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Inmanuel Kant (1724-1804)

I. Kant nació en Könisberg. Estudió filosofía, matemáticas y teología. En 1755,


docente privado en la Universidad de Könisberg. En 1770, catedrático de lógica y
metafísica en el mismo lugar. Entre sus obras más importantes figuran: Crítica de la
razón pura (1781), Prolegómenos (1783), Fundamento de la metafísica de las costum-
bres (1785), Crítica de la razón práctica (1788), Crítica del juicio (1790), La religión
dentro de los límites de la razón (1793). También escribió sobre ciencias naturales y
educación.

Entre los años 1776-77 y 1786-87, Kant dictó cuatro cursos de Pedagogía en la
Universidad de Königsberg, dando así forma académica y sistemática a su interés por
el tema de la educación. La recopilación y publicación de estas lecciones de pedagogía,
tituladas Reflexiones sobre educación o Pedagogía, se realizó en 1803 y estuvo a cargo
de su adjunto T. Rink.

Su especulación filosófica tiene como punto de partida el empirismo y el


racionalismo desembocando en una nueva concepción gnoseológica y ética. El eje
central de su pensamiento se halla en las Críticas.

En la Crítica de la razón pura da los fundamentos lógicos del conocimiento


científico y sus límites: distingue una realidad natural o fenoménica, ubicada en
espacio y tiempo, percibida por los sentidos y base de conocimiento científico; una
realidad trascendente o nouménica que es inaccesible al hombre. El sujeto
cognoscente es amo dentro de los límites impuestos.

La Crítica de razón práctica plantea el tema moral -centro de su pensamiento


pedagógico-como consecuencia del anterior. El yo ordenador del mundo fenoménico es
también legislador de sí mismo. Para obrar moralmente el hombre debe dejar de lado
sus impulsos sensibles y su egoísmo. Sin embargo el mundo de valores que rige la
actividad humana no es incognoscible, solo sabemos que debe existir. ¿Cómo obrar
bien? Cumpliendo el deber por el deber mismo, por respeto a la ley. El ejercicio de la
libertad humana radica en obrar bien de acuerdo con una norma o ley moral universal,
como principio racional de acción, que se expresa en el imperativo categórico: “obra de
modo tal que la máxima de tu querer pueda valer siempre como principio de una
legislación universal”. Esta norma obliga a la voluntad a cumplir toda acción que
responda a una ley. Es necesario educar al hombre para el cumplimiento del deber, el
respeto a la ley en términos universales. La formación moral es el núcleo e la
actividad educativa.

Reflexiones sobre la educación


La educación es según Kant un arte cuya práctica debe ser perfeccionada
por muchas generaciones. El hombre es un ser libre en devenir, perfectible, como
individuo y como especie: la educación se verá abocada al problema de orientarlo
sin conocerlo propiamente, y sabiendo que tiene ante sí infinitas posibilidades. La
educación debe, entonces, seguir a la experiencia y, ante todo, a la acumulada por
pasadas generaciones. Kant retoma, reflexionándolas, ideas de Platón, Rousseau,
Locke y Basedow, entre otros.

La reflexión crítica sobre la experiencia de la humanidad permite descartar


errores, o todo lo superfluo, posibilitando así un efectivo progreso -con economía de
fuerzas y de tiempo- tanto en la educación y el crecimiento del individuo cuanto de la
especie. En materia educativa, la mirada está puesta siempre en el futuro, en la
humanidad venidera, de la que participará el hombre de hoy en la medida en que la
educación haga de él un hombre del mañana: He aquí un principio del arte de la
educación que quienes hacen los planes de educación deberían tener siempre ante sus
ojos: no se debe educar a los niños considerando solamente el estado presente de la
especie humana, sino también un estado futuro posible y mejor [...] de la humanidad
[...].

El ser humano e perfectible y libre pero debe, además, devenir libre, señorear
sobre su propia libertad, trascender sus impulsos: la libertad constituye la idea
inspiradora de la pedagogía.

La educación es una tarea posible aunque ardua. Es ardua por sus malas inclinaciones.
Es posible, dada la naturaleza del hombre. Se tratará de tornarlo hábil, esto es,
capacitado para el logro de los fines propuestos; prudente para desenvolverse en la
sociedad humana, y moral, es decir, capaz de elegir siempre el bien. La educación
exige esfuerzo, dolor, disciplina: Quien no es culto, es bruto; quien no es disciplinado
es un salvaje. La carencia de disciplina es un mal mayor que la falta de cultura, pues
ésta puede remediarse luego; pero el salvajismo no puede ser desechado, y no es
posible subsanar un yerro en la disciplina.

En materia de disciplina, la obediencia es fundamental para el carácter de un


niño, particularmente de un escolar [...]. Primeramente se trata de una obediencia a la
voluntad absoluta de quien lo guía, y en segundo lugar es obediencia a la voluntad de
quien es reconocido como razonable y bueno [...]. Esta obediencia voluntaria es muy
importante; pero la primera, la obediencia absoluta, es extremadamente necesaria,
porque prepara al niño para el cumplimiento de las leyes que más tarde, como
ciudadano, deberá obedecer aún sino fuesen de su agrado.

Las Reflexiones sobre educación plantean el problema de cómo conciliar la


libertad del educando con la disciplina necesaria para superar los impulsos. La
respuesta de Kant parte del estado salvaje natural en el niño, reacio a toda sujeción a
leyes; tal estado deberá ser superado por el estado de cultura, que conlleva la
conciencia del deber y una libertad razonable. La educación lo procurará. Y lo hará a
través del trabajo, concepto que aúna en sí obediencia y libertad: porque el trabajo
requiere obediencia (a la realidad y sus imposiciones); pero también hay en él un
proyecto creativo que implica libertad. El trabajo de la educación es hacerse a sí mismo,
en consonancia con la naturaleza en función del deber ser.

Kant distingue tres fases en la educación:

1) La educación física, que comprende dos fases: la educación del cuerpo, consistente
en los cuidados prodigados por los padres, nodrizas y sirvientes; y la educación física
activa, la ejercitación del cuerpo.

2) La educación intelectual o instrucción que se desarrolla en la escuela. Kant defiende


la educación pública porque ésta es formadora del ciudadano.

3) La educación moral, fundamento de toda la actividad educativa.

El maestro sabe que cada fase se prepara y se funda en las anteriores, y debe
entonces trabajar los diversos tiempos anudándolos en el presente. Se tratará, pues, de
coordinar los diferentes períodos, buscando en todo momento la presencia de una
exigencia moral acorde a la edad del niño. Asimismo, será preciso subordinar
jerárquicamente las etapas entre sí: la disciplina del cuerpo prepara para la disciplina
intelectual y ambas para la moral.

La educación del cuerpo

Ante el niño recién nacido, Kant sigue las líneas directrices de Rousseau:
dejar actuar a la naturaleza, abstenerse de estorbarla naturaleza. Es preciso
recordar que en la educación del cuerpo ya está presente la educación moral. A este
respecto Kant retoma el ejemplo de Rousseau: no acudir a todos los gritos de los niños,
actitud que hace niños tiránicos y odiosos, sino tan sólo a los que denotan una real
necesidad.

En cuanto a la educación gimnástica, Kant no es muy preciso, pero eso se debe


a la vaguedad propia de la época sobre este punto. Principia esta educación cuando el
niño comienza a jugar, a correr, a saltar. También entonces hay una educación moral,
porque el niño se impone privaciones en pro de un mayor aprovechamiento en el juego.
Aconseja la natación y el juego de pelota, por la coordinación que establecen entre los
movimientos y el uso de los órganos de los sentidos. Se interesa igualmente por
generar, en esta etapa, actitudes de autodominio y coraje.

La educación intelectual

Debe llevarse a cabo en la escuela, bajo la idea del trabajo, y no del juego:
tal es la importante presencia de la disciplina, que lleva a la libertad. Kant sabe que las
escuelas de su época son deficientes pero -separándose en esto de Rousseau- aún
así, las prefiere, antes que renunciar a la escolaridad.
El ideal kantiano de la educación intelectual es conquistar la autonomía de
juicio necesaria para la formación de una libre conciencia moral.

Nunca se debe cultivar una facultad del espíritu aisladamente, sino en relación
con las restantes: por ejemplo, trabajar la imaginación para el aprovechamiento del
entendimiento. Una educación basada en el desarrollo de una sola facultad es
deformante.Todas las facultades son necesarias al hombre.

Entre los contenidos de los programas de estudios, privilegia a la geografía, por


el gusto que proporciona a los chicos de toda edad, y porque en ella se encuentran
involucradas otras disciplinas como la física, la matemática, el dibujo, la zoología, la
botánica, etc. También las matemáticas son importantes porque aportan proporción y
equilibrio. Asimismo la retórica y las lenguas tienen un lugar, aunque no son
protagonistas.

La educación moral

La educación del cuerpo y la del intelecto proveyeron al niño de la habilidad; la


escuela le dio la prudencia en su relación con los demás. La educación práctica o moral
deberá moralizarlo.

La educación moral desde un punto de vista general debe entenderse como


formación del carácter o sea aptitud para actuar según las normas. Este carácter
se forma desde temprana edad: regulando bien la vida del niño, distribuyendo las
actividades en tiempos determinados, con orden y regularidad, todo ello para evitar la
inconstancia y la distracción.

Los tres momentos esenciales en la formación del carácter son: la


obediencia, la veracidad, la sociabilidad.

1. La obediencia: debe interiorizarse, para llegar a ser autonomía, libertad.


Desde niño, y a su paso por la escuela, el chico ha conocido la obligación
impuesta desde afuera, y su obediencia ha sido pasiva. Pero luego la obligación
se interioriza, el niño se obedece a sí mismo y descubre su libertad: es
autónomo. Esto se prepara acostumbrando al niño a descubrir las razones de lo
que debe hacer; así, en lugar de obedecer a otro, comienza a obedecer a su
propia razón. Es una actitud posible ya en el adolescente.

2. La veracidad: se define como autenticidad, o sea siempre pensar de acuerdo


con la propia naturaleza, con lo que uno es, con su Yo. Ser hombre. Su carencia
es, para Kant, signo de falta de carácter, es estar en desacuerdo consigo mismo.

3. La sociabilidad: consiste fundamentalmente en la capacidad de ponerse en


el lugar de otro. Se trata de la vida en comunidad -cuyo inicio es la escuelas-
fundada en la razón, y no en la sensibilidad o la mera simpatía.
Conclusión :Por la educación, el niño deviene, finalmente, hombre, siendo
además un individuo conciente del valor de su vida, y un buen ciudadano.

nte del estado.

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