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“La familia espiral de violencia, y no acabaremos la violencia hasta que no

acabemos con la estructura familiar”

La familia es referencia de vida de cada persona en nuestra sociedad, son


estructuras complejas en donde se generar las emociones de los individuos, en
donde se mantienen los vínculos afectivos, valórales y en donde se ponen más a
prueba los conflictos humanos. En el seno de la familia se producen procesos
básicos: la expresión de sentimientos, adecuados o inadecuados, la personalidad
del individuo y patrones de conducta; todo esto se aprende en la dinámica familiar y
los que así aprendan enseñarán a su vez a sus hijos, más o menos del mismo.

La violencia que se generan día a día suele concebirse a estas manifestaciones


como un fenómeno circular en el que la violencia genera más violencia y se trata de
un círculo que se repite continuamente. En entornos familiares la violencia puede
convertirse en una espiral que va aumentando continuamente su tamaño, y en este
caso, que trasciende límites establecidos en el comportamiento de sus víctimas y
victimarios. “La violencia intrafamiliar como el punto de partida de espirales violentas
cada vez más amplias y cuyos límites no son estáticos, sino maleables o líquidos en
términos” (Bauman, 2003).

Por lo mencionado anteriormente la expresión de Monseñor Helder Cámara “La


familia espiral de violencia, y no acabaremos la violencia hasta que no
acabemos con la estructura familiar” visualiza la violencia familiar como un
fenómeno que no tiene efectos lineales o circulares, sino que es representado por la
espiral, puesto que diagrama la forma en que un episodio, en cualquiera de los
espacios de la familia o la estructura de la misma, trasciende todos los espacios de
la vida. Por ello, es inconcebible entender a los miembros de las familias como islas
independientes, sino como parte de un sistema articulado en el que un movimiento
genera replicas en los demás miembros de la familia.

Como menciona Barroso (1995) “Los padres siguen siendo la pieza clave, los guías y
modelos potentes para liderizar la comunidad, con una nueva visión de optimismo y
amor, confianza, respeto y proyección. Si hoy algo que podemos hacer para cambiar
una sociedad tan compleja y enferma es buscar dentro de la familia la energía para la
transformación” (p. 374).

Más allá de los géneros, grupo etario o raza de las personas, la violencia es una red
en la que todos somos protagonistas y podemos evitar la reproducción de estos
comportamientos. Es claro que poner fin a las ondas que producen las practicas
violentas no es un acto que se pueda realizar de manera espontánea, pero si se
trata de un esfuerzo común y articulado. “El niño y el joven necesitan ser educados
a partir de la existencia de unos valores claros, bien configurados, con una
coherencia que les de credibilidad. En este aspecto no puede existir el doble
discurso, ni la doble vida porque se transmiten las vivencias y se viven las
creencias” (Ramos, 2000, p.55).

Se concluye que la familia es un centro de expresión espiritual, emocional y de


formación continua, dentro de la estructura del desarrollo de sus integrantes,
principalmente de los niños y jóvenes, que cuando su estructura familiar es positiva,
dentro de ellas se generan los valores más íntimos del espíritu: amor, bondad, y
toda una serie de expresiones éticas y de felicidad personal; esto crea un ambiente
positivo de crecimiento donde se trasmite a las futuras generaciones los mismos
valores, emociones, sentimientos y estructuras familiar positiva. Pero al mismo
tiempo si no sucede así, si estructura de la familia se basa en violencia, antivalores,
resentimientos, deshonestidad, falta de amor, comunicación, provoca un enorme
malestar familiar los que puede repercutir en generando violencia, deshonestidad,
irresponsabilidad, robo, desintegración familiar, divorcios cuyos protagonistas son
sus hijos en su mayoría; en donde se fomenta el individualismo, y esto se transmite
a las futuras generaciones.

BIBLIOGRAFÍA

Barroso, M. 1995. “La experiencia de ser familia”. Editorial Pomaire Caracas.


Bauman, Z. 2003. Comunidad: En busca de seguridad en un mundo hostil. Madrid:
Editorial Siglo XXI.
Ramos, M. 2000. Programa Para Educar en Valores. La educación que transformará
al País. Editorial Paulinas.

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