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“Yo sé…y sin embargo”: fetichismo legal

Esta primera reseña parte de la idea de compartir la lectura que una amiga querida
colombiana1 me acercó sobre un libro titulado “El derecho como conjuro: fetichismo
legal, violencia y movimientos sociales2” escrito por Julieta Lemaitre Ripoll, asimismo
colombiana. La idea es presentar de manera general las ideas centrales de Lemaitre,
para a posteriori, quizás en un futuro post, realizar mi crítica personal sobre el libro. No
obstante dicho posteriori, invito no sólo a su lectura de mucho placer y fetiche, sino
asimismo a que se vuelquen sus opiniones sobre esta propuesta teórica.

La autora presenta un interrogante ecléctico ¿Cómo los movimientos sociales en


Colombia recurren al derecho frente a un Estado extremo de violencia? Para dar
respuesta a este interrogante realiza una historización de diversos movimientos sociales,
desde sus surgimientos hasta el uso que los mismos hacen del derecho como
instrumento de reclamos vulnerados. En efecto, analiza el movimiento estudiantil 1986,
el movimiento feminista y LGTB hasta los reclamos indígenas de ese país.

¿Qué es lo que caracteriza dichos reclamos de justicia tan diversos? Primero, la


transversalidad de la violencia histórica y estructural que han vivido y viven los
movimientos sociales que son analizados. Desde la opresión y vulneración de derechos
hasta la violencia física y psíquica que se ve manifestada en la pobreza estructural, en la
desaparición y finalmente en la muerte de miles de personas, como es el caso de la
matanza de indígenas en Rubiera.
Segundo, la activación de canales jurídicos a partir de los años 90, gracias a la
incorporación de los derechos sociales y humanos a través de la Reforma de la
Constitución y el propio activismo de la Corte Suprema de Justicia de Colombia, ligada
al reconocimiento de derechos de los oprimidos.

¿Cuál es la contradicción que se plantea la autora en su análisis? A pesar del


reconocimiento formal de derechos, de sentencias favorables pronunciadas por los Altos
Tribunales de Justicia, la violencia estructural sigue, se reproduce y persiste en toda su
dimensión. De allí que las sentencias de reconocimiento de derechos, no siempre
conducen al cambio material de la realidad, de la vida cotidiana de opresión y
vulneración, sin embargo, el discurso jurídico crea y ampara derechos que han sido
ultrajados a lo largo de la historia.

¿Cuál es la postura epistemológica en la que se posiciona la autora? Su respuesta hace


eco en los efectos simbólicos del derecho, claramente ligado a la teoría de Bourdieu y la
línea de trabajo que sigue García Villegas, Uprimy y Rodriguez Garavito, entre otros. El
derecho es un instrumento simbólico por excelencia y en el acto de “nombrar” crea
nuevas realidades, nuevas identidades y nuevos sujetos de derechos: “el indígena” “el
homosexual”.

Nuevamente volvemos a la pregunta inicial que se realiza la autora ¿Por qué se


recurre al derecho frente a tanta violencia? Su respuesta se basa en el denominado
“fetichismo legal”, el “se…sin embargo”. El reconocimiento jurídico, bien conocido por

1
Gracias Sandra.
2
Julieta Lemaitre Ripoll (2009). El derecho como conjuro: fetichismo legal, violencia social y
movimientos sociales. Ed: Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes.
los reclamantes, no va a cambiar sus vidas materiales, pero si crear una realidad
simbólica: “el ser parte de”, “el ser reconocido como ostentador de un derecho”, “el
placer de ser nombrado”, “el placer de convertir lo invisibilizado en visibilizado”, “el
placer de haber vencido”. En ello consiste el fetichismo legal, en un deseo irreal, en
buscar a través del derecho el reconocimiento de su sufrimiento.

A lo largo de mi lectura, me sentí apasionada con la propuesta, pero en cierta medida


constreñida: ¿No está haciendo la autora un fetiche de su propia propuesta?, ¿De su
propio deseo y placer en el activismo jurídico que la llevan a no dar cuenta acabada de
las percepciones de los afectados por la violencia estructural?. Creo que la presunción
de la cual parte la autora, que los movimientos sociales pueden apreciar a la ley como
placer la lleva a un equívoco. Desde mi humilde opinión, los mismos pueden apreciar
al ordenamiento jurídico, como violencia más que esperanza, como institucionalización
más que liberación, como dominación e imposición más que emancipación.

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