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Relaciones del DIDH y el Derecho

Interno Dominicano (ensayo académico)


Ensayo académico presentado para el curso virtual de Derecho Constitucional impartido
en la Escuela Nacional de la Judicatura durante el programa de formación de aspirantes a
jueces de Paz durante el período octubre-diciembre del 2010, en donde la relación que
presenta la República Dominicana con la comunidad internacional, a la luz de temas como
la soberanía, la supremacía constitucional y la apertura al Derecho Internacional general
y Americano. Mucho ha llovido desde este ensayo (todavía no contábamos con la puesta en
funcionamiento del Tribunal Constitucional), pero imagino que sostiene cierto grado de
utilidad aún para estos días. Como siempre, las puertas están abiertas para las más agrias
de las críticas.

Relaciones del Derecho Internacional de los Derechos


Humanos y el Derecho Interno Dominicano
Nuestra Constitución Política advierte que República Dominicana como Estado de Derecho
reconoce y aplica las normas de derecho internacional en la medida en que los poderes
públicos las hayan adoptado (art. 26), lo que implica en otras palabras que los instrumentos
internacionales forman parte de nuestro sistema de fuentes, en tanto se hayan agotado las
operaciones tendentes a la aprobación y ratificación de dicho tratado por los poderes del
Estado. En ese sentido, y en el entendido que los parámetros que definen todo
ordenamiento jurídico son la unidad, la plenitud, y sobre todo, la coherencia, se plantean las
siguientes interrogantes: ¿Cuál es la jerarquía de los tratados internacionales en
nuestro sistema de fuentes? ¿Ante conflictos entre el derecho internacional y el
derecho interno, cuál de estas normativas debe prevalecer? ¿Cuál es el tratamiento a
otorgar al conflicto cuando entran en juego los derechos humanos?
Lo primero que debemos destacar es que, de un estudio pormenorizado al contenido de
nuestra actual Constitución Política, se pueden se pueden sacar las siguientes premisas
respecto a nuestro ordenamiento jurídico:
a) La Constitución Dominicana tiene un carácter supremo en nuestro ordenamiento
jurídico, lo que se extrae de las disposiciones de su artículo 6, que versa sobre el principio
de “Supremacía de la Constitución”, al establecer que: “Todas las personas y los órganos
que ejercen potestades públicas están sujetos a la Constitución, norma suprema y
fundamento del ordenamiento jurídico del Estado.Son nulos de pleno derecho toda ley,
decreto, resolución, reglamento o acto contrarios a esta Constitución”.
b) Las normas internacionales tienen un carácter supralegal en nuestro ordenamiento
jurídico, premisa que se extrae del precitado artículo 26 de nuestra Constitución Política,
como además de los artículos 26 y 27 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados, que traen a colación la máxima “Pacta Sunt Servanda”, conforme a la cual “todo
tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fé…”, y en
consecuencia, “…Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un tratado”.
c) Los instrumentos internacionales que versan sobre derechos humanos tienen jerarquía
constitucional y son de aplicación directa e inmediata, es decir, se ubican en la cúspide del
sistema de fuentes conjuntamente con la Constitución, al tenor de lo dispuesto por el
artículo 74.3 de la Carta Magna.
Asimismo, nuestras normas adjetivas de reciente data tienen una tendencia a reconocer la
aplicación del derecho internacional. En efecto, si observamos el Nuevo Código Procesal
Penal Dominicano (Ley 76-02), el mismo establece en su carta inicial de principios
fundamentales la Primacía de la Constitución y de los Tratados Internacionales, (artículo 1)
al disponer que “Los tribunales, al aplicar la ley, garantizan la vigencia efectiva de la
Constitución de la República y de los tratados internacionales y sus intepretaciones por los
órganos jurisdiccionales creados por éstos, cuyas normas y principios son de aplicación
directa e inmediata en los casos sometidos a su jurisdicción y siempre prevalecen sobre la
ley”.
Un dato interesante respecto a los tratados internacionales es que, conforme se encuentra
diseñado en nuestra Carta Sustantiva, una vez se agotan los procedimientos de recepción,
tienen aplicación directa en nuestro ordenamiento, es decir, si la solución de un conflicto
reside en el texto de un tratado internacional como fuente normativa, puede ser utilizado
tanto por los abogados en sus argumentaciones, como por el juez a la hora de motivar su
decisón.
De lo anteriormente esbozado se infiere, a través de una interpretación a sensu contrario,
que aquellos instrumentos internacionales cuyo contenido no verse sobre derechos
humanos, si bien tienen un carácter supralegal por aplicación del principio “pacta sunt
servanda” antes esbozado, los mismos no pueden estar por encima de la Constitución, por
lo cual se afirma que tienen un carácter infraconstitucional. En ese sentido, ante un
conflicto entre una Ley adjetiva y un tratado internacional que no verse sobre derechos
humanos, prevalece el contenido de éste ultimo; empero, cuando el conflicto versa entre el
contenido de la Constitución y el referido instrumento internacional, prevalece el texto de la
Constitución.
La situación no es la misma cuando hablamos de derechos humanos. En efecto, tal y como
establece el jurista Claudio Anibal Medrano, “…la República Dominicana tiene sistema
constitucional integrado por disposiciones de igual jerarquía: a) La nacional, formada por la
Constitución y la jurisprudencia constitucional local (…); b) La internacional, compuesta
por los pactos y convenios internacionales, las opiniones consultivas y las decisiones
emanadas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos [1].
En efecto, es nuestra propia Constitución que reconoce la igualdad jerárquica entre los
I.I.D.H. (como son la Convención Americana de los Derechos Humanos, la Convención de
los Derechos del Niño, el PIDCP, etc.) y la Constitución Dominicana. El quid del asunto en
este caso radica en la interpretación de los derechos y garantías que protege el
ordenamiento jurídico, tomando en cuenta la existencia de normas del ordenamiento que
restringen o expanden los derechos y libertades fundamentales, y sobre todo, la posibilidad
de un conflicto entre el texto constitucional y estos instrumentos internacionales.
Para ello debemos remitirnos a los denominado principio Pro Homine: Conforme a éste, el
interprete ha de preferir la norma que más optimice un derecho fundamental entre todas las
interpretaciones posibles, y en caso de que pueda aplicar más de una norma al caso
concreto, se aplica aquella que sea más favorable a la persona, independientemente del
lugar que la misma se ubique dentro del sistema de fuentes. “Este principio indica que el
intérprete ha de seleccionar y aplicar la norma que en cada caso resulte más favorable para
la persona humana, para su libertad y sus derechos, cualquiera que sea la fuente que la
suministre,ya sea interna o internacional” [Bidart Campos (Citado por Claudio Anibal
Medrano, op. cit., pág. 32)].
Este principio lo encontramos consagrado expresamente en nuestra actual Constitución
Política, la cual establece en su artículo 74.4 que, a la hora de interpretar y aplicar las
normas relativas de los derechos fundamentales y sus garantías, debe hacerse “…en el
sentido más favorable a la persona titular de los mismos y, en caso de conflicto entre
derechos fundamentales, procurarán armonizar los bienes e intereses protegidos por la
Constitución”.
En conclusión, se colige de lo antes esbozado que República Dominicana se adhiere al
sistema que consagra la jerarquía supralegal e infraconstitucional de los tratados, salvo
aquellos en los donde se verse sobre derechos humanos, que tendrán igual jerarquía que la
propia Constitución, lo que viene a colocar estos instrumentos internacionales en la cúspide
del sistema de fuentes, y cuyas disposiciones tienen un carácter autoejecutivo para su
aplicación en casos concretos, es decir, tienen aplicación directa e inmediata. En ese mismo
orden de ideas, ante la posibilidad de un conflicto entre el derecho interno y el derecho
internacional, más que mirar el lugar que ocupen las normas envueltas dentro del sistema
de fuentes, debemos verificar la aplicación de principios de interpretación como el Pro
Hominis, conforme al cual lo importante lo importante no es darle prevalencia a la
Constitución o al Derecho Internacional, sino a los derechos humanos.
Atm
FUENTES CONSULTADAS:
• Constitución Dominicana del 2010.
• Convención Americana de los Derechos Humanos.
• Convención de Viena de 1969
• Jorge Prats, Eduardo, “Derecho Constitucional: Volumen I”.
• Medrano, Claudio A., “Criterios para la interpretación y aplicación de los derechos y
garantías fundamentales” (Texto Inédito).

[1] Sobre este aspecto, cabe destacar que mediante instrumento de aceptación de la
competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (19-02-1999), el Estado
Dominicano acepta y declara que reconoce como obligatorio de pleno derecho y sin
convención especial, la competencia de la Corte Internamericana de Derechos Humanos
sobre todos los casos relativos a la intepretación o aplicación de dicha convención.

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