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Definición del fenómeno a estudiar

Bajo la mirada de Pierre Bourdieu (1998), la diferencia entre los sexos que se viven hasta
hoy en día tiene su génesis en las diferencias biológicas, las cuales a través de la
construcción de la historia bajo el alero de la Familia, la Iglesia, el Estado y la Escuela en
su significado abstracto han reproducido y recreado diferencias culturales y simbólicas,
creándose y recreándose entonces, diferencias de poder y espacios de arbitrariedad.
Estas diferencias de poder y espacios de arbitrariedad dan lugar al ejercicio de dominación
de unos grupos por sobre otros, refiriéndose específicamente a la dominación masculina, la
cual, tiene sus espacios de reproducción completamente arraigados e institucionalizados. A
esta reproducción se genera bajo una sumisión invisible, insensible, ejerciéndose esta
dominación masculina a través de una vía simbólica en términos comunicacionales, de
contenido, conceptuales y sensoriales además de desconocidas.
A aquel espacio de dominación donde se reproducen las desigualdades simbólicamente se
le denominó Violencia Simbólica (Bourdieu, 1998) (Bourdieu y Passeron, 1996).

Frente a ello Bourdieu y Passeron (1996) señalan que:


“Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo poder que logra imponer significaciones
e imponerlas como legítimas disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su
propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones
de fuerza” (p. 44).
Esta noción de poder es un poder que se ejerce de forma implícita y no explícita, su
ejercicio está entendido desde un consenso práctico y dóxico. Existen ciertos esquemas
mentales que terminan siendo resultados de esas relaciones de poder que están
interiorizadas, por lo tanto dominantes y dominados son quienes crean y reproducen estos
esquemas mentales (Bourdieu, 1998).

Estos esquemas mentales que se interiorizan se relacionan con el concepto de Habitus,


definido por Bourdieu (2007), como:
“Sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas
predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios
generadores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser
objetivamente adaptadas a su meta sin suponer el propósito consciente de ciertos fines ni
el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente
"reguladas" y "regulares" sin ser para nada el producto de la obediencia a determinadas
reglas, y, por todo ello, colectivamente orquestadas sin ser el producto de la acción
organizadora de un director de orquesta” (p.86).
Del mismo modo que el Habitus tiene una acción estructurante debido a que a través de la
historia termina originando prácticas individuales y colectivas, crea productos como
pensamientos, percepciones, expresiones y acciones, también recopila culturalmente en un
presente todo el pasado del cual es producto en sí, por lo tanto origina y crea a partir de la
historia vivida teniendo una acción estructurada. Este proceso es inconsciente, bajo el cual
se interiorizan las relaciones de poder, son percibidas como necesarias, naturales, no se
cuestionan, por lo tanto se engendran conductas entendidas como razonables y de sentido
común (Bourdieu, 2007).
Entendiendo el concepto de Habitus como una acción estructurante que origina
pensamientos, expresiones y acciones, existe una cercana relación al concepto de
representaciones sociales, se va a va a referir a este concepto como un proceso y contenido.
Como proceso se refiere a que es una forma en la que se adquieren y comunican ciertos
conocimientos, por lo tanto los medios comunicación intervienen en la creación,
transmisión y reproducción de los significados simbólicos (Moscovici, 1979) (Piñero,
2008). Por otra parte, como contenido se entiende el concepto desde tres dimensiones; la
actitud, la información y el campo de representación (Moscovici, 1979).
En cuanto a la actitud se refiere al aspecto afectivo de la representación social, es decir, es
el elemento primitivo y resistente, debido a que es una reacción emocional, no se necesita
tener conocimientos o información sobre el símbolo, se haya presente aunque los otros
elementos no estén. La dimensión de información se refiere a la organización de
conocimientos que se tiene sobre objeto o situación social determinada, para efectos de esta
investigación se considerará la información adquirida por la comunicación social como la
que surge del contacto en directo con el objeto. Por último la dimensión denominada como
el campo de representación refiere a una idea de imagen, modelo social, un contenido
concreto. Los elementos de este contenido concreto están jerarquizados, por lo tanto es
como se organizan los elementos que estructuran la representación social (Araya, 2002)
(Moscovici, 1979)(Abric, 2001).
La primera de las dimensiones, la actitud, se refiere a los vínculos que se establecen en
torno del objeto, traduciendo las elecciones, experiencias y valores que le son socialmente
atribuidos. Según Vala (1 996), esa dimensión se vincula a la naturaleza afectivo-cognitiva
de las representaciones, pudiéndose observar, en la actitud, la posición del sujeto frente al
objeto representado y su relación con intereses y objetos individuales y grupales. En ese
sentido, las representaciones pueden reflejar lo posicionamiento social de los individuos en
su relación con un grupo y de un grupo en su relación con otros grupos. De ese modo, en el
cuadro de las representaciones sociales, la actitud constituye la dimensión evaluativa en que
se formulan juicio de valor sobre el objeto.
La dimensión de información, corresponde a la organización del cono- cimiento de los
sujetos sobre el objeto representado. Por eso, cuando un grupo no tiene información alguna
respecto al objeto, esa dimensión no se presenta en sus representaciones. Y así, Moscovici
(1 976) ejemplifica, en el caso de su investigación sobre representación social del
psicoanálisis, la ausencia de la información en grupos de operarios, mientras otros grupos,
como los de estudiantes, demuestran un saber consistente, permitiendo, inclusive, la
identificación de niveles de conocimiento, cada uno correspondiendo a una cierta cantidad
y calidad de informaciones.
En la tercera dimensión de las representaciones, el campo de representación, se destacan las
nociones de imagen, modelo social y de organización jerarquizada de elementos. Con ese
sentido, imágenes como las de amigo, padre, intelectual, fueran identificadas tanto en la
investigación de Moscovici (1976), como en la de Leme, Bussab y Otta (1 990), sobre
representación social de la psicología y del psicólogo. Esa misma consideración a la imagen
es enfatizada en diversos estudios, reunidos por Jodelet (Org., 2001), pudiéndose, entonces,
finalmente, subrayar la importancia de la investigación de representaciones sociales, para la
comprensión de una de las formas significativas de visión e interpretación del mundo.
Rangel, M. (2013). Teoría De La Representación Social: Revisión De Enfoques
Significativos Para La Investigación. Revista Xihmai, 4(7).
La última dimensión postulada por Moscovici y retomada por estos autores puede ligarse
directamente con los estereotipos de género, puesto que los estereotipos de género son
definidos como: “Creencias y prejuicios sobre los atributos, roles, comportamientos,
preferencias y características que debiesen tener hombres y mujeres” (Comunidad Mujer,
2018). Así también mencionan que como ejemplos concretos de estereotipos de género se
puede denominar que un niño debe ser más inquieto y una niña más tranquila. Es por ello
que los estereotipos de género serán considerados de forma especial en la tercera dimensión
como una forma de esquematizar y jerarquizar el pensamiento.
Entendiendo las representaciones sociales como un proceso que crea, transmite y reproduce
significados;
“…las representaciones sociales contribuyen a la configuración de Habitus en virtud de
su naturaleza simbólica; una de sus funciones es que contribuyen a que las personas
reconozcan y acepten la realidad social, integrándose a la posición social que le
corresponde en función de sus esquemas de pensamiento. Este proceso es de carácter
simbólico en virtud de que las representaciones proporcionan al agente los códigos de
construcción de su realidad, otorgándole un significado; así, contribuyen a la
reproducción de las relaciones sociales” (Piñero, 2008, p.11).
A modo de síntesis el Habitus se conforma por el modo en que las personas se relacionen
con su realidad, por lo que las representaciones sociales constituyen los lentes bajo los
cuales se van construyendo este Habitus, siendo también la realidad la que conforma y
marca el contenido de las representaciones. La construcción de las representaciones
sociales están determinadas en algún punto por el Habitus mismo, es decir, es recursivo
(Piñero, 2008).
Retomando el proceso de reproducción de las prácticas de dominación masculina como un
ejercicio de violencia, otro concepto a considerar es la vía bajo la cual esta reproducción
puede llevarse a cabo, puesto que se tiene el origen y la replicación de la interiorización de
estas relaciones de poder, considerando los espacios abstractos que los han reproducido
surge un punto en común para ellos; la acción pedagógica.
Bourdieu y Passaron (1996) la definen como: “Toda acción pedagógica (AP) es
objetivamente una violencia simbólica en tanto que imposición, por un poder arbitrario, de
una arbitrariedad cultural” (p. 45). Ese poder arbitrario propio de la Acción Pedagógica
tiene un funcionamiento similar con el concepto de Habitus, así como su poder tiene la
génesis en las relaciones de fuerza entre grupos o clases en la que la misma Acción
Pedagógica se lleva a cabo y reproduce nuevamente la arbitrariedad cultural y así también
reproduce las mismas relaciones que le dan fundamento a ese poder arbitrario (Bourdieu y
Passaron, 1996).
La Acción Pedagógica es donde se presenta con mayor frecuencia la violencia simbólica,
debido a que está orientada a producir Habitus mediante la interiorización del arbitrario
cultural. Es decir, este poder arbitrario que presenta la Acción Pedagógica reproduce un
Habitus de las acciones de violencia simbólica, es decir, del poder de imposición de unos
sobre otros, es decir es donde sucede y genera la reproducción social del poder dominante,
mediante la reproducción de relaciones de fuerza:
“La Acción Pedagógica es objetivamente una violencia simbólica, en un primer sentido,
en la medida en que las relaciones de fuerza entre los grupos o las clases que constituyen
una formación social son el fundamento del poder arbitrario que es la condición de la
instauración de una relación de comunicación pedagógica, o sea, de la imposición y de
la inculcación de una arbitrariedad cultural según un modelo arbitrario de imposición y
de inculcación” (Bourdieu y Passeron, 1996: 46)
La Acción Pedagógica no es llevada cabo exclusivamente en espacios de educación
formales, debido a que en términos de comunicación y difusión no es la escuela el único
lugar donde se están realizando aprendizajes, existen conocimientos que se adquieren por
otras vías, bajo los cuales se aprenden saberes dispersos, fragmentados (Peña, 2009).
Problema de Investigación
Peña (2009), menciona que existe una importancia creciente de la televisión, internet,
videojuegos, teatro, cine, es decir, existe una difusión cultural que se ejerce fuera de las
instituciones meramente escolares, por lo que se da una sobrevaloración de espacios no
académicos como espacios de aprendizaje y de acción escolar.
“Los medios de comunicación masiva (“mass media”), son aquellos que se envían
por un emisor y se reciben de manera idéntica por varios grupos de receptores,
teniendo así una gran audiencia; el mundo los conoce y reconoce como la televisión,
la radio, el periódico, entre otros” (Dominguez, 2012, p. 12).
Los MCM o “mass media” se utilizan para la publicidad y mercadotecnia, tienen como
objetivo principal reducir el tiempo invertido en comunicación, por lo que se envía un
mensaje a toda la sociedad, que si bien, tiene un público objetivo, aun así el mensaje tiene
una audiencia mayor (Dominguez, 2012).
Los MCM tienen funciones básicas que refieren a informar, formar y entretener, así como
también de forma secundaria proporcionan modelos de conducta económica,
conocimientos, creencias, valores sociales, entre otros (Domínguez, 2012).
Así los MCM comienzan a crear modelos bajos los cuales se enmarca un comportamiento,
valores y actitudes, a lo que se le denomina como “realidad mediática”, la cual no siempre
concuerda con la realidad social, pero bajo la cual niños, niñas y adolescentes tienen la
posibilidad de aprender sobre relaciones, violencia, moda, escuela, sexualidad,
alimentación, que apuntarían a una representación ficticia dada por los MCM (Páez y
Zubieta en Lisceras, 2005).
Según como mencionan Verdú y Briones (2016), que existen mecanismos que reproducen
las desigualdades de género que van más allá de estructuras formales, el comportamiento
humano no es algo tan sólo observable en sí mismo, sino que también existe una dimensión
simbólica, bajo la cual es importante dar especial atención a los significados y motivaciones
tras lo observable. Esta área simbólica en donde se producen violencia y discriminación en
general está presente en cualquier producción cultural humana y que los medios de
comunicación los producen de una manera simple debido a que el lenguaje y el mensaje se
difunde eficazmente.
En su revisión, Verdú y Briones (2016) recogen diversos ejemplos de discriminación
simbólica en el uso de la lengua y la comunicación, tomando aspectos como el sexismo y el
androcentrismo usando como ejemplo la invisibilidad del género femenino cuando se usa
de forma genérica el género masculino como sinónimo de humanidad, la masculinización
de profesiones y cargo, la degradación semántica del vocablo femenino que en la forma
masculina no tiene una connotación negativa, refranes y frases hechas. También recogen
ejemplo de discriminación simbólica en la imagen en los medios de comunicación y la
publicidad, en donde recalcan que las imágenes publicitarias tienen una incidencia clave en
la representación de la idea de lo femenino y masculino de una forma asimétrica, sexista y
subordinante, relacionando lo masculino con lo activo, creativo y autoritario, mientras que
lo femenino se asocia con términos como pasividad y cuidado.
Los lenguajes “masculinos” y “femeninos” están presentes en los medios de comunicación,
existe un reflejo de las estructuras de poder en la sociedad, cuando se observan los medios
que están dirigidos especialmente a un público femenino o masculino se puede ver de
forma clara como se articulan en relación al género en su lenguaje (Verdú y Briones, 2016).
Lo mencionado anteriormente ha sido tomado en diversas investigaciones que han
estudiado la presencia de violencia simbólica y estereotipos de género en los medios de
comunicación, uno de ellos es el realizado por Martín y Navarro (2012) revisan los
anuncios españoles y argentinos (quienes tienen una normativa en contra la violencia
simbólica en los medios) observando el uso del cuerpo femenino y masculino y su relación
con los productos, la presentación estereotípica de hombres y mujeres y la existencia de
sesgo de género. En sus resultados se ve que disminuye lo considerado como sexista por las
normativas al menos en España. Un aspecto importante a considerar es que resulta
complejo valorar el grado de sexismo y de violencia simbólica presente en los anuncios,
haciendo alusión a la necesidad de quitar la ambigüedad a esos términos.
También en la investigación realizada por Velandia y Rincón (2013) en donde identifican
las representaciones y estereotipos de género utilizados en los comerciales transmitidos por
televisión utilizando una escala validada, en donde se puede observar que las
representaciones femeninas son más asociadas a roles de dependencia, ama de casa, mujer
sexy, siendo estos estereotipos femeninos. Por otra parte la Escala de Sexismo demostró
que un 71% de los comerciales analizados tenían algún nivel de sexismo, un 48% como alto
sexismo, 3% sexismo moderado y 21% en bajo sexismo, repitiéndose la presencia de
mujeres como objeto sexual o decorativo y utilización de estereotipos sexistas.
En un artículo que estudia la publicidad televisiva española sigue el mantenimiento de los
estereotipos más tradicionales de la mujer y hombre, dentro de los personajes masculinos y
femeninos representan un rol tradicional en más del 60% de los casos (Berganza y Del
Hoyo, 2006).
Por otra parte, en la revisión realizada por Garrido (2007), se ve que existe al menos en la
publicidad Española una representación más igualitaria, en donde los roles tradicionales de
la mujer como madre y esposa se ven cuantitativamente y cualitativamente disminuidos,
pero aun así en el estudio realizado por el Observatorio de Andaluz de la Publicidad no
Sexista existe un 85% de mujeres que no se identifica con los modelos reflejados con la
publicidad (Merdiam en Garrido, 2007).
Melo y Astorino (2016) a través de la documentación han analizado los estereotipos de
género presentes en las publicidades de productos destinados al público infantil en
Argentina, donde afirman que es una expresión de los medios de comunicación y que
reproduce la violencia simbólica hacia las mujeres, debido a que muestran imágenes de
mamás cuidando niños, niñas en tareas domésticas, niños que manejan autos, realizando
juegos violentos por ejemplo, dan una connotación de prácticas y roles por género,
generando una imposición al ajuste de la norma. Finalmente concluyen que para la niñas se
plantea un mundo doméstico, para ser objeto de belleza y sumergidas en el mundo de
princesas, mientras que para los varones las temáticas como tecnología, velocidad, fuerza y
violencia, es decir, existen dos mundos que son excluyentes el uno del otro, además de
imponer roles que cumplirán en la vida adulta.
Si bien, existe diferentes perspectivas de análisis para la violencia simbólica, la presencia
de ella en los medios de comunicación y específicamente en la publicidad es un hecho,
como así también convergen las diferentes investigaciones en que los medios de
comunicación de masas tienen una responsabilidad sobre lo que muestran puesto que es un
medio de aprendizaje para niños, niñas y adolescentes y que hasta ahora han reproducido y
replicado los estereotipos y roles de género.
“Los medios de comunicación de masas conforman uno de los grandes agentes
socializadores junto a la escuela, la familia y el grupo de pares que transmiten
información sobre los papeles asignados a los géneros. Juegan un papel
importantísimo en la formación y transmisión de modelos y su influencia es
poderosa, ya que esta· en estrecha relación con la creación de la conciencia social
por su capacidad para legitimar ideas, estereotipos y crear estados de opinión”
(Verdú y Briones, 2016, p.39).
Por lo tanto, los medios de comunicación toman un rol importante a lo que se le denomina
educación informal, esto porque, los MCM van supliendo y comunicando ciertos
aprendizajes que debiese cumplir la educación formal (escuelas, institutos, padres), por lo
que obtienen un rol de pedagogos (Huesmann en Lisceras, 2005).
Los MCM tienen una capacidad de influencia por sobre las niñas, niños y adolescentes en
la forma de atender y captar la realidad, una realidad que empobrece el pensamiento crítico,
que acude a estereotipos para explicar esta realidad, lo cual termina repercutiendo en las
actitudes adquiridas a través del aprendizaje social (Lisceras, 2005) (Lisceras, 2005).
En relación a lo anterior Lisceras (2005), menciona que las representaciones sociales que
nos dan los MCM tienen una función de esquema o marco cognitivo que influyen en cómo
niñas, niños y adolescentes procesan la información, la complejidad de ello tiene relación a
la capacidad de poder crear realidad y estar omnipresentes.
La violencia simbólica presente en los medios refiere la mayoría de las veces a relaciones
interpersonales, estilos de vida y valores, aprendiendo sobre diferentes ámbitos; vida social
y cultural, informaciones, comportamientos, maneras de entender la realidad, prácticas
sociales, lo cual termina siendo un efecto educativo que deforma (Lisceras, 2005) (Lisceras,
2005).
Para la OMS (2018), la adolescencia un período de especial interés debido a que es una
etapa donde el contexto social toma un rol importante, además del desarrollo de la
identidad, maduración física y sexual, con un interés de independencia social y económica,
así también establecer relaciones y capacidad de razonamiento abstracto, siendo también
una etapa propensa a riesgos.
La adolescencia es comprendida como un período que dura aproximadamente desde los 10
hasta los 19 años, siendo dividida en adolescencia temprana y tardía. La adolescencia
abarca en líneas generales entre los 15 y 19 años de edad, donde ya han ocurrido los
principales cambios físicos, el pensamiento analítico y reflexivo tiene un aumento
considerable (UNICEF, 2011)
“En la adolescencia tardía, las niñas suelen correr un mayor riesgo que los varones
de sufrir consecuencias negativas para la salud, incluida la depresión; y a menudo la
discriminación y el abuso basados en el género magnifican estos riesgos. Las
muchachas tienen una particular propensión a padecer trastornos alimentarios, tales
como la anorexia y la bulimia; esta vulnerabilidad se deriva en parte de profundas
ansiedades sobre la imagen corporal alentadas por los estereotipos culturales y
mediáticos de la belleza femenina” (Unicef, 2011, p.6).
En términos teóricos la investigación tiene relevancia debido a que existe una revisión
actual de violencia simbólica en términos cuantitativos, siendo la revisión cualitativa actual
investigaciones basadas en documentos y su contenido, pero poco existe sobre las vivencias
personales de este tipo de violencia, además de que la mayoría de la información disponible
tiene que ver exclusivamente a la publicidad o específicamente a la televisión, quedando de
lado las otras formas de representación de los medios de comunicación de masas. En
términos prácticos la información recogida facilitaría a la Fundación Niñas Valientes a
justificar con una mayor validez la necesidad de intervenir de forma preventiva en escuelas
por el efecto de la violencia simbólica y además la responsabilidad publicitaria que tienen
las organizaciones al momento de vender un producto. La información recopilada
representa un interés al área social puesto que entrega una noción de los significados
asociados a las imágenes o símbolos que entregan los medios masivos de comunicación, lo
cual compete al estudio a nivel social, que actualmente es una revisión más bien
cuantitativa y se encuentra con muy pocos antecedentes en Chile, considerando además la
Ley 20.066 solo contempla que el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género debe
“Promover la contribución de los medios de comunicación para erradicar la violencia
contra la mujer y realzar el respeto a su dignidad”, siendo ambigua (Biblioteca del
Congreso Nacional, 2018)
Título
Violencia Simbólica en los medios de comunicación de masas, un acercamiento a la
comprensión de los significados asociados a las representaciones sociales construidas por
adolescentes.

Pregunta de investigación.
¿Cuáles son las representaciones asociadas a estímulos comprendidos como violentos en
Medios Masivos de Comunicación por niñas de 15 a 18 años.?
OBJETIVO GENERAL
Comprender las representaciones asociadas a estímulos violentos en medios masivos de
comunicación por niñas de 15 a 18 años.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS
1. Identificar los constructos a la base al momento de ser expuestas a estímulos
percibidos como violentos en Medios masivos de comunicación en niñas de 15 a 18
años.
2. Conocer algunas de las sensaciones experimentadas al ser expuestas estímulos de
los medios de comunicación de masas en niñas de 15 a 18 años.
3. Detectar los estereotipos de género a la base de los estímulos considerados como
violentos en medios masivos de comunicación percibidos por niñas de 15 a 18
años.

Preguntas Directrices
1. Creencias a la base:
1.1 ¿Cuáles son los conceptos/significados percibidos como violentos en los MCM por las
adolescentes?
1.2 ¿Qué aspectos de los conceptos son percibidas como violentas por las adolescentes?
1.3 ¿Qué imágenes/símbolos son percibidas como violentas en los MCM por las
adolescentes?
2. Sensaciones Experimentadas
2.1 ¿Cuáles sensaciones son experimentadas al exponerse a los estímulos publicitarios
presentados?
2.2 ¿Sienten influida su manera de actuar las adolescentes al exponerse frente a los
estímulos publicitarios presentados?
2.3 ¿Qué tipo de relación presentan los estímulos presentados con los intereses personales
de las adolescentes?
3. Estereotipos de género
3.1 ¿Cuáles son los estereotipos de género que pueden observar las adolescentes en los
estímulos presentados?
3.2 ¿De qué manera evalúan las adolescentes los estereotipos de género identificados?
3.3 ¿Qué aspectos de los símbolos/imágenes representan un estereotipo de género?

Diseño de Investigación
Enfoque: Cualitativo
Tipo de estudio: Exploratorio
Alcance: Transversal

Muestra
Tamaño Muestral: 4 adolescentes
Estrategia de muestreo: Muestreo por conveniencia

Criterios de Inclusión:
- Ser mujer de 15 a 18 años
- Asistir regularmente a un establecimiento educacional
- Tener acceso a televisión, internet y redes sociales.

Criterios de Exclusión
- Tener alguna condición psiquiátrica que dificulte la toma de información
- Padecer algún trastorno alimentario relacionado con el aspecto físico (anorexia,
bulimia)
- Haber participado en el Taller “Valientes” ofrecido por la fundación Niñas
Valientes

Técnica de Recolección de Datos


Entrevista Semi-Estructurada y focus group
Técnica de Análisis de Datos
Análisis de discurso (crítico) utilizando la violencia simbólica como teoría a la base
para el análisis.

Procedimiento
1. Contacto con los establecimientos dispuestos a cooperar
2. Reclutamiento de adolescentes con las características solicitadas
3. Efectuar el Focus Group 1
4. Efectuar el Focus Group 2
5. Transcripción de datos
6. Codificación Abierta
7. Codificación Axial
8. Redacción de Resultados
9. Entrega de Resultados
10. Entrega de Resultados a la Fundación

Aspectos Éticos
La presente investigación no tendrá elementos o contenidos que permitan identificar a
quienes participen, por lo que se utilizarán seudónimos, así también se protegerán los
datos personales de los participantes que puedan ser reconocibles. Además, la
información será utilizada con fines académicos y para la Fundación Niñas Valientes,
con total resguardo de identidad de quienes participen.
La investigación responde al principio de no maleficencia…
Debido a que se trabaja con menores de edad se les entregará un consentimiento
informado a sus cuidadores para que sean firmados.
El método de recolección de datos será con entrevistas que serán grabadas en el celular
al que tendrá acceso solo el investigador responsable para la posterior transcripción.
La información de la investigación y se encontrará el computador personal del
investigador a la cual tendrán acceso a la información de manera anónima el
metodólogo y supervisor de práctica

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