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pascual
JUEVES SANTO
1
Señor, ayúdame a convertirme a ti... Yo solo no puedo...
Tanto lo he intentado y siempre vuelvo a quedarme encerrado
en mí...
Señor, ayúdame a convertirme a ti... Sal a mi encuentro,
alienta mi esfuerzo, acoge mis pasos vacilantes...
Señor, ayúdame a empezar cada día, sin desanimarme por
la debilidad de ayer... Hoy es un día nuevo, sin estrenar..., y
quiero convertirme a ti...
Señor, ayúdame a convertirme a ti... Que sienta en mi corazón
tu Espíritu, como una luz que ilumina mi camino hacia ti... y que
me impulsa con el calor de su amor... Señor, conviérteme tú a
ti...
Después del intento de cada día, sé tú mi hogar donde me
encuentre contigo al atardecer del día...
Señor, conviérteme a ti... Sé tú mi descanso..., mi
sueño...,mi amanecer de cada día... Señor, conviérteme a ti...
Señor, conviérteme a ti...
CLAVES LITURGICAS
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● En orden de importancia, esta celebración es la de
menor relieve en la Semana Santa, aunque sea una de la
mayor asistencia de fieles.
● Debe procurarse que la celebración de hoy no aparezca
como la “Eucaristía” por antonomasia (aunque esto es lo que
sucede en muchas comunidades); la de hoy es un anticipo de
la Eucaristía Solemne que es la de Pascua (Vigilia Pascual).
● No hay elementos extraordinarios hoy, salvo:
a) El traslado de la Eucaristía al Monumento, al final de
la celebración para tener un rato de oración,
contemplación y acompañamiento por todo lo que le
sucedió a Jesús dicha noche;
b) El lavatorio de los pies; donde se realice, debe
hacerse recordando a la Comunidad que San Juan no
narra la institución de la Eucaristía, sino el lavatorio de
los pies, o sea, su equivalente que es el servicio a los
hermanos
PRESENTACION: Hacia la Pascua 2019
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Y la Eucaristía de la Vigilia, todavía no suficientemente
apreciada, valorada y celebrada, acumula todo el sentido de la
Pascua. Desde el Jesús Resucitado es como podemos y
debemos contemplar el misterio del Cená-culo y el de la Cruz.
La Vigilia Pascual recapitula y sintetiza todo el misterio de
Cristo. Por eso la Iglesia primitiva concentraba en esta
celebración todo el misterio pascual del Señor. Hoy, el Triduo
Pascual, sin perder la unidad del misterio, desglosa los tres
acontecimientos (Cristo Muerto, Cristo Sepultado, y Cristo
Resucitado) que dan sentido pleno a la memoria de los
sacramentos pascuales.
En todo caso hay que resaltar el papel central de la
Eucaristía en la noche de pascua. Ese es el momento en que la
comunidad realiza, a nivel de misterio, su «tránsito» pascual.
Es el paso de las tinieblas a la luz, de la noche al día, de la
tristeza del ayuno a la alegría de la fiesta. El Señor glorioso,
triunfador de la muerte, se ha hecho presente en medio de los
suyos. A través de la celebración la Comunidad experimenta,
junto con Cristo, su «paso de este mundo al Padre».
No es fácil determinar la fecha en que la Iglesia comenzó a
celebrar la pascua una vez al año. Tampoco es fácil señalar si
el inicio de la celebración anual de la pascua apareció a un
tiempo en todas las Iglesias. La opinión más generalizada hoy
día supone que la comunidad de Roma no celebró la fiesta
anual de la pascua hasta que la introdujo el papa Sotero hacia
el 165. Este paso se llevó a cabo por influjo de las Iglesias de
Oriente que, desde el 135, celebraban ya en domingo la fiesta
anual de la pascua. En todo caso, puede afirmarse con una
cierta seguridad que, en la segunda mitad del s. II, todas las
Iglesias celebraban anualmente la fiesta de pascua.
Respecto a la forma de la celebración, habría que decir
que se trata de una celebración nocturna que se inicia con la
caída del sol, entrada ya la noche, y termina al alba. En una
primera época, la noche de pascua estuvo fuertemente
marcada por un clima de ansiosa espera. La comunidad se
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reunía para esperar la vuelta del Señor resucitado. Durante
este tiempo de espera vigilante la comunidad escuchaba la
palabra de Dios a través de lecturas del AT y del NT, cantaba
salmos y oraba insistentemente al Señor ansiando vivamente
su venida. El encuentro con el Señor glorioso tendría lugar en
el momento de la eucaristía. En ese momento -al celebrar el
banquete eucarístico- se rompía el ayuno, mantenido
celosamente por la comunidad durante varios días antes de la
pascua. Entonces comenzaba la fiesta.
ROMPIENDO ESQUEMAS
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No era una cena cualquiera. Era la noche de la cena de la
Pascua, el momento de recordar ritualmente la noche de la
liberación. Y por eso, estaba todo estructurado. El día 10 del
mes de Nisán, cada familia -o con los vecinos, si la familia era
pequeña- debía procurarse un cordero o cabrito macho, sin
defecto, con cuya sangre marcar las jambas y el dintel de la
casa, tal y como hicieron los hijos de Israel en Egipto, asarlo al
fuego y comerlo a toda prisa, acompañado del pan ácimo de la
premura y las verduras amargas que iban a recordar el mal
trago pasado en el desierto camino de la tierra prometida. Una
cena en la que representar, comiendo de pie, preparados para
salir, con las ropas y las sandalias para el camino, aquella
última cena en Egipto huyendo de las tropas del Faraón,
Jesús lo sabía. La había celebrado otras treinta y tantas
veces. Pero aquella cena era especial; era la cena de
despedida de sus amigos. Y por eso, no escatimó en romper
moldes y dejar grabadas ciertas imágenes en el corazón de los
que le acompañaban. Muchos detalles nos informan de ello.
Por ejemplo, quiénes eran sus invitados. Normalmente
aquella debía haber sido una noche en familia, una noche en la
que reunirse con padres, hermanos, primos, parientes... para
comer con ellos el cordero de la Pascua, Jesús rompió
esquemas y se puso a cenar con sus amigos, con esas
personas que tantas cosas habían compartido los tres últimos
años junto a Él. Dicen que también allí en aquél cenáculo
estaban las mujeres: Jesús nunca las dejó al margen, siempre
tuvo palabras para ellas y un hueco para tratarlas como lo que
también son y otros les negaban: imagen de Dios con la misma
dignidad que cualquiera de sus hijos; a muchos eso también
les escandalizaba.
Quizás los más puritanos y estrictos cumplidores de la ley
se sintiesen irritados de ver la falta de respeto de Jesús y sus
amigos; cenaban postrados, de tal forma que el evangelio de
hoy nos indica que Jesús se levantó (incluso que incumplió la
norma de estar con 'la cintura ceñida', quitándose el manto y
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ciñéndose una toalla), o que el discípulo al que Jesús tanto
quería tuviese la cabeza recostada en su pecho antes de
preguntar al Maestro acerca de quién iba a ser el traidor.
Es posible que otros se molesten y llenen de "ira santa" al
ver que Jesús no respetó lo que la Agadá de Pesaj indica como
lo correcto en una noche así.
El caso es que Jesús sabía que debía romper moldes. Y
debía hacerlo, en primer lugar, para que aquella cena tuviese
toda la fuerza que merecía: era un auténtico sacramental
valioso no por el rito en sí, sino por ese valor de memorial y de
actualización que siempre debe tener cualquier rito -de lo
contrarío, caemos en el mero cumplimiento y en la superstición
incluso-. En adelante, cuando aquellos discípulos celebrasen la
cena de la liberación deberían evocar la nueva liberación, la
definitiva, la que iba a dejarles Él.
Y por eso interrumpió Jesús la cena para dejarles
impactados con la imagen del Maestro haciendo la labor del
esclavo: lavar los pies de los comensales. Uno a uno. Con
esmero. Sin dejarse a nadie. Al amado y al traidor. Al
impetuoso, al falto de fe, a los preocupados por querer ser más
que los otros, a los inteligentes y a los torpes. Sin distinción. "Y
si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies... haced
vosotros lo mismo".
Todo un signo para romper esquemas y poner en el centro
lo que es fundamental: nuestro Dios no quiere otro sacrificio,
otra ofrenda ni otro rito que el de amar. Con todas las
consecuencias. En un mundo y una sociedad tan preocupados
por cumplir preceptos, pero tan vacíos a veces de compromiso
por el otro, esa lección de amor que Jesús empezaba a dar en
ese momento y que culminaría horas más tarde daba nuevo
sentido a aquella cena, y hacía que, para siempre, recordarla
con el signo sensible del pan y el vino fuera calificado como el
"Sacramento del Amor".
ROMPAMOS ESQUEMAS
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Pues bien: un día como hoy quizás también nosotros
debamos buscar, sobre cualquier otra cosa, lo que da origen a
nuestros ritos y recuperar ese amor primero que está en su
origen. Nuestro Jueves Santo debe estar marcado por el amor;
no puede ser una mera representación casi teatral de un Jesús
que encarna el sacerdote y unos discípulos encarnados por
varones de la comunidad... ¡Qué poco le hubiese gustado a
Jesús quizás que nos quedemos sólo en ese gesto a veces
demasiado vacío de contenido! Él, que no estableció
diferencias entre varón y mujer, rico o pobre, enfermo o sano,
culto o Ignorante..., quizás gustaría más de ver una asamblea
unida por el amor y la unión de quienes se saben hijos de Dios
y con la misma dignidad. Mucho mejor, quizás, que seamos
capaces de lavarnos los pies unos a otros y estemos al servicio
de la mujer maltratada, el inmigrante sin papeles, el pesado al
que nadie aguanta, el anciano que vive solo, el alcohólico que
pide a la puerta de nuestra iglesia y al que nadie le da nada
porque nos estafa -ni siquiera soluciones a una vida sin salida-
o al que tenemos al lado y le negamos ese poco de atención
que a todos nos gusta que nos presten.
Hoy los cristianos comenzamos un triduo, una gran
celebración continua que dura tres días, y en la que decimos
que "morimos al hombre viejo y renacemos como hombres
nuevos". Y no sé yo muy bien si somos conscientes de todas
las "vejeces" que abandonar. Hoy, el Maestro y el Señor, nos
enseña a amar desde actitudes bien concretas: el servicio, que
consiste en ponerse a los pies del otro para hacer cosas
desagradables sin pedir paga ni recompensa (y eso debe
darnos que pensar en las veces en que nos negamos a que
nos pisoteen, o nos otorguen tareas desagradables, o no
tengan cuando menos palabras de agradecimiento y alabanza
a nuestra tarea); nos enseña a ser capaces de amar como Él
amó a todos: a Juan, a Pedro... y a Judas (y eso debe darnos
que pensar en las veces en que confundimos el auténtico
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'amor', que es buscar siempre lo mejor para el otro, con la
sensación de 'cariño' o los meros sentimientos... si lo
confundimos jamás seremos capaces de amar al enemigo, o al
que nos traiciona, nos niega o nunca encuentra tiempo para
nosotros). Hoy vemos a un Jesús que nos ama con todas las
consecuencias; que tiene tanto amor por nosotros que no se va
a echar atrás cuando le pidan explicaciones de por qué nos
defiende, que no se retractará cuando le amenacen con la
muerte, que nos defenderá delante de cualquiera (y eso nos da
que pensar sobre nuestra incapacidad para defender otros
Intereses que no sean los propios, sobre nuestras traiciones a
los demás...). Un Jesús que no 'ama' en abstracto, sino en
concreto, tan concreto como para enseñarnos el auténtico
sentido de la palabra 'amigos' (y quizás también sea bueno que
hoy pensemos sobre qué tipo de 'amigos' somos para los
demás...).
Hoy Jesús nos deja varios regalos para recordarle y revivir
la experiencia de aquella Cena. Pan, vino... insignificantes;
pero que para nosotros se convierten en sagrados, como lo es
para una novia el anillo que le regaló su novio cuando le pidió
la mano, que no sólo le hace recordar, sino también volver a
vivir aquella experiencia. Así de sagrado es para nosotros ese
pan tras el que vemos su Cuerpo que se entrega, ese vino tras
el que hay tanto amor como para derramar hasta la última gota
de su Sangre. Tan sagrado como hoy poder reencontrarle en la
figura de quienes hacen esto en su Memoria.
Demos gracias por tanto amor... pero no caigamos en la
tentación fácil de celebrar sólo un bonito rito; eso sería
traicionar a quien ha querido que detrás de todo gesto, por
encima de cualquier otra cosa, pongamos amor.
Jesús nos espera en la Eucaristía, en la Acción de Gracias a
nuestro Padre. ¡No faltes!
I. SER PERSONA
La realización del hombre o mujer como tales consiste en
llegar a ser persona, a ser plenamente consciente y libre ante si
mismo y ante la realidad. En llegar a tener la capacidad de
responder a las preguntas que conlleva la propia existencia o a
buscar la respuesta fuera de si y dentro de uno mismo sin caer
ni en los sociologismos ni psicologismos falsos.
Una dificultad que encontramos para ello, es la tendencia a
querer SER NIÑO: a recibir todo hecho, a sentirse feliz si se le
da lo que le gusta o infeliz si no se le da; a vivir irracionalmente,
movido por caprichos, estados de ánimo, situaciones que le
pueden. Los porqués de esta situación suelen ser: "porque
quiero", "porque me apetece", "porque me da la gana", "porque
me gusta".
Esto implica:
- Tomar la vida como un empeño, una conquista que nunca
se acaba.
- No parar. El que se para, deja de vivir, le hacen tomar
una vida que no es suya (alienación) = huir de la lucha por
temor y miedo. La vida no es algo que se me da, sino algo que
debo alcanzar día a día.
- Soy un ser que no está hecho, que tengo que construir.
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DESARROLLO DE LA REUNION
B) UN DIA DE EXCURSION
MUSICA: suave...
MONITOR 1:
Hoy, Jueves Santo, después de haber celebrado la CENA
DEL SEÑOR, nos reunimos, en esta noche, nuestra comunidad
de hermanos y amigos, en silencio..., en adoración...,
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queriendo velar... junto a El, que siempre está velando por
nosotros. Queremos acompañar al Señor, evocando la noche
negra y trágica del primer Jueves Santo, el único, el que marcó
para siempre esta noche tan gozosa del Jueves santo...
Gozosa, porque en esta noche vibramos con el llanto de
aquella noche triste de Jesús, pero que iluminó para siempre
nuestras noches trágicas...
Esta noche fue tremenda para Jesús. Soledad...,
abandono de todos..., incomprensión..., miedo..., angustia...
Fue la más oscura de las noches de los hombres, donde Jesús,
Dios hecho hombre, se quedó a merced de un destino
misterioso y desgarrador... silencio...
MÚSICA: suave...
MONITOR 2:
Esta noche fue también muy dolorosa para María, su
madre. Desgarradora... Ella estaba viviendo los últimos
hachazos de un destino fatal: La crucifixión de su hijo... ¿Qué
había hecho la virgen María para tener que sufrir tanto? ¿Su
corazón destrozado podrá aguantar hasta el final junto al dolor
de su hijo?
Esta noche fue tremenda para María... Le acaban de
arrebatar de sus brazos a Jesús..., y ahora, sola, con sus
amigos —sus hijos, como los llamaría Jesús después—, con
ellos se queda sola en su alma, y su corazón roto, pegado al de
su hijo... silencio...
MONITOR 3:
Esta noche santa (santa, porque estamos con el Señor...)
queremos pasarla con ella, como Juan..., María Magdalena...,
Santiago..., María la mujer de Cleofás..., Marta..., Lázaro...,
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quizá Nicodemo... ¿Quién más estaba... allí con ella...? ¿Te
acuerdas...? silencio...
MONITOR 2:
La tarde ha sido muy densa... Jesús acaba de celebrar la
Pascua con sus apóstoles y sus íntimos... Muy cerca de él, es
posible que estuviese su madre..., ¿por qué no iba a estar ella
en la última cena? Ha sido una celebración de la Pascua, que
sella para siempre la historia de una alianza eterna y definitiva
entre Dios y los hombres...
María ha vivido unas horas sagradas... Se condensaba en
Jesús, en este instante..., toda la historia de Dios con los
hombres...
Su emoción llegó al límite al ver a Jesús... partir su pan y
su vino con todos...
Tomad..., comedme..., dejad que sacie de vida vuestra
hambre..., sentidme dentro de vosotros... como una savia
nueva, divina...
Comed mi cuerpo y bebed mi sangre..., que será
entregada por vosotros día tras día... perpetuamente...
Todos estáis saciados del mismo pan... y bañados por la
misma sangre... Sois hermanos..., sois míos..., sois todos
uno..., como el Padre está en mí y yo en vosotros...
Sois uno, sois una pina..., una familia... con la misma
sangre y los mismos apellidos...
silencio...
MÚSICA: muy suave... muy serena... muy callada...
MONITOR 1:
Así iba María, acompañada de sus íntimos..., por las calles
oscuras y empedradas..., a casa de uno de ellos...
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Y seguía rumiando en su corazón... Tomad... y
comed...
Tomad... y bebed...
Y sentía que sus ojos se humedecían..., sintiendo a Jesús
latir dentro de sí..., como una pasión del corazón..., pero... rota
su alma porque se lo han llevado atado al palacio de Caifas,
como al más criminal de los malhechores.
María gustaba amargamente la presencia y, al mismo
tiempo, la ausencia fatídica de su entrañable Jesús...
silencio...
MÚSICA:
MONITOR 3:
Vamos a quedarnos en silencio... acompañando a María,
caminando a su lado..., sintiendo su pena..., su vivencia de
Jesús, sintiendo su corazón herido de muerte... de tanto sufrir...
En silencio... Sin decir nada... con nuestro corazón inundado de
una profunda piedad de hijos...
Que nos sienta a su lado..., compartiendo su espada de
dolor..., rumiando... con ella...
"Tomad... y comed..." Estad unidos... Sed uno todos
juntos... Formad una piña junto con ella...
Como una familia en la que acaban de condenar a un
hermano..., sentimos el desgarrón de su ausencia..., y el calor
de un inmenso dolor compartido... silencio...
MÚSICA: suave..., serena..., callada…
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Madre nuestra..., queremos estar esta noche contigo...,
queremos estar a tu lado..., queremos darnos cuenta de tu
dolor, del desgarrón que sientes porque temes que hagan lo
peor con Jesús...
Madre nuestra..., queremos que nos sientas cerca...,
queremos aliviar tu pena..., enjugar tus lágrimas...
Madre nuestra..., queremos pedirte perdón por lo que le
está ocurriendo a Jesús... Mucha culpa tengo yo...
Madre nuestra..., déjanos acompañarte estas horas a tu
lado...
Madre nuestra..., queremos estar a tu lado..., en silencio...,
compartiendo..., mirándote y sintiendo tu pena...
Madre nuestra..., queremos que nos sientas cerca..., de
los tuyos..., de tu familia..., de la misma comunidad de tu hijo...
Madre nuestra..., déjanos estar esta noche contigo...
acompañándote... y consolándote...
silencio
MONITOR 1:
Cuando llegamos a casa de Juan, nos sentamos todos
muy cerca..., junto a María..., como quienes sienten la
necesidad de vivir el mismo dolor compartido..., apoyados unos
en otros... Esta noche es única.
María está sin Jesús... No se le borra de su mente... Su
rostro, demacrado por tanto llanto contenido..., sus ojos ajados
por el agotamiento..., muestran una pena muy honda...
Por la mente de María empiezan a pasar recuerdos...,
multitud de recuerdos... Entre silencios... y frases cortas...,
entre susurros..., lágrimas..., y medias palabras..., fue
desgranan-do las pinceladas de su historia..., de la historia de
su casa..., de la historia de Jesús en su alma...
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Es la historia más viva y más auténtica de Jesús... Los
momentos cumbre y los ordinarios..., los días felices y los días
corrientes... y vulgares... Evocaba a José..., a Jesús..., a los
tres... ¡Si al menos estuviese ahora José...! —susurraba.
Nos quedamos en silencio..., escuchando..., sintiendo y
observando a la virgen María, madre nuestra..., apenada y
destrozada hasta lo más profundo de su ser...
silencio... cinco o diez minutos...
LECTURA DE LA PALABRA
MONITOR 2:
Aquí empezó todo... No sé cómo deciros... siguió María...,
entrecortada..., con medias palabras..., perdida su mirada...
Parecía un sueño aquel ángel..., su voz..., su presencia...
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No acababa de entender (nunca se acaban de entender
las cosas de Dios...).
Pero mi alma se inundaba de cielo..., de luz divina..., de
paz inmensa... Allí empezó todo... repetía...
Hágase lo que tú quieras... Tú eres mi Dios y mi Señor...
Tú eres mi todo... Sí... Dios mío... Lo que tú quieras y como tú
quieras... No puede ser de otra manera.. Quiero ser para ti toda
entera, como tú eres para mí...
Desde entonces todo siguió igual... pero mi vida empezó a
ser distinta... Me sentía vinculada a Dios desde mis entrañas...
como suya..., totalmente suya..., como poseída por él..., y él...,
sí, él... totalmente mío…, en mis entrañas...
Pronto empecé a sentir sus latidos dentro de mí... Pero
qué sufrimiento con José. El no sabía nada... Yo confiaba en el
Señor... Por fin... todo volvió a su sitio. El Señor le desveló el
misterio...
María se fue quedando en silencio poco a poco...
Sollozaba serenamente... y escondía su rostro entre sus
manos... silencio... unos minutos...
MONITOR: 3
Nos quedamos en silencio..., sintiendo el llanto de la
Virgen... y rumiando su confidencia.., la intimidad de su alma...
SILENCIO... cinco o diez minutos... MUSICA: suave...
LECTOR 1:
María..., ¡qué dicha estar y vivir tan cerca de Dios...!
María..., ¿cómo puede ser Dios todo en la vida...?
María..., ¿cómo viviste tan llena de Dios...?
María..., ¿cómo dijiste tan pronto un sí total al Señor...?
María..., te alabo... y te bendigo... ¡Bendita tú entre las
mujeres...!
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María..., ¿se puede ser esclavo del Señor...? ¿Cómo...?
María..., ¿cómo amabas tú a Dios...?, ¿cómo te sentías amada
por él...?
María..., gracias por tu Sí a Dios... gracias porque existes...
María..., gracias por tu confidencia... por compartir esta noche
de Jueves Santo tu recuerdo y tu intimidad... silencio... unos
minutos...
LECTURA DE LA PALABRA
silencio...
MUSICA: suave...
MONITOR 3:
30
Su rostro se humedece con las lágrimas..., brillan sus
ojos..., como quien está viendo a Dios... Su mirada se pierde
lentamente... y sus palabras enmudecen... Su silencio nos
contagia... de gratitud..., de amor..., de pena...
Está rota... Su hijo... ¡Qué noche más negra...! ¿Dónde
estará Jesús...? se preguntaba en su alma... ¿Qué estará
ocurriendo? ¿Qué estarán haciendo con él...? silencio...
MÚSICA: suave...
LECTURA DE LA PALABRA
MONITOR 3:
¡Y qué espada..., Dios mío...! Desde aquella tarde..., sí...
Sería la madre de Dios... Así acepté el misterio..., con un sí
total... rotundo... ¡Cuántas incomprensiones... y críticas...!
¡Qué espada..., Dios mío...! En Belén... En Nazaret...
Cuando huimos a Egipto, sufrimos mucho... sabiendo que
Herodes estaba asesinando niños para asegurarse así de que
mataba a Jesús... En Jerusalén le perdimos... ¡Qué angustia
buscándole entre la gente...!
¡Qué espada..., Dios mío...! Y bien sabes tú, mi Dios, que
no me quejo...! ¿Podré llevarla clavada hasta el final...?
Nos quedamos solos los dos... José murió... Lloramos
mucho... Lo echábamos de menos... José era nuestro apoyo,
nuestra seguridad... Era tan humilde..., tan callado..., tan
servicial... La muerte de José cambió mi corazón... Sólo tenía
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ya a Jesús...; con él mi alma se iluminaba..., mi corazón
gozaba... ¡Disfrutaba tanto estando con Jesús en casa...!
¡Era tan bueno...! ¡Tan cariñoso...! ¡Tan delicado
conmigo...! ¡Siempre pendiente de mí...! A María se le hace un
nudo en la garganta... ¡Es tan bueno...!
¿Por qué ahora le condenan...? ¡Qué espada..., Dios
mío...!
Poco tiempo pude disfrutar de él... Me dijo que tenía que
irse... ¿Dónde..., Dios mío...? Tenía que predicar..., hablar a la
gente.., curar a los enfermos..., vivir con los más pobres y
necesitados, hablarle de Dios a su pueblo... Fue siempre
haciendo el bien a todos... ¡es tan bueno...!
Tenía que darles una buena noticia: Que el Reino de Dios
está presente entre ellos... Que se conviertan a Dios... Que
abran sus corazones a su Reino... Silencio...
MONITOR 2:
Allí empezó de nuevo mi calvario..., mi cruz..., mi espada...,
cuando se fue de casa..., cuando me quedé sola... ¡Qué
espada..., Dios mío...!
No me acostumbraba a estar sin él... No sabía dónde
estaba... Algunas veces venía a casa a comer o dormir... pero
pocas... ¡Había cambiado tanto su vida...!
Vivía en el campo..., en la calle..., entre la gente... Había
noches que se las pasaba orando a su Padre Dios... Cuando
yo podía, acudía a donde estaba él..., lo escuchaba..., y
cuando despedía a la gente me quedaba con él... hablándole
de nuestras cosas... Esos ratos eran un oasis... en medio de mi
soledad... Silencio…
MUSICA: suave…
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MONITOR 3
Así, María nos va desgranando sus recuerdos... sus
vivencias profundas... de Jesús... Sus alegrías... y su dolor...
sus sueños íntimos y sus temores... sus sentimientos... y sus
ilusiones...
Poco a poco... todos nos hemos ido quedando en
silencio..., absortos..., embebidos en María..., escuchándola...,
acogiéndola..., sintiendo su cercanía..., vibrando con su dolor y
con su pena...
Sigamos escuchando María sus recuerdos de Jesús..., sus
confidencias..., su intimidad en nuestra alma...
Acompañemos a María, nuestra madre..., en esta hora...,
la más amarga de todas... Que en esta hora de la muerte de su
hijo... encuentre en nosotros el abrazo y el beso de su hijo...
Silencio...
ORACIÓN FINAL
Madre nuestra,
estamos junto a ti en esta noche de Jueves
Santo...
Madre nuestra,
enséñanos a amar...,
enséñanos a sufrir...,
enséñanos a compartir...
Madre nuestra,
estamos junto a ti,
y queremos que tú estés a nuestro lado...
Madre nuestra,
queremos acompañarte
en estos momentos de soledad y de martirio...
Madre nuestra,
queremos escuchar y rumiar en nuestro corazón
tu confidencia,
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tus sentimientos y tu vivencia de Jesús...
Madre nuestra,
tú estuviste siempre muy cerca de Jesús,
aunque en la sombra...;
enséñanos a estar siempre muy cerca de Jesús...
Madre nuestra,
tú viviste la pasión y la muerte de Jesús...,
compartiendo como nadie su dolor, su agonía, su
amor hasta el final...;
enséñanos a sentir vivamente la pasión de
Jesús... y a llevar en nosotros los sufrimientos del
Cristo doliente de hoy...
Madre nuestra,
enséñanos a amar...,
enséñanos a sufrir...,
enséñanos a compartir...
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