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Parisina.

DRAMA EN CUATRO ACTOS Y EN VERSO.

POR
HERACLIO M. DE LA GUARDIA.
Representado por primera vez en el Teatro de Caracas en Abril de 1858.

Caracas
Imprenta á cargo de T. Páez
1863

Personas

Parisina
HUGO
AZZO, Duque de Este
FILIPO MALATTESTA
Guardias

LA ESCENA EN FERRARA: SIGLO XIII


ACTO I.

Jardín en la casa de Filipo Malattesta.—Es de día.

ESCENA I.

Malattesta y Parisina.

Malatt. Triste estás; sobre tu frente


Hai, hija, sombras de duelo,
Y es estraño haya tristezas
Cuando se acerca el momento
En que realidad se torne
Lo que se juzgaba un sueño ;
Cuando al fin por tu ventura
Hoi en tu enlace consiento.
Esplícame, Parisina,
Porque complacerte quiero,
La inquietud en que te miro
La lucha cruel que en tí observo,
Pues te juzgaba dichosa,
Y desdichada te veo.
Paris. No os inquieteis, padre mío,
Pues la angustia que padezco
Es acaso un desvario,
Un capricho pasajero:
Temores de una alma débil
Que cree en fantasmas y sueños.
Mui bien conozco yo misma
Que no debe sin consejo
Dar el corazon oídos
A falsos presentimientos.
Perdonadme.
Malatt. Parisina
Yo no tengo por qué hacerlo,
Y tú tal vez sí tendrías
Que disculpar á mi afecto
El haberte dado penas,
Dilatando tanto tiempo
Tu union con Hugo. —Mas, mira:
Como es tan grande el estremo
Con que te amo, como verte
Cual nadie feliz deseo,
A tu enlace me oponia
Porque juzgaba tu mérito
Digno solo de que un trono
Le fuera ofrecido en premio;
Mas ya que Hugo ha sabido,
Cual valiente y fiel guerrero,
Dar á su nombre tal brillo,
Alcanzar tan alto puesto,
Que la nobleza le envidia
Y le aplauden los plebeyos,
Y del soberano goza
Familiarmente el afecto;
Tu eleccíon gustoso aplaudo
Y en vuestro enlace consiento.
Y eso, Parisina, lo hago
Aunque es para mi un secreto
Su cuna, y no tiene títulos
Ni familia.
Paris. Mas yo creo
Que valen mas, padre mio,
Para un generoso pecho,
Que blazones de la cuna,
Los blazones del acero;
Que aquellos son del acaso,
Y estos son del propio aliento ;
Y aquellos faltan á veces,
Miéntras nunca faltan estos.
Yo al amar, señor, á Hugo
No ví si noble ó plebeyo
Era; solo ví su alma
En que generoso el cielo
Derramó con mano pródiga
Ricos tesoros de afectos;
Y en que se abrigan y hermanan
Los mas nobles sentimientos,
Y se unen en dulce lazo
Las virtudes del guerrero,
Con las tiernas y sencillas
Del amante rendimiento.
Solo ví sobre su frente
Escrito en letras de fuego,
Del corazon la ternura
Y el arrebato del génio.
Solo ví que deslumbraba
De su mirada el destello
Mi mirada; y que mi alma,
Sus alas de oro batiendo,
Se elevaba á otras rejiones
Buscando ansiosa otros cielos
Malatt. Dios quiera que alcances, hija,
Ver cumplidos tus deseos;
Que es dicha para los padres
De los hijos el contento.
A mas que traerá á mi casa
Tu union con Hugo, el afecto
De nuestro Duque, y entónces
Se levantará de nuevo
Con mayor lustre tal vez
Del que tuvo en otros tiempos.
Entónces nuestro linaje
Un nuevo brillo adquiriendo
Con las glorias de tu esposo,
Se cumplirán mis desvelos.
No te entristezcas, no temas
De hoi mas, hija, contratiempos
Que te hagan sufrir ; el Duque
Ha interpuesto sus respetos
Por Hugo, y yo complacido
Por tí y por él obedezco.
Hablaré con él hoi mismo
Para que el día fijemos
De la boda.

Paris. No es que juzgue


Os opongais hoi de nuevo
A nuestra union, lo que llena
De sombras mi pensamiento
Lo que hace tiemble cobarde
El corazon en mi pecho;
Es, señor, que mujer débil,
Aunque dar no quiero ascenso
A mentidas profecías,
Sin saber por qué, no puedo
Ménos que pensar en ellas
Y al porvenir tener miedo;
Que apesar de conocer
Su falsedad, me atormenta.
Malatt. De qué me hablas? Dí, no
alcanzo,
A comprénderle.
Paris. Recuerdo
Que siendo niña, una tarde
Que sali sola á paseo
Con mi nodriza, encontramos,
Ya cuando iba oscureciendo,
A una anciana, que arrastraba
A duras penas su cuerpo.
Huir quise recordando
A su repugnante aspecto,
De la aurora de la vida
Esos misteriosos cuentos,
En que las formas de ancianas
Toman los genios máléficos,
Para venir á la tierra
A ejercer sus sortilejios.
Mas ¡ah! me llamó al partir
Con acento lastimero;
Mi corazon conmovido
Venció al oirla su miedo,
Y acercándome á la anciana
Le di una joya, recuerdo
De mi madre, que otra cosa
Alli no tuve.—Ella, luego
Deteniéndome, así dijo:
“ Quiero darte, niña, el premio
“ De tu caridad, tu suerte
“ En el porvenir leyendo.
“ Dame la mano.” Yo trémula
Se la di, y largo tiempo
Contemplóla silenciosa
Cual descifrando misterios.
Súbito lanzó un suspiro,
Soltó mi mano, y al pecho
Inclinando la cabeza
Quedó un instante en silencio,
Presa al parecer de un hondo
Tristísimo pensamiento.
Sentí pavor y turbarse
El corazon en el seno,
Aumentando las tinieblas
De la noche mis recelos.
Huí veloz; mas al través
De las sombras, como el eco,
De un mundo desconocido
Escuché su triste acento :
“ Ducal corona te espera,
“ Mas aquel que te dé el cetro
“ La muerte habrá por tu mano.”
Y este horóscopo siniéstro
De un porvenir de agonías,
De entónces es mi tormento !!
Y lo escucho á todas horas
Esté despierta ó durmiendo,
Que en vela me lo repiten
Arboles, fuentes y vientos ;
Y si dormida, en visiones
Me lo representa el sueño.
Malatt. Eso es todo? Pues es cosa
Que causa risa por cierto!
Quieres dar color al aire,
A la luz quieres dar cuerpo,
Dando crédito á concejas
Del vulgo.—Mira que espero
Deseches, hija, por vanos
Tan estraños pensamientos;
Que nadie lée lo futuro
Porque previsivo el cielo
Cubriólo de nieblas densas
Para que anhelante y ciego
El hombre curioso fuera
Tras la esperanza, creyendo
Siempre adelante la dicha,
Detras siempre el sufrimiento,
Ademas, ya no se cumple
De ese horóscopo funesto
Lo principal.—No es tu esposo
Duque, Parisina ; luego
Si no es verdad lo dichoso,
Lo fatal no debe serlo.
¿No tengo razon?
Paris. Sin duda,
Y yo misma bien comprendo
Que es afanarme sin causa
Lo que hago.
Malatt. Y a te dejo,
Que es tiempo de venir Hugo
Y debes hablarle. Espero
Que deseches tus temores
Como infantiles y necios,
Pues no debe haber pesares
Cuando se cumple tu anhelo,
Adios, hija.
Paris. Padre mio,
Adios !
Malatt. Que te guarde el cielo.

ESCENA II.
Parisina.

Es cierto. Mis inquietudes


Son ridículas quimeras.
Mas, razon, en vano acudes
Mi ajitacion á calmar;
Porque si un instante imperas,
Los sueños luego aparecen,
Y mis inquietudes crecen
E infeliz vuelvo á dudar.
Y por qué? Falso el destino
Mintió sobre ser mi esposo
Un Duque... . Mas....
adivino Que nunca feliz seré ;
Pues no en vano bondadoso
Dió el cielo el presentimiento,
Y no en vano en mi alma siento
Algo que temo y no sé.
Paro no.—Hugo me ama
Y yo con pasion le adoro,
Y esta inestinguible llama
Luz de mi vida será,
Ella con su aureola de oro
Rodea nuestras dos vidas,
Y amando y soñando, unidas
Por siempre las llevará.
Si, soi dichosa. mui presto
Nos unirá eterno lazo,
Y ese horóscopo funesto
No turbará al corazon.
Y si cual tiniebla acaso
Cubrir nuestro cielo intenta,
El sol las sombras ahuyenta,
Y sol es nuestra pasion.
Gracias, cielos! Mi ventura
Ya va á cumplirse, y ya llevo.
De alcanzarla bien segura
Los ojos al porvenir.
Hugo viene.—Callar debo
Mi caprichoso quebranto,
Que el árbol que riega el llanto
No puede flores lucir.

ESCENA III.
Parisina y Hugo

Hugo. ¿Me esperabas mi bien?


Paris. Si.
¿Y cómo no hacerlo, Hugo,
Cuando al destino le plugo
Ser benigno, y yo á tí
El corazon y alma dí?
¿Cuando en la senda de abrojos
Que cruzaba, de tus ojos
La luz, mi norte y guia fué?
¿Cuando en tu amor encontré
Solo alivio á mis enojos?
Te esperaba.
Hugo Y yo la hora
De verte tambien ansiaba,
Que es de tu alma mi alma esclava
Y eres mi sol y mi aurora.
De mi corazon señora,
Mi existencia á tí está unida
Cual flor al árbol prendida,
Y al no encontrarme á tus piés
Mi vida tormento es;
Tormento horrible, no vida.
Mas ya bendigo á los cielos
Que á premiar van mi constancia,
Pues rendida la arrogancia
De tu padre, al fin, no hai duelos;
Y cumplidos mis anhelos, '
Mui pronto serás mi esposa
Y de hacerte mui dichosa,
Pues será mi afan mayor
Pagarte amor con amor,
Ya que no tengo otra cosa.
Si en las lides busqué fama,
Por merecerte lo he hecho
Que es mui grato á un noble pecho
Glorias rendir á su dama.
Te lo aseguro, el que ama
Como te amo. nunca piensa
Sino en la ventura inmensa
De ser amado.—Lidiaba
Así, porque en ti esperaba
La mas alta recompensa.
Me ha ayudado la fortuna
Tal vez mas que á ningun hombre;
La espada me ha dado un nombre
Que me negara la cuna;
Y tantas dichas aduna
Mi suerte, que merecí
Del Duque el favor, y á tí
Me he de ver al fin unido,
Y si tan feliz he sido
Es.... porque velas por mí.
Mas, dí ¿no proyectas nada?
Despues de la uníon qué haremos?
Paris. Amarnos.
Hugo. ¡Si ya lo hacemos !
Paris. Pues bien, escucha: la espada,
Dejaras, que desgraciada
Fuera hacerme si te alejas:
Y esto no es por darte quejas ;
Mas, Hugo, si nos casamos
Es porque al fin nos amamos,
Y, no me amas si me dejas.
Ademas celos tendría
De la gloria y sus amores,
Pues te prodign favores
Que turban la dicha mía;
Y puede ser que algún dia
Por ella acaso me olvides!
¿Qué contestas? ¿Qué decides!
Hugo. Lo que ordenes, lo que quieres
Cuando mi señora eres,
Podré negar lo que pides?
Paris. Entónces mira, bien mio,
Tengo un proyecto.—En la vega
Que con tersas ondas riega
De esta villa el claro rio,
Existe un bosque sombrío
Que oculta con su espesura
Dándole sombra y frescura,
Una solitaria estancia,
En donde pasé mi infancia
Llena de paz, de ventura.
Allí unidos viviremos
Léjos del mundo los dos;
Tan solo nos verá Dios,
Y mui felices seremos.
Hugo. A tus sencillos estremos
El pecho tranquilo alienta,
Pues vida se me presenta
Cual nunca soñar osé,
Y en ellos tu alma se vé
Que puras flores ostenta.
Ademas, en donde quiera
Que le encuentres no habrá enojos
Que á los rayos de tus ojos
Cualquier soledad se hiciera
Hermosa!
Paris. Mas no quisiera
Que me atendieras ahora
Si la gloria tu alma adora.
Hugo. Decir eso á mis amores
Es decir que aman las flores
Mas la noche que la aurora.
Y mira, solo en la tierra,
Sin familia, abandonado.
En tí el corazon ha hallado
Toda la dicha que encierra
El mundo; pues si la guerra
Ha entusiasmado mi seno,
Fué solo por el veneno
Derramar que en él tenia,
Pero ya no, vida mía
Pues de tu amor está lleno.
Cierto es que si lanza apénas
Su voz el clarin guerrero,
Y brilla al sol el acero,
La sangre hierve en mis venas;
Cierto que olvido las penas,
Cuando voi en mi caballo
Y entre humo y sangre batallo:
Cuando en el feral combate
Mi brazo al contrario abate
Hiriéndole como el rayo !
Es cierto que el torbellino
De la lid seduce mi alma,
Y de los triunfos la palma
La juzgo un bello destino ;
Mas al verte en mi camino,
Otras dichas concebí,
Y de entónces para mí
Fué tu amor único objeto
Porque. . . . guárdame el secreto
La Patria es despues de tí.
Paris. Gracias, Hugo, no esperaba
Otra cosa de tu amor,
Así se aleja el temor
Que el corazon abrigaba,
Cuando espuesto te miraba
En las batallas.
Hugo. Perdona,
En ellas una corona
Buscaba.... no la encontré
Pero tu amor conquisté,
Y esto aun mas me galardona.
Mas vamos, tu padre espera
Y debemos ya fijar
El día que en el altar
Me pruebes tu amor sincera,
Que el esperar desespera ;
Y aunque cercana la veo
Mi dicha mentira creo
Y siglos juzgo las horas.
Paris. Vamos, veo que me adoras,
Como el tuyo es mi deseo. (Vánse.)

ESCENA IV.
Azzo, por distinto lugar.

Dios favorece mi intento


Que apropósito la puerta
Del jardin encontré abierta,
Y á nadie por aquí siento.
A Malattesta he enviado
A llamar, y aquí le espero;
Pues hablarle oculto quiero
Sin ser de nadie observado.
Oh ! caprichos de la suerte !
De Parisina al pedir
La mano, sentirme herir
Por el amor, y de muerte!
Así en mi pecho brotar
Pasion que vencer no puedo,
Y á cuyos ímpetus cedo
Queriendo su fuerza ahogar !
Esto es estar en delirio,
En un fuego, en un volcan!
Vivir de angustia, de afan,
Y en un eterno martirio!
Mas no es posible los cielos
Que ese amor en mi inflamaran,
A morir me condenaran
De amor, de envidia y de celos.
No, por Dios! Qué me detiene?
¿Que ama Hugo á Parisina?
No, su amor no le domina
Cuando loco á mi me tiene.
Sobre su frente fulgura
El amor de eterna fama,
Y aquel que la gloria ama,
Ama ménos la hermosura.
A mas su valor alcanza
Alto renombre, y le espera
Una brillante carrera,
Que es una hermosa esperanza.
Y es mi hijo, aunque bastardo,
Y le quiero con ardor
Por su brillante valor,
Porlo apuesto y lo gellardo :
Y en cambio de Parisina
Daréle nombre y honores,
Y olvidará sus amores,
Que el blason siempre fascina.
Y á ella, la haré dichosa,
La mostraré afecto tanto,
Que no velará un quebranto
Con sombras su frente hermosa.
Esto es, felices luego
Seremos todos sin duda,
Que el cielo prestará ayuda
A mi apasionado fuego.

ESCENA IV.
Azzo y Malattesta.

Malatt. Señor, por qué si me


honrais
Viniendo á verme hasta aquí,
Venis encubierto así,
Y por la puerta no entraís?
Daros, señor, hoi quisiera
Pruebas de mi rendimiento
Públicamente; así siento
No lo permitais.
Azzo. Espera.
No vayas á fatígarte
Adivinando; la puerta
De] jardin encontré abierta
Al pasar, y quise hablarte.
Hai hecho ménos pensado !
Ademas, así podré
Hablar contigo, sin que
Nadie sepa hemos hablado
Ya ves....
Malatt. Es justo motivo,
Mas no sé por mas que lucho
Lo que deseais; así escucho :
Mandad, señor.
Azzo. Bien concibo
Que admirado me recibas,
Mas verás que razon tengo,
Pues que con esto prevengo
Acaso quejas altivas.
Escúchame ; no hace un mes
Que la mano te pedí
De tu hija, y que la ví
Quizás por primera vez.
Pues si interpuse por Hugo
Contigo mi valimiento,
Con razon hoi me arrepiento
De lo que entónces me plugo.
Malatt. Qué decís, señor? Qué ofensa
Hoi á írrogaros se atreve ?
¿Hugo, que todo os lo debe
Puede dar tal recompensa?
Mirad, si yo consentí
En su enlace, fué por vos,
Porque sois despues de Dios
Todo, señor. para mí
Vuestro gusto he atendido,
No mi gusto, os lo aseguro,
Porque un nacimiento oscuro
Parece el suyo haber sido.
Y estimo yo mi nobleza,
Y de tal modo la celo
Que solo á elevarla anhelo,
Señor, á mayor alteza.
Si Hugo os ofendió, el primero
Seré que vengue la ofensa,
Si unirse con mi hija piensa,
No lo hará, pues no lo quiero.
Azzo. Se muestra bien tu adhesion
Y á probarla me preparo;
Pues pongo bajo tu amparo
Secreto del corazon.
Escucha, desde mui niño,
Cuando el alma despertaba,
Con una vision soñaba
Que arrebató mi cariño.
Yo la veía en mi mente
Sonríendo los labios rojos,
Clavados en mi los ojos,
Mírándome dulcemente.
La veía á todas horas
Pues era de mi alma dueño.
Y me hallaban en mi sueño,
Las noches y las auroras.
Crecí ; en el mundo en vano
Realizar la ilusíon quise ;
Por mas, Fílípo, que hice
Su imájen no hallé en lo humano.
Así he vivido esperando,
Aunque esto con desconfianza,
Pues burlada la esperanza,
De esperar se iba cansando.
Mas al fin cuando cedia
AI desaliento, la hallé;
Que en Parisina encontré
La soñada vision mía.
Hallé sus ojos, su risa,
Su encantadora espresion ;
Así ella la ílusion
De mi existencia realiza.
Malatt. Es decir, señor, que amais
A Parisina ?
Azzo. La adoro ;
Y es el único tesoro
A que aspiro.
Malatt. Me dejais
Suspenso! Tanta ventura
Nunca hubiera concebido;
Señor, por piedad os pido
No me engañeis.
Azzo. Es locura ;
Que la amo de tal modo
Que es ella para mí el mundo,
Y en ella mi vida fundo,
Porvenir, glorias y todo.
Mas oye. Quiero saber
Si ama á Hugo con estremo ;
Porque en mi ansiedad ¡ aí ! temo
Odioso á sus ojos ser. ,
Dímelo todo. Violento
Me ves de inquietud, por Dios!
Dime si se aman los dos
Con este amor que yo siento !
Díme si puedo esperar
Que Parisina me ame,
Y que mi esposa la llame
Algun día en el altar.
Nada ocultes.
Malatt. Sí cedió,
Y al fin ese enlace quiso
Por vuestro gusto lo hizo,
Porque ella le amara, no.
Obedeció á mi mandato,
Quiso á su padre agradar ;
Pues sin yo saberlo, amar
Fuera en ella desacato.
Y conoce lo que ordena
De su sangre la altívez ;
Por eso no tengais, pues,
Ninguna duda, ni pena.
Ademas, fuera locura
Pensar negarse podría
Cuando eso crímen sería,
Y su alma es débil y pura.
Confiad en mi. Con placer
Vuestra mano aceptará,
Y de corazon lo hará,
Pues le basta noble ser.
¿ Estás satisfecho ?
Azzo. Si :
Y á tu cuidado confio
Sin temor el amor mio
Que no en vano esperé en ti!
Mas, mira; no quiero en nada
Suena mi nombre. Me place
Que roto quede ese enlace,
Y mi intervencíon velada.
Te basta su nacimiento
Oscuro para oponerte;
Que es bastardo, aunque la suerte
Le dió nobleza y aliento.
Malatt. A mi adhesion le dejad
Que busque el medio, señor.
Azzo. Premiarte sabrá mi amor.
Adios, pues.
Malatt. Señor.
Azzo. Quedad.

ESCENA IV.
Filipo Malattesta.

Gracias al cielo, al fin! gracias, ya alcanzo


El término á mi afan; ya mi esperanza
Cumplida se verá.—-Del Duque esposa
Siendo mi hija, á mi ambicion qué falta?
De mi preclara, estirpe será al cabo
De Módena el poder y de Ferrara;
Pero el fatal amor que á Hugo profesa
Puede poner á mis proyectos valla. . . .
Mas. . no. . que al fin sabré digno y severo
De ese amor que la humilla libertarla
Circula por sus venas sangre noble,
Y la nobleza obliga. A mas, su alma
Dócil á los consejos, no desoye
Nunca la voz que del honor le marca
La verdadera senda ; y su inocencia,
Su candor y virtud intactos guarda.
Mas. . . ah ! que la pasion es muchas veces
Torrente que impetuoso corre, arrastra
De sí en pos cuanto encuentra, sin que pueda
Domar al fin sus arrebatos nada. . . .
Y ella le adora ; si, hondas raíces
Quizás ha echado esa pasion en su alma,
Necesario es buscar otro camino
Para evitar que burla mi esperanza.
Necesario es hacer que de ella misma
El rompimiento con su amante nazca,

De este modo, creyendo que es falsía,


Desden de Parisina, desairada
Juzgue Hugo su pasion, y en silencio
Devore su dolor, sin que á mi nada
Tenga que echarme en cara en sus furores,
Pues sangre tal ofensa al fin demanda.
Tambien el Duque al ver que ella tal hace
Habrá de concebir que él es la causa
De su desden por Hugo, y solo a afecto
Achacará en su orgullo la mudanza
Si, no hai remedio, hacerlo es necesario
Como lo he concebido. Niña incauta
Como es, yo haré que al Duque muestre
Anhelar con placer tan noble alianza.
Haré que Hugo en su dolor silencio
La indígnacion de su fatal desgracia.
Entónces mis proyectos realizados
De nobleza y poder ¿quién en Italia
Hará sombra á mi estirpe ?—Los honores,
El brillo del poder que siempre embriaga
Harán que Parisina olvide al cabo
Ese amor que le amengua y la degrada.
Si, dichosa ha de ser, y satisfecha
Quedará mi ambicion, limpia su fama,
Mostrando el porvanir ante mis ojos
Ancho horizonte en que espasiarse el alma.

ESCENA V.
Parisina y Malattesta.

Paris. Padre mio !


Malatt. ¿Por qué ajitada estás?
Paris. Mi pensamiento
Inundado en fatal melancolía,
Es á mi dulce dicha ora tormento.
Ha un instante feliz me contemplaba
Los acentos oyendo de mi esposo,
Cuando su amor ardiente me pintaba
Juzgándose por vol al fin dichoso.
Mas despues que partió. sin que pudiese
Hablaros cual deseaba, entirstecida
Me sentí sin por qué, y crece, crece
Mas y mas el temor que me intimida.
Y os buscaba, señor, porque me calma
Oir vuestras promesas de ventura;
Que, en vuestro afecto paternal, el alma
Halle. consuelos mil en su amargura.
Aliviadme. señor, haced de nuevo
Vuelva á escuchar que os place mi delirio,
La herida oculta que en el alma llevo
Solo de. á mi ansiedad duda y martirio.
Malatt. Tal vez no en vano diérote los cielos
Presentir desventuras, hija mia,
Sueños las dichas son, verdad los duelos,
Los goces del vivir, flores de un día.
Paris. Oh l Padre, me asustais; en vuestra frente
Sus nubes el dolor agrupar veo ;
Vuestras mismas palabras tristemente
Me presajian desgracia.
Malatt. Mi deseo
Es solo feliz verte, hija querida,
Que el fuego que me anima está en tus ojos,
Y único objeto de mi triste vida,
Tu placer río, y lloro tus enojos.
Recuerda que hace poco á tu quebranto,
Dominando el orgullo, mi linaje
Olvidé y mis deberes por tu llanto,
Aunque era á mi nobleza hacer ultraje.
Paris. Señor !
Malatt. Escucha, Parisina; escucha :
Es un secreto que en mi pecho guardo,
Y en este instante no es desgracia mucha
Tu prometido ser solo un bastardo.
Aun hai otra mayor!
Paris. Oh! virgen santa l
¿ Aun hai otra mayor? ¡Imposible era
Que fuera realidad ventura tanta!
Y que la voz del corazon mintiera !
Malatt. Aun hai otra mayor. El Duque... mira...
¿ No habrá quien nos escuche aquí indiscreto ?
Paris. No, psdre, continuad.
Malatt. A tí hoi aspira.
Paris. Cómo señor, si él mismo….!
Malatt. Oye el secreto :
Tu sabes que perdida la esperanza
De vencer en Ferrara al Duque altivo
Y al bando de los Güelfos, la venganza
Nos arrastró con pérfido incentivo.
Sabes que en toda Italia, sin ventura
Los nobles Gibellnos, en sus males
No les quedaba mas que en sombra oscura
Afilar vengativos sus puñales.
Pues bien, yo Gibelino, el Jefe he sido
Aquí en Ferrara de esa triste raza ;
Y en sus tramas al fin comprometido,
El castigo del Duque me amenaza.
Paris. Santo Dios! Pero él no se mostraba
Tan amigo de Hugo? Cómo puede
Deshonrar la familia que le daba
Sin que su amigo deshonrado quede?
Cómo decir que me ama? No comprendo
Esa desgracia.
Malatt. Visto no te habia
Cuando al ruego de Hugo al fin cediendo
Pidió tu mano, Parisina mía.
Y al verte; á tu belleza, deslumbrado,
Ciego quedó de amor, y en su locura
Quiere romper el lazo que ha anudado
De merecer tratando tu ternura.
Y para esto, mira; ante mis ojos
Las pruebas ¡ ai ! de la traición me ha puesto!
Su pasion aceptar ó sus enojos
Son dos peligros á cual mas funesto!
Yo no sé qué pensar. Mas, no, no es nada
Entregar mi cabeza á su verdugo
Por feliz verte, Parisina amada,
Y libertarte de su amante yugo.
Si, mejor es; los años á mi vida
No dejan nada ya. ¿ Qué me es la muerte?
Pero no.... mi deshonra, hija querida,
Acaso sin ventura hará tu suerte !!
Paris. Desdichada de mi! ¡ Belleza infausta !!
Por qué me la dió el cielo?
Malatt. No, sosiega.
La fuente de mi vida casi exhausta,
Solo la flor de tus amores riega.
Yo por ti la daré.
Paris. No, padre mio,
Ya no lloro ;—mirad, secos mis ojos.
Ya el porvenir altiva desafío,
Yo calmaré del Duque los enojos.
No en vano sangre noble arde en mis venas,
Y no en vano desciendo de un linaje,
Que así el poder acepta ó las cadenas,
Sin que nunca traidor su nombre ultraje.
Dispuesta estoi, señor, á ser la esposa
De ese Duque altanero.
Malatt. Noble eres!
Paris. Si en esa union, señor, no soi dichosa,
Habré cumplido al ménos mis deberes.
Mi amor olvidaré tan venturoso;
Cruel rompere sus bendecidos lazos;
Y al tálamo nupcial de ese hombre odioso
Llevaré el corazon hecho pedazos.
Iré á morir allí, que el deber mio,
Sacrificio tan grande me ha ordenado;
Pero un cadáver solo, inerme y frio,
Estrechará en sus brazos el menguado.
Dispongo de mi mano, ya que al cielo,
Hacerme desdichada al fin le plugo,
Ya que desdeña mi constante duelo;
Pero de mi alma no, mi alma es de Hugo,

FIN DEL PRIMER ACTO


ACTO II.

Salon régio en el palacio ducal.

ESCENA I.

Hugo.

¡ Desdichado aquel que siente


En su corazon el fuego
De un amor puro y ardiente!
Desdichado aquel que ciego
Bebió en su pérfida fuente!
¡Desdíchado, que las flores
Que le promete su encanto
Serán solo de dolores,
Que el árbol de los amores
Está regado con llanto !
¡Desdichado, que su suerte
La decide un vano sueño
Sin que ¡ai! á evitarlo acierte
Y maldecirá su empeño
Mañana cuando despierte!
¡ Desdichadol que no mira
Que trueca en nada su calma,
Y al conocer que delira,
Verá que vendió su alma
Por una vana mentira!

(Se levanta.) Parisina á quien un dia


Di mi amor, di mi ventura;
A quien un ángel creia
Paga con negra falsía
De mi pasion la ternura.
(Pausa.) Volver, tocando los cielos,
A descender á la tierra,
Y entre imposibles anhelos,
Encontrar que el pecho encierra,
Amor, desdichas y celos.
Hallar, que lástima inspira
El que fia en las mujers,
Y el que inocente delira;
Pues son falsedad, mentira,
Tan bellos pérfidos seres !!
Son sus promesas engaños,
Y sus finjidos amores;
San redes de mil colores
Dó viven los desengaños
Como el áspid bajo flores.
(Pausa.) ¡Tanto soñar y amar tanto!
Pensando el alma que alcanza
La dicha tras que se lanza !!
!Tanto esperar! Y ser llanto
Sueño, amor, dicha, esperanza !!
Mas, no; ¡ Vive Dios! no es dable
Seguir adorando á quien
Nos da por paga el desden.
Si, corazon miserable
Tu dolor oculta bien.
No dés con baldon tu herida
A los sarcasmos del mundo;
Él aplaude á quien olvida
Y burla á aquel que su vida
Entrega á un pesar profundo.
Mas, ¿ todos serán así ?
¿No habrá fé ? ¿No habrá lealtad ?
¿ Y nada será verdad
De cuanto grande creí
En amor y en amistad? ,
El oro, el poder, la gloria
El norte siempre serán,
El contínuo y solo afan
Del corazon? ¿Solo escoria
Las pasiones dejarán ?
Y ¿cómo si á todos hizo
Iguales Dios, y así son,
A mí solo darme quiso,
En la mente un paraíso
Un mundo en el corazón.
(Pausa.) Oh! los celos y la envidia
Destrozar el alma deben
En la larga y bárbara lidia !
Pués bien que en ellas se ceben
Las sierpes de la perfidia!
Tengamos valor. Espero
Ver su enlace con firmeza
Sin inclinar la cabeza,
Que el placer darles no quiero
De gozar en mi tristeza.
Mas, se acercan; que me vea
Evitarlo anhelo ahora;
Pues ser débil me desdora ;
Y acaso en mi frente lea
La fiebre que me devora. (Váse.)

ESCENA II.

Azzo, Malattesta y Parisina.


Azzo. Entrad. Es vuestra casa. Sois, señora,
Del que hasta hoi se tituló su dueño,
Y de aquí á unos instantes mis estados
Inclinarán la frente placenteros
Ante vos; y felices, con aplauso
Me darán gracias, Parisina, al veros;
Pues nunca una Duquesa mas hermosa,
De un corazon tan puro como el vuestro
Creyeron alcanzar. Ni nunca pudo
Dar el amor con mas justicia el cetro,
A una débil mujer. La Italia toda
Envidiará la dicha de mis pueblos,
Y vuestro amor, virtud, y nobles dotes
Serán al mundo admiracion y ejemplo.
Gracias por vuestro afecto.
Paris. Un deber cumplo ;
Pero llenar, señor, vuestros deseos
No puedo prometeros, que el destino
Siempre contrario ha sido á mis anhelos,
Siempre burlando cruel mis esperanzas
Me ha dado penas y dolor acerbo
En lugar de placeres : mas aguardo
En la justicia y la bondad del cielo
Que me dará valor para que al cabo
Llene el deber que al corazon le ha impuesto.
Malatt. Dispensad, señor Duque, á Parisina
La tristeza que muestra en un momento
En que todo placer, contento y fiesta
Debiera ser; mas ella al dulce afecto
De su filial amor siempre sumisa
Obedece á ese noble sentimiento.
No es fácil que creciendo una doncella
Bajo el amparo del amor paterno,
En un instante pueda sus costumbres
Trocar sin padecer. Y solo esto
Motiva ese dolor que la atormenta.
Esa profunda pena en que la vemos.
Dile si eres feliz.
Paris. Si, padre mio,
Soi feliz.
Azzo. Parisina, el pensamiento
Que causa tu tristeza, al fin aleja.
Imagina delirios de ventura,
Imposibles desea, los proyectos
Mas caprichosos forma, todo, todo
A concederte, hermosa, estoi dispuesto.
La dicha que me das con ser mi esposa
Vuelve á mis venas el perdido fuego
De la edad juvenil; y me parece
Que nada ha de oponerse á mi ardimiento.
Juzgo la gloria que ciñó mis sienes
En los campos de honor en otros tiempos;
El poder que á mis manos han confiado
Los ricos nobles y valientes pueblos
Este, Modena, Rímini y Ferrara,
De tu divino afecto pobre premio.
Mezquina y corta ofrenda.
Paris. Si no alcanzo
Dignamente á pagaros lo que os debo,
Pensad, señor, que al ménos con nobleza
Sabré vuestra bondad agradeceros;
Débil mujer en vuestras manos pongo
Mi vida, que es tan solo lo que puedo
Sacrificaros ya.
Azzo. Y es sacrificio
Cuyo inmenso valor mui bien comprendo.
Unís vuestra deidad radiante y pura,
De vuestra juventud los años tiernos
A mí, que sin vigor arrastre apénas
De la existencia el vacilante peso.
Mas ¡ah! si la corriente de los años
Ha gastado el vigor de mis cabellos,
Y su huella indeleble de mi rostro
El brillo ha arrebatado; aun conservo
Jóven el alma, ardiendo de esperanza;
Jóven el corazon brotando fuego.
Tú renuevas mi vida, y á mi sangre
Calor dás con tu amor, que arderla siento '
Cual en mi ardiente juventud.
Malatt. Mi hija
No ha visto en vos, señor, sino el sincero
Cariño que os arrastra, y esto solo
La hará feliz por siempre, que en sus sueños
Nunca se imaginó que vuestra mano
En premio á su virtud le diera el cielo.
Malatt. Está bien, que á mi afecto corresponda
Si no con el ardor que á mí me abraza
Con algo de cariño por lo ménos.
Mas la dejo con vos; aún la reclama
Celoso sus caricias, el paterno
Inolvidable amor. Haced, Filipo,
Pase esa sombra que cual denso velo
Anubla sus facciones, y que alegre
Al llevarla el altar, mire mi pueblo
A su bella duquesa sonreida.
Y á su señor amado y satisfecho
Parisina, confiad en quien os ama :
Dentro de poco llenos mis deseos.
Sereis mi esposa al fin. A Dios, y él vele
Sobre vosotros dos;
Malatt. Os guarde el cielo;

ESCENA III.

Malattesta y Parisina.

Malatt. Hija, aleja la tristeza


Que en tu rostro se retrata;
Que aunque la pasion es ciega
Y el Duque con pasión te amá,
Puede dudar de un afecto
Que lo afirman tus palabras;
Mas lo desmiénten tus ojos
Cubiertos siempre de lágrimas.
Son necedad los suspiros
Que vuelan sin esperanzas ;
Pues solo tienen objeto
Cuando aquellas les dan alas.
¿Qué esperas ya de ese amor
Que el corazon te avasalla?
Y del destino terrible
Que nos oprime qué aguardas!
Inútiles son las quejas,
Impotentes son tus ánsias.
Pues contra el poder del cielo
No se puede oponer nada.
Tranquilizate.
Paris. ¿ Y quién, padre,
Vencer al amor alcanza?
¿ Quién, padre, puede dar leyes
A los impulsos del alma?
Intentar que un corazon
Aliente sin esperanza,
Es pensar que puede el mundo
Existir si el sol le falta,
Yo he renunciado á la dicha
Y víctima destinada
A salvar vuestra existencia
Voi resignada á las aras.
Mas hai del alma en lo íntimo
Un acento, que no apagan
Ni realidades del mundo
Ni sombras de la desgracia:
Un acento que murmura
Consoladores palabras,
Y fuera hacer lo imposible
El renunciar á escucharlas.
Dejadme así, padre mio,
Soñar, aun que sé que vanas
Serán las bellas visiones
Que alegrar vengan el alma
Con su hechizo.
Malatt. Parisina,
No el que sueñas me acobarda,
No el que delires pensando
En visiones y fantasmas,
Sino el que muestres al mundo,
A aquel que en tu amor descansa,
En vez de placer disgusto,
Recuerdos por esperanzas.
¿De qué te sirviera entónces
Tanto valor. fuerza tanta,
Para romper generosa
Los lazos que á Hugo te ataban?
¿ De qué, Parisina, haber
Llegado hasta el pié del ara,
Si en ella vencer te dejas,
Y el valor allí te falta?....
Oculta en el alma, oculta
Tus penas, tu angustia acalla,
Que recompensa los cielos
Al fin te darán.
Paris. No bastan
A calmar las crueles iras
De la fortuna, mis lágrimas ?
No basta que el corazon
Cenizas hecha, en sus ánsias
Se contente con suspiros
Y con quejas ¡ai! ahogadas?
Que quieren risa en mis lábios,
Vida y fuego en mi mirada;
Cuando en sollozos se anuda
Ya la voz en la garganta,
Y las lágrimas apénas
Puedo contener que salgan?
Padre mio, confié en vano
En mi valor!!!
Malatt. Te acobardas
Demas, Parisina, piensa
En que regirás mañana
Los ricos, bellos estados
Que orgullo son de la Italia.
Piensa en la régia corona
Que ya á tus sienes aguarda;
En que este dichoso enlace
Tu nombre y suerte realzan
De tal manera, que nadie
Ha de atreverse á su fama.
Y piensa, en fin, que tu estirpe
Espera, que satisfagas
La deuda de honor que tienes
De procurar elevarla,
Y no con megua y sin juicio
Empañar su lumbre clara.
Sacude esa nécia pena
Que sin causa te anonada;
Los honores, los placeres,
Las fiestas que se preparan
Darán olvido á ese afecto,
Sueño acaso de la infancia.
No mas dolor, hija mía.
Del poder las bellas galas
Son anhelos mas legítimos
Que no una pasion bastarda.
Paris. Y juzgais, padre, que pueda
Del poder la tibia llama,
Dominar la que devora
Con fuego eterno mi alma ?
¿ Juzgais pueda la corona,
Cuyo brillo no me inflama,
Arrancarme el pensamiento
En que mi mente se abraza ?
No conoceis las pasiones
en vuestras venas, helada
La sangre, ya no palpita
El corazon; pues sus galas
El hielo de la esperiencia
Destruye, desluce, apaga!
No es el honor, no la gloria
Y no del poder la farza,
Lo que puede á una alma digna,
Que en fuego de amor se abraza
Quítarle en un solo instante
Entusiasmo y esperanza !
Mas no temais ; el recuerdo
De vuestro riesgo me basta
Para ahogar dentro del pecho
Quejas, suspiros y lágrimas:
Mas id; haced que apresuren
El momento en que sellada
Mi desventura, no sueñe
Ilusiones que me engañan!
Haced que aspire, que aguarde
Un cambio en mi suerte infausta !
No os inquieteis, sinembargo.
En mi fé tened confianza ;
Pues aunque pienso morirme
A desdicha y crueldad tanta,
El deber me dará fuerzas
A que mi estrella contraria
Quedo cumplida.
Malatt. Hija mía,
Mi amor secará tu llanto;
Pues de un padre el amor santo
Es sol que alumbra la impía
Triste noche del quebranto.
Ten fé en Dios y en tu nobleza;
Ten en ti misma confianza;
Que el que lucha siempre alcanza
Consuelos á su tristeza
En la luz de la esperanza.
Queda aquí, yo voi á hacer,
Se apresure ese momento;
Pues se calma el padecer,
Y menor es el tormento
Las dudas al fenecér.
Yo te pagaré el dolor
Que sufres, hija, por mí
Con tan acendrado amor,
Que las pens que te dí
Bendigas como un favor.
Te aleje de un precipicio
A que te miré atraida...
Paris. (Interrumpiéndole, de rodillas.)
Bendecid padre mi vida
La víctima al sacrificio
Debe llegar bendecida
Malatt. Derramen sobre tu frente
Sus bendiciones los cielos!
Batan sus alas clemente
El angel de los consuelos
Sobre tu pecho inocente.
Levanta. Ven á mi seno,
En él hallarás la calma,
En vez del letal veneno
De que ora se encuentra lleno
Tu corazon. Ven ; mi alma !
(Le tiene un momento y se va conmovido.)

ESCENA IV.

Parisina.
¡Oh Dios! ¿Cómo es posible que permitas
Un crímen tan horrendo ? Cómo dejas
Que tus leyes benditas
Así ultrajadas mire ?
Mis ruegos vanos son, vanas mis quejas;
Que solo hai á mi suerte
Esperanza y consuelos en la muerte!
Si eres bondad, oh Dios! si eres clemencia
Si á ti del hombre llegan las plegarias:
¿Por qué tu Omnipotencia
A mi, débil mujer, que en ti confio
Abandonas, Dios mio?
¡ Por qué desoyes mi oracion ferviente,
Y las tinieblas de un pesar impio
Dejas que anublen mi marchita frente?
Ya la duda, Señor, la duda horrible,
Cual serpiente mortal hiere mi seno:
Que existas no es posible ;
Que al existir me oyeras
Y mi angustia y dolor comadecieras !!
Mas, no, perdon, Dios santo!
Sumisa á tus decretos, ya bendigo,
Si de tí emanan, mi dolor, mi llanto !!!
Dadme con todo ayuda y que el olvido
Con su invisible, y lenta y triste noche
Cubra el recuerdo de mi amor querido !
De un amor que ha crecido
Poco á poco en mi alma, y de tal modo
Que ya es sér de mi sér, de mi alma esencia,
Y mi sol y mi gloria, y todo, todo
Cuanto vive y da luz en mi existencia !!
Ya se acerca el momento ; horrible yugo
Va á pesar sobre mí, y luego crímen
Será mi amor por Hugo !!
Y crímen maldecido por el cielo !
Crímen que sín piedad castiga el mundo !!
Y no puedo, no puedo aunque lo anhelo
En lágrimas ahogar su amor profundo !!
He tenido valor ; serena, fria,
Le dije no le amaba;
Mas ah ! cuando cobarde lo decia
Fiebre de amor el pecho me abrazaba !
No quiero verle mas. El cielo mismo
Hará que así suceda ! No, no quiero
Faltar á mis deberes! Un abismo
Está abierto á mis piés.... abismo horrible,
Que á mi pesar me atrae
Y que huir si le miro es imposible !!
ESCENA V.

Parisina y Hugo.

Hugo. Parisina !
Paris. Quién es ? --- Dios santo ! Hugo!
Hugo. No os asusteis, señora. Tal ofensa
No merezco, por Dios! Si darme os plugo
Ingratitud de amor en recompensa,
A mi pecho no alcanza
El bárbaro placer de la venganza,
Mas, dispensadme; acaso mi presencia
Os causará disgusto ;
Que esos cándidos velos de inocencia
Demuestran la impaciencia
Con que aguardais...
Paris. Oh ! Hugo! No así adusto
Destrozeis inclemente el pecho mio;
No aumenteis mi amargura en esta hora,
Mostrándoos cruel, impío
Con quien su suerte desdichada llora !
Hugo. Llorais? Sufrís? Por qué? De vuestro lábio
Yo mismo no escuché que con desprecio
A mi acendrado amor hacías agravio ?
Si ansiásteis ese enlace
Y se acerca el momento apetecido,
Cómo sufrir os hace
Lo que vos misma infiel habeis querído?
Ya os comprendo, señora,
No basta á vuestro orgullo mi amargura;
Juzgais que aquel que los desdenes llora
De vuestra cruel y pérfida hermosura,
Si á miraros se atreve
Lágrimas solo y quejas tener debe
Pues bien, no os afaneis ; estad tranquilá,
Y vuestra vanidad no tema nada;
Que pronto el alma en su afliccion horrenda,
Entre mares de lágrimas ahogada,
A vuestro orgullo servirá de ofrenda!
Id sonreida : id, alta la frente
El pecho infiel sereno,
Y hollad con vuestra planta indiferente
Un corazon por vos de pasion lleno.
Qué os importa una víctima? Esa es gloria
Al desden de una dama ;
Y es cosa con razon bien irrisoria
Pensar que un sér tan frágil, siente y amá !!
Mas, lloras, Parisina? En tu mejilla,
Trémula, palpitante,
Lágrima ardiente brilla;
Y pálida tu faz, mas que los velos
Que envuelven tu semblante,
Te inclinas triste y mustia,
Presa tu corazon de horrible angustia.
Padeces! si padeces : puede el lábio
Mentir placer ó duelo,
Una lágrima, no ; pues don del cielo,
Dudando de ella se hace á Dios agravio.
Paris. Sí, padezco; padezco y de tal modo
Que la mano clemente bendijera
Que eterna noche á mi existencia diera !
El mundo, el mismo sol, ante mis ojos
Solo sombras ofrece
En que en tropel confuso los enojos
Se ceban en mi vida
Por la tierra y el cielo maldecida !!
Dejadme. Hugo, dejadme. Os lo suplico !
No me obligueis, por Dios! á que en un dia
En desventura inmensa,
Os maldiga indignada el alma mía
Al peso del oprobio y de la vergüenza !!
Huid, por piedad !. . . .Dejadme!!
Hugo.(Le toma la mano.) Me amas,.me amas !!
Lo dicen tu dolor y tu quebranto;
Tu palabra de amor envuelta en llamas !
Tu mirada de amor envuelta en llanto !
Paris. Oh ! me quemas ! Aparta.... suelta, suelta.
Esa mano no es tuya !....
Hugo. En vano quieres
Engañarte. Si me amas y te amo
A los ojos de Dios, mi esposa eres!
Paris. Oh ! sí ; tu esposa....pero....no....delira
Mi corazon, no puedo ser tu esposa.
Si te he fingido amor, fué una mentira!
Despréciame, maldiceme. Engañosa
He burlado tu amor y tu confianza;
Y si me ves dudando
Es que temo tu enojo y tu venganza !!
No, no te amo!....
Hugo. Y diceslo llorando !....
Trémulo el lábio, el pecho conmovido,
Blanca la faz divina....?
Oh ! por piedad! revélame que ha sido
Lo que al sufrir te hace, Parisina.
Por qué esa angustia?
Paris. Calla, calla!!
No me preguntes, no. Contempla el velo
Del sacrificio ya sobre mi frente.
No me preguntes. Déjame. Inclemente
Ese enlace lo ordena el mismo cielo !
Y debo resistir ! Y ¡ai! la lucha
Me aniquila, me mata;
Porque es la fuerza del recuerdo mucha,
Huye! Por Dios, te ruego
Que me dejes tranquila. No me mires
De ese modo… piedad!.... Generoso
Si sabes que dominas mi existencia
Sé conmigo, por Dios!! Es horroroso
Te valgas de mi amor, de mi demencia.
Hugo Mas, qué fatalidad, la union desata
De nuestras almas?.... Díme:
¿Qué génio del abismo te arrebata
Y con poder satánico te oprime
Si me amas, en mis brazos,
Ni el infierno ni el cielo
Podrán romper nuestros amantes lazos !
Paris. Qué dices? Nunca! Apartate. Un cadalzo
No ves alzarse entre nosotros, Hugo?....
Mira!.... Por tí se acerca ; mira ! impío !
A derramar tu sangre ya el verdugo !!
Apartate!!... Perdon! Oh! Padre mio!
(Corre á los brazos de su padre.)

ESCENA VI.

Dichos y Malattesta.

Malatt. Hugo aquí ? Parisina !


Paris. Fuerzas dadme
Para luchar, o padre! pues su acento
Me seduce y me arrastra ! Sí, salvadme !
Suplicadle, por Dios ! morir me deje
Sin sufrir el tormento
De su crüel enojo! Que se aleje,
Que se aleje de mí.
Malatt. Tu angustia calma,
Recuerda tu deber y tu nobleza;
Que mas imperio al fin tene en el alma
El honor que el amor.
Hugo. Qué decis ? Ciego
Del cielo blafemais ! Hijo del mundo
Es el mentido honor, y el santo fuego,
El fuego del amor noble y profundo,
Es lei de Dios, es chispa de su esencia,
Vida del amor y sol de la existencia !!
Paris. Que calle haced; que calle ! sus palabras
Como un puñal me hieren !
Malatt. Su delirio
Contemplad y apiadaos.
Hugo. ¿ Su martirio
Lo causo acaso yo? cuando daria
Mi existencia por ella, y la amo tanto!....
¿Cómo sufrir la haria,
Cuando muriendo estoi al ver su llando !!
Habla. Tu voz decida
De nuestra suerte al cabo :
Lo que tu lábio pida
Lo tendrás, Parisina, de tu esclavo.
Me amas, ó no? Responde
Paris. Tuya, Tuya,
Hugo soi!!
Malatt. Hija mia!
Olvidas á tu padre?
Paris. No, mentia.
Amo al duque no mas. Llevadme, padre,
Echada está la suerte,
Que entre los dos el cielo se interponga!
Defendida por él, yo seré fuerte.
Que no escuche su voz!
Hugo. Ah ! Parisina,
En donde está tu amor ?
Paris. Está en la muerte!!

FIN DEL ACTO SEGUNDO.


ACTO III.

Cenador en el jarin del palacio ducal

ESCENA I.

Azzo y Parisina sentados.

Azzo. Te ofrecí, mi Parisiria,


Que cuando mi esposa fueras,
Un ensueño de deleites,
Entre placeres y fiestas,
Solo tu vida seria.
Como carta recompensa
A la dicha que derramas
Con tu amor en mi existencia.
Vé, que en mis promesas pienso
Aunque tu no las recuerdas.
Pues bien, ya quiero cumplirlas
Y solo tu esclavo espera
Que tus órdenes le dictes,
Para dejar satisfecha
su deuda.
Paris. Me basta solo
Para estar, señor, contenta
El mirar que sois dichoso
Y el que mi padre lo sea:
Loca no busco los ruidos
De las bulliciosas fiestas;
Que del mundo el regocijo
Las tristes almas no alegran.
La soledad, el silencio,
Compañeros de las penas,
Son los únicos amigos
Que agradan á la tristeza.
Azzo. ¿Y triste por qué mi esposa
Sin causa alguna se encuentra?
Oh ! Parisina ese duelo
Me da pesar y me afrenta
Que la motivan recuerdos
Que el corazon te envenenan,
O te falta tierno afecto
Hácia tu esposo.
Paris. Mis penas
Son secretos que yo misma
No comprendo aunque me inquietan,
No, no creais que motivos
Reprobables tengan ellas;
Pues caprichos son del alma
Que á comprender no se aciertan;
Misterios del sentimiento
Que por mas que se quisieran
Qlvidar, al corazon
De tal manera se aferran,
Que dominan nuestro sér
Y oprimen nuestra existencia
Azzo. Pues entonces por qué evitas
Distracciones que halagüeñas
Ocupando el pensamiento
Los vagos sueños alejan ?
No, Parisina, yo exijo
De tu amor, que dejes nerna
A mi pasion, el que trate
De calmar esa tristeza,
Que como un funesto velo
Cubre la ventura nuestra.
Ademas, mira ; el delirio
Del amor de que está llena
Mi alma, locuras mil
Me sugiere y me aconseja.
Tu hermosura que es el cielo
De mis ojos; tu modestia,
Raudal de corrientes puras
Que mi existencia rodea;
Ese tesoro de afectos,
Que tu alma cándida encierra
Y guarda como una rosa
Tus perfumadas esencias :
Todo en tí, todo me encanta
Y me da juventud nueva ;
Y tal vanidad me inspirtas,
Que á todo el mundo quisiera
Hacer conocer la dicha
Que siento.
Paris. Si os es ofensa
Mi inclinacion al silencio
Y soledad, ya dispuesta
Estoi a aceptar sumisa
Los homenajes, las fiestas.
Con que deseaís generoso
Hacerme olvidar las penas.
Soi vuestra esposa: ordenadme
Lo que vuestro gusto quiera;
Pues debe á su esposo siempre
La esposa ciega obediencia.
Por complaceros renuncio
A la existencia modesta
Que tanto amé : dadme ruido,
Y que el corazon se aduerma
En sueños de vanagloria
Y en seductoras quimeras.
Dadme ahogar entre el perfume
Y el bullicio de las fiestas,
Los locos, vanos caprichos
Que el alma en delirios crea
Y que me embriague en delicias
Que desvanecen, marean,
Y en sus alas de colores
El alma dormida llevan.
Sí; con razon, mis angustias
Vuestro cariño reprueba,
Y quiero rasgar los velos
Que con oscura tiniebla
Envuelven mi corazon,
Y mis dichas envenenan :
Quiero gozar del afecto
Que me ofrecísteis, y llena
Mi mente del pensamiento
De daros la recompensa,
Por vuestro placer vivir
Amante, sumisa y tierna.
Azzo. Bien, Parisina, agradezco
Tu decision ; porque ella
Colma mi dicha ; y hoi mismo
Quiero celebrar la vuelta
De tu alegría. Vé, adorna
Tu frente con la diadema;
Con los misterios del arte,
Tu hermosura y gracia aumenta.
Si aumento pueden tener
Tu hermosura y gentileza.
Vé, Parisina.
Paris. Obedezco (Le presenta la frente.)
Esposo mío.
Azzo. Que sea (La besa.)
El cielo siempre propicio
A tu dicha.
Paris. Dios lo quiera. (Váse.)

ESCENA II.

Azzo.
¿ Qué es lo que pasa en mi alma?
Tomo convencerme, temo
Examinar lo escondido
Del estraño sentimiento
Que me agita. Parisina
Oculta en su alma un secreto,
Que aunque temo adivinarlo....
Que lo adivino comprendo.
Oh! yo no sé ; en un instante
Todo se ha trocado. Quiero
Ser feliz y se me oprime
El corazon con el peso
De angustias desconocidas,
De desconocidos celos.
Celos?....Ah.... No.... deshonrado
Yo me creyera al tenerlos !
Celos? y viven y vivo ?....
Es locura.... no los tengo.
Me engaño. Si ; no es posible
Tal desdicha ! El amor ciego
Que la profeso, es tan solo
El que me finge tormentos;
Porque es la pasion avara
De inquietudes y misterios.
Mas....no.... su tristeza eterna....
Los contrarios sentimientos
En que lucha.... De su alma
La indecision....De sus sueños
La horrible ansiedad.... Y.... ahora....
Oh! si, ahora recuerdo....
Muchas veces en sus ojos
Lágrimas tristes sorprendo,
Y que al descubrirme quiere
Ocultar, pues en secreto
Las enjuga. Sí ; no me ama!!
De su mano me hizo dueño,
No del corazon ! No me ama :
Y ¿si no me ama bien puedo
Juzgar que á otro ....? qué digo ?
Corazon, calla, silencio ;
Que en duda poner mi honra
Permitirlo ni á tí debo.
Estoi loco, pero ai ! ¿cómo
Se cambian en un momento
Las esperanzas del hombre ?....
Mas, es verdad, que son sueños,
Que nos encantan dormidos
Y nos oprimen despiertos
Hace un instante tranquilo
Imaginéme risueño,
Horizontes de ventura
Ante mis ojos abiertos ;
Y á una sospecha, á una sombra
Que nubla mi pensamiento,
La sangre, que fresca daba
A mi vida vigor nuevo,
Se ha convertido en torrente
De laba, y su ardiente fuego
Abrazándome devora
Corazon y pensamiento !
Saldre de esta duda horrible ;
Mas, lo haré como discreto :
Como Dios que lanza el rayo
Antes que se escuche el trueno.

ESCENA III.

Azzo y Hugo.

Hugo. Os buscaba, señor.


Azzo. Con qué motivo ?
Habla, Hugo, pues sabes que no hai nada
Que te pueda negar, y que recibo
Un placer en servirte.
Hugo. Aquí grabada
Agradecido el corazon conserva
La memoria del bien que me habeis hecho
Por eso a vos acudo sin reserva;
Que da a los ruegos la bondad derecho.
Huérfano y sin apoyo, generoso
Vos cuidasteis de mi desde la cuna,
Y á vuestra sombra paternal, gozoso
Olvide la crueldad de la fortuna.
Vuestro ejemplo, señor, me hizo valiente;
Instruisteis cuidadoso mi ignorancia;
Las armas me enseñasteis diligente;
Me infundasteis nobleza y arrogancia.
Todo os debo y el marcial arreo,
La espada que pusisteis en mí mano,
Me hacen llevar mui alto mi deseo,
Me infunden un aliento soberano.
Son ellos mi blazon, y ningun hombre
Mostrarlo puede con orgullo tanto,
Que en medio de la lid siempre mi nombre
Difundió en los contrarios espanto.
Mas ved, que vanidoso así la gloria
Hoi no recuerdo que alcanzó mi brazo
Por la fama, señor, lumbre ilusoria,
Sol que en su oriente aún mira a su ocaso.
Sino porque mi sangre, al conquistarla,
En la defensa vuestra fué vertida;
Y quiero toda entera derramarla
Por vos ; pues vuestros son mi nombre y vida,
Esta es, señor, mi súplica.
Azzo. Prosigue
Que aun no comprendo lo que quieres.
Hugo. Quiero,
Dar gusto al hado cruel que me persigue,
Quiero morir y conseguirlo espero.
Aun enemigos hai. Aun lauros faltan
A vuestra frente soberana. Dadme
Aumentar los laureles que la esmaltan ;
Combatir y morir, señor, dejadme.
Azzo. Escúchame tranquilo. Necia, loca
La pasion te arrebata y te sugiere,
Estremos pensamientos ; y me toca
Calmar tu agitación.
Hugo. Señor, quien muere
De dolor, nunca oyó la razon fría;
Que es la pasion poder incontrastable,
Y al triste corazon que oprime impía
Desoir sus consejos no le es dable.
Dispensadme.
Azzo. Pues bien, oye, no ordena
La voz de un protector, ni de un amigo,
Que dés consuelos á tu cruda pena;
Es una voz mas fiel para contigo.
Hugo. Qué me decís, señor? ¿Quién es que puede
Mas influjo tener sobre mi pecho;
Si á vuestro ruego paternal no cede?
Azzo. Quien tiene á su respeto mas derecho.
Hugo. Oh! quien ! Hablad ; hablad !
Azzo. Tu padre, Hugo.
Hugo. Mi padre ? Santo Dios! Mi padre ?
Azzo. Mira:
Si así tu orígen ocultarte plugo
A darte al fin un puesto, un nombre aspira.
Hugo. Mas, quien, señor? Quien es?
Azzo. No lo presiente
Tu corazon ?
Hugo. (arrodillandose) Oh ! Padre, bendecidme !!
Azzo. No, levanta. En mis brazos. Mi alma siente
Orgullo con tal hijo.
Hugo. Permitidme
Ora morir por vos.
Azzo. Oh ! no creia
Que á mi amor dieras tan estraño pago.
Hugo. Perdonadme, señor, me enloquecia
La ardiente fiebre de un destino aciago.
Olvidad mis palabras.
Azzo. Las olvido.
Mañana ocuparás el alto asiento,
Que la cuna te dió y has merecido
Por tu hidalgo valor y tu ardimiento.
De mi poder mañana en ti, mi hijo,
Un digno sucesor verá el estado,
Y amor y solo amor de tu alma exijo,
Pues con tu afecto quedaré pagado.
La Italia entera aplaudirá la suerte
Que á mis pueblos les dá ventura tanta ;
Pues dejaré en tús hombros á mi muerte
El peso de un poder que me quebranta
Disipa ese pesar que te domina;
Alza la frente ya con fiero orgullo;
A doble hazaña el cielo te destina ;
Tuya es mi gloria, y mi poder es tuyo.
Bien sé que una pasion....
Hugo. Esa memoria
No la evoqueis, o padre! yo os lo ruego !
Habladme de poder, de nombre y gloria
Que el corazon me inflamen con su fuego.
Por Dios os lo suplico!
Azzo. En tí descanso,
Eres noble y leal, eres mi hijo ;
Del juvenil ardor la fuerza alcanzo ;
Mas, en tu esfuerzo mi esperanza fijo.
Prepárate á ocupar el alto puesto
A que el cíelo y tus méritos te llaman,
De la pasion al ímpetu funesto
Los nobles corazones no se inflaman !
De tu estirpe el recuerdo ; mi cariño;
El honor de tu nombre en tí repriman
Fatales pensamientos. Desde niño
Sabes muí bien las dotes que se estiman.
Hugo, te dejo : en mis palabras piensa ;
Noble has sido hasta aquí, y, noble espero
Que en lo adelante seas; recompensa
Hallarás siendo noble y caballero. (Váse.)

ESCENA IV.

Hugo.

No bastó a mi suerte fiera


Al hombre que mas amé
Ver mi rival, sino que
Mi padre ese rival fuera !
No le bastó sobre mi
Agrupar penas y penas ;
Sino que nuevas cadenas
Hacen que me aten aquí !
Aquí, donde se halla ella,
Y todo su amor respira;
Que embellece cuanto mira
Y da vida á cuanto huella !
Aquí, donde perfumado
En su balsámico acento,
Suspira amoroso el viento
De su acento enamorado!
Aquí, donde el corazon
Resistencia no tendría ;
Porque á mares beberia
En sus ojos la pasion !!
En donde al roce ligero
De su traje, al eco blando
De su voz: ai! delirando
Olvidaré al mundo entero !! (Se sienta)
No, por Dios ! debo partir
Antes que al influjo ceda
De mi pasion. No me queda
Sino llorar y morir.
Debo partir. ¡ Es mi madre
La que á ser mi esposa iba;
Mi vida en pago reciba
De sus cuidados mi padre!
Mas de esto hacer no creo;
Que es sueño el estar pensando
Que amor que nació deseando
Se vuelva amor sin deseo !!
Es imposible apagar,
Por mas que hacerlo se intente,
Volcan que hirviendo se siente
Ya próximo á reventar!
(Pausa) Cumplo mi deber si muero,
Y faltar temo si vivo;
Muriendo aplausos recibo,
Viviendo afrentas espero :
Certeza á un lado se alcanza,
Al otro dudas, de suerte
Que es preferible la muerte
A vida sin esperanza. (Se levanta)
Si, buscaré en el combate
Como noble y caballero,
Que al son del clarín guerrero
Un enemigo me mate!
Mas, ¿quién separa á los dos
Siendo nuestro amor profundo?
La mezquindad de este mundo,
No la voluntad de Dios!
Ella unirnos solo quiso;
Pues si es Dios bondad. saber,
¿En nuestras almas nacer
Tanto amor, para qué hizo ?
Locura ! Destino impío !
Amor me ciega y orgullo.
Si es mi padre, el honor suyo
Es tambien el honor mio !!
Si defenderle me toca
¿Contra él cómo me atrevo ?
Vengar sus ofensas debo,
¿Y quien le ofende es mi boca ?...
Oh ! Fatalidad impía ;
Que en mis dolores se ceba !
Ya con pesar sobrelleva
Tanta angustia el alma mia !
Y... ¿ quién se acerca ? Ella es! ...
Necio ! la razon escucha :
En mi pecho están en lucha
Amor, honor y altivez. (En accion de salir.)

ESCENA V.

Parisina y Hugo.

Paris. Hugo, esperad; no huyais de quien desea


Hablaros solamente un corto isntante.
Perdonadme y oid.
Hugo. Si me alejaba
No era por esquivaros.
Paris. Satisface
Mal la disculpa. Lo que el lábio dice
Sin fuerza queda al veros el semblante;
Mas no quiero exigiros que forzado
Y con pesar cedais al escucharme;
Pues no quejas de amor, sueño imposible,
A hablaros hoi en mi dolor me traen;
Un fin mas alto, un pensamiento noble,
Un deber, el honor, desear me hace
Que me escucheis.
Hugo Señora, estaré siempre
A serviros dispuesto; así ordenadme
Lo que deseais de mí, seré dichoso
Si en algo este infeliz hoi os complace;
Porque es la sola dicha que le resta
Por vos, señora, derramar su sangre.
Paris. No, Hugo, no á exigíros ciega vengo
Sacrificios inútiles ; no cabe
Ya en mi pecho aspirar á que su afecto
Vuestra alma generosa me consagre.
No en delirios de amor sin juicio pienso
Pues á mi propio honor fuera un ultraje,
Pienso tan solo en vos, en vuestra dicha.
En vuestro porvenir que, aunque me cause
Vergüenza el confesarlo, yo he cubierto
De luto y de dolor. Pienso en que á nadie
Le toca consolaros como á aquella
De quien á su pesar las penas nacen;
Pienso en fin en que debo, por mi esposo,
Por mi propia conciencia y porque alcance
Vuestro pecho quietud, hablaros, Hugo,
De la cruel posicion en que mi enlace
Nos ha puesto á los dos, y que pesando
Nuestro propio valor y nuestros males,
Huyamos previsivos de un abismo
Que llama al corazon y á sí lo atrae;
Y fascina, y arrastra, y solo guarde
Remordimiento, duelo, oprobio y sangre !!
Huyamos de ese abismo.
Hugo. Estad tranquila.
Calmad de vuestro pecho los afanes;
Yo cual vos, Parisina, en ese riesgo
He pensado tambien, y en mis leales
Y nobles pensamientos he temido
La pasion invencible que aún arde
Aquí en mi corazon; y cuya fuerza,
Poder no existe que á vencerla alcance ;
Porque siempre creciendo poderosa
Se aumenta mas y mas á los pesares
Que nos oprimen crueles; mas muí pronto
Cesarán vuestras penas. Los combates
Ofrecen desahogo á los tormentos
Horriblés de mi alma: un mar de sangre
Apagará este fuego, el estermínio
Que sembrará mi brazo: el palpitante
Continuado rumor de la batalla:
La angustia, los lamentos del que cae
Vencido y sin venganza ; el cuadro horrendo
De la desolacion con placer hace
Mi corazon latir ; y allí tan solo
De lo que pasa en mi alma hallo la imágen !!
Allí á la rábia oculta que me abraza
Daré riendas al fin hasta que acalle
La voz del corazon, ó combatiendo
En la sangrienta arena tumba alcance!
Seré feliz entónces !
Paris. Mirad, Hugo
Que así vuestras palabras solo hacen
Aumentar mi dolor.
Hugo. Y qué se exije
De quien sin alma esta ? Quereis que aguarde
La muerto lenta, interminable, amarga
De un padecer eterno ? No es bastante
Atar dentro del pecho con cadenas,
Encerrar dentro el seno con mil llaves
El corazon; y hacer que en agonía
Y herido, y torturado sufra y calle ?
No exijaís lo imposible!
Paris. No, silencio.
De ese 'modo, por Dios! Hugo, no me hables,
Yo no debo escucharte. Piensa, piensa
Que soi la esposa de otro para hablarme;
Piensa que acudo á tí porque eres fuerte;
Que vengo á tí buscando que me salves
De mí misma y de tí : que solo espero
En tu nobleza ! Piensa en el combate
Que me devora !
Hugo. Parisína ! (Arrebatado y lanzándose á ella.)
Paris.(Como delirante.) Hugo !!
Hugo. No, no, perdon! (Arrepentido.)
Paris. Señor! Oh! sed mi amparo!
Hugo. No temas, venceremos : pura arde
En nuestras almas del honor la llama ;
Y el delito fatal de aqueste instante
Bien nos indica lo que hacer debemos
Para evitar los ímpetus fatales
De nuestro loco amor. A mi me toca
De esta mansion querida separarme:
A tí en los brazos de tu digno esposo
Calma buscar al pensamiento y darle
Reposo al corazon, y que el olvido
La memoria de un triste al fin apague.
Pero, no. Parisina.... allá en el fondo
Tu pecho... ah! un recuerdo de amor guarde
A este infeliz. El cielo como un crímen
No lo puede mirar, porque él aplaude
Nuestro actual sacrificio, y nuestras pena;
En su bondad suprema juzgar sabe.
No me olvides!!...
Paris. Seguid el noble impulso
Que os inspira el honor, que luego tarde
Pudiera ser; en mi alma siempre, siempre
Un recuerdo tendrás, y si á mis males
Compasivo el Señor, término pone
Yo rogaré por vos, y vos ¡ai! dadme
Veros llorar por mi!
Hugo. Oh, Dios! Su llanto
De amor me hace sufrir.
Paris. Ah ! vete... parte.
Hugo. Tu mano...Parisina.
Paris.(Alargándole la mano.) Adios.
Hugo. No llores;
Que no abandona Dios nunca á sus ángeles. (Vánse por distinto lugar.)

ESCENA VI.

Azzo por el fondo.

Juntos estaban : Sí, yo los he visto !


Ella lloraba y él puesto de hinojos
La besaba la mano !... Vive Cristo!
Probarán el poder de mis enojos!
Ellos se amaban. Bien; pero debian
Ahogar á mi querer su amor bastardo!
Con guardarlo en secreto me ofendian,
Ahora ?. . . Ahora en la venganza tardo!
Mas, debo convencerme. Ella mi esposa !
El mi hijo !... Qué hacer? ¡ Ai, de su suerte,
Si el crimen cierto es ! Si es la horrorosa
Traicion verdad, los heriré de muerte!
Mas... debo convencerme. El pecho inflama
El fuego de la cólera! Ola! (llamando.) Quiero
Llegar pronto á mi fin.
Un paje. Señor.
Azzo. Vé; llama.
A mi esposa y á Hugo. Los espero. (Viso el paja.)
Filipo me ha engañado; me ha vendido
La mano de su hija, el miserable;
Traidora sierpe junto á mi escondida;
Mas evitar mi furia no le es dable.
Tengo zelos, oh! sí, rabiosos zelosl
Cólera inmensa el corazon tortura!
La culpa es mía ; desafié á los cielos;
Juzgué fuerza y honor en la hermosural
Y la amo, la amo! ¡ Dios permita
Ser ilusion mi fiebre, mi delirio;
Y, cesando la duda que me agita,
Que en ventura se trueque mi martirio !
Mas, ah! ¿Porqué lloraba? ¿ A qué su llanto
Prenda de afecto que mi pecho envidia?
Lloraba !.... y en su acento y su quebranto
Adiviné su amor y su perfidia.
Aguardemos. Haré que del Estado
Léjos me llaman los deberes; luego
En mi propio palacio, disfrazado,
Veré á do alcanza su delirio ciego !
Y al convencerme !... Entonces.... pero calma:
La prueba hagamos y tal vez con ella
Tranquilo el pecho, satisfecha el alma
Bendecir pueda sin temor mi estrella.
Llegan ámbos. Prudencia, no traiciones
Mi oculto pensamiento. Guarda. ira,
Tus rayos en mi pecho, á sus pasiones
Arrojemos mentira por mentira.

ESCENA VII.

Azzo por el fondo.

Hugo. (aparte.) Ella.


Paris. (aparte.) Él.
Azzo. Llegad ; deseo
Hablaros hoi á los dos;
Porque forzado me veo
A dejaros.
Paris. (aparte.) Santo Dios!
Hugo. Qué nos decís?
Azzo. Del Estado.
Por un negocio de urgencia
A partir estoi forzado ;
Mas corta será la ausencia.
Aunque esto me contraría;
Voi tranquilo, que a Dios plugo
Darme en ti esposa, alma mía;
Y darme un hijo en ti, Hugo!
Ambos sois nobles! Espero
Que guardeis el honor mio ;
Tu eres pura. él caballero
En vosotros dos confio.
Paris. (aparte.). Virgen santa !
Hugo. (aparte.) Maldicion !
Azzo. Venid, venid á mis brazos
Y aquí sobre el corazon
Sé estrechen mas nuestros lazos.
Hugo, te entrego el tesoro
Que mas estimo en la vida ;
Lo mas que en el mundo adoro,
Cual debes, tal prenda cuida.
Recuerda que soi tu padre,
Que en tí mi esperanza fijo.
Hugo, mira, esa es tu madre.
Parisina ; ese es tu hijo.
FIN DEL ACTO TERCERO.
ACTO IV.

Salon interior del palacio ducal. -Es de noche.

ESCENA I.

Hugo.

Hugo. Fatalidad de mi existencia impía!


Estrella de mi suerte malhadada!
Ya se encuentra sin fuerza el alma mía
De la desgracia al peso doblegada.
El cielo sordo á mi ansiedad, no escucha
De mi angustia fatal el ruego ardiente;
Que en esta cruel, interminable lucha
Desfallecido el corazon se siente.
Qué es honor ? qué es virtud ? y ¿qué del mundo
La mentida opinion ? ¿ Qué me brindaron
Ni los hombres ni Dios? Duelo profundo,
Por premio de virtudes me pagaron !
Qué me importan sus juicios? Los consejos
Sigo del corazon : pues de mi suerte
La noche, no iluminan mas reflejos
Que los del negro crimen ó la muerte.
El crimen ó el suicidio ! Yace muerta
Toda esperanza en mi, todo deseo;
No encuentro senda al porvenir abierta!
Lágrimas, sangre, donde quiera veo !!
Y ella! ángel puro cuya lumbre sigo,
Cual náufrago en los mares de la vida,
En cuyas alas esperé un abrigo
A mi alma por tormentas combatida !
Ella ! luz de mi cielo tempestuoso
Y de mi eterna noche único faro,
Perdida para mi ! voi sin reposo,
Sin sol, y sin consuelo y sin amparo.
¿Perdida para mí? ¿ Por qué? La amo!
Nos amamos los dos! ¿Quién nos separa?
Destruidos por el fuego en que me inflamo
Serán los lazos que anudó en el ara.

ESCENA II.

Parisina y Hugo.

Paris. Hugo aquí ?


Hugo. Parisina! Parisina!
No mas debilidad, ni duelo aciago !!
O tu amor ó la muerte l Determina
De nuestra cruda lucha cuál el pago!
Si crimen es amarte, lo bendigo;
Porque no importa nada á mi deseo,
Ni el infierno, ni el cielo, si contigo
Tu voz escucho y tu semblante veo.
La tortura mas crüel, la mas horrenda
Por un instante de tu amor querría;
Por una sola, cariñosa ofrenda
Mil siglos de dolores cambiaria.
No mas indecision. Solo es delito
Las llamas apagar que nos devoran;
Lo que ser debe por un Dios maldito
Es separar dos séres que se adoran.
Dios da el amor, y amor, amor respira
Cuanto en el mundo por su Dios alienta:
Naturaleza toda amor inspira,
Y al universo entero amor sustenta.
¿Por qué si es emanacion divina,
Y á una sagrada lei obedecemos
A los dos nos maldicen, Parisina,
Y condenados al dolor nos vemos ?....
Cuándo si diónos al nacer el cielo
Almas ardientes, de pasiones llena,
No pudo ser para en constante anhelo
Alcanzar á la fin, tan solo penas?
El nos unió: á él obedezcamos.
Oigamos solo nuestro amor profundo:
De Italia y de los hombres, ven, huyamos
Nos basta nuestro amor y es grande el mundo.
Paris. Apartad, apartad ! ¿ Qué es lo que dice
Desacordado el lábio ? Ancha es la tierra;
Mas justo Dios al criminal maldice
Y una conciencia el corazon encierra !
Recordad el deber.
Hugo. A nada cedo.
Solo sé que en mi amor tu amor ansia,
Y si alcanzarlo venturoso puedo
Castigos, sufrimientos, desafio.
Solo sé que te adoro, que mi vida
No es vida sino muerte. En pena tanta
Del mundo la voz cruel no me intimida
Ni del cielo la cólera me espanta !
Y mira es tal la angustia en que me abismo,
Y tal la inmensidad de mi amargura,
Que el corazon royéndose á si mismo
Se goza en su dolor y su tortura.
Resistir es inútil. Las pasiones
Son del hombre no mas las leyes santas,
Si á su influjo despótico te opones
Tu propio corazon infiel quebrantas.
Ven, partamos, partamos! Un asilo,
Léjos del.mundo cruel y sus dolores,
Nos ofrecen los bosques, y tranquilo
Gozará el corazon de sus amores.
Partamos, Parisina, si no quieres
Ver que á tus piés por tus desdenes muero
Me has prometido amar; mi esposa eres!
Sígueme, ven....!
Paris. Eso hace un caballero?
Es tu padre mi esposo. Si mi pecho
No le ama, le respeta.
Hugo. Tu eres mía,
Te exijo que me sigas. Da derecho
La fé que me juraste.
Paris. Y si mentia ?
Hugo. Tú mentias? Mentias ? ... No te creo.
Dios en los ojos nuestras almas puso :
Leí en ellos tu amor. Mas ¡ah ! ya veo
Soñé en la fé de la mujer iluso!
Soñé loco en la fuerza, en la violencia
De un amor que era falso, era mentira,
A una débil mujer di mi existencia
Para ser su juguete.
Paris. Hugo, te inspira
Un maléfico génio. Si tú, impío,
Sufres juzgando que el poder me ofusca,
¡Cuál será, santo Dios! el dolor mio
Viendo al hombre que amé que el crímen busca!
¿Cuál será mi dolor, cuando ¡ai ! escucho,
Que contra Dios tu voz se atreve necia?
Entre horror y piedad ya solo lucho;
Que no es amor, amor que á Dios desprecia !!
No es amor verdadero aquel que el yugo
Busca del crímen con fatal reclamo,
Vuelve en tí, vuelve en ti, y entonces, Hugo
En ti veré al que amé, veré al que amo.
Yo adoré sin rubor y sin desdozo,
A la faz de los cielos, lo confieson
A un hombre, á un caballero, que el tesoro
De virtud y de honor guardaba ileso.
A un hombre grande, noble, generoso,
Que respetaba del deber los lazos,
Y no airádo gozaba caprichoso
En ver mi corazon roto en pedazos.
Yo le adoré demente, era mi vida
Imágen de mis sueños seductora!
Su santo amor, del alma combatida
Era la sola luz consoladora!
Mas ¡ah ! que hoi me arrebata mi destino
Hasta ese cruel placer.
Hugo. Sellad el labio;
Yo mismo á esas palabras abomino,
Mi delirio, mi crimen y mi agravio.
Me cegó la pasion. En mi tormento
Olvidé al mundo y Dios ; os he ofendido,
Parisina, perdon. pues me arrepiento,
Y á su poder infernal he obedecido.
La imágen que adorabais seductóra
Vuelva á ser sol de esa alma combatida,
Ya el criminal arrepentido llora,
Y en aras del deber dará su vida.
¿ Me perdonais mi crímen?
Paris. Lo perdono;
Tu corazon encuentro ya de nuevo,
Que no abriga ni el odio ni el encono :
Tu corazon que á defender me atrevo.
La fiebre del dolor solo pudiera
Arratrarte á ofender así inhumano
A tu padre, á mi esposo! Considera
Que si no el corazon, le di la mano!
Pasó el sueño feliz que embellecia
Nuestrás dos existencias, cuando el cielo
Nuestra vida y delirios bendecia !
Pasó de amor el venturoso anhelo!!
Ya nos queda el deber. Con él cumplamos.
Dios pasará tal vez el sacrificio;
Al falló del destino obedezcamos ;
Nunca es el cielo al criminal propicio
Seamos infelices pero honrados,
Y en su bondad confiemos.
Hugo. Desde el dia.
Que dejónos mi padre, separados
Callamos sin pesar nuestra agonía.
Yo os esquivaba siempre ; vos, señora,
La estancia vuestra no dejais siquiera;
Mas la suerte fatal hace que ahora
Nos encontremos por la vez primera.
La primera y la última !... Lo juro,
Por nuestro propio amor: cumpliré al cabo
Con mi padre y con vos, os lo aseguro ;
Pues siempre fuí de mi palabra esclavo.
Nacido en la desgracia, la desgracia
En los dones del mundo fué mi herencia :
Mas la perfidia no, no la falacia
Mancharon con sus sombras mi existencia.
Señora, permitid. (Queriendo irse.)
Paris. (Dándole la mano.) Tomad, me atrevo
A no dudar de vos ; pues os inflaman
Mui nobles sentimientos.
Hugo. Os los debo.
Paris. Partid.
Hugo. Adios!
Paris. Pensad en los que os aman !

ESCENA III.

Parisina de rodillas.

Gracias, gracias, Virgen santa!


Que al alma diste valor
Para en desventura. tanta
Callar la voz de su amor !
Gracias, que á la pena mía,
Tú, fuerza y ayuda das.
Oh ! gracias, Virgen María,
Pues guiando mis pasos vas !
En tu protecdon bendita
No en vano apoyo esperé!
Al cruel pesar que me agita
Pues tu amor mi amparo fué !
Raudal puro de consuelo,
Sol eterno, luz del bien,
Calma, virgen, mi desvelo
Y mi alma débil sosten.
Tú lees en los corazones ;
Mira el mio, piensa en mi.
Oh! madre, no me abandones
Yo espero tan solo en tí !!
Malatt. Parisina !
Paris. Mi padre! que no lea
En mis ojos que lloro. Sufríria!
Si yo soi infeliz él no lo sea,
Por mas que es causa á la desgracia mia.

ESCENA IV.

Parisina y Malattesta.

Malat. Hija mía !


Paris. Padre!
Malatt. Llega
Y que en sus brazos te estreche
Este pobre anciano.
Paris. Padre
Vuestro corazon padece,
Que sombra de penas nubla
Vuestra venerable frente.
Y al veros sin esplicarme
El por qué, vi claramente
Que sufríais.
Malatt. No te engañas
Padezco, y mi dolor crece
Mirándote en tu quebranto
Tan noble, tan digna y fuerte.
Yo ciego en mi amor juzgaba
Al darte un esposo, hacerte
Dichosa, como ninguna
Mujer pudiera creerte.
Y, oh! mira; cuántas veces
Te vine á ver, destrozada
Llevé el alma, que doliente
Tus sufrimientos veía
Que me acusaban..
Paris. No tiene
Razon vuestro pensamiento
En juzgar que mi alma siente
Esta union; no, padre mio,
Os engañais que yo esclava
De mis sagrados deberes,
No tengo mas pensamiento,
Señor, que el de complacerle.
Si por mi no fué escogido.
Ni de mi pasion ardiente
Fué el objeto, al ser mi esposo
Debo velar por su suerte;
Ya veis que causa ninguna
Hai así para creerse
Que padezco.
Malatt. Cada instante
Nuevos motivos me ofreces
De echarme en cara el orgullo,
Que causa fué de que diese
Tu mano al duque. Mas, hija,
Si en tu situacion padeces,
Conserva siempre las prendas
Que tu alma pura embellecen.
Calma tus dolores.
Paris. Siempre
Soi vuestra hija. Recuerdo
Que otra vez por complacerme
Desdeñásteis la conquista
De nuevos altos laureles,
Que á vuestro esfuerzo ofrecia
Gloriosa lid.
Malatt. No recuerdes
En tu gratitud sincera
Esmeros que son deberes
Para un padre. Pero, dime,
¿ Cuándo es que tu esposo viene ?
Pues es estraño que apénas
Se une contigo le lleven
Otros cuidados tan lejos
De tu cuidado. Me tiene
Eso intranquilo.
Paris. Lo ignoro
No me lo dijo.
Malatt. Pues teme
Ausencias que cuando se ama
Son ausencias que previenen.
Yo en tu pureza confio,
Digna de mi sangre eres;
Mas los delirios seducen
Y nos arrastran á veces.
Paris. No tengais, ¡ oh! padre mio !
Temores que mi alma ofenden;
Que no hai delirios posibles
En quien honra y virtud tiene,
Estad tranquilo.
Malatt. Te dejo,
Pero permite que bese
Tu frente. (La besa.)
Paris. Por mi á los cielos
Rogad, padre.
Malatt. Ellos te premien;
(la abraza.) Otra vez. Que Dios permita
Puede bendecirte siempre. (Váse.)

ESCENA V.

Parisina.

Mi padre tiene razon,


Da que pensar esa ausencia ;
Porque tiene una apariencia
De sospechosa traicion.
Y á mas en mi corazon
Hai una voz que no cesa
Y me tiene el alma opresa.
Haciéndome presentir
Que me aguarda un porvenir
Solo de luto y tristeza.
Por largo tiempo olvidé
De la razon al abrigo
Ese horóscopo enemigo
Que mi eterno sueño fué;
Mas miento, solo callé,
Pues su recuerdo vivia
En el alma, y lo temía,
Y ya creyéndolo voi
Que Duquesa al cabo soi
Cual dijo la profecía.
¿Pero yo ser criminal?
¿Yo muerte dar á mi esposo ?
Es delirio, es mentiroso
Ese horóscopo fatal.
Pensando en ello hago mal,
Olvídaré tal recelo
Que fuera acusar al cielo
En tal locura creer.
Y el cielo no ha de querer
Así se aumente mi duelo
Mas si olvido ese pesar
Otro mas horrible siento
Que de Hugo el amor violento
Me hace por mi honor temblar.
Pude hoi mi amor acallar
Mas, soi mujer y le adoro,
Y en el afan que devoro
No podré mas resistir,
Y prefiero ántes morir
Que llegar á tal desdoro.
Este hierro vengador (saca. un puñal.)
Legado de mi linaje
Castigar sabrá el ultraje
Si me faltara el valor.
Que siempre salvó el honor
De mi familia, y si acaso
Fuerzas faltan á mi brazo,
Guarda un veneno fatal
Que hace su herida mortal.
Vengado quedará Azzo.
Desde ahora junto á mi,
Nunca, puñal, me abandones.
Que castigo á sus pasiones
Hallará mi pecho en tí,
Tranquila estar puedo así. (Suena una hora.)
Mas es tarde. El sufrimiento
Gasta mis fuerzas, y siento
Que pronto terminará
Mi padecer, que ya va
Faltándole al alma aliento.
Nunca duermo. El corazon
Que del destino recela,
Permanece siempre en vela,
Pero ya las doce son,
Y el pesar, la agitacion
Me rinden. Dormir no quiero
Sinembargo, que así espero
Siempre el alba. Yo no sé
De mi inquietud el por qué,
Mas si que de angustia muero.
(Se recuesta y duerme.)

ESCENA VI.

Azzo, por una puerta secreta.

Ahí está. Cándida y pura,


Luz del cielo, flor bendita,
Cuyos colores marchita
Una fatal desventura!
Ahí está, su clara frente
Revala bien sus tormentos,
Y sus tristes pensamientos
Como un cristal trasparente.
Y de su seno que miro
Que inquieto en ondas se mueve,
Apénas á huir se atreve
A cada aliento un suspiro.
Y yo soi, yo, que le adoro
Quien doi motivo á su pena,
Que á mi vejez se encadena
De su hermosura el tesoro.
Feliz la haré. Se rasgaron
Ya los tenebrosos velos
Con que escondidos los celos
Hace poco me cegaron.
Nobles son los dos, que en vano
Dudando de su lealtad,
Di á su pasion libertad
Con pensamiento inhumano.
Si se aman nunca indiscretos
Lo confiaron á sus lábios,
Y jamas fueron agravios
Los sentimientos secretos.
Nobles son, y á mi ventura
La ausencia solo es preciso,
Que esta siempre olvidar hizo
Y siempre amar la ternura.
Gracias. Dios santo, á ti debo
La dicha que me enajena;
Tu mano de bondad llena
Me la concedió de nuevo.
A mi voz, Señor, ahora.
Dá, tu persuacion divina,
Y haré al fin que Parisina
Calme le pena que llora.
Que el amor con dulce empeño
Al fin su placer alcanza,
Y aunque es sueño la esperanza
Me complazco en ese sueño.
Pero mas y mas quisiera
De que me es fiel convencerme;
Ella descuidada duerme
Y mi venida no espera.
La luz mataré, en lo oscuro
Me llegaré junto á ella,
Y al fin, así, de mi estrella
Podré encontrarme seguro.
Y entónces sin sombra alguna
Que me ínquíete ni me espanta
Con sosiego en lo adelante,
Desafiaré la fortuna. (Apaga la luz.)
Esta es la prueba postrera
Y en ser dichoso confio !
Da fuerza al alma, Dios mio !
Porque ella teme aunque espera.

ESCENA VII.

Azzo y Parisina.
Azzo. Parisina!
Paris. Perdon! El crimen! Huyé.
Azzo. Parisina !
Paris. Quién es? Dejad, dejadme!
Azzo. Yo soi....
Paris. Quién? Tu? Dios santo!
Azzo. Soi Hugo. Soi tu amante.
Paris. Ah! soltadme,
Soltadme !.... Llamaré ! ...Mira mi espanto
Oh ! Vete, no me sigas.
Azzo. (Soí felíz.) Parísína!
Paris. Bien; me obligas. (Lo hiere.)
Azzo. Me has herido !
Paris. Te herí. Perdon, mi Hugo! .
Azzo.(aparte.) Su Hugo !
Paris. Me obligaste. Pero, dime:
Qué sientes? Callas?
Azzo. Nada siento.
Paris. Mira,
Que envenenado está !!
Azzo. Qué dices?
Paris. Lleno
Está el acero de mortal veneno!!!
Llamaré.
Azzo. No, detente.
Paris. Bien, si mueres,
Contigo moriré; porque yo te amo,
Porque en tu mismo fuego,
El corazon desesperado inflamo !
Que apesar de que loca,
Te he rechazado infiel y despiadada,
Lloraba le corazon lo que la boca
A decirte crüel se vió obligada.
Azzo.(ap.) Oh, furor! Mas, oigamos.
Paris. Deja, deja,
Ya que lo quiere el cielo
Ya que la muerte sola nos aguarda
Desahogue el corazon, que es un consuelo
Decir el lábío lo que el pecho guarda.
Tu sabes que menlía
Cuando rompí nuestros amantes lazos,
Pero ígnoras tal vez lo que sufria
Al verme encadenada en otros brazos !!
Hoi mismo cuando ciego en tu demencia
Me propusíste huir, te rechazaba;
Pero gozaba el alma en tu imprudencia
Y el corazon de amor se me abrazaba l!
Mas ya somos felices, que la suerte,
Que nuestras almas desunió en el mundo,
Hoi recompensa nuestro amor profundo,
Porque unidos los dos, vendrá la muerte.
Azzo. Así se cumplirá, que así te plugo. (La hiere.)
Paris. Cielos! Qué voz !
Azzo. (llamando.) A mi, á mi ; mis guardias.
(Entran todos con luces, Malattesta y Hugo.)‘
Paris. Quién es? Quién es!....
Azzo. Tu esposo.
Paris. Ah! Dios! Perdon!! (Cayendo.)
Azzo. (lanzándosele.) Hugo !!
Miserable !
Hugo. Señor!...
Azzo. Infame, muere! (le hiere.)
Hugo. Parisína !
Malatt. Qué hicisteis!
Azzo. Di castigo
Al crimen! Pero... Ah! mi hijo! mi esposa!
Fílipo tu obra es esa :
Tu ambicíon y mi amor ahora maldigo!
Y esa sangre.... que caiga en tu cabeza !!

FIN DEL DRAMA

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