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OBRAS

Abogado, Profesor de ~ e r e c h oPúblico


y Administrativo y de Dereclio Constitucional Comparado, en la Uiiiverzidad de Chile,
hliembro Acad4mico y ex.Rector de la misma,
ex-Relator de la Corte Suprenia de justicia, ex-Juez Letrado
en lo Civil de Santiago, hlieinliro de la Coiiiisiún Redactora del Cúdigo de Enjuicianiiento,
hIiembro de la Faciiltad de Leyes y Ciencins Politicas, Consejero de Instrucciúii
Pública, Iiidividuo correspondiente de la Real Academia Español~i,
Oficial de Academia del Alinisterio de Instrucciún l'ública d e Francia, Caballero de la Orden
de la Corona de Hierro y Coiriendador con la Estrella
d e In Orden de S. M. Francisco Jos6,
Ministro Plenipotenciario ad-hoc ante el Representante de este Soberano,
ex-hlinistro de Estado en los Departamentos de Justicia, Culto 6 Iiistruccióii Pública
, y IZelaciones Exteriores, Presidente de la CQmara de Diputados,
Senador de la República por la Provincia
de Atacama, etc., etc.

EDICIÓN NACIONAL
ORDENADA POR EL SUI>REMO
GOBIERNO
-*--
TOMO 111

ESTUDIOS
SOBRE

DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO


SANTIAGI-O D E C H I L E

IMPRENTA CERVANTES
BANDERA, ~ Ú h l .73
-
1891
ESTUDIOS

SOBRE DEREGHO GONSTITUGIONAL COMPARADO


Por decreto supremo de io de Diciembre de I 887 se
aprobó un acuerdo clel Consejo de Instrucción Pública,
destinado á dividir en dos la cátedra de Derecho Cons-
titucional y Administrativo, quc teníamos la honra de
servir en la Universidad desde Febrero de 1861, desti-
nándose la una á la enseñanza clel Derecho Co~zstitz~cio-
nad Positivo y Conzpnmrdo, y consagrándose exclusiva -
mente la otra á la del Derecho Adrzinistvntivo. Continuó
la primera á cargo nuestro, por haber dispuesto el de-
creto precitado que fa clase de Derecho Constiti~cional
y Adriiitlistrativo, entotices existente en la seccidti uni-
versitaria del Instituto Nacional, se destinara á la ense-
ñanza del Derecho Constitiicional Positivo y á la del
Con$ia?.ado.
El decreto de nuestra referencia, inspirándose en el
principio que hoy sirvc tle base á la enseñanza de las
ciencias políticas en toda nación culta, cual es el de la
observación de los liechos, para inferir de éstos las leyes
generales que rigen !a constituci8n de los Estados,
8 OBRAS DE DON JOKGE IIVNELIUS

prescribió conlo obligatoria la enseñanza del Derecho


Constitucional Comparado. S e comprende fácilmente la
enorme transcendencia de aquella resoluci6n, que f ~ i é
propuesta por nosotros al Consejo de Instrucción Pú-
blica en sesión de 28 de, Noviembre de 1887, modifican-
do el proyecto que en sesión anterior había propuesto
el señor Consejero don Pedro Montt, con el objeto de
establecer dos clases de Derecho Constitucional y Admi-
nistrativo, á cargo de dos profesores que las sirvieran
durante dos años, por turno.
Aplicando al estudio del rlerecho Constitucional Com-
parado el método experimental 6 inductivo, el alumno
podrá, sin mayor esfuerzo y de una manera natural, in-
ducir de los hechos observados en varios ,Estados cons-
tituídos conforme á sistemas políticos diferentes, cuáles
son las leyes dominantes en todos ó en la mayor parte
de ellos, para aceptar como expresión de la verdad,
como ley política estable y como principio de la ciencia,
aquéllas respecto de las cuales no hubiere disconformi-
dades sensibles entre las Coristituciones de Estados cul-
tos son~etidosal régimen constitucional, cuando esas
inducciones no estuvieren e11 pugna con los derechos
naturales 6 primitivos del individuo en el estado social.
Nos parece que el método inductivo es el iliás acerta-
do para dar cuerpo y forriia tangibles al Derecho Conc-
titucional Tebrico, cuyas bases fundanlentales no es po-
sible establecer siempre rt jbrioj4, como lo pretendieran
vanamente algunos f~lósofosantiguos, formulando una
Constitución ideal y abstracta, destinada á imponerse á
todas las naciones del viejo mundo pagano.
El decreto supremo á que hcmos aludido quiere que
.se estudie el Derecho Constitucional Positivo que rige
ESTUDIOS SOBRE DEItECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 9

en la República; pero quiere al mismo tiempo que la


Constitución chilena sea comparada con las de otros Es-
tados, para que de ese estudio comparativo, que consiste
en el examen de las institiiciones políticas de estos últi-
mos, infiera el alumno los'principios que dominan en tan
interesante materia.
Debe suponerse que el Derecho Constitucional Com-
parado no tiene por objeto estudiar todas las Constitu-
ciones que rigen cn el mundo civilizado. Semejante tarea,
aparte dt: ser superior á las fuerzas del alumno máscon-
traído y laborioso, sería conipletariiente inútil, porque las
Coristituciones que rigen en los Estados modernos, todas
posteriores á la Kevolució~ide I 789, con excepción (le la
inglesa y la norteaiiiericana, pueden reducirse á un nú-
mero limitado de categorías en sus rasgos principales.
Las diferencias en puntos de detrtlle no tienen impor-
tancia alguna. Interesa saber, por ejemplo, si un Estado
tiene dos Cániaras 6 sólo una; interesa saber cuál es la
base adoptada par;, la elección de los n~iembrosde la
una y de la Otra; pero interesa poco saber si los diputa-
dos que forman una Cániara son ciento 6.ciento veinte,
por ejemplo.
Obedeciendo al principio de que no conviene recargar
la memoris del alumno con detalles numerosos y poco
atrayentes, y que lo que importa es formarle un criterio
firme en materias fundamentales, apoyado en el estudio
de lo que pasa en las naciones extranjeras que tienen
para nosotros más interés, hemos elegido como tipos de
comparación con nuestro Código político, las institucio-
nes constitucionales de los seis Estados siguientes: Ingla-
terra, Estados Unidos de Norte América, Brasil, Suiza,
Francia y España.
TOMO
111 2
10 OBRAS DE DON JORGE HUXEEUS
- -

. La llamada Constitución inglesa, cuyo origen remonta


al año I 2 I 5; la de los Estados Unidos, promulgada el I 7
d e Septiembre de 1787; y la del Brasil, jurada el 25 de
Marzo de 1824, son las tres más antiguas de las que hoy
rigen en el mundo sujeto al régimen constitucional. L a
d e Suiza, promulgada el 29 de Mayo de 1874; la de
Francia, promulgada el 28 de Febrero de 1875; y la de
España, promulgada el 30 de Junio de 1876, componen
un grupo de tres de las más modernas. D e esas seis
Constituciones tres son republicanas: la norteamericana,
la suiza y la francesa; y tres n~onárquicas:la inglesa, la
brasilera y la española. La norteamericana y la suiza
son federales; la francesa es unitaria como la nuestra;
la inglesa y la espaiiola so11 también unitarias; la brasi-
lera lo es nominalmente; pero en el fondo obedece á una
tendencia perfectamente federal. La Constitución ingle-
sa, como las del Brasil y España y las de la casi totalidad
d e las monarquías constitucionales. están basadas en el
sistema de que el gobierno reside en ministros responsa
bles, sistema generalmente conocido con el nombre de
parZanzentario. La actual Constitución francesa tiene por
base la exageración d e ese sistema, al revés de lo que
pasa en Estados Unidos, donde existe el sistema repre-
sentativo, mas no el parlamentario; y en Suiza, donde
impera un sistema especial, que hace emanar de la Asam-
blea Federal G Congreso el Poder Ejecutivo y aún el Ju-
dicial, puesto que dicha asamblea nombra los miembros
del Consejo Federal y los del Tribunal ó Alta Corte Fe-
deral.
Com~arandola nuestra, en sus rasgos culminantes,
con las seis indicadas Constitiiciones, hemos pensado
que se satisface cumplidamente el propósito que el Con-
ESTUDIOS SOPRE DEREClIO CONSTI'I'UCIONAL COlIPARADO 11

sejo de Instrucción Pública y el Ejecutivo tuvieron en


mira al,hacer obligatorio el estudio del Derecho Consti-
tucional Comparado. El objeto de este libro es siinple-
mente consignar por escrito los estudios comparativos
que conjuntamente con nuestros alumnos hemos efec-
tuado durante el año próximo pasado, á fin de que sean
aprovechados por los jóvenes que en adelante habrán
de cursar el ramo.
Creemos que la elección de las seis Constituciones
que hemos adoptado conlo base para nuestros estudios
comparativos s e explica fkilmente.
'
La Inglaterra cs la madre, y ya bien antigua, del régi:
men constitucional. Los Estados Unidos son hoy la pri-
mera república, y república americana, del mundo. El
Brasil es la única monarquía sudamericana, y es un Esta-
do con el cual nos ligan estrechos vínculos de simpatía:
La Suiza es, de las hoy existentes, la más antigua y me-
jor organizada democracia no sólo del viejo continentei
cirio también de todo el globo terrestre. L a Francia, hoy
república por la vez tercera, es la nación que ofrece,
desde el año I 789 sobre todo, temas más vastos de estu-
dio al publicísta y al estadista; y la España, regida por la
Constitución de 1876, que es entre las monárquicas es-
critas una de las mejores, nos inspira el nobilisimo afecto
que liga al hijo con su madre.
Con frecuencia, y cuando ello fuere conducente, trae-
retnos á la memoria la Constitución de Méjico y las d e
las Repúblicas Sudamericanas; y todavía, cuando haya
en otros Estados peculiaridades digtias de llanlar la
atención, también las haremos notar, como sucede, por
ejemplo, con el sistema que la Bélgica ha adoptado pa-
ra el nombramiento de sus jueces.
12 OBRAS DE DON JORGE IIUNEEIJS
.'
Si este modesto trabaja mereciera en algo la Favora-
ble acogida que el público se ha dignado dispensar á
nuestra obra referente al Derecho Constituciorial Posi-
tivo de Chile, titulada La Coñstituciótz ante e l Con-
pveso, serían satisfechas con exceso nuestras aspira-
ciones (J).

Santiago, 27 de Dicicmbue,de 1888,

( 1 ) Cuando el Autor escribió esta obra, el Brasil se regía por la Cons-


titución monárquica d e 1824.
N Dejanios sin modificar todo lo que con el Brasil se relaciona, ya

que siempre conservará su interés histórico la Con'stitucióii de i 824,


caída, junto con el trono del prudente y liberal Don Pedro 11, el 15
d e Noviembre de 1889.
Séanos permitido remitirnos en cuanto á la nueva Constitucióti ya
vigente en el Brasil, al extracto de sus disposiciones que en un Apén-
dice á este libro del Autor publicanios.'(Nota de los ~ d i t o r e s j .
ESTUDIOS
SOBRE

DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO

De la forma de Gobierno
El capítulo primero de la Constitución chilena, quc antes se
ocupaba en el territorio, fué suprimido por la Ley de Keforrna
Constitucional promulgada el 10de Agosto dc 1888, que rati-
ficó la proposición publicada el 20 de Diciembre de 1S87. La
supresión, indicada por nosotros en las primeras páginas de
nuestra obra La Co~zstitz~~ZÓ~z ante e l Coízg~~eso,ha convertido
en primero el antiguo capítulo segundo, que trataba de la for-
rna de Gobierno, y ha borrado de nuestro Código Fiindamen-
tal un precepto ocasionado á dificultades gravísimas y que no
era materia propia de aquél, porque la extensión geográfica del
territorio de un Estado no es un principio sino un hecho con-
tingente y variable que no debe figurar, por eso mismo, en Có-
digo alguno (1).

(1) Por rin ilustrativa, insertarnos A contiiliiaci~inlos siguieiites datos,


14 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

Conformándonos con el orden dc materias establecido cn


nuestra Constitución, tal como ella rige hoy, íi virtud de las
reformas efectuadas hasta el 10 de -Agosto último, y condcn-
sando nuestros estudios comparativos, que se refieren á puntos
de vista generales, también por capitulas, á fin d e ajustarnos
estrictametite al plan observado por nuestra Ley Fundamen-
tal, damos principio á este trabajo ocupAndonos en la forma
de nuestro Gobierno y en la del dc los seis Estados que, á virtud
de lo expuesto en la Introducción, hemos preferido como tipos
de comparación.
Los artículos 1.0, 2.O y 3 . O (antiguos 2.0, 3.0 y 4 0 ) de nuestra
Constitución establecen, en resumen, que el Gobierno de Chile
es repziblical~o,repr-ese~ztntivo, fopz~lar(mejor sería dccir demo-
crático) y ulzitario, y que la soberanfa residc esencialmente en
la Nación, que delega su ejercicio en las autoridades constituí-
das. Del cxamcn de otros preccptos de nuestra Constitución,
y muy especialmente de los que organizan el Congreso, la res-
ponsabilidad dcl Presidente de la República y la de los Minis-
tro? de Estado, se drduce, como lo tenemos expuesto en otro
libro, que el Gobierno de Chile es parlnme~ztarioy que no des-
cansa en una base puramente republicana.
La Inglaterra que, como se sabe, no tiene Constitución 6,scri-
fa especial, pues no existe en ella diferencia alguna entre el
Poder Constituyente y el I,cgislativo, es una monarquía unitaria,
representativa, semidemocrática y paulmzentoria en el sentido

acopiados por el Autor, relativos i la tesis de si es O iio niateria de Consti-


-tucion la fijacion del territorio del Estado.
a Ida Constit~~ciórifrancesa de a j de Febrero de 187j; la Ilriinada Consti-
tuci01i inglesa; la de España, de 30 de Junio de 1876; la de Estados Uni-
dos, de 17 de Septie~nbrede 1787 y la del Brasil, de 2 j de Marzo de 1824,
a no determinan la estensidn de los respectivos territorios.))
u Las Constituciones de Colombia, Venezuela, Ecuador, Iiepi~blicasde
Centro Aiiierica, Haiti y Alejico, coiitienen articulas que fijan esos limites.)
u La Constitución federal de Suiza, de 2 9 de llIaro de 1874, se limita á
decir en su articulo I que los pueblos de los veintidós calitoiles soberanos
O,

de la Suiza, uiiidos por la presente alianza, á saber (los enuniera), fo~mnn


i ó ~ ~ (Notlz de los E(litavcs).
en conjunto la C o ~ ~ f e d e r a c Suiza.))
ESTUDIOS SOBRE DERECHO COhSTITUCIOSAL COMPARADO IS
-
generalmente atribuído a csta palabra, pues el Poder Ejecutivo
se ejerce en ella por medio de Ministros responsables.
Los Estados Unidos de Norte América constituyen una Re-
pública federal, democrática y representativa. L a sección 4."
del artículo 4.O de la Constitución Federal de 1787 garantiza
á cada uno de los Estados de la Unión una forma republicana
de gobierno.
El Gobierno del Imperio del Brasil, según lodispuesto en los
artículos 3." y 4.0 de la Constitución de 1824, es monárquico,
hereditario, constitucional j- rrpresentativo, y la dinastía rci-
nante es la de don Pedro 1. El Gobierno del Brasil es parla-
mentario, aunque en menor grado que en Inglaterra, porque la
Constitución reserva al Emperador, sin la concurrencia de los
, ejercicio del Podcr Moderador, y aunque unitario
~ i n i s t r o sel
en la forma, obedece á una tendencia notablemente federalista
en la organización del gobierno de las provincias.
L a Suiza es una República federal, representativa y de-
rnocrática. El artículo 6.0 de la Constitución de 1874 garantiza
á los cantones sus Constituciones, con tal que, entre otras co-
sas, aseguren el ejercicio dc los derechos políticos según formas
republicanas, representativas ó democráticas.
La Constitiición de Francia, promulgada en Febrero de I 875,
y que es un tipo por su extrema brevedad, organiza la Re-
pública unitaria democrática, representativa y parlantentaria.
Por Ley reformatoria de 14 de Agosto de 1884,se ha prescrito
que la forma republicana de gobierno no puede someterse á
revisión, y que los miembros de las familias que han reinado
en Francia son inelegibles para la Presidéncia de la República,
En España, la Constitución de 1876 no contiene artícu!~
alguno especial relativo á la forma de Gobierno, pero organiza
ésta sohre la base monárquica unitaria, reprcsentativa y parla-
mentaria.
No existe cn las Constitucioncs de Estados Unidos, de Sui-
za, dc Francia, de España, artículo alguno que corresponda
al actual 3 . O (antiguo 4.0)de la nuestra, bien que la primera d e
las cuatro citadas cstablece implícitamente en su encabeza-:
OBRAS DE DON JORGE HUNEEVS
16

que la soberanía, como es natural, reside en la Nación,


según 10 expresan también muchas de las Constituciones espe-
ciales de los cantones suizos. L a Constitución del Brasil esta:
blcce, en su artículo 12, quc lltodos 10s Poderes en el Imperio
son delegados por la Nación,,.
De la precedente exposición se infiere que la tendencia mo-
derna es hoy la de organizar el Gobierno dc los Estados sobre
una base más Ó menos denzocrdtica y siempre re~rese~ztativa.
Hay desacuerdo en cuanto á la base republicana, pues algunas
Estados prefieren la monarquía; y lo hay tambiCn en cuanto á
la base unitaria, pues no pocos han adoptado la federal.
Puede, así, establecerse como regla que todo Gobierno re-
gular.dcbe constituirse sobre la base democrAtica y representa-
tiva, ya que, rcsidierido la soberania en la Nación, cuyos dcle-
gados son las autoridades constituídas, esa delegación se efectúa
en las mejorcs condiciones, hacidndola descansar en el doble y
sólido cimiento que la combinación de ambas bases suministra.
No existe cl mismo acuerdo en cuanto á la República con-
trapuesta á la ~ o n a r q u í a ;por más que, á juicio nuestro, ésta
no puede en manera alguna parangonarse con aquella; y menos
existe todavía en cuanto al sistema unitario contrapuesto al
federal. La preferencia que se acucrda á éste sobre aquel, ó
viceversa, es algo relativo que se subordina á las condiciones
peculiares de cada Estado.
En cuanto al sistema parlamentario que generalmente se
hacc consistir en el Gobierno de Gabinete, como lo han enten-
dido los ingleses, puede establecerse que él cs regla absoluta en
todas las monarquías constitucionales, y que es también re-
gla, aunque con algunas excepciones, en las Rcpúblicas repre-
sentativas.
Y decimos csto último porque en los Estados Unidos de
Norte América, por ejemplo, no existe el Gobierno de Gabinete,
punto en el cual la Constitución Federal Argentina de 1860 se
reparó de su modclo, ya que establece en sus artículos 87 y 88
el sistema parlamentario, tal como ordinariamente es compren-
dido.
ES'TUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 17

E n Suiza, si se ha de juzgar por las apariencias, no existiría


el sistema parlameiitario, porque no hay en ella Ministros de
Estado, como no los hay en los Estados Unidos. Sin embargo,
el Poder Ejecutivo rcside, cn aquella antigua y privilegiada de-
mocracia, en un Consejo Federal compuesto de siete individuos
elegidos por la Asamblea 'Federal ó Congreso, que duran cn sus
funciones tres años, y uno de los cuales es designado anual-
mente por la misma Asamblea para el cargo de Presidente de
la Confederación.
Si el sistema parlamentario consiste, como le sostiene Du-
vcrgier de Hauranne, no precisamente en que ejerza el Po-
der Ejecutivo u11 Ministerio ó Gabinete responsable, sino en
que, en los casos de conflicto entre el Poder Legislativo y el
Ejecutivo, prevalezca la voluntad de aquél sobre la de Cste, ó,
en otros términos, en que le der~ziermot corresponda al prime-
ro, es entonces evidente que rige también en Suiza y en ?%fa-
dos Unidos.
E n Suiza, porque allí el Parlamento elige á los miembros
todos del Ejecutivo por tiempo limitado, y porque puede acu-
sarlos ante la Alta Corte Federal; y en los Estados U n i d ~ s ,
porque en caso de veto presidencial, ambas Cámaras pueden
hacer prevalecer su voluntad sobre la del Residente insistiendo
en el Proyecto deviielto, por los dos tercios de sus miembros
presentes; porque la Cámara d e Representantes puede acusar
al Presidente ante el Senado, y porque este cuerpo, aparte de
sus funciones judiciales y legislativas, inviste atribuciones ad-
ministrativas de una importancia enorme, como sucede en ma-
teria de tratados internacionales, en materia de nombramiento
de Sccretarios de Estado, y en otras de carácter gravísimo.
Nosotros, que no queremos jefes del Ejecuti-JOomnipotentes,
tampoco queremos Parlaute~ztosomnipotentes. Si el Ejecutivo
no debe legislar, el Parlamento no debe gobernar, ni menos to-
davía administrar. L a misión del Parlamcnto es doble: inspec-
ciona los actos del Ejecutivo, y, dentro d e ciertos límites, los de
los Jueces superiores. Tal es su primera función y su primor-
dial deber. L a otra es la de legislar. La función inspectiva
18 OP.K,\S I > E DON JORGE H U N E E U S

supone superioridad respecto del poder inspeccionado, como


lo supone también la legislativa, puesto que el Ejecutivo y el
l'oder Judicial tienen, en general, la obligación de ejecutar y
cutnplir las Leyes.
Dentro del sistema rcprcsentativo, cuyo fundamento es la
división del Podcr Público en tres ramas por lo menos, la Le-
gislativa, la Ejecutiva y la Judicial, consideramos que el predo-
minio de la Legislativa cs condición indispensable de buena or-
ganización. L a dificultad consiste en evitar las exageraciones;
pero nos parece quc, en cuanto al principio mismo de que el
Parlamento debe ser la primera de las autoridades en toda Na-
ción regularmente constituída, no puede caber incertidumbre, á
menos que se prefiera cl personalismo ó, en otros términos, el
cesarismo dcl Imperio Romano, el de Luis XLV 6 el de los
Napoleoncs.
Considerainos, pues, que es condición indispensable de toda
bucna organización política, la de que exista en ella un Parla-
mento investido de las necesarias atribuciones inspectivas y le-
gislativas, y cuya voluntad, en los casos de conflicto, prevalezca
sobre la del Ejecutivo, sin que por eso le sea lícito invadir las
atribuciones peculiares de este último. Si así se entendiera el
parlamentarismo, es claro que sería insepiirable del sistema re.
prcsentativo.
De la religión

El artículo 4 . O (antiguo 5.0) de nuestra Constitución, estable-


ce que la religión de la República de Chile es la católica, apos-
tólica,jomana, colz exclusz'dn del ejercicio pzi6Zico de c~~nlqt~iera
otra.
IdCnticacosa sucede en el Perú, Ecuador y Bolivia. En la
República Argentina, en el Uruguay, en el Paraguay ycn Colom-
bia, el culto oficial es el católico; pero no cstá prohibido el libre
ejercicio de los otros. En Venezuela sólo la religión católica
puede ejercer culto público fuera de los templos, y cn Méjico
no hay culto oficial privilegiado.
En Inglaterra, en Irlanda y en Gales, la iglcsia nacional es
la anglicana, cuyo jefe supremo es el Rey. El obispo de Roma
no tiene jurisdicción alguna en la Gran Bretaíía. En Escocia la
iglesia nacional es la presbiteriana. En todo el Reino Unido es
libre el ejercicio público de todos los cultos.
En los Estados Unidos de Norte América, según lo dispues-
to en cl artículo 1.0 de las enmiendas de 15 de Diciembre de
1791, el Congreso no puede dictar Ley alguna quc establezca
una religión de Estado ó que prohiba el libre ejercicio de una
religitn.
En el Brasil, el artículo 5 . O de la Constitución de 1824 esta-
blece que la religión católica, apostólica y romana continuará
20 OBRAS DE nos JORGE ITUXEEUS

siendo la religión del Imperio, y que todas las otras religiones


podrán ser practicadas, con SU culto privado ó particular, en
edificios destinados á ello, no tcngan forma exterior d e
templo.
Los artículos 49 á 54 de la Constitución actual de la Suiza
aseguran plenísimamente la libcrtad de concieacia y la inviola-
bilidad de las creencias rciigiosas; garantizan cl libre ejercicio
de los cultos dentro d e los límites compatibles con el orclen pú-
biico y las buenas costumbres, y desarrollan estos principios en
una forma que, en realidad, equivale á la separación & l a d ~ l e -
*\
sia y del Estado, rcservando á éste todo lo relativo al estado
civil, á los registros que con ese estado se relacionan, y al ma-
trimonio, que coloca bajo la protección de la Confederación,
prescribiendo que ningún impedimento íí él puede fundarse en
motivos confesionales.
- E n Francia nada dispone la Constitución de 1875 en orden
á matcrias rcligiosas. Las relaciones del Estado con la Iglesia
católica, apostólica, romana, se rigen allí por concordatos, es-
tando vigcnte todavía ,el ajustado entre Pío VI1 y el Primer
Cónsul Ronaparte. Existe en Francia la libertad de cultos, su-
jeta,'en cuanto á su ejercicio público, d las limitaciones estable-
cidas por la Ley.
E n España el artículo 11 de la Coi.istitrición de 1876, dispo-
ne: que la religión del Estado es la católica, apostólica, romana;
que la Nacijn se obliga á sostener cl culto y sus ministros; que
nadie puede ser inquietado en territorio español por sus opi-
niones religiosas ni por el ejercicio de su culto, salvo el respeto
debido la moral cristiana; y que son prohibidas, sin embar-
go, las manifestaciones y ceremonias públicas de una Rcligión
quc no sea la del Estado.
N G negaremos que cn la gran mayoría, en la casi totalidad
de los paises sujetos al régimen constitiicional, impera el siste-
ma unionista que, contrapuesto al de la separación de la Iglesia
y el Estado, consiste cn que éste presta protección especial á
un culto determinado, Ó más propiamente hablando, en que se
reconozca la existencia de una Religión oficial. E n la misma
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 23

Italia es todavía la católica, apostólica, romana, la .Única relh


gión del Estado, según lo dispuesto,en el articulo 1.O del Esta.
tuto Fundamental de Carlos Alberto, de 4 de Mayo de 1848,
por más que ectd modificado en su.alcance práctico por la Ley
de 1 3 de Mayn de 1871 sobre prerrogativas del Sumo Pontífice
y sobre relaciones dc la Iglesia con el Estado.
Si en la patria del eminente Cavour sólo se tolera el ejercid
cio de los cliltos disidentes can arreglo á las Leyes, no debe
parecer extraño que en el Brasil, en España y enlotros Ec-
tados, la libertad de cultos se garantice de una manera más
ó menos tímida y recelosa. En ninguna de las naciones r e c ~ r -
dadas se dispone, sin embargo, lo que todavía rige en Chile y
otras Repúblicas hispano-americanas. ¡Excluir en absoluto el
ejercicio~tiblicode todo culto que no sea ei católico, es algo
que carece de explicacidn racional!
E s cierto que la Ley interpretativa de 27 de Julio de 1865,
ha dcfinido cri Chile lo que se entiende por culto público; pero
debe confesarse con lealtad que aquella interpretación fué más
bicn una clerogacióv indirecta del precepto constitucionaliá que
se refiere y-que es tiempo más que sobrado ya de suprimir re-
sueltamente de nuestra Ley Fundamental una mancha que la
afea y desprestigia, y que nos presenta ante el extranjero en
un estado de atraso apenas concebible en los tiempos del colo-
niaje, y á la cual no ha dado cabida ni aun la Constitución co-
lombiana de 1886.
Si no se quiere llegar al rdgimen de la separación tal como
existe en los Estados Unidos, de una vez, sin vacilaciones ni
timideces inesplicables, como, á juicio nuestro, debería llegarse,
forzoso ser& por lo menos, consignar en nuestra Constitución
algún precepto que garantice francament: lo que existe en el
terreno de los hechos desde hace ya medio siglo: el libre ejer-
cicio público y privado de todos los cultos en la forma que es-
tablece, por ejemplo, la actual Constitución suiza.
En apoyo de nuestra opinión, ya bicn antigua, favorable á la
separación de la Iglesia y del Estado, tenemos escritas algunas
páginas en nuestra obra La Constitlrción azte d Congreso. No es
2Q OBRAS DE DON JORGE HU NEEUS

materia de este libro, destinado á estudios comparativos, dete-


nerse en cuestiones teóricas que no han sido resueltas todavía
á la luz de un criterio rigurosamcntc racional, libre y científico;
criterio que no acepta sino el principio de la separación, que es
muy distinto del que va envuelto en la famosa J. quizás poco
exacta fórmula dc Cavour. Pero nuestra sincera confesión acer-
ca de la verdad de un hecho, cual es el dc que prevalece toda-
vía en el mundo civilizado el sistema de la Religión oficial 6 de
Estado, no nos impide, sin embargo, sostener, como en varias
ocasiones solemncs lo hemos manifestado ya, que el sistema
vigente en los Estados Unidos y en Suiza es el único racional
y científico.
Tenemos fe en que el tiempo habrá de darnos la razón y en
que algún día el principio de la separación será una de las ba-
ses fundamentales del Derecho Constitucional Positivo como lo
es indudablemente del Te6rico. Conforme á este Último, no debe
haber Religión de Estado, ni debe prohibirse el ejercicio de nin-
guna, siempre que con él no se contravenga á la moral ni al
orden público.
CAP~X'ULO 111

De los chilenos

El artículo 5.O (antiguo 6.0) de nuestra Constitución establece


cuatro maneras de adquirir la calidad de chileno, á saber:
nacimiento, extracción, domicilia y privilegio. El artículo 6.0
(antiguo 7.0) determina que á la Municipalidad respectiva co-
rresponde declarar quiénes pueden obtener naturalización por
domicilio, y al Presidentc de In República expedir la corres-
pondiente carta de naturaleza. El 7.0 (antiguo &O),tiotable-
mente modificado por la Lcy de ratificación de reforma,
promulgada el 10 de Agosto de 1888, prescribe: que son ciu-
dadanos activos con derecho de sufragio los chilenos que hu.
hieren cumplido veintiún años de edad, que sepan leer y escribir
y estCn inscritos en los registros electorales del departamento;
agrega que estos registros serán públicos y durarán por el
tiempo que dctcrmine la Ley, y termina expresando que las
inscripcioncc serán continuas y no se suspenderán sino en el
plazci que fije la Ley de elecciones.
Se ha reducido á veintiún años la edad de veinticinco que
antes se exigía á los chilcnos solteros para poder gozar del de,
frecho de sufragio; se ha suprimido la condición de renta y las
.otras equivalentes que, para cse efecto, requería el antiguo ara
.tículo 8.0, y se ha suprimido por complcto el antiguo artículo 9.5
q u e exigía al ciudadano clcctor; para poder votar, !a pose-
24 OBRAS 1)E DON JORGE HUNEEUS

sión del boleto de calz$cacióiz por lo menos tres meses antes de


las elecciones.
El nuevo artículo 8.0 detalla tres casos en los cuales se sus-
pende la calidad de ciudadano activo con derecho de sufragio,
saber: ineptitud física 6 moral, servicio dom6stic0, y proceso
por delito que merezca pena aflictiva; y el 9.O (antiguo I I ) ,
prescribe que se pierde la cizuhzdanía: 1.9 por condena á pena
aflictiva; 2.0, por quiebra fraudulenta; 3.0, por naturalización en
país extranjero, y 4.O, por admisión de enpleos, fz~~zciones ópe~z-
siolzes de un Gobierno extranjero, sin especial permiso del Con-
gres3. La admisión dc disti?zcio~zesde Gobiernos extranjeros no
produce ya pérdida de la ciudadanía, á virtud de la reforma
constitucional de 10 d e Agosto últiino, que bien pudo haber
suprimido no sólo una palabra sino todo el número 4.O del ar-
tículo 9.0 de nuestra Constitución.
. Aunque corresponde al Derecho Público Interno de cada Es-
fado determinar las condiciones en virtud de las cuales se ad-
quiere ó se pierdc la ~zncionaZidad 6 sea la. ciudadanía pasiva,
no todas las Constituciones se ocupan en la materia. En gran
ntírnero de Estadoses la Ley quien regla el asunto, sobre todo
si se trata del derecho electoral y de los casos en que se pierde
la ciudadanía y en que se suspende el ejercicio de ese derecho.
-.*Así,por ejemplo, la Ley ha excluído entre nosotros del de-
recho de sufragio á categorías de iildividuos que no cstán com-
prendidos en los casos menciotiados en los artículos 8.0 y 9.0
(antiguos xoy I 1) de nuestra Constitución Política.
En cuanto álos modos deadquirir la nacionalidad, puede esta-
blecerse que las legislaciones de todos los Estados cultos reco-
nocen, como l'a nuestra, los cuatro modos que fija el Derecho
Internacional. Difieren á veces en punto de detalle, cuyo estu-
dio da maigen á .interesantes cuestiones de Derecho Interna-
cional Privado; que no son de nuestra incumbencia.
.Ea la Gran Bietaiia, l a Ley de 12 de Mayo de 1870 alteró
radicalmentc.el antiguo y atoasado orden de cosas que en ma-
teria.de"adquisición&nacionalidad regia antes da aquella fecha
-Esa L e 9 disi>onecque todo individuo nacido en'territorio bri-
ESTIJDIOS SOBRE DERECHO CON STITUCIONAL COMPARADO =S

tánico es, por cse solo hecho, súbdito británico; que 'la na-
cionalidad británica se adquiere además por casavzie~zto4 por
~zatirruZización;que la extranjera que se casa con un inglés es
inglesa; y que la ~tat~rrrrlización se adquiere por el cxtranjero
que hubiere residido cinco años, A lo menos, cn el Reino Uni-
do, ó que hubiere servido A la Corona durante igual tiempo, si
manifiesta además intención de residir e n el Reino Unido Ó de
sei-vir á la Corona. El inglés puede hoy cambiar de nacionali-
dad, naturalizándose cn el extranjero.
Apenas cs necesario decir que el Parlamento Británico, que
es omnipotente, puede conceder á quien 1'0 tuviere á bien la
gran naturalización, 6 ciudadanía por privilegio.
En Estados Unidos la adquisición de la riacionalidad es
materia de Ley Fcderal. Corresponde al Congreso Federal es-
tablecer una regla uniforme para la naturalización, scgún lo
dispuesto cn el número 4.0, sección 8.n dcl articulo 1.0 de la
Constitución de 1787.
El articulo 6." de la Constitución del Brasil dispone que son
ciudadanos brasileros: I.", los nacidos en el Brasil, aun cuando
el padre fuere extranjero, salvo el caso cn que éste residie-
re en el Brasil sólo para el servicio de su 'Nación; 2.0, los hijos
de padre brasilero y los hijos natur'ales de madre brasilera, na-
cidos en territorio extranjero, que ce domiciliaren en el Imperio;
3.0, los hijos de padre brasilero que se' encuentre cn el extran-
jcro sirviendo al Brasil, aunque no se domicilien en éstc; y
4.0, los extranjeros que reunan las condiciones requeridas por
la Ley para naturalizarse, sea cual fucre sil religión.
Todo ciudadano de un ca?ttó?t es en Suiza ciudadano suizo,
conforme al artículo 43 de la Constitución. Las Leycs cantonales
sobre el establecimiento y los derechos electorales que poseen
en materia comunal los ciudadanos establecidos s r someten á
la sanción del Consejo Federal.
La Constitución de Francia y las Leyes constitucionales de
d e 1875 no se ocupan en las maneras cómo se adquíere la na-
cionolidad. La calidad dc f ; , ~ t , l , legal se ri& al11 por el Códi-
go Civil. E s materia de Ley, no de Constitución.
Toxo 111 d
26 OBRAS I>E DON JOBGE HUNEEUS

En Francia se adquiere la calidad de francés, según lo ex-


presa Despagnet en SU Co~~zfleizdio de Derecho llztornncionni
Pyivgdo: 1.0, por nacimiento; 2.O, por beneficio de la Ley en
cinco casos, uno de ellos, por ejemplo, el de la mujer extran-
jera que se casare con un francés; 3.O, por naturalización; 4.0,
por la anexión de territorio, que es más bien un caso de desun-
cio~tnli=ació?t,sujeto al Derecho de Gentes.
Son españoles, según el articulo 1." de la Constitución de
1876: I.", los nacidos cn territorio español; 2.O, los nacidos en
territorio extranjero de padre ó madre españoles; 3.0, los ex-
tranjeros que obtuvieren carta de naturalización; y 40,los que
sin ella hubieren ganado vecindad en cualquier pucblo de la
Monarquía.
Es fácil notar que la Constitución de España y la nuestra
son de las más generosas en materia de concesión de la nacio-
nalidad ó ciudadanía pasiva. Las Constituciones federales de
Estados Unidos y de Suiza no determinan los casos en que
ella se pierde. En ambos Estados el asunto está reservado á la
I,ecislación Federal. En Francia es materia de Ley, desde que
lo es la adquisición misma de la nacionalidad. Los artículos 17,
13 y 21 del Código Civil Francés determinan los motivos que
envuelven pérdida de la calidad de francés. Ellos son la natii-
ralización en país extranjero, la aceptación de funciones d e
Gobiernos extranjeros, el servicio militar en el extranjero, el es-
tablecimiento en el extranjero sin ánimo de regresar, y el casa-
miento de francesa con extranjero.
Las Constituciones federales de los Estados Unidos y de la
Suiza prohiben á sus nacionales aceptar empleos, títulos, suel-
dos, regalos 6 pensiones de Gobiernos extranjeros; pero no es-
tablecen sanción positiva á tal precepto (1).
En Inglaterra se pierde la calidad de inglés: 1.0, por acto del
Parlamento; 2.O, por naturalización en país extranjero, desde la

( 1 ) Esta proliibicidn estA restringida en los Estados Unidos sólo A las


personas que ejerzan una funci6n honorific:~6 asalariada bajo !a autoridad
de la Uni6n. La Constitucidn federal requiere, como la de Chile, el consenl
timiento del Congreso. (Noúl'dc los Edito~cs.j
BSTU1)IOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COAfFARADO 27
*

vigencia de la Lcy de 12 de Mayo de 1870; y 3.O, por casarse


con extranjero una inglcsa, pues la mujer casada, como en
Francia, sigue la nacionalidad dcl marido.
En el Brasil se pierden los derechos de ciudadano brasilcro,
según el artículo 7.0 de la Constitución: 1.0, por naturalización
en el extranjero; 2.0, aceptar, sin permiso del Ernpcrador,
función, pensión ó condecoración de algún Gobierno extranjero;
y 3.O, por la pena de destierro impuesta por sentencia.
En España, finalmente, se pierde la calidad de español, con-
forme al artículo 1.0 de la Constitucicín vigente: 1.0, por natura-
lizacidn en el extranjero; y 2.0, por aceptar, sin permiso del Rey,
empleo confcrido por un Gobicrno extranjero.
Puede afirmarse, pues, que la nacionalidad se pierde en todas
partes por el hecho de ~tntz~raliual=~e en cl extranjero. Tal es
hoy el principio dominante. Las otras causas de pérdida de la
ciudadania son de un carácter variable, y correcpondc á la Ley
de cada Estado resolverlas. Así, por ejemplo, la chilena que se
casa con extranjero no pierde entre nosotros su nacionalidad,
como la pierden la francesa y la inglesa en iddntico caso. Los
conflictos que tales diversidades pudiercn ocasionar entran en
la esfera del Derecho Internacional Privado.
, ¿Quiénes pueden votar? Esta cucstiói.i, que resuelve el artícu-

lo 7.0 (antiguo 8.0 de nuestra Constitución), cstableciendo que


sólo puedcn hacerlo los chilenos que tuvieren veintiíln años de
cdad, que supieren lecr y escribir, y que estuvieren inscritos en
los registros clcctorales del departamento respectivo, no es re-
putada generalmente como materia propia de una Constitucidn.
Así, en los Estados Unidos, en el Brasil, en Francia y en Es-
paña, no contiencn las respectivas Constituciones artículo alguno
que corresponda al 7.0 de la chilena. En esos cuatro Estados
las condiciones necesarias para poder votar son determinadas
ppr la'Lcy. No es necesario decir que igual cosa sucede en la
Gran Bretaña, cuyo Parlamento es á la vez Poder Constituyen-
te y Legislativo.
En Suiza, según el artículo 74 de la Constitución Fcderal
de 1874, puede votar todo suizo de veinte años cumplidos, que
28 OBRAS DE DON JORGE HUNERUS

no cstuviere excluído de la ciudadanía activa por Ley del Cantón


donde tuvicre su domicilio. La legislación federal puede reglar
de una manera uniforme el ejercicio del derecho de sufragio en
toda la Confederación.
A pesar de que la cuestión que en este momento examina-
mos es reglada generalmente por Leyes y no por Constitucio-
nes, dejaremos aquí constancia, aparte de lo dicho sobre la
Suiza en el párrafo precedente, del sistema que hoy impera en
los otros cinco Estados cuyas instituciones políticas compara-
mos con las nuestras, ya que no es posible en infinitos casos
determinar con fijeza los límites precisos que separar1 los domi-
nios de la Ley de los bien controvertibles y A menudo inciertos
de la Co~zstitzrczótz.
En la Gran Bretaña, según la última Ley de Reforma dicta-
da en 1884 á impulsos del eminente Gladstone, el grande y
venerable anciano que es hoy con tanta razón glorificado en
vida, para poder votar en las elecciones, se requiere: 1.0, tener
veintiún años de edad; 2.0, ser ciiidadano jnglCs 6 naturaliza-
do; 3.0, estar inscrito en las listas Ó registros electorales; y 4.0,
no haber incurrido en alguna incapacidad legal. Para la ins-
cripción establece la recordada Ley condiciones especiales ba-
sadas en la calidad de arrendatario, propietario 6 contribuyente,
pudiendo inscribirse también, sin esas condiciones, :ciertas ca-
tegorías de personas, como, por ejemplo, los masters of nvts dc
las Universidades de Oxford y Cambridgc.
En los Estados Unidos domina desde 1840 el sufragio uni-
versal en las elecciones de m'iembros de la Cámara de Repre-
sentantes. El sistema que prepondera en la legislación de los
diversos Estados que componen la Unidn, es el que confiere
voto á todo individuo de veintiún años de edad, sin otra condi-
ción de ning~inaespecie.
En el Brasil, para poder votar en las elecciones populares
directas, se requiere, según la Ley de g de Enero de 1881, ade-
mis de la ciudadanía natural ó legal, y de estar en posesidn de
sus derechos políticos: I.O, saber leer y escribir; y 2.0, estar
inscrito en las respectivas listas Ó registros electorales. Según
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTlTUCIONAL COMPIIKADO 29
I

dicha Ley, como en Chile, no pueden inscribirse: los soldados


del Ejército y Armada, los de los cuerpos de Policía, y otros
que ella enumera.
En Francia, según la Constitución y Leyes Orgánicas de 1875,
pucden votar en las elecciones directas todos los f~mtceses d e
veintiún aRos de edad, residentes en la comarca respectiva desde
seis meses antes de la elección, que gozarcn de sus derechos
civiles y políticos, y que estuvieren inscritos en los rrgistros
electorales conforme á la Ley. Rige allí constitucionalmente el
sufragio universal, según el artículo 1.0 dc la Constitución de 2 5
de Febrero dc 1875, á lo menos en cuanto á la elección d e
miembros de la Cámara de Diputados.
En Espafia, según lo dispuesto en los artículos 14 y 15 d e
la Ley electoral dc Diputados á Cortes de 28 de Diciembre
de 1878, sólo tienen derecho á votar en esas decciones los es-
pañoles de edad de veinticinco años cninplidos que estuviercrp
inscritos en las listas del censo electoral dc la sección de s u
respectivo domicilio, y que fueren contribuyentes dentro 6 fuera
del .mismo distrito por la cuota mínima para el Tesoro de vein-
ticinco pesetas anuales por contribución territorial, ó de cin-
cuenta por subsidio industrial. Tienen tambidn derecho A ser*
inscritos, siempre que hayan cumplido veinticinco años, los in- .
dividuos de número dc las Reales Academias que menciona eP
inciso 1.0del artículo 19 de la Ley prccitada, y los demás indi-
viduos comprendidos cn las categorías expresadas en los ocho
incisos restantes del mismo artículo.
De la precedente exposición se infiere que el sufragio uni-
versal, entendiendo por tal el que exige sólo la condición de-,
edad, sin otra alguna, sea la de saber leer y escribir, como en,
Chile y en el Brasil; sea la de pagar impuesto Ó algo equivalen-
te, como sucede en Inglaterra y en España, rige en Estados
Unidos, en Suiza y en Francia. Cuestión es ésta que nos h a
ocupado en otro libro, donde nos hemos declarado partidarios
de la teoría de Stuart MiII, quien considera el sufragio como
un cargo público y no como un derecho. La gran mayoría d e
los Estados constituídos lo han considerado en aquel sentido,,
30 OBRAS DE DON JORGE H U N E E U S

aun cuando no lo digan expresamente, por el hecho solo de li-


mitar el voto á un número de personas más ó menos restringido,
establccicrido que para poder sufragar se requieren condiciones
de capacidad, de intcligcncia y de independencia.
Las naciones ~nismasque han adoptado la teoría del su-
fragio u~ziversal,no lo hacen zlniversnl, pues lo limitan d los
individuos que tuvieren veintiún años de edad, como en Es-
tados Unidos y en Francia, 6 veinte años, como en Suiza.
Ninguna se ha atrevido A aceptar hasta sus últimos límites
las consecuencias que lógicamente se desprenden de la teoría
misma.
Puede, pues, inducirse del estudio atento de las Constitucio-
nes modernas, que la teoría del sufragio universal no está en
boga. El sistema plebiscitario de los Bonaparte ha contribuído
en gran parte á su descrédito. Lo está aún en Estados Unidos,
y quizás en la Suiza, la única excepción que pudiera citarse en
contra de nuestro aserto, cxccpción que, por el hecho mismo dc
serlo, confirma la regla cn lugar de destruirla. Puede inducirse
también que el antiguo sistema inglés de votar sin estar inscri-
to revi vi amen te, ha cedido, y con razón, el puesto al sistema
que exige que el ciudadano, para poder ejercer el cargo de elec-
tor, debe hallarse inscrito préviamente en las listas ó registros
electorales correspondicntes, sin que de esto último pueda ni
deba inferirse que haya de existir el boleto de calificación que
antes exigia el antiguo artículo 9.O de la Constitución Chilena
de 1833, tan cucrdamente suprimido el 10de Agosto de 1888.
Es cierto que la supresión de aquel articulo que di6 lugar al
escandaloso tráfico de los boletos de calificación, no impediría
que la Ley los conservara; pero la verdad es que en ello no ha-
bria vei~tajaalguna para la República, porque el boleto jamás
ha sido ni es hoy medio legal de comprobar la identidad del
votante y dcl calificado. Es sólo una mercancía que se negocia
á precio más ó menos vil y que deprime en alto grado la pure-
za electoral de un número considerable de sufragantcs.
Forzoso es reconocer, por otra parte, que cuantos votaron la
supresión del antiguo articulo 9.O de nuestra Constituc\6n, fue- .
ESTUDIOS SORRE DBKECIIO CONSTITUCIONAL COBII'ARADO 3I

ron impulsados á ello por el nobilísimo anhelo de que desapa-


rezca de Chilc el boleto dc calificación, ese boleto que no se
conoce en Inglaterra, ni en Bélgica, ni en España, aunquc exis-
te en Francia y en otros Estados, y que entre nosotros ha sido
sólo un semillero fecundo de fraudes electorales.
Derecho Público d e Chile

En este capítulo y en el I X que trata de las garantías d e


la seguridad y propiedad, nuestra Constitución, obedeciendo
al sistema de enumerar las garantfas individuales, que es el que
predomina en la materia, asegura á los habitantes de la Repú-
blica, el ejercicio d e los siguientes derechos:
1.0 Igualdad ante la Ley;

2.0 Admisión á los empleos y funciones públicas;


3.0 Igual repartición de los impuestos, contribuciones y de-
más cargas públicas;
4.0 Libertad individual 6 derecho de locomoción, reglamen-
tado en los artículos 126 A 134 (antig~ios135 á 143),compren-
didos en el capítulo IX;
5.0 Inviolabilidad de la propiedad;
6.0 Derecho de reunión;
7.0 Derecho de asociacibn;
8.0 Derecho de petición;
9.0 Libertad de imprenta;
10. Abolición de la esclavitud;
1 1 . Derecho de ser juzgado por los Tribunales legalmente
establecidos, y no por comisiones especiales;
12. Supresión del juramento para que ciertas personas de-
claren en causas criminales;
34 OBRAS DE DON JORGE IIUNEEUS

13. Abolición del tormento y de la pena de confiscación de


bienes;
14.Inviolabilidad del hogar 6 casa del habitante del terri-
torio;
I j. Inviolabilidad de la correspondencia epistolar;
16. Garantía de no poder ser compelido á pagar contribu-
ciones, sean cuales fucren, que no hayan sido impuestas por el
Congreso;
17. Garantía de no - poder ser compelido á prestar servicio al-
gurio personal que no haya sido establecido por la Ley;
18. Libertad del trabajo y de las industrias; y
19. Propiedad temporal á los autores de obras literarias, ar-
tísticas ó científicas, y á los inventores dz procedirnicntos in-
dustriales Ó mccánicos.
, Tales son, en resuinen, las garantías individuales que nuestra
ConstituciGn establece en sus artículos 10 (12) y 123 á 143
(132 á I jz), y en cuyo estudio detallado nos hemos ocupado
en nuestro libro La Constitución mzte el Congreso. E n el presen-
te nos corresponde solamente decir que hay Constituciones,
como la que hoy rige en Francia, .que nada dicen en materia
dc garantías individuales; al revés de lo que hicieron todas las
anteriores; y que en la Gran Bretaña, todas las que dejamos
enumeradas están aseguradas por repetidas y antiguas deci-
siones del Parlamento, y lo están de una manera que sirve de
ejemplo á toda Legislación culta.
La Constitución federal de los Estados Unidos no contiene
declaración de derechos ni habla de garantías individuales. Allí
las axtoridades federales no invistcn sino las facultades que
dicha Constitución les confiere expresamente. Por medio de
enmiendas votadas posteriormente se ha asegurado, sin embar-
go, la vida, la libertad y la propiedad de los habitantes del te-
rritorio de la Unión; se ha abolido la esclavitud; se ha asegu-
do el derecho de reunirse pacíficamente; el derecho de petición
y la libertad de la palabra y de la prensa, sin hacer mérito de
j~waa'os al ocuparse en esta última.
En Inglaterra todos los ingleses son iguales ante la Ley. Los
RSTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMi'AlZADO 5"s

títulos de nobleza son meramente honoríficos. La igualdad ante


la Ley está expresamente asegurada en las Constituciones del
Brasil y de la Suiza. La Constitucitn de España nada dice
acerca de esa garantía.
L a admisión A los empleos y funciones públicas está asimisnio
expresamente consignada en las Constituciones del Brasil y de
España. Las Constituciones federales de los Estados Unidos y
de la Suiza guardan silencio sobre este punto.
En ningún Estado sometido al régimen constitucional está el
habitante del territorio obligado á pagar sino las contribucio-
nes votadas por la autoridad competente. En Chile y en Fran-
cia esa autoridad es siempre la Ley. En Estados Unidos-y
Suiza los impuestos federales son votados por el Congreso Ó
Asamblea Federal; los especiales de los Estados y Cantones
por las autoridades legislativas del Estado 6 Cantón respectivo;
y los municipales por las corporacioi~esque corresponden á
nuestras Municipalidades. En el Brasil y en España los impues-
tos generales deben votarse por el Poder Legislativo general
del Estado; los locales se votan en el Brasil por las Asam-
bleas Legislativas provinciales, y en España por las Diputacio-
nes Provinciales y los Ayuntamientos, siempre que no se hallen
eti oposición con el sistema tributario del Estado. En Inglate-
rra los impuestos Iocalcs v6tanse también por las autoridades
municipales, sin intervención del Parlamento.
El servicio militar está en todas partes sujeto á Leyes espe-
ciales, con conscripción, según de ordinario acontece en Europa,
ó sin ella, como sucede en Chile.
L a libertad individual está ámpliamente garantida en la Gran
Bretaña por el famoso bid del Habeczs Corpz~s,Lo está en Es-
tados Unidos, como ya se ha dicho, por una enmienda consti-
tucional, y lo está expresamente cn el artículo 179 de la Cons.
tituiión del Brasil y eri el g de la de España, é implícitamente
cn el artículo 45 de la de Suiza.
En la Gran Bretaña la propiedad es inviolable como en Chi-
le. Esa inviolabilidad se limita por sentencia judicial y por uti-
lidad del Estado calificada por Ley, debiendo el expropiado
36 OBRAS DE DON JORGE IIUNEKUS

recibir en este segundo caso una justa y previa indemnización,


determinada por jurado Ó por árbitros. En Estados Unidos,
.el artículo 5." de las enmiendas constitucionales de 1791 esta-
blece que ninguna propiedad privada podrá ser tomada para
tdcstinarla á un uso público, sin justa compensación; pero no
expresa si ésta es previa, ni quién debe fijarla. Las Constitucio-
nes del Brasil y de España, en sus artículos 179 y 10,respecti-
vamente, garantizan el derccho de propiedad, y en caso de
*expropiaciGn por causa de utilidad pública, /e,raZ?~tenteverifica-
+da en el Brasil, y decretada por autoridad co?~tpete~tte en Espa-
.ña, la indemnización debe ser previa. E n Suiza la Constitución
-federal no sc ocupa cn esta materia; pero las Constituciones
.catitonales aseguran la inviolabilidad de la propiedad.
Los derechos de reunión, de asociación y de petición están
asegurados á los habitantes de la Gran Bretaíía En Estados
Unidos los de reunión y petición lo están por las enmiendas
hechas en 1791 á la Constitución federal; pero a o lo está por
ésta el derccho de asociación. La Constitución del Brasil ga-
rantiza el derecho de petición; pero guarda silencio acerca de
los de reunión y asociación. L a Constitución federal de Suiza
asegura los derechos de asociación y de petición, callando acer-
-ea del de reunión. L a Constitucidn de España asegura á los
espaiioles, no á todos los hnbitaztes del Estado, coino lo hace la
nuestra, los derechos de reunirse paclficamente, d e . asociarse
para unfin tentporal, y de elevar peticiones a las autoridades.
Ninguna de las Constituciones citadas en cl inciso preceden-
t e garantiza, como lo hace la nuestra desde 1874, la libertad de
enseñanza que está asimismo garantizada por la de Bélgica.
En Estados Unidos, según las cnmiendas constitucionales
d e 1791, y en el Brasil, en la Suiza y en Espaíía, con arre-
glo á sus respectivas Constituciones, está asegurada la liber-
tad de imprenta y abolida la censura previa; pero en ninguna
d e esas cuatro naciones requieren los preceptos constitucio-
nales la intervención del jurado en los juicios de imprenta. Este
punto queda sometido á la voluntad del Legislador, como lo
está de hecho en Inglaterra, y también en Francia, cuya Cons-
ESTUDICS SOBRE L)l+i¿ECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 37

titución actual, como ya se ha diclio, no se ocupa en las mate-


rias á que sc refiere este capítulo.
Fastidioso y poco útil sería entrar aquí en más detallcs acer-
ca de la manera cómo la Lcgislación de otros Estados ha re-
glamcntado el cjcrcicio de los derechos individuales que nues-
tra Constitución asegura á todos los habitantes dc Chile en sus
capitulas I V y IX. Ese estudio no seria ya de Derecho Cousti-
tz~cioizalCo~lzparado,sino estudio comparativo de Leyes sobre
propiedad literaria, sobre propiedad industrial, sobre libcrtad
de profesiones y sobre las variadísimas cuestiones á que ambos
capítulos se refieren. En Chile mismo, y á pesar dc lo dispues-
to en los artículos 126 á 134 (135 á 143), de nuestra constitu-
ción, ha sido menester dictar una Ley especial sobre garantías
á la libcrtad individual, en 25 de Septiembrc de 1884; ha sido
incnester dictar la Ley de allanamiento de casas en el título V
dc la nueva Ley de Régimen Interior de 22 de Diciembre
de 1885; la de profesiones, en parte interesantísima, en el ar-
tículo 50 de la Ley de instrucción secundaria y superior de g
de Enero de 1879; la de propiedad literaria de 24 de Julio
de 1834, y la de propiedad industrial 6 privilegios exclusivos
de g de Septiembrc de 1840.
Se comprende fácilmente que el cstudio dc tales Leyes, insr-
parable del de los preceptos constitucionales á que se refieren,
no cabe dentro de los límites dc un trabajo como el actual. En
su mayor parte habfán de estudiarse en l a asignatura especial
dc Derecho Administrativo. A nosotros nos basta:dejar trazados
á grandes rasgos los perfiles constitucionales del bosquejo que
ponemos á la vista dc nuestros lectores, y que, lo esperamos,
habrA de dejar en ellos la impresión de que nuestra Constitu-
ción es de las más escrupulosas y mác completas en la enume-
ración de los derechos naturales del hombre, y de las más
generosas en la aplicación del principio de igualdad entre chi-
lenos y extranjeros. ¡Grato timbre de honor es éste para nues-
tra patria, que supo preceder también al Perú, á los Estados
Unidos y al Brasil en la abolición de la esclavitud! ¡Bendita
sea por ello la Perla del Pacífico!
$3 OBRAS D E DON JORGE HUNEEUS

La Constitución d e Bélgica, de 7 de Febrero de 1531, es una


de las que más minucios?rnente detallan las garantías indivi-
duales. La de Holanda, de I I de Octubre de 1848, las consig-
na, pero en número mucho mA.s reducido. Muy escrupulosa-
mente las enumera la Constitución de Prusia de 31 de Enero
de 1850, asegurando aún, como la belga, la libertad d e eiise-
ñanza. Las aseguran también las de Baviern, Sajonia, Austria,'
Italia, Portugal, Dinamarca, Noruega, algunas muy minuciosa-
mente, como las de Portugal y Dinamarca; otras, como la de
Italia, de una manera menos completa, y alguna, como la de
Suecia, que apecas asegura una de aquellas garantías, como la
libertad de imprenta.
En Sud-América, ademis de Chile y el Brasil, cuyas Cons-N
tituciones son prolijas en la materia, lo es también la Constitu.
ción Federal Argentina desde sus artículos 14 á 33. Igualmente
lo son la del Uruguay cn sus artículos 108 á I 17y 130 á 147, y la
del Paraguay en su capítulo 2.0 que trata de los derechos y
garantías; y lo son asiinismo las del Perú, Ecuador, Bolivia, y
la recientemente dictada cn Colombia el 5 de Agosto de 1886
en su título 111, artículos 19 á 52, que se ocupa en los derechos
civiles y garantías sociales.
Se infiere de lo dicho que, si no todas, la casi totalidad de las
Constituciones modernas, en grado mayor ó menor, han obcde-
cido al sistema de consignar entre siis preceptos los que han
creído conducentes para asegurar a\ individuo el libre ejercicio
dc sus derechos. Puede, pues, establecerse que conviene hacer-
lo así, sobre todo para recordar á los Poderes Públicos que sus
atribuciones son limitadas, y que su misión es la de proteger y
respetar, no la de oprimir y humillar al individuo, cuya libertad
en sus múltiples manifestaciones debe ser por todos acatada, -
salvo cuando cl interés nacional 6 el derecho ajeno hicieren in-
dispensable su limitación.
Se infiere, asimismo, que el Derecho Contitucional Positivo
de los Estados modernos garantiza por doquiera, con pocas
variantes, el ejercicio de los derechos individuales que hemos
enumerado al principio de este capitula Pero debe agregarse
ESTUDIOS SOBRE DEXECHO COSSTITUCIONAL COMPARADO 39

que ese ejercicio habrá de ser más 6 menos amplio, según la


manera como lo reglamentan las Leyes, sobre todo cuando la
Constitucidn misma, como lo hacen muchas, y, entre otras, la
nuestra, se refieren A ellas. Comoquiera que sea, por fuerza ha-
brá de reconocerse que, si algún objeto práctico tienen las
Constituciones, no puede haber otro más interesante que el dc
evitar en lo posible que los Poderes constituidos se consideren
facultados para hacer caso omiso de los derechos naturales 6
imprescriptibles del individuo. L a limitacidn de las atribucio-
nes de esos Poderes es el cimiento en que descansa todo cons-
titucionalismo. Sin ella no se concibe la existencia correcta de
este sistema político.
D e l Congreso Nacional

Prescribe el artículo I 1 (13) de nuestra Constitución que el


Poder Legislativo reside en el Congreso Nacional, conipuesto
d e dos Cámaras, una de Diputados y otra de Senadores.
L a división del Congreso en dos ramas es el sistema domi-
nante. E n Europa sólo existen hoy tres Estados de alguna im-
portancia en los cuales el Poder Legislativo esté confiado A una
sola Cámara. Ellos son la Grecia, ia Servia y la Bulgaria. Hay
también una sola Cámara en algunos de los Caritones de la Sui-
za y en varios dc los Estados pequeños de Alemania. E n todos
los demás Estados constitucionales el Parlamento, las Cortes,
la Asamblea Nacional 6 el Congreso, están divididos en dos
Cámaras, como entre nosotros.
Tal es también la regla en los Estados de ~ m é r i c a .E n Mé-
jico, donde hubo antes una sola Cámara, existen dos desde
el 16 de Septiembre de 1875, fecha en que fué reformada en
esa parte la Constítución de 1857. E n Bolivia, donde se había
ensayado el sistema de una sola Cámara, se restableció el de
dos por la ConstituciGn de 15 de Febrero de 1878 y por la
d e 28 de Octubre de 1580. E n Honduras estableció también
Toaro 111 4
42 OBRAS DE IION JORGE HUNEEC'S

el sistema de dos Cámaras la Reforma Constitucional de 1.0 d e


Noviembre de 1880.
Sólo una de las Co~~stituciones de los diversos Estados q u e
forman la Unión Norte-Americana, la de Vermont, establecib
al principio una sola Cámara, y fué reformada en 6 de Enero
de 1836. Desde entonces tiene también ese Estado dos Cáma-
ras, como las tienen todos los restantes y la misma Unión Nor-
teA-mericana.
Dc las catorce Constituciones de las Provincias Argentitias,
hay siete que establecen dos Cámaras, y las siete restantes u n a
sola. Éstas últimas son las de Corrientes, Tucumán, Rioja,
Jujuy, Mendoza, Catamarca y San Luis.
L a Constitución ~ e d e r a de
l la Rephblica Argentina, como la
de los Estados Unidos, establece dos Cámaras, C idéntica cosa
hacen las de todas las Repúblicas de Centro y de Sud-Amé-
rica.
L a observación de los hechos nos induce pucs, á resolver,.
que el Poder Legislativo debe organizarse con dos Camaras. '
El metodo experimental lo resuelve en ese sentido, por mAs.
que no falten ideólogos, como los llamaba Bonaparte, que abo-
gan teóricamente en favor del sistema contrario, tan hábilrnen-
te impugnad9 por Férron en su interesantísimo libro titulado
De la divisiofz du poz~voirIég2sslntzjc

Los artículos 12 á I 5 (14á I 7) de nuestra Constitución pres-


criben que los Diputados y los Senadores son inviolables por
las opiniones que manifiesten y votos que emitan en el desem-
peño de sus cargos; que desde el día de SLI elección no pueden
ser acusndos,perseguZcEos 6 arrestados, salvo en el caso de deli-
to iizfragnnti, si la Cámara respectiva 6, en su receso, la Co-
misión Conservadora, no declara previamente que ha lugar á
formación dc causa; y que en el caso de arresto por delito iíz-
fragarzti, el Diputado 6 Cenador arrestado debe ser puesto in-
mediatamente á disposición de la Cámara respectiva á que
ESTIJDIOS SOBRE DP.L<ECHO CCNSTITUCIONAL COMI'ARA1)O 43

pcrteneciere ó de la Comisión Conservadora, con la informa-


ción sumaria, á fin de quc ella declare si hay 6 no lugar á for-
mación de causa.
Las garantías precedentes, indispensables para asegurar el
ejercicio independiente de las funciones de los miembros dcl
Congreso, pueden considerarse como dc Derecho Público In-
terno universal. Están reconocidas más ó menos, en la misma
forma que en Chile, en todas las Naciones regidas por el siste-
ma Constitiicional Representativo.
Así lo estin en la Gran Bretaña por el Derecho consuetii-
1

dinario. E n los Estados Unidos los miembros del Congreso


no pueden ser arrestados, salvo en los casos de traicibn, felonía
6 atentado contra la paz pública, durante la sesión, rí domicilio,
ni mientras van á las sesiones 6 vuelven de ellas, según la par-
te final del número I.O, sección G.", artículo 1 . 0 de la Constitu-
ción Federal. L o están por la Constitución del Brasil en los
artículos 26 y 27; por el artículo 13 de la Ley Constitucional
de Francia d c 16 de Julio de 1875, y por el artículo 46 de la
Constitución de Espaíía. Aunque la Coiistitución Federal d e
Suiza guarda silencio sobre la materia, algunas de las Consti-
tiiciones cantonales, como, por ejemplo, el artículo 3 1 dc la d e
Berna, aseguran á los miembros del Gran Consejo (Congreso)
las mismas garantías que la nuestra.

Conforme á lo dispuesto en las artículos 16 á 2 0 (18 á 22)


de nuestra Constitución Política, después dc la reforma de 10.
de Agosto de 1888, la Cámara de Diputados de Chile se com-
pone de miembros elegidos por los departamentos en votación
directa, y en la forma que determine la Ley de Elecciones, de-
biendo elegirse un Diputado por cada treicta mil habitantes,
en lugar de veinte mil, y por una fracción que no baje de quin-
44 OBRAS D E DON JORGE IIUNEEUS

c c mil, en lugar de doce mil y de diez mil, comosucedió en un


priticipio, L a Cámara de Diputados se renueva en su totalidad
cada tres años; sus miembros son reelegibles indefinidamente,
y para poder serlo se requiere estar en posesión de las condi-
ciones nesarias para ser ciudadano elector, aunque el electo no
cstuviere inscrito en los registros electorales, según sc ha rc-
suelto prácticamente, y gozar de una renta de quinientos pesos
á lo menos.
Se han suprimido los Diputados suplentes, á los cuales ha-
bía dado existencia constitucional la reforma cfectiiada en
1874, y se ha introducido el sistema de elegir Diputados reem-
plazantes cn elecciones extraordinarias ó complementarias,
cuando una diputación qucdare vacante dentro de los dos pri-
meros años del período constitiicional, realizando así rcformñs
que habíamos tenido la honra de indicar en nuestro libro La
Constit?lcióttante el Cong~eeso.
E n la Gran Bretaíía la Cámara de los Comunes se compone
hoy de seiscientos seteritü individuos, elcgidos por los condados,
distrito3 y universidades, cn votación directa. E n los condados
y distritos donde haya quc clegir trcs, sólo piicde votarse por
dos, y en Londres no puede votarse por más de tres. Para podcr
ser elegido miembro de esa Cámara, sólo sc requierc ser ciuda-
dano elector 1 7 no pertenecer al clero de Inglaterra ni al católico.
L a s Leyes establecen otras categorías de incapacitados.
La Cámara de Representantes de los Estados Unidos corista,
scgún el áill aprobado en 1889, de trescientos veinticinco indi-
viduos, elegidos generalmente en cada Estado por votación di-
recta y sufragio universal, en la forma establecida por la Ley del
Estado respectivo. Para poder ser elegido se requiere ser ciuda-
dano de los Estados Unidos, desde siete aííos, A lo menos, antes
de la elección.
E n el Brasil fa Ley fijü el núrnerodc Diputadossegún la po-
blación. Hoy son ciento veintidós, clcgidos en votación indirec-
ta. L a Constitución no determina las condiciones necesarias
para podcr ser elegido. L a Ley determina que puede serlo todo
ciudadano brasilero que goce de una renta quc equivalc á cua-
ESTUDIOS SOBRE DERECHO COXSTITUCJONAL CO>IPARADO 45

renta y ocho libras esterlinas, y excluye á algunas categorias d e


individuos.
En Suiza el Consejo Nacional se cotnpone de individuos cle-
gidos uno por cada veinte mil habitantes, en votación directa,
y generalmente por sufragio universal, según la Ley del cantón
que los clige. Para poder ser elegido se requiere ser ciudadano
suizo, laico y con derecho de sufragio. El Consejo Nacional d e
Suiza se cnmpone hoy de ciento cuarenta y cinco miembros.
En Francia, la Cámara de Diputados se compone de iridivi-
diios elegidos por escrutinio individual, no de lista, en votación
directa y por sufragio universal, uno por cada setenta mil habi-
tantes, desde 188;. E n Abril de 1888, el número de Diputados
alcanzaba en Francia á quinientos ochenta y cuatro. Para poder
ser elegido se requiere scr ciudadano elector y tener vcinticinco
años cumplidos.
E n España cl Congreso (rama de las Cortes que corresponde
á nuestra Cámara de Diputados), se conipone de individucls
elegidos uno por cada cincuenta rnil habitantes. Su número lle-
gaba á cuatrocientos treinta y irno en 1888. Son elegidos en
votación directa por distritos electorales, y por el sistcma del
voto limitado, conforme á lo dispuesto en el articula 84 de la
Ley Electoral de 28 d e Diciembre de 1878. Para poder scr cle-
gido Diputado á Cortes se requiere ser español, de estado se-
glar, mayor de edad y gozar de todos los derechos civiles.
Los Diputados son reelegibles indefinidamente, como en Chi-
le, en los seis Estados que arriba se enumeran. En todos ellos e s
total la renovacidn de dicha Cámara, corno entre nosotros.
E n la Gran Bretaña la Cámara de los Comunes, salvo cl caso
d e disolución por la Corona, se renueva cada siete años. Eti Es-
tados Unidos la Cámara de Representantes se renueva cada dos
años. E n el Brasil, cada castro años, salvo el caso de disolución
decretada por el Emperador. E n Suiza, el Consejo Nacional s e
renueva cada tres arios. E n Francia, se renueva la Cámara d e
Diputados cada czlntro años, salvo el caso de disolución dccre-
tada por el Presidente de la República con acuerdo del Senado;
y en España el Congreso de los Diputados sc renueva cada
46 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

cz'zco años, salvo también el caso de disolución anticipada de-


cretada por el Rey.
Como se ve, la duración de las funciones de los Diputados
varía entre siete años y dos. Nos parece que tres años es un
buen término medio.
Generalmente se adopta la población como base para dcter-
minar el número de los Diputados. En Estados Unidos se ha
palpado la inconveniencia de ese sistema. Parecería- preferible,
ya que la población es un elemento demasiado variable, adop-
tar esa base, pero fijando en la Constitución un máximum, del
cual no podría exceder el número de los Diputados, que no
convicne alcance á ser excesivo.
Con excepción del Brasil, donde es indirecta, según el artícu-
lo go de la Constitiicicin, puede afirmarse que la elección de
Diputados es directa en todos los Estados sujetos al régimen
represen'tativo H a y diversidad en cuanto al sistema de elección
directa, quedando al arbitrio de la Ley resolver si ese sistema
es el del voto acuinulativo, como sucede en Chile; el del cscru-
tinio innominal por distritos electorales, como sucede en Fran-
cia; 6 el de lista incompleta 6 voto limitado, como sucedc en
Inglaterra y en España. Las Constituciones no descienden á
esos detalles y colocan en manos del Legislador la facultad de
decidirlos segiin más convenga. Debe reconocerse, sin embargo,
que la tendencia dominante es hoy la de desterrar el sistema de
lista completa, ó escrutinio de lista, cuyo resultado práctico se-
ria desconocer el derecho de las minorías á tener una represen-
tación proporcionada en las Cámaras, derecho al cual hoy rin-
den debido homenaje los más distinguidos publicistas y las
mejores Leyes Electorales, y que es menester incluir entre los
principios fundamentales del Derecho Público.

E n Chile no pueden ser elegidos Diputados ni Senadores


E S T U D I O S SORRE D E R E C H O C O N S T I T U C I O N A L COhfl'ARADO 47

~(arts.21 y 26, antes 23 y 32) los ecIesiásticos reg~ilares,los


PCirrocos y Vicepárrocos, los Jueces letrados de primera instan-
cia, los Intendentes de Provincia y Gobernadores de Departa-
mento, y los chilenos por domicilio, si no hubieren poseído su
carta de naturalización 5 lo inenos cinco años antes de la
elección.
E n la Gran Bretaña no pueden ser elegidos miembros de la
Cámara de los Comunes los extranjeros, aún los naturalizados,
-si el Parlamento no les otorgare ese dcrrcho; los Jueces, excep-
to los de paz; los Fiscales; los Miembros del clcrode Inglaterra
ó del católico; 10s que reciben pensioncs del Estado; los con-
tratistas con el Gobierno, y un gran número de funcionarios
púbiicus enumerados por Leyes especiales, tales como los Go-
bernadores de las coloiiias, los cinplcados de las tesorcr~as,los
Constables, etc., etc.
En Francia no pucde ser elegido miembro de la Cámara de
Diputados, conforinc á lo dispuesto en el artículo 7.0 de la Ley
orgánica de 30 de Noviembre de 1575, ningún militar ó marino
que forme parte de los ejércitos activos de tierra 6 de mar, sean
cuales fiieren su grado G sus funciones.
Las Constituciones federales de Estados Unidos y de la Sui-
za, y las del Brasil y España, guardan completo silencio acerca
d e inhabilidadcs para poder ser elegido miembro de las CAma-
ras. Según esto, lo general es que las Leyes dispongan lo con-
cerniente acerca de tan grave tnateria, lo que no noí parece
satisfactorio, en manera alguna. Preferirnos, dondc haya Cons-
titución, que ésta resuelva escrupulosamente todas las cuestio-
nes referentes á inhabilidades ó incompatibilidades parlainenta-
rias, pues sólo asf pucde evitarsc el que el Poder Legislativo se
constituya á sí mismo, creando, por sí y ante sí, las qiie sc le
ocurrieren.
L a proposición de reforma constitucional promulgada el 12
d e Dieietnbre de 1888, obedece, como lo hizo desde un princi-
pio el antiguo artículo 23 (hoy 2 1 ) de nuestra Constitución, i
este último sistema, detailando mínuciosamente los casos d e
inhabilidad y 10s de incompatibilidad. A las causas de inhabili-
48 OBRAS DE DOX JORGE HUXEEUS
- -

dad actualmente establecidas propone la agregación de las si-


guientes: los Magistrados de los Tribunales Siipetiores de Jus-
ticia, los funcionarios que ejercen el Ministerio Público, los
Gobernadores de plaza y las personas que tienen ó caucionan*
con el Estado contratos sobre obras públicas ó sobre provisión
de cualquiera especie de artículos.

En materia de incompatibilidades parlamentarias hemos mar-


chado en Chile inás rápidamecte de lo que, á jucio nuestro,
hubiera debido hacerse, después de la reforma constitucional
que, en 1874,se introdujo en el antiguo articulo 23 de nuestra
Constitución. Desde aquel allo, pueden ser elegidos, pero deben
optar entre el cargo de Diputado ó Senador, y sus respectivos
empleos, los empleados con residencia fuera del iugar de las
sesiones del Congreso; y cesan en su representacidn los Dipu-
tados 6 Senadores que, desde el momento de su elección, acep-
ten empleo retribuído dc: nombramiento exclusivo del Presi-
dente de la República, excepto sólo el cargo de Ministro d e
Estado.
Forzoso es confesar que la reforma de 1874 fiié tímida e n
orden á incompatibilidades parlamentarias. Nosotros lo indica-
mos ya en nuestra obra La Constit~rcióttante e l Ca~tg~tso. A pe-
sar de la Ley de y de Julio de IYS#,interpretativa del último
inciso del actual artículo 2 1 (antes 23) de nuestra Constitución,
que declaró qué sc entiende por nombramiento exclusivo dcl
Presidente y qué por empleo retribuído, para los efectos de la
pérdida del cargo de Diputado ó Senador; y á pesar de haberse
dictado Leyes, i juicio nuestro de muy dudosa coi-istitucionali-
dad, ccino la quc incoinpatibiliza las funciones de Magistrado
de los Tribunales superiores con las parlamentarias, la que
hace igual cosa respecto de los empleados d e la Oficina Hidro-
ESPUDIOS SOBRE DERECHO CONSi'ITUCIONAl. COMPARADO 49

gráfica, la que incompatibiliza tamliidn á los empleados de los


Ministerios, todas tres fundadas en razones d e manifiesta con-
veniencia pública; el hecho es que el abuso del sistema de con-
ferir empleos á los congresales y el de hacer elegir congresales
á los empleados no incompatibilizados, ha producidn el movi-
miento de opinión, que, impulsado, en vez de ser moderado,
por el Gobierno, acaba de producir la Lzy de 12 de Diciembre
último, según la cual lltodo empleo, función ó comisión públi-
cos retribuidos, es ir~compatiblecon el cargo de Diputado 6
Senadorll,y la proposición de reforma constitucional á que he-
mos aludido, promulgada er! la misma fecha para los efectos d e
su ratificación por el Congreso inmediato.
L a Ley que acabamos de recordar, inaceptable para nosotros
en el terreno de la constitucionalidad, m i s aún que las tres antes
citadas, y de una exageración cuyos efectos habrán de hacerse
sentir más tarde ó más temprano, ha procurado, y en ello rcco-
nocernos que ha obedecido á un noble propósito, anticipar los
efectos de la proposición de reforma constitucional aprobada
conjuntamente. Esta somete á la ratificación del próximo Con-
greso, en orden á incompatibilidades parlamentarias, las refor-
mas siguientes: i.O, el cargo de Dipiitaclo y el de Senador son
gratuítos; 2.0, son incompatibles con el de Municipal y con
todo empleo público retribuído y con toda comisión ó fun-
ción de la misma naturaleza; 3.O, ningún Diputado ó Senador,
dcsde el momento de su elección y hasta seis meses después d e
terminar su cargo, puede ser nombrado para función, comisión
ó empleo público retribuído.;, salvo en caso de guerra exte-
rior, y con excepcihn de los cargos de Presidente de la Repú-
blica, Ministro de Estado y Agente Diplomático; y 4.0, los Di-
putados J. Senadores no pueden, durante el ejercicio de su
cargo, celebrar ó caucionar contratos con el Estado sobre obras
públicas (5 sobre provisión de cualquicra especie de artículos.
Coii excepción de la segunda de las precedentes proposicio-
nes de reforma, que nos parece tan exagerada como la Ley
de 1 2 de Diciembre último, pensamos que las otras dcben ser
ratificadas por el Congreso venidero. E s muy probable que l o
so OBRAS D E DON JORGE HUNEEUS

sea también la segunda, y Chile habrd establecido en tal caso


el sistema de incompatibilidades parlamentarias inás amplio
que se conoce hasta ahora en el mundo constitucional.
L a verdad de esta aseveración quedará comprobada con la
exposición del sistema vigente en otros Estados.
En la Gran Bretaíia todo Diputado que admite empleo del
Gobierno queda sujeto á reelección, lo que manifiesta que no
hay iticompatibilidad absoluta entre las funciones de miembro
d e la Cámara de los Comunes, y las de empleado público en
general, salvo, naturalmente, aqiiellos empleos que, según se ha
dicho en el pirrafo precedente, producen inhabilidad.
E n Estados Unidos, según lo dispiiesto en el número 2, scc-
ción G,artículo ~.Odela Constitución Federal, ~lningúnSenador
6 Represcntante puede, durante el tiempo por el cual ha sido
elegido, ser nombrado para ninguna función civil bajo la auto-
ridad de los Estados Unidos (es decir para empleo alguno fe-
deral), cr~a/tdoesafz~nciúlthubiere sitío creada Ú sus emolzrnte~ztos
auntentados drrratzte ese ~~~isntoperiodo; y ninguna persona que
ejerciere una función pública bajo la autoridad de los Estadcs
Unidos podrá ser miembro de una de las dos Cámaras si con-
tinuare desempcfíando esa función.ll Esto es lo que disponen
nuestra Ley de 1 2 de Diciembre de 1888 y la segunda de las
ya enunciadas proposiciones de reforma promulgadas en la
misma fecha. Ello se explica en Estados Unidos, donde las
funciones de Congresal son constitucionalmentc remuneradas,
al revés de lo que sucede en Chile, donde han sido hasta ahora
gratuitas y continuarán siéndolo constitucionalmente, si se ra-
tifica la primera d e las proposiciones d e reforma 6 que hemos
hecho referencia.
E n el Brasil, según el artículo 32 de la Constitución, el ejer-
cicio d e toda función pública que no fuere la de Ministro ó
Consejero de Estado, cesa provisoriamente 6 se sztsperzde mien-
tras duren las funciones de Diputado ó Senador. El empleado
elegido para estos últimos cargos conserva allí su destino, que-
dando suspendido solamente en el ejercicio de Cste, y gozando
d e la renta que le corresponde como Diputado ó Senador, pues
ES1 UI)IOS SORRE DERECHO CONSTITUCIONAL CO.IIPARAI)O 5I

e n aquel Imperio estas funciones son constitucionalmente re-


muneradas, correspondiendo á la Ley fijar el monto de la re-
muneraci<;n, coino siicede también en Estados Unidos y en
Suiza, naciones que han adoptado un principio opuesto al que
domina en la Gran Rretaíía y en España, donde, como entre
nosotros, son gratuítas las funciones legislativas.
L a Constitución Federal de la Suiza nada dispone en orden
á incompatibilidades. Cada Cantón regla esta materia sobera-
namente.
E n Francia, donde son remunerados !os Senadores y Dipu-
tados con arreglo á las Leyes constitucionales de 1875, los
artículos S y I 1 de la Ley de 30 de Noviembre de aquel aRo,
relativa á elecciones de Diputados, prescriben: r.O, que el cargo
de éstos es it~compatiblecon el ejercicio de funciones públicas
retribiiídas por el Estado, exceptuando las de Ministro, Sub-
secretario d e Estado, Embajadores, Ministros Plenipotencia-
rios y ntros emplcoc en ella eniimerados; 2.0, que todo Diputado
nombrado y promovido á una función pública retribuida, deja
de pertenecer á la Cámara por el hecho mismo de aceptar
aquéllq; pero puede ser reelegido si la función aceptada fuere
compatible con la de Diputado; y 3.0, que no están sometidos
á reelección los Diputados que fueren nombrados Ministros ó
Subsecretarios de Estado.
De la exposición precedente, bastante para nuestro objeto,
se infiere que el principio de las incompatibilidades parlamen-
tarias es en algunos Estados materia de (:onstitución, y que
ésta guarda silencio en otros acerca de él; que, cuando las
Constituciones lo reglamentan, difieren muchisimo en el alcance
que le atribuyen; y que la gratuidad de las funciones legislati-
vas es á veces materia constitucional, y en otras sólo de Ley, y
asunto que algunas legislaciones resuelven en sentido afirinati-
vo y otras negativamente.
Nosotros creemos que el principio de las incompatibilidades
n o debe pasar más allá de los límites que le hemos señalad'o
en 1879 en el primer volumen de nuestra obra La Constitzvión
ante el Congreso. Pensamos ahora, como entonces, que no eon-
52 OBRAS DE DO3 JORGE HUNREUS

viene exagerarlo, y que la Nación, lejos de ganar con ello, per-


derá con la aplicación del sistema de excluir de ambas Cámaras
á todo funcionario público sin excepción alguna. No es temc-
rario afirmar que los hombre:: más competentes quizá quedarán
excluídos de nuestro Congreso; y á la verdad que no compren-
demos por qué habrán de encontrarse en semejante condición
los profesores de la Universidad, por ejemplo, cuando hiibieren
sido nombrados antes de la elección parlamentaria y cuando n o
fueren amovibles á voluntad del Ejecutivo. E n la Gran Breta-
ña, al revés de lo que sucederá en Chile, las Universidades cli-
gen algunos de los miembros dc la Cámara de los Comunes,
Ilatnados á representar cn esta cl clemento de la ilustración y
de la ciencia. Crecmos, además, q?ic es preferible que las Cons-
tituciones definan categcíricainente todo lo relativo á incompa-
tibilidades parlamentarias, pues envuelve gravísimos peligros
el dejar en manos del Poder Legislativo la facultad de influir
decisivamente en su propia organización por medio de simples
Leyes; y pensamos, finalmente, que en todo caso no deberán
cerrarsc las puertas del Senado, á lo menos, á aquellos altos
funcionarios públicos que, desempeñando las más elevadas fun-
ciones del Estado, son generalmente honra para su patria, ga-
rantía de ilustración y de espericncia en los debates y garantia
dc probidad y de independencia en las votaciones.

El Senado se compone actualmente en Chile de miembros


elegidos en votación directa por provincias, uno por cada trcs
diputados ó fracción de dos. Han sido suprimidos, por la re-
forma de 10de agosto de 1888, los Senadores suplentes. L o s
Senadores duran seis, aííos en el ejercicio de sus funciones; son
reelegibles indefinidamente, y se procede á la elección de reem-
plazante cuando un puesto de Senador vacare antes del último
PSTUDIOS SOBRE D E R E C H O CONSTIl'UCIONAL COMPARADO 53

año del mandato respectivo. El Senado se renueva por mitad


cada tres años cuando la provincia eligicre más de un Scnador.
S i eligiere uno, lo renueva cada seis años; y si eligiere número
impar, renueva el impar en el segundo trienio.
Para poder ser elegido Scnador se requiere: ciudadanía en
ejercicio, treinta y seis años cumplidos, no haber sido conde-
nado jamás por delito, y una renta de dos mil pesos B lo menos.
Las inhabilidades é incompatibilidades impuestas á los Dipu-
tado? comprenden también á los Senadores.
Tal es la organización actual de nuestro Senado, conforme á
los artículos 22 á 16 (antiguos 24, 25, 26, 27 y 32) de la Consti-
tución reformada vigente en la República. E n otro libro hemos
coinparado detenidainentc la organización primitiva que di6 al
Senado la Constitución de 1833, con la que tiene desde 1874.
Á él tios referimo.~,haciendo notar en el presente que la última
reforma de 1888 ha suprimida los Senadorcs suplentes é intro-
ducido el sistema de elegir reemplazantes en elecciones e x -
traordinarias, de la misma manera que lo ha hecho respecto de
la ~ á ~ n & dea Diputados. Apenas es necesario indicar que, ha-
biéndose reducido más 6 menos en un tercio el número de Di-
putados propietarios, quedará reducido en una proporción casi
equivalente el de Senadorcs propietarics. D e cuarenta y tres á
que alcanza hoy es probable que bajará á treinta y uno ó trein-
t a y dos. '
L a Cdmara de los Lores en la Gran Bretaña, según el His-
toricol nlzd political halzdhook de I 888, se compone de quinien-
tos cuarenta y un rníembros, incluyendo veinticinco que no
habían tomado posesicin de sus cargos, y excluyendo los meno-
res de cdad, que eran doce. De esos miembros, cinco son Prín-
cipes de sangre real, veintiséis Lores espirituales, y los demás
temporales, incluyendo cntrc éstos últimos veintiocho de Irlan-
d a y diccíséis de Escocía. Todos los Lores y Pares son vitali-
cios, no gozan de renta y lo son ó por derecho propio 6 por
nombratniento de la Corona. No pueden tomar asiento en la
Cámara antes de haber cumplido veintiún aíios.
E n Estados ünidos el Senado Federal se compone de dos
54 OBRAS DE DON JORGE H U N E E U S
- - -

Senadores por cada Estado, elcgidos por la Legislatura de éste.


Los Senadores son elegidos por seis años, pero el Senado s e
renueva por terceras partes cada dos años. Para poder ser Se-
nador federal sc requiere tener treinta allos d c edad, ser ciuda-
dano de los Estados Unidos desde nueve allos antes de la elec-
ción, y habitar, cuando ésta tiene lugar, en el Estado que la
efectúa. La remuneración actual de los Senadores Federales e s
de diez mil dollnrs (pesos americanos) al año.
E n el Brasil, el Senado se compone de miembros vitalicios,
cuyo número es hoy de cincuenta y ocho, nombrados por el
Emperador de entre una lista triple, formada en elección pro-
vincial é indirecta. Para poder ser Senador se requiere: cuarenta
años cumplidos, ser ciudadano brasilcro y gozar de los dcre-
chos políticos; ser hombre de saber, de merito, de virtud, pre-
firiéndose á aquellos que hubieren prestado servicios á la patria, y
tener una rcnta anual procedente de propiedades, industria, co-
mercio 6 einp,leos que llegue á ochocientos mil reis. Gozan d e
una rcnta igual á la de los Diputados, aumentada en una mitad.
Hoy alcanza á ochocientos mil reis al año, ó sean ciento novcn-
ta y seis libras esterlinas.
En Suiza, el Consejo de los Estajos se compone de dos Di-
putados elegidos por cada Cantón. Estc regla independiente-
inente la forma de la elccciGn de sus Diputados; la duraci6n
de su mandato, que varía entre uno y tres ñííos; las condiciones
de elegibilidad y el monto de la renta que deben disfrutar.
En Francia, el Senado se compone de trescientos Senadores
que, según la Ley de g d e Diciembre de 1884, deben ser todos
elegidos indirectamente por los Departamentos y las Colonias,
por un colegio compuesto de Diputados, de Consejeros genera-
les y de distrito, y de un delegado de cada Concejo municipal.
Esa Ley ha suprimido para en adelante los Senadores vitalicios,
que eran setenta y cinco desde 1875. La duración del cargo de
senador es de nueve años, renovándose el Senado por terceras
partes cada tres afios. Puede ser elegido todo ciudadano que
tuviere cuarenta años cumplidos y que estuviere en el goce d e
ES'I'U1)IOC SOBRE DERECHO i.ONJI'I1'UCIONALCOhlI'ARADO 55

sus derechos civiles y políticos. Las causas dc incapacidad ó


inhabilidad son las mismas aplicables al cargo de Diputado, de-
bicndo notarse que, según la Ley citada, no pueden ser Senadores
los miembros d c familias quc hubieren reinado en Francia, ni los
militarcs de los ejércitos de mar y tierra, cxceptuAndose los si-
giiientcs, quc puedcn serlo: r .", los Mariscales de Francia y los
Almirantes; 2.') los oficiales generales del Estado Mayor general
no invcstidos de mando; y 3.0, los militares q s c pertenezcan á la
rescrva dcl ejército activo ó al ejército territorial. La función de
Senador no es incompatible con otras retribuídas por el Estado
sino cii los casos excepcionales que menciona la respectiva Lcy
crgánica, al revés de lo que acaba de establecerse entre noso-
tros. Los Senadores gozan en Francia de una renta igual a la
de los Diputados.
E n Espaíía, el Senado sc compone de Senadores de derecho,
de Senadores vitalicios nombrados por la Corona, y d r ciento
ochenta Senadores elegidos por las corporaciones del Estado y
por los mayores contribuyentes en la forma que determina la
Ley. El número de Senadores de derecho y vitalicios no puede
exceder de ciento ochenta, lo que, en el caso máximo, daría para
el Senado espaííol un númcro total de trescientos setenta miem-
bros. L a partc electiva del Senado se renueva por mitad cada
t i m o aííos, y en su totalidad en caso de disolución decretada
por el Rey. Para poder ser Senador se requiere: ser cspaííol,
tener treinta y cinco años cumplidos, no estar procesado cri-
minalmente ni inhabilitado para el ejercicio de 10s derechos po-
líticos, y no tener sus bienes intervenidos. Las funciones de Se-
nador son gratuitas en España, como las de Diputado á Cortes.
L a institución de Senadorcs suplentes, abolida en Chile el ro
de Agosto de 1888, no existe en ninguno de los Estados á que
hemos aludido, y puede afirmarse que, salvo alguna excepción
tan especial como la que consignan el artículo 35 de la Cons-
titucicín del Uruguay, el 58 reformado de ,la Constitución de
Méjico, 6 la nueva Constitución de Colombia, es rechazada en
todas las Naciones regidas por el sistema representativo. L a re-
s6 O B R A S D E DON J O R G E H U N E E U S

gla casi universal es no elegir szqlente al tiempo de elegir el pro-


pietario, sino elegir ree?l?p/azanfe cuando este último dejare
vacante su puesto legislativo.
Como dice Férron, en ,su magnífico libro sobre la Divlsión
del Poder Legislativo, premiado por la Facultad de Derecho de
París, la dualidad es la Ley del mundo político, como lo es del
mundo moral. Las sociedades humanas están llenas de antago-
nismos y de antinomias, entre los cuales figuran el del Estado
y del individuo, el de la autoridad y la libertad, el de la tradi-
ción y el progreso, el de la unidad y la variedad, el del reposo y
el movimiento, el del orden y la independencia. Todos estos
antagonismos, que pueden reducirse al del individuo con el Es-
tado, ó al de la libertad con la autoridad, como lo expresa el
autor citado, son la verdadera causa de la división del Poder
Legislativo cn dos C á m a r a : un Senado representante del Ecta-
d o ó de la autoridad, y una Cámara de Diputados representante
directo del individuo 6 de la libertad.
Por esto se observa que predomina el sistema de dos Cáma-
ras en las Repúblicas como en las Monarquías, en las democra-
cias como eri las aristocracias, en los Gobiernos unitarios como
en los federales. Si en el hecho de la existencia de dos Cáma-
ras legislativas en el Estado hay casi completa uniformidad,
la bastante para inferir de ese hecho la verdad de la Ley polí-
tica ó del principio que aconseja esa división, puede deducirse
que, aunque más sujeta á variaciones, domina cierta uniformi-
dad en las condiciones que de ordinario se requieren para po-
der ser Senador.
Puede afirmarse que en toda nación constituída bajo el régi-
men de dos Cámaras se requiere, por ejemplo, más edad para
ser Senador que para ser Diputado. E n el Brasil y en Francia
cuarenta años es la edad requerida para poder formar parte del
Senado. E n Espaíía, en Bolivia, en el Perú (Conrtitución de
1860), en el Ecuador (Constitución de 1884), se requiere trein.
ta y cinco aííos; en Chile, treinta y seis; en el Uruguay, treinta y
tres; en los Estados Unidos, en la República ?,rgentina,en Vene-
zuela (Constitucidn de 1874), en Méjico (reforma constitucional
ESTUDIOS SOBRE DIRECIIO CONS'TITUCIOXAL COMPAKrIDO 57
-
de 1875) y en Colombia (Constitución de I S S ~ )se , requiere
treinta años; y en el Paraguay, sólo veintiocho.
La Gran Bretaña no rcquiere sino vciiitiún años para ser
miembro activo de la Cámara de los Lores; pero serncjante
excepción no destruyc la vcrdad dc la regla que, sobre todo cn
paíscs republicanos, no puede ponerse en duda. E n las Monar-
quías, dondc el Senado abre sus puertas 2 individuos que forman
parte de él por derecho de sangre ó por títulos de noblcza, pue-
den explicarse tales anomalías, dcsde que tiene generalmente
cabida la mayor de todas, cual es la de constituir una Cámara
quc no cs electiva 6 que solaincnte lo cs en parte, como sucede
hoy en Espaíía.
E n los Estados republicanos no sólo se exige más edad para
ser Senador que para ser Diputado, como acaba de verse, sino
que el sistema adoptado para la cleccidn de los Senadores di-
ñerc generalmente del que rige en la de Diputados. E n toda
República (y frecuentemente en las Monarquías), los Diputa-
;los son elegidos por cl pucblo en votación directa. Los Sena-
dores federales son clegidos indirectamente por la Legislatura
dcl Estado 6 Provincia respectiva en los Estados Unidos y en
la República Argentina. E n Venezucla cada Estado eligc dos
Senadores para el Senado federal. E n Méjico la elección da
Scnadorec también es indirecta. L o es asimismo cn Francia y
en el Uruguay. E n Suiza y en el Perú la forma de elección d e
los Senadores la detcrmina la Ley. E n el Ecuador (Constitu-
cit5n de 1884, reformada en 1887), son elegidos por votación
directa y popular. E n el Paraguay deben ser elcgidos constitu-
cionalrncnte cn la misma forma y tiempo que los Diputados.
E n Bolivia y en Colombia la Constitución guarda silencio acer-
ca de la forma de la elección. E n Chile la elección de Senado-
res se hace por Provincias en votacidn directa, desde la reforma
de 1874, y esa elección directa se efectúa por el sistema d c lista
coilzpletd, conformc á lo determinado por la Ley.
Los Scnadorec representan siempre circunscripciones electo-
rales más vastas que las que eligen Diputados. Aquéllos son
siempre elegidos por Estados en las Repúblicas federales, y por
Tohíc, 111 5
s8 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

Provincias (ó Departamentos cuando así se llaman las más cx-


tensas fracciones del territorio), en las unitarias.
De la exposición precedente se inficre: 1.0, que, debiendo el
Scnado rcprescntar al Estado, al espíritu de tradicibn, al prin-
cipio de autoridad, se le organiza generalmcntc con un perso-
nal menos numeroso que el de la otra Cámara: llamada á
representar al individuo, al espíritu de progreso, al principio de
libertad; 2 . O , que en las Repúblicas modernas el Scnado consta
casi sicmprc de un número de miembros elegido temporalrnen-
te, que no excede del tercio de los que forman la otra Cámara;
3.0, quc se requierc más edad para formar parte dc aquélla que
de ésta; 4.O, quc la elección de Senadores sc efectúa por frac-
ciones territoriales más extensas qiic las de los Diputados, lo
quc la hace evidentemente más difícil; 5.0, que las funciones
senatoriales duran mfis que las de Diputado; y 6.0, que es frc-
cuente que ella sc efectúe por mcdio de combinaciones que la
hacen indirecta, E n este último no encontramos ventaja alguza,
y preferiríamos el actual sistema chileno, que es aún el de
alguna Monarquia tan avanzada como la Bélgica, donde la
elección de Senadores es dirccta como la de Diputados.
Las cinco primeras indicaciones, de las seis que acahamos
d c apuiitar, pueden figurar entre las bases constitutivas de los
Estados republicanos, y aun d c muchas Monarquías que dan
entrada cn su Senado, si no en la totalidad, en buena parte de
sus asientos, á individuos elegidos temporalmente, obcdecicndo
así á la buena tcndencia d e reducir, cuando no de suprimir por
completo, los Senadores vitalicios y los que lo son por derccho
propio.

ATIZIBUCIONES
EXCLUSIVAS DEI, CONGI;ESO

El artículo 27 (36) d c nuestra Constitución cnumera, como


exclusivas del Congreso, las seis atribuciones quc en él se dcta-
llan. Nos hemos ocupado en el primer volumen de nuestra obra
ESTUDIOS SORRE DBKLCHO CONSTITUCIONAL COMI'AX'ADO 59

La Constitz~cibnaízte e l Coizgreso en el estudio de ese artícu-


culo, y hemos hecho notar los defectos de que a d ~ l e c e .E n el,
presente trabajo nos incumbe recordar sus disposiciones, para
poner al frente de ellas las que rigen en otros Estados.
Pueden reducirse á cuatro las seis atribuciones que el rccor-
dado artículo enuinera, á saber: I.", aprobar ó reprobar anual-
mcntc la cuenta de inversión de los fondos destinados para los
gastos públicos; 2.a, aprobar ó reprobar la declaración de gue-
rra, á propuesta del Presidente de la República; 3.a, aceptar ó
no la renuncia del Presidente de la R e ~ ú b i i c adeclarar
; cuándo,
con motivo de impedimcnto del Presidente, dcba procederse A
nueva elección; hacer el escrutinio de la elección de Presidente,
y rectificarla en caso necesario; y 4.a, dictar Leyes excepcionales
y transitorias, por un tiempo máximo de un año, para restrin-
gir las libertades personal y de imprenta, y para suspender 6
restringir el ejercicio de la de reunión, cuando así lo reclama-
rcn la necesidad imperiosa de la defensa del Estado, ó la con-
servación del régimen constitucional 6 de la paz interior.
De las cuatro atribuciones prccedentes, la tercera, que com-
prende tres relativas á la expiración de las funciones d c
Presidente de la República, al escrutinio y rectificacióri dc su
elección, existen en todos los Estados republicanos, bien sea
que la elección del ~ r e s i a e n t esea directa ó indirectamente
efectuada por cl pueblo. El Congreso es siempre llamado á ha,
cer el escrutinio final y á resolver las dificultades que, con mo-
tivo de él, pudieran surgir. En Francia, en el Uruguay y la
Suiza se ha ido más lejos. E n esos tres Estados, el Congreso
elige a1 Presidente de la Repúblicn, como lo haremos notar á
su debido tiernpo.
L a primera de las atribuciones exclusivas de nuestro Congre-
so, que lo constituye en juez del Ejecutivo en todo lo tocante
á inversión de fondos públicos, es de la esencia del sistema re-
presentativo. Nada se avanzaría con votar periódicamente las
contribucior-ics, con fijar, anual Ó periódicamente, los gastos pú-
blicos y el monto de la fuerza armada, si también periódica-
mente el Congreso que interviene cn aquellas tres interesantísi-
60 OBRAS DE DON JOKGE HUNEEUS

mas materias, no examinara y juzgara loc actos del Ejecutivo


en lo tocante á la inversión de los fondos procedentes de las
contribuciones, á fin de averiguar si se ha procedido nó con la
corrección debida.
Así, en la Gran Bretaña la cuenta de inversión del año finan-
ciero, que allá principia el 1.O de Abril y termina el 3 1 de Mar-
zo del año siguiente, se presenta a ~ z ~ ¿ n l ~ ~ zale nParlamento,
te
figurando en ella las entradas y los gastos. Esto sucede sGlo
desde 1862.
E n Estados Unidos la Constitución Federal no seiiala plazos
fijos para la presentación de la cuenta de inversión al Congrei
so. Dispone sólo que se efectuará d c tiempo en tiempo (fi'07@
ti??ze tu time).
En el Brasil, según el artículo 172 de la Constitución, el Mi-
nistro de Hacienda debe anualmente á la Cámara de
Diputados el balance general de las entradas y salidas del Te-
l el año anterior, y el presupuesto general de
soro ~ a c i o i a en
entradas y gastos para e1 siguiente.
Concuerdan también con la prescripción constitucional que
examinamos las Constituciones de Suiza y .dc España, según
las cuales es atribución de la Asamblea Federal en aquélla y
d e las Cortes en ésta, la aprobacibn de lac cuentas de inversión
de los caudalcs públicos, cuentas que en España deben ser pre-
sentadas aniialmente por cl Gobierno.
E n Francia, las Leyes constitucioriales de 1875 nada dispo-
nen expresamente acerca de la obligación que pcsa sobre los Mi-
nistros de presentar anualmente al CongrcSo la cuenta de
inversión de los fondos públicos, para los efectos d c la responsa-
bilidad que sobre ellos pesa como o ~ d e ~ z n d o ~ .dees los pagos
efectuados, pues la responsabilidad de los pagadores se ventila
ante la Corte de Cucntas, como siicede en Chile. E l sile~icio
de la Coi.istitución francesa no ha destruíclo el sistcma que en
aquella Nación regía aún en la época del Segundo Imperio. Sub-
siste, por el contrario, ese saludable sistema, según el cual los
Ministros deben rendir anualmente al Congreso la cuenta de
que se ha hecho mérito, para el efecto ya indicado.
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 61

E n cuanto á la intervención que al Congreso corresponde en


la declaración de guerra, observaremos que en los Estados Uni-
dos y en Francia el Presidente de la República necesita, como
en Chile, de la aprobación previa de ambas Cámaras para ejer-
cer tar. importante atribución; que en Suiza incumbe á la
Asamblea Federal inisma declarar la guerra y coiicluir la paz;
que en la Gran Bretaña esa atribución corresponde á la Corona;
y que en el Brasil y en España sucede igual cosa, con la obli-
gación de transmitir á la Asamblea General ó á las Cortes las
explicaciones y documentos necesarios.
Por lo que toca á la facultad que incumbe al Congreso de
dictar las Leyes excepcionales á que se refiere la parte 6.a del
artículo 27 (36) de nuestra Constitución, obscrvaremoc que en
Inglaterra, donde no existe Constitución, propiamente hablando,
y en Francia, cuya lacónica Constitución, no se ocupa en la
materia, el Parlamento ó la Asamblea Nacional pueden sin
duda, por medio de Leycs, limitar, restringir ó suspender el
ejercicio de las libertades individuales. E n Inglaterra, el Par-
lamento ha suspendido más de una vez el famoso 6ill del H a -
beas Col'pz~s,6 sea la libertad individual.
E n Estados Unidos sólo el Congreso Federal puede sus-
pender el privilegio de Habeas Covpzrs, no otra garantía indivi-
dual, cuando lo exigiere la seguridad pública, en caso de rebe-
li6n ó invasión.
E n el Brasil el Poder Legislativo, en caso de insurrección G
de invasión enemiga, si lo exigiere la seguridad del Estado,
puede suspender por tiempo determinado las formalidades que
garantizan la seguridad individual; y en receso de la Asamblea
General, si la patria corre uii peligro inminente, puede el Eje-
cutivo hacer igual cosa ~>rovisoriamente,dando cuenta á dicha
Asamblea y debiendo suspender las medidas dictadartan luego
corno cesa la necesidad urgente que las hubiere motivado. Esta
facultad excepcional conferida al Ejecutivo corresponde á nues-
tro estado de sitio.
En Suiza, la Asamblea Fedcral puede dictar sin limitacióri las
medidas necesarias para la seguridad exterior é interior del Es-
62 OBRAS DE DON JORGE IIUNEEUS

tado. El Consejo Federal apenas pucde, en caso d c urgencia y


en receso de dicha Asamblea, levantar las tropas ncccsarias y
disponer de cllas, debiendo convocar inmediatamente á los dos
Consejos si el númcro de tropas levantado excedierc de dos mil
hombres ó se mantuviere en pie por más de tres semanas.
E n España, finalmente, la Ley puedc suspendcr temporalmen-
te, cuando lo exigiere la seguridad del Estado en circunstancias
extraordinarias, la libertad individual, la de imprenta, la de
reunión y la de asociación. Sólo en receso de las Cortes y en
casos de grave y notoria urgencia, puede el Ejecutivo, bajo su
responsahilidad, suspender las garantías que a'seguran las cua-
tro libertades mencionadas, no otra alguna, sometiendo su acuer-
do á la aprobación de aquéllas lo rnris pronto posible. Esta
atribución, excepcionalmente conferida al Ejccutivo, correspon-
de, como qucda dicho respecto del Brasil, á nuestro estado de
sitio.
Del carácter excepcional que inviste la facultad del Ejecuti-
vo de suspender una ó niás garantías individuales, según las
Constitucioncs que autorizan semejante sistcma, se infiere natu-
ralmente que tan grave facultad corresponde y debe correspon-
der excf?lsiz~anzented los Co~zg-vesos,ó al Poder Legislativo, si en
el asunto quiere darse ingerencia al Ejecutivo, como tercera
rama de este último. Nos referimos, acerca de este punto, á lo
que tencmos diclio en L a Cotzstittrciótz arzte e l C~)tzgresore-
lativamente á la concesión de facultades extraordinarias y al
estado de sitio.

El artículo 28 (37) de nuestra Constitución Política, como lo


liemos dicho en otra parte, no ha pretendido ciertamente cnu-
merar las míitcrias de Ley. Ello scría del todo imposible. Pero
reconocicndo que cl Ejccutivo sc siente á mcnudo arrastrado á
invadir los domínios dcl Poder Legislativo, ha querido, y con
ES'TUDIOS SOBRF. D k 8 E C H O COSJTITUCIONXL COMIaARADO 63

razón, hacer imposible semejante avance respecto de cierto nú-


mero de asuiitos d e notoria y trascendental importancia, así
como las Constituciones Federales, la de los Estados Unidos, la
Argentina, la de Suiza, enumeran las materias que incumben á
las autoridades federales, á fin dc dejar bien deslindadas las
atribuciones de éstas y las de los Estados, Provincias ó Cantones
del Estado.
De las materias enumeradas en los doce incisos que compren-
de el citado artículo 28 (37) de la Constitución chilena, hay al-
gunos que no merecen estudio cspccial, pues por su propia na-
turaleza, y aun cuando no lo expresara la Ley Fundamental,
importan asuntos'que no pueden ser materia de decretos sino
de Leyes. E n ese caso se encuentran la facultad de contraer em-
préstitos; la de crear nuevas Provincias ó Departamentos y habi-
litar puertos mayores; la de fijar el sistema monetario y cl de
pesos y medidas; y la de crear 6 suprimir empleos públicos, fijar
sus dotaciones, dar pensiones y decretar honores públicos á los
grandes servicios.
Adetnás de la base misma en que descansa la idea de lo que
es Ley, las más vulgares consideraciones de buena administra-
ción prescriben que tan interesantes asuntos sean materia de Ley
y no de decreto, y puede afirntarse que en realidad, salvo ligeras
variantes, incumben ellos al Poder Legislativo en todas las na-
ciones sujetas al sistema representativo. I,o son en el terreno
de los hechos, y deben serlo en el terreno de los principios. Las
Leyes que con relación á. ellos se dictan son permanentes y con-
tinúan rigiendo hasta que caducan por haberse cumplido, como
sucede con las de empréstito, ó hasta que el legislador las de-
roga ó modifica por medio de otras.
Pero no sucede igual cosa con otras materias que, si son in-
dudablemente de Ley, ofrecen la peculiaridad notable de que
las Leyes referentes á ellas deben renovarse periódicamente y
no tienen sino una duración más ó menos limitada. E n esta si-
tuación se encuentran las Leyes sobre contribuciones, la de
presupuestos y la que fija el monto dc las fuerzas de mar y
tierra.
64 OBRAS D E DON6 JORGE H U X E E U S

Para simplificar, diremos, antes de exponer la legislación de


otros Estados relativamente á esos tres puntos interesantísimos,
que nos parece lógico que nuestra Constitución requiera tam-
bién la intervención del Poder Legislativo para permitir la intro-
ducción de tropas extranjeras en nuestro territorio y para
permitir que salgan de 61 tropas nacionales, pues semejantes
permisos deben otorgarse por las mismas autoridades que inter-
vienen en la declaración de guerra. Entendemos que en ningún
Estado republicano puede otorgarlos el Ejecutivo por si solo.
Son materia de Ley en Méjico y en todas las Repúblicas Sud-
Americanas.
Nos parece también que al Poder Legislativo, y sólo á 61
corresponde, y debe corresponder en toda Nación medianamente
organizada, la facultad de señalar el lugar d e sus sesiones, á
menos que lo designe la propia Constitución, y la de permitir
la residencia de fuerza armada en el Iiigar en que el Congreso
funciona. Este último permiso se ha coi~cedidosiempre en Chile
por un año, ó por trece meses, aunque la Coostitución no lo su-
jeta á limitación alguna de tiempo.
E n cuanto á la concesión de indultos generales y amnistías,
en las Monarquías la facultad de otorgarlos corresponde gene-
ralmente al Monarca, de la misma manera que la de conceder
indultos particulares. E n las Repúblicas, como siicede en Chile,
en Francia, cn Suiza, en la Argentina, en el Paraguay y en Mé-
jico, el indulto particular es generalmente materia de decreto,
y la a~?zizistinlo es d e Ley, como parece serlo también esta
última en Estados Unidos y en España, cuyas Constituciones
vigentes no confieren rií al Presidente ni al Rey la facultad de
concederla, al revés de lo que sucede en la Gran Bretaña y en
el Brasil. E n el Perú, como acontecía en Chile bajo el imperio d e
la Constitución d e 1828, aun el indulto particular es materia de
Ley. E n Bolivia, las amnistías y los indultos son á veces mate-
ria de Ley y á veces de decreto.
Pasemos ya á ocuparnos en las tres Leycsperiódic~wó ten@-
yales $ que hemos aludido más arriba, pues en esos puntos in-
teresa realmentg conocer la Legislación de otros Estados, aten-
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 65

dida la trascendental importancia que en ellos va envuelta y la


influencia que ejercen en la forma de Gobierno.

Ca7zt~~ibuciones.-En Chile, como en Inglaterra, en el Brasil,


en Estados Unidos, en Suiza, en Francia y en España, sólo en
virtud de una Ley se puede imponer y supriinir contribuciones
nacionales ÓficaZes. L a creación ó supresión.de impuestos mu-
nicipales 6 locales no incumbe en todas partes al Poder Legis-
lativo nacional, como sucede en Chile y en Francia. E n esta
clase de impuestos nos ocuparemos al tratar de las atribucio-
nes de las Municipalidades.
ContrayCndonos ahora á las contribuciones nacionales 6 fis-
cales, diremos que nuestra Constitución no s610 ha querido que
ellas cmancn de Ley, resolviendo estc punto en un sentido idéii-
tico al adoptado por todos los Gobiernos representativos, ya que
como lo dice Spencer, votar dinero es el principal objeto para el
cual se reunen los representantes del estado(^), sino que ha pres-
crito, además, que las Leyes sobre contribuciones se decreten
por sólo el tiempo de dieciocho meses, de lo que se infiere que
pueden votarse por menos tiempo y nunca por uno mayor. Esta
limitación impuesta al Poder Legislativo no existe en todas las
Naciones representativas, aunque sí en gran número de ellas.
E n la Gran Bretaña, en el Brasil, en Francia, en España, en
BClgica, en Holanda, en Prusia, por ejcmplo, las contribuciones
deben votarcc anzralvzente; en la República Argentina y en el
Paraguay deben serlo por tie7~zjodeter~~tinado, sin decir cuál es
éste; en Chile y Bolivia por dieciocho meses; en los Ejtados
Unidos, en Suiza, en el Uruguay, en Mdjico y en el Perú, las
Leyes sobre contribuciones son, como todas, de una duración
indeterminada ó, en otros términos, subsisten mientras no son
derogadas por otras.
No existe, pues, completa uniformidad en cuanto á la necesi-

(1) Sociologin, tomo 111, pág. 581.


66 OliKAS DE. DON JORGE HUNEEUS

dad de decretar periódicamente la autorización requerida para


cobrar las contribuciones nacionales.
Y todavía hay Estados, como el Brasil y la España, en los
cuales la falta d e autorización no produce el cfecto de suspen-
der la cobranza de las contribuciones. E n España si las contri-
buciones y el presupuesto no estuviercn votados el primer día
del año económico siguiente, rigen los del anterior, si para éste
hubiesen sido discutidas y votadas por las Cortes y sancicoadas
por el Rey. E n el Brasil (art. 171) las contribuciones se
votan anualmente por la Asamblea General; pero subsisten
mientras no son suprimidas 6 reemplazadas por otras. E l siste-
ma que rige en esos dos Estados es muy distinto del nuestro.
Si en ellos no se votaren oportunamente las contribuciones le-
galmente establecidas, Cstas continúan en vigor y pueden ser
cobradas como antcs lo habían sido. E n Chile, cuando el pe-
ríodo constitucional de dieciocho meses expira sin que el Con-
grcso haya votado nuevamente las contribuciones, Cstas no
pueden ser cobradas compulsivamcnte por el Ejecutivo ni por
sus agentes, según la opinión del señor Victorino Laqtarria, que
nos cupo la honra de reproducir ante el Senado en sesión de 3 I
de Diciembre de 1858, en el discurso siguientc, al tiempo de
discutirse el artículo 3.0 de la Ley respectiva:
iiEl seIior HUNEEUS.-Relativamente al artÍculo3.0,me veo en
la necesidad de fundar mi voto, que será negativo á todo lo que
en 61 se contiene, no porque crea que deben suprimirse las re-
n~uneracionesó emolumentos á que se hace referencia, sino con
el objeto de dar estricto cumplimiento á los preceptos consti-
tucionales y legales.
llHa notado el Senado, al darse lectura, hace pocos momentos,
á la Ley de Septiembre de 1884, que ahí se previene que en la
Ley que se dicta cada dieciocho meses con el objeto de autori-
zar el cobro y la recaudaciór, d c las contribuciorics, debe
hacerse mérito detalladamente de las contribuciones fiscales por
una parte, y d c las municipales por otra. Las contribuciones
fiscales se han enumerado en el articulo 1.0, y a votado; las con-
tribuciones municipales en el artículo 2.0, que tambiCn está vo-
P.STUI>IOS SOBRE DERECIIO CONSTITUCIONAI. COLli'ARADO 67
-
tado. Pero yo, que no soy partidario de que se atribuya á nin-
guna de las ramas del Poder Público facultades que no !e
corrcsponden de un modo perfectamente constitucional y legal,
no veo por que hayan d c mcncinnarsc en esta Ley de Contribu-
ciones aquéllas que no son tales contribuciones. Este es el fun-
damento que tengo para creer que la Lcy de 1884 hizo bien
al determinar que sólo se mencionaran las contribuciones fis-
cales y muiiicipales. Pero éstas no son contribuciones propia-
mente tales, porque no constituyen una parte del patrimonio de
los contrib~yentesque por medio de la fuerza pasa al Fisco pa-
ra atendcr á los servicios públicos. Y aunque prescindiéramos
del aspecto legal y constitucional de la cuestión, tio habría ra-
z6n política ní de conveniencia quc aconsejara hacer mérito en
csta Lcy, de servicios que no son contribuciones en cl sentido
propio de la palabra.
lbpuede parcccr algo extraíío que sólo ahora sc traiga al de-
bate por vez primera una cuestidri que ofrece cierto interés. Me
aprcsuro á reconocerlo así. Pero esto tiene su cxpIicaci6n.
llLa primera Ley de contrihucioncs dictada en vigencia de
la Lcy de Septiembre de I S S ~ ,si mi memoria no me cnga-
ña, fué la d e g d e Enero d e 1886. Pero tanto csa Ley como
la que va I tertninar el 7 de Enero próximo, se dictaron en me-
dio de una situación política que no permitía abrir discusión
sobrc una materia como ésta; al menos, por mi partc, no tnc
cncontré en el caso de hacerlo.
1iAvanzaré todavía que no me atrevo A insinuar corno funda-
mento de mi voto negativo a1 artículo 3 . O mi única y exclusiva
opinión personal, porque desconfío mucho de clla. Por lo mismo
que CII la ensefianza he ocupado una posición que no he mere-
cido y continúo ocupando una más modesta, ;i la cual soy espc-
cialmente afecto, he de mostrarme discreto cn las opinicnes que
emita. Así, la Cámara verá que no voy á necesitar de funda-
mcntos derivados de mi propio y personal criterio.
llVoy á leer y creo que el Senado escuchará con viva compla-
ccncia un artículo del primer publicista sud-americano, á mi jui-
cio, el señor don Jcsé Victorino Lastarria, articulo que lir tenido
68 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

el sentimiento de no ver reproducido como merecía. E l señor


Lastarria trata esta cuestión de un modo magistral, y yo no
puedo resistir, ya que se presenta la oportunidad de hacerlo, al
deseo de rendir este público homenaje de respeto á su ilustre
memoria. Deseo que la opinión del seííor Lastarria en esta ma-
teria, á la cual me adhiero completainente, sea conacida; y pido
desde luego que lo que voy á leer se inserte en el Boletitz de
Sesiones.
~ ~ S a la
b cCámara quc en Chile, por primera vez, se presentó el
fenómeno, nuevo no sólo para Sste sino para todos los países cons-
titucionales, de que, terminado el plazo por el cual sc habia auto-
rizado el cobro de las contribuciones, estuviésemos viviendo
cuatro 6 cinco días bajo un régimen enteramente anormal, del
cual no había habido precedente. Con este motivo, se provocó
ante los Tribunales de Justicia la cuestión de saber si los nota-
rios, al otorgar escrituras de venta, por ejemplo, podrían exigir
á los contratantes constancia de haber pagado la contribución
de alcabala, y la d c inquirir si podrían cobrar derechos. No sé
en qué sentido rcsolvcría este punto la Excelcntísima Corte
Suprema, dc la cual formaba parte el señor Lastarria; me incli-
no á creer que, tomando en cuenta el corto espacio de tiem-
po que duró aquella situación, lo rccolvería en sentido afir-
mativo.
1lPero esto no tiene importancia para el fundamento del voto
que vengo fundando.
E l hecho es que el señor Lastarria publicó en El Merczlrio
del 19 cle Enero de 1886 un artículo relativo al 'punto en debate,
artículo que fué reproducido en RZ Fev~ocnrrildel2 1 de Enero.
llEl señor Lastarria, después de examinar los efectos de nues-
tras contribuciones y traer á cuenta diversos preceptos' legales,
trata esta cuestión: 11I,a suspetlsión de la Ley que autoriza el co-
bro de lac contribuciones influye sobre todos los ciudadanos G
es sólo una traba impuesta al Ejecutivo y á las Municipalidades
para c o b r a r l a d ~Y~ en seguida resuelve la cuestión en el sentido
en que yo tuve la honra de provocarla en la Cámara de Diputa-
dos, proponiendo que se votaran las contribuciones por cien días,
STUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 69

muy grato para iní qiie el maestro, el padre del Derecho


público Chileno sostuviera esa teoría.
1lSus palabras son las siguientes:
1iPero entretanto, todavía la Ley promulgada el 26 de Sep-
11 tiembre de 1884, recordando la forma imperfecta que se da á

11 la Ley periódica, dispone que en esta Ley sólo se especifica-

11 rán todas las contribuciones, tantojscales como nzzinic$alesg2ie

11 hayan de cobrarse; y por la historia de su discusión se conoce

11 que expresa y deliberamente se eliminaron del Proyecto res-

11 pectivo: el pago de los servicios prestados por el Estado, los

11 arbitrios municipales y servicios que prestan las Municipali-

11 dades, así como el cobro de contribuciones á favor de institu-

11 ciones de beneficencia, de instnrccib?~ y de fr~?zcio~zariospriblt-


11 COS, COIJZO los emp¿ead~sj~dicia¿es, qtie se inclzyen tatz incotzsi-
4 1 deradamente y ta?z sin fzdndantento constitzicionnl en nqztelh

11 Ley periódica. Luego estospa'qos, yzle no son i7t~uestos$scnles

11 n i nzunicipales,y que estdn diquestos POYLeyes vigentes, que

11 no necesitan de la autorizaci6n periódica del artículo 28 (37)

11 de la Constitución y del 1.O d c la Ley d c 1884, aunque


11 abtlsiilanze7zte hable de ellos la Ley que decreta la recauda-

11 ción de las contribuciones, sc hacen y deben hacerse mien-

11 tras esta Ley estd en suspensp.

llNo necesitan d e la autorización que para rccaudar las contri-


14 buciones mandan dictar cada dieciocho meses el artícu-
11 lo 28 (37) de la Constitución y los dos primeros de la Ley

11 dc 1884 los siguientes pagos, qze no son co~~tribuciotzes en e l


11 sentido constitucional y que no se recaudan, sino que se adeu-

11 dan y devcngan en el acto de utilizar el servicio á que corres-

11 ponden: 1.0, en cuanto al Estado, pago de alnzacenaje (arren-

11 damiento), d e peaje de caminos de cordillera, de servicio de

11 arrzonedación, de correos, de 17zuelZes $sca¿es; 2.0, en cuanto á


11 las Municipalidades, pago dc pasajes de rios y pontazgo, d e

11 puestos y mercados de abasto, de corrales en la feria de Chi-

11 llán, d e salinas eri Vichuquén, de muelle de Valdivia dique


11 de Llanquihue y demás análogos cn Tarapacá y Tacna que

11 menciona indebidamente la Ley periódica; y 3.0, todos los


OBRAS DE DON JORGE H U N E E U S

41 qt~ee ~ u ~ ? t el
e ~ttrcer
a ( ~ ~ t í c zde
~ lesta
o Ley como emolumentos
11 dcterrninados en los aranceles de cementerios, de fieles eje-

11 cutorcs, de ingenieros dc minas, de fiincionarios auxiliares de

11 !a Administración d c Justicia, del gremio de jornaleros.

llEl artículo 28 (37) de la Constitiición y la I,cy dc 26 de


11 Septiembre d e 1884 que prescrib- la Ley periódica que auto-

'11 riza las contribuciones, no se han referido, ni han podido refc-

11 rirse, á estos pagos de servicios y emolumentos que izo so72

11 rofztriblrcionesen el sentida constitz~cional.

l l E n consecucncia, ni el Ejecutivo ni las Municipalidades, aun-

41 que no podían rEcaudar las contribuciones, durante los cinco

41 días que han transcurrido desde cl 5 de Enero d c 1886, fccha

11 en que expiraron los dieciocho meses de la Lcy periódica,

. ( l hasta el 1 1 del mismo en que se promulgó la vigente, tan,-

11 poco podían rehusar el pago que de ellas hicieran los ciudada-

l 1 nos en virtud de estar vigentes para todos las Leyes que los

11 iinpoiien, y mucho menos podían dictar medida alguna que

11 suspendiera el pago 6 los emolumentos que sc deben por ser-

11 vicios como los enumerados. L o que prohibe á aquellos fun-


;o cionarios cl artículo 139 (148)de la Coristitución es imponer
-14 contribuciones, bajo ningún pretexto precario, volufzfario 6 de

11 cualquiera otra clase; pero no, les prohibe recibir el pago vo-

-1 luntario que los ciudadanos hagan de los impucstos estableci-

11 dos por Leyes vigentes; ni ese artículo ni Ley alguna los au-

41 toriza para suspender el pago de servicios ó de emolumcntos

11 d c funcionarios.

11 El orden constitucionnl y legal no se había alterado por aque-

4 1 lla suspensión, y mucho menos podían considerarse suspensas

41 las Leyes ú ordenanzgs que, sin establecer contribuciones,

11 imponen, sin embargo, á ciertos fi~ncionariospúblicos la obli-

1 1 gación de no autorizar algunos actos que envuelven la obli-


4 6 gación de pagarlos. Así, un administrador de aduana no
41 habría podido rehusar el despacho de una mercadería, cuyo

11 dueño tuviera intcrds en pagar voiuntariainente cl impuesto

11 que la Ley vigente determina, ni un notario podria dejar de

v i cxtcnder una escritura de contrato que debiese alcabala, si el


F,CI'TIDI~SSOBRE DERECHO C ~ N S T I T U C I O N A LCOMPARADO 71

11 que se interesa en escriturarla la pagaba ó depositaba volun-


11 tariamente esta contribución. El administrador no tenía fa*
11 cultad de recaudar, pero en virtud de la Ley tenía la obliga-

11 ción de despachar si se le paga el impuesto. Un notario no'

11 recauda la alcabala, pero como no puede escriturar el contra:

11 to q u i la debe sin que se le certifique el pago, tenía el debcr

10 de escriturarlo, desde que el interesado quisiera cumplir con


1 4 el impuesto. L a suspensión de la Ley periódica 710 afecta á

11 esosf/~ncionnrios,n i ellos tienen que ver con la cuestión polLtica

11 que oc~rl-re entre las Cdntaras y el Ejeczrtivo. Dar á esta sus J

11 pensión el sentido contrario es atribuirle un alcance que nd

11 le da la Constitución, y que,no puede dárscle sin subvertir


11 el orden público. Semejante inteligencia solamente sería c6-
11 moda para un Gobierno que quisiera desconocer el valor d e

11 aquella facultad parlamentaria.

l l E s así como se ha entendido la Constitución por sus propios

11 autores. La primera Ley que se expidió con arreglo al ar-

11 tículo 37, parte declarando sencillamente que ~llascontri-


11 buciones establecidas continuarán por el tCrmino de dieciocho

11 meses,,, tiene fecha de 28 de Octubre de 1834. El término

11 expiró el 28 de Abril de 1836, y sin embargo, transcurrieron

11 tres años y más de cuatro mescs hasta la otra que se pro-


11 mulgó en 5 de Septiembre de 1839. Los diecioclio meces de
11 esta Ley cumplieron el 5 de Marzo de 1841, y sin embargo,

11 transcurrieron nueve meses veinticuatro días hasta que sc


11 expidió la de 29 de Diciembre de 1841.

l l E n esos lapsos intermedios, ni los autores de la Constitución*

14 ni el Gobierno ni el Congreso creyeron suspenso el orden


11 constitucional y legal; y los ciudadanos, considerando vigen-

11 tes las Leyes que imponfan las contribuciones, las pagaron,

11 cumpliendo con su obligación. ;con que fundamento se Iia-

11 bría de considerar alterado aquel orden cuando la falta de la

11 Ley periódica fuese el efecto de la acción parlamentaria si no

11 se juzgó alterado cuando lo fui de una omisión del mismo

11 Congreso? Voluntaria ó nó esta omisión, los resultados son

11 los mismos: las Leyes que imponen contribuciones quedan


72 OBRAS 1>E DON JORGE HUNEEUS

41 vigentes, son obligatorias para todos los habitantcs de la Re-


11 pública; y la única diferencia está en que, cuando se omite
11 la Ley periódica por motivos de política, estos rnotivos única-

41 mente afectan al Poder Ejecutivo. Éste no podrá hacer la


4 1 recaudación, que se s~crifica en virtud de una Ley que la au-
11 torice; pero sólo de las contribuciones, como lo manda el ar-

11 tículo 1.0 de la Ley de 26 de Septiembre d e 1884; mas no la

11 de los demás enzoZz~nzentos y p a p s de servicios que $20 se re-


11 cat~lZnn. y que se adeudan j o ~ e¿ servicio ~rzis7?zo.Los Tribuna-
11 lcs tienen la obligación de cumplir y aplicar aquellas Leyes,

41 vigentes para ellos, como para todos, y sólo suspensas para el

$ 8 Ejecutivo, por motivos de política, en cuanto no puede veri-

11 ficar la recaudación intcr no se arregle y se ponga á derechas

1 1 con la Cámara 6 el Congreso que debe darle la autorización

41 suspensa.l~

estas son las palabras que deseaba leer al Senado y este


también el fundamento de mi voto, negativo á todo el artículo.
Expuesto ya csc fundamcnto y con el prestigio que le da una
palabra superior á la mía, hc coticluído.~~ (Dia~,ioOjciod del 1.0
d e Febrero de 1889).
Para dilucidar la cuestión constitucional relativa á si el tér-
mino de dieciocho meses es sólo un 11záxi7iz2i1rzde tiempo del
cual no pudo excederse cl Congreso al votar las contribucio-
nes, máximum que no lc impide, sin embargo, votarlas por un
tienz/o nzeízou, reproducimos el discurso siguiente, que pro-
nunciamos cn la Cámara de Diputados cn sesión d e 2 de Enero
d e 1886.
' 1lEl señor H u ~ ~ ~ u s . - C u a n delo s e ñ ~ Ministro
r de Hacien-
d a pidió preferencia, en la sesión de 10 de Diciembre último,
para el despacho de la Ley d c contribicioncs, solicitando que se
eximicra del trámite de comisión el proyecto respectivo, tuvc
la honra de modificar esa indicación, solicitando que ante t o d o
s e despachara el proyecto que tiene por objeto dar representa-
ción en esta Cámara ri los Departamentos de Putaendo, Santia-
go, Cachapoal, Curicó y Talca, siendo de advertir que este
último proyecto ocupaba el primer lugar en la tabla aprobada
ESIIjDICJS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COhlPARADO 73

por esta Honorable Cárnara el 24 de Noviembre, fecha en que


celcbrd su primera sesión extraordinaria.
11El señor Ministro de Hacienda guardó completo silencio
acerca de mi indicación.
llEn sesión de 1 2 del mismo mes de Diciembre, después de
haber despachado la Cámara en un momento de laudable y
patriótica inspiración, la reforma de la Ley del Régimen Inte-
rior, formulé por escrito y presenté ;i la Mesa un proyecto de
acuerdo tendente á completar á la mayor brevedad posible el
personal de esta Cámara. Creí que ci Ministerio se habría
apresurado á aceptar en aquel momento oportuno mi referido
proyecto de acuerdo. Por segunda vez salieron fallidas mis
esperanzas.
11Posteriorrnente tuve oportunidad de manifestar, á mediados
de Diciembre, de una manera bien clara, que no era posible
votar la Ley de contribuciones, careciendo de representación en
esta Cámara los Departamentos á quc he hecho referencia, y
declaré que, por mi parte, insistía en que se aprobara mi pro-
yecto de acuerdo antes de entrar á discutir la Ley d e contri-
buciones, conviniendo, cn que, una vez despachado aquél, se
despachara esta última con informe 6 sin informe de la Comi-
sión respectiva.
llNo fuf más fcliz que en las dos anteriores enesta última
tentativa. Y lo declaro así para que conste el hecho y para que
cada uno cargue con la parte de responsabilidad que pueda
caberle en la grave situación actual.
llNo tengo el propósito de formular ahora ninguna nueva in-
dicación; pero ya que no puede imputársenos la demora en la
discusión y aprobación de un proyecto de acuerdo que habría
podido y que puede ser todavía despachado facilísimamente en
cinco miiiutos, quiero, á lo menos, modificar la redacción de ini
proyecto, ya que las fechas que en él propuse para la reunión
de las juntas de mayores contribuyentes organizadas por auto
judicial de 8 de Noviembre de 1884, y para la elección misma
d e Diputados, no pueden ahora tener cabida á consecuencia del
tiempo transcurrido desde el 10 de Diciembre hasta la fecha.
TOMO
111 6
74 ORKAS DE IION JORGE H U N E E U S

llpido, en consecuencia, que la Mesa tenga á bien corregir mi


proyecto de acucrdo, estableciendo que la reunión de las juntas
de niayorcc contribuyentes se efectuará en los cinco Departa-
mentos ya mencionados, el 10 de Marzo dcl presente año, en
lugar del 25 de Diciembre pasado, y que la elección de los Di-
putados ce efectuará el Domingo 28 del mismo Marzo en lugar
del Domingo 10 del presente Enero. El escrutinio departa-
mental deberá efectuarse el MiPrcoles 31 de Marzo en lugar
del Miércoles r g de Enero.
modificado cn esta forma mi proyecto de acucrdo R fin d e
que las elecciones á que él se refiere tengan lugar en una época
cómoda para los partidos que han de luchar en cllas, creo fir-
memente que podría y debería ser despachado sobre tabla y
sin discusión alguna, si realinente 10s señores del Ministerio y
de la mayoría están animados del mismo propósito que á mí
me inspira desde que se han abierto las actuales sesiones extraor-
dinarias del Congreso.
11 Ese propósito ha sido en mí constante, y el'señor Presidente

habrA podido obscrvar que á ese punto me he referido siempre


en las pocas ocasiones en que he hecho uso de la palabra desde
cl 24 de Noviembre último, sin que jamás la haya solicitado
para interrumpir la orden del día, para introducir incidentes ni
para provocar cuestiones personales.
establecidos estos antecedentes, sería del caso preguntar:
¿por qué no se ha despachado y por qué no sc despacha desde
luego mi proyecto de acuerds en la forma que acabo d e
redactar?
11Estees un punto que debe ser examinado con algun de-
tenimiento.
IIEIHonorable señor Lira, Diputado por Angol, cuya palabra
escucho siempre con agrado, reconocía, en una de las últimas
sesiones, la fuerza teórica del argumento en que yo me había
apoyado para sostener que no se pueden votar las contribucio-
nes cuando en la Cámara no están debidamente representados
los contribuyentes que deben pagarlas.
llPcro agregaba Su Señoría que sería ya de todo punto impo-
ESTKlDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONIIL COMPARADO 75

siblc efectuar las elecciones antcs del 5 del presente mes, fccha
en la cual debe estar aprobado el Proyecto d e Ley que autoriza
cl cobro de las contribucioncs legalmente establecidas.
11Indudableinentees cierto el hecho que apuntaba Su Seííoría.
L a responsabilidad de que ese hecho haya ocurrido, es imputa-
ble únicamente al Ministerio y á la mayoría que no han queri-
do despachar oportunamente un Proyecto sencillo y que ocu-
paba el primcr lugar en la tabla de la Cámara. El hecho, sin
embargo, es el hecho; pero afortunadamente, él no es un emba-
razo para que esta Cámara aticnda'antes que á todo al dcber que
sobre ella pesa de integrarse constitucionalmente. Si las clec-
cioncs no pueden efectuarsc antes dcl 5 de Enero, puede, sin
embargo, dcspacliarse inmcdiatamente el Proyccto dc acuerdo
qiie las decrctc: y la dificultad con que creín tropezar el Hono-
rable señor Lira para que el principio constitucioiial que yo
sostengo no qiicdc sin aplicación cn el caso prcsente, es inás
aparente que real.
11Enmi concepto, ella puedc salvarse de una manera perfecta-
mente correcta y respetando escrupulosamente la Constitución
de la República.
~ l s o b r eeste particular voy i'~ emitir mi opinidil de mi propia
cuenta y hablando en mi solo y exclusivo nombre y bajo mi
sola y cxclusiva responsabilidad.
llEn rni concepto, la Honorable Cámara podría aprobar inme-
diatamente un proyecto de acuerdo sobrc elecciones no efectua-
das, C inmediatamente después podría autorizar por e2 tdrí~tiízode
c i c ~dtns, la cobranza de las contribuciones legalmente estable-
cidas. Las elecciones se cfectuarían el 28 de Marzo, y los Diputa-
dos nuevamente elcgidos quedarían proclamados el 3 I del mismo
mes, gudiendo incorporarse á la Cámara el 1.0 de Abril.
11 Eh esta última fccha, el Congreso sería convocado á sesiones

extraordinarias para ocuparse en la Ley que sería menester


dictar autorizando el cobro dc las contrjbuciones~dcsdc el 15
d c Abril para adelante, puesto que en esta fecha se venccrían
los cien días de la autorización, que y o estaría dispuesto á votar
desde luego en la forma que me he permitido indicar.
76 OBRAS DE DOK JORGE HUXEEUS

i1La Cámara d e 1 ~ i P u t a d otendr1a.s~


s personal completo el 1.0
d e Abril próximo. S e sabría entonces quién cuenta aquí con
verdadera mayoría. Por el momento yo afirmo que el Ministe-
rio, si bien la tiene numéricamente en apariencia, carece en rea-
lidad de la mayoría constitucionalmente necesaria para poder
titularse Ministerio verdaderamente parlamentario.
11Silos señores Ministros comprenden, como lo espero, la gra.
vedad de la situación actual, deberían ellos ser los primeros que
propusieran la idea que me he permitido insinuar.
llNo tengo para qué a!udir a: Jefe de Estado. El no está aquí
en discusión, y yo espero que sabrá cumplir con sus deberes, si
el día 5 del actual no están votadas las contribuciones, como
parece que no lo estarán.
mientras ese momento no haya llegado, cl Presidente de la
República no puede señalar la puerta á los señores Ministros;
pero éstos tienen el deber de calcular la gravedad dc la situa-
ción á que he aludido y de anteponer á una cuestión de mero
amor propio el cumplimiento de las graves obligaciones que
imponen los altos cargos que ocupan.
llNo es posible que afronten con calma las consecuencias d e

la situación que vendría á crearse para el país el día 6 del mes


corriente.
llPero se dice que el Ministerio cuenta en esta Cámara con el
apoyo de la mayoría, y que si la Ley de contribuciones no se
despacha, es á causa de los procedimientos dc obstrzrcción em-
pleados por la minoría.
&]No tengo para qué discutir aquí la teoría obstruccionista 6
que se hace referencia. Mis opiniones en la materia son bien co-
nocidac, y semejante discusidn carecería por completo de objeto
práctico, porque, colocándome dentro de la teoría de las mayo-
rías, que sostienen los defensores del Ministerio, he dicho ya que
ella no existe en esta C amara.
'
1lFácil serh demostrarlo.
llLa Cámara de Diputados debe componerse, con arreglo á la
Constitución y á la Ley, de un número total de ciento quince
miembros.
ESTUDIOS SOBILE DERECHO CONSTITUCIONAL COMi'ARADO 77

llLa mayoría de ciento quince es cincuenta y ocho, y los se-


ñores Ministros no cuentan con el apoyo de cincuenta y ocho
Diputados. L o comprueba así el hecho de no haberse obtenido
sino cuarenta y seis firmas para la solicitud que dió lugar A l a
sesión especial que esta C4mara celebró hace tres días. L o
comprueba todavía la aseveración misma del Honorable Dipu-
tado por Rere de que esa cifra podría alcanzar á cincuenta 6
cincuenta y un Diputados.
IlAceptando gcrierosamente que así sea, se ve claramente que
el Ministerio no cuenta con la mayoría constitucionalmente
necesaria para llamarse parlamentario.
llSc dirá tal vez que la minoría tampoco cuenta con esa mayo-
ria; pero yo afirmo que si las elecciones que deberían efectuarse
en Marzo próximo una vez aprobado mi proyecto de acuerdo,
se efectuaran en condiciones de perfecta legalidad J. corrección,
los diecinueve Diputados nuevamente elegidos vendrían á en -
grosar las filas de la que hoy se llama minoría y la constituirían
osi en verdadera mayoría.
llMe autorizan á hacer esta afirmación las diversas manifesta-
ciones que se han producido en estos últimos días en favor d e
la minoría. Afirmo que Csta cuenta con el apoyo eficaz de la
opinión pública, y por mi parte, tengo plena conciencia de q u e
nunca más que en este momento he contado con mayor apoyo
de parte de la opinión pública que e! que estoy seguro que ella
me dispensa al sostener lo que estoy sosteniendo. ( i M 2 y bien!
Aplaz~sosen las galerfas y en los bancos (le la t~zirzorfa).
llLa idea de aprobar las contribuciones tan sólo por cien días
es perfectamente constitucional. Cuando la Constitución ha
dicho que las contribuciones se decretarán por sólo el tiempo
de dieciocho meses, ha querido fijar un máximum al Congreso,
á fin de evitar que Este pudiera en un momento de complaccn-
cia, decretarlas tal vez por cinco años, por todo un período
Esa es la verdadera filosofía de la disposición
constitucional.
11Todas las contribuciones que se establecen despuds de ini-
ciado un período de dieciocho meses, no subsisten sino por el
78 O R R A S DE IIOR JORGE H U N E K U S

tiempo qiic falta para completar ese período. Así, en Agosto


último, entiendo que m ~ d i a n t ela inteligente actividad de mi
Honorableamigo el señor Matte, sc despachó una Ley que su-
prime el dicz por ciento adicional Ó el recargo variable sobre
los derechos de internación, y se estableció en lugar d c esos dos
impuestos un recargo fijo. E s claro que si cl 5 de este mes no
está votada la Lcy de Contribuciones, el recargo fijo estábleci-
d o por la Ley de Agosto no habría podido cobrarse sino du-
rante poco más dc cuatro meses.
llEn materia de gastos sucede igiial cosa.
i~Constitucionalmenteno purde autorizárseles por más de un
aíío, pero todos los días se dictan Leyes durante la vigencia de
un presupuesto, llamadas ii regir únicamente por el tiempo que
falta para que se venza el año asignado al presupuesto que csas
Leycs complementan. Constantemente sc aprueban Leyes que
conceden suplementos íí tales 6 ciiales partidas del presupuesto
y quc rigen por seis, por cuatro, por trcs meses, 6 que podrían
no tener míís duración ni m i s vida que la de una rosa en vcrano.
))Es,en mi concepto, fuera dc duda que las contribuciones no
pueden decretarse por más dc dieciocho meses; pero lo es tam-
bién que pueden decrctarsc por menos dc dieciocho meses.
llEste sistcrna quc, en riiateria de gastos públicos, tiene prcce-
dentes en naciones muy cultas, nos ofrece en estc momnnto una
fcliz oportunidad para que la Nación, eri quien reside la sobe-
ranía, decida en último resiiltado y de una manera irrevocable
si es el Ministerio 6 si es la minoría quicn cuenta con la verda-
dera mayoría constitucional en esta Cámara.
llCuando existen dudas acerca del partido que cuenta con la
verdadera mayoría de la opinión ilustrada, 6 cuando la mayoría
numérica cn que se apoya un Ministerio es débil y reducida, se
echa mano en Monarquías constitucionales, como la Inglaterra,
del arbitrio supremo de consultar á la Nación. Sc disuclve la
Cámara de los Comiines y se apela ante cl pueblo soberano,
quc falla la controversia en los comicios electorales.
llEn la República francesa, donde no se conoce la plaga de la
intervención oficial que destruye por completo la base del sic-
F.STUDIOS SOBRE DERECHO CONCTITUCIONAL CO&II'AKADO 79

tema representativo, el Prcsidcnte puede también, con acuerdo


del Senado, disolver el Cuerpo Legislativo cuando se presentan
circunstancias que no permiten ver claramente cuál de 10s par-
tidos es el que cuenta con el apoyo de la mayoría de la opiniGn
pública.
di nos otros no tenemos establecido semejante sistema en nues-
tra Constitución; pero en el momento actual, el hecho de care-
cer cie representación en esta Cámara varios Departamentos d e
la República, y entre ellos algunos d c los inás poblados é im-
portantes de nuestro territorio, permite echar mano de ese ar-
bitrio, que vendría á zanjar dc una manera perfectamente satis-#
factoria la divergencia capital que nos tiene divididos.
~~Efectúense las elecciones cn Marzo y en Abril, y veremos
quién cuenta en esta Cámara con la verdadera lAayoria. El
Ministerio, si tuviera confianza en sus fuerzas, debería ser el
primero en admitir el temperamento que dejo insinuado. E l
fallo de la Nación nos dejaría á todos satisfechos.
(,No hay que alucinarse, señor Yrcsidcnte, con mayorías dC-
biles, aparentes y meramente numt-ricas. El sistema de las ma-
yorías descansa en una base que desgraciadarncnte no tiene
por ahora aplicacihn en Chile. É l supone que todos los iniem-
bros del Congreso han sido elegidos correctamente por la Na-
c i h . Cuando esto no sucede, los Ministerios no pueden resistir
ante los embates de la opinión pública. Y cuando un Mini3te-
rio cuenta con el apoyo firme y resuelto de la opinión ilustrada,
entonces se sostiene y marcha seguro, aun cuando no cuente
con la mayoría numérica de las Cámaras.
llNo necesito recurrir á lo que pasa en naciones extrañas para
comprobar la verdad de lo que acabo d e decir. Sin salir de
Chile y sin remontarme á épocas muy remotas, puedo citar
ejemplo d e un Ministerio que se mantuvo en el poder digna-
q e n t e durante más de dos años sin contar con la mayoría d c
las Cámaras, iqu6 digo, d e un Ministerio que rio tcnía en ellas
un solo partidario tal vez!
llEl Ministerio que organizó dn Julio de 1862 el nunca bas-
tantemente lamentado y simpfitico estadista, don Manuel An-
80 OBñAS DE DON JOKGE HUNEEUS

tonio Tocornal, no contó cicrtamcnte con mayoría en el Con-


greso de 1862 y de 1863. Acompañaban en ese Gabinetc al
señor Tocornal mi respetado maestro el señor Güemes, el emi-
nente padre deliDerecho Público Chileno, el señor Lastarria; el
ilustre General Maturana, que supo conquistarse las palas de
general de división, alcanzándolas en una brillante carrera mi-
litar que principió en calidad de simple sargento. ¡Qué Iiombres
aquéllos! El Ministerio que ellos formaron, si no tenia mayoría
numérica, si no tuvo quizás un solo voto en las Cámaras, contó,
con el firme é inquebrantable baluarte de la opinión pública
4 ilustrada, que le acompañó durante cerca de dos años.
repi pito, pues, que no hay que alucinarse con mayorías numé-
ricas y aparentes. Una mayoría de csa especie de poco 6 de
nada sirve. Las mayorías necesitan ser bien dirigidas, y no
puede dirigirlas bien un Ministerio quc carece de confianza en
misino, un Ministerio que siente las vacilaciones del suelo
que está pisando, como tuve ocasión de hacerlo notar, hace
algunos días en esta Cámara, cuando me tomC la libertad de
interrumpir al Honorable señor Mac-Iver.
llpor eso, seiíor Presidcnte, me permití en días pasados indi-
car á los señores Ministros que cambiaran de rumbo. Lamento
que mis advertencias patrióticas y tranquilas no hayan sido
atendidas, y tcrmino ya reiterando esas amonestaciones y afir-
mando nuevamente que el Ministerio vacila, porQue conoce
que le falta el apoyo de la opinión pública ilustrada, y que ca-
rece del prestigio nccesario para dirigir con firmeza la nave del
Estado. ( j M 2 ~bien! m2y hiejz! en ~~zizuchosbancos.-Aplazdsos
conzp~inzidoseu las galertas.)
llEl señor ORREGO(secretario).-El Proyecto del señor Hu-
nceus, ha quedado en esta forma:
~ ~ A R T Í C UÚNICO.
L O Verifíquense elecciones de Diputados en
los Departamentos de Putaendo, Santiago, Cachapoal, Curicó y
Talca.
1hLas juntas de mayores contribuyentes de estos Departa-
mentos, organizadas por auto judicial de 8 de Noviembre
d e 1884, se reunirán el dia 10de Marzo para dar cumplimiento
ESTUDICS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 81

á lo dispuesto en cl artículo 56 de la Ley de Elecciones, y en


los demás actos se guardarán los plazos de días que correspon-
den á las fechas señaladas en los títulos V y VI de dicha Ley.
L a elección se cfectuará el Último Domingo de Marzo y el es-
crutinio departamental el Miércoles 31 del mismo mes de Mar-
zo. E n todos los procedimientos se observará estrictamente 10
dispuesto en la Ley de Elecciones.,r
llEl señor BAÑADOS ESPINOSA (Ramón).-iPodría suspcn-
derse por un morncnto la sesión?
llEl scfior MONTT(Presidente).-Como n6, señor; pero antes
daremos por terminado el incidente. Terminado. S e suspende
la sesión.
11% suspendió la sesión.
(Sz~spendidiz la sesibrz, el se~torEfzsrteezrsfué felicitado por vzu-
chos de szrs colegas. )

Presz$zrestos de gastosptiblicos.-La Ley dcbe en Chile fijar


anual?~temtelos gastos dc la administración pública. Igual cosa
sucede en el Brasil, en Suiza, en Francia y en España, previ-
niéndose, rcspecto de este último Estado, que si el prcsupiicsto
no estuviere votado cl primer dia del año económico durantc el
cual dcbc regir, rige el dcl año anterior, si éste hubiere sido vo-
tado por las Cortes y aprobado por el Rey.
E n la Gran Bretaíia los gastos públicos se dividcn en dos ca-
tegorías: consolidados ó pcrinanentes, que no se votan anual-
mente, y los demás que 120 invisten ese carácter y que son los
únicos que dcbcn votarse todos los aiios ( 1 ) .
La Constitución Federal de los Estados Unidos, número 7,
seccion 9, artículo I.O, dispone sólo que ningún dinero sc cx-
traerá del Tesoro sino en virtud de disposiciones de Ley, y que
de tienzpo en tieílzpo se publicarán estados y cuentas reguiariza-
das de las cntradas y salidas de todos los dineros públicos; pero

(1) FRAXQUEVILI,E,
tonlo 111, pig. 458, ed. d e 1887.
82 OGRAS DB DON JORGE H U N E R U S

no fija la duración de esas Leyes ni de las contribuciones (de 10


que se deduce que son como todas), ni determina quién aprueba
las cuentas.
L a Constitucidn argentina se separa en estas materias de la
de los Estados Unidos; dispone, corno la nuestra, que al Con-
greso corresponde fijar arzual~~ze~zte el presupuesto de gastos de
administración de la Nación, y aprobar ó desechar la cuenta de
inversión. Igual cosa sucede en Méjico con el presupuesto de
gastos de la Federación, que debe ser presentado a7zunZ~rte7zte
por el Ejecutivo al Congreso, y en el Paraguay se observa un
idéntico sistema. E n Bolivia, el pres~ipucstodebe ser fijado en
cada Legislatura, y ésta se inicia cada arto, ordinariamente el 6
de Agosto. En el Uruguay, la Constitución no señala duración
especial al presupuesto (art. 17, iric. 4.0)~y en e1 Perú, el presu-
puesto es bienal, según lo dispuesto en el artículo 102 de la
Constitución de 1860.
Rs fácil inferir de lo expuesto que cs rcgla uniforme cn los
países rcprescntativos que los gastos de la Administración Pú-
blica sean fijados por el Poder Legislativo; que las Leyes que
fijan esos gastos deben dictarse periódicamente, salvo excep-
ciones rarísimas; que su duración varia entre dos años y uno, y
que, en algunos Estados, como en la Gran Rretafía, el Parla-
mento no solamente no puede, como acaba de hacerlo el nues-
tro, szq~intirsueldos fijados por Leyes pcrmanentes, pero ni
siquiera discutir los gastos de este carrícter Ó consolidados al
tiempo de votar el presupuesto anual.
. El funesto precedente que acaba de sancionar nuestro Con-
greso (Diciembre de ISSS), al suprimir el sueldo señalado por
Lcy permanente, á un destino tambidtl permanente, como lo
son las Promotorías Fiscales de Santiago, á pesar de las obser-
vaciones con que nosotros, y con nosotros el señor don Jovino
Novoa y el señor Ministro de Justicia, nos permitimos objetar
en el Senado en sesión de 26 de dicho mes y año la constitu-
cionalidad del procedimiento, está manifestando que en la
práctica es inútil la Ley de 16 de Septicmbre de 1884, que
procuró resolver en sentido correcto y una vcz por todas, esa
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSI'I'I'UCIONhl, COMPARA1)O S3

cuestión, tantísimas veces debatida en nuestras Cámaras, según


puede verse en nucstro libro La Constit2rció?z ante el Co?zgreso.
Si la Ley no ha bastado para cvitar el precedente á que esta-
mos aludiendo, se impone á la consideración de los hombres
serios que no querrían ver al Congreso de Chile convertido en
Convención omnipotente, la necesidad de meditar en una re-
forma constitucional que introduzca entre nosotros el discreto
sistema que la sensata Inglaterra ha establecido para la fijación
de sus gastos públicos, cual es el de votar anualmente los que
invisten el carácter de variables, mas no los consolidados 6
basados en Leyes permanentes. Este sistema que es, á juicio
nucstro, el único correcto, es además el único conveniente. Ya
que una Ley tan bien inspirada como la de 1884, que puede
reputarse como interpretativa d e la Constitución misma, no ha
remediado el mal, preciso será que radicalmente lo haga cesar
la propia Ley fiindamental de la Repiiblica.

Fz~ermsdz nrary tierra.-La fijación de estas debe hacerse


cn Chile en rada ni70 y cn virtud de Ley. Igual cosa sucede en
cl Brasil, en Francia, en España, en el Uruguay y en Bolivia.
E n la República Argentina, en el Paraguay, en el Perú y en
Méjico este asunto es materia de Ley; pero las Constituciones
de estas Repúblicas no determinan que dicha Ley haya de re-
novarse periódicamente, sin duda porque el gasto que el man-
tenimiento de las fuerzas de mar y tierra ocasiona, dcbc figurar
en el presiipuesto general. Otro tanto ocurre en Suiza, donde,
según se desprqnde de lo dispuesto en el artículo 102 de la
Constitución federal de 1874, no hay ejército permanente.
E n la Gran Bretaña, el derecho dc la Corona para mantener
un ejército se renovaba cada año por la Ley llamada inuting
act. Desde ISSI rige un Estatuto General permanente para el
ejército, pero esa misma Ley debe s+r mantenida nnzlalnre7ztii
por un voto especial del Parlamento. Ida marina tiene una exis-
tencia permanente; pero el cfectivo de sus hombres y el núr~icro
84 OBRAS DE DON JOKGE HUNEEUS
-
d e sus naves son, en realidad, fijados anualmente por la Ley d e
presupuestos ( 1 ) .
Finalmente, en los Estados Unidos, los fondos para levantar y
mantener ejércitos no pucden votarse por un tiempo que exccda
d e dos a?%s (núm. 1 2 , secc. 8, art. I.o), que es el período fijado A
la duración de los miembros de la Cámara dc Representantes.
Infiércse de todo lo expuesto que las contribuciones y los
gastos públicos, incluyéndosc entre éstos, en primera línea, los
que ocasiona la fuerza armada, son y deben ser materia de Ley
e n toda Nación regida por el sistema constitucional represcnta-
tivo. La necesidad de que las contrihiiciones, yaque no pucden
ser votadas por todos los contribuyentes, lo sean por sus legíti-
mos representantes, es la base fundamental y el origen de ese
sistema dc Gobierno. Esta es precisamente la razón por que las
contribuciones sc votan sólo por un iienzpo li~rzitadoen la mayor
parte de los Estados que han adoptado este sistema, y por que,
obedeciendo además á motivos cuya conveniencia se impone,
los gastos públicos se votan también por tiempo reducido, salvo
los que tienen el carácter de coízsolidndos, como sucede en la
.Gran Rretaíía.

Se sabe, por el artículo 29 (38) de la Constitución de Chile,


que nuestra Cámara de Diputados tiene dos atribuciones exclu-
sivas. E s la primera, calificar las elecciones de sus miembros,
resolver las reclamaciones de nulidad que á ellas se refieran, y
admitir 6 no su dimisión. E s la segunda la de acusar ante el
Senado al ex-Presidente d e la ICepública, á los Ministros del
Despacho y á otros altos funcionarios públicos en la forma y en
los casos que hemos indicado en nuestro libro La Coízstitzlción
ante el Congyeso.

(1) FRAN(,~EVILLE,
tomo 1, &s. 241 y 245.
ESTUl3IOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL C0MPARAI)O SS

Puede afirmarse que la primera de las dos indicadas atribu-


ciones corresponde siempre á la Cámara respectiva en todas
las Monarquías parlamentarias y en las Repúblicas representa-
tivas, salvo, respecto de aquéllas, tres excepcioncs notables.
E n Wurtemberg, un comitC compuesto de miembros del Con-
greso que termina, y nombrado por éste, resuelve las cuestio-
nes relativas á elecciones de los miembros del nuevo Congrcso
inmediato.
E n la Gran Bretaña IGS Tribunales ordinarios de Justicia
están investidos, desde 1868, de la facultad de resolver las cues-
tiones relativas á eZeccio7tes inlptrg~tadas. L a Cámara de los c o -
munes es ahora juez solamente en las cuestiones de ind&~tirind,
relacionadas con la persona de alguno de sus miembros. Por
eso ha excluído de su seno á Rradlaugh, fundada en h. b ersc
negado éste á prestar juramento 6 por haberlo prestado dc una
manera insuficiente. E n el Canadá se ha encomendado tambidn
á la Corte S~ipremala facultad de verificar las elecciones, si-
guiendo cl nuevo sistema adoptado en Inglaterra.
Dc la facultad que generalmente corresponde á las Cámaras
d e calificar las elecciones de sus miembros, se deduce, aunque
la Constitución no lo exprese, la que les compete también, d c
organizar su Mesa Directiva y de dictarse su Reglamento. Tal
es la 'regla en las Repúblicas. En las Monarquías suele cl Rey
intervenir en la elección de Presidentes de las Cámaras, aun
electivas, como succde en Inglaterra, donde la elección del
Speakev, Prcsidente de la Cámara de !os Comunes, debe scr con-
firmada por el Lord Canciller, en la CBmara de los Lores, á
nombre de la Corona.
Las Cámaras ,4ltas no electivas, ó Senados, carecen general-
mente en las Monarquías de la facultad de elegir su Presidente.
E n los Estados Unidos preside el Senado el Viccpresidente
d e la República, pero sólo vota en caso de empate.
Nuestra Constitución guarda completo silencio acerca de
estas materias, que cn otros Estados suele decidir expresamen-
te la Ley fundamental en el mismo sentiao en que han sido
prácticamente resueltas en Chile, el único aceptable en el terre-
86 OdItAS Di7 DON JOKG'E H U N E E U S

no de los principios y de la independencia de los cuerpos co-


legisladorcs.

En lo tocante A la segunda atribución exclusiva de nuestra


Cámara de Diputados, la de acusar al ex-Presidente de la Re-
piiblica, á los Ministros y á otros altos funcionarios pilblicos
ante el Senado, ella cs la regla, aunque con algunas excepcio-
ncs, en los Estados constitucionales.
Efectivamente, esa atribución corresponde en la Gran Bretaña
á la Crímara de los Comunes, que puede acusar ante la Cáinara
de los Lores á los Ministros y á otros altos funcionarios públicos;
corrcsponde en los Estados Unidos á la Cámara de Represen-
tantes, que es la Única autoridad que puede acusar por im-
penc/z?~zentsante el Senado, al Presidente, al Vicepresidente y á
todo funcionario civil de los Estados Unidos por traición, con-
cusión y otros crímenes 6 malos procederes (nzisdenzea?zors);
en cl Brasil corresponde á la Cámara de Diputados, para acusar
ante el Senado á los Ministros y Consejeros de Estado; en
Francia corresponde á la Cámara de Diputados, para acusar
también ante cl Senado al Presidente de la República, sólo por
alta traición, y á los Ministros de Estado por crímcnes cometi-
dos en el cjercicio de sus funciones; y corresponde también en
España al Congreso (Cámara de Dipiitados), pero s610 respecto
de los Ministros de Estado, para acusarlos ante el Senado, á fin
dc haccr efectiva su responsabilidad.
En Méjico, desde la reforma coiistitucional de 1875, en la
Rcpública Argentina, en el Uruguay, en el Paraguay, -en el
Perú y en Bolivia, la Cámara de Diputados inviste la facultad
dc acusar antc el Senado al Presidente y Vicepresidente de la
República, á los Rlinistkos de Estado y á los Vocales de la
Corte Suprema, siendo de notar que en todas estas Repúblicas
el Presidente pucdé ser acusado por ciertos crímcnes aun du-
rante cl ejercicio de sus funciones, como sucede también en
Estados Unidos, cn Francia y en Suiza. En ninguno de esos
ES'i'UDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 8~
- -

Estados impera el anómalo sistema chileno, que sólo permite


acusar al Presidente de la República dentro del año inmediato
A la expiración d e sus funciones.
E n Suiza no existe el sistema de ifjlpeachnze7zts. L a Consti-
tución no contiene disposición alguna especinl relativa á la res-
ponsabilidad de los miembros del Consejo Federal, inclusos el
Presidente y Vicepresidente de la Confederación. El Tribunal
Federal, asociado con un jurado que estatuyc sobre Ics Iiechos,
conoce en materia penal dc los casos de alta traicibn, revuelta
6 violencia contra las autoridades federales y demris menciona-
das en los artíciilos I 1 2 y I 13de la Constitución, siti excepción
alguna. Para que el Tribunal federal pueda hacer efectiva la
responsabilidad del Presidente de la Confederación y demás
miembros del Consejo Federal, se requiere, según la Ley de g
de Diciembre de 185 1, vigentc todavía, sc requiere, decimos,
que las dos Cn'nzaras acuerden formarles causa. E n tal caso,
ambas Cámaras reunidas nornbrail un procurador general en-
cargado de sostenerla ante el Tribunal Federal.
Infiérese de lo dicho, que es regla, casi sin excepción, en las
Kepúblicas representativas, el que la Cámara de Diputados
puede acusar ante el Senado al Presidente y íí los Ministros de
Estado, y que igual sistema rige en las Monarquías parlamen-
tarias respecto de estos últirnos funcionarios. Nos parece justi-
ficada csa regla, siempre quc !os juzgarnientos que expida el
Senado estén reglamentados y restringidos en sus efectos, en
la forma que lo están en los Estados Unidos desde que rigc la
Constitución de 1787, y en Chile desde la reforma constitucio-
nal de 1874. Sobre este punto volveremos á ocuparnos en el ar-
artículo 89 (98) d c nuestra Constitución vigentc.

L a primera atribución del Senado (art. 30, antiguo 39), es


idéntica en las Repúblicas á la primera dc la Cámara de Dipu-
88 OBRAS DE DOY JORGE HC'NF.EUS

tados. Nos referimos, por lo tanto, á lo dicho respecto de ésta


en materia de eleccioties de sus miembros.
Es la segunda atribución del Senado la de juzgar á los fun-
cionarios que ante él acusare la Cámara de Diputados, á virtud
de la segunda atribución exclusiva que á esta última compete.
Nos referimos también, acerca de este punto, á lo que dejarnos
expuesto en el párrafo anterior.
Respecto á las otras atribuciones especiales de nuestro Se-
nado, cuales son la de aprobar las personas que el Presidente
de la República presentare para los Arzobispados y Obispados
y la de prestar 6 negar su acuerdo al Presidente de la Repú-
blica para la provisión de ciertos altos empleos militares, para
la i,emocihn de los empleados superiores, y para el mando per-
sonal de las fiierzas de mar y tierra, observaremos que el Sena-
do es, en las Constituciones republicanas, no sólo iico de los
dos cuerpos colegisladores, sino también tribunal de justicia,
en ciertos casos, como se ha manifestado ya, y cuerpo adminis-
trativo en otros que, atendida su gravedad é importancia, se
quiere que no sean resueltos sino con sil acuerdo.
Así, por ejemplo, en los Estados Unidos el Presidente nece-
sita dcl acuerdo del Senado y en Méjico el del Congreso, y en
su receso el de la Diputación permanente, para nombrar á los
Agentes DiplomAticos, A los Secretarios de Estado y á otros cm-
pleados públicos, y para celebrar tratados internacionales. En
Estados Unidos, todavía, se requiere el acuerdo del Senado para
el nombramiento de Magistrados de los altos ~ r i b u n a l e sFede-
rales. E n Ia República Argentina se requiere el acuerdo del
Senado para la presentacihn de Obispos para las Iglesias Cate-
drales, para el nombramiento y renovación dc los Agentes Di-
plomáticos y para la declaración de-cstado de sitio en caso de
ataque exterior. E n el Uruguay, se requiere también el acuerdo
del Senado para los nombramientos de Diplomáticos y los de
Coroneles y demás oficiales superiores dc mar y tierra. E n el Pa-
raguay sc le requiere para el nombramiento y remociGn de Agen-
tes Diplomáticos y para el de magistrados del Superior Tribunal
d e Justicia. En Bolivia el Senado inviste, por ejemplo, la facultad
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CC>NSTITUCIOXAI. COAIPARADO 89
-
de proponer ternas al Presidente dc la República para la provi-
sión de Arzobispados y Obispados; la de proponerlas para el
nombramiento de Magistrados de la Corte Suprema á la Cámara
de Diputados, á fin de que ésta haga la elección; la de elegir
en votación secreta, de las tcrnas propuestas por el Ejecutivo,
á los Generales y Coroneles de ejército, y otras que enumera la
Constitución de 1880.
Las Constituciones del Perú y de Méjico se han separado
de la regla que han respetado todas las precedentemente men-
cionadas, pucs han establecido que se requiere cl acuerdo del
Cottgreso cn la mayor partc dc los casos en que ellas y la nues-
tra rcquieren tan sólo el dcl Senado. Preferimos esto último
apoyándonos, no sólo en los numerosísimos prccedcntes que
ofrecen la casi totalidad de las Constituciones republicanas, sino
también las dc Monarquías que, como la belga, rcquieren la
intervención especial del Senado, por ejemplo, para el nombra-
miento de Jucces de la Corte de Casacidn y otros superiores,
que no pueden ser nombrados allí sino á propuesta en lista
doble, una formada por cl Senado y otra por dicha Cortc.
En todos aquellos casos en que se trate de atribuciones ad-
ministrativas dc tal carActer que no serí,a conveniente encomen-
darlas excZt~siwuzeitteal Poder Ejecutivo, y en que sea preferi-
ble exigir que éste proceda con el acuerdo de a&in czbe?.po
deliberante, creemos que el Senado debe ser esc Cuerpo, prefe-
rible ciertamente á la Comisión Conscrvadora 6 al Consejo de
Estado. Lo general es también que así suceda, sobre todo en
las Repúblicas que, corno lo veremos á su tiempo, no reconocen
de ordinario la existencia de cstas dos últimas corporaciones,
que ya sería tiempo de suprimir en Chile.

I)EL A F O R M A C I ~ N DE LAS LEYES

En los articulos g r á 42 (40 á 51) que la Constitución d e


Chile consagra á la formación de las Lepcs, hay cuatro puntos
Tcnro 111 7
g0 OBRAS D E DON JORGE HUNEEUS

que ofrecen interés para el estudio del Derecho Comparado. E s


el primero el relativo á las autoridades que tienen iniciativa en
la formación de la Ley; el segundo se refiere á las Leyes sobre
contribuciones y reclutamientos; el tercero al sistema de insis-
tencia por dos tercios que en Chile se observa en la materia,
cuando se produce desacuerdo entre la Cámara de origen y la
revisora; y el cuarto se relaciona con el vetopresidettcial.
Examinemos separadamente cada uno de los cuatro puntos
y a indicados y que son fundamentales en materia de formación
d e Leyes, ya que en los demás todas las Constituciones que ri-
gen en Estados representativos donde hay dos Cámaras, tienen
forzosamente que asemejarse.

I .O Iniciativa para propa~ze~*


Proyectos de Ley.-En Chile las
Leyes pueden tener principio en cualquiera de las dos Cáma-
ras, á propuesta de uno de sus miembros ó por mensaje del
Presidente de la República durante las sesiones ordinarias.
'Durante las extraordinarias los miembros del Congreso pueden
*formularante la Cámara respectiva proposiciones d e reforma
constitucional, y las Cámaras pueden también ocuparse pcr
'derechopropio en la ratificación de las reformas constitucionales
propuestas por el Congreso anterior; pero no pueden ocuparse
en otros asuntos legislativos, sino criando el Presidente de la
República los huhiere incluído en la convocatoria á sesiones
extraordinarias.
E n la Gran Bretaña, en el Brasil, en Suiza, en Francia y en
Espalia, las Leyes pueden tener su origen en mociones de los
miembros del Congreso, ante la Cámara respectiva, ó en men-
sajes del Ejecutivo, como en Chile. E n los Estados Unidos el
Presidcnte sólo tiene facultad de recot?ten~lnral exa~lzen del
Congreso las medidas que juzgue necesarias y convenientes.
Concuerdan también con nuestro sistema en esta materia las
Constituciones siguientes: de la República Argentina, del Uru-
guay, del Paraguay, d e Mtijico y de Bolivia. L a del Perú con-
ESTUDIOS SOBKE D R K E C H O CONSi'ITUCIONAL~COl\IPrlRAUO 91

fiere además iniciativa á la Corte Suprema en la formación d e


Leyes relativas i asuntos judiciales.
Si esto último se estableciera en Chile, creemos que nada
dejaría que desear la manera como está reglada la iniciativa
en la formación de las Leyes. No estamos por el sistema norte-
americano que sólo 1zo7~ziiznl~~zentepriva al Presidente de la fa-
cultad de iniciar Proyectos de Ley ante el Congreso, desde que
si 61 no lo hiciere lo harán por él sus partidarios congresales;
como tampoco aceptarnos el sistema napoleónico, que rige en
algunas Monarquías, tal vez, y que atribuye sólo a1 Jefe del
Ejecutivo el derecho de iniciativa á qile nos referimos. En una.
República, semejante privilegio no tendría explicación ni fun-
damento alguno. L o natural es conferir esa facultad A los
miembros del Congreso, como encargados del Poder Legislati-
vo; al Presidente ó Monarca, como encargados del Poder Eje-
cutivo; y á la Corte Suprema, en representación del Poder Ju-
dicial, y sdlo en materias relacionadas con el buen servicio d e
éste, ya que no convendría hacerla intervenir, ni directa ni in-
directamente, cn asuntos políticos 6 de otro carácter distinto
del .estrictamente judicial.

2.0 Leyessob~econtvibz~ciones.-Entre nosotros, las Leyes sobre


contribuciones, de cualquiera naturaleza que fueren, y sobre
reclutamientos, sólo pueden tener principio en la Cámara d e
Diputados. Las Leyes sobre amnistía sólo pueden tenerlo en el
Senado. De estas tres excepciones A la regla general que rige en
materia de iniciativa, sólo enccntramos fundadas las dos pri-
meras, como lo hemos expuesto ya en otro libro. L a tercera
carece por completo de razón, y ha debido siiprimirse, como se
ha suprimido la iniciativa que la Constitución primitiva de
1833 atribuía también al Senado en las Leyes sobrc reforma
de la Constitución.
Corno entre nosotros, deben tener principio en la Cámara de
Diputados las Leyes sobre contribucionc~y reclutamientos, en
92 ORRAS D E D O S JORGE HUNEEUS
-
el Brasil, en la República Argentina, en el Paraguay y en Mé-
jico. En Bolivia es privativa de la Cámara .de Diputados la
iniciativa en las Leyes sobre contribuciones, sobre presupuestos,
sobre fijación de la fuerza militar, y sobre empréstitos y deu-
das. En el Uruguay sólo las Leyes sobre contribucioncs dcben
tener principio en la Cámara de Diputados. En el Perú no
existe diferencia alguna entre las dos Cámaras en materia de
iniciativa para la formación de las Leyes.
En la Gran Bretaña, no sólo las Leyes sobre impuestos, sino
todas las de$inanzas deben necesariamente ser votadas primera-
mente por la Cámara de 18s Comunes, no pudiendo la Cámara de
los Lores hacer otra cosa que ratificar 6 nó ese voto (1). En los
Estados Unidos todo áiL! que tuviere por objeto le-daiztar renta
(for raisiug reve~zz~e) debe tener su origen cn la Cámara d e
Representantes, pero puede ser enmendado por el Scnado como
otro 6iiZ cualquiera, como sucede entre nosotros. En Francia,
según la Ley constitiicional de 24 de Febrero de 1875, las Leyes
sobre finanzas dcben, en primer lugar, ser presentadas á la
Cámara de Diputados y votadas por ésta. En Espalia, las Lcyes
sobre contribuciones y crédito público deben presentarse pri-
mero al Congreso de los Dil>utados. La misma iniciativa corres-
ponde á la Cámara de I)iputados, en materia dc impuestos
públicos, en Bélgica, en Holanda, en Prusia, en Italia, en Por-
tugal, y, generalmente, en todas las Monarquías representativas.
La Constitución actual de Suiza no establccc, como la del
Perú, diferencia alguna entre las dos Cámaras ó Consejos que
componen la Asamblea- Federal, en cuanto á la facultad de
iniciar las Leyes.
Puede inf~rirscde lo expuesto que, salvo uno que otro caso
d e excepción, es de regla en los países constitucionales que las
Leyes sobre impuestos nacionales tengan principio en la Cámara
de Diputados. Y si esto ocurre, no sólo en las Monarquías en
las cuales el Senado no representa absolutamente ó representa
sólo en parte á los contribuyentes, sino aún en las Repúblicas

(1) FRANQUEVILLE,
tomo 111, pág. 455
ESTUDIOS SOBRE DERECHO i:ONSTITUCIONAL ~ O ~ I P A R A D O 93

que eligen al Senado en votación directa, como sucede ahora


en Chilc; habrá de reconocerse que la base d c aquella regla
consiste en que la Cdrcara de Diputados, atendida la calidad
de su personal y su número, representa, sin duda alguna y en
todas partes, á los contribuyentes con más verdad, eficacia é
interds que el Senado, cuya organización obedece siempre y ha
de obedecer forzosamente en grado mayor ó menor, á la nece-
sidad de dar representación á otros elementos políticos y socia-
les, como se ha manifestado al tratar de la división del Congreso
en dos Cámaras.

3.O Sisteltza de insisk~zcinpor dos tercios para forrtthr las Le-


yes.-En todo Estado que reconoce el sistema de dos Cámaras,
es natural que no se repute aprobado por el Congreso sino lo
que hubiere sido aprobado por mayoría absoluta de los rniem-
bros presentes, que forma quorzuiz, en la una y en la otra. Así
sucede en la Gran Bretaña, en los Estados Unidos, en el Brá-
sil, en Francia, en Suiza, en Bélgica, en Italia, cn el Perú, en el
Uruguay y en Méjico.
Cuando el desacuerdo que se produce entre la Cámara d e
origen y la revisora no consiste en que la segunda rechace por
completo lo que hubiere aceptado la primera, sino en que aqué-
lla hubiere modificado lo aprobado por la de origen, es melles-
ter, para que el Proyecto se remita al Ejecutivo, que csta última
acepte también por rnayoria absoluta las modific~iones.Sí no
hubiere acuerdo completo entre arnbac Cámaras, el Proyecto
fracasa. El acuerdo se busca en las comisiones, ó bien, como
sucede en el Brasil, en el Uruguay y en Bolivia, puede provo-
carse una reunión de ambas Cámaras, reputándose entonces
como resolución definitiva del Congreso la que se adoptare en
esa reunión, que se efectúa en la sala dcl Senado.
E n Chile se ha adoptado un sistema diferente. U n Proyecto
d e Ley, y las adiciones 6 modificaciones que en él introdujere
la Chmara revisora, puede remitirse al Ejecutivo y se considera
aprobado por el Congreso, según el mecanismo que estableceii
94 OHKAS DE DON JORGE HUNEEC'S

los artículos 41 y 42 (50 y 5 1 ) de nuestra Constitución, cuando


la Cámara de origen insistierc por dos tercios en lo que hubierc
por mayoría absoluta, y no insistierc la Cámara revi-
sora por dos tercios en rechazar segunda vez lo que hubiera an-
tes rechazado por mayoría absoluta. Más claro: la Cámara de
origen puede hacer que su voluntad prevalezca sobre la de la
revisora, insistiendo por dos tercios en su voluntad, siempre que
la revisora no insista en la suya tambidn por dos tercios, ó, en
otros términos, puede ser Ley lo que aceptan dos tercios de la
Cámara de origcn y u n tercio de la revisora, porque dos ter-
cios, más un tercio, equivalen á un medio más otro medio.
El sistema chileno que, como se ve, confiere grande influen-
cia en la formación de las Leyes á la Cámara d c origen, rige
también en la República Argentina y en el Paraguay, pero sólo
en el caso d c adicioítes 6 ~tzodiI;cacionesintroducidas en cl Pro-
yecto por la Cámara revisora. No se aplica nuestro sistema de
insistencia por dos tercios en esas dos Repúblicas cuando la
Cámara revisora hubiese rechazado en S I L totalidad el Proyecto
aprobado por la de origen, prccisamcnte al rwCs de lo que su-
cede cn Bolivia, donde, según la Constitución vigente de 1880,
-
k Cámara de origen está facultada para insistir, por doos tercios
de los miembros presentes, en el Proyecto desechado en str to-
talidad por la revisora, al paso que, cuando esta úI tima se limita
á enmendar 6 modificar el Proyccto, si la Cárnara de origen no
aceptarc por nzayorLn absolz~talas enmiendas ó niodificaciones,
6 las corrigiere á su vez, las dos Cámaras se reúnen, como en
en el Brasil, bajo la dirección del Presidente del Senado, para
deliberar en un solo debate sobre el Proyccto corregido.
De lo expuesto se infiere que e1 sistenia que llamaremos
Z12glls, ó sea el que no permite al Congreso enviar al Ejecutivo
aquéllo que 110 hubierc obtenido el voto conforme d e la inayo-
ría absoluta de ambas Cámaras, constituye la regla general, y
diremos la rnhs sensata y racional en materia de formación de
Leyes. El sisterr.a chileno que ha buscado la solución de los
desacuerdos eri la insistencia por dos tercics en la Cámara de
origcn, está en er.ormc minoría. Acaba d e verse que los pocos
ESTITDIOS SOBRE DF.L<ECHO CCNSTITUCIONAI. COYPAR,\DO 95
-

Estados que, como la República Argentina, el Paraguay y Bo-


livia, le han dado cabida en sus respectivas Constituciones, lo
han Iiecho sólo en parte y no con la vasta extcnsión que le
atribuye la nuestra. Dentro de la lógica de nuestro sistema
scría forzoso llegar á la consecuencia de que el voto zrizáninte
de la Cámara de origen debiera prevhlecer sobre el rechazo
también t~~zánime de la revisora, porque si un mcdio d c una
Cámara, unido á un medio de la otra, equivalen á dos tercios
de aquélla unidos á un tercio de ésta, es incuestionable que un
medio de la una, sumado con otro medio de la misma, da tam-
bién por suma total la unidad. Discúrrase con lógica, y se lle-
gará á establecer la inutilidad de la Cámara revisora cuando la
de origen aprobare iIn Proyecto por unanimidad.
Pensamos, por lo tanto, que nuestra Constitución debe ser
reformada en esta parte, y que convendría introducir entre no-
sotros, para regir las relaciones de las dos Cámaras en asuntos
legislativos, el sistema ifzglds, recomendado á la vez por el sis-
tema deductivo y por el inductivo, y cuyo mecanismo evita
cuestiones á que el nuestro es ocasionado en la prbctica.

4.0 Veto presidencial.-Reproduciendo aquí, pues no quere-


mos repetirnos, cuanto acerca del veto presidencial tenemos
dicho en el primer tomo de L a C01~stitt~ciÓ1z ante e¿ Coizgreso,
-nos cumple dar á conocer cuál es el sistema que en la matcria
rige en otros Estados.
E n la Gran Bretaña, el Soberano está investido efz derecho
d e la facultad de vetar los Proyectos de Ley aprobados por el
Parlamento; pero puede sostencrse que ella es puramcntc no-
minal y que de hecho ella no existe, toda vez que no se ha
-puesto en ejercicio desde el año 1707.
En los Estados Unidos, cuando el Presidnnte veta un Pro-
yecto de Ley, las Cámaras pueden desde luego insistir, tan
.pronto como quieran, y si una y otra lo aprobaren nuevamente
$porlas dos teljceras partes de sus ~nziembrus,dicho Proyecto ad-
g6 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

quiere el carácter de Ley. Idéntica cosa sucedc en la Repú-


blica Argcntína, en el Paraguay y en Bolivia.
En Francia, el Presidente sólo puede pedir á las Cámaras,
dentro dc un mes contado desde la fecha de la revisión del Pro-
yecto aprobado por ambas, que lo consideren nuevamente. Si
ambas lo aprobaren por segunda vez por sitnplc mayoría abso-
luta, en la forma ordinaria, el Proyecto debe ser promulgado
como Ley. Igual cosa sucede en Méjico.
En el Uruguay y en el Perú, cuando el Ejecutivo devolviere
u11 Proyccto de Ley con observaciones y éstas no fueren acep-
tadas por las Cámaras, el Proyecto no puede tomarse en consi-
deracidn 6 proponerse de nuevo hasta la siguiente Legislatura;
por manera que en esas dos Repúblicas el veto presidencial,
cuando se produce el desacuerdo, sz~speízdeaún la discusión del
Proyccto observado, durante un afio constitucional, 6 hasta la
Legislatura siguiente, corno sucedc cn Chile.
En España, si el Rey se niega á sancionar un Proyecto de
Ley aprobado por las Cortes, ninguna proposición nueva que
tuviere el mismo objeto puede presentarse en la misma sesion.
(El artículo 44 emplea la palabra Zegislatl~ra). En Chile su-
cede igual cosa, como se ha indicado ya.
En el Brasil, el Emperador puede rehusar su sanción á un
Proyecto de Ley en el plazo de un mes (nó devolverlo con ob-
servaciones), y esa negativa no puede ser frustrada en sus efec-
tos sino cuando dos Legislaturas, después de la que aprgbó el
Proyecto, lo reprorlujeren sucesivamente en los mismos térmi-
nos. Sólo entonces se considera que el Emperador ha sanciona-
do el Proyecto.
En Suiza, ni el.Consejo Federal ni el Presidente dc la Con-
federación tienen facultad de vetar Ú observar los Proyectos de
Ley aprobados por la Asamblea Federal; pero ellos se someten
íí la aprobación ó rechazo del pueblo, si así lo pidieren treinta
mil ciudadanos activos ú ocho Cantones.
t
iiinguna de las Naciones á que acabamos de referirnos, salvo
el Brasil y España, ha aceptado el sistema que rige entre nos-
otros, según el cual, cuando el Presidente de la República veta
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 97

ú observa un Proyecto y se produce desacuerdo entre él y cl


Congreso, éste no puede insistir en la misma sesión anual, sino
(que debe hacerlo en alguna de las dos siguientes, y todavía, si
tal insistencia tuviese lugar, el Presidente puede vetar ú objetar
cl mismo Proyecto por segzrfzda vez, no prevaleciendo en este
caso la voluntad del Congreso sobre la del Ejecutivo, sino
cuando el Proyecto fuere aprobado por tortera vez en ambas
Cámaras por los dos tercios de los miembros presentes en cada
una.
La práctica, por fortuna, ha desautorizado por completo se-
mejante sistema, pues durante cincuentay seis años, y hasta la
fzcha en que escribimos, apenas es posible citar dos casos, que
hemos recordado en otro libro, en que el Presidente haya dese-
chado en el todo Proyectos de Ley aprobados por las Cámaras;
al revés de lo que sucede en Estados Unidos, donde el veto
presidencial se ha practicado ciento nueve veces desde 1787
hasta el 4 de Marzo de 1885, y donde el Presidente Cleveland
lo ha puesto en ejercicio más dc cien veces durante los dos
priineros años de su periodo, iniciado en esta última fecha.
Este curioso fenómeno, que no tiene lugar ni aun en las Mo-
narquías, cuyos jefes prefieren hacer uso de la facultad de di-
solver las Cámaras á trueque de no vetar sus resoluciones, no
conduce ciertamente al resultado de mantener en pie de buena
armonia las relaciones del Ejecutivo con el Congreso. Por eso
es que en los Estados parlamentarios, donde existen Ministros
responsables, el veto del Jefe del Estado, sea Presidente ó Mo-
narca, importa una institución que ha caído en completo desuso
y desprestigio.
Nosotros no concebimos la necesidad del veto en las Repú-
blicas sino en un solo caso: cuando el Proyecto aprobado por
el Congreso fuere contrario á la Constitución A juicio del Eje-
cutivo que ha de promulgarlo, como ha sucedido precisamente
en Chile en los dos únicos casos á que hemos aludido. Enton-
ces, y, sólo entonces conviene, juicio nuestro, que el Presiden-
t e devuelva el Proyecto al Congreso, espresando las razones en
que apoyare la inconstitl!cionalidad objetada, z i fin de que am-
9s 0XI:AS DE DON JORGE H U N E E U S

has Cámaras lo reconsideren cuarido lo tenga á bien, sin que


sea menester aguardar ni un año, ni dos, é insistan ó no en su
anterior resolución, rcquiriéndose para la insistencia el voto
conforme de los dos tercios de los miembros de ambas, como
sucede en Estados Unidos.
Tan cierto es que el veto presidencial no debe tener otro
objeto que el que acabamos de indicar, que la Reforma Consti-
tucional de 12 de Enero de 1882 que estableció entre nosotros
cl sistema que hoy rige para reformar la Constitucicin misma,
no confiere al Presidente de la República la facultad de vetar
las proposiciones de reforma ni menos las resoluciones del Con-
greso ratificante. S610 tiene la de proponer modificaciones á las
primeras, y todavía, en caso de desacuerdo, prevalece desde
luego la manera de ver del Congreso proponente sobre la del
Ejecutivo.
Y se comprendc: fácilmente 'por qué cl Presidente carcce de
la facultad de vetar las resoluciones del Congreso en materias
de reforma constitucional. La razón es que toda reforma de la
Constitución ha de ser contraria á Csta, puesto que tiene por
objeto reformarla, é implica, dentro del sistema que prevalece
en los Estados modernos, no un acto simplemente legislativo,
sino uno propio del Poder Constituyente. Si el Ejecutivo es
siempre una tercera rama del poder Legislativo, y si éste Iia de
obrar dentro de los límites que la Constitución seiíala, se com-
prende la facultad del veto para el efecto de propender á que la
propia Constitución sea respetada; pero semejante fundamcnto
no puede tener cabicia cuando se trata de medidas adoptadas
por el Poder Constituye~zteque puede muy bien cambiar por
completo la organiiacicin, por cjemplo, del Ejecutivo mismo.
¿Sería conveniente en tal caso depositar en manos de éste
aquella facultad?
A la luz del principio que va envuelto en la reforma cons-
titucional de 1882, nos parece que no ofrecería dificultad alguna
la reforma de nuestra Ley Fundamental en sus artículos 37, 38
y 39 (46, 47 y 45), indicada ya hace algunos años en Ln Colzs-
2ituciÓiz azte e l Co~t,o?eso.
ESTUI>IOS SORXE DEI<ECHO CONSTITUCIONAL COhll'ARA1)O 99

Se sabe que nuestro Congreso abre sus sesiones ordinarias


el día 1.0 de Junio de cada año y que las cierra el 1 . O cic Sep-
tiembre. Ningún interés científico ofrcccría recordar aquí qué
día de calendario abren 6 cierran sus sesiones las Cámaras de
otros Estados. Puede sí asegurarse quc en todos los que cstán
sujetos al sistema reprccentativo, el Ejecutivo pucde convocar á
las Cámaras á sesiones extraordinarias. E n las Monarquías el
Rcy las convoca, las prorroga y aún disuclvc las Cámaras elec-
tivas; siendo d c notar que en la República Francesa el Presi-
dcnte puede disolver la Cámara de Diputados, si obtiene para
ello el acuerdo del Senado.
E n Estados Unidos sólo el Presidente puede convocar íi se-
siones extraordinarias á las dos CAmaras ó d zutn sola, como lo
hace á tncnudo con cl Senado.
En Francia, además del Presidente de la República que in-
viste esa facultad como en Chile, el Congreso ó Asamblea Na-
cional puede convocarse á sesiones extraordinarias cuando así
lo acordare la mayoría absoluta dcl total d c los miembros de
ambas Ciinaras. Igual cosa sucede en Bolivia.
En Suiza la rlsamblea Federal puede scr convocada á sesio-
nes extraordinarias por el Consejo Fcdcral, y debe scrlo cuando
lo pidieren Ó la cuarta parte de los miembros dcl Consejo Na-
cional (Cámara de Diputados) ó cinco Cantones de la Confe-
deración.
En el Paraguay, las CAmaras pueden ser convocadas cxtraor-
dinarialnente Ó prorrogadas no sólo por el Presidente de la
República, sino también á petición de cuatro D.iputados y dos
Senadores.
Generalmente disponen las Constituciones extranjeras, como
110 OBRAS DE DON JORGE H O N E E U S

lo hace la nuestra, que cuando el Congreso es convocado á se-


siones extraordinarias, debe ocuparse en los Proyectos de Ley
que hubieren motivado la convocatoria, con exclusión de todo
otro; y prescriben también qYe ambas Cámaras deben abrir y
cerrar sus sesiones á un mismo tiempo. L a excepción de que el
Senado funcione sólo y por derecho propio para el único efecto
de continuar conociendo de las acusaciones que ante él hubiere
entablado la Cámara de Diputados, nos parece tan natural y
tan necesaria, que no comprendemos el silencio que acerca d e
ella guardan la mayor parte de las Constituciones americanas.
Creemos que el articulo 47 (56) de la nuestra ha resuelto el caso
de una manera acertadísima.
Entre ~iosotros,sólo el Ejecutivo puede convocar al Congre-
so á sesiones extraordinarias, con acuerdo del Consejo de Esta-
do. Puede pedirlas en ciertos casos la Comisión Conservadora;
pero su petición no tiene fuerza obligatoria para el Presidente
d e la República, como lo comprueba el caso ocurrido en Abril
de 1881. Los proyectos de reforma constitucional y la ratifica-
ción de los pendientes, aun cuando no estuvieren incluídos en
la convocatoria, pueden discutirse y votarse durante las sesiones
extraordinarias, y el Congreso mismo puede prorrogar éstas
por noventa días para el solo efecto de la ratificacicn, confor-
mc d lo prescrito en el artículo I 59 (1 58) de muestra Constitu-
ción reformada en 1882.

QZLOYZUPJ - Desde la reforma efectuada en


para fz~~zcionar.
I 873, el Senado no puede, en Chile, entrar en sesión ni continuar
en ella sin la concurrencia de la tercera parte de sus miembros,
ni la Cámara de Diputados sin la de la cuarta parte de los su-
yos. Ese quorzlnz había sido antes, desde 1833, la mayoria ab-
soluta de los miembros de que cada Cámara debía componerse.
En la Gran Bretaña, el ~ Z L O P Z I H de
Z la Cámara de los Lores es
de tves y cl de la Cámara de los Comunes de cz~ayenta de sus
miembros.
ESTUDIOS SORGE DERECHO CONS'i?1TUCIONAL COMPARADO 101

En Estados Unidos cada Cámara necesita de la concurren-


cia de la mayoría absoluta de sus miembros para tratar de los
negocios de su incumbencia. Idéntica regla impera en el Brasil,
en Francia, en Suiza, en España, en la República Argentina,
en el Uruguay, en el Paraguay y en Bolivia. En el Perú se re-
quiere la concurrencia de los dos tercios de cada Cámara, y en
Méjico la de dos tcrcios en el Senado y la de la mayoría abso-
luta en la Cámara de Diputados.
De lo dicho se infiere que, en general, prevalece el sistema,
natural por lo dcmás, de que las Cámaras, como casi todo cuer-
po colcgiado, no puedan funcionar víilidnmente sino con la pre-
sencia de la inayoria absoluta del número de m:embros de que
deben componerse. Este sistcma produce, sin embargo, el mal
resultado práctico de hacer muy difícil á veces la reunión de.
las Cámaras, sobre todo cuando el personal de éstas es riume-
roso. Nosotros preferimos el sistcma inglés, que es e11 el fondo
el nuestro desde 187% sin perjuicio de que, en ciertos casos
graves, como, por ejemplo, para hacer el escrutinio de la clec-
ción presidencial, para rectificarla, en caso necesario, y para
votar proposiciones de reforma constitucional y la ratificación
de éstas, se exija la mayoría absoluta del número total de
miembros de que debc componerse cada Cámara, como sucede
en Chile desde las reformas de Enero dc 1882 y Agosto de 1882
con arreglo á los artículos 64, 156, 157, 158 y 159 (73, 16j, 166,
167 y 168), de nuestra Constitución.

Artículos 48 y 49 (57 y 58)

Extensamente nos hemos ocupado en la organización y atri-


buciones de nuestra Comisión Conservadora en el primer volu-
men de La Constitncióiz ante e l Ccvzgreso. Bien insignificante es
el papel quc esa corporación ha desempeñado en Chile durante
102 OBRAS D E DON JORGE HZTNEEUS

más de medio siglo, y nos parece que si en algún caso ~ u d i e r a


tener cierta importancia el ejercicio de las atribuciones inspec-0
tivas que le corresponden en rece.io del Congreso, seria infini-
tamcr-ite preferible que las ejercitara, ó la Cárnara de Diputados
ó el Senado, reunidos extraordinariamente para ese efecto. E n
Estados Unidos, por ejemplo, no existe Comisión Conscrva-
dora, y el Presidente de la República puede convocar á sesio-
nes extraordinarias á ambas Camaras ó d wza sola de ellas. Esto
último no puede hacerse en Chile, ignoramos por qué, pues no
se divisa razón alguna que impidiera convocar al Senado en los
casos en que, durante su rcceso, se reúne la Comisión Conser-
vadora para pr:star 6 negar su acuerdo al Ejecutivo en deter-
minados asuntos.
El Congreso y las Cámaras por nadie deben ser recmplaza-
dos en el ejercicio de sus atribucioiies. Les incumbe el dcber
de reunirse y de ejercitarlas directamente cada vez que fuere
menester, y por eso se observa que no existe Comisión Con-
servadora ó Permanente, Ilámesela corno se quiera, ni en Estados
Unidos, como ya se ha dicho; ni en la Gran Bretaña; ni en el
Brasil; ni en Francia; ni en Suiza; ni en España; ni en Bélgica;
ni en Italia; ni, en general, en ningún otro Estado europeo su-
jeto al régimen constitucional.
Sólo en algunas de las Repúblicas hispano-americanas ha
prevalecido el sistema de que el Congrcso designe una Comi-
sión Conservadora 6 Diputación Permanente, llamada rí ejercer
determinadas atribuciones de aquél durante su receso. Así su-
cede en el Uruguay, en el Paraguay, en el Perú y en MCjico.
E n la República Argentina y en Bolivia no existe semejante
institución, que, en nuestro concepto, carece de todo fpndamen-
t o y debería suprimirse d e nuestro organismo constitucional, que
es ya tiempo sobrado de simplificar, eliminando de él rodajcs
tan inútilcs como la Comisión Conservadora y tan perjudiciales
como el Consejo de Estado, instituciones que no han aceptado
ni la gran República de la América del Norte, ni la simpática
democracia suiza. .
Del Presidente de la República

Nuestra Constitución se ocupa, en sus artículos 50 á 70 (59


á 79) en determinar las condiciones necesarias para el ejercicio
de la Presidencia de la República, en la duración dc las funcio-
nes del Presidente, y en todo cuanto se refiere A su elección 57
á la manera de reemplazarlo, despuCs de haber establecido en
el primero de ellos que un ciudadano con el título de Presiden-
te de la República administra el Estado y es el Jcfe Supremo
de la Nación.
Sería separarnos de nuestro propósito disertar aquí acerca de
las ventajas del sistema republicano sobre el monárquico. Pue-
dc ser cierto que en el mundo ha habido y hay todavía mayor
número de Monarquías que de Repúblicas. Ello tienc su expli-
cación, como la tuvo el esclusivismo religioso, que hoy ningún
espíritu culto se atreverá á defender. cuando las sociedades que
sc llaman Estados, no habían llcgado todavía á m edad de ya-
zó~t,como la llama Draper, se comprendian la intolerancia re-
ligiosa, la Monarquia de derecho divino y hasta la Monarquía
aBsoCzcta. La monarquía represtntativa es ya un paso dado en
favor del sistema republicano, y el vigoroso impulso que las
revoluciones de,178g y 1848 han dado en Europa á la organiza-
ción actual de casi todos los Estados que la forman, manifiesta
que si la Monarquía absoluta y lo; Gobiernos de derecho divino
IO4 OBRAS 1>E D O N J O R G E HUNEF.US

han cedido el puesto á la Monarquía representativa y ;í los Go-


biernos populares, no está muy lcjana 18 época en que habrá d e
prevalecer también en Europa sobre el sistema monárquico,
el sistema republicano que, en día feliz para la humanidad, pro-
clamaron los Estados Unidos de Norte América el inolvidable
4 de Julio de 1776, y que, en pos de ellos, siguieron proclaman-
do sucesivamente todas las colonias hispano-americanas, hoy
constituídas conforme á este sistema, que rechaza ficciones tan
absurdas como la de suponer que un infante apenas nacido
puede regir un Estado, y lo que es peor, la de que el Jefe d e
ese Estado es inviolable y, por lo tanto, irresponsable.
L a superioridad d c la República sobre la Monarquía es algo
que, á juicio nriestro, n8 requiere dcmostracidn. E s algo que se
impone y que, tal lo creemos, nadie discute hoy científicamen-
te. Comprendemos que las tradiciones y aun las preocupacio-
nes de otros tiempos ejerzan todavía sil influencia en la orga-
nización del Gobierno de los Estadps, y pensamos que para cada
uno es la mejor forma de Gobierno la que mejor se amolda
con su estado social y con la voluntad de la mayoría de sus
ciudadanos ilustrados. Esto lo admitimos en el terreno de lo
relativo, pensando que cn el de los principios la base rcpubli-
cana luce con esplendor por su verdad, su sencillez y su clari-
dad evidentes.
Previa la digresión que precede, cuyo objeto se explica recor-
dando que el método de observación no consiste en un ciego
empirisxno, dcsdeííoso de las enseñanzas del mCtodo deductivo,
entremos á comparar los prcceptos de nuestra Constitución re-
lativos á la elección de Presidente, con los de otras Repúblicas,
y a que hoy por hoy, fuera del Papado, son hereditarias todas
Ias Monarquías europeas.

E I ~ E C C I Ó N DE PRESIDENTE
DE LA REPÚBLICA.
CONDICIONES PARA PODER SERLO Y DURACIÓN L E L CARGO

Elegibilidad-Ida condición de ser ciudadano por nacimien-


ESTTJDIOS SORRE DERECHO CONSTlTIiCIONAL COMPARADO 105

to se exige, para poder ser Presidente de la República, en los


Estados Unidos, en Suiza, en la República Argcntina, en cl
Uruguay, cn el Paraguay, en Bolivia, en el Perú, en el Ecua-
dor, en Colombia, en Venezuela y en Méjico, de la misma ma-
nera que en Chile. Las Leyes constitucionales de Francia nada
disponen en orden á las condiciones necesarias para poder ser
clegido Presidente de la República. Basta allí, fuera dc ciertas
limitaciones posteriores á esas Leyes, estar en posesión de los
derechos políticos.
En los Estados Unidos, en Bolivia, en el Perú, en el Ecua-
dor y en Méjico, se requiere además la edad de treinta y cinco
años; en el Uruguay, la de treinta y tres; y en Chile, cn la Re-
pública Argentina, en el Paraguay, en Colombia y en Venczue-
la, la de treinta años.
En Chile, coino en Suiza y Francia, se requiere también te-
ner las calidades necesarias para poder ser miembro de la Cá-
mara de Diputados 6 Consejo Nacional.
En los Estados Unidos se cxige asimismo residencia de ca-
torce años en el territorio dc la República, y de diez en el
Perú.
Ser laico es condición expresamente requerida para podcr
ser elegido Presidente en Suiza y en Mdjico. En la República
Argentina se requierc expresamente pertenecer á la comunión
católica, apostólica, romana; y en el Paraguay profesar la reli-
gión cristiana. En la República Argentina, en cl Uruguay y
en Bolivia, se exige también tener las condiciones necesarias
para poder ser Senador, cn las cuales están cornprcndidas a1-
gunas de las anteriormente designadas.
En el Uruguay se requiere una renta equivalente (I un capi-
tal de diez mil pesos, y en Colombia una renta de mil doscien-
tos pesos al año.
En Chile se deduce de lo dispuesto por nuestra Constitución
en sus artículos 66, 69 y 71 (75, 78 y 80) que es menester ser
laico y católico para poder ser Presidente de la República, se-
gún lo teriemos cxplicado en La Co~zstituciónante el Cong~cso.
Como se ve, sólo hay completa uniformidad en un punto en
TOMO111 8
106 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

las Constituciones republicanas que dejamos recordadas, cual


es el de requerir la ciudadanía natural, Ó lo que á ella equiva-
liere constitucionalmente, para poder ser Presidente de la Re-
pública. En cuanto á la edad, salvo la Suiza y la Francia, se
exige siempre de treinta á treinta y cinco años; y, cuando no
se requieren las condiciones necesarias para poder ser Senador,
se exigen las mismas, 10 menos, que para poder ser Dipu-
tado.
La condición de ser laico debería, á nuestro juicio, exigirse
expresamente en toda Constitución republicana para e1 ejerci-
cio de la Presidencia dc la República, llamado á veces íí impo-
ner deberes que son de todo punto inconciliables con 1x exi-
gencias que el carácter eclesiástico hace pesar sobre quienes lo
invisten.
Pensamos que no debe tomarse en cuenta el culto que pro-
fesa un individuo para poder elegirlo Presidente de la Repú-
blica. Dentro del principio de la separación de la Iglesia y del
Estado, que nosotros profesamos, no se concibe semejante con-
dición, que, por lo demás, en la prhctica bien poco 6 nada sig-
nifica.
***
Dllracid~t del periodo presidetzcial-El periodo presidencial
dura siete aí'íos en Francia, seis en la República Argentina y
en Colombia; cinco en Chile; cuatro en los Estados Unidos, en
Méjico, cn el Uruguay, en el Paraguay, en el Perú, en el Ecua-
dor y en Bolivia; dos años en Venezuela, y un año en Suiza.
Sdlo en Francia y en Estados Unidos puede el Presidente
de la República ser reelegido para el periodo inmediato. En
los once Estados restantes, de los trece mencionados en el in-
ciso precedente, está prohibida por las respectivas Constitucio-
nes la reelección para el período siguiente.
Forrrza de la eleccibn presidencial.-En Chile, como en los Es-
tados Unidos, en la República Argeritinajy e n el Paraguay, la
elección de Presidente de la ~ e ~ ú b l i cesa de segundo grado, y
se efectúa por electores especiales, elegidos como los Diputadosc
EC1'UI)IOS SOBRE DERECHO COiYSI'ITUCIOFíAL COhlPARADO 107

E n Méjico, la elección es también indirecta, co~zfar~ne n' la Ley;


y en Colombia, el l'residente es elegido por las asambleas clec-
torales cn la forma que determine la Ley.
En Francia y en el Uruguay lo elige el Congreso; y en Suiza
lo elige la Asamblea Federal cada año, de entre los sicte miem-
bros del Consejo Federal, que dicha Asamblea nombra por tres
años, y en quienes reside el Poder Directorial y Ejecutivo de la
Confederación.
En el Perú, en Bolivia, en cl Ecuador y en Venezucla la elec-
ción de Presidente de la República es directa tí dc primer
grado, escrutándola el Congreso Nacional y rectificándola ::n
caso necesario, como sucede también en las Repúblicas donde,
según se ha expresado, es indirecta ó de segundo grado la refe-
rida elección.
De lo expuesto se infiere que en las trece Repúblicas mcncio-
nadas, si el Congreso mismo no elige al Prcsidentc, decide en
definitiva las cuestioncs á que la elección dicre lugar, y las recti-
fica en caso ncccsario. E n nuestro libro La Co7zstitz~cib7zarzte e l
Congreso hemos manifestado los inconvenientes del sistema de
elección indirecta, imitado por nosotros de los Estados Unidos,
y que éstos mismos reconocen hoy que es defectuoso en alto
grado. El sistema de elección directa efectuado por los ciuda-
danos activos con derecho de sufragio es, sin duda alguna, el más
correcto con relación al punto de vista científico. Así lo reco-
nocemos en el tomo 11 de nuestra obra ya citada, y continua-
mos reconcciéndolo todavía.
Pero en esta matcria, la cuestión técnica 6 científica es, como
casi siempre ocurre cn política, perfectamente diversa de la
cuestión práctica ó de convenicncia. L a manera esencialmente
incorrecta cómo se efectúan las elecciones en las Repúblicas
hispano-americanas, es algo que no permitiría aceptar por ahora
con ánimo tranquilo el sistema de elección directa, aplicado á
la del jefe dcl Poder Ejecutivo. Mientras llcga el niomento de
aplicarlo con la seguri&d dc que 41 produzca buenos efectos,
consideramos que sicmpre será preferible a1 desacreditado sis-
tema 6 procedimiento que hoy rige en Chile, el de encomendar
108 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

al Congreso Nacional la facultad de elegir al Presidente de la


República, según hemos tenido la honra de indicarlo el 15 d e
Julio de 1886, en la siguiente proposición de Reforma Consti-
tucional:
I~REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

11Eleoción de Presidente de la República


llHonorable Cámara:
llEl sistema de elección indirecta, que nuestra Constitución
establece para la designacidn de Presidente de la Kcpública,
está completamente desautorizado por los hechos. Los Electores
de I'residente no reciben de los ciudadanos que los eligen un
mandato faczrZtntivo que los autorice para sufragar por quien
quieran. NÓ; en el hecho reciben un mandato intperativo, que
los obliga á votar en favor de un cafzdidato designado anticipa-
damente por Asambleas ó Convenciones de partido, más 6 me-
nos corrcctamente organizadas.
llSi cn 1874 se abolió ya el sistema de elección indirecta que
hasta entonces había regido cn la de Senadores, á fin d c evitar
que éstos continuaran siendo elegidos exclucivamente por el
Ejecutivo, no sc explica racionalmente por qué ese misino sis-
tema condenado por la reforma constitucional de aquel aíío
hubiera de continuar aplicándose en la eleccióri presidencial. Si
los Electores de Presidente deben tener las calidades que sc
requieren para el cargo de Diputado, y si al Congreso corres-
ponde la facultad de escrutar, la de anular y la de rectificar la
elección de Presidente de la República, menos complicado, más
rápido é infinitamente más serio sería encomendar esa clección
al Congreso mismo, ya que, mientras no se modifiquen radical-
mente nuestras condiciones y nuestyos hábitos electorales, sería
peligroso establecer para efectuarla el sistema de elección di-
recta.
llconfiando al Congreso la elección de Presidente, los electores
de éste serian los Senadores y Diputados. Se supritnirían así
elecciones inútiles y luchas estériles, que no producen resultado
ESTUDIOS SOBRE DERECHO COKSTITUCIONAL COMPARADO 109
-
alguno práctico en beneficio de la Nación; la fuerza vital de los
partidos no se consumiría en vano, fomentando gastos que á
nadie benefician y preparando movimientos de opinión que
hasta ahora se han frustrado siempre; se haría imposible el
evento de una elección presidencial extraordinaria, y se evitaría,
por último, la subrogación del Presidente por funcionarios de-
signados por él mismo para efectos determinados.
llDentro del mecanismo político de los Estados regidos por el
sistema parlamentario, no existe autoridad alguna permanente,
superior á la del Congreso. Debe discurrirse en el sentido d e
que él es el más genuino representante de la Nación. Ello podrá
no ser á veccs sino relativamente cierto; pero lo que evidente-
mente se impone como un dilema inevitable á la consideración
de los hombres serios, es la necesidad de optar entre un Presi-
dente designado por su antecesor 6 un Presidente elegido por
el Congrcso Nacional. Creyendo que lo segundo es preferible á
lo primero, tengo la honra de formular la siguiente

Proposición de Reforma Constitucional

ARTICULO ÚNICO. Suprimense de la Constitución Política


de la República los números 4.O y 5 . O del artículo 36 (ahora 27)
y los q$~culos63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 75,
78 y 79 (ahora 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65, 66,
69 y 70), y sustitúyense por los siguientes:
~ ~ A R63T . (ahora 54). Las dos Cámaras, reunidas por derecho
propio en Congreso Nacional, eligen por mayoría absoluta de
sufragios al Presidente de la República.
1 1 ART. 64 (ahora 5 5). Cuando vacare por cualquier motivo la

Presidencia de la República, e1 Congreso Nacional procederá


inmediatamente á hacer la elección de Presidente por u11 pe-
ríodo constitucional completo.
mientras se efectúa la elección, el Presidente del Senado
quedará investido del Poder Ejecutivo. Este mismo funcionario
subrogará al Presidente de la República en caso de impedi-
mento temporal calificado por el Congrcso Nacional.
110 OilRAS IIE DOX JOKGE HUNEEVS

~~Santiago, 15 dc Julio d c 1886.-Jorge Hz~neef~s,Diputado


por E1qui.11
El tiempo se cncargará d c resolver si nos asistía 6 no razón
al formular lapreccdente proposicidn de reforma, cuyo despacho
no hemos tcnido intcrés alguno en precipitar.

S U B R O G A C I DEI.
~ N PRESIDENTEDE LA R E P ~ B L I C A

E n Chilc, como se sabe, no se eligc Vicepresidente de la


República para subrogar ó reemplazar al Presidcnte. Al' Presi-
dcnte en actual ejercicio le subroga el Ministro de lo Interior,
á falta de éste el Ministro más antiguo, y á falta d c Ministros,
el Consejero de Estado más antiguo quc no fuere eclesiástico.
A l Presidentc electo le subroga el expresado Consejero d e Es-
tado.
Este absurdo cistcma, que deposita en rnanos de un funcio-
nario designado casi siempre por el Presidente de la Rcpúbli-
ca, las funciones de este elevado cargo, aunque sea sólo por un
tiempo limitado, rige únicamente cn Vcnczuela, donde el Presi-
dente de la República es reemplazado también por los Ministros
de Estado 6 por el Presidcnte de la Corte Federal. E n los Es-
tados Unidos, en la República Argentina, en el Uruguay, en el
Paraguay, en el Ecuador, en Suiza y en Colombia hay iin Vice-
presidente elegido conjuntamente con el Presidente. E n el
Perú y en Bolivia sc eligen dos Vicepresidentes conjuntamente
con el Presidente y en la misma forma que este último.
En Méjico el ex-Presidente del Senado es quicn ejerce la
Vicepresidencia de la República, función que hasta hace poco
correspondía al Prcsidente de la Corte Suprema, (DARESTE,
Co?zsti&ciones moder~zns,tomo 11, pág. 496, nota.)
E n Francia, cn caso de vacar la Presidencia, queda investido
del Poder Ejecutivo cl Consejo de Ministros, y en cl Uruguay
el Presidente dcl Senado, en idéntico caso, es' quicn lo in-
viste.
ESTUDIOS SOBRE DEKECHO COSSTITUCIONAL COMPARADO 111

Por lo que toca á la crítica de nuestro sistema de subroga-


ción presidencial, nos referimos á lo dicho en nuestra obra L a
Co~zstitz~ciÓn
ante el Congreso, en la cual lo hemos examinado, y
hecho notar sus inconvenientec. Se infiere de lo dicho antcrior-
mente que ese sistema está, por fortuna, en considerable mi-
noría.
§ 3

El Presidente electo debe, al tomar posesión del cargo, pres-


tar juramento en Chile, en la República Argentina, en el Uru-
guay, en el Paraguay, en Bolivia y en Méjico, con arreglo á la
fórmula especial que la Constitución respectiva determina; de-
biendo notarse que sólo en Chile jura ohsemnr y proteger la
religión católica, apostólica rorriana, y en el Uruguay, frote-
ger la religión del Estado. En el Ecuador prestaba, hasta 1884,
únicamenteproli?zesade cumplir los deberes del cargo, sin ha-
ccrse alusión á religión alguna, pero, según el artículo 89 de la
última Constitución, jura lo misino que el Presidente de Chile,
sin más diferencia que la palabra observar, en lo relativo á la
religión. En el Perú, en Venezuela, en Suiza, y en Francia no
presta juramento alguno el Presidente de la República.
En los Estados Unidos el Presidente de la República jura
solamente, al tomar posesión del cargo, desempeñar fielmente
sus funciones y mantener, proteger y defender la Constitución,
como sz hace en la República Argentina, en el Paraguay, en
Bolivia y en Mdjico.
Ni siquiera la Constitución reaccionaria que rige en Colom-
bia desde el 5 de Agosto de 1886, contiene la censurable f6r-
,mula dc juramento que exige el artículo 71 (80) de nuestra
Constitución al Presidente electo. Según aquélla, la fórmula es
simplemente: 11 Juro á Dios cumplir fielmente la Constitución y
las Leyes de Colombial~(art. I I ~ )sin, exigirle juramento de
ohse~varreligión alguna, como lo hace nuestra Ley Fundamen-
tal, única de entre las trece citadas que conserva ese vestigio
112 OBRA!? DE DON JORGE H ~ N E E U S

d e la edad medieval y del sistema teológico, que nosotros he-


mos censurado endrgicamcnte en nuestro libro anterior y que
apenas concebimos en las Monarquías de derecho divino.

El articulo 72 (81) y los vcintiún incisos del 73 (82) de nues-


tra Constitución, determinan las atribuciones del Presidente de
Pa República, el primero de una manera general, en cuanto se
relaciona con la conservación del orden público en el interior y
con la seguridad exterior de la República; y el segundo, deta-
llando miniiciosamente esas atribuciones, cuyo estudio analítico
está ya hecho por nosotros en el segundo volumen de La Coíts-
titucihz ante el Co~zg~eso.
Concretándonos al estudio comparativo de la materia, comen-
zaremos por hacer notar que todas las Constitlicior.es han pro-
curado siempre enumerar las atribuciones del Poder Ejecu-
tivo, como lo hace la nuestra, consignándolas de una manera
que generalmente coincide con la nomenclatura de nuestro
articulo 73 (82), sobre todo en las Naciones americanas. Con
excepción de los Estados Unidos, cuya Constitución enumera
concisamente las atribuciones del Presidente de la República
e n las secciones 2 y 3 de su articulo 11, puede afirmarse que,
salvo ligerísimas diferencias, concuerdan en el fondo y casi
por completo con los articulas 72 (81) y 73' (82) de la Constitu-
ción chilena, los siguientes: el I O I y 102 de la Constitución del
Brasil, de 1824; el 86 de la argentina, de 1860; los artícu-
los 79, 80 y 81 de la uruguaya, de 1829; el 102 de la paraguaya,
d e 1870; el 94 de la peruana, de 1860; el 89 de la boliviana,
d e 1880; el 90 de la ecuatoriana, de 1884; el 72 de la venezola-
n a , de 1874; el 85 de la mejicana, de 1857; y los articu-
los I 18, I 19, 120 y 121 de la de Colombia, de 1886.
En las Constituciones europeas sucede otro tanto, con mayo-
res 6 menores detalles. Asi, el articulo 102 de la Constitución
PSTUDIOS SOBRE DERECHO CO~TSTITUCIONALCOMPARADO 113

de Suiza enumera las atribuciones del Consejo Federal; los ar-


tículos 3 á 5 de la Ley Orgánica de 25 de Febrero de 1875, y
los artículos 2, 6, 7, 8 y g de la de 16 de Julio siguiente, enu-
meran las del Presidente de la República en Francia, y los artí-
culos 5 0 4 54 de la Constitución de 1876 las del Rey de Espaíía.
Se concibe qne en todo Estado constitucional, sea cual fuere
su forma de Gobierno, el Ejecutivo debe necesariamente tener
á SU cargo ciertas atribuciones que son inherentes á la natura-
za misma de ese Poder Público. VcIar por la conservaciÓn del
orden y por la seguridad exterior del Estado; concurrir á la
formación de las Leyes en la forma que la respectiva Consti-
tución disponga; prorrogar las sesiones del Congreso y convo-
carlo á sesiones extraordinarias; nombrar y remover á los
Ministros de Estado y otros funcionarios administrativos; pro-
veer otros empleos públicos; destituir á ciertos empleados en
determinados cacos; decretar la inversión de las rentas nacio-
nales y velar por su recaudación; disponer de la fiierza armada;
mandarla personalmente si necesario fuere; conceder patentes
de corso y Ietras de represalia; declarar la guerra con previa
aprobación del Congreso, como sucede en las Repúblicas, ó sin
ella, como suele ocurrir en las Monarquías; dirigir las relaciones
exteriores con intervención del Congreso 6 del Senado en casos
especiales; son materias que, no sólo en Chile, sino en toda
Nación constituída, corresponden á la competencia del Ejecu?
tivo, ya sea Presidente, Emperador ó Rey el Jefe del Estado.
Claro es, en consecuencia, que no requieren estudio especial
ante el Derecho Constitucional Comparado el artículo 72 (81) y
10s incisos 1.0, 2.0, 4.0, 5.0, 6.0, 9.0, 10, 12, 16, 17, 18 y rg del
articulo 73 (82) de nuestra Constitución, referentes á los asun-
tos que acabamos de recordar; ya que en lo tocante á ellos,
concuerda con la nuestra la Legislación Constitucional de todo
el mundo civilizado regido por el sistema representativo. Así
debe necesariamente suceder.
Pero no puede decirse idéntica cosa de las atribuciones 3.g
.7.a,8.", I 1, I 3, 14, I 5 , 2 0 y 21 que nuestro citado artículo 73 (82)
confiere al Presidente de la República, y que, lo reconocemos,
Ir4 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

confieren también al Presidente, casi con completa uniformi-


dad, las Constituciones de todas las otras Repúblicas hispano-
americanas arriba citadas. A pesar de eso, nosotros creemos
que estas nueve atribuciones no invisten carácter idéntico al de
las doce restantes, y que no son, como éstas, inherentes ri. la na-
turaleza del Poder Ejecutivo, ni tampoco indispensables para
'su correcto funcionamiento.
Nos perinitireinos analizar esas nueve atribuciones para fun-
dar nuestra opinión, ya que, á juicio nuestro, algunas de ellas
debieran suprimirse de nuestra Constitución, y las otras modi-
ficarse sustancialmente en cuanto á la manera de ejercitarlas.

Atvibz~ción3.a,nvticz~lo73 (82).-El Presidente de la Repú-


blica está investido en Chile de la facultad de velar por la
conducta ministerial de los Jueces y demás empleados del or-
den judicial, pudiendo, al efecto, requerir al Ministerio Público
para que reclame medidas disciplinarias del Tribunal competcn-
te, ó para que, si hubicre mérito bastante, entable la correspon-
diente acusación.
Esta atribución que, coino se sabe, fué notablemente refor-
mada en 1874, como puede verse en nuestra obra anterior-
mente citada, ofrece inconvenientes aun en la forma limitada
que Iioy tiene. Prueba de ello cs el tenor de la corresponciencia
que, á fines de 1881, se cambió entre el Ministerio de Justicia y
la Corte Suprema, con motivo de ciertas observaciones que
aquél sometió á ésta á propósito de a k ~ u z o eclipses
s que se nota-
ban en nuestra Administración d e Justicia. Léase, sobre todo, el
informe que la Corte de Apelaciones de Santiago pasó, con tal
motivo, á la Corte Suprema, el 8 de Noviembre de aquel ario, y
se notará cuán preñado de inconvenientes está cl sistema de en-
comendar al Ejecutivo facultades de vigilancia sobre los miem-
,bios del Poder Judicial. Basta para asegurar el cumplimiento
de los deberes de éstos, por un lado, la responsabilidad perso-
nal directa que les impone el articulo 102 (1 I I ) de nuest,
Constituciói-i, y, por otro, la facultad que compete A la Cámara
de Diputados de acusar ante el Senado á los Magistrados de
los Tribunales Superiores de Justicia, por notable abandono
de sus deberes.
L a atribución que examinamos está, pues, tan lejos de ser
inhcrente al ejercicio del Poder Ejecutivo, que lo que realmente
conviene es que carezca de ella. No la ticnen ni el Rey d e In-
glaterra, ni el de Espalia, ni el Presidente de los Estados Uni-
dos, ni el de Francia, ni el Consejo Federal de Suiza, ni el
Presidente de la República Argentina, ni el del Paraguay, ni el
del Uruguay, ni cl de Bolivia, ni el de Venezuela, ni, finalmen-
te, el de Mdjico. Sólo el artículo 94, parte 7.n, d e la Constitución
del Perú, faculta al Presidente de la República para requerir á
los Jueces y Tribunales para la pronta y exacta administración
de justicia; el 90, inciso 3.O de la del Ecuador confiere al I'resi-
dente la atribución de hacer que sus agentes y demás evtplen-
dos, cumplan y ejecuten la Constitución y las Leyes; y los in-
cisos 4.0 y 5.0, del artículo I 19 de la de Colombia confieren al
Presidente d e aquella República atribuciones tan latas, en rela-
ción con cl Poder Judicial, como las que conferia al nuestro la
Constitución de 1833 en su forma primitiva. E n el Brasil, por
último, puede el Emperador suspender d los Magistrados en
los casos previstos en el artículo I 54 d c la Constitución, srevia
invcstigació,n y oído el Consejo de Estado.
Dc la precedente exposición se infiere que son contadas las
Naciones que, como Chile, confieren al Ejecutivo atribuciones
de vigilancia, cuyo alcance es siempre vago, sobre los miembros
del Poder Judicial; al paso que el sistema contrario al nuestro,
6 sea el que no autoriza al Ejccutivo para ejercer tales atribu-
ciones, cuenta, no sólo con el apoyo de la buena teoría, sino
con la autoridad uue le da la práctica d~ la mayoría de los Es-
tados mejor constituídos. Puede afirmarse, en consecucncia, que
debe suprimirse de nuestra Constitución la parte 3." del artícu-
lo 73 ( 8 2 ) á fin de asegurar por complcto la indepcndencia d e
nuestro Poder Judicial, y de cvitar que pueda ser perturbado
por un Ejecutivo mal inspirado, sin beneficio alguno para na-
I 16 OIIRAS DE DON JORGE HUNEEUS
-
die y con no poco peligro para el prestigio y respetabilidad d e
ese Poder Público, que es y debe ser el ángel tutelar de los de-
rechos individuales.
m
6

Atvibució~z7.a,avtícz~lo73 ( 8 ~ ) ~ - L afacultad de nombrar los


Magistrados dc los Tribunales Superiores de Justiciay los Jue-
ccs letrados de primera instancia 6 Jueces de derecho, que
esta atribución confiere al Presidente de la República, corres-
pondc gcneralmente al Rey en las Monarquías constitucionales.
Así suctde cn la Gran Bretaña, en el Brasil, en el Portugal, en
Bélgica y en España. Igual cosa sucede tarnbidn en algiinas
Repúblicas, tales como la Francia y Colombia. En Suiza, en
el Uruguay y en el Ecuador, los miembros de la Corte Suprc-
ma son noinbratlos por el Congreso; en Venezuela lo son tam-
bién por el Congreso á propuesta de las Legislaturas de los Es-
tados; en el Pcrú, por el Congreso, á propiiesta en tcrna doble
dcl Ejecutivo; y en Bolivia, por la Cámara d e Diputados, á
propuesta en terna del Senado. En Méjico los elige el pucblo eri
votacion indirecta; y en los Estados Unidos, en la República
Argentina y en el Paraguay los nombra el Presidente de la
República de acuerdo con el Senado.
El completo desacuerdo que se nota en cuanto á la manera
d c nombrar los Magistrados de la Corte Suprema, existe tam-
bién, como más adelante lo inanifcstaremos, en cuanto al nom-
bramiento de los otros Jueces de derecho. Y todavía, aun en los
Estados en que la facultad de nombrar los compete al Jefe del
Ejecutivo, cl sistema dc propuestas previas es á menudo dife-
rente. En Chile esas propuestas emanan dcl Tribunal Superior
que designe la Ley, y del Consejo de Estado; en otras Naciones
emanan del Senado, corno sucede respecto de los Jueces Fede-
rales Superiores en los Estados Unidos y en la República Ar-
gentina; y en otras, como en Bélgica, las propuestas son dobles,
haciéndolas el Senado y la Corte de Casación en algunos casos,
y la Corte de Apelaciones y el Consejo Provincial respcctivos
en otros.
De lo dicho se infiere que la facultad de nombrar Jueces no
es inherente al ejercicio del Poder Ejecutivo. Ella envuelve un
problema gravísimo, que hasta ahora no ha tenido soliición
uniforme ni satisfactoria. Elección popular, elccción por el Con-
greso, elección por tina Cimara á propuesta de la otra, clec-
ción por el Ejecutivo de acuerdo con el Senado; elección par
el Ejecutivo B propuesta de los Tribunales; elección por el Eje-
cutivo sin otra cortapisa que la dc recaer el nombramiento cn
personas idóneas para la Ley; y elccción por e1 Ejecutivo á
propuesta del Senado y de los Tribunales conjuntamcnte, son,
entre otras combinaciones diversas y que dificren entre sí mis
6 menos sustancialmente, las formas que se ha ideado para el
nombramiento de Jueces y que revelan la enorme trascendcn-
cia dc la cuestión.
Nosotros creemos que convendría en Chile que el nornbra-
miento de los Magistrados de la Corte Suprema y dc las demás
Cortes Superiores sc hiciera, como en Bélgica, por el Jefe del
Ejecutivo á propuesta en lista doble, formada una por el Scnado
y otra por la misma Cortc Suprema; y que el de los Jueces Le-
trados ó de derecho de primcra instancia se efectuara también
por el Presidente.de la ~ c ~ ú b l i chá propuesta en lista doble,
formada una por la Corte de Apelaciones en cuyo distrito ju-
risdiccional hubieren de funcionar y otra por la Municipalidad
d c la capital de la provincia respectiva. Las propuestas debe-
rían hacerse siempre en cada caso particular de nombramiento.
Pensamos que este sistema perfeccionaría el que propusimos
en 1880 en el segundo volumen de La Colzstz'tución aate e l Coiz-
greso. Nos han decidido á rccotnendarlo los interesantes dcba-
tes que tuvieron lugar en nuestro Senado, en Agosto de 1888,
con motivo de la discusión de la nueva Ley sobre nombramiento
d e Jueces, promiilgada el 19 de Enero del presente año de 1889.
Reconociendo que esa Lcy importa un notable mejoramicnto
d e nuestras costumbres políticas, creemos, sin embargo, que para
llegar hasta donde debe llegarse, es menester reformar nuestra
Constitución en el sentido que dejamos indicado. No siendo
aceptable la idea de que los,Jueces sean elegidos popularmen-
118 OBRAS DE DOX JORGE HUNF.&US

te, es preferible que en su nombramiento intervengan los tres


Poderes Públicos que son la base fundamental del sistema Re-
prescntativo, á saber: el Legislativo, representado por el Sena-
do; el Judicial, representado por la Corte Suprema ú otro Tri-
bunal Siiperior; y el Ejecutivo, reprcsentado por el Presidente
de la Repiíblica. Así se salvan los inconvenientes que ofrece el
sistema de confiar esc nombramiepto edzlsiva??zelzteá uno de
esos Poderes. La intervención de todos es, en materia tan gra-
ve, garantía de acierto y de fiscalizaciin recíproca. Así lo ha
comprendido perfectamcnte la Bélgica.

Atrih?~ciolzes y 14.3, artIct110 73 (82).- Estos tres prc-


8.3, 13.~
ceptos confieren al Presidente de la República, en Chile, la facul-
tad de presentar para los arzobispados, obispados, dignidades y
prebendas de las iglesias catedrales; la de ejerccr el Patronato
sobrc las personas, iglesias y beneficios eclesiásticos con arreglo
á las Leycs, y la de conccdcr 6 retener el pase á las bulas, brc-
ves y rescriptos pontificios y conciliares que no contuvieren dis-
posiciones generales, 6, en otros términos, quc no rccayeren
sobre asuntos que fueren materia de Ley. El conjunto de todas
estas atribuciones constituye el Patronato Nacio~znl,que el Es-
tado se ha rcservado como consecuencia de la obligación quc
se impone en el artículo 4.0(5.0) de proteger la Religión cató-
lica, apostólica, romana.
Es claro, por lo tanto, que en los Estados que no reconocen
tal obligación, como sucede en la Gran Bretaña, en Estados
Unidos, en Suiza, en Venezuela y en Qéjico. el Jefe del Ejecu-
tivo no está investido de las atribuciones á que aludinios; pues,
lejos de scr inherentes al ejercicio de ese Poder Público, no tie-
nen en ellos razón de ser. Los cultos no protegidos por el
Estado están sujetos A las Leyes del Derecho Común, no son
corporaciones de Derecho Público y no disfrutan de privilegio
alguno.
La cuestión es, en consccuencia, de carácter esencialmente
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COhfPARADO 119

relativo. Donde la Religión católica, apostólica, romana, goza


dc la protección especial del Estado, y donde las corpora-
ciones que la forman son instituciones de Derecho Público,
como sucede en Chile, el Estado constitucionalmente se reserva
las atribuciones del Patronato. Así sucede en el Brasil, en la
República Argentina, en el Uruguay, en el Paraguay, cn cl Perú
y en Bolivia, Naciones todas en las cuales el Ejecutivo tiene, en
la materia, atribuciones idénticas á las que inviste entre nos-
otros.
E n el Ecuador, en España y en Colombia, las respectivas
Coiistituciones, á pesar dc que en esos Estados es privilegiado
el culto católico, guardan completo silencio acerca de las atri-
buciones que constituyen cl I'atronato Nacional, de lo que se
infiere que el asunto se rige en esos Estados por Concordatos.
Esto es también lo que sucede cn Francia, cuya lacónica y bre-
vísima Constitución vigente nada dice sobre el particular. S e
sabe que en la República Francesa las relaciones del Estado
con la Iglesia católica, apostólica, romana, se rigen todavía
por las disposicioncs del Concordato ajustaclo entre el Prirncr
Cónsul Bonaparte y la Santa Sede.
De la precedente exposición se infierc que no son idénticas
las Constituciones modernas en lo relativo á Patronato nacio-
nal; que no puedcn serlo, porque el asunto es de un carácter
esencialmente relativo; y que, finalmente, una vez que sc csta-
-blezca tambidn en Chilc el régimen de la separación, habrán de
suprimirse del artículo 73 (82) de nuestra Ley fundamental los
á que se reficre este párrafo.
incisos 8.0, 13.0 y 14."

I r , articulo 73 (82).-La
~tuib'óllciú~t facultad de conceder
jiibilaciones, retiros, licencias y goce dc montepío con arreglo
Ci las Leyes, conferida por ese inciso al I'residcnte de la Repú-
blica en Chile, está reproducida, en todo 6 en parte en algunas
Constituciones americanas, como la de la República Argentina,
la dcl Uruguay, la del Perú, ia de Bolivia. Otras guardan silen-
120 OU11AS DE DON JORGE HUNEEUS
+

cio acerca de ella, como la del Brasil, la de Estados Unidos y la


del Paraguay, que no han considerado era materia como propia
de una Constitución. Ella, en verdad, debe entregarse por com-
pleto á la acción de la Ley, pues puede convenir, como se trata
ahora de hacerlo en Chile, la supresión de las jubilaciones, d e
los retiros y de los montepíos; y, en cuanto á licencias, no se
divisa cuál es el principio fundamental que se vería comprome-
tido si, supongámoslo, se quisiera conferir á los Tribunales y no
al Presidente de la República la facultad de conceder licencias
á los Jueces y á todos los empleados judiciales. Se comprende
la conveniencia de que esta facultad corresponda al Jefe del
Ejecutivo tratánduse de los empleados administrativos que d e
él dependan; pero no se divisa el fundamento de la regla abso-
luta é inflexible que establece nuestra Constitución. Creemos,
por lo tanto, que siendo los asuntos á que se refiere la atribu-
ción que examinamos, de un carácter mutable, prudencial y
relativo, esa atribución debe suprimirse de nuestra Ley Funda-
mental para que la Ley común regle libremente dichos asuntos
como más convenga y, comode hecho, está verificándolo entre
nosotros.
m
m *r

Atribz~ciórt 15, artfcz~lo73 (¿'2).- La atribución que este


precepto confiere al Presidente de la República, de conceder
indultos particulares, con acuerdo del Consejo de Estado, tam-
poco es inherente al ejercicio del P ~ d e rEjecutivo. Aun en
Chile río la tuvo el Presidente de la Kepública bajo el imperio
de la Constitución de 1828, según la cual competía al Congreso,
del mismo modo que la de otorgar indultos generales y am-
nistías.
En la Gran Bretaña y en el Brasil corresponde al Monarca
la facultad de conceder indultos y amnistfas. En los Estados
Unidos el Presidente puede otorgar indultos por delitos come-
tidos contra la Federación,. exceptuándose sólo los casos de
iriqench~?zent.En Francia compete al Presidente la facultad d e
.conceder indultos y á la Ley la de otorgar amnistías. En España
ESTUDIOS CORRE D&KECAO CONSTITUCIOXAL CO&IPAKADO 121

incumbe al Rey otorgar indultos, debiendo conformarse las


Leyes. E n Suiza, la concesión de indultos y de amnistías com-
pete siempre á la Asamblea Federal (Congreso), como sucedía
entre nosotros bajo el imperio de la ya citada Constitución
de 1828. L a concesión de indultos y d e amnistlas es también
materia de Ley en el Uruguay, en el Perú y en Bolivia, siendo de
notar que en Bolivia el Presidente puede también decretar am-
nistías por delitos políticos. E n Méjico las amnistías son mate-
ria de Ley, y los indultos, de decreto; y en la Repiiblica Argen-
tina y en el Paraguay el Presidente puede indultar y conmutar
penas, sin que hagan mención especial de las amnistías las
Constituciones de estos dos últimos Estados, ni las de España y
Estados Unidos.
De lo dicho se infiere: 1.0, qüe no existe uniformidad en tna-
teria de indultos particulares, pues no todas las Constituciones
arriba mencionadas confieren al Jefe del Ejecutivo la facultad
clc otorgar!os, lo cual bazta para manifestar que esa atribución
está rnuy lejos de ser inherente al ejercicio de las funciones
ejecutivas; y 2.0, qiie, en general, la concesión de amnistías,
salvo en aquellas Monarquías que la atribuycn al Monarca, es
materia propia del Poder Legislativo.

At?.ihttci61z 20 del nvtícz¿lo 73 (82).-Con arreglo á esta atri-


bución la declaración de estado de sitio corresponde al Con-
greso; pero puede el Presidente de la República expedirla, de
acuerdo con el Consejo de Estado: I . ~ en , caso de ataque exte-
rior; y 2.0, en caso de conmoción interior, si el Congreso no se
hallare reunido. E l estado de sitio produce en Cfiile, desde la
reforma constitucional de 1874, la suspensión del derecho de
locomoción ó de la libcrtad individual, en los términos que es-
tablece el antiguo artículo 161 reformado de nuestra Constitu-
ción, sin perjuicio de las Leyes excepcionales y de duración
transitoria que compete al Congrcso dictar conforme á. lo pres-
crito en la parte 6." del artículo 27 (antiguo 36).
TOMO111 9
122 ODKAS DE DON JOKGE HUNKEUS

Se comprende que las Constituciones se preocupen d e la


mecesidad que, en circunstancias excepcionalmente graves, piie-
,de sentirse de revestir al Ejecutivo de faciiltades también excep-
,cionales. Pero no se comprende que en caso alguno sc confiera
al Ejecutivo mismo la enorme atribución de investirse á sí pro-
pio de poderes extraordinarios. Esa atribución debe corres-
ponder siempre al Poder Legislativo. Así, en la Gran Bretaña
y en los Estados Unidos el Habeas Co~-pus,6 sea la libertad in-
dividual, sólo puede suspenderse por resolución del Parlamento
ó del Congreso. Así sucede también en Suiza y en el Perú. En
esas cuatro Naciones jamás puede el Ejecutivo suspender 6 res-
tringir por decreto el ejercicio de ninguna libertad individual.
No sucede igual cosa en el Brasil, en Espafia, en la Repú-
blica Argentina, en el Paraguay y en Méjico. E n estas cinco
Naciones la declaración de estado dc sitio, 6 lo que tanto vale,
la suspensión de las garantías individuales, requiere la inter-
vención del Congreso; pero en todas ellas se acepta la excepción
de que, cuando el Congreso estuviere en receso, tales medidas
pueden decretarse por el Jefe del Ejecutivo con 6 sin el acuerdo
de algún alto cuerpo del Estado. E n Francia, la declaración del
estado de sitio corresponde siempre al Jefe del Poder Ejecuti-
vo, bien que sólo porque la Ley así lo establece, pues la Cons-
titución de 1875 nada dispone sobre la materia.
E n Chile debe notarse que, en caso de ataque exterior, el
estado de sitio se declara siettlpre por el Presidente de la Reliú-
blica con acuerdo del Consejo de Estado, Ó, lo que es igual, sin
traba alguna, azrn cuando e l Congreso se /ca¿Za~.e rezr~rido,lo cual
no puede hacer ni el Emperador en el Brasil, ni el Rey en Es-
paña, ni el Presidente de la República Argentina, ni cl del
Uruguay, ni el de Méjico. E n Bolivia se ha imitado el sistema
chileno, empeorándolo tobavía, *pues,según el artículo 26 de la
Constitución que rige en aquella República desde cl 28 de Oc-
tubre de 1880, el estado de sitio puede ser declarado por el Jefe
del Poder Ejecutivo con dicta~ttctzn$rnzatiz~o del' Co~zsejode Mi-
~zistros,en los casos de grave peligro por causa de conmoción
interior 6 de guerra exterior, sin que dicha Constitución distin-
ga un caso de otro, ni pare mientes en la circunstancia de que
el Congreso sc hallare ó no en receso. E n el Uruguay, sin dis-
tinción alguna, el Presidente de la República puede tomar ine-
didas prontas de seguridad en casos graves é imprevistos de
ataque exterior ó de conmoción interior, dando inmecliata-
mente cuenta al Congreso, ó, en su receso, á la Comisión Per-
manente.
Después d c las opiniones que, acerca del estado de sitio y de
las facultades extraordinarias, hemos emitido hacc diez años en
nuestra obra La Constitzsciói~ntzte e l Congreso, apenas es nece-
sario expresar que censuramos enérgicamcntc el sistema adop-
tado en materia d e estado de sitio por la Ley francesa y por la
Constitución boliviana; cl adoptado por la nuestra, que viene en
pos de aqudla cn orden de demérito; y el adoptado todavía en
todas las Naciones que, desviándose dcl modelo inglds, del nor-
tcamericano y del suizo, han incurrido en el error de confiar al
Ejecutivo, en reccso del Poder Legislativo, la atribucióri dc in-
vestirse por decreto de facultades extraordinarias, suspendiendo
el ejercicio de uno ó más de los derechos del hombre, cuando lo
natural es q u ~ cn
, tales emergencias, se rcuna inmediatamente
el Congreso mismo para deliberar sobre la materia. ¿Por qué no
podría funcionar en Chilc un mecanismo que tan sin tropiezos
ha fuiicionado y funciona en la vieja y sesuda Albión y en la
joven y estrellada República del Nortc de América?
Infiérese de lo expuesto, no solamente que la facultad que
confiere en Chilc al I'residentc de la República cl inciso 20 del
artículo 73 (82) de nuestra Constitución de declarar en ocasio-
nes el estado d e sitio, no es inherente al ejercicio del Poder
Ejecutivo; sino que, muy al contrario, ella es esencialmente
privativa del Poder 1,egislativo. En consecuencia, ese inciso
debe borrarse de nuestra Ley Furidamental, como lo hemos
manifestado ya en la obra más atrás citada; y con él debc supri-
mirse también el artículo 1 5 2 (161)que determina los efectos
de la declaración d e estado de sitio. Para las necesidades que
semejante institución, hoy completamente desautorizada, pro-
curó satisfacer hace inás de medio siglo, basta que el Congreso
124 OBRAS DE DOK JORGE H U X E E U S

pueda dictar las Leyes excepcionales que menciona la parte 6.a


del articulo 27 (36).
* $c
a

Atribzlciótz 21 del articzdo 73 (82).-Todos los objetas de


policía y todos los establecimientos públicos están bajo la su-
prema irispección del Presidente de la Rcpública, conforme á
las particulares ordenanzas que los rijan. Tal es el vago pre-
cepto de la disposición constitucional que ocupa el último lugar
d e la nomenclatura contenida en el artículo 73 (82) de nuestra
Constitucidn. Esa atribución no figura entre las que coízstitu-
ciotznhzetzte corrcsponden al Emperador en el Brasil; al liey en
Espaila; al Presidente en los Estados Unidos, en Francia, en la
República Argentina, cn el Uruguay, en el Paraguay, en Holi-
via, en el Perú y en Méjico; entre las que corresponden al
Consejo Fcderal en Suiza; ni la tiene tampoco el Rey cn la
Gran RretaAa.
( Los objetos de policía, en cuanto Csta se relacione con la se-
g ~ ~ r i d nexterior
d del Estado y-con la conservación de¿ orden
pziblico e?t el interior, están naturalrnentc confiados en todas
(partes al Poder Ejecutivo central, como lo hemos dicho al
ocuparnos en el artículo 72 (81j dc nuestra Constitución. ESOsc
comprende. Pero la policía, en cuanto se relaciona con otro
asunto cualquiera quc no caiga bajo el imperio de una de esas
dos excepciones, debe estar confiada á las autoridadcs locales
correspondientes, y no al Jefe del Poder Ejecutivo. D e aquí se
infiere que tcóricarnente no es inherente al ejercicio de este
poder la atribución que examinamos, y por eso se observzi que
prácticamente no se la confieren las Constituciones rnenciona-
das en la segunda parte del párrafo precedente. Esa atribución
,debe, por lo tanto, suprimirse de nuestro Código Fundamental,
porque, si algo significa, envuelve un serio peligro para la inde-
.pendencia de los Municipios; y, si nada significara, debería bo-
rrarse por inútil.
Igualmente peligrosa, atendida la vaguedad de la redacción,
,es la suprema inspección sobre los establecimientos públicos
que nuestra Constitución confiere al Jefe del Ejecutivo. De esa
inspección tampoco hacen mérito las Conctituciones á que aca-
bamos de aludir. L o que ha querido decir la nuestra, así debe-
mos suponerlo, es que al Presidente de la República incumbe
el deber de hacer ejecutar las ordenanzas que rigen en los es-
tablccimientos nacionales ó sostenidos con fondos fiscales, así
como le incumbe el de hacer ejecutar las Leyes y las sentencias
d e los Tribunales.
Tal misión, eso sí, es de carácter esencialmente ejecutivo, y,
por lo mismo, apenas se ncccsita hacer mérito de ella en un
Código Fundamental. Mas, en cuanto á la ejecución de las re-
soluciones municipales, pensamos que debe confiarse á las au-
toridades locales de quienes cmanaren, sin atribuir en la mate-
ria ingerencia alguna al Poder Ejecutivo ccntral.

RESPONSABI~~IDAD
DEL PRESIDENTE
DE LA REPUBLICA

Articulo 74 (53)

Conforme á nuestra ~onstitHción,el Presidente de la Repú-


blica puede ser acusado por la Cámara de Diputados ante el
'Senado s6Lo en el afio inmediato después de concluído el tér-
mino de su presidencia, y nada más que por los actos dc SLI
Administración en que hubiere comprometido gravemente el
honor ó seguridad del Estado, ó infringido abiertamente la
Constitución.
De las dos limitaciones que preceden, la segunda, 6 sea la
relativa á los dclitos que autorizan la acusac'ión del Presidcnte
d e la República con motivo de sus actos funcionarios, existe,
con mayor ó mcnor latitud, en Méjico, en Colombia, en cl Perú,
en el Uruguay, en Venezuela y en Francia, Nación csta última
donde sólo puede ser acusado por alta traicibn. E n los Estados
Unidos, en el Ecuador, en Bolivia, en la República Argentina
y en el Paraguay, puede el Presidente de la República scr acu-
126 . ORKAS DE DON JOKGE HUNEEUS

sacio por la Cámara dr: Diputados antc el Senado por los deli-
tos ó crímenes cometidos en el ejercicio de sus funciones, y aun
por crímencs comunes en algunos de esos Estados, como en la
República Argentina y en el Paraguay.
S e comprende fácilmente que en cste puuto haya divcrsidad
dc sistemas; pero lo que no se comprende en una República es
que el Presidente 720 pueda ser nczrsado absolutnvze~ztecn caso
alguno por sus actos de tal, ~izientrnsejerce sus fzrnciones. Esto
solamente sucede en Chile. E n Estados Unidos, cn Méjico, en
Colombia, en Venezuela, en el Ecuador, en el Perú, en Bolivia,
en la República Argentina, cn el Uruguay, en el Paraguay, y
en Francia, cl Presidente puede ser acusado por la Cámara de
Diputados ante el Senado, durantc el ejercicio de sus Jz~ncioizes,
por aquellos delitos que autorizan su acusación, sean éstos po-
cos ó muchos, 6 uno solo como sucetle en Francia.
E n Suiza, el Presidente de la Confederación y los miembros
del Consejo Federal pueden ser aciisados por acuerdo de am-
bas Cámaras ante el Tribunal Fcderal que debe juzgarlos para
hacer efectiva su responsabilidad ministerial. L a acusación puedc
intentarse mientras esos funcionarios dcsempcfían sus respecti-
vos cargos, como sucedc en toda Repilblica bien organizada.
El fenómeno, tal vez singularísimo, que Chile ofrece ante cl
mundo civilizado en materia de responsabilidad presidencial
asimilando al Jefe de nuestro Poder Ejecutivo con un Monarca'
Constitucional, es algo que carece de explicación racional. Con-
forme á la Constitución de 1828 el Presidente de la República
podía ser acusado dzrrante el tie~?tpode su Gobierno, al revés d c
io que sucedió bajo el imperio de la de 1822, la cual declaraba
expresamente, en su artículo 123, que era i~zviolnhlela persona
del Supremo Director del Estado. Cobre este punto guardó si-
Icncio, sin pronunciarse ni en uno ni cn otro sentido, la Consti-
tución de 1818. Según la de 1823, c1 Supremo Director podía
ser encausado por acuerdo del Senado Conservador y su enjui-
ciamiento podía tener por consecuencia, no sólo su suspensión,
sino también su destituciói~.(Arts. I 5 y 39, núms. 20, de la Cons-
titución de 1823).
ESTUDIOS SOBRE UEKECIIO CONSTITUCIONAI. COMk'AKAIHJ 127

Comentando el antiguo artículo S3 de nuestra Constitució~i


(hoy 74), hemos manifestado en el segundo volumen de L n Coizs-
titucióiz nízte el Congreso, nuestra opinión respecto á la manera
cómo está reglamentada cn Chile la responsabilidad del Presi-
dente dc la República. Á fin de evitar repeticiones inútiles,
reproducimos aquí nuestra crítica de1 sistema vigente entre
nosotros; y la reforzamos con el poderoso auxilio que nos
presta el ejcmplo de todas las Repúblicas cuyas Constituciones
hemos traído á la memoria, á saber: la d c Estados Unidos;
la de.Méjico; todas las Sud-Americanas, incnos la nuestra; la de
,Francia, y la d e Suiza. Según todas ellas, cl Jefe del Poder
Ejecutivo puede ser acusado tan lz~egocomo incurre cn delito
que autorice su enjuiciainicnto. Sdlo éso es concebible dentro
de la razón, de la moral y d e la conveniencia pública.
Hacernos votos por quc se reforme á la mayor brcvcdad el ar-
tículo 74 (antiguo 83) de nuestra Constitución en la forma que
desde hace'ya largos años hcmos propucsto en nuestra obra
anterior, tantas veccs citada. ¡Tiempo es ya de que Chile sea
reaZutertte una República, y de q ~ i cla verdad de las cosas co-
rresponda al título con que ha sido bautizado nuestro sistema
,dc Gobierno!

A los Ministros del Despacho consagra nuestra Constitución


los artículos 75 á 92 (84 á 101). En ellos establece terrninante-
mente el sistema generalmente conocido con el nombre de Go-
bierno Parlamentario ó de Gabinete, según el cual cl Jefe del
Estado nada puede por sí sólo, y clcbe ejercer el Gobierno por
incdio de Ministros responsables, sin cuya firma los actos ú ór-
denes de aquél no pueden ser obedccidos; por medio de Minis-
tros que el Jcfe del Estado nombra, pero que pueden ser acu-
sados por la Cámara de Diputados ante el Scnado, y juzgaclos
por éste; por medio de Ministros que rinden anualmente cuenta
128 OBRAS DE DON JOILGE IIUNEEUS

d e siis actos al Congreso; por medio de Ministros, en fin, que


están constantemente sujetos á la fiscalización de las Cámaras.
El Gobierno de Gabinete existe no sólo en la5 Monarquías
representativas, como la Gran Bretaña, el Brasil (menos en l o
tocante al Poder Moderador), en España, en Bélgica, en Ita-
lia, etc., sino tambiin en la gran mayoría de las Repúblicas cons-
tituídas. Así, existe, en la forma que acabamos de expresar, no
solamente en Chile, si que también en Méjico, en Colombia, en
Venezuela, en el Ecuador, en el Perú, en Bolivia, en el Uruguay,
en el Paraguay y aun en la República Argentina, que no ha
,imitado en este punto importantísimo A los Estados Unidos,
cuya Constitución generalmente ha tomado como modelo. La
institución de Ministros responsables, sin cuya firma nada va-
len los actos del Presidente, existe también en Francia y en las
Repúblicas del Salvador, de Nicaragua, de Costa Rica y d e
Haití. E n resumen, existe probablemente en todas las Repú-
blicas hoy constituidas sobre la base Representativa, menos en
los Estados Unidos de Norte Ambrica y en Suiza.
Y todavia en Suiza, puede afirmarse que la excepción es más
aparente que real, po;que allí, como se sabe, el Poder Ejecutivo
está confiado al Consejo Federal comptiesto de sicte individuos,
elegidos cada tres años por la Asamblea Fcderal, y que ésta
puede acusar ante la Corte Federal, por manera que dicha
Asamblea, que equivale á nuestro Congreso, influye tan deci-
siva, y mucho más decisivainentc que nuestras Cámaras, en los
asuntos confiados á la gestión del Ejecutivo. L o indudable es
que los miembros del Consejc Federal suizo, que gobiernan en
conjunto aquel Estado, descmpeñando las funciones de un ver-
dadero Consejo de Gabinete, renovable cada tres años, no tie-
nen cn la dirección de los negocios públicos, ni con mucho, l a
enorme participación que en ella cabe á nuestro Presidente d e
l a República. Éste en nada se asemeja, salvo s610 en el nom-
bre, al Presidente de la Confederación Suiza, elegido y reno-
vado anualmente por e i Congreso de ésta, y llamado, más que
6 o'tra cosa, á asumir la representación del Estado en materia
de relaciones exteriores.
ESTUDIOS SOERE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 129
-

E s cierto que en los Estados Unidos no existe el Gobierno


d e Gabinete, y q u r en aquella República un Presidente, á me-
nudo incorrectamente elegido por el pueblo en votación indi-
recta, gobierna el Estado durante cuatro años, por sí y ante
sí. entendiéndose directamente con el Congreso por medio de
mensajes. E s cierto que allí no hay Ministros del despacho,
sino secretarios de Estado que no pueden formar parte de las
Cámaras. Pero de ello no se infiere, por lo menos á juicio nues-
tro, que el sistema norte-americano, que es la excepción, valga
más que el sistema de gobiernos de Gabinete, que es la regla
observada casi uniformemente no ~ 6 1 0en las Monarquías, sino
también en las Repúblicas representativas, según más arriba
queda demostrado.
Aquí viene bien cl aforismo según el cual la excepción no
destruye la regla, sino que, muy al contrario, la confirma. Los
Estados Unidos se constituyeron en su actual forma de gobier- '
no el 17 de Septiembre de 1787, hace y a más de un siglo, cuan-
do gobernaba en Inglaterra uno de sus Monarcas más absorben-
tes, mAs personales jr más adversos al Gobierno de Gabinete, que
apenas contaba cntonces con menos de un siglo de ejercicio
regular. Jorge 111 no participaba, como es bien sabido, de las
ideas ni de las miras elevadas de Guillermo 111. Si éste puede
con justicia, ser reputado como el fundador del Gobierno de
Gabinete en Inglaterra, aquél procuró prescindir de ese sistema
y volver al gobierno personal, al cesarismo intemperante que
costó la vida al infortunado Carlos 1. Idas colonias norte-ame-
ricanas, aun cuando fuera obedeciendo sólo inconscientemente
al sistema que de hecho imperaba en Inglaterra á mediddos
del siglo X V I I I , creyeron que el Presidente de los Estados
Unidos de Norte América debía ser algo parecido á lo que era
el Rey Jorge 111, y como la institución del Gobierno de Gabi-
nete no existía entonces, ni existe hoy todavía constitucional-
mente en su madre patria, no le dieron cabida en la Constitu-
ción de 1787.
Léanse sobre este particular las admirables páginas de Sum-
ner Maine en sus Etzsayos sobre e l gobie~nopopuZat-,y se v c r i
OBRAS D E DON JORGE IIUNEEIJS
130
-
que la organización del Gobierno central norte-americano en
lo al Ejecutivo, f ~ efecto
é de hechos fatales, fué
de causas inevitables, fué el fruto de un árbol mal
No se trató de organizar un Gobierno de Gabinete,
que es el Gobierno dc los muchos y que debe ser el Gobierno
die los mejores; y hubo de adoptarse lo que más se parecía al
Monarca inglés de aquellos tiempos; el Gobierno de uno solo,
sin pensar en que éste suele ser A veces el más malo entrc los
rrialos. Lo hemos dicho ya otra vcz. El sistema personal, que
conduce al cesarismo, nos parece inaceptable. No negaremos
que el sistema parlamentario tiene también sus inconvenientes.
No sería humana la institución política que de ellos careciera.
Pero entre sistema y sistema no pucde vacilarse. A pesar del
ensayo de lo que se ha dado en llamar Gobierno presidencial,
ensayo que ticnc ya cien años en Estados Unidos, ni una sola
de las Repúblicas americanas constituídas posteriormente ha
intentado adoptarlo. Todas han adoptado el Gobierno de Gabi-
nete, sin trepidación alguna, y aún asi no pueden, ni podemos
nosotros todavía, emanciparnos de los malos hábitos que todo lo
sujetan á la voluntad del Presidente de la República. Si éste se
encuentra revestido de hecho de la enorme influencia que por
doquiera ejerce d pesar dc la Constitnción, ¿se ha pensado en
lo que sucedería si pudiera ejercitarla de derecho co?zfor~rzeá
ella?
Nos hacemos un deber cn insistir aquíen las ideas qlie, acer-
ca de las ventajas del Gobierno de Gabinete, manifestábamos
hace niieve 6 diez años en nuestro anterior trabajo; y nos es
grato dejar constancia de que el partido radical chileno, según
aparece en su Programa 6 Manifiesto de 20 de Enero del pre-
sente año (1889)~declara categóricamente quc (le1rCgimen del
Gobierno de Chile es y debe ser constitucionalmente el parla-
mentario, 6 sea, el Gobierno de Gabinctc.1,
Hé aquí cómo se expresa la Junta. Directiva de ese partido,
en su citado manifiesto:
1lLa ConvénciBn ha formulado una declaración, que por pri-
mera vez re hace en Chile, enderezada á establecer que nuestro
ECI'U1)IOS SOBRE UEKECIIO CONSTITUCION,\L COJIPARADO I.jr

régimen de Gobierno es.y debe ser constitucionalmente el par-


lamentario, ó sea, el Gobierno de Gabinete.
llNo es posible de.iconocer que la Constitución dcl Estado,
que hace irresponsable al Presidente de la República durante
el período de sus funciones, que no da valor alguno á decretos
ú órdenes de ese magistrado que no estén firmados por un
Secretario del despacho, que establece la responsabilidad inme-
diata de los Ministros ante el Congreso, y que da á las Cáma-
ras medios poderosos de influir cn la direcci6n política y adini-
nistrativa del país, ha creado en toda su amplitud el régimen
parlamentario y ha querido que en conformidad A el sea gober-
nada la República.
llNo es posible desconocer tampoco que este régimen es el
único que, dada nuestra organización social, nuestro estado
económico, intelectual y mora!, y nuestros hábitos y costum-
bres, puede proporcionarnos Gobiernos de opinión, respetuosos
del derecho y con prestigio y poder para cumplir sus fines.
tiparece indudable que no estamos en situación de pretender
regirnos como se rigen los Estados Unidos de Norte-América
6 la Suiza, y probablemente pasarán muchos aíios antes de quc
semejantes organizaciones sean adaptables á nuestra sociedad.
~~Ahora, hemos de escoger entre un sistema que permite el
Gobierno de los mejores y más aptos ciudadanos, regulado por
;1, opinión popular, y el régimen personalista ó cesáreo, que
entrega á un solo hombre, sin cualidades y sin virtudes á veces,
la dirección y administración de la República.
,' llEntre nosotros no es dable la vacilación entre esos dos tér-
minos, tanto .porque los preceptos constitucionales los prin-
cipios de libertad no la permiten, cuanto porque la experiencia
ha mostrado los bienes que produce, aun en su forma incipien-
te, uno de los regímenes, y los males que causa el otro.
11Losataques dirigidos contra el sistema parlamentario en
Europa por los enemigos del Gobierno republicano y popular
de la Francia, por los autoritarios de la escuela alemana y por
algunos políticos idealistas, han tenido eco en Chile entre los
que sirven á la omnipotencia presidencíal. El sistema personal,
132 OBRAS 1>E DON JORGE HUNEEUS

que se disfrazaba y ocultaba antes en nuestro país, sale ya á l a


luz del día y tiene defensores y apóstoles que, contrariando Le-
yes y principios liberales, sustentan la causa del despotismo.
llEra, pues, necesaria esa declaración, que importa una defen-
sa de nuestro régimen constitucional y de nuestras libertades y
derechos, y una garantía d e buen gobierno y correcta adminis-
tración.
~lSantiago,2 0 dc Enero de 1889. -]os& Francisco Vergaya,
Presidente.-Federico Varela. -En~igzleMac-lver, Vice-Presi-
dentes.-Jzla~t CasteZólt.-joaqzlin Rodriguez Rozas. -Edzdaf*do
DdZaizo.-Josd Agz~sti?tGolzsdZez.-Frnn~-isco Pt~elwzaTz~jjer.-
TaZentitz Letelier. -Pedro Batz?ze~z.- Teodosio Letelier.-]t~an
Agzrsth. Pala:zrelos.-Abraha~lz K o n i s -Abel Saavedra.- Oc-
tnvio Echegoye~z,Secretarios.
Hemos insistido particularmente en afirmar nuestra opinión
favorable al sistema parlamentario, porque no han faltado en
estos últimos tiempos, en la prensa y fuera de ella, voces ilus-
tradas que pretenden combatirlo, f~indáncloseen que -61 produ-
ce en Francia malos resultados, como si en aquella Nación n o
los hubiera producido peores todavía el cesarismo Ó gobierno
personal, y como si en la mismísima Unión Norte-Americana
no estuviera produciendo perversas consecuencias el sistema de-
nominado presidencial, hasta cl punto de que, por medio d e
comisiones y arreg!os artificiales, se procura reemplazar allí el
Gabinete que figura como motor principal ea el gobierno de
todas las otras Repúblicas Americanas.
L a exageración del parlamentarismo produce, no lo negarno;,
10s inconvenientes naturales á toda exageración. EsÓ prueba
sólo que Csta debe corregirse, procurando que cada Poder 6 ra-
ma del Poder Público, se mantenga dentro de los límites
debidos.
Ocupándose del Gobierno parlamentario, dice M. A. Férron
en su obra titulada InstitzlcZo~es nrz~~zirt$alesy pvovinczdles
col?zparadas (París, 1884, págs. 482 y siguientes hasta la 494),
IIque tres son los defectos que se imputan á ese sistema. E s el
primero la división del Parlamento en grupos pequeños Ó cote-
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 133
-

das, sin espíritu político en quienes las forman, y que traen por
resultado la instabilidad ministerial, con todos sus funestos in-
convenientes. El segundo consiste en la intrusión de los Re-
presentantes ó congresales en la administración misma del
Estado; y el tercero en la imposibilidad de efectuar aún las re-
formas más urgentes en materias que afectan intereses elec-
torales.
llPuede suceder así que, en un momento dado, la Nación, fa+
tigada con discusiones estériles, derribe 6 expulse á los charla-
dores y ayude á fundar el cesarismo.
estas críticas, que no carecen de fundamento, prueban sólo
que cs menester preocuparse de corregir las imperfecciones del)
sistema, estudiando las causas que las producen á fin dc limi-
tar sus efectos.
llDe esas causas, la más grave es la centralización adminis-
trativa, que todo lo hace depender del Estado, á quien constituye
en verdadero dispensador de todo beneficio, y mercccl á la cual
el mundo político se convierte en una feria en que el elector
vende su voto aun por los intereses de su campanario, cuando
no por los suyos pcrsonales y privados. Esa centralización trae
por consecuencia ldgica y fatal la candidatura oficial, es decir
la creación d e mayorías completamente ficticias, falseando por
completo la base angular en que descansa el sistema parlamcn-
tario.
llEl medio de corregir los defectos del Gobierno parlamen-
tario sería disminuir las atribuciones administrativas del Esta*
do, reduciéndolas á la gestión de los intereses escnciales á la'
unidad nacional. Los Congresales no podrían entonces distri-
buir favores de que el Gobierno mismo no podría disponer; .y;
disminuyendo los medios de influencia de éste, su intervención
cn las elecciorics llegaría A ser casi imposible, cediendo el pues.
to la política estrecha y de mezquinos intereses, á otra política
más levantada, cuyo~objetivoserían los intereses generales de l a
Nación 11.
Las precedentes concideracionec del eminente autor francés'
prueban, en resumen, que para que desaparezcan los inconve:
U4 OBRAS DE 1)ON J O R G E HUNEEIJS

nientes de los Gobiernos de Gabinete, es menester Únicamcnte


que el!os no tomcn ingerencia en asuntos en que no deben te-
nerla. Si eso sc obtuviera, es claro que los Parlamentos no po-
drían ingerirse en asuntos administrativos sustraídos á la acción
del Estado, y así todas las riiedas del mecanismo constitucional
funcionarían más rápida, más libre y.mds desembarazadamente.
Dc lo expuesto se infiere que cl sistema parlamentario cuen-
ta, entre las Repíiblicas representativas, con un número de
adhesiones infinitamente mayor que las muy reducidas que
puede exhibir el Gobierno presidencial. Conforme al método
inductivo, la cuestión sc resuclve categóricamente en contra de
este último, y la experiencia está condenándolo severamente
aun en la misma Nación que fue su cuna, aun en los Estados
Unidos de Norte América.

Responsabilidnd de los ~Vinzj-tvusdel DespncAo.- E n la res-


ponsabilidad de los Ministros clel Despacho nos hemos ocupa-
d o a1 estudiar la segunda atribución exclusiva de la Cámara
d e Diputados, que es gencralmcnte, y tal vez sin otra cxccp-
ción qiic la Suiza, la autoridad llamada á acusarlos ante el Se-
nado, cri'todas las Naciones regidas por el sistema representativo
y que han adoptado la división del Congreso en dos Cámaras.
No tendriamos, pucs, para qué volver sobre este punto, si no
creyéramos conveniente agregar que, en general, las Constitu-
ciones extranjeras no se han manifestado tan reglarncntarias
como la nuestra en matcria de responsabilidad ministerial.
Nuestra Ley Fundamental desciende, como se sabe, en sus ar-
tículos 84 á 88 (93 íí 97), á detalles de procedimiento, que soti,
propiamente hablando, materias de Ley, y en los cuales no se
ocupan la Constitución de los Estados Unidos, ni la del Brasil,
ni la de Francia, ni la de España, ni la de Méjico, ni la de
ninguna de las otras Repúblicas Sud-Americanas.
L o referente á tramitación de las acusacioncs que jntcntare
la Cámara de Diputados no tiene, por lo tanto, importancia
verdaderamente constitucional. L o que sí la tiene cs lo relativo
á las atribuciones que inviste el Senado cuando conoce de esas
acusaciones.
En la Gran Bretaña, en el Brasil, en Francia y en España
no existen preceptos especiales que determinen las reglas B
que la Cámara de los Lores ó el Senado debcn sujetarse cuan-
do funcionan como tribunales en juicios por inzpeachme7zts. En!
los Estados Unidos esas reglas están fijadas en la Constitución
y son casi idénticas á las que establece el artículo 89 (98) de
la nuestra que, reformada en 1874, las tomó dc aquélla. El sis-
tema norte-atnericano, según el cual el fallo del Senado no
produce sino el efecto de suspender 6 destitiiir al acusado 6 de
declararle incapaz de ejercer funciones públicas, dejándole S I L -
jeto eiz lo demás á los tribunales ordinarios de jz~sticia,rige hoy,,
no solamente en Chile, sino también en la República Argentina,.
en el Uruguay, en el Paraguay, en el Perú, en Bolivia, en el
Ecuador, en Colombia y en Veneziicla. Sólo en Méjico puede.
el Senado, erigido en jurado de sentencia, imponer lapena que
la Ley designe, conforme al antiguo artículo 105 de la Consti-
tución de 1857, reformado por el 72 de la de 1875.
De lo dicho se infiere que, salvo la excepción que acabamos
de apuntar, es regla general en las Repúblicas Norte y Sud.
Americanas la de que el Senado, cuando conoce en juicios por
impeachvzents, debe limitarse á declarar la culpabilidad del fun-
cionario acu'sado; la de que esa declaración no puede producir
otro efecto que el de suspender ó destituir á dicho funcionario
del cargo que servla, 6 el de inhabilitado para otras funciones,
públicas; y, finalinente, la de que el juzgamiento para todo otro
efecto civil ó criminal, y la imposición de toda otra pena, co-1
rresponden siempre al Tribunal ordinario competente.

En el tomo 11 de La Constilztcidiz arzk e l Congreso hemos


manifestado cuál fué la organización que dió al Consejo de Es+
136 OBRAS D E DON JORGE HUXEEUS

tado la Ley Fundamental chilena de I 833; cudl la quc hoy tiene


ese cuerpo con arreglo á la Reforma Constitucional de 1874, y
cuán ínútil, y más que inútil perjudicial es semejante institu-
ción, cuyo único objeto, si alguno tiene, es colocar en manos de
dicho cuerpo la trascendental facultad de fallar las cuestiones
de competencia entre las autoridades judiciales y las adniinis-
trativas, cuestiones que son imposibles en los Estados constituí-
dos sobre la base de que el Poder Judicial sca el único llamado
á fallar asuntos contenciosos.
1 Sin embargo, el hecho es que hay Naciones tan cultas como
la Francia, que, volviendo la espalda al santo principio de la
separacion é independencia de los Poderes Públicos, y aceptan-
d o el antecedente de que pueden suscitarsc conflictos cntre las
autoridades judiciales y las administrativas; han creado un
Consejo de Estado, más 6 menos dependiente siempre dcl Poder
Ejecutivo central, y le han conferido la facultad enorme de re-
solver tales conflictos definitivamente.
. Así sucedería también en Colombia, si la Ley establecierc la
jurisdicción administrativo-contenciosa, En el Brasil existe un
Consejo de Ectado, á virtud de Ley, llamado's610 á emitir dic.
támenes al Emperador. E n Espaíía la Constitucirjn no organiza
el Consejo de Estado, pero se refiere ' á sus miembros en sus
artículos 21 y 22, presuponicndo su existencia que estA consa-
grada por Ley. H a y también Consejo dc Estado en el Ecuadq,
investido de algunas atribiiciones que detalla la Constitución y
d e aquellas que la Ley tenga bien conferirle.
t E l hecho de existir un Conscjo de Estado, entrc otras, en las
cínca expresadas Naciones, nada prueba en favor de la conve-
niencia de tan desprestigiada institución, puesto que no lo hay
ni en Inglaterra, ni en Bélgica, á pesar de su forma monárquica;
ni en Suiza, ni en los Estados Unidos de Norte-América, ni en
Méjico, iii cn Venezuela, ni en el Perú, ni en Bolivia, ni en la
República Argentjna, ni en el Uruguay, ni en ei Paraguay. E n
estos once Estados se ha comprendido, como lo comprendió en
Chile la Constitución de 1828 que no aceptó la existehcia d e
un Consyo d e Ectado, que semejante cuerpo no tiene absoluta-
ESTUDIOS CORRE DERECHO CONSTITUCIOXAL COXIPARADO I37

mente razón de ser. E n todos ellos se ha cerrado decidida-


mente la puerta al sistema francés, conocido con el nombre de
co?ztenciosa-nhzi~zist~ntiuo,.que tanto terreno ha perdido y a
entrc nosotros después de las importantes reformas de 1874 y
1875, y. que prácticamente sigue perdiéndolo más y m i s cada
día, gracias á la ilustrada y benéfica reacción que en e1 seno de
nuestro mismisimo Consejo de Estado se ha oierado y estA
operAndose después de aquellas reformas.
E s hoy rarísima la cuestión de competencia entre las autori-
dades judiciales y adininistrativas que no se resuelve en favor
d e las primeras. N o solamente han contríbuído á ello la Keior-
ma Constitucional d e 1874 y la Ley Orgánica d e los Tribu-
nales d e 1875, según lo hemos recordado en otro libro, sino
también la nueva Ley del Régimen Interior de 2 2 de Diciem-
bre d e 1885 que, en hora feliz, derogó la d e 10 de Enero
d e 1844, que había alcanzado la larga edad d e cuarenta y un
años, á pesar de las enormidades de doctrina y de los absurdos
y perjudiciales preceptos que contenía.
Imitemos d c una vez el ejemplo de la Inglaterra y de la Bél-
gica, el de la Suiza y el de casi todas las Repúblicas ' ~ o r t ey
Sud-Americanas, que no han creído menester introducir en su
mecanismo constit~icionalun rodaje que no es otra cosa que
una amenaza constante contra la independencia del Poder Ju-
dicial, cuando no es tambiCn un cuerpo destinado ;iencubrir,
en ciertos casos, la responsabilidad del Presidente de la Repú-
blica en materias tan graves como, por ejemplo, el nombra-
miento de los Jueces. E s tiempo ya de que no sigamos en este
punto los pasos d e la reaccionaria Constitución colombiana
de ~ 8 8 6 .¡Entremos resueltamente en la senda gloriosa d e la
Inglaterra y de los Estados Unidos, donde las Leyes no sospe-
chan la existencia de la jurisdicción ait~~zinistrativo-coizteizciosrt.,
y consumemos, suprimiendo semejante jurisdicción y el propio
Consejo de Estado, la reforma tan favorablemente iniciada
en I 874 y en I S75!
Sólo así tendremos un Poder Judicial independiente y digno
de la cultura de nuestra joven República. Así obedeceremos
Toarc 111 10
f 38 OBRAS DE DON JOKGE I-IUNEBUC

también al inétodo inductivo, según el cual la balanza de la ex-


periencia se inclina notoriamente en contra del sistema napo-
leónico y en favor del sistema inglés.
Nos advertir aquí que en la Gran Bretaña no
tiene importancia alguna el Consejo Privado de la Reina. Él es
actualmente una corporación sin atribuciones propias y de mero
aparato, compuesta de individuos que la Corona nombra y re-
mueve á su arbitrio, y cuyo número, que hoy alcanza á dos-
cientos tres, es ilimitado. Ese Consejo Privado no tiene abso-
lutamente las atribuciones que inviste entre nosotros el Consejo
de Estado.
Como este libro tiene por objeto ocuparse en cuestioties fun-
damentales, nos abstenemos de manifestar detalladamente cuál
es la organización del Conscjo de Estado en Francia, Brasil y
Espafia. Por lo demás, ello á nada conducirfa, desde que con-
denarnos en absoluto y por completo tan desacreditada institu-
ción. E n el Brasil fué suprimido de la Constitución en 1834, y
existe sólo en virtud de Ley desde 1841. E n ese imperio, el
Consejo de Estado está llamado sdlo á dictanzinnr, aun cuando
se trata de conflictos entre las autoridades administrativas y
las jiidiciales, mas no á resolver tales conflictos, como sucede
en Chile, donde no hemos abolido todavla por completo la ju-
risdicción contencioso-ad?tzinist~ati-Jn que censuramos hoy tan
resueltamente como lo hicimos en algiinas páginas de L a C072~-
titzlcidpt ante el Congreso, publicadas en I 880.
De la administración de Justicia

Articulas 98 i 105 (antiguos 108á 114)

E n las páginas de nuestra primera obra, á que acabamos de


referirnos, hemos manifestado que no debe existir la jurisdic-
ción administrativo-contenciosa, y que el precepto de nuestra
Constitución, según el cual llla facultad de juzgar las causas
civiles y crinzi7zales pertenece exclusivamente á los Tribunales
establecidos por la I,ey,t~ debería modificarse en el sentido de
que les correspondiera la atribución exclusiva de rcsolveí~todos
los aszlntos conte?zciosos, salvo sólo IGS juicios por i?izjeaci¿n~e?zt.s,
con la limitación contenida en el artículo Sg (98) de dicho
Código, y los relativos á validez Ó nulidad de elecciones de Se-
nadores, de Diputados, de Presidente de la República y de Mu-
nicipales.
L a reforma propuesta por nosotros aboliría por completo el
sistema de conferir excepcionalmente á toda autoridad admi-
nistrativa la facultad de resolver contenciones en caso alguno
sea éste cual se fuere, y plantearía valientemente en Chile la
-regla absoluta que e n esa materia rige en la Gran Bretaña, en
OBRAS DE DON JORGE H U N E E U S
140

los Estados Unidos, en Suiza y cn Bélgica, al revés d c lo que


hoy s u c ~ d cen Francia y en España, y dc lo que puede suceder
cn Colombia, si la Lcy establecierc en ella la jurisdicción con-
tencioso-administrativa, como lo permite la Constitución de ecta
última República.
No basta que la Corte Suprema y cl Consejo de Estado ha-
yan rcaccionado resueltaincnte cn estos últimos años, como nos
es grato reconocerlo, fallando casi siempre en favor del Poder
Judicial las competcncias que á menudo se suscitan entrc éste
y las autoridades administrativas, porque los miembros d e
esos altos cuerpos del Estado pucden cambiar mañana 6 modi-
ficar sus opiniones, reaccionando en un sentido diametralmente
opuesto al que hoy predomina en ambos. E s menestcr im-
posibilitar toda competencia entre el Poder Judicial y el Admi-
nistrativo, y asegurar en la propia Constitución del Estado el
principio de que el conocimiento de todo asunto contencioso
del orden temporal, cs privativo de aquel Poder, como induda-
blemente lo quiere el articulo 5.0 dc la Ley Orgánica de Tribu-
nales dc I 5 de Octubre de I 875.
Una simple Ley no basta para llenar nucstro desin'eratlint,ni
tampoco basta el respcto que recientes fallos de la Corte Su-
prema y del Consejo de Estado tributan al principio d e la sc-
paración C independencia del Poder Judicial, como lo manifiesta,
entrc otros, el fallo expedido por dicha Corte el 2 2 de Agosto
dc 1888 en la querella d c despojo entablada por el párroco de
San l'cdro y Colcura contra el Gobernador de Lautaro; no bas-
ta eso, nó, porque recicntemente ha ocurrido, por ejemplo, cl
caso de una lamentable competencia formada por el Presidente
de la República, nada mcnos que á la mismisima Corte Supre-
ma d c Justicia.
1.a única manera de hacer imposibles cuestiones scmejantcs
es cortar de raíz cl árbol que tan perniciosos frutos produce y
pucdc producir, imitando el ilustrado ejemplo, no sólo de las
Naciones que, como la Gran Bretaña, los Estados Unidos, la
Suiza y la Bélgica, ya citadas, han condenado por completo el
sistema de la jurisdcción administrativa; sino también el de la
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 141
-
mayor parte de las Repúblicas hispano-americanas, que tampo-
co le han dado cabida en sus Leyes fundamentales, más ade-
lantadas que la nuestra en asunto tan trascendental.
Efectivamente, en las Constituciones de Méjico, d e Vcnezue-
la, del Perú, de Bolivia, !de la República Argentina, del Uru-
guay, y del Paraguay, no se encuentra precepto alguno tan va-
gamente redactado como la primera parte del artículo gg (108)
de la nuestra. E n ninguna de esas Repúblicas tiene el precepto
constitucional relativo al Podcr Judicial, la forma limitada p
'restringida de que adolece en Chile y que da á entender que el
conocimiento de aquellas contenciones, que no fuercn causas ci-
viles ó crhziltales, puede corresponder entre nosotros á otra
autoridad que á los Triúzuzales de Justicia. L a redacción adop.
tada en aquellos siete Estados es más lata y más comprensiva
que la nucstra; y aunque no sea tan clara y absoluta cn la forma
como nosotros lo desearíamos para nuestra patria, en el fondo
deslinda correctamente la esfera de acción dcl Poder Judicial,
porque ninguno de esos Estados acepta constitucionalmente, ni
en último caso, la existencia de la jurisdicción contcncioso-ad-
ministrativa.
Muy lejos de eso, en algiinos de ellos, como en la República
Argentina, en Venezuela y en Méjico, la autoridad del Podcr
Judicial se extiende aún á las causas que versan sobre puntos
regidos por la propia Constitución del Estado, de suerte que en
esas Naciones, de la misma manera que en los Estados Unidos,
los Tribunales superiorcs, y en particular la Corte Suprema,
pueden, como sucede, por ejcmplo, en Venezuela, declarar cuál
es la Ley vigente, cuando se hallaren en colisión las nacionales
entre sí, ó Cstas con las de los Estados, ó las de los ~nisrnosEs-.
tados; 6, como sucede en Méjico, los Tribunales federales re-
suclvcn las controversias suscitadas por Leyes 6 actos de cual;
p i e r a autoridad que violen las garantías individuales, por
Leyes 6 actos de la autoridad federal que vulneren ó restrinjan
la soberanía de los Estados, y-por Leyes 6 actos d c las Autori;
cJadcs de éstos, que invadan la csfera de la autoridad federal. .
Podrá decirse que la atribución que en los Estados federales
OXKZU DE DON JORGE HUNEEUS
142
-
compete al Poder Judicial de dejar sin efecto ó sin aplicación
las Leyes inconstitucionales, es consecuencia forzosa del propio
sistema federal. Sin embargo, hay Estados unitarios, como Bo-
livia y Colombia, muy pocos, es cierto, en los cuales la Corre
Suprema está investida de tari importante atribución. En Co-
lombia (art. 151, Constitución de 1886) es atribución de dicha
Corte ladecidir de$7zitivnvzente sobre la exepui6ilidad de actos
legislntivos que hayan sido objetados por el Gobierno como in-
y en Bolivia (art. I I 1, Constitución de 1880)
constit~icionales~i;
cs atribución de dicha Corte llconocer en única instancia de los '
acuntos de puro derecho, cuya decisión depende de la co~zstitlc-
cin7zalidad 6 i~rco~¿stitz~ciorzalidad
de 1as Leyes, decretos y cual-
quier genero de re solucione s.^^
{Por qué la Corte Suprema de Chile no podría ser investida
coñstitucionalmente dc la facultad de que se hallan investidas
las de Bolivia y Colombia, sin hacer mtrito sino de lo que
ocurre en Estados unitarios? Hé aquí un problema interesante
que, debemos reconocerlo, ha sido generalmente rcsiiclto en un
sentido negativo en los Estados unitarios, donde cl Poder Ju-
dicial está llamado, como en Chile, Ecuador, Perú, Uruguay y
Paraguay, á aplicar la Ley, mas no A juzgarla. Adoptemos si.
quiera el artículo I 14 de la Constitución de la República uni-
taria paraguaya, según el cual i1sÓ10 el Poder Judicial puede
conocer y decidir en actos de carácter co~ztencioso,y es exclusiva
en ello su potestadlt. Modificado en estos términos el articu-
lo 93 (108) de nuestra Constitucibn vigente, no podría soste-
nerse con razón que, cn cuanto á atribuciones del Poder Judi-
cial, lejos de encontrarnos á la vanguardia, nos encontramos
muy á la retaguardia de todas las Repúblicas Sud .Ainericanas.

Las Constituciones son de ordinario muy lacónicas, aunque


no todas en el grado que la nuestra, la del Perú y la del Ecuador,
al organizar el Poder Judicial. Ello se comprende, tomando en
cuenta la naturaleza misma de las atribuciones de ese Poder
EWUDIOS SOBRE DERECHO COXS'TITUCIONAL COMI'ARADO '43

Público y el carácter eminentemente relativo y variable de los


gravísimos problemas que con él se relacionan. {Es preferible
el sistema de Jurados al de Jueces de Derecho? ¿Lo es el pri-
mero sólo en asuntos criminales? Los Jueces ¿deben ser perpe-
tuos ó temporales? ¿Deben ser inamovibles? ¿Qué clase de fa-
cultades deben tener los Tribunales? ¿Debe haber recurso de
casación contra las sentencias firmes? Si lo hubiere, {debe acep-
tarse la casación también por injusticia en el fondo, ó sÓ1~por
defectos de forma? ¿Tienen 'los Tribunales el deber de aplicar
ciegamente toda Ley, aun cuando fuere, á su juicio, inconstitu-
cional? ¿Cómo se nombran los Jueces? ¿Ante quién y cómo se
hace efectiva su responsabilidad?
Nuestra Constitución ha resuelto algunas de esas cuestiones,
reservando á la Ley la decisión de las otras. Se ocupa: 1.0, en
la manera como ce nombran los Jueces; 2.0, los declara perpe-
tuos á unos y temporales r i otros, pero á todos inamovibles;
3.0, á todos los hace responsables; y 4.0, prefiere los Jueces de
Derecho ri los Jurados, para la administración de la justicia or-
dinaria.
Debemos, pues, comparar los preceptos de nuestra Constitu-
ción en los puntos relacionados con el Poder Judicial y resuel-
tos por ella, con la Legislación constitucional de los siguientes
Estados extranjeros: todas las Repúblicas Norte y Sud-Ameri-
canas, la Suiza y la Francia; y entre las Monarquías, la Gran
Bretaña, el Brasil, la Bélgica y la España.

P R I M E R A CUESTIÓN. -Nonzbvanziento de ¿os Izceces. - Para


saber cómo se nombran los Jueces, debe expresarse antes cuáles
son ellos.
En Chile corresponde á la Ley establecer los Tribunales en-
cargados de juzgar las causas civiles y criminales; hacer inno-
vación en las atribucioncs de esos Tribunales ó en el número
de sus individuos; determinar los casos y el modo de hacer
efectiva la responsabilidad de los Jueces, por cohecho, falta de
OBRAS DE DON JORGE HUNEICUS
- 144
de las Leyes que arreglan el proceso, y en general,
por toda prevaricación Ó torcida administración de justicia; de-
terminar las calidades que respectivamente deban tener los
Jueces, y los afics que deban haber ejercido la profesión de
abogado los que fueren nombrados Magistrados de los Tribu-
nales Superiores ó Jueces Letrados, y determinar la organiza-
ción y atribución de todos los Tribunales y Juzgados que fue-
ren necesarios para la pronta y cumplida administracidn de
justicia en todo el territorio de la República.
Todo esto es materia de Ley; pero ordena nuestra Constitu-
ción que haya una Magistratura á cuyo cargo esté la supcrinten-
dencia directiva, correccional y económica sobre todos los Tri-
bunales y Juzgados de la Nación, refiriéndose á la Ley en
cuanto á su organización y atribuciones; ordena también que
haya Magistrados de Tribunales Superiores, Jueces Letrados de
primera instancia y otros Jueces inferiores; prescribe que los
Jueces no pueden ser depuestos de SUS destinos, sean tempora-
Ics 6 perpetuos, sino por causa legalmente sentenciada, y los
declara á todos responsablcs.
&y, pues, en Chile una Magistratura encargada de la su-
perintendencia á que se ha aludido. Ella es la Corte Suprema
conforme á la Ley. Hay además Tribunales superiores de se-
gunda instancia, denominados Cortes de Apelaciones; hay Juz-
gados de Letras de primera instancia, y hay, finalmente, en
materia de jzlrisdiccihz ordi~zaria,Jueces ide Subdelegación y
Jueces dc Distrito. Todo esto, prescindiendo dc los Tribunales
especiales que, como las Cámaras, y sobre tcdo el Senado, el
Consejo dc Estado, el Congreso mismo en materia de nulidad
d e las elecciones presidenciales, los Tribunales militares, la
Coite de Cuentas, el Tribunal de Elecciones Municipales y el
Jurado de Imprenta, fallan determinados negocios porque la
Constitución misma ó la Ley así lo prescriben.
E n los Estados Unidos y en la República Argentina, el Po-
der Judicial Federal reside en una Corte Suprema y en los Tri-
bunales inferiores que establezca ,el Congreso, E n Méjico e l
ejercicio del Poder Judicial d e la Federación se deposita en
FS'TUDIOS SOBRE DERECHO COZJSTITUCIONAL COhlPARADO 145

una Corte Suprema de Justicia y en los Tribunales de circuito


y de distrito que establezca y organice la Ley. E n Venezuela
la Constitución crea solamente una Alta Corte Federal, cuyas
atribuciones determina en su artículo 89, y reserva á la Ley en
su artículo I 14 la creación de los demás Tribunales nacionales
que sean necesarios. E n el Uruguay, el Poder Judicial se ejerce
por una Alta Corte de Justicia, por el Tribunal ó Tribunales
de Apelaciones y por los Juzgados de primera instancia que
estableciere la Ley. E n el Paraguay el Poder Judicial de la Re-
pública es ejercido por un Superior Tribunal de Justicia y por
los demás Juzgados inferiores que establezca la Ley. E n el
Perú, la justicia es administrada por los Tribunales y Juzgados
que determine la Ley, debiendo haber en la capital de la RcpÚ-
blica una Cortc Suprcrna de Justicia, en las de departamentos
Cortes Superiores, en las de Provincia Juzgados de primera ins-
tancia, y en todas las poblaciones J::zgados de paz. E n el Ecua-
dor la justicia se administra por la Corte Suprema, las Cortes
Superiores, los Jurados y los demás Tribunales y Juzgados
que la Constitución y la Ley establecen. E n Bolivia, la justicia
se administra por' la Cortc Suprema, por las Cortes de Distrito
y demás Tribunales 'y Juzgados que las Leyes establecen, y
en Colombia la justicia se administra por una Corte Suprema
y por los Tribunalcc supcrio;es de Distrito y Juzgados inferio-
res que determine la Ley.
En el Brasil debe haber constitucionalmente en la capital
del Imperio un Supremo Tribunal de Justicia, en las Pr+n-
cias las Welngoes y los Jueces de Derecho que determine la Lcy,
y Jueces de paz elegidos como los Vocales de los Cabildos, y
cuyas atribuciones y distritos determina también la Ley.
En Suiza la justicia feaeral se administra por un Tribunal
Federal.
En Francia la justicia ordinaria se administra por una Corte
de Casación, por las Cortes'de Apelaciones y d e Assises (Cstas
últimas para lo criminal), que establezca la Ley; por los Tri-
bunales de primera instancia ó de ar~ondisst.~ízoizt
que la misma
señale; y por los Jueces de paz que ella creare.
146 OIIKAS DE DON JORGE HUNEEUS

En Belgica la justicia civil ordinaria se administra por un


Tribunal de Casación en todo el Estado; por tres Tribunales
.de apelación y por los Tribunales d r primera instancia y Juz-
gados de paz que determine la Ley.
E n España, la Constitución se limita á declarar que la justi-
.tia se administra en nombre del Rey; que unos mismos Códi-
-gas deben regir en toda la Monarquía; que á los Tribunales y
Juzgados pertenece exclusivamente la potestad de aplicar las
.Leyes en los juicios civiles y criminales; que estos últimos de-
,ben ser públicos, y que los Jueces son personalmente responsa-
bles de toda infracción de Ley quc cometan. E n todo lo dcmás,
aun en lo relativo Ci la inamovilidad; la Constitución d c EspaAa
.se refiere á la Ley. Ésta ha creado allí, para la administración
d e la justicia ordinaria civil y criminal, un Tribunal Supremo
que funciona en Madrid; las Audiencias territoriales, en lo civil
y en lo criminal, que ha cstimado necesarias y que correspon-
den á nuestras Cortes de Apelaciones; Jueces de primera ins-
tancia 6 de partido, que corresponden á nucstros Jueces Letra-
dos; y Jueces Municipales que corresponden á nuestros Jueces
de SubdelegaciGn y de Distrito.
En Inglaterra, por último, la justicia se administra hoy, ha-
cicndo abstracción d c los jurados, de los cuales hablaremos se-
paradamente, por una Alta c o r t e de Justicia, primera sccción
d e la Corte Suprema, que funciona en Londres; por la Corte
d c Apelaciones de Londres, segunda sección de dicha Corte
Suprema; por sesenta Cortes de condado, y por Jueces de paz
,y otros inferiores dc competencia muy limitada. Ida Cámara
de los Lores ec todavía competente para conocer de las apela-
ciones entabladas contra los fallos dc la Corte de Apelaciones
d e ~ b n d r c s y, de todas las Cortes de'Escocia é Irlanda.
Dc la larga exposición que precede se infiere claramente que
todas las Constituciones á quc nos hemos referido, salvo úhica-
:mente la fcdcral de Suiza, están perfectamente conformes en
que, para la administración de la justicia ordinaria, debe haber:
'1.0, un Tribunal Superior, llamado Corte Suprema, Alta Corte,
Tribunal Suprcmo, Ó como se quiera; 2.0, Corte de Apelacio-
ESTUDIOS SOURE DEKECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO ,I47
- - -
ncs, llamadas Relagoes en cl Brasil ó Audiencias en España,
poco importa el nombre, para fallar en segunda instancia los
negocios judiciales; 3.0, Jueces Letrados, ó de partido, ó Jueces
Ó Cortes de Condado, como en Inglaterra y en Estados Uni-
dos, tampoco hace al caso la denominación, llamados á resol-
ver esos negocios en primera instancia, si fueren de mayor
cuantía; y 4 . O , Jueces de menor ó mínima cuantía, llamados
generalmente de paz, y qoe corresponden A nuestros Jueces de
Subdelegxión y de Distrito. Como el nombramiento de estos
Últimos está sujeto en Chile á la Ley, pasamos á ocuparnos en
la manera cómo son nombrados constitucionalmente en las
Naciones extranjeras, los miembros de la Corte Suprema,
los de los Tribunales Superiores que nosotros llamamos Cor-
tes de Apelaciones, y los de los Jueces inferiores que en nues-
tra República se denominan Jueces Letrados de primera ins-
tancia.
En Inglaterra los miembros de las dos secciones de la Corte
Suprema, á saber: la Alta Corte de Justicia y la Corte de Ape-
laciones de Londres, son nombradas por la Corona, sin propues-
tas previas de corporación alguna. Los Jueces de Condado son
nombrados por cl Lord Canciller de entre los abogados que
hubiereri ejercido siete afíos de abogacía.
E n los Estados Unidos los miembros de la Corte Suprema
son nombrados por el Presidente de la Unión, con acuerdo del
Senado. Los de las Cortes de Circuíto y de las de Distrito Ó
Condado, como también los Jueccs de paz son generalmente
nombrados por elección popular.
En el Brasil los miembros del Supremo Tribunal de Justicia,
los de las Relagoes y los Jueccs de Derecho son nombrados por
el Emperador, sin propuestas previas, pero dcben tener las con-
diciones requeridas por la Ley para el ejercicio del cargo, entre
las cuales se ha contemplado escrupiiloiamente la dcl ascenso
y el ejercicio de la abogacía durante cierto número d c años.
En Suiza los miembros del Tribunal Federal son nombrados
por la Asamblea Federal; los de las Cortes Supremas Cantona-
les son generalmente nombrados por el Gran Consejo ó Con-
148 OBRAS DE I)ON JORGE HUNEELTS

gres0 respectivo; y los Jueces cantonales de los Tribunales infe-


riores ó dc Distrito, son elegidos en votación popular directa Ó
indirecta en la mayor parte de los Cantones.
E n Francia y en España los miembros d c la Corte Suprema,
los de las Cortes de Apelaciones ó Audiencias y los de los Tri-
&unales de primera instancia ó de partido, son nombrados por
el Ejeciitivo, sin propuestas previas, como en Inglaterra.
Los micmbros de la Corte Suprema y de los Tribunales Fc-
derales inferiores son nombrados por el Prcsidente d e la Rcpú-
blica, con acuerdo del Scnado, en la República Argentina. E n
Méjico la elección de los individuos de la Corte Suprema de
Justicia es i~zdj?*ecta en p~~intergra(io,en los términos que dis-
ponga l a . L ~ yElectoral; y la Ley regla todo lo referente á Tri-
bunal de Circuíto y de Distrito. E n Vcnezucla los miembros de
l a Alta Corte Federal son nombrados por el Congreso, á pro-
puesta de las Legislaturas de los Estados. L a Constitución Fe-
deral de esa República se refiere á la Ley en lo concerniente
a l nombramiento de los demds Jueces nacionales.
E n las Repúblicas unitarias d e Sud-América son muy varia-
das las disposiciones relativas al nombramiento de los Jucces.
E n el Uruguay los miembros de la Alta Corte de Justicia
son nombrados por la Asamblea General ó Congreso; los d e los
Tribunales de Apelación son nombrados por la alta Corte de
Justicia, con aprobación del Senado 6, en receso de éste, d c la
Comisión Pcrmanentc; y los nombrarnicntos de los Jucces Le-
trados de Departamento los reglamenta la Ley.
E n el Paraguay, los Magistrados del Tribunal Supcrior de
Justicia son nombrados por el Presidente de la República, de
acuerdo con cl Senado, y los Jueces de los Tribunales inferiores
.lo son por dicho Prcsidente con acuerdo dcl expresado Tribu-
nal Superior.
En el Pcrú, los Vocales y Fiscales de la Corte Suprema son
nombrados por el Congreso, á propuesta en terna doble del
Ejecutivo; los Vocalec y Fiscales de las Cortes Superiores son
nombrados por el Ejecutivo, a propuesta cn terna doble d e la
Corte Suprema; y los Jueces d c primera instancia y Agentes
FSTTJDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 149

fiscales lo son por el Ejecutivo, á propucsta en terna doble d e


las respectivas Cortes Superiores.
E n el Ecuador, los Ministros de la Corte Suprema, lo? del
Tribunal de Cuentas y los de las Cortes Superiores son elegidos
por el Congreso por mayoría absoluta de votos. E l noinbra-
miento de los Jueccs de primera instancia y su duración son
materias de Ley.
E n Bolivia, los miembros de la Corte Suprema son elegidos
por la Cámara de Diputados, á propuesta en terna del Senado;
los magistrados de las Cortes de Distrito son elegidos por el
Senado, á propuesta en terna de la Corte Suprema; y los Jueces
d e partido y los de instrucción son nombrados por la Corte
Suprema, á propuesta en terna de las Cortes de Distrito.
E n Colombia, los magistrados de la Corte Suprema son noin-
brados por el Presidente de 1ii República sin propuesta previa
d e otra autoridad; y los de los Tribunales Superiores lo son por
el mismo Presidente, de ternas que preseizte la Corte Snprevzn.
Todo lo relativo á Jueces inferiores es matcria d c Ley.
Finalmente, en Bélgica, cuyo sistcma es, á juicio nuestro, el
rnejor combinado en lo tocante á magistrados superiores, el
nombramiento de todos los Jueces de derecho y el de los de paz
corresponde al Rey; pero el de los miembros d c la Cortc de
Casación debe hacerlo de listas dobles, presentadas la una por
el Senado y la otra por la misma Corte; y-el de los magistrados
d c los Tribunales de Apelación, y el dc los Presidentes y Vice-
presidentes de dichos Tribunalcs, en virtud de listas dobles,
pr2ccntadas la una por el Tribunal respectivo y la otra por el
correspondiente Consejo Provincial.
Aunque hemos manifestado ya nuestra opinión acerca de esta
interesantísima materia, al ocuparnos en la parte 7.n del artícu-
lo 73 (82) de nuestra Constitucidn, debemos hacer notar otra
vez que el sistema adoptado en Chile para los nombramientos
d e magistrados de los Tribunalcs Superiores de Jueces Le-
trados de primera instancia, sin intervención alguna del Con-
greso ni de ninguna de las Cámaras, está, coino ha podido
notarse, cn considerable minoría. Tan considerable es esa mi-
= 50 OBRAS DE DON JORGEHUNEEUS

noria que en todas las Repúblicas americanas cuyos preceptos


en la materia nos hemos complacido en recordar, sin otra ex-
cepci6n que Colombia y Chile, en todas, lo repetimos, intervie-
nen de una manera eficaz en ese nombramiento, ó las dos ramas
del Congreso ó una de ellas por lo menos.
Puede inferirse, por lo tanto, que el sistema vigente en Chile
está irremisiblemente condenado mediante la observación de lo
que pasa en los Estados extranjeros. Valdría mrís adoptar el
sistema inglés, brasilero, francés y español, confiriendo al Jefe
del Ejecutivo la facultad de norribrar Jueces idóneos sinpro-
ptlestn pvevin de ninguna otra autoridad, que mantener el sis-
tema de propuestas nominales, por no decir otra cosa, ideado
para hacer creer que no es excZz~siz~a del Presidente de la €lepú-
blica una facultad que hasta ahora ha ejercido siempre sin otra
garantía que la de su propia voluntad, Quiera el cielo que la
Ley incompleta que acaba de dictarse para mejorar nuestro
sistema de nombrar Jueces, no haga caer á éstos en la tentación
natural de convertirse en una oligarquía destinada á perpetuar-
se en el desempefio de las funciones judiciales! Ese grave peligro
es el que han evitado los Estados Unidos, la Bélgica y todas
las Naciones anteriormente mencionadas al adoptar sistemas
mixtos para los nombramientos de Jueces superiores. Y aun
asi, ¡cuán difícil es que el fiel d e la balanza esté siempre bien
contrapesado, y no se incline, en ocasiones, indebidamente y en
mal sentido, cediendo al ímpetu de la pasión política!

E n Chile son perpetuos Ó vitalicios los cargos de magistrado


de la Corte Suprema, de las Cortes de Ápelaciones y de Juez
Letrado de primera instancia, pues el que los sirve en propiedad
no puede ser depuesto sino en virtud de causa legalmente sen-
tenciada y Iher~za?zeceen ellos duraate su bumn cotn~ortación que
ESTUDIOS SOBRE DERECIiO CONSTITUCIONAL C O ~ ~ P A R A \ D O 15I

es en lo que consiste la inamoviiidad que les asegura la Cons-


titución.
Sin embargo, la inamovilidad no cs idéntica A la perpetui,
dad, pues hay Jueces, como los de Subdelegación y de Distrito,
que son inamovibles durante el tiempo de dos años que la Ley
sefiala á la duración de sus funciones, y que son, sin cmbargo,
temporales porque el cargo se les confiere por tiempo dcterini-
nado.
Los Jueces dc derecho (contraponemos esa acepción á la de
Jiirados), incluyendo entre aquéllos á los miembros del primer
Tribunal del Estado, á los d e las Cortes Superiores y á los de
los Tribunalcs inferiores, son constitucionalmente inamovibles
en Inglaterra, en el Brasil, en Espafia, en Bélgica, en el Urii-
guay, en Bolivia y Colombia. E n los Estados Unidos y en la
República Argentina lo son también los Jueces de la Cortc
Suprema y los de los Tribunales inferiores federales. E n todas
csas Naciones las Leycs constitucionalcs les aseguran la perpc-
tuidad de sus destinos; dándoles el carácter de vitalicias como
entre nosotros, y estableciendo que no puedcn ser destituldos
sino en virtud de sentencia; bien que en algunas de ellas, como
en el Brasil y en Espafia, el Ejecutivo tiene facultad de trasla-
dar á algiinos Jueces en determinados casos.
En Francia, la inamovilidad de los Jueccs y la duración de
sus funciones es hoy materia simplementc de Ley. Así lo prue-
ba la Ley de 30 d e Agosto d c 1883, que suprimi4 allí trescien-
tas ochenta y tres plazas dc la Magistratura y doscientas trcinta
y una del Ministcrio I'úblico.
En Suiza, los miembros de la Corte Federal son nombrados
por seis ailhs, y los de los Tribunales Supremos d e los Cantones
por tres, cuatro, cinco, seis, ocho 6 nueve afios. L a Constitución
Federal de aquel Estado, no hace mérito de la inamovilidad dc
esos magistrados; pero implícitamente la reconoce, desde quc
nadie conficre la facultad de destituirlos sin condenación ju-
dicial.
E n Méjico, los rnicmbros de la Cortc Suprema dur'an en SU
cargo seis nfios y sólo das aíios cn Venezucla. E n el Paraguay
152 OBRAS DE DON JORGE H U N E E U S

lo$/ u r c a del Poder ~udicial'(sic) desempeiían sus funciones


.durante czcntro años (artículo I 12). E n esos tres Estados la Cons-
titución guarda silencio acerca d e la inamovilidad, como en Suiza.
E n el Perú, la Constitución nada dispone ni acerca de la
inamovilidad de los Jueces ni acerca de la duración de sus fun-
ciones.
Finalmente, en el Ecuador los magistrados de la Corte Su-
prema, de las Cortes Superiores y del Tribunal de Cuentas du-
ran en sus destinos cuatro af?os; y la Constitución prescribe que
ni ellos niJz1e.z al,.ulzo puedan ser destituídos sino en virtud d c
sentencia judicial.
E n varios de los Estados que limitan la duración de las fnn-
ciones judiciales ya expresadas sc permite la reeleción del
Juez. Así sucede en Suiza, en el Paraguay y en el Ecuador.
De lo precedentemente expuesto se infiere que, ya sea d e
una inancra expresa ó de una manera tácita, la inamovilidad
está asegurada á los Jueces ordinarios, sean temporales 6 per-
petuos, siempre y en todas partes, desde que no pueden ser
destituídos por resoluciones del Poder Ejecutivo, requiriéndose
para ello sentencia firme que asi lo resuelva, y siendo de notar
que eii Inglaterra pueden' serlo también por el Parlamento, que
allí, como es bien sabido, es constitucional y legalmente omni-
potente.
Si en cuanto á la inamovilidad de los Jueces ordinarios de
derecho existe completa uniformidad entre nuestra Legislacidn
y las extranjeras que dejamos recordadas, hay disconformidad,
como ha podido notarse, en cuanto á la duración de las funcio-
nes asignadas á los Jueces; pero prevalece el sistema nuestro,
según el cual ellas son vitalicias en el mayor número de casos.

RESPONSABILIDAD
IJEIZSONAL 'DE LOS JUECES

E l principio que consagra nuestra Constitución, imponien-


d o á los Jueces responsabilidad personal por los crímenes d e
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 153

cohecho, falta de observancia de las Leyes que arreglan el pro-


ceso, y, en general, por toda prevaricación ó torcida adminis-
ción de justicia, confiando á la Ley la determinación de los
.casos y del modo de hacer efectiva esa responsabilidad, es, tra-
tándose por supuesto, de Jueces de derecho, tan claro y fundado,
q u e incide entre los que pueden Ilamarsc de legislación uni-
versal en todas las Nacioncs regularmente constituídas. Desde
.que en todas ellas, aun en las que admiten conjuntamente la
inarnovilidad y la perpetuidad de los Jueces de derecho, se
establece que éstos pueden ser removidos por causa legalmen-
t e sentenciada, es porque se reconoce que son personalmente
*responsables, como expresamente lo establecen, por ejemplo,
.además de la nuestra, la Constitución del Brasil, la (le España,
la del Uruguay, la del Paraguaj-, la del Perú, la del Ecuador,
la de Bolivia, la de Venezuela y la de Colombia. L a responsa-
bilidad personal que afccta al Juez á favor del individuo á quien
.dañare con su delito, no excluye, apenas es necesario rccor-
darlo, la que pudiera afectarle con motivo de las acusaciones
por imjenchmezts á que nos hemos referido en lugar oportuno.

Nuestra Constitución no establece el Jurado sino en los ca-


sos de abusos de la libertad de imprenta. E n los juzgamientos
q u e atribuye al Senado, cuando conoce de las acusacioncs en-
tabladas ante él por la Cámara de Diputados, se establece que
ese alto Cucrpo proceda como Jurado; y otro tanto dispone la
Ley de Elecciones, respecto de las autoridades llamadas á co-
nocer de nulidades electorales para el efecto de apreciar la in-
fluencia que en la elección pudieren tmer los hechos en qu6
las reclamaciones se fundaren.
En estos dos últimos casos, son autoridades permanentes,
#creadaspor la Constitución ó por la Ley, las que fallan deter-
minados'asuntos. El procedimiento á que deben sujetarse es e l
Toxro 111 11
'54 ORKAS U E DON JORGE H U N E E U S

de Jurado; pero no son Jurados en realidad, desde que no s e


constituyen ni se renuevan en la forma que es propia y carac-
terística de esa institución.
L a institución del Jurado en materia civil sólo es aceptada
en determinados casos en Inglaterra, y también le da cabida la
Constitución del Brasil. Conviene recordar que en el primero
de esos Estados el Jurado Civil ha caído cn desuso, y es convo-
cado, cii la actualidad, sólo excepciorialmente.
E n materia criminal, la cuestión cambia de aspecto. E l Jura-
do funciona sólo para juzgar el hecho, y cuando no se tratare
de i~ízpeachmuizts, en la Gran Bretaña, en los Estados Unidos, en
el Brasil, en Suiza, en Bélgica y en Francia. E n la República
Argentina, en el Uruguay, en el Paraguay y en Colombia, pue-
d e haber Jurado para causas criminales, si la Ley lo establecie-
re. La institución del Jurado para conocer en asuntos crimina-
les, con mayor razón en los civiles, no es reconocida por las
~onstitucionesdel Perú, Bolivia, Venezuela y Méjico. Final-
mente, en Espafia la Constitución guarda silencio sobre la ma-
teria, de lo que se infiere que la Ley puede establecer 6 suprimir
el Jurado, como en efecto lo ha hecho, pues suprimió los Jura-
dos cn lo criminal en 1876 y acaba de establecerlos por Ley d e
Abril de 1888.
Coriviene tener presente que en la República Argentina no.
se ha establecido hasta ahora el jt~rct.do en causas criminales.
Estas son resueltas por los Jueces ordinarios, de la misma ma-
nera qire las civilcs. Igual cosa sucede, así lo tenemos entendi-
do, en el Uruguay, en el Paraguay y en Colombia.
De todo lo dicho se infiere que, en el hcc'ho no hay Jiirado
para lo criminal en ninguna d e las Repúblicas Sud-America-
nas ni en Méjico. Nosotros, á decir verdad, confiamos poco en
los beneficios de una institución que deposita en manos del
Juez atribuciones verdaderamente discrecionales, pues han de-
serlo forzosamente las de fallar las cuestiones ex-epuo et bono,.
según su leal saber y entender. Preferimos el sistema de Jue-
ces de derecho, obligados á fallar con arreglo á la Ley y q u e
responden de las infracciones que contra ésta cometieran.
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COIIPARADO 1-55

El desgraciadfsimo ensayo que en 1875 se hizo entre noso-


tros de la institución del Jurado Electoral, creado por la Ley
de Elecciones de 12 de Noviembre de 1874, y suprimido por
la Ley Orgánica de Tribunales que empezó á regir el 1.O d e
Marzo de 1876, confirma, por lo menos en lo tocante A Chile, el
recelo que nos inspira dicha institución, sin que por eso nos
neguemos á reconocer que habla elocuentetnente en su favor
el hecho de haber sido aceptada en Naciones tan cultas como
la Gran Bretaña, los Estados Unidos, el Brasil, la Bélgica, la
Suiza y la Francia.
Del Gobierno y administración interior.

Artículos 106 6. 122 (antiguos 1 1 5 á 131)

El territorio de Chile se divide, como se sabe, en Provincias,


éstas en Departamentos, éstos en Subdelegaciones y éstas en
Distritos. Cada Provincia es regida por un Intendente; cada De-
partamento por un Gobernador, siéndolo el Intendente, del De-
partamento en cuya capital reside; cada Subdelegación por un
Subdelegado, y cada Distrito por un Inspector. Todos estos
funcionarios son agentes del Presidente de la República, á quien
están sometidos en la forma que hemos explicado en La Coizs-
titz~cjótzante e¿ Coilgreso.
En cada capital de Departamento debe haber, por lo mcnos,
una Municipalidad, pudiendo haberla también en las demás
poblaciones en que el Presidente de la República, oyendo a1
Consejo de Estado, tuviere por conveniente establecerlas. La
Ley determina el númcro de Alcaldes y Regidores con arreglo
á la población del territorio municipal respectivo, y determina
también la forma de la eleccidn de los Alcaldes y el tiempo de
su duración.
Los Regidores se eligen en votación directa en la forma que
lS8 OUKAS D E D O N JORGE HUNEEUS
- --

prevenga la Ley de Elecciones, y duran en sus cargos tres años.


Para poder ser Alcalde ó Regidor se requiere ciudadanía en
ejercicio y cinco años, á lo menos, de vecindad en el territorio
municipal respectivo. El cargo de municipal es concejil y na-
die puede excusarse de servirlo sino en virtud dc causa legal.
Aunque nuestra Constitución se refiere á la Ley en lo con-
cerniente al Gobierno interior de la República y en lo tocante
á las atribuciones de todos los encargados de la administración
provincial y al modo de ejercer sus funciones, ha consignado,
sin embargo, en sus articulas I 18, 119 y 120 (127, 128 y 129),
ciertos preceptos que l l a m a la atención de una rnancra es-
pecial.
Esos preceptos son los siguientes: I.O, el Gobernador es jefe
superior de las Municipalidades del Departamento, y presidente
de la que existe en ia capital; 2.O, las Municipalidades deben
dirigirse al Congreso para establecer arbitrios, 6, en otros tér-
minos, no se puede establecer contribución alguna, aunque sea
local, sino en virtud de Lcy, según lo prescribe el artículo 140
(149) de nuestra Constitución; 3.0, las ordenanzas mtinicipalcs
requieren la aprobación del Presidente de la República, con
audiencia del Consejo .de Estado; y 4.O, los acuerdos ó resolucio.
nes municipales que no sean observancia de las reglas estable-
cidas, no pueden llevarse á efecto sin ponerse en noticia del
Gobernador, ó Subdelegado en su caso, quien podrá suspender
su ejecución si encontrare que perjudica al orden público.
Dc los cuatro preceptos á que acabamos de aludir, el primc-
ro ha perdido toda importancia, porque la actual Ley de Muni-
palidades de 12 de Septiembre de 1887 para nada hace mérito
del carácter dejefe ~uperiorde las Municipalidades del Departa-
mento que la Constitución atribuye al Gobernador, ni confiere
á éste atribución alguna, en tal concepto. Y todavía dicha Ley,
aunque conserva al Gobernador la presidencia de la Munici-
palidad de la capital del respectivo Departamento, ha quitado
ci ese fitncionario y al Subdelegado la atribución del zioto, re-.
servándoles sólo la facultad de tomar parte en las deliberacio-
nes de la Municipalidad. Se ha realizado así una importantísi-
ESTUDIOS SOBRE nERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO I59

m a reforma, indicada hace nueve años por nosotros en el segun-'


do volumen de L a Constituciótt ante el Congreso.
En lo tocante al .segundo.de los cuatro preceptos á que esta-
mos aludiendo, nuestra Constitución reserva sólo al Congreso,
-y nada más que á éste, la facultad de imponer contribucionc.;,
sean éstas cuales fueren, generales ó fiscales, municipales 6 lo-
cales, estableciendo así el único sistema de impucstoc conve-
niente y aceptable y que es el que hoy rige casi universalmente
en los Estados sujetos al régimen constitncional
sensib~ees que no podamos decir otro tanto acerca del tu-
tclaje en que nuestro Código Fundamental ha colocado & nues-
tras Tdunicipalidades respecto del Poder Ejecutivo central,
confiriendo A los agentes de éste la facultad de vetar las reso-
luciones municipales, por una parte, y requiriendo, por otra,
que toda ordenanza municipal sea aprobada por el Presidcnte
de la República. Nuestra Constitución acentuó todavía su es-
píritu depresivo de la independencia Municipal, suprimiendo
d e nuestro organismo político las Asatnbleas P~~ovinciales,á que
había dado cabida la Constitución de 1828, y que están hoy tan
generalizadas en todas las Naciones bien constituídas, sujetas
.ora al régimen unitario, tales como la Bélgica, la Holanda y la
España, ora á una tendencia federalista tan acentuada como
.el Brasil.
Prcscindiendo de los cuatro puntos . á que acabamos de Ila-
mar la atencidn, nuestro Código politico rio contiene ningún
otro digno de especial mención en su artículo I 19 (128) desti-
nado á enumerar vagamente las atribuciones de las Municipa-
lidades. Éstas son, naturalmente, entre nosotros, con las salve-
dades que dejamos indicadas, lo que han de ser donde quiera
.que haya Municipios. No tenemos, por lo tanto, para qué repe-
tir aquí lo que hemos dicho sobre la materia en nuestro an-
terior trabajo.
Manteniéndonos en el terreno de1,Derecho Constitucional Po-
sitivo y Comparado, pues no cabría dentro de los límites de e4te
trabajo el estudio de preceptos meramente legislativos y admi-
nistrativos, daremos á continuación una idca general de la orga-
160 OBRAS DE DOX J O R G E H U N E E U S

nizacihn administrativa y comunal de la Inglaterra, de los Es-


tados Unidos, é incidentalmente de la Holanda y de la Bélgica,
del Brasil, de la Suiza, de la Francia y de la España. Mas, rápi-
damente recordaremos también las del Uxuguay, de-la Rcpúbli-
ca Argentina, del Perú, del Ecuador, de Bolivia y dc Colombia,
prescindiendo del Paraguay, porque su Constitucidn se refiere
en todo á la Ley en orden á Municipalidades, y no se ocupa
absvlutarnentc en el régimen interior de aquella República.

Organización administrativa y comunal

La Inglaterra y el pai's de Galcs.cstán divididos en ciltnrentn


y dos Co~z~iados, regidos cada uno por un Sherif, representante
dcl Gobierno, y un Lord teniente, jefe de la milicia, ambos nom-
brados por la Corona, aquél por un año y éste vitalicio. El Con-
dado se divide en Dist~itosde Jzteces depaz. Cada Distrito tiene
uno, nombrado por la Corona, y cuyas funciones son gratuítas,
Aparte de las funciones judiciales que esos Jueces ejercen en,
lo cri~lzirtal,la Junta de los Jueces de 'paz de todo el Condatdo.
era antes y desde época remota, el verdadero an'mi~zzstradordel
Condado respectivo. Actualmente se han constituído varias Co-
tftllisioneslocales en cada Condado, compuestas de miembros elec-
tivos, y encargadas de servicios especiales. Hay, así, una Comi-
sión de sanidad, otra escolar, otra de caminas, otra encargada de8
servicio de la asistencia pziblica, cuya acción se extiende á va-
rias parroqnias agrupadas. Estas Comisiones han asumido casi
toda la administración local, bajo la supervigilancia del Poder
Centvalqiie en Inglaterra se va ensanchando -desde que, en 1871,
se creó el Board of¿ocad~overnnte?zt,cuyo Presidente forma par-
tc del Ministerio.
Los Cortdados se dividen, en cuanto á la policia, en Hundveds
{Centurias), regidas por un funcionario que se llama Hzgh Cons-
--

table. Esta división va desapareciendo de hecho, á virtud de la


ceiztralización de este servicio.
Dentro del Condado existen laparroquia, es decir, la conzuna
que forma parte de aquél, y el burgo (boroz~gh)que tiene su au-
tonomía aparte.
Laparfoquia, que en un principio se constituyó para la admi-
nistración del culto, fué asumiendo la gestión de otros intereses
locales. Es administrada, ya por la Vestry (asamblea general d e
los habitantes que pagan the poor yate), ya por un comité eje-
cutivo elegido por la Vestry (Select Vestry), y se encuentra colo-
cada más ó menos bajo la dependencia de los administradores
del Condado. La creación de las Comisiones especiales electivas &
que hemos aludido más arriba, han restringido considerable-
mente el círculo de los asuntos regidos por la parroqzria. Ek
número de éstas alcanza á 14,750. (GNEIST).
Los bzlrgos (ciudades), aunque comprendidos en el territorio
del Condado, forman centros enteramente independientes, á
virtud de antiguas Leyes 6 Cartas Reales. Son administrados
por un cuerpo municipal electivo (Town-Coz~ncil),compuesto del
número de cortsejeros que designa la Ley, los cuales eligen d e
entre ellos mismos czda año un Major (Maire), que los preside,
y designan un tercio de ellos para los cargos de Aldermen. La
autonomía de los burgos ha sido también cercenada en parte
por el movimiento ceittralixador de estos últimos años. En lo
tocante á polida, el burgo, lo mismo que el Condado, está some-
tido al Chief Constable que nombra el Gobierno, á propuesta d e
los Jueces de paz, uno para cada Condado.
En el Board of local goveriznzent, cuyo Presidente es, como
se ha dicho, miembro del Gabinete, y que se compone. además,
del Lord ~ r e s i d z t edel Consejo, del Lord Guardián del Sello
Privado, y de los cinco principales Secretarios de Estado, se
han ido centralizando los siguientes servicios locales, á virtud
de la Ley de 14 de Agosto de 1871 y de otras posteriormente
dictadas, á saber: asistencia púbica (beneficencia), estndo civil,
vacuna, salz~bridad,higiene, caminos, ense?bnza escolar ó pri-
maria, locos y polzcia.
162 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

Como se ve, las reformas introducidas en estos últimos años


e n Inglaterra obedecen, por una parte, á la tendencia de con-
fiar la gestión de ciertos servicios al Poder Central, restrin-
giendo la enorme descentralización que antes existía; y, por
otra, á la de reemplazar por Consejos ó Comisiones electivas
l a administración de los Jueces de paz (1).
E n Inglaterra las autoridades locales votan los impuestos
locales y reglan é inspeccionan su empleo, sin intervenciórz a@-
Iza dtl Yarlat?zeizto.
L a tendencia centralizadora A que se ha aludido más arriba,
n o produce el efecto de centralizar servicios en favor del Estado.
Según Férron, ella no tiene otro objeto que el de establecer
una centralización local, confiando á una sola autoridad, tal como
l a Uizió/z deparroqz~ins,diversos servicios administrativos y lo-
cales que antes tenía á su cargo separada y aisladamente cada
parroquia del Condado.
E l Poder Ejecutivo Central no tiene en Inglaterra ingerencia
alguna cn las decisiones d c las autoridades administrativas lo-
cales. Si éstas violan la Ley, sc ocurre A los Tribunales de Jus-
ticia en reparación del agravio sufrido. Como se sabe, no hay
y el Poder
e n Inglaterra jurisdicción co~zte~zcioso-adnzZ1zist~at&1a,
Judicial es el encargado de asegurar la ejecución de las Leyes
en todo caso de coiztención, aun en materia administrativa ( 2 ) .
L a administración d e la ciudad de Londres está regida por
disposiciones especiales.

Organización administrativa y comunal


Los Estados Unidos de América están divididos hoy en
.?reifztay nueve Estados, diez Territorios y un Distrito Federal.

(1) Lo que precede es extractado de Demombynes.


(2) FÉRRON,
Iiz~titucio~cs
11z~zic2;b,zZcs
yjiovi~zciaZes,pig. 439.
ESTCDIOS SOBRE DEKECHO CONSi'ITUCIONAL COBIPARADO 163

L a organización del Poder Ejecutivo Central 6 Federal está


claramente determinada por la Constitución de 17 de Septiem-
bre de 1787. Daremos, pues, una idea de la organización admi-
nistrativa y co~nunalde los Estados.
Los Estados son regidos por un Gobernador, elegido cada
.dos, tres Ó cltatro años por el Estado en la forma que determina
la Constitución respectiva, casi en todos en votación popular y
por sufragio universal.
Los Estados se dividen en LO~zdnrEos,y éstos en comu~zas
.(to.ivi~s/r@s)y ciz~dades(cities).
Los gastos locales se reglan por las autoridades respectivas
d e los Condados, de las comunas (tozurzslz2;ns) y de las ciu-
dades.
Fuera de sus atribuciones legislativas, el Estado se encarga
de los gastos de la Legislatura, de sus Jueces y funcionarios
públicos; del mantenimiento de los indigentes extranjeros; de
los establecimientos de beneficencia; de los hospitales de locos;
d e los asilos para idiotas, ciegos y sordomudos; del servicio de
las dotaciones d c los colegios ó cstablecimientns científicos, y
d e las sociedades de agricultura.
E l Condado tiene á su cargo las prisiones, los gastos de jus-
ticia criminal, la conser.~ación de los caminos. IAaadministra-
ción del Condado corresponde á un Sherzx elegido por el pueblo
cada tres afios (New York) y á otros comisarios especiales, tales
como el Greffier, el Corone?,, elegidos en la misma forma y por
el mismo tiempo.
E n los tozunsk@s (que son distritos rurales cuya población
agrícola está diseminada cn varias aldeas) y en las cizruitdes, la
libertad municipal es igualmente vasta, y sólo difiere en la ma-
nera de ejercerla. L a administración del townskip se ejerce por
medio de funcionarios elegidos por el pueblo, denominados
Select-nzen, que todos los años deben dar cuenta de su gestión á
sus conciudadanos reunidos en asamblea comunal. Cuando la
población d e un township alcanza á doce mil almas, puede so-
licitar una carta d c ciz~dutd(city), que autorice á sus ciudadanos
para delegar la administración municipal en un Consejo Mzdni-
164 0T;RAS D E DON JORGE HUNEEUS

cz$nl, elegido anualmente, el cual designa de entre sus miem-


bros un Il/lajor (Maire) y los respectivos Alderme~z.Sólo cuando
llega á hacerse imposible la reunión de los ciudadanos en la
sala del Ayzlntamze7tt0, consienten éstos en desprenderse de la
facultad de administrar por sí mismos sus negocios munici-
pales.
L a facilidad con que los Gobiernos locales se han dejado
arrastrar e? .Estados Unidos hasta cometer verdaderos escán-
dalos, tales como los abusos inauditos de la Municipalidad d e
Nueva York, conocida con el nombre de Tnntl~zaízyring,y los
robos de Tweeds, manifiestan, á juicio de Paul Leroy Beaulieu,
que es altamente perjudicial el sistema de entregar á las auto-
ridades locales ó municipales la facultad de votar impuestos, y
de emitir rentas ó empréstitos. Si ese sistema, que consiste en
atribuir á las l~calidadescompleta autonomía en todo lo relati-
vo á sus propias finanzas, subsiste todavía en Inglaterra, es
merced á condiciones especiales de aquel Estado; pero en la
Unión Americana está tan desprestigiado, que en la mayor
parte de los Estados particulares que la forman se ha dejado
sentir la necesidad de un freno que impida los excesos y dila-
pidaciones de los Gobiernos locales, limitando de una manera
eficaz las atribuciones de éstos en aquello á que no alcanza la
esfera de acción propia del Gobierno Nacional.
Así, por ejempio, la Constitución de Pensilvania, reformada
el 16 de Diciembre de 1873, la de California y otras, no permi-
ten que las autoridades locales, á saber; el Condado, la ciudad,
el burgo y la comuna Ó municipalidad, puedan contraer deudas
ni establecer contribuciones locales, sino por las sumas, para los
efectos y dentro de los límites establecidos, no sólo por la Cons-
titución Federal de la Unión, sino por las Constituciones parti-
culares de los respectivos Estados que la forman.
Si en los Estados Unidos no existe, como ep Inglaterra, ju-
risdicción ad?ninistrativo-contenc?osa; si las autoridades supe-
periores del Ejecutivo no se ingieren en los detalles propios de
la competencia de los subalternos; si incumbe al Poder jz~dicinl
amparar todo derecho que motive contención; si no existe el
ESTUDIOS SORRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 165

veto que á nuestro Gobernador y Subdelegado confiere el ar-


tículo 120 (129) dc nuestra Constitilción; se comprende hoy
que dc todo ésto, que ciertamente cs harto interesante, no se
infiere absolutamente la necesidad de entregar en ningún caso
á Poder alguno que no sca el Legislativo, In enorme y trascen-
dental facultad de imponer contribuciones, sea cual fuere la
forma que se les dé, aun cuando se pretcndiera velarlas con el
nombre de empréstitos, títulos de renta Ú otros análogos.
. NO hay garantía alguna para la propiedad, ni, por lo tanto,
para la libertad del ciudadano, donde' quiera que éstc pucda
verse privado de lo suyo, contra su voluntad, sin mandato ex-
preso de la autoridad legislativa. Si sc necesita de impuestos
locales, debe crearlos siempre Zn Ley, adoptando cuanta precau-
ción sea necesaria para evitar abusos no s610 en cuanto á la
base en que deben descansar, sino también en cuanto á la ma-
nera de colocarlos y de percibirlos.
Tal es la tendencia que hoy domina en las Naciones consti-
tucionales, y la que va abriéndose camino en Inglaterra y en
10s Estados Unidos, como se lo ha abierto ya en Holanda y en
Bélgica, esas antiguas y famosas Repúblicas Unidas, donde vió
la luz y donde sucumbió luchando por la causa de la libertad
y de la independencia, el por taritos títulos ilustre Guillermo el
Taciturno.
Y ya que hacemos mérito de los Países Bajos, no estarb de-
más recordar en este mumento,.aunque sea sólo de paso y para
contraponerla á la de los Estados Unidos, que la organización
administrativa de la Bélgica y la de Holanda son muy pare-
cidas. En Bélgica, el Estado se divide en Provincias, la Provin-
cia en Distritos (An.ondissenzents), y los Distritos en Cantones.
En Holanda, el Estado se divide también en Provincias ó Esta-
dos provinciales, subdivididas en Distritos para los efectos judi-
ciales, y en Comunas ó Consejos comunales. En ambos Estados
hay en cada Provincia una Dipzrtaciólt pemnnnegte, elegida pe-
riódicamente por el respectivo Consejo provincial. Las delibe-
raciones de los Consejos provinciales deben, en una y otra
Nación, después de haber sido sometidas á la respectiva Dipu-
I 66 OBRAS DE DON JORGE HCNEEUS

tación permanente, someterse también á la aprobación del Rey,


siempre que se trate de crear 6 suprimir irnpucstos comunales,
d e contratación de empréstitos, d e adquisició~.ide inmuebles y
de otros actos de igual gravedad. El Rey puede anular las de-
cisiones de 10s Consejos provinciales, no de las Municipalidades,
si encontrare que son contrarias á las Leyes 6 al interés gene-
ral, poniendo así en ejercicio la misma atribución del veto que
nuestra Constitución confiere directamente al Gobernador de-
partamental ó al Subdelegado, ya que entr'e nosotros no existen,
como ya se ha dicho en otra parte, Asambleas provinciales.

Organizacidn administrativa y comunal

E l Brasil está dividido en veinte Provincias, subdivididas en


seiscientos cuarenta y dos Distritos ó Municipalidades. H a y
además un Municipio neutro en Río Janeiro, el cual, lo mismo
que la Corte Imperial, no está sujeto á la Asamblea Legislati-
va Provincial respectiva. E n cada Provincia funciona una Asam-
blea Legislativa Provincial, compuesta de treinta miembros cn
unas, de veintiocho en otras y de veinte en las restantes, cuya
organización y atribuciones determina la Ley de Reforma
Constitucional de 13 de Agosto de 1834. E n cada Provincia hay
además un Presidente, cuyo nombramiento y remoción corres-
ponden al Emperador, y cuyas atribuciones, competencia y
autoridad designa la Ley (arts. 165 y 166de la Constitución).
E n cada ciudad 6 villa hay un Cahildo, encargado de su go-
bierno económico y municipal. 1'0s Cabildos son electivos, se
renuevan cada cuatro años; se componen de nueve miembros
en las ciudades y de siete en las villas 6 aldeas; y los preside
uno de szls mienzbros, ele@a'opov el misrno Cabildo cada alzo. Este
Presidente (que corresponde al Alcalde español, al 2)Iq'or nor-
t e americano, al Maire francés) es el Jefe del Ejecutivo en la
ESTUDIOS COIIRF. DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO 167

localidad. L a Ley determina todo lo relativo al ejercicio de las


funciones municipales, formación de ordenanzas de policía,
aplicación de rentas y desempeño de cualesquiera atribuciones
propias de los Cabildos (arts. 167, 168 y 169 de la Constitu-
ción).
Las Asambleas Legislativas P~ovincinlesse componen de in-
dividuos elegidos de la misma manera que los Diputados á la
Asnnzblea general 6 Cofzgreso del In~perzo,y dzlran dos a?Zos,
pudiendo ser reelegidos. Tienen autoridad legizlaAva en todas
las materias que enumeran los artículos 10 y 1 1 de la citada
Ley de Reforma Constitucional de 1834, entre las cuales figu-
ran las relativas á contribuciones provinciales y municipales,
á empréstitos de igual naturaleza, á fiscalización del manejo d e
las rentas locales, á cuentas dc percepción y gasto de las mis-
mas; á creación, supresión, nombramiento y dotación de em-
pleos municipales y provinciales.
Para comprender cuán vasta es en el Brasil la acción de las
autoridades provinciales y municipales, y cuán limitada es la
que corresponde al Gobierno central, representado por el Presi-
dente de la provincia, debemos recordar que, según el artícu-
lo 20 de la recordada Reforma Constitucional, el Presidente d e
una provincia no tiene facultad de observar las decisiones de la
respectiva Asamblea Legislativa Provincial, sino tan sólo para
que el Poder Legislativo pueda revocarlas si fueren opuestas á
la Constitución, á los impuestos generales y á los derechos d e
otras Provincias, 6 á los tratados. Las Asambleas legislan so-
bre gastos mzinic$ales y provincinIes y sobre los i~~tpuestosque
para ellos fueren necesarios, sietnpre que éstos no perjudiquen á.
las contribuciones generales del Estado. Los Cabildos pueden
profoner los medios de ocurrir á los gastos d e sus Municipios
(art. 10, Ley citada).
Los gastos provinciales se fijan sobre presupuesto del Presi-
dente de la Provincia, y los municipales sobre presupuesto d e
los respectivos Cabildos (inc. 6.0 del art. 10 de la Ley d e Re-
fcrma Constitucional citada).
Una de las facultades que corresponden al Emperador del
I 68 OBRAS DE DON JORGE HUXEEUS

Brasil, á virtud del poder moderador que ejerce conforme al


artículo IOI de la Constitución, es la de aprobar ó suspender
pvovisionalnzente las resoluciones de los Consgbs Provinciales,
hoy reemplazados por las Asanzbleas Legislativas Provinciales.
Esa suspensión provisoria defiere al Poder Legislativo General
del Inzferio la decisión del conflicto. El Emperador no está in-
vestido en el Brasil, como Jefe del Poder Ejecutivo Central, d e
muchas de las atribuciones que en Holanda, en Bélgica, en
Francia y en España, por ejemplo, han conferido al Rey ó al
Presidente las respectivas legislaciones en los negocios locales.
E l hecho se explica sin embargc de una manera facilísima, con
sólo recordar que, en realidad, el Brasil tiene más dé la organi-
zación federal norte-americana, que del sistema propiamente
unitario, hoy dominante en la gran mayoría de los Estados
Constitucionales.

Organización administrativa y comunal

L a Confederación Szriza, formada por la unión de los pueblos


d e sus veintidós Cantones, confía el Poder Ejecutivo Central al
Consejo Federal, compuesto de siete miembros, elegidos cada
tres años por la Asamblea Federal (Congreso), la chal elige
anualmente uno de esos siete para el cargo de Presidente de la
Cozfedevación.
L a Constitución de 1874 ha estrechado enornzenzetzteel vinczrlo
federal, estableciendo un sistema zrnifarnte para todos los Can-
tones respecto á los puntos siguientes: capacidad civil; todas las
materias de Derecho Comercial; propiedad literaria y artística,
apremio por deudas; quiebras; abolición de la pena de muerte
(salvo en materia militar) y de toda pena corporal, etc.
Todos los Cantones de alguna extensión están divididos (se-
gún las respectivas Constituciones ó Leyes) en Distritos (Berna
ESTUDIOS SOBRE D E R E C H O CONS'i'lTUCIONAL COAII'ARAD3 169
-
por ejemplo, tiene 30; Zurich, I 1). E n esos Distritos la autori-
dad ejecutiva y adnzi?zistvatizw está representada por un Prefec-
to, nombrado en algunos cantones por el Co~zszjoEjecz~tizrodel
CatitÓn mismo, en otros por el Grarz Consejo (Congreso) del Can-
tón, y en algunos cantones directamente por el pueblo.
L a organización de los Poderes Pziblicos en cada Cantólz está
calcada por decirlo así, sobre la de la Suiza misma. El Poder
Legislatfi~ocorresponde á un Grau Corzsejo (equivalente á la
Asamblea Federal), compuesto de dos Cámaras Ó de una sola, y
á los cilldada~roselectores en materias d r revisión constitucional y
de sanción de Leyes; el Poder Ejecz~tir~o corresponde á un Con-
seja Fjecz~tivo(equivalente al Consejo Federal), elegido general-
mente por el Gran Consejo (Congreso Cantonal); y el Poder
Judicial está organizado teniendo siempre á la cabeza un Tri-
cTlz~ilalSzqrenzo (que corresponde al Tribunal Federal).
E n algunos cantones funciona al lado del Prefecto un Conse-
jo de Distrito (en Berna no).
Los Distritos se subdividen en comunas, que son de tres cla-
ses: comunas Mz~~zicipaZes,comunas de cizra'ad 6 villa (bozr-
geoises) y comunas fnrroq~~iaLes, cuyas atribuciones son más
extensas en los í:antones alenzanes que en los latinos.
Á la cabeza de cada conzztna hay un jefe que se llama Sindi-
co en algunos Cantones, ~Waireen otros y Presidente en otros.
Ese jcfc es siempre nombrado por la Comuna y es cl primer
miembro del Colzsejo Conzz~naló M~i~zicipal. Este Consejo admi-
nistra dentro de los limites fijados por la Ley y bajo cl control
de la Asanzblea General de los ciudadanos activos.
Como se comprende, el sistema de administración local no es
idéntico en todos los Cantoncs. Tomando como tipo el de Ber-
za, se observa que la Asamblea General dc la comuna resuelve
en él un gran número de asuntos. Entre otras atribuciones,
tiene 12 de establecer co~ztribzrcionesco~7zz~?zaZes; la de vender ó
adquirir inmuebles; la de contratar empréstitos comunales; la
fijación del presupucsto anual de la comuna, y la revisión y
aprobación de las cuentas de la misma.
Conviene observar que el Consejo Ejecz~tiz~o del Cantón de
Ton10 111 12
I7O OUllAS D E DON JORGE HUNEEUS

Berna, é igual cosa sucede también en Ginebra y en otros Can-


tones, puede stls$e?trEer y p~o$o7zerla remoción de los rnicmbros
de las autoridades comiinales por vio(aciÓn de Ley; pero no
decretarla. L a re~fzocióndc esos funcionarios no puede llevarse
á efecto sino por sentencia d c los Tribunales de Justicia, que
resuelven el caso definitivamente.
Así, pues, las autoridades administrativas, aun el Consejo
Ejecutivo del Cantón mismo, no tienen atribuciones bastantes
e n Berna para revocar Ó anzr l a r guber~zativanzenteuna resolu-
ción comunal. Cuando más pueden suspenderla, para dar así
lugar á un pronunciamiento del Poder Judicial, único compe-
tente para fallar, como sucede en Inglaterra y en Estados
Unidos.
No tenemos noticia de que cn Cantón alguno de Suiza se en-
cuentre establecido el recurso administrativo que se conocc,
entrc nosotros, con el nombre de velo suspensivo de la al~tori-
ctnd de$arla~~ze~ztaZ.

Organización administrativa y comunal

L a Francia, despiiés de la guerra cie 1870, ha quedado divi-


dida en ochenta y seis Departamentos, y ;idcmás la ciudad de
París, y el Territorio de Belfort, cuyas administraciones se rigen
por disposiciones especiales.
1.0 L a administración de caak Deprtrtanzento está confiada á

un Consejo Gefzeral, cuyo número de miembros varía entre die-


cisiete y sesenta y dos, elegidos por sufragio universal, por seis
años, rcnovables por mitad cada tres años, é indefinidamente
reelegibles; y á una Co~?zzsiÓ/zD@arta~?zeiztnZpermanente, elegi-
d a por dicho Corisejo de entre sus miembros, á fines de Agos-
to de cada año, compuesta de cuatro á siete miembros, tarnbidn
reelegibles indefinidamente.
-

El Conseja y s7r Conzisióiz deliberan y estatuyen acerca de los


asuntos departamentales; ejercen cierta tutela sobre los Conse-
los Mztnicipales, é inspeccionan y fiscalizan la administración
del Prefecto, representante del Poder Ejeciitivo, nombrado por
Cste, é investido realmente del Poder Ejecutivo en el Departa-
mento. El Poder Central y el Prefectogozan de un vasto dere-
cho de tutela en las deliberaciones del Consejo y de la Comisión.
Cerca del Prefecto funciona un Colzsejo de Prefectura, compuesto
de funcionarios nonzbradospor e¿ Gobierno, y que sirve á la vez
de Co~izisiánc07zsz~lti'lapara el Prefecto, y de Tribunal en lo ad-
lit i~zistrativocontencioso.
2.O El Departamento se divide en Distritos íarroizliisse-
?neizts). E n cada uno de éstos hay un Coizsejo de arro~tdisse-
ntent, elegido por sufragio universal, cuyas atribuciones son
casi c=ccl~si'lanze~zte consultivas, cuyo número de miembros es
igual al de los cantones del Distrito, no pudiendo bajar de nzreve,
elegidos por seis años, y renovables por mitad cada tres años.
Un Subprefecto, ~zonzDradopore l Gobierno central, representa á
éste en el Distrito, y obra bajo las órdenes del Prefecto sin atri-
buciones personales de importancia.
3.0 El Arrondisse~ílzentse divide en caiztones que constituyen
una división más bicn judicial que administrativa. El cantón
sirve de circunscripción electoral para la elección de los Con-
sejos de Departamento y de Arrondissernent, Constituye á me-
nudo el circulo dentro del cual obran los comisarios de policía
rurales; pero no ticne Consejo especial.
4.:LEl cantón se divide en comunas. La comund es adminis-
trada por un Consejo Mz~izicipal,elegido por sufragio universal,
por un alaire (Alcalde), y sus arljzriztos, elegidos por el Consejo
Miinicipal de entre sus propios miembros. El número de éstos
varía desde diez hasta treinta y seis, según la población. Los
Consejeros Municipales son elegidos por tres años y sus funcio-
nes joii gratuítas. El Poder Ejecutivo corresponde al Maire,
que cs, á la vez, representante del Gobierno y jefe de la Muni-
cipalidad. Los Corzsqos Mr~zicipadespueden, en ciertos casos, ser
susóet'diu'os por el Y~efecto del Departamento respectivo: y dz-
172 OBRAS DE DON JORGE H U N E E U S

sueltos por r.lecrefo del IJresidezte de la RepzíbZica. Basta esto


para comprender cuánta es la centralización que todavía existe
en Francia en materia administrativa (1).
L a Francia es hoy uno de los pocos países de Europa en que
el Poder Ejecutivo provincial no se ejerce en participáción con
una Acamblea provincial, con un comité nombrado por dicha
Asamblea, y con el representante d-1 Poder central. Subsiste
allí por completo la tutela organizada por la Ley de Pluvioso
del aiío VIII. El Prefecto nombra y remueve á los funciona-
rios pagados con fondos del Departamento, á menos que los
nombre y remueva el Poder Central; tiene a su cargo la prepa-
ración de todos los asuntos que deben someterse á las delibe-
raciones del Consejo General; él sólo expide 6rdeaes á los
agentes ejecutivos, y él sólo regla todos los detalles que esa
ejecución envuelve.
E n toda la Europa no hay sino cinco Estados, en los cuales
el Poder Ejecutivo Provincial (Departamento en Francia), no
es ejercido, dentro de cierto límite, por Asambleas Locales.
Esos Estados son: la Francia, la Dinamarca, la Noruega, la Ba-
viera y la Sajonia. Estas dos últimas deber] colocarse antes que
la Francia, porque los comités de Distritos tienen en ambns
Poderes más extensos que los de nuestra Comisión Departa-
mental. L a Francia, ocupa, pues, el último lugar con la Dina-
marca y la Noruega (2).
E n Francia existe no sólo la centr~nlizació~tadministrativa,
que consiste en confiar á la cu..ital del Estado la decisión de
todas las cuestiones, sino también la tutela administrativa, que
no es otra cosa que la itltervención del Gobierno en la adminis-
tración 1i12~?2ic$nlt5Depnrt~tnzental(3).
Puede desarrollarse una tendencia ce~ztt*alizadovatratándo-
se d e asuntos de interés general y de grave importancia, y
ESIUDIOS SOBRE DERECHO COPíSTITUCIONXL COMPARADO l73

no darse cabida, sin embargo, A la ingerencia del Ejecutivo


en los asuntos locales, ó sea, á la tutela adtninistrativa. L a
Suiza, por ejemplo, ha tendido, sobre todo desde 1874, á la cen-
tra!ización bien entendida de muchos ramos del servicio públi-
co; pero no da cabida en sus institucionespolíticas á que in-
tervengan directamente las autoridades superiores del Estado
ó del Cantón en los negocios de carácter local. ¡Cuán distinta
cosa sucede en Francia!

Organización administrativa y comunal

Según la Constitución vigente, que es la promulgada en 30


d e Jiinio de 1876, debe haber en cada Provincia una Diflutació~t
Provi?zclal, elegida cn la forma que determine la Ley y com-
puesta del número de individuos que ésta señale. Habrá en los
pueblos Alcaldes y Ayufzta?rzientos:notnbrados estos últimos por
los vecinos á quienes la Ley confiera este derechp. L a organi-
zación y atribuciones de las Diputaciones Provinciales y Ayun-
tamientos se rigen por sus respectivas Leyes, y éstas deben
ajustarse á los principios siguientes: J.O, gobierno y dirección
d e los intereses peculiares de la Provincia ó del pueblo por las
respectivas corporaciones; 2.0, publicación dc los Presupuestos,
cuentas y acuerdos de las mismas; 3.O, intcrvención del Rey, y,
cn su caso, de las Cortes, para impedir que las Diputaciones
Provinciales y los Ayuntamientos se extralimiten de sus atri-
buciones e i ~perjuicio de los intereses generales y permanentes;
y 4.O, determinación de sus facultades en materia de impuestos,
á fin d c que los Provi~zcialesy Mz~?zic$alesno se hallen ?zunca
en oposición co~zel sistenta tl-ibz~tariode¿ Estado.
Los preceptos que anteceden, consignados en los artículos S?,
83 y S4 de la Constitución de 1876, son los únicos que Ésta
contiene en orden á Administración Provincial y Comunal. Las
OllIlAS DE DO> JORGE H U N E E C S
174

Leyes que en la materia rigen en Espalia son: la de 2 0 de Agos-


to de 1870 y la de 16 de Diciembre de 1876.
¿a primera de ellas ha dividido la Monarquía española en
cuarenta y nueve Provincias, cuyos limites se han fijado pres-
cindiendo por coinplcto de las antiguas divisiones, salvo en lo
tocante á Asturias, A fin de estorbar las tendencias separa-
tistas.
E n cada Provincia hny: 1.0, una Diputación Provincial; 2.0,
una Comisión Provincial permanente; y 3.0, un Gobernador.
Idas Provincias se subdividen en Téy~ninosMz~?zicipales.L a
administración municipal corresponde á un Ayz~lztamie~zto, y el
Poder Ejecutivo se ejerce en cada tCrmino por un Alcalde y
por los Tenientes de Alcalde.
El Término Municipal se divide en Distritos, y los Disfritos
se subdividen en bar-uioi.
1,a Diputación Provincial se compone del número de Vocales
qiie detcrmine la Ley, elegidos en votación directa por los elec-
tores :nunicipales, cada cuatro arios, y renovables por mitad
cada dos aííos.
L a Diputación Provincial califica los poderes de sus miem-
bros, con apelacidn para ante la Audiencia respectiva; tiene á
su cargo la administración de los intereses particulares de la
Provincia, tales como caminos, establecimientos de beneficencia
6 de instrucción, y todos los trabajos públicos de interés pro-
vincial; nombra y destituye los empleados, y fija sus sueldos.
Sus resoluciones son ejecutorias; pudiendo ser siispendidas por
el Gobernador d por el Poder Judicial sólo en caso de incom-
petencia ó de violacidn de la Ley.
El Gobernador es representante del Poder Central; preside
la Diputación; tiene voto en ella; ejerce el Poder B:jecutivo en
la Provincia; es nombrado por el Rey, y ec arnoviblc á volun-
tad de éste por decisión acordacia en Consejo de Ministros.
El Gobernador y los Consejeros Provinciales son personal-
ineritc responsables de los daños que puedan causar con la eje-
cución Ó la suspensión de las decisiones de las Diputaciones
Provinciales, en los caso5 de ilegalidad.
ESTIIDIOS SOBRE D E I I E C H O CONSTI'TUCIONAL C O l f P r ~ R A D O I75

L a Diputación Provincial propone al Rey una lista triple de


de siis propios miembros, á fin de que nombre cinco de los pro-
puestos, para que constituyan la Coí~isid~z Provií~cialPenlra-
~zente. Ecta Comisióri funciona bajo la presidencia del Gobcr-
nador; cada uno de sus miembros es remunerado; se reune
cuantas veces lo requiere el despacho de los asuntos que le es-
tán confiados; y, además de sus atribuciones administrativas,
funciona como Tribunal en lo contencioso administrativo en
varios casos, tales como en los litigios referentes á la ejectición
de trabajos públicos, en los reciirsos relativos á reemplazos mi-
litares, y otros.
E l Ayuiztanziento, que es la asamblea deliberante del Térrni-
no Municipal, se compone del número de Kegido~esque deter-
mina la Ley (desde seis hasta cincuenta), elegidos por cuatro
años, y renovables por mitad cada dos años. Los Regidores
son elegidos en votación directa por los vecinos residentes en el
Término Municipal desde dos años á lo menos, y que paguen
en él una contribución directa. El Ayuntamiento elige al Al-
calde y á los Tenientes de Alcalde de entre sus propios miem-
bros, cada dos años. E n las capitales de Provincias y en las ciuda-
des cuya población exceda de seis mil habitantes, el Rey puede
elegir al Alcalde y d sus Tenientes, pero de entre los miembros
del Ayuntamiento mismo. Las funciones del Alcalde son gra-
tuitas.
El Ayuntamien,to es la única autoridad competente para la
administración dc los intereses comunales, especialmente en
materia de caminos, calles, edificios municipales, y, en general,
en lo relativo á todos los trabajos í,agados con fondos de la co-
muna para cstableciinientos de instrucción, servicios sanitarios
y segiiridad pública. Puede dictar ordenanzas de policía, de
acuerdo con la Diputación Provincial y con aprobación del Go-
bernador. Nombra y revoca á todos los empleados municipa-
les, menos los agentes armados de la Policía de Seguridad.
E l Alcalde j ~ e s i d eel Ayuntamiento; es también el represen-
tante del Gobierno central, y, en este carácter, hace ejecutar
las Leyes bajo la autoridad del Gobernador, dirige la policía.
OBRAS DE D O S JORGE HUNEEUS
T 76

y tiene bajo su dependencia exclusiva á los agentcs armados


de la Policía de Seguridad.
Los Tenientes de Alcalde administran los distritos por de-
delegación y bajo la autoridad del Alcalde. Cada barrio es ad-
ministrado por un Alcaldc de barrio, que el Alcalde nombra
de entre los electores del barrio respectivo.
Todas las cuestiones que conciernen á las finanzas y á los inz-
pzrestos de la Comuna ó Municipio, son discutidas y resueltas por
una Junta Municipal, compuesta del Alcalde, de los Tenientes
de Alcalde y de un número igual de vocales asociados, designa-
dos á la sucrte de entre los miembros del Ayuntamicnto res-
pectivo.
Las pequeñas parroquias que forman parte de un término
Municipal, conservan la administración de sus bienes. Eligen
una Junta que los adrnicistra bajo la vigilancia dcl Ayunta-
miento.
I d a considerable libertad local que existe en España impone
grave responsabilidad á los encargados de mantenerla. Los
miembros del Ayuntamiento, los Alcaldes y sus Tenientes,
pueden ser sometidos á censura y á multas por infracción d e
Ley, por abusos ó excesos de poder, por negligencia en los ser-
vicios que les están confiados, y por desobediencia á las auto-
ridades superiores. Su responsabilidad sc hace efectiva ante l a
Adniinistracidn misma ó ante los Tribunales. Los Alcaldes y
los Tenientes de Alcalcle pueden ser suspendidos por el GO-
bierno, y revocados por decisión expedida en Consejo dc Mi-
nistros (1).

U Y Z / ~ I L-El
~ J I .territorio de la República del Uruguay se di-
vide en Departamentos (hay diecinueve), en la cabecera d e
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO I77

cada uno de los cuales hay un agente del Poder Ejecutivo, de-
nominado Jefe Político, á quien corresponde todo lo gubernati-
vo. E n todos los demás pueblos hay agentes subalternos deno-
minados Tenietztos sujetos al Jefe Político.
Para p ~ d e rser Jefe Político de Departamento se requiere
ciudadanía en ejercicio, ser vecino del Departamento, poseer
en él propiedades cuyo valor no baje de cuatro mil pesos, y
ser mayor de treinta años. Sus atribuciones, deberes, sueldo y
tiempo de duración del cargo se determinan en reglametitos
dictados por el Presidente de la República, con aprobación de
la Asamblea General (Congreso), y su nombramiento, como
también el de sus Tenientes. corresponde exclusivamente al
Ejecutivo.
E n cada pueblo cabeza de Departamento hay una Junta con el
título de Económica Administrativa, compuesta de ciudadanos
vecinos, propietarios de bienes raíces, y cuyo número, según la
población, no bajará d e cinco mil ni excederá de nueve mil
habitantes. Los miembros de estas Juntas, propietarios ó su-
plentes, son elegidos en votación directa, según el método que
prescriba la Ley; duran en esas funciones tres añoc, y sus car-
gos son puramente concejiles y sin sueldo alguno. Las Juntac
A que aludimos, que corresponden á nuestras Municipalidades,
tienen por principal objeto promover el progreso público, pu-
diendo disponer de los fondos y arbitrios que se~?nkZa Ley, en
la forma que ésta prescriba; pero no tienen atribuciones preci-
sas de importancia, ni facultad de imponer por sí solas contri-
buciones locales, de contratar empréstitos, ni otras análogas.
Sobre todas estas materias resuelve Zn Ley lo que mAs con-
venga.
m
% m

Repziblica Arge?zti7zn.-La Constitución nacional ó federal


~ r g e n t i n adispone: que las Provincias en que su territorio está
dividido (y que hoy son catorce), conservan todo el poder no
delegado por aquélla al Gobierno Federal y el que expresa-
mente se hayan reservad3 por pactos especiales al tiempo de
1 7 ~ OBRAS DE 1;OX JORGE HDh'EELIS

su incorporación; que las Provincias se dan sus propias institu-


ciones locales y se rigen por ellas; que eligen sus Gobernadores,
sus legisladores y demás funcionarios de Provincia, sin inter-
vención del Gobierno Federal, y que cada Provincia dicta su
propia Constitución, bajo el sistema representativo republicano,
de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la
Constitución nacional, y que asegure su administración de jus-
ticia, su régimen municipal y la instrucción primaria. Bajo estas
condiciones, el Gobierno Federal garantiza á cada Provincia el
goce y ejercicio de sus instituciones, como sucede en los Esta-
dos Unidos, en Méjico y en Venezuela.
L a Constitución de la Provincia de Buenos Aires que elegi-
mos como tipo de entre las catorce provinciales que forman la
República vecina, organiza, por supuesto, el Poder Legislativo,
el Ejecutivo y el Judicial provinciales, y establecc, además, la
siguiente organización administrativa y comunal.
L a Provincia se divide en Distritos administrados cada u n o
por una Municipalidad compuesta de individuos elegidos en
votación directa y que permanecen dos aiios en el ejercicio d e
sus flinciones. Toda Municipalidad debe constituirse en un de-
partamento ejecutivo y en otro deliberativo.
Entre las atribuciones inherentes al régimen municipal, estri
incluída la de vota), arzual~nenteelpresz@nestoy los reczrrsos para
costearla; pero con la limitación de qz~etodo azlnte7zto de iutpzlesto
necesita la sanción de la mayoría absoluta de votos del cuerpo
deliberante, aumentado, para ese acto, con un númcro igual al
que lo componga de los contribuyentes mayores del Municipio,
observándose el mismo procedimiento para votar empréstitos.
D e esto se infiere que en la Provincia de Buenos Aires no s c
puede crear un impuesto nuevo sino en virtud de Ley ~rozlin-
L-ial, ajustada á la Ley fz~nda~í~ental
de la República Argentina.
Esta misma limitación esiste, tratándose de ciertos impuestos
generales 6 nacionales, en los Estados U ~ i d o s ,en la Suiza, y
probablemente en todos los Estados regidos por el sistema fe-
deral.
* *
?#
ES1Ul)IOS SOBRE DERECI-IO CONSTITUCIONAI, CO3IPARAI)O '79
-
Pemi.-En el Perú, como en Chile, no se puede imponer con-
tribuciones sino en virtud de una Ley, en proporción á las facul-
tades del contribuyente, y para el servicio público.
L a Constitución de 10 de Noviem~rede 1860, que as: lo
ordena, divide la República en Departamentos y Provincias li-
torales; subdividiendo los Departamentos en Provincias, y éstas
en Distritos; establece Prefectos en los Departamentos y Pro-
vincias litorales, Subprefectos en las Provincias, Gobernadores
en los Distritos, y Tenientes Gobernadores donde fuere necesa-
rio; confía al Ejecutivo los nombramientos de estos funcionarios
y la remocidn de los Prefectos y Subprcfectos, y prescribe que la
determinación de las atribuciones de todo ellos y su duracidn
es materia de Ley. Estatuye asimislno que habrá Munici-
palidades en los lugares que designe la Ley, y que ésta deter-
minará cuáles son las funciones de esas corporaciones, sus res-
ponsabilidades, las calidades de sus miembros y el modo de
elegirlos.
E n resumen, la autoridad local municipal rio está organi-
zada en el Perú por la Constitución, sitzo $03. Za Ley, como
sucede en el Paraguay; y, según ha podido verse más arriba,
también en gran parte en el Uruguay.

Eczrador.-Según las Constituciones de 30 de Marzo de 1861,


de 3 I de Marzo de 1878 y de 13 de Febrero de 1884, el territorio
de la República del Ecuador se divide en Provincias; éstas en
Cantones, y éstos en Parroquias. E n cada Provincia hay un
Gobernador, Agente inmediato del Ejecutivo; un Jefe Político
en cada Cantón, y un Teniente en cada Parroquia. L a Ley de-
termina las atribuciones de estos fiincionarios.
Para la administración de los intereses seccionales, había, se-
gún la Constitución derogada dc r 878, Cn'nznros P~ovinci~zles en
los lugares que determinaba la Ley. Según la de 1861 y de I 884,
reformada ya en 1887, hay Mui~icipalidades provinciales, can-
tonales y parroq~iiales, cilyas atribuciones determina la Ley;
180 OBRAS 1>l? DON JORGE H U N E E U S

pero sin conferirles, corno la Constitución derogada de 1878, l a


facultad de crenv i;?zpz~estoslocales,que son hoy materia de Ley.
Llama la atención en las Constituciones ecuatorianas d e
1861, de 1878 y de 1884 un progreso notable. Según ellas n o
se ejecutarán los acuerdos municipales que se opongan á la
misma Constitucidi ó á las Leyes; y caso que sobre esta mate-
ria se suscitare alguna cuestión, se decidivh$or la Corte Szrpre-
?Iza de Jrrsticin, y no por el Consejo de Estado, como sucede en
Chile.
Las Constituciones del Ecuador, según las cuales no puede
exigirse ningún impuesto, derecho ó contribución sino en vir-
tud de Ley, como sucede en Chile, han pasado mAs allá que
nosotros respecto de libertad municipal, porquc, si bien aceptan
que las resolucionec municipales no se ejecuten cuando fueren
opuestas á la Constitución Ó á la Ley, ó, sirviéndonos de las
palabras de nuestro Código Fundamental, cuando fueren con-
trarias al orden público, han cuidado de prescribir terminante-
mente que, cuando se suscitare cuestión, sea decidida por el
Primer Tribunal de la Nacicín, por la misma Corte Supre-
ma de Justicia, y no, como en Chile, por el Consejo de Es-
tado. Y nótese que este cuerpo conserva intacta, conforme A lo
dispuesto en el artículo 36 de la Ley de Municipalidades de 12
de Septiembre de 1887, la facultad de resolver en definitiva las
ciiestiones á que diere lugar el veto que el Gobernador depar-
tamental ó el Subdelegado en su caso, opusieren A los acuerdos
ó lresoluciones municipales. Idéntica cosa sucede en el caso
prescrito en el artículo 96 de dicha Ley. Si una Municipalidad
desestima en Chile las reclamaciones que se intcrpusieren con-
tra sus resoluciones ilegales, que no cousztltaren los inte?,eses Zo-
cales ó que 120 fzteveiz de szr conzpetencia, resuelve el Consejo de
Estado.
E n el Ecuador, la Constitución de 1878 daba cabida á la
institución de Cámaras 6 Asambleas Provi~zciales,quecorrespon-
dían á los Consejos Provinciales :dc Bélgica, á las Asambleas
Legislativas provinciales del Brasil, á las Dipiitaciones provin-
ciales de Espalia, á las Asambleas Departamentales de Colom-
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COJlPARADO 181

bia, y A las Asambleas provinciales que creó en Chile la Cons-


titución de 1828 y que suprimió la de 1833.

Boliz~ia.-El territorio de la República de Bolivia se divide


en Departamentos, regidos por un Prefecto; éstos en Provincias
regidas por un Subprefecto; y éstas en Cantones, regidos por
un Corregidor. E n la cn~rzflaAnhay Alcaldes nombrados por el
Subprefecto. Los Prefectos y Subprefectos duran en sus fun-
ciones cuatro años; pero pueden ser removidos por el Presiden-
t e de la República por causales que afecten al buen servicio d e
la Administración ó comprometan el orden público. I d a Ley
determina las atribuciones de los Prefectos, Subprefectos, Co-
rregidores y Alcaldes d e campaña.
E n las capitales de Departall~ento hay, cn Bolivia, Consejos
Municipales. E n las Provincias, en las secciones en que están
divididas, y er. cada puerto hay el número de Juntas Municipales
que determina la Ley, y en los Cantones habrá Agentes Munici-
pales, dependientes de las Juntas, y éstas de los Consejos.
L a 1,cy determina el número de Municipales, y regla su
elección y demas detalles.
Entre las atribuciones de las Municipalidades de Bolivia, que
son más 6 menos las que corresponden 5 toda Municipalidad
dondequiera que sea, llaman solamente la atención la de esta-
b l e c e r ~szlprifnir ilizpuestos ?~zuzic$ales, previa ap?*obació~z
de2
Secado, y la de celebrar entre sí contratos y arreglos, cuando
éstos tengan por objeto promover y llevar á ejccucirjn cmpre-
sas de viabilidad que abarquen dos ó más departamentos, con
tal que la combinacidn esté basada en desembolsos 6 compro-
misos del Tesoro Municipal de los Departamentos a quienes
concierna el negocio.

Colo~/zdia.-El territorio de la Repíiblica de Colombia, tal


como está constituído desde el 5 de Agosto de 1886, se divide
1S2 UCRAS DE D O N J O R G E IIVNEKUS

para el servicio administrativo, en nueve Departamentos, cada


uno de los cuales corresponde respectivamente á uno de los an-
tiguos Estados: los Departamentos se dividen en Provincias, y
éstas eri Distritos Municipales. L a Ley regla todos los detalles
que reclama la transicicín del antiguo regimen federal al nuevo
sistema unitario.
E n cada Departamento debc haber una corporación admi-
nistrativa llamada Asanzblea Dejartanzental, compuesta dcl nú-
mero de Diputados que corresponda i4 la población, á razón de
uno por cada doce mil habitantes elegidos en votación dirccta
por el pueblo, de la misma manera que los Consejeros Munici-
pales. Idas Asambleas Departamentales votan cada dos aííos el
presupuesto de las rentas y gastos del respectivo Departamen-
to, y, para cubrir los gastos de administración que les corres-
col¿las condicio~zesy den-
pondan,pueden establecer co?ztribucio~zes,
o los ihzites quejje lu Ley.
f ~ de
A los Consejos IYlunicipales corresponde votar, en conformi-
dad con las ordenn~zzasexpedidas por las Asambleas, las con-
tvihucione.~y gastos locales.

De la exposjción contenida en este capítulo se infiere que en


Chile no está garantida eficazmente la libertad municipal:
1 . 0 , porque todas las ordenanzas municipales deben ser aproba-

das por el Presidente de la República; y como la Constitución


no designa taxativamente cuáles son las materias de ordenanza,
la Ley puede en este punto disponer lo que más ó lo que menos
convenga, cuando lo natural y conveniente seria quitar toda in-
tervención al Poder Ejecutivo Central en tales asuntos; 2.0, por-
que el Gobernador ó Subdelegado en su caso, puede vetar las
resoluciones municipales que eizco7ztrnre pe?~zrdicialesal oi.den
pública, y estas expresiones se prestan á una interpretación tan
vaga, que destruye y anula la acción municipal; 3.0, porque cuan-
ESTUDIOS SORRE DERECHO CONSTITUCIONAI. C0MPARAL)O 183

do ocurren competencias entre nuestras autoridades adminis-


trativas y los Tribuiialcs de Justicia, las resuelve el Consojo d e
Estado, rindiendo indebido homenaje, con mengua del Poder
Judicial, al absurdo sistema de la jurisdicción contencioso-ad-
ministrativa, hoy rechazado, entre otros Estados, por la Ingla-
terra, los Estados Unidos, el Brasil, la Suiza, la Confederación
Argentina, el Paraguay y Bolivia, como entendemos que lo
está tambidn, aunque no categóricamente por expresa disposi-
ción constitucional, sino por efecto de la Ley en el Uruguay y
en el Perú.
E n el Ecuador y en Colombia la Ley puede crear tribunales
investidos dc jurisdicción coi~tencioso-administrativa.L a Cons-
titución tampoco los crea explícitamente en esos Estados.
En España existe la jurisdicción contencioso-administrativa
en una esfera menos vasta que en Francia; pudiendo afirmarse
que en esta República y en la de Chile, la jurisdicción á que
estamos aludiendo no se recomienda por el número de adhe-
siones importantes que la acojan, sino por el descrédito en que
ha caído entre las Naciones sinceramente amantes de la libertad
rn~inicipal. Nos parece inaceptable conferir A la autoridad ad-
mini4trativa la facultad de resolver en definitiva las contencio-
nes que el ejercicio de esa misma libertad puede naturalmente
provocar ( 1 ) .
Nuestra aspiración vivi3ima es, por lo tanto, que se reformt
nuestra Constitución en el sentido de suprimir la intervención
del Presidente de la República en la formación de las ordenan-
zas municipales; que se suprima el veto suspensivo del Gober-
nador, en cuanto no sea exclusivamente reqiierido por el respeto
debido á la Constitución y á la Ley, como sucede en Holanda

(1) Segtin la ~onstitbcibilde Buenos Aires, los Municipales responden


ante los Tribzrnnles orditrn~iosde sus oinisiones y transgresiones:á la inisina
ConstituciOn y P las Leyes, y P la Corte Suprema Provincial compete resol-
ver en Uiiica instancia las causas contencioso-administrativa. El Goberna-
dor de la Provincia no estP investido de la facultad de vetar las resolucioi~es
inunicipales. Lo dicho respecto Li Buenos Aires es aplicable, así lo enten-
demos, rl las otras trece Provincias nrgentinas. (Nota (le2 Autor).
OIIRAS DE DON JORGE IIUZI'PEUS

y eil Bélgica; y que, sobre todo, se supríma por compIeto de


nuestro mecanismo constitucional la jurisdicción contencioso-
administrativa y el misinísimo Consejo de Estado, según lo he-
mos expresado ya más de una vez. Insistimos en estas ideas,
porque creemos servir así la causa de los buenos principios y la
d e la conveniencia bien entendida de la República, rindiendo,
á la vea, el homenaje debido al método inductivo y á la opiniún
si no de la totalidad, á lo menos de la gran mayoría de las
Naciones más adelantadas que se rigen por el sistema consti-
tucional representativo.
De las garantías de la seguridad y Propiedad

(De las materias contenidas en éste, trata el Autor en el VI


d e la obra que precede; 6 sea al examinar, corno lo hace, conjunta-
mente las garantías consignadas en el capítulo IX y los derechos ase-
gurados 3 los habitantes de la República en el capít
Ulo IV, titulado
i~DerechoPlíbiico d e Chile.!!
Disposiciones generales

Artículos 144 á 153 (antiguos 153 á 162)

Los artículos 144 y 145 (153 y 154) disponen que cn Chile


la educación pública es una atención preferente del Gobierno;
que el Congreso formará un plan general de educación nacio-
nal; que el Ministro del Despacho respectivo le dará cuenta
anualmente del estado d c ella en toda la República, y que Iia-
brá una Superintendencia de Ediicación Pública, á cuyo cargo
cstarh la Inspección de la Enseñanza Nacional, y su dirección
bajo la autoridad del Gobierno.
Á lo expresado en el segundo tomo de La Co?zstitz~ción ante
el Cong~esosólo nos resta añadir que únicamente por excepción
se encuentran cn las Constituciones eiiropeas que se comparan
con ia nuestra, preceptos análogos á los que ucabamos de re-
producir.
E n Estados Unidos, el inciso 8.0 del único número de la scc-

(1) Guiados por el propbsito de dar integridad completa á la Obra pre-


cedente, nos hemos atrevido i agregar los capítulos X y XI que se siguen,
y que, desgraciadamente, no alcanzaron á estudiarse comparativa y espe-
cialmente en el texto original o manuscrito de los Estudias sobre Derecho
Constitzscio7znl Coittparndo. ( N ofa de 20s Edztorcs.)
188 OBRAS D E DON JORGE H U X E E U S

ción 8.a del artículo 1, confierc al Ccngreso la facultad llde im-


pulsar el progreso de las ciencias y artes útiles.ll
E n el Brasil, según los incisos X X X I y X X X I I I dcl artícu-
lo 179 de la Constitución de 1824, se declara la gratuidad de la
instrucción primaria y el establecimiento de colegios y uni-
v e r s i d a d ~donde
~ se enseñarán los elementos de las ciencias, d e
las bellas letras y de las artes, y por el inciso 2.0 del artíciilo 10
de la Ley de Reforrrias Constitucionales de 1834, se prescribe
que corresponde á las Asambleas Legislativas Provinciales, le-
gislar sobre instrlicción pública y sobre los establecimientos Ila-
mados á favorecerla, sin más limitaciones que las que allí se
expresan.
El artículo 146 (155) del capítulo que examii-iamos, dispone
que ~lningúnpago se admitirá en cuenta á las Tesorerías del
Estado, si no se hiciese á virtud de un decreto en que se expre-
se la Lcy, ó la parte dcl Presupuesto aprobado por las Cáma-
ras, en que se autoriza aquel gasto.!!
Con respecto á estc artículo, diremos solamente que el nú-
mero 7 de la sección g del artículo 1 de la Constitución de los
Estados Unidoc, declara que ninguna suma saldrá del Tesoro
sino en virtud de aprobación legal; y que no se ocupan en esta
materia lac Constituciones de Francia, Gran Bretaña, Suiza
Brasil y España.
E n los artículos 147 y 148 (156 y 157) de las Disposiciones
Genevales, dice nuestra Constitución: I . ~ que
, todos los chilenos
en estado de cargar armas deben hallarse inscritos en los regic-
troq de las milicias, si no están especialmente exceptuados por
la Ley; y 2.0, que la fuerza pública es esencialmente obediente,
y que ningún cuerpo armado puede deliberar.
E n Suiza, los artículos 18 y siguientes dc la Constitución s e
ocupan en la organización de la fuerza; y lo propio hace la d e
los Estados Unidos al conferir al Congrcso la atribución d e
crear y organizar la fuerza de mar y tierra.
E n España, el artículo 3." de la Constitución, obliga á todo
español A tomar las armas en defensa de la patria, cuando sea
llamado por la Ley para ese efecto.
ES'rUDIOS SOBRE DERECHO CONSTlTUCIONAI, COUI'ARADO 189
-

E n el Brasil, el capítulo VI11 de la Constitución, intitulado


Be la Fuerza &IiZiitnl. dispone que ella ties esencialmente obe-
diente, y que no podrá jamás reunirse sin haber recibido la or-
den de la autoridad legítima;^^ y obliga á todo brasilero A to-
mar las armas contra los enemigos interiores y exteriores, para
defender la independencia de la Nación y la ictcgridad del te-
rritorio.
E n las materias de que hablan los artículos 149, 150 y I 5 I
(158, 159 y 160) de nuestra Ley Fut~damental, no se ccupan
directamente las Constituciones de la Gran Bretaña, Suiza,
Francia, Estados Unidos, Brasil y España.
D e los efectos del estado de sitio, y que se expresan en el ar-
tículo 152 (161) de nuestro Código Político, se ha dicho ya lo
bastante en el capítulo relativo al Congreso Nacional y en el
trata del Presidente de la República.
Lac Constituciones europeas ya citadas, así como las de los
Estados Unidos y del Brasil, no tratan de los efectos de las vin-
culaciones á que se refiere nuestro artículo 153 (162).
De las seic Constituciones enunciadas, sólo la del Brasil y la
de Suiza registrar] un capítulo de ~~Disposicione-; genera!esll.
Advertiremss, sin embargo, que en las Constituciones amcrica-
nas es frecuente hallar preceptos análogos á aquellos de q u e
hemos hecho una rápida exposición en este capítulo.
D e la observancia y reforma de la Constitución

Artículos 154 5 159 (antiguos 163 á 168)

N o nos detendremos sino en los artículos I 54 y I 5 5 (163


y 164) del presente capítulo, ya que en el artículo publicado
por cl Autor de estas Obras el 22 de Septiembre d e 1858, con
el nombre de llLey de Reforma Constitucional de 12 de Enero
dc 1 8 8 2 , ~se~ examinan en detalle y comparativamente los pre-
ceptos que se encierran en los cuatro artículos restantes.
E l juramento que manda prestar á todo funcionario público
nuestro artículo I 54 (163), no existe en las Constituciones de
Francia, Gran Bretaña, Suiza, Brasil y España.
E n los Estados Unidos de Norte América, deben jurar y
afirmar sostener la Constitución del Estado los Senadores y de-
más Representantes, los miembros de las diversas Legislaturas
del Estado y losdque compongan los Poderes Ejecutivo y Ju-
dicial, tanto de los Estados Unidos como de los Estados parti-
culares.
E n España, fuera del Rey, sólo la Regenta ó el Regente del
Reino prestan el juramento de quc habla la Constitución
de 1876; así como en el Brasil, además del Emperador, el here-
dero presunto, al cumplir los catorce, presta ante el Presidente
del Seriado y ambas Cámaras reunidas, el juramento de fideli-
197 OBRAS D E DON JORGE H U N E E U S

dad á la Religión Católica, Apostólica y Romana, observar la


Constitución Política de la Nación brasilera y obedecer á las
Leyes y al Emperador.
E l artículo 1 5 5 (164) de nuestra Constitución, dice que ~lsólo
e l Congreso podrá resolver las dudas quc ocurran sobre la in-
tcligencia de alguno de sus preceptos constitucionales, conforrne
á lo dicpiicsto en los artículos 31 y ~ i g u i c n t e s . ~ ~
De las Const~tucioncsque principalmente examinamos, úni-
camente la del Brasil contiene una disposicicín que puede rela-
cionarse con la que acabamos de transcribir. E n efecto, según
e l artículo 173 de dicha Constitución, ~lcorrespondeá la Asam-
blea General examinar, a! comcnzar sus sesiones, si la Consti-
tución Política del Estado ha sido exactamente observada, para
provcer, en consecuencia, lo que estimare justo.

Ley de Reforma Constitucional de 12 de enero de 1882


(Articulo publicado por don Jorge Ilunee~isen la 11Revista Forense,,)

11L)esdeprincipios dc 185'0, fecha en la cual dimos á la estampa


el segundo volumen de nuestro libro dcnominado La Co?zstitl~-
ción nlzte el Congyeso, la historia de nuestro movimiento constitu-
ciozal, en cuanto se relaciona con reformas de la Constitución
misma, se concentra en trcs capítulos perfectamente distintos.
llEl primero se refiere á la Ley de reforma promulgada el
12 de Encro de 1882, en cumplimiento de la Ley de reforma-
bilidad de 4 de julio de 1877, dictada esta última cozforme á
los antiguos artículos 165 á 168 de nuestra Carta Fundamental.
Aqiiella Ley de reforma modificó el artículo 40 y los ya men-
cionados artículos 165 á 168 d e nuestra ~onsiituciónpolítica.
¡&Elsegundo capítulo A que aludimos se refiere á la proposi-
ción de reffirma constitucional promulgada el 3 de Noviembre
de 1884, aprobada con arreglo al nuevo sistema de reforma cs-
tablecido por la Ley de 12 de Enero de 1882, y relativo al ar-
tículo 5.0 de la Constitución de la República, y á algunas otras
disposiciones que con él guardan estrecha conexión. Esa pro-
posicidn de reforma coilstitucional ha caducado por completo
F5TUDIOS CORRE DDRFCIIO CONSTITUCIONAL COMPARA1)O I93

el 31 de Nayo último, por haber dejado transcurrir sil período


sin ratificarla el Congreso anterior, frustrando así, por ahora á
lo menos, las esperanzas que dicha proposición, tan largamente
debatida en 1883 y en 1884, había hecho concebir á muchos
liberales.
llEl tercer capítulo á que hacemos referencia consiste en la
proposición de reforma constitucional promulgada el 20 d e
Diciembre de 1887, y felizmente ratificada en su totalidad por
la Ley de Reforma de 10 de ilgosto último. E s esta la primera
ocasión en que ha fiincionado por completo todo el me-
canismo que la Ley de 12 de Enero d r 1882 adoptó para l a
reforma de nuestro Código Fundamental, y es interesante, des-
pués de un estreno tan feliz, recordar los antecedentes que
dieron origen á tan importante innovación.
IIAIterminar en 1876 la historia de la Ley de Reforrnabili-
dad de 4 de Julio d e 1877, que, observando el antiguo sistema
de reforma, declaró necesaria la de los artícul9s 165, 166, 167
y 168 de la Constitución, y la del artículo 40 en la parte que
disponía que las Leyes sobre reforma debían tener principio
en e1 Scnado, decíamos en alguno tle nuestros discrirsos relativos
á la materia pronunciados en la Cámara de Diputados, el uno
el 23 de Octubre de 1875 y el otro el 26 de Octubre de 1876, y
publicados en L a Colzstitz~ciónante el Co~zg~eso,
que esperábamos
que el Congreso de 1880 haría un uso prudente y discreto de l a
enorme atribución que la expresada Ley de Reforrnabilidad le
había conferido.
11Noses altamente satisfactorio yxpresar, al iniciar ectas bre-
ves páginas, que nuestras esperanzas de entonces, lejos de recul-
tar fallidas, se han realizado de una manera amplia y completa.
llEn efecto, el Congreso de 1880, investido de la ilimitada
facultad que le atribuyera la Ley de reformabilidad de 4 d e
Julio de 1877, la puso en ejercicio sin caer en extremos igual-
mente perniciosos, adoptando en cl fondo la idea capital que
nosotros habíamos insinuado cuatro ó cinco aííos antes en los
dos discursos á que acabamos de referirnos
i ~ S esabe que, con arreglo á los antiguos artículos 40 y 165
OBRAS DE D O N JORGE HUNEEUS
194

á IGS de la Constitución de 1833, la reforma de ésta se efec-


tuaba por medio de dos Leyes dictadas por Congresos diferen-
tes. L a primera, que se llamaba L& de z'eefofomzaúilihd, tenía
por único objeto declarar que uno Ó más preceptos constitucio-
nales necesitaban ser reformados, sin indicar absolutamente en
qué sentido había de cfectuarsc la reforma.
llUna vez formulada la primera Ley, que no podía admitirse
á discusidn si no era apoyada por la cuarta pzrte á lo menos de
los miembros presentes de la Cámara en que se proponía, y
que debía ser aprobada en ambas por los dos tercios también
d e los miembros presentes, se aguardaba hasta la próxima re-
novación de la Cámara de Diputados. Efectuada esa renova-
ción, el Congreso siguiente al que había dictado la Ley de Rejor-
q~zn(liIidad,ú otro posterior cualquiera, quedaba investido de la
enorme atribución de dictar la verdadera Ley de Reforma, rea-
lizando ésta en el sentido que tuviera á bien, y sin otra limita-
ción ni traba que la de iniciarse en el Senado la discusión de
esta segunda Ley que, fuera de ese punto, en nada difería de
la formación de todas las otras.
11Es fácil comprender que este sistema fué ideado por la Cons-
titución de 1833 con el propósito de hacer casi imposible su
reforma, tomando cn cuenta el sentimiento natural de descon-
fianza que todo Congreso debe experimentar cuando se preten-
d e que confiera d un Congreso futuro, cuyo personal es ncce-
saiiamente desconocido casi en su totalidad, la facultad omní-
moda de reformar uno ó mas preceptos constitucionales, y la
d e refcrmarlos contrariando tal vez abiertamente los deseos y
las aspiraciones del Congreso iniciador que semejante facultad
otorga.
llNo hay para qué detenerse á manifestar aquí lo absurdo de
tal sistema. El hecho de haberse dictado la Ley de reformabili-
dad de 4 de Julio de 1877, lo comprueba de una manera evi-
dente; y nuestro no es ciertamente el de repetir lo
que ya hemos dicho cn la preiisa ó en la tribuna parlamenta-
ria, sino recordar cómo se procedió á dar cumplimiento á los
deseos del Congreso de 1877.
~ ~ D c s p ude
é s promulgada la )Ley de reformabilidad tantas ve-
ces citada, transcurrieron tres a'fios completos, y era forzoso que
transcilrriesen por lo menos dos, antes que se pensara en llevar
á efecto la reforma que ella había declarado necesaria. L a Re-
pública se encontraba envuelta á la sazón en una guerra colo-
sal, y no debe extrañarse que el Congreso elegido en Marzo
de 1879 no entrara á. considcrar inmediatamente una materia
tan grave como era la de alterar el sistema que la Constitución
de 1833 había establecido primitivamente para reformar sus
disposiciones.
llUna vez abiertas las Cámaras en Junio de 1880, cuando ya
nuestro glorioso tricolor flameaba triunfante en Iquique, en
Yisagua y en el Morro de Arica; tranquilizados los espíritus,
se inició en la Cámara de Diputados el interesantísimo debate
á que dió lugar la Ley dc incompatibilidades judiciales, pro-
mulgada el 30 de Agosto del mismo año. Cuando ese debate
se inició á su vez en el Senado, donde tomó proporciones ver-
daderamente extraordinarias, el señor Senador don Adolfo
Ibáñez fué el primero que recordó que estaba pendiente sobre
el Congreso el deber de llevar á efecto la reforma de los artí-
culos que establecían reglas para la reforma de la Constitución;
y como cl debate debía iniciarse en el Senado, según -el anti-
guo sistema que todavía no había sido modificado, el señor
Ibáñez sometió entonces á la deliberación de ese Honorable
Cuerpo, en sesión ordinaria de 31 de Julio de 1880, un proyec-
to de reforma qiie constaba de un solo articulo y que decía así:
1lSc derogan los artículos 165, 166, 167 y168 de la Constitu-
ción y el artículo 40 en la parte á que se refiere la Ley de 4 d e
11 Julio de 1877, y se sustituyen por el siguiente:

11 L a reforma de esta Constitución en todos ó cada uno de

l 1 siis articulas podrá efectuarse observándose los trámitcs es-

1 1 tablecidos en ios artículos 41, 50 y 5 I ,,.

este proyecto del señor Ibáfiez tenia por objeto, como se


1ota á pritnera vista, y como su misrno autor la expresó en se-
sión de 6 de Agosto de 1880, someter la reforma de las disposi-
cioneq constitucionales á las mismas rcglas que las de toda Lcy.
196 OBRAS I>E DON JORGE HUNEEUS

Más todavía. Hacía más fácil ls,reforma de la Constitución que


la de una simple Ley. porque el sefior Ibáncz no reproducía en
s u moción los artículos 43 A 49 de la Constitución, que regla-
menta la ingerencia del Presidente de la Repíiblica en la
formación dc'las Leyes. Ese fu~cionariohabría quedado así
privado de la facultad de corregir ó modificar los proyectos de
reforma constitucional, y privado también, como l o está hoy,
después de la Ley de 12 de Enero de 1882, de la facultad de
vetarlos ó de desecharlos por completo.
llLa moción del señor Ibáñez, que tuvo su origen en la dis-
cusión de la Ley de incompatibilidades judiciales, produjo el
benéfico resultado de traer á la memoria del Senado el cum-
plimiento del deber que sobre él pesaba, de iniciar el ~ r o y e c t o
de rcforrna destinado á llevar á efecto la que se había declarado
necesaria tres años antes.
liCon tal objeto nombró el Senado, en sesión de ~ g d Agos-
e
t o de 1880, una Comisión especial compuesta de los señores don
Antonio Varas, don Jerónimo Urmeneta, don Marcial Martí-
nez, don Mclchor Concha y T o r ~ y don Manuel Irarrázaval.
11EsaComisión desempeñó su encargo tan pronta como cum-
plidamente, presentando al Senado, en sesión de 3 de Sep-
tiembre del mismo año, el informe que puede leerse en la pági-
na 266 del Boletz'il senatorial de aquel aíío, suscrito por todos
sus miembros, menos el señor Varas.
i1Ignorarnos ia razón por qué no aparece en el informe la fir-
m a del señor Varas; pero, podernos asegurar que él aceptó,
salvo pequeñas variaciones de redacción, el Proyecto de la Co-
misión, que coincide en el fondo y en sil parte fundamental con
la Lcy de reforma de 12 de Enero de 1582.
~lNucstraafirmación descansa en un interesante documento,
para nosotros doblemente precioso, tanto porque emana del
simpático y respetable estadista señor don Jerónimo Urmeneta,
cuanto porque él acredita que nos cupo la honra de intervenir
e n algo en la confección del informe precitado.
llEse documento cs la carta siguiente:
ESTUDIOS CORRE DERECHO CONSTITUCIONAL COI\IPARAI>O 197

11 Santiago 27 de Agosto de 1880.

R JORGE HCTNEEUS.
I ~ S E Ñ ODON

llMi apreciado amigo:


llHe encontrado el tomo primero de su obra, y allí están con-
41 signadas las ideas que sobre reforma de la Constitución usted
l 1 me manifestó.

llTcngo el gusto de decirle que éstas fueron aprobadas por la


4 ) Comisión ayer. Don Melclior, después que habíamos discutido

11 algo, dijo que traía las ideas suyas redactadas por usted, y que

11 eran las mismas en que estábamos de acuerdo. Así es q u ~

11 propuse tomáramos por base esa redacción, y con algunas


4 1 palabras variadas se aceptó. Yo propuse quitar el veto al

4 1 Presidente en el primer Proyecto de Ley sobre la reforma, y

11 Varas propuso pequeñas variaciones de redacción.

llLe saluda su afectísimo amigo y S. S.- (Firmado).- Jeró-


11 ?zimo ~'Azelzeta. t

llEl informe mencionado sirvió de base á los debates que,'


sobre la materia, tuvieron lugar en el Senado durante las scsio-
nes ordinarias de 1881; y, cn la'forma que este Honorable cuer-
po tuvo á bien darle, á los que originó en la Cámara de Dipu-
tados y en el Senado mismo, en las sesiones extraordinarias
celebradas en Dicicrnbre del mismo aqo y cn los primeros días
d e Enero de 1882. E n todos ellos se conservó la idca matriz
del informe,
llLas modificaciones que la Cámara de Diputados introdujo
e n el Proyecto del Senado, tlo alteraron su fondo, exceptuarido
una importante, que fué iniciada por don Vicentc Reyes.
I I Áii~ilicaciónsuya, se estableció que si el Congreso inmediato
al iniciador de la reforma dejaba transcurrir su período cnnsti-
tucional sin ratificarla, dicha reforma se tendría por no pro-
puesta, ó que, en otros términos, caducaría para todos los efectos
1 9 ~ OBRAS DE I)OX JORGE HUXEEOS

legales, como acaba de sucedcr con la proposición de 3 de NO-


viembre de 1884.
1lEn cuanto al procedimiento, la Cámara de Diputados mo-
dificó cl Proyecto del Senado, cctableciendo que la concurren-
cia de la mayoría absoluta del número total de miembros d c
ambas Cámaras, se requeriría sólo para la votación, mas no para
la discz~sióizde los proyectos de reforma. Las dos recordadas
modificaciones fueron aceptadas por el Senado en Enero
de 1882.
llLa Ley de 12 de aquel mcs y año, fiié el resultado final d e
los debates que nos hemos permitido recordar, y ella realizó la
reforma de los artículos 40 y 165 á 168 de la Constitución en
un sentido perfectamente satisfactorio, y que salva todos los
inconvenientcj del viejo sistema adoptado por los Convenciona-
les de 1833.
llEn sustancia, según la citada Ley de 12 de Encro de 1882,
para reformar las disposicioi~esconstitucionales se requieren
dos Leycs; la primera que proponga la reforma en términos
precisos, concretos y bien definidos; y la segunda, que debe ser
dictada por el Congreso inmediatamente posterior, so pena de
caducidad de la reforma propiiesta, limitada únicamente á ra-
tificar ó nó esa reforma, sin introducir en ella la más mínima
alteración.
llLa primera de las dos indicadas Leyes, que se llama Propo-
sición de reforma constitz~cionn¿,sc dicta por el Congresopropo-
tzelzte con sujeción á los preceptos que la Constitución consigna
para la forinación de toda 1,cy; pero con las notables diferen-
cias siguientes: 1.5, si la proposición de reforma fuere rechazada
en la Cámara de origen, puede proponerse nuevamente en ella
en la scsión del mismo año, al revés de lo que succde con las
Leyes ordinarias; z . ~la , proposición de reforma constitucional
no puede votarse, aunque puede sí discutirse, en ninguna de las
Cámaras sin la asistcncia de la mayoría absoluta de los miem-
bros dc que se compone, no bastando el qzrovzmz que se requiere
para las Leyes ordinarias; 3.a, si el I'residente dc la República
devuelve la proposión d c reforma con correcciones ó modifica-
ESTIJDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAI. COIIPARADO 199

ciones, y éstas no fuercn aceptadas en cada Cámara por la ma-


yoría de dos tercios de sus miembros presentes, debiendo con-
currir la mayoría absoluta del total de cada una, 4 incistieren
ambas por esa mayoría en las proposiciones de rcforma antes
aprobadas por ellas, prevalece la voluntad del Congreso sobre
la del Presidente, y éste tiene el deber de promulgar la propo-
sición de reforma constitucional para los efectos consiguientes;
al revés de lo que ocurre en la formación de las demás Leyes,
pues se sabe que cuando el Presidente de la República devuel-
ve un Proyecto de Ley al Congreso con correcciones Ó rnodifica-
ciones, y éstas no son aceptadas por ambas Cámaras llanamente
y sin variación alguna, el Proyecto de Ley se tiene por no pro-
puesto. y no puede proponerse hasta la sesión del año siguiente;
y 4.a, el Presidente de la República carece del veto, Ó de la
facultad de' desechar en cl todo las proposiciones de rcforma
constitucional.
llEn cuanto á la segunda Ley, elia, coino se ha notado ya,
debe limitarse simplemente á ratificar ó desechar la reforma
'propuesta, sin introducir la más ligera variación. No puede VO-
larse la ratificación ó el rechazo, sino encontrándose presente, á
lo menos, la mayoría absoluta del número total de miembros
de que debe componerse cada Cámara, y en cada una de éstas for-
ma resolución el voto de la mayoría absoluta de los presentes.
No es aplicable, ni podría serlo á la Ley de ratificación Ó rechazo
de la reforma prcpuesta, el sistema de correcciones Ó adiciones,
ni el de insistencia por mayoría de dos tercios. L a Constitu-
ción no se refiere en esta materia ni á su artíc~ilo50 ni al 5 I ,
como tampoco á los artículos 43 á 49, de lo cual resulta que el
Presidente de la República tampoco puede corregir 6 modifi-
car, ni vetar ó desechar eri el todo la decisión de un Congreso
ratificante, que acepta una proposición de reforma constitucio-
nal votada por el Congreso prcccdente.
11Losdemás preceptos que contiene la Ley de reforma consti-
tucional de 12 de Enero d e 1882 se refieren, ya al plazo dentro
del cual debe hacerse la promulgaciÓr, ó publicación del pro-
yecto de reforma del Congreso proponente; ya á la facultad,
OBK,IS DE DON JORGE H U N E E U S
200

que ese Congreso y el ratificantc tienen, de ocuparse en estas


materias en sesiones extraordinarias, aun cuando el Presidente
d e la República no las hubiere incluído en la convocatoria; 6
ya, finalmente, á la atribución que al Congreso ratificante co-
rresponde, de continuar funcionando en sesiones extranrdina-
rias hasta por noventa días, sin necesidad de convocatoria dcl
Presidente de la República, para ocuparse exclusivamente en
la ratificación.
1lBasta lo dicho para comprender cuánto hemos ganado con
la adopción del nuevo sistema de reforma constitucional, adop-
tado por la Ley de 12 de Enero de 1882. Sin salir de la norma
trazada por la Constitución misma, se ha sustituído un sistema
racional y que conduce íí algo perfectamente conocido, á un
sistema absurdo y del todo incierto en sus resultados. Se han
reformado las reglas establecidas por la Constitución para su
reforma, respetando esas mismas reglas por completo; y se han
rb
combinado las cosas de tal manera que no puedc introdocirse
alteración alguna en la Carta Fundamental, sino cuando sea
aceptada en idéntica forma por la mayoría absoluta de los
miembros de cada Cámara separadamente, y por dos Congre-
sos sucesivos, el uno que propone la alteración y el otro inme-
diato que la ratifica; para cuyo efecto debe publicarse la propo-
sición de reforma dentro de los seis meses quc preceden á la
renovación del Congreso proponente, y por lo menos tres meses
antes de la fecha en que hayan de verificarse las elecciones d e
los miembros del Congreso ratificante, á fin de que así se en-
cuentren éstos investidos por la Nación de un mandato espe-
cial que los autorice para pronunciarse acerca de la ratificación.
este nuevo sistema, que acaba de funcionar admiiablemen-
tc con motivo de la última proposición de reforma sometida al
actual por el Congreso anterior, el 2 0 de ~ i c i e m b r ede 1887, y
ratificada siete meces y veinte días después, el 10 de Agosto
último, es uno de los más bien combinados que sc conocen. Y;i
que en Chile no estamos preparados, ni es probable que lo es-
temos en muchos años, para la adopción del sistema inglés,
propuesto por el señor Ibáñez en Julio de 1880, y que consiste
ESTUDIOS CORRE DEKECHO CONSTITUCIONAL,COXll'ARADO ?S

en equiparar las Leyes fundamentales á todas, las otras, el


Congreso de 1880, colocándose en un terreno cminenternento
práctico, y obrando con un tino políticg 'y ,una prudencia que
desmintieron los funestos augurios de'los tímidos y, recelosos
de 1876 y 1877, ha llenado sii misión de una rnanera que le
honra altnmentc y quc está produciendo y habrd de producir
día á día benéficos resultados.
llNo tenemos hoy que envidiar cosa alguna en la materia á
las Naciones más cultas del universo. Presciridicndo de Ingla:
terrn, cuyo ;sistema es único, citaremos en comprobación,de
nuestro aset:~,las Constituciones de algunos Estadas qye obe-
decen á tipos diferentes en cuanto A su forma de Gobierno, para
que se vea que es perfectamente justificada la apreciación que
hacemos de la obra realizada por la Ley de reforma de 12 de
Enero de 1882.
14En los Estados Unidos, la reforma de la Constitiición Fede-
ral puede llevarse á cabo de dos maneras: el Congreso Federal
puede pvoyoner enmiendas por los dos tercios de ambas Cáma-
ras, y esas enmiendas se incorporan en la Constitución una vez
que hayan sido rntz@cadas por las 1,egislaturas de las tres cuar-
tas partes de los Estados de la Unión. Puede tambikn pedirse
por la Lcgislaturade los dos tercios de dichos Estados, que se
convoque una Convención para propotzer enmiendas, y éstas for-
marán parte de la Constitución cuando, en este caso, sean mti-
ficnrtas por Convencioncs teunidas en tres cuartos de los Es-
tados.
11Las enmiendas introducidas hasta ahora en la Constitución
Federal de 17 dc Septiembre de 1787,se han realizado todas, si
mal no rccordamos, por el primcro de los ,dos sistemas que
quedan indicados. Ambo: coinciden en la idea capital, con el
de nuestra Ley de 1882.
i1En cl Brasil, la reforma dc los preceptos de su Constitución,
jurada cl 25 de Marzo de 1824, se efectúa conforme á lo dis-
puesto en sus artículos 174 á 177, de la manera siguiente: 1s
proposición de reforma d e uno ó varios artículos tendrá su
origen en la Cámara de Diputados, deberá ser apoyada por la
'ioaro 111 14
202 OERAS DE DON JOl¿CE HUNEEUS

tercera parte de sus miembros, será leída por tres veces con in-
tervalo de seis días entre tina y otra lectura, y, después de la
tercera, deliberará. dicha Cámara si se admite ó n6 á discusión
la reforma propuesta, observándose todo lo d c m k que dcbe
mediar en la formación de una Ley. Admitida quesca á discusión,
y recotiocida la necesidad de la reforma del artículo constitu-
cional, se expedirá una Ley, que será sancionada y promulgada
por el Emperador en la forma ordinaria, y en la cual se orde-
nará á los electores de los Diputados para la siguiente Legisla-
tura, que en los poderes les contieran especial facultad para la
pretendida alteración ó reforma En la primera sesión de la si-
guiente Legislatura sc propondrá y discutirá la materia, y aclue-
110 en que se conviniese prevalecerá como cambio Ó adición de
la Ley Fundamental, promulgándose solemnemente, después de
agregarlo á la Constitución.
llSc observa á primera vista que el sistema brasilefio se aseme-
ja más al que ideó la Constitución chilena de 1833, puesto que
el Congreso que lleva á efecto la reforma no está limitado úni-
camente, como sucede ahora en Chile con nuestro nuevo siste-
'ma, á ratificar ó desechar la reforma propuesta, sino que él
mismo la propone y discute. Preferimos, por lo tanto, el sistema
adoptado por nuestra Ley de 12 de Enero de 1882 á la de la
Constitución que rige cn cl liberal lmperio Sud-Americano.
4 t h Suiza, conforme á lo dispuesto cn los articulas r I 8 á I z I

de la Constitución Federal de 29 de Mayo de 1874, cuando una


de las Cámaras decreta la revisión y la otra no consiente en ella,
6 bien cuando cincuenta mil ciudadanos suizos con derecho dc
sufragio pidieren la revisión, se consulta al pueblo suizo para
que dccida el caco afirmativa ó negativamcnte. Si la mayoría
de los ciudadanos suizos votantcs se pronuncia por la afirmati-
va, se renuevan las dos Cámaras para efcctuar la revisión, y
ésta entra á regir cuando hubicse sido aceptada por la mayoría
de los ciudadanos suizos votantcs y por la m a y r í a de 410s Es-
Y
tados 6 Cantones.
. 11Estesistema, eminentemente f l ~ ~ u l ayr único en su clase,
nada deja que desear en teoría; pero es más quc dudoso qiie
ESTUDIOS SOBRE DERECHO COXS'I'ITUCIONAL COMPARADO 20.3

' en Chile, y quizás que en cualquiera otra Nación sujeta al régi-


men Constitucional, pudiera producir los efectos que las condi-
ciones especiales de la Suiza le han asegurado en aquella de-
mocracia tan singularmente privilegiada.
llEn Francia, conforme á lo dispuesto en cl artículo 8.a de la
Ley Constitucional de 25 de Febrero de 1875, las Cámaras tie-
nen la facultad de dcclarar que hay lugar á la revisión de las Le-
yes Constitucionales, por deliberaciones separadas, adoptadas en
cada una por mayoría absoluta de votos, sea cspontáneamente,
sea á petición del Presidente de la República. Después que cada
una de las dos Cámaras hubierc adoptado esa resolución, se
reunirán en Asamblea Nacional para proceder á la revisióti.
Las deliberaciones sobre revisiÓn.de las Leyes Con~titucionales
en todo 6 en parte, deben ser adoptadas por la mayoría absolu-
ta de los miembros que compongan la Asamblea Nacional.
llEl sistema francés adolece de los mismos peligros que pre-
scnta el antiguo sistema de la Constitución Chilena de 1833.
Pucde suceder que las dos Cámaras acuerden separadamente la
rcvisión de uno ó más preceptos constitucionales, y que en se-
guida la Asamblea Nacional, compuesta de ambas, lleve á efec-
to esa revisión de una manera que no guarde conformidad con
las aspiraciones de quicnes la promovieron. Aliora mismo exis-
ten en Francia partidos de ideas diametralmente opuestas, que
pretenden que la Constitución de 1875 sea revisada. Unos lo
pretenden porque quieren el restablecimiento de la Monarquía
Orleanista; otros, porque quieren el restablecimiento dci Bona-
partismo; otros, finalmente, porque querrían que se organizara
quiCn sabe qué clase de República: todos hablan dc revisión;
pero nadie dice de una manera concreta en qué forma y cn qué
términos ella habrá de efectuarse. Tampoco faltan quicnes
pretendan que se suprima el Senado y aun el cargo de I'rcci-
dente de la República.
llBasta lo dicho para comprcnder que no es preferible al nues-
tro el sistema de revisión constitucional que actualmente rige
en la República Francesa.
1li.a Constitución de 30 d e Junio de 1876, que actualmente
204' OBRAS DE DON JOKGE HUNEEUS

rige en Espafia, nada dice acerca de la manera como pueden


reformarse sus disp'osiciones. Ese silencio nos parece peligrosí-
nió; porque así como podrán algunos deducir de él que las Le-
yes Constitucionales Españolas son idénticas á todas las otras
en cuanto á la manera de formarlas y revisarlas, podrán otros
abrigar la creencia de que' ninguna.de las autoridades consti-
tuídas puede'efectuar la reforma, desde que no hay precepto
alguno' constit.uiiona1 que les confiera la facultad de hacerlo.
1lEn materia tan grave, pensamos que conviene siempre de-
cir claramente cómo debe procederse, aun cuando sea para decir,
como lo proponl'a el señor Ibáñez en I 880, que la reforma de las
disposiciones constitucionales se efectúa de la. misma manera
que la de todas las Leyes.
llNo caereinos en la tentación de citar más Constituciones
que las ya apuntadas. Bastan ellas para darse cuenta de que nues-
tra Ley de 12 de Enero de 1882 es muybsuperior á cuanto en
aquéllas se establece, dadas nuestras condicionec políticas y lo
mucho que todavía deja que desear la cultura intelectual de
nuestro pueblo.
liEn abono de la reforma introducida pori:uestra Ley de 1882
bastará observar, en conclusión, que, según 'ella, el primero de
los dos Congresos que intervienen en la reforma es el que la
precisa y redacta, y que al segundo no le compete sino la fa-
'cultad de aceptarla 6 rechazarla lisa y llanamente, sin poder
modificarla, ni menos todavía efectuarla al revés, 6 en un sen-
tido retrógrado. Según el sistema primitivo de la Cbnstitución
de 1833, el primero de esos dos Congresos no desempeñaba
otro papel que el de declarar platónicarnente y en abstracto la
necesidad de la reforma, careciendo de la facultad de precisar-
la, ni aun de una manera vaga. El segundo Congreso penetra-
ba así libremente en el campo sagrado de la CoristituciGn, y
podía efectuar la reforma como le diera la gana, ~ontrariando
por completo las aspiraciones del primero. ¿ ~ & n dexistían
e en-
tonces las garantías que las Nacioms cultas han cre'ído encon-
trar para la seriedad de una reforma constitucional en la con-
formidad de opiniones de dos Congresos, de dos Convenciones
ESTUDIOS SOBRE DERECHO COSSTITUCIONAL COMPARADO 205

ó de un Congreso y la del pueblo ratificante, como sucede en


Suiza? ¿Cómo podría ratificarse algo tan vago é indefinido cual
es una idea abstracta?
llConcluyamos felicitándo~iospor la importantísima mejora
que ha iritroducido en nuestro organismo constitucional la Ley
de 12 de Enero de 18$2, cuyos benéficos resultados acaba de
dar á conocer la Ley de 10de Agosto úitimo, que suprime los
artículos r.O y 9.0 y varios de los antiguos y nuevos transitorios
y que reforma el artículo 8.0, el inciso 4.0 del artículo 11, y los
artículos 19, 24, 25, 26, 27 y 73 de nuestra Constitución, solem-
nemente promulgada hace ya más de cincuenta y cinco aííos.
Constitución de la República de los Estados Unidos del Brasil
--

Extracto de sus disposiciones principales (1)

A 24 de Febrero de 1891 ha establecido, decretado y promul-


gado cl Congreso Constituyente brasilero una Constitución re-
publicana que reorganiza la sociedad política del Brasil y que
da su expresión legal y definitiva á los fines revolucionarios
de 1889.
El carácter doctrinal de la Revolución que derrocó la dinas-
tía imperial de don Pedro de Alcántara; la actualidad palpi-
tante de las instituciones fundamentales que han venido á san-

( 1 ) Redactamos este apéndice relativo & la Constitución del Brasil que en


el plan de la Obra precedente es una de las que principalmente se comparan
con la chilena, en vista del texto que debemos á la galante obsequiosidad
del señor H. B. Caralcanti de Lacerda, Ministro del Brasil; pero sin disponer
de ninguna de las Constituciones seccionales ni de las Leyes complenlenta-
rias respectivas. Suponemos que ni éstas ni aqu~llashabrán sido promu!ga-
das todaria.
A In esposición de ciertos preceptos interesantes de cuya doctrina quizás
no diera idea la reproducción inconexa del texto legal, acompañamos, por
excepción, algunas observaciones generalmente breves, tendentes á facilitzk
su comparaclón con las instituciones analogas según quedan expuestas y
pstudiadas en la Obra qce antecede.-Julio de 1891.-(Nota de los Edifores.)
210 OBRAS DE DON JOKGE H U N E E U S

cionarla; y la cordial simpatía de que la Nación Rrasilera goza


entre nosotros, hacen, á nucstro juicio, cspccialmcnte intercsan-
te la exposición de las bascs constitucionales que rigen la Rc-
pública Rrasilera.
Enunciados los preceptos sustanciales de esa nueva Carta
Fundamental, no será difícil caracterizarlos en orden á las más
gendricas é importantcs clasificaciones de las formas de Gobier-
no y de los regímenes políticos, según el criterio que preside á
los Estztdios sobre Derecho Constitz~cionalCo?~zpnrado.

Forma de Gobierno

Los Estados Unidos del Brasil forman una República repre-


sentativa, federal y parlamentaria, según se desprende del con-
texto de las disposiciones que sc expondrán más adelante. La
independencia de los Poderes Públicos y la consiguiente incom-
patibilidad de las funciones á cllos concernientes, están consig-
nadas terminantementc en los artículos 1 5 y 79 y,en el núme-
ro 3,') del artículo 54 que hace responsablc al Presidente de la
República por los crímenes que atentaren al libre cjercicio de
esos Poderes. La separación de los mismos Poderes es otra dc
las bascs angulares, consecuente con el sistema de independen-
cia política, sobre que descansa la organización gubernativa del
Brasil. Dentro de los términos relativos en que esa separación
es realizable, la Carta brasilera consulta la plena autonomía de
las funciones judiciarias, bien que el sistema de nombramiento
d e los principales funcionarios judiciales atribuye al Presidente
utla intervención que, por no estar igud.mente compartida con
otro ú otros Poderes, hace posibles pcligrosas influencias del
Ejecutivo en la provisión de los Tribunales y Juzgados Fede-
rales. Las relaciones del Ejccutivo y del Congreso reposan so-
brc dos principios: la absoluta independencia del Congreso cn
la formación de las Lcycs, salvo la limitación del veto que cl
Presidente puede poner al proyecto entero; y la irresponsabili-
dad política é inconcurrencia de los Ministros al Congreso.
L a organización federal del Brasil centraliza, además de las
rdaciones exteriores, y de ciertas materias A que puede ser pre-
ciso, en ocasiones, extender la unidad nacional, tales como el
sistema tributario de la Unión uniforme para todos sus Esta-
dos; los gastos federales; la fuerza federal permanente; la orga-
nización general del Ejército; la creación de aduanas; la deuda
y la seguridad públicas; las elecciones y los noinbramientos pú-
blicos; la naturalización; la libertad de cultos; la legislación ci-
vi!, comercial, penal y procesal; la creacidn de bancos de emi-
sión; los sistemas monetarios: centraliza, decirnos, muchos otros
negocios públicos de rnenor importancia nacional, tales como
la fijación de los límites de los Estados, la navegabilidad de
SUS ríos comunes, las amnistías, la concesión de subsidios á los
mismos Estados en casos de calamidad pública, los sistemas de
pesos y medidas, la legislación de las extradiciones; y, en com-
pendio, graves asuntos del orden judicial y unos pocos del or-
den administrativo.
EC digna de especial estudio la fedcralización del Brasil en
lo contencioso. El Supremo Tribunal Federal conoce, entre
otras materias, de las causas y conflictos que se suscitartri en-
tre los Estados 6 entre éstos y la Unión, de las competencias
que se promueven entre las administraciones de justicia de la
Unión y las de los Estados ó entre las de dstos, y d e la revi-
sión de todos los procesos criminales que la Ley permite rever.
Jueces y Tribunales federales, creados por el Congreso, conocen
(le las causas particulares de materia constitucional, de las cau-
sas sobre contratos y relaciones constitucionales y administra-
tivas de particulares con el Gobierno de la Unión, de las de-
mandas de particulares contra éste y de las interpuestas por
éste contra particulares, d e los litigios entre iin Estado y ciu-
dadanos de otro de legislación diferente, y de los promovidos
entre ciudadanos de Estados ciiyns Leyes difirieren, de las cau-
sas de D e r ~ c h oInternaclonal Privado y de aquellas cn que se
contendiere sobre crimenes políticos ó derecho marítimo. J:
L a jurisdicción federal es privativa de las autoridades preci-
tadas, y en casos muy calificados el Supremo Tribunal es com-
petente para conocer en instancia definitiva de las sentencias
212 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

que dictaren las justicias seccionales. Esos casos son los de re-
soluciónes de estas justicias en que impugnaren la validez Ó
aplicación de tratados y Leyes federales, y los de fallos que
validaren actos ó Leyes de los Estados impugnados como con-
trarios á la Constitución ó á las Leyes federales.
Los miembros del Ejército y Armada federales gozan de fue-
ro para ante un Supremo Tribunal Militar que organiza la Ley.
E n lo propiamente administrativo, la Federación Brasilera
reposa sobre la importante aunque vaga limitación que el ar-
ticulo 68 envuelve: 1110sEstados se organizarán de manera que
quede asegurada la autonomía de los Municipios en todo cuanto
concierne á sus intereses particulares;,, y sobre la prohibición
impuesta á la Unión de intervenir en los negocios peculiares
de los Estados, salvo en casos que mencionaremos al exponer
el estado de sitio (art. 6.0). L a organización tributaria de la
Federación la expondremos al hablar de las Leyes de contribu-
ciones.
L a creación de instituciones de enseñanza superior y secun-
daria en los Estados, corresponde, bien que no privativatnente,
al Congreso Nacional.
Otras restricciones impone el régimen federal á las autori-
dades seccionales; pero ellas son consecuencia de la centrali-
zación de ciertas materias. As!, es prohibido á los Estados:
rehusar su fe á las actuaciones públicas de la Unión ó de los
Estados, y á la moneda y emisiones federales; hacerse la gue-
rra; usar de represalias mutuas; negarse las extradiciones lega-
les; enervar ó embarazar la ejecución de las decisiones de la
justicia federal; establecer, subvencionar ó entorpecer el ejer-
cicio dc los cultos religiosos; y prescribir Leyes retroactivas.
/
L a Justicia federal no puede, por su parte, negar sil fuerza A
las decisiones de las Justicias de los Estados, ni.í intervenir en
las cuestiones someti,das á la competencia de éstas, ni conocer
de sus resoluciones, salvo cuando se refieran al hnbem coyjpus ó
á expolio de extranjero no previsto en convención ó tratado.
1,os Estados pueden por derecho propio, pero con aproba-
ción del Congreso Nacional, incorporarse y anexarse cntre
sí, subdividiéndose ó desmembrándose al efecto. El Distrito
Federal de Río Janeiro, inter se traslada la capital y se le cons-
tituye en Estado, se organizará.por Ley y s e administrará por
sus autoridades municipales.
Talcs son los rasgos dominantes de la organización federal
del Brasil. Ellos permiten creer que esta Nación ha seguido la
tendencia dominante de constituir la federación dentro de un
Estado que centraliza intereses de considerable gravedad y
número.
De !a Religidn

Todos los individuos y confesiones religiosas pueden ejercer


púb1ica.y libremente su culto, asociándose y adquiriendo bie-
nes con tal objeto, según el Derecho Común. Agrega cl artícu-
lo 72 que ningún Culto ni Iglesia gozará d e subvención oficial
ni tendrá alianza con la Unión ni con los Estados, ni dependerá
de éstos ni de aquélla.
Ningún ciudadano perderá sus derechos civiles ó políticos
por razón de creencia Ó función religiosas, ni podrá por éstas
eximirse de sus deberes cívicos. Pero perderán sus derechos
políticos los que alegaren motivo semejante para sustraerse
á cualquiera de los cargos que como ciud~danosles afectan.
Téngase presente que según el número 4.0 del artículo 70, no
pueden inscribirse como electores los religiascxs de órdenes ó
comunidades cuyos votos ó estatutos importcn renuncia de la
libertad individual.
En su artículo 72 la Constitución seculariza cl matrimonio,
los cementerios y la enseñanza pública.

Ciudadania y derechos politicos.

Á los antiguos capítulos de nacionalidad agrega la nueva


Carta los siguientes modos de naturalizació~d e extranjeros; el
poseer bienes inmuebles en el Brasil sienda casado con brasi-
lera 6 teniendo hijos brasileros, y residiendoten el Brasil, salvo
intención dcclnrada de no mudar de nacjo,nql,idad;y el no de-
214 OBRAS DE DON JORGE HPXEEUS

clarar, habiendosestado en el Brasil el I 5 de Noviembre de I 889, .


voluntad de conservar la nacionalidad d e origen, dentro de los
seis primeros ineses de vigencia de la Constitución republicana.
Se pierden los derechos de ciudadanía por naturalización en
el extranjero y por aceptación de empleo Ó función de Go-
bierno extranjero; y ce suspenden sólo por incapacidad física Ó
moral, y por condena criminal, mientras rigen sus efectos. El
número 29 del artículo 7 2 priva de todos losderechos políticos
á los que alegaren creencia religiosa para eximirse de los car-
gos civiles, según se ha dicho, y á los que aceptaren condeco-
raciones Ó títulos nobiliarios extranjeros. L a igualdad ante la
Ley y la forma republicana justifican respectivamente el pri-
mero y el tercer caso de privación de los dercchos políticos.
Pero ni en esas instituciones ni en necesidad social reconocida
por país alguno, puede fundarse la privación de tales derechos
por motivo de aceptarse condecoracirín d c Gobierno extranjero,
pues cs general que el Congreso LI' otra autoridad estén facul-
tados para autorizar aquella aceptación.
L a inscripción, que so regla por la Ley, es en el Brasil con-
dición del sufragio; la única rcstante es tener más de veintiún
aRos. Pero hay cuatro clases de personas que, según la Consti-
tución, no pueden inscribirse ni para las elcccioiies federales
ni para las seccionales, 6 saber: los mendigos, los que no supie-
ren leer, las clases del ejército, con algunas excepciones, y los
religiosos de comunidades cuyos votos importen renuncia de la
libertad individual. Todos los excliiídos de la inscripción son
constitucionalmente inelegibles.
E s difícil formar un concepto exacto de estas materias mien:
tras no se completen las breves disposiciones constitucionales
t
que las rigen, por la Ley Electoral que bien pronto dictad,
sin duda, el Congreso brasilero.

Declaración de derechos

Así se denomina la secci6n z . ~del título IV de la actual


ConstituciGn del Brasil.
-
E s notable la semejanza que guardan las garantías de liber-
tad, seguridad y propiedad en ellas establecidas, con las consig-
nadas en la Constitución chilena. Enunciaremos las diversida-
des más salientes: la prensa es libre sin censura, sometida, si, á
la responsabilidad ulterior que la Ley imponga; libertad de
cultos; derecho de denunciar los abusos de las autoridades y
dc promover la responsabilidad de los culpables; abolición de
la pena de muerte, salvo en caso de guerra y respecto á los mi-
litares; libertad absoluta de profesiones; subsistencia del Jura-
do. Puede decirse que, fuera de las instituciones precedentes,
que en su mayor número son otros tantos progresos vedados
aún á Chile, todas las garantías aseguradas á los habitantes
de Chile por los capítulos IV y I X de nuestro Código Político
están ámpliamente consagradas por la nueva Constitución del
Brasil. Esta menciona aún entre los derechos que declara, dis-
posiciones de carácter poco fundamental, si se quiere, pero que
muestran cuán vastas raíces encuentra el espíritu de libertad en
la nueva República: tales son, por ejemplo, la secularización del
matrimonio, de los cementerios y de la ensecanza pública; la
abolición de las penas de galeras y destierro judicial; el otorga-
miento del habeas corpus á todo individuo abusivamcnte violsn-
tado ó amenazado con violencia ilegal por la autoridad; y la
prohibición de acumular empleos nacionales retribuidos.
Un artículo que es antes un principio que un precepto, pero
principio de la más alta significación y al cual podrían atribuir-
se l o efectos
~ del actual artículo 140 de nuestra Carta, encabeza
la declaración de derechos de que gozan los habitantes del
Brasil: llNadie puede ser obligado á hacer ó dejar de hacer algo
sino en virtud de L e y f ~ .
Tal vez no se nota entre esas garantías otra omisión que la
de no poder ser compelidos los reos ni sus próximos parientes
á declarar con juramento en causas criminales; ya que la decla-
ración de igualdad ante la Ley puede acaso estirnarsc como
prohibitiva de la esclavitud y de la reparticid11 de impuestos y
cargas públicas cn desproporción á las facultades relativas de
los contribuyentes.
2 16 QnKA5 I)E DON JORGE HUNEETJS

-' El Presidente de la República es responsable por los crírnc-


r i e i quc atentaren al goce y ejercicio legal de los derechos poli-
ticos é iridividuales. '

Del Poder Legislativo


~i Poder L.cgiilativo es ejeicido por el Congreso Sacional,
dividido en'CamAra de Diputados y Senado, con la sancidti del
Presidente'de la República.
.. Los Setiadores y'Díputados son Jinviolablcs; no se les puede
arrestar ni procesar, salvo delii-icuencia k fyngnnti quc no sea
* .
lícito afiailzar, sin ' dcclaraci6n de procedencia emitida por la
Cdmara á que pcrteiiec~ri.Sus fiiribioi~esson retribuidas,

De la d~niarade Diputados; sus 'atribuciones excIueivas


r a arios. Idos Diputados, cuyo tníni-
. .Cada ~ e ~ i s l a t u r á ' d u tres
muni J. cuy9 másirh-um quedan establccidos en la Constitucirjn
&isma,'son elegidos p¿r los pucblos en votación directa que
;gnrn?ttz'ce In refveseztacibif de ¿m n~irzarias.No hay Diputados
suplentes; y, asi, la integridad de la Cámara está constiltada
I)or iin sistema rikiiroso de inhabilidades é incompatibilidades,
y por la facultad, residente en los Estados, de proceder al rcem-
plazo de sus representaciones vacantes.
Á cada iina de las Cámaras corresponde: verificar y recoiio-
cer los poderes dc sus miembros, elegir su nzesn, organizar su
reglarncnto interior, regular el servicio de su policía interna y
nombrar los erlipleados de su secretaría.
La Cátnara es depositaria de iniciativas tari vastas como im-
portantes que la'autorizan para promover exclusivamcntc: el
aplazamiento dc las cesiones legislativas, todas las, Leycs tri-
b~tarias,la fijación de las fuerzas de mar y tierra, la discusión
de todos los Yroyactus p'rcsentados por el Ejecutiva y la dccla-
ración de procedeiicia ó improcedencia de todas las acusaciones
contra el Presidente de la Rcpiiblica y de las formuIadas contra
los Ministros de Estado por responsabilidad solidaria con aquel.
Inhabilidades A incompatibilidades

' Como lo dijimos al tratar de los dcrecllos políticos, no son

elegibles los que no pueden inscribirse. Tainpocr) lo son eti


absoluto los que no estuvieren en posesión de la ciudadanía
brasilera.
Para poder scr Diputado 6 Scnador se requiere, ademas, tener
respectivamente más de cuatro y rnás de seis años de ciudadanía,
exceptuado el caso de los extrñnjcros que se nacionalizarcri en
virtud de haber omitido la declaración de conservar la nacio-
nalidad de origen, pues istos, aunque son ciudadanos, s610
obticnen, por lo visto, una ciudadanía pasiva en cierto modo.
Las incompatibilidades parlamentarias son muy amplias:
desde Iuego, el Congrcso debe declarar en Ley especial los ca-'
sos de incompatibilidad electoral. Concretémonos á las consti-
tucionales. Estas son: I . ~ celebración
, de contratos con el Ejc-
cutivo; 23, aceptación de comisiones Ó empleos retribuidos,
exceptuados los cargos diplomAticos, las coinisiones militares,
10s cargos de opci~jn(nccesso) y las promocíones legales; y estas
mismas funcioncs no pueden aceptarse sin permiso dc la Cá-
mara respectiva, si hubiera de perderse el mandato, esceptuan-
do los casos de guerra extranjera y de compromiso del honor .
é integridad de la Unión.
Los Ministros de Estado no pueden ser elegidos Diputados
tii Senadores; y si alguno de éstos nceptarc e1 cargo de Minis-
tro, pierde el inandato, que no le puede ser renovado en las
elecciones, a que debe procederse inmediatamente.
Tan estricto sistcma dc fncompatibilidadcs constitucionaIes
está prudentemente mitigado por importantes referencias á la
Ley que puede atenuarlo en sus efectos, por la significativa
facultad confiada al Congreso de autorizar la cornpatibilidad
de ciertas funciones, por la excepción establecida para los casos
de guerra extranjera y de cotnpromiso nacional, y por la retri-
bución, constitucional también, de las funcioncs legislativas.
. .
2 1s OBRAS D E DON JORGE HUNEEUS

De la Cámara de Senadores;.sus atribuciones exclusivas

El número de Senadores cede en muy poco al mínimum clc


Diputados; éstos no pueden ser mcnns de cuatro por Estado;
aquéllos son tres por Estado. L a forma de elección, la retribu-
ción y las inhabilidades C incompatibilidades expuestas son
comuncs á todos los miembros del Congreso. L a sola condición
especial requerida para llegar al Senado es la de tener mds d e
treinta y cinco años. El mandato senatorial dura nueve años;
los Senadores se renuevan por terccras partes cada tres años; y
el sistema de reemplazos en elecciones extraordinarias rige
también con las senaturías vacantes.
Como atribuciones privativas, fuera dc las ya enunciadas al
tratar de la Cámara de Diputados, refcrentes á los podercs d c
sus miembros, y á otros asuntos peculiares, sólo invistc el Se-
nado: 1.0, competencia judicial extensiva 5 juzgar al Presidente
y demás funcionarios federales que la Constitución remite á su
barra (tales son los Ministros de Estado y los miembros dcl
Supremo Tribunal Federal); pero sin que pueda imponer otras
penas que la pérdida del cargo y la de inhabilidad para servir
otros; y 2.0, la de pronunciarse sobre los nombramientos d c
Ministros Diplomáticos y miembros del Tribunal Federal y del
Tribunal de Cuentas que hiciere el Presidente de la República.
Puede notarsc que la organización del Senado parece calcii-
lada antes para formar simplemente uno de los dos cuerpos
colegisladorcs, que para representar cn el Congreso el factor dc
autoridad, de co~isejoy cquilibrio que c r la .generalidad de los
casos simboliza y que, según la naturaleza 'de las sociedades,
conviene acaso que siempre caracterice á esta rama del Cuerpo
Legislativo.
Atribuciones exclusivas del Conmeso
Llama la atención la expresión privativamente empleada por
la Constitución brasilera al atribuir al Congreso .las treinta y
cinco matcrias de competencia que detalla el artículo 34, pues
UCIONAL COI~PAKADO.-AP~DICES 219
ESTVDIOS SOBKE DERECHO ~:ONSI'IT

ellas son sustancialmente las mismas quc en todos 109 palses


representativos se tiencn por objetos de Ley. Nada justifica esa
voz extraíia, como no sea el sistema de formación de las Leyes,
que á su tiempo extractaremos; pues no la explica satisfacto-
riamente el natural propósito de eliminar de tales asuntos á las
autoridades seccionales, ya que ni la Constitución de Suiza ni la
de Norte América consignan exclusión semejante.
Las atribuciones exclucivas del Congreso brasilero no co-
rresponden, pues, textualmente hablando, á las atribuciones
excIusivas de1 Congreso chileno y dc la generalidad de los
Parlamcntos.
Las únicas analogías que ante las instituciones comparadas
y el Derecho escrito muestra la Carta brasilera al respecto de las
atribuciones exclusivas del Congreso, son tres: I . ~ la, facultad
de prorrogar y la dc aplazar sus sesiones; z . ~ ,la facultad de
iniciar acusaciones, residente en la Cámara, para ante el Senado
que las falla, por responsabilidad funcionaria de ciertos magis-
trados y por determinados capítulos; y 3.", la facultad de escru-
tar las clccciones presidenciales y elegir al Presidente cuando
ningún candidato obtuviese mayoría absoluta.
Por lo que respecta al estado de sitio, compete al Congreso
declararlo para uno Ó tnris puntos de1 territorio nacional, cuan-
do la scguridad de la República lo exigierí: cn caso dc agresión
extranjera ó de connioción interior, y quedan entonces, por
tiempo determinado, szrspendidns alli Zns gnr~z~ztias constit~rcio-
nales. Pero, si no se hallare reunido el Congreso y el pcligro de
la Patria fuere inminente (art. So), puede el Presidente decla-
rarlo por si ópor sus agelztes (art. 48, núm. I 5 ) para cualquier
punto del territorio nacional cn los casos de agresión extran-
jera ó de g ~ t z v econmoción interior, someticndo~sudcclaración
á la aprobación ó su.;pcnsión del Congreso, luego que éste se
reuna. Declarado el sitio por el Presidente, éste reducirá su
represión sobre las personas á detenerlas fuera de los sitios de
detención común y á desterrarlas dentro dcl territorio nacional.
.Debemos recordar a h , para agrupar aquí todo lo referente al
sitio, que, según el artículo 6.0, el Gobierno Federal no podrá
220 OBRAS DE DOS JORGE H U N E E U S

intervenir en los negociospecr~Zinresde los Estado., salvo: 1.0,


para repeler la invasión extranjera ó la de un Estado en otro;
2.0, para mantener la forma republicana federal; 3.0, para res-
tablecer el orden y la tranquilidad en los Estados d requisicihz
de LOS respectivos Gobier7zo.r; y 4.", para asegurar la ejecución d e
las Leyes y sentencias federales.
Anticiparemos que la singrilar acepción en que la Constitu-
ción emplea las palabras i~facultadesexclusivas~~, está, nos pa-
rece, justificadü por los límites que ella marca á la intervención
del Ejecutivo en las funciones legislativas. No obstante, A fin
de respetar la clasificación de materias que en los Estz~n'iospre-
cedentes se desarrolla, clasificación fundada más en la natura-
leza de las instituciones que en el orden y forma en que el
Derecho Positivo las presenta, vamos á incluir entre las mate-
rias de Ley las que la Constitución Rrasilera denomina atri-
buciones exclzrsivas del Congreso, ya que las resoluciones que
éste acordare á su respecto pueden ser vetadas por el Presi-
dente que es, además, la autoridad cncargada de sancionar y
promulgar esas Leyes.
No todas las resoluciones que el artíciilo 34 defiere al Con-
greso, son, sin embargo, materias de Ley; algunas de ellas son
por la fuerza de las cosas objeto de simples acuerdos del Con-
greso, que se sustraen, si no á la sanción y promulgación del
Presidente, por lo menos á su devoluci6n ó veto. Tales deben
ser: el examen de las cuentas de entradas y gastos de cada
servicio financiero; la Ley de presupuestos de gastos ~)úblicos
y la de fuerzas de mar y tierra, atendido su carácter periódico;
las resoluciones del Congreso en asuntos limítrofes de toda
especie y en materia de tratados y convenciones internaciona-
les, visto el carácter dejrzitivo que la Constitución atribuye á
esas resoluciones; la ya record2 ,a declaración de estado de sitio
emitida por las Cámaras cn sesionks, declaración que es enton-
ces realmente privativa del Congreso, pues la Constitución es-
pecialmente se la confiere en su artículo 80, y la aprobación ó
s~ispensióndel que dictare la autoridad ejecutiva; las resolu-
ciones orgánicas de la justicia federal, pues también esa orga-
nización le está particularmente cometida en el artículo 5 5 ; y,
por último, las re solucione.^ que conmutan ó perdonan las penas
impuestas en los casos de irrzfleachnze~zfs,ya mencionados, pues
es privativo del Congreso el juzgamiento de éstos.
A la exposici&n precedente sólo tenemos que agrega,r que el
Ejecutivo no interviene en la reforma cot~stitucional,pues ésta
se hace exclusivamente por el Congreso; y que, transcurrido el
plazo que la Constitución impone al Presidente de la República
para la promulgacijn de ciertas Leyes, el Congreso las decreta
y las promulga de propia autoridad.
Aplicando á las facultades extraordinarias con que el estado
de sitio inviste al Presidente, el criterio con que las juzga el au-
tor de estas Obras, es de sentir que la Constitución brasilera,
separándose de las Constitiiciones norte-americana y suiza, con-
ceda al Ejecutivo la atribución de declarar el estado de sitio
por sí y ante si en caso tan frecuente como es el de reccso le-
gislativo; y la de asumir, por tal arbitrio, autoridad para dete-
ner á las personas fuera dc los sitios de detención común, y para
desterrarlas dentro de la República. Se comprende que esa li-
mitación de los efectos del sitio, creada por la Constitución
para el caso eqpecial de declararlo el Ejecutivo,,pues en los res-
tantes esos efectos se extienden d Zn suspe~zsió~z por tiefrlpo de-
temzinado de las garantzás constitzrcionales, no basta ni puede
bastar toda vez que el Presidente de la República es quien tie-
ne la facultad de convocar al Congreso, por más que sólo en
peligro inminente de la Patria motivado por peave conmoción
interior, cosas de calificacicin muy prudencial, sea, fuera del caso
de agresión extranjera, procedente la declaración de sitio por
acto del Ejecutivo.
Ya que hablamos del estado de sitio, y para no volver sobre
el particular, diremos que tampoco parecen satisfactorios los
efectos amplísimos que se atribuyen al sitio declarado por el
Congreso y que dejamos subrayados más arriba. Prescindiendo
de si hubo necesidades de momcnto que aconsejaran á la Coils-
tituyentc brasilera otorgar esa trascendental consecuencia al es-
tado dc sitio, no puede negarse que en el terreco dc la doctrina,
222 0I:RAS DE' IjON. JORGE HUNEEUS

es deficiente barrera coritra la suspensión de las garantías cons-


titucionales cl conceder al Congreso la facultad de acordarla,
aun circunscribiéndola, como se hace, á los casos de compromiso
de la seguridad nacional por invasión extranjera ó conmoción
interior. Nos fundamos en que ello es propio de dictaduras par-
lamentarias, cualquiera que sea la responsabilidad que Zegnlrítefz-
tq:se imponga á las autoridades que abusaren de sus facultades
de sitio, pues esa responsabilidad es en los hechos de efectivi-
dad muy problemática. Siempre subsiste en la suspensión de las
garantías constitucionales, acordada 'por el Congreso, el hecho
doctrinalmente inaceptable de abrogarse por el Cuerpo Legis-
lativo la Lcy que rige en virtud de la sanción constituyente.
Sobrevienen, á no dudarlo, casos de inminentes peligros que la
autoridad debe conjurar; casos en que el interés nacional impo-
ne la derogación temporal de la Constitución á fin d e salvar
quizás su propio rectahlecimiento. Pero debe observarse que es
entonces precisamente cuando las pasiones más decbordan así
en el individuo como cn el funcionario; y que en consecuencia
los resortes legales no dcben relajarse tanto que se prive al in-
dividuo de esa suma de garantías que, sin embarazar la accion
d c la autoridad, son inalienables en el hombre y mAs precisas
que nunca al ciudadano. Debe observarse también que el auto-
ritarismo suele ser necesario, pero que, al exagerarlo, sus fines
legitimas son traicionados; y parece difícil que autoridades ame-
nazadas por conmociones de aquellas que generalmente pertur-
ban los ánimos, no traspasen los fines políticos de la suspensión
~onstitucionaly no cedan un poco á la tentación de herir al ad-
versario, tentación poderosa cuando se dispone d e facultades
aptas para ello, no ya tan solo para sofocar una revuelta.
A fin de que pueda ser estimada la importante condición que
el número 3 . O del artículo 6.0 implica para la declaración del si-
tio, cuando él tuvicre por objeto rcsta\lecer el orden y la tran-
quilidad de los Estados, hemos reproducido todo ese artículo
juntamente con los referentes al sitio mismo. Así podrá notarse
que esa condicidn no es de consecuencias tan grandes como se-
ría de desear, 1.0, porque el estado de sitio no siempre envuelve
intervención dcl Gobierno Federal en los negocios pect~liaresde
los Estados; pues si los motivos del sitio fuesen extensivos d
todo elpais, el requerimiento de los Estados no sería de rigor; -.O,
porque de entre las causales que autorizan la declaración dcl
sitio, sólo la de restablecerse el orden y la tranquilidad de los
Estados hace necescrio el requerimiento de sus Gobiernos rcs-
pectivos; como por una parte ese requerimiento no es necesario
para que el Gobierno Federal intervenga con el objeto de rcpc-
ler las invasiones extranjeras y las rccíprocas de los Estados,
con el de mantener la forma republicana-federal ó con el de
asegurar la ejecución de las Lcyes y scntericias federales; como,
por otra parte, no sería cxtraño que coincidiese alguna de éstas
últimas causales de intervención fedcral con aquella en que di-
cha intervención debe ser requerida por los Estados; y como, cn
fin, nada impide que, rncdiando guerra extranjera 6 conmoción
interior, el Gobierno Federal intervenga con declaración de sitio
en los ncgocios de los Estados, salvo el caso de intervenirse
excZz~sivanzente,-pues tal hemos manifestado que es el verda-
dero sentido de la restricción que examinamos,-para rcsta-
bleccr el orden y la ttvanquilidnd en los Estados, resulta que la
condición impuesta á la intervención federal por el número 3.0
del artículo 6.0 no implica ni una limitación ni un embarazo se-
rios contra la declaración del estado de sitio, ni importa, en
consecuZncia, una garantía firme y efectiva en contra de éste.
No existe en el Brasil Comisión Conservadora ni otra insti-
tución alguna delegataria del Congreso. Este asume y ejercita
siempre, por la tanto, sus facultades constitucionales.

Materias de Ley
E n el Brasil son materias de Ley, sin alteraciones scnsiblcs,
las mismas que lo son en Chile y en los demás países represen-
tativos. Notaremos, tan sólo, que al Congreso coresponde mo+
vilizar y utilizar la guardia cívica en los casos constitucionales,
reglamentar la seguridad de las fronteras, permitir 6 negar el
tránsito á las fuerzas extranjeras, legislar sobre la organización
224 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

del Ejército y de la Armada y autorizar al Presidente para decla-


rarla guerra y hacer la paz, si el arbitraje se frustrase. Atribu-
ciones son todas esas que afectan á la responsabilidad del Eje.
cutivo y que se ejercitan, á no dudarlo, con su concurrencia,
pues inciden en sus facultades naturales; ellas, en realidad, son
materias de Ley por más que la Constitución adolece de ambi-
güedad en su recordado artículo 34. En efecto, écte enuncia en
calidad de privativas del Congreso facultades que lo son en ver-
dad, como ya lo hemos dicho, facultades que se ejercen por me-
dio de Leyes, según la misma Constitución, y facultades, en fin,
que, como las precedentes, están enumeradas cn forma que no
las distingue de las verdaderamente exclusivas del Congreso.
L a facultad de conceder amnistías es también materia de Ley.
L a Constitución concede en su artículo 81 al Supremo Tribunal
Federal, la facultad de rever en beneficio de los condenados
los procesos fenecidos, y al Congreso la de conmutar ó perdo-
nar sus penas á los condenados en juicios de responsabilidad.
Pasemos á las Leyes periódicas. El párrafo 1.0 del articulo 34
enuncia entre las atribuciones exclusivas del Congreso Ilpresu-
poner las entradas, fijar los gastos anualmente y examinar las
cuentas de entradas y gastos d e cada servicio financieroll;el pá-
rrafo 4.0,"regular la recaudación y distribución de las rentas fe-
d e r a l e s ~y
~ ;el párrafo 17, lbfijar anualmente las fuerzas de mar
y tierrarl.
" P~esufuestos.- De los textos precedentes se deduce que sólo
elpresupzresto degastosy lnsfzrerzns de war y tierra se renuevan
anualmente en el Brasil, ya que la palabra anualllzeirte ernplea-
d a en el párrafo 1.0 no comprende ni el presupuesto de entra-
das ni el examen de las cuentas. Ni cn ese artículo ni en otro
alguno distingue la Constitución los gastos fijos de los especia-
les y de los variables.
El Presidente de la República es responsable por aquellos de
sus actos que atentaren las Leyes de presupuestos votadas
por el Congreso.
Cuentas de entradas y gastos.-La Constitución del Brasil no
nstablece explícitamente la periodicidad de esas cuentas; exige
ESTUDIOS SOBKE DERECIIO CONSTITUCIONAL COMI'AKADO.-AP~XDICES 225

en cambio, cuenta de las entradas y gastos de cada servicio fi-


nanciero. Estos podrán ser anuales, semestrales ó de cualquier
otro pla'zo, según la Ley que organice los servicios. Pero la ne-
cesidad de las cuentas especiales, tal como se establece en la
Constitución, basta quizás para control de una administración
federal; cl Congreso, según la confianza que esa administración
le inspire, hará más 6 menos frecuente el extimen de esas
cuentas.
Según el párrafo 9.0 del artículo 48, cl Presidente de la RepÚ-
blica debe dar cuenta anualmente de la situación del país al
Congreso Nacional.
El Presidente de la República es responsable por aqucllos
de sus actos que atentaren á la probidad de la administración
y á la guarda é inversión constitucional dc los dineros pú-
blicos.
Ei~erxasde mnry iiet*ra.-Todo brasilero es obligado al scr-
vicio militar en defensa de la Patria y de la Constitución según
las Leyes federales. El Ejército federal se compone de contin-
gentes que los Estados suministran en conformidad á la Ley
quc anun¿ze?zk fija las fuerzas. El reciutatniento militar forzo-
so queda abolido; el Ejército y la Armada constan de volunta-
rios, y á falta de éstos, se integran por sorteo.
Contribuciones.-En el título i1De la Organización Federallr
trata la Constitución de la creación de contribuciones en los
términos que vamos á transcribir, La Constitución limita las
atribuciones del Congreso en esta importarite materia á fijar 6
presuponer las entradas sin plazos fijos, y á regular la recauda-
ción y distribución de las rentas federalcs.
Sólo á la Unión corresponde crear impuestos sobre la impor-
tación extranjera, y derechos de navegación, de sello, dc correos
y telégrafos federales. Esos impuestos deben ser uniformes para
todos los Estados. Sólo á los Estados coi-responde crcar im-
puestos para la exportación de las mercaderías que ellos pro-
ducen; sobre 13s inmuebles rurales y urbanos, sobre la transmi-
sión de 15propiedad, sobre las industrias y profesiones; y sobre
10s telégrafos y correos respectivos; y decretar derechos d e scllo
226 OBRAS DE DON JORGE H U X E E Z ~ S

con respecto á sus actos y ncgocios peculiares. Ni la Unión ni


10s Estados pueden gravarse recíprocamente sus bienes, rentas
servicios, ni el tránsito de unos Estados á otros de mercade-
rías nacionalcs 6 extranjeras, ni los elementos de acarreo que
los transportasen.
, Dentro de esas y de otras restricciones menos importantes,
la Unión y los Estados pucden, conjunta ó scparadamcnte, crear
ciialesquiera otras fucntes de entradas.
- Así, pues, en la Federación brasilera las contribuciones fede-
ralcr son sicmpre materia de Ley. En orden á las particulares
de los Estados, las Constituciones respectivas detcrminarán la
forma de su creación sin que la Carta federal les imponga al
respecto limitación alguna. Aquellas Leyes no difieren en su
duración y vigencia de las ~ e ~ ordinarias,
e s como sucedc tam-
bién en Norte-América y Suiza. Las fucrzas de mar y tierra,
incluycndo naturalmente la Guardia Nacional, sc fijan todos los
años. Y decimos que en esa fuerza se comprende la Guardia
Nacional, porque cuando la Constitución ha querido distinguir-
las, ha hablado, como lo hace la chilena, sólo de Ejército y Ar-
mada; así puede notarse en el número 18 del artículo 34. E n
materia de presupuestos .de gastos federales, la Constitución
brasilera no se aparta de la generalidad de las Constituciones
vigentes, según las cuales la renovación de los presupuestos
se Iiace pcriódicamentc por el Congreso y en forma que permi-
te una fiscalización que al Ejecutivo es más ó menos difícil
contrastar.
De la formación de las Leyes
11ziciati7~a.-Scgún el artículo 29, compete á la Crimara de
Diputados la iniciativa en el aplazamiento de la sesión legisla-
tiva, en todas las Leyes de impuestos, en las Leyes que fijan
las fuerzas de mar y tierra, cn la discusión de los Proyectos pre-
sentados por el Presidente de la República y en la declaracion
dc procedencia ó improcedencia de las aciisaciones por inzpenclt-
nzelzts. Con esas excepciones, todos los Proyectos de Ley pue-
den tener origen indistintamente en la Cámara ó en 61 Scnado,
á iniciativa de cualquiera de sus miembros. Del proccdiinicnto
dc reforma constitucional trataremos se~iaradamente.
Se ve, pues, que la iniciativa que al Presidente de la Kepú-
blica atribuye la generalidad de las Constituciones en la for-
mación de las Leyes, está condicionada en el Brasil por la cxi-
gencia de que esos Proyectos sean previamente discutidos en la
Cámara, corporación de más relieve político, sin duda, que el
Scnado.
La Constitución del Brasil obedece á la tendencia dominante
que radica en la Cámara de Diputados el origen de toda Ley
tributaria, no obstante quc allí la elccción del Senado se hace
lldel misino modo que la de los Diputados,,, ó sea, directarncn-
te por el pueblo.
Sistema de insistencia por$s tercios.-El Proyecto de Ley
aprobado por una Cámara se pasa á la otra, y si ésta lo aprueba
se le pasa al Ejecutivo; y si la Cámara revisora enmendare el
Proyecto, se le devuelve á la de origen, que, en caso de aceptar
las enmiendas, lo remite al Ejecutivo. Pero, en caso coíttrario, el
Proyecto vuelve á la Cámara revisora, y si ésta insistiere por
dos tercios de sus miembros presentes cn las alteraciones, éstas
se tendrán por aprobadas, y serán enviadas á la Cámara de ori-
gen que sólo puede r@robar¿us por esa iílzismz r~zayoriu.Así re-
chazadas las alteraciones, el Proyecto se somete á sanción sin
ellas.
Las Leyes se forman, pues, en el Brasil, como en la genera-
lidad de los Estados constitucionales. El sistema excepcional
que rige á Chile se adopta en el Brasil para el único efecto de
simplificar la tramitación dc las Leyes en cuyos términos dis-
cordaren las Cámaras, pues sólo se requiere mayoría de los dos
tercios en la Cámara de origen para el rechazo de las altera-
ciones ó enmiendas acordadas por esa mayoria en la Cámara
revisora.
Veto preside~zcial.-El Presidente de la República es quien
promulga, sai-iciona y I-iacc publicar las Leyes. Si él ericon-
trare inconstitucional ó adverso ri los i~zte~eses
~zacionalesel Pro-
yecto aprobado por las Cámaras, le negará su sanción dentro
228 OBRAS DE DON JORGE HUNEEIJS

d e diez días útiles contados desde su remisión, y lo devolverá


dentro de ese plazo á la Cámarade origen con los motivos del
rechazo. El silencio del Presidcnte importa la sanción de la
Ley. Negada ésta en receso de las Cámaras, el Presidentc
publicará sus razones.
Devuelto el Proyecto á la Cámara de su origen, se le somete
e n ella á discusión y votación nominal, considerándosele aproba-
d o si obtuvicre 10s dos tercios de los votos presentes. En tal
caso se envía á la otra Cámara que, si lo aprobare con los mis-
mos trámites y por la misma mayoría, lo enviará, como Ley, al
Poder Ejecutivo, para la formalidad de su promulgación. Esta y
l a sanción de la Ley se efectúan á nombre del Congreso. No
promulgándose dentro de las cuarenta y ocho horas la Ley vo-
tada y aprobada segunda vcz por el Congreso, el Presidente
ó cl Viccpresidcnte dcl Senado deben promulgarla.
Los Proyectos rechazados ó no sancionados no puedcn ser
renovados en la misma sesión legislativa.
Dos efectos produce, pues, 'el veto presidencial cn el Brasil:
1.0, impedir la renovación del Proyecto en la misma sesión le-
gislativa; y 2.", requerir, para su aprobación definitiva, la insisten-
cia de ios dos tercios de los miembros presentes á una y á otra
Cámara. El veto es, pues, suspensivo en sus efectos, y revocable
e n su fuerza por la voluntad reitcrada de las Cámaras.
Si se comparan cl vigor y consecuencias quc el veto imperial
tenía, con los resultados que al veto presidencial atribuye la
Constitución republicana, es fuerza convenir en que la reforma
aproximó notablemente las relaciones del Ejecutivo y del Con-
greso al ideal político realizado por las Constitucioncs en Suiza
y en Francia, y prácticamente en Inglaterra.
Debe considerarse, cn cuanto al veto, q u e el Presidente de la
República no forma rcalmentc parte del Podcr Legislativo en
el Brasil. En efecto, las facultades Icgislativas no son en ese
país sistcrildticamentc comunes al Ejecutivo y al Congreso.
Así, la iniciativa dcl Presidente en la formación de las Lcyes,
está virtualmente subordinada íi la tramitación que sólo la Cá-
mara de Diputados pucde conceder á sus Proyectos; su inter-
ESTUDIOS SOHKE DERECNO CONZTITUCIOXAL CO~I~>AKI\UO.-AFLN»ICES
229

vención en la forma de las mismas Leyes es cula, pues ni pue-


de modificarlas ni concurrenclos Ministros á su deliberación y
acuerdo. Puede solamente suspender la sanción de las Leyes
hasta que en otra sesión legislativa se insista en ellas por rna-
yorías especiales; y no debe olvidarse que esa sesión puede te-
ner lugar con relativa inmediación á la primcra. Las facultades
d e sancionar y promulgar las Leyes son privativas del Prcsi-
dente. Pero la Constitución prescinde de aquélla y transfiere
ésta al Congreso cuando el Presidente dejare transcurrir el plazo
coiistitucional de la prornulgación.
Tal vez por eso al detallar la Constitución las materias de
Ley las enuncia en general como atribuciones exclusivas del
Congreso. Y en realidad, son, si se quiere, atribuciones exclusi-
vas de éste, que se ejercitan con más ó menos condiciones en los
casos de veto, pero que, en último resultado, se consuman,
satisfechas esas condiciones.
De las sesiofzesdel Cottgreso.-El Congreso funciona por de-
recho propio durante cuatro meses. Puede ser prorrogado, apla-
zado 6 convocado extraordinariamente; prorrogado Ó aplazado
por resolución del mismo Congreso; convocadc por el Presi-
dente de la República.
Las deliberaciones se toman por mayoría de votos, hallán-.
doce presente en cada Cimarala mayoría absoluta de sus
miembros.
Cuancio el Senado funciona como Tribunal de Justicia, y es
ciitonces presidido por el Presidente del Supremo ~ r i b u n a l
Federal, no puede condenar sino por los dos tercios de sus
iniernbros presentes.

Del Poder Ejecutivo

De,? Presidevte y del Vict-fresiderzte de Zn Rejzihlica; fornzns en


que son elegidos.-El Poder Ejecutivo reside en el Presidente de
la República. Por impedimento suyo, lo ejerce el Vicepresi-
dente elegido, al efecto, al mismo tieino que él. Si aquél se ha-
llare impedido, le subrogan succsivarnente el Vicepresidente
230 OBRAS DE DON JORGE IIUNEEUS

del Senado, el Presidente de la Cárhara de Diputados y el Pre-


sidente del Supremo Tribunal Federal. E s de notar aquí que el
Vicepresidente de la República es Presidente del Senado, en
el cual sólo tiene voto decisorio en caso de empate (voto d e
qzbalzLZáde).
El período presidencial dura cuatro años. Está prohibida la
reelección por el período inmediato. Si vacaren la Presidencia ó
la Vicepresidencia dentro de los dos primeros años del período,
se procede á nueva elección. Al hacerse cargo de su puesto. el
Presidente afiri~ia arite el Congreso, promesa d c respetar la
Constitución y las Leyes, de promover el bien general y de sus-
tentar la unión, la intcgridad y la independencia.
Son condiciones esenciales para ser elegido Presidente ó
Vicepresidente: ser brasilero de nacimiento, estar cn ejercicio
de los derechos políticos y ser mayor de treinta y cinco años.
E l Vicepresidente que en el año inmediato á la elección hu-
biere dcsempeñado la Presidencia, no puede por esa vez ser
elegido para ésta. Son inelegibles para los cargos de Presidente
y Vicepresidente los parientes en primero y segundo. grado
del Presidente ó Vicepresidente en ejercicio al tiempo de la
eleccibn, ó que hubieren desempeñado la Presidencia hasta seis
meses antes de tener lugar dicha elección.
E l Presidente y el Vicepresidente son elegidos en votación
directa y por mayoría absoluta. Hechos los escrutinios de sus
circunscripcioi~esrespectivas por todos los Estados, el Congreso,
con los miembros que concurran, procede al escrutinio en la
primera sesión del año en que la Presidencia expira. Si nadie
huiiere obtenido mayoría absoluta, elige el Congreso, á rnayo-
ría absoluta y en votación directa, dc entre los dos candidatos
que hubieren alcanzado las mayorías más altas. Si resultare
empate, se considerará electo al de más edad.
El sistema de elección presidencial es, pues, en lo que se re-
fiere al Congreso, más sencillo,y más racional en cuanto al
procedimiento mismo, en el Brasil que en Chile.
Atribuciones del Pre~identede la Repfiblica
El Presidente de la República ticnc en el Brasil, como es de
suponer, las atribuciones inherentes á su cargo. Apuntaremos
solamente las que son objeto de diversidades constitucionales,
según se indica en la Obra precedente.
L a supervigilancia que sobre los miembros del Poder Judi-
cial conccde la Constitucidn de Chilc al Presidente no existc
en el Brasil en forma cotistitucional. Dificultamosque ella pueda
llevarsc á efecto en virtud de Ley, como no sea salvando la
independencia y libertad que la Constitución asegura al Poder
judicial. La facultad genérica atribuída al Congreso, de decre-
tar las Leyes necesarias al cjercicio de los Poderes Federales y
para la completa cjecucidn de la Constitución, no podría auto-
rizar tutela alguna sobre el Poder Judicial, menos aun en obse-
quio del Podcr Ejecutivo, cuyo Jefe es responsable por atentado
contra cl libre ejercicio de los Poderes Públicos. Entre las atri-
buciones del Congreso figura todavia, mas no como exclusiva,
la de velar por la observancia de la (:onstitución y de las Leyes,
y proveer á las necesidades de carácter federal. De esta dispo-
sicibri y de la que faculta al Senado para juzgar por responsa-
bilidad á Ios miembros del Supremo Tribunal Federal, se
desprende que á eso se circunccribe la acción del Poder Lcgis-
lativo sobre cl Judicial, sin que sea lícito á ningún Poder Pú-
blico tr;:nsgredir la independencia que á Cste asegura la Consti-
tución. Ignoramos qué dispondráti al respecto las Constituciones
de los Estados. No conocemos aún esas Constituciones, y supo-
nemos que ellas no se apartarán en materia tan delicada y vital
del sabio liberalismo con que la Carta Fedcral lo resuelve.
El riornbramiento de los miembros dcl Supremo Tribunal
Federal se hace en el Brasil por el Presidente de la República
con aprobación del Senado, y dcbe recaer cn ciudadaiios elegi-
bles para este Cuerpo. TambiEn corresponde al Presidente nom-
brar ilos magistrados federales, mediante propuesta del Su-
premo Tribunal, y nombrar de entre los miembros de éste al
OBRAS DE DON JORGE: HUNEEUS
232

Procurador General de la República. Y es cuanto dispone la


Constitución á tan interesante respecto. Como es natural, la
Ley regla soberanamente el modo y forma de las referidas pro-
puestas que, salvo la intervención del Consejo de Estado, que
no existe en cl Brasil, pueden equipararse, como sistema, á las
que en Chile presentan al Ejecutivo las Cortes de Justicia.
Ya hemos observado que el Presidente no inviste en el Bra-
sil atribución alguna relacionada con los cultos, pucs allí reina
el régimen separatista.
Según el artículo 75 de la Constitución que extractamos, la
jubilación sólo puede concederse á los funcionarios públicos en
caso de invalidez en servicio de la Xación. He ahí su único
precepto relativo á las materias de que trata la I I . atribución
~
consignada por nuestro artículo 73; precepto restrictivo, y cuyo
objeto se rige, sin duda, por Ley federal, aun cuando no lo vea-
mos incluído cn el artícdo 34 de la Constitución brasilera.
Al Presidente corresponde en el Brasil indultar 6 conmuter
las penas por crímenes sujetos á la jurisdicción federal, con ex-
cepción, según se ha dicho, de la conmutación y perdón que
sólo el Congreso puede otorgar á los funcionarios federales, cri-
minalmente responsables, y exceptuados también los crímenes
d e rcsponsabilidad y los comunes que pcrpetrarcn los Ministros
de Estado.
Acerca del estado de sitio, recordaremos solamente, para no
repetirnos, que puede el Presidente declararlo por sí Ó por sus
agentes responsables, en cualquiera parte del territorio.naciona1,
en casos de agresión extranjera ó dc grave conmoción interior,
No hay en la Constitución del Brasil disposición alguna que
corresponda á la atribución 2 1 del Presidente de Chile.

Responsabilidad del Presidente de la República

El Presidente dcl Brasil es sonietido á proceso ó á juicio, dE-


clarada por la Cámara la procedencia de la acusación, ante el
Supremo~TribunalFederal, en caso de crímenes comunes, y ante
el Senado en caso de c ~ i ~ ~ z e de Decretada la
n e sre~áonsabi~za'ad.
procedencia de la acusación queda el Presidente suspendido da
sus funciones. a,] Constitución permite, pues, que se responsa-
bilice al Presidente en ejercicio.
Es de notar que el fuero prcsidencial es extensivo á SLI juz-
gamiento por dclitos comuncs, y que ese fuero reside invaria-
bletnentc en la Cámara de Diputados. No cs rnenos notable el
que la Constitución dé por szlspenso de szssfi~~zciones al Presi-
dente acusado por de¿& C O I ~ Z ~ ~ luego
IZ, que la Cámara decreta
la procedencia de la acusación: 10s términos son tan compren7
sivoc que no prestan el menor asidero á distinción entre la acu-
sación por crimen y la acuqacidn por Znzprac~:j~m~~zt.
La rcsponsabilidatl funcionaria del Prcsidetite abarca todos,
aquellos de sus actos que atentaren contra la exístencia política
de la Unión, contra la Constitución y contra la forma de Go-
bierno Fetleral, contra el libre ejercicio de los Poderes Públi-
cos, cmtra el goce y ejercicio legal de los derechos políticos 6
individuales, contra la seguridad interior del País, contra la pro-
bidad dc la administración, contra la conservacíón é inversión
constitucional de los caudales públicos, Ó contra las Leyes de
presupuestos votadas por el Congreso.
¡Ida Constitucion de Chile no es tan severa con los Ministros
de Estado!
La Ley regulará la acusación, el proceso y el enjuiciamento
del Presidente, y definirá los dclitos de que la Constitución lo
hace responsable. Ésta se reduce en la matcria á lo que es ex-
trictamente objeto de Constitución, entregando á la Ley lo que
es propio de ella.

De los Ministros de ~ s t a d o
El Presidcnte de la Repúblíca es auxiliado en el Brasil por
los Ministros Oc Estado, agentcs de su confianza que suscriben
sus actos y que presiden los Ministerios en que se divide laad-
rninistración federol. Los Ministros noiueden desempeñar nin-
guna otra función 6 empleo público; ni ser elegidos Presidcnte,
ni Vicepresidente, ni Diputados, ni Senadores. Como se ha di-
TOMO
111 16
234 OBRAS DE DON JOKGE HUNEEUS

cho, si alguno de éstos fuere nombrado Ministro pierde su man-


dato y no es reelegible.
Los Ministros de Estado no pueden comparecer á las sesio-
nes del C:ongreso y sólo se comunican con él por escrito, ó per-
sonalmente en conferencias con las comisiones de las Cámaras.
Las Memorias anuales son dirigidas al Presidente, y son distri-
buídas al Congreso.
LOSMinistros no son responsables por los consejos que die-
ren al Presidente, ni ante el*Parlamento ni ante Justicia al-
guna. Responden por sus actos cuando ellos fueren criminosos,
según la Ley. Su proceso y enjuiciamento por crímenes comu-
nes y de responsabilidad corresponde al Supremo Tribunal Fe-
deral; y de los que cometieren conjuntamente con el Presidente
conoce la autoridad competente para juzgar á éste, ó sea al
Congreso, si se tratare de responsabilidad; y el Tribunal Fcde-
ral, con previa procedencia declarada por la Cámara, si se les
perciguiere por delito común.
Hé ahí cuanto dispone la Constitución con respecto á los Mi-
nistros d e Estado.
De esa exposición se infiere quc los Ministros son en el Hra-
sil irresponsables, políticamente hablando, ya que no responden
tlc lcs consejos dados a! Presidente, y ya que su responsabili-
dad funcionaria persoiznl los lleva al Tribunal Federal y nó al
Parlamento; sólo llegan á éste conjuntamente con el Presidente.
No menciona la Constitución los capítulos de responsabilidad
ministerial; quiere que los dcfina la Ley. Parece autorizado su-
poner que entre esos motivos figurarán los que fundan la acu-
sación del Presidente, pues los Ministros suscriben los actos del
Presidente.
S e comprcnde que los Ministros quedan en tal sistema sus-
traídos á la hostilidad política de las Crímaras; pues rii rcsisten
á sus sesiones, ni son censiirables, ni se comunican oficialmente
con ellas, ni pueden éstas suspenderlos por acusación fundada
Y
en su responsabilidad exclusiva; la persecución de su responsa-
bilidad solidaria con la del Presidente, arrastraría el enjuicia-
miento d c Cste, cosa que á los Parlamentos no cs lícito promo-
ESTIJDIOS SOBRE DFKECRO CCNSTITUCIONAI, CO\IPARXDO.-AP~XDICES 2 35

ver por razones meramente políticas, sino por las razones cons-
titucionales, que en el Brasil son echa. Su solidariedad con el
Presidente, protege, pues, á los Ministros contra las acusaciones
parlamentarias; quizás por eso mismo da la Constitución brasi-
lcra tan latas proporciones á la responsabilidad del Presidente.
Podemos, ahora, analizar someramente el orden de reiaciones
que impera cn el Brasil entre el Ejecutivo y el Congreso, y el
sistema de Gobierno que a1 respecto domina; sistema es ese que
no coincide en todas sus partes sustanciales ni con el de Suiza,
donde el Parlamento elige temporalmente á los miembros todos
del I13jecutivo; ni con el dc Norte-América, donde, si bien las
Cámaras pueden revocar acto continuo el veto presidencial, las
fuerzas permanentes se fijan cada dos años, y las Leyes de con-
tribuciones y presupuestos no difieren de las ordinarias (1).
Para el efecto de caracterizar de presidencial 6 parlamenta-
mentaria una forma o modo de Gobierno no basta, según el
criterio del autor de estas Obras, apreciar el sistema de relacio-
nes qiic median entre el Congreso y los Ministros de Estado;
es necesario consultar principalrncnte en qué co~dicionesman-
tiene el Código Político la armonía entre el Presidente de la
República y el Congreso, pues los Ministros son, á veces, en-
tidades politicas, y en otras, agentes esencialrncntc administra-
tivos del ~efe''ck.1Estado; por manera que su eliminación de la
acción parlamentaria no c-nerva la jurisdicción política que el
Congreso ejerce, en tales casos, sin mediación de Gabinete, di-
rectamente sobre el Prccidente.
E s el caso de inquirir si cl Congreso brasilero invistc ó no
en cualquiera forma la jurisdicción política que en Chile, por
ejemplo, desempeñan los Congresos regularmente en térmiiios
de fisca!ización y censura de los Gabinetes.
Si se considera que el Presidente de la República qs cn el
Brasil responsable ante e l Coiz~yesomientras ejerce sus funcio-

( 1 ) Nos referiii~osen este AfiCndicc á esos dps paises porque son los que
tienen organización politica niis semejante á la del IZrasil y Constituciones
n14s sirnilares eii muchos puntos de la rnayor entidad.-los Editoucs.
236 OH1:AS D E DON JORGE HUNEEUS

nes en virtud de numerosas causales que autorizan su cnjuicia-


miento y permiten á la Cámara suspenderlo; que si bien ello
no confiere al Congreso un recurso político, circunscribe la ór-
bita de la acción presidencial y la subordina d la $scalizacióiz
iltnzediata del Congreso, fiscalización que envuelve, á no dudar-
lo, una superioridad relativa; quc esa observación cs extensiva
á los actos solidarios de los Ministros de Estado y del Prcsi-
dente; que los nombramientos de miembros del Tribunal Fe-
f
deral y del Tribunal de Cuenta.; y os de Ministros Diplomáti-
cos deben ser sometidos al Senado, quien juzga á los primeros
en caso de resp~sabilidad funcionaria; que todo ajuste, con-
vención ó tratado es celebrado siempre ad 1,efereelzdzl~7para
ante el Congreso; que al Congreso c~rrcspondcprivativamente
decrctar las Lcycs y resol~iciones necesarias para cl ejercicio
de los Poderes de la Unión y para la ejeciición completa dc la
Constitución Política; que, en concurrencia con otras autorida-
des, le cumplc velar por la obServancia de la Constitución y de
las Leycs; que la declaración de sitio hecha por el Congreso
produce efectos de suma gravedad y son, por la inversa, muy
limitados los que acompañan al sitio decretado por el Presi-
dente; que todas esas atribuciones y otras menos importantes
envuelven una tuición administrativa y política tanto más sig-
nificativa cuanto que en el Rracil no tiene el Presidente el ór-
gano áulico que en Chile, por ejeinpio, le permite compctir con
el Poder Judicial; que si bicn al Presidente cumple reunir al
Congreso en sesiones extraordinarias, sólod éste corresponde
prorrogar ó aplazar sus sesiones que, sin continuidad obligatoria,
c e l e b r a j ~ r propio
e durante cuatro meses; que la intervención del
Presidente es nula en la reforma constitucional, casi nula en la
iniciativa de las Leyes, pues la Cámara puede dar 6 negar curso
á sus Pr.oyectos, nula también en la formación de las mismas,
pues no pucde modificar los Proyectos, sí sólo sancionarlos Ó
vetarlos; que el veto del Presidente no es en realidad absoluto,
1
pucs el Congreso lo supcdita mediante insistencia de dos tcrcios
en cada Cámara, y sus efectos suspensivos se reducen á urja se-
sión legislativa, transcurrida la cual no hay embarazo alguno
para que sea Ley el Proyecto en que se insistiere por esa mayo-
ría especial; que el Presidente no es, en consecuencia, rama del
Poder Legislativo, y la autonomía de éste es así mtic conside-
rable; que al Congreso corresponde, señaladameiite, renovar
todos los n11os la I,ey de presupuestos de gastos públicos y la
que fija las fuerzas de mar y tierra: si se toman en considera-
ción, decimos, las instituciones precedentemente observadas,
atributivas del Congreso y orgánicas de sus relaciones con el
Ejecutivo; y se agrega á su significado uniforme, grave y no
desmentido por otros preceptos del mismo Código, la circuns-
tancia de establecerse en éste el régimen federal que siempre
legitima una relativa concentración de facultades en el Poder
Ejecutivo Central, en gracia al eficaz equilibrio que la indepen-
dencia de los Estados Federales produce; acaso es autorizado
concluir que la Constitución del Brasil consagra virtualmente
y según e1 concepto y condiciones que vamos á insinuar, el
sistema de Gobierno Parlamentario con preferencia al sistema
presidencial, c'o~?o expresión más fiel del Régimen Kepresen-
-a
tativo á que ella obedece, según la letra de su artículo 1 . O y se-
b
g ú h la doctrina en que descansan sus preceptos.
Entendemos que el Sistema Parlamentario rige en el Brasil;
pero sin una de sus derivaciones esenciales, cual es la apelación
al pueblo en los casos de conflicto; y sin uno de los elementos
que en los países de sana organización política hacen más fácil
y más feliz su aplicación, cua! es la existencia de Miriistros
políticamente responsables y amovibles A voluntad del Parla-
mento, salvo el fallo superior de la opinión pública.
Veamos lo que una y otra desviación importan.
El recurso de apelación al pueblo habría obriado uno de los
inás graves inconvenientes que el parlamentarismo ofrece: el de
que los conflictos entre el Ejecutivo y el Congreso hayan de
resolverse por una de las partes contendientes. Comprendemos
que los pueblos no siempre son aptos para entender en tan gra-
ves disidencias. Pero no nos explicamos claramente que la
Ccnstitución brasilera estime al pueblo capaz de elegir directa-
mente al Presidente de la República, y que establezca al propio
23S 0I:KAS DI'. L)ON JORGE IIUNEKUS

tiempo el parlamentarismn, por el hecho de omitir cl sistema


francés d c disolución de la Cámara acordada por el Presidente
con el beneplácito del Senado, en la forma nbsolzdta, si es permi-
tido calificarla así, en que la generalidad de los países Constitu-
cionales se ven precisados á aceptarlo. Debe recordarse que el
sistema parlamentzrio es rccomcndable por cuanto consulta y
hace valer mejor que otros la voluntad popular. ¿Por qué n o
recurrir á su veredicto cuando la educacidn política del pueblo
lo permite?
No parece de tan grave inconveniente eii el terreno de la
doctrina la carencia de Gabinete político, ó sea, del mediador
plástico llamado á suavizar las relaciones del Ejecutivo con el
Congreso. IAairresponsabilidad política de los Ministros de Es-
tado cs ya un punto menos doctrinal, cuya resolución no viene
á producir, en realidad, sino un mecanismo diferente en el fun-
cionamiento del sistema parlamentario.
En efecto, el Ministerio presidencial satisface mcjor qiii.zás A
las necesidades administrativas; pero, en cambio, él carece de
la poderosa influencia con que los Ministros parlamentarios do-
cilitan á los Coi~grcsosá satisfacer todas las necesidades legis-
lativas de la administración, pues los Cuerpos 1,egislativos no
tienen en sostener la política de Ministros presidenciales, el in-
terés que los mueve á sustentar la que simbolizan Ministros
designados, aunque no nombrados, por ellos mismos. El resulta-
do es en el fondo igual. Las relaciones de los Poderes piie-
den ser más ó menos flojas y difíciles; pero, en los casos graves,
la prceminencia de los Congresos puedc, como vamos ;i verlo,
hacerse efectiva por otros arbitrios,
Ida institución de Gabinctes presidenciales, así como no in-
fluye en el sistema dc Gobierno, no caractcriza tampoco la
forma de éste. A lo sumo, ella emancipa ciertas materias ad-
ministrativas de la tutela poco aceptable, á veces, de los Parla-
mentos. Pero los Gabinetes no so11 Poderes Públicos, carecen
de atribuciones propias, y como agentes que son del Presiden-
te tienen que respetar, ante todo, la responsabilidad que en su
Jefe puedc y debe hacer pesar el Parlamento, y la que á ellos
FSTUDIOS SOIIRE DERECHO C O N S T I T U ~ I O N A LCOMI>ARADO.-APÉNDICES 239

mismos les afecta. Dentro de ese marcoel sistema de Gabine-


tes presidenciales no puede influir en la forma de gobierno, por
mucho que pueda pesar en el sentido de la autonomía admi-
nistrativa y desembarazar, así, el ejercicio de las atribuciones
ejecutivas.
Los Únicos capítulos de verdadero y eficaz pvesidencialisnzo
no pueden ser otros, según eso, que la irresponsabilidad absolu-
ta 6 temporal del Presidente; el veto que haga prácticnnzeizte
frustránea la insistencia legislativa; y la carencia de 'ese poder
de fiscalización, incontrastable para un Ejecutivo prudente, que
ejercen los Congresos mediante la insubsistencia anual d e cier-'
tas Leyes de todo punto indispensables y cuya renovación los
Congresos aplazan, niegan Ó conceden.
Las combinaciones de todos esos factores y de otros menos
graves, producen, como se comprende, variantes casi imposible
de clasificar; por eso mismo no puede, nos parcce, calificarse la
índole presidencial ó parlamentaria de un Gobierno en atención
á uno ó más de ellos. E s preciso atender al fondo d e las insti-
tuciones; y á los últimos resultados que en caso de contienda
Constitucional ó política, produce el ejercicio de las atribucio-
nes que para tales casos entrega el Pacto Fundamental, que
nunca es lícito romper, respectivamente al Presidente de la Re-
pública y al Congreso. Sólo esos resultados legales pueden de-
cir cuáles de esas atribuciones merecen el dictado de superiores
y dirirnentes, y dar, por lo tanto, un criterio para caracterizar el
sistema de gobierno según el orden de relaciones que media en-
tre el Ejecutivo y el Congreso. Donde, como sucede en el Bra-
sil, se renuevan anualmente por el Congreso las Leyes que auto-
rizan, por una parte, los gastos de la administración pública,
aún sin la conveniente eliminación de los gastos fijos y especia-
les, y se determinan, por otra, las fuerzas de mar y tierra, sería
de todo punto inconstitucional la situación de un Presidente que
resistiera á las voluntades, buenas ó malas, de un Congreso que
puede, mAs tarde ó más temprano, colocarlo fuera de la Consti-
tución negándole esas Leyes; yyhay, en consecuencia, un crite-
rio para creer que el Gobierno es en realidad parlanzentario
240 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

cualesquiera que sean las inconsecuencias que alteren su natura-


leza ante la doctrina y menoscaben la integridad de sus aplica-
ciones.
La Constitución del Rrasil establece, con feliz acuerdo, la ra-
dical separación de los Poderes Ejecutivo y Legislativo. Pero,
todo Presidente necesita del concurso legislativo para el éxito
de su administración y la paz de su Gobierno. Ese concurso no
se obtiene sin conciliaciones más ó menos costosas para el Pre-
sidente, pues las facultades fiscalizadores que el Congreso ejerce
periódicnnzejzte en la renovación de Leyes vitales para la admi-
nistración del Estado, obran y deben obrar $reventwnntenk con
vigor insuperable en el Animo de todo Presidente sensato. Los
partidos parlamentarios en mayoría dictan así sus condicio-
nes; y aunque no puedan remover á los Ministros que se des-
viaren de ellas, la decisiva presión que sobre el Presidente
mismo alcanzan los partidos, ó sea, el Parlamento, siempre que
el Ejecutivo necesita de ellos, naturalmente se refleja en los
Ministros. No es dudoso que Ministros .superiores consiguen
dilatar los límites de la libre acción ejecutiva, y reducir la
política á términos estrechos que ensanchen la órbita de su ad-
ministración independiente; pero, también es cierto que sdlo á
los Congresos corresponde decir cuáles necesidades legislativas
de la nd/~zi~zistraciónse satisfacen incondicionalmente, y cuáles
cn gracia á más ó menos graves concesiones del orden po-
lítico.
Para discutir la verdad de esas conclusiones, sería preciso ne-
gar toda signíficacídn política á la renovación de las Leyes pe-
riódicas aludidas, y reducir su objeto d la econoinia de las finan-
zas ó A la seguridad del orden público.
El resultado, como se ha dicho, es en el fondo el mismo. L a
presión parlamentaria es más complicada cuando los Gabinetes
son presidenciales, y se hace también menos frecuente su ca-
rácter decisivo en proporción á la suma gravedad de las situa-
ciones que en momentos determinados pueden crear la resis-
tencia del Presidente y la insistencia del Congreso. El sistema
de,relaciones que en general domine será tal vez el equilibrio d e
los Poderes, ya que los casos de discordia y de subordinación
del Poder menos fuerte no serán tan repetidos.
Tal cs la conseciiencia de la separación constitucional dc las
atribuciones legislativas y ejecutivas. Pero esa liquidación no
puede ser completa mientras todos los Poderes tengan un mismo
objeto, el bicn público, y hayan de concurrir a él unidamente
en casos numerosos. Y entonces, dondequiera que los Parla-
mentos sean campos en que seria y honradamente contiendan
partidos de programa, éstos pueden imponer al Presidente el
movimiento de instituciones que prefieran, y en suma, su vo-
luntad política.
No hemos querido tocar un problema; hemos deseado fundar
apenas un criterio que permita caracterizar la Constitución bra-
silera, ya que la simple reproduccidn de sus preceptos no po-
dría dar idea de su sistema político.

Del Poder Judicial

E l Poder Judicial se desempeña en la Federación Brasilera,


por el Supremo Tribunal Federal y por tantos Jueces y Tribu-
n8les Federales cuantos el Congreso creare y distribuyere en el
país.
Ya hemos visto en las atribuciones del Presidente de la Re-
blica cómo son nombrados unos y otros.
Los Jueces federales son vitalicios, y sólo pierden sus cargos
pcjr sentencia judicial. Los crímenes de responsabilidad come-
tidos por los miembros del Supremo Tribunal son juzgados por
el Senado; y dicho ~ i i b u n a l á, su vez, juzga á los Jueces fede-
rales infcrioris. L a provisión de los oficios de justicia de las
.circunscripciones judiciales corresponde respectivamente á los
de los Tribunales.
Para coinpletar el cuadro del personal judiciario de la Fede-
ración, haremos recuerdo de otras tres institiiciones que, ade-
más del Senado, tienen atributos semejantes á los dc aquellos
t
cuerpos: el Jurado, el Supremo Tribunal Militar y sus consejos
'dependientes, y la Corte de Cuentas.
242 OBRAS DE DON JORGE HUNEEOS

D e la redacción constit~icior,al,según cuyo texto ~lscconserva


la institución del Jurado,!, inferimos que á éste corr~sponde,
corno le correspondía en la Corte imperial, colzocer de los hechos.
Como la Constitución republicana no demarca la órbita juris-
diccional de los Jueces dc derecho creados por ella, sino que sc
limita á enumerar las principales materias de su competencia,
y como, por otra parte, ella deja subsistentes las Leyes del anti-
guo régimen en cuanto no contravengan al nuevo sistema de
Gobierno y á sus principios (art. S3), es muy probable que rijan
todavía el Código, las Leyes y decretos que al Jurado se re-
fieren.
. E l Supremo Tribunal Militar conoce de los delitos militares
cometidos por los militares de mar y tierra; su organización y
atribuciones son materia de Ley.
L a Corte de Cuentas liquida las cuentas de entradas y gas-
tos y verifica su legalidad antes d e que sean presentadas al
Congreso. Los miembros son nombrados como los del Tribunal
Federal, y sólo cesan en virtud de sentencia.
A lo y a expuesto, con motivo de la organización federal, sólo
agregaremos, concretándonos siempre á las materias que s e
tratan en la Obra precedente: 1.0, que la Jurisdicción Federal e s
indelegable á las Justicias de los Estados; 2.0, que el Consejo d e
Estado no existe en el Brasil, ni tampoco existe la jurisdicción
administrativo-contencima; 3.O, quc la Justicia Federal conoce
d e la validez ó aplicación constitz~cionales dc los Tratados y
Leyes Federales, como también de la validez co~zstztz~cionnl de
las Leyes que promulgaren los Estados, y de la validez que
ante las Leyes Federales tcngan los actos emanados de los
mismos.
L.os Jueces Federales, son, pues, responsables, inainovibles
(tácitamente) y perpetuos, y están facultado$ para decidir las
objeciones formuladas á la constitiicionalidad de las 1,eycs.

De los Estado's

Así como la Constitución es centralizadora y explícita en


EC.L.UIlIOS SOBRE 1)ERECHO COh'ST1TUCIONAL C O I [ ~ A R A D O . - A I > B Y U I C E S 243

materia de organización federal, ella es liberal y omisa, tra-


tándose de la organizacidn dc'los Estados mismos.
Recuérdese aquí lo expuesto con ocasión de la primera. L a
Constitución ha dado fundamentos d c vigorosa unidad á la
Nación. Salvado ese propósito, clla se remite, como cc de rigor
en los países federales, á la resoiución de los gobiercos particu-
lares en cuanto al sistema político, administrativo y judicial de
los Estados.
Nos referimos, por ahora, á lo dicho al darse idea de la for-
ma de gobierno, y particularmente á las Constituciones y Leyes
orgánicas de los Estados.

Disposiciones generales

El,título V de la Constitución del Brasil, denominado ~ ~ D i s p o -


siciones generalesti, se ocupa en el cstado de sitio; en la facultad
revisora que el Suprcmo Tribunal ejerce sobre todos los fallos
emitidos en lo criminal, sin excluir los militares; en la vigencia
de las Leyes del régimen antiguo, y en la organización del Ejér-
cito y Armada.
S e crea, además en dicho titulo la Corte de Cuentas, y se es-
tablece que llel ciudadano invcstido de funciones en cualquiera
de los tres Podercs Federales, no podrá ejercer las de otro Po-
derll;la estricta responsabilidad de los funcionarios públicos por
los abusos y omisiones cn que incurrieren en el ejercicio de sus
cargos, así como por la indulgencia ó negligencia que emplca-
ren en responsabilizar respectivamente á sus subalternos; que .
codo funcionario, al tomar posesión de su cargo, contraerá com-
promiso formal de atender sus deberes legales; que la Unión
afianza el pago de la deuda pública; y que los Estados Unidos
del Brasil, jamás se empeñarán, en forma alguna, en guerra de
conquista, lo cual tios parece de efectividad dudosa, por cuanto
crea una obligación de carácter internacional que n i n g h a po-
tencia extranjera podría requerir seriamente, pues el derecho
que se alegara no tendría más base que la enteramente incon-
gruente del derecho interno del Brasil.
244 ORKAS DE DON JORGE H U N E E U S

El título que extractamos en scguida, trata, finalmcnte, de la


reforma constitucional.

Reforma de la Constitución

La Constitucijn puede ser reformada por iniciativa del Con-


greso ó de las Asambleas de los Estados. IAa reforma sc tiene
porpropuesto cuando, presentada por la cuarta parte, á lo me-
nos, de los miembros de cualquicra Cámara, es aceptada en
tres disc~isionespor los dos tercios de los miembros de una y
otra, ó cuando, dentro del curso de un año, la piden los dos
tercios de los Estados, representados por la mayoría de votos
de sus Asambleas respectivas.
La reforma se tiene por aprobada si en el año siguiente lo
fiiere en tres discusiones, por los dos tercios de cada Cámara.
L a reforma es entonces publicada y queda incorporada á la
Constitución como parte integrante de ella.
Obedeciendo á la tendencia dominante en el Derecho PÚ-
blico moderno, tendencia más explicable aún en las Constitu-
ciones de origen revolucionario, pone la del Brasil trabas consi-
derables á su reforma. Es de notar que, á la inversa de la
nuestra, busca un contrapeso á los peligros dc la rcforma en la
exigencia de mayorías especiales dentro de un mismo Congreso,
sin mas intervalo que el de un año, y nó en la aprobación de
dos Congresos sucesivos.
El Presidente no interviene absolutamente en las reformas
constitucionales. Pueilen, si, intervenir los Estados por medio
de sus Asambleas; pero nó en la aprobación de las reformas.
Ello importa una semi-federación parlament$ria, justificada por
la especial importancia de la materia,'ya que la reforma puede
Cambiarlo todo, exceptuando la reforma republicana federal de
Gobierno. Y decimos que es justificada esa ingerencia de los
Estados porque, no concurriendo sino iin solo Congreso á la
proposición y consumación de las reformas, éstas podrían quizás
llevarse á efecto en condiciones un tanto sorpresivas para los
Estados. Dicha ingerencia debiera, sin embargo, para ser 1ó-
gica, establecerse en forma necesaria, y no facultativa, que per
mitiese á los Estados rechazar las reformas acordadas por el
Congreso Nacional. Así, la ratificacion de las reformas concierne
en Norte-América á las Legislaturas de las tres cuartas partes
de los Estados que forman la Unión.
No est,? bien en claro por qué la Constitución no ha prolii-
bid0 expresamente las modificaciones que en el momento de
aprobarse las reformas propuestas, pueden introducir las Cáma-
ras. El temor de que esas modificaciones traicionen el pensa-
miento de los que aceptaron la proposición de reforma no quedh
obviado por la circunstancia de que la reforma pueda ser pro-
puesta y aceptada por un mismo Congreso: 1.0, porque esto últi-
mo no sucederá evidentemente con las reformas cuya proposi-
ción fuese aceptada en el último año de una legislatura, pues
será entonces u n Congreso nuevo el que se pronunciará sobre ia
aprobación de la reforma; y 2.0, porque aun en caso contrario,
no es aceptable que se consume una reforma en términos pro-
blemáticos para los Congresales que votaron su proposición,
pues esos términos podrían repugnar al pensamiento de Repre-
sentantes que por móviles heterogéneos y al evento de una ma-
yorla incierta han concurrido tal vez A votar la proposición d e
reforma. No es muy raro que las mayorías se formen tan acci-
dental y rápidamente como suelen disolverse. Y si esa mayoría
se compusiera en razón de propósitos distintos y en la espe-
ranza de que una mayoría futura resuelva en sentidos diferen-
tes, es indudable que en tal caso los primeros dos tercios, l a
mayoríapvopo~~ente, serían ficticios y frustrarían su objeto cons-
titucional. L o propio puede ocurrir á la reforma que solicitaren
los Estados. Insinuamos estas observaciones porque, no excep-
tuando la Constitución las Leyes de reforma de las reglas que
ella fija para la formación de las Leyes ordinarias, parece claro
que esas reglas son aplicables á la tramitación de los proyectos
de reforma en cuanto no pugnaren con los breves preceptos es-
u
peciales que la Constitiición les dedica. Una anomalía poco
aceptable es, en tal inteligencia, la conclusión de que las altera-
ciones introducidas en el proyecto de reforma por la Cámara
246 OBRAS DE D O S JOKGE MUSEILUS

revisora y rechazadas por la de origen, no necesitan para su


insistencia y para su rechazo sino de las mismas mayorías (los
dos tercios) que se requieren para el proyecto primitivo.
Menos explicable parece aún que la Constitucióii prohiba
admitir á delib-ración proyectos tendentes á abolir la forma
republicana-federal ó la igual representación senatorial de los
Estados. L a forma republicana y el sistema federal de Go-
bierno no son de tan absoluta excelencia que sienzprz liayan
de prevalecer; y, sin referirnos al Brasil, es notorio que las con-
diciones sociales, las necesidades públicas y las corrientes de
opinión, se alteran en un mismo país incesantemente, y á ve-
ces en plazos relativamente cortos. ¿Por qué negar, entonces, á
las situaciones, y, por lo tanto, á los derechos futuros de u r ~
pueblo la consagración legal, la satisfacción legítima que puedc
ser de todo punto indispensable el acordarles? No siempre se
consigue uniformar b opinión pública en cuanto á formas de
Gobierno; y así el ~ ~ r i i r i francés
to y brasilero de legislar irrevo-
cablenzente el porvenir en materias quc los Gobiernos son im-
potentes para determinar ri su albedrío, vale tanto como crear
á firme partidos revolucionarios que propenderán precisamente
á la subversión violenta de las instituciones fundamentales, ya
que les es vedado todo acceso normal á ellas.
Constitución de los Estados Unidos de Venezuela

Noticia de sus nuevas disposiciones

I. L a Federación veiiczolana se rige por la Constit~iciónrc-


formada á 9 de Abril de 1891. Esa reforma se ha llevado A
cabo en conformidad á las Leyes estab!ecidas al efecto por la
Constitución dc 1874 (1). Vamos á indicar las principales mo-
dificaciones introducidas, en la Constitución antigua.
2. En cuanto á la organización fcderal, las innovaciones se
extizridcn á la centralización de ciertas materias que eran antes
del resorte de los Estados ó que estaban deficientemente federa-
lizadas. Esas matcrias son principalmente: propiedad de la
Unión sobre cl territorio necesario para construcciones milita-
res y penales; y jurisdicción federal legislativa ó ejecutiva sobre
la viabilidad común, sobre la navegabilidad marítima, costane-
ra y fluvial, sobre las minas, salinas y terrenos, baldícs, y sobre

(1) E n este Apkndice nos rsferimos la. ConstituciGn de 1874, porque te-
nemos entendido que la revisión constitucional de 1881 se redujo B una
nueva divisibn territorial que agrupó los diferentes Estados de la Unión
en ocho grandes seccioues, conserrindose un distrito federal, una coloniay
ciilco territorios. Daveste.-Lt S En'llo~c's.
248 OBRAS DE DON JORGE IIUNEEUS

la creación y dirección de las escuelas y establecimientos de


enseñanza científica. Los Estados se han obligado, además, á
dar fe y cumplimiento A las actuaciones públicas de los mismos
Estados, á presentar vocales para la Corte de Casación y á res-
petar las decisiones de ésta, á tener como rentas propias las
partes alícuotas que la Constitución especifica al respecto de
varias fuentes tributarias, y á distribuir esas rentas entre todos
los Estados de la Federación proporcionalmentc á la población
que cada uno tenga.
3. La nucva Carta reconoce á los cxtranjeros~losmismos de-
rechos civiles de que gozan los venezolanos.
4. Entre las garantías individuales se advierten una agrega-
ción y una supresión. Consiste la primera en consignar explí-'
citamente al calumniado ó injuriado por la prensa acción judi-
cial que procedc en la forma ordinaria. La supresión referida
elimina cl siguiente privilegio de que antes gozaba el culto ca-
tólico: ~ ~ ~ la
6 1religidn
0 católica, apostólica, romana, podrá ejer-
cer culto público fuera de los templo^.^,
5. Las proporciones dc población que eligen'Diputados han
sido acrecentadas, Ó sea, se reduce el número de éstos; se au-
menta, por la inversa, el de Senadores, y s c duplica á cuatro
años la duración de sus funcioncs.
El carácter optativo que antes tenía la incompatibilidad par-
lamentaria de los cargos de Ministros de Estado, diplomáticos
y militares, ha sido extendido á todos los empleos ó comisio-
nes del Ejecutivo Nacional, los cuales eran absolutamente in-
compatibles hasta un afio después de expirado el mandato
legislativo.
Se exige al Presidente la appbación,del Consejo Federal,
además de la Lcgislativa, para la celebración de contratos refe-
rentes á obras públicas nacionales; se ha conferido al Congreso
la facultad de elegir al Consejo Federal y borrádose de entre
sus facultades la de llexpedir la Ley de Eleccion:~ para Presi-
dente de la Unitin.,,
Se exige también á éste el acuerdo del Consejo Fedcral para
suspender y remitir á las 1.egislatiiras de los Estados los pro-
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COBIPARADO.-APESNT,ICES 249
- - -

yectos de Ley que los Ministros del Despacho hubieran obje-


tado por inconstitucionales.
6 El punto esencial de la reforma es la creación del Consejo
Federal, elegido cada dos años por el Congreso y compuesto
precisamente de un Senador y de un Diputado de cada Estado,
no reelegibles para el Conscjo; el Consejo Federal, conjunta-
mente con el Presidente unido á sus Ministros, ejerce el Poder
Ejecutivo de la Federación.
El Consejo Federal elige de entre sus miembros a1 Presidente
d e la República y á su subrogante en cada casa particular de
impedimento ó vacancia
7. El período prcsidencial dura dos años. Idas atribuciones
del Presidente le son conferidas en condiciones muy diversas.
Diez atribuciones privativas le confiere la Constitución; pero,
exceptuada la de nombrar y remover á los Ministros de Des-
pacho, todas ellas son propiamente de representación 6 fórmu-
la, ó simples derivaciones de sus facultades sustantivas. Las
facultades inherentes á su cargo, que corresponden á las que
tiene el Presidente de Chile, deben, por lo general, ser ejercita-
das con el voto deliderafiuo del Consejo Federal. No hay á su
respecto otra novedad que la supresión de la faculdqd de llcuidar
y vigilar la recaudación de las rentas nacionales.lt En caso d e
encargarse el Presidente del mando del ejército, no puede ejer-
cer otra función que esa, y lo reemplaza entonces el Consejo
Federal en la forma ya expresada.
8. A la$causales de resporisabilidad de los Ministros del
Despacho se ha agregado la de lbfaltar al cumplimiento dt: las
decisiones del Consejo Federal.11
9. El número de Vocales de la Alta Corte Federal es ahora
igual al número de Estados; y pueden ser Vocales, despues de
diez años de naturalizados, los extranjeros que reunan los re-
quisitos legales. Las listas que las Legislaturas de los Estados
presentaban antes al Congreso para el nombramiento de Voca-
les de la Alta Corte, son ahora presentadas por las representa-
ciones seccionales agrupadas, Dichos Vocales duran cuatro años
en vez de dos; y pueden ahora aceptar nombramiento del Eje-
TOMG111 17
2 50 OBRAS DE DON JORGE IIUNEP.US

Eutivo previa renuncia, lo cual les estaba antes prohibido en


absoluto.
D e entre las facultades de la Alta Corte se ha suprimido la
de conocer d c las causas criminales 6 de responsabilidad que se
forman á los altos funcionarios de los Estados, pues de ellas
conoce ahora la Corte de ~ a s a c i d ny; se h a reducido á 20s ne-
gocios pollticos la competencia que los Estados pueden conferir
á aquella Corte, limitación que no rige (art. 13, núm. 30) en
cuanto á las controversias promovidas entre dos ó más Estados.
10. L a nueva Constitución establece una Corte de Casación
que antes no existía y que es ahora el Tribunal de los Estados.
E l número de sus miembros, los cuales duran cuatro años en
sus funciones, es igual al número de Estados. Las Legislaturas
de éstos forman listas de abogados que reunan las condiciones
constitucionales, y las pasan al Consejo Federal para que éste
elija, d e entre los propuestos, á los miembros de la Corte de
Casacibn.
Esta Corte conoce de. las causas criminales y de responsabi-
dad iniciadas contra altos funcionarios d e los Estados; d e las
casaciones legales; y de las competencias que se sucitarcn entre
los fiincionarios judiciales de diferentes Estados, y entre los
funcionarios de uno mismo á falta d c otra autoridad legítima;
é informa anualmente á la Legislatura Nacional de los incon-
venientes que se opongan á la unidad de la legislación civil 6
criminal.
1 1 . E n el título denominado disposiciones conz?2e~izeiztnrins
sólo encontrarnos, además de algunas modificaciones correlati-
vas á las reformas ya enunciadas, dos alteraciones secundarias
y una reforma de importancia. Las alteraciones á que nos re-
ferimos son! la supresión del plazo fatal, pero prorrogable por
-el hecho de no designarse reemplazante, que fijaba la Consti-
tución antigua á las funciones dc todos los empleados librc-
mente nombrados por el Presidcrite de la Unión; y la que
sustikiye por simple acuartelamiento el desarme de las tropas
durante los eleccionarios. L a reforma importante á que
aludimos esla que modifica los medios d e reformar la Consti-
tución misma. I,a Constitución se reformaba antes por la Le-
gislatura Nacional si lo solicitaba la mayoría de las Legisturas
seccionales, concretrindosc siempre á los puntos cuya reforma
solicitaban los Estados. Esos preceptos subsisten en todas sus
partes, pero con el agregado de que la reforma puede exten-
dcrse á uno ó más puntos cuando, en la forma ordinaria d e las
resoluciones legislativas, lo acordaren los dos tercios de los
representantes nacionales. L a enmienda así acordada se somete
á las Legislaturas d c los Estados, y se la ticne por aprobada en
cuanto parcial ó totalmente fuerc ratificada por la mayoría d e
dichas Legislaturas.
ORGANIZACIÓN JUDICIAL COMPARADA
EXTRACTOS
SOBRE LA O R G A N I Z A C I ~ N JUDICIAL. DE LOS DIFEREN-
TES PAÍSESCUYAS CONSTITUCIONES SE COMPARAN
CON L A N U E S T R A (11.

INGLATERRA GALES
ORGAN
IZACIÓN JUDICIAL

Jzlrado. -Cada vez que se necesita convocar el Jzlraa'o para


negocios civiles ó crijninales, cl Juez respectivo pide al S/terz;f
una lista de cuarenta y ocho ó sctcnta y dos nombres, tomados
de las listas que se forman anualmente en cada parroquia por
el Ovet*seerof thepoors, y que se resumen en una para cada Con-
dado por el Clerk of thepeace, con arreglo á la Ley. De la lista
remitida al Juez por el Sherifse sortean doce individuos para lo
criminal, y cinco para lo civil, en cada asunto, después d e lag
recusaciones. Los Jurados reciben una indemnización diaria (una
libra ó rriedia libra), y deben expedir su veredicto por zlnanimi-

( 1 ) Dedicados los alumnos de Derqcho Constitucional por el autor, el


señor don Jorge Huneeus.-Los Editores.
=S6 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

dad. Cuando ésta no puede obtenerse, hay que reunir otrojzrrado.


En los párrafos 11 y 111 se ver&en qué asuntos civiles y cri-
minales se requiere la intervención del Jurado.

jt~risdic;iólz civil.- Los Tri6z~nalesinferiores de primera ins-


tancia son las Cortes de Cotzdado (Country Courts), compuestas
d e un soloJzlez, nombrado por el Lord Canciller de entre los
abogados con siete años de ejercicio.
Hay sesenta Cortes de Condado, correspondientes á otras
tantas circunscripciones Ó circz~ítos,subdivididos en quinientos
veintiún distritos. Cada jz~ezó Corte funciona, á lo menos, una
vez al mes en cada distrito de su resorte. Conoce en primera
instancia en los negocios civiles hasta cincuenta libras esterli-
nas en materia de contratos, y hasta quinientas libras esterlinas
e n otras, y es inamovible. Su sueldo es de mil quinientas libras
esterlinas al año. Son, como se ve, ambulantes.
Se conservan todavía, al lado del Juez ó Corte de Condado,
otros tribunales con una competencia menos extensa en materia
civil, tales como: los Jzdeces de pag, competentes para conocer
d e las cuestiones entre los amos y sus aprendices ó sirvientes;
los Borozgh Cotlrts (Jueces del burgo), los H ~ ~ z d ~Memorial
ed,
,Couvts, de competencia local muy limitada.
En los negocios civiles de que conoce la Corte de Condado,
cuando la suma reclamada excede de cinco libras esterlinas, el
jz~rudode cixco individuos á que se alude más arriba, puede ser
.convocado á petición de cualquiera de las partes. Si la cuantía
del asunto no excede de cinco libras esterlinas el Jurado civil no
interviene si no lo decreta asi el Juez de Condado. En realidad,
hoy se convoca al Jz~rado en lo civil s610 excepcionalmente.

Ley de 27 de Agosto de 1881

Tribzcizales Stlperiores.-Estos son:


J
.
O La Alta Corte deJusticia (primera sección de la Corte
ORGANIZACI~NJUDICIAI. COhlPARADA =S7

Szlprenta), que funciona en Londres y que se compone de tres


Salas, á saber: Chdtzcery Division; Qz~eegz'sBench; y Probate,
Divorce and Admit~altyDivision.
La Alta Corte de Josticia ejerce la jurisdicción civil de pri-
mera instancia que no compete á las Cortes de Condado, y co-
noce en segz~ndade las apelacio~zescontra las sentencias de di-
chas Cortes.
La Alta Corte de Justicia se compone del Lord Canciller,
miembro del Gabinete, que la preside, del L o ~ dChief Justice d e
Inglaterra, y de veintidós Jueces designados primitivamente d e
entre los Jueces de ]as antiguas Cortes de Testantentos y Divor-
cios, de Coríznzonplends, del Banco de la Keina, del Exchequc~.,
y de Almirantazgo (hoy suprimidas y refundidas todas en la
Corte Suprema). Todos estos Jueces son nombrados directa-
mente por la Reina, y todos, menos el Lord Canciller, son zizn-
wzovibles. El sueldo de estos Jueces es de cinco mil libras ester-
linas al año, el del Lord Clzief Jz~stice, de ocho mil libras
esterlinas, y cl del Lord Canciller, de diez mil libras esterlinas,
2.0 La Cot-te de Afelaciones de Londres (segunda sección d e
la Corte Szlpret~za),que se compone de los Presidentes de las
tres Salas de la Alta Corte dc Justicia, del Master of thc Rolls
y de cinco Jueces de Derecho nombrados por la Reina é ina-
movibles como los otros, salvo á petición del Parlanrento.
Los Jueces de fa Alta Corte de Justicia son ambulantes y
deben presidir las audiencias criminales (Assises) en Londres
y en los Condados. Para este efecto, la Inglaterra y el País d e
Gales estAn divididos en ocho circz~Ztos.Dos Jucces son desig-
nados para recorrer cada uno de estos circuítos en la primavera
y en el verano. Uno preside el Jz~rndoen materia civil, otro en
la criminal.
La Corte de Apelaciones de Londres conoce de todas las
apelaciones entabladas contra las decisiones de las diversas Sa-
las de la Alta Corte, y contra las de las Cortes especiales d e
cancillería de Lancaster, y de minas de,estaño de Devonshire y
Cornuailles, que todavía se cunservan.
Según el ertículo 3 . O de la Ley de 1 1 de Agosto de 1876, la
258 ORRAS DE DON JORGE HUNñEUS
- - - - - - --

Cámara d e los Lores (mejor dicho, una comisión de ella) es


competente para conocer de las apelaciones entabladas contra
las decisiones de la Corte de Apelacioncs de Londres. E s com-
petente también para conocer de las apelaciones entabladas
contra los fallos de toda Corte de Escocia 6 Irlanda.
El Conzité .[zdcia¿ del Consejo Privado ha desaparecido vir-
tualmente, á consecuencia de lo dispuesto en la Leyes de 11 de
Agosto de 1876 y 17 de Febrero de 1881.

/t~ris&cción cri~fzina¿.-En los asuntos criminales de poca


importancia resuelven sumariamentc, en los Condados, los Jueces
depaz cn petty sessions, cada Juez de paz sólo en su distrito. Si
se trata de robos sin violencia, estafas, tentativas de crímenes,
daños causados á otro, negligencia en el cumplimiento de debe-
res públicos, delitos de caza, de caminos y de embriaguez, co-
nocen los Jueces de paz del Condado en puarter sessions (sesiones
trimestrales), fzr7zcio1zando tjees j~?ztosd ¿o nzefzos. LOSJueces de
paz son nombrados por la Reina, y sus funciones son gratuítas.
E n los casos d e alta traición y de otros cri~nenesy delitos co-
nocen las Cortes deassises, celebradas por los Jueces de la Alta
Corte de Justicia en los Condados, en la forma ya dicha.
El Jtrvado funciona cerca de los tribunales expresados, en los
asuntos criminales de inzportazcia, y sólo para juzgar el hecho.
X o es convocado cuando el proccsado se reconoce cztlpahle, y
diversas Leyes han autorizado A Ics Jueces para fallar, sin asis-
tencia del Jurado y suvzariamente, en un gran número d e delitos
comunes ó en caso de delitos cometidos por menores de dieci-
séis afios.
E n caso de absolz~ción,no hay recurso alguno en materia
criminal. E n caso de condenación, es apelable la sentencia ó
veredicto, y conoce del recurso la segu~zdaSola de la Alta Corte
de Jz~sticia(que es cl antiguo King's Ben~.h)(1).
.9

(1) Extractado de Demombynes, de Lehr y de Fonblanq~e.


ESTADOS U N I D O S
O R G A N I Z A C JUDICIAL
I~N

Tribunales Federales.-El Poder Judicial en lo federal reside


en una Corte Sz~jrenza,compuesta de nueve miembros inanzo-
vibles, nornbrados por el Presidente de la República con acuer-
do dcl Senado. Son también innnzovióles los Jueces de las Cor-
tes iizferiores federales. L a crcación de éstas corresponde al
Congreso.
Fuera de los casos de inzpeachnzent, todos los crimenes son
juzgados por zl7z /z~rndodel Estado en czlyo territorio hubieren
sido conzetidos. El sistema de la justicia nnzbzrlante existe en los
Estados Unidos, que están divididos en nueve circuZtos, cada
uno de los cuales comprende desde dos hasta cinco Estados.
E n cada cirnlito funciona uyza Corte, cotnpuesta cada una de un
Jucz de la Ccrte Szlprenza de Washington, y d e iin Juez d c la
Corte del rtistvito en que se reune cl Tribunal. Las Cortes de
circz~z'to funcionan dos veces al año en cada circuíto.
Hay además en Estados Unidos ciizcz~ei~tn Cortes de distrito.
b
Cada una se compone de ZLYZ Jzrez que funciona en el distrito res-
pectivo. Corrcspondcn á las C o t ~ n 9Coz~rtsde Inglaterra, las
cuales constan también de un solo Juez.
L a competencia de la Corte Suprema está determinada en la
Constitución Federal. L a de los otros tribunales federales que
quedan expresados, la determina la Ley.
260 OBRAS DE DON JORGE HC'NP.EUS

El Presidente de la Corte Suprema Federal goza de diez mil


quinientos dolZa~.sde sueldo anual, y los otros ocho Jueces de
la misma de uno de diez inil dillars.
T~ihunaZesde los Estados.-Estos tribunales conocen en los
asuntos que la Constitución no defiere A los Tribunales Federa-
les. Tres ideas dominan en la organización de la justicia fe-
deral: r.a, la necesidad de hacer respetar y ejecutar la Cons-
titución; 2.a, el reconocimiento de la unidad nacional por lo;
ciudadanos, los Estados y las Naciones extranjeras; y 3.a, el
mantenimiento del orden y la armonía en toda la República.
Las justicias locales tienen su origen en las instituciones in-
glesas y conservan sus caracteres distintivos: la intervención
deZ]tj2rrado, el número restringido de los Jueces, su posición ele-
vada y la jzlsticin a?/zbzlZafzte;
Las organizaciones judiciales de los Estados obedecen, más
ó menos, á un tipo común. El Jtiez de paz ó los Jueces depaz
conocen d e los delitos leves en cada comz~na(to.iu~ts~ip ó city).
L a Corte deZ Coizdado se compone de un so'o Juez, que funciona
ya solo ó con la asistencia del Jz~rado. Su competencia se li-
mita en primera ó en única instancia á sumas pequefias y á
penas ligeras. Sobre estos Tribunales existe una Corte, que se
denomina de Co~zz+zo~zpZec2ds en el Este y en el Norte, y Sz@e-
rior en el Sur y Oeste. Cada miembro de esa Corte celebra
nz~diefzciascvil?zitzales (nssises) periódicas, con asistencia del Ju-
rado, en un resorte determinado que comprende varios conda-
dos. Esta jurisdicción antbula~zteconoce de las apelaciones con-
tra los fallos de las Cojrtes de Condado, y en priuzeva instancia
d e todos los asuntos civiles y criinitiales, sin límite de compe-
tencia, cuyo conocimiento no corresp nde a2 Jaez de paz ni al
S
de Co~zdado.De las apelaciones contra los fallos de la Corte de
Col~tuzonpZeads ó Superior, así organizada, conocen todos los
Jueces de dicha Corte, reunidos después de las assises.
En la cima de esta jerarquía existe cn cada Estado una
Corte Sz9renzn encargada de haccr observar las Leyes y la
Constitución del Estado, y que muy á menudo constituye un
tercero y último grado de jurisdicción.
NoilzÓranziento.-Los g/~a@tradosfedeyales de la Corte SU-
prema son nombrados por el Presidcnte de acuerdo con el Se-
nado, y son i~za~/zovibZes. Los miembros de las Cortes Szcpíee~rzas
d e los Estados son gcneralmentc nombrados por el Goberna-
dor del Estado colt acz~erdodel Se~zadorespectivo, pero en mu-
chos casos por un tt~~~izi~zo fijo de años. Los Jueces de las Cor-
tes de czrcz~z'to,de las de distrito 6 Condado, y los Jueces de paz
se nombran hoy en su mayor parte por elccción popular y son
te?%poraZes. La mayoría de los magistrados es elegida por uno,
dos, cuatro, ocho ó diez años. El sistema de elección popular,
aplicado á los Jueces, ha producido resultados deplorables.
Desde 1867 se está reaccionando contra 61, y como es difícil
suprimirlo cuando se ha cometido la imprudencia de estable-
cerlo, ya que no se vuelve francamente al sistema que preva-
leció en un principio, de que el Presidente ó el Gobernador
nombrara á todos los magistrados con acuerdo del Senado
respectivo, sc hacen esfuerzos para mejorarlo, aumentando si-
quiera la duración de las funciones judiciales, la cual ha sido
elevada á doce años en California y Luisiana, A catorce en Nue-
va York, á quince en Maryland y á veintiún años en Pensil-
vania (1).

(1) SAINTGIROSS, illn7~zlrrl(fe Dc~ecJzoConstitucional, págs. 533 y 5 3 4 ,


2." edicibn, París, 1885; BLOCK, Diccionn~ioa'ejolificn.
BRASIL

(Artículos 151 á 164 de la Constitución, y Ley de 3 de Diciembre de 1841)

E n el Brasil hay Jueces de Derecho y Jurados, tanto en lo ci-


vil como en lo criminal. Éstos se pronuncian sobre el hecho y
aquéllos aplican la Ley.
Los Jz~ecesde Derecho son jerpetzlos, pero pueden ser traslada-
dos por el tiempo y en la forma que la Ley determine. El E m -
perador puede suspe7zderlos1para que la Relagno del respectivo
Distrito Judicial proceda en forina legal. No pueden perder
sus plazas sino á virtud de sentencia.
Los Jueces son responsables como en Chile. S u responsabi-
lidad se hace efectiva conforme á la Ley Orgánica. Por sobor-
720, cohecho,peczrlaa'o ó concz~siónhay contra ellos acción popular,
la cual prescribe en un año y un día.
1ziezdepaz.-Hay en cada Distrito Municipal uno Ó más
Jueces de paz, elegidos por el mismo tiempo y e n la misma
forma que los Vocales de los Cabildos. L a Ley determina SUS
ntri¿~zrcionesy clistritos.

(1) Conserraiiios este capitulo en su fornia primitiva, P pesar de haber


caducado las instituciones que en él se reproducen en obsequio P su interés
histórico y en fuerza de que aun no se ha proniulgado, que sepanios, ley
alguna que reorgniiice la administración de justicia de la nueva República.
-Los Editorcs.
264 OBRAS I)E DON JOlLGF. HUNEEUS

E n cada Térnzino Mzinicipal hay un Juez Mzlnicipal nombra-


d o por el Emperador de entre los bachilleres en derecho que
tengan por lo menos un año de práctica forense. Estos Jueces
duran czmtro años; pero pueden ser reelegidos ó nombrados
para otros lugares, L a autoridad de los Jueces Municipales
puede comprender uno ó más Municipios, según su extensión
y población, y en los grandes y populosos puede haber el nú-
mero de J u e c ~ sMunicipales necesario.
Entre otras atribuciones que la Ley de 3 de Diciembre d e
1841 confiere á los Jueces Municipales, les otorga las que, en
materias crinzinales y de policia, competían á los Jueces de paz
por la Ley de 15 de Octubre de 1827, quedando limitadas las
d e éstos, en tales materias, á la jurisdicción que les confieren
!os párrafos 4.0, 5.0, 6.0,7.0, 9.0 y 14 del artículo 5.0 de la referi-
d a Ley de 1827.
E n materia civil compete á los Jueces Municipales conocer
y fallar dt$izitivaj;tzente todas las causas civiles, sin ulterior re-
curso, cuya cuantía no excede de treinta y dos mil reis en 10s
bienes raíces, y de sesenta y cuatro mil en los muebles.
Jz~ecesde Derecho depri7izep.u instancia.-Para juzgar en pri-
mera instancia las cazisas civiles y criminales hay en cada Pro-
ziincin y en el Municipio neutro de Río Janeiro el número d e
Jueces de De~echoque determina la Ley. Son nombrados por
el Emperador de entre las personas que tengan las condiciones
requeridas por la Lcy, y gozan de un sueldo, según su clase, d e
dos inil ochocientos pesos y gratificación de ochocientos pesos,
ó sueldo de mil seiscientos pesos y gratificación de ocho-~ i e n t o s
pesos.
Al Juez de Dertcho corresponde en prinzc- instancia en lo cri-
?ni?zal,conocer de las causas por crimen, para la aplicación de la
pena, después de haberse pronunciado previamente el jzlrado
respectivo acerca del hecho que constituye delito y de sus cir-
cunstancias atenuantes Ó agravantes. E n lo civil, de las causas
cuya cuantía exceda de la competencia atribuída al Juez Mzlni-
cipal. D e la apelaciones de las sentencias de los Jtreces de Dere-
cho conoce la Xelacao respectiva.
Conocen los Jueces de Derecho en apelación de las causas fa-
lladas en primera instancia por los Jueces Municipales de su
jurisdicción.
Relagoes palpa segzd?ztEn i7zsta7zcia.-Para juzgar las cazrsas en
segzmz'ay ziltiína instancia hay en las Provincias del Imperio las
Relagoes (Cortes de Apelario~zes)que fueren necesarias á la co-
modidad de los pueblos. Actualmente hay olzce (rllmalzach
Gotha de 1888). El númerc de sus miembros varía entre dieci-
siete, catorce, seis y cuatro. Ellos son nombrados por el Em-
perador de entre 10s Jueces de Derecho que hubieren servido
cuatro aíios á lo menos, y según su antigüedad. El sueldo de los
miembros de las Relagoes es, conforme á la clase de éstas, d e
cinco mil pesos y mil de gratificación, ó de dos mil ochocientos
p e s ~ sy mil doscientos de gratificación.
Tri6~rnalSr@renza.-En la capital del Imperio, ademss de la
IZelacao (Corte de Apelaciones) correspondiente, hay un Supre-
mo Trz'bz~7znla'eJtrsticia, compuesto de un Presidente y dieci-
siete Vocales letrados, sacados de las K e l a ~ e por
s orden d e an-
tigüedad, que se llaman Consejeros y que nombra el Ejecutivo
(artículo 102, inc. 3.0). Compete á este Tribunal rever cazdsas
en los casos y modos que determine la Ley; conoccr en los de-
litos que cometicren sus propios miembros, los d e la Relqoes,
los miembros del Cuerpo Diplomático y los Presidentes d e
Provincia; y conocer y fallar los conAictos de jurisdicción y
competencia de las Relagoes provinciales. Los miembros del
Tribunal Siiprerno gozan de ocho mil pesos de sueldo y mil
seiscientos de gratificación.
Hay además Tribunales eqecz'ales de cuentas, de conze~cioy
?rzilitnres, aparte del Consejo de Estado que, aunque suprimido
en !a Constitución en 1834, fué restablecido en 1841, pero sólo
por Ley.
SUIZA

Un Triózlftnl Federal, compuesto de nuevc propietarios p


nueve suplentes, nombrados por seis aííos por la Asamblea Fe-
deral, administra justicia en materia federal en lo civil, en lo
criminal, asociado en este caso con un jurado, y ejerce tambiét?.
las atribuciones de Tribunal de casnción; organiza su cancillería
y nombra el personal de Csta, (arts. 106 á 114, Constitución
de 1874). LosJuvado.~ son elegidos en votación directa por el
pueblo en cada cantón.
L a organización judicial de los Cantones difiere mucho entre
unos y otros. En algunos de democracia pura, no están bien
deslindados los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. E n
Berna y en todos los Cantones de grande extensión existe una
Corte Stqremn, cuyos miembros son nombrados generalmente
por el Gra~zConsejo (Congreso) del Cantón, y cuyas funciones
son te'enzporales (ocho años en Berna); en cada distrito funciona
un Tvibannl de distrito (en Berna consta de un Presidente, cua-
tro Jueces y dos suplentes, y duran todos cuatro años); cxiste
el Jz~raa'o en materia crifizinal y para delitos políticos y d e im-
prenta; y hay además Jaeces de paz para los negocios civiles d e
menor cuantía en cada comuna.
No~nbromieíztode Jueces en los cantones (1). - Los Jueces del
268 OIIKAS I i E DON JORGE HUNEEUS

Tyibu7znZ Sz@re;tuta del Cantón, son nombrados por elección di-


recta en los cantones de Schwyz, Unterwalden Alto, Glaris y los
dos Appenzell; mitad por el pueblo y mitad por la autoridad
administrativa en Uri; por la autoridad administrativa sólo en
Unterwalden Bajo; y por el Poder Legislativo (Consejo Ge-
neral, Gran Consejo ó Congreso) en todos los otros Cantones.
L a duración de sus f~ncionesvaría, y es de tres, cuatro, cinco,
seis, ocho y nueve años; generalmente son reclzgidos, y gozan
de un sueldo que no excede dc cinco mil francos.
Los Jueces de los T~ibzrnnlesIzfeerz'ores ó de distrito son elegi-
dos en votación directa en catorce Cantones (Zurich, Berna y
Lucerna entre ellos). En cuatro' los nombra el Poder Legisla-
tivo cantonal (Gran Consejo, Congreso). En Uri elige ei pueblo
una mitad y la otra mitad es elegida en votación indirecta. En
Unterwalden Alto los nombra la autoridad administrativa á
propueita del pueblo; en Unterwalden Bajo y Basilea la auto-
ridad administrativa sola; y en Friburgo, el Consejo Dircctivo
del Cant6n y cl Tribunal Supremo del mismo reunidos. L a du-
ración de las funciones de estos Jueces es la misma 6 menor
que la de los Jueces del Tribunal Supremo cantonal, y en la,
mayor parte de los Cantones no gozan .de sueldo sino sólo de
.
una indemnización por cada día 'de audiencia,
FRANCIA
O R C ; A N I Z A C I OJ N
UDICIAL

Prescindiendo de los Tribunales especiales que existen en


Francia, tales como el Consejo de Estado, el Tribunal de c o k -
flictos, la Corte de Cuentas, los Tribunales de Comercio, etc.,
la- administración de justicia civil y crittzilzal está confiada e n
aquella Nación, á los siguientes Tribunales ora'itzarios,
. E n cada Cnntótz (un Cantón cornprendc generalmente muchas
Lomzrnas rurales, y, es división judicial más que administrativa),
hay un /zezdepaz que, en ~izateyiacivil, concilia á las partes y
falla los negocios poco importantes, sea en primera ó'en Única
instancia, según la cuantía, y que, en materia depolich, conoce
d e las cont~avencioizessiempre en primera i~tsta?zcia. ;

E n cada Arrondissento~zthay un Tribzuzatdeprimera itzstancia,


compuesto, según su clase (hay seis clases), de un Presideizte y
del izzínzeró de Jueces que determina la Ley, número que no
puede bajar de dos, y que en el d e París (único de prirneia cla-
s e j alcanza á setenta y cuatro Jueces propietarios y quince su-
plentes, divididos en once Salas. Este Tribunal conoce en última
instancia de las apelaciones entabladas contra los fallos d e pri-
mera instancia de los Jueces de,paz; conoce en pri?nercl y ,?i?zizu
instancia de los asuntos civiles que no competen 'al, Juez de paz
y cuya cuantía no exceda d e mil quinientos f r a n c o s ; . ~conoce
en primera instancia, con apelación para ante la Corte de Ape-
270 OBRAS D E DON JOKGE IIUNEEUS

laciones respectiva, de los negocios civiles cuya cuantía exceda


de esa suma. E n materia corveccioiznl conoce de las apt?laciones
entabladas contra los fallos de los Jueces de paz en materias de
de policía, y conoce en primera instancia de los delitos, con ape-
lación también para ante la Corte d e Apelaciones respectiva.
En cada Depnvtanzento funciona un Tribunal ó Corte d'Assises,
compuesta de magistra3os designados por la Corte del resorte
respectivo, y del Jz~rado. Estas Cortes conocen de los cvinzenes,
de los delitos de inzprenta y de los po¿Lticos, después que el Ju-
rado, compucsto de doce miembros, declara por mayoría abso-
luta (no menor d e siete votos) la culpabilidad. No hay ape-
lación de los fallos de las Cortes d'Assises, sino únicamente
casación ante la Corte de este nombre.
Couvs d'Affel.--Hay (1883) en Francia veintiséis Cortes de
Apelaciones, cuyo resorte no está relacionado con la división
aclministrativa, compuestas de un primer Presidente, de un Pre-
sidente para cada Sala, y de un número d e Consejeros que varía
según que la Corte seii de primera, segunda ó tercera clase. La
Corte d e París (única de primera clase) tiene setenta y dos
miembros; las de Departamento constan de veinte á treinta.^
uno. Cada Corte de Apelaciones se divide, por lo menos, en
tres Salas, la civil, la Ckavzbre des nppels correctio~znelsy la Chanz-
bre de mise en accz~sution.Estas Cortes conocen de las apelacio-
nes entabladas, tanto en lo civil como en lo criminal, contra los
fallos de los Tribunales de primera instancia; y fallan en mate-
ria criminal, con asistencia del jz~radoen la forma y a dicha, en
los asuntos por crímenes y delitos de imprenta y políticos, por
medio de aquellos de sus miembros que deben celebrar las au-
diencias criminales (assises) en cada Departamento del resorte
respectivo.
Finalmente, la Corte de Casxión, que conoce de 10s recursos
de esta especie entablados contra toda sentencia firnze, com-
puesta de un primer Presidente, tres Presidentes d e Sala y cua-
renta y cinco Consejeros.
Los Magistrados, Consejeros y Jueces de los Tribunales que
quedan enumerados, son nombrados todos por el Presidente d e
la República, sin propuestas previas y sin más traba quc la d e
tener el candidato las condiciones requeridas por la Ley para el
desempeño del cargo. Los Jzreces de paz (que deben tener trein-
ta años), son amovijles. Los demás ordinarios á que nos hemos
referido, son ina~~zovibles. Sin embargo, según la Ley de 30 de
Agosto de 1883, que suprimih trescientas ochenta y tres plazas
en .la Magistratura y doscientas treinta y una en el Ministerio
Público, el Ministro de Justicia puede, con acuerdo de la Corte
d e Casación, trasladar á los Magistrados, sin cambiar su clasc ni
su renta, lo qiie es incompatible con la inanzoviUd, pues así
sc tiene la del tifulo, no la del enzpleo. Esa inanzoz~ilidadfué sus-
pendida dzlrante tres wzeses, los de Septiembre, Octubre y NO-
viembre, por esa Ley singular, que realizó s610 dos mejoras. la
reducción del personal, y el aumento poco considerable de 10s
sueldos.
Estos eran en 1883, los siguientes:
Presidecte de la Corte de Casacibtz y Procurador Gcncral,
treinta mil francos al afio.
-Presidente de sala y primer abogado general, veinticinco mil
francos al año.
Consejeros y abogados generales, dieciocho mil francos al
año.
Cortes de Apelaciones:
Presidentes: primera clase (París), veinticinco mil francos; se-
gunda clase, veinte mil francos; tercera clase, quince mil francos.
Consejeros: primera clase, once mil francos; segunda clase,
sicte mil francos; tercera clase, cinco mil francos.
Tribzrnnles de prinzern instancia:
Eri París, el Presidente, veinte mil francos; los Jueces, ocho
mil francos.
E n los otros Tribunales de segunda, tercera, cuarta, quinta y
scxta clase:
E1 Presidente, diez mil, siete mil, seis mil, cuatro mil qui-
nientos, tres mil seiscientos francos al año.
Los Jueces, cinco mil, tres mil quinientos, tres mil, dos mil
sctecicntos, dos mil cuatrocientos francos al aíío.
272 OBRAS DE DON JORGE EIUNEEDJ

Jzieces depaz en París, ocho mil francos; los de' segunda clase,
cinco mil; los de tercera, tres mil seiscientos; los de cuarta, tres
mil quinientos; los de quinta, tres mil; 1 ~ de s sexta, dos tnil
setecientos; los de séptima, dos mil cuatrocientos; los de octava,
dos mil ciento, y los de novena clase, .mil ochocientos francos.
Suponemos que todos estos sueld~s,bien exiguos, habrán sido
aumentados por la citada Ley dc 30 de Agosto de 1883 (1).

(1) Extractado en su mayor parte de Demombynes y Saint Girans.


Prescindiendo del Consejo de Estado, establecido por. Ley
en 1875, del Tribunal de Cuentas y de las Comisiones Proviii-
ciales, la justicia ordi7za~ia(incluyendo en ella la comei~cialqiic
fiié suprimida en 1868) se administra hoy (1883)~en España por
los Tribunales siguientes (1):
1.3 El Juez Mz~t~zcipal que conoce en primera instancia dc las
causas civiles de menor cuantía y de las criminales porfaltas.
Hay uno por lo menos cn cada ilfz~nic$io.~ Duran dos años y
sólo cobran dcreclios según arancel. Lbs nomhra el Presidente
de la Audiencia Territorial respectiva, á propuesta cn terna del
Juez de prhzera i~zsta~zci~z.'

2.O El Juez LZepriuzern iízstcx~zcin


Ó de partido (los hay de tres
categorías) que conoce como Juez único, en segzrfzda insda7zcin
dc las apelaciones entabladas contra los fallos del Juez Munici-
pal, y en primera instancia solauzeltlte d e los negocios civiles cuya
cuantía exceda de doscieatas ciltcuejzta pesetas.
3." Las Audiencias Teruitorialzs. Hay quince que conoccn en
lo civil en segu~zdninstancia de las apelaciones entabladas con-
tra los fallos de los Jueces de primera instancia 6 partido. Exis-
ten, además, desde 1882, fucra de la sala criminal de cada una
d e las quince Audiencias cnunciadas, novei-itay cinco Az~diencins
de lo cj.il?zinaZ, cuyo número de Jueces IZO puede bajar de tres.

(1) DEI~OAI~YXES,
tomo 1, pág. 468.
274 OBRAS DE DOX JORGE H U N E E U S

E I número de ~ u e c e sde las Azldiencias Tervitariaieslo fija l a


Ley; y no puede bajar de cinco (incluso el Presidente) el de la
Sa¿a Civil.
L a jurisdicción cri~?zi~tal de la Salu Cri~izitzaZde las quince
Azldie7zcias Territoriales y de las noventa y cinco Azldiencias Cri-
~ízirtales(los Jurados se suprimieron en 1876) sc ejerce en tinica
i/~st~~?zclir:
respecto de todos los delitos cuyo conocimietito rio
compete al Juez Municipal.
4.O El Trihztnal Szlpremo, que funciona en Madrid, conoce
de los reczlrsos de casacióiz y d c otros asuntos especiales que le
encomienda la Ley (verbigracia, causas de los príncipes de la
familia real). S e compone hoy de un Presidente, tres Presiden-
tes de sala y veintiún Magistrados (siete para cada sala), con un
Piscal, un sustituto de éste y nueve abogados fiscales.
Todos los Jueces y Magistrados de que se hace mérito, cx-
cepto los Jueces Municipales, son nombrados por el Rey, sin
pvopuestasprevias, pero debiendo reunir el candidato las condi-
ciones que la Ley detalla para Jueces de primera instancia de
primera, segunda ó tercera clase, para Magistrado de una Au-e
diencia ó del Tribunal Suprerno. Todos los Jtieces nombrados
por el Rey son i~zanzovibLes,no pudiendo ser destituídos ni tras-
ladados sino en los casos y en la forma determinados por la
Ley; (la garantía no es constitucional, segúri esto, pues el artícu-
lo 80 de la Constitución, aunque la establece en la forma, se re-
fiere á la Ley en cuanto á deposición, suspensión Ó traslación
d e Magistrados y Jueces.)
.Los sueldos anuales de los Jueces de primera instancia, se-
gún su clase, son de cuatro mil, cuatro mil quinientas y cinco
mil pesetas; los de los Magistrados de Audiencia son, según su
clase, de siete mil, ocho mil quinientas y diez mil pesetas; los
d e los Magistrados del Tribunal Suprcmo son de cztorcc mil
pesetas; los de los Presidentes de Sala, de quince mil; y el Pre-
sidcnte del Tribunal goza de treinta mil pesetas, más cinco mil
que se le asignan para representación (1).

(1j Estos extractos, publicados en, 1888, con el fin de que pudieran uti
lizarlos, como ya se ha dicho, los alumnos del curso de Derecho Constitu-
cional Positivo y Comparado, versan sobre n~ateriasque, aun cuando no
pueden ser objeto de una Constitucidn, son iitiles, sin embargo, para cono-
cer más en detalle la organizacidn judicial de seis importantisimas Naciones.
Los incluimos, pues, en el presente ~rolumen,creyendo servir con ello al
mismo propdsito que tuvo su autor al publicarlos.-Los En'itoues.
PROYECTO DE CONSTITUCIÓN POLÍTICA
Damos en seguida el Proyecto d c Constitución del Autor d e estas
Obras.
N o parecc demás advertir que en dicho Proyecto se hallan Únicamente
las idcas capitales de una reforma cuya inmediata aplicación pudiera fácil-
mente hacerse.
E n La Constitució7t ante e¿ Congyeso y en Los Estziclios sobre Del-echo
Consfitz/cZo~zalConzparado pueden notarsc muchas otras indicaciones que
no se cncuentran, sin embargo, insertas en el cuerpo del Proyecto que
ahora publicamos. L a explicación de estas omisiones es sencilla. El
Autor juzgaba que la bondad de las reformas está frecuentemente su-
bordinada al momento ó á la oportunidad que se eligiere. Implantar
una Constitución enteramente nueva, sobre ser difícil, pudiera ser cau-
s a de graves peligros para el buen funcionamiento de las iilstitucioncs.
U n a Constitución ideal, si puede incluirse en un texto de legislación
política, es forzosa y humanamentc imposible introducirla dc pronto y
de lleno en las costumbres y en los hábitos de un pueblo. Los proyectos
y reformas ideales, antes de aplicarse, necesitan moderada y paulatina-
mente abrirse su camino, mediante la defcnsa y recomendación que de
ellos hagan sus sostenedores y partidarios.
E n dos palabras: el Autor no quiso exhibir una Constitución ideal; nó:
conocedor de los mayores y rnás constantes vicios de nuestra organiza-
ción política, formi, este Proyecto que tiende á remediailos, dejando sin
reforrnar todavía muchas otras disposiciones que, al lado d c las que aquí
se modifican, investirían un carácter meramente secundario.
Para facilitar la comparación de los preceptos reformados y de los vi-
gentes, hemos preferido publicar cse Proyecto, junto col1 el texto íntegro
de nueskra actual Constitución Política.

Los EDITORES
PROYECTO

DE

CONSTITUCION POL~TICA

VIGENTE I
CONSTITUCI~N PROYECTO

De la forma de gobierno De la forma, de gobierno

ART~CULO
PRIMERO (1.0) (r)

E1 Gobierno de Chile es popular re- El Gobierno de Chile es republicano,


presentativo. representativo, democrático y unitario.

1,1 Iirpública de Chile es una é indi- Suprinlido.


visible.

( 1 ) Lz cifra colocada entre paréntesis .i


la derecha del niimero de orden de cada artículo, in-
dica, en esta columna, la numeración con que quedaría :niiestta Constitución, segiin el Proyecto
.que publicamos.
Towo 111 19
282 OBRAS DE DON J O R G E HUNEEUS

ART. 3.0 ( 2 . 0 )

I J 3 sol~eraníareside esencialmente en Igual.


la Nación que delega su ejercicio en las
autoridades que establece esta Consti-
tución.
CAPITULO 11 CAPITULO 11

De la religión Dg la religión

La lieligión d e la Reptíblics de Chi- No puede establecerse religión d e


le es la c;itólica, apostólica romana; con Estado, ni prohibirse el ejercicio de re-
cxclusión del ejercicio público de cual- ligión alguna. Ese ejercicio podri limi-
quiera otra. tarse sólo en ciianto contraviniere á la
moral 6 al orden público.

CAPITULO 111 CAPITULO 111

De los chilenos De los chilenos

ART. 5 . O (6.0)

Son cl-iilenos: Son chilenos:


1 . O Los nacidos en el territorio de 1 . O Idos ilacidos en el territorio de
C1:iac. Chile.
2.O Idos hijos de padre ó madre chile- 2.O Los hijos de padre ó madre chi-
nos, I I : I C ~ ~ Oen
S territorio extranjero, por lenos, nacidos en territorio extranjero,
el síiln Iiecl~ode avecindarse en Chile. por el solo hecho de avecinda~seen Chi-
Idos hijos de chilenos nacidos en terri- le. Los hijos de chilenos nacidos en te-
torio txtranjero, hallándose el padre en rritorio extranjero, hallándose el padre
actual servicio de la Repi'iblica, son chi- en actual servicio d e la República, soo
lenos aun para los efectos en que las Le- chilenos aun para los efectos en que las
yes fundamentales, Ó cualesqiiiera otras, Leyes fundameiitales, ó cualesqiliera
requier,i~i nacimiento en el terrritorio otras, requieran .nacimiento en el terrc
chi!eno. torio chileno.
3.0 L ~ extranjeros
s que habiendo re- 3 . O Los extranjeros que llenaren los

sidido u n año en la República, declaren requisitos establecidos por la Ley d t na


ante ln niunicipalidad del territorio en turalización por domicilio.
que residen su deseo de avecindarse en 4 . O Idos que obtengan especial gracia

Chile y soliciten carta de ciudadanía. de naturalización por el Congreso.


4.0 Los que obtengan especial gracia
de iinturalización por el Congreso.
ART. 6 . O (7.0) ART. 6.O (5.0)
*

A la Municipalidadde1 Departamento Igual.


de la residencia d e los individuos que
no hayan nacido en Chile, corresponde
declarar si están ó nó en el caso d e ob-
tener naturalización con arreglo al inci-
so 3 . O del artículo anterior. E n vista d e
la declaración favorable de la Munici-
palidad respectiva, e1 Presidente dc la
República expedirá la correspondiente
carta d e naturaleza.

Son ciudadanos activos con derecho Igual.


de sufragic, los chilenos que hubieren
cuniplido veintiiín años de edad, que
sepan leer y escribir y estén inscritos en
los registros electorales del Departamen-
to.
Estos registros serán publicos y du-
rarán por el tiempo que determine la
1,ey.
1,as inscripciones serin continuas y
no se suspenderán sino eii el plazo que
fije la 1,cy d e elecciones.

ART. 8. ( 1 o) AKT.8 . O (7.0)

Se suspende la ca!idad de ciudadano Iglial.


activo con derecho de sufragio:
, r .O Por ineptitud fisica 6 moral que
impida obrar libre y reflexivamente.
2 . O Por la condición de sirviente do-

méstico.
. 3." Por hallarse procesado como reo
d e delito que merezca pena aflictiva ó
jnf,~mnnte. I
ART. 9.0 (1 1) ART.g (8.0)

Se pierde la ciudadanía: Se pierde la ciudadanía:


1.O Por condena Q pena aflictiva ó 1.0 Por condena á per,a aflictiva á
infamante. infamante.
OBRAS I>E DON JOPGE HUNEEUS
284

2.0 Por quiebra fraudulenta. 2.O Por quiebra fraudulenta.


3.O Por naturalización en país extran- 3." Por naturalización en país extran-
jero. jero.
4.O Por admitir empleos, funciones ó Los qce por una de las causas men-
pensiones de un Gobierno extranjero sin cionadas en este artículo hubieren per-
especial permiso del Congreso. dido la calidad de ciudadanos, podrán
Los quepor una d e las causas mencio- impetrar rehabilitación del Senado.
nadas en este artículo hubieren perdido
la calidad de ciudadano, podrán impe-
trar rehabilitación del Senado.

CAPITULO IV CAPITULO IV
Derecho Público de Chile Derecho Público de Chile

Ida Constitución asegura á todos los La Constitución asegura á todos los


habitantes de la República: habitantes de la República:
[ . O La igualdad ante la Ley. En Chile 1 . O La igualdad ante la'l,ey. En Chile
no hay clase privilegiada. no hay clase privilegiada.
2 . O La admisión á todos los empleos 2 . O La adinisión a todos los etiipleos

y funciones públicas, sin otras condicio- y fiinciones pliblicas, sin otras condicio-
nes que las que impongan las Leyes. nes que las que imponqan las Leyes.
3.0 La igual repartición d e los im- 3 . O La igual repartición de los im-
puestos y contribuciones á proporción puestos g contribuciones á prcporción
d e los haberes, y la igual repartición de de los haberes, y la igual repartición
las demás cargas públicas; Una Ley par- de las deniás cargas públicas. Una Ley
ticular determinará el método de reclu- particular determinará el método de re-
tas y reeniplazos para las fuerzas de mar clutas y reemplazos para las fuerzas d e
y tierra. mar y tierra.
4.a La libertad de permanecer en 4.O La libertad de permanecer en
cualquier punto de la República, tras- cualquier punto de la República, tras-
ladarse de uno á otro, ó salir de su te- ladarse de uno á otro, ó salir de su
rritorio, guardándose los reglamentos de territorio, guardindose los reglan~entos
policía, y salvo siempre el perjuicio de de policía, y salvo siempre ,el perjuicio
tercero; sin que nadie pueda ser preso, de tercero; sin que nadie pueda ser pre-
detenido 6 desterrado, sino en la forma so, detenido ó desterrado, sino en la
determinada por las Leyes. forma determinada por las Leyes.
5 . O La inviolabilidad de todas las pro- 5.0 La inviolabilidad de todas las pro-
piedades, sin distinción de las que per- piedades, sin distinción d e las que per-
tenezcan á particulares Ó comunidades, tenezcan á particulares 6 comunidades,
y sin que nadie pueda ser privado de la y sin que nadie pueda ser privado d e la
de su dominio, ni de una parte de ella d e su dominio, ni de una parte de ella
U

por pequeña que sea, ó del derecho que por pequeña que sea, 6 del derecho que
áella tuvirre, sino en virtud de sentencia á ella tuviere, sino en virtud de senten-
judicial; salvo el caso en que la utilidad cia judicial; salvo el caso en que la uti-
del Estado, calificada por iina Ley, exija lidaddel Est:tdo, calificada por una-Ley,
el liso Ó enajenación de alguna; lo que exija el u.o ó enajenación de alguna; lo
tendrá lugar dándose previamente al que teiidrd lugar ddndose przviamente
dueiio la indeiilnización que se ajustare al dueiio la indemnización que se ajus-
con él, Ó se avaluare a juicio d e hom- tare con él, ó se avaluare á juicio de
bres l~uenos. hombres buenos,
6." El derecho de reunirse sin permi. 6.O El derecho de reunirse sin perini-
so previo y sin armas. so previo y sin armas.
Las reuniones que se tengan en las La? reuniones que se tengan en las
plazas, calles y otros lugares de uso pú- plazas, calles y otros lugares d e uso pií-
blico, serin siempre regidas por las dis- blico, seran siempre regidas por las dis-
posiciones de policía. posiciones de poliría.
E l derecho de asociarse sin permiso El derecho de asxiarse sin perniiso
previo. previo.
El derecho de presentar peticiones á El derecho de presentar peticiones á
la autoridad constituída sobre cualquier la autoridad constituída sobre ciialquier
asunto de interés público 6 privado, no asunto de interés público ó privado, no
tiene otra limitadón que la de proceder tiene otra limitación que la de proceder
en su ejercicio en términos respetiiosos en su ejercicio en términos respetuosos
y convenientes. y convenientes.
La libertad de enseñanza. La libertad d e enseñanza.
7 . O La libertad de publicar sus opi- 7 . O La libertad de publicar sus opi-

niones por la imprenta, sin censura pre- niones por la iniprenta, sin censura pre-
via, y el derecho de no poder ser con- via.
denado por el abuso de esta libertad,
sino en virtud de un juicio en que se
califique previamente el abuso por ju-
rados, y se siga y sentencie la causa con
arreg:o á la Ley.

CAPITULO V CAPITULO V

Del Conmeso Naciona I Del Congreso Nacional

I AKT. I I (10)
l
Elpoder Legislativo reside en el Con- Igual.
greso Nacional compuesto de dos Cá-
maras, una de Diputados y otra de Se-
nadores.
286 OBRAS 1>K DON JORGE HUNEEUS
d

Los Diputados y Senadores son in- Igual.


violable~por las opinioi:es que inani-
fiesten y votos que emitan en el desein-
peño de sus cargos.

ART. 13 (12)

Ningtín Senador 6 Diputado, desde Igual.


el día de su elección, podrá ser acusado,
perseguido ó arrestado, salvo en el caso
d e delito in frqanfi, si la Cámara á que
pertenece no autoriza previamente la
acusación declarando haber lugar á for-
mación de causa.

ART. 14 ( 1 3)

Ningún Diputado ó Senador será acu- Igual.


sado desde el día de su elección, sino
ante su respectiva Cámara, Ó ante la
Comisión Conservadora, si aquélla estu-
viere en receso. Si se declara haber lu-
gar á formación de causa, queda el acu-
sado siispendido d e siis funciones legis-
lativas y sujeto al juez competente.
l
ART.1 5 (14)

ICn caso de ser arrestado algún Di- Igual.


putado ó Senador p<jr delito i)z fva,anli
será puesto inmediatamente d disposi-
sión de la Cámara respectiva ó de la
Comisión Conservadora, coi: la infor-
mación sumaria. La Cámara 6 la.Comi-
sión, procederá entonces confo~meá lo
dispuesto en la segunda parte de! nrti.
culo precedente.
De la Cámara de Diputados De la Oáraara de Diputados
ART. 16 (15)
La Cámara de Diputados se compone 1 Igual.
d e iliiemhros elegidos por los Departa-
mentos en votación directa, y' en la for-
-ma que deterniii~arela Ley de eleccio-
nes.
AKT. 1 7 ( 1 9 ) ART. 1.7 (16)

Se elegiri un Diputado por cada trein- Igual.


t a mil habitantes y por una fracción que
.no baje de quince mil.
Si un Diputado muere ó deja de per-
tenecer a la Cainara por cualquiera cau-
sa, dentro de los dos primeros años de
su mandato, se procederá á su reeinpla-
zo por nueva elección en la forma y
tiempo que la Ley prescriba.
El Diputado que perdiere su repre-
sentación por desempeñar 6 aceptar un
empleo incompatible, no podrá ser ree-
legido hasta la próxima renovación de
la C amara.
.

ART. 18 ( 1 7)

I,a C5mara de Diputados se renovará Igual.


en su totalidad cada tres años.

Para ser elegido Diputado se nece-


sita:
1.O Estar en posesión de los dere-
chos de ciudadano elector.
2.0 Utla renta d e quinientos pesos, á

lo menos.

A R . ~ .2 0 (19)

Los Diputados son reelegibles inde- Igual.


finidamente.

No pueden ser elegidos Diputados No pueden ser elegidos Diputados


os siguientes individuos: los siguientes individuos;
OBRAS DE DON JORGE HUXEEUS
288

1-0s eilesiá~ticosregulares; Los eclesiásticos regulares;


Los Pirroccs y Vicepárrocos; Los Párrocos y Vicepárrocos;
Los Jueces Letrados de primera ins- Los Jueces Letrados de primera ins-
tancia; tancia;
Los Intendentes de Proviilcias y GO- Los Intendentes de Provincias y Go-
bernadores de Departamentos; hernadores de Departamentos;
Los chilenos á que se refiere el inci- Los chilenos á que se refiere el inci-
so 3.0 del artículo 5.9 si no hubieren so 3 . O del artículo 4.0, si no hubieren
estado en posesión d e su carta de na- estado en posesión de su carta de natu-
turalización B lo menos cinco años antes ralización á lo menos cinco años antes
d e su elección. de su elección;
IJueden ser elegidos, pero deben op- Pueden ser elegidos, pero deben op-
tar entre el cargo d e Diputado y sus tar entre el cargo de Diputado y sus
respectivos einpleos: respectivos empleos:
Idos empleados con residencia fuera 1.0s empleados con residencia fuera
del lugar d e las sesiones del Congreso. del lugar d e las sesiones del Congreso.
Todo Diputado que, desde el mo- Todo Diputado que desde el mo-
mento de su elección, acepte empleo mento de su elección acepte eixpleo
retribuído de nombramiento exclusivo retribuído d e nombramiento exclusivo
del Presidente de la República, cesará del Presidente de la .República, cesará
en su representación, salvo la excepción en su representación, salvo la excepción
consignada en el artículo 81 de esta consignada en el [artículo 56 de esta
Constitución. Constitución.

De la Cámara de Senadores

El Senado se compone de miembros Igual.


elegidos en iotación directa por Provin-
cias, correspondizndo a Cada una elc-
gir un Senador por cada tres Diputados
y por una fracción de dos ~ i ~ u t a d i s .

Idos Senadores permanecerán en e! Igual.


ejercicio de sus funciones por seis años,
pudiendo ser reelegidos indefinida-
mente.
ART. 24 (26) ART. 24 (23)

Los Senadores se renovarán cada tres Igual.


años en la forma siguiente:
Las Provincias que elijan un número
par de Senadores harán la renovación
por mitad en la elección d e cada trienio.
Las que elijan un número impar, la
harán en el primer trienio, dejando para
el trienio siguiente, la del Senador im-
par que no se renovó en el anterior.
1,as que elijan un solo Senador, lo
prenovarán cada seis años.

Si un Senador muere ó deja de per- Igual.


tenecer á la Cámara por cualquiera cau-
'sa antes del último año de su mandato,
se procederá á su reen~plazopor nueva
elección, por el tieinpo que le falte, en
la forma y plazo que la Ley prescriba.
El Senador que perdiere su represen-
tación por desempeñar 6 aceptar un em-
pleo incoinpatible, no podrá ser reelegi-
d o antes del próximo trienio.

Para ser Senador se necesita: Para ser Senador se necesita:


I .O Ciudadanía en ejercicio. 1." Ciudadanía en ejercicio.

2.0 'Treinta y seis años cumpiidos. 2 . O Treinta y seis años cumplidos.

3.0 No haber sido condenado jamás 3." No haber sido condenado jamis
por delito. por delito.
4.0 Una renta de dos mil pesos á lo 4." Una renta de dos mil pesos á lo
metios. menos.
Ida condición exclusiva impuesta á La condición exclusiva impuesta 5
los Diputados en el artículo 2 1 coin- los Diputados en el articiilo 2 0 com-
prende también á los Senadores. prende también a los Senadores.

Atribuciones del Congreso y especiales Atribuciones del Congreso y especiales.


de cada Cámara, de cada Cámara

Son atribuciones exclusivas del Con- Son atribuciones exclusivas del Con-
greso: greso:
1." Aprobar ó reprobar anuaImente Aprobar 6 reprobar anualinente
la cuenta de la inversión de los fondos la cuenta d e la inversión de los fondos
destinados para los gastos de la adini- destinados para los gastos de la admi-
nistración pública que debe presentar nistración pública que debe presentar
e¡ Gobierno. el Gobierno.
2." Aprobar ó reprobar la declaración 2." Aprobar ó reprobar la declaración
de guerra á propuesta del Presidente d e guerra á propuesta del Presidente de
de la República. la Repiíblica.
3." Declarar cuando el Presidente de 3." Declarar, cuando el Presidente de
la República hace dimisión de su car- la República hace dimisión de su cargo,
cargo, si los motivoi en que la funda le si los motivos en que la funda, le impo-
in~posibilitan,ó nó, para su ejercicio, y, sibilitan, 6 nó, para su ejercicio, y en
en su consecuencia, admitirla ó dese- su consecuencia admitirla 6 desecharla.
charla. 4." Hacer la elección de Presidente
4." D d a r a r , cuando en los casos de d e la República conforine a! artícu-
los artículos 65 y 69 hubiere lugar á lo 44.
duda, si el iinpedimento que priva al 6.a Dictar Leyes excepcionales y de
Presidente del ejercicio de sus funcio- duración transitoria que no podrá ex.
nes, es de tal naturaleza que deba pro- ceder de un año, para restringir la li-
cederse ií nueva elección. bertad personal y la libertad de im-
5." Hacer el escrutinio y rectificar la prenta, y para suspender ó restringir el
elección de Presidente de la República ejercicio de la libertad de reunión,
conforme i los artículos 58, 59, 60, 6 r, cuando lo reclainare la necesidad iin-
62, 63 y 64. periosa de la defensa del Estado, de la
6." Dictar Leyes excepcionales y de conservación del réginien constitucional
duración transitoria que no podrá exce- ó de la paz interior.
der de ún aíio, para restringir la liber- Si dichas Leyes señalaren penas, su
tad personal y la libertad d t imprenta, y aplicación se hará siempre por los Tri-
para suspender Ó restringir el ejercicio hunales establecidos.
tle la libertad d e reunión, cuando lo Fuera de los casos prescritos en este
reclan~arela necesidad imperiosa d e la inciso, ninguna Ley podrá dictarse para
defensa del Estado, de la conservación suspender ó restringir las libertades ó
del réginieii constitucional 6 de la paz derechos que a'segura el artículo 9.0
interior.
- Si dichas Leyes señalaren penas, su
aplicación se hará siempre por los Tri-
bunales esta6lecidos.
6 Fuera de los casos prescritos en este
inciso, ninguna Ley podrá dictarse para
suspender ó restringir las libertades ó
derechos que asegura el artículo 10.

Sólo en virtud de una I z y se puede: 1 %lo en virtud de una Ley se puede:


1.O Imponer contribuciones d e cua- 1 . O Imponer contribuciones d e cua-

lesquiera clase 6 naturaleza, supriinir lesquiera clase ó naturaleza, suprimir


las existentes y determinar en caso ne- las existentes y determinar en caso ne-
cesario su repartimiento entre las Pro- cesario su repartiniiento entre las Pro-
vincias 6 Departamentos. vincias ó Departamentoi.
2." Fijar anualmente los gastos de la 2.0 Fijar anualmente los gastos de
-administración pública. la administración pÚ1)lica que no estu-
3." Fijar igualniente en cada año las vieren autorizados por Leyes de efectos
:fuerzas de mar y tierra que han de man- permanentes.
tenei-se en pie en tiempo de paz ó d e 3.O Fijar igualmente en cada aiío las
-gucrra. tuerzas de mar y tierra que han d e
1-as contribuciones se decretan por inanterierse en pie en tiempo de paz 6
sóio el tiempo de dieciocho meses, y glierra.
*las fuerzas de inar y tierra se fijan s6l0 Las contribuciones se decretan por
-por igual térinino. el tiiáxirnum de un año, y las fuerzas de
4." Contraer deudas, reconocer las inar y tierra se fijan sSlo p3r igual tér-
~coctraídashasta el día, y designar fon- mino.
dos para cubrirlas. 4 . O Contraer deudas, reconocer las
5." Crear nuevas Provincias ó Depar- contraídas hasta el día, y designar fon-
.'tamen tus: arreglar sus límites; hahiii- dos para cut)rirlas.
-tar [)uertos mayores y establecer adua- 5." Crear nuevas Provincias ó Depar-
nas. tamentos; arreglar sus Iíriiites; habilitar
6 . < Fijar
~ el peso, ley, valor, tipo y puertos mayores y estal)lecer aduanas.
-denoininacióii de las monedas, y arre- 6.0 Fijar el peso, ley, valor, tipo y
g\ar el sistema d e pesos y medidas. denoiiiinación d e 12s monedas, y arre-
.
7.0 Pernlitir Ia introducción de tro- glar el sisteiiia de pesos y iiiedidas.
*p:~scxtranjerasen el territorio de la Re- 7.O Permitir la introducción de tro-
-~xíbiic,i,determinando el tiempo de su pas extranjeras en el territoiio de la Re-
permanencia en él. piiblica, determinando el tiempo de su
8 . O Perniitir que residan cuerpos del permanencia en éI.
ejército permanente en el lugar de las 8.O Permitir que residan cuerpos del
.sesiones del Congreso, y dirz ieguas a ejército permanente en el lugar de las
.su circunferencia. sesiones del Congreso, y diez leguas á
9." I>ermitir la salida de tropas na- su circunferencia.
cionales fuera del territorio de la Repu- 9.0 Permitir la salida de tropas nacio-
,Lilica? señalando e1 tiempo de su re- nales fuera del territorio de la Repúbli-
.gres». ca, señalando el tiernpo de su regreso.
10. Crear ó suprimir enipleos piíbli- 10.Crear ó suprimir empleos ~ilíbli-
.tos; determinar ó modificar sus atribu- cos; deterniinar 6 modificar sus atribu-
ciories; aumentar 6 disminuir sus dota- ciones; aumentar ó disminuir sus dota-
ciones; dar pensiones, y decretar I-iono- ciones; dar pensiones, y decrttar tiono-
res públicos i los grandes servicios. res públicos á los grandes servicios.
I 1. Conceder indultos generales, 6 I 1. Conceder indultos generales, ó
aninistías. aninistías.,
OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS
292

12. Señalar el lugar en que debe re- 1 2 . Señalar el lugar en que debe re-

sidir la Representación Nacional y te- sidir la Kepresentacióii Nacional y te-


ner sus sesiones el Congreso. ner sus sesicnes el Con,mreso.

Son atrihuciones exclusivas de la Cá- Son atribuciones exclusivas de la Ci-


mara de Diputados: mara de Diputados:
Calificar las elecciones de sus Calificar las elecciones de sus
niiembros, conocer sobre los reclamos miembros, conocer sobre los reclamos
d e nulidad que ocurran acerca d e ellas, d e nulidad que ocurran acerca de ellas,
y admitir su dimisión, si los motivos en y admitir su dimisión, si los motivos en
que la f~~ndaren fueren de tal naturale- que la fundaren fucren de tal naturaleza
za que los imposibilitaren física ó nio- que los imposibilitaren física ó moral-
ralmente para el ejercicio de sus fun- mente para el ejercicio de siis funcio-
ciones.-Para calificar los motivos de- nes.-Para calificar los motivos deben
ben concurrir las tres cuartas partes de concurrir las tres cuartas partes de los
10s Diputados presentes. Diputados presentes.
2." Acusar ante el Senado, cuando 2." Acusar ante el Senado, cuando
hallare por conveniente hacer efectiva hallare por conveniente hacer efectiva
la responsabilidad de los siguientes fun- la responsabilidad de los siguientes fun-
cionarios: cionarios:
A los Ministros del despacho, y á los Al Presidente y Vicepresidentes de la
Consejeros de Estado, e n ' l a forma y República y á los Ministros del despa-
por los crímenes señalados en los ar- cho, por los crímenes setialados en los
tículos Sg, 84, 85, 86, 87, 88 y $3. artículos 49 y 58.
los Generales de un ejéicito ó ar- Á los Genera!es de un ejército 6 ar-
mada por haber comprometido grave- mada por haber comprometido grave-
mente la seguridad y el honor de la mente la seguridad y el honor de la
Nación; y en la misma forma que á los Nación.
Ministros del despacho y Consejeros d e A los Intendentes de las Provincias
Estado. por los crímenes d e traición, sedición,
Á los miembros de la Comisión Con- infracción de la Constitución, nialver-
servadora por grave omisión en ei cum- saci6n d e los fondos públicos y concu-
plimiento del deber que le impone la sión.
parte segunda del artículo 49. h los magistrados d e los Tribunales
A los Intendentes de las Provincias Superiores de Justicin por notable aban-
por los crímenes de traición, sedición, dono de sus deberes.
infracción de la Constitución, malver- E n todos los casos precedentemente
sación de los fondos públicos y con- enumerados la Cámara de Diputados
cusión. declara primeraniente si hri lugar 6 116 á
A los magistrados de los Tribunales admitir la proposición de acusación, y
Superiores de Justicia por notable aban- después, con intervalo de seis días, si
dono de sus deberes. / há lugar á la acusacidn, oyendo previa-
En los tres últimos casos la Cárilara mente el informe de una comisión d e
d e Diputadcs declara primeramente si cinco individuos d e su seno elegida á la
h&lugar ó no á admitir la proposición suerte. Si resultare la afirniativa nom-
d e acusación, y despuéi, con intervalo brará dos Iliputados que la forinalicen
d e seis días, si bá lugar á la acusación, y prosigan ante el Senado.
oyendo previamente el informe de una
comisión de cinco individuos de su seno,
elegida ri la suerte. Si resultare la afir-
mativa nombrará dos Diputados que la
formalicen y prosigan ante el Senado.

Son atribuciones de la Cimara de Son atribuciones d e la Cámara d e


Senadores: Senadores:
I . ~Calificar las elecciones d e sus Calificar las elecciones de sus
mienibros; conocer en los reclamos d e miembros; conocer en los reclamos d e
nulidad que se interpusieren acerca d e nulidad que se interpusieren acerca d e
ellas, y admitir su dimisión si los moti- ellas, y admitir su dimisión si los n~oti-
vos en que la fundaren fueren de tal vos en que la fundaren fueren de tal
naturaleza que los imposibilitaren fisica naturaleza que los imposibilitaren física
ó nioralmente para el desempeño de 6 nioralmente para el desempefio de
estos cargos. NO podrán calificarse los estos cargos. No podrán calificarse los
motivos sin que concurran !as tres cuar- motivos sin que concurran las tres cuar-
tas partes d e los Senadores presentes. tas partes d e los Senadores presentes.
z . ~Juzgará los funcionarios queacu- z . Juzgará
~ los funcionarios que acu-
sare la Cámara de Diputados con arre- sare la Cámara de Diputados con arre-
glo á lo prevenido en los artículos z g glo á lo prevenido en los artículos 2 8
y 89. y 60.
3.a Aprobar las personas que el Pre- 3." Reunirse por derecho propio cada
sidente de !a República presentare para vez que hubiere de ejercitar las atribu.
los Arzobispados y Obispados. ciones que privativamente le corres-
4.a Prestar Ó negar su consentimiento ponden.
á los actos del Gobierno en los casos en
que la Constitución lo requiere.

De la formación Be las Leyes


1 De ia formación de 13s Leyas

ART. 31 (40) l ART. 31 (30)

Las Leyes pueden tener principio en Las Leyes pueden tener principio en
el Senado Ó en la Cámara de Diputados el Senado 6 en la Cámara de Diputados
5 proposición de uno de sus miembros, á proposición d e uno d e sus miembros,
6 por iliensaje que dirija el Presidente 6 por mensaje que dirija el Presidente
a94 0I:RA.S DE I>ON JORGE H U N E E U S

de la Repúl~lica. 1,as Leyes sobre con- de la República. Las Leyes sobre coniri-
tribuciones de cualquier naturaleza que buciones, de cualquier naturaleza qiie
sean, y sobre reclutaniientos, sólo pue- sean, y sobre reclutamientos, sólo pue-
den tener principio en la Cámara de den tener principio en la Cániara de
Diputados. Las Leyes sobre amnistía Diputados.
sólo pueden tener principio en el Se-
nado.
ART. 32 ('(1)

Aprotndo iin I'royecto de Ley en la Aprobado un Proyecto de Ley en la


Cámara de su origen, pasará inmedia- Cámara de su origen, pasará inmedia-
tamente 5 la otra Cániara para su dis- tamente á la otra Cámara para que ésta
cusión y aprol~ación en el período de lo rechace, lo apruebe, lo modifique ó
aquella scsióii. lo adicione.

El Proyecto dc Ley que fuere dese- El I'royecto de Ley que fuere drse-
chado en la Cámara de su origen. no chado totalmente en una dz las Cáina-
podrá proponerse en ella hasta la se- ras, no podrá proponerse en ella ni en
sión del ano siguiente. la otra hasta la sesión del año siguiente.

Aprobado un Proyecto de Ley por Aprobado ur-i Proyecto de Ley por la


ambas Cámaras, será remitido ,al Presi. mayoría absoluta de los niieiubros pre-
dente de 1.i l<epdblica, quien, si tam- sentes en aml~asCámaras, será renlitido
bién lo aprueba, dispondrá sri proniul- al Presidente de la República, quien si
gación como T,ey. también lo aprueba, dispo drá su pro-
mulgación como Ley. d"

Si el Presidente de la Repfiblica des- Si el Presidente de la República des-


apruelia el Pi.oyecto de I.ey, 10 devol- aprueba el Proyecto de Ley en todo 6,
verá á la Cárnata de su origen, haciendo en parte, lo devolverá á la Cámara de
las observaciones convenientes dentro su origen, haciendo las observaciones
del término de quiiice días. convenientes dentro del término de
quince días. La Cáinara de origen lo
discute nuevamente, y si lo confirma
por mayoría da los dos tercios de los
miembros presentes, lo remite á la Cñ-
mara revisora, y si ésta lo aprobare
Otra vez por igual mayoria, el Proyecto
PROYECTO DE C O N S T I T U C I ~ N POL~TICII 295

1 tendrá fuerza de Ley y será prornul-


gado como tal. Si ambas Cámaras no
insistieren en la forma expresada el
Proyecto se tendrá por no propuesto y
no podrá proponerse nilevamente en las
sesiones del misnio año.
Si el Presidente d e 1s República n o
devolviere el Proyecto de Ley dentrü
de quince días contados desde la fzcha
de su remisión, se entenderá que lo
aprueba y se promulgará coino Ley. Si
las Cámaras cerrasen sus sesiones antes
de cnniplirse los quince días e11 que 1ia
de verificarse la devolución, el Presi-
dente de la República la hará dentro
de los seis primeros días de la sesión
ordinaria del aiio siguiente.

Si el Presidente de la República de-


volviere el Proyecto de Ley desechán-
dolo en el todo, se tendrá por no pro-
puesto, ni se podrá proFoner en la
sesihn d e aquel año.

Si el Presidente de la República de- 1 Suprimido.


volviere el Proyecto de Ley, corrigicn-
dolo ó n~odificándolo,se reconsiderará
en una y otra Cárnara, y si por ainbas
resultare aprobado, según ha sido remi-
tido por el Presidente de la República,
tendri fuerza de I,ey, y se devolverá
para su l>romulgación.
Si no fuereii aprobadas en ambas
Cdrnaras las modificaciones y correccio-
nes, se tendrá conlo no propuesto, ni
se podrá proponer en la sesión de aquel
año.
ART. 38 '(47) ART. 38

Si cn alguna de las sesiones de los Supriniido.


296 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

dos años siguientes se propusiere nue-


vamente, y aprobare por ambas Cáma-
z-as el mismo Proyecto de Ley, y pasado
al Presidente d e la República, lo devol-
viere desechándolo en el todo, las Cá-
maras volverán á tomarlo en considera-
ción, y tendrá fuerza de Ley, si cada
una d e ellas lo aprobare por una mapo-
ría de las dos terceras partes de los
miembros presentes. Lo mismo sucede-
rá si el Presidente lo devolviere modi-
ficándolo ó corrigiéndolo, y si cada
Cámara lo aprobare sin estas modifica-
ciones ó correcciones por las mismas
-dos terceras partes d e sus miembros
presentes.
h T . 39 (48) ART. 39

Si el Proyecto de Ley, una vez de- Suprimido.


.vuelto por el Presidente de la Repúbli-
sea, no se prol~usierey aprobare por las
Cámaras en los dos años inmediatos
-siguientes, cuando quiera que se pro-
ponga despiiés, se tendrá como nuevo
Proyecto en cuanto á los efectos del
..artículo anterior.

Si el Presidente de la República no Suprimido.


"devolviere el Proyecto de Ley dentro
d e quince días, contados desde la fecha
d e su remisión, se entenderá que lo
aprueba y se promulgará como Ley. Si
las Canlaras cerrasen sus sesiones antes
d e cumplirse los quince días en que ha
.de verificarse la devolución, el Presi-
dente de la República la hará dentro de
los seis primeros días de la sesión ordi-
aaria del año siguiente.

El Proyecto de Ley que aprobado


.
1' Suprimido.
PROYECTO DE CONS.~ITUCIÓN POL~TICA 297

por una Cámara fuere desechado en su


totalidad por la otra, volverá á la.de su
origen, donde se tomará niievarnente en
consideración, y si fuere en ella apro-
bado por una mayoría, de las dos terce-
ras partes de sus miembros presentes,
pasará segunda vez á la Cámara que lo
desechó, y no se entenderi que ésta lo
reprueba, si no concurre para ello el
voto de las dos terceras partes de sus
mieinhros presentes.

El Proyecto de Ley que fuere adicio El Proyecto de Ley que fuere adicio
nado ó corregido por la Cámara reviso- nado ó corregido por la Cámara revi-
ra, volverá á la de su origen; y si en ésta sora, volverá a la de su origen; y si en
fueren aprobadas las adiciones ó correc- ésta fueren aprobadas las adiciones ó
ciones por la niayoría absoluta de sus correcciones por la mayoría absoluta de
n~iembrospresentes, pasará al Presiden- sus miembros presentes, pasará al Pre-
te d e la República. sidente d e la República.
Pero si las adiciones ó correcciones Pero si 12s adiciones ó correcciones
fuesen reprobadas, volverá el Proyecto fueren reprobadas, el Proyecto se ten
segunda vez á la Cámara revisora; don- d r i por desecliadc.
de, si fuesen nuevamente aprobadas las
adiciones 6 correcciones por una mayo-
ría de las dos terceras partes de sus
miembros presentes, volverá el Proyec-
to á la otra Cámara, y no se entenderá
que ésta reprueba las adiciones ó correc-
ciones, si no concurre para ello el voto
d e las dos terceras partes de los miein-
bros presentes.

De las sesiones del Congreso De las sesiones del Congreso

ART.43 (36)
El Congreso abrirá sus sesiones ordi- Igual.
narias el día 1.0 de Junio de cada año,
y las cerrará el 1 . O de Septieinbre.

Convocado extrnordinariainente el Convocado extraordinariamente el


sodo 111 20
298 OBRAS DE DOX JORGE IIUNEEUS

Congreso, se ocupará en los negocios Congreso, se ocupará en los negocios


que hubieren motivado la convocatoria, legislativos que hubieren motivado la
con exclusión d e todo otro. convocatoria, con exclusión de todo
otro.
ART.45 ( 3 8 )
"

La Cimara d e Senadores no podrá Igual.


entrar en sesión ni continuar en ella sin
la concurrencia de la tercera parte de
siis miembros, ni la Cimara de Diputa-
dos sin la de la cuarta parte de los suyos.

ART.46

Si el día señalado por la Constitución Suprimido.


ara abrir las sesiones ordinarias, se ha-
llare el Congreso en sesiones extraordi-
narias, cesarán estas, y continuará tra-
tando en sesiones ordinarias d e los ne-
gocios para que había sido convocado.

1
El Senado y la Cámara de Diputados El Senado y la Cámara d e Diputados
abrirán y cerrarán sus sesiones ordina- abrirán y cerrarán sus sesiones ordina-
rias y extraordinarias á uti mismo tiem- rias y extraordinarias á un mismo iiem-
po. El Senado, sin embargo, puede re- po. El Senado, sin embargo, puede re.
unirse sin presencia de la Cámara d e unirse sin presencia de la Cámara de
Diputados para el ejercicio de las fun- Diputados, para el ejercicio de las fun-
ciones judiciales que dispone la parte z . ~ ciones judiciales que dispone la parte^.^
del articulo 30. del artículo 29.
La Cámara de Diputados continuará La Cámara de 1)iputados continiiari
sus sesiones sin presencia del Senado, si sus sesiones sin presencia del Senado,
concluído el período ordinario hubiereii si concluído el período ordinario huhie-
quedado pendientes algunas acusacio- ren quedado pendientes algunas acusa-
nes contra ¡os funcionarios que designa ciones contra )?S funcionarios que de-
la parte z . del
~ artículo 29, con el ex- signa la parte z . del ~ artículo 2 8 , coi1 el
clusivo objeto d e declarar si ha lugar, ó excliisivo objeto de declarar si h s lugar
nó, á la acusación. 6 nó á la acusación.

De la Comisión Conservadora
I De la Comisión Conservadora

Antes de cerrar el Congreso sus se- 1 Suprimido.


siones ordinarias, elegiríí todos los años
cada Cámara siete de sus miembros
que compongan la Comisión Conserva-
dora, la cual formará un solo cuerpo, y
cuyas funciones expiran de hecho el
día 3 1 de Mayo siguiente.

ART. 49

La Comisión Conservadora, en re- Suprimido.


presentación del Congreso, ejerce la
supervigilancia que á éste pertenece,
sobre todos los ramos de la admínistra-
ciOn pública.
IAecorresponde, en consecuencia:
1." Velar por la observancia d e la
Constitución y de las Leyes, y prestar
protección á las garantías individuales;
2 . O Dirigir al Presidente de la Repú-

blica las representaciones conducentes


á los objetos indicados, y reiterarlas por
segunda vez, si no huhieren bastado las
primeras.
Cuando las representaciones tuvieren
por fundamento abusos 6 atentados co-
metidos por autoridades que dependan
del Presidente de la República, y éste
no tomare las medidas que estén en
sus facultades para poner término al
abuso y para el castigo del funcionario
culpable, se entenderá que el Presiden-
te de la Repíiblica y el hlinistro del
ramo respectivo, aceptan la responsabi-
lidad de los actos de la autoridad su-
balternl, como si se hubiesen ejecutado
por s u orden 6 con su consentimiento;
3.0 Prestar ó rehusar su consenti-
miento d los actos del Presidente de la
República á que, según lo prevenido
en esta Constitución, debe proceder de
acuerdo con la Comisión Conservadora;
4.O Pedir al Presidente de la Repú-
blica que convoque extraordinariamente
al Congreso cuando, á su juicio, lo exi-
3* OBRAS DE D O S JORGE H U S E E U S

gieren circunstancias extraordinarias y


excepcionales;
5 . O - Dar cuenta al Congreso en su pri-

mera reunión, de las medidas que hu-


biere toiriado en desempeño de su cargo.
La Comisión es responsable al Con-
greso de su omisión en el cumplimiento
d e los deberes que los incisos prece-
dentes le imponen.

CAPITULO VI CAPITULO VI
Del Fresidente de la República Del Presidente de la República,

ART. 50 (40)
Un ciudadano con el título d e Pre- Igual.
sidente de la Ref~ibZicade Chi¿e adminis-
tra el Estado, y es el Jefe Supremo de
la Nación.

ART. 51 (41)

Para ser Presidente de la República Igual.


se requiere:
I .O Hzber nacido. en el territorio de
Cliile;
2.O T m e r las calidades necesarias
pxra ser xniembro de la Cániara de Di-
putados;
3 . O Treinta años d e edad, á lo menos.

El Presidente de la Repfiblica durará Igual.


en el ejercicio de sus fiinciones por el
término de cinco años; y no podrá ser
reelegido para el período siguiente.

Para poder ser elegido segunda 6 Igual.


más veces deberá siempre mediar entre
cada elección el espacio de un período.
&T. 54

El Presidente de la República seri Suprimido.


$elegido por electores que los pueblos
,nombrarán en votación directa. Sri nú-
mero será triple del total de Diputados
que corresponda á cada Departamento.

ART. 5 5

El nombramiento de electores se ha- Suprimido.


r á por departamentos el 2 5 de Junio
d e l año en que expire la presidencia.
Las calidades de los electores son las
mismas que se requieren para ser Di-
putado.

ART. 5 6

Los electores reunidos el día 25 de Suprimido.


Julio' del año en que expire la Presi-
dencia procederán á la elección d e Pre-
.sidente, conforme á la Ley general d e
elecciones.

Las mesas electorales formarán dos


listas de todos los individuos qUe re-
-sultaren elegidos, y después de firmadas
por todos los electores, las remitirán ce-
rradas y selladas, una al Cabildo de la
capital d e la Provincia, en cuyo archivo
quedará depositada y cerrada, y la otra
a l Senado, que la mantendri del mismo
modo hasta el día 30 de Agosto.

.!IRT. 58

Llegado este día se abrirán y leerán Suprimido.


.dichas listas en sesión pública de las
'
"dos Cámaras reunidas en la Sala del Se-
nado, haciendo d e Presidente el que lo
sea de este cuerpo, y se ,procederá al
OBRAS DE DOX JORGE H U N E E U S
302

escrutinio, y en caso necesario á recti-


ficar la elección.

El que hubiere reiinido mayoría ah- Suprimido.


soluta de votos será proclamado Presi-
dente de la República.

E n el caso de que por dividirse la


votación no hubiere mayoría absoluta,
elegirá el Congreso entre las dos perso-
nas que hubiereil obtenido niayor nú-
mero d e sufragios.

ART. 61

Si la primera mayoría que resultare Suprimido.


hubiere cabido á más de dos personas,
elegirá el Congreso entre todas éstas.

ARL'.62

Si la primera mayoría de votos hu- Suprimido.


biere cabido á una sola persona, y la
segunda, a dos 6 más, elegira el Con-
greso entre todas las personas que ha-
yan obtenido la priinera y segunda ma-
yoría.
ART. 63 ( 7 2 ) ART. 63

Esta elección se hará á pluralidad Suprimido.


absoluta de sufragios, y por votación
secreta. Si verificada la priinera votn-
ción no resultare mayoría abroluta, se
hará segunda vez, contrayéndose la vo-
tación a las dos personas que en la pri-
mera hiibieren obtenido mayor número
de sufragios. E n caso de empate, se
repetirá la votación, y si resultare nuevo
empate, decidirá el Presidente del Se.
nado.
ART. 64

No podrá hacerse el escrutinio, ni la Suprimido.


rectificación dt: estas elecciones sin que
esté presente la niayoría absoluta del
total de miembros de cada una d e las
Cámaras.

Cuando el Presidente de la Kepúbli- Suprimido.


ca mandare personalmente la fuerza x-
mnda 6 cuando por enfermedad, ausen-
cia del territorio de la República ú otrp
grave motivo no pudiere ejercitar .su
cargo, le subrogará el Ministro del Des-
paclio del Interior con el título d e Yice-
presiítenfe de La I¿epziblica. Si el impedi-
mento del Presidente fuese temporal,
continuará subrogándole el Ministro
hasta que el Presidente se halle en es-
tado de desempeñar sus funciones. E n
los casos de muerte, declaración de ha-
ber lugar á su renuncia, ú otra clase de
imposibilidad absoluta, ó que no pudiere
cesar antes d e cumplirse el tiempo qw
falta á los cinco años de su duracióa
constitucional, el Ministro Vicepresi-
dente, en los primeros diez días de su
gobierno expedirá las órdenes conva-
nieritcs para que se proceda á nueva
elección de Presidente en la forma pre-
venida por la Constitución.

-%RT. 66

,4 falta del Ministro del Despacho Suprimido.


del Interior subrogará al Presidente el
Miniatro del Despacho más antiguo, y
á falta d e los Ministros del I)espacho, el
Consejero de Estado mas antiguo, que
no fuere eclesiástico.
Ol3BAS DE DON JORGE HUNEEUS
304

Las dos Cámaras reunidas por dere-


cho propio en Congreso Nacional, eli-
gen por mayoría at)soluta de sufragios
al Presidente de la Repúhlicn.
Cuando vncare por cualquier motivo
la Presidencia de la República, el Con-
greso Nacional procederá inmediata-
mente 5 hacer 1~elección de Presiden-'
te por un período co~~stitucional com-
pleto.
Mientras se efectúa la eleccióii, el
Presidente del Senado quedará inves-
tido dtl Poder Ejecutivo. Este mismo
funcionario subrogará al Presidente de
la República en caso de impedimento
temporal calificado por el Congreso Na-,
cional.
ART. 44 (otro)

El Presidente de la RepUblica será


elegido por los ciudadanos activos con
derecho de sufragio, en votación direc-
ta, en la forma que determine la Ley.
EI Congreso Nacional, en sesión de
ambas Cámaras reunidas con asistencia
de la mayoría absoluta del nlímero total
de mieinbros de que deben componer-
se, hará el escrutinio de las actas elec-
torales, las calificará, resolverá las re-
clamaciones de nulidaa á que dieren
lugar las elecciones de Presidente de la
Replíblica y proclamará al que hiibiere
obtenido mayoría absoluta sohre el to-
tal de los votantes.
Si del escrutinio no resultare dicha
mayoría, el Congreso elegirá entre los
dos que huhieren obtenido mayor nú-
mero de votos.
Si dos ó más candidatos tuvieren
igual número de votos, el Congreso ele-
girá entre todos ellos.
Si resultare empate, decidiri la suerte.
PROYECTO DE C O N S T I T U C I ~ NP O L ~ T ~ C A 305

Habrá dos Vicepresidentes de la Re-


pública, denominados primero y segun-
do, que serán elegidos conjuntamente
con el Presidente en identica forma,
para el mismo período que éste y que
deberán reunir las condiciones requeri
das por el articulo 41.

El Presidente de la República no Igual.


puede salir del territorio del Estado du-
rante el tiempo de su gobierno, 6 un
año después de haber concluído, sin
acuerdo del Congreso.

El Presidente de la República cesará


el mismo día en que se- completen los
cinco años qiie debe durar en el ejer-
cicio de siis funciones, y le sucederá el
nuevamente electo.

ART. 69
~
I

Si éste se hallare impedido para to- Suprimido.


mar posesión de la Presidencia, le su-
brogará mientras tanto el Consejero d e
Estado más aritiguo; pero si el impedi-
mento del presidente electo fuere ah-
soluto ó debiere durar indefinidamente,
ó por más tiempo del señalado al ejer-
cicio de la presidencia, se hará nueva
elección en la forma constitucional, su-
brogándole mientras tanto el riiismo
Consejero de Estado más antiguo que
no sea eclesiástico.

ART 7 0

Cuando en los casos de los artículos Suprimido.


65 y 69 hubiere de procederse á la
elección de Presidente de la República
306 OBXSS DE DON JORGE HUNEEUS

fuera de la época constitucional, dada


la orden para que se elijan los electores
en un mismo día, se guardará entre la
elección de éstos, la del Presidente y
el escrutinio, 6 rectificación que deben
verificar las Cámaras, el mismo inter-
valo de días y las mismas formas que
disponen los artículos 56 y siguientes
hasta el 64 inclusive.

1 1 ~ 7~1 .

M Presidente electo, al tomar pose- Suprimido.


sión del cargo, prestará en manos del
Presidente del Senado, reunidas ambas
Cámaras en la Sala del Senado, el jura-
mento siguiente:
Yo N . N; juro por Dios Nuestro Se-
iior y estos Santos E7~angeZiosque desenl-
perjuré fielilrente el caTco de PresiB'cnte de
la Repdblica; qzle observaréyprofexeré la
Rel&iÚn Catúlicn, Apostól'ira, Ronrana;
que conservaré la integridad é indepen-
dencia de /a X~phblica,y que guardaréy
haré guardnr lu ConsLituciÚny las Leyes.
Asi Dios ilre ayude, y s:a en i 1 z i defensa,
y si ?¿O, me /o u'elllande.

ART. 7 2 (47)

Al Presidente de la República está Igual.


co?Sada la administración y gobierno
del Estado; y su aiitoridad se extiende
á todo cuanto tiene por objeto la con-
servación del orden público en el inte-
rior, y la seguridad exterior de la Repú-
blica, guardando y haciendo guardar la
Constitución y las Leyes.

Son atribuciones especiales del Pre- Son atribuciones especiales del Pre-
sidente: sidente:
I . Concurrir
~ á la formación de las Concurrir á la formación d e las
I . ~
Leyes con arreglo á la Constitución; 1 Leyes con arreglo á la Constitucibn;
sancionarlas y promulgarlas. sancioiiarlas y proinulgarias.
2." Expedir los decretos, Reglamen- 2.a Expedir los decretos, reglamen-
tos é instrucciones que crea convenien- tos é instrucciones que crea convenien-
tes para la ejecución de las Leyes. tes para la ejecución de las Leyes.
3." Velar por la conducta ministerial 3." Prorrogar las sesiones ordinarias
d e los jueces y demis ernpleados del del Congreso hasta cincuenta días.
orden judicial, pudiendo, al efecto, re- 4." Convocarlo á sesiones extraordi-
querir al Ministerio Público para que riarias, cuando lo estimare oportuno Ó
reclame medidas disciplinarias del Tri- cuapdo lo pidiere la mitad del número
bunal competente, 6 para que, si hu- total de miembros de ambas Cimaras.
hiere mérito bastante, entable la corres- 5." Nombrar y reinover á su volun-
pondiente acusación. tad á los Ministros del Despacho y ofi-
4." Prorrogar las sesiones ordinarias ciales de sus secretarías, á los Ministros
del Congreso hasta cincuenta días. Diplomáticos, á los Cónsules y demás
5." Convocarlo á sesiones extraordi- agentes exteriores, á los Intendentes d e
narias, con acuerdo del Consejo de Es- Provincia y ilos Gobernadores de plaza.
tado. 6." Nombrar los Magistrados de !os
6." Nombrar y remover á su volun- Trib~na!esSuperiores de Justicia y los
tad a los Ministros del Despacho y ofi. Jueces Letrados de primera instan-
ciale2; de sus Secretarías, á los Conseje- cia, previas las p;op~iestns determinadas
ros de 1Sstado de su elección, á los Mi- por el articulo 64.
nistros Diplomáticos, ib s Cónsules y 7." Proveer los demás eiiipleos civi-
demis agentes exteriores, á los Inten- les y militares, procediendo con acuer-
dentts de Provincia y á los Gobernado. do del Senado, para conferir los em-
res d e plaza. pleos 6 grados de Coroneles, Capitanes
7." Nombrar los Magistrados de los
.. .
1rit~unalesSuperiores d e Justicia, y los
de Navío, y demás oficiales superiores
del Ejército y Armada. -En el campo d e
Jueces Letrados de primera instancia batalla podra conferir estos einpleos mi-
a propuesta del Consejo de Estado, con- litares superiores por sí solo.
forine ri la parte segunda del artículo 95. 8." Destituir á los enipleados por
8." Presentar para los Arzobispados, ineptitud, ú otro motivo que haga indtil
Obispados, Dignidades y Prebendas de ó perjudicial su servicio; pero con acuer-
las Iglesias catedrales, á propuesta en do del Senado, si .soti jefes de oficinas
terna del Consejo de Estado.-Ida per- ó empleados superiores; y con informe
sona en quien recayere la elección del del respectivo jefe, si son enlpleados su-
Presidente para ~ r z o b i s p oú Ohispo, balternos. .
debe además olitener la aprobación del g: Cuidar de la recaudación de las
Senado. rentas públicas, y decretar su inversión
9." Proveer Ics demás empleos civi- con arreglo á la Ley.
les y militares, procediendo con acuerdo Conceder indultos particulare~,
del Senado, y en el receso de éste, con previo informe favorable del Tribunal
el de la Comisión Conservadora, para que hubiere expedido la sentencia con-
conferir los empleos 6 grados de Coro- denatoria respectiva. -Los Ministros,
OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS
308

neles, Capitanes d e Navío, y demás Generales en Jefe é Intendentes de Pro-


aficiales superiores del ejército y arma- vincia, acusados por la Cámara de Dipu-.
da. E n el campo de batalla podrá con- tados y juzgados por el Senado, no pue-
ferir estos empleos niilitares superiores den ser indultados sino por el Congreso.
por sí sólo. r l.a Disponer de la fuerza de mar y
1 0 . ~ Destituir á los empleados por tierra; organizarla y distribuirla, segúii
ineptitud, ú otro motivo que haga inú- lo hallare por conveniente.
til 6 perjudicial su servicio; pero con 1 2 . ~Mandar personalmente las fuer-
acuerdo del Senado, y en su receso con zas de mar y tierra, con acuerdo del
e l de la Coiilisión Conservadora, si son Senado. E n este caso, el Presidente de
jefes de oficinas 6 empleados superio- la República podrá residir en cualquie-
res; y con informe del respectivo jefe, ra parte del territorio ocupado por las
s i son empleados subalternos. armas chilenas.
I rea Conceder jubilaciones, retiros, 13." Declarar la guerra con previa
licencias y goce de montepío con arre- aprobación del Congreso, y conceder
glo á las Leyes. patentes de corso y letras d e represalia.
12." Cuidar de la recaudación d e las 14." Mantener las relaciones políticas
irentas públicas, y decretar su inversión con las potencias extranjeras, recibir sus
con arreglo á la Ley. Ministros, admitir sus Cónsules, condu-
13." Ejercer las atribuciones del Pa- cir las negociaciones, hacer las estipula-
tronato respecto d e las iglesias, benefi- ciones preliminares, concliiir y firmar
cios y personas eclesiásticas, con arre- todos los tratados de paz, de alianza, d e
glo á las Leyes. tregua, de neutralidad, de comercio, y
1 4 . ~C.onceder el pase, 6 retener los otras convenciones.-los tratados, an-
decretos conciliares, bulas pontificias, tes de su ratificación, se presentarán á
breves y rescriptos con acuerdo del Con- la aprobación del Congreso. Las discu-
sejo d e Estado; pero si contuviesen dis- siones y deliberaciones sobre estos ob-
posiciones generales sólo podrá conce- 1 jetos serán secretas, si así lo exige el
derse el pase 6 retenerse por medio de Presidente d e la República. .
una Ley.
15." Conceder indultos particulares
c o n acuerdo ael Consejo de Estado.-
Los Ministros, Consejeros de Estado,
miembros de la Comisión Conservado-
ra, Generales en Jefe, é Intendentes de
Provincia, al?usados por la Cámara de
Diputados, y juzgados por el Senado,
no pueden ser indultados sino por el
Congreso.
1 6 . ~Disponer d e la fuerza de mar y
tierra, organizarla y distribuirla, según
l o hallare por conveniente.
17." Mandar personalnlente las fuer-
zas de mar y tierra, con acuerdo del
Senado, y en su receso con el de la
Comisión Conservadora. En este caso,
el Presidente de la Kepú1)lica podrá
residir en cualquiera parte del territorio
ocupado por las armas chilenas.
I 8." ~ e c l a r a rla guerra con previa
'

aprobación del Congreso, y conceder


patentes de corso y letras de repre-
salia.
19." Mantener las relaciones políticas
con las potencias extranjeras, recibir sus
Ministros, admitir sus Cónsules, condu-
cir las negociaciones, hacer las estipula-
ciones preliminares, concluir y firmar
todos los tratados de paz, de alianza, de
tregua, de neutralidad, de comercio,
concordatos y otras convenciones. -
Los tratados, antes de su ratificación, se
presentarán á la aprobación del Congre-
so. Idas discusiones y deliberaciones
s o b e estos objetos serán secretas, si
así lo exige el Presidente de la R e p 6
blica.
20." Declarar en estado de sitio u110
ó varios puntos de la República en caso
de ataque exterior, con acuerdo del
Consejo de Estado, y por un deternii-
nado tiempo.
E n caso de conmoción interior, la
declaración de hallarse uno 6 varios
puntos en estado de sitio corresponde
al Congreso; pero si éste no se hallare
reunido, puede el Presidente hacerla
con acuerdo del Consejo de Estado,
por un determinado tiempo. Si a la reii-
nión del Congreso no hubiese expirado
el térniino señalado, la declaración que
ha hecho el Presidente de la República
se tendrá por unaproposi~.il;nde Ley.
2 i .a Todos los objetos de policía y
todos los establecimientos públicos es-
tán bajo la suprema inspección del Pre-
sidente de la República conforme á las
particulares ordenanzas que los rijan.
OBRAS I>E DON JOItGR IIUNEEUS

- 310

El Presidente de la Relxíhlica puede El Presidente y los Vicepresidentes


ser aciisado sólo en el año inmediato de la República pueden ser acusados
después de concluído el término de su durante el ejercicio de sus funciones y
presidencia, por todos los actos de su en el año inmediato después de con-
adininistración, en que haya compro- cluídc el término de su presidencia, por
metido gravemente el honor ó la segu- los delitos de traición, infracción abier-
ridod del Estado, 6 infringido abierta- ta de la Constitución, malversación de
mente la Constitución. Las fórmulas fondos públicos y atropello de las pa-
para la acusacion del Presidente de la rantías individuales. Sólo la Cámara d e
República, serán las de los artículos 84 Diputados podrá entablar la acusación
hasta el 9 r inclusive. á que se refiere este artículo, procc-
diendo conforme á lo ciispiiesto en el
último inciso del artículo 28, y el Sena-
do juzgará al acusado conforme á las
reglas establecidas en el articulo 60.

De los Ministros del Despacho


I De los Ministros del Despacho

El número de Ics Ministros y sus res- Igual.


pectivos Departamentos serán deterini-
nados por la Ley.

Para ser Ministro se requiere: Igual.


1 . O Haber nacido en el territorio de

la República.
2 . O Tener las calidades que se exigen

para ser niiemhro de la Cámara de Di-


putados.

Todas las órdenes del Presidente de Igual.


la Repiiblica deberán firmarse por el
Ministro del Departameiito respectivo;
y no podrán ser obedecidas sin este
esencial requisito.
ART. 78 (53)

Cada Ministro es responsable perso- Igual.


nalmente de los actos que firniare, 15 ZIZ
s ó l i d ~ mde lo que suscribiere ó acorda-
re con. los otros Ministros.

1,uego quc el Congreso abra sus se- Igual.


siones, deherán los Ministros del Des-
pacho darle cuenta del estado de la
Nación, en lo relativo li los negocios
del Departainento de cada uno.

Deberán igualmente presentarle el Igual.


presupuesto anual de los gastos que de-
ban hacerse en sus respectivos Departa-
mentos; y dar cuenta de la inversi6n d e
las suinas decretadas para llenar los
gastos del año anterior.

AKT.8 1 (56)

No son incoinpatibles las funciones Igual.


de Ministro del Despacho con las de Se-
nador ó Diputado.

1 - 0 5 Ministros, aun cuando no sean Igual.


mieiiihros del Senado 6 de la Cámara
de Iliputados, pueden concurrir á sus
sesiones, y toinar parte en sus debates;
pero no votar en ellas.

Los Ministros del Despacho pueden Igual.


ser aciisados por la Camara de Diputa.
dos por los delitos d e traición, concu-
sión, inalversación de los fondos pdbli-
312 OBRAS DR. DON JORGE IiUNEEUS

cos, soborno, infracción de la Constitu-


ción, por atropellariiiento de las Leyes,
por haber dejado éstas sin ejecución y
por haber comprometido gravemente la
seguridad ó el honor de la Nación.

Presentada la proposición de acusa- Suprimido.


ción, se señalará uno d e los ocho días
siguientes para que el Ministro contra
quien se dirige d é explicaciones sobre
los hechos que se le imputan; y para
deliberar sobre si la proposición de acu-
sación se admite ó no á examen.

Admitida á examen la proposición de Suprimido.


acusación, se noml-~raráá la suerte, en-
tre los lliputados presentes, una Comi-
sión de nueve individuos, para que den-
tro de los cinco días siguientes, dicta-
mine sobre si hay ó nó mérito bastante
para acusar.

Presentado el informe de la Comi- Suprimido.


sión, la Cániara procederá á discutirlo
oyendo i los tniembros de la Comisión,
al autor ó autores de la proposición de
acusación y al Ministro 6 Ministros y
demás Diputados que quisieran tomar
parte en la discusión.

ART. 87

Terminada la discusión, si la Cima Suprimido.


ra resolviese admitir la proposición de
acusacibn, nombrará tres individuos de
su seno psra que en su representación
la formalicen y prosigan ante el Senado,
Desde el momento en que la Cáma- Igual.
ra acuerde entablar la acusación ante
el Senado, ó declarar que ha lugar á
formación de causa, quedará suspen-
dido de sus funciones el Ministro acu-
sado.
La suspensión cesará si el Senado no
hubiere pronunciado su fallo dentro d e
los seis meses siguientes á la fecha en
que la Cámara de Diputados hubiere
acordado entablar la acusación.

El Senado juzgará al Ministro proce- El Senado juzgará al Ministro pro-


diendo como jurado, y se limitará á cediendo como jurado, y se limitará a
declarar si es ó no culpable del delito declarar si es 6 no crilpable del deiito 6
Ó alr)uso de poder que se le imputa. abuso de poder que se le imputa.
Ida declaración de culpabilidad de- La declaración de culpabilidad debe-
berá cer pronunciada por los dos tercios rá ser pronunciada por los dos tercios
del niímero de Senadores presentes á del número de Senadores presentes a
la sesión. Por la declaración de culpa- la sesión. Por la declaración d e culpa-
bilidad, queda el Ministro destituido d e bilidad, queda el Ministro destituído d e
su cargo. su cargo.
El Ministro declarado culpable por el E1 Ministro declarado culpable por
Senado, será juzgado con arreglo á las el Senado, será juzgado con arreglo á
Leyes por elCribui~alordinario coinpe- las leyes por el Tribunal ordinario com-
tente, tanto para la aplicación de la petente, tanto para la aplicación de la
pena señalada al delito cometido, cuan- pena señalada al delito cometido, cuan-
to para hacer efectiva la responsabili- to para hacer efectiva la responsabilidad
dad civil, por los daños y perjucios civil, por los daños y perjuicios causa-
causados al Estado ó á particulares. dos al Estado ó á particulares.
Ido dispuesto en los artículos 86, 87, Lo dispuesto en el artículg 59 y en
8 8 y en el presente, se observará tanl. el presente, se observará también res-
bién respecto de las demás acusaciones pecto d e las demás acusaciones que la
que la Cámara de Diputados entablare Cámara de Diputados entablare en con-
en conformidad B lo dispuesto en el formidad á lo dispuesto en el inciso 2."
inciso 2.0 artículo 29 de esta Consti- del artículo 28 de esta Contitución.
tución.
ART. 90 (99)

Los Ministros pueden ser acusados Suprimido.


T~MO 111
314 OIiKt\S DE D O S JORGE H U N E E U S

por cualquier individuo particular, por


razón de los perjuicios que éste pueda
haber sufrido injustamente por algún
acto del Ministerio: la queja debe diri-
girse al Senado, y éste decide si h i lu-
gar ó nó á su admisión.

Si el Senado declara haber lugar á Suprimido.


ella, el reclamante demandará al Minis-
tro ante e: Tribunal de justicia compe-
tente.
ART. 92 (101)

La Chmara de Diputados puede acu- La Cámara de Diputados puede acu-


sar i un Ministro iuientras funcione, y sar á un Ministro mientras funcione, y
en los seis meses siguientes i su sepa- en los seis meses siguientes á su sepa-
ración del cargo. Durante estos seis me- ración del cargo. Durante estos seis me-
ses, no podrá ausentarse de la República ses, no podrá ausentarse de la Repiibli-
sin permiso del Congreso, ó, en receso ca, sin permiso del Congreso.
de éste, de la Comisión Conservadora.

Del Consejo de Estado Del Consejo de Estado

ART. 93

Habrá un Consejo de Estado com- Suprimido.


puesto de la manera siguiente:
De tres Consejeros elegidos por el
Senado y tres por la Cámara de Dipu-
tados en la primera sesión ordinaria de
cada renovación del Congreso, pudien-
do ser reelegidos los mismos Conseje-
ros cesantes. E n caso de muerte 6 im-
pedimento de alguno de ellos, procede-
r i 12 Cámara respectiva á nombrar el
que deba subrogarle hasta la próxima
renovación;
De ün miembro de las Cortes Supe-
riores de Justicia, residente en San-
tiago.
De un eclesiástico constituído en dig-
nidad;
YROYECTC DE C O N S T I T U C I ~ N I'OL~TICA 3I.5

De un General de EjCrcito 6 Ar-


mada;
De un jefe de alguna oficina de ha-
cienda;
De un individuo que haya desempe-
ñado los cargos de Ministro de Estado,
Agente diplomático, Intendente, Gober-
nador ó Municipal.
Estos cinco últimos Consejeros serán
non-ibrados por el Presidente de la Re-
pública.
El Consejo será presidido por el Pre-
sidente de la República, y para reem-
plazar á éste, nombrará de su seno un
Vicepresidente que se elegirá todos los
años, pudiendo ser reelegido.
El Vicepresidente del Consejo se
considerará corno Consejero más anti-
guo para los efectos de los artículos, 66
y 69 de esta Constitución.
Idos Ministros del Despacho tendrán
sólo voz en el Consejo, y si algún Con-
sejero fuere nombrado Ministro, dejará
vacante aquel puesto.

ART. 94

Para ser Consejero de Estado se re- Suprimido.


quieren las mismas calidades que para
ser Senador.

ART. y5

Son atribuciones del Consejo de Es- Suprimido.


tado:
r .a Dar su dictamen al Presidente de
la Repíiblica en todos los casos que lo
consultare.
a.a Presentar al Presidente de la Re-
pública, en las vacantes de Jueces Le-
trados de primera instancia y miembros
de ios Tribunales Superiores de Justi-
cia, los individuos que juzgue m i s idó-
neos, previas las propuestas del Tsibu-
316 OBRAS 1)F. DON JORGE HUNEEUS

nai Superior que designe la Ley, y en


la forma que ella ordene.
3." Proponer en terna para los Arzo-
bispados, Obispados, dignidades y pre-
bendas de las iglesias catedrales de la
República.
4." Conocer en todas las materias de
patronato y protección que se redujeren
a contenciosas, oyendo el dictamen del
Tril~unalSuperior de Justicia que seña-
le la Ley.
5." Conocer igualmente en las com-
petenciss entre las Autoridades adini-
nistrativas y en las que ocurrieren entre
éstas y los Tribunales de Justicia,
6.a Declarar si ha lugar, 6 nó, á la
formación de causa en materia criminal
contra los Intendentes, Gobernadores
de plaza y d e Departamento. ExceptUa-
se el caso en que la acusación contra
los Intendentes se intentare por la Cá-
mara de Diputados.
7." Prestar su acuerdo para declarar
en estado de asamblea una ó más pro-
vincias invadidas 6 amenazadas en caso
de guerra extranjera.
8." El Consejo de Estado tiene dere-
cho de moción para la destitución de
los Ministros del Despacho, Intenden-
tes, Gobernadores y otros empleados
delincuentes, ineptos ó negligentes.

ART. 96

E1 Presidente de la República pro- Suprimido.


pondrá á la deliberación del Consejo de
Estado:
r." Todos los Proyectos de Ley que
juzgare conveniente pasar al Congreso.
2 . O Todos los Proyectos de Ley que

aprobados por el Senado y Cámara de


Diputados pasaren al Presidente de la
República para su aprobación.
--
3 . O Todos los negocios en que: la
Constitucióii exija señaladamente que
se oiga al Consejo de Estado.
4.0 Los presupuestos anuales de gas-
tos que Iiaii de pasarse al Congreso.
5.0 Todos los negocios en que el Pre-
sidei~tejuzgue conveniente oír el dicta-
men del Consejo.

El dictamen del Consejo d e Estado Suprimido.


es puramente consultivo, salvo en los
especiales casos en que la Constitiición
requiere que el Presidente de la Repú-
blica proceda con su acuerdo.

Los Consejeros de Estado son res- Suprimido.


ponsables de los dictámenes que pres-
ten al Presidente de la República con-
trarios á 13s Leyes, y manifiestamente
nial intencionados; y podrán ser acusa-
dos y juzgados en la forma que previe-
nen los artículos 84 hasta 89 inclusive.

CAPITULO VI1 CAPITULO VI1


De la Admillistración de Justicia De la Administración de Justicia

La facultad de juzgar las causas civi- La facultad de juzgar asuntos conten-


les y criminales pertenece exclusiva- ciosos pertenece exclusivamente á los
mente á los Tribunales establecidos por Tribunales establecidos por la Ley. Ni
la Ley. Ni el Congreso, ni el Presidente el Congreso, ni el Presidente d e la Re-
d e la Kepúhlica pueden en ningún caso pública pueden en ningún caso ejercer
ejercer funciones judiciales, ó avocarse funciones judiciales, 6 avocarse causas
causas pendientes, ó Iiacer revivir pro. pendientes, ó hacer revivir procesos fe-
cesos fenecidos. iiecidos.

Sólo en virtud de una Ley podrá ha- 1 Sólo en virtud de una Ley podrá ha
318 OBRAS DE DON JORGE HUXEEUS

cerse innovación en las atribuciones de cerse innovación en las atribuciones de


los Tribunales, 6 en el niíinero d e sus los Tribunales, 6 en el niímero de sus
individuos. individuos.

Los magistrados de la Corte Suprema


y de las demás Cortes Superiores serán
nombrados por el Presidente de la Re-
pública, a propuesta en terna doble for-
mada en cada caso de provisión, una
por el Senado y otra por la Corte Su-
prema. Los Jueces Letrados de primera
instancia lo serán también por el Presi-
dente de la Kepública a propuesta en
terna doble, formada, en cada caso de
provisión, una por la Corte de Apela-
ciones respectiva y otra por la Munici-
palidad d e la cabccera de la Provincia
en que el Juez nombrado hubiere de
funcionar.

Los magistrados d e los Tribunales Igual.


Superiores y los Jueces Letrados de pri-
mera instancia permanecerán durante
sil buena comportación. Los Jueces de
Comercio, los Alcaldes ordinarios y
otros Jueces inferiores desempeñarán su
respectiva judicatura por el tiempo que
determinen las 1,eyes. Los Jueces no
podrán ser depuestos de sus destinos,
sean temporales Ó perpetuos, sino por
causa legalmente sentenciada.

Los Jueces son personalmente res- Igual.


ponsables por los crímenes de cohecho,
falta de observancia de las Leyes que
arreglan el proceso, y en general por
toda prevaricación 6 torcida administra-
ción de justicia. La Ley determinará
los casos y el niodo de hacer efectiva
esta responsabilidad.

Ida Ley determinará las calidades que Igual.


respectivamente deban tener los Jueces,
y los años que deban haber ejercido la
profesión de abogado los que fueren
r.iomhrados magistrados de los Tribuna-
les Superiores ó Jueces Letrados.

Habrá en la República una Magis- Igual.


tratura á cuyo cargo esté la supcrinten-
dencia directiva, correccional y econó-
mica sobre todos los Tribunales y Juz-
gados d e la Nación, con arreglo a la
Ley que determine su organización y
atribuciones.

Una Ley especial determinara la or- Igual.


ganización y atribuciones de todos los
Tribunales y Juzgados que fueren ile-
cesarios para la pronta y cumplida ad-
ministración de justicia en todo el te-
rritorio de la República.

C A P I T U L O VI11 C A P I T U L O VI11

Dd gobierno y administración interior Del gobierno y administración interior

El territorio de la República se di- Igual


vide en Provincias, las Provincias en
Departamentos, los Departamentos en
Subdelegaciones y las Subdelegaciones
en Distritos.
320 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

De los Intendentes De los Intendentes

ART. 1 0 7 (71)

El gobierno superior de cada Pro-


vincia en todos los ramos de la admi-
nistración residirá en un Intendente,
quien lo ejercerá con arreglo á las Le-
yes y á las órdenes é instrucciones del
Presidente de la República, de quien
es agente natural 6 inmediato. Su dura-
ción es por tres años; pero puede repe-
tirse su nombramiento indefinidamente.

De los Gobernadores De los G.obernadores

, ~ R T . 108 (72)

El Gobierno de cada Departamento Igual.


reside en un Gobernador subordinado
al Intendente de la Provincia. Su dura-
ción es por tres años.

Los Gobernadores son nombrados Igual.


por el Presidente de la República, á
propuesta del respectivo Intendente, y
pueden ser removidos por éste, con
aprobación del Presidente de la Repú-
i)li,:a,
ART. I I O ( 1 1 9 ) ART. 1 1 0 (74)

El Intendente de la Provincia es Igual.


también Gobernador del Departamento
en cuya capital resida.

De los Subdelegados De los Subdelegados

ART. 1 1 1 (75)

Las Subdelegaciones son regidas por Igual.


un Szrádelegado subordinado al Gober-
nador del Separtamento, y nombrado
por él. Los Subdelegados durarán en
este cargo por dos años; pero pueden
ser removidos por el Gobernador, dan-
d o cuenta motivada al Intendente: pue-
den tanibién ser nonlbrados indefinida-
mente.

Do los Inspectores De los Inspectores

ART. 1 1 2 (76)

Los Distritos son regidos por un ITZS- Igual.


fertor bajo las órdenes del Sutxlelegado,
que éste nombra y remueve dando
cuent:, al Gobernador.

Do las Nunicipalidades De las Nunicipalidades

Habrá una M~dlzicz$alidad en todas Habrá una Munic$alidad en todas


las capitales de Departamento, y en las las capitales de Departainento, y en las
demás poblaciones en que el Presidente demás poblaciones en que la Ley lo
de ;a República, oyendo su Consejo prescribiere.
de Estado, tuviere por conveniente es-
tablecerla.

ART. 114 (78)

Las Municipalidades se compondrán Igual.


del núniero de Alcaldes y Regidores que
determine la Ley con arreglo á la po-
blaci6n del Departamento, Ó del Terri-
torio señalado a cada una.

ART. 115 (79)

I,a elección de los Regidores se hará Igual.


por los ciudadanos en votación directa,
y en la forma que prevenga la Ley d e
~lecciones.La duración de estos des-
tinos es por tres años.
322 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

AKI'. 116 (So)

La Ley determinará la forma de la Igual.


elección de los Alcaldes, y el tiempo de
su duración.

AILT. 117 (81)

Para ser Alcalde 6 Regidor, se re- Igual.


quiere:
1.0 Ciudadanía en ejercicio.
2.0 Cinco años, á lo menos, d e vecin-
dad en el territorio de la Municipa-
lidad.
ART. 118 ( 1 2 7 ) ART. I 18

El Gobernador es jefe superior de Suprimido.


las ILTunicipalidades del Departamento,
y Presidente de la que existe en la ca-
pital. El Subdelegado es Presidente de
la Miinicipalidad de su respectiva Sub-
delegación.

Corresponde a las Municipalidades Corresponde á las Municipalidades


en sus teiritorios: en sus territorios:
1.0 Cciidar de la policía de salubri- 1 . O Cuidar d e la policía de salubri-

dad, comodidad, ornato y recreo. dad, comodidad, ornato y recreo.


2.0 Promover la educación, la agri- 2 . O Promover la educación, 13 agri-

cultiira, la industria y el comercio. cultura, la industria y el comercio.


3.0 Cuidar de las escuelas primarias 3.0 Cuidar de las escuelas priniarias
y demis establecimientos de educación y demás establecimientos de educación
que se paguen de fondos municipales. que se paguen de fondos inuniciprles.
4.0 Ciiidar de los hospitales, hospi- 4 . O Cuidar de los hospitales, hospi-
cios, casas de expósitos, circeles, casas cios, casas de expósitos, carceles, casas
de corrección, y demás estableciinien- de corrección, y demás establecimieii-
tos de beneficencia, bajo las reglas que tos de beneficencia, bajo las reglas que
se prescriban. se prescriban.
5.O Cuidar de la construcción y repa- 5.0 Cuidar de la construccióii y re-
ración de los caminos, calzadas, puen- paración de los caminos, calzadas, puen-
tes y de todas las obras púl~licasde ne- , tes y de todas las obras públicas de ne-
cesidad, utilidad y ornato que se cos- cesidad, utilidad y ornato que se cos-
l
teen con fondos municipales. teen con fondos municipales.
6.O Administrar é invertir los cauda- 6.0 Administrar 6 invertir los cauda-
PROYECTO DE C O N C T I T U C I ~ N POL~TICA 323

les de propios y arbitrios, conforme á les de propios y arbitrios, conforme á


las reglas que dictare Ia Ley. las reglas que dictare la Ley.
7.O Hacer el repartimiento de las 7 . O Hacer el repartimiento de las

coiitribuciones, reclutas y reemplazos contribuciones, reclutas y reemplazos


que hubiesen cabido al territorio de la que hubiesen cabido al territorio d e la
Miinicipalidad, en los casos en que la Municipalidad, en los casos en que la
1,ey no lo haya cometido á otra autori- Ley no lo haya cometido á otra autori-
dad, 6 personas. dad, 6 personas.
8 . O Dirigir al Congreso en cada año, 8.0 Dirigir al Congreso las peticiones
por el conducto del Intendente y del que tuvieren por conveniente, ya sea
Presidente de la República, las peticio- sobre objetos relativos at bien general
nes que tuvieren por conveniente, ya del Estado, 6 al particular del Departa-
sea sobre objetos relativos al bien gene- mento, especialmente para establecer
ral dt.1 Estado, ó al particular del De- arbitrios, y ocurrir á los gastos exlraor-
partamento, especialmente para estable- dinarios que exigiesen las obras nuevas
cer propios, y ocurrir á los gastos ex- de utilidad común del Departamento, Ó
traordinarios que exigiesen las obras la reparación de las antiguas.
nuevas de utilidad común del Departa
rnento, 6 la reparación de las antiguas.
9 . O Proponer al Gobierno Supremo,

Ó al superior de la Provincia, Ó al del


Departamento, las medidas administra-
tivas conducentes al bien general del
mismo Departamento.
10. Formar las Ordenanzas Niinici-
pales sobre estos objetos, y presentarlls
por el conducto del Intendente al Pre-
sidente de la República para su apro-
bacióri con audiencia del Consejo de
Estado.
ART. 1 2 0 ( 1 2 9 )

Ningún acuerdo 6 resolución d e la Suprimido.


hfunicipalidad que no sea observancia
de las reglas establecidas, podrá llevar-
se :iefecto, sin ponerse en noticia del
Gol~ernador,ó del Subdelegado en su
caso, quien podrá suspeiider su ejecu-
ción, si encontrare que ella perjudica al
orden público.

Todos los empleos municipaIes son I Igual.


324 ORBAS DE DON JORGE HUNEEUS

cargas concejiles, de que nadie podrá


excusarse sin tener causa senalada por
la Ley.
ART. 1 2 2 (131) ART. 1 2 2 (84)

Una ley especial arreglará el Gobier- Igual.


iio interior, señalando las atribuciones
d e todos los encargados de la adminis-
tración provincial, y el modo de ejercer
sus funciones.

CAPITULO IX CAPITULO IX

De las garantias de la seguridad De las garantías de la seguridad


y propiedad y propiedad

E n Chile no hay esclavos, y el que Igual.


pise su territorio, queda libre. No pue-
d e hacerse este tráfico por cliilenos. El
extranjero que lo hiciere, no puede iia-
bitar en Chile, ni naturalizarse en la
República.

ART.124 ( 8 6 )

Ninguno puede ser condenado, si no Igual.


es juzgado legalmente, y en virtud de
una ley promulgada. antes del hecSo so-
bre que recae el juicio.

ART. 125 (87)

Ninguna puede ser juzgado por co- Igual.


misiones especiales, sino por el Tribu-
nal que le señale la Ley, y que se halle
establecido con anterioridad por ésta.

Para que una orden d e arresto pueda Para que una orden de arresto pue-
ejecutarse, se requiere que emane de da ejecutarse, se requiere que emane
una autoridad que tenga facultad de de juez competente; que esté escrita y
PROYECTO DE CONSTIT~JCIÓN P O L ~ T I C A 3%

arrestar, y que se intime al arrestado al firmada por el funcionario qlie la hu-


tiempo de la aprehensión. biere expedido; que designe la persona
que debe ser aprehendida por su nom-
bre y apellido en cuanto fuere posible;
que exprese. la causa que la motiva; y
que se intime al arrestado al tiempo d e
la aprehensión.

Todo delincuente iiz fmgaanti puede Igual.


ser arrestado sin decreto, y por cual-
quiera persona, para el único objeto d e
conducirle ante el juez competente.

ART. 128 ( 9 0 )

Ninguno puede ser preso ó detenido Igual.


sino en su casa ó en los lugares públi-
cos destinados á este objeto.

Los encargados de las prisiones iio Los encargados de las prisiones iio
pueden recibir en ellas á nadie en cali- pueden recibir en ellas á nadie en cali-
dad de preso, sin copiar en su registro dad de presos, sin copiar en su registro
la orden de arresto, emanada de autori- la orden de arresto emanada de jilez
dad que tenga facultad de arrestar. Pue- competente. Pueden, sin embargo, re-
dec, sin embargo, recibir en el recinto cibir en el recinto de la prisión, en clase
d e la prisión, en clase d e detenidos, á de detenidos, á los que fueren conduci-
los que fueren conducidos con el obje- dos con el objeto de ser presentados al
to de ser presentados al juez compe- juez competente; pero con la obligacióiz
tente; pero con la obligación de dar de dar cuenta á éste dentro d e veinti-
cuenta á éste dentro de veinticuatro cuatro horas.
horas.

Si en algunas circunstancias la auto- La autoridad administrativa s61o po-


ridad pública hiciere arrestar á algún d r t decretar arrestos preventivos, obran-
habitante Se la Kepública, el funciona- do como auxiliar de la administración
rio que liubiere decretado el arresto, de justicia y como encargada de la con-
deberi dentro de las cuarenta y ocho servación del orden público, ó cuando
horas siguientes dar aviso al Juez com- la autorizare para ello alguna de las
326 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS
-
petente, poniendo á su disposición al Leyes á que se refiere la parte 6." del
arrestado. artículo 26. E n todos estos casos el f u n ~
cionario que hubiere decretado el arres-
to, cieberá dentro de las veinticuatro
horas siguientes dar aviso al Juez com-
petente poniendo á su disposición al
arrestado.

Ninguna incomunicación puede iin- Ninguna incomunicación piiede im-


pedir que el hlagistrado encargado de pedir que el funcionario encargado d e
la casa de detención en que se halle el la casa de detención en que se halle el
preso, le visite. preso, le visite.

Este Magistrado es obligado, siempre Este funcionario es obligado, siempre


que el preso le requiera, á transmitir al que el preso le requiera, á transmitir al
Juez competente la copia del decreto Juez competente la copia del decreto
de prisión que se hubiere dado al reo; de prisión que se hubiere dado al reo;
6 á reclamar para que se le dé dicha 6 á reclamar para que se le dé dicha
copia; ó á dar él mismo un certificado copia; 6 á dar el mismo un certificado
de hallarse preso aquel individuo, si al de hallarse preso aquel individuo, si al
tiempo de su arresto se hubiese omitido tiempo de su arresto se hubiese omitido
este requisito. este requisito.

Afianzada suficientemente la persona Afianzada suficientemente la persona


ó el saneamiento de la acción, en la en la forma que seggn la naturaleza de
forma que según la naturaleza de los los casos determine la Ley, no debe ser
casos determine la Ley, no debe ser preso el que no es responsable á pena
preso, ni embargado, el que no es res- aflictiva.
ponsable á pena aflictiva ó infamante.

Todo individuo que se ,hallare preso Todo individuo que se hallare preso
Ó detenido ilegalniente por haberse fal- 6 detenido ilegalmente por haberse fal-
tado á lo dispuesto en los artículos 1 2 6 , tado á lo dispuesto en los artículos pre-
128, 129 y 130, podrá ocurrir por sí, Ó cedentes, podrá ocurrir por sí, 6 cual-
cualquiera á su nombre, á la Magistra- quiera á su nombre, á la Magistratura
tura que señale la Ley, reclamando que que señale la Ley, reclamando que se
PROYECTO DE C O N S T I T U C I ~ N P O L ~ I C A 327

se guarden las formas legales. Esta Ma- guarden las formas legales. Esta Magis-
gistiatura decretará que el reo sea traído tratura decretará que el reo sea traído
á su presencia, y su decreto será preci- 6 su presencia, y su decreto será preci-
samente obedecido por todos los en- samente obedecido por todos los en-
cargados de las cárceles, ó lugares de cargados de las cárceles, 6 lugares de
detención. Instruída de los anteceden- detención. Instruída de los anteceden-
tes, harB que se reparen los defectos le- tes, hará que se reparen los defectos
gales, y pondrá al reo á disposición del legales, y pondrá al reo á disposición
juez competente, prorediendo en todo del juez competente, procedierido en
breve y sumariamente, corrigiendo por todo breve y sumariamente, corrigiendo
sí, ó dando cuenta á quien corresponda por sí, ó dando cuenta á qiiien corres-
corregir los abusos. ponda corregir los abusos.

E n las causas criminales no se podrá En las caus:.s criminales no se podrá


ol~ligaral reo á que declare bajo de ji?- obligar al reo á que declare bajo de ju-
rarnento sobre hecho propio, así como ramento sobre hecho propio, así como
tampoco á sus descendientes, marido 6 tampoco á sus descendientes, ascendien-
mujer, y parientes hasta el tercer grado tes, marido ó mujer, y parientes hasta
de consanguinidad, y segundo de afini- el tercer grado de consanguinidad, y
dad inclusive. segundo de afinidad inclusive.

No podrá aplicarse tormento, ni im- Igual.


ponerse en caso alguno la pena de con-
fiscación de bienes. Ninguna pena in-
famante pasará jamás de la persona del
condenado.

l
fIR1.. 137 (99)

La casa d e toda persona que habite Igual.


el territorio chileno, es un asilo inviola-
ble, y s610 puede ser allanada por un
motivo especial determinado por la Ley,
y en virtud de orden de autoridad com-
petente.

Ida correspondencia epistolar es invio- Igual.


lab!e. No podrán abrirse, ni intercep-
3z8 OBRAS DE DON JORGE HUXE:F.OS

.tarse, ni registrarse los papeles Ó efectos,


sino en los casos expresamente señala-
dos por la Ley.

ART. 139 (101)

S610 el Congreso puede imponer con- Igual.


tribuciones directas 6 indirectas, y sin
s u especial autorización, es prohibido á
toda autoridad del Estado y a todo in-
dividuo imponerlas, aunque sea bajo
pretexto precario, voluntario, ó de cual-
quiera otra clase.

No puede exigirse ninguna especie de


servicio personal, ó d e contribución,
sino en virtud de un decreto d e autori-
d a d competente, deducido de la Ley
q u e autoriza aquella exacción, y mani-
'festándose el decreto al contribuyente
.en el acto de imponerle el gravamen.

ART. 141 (103)

Ningún cuerpo armado puede hacer Igual.


requisiciones, ni exigir clase alguna de
auxilios, sino por medio de las autori-
dades civiles, y con .decreto de éstas.

ART. 142 (104)

Ninguna clase de trabajo ó industria Igual.


puede ser prohibida, á menos que se
oponga á las buenas costumbres, á la
seguridad, 6 á la salubridad pública, 6
q u e lo exija el interés nacional, y una
Ley lo declare asf.

Todo aútor ó inventor tendrá la pro.


piedad exclusiva de su descubrimiento,
4 producción, por el tiempo que le con-
cediere la Ley; y si ésta exigiere su
publicación, se dará al inventor la in-
demnización competente.

CAPITULO X CAPITULO X

Dispcsiciones generales
I Disposiciones generales

ART. 144 (106)

La educación pública es una atención Igual.


preferente del Gobierno. El Congreso
formará un plan general de educación
nacional; y el Ministro del Despacho
respectivo le dará cuenta anualrnente
del estado de ella en toda la República.

ART. 145 (107)

Hat>iá tina Superintendencia de edu- Igual.


cación pública, ti cuyo cargo estará la
inspección de la enseñanza nacional, y
su dirección bajo la autoridad del Go-
hier~io.
ART. 146 (155) ART. 146 (108)

Ningún pago se admitirá en cuenta Igual.


á las Tesorerías del Estado, si no se hi-
ciese á virtud de un decreto en que se
exprese la Ley, 6 la parte del presu-
puesto aprobado por las Cámaras, en
q u e se autoriza aquel gasto.

ART. 147 (109)

Todos los chilenos en estado de car- Igual.


gar armas deben hallarse inscritos en
los regi>tros de las milicias, si no están
especi~lmenteexceptuados por la 1,ey.

ART. 148 (1 [o)

Igual.
330 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

obediente. Ningún cuerpo armado pue-


d e deliberar.

AKT. 149 (158) ART. 149

Toda resolución que acordare el Pre- Suprimido.


sidente de la República, el Senado Ó la
Cáinara de Dipiitados á presencia ó re-
quisición de un ejército, de un general
a la frente de fuerza armada, ó de al-
guna reunión d e pueblo, que, ya sea
con arn~asó sin ellas, desobedeciere á
las autoridades, es nula de derecho, y
no puede producir efecto alguno.

AKT. 150 (111)

Ninguna persona 6 reunión de per- Igual.


sonas puede tomar el título ó represen-
tación del pueblo, arrogarse sus dere-
chos, ni hacer peticiones á su nombre.
La infracción de este artículo es sedi-
ción.
ART.1 5 1 (160) '

Ninguna Magistratura, ninguna per- Igual.


sona, ni reunión de personas pueden
atribuirse, ni aun á pretexto de circuns-
tancias extraordinarias, otra autoridad ó
derechus que los que expresamente se
les haya conferido por las Leyes. Todo
acto en contravención á este artículo es
nulo.
ART. 152 (161) ART. 152

Cuando uno ¿ varios 'puntos de la Suprimido.


República fueren declarados en estado
de sitio, en conformidad á lo dispuesto
en la parte 2 0 . ~del artículo 73, por se-
mejante declaración sólo se conceden al
Presidente de la República las siguien-
tes facultades:
I.= La de arrestar á las personas en
sus propias casas 6 en lugares que no
sean cárceles ni otros que estén destina-
dos á la detención 6 prisión d e reos co-
munes;
2.= La de trasladar 5 las personas de

un Departamento á otro de la Repú-


blica dentro del continente y en una
área comprendida entre el puerto de
Caldera al norte y la Provincia de Idan-
quihue al Sur.
Las riledidas que tgnie el Presidente
d e la Repúbiica en virtud del sitio, no
tendrán más duración que la de éste,
sin que por ellas se puedan violar las
garantías constitucionales concedidas á
los Senadores y Diputados.

ART. 153

Las vinculaciones de cualquiera clase Suprimido.


que sean, tanto las establecidas hasta
aquí, como las que en adelante se csta-
blecieren, no impiden la libre enajena-
ción d e las propiedades sobre que des-
cansan, asegurándose a los sucesores
llan~adospor la respectiva institución
el valor de las que se enajenaren. Una
Ley parti(:ular arreglará el inodo .de ha-
cer efectiva esta disposición.

CAPITULO XI CAPITULO XI
De la observancia y retorma de la De la reforma de la ConstituciÓr.
Constitución
ART. 154

Todo funcicnario público debe, al to- Suprimido.


rnar posesión de su destino prestar ju-
ramento de guardar la Constitución.

Sólo el Congreso, conforme á lo dis- S610 el Congreso, conforme á lo dis-


puesto en los artículos 31 y siguientes, puesto en los artículos 30 y siguientes
3-P OBRAS DE DON J O R G E HUNEEUS

podrá resolver las dudas que ocurran de !a Constitución, podrá resolver las
sobre la inteligencia de alguno de sus dudas que ocurran sobre la inteligencia
artículos. de alguno de sus artículos.

La reforma de las disposiciones cons- Ida reforma de las disposiciones cons-


titucionales podrá proponerse en cual- titticionales podrá proponerse en ciial-
quiera de las Cámaras, en conformidad quiera de las Cámaras, en conformidad
á lo dispuesto en la priri~era parte del á lo dispuesto en la prirnera parte del
artículo 31, artículo 30.
No podrj vota-se el Proyecto de Re- No podrá votarse el Proyecto de Re-
firma en n i ~ g u n ade las Cámaras sin la forma en ninguna de las Cámaras sin la
asistencia de la mayoría absoluta de los asistencia de la mayoría absoluta de los
miembros de que se compone. miembros de que se conipone.
Para la aprobación del Proyecto de Par.1 la al)robacióii del Proyecto d e
Reforma, las Cámaras se sujetarán á las Reforrna, las Cámaras se sujetarán á las
reglas establecidas en los ariículos 32, reglas establecidas en los artículos 3 1
41 Y 42. y 42.

El Proyecto de Reforma aprobado El Proyecto de reforma aprobado por


por ambas Cámaras, qui, en conformi- ambas Camaras, que, en conformidad
.dad de lo dispuesto en el artículo 34, se de lo dispuesto en el artíci:lo 33, se
pasare al Prtsidente de la República, al Presidente de la República,
sólo podrá ser observado por éste para sólo podrá ser observado por éste p u a
proponer modificaciones 6 correcciories proponer niodificaciones 6 correcciones
-4 las reformas acordadas por el Con- á las reformas acordadas por el Con-
qreso. greso.
Si las modificaciones que el Presi- Si las modiíicaciones que el Presi-
d e n t e de la Repú1)lica propusiere fueren dente de la Repút~licapropusiere fueren
aprobadas en cada Cámara por la ma- aprobadas en cada Cámara por la ma-
yoría de los dos tercios de los miembros yoría de los dos tercios de los niiemhros
presentes, en conformidad á lo dispues- presentes, en conformidad á lo dispues-
to en el inciso 2 . O del artículo anterior, to en el inciso 2 . O del articulo ars~rior,
s e devolverá el Proyect'o.al Presidente se devolverá el Proyecto al Presidente
.de la República en la forma que lo ha de la República en la forma que lo ha
,presentado para su prcmulgación. presentado para su promulgacióii.
Si las Cámaras sólo aprobaren en Si las Cáriiaras sólo aprobaren en
parte las modificaciones 6 correcciones parte las modificaciones 6 correcciones
hechas por el Presidente de la Repú- hechas por el Presidente de la Repú-
&lica y no insistieren por mayoría de blica y no insistieren por mayoría d e
d b s dos tercios en las otras reformas !os dos tercios en 12s otras reformas
aprobadas por el Congreso y que el aprobadas por el Congreso y que el
Presidente modifica, se tendrán por Presidente modifica, se tendrán por
aprobadas las reformas en que el Presi- aprobadas las reformas en que el Presi-
derite de la República y las Cámaras dente de la República y las Cámaras
están de acuerdo, y se devolverá el Pro- están de acuerdo, y se devolverá el Pro-
ye-.to en esta forma para su promulga- yecto en esta forma para su promulga-
ción. ción.
Cuando las Ciiiiaras no aprobaren Cuando las Cámaras no aprobaren
las modificaciones propuestas por el las modificaciones propuestas por el
Presidente de la República é insistie- Presidente de la República é insistie-
reii, por la mayoría de los dos tercios ren, por la mayoría de los dos tercios
presentes en cada una de ellas, en las presentes en cada una de ellas, en las
reformas antes aprubadas pcjr el Con- reformas antes aprobadas por el Con-
greso, se devolverá el Proyecto en su greso, se devolverá el Proyecto en su
forma primitiva al Presidente de la Re- forma primitiva al Presidente de la Re-
pública para que lo promulgue. pública para que lo promulgue.

IAS reformas aprobadas y pub:icadas 1 Igual.


á que se refieren los dos articulas ante-
riores, se someterán á la ratificación del
Congreso que se elija 6 renueve inme-
diatamente de>pués de publicado el
Proyecto d e Reforma.
Este Congreso se pronunciará sobre
la ratificación de las reformas en los
niismos términos en que han sido pro-
pue-tas, sin hacer er. ella; alteración
alguna.
La deliberación sot~rela aceptación y
ratificación, principiará en la Cámara en
que tuvo origen el Proyecto de Refor-
ma, y cada Cámara se pronunciará por
la mayoría absoluta del número de los
niienibros presentes, que no podrá ser
menor que la mayoría absoluta del nú-
mero de mienibros de que cada una se
compone.
Ratificado el Proyecto de Reforma
por cada una de las Cámaras, se pasari
al Presidente de la República para su
promulgación.
Una vez promulgado el Proyecto, sus
3;4 OBRAS DE DON J O h G E IIUNEEUS

disposiciones formarán parte de esta


Constitución y se tendrán por incorpo-
radas en ella.
Idasreformas que hubieren de some-
terse á la ratificación del Congreso in-
mediato, se publicarán por el Presiden-
t e de la República dentro d e los seis
meses que precedan á la renovación de
dicho Congreso, y por lo menos tres
meses antes de la fecha en que hayan
d e verificarse las elecciones. Al hacer
esta publicación, el Presidente de la Re-
pública anunciará al país que el Con-
greso que se va 1í elegir tiene el encargo
d e aceptar y ratificar las reformas pro-
puestas.
Cuando el Congreso llamado á ratifi-
car las reformas dejare transcurrir su
período constitucional sin hacerlo, las
reformas se tendrán por no propuestas.

Convocado el Congreso i sesiones Convocado el Congreso á sesiones


extraordinarias, podrán proponerse, dis- extraordinarias, podrán proponerse, dis-
cutirse y vc~tarse en cualquiera de las cutirse y votarse en cualquiera de las
Cámaras los Proyectos de Reformas á Cámaras los Proyectos de Reformas á
que se refiere el artículo 156, aun cuan- que se refiere el artículo I 14, aun cuan-
d o no fueren incluídos en la convocato- do no fueren incluídos en la convoca-
ria por el Presidente d e la República. toria por el Presidente de la República.
El Congreso llamado á deliberar so- El Congreso llamado ádeliberar sohre
bre la ratificación de las reformas pro- la ratificación de las reformas propues-
puestas, podrá, si así lo acordaren am- tas, podrá, si así lo acordaren ambas
bas Cámaras por mayoría absoluta de Cámaras por mayoría absoluta de votos
votos en sesiones que deberhr. celebrar en sesiones que deberán celebrar con la
con la concurrencia también de la ma- concurrencia también de la mayoría ab-
yoría absoluta de los miembros de que soluta de los miembros d e que se coni-
se compcnen, continuar funcionando en ponen, continiiar funcionando en sesio-
sesiones extraordinarias hasta por no- nes extraordinarias hasta por noventa
venta días, sin necesidad de convocato- días, sin necesidad de convocatoria del
ria del Presidente de la República, para Presidente de la República, para ocu-
ocuparse exclusivamente en la ratifica- parse exclusivamente en la ratificación.
ción. En todo caso, las Cámaras podrán
En todo caso, las Cámaras podrán deliberar sobre la ratificación de las re-
PROYECTO DE C O N S T I T U C I ~ N POL~TICA 335

deliberar sobre la ratificación de las formas propuestas en las sesiones ex-


reformas propuestas en las sesiones ex- traordinarias á que que hubieren side
traordinarias á que hubieren sido convo- convocadas por el Presidente de la Re-
cadas por el Presidente de la Repúbli- pública, aun cuando ese negocio no
ca, aun cuando ese negocio no huhiere hubiere sido incluído en la convoca-
sido incluído en la convocatoria. toria.

Los Senadores y Diputados suplentes Suprimido.


,que sean elegidos con arreglo á las dis-
posiciones constitucionzles vigentes, du-
Vrarán en sus funciones hasta la primera
renovación de la Cámara de Diputados.
Si en este tiempo muriere ó perdiere
s u mandato algún Senador ó Diputado
propietario, será reemplazado por el
respectivo suplente.
Si el siipiente estuviere ya haciendo
las veces de propietario ó hubiere falle-
cido, ó perdido su mandato, se proce-
derá al reemplazo con arreglo á las dis-
posiciones constitucionales reformadas.
ESTUDIOS SOBRE DERECHO CONSTITUCIONAL COMPARADO

CAP~TULO PRIRIERO.--D~ la forma de Gobierno. . . . . .


CAP. 11.-De la relt~iótz . . . . . . . . . . . . . .
CAP. 1 I I . D - los chileenos . . . . . . . . . . . . .
-
CAP. I V. Derecho P~28Zicodo Chile . . . . . . . . . .
.
CAP V.-Del Congteso Naciotzal. . . . . . . . . . .
9 1.7 . . . . . . . . . m . . . . . . . .

$ 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 3.-Se la Cámara de Diputados. . . . . . . . .
S 4.-Inhabilidades. . . . . . . . . . . . . .
5 5.-Incompatibilidades. . . . . . . . . . . .
fi 6.-De la Cámara de Senadores. . . . . . . . .
5 7.-Atribuciones exclusivas del Congreso. . . . . .
%.-Materias de Ley . . . . . . . . . . . . .
Contribucione3 . . . . . . . . . . . . . . .
Presupuestos d e gastos públicos . . . . . . . . . O .

Fuerzas de mar y tierra . . . . . . . . . . . .


5 9.--Atribuciones exclusivas de la Cámara de Diputados.
S 10.-Atribuciones de la Cámara d e Senadores . . . .
338 OBRAS DE DON JORGE HUNEEUS

S I rD
.e la formación de las Leyes. . . . . . . .
....
1.0-Iniciativa para proponer Proyectos d e Ley
2.0-Leyes sobre contribuciones . . . . . . . .
3.0-Sistema de insistencia por dos tercios para formar
las Leyes . . . . . . . . . . . . . . . .
4.0-Veto presidencial . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . .
S 12.-De las sesiones del Congreso
Quorum para funcionar . . . . . . . . . . . .
S 13.-De la Comisión Conservadora. . . . . . . .
. V 1.-Del Presidente de la RepzíbZica. . . . . . . .
CAP
S 1.-Elección de Presidente de la República . Condicio-
nes para poder serlo y duración del cargo . . . . . .
Elegibilidad . . . . . . . . . . . . . . . .
1)uración del período presidencial . . . . . . . . .
Forma de la elección presidencial . . . . . . . . .
....
2.-Subrogación del Presidente de la República
S 3.-Juramento del Presidente de la República . . . .
. . .
S 4.-Atribuciones del Presidente de la República
Atribución 3.a, artículo 73 (82) . . . . . . . . . .
Atribución 7.", artículo 73 (82) . . . . . . . . . .
Atribuciones rg y 14, artículo 73 (82). . . . . .
Atribucion 11, artículo 73 (82). . . . . . . . . .
Atribución 15, artículo 73 (82). . . . . . . . . .
Atribución 20, artículo 73 (82) . . . . . . . . . .
Atribución 21, artículo 73 (82) . . . . . . . . . .
.
S 5.-Responsabilidad del Presidente de la República .
S 6.-De los Ministros del Despacho . . . . . . . .
Responsabilidad de los Ministros del Despacho . . . .
7.-Del Consejo de Estado . . . . . . . . . .
CAPVI1.-De la adnzirzistración de Justicia . . . . . . .
.
$ 1. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
S 2. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Primera cuestión..Nombramiento de los Jueces . . . .
3.-Duración de las funciones judiciales é inamovilidad
de los Jueces . . . . . . . . . C . . . . .
S 4.-Responsabilidad personal de los Jueces .....
5.-Jurados. . . . . . . . . . . . . . . .
. VI11.-Del
CAP . . . .
Gobierno y Ad?ninistración interior
$ 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5 2.-Inglaterra y Gales . Organización administrativa y
comunal . . . . . . . . . . . . . . . . .
S 3.-Estados Unidos. Organización administrativa y CO-
muna1. . . . . . . . . . . . . . . . .
5 4.-Brasil. Organización administrativa y comunal . . .
5 5.-Suiza. Organización administrativa y comunal. . .
S 6.-Francia. Organización administrativa y comunal . .
7.-España. Organización administrativa y comunal . .
S 8.-Uruguay, Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia y Co-
lombia. . . . . . . . . . . . . . . . .
Uruguay . . . . . . . . . . . . . . . . .
República Argentina . . . . . . . . . . . . .
Perú . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ecuador . . . . . . . . . . . . . . . . .
Bolivia . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Colombia . . . . . . . . . . . . . . . . .
S 9.-Conclusión general . . . . . . . . . . . .
CAP . 1X.-De las garantiaS de sepuridad y propiedad . . . .
"CAP. X.-Dis-osiciones generales . . . . . . . . . . .
'CAP. X1.-De la observancia y reforma de la Consfitucióx. . .

Apéndice nzi?iz. 1.-Constitución de la República de los Esta-


dos Unidos del Brasil. Extracto de sus disposiciones prin-
cipales . . . . . . . . . . . . . . . . .
Forma de Gobierno. . . . . . . . . . . . . .
De la Religión . . . . . . . . . . . . . . .
Ciudadanía y derechos políticos . . . . . . . . : .
Declaración de derechos . . . . . . . . . . . .
Del Poder Legislativo. . . . . . . . . . . . .
D e la Cámara de Diputados; sus atribuciones exclusivas..
Inhabilidades é incompatil>ilidades .........
34O OBRAS DE DON JORGE H U N E E U S

PÁcs.
-
De .la Cámara de Senadores; sus atribuciones exclusivas. . 21%

AtribucionesexclusivasdelCongreso . . . . . . . . 2x8.
Materias de Ley . . . . . . . . . . . . . . 223

De la f~rinaciónd e las Leyes. . . . . . . . . . 226 .


Del Poder Ejecutivo. . . . . . . . . . . . . 2 2 9.

Atribuciones del Presidente de la República . . . . . . 231


Responsabilidad del Presidente de la República . . . . 232
I)e los Ministros de Estado . . . . . . . . . . . 2 3 3.
Del Poder Judicial . . . . . . . . . . . . . . 241'
De los Estados . . . . . . . . . . . . . . . 242
Disposiciones generales . . . . . . . . . . . . 243
Reforma de la Constitución . . . . . . . . . . . 244
Apétzdice fzziírz . 2.-Constituc.ión de los Eqtados Unidos de Ve-
nezuela . Noticia de sus nuevas disposiciones. . . . . 247

ORGANIZACION JUDICIAL COMPARADA

EXTRACTOS SOBRE LA ORGANIZ~ICIÓNJUDICIAL DE LOS DIFERENTES


P A ~ S E SCUYAS CONSTITUCIONES
SE COMPARAN CON LA NUESTR?

A~gI'aferra y Gales. . . . . . . . . . .
1. Jurado . . . . . . . . . . . .
11. Jurisdicción civil. . . . . . . .
.
111 Jurisdicció~icriminal . . . . . . .
Esfados Unidos . . . . . . . . . . . .
Tribunales Federales. . . . . . . .
Tribunales de los Estados. . . . . . .
Nombramiento . . . . . . . . . .
Brasil . . . . . . . . . . . . . . .
Juez de paz . . . . . . . . . . .
Jueces de Derecho de primera instancia . .
Relasoes para segunda instancia . . . .
'I'ribunal Supremo . . . . . . . . .
Suiza . . . . . . . . . . . . . . .
Nombramiento de Jueces en los Cantones ..
Ejancia, ..... . . . . . . . .
e
PROYECTO DE CONSTITUCIÓN POLÍTICA

. .
DE LOS EDLTOKES
ADVERTEXCIA . . . . . . . . . 228

r ~ o u i c c r oDE CONSTITUCI~N
PoL~Ic.~.
~ XDICHO
~ O M P A R A C ~DE CON LA CONSTITUCIÓX
PROYECTO VIGENTE

C a ~ í T 1.0
u PRI~IERO.-DC¿U .
f o r ~ ~ z a r iGoáiert~o
e . . . . .
CAP . 11.-De la re¿@iÓn. . . . . . . . . . . . . .
CAP . 111.-De los chilenos. . . . . . . . . . . . .
CAP . 1V.-Derecho P~iálicode Chile. . . . . . . . . .
.CaP. V.-Del Congreso A . GcionaL . . . . . . . . . .
D e la Cámara d e Diputados. . . . . . . . . . .
D e la Cámara d e Senadores. . . . . . . . . . .
Atribuciones del Congreso y especiales d e .ca3n Cámara. .
D e la forinación d e las Leyes . . . . . . . . . .
D e las sesiones del Congreso . . . . . . . . . . .
D e la Coinisión Conservadora . . . . . . . . . .
CAP . VI.-Del Presidente de ¿a Repziálica . . . . . . . .
De los Ministros del Despacho . . . . . . . . . .
Del Consejo de Estado . . . . . . . . . . . .
CAP . VI 1.- De da Ad~tzirzistraciúnde Justicia . . . . . . .
C a p. VII1.-Delgobierno y ad~ninisfraciúrzinterior. . . . .
D e los Intendeiites. . . . . . . . . . . . . .
D e los Gobernadores. . . . . . . . . . . . .
I l e los Subde'egados. . . . . . . . . . . . .
D e los Inspectores. . . . . . . . . . . . . .
D e las Municipalidades . . . . . . . . . . . .
.CAP. 1X..- De ¿as garantias de la seguridndjl p r o . . . .
CAP . X -Disposiciones generales . . . . . . . . . . .
&AY . X1.-.De !o observancia y re$¿rina de ¿u Constituciún ...

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