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DE CAMINO A LA METAFÍSICA:
ANAXIMANDRO
«La causa por la que el filósofo se asemeja al poeta es que los dos tie
nen que habérselas con lo maravilloso», dice Tomás de Aquino . El filósofo, 1
en sus primeros pasos, camina de la mano del poeta, y aprende de su mirada
contemplativa. Anaximandro, en continuidad con el mito, recoge la
pregunta de Hesíodo por el origen de todo, y con su nueva y original
respuesta, se pone en camino hacia la metafísica. El poeta, maravillado ante
la rica y variada diversidad de lo real, se pregunta: ¿De dónde y cómo na
cieron todas las cosas?, ¿qué fue lo primero que tuvo origen? Se abre así
paso en su mente la ineludible cuestión de lo uno y lo múltiple. Y a la
pregunta por el Principio, por lo Primero que tuvo origen como Origen de
todo, responde:
«En primer lugar tuvo origen Caos (ê toi men prôtista Chaos genet’). Después Gea
la del amplio pecho, sede siempre segura de todos los Inmortales que habitan la ne
vada cumbre del Olimpo (...). Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses in
mortales (...)»2.
La reducción del universo a cielo y tierra es el primer paso en el cami
no de la abstracción en dirección a la simplicidad de los orígenes. En el pen
samiento mítico griego, el cielo y la tierra juntos vienen representados, a ve
ces, como una cavidad. Pues bien, Hesíodo parece arrancar de la imagen de
cavidad, pero suprime mentalmente cielo y tierra, y le queda el espacio, el
resquicio, entre el cielo y la tierra: Caos (del griego chaos, que significa
hendidura, abismo, hondonada, y que derivaría de chaô, que significa abrir
desmesuradamente la boca, bostezar), una de las pocas realidades gramati
calmente neutras en su Teogonía, y que es, en tanto que Primero, la pura in
1
In I Metaph., lect. 3, n. 55.
2
HESÍODO, Teogonía, 116120.
2
determinación. Pues bien, lo Infinito de Anaximandro (to apeiron), que no
sólo es gramaticalmente neutro, sino que además es un concepto negativo,
vendrá a realizar la intención más propia del pensamiento de Hesíodo . Pero 3
Anaximandro descubre la total inconsistencia de la respuesta de Hesíodo.
La afirmación de tres Primeros igualmente originarios pero originados es
insostenible, y sólo lo Infinito se presenta como la mejor respuesta a la pre
gunta: ¿de dónde nace todo?
«Anaxímenes de Mileto, hijo de Eurístrato, compañero de Anaximandro, dice, co
mo éste, que la naturaleza substante es una e infinita, mas no indefinida, como él,
sino definida, y la llama aire»4.
Único. Infinito. Indefinido. Frente a respuestas como Tierra (o Agua,
en el caso de Tales), lo Primero es indefinido (aoriston) en la línea formal:
no es un qué. Y, ¿por qué? Aristóteles presenta un posible razonamiento:
«Hay algunos que suponen lo infinito en el primer sentido [cuerpo infinito
uno y simple como algo que existe aparte de los elementos y del cual éstos
se han generado], que no es para ellos ni aire ni agua, y hacen esto a fin de
que los otros elementos no puedan ser destruidos por un elemento que sea
infinito. Porque estos elementos tienen contrariedades entre sí (por ejemplo,
el aire es frío, el agua húmeda, el fuego caliente), y si uno de ellos fuera
infinito los otros habrían sido ya destruidos; afirman entonces que hay algo
distinto de lo cual éstos provienen» . 5
En tanto que Indefinido, Anaximandro está entendiendo ese «cuerpo»
originario como incorpóreo («aparte de los elementos»), trascendiendo así
lo físico, e iniciando el camino para pensar lo metafísico y divino . La reso 6
lución en las formas elementales es insuficiente, en tanto que múltiples y en
conflicto. El Origen de donde proviene todo es único (mian) —contra Hesí
odo—, pues lo múltiple es principiado. Y no puede ser ni Tierra, ni Agua, ni
3
Cf. GIGON, O., Los orígenes de la filosofía griega. De Hesíodo a Parménides, Gredos, Madrid
1994, pp. 6667.
4
SIMPLICIO, Fis. 24, 26 (=DK 13, A5).
5
ARISTÓTELES, Fis. III, 5, 204b 2429.
6
Un rasgo característico del ambiente intelectual en que vive Anaximandro es la ausencia de nocio
nes o de distinciones explícitas. Por eso, a la hora de interpretar a Anaximandro, uno ha de concluir
que su apeiron no es meramente material, sino que puede tener propiedades tanto de la materia
como del espíritu; que, aun siendo un cuerpo, puede ser concebido como causa motriz, como
poseedor de un movimiento eterno de tipo orgánico, como viviente y consciente. Pero uno debe
recordar también que es un cuerpo, que es material (Cf. SWEENEY, L., Infinity in the Presocratics.
A Bibliographical and Philosophical Study, Nijhoff, The Hague 1972, p. 56).
3
Esta idea de Infinito como Todo, como Plenitud conocida negativa
mente, viene confirmada por Aristóteles, si bien todo el esfuerzo de Aristó
teles consistirá en ir contra la identificación de Infinito como Todo: «“To
do” (to holon) es aquello fuera de lo cual no hay nada (...). Es por su seme
janza con el Todo por lo que ellos otorgan esa dignidad al infinito, a saber,
la de abarcar todas las cosas y contener todo en sí mismo» . En otro frag 8
mento importante, Aristóteles nos dice que lo Infinito, siendo principio de
todo lo demás, «todo lo abarca y todo lo gobierna, como afirman cuantos no
establecen fuera de lo infinito otras causas (...)» . Como principio, el Todo
9
Nada hay fuera del Todo. Y, al mismo tiempo, como Nada físico, el
Todo está separado de todo. Queda así esbozada, de una vez por todas, la
cuestión clave que atravesará toda la metafísica: la relación entre el Uno y
los múltiples, entre el Ser y los seres. Nada es aparte del Ser. Pero hay seres
(y no sólo Ser). Y el Ser está separado de los seres. Anaximandro es además
7
«Enorme abismo: no se alcanzaría su fondo ni en todo un año completo, si antes fuera posible
franquear sus puertas» (Teogonía, 740).
8
ARISTÓTELES, Fis. III, 6, 207a 1112; 1820.
9
ARISTÓTELES, Fis. III, 4, 203b 1213 (=DK 12, A15).
10
Cf. SOLMSEN, F., «Anaximander’s Infinite: traces and influences», Archiv für Geschichte der
Philosophie, 44 (1962), pp. 111112.
4
un claro ejemplo de la fecundidad del pensamiento racional en contacto con
el mito. Lejos de ser un obstáculo para el pensamiento filosófico, el mito
supone un gran impulso, al plantear los interrogantes últimos que
constituyen la vida misma de la filosofía.