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Temo 11. Portada. L on
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CAPITULO PRIMERO.
BUENOS-AIRES: s.
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4 r UENos-AIREs: 181 4.
Ves. perjuicios de fiar la suerte de la república al capricho de
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CAPITULo II.
PER Ú: se
Formacion de partidas contra el ejército del Rei, entre las
que se distinguió el caudillo Arenales, que fue batido por
Udaeta, Blanco, i O'stria. Fbrmacion de otra columna
contra los caudillos Umaña, Padilla, Cárdenas i Zárate.
Indulto general. Creacion de nuevos cuerpos. Traslacion
del cuartel general á Jujuí. Parios golpes dados á las
guerrillas. Providencias contra las familias de los emi
grados al campo insurgente. Ventajas conseguidas por el
coronel Marquiegui. El general Pezuela altera el plan de
seguir su marcha ácia el Tucuman. Derrota del coman
dante Blanco. Apuros de las provincias del interior en
medio de las victorias del coronel americano don Sebastian
Benavente. Sublevacion del Cuzco. Espedicion de Pinelo i
Muñecas sobre Puno, de Mendoza i Bejar contra Hua
manga, i de Pumacagua sobre Arequipa. Crítica situa
cion del virei Abascal i del general Pezuela. Esfuerzo del
primero para enviar una pequeña columna al mando del
comandante Gonzalez sobre Huamanga. Entra el segundo
en negociaciones con el caudillo de Buenos-Aires; pero se
resuelve por último á correr todos los trances de la guerra.
Sublevacion del coronel Castro. Malogro de sus planes.
Acendrada fidelidad de los soldados cuzqueños. Formacion de
- varias columnas contra las infinitas partidas rebeldes. Ca
tástrofe de La Paz por Pinelo i Muñecas. Victoria del
general Ramirez en los altos de la misma ciudad. Otra
del comandante Gonzalez en Huamanga. Toma de Arequi
pa por Pumacagua i Angulo, i prision de Picoaga, Mos
PERú: 1814. l
32 PERU: 1814.
se estrellase contra los no interrumpidos é irresistibles esfuer.
zos de sus enemigos, si de algun modo no mejoraba su po
sicion. Estaba ya altamente comprometida la opinion de di
cho general, i aunque conocia la necesidad de sucumbir sino
recibia refuerzos, ó si á lo menos no regresaba triunfante la
division del general Ramirez, habia resuelto no transigir de
modo alguno con los enemigos, ni dejar las armas de la mano
en tanto que hubiera un soldado que quisiera seguirle á sa
crificarse ante las aras de la fidelidad i del honor.
Para adquirir alguna celebridad en el templo de la Fama
se necesita la prueba de estraordinarios servicios, de sereni
dad en el desprecio del peligro, de constancia en el sufri
miento, de brillantes recursos del ingenio para salir de lances
apurados, i de aventajados talentos para llevar á cabo árduas
empresas. Si se examina pues con escrupulosa imparcialidad los
infinitos contrastes con que tuvo que luchar el general Pezuela
en este año de 1814, aunque no se dió en él ninguna batalla
que mereciese aquella calificacion, i sí solo acciones parciales
que no bajaron de 15o, no fue menor su mérito de haberse
sabido sostener en medio de tantos elementos de discordia i
oposicion, á cuyo fuego devastador no parecia posible resistir
en el órden natural de los acontecimientos humanos. Fue
una especie de prodigio que sorprendió al gobierno de Lima,
de que este afortunado gefe no solo pudiese conservar sana
la nave del gobierno en medio de tan horrorosas borrascas,
sino que supiese sin ºmas recursos que su ingenio i decision
disipar todas las nubes que las promovian, hacer que se
serenase el horizonte de la opinioa, i adquirir nuevas fuer
zas i vigor para dar al año siguiente golpes decisivos que
fijasen la solidez del dominio del Rei en todas las provin
cias del alto i bajo Perú, s
53
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CAPITULo Iv.
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correspondiente. Aunque el furor de estos dos hermanos, especialmente,
el del segundo, en el momento de ver cobardemente asesinado á su padre,
llegó á tal grado que salió frenético por las calles con un fusil en la mano
dispuesto º emplear sus no bien desarrolladas fuerzas contra todo indivi
duo que llevase señales de pertenecer al sacrilego partido de la indepen
dencia, (cuyos atrevidos impulsos fueron contenidos por sus gefes), brilló
sin embargo del modo mas recomendable su generosidad nobleza, per
donando ak director descubierto.í al venal ejecutor de aquel bárbaro asesi
nato, que llegaron á ser aprehendidos, limitando su venganza á jurar no
deponer las armas en tanto que en el reino de Quito hmbiera bayonetas.
destinadas á sostencr los Rcales derechos, i á derramar la sangre de los
rebeldes. Cumplió su palabra este animoso oficiar que hubo sin embargo
de refugiarse á la península despues de las desguaciadas batallas de Rio
bamba, i Pichinoba i en que fueron vencidas las armas de Castilla,
qUrro: 1814. 59
hubo llevado al cuartel general desde Quito, salvándolas con
su celo i arrojo de una cuadrilla de facciosos, mandados por
los caudillosSoberon i Recalde que las estaban esperando para
apoderarse de ellas al paso por Ibarra i provincia de Tuquerres.
Ya los pastusos habian arrollado al enemigo cuando se
aproximaron las tropas de Aimerich á la ciudad: ya aque
llos esforzados guerreros se habian cubierto de gloria añadien
do esta nueva prueba de heroismo á las muchas que tenian
dadas desde el principio de aquella malhada volucion, la
memoria de cuyos ilustres hechos será trasmitida á la mas
remota posteridad por mas esfuerzos que haga el espíritu de
partido para oscurecerla. La ambicion de Nariño se estrelló
en los pechos de estos valientes: desalentado su ejército con
tan inesperada resistencia se entregóá una horrorosa disper
sion; se esforzaron los gefes en disipar su alarma i en volver
lo al combate, pero en yano. Desesperado aquel caudillo al ver
la mengua que iba á recaer sobre su opinion, determinó re
• hacer sus tropas á todo trance, imientras que se ocupaba en
este objeto con todo el ardor que es propio de un pundono
roso militar, dieron los pastusos otra carga impetuosa i deci
siva, en la que quedó envuelto el mismo Nariño, no permi
tiendo la desolacion i espanto que habia sido comunicada á
sus tropas hacer el menor esfuerzo por salvarle.
El coronel Cabal se retiró con los restos, mas humilla
dos todavía que si habieran pasado por las horcas caudinas.
La prision del citado Nariño i de un número bastante consi
derable de soldados i oficiales, entre estos algunos estrange
ros, que fueron mui pronto fusilados, la muerte de 473 in
surgentes, la tgma de toda su artillería, armas, municiones,
tiendas i demas pertrechos de guerra enagenó de gozo á los
vencedores. Arrojados pues los rebeldes al valle de Cauca, i per
seguidos en su derrota por los valientes habitantes de Patía,
los que si bien mui inferiores en número á los de Pasto, han
competido siempre con éstos en bizarría, lealtad, constancia i
amor al augusto Monarca español, quedó nuevamente libre de
- - --
enemigos el reino de Quito.
6o QUITo: 1814. -
CAPITULO V. -
CARACAS. siá.
ToMo II. Io
74 CARACAs: 1814. -
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M. ÉJ I CO: si
Derrota de Morelos en Puruarán. Prision del cura Mata
moros. Intdulto concedido á consecuencia de la restauracioni
del Monarca español. Disensiones entre los principales co
rifeos de la revolucion mejicana. Varios combates gloriosos
sostenidos por las tropas del Rei. Toma por estas de la giu
dad de Oajaca, i del castillo i puerto de Acapulco. Accion
del Peladero. Destruccion completa de los rebeldes. Nuevas
espediciones del citado Morelos i consecuentes discordias
con los demas caudillos. Pictorias del brigadier Arredon
do sobre los indios sublevados en las fronteras de la pro
vincia de Tejas. Nuevos triunfos parciales ganados por los
realistas. Toma de Nautla. Consecuencias de la restaura
.eion del legítimo Monarca. Estado de los negocios á fines
de 1814. -
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el camino. : ,, , , - . . . . -
Despues de haber dado Armijo un breve descanso á su
tropa, se dirigió por la playa ácia el pueblo que lleva el mis
mo nombre que la citada laguna, con la mira de salvar del
furor de los prófugos algunas familias de ¿ que en él
se habian refugiado: fue esta marcha de las mas penosas, á
causa de lo ardoroso del clima, de lo cansado de su piso are
noso; i aun mas por haberse visto precisada la columna realis
ToMo II. I3
98 Méjico: 1814.
ta á vadear tres grandes lagos, uno de ellos con agua hasta
los pechds.
Antes de verificar su entrada en dicho pueblo ha
bia dado órdenes terminantes al mencionado Avilés para que
se situase en el Ejido viejo dos leguas al Norte del Veladero, i
dispuso asimismo que don Juan Bautista Miota se dirigiese á
Teipan con la mayor rapidez á fin de libertar de la furia de
Morelos algunos prisioneros, euyo esterminio habia jurado
aquel monstruo de barbárie. Aunque ambos comandantes
ejecutaron su movimiento con toda la celeridad posible, no
pudieron evitar el sacrificio de 1 oo víctimas inocentes que
cayeron bajo la feroz cuchilla del sacrílego gefe insurgente;
pero pudieron salvar á lo menos de tan funesto trance otros
6oo hombres que habian sido condenados á la muerte, i
entre ellos muchos prisioneros de Asturias, Fernando VII i
de otros euerpos.
Apenas habia salido Morelos del citado pueblo cuan
do entró la columna de Miota á recibir los» parabie
nes de aquel vecindario, i las demostraciones del mas puro
regocijo por verse libre de la vengativa espada de los proter
vos; el cabecilla Ignacio Ayala, socio i confidente de More
los, fue aprehendido en su fuga para desagraviar con su san
gre los manes de tanto benemérito proscripto. La mayor par
te de la tropa que habia entrado en Coyuca fue enviada á
los Tepehuages, punto inmediato al Veladero por el rumbo
del Ahuacatillo; i reunido Armijo con Avilés en el Ejido vie
jo, fue destacado este gefe con era columna á ocupar el ca
mino que conduce desde dicho Veladero á Texca i sierra de
la Brea, quedando asi cerrados todos los conductos por donde
podian los rebeldes recibir algunos ausilios,
Viendo el coronel Armijo la necesidad de dar un pronto
golpe de mano antes que llegase la estacion de las aguas, i
º que se desarrollasen con mas violencia las fiebres endémicas
que habian empezado á acometer á algunos de sus soldados,
habia principiado ya á tomar las disposiciones mas activas,
cuando el orgulloso enemigo se atrevió á atacar al scapitan
MéJICo: 1814. 99
Moya comandante de la columna situada en el punto de los
Cajones, i sucesivamente al mismo Avilés en su nueva posicion,
i aunque estas temerarias tentativas se estrellaron en los in
vencibles pechos de las tropas del Rei, no por eso desistió el
indómito Morelos de hacer otro ensayo de su desesperado valor.
El día 6 de mayo estaba prefijado para el ataque gene
ral: todos los comandantes tenian las necesarias instrucciones
para concurrir simultáneamente á este golpe decisivo; olica
pitan don Ignacio Ocampo fue encargado de penetrar con 19o
hombres por la montaña en que estaba situado el fuerte mas
elevado de los insurgentes, llamado San Cristobal; los demas
gefes fueron á ocupar sus posiciones respectivas; pero una
feliz combinacion, que puso á Ocampo en la necesidad de
romper el fuego una hora antes de lo convenido, decidió del
éxito de aquella batalla. Tomado en menos de diez minutos
el citado fuerte de San Cristobal, que formaba la principal
defensa de los demas puestos avanzados, quedaron los rea
listas dueños de todas aquellas fortificaciones, i los rebeldes.
no tuvieron mas recurso que el de fiar á la celeridad de sus
pies la salvacion de sus miserables vidas. Todo fue entre ellos
confusion i desorden; el campo quedó cubierto de cadáveres;
Galiana i los demas cabecillas se arrojaron por barrancas i
precipicios huyendo de la afortunada espada de las tropas
reales, que apenas habian oido romper el fuego por la co
lumna de Ocampo, se habian arrojado con intrepidez por
todas direcciones para envolver al enemigo en su completa
destruccion: todo pues quedó en poder de los realistas; dos
culebrinas, 14 cañones, varias armas de chispa, grandes re
puestos de municiones i otros pertrechos fueron los ilustres
trofeos de tan memorable jornada.
Cuando se creia que ya Morelos, falto de prestigio i opi
nion, habria renunciado á la espinosa carrera de la insurrec
cion, en la que no hallaba sino disgustºs, quebrantos i los
riesgos de una desastrada muerte, se supo que reunido con
algunos de sus secuaces i con sus dos mayores rivales Verdus
co i Liceaga, se habia amparado de las fragosidades de la
I OO MíJIco: 1814.
sierra que corre desde Huétamo hasta las inmediaciones de
Valladolid, i que al favor de la aspereza del terreno i de la
estacion de las aguas habia erigido otra vez el congreso, for
mando una complicada constitucion copiada en gran parte de
la promulgada por las cortes de Cádiz. Empero duró mui
poco esta aparente reconciliacion entre los mandatarios insur
gentes. Rayon introducido en la provincia de Puebla fue :
contrariado en sus proyectos ambiciosos por el licenciado
Rosains, i éste batido á su vez á principios de julio, asi como
sus compañeros Arroyo, Correa i Andrade, por el sargento
mayor don José Santa Marina, perteneciente á la division del
brigadier don Ramon Diaz de Ortega en el pueblo de San
Hipólito, con pérdida de muchos muertos i de 49 prisioneros. . -
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1 o8 MÉJIco: 1 S 1 4.
reforzado con otras partidas sueltas hasta el número de 15oo
hombres: otros 5o muertos, 4 prisioneros i varias armas de
fuego fueron el resultado de este segundo empeño. El tercer
hecho de armas ocurrió en las inmediaciones de San Luis de
La Paz, donde los facciosos perdieron 15o hombres, mas de
aoo caballos, muchos fusiles, lanzas i machetes.
Las gavillas insurgentes de la provincia de Nueva Galicia
se iban reuniendo con la intencion de atacar á Zapotlán el
grande; estaba combinado este golpe entre las que se hallaban
situadas en Cotija, i las que se estendian desde la sierra de
Teocuitatlan hasta Jiquilpan, valle de Mazamitla i rio del
Oro al mando de Vargas, Salgado, Mendoza, el Guaparron
i otros muchos cabecillas, á los que se habian agregado al
gunas de las tropas de Morelos. Noticioso el teniente coronel
don Luis Quintanar de los planes de estos perversos contra el
citado pueblo de Zapotlán, les salió al encuentro, i les pre
sentó la batalla frente al pueblo de San Sebastian. Aunque
el enemigo habia desplegado una fuerza de 8oo infantes i 29
caballos, flanqueados por cuatro piezas de artillería, no se
arredró de modo, alguno el valiente Quintanar, ni dudó un
momento de que la victoria habia de coronar los heróicos esº
fuerzos de su pequeña columna. Lleno de esta confianza,
propia de varoniles pechos, se arrojó contra el enemigo con
la mayor firmeza i decision: una carga tan impetuosa no pu
do ser resistida; desconcertado el enemigo huyó vergonzosa
mente en todas direcciones abandonando el campo cubierto
de 3oo cadáveres, sus municiones i artillería, mas de Ioo
fusiles i 82 prisioneros.
Se hallaba el enemigo fortificado en la Barra i pueblo de
Nautla, desde donde causaba los mayores quebrantos; el virei
Calleja, cuyo celo i eficacia se estendia por todos los ángulos
de su vasto gobierno, confió el encargo de apoderarse de
aquel punto interesante al comandante don Manuel Gonzalez
de la Vega, dándole los ausilios necesarios i oficiando al go
bernador de Veracruz para que concurriese con sus esfuerzos
al buen éxito de la operacion. El acertado desempeño de este
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MÉJtco: 18 M. 1 oo
plan debido á los movimientos estratégicos del referido Vega,
puso en claro á un tiempo los recursos de su ingenio i la for
taleza de su ánimo: la toma de dicha posicion, de los caño
nes que la defendian, piraguas, buques i municiones con por
cion de fusiles i carabinas, ademas de varios prisioneros, i
muertos que tuvo el enemigo en aquella refriega, fueron el
fruto de la constancia i arrojo de las tropas realistas.
No tuvo menor felicidad el sargento mayor don José María
Travesi en su espedicion desde Veracruz á Jalapa, verificada en
los primeros dias del mes de diciembre, cuyo resultado fue el
de haber limpiado aquel camino de las gavillas que lo infesta
ban, i de haberles causado la pérdida de unas de 5o hombres
en varios encuentros que tuvo con las mismas. Habia queda
do ácia aquel tiempo la provincia de Guanajuaso libre de las
reuniones de facciosos que con tanto empeño habian hostili
zado las tropas de su comandante general don Agustin Itúr
bide; por todas partes habian adquirido considerables venta
jas los realistas, i en igual proporcion iba perdiendo terreno
la causa de la independencia. No contribuia poco al desalien
to de este partido la feliz perspectiva que ofrecia la madre
patria con la restauracion de su augusto Monarca. Esta plaa
sible noticia habia sido recibida generalmente como el arco
iris que venia á serenar las borrascas políticas, i por lo tanto
se esmeraron á porfia todas las provincias en celebrar tan
fausto acontecimiento con las demostraciones mas puras de
su placer i regocijo. -
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cAPITULo v III.
º
BUENos-AIREs: es
Estado del pais á principios de 1815. Malhadada espedi
cion del general Alvear contra el caudillo Artigas. De
posicion de dicho Alvear i eleccion de Rondeau para di
rector supremo, i de Alvarez para suplente. Nombramien
to de una junta de observacion en reemplazo de la supri
mida asamblea nacional. Esfuerzos de este cuerpo para
ensanchar la esfera de sus atribuciones á espensas del po
der ejecutivo. Providencias para desarmar la cólera de
Artigas. Espedicion del coronel Viamont sobre Santa Fé.
º Disposiciones para elegir un congreso nacional que cele
brase sus sesiones en el Tucumán. Desórdenes de las pro
- vincias del Río de La Plata.
gada por la parte del Brasil, sin apoyo alguno de las poten
cias estrangeras, privada de los recursos i numerario del Perú,
destituida de los de Chile, i amenazada en el territorio de
Mendoza; poco segura de la fé i union de la provincia de
Córdoba, reducida en fin á sus propios recursos i á los de
las pobres provincias del Tucumán i Salta, estuvo mui á pi
que de disolverse enteramente; i habria sido inevitable su
ruina si aprovechándose la España de tan feliz cóyuntura hu
biera caído sobre ella con algunas fuerzas, ó si la córte del
Brasil conociéndo sus verdaderos intereses hubiera hecho un
¿ de su entonces irresistible poder.
* Todos creían que la España enviaría una espedicion com
binada con las tropas portuguesas: de tal modo prevalecia es
ta ºpinion, que ya se daban por perdidos los principales agen
tes de la república: unos hacian sus preparativos para emi
grar á paises lejanos á buscar un apoyo en su inevitable rui
na; otros se esforzaban en hallar plausibles pretestos para cu
brir su compromiso; no eran pocos los que trataban de pro
clamar por emperador de aquellos paises á un infante de la
Real casa de Borbon; habia asimismo algunos que proyecta
ban su incorporacion al Brasil, al paso que los mas sensa
-tos suspiraban por la perfecta reconciliacion con la imétró-.
poli, quedando tan solo una corta porcion de despechados
que no tenían otro arbitrio para salir de tan apurado conflic
to, sino el de morir con las armas en las manos sepultándose
en las ruinas de aquellas desgraciadas provincias.
Este era el verdadero estado. de Buenos-Aires á fines de
1815, confesado paladinamente por el mismo director Pueir.
redon en el año de 1817. Lástima fue en verdad que la España
no hiciera mayores esfuerzos en aquella época para destruir
de un golpe el foco de la rebelion americana; pero desapro
vechados aquellos preciosos momentos volvieron los argenti
nos mui pronto de su estupor, i favorecidos por la fuerza
moral del congreso del Tucumán i por otros sucesos estraor
dinarios adquirieron nuevo vigor í pujanza á fines del año si
guiente de 1816. . . - . . . . *
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cAPITULO Ix.
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PERU: 1815. 125
órdenes de dicho Tacon, en i lo al mando del capitan don
Francisco Corral, situado en el pueblo de Presto, distante 18
leguas de La Plata, i en 35 fusileros con algunos paisanos man
dados por el teniente coronel don Francisco Maruri.
Corral fue atacado en 19 de enero, i si bien al principio
se inclinó á su lado la victoria, varió mui pronto aquella es
cena quedando, muerto dicho gefe i destruida toda su fuerza,
sin que hubiera podido salvarse mas que un solo individuo que
llegó á Chuquisaca con todas las señales del terror i alarma.
Pide azorado el brigadier Tacon urgentes socorros al gobernador
de Potosí; no pudiendo éste suministrarlos, traslada aquella
perentoria demanda al cuartel general; teme Pezuela los efec
tos de aquellos primeros triunfos de los rebeldes i envia al
comandante Aguilera con 3oo hombres para que busque al
caudillo Padilla, que habia sido la cause de tan terrible angus
tia: ya este habia sufrido un vergonzoso golpe por el coman
dante Maruri, quien con un puñado de valientes habia desa
fiado todo el poder de dicho cabecilla i de su segundo, Car
rasco, á los tres dias de su ponderada victoria, persiguién
dole por mas de dos leguas, i matándole bastante gente.
Asi pues no fue dificil al citado Aguilera destrozar dichas
gavillas, ni el mérito de su victoria fue tan brillante como la
actividad empleada por este digno oficial en cumplimiento de
su comision. En menos de un mes anduvo 2oo leguas, sos
tuvo cuatro acciones gloriosas contra fuerzas mui superiores,
mató mas de 7oo facciosos, ahuyentó á Padilla i á los demas
eaudillos, restableció la calma del pais idió nuevas garantías
á la seguridad de la guarnicion de La Plata. El infatigable
celo de este comandante, el acierto en sus maniobras, la ra
pidez de sus marchas, i la bizarría desplegada en cuantos lan
ces tuvo ocasion de usarla, le hacen digno de ocupar un lu
gar distinguido en el catálogo de los guerreros que mas han
contribuido á dar lustre á las armas del Rei.
Al dia siguiente de haber regresado al cuartel general el
esforzado Aguilera hubo de salir á cubrir el flanco izquierdo,
situándose en la Palca grande abandonada pocos dias antes
1 a6 - pERú: 1815.
por las tropas de Jáuregui i del coronel Ezenarro. Aqui tuvo
bien pronto nueva ocasion de distinguirse, siendo atacado en
27 de marzo por el caudille Camargo que mandaba mas
de 23 hombres: siete horas duró el empeñado combate que
sostuvo el gefe realista; pero fue finalmente rechazado el
enemigo con pérdida de 15o hombres; muchos heridos, 14
prisioneros, un número considerable de mulas, caballos, fu
siles i provisiones de guerra i boca. No fue menos feliz en el
segundo ataque que recibió á los dos dias en la misma posi
cion de Palcagrande por el citado caudillo en union con Ca
ballero i Villarrubia que le habian llevado 15oo hombres de
refuerzo: fue mayor todavia el escarmiento de los orgullosos
rebeldes, quienes dejando en el campo de batalla mas de 2oo
cadáveres i varios prisioneros, entre ellos al cabecilla Caba
llero, que fueron todes pasados por las armas, huyeron en el
mayor desorden á ocultar su vergüenza entre las breñas i de
siertos de aquellas serranías.
Se distinguia al mismo tiempo el comandante Rolando
por la parte de Puna, pueblo distante 12 leguas de Potosí.
Aunque los caudillos Navarro, Venancio, Leon i Romero
habian reunido mas de 6oo hombres, los atacó en - 18 de
enero con solos 9o fusileros i algunos caballos: despues de
una reñida accion que duró cinco horas i media dejaron los
facciosos mas de 1oo muertos, un número mayor de heridos,
i huyeron los demas con el mayor asombro. No bien habian
pasado tres dias cuando nuevos campeones se presentaron con
tra el impávido Rolando, considerándole mui débil á pesar
de su victoria. Berdejas i Betanzos condujeron 13oo hom
bres de fusil, lanza i honda á tiempo que Rolando habia re
cibido del general Pezuela un pequeño refuerzo de 3o grana
deros i 8 dragones. Los indios que se ereian seguros del triun
fo, pelearon con el mayor denuedo i obstinacion; mas todo
cedió á la serenidad i bizarría de las tropas del Rei.
Despues de cinco horas de horroroso fuego se dejaron los
insurjentes 2oo muertos sobre el campo de batalla, un núme
ro inmensamente mayor de heridos, habiendo sido pocos los s
1 ERÚ: 1815. 1 27
que pudieron sustraerse con la fuga á la persecucion de los
realistas, quienes para completar el lustre de aquella jornada
hicieron prisionero al bárbaro eacique Betanzos, que era el
terror del pais i aun de los mismos indios que seguian por un
maquinal é inevitable impulso la direccion que queria darles
aquel hombre feroa.
No habían dejado de dar alguna inquietud al generales
pañol las incursiones que hacian los caudillos Urdininea, Fa
lagiani i Vidaurre por la parte del Despoblado, i derecha del
ejército; pero quedaron disipados sus temores por este lado
luego que el comandante García pudo llegar á las manos con
ellos, á los que batió completamente en los púntos del Mogi
nete, Exmoraca i Cochinoca obligándoles á replegarse sobre
su cuartel general, que se hallaba situado en Humahuaca,
despues de haberles quitado la mayor parte de sus mulas i ca
ballos, i una porcion considerable de ganado.
A fines de febrero estaba el comandante Vigil guarne
ciendo con 1oo hombres el puesto llamado del Marques;
habiendo tenido noticia de hallarse una partida rebelde en la
casa del Tejar, se aproximó sin ser visto poco despues de
haber entrado en ella el mayor general del ejército ene
migo don Martin Rodriguez con 6 ayudantes i*5o hom
bres con el encargo de hacer una esploracion sobre el cam
po realista: reforzado Vigil con 8o soldados que le envió
el gefe de la vanguardia don Pedro Antonio Olañeta, atacó
dicha casa defendida por fuertes parapetos; pero nada era
capaz de arredrar á unas tropas tan valientes, que pelea
ban por la mejor de las causas. La resistencia fue tenazí
vigorosa, hasta que viendo fós insurjentes su inevitable ruina
i la inutilidad de sus esfuerzos rindieron sus armas coronando
las sienes de los realistas con un ilustre triunfo, no tanto
por el número como por la calidad de los prisioneros, entre
los que se contó el mismo Rodriguez, que era el alma de
las operaciones de Rondeau.
Este sin embargo habia recibido refuerzos de Buenos
Aires con los que llegó á formar un ejército de 4ooo hom
1 o8 pEn : 18 º 5.
bres de tropa reglada ademas de una inmensa porcion de
gauchos de la provincia de Salta, armados con machete i
sable corto, to los montados i mui diestros en el manejo del
caballo. Con aquella fuerza i con 16 piezas de artillería se
disponia á avanzar sobre el ejército del Rei; i para asegurar
mejor el éxito de su empresa habia anticipado circulares á
los caudillos del interior para que hiciesen los últimos es
fuerzos á fin de llamar la atencion del general Pezuela por
.diversos puntos. Alentados aquellos rebeldes con tan vivas
escitaciones activaron sus operaciones; Olivera, Daniel Ru
biria i Rojas contra el coronel Lavin, encargado de la de
fensa de Tarija; Palilla contra la ciudad de la Plata; Zárate
contra Potosí, i los demas por otras direcciones; pero las
acertadas providencias de los gefes realistas, i una serie no
interrumpida de felices sucesos contra dichos caudillos i contra
Camargo, Navarro, Lira, Cárdenas, Carrion i otros, mejo-.
raron la posicion del general español á pesar de la gran dife
rencia numérica que habia entre su ejército, compuesto,
de 45oo hombres que tenia esparcidos sobre 12 o leguas de
terreno, i el de los insurjentes, que ascendia á 2o8), inclu
yendo todas las parti las sueltas de cholos é indios.
Aunque el citado. Pezuela no tenia sino 29 hombres á
sus inmediatas ordenes sobre el cuartel general de Santiago
de Cotagaita, se empeñó en sostener aquela ventajosa situa
cion aguardando el regreso de la division de Ramirez i los
refuerzos de Chile que le habian sido prometidos. Habiendo
determinado remitir á Lima varios prisioneros que no dejaban
de embarazar sus operaciones, empleó el mayor Rodriguez
todos los resortes de la malicia é* intriga para no ser alejado
de aquel pais en el que esperaba ejercer todavia su maléfico
influjo. Con su hipocresía i con una afectada resignacion, ca
paz de deslumbrar al hombre mas prevenido i desconfiado. es
puso al general en gefe los deseos de retirarse á su casa si se
le queria cangear por dos oficiales de igual graduacion, pro
metiendo desengafiar á Rondeau de lo infructuoso de sus es
fuerzos en continuar una guerra, cuya terminacion llevabs
-
- - r- A
l OO PERú: 1815.
hombres de caballería, cuya fuerza fue arrollada en 11 de
abril por mas de 7oo de igual arma i por un batallon de in
fantería, no sin la mas heroica defensa de parte de aquel
digno gefe, que perdió 7 oficiales i 14o hombres en su larga
retirada de cuatro leguas que hubo de hacer por escalones.
En vista de este alevoso golpe, i no pudiendo Pezuela
contar por entonces con ausilio alguno de las provincias de su
espalda, en las que estaba demasiado empeñada la atencion
de las columnas móviles para resistir con alguna aparien
cia de buen resultado á los ataques infructuosos del enemigo,
inmensamente superior en número, i en aprestos guerreros,
determinó abandonar su posicion de Santiago i retirarse al
interior para esperar allí el regreso de la mencionada columna
de Ramirez i las tropas ausiliares de Chile. Este plan, que
era el único que podia adoptarse en aquellas críticas cir
cunstancias, estaba aun espuesto á mil inconvenientes en
su ejecucion. Rondeau en movimiento con todo su ejército
se hallaba poco mas de una jornada de distancia de la van
guardia situada en Yavi al mando de Olañeta la guarnicion
de Tarija i las columnas que protegian las partidas de Santa º
Victoria i Cinti, demasiado internadas para que pudiesen ha
eer comodamente su repliegue; i las guarniciones de Potosí i
la Plata se hallaban asimismo aisladas, i cortada su comu
nicación, por las partidas de faceiosos que infestaban aquel
territorio, por cuyo motivo era mui dificil que llegasen opor
tunamente las instrucciones necesarias para concurrir con la
uniformidad de sus movimientos á la ejecucion del plan
general. - - -
le la batalla salió el co
dro Antonio de Olañeta
dos piezas de artillería
su tránsito algunos fu
ros, i sorprendiendo en
os compañeros de Padi
é Burgos. Habiendo en
16 de diciembre, halló
temorir la esperanza;
sus pasados estravíos,
deseos de que fina
ribles, que desde tan
ontrº aquellas desgra
iembre salió el segun
uan Ramírez para Co
ladroni una brigada
de artillería. cuya J. mas profundo silencio,
ToMo II. -9
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que se habia declarado
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que se habia propues
ºnº de Buenos.
fin acabar antes con
re Pºipitadament
ºidalonor,
PERú : 1815. 1 45
* La vocinglera fama preconizó rápidamente por todas par
tes la sólida gloria obtenida por las tropas del Rei en los
campos de Viluma i Sipesipe. Este terrible golpe cortó la cabeza
á la revolucion é introdujo tal terrori desaliento en los rebel
des buenos-aireños que ya no pudieron presentar nuevas es
pediciones contra el Alto Perú: todas estas provincias se con
vencieron de la imposibilidad de fijar á su favor la fortuna
que se habia declarado inseparable compañera de los que pe
leaban por la religion, por el Rei i por la justicia. Ya desde
entonces fueron mui débiles las tentativas de los desconten
tos, i pudo el gobierno entregarse libremente á restablecer
el orden en todos los ramos de la administracion, que ha
bian sido enteramente desquiciados. El altanero Rondeau,
que se habia propuesto no tomar el mando del gobierno
supremo de Buenos-Aires; para el que habia sido electo,
sin acabar antes con el ejército de Pezuela, hubo de fu
garse precipitadamente sin saber en donde ocultar su yer
güenza i deshonor,
El dia 3o que fue el siguiente de la batalla salió el co
mandante de la vanguardia don Pedro Antonio de Olañeta
con dos batallones, un escuadron, i dos piezas de artillería
por el camino de Potosí, cogiendo en su tránsito algunos fu
gitivos, recibiendo la sumision de otros, i sorprendiendo en
el pueblo de Pitantora á tres caudillos compañeros de Padi
lla, Fernando i Andres Salazar, i José Burgos. Habiendo en
trado en dicha villa en la mañana del 16 de diciembre, hallá
á sus habitantes divididos entre el temor i la esperanza;
los unos por el remordimiento de sus pasados estravíos,
i guiados los otros por sus ardientes deseos de que fina
lizasen de una vez unos males tan terribles, que desde tan
tos años se habian ido acumulando contra aquellas desgra
ciadas regiones. - •
En el dia rº del citado mes de diciembre salió el segun
do en el mando teniente general don Juan Ramirez para Co
ehabamba con un regimiento, un escuadron i una brigada
de armillería, cuya ciudad halló en el mas profundo silencio,
Tomo II. 19
16 pERú: 1815.
que denotaba el terror de que estaban poseidos los ánimos de
aquellos habitantes por creer que los realistas se entregarian
al saqueo i"á la perpetracion de otras tropelías; pero su ge
neroso i noble comportamiento fue el mayor castigo que pu
diera imponerse á aquella ingrata ciudad, que careciendo de
la elevacion de sentimientos que caracteriza á las almas
grandes, no creia que en el gefe español cupiese tanto he
roismo en la victoria. El dia 4 salió tambien de Sipesipe el
general en gefe para Cochabamba con la idea de recorrer to
das las provincias, i afianzar en ellas los beneficios de la res
tauracion. Fue infatigable el celo que desplegó en esta oca
sion; atendia con paternal solicitud tá todos los ramos que
podian dar vigor i pujanza al gobierno del Rei i prosperidad
á los pueblos. Su fina prevision, sus acertadas providencias,
la oportuna correccion de abusos i sus bien concertados mo
vimientos para completar el esterminio de los disidentes hi
cieron brillar sus talentos políticos acreditando que estos no
eran inferiores á los militares. * -
1 8 pERú: 1815.
guridad de nuevos triunfos, si los caudillos Barnes, Arenales
ú otros trataban de resucitar sus esterminadores proyectos.
Con las ventajas que podia proporcionarles un terreno tan
vastó i escabroso se habian reunido éstos sin embargo en nú
mero demasiado considerable para que dicho Aguilera pudiese
proceder contra ellos sin reforzar su columna con reclutas del
pais ó con ausilios de las guarniciones inmediatas. Esta fue la
causa de que hasta el año siguiente no pudiese adquirir unos
fáureles, cuya demora era el mas terrible contraste para su
acendrada lealtad i decidido patriotismo. - (.
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- -
CAPITULO X.
C II I L E: si
Estado pacífico del reino de Chile. Acertada conducta del
- brigadier Osorio. Embarque de una division de tropas pa
ra el puerto de Arica. Desgracias de los Carreras i de to
dos los disidentes emigrados. Contraste entre los soldados
espedicionarios i los del pais. Nombramiento del brigadier
don Francisco Marcó del Pont para la presidencia de Chi
le. Tenores de los realistas, i su resignacion. Observaciones
sobre los males que acarrea el desconocimiento de la legíti
ma autoridad, •
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- CAPITULO XII.
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ToMo II. 24
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cAPITULo XIII.
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CO. ss.
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(1) Aunque por no faltar á la verdad histórica haya sido preciso hacer
mencion de algunos eclesiásticos estraviados momentaneamente de la sen
da de la fidelidad i de la virtud, tenemos la satisfaccion de observar que
su número ha sido infinitamente menor, segun hemos indicado en otro
lugar, que el de los dignos ministros del Altar: la mayor parte de aquellos
se lanzaron en la revolucion por una falsa idea de que iban á defender al
Monarca legítimo contra las miras ambiciosas de Napoleon ; otros adopta
ron la desleal divisa porque se figuraron que los pueblos de América ha
bian de ser mas felices gobernándose por sí mismos; pero los mas han ab
jurado públicamente sus errores, i todos detestan en la actualidad al inmo
ral é irreligioso gobierno insurjente, que tan funesto ha sido á la verdadera
creencia. Convencidos pues de que solo bajo el benéfico influjo del Sobe
rano español puede la Religion conservar todo su lustre i esplendor, ansian
porque llegue el dichoso momento en que se imponga el debido freno al
vicio i á la impiedad.
No debe por lo tanto sufrir el menor desdoro la benemérita i respeta
ble clase de los individuos dedicados al Sacerdocio: uno, dos ó mas casos
de escepcion á la regla general no podran jamas rebajar el alto concepto á
que se han hecho acreedores por sus ejemplares virtudes, i por su celo ver
daderamente apostólico, así como tampoco refluyó sobre el santo cáracter
de los discípulos de nuestro divino Redentor la perversa conducta de uno
de sus miembros. Nos ha parecido conveniente dar estas aclaraciones para
evitar toda siniestra interpretacion de parte de los que no estando bien ar
raigados en la fé, pretendan veterse de estos hechos aislados para deprimir
a esta distinguida clase, que forma el principal objeto de nuestro respeto i
veneracion,
º
MéJIco: 1815. 2o 5
que algunos de los principales cabecillas permanecieron todavía
en su criminal protervia: los que se congregaron en Tehua
can para dar un sucesor á Morelos, no lograron ponerse de
acuerdo sobre la eleccion; i guiados esclusivamente por su
peculiar interés, se dividieron en bandos, habiendo sido el
mas fuerte el que se declaró por Terán, quien llegó á apri
sionar, i aun á amenazar con la muerte á varios de sus
compañeros.
Reunido pues el quimérico gobierno bajo la direccion del
citado caudillo, tomaron los satélites que lo rodeaban el nom
bre ruidoso de supremo congreso mejicano, i tuvieron la avi
lantez de dirijirse á las naciones europeas como legítimos re
presentantes de un pueblo libre. Esta farsa, sin embargo, no
mejoraba de modo alguno la crítica posicion de su ilícito
empeño; sus espirantes esfuerzos se estrellaban como siempre
en la bizarría de los realistas; solo la temeridad mas indis
creta, i el mas rabioso despecho, podian hacer tener las ar
mas en las manos á un puñado de proscriptos, que por do
quiera que dirijian sus pasos hallaban la espada vengadora
de la justicia. Las tropas del Rei contaban el número de sus
triunfos por el de las veces que llegaban á las manos con los
últimos restos de aquella feroz revolucion.
Así sucedió á las gavillas de Vargas, Gonzalez, Mauriño
i Herrera, que en número de 5oo caballos i 6o infantes, ha
bian tenido el atrevimiento de atacar á mediados de noviem
bre al destacamento de Tlayacapa, i se hallaban cometiendo
las mayores estorsiones; pero como hubieran llegado á las ma
nos con el capitan don Vicente Lara, fueron completamente
derrotadas, dejándose en el campo mas de 3o muertos, i hu
yendo toda aquella chusma en la mas horrorosa dispersion. No
habian salido menos escarmentados 2ooo facciosos, que pocos
dias antes habian tenido la arrogancia de sitiar el pueblo de
Tlapa, defendido por una débil guarnicion, pues que ataca
dos por el bizarro Armijo perdieron mas de 2oo hombres de
sus mejores tropas, si bien
-
su desesperada resistencia obligó
:
-
2o4 Méjico : 1815.
á las del Rei á retirarse con 1oo hombres puestos fuera de
combate. - .
CA PITULO XIV.
BUENO S—AIRES . l 8 1 6.
CAPITULO XV.
P E R Ú: 1816.
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\vvN\v\vVvVMMuUNAAAAuv\v\NuVVVVAv\|\vNºvNvYvivVNVVNAVANMMVVVAvA
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CAPITULo XVI,
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CAPITULO XVII.
CAPITULO XIX.
M ÉJ ICO: se
-93339
2o I
ronel don Saturnino Samaniego en la cañada de los Naranjos,
distrito de Izucar, i provincia de Puebla. Con solos 11 o
hombres de que se componia la partida de dicho gefe fue
ron completamente derrotadas las numerosas gavillas que
defendian aquellas posiciones, bajo la direccion de los cabe
cillas Guerrero i Juan del Cármen. Sesenta rebeldes muer
tos, i porcion considerable de armas, pertrechos i caballos
coronaron el triunfo de tan bizarra accion.
El capitan don José María Luvian, comandante de Huau
chinango, emprendió una espedicion sumamente feliz contra
el rebelde Aguilar recorriendo los pueblos de Ocomantla,
Tlascalantongo, Apapantilla, el cerro de la Canoa, la mesa
de San Diego, Tihuatlan i Tuxpan, i penetrando por los lu
gares mas ásperos de la serranía, en la qne ejercia su de
vastador influjo aquel malvado con mas de 6oo hombres de
su faccion. El resultado de tan penosa marcha, en la que
tanto brilló la constancia i decision de los realistas, fue la
pérsida de 51 insurjentes muertos en el campo de batalla,
1 1 fusilados, 7 prisioneros i 1 oo indultados, sin mas que
branto por parte de las tropas del Rei que la de un oficial
muerto, 5 soldados heridos, i algunos contusos.
El ya citado teniente coronel Samaniego se batió por ter
cera vez con los rebeldes con gloria nada inferior á la que
consiguió en las acciones ya descritas. Habiendo sabido el re
belde Terán que dicho gefe realista se dirigia ácia el pueblo
de San Gerónimo, distante cinco leguas de Acatlan, creyó
que la superioridad de su partida, que no bajaba de 5oo
hombres, le haria triunfar de su formidable adversario, á
quien deseaba dar un golpe decisivo que lavase la afrenta de
sus recientes derrotas. Salió con esta idea al parage llamado
de la Noria, que dista dos leguas del citado pueblo de Acat
lan: preparado Samaniego oportunamente para el combate, hizo
avanzar al capitan Zambrano con una parte de la caballería
á recibir el primer empuje del enemigo: venia este mui ufano
aparentando una imperturbable serenidad i bizarría; pero nada
era capaz de abatir la fortaleza de ánimo de los realistas.
292 y ÉJco: 1 31 6.
El choque fue sangriento i obstinado, las acertadas ma
niobras de Samaniego acabaron de fijar la victoria. Puestos
los facciosos en la mas desordenada fuga, ya no pensaron
sino en la conservacion de sus miserables vidas á beneficio
de la aspereza del terreno: fueron en gran número los fusi
les que arrojaron á las profundas barrancas; perdieron asi
mismo un cañon de á cuatro, que los realistas llevaron á
Huajuapan; 4o muertos, entre ellos el segundo de Terán, i
8o heridos completaron aquel cuadro de confusion. Con
tribuyó no poco á ilustrar tan precioso triunfo la poca pér
dida esperimentada por los realistas, que fue tan solo de 2
muertos i 12 heridos.
El comandante de Tuxpan don Cárlos María Llorente,
que habia salido contra el cabecilla Aguilar que habia to
mado nuevamente posicion en Paloblanco, consiguió arro
jarlo de aquel punto causándole el mayor quebranto, i apo
derándose de muchos caballos i mulas, cabezas de ganado
vacuno, armas blancas i de fuego, chaquetas nuevas de uni
forme i la bandera del supuesto batallon de Papantla. Des
pues de haber reducido á cenizas dicho canton con el parque
de los rebeldes i otros efectos de penosa conduccion se diri
gió á Palogordo, en donde se abrigaban asimismo algunos
insurjentes, que huyeron á los montes tan pronto como vie
ron aproximarse las tropas realistas, sin que estas pudiesen
causarles mas daño que el de incendiar aquellas infernales
guaridas.
No fue menos feliz el capitan don José Rincon en la es
pedicion que emprendió desde la Antigua con 3oo hombres
sobre el punto llamado Boquilla de Piedras, en el que ha
bian construido los insurjentes un fortin, que era el centro
de sus correrías por la costa del seno mejicano: despues de
dos horas i media de un combate encarnizado logró arrojar
al enemigo de aquella posicion; 4o muertos, 1 o prisioneros,
4 obuses, un cañon de á doce, 7 de á seis, 2 de cuatro, uno
de á uno, 185 fusiles i carabinas, porcion considerable de
provisiones de guerra i boca, i otros pertrechos militares
MÉJIco: 1816. 295
fueron los trofeos con que ennobleció el escudo de sus ar
mas aquel esforzado oficial, sin mas pérdida por su parte
que la de 5 muertos i 16 heridos.
Los repetidos choques que dieron las tropas del Rei á
los insurjentes en la provincia de Guadalajara, si bien les
añadian nuevos timbres, asi como al general Cruz que los
dirigia con infatigable celo, demostraban sin embargo la exis
tencia de un foco revolucionario, que no podia estinguirse
por mas esfuerzos que se aplicaban para lograr tan feliz re
sultado, sino se destruia la principal madriguera de los sedi
ciosos que eran las islas de Mexcala. Consiguió tan impor
tante triunfo el citado Cruz estrechando con el mas rigu
roso empeño el sitio de aquellas respetables posiciones, de
modo que careciendo sus defensores de víveres i recursos se
rindieron á la intimacion que les fue dirigida en 23 de no
viembre, i en su consecuencia tomaron las tropas del Rei
posesion de ellas en el dia 25, asi como de , 7 piezas de artille
ría i de cuantas municiones, armas i pertrechos se hallaban
encerrados en aquel recinto de indomable valor i resistencia.
Las columnas que mas se señalaron á fines de este año
fueron la del teniente don Santiago Mendoza, dispersando la
gavilla de Moreno que tenia interceptado el camino de La
gos á la Ciénaga; la del comandante don José Ignacio Ortiz
de Rosas i del capitan don Manuel Campos, que adelantán
dsse ácia el Comedero lograron sorprender al cabecilla Her
mosillo causándole la pérdida de 11 muertos, 18 prisioneres,
31 fusiles, 1oo caballos, algunas pistolas, sillas, lanzas,
machetes i una carga de municiones; la del teniente coronel
don Luis Quintanar, que se apoderó por capitulacion del
fuerte de Cuiristarán ó San Miguel, i e I cañones, 2 obu
ses, 1 29 tiros de bala i metralla, 60 cartuchos de fusil i
otras varias provisiones de guerra i boca; i finalmente la del
capitan de frontera don Luis Correa que derrotó completa
mente la gavilla de Rafael Rayon, causándole un horroroso
quebranto, i la pérdida de porcion considerable de caballos,
cajones de parque i equipages.
294 MÉJICo: 1816. -
CA PITULO XX.
PE R Ú: s. -s68986-—
(1) Varias veces intentaron los gefes realistas introducir una reforma
de costumbres; pero hubieron de renunciar á ella al ver los malos efec
tos que producia.
ToMo II. 38
208 renú : 1817.
Si el clarin español vuelve á resonar en las playas de
América, convendrá que los gefes tengan bien presente esta
leccion: para una campaña de marchas i de encuentros par
ciales, para esploraciones del terreno, para evitar repentinos
asaltos i para burlar los ardides enemigos son innegablemente
mas útiles los soldados americanos; i sabiéndoles inspirar la
*º,
Perú: 1817. 3 13
reconquistar un pais que era considerado como el granero
del Perú.
Como las victorias del brigadier Osorio habian sido tan
rápidas i brillantes en el año 1814, creyó dicho virei que
con igual facilidad volveria este mismo gefe á restablecer la
autoridad real en aquel pais. Las circunstancias eran sin em
bargo diferentes en todos sentidos: en la primera campaña
dominaba entre los insurjentes la saña de los partidos, los
combatientes eran todavia bisofios en el arte de la guerra, i
la táctica mui poco conocida; en esta habia union en los áni
mos, los oficiales estrangeros habian instruido perfectamente
á las tropas rebeldes, i ya las mismas se habian acostum
brado al fuego i á los peligros. Su comandante general era
un genio emprendedor; sus talentos eran sobresalientes i sus
conocimientos militares adquiridos al servicio del Rei de Es
paña le daban una marcada superioridad sobre los demas
caudillos.
Los enemigos pues que iban á combatir los realistas eran
mas terribles que los de la batalla de Rancagua; hubiera
sido tan imprudente el despreciarlos, como poco decoroso á
las armas del Rei el temerlos. El triunfo contra ellos era se
guro si se les presentaban fuerzas proxinamente iguales; i
aun podia esperarse la victoria con una tercera parte menos
de gente, siempre que no se notase esta desigualdad en la
artillería, pertrechos i demas ausilios, que se requieren para
seguir sin tropiezo una penosa campaña.
Si bien eran obvios estos reparos, se creia sin embargo
que el genio i la valentía de los realistas los allanaria fácil
mente; tal vez el mismo Ordoñez contribuyó á que se for
mase en Lima esta idea tan halagüeña, haciendo pomposas
ofertas desde Talcahuano, de que con pocos refuerzos sumi
ria en los abismos al genio de la revolucion. Estas relaciones
exageradas, i la necesidad que tenia el Perú de abrir su co
mercio con Chile, inclinaron el ánimo del virei á condes
cender con el voto general, espresado con el mayor empeño
por el consulado, cuya corporacion se ofreció á contribuir
ToMo II. 4O
514 pERú: 1817.
eficazmente para los gastos de aquella espedicion si se con
fiaba su mando al citado brigadier Osorio, que tantas glorias
habia adquirido en la primera campaña.
Es presumible que la designacion que se hacia de Osorio
para aquel honorífico encargo no fuera desagradable á quien
acababa de contraer con él los mas estrechos vínculos de
parentesco: todo elogio que se hiciera del yerno del virei re
fluia en honor de la familia. Si los sentimientos de fidelidad
i amor al Soberano de que se veia animado Pezuela hubieran
sido susceptibles de aumento, indudablemente habrian rebo
sado en esta ocasion, en la que cumpliendo con tan sagrado
deber, podia labrar la carrera de su hijo político. Esta úl
tima idea nos parece que nunca estuvo separada de la pri
mera, si bien la maledicencia ha querido contestar su mérito.
Sea como quiera, fue grande el que contrajo Pezuela en
el apresto de dicha espedicion, que zarpó del Callao el 9 de
diciembre con todos los elementos que pudieran asegurar su
feliz resultado, i con una fuerza hábil de 34o7 hombres de
todas armas. Dejaremos surcar los mares á estos resueltos
guerreros en busca de una esquiva fortuna, hasta que llegue
el momento de describrir sus operaciones.
3 15
vAVVVVVVVVVVVVVVVVVVAVVVVNVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVvwvwvw
CAPITULO XXI.
CH I L E s7.
CAPITULO XXII.
friega. -
:
548 CARAcAs I sANTA Fé: 1817.
Dueños ya los realistas de este punto, en el que hallaron
agua con abundancia, de que tanto habian escaseado en los
dias anteriores, trataron de apoderarse del puerto i fortaleza
del pueblo de Pampatar: sus fortificaciones i las de los
cerros inmediatos eran mui respetables: un castillo, las ba
terías llamadas la Caránta, la de Osteriz i de los Dragones,
el cerro de Pan de Azucar, el fuerte del Calvario i una
porcion de reductos i trincheras eran los obstáculos que se
ofrecian á la constancia española. Al movimiento combinado
de las varias columnas en que el general Morillo dividió sus
tropas, i al acierto con que fueron desempeñadas las dispo
siciones del ataque, especialmente por los esforzados Canterac
i Aldama se debió la pronta posesion de los fuertes de Pan
patar con 28 cañones de á 18 i 24, con algunos quintales
de pólvora, 4 grandes pipas de alquitran, i abundancia de
otros pertrechos guerreros.
Estos primeros triunfos aunque gloriosos, eran sin em
bargo de poca importancia, mientras que las armas españo
las no fuesen dueñas de la ciudad de la Asuncion, situada
en el centro de la isla, en terreno de acceso todavia mas
dificil que el de la punta de Mangles, i defendida por re
ductos, parapetos, zanjas, fosos, i por cuantos medios podian
sugerir el arte i la mas indomable decision.
Este era el baluarte principal de la rebeldía; allí se en
cerraban todos los recursos de los insurjentes, i solo en ella
podia darse un golpe decisivo al genio del mal. La escabrosi
dad del terreno no permitia conducir artillería para batir aque
llas fortificaciones; era preciso buscar el punto menos que
brado para aproximarse á ellas i asaltarlas. Solo por la parte
del Norte, opuesta á Pampatar, podia conseguirse este inte
resante objeto; el general Morillo se puso en marcha el 31
del citado mes de julio, pasando á la vista de la plaza
para situarse entre ella i el puerto del Norte, sin que
hubiera entrado en sus planes travar por entonces un em
peño formal.
Empero siendo demasiado fogoso su carácter para no
cAnAcAs I sANTA Fé: 18 t7. 549
castigar la insolencia con que las guerrillas contrarias salie
ron á ostruirle el paso, mandó gradualmente á las divisio
nes de Canterac i Aldama se adelantasen para rechazar estos
ataques; i asi fueron empeñándose todas las tropas en una
accion, que fue de las mas refíidas i sangrientas. Los enemi
gos fueron arrollados mientras que el terreno permitió á los
realistas formar sus despliegues; pero parapetados en impe
netrables espesuras i malezas, que llegaban hasta las mismas
fortificaciones de la ciudad, se defendieron con obstinacion
inutilizando los esfuerzos de nuestras tropas i los brillantes
rasgos de constancia i valor.
El campo fue siempre de los españoles; mas se compró
demasiadamente caro este efímero honor. Ambas divisiones
sufrieron bastantes bajas, especialmente la de Canterac en
cargada de defender la ala izquierda, sobre la que el ene
migo dirigió constantemente el grueso de sus fuerzas. Des
pues de esta sangrienta jornada, en la que fueron tan co
munes las acciones generales i particulares de la mas heroica
decision i valentía, fue preciso retroceder á Pampatar para
curar los heridos, conducir las armas de estos i de los muer
tos, i proveerse de municiones,
Habiendo dado el general en gefe algunos dias de des
canso á sus tropas, resolvió llevar á debido cumplimiento su
plan de ataque sobre la Asuncion por la parte del Norte.
El dia 6 se pusieron las tropas en marcha por una direccion
diferente de la anterior, pasando por las inmediaciones de
Porlamar con ánimo de apoderarse del puerto de Juan
Griego, que era donde tenian los rebeldes toda su mari
na con mas tres grandes flecheras i una balandra que aca
baban de llegar de la Guayana: el 7 al amanecer se halla
ban ya sobre el pueblo de San Juan; i la division de van
guardia se apoderó de un parapeto avanzado que habian
construido sobre el camino, i que abandonaron sin hacer la
menor resistencia, retirándose á la batería i trinchera con la
que aquel estaba protegido. El general Morillo pasó á ocu
par el pueblo de San Juan, dejando al brigadier Canterac
550 cAn Ac As I sANTA ré: 1817.
para amenazar la citada batería i trinchera que quedaba á
retaguardia.
El brigadier Aldama, que habia debido hacer alto hasta
reunir todas sus fuerzas, concció la importancia de desalojar
del Portachuelo á los enemigos que lo ocupaban, porque do
minando aquel fuerte por bastante trecho el camino, ostruia
la marcha de las tropas sobre dicho puerto de Juan Griego:
el teniente coronel Jimenez con sus cazadores, i el de igual
graduacion Nogueras con el segundo batallon de Granada,
desempeñaron con tanta bizarría esta arriesgada operacion,
que en pocos momentos se hicieron dueños de aquel punto.
Aunque rehechos los contrarios con algunos refuerzos
que habian recibido del puerto del Norte intentaron apode.
derarse de nuevo de aquella posicion, fueron siempre recha
zados, brillando mas que nunca la firmeza i sufrimiento del
soldado, cuando mojadas sus armas por la copiosa lluvia que
habia caido en aquellos momentos hubo de destruir con un
arrojado ataque á la bayoneta la ventaja que llevaban los
contrarios en haber podido conservar á cubierto las suyas,
con las que hacian un fuego horroroso i acertado.
La division de Canterac abrió el paso para que el dia 8
caminasen las demas tropas á un ataque general sobre los
enemigos situados en puerto Norte: protegidos estos por el
fuerte de Juan Griego hicieron una defensa capaz de ha
berles asegurado un lugar en el templo de la Fama si la hu
bieran dedicado á un objeto mas noble. Tres veces nucstros
valientes habian sido rechazados en los ataques del citado
fuerte; este se hallaba defendido por unos 6oo rebeldes
de la gente mas atrozi desalmada de la isla: sus primeras
ventajas les habian infundido un desenfrenado orgullo que
les hacia arrostrar la muerte con la mayor impavidez.
Estaba ya comprometido el honor de Castilla, i era pre
ciso asegurar la victoria sin pararse en ninguna clase de sa
crificios: los batallones de Clarines i Granada, i el regimiento
de la Union adquirian con sus denodados esfuerzos solemnes
títulos á la gloria guerrera, sosteniendo toda la fuerza del
cAracas santa Fé: 1817. 35 l
ataque: dichas tropas estaban ya para asaltar el parapeto,
cuando lanzándose por la parte opuesta el intrépido teniente
coroncl don Ramon Gomez de Bedoya á la cabeza de dos
compañías de preferencia, despreciando el horrible fuego de
fusilería i artillería á pesar de haber recibido una gran con
tusion en el pecho, fue el primero que franqueó las trinche
ras, introduciendo la confusion i el desórden en las filas re
beldes, i facilitando con este brusco é inesperado ataque la
entrada de las demas tropas por el frente.
Desde este momento quedaron desconcertados i abatidos
aquellos fieros espíritus, que habian peleado hasta entonces
como las mejores tropas del mundo. Todos los que sobrevi
vian á tan mortífera refriega huyeron de aquel campo de
horror á refugiarse á unas lagunas inmediatas de poca pro
fundidad: el general Morillo, que previendo este caso se ha
bia situado con toda la caballería en aquella direccion para
esterminar á los protervos que pudieran sustraerse á la furia
de las bayonetas, se arrojó sobre ellos i los pasó á todos á
cuchillo, sin que nadie hubiera dado la menor señal de ti
midez ni cobardía, ni implorado la clemencia del vencedor
sino un solo individuo. El mismo Morillo, ciego de furor en
aquel dia al ver tanta obstinacion i despecho, fue el primero
en el ataque dado por dicha caballería, i al impulso de su
esforzado brazo rindieron 18 de ellos sus feroces almas. (1)
Dificil es pintar con propios colores lo reñido i sangriento
de esta batalla, i mas dificil todavia hallar otros 6oo rebel
des tan furiosos i desesperados como los que sucumbieron en
este dia á las valientes tropas de Morillo. Gefes, oficiales i
soldados, se cubrieron de gloria en las varias acciones que
se travaron en dicha isla desde el momento en que pusieron
el pie en ella los espedicionarios: todos en general, i cada
uno en particular, son dignos de una encarecida recomenda
cion en la historia; pero los que tuvieron una ocasion mas
(1) Nos ha parecido conveniente copiar uno de los trozos que mas
han anado nuestra atencion en la glosa que hace dicho redactor de la
ToMo II. 4ó
562 eARAcAs I sANTA FÉ: 1817.
po lenos menos de hacer el debido elogio de su esquisito
ruciocinioi bien entendido celo.
Estos fueron pues los elementos de discordia que ejercie
ron no pequeño influjo en el reino de Quito. El sabio Mon
tes se enteró bien pronto de la necesidad de asegurar con la
dulzura i estudiados miramientos los corazones que habia con
quistado por la fuerza de las armas: aunque conocia bien
M ÉJ I CO: s;
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MÉJICo: 1 81 -. 585
Miguel el grande con 12oo hombres, que habia podido re
unir de las dispersas guerrillas; i á pesar de haberse apodera
do en el primer momento de sorpresa de una casa fuerte i
elevada que dominaba uno de los reductos de aquella villa,
fue rechazado gloriosamente por el comandante don Ignacio
del Corral i por la brillante guarnicion que tenia á sus órde
nes, distinguiéndose sobre todos el intrépido capitan don
Antonio Alfaro.
Malogrado este primer golpe, proyectó otra espedicion
contra la hacienda de la Zanja, defendida por el coman
dante don Antonio Alvarado. Reunidos sobre 6oo hom
bres á las órdenes de los cabecillas Lucas Flores, Encar
nacion Ortiz i Trinidad Magaña, se presentó el referido
Mina á intimar la rendicion al bizarro Alvarado, suponien
do que no seria tan temerario que quisiera sostener con un
puñado de valientes un choque que tenia todas las aparien
cias de serle mui funesto; pero la respuesta de aquel digno
gefe merece ser esculpida en caractéres de bronce. ce Tengo
» pocas armas i poca tropa; pero me sobran los cartuchos i
» los deseos de emplearlos para quemar el corazon de los
» traidores: á la disposicion de estos jamas dejan los leales
» sino sus cadáveres yertos; mi tropa morirá, pero no se
» rinde.»
Viendo Mina que solo la fuerza podria hacerle triunfir
de aquellos valientes soldados, tomó sus disposiciones para el
ataque: roto el fuego en la tarde del 16, era dificil decidir
si tenia mas mérito la firmeza de los sitiados que el arrojo de
los sitiadores; se suspendió el combate con la oscuridad de la
noche; los trabajos de los rebeldes durante esta para cegar
los fosos tenian alarmada aquella benemérita guarnicion
cuando á las dos de la siguiente mañana se aproximó la di
vision volante al mando del capitan don Manuel Diaz de
La Madrid que el teniente coronel don Antonio Larragoiti
enviaba desde Salvatierra.
Encendida de nuevo la pelea, abandonaron el campo
los rebeldes, i los ausiliadores entraron á abrazarse con los
ToMo iI. 49
386 miérco: 1817.
defensores enmedio de públicas aclamaciones. Reconocido el
campo de batalla se hallaron 2 o muertos, i entre ellos el ca
becilla Magaña, que habia sucumbido en la tarde anterior
en una de las mismas correderas del puente del fortin. Otros
12 muertos se dejaron en el valle de Santiago, cuyo número
agregado al de sus heridos i dispersos, dió una pérdida efec
tiva de 1oo hombres, sin que en las filas realistas se hubie
ran contado mas que dos heridos.
No bien escarmentados todavia los rebeldes se atrevieron
á esperar á los realistas, mandados por el bizarro coronel
don Francisco de Orrántia en la hacienda de la Caja, situa
da en el referido valle de Santiago. El obstinado Mina tenia
reunidos en 1o de octubre 15oo facciosos capitaneados por
los cabecillas Lucas Flores, los Ortices, Pedro Moreno, Pio
el del rincon de Leon, Huerta el de Coeneo, i otros gefes
de partidas de la provincia de Valladolid.
Aunque Orrántia llevaba tan solo 6oo caballos i 236 in
fantes, no dudó un momento de la victoria. Al aproximarse
á dicha posicion halló formada aquella chusma en seis trozos
i algunos grupos apoyados á las casas i cercas de la referida
hacienda. Formado el plan de ataque marchó Orrántia en co
lumna por la derecha para flanquear el costado izquierdo de
los rebeldes; apenas vieron estos aquel movimiento se desta
caron 6oo de ellos contra la izquierda i retaguardia de los
realistas, estrellándose contra el teniente coronel Bustaman
te que mandaba aquella fuerza; acude prontamente en su
ausilio la reserva á las órdenes del capitan Moreno; salen
nuevos refuerzos de la hacienda i en pocos minutos se gene
raliza la accion.
No pudiendo los insurgentes sostener las vigorosas cargas
de los realistas, se ponen en precipitada fuga, i son persegui
dos con igual ardor por el espacio de dos leguas: 15o muer
tos, muchos heridos, 157 caballos, porcion de fusiles, lan
zas i machetes fueron los timbres de aquella ilustre jornada
ganados con la sola pérdida de 1 o realistas muertos, 6 heri
dos i 2 contusos.
México: 1817. 587
Esta derrota acabó de hacer perder al indómito Mina el
poco prestigio que aun le quedaba con los partidarios de la
independencia i con algunos ilusos; ya desde este momen
to renunció á sus atrevidas empresas, i solo se ocupó en sal
varse con la fuga de las manos de los realistas. El coronel
Orrántia, que habia sido escogido por el celoso general Liñan
para esta delicada é importante comision, no descansó un
momento hasta verla terminada á satisfaccion de sus gefes.
Ya desde el 2 1 de octubre iba siguiendo las huellas al famo
so aventurero, i estrechándole tan de cerca, que daba por
seguro su triunfo.
Habiendo sabido que aquel habia pasado el rio grande
por Santiaguillo, emprendió Orrántia la marcha para Sa
lamanca, i se dirigió en seguida por pueblo Nuevo á la
hacienda de Cuchicuato, siguiendo la misma direccion de los
rebeldes que ya habian llegado á reunirse en número de 7oo
caballos i 6o infantes. Salió al dia siguiente para Guanajuato
haciendo una marcha forzada de trece horas á fin de salvar
dicha ciudad, que creia hallarse en gran peligro, segun lo in
dicaban los cañonazos i el mucho humo que vió salir del tire
general de Valenciana.
No fueron equivocados los cálculos del astuto Orrántia,
por que sabiendo los rebeldes la rápida marcha que hacia
contra ellos, abandonaron aquel punto á las pocas horas de
haber principiado el ataque, retirándose para la sierra ó mi
na de la Luz, despues de haber ofrecido al coronel don An
tonio Linares, comandante de la citada ciudad de Guanajuato,
la favorable ocasion de cubrirse de gloria, batiendo con su
escasa, pero esforzada guarnicion, á los foragidos, i po
niéndoles cerca de 1oo hombres fuera de combate. En la
noche siguiente se dispersó en trozos aquella faceion, i se dió
por mui probable que su formidable caudillo habria tomado
el rumbo de la hacienda de la Tlachiquera con 2oo hombres.
Como Orrántia llevaba por objeto principal la persecu
cioni esterminio del citado bandido, se dirigió al momente
38 MÉJico: 1817.
{cia aquel punto, i llegó á Silao á las cinco de la tarde. A
as dos horas de su llegada tuvo noticias de que iba á pasar
aquella noche en el rancho del Venadito, distante nueve le
guas del mencionado pueblo: poseido su corazon del mas
puro gozo al considerar ya en sus manos la presa que forma
ba todo el objeto de sus ansias, salió á las diez de la misma
con 5oo caballos escogidos, entre ellos 2 oo que por disposi
cion del general le habian sido enviados para reemplazar los
mas cansados, i fiando la felicidad de la empresa á la rapidez
de su marcha.
A las siete de la mañana siguiente se hallaba sobre el in
dicado rancho del Venadito sin haber sido sentido por las
abanzadas enemigas, cuya vigilancia supo burlar caminando
por veredas estraviadas. Cuando se presentó la descubierta,
compuesta de 12 o hombres al mando del teniente coronel
don José María Novoa, fue tal la sorpresa i terror de los re
beldes, que sin tener lugar para tomar sus caballos ni alien
to para ponerse en defensa, huyeron todos á ocultar su ver
güenza entre los trigos i en el bosque immediato.
Entran en su seguimiento los realistas, destruyen cuanto
se les presenta al frente, dejan tendida en el campo la mi
tad de la gavilla, inclusos el cabecilla Pedro Moreno i tres
estrangeros, i logran finalmente apoderarse de la persona de
Mina i de 25 de sus compañeros, entre ellos un francés que
le servia de asistente. Tres cajas de guerra, un clarin, a 9
fusiles, 38 lanzas, varios sables i pistolas, 2o7 caballos, 16o
sillas de montar i algunas municiones concurrieron á ilustrar
el triunfo de los esforzados Orrántia i Novoa.
Se hallaba en el entretanto el general Lifían agotando
todos los recursos de su ingenio para destruir prontamente
el último baluarte de la insurreccion, que lo era el fuerte de
San Gregorio. En sus primeros reconocimientos hechos en 19
de setiembre habia penetrado por la cumbre de la cruz del
Sauce al cerro del Vellaco que dominaba á tiro de pistola la
fortificacion nuas alta de los rebeldes llamada Tepeyac, i se
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- 1817.
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habia apoderado de una casa-fuerte á la que los rebeldes ha
bian puesto el nombre de la Garita, que defendia la entrada
de la caña la por el llano de San Gregorio. -
CAPITULO XXIV.
PE R Ú:
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l 818.
CAPITULo xxv.
CH I L E. ss.
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Tomo II. 56
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442
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CAPITULO XXVI.
SN
46 cARAcAs I sANTA Fé: 1818.
bian llevado á la capital, introdujeron la mas terrible alar
ma: la supuesta muerte del general en gefe, la destruccion
de sus tropas, i la rápida marcha de los rebeldes sobre aque
lla ciudad, conmovieron de tal modo los ánimos de sus hab i
tantes, que abandonándolo todo, se pusieron en la fuga mas
desordenada ácia el puerto de la Guaira.
Ya se habian embarcado mas de 39 personas, i parecia
interminable la emigracion que habia concurrido á dicho
puerto huyendo del terrible influjo de los rebeldes, cuando
la plausible noticia de que vivia el invencible Morillo, noti
cia que debiera haber llegado á tiempo de evitar tantos que
brantos i desgracias si una inesplicable fatalidad ó la ma
licia no la hubieran detenido ú ocultado, convirtió en tras
portes de alegría i placer las escenas anteriores de luto i
horror. Se calmaron completamente los ánimos , volvieron
á tierra los que ya se hallaban á bordo de los buques, i to
dos regresaron á sus hogares creyéndose perfectamente segu
ros mientras que un gefe de tanto prestigio estuviese á la
cabeza de sus tropas.
El ejército realista siguió su marcha ácia Valencia, en
donde reconcentró todas sus fuerzas, dejando apostado en la
villa de Cura al general Morales con un destacamento de ca
ballería. Bolivar, que se habia reunido en el Sombrero con
Zarasa, se arrojó como un torrente sobre los valles de Ara
gua. Morales, que solo tenia orden de observar al enemigo
i de retirarse, lo verificó satisfactoriamente, evitando dos
cargas que quiso darle Bolivar, primero en la citada villa
de Cura en 1 o de marzo, i sucesivamente en la Cabrera.
Dudoso dicho Bolivar sobre el punto al que debia dirijir
sus primeras operaciones, se decidió por atacar al general La
torre en sus posiciones de las Cocuisas, cuyos proyectos fue
ron completamente burlados por la bizarra resistencia que hi
cieron aquellas tropas en los dias 13 i 14.
Los planes que á este tiempo habia trazado el general
Morillo, i que parecian los mas ingeniosos para dar un gol
pe decisivo á Bolivar, no tuvieron el debido cumplimiento
cARACAs I sANTA FÉ: 1818. 447
por haber sido interceptados los pliegos dirigidos á Latorre,
con cuya cooperacion se contaba para el feliz resultado. In
formado Morillo de que la division de Calzada se habia si
tuado en San Cárlos, le comunicó órdenes premurosas para
que se le incorporase á marchas forzadas. Apenas hubo lle
gado esta division al cuartel general, se puso en marcha to
do el ejército el dia 13 del mismo mes de marzo; i como al
siguiente se hubiera encontrado con el general Morales,
volvió éste con algun refuerzo contra el enemigo, i derrotó
mismas esperanzas.
Principiada la accion, ambas partes dieron inequívocas
pruebas de ardimiento i obstinacion; mas todo cedió á los
valientes realistas; la infantería enemiga quedó tendida en el
campo de batalla; una gran parte de la caballería sufrió igual
suerte, el resto se dispersó con el mayor desórden. Sobre 8oº
muertos, considerable número de fusiles, caballos, lanzasi
otros despojos fueron el fruto de esta preciosa jornada, i los
laureles con que ciñó de nuevo su frente el esforzado Mora
M ÉJ I CO: ss.
-e88 0.9e
. - CA PITULO XXVIII,
- P E R Ú: 1819.
-9é998o
CH I L E so,
CAPITULO XXX.
del horror so fuego que hacian los rebeldes desde la orilla opuesta:
parcia imposible que pudieran salvarse de la mue te los primeros
que emprendiesen esta operacion: notando Morillo aguna tibieza de
pate de los soldados que se hallaban mas inmediatos, agarró él so
lo en mangaº de canisa dichas barcas, i empujandolas con sus her
cúleas fuerzas, les dió el movimiento i situacion que convenia
con el apoyo de sus asistentes i sucesivamente con el de algunos
otros sºldados, que se lanzaron á aquel arriesgado trabajo, picados
por el ejemplo de su bizarrisimo general. Fs de notar que el Arauca
en aquel punto tiene á lo mas cien varas de ancho, sobre ocho 6
diez de profundidad,
5 S cAn Ac As I s ANTA rí: 1819.
el comanlante Ramos arrolló completamente un cuerpo de
3oo caballos enemigos á espensas de su sangre derra nada
por impulso de una sacrílega lanza. En seguida recorrió el
ejército los puntos de Cuñajistola i Mata Casanareia, cu
yas fortificaciones fueron asimismo abandonadas por los re
beldes arrojando al agua cuanto podia embarazar su marcha.
Era el dia 11 del citado mes de febrero cuando se pre
sentó Paez por la mañana con una fuerza de 1 2oo caballos
al frente de la division de vanguardia, mandada por el gene
ral Morales: se creyó que este era el dia destinado para que
las armas del Rei adquiriesen nuevos triunfos; mas luego que
los enemigos vieron que marchaban mas tropas en ausilio de
la citada vanguardia, se pusieron en retirada hasta el pueblo
de Cunaviche, en donde perdieron los ganados que con
ducian.
Siguiendo los realistas por los hatos de la Candelaria i
del Merecure hasta el paso de la Seiva, recogieron los emi
grados que vagaban por los bosques i una porcion conside
rable de caballos i bueyes, haciéndose mui pronto dueños de
todo el pais que se halla situado entre el Apure i el Arauca,
llamado el cajon de Apure, tan famoso en Venezuela por
hallarse en él las principales riquezas de los Llanos, i los re
cursos con que los rebeldes habian sostenido la guerra.
Se enseñoreaban pues las tropas realistas de aquellos es
paciosos valles, lujosamente provistos de ganados vacuno i
caballar; habian ya burlado los cálculos de los insurjentes
que daban por imposible la penetracion de aquellos territo
rios por dichos realistas; el pendon de Castilla tremolaba en
el centro de sus inmensos desiertos; pero la misma naturale
za del terreno, la facilidad con que las foragidas hordas de
Paez se retiraban á los puntos mas recónditos de aquel in
terminable pais que se estendia hasta las orillas del Meta,
i que se hallaba en gran parte como en el momento de la
creacion, i el conocimiento que tenian con algunos de los
indios errantes que vivian en aquellas comarcas, hicieron ver
la imposibilidad de destruirlas completamente. Las tropas
cAn AcAs I sANTA Fé: 18 0. 5: 9
realistas dieron las mas brillantes pruebas de decision, su
frimiento i constancia ; mas sus heróicos esfuerzos no po
dian ser coronados de un feliz resultado entre aquellos in
transitables pantanos, bajo la influencia de un sol abrasador
i sobre inmensas sábanas, en las que eran menos temibles
los feroces zambos, que el cansancio, la sed, la insalubridad
del clima i los animales ponzoiosos.
Bien pronto se conoció que los rebeldes no trataban sino
de destruir las tropas del Rei manteniéndolas en continuas
marchas i alarmas: todos los combates que se trabaron con
ellos fueron de poca importancia si se esceptúa el de la mata
del Herradero, en donde tuvo Paez la osadia de esperar al
general en gefe: esta fue la única accion que por el ardor
de los combatientes i por sus sangrientos resultados mereció
el nombre de batalla: ambas partes pelearon con el mas des
esperado furor; pero no podia ser dudoso el triunfo de los
realistas desde el momento en que pudiesen hacer un regu
lar despliegue de sus fuerzas i de su pericia militar. El fac
cioso Paez perdió una gran parte de su célebre guardia de
honor, compuesta de 5oo feroces llaneros de los mas aguer
ridos i diestros en el manejo del caballo: los realistas queda
ron sorprendidos al examinar el campo de batalla, cubierto
de cadáveres de figura gigantesca, i de hercúlea musculatura.
Tales fueron las tropas vencidas en dicha batalla.
Esta campaña presenta asimismo otro hecho de armas,
ocurrido pocos dias antes del anterior, que merece ocupar
un lugar distinguido en la historia por las circunstancias que
lo acompañaron: fue este el del trapiche de la Gamarra,
en el que estaban acantonados 2oo hombres de infantería del
segundo de Valencei á las órdenes del ya citado don José Pe
reira, i un escuadron mandado por el coronel americano don
Narciso Lopez. Bolivar, que desde el momento en que supo la
direccion de las tropas del Rei sobre los Llanos de Arauca
habia salido de la Guayana con un refuerzo de ingleses en
ausilio de Paez, i que habia llegado ya á incorpcrarse con
él, atacó con todas sus fuerzas el citado punto, dando
52 o cAr. AcAs I sANTA ré: 1819.
por segura la ruina de aquel puñado de valientes; pero
no hallando éstos medio alguno entre la victoria ó la muerte,
se situaron en unos cañaverales, en los que hicieron una re
sistencia tan heróica, que viendo los sediciosos el horrible
estrago que habian sufrido sus tropas, especialmente sus dos
batallones de ingleses, i conociendo que la destruccion de
aquel corto número de esforzados guerreros habia de ser
comprada con pérdidas de la mayor consideracion, mui su
periores por supuesto á su efímero triunfo, renunciaron á él,
i se retiraron llenos de furor i vergüenza.
Este rasgo de estraordinario valor acrisoló la opinion mi
litar de los bizarros Pereira i Lopez, quienes regresaron á
Achagüas (en cuyo punto se habia situado el cuartel gene
ral) con las sienes ceñidas de los mas ilustres laureles: todos
los soldados que sobrevivieron á aquella sangrienta refriega
recibieron los mas cordiales testimonios de aprecio i conside
racion de sus compañeros de armas, i se hicieron acreedores
á los mayores elogios.
Estas ventajas sin embargo no eran de modo alguno de
cisivas: los enemigos se hallaban en igual estado de vigor,
apoyados en las ventajas del terreno i en la facilidad de bur
lar los planes mas bien combinados de sus contrarios: su
táctica infernal se dirigia á hostigar por medio de numero
sas guerrillas á las tropas del Rei, las que no podian separar
se del grueso de sus cuerpos sin que fueran víctimas de aque
llos árabes del desierto. Desengañado Morillo de los pocos
progresos que podian hacer sus armas en aquellos inmensos
llanos, se retiró á la Guadarrama á los cuatro meses de una
campaña en que luchó contra toda clase de peligros i hasta
con la misma naturaleza, i que bastaria por sí sola para ha
cer ilustre el nombre de aquellos guerreros. Fortificando di
cho punto de la Guadarrama, i dejando para guarnecerlo al
batallon del Infante, compuesto de 6oo plazas, colocó su
ejército en cómodos cantones en que pudiera reponerse de
las estraordinarias fatigas que habia sufrido. La division de
vanguardia al mando de Morales se situó en Calabozo.
cARAcAs I sANTA FÉ: 1819. 52 1
Se hallaba pues en la mas perfecta calma todo el territo
rio de Venezuela i de Santa Fé, si se esceptúan las provin
cias de Cumaná i Barcelona por las que vagaban algunas par
tidas, alimentadas por el fuego siempre existente en la isla
de la Margarita i en Guayana, i si se esceptúan asimismo la
de Barinas i dichos llanos del Apure. Estos enemigos eran
sin embargo mui insignificantes, i no podian jamas sostener
la vista de un ejército tan brillante i numeroso como era el
del Rei, que no bajaba de 1 o 3 veteranos. -
VvVVVVVVVVVVMWMVMMAAAVVV.AAVAVVAWAVVA M
CAPITULO XXXI.
M ÉJ ICO: 1819.
-98999
º Méjico: 18 1 0. 549
jurisdicion de Salvatierra, sufriendo la pérdida de 12 muer
tos i de muchos heridos, que fue comprada con la preciosa
sangre de 4 soldados del regimiento de Zelaya i de su sargen
to Antonio Ibañez, quien llevado de su indiscreto valor se
metió con solos 6 hombres entre la chusma enemiga.
Una de las acciones mas importantes sostenidas en el
mes de junio fue la del teniente coronel don Pablo María de
Mouliaá contra las gavillas de Jalpa, situadas en el territorio
de San Luis de la Paz, á las que batió bizarramente, persi
guiéndolas hasta la inmediacion de Corral de Piedras, dejan
do el campo cubierto de muertos i heridos, habiéndose con
tado 3o de los primeros i entre ellos al mas valiente de los
cabecillas Francisco Mansilla, al comandante Gomez i algu
nos oficiales: cinco prisioneros, 18 caballos ensillados i va
rias armas de fuego i corte contribuyeron á ilustrar el mérito
de aquella jornada. En ella se distinguieron asimismo los
nuevamente indultados don Patricio i don Marcelo Gonza
lez, el sargento Francisco Munguía, i cuantos tuvieron la
gloria de pelear con las tenaces turbas.
Por la parte de Querétaro ejercitaba útilmente su activi
dad el teniente coronel don Manuel Velazquez de Leon, ha
ciendo correrías desde el presidio de Santa María Peñamilla,
jurisdicion de Cadereita, i atacando en una de ellas en las
alturas del Aguacate i cerro de Dios á las gavillas del doctor
Magos, Vital García i Cristóbal Mejía, que fueron derrotadas
sin embargo de su escesiva superioridad numérica: 16 faccio
sos muertos, 5 prisioneros, una caja de guerra, varios fusi
les, lanzas, machetes, caballos ensillados i acémilas corona
ron los esfuerzos de las tropas realistas.
El alferez don Manuel Arana que con 2o hombres ha
bia sido separado de la columna del coronel Aguirre en la
esploracion que se hacia del territorio de Chucándiro despues
de haber sido deshechas las reuniones de Huerta, Buenros
tro i otros cabecillas que lo habian infestado, se encontró
inesperadamente con 1 oo insurjentes mandados por el cau
dillo Cervantes, compañero del Giro. Contando los facciosos
5.5 o Miérco: 1819.
con un triunfo seguro se arrojaron al arma blanca sobre la
partida realista; pero fue tan heroica la firmeza con que
aquel puñado de valientes recibió la impetuosa carga de los
contrarios, que desconcertados al momento, perdida la cuar
ta parte de su gente, i muerto el mismo cabecilla Cervantes,
hubieron de retirarse precipitadamente, salvándose por este
medio de la total ruina que les amenazaba el capitan don
Ignacio Sota, de quien dependia la citada partida: 3 o caba
llos ensillados, varias armas de chispa i corte, i la con
siderable pérdida de que se ha hecho mencion fueron los
trofeos que dieron el mas brillante concepto al impávido
Arana, i á los bizarros soldados que habian tenido la gloria
de medir victoriosamente sus armas con tanta desigualdad
de fuerzas.
El teniente don Manuel José Martinez, comandante de
la hacienda del Jaral, jurisdicion de Guanajuato, se grangeó
el mas brillante concepto militar rechazando en el dia 9 del
mes de junio los furiosos ataques dirigidos contra su destaca
mento por los rebeldes Ortices á los pocos dias de haber sido
éstos batidos por el comandante general Orrántia en la sierra
del mismo nombre: 15 muertos, 2 o heridos i 2 prisioneros
fueron los memorables recuerdos que dejaron de su mengua
i cobardía los referidos cabecillas, reunidos con el apóstata
P. Torres.
El coronel don Anastasio Bustamante tuvo los mas feli
ces encuentros en las inmediaciones de Pueblo Nuevo, Pan
toja i Santiaguillo en los dias 2 1, 22 i 23 del citado mes de
junio con la partida de Antonio Garcia, segundo del cabeci
lla el Giro, siendo uno de sus resultados la muerte de varios
facciosos, inclusive el titulado capitan Damian Robles, el
rescate de un dragon i un tambor realistas, i la toma de 24
caballos ensillados i de muchas armas blancas i de fuego.
El referido caudillo el Giro ó Andres Delgado fue apre
hendido con tres de sus secuaces en el dia 3 de julio en el
rancho de la Laborcilla, poco distante de Salamanca, por el
mismo coronel Bustamante, quien agregó á su brillante car
MÉJIco: S 1 0. 551
rera militar este nuevo timbre, tanto mas estimable cuanto
mayores habian sido las dificultades i esfuerzos de los realistas
para destruir un enemigo tan feroz que habia llenado de san
gre i luto aquellos paises, cuya tranquilidad era incompatible
con la existencia de aquel malvado.
Entre las varias acciones correspondientes á este mismo
mes de julio no debe omitirse la que sostuvo el capitan don
José Bulnes comandante de Huetamo, atacado en este mis
mo pueblo con la mayor furia por 15o rebeldes, mandados
por los cabecillas Rafael Gomez, Valdés i otros. Aunque era
mui inferior la fuerza realista, pagaron los contrarios mui
cara su osadía , dejando en el campo 2 1 muertos, inclusos el
capitan Antonio Gomez, i el teniente Francisco Garcia, la
liéndose llevado porcion considerable de heridos, entre los
que se contó el mismo Rafael Gomez que murió á las pocas
horas. La pérdida que hicieron asimismo los insurjentes de
una crecida cantidad de armas i de caballos concurrió á ilus
trar aquel triunfo, conseguido por los realistas con la sola
pero sensible muerte del benemérito comandante de los pai
sanos de aquellas inmediaciones don Francisco Maldonado, i
de un dragon.
Se hizo no menos acreedor á los elogios públicos el te
miente coronel don Miguel Torres rechazando los encarniza
dos ataques dirigidos contra el real de Temascaltepec confiado
á su mando, por las gavillas del P. Izquierdo, Pedro Asen
sio i los Ortices, que habian llegado á- reunir la fuerza de
4co á 5oo hombres armados, i una inmensa chusma de in
dios, provistos de hondas i garrotes. La bizarra defensa de
este punto, i la anteriormente descrita de Huetano escita
ron tan vivo entusiasmo en las autoridades superiores, que
fueron creados dos escudos de distincion para las tropas que
habian tenido parte en tan gloriosos combates.
El teniente coronel don Miguel Francisco Barragan que
habia sido enviado por el comandante general de Valladolid
coronel Aguirre con 225 infantes contra las gavillas de Guer
rero i Bedoya, se dirigió al cerro de San Cristobal, en cuyo
552 Méjico : 1819.
fuerte se habia encerrado el segundo, despues que el primero
se hubo retirado desde el Sauzá Cuizcan.
Habiendo llegado el citado Barragan á tiempo de haber
despachado Bedoya 13o hombres con dos cañones en ausilio
de Guerrero, fue completamente sorprendido con los 4o in
fantes que le habian quedado para defender aquella posicion.
Arrojándose todos ellos por las fragosas cañadas del cerro,
perecieron despeñados los unos, acuchillados otros, hechos
prisioneros los demas en número de 23, escepto Bedoya i 3
ó 4 de sus compañeros que hallaron la fortuna propicia á
segundar su evasion. Una pieza de á 12, cuatro de á 4,
53 fusiles i carabinas, 3o lanzas, 9 pares de pistolas, 24
granadas, porcion considerable de municiones, abundantes
herramientas de fragua, i provisiones de todas clases fue
ron los trofeos de los realistas en la toma de la citada for
tificacion.
El alferez don Mariano Guevara, dependiente de la sec
cion de Querétaro, se hizo altamente recomendable por ha
ber dado muerte en el rancho de la Yerbabuena, camino de
la Noria, al cabecilla Guadalupe Moreno i á 8 individuos
mas de su partida, de la que fueron hechos asimismo 2 pri
sioneros, i fueron cogidos algunos caballos i armas, habién
dose fugado aunque mal heridos un hermano del mismo Mo
reno i otros dos facciosos.
Habia todavia 8oo insurjentes de caballería con multitud
de indios que seguian los negros estandartes de la rebelion,
i dominaban una parte de la dilatada é inaccesible montaña,
llamada Sierra Gorda. El virei, cuyo celo por la absoluta pa
cificacion del reino era inimitable, habia dado la comision
al brigadier i comandante general de Querétaro don Melchor
Alvarez, de destruir aquellas madrigueras; las columnas des
tinadas á esta importante empresa, mandadas por los tenien
tes coroneles don Pablo María Mouliaá i don Epitacio San
chez, bajo la direccion inmediata del coronel don José Cris
tóbal Villaseñor, desempeñaron con tanto lustre en el mes
de setiembre sus respectivas espediciones, que á los pocos
-
- INDICE.
- - 1814,
y +-oeer- 2 -
1815.
- =aerºe -
1816.
-ecº
181 º.
-
188.
-
1819.
Capitulo xxvir. PERÚ. Varios choques parciales travados con honor
por las tropas realistas. Persecucion de los insurjentes hasta los mas
ocultos asilos. Retirada del general La Serna á Oruro. Buen aspec
to de los negocios en el alto Perú. Alarmas en el bajo por la espedi
cion marítima de Lord Cochrane. Preparativos del virei para reci
birla. Ataque de dicho aventurero al puerto de Callao. Nuevos ata
ques con brulotes. Desembarco en Huacho, Paita, Supe i Guam
bacho. Ensayo de los cohetes á la Congreve. Ridiculas amenazaº de
Lord Cochrane. Llegada de la fragata Prueba á la mar del Sur. Des
embarco de los insurjentes en Pisco i Santa. Salida de dicho almi
rante para Guayaquil. Bizarro compo, tamiento de los real stas. 48s
Capítulo xxx. CH I LE. Retirada de Sanchez á la plaza de los Ange
les. Paralizacion de las tropas insurjentes. Desleal conducta de
algunos oficiales españoles. Retirada del citado Sanchez a Val.
divia. Organizacion del ejército en esta plaza por el coronel don
Feusto del iíoyo. Salida de Sanchez i de algunos oficiales para Li
72
57o
ma. Biografia de Benavides, dejado en la frontera para hosti
lizar al enemigo. Convenio de los independientes de Chile i Bue.
nos-Aires para destruir la autoridad real en el Perú. Horribles pro
yectos de estos últimos. Decreto de proscripcion contra los prisio.
neros realistas detenidos en la punta de San Luis, en las Brus
casi en la misma capital de Buenos Aires, realizado en el primero
de los puntos indicados. Indignacion del ejército del Perú. . 504
Capitulo xxx. CARACAS I SANTA FE. Paso del Apure i del Arau
ca por el ejército real. Ataque del Caujaral i del hato Marrereño.
Persecucion de los rebeldes basta Cunaviche. Males de los realis
tas en medio de sus triunfos. Batalla de la Mata del Herradero.
Accion del trapiche de la Gamarra. Paso retrógrado del Apure.
Retirada del ejército á la Guadarrama. Accion del pueblo de la
Cruz. Espedicion inglesa sobre las costas. Acertadas disposicio.
nes de los realistas para destruirla. Toma por los rebeldes del mor.
ro de Barcelona. Sorpresa de esta ciudad por San Just. Ataque de
la plaza de Cumana por los aventureros ingleses. Su destruccion i
su retirada á la Guayana en esqueleto. Accion del Juncal. Ata.
que de Barcelona defendida por Bermudez. Retirada i completa
dispersion de estos sediciosos. Toma de Portobelo por Mac Gre
gor. Su reconquista por Hore , i total destruccion de los espedi
cionarios. Nuevos descalabros de Mac Gregor en Rio Hacha.
Atrevida espedicion de Bolivar sobre el reino de Santa Fé. Des
contento de estos habitantes. Reunion de aquel caudillo con Do.
nato Perez i con Santander. Accion del puente de Gámeza ganada
por Barreiro. Carácter i circunstancias de este gefe. Accion del
paniano de Vargas. Batalla de Boyacá, i completa destruccion de
los realistas. Evacuacion de la capital. Fuga precipitada del virei
Sámano. A turdimiento general. Desacientos de esta retirada. Ele
mentos para haberse rehecho los realistas en Honda. Salida de
Latorre desde Venezuela en ausilio del reino. Su detencion en Bai
ladores. Llegada de Sámano á Cartagena. Falta de armonía con
su gobernador Torres. Espedicion al mando de Warleta para re
conquistar la provincia de Antióquia. Reseña del reino de Quito. . 515
Capitulo xxxi. M EJICO. Reflexiones sobre el carácter de la revolu
cion. Reconcentracion de ésta en las provincias de Vera-Cruz,
Guanajuato, Querétaro i Acapulco. Varias acciones parciales sos
tenidas con gloria por los realistas. Prision del feroz Andres Del.
gado , alias el Giro. Sumision de los indios Moquinos i destruc
cion de los Nabajoes. Tom a dol fuerto do San Gaspar en el cerro
de la Goleta. Aprehension de Borja i del licenciado Ayala. Pre
sentacion al indulto de un gran número de facciosos. Estado prós
pero de los negocios. Formacion de cuerpos de dichos realistas,
o sea milicias urbanas. Arreglo de nuevos pueblos para los indul.
tados. Importantes servicios del ministro plenipotenciario de S. M.
en los Estados Unidos don Luis de Onis para sofocar la insurrec.
cion de América, Fratado de limites. . . . . . . . . . 5iº
Continuacion de los estractos de los papeles públicos.
Pocas obras han merecido tanta aceptacion como la presente , si
bien no se ha dado á luz todavia mas que el primer tomo i no hai pe
riodico que no haya celebrado con entusiasmo su mérito literario, i la
utilidad de tal empresa : sus alabanzas resuenan por todas partes; i nos
otros no por imitacion sino, por convencimiento no podemos menos de
admirar la suma laboriosidad del autor, la feliz eleccion de materiales,
el vigor de su pluma, la fluidez de su estilo, la sagacidad de su critica
i la profundidad de sus reflexiones morales i políticas. Greemos po lo
tanto que si los dos tomos que faltan corresponden al merito del prime
ro no podrá ofrecerse un modelo mas a meno de instruccion, especial
mente si los altos destinos tienen decretado que tremole de nuevo en
América el pendon de Castilla. ( Diario de Valencia 25 de Marzo de 185o).
No se puede negar que para todos los que se interesan en observar
esa inmensa catástrofe politica que está pasando delante de nuestros ojos,
una de las mayores dificultades que se presentan es la de seguir el hilo
de tantas revoluciones distintas como son los estados hispano-america
nos, las cuales, aunque forman un todo horrible que se confunde en
sus resultados, se ha ido desenvolviendo en cada una de aquellas pro
vincias de un modo mas ó menos lento, mas ó menos cruel, i mas ó
menos dificil de apaciguar. El Sr. D. Mariano Torrente conoció sin duda
esta dificultad cuando se propuso formar una especie de anales revolu
cionarios de cada uno de los vireinatos de las dos Américas con el objeto
de poner á sus lectores en el caso de seguirle sin molestia en su relacion.
ara ello se propuso adoptar el método cronológico, dando prin
cipio por la revolucion de Buenos Aires, siguiendo con la del Perú, la
de Chile, la de Quito, Santa Fé, Caracas , , i últimamente con la de
Méjico. Aun cuando este laborioso escritor no hubiese hecho otro servicio
á sus contemporáneos que el de establecer un órden tan claro para refe.
rir i comprender tantos hechos análogos aunque distintos, esto solo le
haria digno de la gratitud de la posteridad, i le constituiria en la cla
se de los hombres beneméritos de su pais. Pero no es eso solo lo que
hallamos en la parte de la obra que hemos recorrido hasta el dia; sino
que encontramos ademas un copioso almacen de noticias, referidas con un
enlace tan natural de las causas con sus efectos, i con tal exactitud en las
fechas, nombres i lugares, que con dificultad puede resistirse el asen
so. El tiempo sin duda i los sucesos posteriores facilitarán á la España ct o
ú otros escritores que nos digan masi acaso, mejor que lo que nos dice
el Sr. Torrente; pero no podrán sin injusticia rehusar á este escritor la
gloria de haberles abierto el camino para escribir con acierto de las co
sas de América, conservando unos recuerdos que les ahorrarán mil tra
bajos i dificultades. Plegue á Dios que los que le sigan en esta espinosa
carrera sepan á lo menos imitarle en la modestia é imparcialidad con que
califica la conducta de tantos que no quisieran que se escribiese de
sus cosas, i que deben al Sr. Torrente la conservacion de muchas ilu
siones que acaso forman su único patrimonio
Serie imposible incluir en un periódico el analisis de cada uno de los
cuadernos • ºººººººn de cada uno de los tratados que contienen, sin es
cribir una serie de artículos de pesada lectura, sopena de ocasionar a sus
lectores la confusion misma que ha querido evitar el Sr. Torrente. Pero
no podemos menos de repetir los elogios que ya hicimos en el nú
mero 145, añadiendo que ha sido recibida esta obra con general apre
cio, no solo del público mas tambien del gobierno, cuyos diferentes"mi
misterios se han suscrito por un crecido número de ejemplares, i está casi
concluida la primera edicion. (Gaceta de Bayona 9 de Abril de 185o).
Claridad, órden, método, riqueza de materiales, sana crítica, abun
5-2
dancia de escelentes máximas, vigor en el raciocinio, fndez en el es
tilo, entusiasmo por las glorias de su patria, i ard ente deseo de que
la infliz, América vuelva á disfutar de su antigua prosperidad bajo el pa.
ternal gºbie no le nuestro augusto Soberan , ; son las dotes que rebosan
principalmente en todas las páginas de la historia del Sr. Torrente.
En medio de los solemnes titulos de pública gratitud que ha adquiri.
do este escritor por haber presentado al mundo una bien ordenada serie
de los principales sucesºs de la revolucion de ambas Américas, i en m.
dio de los elogios que deber tributarle quien tenga algun conocimiento
de tan terrible lucha, no podemos menos de sentir que no haya descrito
con mas claridad los defectos de algunas personas que con vendria espo
ner sin rebozo para que sirvieran de escuela prictica en lo sucesivo.
Tambien hubiéramos deseado que la viveza de su imaginacion no e hu
biera arrebatado con tanto fuego en la porn posa calificacion de los guer.
reros de aquella época; porque si bien consideramos que para lo primc.
ro se ofrecen algunas trabas, i que para lo segundo le abona su ardiente
celo por los intereses de la monarquia i por las glorias de la nacion, con
todo tendria doble mérito dicha obra si su plumna ¿ sido mas severa.
A pesar de estos reparos es preciso confesar que la verdad histórica
no esta alterada; que los errores de nuestros gobernantes de América se
descubren frcilmente por poco que se detenga el lector á contemplarlos
si deja a un lado los correctivos, i que con respecto á los elogios de
persºnas, son estos siempre fundados.
No se puede pues negar al Sr., Torrente sin cometer un acto de injusti
cia el gran mérito contraido en haber sido el primero en presentar á la Es.
paña un trabajo literario el mas acabado que haya visto la luz hasta el dia.
Se trata pues de la revolucion de unos paises que han sido i deben
sºr otras tantas provincias de esta Monarquia : no es pues estraño que to
das las clases de la sociedad española lean con aficion la obra del Señor
Torrente, i que la consideren como uno de los libros mas importantes é
instructivos: ni debemos ocultar nuestros deseos de que la misma se ge
neralice, para que conocidas mejor las cosas de América se hable i se obre
contino i acierto. (Comercio de Ambos Mundos en Cadiz 28 de Mayo 185o).
Todo cuanto pudieramos decir para encarecer esta obra, que siempre
tiene el merito de ser única en su clase i verdaderamente original , ha
sido ya repetido de tantos modos, que nos limitaremos á manifestar que
contó simple lectura recrea é interesa, i como estudio ilustra é instruye.
No hai quien deje de convenir en la necesidad que habia de este tra
bajo : mui pocos eran los que conocian á fondo las cosas de América:
esta clase de conocinientos era peculiar de los puntos respectivos que cada
uno habia recorrido; pero como las comunicaciones de unos con otros, e
pecialmente con los mas distantes, eran sin exageracion mas dificii sí
tardas que desde Europa á la misma América, no es estraño que se ig
norase, aun en aquellos dominios, una porcion de sucesos, que no se
han ocultado al espirit» indagador del Sr. Torrente, i que ha llamado la
atencion de sus mismos autores. A varios de estos, en cuyas lucesi
prctica tenemos la mayor confianza, hemos oido celebrar la exactitud
i precision de la referida historia, salvo algunas pequeñcces, que de nin:
gin modo altera º la ºrdad: i salvo aquella variedad de, “ntas con que el
¿scritor exorna la ealificacion de los sñgetos, remontando á veces su plu
ma, sin dejar por eso de indicar la parte debil, aunque suavizada, con
los giros de su retórica. . - - -
Aunque han sido varias las discusiones suscitadas sobre esta grande i
etrevida empresa, vemos con placer que no estan acriminaciones al his.
toriador por sacrificios hechos en la esencia de los sucesos; que es la úni
a en núestro concepto iroscºsable reconvencion que podrian hacerle el
siglo presente i la posteridad. (Correo literario de Madrid 7 de Junio de 1539).
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