como presidente de la
misma. El ministro presidente del Pleno no está adscrito a ninguna Sala, por lo
tanto no participa en decisiones de las salas.

En términos generales, las salas se encargan de revisar resoluciones dictadas por


órganos inferiores del Poder Judicial de la Federación. Esto ocurre por los
motivos:

a) Por contradicción de tesis, cuando dos Plenos de Circuito –que son


órganos cuyo objetivo es resolver las contradicciones de tesis al interior de
cada circuito-, de tal manera que la Corte (sea en Pleno o Sala) sólo
conozca de las contradicciones presentadas entre Plenos de distinto
Circuito, Plenos de diferente materia especializada y Colegiados de
diferente Circuito, cuando emiten criterios de jurisprudencia contradictorios
y, por tanto, es necesario eliminar tal contradicción sea inclinándose por
uno de estos dos criterios o sea creando un tercero que elimina a los dos
primeros.
b) Porque los tribunales inferiores le pidan expresamente a la Corte que
resuelva sobre algún aspecto o tema constitucional de un asunto y del cual
depende el sentido definitivo de resolución del caso o, en su caso,
tratándose de amparo en revisión, cuando subsista un problema de
constitucionalidad
c) Por facultad de atracción; es decir, cuando un asunto que está apenas en
proceso en algún tribunal inferior es atraído por alguna de las Salas debido
a que el asunto implica un tema de relevancia nacional y la Corte debe
pronunciarse al respecto. Casos tan importantes como, por ejemplo, el
“Amparo de los intelectuales” y “Amparos Acteal” han sido resueltos por la
Suprema Corte debido al ejercicio de la facultad de atracción.
d) Por reasunción de competencia, tal como se establece de conformidad con
los Puntos Cuarto y Décimo Cuarto del Acuerdo Plenario 5/2013, emitido el
trece de mayo de dos mil trece, relativo a la determinación de los asuntos

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que el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación conservará para
su resolución y el envío de los de su competencia originaria a las Salas y a
los Tribunales Colegiados de Circuito, así como con el artículo 21, fracción
II, inciso a), de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación.

Además, ambas Salas conocen, entre otros asuntos, los siguientes:

 De los asuntos en materia fiscal9.


 De los recursos de apelación contra sentencias dictadas en controversias
ordinarias en las que la Federación es parte.
 De las denuncias de contradicción de tesis que sustenten dos o más Plenos
de Circuito.
 De los asuntos delegados por el Pleno de la Suprema Corte, a través de
Acuerdos Generales (específicamente el ACUERDO GENERAL NÚMERO 5/2013,
DE TRECE DE MAYO DE DOS MIL TRECE, DEL TRIBUNAL PLENO DE LA SUPREMA
CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN, RELATIVO A LA DETERMINACIÓN DE LOS
ASUNTOS QUE EL PLENO CONSERVARÁ PARA SU RESOLUCIÓN, Y EL ENVÍO DE
LOS DE SU COMPETENCIA ORIGINARIA A LAS SALAS Y A LOS TRIBUNALES
COLEGIADOS DE CIRCUITO.)

En la mayoría de los casos, las Salas conocen:

 De los recursos de revisión en amparo, contra sentencias pronunciadas en


audiencia constitucional por los Jueces de Distrito o por los Tribunales
Unitarios de Circuito.
 Del recurso de revisión contra sentencias que en amparo directo
pronuncien los Tribunales Colegiados de Circuito.

1.4.2 Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

El Tribunal Electoral es un órgano especializado del Poder Judicial de la


Federación y máxima autoridad jurisdiccional en materia electoral, de acuerdo al
artículo 99 constitucional, excepto cuando se trate de acciones de
inconstitucionalidad de leyes electorales federales y locales, cuya resolución
corresponde a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, según lo dispuesto por
el artículo 105, fracción II, constitucional. Es el órgano encargado de resolver, en
última instancia, las impugnaciones y controversias surgidas de los procesos
electorales federales y locales.

Asimismo, se encarga de realizar el cómputo final de la elección presidencial,


formular la declaración de validez de dicha elección y la de presidente electo de
los Estados Unidos Mexicanos, facultad que anteriormente correspondía a la
Cámara de Diputados, erigida en Colegio Electoral.
9
Si bien los asuntos fiscales pueden circunscribirse en los de tipo administrativo, por el importante volumen que
representan en el número total de asuntos que recibe la Corte, su atención corresponde a ambas Salas.

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El Tribunal Electoral funcionará en forma permanente con una Sala Superior y con
cinco Salas Regionales; sus sesiones de resolución jurisdiccional serán públicas.

De acuerdo con el artículo 99 constitucional, la Sala Superior del Tribunal


Electoral, con sede en el Distrito Federal, está integrada por siete Magistrados
electorales.

Por su parte, cada una de las Salas Regionales está integrada por tres
Magistrados electorales, que duran en su cargo un periodo improrrogable de 9
años. Los Magistrados de cada Sala Regional eligen de entre ellos a su
presidente, quien durará en su cargo tres años, con posibilidad de ser reelecto por
una sola vez.

1.4.3 Consejo de la Judicatura Federal.

Es un órgano del Poder Judicial de la Federación que tiene a su cargo la


administración, vigilancia, disciplina y carrera judicial de los órganos que integran
el Poder Judicial de la Federación, con excepción de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación y del Tribunal Electoral. Para el desempeño de sus funciones cuenta
con independencia técnica, de gestión y para emitir sus resoluciones.

El Consejo de la Judicatura Federal tiene a su cargo el sistema de ingreso y


promoción de los servidores públicos que desempeñan, dentro del Poder Judicial
de la Federación, funciones materialmente relacionadas con la impartición de
justicia, con excepción de los de la Suprema Corte y del Tribunal Electoral. Este
sistema de ingreso y promoción, conocido como carrera judicial, se rige por los
principios de excelencia, profesionalismo, objetividad, imparcialidad,
independencia y antigüedad.

El Consejo de la Judicatura Federal administra los Juzgados y Tribunales


federales, para lo cual se asegura que cuenten con personal administrativo
debidamente capacitado y con los recursos materiales necesarios para su
funcionamiento. Este órgano funciona en Pleno o en Comisiones.

El Consejo se integra por siete Consejeros, de los cuales, uno es el presidente de


la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien también ocupa la Presidencia del
Consejo. En cuanto a los demás consejeros, tres son designados por el Pleno de
la Corte, de entre los Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito; dos son
designados por el Senado y uno por el presidente de la República. Cabe señalar
que los Consejeros no representan a quienes los designan, por lo que una vez
nombrados, deben desempeñarse con total independencia respecto de aquéllos.

Con excepción del presidente del Consejo, los demás Consejeros duran cinco
años en su cargo, sin posibilidad de ser nombrados para un nuevo período. La

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renovación de los Consejeros se realiza de manera escalonada, es decir,
sucesivamente y no de todos al mismo tiempo.

1.4.4 Plenos de Circuito.

Los Plenos de Circuito son los órganos facultados para resolver las
contradicciones de tesis que existan en un mismo circuito y, en su caso, de una
misma materia, desarrollando las funciones señaladas en el artículo 107, fracción
XIII de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Se compondrán
por los magistrados adscritos a los Tribunales Colegiados del circuito respectivo,
de conformidad con lo que establece el Acuerdo General 8/2015 del Pleno del
Consejo de la Judicatura Federal, relativo a la integración y funcionamiento de los
Plenos de Circuito, modificado mediante diversos 52/2015 y sin número de 2016.

Es importantísimo mencionar que en ciertos circuitos (vigésimo tercer,


correspondiente al estado de Zacatecas; vigésimo sexto, con jurisdicción en el
estado de Baja California Sur; vigésimo octavo, en el estado de Tlaxcala; trigésimo
tercero, correspondiente al estado de Campeche y el trigésimo segundo, que
corresponde a Colima), únicamente existe un Tribunal Colegiado de Circuito, no
existirá Pleno, pues por lógica, en esos circuitos no existirán contradicciones de
tesis.

Asimismo, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, prevé un título


exclusivo para la organización de este órgano, así como su competencia.

1.4.5 Tribunales de Circuito.

Los Tribunales Federales se encuentran distribuidos en todo el territorio nacional.


Sin embargo, cada uno de ellos conoce únicamente de los asuntos que se
presentan en la zona geográfica la que fue asignada. A esa zona geográfica
donde ejercen su jurisdicción los Tribunales Federales se le conoce como circuito
judicial.

En la actualidad existen 32 circuitos judiciales. En la mayoría de los casos, un


circuito judicial coincide con el territorio de una entidad federativa. En otros casos,
el circuito judicial abarca sólo parte del territorio de un Estado o bien, un Estado
completo y una parte de otro.

En cada circuito judicial podemos encontrar dos clases de Tribunales de Circuito:


los Colegiados y los Unitarios. Se distinguen unos de otros por el número de
Magistrados que los integran, así como por los asuntos que les corresponde
resolver.

1.4.5.1 Tribunales Colegiados de Circuito.

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Son Tribunales que se integran por tres Magistrados y que son competentes para
conocer, entre otros, de los asuntos siguientes:

 Los juicios de amparo directos.


 Los recursos de revisión contra las resoluciones emitidas por los Jueces de
Distrito o los Tribunales Unitarios de Circuito que desechen una demanda
de amparo indirecto, o que resuelvan sobre la suspensión definitiva del acto
reclamado en el juicio de amparo indirecto, o contra sentencias
pronunciadas en amparo indirecto.
 De los recursos de queja en contra de resoluciones emitidas por Jueces de
Distrito que en las que, entre otras situaciones, admitan demandas de
amparo abiertamente improcedentes; no admitan recursos de revisión;
concedan o nieguen la suspensión del acto reclamado; y, dicten de manera
excesiva o defectuosa en la ejecución de algunos tipos de sentencias.
 De los recursos de queja en contra de resoluciones emitidas por las
autoridades responsables, cuando en las materias administrativa, civil o
laboral, concedan, nieguen o no resuelvan cosa alguna en torno a la
suspensión del acto reclamado; en la materia penal, nieguen al quejoso su
libertad, siendo ésta procedente; y, dicten de manera excesiva o defectuosa
en la ejecución de algunos tipos de sentencias.
 Los conflictos de competencia en materia de amparo que se susciten entre
Tribunales Unitarios de Circuito o Jueces de Distrito.
 Los recursos de revisión contra resoluciones definitivas de los Tribunales de
lo contencioso administrativo federal (revisión fiscal) y de la Ciudad de
México.
 Los recursos de reclamación contra los acuerdos de trámite –es decir, los
que no ponen fin al proceso– dictados por el presidente del Tribunal
Colegiado de Circuito.
 Los asuntos delegados por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, derivado del ACUERDO GENERAL NÚMERO 5/2013, DE TRECE DE MAYO
DE DOS MIL TRECE, DEL TRIBUNAL PLENO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
DE LA NACIÓN, RELATIVO A LA DETERMINACIÓN DE LOS ASUNTOS QUE EL PLENO
CONSERVARÁ PARA SU RESOLUCIÓN, Y EL ENVÍO DE LOS DE SU COMPETENCIA
ORIGINARIA A LAS SALAS Y A LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO.

Los Tribunales Colegiados de Circuito pueden conocer de dos o más materias –


civil, penal, administrativa y de trabajo–, aunque en algunos casos atienden
únicamente asuntos relacionados con una sola materia.

Las resoluciones de estos Tribunales se toman por unanimidad o mayoría de


votos. Los Magistrados no están autorizados a abstenerse de votar, excepto
cuando tengan excusa o impedimento legal para emitir su voto.
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Los propios Magistrados eligen de entre ellos a quien se desempeñará como
presidente del Tribunal durante un año.

Entre las funciones del presidente del Tribunal Colegiado destacan la


representación del Tribunal, la distribución de los asuntos entre los Magistrados y
la conducción de los debates necesarios para dar solución a los juicios.

1.4.5.2 Tribunales Unitarios de Circuito.

Son Tribunales a cargo de un solo Magistrado que, en materia de juicios federales,


cumplen una función de segunda instancia respecto de los Juzgados de Distrito.
Tienen competencia para resolver asuntos en las materias civil, penal o
administrativa.

Los asuntos que las leyes encomiendan a los Tribunales Unitarios de Circuito son,
principalmente:

 Los juicios de amparo contra actos de otros Tribunales Unitarios de


Circuito, excepto cuando se trate de sentencias definitivas.
 Las apelaciones en los juicios federales tramitados en primera instancia
ante los Juzgados de Distrito, salvo en los juicios de amparo ventilados ante
estos últimos.
 Los conflictos de competencia entre los Jueces de Distrito, excepto cuando
se trate de juicios de amparo.
 Los recursos de denegada apelación, cuando un Juez de Distrito no admite
un recurso de apelación.

1.4.6 Juzgados de Distrito.

Los Juzgados de Distrito son órganos judiciales de primera instancia del Poder
Judicial de la Federación, o, en su caso, órganos de control de constitucionalidad,
distribuidos en las diversas entidades del país.

Las funciones de los Juzgados de Distrito son las siguientes:

 Conocer de las controversias que se susciten con motivo del cumplimiento


o aplicación de leyes federales en las materias civil, penal y administrativa.
 Resolver los juicios de amparo indirecto en las materias civil, penal,
administrativa y laboral.
 En el caso de los Juzgados de Distrito que llevan a cabo la función de
Juzgados de Control, resolver lo concerniente a intervención de
comunicaciones, de conformidad con lo establecido en el Código Nacional
de Procedimientos Penales, el Código Federal de Procedimientos Penales,
la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada, la Ley de Seguridad

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Nacional, la Ley de la Policía Federal, la Ley General para Prevenir y
Sancionar los Delitos en Materia de Secuestro o la Ley General para
Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas
y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de Estos Delitos, según
corresponda.
 Conocer de las causas respecto de adolescentes, de conformidad con el
artículo 50 quater y la Ley Federal de Justicia para Adolescentes.

En algunos lugares, como en la Ciudad de México, Estado de México o Jalisco, los


Jueces de Distrito están especializados por materias, tales como procesos
penales federales, amparo en materia penal, administrativa, civil, trabajo,
especializado en telecomunicaciones y radiodifusión y en ejecución de penas.

Así, de la información de que proporciona el Consejo de la Judicatura Federal, se


observa cómo se dividen y en que especializaciones, los juzgados de distrito en la
Ciudad de México.

1.4.7 Jurado Federal de Ciudadanos.

Antes de la reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación,


publicada en el Diario Oficial de la Federación el 17 de junio de 2016, existía en la
Ley mencionada, el Jurado Federal de Ciudadanos; a pesar que derivado de la
reforma constitucional, publicada en el mismo medio, el 18 de junio de 2008, se
eliminó la figura del artículo 20. Su regulación, además de los artículos 56 a 67 de
la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación; se especificaba en el capítulo
II, del Título Noveno, del Código Federal de Procedimientos Penales, en los
artículos del artículo 308 al 350.

Este jurado era competente para resolver, por medio de un veredicto, las
cuestiones de hecho que le eran sometidas por los jueces de distrito; conociendo
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de los delitos cometidos por medio de la prensa contra el orden público o la
seguridad exterior o interior de la Nación; previendo como requisitos para ser
jurado, ser ciudadano mexicano en pleno goce de sus derechos; saber leer y
escribir, y ser vecino del distrito judicial en que deba desempeñar el cargo, por lo
menos desde un año antes del día en que se publique la lista definitiva de jurados.

Con la reforma constitucional mencionada en el primer párrafo de este punto, se


eliminó la existencia de la figura, quedando únicamente en el artículo 1° de la Ley
Orgánica

1.4.8 Centro de Justicia Penal Federal.

Derivado de la reforma constitucional de 18 de junio de 2008, se implementó en el


orden jurídico mexicano el sistema de justicia penal acusatorio, modificándose con
ello toda la legislación penal existente hasta ese momento.

En caso procedimiental, el 05 de marzo de 2014, se estableció un Código


Nacional de Procedimientos Penales, y, tratándose de delitos federales, el
conocimiento corresponde a los Centros de Justicia Penal Federal, los cuales se
prevén en el Título Quinto de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación,
así como en los artículos 50, 50 Bis y 50 Ter de la misma legislación.

Los Centros de justicia penal estarán integrados por jueces de control, tribunales
de enjuiciamiento y de alzada, así como por un administrador del centro, y el
personal que determine el Consejo de la Judicatura Federal conforme al
presupuesto del Poder Judicial de la Federación.

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