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LA CRUDA REALIDAD DE LOS PROGRAMAS

TELEVISIVOS ¿VERACIDAD POR INTERÉS?

Para muchas personas la televisión es un medio informativo y de entretenimiento


dentro de su vida diaria. Sin embargo, el tipo de programación que esta emplea no es el
más apropiado para las familias que se reúnen en su tiempo libre para disfrutar de un
entretenimiento supuestamente sano, pues transmiten temas donde los valores y el
respeto hacia otras personas no existen, además, falta de cultura, agresiones y violencia
es desfavorable para un país en vías de desarrollo.

Asimismo, sabemos que la audiencia es quien decide que ver, pero tomemos en cuenta
que no todos cuentan con un sistema de cable de paga para poder elegir a libertad y
conciencia, ahora nos centramos en los pocos canales en señal abierta que tenemos y
nos damos cuenta que en su mayoría el dominio de contenidos es inculto y de farándula.
Tal como lo señala Aparici y García en su libro ¡Sonríe, te están puntuando!: “es una
emisión televisiva de alto espectro que tiene como fin primordial aumentar la audiencia,
aunque medie para ello productos de dudosa ética y discutible estética” (2017, sp). El
rating que suelen generar los espectadores impulsa a su crecimiento y sin querer llenan
los bolsillos de los productores de programación basura que alejan a los televidentes de
la realidad y no promueve la opinión libre y crítica.

Un claro ejemplo seria “El valor de la verdad”, programa que en cada transmisión aparte
de ponerle un precio a la veracidad implica manchar la dignidad de otra persona, hecho
que sirve como enlace para que este sea el próximo invitado, formando una cadena de
nunca acabar por las diversas preguntas formuladas que en muchas ocasiones son
irrelevantes y simples sobre su vida personal. Otro punto es la honorabilidad de la
poligrafía, este es un instrumento que en vez de ser usado para desmentir en el
programa intentan sacar lo positivo de un acto malo o limpiar el nombre de una persona
involucrada en algo fuerte como es el caso de “La fiesta del horror” donde diversos
chicos realities fueron implicados y acudieron al sillón rojo para aclarar el tema.

A su vez en el análisis de este programa encontramos antecedentes como el caso de


Ruth Thalía Sayas, joven asesinada por su pareja días después de estar en el programa
tras algunas preguntas que realizo el conductor, Beto Ortiz sobre su vida intima y laboral.
Es evidente que este espacio no respeta iconos de privacidad ni intimidad en sus
participantes y lo único que les suele interesar es la ganancia que logran con estos shows
porque el llanto, tristeza y angustia que vemos tras la pantalla es solo como su enganche
de atracción a los televidentes llamados “Autistas domésticos” que son aquellos que no
ocupan su ocio en actividades como el deporte o leer sino en la TV influyendo en su
manera de pensar y plasmando estereotipos.

Es evidente que es un programa antiético, ya que sus valores los deja de lado para
enfocarse en la ganancia y beneficios a su criterio, estas últimas semanas fuimos testigos
de las confesiones de Erick Sabater y Coto Hernández que hicieron revelaciones fuertes
sobre sus ex parejas y temas íntimos obviando el respeto al integrante y los implicados
durante el desarrollo del programa. Por ello, Iberico (2018) añade que: “vulnerar
derechos y crear en la ciudadanía desconfianza sobre la transparencia que deberían
exhibir los hombres de prensa al acercarse a sus fuentes” (p.263). Como entenderán se
enfocan en el espectáculo, omiten los principios de la sociedad y transgrede sus
derechos a su conveniencia porque si el deber de la televisión es comunicar y difundir
programas de calidad pues es claro que este no lo representa.

Si tratamos este asunto a profundidad llegamos a la conclusión que el gobierno tiene


mucho que ver en esto porque permite la difusión y el crecimiento de estos medios, no
propaga la difusión de temas culturales y de educación dentro de cada canal porque si
la gente se hiciera culta, protestante y pensante; exigirían respeto y participarían en los
asuntos políticos y sociales, abandonando la ideología que hoy tienen plasmada.

Para culminar, este tema queda en manos de la sociedad y el estado tomar conciencia,
porque el tipo de calidad de contenidos que apuestan para las futuras generaciones será
de gran importancia para tener una mejor ciudadanía que la de ahora. Aunque en la
actualidad, el grado de importancia en la sociedad es bajo si no paramos esta
problemática, la pérdida de valores, los estereotipos y la deshumanización serán
consecuencias por la emisión de estos contenidos. Es pequeño el número de ciudadanos
que hoy se preocupan por esos temas, pero puede crecer si nos centramos en informar
y propagar diversas charlas de orientación sobre este asunto.

Autora: J.M.Q.P

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