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Veamos ahora con detalle cuáles son las 10 Palabras (Mandamientos) que el
Señor le dio a los israelitas, como parte del Pacto entre Dios y Su Pueblo:
La gente tiende a usar el nombre de Dios para sus juramentos, con el fin de que la
gente les crea. Pero esto no es correcto ni necesario, como explica Santiago:
(Santiago 5:12) Mas por sobre todas las cosas, mis hermanos; no juréis, ni por el
cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y
vuestro no, sea no; para que no caigáis en condenación.
VI. No asesinar
(Éxodo 20:13) No matarás.
Así como Dios demanda fidelidad hacia Él, también espera que las personas sean
fieles hacia su cónyuge.
VIII. No robar
(Éxodo 20:15) No hurtarás.
Este principio no sólo aplica a dar un falso testimonio en un juicio, sino también a
“mentir”, lo cual provoca que el oyente tenga una idea falsa de lo que se ha dicho.
La palabra “falso” en hebreo es: “Shequer”, que también se puede traducir como:
mentira o engaño.
X. No desear lo ajeno
(Éxodo 20:17) No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la esposa de tu
prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu
prójimo.
(I Timoteo 6:9-10) Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo,
y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en perdición y
muerte. Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males; el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y se traspasaron con muchos dolores.
Por primera vez en la historia, Dios habló directamente con todo un pueblo.
(Deut. 5:4-5) Cara a cara habló el Eterno con vosotros en el monte de en medio
del fuego. Yo estaba entonces entre el Eterno y vosotros, para declararos la
palabra del Eterno; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al
monte.
La presencia de Dios se sintió tan fuerte en el Monte Sinaí, que los israelitas
tuvieron miedo. Por eso le pidieron lo siguiente a Moisés:
(Éxodo 20:19) Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos;
pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.
Moisés les dijo que no temieran, y les aclaró que no iban a morir (mientras
respetaran el límite establecido por Dios). Esa experiencia temible no era para que
murieran sino para que concieran la grandeza de Dios y le temieran.
(Éxodo 20:20) Y respondió Moisés al pueblo: No temáis; porque para probaros ha
venido Dios, y para que su temor esté ante vosotros a fin de que no pequeis.
El temor de Dios (no miedo sino temor reverente) despierta la conciencia de las
consecuencias de las acciones, y lo lleva a uno a la obediencia.
(Deu. 10:12-13) Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que
temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas
a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los
mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que
tengas prosperidad?
SE ALEJARON
Mientras que Moisés subió al monte para oír el resto de la Ley, la Biblia dice que
los israelitas se alejaron.
(Éxodo 20:21) Y el pueblo se mantuvo a lo lejos; y Moisés penetró en las densas
tinieblas en donde estaba Dios.
La frase “No hagáis Conmigo”, se puede traducir literalmente: “No hagan de Mí”.
Algunos comentaristas lo interpretan como la advertencia para que no hagan una
falsa imagen de Dios. Ese tipo de idolatría es más sutil, ya que pretende adorar a
Dios, pero en realidad es una imagen falsa de Él. (Nota: Profundizaremos más en
este tema cuando estudiemos el Pecado del Becerro de Oro, en el cap. 32).
Como vimos en el capítulo anterior (Exo. 20), Dios comenzó a darles las leyes a
en ese encuentro en el Monte Sinaí. Los 10 Mandamientos (o 10 Palabras) que el
pueblo oyó en persona conforman la introducción de toda la Ley. Pero los
israelitas tuvieron miedo de oír la voz de Dios, así que pidieron que Moisés fuera
el intermediario entre Dios y el pueblo.
(Deu. 5:27) Acércate tú, y oye todas las cosas que Jehová nuestro Dios diga; y tú
nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te diga, y nosotros lo oiremos y lo
haremos.
Esto fue lo que el Señor respondió a Moisés ante la petición del pueblo:
(Deu. 5:29-33) ¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y
guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos
les fuese bien para siempre! Ve y diles: Volveos a vuestras tiendas. Y tú quédate
aquí conmigo, y te diré todos los mandamientos y estatutos y decretos que les
enseñarás, a fin de que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy por
posesión. Mirad, pues, que hagáis como el Eterno vuestro Dios os ha mandado;
no os apartéis a diestra ni a siniestra. Andad en todo el camino que el Eterno
vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días
en la tierra que habéis de poseer.
Mientras que el pueblo se quedó en el campamento, Moisés subió al Monte Sinaí
para seguir escuchando la Ley de Dios…
LEYES EN EXODO
En el libro de Éxodo, Moisés hizo un resumen del resto de las leyes que Dios le
dio en el Monte Sinaí (posterior a los 10 Mandamientos). Sin embargo, la ley
completa la transcribió en el libro de Deuteronomio.
PRIMERA INSTRUCCIÓN
Mientras que el pueblo se quedó en el campamento, Moisés subió al Monte Sinaí
para recibir el resto de la instrucción de Dios.
(Éxodo 20:21) Y el pueblo se mantuvo a lo lejos; y Moisés penetró en las densas
tinieblas en donde estaba Dios.
El primer mensaje Moisés recibió parecía ser una repetición del segundo
mandamiento (en contra de la idolatría).
(Éxodo 20:22-23) Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros
habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. No hagáis conmigo
dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.
Más que una repetición del segundo mandamiento, ésta es más bien una
advertencia a los israelitas para darles la oportunidad para que no cayeran en el
pecado del Becerro de Oro (esto lo estudiaremos en el cap. 32).
La frase “No hagáis Conmigo”, se puede traducir literalmente: “No hagan de Mí”.
Algunos comentaristas lo interpretan como la advertencia para que no hagan una
falsa imagen de Dios. Ese tipo de idolatría es más sutil, ya que pretende adorar a
Dios, pero en realidad es una imagen falsa de Él.
Altar es una piedra o lugar elevado donde se ofrecen sacrificios a una deidad.
Desde el principio, con Abel y Caín, el sacrificio en un altar fue la manera en que
el hombre a buscado acercarse a Dios. A estos hermanos, Dios les enseñó que
para el sacrificio era necesario derramamiento de sangre. Progresivamente, la
Biblia va revelando lo que representan los sacrificios, hasta llegar a la revelación
del sacrificio de Jesús en la Cruz (Heb. 9:11-14). Para propósito de este estudio,
no nos adelantaremos a la revelación completa, sino sólo veremos lo que Dios
instruye en la revelación del Monte Sinaí.
En esa ocasión, Dios instruyó a Moisés sobre cómo debía ser el altar para los
sacrificios:
(Éxodo 20:25-26) Y si me haces un altar de piedras, no las labres de cantería;
porque si alzas tu herramienta sobre él, lo profanarás. Y no subirás por gradas a
mi altar, para que tu desnudez no sea descubierta sobre él.
Las piedras del altar no debían ser labradas, sino lo más natural posible. El altar
no debe ser una “obra de arte” humana sino un lugar donde el énfasis está en
Dios, no en el hombre. Por otro lado, los oferentes deben cuidarse de ser
recatados (contrario a los altares paganos donde se realizaban actos impuros).
En el próximo capítulo seguiremos leyendo sobre las leyes que Dios entregó a su
pueblo en el Monte Sinaí…
La nación de Israel nació de una forma muy distinta a las demás. Por lo general,
las naciones se forman alrededor de un grupo de personas que comparten un
lugar en común; los vecinos se asocian por intereses en común, cooperan entre sí
y establecen un orden de beneficio mutuo, con leyes y gobierno en común. A
diferencia de la norma, Israel nació como una nación antes de tener tierra. Lo que
los identificó como nación fue su relación con Dios. El Señor escogió a Israel para
ser su pueblo especial, y los israelitas aceptaron a Jehová como su Dios. En el
desierto, el pueblo de Israel recibió sus leyes de convivencia, aún antes de contar
con el territorio donde ponerlas en práctica.
SERVIDUMBRE Y ESCLAVITUD
Las primeras leyes sociales que se mencionan en Éxodo tienen que ver con la
esclavitud. En nuestros días, tal vez nos parezca extraño hablar de ese tema, pero
ése era precisamente el tema con que estaban más familiarizados los israelitas,
acabando de ser librados de la esclavitud en Egipto. Dios les enseñará ahora
cómo se trata justamente a un siervo o esclavo.
Pero antes de entrar a examinar las leyes sobre esclavos, primero debemos
entender cómo funcionaba esto en esa época. En tiempos bíblicos, las naciones
hacían guerra con sus vecinos, no sólo para conquistar territorio, sino para obtener
esclavos y mano de obra barata—como parte del botín.
(2 Pedro 2:19) …Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo
venció.
Cuando una persona cae en tal crisis económica que no puede salir adelante por
si solo, entonces se veía en la necesidad de “venderse” como esclavo para cubrir
sus deudas o necesidades. En muchas ocasiones, ofrecían el trabajo de sus hijos,
en tanto podían recuperar el dinero suficiente para redimirlos.
ESCLAVITUD HOY
En la actualidad, la esclavitud no es una práctica generalmente aceptada; sin
embargo, todavía existen algunas formas de esclavitud:
c. Esclavitud al pecado (Pro. 5:22). Aunque nos creamos ser “libres”, la realidad
es que todos nacemos como esclavos del pecado.
(Juan 8:34) Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que
hace pecado, esclavo es del pecado.
Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su
pecado.
Felizmente hay una salida para “la esclavitud al pecado”, y Pablo lo explica:
(Rom. 6:16-18) ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para
obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para
muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque
erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de
doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser
siervos de la justicia.
Los israelitas entendieron bien este proceso, ya que habiendo sido esclavos de
Egipto, luego fueron liberados y enseñados a obedecer la justicia de Dios. De la
misma manera, nosotros nacimos esclavos al pecado, pero la sangre del Cordero
de Dios nos libró de esa esclavitud, y ahora debemos aprender a ser siervos de
justicia.
LEYES EN EXODO
Teniendo ahora una idea básica de cómo operaba la esclavitud en los tiempos
bíblicos (y actuales), regresemos ahora a Éxodo para entender las normas que
Dios estableció sobre los siervos y los esclavos en Israel:
Un esclavo podía servir a su amo por seis años. Al séptimo año, el esclavo debía
ser puesto en libertad. Esto le daba una nueva oportunidad en la vida.
c. Permanencia voluntaria
La Biblia también contempla que, llegando el final de su tiempo de servicio, el
siervo no desee ser puesto en libertad. En ese caso, la Biblia presenta la solución:
(Éxodo 21:5-6) Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos,
no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a
la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para
siempre.
d. Mujeres esclavas
Las mujeres se encuentran en una posición más vulnerable en la esclavitud, ya
que los amos solían abusar de ellas sexualmente. Para evitar esto, la Ley de Dios
determinaba que una mujer tomada por esclava debía darsele el lugar de esposa,
con todos sus derechos; si el amo no quería, entonces podría ser liberada.
(Éxodo 21:7-11) Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá ella como
suelen salir los siervos. Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por
esposa, se le permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño
cuando la desechare. Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella
según la costumbre de las hijas. Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su
alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal. Y si ninguna de estas tres cosas
hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero.
a. Daño de muerte
Sólo en caso de que la muerte haya sido accidental, la ley a una provisión para
que el homicida pueda refugiarse. Los detalles de esto se encuentran en
Deuteronomio:
(Deu. 19:4-6) Y este es el caso del homicida que huirá allí, y vivirá: aquel que
hiriere a su prójimo sin intención y sin haber tenido enemistad con él
anteriormente; como el que fuere con su prójimo al monte a cortar leña, y al dar su
mano el golpe con el hacha para cortar algún leño, saltare el hierro del cabo, y
diere contra su prójimo y éste muriere; aquél huirá a una de estas ciudades, y
vivirá; no sea que el vengador de la sangre, enfurecido, persiga al homicida, y le
alcance por ser largo el camino, y le hiera de muerte, no debiendo ser condenado
a muerte por cuanto no tenía enemistad con su prójimo anteriormente.
La justicia de Dios contempla tanto el lado de la víctima como el de la persona que
causó el accidente. Ambos son considerados. [Nota: para más información sobre
esta ley y sus consecuencias, les invitó a leer el estudio del capitulo 19 de
Deuteronomio: Devarim 19. Ciudad de Refugio. Otra ref.: Números 35:9-29.]
El verbo que se traduce como “hiere”, en hebreo es: Naká, que también se puede
traducir como: golpear, atacar, y aún matar.
c. Secuestro
Dios también asigna la pena de muerte a los secuestradores y a los traficantes de
personas.
(Éxodo 21:16) Asimismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere
hallada en sus manos, morirá.
En el caso de los esclavos, el amo no tiene que darle compensación (pero si será
castigado si éste muere).
(Éxodo 21:20-21) Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere
bajo su mano, será castigado; mas si sobreviviere por un día o dos, no será
castigado, porque es de su propiedad.
OTROS DAÑOS
Dios también hace responsable a las personas por accidentes relacionados con
los animales de su propiedad. La pena se maneja de forma distinta:
(Éxodo 21:28) Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello
muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del
buey será absuelto.
Si se descubre que el dueño sabía que el animal era peligroso, pero no hizo nada
para evitar la tragedia, entonces la pena será más severa:
(Éxodo 21:29) Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño
se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el
buey será apedreado, y también morirá su dueño.
Por principio, Dios nos enseña que cada uno somos responsables por nuestros
actos y por nuestra propiedad, y parte de ello es prevenir y pagar por los daños
causados.
En el capítulo 22, Moisés sigue enseñando sobre las leyes básicas de convivencia
social, tal como Dios lo instruyó en el Monte Sinaí. Parte importante de ello es el
respeto a la propiedad.
Las leyes sobre robo comienzan mencionando el robo de ganado, dado que esta
era la principal propiedad que tenían los israelitas saliendo de Egipto. El castigo
dependerá del estado en que el dueño recupere su pertenencia:
Se pagaba más por el buey dado que éste producía más utilidad que la oveja.
c. Por principio, el ladrón debe restituir por lo robado. Si no podía pagar, entonces
tendría que servir como esclavo hasta pagar el monto de lo que debía por el robo.
(Éxodo 22:3b) …El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será
vendido por su hurto.
Por lo general, los ladrones roban en casas durante la noche, cuando todos
duermen, y éstos llegaban armados (Mat. 24:43; 1 Tes. 5:2).
POR DAÑOS
La Ley de Dios sigue enseñando sobre el respeto a la propiedad privada, al igual
que la responsabilidad que se asume si se incurre en daños.
(Éxodo 22:5-6) Si alguno hiciere pastar en campo o viña, y metiere su bestia en
campo de otro, de lo mejor de su campo y de lo mejor de su viña pagará. Cuando
se prendiere fuego, y al quemar espinos quemare mieses amontonadas o en pie, o
campo, el que encendió el fuego pagará lo quemado.
En el trabajo, uno debe tener cuidado de lo que hace para no dañar la propiedad
de otros. Y si se incurre en daños, debe pagar para restituir.
AL CUIDADO DE LO AJENO
La Biblia también contempla el caso en que alguien deje a otro al cuidado de sus
pertenencias. Si éstas se pierden, ¿quién es responable?
a. Si fuera robado…
(Éxodo 22:7-8) Cuando alguno diere a su prójimo plata o alhajas a guardar, y fuere
hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladrón fuere hallado, pagará el doble. Si
el ladrón no fuere hallado, entonces el dueño de la casa será presentado a los
jueces, para que se vea si ha metido su mano en los bienes de su prójimo.
Esto también aplica al caso en que un animal fue arrebatado por una fiera (Exo.
22:13).