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Vicente Mellado
Universidad de Extremadura
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Desarrollo de una metodología de enseñanza/aprendizaje en los seminarios de ciencias para analizar la relación entre la competencia científica y la competencia emocional
a partir de las creencias de autoeficacia en maestros en Formación View project
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Resumen:
Después de una serie de citas literarias sobre la importancia en la vida de las emociones y los
aspectos afectivos, se inicia este capítulo con la mención del olvido relativo de estos aspectos
incurrido por los especialistas de la educación en ciencias, con una discusión menguada sobre el
particular en la literatura universal. De inmediato se abre una sección que da marco de referencia al
concepto «Conocimiento Didáctico del Contenido» y luego otra que debate si la afectividad forma
parte o no del mismo, con varios autores a favor y otros olvidándolo, nuevamente. Pasamos
entonces a analizar los aspectos neuro-científicos que tienen que ver con las emociones y cómo es
un tema frecuente en la literatura del campo, para proceder entonces a la exploración del tópico
psicológico de la inteligencia emocional, con dos de sus grandes autores, Goleman y Epstein.
Procedemos a hablar de varios aspectos y definiciones que abarcan los aspectos afectivos en la
educación, tales como: auto-creencias, actitudes, motivación y emociones. Antes de concluir sobre
la importancia de considerar estos aspectos afectivos en la práctica del aula y en su investigación, se
hace un recuento de las aportaciones de los autores en este campo.
ç
De nada sirve que el entendimiento se adelante si el corazón se queda
Baltasar Gracián [1601-1658]
Tell me, and I forget.
Teach me, and I remember.
Involve me, and I learn.
Benjamin Franklin [1706-1790]
Yo os enseño —en fin— o pretendo enseñaros, el amor al prójimo y al distante,
al semejante y al diferente,
y un amor que exceda un poco al que os profesáis a vosotros mismos,
que pudiera ser insuficiente.
Antonio Machado [1875-1939] (1957, Vol II, P. 100).
Es con el corazón como vemos correctamente; lo esencial es invisible a los ojos.
Antoine de Saint Exupéry [1900-1944] (2001, p. 69)
Cualquier descripción de la naturaleza humana que ignore
la motivación y la emoción
tiene una utilidad limitada para facilitar el aprendizaje y la pedagogía
Howard Gardner [1943-…] (2000, P. 89)
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
Olitsky and Milne, 2012; Tobin, 2012; Cakiroglu, Capa-Aydin and Woolfolk-Hoy, 2012;
Wubbels and Brekelmans, 2012).
Hargreaves (1998) considera que las emociones están en el corazón de la enseñanza, debido
a que los profesores están llenos de emociones todo el tiempo y a que el andamiaje
cognitivo de conceptos y estrategias de enseñanza está reforzado con enlaces emocionales.
De hecho los alumnos generalmente recuerdan a sus buenos profesores por cualidades
asociadas al dominio afectivo como cariño, sensibilidad, humor, confianza, etc. (Korthagen,
2010).
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
Shulman (2007, tomado de Berry, Loughran y van Driel, 2008, p.1275-76) se refiere
directamente al dominio afectivo de la enseñanza cuando recolecta sus aventuras sobre la
creación del concepto de PCK y dice “Se le trata como algo dado, y si hay algo con lo que
puedes contar, y digo esto dogmáticamente, es que si un profesor que no cuenta con
ambos, entendimiento y una afectividad real por el tema, nunca será capaz de enseñarlo
bien”.
Todas estas interpretaciones sobre lo que el creador del concepto del CDC indicó sobre la
dimensión afectiva quedaron confirmadas en una presentación pública (el PCK Summit, en
Colorado Springs, Estados Unidos) donde Shulman (2012) [a sus 85 años] admite que el
olvido de la parte afectiva fue una de las debilidades de los primeros artículos que publicó
sobre el PCK (dejamos el texto en inglés para que el lector lo disfrute en original):
“What are some of the real weaknesses of the original formulations of what we now fondly now as
PCK? I thing there are at least five big weaknesses. The first is that it is absolutely emotion and
affect free. You read the stuff I wrote about Pedagogical Content Knowledge you would not only
think that nobody has feelings, emotion and affect don’t make any difference at all in the ways in
which teachers know things in order to teach. And that’s a big mistake. Sigrid Goodman’s daughter
recognized that when she was still one of my graduate students and when she went to Trondheim
[Norway]: sadly I have to say that she began programs of research with much more emphasis on the
emotional and affective aspects of teacher thinking. And it is such an important missing piece… And
it is a example of where in effect I was doing the “well all other things being equal” when I think
over time what I am finding more and more interesting the ways in which broadly construed the
affective aspects of teacher understanding are really important. They are important because a lot of
what teachers’ quote “know” have to do with their normative vision for the way the world ought to
1
“El conocimiento en la acción es tácito, formulado espontáneamente sin una reflexión consciente y además
funciona, produciendo los resultados esperados en tanto la situación se mantenga dentro de los límites de
aquello que hemos aprendido a considerar como normal ” (Schön 1987, p.38).
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
be. If you think about how important social justice perspectives have been in teacher education in the
last twenty years, part of it is because the notion of a good society, of an equitable society, of a just
society and all of the feelings that go along with that can’t be ignored, couldn’t be ignored, they’re
part of what animates and gives life to the “knowledge qua knowledge” and so anybody working on
this area cannot afford as I did thirty years ago: not to pay really close attention to the affective
piece… The second major flaw of Pedagogical Content Knowledge is that it was too cognitive…”
Es Zembylas (2007) quien ha hecho más énfasis en la necesidad de extender las
concepciones actuales del CDC y ha reconocido el papel del conocimiento emocional,
porque la literatura sobre el CDC y aquella de las emociones en la enseñanza y el
aprendizaje permanecen ajenas. Sin embargo, reconoce que para que sea considerada como
parte del CDC la dimensión emocional debe tener que ver con tópicos disciplinarios. Otro
autor que pone énfasis en los aspectos afectivos del CDC es McCaughtry (2004 y 2005).
Un ejemplo es la afirmación de McCaughtry (2005) de la poca representatividad y la
reconstrucción requerida por el CDC (se marca en negrita una frase que hace énfasis en que
las emociones deben incluirse en el CDC a condición de estar relacionadas con el contenido
disciplinario):
“Mientras la literatura sobre el CDC ha descrito admirablemente cómo los profesores conocen su
disciplina, la pedagogía, el currículum y el proceso de aprendizaje estudiantil, también pasa por alto
formas adicionales en las que los profesores conocen a sus estudiantes y que contribuyen hacia la
enseñanza. Este estudio explora cómo el conocimiento emocional y social de sus estudiantes
interactúa con más pensamiento y enseñanza basado en la disciplina como una forma de CDC poco
representado y pasado por alto”. McCaughtry (2005, Pp. 379-380)
Padilla y van Driel (2012) han trabajado con el CDC de las cinco componentes de
Magnusson et al. (1999), al cual han tenido que añadir tres componentes afectivas después
de entrevistar a seis profesores de Química Cuántica y de encontrarse que éstos describían
situaciones que tenían que ver con las emociones al dar la clase, más allá que con aspectos
conceptuales: 1) Los sentimientos y actitudes de los profesores acerca de su propia manera
de enseñar; 2) y acerca del contenido que enseñan; y 3) Su conocimiento relativo a la
actitud que los estudiantes adoptan al aprender el tópico específico. Concluyen estos
autores que hace falta más investigación para asegurar que el lado emocional de la
enseñanza debe formar parte del CDC y que resulta de importancia que la investigación
sobre las concepciones de los profesores pongan más atención al conocimiento emocional y
su influencia sobre el desarrollo de los profesores y de su interacción con los estudiantes.
Berry, Loughran y van Driel (2008) colocan partes del texto de una larga entrevista con
Shulman en 2007 donde él se refiere a preguntas como: “¿Qué es lo que un profesor sabe y
es capaz de hacer que un especialista en el contenido, sin importar su gran inteligencia, no
comprende o puede hacer?” Shulman asegura que los profesores necesitan un sólido CDC
para convertirse en los mejores profesores posibles, que los maestros poseen una única
manera de acercarse a la práctica y le intriga la forma como ellos lo hacen, animados por su
razonamiento pedagógico, de manera que se revela que los maestros deben enseñar de la
mejor manera el contenido a sus estudiantes.
Para Oosterheert y Vermunt (2001) la regulación emocional es un componente funcional
para aprender a enseñar ciencias. Las primeras experiencias de enseñanza son
fundamentales para el desarrollo del CDC de cada profesor, ya que en ellas se establecen
muchas de las rutinas de enseñanza, que serán difíciles de cambiar en el futuro. Pero estas
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
Figura 1. Regiones del cerebro implicadas en la experiencia emocional: corteza orbito-frontal (amarillo);
corteza insular (púrpura) y corteza cingulada anterior (azul) y posterior (verde). La amígdala (roja) está
involucrada en ligar la percepción con las respuestas automáticas emocionales y con la memoria.
Recientemente los profesores son motivados para asistir a cursos sobre el aprendizaje
basado en los lados cerebrales. Estos cursos sugieren, por ejemplo, que los niños deberían
ser identificados ya sea como aprendices con lateralidad predominante del «cerebro
izquierdo» o del «cerebro derecho», ya que cada individuo «prefiere» un tipo de abordaje.
Se dice que el cerebro izquierdo domina el procesamiento del lenguaje, la lógica, la
formulación matemática, los números, la secuencia, la linealidad, el análisis y la
información factual. Por otra parte, el cerebro derecho lo hace con el procesamiento de las
formas y los patrones, la manipulación espacial, el ritmo, las imágenes y representaciones,
las ensoñaciones, y las relaciones en el aprendizaje. Los profesores son advertidos de que
deben asegurar que su clase sea «balanceada cerebro izquierdo y derecho» para evitar la
desigualdad entre la preferencia del estudiante y la experiencia de aprendizaje, es decir, con
los estilos de aprendizaje (visual, auditivo o cinestésico, Honey y Mumford, 1982), los que
poco a poco han ido perdiendo importancia en la literatura reciente.
Sin embargo la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner (2005) es un paso en esta
dirección (lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal y cinética, naturalista,
interpersonal e intrapersonal). En educación puede ser determinante conocer los tipos de
inteligencia que tiene un estudiante para trazar diferentes estrategias de aprendizaje para
interpretar qué sucesos emocionales ocurren en el individuo y, según éstos, establecer
también distintas actividades y estrategias de enseñanza.
A partir de la última década ha habido una notable explosión de investigación acerca de los
sustratos neuronales del procesamiento afectivo (Davidson et al., 2003; Vilarroya y Forn,
2007). Históricamente la emoción y la cognición habían sido vistas como dos entidades
separadas y muchas regiones cerebrales podrían ser conceptualizadas ya sea como
«afectivas» ―tales como la amígdala, «el núcleo del procesamiento del miedo», Pessoa
2008, p. 149― o como «cognitivas» ―tales como la corteza cerebral pre-frontal o parietal.
Pero ahora, para la visión más reciente de la organización cerebral, los comportamientos
complejos cognitivo-emocionales tienen su base en coaliciones dinámicas de redes de áreas
cerebrales, ninguna de las cuales debería ser conceptualizada como específicamente
afectiva o cognitiva. Este es el caso de la Corteza Lateral Izquierda Pre-frontal (LPFC por
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
Inteligencia emocional
Daniel Goleman (2000) nos ha heredado el concepto de «Inteligencia Emocional», aunque
él mismo lo atribuye en el prólogo de su obra a Peter Salovey de la Universidad de Yale y a
Eileen Rockefeller Growald del Instituto para el Progreso de la Salud en la forma de
«Alfabetización Emocional». Nos dice que el coeficiente intelectual (IQ) difiere muy poco
en el caso de hombres y mujeres:
El hombre de elevado IQ se caracteriza por una amplia variedad de intereses y habilidades
intelectuales. Es ambicioso y productivo, previsible y obstinado, y no se preocupa por sí mismo.
También tiene un atendencia a ser crítico y condescendiente, fastidioso e inhibido, se siente
incómodo con la sexualidad y la experiencia sensual, es inexpresivo e indiferente, y emocionalmente
afable y frío.
Las mujeres con IQ elevado tienen la seguridad intelectual esperada, expresan fluidamente sus ideas,
valoran las cuestiones intelectuales y poseen también una gran variedad de intereses intelectuales y
estéticos. También suelen ser introspectivas, son propensas a la ansiedad, a la reflexión, a los
sentimientos de culpabilidad y vacilan cuando se trata de expresar abiertamente su ir (aunque lo
hacen indirectamente).
(Goleman, 2000, p. 66)
A pesar de que no se atreve a definir el concepto, indica un buen número de semejanzas en
el caso de la inteligencia emocional entre hombres y mujeres, nos da igualmente algunas de
las especificidades de cada sexo:
“Los hombres que tienen una inteligencia emocional elevada son socialmente equilibrados, sociables
y alegres, no son pusilánimes ni suelen pensar las cosas una y otra vez. Poseen una notable capacidad
de compromiso con las personas o las causas, de asumir responsabilidades y de alcanzar una
perspectiva ética; son solidarios y cuidadosos de las relaciones. Su vida emocional es rica y
apropiada; se sienten cómodos con ellos mismos, con los demás y con él universo social donde
viven.
Las mujeres emocionalmente inteligentes suelen ser positivas y expresan sus sentimientos
abiertamente, y se muestran positivas con respecto a ellas mismas; para ellas, la vida tiene
significado. Al igual que los hombres, son sociables y expresan sus sentimientos de manera adecuada
(más que en estallidos de los cuales podrían arrepentirse más tarde); se adaptan bien a la tensión. Su
aplomo social les permite comunicarse fácilmente con personas nuevas; se sienten lo suficientemente
cómodas con ellas mismas para ser alegres, espontáneas y abiertas a la experiencia sensual”
(Goleman, 2000, p. 66)
Además, el mismo Goleman (2000, p. 331-332) nos da un conjunto de emociones en su
apéndice A, con algunos sinónimos de cada una:
Ira: furia, ultraje, resentimiento, cólera, exasperación, indignación, aflicción,
acritud, animosidad, fastidio, irritabilidad, hostilidad y, tal vez en el extremo,
violencia y odio patológicos.
Tristeza: congoja, pesar, melancolía, pesimismo, pena, autocompasión, soledad,
abatimiento, desesperación y, en casos patológicos, depresión grave.
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
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Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
Auto-Creencias:
De acuerdo con Susan Carey (1991), conceptos y creencias son los dos componentes
primarios del conocimiento intuitivo. Las creencias son las piezas relacionales que conectan
los conceptos. Los conceptos individuales son las unidades del pensamiento.
Relacionadas con los aspectos afectivos hay un buen número de creencias, a las que nos
referiremos como auto-creencias en los apartados que siguen. Como tales vamos a tener:
auto-eficacia, auto-concepto, auto-estima, auto-regulación, auto-determinación, auto-
respeto, auto-confianza, auto-conciencia y tantas otras.
Actitudes:
Como un constructo, las actitudes se han definido en numerosas ocasiones por filósofos,
psicólogos, investigadores y practicantes. Por ejemplo Simpson, et al. (1994, P. 212)
definen actitud como “una predisposición para responder positiva o negativamente a
cosas, personas, lugares, sucesos o ideas”.
Jones y Carter (2007) sitúan las actitudes como componentes de todo un sistema de
creencias individuales, incluido el dominio afectivo. Dentro de las auto-creencias se
encuentran actitudes y esperanzas, entremezcladas y embebidas en el contexto socio-
cultural.
Simpson y Oliver (1990) identifican tres sub-constructos de las actitudes que están
relacionadas con el éxito: actitudes hacia la ciencia (disfrute e interés); motivación hacia el
logro (esfuerzo); y auto-concepto científico. Demuestran estos autores que los últimos dos
aspectos son predictores significativos de la destreza en el campo de la ciencia. Bauer
(2005) no da un ejemplo en el campo de la química.
Desde las investigaciones sobre las actitudes hacia las ciencias también se está produciendo
un acercamiento al estudio de las emociones (Vázquez y Manassero, 2007).
El estudio PISA [Programme for International Student Assessment] 2003 (OECD 2004) ha
explorado extensivamente las actitudes y las competencias de jóvenes de 15 años hacia las
matemáticas en estudiantes de 29 países y en el año 2006 (OECD, 2007) sus esfuerzos se
centraron en el área de las ciencias en estudiantes de 57 países (30 de ellos de la OCDE).
Entre todos los índices relativos a la escuela, la mayor asociación se da entre las actitudes
estudiantiles hacia la escuela y el apoyo de los profesores. Los autores de este capítulo se
preguntan si ese apoyo que proveen los profesores, que es distintivo de la matemática y las
ciencias, tiene un conocimiento pedagógico específico en esas áreas.
Los estudios sobre las actitudes de los estudiantes hacia las ciencias nos dejan unos
preocupantes resultados (Fensham 2004; Murphy y Beggs 2006; Pérez y de Pro, 2013;
Vázquez y Manassero, 2008; 2011): a) el interés de los escolares hacia la ciencia comienza
pronto, pero es decreciente de primaria a secundaria; b) consideran a la ciencia escolar
aburrida y poco relevante para sus vidas; c) las actitudes influyen en la elección de
asignaturas y de estudios universitarios; y d) hay diferencias en las actitudes de chicos y
chicas, según las materias: a favor de los chicos en temas de física y química y a favor de
las chicas en temas de salud y de ciencias de la vida.
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
Motivación:
Con base en la psicología educacional, Eccles y Wigfield (2002; pp. 110) nos dicen que “la
raíz latina de la palabra ‘motivación’ significa ‘mover’; de aquí que en este sentido básico
el estudio de la motivación es el estudio de la acción”. Las teorías modernas de la
motivación se enfocan de manera más específica en la relación entre creencias, valores y
metas con la acción.
A pesar de que las teorías de la motivación han surgido a partir de diferentes tradiciones
intelectuales, Eccles y Wigfield se enfocan a los aspectos más ligados con modelos de
comportamiento expectación-valor. Nos dicen “La expectación se refiere a creencias de
cómo se harán diferentes tareas o actividades y los valores que tendrán que ver con
incentivos o razones para hacer la actividad” (P. 110). Actualmente se ha desarrollado
mucho el tema de la expectación, pero no tanto el de los valores. Al respecto nos define
Brophy 1999 (el énfasis en negrita es nuestro, pp. 76): “cómo las actitudes de la gente
hacia ellas o las creencias acerca de la naturaleza de actividades de aprendizaje sobre
dominios específicos se conectan con su motivación intrínseca se atraen hacia esas
actividades, sus ideas acerca de los beneficios que pueden derivarse de ese
involucramiento, y cuestiones así”.
Pintrich, Marx y Boyle (1993, P. 167) presentan un análisis del modelo de cambio
conceptual en el que describen el proceso de aprendizaje estudiantil mediante la
investigación de la motivación. Sugieren cuatro creencias motivacionales como mediadores
potenciales del proceso del cambio conceptual (creencias de orientación hacia metas;
creencias de interés y valores; creencias de auto-eficacia; y creencias de control).
Especial interés para la enseñanza de las ciencias tienen las creencias en la auto-eficacia de
Bandura (1989). Aparte de la definición dada más arriba, la auto-eficacia ha sido definida
como “los juicios personales de la capacidad de uno mismo para organizar y ejecutar
cursos de acción para alcanzar metas designadas” (Zimmerman 2000, P. 83) y la auto-
estima como “dos aspectos interrelacionados: implica un sentido de eficacia personal y
otro de valor personal. Se trata de la suma integrada de la auto-confianza y el auto-
respeto. Es la convicción de que uno es competente para vivir y que vale la pena hacerlo”
(Mruk 2006, p. 12). Uno de los constructos más cercanos a la auto-eficacia es el auto-
concepto, aunque éste último es un constructo más general y auto-descriptivo que incorpora
muchas formas de sentimientos de auto-conocimiento y auto-evaluación. Históricamente, el
auto-concepto se ha definido como “una percepción global de uno mismo y las reacciones
de auto-estima de uno a esa auto-percepción (Marsh & Shavelson, 1985).
Los individuos persiguen actividades y situaciones para las que se sienten competentes y
evitan aquellas para las que dudan de su capacidad. Aquellos con alta auto-eficacia son por
lo general más saludables, efectivos y más exitosos que aquellos con expectaciones de baja
auto-eficacia. Entre los tipos de pensamientos que afectan a la acción, ninguno es más
central o generalizado que los juicios de las personas sobre sus capacidades para
ejercer el control sobre los acontecimientos que afectan a sus vidas (Bandura, 1989).
Los psicólogos educativos han examinado estas auto-creencias por décadas y han concluido
que los estudiantes con auto-creencias positivas y fuertes se ponen metas académicas más
retadoras, permanecen más tiempo en tareas difíciles, se sienten menos ansiosos ante las
metas a lograr y disfrutan más de su trabajo académico (Nieswandt, 2007).
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
Emociones:
El origen de la palabra ‘emoción es ‘emovere’, que significa ‘mover’. Cuando la gente es
emocional, entonces es movida por sus sentimientos. Las emociones son una parte
dinámica de nosotros mismos, y sean positivas o negativas, todas las organizaciones
(incluidas las escuelas) están llenas de ellas.
Ser capaz de dominar las cinco competencias básicas descritas por Goleman (1995)
[1) Saber cómo expresar las emociones de uno; 2) manejar su estado de ánimo; 3)
tener empatía con los estados emocionales de los otros; 4) Motivarse uno mismo y a
los otros; y 5) ejercitar un amplia variedad de habilidades sociales] es ciertamente
esencial para ser un profesor o un líder altamente efectivo.
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
Vale la pena hablar un poco del eros-pedagógico de Platón (1997). Este maestro de la
poesía dramática pone la discusión acerca de Eros en boca de Sócrates, quien en su
juventud fue a ver a Diotima de Mantinea, una sacerdotisa que le enseña la filosofía del
amor. Aunque la opinión común es que el amor es bello y bueno, Diotima dice que eros no
es ni un dios ni un hombre: es un demonio, un espíritu que vive entre los dioses y los
mortales. Contrainterrogando a su alumno, Sócrates, ella logra dos entendimientos por parte
de él. El primero es que el amor es siempre amor por algo, lo cual significa que el amor
siempre tiene un objeto intencional, y segundo, el amor es privativo por naturaleza —el
amor es un deseo de lo que le falta al que ama.
Para Diotima la misión de Eros es comunicar y unir a los seres vivos. Es hijo de Poros y de
Penia, es decir de Pobreza y de Abundancia, y esto explica su naturaleza de intermediario:
comunica a la luz con la sombra, al mundo sensible con las ideas. Como hijo de Pobreza,
busca la riqueza; como hijo de Abundancia, reparte bienes. Es el que desea y pide, es el
deseado que da.
Esto significa que el tutor deber. ser un apasionado por su trabajo, movido por las más
hondas convicciones de ser para los demás. La pasión por la docencia nos permite hablar de
un cierto eros pedagógico, como lo describe Ivan Bedoya (2001, p. 26):
“Una relación amorosa entre tutor y estudiante, producto del pedagogo que desea y
quiere el progreso de sus estudiantes; anhela o espera que cada estudiante llegue a
investigar y a conocer como él ya lo ha hecho, o mejor como ya lo está haciendo,
pretende que se despierte en ellos el verdadero deseo por el conocimiento… la
capacidad de asombro, la curiosidad natural o innata de interrogarse, de investigar
cada día más, tratar de llegar a la explicación que el docente ha ayudado a plantear,
o más propiamente, que ha sabido plantear con la colaboración y participación
directa del estudiante.”
Algunos resultados
En diferentes estudios, el grupo de investigación del segundo autor de este capítulo ha
analizado las emociones de futuros profesores de primaria y secundaria sobre distintos
contenidos de ciencias. En general el recuerdo que tienen los futuros profesores sobre las
emociones que ellos mismos sentían al aprender ciencias en su etapa de estudiantes de
primaria (6 a 12 años) es muy positivo (Brígido et al., 2009). Sin embargo el recuerdo de su
propia etapa de estudiantes de secundaria tiene muchos más matices.
En muestras de varias universidades españolas (Brígido et al., 2013a) existe coincidencia
de que el recuerdo de las emociones de futuros profesores de primaria, hacia los contenidos
de biología y geología es muy positivo. En cambio el recuerdo de sus emociones hacia los
contenidos de física y química en secundaria es mayoritariamente negativo destacando
emociones fuertes como miedo, tensión, desesperación o agobio.
Un dato muy significativo para la formación del CDC de los profesores es que el recuerdo
de las emociones hacia los distintos contenidos de ciencias de su etapa escolar de
secundaria, se transfiere a las que ellos creen que van a sentir cuando impartan esos
contenidos, y también a lo que realmente sienten cuando los imparten durante sus prácticas
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GARRITZ, A. y MELLADO, V. (2014). El conocimiento didáctico del contenido y la afectividad. En A. Garritz, S. F.
Daza y G. Lorenzo (eds.): Conocimiento Didáctico del Contenido. Una perspectiva Iberoamericana (pp. 229-264).
Saarbrücken, Alemania: Editorial Academia Española. ISBN: 978-3-659-00562-6.
Gráfico 1: Comparación en futuros profesores de primaria entre el recuerdo de las emociones hacia la biología
y geología como estudiantes de secundaria y las que creen sentirán cuando impartan estos contenidos.
En cambio para la física y química la mayoría de las emociones que creen sentirán cuando
impartan estos contenidos son negativas (gráfico 2), aunque en menor grado que las que
recuerdan de cuando eran estudiantes de estas materias en secundaria (Brígido et al., 2010).
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Para los futuros profesores de secundaria también es decisivo el recuerdo de sus emociones
en su etapa de estudiantes de secundaria hacia los distintos contenidos de ciencias
(Borrachero et al., 2013a). El recuerdo de las emociones positivas hacia asignaturas
concretas de ciencias (Biología, Geología, Física o Química) se acrecienta en los futuros
profesores que realizaron carreras universitarias de estas materias, siendo aún mayor las
emociones que creen que sentirán los especialistas en cada materia cuando tengan que
impartir estos contenidos. En el gráfico 3 se representa para una muestra de futuros
profesores de Biología y Geología de secundaria que estaban realizando el Máster de
especialización didáctica en la Universidad de Extremadura, el recuerdo de las emociones
(color oscuro) y las que creen que tendrán como docentes cuando impartan estos contenidos
(color claro). El recuerdo de sus emociones en secundaria es una importante variable a
tener en cuenta a la hora de decidir la especialidad de Bachillerato cursado (enseñanza
postobligatoria) así como los estudios universitarios (Brígido et al., 2009; 2010), junto a
otras muchas variables como el sexo, las actitudes, la auto-eficacia, etc. (Borrachero et al.,
2013).
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Las emociones negativas hacia contenidos relacionados con la física o la química son un
grave problema para los sistemas educativos. Los resultados anteriores unidos a la
disminución de estudiantes matriculados en los Grados Universitarios de Física y Química
en España y en general en carreras de ciencias en numerosos países (Rocard et al., 2007),
nos alertan de la necesidad de profundizar en las causas de la desafección hacia estas
materias. Esta desafección puede estar relacionada con el contexto emocionalmente adverso
que rodea el aprendizaje científico en algunas materias, ya que muchos alumnos tienen que
decidir sobre la dirección futura de sus carreras después de haber tenido un aprendizaje de
las ciencias centrado en la transmisión abstracta, predominantemente cognitiva, de
conceptos con poca relevancia para sus vidas fuera de la escuela (Vázquez y Manassero,
2007).
Cuando analizamos otras variables como la auto-eficacia del profesor, es decir la creencia
en la propia competencia para impartir cada materia, se observa que esta variable apenas
influye en la biología y geología, materias en que la mayoría de las emociones son
positivas. Sin embargo los resultados con futuros profesores en formación, tanto de
primaria (Brígido et al., 2013b) como de secundaria (Costillo, Costillo y Melo, 2013),
indican que en las materias en las que las emociones son más negativas, como es el caso de
la física y la química, existe una correlación entre auto-eficacia y emociones: una alta auto-
eficacia está significativamente correlacionada con más emociones positivas hacia estas
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materias y con menos negativas, tanto en los futuros maestros (Grafico 4) como en los
futuros profesores de secundaria.
El primer autor de este capítulo escribió un capítulo del libro Las emociones en la
enseñanza y el aprendizaje de las ciencias y las matemáticas, en el que nos informa de la
naturaleza afectiva de la educación universitaria de un tema relacionado con el enlace
químico (Garritz y Ortega, 2013). En esta investigación emplea la Representación del
Contenido de Loughran et al. (2004) con tres preguntas generales agregadas:
A. ¿Cómo logra las emociones de los estudiantes por el tema?
B. ¿Cómo promueve las actitudes favorables de los estudiantes hacia el tema?
C. ¿Cómo ayuda a los estudiantes a tener confianza en participar y expresarse mientras
aprenden el tema?
y otras dos preguntas para cada uno de las ideas centrales declaradas por cada uno de los
profesores entrevistados:
6. ¿De qué manera promueve la motivación estudiantil para el aprendizaje de esta idea
central? Indique el tipo de motivación al que recurre.
7. ¿Cuál es la forma que usted utiliza para promover el interés individual de los
estudiantes o el interés temático para aprender esta idea central?
Sus resultados apuntan a que a nivel universitario también juegan las emociones en
muy diversos aspectos relativos a la enseñanza. Por ejemplo, con relación a la
pregunta A, dos profesores responden:
La principal emoción que pretendo despertar en los estudiantes es la confusión.
Si el agua es un líquido incoloro y transparente ¿Por qué el mar es azul? ¿Por qué
las nubes son blancas?
Aparentes contradicciones como estas pueden provocar confusión en los alumnos,
pero también despiertan ansiedad por resolver el problema. (Profesor 1)
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Conclusiones
Resumimos con una conclusión sobre la importancia de las emociones y la motivación en la
formación y desarrollo del CDC del profesor de ciencias.
Los estudios más recientes señalan el importante papel que juegan las emociones en la
identidad del profesorado de ciencias, en la planificación del currículo, en la cognición del
estudiantado, en sus cambios conceptuales y, fundamentalmente, en los didácticos, pues
estos no son solo racionales, sino también emocionales e intencionales (Hugo, Sanmartí y
Adúriz, 2013, p. 152).
Ritchie et al. (2013) estudiaron las emociones negativas y positivas de profesores que
implementaban actividades de indagación, Cuando las acciones y resultados de sus
estudiantes no casaban con las expectativas de los profesores, frustración, enfado y
decepción era lo que sentían, como lo predice una teoría de las emociones humanas
(Turner, 2007). En contraste, un profesor de biología y otro de física (ambos creían en el
valor que tenía el realizar actividades de indagación con sus estudiantes) informaron de una
experiencia “formidable”, uno de ellos y de “júbilo y entusiasmo”, el otro, cuando tuvieron
éxito en su implementación.
En su último artículo publicado Pintrich (2003) sugiere siete preguntas para
continuar con los esfuerzos de la investigación sobre la motivación y se ha avanzado
apenas en las respuestas a las mismas:
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