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LA IMPORTANCIA DE LA DUDA.

Difiero de la actitud del activista o la del adoctrinador político o religioso que trata sus ideas
como si fuera un sol que ilumina las vidas de los que viven en las tinieblas. Solo tengo desprecio
para todos los bellos planes de esclavizar a la gente en nombre de Dios, de la verdad, de la justicia
social, de la igualdad, o de otras abstracciones vacías que pretenden crear almas esclavas en
potenciales pupilos.

Pretenden que primero debe enseñarse a la gente el correcto uso de la libertad, ¿Quién puede
hablar y quien debe permanecer callado? ¿Quién tiene conocimiento y quién debe aprender?
¿Podemos confiar en nuestros líderes? ¿Tienen las grandes cabezas mundiales, el Papa, Lutero o
Marx algo que ofrecer, ¿o es la reverencia que sentimos ante ellos un mero reflejo de nuestra
credulidad? ¿No es importante la verdad?

Muchos parecen considerar tales maquinaciones como un método muy normal, si no ¿Cómo se
explica que pocos cuestionan las religiones o la izquierda política? Estas son preguntas que nos
afectan a todos, y todos debemos aportar en una sociedad abierta y no mediada y perturbada por
adoctrinadores.

La variedad y cambio de opiniones sobre ¨la verdad¨, la adhesión a doctrinas diferentes y aun
contradictorias invita a la incredulidad. Por eso conviene salir al encuentro de este
adoctrinamiento, con la duda. La duda metódica no es una ocurrencia de Descartes, ni una
aventura de la filosofía: es la filosofía misma, sin dudar no hay probar, no hay saber.

Tomemos como ejemplo la física cuántica que para romper las barreras de la física clásica debió
alejarse de las leyes básicas de la misma e incluso prescindir de las leyes más fundamentales del
pensamiento humano (un cuerpo puede estar en varios lugares a la vez), para demostrar que
todas las teorías incluidas las más obvias, tienen sus límites e incluso pueden estar erradas.

Empecemos con el adoctrinamiento del tristemente célebre sistema comunista, que llegó al poder
en Rusia mediante una revolución, pero ni el mismísimo Lenin, según reconociera en escritos
dados a conocer después del derrumbe de la Unión Soviética, ni los más radicales bolcheviques
tenían una mínima idea de cómo hacer funcionar el conjunto de teorías marxistas (con las que
adoctrinaron medio mundo) y, mucho menos que fuera posible darles vida a éstas en un escenario
real.

Fueron años de terror estalinista con la muerte de millones de personas, la única forma con que
se pudo garantizar la permanencia de un sistema económico tan ineficiente y comprobadamente
fracasado. Fue la génesis del peor descalabro mundial jamás sufrido por un pueblo en su historia.
En ningún país comunista hay libertad, ni elecciones, ni progreso. Lo importante es adoctrinar
constantemente al pueblo. Son dictaduras. En Cuba y en Corea del Norte llegan al colmo de
convertirse en monarquías, el poder se traspasa entre familiares, de hermano a hermano, de
padre a hijo.

Pero nos adoctrinan con una utopía: “El comunismo es una doctrina política que promueve la
formación de una sociedad sin clases sociales y en la cual los medios de producción sean propiedad
común de todos. Como fin último, el comunismo se propone la abolición definitiva del Estado”.

Es usual escuchar declaraciones de políticos de izquierda que lo afirman, y pregonan que solo
los izquierdistas, comunistas o socialistas del siglo XXI, plantean la profundización de la
democracia para hacerla participativa, directa y comunitaria, con libertad para todos. No les
importa analizar los fracasos, sino repetir la utopía que tienen como doctrina, para lavarles el
cerebro a los ciudadanos. Lo importante es llegar al poder manipulando al pueblo.

El adoctrinado obedece, repite y reproduce lo enseñado.

Por otro lado, tenemos las religiones que explotan el poderoso instinto de conservación que
tenemos los humanos, que nos aleja de todo lo relacionado con la posibilidad de la muerte. Nadie
quiere morir y todos se resisten a la fase terminal de la existencia, aun los demás animales, con
más razón el hombre, ya que posee conciencia y el horror que le causa la idea de un tránsito hacia
la nada es insoportable. Más que la muerte en sí, lo espantoso es la idea de la desaparición
definitiva, para siempre, de todo lo que uno es. ¡Necesitamos esperanza de vida!, aunque sea en
el otro mundo. Somos un terreno fértil para tener fe en un Dios que ofrezca otra vida, y la ofrece
incluso mejor que esta ¡es lo que queremos oír!

No importa que este Dios se fundamente en una biblia llena de contradicciones, que revela
cuantos autores con distintos conceptos han participado en su redacción. Si todo se declara
¨palabra de Dios¨ se obtiene una imagen caótica y esquizofrénica de Dios. Por eso la iglesia la
manipula acomodándola a su conveniencia, adulterándola o destruyendo lo que no se acomoda a
sus fines. La Biblia es el libro confeccionado a la medida de las iglesias, según el teólogo Moris
Hoblas quitándole toda responsabilidad a Dios en su elaboración. Se enseña que no necesitamos
más conocimiento que lo que Dios decide que debemos tener y también se nos enseña a no
cuestionar sino simplemente creer, o ser castigados. Las religiones están basadas en tres cosas:
miedo, distorsión de la información y obediencia.

La obediencia sin conocimiento es esclavitud.

“Cuestiona con audacia hasta la existencia de Dios; porque si existe uno, El seguro aprueba más
el homenaje a la razón que el homenaje al miedo ciego.” Thomas Jefferson.

Ningún Dios ha pedido alguna vez a nadie que le rinda culto, por lo que el deseo del hombre de
rendir culto a un Dios no es más que una necesidad basada en el ego, para sentirse útil ante ese
Dios, y así lograr ¨la vida eterna¨ y ayuda para sus problemas mundanos. Por esto la humanidad
necesita a Dios. Es un sentimiento que se halla en ella preformado: ¡es el instinto de
conservación!, es nativo, es una predisposición radical, espontánea; todo predicador contrario
sería predicador en desierto. Esto lo sabe la iglesia. La fe de los feligreses es el poder de la iglesia.
En la Edad Media, ésta era tan poderosa como el más grande señor feudal, pues poseía la tercera
parte de la propiedad territorial del mundo católico, además tenía derecho al diezmo que era la
décima parte de las cosechas de toda la gente.

Las personas se hallaban estrechamente ligadas a las normas religiosas. Se cristalizó así una
mentalidad medieval que perduró durante siglos, sumiendo a la humanidad en una de sus etapas
más oscuras.

Torturaban y mataban a quienes se les oponían, principalmente a los herejes ¿Qué es la herejía?
Consiste simplemente en la negación de la fe católica. Una visita al Vaticano nos da una idea del
poder y el dinero acumulado por “salvar nuestras almas”. En occidente la población ha ido
tomando conciencia y despojado de poderes e influencia a los líderes religiosos; pero en otros
pueblos como los del mundo árabe tienen todavía poderes parecidos a los de la iglesia católica en
la Edad Media. Las organizaciones islámicas y entre ellas el movimiento terrorista Hammas
consideran los atentados suicidas como “la muerte santa”, ya que acercan la salvación y la
liberación de los territorios islámicos que están en manos de los herejes. ¿Recuerda Las Cruzadas
cristianas? El suicida, inmediatamente después de su muerte accede a una vida eterna junto a
Alá en el paraíso y todos sus pecados son absueltos. El mismo fundamento: “la vida eterna”.

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