REGIONALIZACIÓN. LÍMITES Y POSIBILIDADES Se entienden como «Regiones», en principio, la sumatoria de espacios económicos y sociales mayores a los Departamentos y Provincias. Estrategias para una buena regionalización: a) verificación de una clara decisión política al mayor nivel posible que efectivamente apoye el proceso, b) convencimiento colectivo de que la unión regional genera ventajas sustantivas, a partir, principalmente, de la maduración de programas o proyectos de «escala regional. Este factor tendría que estar acompañado por una campaña masiva de promoción mediática, sobre las virtudes de las alianzas regionales, alimentadas por foros y talleres abiertos, particularmente en «el interior» del país, c) selección y uso consistente de criterios geográficos, técnicos, sociales, políticos y económicos que les den sostenibilidad y viabilidad a las uniones regionales propiciadas, d) remoción de los conflictos que se han venido sucediendo por desencuentros limítrofes, por el domino de las aguas (Cusco y Arequipa) y por la distribución equitativa de los Canon, Sobre Canon y Regalías (Tacna y Moquegua). Ha mediados del 2010, se propuso una nuevo Plan Nacional de Regionalización El Plan previsto tiene, dos pivotes funcionales y operativos. El primero se refiere a una estrategia de reordenamiento económico territorial, basado en la configuración y maduración de ejes y circuitos de desarrollo o intercambio, así como en el manejo integrado de cuencas. El segundo se refiere a la implementación de un paquete de proyectos de amplia escala territorial e importantes impactos socioeconómicos. El planteamiento de fondo radica en definir escenarios sociales y económicos alternativos, pero viables en diferentes grados, que vayan perfilando progresivamente, mediante consensos colectivos, verdaderas regiones, entendidas como instancias socio – económicas y político – administrativas que gerencien procesos de desarrollo sostenibles a una escala superior a la provincial y a la departamental ¿Qué se quiere lograr? a) un mejor ordenamiento del territorio, en términos de sus mercados potencialmente conexos y de la distribución de la población en centros funcionalmente jerarquizados por la oferta de sus servicios, b) la facilitación de las sinergias sociales de grupos diferenciados por el tipo de labor que desempeñan, y que por diferentes formas actúan en ámbitos que superan el contorno departamental, c) mayores capacidades de negociar intereses compartidos con la institucionalidad pública y privada instaladas al nivel central (contrapeso al centralismo prevaleciente), d) mejoras en el tratamiento o gestión de los recursos naturales, con un sentido de sostenibilidad y resguardo del ambiente. EL REORDENAMIENTO TERRITORIAL: PIVOTE DE LA PROPUESTA REGIONALIZADORA Los procesos hacia el desarrollo descentralizado sostenible y de regionalización o conformación de regiones invocan la aplicación de una rigurosa estrategia de ordenamiento territorial (OT). Este tipo de abordaje es particularmente útil porque facilita el reconocimiento de ámbitos económica, geográfica y socialmente diferenciados que requieren, consecuentemente, de interpretaciones particulares de la realidad y respuestas también diferenciadas. ¿El problema con el canon minero? Una mengua adicional de los recursos autonómicos viene ocurriendo y seguirá ocurriendo con los fondos derivados de las Regalías Mineras que se bloquean en los casos de empresas mineras que han sido beneficiadas con la suspensión de sus correspondientes pagos en mérito a los contratos amparados por cláusulas de estabilidad tributaria. GESTIÓN DESCENTRALIZADA. HISTORIA BREVE Y LECCIONES DE LA EXPERIENCIA La mayoría de las propuestas han tenido incompetencias de origen y otras han quedado derrotadas en el camino precisamente por las costras centralistas en la estructura del Estado y en la plataforma económica; pero también en administraciones ineficientes. Se han desarrollado durante los último 70 años distintas propuestas sobre regionalización como: El establecimiento de las Juntas Departamentales de Obras Públicas (en los 60’), pasando por las Corporaciones Departamentales de Desarrollo (CORDES) y por los Organismos Departamentales de Desarrollo (ORDES) en los años 70‘y 80‘; abrieron caminos nuevos en términos de elevar las autonomías económicas y políticas de las administraciones Departamentales clásicas. En 1989 se dispone la creación de 12 Regiones en base a la fusión de Departamentos contiguos. En el Norte, por ejemplo, una de las Regiones, la denominada «Región Grau», integraba a los Departamentos de Piura y Tumbes. En términos de Programas Integrados de Desarrollo al nivel subnacional han habido importantes esfuerzos en Cajamarca (Proyecto PRODESCA con la cooperación Belga, entre los 70’y los 80’); en algunas Zonas Altinas del Cuzco (Proyecto PRODERM, con la cooperación Holandesa; en los 80’); en algunos valles de Huánuco, Pasco y Junín (Proyecto de Desarrollo Rural Integrado del Pichis – Palcazu); Programas de Inversión Microrregional en más de 20 Zonas de la Sierra entre 1985 y 1990 auspiciados por el Instituto Nacional de Planificación. HACIA UN NUEVO PERFIL DEL ESTADO Y DEL PATRÓN ECONÓMICO Los diferentes flancos de incompetencia en la gestión pública y los enfoques montados en un modelo de libre mercado han provocado una fuerte corriente de opinión orientada a reducir las funciones del Estado y, consecuentemente, achicarlo incluso en sus instituciones y en su masa burocrática. La crisis económica y financiera global, con sus efectos perniciosos y desequilibrantes de los mercados, aún en aquellos países que aparecían como detentadores de enormes fortalezas económicas, como USA en primer término, cambia fuertemente los escenarios y admite la necesidad de otorgarle al Estado un mayor protagonismo, a partir del reforzamiento de su capacidad reguladora sobre el origen y el destino de los recursos para inversión o especulación. En el plano económico el dilema es quizá más agreste, porque implica aceptar que los modelos «clásicos», tanto por el lado del liberalismo y del libre mercado, cuanto por los paradigmas de rigurosas opciones socialistas, han entrado, hace rato, en «crisis de identidad» y en falencias programáticas viables. De hecho, los emblemas de «mercado con rostro social» y de economía social de mercado» son cajas de resonancia tan amplias y ambiguas, que permiten múltiples acomodos partidarios. La crisis económica y financiera mundializada complica aún más este panorama. Lo único certero es que, ojalá más pronto que tarde, se generen fuerzas convergentes que permitan construir una nueva plataforma económica que en verdad sea equitativa, inclusiva, descentralizada y solidaria. Frente a esta amenaza indeseable hay dos caminos claramente definidos. El primero admite la pertinencia de inaugurar un proceso de cambios estructurales en el Estado y en la plataforma económica que efectivamente provoque impulsos certeros a favor del desarrollo humano. El segundo es el que acepta la situación vigente y, por lo mismo, puede recurrir a las siguientes 3 estratagemas: Suprimir de inmediato y por la fuerza, las demandas de desarrollo equitativo y descentralizado de los agentes sociales que demandan un cambio, Descalificar a los demandantes con acusaciones falsas, apuntalar medidas paliativas transitorias que, una vez cumplidas con sus cometidos insuficientes, muestran su ineficacia sustantiva.