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TERCERA EDAD | LOS “NUEVOS VIEJOS”

La asamblea mundial del envejecimiento estableció arbitrariamente en 1982 los


sesenta años como el comienzo de la vejez y sin embargo, a esa edad las personas
son todavía muy activas. Los cambios sociales y de expectativa de vida permiten
mirar a la “vejez” con otros ojos. Cuáles son los prejuicios y cómo respetar a la
gente de más edad dejando de lado los prejuicios.

“Viejos son los trapos”, rezaba un antiguo refrán. Hoy, ya dentro del siglo XXI, la vejez
plantea aún un tema más o menos conflictivo según sea la historia personal,
experiencias, fantasías y represiones de cada uno.

Según, el Dr. Leopoldo Salvarezza, Médico Psicoanalista, Psiquiatra, Geriatra, ex


Profesor titular de la Cátedra de Tercera Edad y Vejez de la Facultad de Psicología de
la Universidad de Buenos Aires, “históricamente, hay dos formas predominantes de
enfocar el tema de la vejez. Una es la que postula la teoría del desapego que plantea
que a medida que la persona envejece y pierde interés por las actividades y objetos que
lo rodean, se aísla más del entorno, de problemas ajenos y reduce la interacción con los
otros. Este alejamiento tiene relación con la redistribución de las capacidades
sensomotrices a medida que declinan y a la vez, lo protege de confrontaciones y
situaciones angustiosas. Ese desapego, un proceso planteado como universal,
inevitable e intrínseco, cumple entonces también una función social que permite que se
produzca un correcto desarrollo de las generaciones más jóvenes. El paso planteado
por esta teoría es entonces tomar distancia de los viejos como un paso previo necesario
para su muerte y es, sin dudas, la más arraigada en la sociedad. La segunda teoría, la
“Teoría de la actividad o del apego” sostiene que los viejos deben permanecer activos
tanto tiempo como sea posible y que deben buscarse sustitutos ara aquellas actividades
que ya no puedan realizar. Esta creo, será la única manera de hacerles sentir que la
vida todavía vale la pena de ser vivida. Creo que el secreto del buen envejecer estará
dado por la capacidad que tenga una persona de aceptar y acompañar las declinaciones
inevitables sin insistir en mantenerse joven a cualquier precio, y esto no quiere decir que
renuncie sino que hay que mantener una lucha activa para obtener el máximo de
satisfacción con el máximo de las fuerzas que en ese momento se dispongan.”

Viejismo y prejuicios

“Aquello que podríamos llamar ‘viejismo’, es un prejuicio, un estereotipo y una


discriminación de la gente joven hacia la gente vieja que remite al miedo de envejecer y
por lo tanto, al deseo de distanciarnos de las personas mayores que constituyen un
retrato posible de nosotros mismos en el futuro. No es indispensable ser joven para vivir
la vida y para gozar de ella, basta con mantener activo el deseo, no importa los años
que se tengan”, dice el psicoanalista.

Los datos de la realidad muestran otra cosa. En la década del ’50 se llevó a cabo en
Inglaterra una encuesta que mostró que el 250 por mil, es decir, un 25%, de la población
vieja decía presentar problemas de salud mental que requeriría tratamiento profesional
en un futuro cercano. Y aunque los datos parecen confundir, no debe perderse de vista
que el 25%, es decir, 1 de cada 4 viejos tiene problemas de salud mental, hay que ver
que entonces, 3 de cada 4 son sanos. De esta forma, la creencia que asocia la palabra
viejo a enfermo no es real. ¿Pero cómo cambiarla?

“El término vejez cambió su significado hace algunos años. Antes se decía que esta
etapa se iniciaba a partir de los 65 años y se sobreentendía que, salvo excepciones,
comenzaba una franca declinación de las funciones físicas y psíquicas de las personas
y se daba por sentado que se estaba muy próximo al límite de la vida humana. Hoy día
este concepto ha cambiado mucho, la ciencia ofrece una expectativa de vida cercana a
los cien años y las poblaciones de más de 65 años en el mundo crecen cada vez más,
superando en algunos países a los jóvenes, algo de lo que hemos hablado en otro
momento sobre el déficit de bebés en el mundo y cómo las poblaciones han envejecido
por la alta proporción de personas mayores que han extendido su expectativa de vida y
la baja cantidad de nacimientos”, expresa el Dr. Sergio Pasqualini, Director de Halitus
Instituto Médico.

“Creemos que la gerontología tiene una deuda con la sociedad: todavía no ha podido
proporcionar una definición de vejez que no asiente solamente en los aspectos
deficitarios. Uno de los prejuicios más extendidos es el de que los viejos son todos
enfermos o discapacitados. Así queda asociado viejo con enfermo y terminan por incidir
incluso en los propios viejos. La vejez no tiene buena prensa porque no se ha logrado
dar una definición positiva de vejez. Siempre se hace hincapié en lo que ya no tienen o
lo que no tienen tiempo de tener. Una de las cosas que debería rescatarse es que se
piensa a los viejos como frágiles cuando en realidad son los sobrevivientes de un
montón de gente que quedó en el camino, son los que resistieron, son los que llegaron.
Y la experiencia también debiera ser algo positivo de la vejez.”

Salud y vejez

Ahora bien, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define salud como “un estado
de completa satisfacción física, mental y social y no solamente por la ausencia de
enfermedad” y sin embargo, especialmente entre los médicos, se valúa salud en cuanto
a presencia o no de patología y según el nivel de funcionamiento satisfactorio o no de
lo físico, lo mental y lo social. “Como se planteó en el Comité de Expertos de la OMS en
1974, lo que una persona vieja puede, o cree que puede, parece ser más la medida de
la salud que la ausencia de patología. La medida de la salud entonces debe incluir no
sólo el resultado de los exámenes de laboratorio sino cómo el individuo se siente frente
al impedimento o cómo ese impedimento interfiere con su rutina de vida. No podemos
perder de vista que con la edad el prejuicio establece que crecen los impedimentos y
también la enfermedad, sin embargo, distintos estudios muestran que es más una
creencia que una realidad y que muchas de las declinaciones en algunas de las
habilidades se deben más a la falta de entrenamiento y al apartamiento de la actividad
que al proceso de envejecimiento en sí. Así planteada la vejez no es una enfermedad
en sí misma sino que esta última puede-y lo hace- influir negativamente sobre aquélla.
Y aunque aún se desconoce el proceso de envejecimiento, las diferencias que se
presentan de persona a persona, aun teniendo la misma edad. Esto tiene relación con
la exposición a distintos factores de incidencia como el cigarrillo, el alcohol, la polución
ambiental, etc, pero sin ninguna duda existe cierta independencia entre ellos, la
enfermedad, y la vejez”, expresa el Dr. Salvarezza, también miembro de la Asociación
Gerontológica Argentina.

Sexualidad en la tercera edad

La persona es sexuada desde el nacimiento y la sexualidad es una parte de la vida que


la acompañará en todo el transcurso de ella.

“Las personas que tienen sesenta, setenta y ochenta años tienen derecho al disfrute de
su vida entera en plenitud, incluyendo la sexualidad. Esta sexualidad varía con los años
pero está presente, es una forma muy fuerte de comunicación en una pareja a cualquier
edad, e incluso puede ser muy importante para el buen tránsito por etapas del
envejecimiento porque refuerza el sistema inmunológico”, dice el dr. Pasqualini.
“Hay una creencia socialmente instalada de que los viejos no tienen deseos y no son
seres atractivos. Pero creo que es muy importante tener en cuenta que el atractivo no
se basa sólo en el aspecto físico, (la aparición de canas o la caída del cabello, las
arrugas o los cambios corporales), sino que el carisma, la calidez, la honestidad y el
respeto son factores fundamentales para generar atracción. La sexualidad es algo que
existe en el ser humano desde que nace hasta que muere, influye en la sensación de
sentirse vivo y combate la soledad” sostiene el Dr. Salvarezza.

Y concluye: “La gente se ha familiarizado más con los viejos porque ahora hay más,
todos tenemos alguien cercano de edad. La vejez no es algo que está allá, en el futuro
y que no alcanzará algún día, día que por procedimientos más o menos mágicos
podríamos alejar a voluntad. La vejez es algo presente y actual y la llevamos adentro
activamente. Los seres humanos vivimos y al vivir, también envejecemos. Toda la
sociedad debe tener en cuenta que la mayoría llegará a viejo, por lo cual, deberían
ponerse en la piel del viejo que van a ser. Tomar conciencia de esta realidad es la
herramienta fundamental que permite alejar la visión prejuiciosa de la vejez. ¿Cuándo
se es viejo? Imposible definirlo. El envejecimiento es un proceso ineludible pero ser viejo
es una decisión subjetiva individual, depende de uno”.

Más información: Dr. Leopoldo Salvarezza 4815-3778

Vejez - Dr. Leopoldo Salvarezza

La charla con el Prof. Leopoldo Salvarezza, médico especialista en Psiquiatría y


Geriatría, Psicoanalista, Prof. titular de la Cátedra Tercera Edad y Vejez de la Facultad
de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, se desarrolló plácida y discretamente.
Frente al titubeo del reportero al no saber cómo llamar a las personas ancianas, llegó la
primera idea clara: los llamaremos viejos. ¿O acaso nos da vergüenza esa palabra que
nos definirá a todos si llegamos a vivir muchos años? A partir de allí estuvimos mejor
preparados para discutir el tema, con estos resultados.

En el último tiempo el crecimiento de la población vieja ha sido desproporcionado con


respecto al crecimiento total, y esto ha generado una preocupación por entender el
fenómeno. Aparece la Gerontología como una disciplina que busca su lugar dentro de
las ciencias.

Pretendiendo estudiar los fenómenos del envejecimiento, su mayor dificultad es todavía


no haber podido darnos una definición adecuada y creíble de envejecimiento. Todas las
definiciones que se han propuesto están basadas en sus aspectos deficitarios, los
aspectos negativos, las pérdidas. Esto ha llevado a que no se pueda difundir
adecuadamente el concepto de vejez en un mundo que, por el contrario, hace un culto
de la juventud. Pareciera que en ese mundo las únicas alternativas que tienen las
personas viejas están en recurrir a los mismos parámetros que brinda la juventud.
"En mis tiempos..." suelen decir los viejos. ¿Cuáles son esos tiempos? Cuando eran
jóvenes. En cambio estos, los tiempos que están viviendo, parecen haberlos dejado
fuera del conjunto, sin posibilidades de participar.

Estas personas que, por eufemismo, llamamos ancianos, gerontes, miembros de la


tercera edad (aunque no sabemos bien desde o hasta cuándo llega esa edad y si hay
otras edades posteriores) nos proponen un desafío. Básicamente porque es un
fenómeno en el que, más tarde o más temprano, estaremos inmersos con nuestra propia
experiencia. Viejo no es el otro, sino que uno debe pensar en el viejo que va a ser.
Porque los seres humanos tenemos una alternativa de hierro: o morimos o llegamos a
viejos. Y será mejor llegar informado de algunos aspectos del asunto.
Sin lugar a dudas, la imagen que la sociedad tiene del viejo es muy negativa, por lo
menos en las sociedades occidentales. No conseguimos hacer un marketing adecuado
de la vejez y, por lo tanto, nadie quiere ser considerado un viejo. Pero hay muchos
aspectos de la vejez que podemos rescatar de esa mala imagen.

Entre las cosas positivas que tiene este periodo está el simple hecho de estar vivo. Eso
ya es un valor en sí mismo, pero todavía hay más. Contrariamente al mito de que los
viejos son personas enfermas, la mayoría de ellos son personas sanas. El prejuicio nos
dice: vejez = enfermedad. Pero si una persona llega a vieja, es porque no ha sufrido
grandes enfermedades. En realidad esa asociación entre vejez y enfermedad es falsa,
mientras que la enfermedad puede estar asociada a cualquier edad de la vida.
Esto trae aparejada una serie de ventajas. Si a uno le gusta vivir, está en condiciones
físicas de participar de la vida. Mientras que si uno es joven pero está enfermo, tiene
más problemas para desarrollar muchos aspectos de esa vida.

Otro mito es que los viejos son sabios. Algunos lo son y otros no. Y esto nos crea otro
problema: con los viejos no se puede generalizar, y en esto se parecen a todos los
demás. No podemos decir que los viejos sean esto o lo otro. La diversidad de viejos es
muy grande; el periodo de tiempo que abarca el envejecimiento es muy largo y cada vez
crece más. Por lo tanto, no podemos hacer generalizaciones en ningún sentido.
Es aquí donde podemos hacer un aporte a la comprensión de la vejez. Al entender que
los viejos no son ni más ni menos que personas con su propia individualidad. Que cada
uno envejecerá a su manera y dependiendo de sus circunstancias. Esto dará viejos
admirables o... Como pasa en cualquier etapa de la vida. Los viejos son seres humanos
y hay que abogar por incluirlos dentro de los beneficios de los Derechos Humanos. No
podemos hacer un parcelamiento social, al estilo de algunos intentos como "los
derechos de la ancianidad", etc. Esto no funciona, porque generalmente es una cuestión
sólo declarativa.

Si pretendemos reconocer a los viejos derechos especiales corremos el riego de incurrir


en un prejuicio positivo. Es decir, caeremos en una sutil forma de discriminación. Hasta
se ha llegado a segregarlos en barrios especiales, comunidades para viejos donde todo
-o casi todo- era hecho por ellos. Esto es un extremo inaceptable. Es lo que siempre
sucede cuando intentamos cambios difíciles: nos excedemos hacia uno u otro lado
mientras vamos buscando un medio saludable. Por el contrario los viejos, como los
niños o los adultos, deben poder ser considerados parte de la sociedad toda.
Cuando se le preguntó a qué edad se considerará viejo, el Prof. Salvarezza respondió:
"Depende para qué. El envejecimiento es algo inevitable: uno se va a volver viejo. Pero
cuándo uno se considera un viejo, es una decisión individual y subjetiva. Uno decide
que es viejo para tal o cual cosa, y esto no funciona para el conjunto."
Esto resulta importante destacarlo porque envejecer tiene, por lo tanto, una instancia de
decisión. Claro que el viejo no vive sólo, y la mirada del conjunto es muchas veces
negativa y discriminante.-

Fuente: www.latinsalud.com

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