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El socialismo es un sistema social y económico caracterizado por el control por parte de la sociedad,
organizada con todos sus integrantes, tanto de los medios de producción como de las diferentes fuerzas de
trabajo aplicadas en los mismos.12 La RAE define el término socialismo así: Sistema de organización social
y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y
distribución de los bienes.3 El socialismo implica, por tanto, una planificación y una
organización colectiva consciente de la vida social y económica.4
Socialismo y comunismo
Unos diez años después de la aparición de los términos «socialismo» y «socialista» surgieron en Francia
las palabras «comunismo» y «comunista» y su uso se difundió rápidamente. Étienne Cabet y
el neobabuvista Jean-Jacques Pillot las emplearon de inmediato y el adjetivo «comunista» fue usado para
referirse a un banquete organizado por Pillot celebrado el 1 de julio de 1840 en las afueras de París en el
que participaron más de mil comensales, en su mayoría obreros, y en el que se defendió la necesidad de
aplicar reformas que no fueran meramente políticas para alcanzar una «igualdad real». 13 En junio de 1843
el poeta alemán Heinrich Heine, quien desde hacía más de diez años vivía en París, advirtió de su
crecimiento: «Los comunistas son en Francia el único partido que merece atención».14
Desde Francia los términos «comunismo» y «comunista» se difundieron por los Estados alemanes y por
Suiza, gracias al libro de Lorenz von Stein publicado en 1842 en Leipzigcon el título El socialismo y el
comunismo en la Francia de hoy (Der Sozialismus und Communismus des heutigen Frankreichs) —Wilhelm
Weitling, August Becker y otros los utilizaron enseguida—, y también por Gran Bretaña a través de otros
canales. Así el término «comunismo» fue sustituyendo progresivamente al originario de «socialismo» o al
menos se confundió con él.15
Según Jean Bruhat, en la década de 1840 «comunista» y «socialista» no eran términos completamente
equivalentes ya que los comunistas se distinguían por unas ideas que en ellos estaban más claramente
afirmadas que en los socialistas, como la realidad de la lucha de clases de la que se derivaba la necesidad
de la revolución —la conquista del Estado— para alcanzar la nueva sociedad, pues para cambiar al hombre
había que cambiar el régimen económico y social en el que vivía, como lo advirtió el neobabuvista Théodore
Dézamy cuando criticaba a los que creían «que para modelar al hombre a su gusto bastaría proponérselo
de un modo testarudo y enérgico».16 Estas diferencias fueron las que motivaron que Karl Marx y Friedrich
Engels adoptaran el término «comunista» y no el de «socialista» para llamar a la Liga que fundaron en
1847 y al manifiesto de la misma hecho público al año siguiente. Engels explicó en 1890 que en aquellos
años «la parte de los obreros que, convencida de la insuficiencia de las revoluciones meramente políticas,
exigía una transformación radical de la sociedad, se llamaba entonces comunista» mientras que la mayoría
de los que se hacían llamar «socialistas» «se hallaban fuera del movimiento obrero y buscaban apoyo más
bien en las clases "instruidas"», «y como nosotros ya en aquel tiempo sosteníamos muy decididamente el
criterio de que "la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma", no pudimos
vacilar un instante sobre cuál de las dos denominaciones procedía elegir».17
Después de 1848, los términos «socialismo» y «comunismo» se afirmaron y se superpusieron,
identificándose en unos períodos y diferenciándose en otros, y también se utilizaron para caracterizar etapas
de desarrollo histórico distintas.18 El sociólogo francés Émile Durkheim afirmó que en el «comunismo», a
diferencia del «socialismo», la contribución a la producción común era libre y no planificada mientras que el
consumo se vivía en común.19 Poco después Lenin en El Estado y la revolución (1917) utilizó la palabra
«socialismo» para referirse a la primera etapa en la consecución de la sociedad sin clases o «comunismo»,
caracterizada por la organización colectiva de la producción y la distribución en tanto que el consumo
seguiría siendo particular.20
Según el marxismo, en un sistema socialista, al establecerse la propiedad social (colectiva) de los medios
de producción, desaparece cualquier forma de propiedad privada de los bienes de capital y con esta
el capitalismo como forma de apropiación del trabajo asalariado, una forma de explotación por vía
económica. Por lo tanto el socialismo constituye el primer paso para la extinción de las clases sociales (o
comunismo) dando así por superada la lucha de clases como motor del progreso histórico.21
Existen diferencias entre los grupos socialistas, aunque casi todos están de acuerdo en que están unidos
por una historia en común que tiene sus raíces en el siglo XIX, en las luchas de los trabajadores siguiendo
los principios de solidaridad y vocación a una sociedad igualitaria, con una economía que pueda, desde su
punto de vista, servir a la totalidad de la población en vez de a unos pocos.
Por otro lado el significado de facto del socialismo ha ido cambiando con el transcurso del tiempo. Así en
el marxismo-leninismo el socialismo es considerado como la fase previa al comunismo, mientras que en
la socialdemocracia con el término de socialismo se alude a la redistribución de la riqueza mediante la
aplicación de un sistema fiscal progresivo.
Historia
El socialismo en el siglo XX
El socialismo alcanzó su apogeo político a finales del siglo XX en el bloque comunista de Europa, la Unión
Soviética, estados comunistas de Asia y del Caribe.
Durante la segunda mitad del siglo XX fue de gran importancia para el llamado bloque socialista, conjunto
de los países controlados por Unión Soviética tras la contraofensiva en el frente oriental durante la Segunda
Guerra Mundial, donde la URSS impuso sistemas de gobierno socialistas dependientes.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la tensión militar-ideológica entre el bloque socialista, encabezado por la
Unión Soviética, y el capitalista, encabezado por Estados Unidos, desembocó en un enfrentamiento político
que se conocería como Guerra Fría. Se conoció de ella extraoficialmente y fue la competencia por la
superioridad en todos los aspectos y lograr así el dominio completo (pero no directo) de la mayor cantidad
de países. Culminó con la disolución política de la URSS, tras una crisis agravada por su situación económica
y política y fuertes presiones externas, acompañada de una pronunciada crisis en los demás estados
socialistas, principalmente los europeos.