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Bienvenidos a la clase Nº 1 de la Materia

FUNDAMENTOS DE ESTIMULACIÒN TEMPRANA

Que es la Estimulación Temprana y Generalidades del rol

En la clase de hoy, intentaremos una breve descripción de lo que se entiende por Estimulación
Temprana basados en los desarrollos teóricos de la Dra. Lydia F Coriat y el Lic. Alfredo N
Jerusalinsky.
En primer lugar, ubicaremos el campo de acción de esta disciplina y luego llegaremos a la
definición de la misma.

Comencemos la clase…

Estimulación Temprana:

La estimulación temprana se introduce directamente en la relación madre–hijo.

En este sentido, puede ser entendida como el proceso natural que pone en práctica la madre
en la interacción diaria con el bebé, brindándole al niño una experiencia de seguridad que
promueve el control emocional y enriquece sus habilidades para futuros aprendizajes.

Como disciplina terapéutica se dirige a bebés y niños pequeños que presentan alteraciones
en su desarrollo o alguna dificultad, sea de origen, biológico, psicológico, afectivo o social.

Esta intervención tiende a favorecer al máximo el desarrollo del niño y su integración dentro
del medio social y familiar, tratando de mejorar las condiciones neurológicas y relacionales,
favoreciendo el intercambio con el mundo, a fin de que se constituya como sujeto, con una
estructura psíquica que lo sostenga en el momento de tener que hacer frente a las dificultades
que puedan presentarse.

El E.T. acompaña al bebé y al niño en el desarrollo de sus potencialidades favoreciendo el


deseo y contribuyendo a la expresión y comunicación, mediante acciones que fortalezcan el
vínculo madre – hijo.

Definición de Estimulación Temprana


Dra. Lydia F. Coriat – Lic. Alfredo N Jerusalinsky

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E.T. es una técnica que tiene por objetivo apoyar al niño en el desarrollo de sus aspectos
instrumentales. Se encuadra necesariamente en la interdependencia con otras disciplinas teórica
– técnicas que complementan ineludiblemente su tarea cubriendo las áreas estructurales del
desarrollo.

Apenas se plantea la palabra “estimulación” surge el interrogante acerca del nivel de la


importancia que puede atribuirse al estímulo en sí mismo.

Sabemos que el comportamiento infantil no se delinea en función de reforzamientos


circunstanciales sino bajo el influjo de la fuerza constante de los procesos de significación
impregnados por las correspondientes cargas afectivas.

Así el estímulo en sí mismo carece de sentido y sólo lo adquiere en función de la cadena


significante en la que se inscribe.

Desde el ángulo instrumental, la intervención estimuladora no debe perder de vista que “… la


noción de la totalidad; el instrumento no toma sentido más que en el momento de la realización,
durante la cual se hace y se deshace para rehacer mejor, para guardar una coherencia sin la cual
perderá su sentido para difundirse en la totalidad, totalidad a la que se refiere sin cesar y de la
cual se destaca”.

Desde este ángulo, los referentes psicobiológicos y psicocognitivos se inscriben como guías
para un proceso que cortado en su espontaneidad por el accidente patológico requiere la
intervención terapéutica.

Estas inscripciones se intercalan en un discurso que les otorga un sentido.

Como estamos hablando de niños y no de cosas, no se trata de reparar sistemas nerviosos o


de colocar informaciones en su debido lugar como se haría en una biblioteca, sino de ofrecerle al
niño la posibilidad de recuperar o construir su lugar como persona.

Por eso proveer de estímulos favorecedores del desarrollo a niños con problemas, no
consiste en ´´bombardearlos´´ para que se despierten, sino en entregarles algo, - ideas,
sugerencias, imágenes, técnicas, objetos- que tengan para ellos sentido, al par que los ayuden a
situar su propia significación como personas (sujetos) en relación con el mundo que los rodea.

Para Piaget, estímulo es:


´´ Un alimento funcional para la actividad ´´

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En esta definición se apunta hacia dos conceptos básicos el de función y el de actividad.
Sobre la base de los procesos de significación que son el punto de partida, se instalan
entonces dos premisas básicas de la estimulación terapéutica:

• Primera, que la estimulación está destinada a brindar impulso a funciones ya existentes


en el sujeto estimulado y susceptibles de avivarse por medio del estímulo.
• Segunda, que la estimulación actúa a través de la actividad que produce en el sujeto
estimulado y nunca a través de acciones experimentadas pasivamente por él.

Cuando apuntamos en la dirección del desarrollo cognitivo, la estimulación debe tener en


cuenta los niveles de organización alcanzados por el niño y sus consecuentes posibilidades de
asimilación y acomodación respecto del objeto que le es ofrecido.

Un niño aprende…cuando se plantea un problema que todavía no está en condiciones de


solucionar, pero sólo cuando el planteo se desarrolló en el espacio continuo al nivel alcanzado
en tal forma que la interrogación se le haga posible y de modo que la cuestión exista
efectivamente para el mismo niño como problema a solucionar.

Plantearle al niño problemas que todavía no ha solucionado sea en el terreno de la acción o


sea en el terreno del pensamiento, significa perturbar el equilibro alcanzado y generar entonces,
la búsqueda de un nuevo equilibrio que exigirá modificar los sistemas internos de las
coordinaciones construidas (acomodación) y actuar sobre el objeto modificándole para
incorporarlo a los sistemas internos (asimilación).

Tomando un ejemplo en el nivel sensoriomotor, podríamos decir que, si todos los objetos
existentes se ubicasen en una altura que no superase los 50 cm del piso, a ningún ser humano se le
ocurriría mantenerse en posición erecta y en marcha bipedestada; por lo menos hasta el momento
en que siendo un sabio gateante, tuviese una conceptualización formal del espacio y pudiese
proyectarse desde su pensamiento hacia otras posiciones posibles. Sin embargo es obvio que para
el niño de 7 o 9 meses, que está en el incono del gateo, la marcha bipedestada que le proponen
constantemente la deambulación de los adultos y la situación de los objetos, existen como
problema que todavía no está en condiciones de solucionar, pero que está en condiciones de
plantarse y cuyas soluciones puedan ensayar fragmentariamente: Por ejemplo cuando se
autosostiene en pie con apoyo y extienda una mano en señal de pedir ayuda para desplazarse en
posición erecta.
En cambio, para un bebé de 3 meses la marcha bipedestada no existe siquiera como problema,
por la distancia excesiva entre sus condiciones construidas recién a nivel de los primeros esquemas

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sensoriomotores aislados (herederos directos de los reflejos arcaicos) y las coordinaciones
necesarias para pararse voluntariamente.

Por eso es importante en el proceso de estimulación tener en cuenta la secuencia necesaria


del desarrollo tanto en los aspectos estructurales como en los instrumentales.

Si no se corre el riesgo de proponerle al niño algo que sólo es estimulador pero que carece de
sentido para el pequeño.

La estimulación se dirige al niño en su conjunto y no a un determinado órgano


miembro o función.

La acción, con sus múltiples variantes, expresiones y cualidades, constituye el eje de todo
desarrollo cognitivo e instrumental.
Como se involucra a todo niño, se debe partir de la acción posible y no de aquella que la
discapacidad especifica está afectando.

“Si se tomara linealmente la función perturbada tendiendo a estimularla en forma aislada,


significará decirle al niño que lo individual seria su déficit: desde la primera edad el niño recibirá
constantemente mensajes señalándole más lo que no puede hacer que si es capaz de realizar”.

En cambio ´´no dando preeminencia manifiesta a la carencia específica, padres y maestros


podrán encarar la incidencia reciproca de todos los aspectos cognitivos y afectivos del pequeño,
sin quedar supeditados al seguimiento obsesivo, unilateral, de los defectos.

Y en lugar de verlo y proyectarlo al futuro a través de sus impedimentos, podrán concebir al


niño como un sujeto que posee un conjunto de potencialidades a desarrollar.

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Estimulación Temprana:

La construcción de una disciplina en el campo de los problemas del desarrollo infantil

En los últimos años los bebés han sido objeto de mirada de preocupación de investigación de
las más diversas disciplinas: La medicina, la educación, la psicología, el psicoanálisis, la
kinesiología, etc. Comenzaron a buscar aquello que les es propio su objeto de trabajo en niños
cada vez más pequeños, llegando a los bebés.

Acostumbrados a trabajar con adultos o con niños mayores que ya presentaban síntomas
estructurados la pregunta que iba orientando ese recorrido hacia atrás en las edades era: ¿Si lo
hubiéramos tratado antes?, en la hipótesis de que tomados más tempranamente los síntomas
habrían tenido otro curso.

El campo de la rehabilitación en el que todas esas disciplinas participan que tuvo un fuerte
impulso en la posguerra, amplio sus horizontes, trasladando su bagaje técnico aplicado con
adultos al campo de la infancia; de esta manera surgen cantidades de especialidades en relación
con áreas instrumentales del desarrollo.
El movimiento, la postura, el lenguaje, el juego, el aprendizaje comenzaron a ser el centro.
Cada uno desde una disciplina diferente, recorta su objeto y lo estudia: se descubren muchos
elementos en el funcionamiento de cada área: se elaboran programas de trabajo en
rehabilitación, reeducación y se aplican en niños de diversas edades.

Comienzan dentro de cada una de las disciplinas líneas diferentes de abordaje, lecturas
diferentes y se elaboran conceptualizaciones que fundamentan las diferentes líneas.

La estimulación temprana surge simultáneamente en los Estados Unidos, España y la


Argentina: es aquí donde se forma este nombre mientras que en otros países queda como
estimulación Precoz.

En la Argentina fue la Dra. Lydia Coriat (neuropediatra) quien, habiendo convocado a


profesionales de distintas disciplinas para investigar problemas del desarrollo infantil, fue
abordando con su equipo el terreno de los bebés con trastornos orgánicos, neurológicos,
genéticos, sensoriales, de maduración y de conexión con el medio, quedando así recortado el
campo de trabajo de las distintas disciplinas a los bebés con problemas en su desarrollo.

El equipo – como tantos otros en aquel momento – sumó diferentes profesionales para
trabajar con cada bebé de acuerdo con el cuadro que presentaba. Pero sumar profesionales de

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diferentes disciplinas no abarcaba las necesidades que un bebé plantea: en este caso se cumplía
con eso de que el todo no es igual a las sumas de las partes.

Al mismo tiempo se vio que ninguna de las disciplinas existentes podía resolver el problema
por sí sola y le daban indicaciones a los padres acerca de lo que debían hacer en casa, en la
creencia de que a mayor frecuencia y abundancia de estímulos precisos el niño mejoraría.

Algunos cumplían con este mandato otros no; algunos señalaban su dificultad para hacer
las cosas como los terapeutas indicaban, otros lo realizaban idéntico y se transformaban de
esta manera en terapeutas de sus hijos sumando técnicas para aplicar en la vida cotidiana,
abandonando su lugar de padres.

El equipo interdisciplinario recorrió un largo camino, construyendo una mirada que permitiera
encontrar los aspectos fundamentales del trabajo con niños con problemas del desarrollo y
especialmente en el área de las Estimulación Temprana.
Se dio cuenta que cada vez un profesional de un área instrumental observa a un bebé no lo
ve, su mirada sólo registra el recorte que su disciplina le permite. Así, por más cálida que sea la
relación que se establezca con él, el terapeuta estará tomado por la preocupación de que lo
dañado del área que le compete funcione, sin querer está produciendo un corte en algo que
todavía no está armado; estas intervenciones recortadas producen marcas en el bebé, más allá
del área que se trate.

¿De qué marcas estamos hablando?

Por ejemplo: un bebé cuyo diagnóstico de base es síndrome de Down y presenta hipotonía
frecuentemente es derivado a kinesiología en un intento de anticiparse a los problemas posturales
y de movimiento que pudiera presentar. El kinesiólogo trabaja con él varias veces por semana, van
pasando los meses y se registra que, a pesar de ser un niño atento, interesado, no utiliza su cuerpo
en forma espontánea para desplazarse o intentar nuevas posturas; se registra a los 11 meses una
actitud absolutamente pasiva: lo sientan, permanece sentado; lo acuestan permanece acostado….
¿Qué pasó? Si su cuerpo denuncia que tiene los elementos necesarios para cambiar de posición,
gatear, estirarse hasta un chiche. Pensamos que lo se armó en el bebé fue otra cosa, la clara idea de
que su cuerpo es para ser movido por otro. Sin querer, al aplicarle la larga lista de ejercicios día por
día, se fue inhibiendo la posibilidad del niño de descubrir su cuerpo, de apropiarse de él, de su
movimiento, de los instrumentos que porta.

Desde la ET, pensamos que un bebé no es un cuerpo que tiene que aprender por repetición,
sino alguien que se está estructurando subjetivamente conformando su aparato psíquico en
absoluta imbricación con el funcionamiento de sus instrumentos.

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Un bebé se construye al descubrir y hacer propio su cuerpo y sus producciones.
Consideramos que es a partir de poner en funcionamiento desde la intención y las ganas que
una mano o un pie se transforman en instrumentos para quien los usa. Esto mismo sucede con
todas y cada una de las producciones del bebé.

Es a partir de estas lecturas acerca de cómo naufragan en el bebé las mismas técnicas que
triunfan con los adultos y los niños más grandes, que comienzan a pensarse, a recortarse una
disciplina diferente. ¿Qué es un bebé? ¿Qué características particulares tiene este periodo inicial
de la vida? ¿Un bebé que nace con problemas que lo marcará para toda la vida necesita una
crianza diferente? Si fuese así ¿Por qué y cómo sería? La serie de respuestas que surgen a partir
de estas preguntas son las coordenadas que ubican el centro de esta disciplina.

La estimulación temprana se viene construyendo con aportes fundamentales de la medicina,


neurológica, psicología, genética, kinesiología, fonoaudiología, puericultura, psicoanálisis
como disciplinas centrales.

Pensar ¿Qué es un bebé? Como objeto de trabajo, implica averiguar cuál es su estructura.
Cómo es su dinámica, desde donde un síntoma orgánico varía su funcionamiento entre un bebé
y otro con el mismo problema.

Tomando conceptualizaciones del psicoanálisis sobre la importancia de otro en la


constitución de un sujeto de deseo. La forma en que un bebé es deseado, pensado como un hijo
arma una mirada singular hacia él, que, a través del ejercicio de la función materna, le ira
diciendo quien es, que se espera de él.

Consideramos que la mirada hacia un bebé cambia su curso cuando se presenta un problema
en su desarrollo: es aquí donde la estimulación temprana como disciplina terapéutica puede
hacer su entrada entendiendo a este bebé, no sólo como algo dañado a reparar sino como
alguien que se está estructurando, y que sólo podrá abordar su dificultad instrumental cuando
ésta le presente un obstáculo en lo que él quiera conseguir. Es ahí donde el terapeuta podrá
ofrecer, mostrar, acompañar a querer obtener el instrumento que le está faltando.

Trabajamos con los padres ya que es su mirada dirigida al bebé la que tiene valor para
producir marcas estructurantes en él, que tendrán que ver con su filiación y darán significados a
singular a sus producciones.

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Consideramos a la E.T. una disciplina terapéutica cuyo objeto de trabajo son los bebés que
presentan dificultades en su desarrollo. El especialista en E.T. debe tener una formación
específica en relación con los bebés y no con su aspecto parcializado de los mismos, tomando
como eje en su trabajo clínico posibilitar que aparezca hay alguien que desee y desde ahí
produzca acciones que le pertenezcan significativas para él y los otros.

Un elemento fundante para nosotros ha quedado apenas mencionado: la relación ante el


especialista en E.T. y el equipo.

En E.T. decimos: desde un equipo interdisciplinario terapeuta único. Esto implica que, si bien
el especialista está sólo en el consultorio, no es más que el representante de un trabajo en
equipo que lo sostiene y acompaña en relación con cada paciente. Permanentes interconsultas,
supervisiones y ateneos de discusión clínica, alimentan y enriquecen la mirada sobre ese bebé en
tratamiento.

La estimulación temprana como sostén de la función materna


Prof. Stella Caniza de Páez

El abordaje de la problemática de un niño discapacitado en los primeros años de su vida, debe


encararse teniendo en cuenta las particulares necesidades del pequeño, pero a través de las
particularidades de su grupo familiar.
Quien cumple el rol materno, generalmente la madre biológica, atraviesa un momento muy
particular.
Un diagnostico que compromete de por vida el desarrollo de su niño, le provoca angustia,
desesperanza, rechazo, lástima, indignación ante lo que aparece como una injusticia o ironía del
destino y culpa.
La pérdida del bebé soñado, y la paulatina aceptación del otro, a partir del trabajoso
Rearmado de la imagen del mismo como hijo requiere frecuentemente apoyo terapéutico.

El psicólogo interviene en la problemática de cada individualidad adulta. El rehabilitador


tendrá que mostrar momento a momento las posibilidades del niño procurando marcar de
modo constante, su realidad de persona en crecimiento, aunque con limitaciones.
En general, los padres ponen espontáneamente la mirada en el futuro inmediato. Su angustia
por el porvenir les impide reconocer las necesidades, expresiones y demandas actuales del bebé.
En las primeras etapas de la vida, éste tendrá que pasar de ser un manojo de reflejo, a
constituirse como persona, creciendo, pero ya con un contacto forme con el entorno
evidenciado por sus logros posturales, movimientos, hábitos, juegos, lenguaje.
Para que los padres recorran, junto a su hijo el lento y complejo camino del desarrollo, será
necesario marcarles metas cortas y propiciar que disfruten de cada logro.

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Ellos tendrán que tomar las dificultades como desafío, sabiendo que no todas serán
absolutamente vencidas, y tener cada éxito como base, para favorecer el acceso del niño a
estructuras superiores de desarrollo.
En la crianza de cualquier niño todo el camino recorrido habrá sido transitado a través de
logros constantes, insignificantes cada uno de ellos en apariencias a punto de pasar
desapercibidos a la madre en su enorme significado.
Esto se da de ese modo, y es suficiente cuando el recién nacido lleva a la realidad las
esperanzas de sus padres acariciadas por la pareja durante las etapas previas al nacimiento.
Mucho amor, sentido común, una guía pediátrica adecuada, favorecen la estimulación natural,
que permitirá al niño constituirse como persona.

Pero, ¿Qué pasa cuando todo ese castillo se derrumba por la herida que significa recibir un
diagnostico que compromete definitivamente el futuro del bebé? ¿Cuándo la promesa del hijo
esperado desaparece, y en lugar hay un impostor cuyo porvenir es incierto sea porque sus
movimientos no serán armónicos, sus ojos u oído no le servirán cabalmente para comunicarse, o
su inteligencia limitada no le permitirá adentrarse en un mundo preparado sólo para los que
pueden competir denodadamente?

Los padres se sienten atrapados en un callejón sin salida. La desesperanza los apabulla y
paraliza.

Sólo pueden buscar obsesivamente signos que le permiten llegar a demostrar que el
diagnóstico es erróneo.
Esa búsqueda los lleva a deambular entre profesionales y los somete a situaciones límites.

Reciben alternadamente el: “TODO ES INUTIL. NO VALE LA PENA HACER NADA”. Y el “NO SE
PREOCUPE NO ES NADA” …

El equipo que propone la estimulación temprana del bebé tiene que ayudarlos a
reencontrarse con la realidad.

No todo es tan negro o inabordable. Tampoco todo será tan fácil .

En la familia ha habido un cambio. Este no puede negarse.


Será necesario contener a los padres, para que este cambio no constituya un cataclismo. Que
sea aceptado como una dolorosa situación a la que es necesario enfrentar para hacer lo
posible…. E internalizar que no todo podrá lograrse.
La propuesta no es sencilla, ni fácil. En el camino que ella contiene los padres tropezarán con
dificultades no solamente externas sino también internas. Estimular especialmente a un hijo

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implica evidenciar en ese acto la insuficiencia del niño que es todo lo que justifica esa atención es
parcial. Tal evidencia, presente en cada acto terapéutico precisa un dolor del que es difícil
evadirse y que suele ser fuente de gran parte de las resistencias parentales en los abordajes
terapéuticos.
Ellos necesitan superar dolor, frustración, dudas, incredulidad, y abordar una empresa difícil
en pos de alcanzar, en el mejor de los casos, una meta que, de todos modos, nunca será la que
fue soñada.
En ese largo camino, habrá sin duda, altibajos. Pasaran de la fuerza que cree de algún modo
en la preparación total, a la impotencia que los paraliza ante la realidad de un niño que nunca
será un adulto pleno.
En cada momento del abordaje, el equipo tendrá que preguntarse qué variables estructurales
y circunstanciales están incidiendo y el estimulador tendrá que guiar la actividad de modo de
volver al equilibrio.
Poner acento en posibilidades, logros, aciertos, para mostrar nuevos caminos, sin caer en un
optimismo desmedido que quite a la realidad del niño su contorno verdadero.

Cada bebé discapacitado tiene que ser aceptado como hijo, con sus potencialidades y
limitaciones.

Pero sólo, los padres no pueden hacerlo. Ellos se encuentran frente a niños que, por su
condición constitucional responden débilmente, no llaman, se abandonan a un sueño
excesivamente prolongado. Bebitos que parecen resistirse a despertar y conectarse con el
mundo que los rodea. En otros casos, son pequeños que tropiezan contra la inhabilidad de sus
sentidos o de sus movimientos, para percibir y tomar lo que le es ofrecido.

También hay padres que se encuentran ante la hipersensibilidad constitucional de sus hijos,
que transforman en irritación cualquier tentativa.
¿Qué hacer con estos niños? Se preguntan. Niños que no responden. Niños que no llaman,
que se irritan y rechazan, que sufren y se resisten.
¿Qué hacer si son sólo bebés, que comen duermen y cumplen sus funciones orgánicas, que no
hablan ni comprenden?
¿Cómo enseñarles, cómo encontrar una vía de reencuentro?

Estamos en presencia de una brecha entre padres, e hijos, que existe a pesar de los padres.
Esta brecha tiene un doble carácter: el de la dificultad afectiva de aceptar a un niño diferente,
y el de no saber cómo actuar para relaciones con él y enseñarle lo que precisa aprender.

Los modos habituales de actuar parecen no servir: por ello se hace pertinente una guía
terapéutica. Una guía que sea capaz de descubrir, para los padres, las potencialidades de un
niño, a partir de su situación de bebé.

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O sea, aceptando el papel fundamental que tiene los momentos de alimentación, higiene,
vestido, juego y descanso en la vida del pequeño.
Pero esos son los momentos en los que el juego de la demanda y la respuesta abre campos
que, desde la relación entre la madre y el niño, marcan los caminos del desarrollo.
Pero para esto, la madre habrá de saber cómo y de qué manera, esas actividades simples,
cotidianas, tendrán que encararse para afianzar la comunicación entre ella y su hijo y sobre ese
conocimiento construir su futuro. Habrá que revalorizar cada contacto con el niño. Cada caricia,
cada momento del bebé, la voz de la mamá, cada juguete mostrado u ofrecido, el alimento,
serán tantos otros puntos de reencuentro.

Cada una de estas acciones, pensadas en un primer momento como estímulo para el bebé,
provocará una respuesta, que inmediatamente animará a la madre a buscar nuevas formas de
contacto.

Un circuito de realimentación afectiva y cognitiva se instalará. Cada respuesta provocará un


nuevo estímulo que generará una nueva respuesta. Esta tenderá a ser de mayor nivel. En cada
momento la madre, y a través de ella el padre, se ira encontrando con el hijo, a pesar de su
discapacidad.

Lo que comenzó como una indicación, pasa a ser un pedido. Pedido que muestre el deseo de
la madre hacia ese niño, cada vez más sentido como hijo. La particular relación se establece
entre madre – bebé y reeducador no es fácil.
Puede surgir competencia entre la mamá y quien un poco desde afuera tiene que enseñarle a
ser mamá de ese niño que es propio pero que no fue deseado como es. Y ese desde afuera, no lo
es tanto, pues la relación afectiva, que se establece entre reeducador – bebé, excede en algunos
momentos la mera y fría tarea de evaluar e indicar para estimular determinadas áreas.

La madre con todas sus dudas y ambivalencia, debe aceptar las pautas de estimulación que a
veces no coinciden totalmente con las normas de crianza utilizadas para otros hijos. Y que no
siempre resultan cómodas, fáciles de llevar a la práctica, o posibles, sin cambiar, aunque
esperaba a un hijo sano.

En el transcurso del tratamiento, será necesario modificar la tendencia espontánea del bebé,
marcándole una actividad dinámica que tienda a disminuir la viscosidad propia del desarrollo de
los niños deficientes. Y, tratar de lograrlo, puede aparecer ante los ojos de la madre como algo
que perturbe, incomode o moleste al niño. Y esto será ciertamente así, si en ella prevalece un
sentimiento de sobreprotección.

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Este sentimiento de sobreprotección que determina que no pida a su bebé la realización de
ciertas actividades sugeridas. La sobreprotección, si bien aparece bajo la forma de una
consideración excesiva hacia el bebé y puede manifestarse como el deseo de evitarle esfuerzos
y dificultades, en realidad suele encubrir la falta de expectativas y metas puestas en la evolución
del hijo.

Si, en cambio la no aceptación de la realidad del niño lleva a la madre a negar sus limitaciones,
puede surgir, ante las indicaciones, una exigencia desmedida, un intento de controlar cada
momento de su tratamiento, la evaluación constante de sus movimientos y conductas; es decir,
caer en la observación unilateral de su discapacidad, a través de un abordaje de tan frío
tecnicismo, que perturbe o fracture la comunicación entre la madre y su niño, tal que impida a
ésta verlo como hijo.
Ninguna de estas variantes, ni ninguna otra posible tantas como binomios madre – bebé y su
relación con el reeducador haya, pueden ser dejadas de lado, cuando se planifica la actividad
terapéutica.

¿Cómo tendemos un lazo para cortar distancias entre el pequeño y su familia?

El lazo se tiende cuando se le muestra a la madre las propuestas exactas, que engarce con lo
que es posible para su niño, pero que al mismo tiempo le voltee al bebé un pequeño problema,
en cuya resolución, se tensará el lazo en la dirección de su progreso.
Esta propuesta ejercida por la madre y con tales resultados, se instituye como un pedido de
ésta hacia su bebé; pedido que, de no mediar la actividad del estimular temprano, no habría sido
emitido, o no habría llegado a su destino. El estimulador debe tener presente que, una misma
indicación en distintas familias puede provocar reacciones opuestas.

Nuevamente habrá que preguntarse que está incidiendo y volver a centrar la mirada en el
bebé, para que un manejo adecuado favorezca que él, accione más activamente sobre el medio
y su mejor evolución ponga nuevamente en marcha el deseo de la madre hacia el niño y su
futuro.

Esto no se da de modo constante y en un solo sentido. Algunos momentos críticos, en la vida


del niño pueden provocar desequilibrios que no siempre tienden a reequilibrarse a nivel de
mejor conexión afectiva.

A veces, algunas situaciones dadas, determinan crisis, en que nuevamente, la realidad de la


diferencia se impone por sobre y delante de la realidad del niño. La preocupación de la madre,
puede dirigirse hacia otros hijos, temiendo que la dedicación al niño con problemas, o su
presencia misma, altere o perturbe a los otros tanto en sus relaciones intrafamiliares, como en
sus contactos con los núcleos de pertenencia habituales.

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Esto puede llevarla a buscar soluciones sorpresivas, partiendo de la idea de que el chiquito no
se da cuenta y sin contemplar su realidad de persona.
En estas circunstancias, las necesidades del niño deben ser puestas nuevamente en relieve.
Se tendrá que mostrar, hasta qué punto, considerarlas, favorecerá el mejor desarrollo del niño
distinto, y, en definitiva, esto determinará que la familia toda tienda a equilibrarse, aceptando la
realidad.
En cualquier circunstancia que se presente, el equipo de estimulación temprana tendrá que
estar preparado para ayudar a la madre a encontrar en ella un lugar para ese hijo.

Y a través de ella, que el espacio para el pequeño discapacitado en la familia sea claro.

La estimulación temprana y sus paradojas."


Silvia Peaguda

Con las paradojas se pueden tomar dos caminos posibles:

- El primero es eliminando uno de los polos de la contradicción y aquí nos encontramos en el


terreno de lo dilemático (o es "A" o es "B").
- En el segundo camino que podemos recorrer, es dialectizarlo, es decir no eliminar ninguno
de los términos, relacionarlos y construir un nuevo enunciado.

Vamos a tomar la primera paradoja desde la perspectiva de ET, preguntándonos si puede


existir un cuerpo sin bebe, sabemos que un bebe sin cuerpo no puede existir.
Pero, ¿qué es un bebé?¿El hecho de tener un cuerpo que lo aloje ya lo hace bebé? Un bebé o
se puede constituir como tal sin la presencia de sus padres. Es decir que lo que lo hace bebé es el
cuerpo que lo aloja y también el deseo de sus padres.
Por lo tanto, a la pregunta si existe un cuerpo sin bebé podemos responder que sí. Que con la
sola presencia del cuerpo no basta, que todo cachorro humano moriría sin la presencia del otro.

CUERPO Y OTRO, dos polos que no pueden excluirse uno de otro. Cuerpo solo no basta, pero
otro, padres, solo tampoco basta.
Ahora ¿cómo se ponen en relación ambos'? o sea cómo sería la dinámica?
En la anticipación por parte de los padres del bebé esperado y el bebé con cuerpo que nace
hay siempre una diferencia.
Diferencia jugada ya desde el nacimiento, en cosas tales como "esperaba una nena y nació un
varón” o "quería que tenga ojos azules y los tiene negros”, algunas son más explícitas que otras,
algunas son más conscientes que otras, pero lo que sí es un universal es que existe una distancia
entre lo esperado y o encontrado. Que existe una infancia que da lugar al deseo.

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La diferencia entre lo esperado y lo obtenido no está dada solamente desde el deseo de los
padres en el armado del bebé sino en el niño mismo como la estructuración del aparato
psíquico.
Es por esto que podemos decir que esta diferencia marca de entrada que la construcción del
cuerpo del bebe no es de un solo lado, solamente desde las expectativas de los padres, desde su
deseo, sus anhelos, sino que de entrada él bebe “pone lo suyo”.
Es un interjuego pero no simétrico, ya que el bebé en su condición de prematuración se ve
ubicado en dependencia absoluta al Otro, pero al existir esta diferencia entre lo esperado y lo
encontrado del lado de los padres, le irá permitiendo al niño muy de a poco apropiarse de este
lugar que le fue otorgado.
No es un mero receptor. Los padres en su deseo ya le van permitiendo que vaya abriendo su
camino.
Claro que la diferencia no es a veces sin dolor para los padres, siempre implica una herida en
sus narcisismos. "El hecho de que este bebé no esté constituido de entrada trae como
consecuencia un recorrido en su armado de alegrías, pero también tristezas, aciertos y
desaciertos, encuentros y desencuentros.
Nuevamente se nos aparece el tema de las paradojas, ya que por un lado estamos
sosteniendo que el lugar de la diferencia es lo que posibilita que un sujeto advenga, que siempre
se siga esperando de él, que nunca lo podamos capturar del todo, que no se transforme en
propiedad del otro tal como si fuera la relación amo esclavo. Pero, por otro lado, cuando la
brecha entre lo esperado y lo encontrado es inconmensurable, ésta obstaculiza el deseo.

Aquí encontramos la paradoja que es propia del terreno ET.

¿Qué pasa cuando la diferencia entre el bebé esperado y el encontrado tiene esa
característica de irruptiva, de no tramitable? ¿Qué peculiaridad presenta este bebé que lo hace
ingresar en el campo de la E.T.?

Aquí tenemos que decir que hay distintos tipos de diferencia, la medida, la acotada y la
desmedida o irruptiva.
Cuando hablamos de la diferencia medida, es la que produce efectos de recuperación, la
desmedida, produce efectos que podrían llegar a ser la muerte o alguna expresión que se le
acerque.
Cuando el cuerpo del bebe viene “fallado” crea un estado de irrupción en los padres tal que
ese cuerpo de bebe se ve tomado por la diferencia, por la falta. Ese cuerpo, muchas veces,
encarna el sentido de lo siniestro.
Siniestro dado en la intersección entre lo ajeno, espantable, extraño y que toca con lo más
conocido, próximo y familiar.

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Aquí se empieza a armar el escenario del ET, la necesidad de un tercero que intervenga allí en
la diferencia.
Solo podrá intervenir el ET en la medida que esta diferencia sea especial para esos padres y
les haga pregunta. El tratamiento estará en directa relación con el lugar singular que ocupe para
los padres, sin ese lugar ni siquiera llegarán a la consulta.
La diferencia operará en lo que Winnicott llamó la función materna.
La función materna no solo está centrada en la relación madre bebe, sino que incluye la
posición inconciente de esa madre respecto de su deseo por ese hijo.
En este sentido, se ve afectada también la función paterna, la terceridad, el lugar de la ley,
que solo puede incluirse en la díada mama bebe si la mujer le da lugar.
La diferencia marca una herida narcisista en los padres y tiene consecuencias directas en el
niño, quien podrá sentirse como no perteneciente, como ajeno.
La medicina, ubica con el diagnóstico el lugar de ese hijo, nomina la parte ajena de ese bebe.
No toma el sujeto completo, sino que se ancla en determinados lugares en el deseo paternal,
que son justamente los que están fracturados. Es en el espacio de Et en el que se pueden ir
elaborando distintos lugares para lo ajeno, que se pueda modificar, cambiar.
Los efectos de es la elaboración de lo traumático harán correr la presencia de lo ajeno en ese
bebé y en su lugar advendrá la presencia del hijo y los distintos nombres que lo encarnan. Es
decir, más de "Pedrito" y menos de "estos chicos".
O sea que por un lado para poder suspender y correr lo ajeno, los papás tendrán que
olvidarse un poco del diagnóstico de su hijo. Pero por otro lado en el punto donde decimos que
el dispositivo de la E.T. ofrece un lugar para la elaboración de los padres, y que el bebé como
consecuencia sea traído a tratamiento tampoco tendrán que olvidarse del Todo de aquello por lo
cual consultan a un profesional de ET.
Es decir que en los padres una de las paradojas que se juega es que del diagnóstico de su hijo
tienen que olvidarse, pero no tanto y a la vez tienen que acordarse, pero no tanto.

ACTIVIDAD DE APLICACIÓN:

1. ¿A quiénes está dirigida la estimulación temprana?


2. ¿Qué entiende por estimulación?
3. ¿Se trabaja sólo desde la problemática de salud del niño?
4. ¿Cómo aprende un niño?
5. ¿Cómo surge la estimulación temprana en Argentina?
6. ¿Cuáles son las disciplinas que aportan a la construcción de la Estimulación Temprana?
7. ¿Puede un estimulador temprano trabajar independientemente de los padres y los
profesionales?

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8. Explique cómo entiende usted la implicancia y el compromiso ético del ET frente a la
familia del niño.

Bibliografía:

Módulo Nº 1

o Baraldi, Coriat y otros. “Clínica Interdisciplinaria en los Trastornos del Desarrollo en la


Infancia”. Ed Homos Sampiens. 1993. Cap. “Estimulación Temprana: el lugar de la
angustia” pag. 45 y “Estimulación Temprana: diferentes lecturas” pag 49 de Cecilia
Maidagan.
o Bjoj, Ana. “Psicólogos investigando”. Ed. Fundación Ross. 1998.
 “Cuestiones subjetivas de la desnutrición infantil”.
o Ministerio de Salud de la Provincia de Bs. As. 2002. “Proyecto loberías”.
o UNICEF. “Piden pan… y algo más”. Ed. Siglo XXI. 1990. Cap IV:
 “Conclusiones”.
o Peralta, Olga. “Una propuesta educativa sociocultural para centros del desarrollo infantil”.
Cultura y Educación. 1997.

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