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RIPS.

Revista de Investigaciones Políticas y


Sociológicas
ISSN: 1577-239X
usc.rips@gmail.com
Universidade de Santiago de Compostela
España

Carretero Pasín, Ángel Enrique


Michel Maffesoli. Una Teoría sociológica posmoderna
RIPS. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas, vol. 8, núm. 2, 2009, pp. 9-16
Universidade de Santiago de Compostela
Santiago de Compostela, España

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Michel Maffesoli. Una teoría sociológica posmoderna RIPS, ISSN 1577-239X. Vol. 8, núm. 2, 2009, 9-16
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Michel Maffesoli.
Una Teoría sociológica posmoderna

Ángel Enrique Carretero Pasín


Universidade de Santiago de Compostela
Departamento de Socioloxía

Resumen: Este trabajo pretende estudiar los elementos esenciales sobre los que pi-
vota la innovadora Teoría sociológica posmoderna propuesta en los últimos años por
Michel Maffesoli. A este respecto, distinguimos cuatro puntos básicos sobre los que se
vertebra la sociología maffesoliana. Primeramente, examinamos su perspectiva filosófi-
co-sociológica global en torno a la modernidad y las consecuencias generales que de ella
se derivan. A continuación, analizamos su particular visión de lo político resultante de
esta perspectiva. Luego, nos adentramos en cómo Maffesoli retoma el problema clásico
del Sujeto para reconfigurarlo de acuerdo a unas nuevas coordenadas teóricas. Final-
mente, ponemos de relieve la trascendencia concedida por este autor a un arcaísmo que
estaría operando en las sociedades actuales.
Palabras clave: Posmodernidad, política, sujeto, arcaísmo.

Abstract: This work pretends to study the essential elements on which gravitate the
innovative sociological Theory posmoderna proposal in the last years by Michel Maffeso-
li. In this regard, we distinguish four basic underlying it articulate the sociology of Maffe-
soli. First, we examine his philosophical-sociological perspective on global modernity and
overall consequences it entails. Then we analyze their particular vision of politics from
this perspective. Then we move into how Maffesoli reverts to the classic problem Subject
to reconfigure according to a new theoretical coordinates. Finally, we emphasize the
importance accorded by this author to be an archaism that operate in today’s societies.
Key words: Postmodernism, politics, subject, archaism.

I. El agotamiento de la modernidad despliegue de la cultura moderna entra-


ñaría más una pérdida que una verdadera
Michel Maffesoli realiza una lectura
ganancia; de ahí que el advenimiento de
especialmente crítica de la modernidad
que nos posibilitará la comprensión de su lo posmoderno no sea diagnosticado con
posición teórica en el tan enconado de- el pesimismo que embarga a buena parte
bate actual en torno a la posmodernidad. de los analistas sociales actuales. Para ser
Desde los comienzos de su trayectoria in- más concretos, el distanciamiento con
telectual, Maffesoli se distancia de aque- respecto del ideario filosófico y político
llas corrientes de pensamiento que habían moderno tendrá como referencia funda-
interpretado la modernidad con un signo mental la entronización del excluyente y
de optimismo. Desde su perspectiva, el totalitario modelo de razón instaurado en
Recibido: 01.02.2009. Aceptado: 09.08.2009
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la modernidad. La optimista implantación sentantes en Max Weber y la primera ge-


de este modelo de razón, tan victoreado neración de la Escuela de Frankfurt (Theo-
por el pensamiento ilustrado, no ha rever- dor Adorno y Max Horkheimer) o, por su-
tido, según él, en la conquista de un ma- puesto, en el mismo Foucault. A juicio de
yor grado de libertad real del individuo; Maffesoli, el triunfo de la razón moderna,
por el contrario, a su juicio, habría una sin embargo, no sólo no ha conseguido,
estrecha relación entre Razón moderna en absoluto, liberar las expectativas eman-
y Dominación. Maffesoli, como ya hiciera cipadoras que enarbolaba, sino que, por
Michel Foucault, trata de mostrar la “zona el contrario, ha asentado las bases de un
sombría” de un mundo gobernado por desencantamiento del mundo que abona
una razón mórbida que llega a colonizar el surgimiento del nihilismo. Y esto por
por completo la lógica de las distintas ins- dos razones fundamentales que afectan a
tituciones y a atrapar en su seno la vida su naturaleza intrínsecamente totalitaria.
del individuo. Tras la enarbolada “luz” Por una parte, porque este modelo de ra-
metafórica ensalzada por la razón ilus- zón buscará excluir, reprimir y anatemizar
trada, se esconde, sin embargo, la estre- todas aquellas instancias de la experiencia
cha connivencia de ésta con el desarrollo social que extralimiten el orden de lo ra-
de una perversa «organización racional de cional, tales como lo pasional, lo sensitivo
la sociedad» sobre la que se asentaría una o lo emocional; en suma, trata de repudiar
lógica tecno-productiva que gobernaría el orden de lo no-racional siempre omni-
las sociedades actuales y que conduciría presente en la existencia social. Por otra
irremisiblemente a la reificación del indi- parte, porque, cuestionando y socavando
viduo. En última instancia, la imbricación el mito y la religión como fuentes de sen-
sustancial existente entre razón y domina- tido central en las sociedades precedentes,
ción estaría íntimamente ligada a una con- sacraliza y mitologiza, paradójicamente, la
cepción prometeica de la historia en la que racionalidad tecno-científica2.
el hombre buscaría erigirse en dueño y se-
ñor de una naturaleza considerada como Vinculado a lo anterior, Maffesoli se des-
mero objeto de dominación y explotación marca de la categoría de progreso como eje
al servicio de un pretendido avance y me- nuclear sobre el que gravita la vida de las
jora de la humanidad; lo que contribuirá, sociedades occidentales a partir de la mo-
asimismo, a consagrar la noción de Trabajo dernidad. El progreso, «metamorfosis secu-
–de lo que no se exime, ni mucho menos, larizada del tiempo judeo-cristiano» según
el marxismo- en vértice angular sobre el Karl Löwith, «proceso en si mismo progre-
que pivota incluso la integración social1. sivo» al decir de Hannah Arendt, entraña
De hecho, Maffesoli apunta que la irracio- una concepción lineal de la historia orien-
nalidad con la que la religión fuera simpli- tada teleológicamente en una dirección: la
ficadoramente catalogada por el espíritu paulatina consecución de un mayor grado
racionalista característico de la Ilustración de perfección social por medio de la con-
encubriría, en realidad, un interés por fianza depositada en la racionalidad tecno-
borrar a aquella del entramado social, al científica. La modernidad, aparentemente
pasar a ser concebida como una traba que depurada de lo mítico, transforma, así, el
frenaría el despliegue de la planificación progreso en su mito central; mito central
racional y productiva dibujada en la época que, en buena medida, marcará el rumbo
moderna. Esta actitud antimoderna no del pensamiento evolucionista y también
es, en absoluto, por otra parte, novedosa; positivista del siglo XIX. Progreso que im-
hunde sus raíces y se alinea con una nega- plicará, además, la asunción de una consi-
tiva visión de la modernidad que, bebiendo deración histórica basada en una sucesión
básicamente del pensamiento de Friedrich concatenada de estadios siempre guiada
Nietzsche, tendría sus más ilustres repre- por una superación del tiempo histórico

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precedente, pero, también, una visión de la la contradicción como signos definitorios e


historicidad como algo siempre inconcluso, irresolubles de la existencia social. Se trata
inacabado, instalado en una permanente e de romper, así, con la vieja herencia judeo-
insaciable demanda de una novedad iden- cristiana que había estimulado un telos
tificada como avance3. Progreso a partir del histórico a cumplir, tan irrealizable como
cual, asimismo, la dimensión del tiempo falseador de expectativas sociales4. De al-
presente se ve absolutamente secuestrada, gún modo, el pensamiento maffesoliano
puesto que, a partir de este momento, que- toma partido por la crítica de Nietzsche al
dará subordinada a un regimen de tempo- legado judeo-cristiano, en detrimento de
ralidad vectorializada al futuro. la nostalgia que embargaba a Marx por al-
canzar un paraíso redentor en la tierra.
Pero además, desde otro ángulo, el
rechazo maffesoliano del ideario mo- Ahora bien, según Maffesoli, la sensi-
derno está ligado a la negativa a aceptar bilidad posmoderna, término que prefiere
la filosofía de la historia sobre la que éste utilizar dada su negativa a encerrar los to-
descansa. La emancipación, móvil último davía difusos contornos de lo posmoderno
que guiaría el sentido de la historia pro- en una apriórica definición conceptual, es-
pugnado por la modernidad, no sería, en taría testimoniando un desgaste y, conse-
última instancia, más que una variante cuentemente, un descrédito de los grandes
secularizada y reorientada intrahistórica- mitos referenciales que habían impulsado
mente del anhelo de salvación que fuera la modernidad. Así, la posmodernidad
introducido por el judeo-cristiano. La filo- estaría mostrando que categorías tales
sofía de la historia moderna, heredando y como Razón, Trabajo, Progreso o Historia,
metamorfoseando el andamiaje teórico ju- que sirvieran de andamiaje para la edifica-
deo-cristiano que planteaba una salvación ción de los metarrelatos legitimadores del
al final de los tiempos, tendrá como telos mundo moderno, se encontrarían, en rea-
la conquista final de una reconciliación del lidad, en una situación languideciente. Di-
hombre consigo mismo, la consecución de cho de otro modo, la cultura característica
un paraíso redentor materializado históri- del modelo de sociedad nacido a final de
camente. No obstante, Maffesoli entiende la década de los setenta del pasado siglo
que esta versión de la historia no hace jus- no se reconoce ya en los «mitos referen-
ticia a la esencia de la vida social, alertán- ciales», en las «matrices centrales» forja-
donos, además, del potencial totalitarismo doras de sentido, propias de la moderni-
que encierra. A su juicio, dicha versión de dad. Estos «mitos referenciales» siguen, en
la historia perseguiría alcanzar como ob- efecto, indudablemente perviviendo; aún
jetivo final la realización de una sociedad cuando se revelen, no obstante, obsoletos
perfecta, transparente, liberada de coac- e incapaces ahora, a diferencia de antaño,
de servir como guías de una naciente di-
ciones, en donde la contradicción inhe-
námica en la que se hallaría inmersa la
rente a la vida social debiera desaparecer;
sociedad. Esto explica el por qué, para Ma-
en sus términos, sería una visión dramática
ffesoli, existiría un pronunciado desajuste
de lo social, inspiradora del pensamiento
entre el legado moderno que todavía in-
ilustrado, del marxismo y, en general, de
tenta pervivir como rector de la vida social
los distintos programas ideológicos ges-
y una sociedad real para la que este legado
tados en el siglo XIX conducentes, como
ya no goza, en absoluto, de credibilidad.
denominador común, a un inevitable to-
talitarismo. Como antítesis a la filosofía
de la historia sobre la que descansa la mo-
II. La saturación de lo político
dernidad, Maffesoli plantea una versión
trágica de lo social; aquella en donde se La época moderna, entiende Maffe-
acepta, por el contrario, la imperfección y soli, sacraliza lo político. A lo largo de la

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historia que precede a la modernidad, lo expresión recurrente en Maffesoli, des-


político nunca había adquirido el rango cansaba, siguiendo a Robert Musil, en un
sagrado que se le atribuirá en la moder- “Gruppenseele”, en un “alma de grupo”.
nidad, en donde, y para ello Maffesoli re- La creación moderna del individuo, sin
currirá reiteradamente a una sentencia de embargo, modificará por completo el ca-
Karl Marx reflejada en La cuestión judía, rácter del vínculo comunitario de hasta
se tornará en «una forma profana de re- entonces, pasando éste a adquirir una di-
ligión». No obstante, para elucidar el sig- mensión ahora estrictamente contractual
nificado del planteamiento maffesoliano, y consensual. En este contexto, en la época
es conveniente adentrarnos primeramente moderna, y especialmente como resultado
en el esclarecimiento de lo que para éste del triunfo de la Revolución Francesa como
consistiría la esencia antropológica de lo elemento político más descollante, lo po-
político. En este sentido, según Maffesoli, lítico se transformará por vez primera en
la esencia de lo político radicaría en su in- el decurso histórico en el espacio privile-
herente eficacia para fraguar y fortalecer giado y exclusivo en donde el sentimiento
un «nous communautaire». El universo comunitario se vehiculizará y cristalizará,
de lo político daría respuesta, entonces, a propiciando, de este modo, una identifica-
una demanda de comunión que anidaría ción plena y sin precedentes anteriores de
en todo cuerpo social. La divinización de lo social con lo político. A partir de la mo-
lo político sería, pues, una expresión me- dernidad, lo político se configurará como
diante la cual se reafirmaría, siguiendo a
el ámbito por autonomasia en donde se
Émile Durkheim, «lo divino social», es decir,
exterioriza una pasión compartida y un
el vínculo inmaterial que funda sociedad.
sentimiento común, en donde se entra
Se trata, en sus términos, de la «la force
en una sintonía sentimental, emocional y
imaginale du politique». El carisma de un
afectiva con otros. Dado que lo político se
político, entonces, vendría dado, en última
funda necesariamente en lo religioso, la
instancia, por su capacidad para destapar
modernidad, al inaugurar la «religión polí-
y canalizar el potencial «nous communau-
tica», al consagrar lo político, provoca que
taire» atesorado en todo grupo o colec-
tividad. Así pues, Maffesoli desvela cómo lo político se erija en aquella instancia en
el auténtico fundamento de lo político es donde se proyectará «lo divino social».
siempre religioso; en otros términos, no En consonancia con lo anterior, el
habría política sin religión, entendiendo auge de las ideologías políticas durante
religión en su sentido etimológico, aquello los siglos XIX y parte del XX debería ser
que posibilita cimentar una «re-ligación» interpretado desde las coordenadas an-
colectiva5. teriores. En sus distintas expresiones, las
Las sociedades premodernas disponían ideologías políticas comparten un mismo
de una enriquecedora gama de recursos denominador común: realizar un proyecto
culturales, especialmente de carácter reli- histórico destinado al cumplimiento de un
gioso, garantizadores de la conservación telos siempre futuro que colma de sentido
de un sólido espíritu comunitario, ofer- al presente. La verdadera fuerza de éstas
tando una constelación ritual y simbólica reposaría en el horizonte utópico que pro-
encaminada a mantener un invisible lazo ponen; el cual sirve, en última instancia,
colectivo. Con anterioridad a la génesis para fraguar y orientar un espíritu comu-
del individuo moderno como una mónada nitario. El sentimiento de estar copartici-
separada y autosuficiente con respecto pando en una misión histórica es aquello
al todo social, el vínculo societal poseía que, en definitiva, posibilita la gestación
una naturaleza propiamente fraternal, de un vínculo societal entre aquellos corre-
sentimental, afectiva; o, utilizando una ligionarios que a ellas se aferran.

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La «saturación de lo político», sobre la cómo lo político se ha tornado en un ca-


que tanto insiste Maffesoli cuando busca rácter de absoluta exterioridad a lo social.
radiografiar los trazos de la cultura pos-
moderna, es indicativa de que lo social ya
no se reconoce en la «forma política» di- III. La debilitación del sujeto. La iden-
señada en la modernidad. No se trataría tidad como identificación
de certificar una defunción de lo político,
El Sujeto es una creación nacida,
de plantear la existencia de una «transpo- también, de la modernidad, y, al mismo
lítica» al modo de Jean Baudrillard, sino, tiempo, uno de los vértices filosóficos so-
más bien, de revelar el cansancio de las bre la que ésta pivota. El surgimiento del
expresiones mediante las cuales el funda- Sujeto significa que el hombre se autore-
mento de lo político, el «nous communau- conoce, por vez primera en el transcurso
taire», ha llegado a concretarse a raíz de histórico, como un Sí mismo, como auto-
la modernidad. «Saturación» que estaría consciencia, como un ser con una entidad
señalando, pues, el agotamiento de una propiamente racional orientada hacia la
«forma política» ya acabada y la necesi- conquista de un mayor grado de profun-
dad de surgimiento de una nueva. La pos- dización histórica de esta autoconsciencia
modernidad, en este sentido, estaría mos- identificable con un mayor grado de des-
trando cómo el sentimiento comunitario, pliegue de la libertad. La modernidad pro-
el «être ensemble», ya no se canalizaría ni piciará una entronización del Sujeto, una
se reconocería en el universo de lo político consideración de éste como dueño y señor
moderno, ya no se identificaría con sus de la naturaleza, y, consiguintemente,
manifestaciones ideológicas ni con la futu- como dueño y señor de su propia vida, de
rización de la historia que guiaba a éstas. su destino tanto individual como colec-
En la emergente sensibilidad posmoderna, tivo. Para decirlo de otro modo, la eclosión
la demanda comunitaria toma cuerpo en del Sujeto en la modernidad implicará la
las nuevas expresiones «neotribales» que irrupción de una autoconcepción del hom-
han aflorado crecientemente en las últi- bre como ser autosuficiente, autónomo y,
mas décadas, adopta la «forma» de un por tanto, dictaminador de su existencia
«neotribalismo» diseminado por los dife- en sus distintas vertientes. Asimismo, la
rentes escenarios de la vida social. Dicha noción de Sujeto va a estar íntimamente
demanda comunitaria se metamorfosea, ligada al descubrimiento del ser humano
se transfigura, pues, en un abanico múlti- como un ser con una esencia que tras-
ple de identidades, deportivas, musicales, ciende las leyes que gobernarían el mundo
etc.. que pueblan el decorado de la vida de la naturaleza. Sujeto y Razón se hallan
posmoderna; cuyo Leitmotiv, además, no intrínsecamente ligados, puesto que será
es ahora el proyectarse sobre un horizonte la Razón, en cuanto facultad distintiva de
de futuro, sino el vivenciar intensamente lo humano, aquello que conforma al hom-
el presente6. Este estado de tránsito en el bre como Sujeto, aquello que lo impulsa
que lo político moderno se nos muestra más allá del orden de lo instintivo, de lo
ya desgastado, «saturado», y en el que las pulsional, en suma, de los trazos caracte-
nuevas identidades «neotribales» brotan rísticos de la animalidad.
con un inusitado vigor para suplantarlo, se Pues bien, uno de los rasgos nucleares
correspondería, entonces, con uno de los caracterizadores de la posmodernidad,
rasgos esenciales de la posmodernidad; lo según Maffesoli, será la disolución de la
que, en suma, nos permitiría comprender identidad y de la consistencia del Sujeto
la palpable indiferencia, «la désaffection», moderno. La cultura posmoderna revela-
suscitada en la actualidad por lo político, ría, en este sentido, una acentuada fragi-
nos posibilitaría desvelar las claves de lidad de la sustancialidad adquirida por el

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Sujeto en la modernidad. El Sujeto posmo- diana, al papel desempeñado por el indi-


derno, si es que todavía podría ser legítima viduo en el complejo theatrum mundi. Y
la expresión Sujeto en la posmodernidad, será en este aparentar, en este mostrarse,
no anhelaría, a diferencia del Sujeto mo- en la dramatización cotidiana, en donde
derno, el orientar a su voluntad el timón el Sujeto posmoderno elabore su siempre
regidor del destino de su existencia indi- precaria identidad.
vidual y colectiva, sino, por el contrario, el
La crisis del Sujeto moderno se halla es-
fundirse, confundirse y disolverse en una
trechamente vinculada, por tanto, al flore-
concreta atmósfera grupal. Una vez que
cimento del «neotribalismo» posmoderno.
La Historia carece de un nítido proyecto o
La lógica/ilógica que preside éste último,
finalidad a realizar por obra de un enar-
como ya dejáramos apuntado, sería la «so-
bolado Sujeto histórico, éste se difumina,
cialité», una pulsión orientada al «être en-
sale de Sí mismo, se abandona, en una
semble», a la comunión y fusión colectiva
suerte de alteridad colectiva con otros.
con otros con los que se comparten simi-
Además, a la idea moderna de una enti-
lares sentimientos, afectos, gustos o pa-
dad del Sujeto que se encuentra en una
siones y en donde el vínculo de comunión
mirada hacía Sí mismo, que se reconoce
va a ser de naturaleza fundamentalmente
como autoconsciencia racional, Maffe-
táctil, de idiosincrasia propiamente no-ra-
soli contrapondrá una génesis del Sujeto
cional. Así, la erupción de la sociedad pos-
posmoderno constituida a partir de una
moderna, en donde las expresiones de esta
gama múltiple de procesos de identifica-
desindividualizante «socialité» adquirirán
ción llevados a cabo en distintos escena-
un tono creciente, logrará quebrar, de este
rios en donde se fraguan interacciones
modo, el principium individuationis sobre
sociales, y, más en concreto, a partir de la
el que había descansado la construcción
adhesión a una tribu específica en donde
del Sujeto moderno, aquel considerado
emanan un tipo de interrelaciones pecu-
como una ficticia entidad perfectamente
liares. Es lo que Maffesoli condensa con
deslindada de los otros, autosuficiente y
la afirmación: el tránsito de «la identidad
autónoma8.
a la identificación»7. A juicio de éste, el
Yo es siempre tributario de la mirada del
otro; por tanto, será en una determinada
IV. El retorno de lo arcaico en la so-
expresión neotribal en donde, en la ac-
ciedad actual
tualidad, el individuo llegará a construir
su peculiar identidad. De esta manera, la Según Maffesoli, como ya hemos
identidad fuerte propia de la moderni- puesto de manifiesto con anterioridad, la
dad da paso, así, a nuevas identidades de concepción lineal y progresista de la his-
idiosincrasia débil, versátil, maleable y que toria triunfante en la modernidad habría
transitan con suma fluidez por sucesivas auspiciado una visión del tiempo histórico
identificaciones. Pero, además, el Sujeto proyectada hacia el futuro y en donde la
posmoderno configurará su identidad en sucesión de las distintas etapas históricas
el espacio del mostrarse, en el orden de lo implicaría una superación de las preceden-
aparente más que en el de lo profundo, tes. De esta manera, para esta concepción,
en el ámbito de la teatralización cotidiana; el pasado es siempre mejorable y mejorado
en definitiva, en el campo de lo estético por el presente, y a su vez éste lo es por el
convertido ahora en vehículo de creación futuro. El evolucionismo, hegemónico en
de identidades. A este respecto, el término el siglo XIX, aliado con el historicismo y
persona, cuyo significado etimológico, re- el positivismo, serán el fruto acabado del
cuerda Maffesoli, es el de máscara, alude a imaginario progresista que llegó a deifi-
la dimensión dramática sobre la que está carse en la época moderna. Pues bien, la
siempre entretejida la experiencia coti- cultura posmoderna, rompiendo con este

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imaginario progresista, nos estaría mos- cietal. No obstante, la interrogante fun-


trando, para Maffesoli, la permanente damental a abordar bien pudiera ser la si-
copresencia de un arcaismo arrinconado guiente: ¿Cómo actuaría lo más viejo en el
y aparentemente superado por el espíritu seno de lo más nuevo?. Para hallar una ex-
racionalista moderno y que, no obstante, plicación a ello, Maffesoli recurre constan-
saldrá a relucir en la actualidad para mani- temente a nociones como transfiguración
festarse en la efervescencia de una variada o transmutación; es decir, la naturaleza
gama de fenómenos sociales. transhistórica y arquetípica sería siempre
idéntica, inmutable, aunque luego ésta
Habituados, como estamos, a pensar
llegue a adquirir modulaciones concretas
la totalidad de los rasgos de una cultura
bien diversas en función de las circuns-
en términos de una construcción socio-
tancias históricas en las que se encuentre.
histórica, sorprenderá reconocer, sin em-
Así, de este modo, en toda expresión cul-
bargo, la persistencia de aquello «más
tural se conjugarían «lo uno» y «lo múl-
originario» en el seno de «lo más nuevo».
tiple», «lo idéntico» y «lo diferente», «lo
Lo arcaico, en el contexto del pensamiento
perenne» y «lo cambiante». La noción de
maffesoliano, aludiría a una constelación
«forma», el «formismo», acuñado por una
arquetípica, siguiendo a su maestro Gil-
de las grandes referencias intelectuales de
bert Durand, constituida por un repertorio
Maffesoli, Georg Simmel, le sirve a aquel
de imágenes atemporales y transhistóricas
como utillaje teórico para explicar cómo
que, fuertemente enraizadas en el uni-
es posible que lo esencial, «lo siempre lo
verso mítico y encarnadas simbólicamente,
mismo», logre perseverar en su existencia
pretenderían expresar, en su desnudez, lo
precisamente adoptando una variabilidad
esencial de la condición humana. Un de-
de figuraciones ligadas en cada caso a un
fenestrado pero, no obstante, irreprimible
determinado tiempo histórico10.
componente arcaico, pues, estaría subya-
ciendo en el transfondo de buena parte de El desciframiento de la lógica/ilógica
una cultura actual que, por otra parte, no que preside los fenómenos sociales tan ca-
llegaría a percatarse de ello. La dimensión racterísticos de la cultura posmoderna, ta-
arquetípica latente en toda vida social nos les como la música, la religiosidad, la moda
obligaría, así, a reconocer la existencia de o el culto al cuerpo, exige, entonces, repen-
constantes antropológicas cuya recurrente sar lo actual desde lo más originario. Esta
naturaleza trascendería el plano de lo pro- simbiosis de lo actual y lo originario im-
piamente histórico. Se trataría de lo más plica, asimismo, una reconsideración de la
viejo, en definitiva, operando en el dina- linealidad histórica moderna y la apertura a
mismo de lo más nuevo9. No deja de re- una nueva comprensión de la cultura en la
sultar llamativo, por otra parte, que en el que lo arquetípico actuaría en lo presente
seno de una cultura, como es la occidental, mediante una relación de circularidad o
vectorializada hacia el futuro, surja ahora mejor de espiralidad; en otros términos, en
un paradójico retorno de elementos del donde un cíclico retorno de lo originario se
más remoto pasado, de lo más ancestral. anuda con lo presente. Por eso, Maffesoli
Émile Durkheim, por otra parte, lo habría entenderá lo posmoderno como una re-
ya puesto de relieve, al resaltar, al final cuperación y reactualización, en realidad,
de su singladura intelectual, la profunda de lo premoderno. El arquetipo tribal, la
esencia universal y transhistórica del fenó- pulsión de «être ensemble», diagnosticada
meno religioso; mostrando, lúcidamente, a su modo ya por Durkheim en Las formas
la analogía de fondo existente entre las elementales de la vida religiosa, sería una
distintas manifestaciones religiosas, aque- magnífica ilustración de lo anterior; su per-
lla siempre encaminada a crear y re-crear sistente presencia se ensamblaría armonio-
la identidad colectiva, a forjar un lazo so- samente con acontecimientos recientes de

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fuerte impacto sociológico tales como el obra posterior debiera ser interpretada a la luz
futbol o la música. Algo análogo ocurriría de ello. Véase Michel Maffesoli, Lógica de la do-
en el campo de la imagen o en el de las minación, Barcelona, Península, 1977, 149 y ss.
nuevas tecnologías, cuyo secreto magne- 2 Véase Ibid., 149-182.
tismo social radicaría precisamente en ha- 3 Para el análisis del mito del progreso y
sus implicaciones a nivel de una completa racio-
berse convertido en novedosos receptácu-
nalización de la existencia, véase Michel Maffe-
los en donde se podría llegar a proyectar
soli, La violencia totalitaria. Ensayo de antropo-
el «être ensemble» que favorecería la agre- logía política, Barcelona, Herder, 1982, caps. IV
gación comunitaria, entrando éste, así, en y V.
una perfecta concurrencia con el universo 4 El rechazo de la visión dramática de lo
de lo mass-mediático o el de lo tecnológico. social en Maffesoli se apoya en algo que el neo-
Y lo mismo ocurriría, asimismo, en el ám- logismo, «lo contradictoriel», utilizado al mis-
bito de los estereotipos culturales actuales, mo tiempo por Stéphane Lupasco y Gilbert Du-
cuyo fundamento remitiría necesariamente rand, trataba de poner de relieve, a saber: que
a lo arquetípico. Por eso, pese a que Maffe- la contradicción es inherente a toda experiencia
soli, como ya indicáramos anteriormente, vital. Véase esta distinción en Michel Maffesoli,
es reacio a formular una encorsetadora de- La conquête du présent. Pour une sociologie de
finición de lo posmoderno, sí ha ofrecido la vie quotidienne, París, Desclée de Brouwer,
1998, 19.
una aproximación a título provisional de
5 Esta idea aparece explicitamente con-
éste en los siguientes términos: «la sinergia
densada en el apartado titulado «La force ima-
de fenómenos arcaicos y de desarrollo tec- ginale du politique», incluido en el libro Michel
nológico»11. Maffesoli, La transfiguration du politique. La
tribalisation du monde postmoderne, París, La
Table Ronde, 2002, 27-43.
Bibliografía 6 Esta transformación de las concretizacio-
MAFFESOLI, M. (1977): Lógica de la domi- nes del «être ensemble» desde las «formas po-
nación, Barcelona, Península. líticas» al «neotribalismo» actual puede encon-
-- (1982): La violencia totalitaria. Ensayo trarse en Michel Maffesoli, La transfiguration du
de antropología política, Barcelona, politique. La tribalisation du monde postmoder-
Herder. ne, París, La Table Ronde, 2002, 240 y ss.
-- (1998): La conquête du présent. Pour 7 Esta idea puede verse desarrollada en
Michel Maffesoli, Au creux des apparences. Pour
une sociologie de la vie quotidienne,
une éthique de l’esthétique, París, Plon. Livre de
París, Desclée de Brouwer.
Poche, 1992, 245 y ss.
-- (1990): El tiempo de las tribus, Barcelo- 8 Un desarrollo pormenorizado de esta
na, Icaria. temática puede hallarse en Michel Maffesoli,
-- (2002): La transfiguration du politique. El tiempo de las tribus, Barcelona, Icaria, 1990,
La tribalisation du monde postmoder- 133-182.
ne, París, La Table Ronde. 9 La imbricación entre «lo arquetípico» y
-- (1992): Au creux des apparences. Pour «lo más nuevo» puede hallarse en Michel Maffe-
une éthique de l’esthétique, París, soli, La contemplation du monde. Figures du style
Plon. Livre de Poche. communautaire, París, Grasset, 1993, 121 y ss.
-- (1993): La contemplation du monde. 10 Si tuviésemos que elegir las influencias
Figures du style communautaire, París, más relevantes que estarían condicionando el
Grasset. pensamiento sociológico maffesoliano, incidi-
ríamos, sin lugar a dudas, en Gilbert Durand
(imaginario), Durkheim (religión) y Simmel (for-
Notas mismo).
1 El cuestionamiento de la modernidad de 11 Véase, Michel Maffesoli, La conquête
Maffesoli se halla ya reflejado en los comienzos du présent. Pour une sociologie de la vie quoti-
de su itinerario intelectual. En buena parte, su dienne, París, Desclée de Brouwer, 1998, 15.

RIPS, ISSN 1577-239X. Vol. 8, núm. 2, 2009, 9-16

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