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Domingo 21 de abril de 2019

“Dios Manifestando Que Israel Es Propiedad De Él”

Lección: Éxodo Cap. 19, versículos 1 al 6. En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra
de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de
Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo
llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis
lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído
a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda
la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos
de Israel.

Introducción al Capítulo 19: ALIANZA EN EL SINAÍ (19.1-25) Análisis de discurso


El monte Sinaí es un lugar privilegiado en el itinerario de Israel por el desierto. Allí arribará el pueblo luego de
siete etapas y allí recibirá las leyes que regirán su vida como tal. Si observamos la extensión que tiene esta
estancia en el desarrollo de la totalidad del Pentateuco —59 capítulos sobre un total de 187—, comprobaremos
hasta qué punto domina esta alianza en el Sinaí el conjunto de textos de la Torá. Sin embargo, esa extensión
mayúscula se justifica por el hecho de que en ese lugar Dios revela de manera explícita qué tipo de relación le
propone a su pueblo: cuáles han de ser sus responsabilidades religiosas y sociales, y los términos de la alianza
que anuncia realizar. Cuando finalice la estancia en el Sinaí y los israelitas lleguen a las estepas de Moab, ya
contarán con un cúmulo de leyes e instrucciones que regularán la vida entera del pueblo y de sus líderes.
Se ha observado que en esta sección la forma de los textos está emparentada con los pactos de soberanía y
vasallaje comunes en el mundo antiguo, especialmente entre los hititas y los asirios. Estos pactos se realizaban
entre un rey poderoso y otro más débil, quien recibía protección militar a cambio de impuestos y lealtad
política.
La versión del pacto del Sinaí comparte algunos
elementos de estos pactos, pero matiza otros, lo cual le da al pacto con Israel una fuerza que supera la de las
relaciones políticas. En efecto, a partir de este pacto, toda ofensa a la vida será una ofensa dirigida a Dios
mismo, y la responsabilidad por la administración de la justicia y por el ejercicio de la solidaridad no será una
obligación ante el rey de turno, sino ante la divinidad misma, la cual pedirá cuentas si dicha obligación no se
ejerce según lo pactado.
La estadía en el Sinaí se prolonga hasta Números 10.11, texto que en el que se narra la partida del pueblo en
busca de la tierra prometida. Esto indica que la narración sobrepasa los límites del libro del Éxodo, lo cual pone
en evidencia la unidad literaria mayor a la que dicho libro pertenece. Sin embargo, el Pentateuco posee cortes
literarios que marcan y justifican su división en cinco libros. Para el caso que nos ocupa, la culminación de la
construcción de la Tienda del encuentro y la toma de posesión de la misma por Dios indica una bisagra en la
narración. A partir de ese momento, Dios hablará desde la tienda, lo cual hace que se lo ubique y, en cierta
medida, se lo identifique con ese lugar.
Es necesario observar la estructura literaria de los capítulos 19−40, que consiste en dos bloques de textos
con una dinámica interna diferente cada uno:
El primer grupo (caps. 19−24) contiene una extensa colección de leyes que abarcan todos los aspectos de la
vida, presentadas de manera progresiva. Hay una narración introductora (cap. 19), y al final, una ratificación.
La alianza misma, que incluye el Decálogo y el llamado "Código de la alianza", ocupa los capítulos 20−23.
El segundo grupo (caps. 25−40) también es un quiasmo (a, b, a') que consiste en presentar las instrucciones
para la construcción de la morada de Dios, narrar la idolatría y su rechazo por parte de Moisés, para finalizar
con la narración de la construcción de la Tienda y su aceptación final por Dios mismo, quien asume la misma
como su lugar de residencia. La parte a' reproduce casi literalmente su contraparte a, ambas relativas a los
detalles del santuario, lo cual muestra el celo por cumplir con lo que Dios ha indicado.
Comentario Del Contexto: Vv. 1—6. Moisés fue llamado para que subiera al monte y fue empleado como
mensajero del pacto.
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El Hacedor y principal impulsor del pacto es Dios mismo. Este bendito estatuto fue concedido por la libre
gracia de Dios. El pacto aquí mencionado fue el pacto nacional por el cual los israelitas llegaron a ser un pueblo
gobernado por Jehová. Fue un tipo del nuevo pacto hecho con los creyentes verdaderos en Cristo Jesús, pero,
como otros tipos, sólo era una sombra de las cosas buenas que vendrán. Como nación quebrantaron el pacto;
por tanto, el Señor declaró que Él haría un nuevo pacto con Israel escribiendo su ley, no sobre tablas de piedras,
sino en sus corazones, Jeremías 31:33; Hebreos 8:7–10. El pacto aludido en estos lugares como próximo a
desaparecer es el pacto nacional con Israel que ellos perdieron por su pecado. Si no atendemos cuidadosamente
a esto, caeremos en errores al leer el Antiguo Testamento. No debemos suponer que la nación de los judíos bajo
el pacto de obras, nada sabe del arrepentimiento ni de la fe en un Mediador, del perdón de pecados ni de la
gracia; ni debemos suponer tampoco que toda la nación de Israel tuvo el carácter y poseyó los privilegios de los
creyentes verdaderos, como verdaderos partícipes del pacto de gracia.
Todos ellos estaban bajo una dispensación de misericordia; tuvieron privilegios externos y ventajas para la
salvación; pero, como los cristianos profesantes, la mayoría se quedó allí, sin pasar más adelante. — Israel
aceptó las condiciones. Respondieron como un solo hombre: “Todo lo que Jehová ha dicho haremos”. ¡Oh, que
hubiera habido en ellos un corazón así dispuesto! Moisés, como mediador, transmitió las palabras del pueblo a
Dios. Así, Cristo el Mediador, como Profeta, nos revela la voluntad de Dios, sus preceptos y promesas y, luego,
como Sacerdote, ofrece a Dios nuestros sacrificios espirituales, no sólo de oración y alabanza, sino de afectos
devotos y resoluciones piadosas, ¡la obra de su propio Espíritu en nosotros!
Pensamiento: teniendo esto aporte de los comentaristas bíblico solo debemos reflexionar sobre este
maravilloso título: la palabra clave de esta lección es que somos propiedad del Señor (5-6). Pero las
exigencias del Señor para ser propiedad de él debemos oír su palabra, y oír es sinónimo de obedecer a su santa
Escrituras. Muchas veces queremos oír la voz de Dios queriendo escuchar a algún profeta de la iglesia eso no
es fe porque veo al profeta, (el profeta tiene un margen de error, las Escrituras no tiene errores es segura). Dios
me habla todos los días a través de su palabra. El problema esta en la obediencia que seres humanos nos cuesta
creer a la Santa Escrituras. Procuremos ser propiedad del Señor y al ser propiedad de él seremos Santos.
Referencias: 1ª de Juan 3.1-3. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de
Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún
no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como
él es puro.
Filipenses 2:15-16. para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la
palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he
trabajado.
Gálatas 3:25-29. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo
Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni
griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si
vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.

Texto: 1ª de Pedro Cap. 2, versículo 9. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable.
Comentario para el Texto: El contraste es evidente; el término adversativo, pero señala la diferencia entre
los incrédulos desobedientes y el pueblo escogido de Dios. Siguiendo un orden ascendiente, Pedro enumera las
gloriosas riquezas de los creyentes en términos que se acercan al asombro. El griego indica que él se dirige a
ellos en forma personal y enfática al usar el pronombre plural ustedes. ¿Cómo describe Pedro a los creyentes?
Lo hace en los siguientes términos:
a. “Un pueblo escogido”. Pedro le escribe a gente que vivía antes de que el templo de Jerusalén fuese
destruido. Pedro, siendo judío, se dirige a muchos cristianos judíos y a cristianos de origen gentil. Además,

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habla a todos los creyentes de todo tiempo y lugar que leen esta epístola. Con un conocimiento pleno del
Antiguo Testamento, Pedro aplica su lenguaje a sus lectores, porque los ve como el pueblo escogido de Dios.
La toma prestada las palabras de la profecía de Isaías, quien registró lo dicho por el Señor: “Mi pueblo, mi
escogido; este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicarás (Is. 43:20–21). Pedro, entonces, ve a los
creyentes como cuerpo de Cristo, es decir, como iglesia.
Otras traducciones tienen el término raza en vez de pueblo. Los miembros de una raza tienen un antepasado
en común y por medio de ese antepasado están relacionados unos con otros. Por ejemplo, Abraham es el padre
de la raza judía. Los cristianos llaman a Dios “Padre” por medio de Jesucristo, y están emparentados como
hermanos y hermanas. Además, dado que Jesús ha sido escogido por Dios (vv. 4, 6), ellos también son
llamados pueblo escogido de Dios (1:1; cf. Dt. 10:15; 1 Sm. 12:22).
b. “Real sacerdocio”. Pedro continúa describiendo las gloriosas riquezas que poseen los creyentes.
Las llamas “real sacerdocio”. En el versículo él habla de un sacerdocio santo, frase que es significativa a la
luz del mandamiento de ser santos (1:15–16). El adjetivo calificativo real, sin embargo, añade la dimensión del
reino y del rey. En el reino de los sacerdotes (cf. Ex. 19:6), hay un rey. De hecho, el Mesías es a la vez
sacerdote y rey, tal como lo profetizó Zacarías: “El llevará gloria y se sentará y dominará en su trono, y habrá
sacerdote a su lado (6:13; véase también Heb. 7:14–17; Ap. 1:5–6). En tanto que Zacarías describe al Mesías
proféticamente como sacerdote real, Pedro revela que los creyentes ya son sacerdotes de un sacerdocio real.
c. “Nación santa”. Una vez más Pedro se apoya en la fraseología del Antiguo Testamento. Él toma prestado
el lenguaje de Éxodo 19:6 (véase también Dt. 7:6; Is. 62:12).152 Pedro recurre al uso de terminología nacional
y política, pero quiere que sus lectores entiendan estos términos de un modo no político.
Por tal razón califica la palabra nación con el adjetivo santa.
Una nación está formada por ciudadanos que residen en una determinada zona, que obedecen estatutos
y reglamentos, y que se esfuerzan por el bienestar de su sociedad. Los ciudadanos de una “nación santa”, sin
embargo, tienen sus características comunes por medio de Jesucristo. Pedro describe al pueblo de Dios como
una nación santa, lo que significa que sus ciudadanos han sido apartados para el servicio de Dios.
d. “Pueblo que pertenece a Dios”. A lo largo de las edades Dios ha reclamado a su propio pueblo para sí
(véase Mal. 3:17; Hch 20:28; Tit. 2:14). Este pueblo, que difiere de las naciones del mundo, es su posesión
especialmente apreciada. Son independientes de los vínculos nacionales, porque tienen una relación especial
con Dios. Pertenecen a Dios, que los ha comprado con la sangre de Jesucristo.
e. “Para que proclamen las virtudes”. Pedro señala cuál es la tarea del pueblo especial de Dios. Como hábil
pastor que es, Pedro se dirige a sus lectores personalmente. Dice: “Para que proclamen las virtudes de aquel
que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa (cf. Is. 43:21). En todas partes ellos deben proclamar
vocalmente las virtudes, hechos, poder, gloria, sabiduría, gracia, misericordia, amor, y santidad maravillosos de
Dios. Por medio de su conducta deben dar testimonio de que son hijos de la luz y no de las tinieblas (Hch.
26:18; 1 Ts. 5:4).
Pedro da a entender que en tiempos antiguos sus lectores vivían en la oscuridad espiritual. Dios los llamó al
arrepentimiento y a la fe en Jesucristo y los redimió del poder de las tinieblas. Mediante el evangelio de Cristo,
Dios los llamó al reino de su Hijo (Col. 1:13).

1er Titulo:
Llegando Al Lugar Indicado Para Recibir La Declaración Divina. Versíc. 1-2. En el mes tercero de la
salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Habían salido
de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del
monte. (Léase San Juan 4:20. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el
lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en
Jerusalén adoraréis al Padre. —Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que
adoren.

Comentario de traducción de frases: 1. De Refidim al Sinaí (19.1-2): 19.1 Al tercer mes: Se ha


señalado la ambigüedad de esta expresión. La palabra hebrea que corresponde a "mes" también significa "luna
nueva", por lo cual se puede entender "la tercera luna nueva", como si dijese "el primer día del tercer mes", esto
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es, el mes de Siván. También se puede entender esto como la tercera luna nueva desde la salida, de modo que
sería el 1 de Tamúz. O se puede entender como referido al día 15 de Tamúz (el cuarto mes), exactamente tres
meses después de la salida de Egipto, ya que los israelitas habían partido el 15 del primer mes (Nisán). La frase
posterior, ese mismo día, sugiere que no se trata de una fecha tentativa, sino de una fecha precisa. Las distintas
versiones coinciden en mantener una traducción en la misma línea que RV95. Se puede tener en cuenta la
propuesta de NBE como una alternativa interesante, ya que invierte el orden del hebreo y traduce: «Aquel día,
al cumplir tres meses de la salida de Egipto», lo cual logra combinar el texto con la precisión que el mismo
parece exigir.
Al desierto del Sinaí: En sentido amplio, se denomina así a una región desértica que abarca la actual
Península del Sinaí. Sin embargo, en los textos bíblicos se utiliza esta denominación para referirse al lugar más
preciso donde Moisés vio arder la zarza (3.1) y donde luego brotó agua de la roca (17.6). A la vez, existe
también la expresión "monte de Dios" o, como en este caso, tan sólo "el monte" a cuyo pie acamparon los
israelitas. Con lo cual, se trata de un desierto, pero también de un monte en particular. Su ubicación real es
desconocida y los intentos para localizarlo a través del estudio de los textos y de la geografía han sido
infructuosos. La tradición lo ha identificado en el sur de península, donde hoy
hay un antiguo monasterio, pero su exactitud histórica no es comprobable. Debido a la descripción de 19.16-19,
parece que el monte era un volcán en erupción, lo cual complica aún más su ubicación, pues no se constatan
tales fenómenos en la actual Península del Sinaí, sino en Arabia, bastante lejos de los lugares razonablemente
posibles. Es evidente que, por el momento, debemos reconocer que se trata de algún lugar en la actual
Península del Sinaí o en la región sur de Canaán, sin que podamos identificarlo con mayor seguridad.
San Juan 4: 20. La mujer continúa: Nuestros padres adoraron sobre este monte, pero vosotros decís
que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
Algunos comentaristas ven en estas palabras la pregunta (implícita) de una persona que busca información
sobre un asunto en que está realmente interesada. Otros las consideran como una forma astuta de desviar la
conversación de un tema muy doloroso a otro de carácter más inocuo.
A nuestro parecer se deben tener en cuenta los siguientes puntos: a. Cuando la Escritura no revela motivos
internos, es mejor, en general, no hacer afirmaciones con un aire de certeza. Debemos quedar satisfechos con la
probabilidad. b. Una contestación o solución probable será la que haga justicia a requisito de una descripción
coherente del carácter. A esta categoría pertenece la teoría de que la mujer estaba tratando de cambiar el tema
con sus observaciones acerca del verdadero lugar para adorar. Este criterio es digno de tenerse en cuenta puesto
que ya había intentado hacer lo mismo anteriormente (4:17). Es completamente natural que los pecadores
cambien de tema para evitar los dolorosos recuerdos de su pecaminosa conducta. c. Sin embargo, ¿por qué no
se puede considerar posible que las dos clases de comentaristas estén en lo cierto, excepto, como es natural, en
su rechazo definitivo de la solución aportada por el otro grupo? ¿No parece ser ésta la solución más plausible?
A nuestro parecer, aquí vemos a una mujer que, en su ansiedad por concluir un doloroso tema, hace una
pregunta sobre algo que ha oído con frecuencia y sobre lo cual ha llegado a interesarse hasta cierto punto.
Además, el forastero del pozo ha despertado este interés, llegando a impresionarla hasta lo más profundo de su
ser. El Espíritu Santo está obrando en su corazón. Aunque no le agrada la idea de seguir hablando acerca de su
vida de pecado, ya empieza a sentirse apesadumbrada por su estado. Pero, ¿a dónde irá, y qué hará? ¿Debe
adorar en el Gerizim o en Jerusalén? (Consúltese nuestra explicación de 4:4, 5, 9 sobre el Gerizim y la
adoración de aquel lugar.) “Nuestros padres” (p.ej. Abraham y Jacob, Gn. 12:7; 33:20) erigieron altares en
Siquem y en el Gerizim o en sus alrededores. Y el Pentateuco samaritano sustituye Gerizim por Ebal en Dt.
27:4. Por otra parte, los judíos habían insistido mucho en que Jerusalén era el único lugar de adoración.
Implícitamente, la mujer estaba preguntando: ¿Quién tiene razón?
Versíc. 21. Jesús contesta que lo que importa no es dónde se debe adorar, sino la actitud del corazón y la
mente, y la obediencia a la verdad de Dios en cuanto al objeto y el método de adoración. No es el dónde, sino
el cómo y el qué lo que realmente importa. Jesús le dijo: Mujer, créeme. Esto lo dijo para acentuar el carácter
sorprendente de la declaración que está a punto de hacer. La expresión la hora viene se encuentra también en
4:34; 5:25, 28; 16:2, 25, 32. El Señor continúa y dice: … cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis
al Padre; prediciendo así que los elegidos de Dios de toda tribu y nación le servirán (cf. Sof. 2:11; Mal. 1:11).
Esta cláusula se puede parafrasear así: “la hora viene cuando ni en este monte exclusivamente ni en Jerusalén
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exclusivamente adoraréis al Padre (a través de Jesucristo) de la Iglesia Universal”. Esta es la respuesta en
cuanto al dónde (que en sí ya contiene indicios del cómo y el qué).
Versíc. 24. La necesidad de una adoración realmente espiritual tiene sus raíces en la esencia de Dios: Dios
es Espíritu. En el original (πνεῦμα ὁ θεός) el sujeto, Dios, va al final y lleva artículo. El predicado, Espíritu, es
la primera palabra de la oración y va sin artículo. (Cf. nuestras observaciones sobre la construcción gramatical
de la tercera cláusula de 1:1.) El predicado se pone en primer lugar para hacer resaltar esta verdad: ¡Dios es
completamente espiritual en su esencia! ¡No es un dios de piedra, ni un árbol, ni una montaña para que se le
tenga que adorar en este o aquel monte; p.ej., el Gerizim! Es un Ser incorpóreo, personal e independiente. Por
ello, los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad. Los verdaderos adoradores no sólo adorarán
al Padre en Espíritu y en verdad; sino que deben hacerlo así. Jesús pone su deben en contraste con el de la
mujer (cf. 4:24 con 4:20).
Pensamiento: ¿Cuál es el lugar indicado para recibir la declaración? Respuesta es: Primero: El Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo. Segundo el templo o casa de Dios; Tercero: Aceptando a Jesucristo como nuestro
Salvador. Cuarto: Arrodillándome ante su presencia con sumisión o rendición.
Referencias: Lucas 4:16 al 20. Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la
sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo
abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.
Marcos 1.35. Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí
oraba.
Hechos 3:1. Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.
Nehemías 8:1-3. Se reunió todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que {estaba} delante de la puerta de
las Aguas, y pidieron al escriba Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el SEÑOR había dado a
Israel. Entonces el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la asamblea de hombres y mujeres y de todos los que
{podían} entender lo que oían. Era el primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro frente a la plaza que
{estaba} delante de la puerta de las Aguas, desde el amanecer hasta el mediodía, en presencia de hombres y
mujeres y de los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.

2° Titulo:
Moisés, Llamado Por Dios Como Intermediano Entre Él Y Su Pueblo. Versíc. 3-4. Y Moisés subió a Dios;
y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:
Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. (Léase
Los Hechos 7:38. Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba
en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos.).

Comentario del contexto: El momento era dramático. Moisés, de regreso de Egipto, había traído al pueblo
consigo para acampar en el desierto frente al monte (v. 2). La misión estaba cumplida (ver 3:10–12) por lo que
subió el monte, al lugar donde todo comenzó, para encontrarse una vez más con Dios (v. 3). Sin duda pensaba
que su tarea había terminado y que podía dejar al pueblo en manos de Jehovah. Era hombre mayor y
recientemente se había reunido con su esposa e hijos. La misión había sido ardua y, con la libertad de Israel
lograda, soñaba en días tranquilos cuando pudiera relajarse y gozar de un trabajo felizmente terminado. No se
daba cuenta de los largos años que todavía le esperaban tratando de dirigir a una gente indisciplinada a
constituirse en una comunidad de fe ligada a su Redentor.
Una vez más Dios le habló, dándole un mensaje para los hijos de Israel. El mensaje tenía dos partes: En
primer término, como en los tratados hititas, les recordaba sus grandes hazañas hechas a favor del pueblo y el
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cuidado que les había dado durante el camino desértico, cómo os he levantado a vosotros sobre alas de águilas
y os he traído a mí (v. 4). La meta de la liberación no era una montaña distante y misteriosa, sino que era traer
al pueblo a Dios mismo para que tuviera una relación personal con él. Años más tarde Moisés empleaba la
metáfora en Deuteronomio 32:10, 11: Lo halló en tierra desértica, ... Lo rodeó, lo cuidó, como el águila que
agita su nidada, revolotea sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, y los lleva sobre sus plumas.

Comentario de traducción de frases: 19.3 Moisés subió a encontrarse con Dios: Literalmente, «subió
hacia Dios» (BJ). Sin embargo, otras versiones (DHH, NVI) coinciden con RV95. TLA agrega «a la montaña
del Sinaí», frase ausente en el texto hebreo y que debe utilizarse si se considera que en la lengua receptora
podría no quedar claro hacia donde se dirigió Moisés.
Casa de Jacob: Jacob es otro nombre de Israel (Gn 32.29) y con esta expresión se denomina a los israelitas,
que son los descendientes de Jacob. Se puede optar por simplificar el texto y colocar, siguiendo a TLA, «los
israelitas».
19.4 Lo que hice: Así traducen también, con alguna mínima diferencia, DHH, BJ y NVI. La sugerencia de
TLA, «cómo castigué», es discutible y debe evitarse. Calificar la acción de Dios como castigo dirigido a los
egipcios es una manera de limitar su voluntad a un solo aspecto. En realidad, el texto mismo no presenta los
fenómenos acontecidos en Egipto con la palabra negativa "plagas" (ver nuestro comentario en 7.8) sino con la
palabra "prodigios" o "maravillas", enfatizando su aspecto positivo y no su efecto sobre las víctimas.
Sobre alas de águila: Es una imagen inspirada en esta ave que impresionaba a los israelitas por su fuerza,
por su capacidad de volar alto y a largas distancias, y por el cuidado que daba a sus crías. El sentido preciso de
esta imagen aquí no es seguro, y probablemente involucre un poco de cada una de las ideas mencionadas. TLA
utiliza una de dichas ideas para hacer explícito el sentido: «Con el mismo cuidado que tiene un águila cuando
lleva a sus polluelos sobre sus alas». Si el águila no es conocida en la región a la que se dirige la traducción,
puede reemplazarse por el nombre de un ave de características similares.
Sobre alas de águila: Las águilas construyen sus nidos en precipicios escarpados de las montañas, en
lugares libres del peligro de animales rapaces. Al crecer los aguiluchos, los padres agitan la nidada
empujándolos al vacío, fuera de la seguridad del nido, para obligarlos a intentar volar. Antes que el aguilucho,
chillando y batiendo las alas caiga sobre las rocas, la madre, en una bajada repentina lo recibe sobre su espalda
y, con la fuerza de sus alas enormes, lo lleva de vuelta a la seguridad del nido. Sin embargo, repite la
experiencia una y otra vez hasta que el aguilucho aprende a extender sus alas y a volar sobre las corrientes de
aire con serenidad. Así es como aprende a elevarse por encima de las tormentas que suelen abatir los picos y
valles abajo.
Muchas veces el Señor tiene que trabajar así con los suyos. Agita la nidada para que salgamos de la
seguridad del hogar o del compañerismo de la iglesia y vayamos al mundo para servirlo. Protestamos y
resistimos; sin embargo, abajo están sus brazos eternos (Deut. 33:27).
Comentario del texto hechos 7:30. “Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del
monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza.
Esteban sigue relatando la historia de Moisés a través de citas que toma del libro de Éxodo. Parece saberse
el relato de memoria, porque en numerosos lugares cita de la Septuaginta palabra por palabra. He aquí un
hombre que sí conoce las Escrituras y que sabe cómo exponerlas. Aquí cuenta la misión de Moisés.
a. “Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto”. A la edad de ochenta, después de haber
vivido con Jetro por cuarenta años, Moisés lleva los rebaños de Jetro a la parte sur de la Península de Sinaí,
cerca del monte de Sinaí (véase Ex. 3:12; 19:11–13; Dt. 1:6). Mientras está allí, ve un arbusto que se quemaba
pero que no se consume (Ex. 3:2). Al acercarse para ver de cerca este espectáculo extraño, escuchó la voz de
Dios. Esteban explica que el ángel es el Señor (v. 31), es decir, Dios mismo (vv. 32, 35; Ex. 3:2, 7). Algunos
intérpretes entienden que el ángel es la preencarnación del Hijo de Dios. Por ejemplo, Juan Calvino dice que
Dios nunca se comunica con el hombre sino a través de Cristo. Pero en este contexto, la evidencia es
insuficiente como para llegar a la conclusión de que Esteban se está refiriendo a Cristo. Más bien decimos que
“el ángel lleva la autoridad y la presencia de Dios mismo”.
Dios se apareció en la llama de una zarza ardiente, en conformidad con muchas otras apariciones en el
fuego. De manera que durante las noches en que los israelitas viajaban por el desierto, Dios se manifestaba a
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ellos como una columna de fuego (Ex. 13:21); y en el momento en que dio la ley a Moisés, Dios descendió
sobre el Monte Sinaí en fuego (Ex. 19:18; c.f. también 1 R. 18:24, 38).
b. “Cuando Moisés lo miró se maravilló de la visión”. Dios abrió la curiosidad de Moisés, y cuando éste se
acerca a la zarza ardiente le habla. Cruzando rápidamente los siglos, Dios se identificó como el Dios de tres
patriarcas: Abraham, Isaac, y Jacob. El pacto que hizo con Abraham y las promesas que le hizo al patriarca
fueron verdaderas. Dios cumpliría su palabra y redimiría a su pueblo Israel de la esclavitud. No nos sorprenda
que Moisés está estupefacto y no se atrevió a mirar el arbusto. Más tarde vuelve a ser presa de un inmenso
temor cuando Dios le habló en el monte de Sinaí (Heb. 12:21). Es consciente que está ante la presencia misma
de Dios. Con todo, Dios llama a Moisés, comisionándole para asumir la tarea de sacar a Israel fuera de Egipto.
Pensamiento: Moisés llamado por Dios para interceder entre Dios y el pueblo (un sacerdote). Así ha
llamado gente del mundo para ser creyente en Dios y más tarde ser Sacerdotes Santo delante de Dios para
interceder por el resto de gente del mundo, para que se vuelvan a Dios. Que labor más importante tiene la
Iglesia de hoy ser la sal de la tierra. Porque Dios también lo ha llamado a ustedes como creyentes para ser
intermediario entre Él y el mundo que va perdido en pecado. ¿Ud. conoce su responsabilidad de su llamado?
¿Ud. Sabe cuanta gente se pierde a diario? Hoy como creyente Ud. Anuncia el evangelio de salvación. ¡oh
es un banquero! (significa que vamos a congregarnos solo como espectadores, sentado en la banca).
Referencias: Juan 15:16. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto
para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, él os lo dé.
2ª Tesalonicenses 2:14. A lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor
Jesucristo.
2ª Timoteo 1:9. Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el
propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.

3er Titulo:
Condiciones Importantes Que Dios Exige A Su Pueblo. Versíc. 5-6. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y
guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y
vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de
Israel. (Léase Deuteronomio 5: 1 al 3. Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y
decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. Jehová
nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con
nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos.).
Comentario del contexto: Después le dio la parte principal del mensaje: Dios les ofrecía la oportunidad de
entrar en pacto con él. La oferta se introdujo con palabras, Ahora pues, si... (v. 5). La entrada de Israel en el
pacto sería el resultado de su propia y libre elección. Para poder elegir, era necesario escuchar la voz de Dios
(v. 5: ver Rom. 10:13–15; nótese que en el hebreo el verbo “escuchar” [lit. oír] significa también “obedecer”.
El oír verdaderamente a Dios significaba obedecerle.). No obstante, una vez elegido, el pacto tenía que ser
observado de acuerdo con las condiciones establecidas por Dios. Debe notarse que la liberación de Israel no era
el resultado de su obediencia, sino que su obediencia era el resultado de la liberación. Por medio de aceptar y
guardar el pacto, Israel tendría una relación única con Dios. “Guardar” significa cuidar o estar encargado de
algo (ver Gén. 2:15 [el jardín]; 1 Sam. 7:1 [el arca]; 22:7 [una propiedad]; Gén. 41:35; etc.). Aquí significa
cuidar, o guardar el pacto del Señor (ver Deut. 29:9; 1 Rey. 11:11). Esto implica una responsabilidad doble:
guardarlo en el sentido individual de obedecer sus enseñanzas en la vida personal, y estar encargado de él para
compartirlo con los demás.
Tres características entran en esta singularidad y están relacionadas con el propósito divino de elegir a
Israel: Debía ser un pueblo especial, debía ser un reino de sacerdotes y debía ser una nación santa (vv. 5, 6).
Debido a su importancia teológica, las examinaremos más detalladamente.
Un pueblo especial es la traducción de la palabra segullah 5459, que puede significar un tesoro especial de un
rey (ver 1 Crón. 29:3; Ecl. 2:8), o puede referirse simbólicamente a Israel como un tesoro especial (ver Deut.
7:6; 14:2; 26:18; Sal. 135:4; Mal. 3:17). En la antigüedad, el rey era considerado dueño de todo de su país; sin
embargo, a él le daba poco placer poseerlo en una forma abstracta. Entonces, tenía en su palacio un cuarto, o
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tesorería, donde guardaba los tesoros más preciosos para él. Allí podía tocarlos y satisfacerse al tenerlos a mano.
Ese lugar era su segullah.5459 En cuanto a Dios, dijo que Israel sería para él un pueblo especial entre todos los
pueblos. Porque mía es toda la tierra (v. 5). El Señor no renunciaba su derecho sobre las otras naciones. El
llamamiento de Israel era más bien porque toda la tierra le pertenecía. Dios tenía un propósito universal en
elegir a un pueblo para ser su tesoro especial. Se había declarado el mismo propósito a Abram al llamarlo: ... Y
en ti serán benditas todas las familias [naciones] de la tierra (Gén. 12:3b). Por medio de Israel, el pueblo
elegido, Dios quiso bendecir a todas las demás naciones. Israel iba a ser un medio o un instrumento en las
manos de Dios para la redención de todas las naciones.
Dios no forzó el pacto y la misión sobre Israel. Dijo a Moisés: Estas son las palabras que dirás a los hijos
de Israel (v. 6b).
Una nación santa (v. 6). La misión de Israel estaba fundada en el carácter moral. Un pueblo especial para
Dios y una nación sacerdotal-misionera tendría que reflejar la naturaleza del Rey que representaba. Israel debía
ser separada o apartada porque pertenecía a Dios. Por ejemplo, un día es santo cuando se lo aparta de los demás
días y se dedica al servicio de Dios. Un lugar llega a ser santo cuando está relacionado con una revelación
especial de Dios.
Una persona llega a ser santa cuando se consagra a Dios. En este sentido, la santidad es un concepto
positivo más bien que uno negativo; es decir, es por lo que se hace en vez de por lo que no se hace. El ser
separado no hace que una cosa sea santa; el pertenecer a Dios y participar de su naturaleza lo hace.
Para Israel el privilegio de pertenecer a Dios y vincularse con él por medio del pacto llevaba una
responsabilidad de ser santo. La santidad y el llamamiento a la vocación redentora eran inseparables. El ser una
nación especial y una nación—sacerdote requería una entrega total a Dios.
La entrega implicaba responsabilidad, y para cumplir con ella la nación tendría que vivir una vida santa.
Un reino de sacerdotes (v. 6). Esta frase aparece sólo aquí en el AT (ver Isa. 61:6 para algo similar). La
LXX la traduce “un sacerdocio real”, y 1 Ped. 2:9 sigue esta traducción (ver también Apoc. 1:6; 5:10; 20:6).
Dos posibles interpretaciones de la frase son: (1) Todos los israelitas iban a ser sacerdotes. Así que todos
tendrían derecho al acceso directo a Dios. Con la madurez espiritual, no necesitarían más tener intermediarios
para que lograsen comunión con Dios.
Después de Martín Lutero, cuando los protestantes hablan del “sacerdocio de cada creyente”, se refieren a
este principio. (2) Israel misma iba a ser una nación sacerdote. No es que Israel iba a ser una nación compuesta
totalmente de individuos que eran sacerdotes, sino que la nación colectivamente iba a servir como una nación
sacerdotal. Un sacerdote servía como un intermediario entre los individuos y Dios y viceversa. Lo que hacía un
sacerdote individualmente entre las personas, la nación de Israel iba a hacerlo entre las naciones. La nación
debía ejercer un papel sacerdotal en beneficio de todas las naciones; debía hacer intercesión por ellas, debía
instruirlas en el camino del Señor, y debía indicarlas el camino de la salvación. En este sentido, el propósito
divino era que Israel fuese una nación misionera al mundo. De las dos posibles interpretaciones, la segunda
parece la más indicada.
Comentario de traducción de frases: 19.5 Mi especial tesoro: No hay acuerdo en la traducción de esta
expresión. Otras versiones dicen «mi pueblo preferido» (TLA, DHH), «mi propiedad exclusiva» (NVI), «mi
propiedad personal» (BJ). NBE dice solamente «mi propiedad». La palabra hebrea significa "propiedad
valiosa", "tesoro" (también en 1 Cr 29.3 y Mal 3.17), pero cuando va acompañada de la palabra "pueblo", es
preferible traducir pueblo especial (Dt 7.6), pueblo único (Dt 14.2) y pueblo suyo (Dt 26.18). El traductor
debe evaluar cuál de estas alternativas —todas válidas— se ajusta mejor a la lengua receptora.
Versíc. 6 Un reino de sacerdotes: Esta expresión y la siguiente indican las consecuencias de lo dicho en el
versículo anterior. Ser "tesoro especial" de Dios supone una actitud recíproca por parte del pueblo elegido. La
forma de RV95 es literal y se entiende sin mayor problema, dado que la palabra "reino" es claramente una
imagen y no una alusión a la organización política. Sin embargo, en determinadas traducciones puede ser
necesario ser más explícito, como TLA: «Sacerdotes ante todo el mundo».
Gente santa: Es mejor traducir «nación santa» (DHH, NVI, BJ), pues gente no supone un grupo organizado.
La expresión «santa» tiene el sentido de algo apartado para un fin particular o consagrado a Dios (así traduce
NBE). Como ya señalamos, es la contrapartida del versículo anterior.

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Comentario del texto: Deuteronomio 5: Vv. 1—3. Moisés exige atención. Cuando oímos la palabra de
Dios debemos aprenderla; y lo aprendido tenemos que ponerlo en práctica, porque ese es el propósito de
escuchar y aprender; no llenar nuestra cabeza de ideas o nuestra boca de palabras, sino dirigir nuestros afectos y
nuestra conducta.
Pensamiento: ¿Cuál es la condición importante que Dios exige a su pueblo? Respuesta es: Oír su voz
y guardar sus pactos, y mandamiento. Estimado creyente ahora que Ud. Es un salvado y redimido por la
Sangre de nuestro Señor Jesucristo, Dios lo ha llamado a oír y obedecer a la Santa Escrituras. En el evangelio
es obedecer, obedecer, obedecer, pero a su palabra y sus mandamientos. Y esto nos conlleva a obedecer a
vuestros pastores, autoridades terrenales, ser sumiso a ellos. Pero primero Dios me llama a obedecer a Él por
sobre todas las cosas.
Referencias: Deuteronomio 28:1. Acontecerá que, si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para
guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará
sobre todas las naciones de la tierra.
Deuteronomio 4:30-31. Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días
te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te
destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres.
Santiago 1:25. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo
oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Apocalipsis 22:14-15. Bienaventurados los que lavan sus ropas (una condición para tener derecho), para tener
derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. (Si no hay obediencia esta es la causante:
es la desobediencia): Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras,
y todo aquel que ama y hace mentira.

Amén para la gloria de Dios.

Bibliografía a usar como aporte: Bíblia de Bosquejos y sermones Éxodo 1 al 18. Comentario Bíblico Mundo
Hispano Tomo 2 Éxodo. Bíblia de referencia Thompson. Libro de Éxodo Pablo R. Andiñach; Comentario de
toda la Biblia, de Matthew Henry. El Libro De Éxodo Ernesto Trenchard Y Antonio Ruiz Prologo De José M
Martínez

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