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La herida colonial en
El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971)
de José María Arguedas
Yo estaba regresando a Montevideo, al cabo de un viaje. De dónde venía, no recuerdo, pero sí recuerdo
que en el avión había leído El zorro de arriba y el zorro de abajo, la novela final de José María Arguedas.
Arguedas había empezado a escribir ese adiós a la vida el día que decidió matarse, y la novela era su
largo y desesperado testamento. Yo la leí y le creí, desde la primera página le creí: aunque no conocía a
ese hombre, le creí como si fuera mi siempre amigo… El libro de los abrazos, Eduardo Galeano.
Yo no soy un acullturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en
cristiano y en indio, en español y en quechua. Deseaba convertir esa realidad en lenguaje artístico y tal
parece, según cierto consenso más o menos general, que lo he conseguido. José María Arguedas
Por eso mismo, lo que caracteriza a los indios (y también a los negros, los criollos, los
indios de India desde la llegada de los británicos, los africanos del norte del continente,
etc.) es que su interpretación subjetiva se construye, como la de los pueblos
colonizados en general, sobre la herida colonial.
Esta herida colonial se construye en las subjetividades que atravesaron el proceso de
colonización, colonialidad y posterior imperialismo. Los pueblos que fueron
colonizados y explotados por las diferentes hoy potencias mundiales, empiezan a
repensarse desde esta posición, reflexionando sobre los mismos y buscando una
solución donde todas las culturas coexistan y se respeten unas a otras.
En la presente novela vemos cómo los pasos de la modernización van socavando sobre
el pueblo de Chimbote, encontramos a los personajes que descienden de las sierras
hacia las costas para de alguna manera adaptarse a la nueva forma de vida aplacada
por el capitalismo, en este encuentro de los habitantes de arriba con los de abajo se
deja leer un declive de la civilización originaria, una pérdida de sentido de la vida y un
desgarramiento cultural enorme.
El visitante dirigió una mirada neutra a don Angel.
̶̶ Son obsesiones que tenemos los alevitados, amigo. Pero dicen, don Angel,
que aquí, en Chimbote, a todos se les borra la cara, se les asancocha la moral,
se les mete en molde. (…)
̶̶ La avalancha de agua, de tierra, raíces de árboles, perros muertos, de piedras
que bajan bataneando debajo de la corriente cuando los ríos se cargan con las
primeras lluvias en estas bestias montañas…
̶̶ Así es ahora Chimbote, oiga usted, y nadies nos conocemos. Les dije que
redujimos los obreros de doscientos cincuentaiocho a noventiséis, ¿no? Esta
lloqlla come hambre. Más obreros largamos de las fábricas más llegan a las
sierras. Y las barriadas crecen y crecen, y aparecen plazas de mercado en las
barriadas con más moscas que comida.
La descripción que establece el personaje es un ejemplo de lo que ocasiona el
capitalismo, el flujo de personas acumuladas en un mismo lugar, el poder concentrado
en un solo sector, en este caso en la figura de Braschi. El capitalismo es una
consecuencia del colonialismo que encuentra su continuación en la idea de raza,
también impuesta luego de la colonización, como explica Quijano:
Si se observan las líneas principales de la explotación y de la dominación social
a escala global , las líneas matrices del poder mundial actual, su distribución de
recursos y de trabajo entre la población del mundo, es imposible no ver que la
vasta mayoría de los explotados, de los dominados, de los discriminados, son
exactamente los miembros de las “razas”, de las “etnias”, o de las “naciones” en
que fueron categorizadas las poblaciones colonizadas, en el proceso de
formación de ese poder mundial, desde la conquista de América en adelante
(1992,p.12).
Además de la explotación física que sufren los que trabajan en las fábricas que los
llevan hasta la muerte. El caso de don Esteban es contundente para la representación
de la enajenación de los indígenas, éste divaga entre trabajo y trabajo para subsistir, y
va desgajándose a cada paso
Don Esteban sabía, entendía que cuando su mujer hablaba de ese modo, para sí
misma, si dirigía a él como si fuera un cadáver. “Todos los que de me pueblo
fueron a la mina Cocalón han muerto; así vas a morir –decía la mujer-. Pateas
menos que gallina. Estás muerto pero estás vivo, maldición del Señor. En tu
cuerpo hay diablo en “toda su potencia” y tu boca habla, echando carbón
maldecido….
Por otro lado la lógica del capitalismo se funda en el flujo del dinero siempre llevado a
un mismo lugar, las condiciones malsanas de los trabajadores de la costa los lleva a
contraer vicios en lugares de dispersión creados estratégicamente para mantener el
poder en el mismo sector. Estas actividades conducen a distintos personajes a la
perdición, se corrompen, son absorbidos por el nuevo orden social que se impuso
abruptamente frente a ellos. El consumo de la prostitución conlleva la explotación de
las mujeres que no encuentran un trabajo digno y son el vivo escapismo de los
trabajadores que malgastan sus salarios en acciones mundanas revelando un
consumismo irracional. El individualismo que se presenta se opone totalmente a la
fraternidad comunal del pueblo quechua
Asto salió del cuarto de la Argentina al callejón techado en el que caían las haces
de luz de unos tubos de neón rojizos. En esa luz los rostros se veían como
indefinidos, los trajes oscuros se intensificaban. Asto no percibió las filas de
clientes de la Argentina y de las otras. Se fue silbando un huayno, cruzando las
otras filas de clientes. Zavala lo vio irse. “Pise firme ahora –dijo-. Camina firme,
silba firme ese indio. Desnudo, amarrado al muelle, días de días, aprendió a
nadar para obtener matrícula de pescador. No hablaba castellano. ¿Cuál
generosa puta lo habrá bautizado? Desde mañana fregará a sus paisanos, será un
caín, un judas.
El personaje de Asto representa el destino de los indios que bajan hacia la costa y
deben someterse a actividades que no conocen para poder tener un lugar en la
sociedad que se está desarrollando, que implica la pérdida de su subjetividad indígena
hasta corromperse totalmente absorbiendo lo peor del nuevo modelo y reproduciendo
las actitudes de su explotador.
Por último, es inevitable no relacionar estas acciones con la vida real del pueblo
Peruano y la herida colonial latente en el suicidio del escritor. Si bien la novela no
plantea una linealidad desde el principio, hacia el final en el ultimo diario, el escritor
advierte los destinos que deja sin narrar porque ha llegado el momento de quitarse la
vida, es imposible no ver el desborde de la crisis general del pueblo peruano sentida en
el cuerpo del autor, el lugar de José María Arguedas, su proyecto literario es un pensar
y sentir, su lugar en el pensamiento fronterizo está atravesado por el sentir y pensar, su
utopía estaba dirigida a la construcción de un mundo donde quepan muchos mundos.
Sin embargo está esperanza se pierde poco a poco como su capacidad de escribir, su
única arma para lograr salir adelante, así va dejando registros en los diarios
intercalados de Los zorros y así expresa en la carta dirigida a su editor
Yo no voy a sobrevivir al libro. Como estoy seguro que mis facultades y armas de
creador, profesor, estudioso e incitador, se han debilitado hasta quedar casi
nulas y sólo me quedan las que me regalarían a condición de espectador pasivo
e impotente de la formidable lucha que la humanidad está librando en el Perú y
en todas partes, no me sería posible tolerar ese destino. O actor, como he sido
desde que ingresé a la secundaria, hace cuarentaitrés años, o nada.
Sin embargo se vislumbra una cuota de esperanza, tal vez ese tumultuoso Perú que
alberga a todas las clases de hombres pueda reconocer su esencia multicultural y
poder así dar su lugar a cada cultura, mezclarse, reconocerse en esas culturas y que
cada una logre tener la misma importancia
Despidan en mí un tiempo del Perú. He sido feliz en mis llantos y
lanzazos, porque fueron por el Perú; he sido feliz con mis insuficiencias
porque sentía el Perú en quechua y en castellano. Y en el Perú ¿Qué?:
Todas las naturalezas del mundo en su territorio casi todas las clases de
hombres (…) Despidan en mí a un tiempo del Perú cuyas raíces estarán
siempre chupando jugo de la tierra para alimentar a los que viven en
nuestra patria, en la que cualquier hombre no engrilletado y
embrutecido por el egoísmo puede vivir, feliz, todas las patrias.
Bibliografía
Cornejo Polar (1996) Los universos narrativos de José María Arguedas
Mignolo, Walter (2007) La idea de América Latina
Quijano, Anibal (1992) Colonialidad y modernidad/racionalidad. En Perú
indígena, vol. 13, nº29, Lima.
Quijano, Anibal Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. Centro
de investigaciones sociales, Lima.