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Entre con/federaciones: Nicolás Guillén, Luis Palés Matos

y Aimé Césaire
80grados.net/entre-con-federaciones/

evocaciones archipelágicas en la poesía caribeña de la década del 30

Santa Marta, Colombia, Foto de la autora.

«Dadme esa esponja y tendré el mar.»


—Luis Palés Matos

1. De la historia a la imaginación

El Caribe, por su condición geopolítica, ha presentado una serie de interrogantes en


términos de cómo imaginar la zona a partir de la tendencia centrífuga insular y el móvil
centrípeto de las redes archipelágicas que cuajan momentáneamente en imaginarios de
confederación. En este ensayo yuxtapongo dos conceptos fundacionales en el Caribe: el
de la confederación antillana y el del archipiélago. Me gustaría proponer que estos dos
términos, aunque similares, invocan y articulan conceptualizaciones espaciales, políticas
y culturales diferentes.

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La idea de la confederación tiene una genealogía histórica y política muy amplia en el
Caribe que entronca con proyectos de federación gubernamental. El modelo supone
una serie de individuos o centros administrativos o gubernamentales autónomos, que se
asocian para lograr una serie de objetivos en común. Aunque el concepto de federación
no se limita a las zonas insulares (Estados Unidos y Brasil ofrecen ejemplos de gobiernos
federales que se organizan a partir de un balance de la autoridad de los estados o
provincias y un gobierno central), no es sorprendente que este modelo haya tenido
mucha resonancia en el Caribe. Compuesto de islas y ciudades continentales costeras
organizadas a partir de estados que obtienen su independencia entre 1804 y 1983,
colonias y territorios incorporados y no incorporados, varios “commonwealths”
británicos y americanos, estados asociados, departamentos de Francia, y una isla
administrada por otra (Bonilla), los países del Caribe se han cuestionado sobre su
posible organización colectiva desde muy temprano en el siglo XIX.

Existen numerosos intentos de confederación, pero hay dos momentos históricos en los
que la organización nuclear de la región cristaliza claramente: la Confederación Antillana
en el Caribe hispano y francés en la segunda mitad del siglo XIX, y el West Indies
Federation en el Caribe inglés entre 1958 y 1962. La Confederación caribeña surge en la
década del 1860 y se define generalmente como un proyecto co-imaginado por Ramón
Emeterio Betances (1827–1898), Eugenio María de Hostos (1839–1903), José Martí (1853–
1895) y Máximo Gómez (1836–1905), en diálogo con Anténor Firmin (1850–1911) y sus
meditaciones sobre Haití como la primera y única república negra de las Américas. La
Confederación Antillana proponía un imaginario decolonial que culminaría a fines del
siglo XIX con una serie de proyectos de separatismo, autonomía y/o independencia de
España. Este imaginario descolonizador también incluía proyectos de separación de
España y anexión a Estados Unidos, así como iniciativas de consolidación de varios
países en una federación para resistir el control imperial estadounidense. Lejos de ser
un proyecto independentista monolítico, la Confederación Antillana contuvo proyectos
políticos diversos, incluyendo la renegociación de los términos de la relación entre las
Antillas y España. El mismo Ramón Emeterio Betances, en el texto que inspira el Grito de
Lares y que se firma en noviembre de 1867 demuestra la complejidad del pensamiento
político de la época:

El gobierno de doña Isabel II lanza sobre nosotros una terrible acusación: dice que
somos malos españoles.

El gobierno nos calumnia.

Nosotros no queremos la separación; nosotros queremos la paz, la unión con Españaa,


mas es justo que pongamos también condiciones en el contrato.

Son muy sencillas; helas aquí:

Abolición de la esclavitud;
Derecho a votar todos los impuestos; Libertad de cultos;

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Libertad de palabra;
Libertad de imprenta;
Libertad de comercio;
Derecho de reunión;
Derecho de poseer armas;
Inviolabilidad del ciudadano;
Derecho a elegir nuestras autoridades.

Esos son los DIEZ MANDAMIENTOS de los hombres libres. Si España se siente capaz de
darnos, y nos da estos derechos y estas libertades, podrá entonces mandarnos un
capitán general, o un gobernador… de paja, que ahorcaremos y haremos quemar en los
́ de Carnestolendas, en conmemoración de todos los Judas que hasta hoy nos han
dias
vendido.

Asi ́ seremos españoles,


Si no, NO.
Si no, Puertorriqueños, ¡PACIENCIA! Os juro que seréis libres (En Arpoini, 175)

El Proyecto de la West Indies Federation se consolidó en el Caribe inglés entre 1958 y


1962, pero se empezó a teorizar precisamente en la década del 1860 (Merivale, en Lewis,
1957). El West Indies Federation incluyó países como Jamaica, Trinidad y Tobago,
Barbados, Antigua, Grenada, St. Lucia, St. Kitts, Nevis y St. Vincent, entre otros, e intentó
configurar una organización política alternativa a la formación de Estados nacionales
soberanos. Como sabemos, este proyecto de articulación colectiva en el Caribe inglés
culminó con la formación de estados que se independizaron entre las décadas del 1960 y
el 1980, mientras que otras islas se convirtieron en British Overseas Territories
(Territorios Británicos de Ultramar)(Ganzert, 1953, p. 112-114). Al igual que en el caso de
la Confederación Antillana, las tensiones raciales e insulares imposibilitaron el triunfo de
la Federación, que se disolvió apenas cuatro años después de su consolidación inicial.

El archipiélago, por otra parte, tiene una historia diferente, aunque figura como un
motivo discursivo y literario bastante conocido (Walcott, Glissant, Benítez Rojo, Roberts y
Stephens) con ramificaciones teóricas que rebasan el Caribe e incluso los sistemas de
islas. Puesto que no existe una sola definición de este término, compartiré brevemente
mi manera de entender este concepto. Defino los archipiélagos como sistemas de islas,
y el mar que las vincula. El concepto se puede relacionar de manera productiva con
teorías de ensamblaje, teoría de redes o sistemas y de constelaciones (Deleuze y
Guattari, Latour, entre otros). Con el fin de añadirle complejidad a nuestra
conceptualización del Caribe como parte de una conversación más amplia con y sobre
otras regiones que comparten un conjunto de condiciones similares, mi definición de
archipiélago incluye grupos de islas y ciudades costeras con sus correspondientes redes
de puertos, fortificaciones, y sistemas de plantaciones, así como con sus sistemas
sociales, culturales y de producción.

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A partir de esta definición, propongo que el archipiélago ha sido un proyecto político y
simbólico articulado desde adentro y desde afuera del imaginario imperial sobre las islas,
desde tan temprano como el 1511. En el primer mapa del Caribe al que tenemos acceso
en estos momentos, y que se dibuja desde la perspectiva de la conquista europea, el
tema de los archipiélagos como modo de concebir lo que más tarde se conocerá como
“las posesiones de ultramar” se representa claramente:

Mapa de las Antillas de Pedro Mártir de Anglería. Impreso en Sevilla, 1511. Imagen de la exhibición “Antillean
Visions”, Lowe Museum, University of Miami. (Foto de la autora).

Mucho se ha escrito de este mapa, pero lo que me interesa destacar en este caso es la
distribución espacial, y en particular, la importancia de los archipiélagos en esta
representación. Esto explica, en parte, por qué las Canarias se localizan en este texto
como a medio camino entre Europa y América. Mártir de Anglería, como muchos
cartógrafos y navegantes de la época, concibe el Caribe desde la perspectiva del trayecto
de navegación entre Europa y América. En ese contexto, las Canarias funcionaban como
punto intermedio de abastecimiento que posibilitaba navegaciones de largas distancias.

Sin embargo, la conexión entre sistemas de islas va más allá de las necesidades prácticas
de las rutas de navegación. Stevens-Arroyo ha documentado cómo los españoles
ensayaron en el Caribe modos de explotación y colonización que se habían utilizado
anteriormente en las Canarias, creando lo que el historiador denomina como un
«paradigma inter-atlántico». Por lo tanto, desde el momento mismo en que se
representa el Caribe por primera vez en el contexto imperial español, se asume una
comunidad contextual geopolítica para las islas como posesiones de ultramar. Este tema
continuará siendo importante en el modo en que se configura la región como punto

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estratégico desde el punto de vista militar ilustrado en este mapa de las fortificaciones
que se construyen en esta región (nótese que en este caso el archipiélago incluye
puertos en islas y ciudades costeras):

Fortificaciones españolas en la región del Caribe (del 1587 al siglo XIX).

También los archipiélagos se concibieron como bisagra central en las rutas comerciales
de los dos sistemas de flotas establecidas por los españoles en la zona:

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Las rutas comerciales del sistema de flotas de Indias.

Este mismo motivo se reitera en el caso del imperialismo estadounidense a partir de lo


que Lanny Thompson denomina un “archipiélago imperial”. Los Estados Unidos inician su
expansión imperial global cuando a partir de 1898 toman posesión de lo que en más de
50 libros y atlas se describe como «nuestras islas» o «nuestras nuevas posesiones de
ultramar», «nuestro imperio insular» (Thompson, 2007, págs. 73-76). El denominador
común en la articulación de esta noción de archipiélagos coloniales e imperiales es el
que estas posesiones ostentan geográficamente una discontinuidad territorial con
respecto al centro metropolitano (ya sea europeo o estadounidense). Por eso Alaska
aparece incluido en el mapa de las posesiones extra-continentales de los Estados
Unidos.

William Boyce, United States Colonies and Dependencies. Chicago y Nueva York: Rand McNally: 1914. insert pages
326-327

Aquí propongo examinar las identidades caribeñas a través de las representaciones


poéticas de imaginarios regionales y colectivos en el Caribe español y francés, utilizando
la idea del archipiélago como categoría más amplia que la confederación, para explorar
redes de islas, puertos, ciudades y localizaciones, que exploran alternativas al estado
nacional y la nación soberana, modelos prevalecientes en el desarrollo de los estados
nacionales tradicionales en las Américas continentales. Me enfoco en la década del
1930, como momento intermedio entre el proyecto de la Confederación Antillana del
siglo XIX y el West Indies Federation de mediados del siglo veinte. Discuto la
conceptualización del Caribe como un archipiélago en West Indies Ltd. (1934) de Nicolás
Guillén, Tuntún de pasa y grifería (1937) de Luis Palés Matos, y Cahier d’un retour au pays
natal (1939) de Aimé Césaire. Propongo que la poesía funciona como un espacio

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simbólico para pensar las posibilidades y limitaciones de discursos identitarios
colectivos, frente a las tensiones raciales, políticas y culturales en la región durante el
proceso de colonización y descolonización en la década del 1930.

III. West Indies, Ltd. (1934) de Nicolás Guillén

La colección de poemas West Indies Ltd. de Nicolás


Guillén es un texto fundacional en el pensamiento
caribeñista del autor. La colección de poemas
explora el imaginario colectivo del Caribe a partir
del apelativo con el que se conoce la zona en el
contexto de las plantaciones tropicales en las que
se yuxtaponen negritud, esclavitud y colonialismo.
De esta colección provienen dos de los poemas más
conocidos de Guillén, “Balada de los dos abuelos” y
“Sensemayá (Canto para matar a una culebra)”.
Propondré brevemente algunos de los rasgos
predominantes en el imaginario archipelágico que
imagina Guillén en este volumen de su poesía.

Desde el primer poema, “Palabras en el Trópico”, el Primera edición de West Indies Ltd., de
Nicolás Guillén.
referente es un Caribe negro, atravesado por
legados imperiales y culturales diversos que se
aúnan desde la perspectiva de una voz lírica que invoca la colectividad por medio de la
referencia a las Antillas y al trópico:

Trópico,
tu dura hoguera
tuesta las nubes altas
y el cielo profundo ceñido por el arco del Mediodía. […]

Aquí,
en medio del mar,
retozando en las aguas con mis Antillas desnudas,

yo te saludo, Trópico.
Saludo deportivo,
primaveral,
que se me escapa del pulmón salado
a través de estas islas escandalosas hijas tuyas.

(Dice Jamaica
que ella está contenta de ser negra,

y Cuba ya sabe que es mulata.) (versos 1—33, selección)

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El poema final es el más extenso y el que le da título a la colección completa, “West
Indies, Ltd.”. El imaginario colectivo de la zona se invoca desde el uso del nosotros en la
voz lírica, y a partir de las descripciones que intentan abarcar toda la zona:

¡West Indies! Nueces de coco, tabaco y aguardiente…

Éste es un oscuro pueblo sonriente,

conservador y liberal,
ganadero y azucarero,
donde a veces corre mucho dinero,

pero donde siempre se vive muy mal. […]

Aquí hay blancos y negros y chinos y mulatos.


Desde luego, se trata de colores baratos,
pues a través de tratos y contratos
se han corrido los tintes y no hay un tono estable. […]

Hay bancos y banqueros


legisladores y bolsistas,
abogados y periodistas,

médicos y porteros.
¿Qué nos puede faltar?
Y aun lo que nos faltare lo mandaríamos buscar.

¡West Indies! Nueces de coco, tabaco y aguardiente.

Éste es un oscuro pueblo sonriente. (versos 1-30)

El poema recorre el Caribe refiriéndose a la presencia imperial estadounidense, el


sistema opresivo de la plantación de caña de azúcar y la condición de pobreza y
marginalidad del Caribe en el imaginario imperial, siempre a merced del hambre, la
piratería y el contrabando:

¡Hambre de las Antillas,


dolor de las ingenuas Indias Occidentales!

Noches pobladas de prostitutas,

bares poblados de marineros;

encrucijada de cien rutas


para bandidos y bucaneros. (versos 125-130)

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La condición colonial y neocolonial es un motivo recurrente en el poema, donde las
Indias Occidentales se convierten en el “backyard” donde turistas e inversionistas
estadounidenses coexisten con pueblos blancos, negros, chinos y mulatos,
descendientes de múltiples diásporas, que son pobres y marginales:

¡West Indies! ¡West Indies! ¡West Indies!


Éste es el pueblo hirsuto,
de cobre, multicéfalo, donde la vida repta
con el lodo seco cuarteado en la piel.
Éste es el presidio
donde cada hombre tiene atados los pies.
Ésta es la grotesca sede de companies y trusts.
Aquí están el lago de asfalto, las minas de hierro,

las plantaciones de café,


los ports docks, los ferry boats, los ten cents…
Éste es el pueblo del all right,
donde todo se encuentra muy mal;
éste es el pueblo del very well,
donde nadie está bien.

Aquí están los servidores de Mr. Babbit.

Los que educan sus hijos en West Point.


Aquí están los que chillan: hello baby,
y fuman «Chesterfield» y «Lucky Strike».

Aquí están los bailadores de fox trots,

los boys del jazz band


y los veraneantes de Miami y de Palm Beach.

Aquí están los que piden bread and butter


y coffee and milk.
Aquí están los absurdos jóvenes sifilíticos,

fumadores de opio y de mariguana,

exhibiendo en vitrinas sus espiroquetas


y cortándose un traje cada semana,

Aquí está lo mejor de Port-au-Prince,


lo más puro de Kingston, la high life de La Habana…

Pero aquí están también los que reman en lágrimas,

galeotes dramáticos, galeotes dramáticos. (versos 183-213)

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El poema cierra con los siguientes versos: “West Indies, en inglés. En castellano, las
Antillas”(299-300), afirmando la sinonimia entre los apelativos en inglés y español para
referirse al Caribe.

En esta colección, Guillén piensa en el Caribe como conglomerado de países que


comparten el colonialismo/imperialismo extendido (europeo-estadounidense) y el
contrabando y la piratería comunes en el trópico. La plantación se ha transformado en el
backyard turístico de los Estados Unidos. El Caribe se presenta, entonces, como un
archipiélago principalmente mulato y negro, translocal y pobre, sumido en la invisibilidad
del exterior de los imperios europeos y estadounidense.

IV. Tuntún de pasa y grifería (1937) de Luis Palés Matos

La colección de poemas Tuntún de pasa y


grifería de Palés Matos, publicada por
primera vez en 1937, incluye 36 poemas
distribuidos en una serie de partes que
corresponden al tronco, a las ramas y a las
flores de un árbol. La metáfora del árbol con
la que Martí en su ensayo “Nuestra América”
(1891) se refiere a las culturas e identidades
autóctonas de las Américas, se racializa en
los poemas de Palés Matos. “Danza negra”,
“Majestad negra”, “Canción festiva para ser
llorada”, “Ten con Ten” y “Mulata Antilla” son
algunos de los poemas más conocidos de
esta colección. Estos poemas destacan los
elementos de origen afrocaribeño, y existe
mucha crítica dedicada al análisis de los
aportes y limitaciones de este proyecto
Primera edición de Luis Palés Matos, Tuntún de
poético. pasa y grifería. San Juan de Puerto Rico, Biblioteca
de Autores Puertorriqueños, 1937.
Palés Matos invoca el Caribe como
archipiélago mediante la representación de
las islas por medio de listas que incluyen al Caribe inglés, hispano y francés. Las islas del
Caribe se personifican como mujeres que coexisten en un mismo recinto, pero que
apenas hablan entre sí. Puerto Rico aparece al final de la enumeración que se propone
en el poema como una excepción negativa en ese escenario femenino, negro y colonial.
El tema aparece desde el primer poema, el “Preludio en Boricua”

Jamaica, la gorda mandinga,


reduce su lingo a gandinga.
Santo Domingo se endominga
y en cívico gesto imponente
su numen heroico respinga
con cien odas al Presidente.
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Con su batea de ajonjolí
y sus blancos ojos de magia
hacia el mercado viene Haití.
Las antillas barloventeras
pasan tremendas desazones,
espantándose los ciclones
con matamoscas de palmeras.

¿Y Puerto Rico? Mi isla ardiente,


para ti todo ha terminado.
En el yermo de un continente,
Puerto Rico, lúgubremente,
bala como un cabro estofado. (38-39)

Este impulso archipielágico se reitera en varios poemas a partir de referencias a Haití,


Martinica, Jamaica, Cuba, en ocasiones vinculadas con países africanos, proponiendo una
red que vincula al Caribe y África por medio de las experiencias coloniales de la diáspora
negra y de la trata esclavista:

Haití, Martinica, Congo, Camerún,

las papiamentosas Antillas del ron

y las patoalesas islas del volcán,


que en el grave son
del canto se dan.
Calabó y bambú.
Bambú y calabó. (p. 44)

Uno de los poemas en donde se despliega más visiblemente un relato de archipiélago es


la “Canción festiva para ser llorada.” En este poema, las islas del Caribe se representan
como un grupo de mujeres negras en un rol subordinado y servil:

Cuba -ñáñigo y bachata-


Haití -vodú y calabaza-
Puerto Rico -burundanga

Martinica y Guadalupe
me van poniendo la casa.
Martinica en la cocina
y Guadalupe en la sala.

Martinica hace la sopa


Y Guadalupe la cama.

Buen calalú, Martinica,


que Guadalupe me aguarda. (65)
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En este texto, Palés moviliza toda una serie de términos clave que tienen dos funciones:
de una parte, se describe a las islas a partir de una serie de características vinculadas con
la religiosidad y cultura negras, a la vez que estos vocablos se seleccionan por su
sonoridad y en ocasiones por su naturaleza onomatopéyica, invocando las lenguas
originarias africanas que han sido colonizadas por el español, en el caso de Puerto Rico,
de donde es oriundo el poeta. En el poema, el Caribe se representa como un
archipiélago colonial, feminizado y prácticamente invisible en el contexto de los relatos
de la historia de la modernidad. Palés Matos destaca que la condición de colonialidad de
la zona está muy lejos de desaparecer en las décadas del 1920 y 1930, aunque ya países
como Haití, Cuba y la República Dominicana sean independientes. Recordemos que en
ese momento la mayoría de los países del Caribe no eran estados soberanos e
independientes.

La voz lírica también distingue entre las Antillas Mayores, a las cuales se les asignan roles
importantes en el texto, y las Antillas Menores, que se representan como un
conglomerado animalizado, infantilizado y subalternizado:

Las antillas menores,


titiś inocentes, bailan
sobre el ovillo de un viento
que el ancho golfo huracana.

Aquí está San Kitts el nene,


el bobo de la comarca.
Pescando tiernos ciclones
entretiene su ignorancia.
Los purga con sal de fruta
los ceba con cocos de agua,
y adultos ya, los remite
C.O.D. a sus hermanas,
para que se desayunen
con tormenta rebozada.

Aquí está Santo Tomé,


de malagueta y malanga
cargado el burro que el cielo
de Su Santidad demanda…
(Su Santidad, Babbit Máximo,
con sello y marca de fábrica)
De su grave teologiá

Lutero hizo una fogata,


y alrededor, biblia en mano,
los negros tortolos bailan cantando salmos oscuros
a Bombo, mongo de África.

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¡Hola, viejo Curazao!
Ya yo te he visto la cara.
Tu bravo puño de hierro
me ha quemado la garganta,
por el mundo embotellado,
vas del brazo de Jamaica,

soltando tu áspero tufo


de azúcares fermentadas. (66-67)

Haití es también un referente central en el poema, y se invoca a partir de la historia de la


revolución haitiana, que consolida la primera república criolla negra en las Américas sin
extirpar del todo los legados de la colonialidad:

Por los árboles se cuelan


ariscas formas extrañas,
y Haití, fiero y enigmático,
hierve como una amenaza.
Es el vodú. La tremenda hora
del zombí y la rana.

Sobre los cañaverales


los espíritus trabajan.
Ogún Badagrí en la sombra

afila su negra daga…


– Mañana tendrá el amito
la mejor de las corbatas-

Dessalines grita: ¡Sangre!

L’Overture ruge: ¡Venganza!

mientras remoto, escondido,

por la profunda maraña

Macandal bate su gongo


en la torva noche haitiana. (68-69)

El poema cierra pensando las Antillas como espacio de decadencia a partir del cual solo
por medio de la licencia alocada de la ficción se pueden inventar metáforas de
prosperidad y plenitud:

Antilla, vaho pastoso


de templa recién cuajada.

Trajín de ingenio cañero


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baño turco de melaza.

Aristocracia de dril
donde la vida resbala
sobre frases de natilla
y suculentas metáforas.

Estilización de costa
a cargo de entecas palmas

idioma blando y chorreoso

-mamey, cacao, guanábana-

En negrito y cocotero
Babbit turista te atrapa;

Tartarín sensual te sueña


en tu loro y tu mulata;
sólo a veces Don Quijote,

por chiflado y musaraña,


de tu maritornería
construye una dulcineada

Esta mirada pesimista se transforma brevemente en un llamado a la lucha conjunta de


las Antillas para obtener su autonomía en el poema “Mulata Antilla”:

Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico,


fogosas y sensuales tierras mías.
¡Oh los rones calientes de Jamaica!

¡Oh fiero calalú de Martinica!


¡Oh noche fermentada de tambores
del Haití impenetrable y vuduísta!
Dominica, Tortola, Guadalupe,
¡Antillas, mis Antillas!
Sobre el mar de Colón, aupadas todas,

sobre el Caribe mar, todas unidas,


soñando y padeciendo y forcejeando
contra pestes, ciclones y codicias,
y muriéndose un poco por la noche,

y otra vez a la aurora, redivivas,

porque eres tú, mulata de los trópicos,


la libertad cantando en mis Antillas. (96)
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Aunque en algunos versos Palés Matos se acerca a la posibilidad de una confederación
organizada a partir de un proyecto de libertad política, los motivos predominantes en su
poesía son la identificación de una comunidad cultural negra que aspira a la
emancipación lingüística y cultural. Recordemos que los poemas de Palés Matos
presentan una perspectiva marcadamente diferente a la del texto que se convertiría en
el referente canónico sobre la puertorriqueñidad en esa época, el ensayo Insularismo
(1934) de Antonio S. Pedreira. La respuesta de Palés Matos parece ser la de presentar la
interrogante sobre la identidad boricua en el contexto más amplio del Caribe. En este
texto el Caribe se presenta como una red de países negros azotados por el colonialismo,
las crisis climáticas y la pobreza. La región también se vincula con África como parte de
un mismo archipiélago pan-africano, que el poeta quiere rescatar a partir del impulso
lírico. Sin embargo, en Palés Matos, la posible identidad colectiva del Caribe se plantea
como crisis de la historia y de la ficción:

Tuntún de pasa y grifería,


este libro que va a tus manos
con ingredientes antillanos
compuse un día…

… y en resumen, tiempo perdido,


que me acaba en aburrimiento.
Algo entrevisto o presentido,
poco realmente vivido
y mucho de embuste y de cuento. (39)

V. Cahier d’un retour au pays natal (1939) de Aimé Césaire

El texto de Aimé Césaire no es una colección de


poemas, sino un extenso poema narrativo que
describe el viaje de regreso del sujeto caribeño,
desde Europa hasta el Caribe, primero a partir de
una narrativa colonial, y luego en un relato que
proyecta el Caribe hacia el mundo, en un
movimiento opuesto que se articula desde una
identidad negra global descolonizada. Existe todo
un aparato crítico que se ha enfocado en la
representación del Caribe desde una perspectiva
descolonizadora en este poema. Nuevamente,
desvío mi lectura hacia el tema del archipiélago
como consolidación que ocupa ciertos momentos
clave en el texto.

Hago referencia brevemente a tres momentos en


los que se constituye una mirada archipelágica.
Primera edición, Césaire, Cahier d’un retour
Al principio del poema, la voz lírica describe al au pays natal, París, Volontés 1939.
Caribe desde una perspectiva colonizada que
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identifica principalmente estancamiento, pobreza
y enfermedad (Utilizo la traducción al español de Lydia Cabrera, a la que tuve acceso
gracias a Katerina González Seligmann):

Al morir el alba, de frágiles ensenadas retoñando, las Antillas hambrientas, las Antillas
perladas de viruelas, las Antillas dinamitadas de alcohol, varadas en el fango de esta
bahía, siniestramente fracasadas en el polvo de esta ciudad.

Al morir el alba, la extrema, engañadora, desolada pústula sobre la herida del agua; los
mártires que no testimonian; las flores de sangre que se marchitan deshojándose en el
viento inútil como gritos de loros parlanchines; una vieja vida sonriendo mentirosa, sus
labios abiertos por desamorada angustia; una vieja miseria pudriéndose silenciosamente
bajo el sol; un viejo silencio reventado de postillas tibias la aterradora inanidad de
nuestra razón de ser. (5)

En un momento intermedio del texto, la voz lírica describe las conexiones entre la labor
negra y su centralidad en el relato de la modernidad occidental. El impulso central de
este momento intermedio en el texto es trascender la zona caribeña para pensar la
identidad negra en un contexto global, y para proponer redes que descentran la historia
de la modernidad blanca eurocentrista y visibilizan la centralidad de la humanidad negra
en la historia de la modernidad occidental:

Al fin del amanecer,una sed de macho y el testarudo deseo,


me dividen los frescos oasis de la fraternidad,
impúdico friso de duras espinas,
este horizonte demasiado seguro se estremece como un carcelero.
Tu último triunfo, cuervo tenaz de la traición.

Lo que me pertenece, estos cuantos miles de moribundos que giran sin cesar en la
calabaza de una isla, y lo que es mío también, el archipiélago arqueado como el deseo
inquieto de negarse, diríase una maternal ansiedad de proteger la tenuidad más delicada
que separa una América de otra; y sus flancos que segregan para Europa el buen licor de
un Gulf Stream, y una de las dos vertientes de incandescencia entre las cuales el Ecuador
piruetea hacia el África. Y mi isla sin cercar, su clara audacia de pie detrás de esta
polinesia y ante ella, la Guadalupe, su espina dorsal partida en dos, hecha de nuestra
misma miseria, Haití, donde por primera vez se alza la negrada y dice que creía en su
humanidad, y la colita cómica de la Florida donde se acaba con un negro
estrangulándolo, y el África gigantescamete moviéndose como una oruga hasta el pie
hispánico de Europa, su desnudez en que la muerte siega a grandes trancos.

Y yo me digo Burdeos y Nantes y Liverpool


y Nueva York y San Francisco
ni un pedazo de este mundo que no lleve mi impresión digital y mi calcáneo
en el lomo de los rascacielos y mi mugre en el fulgor de sus gemas;
¿Quién puede jactarse de tener mejores cosas que yo?
Virginia. Tennesse. Georgia. Alabama.
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Putrefacciones monstruosas de inoperantes revueltas,
marasmos de sangre pútrida
trompetas absurdamente taponadas.
Tierras rojas, tierras sanguíneas, tierras consanguíneas. (12)

En este pasaje Césaire se refiere a la red de ciudades y puertos en los que se llevó a cabo
la trata esclavista, y desde los cuales el la voz lírica reactiva en el presente una red que
articula un movimiento cultural negro que conecta la poesía del Caribe conocida como
“negrista” con el Harlem Renaissance y el movimiento internacionalista negro que tan
bien ha estudiado Brent Edwards.

Por último, el poema cierra haciendo un llamado a una identidad negra global, que
comparte un pasado colonial, pero que trasciende las fronteras de los estados nación
modernos, para visibilizar una red diaspórica, internacional:

Y ahora estamos de pie mi país y yo, al viento los cabellos, mis manos pequeñas en su
puño enorme y la fuerza no está en nosotros, si no por encima de nosotros, en una voz
que perfora la noche y el oído con la agudeza de avispa apocalíptica.

Y la voz pronuncia que durante siglos Europa nos ha atiborrado de mentiras

hinchado de pestilencia,
pues no es cierto que la obra del hombre ha terminado
que nada tenemos que hacer en el mundo
que somos parásitos del mundo
que basta con que marchemos al andar del mundo

mas la obra del hombre apenas ha comenzado

y al hombre le queda por conquistar toda prohibición inmovilizada


en los rincones de su fervor
y ninguna raza posee el monopolio de la belleza,
de la inteligencia, de la fuerza

y hay espacio para todos en el lugar de reunión de la conquista, y ahora sabemos que el
sol gira alrededor de nuestra tierra iluminando la parcela que ha fijado nuestra voluntad
sola, y que toda estrella caída del cielo a la tierra queda sometida a nuestro poder sin
límites (24).

Aunque Césaire comparte con Palés Matos y Guillén el imaginario del Caribe como una
red de posesiones de ultramar vinculadas por una historia de colonización y
deshumanización del sujeto negro, el poema concluye creando una red global que se
define a partir de la comunidad racial, pero que trasciende las nociones del estado
nacional soberano, los relatos independentistas o los reclamos vinculados con el
regionalismo e insularismo caribeños. Su archipiélago es una red de dimensiones

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mundiales, en el que se rearticula el relato de la modernidad para localizar el trabajo
físico, el devenir, la voz y el conocimiento negros en el centro de la historia de la
humanidad.

VI. ¿Confederación o archipiélago?

Me gustaría concluir con dos provocaciones que baso en mi diálogo y lectura de los
trabajos de la colega Katerina González Seligmann. La primera es que el imaginario del
archipiélago nos permite ver las dimensiones no nacionalistas de los proyectos de
confederación. Katerina González Seligmann conversa de un modo interesante con el
pensamiento de Yarimar Bonilla sobre los futuros no soberanos en el Caribe para
permitir una apertura a los imaginarios no nacionalistas que acompañan al West Indies
Federation en el Caribe anglófono (Seligmann 2015 y 2019). Al pensar la confederación
desde la mirada del archipiélago, surgen otras dimensiones que rebasan el imaginario
descolonizador y nacionalista que desdibuja las agendas separatistas que aspiraban a
pensar proyectos autonomistas o de anexión a Estados Unidos en el Caribe, o proyectos
de emancipación con un origen en los movimientos de liberación negros y de otras
poblaciones no europeas o no blancas, que no siempre funcionaron a la sombra de un
proyecto nacional. Es momento de que empecemos a repensar el archivo de las
confederaciones en el Caribe para que abordemos sus espacios ciegos y contradictorios,
sus espacios más allá de la descolonización, la formación de un estado soberano y el
acceso a la independencia. Este es un relato de la modernidad que contraviene los
muchos modos en que los archipiélagos se arman más allá y más acá del relato del
estado, el ciudadano y la configuración de regiones con fronteras duras. Las islas,
después de todo, se derraman hacia el mar y comparten otros relatos de contacto,
comunicación y aislamiento.

La segunda provocación es recordar que no toda yuxtaposición deviene en narrativa de


síntesis. Para ilustrar este segundo punto me gustaría hacer referencia a una edición del
texto de Aimé Césaire en el que se yuxtaponen varias voces: la mirada de Césaire desde
un proyecto como la negritude, que aspiraba a invocar una negridad (para adoptar el
término que se usa en Memorias palenqueras y raizales) emancipada y global; la
traducción dinámica y desobediente de Lydia Cabrera del poema del francés al español;
y las ilustraciones experimentales y desbordadas del artista afro-chino y cubano,
Wilfredo Lam.

Katerina González Seligmann ha dedicado años al estudio de esta edición del poema de
Césaire, y recientemente he leído su fascinante análisis de las tensiones, encuentros y
desencuentros del ejercicio de traducción de Cabrera en un artículo que aparecerá
publicado en MLN a fines de este año. El resultado es una edición del poema que
yuxtapone lenguas, imágenes, giros idiomáticos y voces, perspectivas de género y raza
que complican el proyecto de la negritude de Césaire, al incorporar genealogías y legados
coloniales y postcoloniales que llenan de ruido el texto y lo transforman en algo
completamente nuevo. El experimento de integración o ensamblaje de diferentes voces
deviene en tres proyectos artísticos autónomos que confluyen, se pelean y se reinventan

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en la edición publicada en La Habana en
1943.

Me gustaría sugerir, por lo tanto, que


agregar la perspectiva archipelágica a la
conversación sobre los estudios caribeños
abre la posibilidad de que textos canónicos
y momentos históricos idealizados pero
realmente poco estudiados respiren
nuevamente. Los discursos sobre la
confederación en el Caribe están llenos de
fisuras y proyectos que van más allá del
relato nacionalista. Hay, por supuesto,
muchas agendas nacionalistas. Pero hay
otros impulsos autonomistas, separatistas,
emancipadores, anexionistas y
regionalistas que pueden empezar a
Retorno al país natal de Aimé Césaire, traducción de
resonar cuando las redes de islas se Lydia Cabrera con ilustraciones de Wilfredo Lam
imaginan como consolidaciones (1943).

episódicas, que existen y dejan de existir a


partir de los relatos que inventan quienes
movilizan estos imaginarios.

La década del treinta me sirve de pretexto para captar el espesor y contradictoriedad de


este impulso de solidaridad tan necesario como imposible en el Caribe. Guillén, Palés
Matos y Césaire escriben entre el fracaso del ideal de la confederación y antes del
proyecto del West Indies Federation. Sus imaginarios archipelágicos pueden parecer
muy similares, pero sus trazos son al mismo tiempo muy diferentes. No es sorpresa que
sólo Cuba culmine el relato nacionalista moderno, y lo articule desde un estado fuerte,
mientras que Puerto Rico y Martinica se piensan desde formaciones coloniales que
simultáneamente limitan y posibilitan imaginarios y desarrollos políticos diferentes a los
del estado nacional latinoamericano. Este es solo el comienzo de una provocación…
queda mucho por hacer… y hacen falta muchas presencias para lograr rescatar estas
redes de pensamiento tan complejas sin borrar o quebrar sus entramados. Termino
recordando las palabras de Palés que sirven de epígrafe a este ensayo. Esta meditación
es la esponja que lanzo como posible provocación a muchos diálogos venideros; ojalá
encontremos en ella el mar… siempre el mar.

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“Ellas”, Santa Marta, Colombia, foto de la autora.

*Presenté un resumen de este ensayo como una ponencia titulada “Identidades


Archipelágicas en la poesía caribeña de la década del 30” en la conferencia de la
Caribbean Studies Association llevada a cabo en Santa Marta, Colombia del 3 al 7 de
junio de 2019.

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