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y Aimé Césaire
80grados.net/entre-con-federaciones/
1. De la historia a la imaginación
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La idea de la confederación tiene una genealogía histórica y política muy amplia en el
Caribe que entronca con proyectos de federación gubernamental. El modelo supone
una serie de individuos o centros administrativos o gubernamentales autónomos, que se
asocian para lograr una serie de objetivos en común. Aunque el concepto de federación
no se limita a las zonas insulares (Estados Unidos y Brasil ofrecen ejemplos de gobiernos
federales que se organizan a partir de un balance de la autoridad de los estados o
provincias y un gobierno central), no es sorprendente que este modelo haya tenido
mucha resonancia en el Caribe. Compuesto de islas y ciudades continentales costeras
organizadas a partir de estados que obtienen su independencia entre 1804 y 1983,
colonias y territorios incorporados y no incorporados, varios “commonwealths”
británicos y americanos, estados asociados, departamentos de Francia, y una isla
administrada por otra (Bonilla), los países del Caribe se han cuestionado sobre su
posible organización colectiva desde muy temprano en el siglo XIX.
Existen numerosos intentos de confederación, pero hay dos momentos históricos en los
que la organización nuclear de la región cristaliza claramente: la Confederación Antillana
en el Caribe hispano y francés en la segunda mitad del siglo XIX, y el West Indies
Federation en el Caribe inglés entre 1958 y 1962. La Confederación caribeña surge en la
década del 1860 y se define generalmente como un proyecto co-imaginado por Ramón
Emeterio Betances (1827–1898), Eugenio María de Hostos (1839–1903), José Martí (1853–
1895) y Máximo Gómez (1836–1905), en diálogo con Anténor Firmin (1850–1911) y sus
meditaciones sobre Haití como la primera y única república negra de las Américas. La
Confederación Antillana proponía un imaginario decolonial que culminaría a fines del
siglo XIX con una serie de proyectos de separatismo, autonomía y/o independencia de
España. Este imaginario descolonizador también incluía proyectos de separación de
España y anexión a Estados Unidos, así como iniciativas de consolidación de varios
países en una federación para resistir el control imperial estadounidense. Lejos de ser
un proyecto independentista monolítico, la Confederación Antillana contuvo proyectos
políticos diversos, incluyendo la renegociación de los términos de la relación entre las
Antillas y España. El mismo Ramón Emeterio Betances, en el texto que inspira el Grito de
Lares y que se firma en noviembre de 1867 demuestra la complejidad del pensamiento
político de la época:
El gobierno de doña Isabel II lanza sobre nosotros una terrible acusación: dice que
somos malos españoles.
Abolición de la esclavitud;
Derecho a votar todos los impuestos; Libertad de cultos;
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Libertad de palabra;
Libertad de imprenta;
Libertad de comercio;
Derecho de reunión;
Derecho de poseer armas;
Inviolabilidad del ciudadano;
Derecho a elegir nuestras autoridades.
Esos son los DIEZ MANDAMIENTOS de los hombres libres. Si España se siente capaz de
darnos, y nos da estos derechos y estas libertades, podrá entonces mandarnos un
capitán general, o un gobernador… de paja, que ahorcaremos y haremos quemar en los
́ de Carnestolendas, en conmemoración de todos los Judas que hasta hoy nos han
dias
vendido.
El archipiélago, por otra parte, tiene una historia diferente, aunque figura como un
motivo discursivo y literario bastante conocido (Walcott, Glissant, Benítez Rojo, Roberts y
Stephens) con ramificaciones teóricas que rebasan el Caribe e incluso los sistemas de
islas. Puesto que no existe una sola definición de este término, compartiré brevemente
mi manera de entender este concepto. Defino los archipiélagos como sistemas de islas,
y el mar que las vincula. El concepto se puede relacionar de manera productiva con
teorías de ensamblaje, teoría de redes o sistemas y de constelaciones (Deleuze y
Guattari, Latour, entre otros). Con el fin de añadirle complejidad a nuestra
conceptualización del Caribe como parte de una conversación más amplia con y sobre
otras regiones que comparten un conjunto de condiciones similares, mi definición de
archipiélago incluye grupos de islas y ciudades costeras con sus correspondientes redes
de puertos, fortificaciones, y sistemas de plantaciones, así como con sus sistemas
sociales, culturales y de producción.
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A partir de esta definición, propongo que el archipiélago ha sido un proyecto político y
simbólico articulado desde adentro y desde afuera del imaginario imperial sobre las islas,
desde tan temprano como el 1511. En el primer mapa del Caribe al que tenemos acceso
en estos momentos, y que se dibuja desde la perspectiva de la conquista europea, el
tema de los archipiélagos como modo de concebir lo que más tarde se conocerá como
“las posesiones de ultramar” se representa claramente:
Mapa de las Antillas de Pedro Mártir de Anglería. Impreso en Sevilla, 1511. Imagen de la exhibición “Antillean
Visions”, Lowe Museum, University of Miami. (Foto de la autora).
Mucho se ha escrito de este mapa, pero lo que me interesa destacar en este caso es la
distribución espacial, y en particular, la importancia de los archipiélagos en esta
representación. Esto explica, en parte, por qué las Canarias se localizan en este texto
como a medio camino entre Europa y América. Mártir de Anglería, como muchos
cartógrafos y navegantes de la época, concibe el Caribe desde la perspectiva del trayecto
de navegación entre Europa y América. En ese contexto, las Canarias funcionaban como
punto intermedio de abastecimiento que posibilitaba navegaciones de largas distancias.
Sin embargo, la conexión entre sistemas de islas va más allá de las necesidades prácticas
de las rutas de navegación. Stevens-Arroyo ha documentado cómo los españoles
ensayaron en el Caribe modos de explotación y colonización que se habían utilizado
anteriormente en las Canarias, creando lo que el historiador denomina como un
«paradigma inter-atlántico». Por lo tanto, desde el momento mismo en que se
representa el Caribe por primera vez en el contexto imperial español, se asume una
comunidad contextual geopolítica para las islas como posesiones de ultramar. Este tema
continuará siendo importante en el modo en que se configura la región como punto
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estratégico desde el punto de vista militar ilustrado en este mapa de las fortificaciones
que se construyen en esta región (nótese que en este caso el archipiélago incluye
puertos en islas y ciudades costeras):
También los archipiélagos se concibieron como bisagra central en las rutas comerciales
de los dos sistemas de flotas establecidas por los españoles en la zona:
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Las rutas comerciales del sistema de flotas de Indias.
William Boyce, United States Colonies and Dependencies. Chicago y Nueva York: Rand McNally: 1914. insert pages
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simbólico para pensar las posibilidades y limitaciones de discursos identitarios
colectivos, frente a las tensiones raciales, políticas y culturales en la región durante el
proceso de colonización y descolonización en la década del 1930.
Desde el primer poema, “Palabras en el Trópico”, el Primera edición de West Indies Ltd., de
Nicolás Guillén.
referente es un Caribe negro, atravesado por
legados imperiales y culturales diversos que se
aúnan desde la perspectiva de una voz lírica que invoca la colectividad por medio de la
referencia a las Antillas y al trópico:
Trópico,
tu dura hoguera
tuesta las nubes altas
y el cielo profundo ceñido por el arco del Mediodía. […]
Aquí,
en medio del mar,
retozando en las aguas con mis Antillas desnudas,
yo te saludo, Trópico.
Saludo deportivo,
primaveral,
que se me escapa del pulmón salado
a través de estas islas escandalosas hijas tuyas.
(Dice Jamaica
que ella está contenta de ser negra,
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El poema final es el más extenso y el que le da título a la colección completa, “West
Indies, Ltd.”. El imaginario colectivo de la zona se invoca desde el uso del nosotros en la
voz lírica, y a partir de las descripciones que intentan abarcar toda la zona:
conservador y liberal,
ganadero y azucarero,
donde a veces corre mucho dinero,
médicos y porteros.
¿Qué nos puede faltar?
Y aun lo que nos faltare lo mandaríamos buscar.
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La condición colonial y neocolonial es un motivo recurrente en el poema, donde las
Indias Occidentales se convierten en el “backyard” donde turistas e inversionistas
estadounidenses coexisten con pueblos blancos, negros, chinos y mulatos,
descendientes de múltiples diásporas, que son pobres y marginales:
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El poema cierra con los siguientes versos: “West Indies, en inglés. En castellano, las
Antillas”(299-300), afirmando la sinonimia entre los apelativos en inglés y español para
referirse al Caribe.
Martinica y Guadalupe
me van poniendo la casa.
Martinica en la cocina
y Guadalupe en la sala.
La voz lírica también distingue entre las Antillas Mayores, a las cuales se les asignan roles
importantes en el texto, y las Antillas Menores, que se representan como un
conglomerado animalizado, infantilizado y subalternizado:
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¡Hola, viejo Curazao!
Ya yo te he visto la cara.
Tu bravo puño de hierro
me ha quemado la garganta,
por el mundo embotellado,
vas del brazo de Jamaica,
El poema cierra pensando las Antillas como espacio de decadencia a partir del cual solo
por medio de la licencia alocada de la ficción se pueden inventar metáforas de
prosperidad y plenitud:
Aristocracia de dril
donde la vida resbala
sobre frases de natilla
y suculentas metáforas.
Estilización de costa
a cargo de entecas palmas
En negrito y cocotero
Babbit turista te atrapa;
Al morir el alba, de frágiles ensenadas retoñando, las Antillas hambrientas, las Antillas
perladas de viruelas, las Antillas dinamitadas de alcohol, varadas en el fango de esta
bahía, siniestramente fracasadas en el polvo de esta ciudad.
Al morir el alba, la extrema, engañadora, desolada pústula sobre la herida del agua; los
mártires que no testimonian; las flores de sangre que se marchitan deshojándose en el
viento inútil como gritos de loros parlanchines; una vieja vida sonriendo mentirosa, sus
labios abiertos por desamorada angustia; una vieja miseria pudriéndose silenciosamente
bajo el sol; un viejo silencio reventado de postillas tibias la aterradora inanidad de
nuestra razón de ser. (5)
En un momento intermedio del texto, la voz lírica describe las conexiones entre la labor
negra y su centralidad en el relato de la modernidad occidental. El impulso central de
este momento intermedio en el texto es trascender la zona caribeña para pensar la
identidad negra en un contexto global, y para proponer redes que descentran la historia
de la modernidad blanca eurocentrista y visibilizan la centralidad de la humanidad negra
en la historia de la modernidad occidental:
Lo que me pertenece, estos cuantos miles de moribundos que giran sin cesar en la
calabaza de una isla, y lo que es mío también, el archipiélago arqueado como el deseo
inquieto de negarse, diríase una maternal ansiedad de proteger la tenuidad más delicada
que separa una América de otra; y sus flancos que segregan para Europa el buen licor de
un Gulf Stream, y una de las dos vertientes de incandescencia entre las cuales el Ecuador
piruetea hacia el África. Y mi isla sin cercar, su clara audacia de pie detrás de esta
polinesia y ante ella, la Guadalupe, su espina dorsal partida en dos, hecha de nuestra
misma miseria, Haití, donde por primera vez se alza la negrada y dice que creía en su
humanidad, y la colita cómica de la Florida donde se acaba con un negro
estrangulándolo, y el África gigantescamete moviéndose como una oruga hasta el pie
hispánico de Europa, su desnudez en que la muerte siega a grandes trancos.
En este pasaje Césaire se refiere a la red de ciudades y puertos en los que se llevó a cabo
la trata esclavista, y desde los cuales el la voz lírica reactiva en el presente una red que
articula un movimiento cultural negro que conecta la poesía del Caribe conocida como
“negrista” con el Harlem Renaissance y el movimiento internacionalista negro que tan
bien ha estudiado Brent Edwards.
Por último, el poema cierra haciendo un llamado a una identidad negra global, que
comparte un pasado colonial, pero que trasciende las fronteras de los estados nación
modernos, para visibilizar una red diaspórica, internacional:
Y ahora estamos de pie mi país y yo, al viento los cabellos, mis manos pequeñas en su
puño enorme y la fuerza no está en nosotros, si no por encima de nosotros, en una voz
que perfora la noche y el oído con la agudeza de avispa apocalíptica.
hinchado de pestilencia,
pues no es cierto que la obra del hombre ha terminado
que nada tenemos que hacer en el mundo
que somos parásitos del mundo
que basta con que marchemos al andar del mundo
y hay espacio para todos en el lugar de reunión de la conquista, y ahora sabemos que el
sol gira alrededor de nuestra tierra iluminando la parcela que ha fijado nuestra voluntad
sola, y que toda estrella caída del cielo a la tierra queda sometida a nuestro poder sin
límites (24).
Aunque Césaire comparte con Palés Matos y Guillén el imaginario del Caribe como una
red de posesiones de ultramar vinculadas por una historia de colonización y
deshumanización del sujeto negro, el poema concluye creando una red global que se
define a partir de la comunidad racial, pero que trasciende las nociones del estado
nacional soberano, los relatos independentistas o los reclamos vinculados con el
regionalismo e insularismo caribeños. Su archipiélago es una red de dimensiones
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mundiales, en el que se rearticula el relato de la modernidad para localizar el trabajo
físico, el devenir, la voz y el conocimiento negros en el centro de la historia de la
humanidad.
Me gustaría concluir con dos provocaciones que baso en mi diálogo y lectura de los
trabajos de la colega Katerina González Seligmann. La primera es que el imaginario del
archipiélago nos permite ver las dimensiones no nacionalistas de los proyectos de
confederación. Katerina González Seligmann conversa de un modo interesante con el
pensamiento de Yarimar Bonilla sobre los futuros no soberanos en el Caribe para
permitir una apertura a los imaginarios no nacionalistas que acompañan al West Indies
Federation en el Caribe anglófono (Seligmann 2015 y 2019). Al pensar la confederación
desde la mirada del archipiélago, surgen otras dimensiones que rebasan el imaginario
descolonizador y nacionalista que desdibuja las agendas separatistas que aspiraban a
pensar proyectos autonomistas o de anexión a Estados Unidos en el Caribe, o proyectos
de emancipación con un origen en los movimientos de liberación negros y de otras
poblaciones no europeas o no blancas, que no siempre funcionaron a la sombra de un
proyecto nacional. Es momento de que empecemos a repensar el archivo de las
confederaciones en el Caribe para que abordemos sus espacios ciegos y contradictorios,
sus espacios más allá de la descolonización, la formación de un estado soberano y el
acceso a la independencia. Este es un relato de la modernidad que contraviene los
muchos modos en que los archipiélagos se arman más allá y más acá del relato del
estado, el ciudadano y la configuración de regiones con fronteras duras. Las islas,
después de todo, se derraman hacia el mar y comparten otros relatos de contacto,
comunicación y aislamiento.
Katerina González Seligmann ha dedicado años al estudio de esta edición del poema de
Césaire, y recientemente he leído su fascinante análisis de las tensiones, encuentros y
desencuentros del ejercicio de traducción de Cabrera en un artículo que aparecerá
publicado en MLN a fines de este año. El resultado es una edición del poema que
yuxtapone lenguas, imágenes, giros idiomáticos y voces, perspectivas de género y raza
que complican el proyecto de la negritude de Césaire, al incorporar genealogías y legados
coloniales y postcoloniales que llenan de ruido el texto y lo transforman en algo
completamente nuevo. El experimento de integración o ensamblaje de diferentes voces
deviene en tres proyectos artísticos autónomos que confluyen, se pelean y se reinventan
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en la edición publicada en La Habana en
1943.
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“Ellas”, Santa Marta, Colombia, foto de la autora.
VII. Referencias:
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Disenchantment”. En: Linden Lewis (Ed.), Caribbean Sovereignty, Democracy and
Development in an Age of Globalization. Nueva York: Routledge, 2012. Págs. 208–27.
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Bonilla, Y. & Hantel, H. Visualizing Sovereignty: Cartographic Queries for the Digital Age.
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Boyce, William. United States Colonies and Dependencies. Chicago y Nueva York: Rand
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Deleuze, Gilles y Claire Parnet. Dialogues II. Nueva York: Columbia University Press, 1987.
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Lewis, G.The British Caribbean Confederation: The West Indian background. The Political
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