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Dedicamos una gran parte de nuestro tiempo a la parte profesional y, evidentemente, la

forma en que nos relacionamos en este entorno nos influye. Aunque el eje central de una
persona suele girar en torno a familia, amigos y conocidos, no hay que olvidar la importancia
del trabajo, ese lugar en el que pasamos alrededor de 10 horas diarias, ya que forma parte
de la cadena de bienestar personal.

Las empresas preocupadas por la salud de sus empleados están trabajando en la


elaboración de programas de bienestar laboral con la pretensión de mejorar la calidad de
vida de los trabajadores, fomentar un buen clima de trabajo y mejorar las relaciones
interpersonales. Estos programas incluyen una serie de medidas de actuación centradas en
las condiciones laborales que debe disponer cada empleado. Por ejemplo, actividades de
ocio, flexibilidad horaria, conciliación laboral, incentivos, atención y cuidado al trabajador.
Sin embargo, el diseño de estos programas debe ser bilateral para tener la seguridad de que
estos sean efectivos. La colaboración de los trabajadores y el seguimiento del plan por parte
del personal de recursos humanos deben ser de obligado cumplimiento, como debería serlo
la instauración de esta estrategia en la planificación general de la compañía.

Investigaciones recientes determinan que el bienestar laboral está ligado al aumento de la


productividad y actúa como factor de protección ante problemas como el estrés y la
ansiedad laboral. En este contexto el papel que juega el directivo en la salud de los
empleados es fundamental.

“los buenos líderes tienen la capacidad de influir de manera positiva en la sostenibilidad de


la buena salud de sus empleados, a través de prácticas saludables y de la calidad en su papel
de directivos”. Existen tres características básicas que el líder debe tener en cuenta para
impulsar ese bienestar en los empleados:

1. Comprender la situación de sus compañeros.


2. Establecer contacto para mejorar la comunicación.
3. Presentarse como un modelo a seguir, siendo justo y cumpliendo promesas.

Hasta hoy, para el jefe los empleados no eran más que meros peones que simplemente
debían cumplir con sus responsabilidades fueren cuales fueren las circunstancias. El
beneficio económico era lo que realmente importaba y siempre podría encontrar personas
dispuestas a ganarse la vida de cualquier modo con tal de llegar a fin de mes. Sin embargo,
con el paso del tiempo el factor humano ha pasado a formar parte de este engranaje,
incluso más importante si cabe ya que de buen funcionamiento depende el éxito de la
organización. Con lo cual, al empresario no le queda más remedio que aceptarlo e invertir
en ello, pese a que le suponga pequeñas pérdidas a corto plazo.

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