Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El objetivo de Castrillón con su compra fue buscar entre cientos de piezas las
monedas que albergaran errores, para luego agregarlas a su particular colecció
n, en la que lleva trabajando más de 35 años.
Los ejemplares adquiridos por este coleccionista, quien lleva 20 años viviendo
en Barranquilla, se suman a los miles que han circulado por todo el país durante
sus más de 400 años de historia monetaria, a la que hace cuatro días se le añadi
ó un nuevo integrante: el billete de $100.000, la denominación más alta de la
moneda de Colombia hasta el momento.
¿Qué dice la historia?. Al ser dejado atrás el período del trueque con la llegada
de los colonizadores españoles, los indígenas que habitaban el territorio se
vieron en la necesidad de sumarse al sistema económico que ellos traían de su
natal España. Así fue como los nativos comenzaron a intercambiar objetos y
alimentos con los nuevos pobladores a cambio de pequeñas piezas hechas en
oro, cobre y plata, como mecanismo de pago. Ese es el comienzo de la gran
reseña de la historia de la moneda nacional, según el Banco de la República.
Y fue en esa época en la que surgió la moneda colombiana más antigua que
posee el coleccionista Castrillón. Entre los más de 5.000 ejemplares que
integran su tesoro, se encuentran tres monedas macuquinas de 8 reales que,
según cuenta, heredó de familiares.
“Las monedas que poseo, que son de 1610, las heredé de mis tíos y abuelos.
Esas fueron unas de las primeras que se fabricaron en Cartagena”, asegura el
hombre, de 50 años de edad, exhibiendo una.
Nace el peso en Colombia. Pero fue solo hasta 1810 que la oleada de revolució
n que produjo la Guerra de Independencia trajo consigo una gran inestabilidad
económica y un aumento en la emisión de las monedas, obligando a los
dirigentes de la Nueva República a reestructurar la unidad monetaria de la naci
ón.
Las monedas ordinarias se venden por kilos, pero las de metales finos, como las
de plata, que poco se consiguen en Latinoamérica –según ella–, se venden de
forma individual, y su precio varía de acuerdo a su estado, explica Díaz. “Por
ejemplo, este billete tiene un valor de 30 mil pesos en buen estado”, explica la
vendedora mientras toma un billete de un valor de 100 pesos oro, elaborado en
1991 por el Banco de la República.
Desde 1871 hasta 1886 –cuenta la historia monetaria nacional del Banrep–, 36
bancos privados emitían cada uno diferentes tipos de billetes, lo cual llegó a su
fin con la presidencia de Rafael Núñez, quien inició un proceso de regeneració
n económica nacional. En este período se consolidó la nación y se unificó las
regiones bajo unos mismos símbolos patrios: una bandera, un himno y una sola
moneda, por ello se prohibió a los bancos privados que produjeran sus propios
billetes.
El billete de un peso oro, de 1960, fue el primero emitiado por el banco, que
acaba de lanzar el billete de mayor denominación de la historia nacional: el de
$100.000.
Peso colombiano
La moneda de 1.500 pesos oro. Fue acuñada por el cincuentenario del Banco de
la República, es de color dorado y en el sello lleva el Poporo Quimbaya, sí
mbolo de la misma comunidad indígena del Cauca. Se hicieron 50.000
ejemplares.
Los datos
•En 1997 salió de circulación el billete de $1000 pesos (azul con rostro de Simó
n Bolívar) para ser reemplazado por la moneda de igual denominación. Luego
volvió la versión del billete de $1.000 en 2006, con Jorge Eliécer Gaitán como
figura.
•Actualmente circulan las nuevas y viejas monedas de los valores: 50, 100, 200,
500, y únicamente la nueva 1.000 pesos.
Nuevos billetes
Barranquilla
© Derechos Reservados
POBLAMIENTO PREHISPÁNICO
El poblamiento inicial del norte de Sur América se hizo en la costa septentrional
y en las tierras bajas, en las riveras de los ríos. La presencia humana en el
territorio en donde se formar í a Barranquilla es muy temprana. Reichel
Dolmatoff presenta fechas entre 3100 y 3500 a . C. en los concheros de Puerto
Hormiga y de Monsú, en el canal del Dique1 y entre 600 y 1500 a . C. en la cié
naga de Momil y en el sitio de Barlovento cerca de Cartagena2. De allí la
población prosiguió a los espacios interfluviales y a las tierras altas. Carlos
Angulo Valdés ha demostrado que la tradición "Malambo", originaria de la Regi
ón Caribe en el actual departamento del Atlántico se remonta al año 1130 a .C.3
UN ASENTAMIENTO URBANO
ESPONTÁNEO
Barranquilla no tuvo una fundación española como si ocurrió con Santa Marta,
Cartagena o Santa María de los Remedios, luego Riohacha, sino que se formó
espontáneamente a mediados del siglo XVI en la orilla de una antigua cié
naga4 paralela a la ribera occidental de r í o Magdalena, cercana a su
desembocadura, por la conjunción de un asentamiento indígena y varias
encomiendas. Sus pobladores se dedicaban a la fabricación de canoas, al
transporte por el río a la agricultura y a la ganadería. Según el censo de 1778
contaba apenas con 2.676 habitantes. No tenía mayor compromiso con un
pasado de abolengo colonial y su importancia administrativa como una capitan
ía aguerra5 en la provincia de Cartagena era muy menor. Antes bien, por estas
circunstancias fue lugar de tr á nsito de contrabandistas y tratantes que
fondeaban en la cercana ensenada de Sabanilla y pasaban al poblado para
embarcar por el Magdalena sus mercanc í as hacia el interior del reino,
constituyendo el dolor de cabeza de las autoridades provinciales. De haber
seguido el régimen español probablemente el devenir de Barranquilla no
hubiera sido tan brillante, pero la república le señaló una trayectoria sin par.
Constituido el Estado cartagenero en 1811, la capitanía aguerra se convirtió en
guardián del límite norte del río que marcaba la frontera con la Provincia de
Santa Marta, y en sitio donde Cartagena colocó fuerzas sutiles para proteger su
tránsito fluvial. Al sur, Mompox principal puerto sobre el Magdalena hacia el
interior del país y segunda ciudad del Estado, completaba la protección de la
frontera fluvial. Fue tal la adhesión y el compromiso de los barranquilleros con
la independencia que en 1813, el 7 de abril, el Presidente Manuel Rodríguez
Torices la elev ó a la categor ía de "villa" y le otorg ó escudo de armas,
facultades para elegir Cabildo, Alcalde y otras prerrogativas. Aunque recibió un
severo castigo por las tropas pacificadoras que la incendiaron hasta sus
cimientos en 18156, lograda la independencia la pequeña poblaci ó n de
Barranquilla comenzó un desarrollo acelerado que no tuvo parang ón en
ninguna otra parte del país.
CRECIMINTO DEMOGRÁFICO
En comparación con el resto del país, la región del Caribe, organizada durante
algunos años como el extenso departamento del Magdalena - integrado por
las antiguas provincias de Cartagena, Santa Marta y Riohacha - , sufrió un
desplazamiento en cuanto a concentraci ó n de poblaci ó n, lo cual debe
atribuirse en buena parte a la destrucción de Cartagena su centro de poder.
Mientras en 1778 la región era la tercera entidad territorial con el 22% de la
población total del virreinato, en 1851 había pasado al cuarto lugar, y aunque en
términos absolutos su población aumentó, su participación en el total del país
disminuyó a un 13%. Esto se debió no sólo a las pérdidas humanas en las
guerras de independencia, sino a que el ritmo de crecimiento fue más lento que
en otras regiones, lo cual puede asignarse a las condiciones de pobreza y a las
escasas oportunidades econ ó micas que prevalecieron despu é s de la
independencia, lo que favoreció la emigración a otras regiones.
Barranquilla fue la excepción pues dadas sus condiciones y su persistencia
como puerto fluvial y marítimo atrajo a grupos de inmigrantes nacionales y
extranjeros (ingleses, franceses, norteamericanos y jud í os sefard í es que
portaban la nacionalidad holandesa, danesa o alemana), quienes con las elites
locales impulsaron un crecimiento y un desarrollo industrial sin precedentes,
colocándola a finales del siglo XIX como la tercera ciudad del país después de
Bogotá y Medellín. De 5.359 habitantes en 1835 pasó 40.111 en 1905, frente a
9.681 de Cartagena y 9.568 de Santa Marta.
DESARROLLO URBANO
A la par con el mejoramiento portuario la ciudad acometi ó un notable
desarrollo urbano. Con créditos externos de bancos de Illinois se construyó un
moderno acueducto que llevó agua potable a todos los habitantes. Por otro
lado se mejoró el alumbrado público y se instalaron las primeras líneas telefó
nicas. El perímetro urbano se amplió. Los hermanos De la Rosa en asocio con el
norteamericano Karl Parrish emprendieron en su hacienda de "El Prado" la
construcción de una moderna urbanización. Parrish diseñó un barrio al estilo
de los suburbios residenciales de los Estados Unidos con grandes avenidas,
parques, zonas verdes y amplios solares donde se levantaron hermosas quintas,
el cual constituyó un hito arquitectónico hoy declarado de interés cultural para
el país. El casco urbano de la ciudad se multiplicó 2.6 veces entre 1920 y 1947.
De 590 hectáreas se extendió a 1.541. De 18.050 edificaciones que tenía en 1930
llegó a sumar 34.440 en 195115.
DESARROLLO INDUSTRIAL
SE PIERDE EL IMPULSO
En efecto, en 1942 Buenaventura era ya el principal puerto de importación. El
declive de Barranquilla como primer puerto generó un estancamiento del
desarrollo industrial y el crecimiento demográfico se desaceleró. Su aumento
estuvo por debajo del de Bogotá, Medellín y Cali, ciudad que la desplazó a un
cuarto lugar. Pero el declive del monopolio portuario no fue la única razón de
la pérdida de dinamismo de la ciudad. Meisel, antes citado, estudia dos
situaciones más que contribuyeron al fenómeno: el tipo de vinculación entre la
ciudad y la economía rural de la región y el impacto de las políticas seguidas
por el gobierno central.
La base de la economía agraria de la región Caribe fue siempre la ganadería,
actividad que a mediados del siglo aún utilizaba técnicas rudimentarias de
producción y generaba pocos empleos por lo cual las zonas rurales ofrecían un
mercado muy limitado. Barranquilla evolucionó como un enclave industrial en
la región impulsada por el auge de las exportaciones y la demanda de su propia
población y de las ciudades vecinas como Cartagena y Santa Marta, diferente a
lo sucedido con Cali, Medellín o Bogotá que eslabonaron fuertes relaciones agr
ícolas con su entorno. Creció como puerto y al perder su posición principal
frente a Buenaventura no pudo depender de sus mercados regionales para
continuar su expansión. Por otro lado, las políticas económicas del gobierno
central profundizaron la situación pues tuvieron un impacto negativo en la
producción de algodón, el producto agrícola que absorbía la mayor cantidad
de mano de obra en la región y hubiera podido ser el motor para ampliar el
mercado. A pesar de que se establecieron algunos mecanismos para fomentar
su cultivo é stos se vieron anulados por la pol í tica cambiaria con tasas
sobrevaluadas y por las bajas tarifas para importar algodón. A esos factores
adversos se sumó el no haber construido a tiempo el gobierno central las vías
de comunicación esenciales para sacar el producto a los mercados.
Las décadas de 1950 y 1960 fueron de estancamiento económico, crecimiento
demográfico menor que otras ciudades - a pesar de la llegada de numerosa
población pobre de otros lugares de la Costa que venía en búsqueda de
mejores oportunidades - , pérdida del vigor industrial y poca generación de
empleos formales, lo que llevó a un aumento de la economía informal. Como
resultado la ciudad entró en una fase de pauperización y vio la proliferación de
tugurios a su alrededor19. Análisis de la situación parecen mostrar que estos
resultados en parte pueden achacarse a la acci ón de una clase pol ítica
emergente comprometida ante todo con intereses 'clientelistas' locales, no
exentos de corrupción, que no tuvo la claridad ni la preparación para plantear
políticas y soluciones innovadoras y fue desbordada por la aguda crisis que
atravesaba la ciudad20.
RECUPERACIÓN
La recuperación se inicia en la última década del siglo pasado en un contexto
regional diferente. El r í o Magdalena ha perdido importancia frente a la
comunicación por carreteras y sufre el abandono estatal. La Costa Caribe entra
en la era de la minería y lidera las exportaciones nacionales con el producto de
los grandes yacimientos carboníferos de la Guajira y el Cesar y los depósitos de
ferroníquel en Córdoba. Cartagena logra una recuperación sin precedentes
gracias a la industria petroquímica y sus derivados, a la refinación y exportación
de petróleo y al turismo. Las ciudades menores crecen y cinco zonas portuarias,
dentro de las siete que tiene el país, se consolidan en la región en razón del
valor de las exportaciones mineras, industriales y pecuarias: la Guajira
(Carbocol), Golfo de Morrosquillo, Santa Marta, Cartagena y por ú ltimo
Barranquilla que contin ú a siendo el principal puerto de importaci ó n. Su
eslabonamiento con la región se afirma gracias a su mayor población que
constituye el principal consumidor de los productos agropecuarios de la Costa
y de los bienes manufacturados en sus fábricas21. En 1993 fue elevada a la
categoría de Distrito Especial, Industrial y Portuario.
GENTES Y CULTURAS
La Puerta de Oro mantiene su liderazgo regional como cuarta ciudad del país
con 2.350.753 habitantes según datos actualizados a febrero de 2009 por la
alcaldía distrital. El nivel educativo de la población es alto dentro del contexto
nacional y frente a la región con una tasa de alfabetismo del 95.2%. Es sede de
importantes universidades, centros culturales, teatro, orquesta y grupos de mú
sica sinfónica, folclórica y popular, bibliotecas públicas, estadios deportivos,
zoológico y parques recreacionales. De sus tertulias, grupos literarios y de otra
índole han surgido personajes que han puesto en alto el nombre del país en
diversos campos, entre ellos Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio,
Alejandro Obregón, Evaristo Sourdis, Gustavo Bell, Luís Biava, Pacho Galán,
Shakira y Silvia Scherasy.
Su fiesta tradicional, el Carnaval cuyo origen se pierde en la historia de cuando
Barranquilla era apenas una pequeña población ribereña, es una simbiosis de la
m úsica, los bailes y las tradiciones folcl óricas de la regi ón, con danzas,
comedias, letanías, alegorías y disfraces. En 2003 fue declarado por la UNESCO
patrimonio oral intangible de la humanidad, porque, en palabras de la entonces
ministra de cultura María Consuelo Araujo:
…reúne la expresiones emblemáticas de la memoria y la identidad del pueblo
barranquillero, del Caribe colombiano y del Río Grande de la Magdalena; es
mezcla de lo que somos como nación. Porque su convocatoria está en el coraz
ón mismo de la gente. Porque su capacidad de movilización es capaz de
superar todo tipo de diferencias. Por su poder de hacer de la diversidad un
motivo de fiesta y de celebración. Porque alienta el arte popular.
REFERENCIAS
(1)Reichel Dolmatoff, Gerardo. “Pasado arqueológico: legado y desafío”. En:
FONDO FEN COLOMBIA. Caribe Colombia . OP Gráficas, Bogotá 1990. pp.
8-10.
(2)Reichel, Dolmatoff, Gerardo. Colombia - Ancient People . Thames and
Hudson , London , 1965. p. 44.
(3)Angulo Valdés, Carlos. La Tradición Malambo . Bogotá 1981, Banco de la Rep
ública , Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales.
(4)Hoy quedan de ella los caños del mercado.
(5)La Capitanía Aguerra era un corregimiento que mantenía fuerzas para
enfrentar un ataque enemigo y cuyo corregidor tenía mando militar y llevaba el
título de Capitán Aguerra. Se establecía sobre todo en puertos y lugares que
podían sufrir invasiones.
(6)Sourdis, Adelaida. Cartagena de Indias durante la Primera República 1810 -
1815 . Bogotá. 1988. Banco de la República.
(7)Archivo Hist ó rico del Atl á ntico (en adelante: A.H.A.). Notar í a 1 ª . de
Barranquilla, escritura 48 del 8 de mayo de 1824. En: Sourdis, N á jera,
Adelaida. El Registro Oculto: Los sefardíes del Caribe en la formación de la naci
ón colombiana . Bogotá, 2001. Academia Colombiana de Historia.
(8)Ibíd., escritura 13, del 13 de mayo de 1823.
(9)Solano de las Aguas, Sergio Paolo. “Notas inéditas para : La Modernización
de Barranquilla, 1905 – 1930” . En : Historia General de Barranquilla, Sucesos .
ACADEMIA DE LA HISTORIA DE BARRANQUILLA. Barranquilla. Academia de la
Historia de Barranquilla, 1997.
(10)A.H.A., Notaría 1ª. de Barranquilla, protocolos de 1827- 1840. En: Sourdis. El
Registro Oculto, op. cit.
(11)A.H.A., Notaría 1ª de Barranquilla, escritura 3, del 25 de junio de 1823. Citada
en Ibíd.
(12)Archivo del Consejo Municipal de Barranquilla. Libro de Actas de 1843 . Acta
del 22 de mayo. En: Ibíd .
(13)Posada Carbó, Eduardo. Una invitación a la historia de Barranquilla . Cámara
de Comercio de Barranquilla - CEREC, 1987. p. 21.
(14)Sobre el paro cívico ver: Colpas Gutiérrez, Jaime. Ensayos de Historia Política
y Social de Barranquilla 1905 - 1935. Barranquilla, 1995. Ediciones Barrranquilla.
(15)Posada, op. cit . pp. 108 y 115.
(16)Meisel Roca, Adolfo y Posada Carb ó , Eduardo. Por qu é se disip ó el
dinamismo industrial d Barranquilla? Y otros ensayos de historia económica de
la Costa Caribe. Bogotá, 1993. Ediciones Gobernación del Atlántico. pp. 18-19.
(17)Ibíd. p. 22
(18)Ibíd. p. 23
(19)Meisel Roca, Adolfo. “ Evoluci ó n de la Industria Manufacturera de
Barranquilla 1953- 1988 ” . En: Historia de Barranquilla . Jorge Villal ó n,
compilador. Barranquilla, 2000, Ediciones Uninorte.
(20)Ver: OBSERVATORIO DEL CARIBE, Cuadernos Regionales , No. 4,
noviembre de 1999. “ Relatoría del taller ¿Cómo es Barranquilla al final del
siglo XX?”.
Bell Lemus, Carlos y Villalón Donoso, Jorge. “El período del Frente Nacional y la
crisis de los años sesenta (1957-58- 1974-75)” En En: Historia de Barranquilla .
Jorge Villalón, compilador. Barranquilla, 2000, Ediciones Uninorte.
(21)Ver: BANCO DE LA REPÚBLICA. Boletín Económico Regional, Costa Caribe .
María M. Aguilera Díaz, Directora. Años 2003 - 2008.
LOS JUDIOS DE BARRANQUILLA UNA
HISTORIA INTERESANTE DEL PROGRESO
QUE LOS SEFARDITAS DE CURAZAO
TRAJERON AL PAIS ENTERO
ENERO 7, 2014
Se sabe que los judíos sefarditas de las Antillas, especialmente Curazao, apoyaron econó
micamente la gesta libertadora de Simón Bolívar y entre ellos se destacan Abraham de Meza y
Mordechai Ricardo. Por ello, en 1819 el gobierno de Colombia les entregó a «los miembros de
la nación hebrea» el derecho de radicarse en el país, así como la garantía de su libertad
religiosa y los mismos derechos políticos del resto de los ciudadanos. Sin embargo, estos
derechos se confirieron con una gran ambivalencia, ya que establecieron restricciones y bá
sicamente a estos judíos sefardíes se les permitiría residir únicamente en la costa del Caribe.
Sinagoga Sefaradí Shaare Tzedek
En las primeras décadas del siglo XIX, Curazao padeció los efectos de una grave depresión
económica, acompañada de sequías y una epidemia de viruela, muchas familias judías sefarditas
emigraron hacia otras islas del Caribe y a Suramérica; algunos partieron hacia Coro en
Venezuela y otros llegaron a Barranquilla un puerto sobre el río Magdalena al pie de la
costa Caribe de Colombia.
Al final de la Colonia, Barranquilla era una aldea poblada por humildes pescadores, artesanos y
agricultores. En 1775 Barranquilla fue incorporada como corregimiento de la Provincia de
Cartagena, sólo se transformó en Villa el 7 de abril de 1813.
En 1823, el libertador Simón Bolívar le entrega al judío alemán Juan Bernardo Elbers la primera
concesi ó n para navegar en barcos de vapor por el r í o Magdalena, luego algunos
correligionarios siguieron sus pasos y formaron compañías de transporte fluvial.
Según el interesante e importante libro de Adelaida Sourdis Nájera, titulado: El Registro Oculto:
los sefardíes del Caribe en la formación de la nación colombiana 1813-1886, va a ser en la casa
de Abraham Isaac Sénior, donde se van a reunir los judíos sefarditas de la ciudad en minian para
rezar y leer el Pentateuco. En dicho período el rabino de la comunidad es don Moisés De Sola.
Según los testimonios de Rodolfo Cortizzos, la comunidad se reunía todos los sábados y se
celebraban las fechas de año nuevo y el día del perdón. Y en 1867 se establece un comité local
de la Alliance Israelite Universelle.
Para 1871, Barranquilla cuenta con 11.595 habitantes y es el puerto más importante de la región
superando a Cartagena que en ese momento contaba con 8.603 habitantes y a Santa Marta con
5.702 almas.
El papel que vino a desempeñar la comunidad judía sefardita en el desarrollo de la ciudad tambi
én fue documentado en el cuidadoso estudio: árabes y judíos en el desarrollo del Caribe
colombiano, 1850-1950 realizado por Louise Fawcett y Eduardo Posada Carbó. Es claro que la
llegada de inmigrantes jud í os de origen sefardita, sirio-libaneses, alemanes, entre otros,
transformó a ciudad y la convirtieron en la urbe más cosmopolita de país. Entre el grupo de
familias sefardíes se destacan los apellidos: Sénior, Salas, Álvarez-Correa, Cortizzos, De Sola, Ló
pez-Penha, Sourdis, Juliao, Salzedo y Heilbron, por mencionar algunos.
Es diciente que, en 1871, siete de las veintidós contribuciones más elevadas de impuestos fueron
pagadas por firmas originarias de Curazao. Es evidente que estos inmigrantes tenían unos
contactos comerciales y un conocimiento económico que no había en la región.
Fueron múltiples los logros destacados en el ámbito social y cultural que se pueden atribuir a
esta ola inmigratoria. Entre los más relevantes hay que señalar el acueducto de Barranquilla,
dado al servicio en 1880 y construido gracias al impulso de Jacobo Cortizzos y Ramón B. Jimeno,
asociados con miembros de la comunidad sefardí. Según Adelaida Sourdis Nájera, el grupo judí
o controlaba 255 de los 406 votos. Jacobo Cortizzos fue nombrado presidente del acueducto.
Así mismo un buen número de inmigrantes judíos fundó el Club Social de Barranquilla. El
primer banco de la ciudad, Banco de Barranquilla, fue establecido por don Jacobo Cortizzos y
17 accionistas judíos que controlaban el 31% de las acciones.
También cabe resaltar que en 1919, Ernesto Cortizzos tuvo un papel determinante en el
establecimiento de la primera compañía comercial de transporte aéreo que funcionó en el
Nuevo Mundo, SCADTA. Por cierto, para honrar su memoria el aeropuerto internacional de la
ciudad de Barranquilla fue bautizado con su nombre.
A pesar de las referencias a sus publicaciones en el Diccionario Espasa de 1915, podríamos decir
que en Colombia sus poemas y novelas se han olvidado y desconocido. La suya es una
cripto-obra dentro de la literatura colombiana. De acuerdo con Alfredo de la Espriella,
historiador barranquillero, este judío sefardita goza, entre otras cosas, del mérito de ser el autor
de la primera novela esotérica de Colombia titulada La desposada de una sombra,que fue
editada por la librería de la Vda. de Ch. Bouret en 1902 en México.
En una nación gobernada en aquellos días por conservadores, que se consagraba todos los
años al Sagrado Corazón de Jesús, las composiciones de López-Penha fueron un desafío por su
tono escéptico y agnóstico. Vale la pena ver un ejemplo:
La irreverencia del poeta sefardí impidió que las páginas literarias de los diarios capitalinos, lo
reconocieran. Alfredo de la Espriella, en una conferencia que le dictó a la comunidad judía con
motivo de los 500 años del Descubrimiento de América y expulsión de los judíos de España,
explicó: «No comulgaba con el laurel fachendoso de los poetas bogotanos, o su poesía patrió
tica o los juegos florales que tanto caracterizaron la producción literaria de su época.»
David López Penha, su hermano, era el dueño de un café llamado La Estrella (tenía grabada en
la puerta la estrella de David). Ahí, Abraham Zacarí as se deleit ó en la lectura de los
modernistas. Y por cierto fue uno de sus precursores, como bien lo indican Dino Manco Bermú
dez y Paulina Santander Guerra en su tesis sobre el poeta. También los López-Penha, entre sus
múltiples negocios, tuvieron a bien establecer el primer el cinematógrafo de la ciudad y fueron
dueños de librerías prestigiosas.
«En un rincón de la casa / la araña teje que teje, / y el sol alumbra que alumbra, / y el hombre
miente que miente.»
Las actividades tanto comerciales, industriales como artísticas de estos inmigrantes le dieron a la
comunidad judía sefardita una eminente posición dentro de la vida social y económica de
Barranquilla. Es bueno destacar que la presencia de estos inmigrantes judíos lejos de producir
celos, fue recibida con entusiasmo y de manera cordial.
Sin embargo, el desarrollo que fomentó esta comunidad y el impacto que tuvo en la ciudad
caribeña no ayudó para que el gobierno colombiano tuviera una actitud más tolerante y una
mirada más benévola hacia la nueva ola inmigratoria de judíos ashquenazitas que vendrían de
Europa oriental y judíos sefarditas provenientes de los países árabes durante la década de los
treinta y cuarenta del siglo XX quienes huían de la depresión, la guerra mundial y la persecución
Nazi.
Colombia siempre fue y continúa siendo un país cerrado a la inmigración. Y las prohibiciones a
la venida de judíos durante la década de los treinta cobijaron tanto a las comunidades
ashquenazitas como a las sefarditas. Para los antisemitas son iguales unos y otros a pesar de sus
marcadas diferencias culturales. Y por consiguiente los que vinieron a Colombia, al comienzo lo
hicieron de contrabando (parece ya un patrón histórico en el país).
Durante la preguerra surgió un pequeño tráfico de visas, resultado de las prohibiciones que se
establecieron en torno a la inmigración. Los inmigrantes judíos sefarditas y ashquenazitas que
ya habían logrado asentarse y que vinieron a Colombia durante la década de los veinte y
principio de los treinta, ante las dificultades que vivían sus familiares tanto en Europa como en
los países árabes, hicieron lo imposible por traerlos legalmente. El gobierno los obligó a
depositar en el Banco de la República la elevada suma de mil pesos para empezar las diligencias
legales (en otras palabras, unos once mil dólares de hoy día) lo que hacía particularmente difícil
y onerosa la traída de cualquier pariente al país. La angustia los llevó a trabajar en forma
tesonera y a ahorrar para pagar la suma que demandaba el Estado para comenzar unos trá
mites que no necesariamente garantizaban la admisión de los suyos. Los que llegaban debían
jurar que eran mecánicos agrícolas o expertos en aguas o riego, cualquier profesión o práctica,
pero nunca la del comercio, la única que en verdad podían ejercer.
El Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Eduardo Santos, Luis López de Mesa, quien
gozaba entre los círculos de poder de una extraña fama de «sabio» fue el artífice de esta visión
discriminatoria. Estudios como el del sociólogo Carlos Uribe Celis, titulado Luis López de Mesa,
aproximación crítica a su obra, permite entrever las concepciones racistas y xenófobas de este
personaje. Era claro que López de Mesa consideraba inconveniente la inmigración de judíos
dadas «sus costumbres invertebradas de asimilación de riqueza por el cambio, la usura, por el
trueque y el truco, sin arraigar en las actividades de su producción y transformación.»
Las absurdas teorías racistas de López de Mesa, que en alguna ocasión afirmó que la mezcla
entre los indígenas y los judíos daría la peor de las condiciones «un usurero zalamer», lo
llevaron a emitir una circular el 30 de enero de 1939 a todas las embajadas donde subrayaba:
«Considera el Gobierno que la cifra de 5.000 judíos actualmente establecida en Colombia
constituyen [sic] ya un porcentaje [sic] imposible de superar […] opongan todas las trabas
humanamente posibles a las visas de nuevos pasaportes a elementos judíos.»
Y sin embargo, aun cuando existió un antisemitismo oficial en Colombia que dificultó su
entrada y la de sus familiares al país, también hay que decir que Colombia, desde los días de la
Conquista, acuñó y volvió propia la famosa frase del conquistador español Sebastián de Belalc
ázar: «se obedece pero no se cumple». Y por más que los decretos prohibieran la entrada de
jud í os o que llegar á n con papeles falsos no se registraron denuncias, devoluciones o
extradiciones de quienes consiguieron ingresar al territorio nacional.
Colombia siempre ha mantenido una actitud ambivalente y discrepante con sus propias leyes, y
los colombianos se mueven sin problemas entre un país legal y otro real. Por lo tanto, los judíos
de Colombia, a pesar de su ilegalidad, en el siglo XX pudieron desarrollar una vida judía sin
mayores dificultades y crearon instituciones como sinagogas, colegios, revistas, clubes, carnicerí
as para sus dietas religiosas, cementerios que todavía persisten y pudieron crecer y prosperar
dentro de la cultura que traían de Europa y el Medio Oriente, en un país xenófobo que nunca
les dio la bienvenida, pero les permitió refugiarse en silencio en sus tierras.
Sin embargo, su silencio no les sirvió de mucho cuando comenzaron a ser víctimas del flagelo
que látigo a los industriales y comerciantes durante la década de los setenta, ochenta y noventa:
el secuestro y extorción. La comunidad judía, al igual que la clase dirigente colombiana, vino a
ser uno de los sectores afectadas por esta práctica criminal que terminó a financiando a todos
los grupos armados del conflicto colombiano.
Para concluir, es importante tener en cuenta en este cuadro sobre los sefarditas en Colombia,
que fue solo hasta 1991 que el país, ante la crisis y los dilemas de su falta de apertura tanto polí
tica como cultural, expide una nueva Constitución en la cual por primera vez acepta y oficializa
la libertad de cultos en el territorio nacional.
Azriel Bibliowicz
Bibliografía