Sei sulla pagina 1di 12

ORÍGENES DEL TEATRO EN CARACAS

A don Juan Hurtado Manrique

EL CENTRO PRIMITIVO de las diversiones públicas de la antigua Caracas


desde 1567 en que fue edificada, hasta mediados del pasado siglo, estuvo
en la actual plaza de Bolívar y casas de los alrededores. En este sitio se juga-
ban toros y cañas, se festejaba la coronación de los monarcas españoles y
se representaban comedias y autos sacramentales en teatrico improvisado.
Y ya se supondrán nuestros lectores, qué teatricos serían aquellos al des-
cubierto, con techos de lienzo, en que todo tenía que ser pobre, rústico
y grotesco, en consonancia con un caserío de chozas pajizas, un templo
mayor que era un caney, con su campanario que más bien que torre tenía
ínfulas de horca, y en que las necesidades más apremiantes afligían a la
pequeña población, en la cual hubo días, durante los primeros cien años,
en que no se halló aceite para la lámpara del Sagrario ni vino para el sacrifi-
cio de la misa. Cuando llegaba la fiesta del patrón de la ciudad, el Apóstol
Santiago, o las de San Sebastián, San Mauricio y otras patrocinadas por el
ayuntamiento, el entusiasmo prendía en los moradores de la pobre colonia,
inflada con título de capital, y todos se preparaban a divertirse. Aparecía
el teatrico con su arquitectura rústica, con su telón de colchas unidas, con
sus candilejas que alumbraban el escenario, que el público lo estaba por las
luminarias del firmamento. Unos prestaban las tablas, otros construían los
bastidores; pertenecían a unos los horcones sostenedores del elevado esce-
nario, a otros las candilejas; y todos a porfía y con fraternidad espontánea,
contribuían con sus fuerzas y recursos al feliz éxito de la dramática fiesta.
El establecimiento del gobernador Osorio y del procurador Simón de

Oscar A
cos
bibliotec ta
BIBLIOTECA AYACUCHO

201 a

01_ORIGENES.indd 201 5/23/08 2:08:29 PM


Bolívar en Caracas, desde 1588 a 1597, dio a la pequeña ciudad la impor-
tancia que hasta entonces no tenía, pues el primero estableció lo propio, fijó
los ejidos, creó alcabalas y fundó de manera estable, el buen gobierno de la
colonia, mientras que el segundo alcanzó del monarca español ciertas rea-
les cédulas en favor de la población venezolana y de la ciudad de Caracas.
Para esta fecha, las funciones teatrales habían tomado creces, pues
tanto Osorio como Bolívar, habían sido obsequiados en repetidas ocasio-
nes por los moradores de Santiago, agradecidos al buen gobierno de estos
mandatarios. El entusiasmo por el teatro se extendía, y teatricos de carácter
privado, levantados en los corrales de algunas casas, con el objeto de con-
memorar acontecimientos de familia, contribuían a desarrollar el espíritu
público. Estos primeros templos de Talía, improvisados ya en la plaza, ya
en dilatados corrales de la primera Caracas, no carecían de mérito original,
pues que los actores eran los principales conquistadores, con sus esposas e
hijos; centro de sociabilidad que contribuyó en alto grado al entroncamien-
to de la familia y al desarrollo de la población. Así, desempeñaban los más
importantes papeles del drama antiguo, en este teatrico de aldea, Garci
González de Silva, y los de Gámez, Infante, Villegas, Almendaris, Del
Villar, Pradas, Emazábel, Antequera, Vázquez, De Escobedo, Rebolledo,
De los Ríos, el joven Bolívar, etc., etc.; mientras que los papeles de reinas
y heroínas, viejas de copete, vírgenes ataviadas con las galas de la prima-
vera, los interpretaban con gracia Beatriz y Germana de Rojas, Luisa de
Montes, Isabel del Barrio, Luisa de Villegas, María de Luyando, segunda
esposa del primer Bolívar, etc.
* * *

La primera licencia para representar una comedia, con la cual trope-


zamos en el archivo del antiguo Ayuntamiento de Caracas, tiene la fecha
de 28 de junio de 1600. El Ayuntamiento concede la licencia de ley para
representar una comedia el día de Santiago, Patrón de la ciudad. Esta fecha
podemos aceptarla como punto de partida del teatro en Caracas.
Con teatricos ambulantes continuó la capital desde entonces, has-
ta ahora ciento cuarenta y seis años. Todavía, en la época del brigadier
Ricardos, desde 1752 a 1760, el teatro figuró siempre en la actual plaza de

Oscar A
cos
bibliotec ta
ORÍGENES VENEZOLANOS

202 a

01_ORIGENES.indd 202 5/23/08 2:08:29 PM


Bolívar, aun con más decencia que en los primitivos tiempos; pues, durante
la gobernación de Ricardos, la plaza fue nivelada, empedrada y exornada
con tiendas y portales por el sur y parte del este, y con arcadas y galerías
por el oeste. El teatrico oficial tenía lugar señalado en la antigua escalinata
del norte.
Sostenido anduvo el entusiasmo que, durante el último siglo, animó a
los moradores de Caracas, respecto de representaciones teatrales, y sobre
todo de autos sacramentales. Y si de España venían muchos de estos últi-
mos, los hubo también de fábrica caraqueña, en armonía con nuestra cultu-
ra intelectual, costumbres y aspiraciones. El auto manuscrito que tenemos
a la vista, obra de ingenio desconocido de pasadas generaciones, sintetiza
con elocuencia la Caracas del obispo Madroñero, aquella en que la fiesta del
Carnaval fue sustituida con el rezo del rosario, y las comedias de costumbres
con autos sacramentales en gloria de la Virgen del Rosario.
La pieza dramática a que nos referimos se titula Auto a Nuestra Señora
del Rosario, el cual está precedido de una loa a la misma Virgen. El argumen-
to de la loa es una paráfrasis vulgar del juicio de París, con la diferencia de
que suple a éste el temible Júpiter. La música da comienzo a la loa así:

Llena de temblores
La tierra fría,
De temblores llena
Ave María.
etc., etc.

Al instante aparecen en la escena Venus, Juno y Palas, estas coquetillas


del mundo pagano, las cuales se presentan como arrepentidas de sus pasadas
liviandades. Por los aires vese una manzana que en tres lados tiene escrito: a
la más hermosa. Cada una trata de apropiársela, cuando se presenta Júpiter
que insulta y apostrofa a las tres beldades del Olimpo. Estas se defienden,
hacen el elogio de María, quieren dedicarse al culto de ella, cuando el dios
divide en cuatro porciones la manzana: toma una para sí y entrega las otras
a las diosas arrepentidas con una sola condición: la de que cada una de ellas
rezara un tercio del Rosario de María. Desde este momento, Venus, Juno y
Palas cantan en versos macarrónicos elogios a la Reina de los Ángeles.

Oscar A
cos
bibliotec ta
BIBLIOTECA AYACUCHO

203 a

01_ORIGENES.indd 203 5/23/08 2:08:30 PM


En el auto figuran como interlocutores, Caracas, la Justicia, Santiago,
la Culpa, el Pueblo, un tal Rodrigo, otro tal Ropasanta y la Música.
En la escena aparece Caracas con un libro en la mano y un león a los
pies. Y como está dormida, los coros de la Música la amenazan así:

No duermas sobre la culpa


Ciudad ilustre y famosa.
Que contra ti justo cielo
Invencible alarma toca.

Y Caracas contesta:

Válgame Dios ¿qué es aquesto?


¿Quién mi sosiego alborota?
¿Quién mi silencio interrumpe
Con voces tan lamentosas?

Y la Música replica:

Avisos del Cielo son


Los que estás oyendo ahora,
Mira no imite tu orgullo
A la mísera Sodoma.

Caracas pondera entonces su riqueza natural, su nobleza y, respecto


de ésta, asegura que no hay en el mundo nobleza como la suya. Pero a tanta
pretensión ridícula, algunos de los habitantes la acusan y la hacen apare-
cer cual nueva Sodoma. Aquí comienza la jerigonza. Entre dimes y diretes
aparecen en la parte superior del escenario la Culpa y la Justicia. Ésta, lle-
na de ira blandea la espada y quiere destruir a la ciudad pecadora acusada
por la Culpa. Siéntese estremecer la tierra, y gritos y lamentos se escuchan
por todas partes, cuando aparecen en la escena los mutilados, víctimas
del cataclismo. Viene entonces Santiago que intercede por Caracas. La
Justicia absuelve a los moradores, en tanto que éstos gritan:

Oscar A
cos
bibliotec ta
ORÍGENES VENEZOLANOS

204 a

01_ORIGENES.indd 204 5/23/08 2:08:30 PM


Madre de Dios del Rosario,
Misericordia y piedad.

Levántanse los cojos, los mancos, las víctimas del terremoto, y todo el
mundo promete entregarse con devoción al rezo del rosario.

* * *
Pero, a proporción que los moradores de Caracas desplegaban más
entusiasmo en el arte dramático en teatros ambulantes y de libre entrada,
dos necesidades debían surgir; era la una, la creación de un teatro como
centro de buenas costumbres, que proporcionara renta para su sosteni-
miento; y la otra, el derecho de censura y examen de las piezas dramáticas
que iban a disputarse las autoridades civil y eclesiástica de la capital. Este
hecho precedió a la fundación del primer teatro de Caracas.
Representábanse en La Guaira unas comedias, en sitio público, por los
años de 1772 a 1773, cuando el vicario de aquel puerto, en oficio al gober-
nador y capitán general, reclama el derecho que le asistía para dar permiso
a las representaciones teatrales, después de examinar las obras impresas o
manuscritas. “Sólo es privativo de la justicia secular intervenir en este asun-
to, y de ninguna manera el vicario ni el obispo, contesta el Gobernador; y
lo único que puede hacer la autoridad eclesiástica, es alertar a la civil de
cualquier desorden que reclame pronta corrección”.
Elevada la queja al monarca, éste dispuso, por medio del conde de
Valdellano, presidente del Consejo, que: “respecto de las obras dramáticas
publicadas en España, no había necesidad de nuevo examen; pero no así
las nuevas que quedaban en todas partes sometidas a la censura del Ordi-
nario eclesiástico y a lo que éste dispusiera”1.
A poco surgió la idea de fabricar un teatro en Caracas. El primer man-
datario a quien pertenece la gloria de haber levantado el primer monumen-
to del arte dramático en la capital venezolana, fue el brigadier don Manuel
González Torres de Navarro, por los años de 1783 a 1784. Hombre de
ideas sanas y humanitarias, y al mismo tiempo espíritu civilizador, fue este

1. Documentos referentes a esta materia, Archivo de la antigua Obispalía.

Oscar A
cos
bibliotec ta
BIBLIOTECA AYACUCHO

205 a

01_ORIGENES.indd 205 5/23/08 2:08:30 PM


gobernador de grato recuerdo, por haber creado el teatro en la capital de
Losada; pero lo más notable del hecho estriba en que levantó un teatro,
no con los fondos públicos, ni con los privados, sino con sus recursos
personales, y animado solamente del noble pensamiento de regalarlo al
Municipio, lo que constituye un acto tan generoso como espléndido. Y
como al tratar de los orígenes del teatro en Caracas, no debemos desper-
diciar cuanto redunde en honra y gloria de aquel caballeroso mandatario,
copiamos a continuación el oficio que dirigió al Ayuntamiento, al ofrecer-
le el teatro construido. Es el siguiente:

Muy Ilustre Ayuntamiento:

Muy señor mío:

Deseoso de contribuir al mayor lucimiento de esta Ciudad y que al mismo


tiempo haya una diversión pública, que sirva para establecer en sus moradores
la sociedad política y de alivio a los que ejercitándose en el trabajo de sus res-
pectivos oficios, soliciten el recreo del ánimo en aquel cómodo rato destinado
al descanso, he formado a mis expensas un coliseo sin el menor gravamen
sobre ningún ramo de abasto ni otro arbitrio para la fábrica material, pues el
real de entrada que paga en la puerta cada persona, aún no cubre los gastos
de luces, música, sirvientes y demás que causa el entretenimiento del teatro. Y
para más comodidad de los vecinos, así en el decente asiento de palco, como
en el modo de satisfacerlos, he dispuesto que por la corta cantidad de sesenta
pesos por una vez, queden redimidos de pagar alquileres, prefiriendo siempre
la utilidad de los vecinos a la del teatro. Y siendo tan propio de particular
aprecio que merece U.S. el darle una prueba de distinción, tengo el gusto de
presentarle para el uso de sus capitulares un balcón en el centro superior del
círculo del referido coliseo, como lugar más decente y propio para cuando se
coloque el dosel y Real Retrato en los días de ceremonias; esperando yo de ese
Ilustre Ayuntamiento, que además de admitir esta pequeña memoria de mis
facultades, se sirva, destinar, desde el próximo día de reunión, un Alcalde o
regidor que por turno, concurra precisamente cada noche con dos Alguaciles,
para que en mi ausencia, sirva de autoridad en aquel acto, y no falte quien to-
me cualquiera providencia de justicia en un caso que pueda ocurrir, conforme
a la práctica general de España y mejor orden del Gobierno. Dios guarde a
U.S. muchos años.

Oscar A
cos
bibliotec ta
ORÍGENES VENEZOLANOS

206 a

01_ORIGENES.indd 206 5/23/08 2:08:30 PM


Caracas, cuatro de mayo de mil setecientos ochenta y cuatro.
–B.L.M. de V.S. su más atento seguro servidor,

Manuel González.
Muy Ilustre Ayuntamiento de la Ciudad de Caracas.

Los señores que componían el Ayuntamiento en esta época eran los


siguientes: Fernando Ignacio Ascanio, Ignacio de Lecumberry, Antonio
Egaña, Joaquín de Castillo Veitía, Francisco Antonio García de Quintana,
José Ignacio de la Plaza, Liendo Madera, Luis Blanco y Blanco, Juan
Antonio Otamendi, José Escorihuela, y Juan Domingo Fernández, secre-
tario; los que con frases de agradecimiento, a nombre de la ciudad, con-
testaron el oficio del gobernador y entraron en posesión del edificio. Días
después acordaron: que el mayordomo de propios disponga con la ma-
yor brevedad, sus canapés limpios y decentes, en que puedan acomodarse
veinte y cuatro personas, e igualmente tres bombas de cristal para iluminar
el palco en las noches de comedia y diversiones, concurriendo con las luces
correspondientes; quedando los ministros porteros encargados del aseo e
iluminación del palco2.

* * *

De 1799 a 1800, en los días en que visitó a Caracas el barón de


Humboldt, figuraba en este teatro una compañía de actores venezolanos
que comparó el viajero Depons a esos cómicos de la legua que viven, más
de las dádivas de la piedad que del placer que proporcionan. La declama-
ción en este teatro, agrega el viajero, la cual no puede compararse con la
carreta de Tespis, es una especie de balbuceamiento monótono, semejante
al tono con el que un niño de diez años, recita su lección mal estudiada.
Los actores carecían de gracia, de acción y no daban inflexión a la voz ni al
rostro el movimiento natural3.

2. Actas y papeles del antiguo Ayuntamiento de Caracas, 1784.


3. François Depons, Voyage a la partie orientale de la Terre Ferme 1801 a 1804, Paris, Chez
Colnet, 1806, 3 v.

Oscar A
cos
bibliotec ta
BIBLIOTECA AYACUCHO

207 a

01_ORIGENES.indd 207 5/23/08 2:08:30 PM


Quiso el gobernador Vasconcellos, en varias ocasiones, obsequiar a
Humboldt, llevándole al teatro, y el sabio se prestó con gusto a contemplar
en espacioso recinto, a los artistas caraqueños y a los astros de la noche.
“Como el tiempo nublado, escribe el ilustre viajero, me hacía perder mu-
chas observaciones referentes a los satélites, podía asegurarme de antema-
no, desde uno de los palcos del teatro, si Júpiter estaría visible durante la
noche”. He aquí el arte y la astronomía, Moratín y Galileo hermanados en
obsequio de Humboldt en el templo de la Talía caraqueña4.
En estos días, vuelve por segunda vez a suscitarse la cuestión de censu-
ra entre las autoridades eclesiástica y civil. Solicita la primera el derecho
que tenía, apoyándose en la Real Cédula del monarca español en 1777.
Rechaza tal pretensión la autoridad civil, apoyándose en la disposición
regia, por la cual toda censura en obras dramáticas en Madrid, quedaba
desde 1793, bajo la jurisdicción del corregidor de Madrid; disposición
que amplió más tarde el monarca, creando fiscales regios, a los cuales
pertenecía el estudio de toda obra literaria. La autoridad eclesiástica no
insistió5.
Cuando Valmis introdujo la vacuna en Caracas, 1804, fue obsequiado
en el teatro con una fiesta en la cual figuró, entre otras producciones, el
juguete dramático de Andrés Bello que corre en sus poesías con el título
de “Venezuela consolada”. Tan malo es este juguete en honor de Carlos IV
como la oda a la vacuna en elogio del mismo monarca.
Ya había muerto Vasconcellos que patrocinó durante su gobernación
el gusto literario de los caraqueños, con veladas y reuniones amenas, en las

4. Este hermoso teatro tenía una fachada prolongada y gran fondo. Con tres órdenes de
palcos, patio exterior y galerías espaciosas para el libre paso de la concurrencia, presentaba
el defecto de tener descubierto el patio interior. Cabían como dos mil espectadores. En el
patio estaban completamente separados los dos sexos para evitar la incongruencia, según
se decía entonces; y como la mayor parte de los palcos era de propiedad particular, sucedía
que un gran número de familias acomodadas tenían que ver la función a campo raso. La
entrada general no excedía de medio bolívar, y aunque las compañías de actores eran por
lo general detestables, sucedía que siempre estaba lleno, pues en noche de función, nadie
se quedaba en casa, y hasta los frailes de las comunidades religiosas y los curas de almas
asistían sin ningún escrúpulo. Este teatro estuvo en la esquina del Conde, avenida Norte,
frente a la casa del conde de Tovar.
5. Papeles referentes a este asunto en el archivo de la Obispalía.

Oscar A
cos
bibliotec ta
ORÍGENES VENEZOLANOS

208 a

01_ORIGENES.indd 208 5/23/08 2:08:30 PM


cuales descolló con brillo Andrés Bello, cuando llegó a Caracas, en 1808,
la primera compañía de ópera que iba a inaugurar entre nosotros el género
lírico. Era una compañía de ópera francesa, en la cual figuraba, como pri-
ma-dona, Juana Faucompré, a la cual saludó Andrés Bello, en cierta noche
de función, con aquel soneto improvisado que comienza así: “Nunca más
bella iluminó la aurora”.
Los caraqueños se entusiasmaron tanto con esta novedad, que llega-
ron a olvidarse hasta de la epidemia que en aquellos días afligía a la capital.
Mas he aquí que por tercera vez vuelve la autoridad eclesiástica queriendo
inmiscuirse en la cuestión teatral. Con fecha 27 de mayo, el gobernador
del Arzobispado, doctor Zuloaga, le endilga al capitán general don Juan
de Casas, un oficio apremiante, en el cual pedía que suspendiera las fun-
ciones de ópera hasta que fueran examinados los libretos por el ordinario
eclesiástico; y después de exponer las razones, concluye así: “Hago pre-
sente a U.S. que el estado eclesiástico se halla actualmente en esta ciudad
en diaria rogativa, que se practica en todas las misas con tres oraciones,
y con varias preces a la conclusión de las conventuales, desde que el M.I.
Ayuntamiento las pidió por la epidemia que aún subsiste, y cuya memoria
puede importar al insinuado y otros efectos en la piadosa consideración
de U.S.”.
A la reclamación del encargado del Arzobispado dirigió el capitán ge-
neral copia del dictamen dado por el asesor general, a quien competía el
examen de la materia. Y por lo que se relaciona con el estado del clero y
sus buenos oficios en la epidemia, el asesor asegura: “Canendo et ridendo
corriguntur mores, lo cual no es incompatible con las preces de la iglesia”.
Pero lo que más preocupaba al provisor, no era tanto que el examen de las
piezas dramáticas lo hiciera el ordinario eclesiástico o el asesor general,
como el que las representaciones fueran inductivas a pecados. El congreso
de hombres y mujeres promiscuamente durante gran parte de la noche
dentro del coliseo, como decía el provisor; la continuidad y contigüidad, la
incongruencia de estas atracciones siempre estallando en chispa eléctrica,
así como la pérdida de las almas, era lo que más preocupaba a la autoridad
eclesiástica. Después de lavarse las manos, y echar toda responsabilidad a
la autoridad civil, el doctor Zuloaga elevó a la Corte la contestación que

Oscar A
cos
bibliotec ta
BIBLIOTECA AYACUCHO

209 a

01_ORIGENES.indd 209 5/23/08 2:08:30 PM


había dado el capitán general. Y como los sucesos de España se complica-
ban cada día más y más, allá quedó archivada la controversia de la cual no
volvió a hablarse6.
Cuando figuró en el teatro de Caracas la primera compañía de ópera, no
existía la imprenta, que llegó meses más tarde. La primera Gaceta de Caracas
salió el 24 de octubre. Los carteles teatrales antes de esta época, se hacían con
cartulina; pero después de establecida la imprenta salieron tipografiados7.
Nada conocemos por lo tanto de los juicios que se emitieran en Caracas,
respecto de obras dramáticas; pero sí podemos dar a nuestros lectores copia
de la primera crónica teatral escrita en Caracas, la cual fue publicada en la
Gaceta de 30 de diciembre de 1808, que dice así:

El 25 del corriente se ha abierto de nuevo el Teatro Público de esta ciudad, con


general satisfacción de la numerosa concurrencia; y se dio principio a la fun-
ción con el drama alegórico, La España restaurada, muy propio de las actuales
circunstancias de la Nación y terminado con una Canción patriótica. A la vista
de los .personajes que representaban las Provincias de España con los trajes
correspondientes, y sobre todo a la del Retrato de nuestro amado Soberano
Fernando VII, presentado repentinamente con una bella iluminación, el entu-
siasmo de los concurrentes se manifestó del modo más expresivo, y los alegres
vivas y fervorosos votos de muchos centenares de almas subieron al cielo, im-
plorando las bendiciones de la Divina Providencia, vengadora de los derechos
de los Reyes, sobre la persona del mejor y más querido de los Soberanos.
Muchos de los espectadores acompañaron en aquella, y principalmente en la
siguiente noche, el ritornelo o coro con que terminaba cada una de las coplas
de la Canción patriótica; la alegría pública no se ha manifestado nunca de una
manera menos equívoca; y los sentimientos de fidelidad, de que se hallaban
poseídos los corazones, brillaron en todos los semblantes.
El modo con que los actores desempeñaron sus respectivos papeles en ésta
y en la pieza en tres actos, que se dio sucesivamente, inspiran fundadas espe-
ranzas de que veremos el Teatro de Caracas en el pie correspondiente al buen
gusto, que comienza a propagarse en todos los ramos.

* * *
6. Manuscrito del archivo de la Obispalía.
7. Véase Rojas, “Orígenes de la Imprenta en Venezuela”, Estudios históricos, Caracas, Lit. y
Tip. del Comercio, 1926-1927, v. 1.

Oscar A
cos
bibliotec ta
ORÍGENES VENEZOLANOS

210 a

01_ORIGENES.indd 210 5/23/08 2:08:31 PM


En la primera orquesta que figuró en los años de 1810 a 1812, en el
teatro de Caracas, sobresalieron los siguientes profesores: Cordero, que
fue el director, Rodríguez, Gallardo, Carreño, Landaeta, Meserón, Borges,
Olivares y Mármol que debió la vida, en la sangrienta toma de Maturín en
1814, a su fagote.
Aunque algo destruido por el terremoto de 1812, el teatro de Caracas
continuó figurando, primero con los realistas, y después de 1821, con los
republicanos. Un viajero inglés que visitó a Caracas en esta época, coronel
Duane, dedica al teatro de Caracas algunas líneas, en el libro que publicó
en 1826 con el siguiente título: A visit to Colombia &.
Abandonado el primitivo teatro de Caracas después de cerca de cua-
renta y seis años de haber figurado, surgió uno nuevo, si así puede llamar-
se, la hermosa sala de la antigua casa de los jesuitas, en la avenida Norte, y la
cual sirvió de teatro improvisado. En éste se representaron muchas piezas
dramáticas, y abundante estuvo siempre la concurrencia, hasta que fue
fabricado el segundo teatro de Caracas, por el maestro Cardozo, quien lo
vendió al coronel J.M. Ponce, en la calle Este 6, cerca de la actual esquina
de la capital que lleva el nombre de El Coliseo, desde los primeros días
de 1831. Este sencillo y reducido edificio, que duró hasta ahora cuarenta
años, estuvo en el área que ocupan actualmente las casas números 38 y 42.
En él se estrenó en 1843 la primera compañía de ópera italiana que visitó
a Caracas. Y como para entonces no estaba desarrollado en el pueblo ca-
raqueño el amor a la ópera como hoy, este coliseo entró en competencia
con el teatrico que se conoció desde entonces con el nombre de “Teatro
de los Nacimientos”, en la esquina que llaman del Maderero. Cuando la
compañía de ópera italiana llegó a su ocaso, hubo de ocurrir al teatro del
Maderero, donde se representaron Norma, Lucía y otras de las óperas
favoritas del público venezolano.
El actual Teatro Caracas, que data desde 1854, es una de las más bellas
salas, en este género de construcción; y el teatro Municipal que surgió en
1884, aunque incómodo, llena las necesidades del momento8.

8. Ya volveremos a ocuparnos en el relato de las costumbres teatrales, durante los primeros


años de Venezuela, desde 1830 hasta 1850. Ya hablaremos de las sillas, de los faroles, de los

Oscar A
cos
bibliotec ta
BIBLIOTECA AYACUCHO

211 a

01_ORIGENES.indd 211 5/23/08 2:08:31 PM


El estudio del desarrollo del teatro en Caracas, de cien años a hoy,
nos pone de relieve dos civilizaciones: la de la colonia, la de la República.
Sintetiza a la colonia el teatro descubierto, desde cuyo patio los espectado-
res contemplaban a los actores y a los astros de la noche; en el teatro repu-
blicano aparece la sala espaciosa iluminada por las bujías de espléndidas
arañas. En el teatro colonial los sexos estaban separados y no se permitía, ni
la continuidad ni la contigüidad; nada de incongruencia para así ahuyentar
el pecado; en el teatro republicano están reunidos los sexos, las nacionali-
dades, las religiones. La juventud entusiasta ha penetrado hasta los últimos
recónditos del escenario, en solicitud de Minerva, de Talía y de Terpsícore.
Los cómicos de la colonia se valían de la cartulina para anunciar sus fun-
ciones, hasta 1808, época de la primera imprenta en Caracas; en la época
actual la imprenta cruje, chilla, grita y aun amonesta a la policía, casi siem-
pre petrificada cual las estatuas de sal de la inmortal Sodoma. En los días
de la colonia había censura, y toda pieza dramática debía pasar por el
cartabón del ordinario eclesiástico o de la autoridad civil. La República
no ha aceptado la censura; ahí están la opinión pública que aplaude y vitu-
pera; la prensa que moraliza, estimula o condena; el criterio de la juventud
ilustrada que se impondrá al criterio de la individualidad, las más de las
veces apasionada. En el teatro colonial, finalmente, no había loas sino para
la Virgen del Rosario, o para el rey: en el teatro republicano se hace el elogio
de todo el mundo y se vapulea a todo el mundo; porque el teatro caraqueño
no es sólo templo del arte, sino también asamblea popular, tribuna de elo-
cuencia, Capitolio y Roca Tarpeya.

cartuchos y también del tambor de Cartagena, etc., etc., en la leyenda que lleva el siguiente
título: La Caracas de Ño Morián, compañera de la Caracas del Rey; ambas inéditas.

Oscar A
cos
bibliotec ta
ORÍGENES VENEZOLANOS

212 a

01_ORIGENES.indd 212 5/23/08 2:08:31 PM

Potrebbero piacerti anche