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III STORIA

DE LA

SRevoluciop 5 pato-busicata :

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AUT o a D E LA GE o G RA F i A UN IVER SA L.

ToMo II. A
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Historia vero testis temporum,


ſua veritatis, vita memoria, ma
gistra vita, nuntia vetustatis,
è qua voce alia, nisi oratoris,
in mortalitati commendatur?

Cic. or onar. Lin. in.


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&artata a4 e 6oreno, plasuela de Amigido, nim. 1.


a 3o.
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Será denunciado eomo furtivo todo ejemplar que no lleve la


siguiente rúbrica , º 2 -> 22) r,
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CAPITULO PRIMERO.

BUENOS-AIRES: s.
-93339e

Creacion de un director supremo. Disensiones de Artigas con


las tropas de Buenos-Aires. Convocacion de un congreso
oriental. Tropelías del citado Artigas. Abandona este el
sitio de Montevideo. Desórden del campo insurgente. Sa
lida de los sitiados i su precipitado regreso d la plaza.
Proscripcion de Artigas por el director supremo. Victoria
de la escuadra argentina. Apuros de Montevideo i su ren
dicion. Llegada de Rondeau al alto Perú; su reemplazo
por Alvear; i desavenencias entre este i aquellas tropas.
Eleccion del mismo para el puesto de director supremo.
Disgusto general por este nombramiento. Desunion de las
provincias. Estado crítico de la república de Buenos-Aires
á fines de este año, -

Desde la batalla de Ayohuma habia crecido considerable


mente la agitacion de esta república: se atribuyeron sus re--
veses á la falta de energía del poder ejecutivo; el pueblo
pidió otros miembros; la asamblea estaba al mismo tiempo
ocupada en insignificantes debates: se creyó pues que el go
bierno de un solo individuo seria el mas á propósito para dar
una rápida direccion á los negocios de aquel estado. Despues
de una acalorada sesion, celebrada en 31 de diciembre del
año anterior, en la que unos defendian la conveniencia de
esta medida, apoyados en el conocimiento i práctica que te
nian de la dificultad de acordarse los pareceres en los cuerpos
numerosos, en los que se pierde todo el tiempo en disputas
pueriles o ambiciosas, i otros se afamaban por probar los gra
-

4 r UENos-AIREs: 181 4.
Ves. perjuicios de fiar la suerte de la república al capricho de

un solo hombre, quien con su despótico proceder podia lle


nar de llanto i miseria aquellas provincias, quedó nombrado
finalmente el ciudadano don Gervasio Posadas director supre
mo, i le fue agregado un consejo de siete miembros con fun
ciones meramente consultivas. -

El ejército insurgente de la banda oriental cobraba por


cada dia nuevo aliento al ver que en igual sentido crecian
º los apuros de la plaza de Montevideo. Descúbrense algunas
conspiraciones en dicho campo; son sacrificados varios indi
viduos á sus escesivos temores: sucede á este tiempo una
nueva escision con el bullicioso Artigas, que pudo ser mui
favorable á las armas de Castilla. Este genio atrevido i vio
lento se creia con derecho para no obedecer mas que á su ca
pricho; sus anteriores hazañas le habian dado una gran nom
bradía entre aquellos naturales, particularmente entre la
gente del campo mas feroz i guerrera, á la que dirijia con
el simple impulso de su voluntad. Disgustado con el gobier
no central, cuya autoridad le era mui repugnante reconocer,
alegó sus quejas de que este premiaba á las personas que ha
bian incurrido en su indignacion, i que él creia que debian
ser castigadas. Aunque aparentaba un ardiente deseo por la
independencia, era sin embargo esta consideracion inferior á
su resentimiento i ambicion: de aquí procedió la desavenencia
- entre aquellas tropas i el principio de la guerra civil.
Los argentinos trabajaban con el mayor teson por sofocar
estas discordias que debian ser tan funestas á sus miras; para
conseguirlo habia convocado Rondeau á nombre del gobierno
un congreso oriental con el objeto de nombrar diputados para
la asamblea nacional. Ya en vísperas de verificarse esta re
union manda Artigas que los electores se presenten en su cuar
tel para recibir instrucciones: sin hacer estos el menor apre
cio de aquella arbitraria providencia se congregan en la ca
pilla de Maciel, i se ocupan del cumplimiento de su mision
observando las formas prescritas para estos casos. Irritado el
díscolo Artigas al ver desatendida su intervencion, anula di
rt Exos-Arn Es: 1 81. 5
cho congreso del modo mas violento; i aunque el nuevo go
bierno siguió impavidamente en su carrera celebrando el re
sultado de sus operaciones con pompamilitar i con otras de
mostraciones de regocijo, tuvo bien pronto motivos de ar
repentirse de haber chocado abiertamente con este gefe tan
inquieto i peligroso, quien desmembrando su gente con fin
gidos pretestos, i desamparando por último su puesto en tra
ge de gaucho, dejó flanqueado todo el costado derecho de la
línea de que estaba encargado. Aunque muchos de sus oficia
les i soldados no siguieron tan pernicioso ejemplo, quedaron
sin embargo los sitiadores en la mas terrible confusion i em
barazo; tres veces se dió la órden de levantar el sitio i otras
tantas fue revocada; pero creciendo el desórden fueron aban
donados los campamentos con pérdidas de mucha consideracion.
Fue escesiva la agradable sorpresa de los realistas cuan
do al hacer su descubierta hallaron evacuadas las principales
posiciones de los sitiadores; pero temiendo algun ardid insi
dioso, no se atrevieron á franquear sus trincheras hasta ave
riguar la causa de tan inesperado acontecimiento: el pueblo
sin embargo salió en tropel de las murallas con el deseo de
respirar el aire libre; mas el gefe de dia, el irlandés French,
que se hallaba todavia en uno de los reductos de las avarr
zadas, mandó descargar de improviso un cañonazo á me
tralla, i confirmó con esta fatal ocurrencia los recelos que
se habian concebido acerca de los artificiosos designios de los
insurgentes. El regreso á la plaza fue todavia mas rápido
, que la salida, i el desaliento de los defensores creció en razon
directa de aquel pretendido malogro. La oportuna llegada en
aquel mismo dia del habilitado de Buenos-Aires con crecidos
fondos, i las noticias de prepararse una respetable escuadrilla
con nuevos refuerzos para estrechar el sitio de Montevideo,
dieron nuevo valor é impulso á los desordenados sitiadores.
Muchos de los fugitivos vuelven á sus posiciones; los pueblos
se prestan con mayor empeño al sosten de aquella causa, i
el prudente i sagaz Rondeau sabe sacar un precioso partido
de tan favorables disposiciones. --"
6 prrxos-Arnrs: 1814.
El director Posadas vió con la mayor indignacion la fu
nesta desercion i violento proceder de Artigas; i dando á su
resentimiento mayor estension de la que dictaba la política
en tan críticas circunstancias, espidió un solemne decreto
privándole de sus empleos, declarándole infame, fuera de la
lei i de la patria, agregando al catálogo de los deberes de
todo ciudadano la persecucion de aquel faccioso, i tasando
en 60 pesos su cabeza. Esta rigurosa providencia, si bien en
armonía con la disciplina militar i con la obediencia á las
autoridades constituidas, fue sumamente fatal é intempestiva;
los orientales reverenciaban á Artigas como al ídolo mas pre
dilecto; el rigor de Posadas fue interpretado por ignoble des
ahogo de su enemistad i emulacion; aquella terrible pros
cripcion no podia alcanzar á quien era dueño de inmensos
desiertos; la impotencia del castigo creaba mayor desprecio
ácia la autoridad que lo habia impuesto; la reconciliacion se
hizo desde entonces imposible; se aseguró mas la impunidad
del delincuente; la guerra civil se desenvolvió con formas
mas horribles; la autoridad suprema quedó desairada, i dió
este nuevo rasgo de su debilidad. s. *
Sin embargo de tan horrorosa discordia iban tomando
bastante incremento las tropas de la capital i su marina.
Mandada esta por el inglés Brown, bien provista de todos
los pertrechos guerreros, proporcionados por este aventurero
i por sus paisanos, atacan la escuadra realista i la vencen
en 16 de mayo. Faltando á los sitiados este único recurso
que les quedaba para proveerse de víveres, caen en el mayor
desaliento; i tomando al mismo tiempo los negocios un as
pecto mas serio por la parte de tierra, bajo la direccion de
Alvear, que habia reemplazado á Rondeau, se rinde final
mente, i se pierde con aquella plaza el paladion de la autori
dad real en la América Meridional. -

Ha sido mui censurado Vigodet por esta capitulacion cuan


do conservaba todavia 59 hombres de tropas escogidas, con
los que podia comodamente abrirse paso para trazar nuevos
planes con el ejército del alto Perú, i haber dado dias de
TrENos-AIREs: 1814. 7
gloria á la Monarquía española. Tal vez ocurrieron causas
mui poderosas para que aquel general que tenia tan acredi
tado su valor i pericia militar dejase de tomar el partido que
á todos parecia el mas oportuno i decoroso. Influiria asimis
mo en el ánimo de este gefe la consideracion de no dejar
abandonados al desapiadado furor de los sitiadores los muchos
soldados que tenia enfermos i heridos, i los heróicos habitan
tes que tantos servicios habian hecho en obsequio de la ma
dre patria. Unos i otros habrian sido barbaramente sacrifica
dos si con las armas en la mano no se hubiera asegurado una
capitulacion que salvase sus personas é intereses. Situacion
crítica por cierto para un guerrero, la de luchar entre las
ventajas de la guerra i los sentimientos de humanidad!
En el acto de tomar Alvear el mando de las tropas que
sitiaban á Montevideo habia salido Rondeau á ponerse á la
cabeza de las destinadas contra el alto Perú; i como el go
bierno de Buenos-Aires reconociese en el referido Alvear al
hijo predilecto de la victoria, lo envió pocos meses despues
á arrancar nuevos laureles del general Pezuela; pero las tro
pas que habian comenzado á aficionarse á Rondeau mani
festaron su repugnancia en recibir al nuevo gefe; i aquella
parece no dejó de ser fomentada por quien iba á recibir esto
segundo desaire. Así pues las miras de la capital de enviar
un general que daba mayores garantías de la feliz termina
cion de aquella interesante campaña, se atribuyeron á la par
cialidad de una faccion que queria presentar á dicho Alvear
las mas brillantes ocasiones de distinguirse para consolidar su
opinion i con ella el influjo de su poder. Se habia introducido
asimismo en el ejército del Tucuman la mayor alarma cuan
.do se supo la comisiona estraordinaria que se habia dado á,
don Ventura Vazquez para entregar ciertos pliegos al general
Pezuela, i el nombramiento de diputados para la córte de
España. En medio de este choque de opiniones se resuelve el
caudillo Rondeau á: hager una demision que lo eximiera de
toda responsabilidad; pero sabial que no le seria admitida
como en efecto se opusieron á ella sus subalternos, i Alvear
8 - ruENos-AIREs: 1814.
hubo de volverse á la capital. El partido que dominaba en
ésta, buscó los medios de reparar aquel agravio, i los halló
mui eficaces influyendo para que el objeto de su culto fuese
elevado al rango de director supremo. -

Esta violenta eleccion que llevaba todos los caractéres de


ser obra de la intriga i no de la conveniencia, fue recibida
con desagrado general: todos presagiaban funestos resultados;
suponiendo con fundamento que un ejército que habia negado
su obediencia á este gefe como general, estaria mas remiso
en reconocer su autoridad como dictador. Estaba por otra
parte bastante desacreditado el partido de dicho Alvear; i
reforzados los descontentos con el apoyo del ejército del alto
Perú, i con las disensiones del general Artigas trataban de
disolver aquella asamblea i derribar al ídolo á quien la len
gua tributaba respetos que desmentia el corazon. El re
gentimiento i el deseo de la venganza se comunicaron por
todas las provincias. Córdoba se sustrae á la capital; Santa
Fé sacude totalmente su dominio, i sigue el sistema que
luabia adoptado desde que las tropas de Artigas habian en
trado en su territorio.
Estas discordias influyeron considerablemente en la suerte
del ejército del alto Perú; sus progresos habrian podido ser
mas rápidos, i sus triunfos mas seguros, sien vez de ocuparse
las tropas sitiadoras de Montevideo en cuestiones políticas,
hubieran pasado á reforzar al general Rondeau. La república
•pues estaba en el mayor desconcierto; el nuevo director vió
la nube formada sobre su cabeza, i se apresuró á conjurarla
por todos los medios que podian sugerirle sus encontradas
ideas de patriotismo i ambicion. Sabiendo que la esperanza i
el temor son los dos grandes móviles del corazon, trató de .
ganarse á unos con el premio, i de aterrar á otros con el
castigo. Para dar peso á su autoridad, que veia escapársele
de las manos por falta de opinion en el pueblo, puso todo su
esmero en la organizacion de tropas regladas: de esta tenden
cia á hacerse respetar con las bayonetas, i de algunas tro
pelías cometidas en obsequio de su despótico poder, cual fue
º e ENos-AIREs: 1814. 0
la muerte trágica del desgraciado Ubeda, procedió el ser de
signado con el denigrante título de Tirano, quien pocos meses
antes habia sido reverenciado como una divinidad.
Siguiendo las ideas de su antecesor, ó mas bien las del
partido del ayuntamiento, publicó una proclama furiosa,
dando con su tono amenazador i ruidosas frases la idea mas
positiva de lo mucho que temia á aquel osado enemigo. A
fines pues de 1814 estaba le república argentina en vísperas
de una desorganizacion política; su desórden creció en el año
siguiente como se verá en el capítulo que le corresponde. .
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ToMo II. 2
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CAPITULo II.

PER Ú: se
Formacion de partidas contra el ejército del Rei, entre las
que se distinguió el caudillo Arenales, que fue batido por
Udaeta, Blanco, i O'stria. Fbrmacion de otra columna
contra los caudillos Umaña, Padilla, Cárdenas i Zárate.
Indulto general. Creacion de nuevos cuerpos. Traslacion
del cuartel general á Jujuí. Parios golpes dados á las
guerrillas. Providencias contra las familias de los emi
grados al campo insurgente. Ventajas conseguidas por el
coronel Marquiegui. El general Pezuela altera el plan de
seguir su marcha ácia el Tucuman. Derrota del coman
dante Blanco. Apuros de las provincias del interior en
medio de las victorias del coronel americano don Sebastian
Benavente. Sublevacion del Cuzco. Espedicion de Pinelo i
Muñecas sobre Puno, de Mendoza i Bejar contra Hua
manga, i de Pumacagua sobre Arequipa. Crítica situa
cion del virei Abascal i del general Pezuela. Esfuerzo del
primero para enviar una pequeña columna al mando del
comandante Gonzalez sobre Huamanga. Entra el segundo
en negociaciones con el caudillo de Buenos-Aires; pero se
resuelve por último á correr todos los trances de la guerra.
Sublevacion del coronel Castro. Malogro de sus planes.
Acendrada fidelidad de los soldados cuzqueños. Formacion de
- varias columnas contra las infinitas partidas rebeldes. Ca
tástrofe de La Paz por Pinelo i Muñecas. Victoria del
general Ramirez en los altos de la misma ciudad. Otra
del comandante Gonzalez en Huamanga. Toma de Arequi
pa por Pumacagua i Angulo, i prision de Picoaga, Mos
PERú: 1814. l

eoso i Valle. Alarma de la capital del vireinato. Evacua


cion de Arequipa. Méritos contraidos por el general
Pezuela. «.

Aunque los insurgentes habian sido completamente der


rotados en las dos brillantes batallas de Vileapugio i Ayohu
ma del año anterior, habian quedado todavia algunos restos
ocultos por aquellos partidos, los que puestos de acuerdo con
varios de sus habitantes comprometidos en la revolucion em
pezaron á formar fuertes cuadrillas, para hostigar al ejército
realista al favor de la escabrosidad del terreno. Arenales fue
el caudillo que mas pronto se distinguió en esta clase de
guerra penosa: hallándose de gobernador en Cochabamba al
tiempo de la última derrota, recogió antes de evacuarla cuan
tas armas, caballos i numerario pudo haber á las manos, di
rigiéndose á Valle grande despues de haber sido batido por el
teniente coronel don Francisco Udaeta en los puntos de Ome
requei la Abra: Creciendo sin embargo la fuerza de aquel
caudillo, fue enviado desde la plaza el capitan don Francis
co de Ostria con 6 o caballos; i como el citado Arenales en
union con Cárdenas i Umaña hiciese los posibles esfuerzos
para sublevar á los indios chiriguanos, conoció el general Pe
zuela la necesidad de aumentar sus precauciones para cortar
oportunamente aquellos vuelos. . ... , ,
Destacando con este objeto al teniente, coronel don José
Joaquin Blanco, comandante militar de Oruro, con parte de
su guarnicion i dos cañones de montaña, pasó por Cocha
bamba, de donde ya habia salido otro refuerzo de 12 o hom
bres á las órdenes del capitan don José Llano, i engrosando
su columna con otros ciento tomados en el mismo punto i
con un cañon de á cuatro, continuó su marcha hasta el pun
to de Tótora. Noticioso de que los insurgentes habian salido
de aquel fuerte, determinó frustrar sus planes con la celeri
dad de sus movimientos: adelantándose él solo dejando ór
den á su division de que caminase con la mayor presteza, llegó
mui pronto á reunirse en Tulquin con dichos gefes Udaeta,0 s
1 2 PERú : 1814.
tria, i Llano. Desde su primera conferencia convinieron en
la necesidad de tomar por un atrevido golpe de mano las al
turas de San Pedrillo; i aunque se llevó á ejecucion este
proyecto sin pérdida de tiempo, cuando llegaron á aquellas
posiciones ya estaban ocupadas por los enemigos; pero atacan
do con teson la mas alta de todas lograron arrojarlos de ella.
Aunque no habia llegado todavia al dia siguiente la di
vision que habian dejado en Tótora, se atrevieron á bajar al
Llano i atacar á mas de 3ao rebeldes que los esperaban á
pie firme con cuatro cañones i con los flancos bien cubiertos
por la inmensa caballada. Fue furioso el ataque i obstinada
la defensa; mas á las tres horas i media de vivo fuego fue
ron derrotados los insurgentes, quienes entregándose á una
fuga desordenada dejaron en el campo mas de 1oo hombres
muertos, entre ellos cuatro capitanes, muchos heridos, 21
prisioneros, 4 cañones, 4 cargas de municiones, 32 fusiles i
1oo lanzas; Arenales i los demas caudillos salvaron su vida
con la ligereza de sus caballos. El comandante Blanco se vió
precisado á hacer un terrible escarmiento sobre tres cabecillas
que habian caido en su poder, i sobre otros individuos que
habian dado pruebas mas positivas de su espíritu cruel i de
vastador. Asi quedaron desagraviados los manes de seis veci
nos honrados, cuyas cabezas, cortadas por aquellos furiosos
bandidos, habian sido colocadas sobre picas en el camino real
por donde habia de pasar el ejército español. A pesar de estas
ventajas fue preciso destinar una division de 45o hombres i
4 piezas al mando de dicho Blanco para que contuviera al
referido caudillo Arenales, i se apoderase de Santa Cruz,
de Mojos i Chiquitos. -- . - -- - *

Fue asimismo destinada otra division á las órdenes del


coronel Benavente compuesta de 2oo infantes i 38o caballos
para que observase los movimientos de los caudillos. Umaña,
Padilla, Cárdenas i Zárate, que habian formado otra nume
rosa reunion en el partido de la Laguna (provincia de la
Plata) con el apoyo del cacique bárbaro Cumbai, que vivia
en los confines i era señor del valle de Ingre. , , ,
rERú: - 18 4. 5
El infatigable Pezuela se valió de cuantos medios le sugi
rió su celo i decision para dar solidez á sus victorias, i pres
tar nuevos servicios á la causa del Rei. Creyendo que un in
dulto general retraería de la carrera del desórden á muchos
de los descarriados, lo concedió con amplitud, dándole la
mas rápida circulacion. Como tardaban á venir los refuerzos
del Cuzco para reemplazar sus bajas, se determinó á formar
dos batallones de los habitantes de Chichas, Cinti i Tarija,
admitiendo para completarlos á los mismos prisioneros de
las batallas anteriores que manifestaban mas disposicion de
corresponderá aquella confianza: al primero de dichos cuer
pos se dió el nombre de Granaderos de reserva, i al segun
do el de Batallon del general.
Despues de haber tomado oportunas providencias para
asegurar el orden en el interior, en cuyas operaciones fue se
gundado con el mas esmerado celo é inteligencia por el mayor
general don Miguel Tacon; i dejando en Potosí con una buena
guarnicion al brigadier Lombera para que velase sobre este
interesante pbjeto i sobre las operaciones de los cuerpos espe
dicionarios del Valle grande i de la Laguna, levantó su
cuartel general de Tupiza, i se trasladó á Jujuí para dar im
pulso á la campaña por aquella parte.
- La vanguardia realista habia ocupado desde principios de
este año la citada ciudad de Jujuí i la de Salta i el fuerte de
Cobos; pero las malignas tercianas, propias de aquel tempe
ramento, la escasez de subsistencia, i los repetidos choques
de los partidarios favorecidos por el perfecto conocimiento del
terreno i por la ventaja de sus buenos caballos i destreza
para manejarlos, causaban bajas considerables en el ejército
del Rei. Cuando el general Pezuela llegó á dicho ejército que
fue á fines de mayo, consistia toda su fuerza en 49 hombres,
inclusos 45o de caballería i 2oo artilleros. Era su ánimo
continuar la marcha sobre el Tucuman luego que llegasen los
refuerzos que debia enviarle el general Picoaga; pero como
tardasen estos á causa de la repugnancia de las provincias en
prestarse á aquella clase de servicio, formó dos escuadrones
--
l º pERú: 1814.
de cazadores, que era el arma de que mas necesitaba para
emprender la campaña, mandados por el valiente coro
nel Marquiegui, i otro denominado de San Cárlos por haber
sido compuesto de los naturales de dicho valle, que habian
mostrado una particular adhesion á la causa del Rei, del cual
fue nombrado comandante el teniente coronel don Martin
Aramburu. i -

Urgia - sobro todo disipar las infinitas cuadrillas de


gauchos, que con algunas ventajas que habian logrado sobre
las partidas mas adelantadas del coronel Castro, habian ad
quirido el mayor orgullo, i emprendian atrevidas incursiones
desde sus madrigueras. Disponiendo el general Pezuela que se
retirasen á Jujuí los pocos dragones que habian quedado con
su comandante, hizo un movimiento general i repentino con
los tres escuadrones nuevos, con los dos batallones de tropas
ligeras i con el regimiento número 19. Apoderándose con esta
acertada maniobra de los parages que llaman de los Cerrillos,
Cobos, i de otras guaridas de aquellos bandidos, los estrechá
de tal modo que se vieron precisados á salir de ellas, i á re
tirarse al otro lado del rio Pasage, quedando asi el ejército
libre de sus continuas alarmas, i en disposicion de proveerse
de caballos, carnes i granos de que empezaba á escasear.
Se presentó á este tiempo á pervertir la opinion de los
pueblos un nuevo enemigo sumamente peligroso, cual era la
intriga agitada por las mugeres i familias de los que habian
seguido las banderas del Belgrano, por medio de las cuales
tenia este caudillo exacto conocimiento de todas las operacio
nes de sus contrarios, no limitándose á esto solo su maléfico
influjo, sino estendiéndolo hasta el estremo de prostituirse á
los oficiales i soldados que abandonasen las filas de los realis
tas, ó que les comunicasen avisos de interés: fue preciso por
lo tanto trasladarlas á los pueblos de retaguardia para que
fuese menos activa su venenosa seduccion.
Como dicho general Pezuela careciese de noticias sobre lá
situacion i fuerzas de sus enemigos, ordenó que el coronel
Marquiegui, práctico de todos aquellos terrenos, saliese con
PERú: 1814. 15
una espedicion de 3oo hombres á esplorar el campo insur
gente del Tucuman, dando la vuelta por los fuertes de Santa
Bárbara, Rio del Valle, i Pitos, que están situados en las
fronteras del Cflaco, pais habitado por indios bravos.
El bizarro Marquiegui evacuó con tanta felicidad esta es
pinosa comision que el 16 del mismo mes sorprendió á los
enemigos, se apoderó del fuerte del Rio del Valle, i averi
guó con toda certeza que la fuerza de Belgrano no pasaba
de 33 hombres de tropas bisofías, ni su artillería de 2 o pie
zas, i que la vanguardia se componia de 8oo gauchos á las
órdenes del caudillo Martin Güemes, distribuidos en partidas
sueltas que vagaban por diferentes puntos. -

Los planes que con estas lisongeras noticias pudiera for


mar el general Pezuela, sufrieron una notable alteracion,
luego que se comunicaron por el mismo conducto las de la
triste situacion de la plaza de Montevideo, cuyos valientes
defensores, que segun los mejores datos componian todavia
una fuerza de 53 hombres, se esperaba que mas bien que
rendir friamente las armas, se resolverian á abrirse paso para
que sus operaciones facilitasen los adelantos de las tropas del
Perú. Influyeron asimismo en la variacion del proyecto del
señor Pezuela sobre ocupar al Tucumán los desastres ocurri
dos á aquella sazon en las columnas encargadas de mantener
la tranquilidad interior. El coronel Blanco, que despues de
la ilustre accion de San Pedrillo habia conseguido nuevos
triunfos en la Angostura, i que habia llegado á apoderarse
de Santa Cruz, acababa de ser derrotado en el Pirai, adonde
habia penetrado con mas valor que precaucion: por su des
cuido se perdió él mismo i toda su tropa, sin que hubieran
podido salvarse de tan terrible catástrofe sino tres oficiales i
nueve soldados; de cuyas resultas iba caminando para Cocha
bamba el orgulloso Arenales con mas de 3oo fusileros, muchos
indios flecheros, i cuatro piezas de artillería.
La division del coronel don Sebastian Benavente, situada
en el partido de Tomini habia sostenido varias acciones glo
riosas contra los caudillos Padilla, Umaña, i otros, siendo
16 PERú: 1814.
las principales la de Pomabamba en 19 de marzo, cuyo pue
blo infiel fue reducido á cenizas; la de Taravita en 1 1 de
abril, resplandeciendo mas que nunca el ido mérito
de dicho gefe en esta ocasion en que su a causa del
Rei le hizo superior á las graves calenturas pútridas que pa
decian él i dos tercios de su tropa, pues levantándose de la
cama suplió con su arrojo ivalentía la falta de fuerzas físicas
i la debilidad de su cabeza; la de Mollein en 13 del mismo.
mes en la que escarmentó fuertemente á los rebeldes; la de
Campo redondo sostenida ya por su segundo el teniente coro
nel don Manuel Ponferrada en 21, quien ocupó dignamente
el puesto de su postrado gefe; pero á pesar de estas ventajas
habia quedado tan débil aquella columna por efecto de di
chas enfermedades, malos alimentos, contínuas privaciones i
penalidades que no se hallaba en estado de resistir á los re
beldes, i mucho menos de emplearse en su persecucion.
* Estos inesperados contratiempos, comunicados por el bri
gadier Lombera con una triste pintura del estado de la opi
nion en Potosí, Charcas i Cochabamba, i confirmados por los
urgentes pedidos de 4oo hombres para cada una de las plazas
de la Paz i Oruro, i hasta de 16oo para la Plata, tenian per
plejo é indeciso al general Pezuela sobre el partido que debia
tomar en tan críticas circunstancias. Aunque habia renuncia
do á la idea de estender la línea de sus operaciones, no se
atrevia á evacuar la ciudad de Jujuf por ser aquel el punto
mas á propósito para combinar acertadas operaciones con el
general Vigodet, de quien se esperaba una arrojada salida
para levantar el sitio, posesionarse de toda la banda oriental,
entretener por aquel lado las fuerzas argentinas, i socor
rer abundantemente la plaza con el ausilio de sus buques.
En esta espectativa suspendió el señor Pezuela su replie
gue, limitándose á destacar un batallon i algunas compa
ñías á disposicion de Lombera para que atendiese á los pun
tos mas urgentes; pero no habiendo conseguido en este tiem
po las armas del Reimas ventajas que la derrota de Arenales
en 6 de agosto por el coronel don Javier Velasco; no pudien
PERú : 181 . - 17
do ya dudar de la rendicion de Montevideo, i creciendo de
dia en dia los apuros de las provincias de retaguardia, cuya
opinion se habia llegado á estraviar completamente con las
noticias de los triunfos de los rebeldes en dicha plaza, i con
la falsa voz divulgada de que venian de Buenos-Aires 63
hombres de refuerzo al Alto Perú, se retiró finalmente á
Süipacha. -

La provincia de Cuzco, en la que ya desde algun tiempo


se hallaban sembradas las semillas de la insurreccion, dió un
horroroso estallido en el dia 3 de agosto luego , que supo los
reveses de las armas españolas, i lo desguarnecido que habia
quedado el vireinato de Lima con la espedicion que habia sa
lido para Chile. Este terrible golpe puso el colmo á las inquie
tudes del benemérito Pezuela. Sin mas recursos que su valor
i su ingenio, con un ejército rebelde al frente que iba á ser
reforzado por numerosas tropas, con el horroroso fuego de
la insurreccion que soplaba por todas las provincias, i que
habia llegado á contaminar el mismo terreno que pisaba, sin
esperanza de recibir género alguno de ausilios, solo un áni
mo esforzado era capaz de mantener su vigor en tan espan
tosa crisis, i aun de hallar medios para salir con honor de
aquellos apuros. -

El brigadier indio, Mateo Pumacagua, que tantas dis


tinciones habia merecido del gobierno español, se puso á la
cabeza de aquel movimiento, de acuerdo con los hermanos
José i Vicente Angulo. El desprevenido presidente brigadier
Concha, el regente de la real Audiencia, todos los oidores,
menos Vidaurre que sucesivamente se distinguió en los ana
les de la rebelion, i otros muchos partidarios de la causa del
Rei, fueron confinados en prisiones, i debieron la salvacion
de sus vidas á la mediacion del obispo i á la de algunos su
getos influyentes. La tropa seducida rindió sus armas á los
conspiradores, quienes sin la menor efusion de sangre se apo
deraron de los almacenes, pertrechos, artillería, i de cuanto
existia en aquella ciudad. Ensobervecidos con este primer
triunfo, i contando con el apoyo de los soldados cuaqueños,
ToMo II. 3
18 - rERú: 18 4.
que componian la mayor parte del ejército de Pezuela, creye
ron que nada habria capaz de contener sus sacrílegos impulsos.
Nombrado en cabildo abierto José Angulo gefe gene
ral de las armas, su hermano Vicente, segundo en el mando,
é instalada una junta gobernadora compuesta del citado gefe,
de Pumacagua, del doctor Astete, i del coronel Moscoso,
dispuso la salida de varias divisiones para propagar su malé
co influjo. Una de ellas se dirigió sobre Puno á las órdenes de
Pinelo, sargento que habia sido del ejército del Rei, i del
clérigo Muñecas; otra sobre Huamanga, mandada por Men
doza i Bejar, i la tercera sobre Arequipa á cargo de dicho Pu
macagua. Llevaba instrucciones la primera de llegar á Potosí,
i la segunda de estenderse hasta Lima, suponiendo que Pe
zuela no podria oponer el menor obstáculo por tener un ene
migo poderoso al frente, i aun menos el virei Abascal, que
era quien debia proveer con mas empeño á la conservacion
de esta provincia por ser de la pertenencia de su vireinato.
Dicho virei recibió casi á un mismo tiempo este golpe
mortal, el de la pérdida de Montevideo i las mas funestas no
ticias del estado de la opinion en las demas provincias. Cele
brada una junta estraordinaria de guerra á fines de agosto
para resolver sobre las medidas mas oportunas que conven
dria tomar á fin de contener el torrente de males que iban á
desplomarse sobre aquel reino, no se hallaron otras mas
prontas i útiles para ausiliar al general Pezuela, al que se
consideraba en el último estado de su agonía i próximo á su
cumbir á la furia de sus soldados, sino las de disponer que el bri
gadier Osorio abandonase á Chile, ó que dejando en aquel reino
las tropas mas precisas, embarcára una fuerte division con di
reccion al puerto de Arica á fin de apoyar la retirada i todo
otro movimiento de dicho general; i en el entretanto salió de
Lima el teniente coronel del regimiento de Talavera, don
Vicente Gonzalez con 12 o hombres, que fueron los únicos
de que pudo desprenderse el señor Abascal. Estos sin embar
go eran remedios mui tardíos i poco eficaces para mejorar la
posicion del ejército del Alto Perú.
PERú: 1814. 19
Su digno gefe procuró ocultar por algun tiempo aquellos
funestos acontecimientos con la idea de prepararse á neutra
lizar los tiros de la seduccioni de la intriga; mas estos tar
daron poco en burlar la vigilancia de sus medidas. Viéndose
en tal conflicto, i rodeado al mismo tiempo por una porcion
siderable de cuadrillas sueltas, que si bien habian sido
batidas en todo encuentro por las divisiones de Velasco cerca
de Cochabamba, de Benavente en la Laguna, i de Baez en
Cinti se rehacian al momento para volver con mas teson á la
pelea, llegó á desconfiar de poder evitar la inminente disolu
cion de su ejército. En tanto que halagaba á los oficiales i
soldados trabajando con el mayor ardor para que los sentimien
tos del honor i de la fidelidad triunfasen sobre los de la na
turaleza i de la sangre, entró en negociaciones con el gene
ral insurgente Rondeau, proponiéndole un armisticio i sus
pension de hostilidades hasta que el legítino Monarca, resti
tuido á esta sazon al trono de sus mayores, tomase disposicio
nes decisivas sobre la suerte de aquellos paises; pero la alta
nera i descomedida contestacion del caudillo de Buenos-Aires,
fijando por condicion la retirada del ejército realista al Desa
guadero, hizo ver al señor Pezuela la necesidad de recurrirá
los estremados recursos que sugiere la misma desesperacion,
i á los estraordinarios esfuerzos, que dicta á veces el honor
propio lastimado, para dar al enemigo una leccion práctica de
lo arriesgado que es el insultar á quien sabe sentir todo el
peso del honor.
En medio de estas terribles angustias que traspasaban el
corazon del general realista se le ofrecieron luminosas prue
bas para persuadirse de que el ánimo del soldado estaba lejos de
haberse pervertido con los insiliosos manejos de sus parientes,
amigos, i paisanos rebeldes: plígo al cielo templar la amar
gura de tantos contrastes inspirando en general á aquellas valien
tes tropas una elevacion de sentimientos superior á todo elogio.
El coronel comandante de dragones, don Saturnino Cas
tro, que habia dado repetidos testimonios de gratitud á los
señalados beneficios, i honoríficas distinciones que habia reci
20 pEnú : 1814.
bido del gobierno español, concibió sin embargo el alevoso plan
de poner todo aquel ejército á disposicion de los insurgentes de
Buenos-Aires. Creyendo que la revolucion del Cuzco i la cir
cunstancia de ser de aquella provincia una gran parte de los sol
dados del señor Pezuela, i especialmente el regimiento núme
ro 19, allanaria todo tropiezo para llevar á cabo su crimiñal
empresa, trató de ganar dicho cuerpo, sublevar á los demas,
i de arrestar al general i á todos los gefes i oficiales europeos:
para asegurar el resultado de su movimiento escribió al cau
dillo insurgente encargándole se aproximase con fuerzas impo
nentes en la noche del 19 de setiembre en que debia darse
el golpe. - -

Noticioso el general Pezuela de estos ocultos manejos des


de el 3o de agosto, dispuso el arresto de dicho individuo en
aquella misma noche; pero aunque fueron comunicadas las
órdenes con el mayor sigilo, llegó sin embargo á traslucirlas
uno de los capellanes del ejército, quien dió aviso al referido
Castro que ya se hallaba separado del escuadron en uso de la
licencia que pocos dias antes se le habia concedido para pasar
áLima. Viendo ya descubierto su infame plan, se apresuró á
darle ejecucion sin pérdida de tiempo.
El citado regimiento número 19 se hallaba situado en el
punto de Moraya, distante seis leguas del cuartel general de
Suipacha; i en el puesto mas avanzado de Mojos se hallaba -

el acreditado escuadron de cazadores de Marquiegui. Dicho


Castro, que habia huido de Tupiza con doce soldados dos ho
ras antes que llegasen los que iban á prenderle, se dirigió al
cuartel general, i se metió á media noche en el campamento
del escuadron de dragones que antes mandaba, agotando to
dos los medios de la seduccion, del engaño, i de su vehemen
te elocuencia para atraer aquellos soldados á su partido, ma
nifestándoles que ya el espresado regimiento número 19iba ca
minando para atacarlos. Sus enérgicas escitaciones fueron oidas
con tal desprecio, que solo un hermano suyo, i una docena de
sol lados siguieron aquel impulso revolucionario. Saliendo enton
ces á escape de dicho punto, hizo alto á mitad de camino de
pEn d: 1814. 21
la vanguardia, desde donde escribió al general Pezuela, inti
mándole la entrega de sus armas i las de todos los oficiales es
pañoles, á los que prometia una segura escolta para trasladar
los al parage que designasen; i que de no conformarse con
estas disposiciones, espirarian todos ellos á los golpes de sus
mismos soldados que estaban ya decididos por la causa de la
independencia.
En el mismo acto en que el serior Pezuela recibia tan
insultante i descabellada intimacion, circulaba por el ejército
una proclama incendiaria, por la que se esforzaba Castro en
persuadir á aquellos valientes soldados de que dicho general
iba á sacrificar en una accion á todos los cuzqueños, i que
los que sobreviviesen á ella serían enviados al Socavon de
Potosí para terminar en breve sus miserables dias; poniendo
aquel traidor el sello á su perfidia, dándoles á entender que
el mismo general le habia dado parte de tan inicuo proyecto,
que el habia jurado vengar con su sangre. Para introducir mejor
el veneno de la seduccion, les presentaba el cuadro de sus
parientes i paisanos que pedian con la mayor ansia su adhe
sion á los principios de la independencia, i les afeaban el uso
de las armas estrangeras en su propio daño, terminando lo
ponzoñoso de su alocucion con manifestarles que Arequipa
habia abrazado su causa, i que Lima habia sacudido igual
mente el yugo del virei Abascal. -

Dejando en aquel sitio los pocos soldados que le habian


seguido al cuidado de su hermano, quien parece que mas
bien seguia su impulso por un efecto de torpe embelesamiens
to que de criminal intencion, pasó á Moraya, i lleno de una
petulante confianza, fundada en las numerosas tropas de su
devocion que fingia iban caminando para apoyar sus proyec
tos, mandó al coronel don Manuel Gonzalez de Bernedo,
único español que habia en dicho primer regimiento, entre
gase el mando al sargento mayor don Mariano Antonio Novoa
idió á este el mas premuroso encargo de que se preparase á
rechazar los violentos ataques del general Pezuela, que se
aproximaba con la idea de deshacer aquel cuerpo i de enviar
22 rrrú: 1814.
todos sus individuos al mencionado Socavon de Potos.
A pesar de la seguridad que afectaba Castro en aquellas
disposiciones, no hizo su intriga el rápido efecto que se pro
metia, pues que reunidos todos los oficiales en casa del coro
nel, se aseguraron de la falsedad de los asertos del conspirador
por el teniente don Mariano Matorras que habia llegado en su
compañía; i comisionado el referido Novoa para cerciorarse
de tamaña impostura, en compañía de otro capitan i de cua
tro soldados, observaron que Castro iba precipitadamente á
tomar su caballo para sustraerse con la fuga á la dura suerte
que debia prometerse de sus descubiertas tramas. Se arroja
ron entonces sobre él, lo presentaron de nuevo al coronel, é
hicieron públicas sus maldades á todo el regimiento.
Poseidos los soldados del mas justo furor, clamaron todos
á una voz que fuera despedazado en el acto aquel genio de la
discordia i del deshonor: sosegados sin embargo con las pro
mesas que les hicieron sus gefes de que se le impondria el con
digno castigo, fue remitido á Suipacha con una compañía de
granaderos. Hallándose en el camino con otras dos que el activo
Pezuela habia enviado en su persecucion, fue detenido hasta
que avisado dicho general de aquellos acontecimientos, dió
orden para que fuera devuelto á Moraya, accediendo á las
urgentes solicitudes que el espresado regimiento le habia diri
gido para que se le permitiera el honor de ser el ejecutor de
la bien merecida sentencia de muerte, que le fue impuesta
despues que el auditor de guerra hubo apurado los medios de
averiguar los cómplices que tenia en su bárbara conspiracion.
Asi murió este malogrado guerrero, que tanto aprecio ha
bia llegado á merecer de los buenos realistas por su fiel i bi
zarro comportamiento hasta que las venenosas doctrinas de
los buenos-aireños llegaron á pervertir su juicio. Bien lo co
noció en los últimos momentos, en que viendo las cosas por
el prisma de la verdad, de la razon i del deber, se manifestó
arrepentido de sus errores, hizo útiles advertencias al general
Pezuela para que observase con cautela la conducta de algu
nos individuos, le nombró por su albacea, i le pidió perdon
Trnú: 1814. - 25
por su rebeldía i por el diabólico designio que habia tenido de
asesinarle én su mismo cuarto pocos dias antes de dar el grito
de sedicion. Este es otro de los argumentos mas poderosos
que prueban la injusticia de la causa de los rebeldes.
Entre los infinitos realistas que han sido sacrificados al puñal
fratricida no ha habido uno que haya mostrado temor al ser
conducido al suplicio, i mucho menos su arrepentimiento por
haber abrazado un partido que estaba en perfecta armonía
con la religion, con la virtud i con el honor; i entre los que
han sufrido igual destino, pertenecientes al bando contrario,
todos con mui pocas escepciones, aun los mas obcecados i fu
riosos han detestado en los últimos instantes de su vida las
erróneas doctrinas que los habian conducido á morir en un
afrentoso patíbulo. ... -

A pesar de esté terrible escarmiento i de otros varios que


fue preciso hacer para contener el genio del mal, entre ellos
el del sargento primero José Lino, que fabia tratado de en
tregar al enemigo el escuadron de dragones del coronel Mar
quiegui al que pertenecia, estaba mui distante de mejorar la
situacion de los negocios. Baez avisaba desde Tarija la nece
sidad de evacuar aquel territorio á causa de la superioridad
de fuerzas enemigas con que se veia abrumado, i del mal es
píritu de aquellos habitantes, acreditado con la desercion de
tres compañías montadas que habia formado de ellos. Los
otros caudillos del interior habian llegado á ocupar á Cinti,
amenazaban á Potosí i la Plata, i hacian una guerra cruel á
cuantos caian en sus manos. Los del Cuzco lejos de suavizar
se con las oficiosas proclamas del virei i pastorales del arzo
bispo de Lima, ponian en movimiento los mas sutiles resor
tes de su intriga para estender su ardor revolucionario por
todas las provincias. - -
El mariscal de campo don Francisco Picoaga, que habia
logrado refugiarse en Lima huyendo de las inmediaciones del
Cuzco, en donde se hallaba al tiempo que estalló la suble
vacion, salió de dicha capital para Arequipa, en cuya ciudad
esperaba organizar algun ejército, i sostener la autoridad del
24 Perú: 1814.
Rei con el apoyo de su opinion, que suponia favorable á su
causa i á su persona, i con la eficaz cooperacion del inten
dente Moscoso; pero estos remedios paliativos no eran sufi
cientes para disipar la gran borrasca que se habia levantado.
En medio de los graves cuidados que ocupaban al general
Pezuela se resolvió á desmembrar su pequeño ejército, único
medio de cortar aquella insurreccion: el valiente Ramirez
fue encargado de llevar á cabo tan árdua empresa. El regi
miento número 19, que debia inspirar la mayor desconfianza
por ser todo él compuesto de hijos del mismo pais que se tra
taba de sujetar, pidió con tanta vehemencia el honor de abrir
esta campañía, que hubiera sido tan imprudente el desairarlo
como se presentaba aventurado su desenlace. En este estado de
inquietud i perplegidad concedió á dicho brillante cuerpo la
gloria de vencer i de vencerse á sf mismo. Situado Pezuela en
Santiago de Cotagaita, i fortificado en buenas posiciones, al
favor de las cuales esperaba resistir á los ataques que le hicie
ran sus enemigos luego que tuvieran conocimiento de la poca
fuerza á que habia quedade reducido, emprendió su marcha
Ramirez, i casi al mismo tiempo salieron del Cuzco los cau
dillos Pinelo i el doctor Muñecas para reunirse con los insur
gentes de Puno. Las primeras operaciones de estos facciosos
fomentaron sus locas esperanzas: despues de haberse apo
derado del Desaguadero, i de 13 ó 14 piezas de artillería i de
otros efectos de parque que habia en aquel punto, despacha
ron nuevos emisarios áOruro, Cochabamba, Potosí, i al mis
mo Rondeau, fomentando la sedicion por todas partes para
dar un golpe decisivo á las armas del Rei.
Aunque estos pliegos fueron interceptados en Oruro con
la aprehension del alcalde provincial del Cuzco, Paredes, que
los conducia, no pudo evitarse que por otros conductos lle
gasen sus revolucionarios avisos á las provincias i al ge
neral Rondeau, que habia ya ocupado á Tarija i adelanta
do su vanguardia á Yavi. Un enjambre de partidas tenia sitia
do el cuartel general de Santiago, i le interceptaba todos sus
víveres i comunicaciones. Era pues de la mayor urgencia or
PERó: 1814. 35
ganizar nuevas fuerzas ambulantes que se empleasen en la
persecucion i esterminio de aquellas gavillas. Formadas tres
pequeñas divisiones al mando de los valientes oficiales Ro
lando, Jáuregui, i García, s fue destinada la primera contra
Zárate, Betanzos, i Navarro, que con 2oo fusileros, algunos
lanceros montados, i considerable indiada, hacian sus corre
rías por la provincia é inmediaciones de Potosí á espaldas del
ejército: salió la segunda contra Camargo, Caballero i Baca,
que desde las alturas de Santa Elena se derramaban sobre
el partido de Cinti por la izquierda de dicho ejército; i la
tercera se dirigió contra Urdininea i Vidaurre, que por su
derecha i despoblado ocupaban á Cochinaca, la Rinconada i
las Pumas de Calina. -

Conociendo el señor Pezuela la importancia de recobrará


Farija, cuya pérdida se hacia mas sensible por las provisiones
que de allí podia recibir, movió su vanguardia con tan feliz
resultado, que el coronel Olañeta batió á los enemigos en
Yavi, i el coronel Marquiegui se apoderó del dicho impor
tante punto de Tarija sorprendiendo á 3oo hombres que lo
guarnecian, i cortando por este medio la comunicacion que
tenian aquellas tropas con los caudillos del interior.
Aunque Ramirez habia salido precipitadamente de Oruro,
no pudo impedir que Pinelo i Muñecas se anticipasen á caer
sobre la Paz, cuya ciudad atacaron el 22 de setiembre con
nueve cañones, quinientos hombres de fusil i muchos indios
armados. Fue heróica la defensa de su gobernador, marqués
de Valdehoyos á pesar de su corta guarnicion; pero pasán
dose al enemigo una parte de la misma plebe que debia con
tribuir á rechazarlo, quedaron los realistas sin fuerzas para
resistir aquella furiosa invasion. Ya desde la primera entrada
de los facciosos se habian visto cometer las mas bárbaras tro-"
pelías contra las personas é intereses de los españoles; perº
llegó al último grado el furor de aquellos caribes cuando se
hubieron volado accidentalmente en el dia 28 las municionº
que tenian en el cuartel, de cuya esplosion fueron “víctimas
los infelices presos i los soldados que los custodiaban. "
ToMo II. 4
26. rerú: 1814.
Atribuyendo á malicia de los realistas lo que era efecto
del descuido de las guisanderas que estaban enfrente de dicho
euartel, se derramaron por las calles como tigres sedientos
de sangre, se dirigieron á la casa del gobierno donde se ha
llaban presos el marques de Valdehoyos, seis coroneles, cinco
tenientes coroneles, el sargento mayor de la plaza i su ayu
dante, cinco capítanes í, otros varios militares i caballeros
principales de la ciudad hasta el número de 57, á los que
sacrificaron con tanta inhumanidad ibarbarie, que no con
tento aquel furioso populacho con haber ejercido los mas re
pugnantes desacatos i escándalos, Ilegó su ferocidad hasta el
punto de beber algunos la sangre, de aquellas ilustres víc
timas, i se abalanzaron otros á chupar sus corazones i á ha
cer las mas terribles demostraciones de su safía infernal.
Presuroso Ramirez por dar algun ausilio á aquella des
gracíada poblacion, envió por delante al coronel Saravia; i
reunida toda la columna á fines de octubre determinó atacar
á los referidos caudillos que se hallaban situados con todas
sus fuerzas en los altos que dominan la ciudad. Este fue el
momento de mayor inquietud i alarma para el benemérito
general español: por grande que fuese la decision que afecta
ban sus tropas, se exigia de ellas sin embargo la dura prueba
de pelear contra sus mismos parientes, amigos i conocidos,
Aparentando en medio de sus temores una serenidad i con»
fianza de que estaba su ánimo bien distante, sonó la trompa
de ataque. Desatendiendo en aquel momento sus fieles soldados
los vínculos de la sangre i de la amistad, i deseando hacer un
nuevo í costoso sacrificio ante las aras de la Monarquía espa
ñola, se lanzaron con tanto arrojo i esfuerzo contra los re
beldes, que en un momento fueron completamente derrota
“dos, abandonando el campo cubierto de cadáveres, diez
piezas de artillería, ciento cincuenta fusiles, i un gran nú
mero de prisioneros. -

Rebosando del mas puro gozo el general Ramírez por un


triunfo tan ilustre, cuyo primer ensay9ipronunciado com
promiso daba las mas sólidas garantías de la noble i heróica
PERú: 1814. 27
carrera que habian de recorrer sus valientes tropas, ocupó
inmediatamente la ciudad de la Paz, i despues de haberla
organizado bajo el mas acertado plan que le sugirió su celo
i prudencia, i de haber estraido cien mil pesos para soste
ner á sus beneméritos soldados i pagar sus alcances, continuó
su marcha sobre el Desaguadero i Puno, seguro de que se
Ilarian en cuantas ocasiones se exigiera de ellos Mos sublimes
sentimientos de honor i lealtad que habian consignado en los
altos de la Paz.
Por la parte de Huamanga habia hecho bastantes progre
sos el comandante Gonzalez sin embargo de haberse sublevado
4oo milicianos que el intendente de aquella provincia habia
puesto sobre las armas para contener á los caudillos Mendoza
i Bejar, i á pesar de la marcada adhesion de esta fuerza á
la causa de la independencia, acreditada á la nueva apa
ricion de los cuzqueños en aquel territorio, olvidando la gra
titud que debian al gobierno realista por haberles perdonado
el primer crímen de su insurreccion- Reforzado pues el refe V.

rido Gonzalez con 5oo hombres, aunque mal armados, de


las milicias de Huanta, proporcionados por el celo i decision
de los gefes de aquel cuerpo, don Juan José Lazon, don
Nicolas Torres i don Pedro Fernandez de Quevedo, habia
logrado batir algunas partidas sueltas que los insurgentes te
nian avanzadas en el "pueblo de Huamanguilla, i vengar el
desacato que habian cometido, arrestando dos parlamentarios
que les habia enviado con proposiciones conciliatorias. Lejos
pues de corregirse con estos reveses, juraron el esterminio del
gefe realista, i reuniendo con este fin Mendoza i Bejar unos
cinco mil hombres, entre ellos 3oo fusileros i cuatro piezas de
artillería, cayeron sobre la divjsion del referido Gonzalez á
principios de octubre.
Las tropas del Rei sostuvieron con impavídez aquel impe
tuoso ataque; pero siendo tan superiores las fuerzas contra
rias, lograron penetrar por las mismas calles de la poblacion:
esta efímera ventaja sin embargo fue causa de su propia
ruina; el comandante realista conoció lo crítico de su posicion
28 pERt : 1814.
i la necesidad de dar un golpe estraordinario de valentía í
arrojo para salvar el honor de las armas españolas: puesto á
la cabeza de sus tropas, i echándose con desesperado valor
sobre aquellas hordas rabiosas que se saboreaban ya con el
triunfo de sus criminales proyectos, introdujo en ellas tan
grande terror i asombro, que dejando 6oo hombres tendidos
en el camp6, gran número de heridos, toda su artillería i
municiones, no pararon hasta mas allá de Huamanga, en
cuya ciudad cometieron, aunque de paso, los mayores esce
sos i tropelías. Habiendo dado los sediciosos á la accion de
Huanta un sentido inverso de la realidad, se sublevó la ciu
dad de Huancavelica, fue arrestado su intendente, i se pro
cedió al saqueo que es el término de todas las maniobras de
los rebeldes; pero descubierta aquella impostura se restableció
el órden, que fue consolidado con la llegada de cien hom
bres del Real de Lima i dos cañones al mando del capitan
don Felipe Eulate. º, *.

El aspecto de los negocios no era tan lisongero por la


parte de Arequipa. Pumacagua i Angulo se habian aproxi
mado á dicha ciudad antes que arribase á Quilca la fragata
Tómas con una compañía del Real de Lima, 5oo fusiles i
demas pertrechos que esperaba el general Picoaga para orga
nizar una fuerza respetable capaz de rechazar victoriosa
mente aquella invasion. Sorprendido" dicho géneral, en tan
críticos momentos sin poder contar mas que cón unos 1oo
veteranos i con algunas milicias mal armadas, i peor dis
puestas, se vió precisado á empeñar una accion sumamente
desigual en el dia 1 o de noviembre; pero el resultado fue
cual debia esperarse de la falta de recursos para resistir á un
enemigo tan osado como orgulloso por la inmensa superiori
dad de hombres i útiles guerreros. Fueron completamente ba
tidos los realistas, perdieron su artillería, armas i municiones;
Picoaga, Moscoso i el Sargento mayor del Real de Lima don
Antonio del Valle, cayeron en poder de aquellos rebeldes,
quienes entraron triunfantes en la ciudad, escitando en ella
i en todos sus partidos tal entusiasmo i devocion á su sacrí
Pr Ró: 1814. 20
lega causa, que el ayuntamiento se atrevió á intimar al
virei de Lima la cesacion de una guerra tan contrariada por
la pública opinion. -

Este golpe terrible acabó de desconcertar las débiles es


peranzas de los buenos realistas: toda la provincia de Are
quipa se puso en estado de sublevacion, especialmente los
partidos de Moquegua i Chuquibamba; i quedó cortada la
comunicacion por todas partes entre Lima i el ejército. Tan
funesta noticia hizo subir de punto los temores de los lime
ños: ya se figuraban ver sobre las murallas de aquella capital
á estas hordas furiosas, reforzadas con los negros esclavos
de las haciendas inmediatas de Ica, Pisco i Cañete, que no
bajarian de 7 á8 mil hombres, renovando las trágicas esce
mas de Santo Domingo. A estas poderosas consideraciones se
debió tal vez la salvacion de Lima; porque lejos de hallar los
facciosos apoyo alguno en sus habitantes, aun en los menos
adictos al gobierno español, se estrellaron todos sus planes
contra la constante fidelidad de la parte sana, i contra la justa
aprehension de la viciada. Asi pudo el virei habilitar una
pequeña division de todas armas, la que ausiliada por
algunas milicias del territorio, se situó en Ica á las órde
nes del teniente coronel don Isidro Alvarado, º á fin de
cortar toda comunicacion con los partidos confinantes de
Arequipa, i conservar la tranquilidad en los paises de re
taguardia. -

Todas estas medidas sin embargo eran insuficientes para


restablecer la calma: la situacion de los negocios era la mas
desesperada iviolenta, los ánimos estaban abatidos; todos
temblaban, i aun los mas adictos á la revolucion se desma
yaban al tender la vista sobra el horrible cuadro que pre
sentaban los pueblos en su disolucion. Solo las noticias de
Europa comunicaban algun consuelo; la restauracion de
Fernando VII al trono de sus mayores hacia esperar que
mui en breve participaria la América de los beneficios de la
paz general. Se hablaba ya de la espedicion del general Mo
rillo; i aun se presumia que la suerte del Nuevo Mundo se
3o rERó: , 1814.
fijaria de un modo irrevocable en el antiguo, contra cuyas
resoluciones no podrian prevalecer los conatos i empeños de
los insurjentes, reducidos á un estado de aislamiento i abandono.
Cobró nuevo aliento el ánimo de los realistas con las no
ticias que se recibieron á este tiempo de la brillante campaña
del brigadier Osorio en Chile, quien habia repuesto rápida
mente la autoridad real en todo aquel reino: su viva imagina
cion les hacia ver el desembarco de dicho Osorio con una gran
parte de su ejército para dar impulso á las operaciones de la
guerra del Alto Perú: se estendió la esfera de su confianza
luego que el general Ramírez, despues de haber derrotado á
Pinelo i Muñecas en los altos de la Paz, i restablecido el or
den en esta plaza i en la de Puno, venia sobre Pumacagua
i Angulo, disipados ya todos los recelos acerca de la fidelidad
de sus tropas. a

Cambió pues en un momento la escena política: del


sumo abatimiento se pasó á la esperanza de un halagüeño
porvenir; i si bien era prematuro todo eálculo que se hi
ciese á aquella sazon, su acierto se debió indudablemente en
esta parte al arrojo, constancia i decision de los gefes á quie
nes estaba confiada la direccion de los negocios militares i
políticos. Los caudillos Pumacagua i Angulo iban perdiendo
con su torpe manejo, desabridos modales i grosera codicia
aquel prestigio que pudieron crear á su primera entrada en
la provincia de Arequipa. Era mayor todavia el desagrado de
los finos, sensibles i caballerosos arequipeños al ver la alta
mería é insolencia de aquel enjambre de indios rudos, que
todo lo miraban con los ojos de bárbaros conquistadores; i
aunqne algunos por hallarse ya en un estado de despecho i
compromiso no podian desprenderse de las banderas rebeldes,
a mayor parte sin embargo deseaba sacudir un yugo tan
ignominioso.
La aproximacion de Ramirez abrió un campo libre á sus
esperanzas; i aunque aquellos caudillos se habian reforzado
con efarmamento i artillería de la division de Picoaga, no
se atrevieron á permanecer en dicha ciudad, en la que ya se
PERé: 1814. 3
habían traslucido los sAhtomas de descontentor i desafeccion,
si bien publicaron al evacuarla que su salida llevaba por ob
jeto dar un golpe decisivo al cuerpo realista. Partieron con
efecto por el camino de Puno con 21 piezas de artillería in
echo á diez mil hombres, en su mayor parte chusma colec
ticia sin subordinacion ni disciplina, escepto unos 6oo fusi
leros que habian servido en el ejército. Haciendo la mas pom
posa ostentacion de sus fuerzas, enviaron un parlamentario
al general realista ofreciéndole un salvo conducto para su
persona si desistia de su inútil empeño en chocar con la pú
blica opinion de todas las provincias, inclusier la capital de
Lima, en la que supusieron haber sido proclamada la inde
pendencia; pero desechando Ramirez con la mayor indigna
cion tan atrevidas proposiciones, se preparó para ir en busca
de aquellos bandidos, quienes viendo la entereza i decision del
general español levantaron su campo á media noche, i enter
rando la artillería, mas gruesa, é inutilizando muehas cargas,
de pertrechos, se dirigieron ácia el partido de Lampa, aban.-
donando enteramente la costa,
Noticiosos los arequipeños de aquellos acontecimientos í
de la aproximacion de las tropas del general Ramirez, pren
dieron á los que habian quedado mandando á nombre de loa
rebeldes; i restableciendo por sí mismos la autoridad real,
nombraron una diputacion para que acredase la adhesion
de aquellos habitantes, á la causa que defendia dicho general.
Este hízo su entrada en Arequipa á principios de diciembre,
i toda la provincia siguió luego, el sistema de la capital, es
cepto el partido de Chuquibamba, que cedió sin embargo, á
la impotencia de sus compromisos. Desde este momento
quedó abierta la comunicacion con el ejército del Rei, el
cual, aunque rodeado por todas partes de enemigos, se con
servaba siempre en su posicíon de Santíago, í continuaba de
fendiéndose i operando con ventaja sobre los caudillos de su
espalda í costados. é imponiendo al ejército de Buenos-Aires.
Empero un estado tan violento no podia ser duradero: era
de temer que la entereza é impavidez del general realista
- y.

32 PERU: 1814.
se estrellase contra los no interrumpidos é irresistibles esfuer.
zos de sus enemigos, si de algun modo no mejoraba su po
sicion. Estaba ya altamente comprometida la opinion de di
cho general, i aunque conocia la necesidad de sucumbir sino
recibia refuerzos, ó si á lo menos no regresaba triunfante la
division del general Ramirez, habia resuelto no transigir de
modo alguno con los enemigos, ni dejar las armas de la mano
en tanto que hubiera un soldado que quisiera seguirle á sa
crificarse ante las aras de la fidelidad i del honor.
Para adquirir alguna celebridad en el templo de la Fama
se necesita la prueba de estraordinarios servicios, de sereni
dad en el desprecio del peligro, de constancia en el sufri
miento, de brillantes recursos del ingenio para salir de lances
apurados, i de aventajados talentos para llevar á cabo árduas
empresas. Si se examina pues con escrupulosa imparcialidad los
infinitos contrastes con que tuvo que luchar el general Pezuela
en este año de 1814, aunque no se dió en él ninguna batalla
que mereciese aquella calificacion, i sí solo acciones parciales
que no bajaron de 15o, no fue menor su mérito de haberse
sabido sostener en medio de tantos elementos de discordia i
oposicion, á cuyo fuego devastador no parecia posible resistir
en el órden natural de los acontecimientos humanos. Fue
una especie de prodigio que sorprendió al gobierno de Lima,
de que este afortunado gefe no solo pudiese conservar sana
la nave del gobierno en medio de tan horrorosas borrascas,
sino que supiese sin ºmas recursos que su ingenio i decision
disipar todas las nubes que las promovian, hacer que se
serenase el horizonte de la opinioa, i adquirir nuevas fuer
zas i vigor para dar al año siguiente golpes decisivos que
fijasen la solidez del dominio del Rei en todas las provin
cias del alto i bajo Perú, s
53
wvwwvwvwavwwwvwvwvwvwvwvwvwvwvwwvv\vavwwwwwwVVVVVU

* cAPITULo IIL
N - e

C II L E. 1814. ...
—essºs.-
• . -

Arribo á Chile del brigadier Gainza para tonuar el mando


de aquellas tropas. Sorpresa i arresto de los Carreras por
los realistas. Accion de Rere. Rendicion de Talca. Alar
mas de la capital. Derrota de Blanco Ciceron. Idem de
Gainza por Maekena. Nuevos movimientos de Gainza so
bre el Maule. Retirada de los insurgentes. Toma de Con
cepcion i Talcahuano por las tropas del Rei. Creacion de
un dictador supremo en la capital. Tratado de paz ajus
erado en Lircai, Libertad de los Carreras i alarma de sus
rivales. Su reposicion en el mando i su generosa conducta.
Desavenencias con O-Higgins. Arribo del brigadier Oso
rio á Chile. Reconciliacion de Carrera i O-Higgins. Ba
talla de Rancagua. Entrada de los realistas en la capital.
Emigracion de 23 chilenos á Mendoza. Nuevos desastres
de los republicanos. Restablecimiento absoluto de la auto
ridad Real.

El coronel Sanchez estaba esperando con la mayor an


siedad los ausilios que habia pedido á. Lima, lisongeándose de
dar con ellos un impulso rápido á la guerra de Chile; pero
estaba bien lejos de creer que con ellos le fuera enviado un,
gefe estrafio á rebajar el mérito de sus hazañas, i á dispu
tarle el honor de sus triunfos sucesivos. Si aquel benemérito
oficial tuvo el consuelo de saber que habia arribado á las cos
tas de Aranco un bergantin bien provisto de armas, muni
ciones, vestuarios i dinero, tuvo al mismo tiempo el dolor
de saber que don Gavino Gainza venia á encargarse del man
Toxo II. S
54 cm II.E: 1 8 1 4.
do de aquellas tropas, que él habia creado í que tantas ve
ces habia conducido á la victoria. No fue menor el senti
miento que cupo á todos los verdaderos amantes de la causa
del Rei al ver el ultrage que se hacia á un comandante tan
celoso que á fuerza de pudecimientos, valor i constancia ha
bia sali lo con honor de una de las campañas mas difíciles i
penosas de Chile, i que habia sabido entusiasmar de tal
modo el ánimo del soldado, que se creia invencible bajo su
direccion. Se escitó asimismo la mayor aprehension por los
defe tos en que podria incurrir aquel nuevo caudillo á causa
de su ningun conocimiento del pais i de su ignorancia en la
clase de guerra que era preciso hacer para asegurar su re
sultado; pero como la obediencia es la primera divisa del
sol la lo, Sanchez i todas sus tropas se pusieron sin la menor
oposicion bajo fs órdenes del nuevo comandante.
Fue indu lablemente sobrecogido el ánimo del virei para
quitar el mando al referido Sanchez: los cargos princi
pales lanzados contra él por la malignidad de sus émulº,
recayeron sobre la inesperiencia, torpeza, mala direccion, i
falta de talento, así como sobre el abuso que suponian había
hecho de ascensos i gracias; ¿ pero puede ofrecerse un argu
mento mas positivo para demostrar la falsedad de aquellas
gratuitas suposiciones, que el misino resultado de su brillante
campañia, i el estado de pujanza i vigor con que se sostenía
la causa del Rei al arribo de su sucesor ? i con respecto á las
gracias prodigadas ¿ pudieron ser estas mas dignamente em
plea las que en don Ildefonso Elorriaga, en don José Quinta
nilla, en don Clemente Lantafío, en don Cipriano Palma, en
don Angel"Calvo, Urréjola, Olate, Castilla, Cañizares, i en
otros varios, cuyo sobresaliente mérito hemos visto en parte,
i que nos irá descubriendo con mayor claridad la fiel rela
cion de los hechos sucesivos?
- La naturaleza que le había prodigado á manos llenas la
parte de valor, parece que no fue tan generosa en la distribu
cion de las dotes del ingenio; he aqui la verdadera causa de
no haber sido consultado en la parte directiva de la guerra,
cmIIE: 1814. 55
iese fue el origen del resentimiento contra su sucesor, de quien
no quiso admitir el mran lo de la plaza de Chillán que le habia
conferido. Sin embargo de estas disgustosas contiendas, i en
medio del pesar que dilaceraba el corazon de Sanchez, no se
enfriaron de modo alguno sus nobles sentimientos de amor i
fidelidad al Monarca español, i de ciega obediencia á la orde
nanza militar.
Como á la llegada de dicho brigadier Gainza hubiera sido
relevado del mando de las tropas chilenas el formidable Car
rera, i reemplazado ppr.O. Higgins, eran incomparablemente
menores los tropiezos que iban á encontrar las armas del Rei
para salir triunfantes de aquella lucha. Varios oficiales de so
bresaliente mérito habian abandonado asimismo el ejército
patriota, resentidos de que los tres hermanos Carreras hubie
ran sido tratados con tanta mengua des loro. Todo obraba á
favor de Gainza, i hacia creer que las tropas del Rei habian
de encadenar á su carro la victoria, i cortar las últimas rai
ces del germen revolucionario. Los indios araucanos habian
recibido con entusiasmo varios regalos que les habia llevado
Gainza, i habian jurado favorecer su empresa.
Sus primeros planes fueron los de poner sitio á Concep
cion conviniendo en esta parte con las ideas de Sanchez que
ya habia aproximado las tropas con este objeto. Empero me-º
jor aconsejado por los gefes Urréjolai Elorriaga, se suspen
dió esta operacion hasta que hubiera sido batida una columº
na que al mando del brigadier Mackena habia salido de Tal
ca en ausilio de dicha plaza de Concepcion, i que habia to
mado posicion en el Membrillar, que era el mismo paraje en
donde se habia acampado el alto anterior la division de Juan
José Carrera. -

En tanto que se reunian las fuerzas realistas fingió Urré


jola dirigirse sobre Concepcion para que deslumbrado Macke
na con este movimiento no se dedicase, á fortificar dicho pun
to del Membrillar. Desplegando Gainza su natural carácter
de actividad i energía se habia detenido en Chillán tan solº
Cuatro dias, que empleó en areonocer el estado del ejército, i en
56 ciIIIE: 181 .
tomar disposiciones generales; i despues de haber enviadº al
citado Urréjola un refuerzo de 15o fusileros montados, al
mando del valiente coronel don Manuel Barañao, se puso en
marcha para el Roble donde ya se hallaba la division de
Elorriaga. Habiendo recibido aquel comandante aviso de la
salifa de un convoi desde Talca en ausilio de Mackena, se
preparó á interceptarlo, avanzando una partida de 15o hom
bres bien montados, á las órdenes del bizarro coronel Olate.
Noticioso dicho Mackema de que ya Olate se hallaba en
la hacienda de Cuchacucha."trató de aortanle los vuelos con
una oportuna sorpresa. Saliendo de su campameñto en la
noche del 22 de febrero con 4oo hombres de infantería.
i algunas milicias de caballería, cayó al amanecer sobre
las casas de la citada hacienda que halló desiértas porque
Olate se habia colocado en Güechupin, que está situado á
la orilla opuesta del rio Nuble.
Como á este tiempo se dirigiese Urréjola á tomar posicion
en el Coleral á la confluencia de los rios Itata i Nuble de la
otra parte del Membrillar con el ánimo de entretener á Mac
kena en tanto que Qate desempeñaba su comision, á los prime
ros avisos que tuvo de este gee, hizo adelantar la mayor parte
de sus tropas en su ausilio, cruzando aquellos rios ya reuni
º dos, por el vado de las Matas. Tan pronto como Olate vió
acercarse aquel refuerzo se adelantó ápicar la retaguardia al
ènemigo, quien hubo de hacer alto, para rechazar estos ata
ques. Cuando ya se hallaba á media legua de su campamen
to, llegó Urréjolai se trabó un empeñado combate: el gefe
del estado mayor de los insurgentes don Marcos Valcarcel,
que habia quedado encargado del mando durantºla ausencia
de Mackena, salió asimismo en apoyo de su general, i á
abrirle el camino para que pudiera volver á ¿
ciones. " -
Urréjola pasó entonces á acampar en la hacienda de Cu
chacucha, i Olate salió al dia siguiente con su columna para
el Portezuelo de Duran con el fin de dar cumplimiento á su
primer encargo de apoderarse de envoi, este sin embargo se
-
- -
crm y : 1814. 57
salvó por un efecto de la misma victºria conseguida por los
realistas, porque temeroso Mackena de sus respetables fuer
zas, dió aviso para que aquel na se moviera de Talca.-
* Situado Urréjola de nuevo en Quinchamali á la otra parte
del Itata, se le reunieron mui pronto las tropas de Baraiao,
las divisiones de Elorriaga i, de reserva, i llegó finalmente á
ponerse á la cabeza el mismo Gainza. Reconocido por este
general el campo enemigo, se convenció de que no sería fácil
apoderarse de él sin que corriese copiosamente la sangre de
sus soldados, que él tenia aun en mayor aprecio que su gloria
militar: para lograr el objeto con el menor quebranto posible
ciñó sus operaciones á un estrecho sitio, esperando que el

hambre obligaria á los insurgentes á salir de sus parapetos,


en cuyo caso le sería mas fácil derrotarlos. Enviado Olate á
apoderarse de Cauquenes, depósito de las provisiones que se
remitian tanto á Mackena en el Membrillar como áO Higgins
en Concepcion, desempeñó felizmente su comision, i remitió
á Chillán los muchos efectos que encontró en aquel punto.
Sucedió á este mismo tiempo i en el dia 3 de marzo la
prision de José Miguel Carrera, ¿? Luis, el co
ronel Portales, i otros oficiales de su devocion por sor
presa repentina que les dió en Penco una gruesa partida
realista, mandada por el teniente coronel don Clemente
Lantaño. Este último golpe calmó las inquietudes del gobierno
chileno, que no se creia seguro mientras que existiesen aque
llos hombras, á quienes se debian indudablemente los progre
sos de la insurreccion. No podian proporcionarse al ejército
del Rei medios mas eficaces para restablecer prontamente la
legítima autoridad que las discordias en que estaban envuel
tos los patriotas. Era pues del interés de Gainza tener bien
aseguradas las personas de dichos Carreras para fomentar el
encono de los partidos, valiéndose de ellos segun lo exigie
sen las circunstancias. *
, • En el entretanto se preparaba O'Higgins á abrir la cam
para creyéndose libre de los embarazos que debiera ofrecerlº
la presencia de sus rivales; pero desde sus primeras operacio
38 cmIIE: 18 . -

nes se dejó ver la falta de genio para seguir la carrera que


aquellos habian trazado. Se hallaba acampado el oficial Casti
llaen Rere con 15o milicianos: nombrado el coronel Urizar
para sorprender aquella fuerza con 3oo dragones escogidos,
pudo penetrar en su campo sin ser sentido á las diez de la
noche del mismo dia 3 de marzo; pero desempeñó tan torpe
mente su comision, que fue en su vez derrotado por el co
mandante realista, dejando en su poder 4o soldados entre
muertos, heridos i prisioneros, 5o fusiles, 2 piezas de á
cuatro, "4o tiendas de campaña i algunas municiones. .
Este fue el principio de los desastres que acompañaron al
nuevo gefe insurgente en la mayor parte de sus empresas.
Noticioso Gainza de que Talca se hallaba con poca guarni
cion por haber salido la fuerza principal mandada por don
Juan Mackena á reforzar á O'Higgins, habia destacado á
Elorriaga para que se apoderase de ella con una fuerte guer
rilla. Como hubiera logrado este yaliente oficial sorprender
dos destacamentos que estaban de observacion en la margen
del rio Maule, se presentó en los arrabales de la ciudad; i
negándose su gobernador el español don Cárlos Spano á las
intimaciones de rendicion que aquel le habia dirigido, se ar
rojó impetuosamente contra dicha guarnicion , á la que hizo
prisionera despues de un sangriento combate en el que mau
rieron el mismo Spano, i sus «mejores oficiales. Siendo esta
plaza el depósito principal de defensa de la provincia de San
tiago, fue su toma de la mayor importancia para las armas
del Rei por los grandes repuestos de municiones, víveres i
demas aprestos guerreros que en ella se encontraron. La jun
ta gubernativa, que se habia situado en Talca á fin de dar ma
yor impulso á las operaciones de la guerra, habia tenido la
precaucion de retirarse dos dias antes de aproximarse las tro
pas de Elorriaga. -

El aspecto de los negocios era pues sumamente"brillante


en el principio de la campañía: la accion de la hacienda de
Cuchacucha, la prision de los Carreras, la sorpresa de Uri
4ar, i la toma de Talca, que ocurrieron casi simultáneamente
crimir : 1814. 50
elevaron al mas alto grado la opinion del nuevo general, i
consoli laron la que habian acreditado en muchas ocasiones
los comun lantes Elorriaga, Urréjola, Barañao, Olate, Casti
lla, Lantaño i demas que defendian la causa del Rei.
El esforzado Quintanilla se hizo ácia el mismo tiempo acree
dor á los mayores elogios: desde la retirada de Elorriaga de la
frontera habia quedado situado en el pueblo de San Pedro que
se halla enfrente de Concepcion con solo el rio Itata de por me
dio para defender todo aquel territorio hasta Arauco. Aun
que sus instrucciones le prescribian ceñirse árechazar los ata
ques que le fueran dirigidos, su actividad i celo sin embargo
mo le permitian continuar en aquel estado sin emprender al
gunas hazañas de riesgo i trabajo. Una de ellas fue la de qui.
tar á O'Higgins toda la caballada que hacia pastar en Gual
pen, distante poco mas de una legua de la plaza. Aunque el
rio tenia por esta parte mas de media legua de ancho, i que
en toda aquella estension se hallaban mui pocos bajos en
que pueran descansar los nadadores i caballos, no titubeó
un momento en dar ejecucion á su proyecto. Nombradas para
esta peligrosísima empresa las gentes mas prácticas del terre
no i mas diestras en superar aquella clase de obstáculos, se
dejaron caerá media noche sobre la guardia encargada de la
seguridad de los pastos. Dado felizmente este golpe de mano,
volvieron á arrojarse todos al rio con la presa, entrando al
gunos de los espedicionarios en ciertas balsas formadas para
custodiar los prisioneros i arrear los caballos, i agarrándose
otros á la cola de los últimos para impedir que ninguno de
ellos pudiera volver atras ni estraviarse. Asi, regresaron todos
sin el menor tropiezo al citado pueblo de San Pedro. -
* Este mismo, activo i esforzado comandante continuaba
amagando nuevos desembarcos, i mantenia en una contínua
alarma á un enemigo jactancioso, que si bien era diez veces
superior en el número de sus fuerzas, era en igual grado in
ferior en los recursos de imaginacion i fortaleza de ánimo.
Se hallaba pues O'Higgins como sitiado en Concepcion:
el citado Quintanilla le interceptaba todos los ausilios que
4o cmIIE: 1814.
podia esperar del territorio comprendido entre el Biobio i
Arauco; Castilla le tenia cerradas todas las comunicaciones
con el partido de Rere i la frontera de los Angeles; Barañao,
situado en las inmediaciones de la villa de Coelemu con una
partida fuerte de caballería ostruía sus relaciones con Quiri
güe, Cauquenes i Santiago; varias partidas de guerrilla des
tacadas del campamento general español ocupaban los ca
minos que por la Florida se dirigian á los demas partidos.
Si la situacion de O'Higgins se presentaba bajo un aspee
to triste, era todavia mas apurada la de Mackena: situado en
el Membrillar con un terrible enemigo al frente, con parti
das de caballería que cruzando en todas direcciones desde el
Itata hasta el Portezuelo de Duran, le cortaban todos los
socorros de víveres de que tanto necesitaba desde que habia
caido en poder de Olate la villa de Cauquenes, que habia
sido su depósito principal, era dificil hallar un medio que lo
rescatase de los graves peligros que le amenazaban. Falto
pues de todo recurso i esperanza, veia no serle posible con
servar aquella posicion, i por otra parte conocia que de aban.-
donarla serian mayores sus quebrantos, cayendo en manos
de unas tropas que habian tirado diestramente sus líneas
para queá su
el sello llegase este caso tan deseado, que habia de poner
triunfo. s

El infatigable Gainza, que no perdonaba diligencia alguna


para que llegasen los insurjentes al último grado de desespe
racion; trató de apoderarse de su caballería á fin de privarles
aun de los escasos recursos que esta solia proporcionarles en
sus salidas. Observando que Mackena la enviaba á pastar
á un campo abierto mas abajo de su campamento, man
dó pegarle fuego en una noche en que el viento favore
cia para que fuera todo incendiado: los facciosos se vieron
precisados pór lo tanto á sacar al dia siguiente los caballos á
la parte superior, que es lo que buscaba el gefe realista. Ha
bia á corta distancia de este punto unas hondonadas cubiertas
de maleza que ofrecian porporcion para una emboscada. El
coronel Urréjola, encargado de dirigir esta operacion, des
cñIIr: 1814. 41
tacó á su ayudante don Pedro Asenjo con 1oo hombres
bien montados para \que se situase en el indicado bosqne. Sa
lieron con efecto los caballos del enemigo, i arrojándose
Asenjo improvisamente sobre ellos se apoderó de todos, i re
gresó al campamento con tan interesante presa.
Tantos i tan continuados reveses llenardn de inquietud i
alarma la capital de Chile: para contener á los victoriosos
realistas fue organizada una division de 165o hombres, i
dirigida á las órdenes del teniente coronel Blanco Ciceron
contra la plaza de Talca. Fue tal la celeridad de aquel mo
vimiento que en 29 del mismo mes se hallaba ya delante de
sus murallas. Desechando con desprecio su comandante don
Angel Calvo las intimaciones del enemigo, se trabó un em
peñado ataque con ventaja al principio por parte de los re
heldes; pero la noticia de que se aproximaba Elorriaga con
3oo hombres á reforzar la guarnicion que se componia de
igual fuerza, fijó la pronta retirada de Blanco para Lircai.
Habia ya desfilado con efecto dicha division cuando salió de
la plaza el valiente Olate con zoo hombres de á caballo, i
cargó con tanta fogosidad al enemigo que lo derrotó comple
tamente, tomándole 4co prisioneros, 6 cañones, la caja mi
litar, municiones, caballos i casi todo el armamento. Esta
accion tan bochornosa para las tropas insurjentes, como bri
llante i heróica para las del Rei, de engañó á los enemigos
de Carrera de la injusticia é imprudencia con que habian
perseguido al único hombre capaz de sostener su moribunda
causa; pero estaban tan enconados los ánimos que preferian
su propia destruccion á la sola idea de que pudiera mandar
les su irreconciliable enemigo.
Crecían en el entretanto los apuros de Mackena; las car
tas que dirijia á O'Higgins pidiendo urgentes ausilios com
probaban lo crítico de su posicion. Resuelto este último á
salvar aquella columna á todo trance, salió con unos 2 ooo
hombres para el Membrillar, dejando una escasa guarnicion
en Concepcion i Talcahuano. Veia Gainza desenvolverse á
toda su satisfaccion los planes que tenia trazados: deseaba
Tomo II. - 6
42 cirle : 1 81.
batirse en - campo raso con las divisiones de Mackeña i
O'Higgins, i ellas mismas se lo iban proporcionando. Era del
mayor interes saber puntualmente la verdadera direccion que
habia tomado el último desde su salida de Concepcion: como
es el mismo. en gran parte el camino que desde la citada
plaza conduce al Membrillar i á Chillan, temia el gefe rea
lista de que amagando los insurjentes su aproximacion á so
correrá Mackena cayesen de repente sobre Chillán, i se apo
derasen por sorpresa de aquella plaza que habia quedado
tambien con mui poca tropa para conservar sus importantes
almacenes. Con la idea de saber oportunamente el verdadero
objeto de la rebelde columna, hizo situar en las alturas de
Quilo, distante tres leguas del campamento realista, al va
liente Barañao con una partida de 2oo hombres, dándole el
encargo mas especial i premuroso, de que á toda costa tras
mitiese con rapidez cualquiera noticia que pudiese adquirir
sobre el enemigo. . º

Se conservaban en el entretanto las tropas sobre las ar


mas, i las acémilas cargadas para emprender la marcha si
guiendo la direccion que tomase O'Higgins, ya fuese para
Chillán, ó bien para dicha altura. Llega con efecto el aviso
de que los enemigos toman esta última, sale Gainza con la
mayor presteza á defender el punto ocupado de antemano
por Barañao; mas al llegar al pie de dicho cerro, oye ya el
tiroteo sostenido por aquella partida, la que no pudiendo re
sistir al empuje contrario se ve precisada á retirarse con pre
cipitacion, dejando aquel punto en poder de O'Higgins. Al
gunos cañonazos disparados por el mismo anunciaron á Mac
kena la aproximacion del socorro.
Colocado el gefe realista en medio de estos dos fuegos, é
indeciso sobre el partido que debia tomar, se resolvió final
mente á dar el primer ataque á Mackena; pero la suerte de
la guerra, que con nadie hace pactos inviolables, fue esquiva
en esta ocasion á las tropas realistas. Todo su arrojo i deci
sion, de que dieron las mas brillantes pruebas en esta fatal
jornada, se estrelló contra los firmes parapetos i bien dirigi
- - º * -- -
cHILE: 1814.- 45
dos fuegos de los contrarios. Los realistas se retiraron por la
noche con tanto desórden á la hacienda de Cuchacucha, i
desde allí ya reunidos á Chillán, que pocos habrian podido
llegar á disfrutar de aquel asilo, si O'Higgins, que se man
tuvo inerte en aquella batalla, hubiera destacado algunas
tropas en su persecucion. a y
Reunidas las dos divisiones chilenas, determinaron ambos
caudillos dirigirse en ausilio de la capital, despues que hu-,
bieran arrojado de Talca á Elorriaga, figurándose que Gainza
se hallaba demasiado ocupado en Chillán reorganizando su,
desbaratado ejército para que pudiera ofrecerles el menos
obstáculo; pero dando á este gefe nuevo vigor la misma ad
versidad i la seriedad del peligro, trató de sostener á todo
trance la referida guarnicion de Talca; i reuniendo con la,
mayor presteza ochocientos hombres i varias partidas sueltas,
se encaminó ácia el Maule para anticiparse al enemigo, i.
frustrarle sus planes. e * - ) • ,

Ambos ejércitos llegaron el 3 de abril al citado rio, el


que cruzaron en la misma noche; O'Higgins por el vado de
Queri, i Gainza por el de Bobadilla. Los patriotas siguieron
el camino de Lontúe sin atreverse á dar paso alguno contra,
Talca, porque el gefe realista les iba picando la retaguardia.
La guarnicion de dicha plaza hizo un esfuerzo superior á sí
misma, saliendo á impedirles el paso, en los montes de Gua
jardo, i en las orillas del rio Claro, en cuyos puntos tuyo
algunos choques parciales, aunque de ningun modo inter-,
ceptó la marcha de los rebeldes, quienes llegaron á acam
parse en Quechereguas, Gainza se presentó en este punto el
dia 8 con todas sus fuerzas reunidas; pero, se retiró sin em
peñarse en minguna aecion. ..., o t n , , ,, 2 .

Acia este mismo tiempo fueron tomados la ciudad de Con


cepcion i el puerto de Talcahuano por una pequeña division de
don José Quintanilla, combinada con otra que habia salido
de Chillán, i ambas á las órdenes del intendente den Matias
de la Fuente. o i, º a
El reino de Chile iba caminando á su total ruina por el
*.

s.

44 cntre: 1814. º -

furor de los partidos, cuando la junta suprema decretó otra,


forma de gobierno, delegando el absoluto poder en un solo
individuo con el título de dictador, cuya primera eleccion
recayó en don Francisco de la Lastra, oficial que habia sido
de la marina Real. Estos estremados recursos sin embargo :
estaban mui distantes de restablecer la calma en aquel agi
tado pais. Todos los partidos estaban cansados de una guer
ra tan complicada i desastrosa, i todos deseaban á porfia
verla terminada á costa de cualesquiera sacrificio. Si la situa
cion de los rebeldes era crítica no era menos embarazosa la
de Gainza, desde que eon tan poca prevision habia ido á po
mer en Talca sus cuarteles de invierno. Dificil es atinar la
causa de su obcecacion, euando veia ya entrada la mala esta
cion, i cuando conocia los pocos progresos que podian hacer
sus armas en el tiempo de las copiosas lluvias sobre caminos
interceptados por eaudalosos rios, i en puntos que carecian
de hospitales para el ausilio de sus enfermos i heridos, pre
cisamente en un momento en que reforzado O'Higgins en
Quechereguas habia tomado la ofensiva contra las tropas del
Rei, acampándose á dos leguas de distancia sobre las orillas
del rio Lircai. - y

Situados de este modo los dos ejércitos combatientes en


traron en negociaciones políticas, que salvasen el honor é
intereses de ambos partidos. Habia pasado desde Lima á la
capital de Chile el Comodoro inglés don Santiago Hilliars,
con autorizacion del virei para intervenir en la pacificacion.
Con tal objeto se dirigió al eampo militar del referido rio
Lircai, en donde se estipuló por su mediacion un convenio,
que si bien hacia deponer las armas por el momento, no de
jaba satisfecha á ninguna de las partes contratantes, i que
daba por lo tanto en pie el gérmen de nuevas contestaciones.
Las principales condiciones de este tratado se reducian á re
conocer el gobierno de la península i á jurar obediencia al
Rei de España, durante cuyo cautiverio ejerceria el mando
de aquel reino la misma junta que habia sido disuelta tur
bulentamente el 2 de diciembre de 1811, º
CHILE: 18 1 /. 5
, La contradiccion de sus principios en regirse aquellos
pueblos por sí mismos, enviando diputados á la península,
pero no admitiendo clase alguna de orden ó disposicion que
atacase á su gobierno interior, hacian ver claramente las
efímeras bases sobre que estaba fundado aquel insignificante
tratado.
Los buenos realistas recibieron con el mayor dolor las
noticias de estas negociaciones, no pudiendo menos de rece
lar de que el general español habia padecido alguna ofusca
cion al firmarlas. Evacuar todo el territorio de Chile, dejarlo
á discrecion de los que ni aun tenian habilidad para encu
brir sus ulteriores aspiraciones, convenirse en enviar ambos
partidos sus diputados á las córtes de la península, conceder
á los revoltosos con aquella condicion todo el tiempo que
necesitaban para dar mayor solidez á sus planes, sancionar
su misma rebelion permitiéndoles el establecimiento de un
gobierno popular; eran arcanos, en cuya penetracion se per
dia el juicio de los que deseaban ver restablecida la autori
dad del Rei en todo su esplendor.
* Despues de ajustado el referido convenio, quedó O'Hig
gins pacíficamente acuartelado en Talca, i-Gainza se replegó
á Chillán, en donde estuvo á pique de amotinarse el ejército
enando supo que uno de sus articulos ordenaba la degrada
cion de todos los oficiales i soldados que quisieran quedarse
en el pais, quienes debian volver al estado en que se halla
ban antes de la guerra. El mismo pueblo de Chillán i toda
la provincia de Concepcion se llenaron de la mas viva indigna
eion al ver que por premio de sus costosos sacrificios recibian
el abandono i la entrega de sus intereses i personas á sus en
carnizados enemigos. -

No fue menor la irritacion del virei de Lima luego que


tuvo conocimiento de los escesos de su comisionado, i de la
aquiescencia de Gainza; i deseoso de anular aquellas transa
ciones i de renovar la guerra con mayor teson, nombró por
gefe del ejército chileno al coronel de artillería don Mariano
Osorio, quien á los pocos dias se embarcó en el navío Asia,
46 cIIIIE: 1814.
llevando consigo al batallon de Talavera, recien llegado de
Cádiz. -

Si aquella pacificacion habia sido del desagrado de los


realistas, no lo fue menos de los partidarios de la indepen
dencia. Por mas que el director Lastra se esforzase en cum
plir las condiciones del convenio, mandando que nadie usase,
otras divisas que las del Rei, eran sus escitaciones recibidas
con tal desprecio, que descaradamente se presentaban muchos
con el bonete tricolor, otros colocaban la cucarda española
en la cola de sus caballos, i aun apareció dos dias en la
horca el pabellon de Castilla. -

Aunque se habia estipulado en dicho tratado la soltura


de todos los presos por opiniones, fueron sin embargo escep
tuados los Carreras de este beneficio, quienes por acuerdo de
Lastra, O'Higgins i Gainza deberian ser conducidos en su
vez con toda seguridad á Lima, porque no de otro modo
podrian tener cumplimiento sus disposiciones. Estos en el en
tretanto habian sabido eludir la vigilancia del comandante
de Chillán don Luis Urréjola, ó mas bien abusar de su buena
fé, fugándose en el acto de haber recibido bajo su palabra •
de honor la licencia de salir de su arresto momentáneamente
para visitar á la intendenta.
Esta noticia fue un trueno que llenó de terror al go
bierno de Chile; i la que recibió posteriormente de que se
hallaba ya José Miguel Carrera oculto en la capital, acabó
de introducir la consternacioni el desórden. No eran infun
dados estos temores si se considera el aura popular que aquel
habia sabido grangearse, el gran partido que se habia forma
do entre las tropas, i el menor desagrado con que los mismos
realistas recibian la lei de este gefe, que en medio de su fogos
sidad i ambición habia causado menos tropelías que los demas
gobernantes. Persuadido el director de que no habia medio
entre la muerte de Carrera i su propia destruccion, adoptá
cuantas providencias le dictaron su mismo riesgo i apurada
situacion, tratando de apoderarse á todo trance de aquel fu
rioso enemigo, amenazando, halagando, prometiondo iva
cirr: 1814, - 47
liéndose de toda clase de ardides para lograr su intento.
Puso en movimiento todas las tropas de la capital i las mi
licias de la campaña; O'Higgins desde Talca desplegaba igual
ardor en la persecucion de aquel formidable caudillo. Se suce
dian unos á otros los pregones, bandos, edictos i proseripcio
nes: toda la atencion del público estaba empeñada esclusiva
mente en este ruidoso personage, cuando saliendo en la noche
de 23 de julio del oculto asilo que habia hallado en la misma
ciudad de Santiago, se presentó con algunos amigos en el cuar
tel de dragones; i con su militar elocuencia mezclada con la
distribucion de algunas onzas de oro, se ganó de tal modo
la adhesion de aquellos soldados que le proclamaron en el
acto por su general. Esta noticia corjó con la velocidad del
rayo, í su fuego eléctrico se comunicó con la mayor rapidez
por todas partes. Dueño ya de la fuerza armada, árbitra de
aquel reino, sorprendió en sus mismas casas á los individuos
que componian el gobierno, i pasó en persona á la del di
rector Lastra, al que cogió en su misma cama en la mayor
desprevencion i confianza. Nunca creyó Lastra que la gene
rosidad de su enemigo se estenderia hasta el estremo de sal
varle la vida, i menos de que le permitiese vivir libre dentro
de las paredes de su casa cuidando de su familia. Ocho fue
ron tan solos los deportados á Mendoza, i aun con estos se
usaron las mayores consideraciones, recomendándolos á la
benignidad i cariñoso trato del gobernador San Martin.
Jamas se ha visto una mudanza de gobierno verificada
con tanto silencio, orden i sosiego. Convocado el pueblo al
dia siguiente, fueron electos para la nueva junta don José
Miguel Carrera con el título de presidente, supremo magis
trado i general, i por cólegas don Manuel Muñoz Ursúa, i
a el presbítero don Julian Uribe. Asi pues en menos de tres
horas, i sin ningun movimiento tumultuario quedó estable
cida la reforma, el pueblo en reposo, el nuevo gobierno en
posesion de la autoridad, i los antiguos gefes retirados al seno
de sus familias. Un velo cubrió desde entonces la memoria
de la persecucion de aquel héroe revolucionario, i sus furio
48 cmIIrr: 1814.
sos rivales que hablan puesto en venta su cabeza recibieron
v. una leccion práctica de virtud i generosidad. Hasta las pobla
ciones mas lejanas de la capital enviaron al nuevo gobierno
parabienes i ofertas de cuantos recursos pudiera necesitar para
sostener la guerra de la independencia. Coquimbo fue uno
de los puntos que demostró con mas energía sus sentimientos
de adhesion á aquel partido. Para asegurarse de la devocion
de O'Higgins se le confirmó en el mando del ejército; pero
lejos de prestarse á la obediencia que de él se exigia, se puso
en marcha contra la capital para reponer á los antiguos man
datarios. -

Gainza estaba contemplando desde Chillán la horro


rosa guerra civil en que iban á quedar envueltos los disi
dentes, i lejos de prestarse á la evacuacion convenida en el
término de dos meses, que ya habian trascurrido, trataba de
hacer ilusorias las reconvenciones de O'Higgins, para dar lu
gar á que llegasen las contestaciones de Lima i obrar en vir
tud de ellas, sacando el partido que le proporcionaban aque
llas desavenencias, , -

Enhpero preponderando en el citado caudillo el ódio que


profesaba al nuevo dictador, parece se puso de acuerdo
con dicho Gainza, i aun se aseguró que este le habia prome
tido 5oo hombres para reforzar su partido, si bien la cir
cunstancia de no haberse llevado á efecto puso en duda
aquella imputacion; i abandonando sus posiciones en las ribe
ras del Maule se fue aproximando á Santiago, aumentando
su ejército en el tránsito con sus violentas proclamas i enér
gicas disposiciones. - * -

Iban los realistas ocupando sucesivamente los puntos que


abandonaba el ejército chileno. Las tropas del citado O'Higgins
formaban la vanguardia de los realistas. Se habia empeñado -
este gefe en desechar con tal desprecio toda proposicion de su
riyal, que llegó á poner incomunicado al oficial parlamen
tario que le habia enviado, haciéndole ver con aquella tro
pelía la inflexibilidad de su resolucion á pesar del desembarco
verificado por la espedicion del brigadier Osorio en Talca»
cIIILE : 18 4. 49
huano, del que habia tenido conocimiento en aquellos dias.
A mediados de agosto cruzó el rio Maipu, sin que Car
rera le hubiera opuesto la menor resistencia. Se hallaba ya á
cuatro leguas de la capital cuando el coronel don Luis, her
mano del dictador, que se habia situado en aquel punto con
algunas tropas, conoció la necesidad imperiosa de disputarle
el paso. Eran las tres de la tarde cuando empezó la accion,
llamada de las Tres Acequias. Engañado O'Higgins por el
astuto contrario, á quien deseaba atraerle á las inmediaciones
de la ciudad para asegurar el triunfo de sus armas, iba ga
mando incautamente el terreno que aquel perdia con el me
jor orden, hasta que llegando al punto en que terminaba el
plan combinado, fue destacado el regimiento de caballería de
Aconcagua para cortarle la retirada i su flanco derecho; i
lanzándose el mismo general Carrera de frente con el pe
queño cuerpo de reserva que habia tenido oculto toda la
tarde, en menos de un cuarto de hora derrotó completa
mente á las tropas de O'Higgins, las que abandonando la
artillería, municiones i équipages, armas, muertos, heridos
i cuatrocientos prisioneros, se entregaron á una fuga tan
desordenada, qne su caudillo debió su salvacion á la oscuri
dad de la noche.
Este genio inquieto i obstinado, lejos de desistir de su
fatal empeño, retrocedió á organizar algunas tropas que habia
dejado áretaguardia; pero la conducta de Carrera fue dia
metralmente contraria: habiéndose propuesto vencer á su
rival, no solo con las armas sino con la generosidad de sus
sentimientos, puso en libertad á todos los prisioneros, i los
atrajo á su partido con la dulzura i persuasion. Conociendo
O'Higgins su impotencia para resistir á aquel formidable ad
versario, imploró por el conducto del coronel Portales un
perdon, que le fue concedido con franqueza imagnanimidad;
mas recelando injustamente de su sinceridad, volvió á reunir
los dispersos i á prepararse á un nuevo ataque. Carrera dis
puso la salida de la vanguardia de su division, compuesta de
los 4oo prisioneros cogidos en la batalla anterior. Esta polí
ToMo II. 7
5o cIIILE: 1814.
tica disposicion hizo caer las armas de sus manos, i cambiar
las amenazas en contestaciones oficiales para asegurarse mejor
del indulto concedido.
Este era el estado de los negocios cuando llegó un parla
mentario del comandante general Osorio con la intimacion á
O'Higgins de suspender su marcha, i al gobierno de Chile de
deponer las armas i prestar la debida obediencia á la autori
dad Real, alegando por causa del rompimiento de las hosti
lidades la variacion que se habia hecho del gobierno de la
capital. La situacion de Carrera era sumamente apurada: en
guerra civil con O'Higgins, i con un respetable ejército al
frente, que se habia enseñoreado libremente de todo el pais,
por donde habia estendido su halagüeño influjo, solo un
genio estraordinario era capaz de desechar con altivez las
intimaciones de Osorio, i de apelar á las armas en una crísis
tan espantosa en que todos los elementos obraban contra él.
Deponiendo privados-resentimientos, i aun derogando su
misma dignidad, escribió á O'Higgins encareciendo la nece
sidad de unir sus armas contra el enemigo comun: reconci
liados en una entrevista estos dos furiosos rivales, se ocuparon
de consuno en hacer los mas vigorosos preparativos para re
chazar los ataques del gefe realista.
Aquí brilló por la última vez la energía i aptitud de
Carrera: levantar nuevas tropas, destruir la divergencia de
opiniones, guarnecer los puertos, reunir un millon de pesos
en las cajas públicas, i limpiar el interior de los sugetos mas
inquietos i sospechosos, fue obra de mui pocos dias. Era
el 2 o de setiembre cuande llegaron á la villa de Rancagua
las primeras tropas de los disidentes, en número de 1 15o
hombres al mando de O'Higgins; la segunda division, que se
le reunió el 24 á las órdenes del brigadier don Juan José
Carrera, constaba de 2ooo. El ejército realista, superior en
número, estaba situado en la casa de Valdivieso cinco leguas
al sur de Rancagua, i sus avanzadas se estendian hasta las
orillas del Paine. Habiendo cruzado Osorio dicho rio en la
noche de 19 de octubre dos leguas mas abajo, en un vado
CHILE: 1814. 5l
desguarnecido por las tropas contrarias, se halló al amanecer
sobre su flanco derecho.
Salió la caballería de los insurjentes á contener aquel
movimiento; pero á pesar de sus brillantes cargas, se vió
precisada á retroceder i encerrarse en Rancagua, picándole
tan de cerca la retaguardia los realistas, que entraron casi
al mismo tiempo en el pueblo apoderándose de la mayor
parte de sus calles i acorralando en la plaza á las dos divi
siones enemigas. La tercera de estas, al mando del supremo
magistrado, estaba maniobrando en las inmediaciones de
aquella villa con la mira de ausiliar la salida de las tropas
sitiadas; mas todos sus esfuerzos fueron ineficaces para rom
per la línea de los españoles, quienes deseando ver terminada
pronto aquella contienda, dieron un asalto general, dejando
espedita la salida por la parte del Este para que fuera menor
el empeño de la resistencia. Los patriotas se defendieron con
valor; pero hubieron de ceder al irresistible brazo de los
realistas. Los dos gefes principales de las divisiones, varios
oficiales i alguna caballería se salvaron por el indicado flanco;
los demas quedaron en poder del victorioso Osorio, que ciñó
aqui su frente de los mas ilustres laureles, habiendo peleado
á competencia con la mayor bizarría gefes, oficiales i solda
dos, i en particular el benemérito Elorriaga, á quien habia
sido confiado el importante punto de la Cañada.
El cuerpo de reserva se dispersó por la ineptitud de los
comandantes encargados de incorporarse á la 3 division. En
estas críticas circunstancias era tan imposible la defensa de la
capital como peligrosa la retirada; pero el impávido Carrera
la verificó con el mayor orden, dirigiéndose ácia Coquimbo
escoltando un convoi de cien carros i mil seiscientas mulas,
cargadas de municiones, pertrechos de guerra, i de trescien
tos mil duros, destinados á la compra de ausilios para abrir
de nuevo la campaña en dicha provincia de Coquimbo. El
ejército realista caminaba en el entretanto para la capital,
de la que tomó posesion el dia 5 de octubre, habiendo
sido uno de sus primeros cuidados destacar contra los pró- .
52 cIIIIE : 18 4.
fugos una fuerte columna al mando de dicho Elorriaga.
Al llegar los emigrados á Aconcagua se desertó una parte
de las tropas que los escoltaban; i la pequeña fuerza ausiliar
de Buenos-Aires estacionada en aquel punto se negó á pres
tar los servicios que se exigieron de ella. Carrera se halló en
el último grado de desesperacion: con mui poca tropa, i
aun esta desmontada, rodeado de infelices familias que huian
de la afortunada espada del general realista, i cuyos lasti
mosos ayes herian de contínuo sus oidos; desobedecido por
las partidas sueltas, contrariado en todos sus proyectos, i no
hallando por cualquiera parte por donde tendia la vista mas
que tristes efectos de la seduccion, de la intriga, de la in
diciplina, del desaliento i de la cobardía, conocia que todos
los caudales i efectos salvados en la emigracion iban á caer
en las manos del orgulloso enemigo, que se hallaba ya á
mui pocas leguas de distancia, si con los atrevidos vuelos de
su ingenio no paraba aquel terrible golpe.
No tenia Carrera á aquella sazon mas que ochenta fusi
leros disponibles; pero vistiendo con nuevos umiformes á los
conductores del cargamento, á los libertos i demas indivi
duos del convoi, reunió hasta 5oo hombres, los que saliendo
al campo sostenidos por cuatro piezas volantes, i aparen
tando un aire marcial que convenia mui poco á su verdadera.
disposicion, se dirigieron á ocupar la cuesta de Chacabuco
con la mayor confianza. Los realistas, que estaban bien dis
, tantes de creer que habian de encontrar una fuerza tan res
petable, no se atrevieron á atacar dicho convoi, el que al
favor de aquella estratagema pudo continuar su marcha,
abandonando sin embargo preciosos efectos que la falta de
acémilas i la misma precipitacion de su viage no les permi
tia conducir. -

Con aquellos mismos ochenta fusileros montados que


Carrera habia presentado en Chacabuco, se dirigió ácia Co
quimbo para examinar los motivos de la tardanza de la di
vision que ocupaba á Valparaiso, tomarla á sus órdenes, pro
teger los caudales públicos, i formar un nuevo ejército con
CHILE: 814. 55
los dispersos que debian reunirse en aquella provincia por
la parte oriental de la cordillera; pero hacia tiempo que la
inconstante fortuna miraba con torbo ceño á este esforzado
guerrero. Apenas llegó á Santa Rosa se le desertó la mitad
de su escolta, i supo que la citada division de Valparaiso se
habia rebelado, i que caminaba en busca de los caudales del
gobierno para presentarlos al general español. Este fue el
último golpe que llegó á conmover la inimitable constancia
i entereza de aquel caudillo: vió lo infructuoso de sus es
fuerzos, i la fatalidad de su destino. Ya no pensó sino en
poner en salvo su persona, lo que consiguió uniéndose con
su hermano el coronel, no sin las mayores dificultades por
hallarse ocupados casi todos los pasos de la citada cordillera.
El bizarro Elorriaga, que habia llegado hasta el parage
llamado Ojos de agua, hostigando incesantemente á la er
rante i desgraciada carabana, regresó á la capital cargado de
un precioso botin. Ya se hallaba pues todo el reine de
Chile pacíficamente sometido á la autoridad Real, menos la
provinia de Coquimbo que al favor de la distancia, i con la
presencia del sedicioso Carrera habia quedado algun tanto
conmovida. El atrevido Elorriaga, que fue el alma de la pa
cificacion en esta campañía, se embarcó en Valparaiso para
Coquimbo; i la sola noticia de su llegada sosegó los ánimos, i
sometió toda la provincia, cuyo gobierno le fue conferido en
premio de sus distinguidos servicios.
Ya desde este momento pudo el general Osorio dedicarse
libremente á cicatrizar las llagas de la pasada insurreccion,
con sus saludables consejos i benignas disposiciones. Anduvo
mui detenido en la imposicion de castigos, de modo que los
mas culpados habian llegado á deponer totalmente sus pri
meros temores, cuañdo por dar ejecucion á las órdenes del
virei fueron sorprendidos i encerrados en estrechas prisiones.
La vindicta pública clamaba por su desagravio; se necesitaba
un ejemplar escarmiento que dejase permanentes recuerdos
de la suerte que debian prometerse los promovedores de des
órdenes; era preciso finalmente conformarse con las instruc
54 crIILE: 1814.
ciones recibidas en Lima. Osorio con efecto procedió contra
ellos despues de haber tomado los mas escrupulosos informes;
pero ninguno sufrió la pena de muerte; ni el número de los
castigados llegó á ochenta, i aun imploró para estos un ge
neroso indulto de la corte, relajando en el entretanto el ri
gor de aquella forzada providencia, i permitiendo que se
fueran acercando á sus haciendas. Los mas delincuentes fue
ron deportados al presidio de las islas de Juan Fernandez,
otros á los castillos, i los restantes á las cárceles i cuarteles.
Quiso el general Osorio qué en esta ilustre campaña brillase
tanto la generosidad de sus sentimientos como los esfuerzos
de su brazo. Los preciosos laureles cogidos en Rancagua ad
quirieron nuevo realce con la fina política, noble conducta,
infatigable celo, madurez, circunspecciom i acierto con que
manejó los negocios de aquel Estado. -

--
55
wwwwwwwwwvwvwvwwwvwvuvuvuAvuvuvvvawvwwwwwwwwwwwwwwwww

CAPITULo Iv.

QUITO: s. -=2G c=-

Batalla de Calibio Muerte gloriosa de Asin. Acciones de


Juanambú i de Lagartijas. Retirada de Aimerich. Glo
riosa defensa de los pastusos. Derrota de las tropas de
Santa Fé i rendicion de Nariño. Malograda conspira
cion de los quiteños. Nuevas alarmas por la parte de
Popayan,

Despues de la batalla de Palacé, cuya victoria llenó de


orgullo á los insurgentes, que no hallaron mas combatientes que
4oo hombres con el brigadier Sámano, dirigió Nariño al co
ronel don Ignacio Asin, que conservaba intacta todavia su
fuerte division de mas de 5oo valientes, un parlamentario,
que lo fue el teniente coronel Urdaneta, á fin de establecer
una transacion amistosa, cuya base fuera el reconocimiento
de su independencia. El bisarro Asin, digno imitador de las
virtudes de Sámano, desechó con la mas viva indignacion
aquellas degradantes condiciones, i aun acompañó su repulsa
con modales demasiado duros i desabridos. Malograda esta
segunda negociacion, se prepararon ambas partes para nue
vos combates. Asin se acampó primeramente en Rioblanco i
despues en Calibio, en donde se le reunió su gefe principal
con otros 4oo hombres, asi como los pastusos licenciados,
que fueron llamados de nuevo al servicio, i varios patriotas
decididos por la causa del Rei.
Engreido Nariño con sus anteriores triunfos, no titubeó
un momento en dar el ataque á todas aquellas tropas reuni
das en la referida hacienda de Calibio, que se hallaba cer
56 QUITo: 1814.
cada de zanjas i con verjas de madera á la entrada; pene
tran los insurjentes por este punto sin dar á Sámano mas
tiempo que el mui preciso para arreglar su division en ba
talla; este gefe ocupa el ala derecha, Asin el centro protegido
por la artillería formando un martillo á la izquierda; avanza
Nariño con rapidez, i mandando romper el fuego á la 1? i
2 fila hace calar bayoneta á una de ellas, compuesta del
batallon veterano ausiliar de Santa Fé que el mismo Sámano
habia instruido cuando era gefe de él, é introduce el des
órden en las tropas realistas. Fue aquella batalla de las mas
desgraciadas de América: el mayor general don Ignacio Asin
hizo prodigios de valor; herido su caballo, i él en una pierna
por una granada enemiga dirigida con acierto, animaba to
davia á sus soldados sostenido sobre un pie dando sablazos
mortales. Los insurjentes le intimaron entonces la rendicion
empeñados en respetar su valor; pero temeroso de que si
daba señales de debilidad se creeria que habia capitulado con
el crímen, resolvió sepultarse en las ruinas de su ejército,
esperando aumentar con su sacrificio el número de los venga
dores de su muerte. -

Una decision tan heroica merecia una terminacion mas


feliz; pero los hados habian decretado la pérdida de aquel
esforzado guerrero aragonés, quien no pudiendo sostener el
peso de sus heridas rindió su grande alma al golpe de las
punzantes bayonetas. El comandante Rodriguez, que consi
deró aquella víctima como el triunfo mas ilustre de la ba
talla, se entregó á una alegria tan estravagante i feroz que
le mandó cortar la cabeza, i disfrutó del bárbaro pasatiempo
de jugar con ella á la pelota; accion execrable, que si bien
fue reprendida amargamente por el gefe principal Nariño, i
por ella despedido del servicio aquel gopio infernal, no por
eso quedó borrada tan horrible mancha, que ofreció al mundo
entero un nuevo argumento de la fiereza é inhumanidad que
presidia á las acciones de una gran parte de insurjentes de
América. Dos culebrinas, 4 violentos, un cañon, muchísi
mos pertrechos, 36 o muertos, 8o prisioneros i mas de 2oo
QUITo: 1814. 57
fusiles fueron los trofeos de los enemigos en aquella fatal
jornada.
En el mismo dia salió una division rebelde para el alto
de Cauca, distante tres cuartos de legua de Popayán, i al
dia siguiente tomó igual direccion el resto del ejército. El 17
avanzó el coronel Cabal con 5oo hombres ácia el pueblo de
Tambo, en donde se creia que pudieran reunirse las reliquias
de los realistas; mas estas en su vez se dirigieron á la siem
pre fiel ciudad de Pasto. Entra Nariño en Popayán, impone
una contribucion forzada de 1oo3 pesos, i manda fundir i
acuñar toda la plata de las iglesias apropiándose las alhajas mas
preciosas. Apenas tuvo el activo Montes noticia de los desas
tres de Palacé i Calibio, dió orden para que Sámano pasara
á Quito, i que el general Aimerich se dirigiera á tomar el
mando de aquellas tropas con 2oo hombres de refuerzo i
con nuevo surtido de pertrechos de guerra.
La primera posicion que eligió Aimerich para esperar al
enemigo fue en el rio Juanambú, cuyas obras de defensa
fueron confiadas al ingeniero Atero: preséntase el orgulloso
Nariño delante de las tropas del Rei, no bien vueltas toda
via de su primer estupor; las ataca con tanta firmeza como
confianza; los realistas sostienen aquel punto con empeño;
la firmeza de la resistencia no era inferior á la energía del
ataque; ambas partes daban "iguales pruebas de constancia,
de ardimiento i de valor. Aunque las tropas realistas recha
zaron las impetuosas cargas de los enemigos, hubieron de
abandonar sin embargo su posicion por la noche, i tomar otra
á retaguardia en el elevado punto de las Cebollas. Se trab 5
á los cinco dias otro reñido combate en el sitio de Lagartijas,
i en seguida fueron atacadas las líneas de Aimerich, i ga
nada la referida posicion con gran pérdida de parte de los
insurjentes i mui poca de los realistas, Un repentino i recio
temporal de lluvia i granizo dividió este dia á los comba
tientes. Las tropas leales se retiraron á la ciudad de Pasto,
i el general Aimerich pasó en la misma noche á situarse en
el pueblo de Yacuanquér, distante cuatro leguas de la ree
ToMo II. 8
58 QUrro: 1814.
rida ciudad, en la que dejó tan solo dos destacamentos al
mando del teniente coronel Noriega i del capitan don Ma
riano Cucalón para que observasen al enemigo. -

Empero no pudiendo los valientes pastusos sufrir la pro


fanacion de sus hogares por las vengativas tropas de Nariño,
determinaron hacer una desesperada defensa: en esta heroica
resolucion tomó una parte tan activa el bello sexo, que al
ver que algunos trataban de retírarse al cuartel general lle
gó á amenazarles con cuchillo en mano, i á afrentarles
con ofrecer el cambio de sus vestidos mugeriles, cuando ya
hubo agotado todos los recursos del halago i de la per
suasion. Picados los pastusos con el noble ejemplo de aque
llas amazonas, juran sacrificar sus vidas antes que ceder el
campo al insolente enemigo. Rómpese el fuego de guerrilla
en los arrabales de la ciudad; se enciende la pelea con vi
Ve2al por los valientes pastusos, anticipándose á los planes

Fu r del general Aimerich, dirigidos á atacar al enemigo tan


pronto como hubiera recibido las municiones de que carecia;
crece en efecto el aliento de los soldados i la esperanza de
la victoria, luego que el oficial don Pedro Galup (1) las
(1) Este digno oficial, i su hermano don Agustin, residente en la ac
- -
tualidad en la península, se han distinguido en la carrera militar compi-.
tiendo en bizarría, decision fidelidad con su benemérito padre el capitan
don Nicolas, que fue víctima de la perfidia en la conmocion de 2 de
agosto de 18o ocurrida en Quito, de la que se hizo mencion en el lugar
-

º
=

r a
s:

l
correspondiente. Aunque el furor de estos dos hermanos, especialmente,
el del segundo, en el momento de ver cobardemente asesinado á su padre,
llegó á tal grado que salió frenético por las calles con un fusil en la mano
dispuesto º emplear sus no bien desarrolladas fuerzas contra todo indivi
duo que llevase señales de pertenecer al sacrilego partido de la indepen
dencia, (cuyos atrevidos impulsos fueron contenidos por sus gefes), brilló
sin embargo del modo mas recomendable su generosidad nobleza, per
donando ak director descubierto.í al venal ejecutor de aquel bárbaro asesi
nato, que llegaron á ser aprehendidos, limitando su venganza á jurar no
deponer las armas en tanto que en el reino de Quito hmbiera bayonetas.
destinadas á sostencr los Rcales derechos, i á derramar la sangre de los
rebeldes. Cumplió su palabra este animoso oficiar que hubo sin embargo
de refugiarse á la península despues de las desguaciadas batallas de Rio
bamba, i Pichinoba i en que fueron vencidas las armas de Castilla,
qUrro: 1814. 59
hubo llevado al cuartel general desde Quito, salvándolas con
su celo i arrojo de una cuadrilla de facciosos, mandados por
los caudillosSoberon i Recalde que las estaban esperando para
apoderarse de ellas al paso por Ibarra i provincia de Tuquerres.
Ya los pastusos habian arrollado al enemigo cuando se
aproximaron las tropas de Aimerich á la ciudad: ya aque
llos esforzados guerreros se habian cubierto de gloria añadien
do esta nueva prueba de heroismo á las muchas que tenian
dadas desde el principio de aquella malhada volucion, la
memoria de cuyos ilustres hechos será trasmitida á la mas
remota posteridad por mas esfuerzos que haga el espíritu de
partido para oscurecerla. La ambicion de Nariño se estrelló
en los pechos de estos valientes: desalentado su ejército con
tan inesperada resistencia se entregóá una horrorosa disper
sion; se esforzaron los gefes en disipar su alarma i en volver
lo al combate, pero en yano. Desesperado aquel caudillo al ver
la mengua que iba á recaer sobre su opinion, determinó re
• hacer sus tropas á todo trance, imientras que se ocupaba en
este objeto con todo el ardor que es propio de un pundono
roso militar, dieron los pastusos otra carga impetuosa i deci
siva, en la que quedó envuelto el mismo Nariño, no permi
tiendo la desolacion i espanto que habia sido comunicada á
sus tropas hacer el menor esfuerzo por salvarle.
El coronel Cabal se retiró con los restos, mas humilla
dos todavía que si habieran pasado por las horcas caudinas.
La prision del citado Nariño i de un número bastante consi
derable de soldados i oficiales, entre estos algunos estrange
ros, que fueron mui pronto fusilados, la muerte de 473 in
surgentes, la tgma de toda su artillería, armas, municiones,
tiendas i demas pertrechos de guerra enagenó de gozo á los
vencedores. Arrojados pues los rebeldes al valle de Cauca, i per
seguidos en su derrota por los valientes habitantes de Patía,
los que si bien mui inferiores en número á los de Pasto, han
competido siempre con éstos en bizarría, lealtad, constancia i
amor al augusto Monarca español, quedó nuevamente libre de
- - --
enemigos el reino de Quito.
6o QUITo: 1814. -

EI desgraciado don Antonio Nariño se dirigió al general


Montes en 17 de mayo, que fue á los seis dias de su prision,
pidiendo licencia para pasar á la capital á fin de establecer
las bases de un convenio pacífico i amistoso, que sin menos
cabar la autoridad del Rei, satisfaciese á los que se habían
pronunciado por el partido de la independencia. Oyó Montes
con agrado estas proposiciones confiando en que sus victorias
i la restauracion del Monarca español al Trono de sus mayo
res, verificada á este mismo tiempo, impondrian á los rebel
des, i los harian desistir de sus injustas aspiraciones. Princi
cipió con efecto una correspondencia, formal con los encarga
dos del poder de Santa Fé; pero al ver su tenacidad i despe
eho, hubo de renunciar á sus generosas miras, i de preparar.
se á conseguir con el valor de sus tropas lo que era negado á
su celo. • ;
Esta malograda, negociacion “exasperó notablemente sa
ánimo; pero como no sigmpre el rigor, es una emanacion de
la prudencia, suspendió el bien merecido castigo del caudillo.
Nariño hasta que la eórte dispusiera de este reo, i en el en
tretanto se observó con él la mayor vigilancia para que con
el cohecho i la seduccion mo eludiese el brazo de la justicia.
Todos los planes de Montes se dirigieroñ entonces á hacer una
espedicion sobre Popayan para impedir la reconcentracion de
fuerzas enemigas sobre aquel punto. Sus fuertes escitaciones
para que don Melchor Aimerich diese cumplimiento á este
plan no producian el rápido efecto que se habia, propuesto.
Aimerich adolecia de la gota, i sus males se habian agra
vado considerablemente: se habia suscitado al mismo tiemr
po un espíritu de discordia, alimentado por la altivez de
los pastusos desde que á sus esfuerzos; se habia debido la
derrota de Nariño; habia llegado su desatencion i falta de
respeto hasta el estremo de hacer injuriosas increpaciones
á dicho general; los realistas pues, estaban divididos en ban
dos, i no eran estos por cierto, los mejores auspicios para emr
prender la campaña. Aimerich llegó á pedir con el mas vivo
empeño su relevo, al que accedió el presidente, nombrandº
\ orTro : 1.81 4: 61
por gefe interino de aquella division al teniente coronel don
Felipe Vidaurrazaga.
Aunque este sugeto reunia apreciables cualidades, i sufi
ciente instruccion, era sin embargo su graduacion mui su
balterna para que conciliase el respeto general i la armonía
de los demas gefes que se creian con títulos iguales ó mui su
periores á los suyos. Así es que desde el principio se vió con
trariado en todas sus providencias i hecho el blanco de un
partido que parecia empeñado en deslucirle. Deseosos sus ri
vales de sacudir primeramente con decoro aquella dependen
cia que tanto les repugnaba, se dirigieron al general Aine
rich para que volviera átomar el mando de las tropas; i como
en este tiempo hubiera notado con efecto bastante alivio en
sus dolencias, eseribió al presidente su aptitud i empeño, en
dirigir aquella campaña; pero ya Montes, que se sentia agra
viado por varias acaloradas cuestiones que habia sostenido
con dicho Aimerich, en las que le parecia no haber observa
do éste toda la deferencia i consideracion que se letlebia; i no me
nos solícito por complacer á los valientes pastusos que se ha
bian declarado enemigos de Aimerich , insistió en que se
llevase á efecto su primera resolucion, i que éste pasára á su
gobierno de Cuenca. -

El compromiso en que ya se víó constituido el general


Montes para que no fuera desairada su autoridad, introdujo
una fatal acedía en los ánimos, idió un giro poco favorable
á los negocios. No faltaron genios intrígantes que blandian la
tea de la discordia con la idea de que se malograse todo el
fruto de las prudentes medidas de Montes i de las bien com
binas operaciones del nuevo gefe destinado á mandar la espe
dicion de Popayan. La presencia de Aimerich en Pasto era
considerada por algunos como el gérmen de las desavenencias
cuyo fomento era atribuido por otros á los ocultos manejos
de aquel mismo general: de aquí la desconfianza del presi
dente, i la reiteracion de órdenes terminantes para que sin
pérdida de tiempo saliera para su destino.
Los pastusos, que guiados por su resentimiento i des
62 "QUIro: 1814.
agrado contra dicho general Aimerich, se habian negado á
suministrarle gente, acémilas, provisiones i demas ausilios
para emprender la referida espedicion, se prestaron con la
mas fina voluntad á favorecer esta empresa bajo la direccion
de Vidaurrazaga; mas no fue tan laudable la conducta de varios
gefes i oficiales, movidos por la devoradora envidia i emu
lacion. Cuántas veces han sido los Reales intereses sacrifica
dos al influjo de privadas pasiones! Si los españoles han deja
do bien acreditado en América su valor, su inteligencia, sus
virtudes i su brillante mérito, han dejado asimismo por des
gracia varios egemplos de desmedida ambicion de gloria, de
funestos piques, de reprensibles resentimientos, i de acalo
radas disputas, que mas de una vez han entorpecido sus ope
raciones con visible detrimento del Real servicio. -

A pesar, pues, de los tropiezos que halló Vidaurrazaga en


el ejercicio de su mañdo, movió sus tropas para Popayan,
de cuya ciudad tomó pacífica posesion en 31 de diciembre; i
como este fue el último importante suceso del año 1814, que
dará suspensa la relacion histórica hasta el capítulo del
siguiente.
vwwwwwwwwwwwwwwwwwwww VVUUUUU

CAPITULO V. -

SANTA FE. 1814.

Estado próspero de los negocios para los republicanos á prin


cipios de 1814. Disensiones entre los santafareños i tun
jeños Attaque de estos, mandados por Bolivar, contra la
eapital del reino, i su rendicion. Fidelidad de Santa
Marta. Arribo á este puerto del nuevo virei don Fran
eiseo Montalvo. Acuñacion de una moneda de cobre. Es
citaciones dí la plaza de Cartagena para reconocer la au
toridad Real. Vigorosos preparativos de defensa por Mon
talvo. Creacion de una escuadrilla, i sus empresas. Fiestas
públicas por la libertad del Monarca español. Ocurrencias
de Panamá. -

Las armas de esta república iban adquiriendo pujanza f


vigor. Las tropas ausiliares de Bolivar habian ganado algu
nos triunfos parciales por la parte del Norte; i las de Nariño
asimismo se habian cubierto de una gloría inesperada por la
del Sur en la batalla de Calibio, en la que fueron derrotadas
las tropas de Quito. Los nombres de Bolivar i Nariño eran
pronunciados con entusiasmo por todos los fanáticos revolu
cionarios: sus hazañas guerreras, presentadas como modelos
de imitacion; los enemigos de la España se entregaron á las
mas hisongeras esperanzas de asegurar su independencia; mas
no previan que la inconstante fortuna iba á dar un vuelo rá
pido i á fijarse al lado de los fieles realistas. Mui pronto fue
ron desheehas las armas de la república en los mismos para
ges que habian sido testigos de sus victorias. Nariño vio es
trellarse su loca confianza en los pechos de bronce de los
valientes pastusos, Bolivar perdió todo el mérito de sus an
teriores ventajas en las batallas de Barquisimeto, Boca
64 sANTA Fé: 1814.
chica, Arao, la Puerta, la Cabrera, Aragua, Cumaná í
Urica. • . . ,

Las disensiones entre los federalistas de Tunja i los cen


tralistas de Santa Fé habian tenido una tregua momentánea;
mas no se habian desvanecido completamente: su reconci
liacion jamas habia tenido todos los caractéres de la fran
queza i buena fé; el fuego estaba encubierto, i solo se espe
raba una ocasion favorable para que se encendiera de nuevo
con cualquier pábulo que se le aplicara. La prision de su
presidente Nariño, el desaliento en que quedaron sumidos
sus partidarios, i la confusion de los negocios públicos hi
cieron ver á las tropas de la Union, dirigidas por el mismo
Bolivar refugiado á fines de este año en este reino, que ya era
llegado el momento de derribar con un golpe de mano sus
antiguas pretensiones, i de asegurar la sumision i dependen
cia de aquella capital al congreso de Tunja.
No había olvidado éste la mengua de la derrota de sus
armas en el año anterior, i para lavarla aprestó una espedi
cion, colocando á su cabeza al citado Bolivar. Era el 1o de
diciembre cuando se dió el primer ataque á dicha capital:
el esforzado valor de los federalistas los hizo mui pronto
dueños de las calles del barrio de Santa Bárbara i de otros
puntos, hasta dejar acorralada la guarnicion en lo interior
de la ciudad. Hallándose al dia siguiente reducidos los sitia
dos al recinto de la plaza, entraron en negociaciones con las.
tropas contrarias, i firmaron la capitulacion que les fue dic
tada por el caudillo caraqueño, desistiendo de todo empeño
que no estuviese en armonía con los intereses i deseos del
llamado gobierno de la Union.
De este modo quedé despojada Santa Fé de su capitali
dad, i sometida al dominio del congreso de Tunja. Fue con
tado aquel dia por uno de los mas memorables para los fe
deralistas, i celebrado por lo tanto con públicos testimonios
de regocijo; el héroe de tan brillante campaña fue condeco
rado con el altisonante título de capitan general de los ejér
citos de la Union; i la humillacion de los santafereños, aun.
- sANTA FÉ: 1814. 65
que por una i otra parte hubiera habido grandes quebrantos,
siendo incomparablemente mayores los de los federalistas que
consistieron en 12oo muertos, fue considerado como uno de
sus triunfos mas gloriosos, sin calcular que aquellas discordias
habian de debilitar una causa, que necesitaba de todos los
esfuerzos reunidos para darle el vigor de que carecia; pero
como en estos acontecimientos se consultó mas la venganza
que la seguridad, quedó siempre en pie aquella funesta
querella, origen emponzoñado de interminables males.
En la marcha ordinaria de las pasiones una primera revo
lucion engendra otra; porque una vez formados los partidos
cada cual arregla su justicia por su propia conveniencia: asi
sucedió con los habitantes del nuevo reino de Santa Fé,
quienes estuvieron fluctuando de continuo entre la ambicion i
la impotencia, i entre la apariencia de virtudes cívicas i el
ejercicio de sus rastreras pasiones, constituidos entre sí en un
estado de pugna i sin llegar á establecer jamas una per
fecta union, sin la cual era imposible triunfar de sus con
trarios. " .

Seguia en el entretanto la fiel Santa Marta, desafiando


todo el poder de los furiosos republicanos i rechazando cóns
tantemente los ataques de los cartageneros, quienes desde
los primeros meses del año habian situado en el rio algunas
tropas, á las que dieron el nombre de ejército del Magdalena.
El arribo á mediados de este mismo año del mariscal de campo
don Francisco de Montalvo, procedente de la Habana su pa
tria, en cuya isla se hallaba ejerciendo el empleo de segundo
cabo, reanimó el espíritu de los samarios. Habia sido nom
brado capitan general del reino en reemplazo de don Benito
Perez fallecido en el año anterior; i aunque la situacion de
aquel vireinato se presentaba con caractéres mui poco lison
geros al nuevo gefe, esperó este sin embargo mejorarla en
lo posible adoptando un sistema de actividad i energía, dife
rente del de flogedad i condescendencia que tan funesto ha
bia sido á su antecesor.
Aunque
ToMo II.
trajo algunos fondos de la
9
Habana, eran estº
66 sANTA Fé: 1814.
insuficientes para dar á la guerra aquel vigoroso impulso que
se necesitaba para levantar de su abatimiento la autoridad
Real: acuñó con esta mira monedas de cobre i de plata, las
que si bien tenian un valor intrínseco mui inferior al que
representaban, aumentaban sin embargo la circulacion, i lo
sacaban de sus primeros apuros. Fue asimismo uno de sus
preferentes cuidados enviar á los gobernantes de Cartagena la
constitucion de las cortes de Cádiz del año XII con filosó
ficas escitaciones para que la jurasen, reconociendo el domi
nio del Soberano legítimo, quien estando ya mui próximo á
salir de su cautiverio, se ocuparia en castigar los atentados
contra su autoridad, si con la debida sumision no se apresu
raban á esponerle los motivos justos que tuviesen para haber
formado aquella escision. Este era el solo partido que podian
tomar con alguna vislumbre de razon, seguros de que si sus
quejas eran fundadas, serian oidas, i obtendrian por ellas la
debida satisfaccion del paternal gobierno de la metrópoli,
mas como las declamaciones de los rebeldes han sido en todos
los ángulos de la América un juego de palabras para aluci
nar á la muchedumbre, era facil conocer que serian des
echados con desprecio consejos tan sanos i juiciosos.
La causa de la independencia se perdia en el momento
que se sometiera al irrevocable fallo del recto raciocinio; era
pues del interes de aquellos corifeos no buscar jamas seme
jante árbitro que habia de condenarlos sin apelacion. El go
bierno español habria pulverizado todos sus argumentos, i
obtenido una victoria completasen esta contienda política si
hubiera querido por una superabundancia de su justificacion
i nobleza convencer á los disidentes de la sinrazon de su re
beldía; mas como el mero hecho de haber entrado en estas
aclaraciones habria debilitado tal vez ese inatacable derecho
de legitimidad, que es el que dá seguridad á los gobiernos, i
que si llegase á ser desconocido ó impugnado quedarian des
quiciados los vínculos de la sociedad, desplegó constante
mente toda la dignidad de su carácter sin hacer mas conce
siones que las que emanasen de su clemencia, ejerciendo el
sANTA ré : 1814. 67
principal atributo de la soberanía, que es el de perdonar á
los súbditos descarriados.
Empero conociendo Montalvo la tenacidad de los insur
jentes, se dedicó primeramente á tomar algunas medidas de
defensa, cuales fueron la conclusion de la batería que Laba
tut habia empezado en el Ancón, á la que fue dado el nom
bre del Espíritu Santo; i en seguida á armar algunos bongos
de guerra para hostilizar á los enemigos en el rio grande,
ensanchando de este modo su dominio fuera de aquellas
murallas. e.

El pueblo de San Juan de la Ciénaga fue el punto desti


nado para la construccion de 8 buques de guerra, de que
carecian totalmente los realistas; el ayudante de Montalvo
don Ignacio Larrus, encargado de estos trabajos bajo la di
reccion inmediata del gobernador Porras, que se trasladó al
mismo pueblo con igual objeto, fue segundado en ellos con
el mayor celo i esmero por sus habitantes, quienes ofreciendo
voluntariamente las maderas, su trabajo i cuanto pudiera
necesitarse para su pronta conclusion, hicieron que á los po
cos dias se hallasen en estado de ir á buscar á los rebeldes á
pesar de que solo uno de dichos buques tenia cañon de á24,
tres los tenian de á 12, i los restantes tan solo de á4, mui
inferiores en todo á la escuadrilla de Cartagena, que se com
ponia de 11 barcos de mayor porte con los que dominaban
la Ciénaga, i mantenian el bloqueo de Pueblo viejo.
Los samarios, que estaban acostumbrados á burlarse de
los esfuerzos de los insurjentes i á fijar á su lado la victoria,
esperaban suplir con el mismo prestigio de su nombre la des
igualdad que se notaba en los medios hostiles, i no trepida
ron un momento en arriesgar un combate naval. En el mo
mento en que los independientes estaban mas descuidados é
ignorantes de la fiotilla que acababan de crear sus contrarios,
se presentó ésta al mando del citado capitan Larrus al ama
necer del a8 de marzo á tiro de metralla de los buques de
Cartagena, apostados en la isla llamada de Enmedio: forma
dos estos en batalla sin pérdida de tiempo, apºyando su iº
68 sANTA Fé: 1814.
quierda á un banco de ostriones, se rompió un vivo fuego
por ambas partes; el empuje de los realistas fue irresistible;
Larrus cortó la línea de los patriotas, i envolvió la izquier
da; la derecha que huía ácia Riofrio fue alcanzada i obligada
á arriar su bandera, del mismo modo que lo habia verificado
la otra. A las nueve i media de la mañana estaban ya en
poder de los realistas los 14 buques cartageneros, 16 piezas
de artillería, todas sus municiones, 4 trasportes i 175 pri
sioneros. Fue asímismo considerable el número de los muer
tos, i entre ellos se contó al comandante Nuñez. Una accion
tan brillante para las armas españolas fue celebrada con las
mas vivas demostraciones de júbilo i entusiasmo: una me
dalla que el Monarca español concedió á todos los valientes
que habian tenido parte en ella fue la prueba mas positiva
del Soberano agrado i de su Real gratitud. , , ,, ,
Los samarios adquirieron nuevo vigori decision con tan
ilustres triunfos. Si bien se habian cubierto de gloria en va
rias acciones, i rechazado en este mismo año las tropas de
Cartagena en Jagua, Pilijai i en otros puntos defendiendo (
por una i otra parte la línea del Magdalena, no habian po
dido obrar tan libremente hasta este momento, porque los
ienemigos dominaban el canal con sus fuerzas sutiles. Por
ambos partidos se habian eómetido vidlentas estorsiones en
los pueblos de aquellas riberas: los de Cartagena habian
quemado todos los de la márgen oriental del rio desde Sitio
nuevo cerca de la embocadura hasta el Cascajal, mas arriba
del puente de Ocaña; incluyendo la hermosa villa de Tene
rife; los realistas habian incendiado asímismo las poblaciones
dei Ponedera, Campo de la Cruz, Candelaria, Tacambcho,
Peñón, Margarita, Loba, Badillo, Regidor i San Pedro,
como pertenecientes á los republicanos. r
Estos que habian sido batidos por los samarios casi en
todo encuentro, i que solo con el apoyo de sus fuerzas suti
les habían pódido sostenero su defímero poder, i subsanaro en
parte las pérdidas sufridas por tidrra, quedaron completa
mente desconcertados con la derrqta de dicha su escuadrilla
sANTA. FÉ: 1814. 69
en la Ciénaga, i hubieron de renunciar á toda tentativa hostil
sobre la fiel Santa Marta. -

Llegaron á poco tiempo las lisonjeras noticias de la liber


tad del Sr. D. Fernando VII i su gloriosa restauracion al
trono de sus mayores: fue este fausto acontecimiento cele
brado con todo el ardiente entusiasmo de que es, capaz un
pueblo tan fiel como lo ha sido siempre el de Santa Marta.
Bailes generales para toda clase de personas, iluminaciones,
repiques de campanas, solemnes funciones en los templos, i
toda clase de demostraciones de júbilo i alegría; todo se agotó
en desahogo de las dulces emociones de que estaba poseido
el corazon de aquellos habitantes... , | º o
e. Cartagena sin embargo, del mismo modo que las demas
provincias sublevadas del reino s permaneció en su obstina
cion sin haber adoptado, otra variacion en su sistema sino la
de relajar en parte el rigor de la persecucion contra los rea
listas, de la que disfrutaron los samarios que se hallaban
confinados en este puerto desde el afio anterior para, resti
tuirse al seno de sus familias, ri ( , , , , , , ap
. A poco tiempo del nombramiento del nuevo virei arrancó
el ayuntamiento de Panamá con insidiosos manejos del go
bierno de Cádia el decreto de que fuese el R. Obispo remo
yido de su silla, i trasladados á otros tribunales los ºidores
que constituian kºlaudiencia de Santa Fé en diclio punto;
esperando, que con, la salida de aquellos únicos sostenedores
activos de la causa del Rei, les habia de ser mas facil la pro
clamacion de la independencia. Este fue el golpe mas terrible
para los buenos realistas, que habiancreido iba á mejorar su
posicion con la muerte del anterior virei don Benito Perez,
en quien habian observado, no sin la mayor sorpresa, una
equivocada intimidad con el citado ayuntamiento, i poca es
crupulosidad, ó á lo menos ninguna vigilancia en corregir el
contrabando que destruia las rentas públicas tan necesarias
para sostener las cargas generales.
Todos los oidores salieron para sus destinos, menos el de
cano encargado de la regencia don Joaquin Carrion, quien
7o sANTA Fé : 1814.
se empeñó en conservar su puesto, i en tener abierto el tri
bunal hasta que llegasen de la península sus sucesores. Los
disidentes encubiertos pretendian que debia cerrarse porque
no habia el número suficiente de ministros que marcaban
las leyes constitucionales que entonces regian: Carrion se
apoyaba en las de Indias que autorizan la existencia i ejer
cicio de dichas audiencias aunque no haya mas que un solo
oidor para administrar la justicia. -

En medio de estos porfiados debates, i á pesar de la viva


oposicion del citado ayuntamiento i del comandante general
don Cárlos Meiner, desempeñó Carrion sus funciones judi
ciales desde el 31 de noviembre de 1813 hasta el 8 de julio
de 1816, con el apoyo del pueblo que estaba decidido á su
favor. El virei Montalvo, que ignoraba "desde su residencia
de Santa Marta lo peligroso que habia de ser la retirada de
Panamá en aquellas circunstancias, de la única corporacion
capaz de sofocar las chispas revolucionarias, mandó que la
citada audiencia se trasladase á Santa Marta; pero el decano,
que temia con sobrado fundamento las fatales consecuencias
de aquella medida, suspendió el cumplimiento de ella, cuya
resolucion fue aprobada por una Real orden de 2 I de octu
bre de 1814. Así pues se sostuvo el gobierno español en este
puntdº á pesar de sus oscilaciones, hasta el 1821 ; habiendo
acreditado de mil modos el pueblo de Panamá, del mismo
modo que todos los demas de América, su adhesion á la
madre patria, contra la que solo han aparecido á la palestra
como verdaderos enemigos los ayuntamientos, algunos indi
viduos del clero, la clase de los letrados, i los jóvenes dís
colos i viciosos.
71
• vawvwVVVVVAVVVVVVVVVVVAVVVVVVVAWVVVVVVVVAVVVAWWAVVAWMVVV
-

CAP ITULO VI.

CARACAS. siá.

Asamblea general en el convento de San Francisco, en la


que Bolivar depuso fingidamente el mando, que le fue
devuelto con dobles facultades. Preparativos de los rea
listas para abrir otra campaña. Inútiles esfuerzos de al
gunos eclesiásticos para desarmarlos. Batalla de la Puerta
por Bóves. Horrible sacrificio de mas de 1 coo víctimas del
honor i de la fidelidad. Batalla de la Victoria por el gene
ral Morales. Otra en Cantarranas, dada por los citados ge
fes realistas. Progresos de la columna del comandante Ya
ñez. Ataque de la villa de Ospino. Dolorosa muerte de dicho
comandante, quien fue reemplazado por el coronel don Se.
bastian de la Calzada. Toma por éste de las villas de Arau.
re i San Cárlos. Victoria por el brigadier Ceballos en Bar
quisimeto. Hazañas del valiente Bóves contra Bermudez i
Mariño. Batalla de Bocachica. Derrota de Arismendi en
el Llano alto. JVictoria de Rivas en los valles de Tui. Triun
fos conseguidos en Arao por Ceballos i Calzada. Arribo del
capitan general don Juan Manuel Cagigal. Derrota de di
cho gefe en la llanura de Carabobo. Segunda batalla de
la Puerta ganada por Bóves. Otra victoria en la Cabrera.
Entrada de una de las divisiones de Bóves en Caracas.
Rendicion de la ciudad de Valencia. Destrozo de la divi
sion de Urdaneta por el general Cagigal. Fuga precipi
tada de los sitiadores de Puerto Cabello. Importante vic
toria de Aragua por Morales. Destruccion del mulato
Piar por Bóves en Cumaná. Batalla de los Magueyes i de
Urica, en cuya última pereció el insigne Bóves. Observa
eiones sobre este héroe de la guerrº de America. Morales
72 cAR AcAs: 1814. -

se encarga del mando del egército i se cubre de gloria.


Toma por el mismo del pueblo de Maturin, último asilo
de los facciosos.

Los rebelles de Caracas se creían ya invencibles con los


triunfos obtenidos en el año anterior; i figurándose Bolivar
haber llegado al apogéo de su carrera revolucionaria, trató
de vincular en sus manos el poder absoluto con una simu
lada hipocresía é insidiosos manejos. Reunida una asamblea
general en el convento de San Francisco, se presentó en ella
dicho ambicioso caudillo con sus edecanes i secretarios de
Estado; i despues de haber pronunciado un elegante dis
eurso, tomado de las arengas de los antiguos griegos iro
manos cuando daban cuenta de la favorable terminacion de
una guerra importante, afectó imitar las mismas virtudes
i desprendimiento, haciendo una espontánea demision de su
mando, que sabia no sería aceptada, i pidiendo retirarse,
cual otro Cincinato, al cultivo de sus campos.
Tuvo tan felíz resultado este primer ensayo de su fin
gida ambicion, que elevando los convocados hasta las nubes º
el distinguido mérito que incautamente reconocian en aquel
republicano, no solo se negaron á admitirle su renuncia, sino
que votaron por que se le confiriesen todas las facultades de
la soberanía. Empero no bien habia salido victorioso de este
primer esfuerzo de su intriga cuando hubo de dirigir toda
su atencion á contener los progresos que iban haciendo los
realistas , vueltos ya de su primer estupor i alarma por sus
anteriores reveses. El infatigable Boves, de quien no habia
hecho mencion Bolivar sino para despreciarle, habia reunido
mui pronto un egército de 7 á89 llaneros montados iar
mados de lanza. El valiente Yañez se habia organizado de
nuevo, i caminaba desde San Fernando á Barinas. El briga
dier Ceballos habia vuelto de la Guayana, i se preparaba
á invadir la provincia de Caracas. - •

Seguia en el entretanto el sitio de Puerto Cabello, con


tanto rigor, que sus heróicos defensores estaban reducidos á
*,
cARAcAs: 1814. 75
la mayor miseria, i aun á no tener agua potable; pero
todo lo sufria con placer porque no dejase de tremolar so
bre sus murallas el pabellon de Castilla. La oportuna lle
gada del general don Juan Manuel Cagigal á principios de
este año á encargarse del mando de la provincia reanimó el
espíritu de los sitiados. Las primeras disposiciones de Bolivar
fueron las de presentar imponentes fuerzas contra el formi
dable Bóves, á cuyo efecto reunió unos 43 hombres en la vi
lla de Cura, i situó otros en las ciudades de Barquisimeto,
Valencia i villa de Aragua. No bien satisfecho con este apa
rato guerrero, influyó en el reverendo Arzobispo, en el an
tiguo prefecto de los capuchinos Fr. Francisco Caracas, i en
otros respetables eclesiásticos para que pasasen á los Llanos
á predicar la concordia i la obediencia á aquel ilegítimo go-,
bierno. Deslumbrados estos varones apostólicos con las protes
tas de los revolucionarios dieron cumplimiento á su mision;
pero el Ilmo. Arzobispo retrocedió desde la villa de Cura, i
los demas que trataron de pasar mas adelante, fueron arres
tados por Bóves i remitidos á la Guayana.
Lejos de intimidarse Bóves con este despliegue de fuer
zas i de intriga, trató de aumentar el catálogo de sus ilus
tres hechos. Puesto en movimiento á principios de febrero
encontró ya el dia 3 en la Puerta á dicha division de la villa
de Cura mandada por el caudillo Campo Elías, rebelde
europeo que habia hecho sus primeros ensayos en la carrera
de la crueldad mandando asesinar á sangre fria á su tio don
Antonio Arizurrieta, á quien había debido su educacioni
suerte. Verlo Bóves, atacarlo i derrotarlo completamente,
fue obra de pocos instantes. Solo el traidor Campo Elías i
los soldados mejor montados pudieron sustraerse á una se
gura muerte con la celeridad de sus caballos. A su consecuen
cia se apoderó Bóves de la villa de Cura i de todos los alma
cenes que tenian los insurgentes en aquel punto. El total des
trozo que hizo el gefe español sobre la brillante division del
citado caudillo llenó del mas bárbaro furor el ánimo de los
insurgentes. a º - - -

ToMo II. Io
74 CARACAs: 1814. -

Fue entonces cuando el vengativo Bolivar manchó su


carrera, mas que nunca, con decretos de proscripcion
i horror : fue entonces cuando sus dignos satélites, los
feroces Palacios i Arismendi ejecutaron aquel inhumano sa
crificio de que no se halla otro igual en la historia: sacar
desde el 1 o al 16 de febrero mil desgraciadas víctimas de
las bóvedas de la Guaira i cárceles de Caracas, en las que
habian sufrido las mas penosas amarguras, hacer llevar á
vista de las mismas, la leña que debia reducir á cenizas aque
llos monumentos de la lealtad española, reunirlas en los al
tos de la Guaira, en el camino de Macuto, i en otros mata
deros, caer sus soldados furiosos al primer toque de degüe
llo sobre aquellos infelices, verlos sucumbir asesinados á san
gre fria á los golpes de las sacrílegas bayonetas, machetes,
sables i puñales, i arrojarlos semivivos á la ardiente hoguera
encendida á su presencia: éste fue un ensayo de fiereza que
dificilmente podrá ser copiado aun por los caribes mas des
apiadados. -

No habiéndose saciado todavía la crueldad de aquellos


monstruos, se detuvieron á considerar como otros Nerones
tan horrible espectáculo, complaciéndose con el rechina
miento i chasquido que hacian las llamas por el contraste de
la humedad de las palpitantes entrañas con la accion viva
de su fuego devorador. Horrible Inancha que el curso de
los tiempos no podrá borrar jamás! ¡Testimonio perenne
que hará ver á las futuras edades la sinrazon de la rebeldía
de los americanos, su indomable protervia para llevarla á
efecto, i los execrables medios de que se valieron para fo
mentarla! -

En 22 de febrero fue atacado un cuerpo de sediciosos á


las órdenes de Rivas en la Victoria por el esforzado Mora
les, quien rompió por varias partes los atrincheramientos del
enemigo, i le causó una gran pérdida despues de haber sos
tenido un combate de ocho horas. Bóves se habia presentado
delante de san Mateo, donde habia otro cuerpo mandado por
Bolivar, con bastantes fortificaciones en la parte llamada
cARAcAs: 1814. 75
Cantarranas: reunido aquel gefe con Morales atacó dicho
pueblo á fines de febrero; la pelea fue tenaz i sangrienta,
ambos partidos salieron descalabrados, i entre los heridos se
contó al valiente Bóves, quien debió trasladarse para su cu
racion á la villa de Cura, cediendo el mando á su segundo
el referido Morales.
La columna del comandante Yañez, que habia restable
cido ya la autoridad del Rei en toda la provincia de Bari
nas, i ocupado la ciudad de Guanare á fines de febrero,
llevó sus armas contra la villa de Ospino, defendida por 5oo
facciosos: mientras se hallaba en lo mas fuerte de esta pe
lea, que sus tropas sostenian con el mas esforzado valor, vió
en la llanura un cuerpo enemigo de 3oo hombres, i para
evitar su reunion con los que él tenia sitiados, si bien aque
lla columna se dirigía en fuga á la villa de Araure, salió á
su encuentro á la cabeza de un escuadron. El enemigo quedó
deshecho; pero fue irreparable la pérdida que sufrieron los
realistas en la persona del valiente Yañez, que era el orna
“mento de la milicia española, i el terror de los facciosos: este
ilustre guerrero, que tenia asombradas las provincias de Ve
nezuela con la fama de sus hazañas, sucumbió á los primeros
golpes de aquella fatal refriega.
Llenas sus tropas de la mayor consteracion i furor, in
cendiaron la citada villa de Ospino, i se retiraron á Gua
nare, en donde fue nombrado el coronel don Sebastian de la
Calzada para reemplazar á sur malogrado comandante. Este
gefe, digno asímismo de todo elogio por su decision, lealtad
i bizarría, tomó la villa de Araure, i en seguida la de San
Cárlos despues de una obstinada resistencia, en la que pe
recieron casi todos los defensores.
A mediados de febrero habia emprendido el brigadier
Ceballos una marcha penosísima contra Barquisimeto para
sorprender un cuerpo de tropas que alli mandaba don Rafael
Urdaneta. En la madrugada del dia 11 de marzo estaba ya
el ejército de Coro sobre las calles de dicho pueblo: al rayar
el alba salia de sus cuarteles un batallon insurgente para hº"
76 - CARACAs: 181 .
cer el ejercicio en el campo, cuando cayendo sobre él los
4oo hombres de Granada que lo estaban esperando, quedó
todo aquel cuerpo en su poder, habiendo sido mui pocos los
que pudieron sustraerse á la muerte con su fuga. El gefe
Urdaneta saltó de la cama en el mayor desorden, i tomando
precipitadamente su caballo escapó para San Cárlos, cuya
villa halló ya en poder del coronel Calzada; i salvándose con
su actividad i prevision de este nuevo peligro, pudo llegar á
Valencia despues de haber sufrido los mayores trabajos i so
bresaltos.
Empero quien mas brilló en este teatro de sangrientos
combates fue el bizarro Boves, el cual parecido á un firme
escollo entre las tormentas del Océano, sostuvo con pujanza
la autoridad real, i dió repetidos dias de gloria á la monar
quía española. Ese hombre estraordinario despues de haber
escapado afortunadamente del puñal de dos asesinos que Boli
var habia enviado contra él á la villa de Cura, se determinó
á atacar 49 sediciosos mandados por Bermudez i Mariño que
venian de las provincias de Cumaná i Barcelona á socorrer á
su gefe sitiado en San Mateo. Cuando ya dichos refuerzos se
hallaban próximos en el dia 2 de abril, se arrojó el ejército
de Boves sobre este pueblo eon el mas desesperado valor,
persuadido de que aquel golpe decidiría de la suerte de la
campaña: la fortuna coronó los heroicos esfuerzos de las tro
pas realistas; quedaron completamente derrotados los insur
gentes; aquel campo se vió mui pronto cubierto de cadáveres,
i entre ellos los europeos Villapol, Campo Elias, i el cana
rio Vicente Gomez, todos tres generales de la república. Ca
yeron asimismo en poder de Boves toda la artillería, fusiles
i municiones de los contrarios de que tanto escaseaban; Bo
livar tuvo la suerte de sustraerse al brazo del vencedor con
algunos de sus oficiales.
A los dos dias ya estaba el ejército real en Bocachica em.
peñado con igual ardor en otro combate que se prolohgó por
el espacio de seis horas, hasta que concluidas las municiones
se fió á las lanzas su terminacion. Fue terrible i sangrienta
dAR º CAs: 1814. 77
esta jornada; ambos ejércitos se retiraron descalabrados del
campo de batalla; el enemigo se dirigió ácia la Victoria por
el escabroso camino del Pao de Zarate, i Boves sobre Valen
cia, á cuya ciudad llegó el 6 de dicho mes de abril. Po
niendo entonces todo su ejército á la disposicion del brigadier
Ceballos salió cen 1oo caballos á la villa de Calabozo para
levantar nuevos cuerpos; pero sus soldados que nunca se
creian seguros ni satisfechos sino con aquel digno comandan
te que habia sabido entusiasmarlos con la fama de sus insig
nes hazañas, abandonaron el campo de Valencia desprecian
do el exhorto i la persuasion del benemérito Ceballos, i pasaron
á reunirse con el objeto de su culto i veneracion , sin que se
hubiera desertado un solo individuo, habiéndose por el con
trario aumentado su fuerza en el tránsito. -

Este inesperado contratiempo sin embargo desconcertó


las operaciones militares por aquella parte: los sitiados en Va
lencia estaban para rendirse, i contaba Ceballos con una se
gura victoria, cuando la debilidad á que quedó reducido, i el
fundado temor de ser acometido esteriormente por Bolivar le
obligó á levantar el sitio i á ponerse en marcha para San
Cárlos, perdiendo en un momento todas las ventajas de sus
bien tomadas disposiciones. Un cuerpo perteneciente al ejér
cito de Boves que habia quedado en el llano alto hizo un
movimiento sobre Caracas penetrando hasta la llanura de
Ocumare, distante 16 leguas de dicha capital; el sanguina
rio Arismendi que la mandaba salió contra él con 7oo hom
bres; pero huyó á los primeros tiros i quedaron las tropas
realistas dueñas de aquel campoº empapado en sangre de los
infelices que habia conducido al sacrificio. Mui pronto sin
embargo trocó la fortuna en esquivea sus pródigos dones. Don
José Felix Rivas, que á los primeros avisos de Arismendi ha
bia corrido á los valles del Tui, próximos al sitio en que se
habia dado la batalla anterior, se encontró con las tropas
victoriosas en 24 de marzo; i aunque sus fuerzas consistian
en solo 6oo hombres, obtuvo una brillante victoria que repa
ró la afrenta de su cólega
78 CARACAs: 1814.
Luego que el brigadier Ceballos levantó el sitio de Va
lencia se aproximó Bolivar á esta ciudad, i unido con su
guarnicion se dirigió ácia San Cárlos en seguimiento de dicho
Ceballos i de Calzada: las tropas del Rei esperaron á aquel
furioso enemigo en el sitio llamado el Arao, que se hallaba
naturalmente defendido por las lagunas que tenia á su frente
i costados: dióse la batalla á fines de abril, i las sienes de
tan dignos gefes fueron coronadas con ilustres laureles.
Habiendo llegado á aquel ejército el capitan general de
la provincia don Juan Manuel Cagigal, se puso en comunica
cion con el infatigable Boves para hacer movimientos combi
nados que dieran nuevo lustre á las armas de Castilla: este
debia hallarse sobre la villa de Cura á fines de mayo, i Cagi
gal sobre Valencia, á fin de dar un golpe decisivo á las fuer
zas rebeldes. El capitan general fue el primero que empren
dió su marcha para dar cumplimiento á las operaciones de
aquella campaña: habia llegado á las inmediaciones de Va
lencia sin que Boves hubiera concurrido todavia al punto in
dicado. Puesto ya en aquel compromiso se hizo necesario re
currir á un doble despliegue de valor para rechazar al atre
vido Bolivar que habia salido de dicha plaza á probar de
nuevo la suerte de las armas: el ejército real se formó en la
llanura de Carabobo afectando una serenidad i bizarría que
daba las mayores seguridades del triunfo; pero estaba decre
tado que las armas realistas hubieran de sufrir algunos con
trastes para que fuera mayor el mérito de su constancia.
primer ataque del caudillo insurgente se desordenó
aquel ejército i se entregó á"una espantosa desercion; Cagi
gal, Ceballos i Calzada hicieron los mas heróicos esfuerzos
para contenerlo, pero en vano. Viéndose en tal conflicto fia
ron á la ligereza de sus caballos la conservacion de sus vidas
para emplearlas con mas utilidad en otras acciones menos
desgraciadas; se retiraron á la Guadarrama, á cuyo punto
concurrió de alli á pocos dias el mismo ejército disperso con
mui pocas faltas.
Habiendo perdido Boves un tiempo tan precioso en or
CARACAs: 1814.
ganizar sus brillantes cuerpos, se puso en marcha con 30 in
fantes i 50 caballos i llegó el 14 de junio al sitio llamado la
Puerta. Alli estaba reunido todo el ejército de Bolivar en nú
mero de 43oo hombres de tropas escogidas, i alli se halla
ban asimismo sus mejores generales, sus secretarios de Estado
i nueve piezas de artillería. Antes de principiar la batalla
provocó Boves á su contrario á un desafio personal; pero
viendo la repugnancia de corresponderá este rasgo de bizar
ría i arrojo, dió la señal de ataque, i en breves momentos
cayó en su poder la artillería que los enemigos habian colo
cado en una altura. Apenas se habia principiado la batalla
cuando ya Bolivar estaba de retirada para Caracas con solos
dos ordenanzas. En menos de tres horas quedó todo el ejér
cito enemigo tendido en el campo sin que se hubieran sus
traido al brazo del vencedor sino 1oo hombres que pudieron
ocultarse por los bosques. No se ha visto en América una batalla
tan sangrienta como esta: 42oo hombres mordian el polvo, los
realistas quedaron rendidos con tan horrible carnicería. Todo
pereció en aquel dia de sangre i horror; los secretarios de
Estado, los edecanes de Bolivar, todos sus generales se halla
ron en el número de los muertos; solo el de artillería don
Diego Jalon, europeo, cayó vivo en manos de Morales, para
ser fasilado al dia siguiente en la villa de Cura. Las secreta
rías del gefe de la república Venezolana, su estado mayor,
39 fusiles, todos los almacenes de la citada villa de Cura,
i cuanto poseia aquel formidable ejército cayó en poder del
invencible Boves.
En este dia puede decirse que espiró el gobierno de los
insurjentes: fue tal el terror que se introdujo en su áni
mo, que solo - el nombre de Boves les hacia caer las ar
mas de las manos: ya desde este momento no hubo quien
pudiese resistir á aquel impetuoso torrente: una de sus diº
visiones se dirigió á Maracai contra mil seiscientos hombres
que defendian el punto fortificado de la Cabrera, al mando
del infiel don José María Fernandez, natural de Ceuta. Toda
esta brillante columna fue pasada á cuchillo el az del mismo
80 .. cAnAcas: 1814.
mes de julio desde Fernandez hasta el último tambor; i ca
yeron en poder del ejército Real 11 cañones, todos sus fu
siles i municiones, i cuatro lanchas cañoneras que defendian
su flanco izquierdo apoyado á la laguna de Valencia. En esta
ciudad se habian parapetado 15oo hombres sostenidos por 2z
piezas de artillería, á los que los mismos vencedores de Ma
racai les pusieron un estrechísimo sitio que debia producir
su pronta rendicion.
El otro cuerpo del ejército de Boves que se habia dirigido
ácia Caracas, tomó posesion de aquella capital en el dia 7
de julio. Esta fue la feliz terminacion de la brillante cam
paña de aquel esforzado comandante. Se disiparon totalmente
las negras nubes con que habia estado ofuscado el hermoso
cielo de Caracas; los amantes del orden i de la legitimidad
respiraron libremente; el genio de la revolucion se sepul
tó en los espantosos avernos; todos presagiaron un dulce
porvenir i se entregaron á las mas lisongeras esperanzas;
pero se hallaban demasiado conmovidos los ánimos para que
el brillo de una sola campaña pudiera hacer enmudecer
las pasiones.
Estaban dislocadas todas las familias, i comprometi
dos sus intereses é individuos; por otra parte la obstinacion
i terquedad, que es propia de los venezolanos, eran fantos
obstáculos que se ofrecian á la conservacion de la paz bajo
el dominio del gobierno español. Sea como quiera, los pri
meros meses lo fueron de alegría i placer: ver restablecida la
autoridad Real en todas aquellas provincias despues de
tantos horrores que habian precedido á la marcha de los re
volucionarios; saberse al mismo tiempo la gloriosa entrada
del Sr. D. Fernando VII en España, i haber recibido noticias
las mas halagüeñas de los paternales intentos de S. M. para
que renaciera la calma en sus agitados dominios de Ultra
mar; i tener seguro conocimiento de que el citado gobierno
vuelto á su antiguo lustre i esplendor habia dado el ir
revocable fallo de esterminar la revolucion americana, aun
por los medios de la fuerza i con el envío de respetables
-

cAn AcAs: 18 r4. 81


ejércitos i escuadras, si los de la dulzura i persuasion eran
insuficientes; todas estas noticias á cual mas lisonjeras hacian
rebosar del "mas puro gozo el corazon de los realistas, i se
apresuraron por lo tanto los infinitos emigrados que habia
diseminados por aquellas islas contiguas, á volver al seno de
sus familias. • º,

Para completar el favorable cuadro de la reconquista


faltaba la rendicion de la ciudad de Valencia, la que se ve
rificó el 11 del mismo julio con todos sus cañones, almace
nes i cuanto pertenecia al ejército insurjente.
Era mui justo que el general Cagigal participase de los
ilustres triunfos de tan brillante campaña, i con efecto los
cogió con el destrozo que hizo de la division de Urdaneta
que iba en socorro de Valencia. La toma sucesiva de esta
ciudad, i el precipitado abandono del sitio de Puerto Cabello,
dejándose su general D” Eluyar toda la artillería i pertrechos,
fueron los golpes precursores de la disolucion del partido
rebelde. - a -

Morales habia salido para Barcelona i Cumaná, en cuyos


puntos se iban replegando las reliquias de los rebeldes: con
otras tropas que habia reunido en su tránsito constaba
su ejército de 8ooo hombres cuando llegó á la villa de Ara
gua, capital de los Llanos de Barcelona. Aquí le esperaba
Bolivar con 6ooo que habia podido organizar de sus disper
sos, de nueves reclutas, i de los emigrados útiles para las
armas: dióse esta sangrienta batalla en 28 de agosto: ambos
ejércitos pelearon con el mas terco i desesperado valor; solo
Bolivar fue el que abandonó el campo de batalla á la hora i
media de haberse roto el fuego; la intrepidez de su segundo
en el mando hizo que no se sintiese la falta del general en
gefe; siguió la fueraa de este empeñado eombate por el es
pacio de ocho horas, hasta que derrotado en la calle princi
pal de Aragua el formidable escuadron que mandaba un
negro feroz, conocido con el nombre de Tigre encaramado,
terrible competidor del esforzado coronel zambo, Alejo Mira
bal que mandaba por el Rei un escuadron de 4oo hombres
ToMo II. II
82 cArAcAs: 1814.
de su casta, empezó á aflojar el ejército rebelde, i todo cedió
á los esterminadores rayos de los realistas. -

Un batallon de 8oo plazas, compuesto de la principal


juventud de Caracas, i mandado por don Pedro Salias, quedó.
tendido en el campo desde su gefe hasta el último soldado.
Todo pereció en aquel dia de sangre i horror: reconocido el
campo de batalla, las calles, las casas i aun las iglesias se
hallaron todas ellas empapadas en sangre: 37oo insurjentes
muertos i73o heridos, todos sus fusiles, equipages i mu
niciones con dos piezas de artillería, fueron los trofeos con
que ilustró su triunfo el valiente Morales, si bien fueron
adquiridos con la pérdida de 184o hombres, entre ellos mas
de 1ooo muertos.
Algunos de los insurgentes que sobrevivieron á estas san
grientas escenas, se dispersaron por los bosques, otros se re
tiraron ácia Cumaná. Bolivar, que á este tiempo fue arrojado
del pais por sus compañeros Bermudez, Rivas i Piar, pasó al
reino de Santa Fé á egercer en él su pestífero influjo. Des
phes de esta insigne victoria solo quedaban en poder de los
rebeldes los puntos de Irapa, Soro, Urica, Güiria i Maturin,
cuyo último punto habia sido fortificado de tal modo que lo.
tenian por inespugnable. El comandante Bóves salió de Cara
cas á fines de julio con el brillante escuadron de cazadores
mandados por el esforzado coriano don Nicolas Lopez. Des
pues de haber organizado nuevos cuerpos en Carabobo, em
prendió la marcha para Barcelona con 20 hombres: hallán
dose en esta ciudad tuvo aviso en 15 de octubre de la
ºcupacion de Cumaná por 7oo facciosos de tropas escogidas
, que el mulato Piar habia sacado de Maturín. Puesto en mar
cha al dia siguiente con sus bravos cazadores franqueó con
la mayor rapidez doce leguas de asperísimas montañas, i al
inmediato llegó á las manos con aquella columna, la que
mordió el polvo á los pocos minutos sin que hubieran podi
do salvarse del irresistible furor de las tropas realistas sino
Piar i algungs oficiales, entregándose en un bote á la cor
riente del rio. -
cARAcAs: 1814. 33
A los pocos dias se dirigió ácia Urica con orden á Mora
les i á los demas cuerpos, de que segundasen aquel movi
miento: al cruzar por la fragosa montaña de los Magueyes
halló al sanguinario Bermudez con 15oo hombres colocados
en buenas posiciones; pero nada arredró al gefe realista: dá
la señal de ataque, i trepando por aquellas alturas destrosa al
enemigo, i lo pone en desordenada fuga,
Era el 5 de diciembre cuando ya estaban reunidas todas
sus fuerzas para dar la última batalla que debia cortar la
brillante carrera de aquel valiente gefe; los insurgentes ha
bian podido reunir 49 hombres á las órdenes del gran cori
feo don Felix Rivas, poseidos de todo el furor que presta la
misma desesperacion. No era menor el empeño de los realis
tas en esterminar las últimas fuerzas de la sedicion que po
dian dar algun cuidado: principióse la batalla entre el irre
sistible escuadron de carabineros, i el cuerpo mas acreditado
de los rebeldes llamado rompe líneas; Boves conoció que ar
rollado este escuadron nada habria que pudiese resistir á su
esforzado brazo, i que seria segura la victoria: asi púes colo
cado á su frente dió un ataque tan impetuoso, que su teme.
rario valor i la ligereza de su caballo le hizo llegar á la línea
contraria antes que sus mismo soldados, quienes se habian
detenido breves. instantes, algo turbados, con la horrorosa
descarga que se habia dirigido contra ellos con el mayor
acierto. Viéndose solo Boves i hecho él blanco del enemigo,
trató de retirarse; pero no pudiendo mover su caballo para
que tomase la vuelta fue á echar pie á tierra, i en el mismº
acto de descolgarse de la silla fue atravesado su corazón por
una sacrílega lanza que privó desgraciadamente de la vida
al hombre mas valiente que se ha visto en América, al rea
lista mas acendrado, al guerrero mas abundante en recursos
iardides, al comandante mas afortunado, al gefe mas po
pular i que mas habia sabido grangearse el amor del soldado,
i una semi-adoracion de parte de los llaneros.
Ya que los insurgentes ao han podido negar á este héroe
el merito de su distinguido valor, han procurado ajar su re
84 cArAcAs: 1814.
putacion presentándolo al mundo como el hombre mas feroz
que haya producido la España. Es innegable que la-guerra
que Boves se vió precisado á hacer en América no estaba en
armonía con los principios observados en Europa; ¿pero
quién fue el inventor de este horroroso modo de matarse sin
compasion? ¿no fue Briceño el autor de aquel execrable con
venio firmado en Cartagena en 16 de enero del año anterior
para esterminará todos los españoles? ¿ mo fue ese mismo Bo
livar quien con fecha de 15 de junio habia declarado la guer
ra á muerte, i la habia llevado á efecto del modo mas desa
piadado ? -
Boves no hizo mas que conformarse con el sistema
adoptado por sus contrarios; si admitió en sus filas á todas
las castas i aun á los mismos esclavos fue con la idea de de
volver estos á sus dueños luego que hubiera terminado la
campaña, como lo verificó con muchos que fueron reclama
dos apenas entró en Caracas. Si dió facultad á sus tropas para
degollar á todo traidor 6 enemigo del Rei (i ésta en nuestro
concepto debe considerarse como la providencia mas terrible
que haya salido de sus manos) fue porque se penetró de que
solo el terror podia salvarle de su amenazada ruina, i obrar
algun cambio en la opinion. urada situacion en que se
halló dicho gefe, la obcecacioni temeridad del enemigo, sus
os estravíos i persecuciones fueron finalmente las causas
que pudieron hacer escusable un procedimiento tan violento,
que seria mirado con indignacion por pueblos que hacen la
guerra por reglas humanas i benéficas sin separarse jamas de
lo que prescribeh el honor militari el derecho de gentes;
mas estas teorías eran desconocidas en las provincias de Vene
zuela, en las que se habian enconado de tal modo los án
mos de los combatientes que soldrespiraban odio, vengan
e
za, destruccion i sangre. - -

Apenas supo. Morales la muerte de su dignísimo gefe,


tomó el mando del ejército haciendo los posibles esfuerzos
para ocultar aquella pérdida írreparable por temor de que su
desaliento le arrebatase de las manos unos triunfos que daba
cARAcAs: 8 1 4. 85
ya por seguros. De este modo obtuvo una victoria eompleta,
habiéndose retirado á Maturin los pocos que sobrevivieron á
aquella sangrienta batalla, escepto Rivas, dos edecanes i
cuatro oficiales que dirigieron su fuga por los llanos de Cara
cas, con la mira de trasladarse á Santa Fé, si el pueblo de
Maturin, en el que se hallaban reunidos los sediciosos emi
grados de todos los pueblos í la mitad de la nobleza de Ve
nezuela con cuantas riquezas habian podido llevar consigo,
caia, como era de esperar, en poder del victorioso Morales.
Sus tropas despues de la batalla de Urica le habian ma
nifestado su resolucion de no reconocer á la legítima autori
dad que lo era el general Cagigal, intimándole al mismo
tiempo que si él dejaba el mando se desbandarian inmediata
mente. Terrible posicion por cierto la de un gefe, que en
tan críticas circunstancias se ve precisado á seguir el impulso
de una furiosa soldadesca, árbitra en algun modo de la
suerte del Estado Mucho se ha censturado este violento pro
ceder que los mas atribuyeron á los encubiertos designios de
ambicion del gefe realista; pero en verdad se presenta mas
bien la aquiescencia de Morales como una consecuencia in
mediata de la poca disciplina de aquellas tropas i de su ten
dencia á no respetar en sus gefes mas que los signos de un
valor acreditado de una indomable fiereza. Acostumbradas
á obedecer ciegamente al esforzado Boves, que era el mismo
valor personificado, creyeron que nadie podia reemplazarle
dignamente sino el citado Morales; i hé aqui otro ejemplo de
insubordinacion, que si bien se presenta con todos los carac
téres de reprensible, se hace en algun modo escusable al con
siderar que de haberlo querido reprimir se habria corrido el
seguro peligro de hacer vacilar el edificio monárquico que
habia principiado á levantarse sobre sólidos cimientos. -

A los cinco dias despues de la batalla de Urica se presen


tó Morales delante del citado pueblo de Maturin: se hablaba
este punto defendido en su frente i costados por lagunas in
vadeables; i los espacios intermedios estaban flanqueados por
18 cañones i fuertes atrincheramientos con la espalda cubier
86 cARAcAs: 18 4.
ta por una inaccesible montaña formando el todo una posi
cion formidable. Concibió Morales de repente el plan mas
acertado para acabar con el último i al parecer impenetrable
asilo de los rebeldes. En la misma tarde del 1o destacó mil
quinientos infantes para que penetrando por la montaña i
venciendo un rodeo de tres á cuatro leguas se hallasen por
la espalda del pueblo al dia siguiente. - ,

A las ocho de la mañana del mismo dia principió un vi


vo fuego. sobre las baterias del frente; seguia con el mayor
teson, cuando á las once entraba ya por detras del pueblo
aquella bizarra columna de infantería despues de haber venci
do innumerables obstáculos con su ardimiento i constancia.
Viéndose los enemigos atacados de repente por el punto por
donde menos lo esperaban, se apodera de ellos un pánice
terror, abandonan las baterías, se desmayan i dan por irre
mediable su ruina; penetra el general Morales por el frente
del pueblo; sus enfurecidos soldados desoyen la voz de sus
gefes i se ceban en la sangre de los sitiados. Todo sucumbe
al hierro i al fuego; todas las familias principales de Caracas
refugiadas en este sitio perecen con sus esclavos; nadie sale
con vida de tan mortífera batalla; las armas, municiones,
equipages, despojos, i cuanto poseian los últimos sostenedo
res de la revolucion, todo cayó en poder del vencedor, asi
como treinta i seis quintales de alhajas de plata i oro, que
fueron devueltas por los realistas á las iglesias de donde ha
bian sido estraidas. Este fue el último golpe de importancia
dado á la rebelion de Venezuela, la que por entonces quedó
sin mas apoyo que el de unas miserables partidas errantes,
que á principios del año siguiente sucumbieron á su fatal
• º

destino. - o ra
87
WMVVVVVAVvuAVA \\ \AuvUVVVVv\NAAANuN vNuv\\ \v\vavava º VVAv\|\vv.

CAPIT ULO vil

M. ÉJ I CO: si
Derrota de Morelos en Puruarán. Prision del cura Mata
moros. Intdulto concedido á consecuencia de la restauracioni
del Monarca español. Disensiones entre los principales co
rifeos de la revolucion mejicana. Varios combates gloriosos
sostenidos por las tropas del Rei. Toma por estas de la giu
dad de Oajaca, i del castillo i puerto de Acapulco. Accion
del Peladero. Destruccion completa de los rebeldes. Nuevas
espediciones del citado Morelos i consecuentes discordias
con los demas caudillos. Pictorias del brigadier Arredon
do sobre los indios sublevados en las fronteras de la pro
vincia de Tejas. Nuevos triunfos parciales ganados por los
realistas. Toma de Nautla. Consecuencias de la restaura
.eion del legítimo Monarca. Estado de los negocios á fines
de 1814. -

- s

La derrota de Morelos en las lomas de Santa María,


ocurrida ácia fines del año anterior, parece que debiera haber
desconcertado á este enemigo de la pública tranquilidad i
haberle hecho renunciar á la continuacion, de sus desórdenes;
mas no estaba todavía su alma feroz satisfecha de derramar
sangre inocente, i siguió por lo tanto comprometiendo las
sencillas turbas para llevarlas al matadero. Despues de la ci
tada derrota habia tomado posicion en la hacienda de Purua
rán, distante veinte i dos leguas al . 8. O. de Valladolid con
todas sus fuerzas, capitaneadas por él mismo, por Matamo
ros, Muñiz, Rayon i otros cabecillas. El honor de este triun
88 MÉJIco : 18 4.
fo estaba reservado al impávido brigadier Llanos, que con
tanta gloria le habia vencido pocos dias antes.
Conociendo este digno gefe la necesidad de desplegar to
dos los recursos de su ingenio i los esfuerzos de su brazo para
dar un golpe decisivo al ejército de dicho Morelos, que era
el mas numeroso i respetable, i el principal apoyo de la insur
reccion, tomó las medidas mas oportunas que le sugirieroa su
celo i patriotismo. Habiendo enviado una division de infante
ría al mando del sargento mayor don Domingo Clavarino pa
raºque atravesase las penosas barrancas de la izquierda, i sor
prendiese á los insurgentes emboscados , rompió Llanos la
marcha con todo el resto de su division; i situado en una al
tura inmediata á la que ocupaba el enemigo, observó todo su
campo, conoció sus flancos, i advirtió que otra altura que se
hallaba al alcance del cañon dominaba sus puntos fortificados.
Ocupando aquella posicion sin demora, i colocando en ella
un obús i dos cañones, mandó romper el fuego, que fue con
testado con viveza por el enemigo, bien preparado en todas
sus líneas de defensa. El teniente coronel Orrántia, que fue
destinado á este tiempo con dos batallones i una pieza contra
las cercas i parapetos de los contrarios, no pudo conmover su
entereza i ánimo resuelto; pero habiendo emprendido con un
trozo de caballería un movimiento sobre la izquierda, i ataca
do de frente con la infantería, logró hacerse dueño de aque
llos atrincheramientos. Desordenado entonces el enemigo,
puestº, en dispersion toda su infantería, i yéndole á los al
cances los batallones realistas, dió orden el brigadier Llanos
para que saliese toda la caballería en persecucion de los pró-.
fugos, como lo verificó, especialmente la del mando de Itúr
bide, que estendió sus corrérías por el espacio de dos leguas.
Por mas aliento que infundiese á aquellas gavillas la pre
sencia de su general Morelos, llegaron á perderlo totalmente
á la vista de unas tropas tan valientes, á las que nada arre
draba en la carrerra de la gloria. Nadie pensó ya sino en la
conservacion de su vida, la que salvaron muchos con la cele
ridad de su fuga i al favor de la aspereza del terreno. Empe
México: 1814. 89
ro reconocido el campo de batalla se hallaron mas de '6oo
muertos, entre ellos muchos gefes, 7oo prisioneros, 23 pie
zas de varios calibres, 626 fusiles, 325 carabinas, i 15o car
gas de municiones. Otro de los triunfos mas importantes de
esta jornada fue la prision del clérigo Matamoros, teniente
general i segundo de Morelos, i la de 18 coroneles, tenientes
coroneles i capitanes.
Esta ilustre victoria, que solo costó 5 muertos i 36 heri
dos á las tropas realistas, acabó de hacer perder al terrible
caudillo de la revolucion mejicana el resto de aquel prestigio
que habia sabido conservar todavía entre una porcion de vi
ciosos é ilusos, que se creian invencibles al lado de un hom
bre tan estraordinario por sus maldades como por su activi
dad, energía, yalentía i arrojo. La noticia de los dos irrepa
rables golpes dados á Morelos en el corto espacio de diez dias,
derramó por todo el vireinato de Méjico el mayor consuelo
i satisfaccion El celoso virei Calleja creyó ya desde entonces
que el restablecimiento de la paz general seria todavía mas
rápido de lo que podia esperarse, especialmente si se lograba
la fortuna de aprehender al genio errante de la rebelion, al
que si bien se creía sin fuerzas para volver á la pelea, no se
le dejaba de temer por aquella audacia i fiereza que le ha
cia mirar con desprecio los mayores contrastes i reveses.
Los realistas pues no se descuidaron en tomar eficaces
medidas para esterminar tan formidable enemigo, i si bien
no pudieron conseguirlo hasta el año siguiente, las operaciones
de los rebeldes sin embargo se resintieron desde esta época
de la adversidad que les perseguia, del descrédito en que ha
bian caido, i de los progresos que iba haciendo la opinion á
favor de los reales derechos.
El caudillo Matamoros, hombre de mayor ingenio i tra
vesura que su mismo gefe, á cuyas acertadas disposiciones
habia debido este la mayor parte de sus ventajas, fue reserva
do por entonces de la muerte á que habian sido destinados
en el acto los demas gefes insurgen res, con la idea de que hi
ciese revelaciones útiles á la causº del Rei, 6 de que con el
ToMo II. I2
-
9o MÉJIco: 1814.
prestigio de su nombre desarmase el brazo de sus compañe
ros. La retractacion sucesiva de sus errores, i la humildad
religiosa con que imploró el perdon por sus enormes culpas,
son dos testimonios auténticos que debieron haber separado
de la senda del crímen á los fanáticos rebeldes si la fiebre
revolucionaria les hubiera dado lugar á reflexionar sobre su
posicion; pero á pesar de la publicidad, que se dió al arre
pentimiento de aquel estraviado eclesiástico, i no obstante
la cristiana conformidad con que sufrió el último suplicio á
principios de febrero, no depusieron las armas los principales
cabecillas, i continuó la guerra por lo tanto con igual enco
no i animosidad. -

Esta empezó sin embargo á ceder algun tanto desde que


se supo de positivo la restauracion del augusto Soberano le
gítimo al trono de sus mayores. Tan fausto acontecimiento,
acompañado de un indulto generoso, i de toda la energía ca
paz de hacer respetar las amenazas á los que empedernidos
en el crímen desoyesen aquel Real llamamiento, obró mara
villosos efectos en la opinion: fueron no pocos los que re
nunciaron á sus depravadas conexiones i que se retiraron al
seno de sus familias á disfrutar de las gracias dispensadas por
el benéfico Monarca español; pero quedaron los mas con las
armas en la mano dispuestos á morir con ellas antes que
abandonar su infame profesion. Asi pues veremos empeñados
los realistas en contínuos ataques, que si bien no fueron tan
sangrientos como los del año anterior, no dejaron de ejercitar
su constancia i sufrimiento. Daremos una rápida reseña de
ellos en honor de tan valientes tropas i de su bizarro gefe,
que con tanta inteligencia itino dirijia sus operaciones desde
la capital.
Desde el momento en que se supo la derrota de Morelos,
algunos malcontentos del fantástico congreso insurgente, que
con el mayor dolor habian visto arrebatada de sus manos la
tiranía absoluta, conocieron era llegado el caso de sacudir
toda dependencia de aquel formidable enemigo. Rayon, Li
ceaga i Verdusco, que jamás se habian reconciliado de buena
nnéJIco: 1814. 91
fé, se unieron para derribar su prestigio, é influyeron en el
citado congreso para que le despojase del poder ejecutivo. Ra
yon fue comisionado como capitan general con las mas ám
plias facultades para poner á cubierto de una invasion la pro
vincia de Oajaea. El licenciado Rosains salió con igual auto
ridad para Puebla i Veracruz, i otros se esparcieron por di
ferentes rumbos á sostener aquella devastadora guerra, ó
mas bien á prestar á las tropas del Rei ocasiones de ganar
nuevos laureles.
Tales fueron los que logró el teniente coronel don Fran
cisco Gonzalez, derrotando completamente el 21 de enero en
las inmediaciones de Mexcala á una gavilla de 5oo insurgen
tes capitaneados por Victor Bravo, quien pudo salvarse de
aquella mortífera batalla con solos 2o de sus soldados, per-.
diendo todo el resto de su gente, dos cañones, muchos fusi
les, caballos i equipages. Tres dias antes habia ganado el co
mandante don Melchor Alvarez una accion, sino tan impor
tante por los resultados, á lo menos tan gloriosa por el ven
cimiento de obstáculos acaso mayores: 4oo facciosos al man
do de los cabecillas Rincon, Juan Rafael, José Antonio, Bár
cena i otros se habían fortificado en la cumbre de una mon
taña cerca del pueblo de Tomatlán en el rumbo del Sur;
mas despreciando los realistas el vivo fuego que salia de aque
lla terrible posicion, treparon por la penosa subida de tres
cuartos de legua sin disparar un tiro hasta que se hallaron
encima de los parapetos. Aterrados los rebeldes al ver tan
heróica decision i empeño, abandonaron precipitadamente su
campo, perdiendo 1oo hombres en su fuga i la mayor parte
de sus efectos.

Acia el mismo tiempo habían sido derrotados en el dis


trito de Colima los cabecillas Regalados por don Mariano
Díaz, teniente de la columna del comandante Basavilbaso,
matándoles cerca de 8o hombres i tomándoles 25 prisione
ros, una porcion de mulas i caballos, municiones, objetos de
parque, i varios de sus efectos robados. Por la parte de Za
catecas acababa de cubrirse de gloria el capitan don Bernar
º
e
92 MByIco: 181.
do Díaz Cosío, quien con solos 9o hombres que tenia de
guarnicion en la villa de la Encarnacion, tuvo el arrojo de
salir á media legua de dicho pueblo contra las numerosas ga
villas de Amador, Segura, Santos Aguirre i otros cabecillas:
habiendo formado su cuadro, no sin las mayores dificultades .
á causa de la improvisa llegada de los facciosos en la madru
gada, se rompió un vivo fuego durante el cual se lanzaron
cuatro veces á la bayoneta sin hacer mella en aquel impene
trable muro de bronce, cuyo terco i desesperado valor los hi
zo huir cobardemente, dejándose en el campo mas de 2oo
muertos, Cosío no juzgó oportuno, salir en su seguimiento
porque su tropa estaba sin aliento i estenuada de fatiga. El
coronel Conde de Perez Galvez deshizo en las inmediacio
mes de Leon, de cuya villa era comandante militar, á las ga
villas de Rafael Durán, José Antonio Segura, Juan Rios i
Simon Sanchez, mandando colocar en una de las calles de
dicha poblacion la cabeza del primero, que habia sido har
llado entre un monton de cadáveres. ---

Entre las acciones brillantes que se dieron en el mes de


febrero merece particular mencion el asalto de un cuartel for
tificado por los insurgentes en el pueblo de Aculco, verifica
do por don Juan Galopen, comandante de una columna pers,
teneciente á la division del coronel don Cristobal Ordoñez:
6o facciosos muertos i varias armas de fuego fueron el pre
mio de tan arriesgada empresa. El bízarro oficial don Ma
nuel Lorensis, perteneciente á la division del Sur, sostuvo
con un puñado de valientes tres ataques consecutivos en el
pueblo de Huejocingo, haciendo ver á los rebeldes el herois
mo de que son capaces los que pelean por una causa legítima
Otra partila de la division del Sur, al mando de don José
de La Madrid, se apoderó á viva fuerza de las baterías de
Rio-Frio i de 5 cañones que las guarnecian, aumentando sus
trofeos con la toma de varias armas de chispa i municiones,
dos cajas de guerra, una bandera i algunos prisioneros, que
pasados inmediatamente per las armas completaron el núme
ro de 4o muertos. El ya citado comandante don Juan Galo
MrÉJIco: 1814. d5.
pen adquirió nuevos blasones esterminando en la villa del
Carbon al regimiento de infantería fijo de Chapa, que á las
órdenes del cabecilla Epitacio formaba parte de la division
insurgente establecida en las cercanías de dicha villa: la des
truccion de aquella guarida desde la que emprendian los re
beldes sus contínuas eorrerías por los caminos de Tula i Que
rétaro, restableció la calma por entonces, i derramó un com
suelo vivificador sobre todas los pacíficos habitantes de aque
lla comarca.
El teniente coronel don José Gabriel deArmijo derrotó
en Chichihualco á 29 insurgentes mandados por Nicolás
Bravo, Sesma, Galiana i otros cabecillas, quienes perdieron
una parte considerable de su gente, armas municiones, ga.
nados i otros efectos. El comandante doni Francisco de las
Piedras rechazó victoriosamente los impetuosos ataques que
dieron al pueblo de Tulancingo 25oo insurgentes acaudilla
dos por los tres hermanos Osornos, Espinosa, Inclán, Serra
no, Pozos, Mecón, Mariano Montaño, Diego Manilla, i otros:
el gee, realista desechó con el mayor desprecio a altanera in
timacion que le habian dirijido para rendir las armas, dichos
cabecillas, poseidos del mas irritante orgullo fundado en la
ínmensa superiorida de su número, é hizo ver en la defensa
de aquel punto lo poco que podían esperar los rebeldes de
quien sabía aprecíar en to la su estension el pundonor militar.
El capitan don Anastasio Brizuela, perteneciente á la division
del general Cruz sostuvo gloriosamente otro brusco ataque
contra a 5oo facciosos capitaneados por los religiosos Torres,
Navarrete i Uribe í por los seglares Martin Martinez i Segu
ra, quienes despues de haber hecho un vivo fuego todo el
día 16 de febrero hubieron de abandonar el campo, deján
dose varíos muertos i llevándose 36 heridos. ,

No fueron menos ilustres los combates dados en el m


de marzo. Despues de haber tomado el teniente coronel Ar
mijo el pueblo de Chichihualco se dirigió con 3oo infantes
i 15o caballos para el pueblo de Tlacotepec con la esperanza
de apresar al rebelde Morelos, que se hallaba en él con los
-
94 mérico: 1814.
cabecillas Galiana, Dr. Cós, Nicolas Bravo, Rosains, Sesma
i otros: á pesar de las precauciones con que caminó Armijo
por sendas intransitables, fue su marcha anunciada con an
ticipacion á Morelos, quien habia ya huido del citado pueblo
cuando llegó la division realista. Se sentia esta sin embargo
animada de tan ardientes deseos de dar nuevas pruebas de su
valor, que sin tomar el menor descanso salió inmediatamente
contra los prófugos, los que alcanzados por la caballería,
fueron puestos en la mas completa dispersion, dejando el
campo sembrado de cadáveres. Morelos perseguido de cerca
pudo ocultar su vergüenza en la espesura de las montañas
de Zacatlán; pero perdió todo su equipage, corresponden
cias, planos, sellos, el archivo de la quimérica junta de
Chilpancingo, la imprenta, el resto miserable de sus provi
siones de guerra i boca, i una parte de sus satélites mas
adictos.
Don Felix La Madrid comandante de una de las colum
nas del Sur, señaló de nuevo su bravura en las inmediacio
nes de Chautlan, resistiéndo brillantemente á un impetuoso
ataque de 6oo facciosos capitaneados por Miguel Bravo, Vic
toriano Maldonado i otros cabecillas, quienes dejaron 5o ca
dáveres tendidos en el campo, i en poder de los realistas dos
cañones, muchas municiones, dos estandartes i otros des
pojos. A los pocos dias de esta bizarra accion tuvo este mismo
gefe nueva ocasion de acreditar su valor, derrotando á los
insurjentes en el pueblo de Chila, i haciendo prisionero al
cabecilla Miguel Bravo, al teniente coronel subdiácono Al
ducini á otros varios, cuyas vidas salvó por entonces, mas
mo las del coronel Zenon-Velez, del sargento mayor Herrera
i de otros satélites que mas se habian concitado el odio pú
blico por sus maldades. El teniente coronel don Matias Mar
tin Aguirre salió con orden del comandante general del ejér
cito del Norte don Ciriaco de Llanos á destruir las fábricas

que tenian los insurjentes en una tremenda caverna, situada


en la barranca de Cóporo, en cuyo profundo seno podían
alojarse comodamente mas de 29 personas: el esforzado
MéJtco: 1814. 95
Aguirre desempeñó exactamente su comision despues de haber
batido la gavilla de Francisco Rayon en Tuxpan, i la de su
hermano Ramon en Jungapeo. *, -

El teniente coronel don Cárlos María Llorente volvió á


medir la espada con los rebeldes en los cerros de Acopinalco,
cuyas posiciones forzó á pesar de sus formidables obras de
defensa adquiriendo nuevos timbres en esta jornada, de los
que participaron asimismo el capitan don Anastasio Busta
mante i el sargento mayor don José Barradas. El coman
dante don Saturnino Samaniego se hizo acreedor á los ma
yores elogios salvando un rico convoi que escoltaba de Vera
cruz á Jalapa en medio de los repetidos ataques i embosca
das que hubo de resistir por todo aquel tránsito infestado
de insurjentes, quienes tuvieron la pérdida de 8o muertos,
de varios heridos i prisioneros, sin mas desgracias, por parte
de Samaniego que la muerte de 1o de sus soldados.
No bien habia descansado el atrevido Llorente de la
accion de los cerros de Acopinalco cuando hubo de empuñar
de nuevo la espada contra los rebeldes en el paraje nom
brado Portezuelo entre Zacatlán i Chicnahuapan, en cuyo
punto batió completamente á 29 de ellos, capitaneados por
el cabecilla Osorno i montados en buenos caballos.
Entre los hechos mas gloriosos correspondientes al mes
de abril debe ocupar un lugar de preferencia la entrada de
las tropas realistas en Oajaca, el dominio de cuya ciudad no
habia podido ser conservado por el insurjente Rayon, si bien
habia pasado á esta provincia con aquel solo objeto: los
oajaqueños dieron en esta ocasion los mas puros testimonios
de júbilo i alegría al verse libres de aquella chusma devasta
dora, á cuya horrible presencia habian debido sofocar sus
sentimientos de fidelidad al Monarca español i de amor á sus
tropas. Este golpe importante, i la ocupacion ocurrida en
el mes siguiente del castillo i puerto de Acapulco con todo
lo que poseian los facciosos entre la costa del Sur i entre el
Mexcala i el mar, con otras muchas acciones parciales dadas
á este tiempo por los bizarros gefes Samaniego, Orrántia,
96 MÉJrco: 1 8 1 /.
Ordoñez, Alvarez, Villaescusa, Reguerra, Rivas, Brizun.-
dia, Gonzalez, Landa, Portillo, Melgares i otros, introdu
jeron el mayor desórden en el partido insurjente, i fueron
causa de que se disolviese por entonces su efímero congreso.
Empero lo que mas contribuyó á mejorar el aspecto de
los negocios fue la referida toma de Oajaca i Acapulco. El
coronel Armijo, encargado de esta última espedicion, la eje
cutó del modo mas brillante llenando completamente las mi
ras del celoso virei Calleja, que era el alma de todas aquellas
empresas. Temeroso el enemigo de no poder resistir á la es
forzada division de Armijo que se iba aproximando, evacuó
el citado pueblo i fortaleza de Acapulco, i reconcentró todas
sus fuerzas en el Veladero: ) era este un grupo de montañas
bestante elevadas, situadas al N.E. i O. de un estenso bos
que cubierto de zarzas, espinos i otras malezas que se es
tendia hasta - el mar por la circunferencia de cinco leguas,
Fijando Armijo su cuartel general en el Ahuacatillo, i de
jando el campo á cargo del mayor Avilés, salió con 35o im
fantes i 6 o caballos á reconocer la citada plaza i los flancos
que presentaba por aquella parte la posicion del Veladero.
Despues de superar increibles obstáculos para limpiar el
camino de los muchos embarazos i cortaduras que habian
opuesto los rebeldes, llegó por fin á presenciar el incendio
de aquella desgraciada poblacion, la ruina de su castillo i la
destruccion de cuanto estuvo al alcance de aquellas hordas
foragidas. Habiendo reconocido al dia siguiente las posiciones
de que era preciso apoderarse para esterminar el genio de la
discordia, observó una porcion de puntos fortificados que se
protegian recíprocamente cruzando sus fuegos, de modo que
en caso estremado podian sus defensores replegarse libremente
hasta el último de ellos. Aunque en esta curiosa esploracion
tuvo el acerbo dolor de ver todavia fresca la sangre de 2 r
prisioneros españoles que acababan de ser inmolados en el
sitio llamado la Quebrada, i de saber el sacrificio de otros 39,
5 de ellos en el hospital i 34 en una de las barrancas inme
diatas, logró sin embargo el importante objeto de adquiri
mérico 1814. 07
conocimientos exactos de aquel terreno para formar un atre
vido plan, cuya acertada ejecucion hizo ver que los esfuerzos
de su ingenio no era inferiores á los de su brazo.
Habiendo dado orden al mayor Avilés para que se tras
ladase al pueblo de Tixtlancingo, trató Armijo de dirigirse
º sobre la costa de Zacatula, venciendo los puestos fortificados
del Bejuco, i del pie de la cuesta, bajo cuyos fuegos estaba
situado el camino. Era el dia 15 de abril cuando á las dos
leguas de Acapulco se encontró con el primero defendido por
dos cañones i por 7o insurgentes, armados algunos de fusiles
i los demas con lanzas i machetes. Apenas vieron estos la
serenidad con que se dirigian los realistas á apoderarse de
aquella posicion, la abandonaron precipitadamentei pasaron
á replegarse al se o reducto. Estaba este defendido por
una fuerte trincherº sobre la loma que daba vista al camino
en la que habian sido colocados dos cañones i 1 od hombres
- con fusiles; dicha primera trinchera se veia apoyada por otra,
-guarnecida con 2oo hombres armados, dos culebrinas i siete
¿ mas este imponente aparato no arredró de modo
-alguno, á las valientes tropas realistas; se lanzan pues con el
- mayor demuedo sobre el enemigo que habia roto un horroro
so fuego desde sus parapetos; un teson i esfuerzo tan ines
-perado le hace titubear, i al observar los preparativos del
asalto, se dispersa i huye ácia los bosques inmediatos i ácia
las canoas que tenia preparadas en la gran laguna de Coyuca,
van los realistas en su persecucion acuchillando, á cuantos
tuvieron menos celeridad nara salvarse; se apoderan de las
baterías i de todas sus municiones, i queda libre i despejado
-

el camino. : ,, , , - . . . . -
Despues de haber dado Armijo un breve descanso á su
tropa, se dirigió por la playa ácia el pueblo que lleva el mis
mo nombre que la citada laguna, con la mira de salvar del
furor de los prófugos algunas familias de ¿ que en él
se habian refugiado: fue esta marcha de las mas penosas, á
causa de lo ardoroso del clima, de lo cansado de su piso are
noso; i aun mas por haberse visto precisada la columna realis
ToMo II. I3
98 Méjico: 1814.
ta á vadear tres grandes lagos, uno de ellos con agua hasta
los pechds.
Antes de verificar su entrada en dicho pueblo ha
bia dado órdenes terminantes al mencionado Avilés para que
se situase en el Ejido viejo dos leguas al Norte del Veladero, i
dispuso asimismo que don Juan Bautista Miota se dirigiese á
Teipan con la mayor rapidez á fin de libertar de la furia de
Morelos algunos prisioneros, euyo esterminio habia jurado
aquel monstruo de barbárie. Aunque ambos comandantes
ejecutaron su movimiento con toda la celeridad posible, no
pudieron evitar el sacrificio de 1 oo víctimas inocentes que
cayeron bajo la feroz cuchilla del sacrílego gefe insurgente;
pero pudieron salvar á lo menos de tan funesto trance otros
6oo hombres que habian sido condenados á la muerte, i
entre ellos muchos prisioneros de Asturias, Fernando VII i
de otros euerpos.
Apenas habia salido Morelos del citado pueblo cuan
do entró la columna de Miota á recibir los» parabie
nes de aquel vecindario, i las demostraciones del mas puro
regocijo por verse libre de la vengativa espada de los proter
vos; el cabecilla Ignacio Ayala, socio i confidente de More
los, fue aprehendido en su fuga para desagraviar con su san
gre los manes de tanto benemérito proscripto. La mayor par
te de la tropa que habia entrado en Coyuca fue enviada á
los Tepehuages, punto inmediato al Veladero por el rumbo
del Ahuacatillo; i reunido Armijo con Avilés en el Ejido vie
jo, fue destacado este gefe con era columna á ocupar el ca
mino que conduce desde dicho Veladero á Texca i sierra de
la Brea, quedando asi cerrados todos los conductos por donde
podian los rebeldes recibir algunos ausilios,
Viendo el coronel Armijo la necesidad de dar un pronto
golpe de mano antes que llegase la estacion de las aguas, i
º que se desarrollasen con mas violencia las fiebres endémicas
que habian empezado á acometer á algunos de sus soldados,
habia principiado ya á tomar las disposiciones mas activas,
cuando el orgulloso enemigo se atrevió á atacar al scapitan
MéJICo: 1814. 99
Moya comandante de la columna situada en el punto de los
Cajones, i sucesivamente al mismo Avilés en su nueva posicion,
i aunque estas temerarias tentativas se estrellaron en los in
vencibles pechos de las tropas del Rei, no por eso desistió el
indómito Morelos de hacer otro ensayo de su desesperado valor.
El día 6 de mayo estaba prefijado para el ataque gene
ral: todos los comandantes tenian las necesarias instrucciones
para concurrir simultáneamente á este golpe decisivo; olica
pitan don Ignacio Ocampo fue encargado de penetrar con 19o
hombres por la montaña en que estaba situado el fuerte mas
elevado de los insurgentes, llamado San Cristobal; los demas
gefes fueron á ocupar sus posiciones respectivas; pero una
feliz combinacion, que puso á Ocampo en la necesidad de
romper el fuego una hora antes de lo convenido, decidió del
éxito de aquella batalla. Tomado en menos de diez minutos
el citado fuerte de San Cristobal, que formaba la principal
defensa de los demas puestos avanzados, quedaron los rea
listas dueños de todas aquellas fortificaciones, i los rebeldes.
no tuvieron mas recurso que el de fiar á la celeridad de sus
pies la salvacion de sus miserables vidas. Todo fue entre ellos
confusion i desorden; el campo quedó cubierto de cadáveres;
Galiana i los demas cabecillas se arrojaron por barrancas i
precipicios huyendo de la afortunada espada de las tropas
reales, que apenas habian oido romper el fuego por la co
lumna de Ocampo, se habian arrojado con intrepidez por
todas direcciones para envolver al enemigo en su completa
destruccion: todo pues quedó en poder de los realistas; dos
culebrinas, 14 cañones, varias armas de chispa, grandes re
puestos de municiones i otros pertrechos fueron los ilustres
trofeos de tan memorable jornada.
Cuando se creia que ya Morelos, falto de prestigio i opi
nion, habria renunciado á la espinosa carrera de la insurrec
cion, en la que no hallaba sino disgustºs, quebrantos i los
riesgos de una desastrada muerte, se supo que reunido con
algunos de sus secuaces i con sus dos mayores rivales Verdus
co i Liceaga, se habia amparado de las fragosidades de la
I OO MíJIco: 1814.
sierra que corre desde Huétamo hasta las inmediaciones de
Valladolid, i que al favor de la aspereza del terreno i de la
estacion de las aguas habia erigido otra vez el congreso, for
mando una complicada constitucion copiada en gran parte de
la promulgada por las cortes de Cádiz. Empero duró mui
poco esta aparente reconciliacion entre los mandatarios insur
gentes. Rayon introducido en la provincia de Puebla fue :
contrariado en sus proyectos ambiciosos por el licenciado
Rosains, i éste batido á su vez á principios de julio, asi como
sus compañeros Arroyo, Correa i Andrade, por el sargento
mayor don José Santa Marina, perteneciente á la division del
brigadier don Ramon Diaz de Ortega en el pueblo de San
Hipólito, con pérdida de muchos muertos i de 49 prisioneros. . -

A consecuencia de este contraste volvió Rayon á titular


se ministro universal de la nacion; i contando con el apoyo
de Bustamante i de otros gefes adictos á su partido se atre
vió á negar la obediencia al congreso. Un nuevo cabecilla lla
mado Guadalupe Victoria, situado entre Veracruz i Jalapa,
se habia declarado tambien contra el licenciado Rosains, i.
obraba de acuerdo con los hermanos Rayones que se habian
hecho fuertes en el cerro de Cóporo. Serranei Gomez se ba
tian en Calpulalpan; Morelos habia vuelto á perder su in
fluencia; Cos insultaba al congreso despues de haber concur
rido á la formacion de su constitucion; i el cuerpo soberano
siempre inquieto i alarmado proscribia á cuantos creia que
podrian atravesar sus miras, sin que los librase de aquellos
decretos esterminadores la consideracion de ser del mismo
gremio, pues que eran reemplazados al momento por cual-,
quiera individuo de las gavillas errantes.
En tanto que el congreso iba vagando por los diversos :
parages de la indicada serranía, siempre en discordia, confu
sion i desorden, no se descuidaban las varias columnas rea
listas en perseguir las partidas rebeldes en todas direcciones.
En el mes de junio habia logrado grandes ventajas una es
pedicion que habia sido dirigida sobre el territorio de Hui
chápán, Zimapán, el Cardonal i sus contornos. El coman--
- MÉJn co: 1814. () l

dante de la Huasteca, don Alejandro Alvarez Gilitian, obra


vo iguales triunfos en su distrito, i entre los principales la
prision del presbítero Calderon, apellidado vulgarmente obis
po de Papantla i el Morelos de la Sierra. Aconsecuencia de
estos felices sucesos se presentaron hasta 40 insurgentes de
la faccion del coronel Peña al goce del indulto, al que se aco
gieron asimismo los cabecillas Aldana i Osorno, cuando vie
ron los rápidos progresos que hacia la opinion á favor de los,
reales derechos. n

El furioso cabecilla Galiana habia entrado en accion


á fines de junio en las inmediaciones de Coyuca con don
Juan Ignacio, Ferraud, perteneciente á la columna del
mayor Avilés; i aunque todas las apariencias obraban á.
favor de los 5odºhombres de que se componia la fuerza con
traria, todo cedió sin embargo al invencible brazo de los
realistas: el mismo Galiana fue hecho prisionero con otros
varios despues de haber quedado en el campo bastantes muer-,
tos, Nicolás Bravo, Vazquez, Pineda i otros caudillos que,
capitaneaban una gavilla de 6oo, facciosos, fueron hatidos en
el pueblo de Tepecuacúilco por el comandante de Iguala don
Mariano Ortiz de la Peña perdiendo mucha gente, mas de 6o
armas de fuego, i una gran parte de sus bagages i de los ro
bos que habian hecho pocos dias antes.
Acia las provincias internas del Oriente se distinguía asi
mismo el bizarro don Joaquin , Arredondo batiéndose en re
petidos encuentros cón las maciones bárbaras de los cuman
ches, Tahuayaces, Tancahues, Tahuacanes i demas que ha
bian tenido parte en los movimientos de Tejas. De 12oo
gandules que penetraron en el mes de agosto por aquellas
fronteras tan solo una tercera parte pudo volver á franquear
las; los demas quedaron ó muertos ó heridos en poder de las
tropas del Rei. Don José Miguel Paredes, don José Manuel
de Zoraya, i don José Joaquin Muñoz de Teran, fueron los
gefes que mas brillaron en este teatro de acciones gloriosas.
Algunos de los gefes insurgentes que habian sufrido la gran »
derrota de Tejas por el brigadier Arredondo, de la que se tra
l O2 MÉJICo: 1814.
tó en la historia del año anterior, habian sido los principales
motores de la sublevacion de estas tribus; pero como hubieranº
tenido la imprudencia de ejercer algunas tropelías sobre la
nacion de los indios Saetas, reunieron estos todas sus fuerzas,
i acabaron de destrozar en el mes siguiente las reliquias de
aquel ejército, apoderándose de la artillería que habian trai
do de Baton Rouge i causándole una horrorosa mortandad:
el gran Cadó á la cabeza de 33 indios armados fue persi
guiendo los prófugos por el rio de Trinidad arriba para com
pletar su esterminio; de este modo quedaron enteramente
frustrados los planes de aquellos genios bulliciosos que trata
ban de cubrir con nuevas empresas la mengua de sus prime
rOS r6VeSe8,

Continuaba al mismo tiempo el bizarro Armijo haciendo


los mayores progresos por la parte del Sur contra los rebeldes
de Silacayoapan, mandados por Terán, Mentado, Victoriano,
Adan Sanchez i Juan del Cármen, que tuvieron el atrevi
miento de atacar el pueblo de Tlapa: la fuerza de estos con
sistia en 1ooo hombres, i las de los españoles en 17o; pero
esta escesiva superioridad numérica estaba abundantemente
compensada con la imperturbable serenidad, inteligencia i
arrojo de los que peleaban por la razon i por la justicia. Las
impetuosas cargas de los rebeldes fueron recibidas con la ma
yor impavidez, i se estrellaron en aquellos pechos de bronce:
la pérdida de 15o hombres, entre ellos los cabecillas Che
pito, Herrera, el capitan traidor de Saboya Canero, Cha
varría i Mejía, i el abandono de una porcion considerable
de armas i pertrechos de guerra fueron el fruto que sacaron
los rebeldes de su temerario atrevimiento.
En el entretanto se habia ido rehaciendo el prófugo Ra
yon en el pueblo de Zacatlán, i amenazaba tomar una pre
ponderancia mui peligrosa á toda aquella comarca. Su vene
noso influjo se estendia hasta la capital, á cuyas autoridades,
corporaciones, i sugetos mas distinguidos dirigia sus pérfidas
comunicaciones, por las que se esforzaba en probar que
siendo tan lastimoso el estado de la península, no se ofrecia
inéJIco: 1814. 1 o5
otro medio mas saludable para salvar el pais de su ruina
total que la fusion de partidos bajo el Inando del mismo
virrei, cuya vigilancia trataba de adormecer por este medio
engañoso. Varias veces habia intentado el señor Calleja des
truir aquel foco de la insurreccion; pero como estos rebeldes
se hallaban colocados á la entrada de una fragosa serranía,
i bien servidos por sus espías, se escondian en sus impenetra
bles abrigos mientras duraba la persecucion, i las tropas del
Rei se veian precisadas.á retirarse ó por la falta de víveres
que se esperimentaba en aquellos despoblados, ó por acudir
á otras atenciones, i entonces volvían los rebeldes al citado
punto de Zacatlán. e

Era sin embargo tan considerable el estrago que hacian


aquellos en la opinion, que el virei juzgó necesario su ester
minio á «todo trance. Formada con esta mira una brillante
espedicion al mando del coronel don Luis del Aguila, coman
dante general de los llanos de Apan, dió las órdenes mas
terminantes para llevar á cabo aquella importante operacion.
Emprendiendo este gefe valiente la marcha en 25 de setiem
bre por los sitios mas ocultos i ásperos de aquel terreno, siem
pre fuera del camino, logró á los dos dias de en penosa cor
rería sorprender completamente dichas gavillas. A pesar de
sus preparativos de defensa i de los obstáculos que ofrecian
sus respetables posiciones, todo cedió al irresistible brazo de
los españoles; el enemigo fue arrollado en breves instan
tes; mas de 2oo hombres quedaron muertos en las calles, i
fueron infinitos los heridos; el pérfido Rayon pudo salvarse
con la fuga sin mas acompañamiento que el de 4 soldados de
su gavilla; el doctor Crespo, vocal por Oajaca en el congreso
de Chilpancingo, fue herido i hecho prisionero; el coronel
Pardo, varios gefes i oficiales fueron contados en el número
de los muertos: la toma de 3o prisioneros, de 12 piezas de
todos calibres, 2oo fusiles i carabinas, 3o cajones de muni
ciones, todos los equipages de los rebeldes i hasta del mismo
sombrero i baston del principal caudillo, coronó los triunfos
de aquella brillante jornada. Fue sumamente distinguido el
1 o4 MÉJrco: 1814.
mérito de todos los individuos que tuvieron una parte activa
o en este combate: aquel resalta de un modo mas luminoso al
observar que tan ilustres triunfos fueron conseguidos con la
- pérdida de un solo muerto i dos heridos; inconcebible ven
taja que se debió al ímpetu i animosidad con que los realistas
se arrojaron sobre el enemigo. -

La division del coronel Armijo siguió asimismo su brillante


carrera en el mes de octubre; las partidas del subteniente
don Francisco Maneebo del Castillo, i del alferez don Ma
nuel Navarrete lograron derrotar en el pueblo de Papalutla
al cabecilla Cornejo, matándole Inas de 5o hombres, tomán
dole varios prisioneros, caballos, mulas i armas de fuego, i
poniendo el resto de la gavilla en la mas desordenada dis
persion. Una partida de 5o hombres, al mando del capitan
don Calisto Gonzalez Mendoza, perteneciente al ejército del
Sur, sorprendió en el pueblo de Tecamachalco otra de fac
ciosos, menos importante por el número, pues no pasaba de
a 1 individuos, que por su calidad, é influjo, Nueve de ellos
en particular eran muitemidos en el pais por sus maldades,
por su desesperado valor i por la fama de sus hazañas: los
nombres de Rafael Mendoza, Buen. brazo, Isidro Limon,
José Rosete, José Ramirez, José Sosa, Francisco Fernandez,
José Antonio Rodriguez i Santiago Castro, dificilmente po
drán borrarse de aquel teatro de rapiñas i desolacion. Todos
- ellos fueron pasados por las armas , quedando así limpio el
pais de tan terribles enemigos, i los demas facciosos que
fueron aprehendidos en, dicha sorpresa siguieron su destino
para Puebla á fin de ser juzgados con mas benignidad... , , ,
Las tropas del coronel don José Antenio Andrade se ejer
citaron con los mas felices resultados en perseguir sobre el
distrito de Ario á los cabecillas Muñiz, Montaño, Cervantes,
Lorenzana, Sanchez i Savariego, obligándoles á buscar su
salvacion en la fuga, sin dejar un momento de descanso á su
junta revolucionaria, la que trasladada desde Santa Efigenia
á la hacienda de Tomendán, i sucesivamente á Uruapan, iba
errante sin domicilio fijo, i sin hallar punto alguno de de
MéJIco: 1814. 1 o5
fensa contra las victoriosas armas de los realistas. Acia el
mismo tiempo estaban atacando á San Miguel el grande las
gavillas de Fernando Rozas, Serapio Valdés, Tovar, Vargas,
Sotero Lopez, Brígido i otros varios caudillos que habian
reunido hasta 6oo caballos, 1 oo infantes i una gran chusma
de honderos provistos de embreados para incendiar los puen
tes i los puestos fortificados; pero la bizarría i acierto con
que el comandante americano don José Castro dirigió la de
fensa, hizo que se estrellase la audacia del enemigo en los
esfuerzos de sus valientes tropas La línea de los realistas se
mantuvo impenetrable á las repetidas cargas de los facciosos,
quienes desanimados al ver una resistencia tan heroica, de
sistieron de sus criminales intentos abandonando una presa
que daban ya por segura, i dejando mas de 5o cadáveres en
las avenidas de dicho pueblo. -

El comandante don José Santiago de Galdames, depen


diente de la division del brigadier don Diego García Conde
resistió con su acostumbrado valor á fuerzas mni superiores
de los rebeldes, que indudablemente lo habrian envuelto en
una completa destruccion si le hubiera faltado aquella ente
reza de ánimo que es tan propia del carácter español. Habia
salido con 44o hombres para ausiliar al Real de Pinos; i al
llegar á Buenavista descubrió á los insurgentes que se diri
jian ácia la Jaula: sin reparar en tropiezos i sin examinar su
número se lanzó contra ellos; pero conociendo por su empe
ñada resistencia que aquellas fuerzas eran mui superiores á lo
que él se habia imaginado, se vió precisado á formarse en
cuadro para rechazar sus impetuosas cargas. Habiéndose in
troducido sin embargo algun desaliento en aquella columna,
se puso en fuga la mayor parte, quedando tan solo un pu
ñado de soldados á sostener el honor de las armas del Rei,
jurando morir en defensa de sus soberanos derechos antes que
ceder el campo al altanero é implacable enemigo. -

Con estos pocos valientes hizo el benemérito Galdam


una resistencia tan obstinada i heróica que el enemigo se vió"
precisado á retirarse no sin la mas furiosa irritacion de los
ToMo II. 14
1 o6 MÉJIco: 1814.
cabecillas Rosas, Pachon i Rosales, que repetidas veces se
aproximaron á tiro de pistola, sin que su audacia i temera
rio valor hiciesen la menor impresion en aquellos impávidos
pechos. La pérdida de 22 realistas muertos i de 37 heridos
fue inferior á la que sufrieron los facciosos: el imperturba
ble Galdames regresó á la Ciénaga de Mata, de donde habia
salido, salvando á estos últimos i á cuantos tuvieron la cons
tancia de no separarse de sus filas. Esta accion, que se presen
ta como una derrota de los soldados del Rei, fue en su vez
sumamente gloriosa enmedio de sus mismos reveses i contras
tes; i el mérito contraido por su bizarro comandante i por
la tropa, que se mantuvo firme en tan graves peligros, ad
mite pocos ejemplos de comparacion.
Otro de los hechos mas gloriosos de esta época fue la he
róica defensa que hizo el capitan don Anastasio Brizuela en
el pueblo de la Piedad con solos 8o hombres que tenia de guar
nicion contra 29 facciosos capitaneados por los PP. Torres,
Saenz, Navarrete, Sixto, Carrasco, Uribe i Saavedra, i
por los seglares Cabeza de Vaca, Obregon, Velasco i otros.
Tres dias consecutivos duró este porfiado combate, sin que
las hordas devastadoras pudiesen forzar la citada posicion,
ni conmover la entereza de aquel puñado de valientes. Al
llegar en su ausilio el brigadier don Pedro Celestino Negrete
huyeron los rebeldes con la mayor precipitacion despues de
haber perdido en sus inútiles tentativas sobre 1oo muertos,
entre ellos al caudillo Fulgencio Rosales, dos coroneles i un
eclesiástico, i otros tantos heridos, con mui poco quebran:
to de parte de los bizarros defensores.
No fue menos ilustre la resistencia que hizo en el mes
de noviembre el sargento mayor don José Barradas en el pue
blo de Apan contra 17oo bandidos acaudillados por Rayon,
Osorno, Inclan, Espinosa, Serrano, Manilla, Ramirez, Bo
cardo, Benavides i el P. Lozano. Doscientos cincuenta hom
bres, de que se componia la fuerza realista, destruyeron com
"pletamente aquellas gavillas, matándoles mas de 1oo hom
bres sin que hubieran conseguido otras ventajas sino las de
MÉJco: 1814. 1 oy
incendiar algunas de las casas de aquellos habitantes, que por
su fidelidad al Rei i adhesion á los que defendian tan justa
causa habian llegado á hacerse acreedores á la mas decidida
proteccion. El valiente sargento graduado de oficial don Fran
cisco Montes i Rios, con solos 35 dragones de Sierra gorda i
dos hijos suyos derrotó en la hacienda de Turica á 5oo rebel
des de caballería, matándoles 5o hombres, i obligándoles á
ocultar con la fuga la mengua de tanta cobardía.
* El teniente coronel don Felipe Castañon sorprendió al
enemigo en el pueblo de Puruandiro del modo mas honroso
á su inteligencia i bizarría. Despues de haber andado diez le
guas de asperísimo camino se arrojó de repente sobre el cita
do pueblo, i penetrando á toda carrera por sus calles intro
dujo en los rebeldes tal terror i desaliento, que perecieron
los que trataron de hacer alguna resistencia, i tan solo salva
ron sus vidas los que rindieron las armas: 7o muertos, en
tre ellos el mariscal de campo Manuel Villalongin i el co
ronel Antonio Perez de la Busta, 1 13 prisioneros, 125 ca
ballos, 61 fusiles i carabinas, pistolas, sables i varias montu
ras fueron el fruto de tan feliz jornada, en la que los rea
listas no tuvieron la menor desgracia. -
El teniente coronel don Francisco Orrántia, que trocan
do su profesion mercantil por la espinosa carrera de las ar
mas, abandonando las ventajas de una vida cómoda para
acreditar en medio de penalidades i riesgos su acendrada fide
lidad i patriotismo; ese bizarro español que tanta gloria ha
bia adquirido en las repetidas ocasiones en que habia podido
desplegar su impávido valor á las órdenes del coronel Itúr
bide, á cuya division pertenecia, adquirió nuevos blasones en
tres acciones consecutivas que dió á los rebeldes en el mes de
noviembre: deshizo en la primera 4oo caballos mandados
por Matias Ortiz en las lomas de la Deseadilla (provincia de
Guanajuato), matándoles 6o hombres i tomándoles 12 pri
sioneros, 8o armas de fuego, muchas lanzas, machetes i ca
ballos; en la segunda volvió á derrotar en las cercanías de la
hacienda titulada de la Obra al mismo Ortiz, que habia sido
- -

º a
1 o8 MÉJIco: 1 S 1 4.
reforzado con otras partidas sueltas hasta el número de 15oo
hombres: otros 5o muertos, 4 prisioneros i varias armas de
fuego fueron el resultado de este segundo empeño. El tercer
hecho de armas ocurrió en las inmediaciones de San Luis de
La Paz, donde los facciosos perdieron 15o hombres, mas de
aoo caballos, muchos fusiles, lanzas i machetes.
Las gavillas insurgentes de la provincia de Nueva Galicia
se iban reuniendo con la intencion de atacar á Zapotlán el
grande; estaba combinado este golpe entre las que se hallaban
situadas en Cotija, i las que se estendian desde la sierra de
Teocuitatlan hasta Jiquilpan, valle de Mazamitla i rio del
Oro al mando de Vargas, Salgado, Mendoza, el Guaparron
i otros muchos cabecillas, á los que se habian agregado al
gunas de las tropas de Morelos. Noticioso el teniente coronel
don Luis Quintanar de los planes de estos perversos contra el
citado pueblo de Zapotlán, les salió al encuentro, i les pre
sentó la batalla frente al pueblo de San Sebastian. Aunque
el enemigo habia desplegado una fuerza de 8oo infantes i 29
caballos, flanqueados por cuatro piezas de artillería, no se
arredró de modo, alguno el valiente Quintanar, ni dudó un
momento de que la victoria habia de coronar los heróicos esº
fuerzos de su pequeña columna. Lleno de esta confianza,
propia de varoniles pechos, se arrojó contra el enemigo con
la mayor firmeza i decision: una carga tan impetuosa no pu
do ser resistida; desconcertado el enemigo huyó vergonzosa
mente en todas direcciones abandonando el campo cubierto
de 3oo cadáveres, sus municiones i artillería, mas de Ioo
fusiles i 82 prisioneros.
Se hallaba el enemigo fortificado en la Barra i pueblo de
Nautla, desde donde causaba los mayores quebrantos; el virei
Calleja, cuyo celo i eficacia se estendia por todos los ángulos
de su vasto gobierno, confió el encargo de apoderarse de
aquel punto interesante al comandante don Manuel Gonzalez
de la Vega, dándole los ausilios necesarios i oficiando al go
bernador de Veracruz para que concurriese con sus esfuerzos
al buen éxito de la operacion. El acertado desempeño de este


r
MÉJtco: 18 M. 1 oo
plan debido á los movimientos estratégicos del referido Vega,
puso en claro á un tiempo los recursos de su ingenio i la for
taleza de su ánimo: la toma de dicha posicion, de los caño
nes que la defendian, piraguas, buques i municiones con por
cion de fusiles i carabinas, ademas de varios prisioneros, i
muertos que tuvo el enemigo en aquella refriega, fueron el
fruto de la constancia i arrojo de las tropas realistas.
No tuvo menor felicidad el sargento mayor don José María
Travesi en su espedicion desde Veracruz á Jalapa, verificada en
los primeros dias del mes de diciembre, cuyo resultado fue el
de haber limpiado aquel camino de las gavillas que lo infesta
ban, i de haberles causado la pérdida de unas de 5o hombres
en varios encuentros que tuvo con las mismas. Habia queda
do ácia aquel tiempo la provincia de Guanajuaso libre de las
reuniones de facciosos que con tanto empeño habian hostili
zado las tropas de su comandante general don Agustin Itúr
bide; por todas partes habian adquirido considerables venta
jas los realistas, i en igual proporcion iba perdiendo terreno
la causa de la independencia. No contribuia poco al desalien
to de este partido la feliz perspectiva que ofrecia la madre
patria con la restauracion de su augusto Monarca. Esta plaa
sible noticia habia sido recibida generalmente como el arco
iris que venia á serenar las borrascas políticas, i por lo tanto
se esmeraron á porfia todas las provincias en celebrar tan
fausto acontecimiento con las demostraciones mas puras de
su placer i regocijo. -

Hasta los mas ilusos i fanáticos llegaron á desengañarse


de la insubsistencia de su ilegítima causa; ya no era tiempo
de hacer creer á una muchedumbre insensata, que el objeto
del alzamiento era la sustraccion de aquel reino á un domi
nio estrangero. Ya era demasiado público que el legítimo
Monarca se hallaba en el Trono de sus mayores, ejerciendo li
bremente todos los actos de su soberanía; ya no se podia du
dar de ello desde que se habian recibido las órdenes para anu
lar el régimen constitucional, que ni estaba en armonía con
su decoro ni con las necesidades i conveniencia de sus pueblºs.
11 O mnésico: 1814.
Solo la locura i desesperacion podian empeñarse en sos
tener una lucha que se presentaba con todos los caracteres de
ser acompañada de llanto i miseria. A pesar pues de estos in
convenientes no faltaron genios díscolos i hombres viciosos,
que no pudiendo capitular con la moral ni con las leyes, es
tendieron todavia su maléfico influjo hasta que fueron su
cumbiendo gradualmente á su fatal destino. Esta obstinacion
i terquedad de los rebeldes,• si bien era causa de la desola
cion del pais i de otros quebrantos que-esperimentaban los
realistas, sirvió para acrisolar las virtudes de los que defen
dian tan noble causa, i para dar á su digno gefe nuevos tim
N bres i blasones. Era, este con efecto infatigable en buscar los
medios para afianzar sólidamente la autoridad real: la pro
fundidad de su ingenio, su fina penetracion, el gran conoci
miento del pais, su larga práctica en el gobierno, i su es
traordinario celo i eficacia, eran las mejores garantías del
triunfo de su partido, i de que habia de llegar al término de
sus deseos, que era la destruccion del espíritu revolucionario.
Asilo veremos en el año siguiente, en el que si no quedó
del todo sofocado, quedó á lo menos reducido á un puñado
de bandidos sin plan, sin comcierto, sin apoyo en la opinion,
sin mas elementos que los del despecho i de la desesperacion.
- I

- - , ,
l

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cAPITULo v III.
º

BUENos-AIREs: es
Estado del pais á principios de 1815. Malhadada espedi
cion del general Alvear contra el caudillo Artigas. De
posicion de dicho Alvear i eleccion de Rondeau para di
rector supremo, i de Alvarez para suplente. Nombramien
to de una junta de observacion en reemplazo de la supri
mida asamblea nacional. Esfuerzos de este cuerpo para
ensanchar la esfera de sus atribuciones á espensas del po
der ejecutivo. Providencias para desarmar la cólera de
Artigas. Espedicion del coronel Viamont sobre Santa Fé.
º Disposiciones para elegir un congreso nacional que cele
brase sus sesiones en el Tucumán. Desórdenes de las pro
- vincias del Río de La Plata.

Los negocios de Buenos-Aires presentaban á principios


de este año, el mas furioso contraste. La capital i todas las
provincias de la Plata se hallaban en el mayor desórden, al
paso que las del Alto Perú, constituidas en un estado de su-,
blevacion casi general, prometian un vasto campo de triunfos
al ejército de Rondeau. En el capítulo del año anterior van
indicados los esfuerzos de Alvear para sostener su despótica
autoridad. Habia tenido la imprecaucion de enviar las tropas
veteranas, en las qne cifraba su principal apoyo contra el
sedicioso Artigas, i sobre aquellos puntos que habian desco
nocido su mando.
Apenas se vió el pueblo libre de tales instrumentos de
opresion, se levantó en masa, i todos los cívicos i cuan
tos ciudadanos habia hábiles para tomar las armas abando
naron sus tallerés i ocupaciones por tres dias consecuti
1 12 rUENos-AIREs: 1815.
vos, i se parapetaron en sus casas para resistir todo acto de
agresion de aquel aborrecido gobierno. Empero, no bien ha
bia llegado la noticia del alboroto á la columna espediciona
ria, cuando se desvaneció el prestigio que el gefe del Estado
habia sabido conservar todavia en ella con el alternado ma
nejo del rigor i del halago: el coronel don Ignacio Alvarez,
gefe de la vanguardia, compuesta de .35o hombres, aver
gonzado de emplear su espada en defender al tirano de su
patria, se decide contra él i prende" á los oficiales sospecho
sos, entre los cuales figuraba el mayor general Viana, que
acababa de llegar á tomar el mando de aquellas tropas.
La Campaña, varios destacamentos, Mendoza i otros pue
blos se declaran á favor de su movimiento: aislado entonces el
director en su campamento de los Olivos pone en actividad
todos los recursos de su ingenio para disipar aquella furiosa
borrasca; mas todos sus esfuerzos fueron ínfructuosos: la in
constante fortuna se habia ya cansado de prodigar sus do
nes á quien se habia, hecho indigno de ellos por su torpe
manejo. Contando el cabildo de Buenos-Aires con la decidida
cooperacion de Alvarez i con el pronunciamiento de la opi
nion, toma en su mano las riendas del Estado; la milicia
cívica i muchos oficiales de sobresaliente mérito corren á su
defensa: viéndose el director rodeado de tan terribles obstá
culos, i desconfiando, aun de sus mas fielés partidarios des
ciende de su encumbrado puesto, i se refugia á bordo de un
barco inglés, desde donde pasa á ocultar en Rio Janeiro la
vergüenza de su desgracia.
Colocado ya el cabildo al frente del gobierno, i disuelta
como una consecuencia inmediata la asamblea nacional, pu
blicó dicha corporacion en 16 de abril un prolijo manifiesto
enumerando los infinitos males causados por la última admi
nistracion, i desacreditando, segun costumbre, con tanto des
caro como animosidad á los gobernantes caidos.
Para dar un sucesor al director depuesto se formó un
cuerpo de electores, el cual hizo recaer el nombramiento en
el general Rondeau gefe del egército del Perú, llamando al
*
BUENos- A Infs: 18 5. 1 3 .
corone Alvarez para egercerlo interinamente en premio de
los peligros que habia arrostrado en aquella revolucion, i de
los méritos que habia contraido como primer agente de sus
felicesºresultados, . - -

Se hallaba ya el pueblo cansado i aburdo con tan fre


cuentes cambios de gobernantes, i deseaba por lo tanto la
necesaria. estabilidad, i solidez, en la administracion: - cada
una de estas oscilaciones aumentaba el deseosde limitar el po
der egecutivo, cuya tendencia constante por ensanchar la es
fera de su mando absoluto daba no pocas inquietudes; pero
eran mayores los inconvenientes que se notaban en la repre
sion de dicho poder. Siguió sin embargo el empeño de reunir
las principales atribuciones de la soberanía en un cuerpo po
pular llamado junta de observacion, en reemplazo de la pre
tendida asamblea, para celar la puntual observancia de sus le
yes, fiscalizar las acciones del direetor, i oponerse á cuanto no"
estuviese en armonía con su ilimitado poder, cuya idea iba en
cubierta con la solapada manifestacion de la felicidad general.
De este sistema de restricion i desconfianza resultó el me
nosprecio de la autoridad i la debilidad de su voz para corre
gir los abusos. Dicha junta de observacion, colocada ya en
el punto de su mayor influencia, sin el menor dique que.
contuviese las demasías de su ambicion, publicó un estatuto
prqvisional, en el que si bien reconocia los derechos físicos i
políticos, dejaba abierta la puerta á sus arbitrarios procede-,
res con la facultad que se habia reservado de atacar la liber
tad individual bajo el peligroso pretesto de usarla cuando lo
exigiese la salud del pueblo. -

Uno de los frutos mas sazonados que se esperaban de este


nuevo órden de cosas era el restablecimiento de la paz i cón
cordia con los habitantes de la banda oriental, cuyas desave
nencias habian llenado la patria de luto. Deseoso el ayunta-.
miento de Buenos-Aires de dar una satisfaccion al bullicioso
Artigas, mandó quemar por la mano del verdugo en la plaza ,
de la Victoria aquella fatal proclama contra dicho caudillo
que el director Alvear le habia arrancado con violencia. Se
Tomo II. I5
1 FUENos-AREs: 1815.
adoptó una conducta diametralmente opuesta á la que fabían
obsenvado los anteriores gobernantes; i si dejó de restablecer
se una perfecta reconciliacion, solo puede atribuirse al ambi
cioso carácter de dicho Artigas, quien parece gustaba mas
de vivir en estado de anarquía en el que era mas estensa su
autoridad i podia soltar mejor la rienda á sus caprichos i
estravagancias.
Temeroso el gºbierno supremo de ver propagada la guer
ra civil en el centro de las provincias inmediatas, envió tro
pas á Santa Fé á las órdenes del coronel don Juan José Via-.
mont para cerrar al caudillo Artigas aquella puerta, que era
por donde mantenia sus comunicaciones sediciosas. A fin de
calmar la inquietud de sus habitantes, les prometió el direc
tor suplente una absoluta libertad en sus deliberaciones civi
les i en su gobierno interior, sin que la tropa egerciese el me
hor influjo en ellas. La muerte del gobernador Candioti ocur
rida á esta sazon abrió un vasto campo al egercicio de las pa
siones, á debates acalorados, á pretensiones contradictorias
á manejos inseparables de los partidos. Salió finalmente elec
to teniente gobernador don Juan Francisco Tarragona; pero
la ciudad de Santa Fé quedó mui resentida por este nom
bramiento.
El nuevo gobierno de Buenos-Aires se ocupó á su con
tinuacion en convocar un congreso nacional, compuesto de
verdaderos i dignos representantes del pueblo. Dicha ciudad
dió en esta ocasion la mas brillante prueba de desprendimien
to i desinterés: conociendo que una parte de las discordias
civiles procedia de los celos de las demas provincias, al ver
erigida en ella la capitalidad, i vinculados los beneficios que
resultaban de poseer en su seno al centro del poder, represen
taron al ayuntamiento mas de 2oo ciudadanos rogándole que
*, fuera despojada de aquel honor á fin de desarmar por este
medio á los descontentos argentinos, i privar á la malcdicen
cia de todo pretesto para egercitar sus tiros. Se determinó
con efecto, que dicho congreso se reuniese en el Tucumán,
distante mil i doscientas millas de la capital. Se concibieron
BUENos-AIREs: 1815. 1 15
las mis lisongeras esperanzas de aquella asamblea, la que fue
considerada per los políticos pensadores como el único puerto
en que podia salvarse la moribunda república. Su estado era
en verdad el mas deplorable á aquella sazon. La derrota de
Rondeau en Viluma en el mes de noviembre habia sido tan desas
trosa como la batalla de Cánas para la república romana; Chile
devorado por los partidos habia caido en poder de los españo
les, quienes podian enviar con facilidad refuerzos al Perú, por
cuyo motivo se habia visto precisado Buenos-Aires á forniar
un egército al pie de los Andes á las órdenes de San Martin.
Aunque los españoles habian sido arrojados de la plaza
de Montevideo, la insurreccion de Artigas sin embargo habia
trastornado todos los planes del gobierno de la capital sobre
la banda oriental. El Monarca español estaba-preparando una
poderosa espedicion, que en el concepto general iba á ser di
rijida contra el Rio de la Plata. Todo era alarma i terror ea
este pais. Alvarez habia hecho renuncia de un empleo, cuyo
buen desempeño tenia por mui superior á sus débiles fuerzas.
Balcarce, que habia salido electo en su reemplazo, hizo igual
demision. Rondeau, que era el director propietario, no qui
so pasar á tomar el mando supremo sin haber dado antes un
golpe decisivo al general Pezuela contra el cual obraban to
dos los elementos en las provincias del Alto Perú. En medie
de estos contrastes se desvirtuaba por cada dia la accion del go
bierno, i, empezaba á asomar su cabeza la terrible anarquía.
Se reunió el congreso nacional en los últimos dias de este año;
i esta fue la única ventaja que obtuvieron los argentinos por
entonces. Las noticias de la citada derrota de Rondeau en Vi
luma, que corrieron rápidamente, habrian acabado de desconcer.
tar al partido revolucionario si la confianza que inspiraba el con
greso del Tucuman, i la cesacion de los temores por la espedi
cion de Morillo, quien habia ya principiado sus operaciones
por la parte de Costa firme, no hubieran concurrido á dar
ñuevo vigor i esfuerzo á su espirante é ilegítimo empeño.
Fue esta sin embargo la época mas terrible para los re
beldes de Buenos-Aires: Dividida la capital en facciones, ama
16 r. UENo3- IREs: 1815. -

gada por la parte del Brasil, sin apoyo alguno de las poten
cias estrangeras, privada de los recursos i numerario del Perú,
destituida de los de Chile, i amenazada en el territorio de
Mendoza; poco segura de la fé i union de la provincia de
Córdoba, reducida en fin á sus propios recursos i á los de
las pobres provincias del Tucumán i Salta, estuvo mui á pi
que de disolverse enteramente; i habria sido inevitable su
ruina si aprovechándose la España de tan feliz cóyuntura hu
biera caído sobre ella con algunas fuerzas, ó si la córte del
Brasil conociéndo sus verdaderos intereses hubiera hecho un
¿ de su entonces irresistible poder.
* Todos creían que la España enviaría una espedicion com
binada con las tropas portuguesas: de tal modo prevalecia es
ta ºpinion, que ya se daban por perdidos los principales agen
tes de la república: unos hacian sus preparativos para emi
grar á paises lejanos á buscar un apoyo en su inevitable rui
na; otros se esforzaban en hallar plausibles pretestos para cu
brir su compromiso; no eran pocos los que trataban de pro
clamar por emperador de aquellos paises á un infante de la
Real casa de Borbon; habia asimismo algunos que proyecta
ban su incorporacion al Brasil, al paso que los mas sensa
-tos suspiraban por la perfecta reconciliacion con la imétró-.
poli, quedando tan solo una corta porcion de despechados
que no tenían otro arbitrio para salir de tan apurado conflic
to, sino el de morir con las armas en las manos sepultándose
en las ruinas de aquellas desgraciadas provincias.
Este era el verdadero estado. de Buenos-Aires á fines de
1815, confesado paladinamente por el mismo director Pueir.
redon en el año de 1817. Lástima fue en verdad que la España
no hiciera mayores esfuerzos en aquella época para destruir
de un golpe el foco de la rebelion americana; pero desapro
vechados aquellos preciosos momentos volvieron los argenti
nos mui pronto de su estupor, i favorecidos por la fuerza
moral del congreso del Tucumán i por otros sucesos estraor
dinarios adquirieron nuevo vigor í pujanza á fines del año si
guiente de 1816. . . - . . . . *

-
17
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-
-

cAPITULO Ix.

Crítica situacion del Alto Perú. Movimiento del general Ra


mirez contra Cuzco. Malograda reaccion de Ruiz Caro
en Tinta. Desaliento de los revoltosos cuzqueños. Asesinata
de Picoaga i Moscoso. Insolencia i perfidia de los caudi
llos Pumacagua i Angulo. Batalla de Humachiri. Sumi
sion del Cuzco i de todos aquellos partidos. Reduccion de
la partida del caudillo Mendoza. Acciones del coronel don
Francisco Gonzalez. Restablecimiento de la tranquilidad.
Movimiento de Ramirez para volver al cuartel general.
Pentajas conseguidas por las tropas del general Pezuela.
Muerte de Ezenarro i derrota de la division de Jatíregui.
Nombramiento del brigadier Tacon para el mando de Chu
guisaca. Derrota del capitan Corral por el comandante
Aguilera. Ventajas obtenidas por este gefe. Derrota de
otros facciosos por los comandantes Rolando, i García.
Brillante accion del comandante Vigil contra el mayor.
-
general insurgente don Martin Rodriguez. Preparativos
del general Rondeau para atacar el campo realista Cange
de dicho Rodriguez por dos coroneles españoles. Empeñado
combate en el puesto del Marqués. Retirada del general
Pezuela 4 Challapata. Rendicion de Cochabamba dí los in
surgentes. Formacion de una columna para reconquistar
aquella plaza. Llegada de los refuerzos de Chile i de la di
vision del general Ramirez. Varias acciones con las parti
das insurgentes. Junta de guerra. Enfermedad del general
en gefe. Accion de Venta i media. Batalla de Viluma.
Sus felices consecuencias. -

" - -

- L. situacion del Alto Perú era sumamente apurada á


principios de 1815: la atencion del general Pezuela tenia que
1 18 "PERú: 1815.
estar ocupada en tantos itan complicados objetos, hormi
gueaban de tal modo las partidas enemigas, i era tan impo
nente el aparato hostil de las tropas de Buenos Aires, que en
el orden natural no parecia posible salir con honor de aquel
conflicto. e . . . - .

Aunque el general Ramirez habia adquirido - preciosos


laureles en los altos de la Paz, i aunque á su aproximaciqn
áArequipa habla huido el altanero enemigo, le faltaba sin
embargo ejecutar la última i mas interesante parte de su
atrevida empresa. Para llevarla á cabo hizo los preparativos
necesarios en dicha ciudád de Arequipa, en la que dió á sus
tropas un descanso de 6 1 dias, de que tanto nécesitaban. Si
bien era urgentísimo sofocar la insurreccion del Cuzco i vol
-
ver rápidamente al cuartel general, fue indispensable dicha
detencion para reponer las fatigas del soldado que no habia
tomado aliento desde Santiago de Cotagaita, así como para
cubrir su desnudez, y componer su deteriorado armamento.
Era el dia 13 de febrero cuando Ramirez levantó el
... campo, dejando á la cabeza de la provincia al brigadier don
Pio Tristan, quien siendo natural de ella, parecia el mas
á propósito para conservar la tranquilidad i la obediencia al
Soberano español. Pumacagua i Angulo se habian situado en
el centro del Collado, desde donde Jes habria sido fícil apo
derarse de Puno, del Desaguadero i de la Paz (cuyos puntos
se hallaban mui desguarnecidos), si hubieran tenido el ne
desario arrojo, ó la debida inteligencia para calcular los gra
ves males que con este funesto golpe podrian lraber causado
al ejército del Rei, cortándole las comunicaciones i los ausi
lios. Se hallaban en su vez entretenidos haciendo algunas
correrías en el partido de Lampa, i ácia los altos i cabece
ras de Cailloma, cuando levantó en el distrito de Tinta la
voz á favor del Rei, el teniente coronel Ruiz Caro, for
mando una contrarevolucion, la que si bien de insignifican
tes resultados, no dejó de prestar alguna utilidad á las mi
ras del general Ramirez.
Los revoltosos del Cuzco habian principiado á desanimariº
PERu: 1 8 1 3. 11

al ver la imperturbable serenidad de este general, i al oirlas


ventajas conseguidas al mismo tiempo por el comandante
Gonzalez hácia Huamanga, quien habiendo atraido los in
surgentes hasta Matará, los habia engañado con una falsa
retirada, i ocasionado la pérdida de 4 piezas de artillería,
i de mas de 1oo fusiles. Los sugetos de alguna representacion
que habian tenido la debilidad de suscribir á las primeras
tentativas de los rebeldes, se retrajeron de tan criminal em
peño al ver su conducta inmoral i sanguinaria: todos ellos se
apresuraron á abandonar tan vergonzosas conexiones retirán
dose á sus casas i haciendas; i algunds de los que componian
la misma junta revolucionaria, se esforzaron, en persuadir al
gobierno de Lima de la pureza de sus intenciones, dirigidas
meramente á evitar mayores tropelías, hasta que llegase el
afortunado momento de sacudir tan pesado yugo, i de sellar
su fidelidad á la causa del Rei. De este número eran don Luis
Astete i el teniente coronel don Juan Tomás Moscoso.
Entre los varios sugetos de poder é influjo que habian
emigrado desde el principio de aquellas conmociones, se con
taba el mariscal de campo don Francisco de Picoaga, que
habia caido prisionero sucesivamente en la ciudad de Are
quipa. Todas las miras de los rebeldes estaban vueltas ácia
este digno gefe, á quien consideraban como el único capaz
- de dar vigor á su ilegítima eausa: fueron por lo tanto es
traordinarios sus esfuerzos para que se pusiera á su cabeza;
pero al ver su entereza de carácter, i la indignacion cont
que desechó toda proposicion que tendiese á separarlode la
senda del honor i de la lealtad, despues de haber agotado
todos los recursos de la persuasion, del halago i de las ame
naaas, determinaron manchar sus sacrílegas manos en una
sangre tan pura que debia fecundar el campo de las glorias
monárquicas, si bien por un momento daba un efímero des
ahogo á la saña i venganza de aquellos verdugos. El horri
ble suplicio ejecutado en la misma capital del Cuzco contra
este benemérito general, i contra el intendente Moscoso,
tambien americano, hizo subir al último puntº la irritacion
l 2O . pERú: 1815.
de las tropas, reales, con particularidad la del regimiento
n? 19, que habiendo militado anteriormente bajo las órde
nes del citado Picoaga, le profesaba aquel cariño i singular
aprecio á que lo habian hecho acreedor sus esclarecidas
virtudes, e - , - -

Fortificada por este medio la causa que defendia el gene


ral Ramirez, imas alentado con las nuevas garantías que
tal acontecimiento daba sobre la fidelidad de sus tropas, tan
ansiosas por hacer los mas costosos sacrificios ante las aras de
la monarquía española, como por vengar la ilustre sangre de .
su antiguo coronel, emprendió con el mayor teson la campa-,
fía. Al llegar al partido de Lampa, en el cual i entre los
pueblos de Ayaviri i Pucará, habian reconcentrado sus fuer
zas Pumacagua i Angulo, recibió de estos caudillos una in
solente intimacion de rendir las armas, i al mismo tiempo
llegaron, á manos de varios gefes i oficiales de su columna fe
mentidas cartas de seduccion , suponiendo en ellas inteli-.
gencia i acuerdo, con cuya impostura esperaban que á lo
menos sembrarian en el cuerpo realista las semillas de la
desconfianza i discordia; pero este perverso designio sirvió en
su vez para rectificar los sentimientos de honori virtud de
las valientes tropas que sostenian el partido del Rei, i para
aumentar el furor de su digno gefe. -

Cuando Ramirez avistó al enemigo, ocupaba este una, -

posicion, ventajosa á la orilla del entonces invadeable rio Pu


cará: tan inesperado contratiempo puso al ejército del Rei en
la precision de dirigirse por su derecha, aguas arriba, toman-.
do el camino de Humachiri. Igual direccion siguieron Angu
lo, i Pumacagua por la orilla opuesta, hasta que hallando,
una posicion ventajosa en la que su frente podia estar defen
dido por el rio Cupi, i su espalda por una serranía escabro- -
sa, colocaron en ella 4o, piezas de artillería, i su inmensa
muchedumbre de gente armada que no bajaba de 2dooo
hombres, aunque solo se contaban 8oo con fusil, i algunos
montados con pistolas i sable. ... º -
a º

... Era el dia, 11, de marzo cuando Ramirez llegó á situarse,


prº ú: 1815. 1 21

delante del campo enemigo con la idea de atacarlo al amane


cer del dia siguiente; pero los rebeldes que trataban de sacar
algun partido del cansancio de las tropas realistas, se pusie
ron en movimiento contra ellas obligándolas á entraf en ac
cion, i á cruzar el rio, cuyas aguas aun por aquella parte
llegaban hasta los pechos del soldado. Superada esta primera
dificultad sin mas tropiezo que el de no haber podido tras
ladar así mismo la artillería. formó Ramirez su brillante co
lumna á la orilla opuesta, i cargó á los enemigos con tanta
decision i arrojo, que en menos de media hora los puso en
la mas desordenada fuga dejando el campo cubierto de ar
mas i cadáveres. Terminado gloriosamente este primer ataque
fue preciso dirigirse á la cumbre de la montaña inmediata en
la que se habia reunido una parte de los rebeldes mas obsti
nados que querian probar de nuevo la suerte de las armas;
mas fueron estos completamente derrotados aumentando los
preciosos trofeos del general realista, quien se apoderó de 37
piezas de artillería, de todas las municiones, pertrechos,
tiendas, equipajes, i de cuantos efectos contenia el campo
rebelde. - -

La noticia de esta importante victoria fue un rayo que


abrasó todos los proyectos revolucionarios. El pueblo de Si
cuani, cabeza del partido de Tinta, en el que Pumacagua
habia marcado anteriormente su ferocidad i barbarie en
venganza de la reaccion que habia intentado Ruiz Caro á
favor del Rei, fue el primero que se sublevó contra aquellas
hordas foragidas que huian con el mayor asombro de la afor
tunada espada de Ramirez. Aquel sacrílego caudillo, borron
i afrenta del género humano, fue aprehendido por los fieles
Sicuaneses, á cuyas instancias sufrió el último suplicio en la
misma plaza, siendo conducida su cabeza en una pica á la
capital del Cuzco. Los demas pueblos siguieron tan noble
ejemplo, i se redujeron por sí mismos á la obediencia de la
autoridad legítima. De este modo hizo el general Ramirez su
entrada triunfal en el Cuzco en 15 del mismo mes de marzo
entre las aclamaciones de todos los pueblos desengañados ya
ToMo II. 16
1 22 pERú : 1 8 15.
de sus errores, i arrepentidos de sus estravíos. La capital dió
en esta ocasion una prueba luminosa de sus buenos senti
mientos, formando una contra revolucion apenas supo la
derrota de Humachiri; i batiendo i haciendo prisioneros á los
hermanos Angulos, i á otros cabecillas que habian tratado
de hacer alguna resistencia, quienes fueron inmediatamente
pasados por las armas. -

Luego que el general Ramirez hubo reorganizado la ciu


dad del Cuzco, imponiendo algunos ejemplares castigos so
bre los principales autores de aquella sublevacion, i conce
diendo un indulto general á cuantos se presentasen de buena
fé á implorarlo, envió uña division á las órdenes del coronel
don Francisco Gonzalez en persecucion de los facciosos, que
vueltos de su primer estupor habian principiado á formar pe
ligrosas reuniones. El caudillo Mendoza conservaba todavía
una partida considerable ácia Andahuailas i Abancai; pero
la noticia de la batalla de Humachiri i de la reduccion del
Cuzco aterró de tal modo á sus soldados, que procedieron á
asesinar á su caudillo con la idea de lavar su mancha con la
sangre del causante de aquellos desórdenes, i de merecer una
favorable acogida de parte del comandante Gonzalez, á cuyas
filas pasaron á incorporarse con la mayor parte de sus armas.
Dejando Gonzalez cubierta la ciudad de Huamanga con
3oo hombres, al mando del coronel Basagoitia , se diri
gió á la provincia de Puno, que acababa de dejar abandonada
su demasiado tímido intendente don Manuel Quimper. Re
forzado aquel digno gefe con algunas tropas que le suminis
tró don Pio Tristan desde Arequipa, llegó á reunir cerca de
1 ooo hombres, con los cuales derrotó á los insurgentes en
tres acciones obstinadas que sostuvo con ellos en el mes de
abril sobre las alturas de Octo en Azangaro, Azangarillo 1
Asillo. Sostuvo del mismo modo otras todavía mas importantes
en los meses de mayo i junio, en las que les causó una horro
rosa mortandad, é hizo prisioneros á los principales caudillos
Carrion i Monroy, á los que pasó inmediatamente por las
armas; i estrechó de tal modo á Carreri, tan perverso como
PERú: 1815. 125
los mencionados, que se privó de la vida por no caer en ma
nos de los realistas. A consecuencia de estos felices sucesos se
tranquilizaron los partidos de Carabaya, Huancane, Sorata,
Omasuyos i las misiones de Apolobamba, en cuyas escabro
sas montañas se habria podido perpetuar la guerra si los pue
blos aburridos ya de sufrir las tropelías i estorsiones de los
rebeldes no hubieran contribuido á su destruccion.
Quedaba tan solo con alguna pujanza la partida del cura
Muñecas que se habia refugiado á los Yungas, desde donde
hacia los posibles esfuerzos á fin de resucitar su moribunda
causa, cuando se puso en marcha don Juan Ramirez para reu
nirse al general Pezuela, dejando el mando de las armas de
la ciudad del Cuzco al teniente coronel de Talavera dón vi
cente Gonzalez con 5oo hombres, entre ellos 1 oo soldados
de su cuerpo, i el gobierno superior i presidencia de la
Real audiencia á don Ramon Gonzalez de Bernedo, coronel
del primer regimiento. Despues de haber dado una idea de
los principales sucesos ocurridos por esta parte, pasaremos á
recorrer las operaciones del cuartel general. -
Habia concluido el año 14 con varios triunfos parciales
conseguidos por los comandantes de las columnas realistas
ambulantes contra varios caudillos insurgentes; mas no por
eso habia mejorado de modo alguno la posicion del general
Pezuela. Este sin embargo estaba mui distante de arredrarse
por ningun tropiezo ni contraste; así pues dispuso en el mes
de enero reforzar al comandante Jáuregui con 16o hombres
al mando del coronel Ezenarro para que limpiase el pais de
las gavillas que lo infestaban. -

Jáuregui dió principio á sus brillantes operaciones á me


diados de febrero en que recibió dichos ausilios, con los cuales
batió completamente á los cabecillas Caballero, Camargo,
0livera, Vaca i otros, varios en los cerros de Ancucunina, de
Santa Elena, Pasitito i Quisiquira, causándoles la pérdida de
mas de 6oo muertos i de otros tantos heridos. Este terrible
golpe, lejos de desconcertar á los rebeldes aumentó su irritº
cioni empeño en volver á la pelea: al dia siguiente de la ul
1 24 rprú: 1815.
tima accion se habia reunido una inmensa muchedumbre de
los pueblos de, la Loma, Cueva, San Lucas, Inguaguasi,
Culpina i Quisiquira, cuyas hordas rabiosas cayeron impro
visamente sobre la cola de dicha division que caminaba con
el mayor descuido i sin"la menor aprehension de que tan pron
to hubiera podido tomar una actitud tan imponente el der-.
rotado enemigo,
Ezenarro, que recibió aquel brusco ataque con la ma
yor impavidez, quedó muerto de una pedrada; los 4o sol
dados que tenia á sus inmediatas órdenes se entregaron á
una fuga precipitada; el capitan Elizalde fue víctima del
furor de los indios i del abandono de sus soldados; el resto
de la division que vió desordenada aquella parte de la colum
na participó de igual confusion arrojando algunos de ellos sus
fusiles i cartucheras, sin que el bizarro Jáuregui pudiera
contenerlos en su precipitada dispersion. Llegó á tal grado el
terror pánico de aquellos soldados (que pocos dias antes ha
bian dado brillantes pruebas del mas decidido valor) que al
llegar al rio de la Palca grande se arrojaron á él sin mas con
sideracion que la de huir de un enemigo imaginario, que es
taba contemplando á sangre fria, i sin hacer el mas leve mo
vimiento las víctimas sacrificadas á la furia de la rápida cor
riente por un insensato estupor. Por este medio inesperado se
perdieron en un momento todo el botin i despojo de las accio
nes anteriores, un cañon, la mayor parte de las armas realis
tas, i todo el fruto de las fatigas de los dignos gefes que man
daban aquella division. - -

A pesar de la falta que podia hacer al serior Pezuela el


mayor general brigadier don Miguel Tacon, se habia visto
precisado á enviarle áChuquisaca para tomar el mando de,
las armas i la presidencia de la real Audiencia de aquella
provincia, con la mira de que á sus prudentes i políticas pro
videncias cediesen las desavenencias suscitadas entre el gober
nador, cabildo i corporaciones, que aumentaban considera
blemente los cuidados de aquel gefe. Las fuerzas realis
tas de la referida provincia consistian en 59o hombres á las

-
PERU: 1815. 125
órdenes de dicho Tacon, en i lo al mando del capitan don
Francisco Corral, situado en el pueblo de Presto, distante 18
leguas de La Plata, i en 35 fusileros con algunos paisanos man
dados por el teniente coronel don Francisco Maruri.
Corral fue atacado en 19 de enero, i si bien al principio
se inclinó á su lado la victoria, varió mui pronto aquella es
cena quedando, muerto dicho gefe i destruida toda su fuerza,
sin que hubiera podido salvarse mas que un solo individuo que
llegó á Chuquisaca con todas las señales del terror i alarma.
Pide azorado el brigadier Tacon urgentes socorros al gobernador
de Potosí; no pudiendo éste suministrarlos, traslada aquella
perentoria demanda al cuartel general; teme Pezuela los efec
tos de aquellos primeros triunfos de los rebeldes i envia al
comandante Aguilera con 3oo hombres para que busque al
caudillo Padilla, que habia sido la cause de tan terrible angus
tia: ya este habia sufrido un vergonzoso golpe por el coman
dante Maruri, quien con un puñado de valientes habia desa
fiado todo el poder de dicho cabecilla i de su segundo, Car
rasco, á los tres dias de su ponderada victoria, persiguién
dole por mas de dos leguas, i matándole bastante gente.
Asi pues no fue dificil al citado Aguilera destrozar dichas
gavillas, ni el mérito de su victoria fue tan brillante como la
actividad empleada por este digno oficial en cumplimiento de
su comision. En menos de un mes anduvo 2oo leguas, sos
tuvo cuatro acciones gloriosas contra fuerzas mui superiores,
mató mas de 7oo facciosos, ahuyentó á Padilla i á los demas
eaudillos, restableció la calma del pais idió nuevas garantías
á la seguridad de la guarnicion de La Plata. El infatigable
celo de este comandante, el acierto en sus maniobras, la ra
pidez de sus marchas, i la bizarría desplegada en cuantos lan
ces tuvo ocasion de usarla, le hacen digno de ocupar un lu
gar distinguido en el catálogo de los guerreros que mas han
contribuido á dar lustre á las armas del Rei.
Al dia siguiente de haber regresado al cuartel general el
esforzado Aguilera hubo de salir á cubrir el flanco izquierdo,
situándose en la Palca grande abandonada pocos dias antes
1 a6 - pERú: 1815.
por las tropas de Jáuregui i del coronel Ezenarro. Aqui tuvo
bien pronto nueva ocasion de distinguirse, siendo atacado en
27 de marzo por el caudille Camargo que mandaba mas
de 23 hombres: siete horas duró el empeñado combate que
sostuvo el gefe realista; pero fue finalmente rechazado el
enemigo con pérdida de 15o hombres; muchos heridos, 14
prisioneros, un número considerable de mulas, caballos, fu
siles i provisiones de guerra i boca. No fue menos feliz en el
segundo ataque que recibió á los dos dias en la misma posi
cion de Palcagrande por el citado caudillo en union con Ca
ballero i Villarrubia que le habian llevado 15oo hombres de
refuerzo: fue mayor todavia el escarmiento de los orgullosos
rebeldes, quienes dejando en el campo de batalla mas de 2oo
cadáveres i varios prisioneros, entre ellos al cabecilla Caba
llero, que fueron todes pasados por las armas, huyeron en el
mayor desorden á ocultar su vergüenza entre las breñas i de
siertos de aquellas serranías.
Se distinguia al mismo tiempo el comandante Rolando
por la parte de Puna, pueblo distante 12 leguas de Potosí.
Aunque los caudillos Navarro, Venancio, Leon i Romero
habian reunido mas de 6oo hombres, los atacó en - 18 de
enero con solos 9o fusileros i algunos caballos: despues de
una reñida accion que duró cinco horas i media dejaron los
facciosos mas de 1oo muertos, un número mayor de heridos,
i huyeron los demas con el mayor asombro. No bien habian
pasado tres dias cuando nuevos campeones se presentaron con
tra el impávido Rolando, considerándole mui débil á pesar
de su victoria. Berdejas i Betanzos condujeron 13oo hom
bres de fusil, lanza i honda á tiempo que Rolando habia re
cibido del general Pezuela un pequeño refuerzo de 3o grana
deros i 8 dragones. Los indios que se ereian seguros del triun
fo, pelearon con el mayor denuedo i obstinacion; mas todo
cedió á la serenidad i bizarría de las tropas del Rei.
Despues de cinco horas de horroroso fuego se dejaron los
insurjentes 2oo muertos sobre el campo de batalla, un núme
ro inmensamente mayor de heridos, habiendo sido pocos los s
1 ERÚ: 1815. 1 27
que pudieron sustraerse con la fuga á la persecucion de los
realistas, quienes para completar el lustre de aquella jornada
hicieron prisionero al bárbaro eacique Betanzos, que era el
terror del pais i aun de los mismos indios que seguian por un
maquinal é inevitable impulso la direccion que queria darles
aquel hombre feroa.
No habían dejado de dar alguna inquietud al generales
pañol las incursiones que hacian los caudillos Urdininea, Fa
lagiani i Vidaurre por la parte del Despoblado, i derecha del
ejército; pero quedaron disipados sus temores por este lado
luego que el comandante García pudo llegar á las manos con
ellos, á los que batió completamente en los púntos del Mogi
nete, Exmoraca i Cochinoca obligándoles á replegarse sobre
su cuartel general, que se hallaba situado en Humahuaca,
despues de haberles quitado la mayor parte de sus mulas i ca
ballos, i una porcion considerable de ganado.
A fines de febrero estaba el comandante Vigil guarne
ciendo con 1oo hombres el puesto llamado del Marques;
habiendo tenido noticia de hallarse una partida rebelde en la
casa del Tejar, se aproximó sin ser visto poco despues de
haber entrado en ella el mayor general del ejército ene
migo don Martin Rodriguez con 6 ayudantes i*5o hom
bres con el encargo de hacer una esploracion sobre el cam
po realista: reforzado Vigil con 8o soldados que le envió
el gefe de la vanguardia don Pedro Antonio Olañeta, atacó
dicha casa defendida por fuertes parapetos; pero nada era
capaz de arredrar á unas tropas tan valientes, que pelea
ban por la mejor de las causas. La resistencia fue tenazí
vigorosa, hasta que viendo fós insurjentes su inevitable ruina
i la inutilidad de sus esfuerzos rindieron sus armas coronando
las sienes de los realistas con un ilustre triunfo, no tanto
por el número como por la calidad de los prisioneros, entre
los que se contó el mismo Rodriguez, que era el alma de
las operaciones de Rondeau.
Este sin embargo habia recibido refuerzos de Buenos
Aires con los que llegó á formar un ejército de 4ooo hom
1 o8 pEn : 18 º 5.
bres de tropa reglada ademas de una inmensa porcion de
gauchos de la provincia de Salta, armados con machete i
sable corto, to los montados i mui diestros en el manejo del
caballo. Con aquella fuerza i con 16 piezas de artillería se
disponia á avanzar sobre el ejército del Rei; i para asegurar
mejor el éxito de su empresa habia anticipado circulares á
los caudillos del interior para que hiciesen los últimos es
fuerzos á fin de llamar la atencion del general Pezuela por
.diversos puntos. Alentados aquellos rebeldes con tan vivas
escitaciones activaron sus operaciones; Olivera, Daniel Ru
biria i Rojas contra el coronel Lavin, encargado de la de
fensa de Tarija; Palilla contra la ciudad de la Plata; Zárate
contra Potosí, i los demas por otras direcciones; pero las
acertadas providencias de los gefes realistas, i una serie no
interrumpida de felices sucesos contra dichos caudillos i contra
Camargo, Navarro, Lira, Cárdenas, Carrion i otros, mejo-.
raron la posicion del general español á pesar de la gran dife
rencia numérica que habia entre su ejército, compuesto,
de 45oo hombres que tenia esparcidos sobre 12 o leguas de
terreno, i el de los insurjentes, que ascendia á 2o8), inclu
yendo todas las parti las sueltas de cholos é indios.
Aunque el citado. Pezuela no tenia sino 29 hombres á
sus inmediatas ordenes sobre el cuartel general de Santiago
de Cotagaita, se empeñó en sostener aquela ventajosa situa
cion aguardando el regreso de la division de Ramirez i los
refuerzos de Chile que le habian sido prometidos. Habiendo
determinado remitir á Lima varios prisioneros que no dejaban
de embarazar sus operaciones, empleó el mayor Rodriguez
todos los resortes de la malicia é* intriga para no ser alejado
de aquel pais en el que esperaba ejercer todavia su maléfico
influjo. Con su hipocresía i con una afectada resignacion, ca
paz de deslumbrar al hombre mas prevenido i desconfiado. es
puso al general en gefe los deseos de retirarse á su casa si se
le queria cangear por dos oficiales de igual graduacion, pro
metiendo desengafiar á Rondeau de lo infructuoso de sus es
fuerzos en continuar una guerra, cuya terminacion llevabs
-

PERú: 1815. 129


todos los caractéres de serle adversa desde que el legitimo
mayores con
Soberano habla sido restablecido al trono de sus
aclamacion general. Fue aceptada dicha proposicion de Ro
driguez i admitido su cange por los coroneles Suarez i
Sotomayor. a - .

Sus primeros pasos cerca de Rondeau estuvieron en ar


monía con sus anteriores promesas: el caudillo insurjente
entró al parecer con gusto en los planes concertados, i como
una prueba de sus buenas disposiciones ácia una transacion
amistosa puso en libertad las familias de Olañeta i Marquie
gui, i envió á las avanzadas del ejército realista á su sargento
mayor Zamudio, por cuya mediacion se trató de una sus:
pension de hostilidades que no, llegó á verificarse, asi como
tampoco tuvo efecto la entrega de los dos coroneles cangea
dos, porque no entraba en las miras de los rebeldes perder
aquella ocasion que les parecia tan favorable á su causa.
A pesar de los deseos que afectaban de un pacífico
convenio, vivia el general Pezuela con las mayores precau
ciones para resistir prontamente á cualquiera asechanza que
º pudiera armarle su fementido enemigo; i para frustrar de un
golpe la agresion de que con tanta razon recelaba, movió
su ejército contra él dando las órdenes mas urgentes para
que apoyasen aquel movimiento Portocarrero que se halla
ba en las cercanías de Potosí, i Jáuregui desde el partido de
Cotagaita; pero habiendo sabido Rondeau los apuros del ge
neral Pezuela por la falta de Portocarrero, que habia debido
volver á la villa de Potosí, reducida á su mayor conflicto á
causa de la amenazadora intimacion del caudillo Zárate que,
la tenia circunvalada con una gran muchedumbre de faccio
sos, asi como por el malogro de Jáuregui en su proyecto de
sublevar en masa el partido de Cotagaita, i por otros con
trastes que esperimentaron á este tiempo sus tropas del inte
rior, se aprovechó dicho Rondeau de tan propicia coyuntura
para anticiparse al ataque. - -

Sus primeros encuentros fueron en el puesto. avanzado


del Marques contra don Antonio Vigil, qne mandaba 2oo
ToMo II. 17
-

- - r- A
l OO PERú: 1815.
hombres de caballería, cuya fuerza fue arrollada en 11 de
abril por mas de 7oo de igual arma i por un batallon de in
fantería, no sin la mas heroica defensa de parte de aquel
digno gefe, que perdió 7 oficiales i 14o hombres en su larga
retirada de cuatro leguas que hubo de hacer por escalones.
En vista de este alevoso golpe, i no pudiendo Pezuela
contar por entonces con ausilio alguno de las provincias de su
espalda, en las que estaba demasiado empeñada la atencion
de las columnas móviles para resistir con alguna aparien
cia de buen resultado á los ataques infructuosos del enemigo,
inmensamente superior en número, i en aprestos guerreros,
determinó abandonar su posicion de Santiago i retirarse al
interior para esperar allí el regreso de la mencionada columna
de Ramirez i las tropas ausiliares de Chile. Este plan, que
era el único que podia adoptarse en aquellas críticas cir
cunstancias, estaba aun espuesto á mil inconvenientes en
su ejecucion. Rondeau en movimiento con todo su ejército
se hallaba poco mas de una jornada de distancia de la van
guardia situada en Yavi al mando de Olañeta la guarnicion
de Tarija i las columnas que protegian las partidas de Santa º
Victoria i Cinti, demasiado internadas para que pudiesen ha
eer comodamente su repliegue; i las guarniciones de Potosí i
la Plata se hallaban asimismo aisladas, i cortada su comu
nicación, por las partidas de faceiosos que infestaban aquel
territorio, por cuyo motivo era mui dificil que llegasen opor
tunamente las instrucciones necesarias para concurrir con la
uniformidad de sus movimientos á la ejecucion del plan
general. - - -

... A pesar de tantos obstáculos pudo el ejército emprender


su retirada el 22 de abril siguiéndole la vanguardia con un
dia de diferencia, habiendo despachado desde el 19 anterior
los enfermos i heridos con una buena escolta i las órdenes
mas perentorias para que los gefes de Potosí i la Plata eva
euasen aquellos puntos, protegiendo las personas i propieda
des de los realistas que quisieran seguirles, i prometiendo su
apoyo á los que no pudiesen abandonar sus hogares, siempre
• * -
PERú: 1815. 151
que su conducta fuese prudente icomedida. El 8 de mayo llegó
el ejército á Condo sin el menor quebranto con todas las fa
milias emigradas de Jujuí, Tarijai Chichas; i el 9 se trasla
dó á Challapata en donde se hallaba ya el presidente de Char
cas, brigadier Tacon, i el gobernador de Potosí, ceronel
conde de Casa Real. -

Aunque la retirada de este último habia sido protejida


por 4oo hombres que le envió Pezuela al mando de Porto
carrero, i por 2oo granaderos destacados desde Quirve con el
sargento mayor don Francisco Aguilera, habia sido ataca
do en la misma villa un dia antes de su salida por los cau
dillos Zárate, Navarro i Mena: confiaban estos para el le
gro de su atrevida empresa en el desconcierto i confusion
que habia de reinar entre los realistas, i en el apoyo de te
dos los indios i cholos de aquellas comarcas, quienes era de
esperar se lanzasen con ardor á apoderarse de los caudales que
iban á estraerse de aquel punto; pero derrotados completamen
te por las tropas del citado Portocarrero, i por los granade
ros de Aguilera que cubrian la retaguardia, llegó felizmente
el dia 3 de mayo al indicado punto de Challapata aquel rieo
convoi, compuesto de 1o.7 cargas de pertrechos de guerra,
9o? pesos de plata acuñada, 48 barras de á 2oo marcos
cada una, dos zurrones de Chafalonia, varias piñas, 7 car
gas de piezas principales de las máquinas de la casa de mo
neda con todos sus operarios mas útiles, i 18 emigrados de
las personas mas distinguidas de aquella poblacion. Todo pues
se salvó de las manos de los rebeldes escepto la division de
Rolando, que perdió por desercion 379 soldados, naturales
del pais que acababan de evacuar.
El brigadier Tacon tampoco fue feliz en su retirada por
haberse estraviado las órdenes que el general Pezuela le diri
gió para verificarla del modo que mas convenia á sus planes.
Tomó el camino de Potosí manifestando que su objeto era
atacar al caudillo Zárate en el punto del Terrao, i siguiendo
luego despues la quebrada de Coro en la direccion de Tinqui
paya i Culta, llegó á reunirse con el ejército despues de ha
1 52 . rERÚ: 1815.
ber deshecho un grupo de insurgentes que tuvieron el atre
vimiento de salir á interceptarle el paso, pero con la pérdida
de 352 hombres que se le desertaron: no fue esta tan sensi
ble al general Pezuela como el haber dejado en descubierto
la provincia de Cochabamba que era el objeto principal de
sus ansias, i en lo que insistia vivamente en los estraviados
avisos dirigidos al citado gefe.
La posicion de Challapata era ventajosa para el ejército:
en ella podia tener espeditas sus comunicaciones con la costa
i carrera general de Lima, i proporcionarse asimismo abun
dantes víveres i forrajes mientras que mantuviese en su obe
diencia la espresada provincia de Cochabamba que le queda
ba á la izquierda. Habia mucho tiempo que carecia de noti
cias de su situacion por haberlas interceptado los caudillos
Lira, Fajardo i Arenales que vagaban por sus alrededores.
Este último que tendria á sus órdenes unos 4oo fusileros, 3oo
lanceros montados i cuatro piezas, intimó la rendicion al go
bernador intendente coronel don Antonio Goiburu, luego
que tuvo conocimiento del repliegue del ejército realista i de
la evacuacion de las provincias de Potosí i La Plata.
Aunque el coronel Velasco habia entrado en Cochabamba
á reforzar su guarnicion con 3oo hombres i 4 piezas de ar
tillería, con cuyo ausilio parecia que Goiburu podria soste
ner su autoridad, era tal el empeño del general Pezuela por
que se conservase aquella plaza como el punto de mas im
portancia en tanto que estuviese situado su cuartel general
en Challapata, que envió un nuevo refuerzo de 28o infantes
i 4o caballos al mando de Aguilera. La perentoriedad de las
órdenes comunicadas por el general á este bizarro gefe para
que á marchas forzadas se dirigiera sobre aquella ciudad hizo
honor á su prevision. El coronel Velasco ofrecia todas las se
guridades de poseer el mas acendrado pundonor militar i deli
cadeza; pero se veia mui agoviado por su avanzada edad
para que sus operaciones no se resintiesen de aquella fal
ta de vigor i energía tan necesaria en semejantes lances, si
bien la que habia desplegado en sus anteriores operaciones
PERn: 1815. 1 53.
hacia esperar que quedasen desmentidos aquellos temores.
El gobernador Goiburu no habia tenido ocasion de des
plegar todavia aquellos grandes recursos del ingenio i del ar
dimiento que se requerian para salir con honor de arriesga
das empresas. Aguilera por el contrario estaba ya amaestrado
en superar toda clase de dificultades i tropiezos, i merecia por
lo tanto toda la confianza de Pezuela; pero desafortunadamente
llegó tarde el remedio; ni mejoró la situacion de los negocios
por aquella parte el victorioso encuentro que tuvo dicho co
mandante en 4 de mayo con el caudillo Lira en el punto lla
mado de la Ramada. El placer que recibió con este afortuna
do combate fue acibarado por la declaracion de los mismos
prisioneros que aseguraron de un modo indudable el abando
no de Cochabamba por las tropas del Rei. Acelerando con
este motivo su marcha para ver si podia hallar el medio de
reparar aquella pérdida, llegó á las dos de la tarde del mismo
día á las cercanías de dicha ciudad, en la que halló la divi
sion de Velasco que solo habia tenido resolucion para no ren
dir las armas á los insurgentes, mas no para obligar al coro
nel Goiburu á hacer una desesperada defensa cual convenia
en tales circunstancias.
Fue la primera intencion del valiente Aguilera volver á
reconquistar dicha ciudad de Chochabamba con todas aque
llas fuerzas reunidas; pero desistió de ella al observar el
desarreglo i desorden de los soldados de Velasco i los mu
chos emigrados i cargas de efectos que debian necesariamente
embarazarle su operacion. Forzado por estas consideraciones,
retrocedió al punto de Paria, distante cuatro leguas de Oru
ro, desde donde dió parte de aquellas ocurrencias al general
en gefe, asi como de otros dos encuentros que tuvo con el
mismo Lira igualmente felices que el anterior.
Fue entonces cuando el general Pezuela dispuso la reor
ganizacion de aquella tropa en un batallon con el título de
Fernando VII, i en dos escuadrones de caballería para que
reunidos con el de dragones de San Cárlos i 4 piezas, á las
órdenes del coronel don Melchor José Lavin pasasen á re
15 PERú : 1815.
cuperar á Cochabamba, ya que el ejército de Rondeau no
habia hecho todavia movimiento alguno de sus posiciones de
Tarapaya, Yocalla i Potosí. Era su objeto entretener al enemigo
hasta que desembarcase la primera espedicion de Chile con 4oo
hombres que lo verificó el 1o de mayo en Arica á las órdenes
del coronel de Talavera don Rafael Maroto, i la segunda á
principios de junio con otros 478 mandados por el coronel don
José Ballesteros con igual destino i procedencia. Esperaba asi
mismo la llegada del general Ramirez que habia terminado
gloriosamente la campaña del Cuzco; mas como tardasen di
s

chos refuerzos, i tomasen por cada dia mayor fuerza las no


ticias de un próximo ataque de parte de Rondeau, dirigió
las órdenes convenientes para que la espedicion destinada
contra Cochabamba regresase á Paria á fin de reunirse con
él en Sorasora i presentar mayores fuerzas al orgulloso
caudillo argentino. " e

Eran al mismo tiempo frecuentes los encuentros con las


gavillas insurjentes en toda aquella vasta estension de pais.
Lanza habia sido batido en las inmediaciones de Oruro i
Venta i media por el comandante de escuadron don Fran
cisco Javier de Olarría: el mismo Lanza, reunido de nuevo
con Arenales i con otros cabecillas, volvió á amenazar mui
pronto la citada plaza de Oruro. Centeno, Barroso i otros
hacian sus correrías entre Chayanta i el cuartel general;i
en los puntos de Quillacas, Toledo i sus cercanías se halla
ban asímismo varias partidas para llamarla atencion del ejér
cito realista, é interceptar toda clase de ausilios. sur

Sin embargo de los justos temores concebidos de que el


ejército grande de Rondeau abandonase sus posiciones de Yo
calla i Potosí, para echarse sobre el de Pezuela ántes que se
hubieran reunido las tropas de Chile i de Ramirez, pudieron
éstas llegar oportunamente para contribuir con sus heróicos
esfuerzos á dar dias de gloria á la monarquía española. Por
todo el mes de julio tenia ya Pezuela dentro de su línea di
chas divisiones, si bien mui deterioradas por sus bajas, imas
particularmente por la circunstancia de traer Ramirez so
r.En Ú: 18 15. 1 55
hre 7oo reclutas que habia debido tomar en reemplazo de
otros tantos que se le habian"desertado despues de sus victo
rias, al ver que no se les dejaba de guarnicion, como espe
raban en aquellos mismos puntos que habian ido á sojuzgar.
Conociendo el general en gefe la necesidad de venir pron
tamente á las manos con el enemigo para evitar el acrecenta
miento de su poder dentro del pais, i anticiparse á la llegada
de nuevos refuerzos de Buenos Aires, que indudablemente le
serian enviados luego que tuviesen conocimiento de la varia
cion de destino de la espedicion del general don Pablo Mori
llo, tomó las disposiciones mas acertadas para el ataque.
Despues de haber dado las órdenes mas premurosas al coro
nel don Francisco de Mendizabal, i al comandante de la di
vision de Paria don Melchor José Lavin para que obrando
en perfecta combinacion i armonía defendiesen á todo trance
la villa de Oruro en la que se hallaba un gran repuesto de
pertrechos imumiciones, trató de emprender la marcha para
Yocalla con 372 infantes, 8o9 caballos, 23 cañones de á
cuatro, i cuanto podia necesitarse para su servicio. Esta era
la fuerza total del ejército realista ademas de los 624 hom
bres que quedaban en Paria con 4 cañones.
Ya estaba dada la orden para levantar el campo á fines
de agosto cuando las noticias recibidas á este tiempo de los
enemigos i del gobierno de Lima hicieron suspender dicha
resolucion: las primeras anunciaban que el caudillo argentino
con un ejército de 50 hombres i 14 piezas pensaba salir á
principios de setiembre con direccion á Chayanta, en donde
le debian esperar Arenales con 29 cochabambinos i las par-,
tidas reunidas de los caudillos Lanza, Camargo, Lira i Cen
teno; con cuyas fueraas reunidas trataba de caer sobre el
ejército del Rei al misino tiempo que el caudillo Zárate con
otros 20 hombres de chusma de toda especie amenazara á.
Sicasica i procurara poner en desórden toda su retaguardia,
iprincipalmente la provincia de la Paz. El virei ordenaba al
mismo tiempo que para atacar al enemigo se reuniesen todas
las fuerzas, inclusive la division de Paria; i ofrecia el pronto
36 TERú: 1815.
envío de 19 hombres que esperaba en el Callao, i otros 23
que desde Panamá llevarian la orden de desembarcar en Arica.
Grande fue el embarazo del general Pezuela para decidir
con acierto en medio de tantas contradicciones: si daba cum
plimiento á las órdenes del virei, tenia que abandonar el in
teresante punto de Oruro, ó dejar que el enemigo se reforzase
en términos de ser irresistible su impulso. Para cubrir su
responsabilidad en tan delicada posicion convocó una junta
de guerra, en la que se resolvió por unanimidad que se sus
pendiese la accion hasta, la llegada de los 39 hombres ofreci
dos, que no se moviese la division de Paria, i que se reple
gase el ejército á Sorasora seis leguas á vanguardia de Oruro,
donde podrian proporcionarse con mas facilidad abundantes
víveres i forrages. Si bien el general Pezuela hubo de confor
marse con esta resolucion tan contraria á sus deseos, dirigi
dos á desconcertar al enemigo con la celeridad de sus mo
vimientos, determinó sin embargo avanzar algunos cuer
pos para engañarlo con la apariencia de un próximo ataque,
en tanto que los demas iban caminando para sus nuevas
posiciones. - y
Este infatigable general empleó el tiempo de su forzada
inaccion en ejercicios doctrinales i en maniobras en grande
dirigidas por el mismo para amaestrar á sus soldados en el
arte de la guerra; pero sus graves cuidados, la continuada
agitacion, las pesadas tareas, i la intemperie i furiosas neva
das que cayeron por tres dias consecutivos llegaron á debili
tar sus fuerzas i á postrarlo en una cama. Para salvar tan
preciosa vida, que de dia en dia amenazaba mayores riesgos, .
fue trasladado al punto de Sepulturas, distante seis leguast
de Sorasora i dos de Oruro, quedando delegado interinamente
el mando á su segundo Ramirez. La fuerza del mal estaba
lejos de ceder á todos los ausilios del arte, i ya se trataba de
conducirle á la costa, cuyo suave temperamento era el único
que podia dar algun alivio á sus dolencias, cuando el 28 del
mismo mes de setiembre recibió urgentes escitaciones del ci
tado Ramirez para que á toda costa pasara á ponerse á la
PERú: 1815. 157
cabeza del ejército, porque sin su presencia temia no ser po
sible resistir al atrevido Rondeau, que se iba aproximando
á dar una accion decisiva segun le habian asegurado las espías
i las partidas avanzadas, i aun los mismos desertores, -

Jamas se ha visto un gefe en tan grave conflicto. Du


rante el estado de su enfermedad habia debido ocultar los
peligrosos síntomas que esta presentaba por no desalentar al
soldado, que creia identificada la fortuna con su persona. Se
necesitaba pues hacer un esfuerzo estraordinario para que
no se perdiesen en un momento todas las ventajas obtenidas
á costa de tantos sacrificios prefiriendo el bizarro Pezuela
el bien público á la conservacion de su vida, i haciéndose
superior á todas sus dolencias i angustias, se puso en marcha
para el cuartel general contra el dictámen de los facultativos
que daban por segura i mui próxima su muerte. Empero
esta heróica decision fue premiada del modo mas inesperado:
el ejercicio, el afan i la misma inquietud dieron prontamente
á sus males el alivio de que no habia podido disfrutar en el
descanso i bajo el riguroso régimen curativo. Apenas llegó á
ponerse al frente del ejército, dió las disposiciones necesarias
para recibir en Sorasora al enemigo, de cuya aproximacion
ya no dudaba: el batallon de partidarios pasó á reunirse con
el de cazadores que se hallaba avanzado por el frente en
Venta i media, distante cuatro leguas de dicho punto de So
rasora, á donde tambien debia concurrir el segundo escua
dron de cazadores.
Un movimiento tan acertado cortó los vuelos al enemigo:
ignorando este que aquel punto habia sido reforzalo, trató
de sorprenderlo con 1ooo hombres escogidos de infantería i
caballería; pero noticioso de aquel proyecto el general Pe
zuela por avisos del comandante de la vanguardia don Pedro
Antonio Olañeta despachó aceleradamente al escuadron de
San Cárlos, á las órdenes, del coronel don Melchor Sainz,
para que se situase entre el cuartel general i dicha vanguar.
dia á la boca de una quebrada en el camino de Chayanta.
El mayor general Rodriguez salió con efectoI 8de este últimº
qMo II.
1 38 PERú: 1815.
punto el 17 de octubre con la idea de atacar á Olañeta por
la espalda; pero estraviado inocentemente por sus guias se
encontró al amanecer del dia 2o en las inmediaciones de
Venta i media con una avanzada realista de 4o hombres.
No pudo esta partida resistir al brusco ataque de los con
trarios; fue completamente arrollada, quedando tendidos en
el campo los oficiales Aragon, Carracholi i mucha parte de
los soldados, sin que hubieran logrado salvarse sino el sub
teniente Valdés con algunos de ellos, por los que supo Ola
ñeta aquel contraste.
Las disposiciones tomadas en el acto para defenderse átodo
trance fueron tan activas i prontas como la mareha de los or
gullosos insurjentes. Aquella columna contaba apenas coh
6oo hombres; mas era tal su firmeza i arrojo que juró dis
putar á palmos el terreno. Travóse una accion sangrienta,
que se prolongó por el espacio de cuatro horas, i sus resul
tados fueron la completa derrota de Rodriguez, la muerte
de dos comandantes, seis oficiales i 15o soldados, la aprehen
sion de dos de los segundos, i 15o de los últimos con 32 o
fusiles, 6 cajas de guerra i otros varios pertrechos, sin mas
pérdida por parte de los realistas que la de 44 muertos i 34
heridos. Los enemigos fueron perseguidos por dos diferentes
caminos; pero á beneficio de sus buenos caballos pudo lle
gar Rodriguez á Chayanta con 5o hombres á que quedó re
ducida su brillante columna.
Esta accion importante, que fue premiada con honorífi
cas distinciones á los gefes y oficiales que mas se habian se
falado en ella, tuvo entonces un influjo decisivo: descon
certado el enemigo al ver frustrado un proyecto tan bien
combinado que daba las mas sólidas garantías de tener una
terminacion feliz, temió que sus ulteriores planes ofensivos
cubriesen sus armas de nueva mengua i desdoro; i en su con
secuencia trató de ponerse en la defensiva hasta recibir nue
vos refuerzos que diesen mas seguridad á sus operaciones.
Mas el gefe realista, que penetró los designios de Rondeau,
trató de aprovecharse de tan preciosos momentos, i de sacar
1'Euú: 1815. 1 59
partido del desaliento que aquella primera victoria habia in
troducido en las filas rebeldes.
Desconfiaba ya el general Pezuela de recibir los 3ooo
hombres que el virei Abascal le habia prometido, i se deter
minó por lo tanto á dar ejecucion á sus primeros planes que
habian sido alterados por la junta de guerra de que se ha
hecho mencion. Vió pues que era llegado el momento de obrar
por sí solo sin aguardar instrucciones de dicho virei ni suje
tarse á las que le tenia comunicadas, puesto que las opera
ciones militares variaban por momentos, i no era fácil que á,
5oo leguas pudieran preveerse, i menos, remediarse los infi
nitos lances que ocurrian en aquel vasto teatro. Aunque la
situacion de Pezuela era menos lisonjera que en el agosto an
terior, nada sin embargo le arredraba cuando las circunstan-.
cias reclamaban el despliegue de sus recursos guerreros. La
aridez del pais que ocupaba, i lo rígido de su temperatura,
habian acabado con la mayor parte de sus eaballos, i carecia
asímismo de mulas para los trasportes: las nieves i yelos te-.
nian arrecido al soldado por falta de abrigo, i de tiendas de
campaña; no habia dinero para pagar los sueldos, ni zapatos
para que las tropas pudieran superar los obstáculos del ter
reno i de la estacion.
En medio de tantos elementos contrarios quiso el general
realista hacer la última prueba del sufrimiento ir constancia,
de que era susceptible su ejército; i por mui grandes que
fueran sus esperanzas, las superó este haciéndose acreedor por
su inimitable conducta á los mas distinguidos elogios, i á la
indeleble gratitud del gobierno. Habiendo reunido Pezuela
todas sus fuerzas esparcidas por aquellos partidos, i especial-;
mente la division de Paria, rompió la marcha en 1.° de nori
viembre dejando en Oruro 432 hombres al mando del coro: ,
nel don José de Mendizabal, para que apoyado con otros 16o
destacados en dos columnas defendiesen aquella plaza impor
tante. -

La apertura de esta campaña, en la peor estacion del


año, i por terrenos los mas escabrosos, era de funesto agº"
-
e
1 4o . FERú.: 1815.
ro para los que quieren dirigirlo todo por la prudencia, i que
no reservan nada para la suerte i osadía; pero la sola presen
cia del general en gefe era el mejor garante de la victoria.
Se pronunciaron sin embargo con tanta dureza los elementos
contra esta penosa marcha; se aumentó de tal modo el gra
nizo, la ventisca i la nieve, que se puso intransitable la cor
dillera de Bombo, haciéndose necesaria la retirada, porque
aun en la misma falda se hallaba enterrada la yerba que era
el único alimento para los caballos y bestias de carga. En el
dia 4 entró el ejército en Venta i media despues de haber
sufrido los mayores trabajos por razon de la misma intempe
ne i por el engrosamiento de los arroyos i torrentes, que lle
g á tal grado de obligar al regimiento número 1., que for
maba la retaguardia, á quedarse á la parte opuesta del últi
mo de estos, que se habia hecho invadeable. Aquel acertado
paso retrogrado salvó el ejército real de los quebrantos con
siguientes á la obstinacion del mal tiempo que duró por
algunos dias.
Habiendo sabido el general Pezuela por varios prisioneros
fugados i por otros desertores i pasados el movimiento que
Rondeau habia hecho el dia 6 por el camino de Cochabamba,
dejando al caudillo Camargo en Chayanta para ocultar su
-maniobra, combinó otros planes á fin de desconcertar los de sus
contrarios. Mitigado ya el temporal, i yendo en descenso las
corrientes, luego que hubieron llegado de Oruro algunos au
silios i víveres, i que se hubo reunido en Venta i media el
primer regimiento i el parque, hizo salir la vanguardia por
el camino de Chayanta hasta Tangalara para que creyéndose
los insurgentes perseguidos por todo el ejército del Rei, se
introdujese en ellos la confusion i el desorden, i como su
eonsecuencia inmediata el abandono de pertrechos i enfer
mos, como se verificó en gran parte. Saliendo al mismo
tiempo Pezuela á dar la vuelta por Sorasora, Sepulturas,
Paria, Huailas i Challa, se reunió con dicha vanguardia en
gañando al enemigo con tal movimiento; i llegando á Taca
pari, distante once leguas de la fuerte posicion de Sipesipe,
- PERU : 1815. 1
que habia tomado para esperarle, se dirigió por un sendero
de su izquierda á Calliri, habiendo dado á la tropa fatigada
un dia de descanso para preparar sus armas enmohecidas con
el agua, i para recoger algun ganado que le sirviera de ali
IºnentO ,

Era el dia 25 de noviembre cuando el ejército realista


llegó a las alturas de Chacaltaya, distante dos leguas de la
pampa de Sipesine, que era donde había formado sus fuer
zas el caudillo insurgente. Salió Pezuela al dia siguiente á
reconocer el camino mas practicable para su descenso al va
lle, i no halló mas que senderos mui pendientes por los que
apenas cabia un hombre de frente Deseoso de evitar los ries.
gos que se ofrecian á su marcha si la emprendia por el cami
mo habilitado de Sipesipe, en donde habían formado los re
belbes su principal defensa, i no menos solícito por salvar
el segundo camino conocido que entraba por la derecha de
dicha sierra, en cuyos rodeos i gargantas se hallaban embos
cados muchos grupos de insurgentes con la idea de ostruir
aquel paso, se dirigió á la cuesta de Viluma, situada á una
legua de distancia por la izquierda, por la que, si bien era
eonsiderada hasta entonces como intransitable, parecia sin
embargo que podia rodar la artillería sin gran quebranto.
Conociendo la ventaja de abrir aquel camino, en el que
solo esperaba hallar los tropiezos del terreno, i de ningun
modo los del ejército contrario, cuya atencion estaba total
mente empeñada en defender los puntos accesibles, se de
terminó á tomar esta direccion. En su virtud fue destacado
don Pedro Antonio Olañeta con dos batallones i un escua
dron á la loma de la derecha, á fin de que empeñándose con
los cuerpos emboscados en sus sinuosidades los conservase en
su creencia de que tales esfherzos tenian por objeto hacer
espedita la bajada por aquella parte. En tanto que Olañeta
entretenia á los rebeldes en continuos ataques, hacia el ge
neral en gefe los reconocimientos necesarios para habilitar su
nuevo camino á fuerza de zapa: todos los equipajes, parque
i provisiones, fueron colocados en el escabroso pináculo de
2 PERú : 1815.
fendido por un regular destacamento de emigrados i sirvien
tes armados, i así pudo el ejército llevar adelante sus opera
ciones con mas libertad. -

Continuaron en el dia 27 los parciales combates de Olañeta,


sobre las mismas posiciones mientras que el teniente coronel,
don Francisco Ostria ocupaba las alturas de Viluma con 2oo
hombres, i que el general en gefe se situaba con su estado
mayor en las inmediaciones para mantener la ilusion, del
enemigo en tanto que desfilaban ocultamente las fuerzas
principales por la citada loma de la izquierda. Confirmóse el.
error de dichos rebeldes al descubrir en el ataque dirigido.
contra Ostria la cabeza de las divisiones realistas que empe

zaban á asomar por su flaneo derecho, Empleado todo aquel


dia en maniobras i movimientos hasta el siguiente, fue pres
ciso suspender la ejecucion de la grandiosa empresa de des
cender al valle por el camino proyectado. Dos horas antes de
amanecer el dia 28 principiaron las tropas del Rei sus ope
raciones, i superada toda clase de obstáculos i tropiezos que
dó ejecutada felizmente la primera parte de su plan toman-,
do posicion en la falda de dicha sierra á la vista del campº
enemigo que les habia disputado con el mayor empeño la ,
bajada, dirijiéndose contra ellas apenas las habia visto des
colgarse por aquellos derrumbaderos.
Bien habria podido dicho general empeñar la batalla en
el mismo dia;i ésta fue la opinion de una junta, de gefes que
convocó al intento; pero deseoso de dar algun descanso á sus
estenuadas tropas, que escasas de alimento, habian debido
sufrir indecibles trabajos en hacer penetrables aquellas esca
brosidades i malezas; i no menos esperanzado de que fuese
considerable en aquella noche la desercion de los rebeldes,
cuyo desaliento debia haber crecido en proporcion de la im
pavidez i confianza con que el ejército de Pezuela se prepa
raba para el combate, determinó, esperar al siguiente para
encadenar con mas seguridad á su carro la victoria. Empleó
sin embargo lo restante de aquel dia en varios reconocimien
tos dirigidos ca, persona con la mayor esposicion, i por algu
ry RU : 1815. 145
nos cuerpos de infantería i caballería al mando de los coro
neles Benavente i Olarría.
Antes de amanecer el dia 29 estaban ya formadas las tro
pas en columna describiendo una línea oblícua por la iz
quierda para desplegar en batalla frente á la principal posi
cion que ocupaba el enemigo. Fue éste el primero que rom
pió un vivo fuego capaz de desalentar á cualquiera otra clase
de soldados que no hubieran respirado tanto ardimiento i
decision: la mala calidad del camino que entorpecia el paso
de la artillería, i las muchas zanjasi acéquias que habia que
saltar, eran nuevos obstáculos que se ofrecian al general Pe
zuela; pero sus acertadas disposiones fueron ejecutadas con
tanta puntualidad i empeño, que en breves momentos fue
ron forzados á pecho descubierto aquellos atrincheramientos
en los que se abrigaba la maldad i la perfidia. Desconcerta
dos los rebeldes con tan brusco é irresistible ataque, aban
donaron sus ventajosas posiciones, i perdiendo un obús i un
cañon que habian adelantado para impedir el paso del zam
jon principal, pudo ya el ejército del Rei desplegarse mas li
bremente. Se sostenia todavía el enemigo en el primer morro
ó altura, desde donde causaba los mayores quebrantos; mas
el bizarro batallon de voluntarios de Castro despreciando las
balas de cañon i fusil que vomitaban la muerte por todas
partes, se apoderó de él á viva fuerza.
* Ya no quedaba en poder de los facciosos sino el segundo
morro, en el que formada su tercera línea, trataron de dis
putar la victoria; pero hubieron tambien de ceder al denoda
do esfuerzo de las tropas de Pezuela, cuyo valor se aumen
taba en proporcion de la resistencia. Desalojados los rebeldes
de este último punto, era de esperar que solo pensasen en
salvar sus reliquias con una pronta fuga; mas era tal su obs
tinacioni ceguedad, que volvieron á formarse de nuevo en
los campos de Sipesipe. Aqui es donde los esperaban los ani
mosos realistas para hacer un despliegue general de sus fuer
zasi para completar el triunfo de aquella jormada nada, lu
bo que pudiese resistir á sus impetuosos ataques; mui pronto
1 44 pERó: 1815.
acabó de perder el enemigo el último aliento que le daba su
desesperada situacion: arrollado por todas partes se entregó á
la mas desordenada fuga; la caballería acabó de fijar su des
truccion, i el escuadron de la guardia de honor á las órde
nes del teniente coronel" don Francisco Javier Olarria se cu
brió de gloria: despues de haber salvado dos escuadrones de
cazadores mandados por Marquiegui, que se hallaron envuel
tos impensadamente por la caballería enemiga, se dirigió en
su persecucion por el espacio de tres leguas acuchillando á los
prófugos, i dejando tendidos en aquel tránsito un número
considerable de negros que habian jurado el dia antes no dar
cuartel al cuerpo que mandaba aquel digno gefe,
Los timbres de esta insigne victoria alcanzaron á todos
los gefes, oficiales i soldados; hasta el vicario castrense don
Mariano de la Torre i Vega, obispo electo en la actualidad,
adquirió un mérito estraordinario combinando los ausilios de
la religion con los esfuerzos de su brazo: sin descuidar el
principal objeto de su ministerio prestó importantes servicios
al general realista, á cuyo lado se hallaba siempre que no lo
exigía la necesidad de consolar á los moribundos soldados.
Viendo en uno de los movimientos de las columnas realistas
la dificultad i falta de tiempo para desbarrancar un cañon,
que iba por lo tanto á ser abandonado, lo enlazó á la cincha
de su fogoso caballo i lo sacó del atolladero. - s.

Todos pues tuvieron ocasion de distinguirse: la nota de va


liente es debida átodos los campeones de tan brillante jornada.
Mil doscientos facciosos muertos, 6oo heridos, 8oo prisione
ros, toda la artillería enemiga, municiones, víveres, equipa
ges i cuanto existia en su campo fueron los laureles con que
cifieron sus sienes las tropas realistas; laureles tanto mas
ilustres cuanto que fueron alcanzados con la sola pérdida
- 1 de 37 muertos i 198 heridos. A fin de perpetuar la memoria de
tan brillantes hechos se creó un escudo de honor para todos
los que habian tenido parte en ellos; i se, confirieron gra
i condecoraciones á los gefes i oficiales que mas habian
sobresalido. -
815. 145
idamente por todas par.
s tropas del Rei en los
riblegolpe cortó la cabeza
ridesaliento en los rebel
ron presentar nuevas es-,
asestas provincias se con
ar á su favor la fortuna
*ompañera de los que pe
por la justicia. Ya desde
tativas de los desconten
libremente á restablecer
administracion, que ha
s. El altanero Rondeau,
el mando del gobierno
l, que habia sido electo,
Pezuela, hubo de fu
n donde ocultar su ver

le la batalla salió el co
dro Antonio de Olañeta
dos piezas de artillería
su tránsito algunos fu
ros, i sorprendiendo en
os compañeros de Padi
é Burgos. Habiendo en
16 de diciembre, halló
temorir la esperanza;
sus pasados estravíos,
deseos de que fina
ribles, que desde tan
ontrº aquellas desgra
iembre salió el segun
uan Ramírez para Co
ladroni una brigada
de artillería. cuya J. mas profundo silencio,
ToMo II. -9
\
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luminar vawo
lºs la lila gloria obteni
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lºs buenos aireíos que y
Wºlows contra d Al
tncieron de la WN
que se habia declarado
kaban Wor \a region
ºtonces fueron mui
tos, i pudo el gobier
ºria a todos los
ian sido enterament
que se habia propues
ºnº de Buenos.
fin acabar antes con
re Pºipitadament
ºidalonor,
PERú : 1815. 1 45
* La vocinglera fama preconizó rápidamente por todas par
tes la sólida gloria obtenida por las tropas del Rei en los
campos de Viluma i Sipesipe. Este terrible golpe cortó la cabeza
á la revolucion é introdujo tal terrori desaliento en los rebel
des buenos-aireños que ya no pudieron presentar nuevas es
pediciones contra el Alto Perú: todas estas provincias se con
vencieron de la imposibilidad de fijar á su favor la fortuna
que se habia declarado inseparable compañera de los que pe
leaban por la religion, por el Rei i por la justicia. Ya desde
entonces fueron mui débiles las tentativas de los desconten
tos, i pudo el gobierno entregarse libremente á restablecer
el orden en todos los ramos de la administracion, que ha
bian sido enteramente desquiciados. El altanero Rondeau,
que se habia propuesto no tomar el mando del gobierno
supremo de Buenos-Aires; para el que habia sido electo,
sin acabar antes con el ejército de Pezuela, hubo de fu
garse precipitadamente sin saber en donde ocultar su yer
güenza i deshonor,
El dia 3o que fue el siguiente de la batalla salió el co
mandante de la vanguardia don Pedro Antonio de Olañeta
con dos batallones, un escuadron, i dos piezas de artillería
por el camino de Potosí, cogiendo en su tránsito algunos fu
gitivos, recibiendo la sumision de otros, i sorprendiendo en
el pueblo de Pitantora á tres caudillos compañeros de Padi
lla, Fernando i Andres Salazar, i José Burgos. Habiendo en
trado en dicha villa en la mañana del 16 de diciembre, hallá
á sus habitantes divididos entre el temor i la esperanza;
los unos por el remordimiento de sus pasados estravíos,
i guiados los otros por sus ardientes deseos de que fina
lizasen de una vez unos males tan terribles, que desde tan
tos años se habian ido acumulando contra aquellas desgra
ciadas regiones. - •
En el dia rº del citado mes de diciembre salió el segun
do en el mando teniente general don Juan Ramirez para Co
ehabamba con un regimiento, un escuadron i una brigada
de armillería, cuya ciudad halló en el mas profundo silencio,
Tomo II. 19
16 pERú: 1815.
que denotaba el terror de que estaban poseidos los ánimos de
aquellos habitantes por creer que los realistas se entregarian
al saqueo i"á la perpetracion de otras tropelías; pero su ge
neroso i noble comportamiento fue el mayor castigo que pu
diera imponerse á aquella ingrata ciudad, que careciendo de
la elevacion de sentimientos que caracteriza á las almas
grandes, no creia que en el gefe español cupiese tanto he
roismo en la victoria. El dia 4 salió tambien de Sipesipe el
general en gefe para Cochabamba con la idea de recorrer to
das las provincias, i afianzar en ellas los beneficios de la res
tauracion. Fue infatigable el celo que desplegó en esta oca
sion; atendia con paternal solicitud tá todos los ramos que
podian dar vigor i pujanza al gobierno del Rei i prosperidad
á los pueblos. Su fina prevision, sus acertadas providencias,
la oportuna correccion de abusos i sus bien concertados mo
vimientos para completar el esterminio de los disidentes hi
cieron brillar sus talentos políticos acreditando que estos no
eran inferiores á los militares. * -

- Varios ministros del santuario, que alucinados por las


falsas doctrinas habian comunicado á sus feligreses tan pestí
fero influjo, fueron castigados sino con el rigor que merecian
tamaños ultrajes, á lo menos de un modo que dejase perma
mente recuerdo de su prevaricacion. Fue asimismo refrenada
la desenvoltura de una parte del bello sexo que habia perdi
do todos sus encantos con suscribir á las ideasidé desmorali
zacion i desorden. Las mayores penas impuestas sobre los que
con mayor vigor se habian pronunciado contra la causa del
Rei se redujeron á multas pecuniarias i á la exaccion de con
tribuciones, tan necesarias para subvenir á las necesidades de
un ejército, que habiéndolas sufrido de todas clases durante
la campaña, era mui justo que las viese terminadas despues
de la victoria. - -

En medio de las graves atenciones que rodeabán al gene


ral Pezuela fue la primera su religiosa gratitud al patrocinio
celestial que espresó del modo mas luminoso en una solem
ne funcion que se celebró el dia 5 en el convento de car,
A -- -
PERú: 1815. 147
melitas de la referida ciudad de Cochabamba, bajo los aus
picios de cuya inmaculada Virgen habian sido dadas tan
brillantes batallas. . -

Entrar en prólijos detalles sobre las varias operaciones


emprendidas por el señor Pezuela para cojer los ópimos fru
tos de su victoria, sería alargar demasiado la relacion de su
cesos, que si bien son en sí de alguna importancia, no pue
den compararse con los ya descritos, ni su minuciosa enume
racion añadiria miayor lustre á su carrera: nos limitaremos pór
lo tanto á manifestar el estado de los negocios á fines de 1815.
Habian quedado en Cochabamba 51 o hombres, cuya guarni
cion ausiliada por siete subdelegados de los partidos, á cada
uno de los cuales se habian entregado 5o fusiles para crear
compañías de vigilancia, podia conservar de un modo sólido
i permanente el orden i la tranquilidad. La Paz se hallaba
guarnecida asimismo con otros 59o fusileros que eran mui
suficientes para desembarazarse del clérigo Muñecas, único
caudillo que habia quedado vagando por aquellas monta
ñas, i para evitar un nuevo alzamiento. El teniente coronel
Maruri con 2oo hombres de guarnicion en Oruro i 7o en el
partido de Carangas tenia bien defendido aquel distrito. El
coronel Velasco, gobernador del partido de Chayanta, tenia
fuerzas sobradas para reprimir el espíritu bullicioso de sus
habitantes. El conde de Casa Real de moneda tenia asegura
da la defensa de Chuquisaca con un batallon llamado del
Centro; i 3oo hombres estacionados en la villa de Potosí da
ban sólidas garantías de su tranquilo dominio.
Se estaban organizando al mismo tiempo en todas las pro
vincias i partidos compañías sueltas de los individuos que hu
biesen dado pruebas mas relevantes de su adhesion al Sobera
no español. Los departamentos de Santa Cruz en donde se
habian refugiado algunos restos de las espirantes guerrillas,
habian sido puestos bajo la inspeccion inmediata del coman
dante del batallón de Fernando VII don Francisco Javier de
Aguilera, cuyo acreditado valor i conocimientos prácticos de
un pais que lo era de su nacimiento, daban alguna ser
- N

1 8 pERú: 1815.
guridad de nuevos triunfos, si los caudillos Barnes, Arenales
ú otros trataban de resucitar sus esterminadores proyectos.
Con las ventajas que podia proporcionarles un terreno tan
vastó i escabroso se habian reunido éstos sin embargo en nú
mero demasiado considerable para que dicho Aguilera pudiese
proceder contra ellos sin reforzar su columna con reclutas del
pais ó con ausilios de las guarniciones inmediatas. Esta fue la
causa de que hasta el año siguiente no pudiese adquirir unos
fáureles, cuya demora era el mas terrible contraste para su
acendrada lealtad i decidido patriotismo. - (.

La gloria adquirida por el general Pezuela en esta bri


llante campaña está trazada con caractéres indelebles. Los
mismos insurgentes se vieron precisados á confesarla en sus
papeles públicos i en sus manifiestos sucesivos: el humillado
Rondeau, celoso ya de la fama que iba adquiriendo el cau
dillo San Martin, trató de rebajarla sosteniendo que no po
dria pretender un verdadero derecho á ella sin que antes mi
diera su brazo con el mismo que acababa de eclipsar sus an
teriores hazañas. Enterado el Soberano español de la impor
tancia de la referida batalla de Viluma, i deseoso de que la
península i la Europa entera admirasen el heroismo desplega
do" por sus valientes tropas, dió la mayor publicidad á tan
ilustres hechos, i mandó con fecha de 2 de abril del año
siguiente que se cantase por ellos un solemne Te-Deum en
todas las iglesias de la Monarquía; honor que por lo dificil
de su concesion fue el título mas esclarecido de nobleza del
digno gefe que con tanto acierto habia dirigido sus ope
raciones (1).
No deberá pues admirarnos el ver premiada mui pronto
la bizarría é inteligencia de aquel general con el vireinato del
Perú, cuya salvacion se habia debido esclusivamente á sus
esfuerzos. . -

(*) Con el nombre de esta batalla ha sido creado por S.M. en el


año presente un titulo de Castilla á favor del espresado general don
Joaquin de la Peruela i de sus sucesores. u
149
-

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- -

CAPITULO X.

C II I L E: si
Estado pacífico del reino de Chile. Acertada conducta del
- brigadier Osorio. Embarque de una division de tropas pa
ra el puerto de Arica. Desgracias de los Carreras i de to
dos los disidentes emigrados. Contraste entre los soldados
espedicionarios i los del pais. Nombramiento del brigadier
don Francisco Marcó del Pont para la presidencia de Chi
le. Tenores de los realistas, i su resignacion. Observaciones
sobre los males que acarrea el desconocimiento de la legíti
ma autoridad, •

Los acontecimientos de Chile son poco interesantes en


este año. Arrojadas ya las reliquias del ejército rebelde mas
allá de la Cordillera, i restablecida plenamente la autoridad
Real en todo aquel reino, no tuvo en que ocuparse el digno
gefe realista don Mariano Osorio, á quien se debieron aque
llos ilustres triunfos, sino en consolidar su dominio, i en dar
fomento á los desquiciados ramos de pública prosperidad. Pa
rece que aun los disidentes mas pronunciados besaron con la
mas fina voluntad el augusto cetro español, bajo cuyos aus
picios esperaban se cicatrizarían las llagas abiertas por la pa
sada revolucion, de la que habian tenido motivº para estar
escarmentados en vista de los desórdenes, tropelías, discordias
i anarquía que habian sido sus resultados. .
Seguia pues Osorio apoyado en el prestigio de la opinion,
i fortalecido con un brillante ejército que habia sabido formar
para dirigir una parte de él contra Mendoza segun le habia
sido prevenido en las instrucciones del vires de Lima; pero
-

15o cnIIE: 1815.


las críticas circustancias en que se vió envuelto dicho virei
en aquella época por los apuros del general Pezuela, por la
insurreccion del Cuzco i por el enjambre de partidas orgu
llosas que llegaron á amenazar á la misma capital, hicieron
variar los bien concertados planes anteriores. Aquellas mis
mas tropas, que de tanta utilidad habrian podido ser fran
queando la referida Cordillera, llamando la atencion de
Rondeau por su espalda, oponiéndose á los refuerzos que le
fueran remitidos desde Buenos-Aires, i destruyendo la no
bien organizada division del caudillo San Martin que ha
bia establecido su cuartel general en Mendoza, fueron embar
cadas para el puerto de Arica á fin de incorporarse con las
del Alto Perú. -

Con no haberse llevado á efecto la proyectada espedicion


se perdió mui pronto el fruto de tantos sacrificios. San Martin
continuó en su despótico mando tratando con el mayor des
precio i rigor á los prófugos soldados de los Carreras sin per
donará estos mismos gafes, quienes hallaron un terrible enemigo
en vez de un generoso protector. La noticia de la fatalaco
gida de aquellos miserables emigrados, que se comunicó con
rapidez por todos los pueblos que empezaban á prosperar ba
jo el paternal dominio del gobierno español, habria -debido
destruir para siempre el gérmen . de la insurreccion, si
circunstancias estraordinarias no hubieran concurrido á hacer
lo brotar de nuevo. Empeñados los buenos-aireños en soste
ner el partido de O'Higgins, no hubo género de tropelía i
persecucion á que no se entregasen contra los Carreras hasta
obligarlos á salvarse con la fuga del pais, al que se habian.
acogido como al mas seguro asilo; sus soldados fueron incorpo
rados en las tropas de aquel estado, unos por la violencia i los
mas por la necesidad de ganar un precario sustento, Qui
mientos de estos, que formaban la parte mas importante de la
division dirijida ácia Santa Fé, fueron
los principales instru
mentos del coronel Alvarez para sublevarse contra el director

. Seguia en el entretanto don Mariano Osorio con el carác


CñIEE: r815, 151
ter de presidente interino del reino de Chile que el virei Abas
cal le habia conferido con fecha de 24 de noviembre del año
anterior, i cuyo formal reconocimiento no se habia verificado
hasta el 15 de marzo por no haber sido restablecido antes el
suspenso tribunal la real Audiencia. Recorria aquel digno
gefe una carrera brillante de buena administracion, si bien
principiaba ya á ser censurada por algunos su conducta al
ver que no se castigaban con el rigor que se debia los escesos
de los soldados de Talavera, que se hicieron bien -pronto
aborrecibles en el pais, al paso que los nuevos batallones de
Chiloe, Valdivia, Concepcion, Chillan i los diferentes cuerpos
de caballería reclutados en aquellos pueblos eran un modelo de
disciplina militar, de mansedumbre, i de virtud. Solo se no
taba en estos últimos el defecto, demasiado comun en todos
los puntos de América, de ser mui propensos á la desercion,
la que no se podia, ni era político corregir con la misma se
veridad que en Europa.
A pesar de estos inconvenientes no parecia imposible que
el comandante general Osorio hubiera podido organizar la
proyectada espedicion contra Mendoza si hubiese recibido
nuevas escitaciones para ello, aun despues de haberse embar
cado los cuerpos destinados para Arica, entre los que se vió
nálir con satisfaccion genera dicho batallon de Talavera, que
por su mala nota fue sucesivamente reformado por el gene
ral Pezuela; pero se perdió la mejor coytintura para desar
mar los enojos de la esquiva fortuna. Estaban sin embargo
los chilenos mui distantes de creer, de fácil ejecucion un tras
torno absoluto de la autoridad Real, que parecia fundada so
bre tan sólidas bases; mas crecieron sus esperanzas con la
noticia de haber sido nombrado presidente propietario de
aquellas provincias el brigadier don Francisco Marcó"del Pont,
quien por mas talentos militares i políticos de que pudiera
estar adornado, carecia sin embargo de la ventaja mas necesa
ria para gobernar. con acierto, cual era el conocimiento. del
paisi de sus habitantes; i no será estraño por lo tanto que
veamos resentirse sus operaciones de aquel defecto al que in
152 cnrre: 1815.
dudablemente deben atribuirse todos sus reveses f desgracias
sucesivas.
Aunque los buenos realistas conocedores de los intrigan
tes manejos de los independientes vieron con el mayor sentimien
to la llegada de dicho señor Marcó del Pont á la capital de
Chile á fines de diciembre por las razones indicadas, no de
jaron por eso de respetar sumisamente las soberanas disposi
ciones de la córte de Madrid, i todos concurrieron con la mas
fina voluntad á celebrar con sus aclamaciones el acto solem
ne de la toma de su posesion. El brigadier Osorio, si bien in
teriormente debió sentir que el premio de la pacificacion de
aquel reine no fuera la confirmacion de su autoridad, se con
formó sin embargo con toda la resignacion que es propia de
un dbediente militará las órdenes superiores del Soberano es
pañol, sin dar la menor muestra de desagrado ni descontento.
Para dar nuevos testimonios de su fidelidad i subordina
cion se dedicó con el mayor empeño. á comunicar al nuevo
general todos los conocimientos, informes, i noticias que mas
debian contribuir á desempeñar dignamente aquel destino,
indicándole los escollos en que podrian hacerle tropezar los
fementidos amigos i los disidentes encubiertos, i prestándose
con tanta cordialidad como laborioso celo á cuanto exigió jº
pudo necesitar de sus luces, i de su práctica en la adminis
tracion del pais. Ojalá hubiera sido esta misma la conducta
de otros muchos gefes en América en iguales circunstancias,
i no lloraríamos tal vez unos males que en gran parte han
emanado de aquella falta de armonía Los varios actos de
desobediencia á la autoridad legítima, que por desgracia se
han visto mas de una vez durante aquella revolucion, la
facilidad de dar i quitar opinion á los gefes superiores, los
repetidos"ensayos de desairar personas de alta representa
cion, la impolítica de acostumbrar el pueblo á presenciar
escenas subversivas, i el orgullo de este i del ejército al ver
solicitado su apoyo para triunfar respectivamente cada uno
de los partidos, han sido poderosos ausiliares para allanar el
camino á la emancipacion de la metrópoli. a
155
-

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• CAPITULo XI. • s.

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Q U T O . .. a 815. tºr nºrt
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Movimiento de las tropas de Pasto sobre Popayan. Presenta


cion de Montufar en el valle del Cauca. Malograda cons
piraeión de los quiteños. Traslacion á la península del
ilustrísimo Obispo, del Magistral i de rebelde Nariño.
: Accion de las Ovejas. Derrota de Vidaurrazaga en el Palo.
Nombramiento de Sámano para tomar el mando de las tro.
pas de vanguardia. Desgracias sufridas anteriormente por
... este digno gefe. , , , , ar o a o, e . a or.
- e: lo º , it u ( ,2
Se cumplieron á principios de este año los deseos del ge
neral Montes con respecto al movimiento de las tropas de
Pasto sobre Popayan: llegó con efecto á esta ciudad el suce
sor de Aimerich don Aparicio Vidaurrazaga con 6do hom
bres, i tomó pacífica posesion de ella. Los insurgentes se ha
bian retirado al valle del Cauca para fortificarse contra todo
ataque de los realistas mientras que levantaban nuevas tro
pas para tomar la ofensiva. El sedicioso don Cárlos Montufar,
que habia sido aprehendido en el año anterior en la ciudad
de Quito, en la que permanecia oculto, había sido dirigido á
la península por la via de Panamá bajo partida de registro;
pero fugado de este punto por descuido ó connivencia de los
encargados de custodiarle, se internó por el puerto de San
Buenaventura, i llegó á reunirse con las tropas que se estaban
organizando en dicho valle del Cauca. o i er
Como hubieran sido despreciadas las cordiales escitacio
nes que el general Aimerichí el presidente Montes habian diri
jido á los rebeldes, habiendo oficiado el primero 4 don José
ToMo II. •.
2O .
154 QUITo: 1815.
de Leiva cuando se hallaba de comandante de Popayan,
i el segundo al mismo congreso de Santa Fé para que desis
tiendo de su criminal intento se ahorrase la efusion de san
gre, i se restableciese la calma en aquellos paises, que el ge
nio del mal habia cubierto de luto, fue preciso desplegar
nueva actividad i enerjía para conseguir con las armas lo que
era negado á la persuacion, al exhorto i aun á la misma con
veniencia pública.
A pesar de haber aplicado los realistas, i por último hasta
el mismo Vidaurrazaga, los medios mas eficaces para que ce
sara la guerra civil, habia tomado ésta en el presente año un
èarácter de mayor dureza i obstinacion , nacido del espíritu
de venganza de que estaban poseidos los ánimos de los rebel
des, ó bien de sus vehementes deseos de lavar con atrevidos
ataques la afrenta de sus derrotas anteriores, ó finalmente de
los inícuos manejos del bullicioso Montufar, quien desple
gando en esta ocasion mas que nunca su ódio á los españoles,
supo comunicar á sus partidarios el mismo ardor revolucio
marid que le abrasaba. y, zº o r , o o , «.

e Elo revoltoso Nariño, que habia sido conservado por


el espacio de nn año en las prisiones de Pasto, fue
eonducido á este tiempo por órden del gobierno superior
á la ciudad de Lima para ser trasportado desde aquel punto
á la península. Todo el empeño de los disidentes encubiertos
de Quito para que aquel preso fuera remitido á la capital se
frustró á beneficio de medidas de precaucion bien calculadas.
Se habia traslucido que al pasar por las cercanías de esta ciu
dad en el indicado viage habia de suscitarse un motin para
quebrantar sus cadenas i para colocarle á la cabeza del gol
bierno. Sendió á entender que una parte de los revoluciona
rios del año 9 que no habla desistido todavía de sus induos
proyeetos, derramaba profusamente el oro para conmover al
pueblo i esterminar la escasa guarnicion que tenia entonces á
sus órdenes el presidente Montes. a
Este ilustre general, tanterrible en los combates, como
generoso i elemenie
. C. -
con los vencidos, habia tratado de iconi
a a
--- QUrto: 1815. 155
quistar con la dulzura los corazones de aquellos mismos re
volucionarios, cuyos cuerpos habia rendido por la fuerza; la
grandeza de su alma i la nobleza de sus sentimientos no le
dejaban ver que el pago de sus beneficios podia ser una ale
vosa traicion. Las realistas mas exaltados veian con dolor la
poca impresion que hacian sus oficiosos informes en el ánimo
de aquel valiente guerrero; i llevados finalinente de un esceso
de celo creyeron necesario hacer un momentáneo paréntesis
á la subordinacion i respeto. Entrando en palacio el hiearno
Sámano, de intimó en nombre de los verdaderos sostenedores
del Trono español la necesidad de arrastar á don Mamel
Mateus, don Manuel de Larrea, don Guillermo Valdivieso,
don Joaquin idon Juan Sanchez, al magistral doctor Soto i al
P. Herrera, á los que suponia agentes principales de la cons
piracion; pero como no se hubieran hallado suficientes datos
para probar su atentado, fueron todos puestos en libertad
menos el doctor Soto, quien siguió su destino para la penín
sula en compañía del R. Obispo i de Nariño (1).
Deseoso el taniente coronel Vidaurrazaga de cortar los
vuelos á los rebeldes del valle del Cauca, pidió con urgencia
desde Popayan los necesarios refuerzos i ausilios para empren
der la campaña tan pronto como hubiera cesado la estacion
de las aguas. El infatigable Montes dirijió ácia aquel punto
cuantas tropas pudo disponer sin que hicieran falta para con
servar la tranquilidad en lo restante del reino con igual ar
dor se remitieron municiones i pertrechos i sumas considera
bles de dinero; los pueblos de Pasto i de Patía concurrieron
asímismo con la mas fina voluntad á llevar adelante aquella
empresa. Cuando ya Vidaurrazaga hubo reunido una division
de 1 2oo hombres emprendió la marcha, i en 3o de junio
se presentó en el paso llamado de las Ovejas, que se hallaba
defendido por el teniente coronel Monsalve con 35o hom
(1) El citado Nariño se fugó al año siguiente del castillo de San Sebas
tian, siendo esta la segunda vez que eludiendo el castigo merecido yolvia
a las playas de América á aplicar nuevo combustible á la llama revolucio
maria que asolaba aquellas regiones.
156 QUITo: 1815.
bres: atacar la posicion á la voz de Viva el Rei, arrollar
aquella fuerza, i ponerla en precipitada fuga, fue la obra de
pocos instantes.
Engreidos los realistas con este primer triunfo dieron por
seguro el total esterminio de los rebeldes: las fuerzas de es
tos, que escedian en número á las de sus contrarios, se ha
bian situado á la otra parte del rio del Palo en actitud de
disputar á palmos el terreno. En la noche del 4 de julio cru
zaron los realistas aquel rio por el paso de Pilamó, i al ama
necer del 5 se presentaron por la derecha del campo de los
insurgentes: mandaba la izquierda de estos el brigadier José
María Cabal; fue puesta el ala derecha á las órdenes del
aventurero francés Serviez, apoyado por un batallon de ca
zadores del Cauca sostenido por 8o caballos que se hallaban
á su vanguardia. El sedicioso Montufar hacia las funciones
de cuartel maestre general. Los realistas presentaron por su
frente 79o infantes; i lo restante de su fuerza estaba dividi
do en dos columnas que cubrian sus flancos. El primer ata
que dado á los rebeldes fue irresistible; perdieron estos su
parque de artillería, i quedó el campo cubierto de cadáveres.
Fue superior á todo elogio el valor desplegado por las
tropas del Rei en esta refriega; pero entretenidas en el sa
queo de las barracas que habian caido en su poder, se olvi
daron del grave peligro que las amenazaba un enemigo des
pechado que habia de probar todos los trances de la guerra
antes de renunciar á su atrevido empeño. Se rehace con efecto
á favor de aquel desorden; atacan con el mayor furor á la
bayoneta Serviez por el centro i Montufar por la derecha;
vacilan los realistas, i llegan finalmente á desconcertarse per
diendo del modo mas inesperado todo el fruto de sus prime
ras hazañas. La caballería enemiga completó aquel cuadro de
desolacion i ruina.
Perseguidos los realistas en todas direcciones, se perdió la
mayor parte de aquella brillante division, i se inutilizaron
en un instante los estraordinarios esfuerzos que habia hecho
el activo Montes para habilitarla. Quince oficiales muertos,
QUITo: - 1815. 157
entre ellos el comandante de Patía don Joaquin Paz, i el ma
yor general don Francisco Soriano, quien fue sacrificado des
apiadadamente despues de rendido, por el pérfido Montufar:
25o soldados muertos; 67 heridos, i 358 prisioneros, entre
ellos 8 oficiales; 6oo fusiles; 28ooo cartuchos; 4 piezas de
artillería; 1oo tiendas de campaña; todo el parque, montu
ras, pertrechos i provisiones de guerra i boca fueron los tro
feos que ilustraron el triunfo de los rebeldes, sin mas pérdi
da por su parte que la de 5o muertos i 14o heridos. Orgullo
sos con tan importante victoria se adelantaron ácia Popayan,
en cuya ciudad entró el "referido Serviez con 25o hombres.
Sorprendido el general Montes con tan infausta noticia,
que le fue comunicada al momento con los cargos mas terri
bles, hechos al parecer injustamente contra el, com andante
Vidaurrazaga, hubo de recurrir al brigadier don Juan Sá
mano, para que sin pérdida de tiempo se dirigiese á reunir
los restos de aquella division, i á reorganizar un nuevo ejér
cito. Se hallaba Sámano retirado en Quito esperando el re
sultado de la causa que se le habia formado por los reveses
recibidos en Palacé i Calibio, así como por algunos cargos
de tropelías que sus tropas habian cometido á su misma vista
sobre Popayán i demas pueblos que habian recorrido en el
año 13, , -

o, A pesar del resentimiento que debia tener contra el pre


sidente, por el desaire que habia sufrido durante el tiempo
de su separacion, obraban en su alma noble varios senti
mientos de gratitud, independientemente de los de respeto
i obetliencia; tenia gravado en su corazon el cuidado i es
mero, con que Montes habia procurado salvarle de las manos
de Soberon i Recalde, en las que habia caido á principios del
año anterior á su paso por Ibarra cuando fue llamado áQuito.
Aquellos dos nevolucionarios habian jurado la muerte del es
forzado guerrero, que tantos daños habia causado á los inde
pendientes; i discurrendo los medios de consumar su aten
tado encubriendo la parte de odiosidad i compromiso, le ar
rojaron de noche al rio Guaitará, fingiendo hipócritamente
158 QUITo: 1815.
para escudar su maldad, que habia sido una caida accidental.
Sola la visible mano de la Providencia podia haber libertado
de tan inminente riesgo á aquel virtuoso militar. La casuali
dad de haberlo arrojado la corriente contra un "monton de
broza que formaba una isleta cerca de la orilla del rio, i la
de haberle visto al amanecer del día siguiente una muger
humana i sensible que tenia su habitacion en aquellas in
mediaciones, volvió á la vida al exánime Sámano, quien
puesto bajo la salvaguardia de don Pedro Serrano que recor
ria con una partida de tropa aquellas riberas en su busca,
llegó felizmente á la capital despues" de haber probado to
das las angustias de la muerte. v - - -

El mismo Montes, aunque poco satisfecho de la conducta


que habia observado ultinamiente dicho gefe, reconocia en
él un valor á toda prueba, un fondo acendrado de realismo,
una grande influencia popular i bastante práctica en la car
rera de las armas, aunque sus talentos no fueron los mas
aventajados. No tenia por otra parte un gefe superior á
quien confiar el citado mando de vanguardia, i habia cono
cido por fatal esperiencia que los gefes i oficiales no se some
ten con gusto á ser mandados por otros de igual ó menor
graduacion, i que esta pugna funesta habia contribuido po
derosamente á los contrastes que acababan de sufrir las armas
del Rei en el rio del Palo, pues que parece indudable que
estuvo en la posibilidad de algunos de los rivales de Vidaur
razaga haber contenido el desórden que fue causa de su
destruccion.
Sofocando pues ambos gefes sus mutuos disgustos, se de
dicaron con el mayor empeño á lavar la mancha de la últi
ma derrota, i á contener al altanero enemigo. A la vista de
Sámano se reanimó el espíritu de los acobardados realistas
que habian podido salvarse de la persecueion de los santafere
ños. Con una increible celeridad formó nuevos soldados, i
llegó á reunir una fuerza proximamente igual á la que habia
sido destruida por los rebeldes. Ni estos se atrevieron á fran
quear el territorio de Popayán, ni tampoco Sámano juzgó
159 QUITo: 1815.
oport uno emprender nuevos combates hasta que pudiera
obrar en perfecta combinacion con las tropas del general Mo
rillo que habian desembarcado en Costafirme, i dar un golpe
general de esterminio al genio de la revolucion. Así pasó el
presente año sin que los realistas hubieran perdido terreno
por esta parte, i mucho menos la opinion. El honor de un
triunfo completo estaba reservado para el siguiente. -

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- CAPITULO XII.
a

CARACAS I sÁNTA FÉ: 85. () - º


=
e , , , un s.
Espedicion al mando del general don Pablo Morillo. Su ar
ribo á Costa firme. Estado de este pais. Conspiracion de
las tropas venezolanas. Acciones de Soro, Irapa i Güiría.
Preparativos del general Morales para atacar la isla de
Margarita. Salida de Morillo para llevar á cabo esta
empresa. Su feliz resultado. Filantrópicas providencias
adoptadas para pacificar aquellas provincias. Mal calcu
lada, pero forzosa reforma de los cuerpos americanos al
servicio del Rei. Incendio del navío San Pedro Alcántara.
Apuros del general en gefe para proveerse de fondos. Sus
esfuerzos por ahorrar la efusion de sangre. Fidelidad de
Santa Marta. Bolivar á la cabeza de las tropas de Santa
Fe. Sublevacion del general insurgente Castillo contra los
demagogos de Cartagena. Pugna entre ambos caudillos.
Triunfos de los samarios en la Barranquilla, i sobre la
orilla del Magdalena. Conspiracion, de los realistas de
Santa Fé, Apresamiento del general Hore destinado al
gobierno de Panamá. Llegada del ejército de Morillo á
Santa Marta. Su buen comportamiento. Su aproximacion
á la plaza de Cartagena i su inmediato sitio. Nuevos
pero inútiles. esfuerzos para rendir á los insurjentes con la
dulzura. Estremado apuro de dicha plaza. Fuga de Boli
(1). Como ya en este año principiaron las operaciones del general
Morillo en la Capitanía general de Caracas i en el reino de Nueva Gra
nada, hablaremos de ambos estados en un mismo capítulo, conside
rándolos como un mismo teatro que recibia el combinado i simultáneo
impulso del gefe espedicionario. -

(2) Aunque en la págisa 155 se dice que el R. Obispo i el doctor Soto


siguieron su destino para España con Nariño, no llegaron a salir de Lima,
i si solo este último.
cARACAs. 1 sANTA Fé: 1815. 161
var i de algunos de los mas despechados. Su rendicion.
Beneficencia de los realistas. Preparativos del general
Morillo para seguir la obra de la pacificacion. Movimiento
de sus columnas. Pequeñas correrías de Zarasa i de otras
partidas de insurjentes por las provincias de Venezuela.
Desde el momento en que el Soberano español fue res
taurado al Trono de sus mayores, del que le habian arrojado
la perfidia i el abuso de la fuerza, tendió una cariñosa mi
rada ácia sus dominios de Ultramar, i se dedicó con la mas
ardiente solicitud á sanar las llagas de aquella bárbara revo
lucion. Naves de guerra, batallones bien organizados, ausi
lios de todas clases, autoridades virtuosas con las mas enér
gicas exhortaciones para hacer respetar la autoridad real por
los medios de la dulzura; todo fue"puesto en obra con tan
laudable fin. Los reinos de Méjico i del Perú vieron arribar
mui pronto á sus playas aquellos esforzados guerreros que
habian combatido gloriosamente con las mejores tropas del
mundo. Los nuevos indultos, las elocuentes proclamas i las
garantías mas seguras de cubrir con un denso velo todos los
delitos contra la Magestad del Trono, fueron los prelimina
res de las operaciones del Monarca legítimo. Empero siendo
indomable la tenacidad de algunos genios díscolos i bullicio
sos, identificados con el desorden, se vió en la hecesidad de
enviar reunido un ejército respetable, al que al paso que ater
rase á los malos, ofreciera un abrigo seguro á los débiles que
gemian bajo el yugo de los sediciosos. Se formó con efecto.
dicho ejército de seis regimientos de infantería que lo fueron
los de Leon, de la Union, de la Legion, de Barbastro, de
Victoria i cazadores de Castilla; se agregaron á éstos la co
lumna de cazadores ó el batallon del general, otra compañía
de cazadores i minadores, i otra de obreros: se componia la
caballería del regimiento de húsares de Fernando VII i del
de dragones de la Union con un escuadron de artilleros.
Puestas estas brillantes tropas á las órdenes del entonces
mariscal de campo don Pablo Morillo, zarparon el ancla desde
ToMo II. 2I
162 CARAcAs I sANTA ré: 1815.
Cádiz en el mes de febrero con ostensible direccion ácia las
vincias del rio de La Plata. Parece haber sido este el pri
mer plan del gobierno teniendo por mas facil la completa
pacificacion de la América del Sur, principiando las opera
ciones por Buenos-Aires, si acorralando la revolucion en Ve
nezuela. Los disidentes del rio de La Plata daban por irre
mediable su esterminio á pesar de sus insensatas declamacio
nes; la parte juiciosa de la poblacion se preparaba á recibir
con entusiasmo á los libertadores; muchos de los comprome
tidos estudiaban el modo de congraciarse con el legítimo So
berano, i los mas despechados trataban de sustraerse con la
fuga á su bien merecido castigó luego que hubieran probado
los primeros trances de la guerra. Empero habia el gobierno
español variado su primitivo plan i adoptado otro totalmente
diferente; los mismos gefes de la espedicion lo ignoraron has
ta la altura de Canarias, en donde fue abierto el pliego que
contenia las instrucciones necesarias para llevarlo á efecto. Se
dirigió pues la espedicion á Costa firme.i se presentó delante
de Cumaná á principios de abril
Suspenderemos la relacion de las operaciones del ejército
espedicionario hasta que hayamos descrito el estado que pre
sentaban las provincias de Venezuela cuando llegó aquel á
estas playas. La fortuna habia coronado los heróicos esfuer
zos de los géfes, realistas en el año anterior. A principios de
este se habia visto amenazado aquel pais de ser sepultado en
sus ruinas. Habian sabido los sediciosos formar una terrible.
conspiracion en el mismo ejército realista, compuesto casi en
su totalidad de la gente de color, i estaba para firmarse el
decreto de muerte contra todos los blancos, cuando la activi
dad i eficacia del general Morales salvó á Venezuela de su es
terminio cortando de raiz aquellos proyectos devastadores, i
encerrando al genio del mal en sus tenebrosos abismos. .
Para dar ocupacion útil á aquellos valientes, que solo
contaban los dias de alegría por los de empeñados i sangrien
tos choques, se dirigió dicho general contra los rebeldes que
habian quedado reducidos á los recintos de los pueblos de
CARACAs I sANTA rÉ : 1815. 163
Soro, Irapa, i Güiria. Fueron atacados los dos primeros en los
últimos dias de febrero, i tomados á viva fuerza con toda la
gente que los defendia, con todo su armamento, cinco caño
nes, pertrechos i municiones. El pueblo de Güiria cayó en
poder de las mismas tropas á principios de marzo, perecien
do en la refriega 3oo soldados insurgentes i 4o oficiales. En
dicho pueblo de Güiria espiró la rebelion de Venezuela, sien
do mui notable la circunstancia de haber sido aquel punto la
primera tierra de Costa firme que pisó Colon 3o3 años i 5
II16SCS anteS,

- Se hallaba ya plenamgnte pacificada la capitania general


de Caracas, si se esceptúan las montañas de Chaguaramas en
las que se conservaba todavia el comandante Zarasa con 2oo
insurgentes, i algunas insignificantes guerrillas que vagaban
por la Guayana i por los Llanos; i ya no se presentaba al ge
neral Morales otro objeto que pudiera fijar su atencion sino
la reconquista de la isla Margarita, situada en frente de Cu
maná, á donde se habian refugiado las reliquias de los revol
tosos espulsados del continente.
Las órdenes de las. cortes, arribadas á mediados de mar
zo para conciliar las diferencias que habian existido entre el
general Morales i el teniente general de la provincia don Juan
Manuel Cagigal, habian dado mayor estabilidad á los nego
cios públicos, i creian los valientes guerreros realistas que ha
bia llegado el tiempo de descansar de sus gloriosas fatigas. La
pronta terminacion de la guerra en la isla Margarita estaba
asegurada en la bizarría de los soldados que iban á combatir
la, así como en su respetable número que no bajaba de 5ooo
hombres: veinte i dos buques armados componian la escua
dra de Morales al mando del bizarro teniente de fragata de
la Real armada don Juan Gabaso; su mayor porte era de 16
cañones, i entre ellos se contaban 13 faluchos de un cañon
cada uno; se habian reunido asímismo varios trasportes, ino
se esperaba mas que la orden del embarco para esterminará
todos los revolucionarios refugiados en la citada isla, i aun á
164 cARAeAs I sANTA ré : 1815.
sus mismos habitantes que habian participado generalmente
del mas ardiente espíritu de sedicion. -

Las ideas del general Morales eran terribles por cierto; i


aunque estamos mui distantes de complacernos con las esce
nas sangrientas, tal vez habria sido mas útil á la misma hu
manidad que se hubieran llevado á efecto sin alteracion. La
amputacion de un brazo muchas veces salva á todo el cuer
po de la muerte. Si aquella isla hubiera quedado destruida
por los cimientos, parece lo mas probable que habria espira
do para siempre el genio del mal. Si este punto hubiera que
dado inhabitado i desierto, no se habria visto desplegar en él
al año siguiente tanta ferocidad i barbarie contra los valientes
europeos que hubieron de pasar á apaciguarla, hallando por
pago de sus generosos sentimientos una muerte cruel acom
pañada de todas las angustias i padecimientos que la hacian
mas horrible. Si aquella madriguera de la maldad i de la
perfidia hubiera desaparecido de la superficie de las aguas, no
habriamos visto tantas veces salir de ella las furias revolu
cionarias á asolar las inmensas regiones del continente.
Empero el general Morillo, á cuyas órdenes fue puesto
el ejército i marina de Morales, trató de hacer brillar la
magnanimidad i clemencia de su Soberano, sin que cupiera
en su noble corazón la idea de que el perdon concedido en su
Real nombre habia de ser el puñal mas afilado contra su pecho,
Sin pérdida de tiempo se hizo el general en gefe á la vela ad
mitiendo para esta operacion el refuerzo de 7oo hombres de
las tropas de Morales, dirijidas por este gefe; i en el dia 7 fon
deó en el placer de Pampatar. Habian tenido noticia los rebel
des de esta brillante espedicion por el bergantin Guatemala que
formaba parte de la misma, i que fue apresado por «uno de
sus corsarios con 7o obreros que llevaba á su bordo. Aunque
guarnecian esta isla dos regimientos de infantería con la fuer
za de 16oo hombres, cuatro escuadrones de caballería con
la de 64o, i 153 artilleros ademas de los habitantes, que es
taban todos resueltos á sepultarse en sus ruinas, llegaron á
cARAcAs I sANTA Fé: 1815. 1 65
desmayar sin embargo al ver los reconocimientos que iba
haciendo el dia 8 sobre la playa aquella inmensa porcion de
buques iguerreros, que siendo este el primer ensayo de sus
hazañas, era de presumir disputasen la victoria con el mas
vehemente entusiasmo. En aquel momento de desolacion i
horror trataron los rebeldes de vestirse momentáneamente
con la piel de oveja, para adoptar bien pronto la fiereza del
tigre. - - -

Eran las doce del dia 9 cuando enarbolaron la bandera"


parlamentaria dirijiendo sucesivamente un pliego de sumi
sion i respeto á la autoridad Real. Ya para entonces se ha
bia fugado en algunas flecheras pequeñas el obstinado cau
dillo Bermudez con 3oo de los mas despechados por temor
de que no les alcanzase el perdon por tanta sangre que ha
bian derramado en la guerra á muerte que se habia seguido
hasta entonces. Desembarcadas las tropas en el dia o en nú
mero de 3ooo hombres, se adelantaron al Morro Moreno i al
pueblo de Pampatar. Morales desembarcó al mismo tiempo,
i el general en gefe, que lo verificó á su continuacion con su
estado mayor ese dirijió al dia siguiente ácia la capital lla
mada la Asuncion.
Reconocido el gobierno del Rei, sin que se hubiera der
ramado una gota de sañgre, renovado el juramento de fideli
dad, organizados los ramos de justicia i hacienda, formado
un cuerpo nacional de los mismos batallones rebeldes que de
bian conservarse sin armas hasta que se hubieran hecho dignos
de ellas con repetidos rasgos de fidelidad i amor al Monarca es
pañol, i practicadas todas las diligencias necesarias para res
tablecer la dºlma, salió Morillo de aquella isla dejando la
guarnicion que creyó suficiente para evitar la reproduccion
de los movimientos revolucionarios, i reembarcándose con todo
su ejército para las costas de Cumaná i Barcelona.
Brilló en esta ocasion la beneficencia española de un
modo que superó los cálculos aun de los mas encarnizados
enemigos; un pais, que habia dado las mas terribles prue
bas de ódio al nombre español i de obstinacion en sus crimi
1 66 CARACAs I sANTA FÉ: 1815.
nales intentos; una poblacion, que habia jurado el estermi
-nio de todo realista que se aproximase á aquellas costas, i
que para este fin se habia armado en masa, habilitando así
mismo á los indios en número de 5oo á 6oo que se habian
presentado con sus flechas en el campo rebelde; una guarni
cion tan decidida á mantener el foco de la insurreccion en
aquel recinto, que lo habia guarnecido con 82 piezas de arti
llería; un caudillo tan protervo como Arismendi, que cual
hambrienta fiera se habia cebado en la sangre de 1ooc rea
listas que por su direccion habian sido sacrificados el año an
terior en el Matadero i en las plazas de Caracas; todos estos
séres desorganizadores cubiertos de los atentados mas horro
rosos, recibieron por castigo un abrazo cordial del represen
tante del Monarca español. Esclamaba el mismo Arismendi,
çonfuso i en aquel momento avergonzado de su alevosa con
ducta, no ser digno de tanta generosidad. El general en gefe,
sin embargo lo tuvo á su mesa, i le dió las mayores mues
tras de cariño i confianza, esperando que éste sería el mejor
medio de desarmar á los malvados, si fueran capaces de un
síncero arrepentimiento. e
Apenas llegó Morillo á Cumaná, se ocupó con infatiga
ble celo en el arreglo de aquellas provincias, dirigiendo elo
cuentes proclamas con francas promesas garantidas por su
misma rectitud i justificacion á los que reconociendo la voz
del Soberano abjurasen el partido del crímen que halia de
envolverlos en su ruina, i permaneciesen pacíficos en el seno
de sus familias en donde serian protejidos por la mano activa
del gobierno. Fueron dignas de elogio todas las providencias
emanadas de las autoridades principales parºcicatrizar las
llagas abiertas en estos pueblos. Una tan solo produjo efec
tos mui funestos, que la severa historia no puede pasar
por alto, para que se eviten iguales tropiezos si en algun
tiempo llega á triunfar en el Nuevo-Mundo la causa de la
legitimidad i de la justicia. - -

El no bien calculado desprecio que se hizo de aquellas


tropas que habian derramado su sangre en defensa de la Ma
CARACAs I sANTA FE: 1815. 167
-dre Patria, de aquellas tropas que se habian cubierto de glo
ria en Santa Catalina, en San Marcos, en la Puerta, en la
Cabrera, en Valencia, en Aragua, en Cumaná, en los Ma
gueyes, en Urica, en Maturin, en Irapa i en Guiria: la re
forma, pues, que se hizo de dichos cuerpos, recogiendo los
despachos á muchos de sus oficiales, introdujo en el corazon
de estos agraviados un furor i despecho que fue de lo mas
fatal para las armas realistas. v.
Si nuestro plan de indicar las causas que han influido en
la revolución de América nos impone el deber de no omi
tir esta circunstancia demasiado esencial i notória, no hare
mos uso de él con la idea de rebajar el distinguido mérito de
que estuvieron adornados los gefes, á los que fue confiada la
importante empresa de la pacificacion: al ver unos soldados
constituidos en el mayor desarreglo, vestido cada uno á su
modo, ó por mejor decir, con los despojos cogidos al ene
migo; otros medio desnudos i sin la menor muestra aparente
de actitud militar, cualquiera gefe europeo recien salido de
las brillantes campañas sostenidas con las formidables águilas
imperiales habria recibido iguales impresiones, é indudable
mente habria tomado las mismas disposiciones de supresion i
reforma. - - -

Existia ademas otra razon mui poderosa que justificaba


aquella medida. Las provincias de Venezuela, ó por mejor
decir, los pueblos de la costa, que eran los únicos que se
hallaban á aquella época en estado de subvenir á los gastos
del gobierno, escasamente podian mantener con la debida
brillantez de 4 á 59 hombres sobre las armas. Como la di
vision de Morillo se componía de mucho mayor número, era
necesario que debiéndose proceder á la reforma, recayera
ésta mas bien sobre las tropas del pais que sobre las euro
peas. Héaquí una de las razones que parece indicaban la ma
yor conveniencia de que la citada espedicion se hubiera diri
gido al rio de la Plata. -

Por efecto pues de la necesidad ó de la desgracia fueron


enviados á sus casas la mayor parte de aquellos zambos i
<
163 cARACAs I sANTA Fé: 1815.
mulatos que estaban cubiertos de cicatrices honrosas recibi
das en defensa de los reales derechos: el regimiento de la Co
rona, que el valiente Bóves habia dejado de guarnicion en Ca
racas para que descansara de tantas i tan penosas campañas
en las que se habia debido constantemente la victoria á sus
heróicos esfuerzos, sufrió asimismo este fatal destino. Si estos
son los vencedores que serán los vencidos ! Esta intempesti
•va esclamacion que salió de los labios de uno de los princi
pales gefes del ejército, puso el sello al resentimiento i al fu
ror dé aquellos fieles soldados, tan sumisos hasta entonces á
la autoridad real, como fueron sucesivamente terribles á las
órdenes de otro genio atrevido i emprendedor. Fue este José
Antonio Paez, que habia militado á las órdenes del valiente Ya
fiez i merecido el grado de capitan por sus ilustres hechos.
Por quejas i discordias que tuvo funestamente con el co
mandante de San Fernando de Apure abandonó las banderas
del Rei, i se declaró su enemigo tan implacable, como antes
habia sido decidido defensor. Arrebatado de la ignoble pasión
de la venganza, reunió á sus órdenes á todos los desconten
tos, i formó bien pronto en los Llanos un cuerpo respetable
de caballería que asombró al pais por las tropelías i cruelda
des cometidas contra los realistas.
Otro de los contrastes que sufrieron éstos en el principio
de sus operaciones fue el accidental incendio del navio San
Pedro Alcántara, ocurrido en el dia 24 del mismo mes de
abril. Se hallaba fondeado cerca de la isla de Coche cuando á
las tres de aquel aciago dia se prendió fuego en la dispensa
por haber aplicado inadvertidamente la luz á uno de los bo
coyes de aguardiente el encargado de su distribucion. La gran
de alarma producida por esta inesperada desgracia, los vigo
rosos esfuerzos de toda la tripulacion para ahogar las voraces
llamas, el recomendable celo de los oficiales i en particular
del teniente de navio don Fernando Lizarza, la serenidad r
valor de la compañía de granaderos de la Union que tenien
do á su cabeza á su subteniente don José Aboi arrojó al agua
en medio de las llamas mas de 5oo barriles de pólvora que
CARACAs 1 sANTA é: 1815. 1 69
sacó de la Santa Bárbara, la eficaz cooperacion del coronel
de cazadores de Estremadura don Mariano Ricafort, los au
silios que de todos los demas buques salieron en el momento
de haber oido los cañonazos indicantes de aquel apuro; todo
fue inutil para contener al elemento destructor. El humo
que salia por las escotillas impedia la aproximacion á ellas;
se trató de anegar el buque disparando contra él algunos ca
ñonazos; mas ni esta maniobra pudo verificarse á causa del
espeso humo que sofocaba á los que se habian encargado
de ella.
Eran ya inútiles todos los esfuerzos humanos; habria sido
una imprudencia altamente reprensible obstinarse en lo que
estaba ya fallado de un modo irrevocable; habria sido crimi
mal detenerse en inútiles tentativas el tiempo necesario para
salvarse de la muerte. Dióse la orden de abandonar aquel
volcan que amenazaba una próxima esplosion; esta se verifi
có á las seis de la tarde cuando ya casi todos habian hallado
un seguro asilo en la infinidad de barcos que se presentaron
con tal objeto. Aqui se perdió la tesorería del ejército, una
porcion considerable de municiones, i no menor copia de ar
mas i pertrechos guerreros.
El general en gefe llegó á Caracas el diar 1 de mayo
despues de haber dejado de guarnicion en Cumaná al regi
miento de infantería de Barbastro i al de caballería de dra
gones de la Union. Reunidas las demas tropas en Caracas en
los primeros dias del citado mes de mayo, fue preciso bus
car nuevos arbitrios que sin el mayor gravamen de los pue
blos supliesen las pérdidas sufridas en el navío incendiado. La
fina voluntad, con que todos concurrieron á hacer, laudables
esfuerzos produjo el favorable resultado de que se reuniesen
mui pronto cuatro millones de reales con los que pudo el
ejército dar principio á su plan de operaciones. Morillo se de
tuvo algunos dias en la capital de Venezuela para enterarse
á fondo de los males que habian afligido á aquellas provin
cias, i de los remedios mas oportunos para restablecer la paz
i la felicidad.
ToMo II. 2.
17o cARAcAs 1 sANTA ré: 1815. -

Presentaba el pais el aspecto mas triste; el furor de los


partidos i la guerra á muerte que con tanta terquedad i bar
barie se habia seguido por el espacio de dos años habia destrui
do la agricultura i anonadado el comercio; las rentas de la Real
Hacienda eran por tal razon de mui poco valor é insuficien
tes para cubrir todos los gastos. Se hallaba sumamente an
gustiado el ánimo del general en gefe al ver la indispensable
necesidad en que se hallaba de imponer costosos sacrificios
que repugnaban á su bondadoso corazon. Antes de desenvai
nar la espada agotó todos los recursos de su ingenio i de su
pluma. Todos sus manifiestos, alocuciones i proclamas no
respiraban mas que dulzura, clemencia, deseos de ahorrar
la efusion de sangre, i de que deponiendo su ira los partidos
trabajasen todos en perfecta union i armonía bajo su pater
nal direccion i amparo, por hacer que volviesen á la infeliz
Venezuela aquellos dias venturosos que habia gozado, antes
que un genio maligno hubiera hecho de aquellas deliciosas
campiñas la mansion del horror.
Precedido por estos emisarios de su beneficencia i virtu
des, se hizo á la vela en Puerto Cabello con 5ooo hombres
de tropas europeas, i 3ooo de las del pais al mando de Mo
rales, dejando el gobierno de la capital á su capitan general
Cagigal, i llegó á Santa Marta en 22 de julio con aquella
formidable espedicion. Antes de describir los sucesos concer
nientes al sitio de Cartagena, que era el punto por donde el
esforzado Morillo deseaba dar principio al esterminio de los
revolucionarios, será mui conveniente enumerar los princi
pales acontecimientos de esta provincia i de su vecina i rival
la de Santa Marta. • -

Habia adquirido el comercio bastante pujanza en este úl


timo puerto, que se habia hecho el centro de las operaciones
mercantiles con los Estados Unidos, con Jamaica, Santómas,
Curazao, isla de Cuba i España. Permanecia esta ciudad i
toda su provincia constantemente leal á su Soberano, i de
consiguiente en pugna con la inquieta Cartagena. Varios ha
bian sido los proyectos de los cartageneros para derrocar aquel
CARACAs 1 sANTA Fé; 1815. 171
recinto de lealtad i bizarría; pero todos se habian estrellado
en los firmes pechos de los Samarios. Bolivar, que huyendo
de la afortunada espada de Morales se habia trasladado al
reino de Nueva Granada á fines del año anterior, se dedicó
á formar los planes de campaña que creyó mas conducentes
para la defensa de la república, uno de los cuales fue el di
rigir sus tropas sobre Santa Marta para adelantarse despues
de conquistada esta plaza sobre el rio Hacha i Maracaibo, i
asegurar de este modo la costa del Norte.
Para realizar este proyecto se contaba con la cooperacion
aetiva de los cartagenerosi con el suministro de pertrechos
de guerra. El gobierno general espidió las órdenes necesarias
para reunir en Santa Fé un cuerpo respetable de tropas, i
con efecto se organizaron mui pronto mas de 2ooo hombres,
la mitad de los cuales se componia de veteranos, con cu yos
medios no dudaba Bolivar conseguir su triunfo á pesar del mal
aspecto de los negocios de las provincias de Venezuela. Una
division de 2ooo realistas que se hallaba, estacionada en
Cúcuta i Guasdalito, al mando del coronel español don Se
bastian de la Calzada i del americano don Remigio Ramos
tenia órdenes del capitan general Montalvo para obrar por
Ocaña, en combinacion con las tropas, de Santa Marta. La
provincia, de Cartagena se veia reducida á sus propios recur
sos sin poder emprender operacion alguna decisiva; el coro-.
nel don Manuel del Castilo habia debido limitar sus opera
ciones á defender la línea del Magdalena, por medio de lau
chas cañoneras, apoyadas por 25oo hombres que tenia dis
tribuidos sobre aquella línea;i las grandes bajas que esperi
mentaba diariamente en su pequeño ejército por la desercion,
por el hambre i por la falta de recursos, la tenian comple
tamente, desanimado. y *, - -

- Qcurrieron á este tiempo serios i desordenados debates en


la plaza de Cartagena producidos por los hermanos Piñeres,
naturales de Mompox, quienes desde el principio de la revo
lucion habian figurado como los corifeos de ella, i los queá
imitacion de los Gracos romanos mantenian en perpetua in
72 CARACAs 1 sANTA FÉ: 1815.
quietud á las autoridades constituidas, bajo el fementido celo
de ejercer la potestad tribunicia. Los menos amantes del des
orden i varias municipalidades rogaron á Castillo se dirigiera
con sus tropas sobre dicha ciudad de Cartagena para sofocar
aquellas conmociones populares, i enfrenar la ambicion de los
citados Piñeras. No podia ofrecerse al gefe de estas tropas una
ocasion mas favorable para destruir aquella demagógica fac
cion á la que habia mirado siempre con el mayor tedio, i
aceptó por lo tanto el referido encargo: todos los pueblos de la
provincia aplaudieron esta saludable medida, i se esmeraron
en suministrarle á porfia cuantos recursos pudiera necesitar
el referido Castillo desde que tuvo la astucia de persuadirá
muchos de "ellos, que aquel movimiento tenia por objeto res
tablecer la autoridad real, i esterminar á los sostenedores de
la república. *,

Habia sido nombrado á esta sazon gobernador de Carta


gena en el dia 5 de enero el astuto caraqueño don Pedro
Gual; i aunque aparentó al principio hacer una vigorosa re
sistencia á Castillo, porque asi lo exigian los revoltosos que
tenian embargada su voluntad i su brazo, logró sin embargo
tener una entrevista con aquel caudillo en el eonvento de la
Popa; i como desde este momento se hubiera aumentado la
desconfianza acerca de su persona con inminente riesgo de su
propia vida, se puso de acuerdo para abrir las puertas de la
plaza, como lo verificó al amanecer del dia 8, poniéndose á
la cabeza de una compañía de zapadores i de otras dos de es
trangeros, i asegurando con ellas el Puente, la media Luna
i otros puntos principales, con cuyo ausilio fueron introdu
cidas en la ciudad las tropas de Castillo antes que los enemi
gos del orden pidieran estorbarlo: los dos hermanos German
i Gabriel Piñeres, el presbítero Gordon, el doctor Ignacio
Muñoz, i otros cinco individuos de los mas díscolos i sedi
ciosos fueron desterrados á los Estados-Unidos.
El colegio electoral, cuyas funciones habian sido inter
rumpidas por los alborotos del 17 de diciembre anterior, vol
vió á seunirse pacificamente eligiendo nuevos magistrados.
CARAcAs I sANTA rè: 1815. 175
Juan de Dios Amador, miembro del congreso, fue nombrado
gobernador; i el doctor Antonio Ayos su segundo; Gual en
tregó el mando á su sucesor, i pidió pasaporte para Inglaterra.
Bolivar, que desde el año 1813 miraba con ceñe al re
ferido Castillo, trató de privarle mafiosamente de la peligrosa
preponderancia que le daban en la plaza de Cartagena su
opinion í sus bayonetas, influyendo en el gobierno de Santa
Fé, para que le fuera enviado el despacho de general de bri
gada, i la órden de pasar inmediatamente á dicha capital á
servir una plaza en el supremo consejo de la guerra; pero
Castillo que conoció la red que le tendia su rival con el ob
jeto de dirigir sin tropiezo los negocios de º citada plaza de
Cartagena, se mantuvo firme en su propósito de no abando
narla á la merced de aquel ambicioso.
Desengañado Bolivar del ningun fruto que podia prome
terse de su astucia contra Castillo; i temeroso de que éste se
anticipase á hacer dicha espedicion sobre Santa Marta, i le
usurpase la gloria á que él aspiraba, salió de Santa Fé para
embarcarse en Honda; i al aproximarse á la ciudad de Oca
ña, despues de haber manchado su espada con la sangre
de 27 españoles inocentes que llevaba en calidad de presos,
entre ellos el virtuoso capuchino, P. Corella, supo que dicha
ciudad estaba ocupada por 4oo fusileros i 2oo carabineros
realistas. Recelando ser atacado por la espalda si se avanzaba
sin apoderarse de aquel punto, dió las órdenes mas oportu
nas, que fueron ejecutadas felizmente por su mayor general
Miguel Carabaño, quien hizo replegar á los realistas sobre
Chiriguaná. s - . -

Apenas llegó el referido Bolivar á Mompox ofició á su


competidor Castillo, como gefe de las armas de Cartagena,
para que le surtiese de provisiones de guerra i boca, i le en
viase todas las fuerzas disponibles á fin de llevar á efecto
la conquista de Santa Marta. Pidió asímismo. 22 fusiles i 20
vestuarios que ofrecia pagar de su caja militar. Obrando
ahora mas que nunca en el ánimo de los cartageneros la ri
validad, los celos i la desconfianza del atrevido caudillo ca
174 CARACAs I sANTA Fé: 1815.
raqueño, desplegaron una increible actividad i energía para
que ninguno de los pueblos de aquella provincia le prestase
el menor ausilió; i retirando á la plaza todas las tropas que
guarnecian el bajo Magdalena, desde Barranca hasta Sabani
lla, abandonaron el campo, así como un crecido tren de arti
llería i 33 buques menores que componian su escuadrilla; i
para que se completase el malhadado cuadro de la escision
republicana, la pólvora, municiones , una parte de la arti
llería, i una considerable porcion de fusiles que fueron em
barcados en la goleta Mompoxina para salvarlos de las ma
nos del caraqueño, se perdieron en el naufragio que sufrió
dicha goleta en el bajo de Galera Samba.
A pesar de la actitud hostil que presentaba la plaza de
Cartagena contra Bolivar, ofreció Castillo deponer toda si- .
miestra intencion contra él i de prestarle todos los ausilios
de que pudiera necesitar si limitaba sus operaciones á ata
car el valle de Dupar, en tanto que dicho Castillo se diri
gia por el bajo Magdalena contra Santa Marta; pero Boli
var, que de ningun modo queria ceder el mando en gefe de
aquella espedicion, abrió en su vez negociaciones con Casti
llo con la idea de atraerlo á su partido; i como no pudiera
hacer la menor brecha en el indomable pecho de aquel des
contento rival, resolvió ocupar á todo trance la línea de di
cho Magdalena con sus tropas de la Union. La pérdida de
un tiempo tan precioso, la baja de 8oo hombres entre muer
tos, enfermos i desertores, la penuria metálica producida por
los enormes gastos erogados en los 4o dias de inaccion, i el
mortífero clima de Mompox eran las causas alegadas por Bo
livar para hacer aquel movimiento. ...
Eran sin embargo mui diferentes los juicios de los carta
generos: todos temian la ambicion de aquel caudillo i el en
tronizamiento de un gobierno militari despótico si la suerte
de las armas le era propicia. Mas para asegurarse de sus
definitivas intenciones entraron en nuevas comunicaciones,
reducidas á marcarle su marcha contra Santa Marta por
Chiriguaná i Ocaña, en cuyo caso le serían suministrados
cARAcAs I sANTA ré: , 1815. 175
8oo fusiles i las municiones necesarias si él les remitia 5oo
reclutas i 439 pesos de su caja militar: exaltada la cólera de
Bolivar, i no considerando sino e ignoble desahogo del re
sentimiento i de la venganza, resolvió lanzarse rápidamente con
tra dicha plaza de Cartagena tomando el camino de Barran
ca, Mahates i Turbaco, i fijó su cuartel general en el cerro
de la Popa á la vista de la plaza, á la que envió un par
lamentario que fue recibido á balazos; i desde entonces se
dió principio á la guerra civil.
Ambos partidos se prepararon á sostener con el mayor
encarnizamiento sús respectivas pretensiones: ambos emplea
ron todos los recursos que sugieren las mas bajas pasiones
para buscar recíprocamente su destruccion; Bolivar trató de
apoderarse de Tolú, del Zapote i de toda la costa de Sota
vento para cortar los víveres á la citada plaza; pero fue re
chazado en su intento, aumentándose su irritacion i despecho
al observar la dañada intencion de los cartageneros en haber
arrojado cadáveres i otras materias corrompidas á los algibes
de la Popa, que eran los únicos puntos de donde podia pro
veerse de agua. - *

En el entretanto llegaban á las manos las tropas de Boli


var mandadas por Carabaño con los realistas situados en Oca
fía sosteniendo ambos partidos empeñados choques, aunque
ninguno de ellos decisivo, en el Cascajal, Agua chica, Aco
séa i Simaña. El virei Montalvo formó ácia el mismo tiempo
desde Santa Marta una espedicion contra el pueblo de Bar
ranquilla, que habia sido fortificado por los insurgentes de
Cartagena, i confió su mando al teniente coronel don Valen
tin Capmani. Al llegar al rio de la Magdalena dividió este
comandante su fuerza en tres secciones, quedando él á la ca
beza de la primera i poniendo las dos restantes á las órdenes
de los valientes oficiales pardos, Simeon i Pacheco.
Ataca este último la entrada del pueblo que estaba defen
dida por cuatro violentos; hacen los enemigos una descarga i
abandonan el puesto: animados con esta primera ventaja los
samarios hacen un uso activo de sus armas; vuela Capmani en
176 cARAcAs I sANTA ré: 1815.
su socorro á tiempo que ya Simeon despues de haber asaltado
uno de los puntos Ieas fuertes, concurría á tomar parte en
aquella sangrienta refriega; los insurgentes se delienden con
encarnizamiento; se poseen las mugeres del mismo furor que
animaba á sus maridos, i despojándose de su natural carác
ter de dulzura i delicadeza emplean sus débiles brazos en
arrojar agua hirviendo desde sus balcones; mas todo cede
al irresistible valor de ios realistas. Capmani se apodera
de 18 bongos de guerra armados con cañones de 18 á 24,
i ya no tuvieron mas recurso los sitiados que el de ganar
con su sumision , aunque tardía, la clemencia del ven
cedor.

La noticia de este ilustre triunfo que se comunicó rápida


mente á San Juan de la Ciénaga, exaltó el entusiasmo de los
indios hasta el estremo de hacersalvas de artillería á media no
che; i como se hubieran oido en Santa Marta, aunque distanate
siete leguas de este punto, se suscitó la mas terrible alarma
creyéndose generalmente que el enemigo victorioso estaba
batiendo al citado pueblo. Todos aquellos habitantes se arma
ron en masa para contener el terrible golpe que creian ame
nazarles; i cuando se hallaban en lo mas ardiente de sus pre
parativos de defensa, llegó un espreso con la noficia de la to
ma de Barranquilla, con lo que se entregó aquel vecindario
á las mas dulces emociones de júbilo i alegria.
A consecuencia de este brillante suceso quedaron sujetos
á las autoridades de Santa Marta los pueblos de la Soledad,
Sabanilla i demas de las orillas del rio que antes pertenecian
á la provincia de Cartagena. Siguiendo las tropas reales la
carrera de sus triunfos, se dirijieron rio arriba á las órdenes
del comandante don Ignacio Larrus: rescataron la ciudad
de Ocaña que habian ocupado los insurgentes despues de las
acciones sostenidas por Carabaño, sorprendieron la villa de
Santa Cruz de Mompox en la misma noche del, dia de la
Cruz, i vencieron en Magangué á los rebeldes que defendian
aquel punto, si bien fue comprada aquella victoria con el
costoso precio de la sangre de Larrus, quien recibió una he
CARACAs I s ANTA FE: 1815. 177
rida cruel en el muslo derecho, que le dejó cojo para el res-,
to de sus dias.
La capital del nuevo reino de Granada abrigaba muchos
fieles que deseaban ver terminado prontamente aquel calami
toso gobierno. Ya desde algun tiempo estaban maquinando el
modo de derrocar las autoridades independientes, i de restable
cer las del Rei; pero su descubrimiento fuera de sazon ma
logró sus nobles impulsos, i motivó el inmediato arresto de to
das las personas acusadas de haber tenido parte en la conspi
racion, habiéndose contado entre sus principales autores á.
los fieles americanos don Juan Manuel García del Castillo i
Tejada, don Manuel Hurtado, i don Bernardo Pardo coman
dante del regimiento ausiliar de Santa Fé, i á los españoles
don Antonio Salcedo, segundo comandante de dicho cuerpo,
i á don José Ancisar. La benigna sentencia que sucesivamen
te se les impuso, á pesar de algunos genios sanguinarios que
pedian la muerte, probó hasta la evidencia que los realistas
influian en los mismos consejos de los altos funcionarios, ó
que conociendo estos la flaqueza de su causa no se atrevian
á irritar un partido que iba mui pronto á ensalzarse sobre
la ruina del edificio rebelde. -

Eran impotentes los últimos esfuerzos que trataban de


hacer los agonizantes revolucionarios; sus fuerzas principales
parece que se iban reconcentrando en Cartagena que era el
único punto que podia ofrecerles alguna seguridad.
Bolivar i Castillo se habian convencido de la necesidad de
unir sus fuerzas para dar alguna tregua á su ruina, amenaza
da tan de cerca por las irresistibles tropas espedicionarias. Así
pues resultó de sus conferencias una reconciliacion aparente
mente amistosa; mas como no era posible vivir mucho tiem
po en armonía estos dos caudillos, en los que estaban arrai
gadas profundamente las semillas de la discordia i del odio,
cedió Bolivar el campo á su afortunado competidor, i se em
barcó para Jamaica.
Tal vez este generoso desprendimiento tuvo un orígen
menos noble que el decantado por aquel sedicioso: veia el
ToMo II, 23
178 cAn AcAs I sANTA FÉ: 1815.
gran torrente que iba á destruir cuanto habia sido creado por
la deslealtad i la soberbia, i sostenido por la tiranía militar;
i halló en estas contiendas un pretesto plausible para salvarse
del peligro con una fuga anticipada, que verificó saliendo por
Boca Grande en un barco plano i sin quilla, con el cual pu
do sustrarse á la vigilancia de nuestra escuadra. Este ha sido
generalmente el sistema practicado por Bolivar en todos sus
fastos revolucionarios. Alborotar i comprometer las poblacio
nes pacíficas, arrancar violentamente del seno de sus familias
á los hombres útiles para la guerra, conducirlos al matadero,
i abandonarlos en medio del peligro para que fueran estúpi
damente sacrificados: he aquí sus principales hazañas. . -

Se reducian pues las operaciones principales de los rebel


des á poner la plaza de Cartagena en el estado mas riguroso,
de defensa, i á conservar el dominio de la orilla izquierda,
del Magdalena hasta donde alcanzasen sus fuerzas. Habian
armado diferentes corsarios que con sus presas abaste
eian la plaza, manteniendo al mismo tiempo espeditas sus
eomunicaciones con los puntos neutrales. En una de sus cor-,
rerías fue apresado el buque que conducia á Panamá al gene
ral Hore, que habia sido nombrado gobernador de aquel ist
mo. Se habia propuesto la Corte asegurar el dominio de dicho
punto como el mas interesante en aquellos momentos para
su correspondencia con las posesiones situadas en la mar del
Sur; pero tan útiles miras sufrieron este inesperado con
traste, debido tal vez á la demasiada confianza del citado.
gefe, que no se opuso á la aproximacion del buque á la,
costa inmediata á Cartagena en busca de agua, de que
el desprevenido comandante de la embarcacion empezaba á.
Gscasear. - ". - r

- La prision del citado Hore fué celebrada con entusiasmo


por los insurgentes, quienes se proponian obtener por su me
dio considerables ventajas. El titulado presidente de Cundi
namarca, Nariñío, que habia sido hecho prisionero por los
pastusos, fue la persona que la voz pública designó como la
mas á propósito para ser cangeada por el nuevo gobernador de
CARACAs I sANTA Fé: 1815. 179
Panamá; mas la traslacion ocurrida á este mismo tiempo de
dicho Nariño desde Pasto á Lima, dejó sin efecto estos pro
yectos, que habian merecido asímismo la sancion de los car
tageneros. Permaneció pues el general Hore en la clase de pri
sionero, hasta que ya estrechada la plaza á los pocos meses
por las tropas realistas, obtuvo su rescate por una letra de
8eoo duros, garantizada por el comandante de un buque in
glés, que fue quien lo condujo á Jamaica.
Al llegar la grande espedicion del general Morillo á Santa
Marta en 22 de julio desembarcaron en el acto una parte
del ejército i sus principales gefes, i lo verificaron los demas
al dia siguiente. No es fácil describir dignamente la alegria i
consuelo de los samarios al ver en su suelo al ejército mas
brillante que se hubiera reunido hasta entonces en aquellos
paises: su aire marcial, aquella nobleza que nace de la
misma elevacion de sentimientos i del convencimiento del
verdadero mérito; aquellas cicatrices recibidas en los campos
mas gloriosos de la península; la subordinacion i disciplina
que brotaba como fruto espontáneo de su pundonor i no del
castigo ni del rigor; las ideas que llevaban todos los euro
peos al Nuevo Mundo de considerar en los rebeldes america
nos unos hermanos estraviados por la seduccion, i de ningun
modo encruelecidos en el vicio, eran las mas firmes garantías
de que el triunfo de la causa Real habia de quedar sólida
mente cimentado en la misma generosidad de los ausiliadores
i en el voto general de los ausiliados.
La mayor parte de las tropas europeas fueron alojadas
comodamente, i la division de venezolanos al mando del ge
neral Morales, como mas acostumbrada á aquel clima, campó
á las orillas del rio Manzaneres, que corre cerca de la ciudad,
i en la salina al pie del cerro Pelado. Fue tan severa la dis
ciplina de este numeroso ejército, que lejos de ser gravosa
su permanencia en la citada ciudad, se hizo sensible su salida
para sitiar la plaza de Cartagena, que se verificó pasado un
mes, que debió emplear el ejército en los necesarios prepara
tivos para aquella empresa. .. -
18o cARAcAs I sANTA FÉ: 1815.
Las vistosas paradas que hacia dicho ejército todos los
domingos llenaban de júbilo á los fieles realistas, al paso que
debian aterrar á los rebeldes i retraerlos de su obstinado par
tido, que no podia tener otra terminacion sino la de su
muerte i esterminio. Tal vez esta idea entraba en el cálculo
del general en gefe, quien desde que puso los pies en Amé
rica estudiaba con infatigable desvelo los medios de vencer á
los contrarios con la persuasion, con las promesas, con las
amenazas, con el imponente aparato de sus fuerzas, sin re
currir á las vias de hecho sino en el estremado apuro de una
terquedad inexorable.
No menos solícito el general Morillo por premiar los ser
vicios prestados al Monarca español, hizo que le fuera pre
sentado el cacique de Mamatoco, i á presencia de todo el
ejército le puso en el pecho una medalla con el busto del Rei,
i arengó en seguida á todas sus tropas con toda la viveza que
es propia de su genio militar, encomiando la fidelidad i el va
lor, i asegurando su proteccion i las debidas recompensas á los
que se distinguiesen en la ilustre carrera de las armas. El va
liente Pacheco, que por sus brillantes hazañas formaba la
admiracion del pais, fue uno de las que recibieron mayores
muestras de cariño i aprecio del general español: nombrado
en el acto capitan efectivo de ejército, recibió como gracia
todavia mas especial la de tomar una parte activa en las ope
raciones guerreras de aquel lucido ejército.
Puesto ya en marcha llegó mui pronto á situarse al
frente de la plaza de Cartagena: parecia lo mas sabio i aun
lo mas conveniente al buen resultado haber dado un brus
co asalto á la plaza, i haber tomado posesion de ella aun
que á espensas de algunos ceetenares de valientes, si los
sitiados se empeñaban en hacer una desesperada defensa. Si
se hubiera adoptado este plan, se habria ahorrado un número
infinitamente mayor de víctimas que sucumbieron al rigor
de las estaciones i de males contagiosos. Tan persuadido se
hallaba el general en gefe de la toma de esta plaza por el
medio indicado, como de las privaciones, padecimientos i
cARAcAs I sANTA FÉ: 18 15. l8l
desgracias que debian acompañar aquella empresa, si la lle
vaba á efecto con lentitud á fin de poner á los rebeldes en
la necesidad de escuchar los dictados de la razoni de su pro
pia utilidad.
Empero siempre invariable en su sistema de lenidad i
dulzura se decidió por este último partido, i á mui poco
tiempo empezó á esperimentar los males que no se habian
ocultado á su prevision. Los pueblos de Ternera, Santa Rosa,
Turbaco, Truanca i otros muchos de los mas inmediatos á la
citada plaza habian sido incendiados; cuantas haciendas i ca
seríos habia en el espacio de muchas leguas habian sido des
truidas; las provisiones para el ejército debian venir de lar
gas distancias, i sus precios eran escesivos; se temia que lle
gasen á escasear, ó que los fondos no pudiesen cubrir atencio
IneS ta D1 estraordinarias, i sin embargo de estas consideraciones

solo pensó Morillo en desarmar con dulces i halagüeñas pro


videncias el furor de los partidos. El americano don José
Domingo Duarte, revestido del carácter de intendente, agotó
con este motivo todos los recursos de su elocuencia i exhorto.
El mariscal de campo don Pascual Enrile, segundo en el
mando del ejército espedicionario, que habia tenido en la pe
nínsula relaciones íntimas con Villavicencio i Montufar, en
tonces residentes en Santa Fé i con la mayor influencia en
aquel gobierno, les dirigió cartas las mas cordiales i espresi
vas para establecer una perfecta reconciliacion que alejase de
América los males consiguientes á una sangrienta lucha civil,
que habia de convertir aquellos hermosos paises en un campo
de desolacioni horror. -= * =

. ... Despreciando los obstinados rebeldes toda clase de con


venio amistoso, vió el general español la necesidad de dar
principio á sus medidas de rigor; i aunque estaba en su arbi
trio haber abrasado la plaza con los fuegos de su artillería i
con la inmensa cantidad de bombas i granadas que llevaba á
este efecto, quiso mas bien establecer un estrecho sitio, es
perando que la escasez de víveres habia de hacer mas impre
sion que sus cariñosas alocuciones. Varias veces intentaron
182 cAn A CAs I sANTA FÉ: 1815.
hacer algunas salidas, pero siempre fueron rechazados. A fines
de octubre era ya mui triste la situacion de la plaza: con
la idea de esplorar si habia cedi lo la indomitez de a quellos
rebeldes hizo nuevas escitaciones que fueron recibi las con el
mismo desprecio; i para poner el sello á su despecho i bar
barie arrastraron por las calles á un soldado español que ha
bia sido hecho prisionero en una de sus refriegas. El hambre
i las enfermedades crecian de dia en dia: á principios de di
ciembre se presentó en los puestos realistas un gran número
de personas que huia de la plaza, llevando marcada en su
semblante la inagen de la horrible miseria que afligia á los
sitiados; i aunque las leyes de la guerra autorizaban á re
chazarlas para acelerar por este medio la rendicion, se usó
sin embargo de generosidad con aquellos seres, tal vez cri
minales, pero siempre desgraciados.
El solo ataque que señaló, aunque parcialmente, los hor
rores de la guerra, fue el asalto dado al castillo de Boca
chica que domina la entrada al puerto de Cartagena: aquí
recibió Pacheco una cruel herida que á los tres dias privó á
Santa Marta de uno de sus mas valientes hijos; i tal vez se
debió á este funesto incidente el incorregible furor de sus
soldados, i el haber entrado á degüello en el pueblo que lleva
el mismo nombre de Bocachica. Cuando ya estaba la plaza
reducila al último estado de desolacioni ruina se fugaron de
ella varios estrangeros con otros revolucionarios de los mas
desalmados que habian sido la causa de aquella tenaz defen
sa. La oscuridad de la noche, la circunstancia de haber ele
gido un bergantin sin quilla, que calando poca agua, pudo
cruzar por Bocagrande, i acaso algun descuido de la escuadra
sitiadora, fueron los agentes de su fortuna. -

Era tal el furor que animaba á aquellos hombres fero


ces, que á pesar de hallarse convencidos de lo infructuoso
de su resistencia asesinaron pocos dias antes de su fuga á casi
todos los presos españoles que tenian en su poder, i entre
ellos 14 oficiales de los pertenecientes á la espedicion del ge
neral. Hore; pero fue tan noble la conducta de los vencedos
CARAc As Is ANTA rÉ: 18 5. 85
res, que cuando entraron en la moribunda Cartagena en 6 de
diciembre, que fue al dia siguiente de la fuga de los prin
cipales corifeos, en vez de entregarse á una terrible vengan
za, que habria silo sobradamente justificada por las trope
lías referidas, no se pensó sino en aliviar los inales de aque
llos infelices, que luchando con las angustias de la muerte,
no tenian aliento sino para execrar la memoria de los indo
mables caudillos que con su inflexible rabia i desesperacion
los habian reducido á las puertas del sepulcro.
La plaza de Cartagena presentaba el aspecto mas horro-,
roso; no era sino un vasto cementerio en que se veían haci
mados los cadáveres espidiendo un hedor pestilencial; no se pre
sentaba á la vista mas que la imágen de la desolacion , i las
terribles señales de la ferocidad ibarbarie de sus verdugos.
Se enterneció hasta el soldado mas encallecido en los horro
res de la guerra: la beneficencia manifestada en esta oca
sion, por todas las clases del ejército es digna que se tras
mita á la mas remota posteridad: el general en gefe mandó
distribuir una sopa económica que r estaurase pausadamente
las agonizantes fuerzas de aquellos séres desgraciados; mu
«hos se hallaban ya en estado de no tenerlas para prestarse á
ninguna clase de alivio; los soldados partian sus raciones, i.
deponiendo todo sentimiento de ódio i de furor asistian á los
enfermos con una caridad ejemplar. El rigor de la justicia no
se ejercitó sino sobre algunos que habian sido los instrumen
tos de aquellas horribles calamidades; á estos solos alcanzó
su brazo. El capitan general Montalvo que quedó mandando
en la plaza , hizo sustanciar las causas; i aplicada la senten
eia de muerte por todos lós trámites legales, fue ejecutada en
nueve de los mas eulpables, que lo fueron el general Casti
llo, el coronel de artillería don Manuel Anguiano español,
el doetor Ayos, el doctor Diaz Granados, don José María To
ledo, doctor Portocarrero, don Pantaleon Ribon, don Mar.
tin Amador i don Santiago Stuart. -

A los pocos dias de haberse rendido la citada plaza de Car


tagena, puso el general Morillo en movimiento todas las co:
184 CARACAs I SANTA Fé 1815.
lumnas que debian concurrirá desempeñar los planes com
binados para la pronta pacificacion de aquel vireinato. Se ne
cesitaban grandes medidas i acertadas disposiciones para que
dichas columnas corriesen con velocidad los inmensos espacios
que se hallan desde los lejanos desiertos del Casanare hasta
las inhabitables orillas del Atrato; i desde las riberas de Santa
Marta i Cartagena hasta las escabrosas montañas de Popa
yan. Todo fue ejecutado con tanto órden i prevision que dió
á aquellas sufridas i valientes tropas un mérito superior á todo
cálculo.
Solo el que haya recorrido tan inmensos paises, total
mente desprovistos de recursos, i ostruidos por ásperas mon
tañas, caudalosos rios, interminables llanos, é insuperables
atolladeros, podrá apreciar en su justo valor el mérito de aque.
llas campañas: hubo una en particular que superó, segun al
gunos, la retirada de los 1 o 3 griegos, tan celebrada por bri
llantes plumas dirigidas por fecundos ingenios. Son dignas,
pues, de que el mundo fije en ellas su atencion así como en
los héroes que por tantos títulos han aventajado. á los que
nos presenta como modelos la vocinglera fama. Deseariamos
tener la amenidad i el vigoroso estilo de un Salustio para no
debilitar con flojas espresiones que no correspondan á la gran
deza del objeto los gloriosos timbres que adquirieron; pero á,
falta de estas altas dotes nos esmeraremos en referirlos con el
posible entusiasmo, esperando que la sola narracion de ellos
sin necesidad de los adornos de la historia, haga reflejar so
bre aquellos guerreros todo el esplendor á que se hicieron
acreedores.
Reservamos pues para el capítulo inmediato la descrip
cion de los sucesos correspondientes al año de 1816, i con
cluiremos el presente con añadir algunos apuntes sobre las
provincias de Venezuela despues de haberse ausentado de ellas
el general en gefe espedicionario. Solo habia quedado con las
armas en la mano ea dichos paises el caudillo Zarasa con
2oo hombres refugiados en las montañas de Chagüaramas, i
los bandidos Monagas i Cedeño vagando por la Guayana i los
CARACAs I sANTA FÉ: 1815. 185
Llanos. Poco antes de haber desembarcado Morillo en aque
llas playas se habia dirigido el citado Zarasa al general de
Caracas don Juan Manuel Cagigal solicitando el indulto; i
aunque la política i la misma eonveniencia pública deman
daban una pronta aquiescencia á tan oportuna sumision, Ca
gigal sin embargo no se atrevió á darla sin oir antes al gene
ral espedicionario, temeroso de ver desairada su autoridad si
aquel traia órdenes que estuviesen en contradiccion con sus
deseos. ".
Esta intempestiva delicadeza del mencionado Cagigal, fue
sumamente funesta á la causa del Rei. Zarasa creyó qué era
irrevocable su decreto de proscripcion, i se dedicó por lo tan
to con todo el furor que sujieren el despecho i la desespera
cion á hostilizar á los españoles del modo mas terrible. Mui
pronto agregó nuevas tropas á su corta partida, i se defendió
bizarramente de las que habian sido enviadas contra él
antes de emprender la espedicion sobre Cartagena; pero toda
via fue mas terrible su sedicioso influjo cuando se hubo in
ternado el ejército espedicionario: fue entonces cuando pudo
hacer libremente sus escursiones sobre la Guayana i empeñar
- acciones parciales que, dando nuevo vigor i altanería á sus
hordas, acaloraron su fantasía hasta el punto de creerse capaz
de sostener todavia con algun éxito la moribuhda causa de la
independencia. ... , , , , y
. .. . . . . . .-

ToMo II. 24
vvan van avvawwwwwwnvavvuavwwwwvuvuan

cAPITULo XIII.
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ME J
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CO. ss.
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Continuacion de los hechos de armas mas brillantes sosteni


dos por los realistas en este año, entre los que se distin
guen la espedicion concertada por el coronel Itúrbide oon
- tra la junta rebelde situada en Ario. Mejora de los ramos
i de pública administracion. Nuevas refuerzos recibidos de
la península. Feliz i arriesgada espedicion del tenienate
eoronel donº Cárlos María Llorente sobre Misantla. Der
-, rota del lieenciado Rosains por Guadalupe Pictoria, Ter
-iribles discordias entre los principales caudillos insurgen
o tes. Prision del feroz Morelos, ii destruccion de sus gavi
llas. Progresos de la opinion á favor del Rei dí cónsecuen
cia de tan importante suceso. Muerte de aquel formidable
«. enemigo ente 1 de dieiembre, en cuyo dia se concedió un
indulto general. Nuevos esfuerzos de los rebeldes para res
tablecer el congreso, á cuya cabeza fue colocado el in
surgente Terán. Estado del vireinato de Méjico á fines
de 1815.

A unque en este año cedió considerablemente el espíritu


de sedicion, no por eso dejaron de darse tan sangrientos i re
petidos combates que ha relacion minuciosa de ellos seria tan
pesada como poco necesada; nos ceñiremos por lo tanto á in
dicar los mas importantes. Los de esta clase pertenecientes al
mes de enero fueron los que concertó el comandante don
Luis del Aguila contra 9oo insurgentes de caballería situados
en la Antigua, provincia de Veracruz, en donde fueron com
pletamente batidos con pérdida mui considerable, habiendo
MéJIco: 1815. 187
sido de la mayor entidad la del cabecilla Viviano, segundo da
Guadalupe Victoria. - r

Fue todavia de mas lustre i esplendor el resultadb de los


acertados planes que el coronel Itúrbide habia combinado con
tropas de Apasco, Chamacuero, Celaya, Salamanca, Silaoi
Guanajuato contras las partides rebeldes que se hallaban tipos
aquel distrito. Parecia que de este golpe de astucia i arrojo
no debia salvarse ninguno de los protervoa con tanto esmero
habian sido tomados todos los caminos, i, guarnecidos veinteri
siete puntos en la prolongacion de diez i mueve leguas, i con
tanta celeridad habían desempeñado 'todas las columnas los
movimientos que se las hahiai confiado para cortar áienes
migo todos los pasos 5 º no 9y

Aunque el bizarro gefe que dirigió esta operacion la vió


ejecutada con felicidad, no quedó sin embargo satisfechó
cuando supo que algunos de los principales caudillos que
eomponian el fantástico congreso se habian sustraido á la
muerte. Halló sin embargo los medios de templar su sen
timiento al tender la vista ssbre 8ooi facciosos que habian.
sido presa de aquella cacera guerrera, i cuando vió en
su poder un obus, un cañon, algunas armas de fuego, dos
costales de pólvora i unos ado caballos. Tuvo la satisfaccion
asimismo de contar entre los prisioneros á José Fulgencio Ro
sales comandante general de los partidos del valle de Santia
go, Salamanca, Santa Crua ir Celaya, al brigadier José Mi
guel Sainez, á los coroneles Andres Lazcano i Juan Mata, á
los tesoreros, al asistente del vocal Liceaga i á una porcion
de eclesiásticos i empleados en aquel quimérico gobiernºs
El coronel de Lobera don José Joaquin Marquez i Dona
llo, perteneciente al ejército del Sur, ganó una accion suma
mente gloriosa en Huamantla contra los cabecillas Rosario,
Ojeda, Velasco, Terán, Andrade, Sesma, Machorro, Bena
vides, Correa i otros que habian llegado á formar una reu
nion de 9oo caballos i4oo infantes. Doscientos muertos,
otros tantos heridos, 14 prisioneros, 4 cañones, mas de Ioo
fusiles i una porcion considerable de pertrechos de suertº
188 MÉJICo: 1815.
fueron los blasones con que ennobleció el escudo de sus are
mas el bizarro gefe realista, sin mas pérdida por su parte
que la de dos muertos i 25 heridos. -
Entre las operaciónes mas notables del mes de febrero
merece ocupar un lugar en la historia la defensa que hizo el
capitan don José de Barachina en el pueblo de Acámbaro
contra 8oo rebeldes bien armados, que al mando de los cabe
cillas Torres, Obregon, Saucedo, El Jiro i Flores se lanzaron
con tanto furor como confianza contra aquella débil guarni
cion. Ya habian logrado apoderarse de algunas casas, i ame
nazaban la total ruina de la poblacion, cuando una impetuo
sa salida de los realistas hizo varíar totalmente la escena- Al
ver los facciosos la desesperacion con que peleaban las tropas
del Rei i los daños que sufrian por el bien. dirigido fuego de
las mismas, se retiraron precipitadamente con la baja de unos
1oo hombres que fueron puestos fuera de combate, sin, que
la pérdida de los realistas escediera de 22 muertos i de algu
nos heridos. El comandante don José Brilantrº correspondien
.te á la division del brigadier don Diego Garcia Conde sostu
vo un choque feliz en la bacienda de los Ranchos de la sier
ra de Comanja contra la gavilla de Morelos causándole la
pérdida de 5ó muertos, 17 prisioneros, algunos caballos i
armas de fuego. ... e
Entre los hechos de armas que mas brillaron en el mes
de marzo debe hacerse mencion honorífica de la espedicion
del comandante don Luis del Aguila, ejecutada entre in
mensas gavillas, capitaneadas por el comandante Guadalupe
Victoria, que se habian empeñado en ostruirle el paso. Aun
que los rebeldes jamás se presentaron en campo abierto i si
solo desde sus emboscadas i ventajosas posiciones, fueron sin
embargo escarmentados en varias de sus correrías, en las que
tuvieron bajas de la mayor consideracion. No fueron tan afor
tunadas las armas realistas en el ataque que dieron al fortifi
cado cerro de Cóporo, del que hubieron de desistir al ver la
tenaz resistencia de los sitiados i su favorable posicion para
sostenerse. Si bien este choque puso fuera de combate á mas
s -
MÉJIco 1815. 189
de cien individuos de la division del brigadier don Ciriaco de
Llanos, se ejecutaron en él sin embargo tales rasgos de bizar
ría i arrojo, que se aumentó el catálogo de los brillantes ser
vicios de aquellas tropas, haciéndose acreedoras á los mayo
res elogios á pesar del malogro de sus tentativas. -
A los pocos dias de haberse retirado del cerro de Cóporo
el teniente coronel don Matias de Aguirre, que fue uno de
los que mas se distinguieron en aquel ataque, tuvo nueva
ocasion de ejercitar la valentía de sus tropas atacando en el
puerto de las Milpillas á las gavillas del coronel Menchaca i
á las del famoso Rayon, las que pudieron sustraerse á la fu
ria de los realistas con una vergonzosa fuga, abandonando por
el rumbo del Oro 25o caballos, que no pudieron internar á
causa de las malezas i escabrosidad del camino que tomaron
para hallar un asilo en su desgracia. Las tropas del brigadier
don José Gabriel de Armijo obtuvieron repetidos triunfos
contra las gavillas-insurjentes en sus trincheras de Playa
grande, distrito de Petátlan, ácia la parte del Sur, de las
que fueron desalojadas con la pérdida de cerca de 2oo hom
bres, 3 cañones de á cuatro, varios fusiles, porcion conside
rable de municiones i otros pertrechos de guerra. Los prófu
gos de esta refriega fueron alcanzados á su continuacion en
el paraje de Pautla por el ayudante don Cristobal Huber que
acabó de esterminarlos. i
o Otro de los combates mas reñidos que se recuerdam en
esta época fue el que sostuvo el capitan don José Vicente
Robles con solos 8o infantes i un corto destacamento de ca
ballería contra las gavillas de Guerrero i Herrera, que con tri
plicada fuerza se habian arrojado sobre los realistas en el
campo de Tlalistaquilla, distrito de Tlapa, despues de haber
les degollado varios de sus centinelas: el primer ataque del
enemigo fue tan brusco é impetuoso que quedó arrollada la
infantería, cercado el mismo Robles, i obligado á saltar
por una barranca con un oficial i siete soldados para salvarse
del furor de los facciosos. Empero fue tan decidida la resis
tencia de aquellos valientes en medio de sus contrastes i re.
19o MéJco: 1815.
veses, que si bien hubieron de retirarse con los mayores ries
gos i no pocos quebrantos, acreditaron en repetidos encuen
tros su denodado espíritu, i dieron: á los rebeldes una terrible
leccion de lo que puede el entusiasmo i la fidelidad. Mas de
5o cadáveres que se hallaron en el campo sin contar los mu
chos heridos que fueron ocultados, segun indicaban los ras
tros de sangre que se hallaron en varias, direcciones, acibara
ron á los faeciosos el placer de su decantada victd.
Entre las acciones mas ilustres ocurridas en el mes de
abril debe contarse la obstinada defensa que hizo la guarni
cion de Chamacuero, á pasar de haber sido sorprendida por
3oo rebeldes introducidos por traicion del cabo Rodriguez,
de quienes fue primera víctima el comandante de aquel pun
to don Antonio Ormachea; pero el que le reemplazó en el
mando, don Isidro Granda, salvó el honor de las armas espa
fiolas rechazando con el apoyo eficaa de sus valientes solda
dos al orgulloso, enemigo, i obligándola á retirarse con gran
pérdida de muertosi heridos. El gobernador de Tlascála don
Agustin Gonzalea del, Campillo se vió atacado de improviso
por las gavillas de Inclan, Cortés, Rojano, Montes, el Gam
panero i otros cabecillas hasta el número de 7.oo, hombres: el
decidido, empeño de apoderarse de aquella poblacion fue
inferior al de la resistencia. Aunque los facciosos habían to
mado posesion de algunas casas, i que iban taladrando otras
para introducir el desaliento en aquella débil guarnicion,
desplegó esta sin embargo, todos los esfuerzos de su brazo, al
que sucumbieron 8o rebeldes entre muertos, heridos i prir
sioneros, i los restantes se vieron precisados contan inespei
rado contraste á ocultar su verguenza con la fuga. -

El comandante don Ignacio Ocampo, dependiente de la


division del brigadier don José Gabriel de Armijo, sostuvo
un combate de los mas sangrientos i gloriosos en el pueblo
de San Cristobal, inmediato á Ajuchitlan cen 3oo, hombres
escasos contra 15oo caballos capitaneados por los cabecillas
Bravo, Galeana, Lizalde, Campos, Ochoa, Morá i Arines,
Engreidos con la inmensa superioridad numérica i con la
º

MEra co: 1815. 19


buena calidad de sus tropas daban por segura la victoria;
pero los realistas acostumbrados á superar con su heroismo
toda clase de obstáculos i tropiezos, no se desconcertaron con
este imponente aparato, i en su vez se prepararon con el mas de
modado espíritu á salvar su sólida reputacion á costa de los ma
yores sacrificios. Cuatro horas duró este reñido combate en
que cada cual empleó por su parte cuantos esfuerzos sugiere
el masardiente entusiasmo; mas una terrible carga que dió
con su caballería el capitan don José Joaquin de la Rosa Goi
coa acabó de fijar la fortuna en las filas realistas. Trescientos
cadáveres, muchos heridos, 36 prisioneros, dos cañones de
grueso calibre, inmensa porcion de armas, i caballos, i el to
tal desorden i vergonzosa dispersion de los insurgentes fueron
el fruto de su temeridad. - -

Como pertenecientes al mes de mayo se hallan yarias ac


ciones consignadas en irrefragables testimonios que elevan al
-mas alto grado el mérito de las tropas realistas en esta san
grienta i porfiada campaña: una de ellas fue la bizarra de
fensa del pueblo de Acatzingo hecha por su comandante don
José de Porras: despreciando con indignacion este valien
te oficial la intimacion de rendirse que le habia dirigi
do el cabecilla Teran, puesto al frente de 8oo infantes, con
tras piezas de artillería, se dió principio al ataque con el ma
yor ardor por ambas partes; mas viendo los rebeldes el poco
fruto que sacaban de su terco empeño desistieron de él, i se
retiraron con la baja de 1oo hombres entre muertos i heri
dos, contándose entre los primeros el cabecilla Villasanº.
-, Fue todavía mas importante la que ganó el coronel co
mandante de la seccion de Tula don Cristobal Ordoñez con
tra una reunion de 12oo facciosos, procedentes de Cóporoi
Zitácuaro, al mando de Ramon i Francisco Rayon, Epitacio,
Pascasio i Cañas: habiendo hecho una atrevida salida de Ji
lotepec el citado Ordoñez, logró desordenar la línea cenemiga
despues de media hora de vivísimo fuego; i cargando enton
-cestá la bayoneta obtuvo un triunfo completo, apoderándose
de 12 o prisioneros, de una gran candidad de fusiles, asi como
192 MÉJIco: 1815.
de un cañon, un obus i otras varias armas i pertrechos de
guerra, i de un campo cubierto de mas de 16o cadáveres,
entre ellos varios de sus cabecillas.
Merece particulares elogios la bizarra defensa que hizo
el comandante de Teloloapan, don Marcial de Arechaba con
solos 8o hombres contra 6oo rebeldes de caballería é infan
teria perfectamente armados, que al mando de los cabecillas
Bravo, Galeana, Ursua, Pablo Ocampo, Pedro Talavera i
otros se arrojaron inesperadamente icon la mayor furia sobre.
aquella débil guarnicion. Su ruina estaba decretada, i no pa
recia posible evitarla; mas fue tal la bizarría i decision de
este puñado de valientes, que recibiendo con sonrisa la muer
te, mas bien que rendirse á aquellas hordas desenfrenadas,
supieron fijar á su lado la inconstante fortuna. En el cálculo
mas osado no cabia esperanza alguna de la victoria; los realis
tas sin embargo la obtuvieron rechazando tres ataques encarni
zados, hasta que cansados finalmente los rebeldes, i desconfian
do de debilitar el terco valor de sus contrarios, emprendieron la
retirada á las nueve horas de haber roto el fuego, dejándose .
en el campo 4o muertos i una parte de los 1oo hombres que
salieron heridos de aquella refriega, habiendo sido mui corta
la pérdida de los bravos defensores de Teloloapan.
Era de la mayor importancia sorprender la junta rebelde
situada en Ario para destruir de una vez á aquella fragua de
patrañas i seduccion: el infatigable Itúrbide, que tantas ve
ces habia señalado su bizarría i decision por los derechos del
Rei, quiso agregar al catálogo de sus servicios éste que debia
ser superior á todos los anteriores. Tomadas las providen
cias mas acertadas al objeto, hizo catorce jornadas de diez, i
aun de veinte leguas, sin mas que un dia de descanso para
las valientes tropas, á las que sabia entusiarmar con su ejem
plo. Los méritos contraidos por esta division en tamaña em
presa no admiten comparacion: no podia ciertamente verifi
carse la sorpresa sin superar todos los obstáculos de una mar
cha rápida i penosa i. de caminos impracticables por sus male
zas , escabrosidades i barrancas.
MIEsico: 1815. . 195
Tedo sin embargo estaba vencido, i el dia 5 del mes de
mayo debia haber caido á la madrugada sobre los despre
venidos individuos del quimérico gobierno, cuando un ino
cente estravío, ocurrido en la noche anterior al franquear un
monte espesísimo, frustró los planes combinados con el ma
yor acierto, i ejecutados hasta entonces con toda felicidad.
No habiendo podido llegar á dar el golpe en dicho dia 5, fue
preciso diferirlo hasta el siguiente. Los rebeldes no habian
tenido aviso alguno del movimiento, de Iturbide hasta el
mismo dia designado para la sorpresa, la que se habria ve
rificado sin el indicado tropiezo, dejando envueltos en sus
mismas ruinas á todos aquellos genios maléficos, instigadores
principales de la guerra civil. Si bien no tuvo esta espedi
cion el éxito feliz que se habian prometido, merecieron sin em
bargo todos los individuos que la componian, los mayores
elogios del virei Calleja por el esmero con que concurrieron
al desempeño de tan importante i penoso servicio.
Conociendo dicho general los malos efectos que debían pro
ducir en muchos ilusos de aquel reino los incendiarios pape
les que salian de las prensas de Apatzingan i Taretan por in
flujo del llamado congreso mejícano, hizo publicar un bando
en el que probaba evidentemente la traicion i rebeldía de
aquellos hombres inmorales, reunidos sin ninguna clase de
poderes de los pueblos, i mucho menos sin las facultades del
Soberano legítimo, que restablecido felizmente al trono de
sus mayores estaba en el pleno ejercicio de su dominio sobre
la América española. Proscribió á su consecuencia del modo
mas terminante la circulacion de dichos impresos, i declaró
por traidores á todos los que abrazasen tan execrables máxi
mas. El cabildo eclesiástico i gobernador en sede vacante dió
una pastoral no menos enérgica para atraer al sendero de la
virtud i de la obediencia á todos los descarriados por tan in
fames teorías. Los pueblos se apresuraron á desmentir con
actas públicas i solemnes la atrevida usurpacion de sus pode
res por los titulados vocales de la junta de la nacion.
Parecia que estos auténticos documentos que espresaban
ToMo II. 25
194 MÉJIco: 1815.
la verdadera voluntad de los mejicanos, deberian haber der
ribado el prestigio que habian principiado á adquirir en algu
nos puntos aquellos genios de la discordia; pero su terquedad
i animoso empeño no cedia á los dictados de la razon i de la
justicia: así pues los veremos aunque errantes i proscriptos
perseverar en su desleak partido hasta que el curso del tiem
po i los repetidos esfuerzos de las tropas realistas hicieron
desaparecer aquel simulacro de ilegítimo gobierno, ó mas
bien de deslealtad i protervia.
En medio de estos contrastes se observaba sin embargo
iuna notable mejora en todos los ramos de la administracion,
cuyo estado, sino era tan pujante como el que ofrecia el pais
antes de la revolucion, superaba de mucho al de los años de
181 i 1812 : en este último se habian"acuñado en la Real
casa de moneda 4.4og.266 pesos, i en el 14 habia tenido un
aumento de 3.214.939. La aduana en dicho año de 1812
tan solo habia producido 1.o91.123, i en el 14 se notó el
aumento de 91o.768: el de 1815 presentaba todas las apa
riencias de ser sus resultados mas brillantes.
La enerja desplegada por el gobierno para cortar de raiz
el genio del mal, hacia esperar un rápido cambio en la opi
nion, i que fuera calmando el furor revolucionario con el es
carmiento de los principales corifeos, i con el desengaño de
las masas alucinadas. Se aumentaron todavía las esperanzas
de los buenos luego que supieron la llegada á Vera-Cruz á
mediados de junio del brigadier don Fernando Miyares con
2ooo soldados españoles. Este importante ausilio, al paso que
servia para reforzar las columnas realistas, infundia nuevo
aliento á las mismas, presentándose como un espresivo testi
monio de la paternal solicitud del Monarca español, i de la
decidida atencion que prestaba á aquellos sus dominios. Ya
desde entonces se hicieron mas dulces las fatigas de la guer
ra para todos los empleados en ella, al observar que sus es
fuerzos i padecimientos merecian la singular proteccion del
Soberano, por cuyo henéfico influjo habian de tener una
pronta terminacion, i sus servicios la debida recompensa.
uésico: 1815. 1 95
A estas poderosas consideraciones se debieron los ilustres
triunfos ganados sucesivamente por los realistas, mereciendo
particular mencion la bizarra defensa hecha en el mes de ju
nio por el comandante de Apulco don Rafael Duran, contra
9oo rebeldes de la gavilla de Zacatlan, Huauchinango i Sier
ra baja, á las que obligó á retirarse despues de haberles pues
to 125 hombres fuera de combate. Es tambien digna de ho
norífico recuerdo la feliz espedicion de don Cristóbal de Huber
i Franco, correspondiente á la division de don Gabriel Armi
jo, cuyo bizarro oficial tuvo varios encuentros con los insur
jentes, aprehendió algunos de sus cabecillas, entre ellos á
Montoro, Julian Gutierrez i Sota, mató á otros, les tomó 32
prisioneros, porcien de armas i municiones.
No fué menos feliz otra espedicion emprendida á este
mismo tiempo por el teniente coronel don Domingo Clavari
no, dependiente del ejército del Norte: puesto este valiente .
gefe al frente de su division, compuesta de 45o hombres i
dos piezas de á cuatro, recorrió la serranía de Tacámbaro,
haciendas de la Loma, Chupin, Pedernales, cercanías de Pu
ruarán, pueblo de Ario, Araparacuaro, Taretan, Tomendan,
Santa Clara, Chearan, Nahuatcin i Páztcuaro, en persecu
cion de las fuerzas que defendian la junta revolucionaria,
mandadas por varios cabecillas, entre los que se distinguian
el P. Carbajal, «Cervantes, Vargas, Sanchez, Vedoya, Flo
res, Cos i Lailson. Tuvo con ellos varios encuentros constan
temente felices, i regresó á Valladolid á los cuarenta i dos
dias de penosas marchas, habiendo causado al enemigo consi
derables quebrantos con sus frecuentes sorpresas, sin mas pér
dida por su parte que la de 4 dragones muertos i 6 estraviados.
A este mismo tiempo brilló el distinguido mérito del te
niente coronel don Antonio Flon en tres ataques consecu
tivos que tuvo en el pueblo de Acatlán contra mas de 1ooo.
rebeldes mandados por los cabecillas Sesma, Guerrero, Alar
con i Andrade: con su corto destacamento de menos de roo
hombres resistió el bizarro Flon las impetuosas cargas de
aquella faccion desorganizadora, la que cubierta de mengua
1 96 MÉuico: 1815.- .
i desdoro hubo de abandonar el campo sembrado de mas de
2oo cadáveres, sin que la pérdida de los realistas escediera
de 1 o muertos i 12 heridos.

El capitan don Juan de Ateaga se defendió vigorosamente


en Tetela, provincia de Veracruz, contra 1 ooo facciosos capi
taneados por Osorno, Inclan i otros cabecillas, cuyos vigoro
sos ataques rechazó con bizarría, causándoles la pérdida de 3o
muertos i de un número mayor de heridos. Por la parte de
Guadalajara se distinguian asimismo las columnas ambulantes,
i en particular la del capitan don José Valleno, quien en va
rios encuentros que tuvo con los rebeldes de Tamasula, les
tomó mas de 2oo prisioneros, les causó un quebranto consi
derable en muertos i heridos, i se apoderó de mucho ganado,
caballos, armas i otros efectos. - - -

Entre las acciones que mas brillaron en el mes de julio


merece ocupar un lugar distinguido la espedicion del teniente
coronel don Eugenio Villasana, comandante de la seccion de
Teloloapan, quien tuvo varios choques con las gavillas de
Galeana, Ocampo i Bravo, i el mas importante en la ha
cienda de San Juan á las cercanías de Tlachapa, en donde fue
batida completamente la division del brigadier Lobato de
jando 45 muertos i 13 prisioneros en el campo de batalla.
El teniente coronel don Cárlos María Llorente se cubrió de
gloria, en la espedicion que emprendió sobre Misantla: con
solos 412 hombres anduvo 45 leguas de pais el mas esca
broso del reino, i que por el espacio de cuatro años habia
estado ocupado por los rebeldes. Entre los 19 qne defendian
este territorio habia 3oo milicianos, cuyos conocimientos i
práctica de aquella impenetrable serranía parece debian frus
trar cualquiera ataque concertado contra ellos. Llorente sin
embargo la recorrió en todas direcciones, les dió varios gol
pes, i les convenció finalmente de que no hai obstáculo que
detenga la bravura de los realistas cuando se trata de sellar
la fidelidad á su Monarca legítimo. Esta espedicion, que fue
la primera por aquel rumbo desde que principió la guerra
civil, fue ejecutada felizmente i sin mas pérdida por par
MÉJico: 1815. 1 07
te de la division de Llorente que la de 17 muertos i 31
heridos. -

Otro de los hechos gloriosos que mas brillaron en esta


época fue el terrible golpe que el esforzado Orrántia dió en
el rincon de Ortega á las gavillas de Rojas, Encarnacion
Ortiz, Rosales i Moreno, que ascendian al número de 14oo
hombres. La muerte de 3oo de estos, la prision de 3o, la
pérdida de un cañon i de 2oo armas de fuego fueron el fruto
de tan importante jornada, con cuyos trofeos, ganados sin
mas pérdida que la de 1 o muertos i 3o lueridos, quiso la
fortuna premiar la bizarría del benemérito comandante, bien
conocido en aquel teatro de sacrificios i victorias.
Uno de los sucesos mas notables del mes de agosto fue la
derrota del licenciado Rosains en las inmediaciones de Cos
comatepec por su rival Guadalupe Victoria, i su fuga ácia la
sierra de San Antonio de Arriba, con cuyo rápido movi
miento habia evitado el alcance del teniente coronel don José
Moran, que habia tratado de sorprenderle en San Andres ó
en Tecolo. Entre los hechos de armas mas ilustres de esta
época son dignos de honorífica mencion los que tuvieron las
tropas del comandante de Tulancingo, teniente coronel don
Francisco de Las Piedras en los pueblos de Huauchinango,
San Pedrito, Apulco i Tulancingo, en los que perdieron los
rebeldes 133 muertos, 12 prisioneros que fueron pasados por
las armas, 128 fusiles, 54 lanzas, 4o machetes, un cañon,
una caja de guerra i 2ooo cartuchos: en estos empeñados en
cuentros se cubrieron de gloria no solo el teniente coronel
Las Piedras sino los comandantes de las varias columnas don
Rafael Durán, don José María Lubian, don Rafael Asiain i
el alferez don Rafael Ricaño, asi como cuantos oficiales i
soldados tuvieron ocasion de desplegar su esfuerzo i bizarría.
El comandante general de las Villas, brigadier don Fer
nando Miyares, se hizo altamente recomendable por su bien
dirigida espedicion desde Jalapa á Veracruz batiendo en re
petidos lances á todos los rebeldes de Tierra caliente, que
al mando de Guadalupe Victoria habían salido á intercep
-
198 MÉJIco: 1815.
tarle el paso i á apoderarse del rico convoi que escoltaba,
Fue asimismo importante el ataque que el capitan don Pedro
de la Sierra, perteneciente á la division de Querétaro dió en
las cercanías de Cadereita á 8oo insurjentes, que favorecidos
por el terreno i por sus buenos espías habían tratado de en
volverá los 18o hombres de que se componia la columna rea
lista, i daban ya por segura la victoria; pero se debió á la
bizarría de nuestras tropas que huyeran los facciosos des
ordenadamente, dejando 4o de ellos tendidos en el campo.
Como pertenecientes al mes de setiembre deben citarse
las gloriosas acciones del eapitan don Ramon Galinsoga, cor
respondiente á la comandancia general de los llanos de Apan
contra las gavillas de Espinosa, Inclan i Serrano, á las que
batió constantemente causándoles pérdidas de consideracion;i
la feliz sorpresa que el ya citado Orrántia hizo en el pueblo de
Dolores sobre la gavilla de Encarnacion Ortiz, compuesta de
35o caballos, quedando todos en su poder con sus sillas i
armas, asi como 4o facciosos muertos en la fuga, i pasados
por las armas otros 53 que cayeron en las manos de los rea
listas; habiéndose podido sustraer á la muerte el principal
caudillo sobre un caballo en pelo, i los demas valiéndose de -

la misma confusion i desórden,


Este fue el momento de mayor agitacion entre los rebel
des: el doctor Cos, Rosains, Rayon, Navarrete, Morelos,
Sanchez, Arriola i demas cabecillas se perseguian recíproca
mente i sin piedad: huian unos desengañados de sus fatales
errores á aéogerse al generoso indulto de las autoridades espa
ñolas, i entre ellos el licenciado Rosains, don José Guevara, i
otra porcion de antiguos insurgentes, los que lograron salir con
las tropas reales á dar pruebas de su decision por la justa
causa que ofrecian sostener con todo empeño, á fin de borrar
la mengua de su antigua conducta: otros fueron víctimas de sus
mismas discordias; i los demas cayeron gradualmente en po
der del ejército del Rei. Esta última suerte cupo al contumaz
Morelos, quien amenazando abandonar la serranía con varias
partidas que habia reunido en Huétamo, ofreció una brillan,
mÉJrco: 1815. 1 00
te ocasion al teniente coronel don Manuel de la Concha de
hacer ilustre su nombre. s

Como las primeras noticias que hubieran circulado acer


ca de este indomable insurgente indicasen que sus correrías
tenian por objeto descolgarse por el rumbo de los Laureles ó
el valle de Temascaltepec para internarse en las provincias de
Puebla i Oajaca, atravesando los cerros de Apisco i Juchimil
co, contiguos á la capital de Méjico, ó bien cruzando por
entre Tasco i Cuernavaca, dió orden el celoso virei al refe
rido Concha, que se hallaba mandando una division en el
territorio de Toluca, para que se dirigiese sin dilacion al in
dicado punto de Temascaltepec. Ejecutado con puntualidad
este movimiento, i reforzado Concha con 25o hombres, con
los que llegó á completar una fuerza de 6oo, procedió á la
orilla del Mexcala dando por mas segura la direccion de aquel
caudillo sobre este punto,como que tenia en él mayor práctica
é influjo, i menos obstáculos i tropiezos, que por el territo
rio de Ixtlahuaca. El teniente coronel don Eugenio Villasana,
comandante de una seccion situada en Teloloapan, debia se
gundar los movimientos de esta espedicion obrando en per
fecta armonía con el gefe principal de ella.
La derrota sufrida á este tiempo al pie de Valladolid por
las gavillas que se encontraron con el teniente coronel don
Domingo Clavarino confirmó el concepto de que Morelos se
guiria el Mexcala para caer sobre Tehuacan. A fin de asegu
rar el territorio que antes cubria Concha, se mandó situar
al teniente coronel don Matias Aguirre con su columna en
San Felipe del Obrage, i fueron puestas en movimiento las
guarniciones del valle de Toluca, de Chalco, Cuautla, Cuer
navaca i toda la línea al S. O. de la capital. Como cuerpo
de reserva se mandó tomar posicion en Chalco á la division
de Apan para que acudiese al punto mas necesario si More
los por una marcha imprevista eludia el encuentro de Con
cha i Villasana. El virei, cuya vigilancia se estendia á todos
puntos, mandó que otra division de las tropas del ejército del
Sur partiese desde Huajuapan á reforzar el puesto de Tlapa, *
200 MÉJrco: 1815.
amenazado por varias gavillas, con cuya disposicion el coro
nel Armijo comandante general del rumbo de Acapulco podia
retroceder ácia Tixtla á fin de proteger un rico cargamento
venido de la China, cuyo robo era de recelar fuese tam
bien uno de los objetos de Morelos.
Este complicado plan fue ejecutado con tanta felicidad i
acierto que los rebeldes se hallaron envueltos entre las fuer
zas del citado Armijo, de Concha i Villasana. Acordada por
estos dos últimos la final persecucion de aquel formidable
enemigo, no pudieron descubrir su retaguardia hasta la ma
fíana del dia 5 de noviembre desde el pueblo de Temalaca:
apoderados los rebeldes de la cumbre inmediata aparentaron
una resistencia que solo duró hasta que los realistas se diri
jieron sobre ella. Replegándose á otras lomas no mui distan
tes, en las que se habia situado su caudillo, i formándose en
tres trozos mandados por él mismo i por los brigadieres Bra
vo i Lobato, afectaron una confianza que no podian tener en
sí mismos, é hicieron ver á los realistas la necesidad de des
plegar su acostumbrado arrojo é ingenio para destruir de un
golpe al genio errante de la revolucion.
No podia ofrecerse á estos valientes una perspectiva mas
agradable; habia llegado el momento tan apetecido de poder
venirá las manos con sus enemigos, que al favor de sus co
nocimientos topográficos i de su práctica en la guerra de
montaña habian burlado de contínuo sus operaciones mas
bien combinadas. La existencia de aquellas gavillas se debia
á la presteza de sus retiradas; era pues seguro el triunfo el
dia en que perdiendo su criminal cordura se atreviesen á es
perar á pie firme á los que no tenian mas deseos que los de
medir sus victoriosas armas, - -

Tomadas por el comandante Concha las disposiciones del


ataque, lo emprendió á las ence de la mañana con tal viveza,
que adelantándose el bizarro capitan Gomez sin reparar en
las dificultades que presentaba el terreno, se pusieron en pre
cipitada fuga casi.á un mismo tiempo las tres divisiones in
dicadas, contra las que se lanzaron los esforzados realistas
MéJico: 18 5. - 2 () l

que habian jurado su total esterminio. Morelos con uno de


los pelotones principales de los dispersos habia tomado la di
reccion del gran cerro contiguo á la loma de su formacion,
sobre cuya cima pensaba hacerse fuerte con un cañon que ha
bia podido salvar de la refriega; pero tomado este á mitad
de la cuesta por la valiente caballería contraria, i acuchilla
da sin piedad aquella fuerza, fue aprehendido finalmente el
prófugo Morelos en una de las cañadas por el teniente de rea
listas de Tepecuacuilco don Matias Carranco.
Los últimos restos de los facciosos sacando fuerzas de su
misma desesperacion se formaron en una de las barrancas
inmediatas al camino Real de Coesala para ofrecer nuevos
laureles á sus implacables perseguidores; la pérdida de los
rebeldes no bajó de 3oo hombres inclusive 3o prisioneros, que
fueron fusilados en Atenango. Tan solo se sustrageron á la
muerte los que tomaron la fuga con mucha anticipacion.
Dos cañones con todas sus municiones, porcion considerable
de armas de chispa i corte, todo el equipage de Morelos i de
los cabecillas que lo acompañaban; i finalmente cuanto exis
tía en su campo contribuyeron á ilustrar el triunfo de aque
lla jornada. Morelos i su capellan mayor, Morales, fueron
asegurados en estrechas prisiones para sacar de tan feliz deten
cion todo el partido que proporcionaban las circunstancias.
Los buenos oyeron con placer tan fausta noticia, i se en
tregaron á las mas lisonjeras esperanzas de ver terminada
prontamente la revolucion, faltando el genio inquieto que la
fomentaba; los amantes de la independencia se esforzaban en
desmentir aquellos sucesos, hasta que desengañados por la
misma comparecencia de aquel ídolo de su culto, quedaron
sumidos en la mas profunda tristeza, i llenos de la mas viva
aprehension de que entre los papeles que le habian sido ocu
pados se hallasen indicios de complicidad. Temblaban sobre to
do los disidentes establecidos en la capital, que conocian las
dificultades de alucinar á un gefe tan esperto i astuto, en cu
ya sutíl penetracion se estrellaban todas las asechanzas i ar
tificiosos manejos de la intriga,
ToMo II. 26
2O2 Méjico: 1815. -

Cuando esperaban una providencia de rigori proscrip


cion, que no dudaban tendria efecto en el mismo dia 21 de
diciembre en que fue fusilado el citado Morelos despues de
haber confesado sus horrendos crímenes, é implorado por
ellos humildemente la misericordia divina (1), se dió en su
vez un indulto generoso, que dando nuevo lustre á las virtu
des del gefe superior llenó de confusion i vergüenza á los que,
siguiendo el errado camino de la seduccioni del vicio, llega
ron á conocer finalmente la sinrazon de su rebeldía.
La prision pues de Morelos fue uno de los triunfos mas
ilustres conseguidos por los realistas durante el período de la
revolucion hispano-mejicana: este terrible golpe acabó de des
concertar las esperanzas de los mas obstinados. Ya desde este
momento tomó la guerra un aspecto menos feroz, á pesar de

(1) Aunque por no faltar á la verdad histórica haya sido preciso hacer
mencion de algunos eclesiásticos estraviados momentaneamente de la sen
da de la fidelidad i de la virtud, tenemos la satisfaccion de observar que
su número ha sido infinitamente menor, segun hemos indicado en otro
lugar, que el de los dignos ministros del Altar: la mayor parte de aquellos
se lanzaron en la revolucion por una falsa idea de que iban á defender al
Monarca legítimo contra las miras ambiciosas de Napoleon ; otros adopta
ron la desleal divisa porque se figuraron que los pueblos de América ha
bian de ser mas felices gobernándose por sí mismos; pero los mas han ab
jurado públicamente sus errores, i todos detestan en la actualidad al inmo
ral é irreligioso gobierno insurjente, que tan funesto ha sido á la verdadera
creencia. Convencidos pues de que solo bajo el benéfico influjo del Sobe
rano español puede la Religion conservar todo su lustre i esplendor, ansian
porque llegue el dichoso momento en que se imponga el debido freno al
vicio i á la impiedad.
No debe por lo tanto sufrir el menor desdoro la benemérita i respeta
ble clase de los individuos dedicados al Sacerdocio: uno, dos ó mas casos
de escepcion á la regla general no podran jamas rebajar el alto concepto á
que se han hecho acreedores por sus ejemplares virtudes, i por su celo ver
daderamente apostólico, así como tampoco refluyó sobre el santo cáracter
de los discípulos de nuestro divino Redentor la perversa conducta de uno
de sus miembros. Nos ha parecido conveniente dar estas aclaraciones para
evitar toda siniestra interpretacion de parte de los que no estando bien ar
raigados en la fé, pretendan veterse de estos hechos aislados para deprimir
a esta distinguida clase, que forma el principal objeto de nuestro respeto i
veneracion,
º

MéJIco: 1815. 2o 5
que algunos de los principales cabecillas permanecieron todavía
en su criminal protervia: los que se congregaron en Tehua
can para dar un sucesor á Morelos, no lograron ponerse de
acuerdo sobre la eleccion; i guiados esclusivamente por su
peculiar interés, se dividieron en bandos, habiendo sido el
mas fuerte el que se declaró por Terán, quien llegó á apri
sionar, i aun á amenazar con la muerte á varios de sus
compañeros.
Reunido pues el quimérico gobierno bajo la direccion del
citado caudillo, tomaron los satélites que lo rodeaban el nom
bre ruidoso de supremo congreso mejicano, i tuvieron la avi
lantez de dirijirse á las naciones europeas como legítimos re
presentantes de un pueblo libre. Esta farsa, sin embargo, no
mejoraba de modo alguno la crítica posicion de su ilícito
empeño; sus espirantes esfuerzos se estrellaban como siempre
en la bizarría de los realistas; solo la temeridad mas indis
creta, i el mas rabioso despecho, podian hacer tener las ar
mas en las manos á un puñado de proscriptos, que por do
quiera que dirijian sus pasos hallaban la espada vengadora
de la justicia. Las tropas del Rei contaban el número de sus
triunfos por el de las veces que llegaban á las manos con los
últimos restos de aquella feroz revolucion.
Así sucedió á las gavillas de Vargas, Gonzalez, Mauriño
i Herrera, que en número de 5oo caballos i 6o infantes, ha
bian tenido el atrevimiento de atacar á mediados de noviem
bre al destacamento de Tlayacapa, i se hallaban cometiendo
las mayores estorsiones; pero como hubieran llegado á las ma
nos con el capitan don Vicente Lara, fueron completamente
derrotadas, dejándose en el campo mas de 3o muertos, i hu
yendo toda aquella chusma en la mas horrorosa dispersion. No
habian salido menos escarmentados 2ooo facciosos, que pocos
dias antes habian tenido la arrogancia de sitiar el pueblo de
Tlapa, defendido por una débil guarnicion, pues que ataca
dos por el bizarro Armijo perdieron mas de 2oo hombres de
sus mejores tropas, si bien
-
su desesperada resistencia obligó
:
-
2o4 Méjico : 1815.
á las del Rei á retirarse con 1oo hombres puestos fuera de
combate. - .

Ni tuvieron mejor suerte las gavillas que sitiaban al


pueblo de Apan, ni las de Espinosa, Osorno, Inclan, Ser
rano, Vargas i Correa, que fueron batidas en varios encuen
tros por el sargento mayor don Juan Rafols, i por el coro
nel don Manuel de la Concha. Como una consecuencia de los
reveses de los rebeldes, cuyo influjo se estendió por todas
partes, entró así mismo el abandono de la terrible fortifica
cion del Puente del Rei, dejando nueve piezas de artillería,
una de ellas de á diez i ocho, gran porcion de municiones,
fusiles, morriones i víveres,
Esta azorada retirada fue producida por la alarmante voz
de aproximarse las valientes tropas de los brigadieres Daoiz
i Miyares, por las que habia sido arrollada pocos dias antes
su caballería en las inmediaciones del rancho del Guaje, así
como por el terror que les habia infundido el teniente co
ronel don José Joaquin Marquez i Donallo, quien encargado
de su persecucion por el referido Miyares, se conduje con
tanto honor i bizarría, que causando á los facciosos la pérdida
de mas de 1 oo hombres, mereció los mayores elogios del
virei Calleja, i toda su division la mas fina gratitud del go
bierno, i los mas/honoríficos recuerdos de sus compañeros.
Así se iba desmoronando la causa de la independencia sin
que tuviera mas apoyo que en el terco i desesperado valor
de los cabecillas mas comprometidos, quienes hallaban siem
pre algunos secuaces entre la pillería i hez de las poblaciones,
atraidos por el cebo del saqueo. No puede decirse pues que
estuviera sofocada la revolucion á fines del año 1815; pero
se habian dado pasos agigantados para lograr este beneficio.
tan apetecido, como un resultado de los inmensos sacrificios
prestados por los que defendian la causa de la razoni de la
justicia.

2OO
vRuvV\vº Vv\ARAVvVvuvuAvVvv\vVAva Mv\ \\ VAVAVA VAVAva Avwvwvwvw.

CA PITULO XIV.

BUENO S—AIRES . l 8 1 6.

Cardcter del director supremo Pueirredon, i su empeño en re


mediar los males producidos por el desórden popular. Sus
trabajos para dar vigor á la causa de la independencia.
Discordias de la capital. Encono de los cívicos contra los
veteranos. Atrevidas empresas de Pueírredon contra el
reino de Chile i contra las tropas del Alto Perú: feliz re
sultado de la primera. Estado de los negacios á fines
de 1816.

Por mas que se esforzase el nuevo director Pueirredon


en calmar los ánimos de los buenos-aireños i en zanjar las
desavenencias de las provincias Unidas en el nombre, i real
mente divergentes en el todo, estaban los efectos mui lejos de
corresponderá su ardiente celo i sanas intenciones. Aunque la
eleccion de este magistrado no fue del agrado general del
pueblo, no por eso dejó de trabajar con igual esmero en la
árdua empresa de asegurar su felicidad consagrándose entera
mente á tan noble objeto. Siendo uno de los cuidados que mas
agravaban su ánimo las disensiones ocurridas en Salta entre
paisanos i soldados, se dirigió desde el seno del supremo con
greso á cortar con su presencia aquella exasperacion.
Terminada felizmente esta primera empresa se dedicó
á reconocer su ejército, á examinar la línea que ocupa
ba i á inspeccionar sus fortificaciones: desempeñado dicho
encargo á toda su satisfaccion regresó al Tucuman para .
acelerar la solemne publicacion de la ridícula acta de su
independencia, apoyada en las bases mas frágiles del racioci
2 o6 BUENos-AIREs: 1816.
nio i en la falsedad i graciosa invencion de sus asertos. Diri
jiéndose desde aquel punto á Córdoba, en donde le esperaba
San Martin para combinar los planes de la invasion de
Chile, emprendió de nuevo su marcha para regresar á Bue
nos-Aires.
Las atenciones que rodeaban á este primer magistrado
eran de tal magnitud que podian acobardar al ánimo mas
atrevido. Veia los puntos interiores de aquella república en
vueltos en interminables discordias; la misma capital, devo
rada por las mas viles pasiones del egoismo, ambicion, riva
lidad, competencia i encono de partidos. Los mas decantados
patriotas daban mui pocas señales de poseer aquella elevacion
de sentimientos que escita á sacrificar privados miramientos
en obsequio del bien general: las rencillas i la envidia ejer
cian todo su poder; algunos hombres de juicio i sensatez se
retraian de tomar parte en un gobierno que no tenia fuerza
para enfrenar la osadía popular. Eran tan públicos estos ma
les que las corporaciones mas respetables los marcaron en re
petidos documentos que salieron de sus manos con la idea de
atajarlos.
En las varias representaciones del mismo pueblo se ve
consignada su desconfianza, su aprehension i su duro pesar
de que fuera igualmente desastroso el estado de los negocios
á pesar de la instalacion del congreso general i del nombra
miento de un solo individuo para el gobierno superior.
Viendo pues que subsistian las provincias en la misma clase
de dependencia, se agriaron los ánimos de cívicos i veteranos
en la capital. -

La noche del 18 de junio estaba destinada para cubrir


de luto aquella tan criminal como desgraciada poblacion. Los
primeros trataban de sorprender á los segundos con el ausilio
de dos oficiales de estos cuerpos que habian prometido alla
narles, el camino para la perpetracion de tamaño atentado.
Prevenido con tiempo el regimiento número 8, se puso en
actitud hostil, i lo mismo hizo la artillería esperando con
mechas encendidas i con todo el aparato de la guerra el des
BUENos-AIREs: 1816. 2o.7
enlace de aquel drama alarmador. Aunque la prevencion de
los veteranos evitó por entonces el golpe de esterminio, no
se estinguió por eso la animosidad entre ambos partidos, la
que prometia hacer tarde ó temprano su esplosion.
En medio de estos desórdenes, que debilitaban conside
rablemente la fuerza moral que necesita un gobierno para
dirigir altas empresas, tuvo el atrevimiento el impertérrito
Pueirredon de dar ejecucion á dos de ellas de las mas impor
tantes que se hayan presentado en los anales de aquella re
volucion. Fue la una activar la espedicion del general San
Martin contra Chile, la que se verificó á principios del año
siguiente desafiando todo el poder de un gobierno consolidado
por la legitimidad de su causa, i por las bayonetas de bizarras
tropas, que tenian justos motivos para esperar que la fortu
na no habia de volverles las espaldas. Fue la segunda refor
zar el ejército de Salta para resistir á los furiosos ataques
que le diera el nuevo general del Alto Perú don José de la
Serna, á quien suponia ansioso por hacer célebre su nombre
en los primeros combates. -

Era necesario pues un temple fuerte de alma para entre


garse á tantos i tan arriesgados lances que se ofrecian simul
táneamente al infatigable Pueirredon. Todas las probabilida
des obraban contra él; las discordias interiores embarazaban
sus operaciones; el ejército del señor Marcó del Pont era
mui superior al de San Martin en número i en disciplina; el
del general la Serna estaba engreido con sus anteriores hazañas,
i persuadido de tener vinculada en sus manos la victoria.
La república pues de Buenos-Aires se presentaba á la orilla
del precipicio; la salvó Pueirredon, ó mas bien la fatalidad del
destino que persiguió á los ejércitos del Rei. La Serna no
pudo abrir la campaña con la debida rapidez por falta de
las acémilas i útiles de guerra, para llevar á cabo su proyec
tada espedicion. San Martin penetró felizmente por la cordi
llera de los Andes; i la opinion de los genios bulliciosos se
rectificó al ver unos progresos tanto mas apreciables cuanto
, menos esperados. Desde entonces fue tomando solidez i con
2o.8 1. UENos-AIREs: 1815.
sistencia la autoridad del director supremo; creció el aliento
de los republicanos, se disipó el abatimiento i el desórden,
que era un efecto de su crítica posicion, i fue tomando rápi
damente aquel gobierno un vigor i enerjía de que no se creia
capaz.
Este era el estado de los negocios de Buenos-Aires á fines
de 1816; por todas partes sonreia la fortuna á los indepen
dientes menos por la banda oriental. Artigas permanecia en
su estado de insubordinacion i rebeldía; las tropas portugue
sas amagaban una invasion; el doctor Francia ejercia su des
pótico poder en el Paraguai, despreciando todas las proposi
ciones i amenazas de la república de Buenos-Aires; la pro
vincia de Santa Fé se hallaba asimismo en estado de con fu
sion. Empero comenzaron los porteños á concebir fundadas
esperanzas de disipar prontamente aquellas nubes de oposi
cional favor de las sabias medidas emanadas del supremo
congreso, cuyos efectos habian de ser prodigiosos recibiendo
el activo impulso de su primer magistrado.
2o9º
vºn NVVVVVVVVVVVVVVVVVVVAVVVAWAMMVMAVVAVVVAAVVV\vVVVVVuu vuw

CAPITULO XV.

P E R Ú: 1816.

-moºe 36 -

Progresos de los realistas, cuyo general en gefe se situó en


las inmediaciones de Potosí. Accion de la Angostura de
Salo. Providencias del general Pezuela para reunir fondos.
Acertadas disposiciones para derrotar los caudillos insur
gentes. Bizarra defensa de Chuquisaca por el coronel don
José Santos de la Hera. Feliz espedicion del comandante
Centeno contra Camargo i La Madrid. Acciones brillan
tes del coronel Olarría contra varios cabecillas. Estado
militar de las provincias del Alto Perú. Traslacion del
euartel general á Santiago de Cotagaita. Razon de la
fuerza del ejército porteño en la frontera i de la de los in
surgentes del interior. IReveses de la columna del sargento
mayor Herrera. Salida de Potosí del mayor general Ta
cón ácia Chuquisaca. Aproximacion de los rebeldes á Po
tosí. Ventajas conseguidas por el comandante realista Cen
teno. Preparativos del general Pezuela para invadir las
provincias de Salta i del Tucuman. Nombramiento de este
general para el vireinato interino de Lima. Delegacion
del mando de aquel ejército en el general Ramirez hasta
la llegada del propietario. Sublevacion en Lima del pri
mer batallon de Estremadura i de dos escuadrones de ca- .
ballería, calmada por la energía del virei Abascal. Pa
rias acciones dadas en el Alto Perú, mereciendo un lugar
de preferencia en la historia las de los coroneles Vercolme.
Lavin, Vigil, Aguilera i del coronel La Hera. Llegada
al Perú del mariscal de campo don José la Serna i de al
Trao II s7
21 ) TETú : l S 1 6.
gunas tropas i buques de guerra. Vigorosas providencias
del virei Pezuela para mover el ejército del Alto Perú i
ausiliar al reino de Chile.

A principios de enero se hallaban ya las tropas


realistas por las provincias de Potosí i la Plata i el gene
ral en gefe en la ciudad de Cochabamba. Deseoso éste de es
tender la línea de sus operaciones, emprendió su marcha por
Chayanta, Lagunillas i Tarapeya recorriendo un camino su
mamente penoso por sus escabrosidades, quebradas, arroyos,
intemperie de la estacion, falta absoluta de subsistencias, l
cubierto de tropiezos capaces de desalentar al ánimo mas
atrevido. Por todas partes dejó el general Pezuela señales po
sitivas de clemencia i de recta administracion.
Cuando llegó en el dia 31 del citado mes á la hacienda de
Mondragón, que dista cuatro leguas de la villa de Potosí, se
hallaba tan quebrantada su salud por las penalidades que ha
bia sufrido, que para restablecerla determinó permaneceº
algunos dias en aquel punto como el mas á propósito para el
objeto, á causa de su benigno temperamento, i como el mas
central para sus operaciones sucesivas.
Pocos dias antes de este movimiento habia seña
lado el comandante Olañeta su inteligencia i bizarría en
un encuentro con el caudillo insurjente don Martin Ro
driguez en la villa de Tupiza: empeñado este perjuro en
alucinar con noticias supuestas á aquellos infelices habitantes,
derramaba á manos llenas papeles seductores por todos los
pueblos, i entraba en comunicaciones con algunos oficiales
realistas i especialmente con el capitan Baspiñeiro eon la pér
fida mira de hacerles avandonar sus banderas. Informado opor
tunamente Olañeta de tan insidiosos manejos salió de Potosí,
i en la madrugada del 17 cayó sobre las abanzadas enemigas,
que se hallaban situadas en la Angostura de Salo, en número
de 25o hombres mandados por el teniente coronel don Igna
cio Reglar, oficial que habia sido del Rei en Montevideo, i
gee en aquella sazon de la legion infernal de Salta.
pEnú - 1816. 21 l

Cayendo impetuosamente el primer escuadron de cazadores


al favor de la opaca luz de la luna sobre aquellas tropas que vi
vian en la mayor desprevencion, las arrolló completamente sin
darles lugar para defenderse. Setenta i cuatro prisioneros in
clusos el comandante, tres capitanes i dos subalternos, un
campo cubierto de cadáveres, en el que se hallaron asimis
mo 7o fusiles, 5o lanzas, 2 o ocaballos, mucho ganado, mu
niciones i otros pertrechos de guerra, coronaron los desvelos
del bizarro Olañeta, quien tuvo sin embargo el sentimiento
de no poder alcanzar al principal gefe de aquella fuerza, que
con 7o hombres habia podido sustraerse á la afortunada es
pada realista, dirigiendo su fuga ácia el pueblo de Moraya
donde se hallaba el cuartel general del acobardado Rondeau.
Uno de los principales cuidados del general Pezuela fue
el dar fomento al real banco, casa de moneda i mineral de
Potosí, que habian sido enteramente arruinados por los in
surjentes: á falta de fondos para este interesante objeto
-se escitó el celo de las autoridades eclesiásticas para que
en tan imperiosas circunstancias se desprendiesen genero
samente de la plata labrada i alhajas de las iglesias que ne
fueran absolutamente necesarias para los oficios divinos, ofre
ciéndoles para su reintegro hipotecas seguras sobre los mis
mos ramos que se trataba de vigorizar con aquel necesa
rio sacrificio.

Sobre las ventajas que debia producir esta, provi


deneia llevada á efecto con el debido celo, se conseguia
otra no menos importante que era la de sustraer aquellos in
tereses á la rapacidad de los facciosos, El mayor general don
Miguel Tacón gobernador propietario de dicha villa, quedó
encargado de esta interesante comision, que tuvo puntual cum
plimiento, pero aun mas en la ciudad de La Plata, cuyo ca
bildo eclesiástico dió en esta ocasion las mas brillantes prue
bas de desprendimiento i noble lealtad.
Era el 2 o de febrero cuando levantó Pezuela su campo
de Mondragon despues de haber arreglado las provincias re
cuperadas i comunicado á todos los cuerpos del ejército el
212 rER ó : - 1816.
plan de sus operaciones respectivas. Apenas entró en Potosí,
tomó las mas activas providencias para dar solidez i consisten
cia á sus ilustres triunfos: con sus urgentes escitaciones se
reunieron en pocos dias 450 pesos, con los que pudieron sa
tisfacerse las necesidades mas perentorias del ejército.
Al favor de la misma energía de sus providencias se creó un
nuevo batallon de aquel partido sobre la base de algunos oficia
les i tropa de línea, cuyo mando fue confiado al acreditado co
ronel Rolando; se formó tambien una compañía de 5o infan
tes i otros tantos caballos para que bajo la direccion del te
miente coronel don Angel Francisco Gomez cuidase del éster
minio de los rebeldes que solian refugiarse en el distrito de
Tinquipaya; i se organizó finalmente la compañía de emplea
dos de Potosí á las órdenes del contador de las reales cajas
coronel don Mariano Sierra. Con la adopcion de estas me
didas estraordinarias se lograba el importante objeto de
mantener desembarazada la fuerza efectiva del ejército para
concurrir libre, i prontamente á donde el caso pudiera re-.
querirlo. -

El general Ramirez habia salido de Chuquisaca para Po


tosí á fines de enero, dejando el mando interino de aquella
ciudad i provincia al entonces coronel i en la actualidad ma
riscal de campo don José Santos de la Hera, eon solos 3oo
hombres i un cañon. Al observar aquellos inquietos habitan
tes la corta fuerza de su guarnicion, llamaron al caudillo
Padilla ofreciéndole su cooperacion para asegurar el triunfo.
Traslucidas por el astuto La Hera estas pérfidas comunicacio
nes no se descuidó en tomar las mas eficaces medidas para su
defensa, ni perdió tiempo en pedir nuevos refuerzos al gene
ral en gefe; pero como la interceptacion de los caminos no
permitió que sus oficios llegasen hasta el dia 14 de febrero á
manos del citado general, aunque éste dispuso la pronta
salida del batallon titulado del General, de 2oo hombres
del de Potosí i de un escuadron de cazadores al mando de
Rolando, no pudieron tomar parte en las brillantes accio
nes que sostuvo dicho La Hera en los dias 1o i 11 contra
Tôme I/ /uy 2ze -

que separado de Camargo se dirigia ácia Tarija con 2 ºo so -


nes que sostuvo dicho La Hera en los dias 1o i 1 1 contra
TERU: 1 S 1 6. 2 5
49 hombres de todas armas que se arrojaron sobre él con el
mayor furor.
Para premiar el entusiasmo desplegado por estas va
lientes tropas en los repetidos ataques que dió el formi
dable enemigo á la plaza, apoderándose en uno de ellos de
algunas calles i aumentando su gavilla con toda la hez del
pueblo, fue creado un escudo de honor como un testimonio
indeleble de su fidelidad i bizarría, i á su benemérito gober
nador se le confirió la cruz de San Fernando por tan heróica
resistencia.
Al mismo tiempo que Padilla hacia sus correrías por la
provincia de Charcas llamaba la atencion de las tropas del
Rei por Cinti su compañero Camargo unido con el capitan
veterano de los insurgentes La Madrid, que habia podido
reunir hasta 4oo fusileros i mucha indiada. El primer re
gimiento, que al mando de su coronel don Antonio María
Alvarez, habia salido de Potosí para Tupiza con órdenes de
que recorriese de paso dicho partido de Cinti, tropezó en
los primeros dias de marzo con aquellas gavillas, por las
que se vió sumamente estrechado i en la necesidad de re
tirarse con alguna pérdida: este contraste, si bien fue de
poca consideracion, dió sin embargo nuevo pábulo á la in
solencia i altivez de los citados caudillos.
Conociendo el general en gefe las fatales consecuencias
que podia tener aquel infundado engreimiento, tomó las
mas activas disposiciones para que otra division compuesta de
mn batallon i un escuadron al mano del comandante don
Buenaventura Centeno saliera inmediatamente contra ellos.
Ordenando al mismo tiempo al comandante general de
vanguardia don Pedro Olañeta, que dejase guarnecido el rio
de San Juan para cortar la retirada á Camargo, emprendió
Centeno su marcha por la Lava, Vilacuya i San Lucas; i co
mo dicho Olafíeta hubiera prevenido esta misma operacion
enviando anticipadamente 33o infantes i 4o caballos al cita
do punto, pudieron coger ilustres laureles sobre La Madrid,
que separado de Camargo se dirigia ácia Tarija con 2 oo sol
2 pER : 1816.
dados de infantería i 15o de caballería para reunirse con
otros 3oo hombres que habian llegado en su ausilio por la
orilla opuesta, procedentes de la citada villa de la que era
gobernador el insurgente Arévalo. El teniente coronel Gon
zalez que mandaba aquella columna se lanzó impetuosamen
te sobre La Madrid en tanto que una parte de sus fuerzas
entretenia á los 3oo ausiliares en el paso del rio: no pudo
La Madrid resistir por sí solo á tan furiosa carga, i en su estado
de desorden i confusion no le quedó mas arbitrio que el de
arrojarse á la corriente de las aguas para salvarse á nado de
su irremediable ruina. Los que pudieron sustraerse á los fu
riosos golpes de los sables realistas murieron ahogados en el
rio, habiendo sido mui pocos los que salieron libres de tan
mortífera refriega. Gonzalez quedó dueño del campo, de una
gran parte de los equipages del enemigo, de bastantes fusi
les, i aun de su misma correspondencia.
Se ocupaba en el entretanto el general Pezuela en bus
ear los medios de sacar al ejército de sus apuros i de hallar
los fondos necesarios para continuar aquella campaña, la que
se hacia mas penosa por las gavillas que infestaban el pais i
por la predisposicion de una gran parte de sus habitantes á
proteger sus correrías. Era menor su cuidado por el ejército
insurgente de Buenos-Aires, el que á pesar de algunos re
fuerzos recibidos de su capital con el coronel French, no
llegaba á 29 hombres, ni se hallaba en estado de operar
ofensivamente. Era pues de la mayor urgencia dar un golpe
decisivo á Camargo, qüe iba fomentando su partido con su
artificiosa seduccion. Para asegurar el feliz resultado de la
espedicion de Centeno habia sido enviado desde Potosí á
principios de marzo el coronel don Francisco Javier de Olar
ría con dos compañías del escuadron de su mando con or
den de tomar á su paso por Cotagaita 2oo infantes, i de
marchar con toda aquella fuerza reunida á situarse en la
Palca grande, cuatro leguas distante de Cinti, i combinar
desde allí sus operaciones con el referido Centeno.
Ya éste habia dado pruebas de su celo i actividad, ba
PERU : 1816. " 2 15
tiendo en Tirahoyo, Tamaquira i Sacaca un número consi
derable de enemigos armados con fusil, honda i palo, manda
dos por los caudillos Mendez, Gomez, Cuiza, Manuel Pala
cios i José Villarubia; i al favor de estas ventajas habia lo
grado posesionarse de Cinti en el dia 12 de marzo sin mas
pérdida que la de 4 muertos, i 8 heridos. Habiéndose reuni
do á los citados caudillos el de igual clase Mariano Delgado
i el principal de ellos Camargo, componiendo entre todos
una fuerza de mas de 30 hombres, volvieron á poner sitio á
Cinti, i llegaron á estrechar fuertemente á Centeno tomán
dole todas las alturas.
Apenas supo Olarría la situacion apurada de esta colum
na, se puso en movimiento en su ausilio; pero cuando se
presentó sobre el pueblo al amanecer del dia 14, ya los ene
migos, noticiosos de su aproximacion, se haban retirado á
Culpina, distante cinco leguas de este punto. Alentado Cen
teno con los refuerzos que le habían sido remitidos, salió á
buscar á los rebeldes mientras que Olarría tomaba el camino
de San Juan para cortar aquel paso indicado para su retira
da; pero estos movimientos, si bien ejecutados con el mayor
celo é inteligencia no produjeron los felices resultados que
se habian prometido los gefes realistas, á eausa de lo encon
trado de las marchas de los rebeldes; i tan solo pudieron em
peñarse algunos choques parciales con las partidas sueltas que
fueron constantemente batidas con bastante pérdida.
La villa de Potosí se hallaba á esta sazon organizada com
pletamente en todos sus ramos; la de Cochabamba estaba so
metida por una brillante guarnicion; el batallon de Fernan
do VII se habia situado en Vallegrande con dos piezas de
artillería en estado de caminar sobre Santa Cruz luego que
cesasen las aguas, i combinase sus operaciones el eoronel Agui
lera con el sargento mayor don Pedro Herrera, quien debia
tomar posicion en la Laguna con otras dos piezas i con el
batallon titulado del General. La ciudad de la Plata inspi
raba toda la confianza de mantener su sumision i dependen
2 16 pEnú: 1816.
cia desde que el atrevido Padilla habia sido escarmentado por
La Hera. -

En la villa de Oruro, en el partido de Carangas, en Tara


pacái en toda la costa no se observaban elementos de oposi
cion, i parecia asegurada su tranquilidad con 15o soldados
que tenia de guarnicion el gobernador coronel don Manuel
Fernandez. El subdelegado de Sicasica, teniente coronel don
Francisco España, hacia respetar la autoridad del Rei en su
partido con solos 6o hombres; el de Chayanta se hallaba al
parecer suficientemente guarnecido con otros 5o. Cuatrocien
tos doce hombres distribuidos en la ciudad i provincia de La
Paz mantenian el país en una perfecta tranquilidad.
El punto del Desaguadero guarnecido con solos 8o hom
bres se hallaba libre de enemigos. La provincia de Puno habia
logrado la completa destruccion de los insurgentes mandados
por su general Leandro Bustios, por el clérigo Muñecasi
otros, habiéndose debido á las acertadas disposiciones de su
intendente don Tadeo Gárate i á la actividad del teniente
coronel don Agustin Gamarra la aprehension de dicho gene
ral Bustios, de siete caudillos mas i de varios soldados: ,
con tan afortunado golpe, del que fue una consecuencia la
presentacion al mismo Gamarra de otros trece caudillos, in
cluso el cura de Ayata, i la impetracion del indulto por el
sacrílego clérigo Muñecas, parecia que debian disiparse to
dos los temores de los realistas por aquella parte.
Asegurada en gran parte la tranquilidad por las provincias
de retaguardia, determinó el general en gefe levantar su campo
de Potosí en 18 de marzo dirigiéndose por la Lava, Tucta
pari, Vitiche, Ramada i Tumusla, ácia Santiago de Cota
gaita, á donde llegó con su segundo el general Ramirez, con.
su estado mayor, parque i ramo de hacienda en 24 del
mismo mes. Constaba entonces el ejército de operaciones de
solos 3.433 hombres armados, i de 64o sin armas; las guar
niciones de las provincias ascendian á 3,519.
Las fuerzas que Rondeau habia podido reunir despues de
PERÚ: 18 r6. 217
su derrota en Viluma, inclusos los regimientos número a i 3,
que habia recibido de Buenos-Aires á las órdenes del citado co
ronel French cnando iba huyendo por Humaguaca, consistian
en 3.8oo hombres con 6 piezas de artillería, á los que podian
agregarse otros 4oo que mandaba el intruso gobernador de Salta
Martin Güemes. Sin embargo de ser mui superior el ejército rea
lista tenia sus tropas demasiado divididas, i era preciso diri
gir su atencion á varios puntos, no siendo los enemigos que
daban menos cuidado al señor Pezuela los caudillos Padilla,
Camargo i otros, que entre gente armada é indios de lanza,
garrote i honda habian llegado á reunir 80 hombres en los
partidos de la Laguna, Puna, Cinti i Tarija.
Creció la inquietud del general en gefe cuando supo que
por descuido i falta de energía del sargento mayor don Pe
dro Herrera habian sucumbido á fuerzas mui inferiores los
17o hombres del batallon denominado del General, con los
que conducia á la ciudad de La Plata algunos prisioneros
hechos por el coronel. La Hera. La muerte sufrida por el des
graciado Herrera á manos del cabecilla Serna, fue el castigo
de su desprevencion, i al mismo tiempo un documento de
abono para que su memoria no se resienta de la mengua de
aquella derrota.
Los enemigos que La Hera tenia á su frente, cobraron
nuevo aliento con aquel funesto incidente; el alzamiento de
algunos pueblos, producido por igual causa, exaltó sus lo
cas esperanzas; las tropas realistas debieron renunciar por
entonces á operaciones arriesgadas i ceñirse á la defensiva,
El general en gefe mandó entonces que el batallon de grana
deros, que estaba en marcha para el cuartel general, retroce
diese á la villa de Potosí, con encargo de salir prontamente
á las órdenes del mayor general Tacon ácia Chuquisaca, á
fin de poner aquella ciudad en estado de respeto, i de proteger
la division de La Hera. Al mismo tiempo que el señor Pe
zuela disponia esta espedicion sobre Chuquisaca trataba de
situar su ejército en Moraya, i la vanguardia en Yavi hasta
que recibiese refuerzos que debian llegar mui pronto de la
ToMo II. 28
2 l 2 rERó : , 1 8 1 6.
plan de sus operaciones respectivas. Apenas entró en Potosí,
tomó las mas activas providencias para dar solidez í consisten
cia á sus ilustres triunfos: con sus urgentes escitaciones se
reunieron en pocos dias 450 pesos, con los que pudieron sa
tisfacerse las necesidades mas perentorias del ejército.
Al favor de la misma energía de sus providencias se creó un
nuevo batallon de aquel partido sobre la base de algunos oficia
les i tropa de línea, cuyo mando fue confiado al acreditado co
ronel Rolando; se formó tambien una compañía de 5o infan
tes i otros tantos caballos para que bajo la direccion del te
niente coronel don Angel Francisco Gomez cuidase del éster
minio de los rebeldes que solian refugiarse en el distrito de
Tinquipaya; i se organizó finalmente la compañía de emplea
dos de Potosí á las órdenes del contador de las reales cajas
coronel don Mariano Sierra. Con la adopcion de estas Ine
didas estraordinarias se lograba el importante objeto de
mantener desembarazada la fuerza efectiva del ejército para
concurrir libre, i prontamente á donde el caso pudiera re-.
querirlo.
El general Ramirez habia salido de Chuquisaca para Po
tosí á fines de enero, dejando el mando interino de aquella
ciudad i provincia al entonces coronel i en la actualidad ma
riscal de campo don José Santos de la Hera, eon solos 3oo
hombres i un cañon. Al observar aquellos inquietos habitan
tes la corta fuerza de su guarnicion, llamaron al caudillo
Padilla ofreciéndole su cooperacion para asegurar el triunfo.
Traslucidas por el astuto La Hera estas pérfidas comunicacio
nes no se descuidó en tomar las mas eficaces medidas para su
defensa, ni perdió tiempo en pedir nuevos refuerzos al gene
ral en gefe; pero como la interceptacion de los caminos no
permitió que sus oficios llegasen hasta el dia 14 de febrero á
manos del citado general, aunque éste dispuso la pronta
salida del batallon titulado del General, de 2oo hombres
del de Potosí i de un escuadron de cazadores al mando de
Rolando, no pudieron tomar parte en las brillantes accio
nes que sostuvo dicho La Hera en los dias 1o i 11 contra
Tºmo II. /ºq9. 2/2.
-

Lº. - - - ----, -

que separado de Camargo se dirigia ácia Tarija con 2oo sol


nes que sostuvo dicho La Hera en los dias 1o i 1 1 contra
TERU : 1 S 1 6. 2 5
49 hombres de todas armas que se arrojaron sobre él con el
mayor furor.
Para premiar el entusiasmo desplegado por estas va
lientes tropas en los repetidos ataques que dió el formi
dable enemigo á la plaza, apoderándose en uno de ellos de
algunas calles i aumentando su gavilla con toda la hez del
pueblo, fue creado un escudo de honor como un testimonio
indeleble de su fidelidad i bizarría, i á su benemérito gober
nador se le confirió la cruz de San Fernando por tan heróica
resistencia.
Al mismo tiempo que Padilla hacia sus correrías por la
provincia de Charcas llamaba la atencion de las tropas del
Rei por Cinti su compañero Camargo unido con el capitan
veterano de los insurgentes La Madrid, que habia podido
reunir hasta 4oo fusileros i mucha indiada. El primer re
gimiento, que al mando de su coronel don Antonio María
Alvarez, habia salido de Potosí para Tupiza con órdenes de
que recorriese de paso dicho partido de Cinti, tropezó en
los primeros dias de marzo con aquellas gavillas, por las
que se vió sumamente estrechado i en la necesidad de re
tirarse con alguna pérdida: este contraste, si bien fue de
poca consideracion, dió sin embargo nuevo pábulo á la in
solencia i altivez de los citados caudillos.
Conociendo el general en gefe las fatales consecuencias
que podia tener aquel infundado engreimiento, tomó las
mas activas disposiciones para que otra division compuesta de
un batallon i un escuadron al mando del comandante don
Buenaventura Centeno saliera inmediatamente contra ellos.
Ordenando al mismo tiempo al comandante general de
vanguardia don Pedro Olañeta, que dejase guarnecido el rio
de San Juan para cortar la retirada á Camargo, emprendió
Centeno su marcha por la Lava, Vilacuya i San Lucas; i co
mo dicho Olañeta hubiera prevenido esta misma operacion
enviando anticipadamente 33o infantes i 4o caballos al cita
do punto, pudieron coger ilustres laureles sobre La Madrid,
que separado de Camargo se dirigia ácia Tarija con 2 oo sol
21 pER Ú: 1816.
dados de infantera i 15o de caballería para reunirse con
otros 3oo hombres que habian llegado en su ausilio por la
orilla opuesta, procedentes de la citada villa de la que era
gobernador el insurgente Arévalo. El teniente coronel Gon
zalez que mandaba aquella columna se lanzó impetuosamen
te sobre La Madrid en tanto que una parte de sus fuerzas
entretenia á los 3oo ausiliares en el paso del rio: no pudo
La Madrid resistir por sí solo á tan furiosa carga, i en su estado
de desorden i confusion no le quedó mas arbitrio que el de
arrojarse á la corriente de las aguas para salvarse ánado de
su irremediable ruina. Los que pudieron sustraerse á los fu
riosos golpes de los sables realistas murieron ahogados en el
rio, habiendo sido mui pocos los que salieron libres de tan
mortífera refriega. Gonzalez quedó dueño del campo, de una
gran parte de los equipages del enemigo, de bastantes fusi
les, i aun de su misma correspondencia.
Se ocupaba en el entretanto el general Pezuela en bus
ear los medios de sacar al ejército de sus apuros i de hallar
los fondos necesarios para continuar aquella campaña, la que
se hacia mas penosa por las gavillas que infestaban el pais i
por la predisposicion de una gran parte de sus habitantes á
proteger sus correrías. Era menor su cuidado por el ejército
insurgente de Buenos-Aires, el que á pesar de algunos re
fuerzos recibidos de su capital con el coronel French, no
llegaba á 29 hombres, ni se hallaba en estado de operar
ofensivamente. Era pues de la mayor urgencia dar un golpe
decisivo á Camargo, qúe iba fomentando su partido con su
artificiosa seduccion. Para asegurar el feliz resultado de la
espedicion de Centeno habia sido enviado desde Potosí á
principios de marzo el coronel don Francisco Javier de Olar
ría con dos compañías del escuadron de su mando con or
den de tomar á su paso por Cotagaita 2oo infantes, i de
marchar con toda aquella fuerza reunida á situarse en la
Palca grande, cuatro leguas distante de Cinti, i combinar
desde allí sus operaciones con el referido Centeno.
Ya éste habia dado pruebas de su celo i actividad, ba
PERU: 1 S 1 6. " 2 15
tiendo en Tirahoyo, Tamaquira i Sacaca un número consi
derable de enemigos armados con fusil, honda i palo, manda
dos por los caudillos Mendez, Gomez, Cuiza, Manuel Pala
cios i José Villarubia; i al favor de estas ventajas habia lo
grado posesionarse de Cinti en el dia 12 de marzo sin mas
pérdida que la de 4 muertos, i 8 heridos. Habiéndose reuni
do á los citados caudillos el de igual clase Mariano Delgado
i el principal de ellos Camargo, componiendo entre todos
una fuerza de mas de 30 hombres, volvieron á poner sitio á
Cinti, i llegaron á estrechar fuertemente á Centeno tomán
dole todas las alturas.
Apenas supo Olarría la situacion apurada de esta column
na, se puso en movimiento en su ausilio; pero cuando se
presentó sobre el pueblo al amanecer del dia 14, ya los ene
migos, noticiosos de su aproximacion, se hablan retirado á
Culpina, distante cinco leguas de este punto. Alentado Cen
teno con los refuerzos que le habían sido remitidos, salió á
buscar á los rebeldes mientras que Olarría tomaba el camino .
de San Juan para cortar aquel paso indicado para su retira
da; pero estos movimientos, si bien ejecutados con el mayor
celo é inteligencia no produjeron los felices resultados que
se habian prometido los gefes realistas, á eausa de lo encon
trado de las marchas de los rebeldes; i tan solo pudieron em
peñarse algunos choques parciales con las partidas sueltas que
fueron constantemente batidas con bastante pérdida.
La villa de Potosí se hallaba á esta sazon organizada com
pletamente en todos sus ramos; la de Cochabamba estaba so
metida por una brillante guarnicion; el batallon de Fernan
do VII se habia situado en Vallegrande con dos piezas de
artillería en estado de caminar sobre Santa Cruz luego que
cesasen las aguas, i conbinasesus operaciones el eoronel Agui
lera con el sargento mayor don Pedro Herrera, quien debia
tomar posicion en la Laguna con otras dos piezas i con el
batallon titulado del General. La ciudad de la Plata inspi
reaba toda la confianza de mantener su sumision i dependen
2 16 pEnú: 1816.
cia desde que el atrevido Padilla habia sido escarmentado por
La Hera. -

En la villa de Oruro, en el partido de Carangas, en Tara


pacá i en toda la costa no se observaban elementos de oposi
cion, i parecia asegurada su tranquilidad con 15o soldados
que tenia de guarnicion el gobernador coronel don Manuel
Fernandez. El subdelegado de Sicasica, teniente coronel don
Francisco España, hacia respetar la autoridad del Rei en su
partido con solos 6o hombres; el de Chayanta se hallaba al
parecer suficientemente guarnecido con otros 5o. Cuatrocien
tos doce hombres distribuidos en la ciudad i provincia de La
Paz mantenian el país en una perfecta tranquilidad.
El punto del Desaguadero guarnecido con solos 8o hom
bres se hallaba libre de enemigos. La provincia de Puno habia
logrado la completa destruccion de los insurgentes mandados
por su general Leandro Bustios, por el clérigo Muñecasi
otros, habiéndose debido á las acertadas disposiciones de su
intendente don Tadeo Gárate i á la actividad del tenienta
coronel don Agustin Gamarra la aprehension de dicho gene
ral Bustios, de siete caudillos mas i de varios soldados: ,
con tan afortunado golpe, del que fue una consecuencia la
presentacion al mismo Gamarra de otros trece caudillos, in
cluso el cura de Ayata, i la impetracion del indulto por el
sacrílego clérigo Muñecas, parecia que debian disiparse to
dos los temores de los realistas por aquella parte.
Asegurada en gran parte la tranquilidad por las provincias
de retaguardia, determinó el general en gefe levantar su campo
de Potosí en 18 de marzo dirigiéndose por la Lava, Tucta
pari, Vitiche, Ramada i Tumusla, ácia Santiago de Cota
gaita, á donde llegó con su segundo el general Ramirez, con
su estado mayor, parque i ramo de hacienda en 24 del
mismo mes. Constaba entonces el ejército de operaciones de
solos 3.433 hombres armados, i de 64o sin armas; las guar
niciones de las provincias ascendian á 3,519.
Las fuerzas que Rondeau habia podido reunir despues de
PERó: 18 r6. 217
su derrota en Viluma, inclusos los regimientos número a i 3,
que habia recibido de Buenos-Aires á las órdenes del citado co
ronel French cnando iba huyendo por Humaguaca, consistian
en 3.8oo hombres con 6 piezas de artillería, á los que podian
agregarse otros 4oo que mandaba el intruso gobernador de Salta
Martin Güemes. Sin embargo de ser mui superior el ejército rea
lista tenia sus tropas demasiado divididas, i era preciso diri
gir su atencion á varios puntos, no siendo los enemigos que
daban menos cuidado al señor Pezuela los caudillos Padilla,
Camargo i otros, que entre gente armada é indios de lanza,
garrote i honda habian llegado á reunir 83 hombres en los
partidos de la Laguna, Puna, Cinti i Tarija. " , ,, ,
Creció la inquietud del general en gefe cuando supo que
por descuido i falta de energía del sargento mayor don Pe
dro Herrera habian sucumbido á fuerzas mui inferiores los
17o hombres del batallon denominado del General, con los
que conducia á la ciudad de La Plata algunos prisioneros
hechos por el coronel. La Hera. La muerte sufrida por el des
graciado Herrera á manos del cabecilla Serna, fue el castigo
de su desprevencion, i al mismo tiempo un documento de
abono para que su memoria no se resienta de la mengua de
aquella derrota.
Los enemigos que La Hera tenia á su frente, cobraron
nuevo aliento con aquel funesto incidente; el alzamiento de
algunos pueblos, producido por igual causa, exaltó sus lo
cas esperanzas; las tropas realistas debieron renunciar por
entonces á operaciones arriesgadas i ceñirse á la defensiva.
El general en gefe mandó entonces que el batallon de grana
deros, que estaba en marcha para el cuartel general, retroce
diese á la villa de Potosí, con encargo de salir prontamente
á las órdenes del mayor general Tacon ácia Chuquisaca, á
fin de poner aquella ciudad en estado de respeto, i de proteger
la division de La Hera. Al mismo tiempo que el señor Pe
zuela disponia esta espedicion sobre Chuquisaca trataba de
situar su ejército en Moraya i la vanguardia en Yavi hasta
que recibiese refuerzos que debian llegar mui pronto de la
ToMo II. 28
218 rfRÚ: 1816.
península, sin los cuales era mui arriesgado estender sus ope
raciones, tanto por los nuevos é inesperados recelos que
ofrecian las provincias de la espalda como por haber recibido
ya Rondeau otros 20 hombres, muchas armas i municiones.
Olañeta fue encorgado de esta segunda operacion, la que sin
embargo de su importancia daba menor inquietud al general
en gefe que la marcha de Tacón sobre Chuquisaca.
Aquella se aumentó con los primeros avisos remitidos por
dicho Tacón que pintaban en el estado de mayor apuro la
ciudad que formaba el objeto de su espedicion, i presentaba
la suerte de La Hera mui problemática. Creció asimismo
con las noticias que recibió al mismo tiempo de los funda
dos temores de los potosinos de ser atacados por el caudi
llo Betanzos, confiado en la poca guarnicion de aquella plaza
desde la salida de Tacón. Los partes de Vitiche anunciaban
que los cabecillas Cuiza, Gonzalez, Fuente i Martinez se
aproximaban á aquel punto, por el cual eran dirijidos todos
los ausilios al cuartel general, i que ya habian entrado en Vi
lacaya distante cinco leguas de dicho pueblo de Vitiche, des
truyendo una partida de 2o hombres que se hallaba allí de
avanzada. Conoció Pezuela la necesidad de cortar oportuna
mente los vuelos al enemigo por aquella parte, i envió con
efecto fuerzas suficientes para darle un golpe decisivo que
restableciese las librescomunicaciones deque tanto necesitaba.
En medio de estos graves cuidados que rodeaban al refe
rido Pezuela, tuvo el consuelo de saber que el valiente Cen
teno habia derrotado el 3 de abril al formidable Camargo en
una qnebrada inmediata á Santa Elena, á donde habia sido
conducido desde Culpina por dos indios desertados de los
insurjentes, i que tenian un conocimiento práctico de aque
llos escabrosos caminos: al favor de la fidelidad i destreza
de sus guias pudo caer al amanecer por sorpresa sobre el ci
tado Camargo, quien fue degollado por el mismo coman
dante realista, habiendo tenido igual suerte Villarubia se
gundo en el mando, i toda su numerosa gavilla.
Este primer triunfo fue precursor de otros felices aconteci
PERU: 1816. 2 9
mientos que hicieron variar de aspecto el estado de los nego.
cios. Las tropas de Rondeau, que amagaban un movimiento
sobre Yavi, quedaron reducidas á una corta partida, que con
el capitan Rojas iba vagando por aquellos puntos; los faccio
sos de Vilacaya se habian retirado apenas vieron aproximarse
los refuerzos enviados por el general Pezuela; el señor Tacón
habia entrado felizmente en Chuquisaca, á cuya ciudad se
habia replegado el bizarro coronel La Hera despues de haber
señalado su inteligencia i arrojo en los repetidos choques
que hubo de sostener con los rebeldes, quienes llenos de in
solencia i confianza le habian ido persiguiendo con la ma
yor firmeza.
Cuando el general Pezuela libre ya de los graves peli
gros que amenazaban á sus divisiones ambulantes se prepa
raba á emprender operaciones mayores; i cuando solo espe
raba la reunion de los batallones de Estremadura i demas
fuerzas que se le habian prometido para caer sobre el ejér
cito de Rondeau, ocupar las provincias de Salta i el Tucu
man i los valles de Tacamarca i la Rioja, entrar en comu
nicacion directa con el reino de Chile, i obrar en combina
cion con las fuerzas que aquel presidente hiciese salir para
Mendoza, se recibió en el cuartel general la Real órden
de 14 de octubre del año aterior por la que habia sido
nombrado virei del Perú, i al mariscal de campo Sanchez
Salvador se le encargaba el mando en gefe de aquel ejército,
del que deberia tomarlo interinamente el de igual clase don
Juan Ramirez, destinado en propiedad para la presidencia
de Quito -

Esta noticia, si bien grata á la tropa i á los pueblos al


ver premiados los relevantes servicios de un general tan
afortunado que tantas veces los habia conducido á la victo
ria, habiéndose contado el número de sus triunfos por el de
sus acciones militares, no dejó de crear alguna inquietud i
recelo de que las operaciones de la guerra se resintiesen de
la falta de quien siendo un esquisito conocedor del terreno,
de los pueblos, de todos los individuos de su ejército, i es
220 PERU) : 1816.
pecialmente de las arteras i flancos de los enemigos que tenia
al frente, daba garantías mas seguras de no sufrir interrup
cion alguna su gloriosa carrera; pero la no menor práctica i
entereza de ánimo de su sucesor interino, i el celo i decision
del propietario, que lo fue el mariscal de campo don José
de la Serna en reemplazo del primer nombrado, Sanchez
Salvador, disiparon la justa aprehension concebida al prin
cipio, i tranquilizaron el ánimo del soldado, si bien no se
pudieron hacer los mayores progresos hasta que el nuevo
gefe adquirió los precisos conocimientos para emprender
libremente sus operaciones.
Habiendo entregado el general Pezuela á don Juan Rami
rez el mando del ejército compuesto en aquella época de 7284
hombres de todas armas, se dispuso para el viaje de Lima
que emprendió en 15 del mismo mes, recorriendo á su paso
las provincias de Puno, Cuzco, Huamanga i Huancavelica,
logrando asi tomar conocimientos topográficos de aquellos
paises, i personales de sus respectivos gefes. Se hallaba en
tonces mandando en el Cuzco el coronel de Estremadura don
Mariano Ricafort, quien con su celo i actividad habia po
dido instruir i uniformar 4oo realistas, de los que el virei
Pezuela formó el segundo batallon de dicho cuerpo de Es
tremadura, que dirigió al cuartel general despues de haberle
dado el completo de 6 ao plazas.
A su paso por Huamanga halló un escuadron de húsares
de Fernando VII mandado por don Joaquin German, i otro
de dragones de la Union por el coronel don Vicente Sar
dina, cuya fuerza de 23o hombres, que el virei saliente ha
bia puesto en marcha para el referido ejército, recibió nue
vas escitaciones del entrante á fin de que concurriera con su
lvizurría i decision á las glorias que debian esperarse del ci
tad ejército de operaciones. • - - -

Era el dia 7 de julio cuando entró en Lima el señor


Pezuela con el júbilo mas puro de aquella leal poblacion
que se creia al abrigo de todo embate, teniendo á la cabeza
del gobierno un gefe tan acreditado á quien se habia debido
PERú: 1816. 22

mas de una vez la salvacion del vireinato. Sin tomar el me


nor descanso despues de un viaje de 54o leguas, que habia
recorrido á caballo, se ocupó con el mayor teson i energía
en el inmediato arreglo de todos los ramos de la adminis
tracion pública; i aunque los halló bastante decaidos, i una
deuda de once millones de duros, pudo sin embargo ocurrir
con puntualidad al pago de los gastos ordinarios, enviar
considerables ausilios al ejército del Alto Perú, i aun llevar
á cabo costosísimas espediciones sin apremios violentos i sin
exacciones vejatorias.
El primer batallon de Estremadura se habia sublevado
poco tiempo antes de la entrada del señor Pezuela en Lima,
juntamente con los dos referidos escuadrones pidiendo sus
alcances de España, i desobedeciendo la voz de sus gefes;
pero la recomendable oposicion que hallaron en el cuerpo de
artillería para unirse á sus depravados intentos, i la energía
que desplegó sucesivamente el virei Abascal presentándose á
eaballo ante aquellas masas insubordinadas, calmaron com
taplemente el motin, i disiparon los justos temores que habia
concebido aquel vecindario por unas tropelías desconocidas
hasta entonces. -

Uno de los primeros actos en que el señor Pezuela ejer


ció su autoridad fue en mandar llevará efecto la sentencia
pronunciada por el consejo de guerra nombrado con esta espe
cial comision: despues de haber sido castigados los principa
les motores, i de haber sido entusiasmados los demas con una
enérgica alocucion que les dirigió dicho virei Pezuela, ma
nifestaron con tanta sinceridad su arrepentimiento, que para
dar nuevas pruebas de su fidelidad i decision, pidieron, i se
les concedió el honor de ser enviados al cuartel general á fin
de ejercitarse activamente contra los enemigos del Rei.
Mientras que el nuevo gefe estaba arreglando todos los
ramos de la administracion, seguian las tropas realistas cu
hriéndose de gloria en el Alto Perú. El coronel don José de
La Hera habia logrado sorprender en el mes de junio el gru
po principal del caudillo Padilla en el pueblo de Quinteros,
222 PERU : 1816.
distante tres leguas de la ciudad de La Plata valiéndose del
ausilio de un indio que habia sido hecho prisionero con
otros cuatro en uno de los ranchos inmediatos. Arrojándose
el bizarro La Hera con impetuosidad i rapidéz sobre el cam
po de Centeno antes del amanecer, causó en él una horroro
sa mortan lad, á la que pudo sustraerse aquel caudillo con
la mas precipitada fuga.
Palilla, que se hallaba poco distante, formó inmedia
tamente su tropa, que se componia de 15o fusileros, de
igual número de caballería i de 10 indios, i emprendió
su murcha para atacar á los realistas: la serenidad con- que
los insurjentes empeñaron el ataque no dejó de causar
algun respeto al principio; mas entusiasmados los solda
dos de La Hera con el noble ejemplo de su gefe, resistie
ron con tanto vigor las cargas de los contrarios que se vieron
éstos precisados á replegarse á las alturas inmediatas, de cu
yas ventajosas posiciones no era fácil desalojarlos con la poca
tropa que tenia entonces el citado coronel. Así pues, deter
minó retirarse á la ciudad despues de haber causado al ene
migo la pérdida de mas de 1 oo muertos, entre los cuales se
contaban los caudillos Feliciano Asurdani i Pedro Herrera,
15 prisioneros, algunas armas i caballos, sin mas quebranto
por parte de los realistas que el de una contusion que reci
bió el capitan de caballería don Francisco Rondeau.
A los tres dias de la citada refriega tuvo Padilla el atre
vimiento de atacar á la ciudad de La Plata, defendida por su
gobernador el coronel don Rufino Vercolme, hallando en el
malogro de su temeridad una nueva leccion de la impavidez
de las tropas realistas. Siguiendo éstas en la carrera de sus
triunfos alcanzaron otros no menos preciosos contra el cabe
cilla Lorenzo Eranieta, dependiente de la division de Padi
lla, que habia tomado posicion en Quilaquila i Tipoyo, de la
que fue desalojado con pérdida mui considerable.
El coronel de ejército don Melchor José Lavin, goberna
dor interino de Tarija, tuvo en el mes de agosto un hecho
de armas sumamente favorable contra los insurjentes situa
PERú: 1816. 225

dos en los campos de Canasmoso. Treinta fusiles e un par de


pistolas, 26 cadáveres, 33 prisioneros, 87 caballos i un ri
co botin fueron el premio de su bizarría i esfuerzo.
El mariscal de campo don Miguel Tacón, que habia sali
do en 15 del mismo agosto á hacer una correría sobre la
provincia, i conducir de paso á la ciudad de La Plata un ri
co convoi, supo en aquella tarde por el comandante mili
tar de Siporo don Juan Alcaráz la entrada del caudilo Be
tanzos en el mineral del mismo nombre, sin que lo hubiera
podido impedir la columna de 2co hombres de infantería á
cargo del teniente coronel don Francisco García que se halla
ba en sus inmediaciones, quien hubo de replegarse aten
dida la inferioridad de su fuerza i las ventajosas posi
ciones que ocupaba el enemigo, llegando á incorporarse con
la division de Tacón al dia siguiente. Quedándose este bene
mérito gefe con la mitad de aquella fuerza, i remitiendo la
restante á Potosí se dirigió al pueblo de Bartolo, donde tuvo
aviso de que los rebeldes se corrian por la izquierda sobre el
camino de Potobamba; siguiendo ácia la ranchería de Tico
ya descubrió un grupo de 3oo indios, á los que ahuyentó, ha
eiendo en ellos bastante estrago una guerrilla de .5o granade
ros de reserva mandada por el capitan Arauso.
Cerciorado el señor Tacón de que el grueso de los ene
migos habia tomado la direccion de Pilima, continuó su mar
cha hasta que al bajar la cuesta del rio Pilcomayo con la ma
yor parte de su convoi que consistia en mas de 19 acémilas,
fue acometida improvisamente su retaguardia por mas de 30
insurgentes, quienes si bien contaban tan solo con 8o fusi
les útiles dieron terribles pruebas de su ciego valor, que se
estrellaron sin embargo en los firmes pechos de las tropas que
trataban de combatir. Volvieron al dia siguiente aquellas tur
bas con nuevos refuerzos á atacar la columna espresada en
la estrecha quebrada de la Calera; pero aunque rompieron
el fuego por varios puntos, fueron sin embargo rechazadas
vigorosamente, i puestas en desordenada fuga, abandonando
el campo empapado en su sangre. Siguiendo sin interrupcion
224 PERú : 1816.
el general realista su marcha sobre La Plata, halló en la ha
cienda de Cachimayo unos 6oo insurjentes de la faccion de
Padilla preparados á ostruirle el paso, contando con el apoyo
de las cuadrillas batidas en el dia anterior, que mui pronto
se presentaron por retaguardia é izquierda; pero este imponen
te aparato no tuvo mas resultado que el de recibir los rebel
desnuevos golpes; i con ellos un triste desengaño de lo infruc
tuoso de sus esfuerzos para arrancar de las sienes de los rea
listas los laureles que habian sabido asegurar con su valor i
COn StanCla

Fue asimismo de la mayor importancia el feliz combate


que sostuvo á principios de setiembre el coronel don Anto
nio Vigil, comandante del destacamento de Vitiche, contra
los caudillos Gonzalez, Cardoso, Fuentes i Carreño, á los
que trató de sorprender en su campamento á fin de frustrar
por este medio los planes de ataque que aquellos tenian con
certados contra el citado punto. Fue tan afortunado este
atrevido movimiento que desordenados completamente los re
beldes huyeron en la mayor confusion, dejando 63 cadáveres
tendidos en el campo i 5o prisioneros, 17 de los cuales fue
ron pasados por las armas como principales motores de aque
lla faccion. -

El coronel Lavin hizo una brillante espedicion desde Ta


rija hasta las inmediaciones de Baritú habiendo dejado mar
cados todos los pasos de su marcha con señales del valor i
lustre de las armas de Castilla: brilló su gallardía en el va
lle de la Concepcion, Pilaya, Orozas, Campanario, Chirigua
no muerto, i en la encumbrada cuesta de Cullambuyo. Se
hallaba ésta defendida por 5oo facciosos, quienes sin embar
go de lo terrible de su posicion fueron desalojados á las dos
horas de fuego, i arrojados á los montes del Porongal. Por
todas partes fueron coronadas del mas feliz suceso las armas de
la columna del bizarro Lavin; los enemigos quedaron escar
mentados cuantas veces dieron el frente á los realistas. Mul
titud de cadáveres, entre ellos los de los caudillos. Lorenzo
Ruiz i Mariano Segovia, 24 prisioneros incluso el cabecilla
PERú: 1816. 225
Juan de la Cruz Tarraga, algunos caballos, varias armas de
chispa i corte, i el rescate de 4 soldados fueron el frute
principal de esta bien dirigida espedcion. -

“No bien habia Lavin descansado de ella cuando hubo de


empuñar de nuevo la espada contra 25o insurgentes que con
cibieron la vana esperanza de triunfar de un destacamento
de sus cazadores montados en los campos de Yeseda: tres fu
riosos ataques dados con mui poca interrupcion acrisolaron la
serenidad de este puñado de valientes: mas de too facciosos
muertos incluso el de un caudillo, 6 prisioneros, varios fusi
les i lanzas fueron los trofeos de este combate parcial, en el
que tuvieron asimismo los soldados del Rei algunos heridos i
mayor número de contusos. - ---

Estos choques particulares iban aumentando la oposi


cion del Perú á favor de la causa del Rei cuando se supo el
desembarco verificado en Arica en el dia 8 del mismo mes de
setiembre por el mariscal de campo don José La Serna i por
el batallon de Gerona, que habían sido conducidos en la fra
gata de guerra Venganza. Para dar nuevo impulso á las ope
raciones militares, asi como para habilitar dicha fragata de
guerra i dos bergantines mas con el objeto de que salie
sen á batir á los piratas i dirijirse en seguida contra la escua
drilla de Buenos-Aires, que se decia haber sido destinada con
tra las costas de Chile, abrió el virei Pizuela un préstamo de
5oo? pesos que no tuvo todo el resultado que se habia
prometido. -

Seguian en el entretanto las tropas del Alto Perú ejerci


tando su bizarría aun antes que llegase al cuartel general el
señor La Serna. Una de las acciones mas brillantes que se
dieron á esta sazon fue la que sostuvo el teniente coronel don
Joaquin Lira, unido con el capitan don José María Arce con
tra el cabecilla Mendieta, á quien causó un destrozo de 6o
muertos i 6 prisioneros sin mas pérdida por su parte que
la de 1 1 caballos. - º

El valiente coronel don Francisco Javier Aguilera, que ha


bia derrotado completamente el 13 i 14 de setiembre en el
Tomo II. 29
226 Prr. U : 1 8 1 6.
partido de la Laguna á las gavillas del indomable Padilla
cortando con su propia mano la cabeza de este feroz insur
jente, dejando tendidos en el campo de batalla mas de 6co
hombres i tomándoles 1oo prisioneros, 3 banderas, 1 cañon,
15o fusiles, 3c sables, algunas cargas de municiones i varias
cabalgaduras, adquirió nuevos laureles sobre el cabecilla Gon
zalez en el mismo territorio causándole la pérdida de 1 5o
muertos i de varias armas i provisiones de guerra i boca.
A consecuencia de estos dos brillantes encuentros queda
ron pacifica los los dilatados partidos de la Laguna, Yampa
raes i Porco, rectifica la la opinion, de aquellos pueblos, ma
logra las las quiméricas esperanzas de los descontentos, i de
cretada la destruccion total del caudillo Barnes que todavía
se mantenia dueño de la provincia de Santa Cruz.
El esforzado coronel Lavin adquirió nuevos timbres en la
heróica defensa que hizo del pueblo de Tarija con solo su
escua lron contra 5co caballos i 7oo infantes que se habian
dirijido á tomar posesion de aquel punto; sin reparar en la
inmensa superiori la del enemigo i sin mas consideraciones
que las de defender la causa del Reii, el honor de sus armas,
resolvió su propio esterminio antes que rendirlas. Lejos de arre
drarse con aquel formidable aparato emprendió una salida con
tra los enemigos de su frente; i aunque recibió al principio
algun contraste, fue éste sin embargo el mas poderoso es
tímulo para desplegar todos los recursos de su bizaría é
ingenio, único medio de parar los golpes de la adversa
fortuna. y
Electrizados sus soldados con tan noble i animoso ejemplo,
volvieron de su primer estupor, i arrojándose ciegamente so
bre los contrarios les infundieron un terror pánico que los
puso en vergonzosa dispersion. Doscientos cadáveres, entre
ellos los del comandante Manuel. Peredo, i otros cabecillas,
156 prisioneros, caíon de á, dos, ofusiles, 25 sables, 3
cajas de guerra, multitud de flechas, i algunas municiones,
muchos caballos i monturas fueron los trofeos de esta memo
rable jornada, - -
PERú: 1816. 227
Todo parecia que concurria á dar solidez al dominio del
Rei en esta parte de América. Habian desembarcado en no
viembre en Huacho una compañía de artillería i 1 14 hom
bres del regimiento del Infante don Cárlos, procedentes de
Panamá; i en el mes siguiente llegaron al puerto del Callao
con igual proeedencia otros zoo hombres del citado regi
miento. º . a

- Las tropas del brigadier Olañeta que formaban la van


guardia del ejército salieron á recibir á su nuevo general en
gefe don José la Serna con las sienes eubiertas de preciosos
laureles ganados en Yavi el dia 15 de noviembre, que fue el
inmediato al en que tomó aquel posesion de su mando. Este
sangriento i retido combate costó al enemigo la pérdida del
famoso marques de Tojo que fue hecho prisionero, la de
36 oficiales, 34o soldados, 3oo fusiles i cuantos víveres i
equipajes llevaba aquella mahadada columna.
Para destruir completamente el foco de la insurrecelon
en la provincia de Santa Cruz, que habia sido constante
mente el asilo de todos los prófugos i dispersos, se necesita
ba dar un golpe decisivo al caudillo Barnes que ejercía en
ella su devastador influjo: el bizarro Aguilera cargado de ,
trofeos, eonseguidos recientemente contra Padilla i Gon
zalez, dió ejecucion á la última parte del plan que le habia
trazado el señor Pezuela, que era la del total esterminio de
este envalentonado insurgente, no menos feroz que los que
habian sucumbido á los irresistibles golpes de su brazo.
La fortuna eseuchó propieia los votos de aquel denodado
guerrero, i premió con prodigalidad su confianza i decision. Los
rebeldes hicieron una desesperada defensa que sirvió tan solo
para ilustrar el triunfo del vencedor: ochocientos de ellos
quedaron tendidos sobre aquel campo de sangre i de desola
cion; el formidable Barnes exhaló el postrer aliento entre
montones de cadáveres; nueve cañones, una porcion consi
derable de fusiles i lanzas i cuanto poseian aquellas hordas
desalmadas cayeron en poder del vencedor, quien en medio
del puro gozo de que rebosaba su alma por tan distinguida
-
228 PERú : 1816.
victoria, sufrió no poca afliccion al tender la vista sobre los
descalabros sufridos por sus valientes soldados.
En tan memorable jornada espiró el genio de la rebelion.
Si todavia quedaron con vida algunos caudillos obstinados,
hubieron de refugiarse á las sierras i parajes mas escabrosos
para salvarse de la victoriosa espada de los realistas: asi que
destituidos de su antiguo prestigio fue mas fácil su destruc
cion, cuando osaron comparecer de nuevo en el teatro de sus
vandálicas incursiones.
El vigor que habian tomado las tropas destinadas á batir
al enemigo se comunicó á todas las provincias de la espalda.
Don Pio Tristán, presidente interino del Cuzco, habia orga
nizado tan brillantemente su provincia, que se hallaba en es
tado de suministrar ingentes socorros, como lo verificó para
llevar la guerra á Buenos-Aires. El de La Paz don Mariano
Ricafort habia llegado á sujetar aquella indómita ciudad; i
como el desagravio de la vindicta pública i aun la misma
conveniencia política de que no quedasen impunes los hor
rendos crímenes exigiesen un severo i ejemplar castigo sobre
los principales asesinos que mas habian figurado en las trá
gicas escenas relacionadas ya en el curso de esta historia, se
celebró un consejo militar, por el cual fueron condenados á
la pena de muerte en el mes de noviembre 15 de ellos, 44
fueron destinados á presidio, i 19 sufrieron un castigo mas
benigno. Algunas mugeres, que habian tomado asimismo una
parte activa en aquellos actos de inhumanidad i barbárie, es
piaron su enorme culpa con multas, encierros, i con su espo
sicion á la afrenta pública.
El virei Pezuela sin descuidar las operaciones del ejérci
to del Alto Perú se ocupaba con el mas ardiente empeño en
enviar socorros al reino de Chile -que le pedia con urgencia
su presidente Marcó del Pont al verse amenazado por las tro
pas de San Martin. Conociendo la necesidad de tener bien
defendidas la costas de aquel reino, no contento con la es
cuadrilla que habia dirigido en el mes de octubre á Valpa
raiso, hizo armar la corbeta Velozi el bergantin Ciceron que
PERU : 1 8 1 6. 229
huego tomó su mismo nombre, habiendo tenido el consulado
de Lima la generosidad de encargarse de su primer costo i
manutencion. -

Sus planes principales se dirigian á realizar la invasion,


que ya habia proyectado antes de dejar el mando del ejérci
to sobre las provincias de Jujuí i Salta, de la que iba á ocu
parse el interino general Ramirez, cuando noticioso de la
aproximacion del señor Laserna, quiso cederá este digno ge
fe el honor de aquel triunfo
Desde que tomó el mando del ejército dicho general La
Serna recibió las mas urgentes escitaciones para que la lleva
se á efecto, i asimismo cuantos ausilios estuvieron al alcance
del virei; pero esta operacion que por varias circunstancias
no se ejecutó tan pronto como habria convenido para asegu
rar la felicidad de su resultado, recibió imprevistos contras
tes, de los que se tratará en la historia del año siguiente.
25o *

\vvN\v\vVvVMMuUNAAAAuv\v\NuVVVVAv\|\vNºvNvYvivVNVVNAVANMMVVVAvA
o y º , , ,, o - -

CAPITULo XVI,

(Y r IN •
C H * * .
LE • 18 i 6. 4

. . . . .. - recº — -
- , , , ,,

o y , - -

Contraste en el cardcter de los dos capitanes generales de


Chile, Osorio i Marcó del Pont. Elegada á la península
de dos comisionados de este reino. Primeroso avisos de la
- próxima invasion º del caudillo insurgente San Martin.
Preparativos del señor Marcó del Pont. Planes del R. P,
Martinez i sus útiles servicios. Alteracion de ellos en la
parte de pasar á buscar á San Martin antes que hubiera
cruzado la cordillera. Mal calculada diseminacion de los
cuerpos realistas. Situacion de la vanguardia en Aconca
gua. Desaliento de los adictos á la buena causa al ver el
ascendiente que habian tomado en el gobierno los genios
díscolos é intrigantes. Estado crítico de los negocios á fi
nes de 1816. s
--

El gobierno del sejor Marcó del Pont fue mui diferen


tes del de su antecesor brigadier Osorio : creia éste que la
sólida pacificacion del pais debia ser obra de la clemencia,
de la dulzura i de la afabilidad de los gobernantes, i aquel
opinaba que solo el rigor i la prontitud del castigo podia des
armar el brazo de los tercos disidentes. Imbuido en estos
principios, estableció un tribunal de purificacion para que se
juzgase en él á todo el que hubiere tenido alguna parte en
el sistema - revolucionário, ó que hubiera dado pruebas de
su adhesion á él. - / -

Entre los muchos comprometidos habia sujetos de gran


valimiento, dueños de haciendas mui estensas de quienes de
fIIILE: : 18 6. 251
pendian infinidad de familias identificadas con ellos mismos:
estos eran enemigos mui temibles i era preciso atraerlos con
halagos i promesas i de ningun modo convenia exasperarlos
con prisionesi secuestros. El antiguo presidente Osorio no
dudaba de la criminalidad de algunos de ellos; pero mejor in
formado de la verdadera política que debia seguirse, i bien
iconvencido de que pronunciándose contra aquélla clase de
gentes se acarrearia la odiosidad de la mayor parte de la po
blacion habia tenido el fino discernimiento de mítigar la se
veridad con que el virei de Lima habia mandado que algu
nos de ellos fueran castigados, haciendo que volviesen de sus
destierros á disfrutar libremente de las delicias de su vida rural.
El señor Marcó por el contrario hacía observar con
rigor los fallos del referido tribunal de purificacion; i una
parte de aquellos mismos individuos fueron separados de sus fa
amilias, confinados en prisiones ó deportados fuera del pais i
privados del goce de sus haciendas. Ambos gefes estaban dota
dos de la mas acendrada fidelidad i amor áeia el Monarca espa
ñol: i aunque concedalhos mayor acierto al seflor Osorio en el
modo de haber dirigido los negocios de Chile, no es nuestro
ánimo acriminar al presidente Marcó del Pont por las desgracias
en que se vió envuelto sucesivamente, ya que estas no pro
cedieron de malicia si no de equivocacion de cálculo, ó de
falta de verdaderos conocimientos sobre la situacion del pais
i carácter de sus habitantes.
Dos comisionados que el brigadier Osorio habia enviado
desde Chile á la península para cumplimentar á S. M. por su
feliz restauracion al Trono de sus mayores, i para manifes
tar el estado en que se hallaba aquel reino, Hamado el uno
don Luis Urrejola, entonces coronel i en la actualidad inten
dente de ejército, i el otro el abogado don Juan Manuel Elizal
de, vaticinaron esta triste verdad desde que llegaron á su
noticia las rigurosas medidas adoptadas por el sucesor de Oso
rio; i por mas que se esmeraron en demostrarlo, no pudie
ron llegar á tiempo sus oficiosas representaciones. La mision
de estos dos ilustres sugetos produjo el resultado que podia
252 cIIILE: 1816.
apetecerse en cuanto al envio de una fuerza naval capaz de
haber da lo otro giro á la guerra de Chile, si circunstancias
imprevistas de las que se hará mencion en su debido lugar
no hubieran inutilizado aquellos esfuerzos de la paternal so
licitud del gobierno de S. M. -

Seguia en el entretanto el señor Marcó del Pont adop


tando las medidas mas eficaces que le sugeria su celo, si
bien no estaban en armonía con el acierto: le grangeó sin
embargo un grado no pequeño de popularidad, la de dar au
diencia pública sin distincion de personas todos los viernes.
Esta providencia, tanto mas apreciable, cuanto que no habia
sido practicada por ninguno de sus antecesores, le propor
cionaba conocimientos i noticias mui interesantes que podian
haber sufrido una fatal alteracion si le hubieran sido trasmi
tidas por viciados conductos. Así pudo remediar muchos ma
les, evitar estorsiones i violencias, i corregir en parte los
abusos de sus subalternos. Creia por lo tanto que la obedien
cia i subordinacion de los pueblos iba arrojando raices pro
fundas, cuando recibió á mediados de octubre cartas anó
nimas de Mendoza que le comunicaban los planes del go
bernador de aquella ciudad, don José San Martin, dirijidos
á hacer una invasion en este, reino por el camino llamado
del Planchon. - -

Parece que estas cartas fueron escritas por influjo del


mismo caudillo insurjente, que obligó con las mas terri
bles amenazas á algunos realistas que se hallaban allí de
tenidos, á que las dirijiesen á sus amigos i parientes de Chi
le, presentándolas como un efecto de su ardiente celo por
la causa del Rei, á fin de que confiados en los avisos
de personas que merecian una sólida reputacion, pusieran
todas sus miras en el punto falsamente indicado, en tanto
que se llevaba á efecto la espedicion por otros caminos, que
deberian por igual razon hallarse desguarnecidos.
Como en Santiago se ignoraba la coaccion que habian sur
frido los citados realistas para dirijir aquella falsa correspon
dencia, se creyó de buena fé el paso de San Martin por el
emILE: 1816. 255
citado punto del Planchon, así como la salida que habian
anunciado de un ingeniero francés con materiales i gente pa
ra construir un puente sobre el rio Diamante que se halla
en la direccion de Mendoza. Afarmado el señor Marcó con
estos avisos, i deseoso de averiguar los planes de sus contra
rios, dirigió varios espías ácia su campo, i señaladamente so
bre el camino por el que debia pasar aquel ejército. Prepa
ró en el entretanto el suyo para cruzar la cordillera luego
que el tiempo lo permitiera, tratando con este anticipado
movimiento de privar al enemigo, todavía mui inferior en
fuerzas i recursos, de las ventajas que podia disfrutar sobre
el territorio chileno si llegaba á invadirlo.
Las tropas realistas, que escasamente llegaban á 62 hom
bres, no podian cubrir una línea de trescientas leguas, que
se estiende desde el camino que va á Coquimbo hasta el de
Antuco que se halla enfrente de Concepcion; i he aquí otra
de las razones que abonaban la primera determinacion de ata
car á San Martin antes que hubiera franqueado la cordillera.
Para llevará efecto dicho plan, se dispuso que una
guerrilla de 2oo hombres se apostase en Curicó, poblacion
la mas inmediata á la desembocadura del camino del Plan
chon, con instrucciones de pasar dicha cordillera al primer
aviso, antes que San Martin pudiera ponerse en movimiento,
ide sorprender el fortin de San Rafael, correspondiente áMen
doza, i distante cincuenta leguas al Sur de esta ciudad, que
solo estaba guarnecido por 4o milicianos. Mientras que con
esta maniobra se llamaba la atencion de dicho caudillo, se
daba lugar á que el grueso de las fuerzas del referido Marcó
cruzase libremente por el camino mejor imas recto de Os
paillata. -

Este proyecto, obra del R.P. Martinez, que llevaba 38


años de residencia en el pais, durante los cuales habia ad
quirido los mas esquisitos conocimientos del terreno i de los
negocios públicos, fue aprobado por todos los gefes i sugetos
de alguna inteligencia en aquellas materias. El mismo vir
tuoso eclesiástico fue comisionado para pasar sin pérdida de
ToMo II. 3O -
254 CHILE : 1816.
tiempo á Curicó, á fin de informarse con exactitud de los
preparativos de San Martin, de la fuerza de su espedicion, i
de cuantos incidentes podian conducir al mejor resultado de
kos movimientos de los realistas.
Era el 24 de octubre cuando dicho religioso emprendió
su marcha recorriendo en menos de dos dias las cincuenta le
guas que median entre la capital i el punto sujeto á su ins
peccion. Al reconocer el citado camino del Planchon, lo ha
lló tan cargado de nieves, que opinó no podia ser transitable
hasta el mes de diciembre. Por medio de varias espías, que
se atrevieron á cruzar dicha cordillera, averiguó con certeza
la fuerza de San Martin, qne no escedia de 225o hombres,
á los que estaba disciplinando en un campamento dos leguas
al Norte de Mendoza; supo asímismo que si bien esperimen
taba mucha desercion, la cubria mui pronto con gentes que
incorporaba por la fuerza á sus filas; i se cercioró de la fal
sedad de los alarmantes anónimos, cuando adquirió noticias
indudables de no haber ido al puente del Diamante el anun
ciado ingeniero francés, ni de hallarse el menor preparativo
que indicase haber sido elegido aquel punto para el paso de
las tropas rebeldes. - -

Estos mismos espías, por los que se tuvo conocimiento


de lo desguarnecido i descuidado que se hallaba el fuerte de
San Rafael, del que se ha hecho mencion, fueron remitidos
al capitan general para que los examinase por sí mismo, i
viera si convenian sus declaraciones con las que remitia di
cho comisionado.
En estas i otras disposiciones llegó el mes de diciembre,
tiempo en que empiezan á habilitarse los caminos de la cor
dillera; i observando que el del Planchon podia ya ser cru
zado libremente por las tropas, se dió aviso al presidente
para que las dirijiera prontamente en ejecucion del primiti
vo plan. Empero habia sido resuelto en un consejo de guer
ra otro mui diferente, que derribando los únicos medios que
habia de salvar el reino, puso en la mayor confusion i alar
ma á los que conocian la verdadera situacion de los negocios.
-
cht LE: 1816. 255 .
Se reducia este á esperar al enemigo dentro del reino, guar
neciendo con la pequeña fuerza ya indicada de 6ooo hom
bres una línea de ciento sesenta leguas que hai desde Acon
cagua á Concepcion. Llevada á efecto aquella fatal disposi
cion, pasó á esta última ciudad el batallon del mismo nom
bre; el de Chillan se apostó en Curicó; dos compañías en
Talca; el cuerpo de caballería de Barañao en San Fernando;
otro cuerpo de caballería en Rancagua; algunas compañías de
infantería en el camino del Portillo; tropas de todos cuerpos
on la capital, i una division de 1ooo hombres, llamada de
vanguardia, en Aconcagua que era donde terminaba la tra
zada línea. *

Todos los inteligentes prácticos del pais veian con el ina


yor dolor que el estado iba caminando ácia su ruina: ¡tan
mal calculados habian sido los planes de su defensa! los ilus
arísimos obispos de Santiago i Concepcion representaron el
inminente peligro que amenazaba á aquel desgraciado pais:
el mismo P. Martinez, á quien se le atribuia el mayor as
cendiente sobre el capitan general, fue encargado de influir
para la variacion de los citados planes; mas todo fue inútil,
porque escudado el señor Marcó en el acuerdo de su consejo
de guerra, se creia libre de toda responsabilidad, cualquiera
que fuese el resultado de sus operaciones. Ya no quedaba
pues en tal apuro mas arbitrio que el de la emigracion. To
dos estaban penetrados de que iba á sucumbir el gobierno
del Rei, i con este desaliento general nadie pensaba sino en
su propia conservacion. Todo era confusion en la misma ca
pital: órdenes i contra órdenes, marchas i contramarchas,
mudanzas de gefes i nuevas promociones, insubsistencia ento
das las providencias, i vacilacion en todos los ramos: he aquí
el aspecto que presentaba dicha ciudad de Santiago.
El señor Marcó del Pont, animado de los mas puros sen
timientos de amor al Rei, i de esmero por el honor de sus
armas, tenia la desgracia de verse rodeado por personas ines
pertas i presumidas que le hacian seguir la direccion que ha
lagaba su amor propio, ó que convenia al engrandecimien
256 T cmIILE: 1816.
to de aquellas. San Martin nada ignoraba de cuanto acaecia
entre los realistas; su criminal correspondencia con los des
contentos de Chile iba haciendo los mas rápidos progresos en
la opinion; su osadía crecia en razon directa del desaliento
del enemigo que iba á combatir; aquellos hacendados, que
imprudentemente habían sido perseguidos por el gobierno,
movian sordamente los mas finos recursos de la intriga, i pre
paraban á todos sus dependientes para segundar los impulsos
del general insurjente.
El plan que tenia este adoptado era el mas á propósito
para asegurar la victoria: así pues lo veremos mui pronto
darle la debida ejecucion, con tanta rapidez i felicidad, que le
hicieron adquirir un lugar distinguido en el templo de la fama
revolucionaria. Sensible es que en esta hubiera tenido mas
parte la fatalidad que los esfuerzos de su brazo. No fue pues
la desafeccion del pueblo la que hizo desaparecer el dominio
del Rei en el año siguiente, sino las no bien calculadas medi
das de los gobernantes de aquella época, tan desgraciados en
esta parte como dignos de los mayores elogios por sus ante
riores servicios, i por su acendrada fidelidad aun en medio de
sus mas terribles contrastes.
- 257
vvvvvvvwvwww.vvvvvvVv\AAA/v/wvwvwvwvwvv.
-
-

CAPITULO XVII.

SANTA FÉ Y CARACAS: s6.


- —os. .

Espedicion del general Morillo contra Santa Fé, Calzada,


JVarleta, Bayer, Latorre. Movimientos de las columnas
mandadas por estos gefes. Penosa marcha del primero.
Sus hazañas. Batalla de Cachirí. Ocupaeion de Santa Fé
por estas tropas, á las órdenes de Latorre. Accion de Ceja
alta. Toma de Caucan por JVarleta. Su llegada al puer
to de San Buenaventura. Recomendables servicios de Mo
rillo. Reflexiones críticas sobre una de sus providencias.
Salida de Latorre eontra el frances Serpiez: su feliz aun
que penosísima campaña. Wentajas eonseguidas por Escu
té i JVillavicencio. Acorralamiento de los rebeldes por las
tropas de JVarleta, i por las de Sámano en los montes de
Popayan. Batalla del Tambo. Completa destruccion de los
rebeldes por el citado Sámano, Capdevila i Tolrá, Méri
to de estas campañas. Rigurosos castigos sobre los venci
dos. = Causas que influyeron en la nueva sublevacion de
las provincias de Penezuela. Bolivar en Jamaica. Malo
grado asesinato. Su viaje á Santo Domingo. Apresto de
uná espedicion. Rebelion de la Margarita. Descripcion
geográfica de esta isla. Urreíztieta, gobernador de ella
por el Rei. Energía de dicho gobernador. Rendido el puer
so del Norte. Calveton. Apurada situacion de los realistas.
Reveses. Asalto del castillo de Santa Rosa, funesto á los
rebeldes. Llegada de algunos refuerzos con Pardo. Espedi
cion de Urreiztieta sobre el valle de San Juan. Pentajas
conseguidas por los marinos. Ataque general dado por los
insurjentes. Llegada de Bolivar. Evacuacion de la capital,
por las tropas de Pardo. Fortificacion de Pampatar i Por
258 SANTA Fé Y CARACAs: 1816.
lamar. Intimacion de Bolivar. Combate naval. Heroismo
de Iglesias. Aprestos en Cumaná para socorrer dichos pun
tos. Desembarco de Bolivar en Carúpano i Ocumare. Al
dama. Cires. Real. Morales. Accion de las alturas de
Mariara. Batalla del cerro de los Aguacates. Morales vic
torioso en ambas. Fuga de Bolivar con sus buques á Bo
naire. Reunion de los fugitivos de Aguacates al mando
del escocés Mac Gregor; su penosa marcha sobre los lla
nos de Barcelona, i su reunion con Piar, Mariño i Mos
nagas. Derrota de Morales en el Juncal. Estado crítico de
las provincias de Venezuela. Salida de Latorre, i Morille
en direccion de estas,
* - - -
- - - -
º « - * 4s -

- No bien habia enjugado el general Morillo las lágrimas º


de los desgraciados cartageneros, i descansado del penoso sitio
de 1 o 6 dias, que se hizo mas largo por un efecto de su mis
ma humanidad, así como por no haber observado la escua
dra bloqueadora la necesaria vigilancia, de cuyo descuido se
aprovecharon algunos especuladores de las islas para introdu
cir víveres en la indicada plaza, cuando se dedicó á concebir
nuevos planes que acabasen de desterrar al genio de la dis
cordia de aquellas provincias.
A fin de que ninguno de los obstinados revolucionarios
*
pudiera sustrarse á su esforzado brazo, dividió su ejército en
cuatro columnas que debian invadir el reino de Santa Fé
por distintas direcciones, i en combinacion con la quinta di
vision que á las órdenes de su comandante general el co
ronel don Sebastian de la Calzada se habia ya puesto en mo
vimiento á fines del año anterior desde la provincia de Bari
nas, última de las de Venezuela, i habia penetrado en el ter
ritorio del citado reino por los llanos de Arauca pertenecien
tes á la provincia de Casanare. - -

El brigadier don Pedro Ruiz de Porras, que habia mandado


durante el sitio de Cartagena una columna sobre la villa de
Mompox, ciudad de Ocaña i otros pueblos de las riberas del
santa ré caracas 1816. 259
rio Magdalena, para contener por aquella parte á los rebel
des, regresó á su gobierno de Santa Marta luego que fue
tomada la citada plaza, cediendo el mando de aquellas tro
pas al coronel don Francisco Warleta. Siendo de la mayor
importancia formar almacenes para proveer á las necesidades
de las tropas, i siendo la villa de Mompox el punto mas á
propósito para este fin, se dió tan importante conision al re
ferido Warleta, quien la desempeñó con tanto lucimiento i
esmero, que el ejército no careció de cuantos ausilios pudo
necesitar para continuar sus operaciones, i halló asímismo
en la citada villa de Mompox por la eficaz cooperacion de la
Marquesa de Torreheyos, escelentes hospitales para recobrar
en ellos su salud los muchos enfermos que sucumbian al ri
gor del clima i de la fatiga.
Habiendo adquirido Warleta por este servicio nuevos tí
tulos á la confianza del general en gefe, fue nombrado co
mandante general de todas las tropas que debian operar al
Oeste del Magdalena, en las provincias de Antióquia, el
Chocó, Nóvita i Zitará; i se puso en marcha sobre la pri
mera con cuatro compañías del regimiento de infantería del
Rei, i una de húsares de Fernando VII.
Otra de las cuatro columnas indicadas, compuesta de
una compañía del regimiento de infantería de la Victoria i de
varios destacamentos de estos cuerpos á las órdenes del teniente
coronel don Julian Bayer se embarcó en Cartagena en 12 de
marzo con el objeto de recorrer las costas del Darien, i de
penetrar por el rio. Atrato; pero habiendo hallado en este
punto fuerzas mui superiores de los enemigos, hubo de re
troceder por entonces á la misma plaza de donde habia salido.
La tercera columna al mando del brigadier don Miguel
de Latorre, con la fuerza del regimiento de la Victoria i de
los cazadores del ejército se dirigió por la parte oriental del
Magdalena, ocupó la provincia de Ocaña, é hizo adelantar
dichos cazadores al mando del sargento mayor don Matías
Escuté, para reunirse con la quinta division que habia llegado
hasta el punto de Ramirez en los páramos de Cachirí. Se
24o sANTA ré CARACAs: 1816.
componia ésta del 1º i a? batallon del regimiento de infan
tería de Nuinancia, naturales todos de Venezuela, i de 8oo
lanceros del mismo pais. Su primer encuentro con 32 caba
llos enemigos en 3o de noviembre del año anterior en las in
mediaciones de Chire dió las mas fundadas esperanzas de la fe
liz terminacion de aquella campaña. Como desde el citado
punto de Chire distase todavía 5co leguas el ejército que
sitiaba á Cartagena, hubo de hacer una marcha de flance, i
cruzar las cordilleras de Chita, á fin de ocupar la provincia
de Pamplona i de ponerse eñ comunicacion con las mencio
nadas columnas del occidente del Magdalena. No fue sola la
accion de Chire que debió sostener Calzada para seguir este
concertado movimiento, sino que hubo de batir otro cuerpo
de 29 insurgentes sobre las alturas de Bálaga, cuya victo
ria le abrió las puertas de Pamplona.
No bien se habían incorporado los cazadores de Latorre
con las tropas de Calzada, cuando los rebeldes que habian
reunido la mayor parte de sus fuerzas sobre Bucaramánga,
pasaron á fortificarse en las alturas del citado punto de Ca
chirí. Conociendo Calzada la necesidad de destruir al enemigo
antes que hubiera tenido tiempo de reforzarse, i de tomar
una actitud imponente, determinó arrojarse contra él, con
fiado en que el imperturbable valor de sus soldados habia
de superar toda clase de obstáculos. La empresa sin em
bargo era sobradamente espinosa; la posicion era respeta
ble; el número de rebeldes no bajaba de 39 hombres: sus
gefes lo eran los de brigada Custodio Rovira, Timoteo Ri
caurte, Santander, Madrid, y el zambo Arévalo; mas nada
arredró á las valientes tropas del Rei acostumbradas á escar
mentar á las desenfrenadas turbas.
Era el dia 21 de febrero, cuando las activas i vigorosas
disposiciones adoptadas por el comandante español, indica
ron la proximidad de la batalla : el primer acto hostil,
que fue la feliz sorpresa de una partida enemiga avan
zada, anunció los triunfos que iban á coronar los esfuerzos de
los realistas. Los cazadores enviados por el brigadier Latorre
s ANTA Fé cARAcAs: 1816. 2 1
fueron encargados de reconocer, á las órdenes del capitan
don Silvestre Llorente, los bosques inmediatos, i de atacar á
nnos 3oo rebeldes, que en partidas de guerrilla precedian al
grueso del ejército. La completa derrota de esta fuerza avan
zada dió nuevo aliento á las tropas del Rei, i aumentó las
esperanzas de la victoria. Hallándose aquellas á las cinco de la
tarde á tiro de cañon del campo enemigo, fueron adelantados
el segundo batallon de Numancia i la columna de cazadores,
para que, desplegándose en guerrillas, hostilizasen á los re
beldes. Sobreviniendo la noche, sin que el fuego se hubiera
interrumpido, mandó el coronel Calzada que las primeras
compañías de cazadores del 19i 29 batallon tomasen la altura
de la izquierda, con cuyo oportuno movimiento quedaron
flanqueados dichos insurgentes.
Empero conociendo éstos lo crítico de su posicion, se
aprovecharon de la oscuridad para mudar su campamento, i
para construir parapetos que diesen alguna tregua á su ruina.
Apenas la disipacion de las tinieblas permitió á los realistas
descubrir el terreno que ocupaban dichos rebeldes, se lan
zaron las guerrillas sobre las avanzadas, que fueron rechaza
das contra sus trincheras, dejando en poder de aquellas un ofi
cial i 1 o soldados.
Viendo entonces Calzada el entusiasmo con que sus tro
pas ansiaban el combate, envió por la altura de la dere
cha al teniente eoronel Escuté con la mayor parte de la co
lumna de cazadores, i por la izquierda al resto de la mis
ma con el capitan Llorente á fin de flanquear las trincheras
enemigas: cuando ya hubieron éstas ejecutado felizmente su
movimiento, i aun colocado en buena posicion una pieza de
artillería; cuando ya dos compañías del citado regimiento de
Numancia, se habian empeñado asímismo en un vivo fuego,
mandó que los granaderos atacasen por el frente á la bayo
neta: los cazadores que deseaban rivalizar en gloria con di
chos granaderos, se arrojaron al mismo tiempo con tanta in
trepidez, que llegaron unos i otros á la segunda de dichas
arincheras. mezclados con los rebeldes, quienes á pesar de
ToMo II. 3.
2 2 sANTA Fé I CARAc \s: 18 6.
haber perdido mas de 1oo hombres redoblaron su ataque
hasta la tercera; pero habiendo logrado introducirse entre
ellos el comandante de carabineros don Antonio Gomez con
algunos soldados de su arma, acabó de desordenarlos i de
ponerlos en tan horrible confusion, que ya no pensaron mas
que en salvar sus vidas con una fuga vergonzosa.
El campo de batalla i todo el camino hasta la villa de Ma
tanzas, que fue por donde huyeron los rebeldes, i por donde fue
ron perseguidos activamente por los realistas, quedó sembrado
de cadáveres, armamento, cajas de guerra, acémilas, pertre
chos, equipages i demas efectos. Mas de 19 muertos, en
tre ellos 4o oficiales, 2oo heridos, 5oo prisioneros, 2 pie
zas de artillería, 4 banderas, 75o fusiles, 3oo lanzas, 459
cartuchos, provisiones, ganado i todo el material de tan nu
merosa chusma, fueron los trofeos de aquella ilustre batalla,
conseguidos con la corta, pero sensible pérdida de 15o rea
listas que fueron puestos fuera de combate.
Gefes, oficiales i soldados compitieron áporfia en dar pruebas
de bizarría i decision: debe ocupar entre ellos un lugar de pre
ferencia el bizarro capitan don Francisco Daza, quien á pesar
de haber recibido dos balazos por la mañana, no quiso retirarse
del campo, ni que nadie le precediese en el asalto de la primera
trinchera, en el que recibió una herida mortal. Merecen así
mismo ser recordados con distinguido aprecio los nombres de
los comandantes de batallon don Cárlos Tolrá, que manda
ba la columna que atacó por el frente los parapetos, i de don
Ruperto Delgado, que haciéndose superior á los graves ma
les que le afligian en aquel momento, se mantuvo constan
temente á la cabeza de su cuerpo; don Matías Escuté, don
Silvestre Llorente, don Antonio Gomez, don José María
Quero i otros varios de todas clases i graduaciones, la pro
ligidad de cuya enumeracion debemos sacrificar en obsequio
de la concision que nos hemos propuesto.
A consecuencia de esta insigne victoria se dedicaron las
tropas de Calzada á perseguir á los restos de los insurgentes
ocupando la provincia del Socorro, en donde se incorporaron
sANTA Fé I CARACAs: 1816. 2 45
con el brigadier Latorre, quien habiéndose puesto á la ca
beza de todas ellas, se dirigió sobre la capital de Santa Fé,
de cuyo cabildo habia recibido ya una diputacion suplicán
dole que acelerase su marcha para salvarla de la depreda
cion con que la amenazaba el aventurero francés Manuel
Serviez, nombrado á aquella sazon por el congreso rebelde,
generalísimo de sus tropas. Tomó con efecto posesion de ella
en 6 de mayo en medio de públicas aclamaciones, espresa
das con todo el aire de sinceridad i buena fé. El general en
gefe don Pablo Morillo seguia desde Ocaña á estas divisiones
con su cuartel general, con un escuadron de húsares de Fer
nando VII, i con otro de artillería volante; pero la preci
pitacion con que marchó Latorre contra los enemigos no le
dió tiempo de alcanzarle hasta la capital, en la que hizo su
entrada á principios del siguiente mes.
Antes de detallar las operaciones de los gefes realistas
convendrá recorrer las de la columna del coronel Warleta,
que tanto cooperó al feliz resultado de las armas del Rei.
Llegó esta en 7 de marzo á la ciudad de Remedios, que
abandonaron los insurjentes despues de haberla incendiado
ofreciendo por este medio algun descanso, de que tanto ne
cesitaban sus soldados despues de haber atravesado un pais
desierto de mas de 6o leguas, cubierto de penalidades i tra
bajos á causa de las contínuas lluvias i malos caminos, que
sufrieron sin embargo con la mayor resignacion i constancia,
aunque habian quedado descalzos i espuestos á todo el rigor
de los elementos.
Sabiendo Warleta que los rebeldes estaban posesionados
del punto de Caucan, trató de arrojarlos de él antes que tu
viesen lugar de incendiarlo; á cuyo efecto destacó en 16 una
columna compuesta de dos compañías del Rei, otra de la
Victoria i 2o húsares montados, á las órdenes del bizarro
teniente coronel don Nicolas Lopez, natural de la ciudad de
Coro, i antiguo edecan de don José Tomas Bóves. Conti
nuando el referido Warleta su movimiento, alcanzó á dos
batallones titulados los Soberbios i los Esforzados en número
2 sANTA FÉ I CAr. AcAs: 1816. -

de 8oo á tooo hombres, al mando del caraqueño Andres


José Linares, que se habia situado con 2 piezas de artillería
en la fortificada posicion de Ceja alta, distante dos leguas
del cita lo pueblo de Caucan. Los rebeldes opusieron los mas
fuertes obstáculos por medio de cortaduras, parapetos i
demas obras de defensa; mas to los fueron superados por las
valientes tropas de Warleta, las que estuvieron empeñadas
en repetidos choques desde el dia 18, habiendo sido el fruto
de tan gloriosa espedicion la pérdida de mas de 1 oo insur
jentes muertos, entre ellos algunos oficiales, la de un nú
mero considerable de heridos, la de sus 2 piezas de artille
ría, municiones i muchos fusiles; victoria tanto mas reco
mendable cuanto que fue conseguida con el insignificante
quebranto de solos tres realistas, debido al parecer á la con
fusion i al desórden que reinaba entre los contrarios.
Al dia siguiente de este combate tomó Warleta posesion
del pueblo de Caucan, i á su consecuencia de la ciudad de
Medellin i de la provincia de Antióquia. Restablecida ya la
autoridad Real con todo su esplendor en la citada provincia,
en el Chocó, Nóvita i Zitará, se dirigió por la ciudad de
Cali sobre la provincia de Popayan hasta el puerto de San
Buenaventura, en cuyo punto se le reunió la columna de Ba
yer, la cual desde que supo que Warleta habia ocupado la
citada provincia de Antióquia se habia puesto nuevamente en
marcha en 12 de mayo, i habia penetrado por el mismo rio
Atrato, i llegado á apoderarse de Quiddó capital del Chocó
en 22 de dicho mes, arrojando de ella á los insurjentes que
la defendian, haciendo prisionero al caudillo Tomas Perez
que mandaba la retaguardia, destruyendo i echando á pique
cinco bongos armados en guerra con cañones de á 4, i uno de
á 8, i ganando nuevos triunfos en el fuerte de Murri i en
otros puntos. Se puso á este tiempo en comunicacion el co
mandante general Warleta con la columna del brigadier don
Juan Sámano que habia salido de Quito, la relacion de cuyas
operaciones quedará suspensa hasta que hayamos pasado en
revista las del general Morillo á su entrada en la capital.
sANTA Fé 1 cARAcAs: 1816. 2.45
Ofreciendo las mayores dificultades la organizacion de
todos los ramos del gobierno tan desquiciados por el des
órden revolucionario, que habia prevalecido en aquel pais
por el espacio de cinco años, vió el general en gefe la nece
sidad de fijar por algun tiempo su residencia en dicha capi
tal, i de dedicar todos sus afanes i desvelos á tan interesante
objeto. Aun los mas fieros contrarios de tan ilustre guerrero
no podrán menos de prestarle los actos de admiracion á que
se hizo acreedor por sus incesantes trabajos en obsequio del
bien público.
Su prevision i buen celo alcanzó á todas partes: re
poner los tribunales i autoridades designadas por las le
yes; volver á su antiguo estado el órden político i admi
nistrativo; mantener la disciplina en todo su vigor; aplicar
la perseverancia mas activa para restaurar la confianza pú
blica, hacer los posibles esfuerzos para levantar de su ruina
el comercio, la agricultura, i demas ramos que constituyen
la prosperidad de las naciones; abrir nuevos caminos, com
poner los ántiguos, construir puentes i calzadas, levantar
columnas para designar las distancias, establecer posadas de
areeho en trecho, i poner todos los medios para facilitar las
comunicaciones; propagar el fluido vacuno, proveer á las
necesidades públicas, i finalmente dar nueva vida al pais
con su activo i generoso influjo: hé aquí las nobles ocupa
ciones de dicho general Morillo, cuya memoria jamas podrá
borrarse de aquellos pueblos que fueron el teatro de tan
ilustres hechos.
Una sola providencia justa en su esencia, pero inopor
tuna en su aplicacion, vino á arrojar algunas sombras sobre
el brillante cuadro que acabamos de trazar. El general Mo
rillo habia dado varios indultos, i el último de todos en
Ocaña en el mes de abril: aunque estaban concebidos en
términos mas generosos de lo que podian prometerse los pro
tervos corifeos de la revolucion, contenian sin embargo al
gunas restricciones que no fueron tenidas en consideracion
por el brigadier Latorre á su entrada en la capital del reino.
2 46 sANTA Fé I cARAc As: 1816.
El que dió pues éste con tan plausible motivo tenia tal am
plitud, que muchos de los rebeldes mas obstinados i crimi
nales permanecieron tranquilos en sus hogares, i otros regre
saron á ellos, fiados en el carácter de nobleza que inspiraba
la palabra castellana.
Si bien el general Morillo deseaba con la mayor ansia la
sólida pacificacion de aquellos dominios, i en obsequio de
ella estaba dispuesto á hacer los mas duros sacrificios, des
aprobó sin embargo la conducta de Latorre en haber fran
queado los límites que se le habian prefijado; i creyendo por
otra parte que habia de ser tan funesto, como lo habia
sido en Margarita, el perdon á los campeones insurjentes
que mas se habian distinguido por su maléfico influjo, des
atendió dicho indulto i mandó poner presos á los individuos
que no estuvieran comprendidos en los que él habia dado.
Este es un lunar que aparece en la brillante carrera del
referido general Morillo: por justas que fuesen las razones
que hubiera tenido para hacer esta inesperada alteracion,
parece que debiera haberlas sacrificado á la necesidad ó com
promiso en que ya estaba el gobierno de mantener la pro
mesa que habia hecho el comandante de la vanguardia, á
quien debia suponerse competentemente autorizado por el
gefe superior, i mas no ignorando que la fidelidad de los con
tratos es la base de la prosperidad pública.
La cuestion pues no debiera haberse agitado entre las
autoridades realistas i los rebeldes, i sí entre el general en
gefe i el brigadier Latorre. La severa imparcialidad, que es
nuestra divisa, nos obliga á desaprobar estas fatales providen
cias, que fueron uno de los argumentos mas fuertes, opues
tos entonces i despues por los contrarios para desacreditar la
causa realista i fortalecer la de la independencia. Sensible es
por cierto que la inexacta interpretacion que dió Latorre á
los indultos de Morillo, ó tal vez una superabundancia de
sentimientos filantrópicos hayan suscitado una cuestion tan
peliaguda, i ofrecido á los rebeldes los medios de barrenar la
opinion española.
sANTA FÉ I CARACAs: 18 6. 947
Todos los órganos de los disidentes, tanto en el Mun
do Nuevo como en el Antiguo, declamaron contra esta
disposicion gubernativa, que formando un pequeño pa
réntesis á la franca i generosa conducta observada general
mente en América por las autoridades realistas, se presenta
á la faz del mundo con caractéres poco recomendables. Es
verdad que todos los presos en esta ocasion, del mismo modo
que los que lo fueron sucesivamente, habian hecho traicion
al Monarca español, i en esta parte debió quedar el público
convencido de tan triste verdad, cuando todos ellos fueron
juzgados por los trámites legales, sin que nadie pueda pre
tender que uno solo haya padecido inocentemente. Los nom
bres de dichos reos son bien conocidos en los anales de la re
volucion, i se insertarán los principales despues de haber
descrito todas las operaciones militares por esta parte, i dado
cuenta del resultado final de la campañía.
A los pocos dias de haber entrado el brigadier Latorre en
Santa Fé, salieron sus tropas en persecucion del caudillo Ser
viez, que habia podido reunir unos 2ooo hombres de los des
alentados prófugos de dicha capital. Despues de una accion que
sostuvo dicho caudillo en la Cabulla ó Taravita de Cáqueza
contra el teniente coronel don Antonio Gomez, de cuyas ma
mos se salvó milagrosamente, se dispersaron dichas tropas con
tanto desórden que quedaron reducidas á poco mas de 15o
hombres i á algunos oficiales venezolanos i otros emigrados de
los mas comprometidos de la capital.
El citado Serviez con aquel puñado de despechados quiso
seguir hasta los llanos de San Martin; pero como tenía que
cruzar el rio Negro, tributario del Meta, i como las balsas
que habia mandado construir de antemano no pudieran ser
virle en aquel momento á causa de la rapidez de la cor
riente, no tuvo mas arbitrio para salvarse de la afortunada
espada de los realistas, que el de dirijirse á los llanos de
Casanare, en medio de las mas duras privaciones. El citado
Latorre, que ya á este tiempo habia salido de la capital á
incorporarse con sus tropas, con las que formó una ala desde
28 sANTA FÉ 1 cARAcAs : 1816.
la cordillera al espresado rio Meta, atacó á dichos prófugos
en 13 de junio; i aunque les causó bastantes quebrantos,
lograron sin embargo apoyarse sobre el rio Ocoa; pero aca
baron de ser desordenados el 22 en Upia por el mismo gefe,
i á su consecuencia entró en Pore, capital de los llanos
de Casanare.
No fue la destruccion de esta gavilla el mérito principal
de la columna realista, sino la penosa marcha que hubo de
hacer por el espacio de 44 dias sin dormir en poblado, sin
mas alimento que carne, sufriendo lluvias contínuas, cami
nando sobre pantanos, i cruzando los rios Negro, Ocoa,
Guastiguia, Upia, Totuino, Cuciana, Cravo i Pauto; unas
veces en balsas, otras en troncos ó canoas, i las mas agar
rados los soldados á las colas de los caballos, siendo el me
nor de dichos rios mas ancho que el Ebro en su embocadura.
Para que el penoso movimiento de estas tropas produ
gese los felices efectos que se habia propuesto el gefe que lo
habia dirigido, se dispuso que otra columna, compuesta de
los cazadores del ejército al mando del teniente coronel don
Matias Escuté pasara á situarse entre Venezuela i los fugi
tivos de Santa Fé que habian tomado aquella direccion á fin
de envolverlos en su ruina. Desempeñó Escuté con tanta ce
leridad i acierto esta comision importante, que cruzando por
Tunja, Sogamoso i Tasco, atravesando la cordillera i el pá
ramo, llegó á apoderarse de la salina de Chita i á ocupar á
Sacama, entrada de dicho llano i posicion inespugnable, en
la que se reunen los caminos para penetrar á Socorro, Tunja
i Santa Fé.
El coronel don Manuel Villavicencio salió de San Gil
con alguna caballería de Fernando VII i de artillería vo
lante á incorporarse con dicho Escuté; i habiendo tomado
el mando de aquellas fuerzas se puso en marcha el 28 de
junio en direccion de Pore, en cuyo tránsito i en el mismo
dia dispersó algunos caballos enemigos, i derrotó al siguiente
al mencionado Serviez, reuniéndose sucesivamente con el
gefe principal de aquella division.
-

sANTA fÉ 1 CARACAs: 1816. 29


Los débiles restos que habian podido fugarse de la indi
cada accion se reunian en Chire; i deseando Latorre com
pletar su esterminio se dirigió á aquel punto con la co
lumna de cazadores, húsares de Fernando VII, artilleros
i carabineros: habiéndose fugado aquellos del mencionado
sitio, salió en su persecucion ácia Betoyes atravesando el
Casanare con indecibles trabajos; i aunque ya á esta sazon
hubieran principiado á inundarse los llanos, era tan ar
diente su empeño por destruir las errantes gavillas, que
tomando los puntos mas elevados del terreno, en los que
llegaba el agua sin embargo hasta las cinchas de los caba
llos, llegó á dicho punto de Betoyes, del que se habian
fugado asimismo los rebeldes. Habria sido ya una impru
dencia obstinarse en luchar contra la estacion i contra los
elementos: asi pues determinó retirarse á Pore dirigiendo
á Guanapalo sobre las orillas del Meta al capitan don
Manuel Morales, quien logró sorprender algunos restos de
insurjentes, cuyos gefes fueron pasados por las armas.
Ya se ha dicho antecedentemente la direccion que toma
ron las columnas mandadas por don Francisco Warleta sobre
Popayan i el valle del Cauca. Se habia dispuesto que todas
ellas penetrasen á un tiempo por dicho valle: el punto central
era Cartago: las de Chocó i Antioquia debian principiar por
reunirse en Anserma, al mismo tiempo que las del Magdalena
i valle de Neiva debian verificar lo á dos leguas del citado
Cartago: aquellas tenian que pasar despues el Cauca sin
puente ni vado; i éstas habian de faldear por el páramo de
Quindío al nevado i colos 2, Tolima, debiendo cruzar como
término i descanso de su movimiento, el rio la Vieja, que
en aquel parage es tan caudaloso como el Cauca. Para asegu
rar el feliz resultado de esta penosísima maniobra, se amagó
penetrar al centro de la provincia por Cali, i atacar la capital
por la Plata, franqueando el páramo de Guanacas.
El brigadier don Juan Sámano, que por órden del gene
ral Montes, habia salido de Pasto en el mes de mayo con una
division de 9oo hombres á establecerse en la cuchilla del
ToMo II. 32
25 o sANTA FÉ 1 CARACAs: 1816.
Tambo, distante seis leguas de Popayan, con particular en
cargo de atrincherarse en aquel punto, observar los movi
mientos de los enemigos, i adquirir noticias positivas de los
progresos i planes de las tropas espedicionarias europeas, fue
el dique mas oportuno que pudiera oponerse para contener
las últimas oleadas de la revolucion. Hallándose los despe
chados revoltosos rodeados por todas partes, sin un flanco por
donde salvar con la fuga sus miserables vidas, i precisados
por lo tanto á abrirse paso por medio de las filas realistas,
creyeron que las de Sámano ofrecerian menos resistencia, i
con esta engañosa esperanza se determinaron á atacar aquel
bizarro gefe en el dia 29 de junio.
Como las fuerzas de Sámano fueran inferiores á las de
los insurgentes, rompieron éstos el fuego con la mayor con
fianza á las siete de la mañana contra los puestos avanzados,
por los que fue sostenido el ataque hasta las diez: se acerca
ron entonces los rebeldes á tiro de pistola de las trincheras,
figurándose aterrar con su presencia á tan esforzados guer
reros ; mas hallaron en su completo malogro otra leccion
práctica de su deshonor i vergüenza. Salen los realistas con
el mayor entusiasmo por ambos costados de su posicion, cer
can á los enemigos, les dan una carga impetuosa, los desorde
nan, los confunden, los destrozan i persiguen en su retirada.
El campo quedó empapado en la sangre de 3oo muertos:
24o prisioneros, considerable número de heridos, toda la
artillería, municiones, pertrechos, fusiles, i tres banderas
concurrieron á ilustrar el triunfo de aquella jornada, en la
que se cubrieron de gloria dichas tropas quiteías i los pas
tusos, que formaban una gran parte de las mismas, i que
tantas veces habian acreditado la nobleza de sus sentimien
tos i el esfuerzo de su brazo. Para perpetuar la memoria de
una accion tan brillante mandó Morillo que se crease un
batallon con el nombre del Tambo, cuya pronta formacion
se debió á los eficaces cuidados de Sámano. Se grangeó este
benemérito gefe, por estos servicios i por los tributados ante
riormente en el mismo reino de Quito una opinion tan dis
sANTA FÉ I CARACAs: 1816. 25 l
tinguida cerca de dicho general Morillo, que le proporcionó
sucesivamente su elevacion al mando del vireinato, sin con
siderar que aquel encumbrado puesto requeria en tiempo de
revolucion una persona menos debilitada por los años, i mas
abundante en recursos del ingenio.
Liborio Mejía, que mandaba en Tambo las fuerzas re
beldes en compañía de Custodio García Rovira, que era
quien habia capitaneado las que habian sufrido la derrota de
Cachirí, trata de salvar los débiles restos que habian podido
salir con vida de la mortífera batalla que acaba de referirse;
i reunido con Pedro Monsalve, que pocos dias antes habia
sido batido en dos encuentros sucesivos por los cazadores de
Numáncia, mandados por don Juan Francisco Capdevila, juran
todos vender caras sus vidas, ó abrirse paso á toda costa para
refugiarse entre los indios andaquies; mas el bizarro coman
dante don Cárlos Tolrá, que se hallaba en la Plata con seis
compañías del segundo batallon de dicho cuerpo de Numáncia,
sitúa la mitad de su fuerza al paso del rio, lo cruza él con la
otra mitad por su derecha sin ser visto, se arroja sobre aque
llos desesperados revolucionarios á la bayoneta, hace una hor
rorosa carnicería; i los pocos que pudieron sustraerse á la
muerte, precipitándose en el rio, se dispersan en varias di
recciones i caen gradualmente en manos de los realistas, i
entre los primeros, los gefes Megía, Rovira i Monsalve.
Para que fuera completo el esterminio de estos réprobos, so
brevino un terremoto, que cortó el camino á los últimos que
se habian puesto en fuga para el páramo de Guanacas.
Así terminó esta brillante campaña que admite pocos
ejemplos de comparacion en la parte directiva de ella, en el
acierto con que fueron ejecutados sus varios planes i en la
felicidad de sus resultados, pues que ni un solo corifeo de la
insurreccion se salvó de su bien merecido castigo. El tea
tro de esta guerra se estendió por un espacio de 5oo leguas;
el impulso fue simultáneo, los sacrificios de todas las colum
nas fueron superiores á toda descripcion; su constancia i su
frimiento pueden presentarse como modelos de imitacion.
e
e
252 sANTA FÉ I CARACAs: 1816.
No es facil reconocer dignamente el mérito contraido por el
general Morillo i por sus valientes tropas en tan penosa em
presa, sin recorrer aquellos paises i sin observar de cerca los
inmensos tropiezos que ofrecen los caudalosos rios, las áspe
ras montañas i quebradas, los intransitables caminos, la des
poblacion del pais i la carencia de toda clase de ausilios.
No podrán por lo tanto borrarse de la historia militar
estos hechos ilustres de los que no se puede formar una
idea verdadera en Europa. La subdivision que hizo Mo
rillo de sus fuerzas no pudo ser mas acertada, porque
no de otro modo era posible franquear inmensas distan
cias i proveer á su subsistencia : el éxito acreditó el tino
con que habian sido concebidos tan grandiosos planes: que
dó, pues, enteramente aniquilado el genio de la rebelion en
Nueva-Granada, i asegurada la obediencia i sumision de to
dos los pueblos á la autoridad Real. Si el castigo tan nece
sario para desagraviar la vindicta pública se hubiera limitado
á los rebeldes aprehendidos con las armas en la mano, se
habrian embotado los tiros de la maledicencia en la justicia
i necesidad de hacer un escarmiento sobre los protervos;
pero hubo entre los sentenciados al último suplicio algunos
individuos que si bien eran mas criminales que los que sos
tuvieron la insurreccion hasta los últimos momentos, se ha
llaban bajo la salvaguardia ofrecida por el coronel Latorre, se
gun llevamos indicado.
Aunque no hubieran estado comprendidos en este caso,
parece que la misma conveniencia política exigia que fuera
menor el número de estas víctimas. Los nombres principa
les, que nos parece oportuno sean trasmitidos á la posteri
dad, para que se retraigan otros de tan afrentosa carrera, han
sido ya mencionados en gran parte en nuestra historia, i mar
cados con el sello de la execracion.
Don Antonio Villavicencio, don Cárlos Montufar, don José
Ramon Leiva, don José María Carbonell, don Jorge Tadeo Lo
zano, los Torices, los Ninos, los Monsalves, Cabal, Baraya,
Megía, Linares, los Grillos, Rovira, Céspedes, Peña, Ayala,
sANTA FÉ 1 CARACAs: 1816. 253
Rivas, Angulo, Troyano, el Mocho, Contreras, Ramirez,
Ortiz, Pelgron, el español Andreu, Lastra, Zapata, Tigua
rana, Carate, Gomez, Sanchez, Olaya, Quijano, Herrera,
Palace, Otero, los Salas i los Lopez, Olmedilla, Salias, Mor
talis, Caldas, Ulloa, Buch, Armero, el canario Paez, el
vizcaino Abad, i los letrados Valenzuela, Pombo, García
Evia, Benitez, Gutierrez, Hoyos, Cortés, Carcía-Rivera,
Camacho, Alvarez, Arrublas, Dávila, Ulloa, Chacon , Gar
cía, Ardilla, Vallecillo, Frutos Gutierrez, Vazquez i Caice
do: todos estos individuos habian adquirido una funesta nºm
bradía en la carrera de la deslealtad éindependencia; unos ha
bian dado el primer grito de la insurreccion, otros habian
acaudillado las partidas i cuerpos que tantas veces se habian
cebado en la sangre española; no pocos de ellos habian he
cho resonar las doctrinas jacobínicas en los congresos i pú
blicas corporaciones; los habia asímismo que habian bus
cado á la sombra de esta ilegítima rebelion un abrigo contra
sus crímenes anteriores: todos, pues, sin la menor escepcion
merecieron la clase de muerte que les fue impuesta por los
tribunales creados con este objeto.
A pesar de la justicia con que el general Morillo san
cionó estas sentencias, es bien seguro que fueron éstos los
momentos mas dolorosos de su vida: sus sentimientos de
humanidad eran bien conocidos; su horror al derrama
miento de sangre fuera del campo de batalla, lo tenia bien
acreditado en repetidas ocasiones; si suscribió en ésta á tan
rigurosas medidas, no puede ser atribuido sino á su íntimo
convencimiento de que la generosidad de parte de los rea
listas era considerada por los rebeldes como signo de debili
dad é impotencia: si permitió estos actos sangrientos, fue
porque se persuadió que no de otro modo podía quedar con
solidado el dominio del Rei en aquellas regiones.
Si hubo en esto algun defecto, fue por la creencia de que
el sacrificio de unas docenas de consumados criminales habia
de ahorrar el de miles de víctimas, cuya sangre correria,
254 sANTA Fé I cARAcAs: 1816.
tal vez con profusion, si no se sofocaba de una vez el genio
de la discordia. -

Finalmente, si esta providencia es digna de alguna cen


sura, queda sin embargo bastantemente disculpada comparán
dola con la guerra de esterminio, adoptada por los rebeldes,
i con la repetida violacion que éstos habian hecho anterior
mente, i en infinitas ocasiones, de la buena fé de los tratados
i de las promesas mas solemnes.
Terminado ya el cuadro de las operaciones del reino de
Santa Fé, pasaremos á recorrer las de la capitanía general
de Caracas, ósea de las provincias de Venezuela, que esta
ban asímismo bajo la dependencia del citado general Morillo.
Las semillas de disgusto i resentimiento que habian de
jado sembradas los espedicionarios á su llegada á Costa-firme
en el año anterior, i que fueron tomando hondas raices con
ulteriores decretos, en los que parece no estuvo bastantemente
consultada la conveniencia i la política, habian principiado
á conmover los ánimos, é iban preparando sordamente un
violento huracan, que amenazaba sumergir la tranquilidad
del pais.
Uno de los indicados decretos que produjo las mas fa
tales consecuencias, fue el de secuestros, por el cual se ponia
á los infinitos comprometidos en precision de hacer los últi
mos esfuerzos para derribar un gobierno que les privaba de
los medios de subsistencia. No fue esta providencia menos
fatal que lo habia sido en tiempo del general Monteverde. Se
dijo que el mismo Bolivar estaba dispuesto en aquella época
á hacer una síncera abjuracion de sus errores, cuando des.
engañado de no poder entrar en la libre posesion de sus pin
gües rentas, desistió de su primitivo proyecto, i juró no de
poner las armas hasta que hubiera arrojado del pais á los
españoles. -

El primer punto adonde abordó dicho caudillo en su fuga


de Cartagena, ocurrida en el año anterior, fue la isla de Ja
maica, en la que trabajó con el mayor empeño para proveerse
sANTA FÉ I cARAc As: 1816. 255
de buques i pertrechos guerreros á fin de hacer una invasion en
las provincias de Venezuela. Allí debió perecer ese azote de
la humanidad; pero la providencia por sus inescrutables jui
cios le salvó la vida de un modo semimilagroso, tal vez, para
que por su medio se consumasen los sacrificios que eran de
bidos en espiacion de tanto desacato hecho á la verdadera
creencia i de tanto ultraje á la humanidad.
Vivia Bolivar en una misma posada con don Manuel
Amestoi, oficial de la contaduría de Caracas: ambos dor
mian en la misma habitacion; el primero en una hamaca,
i el segundo en la cama. Solian recogerse á las once de la
noche; i como en una de ellas lo hubiera verificado Ames
toi antes que su compañero, se acostó en dicha hamaca para
hallar algun alivio contra el gran calor que le sofocaba. Ha
biendo llegado Bolivar á las doce, i hallado dormido al ci
tado Amestoi, ocupó la cama de éste para no privarle de su
dulce sueño. -

Esta era la noche en que debia consumarse el sacrificio:


el mulato Luis, esclavo de Bolivar, habia sido ganado para asesi
nar á su amo. No bien habia pasado una hora cuando entrando
el referido mulato en el aposento con el mayor silencio cosióá
puñaladas al infeliz Amestoi, que dormia tranquilamente en
la hamaca, i quedó Bolivar por esta inesperada ocurrencia
libre de los golpes que habian sido preparados contra él. Fue
aprehendido el asesino, i ahorcado á los cuatro dias, sin ha
ber querido revelar los nombres de los que habian dado im
pulso á su brazo.
Viendo Bolivar el poco fruto que sacaba de sus insisten
tes escitaciones cerca de los negociantes de esta isla, pasó á
la de santo Domingo esperando que la mayor afinidad de la
forma de aquel gobierno con la que él trataba de establecer
en su pais le ofreceria mas fácilmente los medios de dar eje
cucion á sus rebeldes proyectos. No fueron vanas sus espe
ranzas en esta parte. Ya en el mes de abril tenia dispuesta
una espedicion de negros i mulatos, que zarpó de los cayos
de San Luis en direccion de la isla Margarita.
256 sANTA FÉ 1 cARAcAs: 1816.
Se hallaba esta mui conmovida desde fines del afío anterior
en que el perjuro é infame Arismendi habia dado nuevamente
el grito de la revolucion. Considerando la influencia que ha
tenido este punto en las operaciones sucesivas de la guerra, nos
parece mui conveniente hacer una descripcion circunstancia
da de ella, i recorrer sus principales acontecimientos con me
nos concision de lo que nos hemos propuesto en el plan gene
lar de la presente obra.
Está situada dicha isla á 8 leguas del continente i de la pro
vincia de Cumaná entre los 1oº 3o i 1 gr. lat. N., i á los 31 3 º
long. E. del meridiano de la isla del Hierro : tiene 18 le
guas de largo, 6 de ancho i 35 de circunferencia: sus produc--
ciones son iguales á las de Costa Firme, á saber: caña de azú
car, café, algodon i algunos otros frutos de los tropicos, pero
en mui corta cantidad: la mayor parte de sus habitantes, que lle
gan hasta 2 c9, son indios guaiqueries; i tanto estos como el res
to de la poblacion que son criollos i castas, se dejan dominar de
tal modo por la desidia i holgazanería, que no proveen general
mente sino á las necesidades del momento: los de las costas
se ejercitan en la pesca, con cuyo motivo han construido al
gunas casas para la salazon en la contigua isla de Coche, des
de donde envian algunos cargamentos á las islas estrangeras.
Era antiguamente de bastante importancia el buceo de
perlas; pero tambien este ramo se halla abandonado en el dia.
Se ha considerado siempre esta isla como uno de los puntos
mas cómodos de recalada: el puerto de Pampatar, aunque no
es mas que un seno, es susceptible de recoger á su abrigo de
8o á 1oo buques de guerra; los de Porlamari Norte son pla
yas perdidas; pero pueden fondear los buques á mui corta dis
tancia de la costa.
Corren dos rios por el interior, el uno en el valle i el otro en
el Norte, que nunca han llegado á secarse, aunque se refiere
por tradicion que hubo época en que no llovió en tres años. -

La falta de lluvia sin embargo es la mayor calamidad que


pueda sobrevenir á este pais, pues que sin ella no puede sem
brarse el maíz, que forma el principal alimento de los isleios.
sANTA FÉ: I CARACAs. 1816. 257
Durante la estacion de las aguas parece que todo conspira con
tra la vida del hombre: enjambres de réptiles i de insectos de
todas especies no dejan un momento de sosiego al que ha te
nido la fortuna de sustraerse á las enfermedades propias de
la insalubridad de dicha estacion.
El terreno está cubierto de Cactus ótunas, que forman una
maleza impenetrable, i que las haide tres especies: la primera
es la que produce los higos llamados vulgarmente chumbos:
la segunda no se levanta del suelo mas que una tercia, pero
está armada de ciertas espinas de tres pulgadas de largo, i tan
gruesasi fuertes que atraviesan la suela de todo calzado, i que
en cierto tiempo se desprenden de la planta i cubren toda su
circunferencia: la tercera, que es la mas abundante, se llaman
Cactus cirio ó cilíndrico, que tiene de 2o á 3o pies de alto
i 2 de diametro, formando bosques tan espesos, que solo pue
den ser penetrados por algunas veredas abiertas con el mayor
trabajo, por las que no puede marchar mas que un hombre
de frente. .

Este pues fue el punto primero que tremoló por segunda


vez el estandarte de la rebelion á fines de 1815 por influjo de
aquel mismo Arismendi, á quien tan generosa como funesta
mente habia el general Morillo salvado la vida. Se hallaba á
aquella sazon de gobernador de dicha isla D. Joaquin María
Urreiztieta, teniente coronel del regimiento de la Union, quien
adquirió los títulos mas solemnes al aprecio público por la
energía de sus providencias i por su denodado espíritu en tan
críticas circunstancias. Los primeros grupos de los sublevados
en número de 6oo á 8oo aparecieron ácia la parte del Nor
te; i fueron batidos por el comandante D. Antonio Cobian.
Aunque la guarnicion se componia en aquel tiempo de solos
4oo hombres, i aunque despues de cubiertos los puntos de
Pampatar, Porlamar, Norte i castillo de santa Rosa, tendria
escasamente Urreiztieta 2oo hombres disponibles para entrar
en operaciones, les dió sin embargo toda la movilidad que era
propia de su activo carácter. El 16 de noviembre, que fue á
los dos dias de haber estallado la revolucion reforzó con 4o
ToMo II. 33
258 sANTA FÉ I CARACAs: 1816.
hombres el punto de Portachuelo, i al dia siguiente envió otros
4o en ausilio de los defensores del Norte, que en este inter
valo habian si lo hechos prisioneros en número de 96, sin que
hubieran podido libertarse mas que 4 soldados con el subte
niente Calvetón, cuyo bizarro oficial herido en un muslo al
salir del fuerte, esperó á los enemigos con dos pistolas amar
tilla Jas, descargó la una sobre el primero que se le aproximó,
i la otra sobre su misma cabeza para no ser el objeto de la mo
fa i escarnio.
Despues de haber mandado el referido Urreiztieta inutili
zar los cañones de la batería destinada á la defensa del puer
to de Pampatar, se retiró el comandante D. José María Ro
driguez al fuerte del misino nombre, desde donde rechazó á
los sublevados que se presentaron mui luego sobre aquel pun
to. Dicho Urreiztieta dominaba una parte de la ciudad de la
Asuncioni el castillo de santa Rosa; i aunque no podia tener
comunicacion con las demas guarniciones sino por señales te
les ráficas; i á pesar de haber reunido ya los sitiadores una
fuerza de mas de 35oo hombres, con la que habian ocupado
la mital de dieha ciudad, i con la que era preciso sostener
ataques no interrumpidos, estaba mui distante su elevado es
píritu de abatirse por tan graves peligros.
Habiendo sido destruida con pérdida de la mitad de la
gente una columna de 16o hombres, que el comandante Ro
driguez enviaba desde Pampatar en ausilio de la capital, re
solvió Urreiztieta retirarse del mencionado castillo de santa
Rosa para pedir con nuevo ahinco al gobierno superior de Ve
nezuela la remesa de prontos é imponentes refuerzos, que no
bajasen de 15oo á 2ooo hombres, por que no de otro modo
era posible sofocar una sublevacion, que por haberla descui
dado en su principio, habia tomado ya un incremento tan pe
lieroso. Confiando Urreiztieta en que le sería mas fácil acti
var la llegada de los ausilios del continente desde el puerto
de Pampatur, se dirijió á él abriéndose paso por medio de
las filas rebeldes, i burlando con la rapidez de su movimiento
el gran poder que estos ostentaban.
sANTA FÉ I CARACAs: 1 8 16 259
Al dia siguiente , quince de diciembre, fue asaltado dicho
castillo de santa Rosa, en el que habia quedado una corta
guarnicion á las órdenes del comandante D. Francisco Ma
ya: la inmensa chusma de sublevados se arrojó á las mura
llas con la mayor algazara no dudando de la victoria; no
se desconcertaron los realistas por el furor i obstinacion que
aquellos afectaban, ni se conmovió de modo alguno la forta
leza de su ánimo á la vista de 38 escalas que habian sido dis
puestas para asegurar el resultado de su operacion. -

Rompióse desde dicho castillo un fuego horrible de artille


ría ifusilería; mas era tal la tenacidad de los rebeldes que despre
ciando la muerte, llegaron á plantar sobre las murallas 8 de di
chas escalas: este fue el momento de decidir la refriega; dos ca
ñones ligeros conducidos al punto del mayor peligro causaron
los mayores estragos en las filas de los contrarios; 18 de estos
quedaron muertos debajo de las baterías; otros 53 mordieron
el polvo en las inmediaciones; porcion considerable de fusiles,
lanzas, machetes, espadas i cuchillos, una caja de guerra i
una bandera fueron los despojos abandonados en la fuga. Fu
riosos los alzados por tan fiero contraste, desfogaron su saña i
venganza sobre los prisioneros que conservaban encadenados
en el pueblo del Norte, á los que dieron una muerte bárba
ra é inhumana.
Crecia por momentos el apuro de los bravos sostenedo
res de la autoridad real: el gobernador de Puerto Rico se ha
bia negado á proveer de municiones á las tropas de Urreiz
tieta sin una órden especial del gobierno de España; un ofi
cial que habia sido dirigido á comprarlas á la isla de Curazao
con 39 duros que habian sido recogidos con las mayores di
ficultades entre varios habitantes de dicha isla, el goberna
dor i los capitanes Morata i Rodriguez, empleó algunas se
manas en esta comision; i regresó con algunos quintales de
pólvora icon porcion de fusiles. - -

A los pocos dias de haber recibido estos cortos ausilios


llegaron 4oo hombres de refuerzo idos buques de guerra para
aumentar los que formaban el bloqueo, i sucesivamente des
-
-
26o sANTA FÉ 1 CARACAs: 1816
embarcó la nueva espedicion al mando del brigadier D. Juan
Bautista Pardo, compuesta de 6oo hombres en el estado mas
lastimoso de instruccioni disciplina, i sin mas armas de fue
go, que 2oo fusiles. Pardo se situó en Pampatar para tener
mas espedita la comunicacion con Cumaná iCaracas.
Convenia destruir los almacenes que los enemigos ha
bian formado en el pueblo del valle de san Juan: Urreiztieta
fue encargado de esta comision, i la desempeñó satisfactoria
mente con 35o hombres, si bien á su retirada fue cargado por
6oo caballos, i por otros tantos infantes, i perseguido por el
espacio de 4 leguas sin que los enemigos hubieran conseguido
la menor ventaja.
- Ya en medio de estos combates habia entrado el año de
1816, i tanto las tropas de tierra como las de mar redobla
ron su ardor i empeñó para salir triunfantes de aquella lucha.
El teniente de navío D. Manuel Cañas, comandante de las
fuerzas navales amagaba la costa, haciendo desembarcos en
varios puntos, i adquiriendo gloriosos triunfos aunque parcia
les, habiendo sido el principal de ellos la inutilizacion de 5
euriaras, i el apresamiento de otras 6 en la ensenada del Man
zanillo, que tan útiles podian serle para aquella clase de ope
raciones. Continuando la marina en sus prósperos sucesos, se
contaron hasta 33 embarcaciones tomadas á los enemigos en
tre lanchas, flecheras, curiaras i canoas.
Despechados, los rebeldes por estos contrastes, resolvieron
dar un ataque general á toda la línea fortificada por las tro
pás de tierra, i lo verificaron el 25 de enero á las once de la
mañana por los puntos del Mamei, Puente i Cupei; mas
fue tan heróica, la resistencia, que en un momento se vió
aquel campo cubierto de cadáveres: solo en el punto del Ma
mei fue mas obstinado, el combate, aunque al ver tambien por
esta parte la inutilidad de sus esfuerzos, se retiraron dejando
el campo empapado en su sangre. La desgraciada esplosion de
un cajon de municiones en el castillo de santa Rosa, de la que
fueron víctimas algunos soldados, i el mismo Urreiztieta que
saliógravemente herido é inhábil para continuar la campaña,
sANTA FÉ I CARACAs 1816. 261
hizo renacer la esperanza entre los rebeldes, quienes inten
taron un segundo ataque, que les fue tan funesto como los
anteriores.
Estos triunfos sin embargo no eran suficientes para ter
minar aquella sangrienta campaña: las bajas considerables
que sufrian todos los dias las tropas del Rei, ya fuese por el
hierro ó por las enfermedades, la escasez de víveres que em
pezaba á esperimentarse, el terco empeño de aquellos isleños
en sepultarse en sus ruinas antes que abandonar su infame di
visa; su esperanza de ser ausiliados por los aventureros de las
islas contiguas, i por el mismo Bolivar que ya á este tiem
po estaba preparando su espedicion en la isla de santo Do
mingo; i las noticias que recibian del continente sobre las in
finitas partidas que hormigueaban por todas direcciones, i que
ponian al gobierno legítimo en la imposibilidad de enviar
nuevos refuerzos á la Margarita: todas estas consideraciones
daban mayor impulso i vigor á los sublevados, i tenian en la
mas penosa perplegidad á las fieles tropas de Pardo.
Estas sin embargo estaban resueltas á defender á todo tran
ce la noble i sagrada causa que estaba confiada á su celo, i lo
acreditaron en los repetidos choques que sostuvieron diariamen
te. Era sin embargo su situacion la mas apurada: las fortifi
caciones de los rebeldes por la parte de la capital estaban tan
inmediatas, que con el silencio de la noche podian hablarse
ambos partidos contendientes sin necesidad de esforzar la voz:
á todas las horas del dia se ofrecian justos motivos de alar
Ima: era preciso vivir en una contínua vigilancia: los oficia
les recorriendo los puestos, i los soldados sin dejar las armas
sino los mas precisos momentos para dedicar en relevo algu
mas horas al descanso, que dificilmente dejaba de ser inter
rumpido. Era pues imposible sostenerse largo tiempo con tan
estremada fatiga, i solo unas tropas tan valientes i sufridas
habrian podido resistir por el espacio de cuatro meses esto gé
nero de vida miserable i destructor.
El brigadier Pardo no se atrevia á tomar un partilo deci
sivo hasta yerse autorizado por el capitan general de Caracas:
262 s ANTA F& I cAR Ac A3 1.81 6.
mientras que se hallaba en esta dura incertidumbre, se oye
ron en la maiana del 2 de mayo en el cumpo enemigo con
fusas voces del mas loco regocijo, acompañadas de repetidas
salvas de artillería, sin que los realistas supieran adivinar el
ruidoso acontecimiento que las motivaba: eran aquellas diri
gi las en celebridad de la oportuna llegada de Bolivar con la
espedicion que habia sacado de los Cayos. La falta de tino de
parte de los rebeldes en haber dado por este medio avisos an
ticipados de los imponentes refuerzos que habian recibido, sal
vó la guarnicion de la Asuncion de su ruina : esta habria sido
irremediable si obrando aquellos en perfecta combinacion hu
bieran dado un brusco ataque de sorpresa á la citada ciudad.
Alarmados los realistas, i cerciora los mui pronto del formi
dable enemigo que era preciso combatir, se prepararon á reti
rarse á Pampatar i Porlamar con la mayor rapidez, i lo veri
ficaron con mui poco quebranto. El brigadier Pardo dictó las
mas activas providencias para que dichos dos puntos fueran
fortificados, agotando to los los medios del arte i del esfuerzo
subiendo la artillería á los lugares mas altos i escarpados con
gran sorpresa de ellos mismos, á quienes parecia al princi
pio impracticable este proyecto, concebido por el brigadier D.
Juan Aldama.
Como Bolivar necesitaba de descanso para organizar sus
tropas, no se presentó al frente de los realistas hasta el 17
de mayo, en que intimó á dicho Pardo la rendicion con
una insolencia i altanería, que habria bastado por sí sola á
destruir toda idea de convenio si aquel decilido realista hu
biera sido capaz de tomar otro partido que el de una deses
perada defensa. Su contestacion llena de dignidad i entereza
fue la señal del principio de las hostilidades: todos los bu
ques enemigos cargaron al momento sobre el fuerte de Por
lamar, le dieron varios ataques; pero fueron constantemente
rechazados, i se perdieron de vista.
El bergantin Intrépido i las goletas Rita, General Mo
rillo, i Ferroleña con otros buques menores bloqueaban la
isla cuando se presentó la espedicion de Bolivar: los dos úl
SANTA FÉ 1 CARACAs: 1 8 1 6. 265
timos habian salido inmediatamente para Cumaná en busca
de ausilios: los dos primeros, mandados por don Rafael de
Iglesias, i don Mateo de Ocampo, que se hallaban á la
parte del Norte, habian sido atacados por todas las fuerzas de
los sediciosos.
La historia presenta pocos combates tan obstinados
como el del Intrépido: despues de tres horas de soste
ner un horroroso fuego con los tres buques enemigos de
mayor fuerza, cuando estaba ya desarbolado, cuando habian
sido rechazados dos abordajes, cuando habia perdido las dos
terceras partes de su tripulacion, i su cubierta estaba llena
de cadáveres propios i enemigos, un tercer abordaje ya irre
sistible hizo que se arrojasen al agua muchos de los que so
brevivian á aquella carnicería, i que rindiese su grande alma
el valientísimo Iglesias al impulso de dos balazos que asestó
contra su cabeza, prefiriendo morir entre los brazos de la
gloria á ser el escarnio de sus inhumanos verdugos. El es
tado de dicho buque era el mas lastimoso: el enemigo triunfó
solamente de las ruinas i de unos pocos marineros gravisí
mamente heridos. Muerto el capitan de la Rita al principio
de la accion hubo de rendirse este barco á la fuerza triple
que lo atacó.
Mientras que Cañas i Gabaso armaban en Cumaná nue
vos buques para volar en ausilio de los defensores de Pam
patar i Porlamar, llegó en una mala lancha con indecibles
trabajos, i superando los mas graves peligros el brigadier Al
dama, que habia sido enviado por sus compañeros de armas
para activar dicha espedicion, sin cuyo pronto ausilio era
preciso sucumbir á ese terrible enemigo, contra el que el
valor es nulo é ilusorias todas las obras de defensa: habla
mos del hambre que empezaba ya á esperimentarse entre
dichos realistas, i que con las escasísimas provisiones que
quedaban disponibles no era posible sostener sino mui pocos
dias sus débiles fuerzas. -

A la actividad pues i energía desplegada por el referido


Aldama, á su ardiente celo, que se estendió á tripular los
264 sANTA Fé I CARACAs: 1816.
buques con todos los europeos que halló en aquella costa
sin admitir escusa ni escepcion; á sus esfuerzos para cargar
en ellos los víveres necesarios i para darles una pronta habi
litacion, se debió en gran parte la salvacion de los espre
sados valientes, dignos por cierto de que se hicieran en su
obsequio los mas duros sacrificios.
A fines de dicho mes de mayo se hizo Bolivar á la vela
con toda su escuadra i espedicion, i arribó el 1º de junio á
Carúpano en la costa oriental de Cumaná, cuya pequeña
guarnicion i vecinos despues de una bizarra resistencia se
retiraron á Casanai i á otros puntos de aquellas inme
diaciones.

El gobernador de Cumaná brigadier don Tomas de


Cires, tuvo aviso en el dia 2 de junio de la aparicion de
Bolivar en aquellas costas, i se puso en marcha al siguiente
con algunas tropas de Barbastro, circulando órdenes á los
cuerpos ambulantes ó acantonados para que volasen al es
terminio del sedicioso. Veia este pasarse los dias i en igual
proporcion las quiméricas esperanzas que habia concebido
de ser conducido en triunfo por los venezolanos. No se atre
vió por lo tanto á salir del recinto de Carúpano, ni á adelan
tará mas distancia que á la de media legua 46 caballos i 54
infantes al mando del teniente coronel Francisco Alcántara.
Se hallaba en la Esmeralda un destacamento de dragones
de la Union i de soldados de Barbastro: creyó Bolivar que le
seria fácil apoderarse de aquel punto, á cuyo efecto dirigió tres
goletas i una balandra de su escuadrilla con 2oo hombres
de desembarco; pero mui pronto debieron de volver á su ma
driguera dejando sobre la arena á cuantos tuvieron el arrojo
de pisarla. -

Se iba aproximando en el entretanto el brigadier Cires,


i á las doce i media de la noche del 19 se arrojó sobre la
avanza la rebelde, i la sorprendió tan completamente que
pereció la mayor parte de ella, quedando mui pocos para
llevar á Carúpano la confusion i espanto. Se dirigieron sobre
este punto los realistas al dia siguiente, i tomaron posicion
sANTA FÉ 1 CARACAs: 1816. 265
en sus inmediaciones. Lleno de un fiero furor i despecho el
caudillo insurjente pasó á las tropas del Rei la furiosa inti
macion rde que iba á degollar las mugeres i niños que ha
bian quedado en el citado pueblo sino se retiraban; pero cre
ció todavia mas su irritacion cuando por toda respuesta vió
el incendio de Carúpano alto, que demostraba la resolucion
que habian tomado sus contrarios de no pararse en género
alguno de sacrificio que pudiera conducir á la ruina de los
invasores.
Habiendo salido á esta sazon, que fue en el dia 25, la
escuadrilla realista aprestada en Cumaná para el ausilio de
las tropas de Margarita, se hizo Bolivar á la vela el 19 de
julio, dejando en dicho pueblo de Carúpano 1oo miserables
mandados por el aventurero frances Brisel, que fueron sacri
ficados á la insensatez de su general.
Apenas habia regresado el brigadier Cires de su espedi
cion sobre Carúpano, cuando se presentaron delante de Cu
maná las partidas de Mariño i Bermudez á poner sitio á
aquella ciudad: don Juan Aldama, segundo en el mando de
la provincia, salió en busca de la division que mandaba el
valiente Lopez en la de Barcelona; pero como á este tiempo
hubiera sido batido en el hato del Alacran, se vió envuelto
Aldama por los enemigos, i solo con su serenidad i firmeza
pudo salvarse del peligro, perdiendo sin embargo bastante
gente de su escolta, debiendo abandonar asimismo una por
cion de emigrados de dicho punto de Barcelona, que sufrie
ron los mayores quebrantos.
La guarnicion de la isla de Margarita llegó poco tiem
po despues á las costas de Cumaná, i tomando Pardo el
mando general por inhabilidad física de Cires, hizo variar
el aspecto de los negocios, i los realistas adquirieron por
entonces una indisputable superioridad sobre las mencio
nadas partidas rebeldes. Se ignoraba el rumbo que habia
tomado el osado Bolivar cuando aparecieron sus buques en
el dia 5 sobre Burburata en las inmediaciones de Puer
to Cabello: algunos espedicionarios saltaron á tierra en
ToMo II. 34
266 sANTA FÉ 1 CARACAs: 1816.
la isla de Monos i fijaron una bandera; mas á las pocas ho
ras volvieron á sus buques i se dirigieron á Ocumare, en
cuyo puerto desembarcaron al dia siguiente por la tarde.
El comandante militar de dicho punto, que habia lle
gado á San Joaquin á las dos de la mañana del 7, envió rá
pidamente por todas direcciones avisos de aquella invasion.
El capitan general don Salvador Moxó, si bien su confianza
era estremada, i tal vez se debieron á ella los progresos de
los rebeldes de Margarita i de las partidas que habian prin
cipiado á engrosarse en el interior, tomó sin embargo algu
mas providencias para contener á este furioso torrente, que
amenazaba inundar con sus aguas pestilenciales aquellas pro
vincias si no se le oponia un dique respetable al principio
de su carrera. El 8 por la neche estaban ya en marcha sobre
el enemigo el brigadier don Pascual Real, sus ayudantes,
el mayor don Juan Nepomuceno Quero, i un fuerte desta
camento de tiradores de Castilla.
El brigadier don Francisco Tomas Morales, que á las
primeras noticias comunicadas al general Morillo de los mo
vimientos revolucionarios de las provincias de Venezuela,
habia recibido órden en Ocaña donde se hallaba situado, de
marchar inmediatamente á Caracas con una compañía de
granaderos de su division i otra de guias de Santa Marta,
llegó á Valencia despues de una marcha penosa de 4oole
guas por caminos ásperos i quebrados, sufriendo las mas
duras privaciones, en el mismo dia en que Bolivar desembar
caba en Ocumare. La vanguardia de los espedicionarios, que
al mando del secretario de la guerra Cárlos Soublette se ha
bia puesto en marcha el dia 7, apareció el 9 sobre las altu
ras de Mariara. -

Aunque Morales no tenia mas que 5oo hombres á que


habia hecho ascender su corta columna en su tránsito
desde Ocaña , determinó arrojarse sobre dicha division,
esperando que le seria mas facil derrotarla antes que hu
biera podido reforzarse. Soublette ocupaba una posicion
ventajosa en la serranía del camino de la Piedra que va á.
sANTA Fé I CARACAs: 1816. 267
Ocumare: el terreno era tan fragoso que no permitia á las
tropas realistas formarse en batalla; pero dando órden Mo
rales de que se desplegase en guerrillas por derecha, izquier
da i centro la compañía de cazadores del regimiento de la
Union con parte de las de granaderos, Valencia i San Joa
quin, logró poner en precipitada fuga al enemigo despues de
dos horas i media de un empeñado combate, acompañado de
los mayores quebrantos, sin que participasen de ellos sino 7
realistas que salieron ligeramente heridos.
Aunque el capitan general Moxó habia encargado á Mo
rales que obrase de acuerdo con el brigadier Real, que se
dirigia en su ausilio, era tan grande su ansiedad por comple
tar el esterminio de los rebeldes, que pareciéndole ya dema
siada larga la detencion de dos dias en San Joaquin de Ma
riara, i temeroso de que siendo ésta mayor se perdiese el
fruto de sus primeros triunfos, resolvió atacar al enemigo
sin haber recibido todavia mas refuerzos que 2oo hombres
que condujo el teniente coronel Bausá, despues de una rapi
dísima marcha por montañas inaccesibles que franqueó con
inimitable constancia. Dando la vanguardia de su pequeño
ejército, que no pasaba de 7oo hombres, al citado Bausá con
encargo particular de no disparar un tiro hasta hallarse en
cima del enemigo, se puso en marcha á las doce de la noche
del dia 13, i á las cinco i media de la mañana avistó á los
rebeldes en la cumbre de un cerro empinado i de un acceso
estraordinariamente dificil, llamado de los Aguacates.
Lo formidable de esta posicion no arredró de modo al
guno al esforzado Morales, quien deseoso de coronar su
frente de ilustres laureles, mandó romper el fuego sobre los
puestos avanzados i en un momento se hizo general la ba
talla. A las siete de la mañana se habia ya ganado mas de
la mitad de la montafía; i haciendo entonces adelantar la
reserva, se dió al combate el carácter mas sangriento i tenaz.
Los sediciosos, capitaneados de lejos por el indoma
ble Bolivar, hicieron cuantos esfuerzos sugiere la deses
peracion; mas todos se estrellaron en la impavidez i teson
268 sANTA FÉ 1 CARACAs: 1 8 1 6.
de los realistas. Viendo á estos en la cima de la mon
taña se introdujo en aquellos el mas horrible desaliento
i confusion: azorados con lo inminente del peligro, i creyen
do ya tener las vencedoras espadas sobre sus cuellos, se pu
sieron en la mas desordenada dispersion, perdiendo el fru
to de seis meses de cálculos i proyectos, todos sus per
trechos, provisiones, equipages, i hasta su opinion, i las
últimas esperanzas de su desenfrenado furor.
Bolivar abandonó aquel campo de muerte con la anticipa
cion con que ha solido siempre huir del peligro. La pérdida
de mas de 4oo rebeldes entre muertos i heridos, habiéndose
contado entre los primeros el coronel Vicente Landaeta i
un capitan frances; la toma de mas de 1ooo fusiles nuevos
i todavia empaquetados, la de 3oo que arrojaron en la fuga,
la de mas de 7 o 9 cartuchos de fusil, 6 quintales de pólvora,
329 piedras de chispa, un cajon de balas de fusil, 5 mol
des de bronce para construirlas, 3 pedreros, 3 esmeriles,
porcion considerable de lanzas, una imprenta completa, que
es el primer pertrecho revolucionario de que se provee Bo
livar para estender el fuego de la seduccion, i otros varios
efectos fueron los gloriosos timbres de esta brillante jornada,
Luego que las tropas de Morales hubieron tomado el
preciso descanso continuaron la persecucion de los fugitivos,
campando á tres leguas de Ocumare en el sitio llamado del
Peladero, desde donde salieron á las siete de la mañana si
guiente, i á las once i media habian tomado ya posesion
del castillo, guarnecido la playa, i colocado los puestos
avanzados que cubrian los caminos de Choroní, sin que hu
biera podido embarcarse en el citado puerto sino el corifeo
principal de aquella espedicion con tres ó cuatro mugeres.
Esta campaña, tan feliz como rápida, añadió nuevos
blasones al distinguido mérito del bizarro Morales que la
habia dirigido. Pocas fugas se han visto mas precipitadas que
la de los tres únicos buques de la espedicion, á cuyas tri
pulaciones habia sabido comunicar Bolivar la confusion i
espanto de que estaba su ánimo poseido.
sANTA FÉ 1 CARACAs: 1816. 269
Luego que hubieron fondeado en Bonaire, i que el
titulado almirante de la república Luis Brion, natural de
Curazao, hubo considerado el abismo de males en que ha
bia sido confundido por los inconsiderados proyectos de
Bolivar, por su torpeza en la ejecucion, i por su cobardía
al terminarlos, lo llenó de baldones é improperios, le dió
públicamente de bofetadas, i aun habria procedido á arro
jarle á la mar si sus amigos no hubieran contenido su brazo
i calmado su justa cólera, exaltada al tender la vista sobre
los cuantiosos gastos que habia hecho con tan poco provecho.
Los fugitivos de la batalla de Aguacates, que al llegar á
Ocumare se hallaron sin buques para salvar en ellos sus mi
serables vidas, se entregaron al mas triste desconsuelo i de
sesperacion, creyendo inevitable su ruina; pero el valiente
aventurero escocés, Sir Gregor Mac Gregor, serenó su turba
cion con la entereza i acierto de sus providencias. Puesto á
la cabeza de unos 6oo hombres, que fue toda la gente que
pudo reunir en medio de aquel desorden, se dirigió sin pér
dida de tiempo por la costa al pueblo de Choroní, que dista
tres leguas del citado punto de Ocumare, volvió á atravesar
las montañas, bajó al pueblo de Turmero, i siguió por San
Mateo, la Victoria, Villa de Cura i Orituco á ganar los lla
nos i reunirse en Barcelona con las muchas partidas que do
minaban ya todos los de aquella provincia. Aunque el bri
gadier Morales se puso en seguimiento de este sedicioso no
pudo llegar á tiempo de estorbar la derrota que sufrió el bi
zarro coronel Lopez en el Hato del Alacran, segun llevamos
indicado, de cuyas resultas adquirió Mac Gregor nuevas fuer
zas para seguir su marcha.
Parece que en esta ocasion no desplegó el capitan gene
ral Moxó toda la energía necesaria para esterminar á esta
despechada columna, que fue la base de las tropas que se
apoderaron sucesivamente de la Guayana, i arrancaron la au
toridad real de las provincias de Venezuela: tanto desde Puerto
Cabello como desde Caracas podian haberse dirigido fuerzas sufi
cientes para asegurar la completa ruina del citado Mac Gregor.
27o sANTA FÉ I CARAcAs: 1816.
Este descuido fue mui fatal á las armas de Castilla:
cuando dicho Morales llegó al sitio del Juncal, distan
te tres leguas de Barcelona i 12 o de Caracas, ya se habia
reunido Mac Gregor con Piar, Mariño, Monagas i con otros
varios cabecillas; i era por lo tanto mui dudoso el éxito de la
suerte de las armas. Morales sin embargo, no se arredró por
el imponente aparato de aquellos bandidos: aunque su divi
sion se componia tan solo de 1 o 22 infantes, i aunque la
fuerza de los rebeldes era mui superior, i que hubiese de par
te de ellos una gran ventaja en el arma de caballería, fue
preciso fundar en el valor i en el mismo compromiso todas
las esperanzas de la victoria: la fortuna sin embargo miró
con torvo ceño en esta ocasion á uno de sus hijos mas predi
lectos. Morales fue atacado por los descansados rebeldes, i
deshecho á pesar de sus heroicos esfuerzos i de la bizarría de
sus tropas; perdió 7oo hombres, un cañon i todas sus mu
niciones, i se retiró con el resto sobre el rio Unare, i segui
damente sobre Orituco.
Esta accion desgraciada hizo dueños á los rebeldes de casi
toda la provincia de Barcelona; la de Cumaná se hallaba al
mismo tiempo inundada de partidas sin que la fuerza vete
rana que la guarnecia se atreviese á salir de los pueblos prin
cipales que habian fortificado al intento, i que servian de
asilo á los emigrados de las poblaciones pequeñas. Zarasa con
una fuerza de 8oo hombres, divididos en guerrillas, se pa
seaba libremente por el Llano Alto de la provincia de Cara
cas, é interceptaba todas las comunicaciones: en las inmensas
llanuras que se hallan entre el Apure, el Orinoco i el Meta
ejercia su devastador influjo José Antonio Paez, que por re
sentimientos particulares segun llevamos indicado habia
abandonado las banderas de la fidelidad, i tenia á sus órde
mes gruesos cuerpos de caballería, compuestos en gran parte
de aquellos feroces i valientes zambos, mulatos i negros, que
al mando de Bóves habian sido el terror de los primeros in
surgentes, i que por falta de política de los europeos se ha
bian convertido en sus mas furiosos enemigos.
sANTA FÉ I CARACAs: 1816. 271
La situacion pues de las provincias de Venezuela era la
mas triste i apurada: como el capitan general Moxó no habia
considerado las primeras chispas revolucionarias con toda la
atencion que habria sido necesaria para cortar sus progresos,
estaba mui distante el general en gefe don Pablo Morillo de
figurarse que tan prontamente habia de abrirse un abismo
profundo en el que estuviera á pique de sepultarse todo
el fruto de tantas hazañas i de tantos sudores i sacrificios.
Informado finalmente de la gravedad del peligro, dió orden
al brigadier Latorre, situado á fines de este año en los llanos de
Casanare, de hacer una marcha rápida sobre Venezuela, i en
2 o de noviembre tomó Morillo la misma direccion dejando
el reino de Santa Fé en la mas perfecta calma, organi
zados todos los ramos del Estado, i una elocuente proclama
por la que pintaba á sus habitantes los bienes de la restau
racion, i les aseguraba una sólida prosperidad si se mantenian
sumisos i obedientes á la legítima autoridad, que lo era don
Francisco Montalvo. Acia el mismo tiempo salió para la Pe
nínsula el mariscal de campo don Pascual Enrile, gefe del
Estado mayor general del ejército espedicionario. Parece que
con la pacificacion absoluta del reino de Santa Fé creyó que
se habia cumplido ya el grande objeto de la empresa que
habia sido confiada en la parte política á su direccion, sin
recelar de que los fuegos, que habian aparecido por la
parte de Venezuela, pudieran llevar al borde del precipicio la
nave construida por sus consejos.
Desde que el general Morillo entró en el territorio de
Nueva Granada se suscitaron algunos choques con el referi
do virei Montalvo, quien creyendo desairada su autoridad
por algunos actos á los que procedió por sí solo el gefe espe
dicionario en uso de las amplias facultades de que iba reves
tido, hizo varias representaciones, que fueron atendidas por
el gobierno de S. M., del que recibió cumplidas satisfacciones.
Si por una parte endulzaron estas sus anteriores disgustos,
irritaron por otra el ánimo de su competidor, i de aqui nacie
ron terribles males que influyeron poderosamente en la pérdida
272 sANTA Fé I CARACAs: 1816.
del reino. Tales fueron la cesacion de dicho Montalvo en el
ejercicio de su mando, ocurrida al año siguiente i el nom
bramiento de don Juan Sámano por su sucesor, digno por
cierto de las mayores consideraciones por sus relevantes ser
vicios, mas no de ocupar aquel espinoso cargo en momen
tos de revolucion. Si se presentaba pues despejado el ho
rizonte político por la parte del reino, era mui diferente su
aspecto por Venezuela: sobre estas provincias cargó todo el
peso de la guerra en el año siguiente, como se verá en el
capítulo que le corresponde.
2-35
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CAPITULO XIX.

M ÉJ ICO: se
-93339

Estado abatido de los rebeldes á principios de 1816. Bri


llante espedicion del coronel Armijo sobre la Sierra Ma
dre. Otra del teniente coronel Güitian. Parias acciones"
gloriosas á las armas del Rei. Rendicion de gran número
de facciosos acogiéndose al indulto. Entrada en Méjico
del nuevo virei don Juan Ruiz de Apodaca. Estado de los
negocios cuando tomó el mando este benemérito general,
Nuevos esfuerzos de las tropas del Rei para completar la
pacificacion. Progresos de la opinion á favor de la justa
causa. Desaliento de los campeones revolucionarios á con
secuencia de sus repetidos contrastes, i su activa presen
tacion á las autoridades realistas.

En todos tiempos habia sido la aspereza de la Sierra Ma


dre el asilo de los malhechores i de los enemigos del gobier
no: despues de las grandes derrotas que habian sufrido por
ias tropas del rei, solo entre aquellos riscos i quebradas po
dian hallarse libres de la persecucion i del esterminio; pero
como estos montes son tan dilatados, impenetrables por al
gunos puntos, i faltos de poblacion i de medios de subsis
tencias en los mas, no es estraño que se pasease todavia por
algun tiempo el genio de la revolucion por aquellas profun
das barrancas i empinados cerros. Las valientes tropas realis
tas, que creian no haber hecho nada cuando les faltaba algo
que hacer, i que aborrecian el descanso mientras que hubie
ra enemigos que combatir en el territorio de su demarca
cion, siguieron su activa carrera por diferentes direcciones.
ToMe II. 35
274 MÉJICo: 18 1 6.
El bizarro Armijo dispuso con este fin hacer una penosa
correría des le Tecpan, Teololoápan i Petátlan destruyendo
toda clase de recursos, i concluyendo su espedicion en el
rio de Mexcala al frente de Acatlan sobre cerro Prieto, en
donde el cura Herrera i el cabecilla Agüero habian construi
do fortines desde que se hubo aproximado Morelos á dichos
puntos con el objeto de obrar en combinacion con las gavi
llas del rumbo de Tlapa.
Distribuyendo en siete secciones los 43o hombres de
que se componia su division, i oficiando al mismo tiempo al
coronel Villasana i al teniente coronel Pinoaga, para que
ocupando el primero los pasos del rio de Acatlan, i el segun
do los del Real del Limon, impidiesen la fuga de los rebel
des de Cerro Prieto, había emprendido su marcha á media
dos del anterior mes de diciembre para Chichihualco, i si
guió haciendo esploraciones sobre el terreno con mui pocos
adelantos hasta el 5 de enero del presente año, en que
aproximándose al citado Cerro Prieto encontró 3oo facciosos
que lo guarnecian. Apenas vieron estos acercarse las tropas
de Armijo, abandonaron aquella posicion perdiendo alguna
gente á manos de una descubierta de realistas que tuvo la fe
licidad de alcanzarlos. Al subir á la cima el gefe de la co
lumna la halló coronada con mas de trescientas casas de paja,
con su comandancia, herrería, maestranza, fábricas de ar
mas i otras oficinas. Fue inmediatamente destruida aquella
fragua de la insurreccion, i los varios destacamentos, dise
minados por aquel territorio, se dedicaron á la persecucion
de los prófugos con resultados felices aunque parciales.
Con estos movimientos tan bien concertados se logró
desembarazar de gabillas el estenso terreno de cerca de cin
cuenta leguas de ásperas montañas desde Coyuca sobre la
costa del Sur, Tetillas i Tlacotepec hasta Acatlan á las ori
llas del rio Mexcala, i 33 al Poniente de este punto; se lo
gró asimismo destruir el citado establecimiento de Cerro
Prieto, que tenia aterrados á todos los habitantes pacíficos
de los pueblos de aquella línea; privar á los rebeldes de los
MEJICo: 1 81 6. 275
recursos de subsistencia; matarles alguna gente; hacerles go
prisioneros; tomarles varios cajones de municiones i armas
de fuego, 14 mulas i 2oo cargas de maiz; i se obtuvo
igualmente el feliz resultado de inspirar confianza á una mul
titud de familias emigradas i errantes para que regresaran á
sus hogares. -

Se hablan fortificado otras gavillas de insurgentes en la


escabrosa posicion de Tlascalantongo, desde donde desafiaban
todo el poder de las tropas realistas que se hallaban en aque
llas inmediaciones. Era pues necesario destruir aquel baluar
te de su insolencia: esta importante comision fue conferida
al teniente coronel don Alejandro Alvarez de Güitian. Aun
que la columna de este gefe se componia de solos 148 hom
bres, i la del enemigo ascendia á 4oo, no se paró un mo
mento en las graves dificultades que se oponian al logro de
sus deseos. Midiendo en su vez la multiplicidad de los obs
táculos por la estension de los recursos de su ingenio i de su
valor, se arrojó á aquella atrevida empresa, que habria desa
lentado á cualquiera otro que no hubiera poseido un grado
tan sublime de firmeza i decision. Su primitivo plan habia
sido el de obrar en combinacion con los comandantes de Tu
lancingo i Tuxpan; mas como tardase á recibir avisos sobre
los movimientos de estas columnas á causa de la intercepta
cion de correos, se decidió á dar el golpe por sí solo.
Amaneció el dia 3 de enero que habia de ofrecer al reino
de Méjico un digno modelo de valentía i empeño: habiendo
emprendido su marcha el citado Güitian, se desembarazó de
algunas emboscadas enemigas, i se situó á tiro de fusil de
las referidas fortificaciones. Rómpese un vivísimo fuego por
ambas partes; el enemigo dirige sus balas sin tropiezo, al paso
que las de los realistas van á perderse en los parapetos; com
prometido ya el gefe en aquella refriega llega á dudar de la
victoria; pero disponiendo que un destacamento de 5o hom
bres trepe por un peñasco, tenido por inaccesible, desde cu
yo punto podia hacerse una acertada puntería sobre los de
fensores de Tlascalantongo, se acobardaron estos de tal mo
276 MÉJICo: 1816.
do, que ya no pensaron mas que en salvarse con la fuga.
Fue en su consecuencia ocupado mui pronto dicho punto,
que por falta de competente guarnicion hubo de abandonarlo el
vencedor despues de haber destruido todos sus parapetos que
tenian 368 varas de longitud i 13 de espesor. Esta brillante
jornada, en la que los realistas pelearon algun tiempo á pe
cho descubierto, les costó la pérdida de 13 muertos i 27 he
ridos, mui inferior á la de los rebeldes que se dejaron 48
cadáveres tendidos en el campo i 17 prisioneros que espiaron
sucesivamente en un suplicio sus horrendos crímenes.
El capitan don José Brilanti atacó con su columna por
la parte de Zacatecas en la cañada llamada Ojo del Agua al
cabecilla Moreno, que con 2 oo hombres escogidos defendia
sus posiciones con un terco i desesperado valor. Los realistas
estaban mui distantes de desistir de su glorioso empeño á pe
sar de los mortíferos golpes recibidos en sus primeras cargas
del ciego valor de unos malvados, cuyo despechado compro
miso les ponia en la precision de vender caras sus vidas; mas
en esta ocasion tuvo mas fuerza la prudencia de parte del ge
fe que ordenó la retirada, hallando en estos valientes tanta
sumision en la disciplina como fiereza en los combates.
Cuando rehecho Brilanti i reforzado con algunas tropas del
brigadier Negrete quiso volver á la pelea á los dos dias. ya los
facciosos habian abandonado precipitadamente sus fortifica
ciones, i en ellas un cañon, algunos fusiles, dos costales de
pólvora i otros efectos. Esta espedicion, si bien no fue coro
nada de un triunfo completo, sirvió á lo menos de terrible es
carmiento á los rebeldes que tuvieron 1 oo hombres puestos
fuera de combate sin mas quebranto por parte de los realis
tas que el de 4 muertos, 2 o heridos i varios contusos.
El comandante de Huejucar, dependencia de Zacatecas,
don Manuel Iriarte, tuvo ocasion de desplegar su bravura i
de presenciar la de sus tropas, que escasamente llegaban á 1 oo
hombres, inclusas las milicias urbanas i los paisanos armados,
resistiendo gloriosamente los impetuosos ataques que dieron
contra el citado pueblo 7oo facciosos capitaneados por Her
MÉJIco: 1 8 1 6. 2

mosillo, Magdaleno, Moreno, Valentin i otros cabecillas.


Llamada la atencion de Iriarte por diversos puntos á un mis
mo tiempo, no era posible cubrirlos todos con la corta fuer
za que tenia á su disposicion. Prevalido el enemigo de esta
ventaja llegó á saquear é incendiar la mayor parte de la po
blacion; mas no pudo penetrar por el fortin del Refugio ni
por la iglesia, á cuyos puntos habian tenido que replegarse
los realistas para salvarse del furor de la muchedumbre: pagó
esta sin embargo mui caro su momentáneo triunfo, pues que
perdiendo 6o muertos, entre ellos al coronel Valentin, i
mayor número de heridos sin lograr su principal intento que
era de hacer prisionera aquella guarnicion, hubo de abando
nar el campo con tanta mengua como irritacion
Los valientes defensores cantaron la victoria en medio
de las humeantes ruinas de un pueblo tan decidido por la
causa del Rei, i no bien enjutas todavia las lágrimas que la
gratitud, el aprecio i el respeto que siempre infunden los
guerreros esforzados habian hecho derramar por 24 de es
tos, que con una inimitable decision se habian abierto las
puertas de la gloria.
No es menos recomendable la brillante espedicion del co
renel Armijo, principiada ya en octubre del año anterior,
i terminada á principios de este con un reñido combate,
sostenido en la cumbre de un cerro de la sierra del Camaron
contra 6oo rebeldes bien armados i resueltos á defender á
toda costa sus ventajosas posiciones. Aunque solo contaba
Armijo con 16o soldados, era tal el aliento que infundia á
estos la sola presencia de un gefe que tantas veces los habia
conducido á la victoria, que no titubearon un momento en
lanzarse á la pelea; i aunque los esfuerzos de la resistencia
fueron superiores á sus esperanzas, sirvieron tan solo para
aumentar el mérito del vencimiento. Corrió la sangre de am
bos lados como efecto consiguiente de un choque tan reñido,
en que las respectivas posiciones caian alternativamente en
poder de unos i otros; pero se dió finalmente la señal del
278 MIEJICo: 1 8: 6.
triunfo al ver desistir á los facciosos de su encarnizado
empeño.
Entre los sucesos mas notables ocurridos en el mes de
febrero deben ocupar un lugar en la historia los progresos
que hizo en la opinion una seccion volante que el coman
dante de la division de Tula, don Cristobal Ordoñez habia
enviado á las órdenes del capitan don Francisco Manuel Hi
dalgo contra los insurgentes de la sierra de Monte Alto. Ha
biendo llegado á sorprender á la muger é hijos del coronel
faccioso Epitacio Sanchez, logró por este medio desarmar el
brazo de aquel terrible enemigo. Era este por cierto de los
mas peligrosos por sus grandes relaciones en el pais, por su
práctico conocimiento de todo aquel territorio, por su
fuerza descomunal, i por un arrojo tan estraordinario, que
por estas relevantes prendas habia llegado á adquirir la ma
yor celebridad entre los mismos disidentes. Convenido con el
referido Hidalgo en el modo de acogerse al indulto , i de ins
pirar igual resolucion á sus compañeros, estaba trabajando
en la ejecucion de tan noble proyecto, cuando la perversi
dad del doctor Magos se empleó en hacer los posibles esfuer
zos para frustrarlo. - - -

Su venenosa seduccion obró efectos parciales; mas no


consiguió paralizar los impulsos de aquel arrepentido insur
gente; pues que á los seis dias de su conferencia volvió á
presentarse al gefe realista con un capitan i trece soldados.
Este triunfo, aunque insignificante al parecer, produjo sin
embargo las mayores ventajas á la causa del Rei. El influjo
de un caudillo tan acreditado desalentó á no pocos de sus
antiguos camaradas que perseveraban en su obstinacion, de los
que fue aquel su azote esterminador en varios encuentros, en
que se condujo con una acendrada lealtad, que competia con
su acostumbrado valor. -

El teniente coronel don Felix La Madrid con solos 6o in


fantes i 8o caballos ganó los mas ilustres triunfos en la ca
ñada, llamada de los Naranjos, que se halla en el camino de
MéJIco. 1816. 279
Oajaca á Puebla, recibiendo impávidamente nueve ataques
consecutivos que le dieron los insurgentes mandados por el
famoso cabecilla Teran, con el objeto de apoderarse del rico
convoi que escoltaba de 14co mulas. A pesar de un empeño
tan terco i porfiado fueron constantemente rechazadas aque
llas gavillas, las que hubieron de abandonar finalmente el
campo cubierto con 6o muertos, 3 prisioneros, varias armas
de chispa i corte, monturas i caballos.
El coronel don Agustin de Iturbide tuvo á este tiempo
una favorable ocasion de dar nuevos timbres á su fama. Se
habian reunido todas las gavillas que existian en la línea de
Lagos hasta Querétaro i todo el Sur de estas jurisdiciones,
con mas las de Tapia i Rincon, i cuantas habia en la pro
vincia de Valladolid desde Pátzcuaro inclusive por Zacapo,
Parindícuaro i Angamacutiro hasta Puruandiro, bajo diferen
tes cabecillas presididos por el corifeo principal P. Torres.
Su número no bajaba de 14oo hombres, la mayor parte
acostumbrados á los mas reñidos combates. Iturbide contaba
á penas con 8 artilleros, zoo infantes i 37o caballos; pero
habia sabilo sujetar mas de una vez á la misma fortuna, i
no tuvo por lo tanto el menor reparo en lanzarse contra
aquella formidable reunion de gente desalmada i feroz, segu
ro de que la mejor disciplina de sus tropas habia de compen
sar la desventaja del número. Los facciosos por su parte, su
mamente engreidos de su preciado valor, habian tratado de
aprovecharse de la separacion accidental, por asuntos del ser
vicio, de una parte de la division de dicho Iturbide, i especial
mente de la columna del valiente Orrántia, que se hallaba
ocupada en la conduccion del convoi de San Luis de Potosí,
i por este medio no dudaban del triunfo, sin calcular que la
decision de sus contrarios cualesquiera que fuera su fuerza
se lo habia de disputar con el mayor empeño. - -

Apenas habia salido dicha division de Iturbide del valle


de Santiago, cuando fue sorprendida una de sus guerrillas
por el grueso del ejército enemigo. Sin que se notase la me
nor alteracion en el ánimo impávido del gefe realista dispuso
28o MéJIco : 1816.
prontamente el ataque dividiendo su fuerza en varias seccio
nes al mando de Monsalve, Pacheco, Reguera, i Beistegui.
Ejecutado felizmente el movimiento general, aun antes de
hacerse de dia, se rompió un vivo fuego, que se estendió con
igual furia por toda la línea, i en menos de ocho minutos
fue decidida la accion, quedando arrolladas aquellas g-illas,
puestas en dispersioni perseguidas algunas por el espacio de
tres leguas. Mas de 1 oo faccioscs muertos, entre ellos varios
cabecillas de alta graduacion, 37 fusiles, el parque enemigo,
algunas armas blancas, un cajon de ornamentos i otros efec
tos fueron el premio de la constancia i bizarria de los realis
tas, conseguido con la sola pérdida de 15 hombres puestos
fuera de combate.
El capitan don Cayetano Rivera, correspondiente á la di
vision del brigadier Miyares, sostuvo bizarramente diversos
ataques dirigidos por triples fuerzas de los rebeldes á su re
greso de la Antigua, á cuyo punto habia conducido felizmen
te un convoi de víveres. Grande fué la obstinacion de los
facciosos para ostruirle el paso; pero todos sus esfuerzos se
estrellaron en los firmes pechos de aquella columna. Cuaren
ta muertos i 8o heridos que componian la tercera parte de
la gavilla fueron el resultado de su temeridad. El cabecilla
Guerrero, ese fiero mulato que llegó por fin átomar en su
mano las riendas del gobierno mejicano, recibió un terrible
golpe por la parte de Tulancingo del comandante don Fran
cisco de las Piedras, quien humilló por este medio la inso
lencia de quien pocos dias antes habia desechado con despre
cio el indulto que le fuera ofrecido.
Entre las acciones de alguna importancia, dadas en el
mes de marzo, debe hacerse mencion de la que sostuvo el
coronel don Francisco Hevia en la barranca de Apapasco,
sobre el rumbo del Sur contra 5oo rebeldes de á caballo.
Atacados vigorosamente por la infantería realista fueron desa
lojados de aquel punto, i llegando en su ausilio el resto de
la columna los persiguió hasta otra barranca, llamada de Ix
tlahuaca, por la que se arrojaron perdiendo muchos muertos,
MÉJI co: 1816. 281
cinco prisioneros entre ellos el insigne cabecilla Mateo Colin,
varias armas de fuego i 9o caballos, sin la menor desgracia
por parte de las tropas del Rei.
A los muchos rasgos de ferocidad ibarbarie, de que es
tán llenas las páginas de la historia mejicana, debe aña
dirse el cruel destrozo que hizo el cabecilla Gonzalez ácia
este tiempo en el pueblo indio de Huichilac, distante tres
leguas de Cuerna-Vaca, degollando sin distincion de sexos
ni edades á todos aquellos habitantes indefensos que pudie
ron haber á las manos, i que no bajaron de ciento. Se es
tremece el alma al referir unos ultrajes tan irritantes á la
moral i á la religion; pero aquellos empedernidos corazones
parece se recreaban con arrancar las palpitantes entrañas de
las víctimas que habian destinado á saciar su natural sevicia.
Es asimismo digno de especial recuerdo el empeñado cho
que que sostuvo á diez leguas de Tecpan el teniente don José
Navarrete con su destacamento de 1oo hombres contra 7oo
insurgentes mandados por los cabecillas Montes de Oca, Juan
Galeana i otros: irritados éstos al ver una resistencia tan
desesperada, se valieron del ardid de arrojar combustible
sobre las casas de Palma, alrededor de las cuales habian for
mado los realistas sus trincheras; mas ni el incendio que los de
voraba, ni el horroroso tiroteo que se habia aumentado para aca
bar de introducir el espanto en aquel puñado de valientes, hizo
en ellos la menor impresion á pesar de haber recibido dos
balazos su digno comandante.
Sería el medio dia del 17 de marzo cuando calmó la
fuerza del fuego hasta las cinco de la tarde en que llegó el
ayudante mayor del escuadron del Sur con una partida de
15o hombres de infantería i caballería, habiendo ya de paso
dispersado dos numerosas emboscadas que le aguardaban.
Alentados los defensores con este refuerzo hicieron una vi
gorosa salida que decidió de la accion, recibiendo por pre
mio la precipitada fuga del enemigo despues de haber perdi
do mas de 1oo hombres, un cañon, tres cajas de guerra, va
rias armas de fuego, flechas, caballos imulas, si bien fue
ToMo II. 36
-
282 MÉJIco: 1816.
costoso el mérito de la victoria por la sensible baja de 9
muertos i de 22 heridos, que sufrió aquella bizarra columna.
Entre las importantes ventajas que tuvo el partido rea
lista en el mes de abril debe contarse la presentacion al in
dulto de 479o facciosos, pertenecientes á la comandancia mi
litar de Tutotepec i de Tulancingo, como resultado del ban
do publicado en diciembre anterior; i entre los hechos de
armas mas gloriosos de esta época deben citarse los golpes
dados por el comandante general de los Llanos de Apan co
ronel don Manuel de la Concha á las gavillas de Osorno,
Espinosa, Inclan i Serrano en las inmediaciones de Venta de
Cruz i en la hacienda de Santa Ines, pueblo de San Felipe
i llanadas de Ometusco, en cuyos últimos encuentros habian
recibido ya refuerzos del cabecilla Gomez. La pérdida que
tuvieron en estas acciones no bajó de 15o muertos i de un
número mayor de heridos, habiendo sido mui corta la de las
tropas realistas.
Merece ser recordada asimismo con elogio la fidelidad i
bizarría de 15o indios de la seccion de Tutotepec, quienes
sin mas armas que 29 jaras i 5o arcos resistieron en los lla
nos de Temascalillos dos ataques impetuosos de los rebeldes;
el primero contra 6o de ellos, del que salieron victoriosos, i
el segundo contra mas de 3oo, á cuyo inmenso número hubo
de sucumbir su ardiente entusiasmo despues de haber dado
las mas terribles pruebas de su arrojo, de cuya gloria parti
ciparon tambien 2 o mugeres que los acompañaban.
El teniente coronel don Felipe Castañon, que mandaba
una de las columnas de la comandancia militar de Salvatier
ra, tuvo un encuentro sumamente feliz en el rancho de las
Estacas contra los rebeldes P. Torres, Lucas Flores, Santos
Aguirre, Hermosillo, Borja, Villareal i otros. Como estos se
hallaban á la otra parte del rio grande fue preciso superar
aquel obstáculo con agua hasta los pechos; pero ejecutaron
sus tropas esta operacion con tanto entusiasmo, que descon
certada aquella chusma se entregó á una fuga desordenada
dejando tendidos en el campo 31 hombres, perdiendo otros
MÉJICo: 1816. 283
muchos en el paso de dicho rio, por donde trataron de sus
traerse á la persecucion de sus contrarios, á demas de 1 1
prisioneros, 53 caballos, 14 armas de fuego, porcion de lan
zas i machetes.
Los coroneles don José Ruiz i don Francisco Javier de
Llamas, el teniente coronel don Tomas Peñaranda, i todos
los oficiales i soldados que componian la columna que habia
salido de Vera Cruz escoltando un convoi para Orizaba i
Córdova, compuesto de mas de 33 mulas, adquirieron un
mérito estraordinario con haber salvado todas sus cargas de
la rapacidad de los facciosos, que reunidos en gran número
habian tomado los principales puntos de Chiquihuite, paso del
Macho, puente de Atoyac, i que por todo el camino fueron
tiroteando á las tropas realistas lanzándose á cada momento
sobre los flancos de tan numerosa carabana. La pérdida que
estos sufrieron en muertos i heridos fue mui inferior á la de
los facciosos, quienes vieron estrellarse todas sus esperanzas en
la impavidez de los españoles, sin que lo fuerte de sus posi
ciones i ventajas del terreno hubieran opuesto el menor tro
piezo á los que estaban acostumbrados á despreciar todo
peligro. -

Como correspondientes al mes de mayo debe hacerse


mencion de algunos empeños militares, que aunque parcia
les dieron mucho lustre á las armas de Castilla: uno de
ellos fue el que trabó el teniente coronel don Vicente Lara,
dependiente de la division del coronel don Pedro Menezo
con las gavillas de Vargas, Gonzalez, Guadarrama, Carrion,
Mariño, Roldan i Rojas, reunidas en la hacienda de Agua
amarga componiendo una fuerza de 5oo hombres bien mon
tados, armados i vestidos. A pesar de la gran desigualdad de
fuerzas quedaron vencidos los facciosos perdiendo mas de 4o
muertos, mayor número de heridos, muchas armas i caba
llos. Su dispersion fue tan horrorosa que el mayor grupo no
llegaba á 2o hombres. El capitan de Fernando VII don
Joaquin Rivaherrera, que se unió á Lara en el cerro de los
28. MÉJIco: 1 S 1 6.
Ailes, participó del honor del triunfo, al que habia contri
buido con todo su esfuerzo.
El infatigable coronel Armijo que se desvivia por resta
blecer la tranquilidad en el territorio del Sur, confiado á
su mando, salió á batir una gavilla de rebeldes que se habia
atrincherado en el fertil valle de Huamustitlan. Distribuida
su fuerza en tres trozos, el primero de los cuales puso bajo
la direccion del capitan don Juan Isidro Marron, el segundo
bajo la del teniente coronel don Manuel del cerro, i con
fiando el tercero al teniente don Felipe Cabarrado, se proce
dió á dar ejecucion al plan de ataque concertado con la ma
yor maestría.
Estrechados los rebeldes por todas partes, i descon
fiando de poder resistir al superior ingenio i fortaleza de
ánimo de los realistas, se entregaron á la mas torpe disper
sion, pereciendo casi todos en esta fatal jornada. Cuarenta
muertos i 55 prisioneros fueron el fruto de tan bien combi
nado movimiento: tan solo 2 o pudieron sustraerse á la
muerte fugándose desde una eminencia en la que se habian
colocado con anticipacion; los restantes hasta el número
de 15o, que era el total de la gavilla, se desplomaron por
aquellas barrancas, en las que hallaron su sepulcro; 5oo
flecheros enemigos, situados en las cimas de aquellos montes
huyeron precipitadamente tan pronto como vieron la com
pleta victoria de los realistas, cuya derrota esperaban en sus
vez para caer desordenadamente sobre el campo de batalla.
El capitan don José María Luvian, comandante militar
del distrito de Tutotepec acreditó nuevamente su bizarría é
ingenio en la feliz espedicion que dirigió contra las partidas
de Barrada, Leiva, Mendoza, Isla, Martinez i Ortiz, que
se habian fortificado en el cerro de Tecolotla. A fuerza de
marchas i contramarchas emprendidas artificiosamente con
el objeto de sorprender al enemigo, se presentó á su frente
arrojándose sobre aquellas posiciones por donde menos lo
aparentaba: de este modo logró apoderarse del fortin mas.
MÉJico: 1816. 285
elevado, matando en él á los cabecillas Mendoza i Trejo,
que lo defendian con 15 de sus compañeros escogidos. To
dos los demas facciosos que se hallaban por aquellas sierras
fueron perseguidos vigorosamente, pereciendo muchos de
ellos entre aquellos derrumbaderos i quebradas.
A pesar de una derrota tan completa, tanto mas impor
tante cuanto mayor habia sido su confianza de que las tro
pas del Rei nunca llegarian átomar posesion de aqnel cerro,
reconocido por el mas alto de la Sierra, volvieron al dia si
guiente á ostruir la marcha al bizarro Luvian, apoyándose
en las ventajas del terreno; pero la serenidad con que se
formó al momento la columna realista, i la no menor pron
titud con que se lanzó sobre aquella chusma, la aterró de
nuevo i la puso en el mayor desórden i confusion; i dando
caza al mayor trozo, que se dirigia ácia Tlacuilo, llegó
oportunamente á aquel pueblo para salvarlo de las estorsio
nes de las hordas foragidas. Lejos de desistir estas de sus
criminales intentos despues de tantos i tan continuados de
sastres, se presentaron de nuevo al dia siguiente á hostigar
á las tropas del Rei desde los cerros mas empinados, i conti
nuaron en su terco empeño, aunque con ninguna clase de
ventaja, hasta que Luvian regresó al pueblo de Tutotepec,
que lo era el de su residencia militar.
A pesar de los muchos golpes que recibian los rebeldes
parece que renacian de sus mismas cenizas; momentos habia
en que se creia enteramente sofocada la insurreccion, i á los
pocos dias hormigueaban por todas partes las gavillas: seria
demasiado prolija la relacion de los infinitos choques parcia
les que se dieron desde el mes de junio hasta la entrada del
nuevo virei; apuntaremos sin embargo los que pueden em
peñar mayormente la atencion pública. El teniente don Fe
lipe Guillen, dependiente de la 5? division, se apoderó del
pueblo de Uruapan, matando 3 insurjentes i haciendo 78
prisioneros. El teniente don Blas Magaña deshizo en las in
mediaciones de Irapuato al cabecilla Camilo Lozano, i á
toda su partida. Don Manuel Ormigo, que salió á una es
286 MÉJIco: 1816.
pedicion marítima del puerto de Veracruz, rechazó ácia
la punta de Bernal los ataques de una goleta enemiga mejor
artillada i tripulada, la que sufrió una pérdida considerable.
El capitan don Luis Correa destruyó á una numerosa
gavilla que se hallaba en una de las islas del Mexcala al
mando de Luis Chaves, causándole el terrible quebranto
de 343 muertos, cuyo sangriento choque si bien honroso á
las armas del Rei, fue sumamente sensible por haber sido
puestos fuera de combate mas de 1oo hombres.
El alferez don José Martinez con solos 33 soldados,
de que se componia su partida, destrozó la de 2oo facciosos
mandados por cinco cabecillas en el distrito de Yautepec,
matándoles mas de 3o, apoderándose de 4o caballos i de
muchas armas de chispa i corte, asi como de algunos prisio
neros. El teniente coronel don Felipe Castañon se apoderó de
la isla de Jaricho, en la que los rebeldes habian formado
una línea de circunvalacion de 2238 varas de estension, tres
de altura i otras tantas de espesor, con mas cinco fortines
en los cinco ángulos que forma el cerro.
El dia 24 de setiembre lo fue de alegría i contento
para todo Méjico por la entrada pública que hizo en la ca
pital el nuevo virei, teniente general don Juan Ruiz de
Apodaca. Como algunos enemigos de Calleja hubieran re
presentado á la córte de España contra la severidad i dureza
de este gefe, á la que atribuian principalmente la causa de
que no hubiera quedado ya destruida la revolucion, fue
nombrado para este alto destino el citado Apodaca, cuya
dulzura de costumbres, afabilidad de porte i un carácter
pacífico i conciliador de que estaba adornado, daban las
mas sólidas garantías de que aprisionaria la voluntad de los
rebeldes mejicanos con la misma rapidez con que habia sa
bido ganarse la confianza de los habitantes de la isla de
Cuba, en la que habia logrado restablecer con sus benéficas
providencias la calma que la insurreccion de Aponte habia
hecho desaparecer en 1812. Es incomprensible como despues
de tantos triunfos conseguidos por las tropas realistas du
MÉJICo: 1816. 287
rante el gobierno de los dos anteriores vireyes no se hubiera
estinguido totalmente el espíritu de la sedicion. El celo, la
laboriosidad i los sacrificios empleados por ambos debieran
haber producido tan brillante resultado. Resplandece sin
embargo su distinguido mérito en haber sabido sostener la
autoridad Real en los momentos mas críticos del ardor re
volucionario.
La gloria de la completa pacificacion estaba reservada
para otro gefe mas afortunado: este llegó á recoger el fruto
de la constancia i firmeza de sus antecesores. No es nuestro
ánimo rebajar los brillantes servicios del señor Apodaca, ni
manifestar que cuando tomó posesion de aquel vireinato no
necesitara hacer todavia uso de los esfuerzos de su brazo é
ingenio; la misma narracion de los sucesos indicará los
tropiezos que hubo de vencer para lograr tan plausible re
sultado.
Sin embargo de que el pais estaba aun infestado de
guerrillas, no eran estas tan formidables como lo habian sido
en los tiempos pasados, ni sus caudillos podian igualarse en
recursos guerreros á los muchos que habian ya sucumbido
al brazo de la justicia. La gran resistencia que hicieron los
nuevos campeones, fue en las escabrosas sierras, en las que
formaron infinidad de fortines, cuya destruccion por sí sola,
independientemente de los demas hechos de armas, reco
mienda altamente los desvelos del gefe superior i los servi
cios de sus tropas.
Cuando el señor Calleja dejó el mando de Méjico era la
siguiente la posicion de las principales gavillas. En Tehua
can de las Granadas se hallaban los Teranes en comunica
cion con los rebeldes de Oajaea. En los llanos de Apan Osorno
i Serrano. En la provincia de Méjico el P. Izquierdo i el
indio Pedro Asensio. En Cóporo los Rayones. En la provin
cia de Guanajuato los Pachones. En la sierra de Jalpa, in
mediato á Querétaro, el P. Torres. Por el rumbo del Sur
Guerrero, Zabala i otros, estendiendo sus correrías desde
Zacátula hasta Acapulco. En la provincia de Vera-Cruz,
Guadalupe Victoria i otras muchas bandas, que de tal modo
288 MÉJrco: 1816. -

tenian interceptadas las comunicaciones, que el mismo


Apodaca se vió asaltado por ellas al subir á Méjico, i
obligado á ponerse á la cabeza de su escolta para abrirse paso
con la espada, quedando sumida su familia en el mayor so
bresalto i consternacion hasta que fueron allanados todos los
obstáculos con la oportunidad de sus medidas i con el noble
ejemplo de su valor.
Estado de la fuerza armada á esta sazon.
N () M B R ES NúMERo
DEPARTAMIENTOS,
DE LOS COMANDANTEs. DE Ro MBRE s.

Division de Méjico. . . . . El virei . . . . . . . . . 266o


Division de Apan. . . . . Coronel don Manuel de la Con
eha. . . . . . . . . . 1 51 o
Seccion de IIuejutla. . . . Teniente coronel don Alejandro
Alvarez de Guitian . . -
1 51
Ejército del Sur . . . . . Brigadier don Ciriaco de Llanos. 6699
Division do Pera-Cruz. . . Mariscal de Campo don José
Dávila. . . . . . . . . 6482
Topas de Tabasco . . . . Coronel don Francisco de Hévia. 963
Tropas de la isla del Cármen. Coronel don Cosme Ramon de
Urquiola, . . . . . . . 359
División del rumbo de Acapulco, Coronel don José Gabriel de Ar
mijo. . . . . . . . . . 2.651
Seccion de Toluca. . . . . Teniente coronel don Nicolás Gu
tierrez. . . . . . . . . 282
Division de Irtlahuaca. . . Coronel don Matías Mártin i A
guirre. . . . . . . . . 787
Mat. de Tula. . - - º * - Coronel don Cristóbal Ordoñez. 888

Id. de Querétaro. . . . . Brigadier don Ignacio García Re


bollo . . . . . . . . . 991
Ejército del Norte. .. . Coronel don Agustin de Iturbide.
. 38o 5

Ljército de Rescrva . . . . Mariscal de Campo don José de


la Cruz. . . . . . . . . 3.36%
Division de San Luis Potosi, . Brigadier don Manuel Maria de
Torres . . . . . . s
614
Id. de las provincias internas Brigadier don Joaquin Arre
Orientales . . . . . . dondo . . . . . . . . 5987
Id. de las Occidentales. . . . Mariscal de Campo don Bernardo
Bonavía . . . . . . . .

Antigua California . . . . Capitan don José Argüello. .


Teniente coronel don Pablo Vi
Nueva California... . . . .
cen le Sola. . . . . . . .
MÉJico : 1816. 289
La guerra, pues, continuó con bastante actividad, aun
que ya habia principiado á obrar prodigiosos efectos el últi
mo indulto ofrecido á los rebeldes, muchos de los cuales se
habian acogido á él antes de la entrada del nuevo virei. Em
pero la favorable opinion que precedió á este digno general, la
mmayor confianza que inspiró á los disidentes por la sola cir
cunstancia de no tener ofensas personales que vengar en el
pais, i el acierto con que las columnas ambulantes desempeña
ron sus respectivas funciones, hicieron que insensiblemente
fuera desapareciendo de aquellas regiones el genio revolucio
nario, i que á los pocos meses estuviera casi desarmado el
brazo aun de los mas obstinados, que habian jurado morir
defendiendo su ilegítimo empeño. Varios fueron sin embargo
los choques que prepararon esta época felíz; i si bien todos
ellos importantes, aunque ninguno merezca el nombre de ba
talla, nos limitaremos á pasar en revista aquellos tan solo
que mas pueden empeñar la atencion pública.
Como pertenecientes al mes de octubre deben citarse el
ataque que el teniente don José García de la division del co
ronel Orrántia dió á los cabecillas Gutierrez, Sanchez Chico,
Jesus i Trinidad Gonzalez, que con 5oo hombres habian
atacado el tiro de Rayas, nombrado Santa Rosa en la mina
de Santa Anita: la heróica defensa que el capitan don Lucas
del Valle hizo con 5o soldados, de que se componia su par
tida, en el pueblo de Tancoco, contra una numerosa reunion
de 6oo rebeldes capitaneados por el coronel Caraballo, quien
fue muerto en aquella refriega con otros muchos de sus com
pañeros: el combate que dió el teniente coronel don Juan
Francisco Luengas en Puerto de Nieto, provincia de Queré
taro, contra las partidas de Tovar i Vargas, á las que des
truyó completamente matándoles 2 o hombres, é hiriéndoles
un número considerablemente mayor: el choque del capitan
don Higinio Suarez en la hacienda del Cubo, provincia de
San Luis de Potosí, contra la partida del rebelde Ribera, quien
sorprendido al amanecer, huyó del modo mas vergonzoso,
dejando 8 hombres degollados en el acto, 18 prisioneros,
ToMo II. 37
29o MÉJICo: 1 8 1 6.
aoo remontas i algunas armas: i los golpes que el teniente
don Antonio Lopez Santa Ana dió en San Campus i Cotastla
á toda la faccion rebelde dirigida por Guadalupe Victoria,
Francisco de Paula i otros cabecillas, cuyos resultados fue
ron la pérdida de unos 1oo hombres entre muertos, heridos
i prisioneros, i el escarmiento i la precipitada fuga de aquellos
miserables, pervertidos con el venenoso influjo de sus des
pechados caudillos.
Una de las acciones que mas brillaron en el mes de no
viembre fue la destruccion del cabecilla Bravo en la pro
vincia de Puebla por el capitan don José Vicente Robles, á
cuya consecuencia quedó libre de enemigos todo el rumbo
de Jonacate, Teotlalco i Chautla. El coronel don José Moran
de la division del brigadier Llano, sostuvo un glorioso com
bate en las lomas de Santa María con solos 3oo hombres
contra 1 o 4o á que ascendian las partidas reunidas de Terán,
Osorno, Gomez, Inclan i otros. Un obús, un cañon de á
cuatro con todo su parque, 72 prisioneros, 46 muertos,
bastantes armas i pertrechos fueron el fruto de tan brillante
jornada, conseguida con la sola pérdida de 4 realistas muer
tos i 7 heridos.
El coronel Marquez i Donallo desempeñó con el mayor
acierto la espedicion que el brigadier Llanos confió á su cui
dado para que con 1 obo infantes i 22o caballos se apoderase
del fuerte de Monte blanco, situado en lo mas áspero de la
sierra de Orizava. Despues de haber superado todos los obs
táculos del terreno i de una tenaz resistencia, se hallaba ya
próximo á dar el asalto cuando los facciosos imploraron el
real indulto que este generoso gefe se determinó á conce
derles, esperando ganar con un acto tan señalado de clemen
cia otros tantos fieles vasallos del Monarca español. Demo
lida aquella fortaleza que por tanto tiempo habia sido el
abrigo de la insurreccion, entró el valiente Donallo en la
villa de Orizava, cargado de preciosos trofeos, entre las acla
maciones del pueblo.
Acia el mismo tiempo se cubria de gloria el teniente co
MéJIGo: 1816. -

2o I
ronel don Saturnino Samaniego en la cañada de los Naranjos,
distrito de Izucar, i provincia de Puebla. Con solos 11 o
hombres de que se componia la partida de dicho gefe fue
ron completamente derrotadas las numerosas gavillas que
defendian aquellas posiciones, bajo la direccion de los cabe
cillas Guerrero i Juan del Cármen. Sesenta rebeldes muer
tos, i porcion considerable de armas, pertrechos i caballos
coronaron el triunfo de tan bizarra accion.
El capitan don José María Luvian, comandante de Huau
chinango, emprendió una espedicion sumamente feliz contra
el rebelde Aguilar recorriendo los pueblos de Ocomantla,
Tlascalantongo, Apapantilla, el cerro de la Canoa, la mesa
de San Diego, Tihuatlan i Tuxpan, i penetrando por los lu
gares mas ásperos de la serranía, en la qne ejercia su de
vastador influjo aquel malvado con mas de 6oo hombres de
su faccion. El resultado de tan penosa marcha, en la que
tanto brilló la constancia i decision de los realistas, fue la
pérsida de 51 insurjentes muertos en el campo de batalla,
1 1 fusilados, 7 prisioneros i 1 oo indultados, sin mas que
branto por parte de las tropas del Rei que la de un oficial
muerto, 5 soldados heridos, i algunos contusos.
El ya citado teniente coronel Samaniego se batió por ter
cera vez con los rebeldes con gloria nada inferior á la que
consiguió en las acciones ya descritas. Habiendo sabido el re
belde Terán que dicho gefe realista se dirigia ácia el pueblo
de San Gerónimo, distante cinco leguas de Acatlan, creyó
que la superioridad de su partida, que no bajaba de 5oo
hombres, le haria triunfar de su formidable adversario, á
quien deseaba dar un golpe decisivo que lavase la afrenta de
sus recientes derrotas. Salió con esta idea al parage llamado
de la Noria, que dista dos leguas del citado pueblo de Acat
lan: preparado Samaniego oportunamente para el combate, hizo
avanzar al capitan Zambrano con una parte de la caballería
á recibir el primer empuje del enemigo: venia este mui ufano
aparentando una imperturbable serenidad i bizarría; pero nada
era capaz de abatir la fortaleza de ánimo de los realistas.
292 y ÉJco: 1 31 6.
El choque fue sangriento i obstinado, las acertadas ma
niobras de Samaniego acabaron de fijar la victoria. Puestos
los facciosos en la mas desordenada fuga, ya no pensaron
sino en la conservacion de sus miserables vidas á beneficio
de la aspereza del terreno: fueron en gran número los fusi
les que arrojaron á las profundas barrancas; perdieron asi
mismo un cañon de á cuatro, que los realistas llevaron á
Huajuapan; 4o muertos, entre ellos el segundo de Terán, i
8o heridos completaron aquel cuadro de confusion. Con
tribuyó no poco á ilustrar tan precioso triunfo la poca pér
dida esperimentada por los realistas, que fue tan solo de 2
muertos i 12 heridos.
El comandante de Tuxpan don Cárlos María Llorente,
que habia salido contra el cabecilla Aguilar que habia to
mado nuevamente posicion en Paloblanco, consiguió arro
jarlo de aquel punto causándole el mayor quebranto, i apo
derándose de muchos caballos i mulas, cabezas de ganado
vacuno, armas blancas i de fuego, chaquetas nuevas de uni
forme i la bandera del supuesto batallon de Papantla. Des
pues de haber reducido á cenizas dicho canton con el parque
de los rebeldes i otros efectos de penosa conduccion se diri
gió á Palogordo, en donde se abrigaban asimismo algunos
insurjentes, que huyeron á los montes tan pronto como vie
ron aproximarse las tropas realistas, sin que estas pudiesen
causarles mas daño que el de incendiar aquellas infernales
guaridas.
No fue menos feliz el capitan don José Rincon en la es
pedicion que emprendió desde la Antigua con 3oo hombres
sobre el punto llamado Boquilla de Piedras, en el que ha
bian construido los insurjentes un fortin, que era el centro
de sus correrías por la costa del seno mejicano: despues de
dos horas i media de un combate encarnizado logró arrojar
al enemigo de aquella posicion; 4o muertos, 1 o prisioneros,
4 obuses, un cañon de á doce, 7 de á seis, 2 de cuatro, uno
de á uno, 185 fusiles i carabinas, porcion considerable de
provisiones de guerra i boca, i otros pertrechos militares
MÉJIco: 1816. 295
fueron los trofeos con que ennobleció el escudo de sus ar
mas aquel esforzado oficial, sin mas pérdida por su parte
que la de 5 muertos i 16 heridos.
Los repetidos choques que dieron las tropas del Rei á
los insurjentes en la provincia de Guadalajara, si bien les
añadian nuevos timbres, asi como al general Cruz que los
dirigia con infatigable celo, demostraban sin embargo la exis
tencia de un foco revolucionario, que no podia estinguirse
por mas esfuerzos que se aplicaban para lograr tan feliz re
sultado, sino se destruia la principal madriguera de los sedi
ciosos que eran las islas de Mexcala. Consiguió tan impor
tante triunfo el citado Cruz estrechando con el mas rigu
roso empeño el sitio de aquellas respetables posiciones, de
modo que careciendo sus defensores de víveres i recursos se
rindieron á la intimacion que les fue dirigida en 23 de no
viembre, i en su consecuencia tomaron las tropas del Rei
posesion de ellas en el dia 25, asi como de , 7 piezas de artille
ría i de cuantas municiones, armas i pertrechos se hallaban
encerrados en aquel recinto de indomable valor i resistencia.
Las columnas que mas se señalaron á fines de este año
fueron la del teniente don Santiago Mendoza, dispersando la
gavilla de Moreno que tenia interceptado el camino de La
gos á la Ciénaga; la del comandante don José Ignacio Ortiz
de Rosas i del capitan don Manuel Campos, que adelantán
dsse ácia el Comedero lograron sorprender al cabecilla Her
mosillo causándole la pérdida de 11 muertos, 18 prisioneres,
31 fusiles, 1oo caballos, algunas pistolas, sillas, lanzas,
machetes i una carga de municiones; la del teniente coronel
don Luis Quintanar, que se apoderó por capitulacion del
fuerte de Cuiristarán ó San Miguel, i e I cañones, 2 obu
ses, 1 29 tiros de bala i metralla, 60 cartuchos de fusil i
otras varias provisiones de guerra i boca; i finalmente la del
capitan de frontera don Luis Correa que derrotó completa
mente la gavilla de Rafael Rayon, causándole un horroroso
quebranto, i la pérdida de porcion considerable de caballos,
cajones de parque i equipages.
294 MÉJICo: 1816. -

Estos brillantes hechos de armas rectificaron notable


mente la opinion del pais á favor de los reales derechos. Fue
desde este momento numerosísima la presentacion de facciosos
al generoso in lulto prolongado por el virei Apodaca; no fue
menor el empeño con que lo solicitaron los rebeldes de las
demas provincias: entre estos debe hacerse particular men
cion del cabecilla Vicente Gomez, que rindió asimismo las
armas con los 66 hombres de que se componia su partida.
El generoso perdon concedido á un hombre tan perverso,
que habia empapado repetidas veces sus sacrílegas manos en
la inocente sangre de los españoles, haciendo mutilaciones
las mas dolorosas é inhumanas, de las que tomó el epíteto
por el que es conocido en los anales de aquella bárbara re
volucion; la religiosidad con que se cumplió la promesa de
un total olvido por ofensas tan ultrajantes á la misma na
turaleza, fue un nuevo testimonio de la magnanimidad del
gobierno español, i de la seguridad con que podian contar los
que se entregáran ciegamente á su disposicion.
Este fue el golpe principal que descoyuntó la hidra revo
lucionaria: el espíritu de reconciliacion i fraternidad se pro
pagó rapidamente por todas direcciones, i recorrió aquellos
inmensos paises con la misma presteza con que se habia co
municado anteriormente el pestífero veneno de la sedicion.
Asi pues habriamos visto á los pocos meses del año siguiente
completamente desarmada la faccion desorganizadora, si
el aventurero Mina no se hubiera presentado á dar nueve
pábulo á aquel apagado fuego.
295
vn vv \\ \vVVVVVA \\ \v VARA \\ \V\\ \VVVVA\\ \\ \\ \\ \\ Av\|\v\ \vVVVVVA \v

CA PITULO XX.

PE R Ú: s. -s68986-—

Estado del Perú á principios de 1817. Proyecto de espedi


cion contra el Tueuman. Carácter de las tropas del pais.
Movimiento del general La Serna sobre Tarija. Marcha
sobre Jujuí. Acciones parciales dadas en el tránsito con
éxitos variados. Destruccion de La Madrid i de otros cau
dillos. Retirada de los realistas á Tupiza acompañada
de bastantes pérdidas. Pacificacion de las provincias del
Alto Perú. Conspiracion del Callao. Preparativos de otra
espedicion que dió á la vela d fines de año para reponer
la autoridad real en Chile.

Los cuidados del virei Pezuela se agravaron considera


Iblemente á principios de este afio: se habia volado por la
caida de una centella el parque de Potosí en el anterior mes
de diciembre, i era preciso repararlo sin pérdida de tiempo.
El reino de Chile amenazaba ser envuelto por la espedicion
de San Martin que se iba preparando en Mendoza i por el
espíritu de independencia, que habia tomado en poco tiem
po una preponderancia increible; el corsario Guillermo Brown
habia salido de Buenos-Aires con cinco buques de guerra i
4oo hombres de desembarco para operar sobre las costas del
citado reino de Chile; pero el infatigable Pezuela aeudia á
cuantos puntos era llamada su atencion. Potosí se vió mui
pronto surtido de una cantidad mayor de municiones i per
trechos de guerra de la que tenia antes de su incendio: fue
ron enviados al mismo tiempo algunos buques áTalcahuano
con gente, armamento i ausilios pecuniarios. Se remitieron
296 PERú: 1817.
igualmente al Alto Perú grandes sumas de dinero, refuerzos
de tropas i todo lo que podia necesitarse para llevar á cabo
la espedicion sobre el Tucuman.
Eran tan vivos los deseos de Pezuela de ver realizados
sus proyectos sobre este punto que no habia correo en el que
no inculcase al nuevo general esta idea que formaba el obje
to principal de sus desvelos. A pesar de la repugnancia de La
Serna para emprender esta marcha, porque conociendo las
dificultades que se oponian á su buen resultado, i faltándole
un cuerpo de reserva, que al paso que mantuviese en suje
cion aquellas provincias le sirviera de centro para recibir de
él nuevos refuerzos si llegaba á necesitarlos, ó para hallar
un punto seguro de apoyo en caso de algun imprevisto con
traste, se determinó á dar cumplimiento á las órdenes supe
riores, para que en ningun tiempo pudieran ser interpreta
dos sus reparos por falta de subordinacion ó por flojedad de
ánimo. Así pues habia empleado los últimos meses del año
anterior en organizar su ejército, en proveerse de toda clase
de pertrechos de guerra i en proporcionarse acémilas para
principiar aquella importante operacion.
El general La Serna habia recibido al llegar al Perú
iguales impresiones que el general Morillo en Costafirme:
acostumbrados ambos del mismo modo que sus oficiales á la
táctica europea i á la brillanie disciplina i elegante porte
de las tropas que habian combatido con el primer guerrero
del siglo, no miraron al principio á las del pais con todo el
aprecio á que eran acreedoras. Habiendo llevado tambien al
Nuevo Mundo una mal calculada prevencion contra las guer
rillas ó cuerpos francos, igual á la que los de línea habian
manifestado contra las partidas de España, en las que no
querían reconocer un verdadero mérito militar por mas ser
vicios que hubieran prestado á la conservacion de la legítima
dinastía, i á la independencia de la Nacion, trataron de ha
cer varias reformas, que fueron poco favorables por entonces
á la causa real. No es mi ánimo acriminar las operaciones de
estos gefes i oficiales, por que tal vez habrian obrado del mis
prnú: 1817. 207
xmo modo cuantos militares de lustre hubieran pasado desde
la Península á América en aquella época.
Los soldados peruanos eran desaseados en su trage, te
nian groseras costumbres, poca elegancia en su porte, una
tosca educacion, i finalmente un modo de servir enteramen
te diverso del de los europeos. Eran seguidos por enjambres
de mugeres, propias ó agenas, que dedicadas á buscarles la
comida i á tenerla preparada, precediéndoles á este objeto en
sus marchas, i fomentando en ellos su intemperancia, pre
sentaban á primera vista una masa informe i ridícula con so
lo el nombre de ejército i todo el aparato de una poblacion
ambulante (1). Su modestia natural con todos los caractéres
de timidez aparente, la palidez de sus semblantes i su color
moreno, accidentes propios del clima i de la interpolacion
de castas formaban un contraste demasiado visible con el
brio, alegria i franqueza de los soldados europeos: los del
pais podian considerarse como un tesoro en bruto; i los re
cien llegados de España como una joya bruñida i pulimenta
da con tanto esmero que dificilmente se podia conservar
su brillo.

Dicho general La Serna llegó á completar de estos i de


lo mas selecto de los habitantes del pais una division respeta
ble dirigida por escelentes oficiales; mas el pomposo aparato
de los europeos i su nueva táctica no bastaban para hacer la
guerra en América. Se necesitaban pues soldados acostum
brados á aquel clima i que conociesen particularmente al
enemigo que iban á combatir, su carácter, sus inclinaciones,
sus astucias i sus ardides. Mui pronto se desengañaron los ge
fes realistas de su primer error, i dieron la preferencia á las
tropas del pais para toda clase de acciones de sorpresa i em
boscada cuando vieron su mayor destreza i la felicidad de
sus resultados para aquella clase de guerra.

(1) Varias veces intentaron los gefes realistas introducir una reforma
de costumbres; pero hubieron de renunciar á ella al ver los malos efec
tos que producia.
ToMo II. 38
208 renú : 1817.
Si el clarin español vuelve á resonar en las playas de
América, convendrá que los gefes tengan bien presente esta
leccion: para una campaña de marchas i de encuentros par
ciales, para esploraciones del terreno, para evitar repentinos
asaltos i para burlar los ardides enemigos son innegablemente
mas útiles los soldados americanos; i sabiéndoles inspirar la

necesaria confianza es segura su fidelidad i constancia: la lar


ga esperiencia lo tiene bien acreditado con mui pocas escep
ciones; los Castas en general han tenido siempre una perfecta
adhesion al Monarca español, i nada los ha envanecido tanto,
como empuñar la espada en defensa de sus reales derechos, i
alternar con los valientes europeos.
Despues que el señor La Serna se hubo apoderado del
pueblo de Tarija con tropas que habia reunido en Livilivi,
á don le se habia dirigido en su primer movimiento por creer
de absoluta necesidad dejar cubierto aquel flanco antes de
internarse en las provincias de abajo, i despues de haber
nombrado por gobernador de ésta al entonces brigadier
don Antonio María Alvarez, en la actualidad mariscal de
campo, que habia hecho todas aquellas campañas i servido
con honor i bizarría desde la formacion del primer ejército
por el conde de Huaqui, salió para Yavi á mediados de di
ciembre; i como hubiera recibido en Yocla, cuatro leguas
antes de llegar á Cotagaita, nuevas i urgentes escitaciones del
virei para llevar á efecto su espedicion sobre el Tucuman,
emprendió en º de enero su marcha directa desde dicho
punto de Yavi para dar cumplimiento á aquellas órdenes.
Los primeros choques que sostuvieron sus tropas con los
rebeldes fueron constantemente felices. El brigadier Olañeta,
que mandaba la vanguardia batió á los enemigos primera
mente en el paso de los riós Leoni Reyes, luego en rio
Blanco que se halla en las cercanías de la ciudad de Jujuí.
Tambien los coroneles don Francisco Javier Olarría, don
Buenaventura Centeno, don José Carratalá, el teniente co
ronel don Antonio Seoane, i el capitan don Pedro Becerra se
cubrieron de gloria en varios encuentros que tuvieron con
Perú: 1817. 209
los gauchos i con el regimiento insurgente llamado de Dra
gones Infernales en las inmediaciones del mismo punto de
Jujuí si bien el fruto de estas ventajas se perdió en gran par
te en una sorpresa dada por los rebeldes en las mismas puer
tas de la ciudad á los forrageadores de la division de Olañe
ta, cuyo golpe funesto causó la muerte de 4o europeos i 7o
americanos con dos oficiales de los mas valientes.
Cuando Olañeta principió su movimiento de frente sobre
Jujuí, emprendió otro el coronel Marquiegui sobre Oran,
con el objeto de destruir las varias partidas insurgentes que
se habian refugiado en aquel territorio bajo la direccion del
principal caudillo Arias. La gavilla que mas pronto pro
bó los mortíferos golpes de la caballería mandada por el gefe
del estado mayor don Bernardo La Torre, fue la del cabe
cilla Ramirez, quien alcanzado en los desfiladeros del rio de
San Andres, fue víctima de su audacia, con dispersion de
toda su gente. El mismo Arias fue sucesivamente arrolkudo
en varios encuentros, i finalmente en las calles de Oran, en
donde quiso hacer los últimos esfuerzos de una infructuosa
resistencia: luchando en vano contra la adversa fortuna hubo
de ocultar la mengua de sus derrotas en los bosques de los
indios Matucos con algunos pocos de sus oficiales.
Continnando la columna realista su marcha para Jujuí
por el desierto, luego que hubo remitido al interior los pri
sioneros, entre los que se hallaban varios abogados i sugetos
de alto rango, que habian huido á Oran con las reliquias de
la faccion de Padilla despues de su derrota por Aguilera, se
encontró con otro enemigo tanto mas terrible cuanto me
nos esperado. Era este el caudillo Benavides reforzado por
4oo caballos que Güemes le habia remitido para que impi
diera la reunion de aquellas tropas con el resto del ejército.
Con las muchas bajas que los realistas habian tenido duran
te aquella arriesgada espedicion habia quedado reduci la su
fuerza á 3oo infantes i 6o caballos; la de los enemigos era
triplicada, i su altanería habia crecido en razon de las ma
yores probabilidades con que contaban para su triunfo: solo
3oo Perú : 1817.
la serenidad i bizarría de unos soldados entusiasmados con la
santidad de la causa que defendian era capaz de sacarlos con
honor de una situacion tan apurada.
Atacados vigorosamente en las alturas de Ledesma, en
el rio de las Piedras, i en los llanos de San Lorenzo, tuvie
ron constantemente propicia la suerte de las armas; i protegida
su retirada por el brigadier Olañeta, quien recelando de los
peligros que los rodeaban habia salido en su ausilio desde Ju
juí, llegaron felizmente á reunirse con el ejército á los cua
renta dias de haber principiado aquella penosa campaña en
la que gefes, oficiales i soldados dieron las mas luminosas
pruebas de sufrimiento, constancia i valentía.
Al llegar el general en gefe á Humaguaca espidió dos
proclamas para asegurar la obediencia del pais, i encarecer á
aquellos pueblos las ventajas que debian reportar de la abju
racion de sus erróneas doctrinas; i como hubiera elegido este
punto para depósito militar de retaguardia, i como un medio
de mantener espedita la comunicacion, mandó que fueran
construidos parapetos en la iglesia i cementerio, á fin de que
las tropas que debian quedar de guarnicion tuvieran todos
los medios de rechazar victoriosamente los ataques que indu
dablemente les darian los gauchos i demas cuerpos francos,
luego que el ejército se hubiera alejado.
No bien habian quedado solos los 13o hombres, que con
7 oficiales componian aquella guarnicion, cuando atacados
por el caudillo Arias, muerto el capitan de artillería don Fe.
lix de La Rosa, fugados los de igual clase don Narciso Mar
tinez i don Juan de Santa Cruz al ver el desaliento de sus
compañeros de armas, fueron los demas hechos prisioneros
con toda la tropa, 6 cañones, 5oo fusiles i otros varios per
trechos.
Sorprendido el general en gefe con esta infausta no
ticia, dispuso que al momento saliese el brigadier Olafieta
con una brillante columna sobre Oran, á donde se dirigian
los rebeldes, para que obrando en combinacion con otra á.
las ordenes del coronel Centeno, los persiguiese, i á toda cos
pEnú: 1817. 3o 1
ta recuperase la presa cogida en Humaguaca. Desempeñaron
estas columnas con tanto acierto aquella comision, que alcanza
dos los enemigos, sucumbieron varios de ellos al golpe de
sus sables, otros fueron hechos prisioneros, se descubrió el
sitio en donde habian escondido la artillería, municiones, i de
mas efectos tomados á los realistas, i fue rescatada una parte
de la tropa, menos los oficiales que habian sido entregados á
los indios, al parecer con el objeto de que fueran sacrificados.
Como el ejército se veia acosado en todas direcciones por
los gauchos durante la citada espedicion, salieron varias co
lumnas con la idea de despejar el camino: una de ellas fue
confiada al capitan Sanjuanena con 2oo hombres de Gerona;
pero atacado este valiente gefe por fuerzas mui superiores de
la faccion de Güemes, fue preciso enviar en su ausilio al bi
zarro gefe del estado mayor general, don Gerónimo Valdés,
con cuyo oportuno ausilio fueron completamente derrotados
los enemigos i perseguidos por el espacio de tres leguas.
Habiéndose retirado Valdés áJujuí con la caballería, pasó
la infantería al mando de Sanjuanena á situarse en la casa de
los Alisos á fin de cubrir la avenida de Salta, que era el
único camino por donde podian caer los rebeldes sobre la re
taguardia realista. Aunque Sanjuanena desalojó á los enemi
gos de dicho punto de los Alisos, fue atacado de nuevo al
amanecer del dia siguiente por las mismas fuerzas ya reuni
das con otras; pero á pesar de la firmeza de sus ataques i de
la obstinacion con que volvieron repetidas veces á la pelea,
fueron constantemente rechazadas con pérdida de mas de
8o hombres.
Desmembrado el ejército con las espediciones dirigidas
sobre Oran, no habian quedado en Jujuí sino 16oo hombres,
i de estos habia unos 5oo enfermos de tercianas, entre ellos
el mismo general en gefe: aprovechándose los enemigos de
tan favorable coyuntura se presentaron sobre aquel pueblo
mas de 13 de ellos montados i armados de fusil, esperando
que las debilitadas fuerzas realistas sucumbirian fácilmente
por falta de caballos útiles á las vigorosas cargas que repetian
3o 2 pEnú: 1817.
de dia i de noche sin darles un momento de descanso; pero
la decision i firmeza de aquellos valientes en medio de los
graves peligros que los rodeaban, los hizo triunfar de sus
contrarios á los que rechazaron cuantas veces tuvieron la
osadía de llegar á las manos.
La pérdida de los insurgentes fue mui considerable
numéricamente; pero mas sensible la de los realistas por
la calidad de los sugetos: el comandante de caballería,
Torres, ayudante de cauupo del general, el capitan del
escuadron de granaderos de la guardia, Martinez, i el alferez
del mismo, Camarillo, 13 hombres de tropa i unos 3o heri
dos fueron las bajas prolucidas en las filas realistas. Este
primer ensayo de firmeza i arrojo dió á conocer cuanto po
dia esperarse de los granaderos de la guardia, que, tan glo
rioso nombre supieron adquirir sucesivamente bajo la direc
cion de su coronel el actual brigadier don Valentin Ferraz.
La situacion del general era poco favorable hasta que lle
gó á primeros de marzo desde Potosí el segundo batallon del
Imperial con un convoi considerable. En aquella misma no
che de su llegada salió una espedicion á su inmediato mando
para sorprender una partida de 2oo facciosos que habia to
mado posicion á tres leguas de Jujuí. El pronto regreso de
este gefe con varios prisioneros que habia hecho al derrota
do enemigo, disipó las justas alarmas que se habian conce
bido por entonces.
Otra espedicion todavia mas respetable se formó á princi
pios de abril compuesta de 5oo infantes, 6o caballos i una
pieza de artillería á las órdenes del referido coronel Valdés
con el objeto de sorprender la parti la del caudillo Corte,
que tenia su campamento en los b jos de Parpalá, i de adqui
rir noticias sobre la division de Olañeta cuyos triunfos i aun
su paradero se ignoraba. Valdés ejecutó tan felizmente la sor
presa de aquel caulillo insurgente, que apoderándose de
todas sus avanzadas, llegó sin ser sentido hasta tiro de pisto
la de su campamento. Solo Corte con tres ó cuatro de sus
mas adictos pudieron sustraerse á la furia de los realistasi
pEnú: 1817. 3o5
los demas de su gavilla quedaron muertos en el campo, es
cepto dos oficiales i 16 hombres que rindieron sus armas.
Algunas mulas, caballos, la tienda del mismo caudillo, su
equipage i aun algun dinero concurrieron á ilustrar aquella
victoria. A

Esta orgullosa columna pasó en seguida el rio grande en


direccion de Sapla, en donde supo la brillante carrera que
habian recorrido las columnas de Olañeta i Centeno, i que
la del primero iba caminando por Ormenta de regreso para
el cuartel general; pero informado al mismo tiempo de que
los enemigos habian contramarchado desde San Pedro para
caer sobre ella, hizo un movimiento con el objeto de ausi
liarla; i tropezó mui pronto con los rebeldes, á los que ahu
yentó con las solas guerrillas, quedando por este medio des
pejado el camino. La entrada de Olañeta en el cuartel gene
ral, cargado de triunfos i trofeos, i el feliz resultado de la
columna ausiliar mandada por el referido Valdés privó á los
insurgentes de su preponderancia - i los obligó á retirarse á
Salta, distante 18 leguas. Empero se acibaró el placer de los
realistas por la sensible pérdida del esforzado teniente coro
nel don Antonio Seoane, quien al regreso de su espedicion
de Oran con la columna de Centeno, de la que era gefe de
estado mayor, habia sido cercado por los enemigos, i cogido
prisionero despues de habcr hecho la mas desesperada de
fensa con solos 7 húsares de Fernando VII que llevaba de
escolta, quienes sucumbieron al hierro homicida antes que
abandonar á su gefe. -

Emperado La Serna en llevar á efecto su plan primitivo


de invadir dicha ciudad de Salta, i aun de estenderse hasta
el Tucumán, dejó de guarnicion en Jujuí al brigadier Ola
fieta con la fuerza necesaria para sostenerse, i con el resto
de sus tropas se dirigió ácia el indicado punto de Salta re
chazando continuos ataques en su tránsito, habiendo brilla
do particularmente el que sostuvo el teniente coronel mayor
don Bernardo La Torre en el parage llanado la Caldera, en el
cual fuerón completamente batidos los insurgentes, asi como
5o. TERú: 1817.
en la Pampa ó llanura que hai en la entrada de dicha ciudad
en la que presentándose los enemigos con una fuerza de 29
hombres fueron perseguidos, i acuchillados hasta las mismas
calles en las que habian tratado de defenderse.
Iba agravándose sin embargo la posicion del general; los
incansables gauchos le hostigaban de continuo, llegando su in
solencia hasta el punto de llevarse arrastrando al lazo algu
nos individuos de los puestos avanzados: convenia á todo
trance darles un golpe decisivo, i á este fin determinó que
saliera para el punto del Bañado, que era su principal abrigo
una espedicion al mando del coronel Sardina con el bata
llon de Gerona i toda la caballería posible. Los rebeldes en
fuerza de mas de 13oo hombres, montados la mayor parte
en buenos caballos, en lo que eran mui superiores á los rea
listas, i todos ellos armados de fusil esperaron á pie firme á
las tropas del Rei; la pelea fue viva i obstinada por todas
partes hasta que anocheció; pero lo fue todavia mas la que
se emprendió al dia siguiente en las pampas del Rosario en
donde los leales hicieron prodigios de valor. Los enemi
gos dejaron muchos muertos en el campo de batalla; pero
este pequeño triunfo fue mui costoso á los realistas por la
pérdida del denodado coronel Sardina, que murió de sus he
ridas á las pocas horas de llegar á Salta, i por haber herido
asimismo al teniente coronel don Bernardo La Torre i 3o
hombres mas, si bien solo 3 ó 4 de ellos sucumbieron á la
violencia de los golpes recibidos. *

En medio de estos contrastes persistia La Serna en la idea


de estender su línea para llamar la atencion por aquella parte
al caudillo San Martin, cuando las noticias de que este habia
franqueado victoriosamente los Andes i arrollado al general
Marcó del Pont le hicieron variar enteramente sus planes, i prin
cipiar en 15 de mayo la retirada que debió llevará efecto
con bastante precipitacion á fin de restablecer la calma, que
habia desaparecido de las provincias de la espalda por la en
trada en ellas de algunos cabecillas insurgentes. A pesar de
las continuas incursiones de los gauchos sobre los flancos i
pEnú: 1817. 3o5
retaguardia del ejército no hubo desorden en este movimien
to retrógado, si bien fue preciso abandonar muchos pertre
chos i efectos pesados, i brilló mas que nunca el incansable
celo del general La Serna, i su acierto en buscar sitios que
ademas de ofrecer una ventajosa defensa tuviesen en sus in
mediaciones abundancia de leía, agua - i pastos, que eran los
artículos de primera necesidad juntamente con el ganado que
se podia recoger sobre el pais,
Habiendo pintado en varias ocasiones con los colores mas
brillantes las acciones distinguidas de toda clase de sugetos,
que han llegado á nuestra noticia, como un tributo de nues
tra admiracion i aprecio, i llevando asimismo el doble objeto
de proponerlas como modelos de imitacion, faltariamos á la
severa imparcialidad que es nuestra divisa, si no hiciéramos
mencion en este lugar de un laudable rasgo de humanidad i
valentía de don Gerónimo Valdés durante la retirada que se aca
ba de referir, en la que ejercia funciones de gefe de estado ma
yor del ejército. Al llegar al punto llamado de los Alisos de
Yala, mas abajo de la confluencia del rio de Leon con el
de Humaguaca, que es cuando toma el nombre de rio Gran
de de Jujuí, se hallaba este tan caudaloso por ser aquella la
estacion de las aguas, que parecia invadeable; pero como
fuera necesario que lo cruzasen algunas compañías á costa de
cualquier peligro, dió Valdés las órdenes convenientes para
esta operacion despues de haber tomado todas las precaucio
nes necesarias á fin de que se llevase á efecto con el menor
quebranto posible,
La fuerza de la corriente sin embargo arrebató uno de
los soldados encargados de aquel paso; las tropas que se ha
llaban sobre la orilla veian friamente á este desgraciado que
estaba luchando con la muerte, sin que ninguno se resolvie
se á prestarle el menor ausilio. Precipitado Valdés por sus
ardientes sentimientos de nobleza i generosidad, se arrojó al
rio; i aunque llegó á asirse del moribundo soldado, lejos de
poderlo sacar á la orilla, era igualmente arrebatado por aque
lla corriente, sumergido en ella repetidas veces, i espuesto á
Toxo II. 39
5o6 renú : 1817.
ser víctima de la misma grandeza de su alma. Al ver el ejér
cito en tan inminente peligro á su respetable gefe, se lanza
ron á aquel furioso elemento varios oficiales i soldados, i for
manda una cadena con sus brazos consiguieron salvar tan
preciosas vilas. Se conmovieron todos al ver tanta entereza
de parte de aquel virtuoso guerrero; resonaron largo tiempo
en todo el campo cordiales vivas i aplausos espresivos del
mas puro entusiasmo; i aquella sublime prueba de filantro
pia i arrojo fue sin duda una de las causas que mas contribu
yeron á grangearle el mágico ascendiente que tuvo en lo su
cesivo sobre cuantos empuñaron las armas para sostener los
reales derechos.
En 16 de junio, se hallaba ya el ejército acantonado en
Chichas, el cuartel general situado en Tupiza, i la vanguar
dia en Moraya i Mojo. Al llegar á este punto tuvo noticias
exactas de los acontecimientos de Potosí i Charcas, con cu
yas provincias habia estado interrumpida la comunicacion
por algun tiempo. Desde que el ejército de La Serna habia
principiado su movimiento contra el de Buenos-Aires se ha
bian destacado de este los caudillos Ravelo, Prudencio, Fer
nandez i otros, quienes fomentaron de tal modo el espíritu
de insurreccion en la provincia de Charcas que ya el 5 de
marzo habian reunido fuerzas suficientes para batir la divi
sion del coronel don Francisco Maruri, i para sitiar sus restos
en el fuerte de la Laguna.
La situacion de dicha provincia se habia hecho mui crítica
desde la indicada derrota; se hallaba entonces el cuartel gene
ral en Jujuí distante 13o leguas de este punto, i por lo tanto
no podían llegarle á tiempo sus refuerzos; la guarnicion de la
capital era tan escasa, que apenas bastaba para su defensa;
los sitiados en el referido fuerte tenian víveres para mui po
cos dias, i su rendicion, que parecia inevitable, iba á aumentar
el orgullo de los rebeldes i á completar el estravío de la opi
nion. Solo un golpe de arrojo podia cambiar el aspecto de los
negocios i evitar los terribles males que estaban pendientes
sobre aquella desgraciada provincia.
pERú: 1817. 5o7
El entonces coronel don José Santos La Hera, que ha
bia dado repetidas pruebas de su decision i valentía, agregó
nuevos títulos á su gloria ofreciéndose voluntariamente á sa
lir de la capital con dos compañías de infantería á ponerse
en comunicacion con los sitiados de la Laguna i á hacer los
posibles esfuerzos por salvarlos de su ruina. El gobernador
de Charcas conocia lo arriesgado de la empresa; pero con
vencido de que aquel atrevido movimiento era el único que
podia sacar la provincia del abismo en que iba á precipitarse,
admitió la oferta de La Hera esperando que su habilidad i
recursos guerreros suplirian la falta de medios eficaces para
asegurar el triunfo. Cuando los rebeldes vieron aproximarse
esta pequeña columna, la miraron con el mas alto desprecio,
i dirigieron todas sus miras á cortarla, para que ninguno de
los individuos que la formaban pudiera retirarse á la capital.
La llanura de Garzas era el punto destinado para dar un
ejemplo de lo que son capaces los valientes que sostienen
una justa causa i que aprecian en su verdadero valor el pun
donor militar: atacados con la mas ciega confianza é irritante
orgullo, hubieron de desplegar un increible grado de vigor
i firmeza para resistir las impetuosas cargas de los contrarios;
el choque fue obstinado i sangriento; cada cual puso por su
parte todo el fuego i entusiasmo que sugieren el furor i la
desesperacion; pero habiendo sido heridos los dos mayores
caudillos Prudencio i Rabelo, se perdió el nervio principal
de las filas rebeldes, i arrojándose entonces La Hera denoda
damente sobre aquellas masas desconcertadas, fijó á su lado
la victoria. Rescatados los sitiados por el arrojo é intrepidez
de este gefe i de sus valientes tropas que con tanta felicidad
segundaron sus nobles impulsos, fue destruido el citado
fuerte de la Laguna, se enviaron á la capital cuantos per
trechos i efectos habia en él, i se situó La Hera en Ta
rabuco. -

El terrible contraste que acababan de sufrir los rebeldes,


i la alta opinion que llegaron á concebir de las tropas del
Rei fueron los agentes principales de la tranquilidad pública.
508 PEI, 5 : 1 8 1 -.
Empero no podia durar mucho tiempo esta forzada calma;
convenia al ejército porteño tener sublevados aquellos paises
á toda costa; el coronel La Madrid, de gran nombradía en
los anales revolucionarios, fue encargado de encender de
nuevo la tea de la discordia. Con una respetable columna
de 6oo facciosos i 2 cañones se presentó al frente de la villa
de Tarija, guarnecida á aquella sazon por 25o realistas á las
órdenes del teniente coronel don Mateo Ramirez; i aunque
esta fuerza parecia suficiente para hacer una brillante resis
tencia, fue sin embargo hecha prisionera por capitulacion,
No es fácil esplicar las causas que mediaron para tomar este
inesperado partido; pero seguramente presidió á los consejos
de aquel gefe, bien acreditado por su bizarría i decision
antes i despues de aquella desgracia, una inesplicable fatali
dad poco favorable á la opinion de las tropas que mandaba.
Engreido La Madrid con este triunfo importante, puso
en la mayor alarma al brigadier Oreilli situado en Ciniti,
al coronel Jáuregui que mandaba en Cotagaita, al goberna
dor de Potosí, i al de Chuquisaca don Pascual Vivero. Todos
ellos temian que aquella vandálica irrupcion se dirigiese“con
tra los puntos que estaban confiados á sus mandos respecti
vos; pero La Madrid se resolvió á atacar al último de que
se ha hecho mencion, como lo verificó el dia 2o de mayo
sacando por premio de su arrojo un terrible descalabro, el
cual unido á otro no menos considerable que sufrió en la
noche siguiente en que trató de sorprender al coronel La
Hera, cortó el vuelo á sus esperanzas.
Su principal objeto habia sido caer primeramente so
bre Potosí, confiando en que sería mas rápida la carrera de
sus triunfos si conseguia apoderarse de esta villa impor
tante; mas la energía que desplegó en esta ocasion el bri
gadier Ricafort formando una columna de 2 oc granaderos,
entre ellos algunos convalecientes é inválidos, de los que
tuvo que echar mano á falta de otras tropas, i aparentando
una actitud imponente que estaba en contradiccion con el
verdadero estado de su fuerza, alejó al enemigo, i salvó
pert : 1817. ão0
de su furor la casa de moneda i demas riquezas, que eran el
principal cebo de aquel movimiento.
Puesto ya en derrota el citado La Madrid fue perseguido
por la division del brigadier Oreilli compuesta de 1 1oo
bombres, i alcanzado en 14 de junio en el punto de Supa
chui por la vanguardia que mandaba el citado eoronel La
Hera. Aunque la fuerza de los realistas se componia apenas
de 3co hombres i la de los enemigos ascendia á 9oo, fue
este sin embargo derrotado completainente con pérdida de
3oo muertos, 1 oo prisioneros, 3 cañones, todo el parque
de artillería, 5oo fusiles, porcion considerable de sables,
todas sus municiones, bagajes i papeles, .5oo cabalgaduras,
i otros muchos trofeos hasta el estandarte de los húsares del
Tucuman. Esta brillante jornada, que recibió nuevo realce
con el rescate de los prisioneros de Tarija i del escuadron de
Laguna, aumentó el catálogo de los ilustres hechos de La
Hera, i puso en claro la bizarría de aquella columna, espe
cialmente la del segundo comandante del batallon ligero del
centro don Baldomero Espartero, que se cubrió asimismo
de gloria. - -

Situado ya el cuartel general en Tupiza despues de


tan desgraciada espedicion, se ocupó el señor La Serna en
restablecer la calma en las provincias del Alto Perú. Noti
cioso de la derrota de La Madrid por la division de Oreilli
dió órden al brigadier Ricafort para que saliese á cortar la
retirada á los restos del citado caudillo insurjente, que se
gun todas las apariencias debia verificarla por la provincia
de Tarija. Aunque estas disposiciones no tuvieron el éxito
que se habia propuesto el gefe, porque llevando La Madrid
toda su gente montada habia podido verificar su fuga con
celeridad, Ricafort sin embargo tomó posesion de Tarija,
que habia sido evacuada por los insurjentes apenas tuvieron
aviso de su aproximacion. Hallándose todavia esta provincia
hostigada por varias partidas insurjentes se dedicó el bene
mérito Ricafort á perseguirlas con infatigable celo, obte
niendo por resultado de su entusiasmo la destruccion de la
31 o pERú: 1817.
mayor parte de ellas i la aprehension de los caudillos Raya,
Meudoaa, Farfur i Cardoso, si bien Rojas, Uriundo, Mendez
i Subiria pudieron salvarse por entonces de tan terrible
enemigo.
Ya desde este momento decayeron de ánimo los enemi
gos del Rei, i fueron perdiendo todo el mérito de sus ante
riores hazañas revolucionarias. El coronel Aguilera seguia
imponiendo respeto en la provincia de Santa Cruz al favor
de las ventajas conseguidas por sus armas. Habia rechazado
los encarnizados ataques que habian dirigido contra la capi
tal de aquella provincia en el mes de noviembre 4oo insur
jentes mandados por los cabecillas José Manuel Mercado,
Juan Lorenzo Saavedra i Francisco Nogales, apoyados en 3
piezas de artillería i en una porcion de indios chiriguanos
armados de flechas; i habia acabado de derrotarlos en su re
tirada matando 1oo de ellos, hiriendo un número mayor,
haciendo 15 prisioneros incluso Saavedra, rescatando 31 rea
listas que tenian en su poder i apoderándose de varios fusiles,
lanzas, flechas i caballos. Con estos golpes, en los que con
trajo un mérito sobresaliente el teniente coronel don Gaspar
Fontaura, quedó sofocada la insurreccion por aquel lado sin
que se recuerden ya mas combates en este año que el en
cuentro que tuvo el teniente coronel don José Villegas en
el punto de Mojocoya con el caudillo Narciso Callejas, al
que hizo prisionero con toda su partida compuesta de 18 in
dividuos inclusive dos oficiales, cogiéndole tambien todas sus
armas, caballos i municiones.
Aquel mismo caudillo Lira, que batido gloriosamente en
el mes de enero por el teniente coronel don Juan Sanchez
Lima en las márgenes del rio Ayopaya, se habia rehecho
nuevamente i habia tenido la temeridad de hostilizar la
provincia de Cochabamba, halló en ella á los valientes rea
listas que causándole la destruccion de su partida se hicieron
acreedores á los mayores elogios, especialmente el teniente
don Francisco Bohorques i el distinguido don Francisco Na
varro, dejando en el pueblo de Quillacollo, que fue donde
TERú: 1817. 3 11
se sostuvo aquella empeñada refriega, un permanente re
cuerdo de su bizarría i arrojo.
Igual suerte tuvo el caudillo Arias, que fue alcanzado
cerca del rio grande en esta misma provincia por el coman
dante don Francisco de Ostria: despues de un reñido com
bate fue enteramente destrozada esta partida insurjente que
se componia de 1oo hombres bien armados; quedaron en
poder de los realistas los caudillos subalternos Velez, Mer
cado i Vargas, 3 sargentos, 16 soldados, 96 fusiles i cara
binas, todas sus municiones, 3o caballerías ensilladas, i
hasta la correspondencia del mismo Arias; cuyo furioso in
surjente pudo salvarse con mui pocos de la segura muerte
que le esperaba. Este ilustre triunfo i el rescate de un ca
dete i 5 soldados realistas que habian sido hechos prisione
ros en Tótora, llenaron del mas vivo placer á todos los in
dividuos que componian aquella bizarra columna.
Casi pacíficas aquellas provincias despues de tantos años
de desórden producido por el fuego de la insurreccion, se dedi
có el general La Serna á la formacion de un brillante ejército
bajo la táctica europea con tan feliz resultado que á los pocos
meses podia haber competido con los mas aguerridos en ins
truccion, en el manejo del arma, en pulcritud, en elegan
cia i en aire marcial. Disfrutando aquellas provincias del be
neficio de la paz se fue rectificando la opinion á favor de
los reales derechos, se establecieron varias mejoras en todos
los ramos de la administracion, i se fueron de tal modo ci
catrizando las llagas de la pasada revolucion, que las rentas
públicas volvieron á su nivel i los intendentes pudieron lle
nar puntualmente sus cupos respectivos.
De este modo quedó aquel ejército constituido bajo el pie
mas respetable de defensa i en disposicion de acudir á cual
quiera punto del vireinato en que fuera requerida su asisten
cia; pero hubo de renunciar á toda tentativa fuera de la de
marcacion de aquel territorio hasta que llegasen nuevos re
fuerzos, ó que la espedicion que al mando del brigadier Osorio
iba á salir de Lima para Chile hubiera hecho los progresos
512 prrú: 1817. -

que se prometià el gefe que la habia proyectado. Se perdió sin


embargo aquella espedicion como se verá en el capítulo de
Chile del año siguiente, i por lo tanto no pudo el ejército
del Alto Perú estender la línea de sus operaciones.
El virei Pezuela habia concebido las mas lisongeras es
peranzas de estender el influjo de la autoridad real á largas
distancias; pero el éxito no correspondió de modo alguno á
sus nobles impulsos. Habia recibido aviso del gobierno es
pañol de haber salido. de la península 2ooo hombres de re
fuerzo por la via de Panamá á las órdenes del entonces bri
gadier don José Canterac; pero como este llevaba instruccio
nes de ausiliar de paso las operaciones del general Morillo
en Costafirme, se vió precisado á condescender con el em
peño de dicho general en conservar aquellas tropas, que le ha
cian suma falta; i por lo tanto llegó Canterac al Perú con
solos 4 oficiales i 51 soldados, habiéndose malogrado por este
inesperado incidente 1 2 o 3 duros que costaron los fletes i es
tarías de los buques dirigidos á Panamá para conducir á
Lima la citada fuerza espedicionaria.
Otro de los sucesos mas notables de este año fue la cons
piracion proyectada en la plaza del Callao por 96 oficiales
prisioneros i 42 personas confinadas del reino de Chile, para
asesinar la guarnicion, i con el apoyo de todos los detenidos
en la misma plaza embarcarse en aquel puerto para el de
Valparaiso. Avisado el virei por uno de los 18 religiosos cor
respondientes á los confinados de Chile se tomaron las pro
videncias mas acertadas para su averiguacion; pero no resul
tando contra los reos sino sospechas aunque vehementes, no
fue suficiente la presuncion legal para proceder contra ellos,
mi se pudieron tomar otra clase de medidas que las de au
mentar la precaucion i vigilancia. Sin embargo de haber fal
tado al virei los refuerzos de Panamá, con los que contaba
para completar la espedicion proyectada contra Chile á fin
de salvar la mengua de la derrota sufrida por el presidente
Marcó del Pont en el mes de febrero, determinó llevarla á
efecto á todo trance, convencido de la necesidad urjente de

*º,
Perú: 1817. 3 13
reconquistar un pais que era considerado como el granero
del Perú.
Como las victorias del brigadier Osorio habian sido tan
rápidas i brillantes en el año 1814, creyó dicho virei que
con igual facilidad volveria este mismo gefe á restablecer la
autoridad real en aquel pais. Las circunstancias eran sin em
bargo diferentes en todos sentidos: en la primera campaña
dominaba entre los insurjentes la saña de los partidos, los
combatientes eran todavia bisofios en el arte de la guerra, i
la táctica mui poco conocida; en esta habia union en los áni
mos, los oficiales estrangeros habian instruido perfectamente
á las tropas rebeldes, i ya las mismas se habian acostum
brado al fuego i á los peligros. Su comandante general era
un genio emprendedor; sus talentos eran sobresalientes i sus
conocimientos militares adquiridos al servicio del Rei de Es
paña le daban una marcada superioridad sobre los demas
caudillos.
Los enemigos pues que iban á combatir los realistas eran
mas terribles que los de la batalla de Rancagua; hubiera
sido tan imprudente el despreciarlos, como poco decoroso á
las armas del Rei el temerlos. El triunfo contra ellos era se
guro si se les presentaban fuerzas proxinamente iguales; i
aun podia esperarse la victoria con una tercera parte menos
de gente, siempre que no se notase esta desigualdad en la
artillería, pertrechos i demas ausilios, que se requieren para
seguir sin tropiezo una penosa campaña.
Si bien eran obvios estos reparos, se creia sin embargo
que el genio i la valentía de los realistas los allanaria fácil
mente; tal vez el mismo Ordoñez contribuyó á que se for
mase en Lima esta idea tan halagüeña, haciendo pomposas
ofertas desde Talcahuano, de que con pocos refuerzos sumi
ria en los abismos al genio de la revolucion. Estas relaciones
exageradas, i la necesidad que tenia el Perú de abrir su co
mercio con Chile, inclinaron el ánimo del virei á condes
cender con el voto general, espresado con el mayor empeño
por el consulado, cuya corporacion se ofreció á contribuir
ToMo II. 4O
514 pERú: 1817.
eficazmente para los gastos de aquella espedicion si se con
fiaba su mando al citado brigadier Osorio, que tantas glorias
habia adquirido en la primera campaña.
Es presumible que la designacion que se hacia de Osorio
para aquel honorífico encargo no fuera desagradable á quien
acababa de contraer con él los mas estrechos vínculos de
parentesco: todo elogio que se hiciera del yerno del virei re
fluia en honor de la familia. Si los sentimientos de fidelidad
i amor al Soberano de que se veia animado Pezuela hubieran
sido susceptibles de aumento, indudablemente habrian rebo
sado en esta ocasion, en la que cumpliendo con tan sagrado
deber, podia labrar la carrera de su hijo político. Esta úl
tima idea nos parece que nunca estuvo separada de la pri
mera, si bien la maledicencia ha querido contestar su mérito.
Sea como quiera, fue grande el que contrajo Pezuela en
el apresto de dicha espedicion, que zarpó del Callao el 9 de
diciembre con todos los elementos que pudieran asegurar su
feliz resultado, i con una fuerza hábil de 34o7 hombres de
todas armas. Dejaremos surcar los mares á estos resueltos
guerreros en busca de una esquiva fortuna, hasta que llegue
el momento de describrir sus operaciones.
3 15
vAVVVVVVVVVVVVVVVVVVAVVVVNVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVvwvwvw

CAPITULO XXI.

CH I L E s7.

Estado agitado de los negocios en Chile á principios de este


año. Insolentes intimaciones del caudillo San Martin al
presidente Marcó del Pont. Paso de la cordillera por las
tropas insurgentes. Desgraciada batalla de Chacabuco.
Alarma de la capital. Fuga del presidente. Desordenada
emigracion de los realistas. Sus apuros al llegar á Palpa
raiso por no haber buques suficientes para embarcarse todos,
los comprometidos. Salida del convoi para Coquimbo i
EHuasco, i su llegada sucesiva al Perú. Prision del presi
dente. Entrada de San Martin en la capital, i abusos
que hizo de la victoria. Defensa de la ciudad de Concep
c-ion i puerto de Talcahuano por los coroneles Ordoñez i
Sanchez; su repliegue á este último punto, en el que fue
ron sitiados por el caudillo O'Higgins. Salida de los rea
listas que no fue coronada de un feliz suceso. Brillantes
méritos contraidos por el bizarro Ordoñez en esta campa
ña. Se organiza en Lima una espedicion para reconquistar
el reino de Chile. Asalto de Talcahuano por el aventurero
francés Brayer, rechazado victoriosamente por los realistas.

Con las fatales medidas adoptadas por los gobernantes


realistas en el año anterior se presentó á principios de este
el reino de Chile en el estado de mayor agitacion; i llegó á
cundir de tal modo la opinion de que la proyectada inva
sion del general San Martin iba á ser irresistible, que por
varios puntos se levantaban guerrillas, de las que unas se
3 16 cmIIE: 1817.
dedicaban á llamar la atencion de las tropas del Rei, i otras
cruzaban la cordillera en ausilio del referido caudillo in
surgente.
Empezaba ya este á saborear el fruto de sus intrigan
tes manejos; i los caminos, libres de nieves i tropiezos, le
ofrecian todas las ventajas de dar ejecucion á sus proyectos,
cuando determinó imponer al señor Marcó con el pomposo.
aparato de sus movimientos i con el altanero despliegue de
sus fuerzas i recursos. Lleno pues de aquella confianza que
solo pueden inspirar la temeridad ó el orgullo, le intimó
por medio de un parlamentario la evacuacion de Chile si
queria evitar los duros trances de la guerra, á la que se veia
precisado por impulso de la república de Buenos-Aires, cu
ya acta de independencia le remitió por el mismo conducto.
Irritado el presidente Marcó por tan descomedido mensa
ge, mandó quemar aquellas comunicaciones por mano del
verdugo, despidiendo con ira i desprecio al que se habia
atrevido á presentárselas. No se dudaba pues de la próxima
llegada de San Martin, i aun este habia tenido la insolencia
de marcar el camino por donde iba á emprender su invasion,
seguro de que despreciarian aquel aviso considerándolo como
un engaño, del que debia resultar el descuido del citado punto.
Entre las varias providencias adoptadas por el señor Marcó
fue una la de enviar 2oo hombres escogidos al mando del
teniente coronel Marqueli ácia la cordillera, para que cru
zándola por Aconcagua se acercase cuanto le fuera posible á
Mendoza i averiguase la verdadera direccion que iban á to
mar los insurgentes. Habiendo llegado dicho gefe á las inme
diaciones del valle i minerales de Ospaillata, sorprendió de
noche una guardia avanzada que se hallaba acampada á dos
leguas del citado valle; i al dia siguiente hubo de sostener
un reñido combate con 4oo caballos á los que rechazó glo
riosamente causándoles una pérdida considerable en muertos
i heridos. Descubiertos ya los proyectos de San Martin, ace
leró su marcha para disminuir con la rapidez de sus movi
mientos el mérito de una bien combinada defensa.
"A
chnIE: 1817. 517
Al llegar á lo mas encumbrado de la cordillera tomó con
el grueso de su espedicion el camino que llaman de los Patos,
i despachó por el mas trillado, que lo es el de Aconcagua,
á su mayor Heras i al comandante Soler para que con su di
vision llamasen por aquella parte la atencion del enemigo.
Habiendo encontrado ésta un fuerte destacamento realista
que defendia el paso denominado de la Guardia, empeñó
una reñida accion, cuyos resultados fueron la retirada de los
defensores ácia la cuesta de Chacabuco, en la que se hallaba
situada la vanguardia, i la direccion de Heras sobre el valle
de Aconcagua á incorporarse con San Martin que estaba
acampado sobre Putaendo.
Todo era á este tiempo alarma i confusion en la capital;
en medio de tantos elementos de oposicion i contraste que
en ella obraban, no se habia nombrado todavia un gefe pro
pietario para el ejército; ya no podia diferirse mas esta me
dida, i fue preciso por lo tanto resolverse sin pérdida de
tiempo. Recayó la eleccion en el coronel del batallon de
Talavera don Rafael Maroto, quien sin embargo de haber
usado de toda la posible presteza para encargarse del mando
no pudo presentarse al campamento de la vanguardia sino la
víspera de la batalla que iba á decidir de la suerte del pais.
En el mismo dia llegó el coronel Elorriaga, á quien se habia
llamado en los últimos momentos, obligándole á correr en
posta las ciento cincuenta leguas que lo separaban del punto
que iba á ser su sepulcro. Aunque no se perdió tiempo desde
los primeros avisos de Marqueli en reunir las tropas esparci
das por aquel inmenso territorio, i por mas que estas esfor
zaron sus marchas, no pudieron llegar oportunamente á ar
rancar de las manos de los insurgentes los triunfos que la fa
1alidad i la desprevencion iba á dispensarles.
Tan solo Quintanilla i Baraiao, que con sus respectivos
cuerpos de caballería habian entrado el dia 1 o en la capital,
tuvieron lugar de pasar á reunirse con la vanguardia en
Chacabuco. Quintanilla, que se atrevió á hacer una esplora
cion con sus carabineros sobre el estenso valle de Aconca
3.18 cmIIE: 1817.
gua, tuvo un feliz encuentro con la caballería enemiga, á la
que obligó á replegarse sobre su campamento no obstante
la superioridad de su número; pero reforzada con nuevas
tropas trató de volver por el honor de sus armas, lanzándose
sobre dicho Quintanilla, quien hubo de retirarse hasta el
rio, cuyo paso defendió con tanta bizarría i arrojo que que
daron paralizados todos los esfuerzos contrarios.
Era grande la ansiedad de San Martin por atacar la refe
rida vanguardia realista antes que pudiera ser reforzada por
los varios cuerpos, que aunque solo habian sido llamados en
los últimos momentos de apuro i consternacion, concurrian
sin embargo con la mas fina voluntad i firme decision á for
mar una masa, que si no hubiera sido deshecha tan oportu
namente podia haber derribado completamente las halagüeñas
esperanzas de los insurgentes. Era el dia 12 de febrero el
destinado para el ataque; Maroto, que habia llegado en la
noche anterior, no pudo reconocer el campo ni el terreno
sino ligeramente al amanecer del dia de la batalla: sus pri
meras disposiciones fueron las de colocar 2oo hombres en lo
mas alto de la cuesta con orden de no abandonar aquel pun
to importante hasta haber perdido la mitad de su gente.
Mientras que dicho Maroto se ocupaba en situar venta
josamente lo restante de sus tropas vió venir á poco tiempo
batida i en desorden la referida avanzada. Formada sin em
bargo una pronta línea hallaron los enemigos en ella un mu
ro de bronce fabricado por la bizarria i entusiasmo de algu
nos valientes oficiales entre los que se distinguieron Elorriaga
i Marqueli. Creyendo el comandante general que aquel pri
mer contraste de los rebeldes era precursor de su total der
rota, dividió sus tropas en guerrillas para perseguirlos; pero
encontrándose mui pronto con el grueso del ejército que iba
bajando la cuesta, se trabó una pelea general, en la que si
bien se cubrieron de gloria el esforzado Maroto i sus bizar
ras tropas rechazando con impavidez los primeros ataques de
un ejército mui superior en número, i aunque disputaron á
palmos el terreno empapado en sangre de los combatientes,
CHILE : 1 8 1 7. 519
hubieron de ceder finalmente no sin haber dado antes las
mas terribles pruebas de su teson i valentía.
Ya el insigne Elorriaga se habia abierto las puertas de la
inmortalidad rindiendo su grande alma entre montones de ca
dáveres sacrificados por su mano, cuando el no menos atrevido
Marqueli, celoso de la gloriosa suerte que habia cabido á su
ilustre compañero, i deseando que su nombre ocupase un lu
gar igualmente distinguido en el templo de la Fama, se hizo
fuerte con alguna tropa que le seguia, i sin querer admitir
género alguno de capitulacion que el enemigo se hubiera com
placido en concederle en honor de las mismas armas que con
tanto lustre manejaban aquellos nuevos espartanos, sostuvo la
pelea con el mas terco i desesperado valor, hasta que muerta
ya la mayor parte de su gente, i espirando él en medio de
los valientes logró San Martin apoderarse de los venerables
restos de la mas acendrada fidelidad i patriotismo. Así con
cluyó la batalla de Chacabuco que en medio de su fatal des
enlace fue sumamente honrosa al nombre español por los re
petidos rasgos que se vieron en ella de valentía, decision,
sufrimiento i heroismo.
En medio pues de este duro contraste resalta de un modo
mui recomendable el mérito de unas tropas que supieron ha
cer frente á un enemigo, orgulloso con el triplicado número de
sus fuerzas, i con no menor ventaja en su artillería: sin em
bargo de esta desproporcion i de no tener mas que dos piezas
de campaña en el acto de la batalla, si bien á poca distancia
se hallaba el gran parque con 16, fue tan considerable la pér
dida del enemigo, que habria quedado inhábil para dirijirse
á Santiago, si en esta capital hubiera habido mas tino para
dar movimiento á los demas cuerpos realistas que ansiaban por
lavar la mancha de la primera derrota.
Empero no bien habia tenido conocimiento el gobierno de
la jornada de Chacabuco, cuando limitó todas sus maniobras
á los preparativos de una fuga segura. Si no se hubiera intro
ducido en el ánimo de los encargados del poder el desaliento
ila desconfianza de resistir al enemigo, podrian haberse he
352 o cmIIE : 1817.
cho heróicos esfuerzos, i haberse disputado á San Martia el
fruto de sus empresas. Con las tropas de la guarnicion, con las
que acababan de llegar de Talca i del Portillo, i con las que
se habian salvado de la derrota, se habrian fácilmente podido
reunir de 35co á 4ooo soldados aguerridos, superiores á
todo el ejército enemigo; pero habiendo participado el señor
Marcó del estupor general, habia tomado la fuga secretamen
te quedando por este medio la ciudad en el mayor desamparo
i malogrado todo proyecto de resistencia.
Divulgada esta funesta noticia, ya no se pensó mas que
en la propia conservacion: los disidentes encubiertos esparcie
ron voces de un reciente triunfo ganado por nuestra caballe
ría, i pidieron para celebrarlo que se iluminasen todas las ca
sas. Esta era una añagaza para adormecer á los comprometi
dos en los preparativos de su viage, i hacer que con aquel fal
so gozo cayesen sus personas é intereses en manos de las tro
pas de San Martin que se iban aproximando.
Se disipó mui pronto este fatal error, i en medio del ma
yor desórden i confusion se vió salir aquella numerosa emigra
cion que habria enternecido á los corazones mas duros é in
sensibles. Sollozos de ancianos i respetables padres de familias,
llantos de sus virtuosas esposas, alaridos de sus inocentes hi
jos, un rechinante ruido de la artillería i carros de trasporte,
un paso contínuo de acémilas con toda clase de equipages i
efectos, el saqueo de varias casas, el abatimiento iterror en
todos los semblantes; este era el cuadro que presentaba la ca
pital de Chile en aquella infausta noche.
Todos los emigrados tomaron el camino de Valparaiso como
el punto mas próximo para embarcarse i abandonar aquel rei
no. Tal vez si las tropas se hubieran dirigido á la provincia de
Concepcion habrian podido hacer una bizarra defensa; menos
elementos tenia el esforzado Sanchez despues de la accion de
San Carlos, i supo resistir sin embargo las huestes enemigas
mandadas por un gefe de no menor prestigio iopinion que San
Martin. Lejos pues de adoptar este plan que era el mas hon
roso i conveniente, se apresuraron todos á buscar en las em
ciIIIE: 1817. 32 1
barcaciones la seguridad que su desconcierto i atolondramien
to no les permitia hallar en ningun punto de aquel territorio.
Todo aquel largo trecho de treinta leguas que media entre la
capital i Valparaiso estaba ocupado por tropas, cargas, per
trechos de guerra, i por la inmensa procesion de emigrados
particulares i de sus efectos. Se veia asímismo en esta retira
da un tren imponente de artillería, que segun se ha dicho, no
bajaba de 16 piezas, cuando para la batalla de Chacabuco no
se habian presentado sino dos de ellas.
A las pocas horas de marcha se divulgaron alarmantes vo
ces de haberse sublevado la tropa que escoltaba 3oo9 pesos
correspondientes al Real Tesoro i que habia sido desampara
do el citado tren de artillería: ya no fue posible contener el
desórden desde este momento; todos los emigrados creian te
ner sobre sus cuellos la esterminadora espada del formidable
caudillo insurgente; todos se precipitaban por llegar antes al
indicado puerto sin calcular el sensible chasco que iban á su
frir la mayor parte de los dispersos, que por falta de buques
se habian de ver precisados á quedarse en la playa, espuestos
á todo el rigor de la persecucion de un implacable enemigo.
Este era el último golpe que estaba preparado para los
desgraciados realistas, víctimas de la torpeza, del descon
cierto i del desórden : tan solo habia en aquel punto once em
barcaciones que estaban ya cargadas en su mayor parte con efec
tos del mismo puerto, que sus habitantes habian tratado de
sustraer apenas supieron la derrota de Chacabuco; era pues
mui corto el sitio que podia destinarse para tan numerosa
emigracion. Previendo los respectivos capitanes el azorado
empeño que habian de tener los emigrados en meterse todos
en sus buques, se habian puesto en franquía fuera del tiro
de los castillos, i tan solo admitian á su bordo á los que iban
llegando en lanchas hasta completar el número que pudiera
resistir la capacidad del buque.
Fue uno de los momentos mas terribles aquel en que se
vieron tantos infelices proscriptos afanarse por llegar á las re
feridas embarcaciones: cuando ya estas estuvieron llenas,
se zarpó el ancla dejando mas de 2ooo personas abando
Tomo II 4I
5o2 - cnie: 1817.
nadas en aquel campo de llanto i miseria, i entre ellas mu
chos soldados, que se vieron precisados á tomar partido con
los insurjentes, engrosando sus filas por este fatal incidente.
No se sabia á donde dirijir el rumbo en el estado de des
prevencion de aguada i víveres en que se hallaban aquellos
buques. La opinion general marcaba el puerto de Talcahua
no como el mas á propósito, i el que ofrecia mayores garan
tías de salvar aquellos restos de la fidelidad española. Es
taba á aquella sazon mandando la leal i pacífica provincia
de Concepcion el bizarro coronel é intendente don José Or
doñez, el que reforzado por las tropas embarcadas podia sos
tener el campo hasta la llegada de nuevos ausilios de la capi
tal del Perú. Este fue pues el punto de arribada que se fijó
para salir de tan apurada situacion.
Al amanecer del dia 14 se descubrió todavia Valparaiso
ofreciendo nuevos motivos de dolor itristeza las escenas ocur
ridas en aquel tiempo entre los descontentos i los soldados
que no habian podido embarcarse: unidos estos por el furor
i la desesperacion se habian entregado al saqueo i al incendio
mas horroroso. Todos creitn que el capitan general se halla
ba oculto en el convoi; pero fue distinta su suerte. Aunque ha
bia abandonado anticipadamente la ciudad de Santiago, ha
bia emprendido su marcha con tanta lentitud, que no sien
do posible sacarle del paso cómodo i pausado de su caballo,
no pudo llegar á tiempo de embarcarse, i fue por lo tanto
alcanzado por las partidas insurjentes en un rancho de indios
sobre la costa septentrional de Valparaiso en compañia de su
mayor general Bernedo. -

Sin embargo de haberse determinado dirijir la proa ácia


Talcahuano se comunicó á las diez de la mañana una órden
general de que fuesen á recalar á Coquimbo; pero habiendo
visto que al aproximarse al tercer dia de navegacion á dicho
punto de reunion se hacian preparativos hostiles, lo que in
dicaba hallarse ya en poder de los independientes, se dispu
so hacer vela ácia el puerto de Huasco. Era el dia 19 cuando
entró el convoi en aquella rada; i botadas las lanchas á la
mar trageron toda el agua que podia necesitarse para la tra
cIIIIE : 1817. 325
vesía; i como se necesitasen asi mismo comestibles, desem
barcó el coronel Maroto con 5oo hombres á sacar del interior
del pais un rebaño de ovejas, con lo que se surtieron las na
ves para poder llegar á Lima ó á cualquiera de los puertos
intermedios. Este gran convoi, compuesto de unos 2ooo emi
grados, entre ellos 7oo militares, fue llegando sucesivamen
te á los citados puertos del Perú, i á mitad de marzo se ha
llaba todo reunido en el Callao.
San Martin habia entrado con su ejército en la capital de
Chile entre los mayores aplausos i aclamaciones en el mismo
dia 13 de febrero en que la habian evacuado los realistas.
Convocado el pueblo para la eleccion del nuevo gobierno sa
lió nombrado supremo director dicho general San Martin,
i por renuncia de este recayó aquel alto destino en el bri
gadier don Bernardo O'Higgins, quien deberia estar subordi
nado en la parte militar al caudillo porteño, segun prescri
bian las instrucciones de la república de Buenos Aires. Llegó
á su colmo la alegria de los descontentos chilenos cuando vie
ron restablecida su apetecida libertad: en igual proporcion se
manifestó el dolor de los realistas que no habian podido emi
grar, luego que empezaron á esperimentar los estragos pro
ducidos por la codicia i crueldad de sus contrarios.
La conducta de San Martin fue en esta época mui diferen
te de la que deberia haber adoptado quien aspiraba á ocupar
un lugar en el catálogo de los hombres célebres. No hubo gé
nero de confiscaciones, destierros i suplicios á que no se en
tregase aquel general para celebrar su triunfo. Estas son otras
tantas manchas que aparecen en su carácter en medio de su
brillante carrera. No fue Marcó el que menos sufrió los efec-.
tos de su dureza irigor: despues de haberlo tenido preso como
al hombre mas despreciable con una barra de grillos, lo en
vió confinado á la punta de San Luis, situada á la otra par
te de la cordillera, i permitió que al salir por las calles de
la capital se cometiesen los mas irritantes insultos contra aquel
desgraciado general; conducta ignoble i altamente reprensible
entre pueblos que se jactan de refinada ilustracion!
52 cnILe 1817.
Para completar San Martin la carrera de sus triunfos le
faltaba todavia subyugar la provincia de Concepcion, defen
dida por dos valientes gefes los coroneles Ordoñez i Sanchez,
situado aquel en la capital, i este en Chillán. Aunque estos
dos ilustres guerreros se hallaban mui escasos de fuerza, no
se acobardaron por el imponente aparato de todo el poder
combinado de las provincias del rio de la Plata i de Chile,
ni pensaron en abandonar la provincia sin dar antes las mas
terribles pruebas de su bizarría i arrojo poniendo en accion
todos los recursos i arbitrios que sujieren la fidelidad, el en
tusiasmo i el honor de las armas.
Empero conociendo la dificultad de hacer frente á los
ejércitos contrarios permaneciendo separados, salió Sanchez
para Concepcion con una parte del paisanaje que quiso seguir
le, apenas se divulgó la noticia de que el director O'Higgins
se aproximaba á aquel punto con una division de 49 hom
bres. Ordoñez estaba trabajando de ante mano en fortificar
del mejor modo el puerto de Talcahuano, distante dos leguas
i media de Concepcion, con ánimo de retirarse á aquel pun
to en caso apurado, i de defenderlo hasta el último trance.
Llegó con efecto el caso preciso de evacuar la ciudad de
Concepcion, en la que entró el orgulloso O'Higgins, anun
ciando como segura i pronta la total espulsion de los realistas
de su último asilo, que lo era el citado puerto deTalcahuano.
Cuando se retiró á este el impávido Ordoñez contaba ape
nas con 1ooo soldados i con algunos paisanos realistas; pero
confiaba en que concurririan otros muchos á buscar aquel abri
go contra el furor de los insurjentes. Desde las primeras ten
tativas sobre aquel baluarte de la lealtad i bizarría conoció
O'Higgins la dificultad de cantar la victoria sin aumentar su
ejército con mayores fuerzas que pidió á San Martin, i con
otras que trató de levantar en la misma provincia.
El infatigable Ordoñez que trataba de acobardar al enemigo
con un terrible golpe de mano, hizo una vigorosa salida con
toda su guarnicion llamando la atencion de los sitiadores por
la entrada del Norte de la ciudad en tanto que cargaba con
º churr: 1817. 325
la mayor parte de su fuerza por la del Oeste. Trábase un
reñido i sangriento combate; ambos ejércitos sostienen con
empeño sus pretensiones; las cargas de los realistas causan
los mayores quebrantos en las filas contrarias, mas no llegan
á desconcertarlas; el mérito de Ordoñez resplandece en pro
porcion de la bien dirigida resistencia del caudillo insurjente,
i habria sido todavia mayor si otra division á las órdenes del
comandante Morgado hubiera concurrido oportunamente á
segundar sus impulsos.
Deseando los realistas conservar sus cortas fuerzas para
otra ocasion en que con menos riesgos pudieran ejercitar su
valor se retiran á la plaza con el mayor órden, sin que el ene
migo que fue en su seguimiento, pudiese conseguir las venta
jas que se habia prometido en el tránsito de dos leguas i
media, que habia desde el campo de batalla, pues que si bien
les causó la pérdida de 158 hombres, fue mucho mayor la
de los rebeldes,

Aunque esta atrevida empresa, no tuvo los brillantes re


sultados que esperaba el gefe de ella, produjo sin embargo
un cambio sumamente favorable en la opinion: los últimos
acontecimientos de Chile habian menoscabado de tal modo
el carácter de los realistas que los insurjentes se reconocian
mui superiores en arrojo é inteligencia: creian pues que la
valentía, que hasta entonces habia sido su característica, ha
bia desaparecido totalmente de aquel partido, i que habian
de resentirse de tal defecto todos los que empuñasen las ar
mas para contrariar la boyante causa de la independencia.
Tan pasmados quedaron los rebeldes de ver la serenidad i bi
zarría de Ordoñez como los mismos realistas: ni aquellos la
esperaban, ni estos habian tenido motivo todavia de calificar
la, siendo el referido gefe recien venido de España para des
empeñar el empleo de intendente de Concepcion, del que ha
bia tomado posesion poco tiempo antes de la pérdida del reino.
Solo i arrinconado en aquel estremo, escasamente podia
haber tenido lugar para adquirir conocimientos generales, mas
no circunstanciados i profundos, cual convenia á un gefe que
526 CHILE: 1 8 1 -7.
iba á quedar de comandante principal de todo él, como ofi
cial de mayor graduacion.
Nadie esperaba por lo tanto una decision i constancia tan
heroica; todos creian que lejos de pensar en hacer la menor
defensa se retiraria á Lima ó Chiloe; i he aquí una doble
razon por que la fama trasmitió con mas entusiasmo por
todas partes los ilustres hechos de este denodado guer
rerO.

Seguia pues defendiendo impávidamente la citada plaza


resistiendo con vigor los ataques de O'Higgins i causándole
considerables daños con sus frecuentes salidas, i con las guer
rillas que despachaba en busca de víveres. Estaba por lo tanto
mui distante de escuchar los ventajosos partidos qne le ofrecian
los disidentes, i así se lo participaba al virei de Lima pidién
dole algunos refuerzos, con los que prometia acabar con O'Hig
gins, i restablecer la autoridad del Rei en aquellos dominios.
Aunque el señor Pezuela deseaba ardientemente que tremo
lase de nuevo sobre los muros de Santiago el pabellon de Cas
tilla, i aunque envió en varias ocasiones algunos ausilios en
dinero, municiones, víveres, hombres i buques, pasó sin em
bargo algun tiempo hasta que pudo organizar una respeta
ble espedicion que diese solidez i consistencia á los planes de
reconquista.
El mando de ésta fue conferido al brigadier de artillería
don Mariano Osorio, que con tanta facilidad ilustre habia
restaurado la autoridad del Rei en todo el reino de Chile en
el año 14. Situado su cuartel general en Bellavista, pueble
cito inmediato al Callao, se ocupó con infatigable celo en su
importante comision, i ya á principios de diciembre se ha
llaba en estado de salir para su destino. Se hizo á la vela con
efecto á beneficio de los inmensos sacrificios del Virei, i de
aquella heróica ciudad, que segundó generosamente tan no
bles impulsos. La espedicion se componia de 34o7 hombres
de tropa brillante, la que apoyada por los 16oo valientes que
habia llegado á reunir Ordoñez en Talcahuano, daba espe
ranzas de un triunfo completo.
cnIIE : 1817. 527
Hacia ya nueve meses que O'Higgins tenia sitiado este
puerto sin haber ganado terreno, ni obtenido mas resultado
que quebrantos, pérdidas, desaliento i desconfianza. Se ha
llaba á esta sazon al servicio de San Martin en la clase de ge
fe de la caballería uno de los generales Bonapartistas llamado
Mr. Brayer, que habia adquirido la mayor opinion militando
en la península contra los españoles; i como desease ad
quirir mayor celebridad en el Nuevo Mundo con atrevi
das empresas, pidió á San Martin la facultad de ejecutar un
plan de ataque contra Talcahuano ofreciendo su inmedia
ta i segura rendicion, como necesario resultado.
Aburrido ya el caudillo porteño de ver la ninguna apa
riencia de buen éxito de la parte de sus tropas contra las del
bizarro Ordoñez, i siéndole de la mayor urgencia la posesion
de la citada plaza, admitió la lisonjera propuesta del aventu
rero frances autorizándole ampliamente para que diese ejecu.
cion á su atrevido proyecto. Una hora antes de amanecer el
dia 6 de diciembre dió principio el ataque general llamando
la atencion de los sitiados con un desembarco de tropas por
el estremo occidental del recinto; acudió Ordoñez á cubrir
aquel punto; pero haciéndose general el ataque debió dirigir
su atencion á toda la línea recorriéndola con tanta velocidad
que era el alma de todas las operaciones.
Su entereza de ánimo i la oportunidad de sus providen
cias infundian el mayor aliento en les pechos de sus fieles
soldados; su prevision alcanzaba á todas partes; mas pene
trado mui pronto de las verdaderas intenciones del enemigo,
que eran las de dirigir el grueso de sus columnas contra al
gun punto determinado, se estaba disponiendo á desplegar to
dos sus recursos cuando supo que trepando aquellos por una
pequeña colina, que levantándose de la llanura dá principio
al cordon del recinto, amenazaba arrollar 2oo hombres que
se hallaban situados en aquel punto.
Se habian arrojado con efecto repentinamente sobre estos,
i al favor de la oscura noche i de la espesura de la niebla
habian logrado acuchillar algunos de ellos, i seguia aquella
328 cHILE: 1817.
confusa pelea con el mayor encarnizamiento descargando n
distintamente mortíferos golpes, hasta que serenados los rea
listas del primer efecto, que les produjo aquella rápida sor
presa, se retiraron algunos sobre una zanja rasa que defendia
su posicion, i otros se arrojaron por la barranca á la playa
salvándose de este modo la mayor parte, si bien perecieron
bastantes en los primeros momentos del inevitable desórden.
Habiendo quedado Brayer en campo abierto con los sitia
dos sin mas obstáculos que la citada zanja que separaba am
bos ejércitos, dió principio la accion mas sangrienta i obstina
da que pueda imaginarse. Aunque Ordoñez defendia personal
mente aquella posicion, i aunque las baterías causaban bas
tante estrago en los batallones enemigos, empeñados en su
perarla, la falta de claridad hacia que los tiros no tuviesen
una direccion fija para haber decidido prontamente la bata
lla; pero habiendo amanecido en lo mas fuerte de ella, se re
dobló la actividad i decision de los defensores, hasta que vien
do la infantería enemiga el gran destrozo que sufrian sus filas
sin lograr su intento, que era el de forzar aquel pequeño fo
so, con cuya idea se mantenia su caballería formada á la
puerta del rastrillo, para penetrar con fiereza tan pronto co
mo le fuera allanado aquel único obstáculo, tocaron la reti
rada despues de dejar 5oo hombres de sus mejores tropas
tendidos en el campo, i un número mayor de heridos, entre
los cuales fue contado el mismo Brayer.
Esta fue la terminacion de aquella temeraria empresa que
llenó de confusion al orgulloso general frances, que se ha
bia empeñado en dar lecciones á los insurjentes americanos
del modo de asaltar plazas, de cuya táctica daba á entender
con su natural petulancia no tenian aquellos el menor cono
cimiento. Este golpe funesto introdujo el mayor desaliento
en las filas de los titulados patriotas, i los cubrió de mengua é
ignominia, así como al decantado guerrero, que confiado en sus
estraordinarios talentos, i contando con la sumisa obediencia
de 6ooo hombres disciplinados á su modo, miraba con
ojos de compasion á un puñado de valientes, que carcciendo
cHILE: 1817 529
de todo, menos de bizarría i empeño, no debia segun su al
tanero juicio hacer mas resistencia que la precisa para ilus
trar mayormente su triunfo.
Aunque la pérdida de los realistas no escedió de 14o hom
bres, fue sin embargo sumamente sensible para todos los quo
aprecian el honor militar, i que habrian deseado que tan bi
zarro comportamiento hubiera sido premiado con los halagos
de la fortuna, i de ningun modo con los estrechos abrazos de la
muerte. El nombre de aquellos esforzados militares será siem
pre recordado con entusiasmo, i tan glorioso empeño trasmi
tido á la mas remota posteridad. El heróico vecindario de Tal
cahuano tomó asimismo una parte activa en esta memora
ble jornada; hasta las mugeres se cubrieron de gloria, sin que
les hiciera mella el vivo fuego de los contrarios: se las vió
mientras que duró la accion conducir municiones i toda espe
cie de ausilios á los combatientes, entusiasmándolos con tan
noble egemplo de firmeza de ánimo, i de adhesion á la causa
del Rei.
Con esta importante victoria adquirió Ordoñez tal grado
de celebridad, que su nombre solo aterraba á los jactanciosos
insurjentes; i la desconfianza de poder resistir á los esfuerzos
de su brazo, hacia que mirasen con repugnancia i aun con hor
ror la guerra en que se veian envueltos por las maquinaciones del
gobierno de Buenos Aires, i por la ambicion del caudillo San
Martin, i de otros sujetos de Chile, no menos interesados en
perpetuarse á la cabeza del gobierno, del que su incapacidad
ó la falta de virtudes los tenia separados bajo el dominio del
Rei. Ya á este tiempo estaba caminando la espedicion del bri
gadier Osorio, de la que hablaremos en el año próximo, al que
pertenece esta parte de la historia.
53 o
vwwwwwwwwNVVVVVVVVVVVVVVVVVVAVVVVVVVVVANVVVVVVVVVVVVAVVAVVVVVA

CAPITULO XXII.

CARACAS I SANTA FÉ: 1817.


-=PGGGG=-

Marcha de Latorre. Batalla de las Mucuritas. Su reunion


con el general en gefe. Operaciones en la provincia de
Barinas. Muerte de Serviez. Disensiones entre Paez i Do
mato Perez. Destruccion de Bolivar en Clarines. Derrotas
de Mariño en la provincia de Cumaná. Espedicion de Piar
sobre la Guayana. Cruel asesinato de los RR.PP. capu
chinos. Reunion de los cabecillas rebeldes en Barcelona.
Movimiento del ejército de Real contra esta ciudad. Mo
tivos de su retirada sin haber llegado con ellos á las ma
nos. Disgusto general por haberse perdido esta favorable
ocasion de derrocar al genio de la insurreccion. Nombra
miento de Aldama para mandar aquel ejercito. Asalto l
toma de la casa fuerte de dicha ciudad, á la que se habian
retirado los rebeldes. Fuga anterior de Bolivar i otros
caudillos. Retirada de Aldama al Chaparro. Planes de
Morillo desde San Fernando. Salida de Latorre para la
Guayana. Entrada de Morillo en dicho punto del Cha
parro. Arribo de la espedicion de Canterac. Preparativos
para llevar la guerra á la isla de Margarita. Pentajas
de los realistas sobre la costa de Güiria i otros puntos.
Desembarco de los realistas en la citada isla. Campaña
sangrienta. Toma de Porlamar, Pampatar i fuertes de
Juan Griego. Preparativos para atacar á la ciudad de la
Asuncion. Retirada repentina de estas tropas para conte
ner los progresos que hacian los rebeldes en el continente.
Batalla de San Felix. Latorre sitiado en Angostura. Sus
padecimientos i su fuga para la isla de la Granada. Nuevas
cARAcAs I sANTA ré: 1817. 33 l
partidas de Mariño en la provincia de Cumaná. Asesina
to de Piar por Bolivar. Preparativos de éste para abrir
otra campaña con 139 hombres, entre ellos algunos bata
llones de ingleses. Salida de Latorre contra Zarasa i de Mo
rillo sobre Paez. Victoria del primero en el hato de la
Hogaza. Retirada de Paez á la otra parte del Arauca.
Regreso de ambos gefes realistas al cuartel general de Ca
labozo. Estado de los negocios en el reino de Santa Fé.
Cesacion del virei Montalvo. Nombramiento de Sámane
para este destino. Bosquejo sobre la administracion de
Montes en Quito. Salida de dicho Montes. Llegada de sus
sucesor Ramirez. Reflexiones sobre los males que ha cau
sado en América la exaltacion de los realistas. Sentimien
to general por la preferencia que se dió á Sámano sobre
Montes en el vireinato de Santa Fé,

El coronel Latorre, que habia emprendido su movimien


to desde Pore en los últimos meses del año anterior, pisó el
territorio de Venezuela en enero del presente, despues de
haber atravesado con indecibles trabajos los inmensos desier
tos de San Martin i de Casanare. Habiendo continuado su
marcha por la orilla izquierda del Apure llegó el 27 al pue
blo de San Vicente, i pasando al dia siguiente el citado rio
para internarse por su derecha en los Llanos, i dirigirse á la
villa de San Fernando, apenas hubo cruzado la parte mon
tuosa que se halla en dichas orillas, se halló con 32 caballos,
que al mando del esforzado Paez venian á galope sobre sus
tropas por aquella sabana. Aunque su fuerza principal con
sistia en el bisoño batallon de Cachirí, pues que del de Victoria
tan solo tenia un corto destacamento, i toda su caballería se
componia de unos pocos húsares, ninguno de aquellos va
lientes se intimidó al ver el rápido despliegue del osado ene
migo, de cuya aproximacion i número no se habia tenido la
menor noticia.
Sin embargo de ser aquella la primera vez en que el re
ferido batallon de Cachirí presenciaba los horrores de Marte,
532 cARACAs y sANTA FÉ: 1817.
acreditó una firmeza i decision superior á los mas halagüeños
cálculos de la confianza: formando con asombrosa celeridad
un cuadro impenetrable, sufrió 14 cargas consecutivas sin
que cediese en lo mas mínimo su indomable valor, á pesar
de los claros que abrian en aquella columna cerrada las
lanzas de los feroces insurjentes, no menos ciegos en el fu
ror de la batalla, i despreciando la muerte que hacia los
mayores estragos en sus filas.
Al ver Paez la obstinacion de los realistas i la poca es
peranza de triunfar de un enemigo resuelto á sepultarse en
sus ruinas antes que rendir las armas, pegó fuego á la paja ó
yerba de aquellas llanuras, cuyo incendio propagado con una
rapidez eléctrica á causa de hallarse dicha paja mui seca i de
tener dos varas de altura en aquella estacion, envolvió ins
tantáneamente á las tropas del Rei, i amenazaba su comple
ta sofocacion, cuando el general Latorre tomó el único espe
diente que se le ofrecia, que fue el de entrar con todos sus
soldados en un gran pantano que halló casualmente á sus in
mediaciones. Los torbellinos de humo que cubrieron bien
pronto aquella posicion favorecieron su movimiento; i por
esta feliz ocurrencia conservaron la vida aquellos esforzados
guerreros con el fango hasta la cintura.
Despues de esta insigne batalla, llamada de las Mucuritas,
se retiraron los enemigos, i se puso nuevamente en marcha
Latorre por la parte montuosa del rio. El general en gefe,
que iba caminando asimismo para las provincias de Venezue
la, i que estaba mui ageno de creer el horrible estado de
convulsion en que aquellas se hallaban, pues que los avisos
del capitan general de Caracas habian pintado los hechos
demasiado halagüeñamente, i mui distantes por supuesto de
la realidad, llegó á reunirse con Latorre á los dos dias de la
citada refriega; cuya noticia le produjo tanta sorpresa como
indignacion por el descuido con que consideraba habia sido
mirada esta nueva rebelion.
Lo amargo de tales acontecimientos se templó en parte
al saber las ventajas que habian tenido las tropas de Calza
cARAcAs I sANTA FÉ: 1817. 335
da en la provincia de Barinas á fines del año anterior, i
especialmente el teniente coronel don Salvador Gorrin, quien
en su marcha desde el pueblo de Camaguan ácia la villa de
San Fernando habia rechazado bizarramente con 2 oo caba
llos i 6oo infantes que tenia á sus órdenes las repetidas car
gas que le dieron tres escuadrones enemigos, causándoles la
pérdida de mas de 2oo hombres.
Fue asimismo otro lenitivo para la ansiedad del citado
general Morillo la noticia de haber sido asesinado el desal
mado aventurero Serviez entre Achaguas i Apurito; i la de
estar envueltos en sangrientas discordias los partidarios de
Paez con los del mulato Donato Perez, cuyo último caudi
llo habia asesinado en Guasdalito á uno de los capitanes de
su competidor Herrera, i se habia arrogado el título de ge
neral en gefe de los llanos de Casanare, engreido con la opi
nion que le habian dado varios emigrados de Santa Fé que
habian logrado reunirse con él. -.

Caminando juntos ambos generales españoles, llegaron


despues de diez dias de una marcha sumamente penosa á la
citada villa de San Fernando. Suspenderemos por un mo
mento la relacion de las operaciones de estos gefes en tanto
que damos cuenta de las que emprendieron al mismo tiempo
independientemente de su influjo los que mandaban á aque
lla sazon en las provincias de Venezuela.
A consecuencia de la batalla perdida en el año anterior
por Morales en el Juncal habian quedado dueños los rebeldes
de la provincia i capital de Barcelona. Bolivar, que despues
de la derrota de los Aguacates habia ido vagando por aquellos
mares, se presentó en dicha ciudad de Barcelona, i reunido
con Mariño, Arismendi, Monagas, Piar, Mac Gregor i otros
varios caudillos, se dedicó á trazar nuevos planes para dar
fomento á su sacrílega causa. El mas atrevido de todos fue
el de sorprender á Caracas, distañte 6o leguas de malos ca
minos, sublevando los numerosos negros esclavos que habia
en los pueblos del tránsito; fueron escogidos para esta ope
554 cARAcAs I sANTA Fé: 1817.
racion 7oo hombres, que el sanguinario Arismendi habia
traido de la isla de la Margarita, i zoo soldados mas perte
necientes á otros cuerpos: con esta corta fuerza se pusieron
en marcha los citados caudillos en los primeros dias de enero,
cruzaron libremente el Una re, i se dirigieron sobre el pueblo
de Clarines.
Aquí los esperaba el bizarrísimo coronel don Francisco
Jimenez con el batallon de indios del mismo partido de Cla
rines, i aquí hallaron los rebeldes su sepultura, cayendo in
cautamente en una emboscada que dicho, gefe realista les
habia armado, á cuya astucia, así como á lo invencible de
su brazo i al denodado esfuerzo de sus tropas sucumbieron
todos, escepto Bolivar, Arismendi i 4 ó 5 oficiales, que fue
ron los únicos que pudieron salvarse de aquel horrible cam
po de muerte, entrando los dos primeros en Barcelona mon
tados en una mula. . . ... e
Fue el segundo plan la salida del titulado general Santia
go Mariño contra la plaza de Cumaná, el cual confiado en
la superioridad numérica de su tropa tuvo la insolencia de
intimar la rendicion en 18 de enero al brigadier don Juan
Bautista Pardo que mandaba la citada plaza. La contesta
cion que dió Pardo en el mismo dia fue cual debia esperarse
de un pundonoroso militar: ºrme creería digno, dijo aquel de
cidido realista, de ser inmolado á la venganza pública si ca
pitulase con el crímen, i si diese oidos á una proposicion que
lleva todos los signos de la vileza i cobardía: obre V. segun
le dicten sus dañados impulsos, i en su mismo escarmiento
hallará una dura leccion de sus desvaríos.»
Dando Pardo por seguro el ataque, abandonó i quemó
el puente de la Chara, retirándose hasta la plaza con su
guarnicion. A la mañana siguiente se presentó el enemigo
con el grueso de sus fuerzas que no bajarían de 22 hombres,
llamando la atencion por toda la circunferencia i obteniendo
como el primero de sus efímeros triunfos la toma de dos pe
dreros que habia en la llamada Casafuerte, cuya corta guar
cARAcAs 1 sANTA FÉ: 1817. 335
micion se salvó á nado: formada toda su línea se movió en
direccion de la ciudad, rompiéndo el fuego las guerrillas i á.
su consecuencia todas las baterías. ci 1:
A pesar de los quebrantos que sufrian los rebeldes no de
sistieron del ataque, i llegaron á apoderarse del barrio de
Chiclana i de las casas i edificios inmediatos á las trincheras
realistas: contra estas se lanzaron á las cuatro de la tarde
con el mas ciego furor i obstinacion: tres veces atacaron á la
bayoneta los parapetos del hospital, i siempre fueron recha
zados. El fuego seguia sin intermision causando estragos por
ambas partes; i aunque lo mas empeñado de la refriega ha
bia cesado á las siete de la noche, continuaron sin embargo
hasta la mañana siguiente los ensayos de los enemigos sobre"
varios puntos de la plaza, que fueron defendidos heroica
mente por las tropas i habitantes. En dicho dia 2o se retira
ron las hordas despechadas llenas de la mas fiera irritacion
por haber perdido en tan infructuosos combates sobre 1oo
muertos i mas de 35o heridos.
El tercer plan al que se dió pronta ejecucion despues de
las citadas derrotas fue la salida de Piar para la Guayana con
una division compuesta de los negros del Guarico, i de los des
embarcados por Bolivar en Ocumare, que fueron arrebatados del
mando de Mac Gregor, cuyo aventurero hubo de refugiarse
en las islas por no ser víctima de los celos i del desorden
que reinaba entre los cabecillas venezolanos. Cruzando Piar
el Orinoco, invadió i se apoderó de las misiones del Caroní,
parte la mas poblada i la mas rica de la provincia: se compo
nian aquellas misiones de varios pueblos, habitados solamen
te por indios, que habian sido humanizados por el paternal
desvelo de los RR.PP. capuchinos catalanes.
Aquellos establecimientos eran un vivo recuerdo de la
vida patriarcal: la voz evangélica de tan santos varones eran
las únicas leyes que regian en su pacífica sociedad; eran
en ella desconocidos los delitos; las costumbres conservaban
su primitiva pureza; i si la ilustracion no habia hecho los
mayores progresos, abundaba generalmente la virtud i un
536 cARAcAs I sANTA Fé: 1817.
fondo puro de devocion ácia la verdadera creencia; la ambi
cion, los celos, la rivalidad i la desobediencia eran éntes to
talmente ignorados; el amor del prójimo, la fidelidad en los
contratos, la seguridad en la propiedad, la frugalidad, la
templanza, la sumision i la paz habian fijado aquí su
morada.
Este fue, pues, el blanco de la crueldad de Piar: per
suadido de que jamás podria atraer á su partido á aquellos
habitantes mientras que ejerciesen su apostólico influjo los
venerables religiosos, concibió el atroz proyecto de sacrificar
los á su safía i furor. Habiendo mandado que se reuniesen
todos en el pueblo principal, que era la residencia del Pre
fecto, les intimó la sentencia de muerte, que habia de eje
cutarse al dia siguiente. ¡Horrible noche por cierto que de
biera haber estremecido á los hombres mas encallecidos en
el crímen Toda ella fue ocupada por aquellas almas privile
giadas en los mas fervientes actos de piedad i religion : du
rante toda ella resonaron los salmos i cánticos divinos para
adorar los decretos de la Providencia; hasta sus mismos car
celeros, que lo eran los soldados mas feroces de Piar, lle
garon á compungirse al ver tanta entereza, tanta conformi
dad i resignacion, i tan edificante santidad.
Pasada la media noche, i cuando ya todos los religiosos
se habian confesado mútuamente, celebró el Prefecto el santo
sacrificio de la Misa, i les, repartió el sagrado Pan de la Eu
caristía; continuaron sus santas oraciones, preparatorias del
terrible lance que iban á sufrir, hasta las cinco de la mañana
en que se abrieron las puertas del templo: conducidos á la
plaza inmediata, que era el punto destinado, para el sacrifi
cio, hincados de rodillas, i dirigiendo las últimas miradas
ácia la casa celestial que habian levantado desde sus cimien
tos con tantos afanes i desvelos; traspasados sus corazones al
considerar el abandono en que quedaban sus hijos espiritua
les i los horribles males en que iban á verse sumidos aque
llos pueblos que formaban todo el objeto de su predileccion
i guidado; poseidos del mas fiero dolor al ver tanto desafuerº
cARAcAs I sANTA ré: 1817. 557
cometido á la religion, i tanto ultrage á la misma humani
dad, fueron sus últimas palabras las de recomendar aquellas
misiones al supremo Hacedor de todas las cosas, al Dios de
los ejércitos, quien todo lo prevee i todo lo dispone.
Concluidas sus santas deprecaciones, presentaron humilde
i resignadamente el cuello á la feroz cuchilla; pero la voz del
protervo caudillo no fue oida por los soldados de Venezuela,
á quienes repugnaba un atentado tan bárbaro é inhumano:
los desalmados negros del Guarico fueron los fieles ejecuto
res de tan atroz mandato; i las almas de aquellos bienaven
turados religiosos volaron en un momento á las eternas man
siones.
Mientras que se perpetraban estos horrendos crímenes,
activaba el general Moxó la formacion de un cuerpo respeta
ble de tropas en Orituco á las órdenes del brigadier Real.
Cuando ya se consideró en estado de imponer á todas las cua
drillas rebeldes de Cumaná i Barcelona, se dió órden para
que dicho brigadier pasára á ocupar esta última ciudad á
marchas forzadas sin pararse en ninguna clase de peligro ni
tropiezo. Se hallaban, segun se ha indicado, en dicho punto
de Barcelona casi todos los cabezas de la revolucion de Vene
zuela, Bolivar, Mariño, Arismendi , Monagas, Cedeño,
Freites i otros varios; del felíz resultado de la espedicion con
fiada al brigadier Real, dependia la salvacion de aquellas pro
vincias, i tal vez el total esterminio del genio de la insurrec
cian. Dicho ejército se componia de mas de 40 hombres de
tropas escogidas; los brigadieres Morales i Aldama formaban
parte del mismo, obrando el primero como gefe de una divi
sion de infantería, i el segundo de la caballería.
Este ejército verificó con tanta rapidez su primer movi
miento, que logró presentarse delante de la espresada ciudad
de Barcelona ántes que ninguno de los corifeos la hubiera
evacuado. Parece que la conveniencia pública i el mismo ho
nor de las armas exigian que se diese un pronto asalto i que
se sacrificase, si era necesario, una parte de aquellos valien
tes por conseguir un triunfo completo, que habria ahorrado
ToMo II. 43
358 cAn Acºs s ANTA pé: 1817.
indudablemente la efusion de tanta sangre que ha corrido á
raudales por aquellos paises.
El sedicioso Bolivar, ese hombre atrevido é indomable, mag
nífico con todas las sombras de la ridiculez, religioso sin asomo
de virtud cristiana, i guerrero mas por ímpetu que por re
flexion , se halló todo aquel dia en la mas penosa ansiedad,
observando con el anteojo en la mano el campo realista, i
dando por infalible su propia destruccion i la de todos sus
compañeros de armas. La fortuna, que tantas veces le habia
sacado de los mayores peligros, le proporcionó los medios de
salvarse de éste, que era el mas terrible de todos El ejército
del Rei se retiró repentina é inesperadamente al Juncal, i en
seguida á Clarines, en donde se estacionó, sufriendo las ma
yores escaseces, que fueron causa de una horrorosa desercion.
Varias han si lo las causas alegadas para justificar este
movimiento retrógrado, que privando al gefe realista de la
gloria mayor que se pudiera haber conseguido en Venezuela,
fue tan fatal sucesivamente á la causa pública. Una de las
mas fundadas fue al parecer la falta de artillería i la escasez
de provisiones, si bien podia haberse dado el asalto rápida
mente, i haber decidido de un golpe aquella campañía. Otros
la atribuyeron á alguna discordia entre los tres citados ge
fes, tan comun, por desgracia, en los anales de la revolu
cion de América. Todos tres eranambiciosos de gloria, i el
brigadier Morales en particular, tan acostumbrado á vencer
en aquellos mismos paises, parece no veia con agrado que
otro gefe de igual graduacion ciñese su frente con unos laure
les que debian ser reputados por mas ilustres que cuantos él
habia recogido con tantos sacrificios. Otros supusieron que
aquella retirada habia sido motivada por una de las muchas
astucias á las que ha debido Bolivar la mayor parte de sus
triunfos.
Se dijo que en aquella misma tarde en que el ejército
real se hallaba sobre las murallas de Barcelona, habia salido
de la Casa-fuerte, en la que se habian encerrado los faccio
sos, uno de sus oficiales, aparentando con una reinada mali
Aracas sANTA ré: 1817. 559
eia deseos de burlar la vigilancia de sus contrarios, pero pro
porcionando él mismo los medios de ser descubierto i apre
hendido en el acto de su fuga: lo fué con efecto; i presentado
al general fingió vender á las amenazas i al rigor un secreto,
cuya revelacion fundaba el objeto de su empresa.
Descosiendo la suela de su zapato sacó un pliego dirigido
por Bolivar á Bermudez, por el cual combinaba astutamente
con éste icon los 29 hombres que suponia estaban en marcha
para la citada Casa-fuerte, i con otras tropas que daba á en
tender habian desembarcado en la costa, el modo de en
volver á los realistas, i de hacer rendir por el hambre lo que
no hubieran podido conseguir las bayonetas. Se creyó, pues,
que este ardid ingenioso, desempeñado por el oficial insur
gente con todos los caractéres de sinceridad i buena fé, en
lo que dió muestras de ser un digno discípulo de su maestro
tan consumado en la carrera del maquiavelismo, fue lo
que influyó mas poderosamente en el ánimo del brigadier
Real para renunciar á la gloria que le esperaba.
Empero los temores de perder su ejército por falta de víve
res, falta que esperimentó por no haber hallado en aquel punto
el ganado que, segun los avisos del brigadier Morales, no
debia haber faltado, le impusieron mas que el respetable
aparato que afectaban los contrarios. Sea como quiera, fue
mui funesta aquella retirada; i sin atrevernos á arrojar la
parte odiosa de tal inaccion á ninguno de los tres gefes en
particular, pues que esta cuestion no ha sido todavía bien
determinada, no podemos menos de lamentarnos de la fata
lidad que presidió á sus consejos.
Asi como en las acciones gloriosas de una campañía se des
tina el primer lugar para el gefe que se ha hallado á la cabe
za de las tropas á cuyos esfuerzos se han debido, aunque no
haya tenido en ellas sino una parte mui subalterna, del mis
mo modo recae sobre él en las adversas la parte principal de
la reconvencion, aunque se halle en igual caso que el antece
dente: así sucedió en esta ocasion. El brigadier Real, como
general en gefe de aquel ejército, sufrió todo lo amargo de la
5 o cARAcAs I sANTA FÉ: 18 7.
crítica i aun de la mas ponzoñosa maledicencia, sin que pu
dieran escudarle contra estos cargos sus anteriores servicios, su
bien cimentada opinion militar, i su acendrada fidelidad i ad
hesion á los Reales derechos. El capitan general Moxó lo re
levó del mando; i este fue conferido al brigadier Aldama con
amplias facultades para vencer con el rigor en caso necesario
la tibieza ú oposicion que algunos atribuian al referido Mo
rales, nacida de una presunta rivalidad i emulacion, como lo
verificó separándolo del ejército.
Habiendo puesto el mencionado Aldama las tropas en mo
vimiento en la noche del 3, llegó al dia siguiente á la boca
de Caicara, en donde se le reunió otra espedicion de Cuma
ná, i en el dia 5 entró en la ciudad de Barcelona con armas
á discrecion i abriendo la marcha las músicas de los cuerpos.
Los enemigos se retiraron despues de una ligerísima resisten
cia á la casa fuerte; mas ya no eran estos los mismos, cuya
prision tanto interesaba á la causa del Rei. Bolivar, Mariño,
Arismendi i otros varios cabecillas i sóldados se habían fuga
do de ella, si bien quedaban todavia unos 6oo hombres con
armas, mandados por el titulado general Freites, i hasta 1ooo
personas comprendiendo las mugeres i niños que habian teni
do la fatal imprevision de refugiarse en tan aciago re
Cl IntO.

Habiendo llegado oportunamente la escuadrilla real á se


gundar aquella operacion, recibió Aldama del capitan de fra-,
gata don José María Chacon todos los ausilios que pudo ne
cesitar, i en particular la artillería, que mandó situar en una
casa que se hallaba contigua á las fortificaciones de los rebel
des. Desde el amanecer del dia 7 principiaron estas á ser ba
tidas; i habiendo sido demolida á las dos de la tarde una par
te de su fachada se dispuso el asalto, que fue confiado á una
columna respetable de granaderos i cazadores, mandada por
el bizarro teniente coronel del regimiento de la Union don
Joaquin Urreiztieta: el resto de Barbastro á las órdenes de su
sargento mayor don Vicente Bausá quedó de reserva, i la ca
ballería de dragoues con la del pais á las del comandante de
An Acas sANTA ré 1817. 54
escuadron don José Navas pasó á colocarse á la parte opuessu
de la brecha para destrozar á los que intentasen la fuga.
El brigadier Aldama, acompañado por el coronel de Bar
bastro don Juan Cini, i por el teniente coronel don Manuel
Bausá, recorria el campo en todas direcciones entusiasmando -

á sus tropas con sus enérgicas alocuciones. Dada la señal de


ataque salió Urreiztieta con sus valientes , llevando á la ca
beza las compañías de cazadores i de granaderos de la Union
á las órdenes de sus capitanes don Juan Falomir i don Faus
tino Narganes.
Al ver los facciosos una decision tan heróica huyen despa
v oridos de la brecha; entran nuestros soldados por ella, pero
se hallan con una segunda circunvalacion que no habian pre
visto; no se desaniman por este inesperado contraste; se redo
bla en su ver su furor i arrojo; penetra al mismo tiempo la
reserva, se arroja al paso de carga sobre el flanco izquierdo en
donde era mayor la resistencia; se desconciertan los rebeldes,
i huyen precipitadamente ácia sus baluartes de flanco
No estaban sin embargo vencidos todos los tropiezos; la
cresta del parapeto tenia unas tres toesas desde el fondo de l
foso; mas todo lo venció la constancia i el ingenio. Llenos en
tonces los facciosos de terror i confusion abandonan sus últi
mos parapetos i se precipitan ácia el campo donde fueron pa
sados á cuchillo por las tropas que estaban allí situadas con
aquel designio. Sobre 1ooo cadáveres quedaron tendidos en
este campo de muerte: todos fueron pasados á cuchillo me
nos el comandante general Pedro María Freites, el intenden
te Francisco Esteban Rivas i algunos pocos heridos: los dos
primeros fueron conducidos áCaracas á sufrir en aquella ciu
dad su bien merecido castigo. Entre los muertos se contaron
los titulados coroneles Mesa, Velez, Morales, Estanislao Ri
vas, i Reinoso; los tenientes coroneles Hernandez, Piñango,
Agustin Reyes, i mas de 5o oficiales subalternos.
Este fue el resultado de la altanería i soberbia de aquellos
miserables, quienes lejos de oir con sumision i respeto la in
1inacion que les dirijió el gefe realista antes del asalto, pro
542 ARAcAs I sANTA ré: 1817.
rumpieron en los mayores insultos contra el Monarca español
i contra sus fieles tropas, i enarbolaron la bandera negra como
señal de su inexorable resolucion de morir todos antes que
rendir las armas. Fue por lo tanto relevante el mérito con
traido en esta jornada por los gefes ya mencionados, así como
por el teniente coronel don Agustin Nogueras, comandante
accidental de Granada, que marchó tambien al asalto á la ca
beza de su compañía de granaderos, por el teniente coronel
don Francisco Jimenez con sus cazadores de Clarines, i por
cuantos oficiales tuvieron parte en aquella gloriosa Te

friega. -

Como el brigadier Aldama al emprender su marcha sobre


Bareelona no habia podido suministrar á sus tropas raciones
mas que para dos dias; i como la escuadrilla tan solo hubie
ra podido proporcionarle para otros dos, fue preciso ponerse en
marcha para el Llano, poseido su ánimo de la mayor afliccion
al ver la dura necesidad de recorrer diez jornadas para hallar
algun ganado: sus tropas sufrieron por lo tanto en esta espe
dicion todas las amarguras de la hambre i de la sed: un ca
ñaveral que se halló á alguna distancia, i cuando ya se ha
bian agotado todos los víveres, fue considerado como el ma
yor regalo que pudiera enviarles la providencia. Chupando la
caña pudieron sostener los mas sus débiles fuerzas, i llegar al
Chaparro en el estado mas abatido i lastimoso.
Suspenderemos por ahora las operaciones sucesivas de esta
columna, en tanto que recorremos las del general en gefe don
Pablo Morillo i del brigadier Latorre, á los que dejamos en
la Villa de San Fernando de vuelta del reino de Santa Fe.
Fue aquí donde dicho general tuvo un exacto conocimiento
del estado de aquellas provincias, mui diferente del que se
figuraba segun los partes que le habia dirijido el confiado Mo
xó. Hallaba perdida la isla de la Margarita; casi en el misino
estado las provincias de Cumaná i Barcelona; invadi la por
Piar la Guayana; dominado el Apure por Paez; el Llano alto
de Caracas por Zarasa; é inundada de partidas la de Barinas.
Hallaba asímismo una baja considerable en los cuerpos del
cARAcAs I sANTA Fé: 1817. 545
ejército, un ponzoñoso gérmen de discordia entre sus gefes, i
un disgusto general en los pueblos.
Penetrado de la necesidad de destruir aquellos elementos
de oposicion con la celeridad de sus movimientos i con la fir
meza de sus operaciones, conociendo al mismo tiempo que
sino se esterminaba completamente el genio de la insurreccion
en la Margarita i en la provincia de la Guayana, no podria
contar jamas con ninguna seguridad en el dominio del pais,
determinó ir en persona al primer punto, i enviar al segun
do al general Latorre. Algunos habrian deseado que se hubie
ra suspendido la espedicion sobre la citada isla hasta que hu
biera quedado completamente restablecida la tranquilidad en
el contineate, i especialmente en la Guayana, que debe ser
considerada como la llave de las provincias de Venezuela. Tal
vez si se hubiera contraido á este solo objeto el infatigable
celo de Morillo, se habrian evitado los inmensos males que
afligieron por tanto tiempo aquellas regiones, i que promovie
ron sucesivamente la emancipacion de hecho de estos do
minios.
A pesar de estas obvias consideraciones no se renunció
al favorito proyecto. El general Latorre se embarcó para An
gostura con el batallon de Cachiri i pequeños destacamentos
de otros cuerpos: fue fortificada la villa de San Fernando, i
se dejó en ella una competente guarnicion: se dieron órdenes
las mas activas para la creacion de nuevos cuerpos i para el
reemplazo de las bajas que habian sufrido los ya existentes.
Ejecutadas estas primordiales disposiciones, salió el gene
ral Morillo para el Chaparro á reunirse con el ejército que
mandaba el brigadier Aldama. Cuando este recibió la órden
de dicho general para permanecer en aquel punto hasta su
llegada, iba á emprender un movimiento sobre la Guayana
en combinacion con el general Latorre, el que si se hubiera
llevado á efecto habria sido completo el triunfo sobre las par
tidas rebeldes, i el feroz Piar no habria podido ejercer de allí
á poco tiempo su devastador influjo.
Los primeros sucesos del general Latorre en la Guayana
5. cAn Ac As I sANTA ré: 1817.
fueron solora lamente felices al principio: los cabecillas Piar
i Valdés se habian estrellado en sus primeros ataques sobre
la plaza de Angostura; i aunque se habian reunido en esta
provincia Bolivar, Bermudez, Arismendi i otros cabecillas hu
yendo del fuerte de Barcelona i de otras provincias ocupadas
por las armas realistas, se creia Latorre bastantemente fuer
te para rechazar sus ataques. Esta fatal creencia fue la causa
de que se llevase á efecto el primitivo plan de sujetar la isla
de Murgarita, abandonando un suelo cubierto todavia con
lava del volcan revolucionario; pero antes de verificar dicha
espedicion se ocuparon las armas del Rei en algunas acciones
parciales, cuyo buen resultado añadió nuevos grados á sus
halagüeñas esperanzas.
Era el 13 de mayo cuando el general Morillo se reunió
en el referido punto del Chaparro con la primera division del
ejército á las órdenes de Aldama. Siguiendo el referido gene
ral su marcha llegó al pueblo de Santa María de Ipire, que
fue abandonado cobardemente por los rebeldes despues de
haber arruinado las pocas casas que existian. Aqui recibió
noticias de haber arribado una espedicion al puerto de Cu
maná en 2 1 de mayo, procedente de la península á las órde
nes del brigadier don José Canterac compuesta del batallon
de Burgos, de los dos de Navarra, de un escuadron de lan
ceros, de otro de cazadores i de una compañía de artillería
con la fuerza de 26co hombres. Llevaba este gefe la órden
de ausiliar algunas operaciones del general Morillo en Costa
firme, i de pasar en seguida al Perú por el istmo de Panamá.
Se aumentaron las probabilidades de la victoria desde
que Morillo se vió reforzado por esta brillante division, i
desde que pudo contar con la activa cooperacion de un gefe
tan bizarro, cuya distinguida opinion adquirida en la guerra
de la independencia contra los primeros soldados del mundo,
era la mas sólida garantía de que habia de acreditar en este
nuevo teatro, que los timbres de su cuna i la gloria de ser
hijo de uno de los últimos tenientes mariscales de Francia,
víctima de aquella bárbara revolucion, del mismo modo que
cARAcAs 1 sANTA Fé: 1817. 34.5
toda su familia por haber seguido la senda de la fidelidad i
del honor, habian de ser menos brillantes todavia que sus
virtudes personales.
Tomando pues una parte de esta division para la citada
empresa de la Margarita, i llevando á su lado al referido gefe,
principió sus operaciones sobre Carúpano i la costa de Güi
ria derrotando á unos 2ooo bandidos capitaneados por San
tiago Mariño, titulado segundo gefe de la república. El re
sultado de estos movimientos, que fueron desempeñados con
el mayor acierto, fue la muerte dada por las tropas del te
niente coronel don Francisco Jimenez en el citado pueblo de
Carúpano á mas de too bandidos, la prision del coronel
Rafael Jugo secretario de la guerra, del capitan Francisco
Suero, del secretario de Arismendi, Antonio Herrera, i de
otros oficiales i varios soldados; la libre posesion por parte
de los realistas de la costa de Güiria, Cariaco, Rio Caribe,
Cumanacoa i de todo el resto de aquella provincia; la pre
sentacion de 6oo rebeldes que erraban por los montes; la
toma de 14 cañones de á 4, 8 i 1 2, i de mas de 5oo fusi
les con abundancia de municiones.
Pueden asimismo considerarse como resultados felices de
estas operaciones preparatorias la dispersion del fantástico
congreso colombiano, que los sediciosos habian formado en
Cariaco, el apresamiento en el mismo puerto de Carúpano
por las tropas de Canterac del místico de guerra el Zarasa,
mandado por el frances Pedro Valcan, i el de la balandra la
Aurora perfectamente armada i tripulada despues de un
duro combate, en el que fue abordada por el capitan don
José Guerrero, que habia sido el terror de los rebeldes por
aquellas costas.
Tranquilizada completamente esta provincia, destruido
el famoso grupo de facciosos que mandaba Mariño con el
nombre de ejército, i reforzada la marina española con los
dos citados buques que formaban parte de la escuadrilla del
pirata Brion, se embarcaron las tropas destinadas para la in
dicada espedicion de la Margarita en dos divisiones, una de
ToMo II. 44
546 cARAcAs sANTA ré: 1817.
las cuales era mandada por Canterac, i la otra por Aldama:
el general Morillo acompañado por su gefe de estado mayor
coronel Warleta era el alma de todas las operaciones.
Fondeó la escuadra en la tarde del 13 de julio enfrente
de la punta llamada de Mangles: el dia siguiente se pasó en
reconocimientos sobre dicha costa i en llamar la atencion
del enemigo por varios puntos. Hallándose todo ya bien dis
puesto principió el desembarco al amanecer del dia 15 bajo
la proteccion de los fuegos de las corbetas de guerra Descu
bierta i Diamante. En pocos minutos se hallaron en tierra
las compañías de cazadores formadas en columnas para favo
recer el desembarco del resto de la division de Canterac.
Atacadas nuestras guerrillas con el mayor empeño por los fac
ciosos se puso en movimiento la columna de cazadores por el
centro del bosque; el brigadier Canterac, con 4 compañías
de Navarra, se dirigió por la derecha venciendo cuantos obs
táculos se ofrecian á su marcha; el general en gefe siguió
detras de los cazadores con parte del batallon de Burgos en
viando algunos destacamentos por la izquierda; i asi en bre
ves momentos se hizo la accion general.
A la distancia de veinte pasos de la playa en punta de
Mangles empieza un bosque espesísimo de tunares i de ar
bustos enramados cubiertos de espinos i puntas agudas que lo
hacen intransitable. Este fue el enemigo mas cruel que tu
vieron que vencer los esforzados realistas: los rebeldes, prác
ticos del terreno i de sus ocultas veredas, causaban los ma
yores quebrantos sin que nuestras tropas supiesen de donde
les venian los mortíferos golpes: estos eran asestados princi
palmente sobre los oficiales, sucumbiendo varios de ellos á tan
formidables emboscadas. La columna que mandaba Canterac
sufrió bastantes bajas al cruzar por una senda estrechísima; i
aunque desalojó i arrolló á los enemigos, fue sin embargo
comprado aquel triunfo con la preciosa sangre de muchos
valientes.
Era todavia mas vivo el ataque por el centro, i sostenido
por los rebeldes con furor i desesperacion sin que desistieran
cARAcAs I sANTA ré: 1817. 547
de su empresa hasta que hubieron visto asomar el batallon
de Burgos en refuerzo de los cazadores. Desde este momento
se entregaron á la fuga dejando el suelo cubierto de cadáve
res, entre ellos al comandante de la caballería Manuel Tineo,
i al de escuadron Francisco Caraballo, suegro de Arismendi.
Despues de esta sangrienta pelea, que se hizo doblemen
te recomendable por la aspereza del terreno cubierto de ase
chanzas, por el cansancio i demas penalidades propias de
aquel género de guerra, se replegaron las tropas españolas,
suspendiendo la continuacion de sus operaciones hasta que
hubieran recibido víveres i agua de que carecian. Se propu
sieron entonces nuevos planes para salir con lucimiento de
a quella peligrosa empresa, habiendo sido uno de ellos el que
los gefes i oficiales usasen el mismo trage del soldado, para
no ser víctimas de preferencia de los desleales i pérfidos islcíos.
Cinco dias estuvo detenido el ejército en el campamento
de los Barales hasta que se hubo provisto de los elementos
necesarios para cruzar por aquellos desiertos é iagratos ter
renos: deseando Morillo hacer nuevos ensayos de beneficen
cia i generosidad, ofreció á todos el perdon por sus estravíos
si reconocian sumisamente la autoridad real; mas estas filan
trópicas escitaciones fueron oidas con todo el desprecio pro
pio de una consumada protervia.
Habiendo desembarcado en 2 o del mismo mes el briga
dier Aldama con parte del regimiento de la Union i con el
batallon de cazadores de la Reina doña Isabel, que forma
ban una fuerza de 1 2co hombres, se puso al dia siguiente
en marcha todo el ejército con direccion al pueblo de Por
lamar. Al amanecer del 22 fueron arrollados 6oo rebeldes
sobre el valle de Margarita por una columna destinada á
aquel punto á las órdenes del teniente coronel don Eugenio
Arana. Dirigiéndose al mismo tiempo el general en gefe por
la playa al puebio de Porlamar, que ya habia empezado á
ser cañoneado por algunas flecheras, huyeron á los montes
sus defensores. incendiando dicho pueblo i sus buques, i cla
vando los cañones. . . . - - º *- -

:
548 CARAcAs I sANTA Fé: 1817.
Dueños ya los realistas de este punto, en el que hallaron
agua con abundancia, de que tanto habian escaseado en los
dias anteriores, trataron de apoderarse del puerto i fortaleza
del pueblo de Pampatar: sus fortificaciones i las de los
cerros inmediatos eran mui respetables: un castillo, las ba
terías llamadas la Caránta, la de Osteriz i de los Dragones,
el cerro de Pan de Azucar, el fuerte del Calvario i una
porcion de reductos i trincheras eran los obstáculos que se
ofrecian á la constancia española. Al movimiento combinado
de las varias columnas en que el general Morillo dividió sus
tropas, i al acierto con que fueron desempeñadas las dispo
siciones del ataque, especialmente por los esforzados Canterac
i Aldama se debió la pronta posesion de los fuertes de Pan
patar con 28 cañones de á 18 i 24, con algunos quintales
de pólvora, 4 grandes pipas de alquitran, i abundancia de
otros pertrechos guerreros.
Estos primeros triunfos aunque gloriosos, eran sin em
bargo de poca importancia, mientras que las armas españo
las no fuesen dueñas de la ciudad de la Asuncion, situada
en el centro de la isla, en terreno de acceso todavia mas
dificil que el de la punta de Mangles, i defendida por re
ductos, parapetos, zanjas, fosos, i por cuantos medios podian
sugerir el arte i la mas indomable decision.
Este era el baluarte principal de la rebeldía; allí se en
cerraban todos los recursos de los insurjentes, i solo en ella
podia darse un golpe decisivo al genio del mal. La escabrosi
dad del terreno no permitia conducir artillería para batir aque
llas fortificaciones; era preciso buscar el punto menos que
brado para aproximarse á ellas i asaltarlas. Solo por la parte
del Norte, opuesta á Pampatar, podia conseguirse este inte
resante objeto; el general Morillo se puso en marcha el 31
del citado mes de julio, pasando á la vista de la plaza
para situarse entre ella i el puerto del Norte, sin que
hubiera entrado en sus planes travar por entonces un em
peño formal.
Empero siendo demasiado fogoso su carácter para no
cAnAcAs I sANTA Fé: 18 t7. 549
castigar la insolencia con que las guerrillas contrarias salie
ron á ostruirle el paso, mandó gradualmente á las divisio
nes de Canterac i Aldama se adelantasen para rechazar estos
ataques; i asi fueron empeñándose todas las tropas en una
accion, que fue de las mas refíidas i sangrientas. Los enemi
gos fueron arrollados mientras que el terreno permitió á los
realistas formar sus despliegues; pero parapetados en impe
netrables espesuras i malezas, que llegaban hasta las mismas
fortificaciones de la ciudad, se defendieron con obstinacion
inutilizando los esfuerzos de nuestras tropas i los brillantes
rasgos de constancia i valor.
El campo fue siempre de los españoles; mas se compró
demasiadamente caro este efímero honor. Ambas divisiones
sufrieron bastantes bajas, especialmente la de Canterac en
cargada de defender la ala izquierda, sobre la que el ene
migo dirigió constantemente el grueso de sus fuerzas. Des
pues de esta sangrienta jornada, en la que fueron tan co
munes las acciones generales i particulares de la mas heroica
decision i valentía, fue preciso retroceder á Pampatar para
curar los heridos, conducir las armas de estos i de los muer
tos, i proveerse de municiones,
Habiendo dado el general en gefe algunos dias de des
canso á sus tropas, resolvió llevar á debido cumplimiento su
plan de ataque sobre la Asuncion por la parte del Norte.
El dia 6 se pusieron las tropas en marcha por una direccion
diferente de la anterior, pasando por las inmediaciones de
Porlamar con ánimo de apoderarse del puerto de Juan
Griego, que era donde tenian los rebeldes toda su mari
na con mas tres grandes flecheras i una balandra que aca
baban de llegar de la Guayana: el 7 al amanecer se halla
ban ya sobre el pueblo de San Juan; i la division de van
guardia se apoderó de un parapeto avanzado que habian
construido sobre el camino, i que abandonaron sin hacer la
menor resistencia, retirándose á la batería i trinchera con la
que aquel estaba protegido. El general Morillo pasó á ocu
par el pueblo de San Juan, dejando al brigadier Canterac
550 cAn Ac As I sANTA ré: 1817.
para amenazar la citada batería i trinchera que quedaba á
retaguardia.
El brigadier Aldama, que habia debido hacer alto hasta
reunir todas sus fuerzas, concció la importancia de desalojar
del Portachuelo á los enemigos que lo ocupaban, porque do
minando aquel fuerte por bastante trecho el camino, ostruia
la marcha de las tropas sobre dicho puerto de Juan Griego:
el teniente coronel Jimenez con sus cazadores, i el de igual
graduacion Nogueras con el segundo batallon de Granada,
desempeñaron con tanta bizarría esta arriesgada operacion,
que en pocos momentos se hicieron dueños de aquel punto.
Aunque rehechos los contrarios con algunos refuerzos
que habian recibido del puerto del Norte intentaron apode.
derarse de nuevo de aquella posicion, fueron siempre recha
zados, brillando mas que nunca la firmeza i sufrimiento del
soldado, cuando mojadas sus armas por la copiosa lluvia que
habia caido en aquellos momentos hubo de destruir con un
arrojado ataque á la bayoneta la ventaja que llevaban los
contrarios en haber podido conservar á cubierto las suyas,
con las que hacian un fuego horroroso i acertado.
La division de Canterac abrió el paso para que el dia 8
caminasen las demas tropas á un ataque general sobre los
enemigos situados en puerto Norte: protegidos estos por el
fuerte de Juan Griego hicieron una defensa capaz de ha
berles asegurado un lugar en el templo de la Fama si la hu
bieran dedicado á un objeto mas noble. Tres veces nucstros
valientes habian sido rechazados en los ataques del citado
fuerte; este se hallaba defendido por unos 6oo rebeldes
de la gente mas atrozi desalmada de la isla: sus primeras
ventajas les habian infundido un desenfrenado orgullo que
les hacia arrostrar la muerte con la mayor impavidez.
Estaba ya comprometido el honor de Castilla, i era pre
ciso asegurar la victoria sin pararse en ninguna clase de sa
crificios: los batallones de Clarines i Granada, i el regimiento
de la Union adquirian con sus denodados esfuerzos solemnes
títulos á la gloria guerrera, sosteniendo toda la fuerza del
cAracas santa Fé: 1817. 35 l
ataque: dichas tropas estaban ya para asaltar el parapeto,
cuando lanzándose por la parte opuesta el intrépido teniente
coroncl don Ramon Gomez de Bedoya á la cabeza de dos
compañías de preferencia, despreciando el horrible fuego de
fusilería i artillería á pesar de haber recibido una gran con
tusion en el pecho, fue el primero que franqueó las trinche
ras, introduciendo la confusion i el desórden en las filas re
beldes, i facilitando con este brusco é inesperado ataque la
entrada de las demas tropas por el frente.
Desde este momento quedaron desconcertados i abatidos
aquellos fieros espíritus, que habian peleado hasta entonces
como las mejores tropas del mundo. Todos los que sobrevi
vian á tan mortífera refriega huyeron de aquel campo de
horror á refugiarse á unas lagunas inmediatas de poca pro
fundidad: el general Morillo, que previendo este caso se ha
bia situado con toda la caballería en aquella direccion para
esterminar á los protervos que pudieran sustraerse á la furia
de las bayonetas, se arrojó sobre ellos i los pasó á todos á
cuchillo, sin que nadie hubiera dado la menor señal de ti
midez ni cobardía, ni implorado la clemencia del vencedor
sino un solo individuo. El mismo Morillo, ciego de furor en
aquel dia al ver tanta obstinacion i despecho, fue el primero
en el ataque dado por dicha caballería, i al impulso de su
esforzado brazo rindieron 18 de ellos sus feroces almas. (1)
Dificil es pintar con propios colores lo reñido i sangriento
de esta batalla, i mas dificil todavia hallar otros 6oo rebel
des tan furiosos i desesperados como los que sucumbieron en
este dia á las valientes tropas de Morillo. Gefes, oficiales i
soldados, se cubrieron de gloria en las varias acciones que
se travaron en dicha isla desde el momento en que pusieron
el pie en ella los espedicionarios: todos en general, i cada
uno en particular, son dignos de una encarecida recomenda
cion en la historia; pero los que tuvieron una ocasion mas

(1) Los insurjentes dieron posteriormente á este sitio e nombre de


Laguna de los mártircs margariteños.
3.52 cARAcAs sANTA ré : 1817.
favorable de señalar su bravura fueron los gefes principales
de esta espedicion, i los oficiales Otermin, Bedoya, Jimenez,
Nogueras, Villavicencio, Larroque, Ortega, Navas, Somoza
i otros muchos, cuyos nombres omitimos por no hacer de
masiado prolija la narracion. Tambien la marina segundó
poderosamente las operaciones de las tropas, i se hicieron to
dos sus individuos acreedores á los mayores elogios
Despues del golpe terrible sufrido por los insurjentes en
el combate que acaba de referirse podia darse por segura la
toma de la Asuncion i la reconquista de toda la isla: ya
nuestras tropas estaban tocando el término deseado de reco
ger el fruto de tantas privaciones i penalidades, sufridas en
aquel clima abrasador i mortífero: se acercaba ya el mo
mento de ver premiadas sus fatigas i los brillantes esfuerzos
de su brazo, cuando en medio de los cánticos de la victoria
llegaron noticias las mas alarmantes del estado del Conti
nente. Un oficial enviado por el general Latorre anunció la
evacuacion de la Guayana; i al mismo tiempo comunicó el
entonces capitan general de Caracas don Juan Bautista Pardo
los grandes progresos que habian hecho los rebeldes en todas
direcciones, i especialmente sobre los Llanos de Caracas, hasta
el punto de amenazar proximamente á la capital, haciendo
ver al general en gefe la necesidad de abandonar dicha isla
de Margarita si queria evitar la pérdida de todas las provin
cias de Venezuela. S
Tan crítica se representó á dicho general la posicion de
los negocios, que sin embargo de contar con un triunfo ab
soluto sobre la citada isla si dedicaba algunos dias mas á la
terminacion de la campaña, determinó renunciar á esta em
presa, que parecia mui subalterna en comparacion de la sal
vacion del continente, que Pardo presentaba como mui pro
blemática sino llegaban prontos ausilios. En su consecuencia
dió órdenes para que en la misma noche saliese un batallon
de Navarra con destino á la Guaira, en cuyo punto des
embarcó él sucesivamente con el resto del ejército, i con
mas de 7oo heridos i enfermos. • º
cARAcAs I sANTA ré: 1817. 355
Todos los buenos realistas quedaron sorprendidos de la
subitánea aparicion de aquellas tropas, censurando agriamen
te la demasiada aprehension del general Pardo, causa pria
cipal del aba de la isla de Margarita, en el momento
en que se iba á dar el último golpe de esterminio á aquellos
revolucionarios. La ¿ de Pardo aumentando los
peligros, i la de Moxó disminuyéndolos, produjeron los mis
mos efectos, que fueron siempre fatales á la causa del Rei.
El general Latorre habia llegado á Angostura, capital de
la Guayana, desde la villa de San Fernando, que fue el
punto en donde se separó del general en gefe. Teniendo por
invencible á su batallon de Cachirí, desde que lo habia pro
bado en las Mucuritas, se figuró que él solo bastaria para
destruir las mui superiores fuerzas del sedicioso Piar: sa
liendo á buscarle á San Felix con dicho batallon i con algu
mas pocas tropas de otros cuerpos, halló en 11 de abril un
enemigo terco i esforzado, una caballería numerosa i bri
llante, i un arreglo i disciplina que estaban mui distantes
de su creencia. El resultado de este equivocado cálculo no
podia ser de modo alguno favorable; no lo fue con efecto;
Latorre fue batido, i á pesar de su bizarría i empeño hubo
de replegarse precipitadamente á Angostura.
Aquí le esperaba un enemigo todavía mas terrible que
dejará siempre burlados todos los recursos del ingenio i de
la fuerza: los orgullosos insurgentes, reforzados considera
blemente á consecuencia de la citada victoria de San Felix,
se dirigieron á poner un estrecho sitio á aquella ciudad. Las
valientes tropas de Latorre dieron las mas luminosas pruebas
de sufrimiento, valentía i decision : los víveres iban esca
seando sin que ninguno fuera tan débil que pensára en ren
dir sus armas al enemigo. Cuando ya se habian consumido
hasta los alimentos mas groseros i asquerosos; cuando los ani
males mas inmundos habian sostenido por algunos dias la pe
nosa existencia de los realistas, i cuando se habian éstos co
mido hasta las zaleas de las sillas, los pellejos i todo uten
ºilio de cuero, evacuaron la citada ciudad de Angostura, enº
Toxo II. 45
554 cARAcAs I sANTA ré: 1817.
barcándose Latorre con todas sus tropas i habitantes para la
isla inglesa de la Granada, desde donde pasó á Caracas á
reunirse con las que ya habian regresado de Margarita. Se
hizo doblemente sensible la pérdida de la Guayana, por ha
haber sido apresada en el Orinoco una parte de la emigra
cion, que pereció, ó sufrió trabajos indecibles.
Fueron mas felices las armas españolas en Cumaná, cuya
guarnicion habia sido reforzada por órden de Morillo con
parte del batallon de Barbastro. Durante las operaciones de
la Margarita se presentó sobre Cariaco el cabecilla Mariño con
7oo hombres que habia podido reunir en Maturin i en la
costa de Güiria: su pequeña guarnicion que escasamente lle
garia á 1oo soldados, habia quedado reducida á una mitad
por haber salido la otra con su comandante el capitan de
caballería don Ramon Arévalo, á impedir en la Esmeralda
un desembarco, que amenazaban cuatro flecheras de Marga
rita procedentes de Guayana. Encerrada dicha guarnicion den
tro de la casa-fuerte sostuvo á las órdenes del capitan de
milicias don Juan Fuentes por el espacio de cuatro dias los
porfiados ataques que le dirigieron todas las fuerzas de Mari
fío, hasta que habiendo principiado éstas á batir las paredes
de dicha fortificacion, se fugó al favor de la oscuridad sal
vándose todos de la dura suerte que les esperaba, menos el
teniente coronel de milicias don Luis Lara i otros dos indi
viduos, los que no teniendo valor para entregarse á los ries
gos de tan arrojada empresa, fueron cogidos por los enemi
gos i pasados por las armas.
Apenas se supo en Cumaná la aparicion de Mariño sobre
Cariaco, cuando se dispuso que el coronel del regimiento de Bar
bastro don Juan Cini, marchase con 5oo hombres sobre aquel
rebelde, el cual informado de este movimiento, se adelantó
asimismo con ánimo de sorprender la columna de Cini. Am
bos combatientes se encontraron el 3 de agosto sobre la casa
de don Cárlos Lopez, en la que se habian situado los realistas.
Emprendiendo Mariño un impetuoso ataque sobre ellos,
halló un nuevo i duro escarmiento de su temeridad: 2oo ca
cARAcAs I sANTA ré: 817. 355
dáveres que dejó sobre el campo de batalla, muchos heridos
i prisioneros, considerable número de fusiles i otros efec
tos de guerra fueron los principales trofeos de las tropas de
Cini. Si este gefe hubiera perseguido á los prófugos sin de
tenerse, tal vez ni uno solo hubiera podido sustraerse á la
muerte; el mismo Mariño, herido en una mano, i lleno de
confusion i espanto llegó á Guanaguana, desde donde se en
caminó á Cumanacoa con igual desórden.
Bolivar, que desde Barcelona habia penetrado hasta el
Apure, uniéndose al indomable Paez, i recibiendo de él los
homenages propios del título que se habia arrogado de gefe
supremo de la república, i que habia llegado á juntar fuer
zas mui respetables, tragó el anzuelo que le habian arrojado
los realistas, i especialmente el redactor de la gaceta de Ca
racas, don José Domingo Diaz: ulcerado su corazon por las
terribles alarmas i peligrosa desconfianza que se le habia sa
bido inspirar contra el formidable mulato Piar, voló á la
Guayana i lo mandó pasar por las armas, dando así un dia
de júbilo al partido realista, que veia purgado de la tierra
por mano de los mismos rebeldes al monstruo mas des
apiadado, al hombre mas osado i emprendedor, al de ma
yor instruccion é ingenio (1), al de mas prestigio entre los
castas, i al que podia causar quebrantos mas seguros á las tro
pas del Rei que todos los Bolívares, Mariños i demas cabe
cillas reunidos.
Dueño Bolivar por este asesinato de la provincia de Gua
yana i de las tropas que la guarnecian, dispuso grandiosos
planes para la campaña del año siguiente. Podia disponer
de 33 hombres que tenia Zarasa á sus órdenes en el Llano
alto; de 49 que mandaba Paez en el Apure, i de 4 á 53
que podia sacar de la Guayana, incluyendo algunos batallo
nes de aventureros ingleses que habian llegado á este tiempo

(1) Habia aprendido las matemáticas bajo la direccion del coronel


den Juan Pirez, i habia hecho brillantes progrescs en los estudios.
356 cAracAs sANTA Fé: 1817.
á fomentar el fuego de la sedicion, i que hallaron abierto su
sepulcro en vez de la quimérica fortuna que se habian ima
ginado. Así pues podia contar el corifeo caraqueño con 12
á 130 hombres, la mayor parte de caballería.
El general Morillo, luego que hubo regresado á Caracas,
dió las disposiciones mas oportunas para proveer á la subsis
tencia de su ejército, marchó á la villa de Calabozo, i esta
bleció en ella su cuartel general, conservando las tropas es
pedicionarias del brigadier Canterac por creerlas mas nece
sarias á su lado, por cuya razon salió aquel gefe para el
Perú por el Istmo de Panamá con sus ayudantes, los tenientes
coroneles Otermin i Bedoya, i con unos cortos destamentos
de caballería.

No habiendo podido Morillo esplorar todavia los verdade


ros planes de Bolivar, trató de hacer los posibles esfuerzos
para destruir á Zarasa i Paez, antes que aquel genio inquie
to pudiera reunirse con ellos: el general Latorre salió para el
Llano alto en persecucion del primero con 1 ooo infantes i
3oo caballos; i Morillo se puso en marcha contra el segundo
con un cuerpo respetable de tropas. Los planes de Bolivar,
segun se supo posteriormente, llevaban por objeto cruzar el
Orinoco con 30 hombres, unirse á Zarasa é invadir el cora
zon de la provincia, al mismo tiempo que Paez á la cabeza
de su sobervia caballería atacaba á Calabozo i estendia sus
operaciones sobre Caracas. Los gefes de ambos partidos ha
bian emprendido sus movimientos respectivos sin que nin
guno de ellos tuviese la menor noticia de lo que pasaba
fuera de sus líneas.
El general Latorre caminaba sobre los Llanos siendo igual
su ignorancia sobre la situacion i fuerzas de Zarasa á la de
éste sobre las de sus contrarios; ni era posible averiguarlo
en aquellos inmensos desiertos. Las únicas noticias que reci
bió Latorre en el dia 29 de noviembre, que fue al segundo
de haber emprendido su movimiento, indicaban la aproxi
macion de Bolivar para reforzar á Zarasa, i le hicieron ver
la necesidad de precipitar su marcha. Al llegar al hato de
cARAcAs I sANTA Fé: 18 7. 557
San Miguel, adquirió por dos pasados positivos informes de
que los enemigos en número de 19 caballos i algo mas de
a 9 infantes, que se hallaban en el hato de Belen, se habian
dirigido por Apamate al de la Hogaza. Forzando entonces su
marcha, sin que esta se hubiera interrumpido en toda la
noche, se halló á las ocho de la mañana del 2 de diciembre
á la altura de dicho hato de la Hogaza, ocupado por los
rebeldes.
Aunque las tropas de Latorre eran mui inferiores en nú
méro, resolvió sin embargo dar un brusco i decisivo ataque
antes que pudiera llegar Bolivar con su division á fijar
á su lado la victoria. Los ardientes vivas al Monarca
español i el armonioso estruendo de los clarines, cornetas,
tambores i música fueron la señal del combate. Los enemigos
rompieron un fuego horroroso de fusilería i artillería; pero
las columnas realistas con armas á discrecion, i la caballería
con sable al hombro, marcharon con un orden i serenidad
capaz de desconcertar aun á los soldados menos cobardes, i á
los hombres mas despechados. Lo fueron éstos con efecto en
tal grado, que ni uno solo escapó de su infantería, la que
fue toda acuchillada ó prisionera: la caballería enemiga su
frió asimismo terribles quebrantos, habiendo sido rechazadas
tres de sus cargas por el teniente coronel don Juan Juez.
La muerte de 1 2oo rebeldes, la toma de dos cañones de
bronce con abundantes municiones, 12oo fusiles, 4 bande
ras, 18 cajas de guerra, 5o9 cartuchos de fusil, una carga
de piedras de chispa, una imprenta, porcion de herramien
tas de carpintería i herrería, sobre 19 caballerías de varias
clases con multitud de equipages, fueron los preciosos frutos
de esta ilustre jornada, conseguidos con la corta pero ilustre
sangre de 1 1 valientes realistas que quedaron muertos en el
campo de batalla, 16 contusos i 82 heridos, entre los que se
contó el mismo bizarro general Latorre de bastante grave
dad, i el comandante don Pedro Gonzalez Villa, habiendo
sido ambos gefes los que mandaron las dos columnas de
ataque.
55S cAn Ac As I sANTA ré: 1817.
Todos compitieron á porfia en dar brillantes pruebas de
bizarría i decision: dificil es hacer descripciones particulares
de los que adquirieron un mérito mas sobresaliente; bastará
que recuerde la historia que estos bravos pertenecian al ba
tallon de Castilla, al segundo de Navarra, al primero i se
gundo escuadron de húsares de Fernando VII, i á otro escua
dron de lanceros del pais. Los diez escuadrones de que se
componia la caballerería enemiga llevaban los retumbantes
nombres de inmortales, libertadores, restauradores, venga
dores, intrépidos, valientes, terribles i atrevidos: sus gefes
principales lo eran Zarasa, Leon Torres, Urquiola, Infante,
Briceño , Plaza, Martinez, Garcia i otros.
Al llegar Bolivar á Santa María de Ipire, distante tres
jornadas del hato de la Hogaza, tuvo noticia de este terrible
contraste que le hizo variar totalmente el plan de sus opera
ciones. Si Latorre no hubiera sido tan activo en dar la citada
batalla, habria sido inevitable su ruina: bien lo conoció Bo
livar, i esta pesarosa consideracion escitó al último grado su
furor i despecho.
Fiado Morillo en las noticias que le habia dirigido el co
mandante general de la quinta division, don Sebastian de la
Calzada, de que Bolivar subia por el Orinoco para obrar de
acuerdo con Paez, se dirigia ácia San Fernando de Apure; i
solo al llegar á las cercanias de este pueblo pudo averiguar
con certeza el verdadero movimiento de aquel sedicioso; i en
su vista dispuso salir en busca del citado Paez.
Despues de nueve jornadas, en las que se repitieron los
padecimientos tan comunes en aquellos terrenos, en los pasos
de rios, caños i esteros, llegó al pueblo de San Antonio
de Apurito, de donde se habian retirado los rebeldes á la
otra parte del Arauca con toda su caballada i con cuanto pu
dieron llevar en su fuga, mandando asimismo que siguiesen
igual direccion algunos escuadrones que habian invadido va
rios pueblos de la referida provincia de Barinas.
Fue en este pueblo en donde recibió Morillo las faustas noti
cias de la victoria conseguida por Latorre; i á su consecuen
cARACAs I sANTA FÉ: 1817. 559
cia determinó regresar á Calabozo despues de haber ofrecido
un nuevo indulto que fue mirado por los obcecados faccio
sos con igual desprecio que los anteriores. Aqui concurrió á
los pocos dias el general Latorre de vuelta de su feliz espedi
cion; i como la curacion de su herida recibida en el muslo
fuese obra de una esmerada asistencia, de remedios que no
podian hallarse con tanta facilidad en Calabozo, i sobre todo
de un largo i tranquilo descanso, resolvió pasar á la capital
de Caracas. En el entretanto el general en gefe habia reunido
en dicho pueblo de Calabozo tres batallones i dos escuadrones
de húsares, i se iba disponiendo á abrir una campaña decisi
va en el año siguiente, de la que trataremos á su debi
do tiempo.
El reino de Santa Fé seguia en la mas perfecta calma, si
se esceptúan algunas partidas de descontentos que cometian
algunos estragos á manera de salteadores. El doctor don Juan
Manuel Garcia del Castillo i Tejada, que habia sido nom
brado redactor de la gaceta desde la entrada de Morillo en
Santa Fé, desempeñó este encargo con el mayor lucimiento,
habiéndose debido á su laborioso celo i acendrada lealtad una
parte de los progresos que hizo la opinion á favor de los rea
les derechos. Los elocuentes discursos trazados por el fecun
do ingenio de este benemérito eclesiástico americano, hicie
ron que llegasen á ser generalmente detestadas las doctrinas
revolucionarias, i que aun los genios mas inquietos no aspi
rasen sino á vivir tranquilamente en el seno de sus fami
lias bajo la egida de las leyes españolas.
El virei Montalvo habia desplegado la energía posible
para conservar el fruto de tantos sudores empleados por las
tropas del Rei para la pacificacion de aquellos dominios; pero
fuese los disgustos i discordias que se habian suscitado en
tre él i los generales espedicionarios, ó bien porque se hu
biera ya cumplido el plazo ordinario para esta clase de man
dos, fue exonerado de él en noviembre de este año, i nom
brado por su sucesor el mariscal de campo don Juan Sámano.
La dureza de carácter del nuevo virei, su edad demasiado
36o cAn AcAs I sANTA ré: 1817.
avanzada, su casi absoluta ceguedad física, su falta de polí
tica i tal vez una educacion no mui cultivada hacian que
todas las medidas dictadas por su sublime lealtad, por su
inimitable valentía i por su ardiente celo á favor de los in
tereses de nuestro Soberano, no produjesen los buenos efec
tos que debian esperarse.
Por cada dia se hacia mas sensible que no hubiera sido
elegido para este delicado empleo el presidente de Quito, te
niente general don Toribio Montes. Acia el mismo tiempo
habia sido este ilustre i distinguido guerrero relevado de di
cha presidencia de Quito, que habia sido conferida al gene
ral en gefe del Alto Perú don Juan Ramirez.
Parece que las causas que mediaron para su esclusion
del vireinato de Santa Fé fueron las mismas que influyeron
en su exoneracion del citado gobierno de Quito. Cuando
llegó á este reino el referido Montes en 18 z, halló mui
exaltados los partidos; i aunque con el prestigio de sus in
signes victorias logró pacificar completamente aquellas pro
vincias, no pudo jamas templar el encono de los realistas
contra los antiguos insurjentes, aunque se hubiera valido
para conseguir tan interesante objeto de todos los medios
que le sugerian su prudencia, su fina política, sus brillan
tes talentos i el alto timbre de su nombre i autoridad.
Sucedió en Quito lo mismo que en casi todos los demas
puntos de la América revolucionada. Algunos de los que ha
bian prestado recomendables servicios en defensa de la causa
del Rei, desplegaron una ambicion sin límites, creyendo
que las mayores distinciones, los empleos mas lucrativos i
los rasgos mas brillantes de consideraciou i aprecio eran es
casos premios por su lealtad: de aqui el mirar con horror á
muchos estraviados que de buena fé habian abjurado sus
antiguos errores, i que se hallaban bajo la salvaguardia de
solemnes indultos. Si veian con tedio aun la simple perma
nencia de dichos individuos en el seno de sus familias,
cuánto mayor era su irritacion si aquellos recibian alguna
muestra de agrado i deferencia de parte de las autoridades
caracas 1 sANTA rÉ: 1817. 361
realistas en recompensa por algun mérito contraido en la
nueva carrera que habian abrazado, o bien por miras polí
ticas para arraigar en ellos los leales sentimientos que habian
principiado á profesar!
Es indudable que si los verdaderos realistas hubieran
tenido un grado mayor de condescendencia con esta clase de
personas, habria sido menor el catálogo de los que abraza
ron nuevamente la causa rebelde por libertarse de enemigos
tan furiosos que no quisieron en lo general admitir diferencia
alguna entre el insurjente activo i entre el insurjente arrepen
tido Creemos de absoluta necesidad inculcar con el mayor
empeño la conveniencia de que se sofoquen estos ignobles
resentimientos, i de que se haga alarde de ideas mas gene
rosas, si las armas de Castilla vuelven á brillar otra vez so
bre el continente americano.
Sus habitantes son hermanos nuestros; han tenido la
misma cuna, la misma religion, la misma lengua i las mis
mas costumbres: un error político no debe hacerlos in lig
nos de que les tendamos cariñosamente nuestros brazos, i
de que nuestra reconciliacion despues de tantos desastres i
quebrantos sea tan sincera i franca como el mismo carácter
nacional de que nos preciamos. La esperiencia de tan terri
bles males, sufridos por esa fatal escision, debe estrechar
nuestros vínculos de un modo mas sólido i permanente que
antes: ese funesto teatro de muerte i horror, en que unos
i otros hemos derramado con profusion nuestra sangre,
debe recordarnos perennemente la necesidad de vivir en
amorosa fraternidad, porque de la falta de armonía podria
dimanar la reproduccion de las antiguas escenas de luto.
Una parte de estas reflexiones las hemos visto desenvuel
tas con el mayor acierto i oportunidad por el redactor de
la gaceta de Caracas en la de 19 de abril de 1815 (1); i no

(1) Nos ha parecido conveniente copiar uno de los trozos que mas
han anado nuestra atencion en la glosa que hace dicho redactor de la
ToMo II. 4ó
562 eARAcAs I sANTA FÉ: 1817.
po lenos menos de hacer el debido elogio de su esquisito
ruciocinioi bien entendido celo.
Estos fueron pues los elementos de discordia que ejercie
ron no pequeño influjo en el reino de Quito. El sabio Mon
tes se enteró bien pronto de la necesidad de asegurar con la
dulzura i estudiados miramientos los corazones que habia con
quistado por la fuerza de las armas: aunque conocia bien

benéfica i politica alocucion dirigida á los habitantes de Venezuela por


don Juan Manuel Cagigal al tomar el mando de aquella capitanía general.
Dice así: - Vosotros que os precias de lcales, nos dice nuestro gefe, confir
maos en vucstra lealtad; pero no lo tengais por un mérito estraordinario, sinº
por una obligacion que habeis cumplido. No os olvideis jamas de esta ver
dad eterna que tantas veces os he repetido. Los que han sido leales en
tiempos i situaciones tan peligrosas, no han hecho otra cosa que cumplir
con su deber: si hubiesen obrado de otra manera serian considerados
como rebeldes i castigados por la lei. Están mui engañados los que creen
que por haber cumplido con esta obligacion tienen un derecho para
mezclarse en las deliberaciones del gobierno, para censurarlas de modo
alguno, para calificar la conducta de los demas, para obedecer cuanto
parezca á su antojo, para considerarse de una condicion privilegiada,
para vengar por si mismos sus agravios i aun para insultar á los otros.
Si entre vosotros (lo que Dios no permita ) se apareciese por nuestra
desgracia esta raza pestilencial, manifestadla al momento respetuosa
mente al gobierno, él la reprimirá. A la paz i seguridad pública se di
rigen todos sus deseos. El os ha presentado todos los medies de resta
blecerla, i os ha dado el primero un ejemplo inapreciable sacrificando
para conseguirlo mucha parte de su autoridad, cuando vió que este
sacrificio era tambien indispensable. No hareis imitándolo otra cosa
que ser agradecidos.
Tiempo es ya de que todos manifestemos al mundo que somos es
pañoles i que somos dignos de serlo; no incurrais en la grosera contra
diccion de teneros por leales, i de no obedecer ciegamente los decretos
del gobierno: la lealtad i la sumision son sinónimos : la lealtad i la des
obediencia están en contradiccion. La lealtad i el deseo de la paz pú
blica son una cosa misma: la lealtad i el trastorno de la tranquilidad
comun son abiertamente contrarios. Es leal en las circunstancias actua
les, el que siguiendo el ejemplo, los deseos i los decretos del gobierno,
todo lo olvida, como su olvido sea conveniente para restaurar la paz
eomun. Es un perturbador el que por inconsideracion, por sns pasiones,
• por intereses particulares obra de otra manera. Compatriotas la paz
Pública ha union fraternal la tranquilidad comun! el mayor de
todos los bienes
cARAcAs I sANTA FÉ: 1817. 563
á fondo las personas i el alto grado de criminalidad de algu
nas de ellas, á cuyo maléfico influjo se habian debido los hor
rores de su primera revolucion, se determinó sin embargo á
sacrificar en obsequio del bien general toda clase de resenti
miento contra éstas, á establecer con todas indistintamente un
sistema rígido de imparcialidad, el cual chocó abiertamente
con los mas decididos realistas, que no tenian las virtudes
necesarias para hacer tan noble desprendimiento de su amor
propio, de sus intereses i de sus distinciones: de aquí las re
petidas quejas contra este benemérito gefe ; de aquí el pin
tarlo al virei del Perú don Fernando Abascal con los colores
mas denigrantes; de aquí el representar hasta al mismo So
berano contra la abierta proteccion que dicho Montes dispen
saba á los que mas se habian distinguido en la primera revo
lucion, entre ellos á don Manuel Larrea, para quien obtuvo
un Título de Castilla, con el de Marques de San José.
Tantas i tan repetidas quejas que llegaban de todas par
tes i de personas altamente condecoradas al gobierno de la
Metrópoli, no dejaron de hacer una fuerte impresion , i pro
dujeron sucesivamente la separacion de dicho Montes de los
mandos de América, si bien á su regreso á España recibió ine
quívocas pruebas del particular aprecio del Soberano.
Para graduar la conducta de los magistrados es preciso obser
var el resultado de su administracion: el de la del señor Montes
no pudo ser mas brillante. El reino estaba perdido; Montes lo
salvó: aparecieron repetidas chispas revolucionarias; Montes
las sofocó: se presentaron varias veces por la parte de Popa
yan los insurgentes de Santa Fé; Montes los derrotó. Cinco
afíos duró el mando de este bizarro general, i siempre estuvo
en el mayor esplendor la autoridad real. Nos parece por lo
tanto que su mérito en haber sostenido el dominio español
cuando todo el citado reino de Santa Fé gemia bajo el yugo
de los facciosos, i cuando se hallaban á varios centenares de le
guas los defensores de la justa causa, fue incomparablemente
mayor que pudo serlo desde que las tropas espedicionarias se
hicieron dueñas de los paises inmediatos, sin que por esta li
564 cARAcAs I sANTA ré: 1817
gera reflexion tratemos de rebajar el valor de los servicios pres
tados por sus sucesores.
Sea como quiera, el pais sintió la falta de un gefe, que
con sus benéficas providencias i esmerado celo habia sabido
cicatrizar las llagas de la pasada revolucion; i si no fue toda
vía mas sensible su falta, se debió á la no menos noble ige
nerosa conducta del digno general Ramirez. Santa Féi todas
las provincias de Nueva-Granada, que daban por seguro el
nombramiento de Montes para aquel vireinato, quedaron su
midas en el mayor desconsuelo; i mucho mas los verdaderos
realistas que no podian tener una absoluta confianza en el
acierto de las operaciones del general Sámano, no por falta
de virtudes, i sí por su inhabilidad física, i por la caprichosa
terquedad de su ánimo. Siguieron sin embargo próspera
mente los negocios, tan grande era la opinion del poder real,
que sofocaba todas las querellas, disgustos i aun estorsiones
que se cometian á la sombra de tan respetable anciano, de
cuya buena fé abusaron mas de una vez los falsos confidentes
365
uva y \vnºva vuvuvulva \vv vva uvva vv \vYvRuvv\vuvwwvwvwvwvw \vvvuv Au

CAP ITULO XXIII.

M ÉJ I CO: s;
-s0933 Oss=-

Brillante estado de los negocios á principios de este año.


Alarmas por la espedicion del aventurero Mina. Acciones
gloriosas á las armas del Rei. Desembarco de Mina en
Soto la marina, i del general Liñan en Veracruz. Cons
truccion de un fuerte. Destruccion de su escuadrilla. Pri
meros combates con don Felipe La Garza. Su irrupcion
por la Sierra Madre. Accion de la hacienda de Peotillos.
Prestigio de este proscripto. Toma de San Luis de la Paz.
Otras ventajas conseguidas por aquel genio emprendedor.
y
Espedicion del general Liñan contra el mismo. Accion de
Leon. Sitio i toma del fuerte de Comanja. Sitio del fuerte
de San Gregorio. Acciones de San Miguel el Grande, de
la Zanja, de Guanajuato i de la Caja. Persecucion de
Mina por el coronel Orrántia i su aprehension en el rancho
del Venadito. Situacion del citado fuerte de San Grego
rio, i esfuerzos del general Liñan para rendirlo. Su eva
euacion, i derrota de los sitiados Observaciones sobre esta
arrojada empresa. Rendicion del fuerte de Soto la marina.
Accion del sitio de los dos Corrales. Varios combates entre
las tropas realistas i las gavillas insurjentes. Carácter de
Bravo. Situacion de Mejico á fines de 1817.

Las tropas realistas desplegaron en este año un nuevo


grado de vigor i firmeza; la pacificacion general era to lo el
objeto de sus ansias. La renicion del cerro de Cóporo por
el teniente coronel don Matis Martin i Aguirre con toda
su guarnicion, compuesta de 3oo infantes, 45 artilleros,
566 Méjico: 1817.
1 ooo paisanos, 3oo fusiles i porcion considerable de pertre
chos; la toma de Tehuacan i de cerro Colorado por el co
ronel don Rafael Bracho, destruyendo las gavillas de los obs
tinados Teranes; la accion del trapiche de Ayotla, sostenida
por el teniente coronel don Manuel Obeso contra 5oo in
fantes i 3co caballos; la ocupacion del fuerte de Santa
Gertrudis por las tropas del teniente coronel don Saturnino
Samaniego; la toma del convento fortificado de Tepexi
con 1 o cañones i muchas provisiones de guerra i boca por
la bien combinada espedicion del coronel don Francisco
Hevia; las brillantes victorias del brigadier Llano contra el
fuerte de San Esteban, atrincheramientos de Ostocingo, To
topec, Alumbre i Tecolutla, de cuyos puntos se apoderaron
sus valientes columnas, asi como de las muchas piezas de
artillería que los gnarnecian i de mas de 3oo prisioneros,
entre ellos los cabecillas Sesma i Alva, ez de Almansa; las
ventajas conseguidas por la bizarra division del brigadier
Negrete, i señaladamente por tres destacamentos al mando
de los capitanes don Juan Antonio Brizuela, don Andres
Galilea i don Marcos Garcia de Leon, batiendo el primero á
las gavillas del rebelde P. Torres, el segundo á los cabecillas
Villareal, Rodartes, Ibarra i Tomas Rodriguez, i el tercero
á Hermosillo, Rodriguez, Pio Gonzalez, Ibarra i Molina;
todos estos ilustres combates i otros muchos, igualmente
gloriosos aunque parciales, que se dieron á este mismo tiem
po en varias direcciones, introdujeron el mayor desaliento en
las miserables reliquias de los tercos disidentes.
Conoció el celoso Apodaca ser éste el momento mas opor
tuno para acabar de destruir el genio de la revolucion con la
energía de sus proclamas i con la firmeza de sus providencias
gubernativas. La que publicó con fecha 3o de enero conte
nia los mas sanos principios de razoni justicia; i estaba con
cebida en términos tan elocuentes i espresivos que llevaban
la conviccion al ánimo de los mas incrédulos, al paso que les
aseguraba un porvenir dichoso, libre de quebrantos i temo
res si de buena fé abjuraban sus erróneas doctrinas.
Méjico: 1817. 567
Empezaron á desengañarse por su parte los insurgentes
de la inutilidad de sus esfuerzos al ver que en los últimos
tres meses no habian tenido mas que desgracias é irrepara
bles pérdidas; que en el citado periodo de tiempo se habian
apoderado los realistas de doce puntos fortificados, cuales
fueron Janicho, Monteblanco, Ossitlan, islas de Mexcala, Cui
ristarán, Boquilla de Piedras, Cerro de la Faja, Cóporo, Te
pexi de la Seda, Teutitlan del Camino, Cerro Colorado, Te
huacan i otros de menor consideracion, i que habian salido
constantemente victoriosas dichas tropas de mas de 18o ata
ques dados por toda la estension de aquel vireinato.
Desconfiando pues de poder resistir á enemigos tan
formidables, trataron de abandonar su infame profesion i de
acogerse al generoso indulto que les ofreció por última vez
el bondadoso virei. Las armas de la religion no fueron
menos eficaces para rectificar el espíritu público: el Illmo.
Arzobispo de Méjico don Pedro Fonte, sugeto adornado de
las mas acendradas virtudes, dió repetidas i amorosas pasto
rales para atraer á su grei las muchas ovejas estraviadas por
la seduccion i por la perfidia. Su apostólico celo se vió mui
pronto premiado por los rápidos progresos que hizo la opi
nion en favor de la justa causa, por la que tanto se desvi
vian desde la primera autoridad hasta el último soldado.
Fueron asimismo de la mayor importancia los eficaces
ausilios para conseguir tan laudable objeto, prestados por el
entonces regente de la Real audiencia don Miguel Bataller,
ántes auditor general de guerra del vireinato. Se debió pues
á las acertadas medidas de la autoridad superior i á los bien
combinados esfuerzos de todos los amantes de la Metrópoli,
el que llegase mui pronto á desarmarse casi enteramente el
brazo de los rebeldes, concurriendo por todas partes con la
mas fina voluntad i franqueza á disfrutar del generoso é ili
mitado indulto ofrecido por la clemencia del virei, i garan
tido por su misma probidad i justificacion.
El horizonte se iba despejando de las densas nubes que
lo habian ofuscado; el aspecto de los negocios era sumamente
563 xtísico: 1817.
lisonjero; rebosaban de placer los corazones de los leales al
ver el próximo premio de sus inmensos padecimientos i sa
crificios. Todos se entregaban á las mas dulces esperanzas, de
que el agonizante genio del mal no podria levantarse del
abismo en que le habian sepultado las irresistibles armas del
valor i de la política realista. Empezábase ya á entonar el
himno de la victoria i el de la reconciliacion general, cuando
un peligro, tanto mas terrible cuanto menos esperado, vino á
producir nuevas angustias, i á probar con testimonios todavía
mas positivos los varoniles esfuerzos de los vencedores de
tantos combates.

Hablamos de un genio maligno i arrojado emprendedor,


del rebelde Javier Mina, quien iba surcando los mares en
busca de una fortuna, capaz de lisonjear sus gigantescas aspi
raciones; de ese hombre atrevido, quien apoyado en una efí
mera celebridad, que desapareció apenas la habia adquirido
en el principio de la guerra de España contra Napoleon, ca
yendo prisionero á los pocos dias de su noble pronunciamien
to, habia sabido escitar la codicia de algunos negociantes in
gleses, i halagar la ambicion militar de otros aventureros eu
ropeos i anglo-americanos; con cuyos medios habia concebido
el atroz proyecto de arrebatar de las manos de su Soberano
i Señor los dominios que la Providencia le habia confiado, i
que la pacifica posesion de 3oo años habia sancionado de un
modo imprescriptible.
Empero ántes de recorrer la historia de estos ruidosos
acontecimientos, pasaremos en revista los que ocurrieron en
dicho vireinato de Méjico antes de la llegada de aquel re
volucionario.
Los hechos de arinas que dieron mas lustre á las tropas
del Rei en el mes de febrero fueron la ocupacion de Piaxtla
por la division del brigadier Llano; la espontánea rendicion
del caudillo Osorno, que habia sido el terror del valle de
Apam; las correrías de los capitanes don José María i don
Alejandro Luvian sobre Palo-Blanco, madriguera principal
de los rebeldes del rumbo de ulancingo; los ataques que
Méjico 1817. 569
dió en la provincia de Querétaro el teniente coronel don Ilde
fonso de la Torre i Cuadra, á las gavillas de Jalpa mandadas
por Mendez i Vargas; la vigorosa defensa que hizo el teniente
don Juan Alegre con una corta partida de 5o hombres en el
pueblo de Huichilac, distrito de Cuernavaca, eontra 5oo fac
eiosos capitaneados por los cabecillas Vargas i Gonzalez; la
accion brillante que dió el capitan don Antonio Aldao en
Santa Cruz de Itundugia, provincia de Puebla, al desalmado
cabecilla Marcelino Sanchez; la feliz espedicion del coronel
don José Ruiz sobre San Juan de Coscametepec de la citada
provincia de Puebla contra las gavillas de José María Paez,
Couto, Felix Luna, Rafael Pozo, Pedro Zamora, Matías He
redia, Simon Bravo i algunos de los fugados de Tehuacan; la
derrota sucesiva de los cabecillas Vargas, Gonzalez, Reyes,
Gomez, Rojas i otros por las tropas de la seccion de Toluca
al mando del teniente eoronel don Nicolás Gutierrez; la toma
de San Antonio Huatuseo por la division del coronel don
Fraacisco Hevia; la reconquista de Nautla, Barra de Pal
mas, Barra-Nueva, Fuerte de la Casa i Fuerte del Estero,
por las tropas del coronel don Benito Armiñan; la ocupacion
del cerro de Chiquihuite i puente de Atoyae por los valien
tes soldados del citudo coronel Hevía; i la bizarra defensa
que hizo el teniente coronel don Manuel Bezanilla con 2 1o
hombres en el pueblo de Yurirapíndaro contra 19 caballos,
dirigidos por los cabecillas Cabeza de Vaca, Cruz-Arroyo,
Borja, Negrete, Huerta, Olivares i Lucas Flores.
Se habian propuesto las tropas realistas no descansar
un momento hasta que hubiesen esterminado á los rebeldes
i destruido todas sus madrigueras: el fuerte de San Miguel,
conocido por la Mesa de los Caballos, era una posicion muí
importante , cuya toma ofrecia una brillante ocasion de dis
tinguirse. Cupo esta gloria al bizarro coronel don Cristobal
Ordoñez, quien procediendo á su ataque en el dia 1 o de
marzo, vió coronados sus esfuerzos, no sin alguna pérdida,
aun fue mui inferior á la de los enemigos, que no bajó de 1oo
Torao II.
57o mérico: 1817. ,
muertos: siete cañones, otras muchas armas i pertrechos de
guerra concurrieron á ilustrar su triunfo.
Acia el mismo tiempo señalaba su bravura el brigadier
don Ciriaco de Llano en union con el de igual clase don
Melchor Alvarez, apoderándose de otro fuerte llamado Si
lacayoapan, de 2oo hombres que lo guarnecian, de 4 piezas
de artillería i de porcion considerable de armas i efectos de
campaña. Otro de los gefes de su division el teniente coronel
don Saturnino Samaniego habia agregado nuevos títulos á su
fama en una accion que sostuvo pocos dias antes contra los re
beldes defensores de las fortines de Jonacatlan, que habian
salido de ellos á ofrecer á los realistas los medios de sellar su
fidelidad i valentía.
El capitan don José Cristobal Villaseñor de la division
del brigadier don Ignacio Garcia Rebollo obtuvo las mayores
ventajas por la parte de Sierra-gorda batiendo en varios encuen
tros á los insurgentes, pacificando los pueblos de Cieneguilla,
Tierrablanca i Santa Catalina, i fortificando el punto de Ji
chú i la hacienda de Charcas. La bizarra division del coronel
Armijo tomó posesion en el mismo mes de marzo de los fuer
tes de Jaliaca con pérdida mui considerable de parte de los
rebeldes. Igual felicidad tuvo el coronel don Benito Armiñan
en varios choques que sostuvo contra los rebeldes antes i des
pues de haberse apoderado del fuerte de Misantla; i no fue
ron menos felices las armas de los tenientes coroneles don Sa
turnino Samaniego i don Felix de La Madrid en el asalto del
ya citado fuerte de Jonacatlan.
El teniente coronel don Ildefonso de Latorre i Cuadra
perteneciente á la division del brigadier Rebollo sostuvo el
honor español en un choque sangriento que tuvo en Monte
negro provincia de Querétaro contra los cabecillas Francisco
Pacheco, Francisco Vargas, Guadalupe Gonzalez i Máximo
Bustamante, habiendo logrado su completa destruccion i la
muerte del primero por sus mismas manos.
Con tantos reveses recibidos por los rebeldes por todas
México: 1817. 571
partes iba cediendo el ardor de aquella guerra i en igual pro
porcion se aumentaba el número de los que se acogian al in
dulto, desengañados de la inutilidad de sus esfuerzos. Aun
que los hechos de armas correspondientes al mes de abril
fueron poco importantes, varios gefes realistas sin embargo
tuvieron ocasion de distinguirse afianzando su sólida opinion
en el acierto de sus disposiciones i en la felicidad de sus re
sultados: ocupan entre ellos un lugar de preferencia el te
niente don Manuel Tapia, los capitanes don Antonio Amor
i don Mariano Vargas, el coronel Armijo, i el capitan don
- José Aguilera. -

El primero llegó á las manos con los rebeldes por el


rumbo de Ararón, provincia de Valladolid, matándoles
2o hombres i al cabecilla Evaristo. El segundo i tercero,
dependientes de la division del brigadier Llano, contrageron
un mérito particular por la oportunidad de sus movimientos
contra los facciosos mandados por Nicolas Espinosa i por la
aprehension del caudillo Calzada, tan favorable para la paci
ficacion por el rumbo del Sur.
El coronel Armijo, no bien habia terminado de rendir
los fuertes de Jaliaca i Jonacatlan, hubo de dirigir sus armas
contra el cerro del Fraile ocupado por las gavillas de Anzu
res, confiando esta espedicion al capitan don Cárlos Moya,
quien logró apoderarse de tres fortines que en él habian
construido.
El capitan Aguilera, dependiente de la misma division,
hizo una feliz espedicion con 17o hombres contra los cabecillas
Montes de Oca i Mongoi parapetados en Petatlan, distante 2o
leguas de Tecpan: 25o hombres, de que se componian aquellas
gavillas, trataron de hacer una vigorosa resistencia; pero sus
temerarios proyectos se desvanecieron á la vista de la impavi
dez con que fueron atacados por tres columnas distintas en
que habia sido dividida aquella fuerza. Veinte muertos, entre
ellos el capitan Gallo i un teniente, rº prisioneros, varias
3r IrlaS de chispa i corte, cajas de guerra; caballos, mulas i

provisiones de guerra i boca fueron el fruto de aquella jor


572 vísico: 1817.
nada. Huyeron los demas facciosos en el mayor desorden fa
vorecidos por el terreno i por sus buenos caballos. Otro de
los trofeos de esta accion fue la prision del capitan Gua
dalupe, que por su osadía i espíritu devastador habia sido el
terror de aquel distrito.
Vagaban todavia diversas guerrillas de suficiente fuerza
para egercitar la constancia i sufrimiento de los realistas: las
de Vargas, P. Izquierdo, Ocampo i Ayala reunidas en nú
mero de 5oo á 6oo hombres atacaron en 1o de mayo al pue
blo de Coatepec de las Harinas por el rumbo del Sur; i aun
que lograron alguna ventaja en el primer momento de sor
presa, sin embargo el capitan don Hilario Garcia de Tejada,
que guarnecia dicho punto, supo rechazar aquel brusco ata
que entusiasmando á sus tropas con el noble ejemplo de su
bizarría. -

El valiente coronel don Matias Martin i Aguirre, depen


diente de la division del general Cruz, llevó á cabo una feliz
espedicion contra el cabecilla Victor Rosales, titulado co
mandante general de las provincias de Mechoacan i Zacate
cas, logrando por triunfo de sus afanes que el teniente coro
nel don Miguel Francisco Barragan alcanzase á aquella gavi
lla en el rancho de la Campana, i de que se apoderase de la
persona de tan formidable caudillo, causándole la pérdida de
2oo hombres entre muertos i heridos.
Pocos dias antes se habia distinguido del modo mas reco
mendable el coronel Castañon en las cercanias de Irapuato,
provincia de Guanajuato, atacando al rebelde P. Torres que
habia llegado á reunir un enjambre de partidas, mandadas
por diferentes cabecillas. Ochenta facciosos muertos, un nú
mero mayor de heridos, porcion considerable de armas i mu
niciones fueron los trofeos de aquella empeñada refriega.
. El comandante don Anastasio Brizuela de la division
del brigadier Negrete se hacia al mismo tiempo acreedor á
los mayores elogios, persiguiendo las gavillas de los Cabreras,
de Ródriguez, i de Florencio Dueñas, poniéndoles 56 hom
bres fuera de combate, i regresando al pueblo de la Piedad,
Mitco: 1817. 57
que lo era el de su residencia, con varias armas de fuego .
blancas que habia tomado á los enemigos.
El capitan don Ramon de Udias de la division del coro
nel Armiñan deshizo asimismo las gavillas insurgentes que
infestaban el territorio de la Huasteca apresando á los cabe
cillas Rocha i Vargas, causándoles una pérdida considerable
en hombres, armas, municiones i caballos: el mérito de
esta feliz combinacion adquirió nuevo lustre á causa de las
pesadas marchas que hubieron de emprender las tropas de
Armiñan para efectuarla por caminos tan pantanosos é im
practicables que se veian precisadas á subirse á los árboles
si querian tomar algun descanso, libres de humedades.
Las referidas acciones, aunque gloriosas á las armas del
Rei, fueron de poca importancia comparadas con las que fue
preciso empeñar contra el inquieto i ambicioso Javier Mina
que por algun tiempo tuvo en la mayor alarma á todo aquel
vireinato. Esperando este genio errante adquirir en el Nuevo
Mundo al favor de su quimérica fama el encumbrado pues
to que le fuera negado en Europa, habia dirigido sus miras
sobre este reino. Organizando en Nueva Orleans una division
de aventureros, entre ellos muchos oficiales franceses proce
dentes de los reformados cuerpos del Emperador Napoleon,
se habia hecho á vela para el citado destino.
Envió anticipadamente á Boquilla de piedras una goleta
esploradora para ponerse de acuerdo con el cabecilla Victoria,
á quien suponia todavia dueño de aquel puerto. Frustrado
este primer golpe de su intriga espidió otro buque á Nautla,
cuyo punto halló asimismo en poder de los realistas. A pesar
de estos inesperados contrastes trató de saltar á tierra en el
rio Bravo ó del Norte; pero no habiéndole sido posible rea
lizar su proyecto, se hizo á la vela para Soto la Marina en
donde desembarcó en 24 de abril unos 6oo hombres de to
das clases i naciones, la mayor parte oficiales, de que se com
ponia su espedicion.
Alarmado el virei por este acontecimiento que temia vol
viese á encender de nuevo la llama de la revolucion, que
574 mmérico: 1817.
con la energía de sus providencias i con la bizarra de sus
tropas habia sabido estinguir casi enteramente en aquel in
menso territorio, dió las órdenes mas terminantes al brigadier
de la Real armada don Francisco Berenguer, que acababa de
llegar á Veracruz con el nuevo subinspector el mariscal de
campo don Pascual Liñan, i con el regimiento de Zaragoza
de 16oo plazas, para que destruyese la escuadrilla que habia
conducido á aquel infiel español á las costas de Méjico, i que
habia quedado al ancla en la barra del Nuevo Santander,
como punto de reserva para salvarse en caso de no tener
feliz ejecucion sus malvados designios.
Tenia dicha escuadra en su principio 2 fragatas, 1 corbe
ta, 2 bergantines, 2 goletas i una balandra; mas el pirata
Auri i otros revolucionarios habian desaparecido con una
parte de dichos buques, i tan solo quedaban fondeadas una
fragata, un bergantin i una goleta al frente de un fuerte que
habian ya construido los rebeldes en la misma costa, en el que
habian dejado 3oo hombres como punto de apoyo de sus
operaciones, i entre ellos al apostata P. Mier, fraile mejica
no, uno de los genios mas díscolos de América, i de una
ambicion tan desmedida, que habia intentado arrogarse las
funciones pontificias.
Apenas divisaron los insurgentes la escuadra española,
compuesta de la fragata Sabina i de las goletas Belona i Pro
serpina, se alejó uno de sus buques, contra el cual se diri
jieron los dos últimamente mencionados en tanto que el co
mandante atacaba con su fragata á los dos restantes; á los
pocos tiros picó su cable el bergantin i fue á barar á la bar
ra; la Cleopatra quiso hacer lo mismo, mas no pudo verifi
carlo tan pronto que no tuviese encima las barcas de los rea
listas con gente destinada al abordage. -

, Aterrados sus cobardes defensores abandonaron dicha fra


gata precipitadamente, i se refugiaron á la barra en sus barº
cos menores. Un recio temporal impidió sacar de aquella en
barcacion los vestuarios, armas, municiones, pertrechos, car
nes i harinas que se hallaban á bordo del almacen general
mnésico: 1817. 375
de los facciosos que lo era el referido buque. Todo fue pasto
de las llamas aplicadas por los realistas al ver la inutilidad
de sus maniobras para apoderarse de aquellos despojos; i si
bien quedaron aun los rebeldes dueños del fuerte indicado,
su situacion se hizo sin embargo mui crítica, i dió motivo
para esperar que mui pronto habian de ser todos sus defen
sores víctimas de la decision española.
El primero que tuvo la gloria de venir á las manos con
estos bandidos fue el teniente coronel don Felipe de la Gar
za, quien con 7o hombres que pudo reunir entre milicianos
i patriotas, detuvo á 2oo de ellos que se dirigian ácia la villa
de Aguayo, matándoles 1o, entre ellos al segundo coman
dante, i tomándoles 2 prisioneros i varias prendas de arma
mento i vestuario. Sin embargo de este primer golpe eran
las tropas de Garza en mui corto número para que pudiesen
rechazar los nuevos esfuerzos de los espedicionarios. Se ha
bian apoderado estos de unos 18 caballos que el coronel re
tirado don José Quintero tenia preparados en su hacienda
del Cojo para hacer un donativo de ellos al virei. Con esta feliz
circunstancia se habilitaron aquellos hombres desalmados
para atravesar rápidamente la encumbrada i dificil sierra
Madre, recorriendo sin oposicion mas de 1oo leguas de
terrenO.

El coronel don Benito Armiñan, que tantos servicios


habia prestado á la causa del Rei en la provincia de Tejas,
en la que estuvo veinte i dos meses á fin de asegurar la pú
blica tranquilidad que había desaparecido de aquel pais por
la espedicion de los anglo-americanos, ejecutada en 1813
habia sido nombrado sucesivamente comandante general
de la Huasteca. Estando egerciendo este delicado mando,
i ya sosegada su provincia con la destruccion de nume
rosas partidas que hallaban un asilo en lo escabroso de aquel
terreno, en la insalubridad de su clima, en lo impenetrable
de sus caminos, i en la insoportable plaga de insectos i rép
tiles venenosos, á cuyas penalidades i trabajos no habian
podido acostumbrarse los europeos hasta la llegada del citado
5-6 Méjico: 1817.
gefe, recibió los primeros avisos del desembarco de Mina,
i urgentes escitaciones del referido brigadier Arredon
do para que se pusiera en marcha contra aquel osado
aventurero.
Como por todas partes por donde transitaba este activo
gefe en desempeño de su comision, salian gentes armadas
para concurrir al esterminio del invasor, incorporó á sus
filas en el paso de la Tuna dos destacamentos de caballería
mandados por don Facundo Melgares i por don Eusebio Mo
reno, i se reforzó con otro de los dragones de Sierra Gorda
á las órdenes de don Cristobal Villaseñor, luego que se hubo
internado en el valle del Maiz. Estas tres partidas reunidas
componian una fuerza de 3oo hombres, aunque no toda
ella se hallaba en buen estado de servicio.
Otra division, llamada de realistas de Rio Verde, com
puesta de 8oo caballos al mando de don José María Terra
zas, debia obrar bajo la direccion inmediata del citado Ar
miñan, si bien este confiaba poco en un cuerpo formado de
vaqueros sin disciplina, sin arreglo i sin la firmeza que solo
cabe en hombres acostumbrados á la guerra. Deseando sin
embargo aquel celoso gefe sacar el partido posible de estas
tropas ausiliares, las puso á las órdenes del comandante
don Francisco de las Piedras para que se dirigiesen sobre el
enemigo en tanto que la infantería emprendia la marcha
para dividir con ellas sus laureles.
Fue sumamente feliz el primer encuentro que tuvo en
14 de julio en el sitio llamado el Rincon, en donde fue ar
rollado un destacamento de caballería enemiga. Al amanecer
del dia siguiente se presentó Las Piedras con toda aquella
fuerza sobre la hacienda de Peotillos, de la que se habia po
sesionado el proscripto Mina con unos 6oo hombres de
todas armas. Como era preciso dar tiempo á que llegase la
infantería se dedicó á entretener al enemigo con escaramu
zas hasta las nueve de la mañana, en que se reunió aquella,
compuesta en el principio de su marcha de 3co hombres
del regimiento. 1? Americano, mandado accidentalmente por
MèJIGo: 1817. 577
el teniente coronel don Juan Rafols, de 14o de Estrema
dura, i 4o del provincial de Méjico, formando un total
de 48o hombres, si bien en dicho dia de la accion se notó
una baja de una cuarta parte por lo menos.
Reunidas ya todas las tropas de que podia disponer el
comandante general Armiñan, se dió la señal de ataque; i
desplegando los realistas un decidido valor i entusiasmo des
alojaron á los rebeldes de las dos primeras posiciones, en las
que habian tratado de hacer una obstinada defensa, especial
mente en la segunda, cuyo triunfo se debió esclusivamente
al arrojo é impavidez de los dragones de Nueva Vizcaya,
Sierra Gorda i seccion de Tulancingo.
Desconcertado Mina con este inesperado contraste, vió
la necesidad de hacer los últimos esfuerzos que dicta la
misma desesperacion: puesto á la cabeza de su caballería, i
comunicando á sus soldados el mismo ardor de que él estaba
poseido, se lanzó denodadamente á la refriega para salvar la
infantería de su inevitable ruina. Aquella impetuosa carga
sin embargo fue rechazada con el mayor empeño; i cuando
los gefes españoles creian haber llegado al punto de cantar
la victoria, que parecia mas asegurada con el destrozo que
estaba haciendo sobre los rebeldes el valiente capitan don
Eusebio Moreno cen una parte de la caballería, se desorde
maron los realistas de Rio Verde por el imponente aparato
del enemigo, i atropellando en su fuga á las demas tropas,
hicieron perder en un momento todo el mérito de las venta
jas conseguidas hasta entonces,
Si la infantería no hubiera tenido tanta serenidad i fir
meza, habria sido segura su total destruccion; pero apesar
de aquel fatal incidente sostuvo el campo con honor, i des
confiando el proscripto Mina del resultado de ulteriores com
bates se retiró precipitadamente, quemando una porcion
considerable de efectos, que llevaba de regalo para los cabe
cillas insurjentes, á fin de valerse de las mulas empleadas
en su conduccion para cargar en ellas sus heridos, de los
Tomo II 48
578 Méjico: 1817.
que todavia quedaron algunos de gravedad, que no pudieron
resistir la violencia de aquella marcha.
Con esta pérdida i con la de 95 hombres que se halla
ron tendidos en el campo de batalla ganó Mina aquel falso.
triunfo que dió lugar á su engreimiento. Los realistas tu
vieron asimismo el sentimiento de ver puestos fuera de com
bate 1 16 hombres entre muertos, heridos i contusos; pero
quedaron dueños del campo con fundadas pretensiones de
pertenecer á ellos el honor de la victoria.
A consecuencia de esta refriega se atrevió Mina á inter
narse en el Bajío con la mira de reunirse á los cabecillas in
surjentes P. Torres, Muñiz, Borja i otros que aun se con
servaban con las armas en la mano, guarecidos en los esca
brosos montes de Guanajuato i de Jalpa.
La suerte continuaba en contemplar con aire risueño al
osado aventurero para que fuera mas sensible su desplome i
destruccion. Apenos supieron las referidas gavillas los falsos
triunfos conseguidos por los invasores en Peotillos, salieron
de sus madrigueras á prestar un fingido homenage, acompa
ñado de descompasados elogios ácia el héroe europeo que ha
bia sabido resistir, á los orgullosos realistas. Los facciosos
mejicanos llegaron á creer que el famoso Mina habia de ser
el azote de sus mismos paisanos, i la mejor aldava de la inde
pendencia. Con tan felices auspicios empezó aquel genio em
prendedor á engrosar su ejército, i á presentarse de un modo
respetable á las tropas del Rei,
El celoso Apodaca, lejos de despreciar á este nuevo ene
migo, aunque simple i despechado aventurero, se ocupó en
dirigir contra él fuerzas imponentes, desplegando un grado.
de vigor i energía que hizo honor á su prevision é inteligen
cia. Conocia aquel esperimentado general la facilidad de des
truir una revolucion en sus principios, i la dificultad de
parar su curso cuando ya el fuego, ha llegado á propagarse
demasiado. Aunque el enemigo que iba á combatir no ha
bia podido juntar mas que 29 hombres á sus inmediatas ór
Mén co: 1817. 57o
denes, si bien obedecian á su voz las numerosas gavillas del
Bajío i demas puntos inmediatos, el virei sin embargo des
tacó contra él en varias direcciones hasta 1 o9 soldados de
sus mejores tropas, llevado de aquella sabia máxima de que
no hai precaucion que baste para cortar oportunamente un
mal, que mirado con descuido en su origen puede precipitar
la ruina del Estado.
Iba en el entretanto caminando el soberbio enemigo
ácia el pueblo de San Luis de La Paz, situado en medio del
dilatado llano de su nombre; pero como lo hubieran fortifi
cado, aunque con débiles parapetos i simples cortaduras, los
realistas mandados por el capitan don Juan Nepomuceno
Guajardo, fue preciso emprender vigorosos ataques para
triunfar de tan bizarros defensores. Ocho dias sostuvieron
estos las empeñadas cargas de los rebeldes, hasta que la flo
jedad ó infidencia de un oficial del destacamento, á quien
estaba confiado uno de los puntos de la defensa, les facilitó
la entrada en la poblacion i la rendicion de aquel puñado
de valientes. El desgraciado Guajardo, que debiera haber
sido respetado por su misma decision i valentía, fue sacrifi
cado sin embargo á la irritacion que causó en el cura
Torres una resistencia tan obstinada.
Ejecutando puntualmente las columnas realistas las pre
murosas órdenes comunicadas por el virei Apodaca llegaron
á amenazar á los rebeldes, quienes se retiraron á los cerros
de Comanja i San Gregorio como puntos de su mayor segu
ridad. Como todavia pasaron algunos dias hasta que los rea
listas hubieran reunido la fuerza necesaria para dar á dichos
rebeldes un ataque general i decisivo, los emplearon estos
en fortificar aquellas posiciones formidables por naturaleza,
abriendo profundos fosos, i construyendo espesas murallas i
sólidos baluartes, que coronaron de buena artillería.
Aunque la llegada i progresos de la faccion de Mina ha
bian causado una alarma general en todo el reino, i aunque
sus primeras operaciones habian sido felices, especialmente
en la ciudad de La Paz, en el Real de Pinos i en la sor
3SO - Méjico: 1817.
presa de una division que se retiraba de la villa de San Fe
lipe, en la que perecieron los coroneles Ordoñez i Castañon,
se mantuvieron sin embargo los mejicanos en la espectativa,
escepto el valle de Santiago i la provincia de Guanajuato,
que volvieron á inundarse de partidas, capitaneadas por el
referido cura Torres, que se titulaba teniente general igefe
de todas ellas.
El mariscal de Campo i subinspector de infantería don
Pascual Liñan, que acababa de llegar de la península con el
regimiento de infantería de Zaragoza, fue encargado por el
señor Apodaca del mando de las tropas destinadas al estermi
nio del citado Mina. Aunque Liñan hizo algunas observacio
nes, nacidas de la ninguna práctica que tenia del terreno i
del poco conocimiento de las tropas que habian sido confia
das á su mando, no fueron sin embargo atendidas, é insistió
el gefe principal en probar los talentos de aquel general
con una arriesgada campaña, cuyos triunfos habian de ele
var al mas alto grado su distinguido mérito.
Conociendo Lifían que la suerte de aquel vireinato iba á
decidirse en el citado, fuerte de Comanja, llamado por otro
nombre del Sombrero, i en el de San Gregorio; no ocultán
dosele por otra parte que su ejército i todo el reino tenia fija
su vista en sus operaciones militares, procuró llevará cabo
aquella empresa con todo el vigor i entusiasmo de que es ca
paz un esforzado gefe que sabe apreciar en toda su estension
el pundonor militar.
Habiendo entrado dicho general Liñan en Querétaro el
dia 8 de julio á tiempo que los habitantes de aquella ciu
dad estaban liando sus equipages para huir del victorioso Mi
na, cuyo nombre tenia aterrado al partido realista, los
tranquilizó al momento con su sola presencia; i se dedicó á
organizar la tropa para entrar en campaña. Su detencion
hasta el 2o fue sumamente útil para asegurar el buen éxito de
sus armas: aqui recibió al primer batallon del mismo regi
miento que él habia traido de España, 2 cañones de á ocho, suce
sivamente dos de á doce, i otros ausilios que le envió el virei.
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Fue estrechado éste con el mayor rigor haciendo el in


fatigable Liñían continuos reconocimientos , i tomando las
mas acertadas disposiciones para hostigar á los rebeldes, pri
yándoles de toda clase de recursos, i hasta del agua, que por
MEJico: 1817. 381
Emprendiendo de nuevo su marcha el dia 2o, llegó á
Guanajuato el 24, i el 28 recibió la noticia de haber sido ata
cada vigorosamente la villa de Leon por el arrojado Mina con
la mayor parte de sus gavillas. Aunque destacó al momento
algunas tropas en socorro de dicho pueblo, llegaron despues
que la faccion habia sido batida con pérdida de muchos
muertos, heridos i prisioneros, por el teniente coronel don
Francisco Falla, comandante de aquel punto, i por el coro
nel don Antonio Andrade, que accidentalmente se hallaba en
él con la mayor parte de la division del brigadier Negrete,
i que selló su bizarría con las gloriosas heridas recibidas en
la refriega.
Desde el dia 29 en que el general llegó á Leon se for
mó el plan de operaciones contra el fuerte de Comanja; i
habiéndose aproximado á reconocerlo, se persuadió de que
su rendicion habia de ser la obra de un estrecho sitio, ó de
heróicos esfuerzos i costosos sacrificios. Deseoso de ahorrar la
preciosa sangre de sus valientes tropas, se decidió por el pri
mer partido, i con esta mira las situó el dia 31 de julio so
bre aquel estenso cerro, que tenia cuatro leguas de circun
ferencia.
Se dividian dichas tropas en cuatro secciones, á cual de
ellas mas brillante i animosa: eran los gefes que las manda
ban el brigadier don Domingo Estanislao Loaces, el de igual
clase don Pedro Celestino Negrete, el coronel don José Ruiz
i el teniente coronel don Juan Rafols: su número no llegaba
á 2ooo infantes i 15oo caballos; su artillería consistia en 12
cañones i 4 obuses. La seccion de Rafols estaba encargada de
hacer correrías sobre Leon, Silao i Guanajuato para protejer
los convoyes, i observar al rebelde P. Torres i demas gavillas,
mientras que las fuerzas principales estuvieran empleadas
esclusivamente en el sitio.
Fue estrechado éste con el mayor rigor haciendo el in
fatigable Liian continuos reconocimientos, i tomando las
mas acertadas disposiciones para hostigar á los rebeldes, pri
yándoles de toda clase de recursos, i hasta del agua, que por
382 México: 1817.
no ser suficiente el único algibe que tenian dentro del fuerte,
se veian precisados á sacarla, con grande esposicion, de un
arroyo que corria á poca distancia de las fortificaciones.
Era ya el octavo dia del sitio, sin que hubieran llegado
los ausilios del P. Torres i demas cabecillas del Bajío, que les
habian sido prometidos, i sin que hubieran tenido en todo
aquel tiempo mas ventaja que la de haber tomado un cañon
de la posicion del brigadier Negrete, de la que fueron sin
embargo rechazados con el recobro de aquella pieza á pesar
de la felicidad de sus primeros ataques lanzados contra dicha
columna.
Viéndose en tal desamparo, i teniendo ya por inevitable
su ruina; trataron de abandonar el fuerte por el punto
que ocupaba el citado brigadier Negrete; pero fueron com
pletamente rechazados. Repitióse esta tentativa al dia si
guiente por los cabecillas Mina, Borja i Encarnacion Ortiz,
sin mas acompañamiento que el de dos asistentes: el poco
número de los fugados, el recio viento i la oscuridad de la
noche fueron circunstancias favorables para que, puestos fue
ra del alcance de los centinelas, pudieran verificar su evasion
por una barranca inmediata. º
A los pocos dias de haberse reunido estos caudillos con
las gavillas situadas en las inmediaciones del citado fuerte,
trataron de hacer los últimos esfuerzos para introducir los ví
veres, de que empezaban á carecer los sitiados; pero fueron
completamente arrollados por una sola compañía de Zarago
za. Un movimiento rápido que hizo al mismo tiempo el te
niente coronel Rafols sobre las cercanías de Silao disipó las
que se habian reunido en aquel punto, é igual malogro
tuvieron cuantos planes concibieron en lo sucesivo con aquel
objeto.
Ya no quedaba pues á los sitiados mas recurso que el de
una pronta fuga: creció esta necesidad cuando vieron des
echadas las proposiciones que dirigieron el dia 13 para capi
tular, por el conducto de un cirujano inglés i de un vecino
de Pátzcuaro, que tenian prisionero. La circunstancia de ga
Méjico : 1817. 383
rantir el general Liñan tan solo la vida de los españoles si
entregaban la plaza en el término de media hora, i de nin
gun modo la de los estrangeros, que deberia quedar á la dis
posicion del virei, puso el cúmulo á su despecho.
Ansioso dicho general por apoderarse de toda la faccion,
especialmente de aquellos oficiales estrangeros de mayor cele
bridad que habian venido con el aventurero español, cuyos
hombres, poseidos de un desesperado furor, habian de dar á
la guerra un carácter de firmeza i tenacidad, mientras que
conservasen las armas en la mano, determinó dar un ataque
á la plaza en el dia 15. El resultado de esta jornada no fue
felíz; pero quedaron mui escarmentados los rebeldes, aunque
persistian siempre en vender caras sus vidas i en disputar á
palmos el terreno.
Repugnando al benéfico Liñan derramar mas sangre en
hacer nuevas tentativas, que indudablemente le hubieran he
cho dueño del referido fuerte, se decidió á esperar que su
misma obstinacion les abriese su sepulcro. Convencidos los re
beldes de la imposibilidad de sostener mas tiempo aquella po
sicion, resolvieron evacuarla á todo trance en la noche del 19
al 2o. Salen con ímpetu arrollando el primer puesto que quiso
ostruirles el paso; los realistas hacen las señales prevenidas
para anunciar su fuga; acuden prontamente de todas partes
para impedirla; se apoderan de algunos de los prófugos; re
chazan á la mayor parte contra la plaza, i tan solo franquean
la línea unos 5o, que cayeron en gran parte en poder de los
realistas destinados á su persecucion.
Una densa niebla que amaneció con el dia, impedia ver
lo que sucedia en el fuerte; pero conociendo el bizarro Liñan,
la necesidad de aprovecharse de los primeros momentos de es
tupor i alarma, se dirigió ácia la puerta principal, i poniéndose
á la cabeza de las tropas abanzadas por aquel punto, cayó
sobre ella á pesar de la resistencia que quisieron hacer los
rebeldes cuando vieron aquel arrojado movimiento; mas como
fue tan rápido el asalto, i tan bien ejecutado por los cazado
res de Zaragoza i Navarra, cedió todo á sus heróicos esfuer
584 MÉJIco: 1817.
zos. Todavía trataron los rebeldes de hacerse fuertes en la
segunda posicion del mismo cerro que presentaba obstáculos
mayores á causa de una difícil angostura, única entrada para
aquel recinto; pero la prontitud con que se arrojaron sobre
aquel paso los soldados del Rei les aseguró un triunfo com .
pleto.
Todo cayó en poder del victorioso Liñaa: 2o cañones de
varios calibres, 4oo fusiles, 25o lanzas, 6oo sillas de mon
tar i un gran surtido de municiones i pertrechos de guerra;
7 estrangeros muertos ademas de otros 31 que habian pe
recido en el ataque de la villa de Leoni en la intentada fuga
de la noche del 19 al 2o; 6 15 facciosos del pais con 4 cabe
cillas entre muertos en accion i fusilados, fueron los trofeos
de este empeñado sitio, ganados con la mui sensible pér
dida de 272 soldados i 4o oficiales realistas puestos fuera de
combate, entre ellos el comandante don Gabriel Rivas que
murió en el campo de batalla, del que salió asimismo con
tuso el coronel del regimiento de Zaragoza don Domingo
Loaces. El teniente coronel mayor don Manuel Sactor habia
muerto despues de la accion en que fueron heridos los ante
riormente descritos, por impulso de una bala de cañon que
le dió mientras que estaba almorzando en la barraca con su
ayudante, que tambien fue herido por la misma.
Terminada felizmente esta primera empresa se dirigieron
las tropas realistas cubiertas de gloria á poner sitio al fuerte
de San Gregorio, posicion mucho mas importante que la de
Comanja. Aunque los rebeldes habian reunido en este punto
sus mejores tropas con intencion de emplear todos los esfuer
zos que sugieren el despechado compromiso i la ciega deses
peracion, i aunque los infinitos recursos de que podian dis
poner para desafiar el poder de sus contrarios debieran haber
inspirado al aventurero Mina la suficiente confianza para en
cerrarse en dicho fuerte, huyó sin embargo de aquel peligro
prefiriendo hacer correrias en campo libre para fomentar su
partido con choques parciales.
Con esta mira se dirigió en 1o de setiembre ácia San
-- -

MÉJICo: 1 81 -. 585
Miguel el grande con 12oo hombres, que habia podido re
unir de las dispersas guerrillas; i á pesar de haberse apodera
do en el primer momento de sorpresa de una casa fuerte i
elevada que dominaba uno de los reductos de aquella villa,
fue rechazado gloriosamente por el comandante don Ignacio
del Corral i por la brillante guarnicion que tenia á sus órde
nes, distinguiéndose sobre todos el intrépido capitan don
Antonio Alfaro.
Malogrado este primer golpe, proyectó otra espedicion
contra la hacienda de la Zanja, defendida por el coman
dante don Antonio Alvarado. Reunidos sobre 6oo hom
bres á las órdenes de los cabecillas Lucas Flores, Encar
nacion Ortiz i Trinidad Magaña, se presentó el referido
Mina á intimar la rendicion al bizarro Alvarado, suponien
do que no seria tan temerario que quisiera sostener con un
puñado de valientes un choque que tenia todas las aparien
cias de serle mui funesto; pero la respuesta de aquel digno
gefe merece ser esculpida en caractéres de bronce. ce Tengo
» pocas armas i poca tropa; pero me sobran los cartuchos i
» los deseos de emplearlos para quemar el corazon de los
» traidores: á la disposicion de estos jamas dejan los leales
» sino sus cadáveres yertos; mi tropa morirá, pero no se
» rinde.»
Viendo Mina que solo la fuerza podria hacerle triunfir
de aquellos valientes soldados, tomó sus disposiciones para el
ataque: roto el fuego en la tarde del 16, era dificil decidir
si tenia mas mérito la firmeza de los sitiados que el arrojo de
los sitiadores; se suspendió el combate con la oscuridad de la
noche; los trabajos de los rebeldes durante esta para cegar
los fosos tenian alarmada aquella benemérita guarnicion
cuando á las dos de la siguiente mañana se aproximó la di
vision volante al mando del capitan don Manuel Diaz de
La Madrid que el teniente coronel don Antonio Larragoiti
enviaba desde Salvatierra.
Encendida de nuevo la pelea, abandonaron el campo
los rebeldes, i los ausiliadores entraron á abrazarse con los
ToMo iI. 49
386 miérco: 1817.
defensores enmedio de públicas aclamaciones. Reconocido el
campo de batalla se hallaron 2 o muertos, i entre ellos el ca
becilla Magaña, que habia sucumbido en la tarde anterior
en una de las mismas correderas del puente del fortin. Otros
12 muertos se dejaron en el valle de Santiago, cuyo número
agregado al de sus heridos i dispersos, dió una pérdida efec
tiva de 1oo hombres, sin que en las filas realistas se hubie
ran contado mas que dos heridos.
No bien escarmentados todavia los rebeldes se atrevieron
á esperar á los realistas, mandados por el bizarro coronel
don Francisco de Orrántia en la hacienda de la Caja, situa
da en el referido valle de Santiago. El obstinado Mina tenia
reunidos en 1o de octubre 15oo facciosos capitaneados por
los cabecillas Lucas Flores, los Ortices, Pedro Moreno, Pio
el del rincon de Leon, Huerta el de Coeneo, i otros gefes
de partidas de la provincia de Valladolid.
Aunque Orrántia llevaba tan solo 6oo caballos i 236 in
fantes, no dudó un momento de la victoria. Al aproximarse
á dicha posicion halló formada aquella chusma en seis trozos
i algunos grupos apoyados á las casas i cercas de la referida
hacienda. Formado el plan de ataque marchó Orrántia en co
lumna por la derecha para flanquear el costado izquierdo de
los rebeldes; apenas vieron estos aquel movimiento se desta
caron 6oo de ellos contra la izquierda i retaguardia de los
realistas, estrellándose contra el teniente coronel Bustaman
te que mandaba aquella fuerza; acude prontamente en su
ausilio la reserva á las órdenes del capitan Moreno; salen
nuevos refuerzos de la hacienda i en pocos minutos se gene
raliza la accion.
No pudiendo los insurgentes sostener las vigorosas cargas
de los realistas, se ponen en precipitada fuga, i son persegui
dos con igual ardor por el espacio de dos leguas: 15o muer
tos, muchos heridos, 157 caballos, porcion de fusiles, lan
zas i machetes fueron los timbres de aquella ilustre jornada
ganados con la sola pérdida de 1 o realistas muertos, 6 heri
dos i 2 contusos.
México: 1817. 587
Esta derrota acabó de hacer perder al indómito Mina el
poco prestigio que aun le quedaba con los partidarios de la
independencia i con algunos ilusos; ya desde este momen
to renunció á sus atrevidas empresas, i solo se ocupó en sal
varse con la fuga de las manos de los realistas. El coronel
Orrántia, que habia sido escogido por el celoso general Liñan
para esta delicada é importante comision, no descansó un
momento hasta verla terminada á satisfaccion de sus gefes.
Ya desde el 2 1 de octubre iba siguiendo las huellas al famo
so aventurero, i estrechándole tan de cerca, que daba por
seguro su triunfo.
Habiendo sabido que aquel habia pasado el rio grande
por Santiaguillo, emprendió Orrántia la marcha para Sa
lamanca, i se dirigió en seguida por pueblo Nuevo á la
hacienda de Cuchicuato, siguiendo la misma direccion de los
rebeldes que ya habian llegado á reunirse en número de 7oo
caballos i 6o infantes. Salió al dia siguiente para Guanajuato
haciendo una marcha forzada de trece horas á fin de salvar
dicha ciudad, que creia hallarse en gran peligro, segun lo in
dicaban los cañonazos i el mucho humo que vió salir del tire
general de Valenciana.
No fueron equivocados los cálculos del astuto Orrántia,
por que sabiendo los rebeldes la rápida marcha que hacia
contra ellos, abandonaron aquel punto á las pocas horas de
haber principiado el ataque, retirándose para la sierra ó mi
na de la Luz, despues de haber ofrecido al coronel don An
tonio Linares, comandante de la citada ciudad de Guanajuato,
la favorable ocasion de cubrirse de gloria, batiendo con su
escasa, pero esforzada guarnicion, á los foragidos, i po
niéndoles cerca de 1oo hombres fuera de combate. En la
noche siguiente se dispersó en trozos aquella faceion, i se dió
por mui probable que su formidable caudillo habria tomado
el rumbo de la hacienda de la Tlachiquera con 2oo hombres.
Como Orrántia llevaba por objeto principal la persecu
cioni esterminio del citado bandido, se dirigió al momente
38 MÉJico: 1817.
{cia aquel punto, i llegó á Silao á las cinco de la tarde. A
as dos horas de su llegada tuvo noticias de que iba á pasar
aquella noche en el rancho del Venadito, distante nueve le
guas del mencionado pueblo: poseido su corazon del mas
puro gozo al considerar ya en sus manos la presa que forma
ba todo el objeto de sus ansias, salió á las diez de la misma
con 5oo caballos escogidos, entre ellos 2 oo que por disposi
cion del general le habian sido enviados para reemplazar los
mas cansados, i fiando la felicidad de la empresa á la rapidez
de su marcha.
A las siete de la mañana siguiente se hallaba sobre el in
dicado rancho del Venadito sin haber sido sentido por las
abanzadas enemigas, cuya vigilancia supo burlar caminando
por veredas estraviadas. Cuando se presentó la descubierta,
compuesta de 12 o hombres al mando del teniente coronel
don José María Novoa, fue tal la sorpresa i terror de los re
beldes, que sin tener lugar para tomar sus caballos ni alien
to para ponerse en defensa, huyeron todos á ocultar su ver
güenza entre los trigos i en el bosque immediato.
Entran en su seguimiento los realistas, destruyen cuanto
se les presenta al frente, dejan tendida en el campo la mi
tad de la gavilla, inclusos el cabecilla Pedro Moreno i tres
estrangeros, i logran finalmente apoderarse de la persona de
Mina i de 25 de sus compañeros, entre ellos un francés que
le servia de asistente. Tres cajas de guerra, un clarin, a 9
fusiles, 38 lanzas, varios sables i pistolas, 2o7 caballos, 16o
sillas de montar i algunas municiones concurrieron á ilustrar
el triunfo de los esforzados Orrántia i Novoa.
Se hallaba en el entretanto el general Lifían agotando
todos los recursos de su ingenio para destruir prontamente
el último baluarte de la insurreccion, que lo era el fuerte de
San Gregorio. En sus primeros reconocimientos hechos en 19
de setiembre habia penetrado por la cumbre de la cruz del
Sauce al cerro del Vellaco que dominaba á tiro de pistola la
fortificacion nuas alta de los rebeldes llamada Tepeyac, i se
-
- 1817.
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1e
fu
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y Érico: 18 7. 589
habia apoderado de una casa-fuerte á la que los rebeldes ha
bian puesto el nombre de la Garita, que defendia la entrada
de la caña la por el llano de San Gregorio. -

Habiendo trepado al dia siguiente á la citada cumbre 2 co


hombres, rompieron inmediatamente el fuego contra una de
las cortinas del citado baluarte de Tepeyac.; pero sus progre
sos fueron mui lentos, aun despues de haber colocado en
batería dos cañones de á8, hasta la llegada de otros dos de
á 12, i uno de á 4, que fueron subidos á la citada loma del
Vellaco con gran sorpresa de los sitiados que tenian por im
practicable aquella maniobra.
Los cañones de á 12 rompieron el fuego el dia 13 con
tan buen resultado que á las dos horas habian derribado ya
dos ángulos del Tepeyac., i en el ataque á aquel punto, que
se llevó á efecto el 17, llegaron á apagar todos los fuegos
contrarios, sin que se llenase el objeto de franquear las tro
pas aquellas elevadas murallas.
Si nos detuviéramos á hacer una relacion circunstancia
da de los infinitos lances i accidentes de este terrible sitio,
prolongado cuatro meses por la obstinacion i despecho de los
sitiados, incurriríamos en una notable incoherencia con el
plan que nos hemos propuesto para trazar la historia general;
nos ceñiremos por lo tanto á dar cuenta de sus resultados, i
por ellos se podrá graduar el distinguido mérito del gefe que
lo dirigió i de las bizarras tropas que segundaron con el ma
yor acierto su heroico empeño.
El fuerte de San Gregorio era denominado enfáticamen
te por los facciosos baluarte de la independencia mejicana.
El escabroso monte, sobre el que estaba situado, tenia mas de
diez leguas de circunferencia; sus avenidas consistian en pro
fundas barrancas, murallas de roca viva cortadas á pico, es
pesos bosques, impenetrables caminos, zanjas, parapetos,
malezas i toda clase de obstáculos i tropiezos; la naturaleza
se presentaba en esta posicion bajo las formas mas horribles;
las variaciones atmosféricas eran rápidas i estremadas; sus es
taciones sumamente molestas, en particular la que sufrieron
59o uÉsico: 1817.
los sitiadores, que fue la de las aguas; parecia finalmente que
todos los elementos se habian conjurado contra los bravos
realistas.
En aquella formidable posicion se habian practicado for
tificaciones de mamposteria con todas las reglas del arte;
abundaban los cañones de grueso calibre, las armas de chis
pa i corte, las provisiones de guerra i boca, i hasta el agua
de manantial, las maestranzas, las fraguas, i toda clase de
pertrechos i utensilios guerreros. La guarnicion se componia
de hombres desalmados, que no tenian mas recurso que la
victoria ó la muerte. Un enjambre de partidas circundaba
á las tropas sitiadoras, i hacia contínuas correrías i teme
rarias tentativas para introducir en la citada plaza cuantos
ausilios pudiera necesitar. -

Aunque Liñan habia llegado á reunir una brillante divi


sion, era todavia mui escasa para cubrir una línea tan estensa:
era preciso pues vivir en perpetua alarma i replegar todas
las noches por el espacio de un mes hasta que fue presº
Mina, una parte de las tropas empleadas en el sitio por te
mor de que fueran arrolladas en razon de su debilidad,
usando el ardid de dejar grandes fogatas para deslumbrar á
los sitiados; pocos eran los momentos destinados al descanso
de aquellos sufridos guerreros.
Los repetidos combates provocados por las guerrillas de
afuera i de adentro; las obras necesarias para estrechar el
sitio como fosos, minas, caminos cubiertos, baterías i re
ductos; los frecuentes ataques dados á la plaza para hostigar
á sus defensores; la construccion de barracas; la penosa con
duccion de la artillería i de las provisiones de guerra i boca;
las operaciones de fragua, que se estendieron hasta poner oi
dos á los dos cañones de á 12 que se habian desfogonado; i
finalmente los estraordinarios servicios exigidos por el infati
gable celo de Liían, ejercitaban de contínuo la constancia i
la bizarría del soldado, en cuyos firmes pechos se estrellaban
todas las tentativas de los rebeldes.
La última que estos proyectaron con el carácter de ofeº
MéJIco: 1817. 5o 1
siva fue el brusco ataque dado en la noche del 28 de di
ciembre á la posicion del Tigre. Trescientos hombres capi
taneados por el caudillo Cruz Arroyo se arrojaron al arma
blanca con el mayor ímpetu sobre aquellos parapetos, den
tro de los cuales pudieron penetrar en el primer momento
de alarma i sorpresa, i apoderarse de un cañon de á4; pero
esta primera ventaja sirvió tan solo para hacer mas amarga
su derrota: era su intencion forzar el sitio por aquella
parte para introducir un convoi de veinte cargas de víveres
i medicinas que habian aproximado con aquel objeto; pero
cayó en su vez en manos de los realistas victoriosos,
Aunque los despechados insurjentes dieron cuatro car
gas vigorosas, fueron constantemente rechazados, i hubieron
de retirarse á la plaza, dejando 3o muertos en el campo de
batalla, llevándose un número mayor de heridos, i abando
mando, embarrancado i clavando el cafíon que acababan de
tomar de los españoles.
Ya los sitiados habian perdido toda esperanza de socorro
i se habia introducido entre ellos un desaliento general, pro
ducido por sus contínuos reveses i por la tenacidad de los
sitiadores. El subterráneo estruendo de los barrenos en la
mina que tenian ya mui adelantada ácia la plaza; su apro
ximacion á medio tiro de pistola de ella sobre un ca
mino cubierto, una batería situada á tiro de fusil que al
canzaba á todas sus habitaciones, las que por tal razon hubie
ron de ser abandonadas, sin que quedase mas abrigo á aque
llos miserables que los peñaseos i las cuevas, i finalmente la
desesperacion que habia llegado á su último grado, les hizo
acometer á toda costa la empresa de abandonar aquella fu
nesta madriguera, prefiriendo morir con las armas en la
mano á implorar el perdon de los gefes españoles.
Entre nueve i diez de la noche del 19 de enero (1) em
(1) Aunque este suceso pertenece al año de 1818, nos ha parecido
oportuno insertarlo en este capítulo por no dejar pendiente para otro
el último desenláce de la ruidosa espedicion del aventurero Mina, que
forma una parte tan importante de la historia mejicana.
502 MÉJIco : 1 8 1 7.
prendieron la salida 1ooo, hombres de que todavia se com
ponia su guarnicion con una porcion considerable de muge
res i niños, dejando algunos de sus compañeros en los pues
tos principales para que pasando la palabra de unos á otros
pudiera conservarse mas tiempo oculto su designio. Infor
mado el general de la fuga de los rebeldes por uno que se
le pasó poco antes de verificarla, cuyos avisos se confirma
ron por el incendio de la palizada de la primera brecha,
por la que se metieron las bizarras tropas de Ruiz i Rafols
que estaban mas inmediatas, destacó 3oo hombres de re
fuerzo al punto ocupado por Soto; envió otros 2oo á apode
rarse del Tepeyac, que fueron las primeras tropas que pisa
ron aquel fuerte, dió órdenes rápidas á la caballería para que
hiciera los movimientos oportunos, i en menos de cinco mi
nutos recibió aquel vasto campo el concertado impulso del
poder i de la fuerza.
Uno de los ardides de guerra que dieron mayor lustre
al benemérito Liñan fue la feliz invencion de señales tele
gráficas, espresadas por las cornetas; por cuyo medio se tras
mitian en un momento sus órdenes de una á otra estremi
dad de aquella estensa línea. Estos armoniosos sonidos, cuyos
marciales ecos resonaban por todas aquellas cumbres, la
multiplicidad de hogueras que fueron encendidas en el acto
en todos los puestos ocupados por los realistas segun órdenes
que á este fin habian sido comunicadas previamente por el
general, los estrepitosos vivas que salian del mismo fuerte,
cuyas chozas i empalizadas habian sido incendiadas por las
primeras compañías que tuvieron la gloria de franquear los
parapetos, los vivos fuegos que hacian las tropas empe
ñadas con los prófugos, i la alegría i entusiasmo que
se notaba en todos los campamentos al ver terminada fe
lizmente aquella campañía, presentaban escenas animadas,
que no es dado describir con la debida brillantez. La di
reccion de los prófugos fue ácia la barranca de Panza
cola con ánimo de forzar el punto que cubria por aque
lla parte el corto destacamento del regimiento de la Co
Méjico: 1817. 595
rona, mandado por el teniente coronel don Ramon Soto.
Cuando notaron los errantes facciosos el movimiento que
hacia el refuerzo de Liñan sobre Panzacola, atravesaron la
barranca del mismo nombre, que tenian á su izquierda, á
fin de evitar el choque con aquellos valientes; pero no fue
menos desgraciada su tentativa sobre los puestos avanzados
i campamento de las tropas del brigadier Negrete, por las
que fueron bizarramente rechazados. -

Seria la media noche cuando los diversos fuegos anun


ciaron que los enemigos habian formado dos columnas, con
las que volvieron á atacar las mismas posiciones i á recibir
iguales descalabros. Al ver la serenidad i firmeza de los rea
listas decayeron de ánimo i ya no pensaron mas que en sal
var sus miserables vidas entregándose á una precipitada fuga.
Habian quedado apagados todos sus fuegos cuando el re
fuerzo de que se ha hecho mencion, compuesto de tropas del
regimiento de Zaragoza i Corona, que ya á este tiempo ha
bia podido penetrar por la referida barranca de Panzacola,
los atacó repentinamente por la espalda. -

Este fue el último golpe de terror i espanto: arrojar las


armas, sucumbir la mayor parte á las bayonetas realistas, i
desbarrancarse los demas, fue la obra de pocos instantes.
Las sienes del caudillo español quedaron ceñidas de in
marcesibles laureles: la toma de un fuerte, que era reputa
do por el mas formidable de cuantos se habian construido
desde el principio de la revolucion; la muerte de 5oo fac
ciosos, entre ellos los cabecillas Juan Hidalgo, Cruz Arroyo,
i algunos estrangeros que habian acompañado al insensato
Mina; mas de 4oo prisioneros sin contar un crecido número
de mugeres i niños, distinguiéndose sobre todos ellos el 49
de Mina, Diego Novoa, Muñiz, Becerra, Jimenez del Rio,
Florencio Dueñas i otros de menor nombradía; 15 cañones,
18o fusiles i carabinas, un inmenso surtido de pertrechos i
provisiones de guerra i boca, entre las cuales 54o, arrobas
de plomo, 18o idem de azufre, 5oo tercios de trigo, 12 oo
fanegas de maiz i otros muchos efectos profanos i de iglesia,
Tomo II. 5O
38 MÉJIco: 18 7.
cia aquel punto, i llegó á Silao á las cinco de la tarde. A
as dos horas de su llegada tuvo noticias de que iba á pasar
aquella noche en el rancho del Venadito, distante nueve le
guas del mencionado pueblo: poseido su corazon del mas
ouro gozo al considerar ya en sus manos la presa que forma
ba todo el objeto de sus ansias, salió á las diez de la misma
con 5oo caballos escogidos, entre ellos 2oo que por disposi
cion del general le habian sido enviados para reemplazar los
mas cansados, i fiando la felicidad de la empresa á la rapidez
de su nmarcha.
A las siete de la mañana siguiente se hallaba sobre el in
dicado rancho del Venadito sin haber sido sentido por las
abanzadas enemigas, cuya vigilancia supo burlar caminando
por veredas estraviadas. Cuando se presentó la descubierta,
compuesta de 12o hombres al mando del teniente coronel
don José María Novoa, fue tal la sorpresa i terror de los re
beldes, que sin tener lugar para tomar sus caballos ni alien
to para ponerse en defensa, huyeron todos á ocultar su ver
güenza entre los trigos i en el bosque immediato.
Entran en su seguimiento los realistas, destruyen cuanto
se les presenta al frente, dejan tendida en el campo la mi
tad de la gavilla, inclusos el cabecilla Pedro Moreno i tres
estrangeros, i logran finalmente apoderarse de la persona de
Mina i de 25 de sus compañeros, entre ellos un francés que
le servia de asistente. Tres cajas de guerra, un clarin, a 9
fusiles, 38 lanzas, varios sables i pistolas, 2o7 caballos, 16o
sillas de montar i algunas municiones concurrieron á ilustrar
el triunfo de los esforzados Orrántia i Novoa.
Se hallaba en el entretanto el general Liñan agotando
todos los recursos de su ingenio para destruir prontamente
el último baluarte de la insurreccion, que lo era el fuerte de
San Gregorio. En sus primeros reconocimientos hechos en 19
de setiembre habia penetrado por la cumbre de la cruz del
Sauce al cerro del Vellaco que dominaba á tiro de pistola la
fortificacion mas alta de los rebeldes llamada Tepeyac, i se
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594 MÉJIco: 1 S 1 7.
i hasta un cuño de moneda i un gran número de diplomas
masónicos, hallados entre los equipages, fueron los trofeos
principales de esta memorable jornada, que hará época en
los anales de Méjico.
Empero estos triunfos, aunque sumamente gloriosos, fue
ron comprados con dolorosos sacrificios: dos gefes realis
tas, 15 oficiales i 1 66 soldados fueron contados entre los
muertos: otro gefe, 38 oficiales i 297 soldados sellaron con
sus heridas su bizarría i decision: 269 individuos de todas
armas i graduaciones conservaron por algun tiempo las glo
riosas contusiones recibidas en este campo de honor. Gefes,
oficiales i soldados se superaron á sí mismos en sufrimiento,
en constancia, en valentía i en fidelidad. Pocos ejemplares
nos ofrece la historia de tantos padecimientos i de tanto he
roismo: el nuevo general español dejó bien acreditada en
esta primera campañía su inteligencia i arrojo; el digno virei º

agregó nuevos títulos á su fama.


Deseoso el Soberano español de premiar tan importantes
servicios, concedió al primero la gran Cruz de Isabel la
Católica, i al segundo un título de Castilla con el nombre
- del punto en que fue aprehendido el aventurero Mina. Los
gefes i oficiales que tuvieron mas ocasion de distinguirse
participaron asimismo de las gracias del Monarca; i fue tal
el entusiasmo general por tan brillantes victorias, que
hasta el individuo menos condecorado que hubiera tenido
parte en ellas era considerado con respeto i admiracion.
Asi terminaron los descabellados planes del aventurero
español, quien espió con todos los ausilios cristianos su hor
rible delito el dia 11 de noviembre en el Creston del Ve
llaco, cuartel general de los realistas sin haber querido ha
cer clase alguna de revelacion. El espíritu revolucionario,
que desde Europa habia sido trasladado á las playas del
Nuevo undo, recibió en esta ocasion uno de sus mas ter
ribles golpes. - , ev

Mina estaba Spºyado por todos los republicanos de nues


tro continente; eran íntimas sus relaciones con personas de
yfyico: 1817. 505
la mas alta gerarquía, Méjico debia ser la fragua de Vul
cano, de donde habian de partir los rayos con que los bulli
ciosos regeneradores pensaban abrasar los tronos de Europa.
A su loca fantasía se representaba de fácil ejecucion cuanto
adulaba sus pérfidas miras; el nombre de Mina inspiraba
una ciega confianza; corrieron de todas partes á alistarse en
sus banderas oficiales de sobresaliente mérito, sugetos con
decorados con cruces de nobleza i signos de honor i valen
tía; el espíritu masónico unió de un modo sólido esta cru
zada, compuesta de tantas i tan diversas naciones.
Todo pues hacia ver los poderosos recursos con que con
taban aquellos revolucionarios; mas éstos i sus mas decididos
conatos se estrellaron contra la fidelidad i bizarría de los es
pañoles. La codicia de algunos especuladores, que habia con
currido á llenar de sangre i luto uno de los mas hermosos pai
ses del mundo, recibió una terrible leccion de sus injustos
procederes: 149 uniformes, 69 fusiles, 69 carabinas, 3o ca
fíones, un gran surtido de armas de corte, municiones i de
mas pertrechos de guerra, siete buques, los lujosos vestidos,
las pagas i adelantos hechos á aquellos 6oo aventureros, otros
muchos efectos i caudales que hicieron subir los gastos de
aquella espedicion á mas de dos millones de duros; todo se
perdió para los necios proyectistas.
Los amantes de la legitimidad, los hombres de juicio, de
probidad i de justificacion, todos los que no habian partici
pado de las aberraciones del siglo, vieron con el mayor pla
cer el malogro de una empresa, proyectada por la ambicien
i por el proselitismo republicano, principiada por la teme
ridad, i llevada á cabo por la torpe logrería. Ojalá sirva
este escarmiento para que los especuladores no empleen ne
ciamente sus fondos en atizar las guerras civiles i en ultrajar
la humanidad llenando el mundo de sangre, desolacion i
ruina!

Como nuestro ánimo habia sido seguir al pérfido Mina


hasta su esterminio, no hemos hallado un lugar oportuno
hasta el presente para describir los sucesos ocurridos en los
596 México: 1817.
primeros pueblos que pisó aquel atrevido caudillo al desen
barcar en el territorio mejicano.
A los pocos dias de haber quedado sola en el fuerte de
Soto la Marina la guarnicion , que debia servir de punto de
apoyo en caso de una retirada, se apoderó de todos sus indi
viduos el mayor desaliento i desconfianza : 6o anglo-america
nos al mando del titulado coronel Perri i mayor Gonton ha
bian abandonado aquella posicion i se retiraban por tierra
ácia su pais por el camino de Nacogdoches; pero alcanzados
en 18 de junio en el sitio llamado los dos Corrales, por el
coronel don Antonio Martinez, se retiraron á un bosque
nombrado el Perdido, en donde fueron cercados sin que la
intimacion que el gefe realista les dirigió para rendir las ar
mas los retrajese de su temerario intento de morir con ellas
en la mano. -

El teniente don Francisco la Hoz, que habia quedado al


- frente del enemigo con 7o caballos i 3o infantes por haber sa
lido Martinez en aquella misma noche con el resto de las
tropas contra otra partida, que al mando del desleal español
Vicente Travieso se dirigia sobre el presidio de la Bahía, fué
atacado á la mañana siguiente con el mayor ímpetu por los
foragidos que trataban de abrirse paso á todo trance.
Toda la entereza i decision de este bizarro gefe i de sus
valientes tropas, aunque compuestas en gran parte de paisana
ge, habria sucumbido tal vez á la fiereza de los golpes que sa
cudian aquellos despechados revolucionarios, si en lo mas vivo
de la pelea no le hubieran llegado 4o hombres de refuerzo,
Habian sido éstos destacados de la columna del referido Mar
tinez desde el momento en que supo la variacion de ruta de
Travieso: el vigor que comunicó á los realistas la llegada tan
oportuna de sus compañeros les hizo triunfar completa
mente de sus contrarios: 26 de éstos quedaron tendidos en el
campo de batalla, entre los que se contaron el coronel i ma
yor, i 14 fueron hechos prisioneros, cuya suerte cupo al in
digno español Manuel Costilla, que sucesivamente sufrió el
castigo debido á su horrendo crímen.
Méjico: 1817. 597
El citado Travieso se separó de su partida, i en compañía
de 4 ó 6 de sus mas adictos se dirigió ácia la provincia de
Tejas, superando los tropiezos que le ofreció en su tránsito
el comandante de armas del Refugio don Enrique Villareal,
en cuyo poder dejó sin embargo mas de 7 oo bestias que lle
vaba robadas para los Estados-Unidos; los demas en número
de 28 fueron alcanzados en el rancho de la Barra, por el co
mandante don Luciano García, i hechos prisioneros con todas
sus armas, municiones i pertrechos.
En el dia 14 del mismo mes de junio habia sido rendido
por el brigadier Arredondo, comandante de las provincias in
ternas de Oriente, el citado fuerte de Soto la Marina con 3oo
hombres de toda clases que lo guarnecian, apoderándose de
todas sus armas, municiones i pertrechos. El apóstata P.
Mier, que se halló en el número de los prisioneros, fue con
ducido á las cárceles de Méjico, de cuyo reino fue espulsado
sin que hubiera calculado entonces el gobierno, que este ge
nio inquieto no habia de descansar hasta que hubiera vuelto
á blandir de nuevo la tea de la discordia en aquel desgracia
do pais.
Despues de haber recorrido las sangrientas páginas de la
historia de Mina, tenderemos la vista por todos los ángulos
de aquel estenso reino, para no pasar en silencio las princi
pales glorias que al mismo tiempo adquirian varios gefes rea
listas destruyendo las muchas guerrillas que vagaban por di
versos rumbos.
Uno de los que mas se distinguieron fue el teniente co
ronel don Miguel Francisco Barragan, quien con solos 2oo
caballos, con los que fue enviado por el comandante general
de Valladolid, coronel Aguirre, en persecucion de la gavilla
de Victor Rosales, compuesta de 4oo hombres, los alcanzó
en el sitio de la Campana, distrito de Pátzcuaro, les causó
la pérdida de la mitad de su fuerza entre muertos i prisio
neros, i les tomó 12o fusiles, 3o pares de pistolas, 15o ca
ballos, 65 sables i machetes, algunos trabucos i bastantes
municiones,
598 México: 1817.
El teniente coronel don Manuel Francisco Casanova,
destinado por el com un lantº general de Querétaro, brigadier
Rebollo, á construir algunas fortificaciones en las montañas
de Jalpa, rechazó en el mes de junio las gavillas de Lu
cas Flores, el Giro, Barroso, Gervasio i toda la indiada de
Chamacuero, Neutla, Santa Cruz, San Miguelito, San Juan
de la Vega, Amoles é Ixtla, que se habian arrojado impetuo
samente sobre sus parapetos medio levantados, llevando por
objeto destruir aquel baluarte que polia ser el mayor obs
táculo para sus correrías. Aunque los realistas no estaban
prepara los á recibir un ataque tan brusco, triunfaron sin
embargo al favor de su imperturbable serenidad i acierto de
sus fuegos; quedó escarmentado el enemigo, i se retiró en
desorden dejando 34 muertos en el campo de batalla.
Acia el mismo tiempo se apoderó el benemérito coronel
don José Santa Marina del fuerte de Palmillas, situado en
la provincia de Puebla, que fue evacuado por los rebeldes
no pudiendo ya resistir el peso de sus contrarios: las minas,
caminos cubiertos, baterias de faginas i salchichones, reduc
tos de sacos de tierra i otras obras proyectadas para derribar
aquella fortificacion, podrian formar por sí solas el elogio
del gefe que con tanta inteligencia i celo las habia dirigido.
Siete piezas de artillería, 85 fusiles, porcion considerable de
municiones, algunos víveres i 75 prisioneros que pudieron
hacerse en la fuga, entre ellos el cabecilla Couto, fueron el
premio de tan grandes fatigas.
El capitan don Juan Isidro de Marron, dependiente de
la division del coronel Armijo, sostuvo una brillante accion
contra el cabecilla Vargas que capitaneaba 3oo hombres en
tre infantería i caballería, al que derrotó completamente en
28 de junio en la ranchería llamada de Cincuenta arrobas,
causándole la pérdida de 5o muertos, 29 prisioneros, varios
fusiles, machetes, caballos, monturas i otros pertrechos.
Es digna asimismo de especial recuerdo la espedicion del
teniente coronel don Pio María Ruiz por la serranía de Hué
tamo recorriendo pueblos por los que no habian penetrado
Méjico: 1817. 599
todavia los realistas en todo el periodo de su revolucion á
causa de la aspereza i escabrosidad de las sendas, que son los
únicos caminos para llegar á ellos, especialmente á San Juan,
que lleva el nombre de dicha sierra. Despues de haber ca
minado 1 33 leguas por aquel fragoso territorio en el espacio
de 28 dias, que duró la referida espedicion, logró destruir
la faccion de Benedicto Lopez, matándole 15 hombres, ha
ciéndole 3o prisioneros i apoderándose de una porcion consi
derable de armas de fuego i corte, municiones i caballos.
En los primeros dias del mes de agosto dieron las tropas
del general Cruz dos golpes importantes á los rebeldes, é in
trodujeron en ellos bastante desorden: se verificó el primero
en el pueblo de la Piedad, atacado por 5oo infantes i 13oo
caballos mandados por el P. Torres, Huerta, Lucas Flores,
Calisto Aguirre i otra porcion de cabecillas del Bajio: el co
mandante Don Anastasio Brizuela, que mandaba aquella pla
za, se hizo acreedor á los mayores elogios por su bizarro
comportamiento, á cuyas enérgicas disposiciones i á la firmeza
de sus soldados se debió la vergonzosa retirada de aquellas
hordas foragidas despues de haber perdido 1 oo hombres en
sus infructuosas, aunque obstinadas tentativas, para rendir
la citada guarnicion.
El otro golpe lo recibieron los rebeldes en el pueblo re
cientemente fortificado de Mazamilla, que fue asimismo ata
cado por 35o hombres capitaneados por José María Hermosi
llo: la gloriosa defensa, dirigida por el comandante don Ra
fael Ceballos, le hizo partícipe de los premios destinados al
sobresaliente mérito; el descalabro de 15o hombres, que su
frió aquella faccion, la desconcertó totalmente al paso que
elevó al mas alto grado de entusiasmo el ánimo de los rea
listas. *a

El teniente coronel don Mateo Quilti, el de igual clase


don Manuel Gomez, i todas las tropas que estaban al man
do de estos dos bizarros gefes se cubrieron de gloria en una
accion que tuvieron en el mes de octubre contra 20 rebeldes
que se hallaban en el pueblo de Alahuistlan, distrito de
4oo MÉrico: 1817.
Zacoalpan, matando 1 ro de ellos, i apoderándose de muchas
de sus armas i municiones.
Acia este mismo tiempo fue tomado el fuerte de Cóporo
por asalto: el benemérito coronel Marquez i Donallo, bien
conocido en aquel teatro guerrero por su bizarría i decision,
selló esta de nuevo con los infinitos padecimientos, riesgos i
sacrificios, por medio de los cuales se abrió las puertas de aque
lla fortificacion. Los facciosos que se habian encerrado en
ella abundaban en toda clase de recursos para hacer una
obstinada defensa; gente esforzada, armas, municiones, ví
veres, i sobre todo un desesperado valor, eran elementos ter
ribles que debió superar la constancia realista.
Los ataques continuados, la construccion de baterías que
hicieran callar los fuegos contrarios, el cegamiento de fosos
por medio de faginas, i finalmente un vigoroso asalto; todo
fue necesario para hacer titubear á los rebeldes. Al ver estos
empeñadas las tropas realistas en sus murallas, se arrojaron
precipitadamente por un derrumbadero, llamado las Cuevas
de Pastrana. El fruto de esta victoria fue la aprehension de
277 prisioneros dentro i fuera de la plaza, entre ellos varios
cabecillas de bastante prestigio en el pais, la toma de 8 ca
ñones, 2 36 armas de fuego, abundancia de municiones i per
trechos de guerra.
Se señaló asimismo en noviembre la bravura del sargen
to mayor don Juan Flores comandante de una division del
ejército de Nueva Galicia: situado este benemérito gefe á las
fronteras de la provincia de Guanajuato con encargo de arre
glar las fortificaciones i la defensa de toda la línea salió con 5o
caballos de realistas con el nombre de Acordada de San Pe
dro á los pueblos del Rincon de Leon, sitio principal de
reunion de las gavillas de los Pachones, i sorprendió una
abanzada, por la que supo que mas de 4oo caballos enemi
gos trataban de atacar al pueblo de San Pedro Piedra gorda,
punto de apoyo de la division del citado Flores.
Conociendo lo apurado de su situacion, i que solo con un
atrevido golpe de mano podia paralizar aquel peligroso mo
-
Méjico: 1817. 4o 1
vimiento, arengó á sus soldados con todo el ardor que es
propio de un entusiasmado militar, i arrojándose á la carre
ra sobre dicho pueblo del Rincon, envolvió completamente
á sus contrarios, introdujo por todas partes el terror i la
muerte, puso en completa dispersion aquellas hordas desal
madas que buscaron su salvacion en la espesura de las huer
tas contiguas á dicho pueblo, hizo morder el polvo á 15o
hombres, entre ellos al titulado coronel Magdaleno Medina,
se apoderó de la caballada, de muchas armas de chispa i
corte, i dejó en el pais un eterno recuerdo de su bizarría i
de los heroicos esfuerzos de sus 5o soldados.
Se dieron asimismo en el mes de diciembre varias accio
nes importantes que agregaron nuevos blasones á las tropas
realistas: entre aquellas merece un lugar de preferencia la
destruccion del rebelde cabecilla Vergara, su indulto sucesi
vo, i el de su gavilla, en el campamento del Arenal, distrito
de Jalapa por el teniente coronel don José Rincon i por el
capitan don Diego Rubin de Celis, dependientes de la divi
sion del brigadier don Diego Garcia Conde; la derrota de
los rebeldes de la sierra de Nayarit por el teniente coronel
don Joaquin Mondragon, comandante militar de Tepic, ju
risdiccion de Guadalajara; los descalabros causados á la gavi
lla de Encarnacion Ortiz, compuesta de 2oo infantes i 3oo
caballos en las cercanias de Ojuelos por el capitan don José
Gaspar de Ochoa de la division del general Cruz, quien se
hizo mas notable por su arrojo que por su prudencia en ha
ber aceptado con un puñado de valientes un combate tan
desigual, del que hubo de desistir con bastante quebranto á
pesar de su estraordinaria valentia; i finalmente la prision
de los cabecillas Nicolas Bravo, Vazquez, P. Talavera i otros -

oficiales de aquella faccion, que fue totalmente deshecha en


el paraje llamado de Dolores, distrito de Teloloapan con
pérdida de todos sus cañones, fusiles, municiones, monturas
i remonta, por el brigadier Armijo.
El citado Bravo, que con tanto teson i constancia habia
perseverado en las filas de los insurjentes, era uno de aque
ToMo II. 5I
lo 2 méjico: 1817.
llos hombres que merecian ser respetados aunque del gre
mio de los amantes de la independencia. Su carrera fue
una serie no interrumpida de acciones generosas; sus prin
cipios habian sido mas nobles que los de la mayor parte de
los caudillos rebeldes; si la mano de la cultura se hubiera
ejercitado en él, habria hallado un terreno reconocido.
Jamas participó Bravo del espíritu de sangre i esterminio
que animaba á sus compañeros; se han notado por el contrario
en su conducta rasgos de nobleza poco comunes: algunos
años antes habia sido hecho prisionero su padre, ifusilado en
la capital; todos creian que sacrificaria á su odio i despecho
una porcion de oficiales realistas que tenia en su poder á
tiempo que recibió aquella triste noticia; pero cuál fue la
admiracion de los mismos presos cuando recibieron en su
vez la libertad bajo la condicion de que publicasen por todas
partes el modo generoso con que aquel caudillo vengaba sus
agravios ! -

Ni fue esta la sola vez que puso en claro sus virtudes


en medio de su estravío político: fue infatigable en salvar
del cruento sacrificio infinidad de víctimas españolas que
habian sido destinadas á él por las desalmadas partidas. Estos
repetidos actos de humanidad i grandeza de alma hicieron
que los realistas le consideraran como un reo por equivoca
cion de cálculo, i de ningun modo como alevoso insurjente;
el generoso trato que recibió del gobierno español acabó de
ganar su corazon, i participando sucesivamente del indulto
real se conservó obediente á la autoridad superior, dedicado
esclusivamente al cultivo de sus háciendas.-
Parecia sinceramente arrepentido de sus pasados errores,
cuando el revolucionario Itúrbide supo en 182o hacer bre
cha en su corazon con sus seductores manejos, desper
tar en él la antigua llama de la libertad, i hacerle tomar
nuevamente partido para sacudir la dependencia española.
Triunfó Itúrbide, i Bravo estuvo mui lejos de adquirir alta
nería con la victoria, en la que tuvo una parte mui activa.
Triunfaron sucesivamente los republicanos centralistas, i
yéico: 1817. 4o5
Bravo ocupó uno de los puestos principales de aquel estado.
Se suscitaron varias discordias civiles, i Bravo ha sido respe
tado por todos los partidos. Este generoso enemigo, en quien
los principios de moderacioni órden no sufrieron jamas la
menor alteracion, se estrelló contra los anarqnistas i por
ellos fue desterrado del pais.
Este es acaso el único revolucionario, cuya historia me
rezca ser trazada con benignas tintas por una pluma espa
ñola; permítasenos hacer esta digresion en obsequio de la
imparcialidad, que es nuestra divisa, i en testimonio de gra
titud por los servicios que prestó á los realistas durante el
largo periodo de aquella funesta guerra civil.
Por la relacion de tantos i tan importantes sucesos ocur
ridos en este año se vendrá en conocimiento del carácter ac
tivo que desplegó en él el genio revolucionario. Aunque
triunfaron completamente los principios de órden i de justi
cia, quedó sin embargo estremecido el reino, agitados los
espíritus i no sin alguna aprehension el gobierno desde que
habia visto la facilidad con que un aventurero habia sabido
formarse una peligrosa opinion en el pais, i ponerse en acti
tud de desafiar su poder. Debió por lo tanto redoblar sus
afanes para disipar la inquietud producida por aquellas bor
rascosas oscilaciones; mas no pudo conseguirlo hasta fines del
año siguientes que fue cuando el reino de Méjico empezó á
gozar del fruto de la pacificacion. -
º
o4
v\|\vVv\|\VVVVVVVVVVVVVVVAVVVVAVAVVVVVVVVAVARuAAR
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CAPITULO XXIV.

PE R Ú:
-seo.89GGe
l 818.

Bajada de Olañeta i Valdés á Jujui. Parias acciones


parciales dadas por las tropas del Rei. Llegada de
Canteracá desempeñar el destino de gefe de estado mayor,
servido interinamente por el citado PValdes. Progresos de
la pacificacion. Activas providencias del virei Pezuela
para poner el pais en estado de defensa contra las tentati
vas de las tropas rebeldes estacionadas en Chile. Forma
cion de un ejército de reserva en Arequipa. Disensiones en
tre este gefe i el general La Serna.

Permanecia el cuartel general en Tupiza esperando el


desenlace de la espedicion dirigida á Chile, objeto principal
que ocupaba la atencion del virei, asi como la de todos los
buenos realistas que conocian la importancia de restablecer
la autoridad real en aquellos paises. El general La Serna em
pleaba utilmente el tiempo en perseguir en todas direcciones
los moribundos restos de la impía faccion para fundar en só
lidas bases el dominio del Soberano español.
Una de las operaciones mas importantes emprendidas á
principios de este año fue la bajada á Jujui del brigadier
Olañeta i del coronel Valdés en busca de ganado para abas
tecer el ejército, con la doble idea de alejar las partidas in
surgentes de aquella frontera. El acierto con que ambos ge
fes desempeñaron esta comision regresando á los pocos dias
con abundancia de provisiones, caballos, mulas, varios pri
sioneros i armas de chispa i corte, cogidas á los enemigos
PERú: 1818. 4o5
en varios encuentros que sostuvieron contra ellos sin que ja
mas les hubiera abandonado la fortuna, hizo honor á su in
teligencia i prevision, idió nuevos timbres á su distinguido
mérito. Las bizarras tropas, que componian aquella colum
na, se hicieron asimismo acreedoras á los mayores elogios
por la constancia con que sufrieron sus penosas marchas, i
por la firmeza que desplegaron cuantas veces fue preciso ape
lar á su bizarría i decision.
Se batian en el entretanto varios gefes compitiendo en
brillantes esfuerzos para adquirir opinioni gloria. Por la parte
de La Paz señaló su bravura don José Mariano Diaz de
Medina, comandante de una columna, enviada en persecu
cion del caudillo Capitas que se hallaba á las inmediaciones
del Paracato con 2o fusileros, 8o lanceros i 5oo indios ar
mados de chuzos i garrotes. Cargándolos denodadamente las
tropas del Rei, fueron prontamente arrollados i perseguidos
hasta el rio Cola, dejando mas de 5o muertos tendidos en
el campo, i un número correspondiente de heridos que pu
dieron ocultarse en gran parte en la espesura de los bosques.
El teniente coronel don Cárlos Medinaceli, gefe de una
espedicion que el general habia dirigido sobre San Lucas, der
rotó en 1 de febrero al caudillo Vicente Martinez en el
cerro de Incuriri, logrando dispersar toda su partida i apode
rarse de una gran porcion de acémilas i de todo el ganado
lanar que llevaba para su subsistencia. A los ocho dias batió
de nuevo este mismo gefe en las inmediaciones de Achilla
al referido Martinez i á otro caudillo llamado Cuiza, cuyos
dos hijos hizo prisioneros con otros varios individuos de
aquella partida.
Tambien el teniente coronel don Juan Bautista Baspi
ñeiro habia salido triunfante de un encuentro que tuvo en
el dia 13 del mismo mes con los caudillos Lorenzo i Maria
no Fernandez en las alturas del rio Chirimayo, cogiendo
varios prisioneros i apoderándose de algunas de sus armas.
Pocos dias antes habian sido sorprendidos por el coronel
Aguilera los caudillos Manuel Baca, Canuto i Dámaso Ro
/o6 pERú: 1818.
cha que habian tenido el atrevimiento de aproximarse
Santa Cruz de la Sierra; pero les sirvió de terrible escar
miento la considerable pérdida que les causó aquel bizarro
gefe.
El teniente coronel don Antonio Vigil prestó un servicio
importante á principios de marzo aprehendiendo al caudillo
Subiría, que era el principal insurgente de la provincia de
Tarija i á otros individuos de su partida, entre ellos un ca
pitan i dos soldados de los indios chiriguanos.
El ya citado teniente coronel Medinaceli dió nuevas
pruebas de su actividad i adhesion á la causa real en otra es
pedicion que emprendió á mediados de marzo sobre el cerro
de Toroco, en el que se hallaban los caudillos Agreda, Mo
lina i el segundo de Carrillo con 6o fusileros i 2oo indios.
Apenas divisó á los enemigos cuando se lanzó intrepidamen
te sobre ellos i despues de haberlos arrollado completamente
los persiguió por mas de dos leguas hasta el rio de Turuchi
pa haciendo en ellos un gran destrozo en muertos, heridos
i prisioneros. -

Ni fue esta la sola ventaja de aquel movimiento, sino que


enviado á su consecuencia el capitan don Pedro Duchen con
5o infantes sobre los parages de Pulquina i Colpa á encon
trarse con los caudillos Aranibar, Barrera i Palenque, que
ignorantes del suceso anterior se dirigian á aquellos puntos
como designados para su reunion, logró engañarlos fingién
dose de su partido, i cuando los tuvo inmediatos rompió
un vivo fuego que los puso en el mayor desorden; i persi
guiéndoles por mas de media legua á pesar de la escabrosi
dad del terreno hizo prisioneros á los dos primeros, i mató
varios individuos de aquella gavilla.
Por la parte de Cochabamba i partidos de Misque i Ar
que obtenian asímismo ilustres triunfos los comandantes
Bouza, Hidalgo i Lezama contra los caudillos Serna, Gan
darillas, Curico, Pozo, Inojosa i Aseñas, apoderándose de
varios de ellos, de su artillería i municiones, de mucha par
te de su armamento, acémilas i ganado, rescatando varios
PERU: 1 Sl 8. 4o7
prisioneros que se hallaban en su poder, i libertando á los
pueblos de la opresion en que los tenia aquella indómita
chusma,
Las tropas de don Pascual Vivero en la provincia de La
Plata, i especialmente las del coronel La Hera obtuvieron va
rias ventajas sobre los insurgentes mandados por el caudillo
Fernandez en las inmediaciones de Pomabamba en un para
ge llamado Aguada-Casa, en donde atacados á la bayoneta
fueron prontamente deshechos i perseguidos por el partido
de Cinti sufriendo la pérdida de muchos muertos, de un ca
ñon de á 2, de 46 fusiles i carabinas i de otros varios pertre
chos de guerra, asi como de 18 prisioneros.-
El teniente coronel don Baldomero Espartero derrotó asi
mismo á la gavilla del caudillo Cueto en las llanuras inme
diatas al pueblo de Mojocoya en el mes de mayo: en el de
agosto obtuvo resultados no menos brillantes el coronel don
Francisco de Ostria contra el cabecilla Prudencio, á quien
sorprendió en una casa de campo en las cercanías de Quila
quila quedando muerto el mismo caudillo con 37 de sus sol
dados, i los restantes hasta el completo de 6o hombres, de
que se componia la partida, cayeron en poder de las valien
tes tropas realistas. Otra seccion al mando del coronel La
Hera se dirigió contra Sillo, al que derrotó completamente
dejando libres los caminos para Poiosí, Cinti, Vallegrande,
la Laguna, Oruro i Cochabamba.
Este mismo gefe salió de nuevo contra los facciosos refu
giados en el escarpado cerro de Taracachi, nombrado enfática
mente Cerro invicto por no haber penetrado jamas en él las
tropas del Rei; i á pesar de la empeñada defensa que trata
ron de hacer el ya citado Sillo i su compañero Silva, fueron
arrojados de aquella posicion con bastante pérdida de gente
en muertos i prisioneros.
Una partida de tropas, que al mando del capitan don
Pedro José Gutierrez habia destinado el presidente interino
de Chuquisaca don Rafael Maroto para protejer el paso de
oS PERú: 1818.
los correos, logró sorprender unos 1oo insurgentes embosca
dos matando 2 o de ellos inclusive su comandante, i cogién
doles varias armas, municiones i efectos.
Por la parte de Cochabamba se ocupaban asimismo las
tropas del Rei en la persecucion de varias partidas sueltas, las
que si bien eran poco importantes en número, causaban sin
embargo considerable perjuicio estraviando la opinion i con
moviendo los pueblos,
El comandante don Pedro Antonio de Asua segundó po
derosamente los impulsos de don José de Mendizabal é Imas,
gobernador intendente de la citada provincia ahuyentando
de ella á los caudillos Serna, Pozo, Hinojosa, Cueto, Curito,
Mier i Diaz. El comandante del Canton de Arque coronel
don Francisco Guerra, dependiente de la misma provincia de
Cochabamba, contribuia contemporáneamente á la pacifica
cion del pais, atacando á los facciosos en el punto de Agüe
rana, i haciendo prisioneros á los principales caudillos de aquel
partido Tomás Peña, Andrés Cacilla, Alejo Totrico, Andrés
Ocaña i Francisco Chura.
Aunque parecia que los golpes dados á principios de año
por el brigadier Ricafort á los rebeldes de la provincia de
Tarija debieran haber hecho desaparecer la revolucion de
aquel pais, no fue asi por desgracia, sino que se vieron mui
pronto levantar de sus cenizas nuevas gavillas contra las que
fue preciso dirijir una columna al mando del coronel Vigil.
Eran aquellas mandadas por los Uriundos i Rojas, i aunque
habian llegado á reunir una numerosa chusma, toda ella se
disipó apenas supieron la aproximacion de dichas tropas.
Uriundo perdió bastante gente, algunas municiones, acé
milas i efectos; pero Rojas volvió á rehacerse, i protegido
por los indios, por la espesura de los bosques de San Luis,
por alguna gente que le habia llegado de refuerzo del parti
do de San Lorenzo obligó á los realistas á retirarse sin que
hubieran sacado mas fruto de sus esfuerzos que el de recojer
algun ganado.
PERú : 1818. 409
La espedicion que hizo en el mes de agosto contra los
mismos caudillos i contra Espina, Castillo i Sanchez el en
tonces brigadier don José Canterac, que acababa de llegar al
ejército del Alto Perú á desempeñar el destino de gefe del
Estado mayor, que servia interinamente el coronel Valdés,
tuvo un éxito mas feliz que el anterior. La fortuna no le
abandonó en cuantos encuentros tuvo con los espresados in
surjentes, habiendo sido el resultado de sus desvelos i fatigas
la prision de 3o de ellos, la muerte de otros muchos, la to
ma de 3o fusiles, dos cargas de municiones, 7o caballos en
sillados, 1oo acémilas, mil cabezas de ganado vacuno, é
igual número de fanegas de maiz, de modo que quedó per
fectamente restablecido el órden en todo el inmenso territo
rio que se estendia desde Tarija hasta las poblaciones de la
Nueva Oran.
Empero por mas golpes que se diesen á la faccion desor
ganizadora, i aunque por algun tiempo pareciese hallarse el
pais enteramente libre de enemigos, volvian prontamente á
la palestra nuevos campeones que tenian la osadia de presen
tarse hasta las mismas puertas de los pueblos ocupados por
las tropas del Rei. Noticioso el general en gefe de que el
caudillo Fernandez recorria los partidos de Cinti i de la
Loma, i las doctrinas de Santa Elena, destacó en su persecu
cion desde el cuartel general de Tupiza á los coroneles don
Gerónimo Valdés i don Fulgencio Toro, cuyos dos bizarros
gefes desempeñaron tan brillantemente su comision que to
dos los grupos de los rebeldes fueron arrollados i perseguidos
hasta las orillas del rio Pilcomayo, abandonando en su mar
cha porcion considerable de ganado vacuno, i dejando á to
dos aquellos pueblos una terrible leccion de lo poco qne de
bian esperar de unos partidarios, cuya divisa era el desórden,
el robo i la cobardía. -

La sumision del indómito Mendez, que tantos daños ha


bia causado á las tropas del Rei, su entrega espontánea al
general La Serna, quien premió tan importante servicio con
ToMo II. 52
41 o pETú : 1.8 l 8.
cediéndole el grado de teniente coronel, i treinta pesos men
suales á dos de sus sobrinos, fue considerada como una gran
ventaja para el partido realista, que halló en estos guerreros
unos firmes apoyos en vez de obstinados enemigos.
Las acciones que acabamos de referir no son por cierto
de aquella clase distinguida que dé una sólida gloria i nom
bradía á los sujetos que tuvieron parte en ellas; pero como
fueron las únicas que recuerda la historia de este año, si se
esceptúan otras escaramuzas ligeras ó choques parciales de
poca consideracion , son otros tantos testimonios de los pro
gresos que habia hecho la opinion á favor de los reales dere
chos, i de que la autoridad del Soberano español era respe
petada generalmente, menos por un puñado de bandidos,
que tomando la voz de independencia para encubrir sus mal
dades, se entregaban á todo género de escesos, i sublevaban
algunos pueblos con el afan del botin.
El Alto Perú parecia pues sólidamente asegurado; el ejér
cito porteño situado en el Tucuman llegaba escasamente á
23oo hombres; la capital de Buenos-Aires no podia enviar
nuevos refuerzos; las tropas de San Martin, aunque acaba
ban de vencer al brigadier Osorio en el Maipu, proyectaban
otras empresas, i de ningun modo podia esperarse que volvie
se á pasar los Andes. Los grandes cuidados del virei Pezue
la desde que tuvo noticia de la citada batalla del Maipu se
dirigieron á cubrir la dilatada costa de su vireinato, i á poner
la capital del Perú en estado de rechazar gloriosamente toda
invasion hostil de parte de las orgullosas tropas del caudillo
San Martin. Creciendo en este la ambicion á medida de sus
triunfos, trataba de llevar el peso de la guerra á dicho vi
reinato de Lima: la marina que con este motivo estaba for
mando era un anuncio seguro de sus atrevidos planes.
El virei Pezuela, que llegó á penetrar sus designios, des
plegó la mayor actividad para frustrarlos: sus desvelos en
aumentar las fuerzas terrestres i navales hacian honor á su
celo é inteligencia. Creyendo que la ciudad de Arequipa
PERú : 1 318. 41 1
sería por su centralidad un escelente punto para organi
zar un ejército de reserva que pudiese acudir con prontitud
á donde lo exigiese la necesidad, nombró al brigadier Rica
fort para que se eneargase de tan importante comision. Ha
biendo oficiado en su consecuencia al general La Serna para que
pusiera á la disposicion de este gefe el regimiento de Estrema
dura i el escuadron de dragones de la Union, como base del
proyectado ejército, halló una tenaz oposicion fundada en la
mayor conveniencia que ofrecia la provincia de Puno para
su formacion.
Las instancias del citado La Serna i de otros muchos ce
losos realistas, que reconociendo en los habitantes de Arequi
pa menos firmeza de fibra i mayor aficion á aquella clase de
placeres que enervan el ánimo, aconsejaban que se diese la
preferencia á un pais montuoso, cuyos habitantes exentos de
los vicios que son tan comunes á los que se han criado en
los pueblos calientes de las costas, habian de corresponder
mas dignamente al objeto propuesto, no fueron escuchadas,
i se llevó á efecto con todo rigor la primitiva idea.
El objeto principal de estas cuestiones entre Pezuela i
La Serna parece consistia en que este deseaba que dicho ejér
cito estuviera á sus órdenes, i aquel habia determinado con
servarlo á las suyas. Triunfó pues en este choque la primera
autoridad; pero dejó arraigada la semilla de la discordia, i
completó la acedia de los ánimos, que trajo tan fatales con
secuencias. y " -

Fue verdaderamente una desgracia que no dejó de influir


en los reveses de las armas del Rei la poca armonia que
reinó entre estas dos autoridades desde que arribó La Ser
na á las playas del Perú. El virei Pezuela deseaba que este
nuevo gefe hubiera pasado á Lima á recibir útiles instruc
ciones de quien acababa de recorrer tan gloriosamente el pais
que habia sido confiado á su mando; pero como éste al salir
de Españía hubiera tenido la orden de desembarcar en Arica,
i de pasar desde aquel puerto á encargarse del ejército que
Al 2 TERÚ: 1818.
se suponia estar situado en Oruro, no se atrevió á trasgre
dir aquellas disposiciones sin una llamada espresa del virei,
quien considerando como absolutamente necesario el acto
de dicha entrevista creyó inútil toda escitacion por su parte
sobre este punto.
Esta primera desavenencia, que indispuso momentánea
mente el ánimo del referido virei, quedó prontamente sofo
cada por ambas partes en obsequio de la causa real, por la
que trataron de trabajar de consuno con la mayor actividad
i firmeza; pero la demasiada precipitacion con que por un
efecto de laudable celo queria Pezuela que La Serna llevase
á efecto su proyectada espedicion sobre el Tucuman, i la re
pugnancia de éste sin que antes se hubiera provisto de to
dos los elementos necesarios para no desairar el honor de sus
armas; la viva i aun picante correspondencia que se estable
ció entre ambos, i el disgusto de La Serna al ver que el vi
rei, ansioso por el acierto queria intervenir en todas las
operaciones de aquel ejército, fueron otras causas que dieron
pábulo á su mútuo resentimiento; i si bien se llevaron á
efecto los planes de Pezuela, ni se desempeñaron á su gusto,
ni el éxito correspondió á las grandes esperanzas que habia
concebido La Serna de hacer tremolar el pavellon real en
las murallas de Buenos-Aires.
La última cuestion en que estuvieron empeñados estos
dos gefes acerca del punto en que debia formarse el ejérci
to de reserva, i sobre la desmembracion de una parte de las
tropas que estaban bajo el inmediato mando de La Serna,
acabaron de indisponer el ánimo de este general hasta el es
tremo de pedir por tercera i cuarta vez su relevo, i la li
cencia de regresar á la Península para reponer su salud, su
mamente debilitada por sus fatigas i disgustos.
Sin embargo de estas discusiones, eran ambos gefes de
masiado pundonorosos para dejar de cumplir con las altas
funciones que exigia su delicado ministerio: los intereses del
Reino fueron de modo alguno descuidados, i por su conser
PERU: 1 S 1 8. - 4 15
vacion i fomento puso cada uno de ellos por su parte cuan
to puede prometerse de vasallos fieles i de militares esforza
dos. Continuó pues La Serna á la cabeza del ejército del
Alto Perú hasta que llegase la respuesta de la corte; i Pe
zuela se dedicó con doble empeño á poner su vireinato en el
estado mas firme de defensa. -
414
VvVvVVVVVVVVVVVVVVVAPAVvVvVvV\vVvVVAvVvVv\vvv\|\vvVVVVVVVVVVVA

CAPITULo xxv.

CH I L E. ss.
-e E39 se=-

Llegada de la espedicion de Osorio á Talcahuano. Retirada


de los rebeldes que bloqueaban aquel puerto. Devastacion
de la provincia de Concepcion. Motivos de disgusto entre
Osorio i Ordoñez. Carácter de ambos. Primer choque con
los rebeldes en San Carlos. Posicion de ambos ejércitos.
Carácter del coronel Primo de Rivera i de los demas ge
fes. Paso del Maule. Salida de Talca. Accion de las Que
chereguas. Planes del caudillo insurjente San Martin
para cortar á los realistas, Apurada situacion de éstos.
Batalla de Cancharayada. Sorpresa del campo enemigo,
i su total dispersion. Detencion mal calculada de los
realistas en Talca. Batalla del Maipu. Llegada de Osorio
i de Rodil á Talcahuano. Reflexiones sobre esta desgra
ciada batalla. Salida de Osorio para Lima, i nombramien
to de Sanchez para mandar la provincia de Concepcion.
Formacion de la marina chilena. Traicion alevosa del
trasporte la Trinidad. Combate con la fragata Esmeralda.
Apresamiento de la fragata española la María Isabel,
i de cuatro buques de la espedicion que habia salido de
Cádiz. Arribo de tres de ellos con su comandante general
á las costas de Chile, i del moveno al Callao. Arribo de
Lord Cochrane para mandar la escuadra insurgente.

Engreido el coronel Ordoñez con los preciosos triunfos


conseguidos sobre las tropas de San Martin, continuaba sos
CHILE: 1818. 415
teniendo con el mayor lustre la plaza de Talcahuano, cuan
do tuvo el consuelo de ver arribar á aquel puerto la brillan
te espedicion organizada en Lima por el virei Pezuela, i
confiada al mando del brigadier Osorio. Se componia esta
de 34o7 hombres de todas armas, los que reunidos á la tro
pa que mandaba el referido Ordoñez componian una fuerza
de 59 soldados útiles para entrar en campafía.
Apenas tuvieron noticia de este desembarco los caudillos
O'Higgins i Brayer, se retiraron á Concepcion, i sucesiva
mente tuvieron orden de desamparar aquella ciudad i toda
su provincia, i de retirarse á la de Santiago á incorporarse
con otra division de 33 hombres, mandada por el gefe prin
cipal San Martin. Hasta que este supo con certeza el desem
barco de la espedicion verificado en Talcahuano se mantuvo
en observacion en las inmediaciones de Valparaiso, recelan
do de que aquel pudiera emprenderse por este lado. Disipa
do este primer temor formó su plan de reunir en un cuerpo
todas las fuerzas del reino para dar un golpe decisivo á los
realistas.
La retirada de O'Higgins selló la barbarie i ferocidad
que ha caracterizado siempre á los revolucionarios de Améri
ca. La vandálica orden de que emigrasen para la provincia
de Santiago todos los habitantes de la de Concepcion, sin
esceptuar edad ni sexo, cubrió aquel dilatado camino de
ciento cincuenta leguas, de infelices familias que iban su
cumbiendo al peso de la fatiga, de los duros tratamientos,
de las angustias i de las privaciones. La pluma no acierta á
describir los actos de brutalidad i sevicia cometidos en esta
ocasion contra los fieles habitantes de la referida provincia.
El fuego i la espada acabaron de destruir cuanto habia podi
do sustraerse á la rapacidad i violencia de los soldados titula
dos de la patria. Las casas, las haciendas, los campos, los
animales de servicio, todo fue inutilizado sin que á aquellos
pueblos miserables les quedase ni aun el estéril recurso de la
mentar sus desdichas.
416 cmILE: 1818. -

El espíritu de devastacion, que precedia á los rabiosos


patriotas, llevaba el doble objeto de hacer un terrible escar
miento sobre aquella provincia, que tantas pruebas habia
dado de su adhesion á la Madre patria, i aun mas el de cor
tar al enemigo toda clase de ausilios para seguir su marcha,
sin calcular que la propicia estacion i los infinitos recursos
que ofrece aquel fertilísimo pais en carnes, pescados i frutos
no habia de producir mas resultado de sus bárbaras provi
dencias que el pueril desahogo de su impotente rabia, i la
mancha indeleble de haber talado uno de los mejores paises
de aquel reino.
Luego que hubo desembarcado Osorio, trató de proveer
se de caballos para salir á la persecucion de los prófugos; i
espedidas á este fin las necesarias providencias, se reunieron 29
de ellos á los siete dias, i asimismo el número suficiente de
acémilas i de bueyes.
Desde el momento en que la division de Lima arribó á
Talcahuano se notó aquella falta de armonía i franqueza en
tre Osorio i Ordoñez, que fue el origen emponzoñado de mil
males. Ambos tenian entusiasmo, inteligencia i decision; am
bos descaban dar dias de gloria á la España, i sellar con su
sangre la fidelidad al Monarca español; pero ambos al pare
cer tenian aspiraciones que no eran conciliables.
Como el primero se hallaba con toda la proteccion del
virei, no era estraño que aspirase al mando supremo de
aquel reino: no podia ver el segundo con indiferencia
que viniese otro á recoger el fruto de sus padecimientos i sa
crificios: he aqui una de las causas que influyeron poderosa
mente en los reveses que sufrieron los realistas en aquella
campaña. -

Los primeros síntomas del descontento fueron cortados


sin embargo por la mediacion de algunas personas celosas
del bien público, i con el grado de brigadier que de parte del
virei habia llevado Osorio para Ordoñez á fin de hacer menos
sensible su desaire. Sofscando ambos por entonces su mútus
CIIILE : 1818. 417
resentimiento, se dedicaron con el mayor teson i energía á
conducir á feliz término la empresa de la reconquista. Des
pues de haberse detenido los realistas en Concepcion algunos
dias para revistar los cuerpos, organizar la caballería i
amaestrar la tropa, haciendo con esta mira algunos simula
cros de guerra para salir con lucimiento de la campaña que
iba á abrirse, levantaron el campo en el mes de febrero, i
se avanzaron varias de sus partidas de caballería hasta Chillan.
Todavía llegaron á este punto á tiempo de hacer algu
nos esfuerzos para apagar las voraces llamas que abrasaban
todos sus edificios, en particular el magnífico colegio de mi
sioneros de Propaganda de San Ildefonso, sin que al caudillo
O'Higgins, autor de tan bárbaro decreto, le hubiera retraido
de su criminal intento la consideracion de haber recibido en
dicho colegio la instruccion i conocimientos de que tanto se
jactaba, ni la de haber sido aquel establecimiento en todos
tiempos el asilo de la caridad i de la beneficencia.
Habiendo salido de este pueblo el coronel don Cipriano
Palma con 1 oo dragones i otros vantos indios bárbaros, que
halló accidentalmente en él, ápicar la retaguardia de los re
beldes, que estaba poco distante, la alcanzó en los campos
de San Cárlos, cinco leguas al Norte del referido punto de
Chillán, i obtuvo por resultado de su bizarría i arrojo la
muerte de varios de ellos i la precipitada fuga de los demas.
Este primer triunfo llenó de altanería al ejército realista i le
hizo esperar que la fortuna jamas abandonaria á los que de
fendian una causa tan noble,
Era sin embargo la posicion de estos mui diferente de
la de los rebeldes; i por lo tanto los hombres que sujetan
los resultados á los cálculos de la prudencia, temian con ra
zon que aquellos no correspondiesen á la confianza con que se
arrojaban á una empresa tan dificil. El ejército de operaciones
que Osorio podia presentar contra San Martin despues de haber
dejado algunas guarniciones, si bien habia inccrporado varios
reclutas del pais, no llegaba á 5ooo hombres, entre ellos
7oo caballos, i su artillería constaba tan solo de 12 piezas de
ToMo II. 53
418 CIIIIE: 1818.
cortos calibres. Los batallones de Burgos i del Infante tenian
una aventajada instruccion; pero si se esceptúan el bata
llon de Concepcion i dragones de la Frontera que habian de
fendido á Talcahuano, en los oidos de los demas soldados
iba á resonar por la primera vez el silvido de las balas. Los
cuerpos europeos, que se hallaban con todas las calificaciones
guerreras, iban á sufrir la variacion de clima, i no eran los mas
á propósito para hacer penosas marchas en un pais cubierto de
rios, que era preciso vadear frecuentemente con el agua á
los pechos.
Los enemigos contaban con un ejército de 8ooo infantes
i 15oo caballos constituidos en el mejor estado de disciplina i
arreglo, é instruidos en toda clase de evoluciones por el aven
turero Brayer, ex-general de Napoleon, i por otros muchos
oficiales estrangeros que habian concurrido á aquel pais á
atizar el fuego de la revolucion, que habia sido apagado en
Europa por la íntima union de los Soberanos legítimos. Las
tropas naturales, de que se componia el ejército rebelde, eran
mas adecuadas para aquella clase de guerra; su artillería era
mui superior en número i en calibre; las repetidas alocucio
nes que salian de las tribunas populares i de las prensas re
volucionarias prometiendo riquezas i prosperidades con el es
tablecimiento de su independencia, habian principiado á ha
cer alguna impresion en los ánimos; la opinion general pa
recia inclinada á segundar las miras del caudillo porteño: to
dos los elementos obraban en contra de los valientes realistas
que se iban aproximando al Maule.
Mui desde luego conoció el brigadier Osorio los diferen
tes auspicios, bajo los cuales se presentaba esta campaña. Te
mia con razon que los brillantes triunfos conseguidos en 1814
no fueron suficientes para lavar la mancha de una batalla per
dida en esta ocasion: andaba por lo tanto mui detenido en sus
operaciones formando su carácter un contraste mui visible
con el arrojo i precipitacion que eran las divisas de Ordoñez.
De ambos gefes se habria podido formar un general con
sumado: Osorio tenia talentos no comunes, bastante instruc
cIIILE: 1818. 41 o
cion i mucha política; pero su demasiada circunspeccion daba
á todas sus providencias un carácter de perplejidad, inquie
tud é irresolucion. Ordoñez era de ingenio poco fecundo, de
modales populares i nada cursado en la carrera política; mas
en su vez abundaba en valor, en decision i en firmeza. El
primero hallaba el camino sembrado de abrojos, i el segundo
de flores: aquel reconocia la importancia del enemigo que iba
á combatir, i éste lo despreciaba, convencido sínceramente
de que serian irresistibles los esfuerzos de su brazo i de sus
bizarras tropas.
Como era mas fresca la fama de las hazañas de este úl
timo, se dirigian mas ácia él las demostraciones de júbilo i
de aprecio de parte de los pueblos por donde transitaban. Era
natural que esta deferencia fuese poco grata al primer gefe, i
que contribuyese á aumentar su inquietud i alarma. El co
ronel Primo de Rivera, que desempeñaba las funciones de
gefe del Estado Mayor, era un jóven de brillantes talentos
i de regular instruccion; pero tenia poca esperiencia en el
arte de la guerra, i no es estraño por lo tanto que sus opera
ciones se resintiesen de este defecto. Los demas gefes, fogosos por
naturaleza i llenos de un ardiente entusiasmo deseaban ve
nir á las manos con los insurgentes, esperando que la for
tuna sería propicia á sus votos: la idea de entrar en la ca
pital de Chile i de que resonase desde aquel punto la fama
de sus proezas absorvia enteramente su atencion, i les hacia
desconocer los graves peligros que acompañaban á aquella
atrevida campaña.
Era tan ciega la confianza de estas tropas, que sin es
tar bien aseguradas de la verdadera posicion del enemigo,
se atrevieron á pasar el Maule arrastrando con el pronun- ,
ciamiento general por este movimiento la voluntad del bri
gadier Osorio, que estaba poco dispuesto á segundarlo. Fue
Primo de Rivera el primero que cruzó aquella caudalosa cor
riente; le siguió Ordoñez á mui poco tiempo, i el dia 3 de
marzo se halló todo el ejército reunido en Talca, primer
pueblo de la provincia de Santiago, distante 8o leguas de
42 o criILE: 1818.
Talcahuano. Viendo San Martin que su proyecto de atraer
los realistas á la otra parte del citado rio Maule habia salido
á medida de sus deseos, movió su campo de la villa de San
Fernando i se aproximó al encuentro de ellos.
Despues de haber tenido el ejército realista algunos dias
de descanso, salió de Talca el dia 14, i se adelantó sobre
el Lontúe Primo de Ribera con la columna de cazadores i
granaderos, dragones de la Frontera i lanceros del Rei, con
la idea de llegar hasta Curicó, i hacer un reconocimiento so
bre el enemigo. Las demas tropas salieron del mismo punto
de Talca el dia 14, i llegaron al siguiente á Camarico.
Se hallaba ya San Martin con su numeroso ejército á
la orilla opuesta de dicho rio de Lontúe, con objeto de cru
zarlo al dia siguiente para hacer iguales esploraciones: des
tacado con este objeto el valiente Freire con una gruesa co
lumna, tropezó repentinamente con la caballería á la que
hizo retroceder en su primer encuentro, obligando á Primo
á encerrarse con su columna en unas casas llamadas las Que
chereguas.
Aprovechándose el gefe insurjente de la sorpresa i terror
que habia introducido en el campo español, intimó la rendi
cion á aquella tropa; pero en tanto que el pundonoroso Pri
mo hacia ver á los insurjentes que los soldados de su mando
mo capitulaban con el crímen, volvió de repente la caballe
ría á salvar aquel contraste, i se arrojó con la mayor intrepi
dez sobre los orgullosos chilenos. El primer escuadron de dra
gones fue rechazado por los patriotas; pero atacados éstos con
doble furor por el segundo, compuesto del mismo modo que
el primero de esforzados araucanos, se decidió mui pronto á
su favor aquella sangrienta refriega. -

Huye Freire con el mayor desórden; van en su segui


miento los valientes dragones; cae aquel en un barranco; le
sucede igual accidente al esforzado capitan don Tadeo Islas,
que le iba á los alcances con los mas vivos deseos de vengar
en su sangre algunos desacatos personales que habia recibido
de aquel insurjente; se asen ambos como fieras rabiosas;
CIIIIE : 1 8 1 8. A2 1
luchan á brazo partido con el mayor furor; pero sobrevi
niendo algunos soldados de la patria en ausilio de Freire, se
vé Islas precisado á abandonar la presa reteniendo la gorra de
su adversario i un mechon de pelo indicante la violencia de
sus esfuerzos.

Este trofeo, aunque pequeño en apariencia, fue sin embargo,


mui importante por haberse hallado en dicha gorra papeles de
mucho interes. Los realistas continuaron su persecucion hasta
que el enemigo se puso bajo los fuegos de la infantería, situada
en los Cañaverales del citado rio de Lontúe. El brigadier.
Ordoñez i el comandante general de la caballería don Fran
cisco Olarría habian sido enviados desde Camarico por Oso
rio con los batallones de Concepcion i del Infante, con el es
cuadron de Chillán i 4 piezas en ausilio de Primo, tan pronto
como se supo el riesgo que corria su columna. Aquel re
fuerzo se limitó á hacer un prolijo reconocimiento del ene
migo, i regresó en la noche del 16 á Camarico, en donde
permaneció todo el dia 17.
La citada accion llamada de las Quechereguas, que fue
dada el dia 15 de febrero, costó al ejército rebelde la pér
dida de 6o muertos, i fortaleció el ánimo del soldado hacién
dole esperar que aquel pequeño triunfo fuese el anuncio de
una completa victoria. Los gefes sin embargo no habian que
dado satisfechos al ver que la sola vanguardia enemiga habia
sabido tener por algun tiempo indeciso el mérito del venci
miento. Aunque esta era una nueva prueba de la gran supe
rioridad de los rebeldes, no se resolvieron á tomar el partido
mas prudente que exijian las imperiosas circunstancias, cual
era el de retroceder á Talca, repasar el Maule, i adoptar un
plan fijo de campaña, que tuviese mas mérito por la circuns-.
peccion de sus operaciones, que por la rapidez de los movi
mientos.
Aunque todos los gefes tenian poca seguridad en los pri
meros combates que iban á empeñar con los independientes,
era sin embargo tan grande su entusiasmo i valentía, que se
decidieron casi por unanimidad á arriesgar su misma opinion:
/22 CIIILE: 1818. (
el mas empeñado en seguir adelante esta espinosísima cam
paña fue el impávido Ordoñez, á quien los dictados de la
bravura le hacian desconocer los consejos de la prudencia.
San Martin se llenó de gozo al ver que el ejército español se
obstinaba en sostener el campo á pesar de tener contra sí to
das las probabilidades del triunfo. Amagando un ataque por
el frente, emprendió un movimiento general por el flanco
derecho con la mira de apoderarse á un tiempo de Talca i
de la orilla derecha del Maule, privando así á los realistas de
su retirada i de toda clase de ausilios i recursos.
Lo acertado de este plan hacia honor á los talentos mili
tares del caudillo insurgente; pero se salvó el ejército de este
peligro por los avisos que dieron unos rancheros que cayeron
accidentalmente en poder de las guardias abanzadas. Ponién
dose inmediatamente en retirada para frustrar este golpe
de mano, se dirigió por el camino mas corto sobre los des
filaderos, i recorriendo casi á la carrera aquel largo espacio
de cuatro leguas, i caminando paralelamente con las tropas
insurgentes, pudo llegar al rio Lircai al mismo tiempo que
habia entrado en él el general Brayer con 24 piezas, i toda
su caballería.
Poseida la realista del mas vivo entusiasmo, se arrojó
contra la de los insurjentes sin reperar en la superioridad de
su número; pero el aventurero francés que la mandaba, li
mitó su defensa al vivo fuego de su artillería. Eran las tres i
media de la tarde del dia 19 de marzo cuando se avistaron
ambos ejércitos en las inmediaciones de Talca; mas como San
Martin no habia podido reunir toda su infantería, no se atre
vió á comprometer una accion general; i la caballería, que in
tentó dar una carga mientras que los realistas cambiaban de
direccion para apoyar sobre el pueblo su flanco derecho, fue
rechazada vigorosamente.
Empeñado entonces San Martin en arrollar la caballería
realista, tan inferior en número i en calidad, como superior en
valor i firmeza, determinó darle otra carga violenta con casi
triplicada fuerza de la misma arma, teniendo por segura la
CmILE: 1 S 1 8. A25
victoria; mas la impericia i el desórden con que verificó el
ataque principiando la gran carrera á mas de doscientos pasos
de los escuadrones enemigos, i llegando á cruzar sus sables sin
guardar órden ni formacion, fue causa de que los españoles
sin mas esfuerzos que los de su imperturbable serenidad i for
taleza pusiesen en dispersion á los altivos insurjentes, i los
derrotasen completamente obligándoles á ocultar su vergüen
z a al abrigo de los fuegos de su infantería. Entre las pocas des
gracias sufridas por el ejército del Rei, se contó la disloca
cion del brazo izquierdo del coronel del regimiento de Bur
gos don José Maria Beza, causada por la caida de su caballo.
á impulso de una bala de cañon que le dió en el anca.
Aunque los realistas habian salido victoriosos de estos en
cuentros, i aunque las escelentes maniobras de la caballería,
practicadas con la mayor inteligencia i acierto por su digno,
comandante general Olárria en aquella tarde, debieron im-.
poner al osado enemigo, estaba mui lejos su espíritu de tran
quilizarse al tender la vista sobre un ejército de mas de 92
hombres que era preciso combatir; no era menos imponente
el pomposo aparato de su artillería i la abundancia i riqueza
de su campo. En aquella misma tarde se habia visto cruzar
una columna considerable de caballería con el designio al
parecer de apoderarse de las orillas del Maule: si se perdia
la batalla, era impracticable el paso de aquel rio caudaloso;
i en el estado en que ya se hallaban los negocios era mui
arriesgado, aunque se hubiera tratado de emprenderlo antes
de sufrir ningun descalabro.
La situacion pues de dichos realistas era la mas apurada;
el desaliento habia alcanzado hasta á los gefes menos aprehen
sivos; algunos individuos se fugaron en aquella noche llevan
do á la provincia de Concepcion el terror i la desconfianza;
solo un atrevido golpe de estremada valentía podia salvarlos
de su inevitable ruina: atacar por sorpresa el campamento ene
migo que distaba media legua de Talca, era la única áncora
de su esperanza.
Apenas se propuso este atrevido proyecto, fue recibido,
24 CIIILE: 1818.
por todos con entusiasmo; el mismo Osorio no lo desaprobó
á pesar de su detencion i pulso en acometer empresas que no
tuvieran todas las apariencias de un buen resultado. Forma
das en el acto las divisiones en columna, tomó Primo la di
reccion de la derecha, Ordoñez la del centro, i don Bernar
do Latorre la de la izquierda. Llenas las tropas del mas ar
diente entusiasmo rompen su marcha para caer sobre el
enemigo, tomando por norte el paraje en que habian que
dado por la tarde. Como esta operacion se hizo con tanta
precipitacion i en el silencio de la noche, se fueron reza
gando muchos soldados deseosos de evitar la catástrofe que
temian pudiera sobrevenir á aquellos valientes, los que se
vieron reducidos por lo tanto á poco mas de 29 infantes
i 5oo caballos.
No bien habian andado medio cuarto de legua cuando
la division de la izquierda se encontró con una partida de
caballería enemiga, i recibió en seguida una terrible descarga
de fusilería i artillería del campamento, que se hallaba situado
en la cresta del cerro, distante pocos pasos. Aunque vaciló por
algun momento la columna de los fieles, volvió sin embargo
mui pronto de su primer estupor, i atacó con denodado espí
ritu el citado cerro, del que se apoderó en pocos minutos,
asi como del hospital de la Sangre, de varias piezas de arti
llería i de todos los equipages del cuartel general.
Las divisiones del centro i derecha, que debian haber
faldeado aquella colina i envuelto las tropas que se retiraban
de ella, se dirigieron en su vez al ataque por el parage en
que estaba empeñada la izquierda, con grande esposicion de
haberse destrozado unas tropas con otras, si la casualidad no
las hubiera hecho reconocer prontamente á pesar de la oscu
ridad i de la confusion del combate.
Desconcertados los insurjentes con este inesperado i brus
co choque, se entregaron á la mas vergonzosa dispersion,
escepto una brigada que habia ya mudado de posicion á las
órdenes del coronel Las Heras. No fue menor el desórden de
los soldados realistas que cayeron furiosamente sobre el cam
C.ILE: 1 8 8. A25
po enemigo, i á los que no fue posible organizar hasta la
mañana siguiente. Solo el digno comandante de Arequipa
don José Rodil supo mantener ordenado su cuerpo bisoño, i
formar un punto de reunion para los dispersos.
- Se arrojó Ordoñez con tanto ardor como confusion con
la sola compañía de zapadores sobre San Martin, que parece
trataba de rehacerse en el Llano, segun lo indicaban los fue
gos; pero habia sacrificado ya aquella pequeña fuerza cuando
llegaron en su ausilio algunos cazadores i con ellos el tenien
te coronel Latorre, habiéndose debido mas particularmente
á los bizarros esfuerzos del bien organizado batallon de Are
quipa, la dispersion de aquellos grupos rebeldes. Todavía
quisieron rehacerse en las barrancas del Lircai; pero su
perado por los realistas este último obstáculo, aunque con
alguna pérdida, quedaron dueños del campo huyendo el
enemigo en todas direcciones con el mayor desconcierto,
escepto el citado coronel Las Heras, que pudo verificar su
repliegue con los dos batallones de que se ha hecho mencion,
aunque sin haber podido salvar sus trenes, equipages i caballos.
La pérdida de los realistas no bajó de 3oo hombres entre
muertos i heridos, inclusos 14 oficiales i entre ellos el pri
mer comandante del batallon de Concepcion Campillo, el
primer ayudante del de Burgos Rombau, i el capitan de ca
zadores de Arequipa don Francisco María Enjuto, que se
hallaron tendidos en el campo.
Osorio, que se habia quedado guarneciendo la casa fuer
te construida en el convento de Santo Domingo de Talca, en
donde se habian dejado los hospitales i todo el material del
ejército, se presentó en el campo al amanecer á admirar los
ilustres trofeos que sus valientes tropas habian ganado en
aquella noche: consistian estos en 24 cañones, 2 obuses, por
cion considerable de armas de toda especie, provisiones, cau
dales, parque, pertrechos, equipages i en cuanto poseia el al
tivo ilujoso ejército enemigo, el cual tuvo ademas la baja
de 5oo muertos i de un número proporcionado de heridos,
ToMo II. *, 54
426 CHILE : 1818.
Poseido Osorio del mas vivo placer al contemplar esta in
signe victoria, tanto mas estimable cuanto menos esperada,
no le quedó otro sentimiento sino el no haber tenido en ella
la parte directiva. Si bien abrazó cordialmente al valiente
Ordoñez que la habia mandado, no dejó de esperimentar aquel
desagrado, que es propio de quien abundando en cualidades
guerreras, ve cortados por otro aquellos preciosos laureles que
la suerte habia destinado para sí mismo. En los primeros
trasportes de su alegría dió orden para seguir al derrotado ene
migo, i al cruzar el rio Lircai encontró todavía sobre sus
orillas mas de 8oo mulas cargadas de todo género de efectos
de campaña i provisiones.
El término de aquella primera jornada fue en las Que
chereguas, en las que se cercioraron los realistas del desorden
i confusion en que huian los rebeldes, pues que en el mismo
sitio habia sido curado de sus heridas el director O'Higgins en
aquella madrugada. Aqui se acampó la vanguardia al mando
de Ordoñez, i las demas tropas se quedaron en Pángüe, tres
leguas áretaguardia. La primera determinacion de perseguir
al derrotado enemigo sin tomar el menor descanso se alteró
al dia siguiente en virtud de una junta que se celebró á este
objeto. La mayor parte de los gefes votó por el retroceso á
Talca; pero los mas inteligentes, entre ellos el comandante
de Arequipa, i el de la artillería, don Manuel Bayona, opi
naron por el avance, en el que insistió asimismo con la ma
yor tenacidad el esforzado Ordoñez; mas todo fue inútil, i se
adoptó el dictámen de la mayoría, fundado en el cansancio
de las tropas i en la necesidad de organizarlas, sin temor de
que San Martin pudiera rehacerse, despues de tan decisivo
desconcierto, con el necesario vigor para oponer una arregla
da defensa.
Este fue aquel funesto error que trajo tan fatales conse
cuencias. Viéndose los insurgentes libres de la témida perse
cucion, empezaron á reunirse i á formar con nuevo ardor
sus batallones: su mismo despecho i desesperacion les hizo
CRILE : 18 1 S 427
hacer prodigiosos esfuerzos; concurrian de todas partes los
fanatizados patriotas á reemplazar las inmensas bajas sufri
das en Cancharayada.
San Martin, Rodriguez, O'Higgins i Las Heras desplega
ron un grado de actividad i energía que solo cabe en pechos
volcanizados: á los quince dias tenian ya reunido un ejército,
si no igual al que acababan de perder, á lo menos superior
al de los realistas; i aunque su artillería i parque no era tan
considerable, bastaba sin embargo para fijar á su lado todas
las probabilidades de la victoria.
El ejército español se mantuvo hasta el dia 24 en Talca,
ocupado en su arreglo i organizacion: emprendida finalmen
te la marcha, llegó sin el menor tropiezo hasta Rancagua,
en cuyo punto cayó inesperadamente la caballería enemiga
sobre una columna de dragones de la Frontera i de Chillán,
que fue arrollada, llevando en triunfo á Santiago la casaca
del segundo comandante, escitando por este medio, de poca
monta al parecer, tan grande aliento i entusiasmo en el áni
mo de los insurgentes, que pasando rápidamente del abati
miento á la confianza pidieron con el mayor empeño ser
conducidos á otro nuevo combate para salvar en él la men
gua de su precedente derrota.
Al ver San Martin la buena disposicion de sus tropas i
el firme apoyo que le prestaba el famoso Manuel Rodriguez,
á pesar de hallarse perseguido á aquella misma sazon por par
tidario de los Carreras, se decidió á esperar á los realistas
en el campo de Maipu, distante tres leguas de la capital. En
el entretanto se iba aproximando Osorio á dicho rio con su
ejército: al concluir su última marcha en el dia 4 de abril
sobrevino la noche sin que se hubiera formado todavía un
plan de operaciones á pesar de hallarse el enemigo tan
inmediato.
Deseoso por una parte el referido Osorio de cortar con
un golpe decisivo las últimas esperanzas á los patriotas, i te
meroso por otra de entrar en una accion que le destruyera
todos sus proyectos, si la fortuna se le mostraba esqui
2S chILE: 18 8.
va en esta ocasion, dejó traslucir su dictámen de dirigirse á
Valparaiso para formar en aquel puerto, que entonces se
hallaba bloqueado por la escuadrilla del Rei, una base fir
me de operaciones que lo pusiera al abrigo de todo revés i
COntra Ste.

Este plan, que parecia el mas juicioso i arreglado para


no dejar pendiente la suerte de Chile de los hazares que sue
len acompañar aun á las acciones mas bien combinadas, ha
bria sido desaprobado unánimemente por todos los gefes i
oficiales que se saboreaban ya con el placer de dictar leyes
desde la capital de aquel reino que tenian á la vista, i no
se atrevió por lo tanto á proponerlo abiertamente por no ver
desairada su autoridad.
Amaneció el dia 5, i en el acto mismo se presentaron las
guerrillas contrarias á provocar el combate: puesto el ejérci
to realista en movimiento, halló á una milla de distancia en
direccion de Santiago una posicion sumamente ventajosa, que
parecia dispuesta por la naturaleza para empeñar la batalla.
Se estendia aquella como media legua sobre el punto por donde
venia el enemigo; lo cortaba por la derecha un prolongado
valle que apoyado á una barranca formaba su principal de
fensa; se inclinaba el terreno por la izquierda en descenso sua
ve hasta un montecillo de bastante altura que lo dominaba
todo, flanqueando la izquierda de los realistas, i la derecha
de los insurgentes.
El lugar donde se formó la linea de las tropas de Osorio,
era un poco elevado con tres colinas que aunque pequeñas,
podian servir para ocultar algunas fuerzas. Dispuesto en esta
forma el plan de aquella batalla, fue ocupado como medida
preliminar el cerro avanzado por el flanco izquierdo, i colo
cada en él para su defensa, la columna de cazadores i gra
naderos á las órdenes de Primo de Rivera con dos cañones.
, Eran las diez i media del dia, cuando se presentó San
Martin con todas sus fuerzas, i se rompió en el acto un vi
vo fuego de artillería por el frente, i la caballería empezó
sus choques i escaramuzas por uno de los flancos. El atrevi
queuo completamente abandonado, 1 las conumnas ue grana
deros i cazadores que se conservaban intactas, emprendieron
su retirada en el mejor órden sobre las casas llamadas de Es
CIIILE: 1818. 429
do Ordoñez con los batallones del Infante i de Concepcion se
mezcló por la derecha con tres cuerpos enemigos, á los que
puso al principio en la mas completa derrota. La segunda
division, compuesta del primer batallon de Burgos i del de
voluntarios de Arequipa. iba avanzando en columna por
el centro al mando de Morla, que habia reemplazado interi
namente al coronel Beza: al primer ataque que se dió á la
bayoneta, se abrió en dos mitades el batallon de Burgos que
iba á la cabeza, i quedó dando frente el de Arequipa su
friendo los mortíferos golpes de las baterías; pero como el
gefe principal de esta columna no tuviera la prevision de des
plegar en batalla para que hiciesen menos estragos los fuegos
contrarios; i como léjos de corregir este desórden, hubiera
pasado á retaguardia á pedir instrucciones; muertos ya casi
todos los oficiales de los primeras compañías, principió á ce
der esta division aunque sin desordenarse.
Al verla vacilar los cnemigos. cargan sobre ella con la
caballería; aflojan los lanceros realistas, i se ve envuelta i
arrollada en un momento su infantería por toda la reserva
del coronel mayor Quintana. Observando San Martin que la
columna de cazadores al mando de Primo, no habia hecho mo
vimiento alguno, pues que solo los granaderos habian acudido
á tomar parte en la primera refriega, i no tan pronto como
habia ordenado Osorio, se arrojó sobre ella, i se empeñó un
reñido combate. .
Dáse la órden para que los dragones de la Frontera man
dados por el coronel Morgado carguen á la caballería enemi
ga; pero la tardía i torpe ejecucion de esta maniobra corres
pondió tan desgraciadamente á la intre pidez i esfuerzo de los
soldados, que fueron acuchillados horrorosamente, i aun mu
chos fueron víctimas del fuego de los cazadores por la confu
sion con que se replegaron sobre ellos.
Esta fue la señal del triunfo de los rebeldes; el campo
quedó completamente abandonado, i las columnas de grana
deros i cazadores que se conservaban intactas, emprendieron
su retirada en el mejor órden sobre las casas llamadas de Es
45o cHILE: 1818.
pejo: los primeros hubieron de formarse en cuadro para re.
sistir á la furia de varios ataques, los segundos sostuvieron
asimismo otras cargas dadas con igual firmeza. Reunidos a m
bos cuerpos al llegar á unos callejones que conducian á las
referidas casas de Espejo, tomaron posicion á las órdenes del
teniente coronel Latorre con la idea de sostener el honor de
sus armas, i de emprender por último recurso una retirada con
órden si la fatalidad del destino habia decretado que fuera in
fructuosa toda resistencia.
Apoderándose los cazadores de las alturas que dominaban
aquellos callejones, i colocándose los granaderos en reserva
para cubrir los heridos, pertrechos i equipages, se principió
una segunda batalla, que duró con el mayor teson hasta las
tres i media, en que situando los enemigos toda su artille
ría sobre las alturas, i atacando el batallon de Coquimbo, que
no habia tomado parte en el primer periodo de la accion, sa
lieron los realistas de sus trincheras, i travaron el mas san
griento combate individual á la bayoneta, dando todos las
mas terribles pruebas de arrojo é impavidéz, señaladamente
el benemérito capitan Aznat.
Huyeron los enemigos aturdidos con aquel estraordinario
golpe de valor; pero conociendo los realistas que aquella ven
taja parcial no podia de modo alguno variar el curso á la
adversa fortuna, se valieron del estupor causado en el cam
po insurjente, para ponerse con un pronto repliegue fuera de
su alcance. Estaban ya en marcha los cazadores para el rio
Maipu creyendo que seguian igual direccion los granaderos
que la habian emprendido con antelacion, cuando informa
dos por unos soldados dispersos de que Ordoñez, Primo de
Rivera, Rodil i otros gefes trataban de hacer la última de
fensa dentro de las cercas de la dicha casa de Espejo con los
citados granaderos i varios trozos de los demas cuerpos, retro
cedieron ácia aquel punto para consagrará la causa de la Mo
narquía los postreros esfuerzos de su fidelidad ivalentia; pe
ro era ya tarde para que tamaña decision pudiese variar el in
fausto curso de la suerte.
cHILE : 1818. 45 l
Todo se perdió en aquella falsa posicion; los enemigos se
apoderaron de las entradas; pocos se atrevieron á franquear
las elevadas cercas, i aun de estos solo se salvó el esforzado
comandante Rodil que tan recomendable se habia hecho en
esta campaña por su serenidad é inteligencia, i por la escelen
te disciplina que habia sabido conservar con su energía enme
dio del desórden de los demas.
Una estrella venturosa protegióá aquel digno gefe, quien
reunido mui pronto con Osorio, fue encargado de recoger las
reliquias de la infanteria, en tanto que aquel seguia su reti
rada para Talcahuano con la caballeria i con algunos gefes i
oficiales de la plana mayor. El imperturbable Rodil logró
reunir de 6 á 7oo hombres; pero el estado de sublevacion en
que se habia constituido el pais, i las infinitas bandas arma
das que los hostigaban por todas partes, redujeron su fuerza
á 3oo cuando llegó á las orillas del Maule, i á solos 9o cuan
do entró en Talcahuano.
Los demas gefes, oficiales i soldados sucumbieron á la
fatalidad de su destino: cerca de 1ooo hombres sellaron con
su sangre derramada en el campo de batalla su fidelidad i
bizarría; un número mayor rindió las armas i los restantes
perecieron en la dispersion, escepto unos 8oo que fueron con
curriendo á Talcahuano. El benemerito Ordoñez, despues de
haber hecho prodigios de valor, rompió la espada antes que
rendirla al enemigo: los orgullosos insurjentes mancharon la
victoria con varios actos de crueldad cometidos sobre los des
graciados prisioneros: estos cesaron sin embargo á la llegada
de las Heras, quien animado de sentimientos mas generosos
empleó todo su influjo i autoridad para contenen á la desen
frenada soldadesca. El destino que se dió á estos guerreros
fue su confinacion á la punta de San Luis en el territorio
de las provincias de la Plata, para ser víctimas primeramen
te de toda clase de padecimientos, i por último de la feroci
dad de su gobernador Dupui. -

Un desenlace tan fatal aterró el ánimo de todos los rea


listas: prisiones, destierros, saqueos, suplicios, persecuciones
452 CIIILE: S 8.
ito la clase de angustias fueron el premio de su constancia.
Los defectos á que deben atribuirse todos aquellos desas
tres, aunque no nacieron de falta de lealtad ni de valor,
aparecerian sin embargo como tantos lunares á la carrera de
sus autores sino hubieran acreditado uno i otro con el sacri
ficio de sus vidas: se supuso que un pique personal de
Primo de Rivera con alguno de sus compañeros hubiera
sido causa de la poca actividad i firmeza que se notó en
las altas funciones que le estaban confiadas como gefe
del estado mayor, i en su falta de resolucion para apo
yar el primer ataque en que se vieron empeñadas las di
visiones de Ordoñez i de Morla; parece tambien que la ca
ballería habria podido prestar mas útiles servicios si la
fatal indisposicion de su comandante general Olarria que le
habia obligado á que darse en Talca, la tardía designacion de
su sucesor Morgado, i la direccion poco acertada de este ge
fe no hubieran entorpecido el curso á la próspera fortuna.
Estas fueron, pues, las causas que mas influyeron en aquella
horible derrota, i á ellas se debió que la victoria, que ha
bia principiado á coronar los esfuerzos de Ordoñez, pasara
rápidamente, i en el momento en que menos podia espe
rarse, á fijarse en las filas de la rebeldía.
No podemos menos de lamentarnos asimismo de la fu
nesta emulacion de mando, que tanta parte ha tenido en
todos los reveses de los realistas en América. No han sido,
pues, la opinion de los pueblos, ni los bien concertados pla
nes de los caudillos insurjentes, i mucho menos el arrojo de
sus batallones los agentes de nuestra ruina, i sí el ignoble
desahogo de privadas pasiones. Las páginas de dicha história
estan llenas de tan triste verdad: no nos cansaremos por lo
tanto de encargar á nuestros militares españoles huyan de es
te terrible escollo, si llega un dia venturoso en que puedan
hacer resonar por aquellos inmensos paises la voz del sobera
no-español.
Deben estos tener presnte que su gloria principal estriba
en servir á su Rei con toda clase de sacrificios; que los de la
CIIIIE: 1818. 455
opinion son á veces mas importantes que los de la misma
vida; que toda rencilla ó resentimiento personal debe ceder
á los intereses públicos; i que es tan criminal quien por no
saberse vencer á sí mismo arriesga el éxito de una batalla,
como el que la vende al enemigo. Añadiremos asimismo pa
ra que quede bien inculcado este principio, del que debe re
sultar la verdadera gloria,” que se pierde todo el mérito de
un guerrero ambicioso si no sabe sujetarse á los dictados de
la prudencia i á los de la utilidad i conveniencia de la causa
que sostiene.
Destiérrense pues, de una vez esas etiquetas i disensio
nes, i será seguro nuestro triunfo; sofóquese todo otro est
mulo que no sea el de obrar en razon directa de los intere
ses del Soberano i de la madre patria, ino se gozará el enemigo
con la presa arrebatada al falso brillo de ensalzarse sobre el
descrédito de sus compañeros; ansie todo gefe por sujerir á
la autoridad principal los medios de dar fomento al partido
á que pertenece, i no se emplee jamas en debilitar su ac
cion para que sobre las ruinas de aquella se proyecten gi
gantescos planes que lleven el sello de la ilegitimidad i del
desacierto.
Al llegar Osorio áTalcahuano se dedicó á reunir todos los
dispersos que se le fueron presentando; i aunque en 16 de
julio habia llegado á juntar una fuerza de 2 161 hombres,
de todas armas, no fue reputada suficiente para hacer una
resistencia arreglada al enemigo, i recibió por lo tanto la ór
den de evacuar aquella plaza i de pasar á Lima. Verificado
el embarco de Osorio en 8 de setiembre despues de haber des
mantelado el referido puerto de Talcahuano, arribó al Callao
con 729 individuos militares de diversos cuerpos, i con 98o
á que ascendian las tripulaciones de cinco buques destinados
á la conducion, inclusive algunos empleados, mugeres i
presos, llevando asimismo bastante artillería i pertrechos de
guerra.
El valiente Sanchez quedó de gefe superior en Concep
cion, autorizado por el brigadier Osorio para engrosar su co
ToMo II. 55
A54 CHILE : 1 8 1 8.
lumna con nuevos reclutas i dispersos, i para replegarse so
bre la frontera de Arauco en caso de ser atacado por fuerzas
mui superiores. A pesar del aturdimiento general i de los
malos auspicios bajo los que se confiaba á aquel gefe el sos
ten de la campañia por aquel lado, no trepidó un momento
en correr los nuevos i terribles riesgos que le esperaban. Con
el apoyo que le prestó la siempre fiel provincia de Concep
cion pudo reunir hasta 1 Ioo hombres i esperar con ellos la
próxima llegada de 2ooo que habian zarpado el ancla
desde Cádiz en el mes de mayo.
Conociendo los insurgentes la necesidad de formar una
marina capaz de contrarestar á la realista, porque no de
otro modo podrian estender sus operaciones sobre el vireina
to de Lima, que era todo el objeto de sus ansias, habian da
do el encargo de comprar en Inglaterra algunos buques
de guerra con ámplias facultades para enganchar gente
que los tripulase.
El brick Pueirredon de 14 cañones fue el pri
mer barco de guerra habilitado por los chilenos; el Arau
cano de 16, i el Chacabuco de 22 fueron comprados su
cesivamente. El capitan Guise llegó en este año con el
Galvarino de 18 cañones, i lo vendió al gobierno insurjente.
Vino asimismo de Inglaterra en el mes de abril un inchiman
ó navío de la India armado con 5o cañones, á quien fue
puesto el nombre de Láutaro; i empeñado su comandante
O” Brain, teniente de la marina inglesa, en ostentar su inte
ligencia i valor salió con este buque i con el Araucano á
atacar la fragata de guerra la Esmeralda i el bergantin Pe
zuela que bloqueaban el puerto de Valparaiso.
Habiéndose acercado á dicha fragata finjiéndose neutral
logró abordarla i apoderarse de la cubierta obligando á su
comandante Coig á refugiarse en la bodega; pero rehecha
aquella tripulacion de su primer estupor desplegó de nuevo
tanta bizarría i esfuerzo que arrojó de ella á los enemigos
causándoles la pérdida de 2 o muertos entre ellos el mismo
comandante del abordaje con otros muchos heridos i ahogados.
- CIIIIE : 1818. 455
Habiendo llegado en el mes de junio otro navío de igual
procedencia tomó el nombre de San Martin i fue armado
con 64 cañones. El mando de esta escuadra fue dado con el
título de Vice-almirante á don Manuel Blanco Cicerón, al
ferez que habia sido de navío de la real armada.
Caminaba en el entretanto para las costas de Chile la
espedicion de 2ooo hombres, escoltada por la fragata de guer
ra María Isabel: uno de los nueve trasportes que la con
ducian, llamado la Trinidad, se separó del convoi el dia 3o
de junio á los 5 grados de latitud Norte, i el 22 del siguien
te mes consumó el mas atroz atentado. Los sargentos prime
ros Martinez i Pelegrin, nombres condenados á la execracion
pública, suscitaron un horrible motin contra sus gefes; i apo
derándose con el apoyo de una parte de la tropa de las bocas
de escotilla i de las armas, asesinaron cobardemente al capi
tan don Francisco Bandaran, gefe de toda aquella fuerza, á
los de igual clase don Manuel de la Fuente i don Cósme Mi
randa, i á los substenientes don José Apoitia, don José de
Burgos i don Nicolás Sanchez Tembleque. Aterrados los de
mas hubieron de someterse al duro yugo de aquellos asesinos,
quienes dirijieron el rumbo ácia Buenos-Aires, notorio asilo
de la maldad.
Habiendo arribado el 26 de agosto á la ensenada de Bar
ragan avisaron al gobierno insurjente para que se apresurase
á recibir el fruto de la traicion, de la villanía i de la mas
bárbara crueldad. Poco escrupulosos los buenos-aireños en
los medios de hostilizar á los españoles, recibieron á aque
llos verdugos con todas las demostraciones de júbilo i con
sideracion: al verlos entrar triunfantes en la capital po
dia creerse que se celebraba en aquel dia el glorioso re
greso de algun héroe patriota que acababa de salvar la re
pública con sus admirables proezas; ¡á tal punto ciega el
espíritu de partido que llega á erigir altares al vicio i á
la iniquidad
Cuán diferente era la conducta de los antiguos repu
blicanos, de los que pretenden ser verdaderos imitadores
e
-
456 CIIILE: 1 8 1 8.
los revolucionarios de América en sus pomposas decla
maciones!
Cuántas veces les hemos oido nombrar á los Atilios Re
gulos, á los Cátones, á los Cincinatos, á los Camilos i á los
Fabricios! ¿Qué diria este útimo si pudiendo tender la vista
sobre aquellos hijos espúreos observase la perfidia con que
abusan del nombre republicano, desconociendo todo estímulo
de virtud i haciendo presidir á sus acciones la mas refinada
malicia i la mas grosera infamia? ¿Qué diria aquel héroe ro
mano, que desechó altivamente las proposiciones que le hi
zo el médico de Pirro de cortar con su mano alevosa los dias
de este terrible enemigo, que tantos quebrantos habia cau
sado á la república? ¿Y quién no se horroriza de ver pre
miados con grados i distinciones un desacato tan ultrajante
á la misma humanidad? Pues tales fueron los procederes de
los nuevos republicanos.
Fue aquella tropa incorporada á sus filas; los cuatro ofi
ciales, cuyas vidas habian sido respetadas, cedieron al torren
te de los sucesos, i admitieron un grado que les fue conce
dido por los rebeldes para atraerlos á su causa; mas dos de
ellos don Francisco Bringas i don Francisco Alborna qui
sieron subsanar su opinion con su pronta fuga al Brasil, i
con su presentacion en el Perú para continuar sus servi
cios en defensa del Rei. El díscolo i malvado subtenien
te don Manuel Abreu, que tuvo asimismo alguna parte
en aquel crímen, fue arrojado por sus vicios de las mis
mas las rebeldes, i habiendo tenido la osadía de presen
tarse en España, sufrió la pena de 1 o años de presidio
con retencion.
Es mui digna de recuerdo en este lugar la heroica reso
lucion del sargento José Reyes, i de los cabos Antonio Fer
nandez i Miguel Lorite, quienes fueron descubiertos en el
acto de ir á prender fuego á Santa Bárbara para casti
gar á espensas de su propia vida á los autores de aquel hor
rible atentado. Su muerte instantánea, acompañada de los
nas bárbaros tormentos, fue el premio de los varoniles es
CHILE : 1818. 457
fuerzos de aquellos valientes, que por su osa día i fiero he
reismo habrian merecido de la antigua gentilidad un culto
respetuoso.
Informados los chilenos del rumbo i señales de la espe
dicion de Cádiz por el citado trasporte la Trinidad, tomó
Blanco Ciceron las mas acertadas medidas para apoderarse de
ella, asi como de la fragata que la escoltaba. Llegó ésta á fi
nes de octubre al puerto de Talcahuano, que habia sido des
mantelado por el brigadier Osorio cuando se retiró para Li
ma en el mes de setiembre. Saltó á tierra su comandante
don Dionisio Capaz con algunos oficiales del estado mayor,
i sin tomar precaucion alguna estuvo aguardando á los de
mas buques: el Atocha, el San Fernando i la Maria habian
llegado ya al mismo puerto; pero tan pronto como hubieron
desembarcado sus tropas, se hicieron á la vela para el Perú,
temerosos de la escuadra enemiga que se hallaba surta en
Valparaiso.
Lejos de tomar la Isabel este partido, i en vez de salir
á cruzar sobre la isla de Santa María para proteger á los de
mas buques del convoi, se mantuvo en el citado puerto con
la mayor desprevencion. Preséntanse de repente los inchima
nes al servicio de los rebeldes, entran en el fondeadero, ba
ten á la referida fragata, huye la tripulacion despues de ha
ber cortado los cables i barado en la playa, quedando tan
solo á bordo un teniente de Cantabria i 7o hombres con
cinco pasageros que por no saber nadar no se atrevieron á
arrojarse al agua. Concurren las tropas reales á defender
aquel buque desde tierra; pero toda resistencia es vana:
Blanco Ciceron lo sacó á remolque i frustró las tentativas de
sus contrarios. -

Todo cayó en poder del victorioso enemigo; la corres


pondencia mas secreta, abandonada por el encargado de ella,
acabó de manifestarle el modo de destruir aquella malograda
espedicion. Este fue el principio de todos los reveses que con
dugeron gradualmente la autoridad real al precipicio. Aunque
estamos mui lejos de disculpar el descuido del comandante
458 CIIILE: 1818.
de la fragata, á cuya torpeza se debió indudablemente su
pérdida, no podemos menos de lamentarnos de la fatal me
dida de haber abandonado Osorio dicho puerto de Talcahua
no. Si el citado gefe se hubiera mantenido en él dos meses
mas, como habria podido sin el menor riesgo, ni la María Isa
bel habria pasado á manos de los enemigos, ni habrian sido
apresados los trasportes, ni la fuerza espedicionaria desem
barcada al mando de don Fausto del Hoyo se habria disipado
inútilmente, ni se habria llevado á efecto la espedicion marí
tima de Lord Cochrane, i probablemente se habria parali
zado la terrestre por San Martin.
La María Isabel pues fue el alma de todas las operacio
nes de los rebeldes. Dirigiéndose con ella ácia la menciona
da isla de Santa María, fueron apresando gradualmente cua
tro trasportes, sin que hubieran podido sustraerse á su
activa persecucion sino el llamado la Especulacion que tu
vo la felicidad de cruzar por aquellos parages antes de la
salida de la escuadra chilena, i que llegó al Callao en 26
de octubre.
Todas las desgracias se conjuraron contra esta espedicion.
Uno de sus trasportes se vió precisado á quedarse en Teneri
fe á causa de su mal estado, i su gente fue repartida entre los
demas buques, no siendo tan sensible esta desgracia como la de
haber sido atacado de un aire cruel i haber quedado perláti
co el capitan de navío Castillo, que como encargado del con
voi acudió con la mayor agitacion á la cubierta de su fraga
ta la María Isabel, tan pronto como oyó las señales indican
tes el apuro en que se hallaba dicho trasporte; otro tuvo el
fin trájico de caer traidoramiente en manos de los rebeldes
de Buenos-Aires; cuatro fueron apresados por los de Chile;
tres desembarcaron sus tropas en Talcahuano, en donde les
esperaba una suerte funesta; i el noveno, que fue la Espe
culacion, arribó con 2oo hombres al Perú á beneficio del es
mero i cuidado de su benemérito comandante don Rafael
Ceballos, quien desplegó la mayor energía i firmeza para
evitar la suerte de los demas, i un celo estraordinario que lo
CHILE: 18 8. 459
hizo altamente recomendable, asistiendo á sus soldados infi
cionados la mayor parte del escorbuto.
Este mal habia sido general en todos los buques; alguno
de ellos habia aplacado su ira con el sacrificio de 13o vícti
mas, Ceballos tuvo tan solo 4o hombres de baja durante la
travesía; pero al terminar su viage, se hallaban los demas
en el estado mas deplorable por carecer desde dos meses de
dietas i medicinas.
El teniente coronel don Fausto del Hoyo, que era el co
mandante general de aquella malograda espedicion, habia
llegado á salvamento en la referida fragata María Isabel;
pero aislado en aquel punto, i dominado el mar por la es
cuadra insurgente, se hizo sumamente crítica su posicion.
Aunque sus 529 hombres reunidos á los que mandaba el co
ronel Sanchez componian una fuerza de 16oo, era sin em
bargo mui débil para resistir los ataques de San Martin si
se dirigía sobre aquel punto con las tropas de que podia dispo
ner; los realistas respiraron sin embargo todo el resto del año en
el pequeño recinto de Concepcion, por que estaban los enemigos
ocupados en planes de mayor trascendencia. Se trataba de la
invasion del vireinato de Lima, con cuyo objeto, i al parecer
con el de recibir aplausos por sus victorias habia pasado San
Martin á la capital de Buenos-Aires.
La llegada de Lord Cochrane en 28 de noviembre puse
el colmo á las gigantescas esperanzas de los rebeldes. El bien
acreditado valor de este gefe, su decision por la libertad é
independencia de las Américas, i la aceptacion del mando de
la armada chilena le ganaron una popularidad escesiva i los
aplausos mas sínceros i cordiales, menos de los capitanes Spry i
Worster, inglés el primero, i anglo-americano el segundo, que
se protestaron abiertamente contra esta eleccion, fundados en
la incompatibilidad de un encumbrado nacimiento i del bri
llo de un ilustre título con la igualdad republicana á que
ellos aspiraban.
Conociendo Blanco que estos eran unos pretestos para en
cubrir los celos que les causaba aquel atrevido marino, prin
4 o cmIrr : 1818.
cipió por despojarse él mismo de su autoridad para cortar
todo germen de discordia. Recibió este noble aventurero á
los pocos dias el nombramiento de vice-almirante de Chile i
comandante en gefe de las fuerzas navales de aquella repú
blica, i ya en el dia 22 de diciembre enarboló su pabellon
almirante en el palo mayor de la apresada fragata española,
á la que fue dado el nombre de O'Higgins, haciendo en el
entretanto los mas vigorosos preparativos para hostilizar á los
realistas en aquellos mares.
Esperimentaron estos una série continuada de re
veses i desgracias en todo este año: solo en 17 de octubre
quiso mirarlos la fortuna con sonrisa. El alferez de navío
don Francisco Sevilla dió un dia de gloria á la marina espa
ñola en el mar pacífico. Navegando cerca de las islas de Chin
chas con la fragata Resolucion, armada en guerra, i con el
ergantin Canton escoltando un convoi, avistó otros dos
bergantines que á todo trapo se dirigian sobre él. Resuelto
Sevilla i todos sus marinos á hacer la mas desesperada defen
sa recibió impávidamente el terrible ataque que le dió á las
once i media de la mañana el bergantin Maipu, mandado
por el irlandés Juan Brown, i tripulado por 115 marineros
anglo-americanos é ingleses i 15 naturales del pais.
Las disposiciones del comandante Sevilla fueron desem
peñadas con el mayor acierto en ambos buques, sobresalien
do de tal modo el valor de oficiales, soldados i marineros
que á las tres i media de la tarde, pasó el capitan del Mái
pu á la Resolucion á rendir su espada, despues de haber
hecho los mayores esfuerzos para salir con honor de aquel
sangriento combate.
El alferez de fragata don Antonio Gonzalez Madroño, á
euya serenidad i decision se habia debido en gran parte la
victoria, pasó á tomar el mando del barco insurgente; i re
presado al mismo tiempo el Carbonero, que era el otro bu
que que se habia visto venir con el carácter sospechoso, en
traron todos felizmente el 19 en el Surgidero de Pisco.
La fama llevó velozmente á todas partes la noticia de
cHILE : 1818. 441
tan brillante combate; el júbilo i entusiasmo del virei i de
todos los fieles por este primer triunfo les hizo concebir las
mas halagüeñas esperanzas de que la marina sabria contener
las irrupciones vandálicas que se temian de parte de los osa
dos insurgentes chilenos i buenos-aireños; pero desgraciada
mente fue mui diferente su resultado como se verá en los
artículos inmediatos.

Tomo II. 56
º
442
VVVVV\vVv\|\vNAVNVAVAVAVVVVVVVVVVVVVVVVAAVVVVVVVVVVVVVAVAVVVVVA

CAPITULO XXVI.

CARACAS I SANTA FÉ: 1818.


-=2.999 =-

Rápida vuelta de Bolivar desde la Guayana al frente de Ca


labozo. Sorpresa de los realistas. Brillante retirada de
Morillo. Acciones de la Oriosa i del Sombrero. Planes para
atraer á los rebeldes á los valles de Aragua. Alarmas de
la capital de Caracas por falsas voces de haber sido derro
tadas las tropas del Réi, i muerto el general en gefe. Ac
cion de las Cocuisas por Latorre. Acciones con Morales en
la villa de Cura, la Cabrera i Maracai. Batalla de la
Puerta, en la que fue herido Morillo. Heróica resistencia
de la guarnicion de San Fernando de Apure. Marcha de
Latorre sobre Calabozo; su pronto repliegue á Ortiz. San
grienta batalla en este pueblo. Batalla del Rincon de los
Toros por Lopez, i muerte de este. Gloriosos combates del
Corozal, Cerro de los Patos, Ramirez, Cugisito i Cama
guan por Morales. Batallas de San Cárlos i Cogede por
Latorre, de la que salió herido. Derrota de Mariño en Ca
riaco. Instalacion de un congreso en Angostura. Esfuer
zos de los rebeldes para el enganche de estrangeros. Ponzo
ñosa seduccion del periodista Cea. Opiniones sobre la mayor
conveniencia de haber atacado á los rebeldes de la Gua
yana antes que á los de los Llanos del Arauca. Morillo
se decide por derrotar primeramente á Paez. Escritos irre
ligiosos é incendiarios, salidos de las prensas de Curazao,
i de la escentrica cabeza de Rafael Diego Mérida.
La campaña del año anterior habia terminado con la re
tirada de Bolivar á la Guayana á consecuencia de la derrota
de Zarasa en el hato de la Hogaza, i con la reconcentracion
CARACAs I sANTA FÉ: 1818. 445
de las tropas realistas en Calabozo. Mientras que el general
Morillo se dedicaba con infatigable celo á poner su ejército
en el estado mas respetable para emprender nuevas opera
ciones, se presentó repentinamente el indomable caudillo
caraqueño al frente de los realistas en el dia 13 de febrero á
la cabeza de 29 infantes i 33 caballos. El retroceso de dicho
rebelde al Orinoco, su rápida vuelta cruzando aquel rio por
la Encaramada, su reunion con todas las fuerzas de Paez,
i su inesperada aparicion sobre Calabozo, habiendo caminado
mas de 3oo leguas en el corto tiempo de mes i medio, fue
sin duda alguna la empresa mas brillante de qne puede
gloriarse.
Como dicha villa de Calabozo está colocada en una in
mensa llanura, que por el camino mas corto para llegar al
pais montuoso tiene sobre 25 leguas, i como las únicas tro
pas de caballería, que lo eran dos escuadrones escasos de hú
sares de Fernando VII, habian sido destacadas por Morillo á
la Mision de abajo, distante poco menos de una legua del
cuartel general, entre el cual i el citado cuerpo se habian si
tuado los arrogantes facciosos, se vió el general en gefe en la
situacion mas apurada.
Dando por perdida su caballería, se decidió á empren
der aquella arriesgada i dificil retirada, que debe ser consi
derada como una de las hazañas mas ilustres del esforzado
Morillo. A las doce de la noche del 14 del citado mes de fe
brero rompieron sus tropas la marcha formando un cuadro,
dentro del cual iban los enfermos i casi toda la poblacion de
Calabozo.
Caminaba esta division con cuanta rapidez le era dable i
con el mayor silencio por medio de aquella llanura abrasada
i cubierta de cenizas de la yerba que se habia quemado,
segun se acostumbra hacer todos los años, para que sus pas
tos sean mas vigorosos á la siguiente estacion. Al medio dia
del 15 llegó al sitio de la Oriosa, único lugar de toda aque
lla sabána que se ve provisto de agua por la de un pequeño
arroyo que corre por él. Cuando ya los soldados habian apa
-
44 cARAcAs I sANTA ré: 1818.
gado la sedi estaban disponiendo los ranchos, una densa nu
be de polvo anunció la proximidad del enemigo.
Por mui diligentes que fueron en tomar las armas, tuvie
ron escasamente tiempo de prepararse á recibir la impetuosa
carga de la numerosa i soberbia caballería insurgente: am
bas partes pelearon con el mayor empeño, no siendo fácil de
terminar si fue mas vigoroso el ataque que la resistencia; los
enemigos sin embargo sufrieron bastante pérdida en sus filas,
i se llenaron de asombro al ver un esfuerzo tan estraordina
rio de parte de un puñado de fatigados infantes.
Aprovechándose Morillo del estupor producido en sus con
trarios por el esceso de la bizarría de sus tropas, continuó su
repliegue; i aunque repetidas veces fue picada su retaguardia,
llegó sin embargo en el mejor orden al pueblo del Sombrero,
situado ya en el pais montuoso. El general en gefe i todos
los demas oficiales cedieron sus caballos á los soldados enfer
mos ó cansados, i con este generoso i noble servicio salvaron
la vida de muchos, aunque no la de todos, pues que unos 1oo
soldados de Navarra, para los que no hubo medios de tras
porte, fueron degollados por los insurgentes con la mayor
inhumanidad i barbarie.
No bien habia cruzado el ejército el rio del Sombrero
despues de haber saciado en él la sed que devoraba á todos
sus individuos; i apenas habia tomado posesion del pueblo de
dicho nombre, i situado dos batallones entre el bosque de
sus altas riberas, cuando se presentó el enemigo, el que aco
sado por igual urgencia se tiraba en pelotones sobre dicho rio
prefiriendo la muerte á la vida en la agonía en que le habia
constituido la sed i el cansancio. Cubiertas aquellas orillas
de cadáveres, dió orden el general Morillo para que un cuer
po de sus tropas pasara al otro lado; i atacando con denoda
do espíritu obtuvo una victoria en vez de la derrota que des
de el principio de aquel movimiento se habia creido inevita
ble, atendida la superioridad de los insurgentes, especialmen
te en el arma de caballería, á cuyo brazo no parecia posible
sustraerse enmedio de aquellas inunensas llanuras.
cARACAs I sANTA FÉ: 1818. 445
Animado el general Morillo con estos primeros triunfos,
i conociendo el aturdimiento de Bolivar, concibió el atrevido
proyecto de atraerle á los valles de Aragua i de completar en
ellos su esterminio. Emprendiendo de nuevo su retirada llegó
á San Juan de los Morros, en donde se le reunieron los hú
sares de Fernando VII, los que al verse cortados en la Mi
sion de abajo con la repentina aproximacion de Bolivar sobre
Calabozo, habian tomado esta disposicion tan acertada, que
llenó del mayor júbilo al general en gefe, que los creia
perdidos.
En el acto de avisar á Caracas estos sucesos i de enviar
dos banderas que habia cojido á Bolivar en la citada accion
del Sombrero, dió orden al general Latorre para que tomara po
sicion con el regimiento de Hostalrich al pie de la montaña
de las Cocuisas, situando al mismo tiempo en su cuiabre al
batallon de blancos de Aragua, con cuya maniobra dejaba
cubierta la capital, sin que necesitara de mas tropas para li
bertarse de un golpe de mano, que el batallon de Burgos
que la guarnecia.
Calmados ya sus recelos por esta parte, continuó su re
tirada ácia los espresados valles, aparentando el desorden de
una fuga para lograr su primitivo intento. Previno al mis
mo tiempo al brigadier Calzada que operase sobre la provin
cia de Barinas, i que pasara á socorrer la plaza de San Fer
mando de Apure i á tomar la caballada del enemigo por
aquella parte; pero el brigadier Aldama que por hallar
se interpuesto, i tener noticias mas exactas de él, lleva
do del mejor celo añadió á los mismos despachos de Morillo,
que llegaron primeramente á sus manos, su opinion de ser
mas conveniente que el referido Calzada marchara con toda
su fuerza sobre San Cárlos para reforzar á dicho general en
gefe que deberia necesitar de aquellos ausilios, prestó un im
portante servicio, i recibió de éste ¿ los mas ha
lagüeños testimonios de gratitud i aprecio, del mismo modo
que el brigadier Calzada que adoptó tan sabia medida.
Las primeras noticias que la malignidad ó cobardía ha

SN
46 cARAcAs I sANTA Fé: 1818.
bian llevado á la capital, introdujeron la mas terrible alar
ma: la supuesta muerte del general en gefe, la destruccion
de sus tropas, i la rápida marcha de los rebeldes sobre aque
lla ciudad, conmovieron de tal modo los ánimos de sus hab i
tantes, que abandonándolo todo, se pusieron en la fuga mas
desordenada ácia el puerto de la Guaira.
Ya se habian embarcado mas de 39 personas, i parecia
interminable la emigracion que habia concurrido á dicho
puerto huyendo del terrible influjo de los rebeldes, cuando
la plausible noticia de que vivia el invencible Morillo, noti
cia que debiera haber llegado á tiempo de evitar tantos que
brantos i desgracias si una inesplicable fatalidad ó la ma
licia no la hubieran detenido ú ocultado, convirtió en tras
portes de alegría i placer las escenas anteriores de luto i
horror. Se calmaron completamente los ánimos , volvieron
á tierra los que ya se hallaban á bordo de los buques, i to
dos regresaron á sus hogares creyéndose perfectamente segu
ros mientras que un gefe de tanto prestigio estuviese á la
cabeza de sus tropas.
El ejército realista siguió su marcha ácia Valencia, en
donde reconcentró todas sus fuerzas, dejando apostado en la
villa de Cura al general Morales con un destacamento de ca
ballería. Bolivar, que se habia reunido en el Sombrero con
Zarasa, se arrojó como un torrente sobre los valles de Ara
gua. Morales, que solo tenia orden de observar al enemigo
i de retirarse, lo verificó satisfactoriamente, evitando dos
cargas que quiso darle Bolivar, primero en la citada villa
de Cura en 1 o de marzo, i sucesivamente en la Cabrera.
Dudoso dicho Bolivar sobre el punto al que debia dirijir
sus primeras operaciones, se decidió por atacar al general La
torre en sus posiciones de las Cocuisas, cuyos proyectos fue
ron completamente burlados por la bizarra resistencia que hi
cieron aquellas tropas en los dias 13 i 14.
Los planes que á este tiempo habia trazado el general
Morillo, i que parecian los mas ingeniosos para dar un gol
pe decisivo á Bolivar, no tuvieron el debido cumplimiento
cARACAs I sANTA FÉ: 1818. 447
por haber sido interceptados los pliegos dirigidos á Latorre,
con cuya cooperacion se contaba para el feliz resultado. In
formado Morillo de que la division de Calzada se habia si
tuado en San Cárlos, le comunicó órdenes premurosas para
que se le incorporase á marchas forzadas. Apenas hubo lle
gado esta division al cuartel general, se puso en marcha to
do el ejército el dia 13 del mismo mes de marzo; i como al
siguiente se hubiera encontrado con el general Morales,
volvió éste con algun refuerzo contra el enemigo, i derrotó

una columna que se hallaba situada en el Auyamal. Forzan


do á su consecuencia el punto de la Cabrera, tropezó con la
caballería de Zarasa, á la que batió en las calles é inmedia
ciones del pueblo de Maracai, obligándola á replegarse des
ordenadamente despues de haberle causado la pérdida de 15o
hombres, la de 29 caballos imulas, de un gran número de
lanzas, monturas, equipages, i de 4o cajones de municiones.
Alarmado Bolivar con las noticias de estos primeros con
trastes, emprendió su retirada para la villa de Cura; nues
tras tropas le fueron á los alcances; pero hubieron de hacer
alto por algunas horas en el pueblo de Cagua hasta que hu
biera cesado un fuerte aguacero que puso asimismo los ca
minos intransitables. Sin embargo de estos tropiezos conti
nuaron aquellas mui pronto su marcha sobre la citada villa,
en donde sostuvieron el 15 otro choque glorioso contra el
referido Bolivar, quien se vió precisado á replegarse con la
mayor precipitacion. Mientras que el ejército descansaba en
dicho punto, salió Morales en persecucion del enemigo con
el batallon de Barinas, las compañías de Victoria i la caba
llería: Latorre se iba aproximando con el regimiento de Hos
talrich al teatro de la guerra.
A dos leguas de la espresada villa de Cura se halla una
llanura rodeada de bosques, i tanto á su entrada como á su
salida forman los mismos montes dos estrechas cañadas con
sus barrancos, de lo que sin duda ha tomado aquel sitio el
nombre de la Puerta Al salir del segundo barranco i cañada
se encuentra otra llanura de bastante estension. El general
/48 cARACAs I sANTA FÉ: 1818.
Morales, que habia andado la mayor parte de aquella noche,
hizo alto á la entrada de esta última, ocupando la orilla del
barranco i una casa que se hallaba á la derecha del camino.
Al amanecer del 15 descubrió en ella todo el ejército de Bo
livar, compuesto de mas de 45oo infantes, entre ellos tres
batallones de ingleses, i de aooo caballos, comprendiendo en
este número toda la division de Zarasa, que se le habia
reunido pocas horas ántes, la caballería que él habia sacado
de la Guayana, i algunos cuerpos de Paez, cuyo gefe se ha
bia quedado en Calabozo sitiando la villa de San Fernando
con una parte de sus fuerzas.
Situado Bolivar en una elevada colina, que domina el ca
mino de la villa de Cura, observó que solo tenia á su frente
la columna de Morales, i se decidió por lo tanto á atacarlo
ántes que pudiera ser reforzado. Eran las tres de la mañana
cuando ya se habia travado un choque de los mas reñidos
i sangrientos; el citado barranco i la casa se hicieron el tea
tro de la mas horrorosa carnicería; muchas veces fueron to
mados por unos i por otros; los combatientes peleaban tan
de cerca, que los tacos de los fusiles incendiaban sus vestidos;
el batallon de Barinas, compuesto todo de mulatos i zambos
de aquella provincia, hizo prodigios de valor, mas no pudo
sostener el irresistible empuje de fuerzas tan numerosas; i
despues de haber regado el suelo con su sangre mas de aoo
de estos valientes, cedieron el terreno i se desordenaron. El
estado de Morales era sumamente crítico: los avisos que ha
bia enviado al general desde que descubrió los planes de los
contrarios, se repitieron sin intermision pidiendo prontos so
corros, porque de otro modo iban á perecer todas sus tropas.
Desde que Morillo tuvo las primeras noticias de la bata
lla se adelantó á galope con su primer edecan el coronel don

Leon Ortega, i con su secretario el teniente coronel don José


Caparrós, i todos los cuerpos aceleraron asímismo su marcha.
Eran las nueve de la mañana cuando el general en gefe fran
queaba el primer barranco; i como viese por sí mismo lo in
minente del peligro, destacó á toda carrera al citado Capar
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CARACAs I sANTA Fé: 1818. 449
rós con órden al regimiento de la Union, i al batallon de
Pardos de Valencia, que se hallaban mas abanzados, de que
arrojasen las mochilas i volasen en socorro de las tropas de
Morales, que se hallaban ya reducidas á la mitad de su nú
mero i al último grado de la confusion; i en tanto que lle
gaban dichos refuerzos, se dedicó á reunir los dispersos para
contener al enemigo. Cuando aquellos cuerpos asomaban por
el citado barranco, llegaba el general en gefe arrollado por
la caballería; pero ésta hizo alto desconcertada por la apa
ricion de dichas tropas en tan oportunos momentos.
Deseoso el bizarro Morillo de aprovecharse de la sorpre
sa, é indecision de sus contrarios, se arrojó sobre ellos á la
cabeza del escuadron de artillería volante, i ciego de furor
los persiguió descargando mortíferos i desapiadados golpes. La
confusion de los que corrian derramó un terror pánico en sus
masas, i todas se dispersaron en un momento, buscando su
salvacion en la fuga i en lo quebrado del terreno. Lanzán
dose la infantería con igual denuedo acabó de trazar el cua
dro de su esterminio, que habia sido bosquejado por el es
traordinario é incomparable arrojo personal del general en
gefe.
Este ilustre triunfo sin embargo costó mui caro á los rea
listas, que estuvieron á pique de perder á uno de los guerreros
mas esforzados que haya pisado aquel territorio, tan abundante
en hombres de igual temple. Al pasar cerca de unos Cugíes (ár
bol espinoso mui parecido al Aroma) salió un insurjente que se
hallaba allí oculto, i le atravesó el vientre de parte á parte con
su lanza; i si bien pereció aquel despechado, dividido de un
sablazo por el mismo Morillo, habia conseguido sin embargo
su criminal intento, pues se halló mui pronto dicho general casi
desangrado i sin esperanzas de podersele conservar la vida.
Sus últimas palabras antes de separarse de aquel campo de,
muerte para la villa de Cura, á donde fue conducido des-,
pues de haber entregado el mando provisionalmente al bri
gadier don Ramon Correa, fueron las de encargar la cons
tante persecucion de los insurjentes desordenados, dandó
Toao II. 57
45o cARAcAs I sANTA FÉ: 1818.
cuartel á quien lo pidiese, i respetando la vida de los pri
sioneros.

Habiendo llegado al dia siguiente á la citada villa el ge


neral Latorre con su division, le dió la órden para encargar
se del mando de todo el ejército, i se hizo conducir en una
camilla á las orillas de la laguna de Valencia sin mas acom
pañamiento que el de 3o soldados del leal batallon america
no titulado de Pardos del mismo partido, los cuales le asis
tieron hasta que llegó á la ciudad de aquel nombre, embar
cado en una lancha.
Tal fue el resultado de esta batalla, denominada de la Puer
ta, que costó á los enemigos la pérdida de mas de 4oo muer
tos en el campo de batalla, entre ellos el general inglés Do
nald i otros individuos de su nacion, porcion considerable de
heridos, entre los que se contaron los titulados generales Ur
daneta i Valdés, i bastante número de prisioneros, de los que
fueron pasados por las armas muchos estrangeros, contra los
que era inflexible, i no sin fundamento la irritacion del ge
neral, propenso siempre á perdonar á todos sus enemigos me
nos á estos aventureros revolucionarios, i agentes de la rui
na de aquellos paises.
Cayeron asimismo en poder de los realistas infinidad de
armas, municiones, bagages, banderas, el estado mayor, las
secretarías, i cuantos elementos guerreros constituian aquel
ejército. La pérdida de los realistas, aunque incomparablemen
te menor, no dejó de ser sensible por la calidad de los sugetos,
especialmente del bizarrísimo Morillo, á quien sin embar
go pudo salvarse la vida con el ausilio de una esmerada asis
tencia ó mas bien con el de la fortaleza de su fibra, para
consagrarla de nuevo al servicio de su Soberano.
El valiente coronel don Rafael Lopez, que habia recibido
órdenes desde Valencia en 1o de marzo para salir con el cuer
po que tenia á sus órdenes ácia el punto del Caiman, situado
en el camino de la villa de Cura á Calabozo, distante 18 le
guas de la Puerta, destruyó muchas partidas de dispersos de
CARAcAs I SANTA Fé: 1818. 451
la citada batalla, entre ellos al feroz negro Blanca, coronel
al servicio de Bolivar.
Mientras que las tropas del Rei adquirian estos ilustres
triunfos, se hallaba una de sus divisiones repitiendo los mag
níficos ejemplos de los antiguos héroes de Numancia i Sagun
to: era esta la que mandaba en San Fernando de Apure el
capitan de Numancia don José María Quero natural de Ca
racas, compuesta tan solo de 65o hombres. Aunque habia si
do atacada desde el mes de febrero por las numerosas fuerzas
de Bolivar antes de pasar á Calabozo, combinadas con las de
Paez; i aunque eran mui superiores aun las que quedó man
dando este último á la salida del primero, no se arredraron
aquellos valientes por tan formidable aparato, i juraron en su
vez morir con las armas en la mano antes que rendirlas á
aquellas hordas desalmadas.
Los premios revolucionarios, las amenazas de inventar
los castigos mas atroces sino se entregaban á discrecion, no
hicieron la menor mella en el ánimo de aquellos esforza
dos guerreros. Totalmente incomunicados, muertos ó heri
dos los principales oficiales i muchos soldados, atravesado
Quero por dos balazos, i exhaustos de víveres, sostuvie
ron sus débiles fuerzas con una escasa racion de maiz tos
tado; i cuando ésta se hubo concluido recurrieron á los caba
llos, asnos, gatos, perros, cueros i demas alimentos inmun
dos que habia dentro de su recinto.
Asi permanecieron hasta el 7 de marzo en que consumi
das las municiones de artillería, i quedando tan solo 6o car
tuchos de fusil por plaza, abandonó el bizarro comandante
aquel baluarte del honor i de la fidelidad, favorecido por la
oscuridad de la noche; pero informado Paez de este movi
miento por dos guias fugados, cayó sobre aquellos valientes
con todas sus fuerzas cuando aun se hallaban á cuatro leguas
del citado pueblo. A pesar de su cansancio i padecimientos
sostuvieron con el mayor empeño tres sangrientos combates
mas habiendo recibido Quero otro balazo dentro de la hama
ca, en la que era conducido, habiendo sido muertos los impá
452 CARACAs sANTA FÉ : 1818.
vidos capitanes Farias i Calvo, i sobreviniendo la noche, fue
ron hechos prisioneros los pocos que no pudieron salvarse en
la espesura de los matorrales.
Furioso Paez por una defensa tan heróica i obstinada,
mandó asesinar cobardemente á tres oficiales con sus asistentes,
é hizo martirizar con las puntas de las lanzas á los capitanes
don José Chamorro, i don Francisco Lopez Guijarro, en des
pecho de la constancia con que se negaron á la seduccion de
aquella chusma. El benéfico Monarca español prodigó el lle
no de sus gracias á las familias de estos mártires de la leal
tad i de la constancia, i colmó de honores á los pocos que so
brevivieron á aquellas escenas de muerte i horror.
Luego que el general Latorre hubo tomado el mando del
ejército, se puso en marcha sobre Calabozo con solos tres
batallones i un escuadron, creyendo que esta fuerza seria su
ficiente para acabar de destruir á los dispersos de la referida
batalla de la Puerta; pero como aquella medida no fue to
mada tan pronto como hubiera sido necesario para evitar su
reunion, ó la agregacion de nuevas tropas colecticias; cuan
do Latorre se presentó sobre Calabozo, se hallaban ya Bo
livar i Paez á la cabeza de 4ooo hombres, la mayor parte de
caballería.
Sorprendido Latorre de hallar un cuerpo tan numeroso en
donde se figuraba ver algunos miserables restos llenos de con
fusion i espanto, hubo de retirarse precipitadamente sobre
Ortiz, sufriendo indecibles trabajos en aquella penosa mar
cha por no esponer el honor de sus armas al furor i despe
cho de este inesperado enemigo.
Era el 26 de marzo cuando dicha columna realista en
tró en el mencionado pueblo de Ortiz, i á mui poco tiem
po se presentaron los rebeldes. La situacion de Latorre era
la mas apurada: su infantería llegaba escasamente á 15oo
hombres, i su caballería consistia en un escuadron de mili
cias: su retirada se habia hecho impracticable; i para evitar
su ruina no se le ofreció mas arbitrio que el de tomar posi
cion en unos cerros inmediatos á dicho pueblo, Engreidos los
CARACAs sANTA FÉ: 1818. 455
enemigos con un triunfo que daban ya por seguro, se empe
áaron brutalmente en atacarlos de frente: tres veces fueron
rechazados sus impetuosos asaltos; la guadafía de la muerte
hacia horribles estragos en las filas de los insurjentes; estos
primeros contrastes exaltaron al último grado el furor de sus
caudillos; se mandó que la caballería echase pie á tierra, i
que atacase con sus lanzas: esta desesperada resolucion dió
las últimas tintas á aquel cuadro de horror i esterminio.
Las valientes tropas realistas, que se batieron como las me
jores del mundo, habian consumido ya todas sus municio
nes; pero era tal su decision i arrojo, que salieron á prove
erse de ellas tomando las que se hallaban en las cartucheras
de los enemigos muertos en la pelea. Todo el campo estaba
cubierto de cadáveres, sacrificados á la terquedad i estúpi
da arrogancia de Bolivar i Paez, quienes en vez de una der
rota habrian adquirido un triunfo completo, si desde el prin
cipio de la accion hubieran enviado una columna de caballe
ría por la espalda para apoderarse del pueblo, i envolver á la
pequeña division de Latorre.
Esta falta de prevision i su inconsiderado valor causaron
en sus filas una baja de 15oo hombres, entre ellos una por
cion considerable de gefes i oficiales, i lo que fue mas sensi
ble para todos la de su famoso general Genaro Vazquez. Dis
gustados ambos caudillos á consecuencia de esta vergonzosa
derrota, se retiró Paez con sus desordenados cuerpos de ca
ballería á Calabozo i de alli al Apure, i Bolivar puesto á la
cabeza de 13oo hombres, tomó el camino de San José de
Tiznados.
El coronel don Rafael Lopez, que se hallaba recorrien
do aquel territorio, i que habia conseguido varias ventajas
parciales, segun ha sido mencionado anteriormente, supo por
una ordenanza de Bolivar, aprehendida por sus tropas en la
noche del 16 de abril, que la division de este coriféo se ha
llaba acampada á poco menos de una legua de aquel punto,
en una pequeña llanura rodeada de bosques, llamada Rin
con de los Toros, i que dicho Bolivar, el coronel Galindo,
454 CARACAs I sANTA Fé: 1818.
otro coronel i el capellan Frai Manuel Prado, estaban dur
miendo en hamacas colgadas de los árboles, cuyas señas dió
con tanta prolijidad i exactitud, asi como el santo i los nom
bres de los oficiales i sargentos de las patrullas i rondas, que
el entonces capitan de dragones de la Union don Tomas Re
novales concibió el proyecto de acabar en aquella noche con
el héroe de la América, si Lopez le concedia el permiso de
verificarlo.
Facultado para dar este golpe de sorpresa, se díspuso
que toda la infantería se internase en el bosque á fin de ata
car al enemigo al romper el dia; la caballería debia dar un
rodeo i colocarse á la parte opuesta del citado bosque sobre
el camino de Calabozo, único punto de retirada, i Renovales
con 36 valientes, que se ofrecieron voluntariamente á acom
pañarle en su arriesgada espedicion, se dirigió á su objeto.
Se hallaba ya el referido Renovales mui próximo al sitio de
signado, cuando tropezó con una patrulla mandada por el
gefe de estado mayor Santander, de ese mismo ruidoso per
sonage, que adquirió sucesivamente tanta fama en los anales
revolucionarios, gobernando por varios años aquel estade en
la clase de vice-presidente durante las largas ausencias de Bo
livar: la oscuridad de la noche, la identidad de lengua i de
vestidos, i el acierto con que Renovales dió el santo i seña
le allanaron el camino para consumar su intento.
Al acercarse á las hamacas habia quedado reducido su
destacamento á solos 8 hombres: puestos dos de ellos á cada
una de dichas hamacas hicieron una concertada descarga i
atravesaron á bayonetazos á los que dormian en ellas. La
providencia, que conservaba los dias de Bolivar del mismo
modo que se complace por sus inapeables fines en dar vita
lidad i existencia á insectos ponzoñosos, animales feroces i á
las aves de rapiña, que no tienen al parecer otro instinto
que el de hacer daño á los demas séres, dispuso que Bolivar
se levantase de su lecho por una urgente necesidad pocos
momentos antes de la sorpresa; cuyo casual incidente le sal
vó de la muerte, que sufrieron sus tres compañeros.
cARACAs I sANTA FÉ: 1818. 455
Al ruido de la descarga se conmovió todo el campo ene
migo; todos corrian en tropel creyendo que el ejército realis
ta estaba encima de ellos: aprovechándose los 9 citados va
lientes de aquel estado de confusion, volvieron á reunirse con
el ejército despues de haber hecho los mayores estragos en
las filas rebeldes.
Habiendo quedado todo en silencio se creyó que aquella
alarma habia sido producida por alguna partida de poca con
sideracion, pasado cuyo golpe podian entregarse las tropas
nuevamente al descanso si se redoblaba la vigilancia de sus
guardias. Mas esta calma fue de pocos momentos: apenas ra
yaron los primeros albores del dia cuando anunciándose la
infantería realista con una descarga general desde el bosque,
i arrojándose repentinamente sobre los rebeldes aturdidos i
desconcertados por aquel inesperado ataque, fueron destro
zados completamente. Si la caballería realista hubiera llegado
oportunamente al sitio designado, ni un solo individuo se
habria sustraido á la muerte; se contaron sin embargo ten
didos en el campo mas de 3oo hombres; se cogieron 1oo
prisioneros, 4oo fusiles, 3o cargas de municiones, 3oo ca
ballos, muchas lanzas, carabinas i otros pertrechos guerreros.
El perverso Silvestre Palacios fue uno de los que sucum
bieron en esta noche al inexorable brazo de la justicia; lo
fueron asimismo los coroneles Galindo, Salon i Manrique, el
teniente coronel Piñango, el mayor Plaza, i otros varios. Bo
livar pudo salvarse puesto á la cabeza de la caballería con
la mayor precipitacion i desorden sin gorra i en mangas
de camisa.
Este fue el resultado de la batalla de Tiznados, ó sea del
Rincon de los Toros, tan gloriosa para las armas del Rei,
que con solos 4oo hombres destruyeron completamente una
division enemiga compuesta de triple fuerza; pero se acibaró
el placer de la victoria al tender la vista sobre los despojos
mortales del bizarrísimo coronel Lopez, que fue atravesado
por una bala al cruzar á escape por la llanura en el momen
to de la refriega.
456 CARAcAs s ANTA ré: 1818.
La pérdida de este ilustre guerrero, aunque fue la única
en dicha jornada, produjo un sentimiento general en aque
llas trepas que se creian invencibles mientras que fueran di
rigidas por un gefe tan afortunado, en el que sobresalian los
talentos militares á la par de su decision i fidelidad. Las de
mostraciones espresivas de su dolor, i los elogios mas vehe
mentes que salian de la boca de todos los fieles, fueron el
último tributo pagado á la memoria del realista americano,
que tantas veces habia sabido sujetar la victoria (1).
Habiendo sido puesta aquella division á las órdenes del
general Morales, se dirigió al Corozál, en donde alcanzó el 5
de mayo la division del negro Mina, á la que batió comple
tamente causándole la pérdida de 172 hombres. Esta accion,
aunque brillante, no fue mas que el preludio de la que ob
tuvo á los quince dias en el cerro de los Patos sobre el cau
dillo Cedeño, que era uno de los principales favoritos de Si
mon Bolivar: tenia aquel á sus órdenes 12oo caballos i 32 r
infantes; todos ellos eran aguerridos, i se hallaban acostum
brados á arrostrar los peligros con la mayor impavidez. Con
esta clase de tropas no dudó Cedeño de la victoria; pero sien
do mayor el esfuerzo de las de Morales, fueron arrancados de
las manos de los rebeldes los honores del triunfo, i hasta sus
-
-

mismas esperanzas.
Principiada la accion, ambas partes dieron inequívocas
pruebas de ardimiento i obstinacion; mas todo cedió á los
valientes realistas; la infantería enemiga quedó tendida en el
campo de batalla; una gran parte de la caballería sufrió igual
suerte, el resto se dispersó con el mayor desórden. Sobre 8oº
muertos, considerable número de fusiles, caballos, lanzasi
otros despojos fueron el fruto de esta preciosa jornada, i los
laureles con que ciñó de nuevo su frente el esforzado Mora

(1) Los insurjentes lo desenterraron algun tiempo despues, i lo deja.”


ron colgado de un árbol, en desahogo feroz de su impotente rabia;
pero los realistas volvieron a recoger aquellos preciosos restos de la leal
tad icon
dos del todos
valor,losi le dieron fánebres
honores sepulturadebidos
en la iglesia de Sanguerrerºs
á tan ilustre José de Tirna la
CARACAs I sANTA Fé: 1818. 457
les, cuya pérdida fue tan insignificante, que no llegaron á 1oo
hombres los que fueron puestos fuera de combate.
Este mismo gefe, volando de victoria en victoria consi
guió otra en 11 de junio derrotando en Ramirez al cabeci
lla Julian Infante, uno de los hombres mas perversos de aque
llos paises, causándole el destrozo de 22o hombres con todas
sus armas i caballos, i rescatando 528 mugeres i una multi
tud de niños que habian arrebatado de aquellos pueblos. El
infatigable Morales se dirigió sin pérdida de tiempo al Cugi
sito en persecucion de la partida de Belisario, que se habia
situado en aquel punto, á la que deshizo i dispersó del mo
do mas desastroso. -

Continuando sin interrupcion sus activas operaciones, al


canzó en 3o de julio en el territorio de Camaguan al cabeci
lla Juan Gomez, al que dió una sorpresa nocturna disper
sando los 4oo hombres de que se componia su partida, ha
ciendo 54 prisioneros, i apoderándose de todas sus armas i
municiones, i de 12oo caballos que tenia pastando; con cu
yos repetidos golpes quedó enteramente libre de enemigos
aquella estensa parte del Llano. 2

Mientras que Morales se distinguia del modo mas reco


mendable por esta parte, adquiria triunfos no menos ilus
tres el general Latorre por la de San Cárlos: atacado en
este punto por la caballería de Paez fue su defensa cual de
bia esperarse de su valor, i su resultado el repliegue del ene
migo en direccion de Cogede. Ansioso Latorre por darle un
golpe decisivo de esterminio, se puso en marcha en la ma
drugada del 2 de mayo; i al llegar á Camoruco, seis leguas
distante de San Cárlos, se le presentó de nuevo la vanguar
dia del citado Paez, cuyo caudillo reunido con Rangel, Ro
mero i Cuesta se dirijia sobre el citado punto de San Cárlos;
pero como este choque parcial, aunque favorable á las armas
del Rei, no decidia de la suerte de las armas, fue preciso
continuar el movimiento hasta que se lograse empeñar un
combate general. - - - -

Dos leguas antes de llegar á Cogede se halla una gran


58
458 cARAc As I sANTA FÉ: 1818.
llanura, que los realistas franquearon con las debidas precau
ciones, creyendo que seria aquel el sitio en que los enemi
gos hicieran los últimos ensayos de su furioso despecho: se
hallaban estos en posicion al remate de dicha llanura dando
la izquierda al pueblo i la espalda á un espeso bosque ; sus
fuerzas ascendian á mas de 15oo caballos i á 7oo infantes.
La firmeza con que aguardaron formados en batalla hacía
creer que la resistencia habia de competir con la energía del
ataque: las tropas realistas caminaban asimismo en colum
nas cerradas con la caballería á los flancos i retaguardia; las
guerrillas que se destacaron para provocar el choque no
fueron contestadas; ni un solo hombre se movió de la for
macion de los rebeldes.
Por grande que fuera el arrojo de los realistas, no dejó
de imponerles la respetable aptitud que presentaban los con
trarios; entre unos i otros se observaba el mas profundo si
lencio; se hallaban ya ambos ejércitos á tiro de fusil, i na
die daba la señal de la batalla. Redoblando el paso los realis
tas, se aproximaron á tiro de pistola, i fue entonces cuando
se vió á aquella masa, que habia permanecido inmoble hasta
aquel momento, hincarla rodilla i presentar las armas; se
desprendió al mismo tiempo de su flanco derecho la caballe
ría qne lo defendia; rompióse en el acto un horrible i mor
tífero fuego de una i otra parte, que causó los mayores es
tragos.
La primera descarga de los rebeldes puso fuera de com
bate sobre 1oo valientes, que formaban las cabezas de las
columnas realistas; pero arrojándose estas de repente con el
mayor furor sobre dicha infantería enemiga, fue toda ella
pasada á cuchillo; su caballería sufrió asimismo los efectos
de un fuego dirijido tan de cerca; mas aunque perdió unos 2oo
hombres, se corrió sobre la retaguardia i degolló á todos los
enfermos, heridos, facultativos, asistentes i rancheros, i se
apoderó de los equipages. Se colocó en seguida á la vista
del mismo campo de batalla con deseos de que se empeñase
en su persecucion la caballería realista separada de la infan
CARACAs I sANTA FÉ: 1818. 459
tería, cuya última arma era la única que temian aquellos fe
roces zambos, capaces de batirse con la mejor caballería del
mundo.
El brigadier Aldama mandaba la nuestra; pero temeroso
de arriesgar la opinion de su cuerpo, i de sufrir un desaire
que le hiciera perder todo el lustre de aquella batalla, juzgó
mas prudente no comprometer sola su arma sin la concur
rencia de las demas: asi pudo Paez retirarse á sus acostum
bradas guaridas despues de haber perdido cerca de 19 hom
bres en aquella jornada, que tambien fue mui funesta á los
realistas, no por el número de los que perecieron en ella,
pues que escasamente pasaron de 15o, i sí por la calidad de
los sugetos, como fueron el coronel de Castilla, don Pedro
Gonzalez Villa, que quedó tendido en el campo con tres ofi
ciales mas, i el sargento mayor de la Union don Manuel
Bausá i otros seis oficiales que fueron heridos juntamente con
el general Latorre.
Aunque este bizarro gefe tenia el pie atravesado por una
bala, que entrando por el talon habia salido por el dedo ma
yor del pie, continuó mandando la accion abrazado de un
arbusto, hasta que agotadas ya sus fuerzas cayó exánime al
suelo despues de haber entregado el mando al brigadier don
Ramon Correa.
Esta brillante accion i las de San Cárlos, Rincon de los
Toros, Ortiz, la Puerta, Maracai i Sombrero costaron al
enemigo la pérdida de mas de 35oo hombres con la mayor
parte de sus generales mas famosos, 4o coroneles i un núme
ro correspondiente de gefes i oficiales, la de 25oo fusiles, 12
banderas, 2oo cargas de municiones, 4o cajas de guerra,
parques, armerías i cuantos efectos habian podido reunir los
rebeldes para la campaña de este año, que habia sido anun
ciada al mundo con las espresiones mas enfáticas i con las
esperanzas no menos ilusorias. Ocho mil caballos que habian
sacado del Apure fueron destruidos en su mayor parte, ha
biendo caido en poder de los realistas 39 de ellos i 13 mulas.
Ya desde este momento fue preciso tomar cuarteles de
6o CARACAs I sANTA FÉ : 1.81 S.
invierno porque la estacion de las aguas no permitia conti
nuar las operaciones. Se situó en Calabozo la vanguardia á
las órdenes del general Morales; i en Barinas la quinta di
vision mandada por don Sebastian de la Calzada. En el en
tretanto se iba curando el general Latorre de su peligrosa
herida, i el general en gefe adquiria de dia en dia un resta
blecimiento tan rápido, que dejó burlados los cálculos aun
de los que pensaban mas halagüeñamente, pues que ningu
no creyó que pudiera habilitarse en pocos meses para em
prender nuevas campañas con su acostumbrado vigor i ener
gía, i para entregarse á todas las penalidades i horribles pa
decimientos inseparables de aquella clase de guerra. Este des
canso fue asimismo mui oportuno para reponerse las tropas
de sus grandes fatigas i para prepararse á emprender otras
InlleVaS, -

El indomable Mariño por mas golpes que hubiera recibi


do en la provincia de Cumaná no desistia de su criminal em
peño en volver á la pelea con nuevo ardor i constancia: ha
biendo reunido las fuerzas que vagaban por la Guayana en
número de 1525 hombres se dirijió sobre Cariaco, en donde
se hallaban los comandantes don Agustin Nogueras con 3oo
hombres de Granada i otros destacamentos, i don Manuel
Lorenzo con 25o del batallon de Clarines.
Aunque estas tropas fueron sorprendidas en 31 de octu
bre por la inesperada aparicion de los rebeldes, i aunque una
parte de ellas se hallaba ocupada en la limpia de sus fusiles,
i otra en la de las calles de aquel pueblo, que se habian
puesto intransitables con la maleza que habia crecido en
ellas, salieron sin embargo á contener al enemigo dos com
pañías que estaban accidentalmente pasando revista de sus
armas; i preparadas en el entretanto las restantes, se arroja
ron con el mas denodado espíritu sobre aquellas turbas que
ya se habian apoderado de una parte del pueblo, i las der
rotaron completamente causándoles la pérdida de 37o muer
tos, que quedaron tendidos en el campo de batalla, porcion
considerable de prisioneros, i mas de 6oo fusiles.
CARACAs I sANTA Er: 1818. 461
No bien se habian retirado las partidas rebeldes de aque
lla provincia á consecuencia de la citada derrota de Cariaco,
cuando reuniendo Bermudez las fuerzas de Maturin, Cuma
nacoa i Santa Fé, volvió á presentarse en el mes de mayo
delante de la capital. Situó su cuartel general en el puerto
de la Madera, i estrechó vivamente dicha plaza; pero ha
biendo hecho su gobernador una vigorosa salida en 3o del
mismo mes, tomó á los enemigos todos sus puntos atrinche
rados, los derrotó completamente en el puerto de la Madera;
i así quedó nuevamente libre de insurjentes dicha provincia
de Cumaná.
La de Barcelona se vió igualmente hostigada en este año
por el mismo Bermudez i Monagas; pero sin que los repeti
dos ataques de estos dos obstinados caudillos consiguiesen
ventaja alguna de consideracion sobre las tropas que manda
ba don Eugenio Arana, cuyo benemérito gefe señaló su bra
vura en repetidas ocasiones, i especialmente en la accion de
Cantaura, en que 14oo rebeldes fueron derrotados por fuer
zas mui inferiores.
Acia este tiempo llegó Bolivar á Angostura con poco
mas de 6oo hombres que pudo salvar de sus últimas derro
tas; i creyendo que la instalacion de un congreso le haria
recobrar la opinion que labia perdido en sus operaciones
militares, lo formó con efecto en el citado punto, compues
to de los mismos emigrados, á los que asignó el puesto que
debia corresponder á los electos de sus respectivas provincias.
Luego que se estableció esta estravagante forma de re
presentacion nacional, á la que no concurrió por supuesto
mas voluntad que la de aquellos despechados coriféos i la del
miserable pueblo de Angostura, se anunció al mundo con
todo el aparato capaz de deslumbrar á los que miden las co
sas por la vara de la superficialidad. Este golpe de la intriga
sediciosa sirvió á lo menos de argumento para que los pérfi
dos agentes de aquella revolucion en los paises estrangeros
embaucasen á varios infelices con vanas promesas i quiméri
cas esperanzas, i los condujesen infamemente al sacrificio.
462 CARACAs I sANTA FÉ: 1818.
Sin embargo del escarmiento que habian sufrido los mm
chos aventureros que habian concurrido á aquellas playas en
los años anteriores, con tanto descaro é impudencia que sa
lieron de algunos puntos de Europa en batallones formados
con tambor batiente ibanderas desplegadas, se engancharon
otros nuevos, atraidos por el afan de enriquecerse en las so
fíadas arenas de la plata americana; i si bien fue menor su
número, no dejaron de ser útiles sus servicios para alimen
tar el fuego de la rebelion (1).
El ingrato Cea, que debia personalmente su instruccion
i su carrera á la madre Patria, en la que habia servido el
destino de director del jardin Botánico de Madrid, fue nom
brado vice-presidente del referido congreso de Angostura; i
se debió á su ponzoñosa pluma, á sus gratuitas invenciones,
groseras calumnias é infernales declamaciones, el estravío de
la opinion en varios puntos de aquellas provincias. El correo
titulado del Orinoco, la redaccion de cuyo periódico tomó él
por su cuenta, era buscado con ansiedad por todas partes:
ital era la opinion de sabio que habia sabido cimentar en el
pais este hijo desnaturalizado!
Se alarmaron los realistas al ver la aceptacion que mere
cian tamañas invectivas; se alarmaron asimismo al observar
el peligroso prestigio que iban tomando los desleales congre
sistas; i todos opinaron por la necesidad de destruir á toda
costa aquella fragua de patrañas i mentiras, i aquel recinto
de deshonor i desvergüenza.
La actitud de los realistas era la mas imponente para lle
var sobre Guayana una espedicion, cuyo éxito no fuera du

(1) No bajaron de 9ooo los estrangeros que pasaron en distintas oca


siones á las provincias de Venezuela i reino de Santa Fé á reforzar los
ejércitos rebeldes; la mayor parte eran ingleses; todos ellos han sucumbi
do al acero español i á las enfermedades consiguientes á aquel clima insa
lubre, á su intemperancia i á los escesos del calor. Tal vez no sobreviven á
esta fecha 1oo individuos de tan numeroso enjambre: terrible leccion por
cierto para los genios inquietos i ambiciosos que se embarcan de ligero en
estravagantes empresas, sin haber calculado antes la conveniencia de sus
compromisos ó las ventajas de sus resultados
CARAcAs I sANTA FÉ: 1818. 465
doso. El rio Orinoco era el canal de todos los recursos de los
rebeldes, i el vehículo de sus combinaciones: cortado éste,
quedaban enteramente desconcertados todos sus planes. Pa
recia pues que el general en gefe debia haber dedicado toda
su atencion ácia esta empresa; tenia todos los medios para
verificarla con tanta prontitud como felicidad; se hallaba en
Cumaná una poderosa escuadrilla sútil que podia operar en
la parte inferior del citado rio Orinoco, i servir al mismo
tiempo para llevar alguna fuerza á la orilla derecha: los mon
tes del Bauli de Turén, que poseian sus tropas, le facilita
ban la madera necesaria para construir nuevos buques, i con
ducir por el rio Portuguesa al de Apure, i de este al Orinoco
hasta Angostura, el número de soldados que se creyese ne
cesario en combinacion con los esfuerzos que hiciera la es
cuadrilla de Cumaná.
Sobraban los elementos para asegurar el resultado de esta
operacion: se creia generalmente que dado este brillante gol
pe quedaba esterminado para siempre el genio de la insur
reccion, i la autoridad real adquiria una solidez indestructi
ble; mas el general en gefe no consideró los negocios públi
cos bajo este punto de vista; i prefiriendo principiar la cam
paña del año siguiente por destruir las tropas de Paez en los
desiertos del Arauca á fin de acorralar la revolucion en la
Guayana, tuvieron sus armas un resultado mui diferente de
lo que debia esperarse atendido el celo, i la estraordinaria
actividad que desplegó en este vasto teatro.
Acia este mismo tiempo publicó Rafael Diego Mérida en
la isla holandesa de Curazao, é introdujo en las provincias
de Venezuela porcion considerable de ejemplares de un escri
to brutal i grosero, del que brotaban las impiedades á la par
de sus escéntricos raciocinios. La gaceta de Caracas se dedi
có á combatir aquellas torpes heregías que habian escandali
zado á todo el pueblo cristiano: la pública escomunion de
dichos escritos desengañó á muchos de las sacrílegas aspira
ciones de los coriféos rebeldes, habiendo tenido por castigo
su perverso autor el convencimiento de que sus doctrinas hu
64 cARAcAs y sANTA Fé: 1818.
bieran producido un efecto enteramente contrario á lo que él
se habia prometido. ¡Ojalá hubiera habido todo el acierto ne
cesario para haber aprovechado útilmente i en todas sus par
tes los elementos que existian en favor de los realistas contra
la injusta causa de la independencia! ¡No llorariamos por
cierto la pérdida de aquellos pueblos, ni estos se lamentarian
de sus desdichas que han sido una consecuencia necesaria de
su pretendida regeneracion!
El reino de Santa Fé se mantuvo todo este año en la mas
perfecta calma. Aunque habia principiado algun descontento
nacido de varias medidas impolíticas, i esencialmente del des
cuido é imprevision del virei en haber confiado una gran
parte de su autoridad á personas poco dignas de manejar los
negocios públicos en momentos en que se requeria el mayor
pulso i circunspeccion, temian sin embargo los pueblos agra
var su posicion con ulteriores movimientos subversivos, i su
frieron por lo tanto con pacienca los males producidos por
la dureza de algunos gobernantes.
Tenian mui presentes los terribles escarmientos que se ha
bian hecho á la entrada de las tropas espedicionarias, i fue
esta sin duda la causa de su inaccion. Mas la opinion se iba
estraviando, los desaciertos de la administracion eran por ca
da dia mas sensibles, i no será estraño por lo tanto que vea
mos al año siguiente entronizado el gobierno rebelde con una
facilidad que superó los cálculos aun de los mas furiosos par
tidarios de la independencia.
El reino de Quito se presentaba bajo un aspecto mas li
sonjero: el tino con que manejó aquellos negocios el general
Ramirez, consolidó el edificio creado por Montes, no habién
dose asomado en todo este tiempo la menor chispa revolu
cionaria. El fuego pues habia sido sofocado completamente,
i fue preciso que se suscitasen causas estraordinarias para que
se encendiese otro nuevo en 182o, que terminó por abrasar
el edificio monárquico.
465
VARAVARVVVVAVVVVVAVAWAAAAVVVAVVVV\\ Vv\vVvRA

CAP ITULO XXVII.

M ÉJ I CO: ss.
-e88 0.9e

Retirada del general Liñan á la capital, tle Méjico. Dispo


siciones generales para situar las tropas. Estado de la in
surreccion. Toma de Palo blanco i Sombrerete por Concha.
Derrota del cabecilla Vargas i su presentacion al indulto.
Destruccion del feroz insurjente titulado el Negro. Presen
tacion de otros muchos facciosos á la autoria a l real. Der
rota de los rebeldes de Palladolid, i Guanajuato. Jarias
acciones parciales. Destruccion de la junta subversiva for
mada en el Zarate, i aprehension de su presidente. Paci
ficacion de la Guasteca. Terremoto en Guadalajara. Otros
combates contra los insurjentes constantemente felices, aun-.
que no de la mayor importancia. Estado halagüeño que
comenzaba á presentar el pais á fines de este año. Espedi
cion de dos fragatas de los rebeldes de Buenos-Aires sobre
la California. Proyecto de otra, concertada en Londres con
tra Méjico i demas puntos de América. Renovales. Su
- conducta.

Tramº felizmente la campaña contra el aventure-.


ro Mina, tomados los fuertes de San Gregorio i de Comanja,
destruidas completamente sus fortificaciones, i dejando el
molino de Cuerámbaro provisto de víveres, municiones i
dos piezas de las 2 o tomadas á los rebeldes para la seguridad
de aquella guarnicion, se pusieron en marcha las tropas rea
listas. Las secciones 2? i 4? emprendieron un movimiento com
binado para envolver á las gavillas de rebeldes que vagaban
por el Bajio i sierras inmediatas, llevando instrucciones de
reunirse en el valle de Santiago. .
ToMo II. 59
466 MÉJICo: 1818.
La primera, á cuyo frente se hallaba el victorioso Li
fían con todo el parque i con una parte de la caballería, lle
gó á Cuisco de las Naranjas en 23 de enero, i halló al dia
siguiente en la direccion de Pueblo Nuevo 5oo caballos de
los enemigos formados en batalla á la derecha del rio Gran
de, capitaneados por Lucas Flores: con el fin de atraerlos á
una batalla decisiva les presentó el general español una pe
queña parte de su tropa dejando emboscada la restante i to
da la artillería; pero descubriendo este ardid aquellos re
beldes se dirijieron precipitadamente por el camino de Pan
toja sin haber sido posible llegar á sus alcances. Siguieron
los realistas ácia el valle de Santiago, en cuyo punto sostu
vieron un pequeño tiroteo de algunos insurjentes que fueron
ahuyentados al momento.
Se ocupaba el general Liñan en levantar una fortifica
cion junto á la iglesia mayor en la que debian situarse 2oo
hombres segun órdenes del virei, cuando recibió la de regresar
á la capital para servir su destino de subinspector, haciendo
que se ejecutase antes la de que el brigadier Loases se tras
ladase á Querétaro con el primer batallon de Zaragoza para
tomar el mando de aquella demarcacion en relevo del coro
nel Bracho que deberia pasar á San Luis de Potosí con su re
gimiento de Zamora.
Estas disposiciones, i las de que cinco compañías del se
gundo batallon de Zaragoza regresasen á Méjico para ser re
mitidas á los llanos de Apan; la de que el batallon ligero
de Navarra unido á la caballería de Nueva Vizcaya pasára á
la mayor brevedad á Zacatecas; la de que la seccion de Nue
va Galicia se acantonase en la hacienda de la Cantera hasta
que dicho punto estuviera en el estado de suficiente respeto
para protejer los correos i convoyes de la citada provincia de
Zacatecas i de la de Guadalajara, pudiendo en el entretanto
su comandante el brigadier Negrete pasar con licencia á Vera
Cruz; i finalmente la de que los regimientos primero Ame
ricano i Fernando VlI con la caballería de San Luis i San
Cárlos quedasen en la provincia de Guanajuato á las órdenes
MÉJIco: 1818. 467
del coronel Orrántia, encargado del mando interino de dicha
provincia, eran las mas firmes garantías del órden i la tran
quilidad.
La providencia de nombrar á dicho Orrántia gefe de la
de Guanajuato, hallándose en ella el coronel propietario del
regimiento de línea Fernando VII, don Angel Diaz del Cas
tillo, suscitó un momentáneo choque, que desapareció sin em
bargo luego que llegaron nuevas órdenes del virei, empeñado
en que se llevasen á efecto sus primeras disposiciones.
Habia sido tan grande el terror de los rebeldes por los
ilustres triunfos de los realistas, que llegaron á convencer
se de la inutilidad de sus esfuerzos para sostener su moribun
da causa; i se apresuraron por lo tanto muchos de ellos á
presentarse al indulto, que se repartia con la mayor profusion
en todas direcciones. Asi, pues, puede decirse que la insur
reccion quedó reducida á la provincia de Nueva Galicia, al
Bajío, á la Sierra de Guanajuato i á los partidos del Sur,
especialmente á la Huasteca.
Para que puedan graduarse mejor los progresos de la pacifi
cacion, daremos una ojeada, aunque rápida, de los principa
les sucesos militares ocurridos en todo el curso de este año. El
gefe que tuvo ocasion de consagrar mayores trabajos á este obje
to, i de adquirir mas brillantes timbres, fue el coronel don Ma
nuel de la Concha, comandante general de los llanos de Apan. Se
habian fortificado los rebeldes en Paloblanco desde donde ha
cian sus incursiones sobre la Huasteca, atrayendo una consi
derable porcion de negros costeños, é indios de los pueblos
comarcanos, sujetos en lo general al cabecilla Guadalupe
Victoria, á quien obedecian por medio de varios capitanes
radicados en diversas rancherías, desde Papantla hasta Hue
jutla. Era pues de la mayor importancia la destruccion de
esta funesta madriguera, porque no de otro modo podia ha
ber seguridad en los diversos rumbos que cruzaban sobre Tus
pan i Tampico.
La primera accion que sostuvo dicho Concha contra los
rebeldes fue en Vinasco, desde cuyo punto pasó al pueblo
463 MéJco : 1 8 1 8.
de Tihuatlan, en donde reunido con el coronel don Círlos
María Llorente, comandante de la costa de barlovento, i
componiendo entre ambos una seccion de 35o hombres de
ambas armas, se dirigieron ácia el ya mencionado punto de
Paloblanco, del que se apoderaron con mui poca resistencia
del enemigo. Siguiendo su marcha al dia siguiente para Som
brerete, hallaron ya esta posicion en poder de las tropas
mandadas por el teniente coronel don José María Lubian,
que habia avanzado desde Yxhuatlan; i empeñados en ester
minar el genio de la rebelion, incendiaren las habitaciones de
los comprometidos en aquella ilegítima causa, empleando al
ternativamente todos los medios del rigor i de la dulzura
para lograr tan importante objeto.
El cabecilla Vargas, dotado de bastante inteligencia i de
no menor firmeza de ánimo, continuaba su rebelde carrera
amenazando de continuo á los destacamentos realistas : con
venia pues poner á este enemigo fuera de estado de ejercer
su maléfico influjo. Habia salido con este motivo el teniente
coronel don Mateo Quilti desde Coatepec á Ixtapan, espe.
rando verificar la sorpresa de dicho caudillo al favor de sus
bien concertados movimientos. Su plan fue ejecutado con fe
licidad; mas de 3o insurjentes quedaron tendidos en el cam
po; 1 1 fueron los prisioneros, i 6o las armas de fuego que
les fueron tomadas juntamente con 32 caballos ensillados.
Este terrible contraste que recibió Vargas acabó de descon
certarle, i ya no pensó hallar la seguridad de su persona sino
hajo el manto de la clemencia del Monarca español: presen
tado ante la autoridad real solicitando un generoso indulto
para sí i para toda su partida, le fue concedido con la mas
pura alegría; i en medio de públicas aclamaciones al Sobe
rano legítimo, pronunció el juramento de fidelidad celebrán
dose este acto con un solemne Te Deum, cantado en la igle
sia de Tohuca, que fue el punto de dicha presentacion.
El teniente coronel don Nicolás Gutierrez, que tuvo la
gloria de recibir á aquella partida, tan peligrosa i fiera en
su estado de rebeldía, como arrepentida i sumisa despues de
MÉJICO : 8 1 8. 469
haber abandonado su ignoble profesion, afirmó con su deli
cada conducta los buenos sentimientos que manifestaban aque
llos estraviados americanos. Mas de 1oo individuos, 54 fu
siles, 45 carabinas, 53 caballos con un surtido de municio
nes i pertrechos fueron las adquisiciones de los realistas en
esta ocasion, tanto mas apreciables cuanto estos elementos
de guerra sirvieron de ausiliares á la justa causa, i en par
ticular el mismo Vargas, que prestó sucesivamente impor
tantes servicios.
Otra de las ventajas conseguidas á principios de este año
fue la prision i muerte del rebelde cabecilla Pedro Rojas,
alias el Negro, que cual tigre sediento de sangre se habia
cebado en la de mas de 6oo personas inermes de ambos se
xos i edades, sacrificadas á su bárbaro furor, sin que fuera
posible calcular las víctimas que habian sucumbido á su for
midable brazo en las diferentes acciones de guerra, en que
se habia hallado desde el principio de la revolucion. El ca
pitan don Miguel Suarez de la Serna fue el que con su com
pañía prestó este importante servicio á la humanidad, que
le grangeó los mas solemnes títulos de recomendacion.
El buen aspecto que presentaban los negocios públicos
hizo que se apresurasen varios cabecillas á deponer sus armas
en manos de los realistas en varias direcciones: tales fueron
Eusebio de Luna, Victor Muñoz i Polonio Capa, que recor
rian la Huasteca causando considerables quebrantos á los sol
dados del Rei. Fue todavía mas importante la presentacion
del comandante general de la misma Huasteca, don Vicente
Vazquez con 15 oficiales, 146 soldados, un número igual de
fusiles, 149 armas blancas, 15o caballos, i abundancia de
municiones. -

El teniente coronel don Vicente Lara adquirió gloriosos


triunfos en principios de febrero sobre las numerosas gavi
llas que mantenia el cabecilla P. Torres en la provincia de
Valladolid é inmediaciones de Jaujilla. Cien facciosos que
quedaron tendidos en el campo, un número considerable de
heridos, varios prisioneros, fusiles, sables, machetes, lanzas,
47o MéJICo: 1818.
caballos ensillados, i otros pertrechos aumentaron el mérito
del vencimiento.
Por la parte de Guanajuato se cubria de gloria al mismo
tiempo el teniente coronel don Hermenegildo Revuelta der
rotando las gavillas de Encarnacion Ortiz i del titulado ma
riscal Tomas Rodriguez: este habia sido sorprendido i preso
por el capitan Campos, é igual suerte habian sufrido cuatro
cabecillas i 43 soldados, habiendo adquirido un mérito par
ticular en este encuentro feliz el teniente Vizcarra que sor
prendió otro canton ocupado por los llamados Monigotes,
á quienes hizo 16 prisioneros, mató uno é hirió al coman
dante Cristobal Nava, que se pudo salvar arrojándose por un
precipicio.
El comandante don Ramon Reguera batió igualmente á
los rebeldes en el mes de enero en las cercanías de Acámba
ra, matándoles 15 hombres i haciéndoles 13 prisioneros, en
tre ellos al cabecilla Francisco Rubin. Tambien el coman
dante don José Roman sostuvo en Pátzcuaro un terrible ata
que de las gavillas del titulado brigadier P. Carbajal, obli
gando á estas numerosas turbas á retirarse con la mas afren
tosa precipitacion, habiendo ofrecido el malogro de su ten
tativa nuevos laureles á las tropas del Rei.
El teniente coronel don Juan Isidro de Marron destruyó
completamente al apóstata clérigo Zavala en la altura del
cerro de Aguacate, matándole 3o hombres, hiriéndole otra
porcion considerable, i cogiéndole 2o prisioneros, 1oo caba
llos, porcion de armas i municiones. Un destacamento que
pertenecia á la columna del referido Marron, i que estaba al
mando del capitan don Manuel Eivar i Galeana adquirió
otros triunfos no menos ilustres contra el cabecilla Pablo
Campos que habia tenido el atrevimiento de atacarle en el
pueblo de Cutzamala: 4o facciosos muertos, varios prisione
ros, 2 o caballos, igual número de fusiles i otras muchas ar
mas fueron los trofeos de aquella victoria.
El teniente coronel don Juan de Ateaga se hizo acreedor
á los mayores elogios por la penosa espedicion que llevó á
MÉJIco: 1818. 471
término feliz en el mes de enero sobre el Cuyusquihui en la
provincia de Puebla: las muchas penalidades que hubo de
sufrir por el espacio de un mes, franqueando empinados cer
ros i profundas barrancas, superando los riesgos de embos
cadas i los continuados ataques de varias partidas que circu
laban por aquel territorio, habrian sido por sí solos servicios
importantes, aun cuando no los hubiera ilustrado con la pros
peridad de sus armas con que fueron premiados los esfuer
zos de su brazo.

Empero una de las aceiones mas heróicas que recuerdan


los anales de aquella época fue la espedicion del capitan de
realistas don José María Vargas sobre el Zárate en la provin
cia de Nueva Galicia. En aquel fragoso parage habian forma
do los rebeldes una especie de junta que daba impulso i vi
gor á sus operaciones: era de la mayor importancia destruir
aquella madriguera de la maldad i de la traicion; pero la as
pereza de aquel terreno, la distancia de 6o leguas de cami
no., la ocupacion de todas sus gargantas por las cuadrillas de
Montes de Oca, Galeana, P. Zavala, P. Carbajal, Chivilini,
Gonzalez i otros cabecillas hacian mui arriesgada cualesquie
ra espedicion sino se llevaba á efecto con todo el aparato que
pudiera imponerles respeto. Vargas sin embargo se lanzó á es
ta arrojada empresa con solos 6o hombres. Salió de la ha
cienda del Refugio en 18 de febrero, i al llegar al rio del
Marques tomó el carácter de insurjente, valiéndose de la
habilidad que tenia uno de los individuos de su partida de
falsificar firmas para hacer uso de la de Hermosillo en loa
casos convenientes.
Con esta ingeniosa invencion, acompañada del talento ne
cesario para sostener su fingido carácter, recorrió libremente
todos los paises ocupados por los insurjentes, i llegó al punto.
donde residia la referida junta, aprovechándose de los ausi
lios que ellos mismos le suministraban. Disuelta aquella
reunion al favor de la sorpresa que dió á los que guarnecian
el citado punto de Zárate en el dia 21 del mismo mes de fe
brero, aprisionado el presidente faccioso doctor San Martin,
472 MÉJIco 1818.
pasados por las armas los secretarios de la intendencia i del
gobierno con otros tres individuos que fueron hechos prisio
neros, recogida toda la correspondencia i planes de aquellos
rebeldes, volvió á superar iguales obstáculos, i regresó feliz
mente al mismo punto de donde habia salido.
El fuerte de Jaujilla, situado en la provincia de Vallado
lid, habia llamado sériamente la atencion de los realistas. La
tenacidad de los sitiados ejercitaba su constancia i sufrimien
to. La gloria con que el teniente coronel don Vicente Lara
habia rechazado á principios de febrero á las gavillas del P.
Torres que se habian dirijido á levantar el sitio que desde el
mes de setiembre tenia puesto el comandante general don
Matias Martin i Aguirre, no habia aterrado de modo alguno
á los sitiados, quienes continuaron en hacer una desesperada
defensa hasta el 6 de marzo.
Desengañados en este dia de la impotencia de sus recur
sos, i halagados por otra parte con las generosas ofertas de
las autoridades realistas, se acogieron á la gracia del indulto
en número de 37o individuos, entre ellos 14o soldados, en
tregando 12 cañones de varios calibres que montaba aquel
fuerte, porcion de fusiles, municiones i cuanto existia en él.
La noticia de la toma de este punto fortificado, que era el
último que tenian los rebeldes en el reino, i el quincuagési
mo septimo de los conquistados por las tropas del Rei desde
la entrada del virei Apodaca en el mando, causó la mas pu
ra emocion de alegria en todos los que deseaban descansar
de las fatigas revolucionarias, i fue celebrada con salvas de
artillería i con todas las demostraciones de entusiasmo.
Entre los hechos de armas mas ilustres ocurridos en el
mes de marzo debe hacerse particular mencion de la resisten
cia que opusieron los comandantes don Juan Antonio Solorza
no i don Ignacio Martinez, defendiendo el primero el pun
to de Tecalitlan, i el segundo el de Tuspan contra nume
rosas gavillas de insurjentes, causándoles aquel la pérdida
de 3o muertos i muchos heridos, i este la de 15, habien
do sido mayor el mérito de la victoria en razon de la
nÉy Ico: 1 S 1 8. 475
gran desigualdad de fuerzas con que ambos combatieron.
El capitan don Ignacio Miranda sostuvo otro choque su
mamente glorioso en el cerro de Manserrua, provincia de
Guadalajara, contra las gavillas de los Ortices, de las que
quedaron mas de 5o cadáveres en el campo con varias armas
i caballos. El capitan don José Epitacio Sanchez adquirió en
la sierra de Jalpa nuevos títulos á su acreditada opinion,
derrotando una partida de 4oo facciosos de infantería i caba
llería en la frontera del cerro de la Faja, causándoles el que
branto de 26 muertos i muchos heridos.
El sargento mayor don Juan Flores, de quien ya hemos
tenido ocasion de hablar en otro lugar, dió nuevas pruebas
de bizarria i arrojo á fines de este mismo mes de marzo.
Habiendo salido de San Pedro de Piedra gorda con 4o caba
llos á sorprender una de las gavillas rebeldes, situada entre
las haciendas de San Judas i de San Cristobal, se encontró
al regreso de esta espedicion con un grupo de 1 oo caballos
que á gran galope se dirigian contra él: formando su tropa
en el mejor orden atacó con su acostumbrada serenidad á sus
contrarios, i consiguió destrozarlos; mas no bien tuvo tiem
po de contemplar su victoria, cuando se le presentaron otros
6oo combatientes, tambien montados, con toda la confianza
i altaneria que les daba la inmensa superioridad de su
número.
Sin alterarse Flores por este imprevisto i al parecer irre
sistible cuerpo enemigo, esperó con la mayor firmeza su
carga impetuosa, i sin mas apoyo que el de una cerca que caia
á su espalda, sostuvo un empeñado choque por el espacio de
dos horas; pero viendo ya muerto al valiente capitan don
. Sebastian Quesada, i 29 de sus soldados puestos fuera de
combate, resolvió romper por el centro de sus contrarios con
los 1 o únicos lanceros que le quedaban, i lo consiguió con
una felicidad increible, dejándolos burlados i doblemente
irritados por la inutilidad de sus esfuerzos en el espacio de
tres leguas que le fueron persiguiendo. Mas de 1oo rebeldes
muertos, entre los cuales dos cabecillas, fueron el fruto
ToMo II. 6o
474 mérico: 1818. -

principal de esta brillante accion, que arrancó los mayores


elogios de los mismos insurgentes.
Un hermano de dicho Flores llamado don Cárlos, tenien
te del regimiento de Zamora, se habia distinguido asimismo
á principios de este mes en el desempeño de una comision
que le habia confiado su coronel don Gregorio Arana; era
esta la de aprehender á un capitan rebelde que se hallaba
herido en una ranchería situada á la vista del campamento
español en las inmediaciones del pueblo de Dolores; i aun
que solo llevaba 4 dragones para tan arrojado golpe, dió
principio á su comision metiéndose por lo mas escabroso del
terreno hasta que descubierta una emboscada de mas de 6o
caballos que ocupaba el frente de la misma choza en que
se hallaba el capitan, que era el objeto de su correría, se
lanzó con el mayor entusiasmo sobre aquella chusma, i lo
gró desbaratarla poniendo fuera de combate á una porcion
de los que la componian, ahuyentando los demas á los bos
ques i apoderándose de la apetecida presa, que tanto intere
saba al citado Arana.
Aunque el espíritu de sedicion iba felizmente desapare
ciendo del reino de Méjico, fue preciso sin embargo sostener
todavia algunos empeñados choques con las partidas de las
provincias de Valladolid, Guanajuato i Querétaro: uno de
ellos fue sumamente glorioso al teniente coronel don Miguel
Barragan, quien derrotó en 31 de marzo en la hacienda de
Tomendan la gavilla del pérfido Chivilini, desertor del regi
miento 19 americano, matándole 6o hombres, haciéndole 12
prisioneros, i dispersando completamente el resto de su gen
te á pesar de los eficaces ausilios que prestaron á dicho cau
dillo los llamados coroneles Arago i Nicolson, i el español
Tarrasido, titulado teniente coronel de los rebeldes.
El coronel don Anastasio Bustamante ciñó su frente de
ilustres laureles resistiendo con denodado espíritu en 28 de
abril el brusco ataque que le dieron en el rancho de los Frí
joles, provincia de Guanajuato, los caudillos P. Torres, i los
Pachones con 14oo hombres de todas armas. El resultado de
t) y
MéJIco: 8 1 8. 475
esta accion sangrienta, en la que pelearon todos con empeño i
animosidad fue haber perdido los rebeldes 3co hombres en
tre muertos i prisioneros, inclusive 4 gefes i ocho oficiales.
Debe tambien mencionarse el mérito contraido por don
Julian Jubera de la seccion de Querétaro, atacan lo en las
inmediaciones de Apaseo á las gavillas insurgentes que tra
taban de interceptar el convoi, del que aquel iba encargado
para Celaya: el enemigo pagó caro su atrevimiento; 28 in
dividuos quedaron tendidos en el campo, se cogieron ademas
3 prisioneros heridos, 26 caballos ensillados, varias armas
de chispa i corte, una caja de guerra i otros efectos.
A pesar de los terribles golpes que recibieron los insur
jentes, no cedia su furiosa obstinacion. Los que mas se dis
tinguieron en el mes de mayo, fueron los tenientes coroneles
don Ignacio i don Antonio Amor en las correrías que hicie
ron por el camino de Jalapa á Veracruz, en la toma de Mon
teverde, i en el ataque del Arenal.
Agregaron asimismo nuevos títulos á su honrosa carrera
el capitan don Bernardo Vidal de la seccion de Querétaro,
derrotando á una partida de 9o caballos insurgentes en las
cercanías de la hacienda de Buenavista; el brigadier
don José de Armijo desalojando de Santiago de Zacátula en
el rumbo del Sur, de su isla fortificada, i de la poblacion
nombrada la Orilla, á las gavillas de Montes de Oca, Galea
na i otros caudillos que ocupaban aquellos puntos; el capi
tan don Luis Cortazar de la seccion de Valladolid , destro
zando sobre la hacienda de Puruaran un peloton de 1 co re
beldes, 2o de los cuales con varias armas, municiones i 4o
caballos ensillados cayeron en poder de los 25 hombres de
que se componia la partida del citado Cortazar; el teniente
coronel de Zamora don Gregorio de Arana dependiente de la
división de Potosí, disipando gloriosamente dos emboscadas
que los dos cabecillas Ortices le habian armado en las cer
canías de la villa de San Felipe; el coronel don Hermenegil
do Revuelta con sus triunfos conseguidos en los altos de
lbarra, provincia de Guanajuato, en cuya espedicion mató 31
476 MéJco: 1 818.
insurjentes, hizo 13 prisioneros, i les cogió 15o caballos; i
finalmente el teniente coronel don José Maria Lubian soste
miendo cinco dias de fuego continuo en el cerro de Cuyus
quihui, apoderándose de cuatro puntos ventajosísimos que
ocupaban los rebeldes, i sucesivamente de otros dos, causán
doles la pérdida de 1oo muertos, i de un número mayor de.
heridos.
Este fue el último golpe de esterminio dado á los re
beldes de la Huasteca. Desde aquel momento principiaron
á restablecerse los pueblos, á florecer las haciendas, á re
ponerse los ranchos, i á restituirse el pais á su antigua po
blacion i felicidad. Se debió pues á los incesantes desvelos
del coronel don Manuel de la Concha, gefe principal de di
cha espedicion, principiada en el mes de diciembre anterior,
la estincion de mas de catorce cantones rebeldes que ocupa
ban un terreno de 7o leguas que se estendia desde Papantla
á Huejutla.
Al cuadro de desolacion que presentaban en algunas par
tes los tercos insurjentes, se agregó en este año un funesto
acontecimiento, que llenó de luto una infinidad de familias:
un fuerte terremoto que se hizo sentir en 31 de mayo en la
ciudad de Guadalajara introdujo en aquella poblacion la ma
yor confusion i espanto, aunque se limitó su furor al que
branto de algunas iglesias i edificios. Fueron mayores sus es
tragos en la villa de Colima i en el pueblo suburbio de San
Francisco Almoloyan, en donde se contaron mas de 2oo víc
timas de aquel subterráneo fenómeno. Otros muchos pueblos
sufrieron mas ó menos desastres por la violencia de su con
mocion.

Entre los principales hechos de armas pertenecientes al


mes de junio, deben ocupar un lugar preferente los del ca
pitan de realistas don Epitacio Sanchez contra las gavillas de
Gonzalez, el Pachón i otras de Jalpa en las inmediaciones
de San Luis de la Paz; los del capitan don Ramon Galinso
ga contra el cabecilla Andres Delgado, alias el Giro, en el
sitio llamado el Guaje, que se halla en el tránsito de Guana
MÉJIco: 18 18. 477
juato para Salamanca; los del capitan don Blas Azcarate de
la division del coronel Concha contra una partida de facciosos
situados en el cerro de la Escalera.
Aunque el brigadier Armijo, encargado de pacificar las
provincias del Sur, habia tenido algunas ventajas sobre las ga
villas de Montes de Oca, Guerrero i otros, no habia podido
sin embargo conseguir su destruccion; i fue preciso por lo tan
to hacer nuevos esfuerzos, que tampoco fueron coronados de
un feliz suceso. El fuego de la sedicion, que habia calmado
á este tiempo aun en las provincias mas propensas á ella, tu
vo algun incremento en la de Querétaro; pero fue pronta
mente sofocado por la bizarría de los realistas.
Los que mas contribuyeron á este importante resultado
fueron los capitanes don Julian Jubera, don Juan Benito
Fernandez i don Juan Powér, i los tenientes coroneles don
Manuel Francisco Casanova i don José Cristobal Villaseñor.
Libertó el primero el punto de San Vicente, amenazado
por 3oo rebeldes acaudillados por el titulado coronel Bernar
do Baza, obteniendo por fruto de su oportuna llegada la
muerte de 2 o de aquellos, la prision de 5 i la toma de 72
caballos i otros efectos.
Fernandez batió al rebelde Sebastian Gonzalez sobre la
cañada del cerro de la Campana, causándole en su primer
encuentro, sostenido en 24 de julio, la pérdida de 19 muertos
i de un número considerable de heridos, en el segundo la de
otros 6 muertos i 2 prisioneros, i en el tercero, ocurrido en
el dia 3o del mismo mes, quebrantos todavía mayores, de
los que participaron los cabecillas Manuel Guerrero, el mis
mo Gonzalez i Bárcenas.
Powér terminó felizmente la espedicion que le fue con
fiada contra los rebeldes que ocupaban el estremo de la fa
mosa cafíada de Tecomate, acorralándolos en la mesa llama
da del Mundo Nuevo, en donde pagaron sus horribles aten
tados 55 de ellos, inclusive 9 cabecillas, conservando la vi
da de 6, cuyas disculpas los hacian acreedores á un castigo
mas benigno. Casanova logró sorprender en el punto de Bue
478 MÉJICo: 1818.
navista las gavillas de Gonzalez, el Pastero, Mateo Herman
dez, Pedro Antonio Galban i otros que se llevaban todo el ga
nado vacuno de Chichimequillas, rescatando una gran parte
de este, i dejando tendidos en el campo 25 de aquellos.
A los pocos dias de haber dado Fernandez la accion que
acaba de referirse, fue el mismo Casanova encargado de des
truir la faccion refugiada en Jalapa; i llegando á las manos á
principios de agosto con el caudillo Baza, lo derrotó com
pletamente, arrojándolo de sus posiciones, i poniéndolo en
una fuga precipitada. Sesenta facciosos muertos, porcion ma
yor de heridos, 4 o caballos, varias armas i efectos de guer
ra fueron el fruto de esta victoria, debida á las acertadas
providencias del gefe principal i al firme valor de Jubera, que
tuvo la gloria de ser el primero en lanzarse sobre el enemigo.
No fue menor la de Villaseñor en haber purgado la
tierra del feroz caudillo Gonzalez, quien sucumbió con
otros 2c de sus compañeros al esfuerzo de los realistas en
otra accion, que se trabó poco tiempo despues en la hacien
da del Salitre, habiéndose distinguido considerablemente en
ella el indultado capitan don Epitacio Sanchez, que salió
herido de la refriega.
Entre los gefes que mas señalaron su bravura en el mes
de setiembre debe hacerse mencion del capitan don Antonio
Lopez Santana; de ese genio bullicioso i emprendedor, que
forma en la actualidad una de las principales columnas del
débil edificio republicano. Atacado en las cercanías de Jalapa
por 2oo caballos, á las órdenes de Valentin Guzman i Mar
cos Benavides, se sostuvo con firmeza aunque solo pudo
reunir 6o realistas, i verificó una ordenada i brillante reti
rada á la plaza, despues de haber causado considerables que
brantos al cobarde enemigo. -

Se cubrian de gloria al mismo tiempo ácia San Miguel


el grande las columnas destacadas por el coronel Orrántia
contra los insurgentes: una de ellas á las órdenes del te
niente coronel don Froilan Bocinos se encontró con las ga
villas de Omogon, Ponciano Gomez, Lázaro Cuello i otros
MÉJCo: 1 8 ; 8. 479
eabecillas, que habian tenido la osadía de aproximarse á la
citada villa; el capitan don Felipe Guillén, comandante de
la caballería, tuvo el honor de ser el primero en emprender
aquel disputado combate; i reunido mui pronto con el gefe
principal logró poner en vergonzosa dispersion á dichos fac
ciosos: 25 de estos tendidos en el campo, inclusos Gomez,
Cuello i el ayudante titulado Sandía, 1 prisioneros, 52
caballos ensillados, 24 fusiles, 4 lanzas, bastante ganado i
otros efectos fueron los brillantes resultados de esta refriega,
aumentados todavía con 6 prisioneros, varias armas i caba
llos que cayeron sucesivamente en poder de los victoriosos
realistas, dedicados á la persecucion de aquellos bandidos.
No fueron menos ilustres los triunfos conseguidos por
otra columna de la misma division de Orrántia, mandada por
el teniente coronel don Gregorio de Arana. Se habian apro
ximado los rebeldes á la villa de San Felipe con la idea al
parecer de llevarse la caballada; pero surtieron tan buen efec
to las vigorosas medidas tomadas por el citado comandante
Arana, que los 3oo hombres, que al mando de los Ortices ó
Pachones trataron de hacer frente á las tropas realistas, fue
ron puestos en la mas desordenada fuga, perdiendo mas de 5o
muertos i un número mayor de heridos. -

El infatigable Orrántia no dejaba un momento de des


canso á los fanatizados insurjentes que recorrian las inme
diaciones de San Miguel el grande: los últimos resultados de
su actividad i constancia en este año fueron la muerte del
cabecilla Camilo Sanchez i de otros 25 de sus secuaces, la
toma de varios prisioneros, armas, pertrechos, i caballos, i la
pacificacion de aquellos paises.
Contribuyeron asimismo á consolidar el dominio del Rei
los incesantes desvelos del coronel Marquez i Donallo, coman
dante general de Pénjamo, asi como de sus valientes gefes i
oficiales, entre los que brillaron don Eusebio Moreno, don
Demetrio Plaza, don Manuel Lopez, don José Vigil, don
Tomas Guerrero, don Martin Casuso, don Fernando Franco
i otros varios, á cuyos esfuerzos se debió particularmente la
48o MIÉico: 18 8.
destruccion de las gavillas del P. Torres, del Giro i de otros
cabecillas.

Fueron de la mayor importancia los servicios que prestó


el coronel don José Barradas en el mes de noviembre condu
ciendo salvo á Vera-Cruz un convoi de 1 o3 mulas i 23 bur
ros, i en el de diciembre derrotando completamente las ga
villas de facciosos que se hallaban por el rumbo de Puebla
i Vera-Cruz, é introduciendo el terror de su nombre hasta
en las mas escarpadas barrancas, en cuyos puntos, tenidos
por inaccesibles, les quemó 162 rancherías, un cuartel de
caballería é infantería, i porcion considerable de provisiones.
Privados aquellos protervos de sus madrigueras i de toda clase
de ausilios, se vieron precisados á diseminarse despues de ha
ber esperimentado bastantes bajas por la muerte de unos f
los filos de las espadas realistas, i por la presentacion de otros
al indulto. -

En una de sus correrías logró sorprender la partida del


contumáz cabecilla Victoria, obteniendo por resultado de
su buena suerte la derrota completa de los soldados que lle
vaba aquel en su compañía, la toma de 3o fusiles ingle
ses, de varios pertrechos guerreros, de sus dos caballos,
de sus sillas de montar, armas , sombrero, papeles i cuanto
existia en su campo, habiendo debido su salvacion dicho in
domable insurjente á la oscuridad de la noche, con cuyo
manto le cubrió la fortuna.
Fueron celebrados con el mayor entusiasmo los ilustres
triunfos conseguidos por el coronel don Anastasio Bustamante,
dependiente de la seccion de Guanajuato contra la gavilla del
rebelde Giro, á la que persiguió desde el rumbo del Tecolote
hasta las inmediaciones del pueblo de Santa Cruz, despues
de haberla desalojado de las posiciones que habia tomado en
la hacienda de Uruétaro, i á la otra parte del rio Grande en
el paso de los Comaleros. Cincuenta muertos, porcion con
siderable de heridos, varias armas, caballos i monturas, i
la sucesiva pacificacion de aquel territorio fueron el frute
de la victoria.
Mi Co: 8 1 8. 481 , , , ,

El coronel don Antonio Linares, comandante general de


la misma provincia de Guanajuato, la que acababa de ser el
teatro de las hazañas del citado Bustamante, completó la obra
que aquel habia principiado, acabando de esterminar las par
tidas rezagadas, recorriendo el pais en todas direcciones, i
restableciendo la autoridad real en todo su esplendor. Los au
siliares de tan feliz campañía fueron el teniente coronel don
Pedro Ruiz de Otaño, que tuvo la gloria de alcanzar con su
esforzado brazo al cabecilla Borja i á los Ortices, i el de igual
clase don Ramon Galinsoga. Se distinguia asimismo por la
parte de Chilpancingo el teniente coronel don Francisco
Verdejo contra las gavillas de Dolores i el Chino, situadas
en Tlalcotepec el viejo, á las que derrotó completamente,
causándoles la pérdida de 2o muertos, muchos heridos i
tres prisioneros.
Aunque puede decirse que el genio de la sedicion estaba
en sus últimas agonias á fines de este año, todavia hubieron
de ocuparse las tropas realistas en llevar la persecucion hasta
sus mas ocultos asilos. Se empeñaron con este motivo varias
acciones parciales que por su poca entidad se hace preciso
pasar en silencio sin que por eso tratemos de disminuir el
mérito que contrajeron muchos valientes oficiales, cuyos
nombres no tienen cabida en la presente historia, porque el
plan de la misma no permite entrar en pormenores mi
nuciosos,
Haí sin embargo algunos acontecimientos que merecen
ocupar un lugar en la misma, aunque sus resultados no se
presenten con aquel grado de interés que pueda empeñar vi
vamente la atencion pública. De esta clase fue la espedicion
de dos fragatas de guerra de los insurjentes de Buenos-Aires
sobre la alta California. Todas las operaciones de los invaso
res se redujeron á hacer algunos desembarcos en aquella
costa, asolando las aldeas que hallaron á su alcance i el
mismo presidio de Monterei, del que se apoderaron, despues
de haberse salvado la guarnicion.
Con los rápidos progresos que iba haciendo la opinion á
Tonso II. 6I
482 MéJTco: 1818.
favor de los Reales derechos, se abrió la comunicacion con
los citados puntos de la California, que se hallaba interceptada
desde mucho tiempo. Todo anunciaba la felíz terminacion
de la grande obra de la pacificacion absoluta, por la que ha
bian luchado sin interrupcion por el espacio de ocho afios las
tropas del Rei. Llegó á conseguirse tan apreciable beneficio
al año siguiente, durante el cual quedaron destruidos todos
los elementos de insurreccion interior i esterior.
Los de esta última clase se habian presentado á fines de
este año con un carácter alarmante. Habian concertado en
Lóndres un pérfido plan los diputados de Chile, Buenos-Ai
res i Costa-firme para asegurar su independencia. Debian
principiar el apresto de un ejército i escuadra con el fondo
de 1 5o.0 libras esterlinas, que deberia aumentarse con la emi
sion de acciones garantidas por los espresados gobiernos in
surjentes. Para preparar el golpe sobre Méjico, que era el
punto por donde habian de comenzar sus operaciones, se ha
bian introducido en aquel reino varios agentes encubiertos,
se habia entablado una criminal correspondencia con Vera
Cruz i con otras ciudades principales, en las que nunca han
faltado genios díscolos propensos al desórden i á la anarquía.
Se trató de que el aventurero Mac Gregor presentára tres
buques armados i algunos trasportes para embarcar 5ooo fu
siles, 9ooo carabinas, 6coo pistolas, un proporcionado núme
ro de sables, lanzas i municiones, con 8oo á loco hombres
de tropa, polacos, alemanes, ingleses, franceses italianos i
anglo-americanos. Debia unirse Bolivar á esta espedicion
con 2 oco soldados de Costa-firme, i los marinos Brioni Hore
debian ausiliarla para apoderarse de Vera-Cruz ó de algun
otro punto de la costa en donde pudiesen formar la base de
sus operaciones.
Tenia este plan vastas ramificaciones por los diversos es
tados revolucionados de América, los que deberian desplegar
simultáneamente todos los recursos de la intriga para destruir
de un golpe el dominio del Rei. El ex-general español Re
novales, á quien se atribuia un implacable odio contra su pa
MéJIco : 1818. 485
tria i gobierno por la proscripcion á que lo habian conducido
sus estravíos politicos, era el alma de esta conjuracion; pero
asustado ante lo impracticable de su ejecucion, ó arrepentido
de sus errores, la denunció al embajador español residente
en Lóndres, duque de San Cárlos; i al parecer, de acuerdo
con este ilustre diplomático, continuó fingidamente sus ma
niobras rebeldes para que con su oportuna comunicacion pu
dieran ser frustradas por las autoridades realistas.
Se supone que Renovales habia seguido prestando sus en
eubiertos servicios á la causa de la monarquía desde Nueva
Orleans, á donde se habia trasladado en combinacion con los
mecios autores del proyecto, hasta que abortado éste por fal
ta de elementos necesarios se retiró aquel á la Habana, en
donde fue recibido con toda la desconfianza que era debida
á su genio bullicioso é inquieto.
Méjico no llegó ácsentir mi aun los sordos efectos de esta
horrible conspiracion: estaba ya el pueblo mui cansado de
las tropelías revolucionarias, i es indudable que si se hubie
ra llevado á cabo aquella espedicion, habria tenido un fin
igualmente desastroso que la de Mina, i aun mas ejecutivo;
tan rápidos habian sido los progresos hechos en la opinion.
á favor de los reales derechos, i tan brillante era la posicion
de los negocios en aquella época!
Este vireinato se habia visto asimismo amenazado á princi
pios de este afio por otros enemigos no menos peligrosos que los
que acabamos de indicar. Eran aquellos los dos hermanos.
Lalleman, generales franceses del tiempo de Napoleon, quie
nes reunidos con otra porcion de oficiales delar misma na
cion, i con varios aventureros alemanes, ingleses, i anglo
americanos, habian formado un establecimiento en Gai
veston, islecilla contigua al continente mejicano por los
confines de la provincia de Tejas, desde cuyo punto habian
dirigido circulares por todas partes invitando á los descon
tentos de Europa i América, á concurrir á aquel pais, de
nominado por ellos de las libertad, o para cuyo régimen haº
bian formade un código distribuido en 14o artículos º
4S MÉJIco 1813.
Esta reunion de genios bulliciosos, atrevidos i empren
dedores habia llevado su petulancia hasta el estremo de en
trar en comunicaciones con el virei Apodaca, á quien el ge
fe principal habia conocido en Londres, i de pedir á este
pundonoroso i fiel español crque no le incomodase en dicho
establecimiento, prometiendo por su parte respetar su auto
ridad i dominio.» Creian los revoltosos que con estas fingi
das demostraciones de buena armonía i respeto adormecerian
la vigilancia i la actividad del gobierno; mas bien informa
do Apodaca de que sus verdaderos planes se dirijian á orga
nizar fuerzas respetables para pasar con ellas á hostilizar el
continente, é irritado por tan insensatos é inicuos proyectos
puso en movimiento las tropas del brigadier Arredondo, co
mo las mas próximas á aquel teatro, para que á todo trance
destruyeran á los fanáticos aventureros.
El oficial Sandoval, que fue enviado en el entretanto por
dicho virei para intimar á aquellos sediciosos la pronta eva
cuacion de la mencionada isla, sino querian ser víctimas de
la justa indignacion de los realistas, regresó sin que su mi
sion hubiera producido el efecto deseado, pero con noticias
mui individuales sobre los elementos con que contaban aque
llos para llevar á cabo su temeraria empresa. De 3 á 4co
hombres, la mayor parte oficiales i soldados veteranos i de
epinion, abundancia de cañones, obuses, armas de chispa i
corte, fraguas, maestranzas, almacenes i toda clase de mu
niciones de guerra i boca, obras de defensa practicadas con
todas las reglas del arte, i finalmente cuantos útiles i pertre
chos pueden necesitarse para una larga campaña, i para un
numeroso ejército, cuyos gastos no debieron bajar de 4oo9
pesos: hé aqui la base de la espedicion proyectada contra la
seguridad de los dominios de S. M. por aquella parte.
Creciendo la alarma del celoso Apodaca al ver el empeño
«on que trabajaban dichos rebeldes para organizarse i atraer
gente á su partido, dió las órdenes mas terminantes al refe
rido Arredondo para que áctivase el ataque contra la citada
isla. A falta de buques mayores se habia reunido ya una por
MñJIco: 1818. 485
cion considerable de canoas i piraguas para conducir las tro
pas; ya estaban tomadas todas las disposiciones necesarias
para dar el golpe el dia 29 de marzo, cuando avisados opor
tunamente los sediciosos, i desengañados del ningun fruto
que habian hecho sus incendiarias proclamas, abandonaron
aquella posicion en la noche del 28, i en ella la mayor par
te de sus inmensos preparativos de agresion.
Este fue otro cruel escarmiento para los necios proyectis
tas i un castigo justamente impuesto á los codiciosos especu
ladores que habian comprometido sus fondos por sostener una
causa tan odiosa, condenada por la justicia, por el honor,
por la virtud i por el derecho de las naciones, que en esta
ocasion habria sido holladó del modo mas horrible sin la en
tereza del virei i sin la actividad del bizarro Arredondo,
486
VMMVVVVAvVMAMMAVAVAAAMAYAMAMAMvAVNVwwwwwvwwwwwwwwynnwww.

. - CA PITULO XXVIII,

- P E R Ú: 1819.
-9é998o

Karios ohorues parciales travados con honor por las tropas.


realistas. Perseeucion de los insurgentes hasta los mas
ocultos asilos. Retirada del general La Serna á Oruro.
Buen aspecto de los negocios en el Alto Perú, Alarmas en
el Bajo por la espedicion marítima de Lord Cochrane.
Preparativos del virei para recibirla. Ataque de dicho
aventurero al puerto del Callao. Nuevos ataques con brulo
tes. Desembarco en Huacho, Paita, Supe, i Guambacho.
Ensayo de los cohetes á la Congreve. Ridículas amenazas
de Lord Cochrane. Llegada de la fragata Prueba á la
mar del Sur. Desembarco de los insurgentes en Pisco i
Santa. Salida de dicho almirante para Guayaquil. Bizar
ro comportamiento de los defensores del espresado puerto
del Callao.

Seguian las tropas del Alto Perú en las mismas posi


ciones, dedicadas esclusivamente á mantener la tranquilidad
de aquellas provincias. La íntima union que habia entre los
c9mandantes militares i el esmero con que se prestaban todas
las autoridades civiles á segundar tan noble objeto produje
ron el feliz resultado de que fuera acatada la autoridad del
Soberano en todo aquel inmenso territorio con mui pocas
escepciones. Si las gavillas de facciosos, á pesar de sus repeti
das derrotas, asomaron la cabeza en algunos puntos, fue para
recibir nuevos golpes, i contribuir al mayor lustre de las ar
mas españolas.
rERú : 1819. -

Entre los gefes que tuvieron ocasion de distinguirse en


esta clase de choques parciales sobresalieron los brigadieres
Canteraci Olañeta en su feliz espedicion dirigida á Jujuí; en
particular el último, quien habiéndose separado del primero
á su regreso, logró sorprender al favor de su astucia i cono
cimiento del terreno á los insurgentes que se habian situado
en Guacalera, apoderándose del sargento mayor Mariano Ji
menez, de 4 gauchos, 26 fusiles i 3o acémilas. Dirigiéndose
en la misma noche del 3 de abril al pueblo de Tilcara, veri
ficó igual sorpresa cogiendo prisionero al comandante Manuel
Alvarez, un teniente, dos sargentos, 3o soldados, 36 fusiles
i 7o mulas, quedando asimismo cubierto el campo de cadá
veres en ambas refriegas. Ilustrado este triunfo con la toma
de 69 ovejas, 1 oo vacas i 2oo llamas, regresó Olañeta al
cuartel general á recibir cordiales parabienes por su bizarria
i ardides guerreros.
Acia el mismo tiempo habia destruido el coronel don
Manuel Ponferrada en cuatro distintos ataques las gavillas
insurgentes de los hermanos Centenos, Mamani i otros rebel
des que vagaban por el partido de Arque, causándoles una
horrorosa mortandad i aprehendiendo al segundo de dichos
caudillos con otros muchos de su faccion, mas no á los Cente
nos que pudieron salvarse con la fuga á pesar de sus heridas.
El capitan don Luis Sevilla habia sido igualmente afortunado
en el ataque que dió á los candillos Serna, Curito i Diaz
sobre las alturas de Parcocha, á los que dispersó con pér
dida de bastante consideracion.
El comandante don Tadeo Lezama con 1oo infantes i 48
dragones atacó en el mes de junio con denodado espíritu á
las gavillas de Chinchilla situadas en la Apacheta de Condo
rillo; i aunque la fuerza de los insurjentes se componia de
dos compañías de cazadores, una de granaderos i 5o caba
llos, con dos piezas de á dos, fueron arrollados sin embargo
de lo ventajoso de su posicion: 11 muertos entre ellos el ca
pitan de cazadores, 17 prisioneros, 36 fusiles, 2 cañones i
ºtros muchos pertrechos de guerra fueron los trofeos que co
458 pEnú: 1819.
ronaron los esfuerzos de aquella bizarra columna realista.
No desistiendo el terco Chinchilla de sus inicuos proyec
tos, no obstante los reveses que habia recibido, fue preciso
desplegar un grado mayor de energía para pacificar la pro
vincia de Cochabamba, en donde aquel ejercía su pestífero
influjo obrando en combinacion con los caudillos Miguel Ma
mani, Mariano Santistevan, Lira i otros cabecillas. El coro
nel don Joaquin German, los comandantes don Manuel Ra
mirez, don Baldomero Espartero i el coronel don Agustin
Antesana fueron los agentes principales de dicha pacificacion,
haciéndose todos ellos dignos de los mayores elogios por su
decision i firmeza, i por los felices resultados de sus escursio
nes, durante las cuales fueron completamente destruidas las
partidas revolucionarias.
Escarmentados los rebeldes en todas direcciones i especial
mente el dia 5 de agosto en el punto de Pantoja por las tro
pas que el coronel Aguilera habia hecho salir al mando del
teniente coronel Villegas, se habian refugiado á los puntos
de Pocona i Tótora en el partido de Mizque. Ansioso el ge
neral La Serna por arrojarlos de aquellas madrigueras, des
pachó contra ellos al comandante don Manuel Ramirez,
quien tuvo la felicidad dé sorprender i hacer prisioneros en
el segundo de los puntos indicados á los caudillos Curito,
Quiton, Sandoval, Ponce i Torrico, i á 2o individuos mas de
aquellas partidas, matarles otros tantos, i cogerles ar fusiles
i otros efectos de guerra.
Habiendo regresado el general La Serna á Oruro con la
idea de entrar en comunicacion mas próxima con el virei, ide
acudir con mayor prontitud á cualesquierá punto de la costa
que se viera amenazado por la temida invasion de los chi
lenos, pasó á Cochabamba á fin de organizar aquella provin
cia; i estando desempeñando esta comision recibió la real
orden por la que S. M. se dignaba admitirle la demision del
mando del ejército que por repetidas veces le habia hecho,
i concederle licencia para regresar á la Península.
- De acuerdo con el virei Pezuela entregó dicho mando á fi
PERú: 1819. 489
nes de setiembre al general Canterac, entonces gefe de esta
do mayor del ejército. Puesto Canterac al frente de aquellas
tropas en tanto que llegaba el general propietario, que lo
era por disposicion soberana don Juan Ramirez, entonces pre
sidente de Quito, lo completó hasta la fuerza de 69 hombres,
bajo el mejor estado de arreglo i disciplina, i trató de distin
guir la época interina de su mando con alguna accion bri
llante que ennobleciera su carácter guerrero.
Aunque el brigadier Olañeta habia hecho una feliz espe
dicion sobre Oran i arrollado las partidas insurgentes que ha
bia podido alcanzar, otras sin embargo quedaron en pie, las
que rehechas tan pronto como regresó aquel digno coman
dante iban tomando incremento, i adquiriendo una pujanza
que podia ser peligrosa sino se les cortaba los vuelos con opor
tunidad. Se estendian dichas partidas por los valles de Santa
Victoria i de San Antonio de los Cobres; fue el mismo Ola
fieta dirigido sobre los primeros i el coronel don Juan Lori
ga sobre los segundos.
Antes que este último emprendiera la marcha trató Can
terac de hacer una rápida correría por la Rinconada, en
donde egercia los mas bárbaros atentados el caudillo Chorol
que, titulado comandante general de la Puna. Atacada aque
lla partida rebelde en el dia 1 o de diciembre obtuvieron los
realistas por resultado de su arrojo la prision del mismo cau
dillo, la de su muger i la de 24 facciosos; la toma de 17
fusiles, una caja de guerra, varias acémilas i 29 cabezas de
ganado lanar.
Separándose el citado Loriga del cuartel general en 13
de diciembre fue ocupado por él el valle de Toro de Salta en el
dia 2o, i á su continuacion el de San Antonio por el coronel
don Agustin Gamarra despues de algunas ligeras escaramuzas.
Aunque esta columna no empeñó choques de consideracion
por haberse puesto los rebeldes fuera de su alcance, consi
guió sin embargo el feliz resultado de volver al cuartel ge
neral con abundancia de carnes de que se empezaba á espe.
rimentar una notable escasez.
ToMo II. 62
49o PER Ú: S 1 0.
La suerte proporcionó triunfos todavia mayores á los te
nientes coroneles don Antonio Seoane, don Baldomero Es
partero i don Cayetano Ameller, dirigidos por el comandan
te general de la division intermedia coronel Valdés sobre los
valles de Moosa, en donde se abrigaba el caudillo Chinchi
lla con otros cabecillas insurgentes. Reunidos Espartero i
Ameller en los valles de Sicasica, i formando una fuerza de
73o hombres, persiguieron en distintas direcciones por el es
pacio de cincuenta i seis dias á los citados insurgentes, i
despues de contínuas marchas por caminos casi impractica
bles, se consiguió finalmente la muerte de los dos hermanos
Contreras, Andres Rodriguez, Ramos, Hervoso, Gomez i de
otros varios cabecillas, de cuyas partidas se tomaron asi
mismo 85 prisioneros, 2 cañones de á cuatro con sus cure
fías, 77 fusiles, un gran surtido de municiones, 10 cabezas
de ganado vacuno i 39 ovejas.
Estos hechos de armas, i otros de menor entidad, que
por lo tanto se omiten, fueron los últimos que aumentaron
el catálogo de los servicios prestados por los realistas del Alto
Perú á las órdenes del general Canterac. Por su mismo relato
se vendrá en conocimiento de que el genio de la sedicion
habia sido desterrado de todas aquellas provincias i encerra
do en sus últimos confines i en los puntos mas ásperos é im
penetrables.
La persecucion de dichos prófugos no alteró de modo al
guno la paz de que se disfrutaba en el interior. Los inten
dentes recogian sin el menor tropiezo el producto de sus
rentas respectivas; los caminos estaban despejados; los con
voyes seguian sin el menor trastorno; las tropas descansaban
de sus fatigas; los pueblos empezaban á olvidar los desvarios
revolucionarios; los insurjentes de Buenos-Aires estaban de
masiado ocupados en sus diseordias domésticas, i finalmente
todo anunciaba la solidez del dominio español en aquella
parte. -

No era tan lisongero el aspecto de los negocios en los


puntos de la costa. Desde que el aventurero Lord Cochra
pEnú: 8 o. 49 l
ne habia tomado á fines del año anterior el mando de la
escuadra chilena, se habia aprestado una espedicion maríti
ma, precursora de la terrestre que debia llevar á efecto el
caudillo San Martin. Compuesta aquella de cuatro buques
de guerra que lo fueron la fragata la O'Higgins de 5o ca
ñones, la Laútaro de 48, el navío San Martin de 56
i la corbeta la Chacabuco de 2o, mandados por los ca
pitanes Forster, Wilkinson, Guise i Carter, sujetos á la
autoridad de dicho Cochrane, embarcado en la primera con
la investidura de vice-almirante, dieron á la vela desde
Valparaiso en 14 de enero.
Noticioso el virei Pezuela de estos preparativos no se
descuidó por su parte en tomarlos sumamente vigorosos i
eficaces. Envió con este motivo armas imuniciones al puer
to de Pisco; hizo volver al Callao las fragatas de guerra la
Esmeralda i Venganza; levantó un préstamo á fin de re
unir los fondos necesarios para una arreglada defensa; armó
á todos los empleados civiles en tantos cuerpos cuantos eran
las secciones ó ramos á que pertenecian, i los puso á las
drdenes de los oidores i de los gefes de los mismos departa
mentos, llamando asimismo al servicio á los oficiales reti
rados i á los inválidos hábiles,
A los pocos dias de haber concebido el virei este pro
yecto se hallaban ya organizados 1962 individuos, anima
dos de los mas puros deseos de sellar con su sangre su fide
lidad al Monarca español á quien eran deudores de inmen
sos beneficios. Aunque estas guardias urbanas no podian.
ofrecer las mayores ventajas en campaña, eran sin embar
go mui útiles para conservar la tranquilidad dentro de la
capital si la necesidad exigia que las tropas de línea hubie
ran de salir á combatir fuera de ella.
Ademas de estas disposiciones procuró el virei guarne
cer del mejor modo posible todos los puntos de la costa,
que ofrecian mayor proporcion para que los insurjentes hi
cieran en ellos algun desembarco en busca de víveres, ó de
aguada, ó con la idea de llamar por ellos la atencion de los
492 PERú: 1819.
realistas. Empero el mayor anhelo de dicho virei se dirijió
á los fuertes i al puerto del Callao, que temia fuesen el tea
tro destinado por el aventurero inglés para representar en él
sus primeras escenas de arrojo i de temeridad.
Salió con esta mira el 28 de febrero á bordo del ber
gantin Maipu á recorrer toda la marina i á animar con su
presencia á los que sin mas que un celoso presentimiento
habian de sostener á las pocas horas un empeñado combate
con enemigos, cuya proximidad era totalmente desconoci
da. Consistian entonces las fuerzas españolas en las fragatas
Esmeralda de 4o cañones, la Venganza de 4o, la corbeta
Sebastiana de 3o, la Cleopatra mercante de 32, la Resolu
cion de 32, el bergantin Pezuela de 2o, idem el Maipu
de 16, el Pailevot Aranzazu de 1 de á 18, lanchas caño
neras del Rei 6, idem de particulares 2o: todos estos bu
ques estaban sostenidos por 165 cañones de la plaza.
Desde que salió la escuadra insurjente de Valparaiso
habia concebido Cochrane el plan de destruir los buques
españoles surtos en el Callao principiando por las fragatas
Esmeralda i Venganza, á cuyo objeto hizo que la O'Hig
gins i la Laútaro tomasen los nombres de la Macedonian
i la Juan Adams, dos buques anglo-americanos que se es
peraban en el mar pacífico.
Debia desenvolverse dicho plan entregando al primer
bote del gobierno que saliera á recibirlos un pliego finjido
para el virei en nombre del embajador español de los Esta
dos Unidos. Esperando poderse aproximar al puerto al fa
vor de estos pérfidos amaños debia la O'Higgins abordará
la Esmeralda, la Laútaro á la Venganza, i los botes de
ambas debian apresar en seguida una corbeta que decian
llevaba 6o9 duros á su bordo. El San Martin debia fondear
á la parte de afuera de la isla de San Lorenzo. La Chaca
buco habia debido volver á Valparaiso, i no llegó áreunirse
con la espedicion hasta el 26 de febrero.
El ataque debia darse en el 23 de dicho mes, confiando
en que siendo aquel dia el último de carnaval habrian sali
PERú: 1819. 495
do muchos marinos para la capital, i se notaria mayor des
euido en los defensores; pero una densa niebla separó los
buques, i fue causa de que no pudiera llevarse á efecto la
arrojada empresa hasta el 28.
Como era tan densa la niebla que aun á mui corta dis
tancia no podia divisarse la tierra, estuvieron sin rumbo
fijo por el espacio de cuatro dias hasta que las salvas de ar
tillería que se hicieron al virei cuando recorria el puerto
del Callao, un simulacro militar i el ejercicio de fuego
que se celebró para festejarle, indujeron en error á cada
uno de los buques insurjentes, los que en estado de no
verse unos á otros, aunque todos se hallaban mui cerca
del punto designado, cada uno creyó respectivamente que
los fuegos procedian de algun choque trabado por sus com
pañeros.
Dirijiéndose todos ácia el supuesto combate se disipó
la niebla repentinamente i se hallaron con agradable sor
presa tan próximos unos de otros que podian saludarse fá
cilmente, i tan poco distantes de la plaza que una lancha
cañonera española que se retiraba del simulacro fue apresa
da inmediatamente sin poderse guarecer de sus baterías.
Aunque las fragratas de Cochrane enarbolaron la ban
dera anglo-americana, de nada les sirvió este falaz recurso,
pues que descubierto prontamente por los bravos realistas
rompieron un fuego horroroso al que contestaron dichos
buques con igual firmeza por el espacio de una hora hasta
que otra densa niebla separó los combatientes. Fue consi
derable el quebranto i averías que sufrieron los insurjentes;
el capitan Guise salió herido gravemente del combate; la
escuadra se vió precisada á retirarse i á fondear por la no
che á sotavento de la isla de San Lorenzo, de la que toma
ron posesion en el dia 2 de marzo el capitan Forster, i el
mayor Miller que iba mandando toda la tropa de desem
barco, haciendo prisioneros un sargento español i diez sol
dados que custodiaban 37 prisioneros que habian sido des
tinados á trabajar en aquellas canteras.
9 PERú: 1 81 0.
Viendo Lord Cochrane la inutilidad de sus primeros es
fuerzos concibió nuevos ardides que supliesen la falta de
los medios ordinarios: fueron estos los de armar brulotes
para incendiar los buques españoles. Establecido con este
objeto en dicha isla un elaboratorio de mistos bajo la direc
cion del citado Miller, se prendió fuego á los pocos dias
de trabajo á una parte de estos ingredientes, de cuya es
plosion fueron víctimas el mismo gefe i 1 o hombres mas,
que dificilmente i solo despues de una larga i dificil conva
lecencia pudieron volver al servicio activo.
Ansioso el almirante de la escuadra insurjente por lavar
la afrenta de su primer contraste, atacó nuevamente al
mencionado puerto del Callao en la noche del 22 de mar
zo con tanto ardor i entusiasmo que la fragata O'Higgins,
en la que iba él embarcado, se metió en lo interior de la
bahía sufriendo el mas vivo fuego de los fuertes i de los
buques: un brulote que habia sido dirijido contra estos se
hizo un ahujero en el fondo al encallar, i se fue á pique.
Disgustado Lord Cochrane por este nuevo constraste i obser
vando que el viento habia empezado á ceder, i que el San Mar
tin i la Laútaro se hallaban mui distantes, desistió de su em
peño en aquella noche i volvió á su antiguo fondeadero.
El virei Pezuela animaba á todos con su celo i em
peño. No habia individuo en aquel ejército i marina que no
se picase de emulacion para señalar su bravura, seguro de
que este era el verdado medio de interesar á su favor la
proteccion de aquel general. Deseosos los marinos de dar
un dia de gloria á las armas del Rei hicieron en el 25 una
arriesgada salida con varias lanchas cañoneras i algunos bo
tes armados; al favor de otra densa niebla lograron acer
carse á tiro de pistola de la escuadra; pero recibidas sus
descargas con firmeza por la O'Higgins, i aprovechándose es
ta de una brisa fresca despues de una hora de empeñado
fuego se hizo á la vela, privando por este medio á los
españoles de las ventajas que se habian prometido con su
bizarria i esfuerzo.
-

PERú: 1819. 495


Careciendo la referida escuadra insurjente de provisio
nes i de agua se dirigió á Huacho dejando á la Chacabuco de
crucero sobre la entrada del puerto. A los primeros avisos
que recibió Pezuela del desembarco que habian hecho los
rebeldes en dicho punto de Huacho i de Supe, asi como de
haberse apoderado de la villa de Huaura, Pativilca i Bar
ranca, mandó salir contra ellos al coronel don Rafael Ceba
llos, entonces comandante del regimiento de Cantabria,
que ya se habia distinguido en la tarde del 28 de febrero
animando á los valientes artilleros encargados de la defensa
del Callao.
Emprendiendo su marcha el referido Ceballos en la ma
fíana del 3 de abril con 7oo hombres de ambas armas, i
superando rápidamente toda clase de obstáculos que deja
ron bien acreditada su firmeza i decision, en particular el
dificil paso del rio Pascamayo, obligó á los insurjentes á
reembarcarse precipitadamente en los dos citados puntos de
Huacho i Supe sin que hubieran podido hacer toda la agua
da que necesitaba su escuadra. Se debió tan feliz resultado
á las acertadas disposiciones del espresado Ceballos i al ti
no con que fue ejecutado el movimiento de la caballería,
mandada por su segundo el comandante don Andrés Gar
cía Camba.
Como los enemigos evitaron el combate, no tuvieron
mas pérdida que la de 2o desertores que en gran parte
eran de los prisioneros del Maipu; i siendo preciso hacer un
terrible escarmiento en los habitantes de aquella costa que
habian acreditado con escandalosas pruebas su ardiente ad
hesion á la causa de la independencia, fueron pasados por
las armas cinco de los mas culpables, dando asi una terrible
leccion de la facilidad i prontitud con que serian castigados
cuantos tratasen de separarse de la senda del honor i de la
lealtad (1). s.

(1) Brilló en esta ocasion de un modo mui recomendable la benef


eencia i humanidad del citado Ceballos. Los coudenados á muerte eran
96 PERú: 18 9.
Restablecido el órden en aquellos puntos, quedó en Hua
ura para guarnecerlos el teniente coronel don Mariano Cu
calón con alguna tropa, regresando Ceballos á Lima con la
restante. Acia este mismo tiempo recibió el virei los planes
que habia concebido el general en gefe del Alto Perú de
dirijirse con 99 hombres sobre Buenos-Aires, i á lo menos
con 65oo sobre el Tucuman, prometiéndose las mayores
ventajas del estado de gitacion i desórden en que se halla
ban aquellos paises.
Aunque este atrevido proyecto honraba el celo de su
autor, i aunque su ejecucion habria debilitado considerable
mente las fuerzas de Chile, i suspendido indudablemente la
espedicion terrestre, que se proyectaba en aquel reino con
tra Lima, no fue aprobado sin embargo por el gefe superior,
porque á la poca seguridad que ofrecian las noticias acerca
de la crítica posicion de los rebeldes de dichas provincias de
Buenos-Aires, se agregaban las sérias atenciones que le ro
deaban en este momento para poderse desprender de las
tropas con que era preciso reforzar el ejército del Alto Pe
rú á fin de llevar á cabo dicha empresa.
Continuando la escuadra insurjente su sistema de corre
rías por la costa del Norte llegó al puerto de Paita, cu
yos habitantes, aunque en número de 49, asi como su
guarnicion compuesta de 1oo hombres, se retiraron sin ha
cer la menor defensa, abandonándola al saqueo de 12 o ma
rinos que desembarcaron con el capitan Forster. El dia 5
de mayo dió nuevamente la vela la fragata O'Higgins, i
continuando su rumbo á sotavento, llegó el dia 8 al frente
de Supe. Habiendo desembarcado en este punto hasta el
número de 6oo hombres, i principiado á reunírseles muchos
negros de las haciendas inmediatas, halagados con la liber
tad que les habia sido prometida, envió Cucalón prontos
o, i todos ellos convictos de igual grado de culpa para conciliar el
desagravio de la vindicta pública cen sus nobles sentimientos, perdo
nó la vida á los cinco que tuvieran la suerte de sacar de la urna f
n esta las cédulas de gracia.
pEnú: 1819. 407
avisos al virei manifestando sus apuros sino era reforzado
con igual presteza.
El ya citado comandante Ceballos fue enviado al instan.
te en su ausilio con su batallon de Cantabria; pero cuando
llegó á poder tomar parte en la refriega, ya habia sido
esta terminada gloriosamente, i los invasores se habian sal
vado en sus buques; pero conociendo el virei Pezuela
la necesidad de dejar bien guarnecido un punto, sobre el
que los rebeldes habian hecho repetidas tentativas, con
servó en aquel mando al citado Ceballos hasta mediados
del inmediato setiembre, i fue ocupado en otras opera
ciones de no menor importancia el victorioso Cucalón.
Un nuevo desembarco verificado en Guambacho con el
objeto de hacer aguada, á pesar de las dificultades que
ofrecen las resacas en aquella playa, fue la última opera
cion de la escuadra insurjente en esta primera incursion
sobre el Perú. Consolado el almirante aventurero de estos
bochornosos contrastes con la esperanza de triunfar mui
pronto del heroismo español con cohetes á la Congreve i
con otros vigorosos preparativos se dedicó á manufactu
rarlos con el mayor empeño á su regreso á Valparaiso; i á los
tres meses de incesante trabajo pudo ya emprender su se
gunda espedicion con fuerzas todavia mayores que la pri
mera, i con las embarcaciones Victoria i Jerezana dispuestas
para ser empleadas como brulotes.
El virei Pezuela, cuya vigilancia se estendia á todas
partes, habia tenido noticia de que estaban para llegar á
la mar del Sur algunos buques de guerra i tropas de desem
barco, i por lo tanto habia tomado las mas eficaces me
didas para darles una segura direccion, alejándolas de los
males que podian sobrevenirles por la inesperada aparicion
de la escuadra insurjente sobre las costas de su vireinato;
pero imprevistas contrariedades dejaron sin fruto las manio
bras de dos buques fletados á este efecto.
Acia este mismo tiempo se debió á sus acertadas medi
das la estincion de un fuego que se presentaba bajo un
ToMo II. 63
98 rzRú : 1819.
carácter serio i alarmante. Los indios del pueblo de Yun
gai i sus comarcanos se negaron á principios de agosto á sa
tisfacer sus moderados impuestos; i propasándose á atropellar
al juez real subdelegado se constituyó mui pronto en estado
de insurreccion toda la provincia de Huailas. Una compañía
de cazadores de Cantabria, que al mando de don Joaquin
Bolivar, fue despachada por orden del virei desde los puer
tos del Norte inmediatos á Lima, desconcertó con la rapidez
de su marcha los planes de los facciosos, apoderándose de la
misma capital sublevada, i obligando á los descontentos á
guarecerse en las escarpadas gargantas de la Sierra.
Los emisarios introducidos furtivamente en el pais, á
cuyo pestífero influjo se habia debido aquel tumultuoso al
zamiento, abandonaron al momento á los miserables indios
que acababan de comprometer. Deseosos los realistas de atraer
á la obediencia á unas gentes tan torpemente engañadas,
desplegaron todos los medios de la dulzura antes de ocurrir
á la fuerza: una parte de la citada compañía al mando del
animoso teniente don Matias Ceballos se presentó á dichos
alzados, i supo con su generoso comportamiento inspirarles
una confianza sin límites, i determinarlos á abandonar sus
madrigueras i volver á sus hogares, terminando con danzas
ifestejos un movimiento que tenia por objeto la sangre i es
terminio de los españoles.
Mereció la mas alta recomendacion este servicio que tran
quilizó los ánimos de los buenos, inquietos ya sobre la suer
te funesta que podian correr las provincias limítrofes de Con
chucos, Trujillo, Santa i otras que abastecian á Lima desde
que se había cortado la comunicacion con Chile, i que eran
asimismo puntos importantes para las relaciones con Guaya
quil i Quito. -

Zarpó el ancla dicha escuadra de Valparaiso en 12 de se


tiembre con 4oo hombres de desembarco i con la dotacion
de cada buque, doble de lo que exigia su porte. El teniente
coronel Charlés fue nombrado comandante de las tropas, i
el mayor Miller ocupó el segundo lugar, Hallándose el dia 28
prné: 1819. 499
mui cerca del puerto del Callao, quedó convenido el plan de
ataque entre todos los gefes. La O'Higgins, el San Martini
la Laútaro debian anclar paralelamente á los buques españo
les; Miller en una balsa que conducia un mortero debia co
locarse á la vanguardia de la ala izquierda enemiga ácia Bo
canegra donde desagua el rio Rimac; el capitan Hind i el te
niente coronel Charles en otras dos balsas con cohetes habian
de ocupar la conveniente posicion entre dichos buques; i el
Galvarino i el Araucano con los dos brulotes debian fondear
al frente de la punta N.E. de la isla de San Lorenzo.
Presentándose en este orden la escuadra en la bahía del
Callao dió el almirante Cochrane una muestra de su ridícula
presuncion, desafiando al virei á medir las fuerzas de la ma
rina española con las suyas con igualdad de buques i de tri
pulacion; envió en seguida un cohete á la Congreve, figu
rándose aterrar por este medio á los valientes realistas; pero
ambos recursos fueron desechados con el mas alto desprecio,
escitando la befa i escarnio de los que creian hallar en un
noble inglés de aventajada instruccion i brillante carrera,
menos estravagancia en sus ideas, i mas pulso i solidez en
sus operaciones políticas. -

¡A qué desvarios no precipita el espíritu de partido, la


eodicia ó la ambicion! ¡Un almirante de la marina inglesa
convertido en gefe de la escuadra rebelde ! ¡Un ciudadano de
los mas ilustres de la Gran Bretaña cambia su ciudadanía por
la de un pais en lucha á todos los horrores de la guerra ci
vil i de la anarquía, sin gobierno, sin leyes, sin union, i es
clavo de otro estado que se dice su protector! ¡Uno de los
mas hábiles i esforzado gefes de Inglaterra humillarse hasta
el estremo de capitanear una turba de facciosos desordenados
Mengua es por cierto que en la brillante carrera de Lord
Cochrane aparezca esta mancha que rebaja tan notablemente
su sobresaliente mérito. Esta inconsistencia de principios pro
bará á lo menos que aun los hombres mas eminentes tienen
cuitados momentos en que se separan de la senda que les
traza la gloria.
5oo PERú: 181 q.
Mas volvamos á sus negociaciones con el virei. Deserga
ñado aquel inconsiderado marino de la poca mella que ha
cian en los españoles sus atrevidas bravatas resolvió dar un
ataque parcial en la noche del 2 de octubre, como ensayo
de su grande empresa: colocado á vanguardia el bergantin
Galvarino llevó á remolque la balsa de Miller i la colocó á
8oo varas de las baterías enemigas; el Araucano conducia la
balsa de los cohetes; i la de Charles siguió tambien remol
cada por la fragata Independencia.
Rompió el fuego aquella línea de nueva invencion; se
echó mano de los cohetes; principió el bombardeo; pero fue
ejecutada toda esta maniobra con tanta torpeza, i correspon
dieron tan malamente aquellos desconocidos medios hostiles
al anuncio pomposo que se habia hecho de ellos, que reben
tando los unos, i tomando los otros una torcida direccion no
produjeron el menor efecto sobre las obras de los realistas, i
estos en su lugar les causaron grandes quebrantos, dejando
lleno de confusion i vergüenza al osado proyectista.
Se consolaron sin embargo los insurgentes de este bo
chornoso lance con el vivo fuego que hicieron las baterías de
los realistas en la noche del 4 contra un barril de alquitran
encendido, que la marea llevaba ácia sus buques, sin consi
derar que aquella alarma producida por un objeto tan insig
nificante era la mejor prueba de la vigilancia de dichas tropas
i de su teson en defender á toda costa los puntos que esta
ban confiados á su bizarria i lealtad.
Ya no quedaban al almirante insurjente mas pruebas que
hacer para probar la constancia i el valor de los españoles,
que la de valerse nuevamente de sus brulotes. Se aprestó uno
al mando del teniente Morgell, i fue despachado á las ocho
de la noche del dia 5 contra los buques españoles; pero ha
biendo calmado el viento, i haciendo mucha agua á impulso
de los repetidos balazos que le habian sido dirigidos con el
mayor acierto, se hizo preciso abandonarlo, sin que su es
plosion, que se verificó á una gran distancia de los mismos
buques, causara en ellos ninguna clase de daño. Se recurrió
fErú: 18 o. 5o 1
de nuevo á los coletes; mas este último ensayo recibió igual
malogro que los anteriores.
De los tres buques de guerra que habian sido enviados
desde Cádiz en ausilio del Perú, que fueron los navios
Alejandro i San Telmo, i la fragata Prueba, el primero se
habia visto precisado á regresar desde la línea al puerto de
su procedencia á causa de sus averías, el segundo se perdió
en el cabo de Hornos, i tan solo pareció la tercera, armada
de 5o cañones, sobre las aguas del Callao, á tiempo que se ha
llaba bloqueado este puerto por la escuadra insurjente; mas
la equivocacion de Lord Cochrane, que la tomó por barco
/ ballenero de los Estados Unidos, i la oportuna maniobra del

capitan español, que viró á toda priesa para el puerto de


Guayaquil, privó á los patriotas de esta presa que la fortu
na habia puesto en sus manos.
Otra no menos importante se sustrajo á su rapacidad du
rante su momentánea ausencia del bloqueo; esta fue una
embarcacion española con cargamento de medio millon de
pesos, que por haber llegado á tiempo tan oportuno, logró
entrar libremente en el puerto.
Convencido el almirante insurjente de la ineficacia de sus
esfuerzos para apoderarse del Callao, trató de hostilizar las
costas de aquel reino llamando la atencion del virei por varias
direcciones. La primera idea de dicho almirante al hacerse á
la vela en el dia 7 de octubre era de presentarse en Arica;
pero la tardanza i pesadez de algunos buques de la espedi
cion le pusieron en la necesidad de desembarcar en Pisco
para proveerse del rico aguardiente que se destila con la ma
yor abundancia en dicho punto, de la uba que producen los
valles de Palpa, Nasca, Chincha, Cañete é Ica.
Aunque aquel se hallaba guarnecido por 6oo infantes,
15o caballos, i 4 piezas de artillería de eampaña, al man
do del mariscal de campo don Manuel Gonzalez, los in
surjentes desembarcaron tan solo 35o hombres, los que
si bien se veian apoyados por los fuegos de la escuadra, eran
sin cmbargo insuficientes para disputar la victoria; mas su
5o2 PERú: 1819.
viva irritacion por el vergonzoso resultado de su orgullosa
campaña sobre el Callao, i su impaciencia por salvar tamaña
mengua con nuevos esfuerzos de un temerario arrojo los hizo
triunfar momentáneamente de la poca fimeza del gefe realis
ta, quien pudo i debió hacer una brillante resistencia pro
porcionada á la superioridad de sus recursos.
Los dos gefes principales que mandaban las tropas del
desembarco, el teniente coronel Charles i el mayor Miller
salieron de la refriega con varias heridas, de las que murió
el primero á las pocas horas. Quedó mandando dicha fuerza
el capitan Sowersby, quien permaneció cuatro dias dueño de
aquella costa, embarcando cuantos efectos necesitaron los
buques, i destruyendo por mas de 2oo3 pesos de aguardiente
sobrante.
Acia el mismo tiempo tomó posesion de Santa, punto si
tuado á los 8º 48” lat. Sur, el subteniente Vidal con algunos
de los marineros que habian quedado á bordo de los buques,
batiendo la corta fuerza de milicianos que lo guarnecian.
Surtida ya la escuadra de agua i provisiones, se hicieron á
la vela para el Norte en 21 de noviembre la fragata O'Hig
gins, la Laútaro, el Galvarino i el Pueirredon, habiendo sido
despachados á toda priesa para Valparaiso el San Martin i la
Independencia, en los que hacia mayores estragos la enferme
dad llamada Chavalongo, especie de calentura celebral.
Siguiendo Lord Cochrane sus correrías llegó el día 27
del citado mes de noviembre al rio Guayaquil, i superando
todos los obstáculos que ofrecen los muchos bancos de arena
que se encuentran en aquella navegacion, apresó en la maña
na siguiente á la Aguila i la Begoña, dos buques de 8oo to
neladas i 2 o cañones cada uno, cargados de tablazon. Habién
dose detenido los insurjentes por aquellas aguas hasta el dia
13 de diciembre, se hicieron á la vela para Valparaiso la Laú
taro i la O'Higgins con las citadas presas, dejando en crucero
las restantes embarcaciones.
Aunque los rebeldes habian tenido un éxito feliz en al
gunos encuentros parciales se habia frustrado sin embargo el
Prnú: 1819. 5os,
principal objeto de su espedicion, que era la destruccion de
la marina española i la toma del puerto del Callao. Rebosó
de gozo el corazon de todos los realistas del Perú, cuando se
circuló la noticia del total malogro de los repetidos ataques, di
rigidos por la citada escuadra con tanta petulancia i altanería.
El virei, á cuyas acertadas disposiciones se habian debido
en gran parte aquellos triunfos: recibió los mas cordiales pa
rabienes de todo el reino; i por su parte premió con grados
i distinciones los importantes servicios prestados por sus tro
pas i marina. Todos pelearon á porfia con el mayor empeño
i decision: si algunos gefes se distinguieron mas que otros
fue por que la casualidad los colocó en puntos mas favorables.
Entre los de esta clase merece particular mencion el
coronel don Rafael Ceballos encargado por el virei de cubrir
con su batallon de Cantabria el fuerte de San Miguel i bate
ría de San Joaquin, i de impedir el desembarco de los ene
migos por toda la costa hasta la embocadura del rio Rimac
con el ausilio del batallon de Arequipa, mandado por el en
tonces comandante i ahora general don José Rodil. Fueron
importantes los servicios que prestaron estas tropas, habién
dose debido á los bien dirigidos fuegos de dicha batería de San
Joaquin la salvacion de las lanchas cañoneras mandadas por
el general Vacaro, que tal vez sin el citado apoyo i sin los
esfuerzos de Ceballos i Rodil habrian sido cortadas en la no
che del 1º de octubre por dos bergantines enemigos.
Se notaron en estos ardientes combates otros muchos ras
gos de arrojo i firmeza que dieron honor á las armas espa
ñolas. El plan de nuestra obra no nos permite entrar en
una prolija enumeracion de ellos, si bien todos ofrecen el
mayor interés: suspenderemos por lo tanto la relacion his
tórica del Perú hasta el año siguiente en que daremos cuenta
de la grande espedicion del caudillo San Martin i de los
importantes sucesos de aquella campaña. -
a .
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CAP ITULO XXIX.

CH I L E so,

Retirada de Sanchez á la plaza de los Angeles. Paraliza


cion de las tropas insurjentes. Desleal conducta de algu
nos oficiales españoles. Retirada del citado Sanchez á
JValdivia. Organizacion del ejercito en esta plaza por el
coronel don Fausto del Hoyo. Salida de Sanchez i de al
gunos oficiales para Lima. Biografía de Benavides, deja
do en la frontera para hostilizar al enemigo. Convenio de
los independientes de Chile i Buenos-Aires para destruir
la autoridad real en el Peruí. Horribles proyectos de estos
últimos. Decreto de proscripcion contra los prisioneros rea
distas detenidos en la punta de San Luis, en las Bruscas
i en la misma capital de Buenos-Aires, realizado en el
primero de los puntos indicados. Indignacion del ejereite
del Pertí.

- A fines de 1818 se hallaba en Concepcion el ejército


realista compuesto de 16oo hombres á las órdenes del coro
nel Sanchez; pero reconociéndose este gefe demasiado débil
para abrir una nueva campaña á causa de la falta de recur
sos é incomunicacion con el Perú, hizo un movimiento so
bre la plaza fronteriza de los Angeles con la idea de empren
der su retirada ácia Valdivia.
Habian estado los insurjentes demasiado ocupados en la
organizacion de su ejército, i en el apresto de la espedicion
contra el Callao, para que hubieran podido dirigir su aten
cion ácia este único punto, en que tremolaba todavia el pen
cIIIIE : 18 9. 505
don de Castilla. Trataban por otra parte de escusar nuevos
combates hasta que hubiera regresado de Buenos-Aires el cau
dillo San Martin. Tan solo habian determinado destacar una
pequeña division sobre las márgenes del Maule, cuando el
arribo de nuevas tropas peninsulares, verificado á fines del
año anterior, les hizo ver la necesidad de reforzar aquella
columna hasta el número de 29 hombres, i de dirigirla sobre
Concepcion á las órdenes del brigadier Alcazar.
Deseaba el virei Pezuela con la mayor ansia que Sanchez
se mantuviera en la frontera de Arauco para entretener las
fuerzas rebeldes, i paralizar por algun tiempo la ejecu
cion del proyecto de invadir el reino del Perú. Envió con es
te objeto toda clase de ausilios i las órdenes mas terminantes
para que defendiese á toda costa el citado punto; i aun ha
bia firmado ya el despacho de brigadier á favor del referido
Sanchez, cuando la segura noticia de aquella retirada hizo
que se suspendiese la entrega de una gracia otorgada esencial
mente para interesarle con mas ardor en sus planes.
Habia principiado con efecto Sanchez su retirada á pe
sar de la oposicion del teniente coronel don Fausto del Ho
yo, del coronel graduado don Juan Loriga i de otros esfor
zados oficiales, que habrian merecido los mayores elogios, si
algunos de ellos no se hubieran cubierto de ignominia pasán
dose despues al enemigo, ya fuera por espíritu de resentimien
to, de cobardia ó de desconfianza. Sensible es recordar los nom
bres del sargento mayor de dragones don Ambrosio Acosta, del
capitan de ingenieros don Santiago Ballerna, i de los tenien
tes de Cantabria Obejero, Llanos, Arias, Valledor, i Pallares
que se olvidaron de su deber i de su honor hasta el punto
de hacer traicion á sus banderas; asi como de los subtenien
tes Ocón, i Salva que tomaron sucesivamente la carta de
ciudadanos chilenos.
La rivalidad i competencia entre los gefes del pais i eu
ropeos produjo daños considerables á la causa del Rei: abur
rido el coronel Loriga de aquella pugna civil, i deseoso de
emplear noblemente su espada en defensa de los reales dere
ToMo II. ó4
5 o6 cHILE : 1819.
chos, se separó del ejército desde los Angeles, i atravesando
con indecibles trabajos las tierras de los indios, llegó á Val
divia en donde se embarcó mui pronto para Lima.
Al cruzar el coronel Sanchez con su desmoralizada di
vision el caudaloso rio Biobio en su marcha para la plaza de
Nacimiento, fue atacada su retaguardia por los insurgentes,
i acuchillada horriblemente su infantería i mas de 5oo rea
listas comprometidos, que fueron víctimas de su fidelidad i
de la falta de concierto en aquellas operaciones. No creyén
dose Sanchez seguro de los victoriosos enemigos en la plaza
de Nacimiento, se dirigió á Tucapel, en donde celebrada una
junta de gefes, á que asistieron los principales caciques i capi
tanes á guerra de los indios araucanos, se acordó definitiva
mente la retirada á Valdivia, dejando para ausilio i defensa
de la frontera al capitan graduado del batallon de Concep
cion don Vicente Benavides con una division de 5oo hom
bres del pais.
Cuando llegaron los realistas á la citada plaza de Valdi
via á principios de marzo, contaban escasamente con la fuer
za de 55o hombres, la mayor parte europeos, i todos en el
estado mas abatido de miseria i desnudez. Si bien aquella
fortaleza puede considerarse como la llave del mar pacífico,
ha necesitado siempre de los situados de Lima para sostenerse:
la alegría pues de las tropas que se habian retirado de Con
cepcion al verse en este punto de seguridad i apoyo se aci
baró por la falta de recursos, de que tanto necesitaba. Fue
preciso sin embargo esperar la resolucion del virei, el cual
ordenó la permanencia de las mismas para defender aquella
plaza importante, en socorro de la cual fueron enviados fon
dos i municiones, i prometidos para lo sucesivo cuantos pu
diera necesitar.
Solo Sanchez, el gefe de estado mayor teniente coronel
Cabañas, i algunos otros oficiales tuvieron licencia de pasar
al Perú. Don Fausto del Hoyo fue ascendido á coronel i
nombrado subinspector i segundo gobernador de la plaza para
suplir con su actividad i firmeza las faltas en que pudiera in
cmrry : 1810. 5o7
currir el propietario coronel Montoya, agoviado con el peso
de los años.
El citado del Hoyo se dedicó con el mayor celo á la or
ganizacion de las tropas en cuatro cuerpos, que lo fueron
Cantabria i Valdivia de infantería, i dragones de la fronte
ra i cazadores dragones de caballería. Aunque faltaban algu
nos soldados para completar las compañías, esperaba sacar
los de reclutas de la inmediata provincia de Chiloe; i algu
nos gefes i oficiales que quedaron sobrantes á consecuencia de
esta nueva planta, formaron un depósito con el objeto de
pasar á servir en la division de Benavides.
Parece ser este el lugar mas propio para hablar de ese
genio atrevido i emprendedor, de ese impávido guerrero que
fue el terror de los rebeldes i que asombró á todo Chile con
el ruido de sus hazañas. Don Vicente Benavides era hijo de
la provincia de Concepcion, i servia con el grado de capitan
en las filas realistas en la batalla del Maipu, en la que fue
hecho prisionero. Ansioso el sanguinario San Martin por ven
gar en este oficial valiente los daños que habian recibido los
patrictas de su lealtad i decision por la causa del Rei, lo
mandó fusilar juntamente con un hermano menor que habia
sufrido igual desgraciada suerte. Llevadas estas dos víctimas al
sacrificio en la oscuridad de la noche, con cuyo manto cubria
generalmente San Martin sus crueldades, dió el oficial de la
escolta la orden de hacer fuego sobre estos infelices; pero
bien fuera que los soldados errasen sus tiros, ó que cono
ciendo lo borroroso de aquellos asesinatos levantasen algunos
estudiosamente la puntería, aunque quedaron ambos tendidos
en el campo no recibió otro quebranto el mayor de ellos sino
el de la espada del oficial, quien para asegurarse de su igno
ble encargo se la metió por la garganta.
Alejados aquellos verdugos, principió el don Vicente á
quitarse de encima la tierra i piedras, con que le habian cu
bierto, logró desatarse las fuertes ligaduras, vendó sus heri
das con la camisa de su difunto hermano i con varias tiras
que hizo de su chaqueta interior, i huyó de aquel sitio es
5 o8 cIItIE: 181 o.
pantoso. Empero sufriendo los mas acerbos dolores, i todas
las agonias de uña sed devoradora, anduvo la mayor parte
de la noche hasta que llegó á la choza de unos pobres viejos,
quienes le prestaron cariñosamente todos los socorros que es
tuvieron á su alcance; i sanado ya de sus heridas á los diez
i seis dias sin mas lesion que la de no poder llevar recta su
cabeza por la amputacion que habian sufrido sus vértebras
yugulares, se puso en camino para entrar secretamente en
Santiago.
Los insurjentes que llegaron á traslucir la aparicion del
indomable Benavides en la capital trataron de interesarle en
su causa para emplear contra los realistas su brazo, sus rela
ciones i sus conocimientos en la provincia de Concepcion. Be
navides con efecto, ya fuese por disfrazar mejor sus planes ó
verdaderamente porque hubiese llegado á ser alucinado, pasó
á servir al lado del general Alcázar, que mandaba en aque
lla época la citada provincia de Concepcion; i aun se supone
que se debió á los útiles consejos de este campeon la toma
de la isla de Lajas i del fuerte del Nacimiento, asi como el
resultado feliz de esta campaña.
Mas conociendo Benavides que ya era tiempo de tra
bajar en defensa de los reales derechos, principió una
guerra de fuego i sangre sobre paises que llevan todavia ter
ribles señales de aquella devastacion. Algunos de los oficiales
sobrantes de los de Valdivia pasaron á reforzar á dicho Be
mavides, quien llegó á formar una division de mas de 20
hombres, á apoderarse de la ciudad de Concepcion i á es.
tender sus correrías sobre Chillan introduciendo la confusion i
espanto por todas partes. Llegaron á temer los insurjentes
el formidable ascendiente que iba tomando este atrevido
guerrero, i enviaron nuevas fuerzas para combatirle. Salió
sin embargo victorioso de todo encuentro hasta que aban
donándole la fortuna al año siguiente, fue víctima de su
misma intrepidez i de la felonía de algunos de sus soldados.
Se hacian en el entretanto los mas vigorosos preparati
vos en la capital de Chile para llevar á efecto la proyecta
ciIII : 1819. - 5og
da espedicion sobre el vireinato de Lima. Aquel gobierno
i el de Buenos-Aires habian firmado un convenio en 5 de
febrero, por el que se obligaban mútuamente á hacer los
mayores esfuerzos para destruir la autoridad real en el cita
do reino del Perú, aparentando una falsa confianza en sus
habitantes, i especialmente en los de Lima; cargo injurioso
que fue rebatido victoriosamente por aquel leal i pundono
roso ayuntamiento.
Ocurrieron ácia este mismo tiempo escenas de las mas
sangrientas que recuerdan los anales revolucionarios. Se halla.
ban reunidos en la punta de San Luis una porcion conside
rable de ilustres prisioneros procedentes en su mayor parte
de la batalla del Maipu. Los habia asimismo en las Brus
cas, otro punto perteneciente al vireinato de Buenos-Ai
res; i los habia tambien en uno de los fuertes de aquella
capital. Parece que sus gobernantes i señaladamente el
director Pueirredón, i el generalísmo de Chile San Martin,
habian decretado el esterminio total de aquellas víctimas
del honor i de la fidelidad; pero como sus prensas crujian
bajo el peso de una decantada filantropia i nobleza republi
cana, i como por otra parte los muchos estranjeros domi.
ciliados en el pais, i toda la Europa tenian fija la vista so
bre la conducta de estos pretendidos Catones, era preciso
dar á aquellas horribles escenas todo el aspecto de haber
sido producidas por imperiosas circunstancias de propia
conservacion. Se propusieron con este fin varios planes pa
ra deslumbrar al pueblo que no estaba tan encallecido en
el crímen; se hizo concebir á dichos prisioneros por el con
ducto de pérfidos emisarios i de una fingida correspondencia
la halagüeña idea de recobrar su libertad: tales fueron los
manejos de la punta de San Luis. -

Se compraron hombres infames que declarasen haber


sido heridos i maltratados por los prisioneros en el acto
de hacer terribles ensayos para fugarse de las cárceles: de
este modo trataron de dar una forma de legalidad á la muer
te de los que gemian bajo las cadenas de las Bruscas i de
51 o cmII : 1819.
Buenos-Aires. Se habia principiado ya en este último punto
á dar ejecucion á tan execrable proyecto; pero la divina
providencia que vela sobre los buenos, los cubrió esta vez
con el manto de su clemencia i proteccion.
Habia sido apostado un retén considerable á corta dis
tancia del sitio en que estaban detenidos los citados prisio
neros de Buenos-Aires; aquel i la guardia principal que es
taba á las puertas de la ciudad, estaban convenidos en ata
car desaforadamente el depósito tan pronto como recibiesen
los avisos de la supuesta sublevacion: llegan con efecto al
gunos de los soldados vendidos á la alevosia i á la iniquidad,
pidiendo ausilio para contener el desorden que daban á
entender existia entre los presos; corre aquella fuerza
en la mayor confusion i con tono amenazador de consu
mar su atentado; al ver el oficial de guardia la turba fu
riosa cierra sus puertas i se opone abiertamente á darles en
trada, protestándose de que no se ha de manchar su es
pada con la sangre inocente de aquellos desgraciados, que
aguardaban con la mas religiosa conformidad su último
fatal destino. Asi se frustró el plan concebido por la co
bardia i continuado por la infamia: á la inesperada resis
tencia de un generoso i noble oficial se debió la salva
cion de las víctimas destinadas al cruento sacrificio.
Ya este hecho se habia divulgado en el público, i ha
bia producido especialmente en los estrangeros los mas vi
vos sentimientos de horror é indignacion. Se habia difundi
do asimismo la noticia de que mui pronto iba á repetirse
aquella abominable tentativa sobre los referidos puntos de
las Bruscas i San Luis. Se apresuraron por lo tanto los mas
filantrópicos á poner en uso todos los recursos de su me
diacion á fin de contener la bárbara mano de los conjurados.
Temió el gobierno insurgente de Buenos-Aires los efectos
de una conjuracion ya descubierta; temió la ira de los ga
binetes europeos, de cuyo apoyo necesitaba para consolidar
su malhadada independencia, i despachó sin dilacion órde
nes premurosas para contener el puñal fratricida.
cIIILE: 1 8 1 0. 5 1
Ya los detenidos en las Bruscas iban á ser inmolados
al furor revolucionario, cuando llegaron las citadas órde
nes, bien á despecho de los asesinos, que se vieron por es
te medio privados del placer que se prometian con aquel es
pectáculo de sangre i horror.
Quedaba reservada tan solo la ejecucion del atroz pro
yecto para los infelices de la punta de San Luis. Parece in
negable que los prisioneros hubiesen formado el plan de re
cobrar su libertad, pero sin cometer la menor estorsion ni
mas actos violentos que los meramente precisos para pasar á
incorporarse con las partidas de Carrera i Artigas, que vaga
ban por aquellas cercanías, i que les habian prometido todo
su apoyo para trasladarlos al Brasil, en el caso de que no
quisieran tomar partido con ellos para hostilizar al gobierno
central de Buenos-Aires. Hubo entre los mismos realistas un
aborto de la villanía i crueldad que informaba al gobernador
insurjente don Vicente Dupuí de todas las medidas que se
iban tomando para llevar á cabo aquella arrojada empresa.
Llegó el aciago dia 8 de febrero, en que debia darse el
golpe: en la noche anterior habian sido exhortados todos
los oficiales para acudir á la madrugada á casa del valiente
capitan Carretero; concurrieron en realidad, i fueron infor
mados de los medios propuestos para adquirir la apetecida
libertad. Se formaron á las siete de la citada mañana tres par
tidas con sus respectivos comandantes; una de ellas, al man
do de los capitanes Butron i Salvador, habia de forzar la
carceli dar soltura á 53 individuos que allí se hallaban de
tenidos de las tropas de dicho Carrera, quienes deberian ser
vir de guia hasta salir de aquellos peligrosos caminos: otra
partida mandada por el intendente don Miguel Berroeta, por
el teniente coronel don Matias Aras i por el capitan don Fe
lipe La Madrid, habia de apoderarse del cuartel i de las ar
mas que alli se custodiaban; i la tercera debia proceder con.
temporáneamente á la captura de don Bernardo Monteagudo,
insurjente de los mas furibundos que haya abortado, la
América. a . . . . .. . . . . . . . .
51 2 CIIIIE: 1818.
Mientras que estas partidas salieron á ejecutar sus res
pectivas comisiones, que se malograron todas, i aun la del
cuartel, si bien habian llegado ya á desarmar la guardia,
por que no tuvieron tiempo ni modo para apoderarse de las
armas, se habian dirigido á la casa del gobernador el coronel
don Antonio Morgado, el teniente coronel don Lorenzo Mor
la i el referido capitan don Gregorio Carretero, que fueron
los primeros que entraron en su cuarto á fin de arrancarle
las órdenes necesarias para lograr su objeto único, que era
el de la libertad.
El brigadier don José Ordoñez, el coronel don Joaquin
Primo i el teniente don Juan Burguillo, que se babian que
dado á la entrada del aposento, pasaron á unirse con sus com
pañeros, tan pronto como oyeron las voces descompasadas de
un pueblo desenfrenado, que clamaba por derramar la san
gre de todos los españoles. La prontitud con que dicho pue
blo se armó i concurrió á los puntos de mayor peligro, in
dica suficientemente el anticipado conocimiento que tenia de
aquel suceso.
Sorprendidos en el acto aquellos desgraciados oficiales,
dieron crédito á las fingidas promesas que les hizo el pérfido
Dupuí de salvarles la vida, asi como ellos habian respetado
la suya. Salió con efecto á reunirse con el pueblo, i apenas
se vió apoyado por sus armas, cuando pronunció el horrible
grito de muerte contra aquellos militares, dignos por cierto
de una suerte mui distinta de la que les estaba preparada.
Todos ellos fueron asesinados inhumanamente; Morgado
lo fue por la misma mano del furioso gobernador; á los po
cos instantes se hallaban yertos cadáveres en aquel mismo
sitio, en que acababan de dar una prueba inequívoca de que
sus sentimientos no eran de marcar con actos sangrientos los
pasos ácia su evasion.
Se hizo á su consecuencia una pesquisa con todos los ca
ractéres de cruel é ilegal sobre cuantos españoles hubieran
tenido parte en aquella tentativa; i por este medio desfoga
ron su rabia sobre un número considerable de personas, cuya
ciIIIr: $ 19. 5 5
existencia les era demasiado embarazosa. Un brigadier, tres
coroneles, dos tenientes coroneles, nueve capitanes, cinco
tenientes, siete alféreces, un intendente de ejército, un em
pleado civil, un sargento, un soldado i diez paisanos fueron
las víctimas sacrificadas por el execrable monstruo que man
daba en San Luis.
Otros dos ilustres prisioneros debieron su salvacion en
este aciago dia al respeto que inspiraban sus venerables ca
nas i á la calma con que sufrian su riguroso destino sin ha
berse atrevido jamas á dar un paso que pudiera inspirar á
los rebeldes la menor desconfianza. Fueron aquellos el an
tiguo presidente de Chile don Francisco Marcó del Ponti
el brigadier don Ramon Bernedo: el primero, sin embar
go, murió de tristeza en este mismo año en Lujan á don
de habia logrado ser trasladado por empeño de sus parien
tes que tenian bastante influjo en la capital de Buenos-Ai
res: el segundo habia sido encerrado en un calabozo la vís.
pera de dicha degollacion; i esta providencia, al parecer
violenta i tiránica, le libertó de ser contado en el número
de las víctimas.
El puebio desenfrenado no pudo penetrar en aquel hor
rible recinto para cebarse en su sangre; pero como estuvo
abandonado por el espacio de cuatro ó cinco dias, cuan
do el segundo de Dupui en el mando, un tal Becerra, pa
só á sacarle de él, le halló próximo á morir de inani
cion ; i aunque se pudo volverle á la vida por enton
ces, sus padecimientos i miserias, sin embargo, altera
ron visiblemente su salud; i afectada asimismo la par
te moral al pensar en la triste suerte que temia hubiera po
dido caber á su familia á la que habia dejado en Lima, per
dió enteramente el juicio, i para su curacion fue enviado
al hospital de Mendoza en donde permaneció hasta media
dos de 1822.
Habiendo dicha su familia obtenido del gobierno de Chi
le el permiso de embarcarlo para la península, logró ver este
desgraciado su pais natal; pero en el mismo estado de in
ToMo II. 65
51 4 cmIIE: 1819.
capacidad mental i con sus piernas cubiertas de úlceras, á
cuyos males rindió su alma á los veinte dias de perma
nencia en la Corte. Cuántas desgracias ocasionadas por tan
terrible lucha ! ¡Cuántos beneméritos realistas sacrificados
al bárbaro furor de los autores de la injusta rebelion ame
ricana
La noticia del horroroso atentado de la punta de San
Luis llenó del mas vivo furor é irritacion á todos los realis
tas, i aun á aquellos independientes, cuyos corazones no es
taban empedernidos en el crímen. Todos los cuerpos milita
res del Perú hicieron las mas enérgicas representaciones al
virei para que se vengasen los manes de aquellos protomár
tires de la fidelidad i del honor. Si su odio á los insurgentes
hubiera sido susceptible de aumento, habria rebosado indu
dablemente en esta ocasion todas las medidas de su sufri
miento; pero en medio de la furiosa indignacion, que cual
chispa eléctrica se comunicó por todas partes, se vieron re
petidos ejemplos de nobleza i generosidad, ininguno de co
bardia ó de baja venganza.
Habia en aquella época varios depósitos de prisioneros
insurjentes, sobre los que el derecho de retaliacion autoriza
ba á consumar iguales atentados; mas todos ellos fueron res
petados en medio del volcan que ardia en los pechos de
aquellos valientes. Deseaban todos que les hubiera sido posi
ble cruzar con el pensamiento los largos espacios que los se
paraban de los cobardes asesinos para vengar en su alevosa
sangre un crímen tan horrendo; mas la consideracion de
conservar aquellos dominios, que estaban confiados á los es
fuerzos de su brazo, sofocó por entonces su justo furor, has
ta que cumpliendo con tan sagrado deber pudiesen dar un li
bre desahogo á sus nobles sentimientos. Los veremos pues
en los años sucesivos cubrirse de gloria i desagraviar con sus
ilustres victorias la memoria de sus ultrajados compañeros
de armas á pesar de haber sufrido al principio terribles con
trastes que sirvieron para poner á toda prueba su constancia
i bizarría.
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- ) º J.
\\ A \\ \\ \\\ \\ \\ \\ Yav VVV \\ \ ARVR VA\ \\ \\ \ \\ \\ \\\ \\ \v\|\\ A \\ \\ \\ \,\!

CAPITULO XXX.

CARACAS I SANTA FÉ: S 19.


-az= º CTAN r=-

Paso del Apure i del Arauca por el ejército real. Ataque


del Caujaral i del hato Marrereño. Persecucion de los re
beldes hasta Cunaviche. Males de los realistas en medio
de sus triunfos. Batalla de la Mata del Herradero. Ac
cion del trapiche de la Gamarra. Paso retrógrado del
Apure. Retirada del ejército á la Guadarrama. Accion del
pueblo de la Cruz. Espedicion inglesa sobre las costas.
Acertadas disposiciones de los realistas para destruirla.
Toma por los rebeldes del morro de Barcelona. Sorpresa
de esta ciudad por San Just. Ataque de la plaza de Cu
maná por los aventureros ingleses. Su destruccion i su re
tirada á la Guayana en esqueleto. Accion del Juncal.
Ataque de Barcelona defendida por Bermudez. Retirada
- i completa dispersion de estos sediciosos. Toma de Porto
belo por Mac Gregor. Su reconquista por Hore, i total
destruccion de los espedicionarios. Apresamiento de una
goleta inglesa empleada al servicio de los rebeldes. Nue
vos descalabros de Mae Gregor en Rio Hacha. Atre
vida espedicion de Bolivar sobre el reino de Santa Fé.
Descontento de estos habitantes. Reunion de aquel caud
llo con Donato Perez i con Santander. Accion del puen
te de Gáneza ganada por Barreiro. Carácter i circuns
tancias de este gefe. Accion del pantano de Vargas. B.-
talla de Boyacá, i completa destruccion de los realistas.
Evacuacion de la capital. Fuga precipitada del virei Sá
mano. Aturdimiento general. Desaciertos de esta retrada.
Elementos para haberse rehecho los realistas en I/o lla.
Salida de Latorre desde Venezuela en ausilio del reinos
5 16 cAn Ac As y s ANTA Fé: 1819.
Su detencion en Bailadores. Llegada de Sámano á Car
tagena. Falta de armonía con su gobernador Torres.
Espedicion al mando de JVarleta para reconquistar la
provincia de Antioquia. Reseña del reino de Quito.

os primeros actos que marcaron la apertura de la


campaña de este año fueron el haber cruzado el general Lator
re el rio Apure, i el haberse apoderado de la plaza de San
Fernando. Habiendo llegado á este punto el general en gefe,
i pasado la revista en aquellas llanuras á siete batallones de
infantería, i tres regimientos de caballería, cuyo total es
cedia de 60 hombres, emprendió un movimiento general
en 31 de enero arrollando i precipitando al Arauca dos es
cuadrones que habian dejado los rebeldes para observar sus
movimientos. Llevaban la vanguardia los bizarros carabineros
del regimiento del Rei, á cuyo esfuerzo se debió el buen
resultado de estos choques preliminares.
El ejército español se detuvo sin embargo dos dias de
lante de la fuerte posicion del Caujaral, defendida por los
rebeldes con dos baterías i cinco piezas de grueso calibre.
Despues de haberse tiroteado sin interrupcion ambos ejérci
tos desde las orillas del citado rio Arauca, dispuso el general
Morillo dirigirse al paso del Marrereño, á donde llegó al
amanecer del 4 de febrero: se hallaba éste fortificado con algu
nas trinchenas pero sin artillería; la vigilancia de los rebeldes
era estrema sobre toda aquella costa, i se notaba en ellos el
mas decidido empeño en defenderla con encarnizamiento.
En tanto que el general Latorre atacaba vigorosamente
con la columna de cazadores la referida posicion del Marre
reño, amenazando verificar aquel paso con el apoyo de dos
piezas de á4 del sesto escuadron de artillería, se arrojaban
al agua á corta distancia seis canoas que habian sido traidas
desde San Fernando (1). Saliendo dos de ellas con seis hom

(1) En esta ocasion dió el general Morio una terrible prueba de


sa ciego valor. Era preciso botar al agua dichas lanchas en medio
CAn A CAs I s ANTA FÉ: 31 0. 517
bres en cada una á las órdenes del capitan del regimiento de
Castilla don Ventura Salgado, se hallaron mui pronto á la
orilla opuesta á pesar del vivo fuego de los enemigos.
Se exalta entonces el entusiasmo de todas aquellas va
lientes tropas: don Antonio Ramos, comandante del animoso
escuadron del Guayabal, es el primero á arrojarse al agua con
su caballo, i su ejemplo es imitado por todos sus soldados
colocando las lanzas i sillas en sus cabezas; el regimiento del
Rei, picado de emulacion i de gloria militar, emprende
aquel paso con igual denuedo; algunas tropas de infantería
se entregan asimismo á los riesgos de aquella caudalosa cor
riente.
Se desconcierta el enemigo al ver tanta decision á impa
videz, i se entrega á la fuga; acude Paez con un refuerzo de
8oo hombres de caballería, pertenecientes en su mayor par
te á su ponderada gaardia de honor; ataca con la mayor fu
ria á los que habian ya llegado á la orilla opuesta; pero el
bcnemérito coronel Pereira, seguido por algunos soldados de
Castilla i del segundo batallon de la Union, rechaza sus car
gas, les causa bastantes quebrantos en sus filas, i les obliga
á retirarse.
En los dias 4 i 5 verificó el paso del espresado rio el
resto del ejército, i el 6 fue reconocida la posicion del Mar
rereño, que habia sido abandonada del mismo modo que to
das aquellas inmediaciones. Con igual facilidad tomó posesion
el dia 8 de las baterías, parques i trincheras del Caujaral; i

del horror so fuego que hacian los rebeldes desde la orilla opuesta:
parcia imposible que pudieran salvarse de la mue te los primeros
que emprendiesen esta operacion: notando Morillo aguna tibieza de
pate de los soldados que se hallaban mas inmediatos, agarró él so
lo en mangaº de canisa dichas barcas, i empujandolas con sus her
cúleas fuerzas, les dió el movimiento i situacion que convenia
con el apoyo de sus asistentes i sucesivamente con el de algunos
otros sºldados, que se lanzaron á aquel arriesgado trabajo, picados
por el ejemplo de su bizarrisimo general. Fs de notar que el Arauca
en aquel punto tiene á lo mas cien varas de ancho, sobre ocho 6
diez de profundidad,
5 S cAn Ac As I s ANTA rí: 1819.
el comanlante Ramos arrolló completamente un cuerpo de
3oo caballos enemigos á espensas de su sangre derra nada
por impulso de una sacrílega lanza. En seguida recorrió el
ejército los puntos de Cuñajistola i Mata Casanareia, cu
yas fortificaciones fueron asimismo abandonadas por los re
beldes arrojando al agua cuanto podia embarazar su marcha.
Era el dia 11 del citado mes de febrero cuando se pre
sentó Paez por la mañana con una fuerza de 1 2oo caballos
al frente de la division de vanguardia, mandada por el gene
ral Morales: se creyó que este era el dia destinado para que
las armas del Rei adquiriesen nuevos triunfos; mas luego que
los enemigos vieron que marchaban mas tropas en ausilio de
la citada vanguardia, se pusieron en retirada hasta el pueblo
de Cunaviche, en donde perdieron los ganados que con
ducian.
Siguiendo los realistas por los hatos de la Candelaria i
del Merecure hasta el paso de la Seiva, recogieron los emi
grados que vagaban por los bosques i una porcion conside
rable de caballos i bueyes, haciéndose mui pronto dueños de
todo el pais que se halla situado entre el Apure i el Arauca,
llamado el cajon de Apure, tan famoso en Venezuela por
hallarse en él las principales riquezas de los Llanos, i los re
cursos con que los rebeldes habian sostenido la guerra.
Se enseñoreaban pues las tropas realistas de aquellos es
paciosos valles, lujosamente provistos de ganados vacuno i
caballar; habian ya burlado los cálculos de los insurjentes
que daban por imposible la penetracion de aquellos territo
rios por dichos realistas; el pendon de Castilla tremolaba en
el centro de sus inmensos desiertos; pero la misma naturale
za del terreno, la facilidad con que las foragidas hordas de
Paez se retiraban á los puntos mas recónditos de aquel in
terminable pais que se estendia hasta las orillas del Meta,
i que se hallaba en gran parte como en el momento de la
creacion, i el conocimiento que tenian con algunos de los
indios errantes que vivian en aquellas comarcas, hicieron ver
la imposibilidad de destruirlas completamente. Las tropas
cAn AcAs I sANTA Fé: 18 0. 5: 9
realistas dieron las mas brillantes pruebas de decision, su
frimiento i constancia ; mas sus heróicos esfuerzos no po
dian ser coronados de un feliz resultado entre aquellos in
transitables pantanos, bajo la influencia de un sol abrasador
i sobre inmensas sábanas, en las que eran menos temibles
los feroces zambos, que el cansancio, la sed, la insalubridad
del clima i los animales ponzoiosos.
Bien pronto se conoció que los rebeldes no trataban sino
de destruir las tropas del Rei manteniéndolas en continuas
marchas i alarmas: todos los combates que se trabaron con
ellos fueron de poca importancia si se esceptúa el de la mata
del Herradero, en donde tuvo Paez la osadia de esperar al
general en gefe: esta fue la única accion que por el ardor
de los combatientes i por sus sangrientos resultados mereció
el nombre de batalla: ambas partes pelearon con el mas des
esperado furor; pero no podia ser dudoso el triunfo de los
realistas desde el momento en que pudiesen hacer un regu
lar despliegue de sus fuerzas i de su pericia militar. El fac
cioso Paez perdió una gran parte de su célebre guardia de
honor, compuesta de 5oo feroces llaneros de los mas aguer
ridos i diestros en el manejo del caballo: los realistas queda
ron sorprendidos al examinar el campo de batalla, cubierto
de cadáveres de figura gigantesca, i de hercúlea musculatura.
Tales fueron las tropas vencidas en dicha batalla.
Esta campaña presenta asimismo otro hecho de armas,
ocurrido pocos dias antes del anterior, que merece ocupar
un lugar distinguido en la historia por las circunstancias que
lo acompañaron: fue este el del trapiche de la Gamarra,
en el que estaban acantonados 2oo hombres de infantería del
segundo de Valencei á las órdenes del ya citado don José Pe
reira, i un escuadron mandado por el coronel americano don
Narciso Lopez. Bolivar, que desde el momento en que supo la
direccion de las tropas del Rei sobre los Llanos de Arauca
habia salido de la Guayana con un refuerzo de ingleses en
ausilio de Paez, i que habia llegado ya á incorpcrarse con
él, atacó con todas sus fuerzas el citado punto, dando
52 o cAr. AcAs I sANTA ré: 1819.
por segura la ruina de aquel puñado de valientes; pero
no hallando éstos medio alguno entre la victoria ó la muerte,
se situaron en unos cañaverales, en los que hicieron una re
sistencia tan heróica, que viendo los sediciosos el horrible
estrago que habian sufrido sus tropas, especialmente sus dos
batallones de ingleses, i conociendo que la destruccion de
aquel corto número de esforzados guerreros habia de ser
comprada con pérdidas de la mayor consideracion, mui su
periores por supuesto á su efímero triunfo, renunciaron á él,
i se retiraron llenos de furor i vergüenza.
Este rasgo de estraordinario valor acrisoló la opinion mi
litar de los bizarros Pereira i Lopez, quienes regresaron á
Achagüas (en cuyo punto se habia situado el cuartel gene
ral) con las sienes ceñidas de los mas ilustres laureles: todos
los soldados que sobrevivieron á aquella sangrienta refriega
recibieron los mas cordiales testimonios de aprecio i conside
racion de sus compañeros de armas, i se hicieron acreedores
á los mayores elogios.
Estas ventajas sin embargo no eran de modo alguno de
cisivas: los enemigos se hallaban en igual estado de vigor,
apoyados en las ventajas del terreno i en la facilidad de bur
lar los planes mas bien combinados de sus contrarios: su
táctica infernal se dirigia á hostigar por medio de numero
sas guerrillas á las tropas del Rei, las que no podian separar
se del grueso de sus cuerpos sin que fueran víctimas de aque
llos árabes del desierto. Desengañado Morillo de los pocos
progresos que podian hacer sus armas en aquellos inmensos
llanos, se retiró á la Guadarrama á los cuatro meses de una
campaña en que luchó contra toda clase de peligros i hasta
con la misma naturaleza, i que bastaria por sí sola para ha
cer ilustre el nombre de aquellos guerreros. Fortificando di
cho punto de la Guadarrama, i dejando para guarnecerlo al
batallon del Infante, compuesto de 6oo plazas, colocó su
ejército en cómodos cantones en que pudiera reponerse de
las estraordinarias fatigas que habia sufrido. La division de
vanguardia al mando de Morales se situó en Calabozo.
cARAcAs I sANTA FÉ: 1819. 52 1
Se hallaba pues en la mas perfecta calma todo el territo
rio de Venezuela i de Santa Fé, si se esceptúan las provin
cias de Cumaná i Barcelona por las que vagaban algunas par
tidas, alimentadas por el fuego siempre existente en la isla
de la Margarita i en Guayana, i si se esceptúan asimismo la
de Barinas i dichos llanos del Apure. Estos enemigos eran
sin embargo mui insignificantes, i no podian jamas sostener
la vista de un ejército tan brillante i numeroso como era el
del Rei, que no bajaba de 1 o 3 veteranos. -

Entre las varias acciones que se dieron en dicha provin


cia de Barinas debe hacerse una mencion honorífica de la del
pueblo de La Cruz, distante cinco leguas de Nútrias. En -

este último punto se hallaba acantonado el famoso batallon


del mismo nombre de la provincia; i dos de sus compañías
con la fuerza de 2oo hombres habian pasado á estacionarse
en La Cruz.
Habiendo resuelto el indomable Paez sorprender i sa
quear la capital, llegó á las cercanías de aquel pueblo con
un cuerpo de Goo infantes i 7co caballos al dia siguiente
del en que habia entrado en él la indicada columna realista.
El capitan don Juan Duran, que mandaba aquella fuerza,
la hizo formar en la plaza tan pronto como las centinelas
avisaron la proximidad del enemigo. Paez, que tenia aquel
camino por el mas oculto i propio para su intento, i que es
taba bien distante de hallar el menor tropiezo en su marcha,
fue informado de él por sus avanzadas que habian retrocedi
do desde las mismas calles del referido pueblo, luego que hu
bieron divisado las tropas de Duran.
Resuelto á superar á toda costa aquel obstáculo, dividió
su infantería en dos columnas i atacó por dos puntos: el va
lor de los realistas fue inimitable; despues de haber hecho
las primeras descargas se arrojaron á la bayoneta con el mas
ciego furor; corria á torrentes la sangre de los rebeldes, quie
nes viendo aquella horrible carnicería se desmayan, se des
conciertan i se entregan á una fuga desordenada. Vuelve
Paez á la pelea con doble arder i obstinacion; pero sufre una
ToMo II, -
522 cARACAs I sANTA ré : 1819.
segunda derrota, mas vergonzosa todavia que la primera.
Lleno entonces de un rabioso despecho, manda que sus tro
pas penetren por los corrales de las casas de la plaza, en la
que se hallaban situados los realistas, ya mui disminuidos en
número por los primeros choques, i que hagan fuego sobre
ellos desde las ventanas.
Empeñados los realistas en llevar adelante su heroica re
solucion, se dirigen rápidamente sobre dichos corrales i ca
sas, dentro de las cuales se trava una tercera pelea: el fue
go se habia hecho general en dichos puntos, i hasta por los
tejados, que eran ocupados indistintamente por unos i otros;
la muerte volaba por todas partes; el mas desenfrenado fu
ror regia el brazo de los combatientes; los soldados de Bari
nas llegan por fin á colocarse en un gran corral cercado de
tapias, accesibles por dos portillos que su misma vetustez ha
bia formado; ya habia quedado reducido su número á poco
mas de Ioo hombres; habian sido muertos i heridos todos
los oficiales i sargentos; el mismo Duran tenia un brazo pa
sado por dos balazos; un cabo habia tomado el mando de
aquel puñado de héroes resueltos todos á imitar el ejemplo
de sus compañeros que se habian abierto las puertas de la
gloria; los heridos que tenian todavia alguna fuerza la em
pleaban en cargar las armas á los sanos; unos i otros se co
municaban el mas fiero valor.
Paez se habia empeñado en sacrificar centenares de víc
timas á su estúpida rabia: viendo ya puestos casi fuera de
combate á todos sus infantes, mandó echar pie á tierra á su
caballería i que atacase con sus lanzas: ya los mencionados
portillos estaban cubiertos de cadáveres, i no cedia por eso
la terrible obstinacion de los rebeldes; menudeaban los ata
ques por encima de las mismas tapias i en igual proporcion
los mortíferos golpes de los realistas, dirijidos con tal acierto,
que rendian sus feroces almas cuantos se atrevian á descubrir
el cuerpo. Eran ya las cuatro de la tarde sin que se hubiera
interrumpido aquel terco i desesperado combate: todos ha
bian agotado sus fuerzas; Paez habia perdido mas de 8oo
cARAcAs I sANTA FÉ: 1819. 525
hombres; los realistas estaban asimismo destruidos; tan solo
7o sobrevivian á aquella catástrofe, i aun entre ellos habia
muchos heridos.
Felizmente se retiró Paez á esta sazon, i abandonó el
campo cubierto de cadáveres, armas i caballos ensillados: de
estos últimos recogieron mas de 2oo los soldados de Barinas,
i colocándose en ellos se pusieron en marcha para Nutrias á
donde llegaron á la mañana siguiente. La vocinglera fama co
municó rápidamente por todos los ángulos de aquellos reinos
los ínclitos hechos de estos esforzados guerreros: los oficiales
que salieron con vida de tan sangrienta batalla recibieron dos
grados en el acto; el cabo, que habia mandado aquella fuer
za en el último periodo de la refriega, recibió iguales testi
monios de honor i aprecio; todos los soldados fueron premia
dos segun correspondia á tan brillantes esfuerzos; los públi
cos elogios i la admiracion que escitaron aquellos valientes
en todos los pueblos i en todas las clases del ejército fueron
la mas grata recompensa por tan estraordinario servicio, que
ocupará siempre un lugar de preferencia en los fastos de la
historia.
Amenazaba al mismo tiempo un nuevo peligro por las
costas de Cumaná. La última espedicion inglesa, compuesta
de 15oo hombres, víctimas de su misma credulidad i de las
intrigas del agente Venezolano en Londres don Luis Lopez
Mendez, habia llegado á la isla de la Margarita, en donde
reforzada con otros 4oo sediciosos del pais se habia embarca
do en el dia 12 de julio á bordo de 19 buques de cruz i de 5
flecheras. Dirigiendo su rumbo ácia el puerto de Barcelona,
fondeó el 14 por la noche en la playa de Pozuelos, i prin
cipió al dia siguiente el desembarco.
El comandante general de la provincia i gobernador de
la citada plaza de Barcelona, coronel don Juan San Just, hi
zo la resistencia que estaba al alcance de las débiles fuerzas
que mandaba; mas no pudo impedir que saltasen á tierra
12oo hombres, ni disputarles el campo. La situacion de los
realistas por esta parte era la mas apurada: aquellos espedi
52 . cARAcAs I sANTA rí: 1819.
cionarios debian operar en combinacion con las tropas de
JBermudez que se hallaban sobre el Llano en el pueblo de
San Diego, i que estaban esperando los avisos del desembar
co para ponerse en movimiento. -

La feliz casualidad de haber caido estos despachos en ma


nos de dicho comandante general San Just salvó aquella colum
na de su ruina, del mismo modo que toda la provincia i la
de Caracas, Conociendo el gefe realista lo grave del peligro,
desplegó la mayor energía i actividad en tan críticas cir
cunstancias: dirigir rápidas comunicaciones al comandante
Arana para que se replegase á Píritu ó Clarines con las tro
pas que guardaban la entrada del llano en el pueblo de San
Andres de Onoto; ordenar igual retirada á los comandantes de
los cantones del Potrero, Güere i San Mateo; prevenir á to
dos que él sostendria el paso de la quebrada de Josés para
que no quedasen interceptados los referidos movimientos, i
proveer al mismo tiempo á la defensa de la costa; todo fue
obra del momento: i aunque no pudieron contenerse por to
das partes los impulsos revolucionarios, no fue menor el mé
rito de sus acertadas disposiciones.
El morro de Barcelona se hallaba fortificado i defendido
por 18o realistas, resueltos á disputar con el mayor empeño
la entrada al enemigo, de la que no se dudaba: se presentó
éste con efecto en número de 7oo hombres, que eran los
únicos que habian quedado á bordo de los buques; i desem
barcando por cinco partes á la vez desde sus flecheras i lan
chas bajo la proteccion de las embarcaciones mayores, que
llegaron á apagar los fuegos de nuestra artillería, se travó
un choque tan obstinado i sangriento, que dejó descalabra
dos ambos partidos, si bien sucumbió el realista despues de
haber hecho prodigios de valor, i de haber perecido el co
mandante don Francisco Maya con la mayor parte de su
gente.
Reunidas en Píritu las fuerzas de toda la provincia con
vinieron los gefes en cruzar el rio de Clarines ó Unare, for
-tificar sus pasos i esperar los refuerzos que debian llegar de
cARAcAs I sANTA Fé: 18 9. 525
Caracas. Convinieron asimismo en hacer una tentativa sobre
la ciudad de Barcelona, dando por mas segura la sorpresa de
aquellos aventureros espedicionarios, antes que llegase á re
unirse con ellos el caudillo Bermudez. San Just quiso tomará
su cargo esta arriesgada empresa, cuyo buen resultado esta
ba apoyado al denodado espíritu de sus tropas, á su arrojo
personal i al exacto conocimiento que tenia del terreno.
Puesto en marcha con 4o hombres escogidos de caballe
ría, á los que hizo poner el plumero blanco, que era la di
visa usada por los disidentes, recorrió rápidamente las doce
leguas que lo separaban del referido punto de Barcelona, de
lante del cual se presentó al amanecer del 21, habiendo bur
lado la vigilancia de las guardias abanzadas. Los enemigos
tenian 8oo hombres acuartelados en la plaza de la iglesia: al
avistar San Just las centinelas que se hallaban á las bocas
calles se anunció como edecan del general Mariño, i entran
do en la citada plaza con su disfrazado carácter, supo por los
mismos oficiales cuanto convenia á sus intentos, i vió la des.
prevencion i confianza en la que se hallaban los soldados di
seminados i sin armas.
Creyendo ser este el momento mas oportuno para dar el
golpe proyectado, hizo las señas convenidas con su gente, i
descargando sus trabucos, enristrando las lanzas i arrojándo
se en medio de los grupos de aquellos aventureros, introdu
jo en ellos el mayor desorden i confusion: todos huyeron
despavoridos sin saber en donde hallar un abrigo contra este
puñado de valientes, que á manera de torrente furioso des
truian cuanto se les oponia á su frente; algunos que trata
ron de hacer una débil defensa en las calles fueron lanceados
i deshechos; varios oficiales, que se hallaban en sus aloja
mientos, eran acribillados á balazos apenas se asomaban á
las ventanas ó intentaban la salida; los titulados generales
Urdaneta i Valdés fueron perseguidos vivamente; pero saltan
do los corrales lograron ocultarse dentro de un callejon, en
el que permanecieron hasta que hubo sido evacuada la ciu
dad. Los insurgentes que se hallaban al otro lado del puente
526 cARAcAs I sANTA FÉ: 1819.
se pusieron en defensa sin atreverse á pasarlo: la corta par
tida de San Just recorrió la mayor parte de sus calles, de
jando tendida en ellas porcion de cadáveres ingleses, i por
todas partes las señales de la victoria.
Informado el comandante español por algunos vecinos lea
les de lo que convenia á sus fines, i comunicando á los mis
mos las noticias que le interesaba circulasen entre los ene
migos, emprendió su retirada, temeroso de que su detencion
pudiera dar lugar á que se reuniesen los dispersos, ó á que
llegasen las tropas que se esperaban del Llano, i le arrebata
sen de las manos un triunfo tan glorioso; i la verificó arro
llando las avanzadas que aun permanecian en sus puestos,
regresando cargado de trofeos á incorporarse con sus compa
ñeros. Pasado el aturdimiento creado por la intrepidez de
este puñado de esforzados realistas, se dedicaron los gefes
rebeldes á construir parapetos en todas las bocas calles, i á
tomar las mas vigorosas precauciones para evitar otra sorpresa.
Habiendo permanecido en este punto hasta fines del mes
sin que hubieran llegado las comunieaciones de Bermudez,
se reembarcaron en direccion de Cumaná, cuya plaza ata
caron con igual malogro en 3 de agosto despues de varios re
conocimientos: reunidas las fuerzas acantonadas en Cumana
coa al mando del coronel Domingo Montes, trataron de apo
derarse del Cerro i del reducto de Agua santa, que domina
dicha plaza; pero recibieron nuevo desaire en este segundo
ataque emprendido el dia 5, i conducido con tanta ceguedad
i arrojo, que quedó el foso cubierto de cadáveres. Volvieron
por tercera vez á la pelea con tropas frescas que habian re
cibido de refuerzo; mas esta furiosa obstinacion tan solo sir
vió para aumentar la gloria de los defensores, cuyos acerta
dos tiros de la artillería causaron horribles estragos en las fi
las rebeldes.
Llenos los espedicionarios de furor i despecho, pero des
engañados de lo infructuoso de sus esfuerzos, habiendo ya
quedado reducidos á solos 6oo hombres, i abandonados á sus
propios recursos, pues que la escuadrilla desapareció al dia
cARA CAs I sANTA FÉ: 1819. 527
siguiente, se pusieron en marcha por los penosos caminos de
Cumanacoa á Maturin, i desde este último punto á la Gua
yana, pereciendo de enfermedades i cansancio la mayor par
te de los que habian podido salvarse de la terrible espada de
los realistas. Este fue el desgraciado fin que tuvo aquella bri
llante espedicion, compuesta de soldados veteranos ingleses i
hanoverianos, ensobervecidos con los triunfos conseguidos en
las guerras de Europa, del mismo modo que su general In
glish, tan conocido en la península por haberse hallado en la
de la independencia sirviendo el empleo de comisario en el
ejército de Lord Wellington.
Si en alguna ocasion es permitido alegrarse de las desgra
cias agenas, ninguna lo autoriza tanto como la presente: pa
rece que debe enmudecer la voz de la compasion contra esa
porcion de corrompidos estrangeros, que concurrieron á re
forzar las hordas insurjentes, á aumentar los males de la
guerra civil i á dar el carácter de irreconciliable á la discor
dia suscitada entre los hijos de unos mismos padres i súbdi
tos de un mismo. Soberano. *

Criminal ha sido este atentado bajo cualquier aspecto que


se considere; pero sobradamente lo han espiado muriendo
todos al rigor de las lanzas ó del clima, i dejando con su trá
gico fin una terrible leccion de lo que pueden prometerse los
genios inquietos, díscolos i ambiciosos, que no pudiendo ave
nirse con las leyes, justas de sus respectivos paises, llevan
ocultas las teas incendiarias para abrasar con ellas otras na
ciones, que tienen la desgracia de creer mejorada su suerte
en el acto que intentan hacer su trasformacion política,
¡cuántos ejemplos nos ofrecen los anales del siglo presente
de la vanidad de esas sublimes teorias, i de los fatales resul
tados de su aplicacion!
Empero volvamos á tomar el hilo de nuestra historia.
Los realistas que se habian reunido en Píritu, pasaron al
otro lado del Unare en 24 de julio; i habiendo llegado en 26
á este punto cuatro compañias del regimiento de Navarra por
el camino de la costa, i el 3o el coronel Pereira comandan
528 cA RAcAs I sANTA Fé: S10.
te general de la segunda division con el segundo de Valencei,
emprendieron todas ellas un movimiento uniforme sobre el
Juncal á consecuencia de haberse recibido avisos de que Ber
mudez caminaba para Barcelona; pero nuestras tropas hu
bieron de prepararse para recibir á otro enemigo que no era
menos intrépido i osado: era este el caudillo Zarasa, quien
acercándose el dia 9 de agosto al referido punto del Juncal
fue cargado bizarramente por nuestras tropas en los callejo
nes del camino, i puesto en completa dispersion con pérdida
de todo el ganado que llevaba para la division de Bermudez.
Formando Pereira al amanecer del dia siguiente tres co
lumnas, procedió al ataque de Barcelona con paso firme i
asegurado: los enemigos se habian trasladado á la otra parte
del rio, habian cortado el puente iformado algunos parapetos,
las tropas del Rei se apoderaron con mui poca resistencia de
la citada ciudad; mas este era un triunfo insignificante
mientras que no se diese un golpe decisivo á Bermudez.
El rio se habia engrosado considerablemente, i era mui
dificil vadearlo: disponiendo el comandante general que una
de sus columnas se dirijiese á la boca de dicho rio, para que
amagando un ataque por aquel lado entretuviese al enemigo
i diese lugar á que las otras hallasen algun paso mas arriba,
en tanto que quedaba en Barcelona el capitan don Antonio
Vazquez con algunas fuerzas i con todos los enfermos i heri
dos, se dió principio á aquella importante operacion, que no tu
vo un feliz resultado á causa de la rapidez de dicha corriente.
Regresando pues todas las fuerzas á la poblacion, se es
taban formando los planes para salvar la cortadura del puen
te, cuando en la noche del 12 principiaron los enemigos con
el mayor sigilo su retirada en direccion de Cumaná por el
valle de Santa Fé. Emprendiendo las tropas realistas igual
movimiento al amanecer del dia siguiente, se dió caza á va
rias partidas de rezagados, por los cuales se supo la gran de
sercion que habia tenido aquella rebelde division. Cuando el
grueso de ella llegó á ser descubierto por los vencedores,
contaba escasamente con 5oo hombres, quienes sin hacer la
cARAcAs I sANTA Fé: 81 o. 529
menor resistencia huyeron en distintas direcciones, ocultán
dose los mas en los bosques inmediatos; i se completó aquel
cuadro de desorden i confusion al llegar al Protundo, de mo
do que al pasar Bermudez por las inmediaciones de Cumaná
habia quedado reducido al trist º acompañamiento de 1 1
hombres.
Deshecha enteramente esta nube de facciosos que habia
llegado á amenazar seriamente á la misma capital de Vene
zuela se retiraron nuestras tropas á San Andres de Onoto,
desde donde hicieron otro movimiento sobre los Llanos, des
trozando cuantas partidas hallaron en ellos, estendiendo sus
correrias hasta San Diego de Cabrutica é introduciendo el
terror hasta los últimos recintos de la Guayana. No teniende
ya enemigos que combatir, regresaron á sus acantonamien
tos de Omoto, i la segunda division á. Orituco.
Suspenderemos por ahora la relacion de los sucesos de
las provincias de Venezuela, i pasaremos á trazar los princi
pales hechos que ocurrieron ácia este mismo tiempo en el istmo
de Panamá. El aventurero Sir Gregor Mac Gregor, ese genio
volcanizado, cuya ambicion no se hallaba satisfecha sino en
medio de los horrores revolucionarios, habia formado en las
islas contiguas áCostafirme una espedicion bastante respeta
ble compuesta toda de veteranos ingleses cubiertos de laure
les ganados en las guerras contra las huestes imperiales de la
Francia, i se presentó con ella el dia 9 de abril delante de
Portobelo: habiendo desembarcado unos 5oo hombres se
apoderó de la plaza por abandono que hizo de ella su gober
nador sin la menor resistencia. El mariscal de campo don
Alejandro Hore, que despues de haber pasado los trabajos de
que se ha hecho mencion en los anteriores capítulos, habia
llegado á tomar el mando de dicho istmo de Panamá en fe
brero de 1816, reunió todas las fuerzas posibles, i se puso
en marcha para repeler aquella invasion despues de haber
reforzado el castillo.
Habiendo llegado en 29 del mismo abril á las inmedia
ciones de dicha plaza dividió su fuerza en dos columnas man
ToMo II. 67
5.5 o cARAc As I sANTA FÉ: 1819.
dada la primera por el segundo comandante del batallon de
Cataluña don José Santa Cruz, i la segunda por el primero
del mismo cuerpo don Isidro de Diego, con instrucciones de
dar un ataque simultáneo al amanecer del dia siguiente. San
ta Cruz fue quien rompió antes el fuego apoderándose de la
casa del gobierno i de las contiguas, situadas en el flanco
izquierdo de las baterías de San Gerónimo, dando muerte
en aquella al nombrado gobernador del Estado de Cartagena
Juan Elias Lopez Tagle, al secretario de Estado Vargas Vera,
i á algunos ayudantes de Mac-Gregor, cuyo gefe había evi
tado igual suerte arrojándose por una ventana, i huyendo
por una puerta escusada.
La columna de Diego entró al mismo tiempo en el pue
blo á paso de carga i con la celeridad del rayo. Se rehicieron
los rebeldes en la citada batería de San Gerónimo; pero fue
esta apagada dos veces por los acertados fuegos de los rea
listas. En esta situacion i estando ya preparadas ambas co
lumnas para dar el asalto, intimó Hore la rendicion á aque
llos revoltosos si querian evitar con una pronta sumision los
terribles trances de la guerra. Aquellos ilusos estrangeros, que
habian tenido la arrogancia de ofrecer á los realistas una ca
pitulacion honrosa si se retiraban, rindieron finalmente sus
armas, i su ejemplo fue seguido por los que defendian la
bateria de Santiago. Sus buques que habian ausiliado por to
dos los medios posibles las operaciones de su fantástico gene
ral, picaron cables, i favorecidos por una brisa fresca, se hi
cieron á la vela.
Pocas acciones nos recuerda la historia de resultados tan
brillantes como la presente: 4o2 prisioneros entre ellos 57
oficiales de todas graduaciones, 1 17 muertos, todos los equi
pajes de estos espedicionarios, sus monturas, papeles, hasta
los despachos de Mac-Gregor, su armamento i roo piezas
de artillería que tenia la plaza, la que se halló mejor abas
tecida todavia de pertrechos de guerra que cuando fue aban
donada, coronaron los denodados esfuerzos de las tropas del
Rei. Solo el gefe principal con 6 oficiales pudo sustraerse con
cARAcAs I sANTA Fé: 1819. 55 l
la fuga á la dura suerte que sufrieron aquellos miserables
aVenturerOS,
A los pocos dias de esta importante batalla, i cuando ya
el general Hore se habia retirado á Panamá con la mayor
parte de sus tropas i con todos los prisioneros, dejando el
mando de Portobelo al teniente coronel don José Santa Cruz,
adquirió esta guarnicion nuevos triunfos contra una goleta
inglesa que traia de Jamaica un refuerzo de 35 hombres en
ausilio de Mac Gregor, á quien se creia dueño de aquella
plaza. Habiéndose adelantado un bote para entregar algunos
pliegos al referido Mac-Gregor, dispuso Santa Cruz que se
embarcasen 3o soldados de Cataluña i de Pardos en la go
leta portobeleña, i que se hicieran inmediatamente á la vela
para abordar á la enemiga.
Pasada la punta de Todofierro se encontraron ambos bu
ques á mui corta distancia; los soldados españoles recibieron
con impavidez las primeras descargas de los ingleses, i atra
cándose ambas embarcaciones saltaron aquellos con incompa
rable celeridad i valentía á la cubierta de la contraria en
donde decidieron mui pronto la accion á bayonetazos. Un
gefe, 2 oficiales subalternos, 2 o soldados muertos i 62 pri
sioneros fueron el fruto precioso de este arrojado golpe, com
prado por los realistas con el débil quebranto de 12 heridos,
aunque 2 de ellos lo fueron mortalmente.
No bien escarmentado todavia el terco MacGregor de
sus tentativas revolucionarias, reunió en Jamaica otra porcion
de despechados aventureros, é hizo un nuevo desembarco
en el Rio Hacha á principios de junio. Alarmada la fiel ciu
dad de Santa Marta por este acontecimiento, envió al mo
mento tropas á aquel punto, las que reunidas con las del
valle de Upar destrozaron nuevamente al citado caudillo, quien
logró tambien salvarse esta vez en sus buques abandonando
casi todos sus oficiales, que fueron presos i fusilados en el
citado valle de Upar. Fueron asimismo presa de los vencedores
una porcion de mugeres de la misma nacion , las que halla
ron en Santa Marta la mas benigna acogida, i desde aquel
552 cARAcAs I sANTA Fé: 1819.
puerto fueron reembarcadas para el lugar de su procedencia.
Las tropas de Morillo, segun se ha dicho anteriormente,
se habian situado sobre sus antiguas posiciones, desde las que
estendian su irresistible influjo por todas las provincias de
Venezuela. El estado de los negocios se presentaba del modo
mas lisonjero para las armas del Rei; la opinion pública ha
bia hecho considerables progresos á su favor: los insurjentes
habian perdido el nervio de sus fuerzas, i habian caido en
el mayor descrédito; Paez vagaba por sus ocultas guaridas
sin atreverse á dar la cara á los realistas, el ejército de Boli
var reducido á unos 6oo hombres desde la accion del Trapi
che de la Gamarra habia perdido hasta la mas remota espe
ranza de emprender operacion alguna sobre su pais, i no
hallaba un punto seguro contra las orgullosas é invencibles
tropas españolas.
En tal estado de penosa ansiedad concibió un atrevido
proyecto i se lanzó á él contra todas las probabilidades de un
buen resultado. Fue este el de invadir el reino de Santa Fé,
confiando en que el descontento de aquellos pueblos por el
torpe manejo de su administracion le abriria las puertas, i le
allanaria todos los obstáculos que pudieran ofrecerle las mui
superiores fuerzas que guarnecian dicho reino.
Una de las principales razones que habian fomentado di
cho descontento habia sido la supresion de la moneda, llama
da Montalvina por haber sido creada por este virei, sin que
se hubieran hallado prontamente los medios de reemplazarla
con otra. Se aumentó éste asimismo con algunas vejaciones
ejercidas sobre las provincias, i con la contribucion de 13 p. 3
que se impuso sobre toda la propiedad territorial para llenar
dicho objeto, habiéndose tomado tan desarregladamente esta
medida, que debia producir cerca de tres millones de duros
cuando la cancelacion ascendia escasamente á 7co3. Recogi
da pues dicha clase de moneda, que era la corriente en el pais,
se paralizó completamente la circulacion numeraria, i se es
perimentaron los mas funestos efectos.
Era por lo tanto el momento mas propicio para que el
cARAcAs I sANTA FÉ: 1819. 555
caudillo caraqueño sacase las ventajas propias de aquella
crítica situacion; pero jamás se creyó que una fuerza tan cor
ta, compuesta de soldados desmoralizados por sus repetidos
contrastes pudiese lograr un triunfo tan absoluto. Bolivar se
habia reforzado con algunas tropas que mandaban los caudi
llos Donato Perez i Santander, i asimismo con otras partidas
sueltas, con las que se iba internando en el referido reino de
Santa Fé. La tercera division del ejército realista, que se ha
llaba mas avanzada para recibir á este osado enemigo que se
iba aproximando por la parte de Sogamoso, habia sido pues
ta á las órdenes del teniente coronel don José Barreiro, en
viado seis meses antes por Morillo en ausilio del virei, á
quien suponia escaso de oficiales facultativos que poseyesen
talentos tan brillantes como este jóven oficial de artillería.
Si bien el objeto del general Morillo era el mas sano, no
dejó de chocar á varios gefes de superior graduacion el verse
pospuestos al referido Barreiro; i de aqui nació un disgusto
que no era el mas á propósito para sostener el lustre de la mi
licia. Barreiro por otra parte, aunque lleno de conocimientos
científicos, desconocia el manejo i direccion de los cuerpcs
de infantería i caballería, i no podia dar á estas armas com
binadas el movimiento de armonía que suele ser efecto de la
costumbre de mandarlas. Sin haber tenido hasta entonces otro
mando que el de una compañía ligera de artillería, era natu
ral que se viera embarazado en la direccion de unas de 39
hombres que se le habian confiado. Como el coronel don Se
bastian de la Calzada tenia mas acreditada su opinion militar,
i una práctica mayor en aquella clase de guerra, fue enviado
por el virei desde la capital, apenas hubo llegado á eila, á to
mar el mando de dicha division, apoyando decorosamente la
conveniencia de aquella medida en lo quebrantado de la salud
de Barreiro; pero alegando éste que su nombramiento procedia
del general en gefe, no quiso reconocer á Calzada; ital vez
á esta mal entendida presuncion é inconsiderado celo se debió
la ruina del pais.
Picado ya el amor propio de Barreiro, i deseando desmen
554 eARAcAs I sANTA pé: 1819.
tir todo equivocado concepto con un doble despliegue de bi
zarría i esfuerzo, salió á buscar al sedicioso Bolivar en la
mañana del 1o de julio con 9oo infantes i 18o caballos. Al
llegar al alto del puente de Gámeza, ocupado de antemano
por dos compañías de su division, dió un corto descanso á su
tropa i continuó mui pronto su marcha llevando de vanguar
dia al segundo batallon de Numancia. Se dirijia éste sobre el
pueblo que se halla á la otra parte de dicho puente, cuando
estando ya á sus inmediaciones vió asomar una columna ene
miga por el alto del páramo á cuya falda está situado dicho
pueblo, i en seguida otras por varios puntos, cuyo número
graduó de cerca de 29 infantes i 15o caballos.
Reconociéndose Barreiro mui inferior en fuerza numé
rica á sus contrarios, dió orden para que volviese á cruzar el
rio el batallon de Numancia, mandado por el coronel don
Juan Tolrá, cuyo movimiento hizo creer á los contrarios
que nuestras tropas huian del combate, i aumentó en igual
proporcion su osadía para arrojarse sobre ellas. El referido
cuerpo verificó su retirada con el mayor orden, i se formó
en batalla á la otra parte del puente, quedando confiada la
defensa de éste á una compañía de cazadores que se hizo
acreedora á los mayores elogios por su serenidad i firmeza.
Formados los disidentes en el pueblo de que se ha hecho
mencion, se dirijieron con todas sus fuerzas sobre el puente i
el rio, cuyos obstáculos superaron en el primer ardor de la
pelea; pero cargados nuevamente por Numancia i por los gra
naderos del primero del Rei perdieron aquellas efímeras ven
tajas, i regresaron á sus primeras posiciones, dejándose una
porcion de cadáveres en aquellas riberas.
Mas tardó mui poco en encenderse un nuevo comba
te; el enemigo redobló su furor, creció asimismo el ardor de
los realistas; ambas partes pelearon con obstinacion; despues
de cinco horas de fuego abandonaron los rebeldes el campo de
batalla en el que se hallaron tendidos mas de Ioo muertos,
otros tantos fusiles, varios prisioneros i dispersos.
Engreido Barreiro con esta victoria regresó á Molinos de
CARACAs I s ANTA FÉ: 8 1 0. 555
Topaga, en cuyo punto tenia situado el cuartel general: ya
se figuraba que los caudillos Bolivar, Santander, Ansuate
gui, Soublette, Donato Perez i otros, á todos los que habia
tenido la gloria de batir en el puente de Gámeza, no se atre
verian á esponer sus armas á otro nuevo desaire delante de
unas tropas que acababan de dar pruebas tan luminosas de
su bizarría i decision; mas no conocia el terco carácter de
aquellos sediciosos, cuyo furor adquiria nuevos grados en ra
zon directa de sus derrotas. Asi fue, que ya el dia 25 de ju
lio se presentaron algunas de sus guerrillas sobre el pantano
de Vargas, desde donde empezaron á tirotear á los realistas.
Acudieron fuerzas de una i otra parte, i mui pronto se hizo
la accion general. En su primer periodo se habia fijado la
victoria al lado de los fieles: ya una gran parte de las tropas
de Bolivar habia sido puesta en fuga por la caballería de
aquellos, i no se dudaba de su esterminio cuando al cruzar
por un angosto desfiladero de terreno mui fragoso, fue ata
cada improvisamente por otro cuerpo enemigo de la misma
arma, i arrollada á su vez tan completamente", que corrien
do este en su persecucion, llegó á mezclarse con la infan
teria de Barreiro. La alegría de los realistas por su creido
triunfo se convirtió mui pronto en sobresalto i dolor; pero
la compañía de granaderos del segundo batallon de Numan
cia, haciendo un bizarro despliegue de su impavidez i firme
za, contuvo los progresos del vencedor, habiéndose debido
á sus esfuerzos i al feliz incidente de un fuerte aguacero
que sobrevino en aquel momento la salvacion del ejército
realista. -

No bien se habia rehecho éste de tan inesperado contras


te cuando aparecieron las tropas insurjentes en el pueblo de
Boyacá sobre escelentes posiciones. El objeto de Bolivar ma
niobrando sobre las de Barreiro era el de atraerlas á una ca
ñada, en la que tenia colocada su infantería por ambos lados.
El fogoso gefe realista cae en la red que le habia tendi
do el astuto insurjente: fingiendo una desordenada fuga las
tropas que se habian presentado por el frente, se dirijen las
536 CARACAs T sANTA Fé: 1819.
de Barreiro en su persecucion dando por segura la victoria:
esto es lo que deseaba el sedicioso Bolivar; descargan sus sol
dados sobre las masas de los realistas, causan en ellas horri
bles estragos, se desconciertan, se desordenan i se dispersan;
la caballería, que podia haber restablecido el orden conser
vando su formacion, se entrega asimismo á la fuga: todo es
confusion i espanto, nadie piensa sino en su propia conserva
cion; los enemigos se aprovechan de esta favorable coyuntu
ra, i se arrojan sobre los prófugos con la mayor furia; na
die resiste á sus victoriosas espadas.
En un momento quedó el campo cubierto de cadáveres,
armas, municiones i pertrechos guerreros; todo cayó en po
der de los rebeldes; el mismo Barreiro con 39 oficiales ilus
traron el triunfo del vencedor, quien manchó sin embargº
todo el mérito de la victoria, haciendo fusilar dos meses
despues á estos malogrados guerreros en la plaza de Santa
Fé, al sonido de dos orquestas, con cuyo aparato hizo un
doble insulto á sus personas, i un horrible desacato á la
humanidad.
Apenas tuvo el virei las primeras noticias de esta funes
ta jornada, que fue en el dia 9 de agosto, quedó de tal mo
do conmovido su espíritu, que ya no acertó á tomar provi
dencia alguna para contener los progresos del victorioso ene
migo: todas sus anteriores bravatas quedaron convertidas en
estupor; se enervó su antiguo valor, i ya solo pensó en sal
varse con la fuga de aquel peligro. Asi pues, emprendió su
retirada para Cartagena en la mañana siguiente, abandonan
do los archivos, las oficinas públicas, sobre 6oo3 pesos de la
moneda Montalvina i otros 2oo3 en oro.
En medio de aquel desgobierno i aturdimiento general se
retiró Calzada por el camino de Quito con 4oo hombres del
regimiento de voluntarios de Aragon mandados por don Ba
silio García; i el citado Sámano, los ministros de la audien
cia, otros empleados i vecinos fieles se dirijieron ácia Honda,
muchos á pie, la mayor parte sin ninguna clase de equipa
ge, i presentando todos un horrible cuadro de desolacion en
CARAcAs I sANTA rÉ: 1810. 557
aquella larga correría de mas de 3oo leguas que hai hasta la
plaza de Cartagena. -

Sino hubiera sido tan grande el desaliento de las autori


dades de Santa Fé, habrian podido reunir fuerzas suficientes
para defender aquella capital. Los 4oo hombres de que se ha
hecho mencion, los que llevó Sámano consigo, otras varias
partidas sueltas, el gran número de empleados, los muchos
vecinos comprometidos por la causa del Rei, los dispersos
que iban llegando á todas horas de la batalla de Boyacá, i
finalmente la accion del gobierno, que tanto supone en toda
crisis, i los abundantes medios que éste tenia á su disposicion
en aquel momento para dar vigor á sus operaciones, ofre
cian todas las seguridades de contener al osado enemigo, i
aun de hacerle perder con nuevos golpes el mérito de sus pri
meros triunfos; mas nada se hizo que no llevase marcado el
terror, la desconfianza i el desacierto.
Todavía se presentó en Honda al virei Sámano una favo
rable ocasion de salvar sus errores: este punto era sumamen
te ventajoso para reunir sus diseminadas fuerzas i para impo
mer á los rebeldes: podia contar con 2oo hombres que ha:
bian llegado en su compañía entre infantería, guardia de ca
ballería, alabarderos i algunos dispersos; en el pueblo de Mo
rales se hallaba ya una compañía de Valencia que se iba
aproximando á la citada villa de Honda; á los ocho dias de
haber abandonado Sámano este punto llegaron al Guara
mó 266 hombres con Loño i Diaz, recogidos del campo de
batalla: reuniendo á este número los 13o que estaban de
guarnicion en Antíoquia, podia haber formado en poco tiempo
una brillante division de 8oo hombres, mas que suficientes
para defender el citado punto de Honda, para imponer to
davía algun respeto á aquellas provincias i para impedir que
se hubieran declarado por los invasores. se º a

Si se hubieran tomado estas medidas, i si se hubiera he


cho retroceder áCalzada á incorporarse con estas tropas, se
habria podido formar un punto inatacable de reunion para
otra porcion de prófugos i dispersos, que viéndose abando
ToMo II. 68
538 cARACAs y sANTA Fé: 181 o.
nados por los realistas hubieron de tomar partido con los re
beldes. Las tropas de Cartagena i Santa Marta apoyadas
por este centro no hubieran tenido los descalabros que sufrie
ron cuando intentaron algunos meses despues, hacer una es
pedicion sobre el Magdalena. Todo pues habria cambiado de
semblante con menos precipitacion de parte del virei i con
mayor firmeza.
Los refuerzos que habian sido destacados desde Venezue
la, como lo verificó el general Latorre poniéndose en mar
cha á los primeros avisos, si bien hubo de pararse en Baila
dores al verse solo i con pocas fuerzas, la concurrencia de
otros varios sugetos adictos al partido del Rei que hubieron
de sofocar sus leales sentimientos al observar la ninguna pro
babilidad de un buen resultado: tantos i tan poderosos ele
mentos con los que se podia contar para restablecer pronta
mente la autoridad real; todos fueron instrumentos inútiles
en manos de un gefe. en quien el peso, de los años isus peno
sas enfermedades habian embotado, su primitiva energía.
Lejos de nosotros, el manchar la memoria de este ilustre
guerrero, que tantos servicios habia prestado, á la Monarquía:
esa funesta. fatalidad... que presidió á sus últimas operaciones
probará á lo, mas que debia, haber sido relevado de un man
do, cuyo buen desempeño se habia ya hecho superior á sus
débiles fuerzas; pero de ningun modo, rebajará la pureza de
sus intenciones ni la vehemencia de su fidelidad. El coronel
don Cárlos Tolrá, que mandaba la provincia de Antíoquia
recibió órdenes del virei en su fuga para, que á todo trance
se conservase en ella; pero como solo podia contar con 3o
hombres, pues que los demas habian sido cortados por la su
blevacion de los pueblos, no le fue posible impedir la pérdi
da de esta provincia, la que arrastró asimismo, la de los mu
chos caudales que en sí encerraba, i la interceptacion de las co
municaciones con Popayán. Por un conjunto de circunstan
cias á cual mas desgraciadas se perdieron en un momento las
provincias de Tunja, del Socorro, Pamplona Mariquita, Nei
va, Velez, una gran parte de la de Popayan, toda la de Cho
c \RACAs I sANTA Fé: 1819. 559
có, i Antoquia, habiendo quedado reducido el dominio del
Rei á las de Cartagena, Santa Marta, Rio Hacha, el istmo
de Panamá i la presidencia de Quito.
En el entretanto verificaba rápidamente su viage para
Cartagena el virei Sámano, sin que la distancia del teatro de
la guerra hubiera tranquilizado su agitado espíritu: se halla
ba de gobernador de aquella plaza el brigadier don Gabriel
Torres i Velasco, demasiado ambicioso de gloria para que
viese con agrado la presencia de un gefe superior, á quien
debia prestar el debido acatamiento. Se hallaban todavia pen
dientes algunas desavenencias suscitadas entre ambos, cuyos
encontrados elementos no podian ser favorables de modo al
guno á la causa pública.
Ambos sin embargo se pusieron de acuerdo para dirigir
algunas tropas por el Magdalena en busca de los enemigos;
pero con tanta inoportunidad que tuvieron todas un fatal re
sultado. El coronel don Francisco Warleta fue destinado con
una division á la reconquista de Antioquia: el plan de ata
que trazado por el virei prescribia la formacion de tres co
lumnas, que deberian concurrir simultáneamente á la opera
cion; la primera, compuesta de 1 o bongos de guerra i de 17o
infantes, debia arrollar cuantos enemigos encontrase en las
aguas del alto Magdalena, situarse en Are i llamar la aten
cion del enemigo por aquella parte; la segunda que consistia
en 8o hombres i en algunas barcas armadas debia amagar un
ataque por el Chocó; i la tercera, formada de 156 cazadores
de Leon, 5o del 19i 2? batallon del Rei, 74 de cazadores de
Valencia, 2 o de Aragoni 5o hombres de la compañia de fieles
eacereños i voluntarios de Zaragoza, bajo el mando inmedia
to del referido Warleta i llevando por segundo al teniente
coronel don Esteban Diaz debia dirigirse á Zaragoza, como
lo verificó poniéndose en marcha en 16 de diciembre despues
de haber dado movimiento á las otras columnas.
Suspenderemos la relacion de estos sucesos hasta el in
mediato capítulo, terminando el presente con dar una breve
idea de lo ocurrido en el reino de Quito.
54 o cARAc As I sANTA ré: 1819. -

Se habia éste mantenido en la mas perfecta calma aun


despues de haber salido de él á mediados de este año el pre
sidente Ramirez para tomar nuevamente el mando del ejér
cito del Alto Perú. El mariscal de campo don Melchor Ai
merich, que habia quedado de capitan general interino de
aquellas provincias, habia procurado imitar la conducta de
sus antecesores sin hacer la menor alteracion en la marcha de
los negocios: éstos pues se presentaban del mode mas lison
jero, i no se dudaba de que fuera duradero el brillante esta
do de la opinion. Los habitantes de Pasto i de Patia tenian
demasiado acreditada su fidelidad al señor don Fernando VII
para que dejasen de prestar nuevos sacrificios si se exigian de
ellos con tan noble objeto. En la provincia de Popayán se
habian arraigado asimismo los mas puros sentimientos de rea
lismo i de aversion á las doctrinas de lbs revolucionarios á
beneficio de las elocuentes alocueiones, enérgicas pastorales,
i acendrado celo de su digno obispo don Salvador Jimenezº
de Padilla. -

Esta era la situacion política del reino de Quito cuando


llegaron las noticias de los desastres sufridos por las tropas
del Rei en la batalla de Boyacá, i-de-la ocupacion de Santa
Fépor los rebeldes. Fue grande el terror i alarma que produ
geron al principio estos desgraciados sucesos; pero la pronta
aparicion del coronel Calzada en la citada provincia de Po
payán con una parte de las tropas que guarnecian la capital,
con la caballería que se habia salvado de la batalla al man
do de su teniente coronel don Victor Sierra, i con otros dis
persos con los que habia formado una columna de 6 á8oo
hombres, disipó todo recelo de parte de los quiteños; i las no
ticias del brillante estado del ejército de Morillo, con cuyo
apoyo se esperaba que seria mui pronto restablecido el do
nrinio del Rei en todo el vireinato de Nueva Granada, tran
quilizaron completamente sus ánimos.
Contribuyó asimismo á conservar el buen espíritu entre
aquellos pueblos de la frontera la energía desplegada por el
referido obispo i las órdenes comunicadas á todos sus curas
cARAcAs I sANTA FÉ: 1819. 54
para que se prestasen con el mayor esmero en óbsequio de
las tropas de Calzada, i para que sofocasen con su poderoso
influjo todo movimiento contrario á la justa causa, que for
maba el principal objeto de sus ansias. Dicha columna de
Calzada se vió bien pronto reforzada por tropas que concur
rian de todas partes con la mas fina voluntad á sostener el
edificio monárquico, i se halló en actitud de resistir con
ventaja cualquiera invasion que proyectase el orgulloso
Bolivar.
Empero se hallaba la atencion de éste demasiado ocupa
da en establecer su nuevo dominio en las provincias de San
ta Fé, en perseguirá los prófugos que se dirigian ácia Car
tajena, imas particularmente en prepararse á recibir las tro
pas dirigidas por el general Morillo. Por temor á éstas no se
movió el de Tunja, considerando aquel punto como el mas á
propósito para retirarse á los Llanos de Casanare en caso de
que la fortuna le negase la continuacion de sus dones; mas
las fuerzas de Latorre no eran suficientes por su número para
acometer aquella empresa, i no se atrevieron por lo tanto á
pasar de Cúcuta.
Asi concluyó el presente año sin que las tropas del Rei
hubieran podido adelantar sus operaciones contra el victorio
sb Bolivar, quien quedó pacíficamente posesionado del citado
reino. El de Quito continuó en perfecta sumision á las auto
ridades realistas: solo en la provincia de Cuenca, mandada
en aquella época por el teniente coronel don Antonio Diaz
de Cruzado, hubo algun movimiento subversivo, i se llegó á
proclamar la independencia despues de haber arrollado la
corta fuerza de 5o hombres que se hallaba de guarnicion;
pero mui pronto se restableció el orden con los oportunos
ausilios que dirigió el general Aimerich.
-
542 -

VvVVVVVVVVVVMWMVMMAAAVVV.AAVAVVAWAVVA M

CAPITULO XXXI.

M ÉJ ICO: 1819.
-98999

Reflexiones sobre el carácter de la revolucion. Reconcentra


cion de ésta en las provincias de Vera-Cruz, Guanajuato,
Querétaro i Acapulco. Parias acciones parciales sostenidas
con gloria por los realistas. Prision del feroz Andres Del
gado, alias el Giro. Sumision de los indias Moquinos i
destruccion de los Nabajoes. Toma del fuerte de San Gas
par en el cerro de la Goleta. Aprehension de Borja i del
licenciado Ayala. Presentacion al indulto de un gran nú
mero de facciosos. Estado próspero de los negocios. Fbr
macion de cuerpos de dichos realistas, ó sea milicias ur
banas. Arreglo de nuevos pueblos para los indultados. In
portantes servicios del ministro plenipoteneiario de S. M.
en los Estados Unidos don Luis de Onis para sofocar la
insurreccion de América. Tratado de límites celebrado
por este diplomático con dicha república.
º

Parece increible que un fuego tantas veces apagado hu


biera de renacer de sus mismas cenizas. Lo ocurrido en la
revolucion americana se nos presenta como una de las prue
bas mas evidentes de lo peligroso que es poner en accion á
la muchedumbre insensata, i de las dificultades que encuen
tran los gobiernos para volver al imperio de las leyes á las
masas desordenadas cuando les han sido aflojados los resortes
que las contenian. Debieron servir estos tristes sucesos de
amarga leccion no solo á los gobiernos sino á los mismos par
tidos, cuya suerte final es la de correr unos en pos de otros
ácia su esterminio, i la de recibir el impulso que les dan
Méjico: 1819. 543
alternativamente los hombres mas despreciables, que sin mas
títulos que los de un furioso arrojo ó los de una alma mas
encruelecida en el vicio llegan á entronizar como autoridad
el resultado de su violencia º
Varias veces se habia creido realizada la absoluta pacifi
cacion del reino de Méjico; pero la costumbre de vestirse el
pobre con los despojos del rico, el estremecimiento universal
que habia causado la sangrienta lucha de tantos años en un
pais que siempre se habia distinguido por su docilidad i man
sedumbre, i la facilidad con que habian aprendido las clases
mas abyectas i despechadas á hacer la rápida transicion de
criado á señor; todos estos elementos de desarreglo i desor
den social hacian que mui pronto hallase partidarios cual
quier genio atrevido que tomase la divisa de cabecilla rebelde.
Por estos principios resucitó mui pronto el espíritu sedi
cioso en las provincias de Vera-Cruz, Querétaro, Guanajuato
i. Acapulco. Siendo la primera de las mencionadas la que
presentaba caractéres mas sérios i alarmantes se dirigió el
virei al general Liñan como el mas acreditado para impor
tantes empresas, á fin de que llevara á cabo esta última.
Aunque su destino de subinspector le daba suficiente ocupa
cion para: ejercitar sus talentos, fue preciso sin embargo ac
ceder á los deseos de la autoridad principal, i ponerse en ca
mino para el citado punto de Vera-Cruz, al que habia lle
gado ya á, fines del año anterior,
Las eficaces medidas que tomó el referido general Liñan
para destruir la insurreccion, produjeron los mas felices re
sultados: las varias columnas que dirigió por distintos rum
bos adquirieron los mas gloriosos títulos de aprecio i de re
comendacion. La que mandaba el capitan don Antonio Lo
pea Santana ganó ya en el mes de enero con su dulce com
portamiento, los corazones de los cabecillas Manuel Salvador,
Felix Gonzalezi, Mariano Cenobio, que con 23o hombres
montados i armados se acogieron al real indulto. El teniente
coronel don José Alvar Gonzalez, dependiente de la colum
na del marques de Vivanco, que operaba bajo las órdenes
54 MéJIco: 181 0.
del citado Liñan obtuvo asimismo, felices resultados en sus
correrias por el paso Naranjo, barranca de Palmas, paso del
Macho, Mafra, San Gerónimo i San Antonio Huatusco, du
rante las cuales recogió 65 armas, de fuego i mas de 6oo
indultados, - , -

No eran menores los progresos que hacian las armas rea


listas en las demas direcciones. El capitan don Sixto de Man
so con parte de la columna del teniente coronel don Juan
Isidro Marron, dependiente del coronel comandante general
del rumbo del Sur don José Gabriel de Armijo, alcanzó en
las cercanias de Curzamala la gavilla de Pedro Asensio, á la
que puso en completa dispersion causándole la pérdida de
2 o facciosos que quedaron tendidos en el campo, i de mayor
número de prisioneros, entre ellos los cabecillas Gomez i
Trujillo, i apoderándose de varios caballos, armas, acémilas
imuniciones. -

Por la parte de Querétaro se distinguió asimismo el te


niente coronel don Manuel Francisco Casanova atacando con
1po soldados de caballería i 1 15 de infantería á la numero
sa gavilla de Borja, compuesta de mas de 6oo caballos que
fueron derrotados completamente en las inmediaciones de la
lhacienda de Ixtla. En la misma provincia i en el punto lla
mado Casasviejas ganó á los pocos dias una accion importan
te el teniente coronel don Epitacio Sanchez sobre el cabeci
lla Mateo Hernandez, á quien hizo prisionero con 7 mas de
su cuadrilla, despues de haber dado muerte á otros 9, i de
haberse apoderado de varios caballos i armas. "i"
El capitan don Antonio Casariego, dependiente de la co
lumna del ya citado marques de Vivanco deshizo en Pueblo
viejo, poco distante de San Juan Coscomatepec, las gavillas
de José, María Escobar, Cleto, Casas isotros, causándoles
bastante pérdida, de la que fue su inmediato resultado la
presentacion de varios facciosos al indulto.
Como hechos de armas correspondientes al mes de marzo
debe hacerse particular mencion del que sostuvieron las tro"
pas de don Miguel Torres comandante del Real de Temascal
MÉJco: 18 o. 545
tepec en el parage llamado puerto del Capulin contra 3oo in
surjentes, que fueron batidos completamente con pérdida de
3o muertos, entre los que se contó el cabecilla principal José
María Reinoso, su segundo José Jaimes, alias el Cuervo, i
la de un número mayor de heridos. El capitan don Sixtó
Manso aumentó el catálogo de sus brillantes servicios persi
guiendo á los rebeldes por los pueblos de San Gerónimo,
Porochuco, Santiago, Huetamo, Santa Cruz i otros puntos
de Tierra caliente.
El teniente coronel don Vicente Lara, correspondiente á
la seccion de Valladolid, emprendió una importante espedi
cion con 15o hombres contra los rebeldes Huerta i Buenros
tro, que se habian dirijido ácia dicha provincia; i aunque
estos facciosos contramarcharon en varias direcciones para
burlar los ataques de los realistas, fueron alcanzados sin em
bargo en Cuenco, en donde fue sorprendido un capitan de
la escolta del citado Huerta con 15 hombres, i sucesivamen
te cerca del pueblo de Huaniqueo, obteniendo por resultado
de tan viva persecucion el desaliento de aquellos rebeldes, la Aºs
muerte de algunos, la presentacion de otros al indulto, la
aprehension de 6o, cuarenta i seis de los cuales fueron pasa
dos por las armas, la dispersion de todos los demas, i la toma
de varias armas de chispa i corte, caballos, mulas i equipajes.
El teniente coronel don Miguel Francisco Barragan, i el
capitan don Joaquin José de la Sota, completaron la derrota
de los facciosos por este mismo rumbo, i apresaron la maes
tranza i cuantos enseres habia reunido el cabecilla Bedoya en
el fuerte de las Animas. El coronel don Antonio Bustamante,
en combinacion con el teniente coronel don Eusebio Moreno,
obtuvo iguales triunfos por la jurisdicion de Pénjamo, hacien
do prisionero al brigadier insurjente Antonio Ramirez, i dan
do muerte á 13 individuos de aquella partida con otros mu
chos que fueron aprehendidos con varias armas i caballos.
Se hallaban en el mes de mayo acantonadas en el
pueblo de San Felipe, al N. de Guanajuato, cuatro com
pañías del regimiento de Zamora, cuando se presentaron al
ToMo II. 69
546 MÉJICo: 1819.
amanecer del dia 2o ocho hombres á caballo penetrando hasta
la misma plaza, i disparando un pistoletazo al centinela que
guardaba el recinto de la iglesia, en la que estaba acuartela
da dicha fuerza que llegaba escasamente á 28o infantes i 2o
caballos.
Su comandante don Gregorio Arana mandó salir en per
secucion de aquellos osados sediciosos á la cuarta compa
ñía, compuesta solo de 64 plazas. No se descubria viviente
alguno en todo aquel llano de seis leguas que rodea al citado
pueblo, ni mas tropiezo que las ruinas de unas grandes tro
ges á tiro de cañon de las últimas casas sobre el costado de
recho, detrás de las cuales habia un pequeño arroyo de bas
tante profundidad para ocultar alguna gente. El astuto i ani
moso oficial de dicha fuerza don Francisco Sanz conoció mui
pronto que detrás de aquellas ruinas habia alguna emboscada,
no siendo presumible que solos 8 hombres se atrevieson á ha
cer necios ensayos de su valentía al rededor de los realistas.
Caminando con esta precaucion, preparó sus tropas con
una enérgica arenga, i dispuso que uno de sus oficiales con so
los 15 hombres se moviese en aparente persecucion de los ci
tados 8 caballos, disparando algunos tiros i haciendo una pe
queña correría de solos veinte pasos con órdenes terminantes
de volver en seguida á su puesto. Apenas se habia principia
do este movimiento cuando el cabecilla principal que se ha
llaba al frente, hizo las señales convenidas para que saliese
su tropa de la emboscada i acometiese al gran galope á este
puñado de héroes. La fuerza enemiga se componia de 14oo
hombres; mas no por eso perdió Sanz su impavidez i firme
za: formando los 64 soldados un impenetrable muro de
bronce, mandó romper el fuego á quemaropa de los re
beldes, i mui pronto mordieron el polvo 8o de estos chamus
cadas sus caras i vestidos.
Titubea aquella chusma al ver la firmeza de los españo
les i el horrible estrago que hacian sus balas; se desconcier
ta i se entrega por fin á una retirada llena de desorden y
confusion; siguen los realistas dirijiendo sus tiros con acier
MÉIIco: 1819. 547
to, reunen lo restante de la tropa que habia quedado en
el pueblo i van en persecucion de los dispersos, causándoles
nuevos quebrantos. Pocos ejemplos nos presenta la historia de
tanta decision i serenidad; el nombre de Sanz no podrá me
nos de ser recordado con admiracion por los que sepan apre
ciar el verdadero mérito, los demas oficiales i tropa que for
maban su pequeña columna adquirieron un derecho indis
putable á la gloria, i ocuparán siempre un lugar distin
guido entre los valientes; los demas individuos de la divi
sion se hicieron asimismo acreedores á los mayores elogios.
El capitan don Antonio Castañeda i el teniente don Ma
riano Salas, ambos del batallon provincial del Sur, corres
pondiente á la division del coronel Armijo, sostuvieron dos
acciones brillantes, el primero en 25 de abril en la hacienda
de Tetitlan contra los rebeldes Montes de Oca i Mongoi,
quienes perdieron cerca de 8o hombres en la refriega, i el
segundo recogió parte del fruto de la misma, apresando á
varios individuos de aquellas gavillas, i apoderándose de por
cion de fusiles i machetes.
Por la parte de las provincias internas de Occidente lo
graron considerables ventajas las tropas del Rei mandadas por
el brigadier don Antonio Cordero. Los indios de los Moqui
mos se habian separado de la obediencia al Soberano español,
desde fines del siglo XVII, i como se hallasen cruelmente
hostigados por la limítrofe nacion de los Nabajoes pasaron á
implorar el ausilio de los españoles. Saliendo estos á campaña
contra aquel pueblo inquieto i feroz, lograron ahuyentar
lo de la frontera con pérdida de 33 muertos i 14 prisione
ros. Estas ventajas, la toma de un gran número de cabezas
de ganado menor, la humillacion de aquel nuevo enemigo, i
la alianza cordial de los moquinos fueron el fruto principal
de las correrías de los realistas sobre estos paises.
Los gefes españoles que mas se distinguieron en el mes de
mayo fueron el capitan don Ramon Herbella, comandante
de una partida que le confió su coronel Marquez i Donallo,
con la que hizo frente en el paraje llamado la Haciendita,
*... -
-
548 MÉJIco: 1819.
dependiente de la jurisdicion de Pénjamo á mas de 3oo hom
bres de las gavillas del Bajío, i los obligó á retirarse, dejan
do 2 o hombres en el campo de batalla, i llevándose un nú
mero mayor de heridos. .
El teniente coronel don José Antonio Echávarri adquirió
un nombre que en lo sucesivo fue funestamente célebre, apo
derándose por asalto del formidable cerro de Santiago, lla
mado vulgarmente de Barrabás; i de todos sus defensores,
unenos del titulado coronel Velazquez, i de tres ó cuatro indi
viduos que pudieron ocultarse entre las cuevas i cavidades de
los peñascos que se hallan en la cima del citado cerro.
El coronel don Matias Martin i Aguirre, que habia sali
do en persecucion de las gavillas de Huerta, logró desbara
tarlas en gran parte, matando algunos de los que las forma
ban, dispersando á los mas, i ganando la voluntad de 7o, que
se acogieron al Real indulto con armas i caballos, inclusos 16
oficiales, entre ellos Juan Ramsay i Santiago Brusch. El co
ronel Marquez i Donallo confirmó su infatigable celo en la
persecucion de los rebeldes del Bajío, á los que batió cuantas
veces pudo alcanzarlos, habiendo sido segundado poderosa
mente en la mayor parte de sus movimientos por el teniente
coronel don Eusebio Moreno, quien dió nuevas pruebas de
su acreditada bizarría, conteniendo en Rio-Turbio con so.
los 66 dragones el impetuoso ataque dirijido por 3oo caba
llos enemigos.
El coronel don Francisco Orrántia aterró con sus bien
concertados movimientos sobre la tierra de Guanajuato á la
gavilla de los Ortices, á los que mató 24 hombres i quemó
las rancherías de aquellas inmediaciones, de las que sacaban
toda clase de recursos. Las partidas destinadas por este bizar
ro gefe al mando del teniente coronel don Gregorio Arana i
del capitan don José María Quintero, llenaron satisfactoria
mente sus respectivos encargos, no habiendo sido menor la .
gloria que obtuvo al mismo tiempo el teniente coronel don
Manuel Bezanilla sobre otra reunion de rebeldes que tuvo la
osadía de aproximarse á la hacienda de Santo Tomás de la
-

º Méjico: 18 1 0. 549
jurisdicion de Salvatierra, sufriendo la pérdida de 12 muer
tos i de muchos heridos, que fue comprada con la preciosa
sangre de 4 soldados del regimiento de Zelaya i de su sargen
to Antonio Ibañez, quien llevado de su indiscreto valor se
metió con solos 6 hombres entre la chusma enemiga.
Una de las acciones mas importantes sostenidas en el
mes de junio fue la del teniente coronel don Pablo María de
Mouliaá contra las gavillas de Jalpa, situadas en el territorio
de San Luis de la Paz, á las que batió bizarramente, persi
guiéndolas hasta la inmediacion de Corral de Piedras, dejan
do el campo cubierto de muertos i heridos, habiéndose con
tado 3o de los primeros i entre ellos al mas valiente de los
cabecillas Francisco Mansilla, al comandante Gomez i algu
nos oficiales: cinco prisioneros, 18 caballos ensillados i va
rias armas de fuego i corte contribuyeron á ilustrar el mérito
de aquella jornada. En ella se distinguieron asimismo los
nuevamente indultados don Patricio i don Marcelo Gonza
lez, el sargento Francisco Munguía, i cuantos tuvieron la
gloria de pelear con las tenaces turbas.
Por la parte de Querétaro ejercitaba útilmente su activi
dad el teniente coronel don Manuel Velazquez de Leon, ha
ciendo correrías desde el presidio de Santa María Peñamilla,
jurisdicion de Cadereita, i atacando en una de ellas en las
alturas del Aguacate i cerro de Dios á las gavillas del doctor
Magos, Vital García i Cristóbal Mejía, que fueron derrotadas
sin embargo de su escesiva superioridad numérica: 16 faccio
sos muertos, 5 prisioneros, una caja de guerra, varios fusi
les, lanzas, machetes, caballos ensillados i acémilas corona
ron los esfuerzos de las tropas realistas.
El alferez don Manuel Arana que con 2o hombres ha
bia sido separado de la columna del coronel Aguirre en la
esploracion que se hacia del territorio de Chucándiro despues
de haber sido deshechas las reuniones de Huerta, Buenros
tro i otros cabecillas que lo habian infestado, se encontró
inesperadamente con 1 oo insurjentes mandados por el cau
dillo Cervantes, compañero del Giro. Contando los facciosos
5.5 o Miérco: 1819.
con un triunfo seguro se arrojaron al arma blanca sobre la
partida realista; pero fue tan heroica la firmeza con que
aquel puñado de valientes recibió la impetuosa carga de los
contrarios, que desconcertados al momento, perdida la cuar
ta parte de su gente, i muerto el mismo cabecilla Cervantes,
hubieron de retirarse precipitadamente, salvándose por este
medio de la total ruina que les amenazaba el capitan don
Ignacio Sota, de quien dependia la citada partida: 3 o caba
llos ensillados, varias armas de chispa i corte, i la con
siderable pérdida de que se ha hecho mencion fueron los
trofeos que dieron el mas brillante concepto al impávido
Arana, i á los bizarros soldados que habian tenido la gloria
de medir victoriosamente sus armas con tanta desigualdad
de fuerzas.
El teniente don Manuel José Martinez, comandante de
la hacienda del Jaral, jurisdicion de Guanajuato, se grangeó
el mas brillante concepto militar rechazando en el dia 9 del
mes de junio los furiosos ataques dirigidos contra su destaca
mento por los rebeldes Ortices á los pocos dias de haber sido
éstos batidos por el comandante general Orrántia en la sierra
del mismo nombre: 15 muertos, 2 o heridos i 2 prisioneros
fueron los memorables recuerdos que dejaron de su mengua
i cobardía los referidos cabecillas, reunidos con el apóstata
P. Torres.
El coronel don Anastasio Bustamante tuvo los mas feli
ces encuentros en las inmediaciones de Pueblo Nuevo, Pan
toja i Santiaguillo en los dias 2 1, 22 i 23 del citado mes de
junio con la partida de Antonio Garcia, segundo del cabeci
lla el Giro, siendo uno de sus resultados la muerte de varios
facciosos, inclusive el titulado capitan Damian Robles, el
rescate de un dragon i un tambor realistas, i la toma de 24
caballos ensillados i de muchas armas blancas i de fuego.
El referido caudillo el Giro ó Andres Delgado fue apre
hendido con tres de sus secuaces en el dia 3 de julio en el
rancho de la Laborcilla, poco distante de Salamanca, por el
mismo coronel Bustamante, quien agregó á su brillante car
MÉJIco: S 1 0. 551
rera militar este nuevo timbre, tanto mas estimable cuanto
mayores habian sido las dificultades i esfuerzos de los realistas
para destruir un enemigo tan feroz que habia llenado de san
gre i luto aquellos paises, cuya tranquilidad era incompatible
con la existencia de aquel malvado.
Entre las varias acciones correspondientes á este mismo
mes de julio no debe omitirse la que sostuvo el capitan don
José Bulnes comandante de Huetamo, atacado en este mis
mo pueblo con la mayor furia por 15o rebeldes, mandados
por los cabecillas Rafael Gomez, Valdés i otros. Aunque era
mui inferior la fuerza realista, pagaron los contrarios mui
cara su osadía , dejando en el campo 2 1 muertos, inclusos el
capitan Antonio Gomez, i el teniente Francisco Garcia, la
liéndose llevado porcion considerable de heridos, entre los
que se contó el mismo Rafael Gomez que murió á las pocas
horas. La pérdida que hicieron asimismo los insurjentes de
una crecida cantidad de armas i de caballos concurrió á ilus
trar aquel triunfo, conseguido por los realistas con la sola
pero sensible muerte del benemérito comandante de los pai
sanos de aquellas inmediaciones don Francisco Maldonado, i
de un dragon.
Se hizo no menos acreedor á los elogios públicos el te
miente coronel don Miguel Torres rechazando los encarniza
dos ataques dirigidos contra el real de Temascaltepec confiado
á su mando, por las gavillas del P. Izquierdo, Pedro Asen
sio i los Ortices, que habian llegado á- reunir la fuerza de
4co á 5oo hombres armados, i una inmensa chusma de in
dios, provistos de hondas i garrotes. La bizarra defensa de
este punto, i la anteriormente descrita de Huetano escita
ron tan vivo entusiasmo en las autoridades superiores, que
fueron creados dos escudos de distincion para las tropas que
habian tenido parte en tan gloriosos combates.
El teniente coronel don Miguel Francisco Barragan que
habia sido enviado por el comandante general de Valladolid
coronel Aguirre con 225 infantes contra las gavillas de Guer
rero i Bedoya, se dirigió al cerro de San Cristobal, en cuyo
552 Méjico : 1819.
fuerte se habia encerrado el segundo, despues que el primero
se hubo retirado desde el Sauzá Cuizcan.
Habiendo llegado el citado Barragan á tiempo de haber
despachado Bedoya 13o hombres con dos cañones en ausilio
de Guerrero, fue completamente sorprendido con los 4o in
fantes que le habian quedado para defender aquella posicion.
Arrojándose todos ellos por las fragosas cañadas del cerro,
perecieron despeñados los unos, acuchillados otros, hechos
prisioneros los demas en número de 23, escepto Bedoya i 3
ó 4 de sus compañeros que hallaron la fortuna propicia á
segundar su evasion. Una pieza de á 12, cuatro de á 4,
53 fusiles i carabinas, 3o lanzas, 9 pares de pistolas, 24
granadas, porcion considerable de municiones, abundantes
herramientas de fragua, i provisiones de todas clases fue
ron los trofeos de los realistas en la toma de la citada for
tificacion.
El alferez don Mariano Guevara, dependiente de la sec
cion de Querétaro, se hizo altamente recomendable por ha
ber dado muerte en el rancho de la Yerbabuena, camino de
la Noria, al cabecilla Guadalupe Moreno i á 8 individuos
mas de su partida, de la que fueron hechos asimismo 2 pri
sioneros, i fueron cogidos algunos caballos i armas, habién
dose fugado aunque mal heridos un hermano del mismo Mo
reno i otros dos facciosos.
Habia todavia 8oo insurjentes de caballería con multitud
de indios que seguian los negros estandartes de la rebelion,
i dominaban una parte de la dilatada é inaccesible montaña,
llamada Sierra Gorda. El virei, cuyo celo por la absoluta pa
cificacion del reino era inimitable, habia dado la comision
al brigadier i comandante general de Querétaro don Melchor
Alvarez, de destruir aquellas madrigueras; las columnas des
tinadas á esta importante empresa, mandadas por los tenien
tes coroneles don Pablo María Mouliaá i don Epitacio San
chez, bajo la direccion inmediata del coronel don José Cris
tóbal Villaseñor, desempeñaron con tanto lustre en el mes
de setiembre sus respectivas espediciones, que á los pocos
-

MJIco: 1819. 553


dias ya no existian mas que 27 rebeldes con las armas en
la mano,
Aunque los insurjentes habian sido deshechos cuantas ve
ces habian tenido la osadía de hacer frente á las armas del
Rei, se psesentaron sin embargo con mas de 10 hombres ar
mados de fusiles i carabinas i con 9oo indios provistos de
machetes i palos á ostruir la marcha del teniente coronel
don Alejandro de Arana, que conducia un convoi del Real
de Temascaltepec.
Los cabecillas Guerrero, Izquierdo i Pedro Asensio se ha
bian colocado con 3oo hombres en uno de los pasos mas pre
cisos, llamado Piedras de Amolar, defendido con un parape
to de piedra; pero nada era capaz de arredrar á los valientes
realistas aunque solo contaban con 196 infantes de Ordenes mi
litares i 35 dragones de Toluca i Cuernavaca. Atacada aque
lla posicion fue tomada á los doce minutos á pesar del terri
ble fuego de cañon i fusilería que hacian los rebeldes. Fue
rechazado asimismo el cabecilla Pablo Campos, que se ha
bia arrojado sobre el convoi por retaguardia i costado con una
fuerza numerosa de caballería é infantería.
Siguiendo los realistas su marcha para Ixtapan fueron
asaltados nuevamente por el cabecilla Lorenzo Ortiz, cuya
derrota contribuyó á ilustrar los triunfos anteriores i á au
mentar los trofeos de la columna del citado Arana, que con
sistieron en la muerte de 4o facciosos, en la toma de un ca
fíon, de 2 o armas de fuego i tres cajones de municiones, i
en el rescate de 22 soldados de varios cuerpos que se halia
ban en poder de aquellos foragidos: esta espedicion fue tanto
mas brillante cuanto que se llevó á feliz término con la sola
pérdida de 3 realistas muertos, 9 heridos i 6 contusos.
El capitan don Juan José Cenon Fernandez, pertene
ciente á la division del coronel Orrántia, destruyó con 1oo
caballos una partida de 4o rebeldes que halló en el camino
del rancho de Fuentes, distrito de San Felipe, al mando del
cabecilla Encarnacion Ortiz; i como los pocos que hubieran
sobrevivido á esta refriega se hubiesen incorporado á la re
ToMo II. 7o
554 Méjico: 1819.
union que se hallaba en Caña honda, acaudillada por el P.
Torres, por el licenciado Ignacio Ayala i por los mismos Or
tices, la cual no bajaba de 26o hombres, se resolvió el
citado Fernandez á atacarlos con firmeza á pesar de la des
igualdad de sus fuerzas. Habiendo distribuido las suyas bajo
la mas perfecta combinacion, se dirigió contra aquellos, á
las que puso en la mas desordenada fuga, causándoles la pér
dida de 31 muertos, muchos heridos, 3 prisioneros, porcion
de armas de fuego i corte, caballos, municiones i pertreehos.
Se habian vuelto á reunir á principios de octubre aque
llos cabecillas con el P. Izquierdo i Pedro Asensio en la
misma sierra de Guanajuato i en la fortificacion llamada de
la Goleta, cuando huyeron de nuevo i abandonaron dicho
fuerte luego que vieron cruzar á corta distancia tres divisio
nes dirijidas contra ellas, mandadas por el coronel Quintanar
i por los tenientes coroneles Córdova i Arana. A los pocos
dias fue tomada otra fortificacion, llamada de San Gaspar,
que se hallaba en la misma sierra, por el coronel don Juan
Rafols, á cuyos esfuerzos i actividad se debió la pacificacion
de doce pueblos rebeldes del distrito que le habia confiado el
comandante general Armijo.
Por la parte de Valladolid se iba allanando asimismo el
camino ácia la total pacificacion de aquella provincia. Que
daba en ella todavia el cabecilla Bedoya, quien habiendo re
unido una chusma considerable en Tacámbaro trataba de des
trozar los pueblos i ranchos, protegidos ó formados por los
realistas en sus inmediaciones. Encargado el capitan don Pa
tricio Auje del esterminio de aquel caudillo, reunió todas
sus fuerzas que consistian en 15o caballos, i entregó 8o de
estos al sargento de realistas Celso Solorzano para que saliera
en descubierta, quedando los demas emboscados en Solicuario.
Noticioso Celso de que 2oo rebeldes mandados por Soto
se hallaban en la sierra de Serrano, se dirigió valerosamente
contra ellos, i los alcanzó á poca distancia de su primera po
sicion. Ver al enemigo i arrojarse ciegamente sobre él sin pa
rarse á reflexionar sobre lo arriesgado de una empresa aco
MÉJICo: 1819. 555
metida con fuerzas tan inferiores, fue la obra de un solo mo
mento; pero su escesiva confianza fue recompensada por la
agradecida fortuna. Cincuenta i cuatro facciosos muertos en
la refriega, entre ellos los capitanes i sargento Rocha, Sota
i Morales, 14 mas en el alcance, 51 caballos con sus mon
turas, i bastantes armas de fuego i de corte fueron el premio
de su arrojo.
El indomable Guerrero sufrió asimismo en el mes de di
ciembre los mas amargos desengaños i funestos reveses. No
pudiendo resistir á la gran preponderancia de las armas del
Rei, dividió su fuerza en varias partidas, esperando que por
este medio le sería mas fácil burlar la persecucion de sus con
trarios; pero habiendo caido afortunadamente sobre la prin
cipal, mandada por el mismo, las tropas del coronel don
José Pio María Ruiz, comandante general del distrito de Ixt
lahuaca, fue destrozada i puesta en la mas horrorosa dis
persion, quedando tendido en el campo el titulado coronel
José María Carmonal, siendo aprehendidos los de igual clase
José Uruzu, Francisco Chivilini i Manuel Elizalde que fue
ron pasados inmediatamente por las armas: 3o muertos, 22
prisioneros, 11 rescatados, 5o armas de fuego i dos pedreros
fueron los trofeos de aquella ilustre jornada, que habria sido
completa si el citado Guerrero hubiera hallado al desbar
rancarse su bien merecida muerte en vez de la libertad que
debió á su feliz destino.
Quedaba enteramente libre de insurjentes la provincia de
Querétaro, i para asegurar su tranquilidad solo faltaba per- .
seguir algunas gavillas que podian venir desde el Bagio á tur
barla. A este fin fue comisionado por el comandante general
de Querétaro el teniente coronel don Pablo María de Mou
liaa, quien alcanzando en la hacienda de San Lorenzo á la
del cabecilla Pablo Esquiver, reducida ya al corto número
de poco mas de 2o hombres, hizo morder bien pronto el pol
vo á 16 de ellos con su mismo gefe, cayendo en poder de los
realistas los caballos i armas de aquella partida, la que per
seguida de nuevo quedó completamente esterminada.
556 MÉJIco: 1819.
El cabecilla Borja fue aprehendido en el mismo mes de
diciembre en la cañada nombrada de García, territorio de la
provincia de Guanajuato, por las tropas del coronel don José
Cristóbal Villaseñor: igual suerte cupo á 8 de aquellos parti
darios, quienes perdieron asimismo y 8 caballos ensillados, al
gunas armas i papeles interesantes. Acia el mismo tiempo
fueron hechos prisioneros el licenciado Ignacio Ayala, titu
lado presidente de la junta rebelde, i el teniente de húsares
de la escolta del Pachon, José María Yañez. Los Ortices fue
ron derrotados por los bien combinados movimientos de las
tropas de los tenientes coroneles Otaño i Arana i del capitan
Galindo. Los débiles restos de los rebeldes de Cuyusquihuí,
que tuvieron la osadía de atacar á Papantla, se estrellaron asi
mismo en la fidelidad i bizarría de las tropas realistas, que
dando con este terrible contraste enteramente desconcertada
aquella faccion.
Esta fue la época de mayor complacencia para los que
tantos sacrificios habian hecho por sostener los derechos de la
Monarquía española. Por todas partes les habia mirado la for
tuna con agrado. Todas las columnas destinadas á la persecu
cion de los rebeldes habian visto coronados sus esfuerzos con
los mas brillantes resultados. Los acobardados insurjentes se
apresuraban á impetrar la gracia del indulto. Solo un puñado
de despechados conservaba las armas en la mano en las im
penetrables madrigueras de Tierra caliente. Todo anunciaba
un porvenir dichoso, i daba las mas fundadas esperanzas de
que el pais habia de volver mui pronto á su antiguo estado
de opulencia i felicidad.
Para asegurar la obediencia i lealtad de los indultados ha
bia sido la mayor parte de los gefes i oficiales incorporada
á las filas de los realistas, i los sencillos aldeanos fueron re
unidos con sus familias en pueblos i aldeas, formadas por la
actividad i celo de los respectivos comandantes. El general
Liñan vió levantarse bajo su inmediata direccion ocho de di
chos pueblos, que fueron Medellin, Jamapa, San Diego, el
Tamarindo, Huehuistla, Paso de Ovejas, la Antigua, i Santa
MÉJu co: 1 8:9. 557
Fé, formando entre todos ellos una poblacion de 2 687
almas.
Fue verdaderamente útil en sus principios la medida
adoptada por el celoso virei de formar en todas las provincias
i distritos cuerpos del pais con el título de realistas para
conservar la tranquilidad en los respectivos puntos de su de
marcacion. Produjo asimismo los mas felices resultados la in
corporacion á dichos cuerpos, que podian llamarse mas pro
piamente milicias urbanas de los referidos cabecillas indul
tados, los que con mui pocas escepciones se condujeron con
lealtad i decision en su nueva carrera. -

Empero era de temer que estos mismos hombres arma


dos é instruidos por los españoles pudieran ser un dia su
azote i esterminio. Ellos sin embargo se hicieron acreedores
á una ilimitada confianza, i tal vez no habrian abusado de
ella si imprevistas circunstancias no hubieran variado la es
cena política. El sistema que se habia planteado en casi todo
el reino de mantener partidas de tropa de línea en los pue
blos centrales correspondiendo con las fuerzas urbanas i has
ta con las de los mismos ranchos ó haciendas, cuyos depen
dientes formados militarmente obedecian la voz del mayoral
ó gefe, daba las mas firmes garantías de que pudiera ser du
radera la pacificacion. 2 .. . . . . .
Apenas se formaba una gavilla, aun en los puntos mas
ocultos é impenetrables, cuando los trabajadores de las ha
ciendas mas inmediatas salian á destruirla; i no siendo aque
lla fuerza suficiente concurrian sin dilacion los individuos
alistados en los pueblos inmediatos, i finalmente se ponia so
bre las armas la misina tropa de línea que formaba el cen
tro, de donde partian los combinados movimientos en todas
direcciones.

Al favor de estas medidas i del infatigable celo desplegado


por todas las autoridades civiles i militares se vió correr este
pais á pasos agigantados ácia su antiguo lustre i esplenlor.
Terminó pues el año 18 r9 bajo los mas favorables auspicios.
- El tratado conciliante que habia ajustado en 2 de febrero de
óóS MÉJIco: 1819.
este mismo año el ministro plenipotenciario don Luis Onís
con el presidente de los Estados-Unidos de América, hacia es
perar que aquel gobierno desistiria de toda tentativa sobre
este reino desde sus provincias confinantes, i que pondria al
gun coto al fanatismo con que los ciudadanos de aquella re
pública habian fomentado la insurreccion mejicana.
El citado señor Onís, que habia estado en contínua lucha
con el gobierno anglo-americano para separarlo de su coali
cion con los rebeldes hispano-americanos, aquel digno i sa
bio ministro, que se dedicó con inimitable i asiduo afan
á sostener los intereses del Soberano español en América por
todos los medios que estuvieron á su alcance, ya poniendo
travas á la remesa de ausilios para los insurjentes de la Amé
rica española, viendo que mui á su pesar no le era posi
ble impedirlo talmente, comunicando noticias oportunas de
proyectadas espediciones, i finalmente enviando barcos carga
dos de armas, municiones i pertrechos, que cruzando mas de
una vez por el Cabo de Hornos, llegaron al mismo vireinato
de Lima; este hábil negociador, que tantos servicios habia
prestado á la causa real en el Nuevo Mundo, completó el lus
tre de su carrera marcando con límites fijos la vasta estension
de la Lusiana en sus confines con Nueva España. La parte mas
septentrional que se asignaba antes á este reino eran las mi
siones de San Francisco, situadas cerca de los 38 grados, i
por dicho tratado se estendieron hasta los 42 (1).

(1) Aunque el estracto de lo concerniente á este punto se halla ya


en la geografía universal, publicada por el autor de la presente his
toria en 1828, no será desacertado insertarlo aquí de nuevo, para que
no carezcan de estos importantes conocimientos los que no hubieren lei.
do la citada obra.
« La línea divisoria entre Méjico i los Estados Unidos arrancará del
seno mejicano á la embocadura del rio Sabina en el mar, seguirá al M.
por la orilla occidental de este rio hasta el gr. 32 de lat.; desde alli irá
recta al N. hasta el gr. de lat. en que entra en el rio Rojo de Nat.
chitoches (Red River), i continuará por el curso del rio Rojo al 0.
hasta el gr. 1 oo de long. occidental de Londres i 25 de Washington, en
que cortará este rio i seguirá por otra linea recta al N. por el mismo gr.
MéJIco: , 1819. 559
El espresado Onís ha dejado los mas gratos testimonios
del recto i celoso desempeño de su ministerio, i su memo
ria no podrá menos de ser respetada por cuantos se interesan
en la felicidad de la Monarquía española. Algunos censura
ron la cesion de las Floridas, hecha por el mismo tratado al
referido gobierno anglo-americano; pero si se hubieran para
do á reflexionar sobre el verdadero estado de los negocios, no
podrian menos de ensalzar la pericia de aquel diplomático,
quien en medio de tantos elementos de oposicion, i en el ac
to de autorizar el desprendimiento de un territorio que per
tenecia á la corona de España, supo sacar todo el partido
que hubiera podido esperarse de otra posicion mas favorable
i menos forzada.

hasta el rio Akanzas, cuya orilla meridional seguirá hasta su nacimiento


en el gr. 42 de lat. sept., i desde dicho punto se tirará otra línea recta
por el mismo paralelo de lat. hasta el mar del Sur: todo segun el mapa
de los Estados-Unidos de Melish, publicado en Filadelfia i perfeccionado
en 1818. Pero si el nacimiento del rio Akanzas se hallase al N. ó S. de
dicho gr. 42 de lat., seguirá la línea desde el origen de dicho río recta
al S. ó N., segun fuese necesario, hasta que encuentre el espresado gr. 42
de lat., i desde allí por el mismo paralelo hasta el mar del S. Pertenece
rán á los Estados-Unidos todas las islas de los rios Sabina, Rojo, Natchi
toches i Akanzas en la estension de la linea descrita; mas el curso de las
aguas i la navegacion del Sabina hasta el mar, i de los espresados rios
Rojo i Akaazas, será comun á los habitantes de las dos naciones.”
560
Y v AV.V. A \ \ \. "Av. V. V. y ºv vv vv vv. AAAVVA AAAvº. Av.

- INDICE.
- - 1814,
y +-oeer- 2 -

Capitulo l. BUENos. Al RES. Creacion de un director supremo. Di


sensiones de Artigas con las tropas de Buenos-Aires. Convocacion
de un congreso oriental. Tropelías del citado Artigas. Abandona
éste el sitio de Montevideo. Desórden del campo insurjente. Salida
de los sitiados i su precipitado regreso á la plaza. Proscripcion de
Artigas por él director supremo. Victoría de la escuadra argentina.
Apuros de Montevideo i su rendicion. Llegada de Rondeau al alto
Perú; su reemplazo por Alvear, i desavenencias entre este i aque
llas tropas. Eleccion del mismo para el puesto de director supremo.
Disgusto general por este nombramiento. Desunion de las provin
cias. Estado crítico de la república de Buenos-Aires á fines de este
año. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
Capituto 11. PERÚ. Formacion de partídas contra el ejército del Rei,
entre las que se distinguió el caudillo Arenales, que fue batido por
Udaeta, Blanco i Ostria. Formacion de otra columna contra los
caudillos Umaña, Padilla, Cárdenas i Zárate. Indulto general. Crea
cion de nuevos cuerpos. Traslacion del cuartel general á Jujui. Va
rios golpes dados á las guerrillas. P. ovidencias contra las familias de
los emigrados al campo insurjente. Ventajas conseguidas por el co
ronel Marquiegui. El general Pezuela altera el plan de seguir su
marcha ácia el Tucuman. Derrota del comandante Blanco. Apuros
de las provincias del interior en medio de las victorias del coronel
americano don Sebastian Benavente. Sublevacion del Cuzco. Espe
dicion de Pinelo i Muñccas sobre Puno, de Mendoza i Bejar contra
IIuamanga, i de Pumacagua sobre Arequipa. Crítica situacion del
virei Abascal i del general Pezuela. Esfuerzo del primero para en
viar una pequeña columna al mando del comandante Gonzalez so
bre Huamanga. Entra el segundo en negociaciones con el caudillo
de Buenos-Aires, pero se resuelve por último á correr todos los tran
ces de la guerra. sublevacion del coronel Castro. Malogro de sus
planes. Acendrada fidelidad de los soldados cuzqueños. Formacion
de varias columnas contra las infinitas partidas rebeldes. Catástrofe
de La Paz por Pinelo i Muñecas. Victoria del general Ramirez en
los altos de la misma ciudad. Otra del comandante Gonzalez en
Huamanga. Toma de Arequipa por Pumacagua i Angulo, i prision
de Picoaga, Moscoso i Valle. Alarma de la capital del vireinato.
10
Evacuacion de Arequipa. Méritos contraidos por el general Pezuela.
Capitulo im. CIIILE. Arribo á Chile del brigadier Gainza para tomar
el mando de aquelias tropas. Sorpresa i arresto de los Carreras por
los realistas. Accion de Rere. Ren dicion de Talca. Alarmas de la
capital. Derrota de Blanco Ciceron. 1de m de Gainza por Mackeno.
Nuevos movimientos de Gainza sºbre el Maule. Retirada de los in
surjentes. Toma de Concepcion i Talcahuano por las tropas del Rei.
Creacion de un dictador supremo en la capital. Tratado de paz ajus
tado en Lircai. Libertad de los Carreras i alarma de sus rivales. Su
reposicion en el mando i su generosa conducta. Desavenencias con
O-Higgins. Arribo del bigadier Osorio a Chile. Reconciliacion de
Carrera i O. Higgins. Batalla de Rancagua. Entrada de los realis
tas en la capital. Enigracion de 2, coo chilenos á Mendoza. Nuevos
desastres de los republicanos. Restablecimiento absoluto de la au
toridad Real. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Capitulo iv. QUITO. Batalla de Calibio. Muerte gloriosa de Asin. Ae
ciones de Juanambú i de Lagartijas. Retirada de Aimerich. Glorio
sa defensa de los pastusos. Derrota de las tropas de Santa Fé i ren
dicion de Nariño. Malograda conspiracion de los quiteños. Nuevas
55
alarmas por la parte de Popayan. . . . . . . . . . . . . .
Capitulo v. SANTA FÉ. Estado próspero de los negocios para los re
publicanos á principios de 1814. Disensiones entre los santafereños
i tunjeños. Ataque de estos, mandados por Bolivar, contra la capi
tal del reino, i su rendicion. Fidelidad de Santa María. Arribo á
este puerto del nuevo virei don Francisco Montalvo. Acuñacion de
una moneda de cobre. Escitaciones á la plaza de Cartagena para re
conocer la autoridad Real. Vigorosos preparativos de defensa por
Montalvo. Creacion de una escuadrilla, i sus empresas. Fiestas pú
blicas por la libertad del Monarca español. Ocurrencias de Panamá. 65
Capitulo v1. CARACAS. Asamblea general en el convento de S. Fran
cisco, en la que Bolivar depuso fingidamente el mando, que le fue
devuelto con dobles facultades. Prepa ativos de los realistas para
abrir otra campaña. Inútiles esfuerzos de algunos eclesiásticos para
desarmarlos. Batalla de la Puerta por Bóves. IIorrible sacrificio de
mas de 1,ooo víctimas del honor i de la fidelidad. Batalla de la Vic
toria por el general Morales. Otra en Cantarranas, dada por los ci
tados gefes realistas. Prog esos de la columna del comandante Ya
ñez. Ataque de la villa de Ospino. Dolorosa muerte de dicho co
mandante, quien fue reemplazado por el coronel don Sebastian de
la Calzada. Toma por éste de las villas de Araure i San Cárlos. Vic
toria por el brigadier Ceballos en Barquisimeto. Hazañas del va
liente Boves contra Bermudez i Mariño. Batalla de Bocachica. Der
rota de Arismendi en el Llano alto. Victoria de Rivas en los valles
de Tui. Triunfos conseguidos en Arao por Ceballos i Calzada. Ar
ribo del capitan general don Juan Manuel Cagigal. Derrota de di
cho gefe en la llanura de Carabobo. Segunda batalla de la Puerta
ganada por Dóves. Otra victoria en la Cabrera. Entº ada de una de
las divisiones de Bóves en Caracas. Rendicion de la ciudad de Va
ToMo II. 71
562
lencia. Destrozo de la division de Urdaneta por el general Cagigal.
Fuga precipitada de los sitiadores de Puerto Cabello. Importante
victoria de Aragua por Morales. Destruccion del mulato Piar por
Bóves en Cumaná. Batalla de los Magueyes i de Urica, en cuya úl
tima pereció el insigne Bóves. Observaciones sobre este heroe de la
guerra de America. Morales se encarga del mando del ejército, i se
cubre de gloria. Toma por él mismo del pueblo de Maturin, último
asilo de los facciosos. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Capitulo vii. MEJICO. Derrota de Morelos en Puruarán. Prision del
cura Matamoros. Indulto concedido á consecuencia de la restaura
cion del Monarca español. Disensiones entre los principales cori
féos de la revolucion mejicana. Varios combates gloriosos sosteni
dos por las tropas del Rei. Toma por estas de la ciudad de Oajaca,
i del castillo i puerto de Acapulco. Accion del Veladero. Destruc
cion completa de los rebeldes. Nuevas espediciones del citado Mo
relos, i consecuentes discordias con los demas caudillos. Victorias
del brigadier Arredondo sobre los indios sublevados en las fronteras
de la provincia de Tejas. Nuevos triunfos parciales ganados por los
realistas. Toma de Nautla. Consecuencias de la restauracion del le
gitimo Monarca. Estado de los negocios a fines de 1814. . . . .

1815.
- =aerºe -

Capitulo vini. BUENOS-AIRES. Estado del país á principios de 1815.


Malhadada espedicion del general Alvear contra el caudillo Artigas.
Deposicion de dicho Alvear, i eleccion de Rondeau para director
supremo, i de Alvarez para suplente. Nombramiento de una junta
de observacion en reemplazo de la suprimida asamblea nacional.
Esfuerzos de este cuerpo para ensanchar la esfera de sus atribucio
mes á espensas del poder ejecutivo. Providencias para desarmar la
cólera de Artigas. Espedicion del coronel Viamont sobre Santa Fé.
Disposiciones para elegir un congreso nacional que celebrase sus se
siones en el Tucumán. Desórdenes de las provincias del rio de La
Plata. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
«opitulo ix. PERÚ. Crítica situacion del Alto Perú. Movimiento de
general Ramirez contra Cuzco. Malograda reaccion de Ruiz Caro
en Tinta. Desaliento de los revoltosos cuzqueños. Asesinato de Pi
coaga i Mosceso, Insolencia i perfidia de los caudillos Pumacagua
i Angulo. Itatalla de Humachiri. Sumision del Cuzco i de todos
aquellos partidos. Reduccion de la partida del caudillo Mendoza.
Acciones del coronel don Francisco Gonzalez. Restablecimiento de
la tranquilidad. Movimiento de Ramirez para volver al cuartel ge
meral. Ventajas conseguidas por las tropas del general Pezuela.
Muerte de Ezemarro i derrota de la division de Jáuregui. Nombra
miento del brigadier Tacon para el mando de Chuquisaca. Derro
va del capitan Corral por el con andante Aguilera. Ventajas obteni
¿65
das por este gefe. Derrota de otros facciosos por los comandantes
Rolando i García. Brillante accion del comandante Vigil contra el
mayor general insurjente don Martin Rodríguez. Preparativos del
general Rondeau para atacar el campo realista. Cange de dicho
Rodriguez por dos coroneles españoles. Empeñado combate en el
puesto del Marqués. Retirada del general Pezuela á Challapata.
Rendicion de Cochabamba á los insurjentes. Formacion de una co
lumna para reconquistar aquella plaza. Llegada de los refuerzos de
Chilei de la division del general Ramirez. Varias acciones con las
partidas insurjentes. Junta de guerra. Enfermedad del general en
gefe, Accion de Venta i media. Batalla de Viluma. Sus felices con
secuencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . "
Capitulo x. CHILE. Estado pacífico del reino de Chile. Acertada
conducta del brigadier Osorio. Embarque de una division de tro
pas para el puerto de Arica. Desgracias de los Carreras i de todos
los disidentes emigrados. Contraste entre los soldados espediciona
rios i los del pais. Nombramiento del brigadier don Franciscº
Marcó del Pont para la presidencia de Chile. Temores de los rea
listas, i su resignacion. Observaciones sobre los males que acarrea
el desconocimiento de la legitima autoridad. . . . . . . .
4 apitulo xi. QUITO. Movimiento de las tropas de Pasto sobre Popa
yan. Presentacion de Montufar en el valle del Cauca. Malograda
conspiracion de los quiteños. Traslacion á la península del rebelde
Nariño. Accion de las Ovejas. Derrota de Vidaurrazaga en el Palo.
Nombramiento de Sámano para tomar el mando de las tropas de
153
vanguardia. Desgracias sufridas anteriormente por este digno gefe.
6 apituto xii. CARACAS I SANTA FE. Espedicion al mando del ge
neral don Pablo Morillo. Su arribo á Costa firme. Estado de este
pais. Conspiracion de las tropas venezolanas. Acciones de Soro,
Irapa i Guiría. Preparativos del general Morales para atacar la isla
de Margarita. Salida de Morillo para llevará cabo esta empresa. Su
feliz resultado. Filantrópicas providencias adoptadas para pacificar
aquellas provincias. Mal calculada, pero forzosa reforma de los
cuerpos americanos al servicio del Rei. Incendio del navío S. Pedro
Alcántara. Apuros del general en gefe para proveerse de fondos. Sus
esfuerzos por ahorrar la efusion de sangre. Fidelidad de Santa Mar
ta. Bolivar á la cabeza de las tropas de Santa Fé. Sublevacion del
general insurjente Castillo contra los demagogos de Cartagena.
Pugna entre ambos caudillos. Triunfos de los samarios en Barran
quilla, i sobre la orilla del Magdalena. Conspiracion de los realistas
de Santa Fé. A presamiento del general Hore destinado al gobierno
de Panamá. Llegada del ejército de Morillo á Santa Marta. Su buen
e omportamiento. Su aproximacion á la plaza de Cartagena i su in
mediato sitio. Nuevos pero inútiles esfuerzos para rendir á los insur.
jentes con la dulzura. Estremado apuro de dicha plaza. Fnga de Bº
livar i de algunos de los mas despechados. Su rendi ion. ¿en ice
•ia º los realistas. Preparativos del general Motilo ira a s" gu: la
564
obra de la pacificacion. Movimiento de sus columnas. Pequeñas cor
rerías de Zarasa i de otras partidas de insurjentes por las provin
cias de Venezuela. . . . . . . . . . . . . . . . . 16o
Capital, xiii. MI 2J 1C0, Continuacion de los hechos de armas mas
bril'antes sostenidos por los realistas en este año, entre los que se
distinguen la espedicion concertada por el coronel Itúrbide contra
la junta rebelde situada en Ario. Mejora de los ramos de pública
administracion. Nuevos refuerzos recibidos de la península. Feliz
i arriesga la espedicion del teniente coronel don Cárlos Maria Llo
rentes bre Misantla. Derrota del licenciado Rosains por Guadalu
pe Victoia Terribles discordias entre los principales caudillos in
sujetes. Pision del feroz Morelos, i destruccion de sus gavillas.
Progres s de la opinion á favor del tei á consecuencia de tan im
po, tante suceso Muerte de aquel formidable enemigo en 21 de di
ciembre, en cuyo dia se concedió un indulto general. Nuevos es
fuerzos de los rebeldes para restablecer el congreso, á cuya cabeza
fue colocado el insurjente Terán. Estado del vireinato de Méjico á
fines de 1815. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186

1816.
-ecº

capituto xiv. BUENOS-AIRES. Carácter del director supremo Pueír


redon, i su empeño en remediar los males producidos por el des
órden popular Sus trabajos para dar vigor á la causa de la inde
Pendencia. Discordias de la capital. Encono de los civicos contra
los veteranos. Atrevidas empresas de Pueirredon contra el reino de
Chilei contra las tropas del alto Perú : feliz resultado de la primera.
Estado de los negocios á fines de 1816. . . . . . . . . . aos
Capitule xv. PERU. Progresos de los realistas, cuyo general en gefe
se situó en las inmediaciones de Potosi. Accion de la Angostura de
Salo. Providencias del general Pezuela para reunir fondos. Acerta
das disposiciones para derrotar los caudillos insurjentes. Bizarra de
fensa de Chuquisaca por el coronel don José Santos de la Hera. Fe.
liz espedicion del comandante Centeno contra Camargo i La Ma
drid. Acciones brillantes del coronel Olarría contra varios cabeci
llas. Estado militar de las provincias del alto Perú. Traslacion del
cuartel gene al á Santiago de Cotagaita. Razon de la fuerza del ejér
cito porteño en la frontera, i de la de los insurjentes del interior.
Beveses de la columna del sargento mayor Herrcra. Salida de Poto
si del mayor general Tacón ácia Chuquisaca. Aproximacion de los
rebeldes á Potosí. Ventajas conseguidas por el comandante realista
Centeno. Preparativos del general Pezuela para invadir las provin
cias de Salta i del Tucumán. Nombramiento de este general para
el vireinato interino de Lima. Delegacion del mando de aquel ejer
cito en el general Ramirez hasta la llegada del propietario. Suble
vacion en Lima del primer batallon de Estremadura i de dos escua.
565
drones de caballería, calmada por la energía del virei Abascal. Va
rias acciones dadas en el alto Perú, mereciendo un lugar de prefe
rencia en la historia las de los coroneles Ve coline, Lavin, Vigil,
Aguilera i La Hera. Llegada al l'erú del nariscal de campo
don José la Serna, i de algunas tropas i buques de guerra. Vi
gorosas providencias del virei Pezuela para mover el ejército del
21. Cº
alto Pe.ú, i ausiliar al reino de Chile. . . . . . . . . . .
Capituto xvi. CHILE. Contraste en el carácter de los dos capitanes
generales de Chilo, Osorio i Marcó del Pont, Llegada á la peninsu
la de dos comisionados de este reino. Primeros avisos de la próxima
invasion del caudiHo insurjente San Martin. Preparativos del señor
Marcó del Pont. Planes del R.P. Martinez i sus útiles servicios. Al
teracion de ellos en la parte de pasar á buscar á San Martin antes
que hubiera cruzado la cordillera. Mal calculada diseminacion de
los cuerpos realistas. Situacion de la vanguardia en Aconcagua. Des
aliento de los adictos á la buena causa al ver el ascendiente que
habian tomado en el gobierno los genios díscolos é intrigantes. Es
tado critico de los negocios a fines de 1816. . . . . . . . .
capitalo xvu, sANTA FE I CARACAS. Espedicion del general Mo
rillo contra Santa Fé. Calzada, Warleta, Bayer, Latorre. Movi
mientos de las columnas mandadas por estos gefes. Penosa marcha
del primero. Sus hazañas. Batalla de Cachiri. Ocupacion de Santa
Fe por estas tropas, á las órdenes de Latorre. Accion de Ceja alta.
Toma de Caucan por Warleta. Su llegada al puerto de San Buena
ventura. Recomendables servicios de Morillo. Reflexiones críticas
sobre una de sus providencias. Salida de Latorre contra el francés
Serviez: su feliz aunque penosísima campaña, Ventajas conseguidas
por Escuté i Villavicencio. Acorralamiento de los rebeldes por las
tropas de Waleta, i por las de Samano en los montes de Popayán.
Batalla del Tambo. Completa destruccion de los rebeldes por el ci
tado Sámano, Capdevila i Tolrà. Mérito de estas campañas. Rigu
rosos castigos sobre los vencidos. Causas que influyeron en la nue
va sublevacion de las provincias de Venezuela. Bolivar en Jamaica.
Malogrado asesinato. Su viaje á Santo Domingo. Apresto de una
espedicion. Rebelion de la Margarita. Descripcion geográfica de
esta isla. Urreiztieta. gobernador de ella por el Rei. Energía de di
eho gobernador. Rendido el puerto del Norte. Calveton. A purada
situacion de los realistas, Reveses. Asalto del castillo de Santa Ro
sa, funesto á los rebeldes. Llegada de algunos refuerzos con Pardo.
Espedicion de Urreiztieta sobre el valle de San Juan. Ventajas con
seguidas por los marinos. Ataque general dado por los insurjentes.
Llegada de Bolivar. Evacuaeion de la capital por las tropas de Par.
do. Fortificacion de Pampatar i Porlamar. Intimacion de Bolivar.
Combate naval. Heroismo de Iglesias. Aprestos en Cumaná para
socorrer dichos puntos. Desembarco de Bolivar en Carúpano i Ocu
mare. Aldama. Cires Real. Morales. Accion de las alturas de Maria
ra. Batalla del cerro de los Aguacates. Morales victorioso en anubas.
566
Fuga de Bolivar con sus buques á Bonaire Reunion de los fugitivos
de Aguacates al mando del escocés MacGregor; su perosa marcha
sob: e los llanºs de Ba, celona, i su reunion con Piar, Mariño i Mo
nasas. Derrota de Morales en el Juncal. Estado critico de las pre
vincias de V e Iezuela. Salida de Latorre, i de Morillo en direccion
de º "as. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Capituto xix. M. El CO. Estado abatido de los rebeldes á principios de
1816. Brillante espedicion del coronel Armijo sobre la Sierra Madre.
Otra del teniente coronel Guitian. Varias acciones gloriosas á las ar.
mas del Rei. Rendicion de gran número de acciosos acogiéndose al
indulto. Entra la en Mºjiro de n v , Ruiz de Apo
daca. Estado de los unegocios cuando tomó el mando este benemé
rito general. Nuevos esfuerzos de las tropas del Rei para completar
la pacificacion. Progresos de la opinion à favor de la justa causa.
Desaliento de los campeones revolucionarios á consecuencia de sus
repetidos contrastes, i su activa presentacion á las autoridades
realistas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

181 º.
-

capitulo xx. PERÚ. Estado del Perú á principios de 1817. Proyecto de


espedicion contra el Tucuman. Carácter de las tropas del pais Mo- ,
vimiento del general La Serna sobre Tarija. Marcha sobre Jujui. Ac.
ciones parciales dadas en el tránsito con éxitos variados Destruc
cion de La Madrid i de otros caudillos. retirada de los realistas á
Tupiza acompañada de bastantes pérdidas. Pacificacion de las pro
vincias del alto Perú. Conspiracion del Callao. Preparativos de otra
espedicion que dió á la vela á fines del año para reponer la auto
ridad real en Chile. . . . . . . . . . . . . . . . . 295
Capitulo xxi. CHILE. Estado agitado de los negocios en Chile á prin
cipios de este año. Insolentes intimaciones del caudillo San Martin
al presidente Marcó del Pont. Paso de la cordillera por las tropas in
surjentes. Desgraciada batalla de Chacabuco, Alarma de la capital.
Fuga del presidente. Desordenada emigracion de los realistas. Sus
apuros al llegar á Valparaiso por no haber buques suficientes para
embarcarse todos los comprometidos. Salida del convoi para Co
quimbo i Huasco, i su llegada sucesiva al Perú. Prision del presi
dente. Entrada de San Martin en la capital, i abusos que hizo de la
victoria. Defensa de la ciudad de Concepcion i puerto de Talca
huano por los coroneles Ordoñez i Sanchez; su repliegue á este úl
timo punto, en el que fueron sitiados por el caudillo O'Higgins. Sa
lida de los realistas que no fue coronada de un feliz suceso. Brillan
tes méritos contraidos por el bizarro Ordoñez en esta campaña. Se
organiza en Lima una espedicion para reconquistar el reino de Chi.
ie. Asalto de Talcahuano por el aventurero francés Brayer, recaza
do victo:iosamente por los realistas. . . . . " " " . .
567
eapitulo xxii. CARACAs ISAN TA FE. Marcha de Latorre. Batalla
de las Mucuritas. Su reunion con el general en gefe. Operacio es en
la provincia de Barinas. Muerte de Serviez. Disensiones entre Paez
i Donato Perez. Destruccion de Bolivar en Clarines. Deriotas de
Mariño en la provincia de Cuman . Espedicion de Piar sobre la
Guayana. Cruel asesinato de los R. R.PP. capuchinos. Rennion de
los cabecillas rebeldes en Barcelona. Movimiento del ejercito de
Real contra esta ciudad. Motivos de su retirada sin haber llegado
eot, ellos a las manos. Disgusto general por haberse perdido esta fa
vorable ocasion de derrocar al genio de la insurreccion. Nombra
miento de Aldama para mandar aquel sejército. Asalto i toma de la
easa fuerte de dicha ciudad, á la que e habian retirado los rebel
des. Fuga anterior de Bolivar i otros caudillos. Retirada de Aldama
al Chaparro. Planes de Morillo desde San Fernando. Salida de La
torre para la Guayana. Entrada de Morillo en dicho punto del Cha
parro. Arribo de la espedicion de Canterac. Preparativos para lle.
var la guerra á la isla de Margarita. Ventajas de los recistas s bre la
costa de Guiria i otros puntos. Desembarco de los realistas en la ci
tada isla. Campaña sangrienta. Toma de Porlamar, Pampatar i
fuertes de Juan Griego. Preparativos para atacar la ciudad de la
Asuncion. Retirada repentina de estas tropas para contener los pro
gresos que hacian los rebeldes en el continente. Batalla de San Fe
lix. Latorre sitiado en Angosturas. Sus padecimientos i su fuga para
la isla de la Granada. Nuevas partidas de Mariño en la provincia d
Cumaná. Asesinato de Piar por Bolivar. a reparativos de éste para
abrir otra campaña con 15,ooo hombres, entre ellos algunos bata
llones de ingleses Salida de La torre contra Zarasa, i de Morillo so
bre Paez. Victoria del primero en el hato de la Hogaza. Retirada de
Paez á la otra parte del Arauca. Regreso de ambos gefes realistas al
euartel general de Calabozo. Estado de los egocios en el reino de
Santa Fé, Cesacion del virei Montalvo. Nombramiento de Sámano
para este destino. Bosquejo sobre la administracion de Montes en
Quito. Salida de dicho Montes. Llegada de su sucesor Ramirez. Re
flexiones sobre los males que ha causado en América la exaltacion
de los realistas. Sentimiento general por la preferencia que se dió á
Samano sobre Montes en el vireinato de Santa Fé. . . . . . . . 33 l
6apitulo xxiii. Mi EJI Co. Brillante estado de los negocios á principios
de este año. Alarmas por la espedicion del aventurero Mina. Accio
nes glo iosas á las armas del Rei. Desembarco de Mina en Soto la
Marina, i del general Liñan en Veracruz. Construccion de un fuer.
te. Destruccion de su escua-lilla. P.;... eros con bates con don Fe.
lipe La Garza. Su irrupcion por la Sierra Madre. Accion de la La- -

•ienda de Peotillos. Prestigio de este proscripto. Toma de San Luis


de la Paz. Otras ventajas conseguidas por aquel genio emprende
dor. Espedicion del general Liñan contra el mismo. Accion de
Leon. Sitio i toma del fuerte de Comanja. Sitio del fuerte de San
Gregorio. Acciones de San Miguel el Grande, de la Zanja, de Gua.
508
najeato i de la Caja. Persecucion de Mina por el coronel Orrántia i
su apºlension en el ancho del Venadito. Situacion del citado fuer
te de San Gr gorio, i e fuerzos del general Liñan para rendirlo. Su
evar nacion , i derrota de los sitiados. Observaciones sobre esta arro.
jada empresa Rendicion del fuerte de Soto la Marina. Accion del
sitio de los dos Corrales Varios combates entre las tropas realistas i
las gavillas insu, jentes, Carácter de Bravo. Situacion de Méjico á
fines de 1817. . . . . . . . . . . . . . . . .

188.

carituto xxiv. PTRú. Bajada de Olañeta i Valdés á Jujuí. Varias ac


ciones parciales dadas por las tropas del Rei. Llegada de Canterae
á desempeñar el destino de gefe de estado mayor, servido interina
mente por el citado Valdés. Progresos de la pacificacion. Activas
providencias del virei Pezuela para poner el pais en estado de de
fensa contra las tentativas de ias tropas rebeldes estacionadas en
Chile Formacion de un ejército de reserva en Arequipa. Disensio
nes entre este gefe i el general La Serna. . . . . . . . . . 4o4
Capitulo xxv. CIII LE. Llegada de la espedicion de Osorio á Talca
huano. Retirada de los rebeldes que bloqueaban aquel puerto. De
vastacion de la provincia de Concepcion. Motivos de disgusto entre
Osorio i Ordoñez. Carácter de ambos. Primer choque con los re
beldes en San Cárlos. Posicion de ambos ejércitos. Carácter del co
ronel Primo de libera i de los demas gefes. Paso del Maule. Salida
de Talca. Accion de las Qucchereguas. Planes del caudillo insur
jente San Martin para cortar á los realistas. Apurada situacion de
éstos. Batalla de Cancharayada. Sorpresa del campo enemigo, i su
total dispersion. Detencion mal calculada de los realistas en Talca.
Batalla del Maipu. Llegada de Osorio i de Rodil á Talcahuano. Re.
flexiones sobre esta desgraciada batalla. Salida de Osorio para Li
ma, i nombramiento de Sanchez para mandar la provincia de Con
cepcion. Formacion de la marina chilena. Traicion alevosa del tras
porte la Trinidad. Combate con la fragata Esmeralda. A presamien
to de la fragata española la Maria Isabel, i de cuatro buques de la
espedicion que habia salido de Cádiz. Arribo de tres de ellos con
su comandante general á las costas de Chile, i del noveno al Callao.
Aribo de Lord Cochrane para mandar la escuadra insurjente.
Capiento xx v. GAR º CAS I SANTA FE. Rápida vuelta de Bolivar
desde la Guayana al frente de Calabozo. Sorpresa de los realistas.
Bilante retirada de Morillo. Acciones de la Oriosa i del Sombrero.
Planes para atraer á los rebeldes á los valles de Aragua. Alarmas de
la capital de Caracas por falsas voces de haber sido derrotadas las
tropas del Rei, i muerto el general en gefe. Accion de las Cocuisas
por Latorre. Acciones con Morales en la villa de Cura, la Cabre
ra i Maracai. Batalla de la Puerta, en la que fue herido Morillo.
Ileroica resistencia de la guarnicion de San Fernando de Apure.
569
Marcha de Latorre sobre Calabozo; su pronto repliegue á Ortiz.
Sangrienta batalla en este pueblo. Batalla del Rincon de los To
ros por Lopez, i muerte de éste. Gloriosos combates del Coro
zal, Cerro de los Patos, Ramirez, Cugisito i Camaguan por Mo
rales. Batallas de San Cárlos i Cogede por Latorre , de la que sa
lió herido. Derrota de Mariño en Cariaco. Instalacion de un con
greso en Angostura. Esfuerzos de los rebeldes para el enganche
de estrangeros. Ponzoñosa seduccion del periodista Cea. Opinio
nes sobre la mayor conveniencia de haber atacado á los rebeldes de
la Guayana antes que á los de los Llanos del Arauca. Morillo se
decide por derrotar primeramente á Paez. Escritos irreligiosos e
incendiarios, salidos de las prensas de Curazao, i de la escéntrica
cabeza de Rafael Diego Mérida. . . . . . . . . 442
Capitulo xx vii. MEJICO. Retirada del general Liñan á la capital de
Méjico. Disposiciones generales para situar las tropas. Estado de la
insurreccion. Toma de Palo blanco i Sombrerete por Concha. Der
rota del cabecilla Vargas i su presentacion al indulto. Destruccion
del feroz insurjente titulado el Negro. Presentacion de otros mu
chos facciosos á la autoridad real. Derrota de los rebeldes de Valla
dolid i Guanajuato. Varias acciones parciales. Destruccion de la
junta subversiva formada en el Zarate, i aprehension de su presi
dente. Pacificacion de la Guasteca. Terremoto en Guadalajara.
Otros combates contra los insurjentes constantemente felices, aun
que no de la mayor importancia. Estado halagüeño que comenzaba
á presentar el pais á fines de este año. Espedicion de dos fragatas
de los rebeldes de Buenos-Aires sobre la California. Proyecto de
otra, concertada en Lóndres contra Méjico i demas puntos de Amé
rica. Renovales. Su conducta. . . . . . . . . . . . . 466

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1819.
Capitulo xxvir. PERÚ. Varios choques parciales travados con honor
por las tropas realistas. Persecucion de los insurjentes hasta los mas
ocultos asilos. Retirada del general La Serna á Oruro. Buen aspec
to de los negocios en el alto Perú. Alarmas en el bajo por la espedi
cion marítima de Lord Cochrane. Preparativos del virei para reci
birla. Ataque de dicho aventurero al puerto de Callao. Nuevos ata
ques con brulotes. Desembarco en Huacho, Paita, Supe i Guam
bacho. Ensayo de los cohetes á la Congreve. Ridiculas amenazaº de
Lord Cochrane. Llegada de la fragata Prueba á la mar del Sur. Des
embarco de los insurjentes en Pisco i Santa. Salida de dicho almi
rante para Guayaquil. Bizarro compo, tamiento de los real stas. 48s
Capítulo xxx. CH I LE. Retirada de Sanchez á la plaza de los Ange
les. Paralizacion de las tropas insurjentes. Desleal conducta de
algunos oficiales españoles. Retirada del citado Sanchez a Val.
divia. Organizacion del ejército en esta plaza por el coronel don
Feusto del iíoyo. Salida de Sanchez i de algunos oficiales para Li
72
57o
ma. Biografia de Benavides, dejado en la frontera para hosti
lizar al enemigo. Convenio de los independientes de Chile i Bue.
nos-Aires para destruir la autoridad real en el Perú. Horribles pro
yectos de estos últimos. Decreto de proscripcion contra los prisio.
neros realistas detenidos en la punta de San Luis, en las Brus
casi en la misma capital de Buenos Aires, realizado en el primero
de los puntos indicados. Indignacion del ejército del Perú. . 504
Capitulo xxx. CARACAS I SANTA FE. Paso del Apure i del Arau
ca por el ejército real. Ataque del Caujaral i del hato Marrereño.
Persecucion de los rebeldes basta Cunaviche. Males de los realis
tas en medio de sus triunfos. Batalla de la Mata del Herradero.
Accion del trapiche de la Gamarra. Paso retrógrado del Apure.
Retirada del ejército á la Guadarrama. Accion del pueblo de la
Cruz. Espedicion inglesa sobre las costas. Acertadas disposicio.
nes de los realistas para destruirla. Toma por los rebeldes del mor.
ro de Barcelona. Sorpresa de esta ciudad por San Just. Ataque de
la plaza de Cumana por los aventureros ingleses. Su destruccion i
su retirada á la Guayana en esqueleto. Accion del Juncal. Ata.
que de Barcelona defendida por Bermudez. Retirada i completa
dispersion de estos sediciosos. Toma de Portobelo por Mac Gre
gor. Su reconquista por Hore , i total destruccion de los espedi
cionarios. Nuevos descalabros de Mac Gregor en Rio Hacha.
Atrevida espedicion de Bolivar sobre el reino de Santa Fé. Des
contento de estos habitantes. Reunion de aquel caudillo con Do.
nato Perez i con Santander. Accion del puente de Gámeza ganada
por Barreiro. Carácter i circunstancias de este gefe. Accion del
paniano de Vargas. Batalla de Boyacá, i completa destruccion de
los realistas. Evacuacion de la capital. Fuga precipitada del virei
Sámano. A turdimiento general. Desacientos de esta retirada. Ele
mentos para haberse rehecho los realistas en Honda. Salida de
Latorre desde Venezuela en ausilio del reino. Su detencion en Bai
ladores. Llegada de Sámano á Cartagena. Falta de armonía con
su gobernador Torres. Espedicion al mando de Warleta para re
conquistar la provincia de Antióquia. Reseña del reino de Quito. . 515
Capitulo xxxi. M EJICO. Reflexiones sobre el carácter de la revolu
cion. Reconcentracion de ésta en las provincias de Vera-Cruz,
Guanajuato, Querétaro i Acapulco. Varias acciones parciales sos
tenidas con gloria por los realistas. Prision del feroz Andres Del.
gado , alias el Giro. Sumision de los indios Moquinos i destruc
cion de los Nabajoes. Tom a dol fuerto do San Gaspar en el cerro
de la Goleta. Aprehension de Borja i del licenciado Ayala. Pre
sentacion al indulto de un gran número de facciosos. Estado prós
pero de los negocios. Formacion de cuerpos de dichos realistas,
o sea milicias urbanas. Arreglo de nuevos pueblos para los indul.
tados. Importantes servicios del ministro plenipotenciario de S. M.
en los Estados Unidos don Luis de Onis para sofocar la insurrec.
cion de América, Fratado de limites. . . . . . . . . . 5iº
Continuacion de los estractos de los papeles públicos.
Pocas obras han merecido tanta aceptacion como la presente , si
bien no se ha dado á luz todavia mas que el primer tomo i no hai pe
riodico que no haya celebrado con entusiasmo su mérito literario, i la
utilidad de tal empresa : sus alabanzas resuenan por todas partes; i nos
otros no por imitacion sino, por convencimiento no podemos menos de
admirar la suma laboriosidad del autor, la feliz eleccion de materiales,
el vigor de su pluma, la fluidez de su estilo, la sagacidad de su critica
i la profundidad de sus reflexiones morales i políticas. Greemos po lo
tanto que si los dos tomos que faltan corresponden al merito del prime
ro no podrá ofrecerse un modelo mas a meno de instruccion, especial
mente si los altos destinos tienen decretado que tremole de nuevo en
América el pendon de Castilla. ( Diario de Valencia 25 de Marzo de 185o).
No se puede negar que para todos los que se interesan en observar
esa inmensa catástrofe politica que está pasando delante de nuestros ojos,
una de las mayores dificultades que se presentan es la de seguir el hilo
de tantas revoluciones distintas como son los estados hispano-america
nos, las cuales, aunque forman un todo horrible que se confunde en
sus resultados, se ha ido desenvolviendo en cada una de aquellas pro
vincias de un modo mas ó menos lento, mas ó menos cruel, i mas ó
menos dificil de apaciguar. El Sr. D. Mariano Torrente conoció sin duda
esta dificultad cuando se propuso formar una especie de anales revolu
cionarios de cada uno de los vireinatos de las dos Américas con el objeto
de poner á sus lectores en el caso de seguirle sin molestia en su relacion.
ara ello se propuso adoptar el método cronológico, dando prin
cipio por la revolucion de Buenos Aires, siguiendo con la del Perú, la
de Chile, la de Quito, Santa Fé, Caracas , , i últimamente con la de
Méjico. Aun cuando este laborioso escritor no hubiese hecho otro servicio
á sus contemporáneos que el de establecer un órden tan claro para refe.
rir i comprender tantos hechos análogos aunque distintos, esto solo le
haria digno de la gratitud de la posteridad, i le constituiria en la cla
se de los hombres beneméritos de su pais. Pero no es eso solo lo que
hallamos en la parte de la obra que hemos recorrido hasta el dia; sino
que encontramos ademas un copioso almacen de noticias, referidas con un
enlace tan natural de las causas con sus efectos, i con tal exactitud en las
fechas, nombres i lugares, que con dificultad puede resistirse el asen
so. El tiempo sin duda i los sucesos posteriores facilitarán á la España ct o
ú otros escritores que nos digan masi acaso, mejor que lo que nos dice
el Sr. Torrente; pero no podrán sin injusticia rehusar á este escritor la
gloria de haberles abierto el camino para escribir con acierto de las co
sas de América, conservando unos recuerdos que les ahorrarán mil tra
bajos i dificultades. Plegue á Dios que los que le sigan en esta espinosa
carrera sepan á lo menos imitarle en la modestia é imparcialidad con que
califica la conducta de tantos que no quisieran que se escribiese de
sus cosas, i que deben al Sr. Torrente la conservacion de muchas ilu
siones que acaso forman su único patrimonio
Serie imposible incluir en un periódico el analisis de cada uno de los
cuadernos • ºººººººn de cada uno de los tratados que contienen, sin es
cribir una serie de artículos de pesada lectura, sopena de ocasionar a sus
lectores la confusion misma que ha querido evitar el Sr. Torrente. Pero
no podemos menos de repetir los elogios que ya hicimos en el nú
mero 145, añadiendo que ha sido recibida esta obra con general apre
cio, no solo del público mas tambien del gobierno, cuyos diferentes"mi
misterios se han suscrito por un crecido número de ejemplares, i está casi
concluida la primera edicion. (Gaceta de Bayona 9 de Abril de 185o).
Claridad, órden, método, riqueza de materiales, sana crítica, abun
5-2
dancia de escelentes máximas, vigor en el raciocinio, fndez en el es
tilo, entusiasmo por las glorias de su patria, i ard ente deseo de que
la infliz, América vuelva á disfutar de su antigua prosperidad bajo el pa.
ternal gºbie no le nuestro augusto Soberan , ; son las dotes que rebosan
principalmente en todas las páginas de la historia del Sr. Torrente.
En medio de los solemnes titulos de pública gratitud que ha adquiri.
do este escritor por haber presentado al mundo una bien ordenada serie
de los principales sucesºs de la revolucion de ambas Américas, i en m.
dio de los elogios que deber tributarle quien tenga algun conocimiento
de tan terrible lucha, no podemos menos de sentir que no haya descrito
con mas claridad los defectos de algunas personas que con vendria espo
ner sin rebozo para que sirvieran de escuela prictica en lo sucesivo.
Tambien hubiéramos deseado que la viveza de su imaginacion no e hu
biera arrebatado con tanto fuego en la porn posa calificacion de los guer.
reros de aquella época; porque si bien consideramos que para lo primc.
ro se ofrecen algunas trabas, i que para lo segundo le abona su ardiente
celo por los intereses de la monarquia i por las glorias de la nacion, con
todo tendria doble mérito dicha obra si su plumna ¿ sido mas severa.
A pesar de estos reparos es preciso confesar que la verdad histórica
no esta alterada; que los errores de nuestros gobernantes de América se
descubren frcilmente por poco que se detenga el lector á contemplarlos
si deja a un lado los correctivos, i que con respecto á los elogios de
persºnas, son estos siempre fundados.
No se puede pues negar al Sr., Torrente sin cometer un acto de injusti
cia el gran mérito contraido en haber sido el primero en presentar á la Es.
paña un trabajo literario el mas acabado que haya visto la luz hasta el dia.
Se trata pues de la revolucion de unos paises que han sido i deben
sºr otras tantas provincias de esta Monarquia : no es pues estraño que to
das las clases de la sociedad española lean con aficion la obra del Señor
Torrente, i que la consideren como uno de los libros mas importantes é
instructivos: ni debemos ocultar nuestros deseos de que la misma se ge
neralice, para que conocidas mejor las cosas de América se hable i se obre
contino i acierto. (Comercio de Ambos Mundos en Cadiz 28 de Mayo 185o).
Todo cuanto pudieramos decir para encarecer esta obra, que siempre
tiene el merito de ser única en su clase i verdaderamente original , ha
sido ya repetido de tantos modos, que nos limitaremos á manifestar que
contó simple lectura recrea é interesa, i como estudio ilustra é instruye.
No hai quien deje de convenir en la necesidad que habia de este tra
bajo : mui pocos eran los que conocian á fondo las cosas de América:
esta clase de conocinientos era peculiar de los puntos respectivos que cada
uno habia recorrido; pero como las comunicaciones de unos con otros, e
pecialmente con los mas distantes, eran sin exageracion mas dificii sí
tardas que desde Europa á la misma América, no es estraño que se ig
norase, aun en aquellos dominios, una porcion de sucesos, que no se
han ocultado al espirit» indagador del Sr. Torrente, i que ha llamado la
atencion de sus mismos autores. A varios de estos, en cuyas lucesi
prctica tenemos la mayor confianza, hemos oido celebrar la exactitud
i precision de la referida historia, salvo algunas pequeñcces, que de nin:
gin modo altera º la ºrdad: i salvo aquella variedad de, “ntas con que el
¿scritor exorna la ealificacion de los sñgetos, remontando á veces su plu
ma, sin dejar por eso de indicar la parte debil, aunque suavizada, con
los giros de su retórica. . - - -

Aunque han sido varias las discusiones suscitadas sobre esta grande i
etrevida empresa, vemos con placer que no estan acriminaciones al his.
toriador por sacrificios hechos en la esencia de los sucesos; que es la úni
a en núestro concepto iroscºsable reconvencion que podrian hacerle el
siglo presente i la posteridad. (Correo literario de Madrid 7 de Junio de 1539).

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