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Opinión Jurídica

ISSN: 1692-2530
mbocanument@udem.edu.co
Universidad de Medellín
Colombia

Rubiano Muñoz, Rafael


Guerra, nación y derechos. A los 112 años de la Guerra de los Mil Días (1899-1902)
Opinión Jurídica, vol. 10, núm. 20, julio-diciembre, 2011, pp. 175-192
Universidad de Medellín
Medellín, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=94522275011

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Opinión Jurídica - UNIVERSIDAD DE MEDELLÍN

Guerra, nación y derechos


A los 112 años de la Guerra de los Mil Días (1899-1902)*

Rafael Rubiano Muñoz**

Recibido: mayo 27 de 2011


Aprobado: septiembre 9 de 2011

Resumen
A finales del siglo XIX, se produjo la Guerra de los Mil Días, acontecimiento abrupto
de las confrontaciones acumuladas de las elites políticas colombianas en un
largo ciclo. Bajo el dominio de los gobiernos de la Regeneración (1885-1902), se
enfrentaron los conservadores nacionalistas, liderados por Miguel Antonio Caro,
y los liberales radicales, dirigidos por Rafael Uribe Uribe, a quienes se les unieron
circunstancialmente los conservadores históricos liderados por Carlos Martínez
Silva y Marceliano Vélez. El artículo explora el sentido histórico y político de la
guerra, se examinan sus consecuencias para el país, y sus incidencias en el siglo
XX; se destacan en ese evento bélico, la pérdida de Panamá y la construcción del
canal, la dictadura de Rafael Reyes conocido como el “quinquenio” y la propuesta
del proyecto de Republicanismo, concebido por Carlos E. Restrepo, presidente
entre 1910 a 1914, quien propuso una reforma constitucional, que planteaba las
bases del Estado de derecho en Colombia.
Palabras clave: guerra justa; guerra reparación; conservadurismo; liberalismo; anomia
jurídica.

*
El presente trabajo se enmarca en el proyecto de investigación terminado titulado “Política e Intelectuales. Las imágenes de España
en el siglo XIX”, realizado con la beca de la Fundación Carolina de España (2004-2007) y el apoyo del Codi, Universidad de Antioquia.
Investigador Principal: Profesor Dr. Juan Guillermo Gómez García, Co-investigadores, profesor Óscar Julián Guerrero y profesor Rafael
Rubiano Muñoz. Grupo de Investigación B en Colciencias, “Estudios de literatura y cultura intelectual latinoamericana”
**
Profesor Asociado. Sociólogo y magíster en Ciencias Políticas, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. rafael.rubiano@gmail.
com, calle 67 Número 53-108, Bloque 14 oficina 410, 2198872. Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.

Opinión Jurídica, Vol. 10, N° 20, pp. 175-192 - ISSN 1692-2530 • Julio-Diciembre de 2011 / 216 p. Medellín, Colombia 175
R afael Rubiano Muñoz

War, Nation, and Rights.


112 Years after the Thousand Days’ War (1899-1902)

Abstract
By the end of the 19th century the Thousand Days’ War took place, and this
was an abrupt event of the confrontations between the Colombian political
elites in a long cycle. Under the control of the “Regeneration” governments
(1885-1902), nationalist conservatives commanded by Miguel Antonio Caro
confronted the radical liberals commanded by Rafael Uribe Uribe, and the liberals
were circumstantially joined by historical conservatives led by Carlos Martínez
Silva and Marceliano Vélez. The article explores the historical and political
environment of the war and its consequences for the country are analyzed, as
well as its consequences during the 20th century. From this war, some events
such as the loss of Panama and the canal construction, Rafael Reyes’ dictatorship
(commonly known as the “five-year period”), and the Republicanism project
proposal conceived by Carlos E. Restrepo (1910-1914 President), who proposed
a constitutional reform to include the basis of the Rights State in Colombia.
Key words: fair war; repairing war; conservatism; liberalism; juridical anomie.

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Guerra, nación y derechos. A los 112 años de la Guerra de los Mil Días (1899-1902)

Introducción demandó la revisión de prensa, de modo que


permitiera revisar los acontecimientos diarios de
A partir de una bibliografía principal sobre la dicha guerra, cuya fuente principal fue el libro
Guerra de los Mil Días se elaboró este artículo Sucesos colombianos (Villegas & Yúniz, 1976), en el
donde se define la composición como la natura- que se abordan en detalle los acontecimientos
leza que este evento bélico tuvo en la formación que marcaron dicho conflicto. En el artículo se
de la identidad y la nación colombiana. Basado explican las causas de la Guerra y con mayor
en un trabajo de carácter interdisciplinario, se detalle se destacan las relaciones entre guerra
analizaron dos obras centrales, sobre la Guerra y derecho, para lo cual se hizo una lectura re-
de los Mil Días; “Memoria de un país en guerra” de flexiva de algunos autores principales, tratando
los compiladores, Gonzalo Sánchez y Mario de definir lo que fue la guerra colombiana de
Aguilera Peña (2001) y “Café y conflicto en Colombia finales del siglo XIX.
(1886-1910). La guerra de los Mil Días, sus anteceden-
tes y consecuencias” de Charles Bergquist (1999). Esta Guerra se comprende en el artículo como
A partir de sus contenidos y de la elección de una “guerra reparación”, que difiere del sentido
algunos capítulos específicos, de ambas obras, clásico de las guerras; se complementó la mirada
se escudriñaron desde el lente de la sociología de la misma a través de textos clásicos sobre
y la política, los referentes históricos como el acontecimiento “armado”, lo que condujo a
los problemas políticos sobre dicha guerra, en acercarse a las fuentes más fidedignas, de las
la que se destacan los aspectos del poder, la que sobresale la obra del antioqueño, Carlos
burocracia, los problemas constitucionales, el E. Restrepo, La orientación republicana” (1972), en
papel de la prensa, el sufragio y la educación, la que hace un balance de la Regeneración y la
como igualmente, los problemas relacionados Guerra de los Mil Días, obra que es una de las
con las prácticas y las costumbres políticas de fuentes esenciales de la investigación.
las elites dominantes en esa época. Se hizo
una exploración exhaustiva del período polí-
tico conocido como la “Regeneración” (1885- Guerra, nación y derechos: a propósito
1902), para lo cual se centró la reflexión en el
análisis del discurso político de los principales
de los 112 años de la Guerra de los Mil Días
actores implicados en la contienda, sus perfiles (1899-1902)
políticos desde el liderazgo y la dirección del
Estado. En el año 1959 fueron publicados una serie de
artículos del poeta colombiano Jorge Gaitán
Se utilizaron como fuentes diversos escritos, Durán, referidos a la violencia bipartidista del
artículos, ensayos y manifiestos, centrados siglo XX y su relación con el papel que tuvieron
especialmente en los textos del pensador bo- en ella los dirigentes y los líderes del país en
gotano Miguel Antonio Caro (1843-1909), por esa época. No constituye ninguna casualidad
la incidencia que tuvo en esa Guerra, y muy que en esos escritos de Gaitán, publicados
enfocados en sus Escritos políticos de la serie de bajo el título de “La Revolución Invisible” (1959),
volúmenes del Instituto Caro y Cuervo (Caro, el poeta santanderino haya afirmado que las
1991, 1992), en los que se encuentran los ma- causas de la conflagración desatada por la vio-
nifiestos centrales del pensamiento político de lencia bipartidista de los años 40 fueran, entre
la “Regeneración”. A través de esos textos se otras, las disputas de las elites por el control
profundizó analíticamente en los procesos his- político del Estado, y su rivalidad se acentua-
tóricos que marcaron las controversias políticas ba por la lucha de los puestos burocráticos
que llevaron a la Guerra de los Mil Días, lo que gubernamentales.

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Los análisis realizados por Gaitán guardan una No se podría decir con certeza, aunque
profunda vigencia, como una diversidad de se- así parezca en la teoría, que las ideas
mejanzas, con algunos de los factores históricos mejicanas igualmente estuvieran
que encendieron la beligerancia de las dos elites influenciadas por la escuela de
que se confrontaron a finales del siglo XIX. Los Bourdeaux, pero al menos sí lo están
escritos del director de la “Revista Mito” (Cobo,
por una corriente filosófica o teórica
1975) pueden considerarse como unos de los
mejores análisis de coyuntura, realizados sobre
social más amplia originada de su
la “República liberal de los años 30 al 40”, en los revolución, alejada, eso sí,
que expone, además, las causas de su crisis y de ideas comunistas
las consecuencias que derivaron en la violencia
política y civil que asoló al país en varias déca- rísticas y la composición de la guerras civiles del
das (Sánchez & Peñaranda, 1986). siglo XIX, en las que encuentra un tipo de guerra
entre familias que dominaban y controlaban el
Las observaciones analíticas de Gaitán Durán poder político, de modo que concluye:
no constituían una publicidad periodística, ni
Se trataba, en últimas, de guerras entre
un retruécano banal ante la barbarie desatada caballeros de un mismo linaje y por eso
en esos años. Desvelaba con agudeza histórica al término de las mismas era frecuente
y con una fuerza a través del análisis de coyun- una mutua complicidad en la preserva-
tura, las complicadas relaciones entre violencia ción de sus respectivas propiedades:
y política en Colombia, para lo cual señalaba después de la derrota de Palonegro (una
que el carácter de “beligerancia ideológica y de las batallas decisivas de la Guerra
de los Mil Días) liberales acaudalados
confrontación armada” de las elites colombia-
pusieron sus bienes bajo la custodia
nas se nutría a partir de las rivalidades, dispu- de amigos conservadores (Sánchez &
tas, divergencias y desacuerdos de sus clases Peñaranda, 1986, p. 12).
dirigentes, en especial en la manera como se
resolvía la tramitación del poder político. En Las guerras del siglo XIX tuvieron variados tin-
los argumentos expuestos por Gaitán Durán se tes: guerra bipartidista, guerra de líderes políti-
hallan unas “afinidades electivas” en los rasgos cos y militares, guerra de regiones y localidades,
que describe, cuando se les relaciona con los guerra por la instauración de un régimen político
diversos sucesos que condujeron a la “Guerra diverso, esgrimiendo para ello, el nombre del
de los Mil Días”, ocurrida 60 años antes. Aunque pueblo liberal, pueblo conservador, pueblo na-
se ha considerado sin fundamento el enlace cionalista o pueblo conservador histórico (Bush-
de las guerras del siglo XIX con la violencia de nell, 1996). Podríamos deducir que con la Guerra
mitad del siglo XX por algunos expertos (Bus- de los Mil Días se cerraba un ciclo que abría
hnell, 1996), otros como Malcom Deas y Jaime inmediatamente otro; de las guerras de elites
Eduardo Jaramillo, que aparecen en el libro dirigentes y partidistas, se pasó a una “Guerra
Memorias de un país en guerra, aseveran la similitud Civil” que mezclaba a las elites con las masas,
como los parecidos en algunos referentes, que urbanas y campesinas. Desde esa peculiaridad
juzgan contradecir esa óptica y sobre los cuales es sostenible que la Guerra de los Mil Días per-
daremos una versión. mitió una transición dentro de un proceso de
“estratificación social” del país, como es indu-
En el capítulo primero: “Los estudios sobre la dable que alentó la reorganización de fuerzas
violencia: balances y perspectivas” del libro ti- económicas y sociales, en sus ambiciones por
tulado Pasado y presente de la violencia en Colombia el control del Estado y los puestos administra-
(1986), Gonzalo Sánchez describe las caracte- tivos gubernamentales (Henderson, 2006). Las

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concordancias como las desavenencias de las La década de los treinta en Colombia


“Guerras en Colombia”, particularmente, la de se caracterizó por una serie de
1899-1902, y la que se desata con la muerte de acontecimientos y reformas en varios
Gaitán el 9 de abril de 1948, hacen parte de niveles –social, jurídico, administrativo,
una misma particularidad: el modo como se tributario, económico, etc.–, que
desempeñaron políticamente las elites del país
estuvieron orientados básicamente
y la huella que dejaron en la memoria de nuestra
nación, en sus prácticas y costumbres políticas.
por algunas tendencias ideológicas
La guerra selló el tránsito de algunos de los internacionales,
procesos políticos inconclusos de Colombia en
casi un siglo (Sánchez & Aguilera, 2001); por ello,
la Guerra de los Mil Días y la “Violencia Bipar- los detalles y en todos los procesos que ella
tidista” se asemejan en la síntesis política de la contuvo. Sin embargo, algunas características
guerra que se podría traducir como de carácter se pueden deslindar de su peculiaridad, entre
“nacional, por la demanda de derechos y por la las que se destacan: en primera instancia fue
inclusión en el juego político como económico una contienda bélica impulsada por las elites
mundial” (Fischer, 2001, p. 76). políticas de ese momento; se hizo en nombre
de la nación y la ciudadanía; se propició por la
La perspectiva anterior es corroborada a lo consecución de derechos políticos fundamen-
largo de la primera parte de la investigación de tales; se produjo parcialmente la inclusión de
James Henderson, titulada: “La modernización clases sociales, marginadas de la participación
en Colombia. Los años de Laureano Gómez, política y económica del país; se sustentaba
1899-1965”. En uno de sus apartes comentando en la opinión pública a través de cartas, ma-
la significación de la Guerra de 1899, reitera lo nifiestos, proclamas, artículos periodísticos,
señalado arriba, cuando expresa: proyectos políticos, entre otros; fue una guerra
que transitó en esos años de la guerra regular
En el siglo XIX, la sociedad colombiana, a la guerra irregular: de la de los caballeros a la
estaba, en efecto, altamente politizada,
de guerrillas (Jaramillo, 1986).
intensa y amargamente al nivel de la
élite. Los padres de los Centenaristas
sabían que las fortunas de su familia Estas caras multiformes de la “Guerra de los Mil
crecerían o desaparecerían dependien- Días” reevalúan las nociones habituales que se
do de qué partido se encontrara en el han considerado sobre el papel y las funciones
poder. Muchas de aquellas noches, sus de las “guerras” en la sociedad. Ha sido común
hijos se dormían escuchando acaloradas vindicar la “guerra” como un evento destructor
discusiones acerca de los acontecimien-
y desintegrado; así lo señalaron muchos de los
tos políticos más recientes (Henderson,
2006, p. 44). políticos y sociólogos del siglo XIX; por ejemplo,
valga indicar a los franceses, Augusto Comte,
en su libro Primeros ensayos (1977), en su capítulo
Características y naturaleza de la Guerra en particular “Plan de trabajos científicos ne-
cesarios para reorganizar la sociedad”, y Émile
de los Mil Días. Los dilemas y disyuntivas Durkheim, con su libro Lecciones de sociología: física
políticos en Colombia a finales del siglo XIX de las costumbres y del derecho (2006) y sus otros
trabajos más específicos al respecto: ¿Quién ha
¿Qué fue la Guerra de los Mil Días? Sopesar los querido la guerra? Los orígenes de la guerra según los
aspectos que definieron la guerra de fin de siglo documentos diplomáticos (1915) y Alemania por encima
XIX en Colombia resulta inabarcable en todos de todo: la mentalidad alemana y la guerra (1915A).

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Una tendencia a oponer la “Guerra” con el sobre la formación del Estado y de la nación
“orden social” ha sido común en la investiga- (Anderson, 1985). En concordancia con esa
ción como en las ciencias sociales. Es por ello, tesis de la coerción, no necesariamente desde el
una mirada que se ha ido complementando mercado, se impone la postura de la “coerción
con la postura según la cual, la guerra, como moral” en la construcción del Estado Nacional, la
suceso político o sociológico, es contraria a que se sustenta a partir de los procesos culturales
la institucionalidad de un país, por lo que es ligados a las “Representaciones colectivas” o a
posible señalar que ella es el reverso de la for- las “construcciones simbólicas colectivas” que
mación del Estado, la nación y la ciudadanía. ponen su atención en las relaciones económicas,
Sin embargo, una variedad de elaboraciones pero le dan preeminencia a los “Imaginarios
investigativas en las ciencias sociales de hoy Colectivos”, como elementos esenciales en
ha permitido por lo menos debatir o polemizar la construcción del Estado Nación. La moral
críticamente esa línea de interpretación, entre como “cemento de la sociedad” constituye el
las que se destacan por ejemplo, el que: “las referente esencial de la construcción nacional
guerras han propiciado formas de asociación, estatal; esta moral que acompaña la fuerza y la
sociabilidades, institucionalidad u órdenes” violencia se impone colectivamente y es la base
(Uribe, 2001, p. 9), que permitieron, o incitaron vinculante de la formación social, a través de las
a discutir, la política en un contexto diverso y identidades grupales y colectivas que sostienen
diferenciado. la legitimidad y el poder de los Estados mediante
los símbolos nacionales, difundidos a través de
Algunos autores leídos con atención en la ac- los aparatos educativos. Benedict Anderson con
tualidad han sostenido que en parte las guerras su libro Comunidades imaginadas (1993) es uno de
“instituyeron” la sociedad, y con ello, delinearon quienes ha planteado con notabilidad esta línea
lo político, lo económico, lo social y lo cultural. de investigación.
Entre los autores comentados y debatidos se
encuentra, Charles Tilly, el profesor americano, Desde esos dos modelos, guerra y coerción
quien argumenta en su capítulo “De cómo la capital, violencia simbólica e identidades co-
guerra formó Estados”, la tesis según la cual, la lectivas, se podría hacer una lectura pertinen-
guerra propició procedimientos de organización te, para esgrimir en primera instancia que la
y planificación de las elites y sus pequeños “Guerra de los Mil Días” pese a sus desastrosas
Estados, que en la medida en que pudieron consecuencias
controlar recursos humanos y naturales, des-
armaron las poblaciones y reclutaron creando … miles de hombres muertos, la pérdida
del canal de Panamá, la honda deuda
ejércitos regulares, dominaron territorios, impu-
externa por la emisión del papel moneda,
sieron impuestos, construyeron infraestructura, la crisis de las exportaciones del café,
generaron derechos y obligaciones entre sus el desplazamiento y la colonización a
ciudadanos, mediante una combinación entre ultranza sin planificación, la crisis insti-
la coerción y el capital; lo que destaca en ello tucional, el quiebre de la Administración
es su raíz weberiano-marxista, es decir, “el mo- Pública, una guerra de guerrillas que im-
nopolio de la violencia” dentro de un territorio plicaba, bandolerismo, saqueos, ultraje
a la población, violaciones, el desgaste
(Tilly, 1992).
de las prácticas políticas centradas en
la exclusión y la persecución (Sánchez
Esta tesis de la relación “Guerra, desarrollo & Aguilera, 2001. Págs. 19-20)
económico y mercado, elites e integración
nacional” a través de la coerción capital, ha sido Fue una Guerra que expresó esas dos ópticas.
el proyecto central de las lecturas marxistas Fue ella una guerra por la construcción de los

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En este sentido, el Estado tiene el erigiendo la unidad política para su dominio.


deber de garantizar el cumplimiento de No cabe duda de que esta sería otra óptica
esa solidaridad social y para ello debe para evaluar la Guerra de los Mil Días. Las
verificar el cumplimiento de la función tensiones entre las elites políticas, sectores
social que cada individuo tiene en la y fracciones partidistas, personajes políticos
de dimensión nacional y regional, y líderes
consecución de ese fin.
locales o centrales, se hicieron en la medida
en que se encauzaban los descontentos y las
ideales de nación y ciudadanía, por la demo- desavenencias. En medio de las incertidumbres
cratización de la sociedad y se amparó en de- de las elecciones de 1898, en la que se elegían
mandas por las disputas económicas (Sánchez un par de “octogenerarios” uno a la presiden-
& Aguilera, 2001). cia, Manuel Antonio Sanclamente (1898-1900),
depuesto luego por una hábil conspiración, le
En otra perspectiva del análisis de la guerra, sucedió José Manuel Marroquín (1900-1904),
Norbert Elías en su capítulo “la génesis social ambos ligados a los sectores partidistas del
del Estado” del libro El proceso de la civilización partido nacionalista de Miguel Antonio Caro,
(1987) hace notar que, la combinación de las presidencialista y autoritario.
oportunidades y las competencias de las casas
reales y con ello, del monopolio, dentro de Con este suceso se generó un sentimiento de
territorios dispersos y fragmentados, produjo descontento, injusticia y de infamia, no sola-
como consecuencia la erección de formas de mente por el fraude electoral, sino, además, por
poder burocrático centralizadas que permitieron las contradicciones del régimen de la “Rege-
la organización política de los Estados absolu- neración” y sus diversas medidas económicas,
tistas y, con ello, las primeras formaciones de políticas y jurídicas que afectaban a las elites
los Estados nacionales. Sin embargo, añade, regionales emergentes (Tamayo, 1975). En un
que en esas relaciones de oportunidades entre juego de contiendas por la hegemonía política,
elites que luchan o contienden, ya sea mediante la Guerra de los Mil Días definía sin cautela y sin
mecanismos soterrados de exclusión política, vacilación, el azaroso proceso de la emergencia
esto es, pactos, alianzas, intrigas, traiciones, de nuevas oportunidades políticas entre las eli-
negociaciones, conspiraciones, o de inclusión tes regionales que confrontaban el poder central
política, acuerdos, consensos, convenios, arre- ejercido por la Regeneración, lo que sería una
glos, conveniencias, o por la vía militar, a través interpretación más de su acaecimiento.
de la organización de ejércitos, armas, recursos
e infraestructura, se producen en esas tramas La guerra se desenvolvió, como se puede apre-
humanas de los dirigentes o los líderes, de los ciar, bajo la guerra coerción, guerra identidad
poderes en los territorios fraccionados, el ca- nacional y guerra lucha por la hegemonía, en
rácter hegemónico. la que como se indica, constituyó un proceso
político en la que a un régimen “conservador
Elías define la hegemonía como la capacidad autoritario” le siguió la propuesta de un “re-
del poder para establecer formas de “inclusión publicanismo dictatorial”, que concretado en
y exclusión”, que se dan según las consecuen- la etapa que va del “Quinquenio Reyes” (1904-
cias de la competencia entre “derrotados y 1909), desencadena una nueva etapa que se
vencedores”, de “sometidos o luchadores”, en centra en la propuesta de un Republicanismo
la que finalmente se impone el que mejor pu- Conservador humanista y fundado en los ecos
diera competir y sacar de ello el provecho de la del “Centenario” y los mitos de las virtudes
unificación, de la obediencia y de la confianza, cívicas.

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En un libro cuyo título es bastante ambicioso ella se perfila, como uno de sus ejes
“Memoria de un país en Guerra”, se señala centrales, el tema de la democratización
inicialmente ese aspecto de entrecruzamiento política, sin desconocer desde luego sus
diferenciados alcances en uno y otro
de disputas y confrontaciones de las elites momento. En los Mil Días la democra-
políticas, dirigentes del gobierno y de los par- tización política es enunciada como
tidos así como las fracciones de partidos, y su acercamiento ideal formal de República,
desacuerdo que condujo del “debate político a y en la era contemporánea es enuncia-
la lucha armada”, destruyendo los mecanismos da, desde la guerra misma, como tarea
de discusión política en los pocos márgenes inseparable de la democratización de
la sociedad. (Sánchez & Aguilera, 2001.
de la confrontación hablada y escrita, por eso
pp. 19-20).
se puede exaltar esta parte que expresa el
libro:
Un punto en común de los investigadores sobre
La guerra de los Mil Días fue una guerra la Guerra de los Mil Días es que “fue una guerra
masiva, sangrienta y nacional. Masiva de las elites políticas que se extendió como una
por la magnitud no solo de los hom- llamarada a las clases populares” (Posada, 2001,
bres levantados en armas – más de 26
págs. 59-60) en la que el oportunismo, la inme-
mil oficiales y suboficiales del Partido
Liberal, considerando acciones regu- diatez y el utilitarismo jugaron conjuntamente
lares e irregulares – sino también por con las convicciones, los principios y las ideo-
el amplio apoyo social brindado a los logías, en un vaivén, en la que se aprovecharon
contendientes. Sangrienta por el número las circunstancias de la crisis, no solamente para
de víctimas y la forma de eliminación de el ascenso social de algunos, los comerciantes
los adversarios, cuyo caso extremo es del café (Palacios, 2000), sino igualmente, fue
la batalla de Palonegro, donde tras dos
semanas de enfrentamientos perecieron
efectivo para el reacomodamiento de las cla-
más de dos mil combatientes y quedaron ses políticas en el país en términos del poder
tendidos en el campo de batalla cente- político.
nares de heridos. Nacional en tanto que
fue ocupando, durante sus tres largos Este aspecto ya nos da un indicativo de las
años de duración, toda la geografía co- disyuntivas que generaba la “Guerra de los Mil
lombiana y puso en el centro del debate
Días”; por un lado, la conformación e irrupción
temas como territorio, fronteras, orden
político, soberanía y articulación del
de una clase hacendaria comerciante que im-
país al orden internacional. La guerra pulsada por el café, encontraba la vía de la in-
de los Mil Días es, pues, una guerra tan tegración al mercado mundial por medio de sus
o más sangrienta y destructiva que las exportaciones, lo que hace suponer que “en el
otras del siglo XIX, y en este sentido desarrollo económico viene aparejada la guerra
es la última de ese periodo. Con ella, y la violencia” como elemento fundamental de
la extrapolación de las dinámicas per-
la construcción de las elites y la nación (Torres,
versas de la guerra terminó creando un
repudio generalizado al recurso bélico 1981); de otro lado, la impostación de una clase
como instrumento legítimo de la política hacendaria señorial conservadora que veía en
y con una invocación a la necesidad de el control del Estado, la Administración Pública
fundar la política sobre nuevos paráme- y la burocracia, la vía más natural y expedita, a
tros. La guerra de los Mil Días puede ser su conservación como elite en el poder, por lo
considerada también como la primera tanto, su continuidad, prestigio y dominación
del siglo XX, en una doble perspectiva;
en cuanto tiene eco en la dinámica
dependía en suma, del control del poder po-
bipartidista y sectaria de la Violencia lítico, bajo los medios y los instrumentos que
de los años cincuenta, y en cuanto en fueran los mejores, siendo ilegales.

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Guerra, nación y derechos. A los 112 años de la Guerra de los Mil Días (1899-1902)

La de los Mil Días no fue una guerra antijurídica agraviado o de castigar a un culpable.
o poco jurídica, pese a su violencia. Como lo (Bobbio, 1981, págs. 98-99)
señala Norberto Bobbio, hay guerras que tie-
nen referentes definidos y que guardan incluso Con lo anterior, el punto central de definición
una estrecha relación con lo jurídico, ya que la para perfilar La Guerra de los Mil Días es el paso
relación guerra y orden político, pese a que se de la contienda hablada y escrita a la con-
instaure un nuevo orden o se regenere el ante- tienda armada y a la beligerancia militar, con
rior, o se mantenga el vigente, será un dispo- ejércitos regulares e irregulares y con hombres
sitivo de “reconstrucción o deconstrucción de en contienda, lo que se puede sustentar en la
las relaciones políticas de las elites en el poder” perspectiva de Bobbio, que la Guerra de fin de
(Bobbio & Bovero, 1985). Sin embargo, las di- siglo XIX en Colombia fue una guerra repa-
mensiones de los nexos entre guerra y derecho ración, ya que el sentimiento o la percepción
nos servirán para mostrar que la “Guerra de los de los “contendientes armados”, las fracciones
Mil Días” fue una guerra con la metáfora de lo del liberalismo radical lideradas por Rafael Uribe
nacional como bandera pero su temperamento Uribe y el sector timorato de los conservadores
de “beligerancia” se hallaba en la necesidad de históricos liderados por Carlos Martínez Silva
reformas mas no de revolución, es decir, no era una y Marceliano Vélez, pese a su ambigüedad,
“Revolución”, destrucción de las “instituciones”, se enfrentaron a la Regeneración y asumieron
pero sí en cambio, una “confrontación” que bus- la actitud de “confrontación armada, por los
caba la “reforma no radical”, sino la transforma- abusos, los excesos y la arbitrariedad de este
ción y reformulación del régimen político, en la régimen (Caro, 1991).
medida en que definía la posición de las clases
y especificaba el manejo del poder político. Al Un observador de la época, el antioqueño Carlos
respecto señala Norberto Bobbio en su libro E. Restrepo hace un balance de la “Guerra de los
titulado “El problema de la guerra y las vías Mil Días”, valiéndose para ello, de una serie de
de la paz”, que escudriñando las relaciones ensayos titulados “La Orientación Republicana”
Guerra y derecho reflexiona sobre las guerras (1972), en los que examina con cuidado los an-
justas o injustas: tecedentes que propiciaron la conflagración y
posterior régimen autoritario y presidencialista
Como toda obra humana, también la
guerra puede someterse a la evaluación de Rafael Reyes, a quien sucedió como presiden-
de lo justo y lo injusto: no todas las gue- te de la República. Pero antes de llegar al centro
rras son injustas; no todas las guerras de los procesos o sucesos que precipitaron la
son justas; hay guerras justas y guerras Guerra de los Mil Días, es menester volver al pre-
injustas… Pero la communis opinio se fue supuesto que le dio inicio y a los móviles que la
consolidando y precisando sustancial- desataron en 1899: el sentimiento de agravio e
mente sobre la legitimación de los tres
siguientes tipos de guerra: 1) la guerra
injusticia que provocaron las medidas del último
defensiva; 2) la guerra de reparación de de los gobiernos de la “Regeneración”, el de
un agravio; 3) la guerra punitiva. Los tres 1892 a 1898, liderado por Miguel Antonio Caro
poseían un rasgo común específico, el como Vicepresidente, a quien también Carlos E.
de ser una respuesta a un agravio ajeno, Restrepo vio como un conservador autoritario,
es decir un acto de sanción. La guerra heredero de las consignas del tradicionalismo
se definió, si bien con una analogía
ultramontano conservador. Aunque Caro en
algo sumaria, como un procedimiento
judicial, es decir, un procedimiento que,
realidad era vicepresidente en ese entonces, tras
a semejanza del proceso en el interior las condiciones precarias de salud y la muerte
de un ordenamiento jurídico, tiene la de Núñez en 1894, se convirtió prácticamente
finalidad de restablecer un derecho en presidente, dado además que Núñez per-

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manecía constantemente en Cartagena y no Lo anterior reafirma la idea de la Guerra de los


en Bogotá, de modo que el gobernante era el Mil Días como una guerra reparación de la
latinista bogotano Caro. Republica ideal y real, de los mecanismos que
operan en los acuerdos de los juegos políticos
Es de considerar que la Guerra de los Mil Días de las elites que se consideraron rotos por la
no era en exclusiva una guerra con tintes de la manera en que la Regeneración se amparaba, en
“Revolución”, es decir, la destrucción del sistema destruir los derechos políticos y ciudadanos,
político o su radical transformación, por el con- como igualmente se sostenía en los criterios que
trario se apelaba al regreso de las instituciones a continuación se describen, en el libro Memoria
republicanas. La guerra se hizo apelando a la de un país en guerra:
institucionalidad del régimen republicano, al
que se consideró violado, alterado y vulnerado Desde la aparición del estudio ya clásico
por los conservadores históricos y los liberales de Charles Bergquist titulado Café y
radicales. En Bobbio se podría interpretar la conflicto en Colombia, la opinión según
Guerra de los Mil Días como una Guerra la cual los factores que provocaron este
reparación, ya que en ella, su intención medu- conflicto armado tienen origen en el
lar fue la consecución y la restauración de los sistema de la llamada Regeneración
“derechos violados” hasta ese entonces por el lograba cada vez mayor aceptación. Esta
fase de dominio conservador empezó
régimen de Caro y sus fichas políticas puestas
en los años ochenta del siglo XIX con
en el palacio gubernamental desde 1898, si se-
el movimiento disidente liberal de los
guimos una vez más a Bobbio en este aspecto
independientes dirigido por Rafael
(Bobbio, 1981). Núñez (presidente, con interrupciones
entre 1880 y 1888). Después del triunfo
Guerra reparación y derechos conculcados o de los independientes y conservadores
violados, atizaron los ánimos de dos fracciones: contra los radicales en la guerra civil
los liberales radicales y algunos de los conserva- de 1884-1885, fue constituida una
dores históricos timoratamente, quienes quizás coalición gubernamental nacionalista-
ni compartían los mismos ideales políticos, ni con s er vador a. L a s i n s t it uc ione s
las mismas concepciones políticas, pero con- centrales se fortalecieron mediante la
fluyeron casualmente en su “Sentimiento de creación de un monopolio estatal de
injusticia” (Moore, 1989), lo cual los llevó a no emisión de papel moneda y la fijación
tolerar más las políticas y disposiciones de la de su curso forzoso, la restauración de la
“Regeneración finisecular del siglo XIX”. Como autoridad de la Iglesia católica dentro de
lo indica de manera contundente Barrington la sociedad, la introducción de la censura
de la prensa y el restablecimiento de
Moore, el sentimiento de injusticia y la línea
un Ejército nacional. Pero la mayor
que lleva a tolerar los agravios o a no tolerarlos
reforma fue quizá, la proclamación de
pueden canalizarse políticamente llevando a la
Colombia como república unitaria. En la
desobediencia y con ello, o a las guerras o a las constitución de 1886 se estableció que
revoluciones, de modo que según el nivel de ya no existirían presidentes elegidos en
tolerancia de los agravios morales se genera la el plano regional sino que se nombrarían
disolución de los consensos que mantienen en gobernadores por el mismo presidente
vigencia el orden social, y que, si ya no se tole- de la República. Además, el jefe del
ra el consenso tácito o expreso que mantiene Estado y del gobierno nombraría a los
un orden social, por la disolución moral de los magistrados de la Corte Suprema y de
acuerdos, esto deriva en desacato, rompimiento, los tribunales regionales… el sistema
conflicto o violencia. político y las prácticas electorales

184 Opinión Jurídica


Guerra, nación y derechos. A los 112 años de la Guerra de los Mil Días (1899-1902)

manipuladoras adoptadas, favorecían acuerdos, disensos, debates y polémicas se


al Ejecutivo (entre 1888 y 1904 no fue mezclaron variablemente en un entorno de
nombrado ningún liberal para el Senado) confusiones e incertidumbres.
(Fischer, 2001, p. 76).

La anterior observación dimensiona las con- Anomia jurídica, disputas políticas y


sideraciones arriba descritas. Guerra y cons-
tituciones, o derogación de ellas mismas por
contiendas ideológicas de las elites: los
la vía armada, se constituyeron en los hábitos orígenes de la Guerra de los Mil Días
políticos de las elites a lo largo del siglo XIX .
Una mezcla de beligerancia y codificación, Por supuesto que las elites políticas del siglo
engarzó la tendencia de las prácticas políticas XIX no estaban constituidas a las maneras de
bipartidistas, donde públicamente los asuntos las elites y partidos de masas que se confor-
del Estado y del gobierno se debatían en medio maron a lo largo del siglo XX, las que fueron
de argumentos y armas. Uno de los trabajos investigadas por eminentes politólogos, como
para descifrar esa espesa relación entre gue- Robert Mitchels, con su “ley de hierro de la oli-
rra y derecho es la investigación de Hernando garquía” de su libro Los partidos políticos (1962); o
Valencia Villa, que es una contribución funda- Gaetano Mosca con su obra sobre La clase política
mental a la comprensión de estas relaciones (2004); e incluso el sociólogo norteamericano
mutuas, que en apariencia parecen negarse por Charles Wrigth Mills, Las elites en el poder (1956),
el sentido y significado de los dos vocablos, o aquel del italiano Wilfredo Pareto con sus
esto es, guerra y derecho (Valencia, 1984). De Escritos sociológicos (1987). Destinada a construir
modo que los matices o las tramas que confi- bajo sus hombros un proyecto de nación en la
nó la Guerra de los Mil Días se notan a partir medida en que “de la costumbre ordinaria de la
de un sentimiento de agravio o injusticia que dominación, llegado un momento de desarro-
condujo deliberadamente a la desobediencia, llo o modernización se pasa a la instauración
a las armas. legalista”, según la tesis de Gaetano Mosca, las
disyuntivas no sobraron en el régimen político,
Así podemos calificar la Guerra de los Mil Días el sistema político y en las prácticas políticas de
como una Guerra reparación fundada en un la dirigencia colombiana a lo largo de los siglos
sentimiento de Injusticia, en la que la tolerancia XIX y el XX, ya desde el proceso de la Indepen-
y la moral que sustentaban la legitimidad del dencia hasta el mismo centenario en 1910.
orden de la Regeneración se quebró, alentando
por la inconformidad y la rebelión a dicho orden Detrás del infortunio, la Guerra de los Mil Días
social, político, económico y cultural. Entre revelaba las contrariedades de lo que era un
otras explicaciones que habría que aducir, se sistema formal de democracia, cuyas caracte-
debió por las disposiciones jurídicas que se rísticas normativas de la institucionalidad se
expresaban en la carta constitucional de 1886; combinaban con procesos ilegales que en con-
las prácticas clientelares, la corrupción hecha sonancia con las prácticas sociales y políticas
efectiva por el partido Nacionalista de la “Rege- que la sostenían, generaba una tensión entre
neración”, el fraude, la censura, la persecución las formas de liderazgo, las directrices políticas
de la oposición y aún más, por la disposición y las bases sociales. Nada delataría este estilo
a hermetizar la política mediante el control bu- como el que le correspondía a la relación masas
rocrático, la Administración Pública y los altos y partidos, sino igualmente a la de las elites y los
puestos del Estado. Complots, intrigas, infamias masas; tendencia y constancia a la informalidad
o confabulaciones abiertas a veces o secretas, como a la ineficacia jurídica o “Anomia”, que

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se entrelazan con las mismas consecuencias de se disipaban el orden y la autoridad, la moral


la guerra, cuando ella pasó de la guerra de los y la identidad nacional, por el acabado que le
“caballeros” a la “guerra de guerrillas”. dieron los liberales radicales al lema “Laissez
Faire”. Evaluaban la época como una era de
Los Mil Días fue un acontecimiento que entre decadencia y de desastres, utilizando para ello
otras produjo una contienda generacional de epítetos como descalificativos que circularon
los líderes políticos, ya que en el momento de atrozmente en los periódicos del conservadu-
su eclosión, las elites latinoamericanas, y en rismo ultramontano de Caro, especialmente,
especial las elites colombianas de finales de en el periódico el “Tradicionista” (1871-1876)
siglo, habían aprovechado circunstancialmente (Caro, 1991).
el proceso de “ingreso a la economía mundial”,
mediante la exportación del café primordialmen- Se vindicaba a los “liberales radicales” de haber
te, que obligaba variar mucho de sus supuestos constituido un régimen jurídico-político orien-
políticos según los cambios económicos, la tado a la anarquía, la revolución y el desorden.
estratificación social, su educación y procesos En contraprestación alentaron bajo el lema
culturales, pero también sus procedencias y de “Regeneración o catástrofe” (Núñez, 1945),
rasgos ancestrales y genealógicos, aspecto que ya concebido en 1878, el presidencialismo, la
incidirá en las instituciones jurídicas y normati- reelección, el recorte de las libertades, la supre-
vas, así como en el régimen político en sí desde sión de muchos de los derechos consignados
el gobierno y el Estado. de la Constitución de 1863, el monopolio de la
religión en la educación, la censura a la prensa,
Superar la herencia del pasado colonial e ins- la destrucción de la oposición política, la no
taurar un proceso de modernización nacional, secularización política del país, la connivencia
mediante la bandera del “Laissez Faire” y des- entre el Estado y la Iglesia católica, entre mu-
enclaustrar el país del atávico apego a las con- chos decisiones políticas, amparado para ello,
cepciones cristiano católicas para impulsarlo en las Encíclicas de Pío IX y en los idearios del
a un ethos burgués que era casi inexistente positivismo spenceriano que conoció el padre
fueron las prioridades de los liberales radicales de la Regeneración, Núñez, siendo cónsul en
(España, 1984). Su modernidad fue un proyecto Liverpool. Bajo la óptica de un practicismo
que se frustró por las costumbres y las prácticas político cuyos referentes eran “orden, progreso
políticas, todavía incrustadas en los moldes y tradición”, constituyeron las bases de la “Re-
tradicionales y premodernos, pese a su ímpetu generación” (Bushnell, 2006).
progresista, civilizatorio o avanzado de mitad
de siglo XIX (Bushnell, 2006). Sin embargo, la paradoja del auge y la crisis
de la “Regeneración”, se produjeron por el
Lucharon contra los obstáculos jurídicos de “comercio del café” epicentro de las luchas,
una sociedad anclada en las políticas todavía confrontaciones y combates que marcaron la
vigentes del colonialismo español, cifradas en contienda armada entre las dos elites, la del
el proteccionismo y en un sistema de impues- notablato hacendario señorial y la hacienda
tos obsoleto y caduco, que no permitía la libre comercial con tintes burgueses. Con exactitud,
circulación de mercancías ni su exportación la crisis económica comenzó en el año de 1899,
(Palacios, 2000), mientras la otra elite, la de en mayo específicamente:
la hacienda señorial, veía cómo la generación
de 1863, mediante el sistema federalista, con- El desarreglo en las finanzas naciona-
culcaba la soberanía, la legitimidad y el poder, les llegó a límites amenazadores. El
ya que en medio de las autonomías regionales ministro de hacienda, con recursos de

186 Opinión Jurídica


Guerra, nación y derechos. A los 112 años de la Guerra de los Mil Días (1899-1902)

emergencia, sostenía los gastos del tren su ineficacia como su ilegitimidad, el fraude y
burocrático, que devoraba, pese a sus la corrupción administrativa, como los malos
esfuerzos, los ingresos del presupuesto manejos desde el gobierno de Caro (1892-1898)
desequilibrado. Como la Piel de Zapa,
el gobierno nacionalista se recogía por
y la sucesiva trama de complejas pero arbitrarias
unas horas satisfechos después de co- manipulaciones de los posteriores gobiernos
brar las rentas, para encontrarse luego de la “Regeneración”, desataron la indignación
más pobre y afligido. Las emisiones de de los sectores fraccionados partidistas, que
papel moneda dulcificaron por esos me- alterados, utilizaron su opinión pública hasta
ses su inquietud, pero el remedio aplica- donde se podía; mediante proclamas, cartas,
do con ligereza intoxicaba a la república.
manifiestos, pactos y desacuerdos, incitaron
La baja del café en el mercado de Nueva
York fue el toque bíblico de alarma. La a la acción bélica, en un punto irreconciliable
gente se lanzó a comprar giros sobre de reformas inconclusas y postergadas, garan-
el exterior y la disminución repentina tías constitucionales violadas, y exclusiones
del medio circulante aceleró la crisis sistemáticas aplicadas a los descontentos u
de desconfianza. En Tena comenzaron opositores del régimen Regeneracionista, en fin,
a preocuparse, al tiempo que entre el la era anómica que precipitaba la Guerra de los
Autonomista y la Crónica la batalla era
Mil Días (Correa, 1996).
sin cuartel (Tamayo, 1975)

Sin lugar a dudas, la censura a la prensa median-


Un observador agudo de la época, el antioqueño
te la Ley de 1888 conocida como la “Ley de los
Carlos E. Restrepo, quien participó en la Guerra
Caballos” atizó no solamente el malestar sino
de los Mil Días en defensa del gobierno de la
los bríos de beligerancia especialmente en las
Regeneración, al mando de Pedro Nel Ospina,
fracciones radicales liberales, lo que constituía
nos ofrece en su primer volumen un amplio
un desequilibrio para las garantías, así como
panorama de la situación política del país des-
para la participación política de la oposición
de 1863 a 1899, donde no niega las profundas
frente al ejecutivo. Una de las voces autorizadas
afecciones de las dos constituciones –la de 1863
al respecto, el conservador histórico, adversario
y la de 1886– como las ofuscadas recurrencias
de Miguel Antonio Caro, Carlos Martínez Silva
de las elites políticas en contradicción. En sus
lo explica muy bien, en su escrito del periódico
escritos habla del personalismo político funda-
“La República” de noviembre 6 de 1891:
do en el absolutismo y la sacralización de los
líderes y gobernantes, manifiestos en el provi- El país, en su gran mayoría, quiere go-
dencialismo político de los partidos, amparados bierno republicano en el que la seguridad
en la intolerancia política frente a la oposición, personal no esté a merced de las leyes
en el fanatismo político, en la ilegalidad, en la de facultades extraordinarias en tiem-
corrupción, en el clientelismo, en los favores, pos de paz; en el que el poder judicial,
en el tráfico de influencias, en las intrigas, en protector de la honra, la libertad y la
propiedad de los asociados, sea real y
las conspiraciones, esto es, en un sinnúmero
verdaderamente independiente, sin que
de prácticas y actitudes políticas que acompa- sus miembros tengan sobre sí la ame-
ñaron el desarrollo de los proyectos jurídicos y naza de una disimulada destitución; en
políticos de ambas constituciones, la de 1863 el que no se abata el carácter nacional
y la de 1886 (Restrepo, 1972). removiendo a empleados dignos que no
se prestan a ser agentes eleccionarios;
en el que los principios fundamenta-
La preeminencia del orden constitucional o su les de la Constitución no puedan ser
entramado formal como bastión nominal de las anulados por la simple mayoría de un
consideraciones artificialmente democráticas, congreso a virtud del absurdo principio

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de la constitucionalidad de las leyes, en bate, confrontación o disputas que se hicieron


la que la provisión de los puestos públi- de manera civil, cuando se podía, cuando no,
cos se haga consultando el mérito y las por la vía armada y militar. La existencia de una
capacidades, y no el favor, la intriga o
los intereses eleccionarios; en el que el
ética política, que limitara las ambiciones, los
sufragio sea libre y puro, como es la pri- caprichos o los intereses del juego político, no
mera de las garantías de un pueblo libre; constituía la norma de la regularidad jurídica
en que la hacienda pública sea severa, política de la nación, ni menos aún, se trazaba
económica y correctamente administra- una frontera entre razones frente a pasiones
da, empleando sus rendimientos sólo en políticas, porque se constituía un escenario
bien de los asociados que la forman con
político cuyo juego en las elites dependían de
sus contribuciones; y gobierno, en fin, en
el que la prensa, libertad necesaria en las conveniencias y las oportunidades políticas.
las sociedades modernas y colaborador
útil de los buenos gobiernos, no esté Como se ha indicado insistentemente, el proble-
a merced de la arbitrariedad ejecutiva, ma de los derechos civiles y políticos, la oposi-
debiendo sus abusos reprimirse y cas-
ción política y el sistema electoral, la censura a
tigarse como las demás libertades, por
un poder imparcial y guardando fórmulas
la prensa y los impuestos a la exportación del
protectoras de la justicia (Restrepo, 1972, café, la emisión del papel moneda y el Banco
pp. 146-147). Nacional fueron los escenarios de confrontación
y debate, desde los cuales se encendieron y
caldearon los ánimos políticos, como lo explica
En su libro Café y conflicto en Colombia (1886-1910).
Fernando Correa en su investigación sobre los
La guerra de los Mil Días, sus antecedentes y conse-
antecedentes del Republicanismo de Carlos E.
cuencias (1999), el investigador norteamericano y
Restrepo, refiriéndose a cómo se observaba el
asiduo colombianista, Charles Bergquist, indagó
régimen de la Regeneración, ya en los albores
los pormenores que llevaron a la Guerra de los
de decretarse la Guerra de los Mil Días:
Mil Días. Destaca como objetivos principales de
la Guerra: las disputas por el poder político en Sin embargo, los históricos presentaron,
Colombia, ya referidas, en las que la corrupción en 1892, proyectos sobre la derogatoria
o la afiliación partidista de los funcionarios de los artículos transitorios de la Cons-
públicos, su inclinación electoral y partidista, titución; la derogatoria de la Ley 61,
impedía una noción moderna de la burocracia, referida a las facultades extraordinarias;
una ley de imprenta; la derogatoria del
en el sentido weberiano, de la separación de lo
artículo sobre la trashumancia, que
personal con lo público, que es la base consti- le permitiera al gobierno trasladar los
tutiva de la democracia moderna. jueces de un distrito a otro a su ama-
ño; y la derogatoria del artículo que
Los favores y los privilegios permitían las formas colocaba a las leyes por encima de la
Constitución, perteneciente a la Ley 153
del ascenso social y económico a través del
de 1887. Así mismo, solicitaron reformar
Estado. Existía una especie de anomia jurídica la Constitución en cuanto a la necesa-
recurrente, ya que el formalismo de las leyes y ria responsabilidad presidencial y a la
las normas se contradecía con las prácticas o expedición de un código más completo
los comportamientos políticos, de los ciuda- posible sobre las elecciones (Correa,
danos y de los dirigentes tanto políticos como 1996, págs. 19-20).
gubernamentales. De modo que las actitudes
políticas se definieron en un contorno donde Proletarización e infraestructura, mercados y
dominaron las coaliciones, las alianzas y las vías de comunicación, bases para la construc-
prebendas, con expresiones diversas de com- ción de un Estado nacional moderno, no cons-

188 Opinión Jurídica


Guerra, nación y derechos. A los 112 años de la Guerra de los Mil Días (1899-1902)

tituían en Colombia una fuerza consolidada, comunes denominaciones de enemigos del


primero, por la geografía, y segundo, por los cli- gobierno, anarquistas, etc., exclusión que se
mas. La incipiente construcción de vías férreas hace con admirable facilidad en lo que
hemos convenido en llamar “sufragio
demostraba la incapacidad de las elites por inte- libre”… esto digo, hacía presagiar que
grar el país en lo administrativo y en lo material la guerra, si llegaba a formalizarse, sería
al mercado mundial. El desarrollo hacia adentro cruenta y prolongada, quizá, como jamás
impedía, a su vez, el desarrollo hacia afuera. Si se hubiera visto en Colombia (Restrepo,
algo era urgente hacia finales del siglo XIX era 1972, p. 230).
superar las contingencias regionales y apresurar La oposición a los gobiernos de la Regeneración
el proceso de integración de las regiones cafe- no era uniforme y unívoca, pero sí tenía su raíz
teras –Santander y Antioquia– preferentemente, en las políticas económicas, en la infraestruc-
al proceso de exportación en los puertos, a lo tura y en los procedimientos o las prácticas
que se agregaban los fracasos contundentes de políticas que realizó, lo que implicaba aspectos
la Regeneración en estos aspectos. esenciales como la actividad de la libertad de
pensamiento en la prensa, el contradictorio y
Con todo, la consolidación de una infraestructu- cerrado sistema electoral y la restringida parti-
ra nacional fue incipiente, y las cargas aduaneras cipación y representación política en los cargos
y fiscales, como las limitaciones del Estado a la públicos del Gobierno. En la última parte que
exportación, unidas al temor que las elites de describe ese escrito de Carlos E. Restrepo se
la hacienda señorial que sentían con el embate extraen dos consecuencias que inmediatamen-
de la modernidad, esto es, el desarrollo eco- te, se pueden considerar como dispositivos que
nómico, capitalista e industrial, los replegaba atizaron las actitudes de beligerancia entre las
y enclaustraba, cerrando las posibilidades del facciones opuestas a la Regeneración: la ex-
desarrollo económico y cultural, impedían el clusión en el senado de los liberales radicales,
tránsito al progreso liberal. Por lo tanto, as- pues solo participaba Rafael Uribe Uribe; la
pectos económicos insalvables impulsaron la vindicación y señalamiento, persecución y hos-
molestia, el descontento y la inconformidad, tigamiento a la oposición mediante la censura
de las elites comerciales en ascenso, e intensi- de prensa o la manipulación de la prensa oficial
ficaron las controversias en el plano de las rela- para esos fines que fue lo común; así lo ratifica
ciones y los intercambios políticos. Un balance un comentario de Bergquist al respecto:
ejemplar de los gobiernos del liberalismo y de
la Regeneración se encuentra en las críticas de …las publicaciones que incitaran a des-
Carlos E. Restrepo en su obra “La Orientación obedecer la ley, que menoscabaran el
respeto y la dignidad de las autoridades
republicana”, cuando escribe como defensor civiles y eclesiásticas, que atacaran la
del gobierno de la Regeneración las siguientes Iglesia, que incitaran a una clase social
palabras de su “Cartera de Campaña”: contra la otra, o que impugnaran el
sistema monetario. Las sanciones se
El orden público fue turbado el 19 de clasificaban desde leves hasta extre-
octubre pasado. La efervescencia en que mas: desde la prohibición de anunciar
estaba el país antes de la guerra, cau- y vender la publicación en la calles,
sada –a mi ver– por el error mayúsculo hasta su suspensión permanente. Bajo
de todos los gobiernos colombianos, este decreto fueron suspendidos varios
consistente en excluir de un modo sis- periódicos liberales y desterrados sus
temático, de toda función pública –prin- directores (Bergquist, 1999, p. 73).
cipalmente en el poder legislativo– a los
que no opinan literalmente como ellos, Con ocasión del regreso de Pérez al país, se
y que quedan comprendidos bajo las estableció un periódico, el “Relator”, órgano de

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la opinión liberal que denunciaba los fracasos dor (Fischer, 2001). Todas estas condiciones,
políticos del proyecto conservador de la Rege- alentaron e impulsaron la beligerancia que era
neración. Fue a partir de 1893, cuando el partido irremediable.
liberal radical publicó 10 puntos en los que se
consignaban entre otras reformas, exigencias
que comprendían la libertad de prensa, sufragio Conclusiones
efectivo, abolición del Banco Nacional, fin de
las emisiones del papel moneda, como la des- En 1905 William Scruggs, un exministro de los
centralización de los ingresos departamentales Estados Unidos que en el pasado había estado
y estimular el desarrollo de las regiones, entre a cargo de las legaciones de su país en Caracas
otras disposiciones contra el gobierno de Caro. y en Bogotá, reflexionaba sobre las “Revolucio-
Entre los liberales radicales y los conservadores nes” en la América Hispana. Estas, de acuerdo
históricos, esta fuerza crítica a la Regeneración con Scruggs, tenían un significado peculiar, y
fue recibida con entusiasmo y enardecimiento, se desarrollaban de manera diferente que en
al punto que: otras partes del mundo; decía el exministro,
“las revoluciones tienen su origen en las masas.
Los ataques del periódico de Pérez y el Comienzan abajo y se extienden hacia arriba…
entusiasmo bipartidista que levantó su
- y añadía R.R.M-, pero en Suramérica, ellas
programa de diez puntos alarmaron al
gobierno de Caro, quien, al descubrir casi siempre tienen su origen en una minoría:
los planes de revuelta contra el gobierno comienzan en la cúspide y se extienden hacia
de un grupo de liberales extremistas, abajo”. Mientras que en otros países las revo-
encontró en ello la oportunidad para luciones desataban cambios fundamentales en
aplastar la oposición liberal. Suspendió las formas de gobierno, en Suramérica estas si
El Relator y otros dos periódicos libe- acaso servían para redistribuir los cargos públi-
rales, confiscó los fondos del partido
liberal, que totalizaban más de 13.000
cos. Scruggs admitía algunas excepciones. Pero
pesos y desterró a Pérez y a los libera- sus conclusiones generales no le reconocían
les implicados en el complot. Aunque grandes significados a la revoluciones de la
la organización política radical quedó América hispana. Estas eran apenas “conflictos
temporalmente aplastada por el castigo violentos y desordenados entre políticos egoís-
de Caro en agosto de 1893, la oposición tas” (Posada, 2001, p. 59).
conservadora a las políticas de Caro
continuó ganando fuerza. Por medio
de su influyente periódico, El Correo La observación tiene su pertinencia si se ana-
Nacional, Carlos Martínez Silva empezó lizan los rasgos específicos de la guerra de los
a criticar las medidas políticas y fiscales Mil Días como lo hemos indicado aquí. Una
del gobierno de Caro. Carlos Martínez Guerra “Reparación”, en la que los derechos
Silva, que llegaría a convertirse en uno fundamentales de la política, o los que eran
de los jefes más influyentes de los con- considerados como esenciales en el juego
servadores disidentes, había apoyado en
político, fueron aplastados por el régimen de
un principio la Regeneración (Bergquist,
1999, p. 84-85). la Regeneración, incluido los más elementales
procesos de elección y de distribución de los
La crisis económica afectó en 1896 a diversos cargos públicos. Lo interesante es ver cómo se
sectores del país, lo que aceleró la inminencia produjo esa mezcla entre militarismo y civilidad,
de la guerra. Se precipitó ella con una con- entre beligerancia y acción política, en la que
fluencia, que entre otras circunstancias, tuvo como se analiza en la cita de Posada Carbó, la
para los liberales alzados en armas, el apoyo Guerra de los Mil Días tuvo una serie de etapas
de los gobiernos liberales de Venezuela y Ecua- que podríamos calificar, de la etapa de la dispu-

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Guerra, nación y derechos. A los 112 años de la Guerra de los Mil Días (1899-1902)

ta elitista en los escenarios posibles del debate ya en una sociedad masificada se reencaucharán
público, la cual se desplazó hacia las capas con la etapa que lleva de la República Liberal a
populares, en la que la orientación o dirección la firma en España de lo que se conoció como
militar se ahogaba entre las aspiraciones milita- el “Frente Nacional” (1957-1958) entre Laureano
ristas de los encumbrados, de los dirigentes de Gómez y Alberto Lleras Camargo, en un lapso
partidos y una guerra que se desenvolvía con- mediado por otro tipo de violencias, avivadas
trariamente a los dictámenes de las elites, pues tras la muerte de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de
se direccionaba en escenarios sociales, donde Abril de 1948, en lo que como lo afirmó el poe-
se pudo entrever que las dinámicas bélicas no ta Jorge Gaitán Durán, “Colombia es una cosa
guardaban otra relación que el oportunismo, la impenetrable” (1999, p. 57).
utilidad, la necesidad como la sobreviviencia de
los involucrados. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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una especie de “republicanismo dictatorial” el y Cuervo: Bogotá.
del conocido “Quinquenio Reyes”, que por lo
Cobo, J. G. (1975). Revista Mito. Instituto Colombiano
demás, luego de dos atentados en 1906, cie- de Cultura: Bogotá.
rra el “Congreso” y planeó ampliar su periodo
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Opinión Jurídica, Vol. 10, N° 20, pp. 175-192 - ISSN 1692-2530 • Julio-Diciembre de 2011 / 216 p. Medellín, Colombia 191
R afael Rubiano Muñoz

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