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Lección: Éxodo Cap. 19, versículos 1 al 6. En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra
de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de
Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo
llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis
lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído
a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda
la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos
de Israel.
Texto: 1ª de Pedro Cap. 2, versículo 9. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable.
Comentario para el Texto: El contraste es evidente; el término adversativo, pero señala la diferencia entre
los incrédulos desobedientes y el pueblo escogido de Dios. Siguiendo un orden ascendiente, Pedro enumera las
gloriosas riquezas de los creyentes en términos que se acercan al asombro. El griego indica que él se dirige a
ellos en forma personal y enfática al usar el pronombre plural ustedes. ¿Cómo describe Pedro a los creyentes?
Lo hace en los siguientes términos:
a. “Un pueblo escogido”. Pedro le escribe a gente que vivía antes de que el templo de Jerusalén fuese
destruido. Pedro, siendo judío, se dirige a muchos cristianos judíos y a cristianos de origen gentil. Además,
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habla a todos los creyentes de todo tiempo y lugar que leen esta epístola. Con un conocimiento pleno del
Antiguo Testamento, Pedro aplica su lenguaje a sus lectores, porque los ve como el pueblo escogido de Dios.
La toma prestada las palabras de la profecía de Isaías, quien registró lo dicho por el Señor: “Mi pueblo, mi
escogido; este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicarás (Is. 43:20–21). Pedro, entonces, ve a los
creyentes como cuerpo de Cristo, es decir, como iglesia.
Otras traducciones tienen el término raza en vez de pueblo. Los miembros de una raza tienen un antepasado
en común y por medio de ese antepasado están relacionados unos con otros. Por ejemplo, Abraham es el padre
de la raza judía. Los cristianos llaman a Dios “Padre” por medio de Jesucristo, y están emparentados como
hermanos y hermanas. Además, dado que Jesús ha sido escogido por Dios (vv. 4, 6), ellos también son
llamados pueblo escogido de Dios (1:1; cf. Dt. 10:15; 1 Sm. 12:22).
b. “Real sacerdocio”. Pedro continúa describiendo las gloriosas riquezas que poseen los creyentes.
Las llamas “real sacerdocio”. En el versículo él habla de un sacerdocio santo, frase que es significativa a la
luz del mandamiento de ser santos (1:15–16). El adjetivo calificativo real, sin embargo, añade la dimensión del
reino y del rey. En el reino de los sacerdotes (cf. Ex. 19:6), hay un rey. De hecho, el Mesías es a la vez
sacerdote y rey, tal como lo profetizó Zacarías: “El llevará gloria y se sentará y dominará en su trono, y habrá
sacerdote a su lado (6:13; véase también Heb. 7:14–17; Ap. 1:5–6). En tanto que Zacarías describe al Mesías
proféticamente como sacerdote real, Pedro revela que los creyentes ya son sacerdotes de un sacerdocio real.
c. “Nación santa”. Una vez más Pedro se apoya en la fraseología del Antiguo Testamento. Él toma prestado
el lenguaje de Éxodo 19:6 (véase también Dt. 7:6; Is. 62:12).152 Pedro recurre al uso de terminología nacional
y política, pero quiere que sus lectores entiendan estos términos de un modo no político.
Por tal razón califica la palabra nación con el adjetivo santa.
Una nación está formada por ciudadanos que residen en una determinada zona, que obedecen estatutos
y reglamentos, y que se esfuerzan por el bienestar de su sociedad. Los ciudadanos de una “nación santa”, sin
embargo, tienen sus características comunes por medio de Jesucristo. Pedro describe al pueblo de Dios como
una nación santa, lo que significa que sus ciudadanos han sido apartados para el servicio de Dios.
d. “Pueblo que pertenece a Dios”. A lo largo de las edades Dios ha reclamado a su propio pueblo para sí
(véase Mal. 3:17; Hch 20:28; Tit. 2:14). Este pueblo, que difiere de las naciones del mundo, es su posesión
especialmente apreciada. Son independientes de los vínculos nacionales, porque tienen una relación especial
con Dios. Pertenecen a Dios, que los ha comprado con la sangre de Jesucristo.
e. “Para que proclamen las virtudes”. Pedro señala cuál es la tarea del pueblo especial de Dios. Como hábil
pastor que es, Pedro se dirige a sus lectores personalmente. Dice: “Para que proclamen las virtudes de aquel
que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa (cf. Is. 43:21). En todas partes ellos deben proclamar
vocalmente las virtudes, hechos, poder, gloria, sabiduría, gracia, misericordia, amor, y santidad maravillosos de
Dios. Por medio de su conducta deben dar testimonio de que son hijos de la luz y no de las tinieblas (Hch.
26:18; 1 Ts. 5:4).
Pedro da a entender que en tiempos antiguos sus lectores vivían en la oscuridad espiritual. Dios los llamó al
arrepentimiento y a la fe en Jesucristo y los redimió del poder de las tinieblas. Mediante el evangelio de Cristo,
Dios los llamó al reino de su Hijo (Col. 1:13).
1er Titulo:
Llegando Al Lugar Indicado Para Recibir La Declaración Divina. Versíc. 1-2. En el mes tercero de la
salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Habían salido
de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del
monte. (Léase San Juan 4:20. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el
lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en
Jerusalén adoraréis al Padre. —Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que
adoren.
2° Titulo:
Moisés, Llamado Por Dios Como Intermediano Entre Él Y Su Pueblo. Versíc. 3-4. Y Moisés subió a Dios;
y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:
Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. (Léase
Los Hechos 7:38. Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba
en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos.).
Comentario del contexto: El momento era dramático. Moisés, de regreso de Egipto, había traído al pueblo
consigo para acampar en el desierto frente al monte (v. 2). La misión estaba cumplida (ver 3:10–12) por lo que
subió el monte, al lugar donde todo comenzó, para encontrarse una vez más con Dios (v. 3). Sin duda pensaba
que su tarea había terminado y que podía dejar al pueblo en manos de Jehovah. Era hombre mayor y
recientemente se había reunido con su esposa e hijos. La misión había sido ardua y, con la libertad de Israel
lograda, soñaba en días tranquilos cuando pudiera relajarse y gozar de un trabajo felizmente terminado. No se
daba cuenta de los largos años que todavía le esperaban tratando de dirigir a una gente indisciplinada a
constituirse en una comunidad de fe ligada a su Redentor.
Una vez más Dios le habló, dándole un mensaje para los hijos de Israel. El mensaje tenía dos partes: En
primer término, como en los tratados hititas, les recordaba sus grandes hazañas hechas a favor del pueblo y el
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cuidado que les había dado durante el camino desértico, cómo os he levantado a vosotros sobre alas de águilas
y os he traído a mí (v. 4). La meta de la liberación no era una montaña distante y misteriosa, sino que era traer
al pueblo a Dios mismo para que tuviera una relación personal con él. Años más tarde Moisés empleaba la
metáfora en Deuteronomio 32:10, 11: Lo halló en tierra desértica, ... Lo rodeó, lo cuidó, como el águila que
agita su nidada, revolotea sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, y los lleva sobre sus plumas.
Comentario de traducción de frases: 19.3 Moisés subió a encontrarse con Dios: Literalmente, «subió
hacia Dios» (BJ). Sin embargo, otras versiones (DHH, NVI) coinciden con RV95. TLA agrega «a la montaña
del Sinaí», frase ausente en el texto hebreo y que debe utilizarse si se considera que en la lengua receptora
podría no quedar claro hacia donde se dirigió Moisés.
Casa de Jacob: Jacob es otro nombre de Israel (Gn 32.29) y con esta expresión se denomina a los israelitas,
que son los descendientes de Jacob. Se puede optar por simplificar el texto y colocar, siguiendo a TLA, «los
israelitas».
19.4 Lo que hice: Así traducen también, con alguna mínima diferencia, DHH, BJ y NVI. La sugerencia de
TLA, «cómo castigué», es discutible y debe evitarse. Calificar la acción de Dios como castigo dirigido a los
egipcios es una manera de limitar su voluntad a un solo aspecto. En realidad, el texto mismo no presenta los
fenómenos acontecidos en Egipto con la palabra negativa "plagas" (ver nuestro comentario en 7.8) sino con la
palabra "prodigios" o "maravillas", enfatizando su aspecto positivo y no su efecto sobre las víctimas.
Sobre alas de águila: Es una imagen inspirada en esta ave que impresionaba a los israelitas por su fuerza,
por su capacidad de volar alto y a largas distancias, y por el cuidado que daba a sus crías. El sentido preciso de
esta imagen aquí no es seguro, y probablemente involucre un poco de cada una de las ideas mencionadas. TLA
utiliza una de dichas ideas para hacer explícito el sentido: «Con el mismo cuidado que tiene un águila cuando
lleva a sus polluelos sobre sus alas». Si el águila no es conocida en la región a la que se dirige la traducción,
puede reemplazarse por el nombre de un ave de características similares.
Sobre alas de águila: Las águilas construyen sus nidos en precipicios escarpados de las montañas, en
lugares libres del peligro de animales rapaces. Al crecer los aguiluchos, los padres agitan la nidada
empujándolos al vacío, fuera de la seguridad del nido, para obligarlos a intentar volar. Antes que el aguilucho,
chillando y batiendo las alas caiga sobre las rocas, la madre, en una bajada repentina lo recibe sobre su espalda
y, con la fuerza de sus alas enormes, lo lleva de vuelta a la seguridad del nido. Sin embargo, repite la
experiencia una y otra vez hasta que el aguilucho aprende a extender sus alas y a volar sobre las corrientes de
aire con serenidad. Así es como aprende a elevarse por encima de las tormentas que suelen abatir los picos y
valles abajo.
Muchas veces el Señor tiene que trabajar así con los suyos. Agita la nidada para que salgamos de la
seguridad del hogar o del compañerismo de la iglesia y vayamos al mundo para servirlo. Protestamos y
resistimos; sin embargo, abajo están sus brazos eternos (Deut. 33:27).
Comentario del texto hechos 7:30. “Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del
monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza.
Esteban sigue relatando la historia de Moisés a través de citas que toma del libro de Éxodo. Parece saberse
el relato de memoria, porque en numerosos lugares cita de la Septuaginta palabra por palabra. He aquí un
hombre que sí conoce las Escrituras y que sabe cómo exponerlas. Aquí cuenta la misión de Moisés.
a. “Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto”. A la edad de ochenta, después de haber
vivido con Jetro por cuarenta años, Moisés lleva los rebaños de Jetro a la parte sur de la Península de Sinaí,
cerca del monte de Sinaí (véase Ex. 3:12; 19:11–13; Dt. 1:6). Mientras está allí, ve un arbusto que se quemaba
pero que no se consume (Ex. 3:2). Al acercarse para ver de cerca este espectáculo extraño, escuchó la voz de
Dios. Esteban explica que el ángel es el Señor (v. 31), es decir, Dios mismo (vv. 32, 35; Ex. 3:2, 7). Algunos
intérpretes entienden que el ángel es la preencarnación del Hijo de Dios. Por ejemplo, Juan Calvino dice que
Dios nunca se comunica con el hombre sino a través de Cristo. Pero en este contexto, la evidencia es
insuficiente como para llegar a la conclusión de que Esteban se está refiriendo a Cristo. Más bien decimos que
“el ángel lleva la autoridad y la presencia de Dios mismo”.
Dios se apareció en la llama de una zarza ardiente, en conformidad con muchas otras apariciones en el
fuego. De manera que durante las noches en que los israelitas viajaban por el desierto, Dios se manifestaba a
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ellos como una columna de fuego (Ex. 13:21); y en el momento en que dio la ley a Moisés, Dios descendió
sobre el Monte Sinaí en fuego (Ex. 19:18; c.f. también 1 R. 18:24, 38).
b. “Cuando Moisés lo miró se maravilló de la visión”. Dios abrió la curiosidad de Moisés, y cuando éste se
acerca a la zarza ardiente le habla. Cruzando rápidamente los siglos, Dios se identificó como el Dios de tres
patriarcas: Abraham, Isaac, y Jacob. El pacto que hizo con Abraham y las promesas que le hizo al patriarca
fueron verdaderas. Dios cumpliría su palabra y redimiría a su pueblo Israel de la esclavitud. No nos sorprenda
que Moisés está estupefacto y no se atrevió a mirar el arbusto. Más tarde vuelve a ser presa de un inmenso
temor cuando Dios le habló en el monte de Sinaí (Heb. 12:21). Es consciente que está ante la presencia misma
de Dios. Con todo, Dios llama a Moisés, comisionándole para asumir la tarea de sacar a Israel fuera de Egipto.
Pensamiento: Moisés llamado por Dios para interceder entre Dios y el pueblo (un sacerdote). Así ha
llamado gente del mundo para ser creyente en Dios y más tarde ser Sacerdotes Santo delante de Dios para
interceder por el resto de gente del mundo, para que se vuelvan a Dios. Que labor más importante tiene la
Iglesia de hoy ser la sal de la tierra. Porque Dios también lo ha llamado a ustedes como creyentes para ser
intermediario entre Él y el mundo que va perdido en pecado. ¿Ud. conoce su responsabilidad de su llamado?
¿Ud. Sabe cuanta gente se pierde a diario? Hoy como creyente Ud. Anuncia el evangelio de salvación. ¡oh
es un banquero! (significa que vamos a congregarnos solo como espectadores, sentado en la banca).
Referencias: Juan 15:16. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto
para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, él os lo dé.
2ª Tesalonicenses 2:14. A lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor
Jesucristo.
2ª Timoteo 1:9. Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el
propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.
3er Titulo:
Condiciones Importantes Que Dios Exige A Su Pueblo. Versíc. 5-6. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y
guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y
vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de
Israel. (Léase Deuteronomio 5: 1 al 3. Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y
decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. Jehová
nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con
nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos.).
Comentario del contexto: Después le dio la parte principal del mensaje: Dios les ofrecía la oportunidad de
entrar en pacto con él. La oferta se introdujo con palabras, Ahora pues, si... (v. 5). La entrada de Israel en el
pacto sería el resultado de su propia y libre elección. Para poder elegir, era necesario escuchar la voz de Dios
(v. 5: ver Rom. 10:13–15; nótese que en el hebreo el verbo “escuchar” [lit. oír] significa también “obedecer”.
El oír verdaderamente a Dios significaba obedecerle.). No obstante, una vez elegido, el pacto tenía que ser
observado de acuerdo con las condiciones establecidas por Dios. Debe notarse que la liberación de Israel no era
el resultado de su obediencia, sino que su obediencia era el resultado de la liberación. Por medio de aceptar y
guardar el pacto, Israel tendría una relación única con Dios. “Guardar” significa cuidar o estar encargado de
algo (ver Gén. 2:15 [el jardín]; 1 Sam. 7:1 [el arca]; 22:7 [una propiedad]; Gén. 41:35; etc.). Aquí significa
cuidar, o guardar el pacto del Señor (ver Deut. 29:9; 1 Rey. 11:11). Esto implica una responsabilidad doble:
guardarlo en el sentido individual de obedecer sus enseñanzas en la vida personal, y estar encargado de él para
compartirlo con los demás.
Tres características entran en esta singularidad y están relacionadas con el propósito divino de elegir a
Israel: Debía ser un pueblo especial, debía ser un reino de sacerdotes y debía ser una nación santa (vv. 5, 6).
Debido a su importancia teológica, las examinaremos más detalladamente.
Un pueblo especial es la traducción de la palabra segullah 5459, que puede significar un tesoro especial de un
rey (ver 1 Crón. 29:3; Ecl. 2:8), o puede referirse simbólicamente a Israel como un tesoro especial (ver Deut.
7:6; 14:2; 26:18; Sal. 135:4; Mal. 3:17). En la antigüedad, el rey era considerado dueño de todo de su país; sin
embargo, a él le daba poco placer poseerlo en una forma abstracta. Entonces, tenía en su palacio un cuarto, o
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tesorería, donde guardaba los tesoros más preciosos para él. Allí podía tocarlos y satisfacerse al tenerlos a mano.
Ese lugar era su segullah.5459 En cuanto a Dios, dijo que Israel sería para él un pueblo especial entre todos los
pueblos. Porque mía es toda la tierra (v. 5). El Señor no renunciaba su derecho sobre las otras naciones. El
llamamiento de Israel era más bien porque toda la tierra le pertenecía. Dios tenía un propósito universal en
elegir a un pueblo para ser su tesoro especial. Se había declarado el mismo propósito a Abram al llamarlo: ... Y
en ti serán benditas todas las familias [naciones] de la tierra (Gén. 12:3b). Por medio de Israel, el pueblo
elegido, Dios quiso bendecir a todas las demás naciones. Israel iba a ser un medio o un instrumento en las
manos de Dios para la redención de todas las naciones.
Dios no forzó el pacto y la misión sobre Israel. Dijo a Moisés: Estas son las palabras que dirás a los hijos
de Israel (v. 6b).
Una nación santa (v. 6). La misión de Israel estaba fundada en el carácter moral. Un pueblo especial para
Dios y una nación sacerdotal-misionera tendría que reflejar la naturaleza del Rey que representaba. Israel debía
ser separada o apartada porque pertenecía a Dios. Por ejemplo, un día es santo cuando se lo aparta de los demás
días y se dedica al servicio de Dios. Un lugar llega a ser santo cuando está relacionado con una revelación
especial de Dios.
Una persona llega a ser santa cuando se consagra a Dios. En este sentido, la santidad es un concepto
positivo más bien que uno negativo; es decir, es por lo que se hace en vez de por lo que no se hace. El ser
separado no hace que una cosa sea santa; el pertenecer a Dios y participar de su naturaleza lo hace.
Para Israel el privilegio de pertenecer a Dios y vincularse con él por medio del pacto llevaba una
responsabilidad de ser santo. La santidad y el llamamiento a la vocación redentora eran inseparables. El ser una
nación especial y una nación—sacerdote requería una entrega total a Dios.
La entrega implicaba responsabilidad, y para cumplir con ella la nación tendría que vivir una vida santa.
Un reino de sacerdotes (v. 6). Esta frase aparece sólo aquí en el AT (ver Isa. 61:6 para algo similar). La
LXX la traduce “un sacerdocio real”, y 1 Ped. 2:9 sigue esta traducción (ver también Apoc. 1:6; 5:10; 20:6).
Dos posibles interpretaciones de la frase son: (1) Todos los israelitas iban a ser sacerdotes. Así que todos
tendrían derecho al acceso directo a Dios. Con la madurez espiritual, no necesitarían más tener intermediarios
para que lograsen comunión con Dios.
Después de Martín Lutero, cuando los protestantes hablan del “sacerdocio de cada creyente”, se refieren a
este principio. (2) Israel misma iba a ser una nación sacerdote. No es que Israel iba a ser una nación compuesta
totalmente de individuos que eran sacerdotes, sino que la nación colectivamente iba a servir como una nación
sacerdotal. Un sacerdote servía como un intermediario entre los individuos y Dios y viceversa. Lo que hacía un
sacerdote individualmente entre las personas, la nación de Israel iba a hacerlo entre las naciones. La nación
debía ejercer un papel sacerdotal en beneficio de todas las naciones; debía hacer intercesión por ellas, debía
instruirlas en el camino del Señor, y debía indicarlas el camino de la salvación. En este sentido, el propósito
divino era que Israel fuese una nación misionera al mundo. De las dos posibles interpretaciones, la segunda
parece la más indicada.
Comentario de traducción de frases: 19.5 Mi especial tesoro: No hay acuerdo en la traducción de esta
expresión. Otras versiones dicen «mi pueblo preferido» (TLA, DHH), «mi propiedad exclusiva» (NVI), «mi
propiedad personal» (BJ). NBE dice solamente «mi propiedad». La palabra hebrea significa "propiedad
valiosa", "tesoro" (también en 1 Cr 29.3 y Mal 3.17), pero cuando va acompañada de la palabra "pueblo", es
preferible traducir pueblo especial (Dt 7.6), pueblo único (Dt 14.2) y pueblo suyo (Dt 26.18). El traductor
debe evaluar cuál de estas alternativas —todas válidas— se ajusta mejor a la lengua receptora.
Versíc. 6 Un reino de sacerdotes: Esta expresión y la siguiente indican las consecuencias de lo dicho en el
versículo anterior. Ser "tesoro especial" de Dios supone una actitud recíproca por parte del pueblo elegido. La
forma de RV95 es literal y se entiende sin mayor problema, dado que la palabra "reino" es claramente una
imagen y no una alusión a la organización política. Sin embargo, en determinadas traducciones puede ser
necesario ser más explícito, como TLA: «Sacerdotes ante todo el mundo».
Gente santa: Es mejor traducir «nación santa» (DHH, NVI, BJ), pues gente no supone un grupo organizado.
La expresión «santa» tiene el sentido de algo apartado para un fin particular o consagrado a Dios (así traduce
NBE). Como ya señalamos, es la contrapartida del versículo anterior.
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Comentario del texto: Deuteronomio 5: Vv. 1—3. Moisés exige atención. Cuando oímos la palabra de
Dios debemos aprenderla; y lo aprendido tenemos que ponerlo en práctica, porque ese es el propósito de
escuchar y aprender; no llenar nuestra cabeza de ideas o nuestra boca de palabras, sino dirigir nuestros afectos y
nuestra conducta.
Pensamiento: ¿Cuál es la condición importante que Dios exige a su pueblo? Respuesta es: Oír su voz
y guardar sus pactos, y mandamiento. Estimado creyente ahora que Ud. Es un salvado y redimido por la
Sangre de nuestro Señor Jesucristo, Dios lo ha llamado a oír y obedecer a la Santa Escrituras. En el evangelio
es obedecer, obedecer, obedecer, pero a su palabra y sus mandamientos. Y esto nos conlleva a obedecer a
vuestros pastores, autoridades terrenales, ser sumiso a ellos. Pero primero Dios me llama a obedecer a Él por
sobre todas las cosas.
Referencias: Deuteronomio 28:1. Acontecerá que, si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para
guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará
sobre todas las naciones de la tierra.
Deuteronomio 4:30-31. Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días
te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te
destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres.
Santiago 1:25. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo
oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Apocalipsis 22:14-15. Bienaventurados los que lavan sus ropas (una condición para tener derecho), para tener
derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. (Si no hay obediencia esta es la causante:
es la desobediencia): Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras,
y todo aquel que ama y hace mentira.
Bibliografía a usar como aporte: Bíblia de Bosquejos y sermones Éxodo 1 al 18. Comentario Bíblico Mundo
Hispano Tomo 2 Éxodo. Bíblia de referencia Thompson. Libro de Éxodo Pablo R. Andiñach; Comentario de
toda la Biblia, de Matthew Henry. El Libro De Éxodo Ernesto Trenchard Y Antonio Ruiz Prologo De José M
Martínez