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La glotocronología y sus aportaciones

Dr. Daniel Cazés Menache*

Algunas transformaciones Tania Bustos

Introducción

El origen del lenguaje está indisolublemente ligado al problema del origen del ser humano. La
posibilidad de la palabra es uno de los rasgos exclusivos característicos de los seres humanos. Es
también un elemento indispensable que lo distingue de la comunicación animal. La elaboración del
pensamiento sólo es posible por la existencia del lenguaje humano. Mucho se ha escrito y debatido en
torno a ello, sin embargo aquí situamos la aparición del lenguaje propiamente humano en el marco de la
creación de la cultura.

Las revoluciones humanas

Llamo revoluciones humanas a los procesos de transformación cultural en los que los seres humanos
han conseguido cambiar totalmente las posibilidades de sus formas de vida y de percepción de la
realidad.

La primera revolución humana se produjo cuando el ser humano dejó de utilizar los materiales tal cual
los extraía de la naturaleza y empezó a modificarlos con sus propias manos; esto es, cuando la
humanidad logró crear extensiones de su cuerpo, o en términos de Malinowski, una “naturaleza
artificial” que le permitió expandirse por todo el planeta, en cualquier latitud; gracias al éxito de
invenciones como el fuego, la construcción de viviendas y el vestido, se estimuló la creación cultural de
condiciones tropicales similares a las de su lugar de origen. Al parecer, los principales rasgos
característicos del ser humano se dieron más o menos al mismo tiempo.

Así, una historia de la evolución del ser humano no puede limitarse a los aspectos puramente biológicos
o anatómicos, como en el caso de las demás especies animales, donde incluso el componente social está
condicionado por la biología. Cuando hablamos de un ser humano nos referimos a un ser consciente que
crea una cultura y a la vez es modificado por ella.

Ciertamente, algunos rasgos pre-humanos, como el gregarismo, el bipedismo y la posición erecta fueron
el resultado de una evolución natural que a su vez dejó libres la mano y la boca, órganos indispensables
para llevar a cabo funciones específicamente humanas. La especialización de estos miembros dio lugar a
comportamientos complejos que requirieron de un desarrollo cerebral correspondiente. Pero en cierto
punto del proceso evolutivo natural, las bases biológicas y anatómicas estuvieron en condiciones de
permitir la aparición de una cultura, una “naturaleza humana”, independiente de la naturaleza natural,
fundada en la palabra y en la memoria.

La invención de la cultura fue una estrategia de supervivencia que evitó la extinción de una especie
relegada a condiciones naturales extremadamente hostiles. Y, en efecto, a lo largo de varios cientos de
miles de años, los grandes cambios o revoluciones humanas se han caracterizado mucho más por los
cambios culturales que por los cambios físicos (la anatomía y la capacidad craneana, por ejemplo, han
experimentado muy pocos cambios cualitativos desde la revolución neolítica y la expansión de Homo
sapiens sapiens).
Nuestra tesis es que la humanidad ha vivido seis revoluciones que conmovieron el progreso de su
evolución posterior.

Primera Revolución Homínida: PROTOLENGUAJE Y LA CREACIÓN DE LA CULTURA

Segunda Revolución: LA EXPANSIÓN POR TODO EL PLANETA

Tercera Revolución: LA REVOLUCIÓN NEOLÍTICA, EL LENGUAJE

Cuarta Revolución: ASENTAMIENTOS PERMANENTES Y MARCADA DIFERENCIACIÓN SOCIAL (Desde


Mesopotamia y Egipto hasta la creación de la universidad)

Quinta Revolución: LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y CIENTÍFICA

Sexta Revolución: LA DESESPERANZA

Esta última es la cicatriz de una herida ocasionada por un suceso violento y sanguinario sin precedentes.

La primera revolución tuvo como resultado la creación de una memoria colectiva, la memoria homínida,
el inicio de la creación de la cultura y la aparición del protolenguaje.

Una revolución humana se conoce por sus resultados, por sus culminaciones, más que por sus inicios.
Cada una consiste en abrir nuevas posibilidades de vida y de concepción de la realidad, totalmente
inexistentes antes: la creación de la cultura hizo que la humanidad dejara de ser parte de la naturaleza
para poder controlarla y vivir de ella; el descubrimiento de la agricultura contribuyó a sedentarizar a la
humanidad y estimuló nuevas tecnologías, actividades especializadas y elementos de semejante
importancia, al tiempo que instauró la opresión genérica y, en general, la violencia y las jerarquías como
base de las relaciones humanas; con la sistematización de los conocimientos y la elaboración del
pensamiento y la mitología, el ser humano generó la escritura y dio inicio a transformaciones científicas
y filosóficas que alcanzarían su auge varios siglos después, con el surgimiento de las primeras urbes no
agrícolas, de sus universidades y del conocimiento racional por encima de las creencias; la gran
revolución científica generó lo que sería la revolución industrial.

Con el descubrimiento de las evoluciones orgánica y social, del inconsciente y de la desigualdad de los
géneros basada en la diferencia sexual, comenzó una profunda transformación intelectual. Sin embargo,
de manera paralela, se han producido desarrollos tecnológicos que permiten destruir no sólo todo lo
creado por la humanidad sino al planeta, y quizá más.

El origen del lenguaje

Si nos fuera dado explicar los orígenes del lenguaje podríamos también explicar los orígenes del ser
humano, pero esta tarea se dificulta enormemente ante el hecho de que la transitoriedad del lenguaje
hablado no deja rastros visibles, ni fósiles ni arqueológicos. Sin embargo, hay varias maneras de
reconstruir parcialmente la mente y el lenguaje de nuestros ancestros más remotos, las cuales han sido
exploradas por los especialistas para llegar a conclusiones diferentes. Desgraciadamente, como ocurre
con otras ramas del conocimiento que se ocupan de la evolución humana, no se ha podido explicar
cabalmente la transición de la comunicación pre y protohumana al lenguaje articulado. Pero en
términos generales es posible decir que toda lengua humana, por “primitiva” que sea, es capaz de
expresar situaciones y significados, reales o inventados, mediante la articulación ilimitada de una serie
reducida de elementos sonoros neutros producidos por órganos vocales especializados. Por lo demás, el
lenguaje posee las otras características esenciales de la comunicación animal. Los primeros balbuceos
del habla humana debieron haber sido sonidos guturales producidos en la laringe, a imitación de los
sonidos de la masticación y los sonidos producidos por las herramientas. Gradualmente, el lugar de la
articulación de los principales elementos consonánticos del habla se desplazó en una secuencia que va
desde la laringe hasta los labios.

La lingüística comparada, mediante técnicas tan avanzadas como la glotogenética, ha llegado a la


conclusión de que los morfemas del primer lenguaje humano, del cual se derivan todas las lenguas
conocidas en la actualidad, fueron en su mayoría monosílabos. Estos monosílabos estaban marcados por
la inflexión interna, que implica que el hablante y el oyente consideren los órganos del habla como un
dominio espacial donde el lugar y la manera en que se produce la articulación reflejan posiciones y
distancias, tamaños y formas relativos en el espacio físico, y donde los contrastes sonoros en la
articulación pueden ser asignados a polos de significados opuestos. Así, por ejemplo, la vocal “i” podía
denotar objetos agudos, pequeños o cercanos, y la “a” objetos planos grandes o apartados, y así
sucesivamente. Una reducida serie de sonidos producidos por los labios o por la laringe sin usar las
cuerdas vocales (las consonantes llamadas sordas) eran utilizados como raíces con significados más o
menos fijos que podían ser matizados en mayor o menor grado por otros sonidos, como las vocales,
menos numerosos (usando la inflexión interna), y la sonorización de las consonantes.

Sin embargo, el solo estudio de la forma y la semántica del lenguaje no permite remontarse a más de
unos cuantos milenios en el pasado, y no nos acerca mucho a los orígenes más tempranos del lenguaje
humano. Varios lingüistas consideran necesario estudiar las similitudes entre el lenguaje humano y los
sistemas de comunicación de los monos superiores modernos, nuestros parientes más cercanos. Los
gibones y los chimpancés utilizan, en estado natural, un cierto número de llamados-señales
diferenciados que responden a funciones biológicas bastante precisas. Su comunicación es
fundamentalmente un acto fisiológico biológicamente predeterminado. El lenguaje humano, en cambio,
se origina en la corteza cerebral. Una vez que el mensaje ha sido emitido, la corteza cerebral convierte
retroactivamente los sonidos escuchados en conceptos, los cuales son asociados tanto con el estímulo
que les dio origen como con los propios sonidos que los representan (representaciones de
representaciones). Esto permite interiorizar el lenguaje y hace posible una reflexión introspectiva
mediante las palabras. Probablemente la necesidad de comunicarse y la evidente contribución del
lenguaje al desarrollo de la inteligencia y la memoria, favorecieron la aparición de cerebros grandes y
más complejos.

Existe otra manera indirecta de reconstruir la evolución del lenguaje humano a partir de las
herramientas primitivas que elaboraban los primeros seres humanos. En efecto, para fabricar una
herramienta se necesita por lo menos poder tener una idea del uso que se va a hacer de ella. Entre más
elaborada es una herramienta, hacen falta conceptos más complejos, de modo que la cantidad y la
complejidad de las operaciones invertidas en la fabricación de un implemento pueden servir como un
índice de la capacidad de conceptualización de los individuos que la fabricaron. Esta capacidad de
conceptualización se ejerce mediante el lenguaje, que será tan complejo como los conceptos
manejados.

La fabricación de herramientas y el lenguaje debieron haber estado íntimamente asociadas desde un


principio, pues la primera hizo aumentar el número de conceptos, mientras que gracias al segundo se
podían elaborar utensilios cada vez más complejos.
Desgraciadamente, aunque todos estos enfoques nos permiten seguir el curso de la evolución del
pensamiento y el lenguaje humanos, no dan cuenta del mecanismo exacto que dio origen a la
separación entre la comunicación animal y la humana. Esta incógnita dista mucho de estar resuelta, a
pesar de los grandes avances que se han hecho.

Conocemos los efectos de las revoluciones humanas, formamos parte de ellos y ellos forman parte de
nosotros, pero los estados anteriores que condujeron al cambio nos son más bien ajenos. Sólo podemos
interpretar la información en la medida de nuestras posibilidades. Y es sabido que la interpretación del
pasado modifica el futuro…

PROPIEDADES DEL LENGUAJE


Veamos en qué consisten cada uno de los rasgos:

1. Canal vocal-auditivo

Hay sistemas de comunicación que utilizan otros canales, la gestualidad, por ejemplo la danza de las
abejas y los rituales de apareamiento.

El uso del canal vocal-auditivo tiene la ventaja, por lo menos para los primates, de dejar gran parte del
cuerpo libre para otras actividades que pueden llevarse a cabo al mismo tiempo.

2. Transmisión a distancia y recepción direccional

Una señal lingüística puede ser oída por cualquier sistema auditivo dentro del campo del oído; la fuente
emisora normalmente puede ser localizada por la búsqueda biaural de la dirección. El desvanecimiento
de las señales significa que su recepción no depende de la conveniencia del escucha (lo que es diferente
de las huellas de los animales o la escritura).

3. Transitividad. Desvanecimiento inmediato

La expresión verbal emitida fonéticamente, sea una palabra o una frase, se desvanece en cuanto ha
concluido, de manera que se cierra el canal voco-auditivo para abrirse de inmediato a otra emisión de
voz.

4. y 5. Intercambiabilidad y retroalimentación

Los hablantes pueden reproducir cualquier mensaje lingüístico que entiendan, (los rituales de
apareamiento son diferentes en el macho y la hembra y no pueden ser reproducidos indistintamente
por cualquiera de los dos).

Los hablantes oyen lo que dicen; en los rituales de apareamiento en cambio el macho no ve los colores
de sus propios ojos, que es indispensable para estimular a la hembra. La retroalimentación hace posible
la internalización del comportamiento comunicativo, que constituye una parte importante del
pensamiento.

6. Especialización y 7. Semanticidad

Se refiere al hecho de que el esfuerzo corporal y las ondas de sonido que se expanden no tengan más
función que la de señales. Un perro al jadear con la lengua de fuera está realizando una actividad
biológica esencial, para conservar la temperatura adecuada. Al hacerlo produce sonido accidentalmente
y por ello puede informar a otros perros de dónde está y cómo se siente, pero esta transmisión de
información es un efecto secundario. El jadeo del perro no posee semanticidad. En el lenguaje, en
cambio, cada mensaje articulado tiene efecto porque hay asociaciones relativamente fijas entre los
elementos del mensaje (palabras) y los rasgos recurrentes en situaciones específicas. Los llamados de
los gibones, por ejemplo, también poseen semanticidad ya que son diferentes los que expresan peligro
de otros, por pocos que sean.

8. Arbitrariedad

En un sistema de comunicación semántica los lazos entre los elementos significativos del mensaje y sus
significados pueden ser arbitrarios o no arbitrarios. El rasgo de arbitrariedad tiene la gran ventaja de no
fijar un límite para lo que puede ser comunicado.

Nunca, ni siquiera en las llamadas onomatopeyas, hay nexos naturales entre los signos del lenguaje
humano articulado y sus significados. Por ejemplo, los términos oso y microorganismo no reflejan el
volumen de lo que designan.

9. Discreción

Los órganos del habla pueden producir una inmensa variedad de sonidos, pero en una lengua sólo se
utiliza un conjunto relativamente pequeño de gamas de sonidos y las diferencias entre estas gamas son
funcionalmente absolutas.

10. Desplazamiento

Los seres humanos son los únicos capaces de evocar con la palabra objetos y acontecimientos distantes
(en el espacio o en el tiempo, o en ambos). Este rasgo parece estar ausente en la signalización vocal de
los parientes más próximos, aunque puede ocurrir en la danza de las abejas.

11. Productividad

Es posible codificar y/o decodificar conceptos originales que nunca antes habían sido expresados y que
no forman parte del código mismo (por ejemplo, la idea que expresa la frase animal bípedo implume o
la expresión sintética palabra antropoide, así como el contenido semántico y gramatical de morfemas
comunes como –s, -a, -o, etcétera, y de expresiones complejas como “El ser humano se caracteriza,
entre otras cosas, por caminar erecto sobre dos piernas…”).

Además, la productividad del lenguaje permite que cualquier hablante diga cosas que nunca han sido
dichas u oídas antes, y ser entendido por cualquier otro hablante de la lengua.

El lenguaje es abierto o productivo en el sentido de que continuamente se acuñan nuevas expresiones.

12. Transmisión tradicional

Los genes humanos transmiten la capacidad de adquirir el lenguaje y probablemente también una fuerte
tendencia hacia tal adquisición, pero las convenciones detalladas de cualquier lengua son transmitidas
extragenéticamente por el aprendizaje y la enseñanza; nadie nace hablando su lengua: es necesario que
aprenda a hacerlo.

13. Dualidad
Un sistema de unidades limitadas, combinables y sin significado (fonemas) codifica otro sistema de
unidades con significado (morfemas). Las combinaciones posibles son prácticamente ilimitadas.

Act, tac, cat, son totalmente distintas en cuanto al significado y sin embargo están compuestas
solamente de tres sonidos básicos carentes de significado dispuestos en diferentes permutaciones.

Glotocronología, otros fechamientos y reconstrucción de la cultura

En los estudios del origen del lenguaje y de la diversificación de las lenguas, los modelos del árbol
genealógico caducaron y fueron sustituidos por el de las redes lingüísticas basadas en la comparación
sistemática de las lenguas, el establecimiento de la medida de su diversificación (siglos mínimos) y en su
clasificación genética.

La glotocronología es un método, inventado por Mauricio Swadesh para calcular la separación temporal
o divergencia entre dos lenguas emparentadas.

Swadesh había descubierto que una parte del léxico de cada lengua (a la que llamó primero vocabulario
básico o no cultural y luego diagnóstico)[1] cambia a ritmos constantes (en un promedio de 14% cada
diez siglos, es decir, con un índice de retención de 0.86 por milenio). Este hallazgo hizo que a la
glotocronología se le llamara el “carbono 14 de la lingüística”[2]. Probó la validez de sus tesis al
comparar lenguas documentadas por lo menos durante mil años. Así clasificó los idiomas de origen
común en diversas categorías genéticas (dialectos o variantes, familias, linajes, troncos, fílumes,
conforme al número de siglos mínimos de diversificación [SMD]).

La glotocronología permite calcular el momento de la diversificación de una lengua común (como el latín
imperial de hace 2 mil años, convertido en las lenguas romances de hoy).

Swadesh estaba convencido de que el lenguaje articulado no pudo inventarse más de una vez, aunque
sea imposible conocer su forma original. Más aún, definió los estadios evolutivos del lenguaje y las
características que éste tuvo en cada uno de ellos. Exploró desde el preglótico y el neoglótico hasta las
edades de la escritura, de la imprenta y de la computadora.[3]

Sin embargo, desde que el método glotocronológico comenzó a ser aplicado, Swadesh[4] advirtió con
insistencia que los resultados obtenidos nunca deberían ser considerados como fechamientos absolutos
de eventos históricos o prehistóricos. Con la misma insistencia recomendó que, siempre que sea posible,
las fechas glotocronológicas sean confrontadas con las obtenidas en estudios históricos o arqueológicos,
lo que permitirá contar con una confirmación aunque sea aproximada.

Al subrayar esta necesidad fundamental para la validez de la aplicación del método, Hymes enumeró
una serie de fechas glotocronológicas que corresponden “…con variaciones mínimas pero a menudo con
una aproximación asombrosa”[5] a las fechas históricas o arqueológicas y concluyó que esta
aproximación “… abre un camino que permitirá definir las familias lingüísticas, y presenta un magnífico
porvenir para la correlación de los resultados de la clasificación genética [de las lenguas] y de la
reconstrucción léxica, con los de la arqueología, la etnología, y la historia de la cultura; con ello
podremos alcanzar una mejor perspectiva temporal del pasado humano”. Tal perspectiva será tanto
menos nebulosa cuanto más confiable sea la cronología obtenida mediante la conjugación de diversos
métodos de fechamiento. Una reconstrucción de la cultura, en la línea del trabajo de Schrader[6], será
más satisfactoria si se cuenta con un fechamiento arqueológico de la cultura al mismo tiempo que con
un estudio glotocronológico profundo.

Clasificación genética

Basándose en la escala glotocronológica, Swadesh propuso una topología genética en la que están
representadas las profundidades temporales de las relaciones entre las lenguas:

SIGLOS DE
CLASIFICACIÓN
SEPARACIÓN

Variante local o
Hasta 5
regional

Familia
Hasta 25
lingüística

De 26 a 50 Linaje

Filum
Este último
De 51 en
subdividido en:
adelante

De 51 a 75 Microfilum

De 76 a 100 Mesofilum

Más de 100 Macrofilum

Como se advierte en la tabla de equivalencias el método posibilitó el diseño de la red de


relaciones entre todas las lenguas habladas hoy en día, que se presenta como
un continuum.[1]Swadesh aseguró que todas las lenguas actuales provienen de una sola, que ya
estaba un tanto diversificada cuando inició su expansión, y que, a su vez, derivó de lenguas aún
más antiguas.

Proto-afro-eurásico-americano fue el nombre que Swadesh dio al idioma que reconstruyó y del que
describió los rasgos protofonológicos y los mecanismos de cambio (alternancia horizontal:
desplazamiento en la cavidad bucal del punto de articulación –por ejemplo p>k comopenta>kwinque,
cinco–, y vertical: cambio en sonoridad y forma de articulación –por ejemplo de p en m para distinguir
significados, como pater de mater), que motivan la diversificación.[2]

Así, los estudios glotocronológicos nos permitieron diseñar la siguiente:

TABLA DE CONVERSIÓN DE LOS PORCENTAJES DE COGNADAS DE DOS LISTAS DIAGNÓSTICAS A SIGLOS


MÍNIMOS.
C SM C SM C SM C SM C SM

100 0 80 7.4 60 16.9 40 30.3 20 56.6*

99 0.3 79 7.8 59 17.5 39 31.2 19 60.0*

98 0.7 78 8.2 58 18 38 32.1 18 63.6*

97 1 77 8.6 57 18.6 37 33 17 67.4*

96 1.4 76 9.1 56 19.2 36 33.8 16 71.4*

95 1.7 75 9.5 55 19.8 35 34.8 15 75.6*

94 2.1 74 10 54 20.4 34 35.7 14 80.2*

93 2.4 73 10.4 53 21 33 36.7 13 85.2*

92 2.7 72 10.9 52 21.7 32 37.7 12 90.4*

91 3.1 71 11.3 51 22.3 31 38.8 11 96.2*

90 3.5 70 11.8 50 22.9 30 39.9 10 102.6*

89 3.9 69 12.3 49 23.6 29 41 9 109.4*

88 4.2 68 12.8 48 24.3 28 42.2 8 117.2*

87 4.6 67 13.3 47 25 27 43.3 7 126.2*

86 5 66 13.8 46 25.7 26 44.6 6 136.4*

85 5.4 65 14.3 45 26.5 25 45.9 5 148.4*

84 5.8 64 14.9 44 27.2 24 47.3 4 163.2*

83 6.1 63 15.3 43 27.9 23 48.7 3 182.2*

82 6.6 62 15.8 42 28.7 22 50.2* 2 209.2*

81 7 61 16.4 41 29.5 21 53.4* 1 255.0*

En las últimas cifras marcadas con asterisco, se ha aplicado una corrección (2t-50) para evitar en forma
aproximada una distorsión implícita en el método cuando se trata de tiempos muy largos. Los
porcentajes muy bajos se han incluido para completar la tabla; si hay posibilidad de trabajar con
cantidades menores de, digamos 8%, será sólo contando con un cuerpo de material altamente preciso
en su análisis fonológico y etimológico.

La tabla se ha calculado empleando el índice de retención r=0.86, que corresponde a la lista diagnóstica
de cien palabras:

1-10 yo, tu, nosotros, éste, aquél; quién, que, no, todos, muchos.

11-20 uno, dos, grande, largo, chico; mujer, hombre, gente, pez, pájaro.

21-30 perro, piojo, árbol, semilla, hoja; raíz, corteza, piel, carne, sangre.

31-40 hueso, grasa, huevo, cuerno, cola; pluma, cabello, cabeza, oreja, ojo.

41-50 nariz, boca, diente, lengua, garra; pie, rodilla, mano, barriga, cuello.

51-60 senos, corazón, hígado, beber, comer; morder, ver, oír, saber, dormir.

61-70 morir, matar, nadar, volar, andar; venir, acostado, sentado, parado, dar.

71-80 decir, sol, luna, estrella, agua; lluvia, piedra, arena, tierra, nube.

81-90 humo, fuego, ceniza, arder, camino; cerro, rojo, verde, amarillo, blanco.

91-100 negro, noche, caliente, frío, lleno; nuevo, bueno, redondo, seco, nombre.

Red lingüística mundial

Varias protolenguas (formas de la lengua madre antes de su diversificación) pudieron ser reconstruidas,
y la comparación de varios cientos de idiomas de los más variados orígenes condujeron a la
reconstrucción de los rasgos básicos del Proto-afro-eurásico-americano y el establecimiento de la red
lingüística mundial.

El método, probado con lenguas documentadas cuando menos hace mil años, resultó particularmente
productivo para las lenguas americanas cuya historia escrita data, en el mejor de los casos, de menos de
cinco siglos. Voy a presentar aquí un ejemplo que trabajé hace ya muchos años de aplicación de la
glotocronología a lenguas amerindias.

Fórmula glotocronológica

Como en todos los casos de aplicación de la glotocronología a las lenguas amerindias, sin
documentación anterior al siglo XVI para las cuales es imposible establecer un índice de retención por
milenio con pruebas documentales, la fórmula glotocronológica utilizada es:

10 sm= log Cg

2 log r

sm (unidad glotocronológica siglos mínimos de divergencia)

Cg (porcentaje de cognadas entre cada par de lenguas)

r (índice de retención).
Ejemplo

Mi tesis de doctorado[1] consistió en una comparación, reconstrucción, glotocronología y cultura de las


siete lenguas integrantes de lo que Jacques Soustelle[2] llamó familia otomí-pame, y que yo designé, de
acuerdo con la glotocronología y con los nombres que los hablantes dan a sus propias
lenguas, microfílum hña-maklasinka-meko.

Basado en cálculos glotocronológicos preliminares, en 1958 Swadesh[3] estableció tres subdivisiones


internas en lo que él llamó grupo otopame: uz, xiy-ñah-mcl y hñah-hñat.

La primera glotocronología preliminar del microfílum hña-mcl-mесо fue hecha por Leonardo
Manrique[4] en 1958 y yo intenté completarla en 1964[5] agregándole la separación entre las lenguas
mcl y yä, y en 1973[6] la existente entre las lenguas hñah y hñat. La glotocronología preliminar de
Manrique y mi primer complemento fueron aceptados por Swadesh.

A partir de la primera subdivisión interna establecida por Swadesh, el grupo septentrional de Soustelle
(lenguas ñah, xiy y uz) quedó disuelto, y esta disolución fue confirmada por Manrique y por mí en
nuestros estudios glotocronológicos hoy en día superados. Manrique y yo habíamos establecido cinco
subdivisiones que corresponden, en mis términos, a la familia hña, la familia maclasinca, la lengua xiy, la
lengua ñah y la lengua uz. Mi actual linaje meco comportaba, pues, tres unidades separadas de una
manera más profunda que la que he hallado en mi glotocronología completa.

La figura 1, basada en los datos de Manrique y en mis adiciones, presenta las divergencias internas del
microfílum según aparecían hasta 1973.

Figura 1. Divergencias internas del microfílum hña-maclasinca-meco según Manrique y Cazés.

DIVERGENCIAS INTERNAS DEL MICROFILUM HÑA-MCL-MECO

(Según Manrique, 1958 y Cazés, 1964, 1973)

hñat mсl уä xiy ñah uz

hñah 15 44 … 37 30 55

hñat … … … … …

mсl 9,5 45 36 55

yä … … …

xiy 17 34

ñah 34

Manrique sólo proporciona las distancias entre la familia hña (representada para él por la lengua hñah),
la familia maclasinca (representada para él por la lengua mcl) y las demás lenguas; ello explica la falta de
algunas cifras.
Teníamos un cálculo preliminar con 54 SMD de diversificación interna.[1] Mi contribución consistió en
mostrar que cuando los cálculos se efectúan tras una reconstrucción completa y no sólo tentativa, se
hallan más cognadas (elementos léxicos de origen común) entre las lenguas comparadas; esto reduce las
mediciones preliminares a la mitad (los 54 SMD disminuyeron en la medición profunda a sólo 27). Sobre
esta base, reclasifiqué las lenguas otomianas u otopames así: Linaje hña-maklasinka (una familia
formada por las lenguas hñahñú y hñathó –otomí y mazahua–, y otra por los dos matlatzincas –
mbot´una y yäkakhó–), y Linaje meko (la familia de los dos pames y a la que sólo pertenece el
chichimeco-jonaz –sus hablantes llaman meko a estos tres idiomas–). Además, reconstruí rasgos
culturales comunes en cada familia, en cada linaje y en la lengua común. Finalmente propuse una nueva
escala para las categorías genéticas.

Bibliografía

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[1] La hizo Leonardo Manrique y se publicó como ejemplo en Swadesh, Op. Cit: 100.

[1] Le Microphylum Lingüistique Amerindien Hña-Méko (Otopame). Étude de Comparaison,


Reconstruction et Glottochronologie. Tesis de doctorado Université de Paris III-Sorbonne-Nouvelle,
Diciembre 3 de 1973. París, Francia

[2] La Famille Otomi-Pame du Mexique central, Institut d’Ethnologie, Paris, 1937.

[3] “Some new glottochronological dates for Amerindian linguistic groups”, Actas del 32 Congreso
Internacional de Americanistas : 670-674, 1958

[4] “Sobre la clasificación del otomí-pame”, Аctas del 33 Congreso Internacional de Americanistas 2:551-
559, 1958
[5] El pueblo matlatzinca de San Francisco Oxtotilpan y su lengua, Acta Anthropologica 2-3-2, México,
1967.

[6] “La lengua maclasinca de Nsampaanchu”, Journal de la Société des Américanistes 60:191-232, 1971.

[1] Swadesh, M. Op. cit. p. 95.

[2] “Algunos sistemas para la comparación lingüística”, Ciencias de la Información y la Computación1:5-


28, UNAM, México, 1966.

[1] Aparece en su libro Estudios sobre Lengua y Cultura, Acta Anthropologica, 2ª época, II-2:112, México,
1961.

[2] John Waterman, Perspectives in linguistics, University of Chicago, Chicago, 1963.

[3] Ver El lenguaje y la vida humana (FCE, México, 1966) y The Origin and Diversification of
Language (Aldine, Chicago, 1971). La edición de La Nueva Filología (1967) patrocinada por Evangelina
Arana, colaboradora y viuda de Swadesh, incluye una Biobibliografía suya que yo elaboré. Otro de sus
textos teóricos es: Linguistics as an Instrument of Prehistory (1959, traducido como La lingüística como
instrumento de la prehistoria, UNAM, 1960).

[4] Véase “¿Qué es la glotocronología?”, en Estudios sobre lengua y cultura (p. 137)

[5] “Glottochronology so far”, en Current Anthropology 17, 1-17, 1960. Las fechas históricas son las de
los casos de control –inglés, español, francés, alemán, copto, ateniense, chipriota, chino, sueco,
portugués, rumano, catalán- que permitieron establecer el índice de retención por milenio utilizado por
el método, así como el japonés, el árabe de la Meca, y el kanada dravidiano, que resultaron ser casos de
control posteriores. La coincidencia del fechamiento glotocronológico con cronologías arqueológicas es
ejemplificado por casos de aplicación al estudio de las lenguas arawakas, finougrias, indoeuropeas,
polinesias, iroqués-cherokies, atapascanas, yutonahuas, mayances y escaleutas.

[6] Prehistoric antiquities of the Aryan people, Londres, 1890.

* Antropólogo y lingüista. Director e investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en


Ciencias y Humanidades-UNAM. Este texto fue elaborado con el apoyo de la maestra Haydeé García
Bravo.

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