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Miranda Laura Valeria Problemas Del mundo Contemporáneo

1) Para analizar los tres momentos que aquí se me presentan a ser comparados1, parto
de la visión que la autora tiene sobre la revolución en su conjunto. Para Fitzpatrick una revolución
se compone de distintos períodos en donde el fervor revolucionario va mutando teniendo altibajos y
momentos cumbres. Sin embargo, indudablemente la autora nos dice que “Terminar en desilusión
y decepción está en la naturaleza de las revoluciones”2 . De esta forma la Revolución Rusa
termina por devorarse a sí misma al igual que todas las revoluciones lo hacen. Siguiendo esta línea
Fitzpatrick ve a estos tres momentos de la Revolución Rusa enmarcados dentro de la Revolución
misma.

Por un lado el primer momento a comparar, el llamado “comunismo de guerra”, fue un


periodo político y económico en el cual la dirigencia bolchevique se vio sumergida en los conflictos
financieros y gubernativos producidos por la guerra civil. Pero sin embargo, esta dirigencia se
propuso alcanzar su ideología política del, al mismo tiempo que restaurar una economía en crisis.
Así Se llevaron a cabo la nacionalización de la banca, el crédito, luego la industria (que era poca)
y mas tardíamente el campo. No obstante, según la autora, esto último se produjo porque “Dada
la urgente necesidad de alimentar a las ciudades y al Ejército Rojo, al estado no le quedaba
más opción que apoderarse de la producción de los campesinos mediante la persuasión, la
astucia, las amenazas o la fuerza”3.

Durante este periodo los bolcheviques se confiaron en el acompañamiento de la clase que


los condujo al poder. Se centraron en conservar las polaridades de clase eligiendo a un claro
enemigo. “A partir de fines de la década de 1920, se invocaban regularmente conspiraciones
internas y externas para explicar problemas como la escases de alimentos (…)”4

1
El llamado “comunismo de guerra”, la NEP y la “Revolución de Stalin”
2
Fitzpatrick, S., La Revolución Rusa. Buenos Aires, Siglo XXI, 2005 Pagina 20
3
Idem. Pagina 108
4
Idem. P.158

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Sin embargo debido a las coyunturas políticas desfavorables (tanto internas como
externas)5 el “comunismo de guerra” no tuvo existo y a razón de ello (luego del colapso tras las
revueltas de Kronstadt y Tombov) derivó en lo que se conoció como la NEP.

En el seno de la perspectiva de la autora el “comunismo de guerra “, puede verse como la


primer cúspide revolucionaria donde los rebeldes (ya teniendo el gobierno en sus manos) trazan el
inicio de las nuevas políticas. En este periodo el gobierno bolchevique se fue gestando a sí mismo
y termino por generar una primacía del partido por sobre el gobierno concluyendo en lo que según
la autora, había sido desde sus inicios: “(…) un partido con tendencias autoritarias, y que
siempre había tenido un líder fuerte, incluso dictatorial, según quienes se oponían a Lenin”6

Por otro lado, en el mismo sentido puede entenderse a la NEP como un periodo de declive
revolucionario, donde los fervores de la revolución se ven aplacados por una realidad económica en
emergencia. “La NEP implicaba concesiones al campesinado, la inteliguentsia y la pequeña
burguesía urbana; relajar los controles sobre la vida económica, social y cultural; la situación
de la coerción por la conciliación en el trato de los comunistas con el conjunto de la
sociedad”7

De esta forma podemos comenzar la comparación de la llamada “revolución de Stalin”


analizando su primer plan quinquenal en relación con las política del comunismo de guerra. En este
sentido en ambos momentos se encaró un plan de nacionalización de la economía. “Tal como lo
hizo (sin éxito y en forma temporal) una década antes bajo el comunismo de guerra, el estado
tomo el control casi total de la economía, la distribución y el comercio urbanos; y esta vez su
participación fue permanente”8

Siguiendo esta linean de semejanzas, también puede verse aquí una continuidad en el
manejo de la política. Si Lenin escogía como “coartada” de los problemas a las conspiraciones “En
forma similar el peligro de guerra se incorporó a la mentalidad soviética de la época [de

5
Aquí me refiero al hecho de que no se dio lo que los Bolcheviques esperaban en Europa, es decir mas
revoluciones que acompañaran su doctrina.
6
Idem. P.117
7
Idem. P.125
8
Idem p.167

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Stalin], y recurrentes alarmas de guerra ocuparon la atención del politburó y del público
lector de periódicos hasta el verdadero estallido de la guerra en 1941”9

Sin embargo, se diferenciaron teniendo en cuenta el fin impulsador de estas


nacionalizaciones. Durante el comunismo de guerra, la nacionalización estuvo asociada, como dice
la autora, más a la “necesidad”. En cambio una proyección, no solo económica, sino también
política y cultural de Stalin (ligada a controlar la vida campesina) impulsó la colectivización forzosa.
Stalin tenía una postura más “radicalizada”, pretendía eliminar todos los focos burgueses que se
encontraban en la sociedad soviética.

Durante este intento de economía planificada, se llevó a cabo una “revolución cultural”. Ya
que según la autora, el primer plan quinquenal tuvo como uno de sus propósitos establecer la
hegemonía comunista y proletaria, afirmando a su vez, el control del partido. De esta forma
pretendía romper con la inteliguentsia que durante la NEP fue necesaria para “avanzar”. Por esta
razón la autora plantea que la “revolución de Stalin” se enmarca como una continuación y
afirmación de la Revolución Rusa, siendo este un nuevo periodo de “auge” revolucionario que pone
fin a esa “meseta” en la cual se encontraba la revolución durante la NEP. En este sentido “El
programa de industrialización (…) y la colectivización forzada (….) se han descripto a
menudo como una revolución desde arriba” mientras que podemos decir que el periodo del
comunismo de guerra y la NEP pretendieron una transición más paulatina hacia el comunismo.

Por otro lado pese a que los objetivos del primer plan quinquenal se habían cumplido, sus
consecuencias fueron desastrosas para la población (sobre todo la rural). Esto generó disputas
dentro del partido que terminaron por consagrar en la “victoria” a Stalin quien, no solo salió exento
del escándalo sino fortalecido.

De este modo el partido se centraría en este nuevo líder quien empezaría a modificar
radicalmente las políticas revolucionarias, fundamentalmente en relación a la cultura. Así si “Para el
fin de la guerra civil se habían aprobado leyes que facilitaran en divorcio, anulaban el
estigma que hasta entonces pendía sobre los hijos ilegítimos, autorizaban el aborto y
dictaminaban que las mujeres tenían los mismos derechos (…) que los hombres”10, aquí por el
contrario se generó un retroceso, se volvió a predicar valores tradicionales relacionados con la
9
Idem p.158
10
Idem p.113

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familia y la educación, la emancipación femenina, un plan económico más templado, y el


aburguesamiento de la nueva elite de jóvenes proletarios. “Aun se describia el régimen como
“revolucionario” pero ello cada vez mas significaba revolucionario por origen y por
legitimidad mas bien que revolucionario en la practica”11

Este periodo es conocido como “la escuela termidoriana” de la Revolución Rusa y es fue
por los bolcheviques como una gran regresión que “traicionó” la revolución. Fitzpatrick ve en este
momento un “declive” de la revolución al igual que el periodo de la NEP.

Por último, este tiempo indudablemente abre las puertas para el terror y las grandes purgas
(en donde para la autora se termina la revolución). Este es el momento de mayor fervor
revolucionario y al caer ese fervor la revolución termina por consumirse a sí misma. Esta época de
“terror” es analizada por la autora bajo una lógica revolucionaria en la que ante un momento de
retroceso revolucionario, lo necesario para continuar con esa revolución es una radicalización
política en la que se eliminen todos los elementos reformistas o moderados y se mantenga los
elementos capaces de seguir las directivas del líder. Consecuentemente como este terror iba
dirigido no al pueblo sino a los dirigentes del partido, Stalin consiguió sustentarse en el apoyo
popular.

Para terminar la autora enmarca al primer periodo revolucionario dentro del utopismo. El
primer gobierno bolchevique esperaba una revolución europea que nunca ocurrió. Aspiraba a al fin
del estado como culminación de la dictadura del proletariado y “Creía que la sociedad se dividía
en clases antagónicas (….) y que los integrantes del proletariado urbano y de otras clases
hasta entonces explotadas eran aliados naturales de la revolución” 12

Por el contrario para Fitzpatrick esto fue pura euforia revolucionaria y la revolución solo
trasformó la sociedad a partir de Stalin y su primer plan quinquenal ( paradojalmente no del modo
deseado). Es que “Todas las revoluciones destruyen cosas cuya pérdida no tardan en
lamentar. Lo que crean es menos de lo que los revolucionarios esperaban y distinto” 13.

11
Idem p. 200
12
Idem p.118
13
Idem. P. 20

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2) En su libro, El mito de Hitler. Imagen y realidad en el Tercer Reich, Kershaw analiza la


figura de Hitler en torno a enmárcala dentro del funcionamiento del sistema de gobierno nazi. Para
ello parte de observar uno de los principales componentes de la legitimidad del poder del Tercer
Reich: las masas.

Para Kersshaw sin la popularidad y la adulación que recibió Hitler “(…) sería imposible el
elevado nivel de aclamación plebiscitaria con que el régimen pudo contar en repetidas
ocasiones (…)”14Sin embargo “El examen bibliográfico de los detalles de la vida de Hitler y de
su extraña personalidad (…) no consigue explicar el extraordinario magnetismo de su
atractivo popular15”.

De esta forma solo el análisis de quienes adoraban a Hitler permite explicar su popularidad.
Por ello el autor centra su atención en cómo, para alcanzar el apoyo de las masas, se llevo a cabo la
construcción de lo que él llama “el mito de Hitler”. Dicha construcción (ejecutada por la maquinaria
propagandística del partido nazi) permitió integran a las masas en la base de poder del partido. En
este sentido “la heroica imagen de Hitler era, en idéntica medida una imagen creada por las
masas pero también impuesta a ellas”16

En base a esta mirada el autor utiliza la categoría de Max Weber, el poder carismático,
como herramienta metodológica para analizar el liderazgo de Hitler. La forma de poder de este
estilo tiende a surgir en situaciones poco habituales o de crisis y es por ello inestable. “La
autoridad carismática descansa en el heroísmo o el carácter ejemplar del líder (…) El
carisma, es por tanto, una cualidad determinada por las percepciones subjetivas de los
seguidores”17

Siguiendo esta línea, el autor explica la llegada al poder de Adolf Hitler y el partido nazi,
ligada a la penetración del “mito de Hitler” en la sociedad alemana. Hitler tuvo la astucia de
encontrar en la sociedad alemana un nido donde implantar “el mito de Hitler”. Es decir encontró una
base en donde trasformar su imagen es una ilusión: La sociedad de la República de Weimar

14
Kershaw, I. El mito de Hitle. Imagen y realidad en el Tercer Reaich. Buenos Aires, Paidos 2004 Pagina 15
15
Idem p.16
16
Idem p.19
17
Idem p.24

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La sociedad alemana de la República de Weimar envuelta en una crisis no solo económica


sino política y social (producto de la derrota en la primera guerra mundial) sentó las bases para la
construcción del poder carismático del fürer y fue el caldo de cultivo de “el mito de Hitler”. En un
clima de desilusión frente al estado, se dio lugar al crecimiento de diferentes movimientos
nacionalistas (entre ellos el partido nazi) y Hitler puesto que líder fue exhibido como el hombre
capaz de devolverle a Alemania todo su poderío y su orgullo como nación.

Aunque a principios de los años de 1920 Hitler “Aun está lejos de ser considerado por las
masas populares como el gran líder que precisamente envía la Providencia para unir a
Alemania y restaurar su grandeza. Sin embargo, en poco mas de una década, una
perspectiva que en aquella época solo era tomada en serio por la facción lunática de la
extrema derecha llego a ser, a mediados de los años treinta, la idea central, global, de la vida
política alemana.”18 De esta forma la implantación de esta imagen (es decir del mito) fue un
procesos paulatino pero solo pudo ser fructífero gracias a una sociedad con valores específicos
capaz de acoger a este tipo de líder.

Por otro lado el mito de Hitler se fortalece y cobra nuevas significaciones durante la noche
de los cuchillos largos. En este sentido la autoridad carismática de Hitler es reforzada y se le
atribuyen nuevas características. Por un lado porque “(…) existía una discrepancia entre el
significado político real de los acontecimientos del 30 de junio de 1934 y la ignorancia de la
población respecto a lo que verdaderamente se estaba tramando, lo que condujo a una
interpretación completamente errónea la purga. Estaba claro que había una amplia
aceptación de la propaganda deliberadamente engañosa que hacía circular el régimen”19.

Por otro lado porque los pueblerinos estaban acostumbrados a sufrir los abusos de la SA y
el odio era tal que “el fusilamiento de Rohm y sus cómplices recibió críticas que los
consideraban un castigo excesivamente suave (…)”20.Pero también, y por sobre todo, porque
veían en las acciones de Hitler una reacción a las supuestas inmoralidades que este grupo de
cabecillas cometía (como la homosexualidad). Porque pudieron ver en este accionar del fürer una
intervención vital para el mantenimiento del orden y la seguridad internos.

18
Idem p.39
19
Idem p .122
20
Idem p .120

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“Por encisma de todo, fue la conjunción de la tradicional demanda burguesa de


“calma y tranquilidad” de “ley y orden”, una situación amenazada por la insumisión, arbitraria
violencia y los públicos ultrajes de la SA, lo que confirió legitimación a los crimines de Estado
respaldados por Hitler”21Así el Mito de Hitler no solo se legitimo aun mas sino que acogió otro
atributo el de Hitler como restaurador de la moralidad pública y como garante de la ley y el orden.

De forma similar, la lucha contra la iglesia, tuvo un impacto más positivo de lo que podría
esperarse. Las masas tomaron “la ampliamente compartida idea de que el fürer no está
informado de gran parte de lo que pasa, y, de que en particular, la policita relacionada con la
Iglesia se desarrolla a sus espaldas y contra su deseos”22. De esta forma, la maquinaria
propagandística nazi y la habilidad para simular religiosidad de Hitler, permitieron adherir al mito, de
líder heroico, un fuerte componente de mesianismo, al mismo tiempo que despegar al füerer de las
políticas del partido. Lo que significaba aun más la consolidación del líder ya que entendían que,
luego de la lucha contra la iglesia, ya nada propia afectar la popularidad de Hitler. Así “Tal como
señala Max Weber, los fundamentos del poder carismático residen principalmente fuera de
esfera de la vida cotidiana”23

Por último el mito de Hitler durante la guerra relámpago se enmarca en una rueda de doble
sentido. Por un lado este momento pone a Hitler en la sima de la popularidad y termina por
fortalecer el mito, ya que “Solo un atributo de importancia faltaba aun por consolidar: el del
genio militar”24. Pero por otro lado se comenzó a desamar la figura del füerer al no poder darle al
pueblo lo que “necesitaba”. Sí La guerra era solo legitimada por el pueblo gracias a que se
esperaba un triunfo rápido que no modificara sustancialmente la vida cotidiana y se mantuviera la
ilusión de ver a su viejo enemigo (Gran Bretaña) aplastado bajo sus pies, en la medida en que esto
no sucedió, se empezó a limarse muy lentamente la figura de Hitler. De esta forma puede
esbozarse aquí el principio del fin del mito de Hitler.

En este sentido pude entonces interpretarse la derrota de la guerra como el


desvanecimiento del mito. Para cuando la derrota aun no era inminente el mito de Hitler era
sostenido solo por 3 grupos (los jóvenes que nacieron y crecieron con la propaganda naci; los

21
Idem p.129
22
Idem p .163
23
Idem p .163
24
Idem p .201

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soldados simples que luchaban en el frente; y los propios activistas del partido) el resto de la
población estaba desmoralizada y se había sumergido en la apatía hacia el régimen. “En su mayor
parte, la condena moral al Tercer Reich no habría de surgir mas que una vez acabada la
guerra, cuando los mas barbaros crímenes del régimen quedaron plenamente expuestos”25

Para terminar si para el autor como se dijo más arriba, el poder de Hitler radica en la
categoría de Max Weber de poder carismático, “solo el dinamismo de un éxito recurrente puede
sostener la autoridad carismática”26. En este sentido puede entenderse como se contruyo el mito
a lo largo de la historia nazi y como es que este termina de derrumbarse con la derrota del nazismo
en la segunda guerra mundial.

25
290
26
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