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Reflexiones patrísticas a la Liturgia de la Palabra

La Ascensión del Señor

Primera Lectura
Hch 1, 1-11

Amante de Dios. Beda: Teófilo significa amante de Dios o amado de Dios. Por
lo tanto, cualquier persona que es un amante de Dios puede creer que esta obra
fue escrita por él, debido a que el médico Lucas escribió con el fin de que el
lector puede encontrar la salud de su alma. Tenga en cuenta también que, según
él, “todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,” primero “hacer” y luego
“enseñar”, porque Jesús, estableciendo el patrón de un buen maestro, no enseña
nada, excepto aquellas cosas que primero hace. (Comentario de los Hechos de
los Apóstoles 1,1)

En primer lugar la enseñanza de Conducta, después las palabras.


Crisóstomo: Considera cómo Cristo valida sus palabras a través de acciones.
“Aprended de mí”, dijo, “que soy manso y humilde de corazón.” Él nos enseñó
a ser pobre y demostró esto a través de la acción, ya que “el Hijo del hombre”,
dice, “ no tiene donde reclinar la cabeza “. Una vez más, nos mandó amar a
nuestros enemigos y enseñó la lección en la cruz, cuando oró por los que lo
estaban crucificando. El dijo: “Si alguien quiere ponerte a pleito y quitarte la
túnica, déjale también el manto.” Él dio no sólo la túnica, sino también su
sangre. Se ofrecio también a nosotros para enseñar de esta manera. Por lo tanto
Pablo también dijo, “ya que tienen un ejemplo en nosotros.” No hay nada más
insípido que un profesor que muestra su sabiduría sólo en palabras, ya que
entonces no es un maestro sino un hipócrita. Por esta razón, los apóstoles
enseñaron primero por su conducta y luego por sus palabras. Incluso se puede
decir que no tenían necesidad de palabras, ya que sus acciones hablaban en voz
alta. Incluso la pasión de Cristo puede ser llamada Acción, ya que en su pasión
Cristo realizó ese gran y maravilloso acto, mediante el cual destruyó la muerte
y efectúa todo lo que hizo por nosotros. (Homilías sobre los Hechos de los
Apóstoles 1)

La nube un simbolo del cielo. Crisóstomo: ¿Por qué “una nube se lo llevó”?
Esta es otra indicación de que él ascendió al cielo. No desaparece, como en el
caso de Elías, en un carro de fuego, sino “una nube lo ocultó.” Este fue un
símbolo del cielo, de acuerdo con las palabras del profeta, “que pone las nubes
por su carroza,”. Es decir, el mismo Padre. Debido a esto, dice, “en una nube”,
lo que implica, “es un símbolo del poder divino,” por ninguna otra potencia
podría detenerse en una nube. Volver a escuchar lo que dice otro profeta: “El
Señor está montando sobre una nube ligera” (Homilías sobre los Hechos de los
Apóstoles 2)

Un cuerpo transformado. Agustín: El día cuadragésimo después de su


resurrección ascendió al cielo, mientras sus discípulos lo veían, y una voz
angélica les dijo: Varones galileos, ¿por qué estáis quietos mirando al cielo?
Ese que desde vosotros ha sido tomado hasta el cielo, vendrá tal como lo visteis
ir al cielo. ¿Cómo lo veían ir? Con la carne que habían tocado, que habían
palpado, cuyas cicatrices habían también comprobado tocándolas; con el cuerpo
con que durante cuarenta días entró y salió con ellos, manifestándoseles de
verdad, no con alguna falsedad, no un fantasma, no una sombra, no un espíritu,
sino como él mismo dijo sin engañar: Palpad y ved que un espíritu no tiene
carne y huesos, como veis que yo tengo. Por cierto, aquel cuerpo era ya digno
de la habitación celeste, no sujeto a la muerte, no mudable a lo largo de las
edades. En efecto, como desde la infancia había crecido hasta esa edad, no
declina así hacia la senectud desde la edad que era la juventud; permanece como
ascendió para venir a esos a quienes quiso que antes de venir se predicase su
palabra. Vendrá, pues, así, en forma humana; la verán los impíos, la verán los
colocados a la derecha, la verán los apartados a la izquierda: como está
escrito: Mirarán hacia el que punzaron. Si mirarán hacia el que punzaron,
verán el cuerpo mismo que hirieron con una lanza. A la Palabra no se la
hiere con una lanza; los impíos podrán, pues, ver lo que pudieron vulnerar. No
verán al Dios oculto en el cuerpo; tras el juicio lo verán quienes estarán a la
derecha. Lo que, pues, asevera: El Padre no juzga a nadie, sino que ha dado al
Hijo todo el juicio, significa esto: manifiesto vendrá el Hijo al juicio,
apareciendo a los hombres en cuerpo humano, diciendo a los de la derecha:
«Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino»; diciendo a los de la
izquierda: Id al fuego eterno, que está preparado para el diablo y sus ángeles.
(Tratados sobre el Evangelio de Juan, 21, 13)

Segunda Lectura
Hb 9, 24-28; 10, 19-23

La perspectiva celestial. Crisóstomo: Vamos a continuación a mirar hacia el


cielo. Vamos a montar hasta esa altura, desde donde veremos las personas que
difieren nada de hormigas. No hablo solamente de los pobres, ni los muchos,
pero incluso si hay un general allí, incluso si el emperador está allí, no vamos a
distinguir el emperador o la persona privada. No vamos a saber lo que es el oro
o que es la plata, ¿cuál es el vestido de seda o púrpura. Veremos todas las cosas
como si fueran moscas, si estamos sentados en esa altura. No hay ningún
tumulto allí, perturbación o clamor. ...
Porque no hay obstáculo, no, ninguno, pero que es posible elevarse por encima
de todas las personas, si tenemos la voluntad. Porque si tenemos tanto éxito en
las artes que están más allá del alcance de la mayoría de la gente, mucho más
podemos aumentar en lo que no requiere tanta mano de obra. Porque, dime,
¿qué es más difícil, caminar por la cuerda floja? Y ¿qué es más difícil que
sostener un poste en tu frente cuando se han puesto a un niño sobre ella? o ¿que
es más difícil que jugar a la pelota con las espadas? Y dime, ¿que es más dificil
que buscar objeros el fondo del mar? Y uno podría mencionar innumerables
otras artes. (Nótese los ejemplos tomados del ámbito del circo para demostrar
que el hombre se esfuerza por hazañas que requieren disciplina y arte)
Pero más fácil que todo esto, si tenemos la voluntad, es la virtud y la subida al
cielo. Para Aquí sólo es necesario tener la voluntad, y todo el resto se da
naturalmente. Porque no podemos decir que no estoy en condiciones, sin acusar
al Creador. Porque si nos hizo con ese deseo lo podemos alcanzar (En la Carta
a los Hebreos 16,8-9)

Evangelio
Lc 24, 46-53

Revestidos de poder desde lo alto. Agustín: Escucha todavía. Sube al cielo y


es sustraído de los ojos de los discípulos; vuelve en sí a los que lo miraban y los
convierte en testigos. Se les dice: ¿Por qué estáis ahí plantados? Este Jesús que
ha sido apartado de vosotros, vendrá así. ¿Qué quiere decir así? Así, en la misma
forma, en la misma carne: Verán al que traspasaron. Vendrá así como lo habéis
visto ir al cielo. Efectivamente, lo vieron, lo tocaron y lo palparon; al verlo y
tocarlo afianzaron su fe; al subir al cielo lo siguieron con sus miradas, y en sus
oídos atentos oyeron el testimonio de la voz del ángel, que anunciaba de
antemano la venida de Cristo. Mas, una vez cumplidas todas estas cosas en sí,
para hacerlos testigos de Cristo, para que tolerasen con fortaleza cualquier cosa
por la predicación de la verdad y luchasen contra la mentira hasta derramar su
sangre, no les concedió solamente aquella visión y el poder tocar los miembros
del Señor. Mas ¿quién les concedió esto? Escucha al mismo Señor: Vosotros
permaneced en la ciudad hasta ser revestidos del poder de lo alto. Lo visteis y
lo tocasteis, pero aún no podéis predicar y morir por lo que habéis visto y tocado
hasta ser revestidos del poder de lo alto. Vayan ahora y, si pueden algo,
atribúyanselo los hombres a sus fuerzas. Allí estaba Pedro, aunque aún no
afirmado sobre la piedra; aún no había sido revestido del poder de lo alto, puesto
que nadie puede recibirlo si no le es dado desde el cielo. (Sermon 265/D, 6)

Jesús asciende al cielo en su cuerpo, divina y la naturaleza humana.


Agustín: Escuchasteis el evangelio recién leído; en nuestros oídos sonaron estas
palabras: Levantando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los
bendecía, se separó de ellos y era llevado al cielo. ¿Quién era llevado al cielo?
Cristo el Señor. ¿Quién es Cristo el Señor? El Señor Jesús. Entonces, ¿vas a
separar al hombre de Dios, haciendo de él dos personas, una divina y otra
humana, de forma que no sea ya una Trinidad, sino una Cuaternidad? Como tú,
hombre, eres alma y cuerpo, de la misma manera, Cristo el Señor es Palabra,
alma y cuerpo. Pero la Palabra no se alejó del Padre; aunque vino a nosotros,
no abandonó al Padre; tomó carne en el seno materno y gobernó el mundo. ¿Qué
fue elevado, pues, al cielo sino lo que tomó de la tierra, es decir, aquella carne
y aquel cuerpo? Hablando de él, dijo a los discípulos: Palpad y ved que los
espíritus no tienen huesos ni carne, como veis que tengo yo. Demos fe a estas
palabras, hermanos; y, aunque tengamos dificultad en responder a las cuestiones
que plantean los filósofos, retengamos y creamos sin dificultad lo que se nos ha
manifestado en el Señor. Charloteen ellos; nosotros creamos. (Semon 242, 6)

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