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Julia Varela (2018)

Universidad Complutense de Madrid

Bowles y Gintis: el principio de la correspondencia.


Los autores Bowles y Gintis afirman que el sistema educativo, reproduce y legitima un patrón
preexistente para entrenar y estratificar a la fuerza de trabajo. Afirman pues, una vez más, que existe
una correspondencia entre la estructura de las relaciones existentes en el mundo de la producción y
en el mundo de la Escuela.

Estos autores subrayan no tanto la transmisión de la ideología -de saberes que ocultan las
relaciones sociales-, cuanto la experiencia de determinadas relaciones sociales vivida
cotidianamente por los alumnos en la Escuela. En su obra La instrucción escolar en la América
capitalista afirman que existe un isomorfismo entre las relaciones sociales exigidas en el mundo del
trabajo y las que se adquieren en el sistema escolar. La división jerárquica del trabajo está presente
en las relaciones verticales que existen entre administradores, profesores y estudiantes; la alienación
existente en el trabajo asalariado se refleja en la falta de control de los estudiantes sobre la educación
que reciben, en los contenidos del currículo, y en una motivación fundada en calificaciones y
recompensas externas, en la competitividad institucionalizada y en una evaluación y clasificación de
tipo meritocrático.

El sistema escolar socializa de diferente forma según los niveles educativos, desarrollando y
premiando en cada uno de ellos las aptitudes y cualidades que caracterizan al buen estudiante y al
buen trabajador. Las cualidades premiadas en los niveles inferiores de la Escuela y del trabajo son
las de sumisión y obediencia (que suponen realizar un trabajo basado en normas externas
impuestas), en el nivel medio se premia la seriedad y la fiabilidad (que suponen realizar un trabajo
sin una supervisión constante basado en normas externas impuestas); y, por último, en los niveles
superiores se estimula la iniciativa y la autonomía (que suponen realizar un trabajo en el que se
controlan el proceso y los fines a partir de normas interiorizadas). De este modo cuanto más se
asciende en el sistema escolar tanto más las relaciones sociales se vuelven menos formalmente
autoritarias y se propicia la formación de aptitudes más autorreguladas y autocontroladas. El sistema
educativo proporciona a cada individuo capacidades cognitivas, habilidades técnicas, rasgos de
personalidad, modelos de autopercepción, y credenciales educativas adecuadas a las exigencias del
mercado laboral.

De este modo, y dado que el ascenso y la permanencia en el sistema escolar depende de la


clase social, las distintas cohortes de estudiantes que abandonan el sistema educativo en los
distintos niveles han experimentado y adquirido una socialización distinta, así como unos rasgos de
personalidad que se ajustan a la división social del trabajo. Habría que tener en cuenta además de
los distintos niveles de enseñanza los distintos tipos de escuelas ya que también en éstos se
transmiten distintos tipos de relaciones sociales de acuerdo con el patrón según el cual las escuelas
a las que por lo general acceden los hijos de las clases trabajadoras inculcan sobre todo relaciones
de subordinación e, inversamente, las de las clases dominantes relaciones de autocontrol. El efecto
combinado de nivel de enseñanza y tipo de escuela da lugar a la formación de personalidades
diferentes y diferenciadas, aspecto que subrayan especialmente, en correspondencia con los
diferentes niveles de la estructura ocupacional.

Bibliografía: S. Bowles y H. Gintis, La instrucción escolar en la América capitalista, Siglo XXI,


Madrid, 1981.

http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/E/educacion_sociologia.htm

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