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nom, PABLO
tip, BIOG HOMB HONT APOS
vet,
(gr. «Paulos», lat. «Paulus», «pequeño»).
El apóstol de los gentiles.
(a) Origen y familia.
Su nombre judío era Saulo (heb. «Shã'ûl», gr. «Saulos»). A partir de la conversión de Sergio
Paulo, procónsul de Chipre, Saulo recibe en Hechos el nombre de Pablo («Paulos»; cfr. Hch.
13:9). En sus epístolas, el apóstol siempre se llama a sí mismo Pablo. Se ha venido a suponer,
por parte de algunos, que eligió el nombre de Pablo debido a la conversión del procónsul. Se
trata de una afirmación muy poco probable, y que no tiene en cuenta la manera en que Lucas
introduce en los Hechos el nombre romano del apóstol; de hecho, lo emplea a partir del instante
en que da comienzo entre los gentiles la obra de aquel a quien ellos conocían como Pablo. Lo
más plausible es que ya desde el principio Pablo habría tenido ambos nombres. Éste era el caso
con muchos otros judíos, especialmente entre los de la Diáspora (Hch. 9:11; 21:39; 22:3). Era
miembro de la tribu de Benjamín (Fil. 3:5). No se conoce con certeza la razón de que su familia
se estableciera en Tarso. Una tradición muy antigua informa que salieron de Gischala, en
Galilea, cuando los romanos se apoderaron de esta ciudad. Hubiera podido ser posible que en
tiempos anteriores esta familia hubiera formado parte de una colonia que alguno de los reyes
sirios estableciera en Tarso (cfr. Ramsay, «St. Paul the Traveler», p. 31). Es posible también que
la familia emigrara voluntariamente, por necesidades de la profesión de comercio, como era el
caso con muchas otras familias judías. Los parientes de Pablo parecen haber sido numerosos e
influyentes. En Ro. 16:7, 11, Pablo hace saludar a tres de sus parientes: dice de Andrónico y de
Junias que son muy estimados entre los apóstoles y que fueron antes que él en Cristo. En Hch.
23:16 se nos informa que el hijo de la hermana de Pablo (que parece que residía en Jerusalén,
posiblemente con su madre), denunció ante el tribuno el complot tramado contra su tío. Este
episodio permite suponer que el joven estaba emparentado con alguna de las familias implicadas.
Lo importante del papel de Pablo, a pesar de su juventud, durante el martirio de Esteban, apoya
esta suposición. Es indudable que Pablo era ya miembro del sanedrín (Hch. 26:10), y el sumo
sacerdote le encomendó la misión de que persiguiera a los cristianos (Hch. 9:1, 2; 22:5). Las
mismas palabras del apóstol (Fil. 3:4-7) prueban que, siendo un personaje importante, y teniendo
en el comienzo mismo de su carrera la perspectiva de honores y fortuna, no pertenecía
precisamente a una familia oscura. Criado en la obediencia a la Ley y en la piedad judía
tradicional, por cuanto su padre era un fariseo estricto (Hch. 23:6), Pablo poseía también, por
nacimiento, la ciudadanía romana. No se sabe en virtud de qué fue concedido este derecho a uno
de sus ascendientes, si como recompensa por servicios prestados al Estado, o como privilegio
adquirido mediante el pago de una gran suma de dinero. Es posible que ello dé explicación del
nombre latino de Pablo. En todo caso, su condición de ciudadano romano le fue de utilidad en su
apostolado y le salvó la vida en más de una ocasión.
(p) Cronología.
Aunque se conocen en su conjunto los pasos de la vida de Pablo, no siempre es posible asignar
fechas a sus hechos y escritos con una precisión absoluta. Hay dos fechas en Hechos que dan
puntos de referencia: la Ascensión de Cristo, variamente situada entre el año 29 y el 32 d.C., y la
muerte de Herodes (Hch. 12:23), que es situada unánimemente en el año 44 d.C. Pero estas
fechas no son suficientes para precisar toda la cronología que nos ocupa. Se ha pensado que sería
posible erigirla en base a la fecha en la que Festo llegó a ser procurador de Judea. Es plausible
que fuera en el año 60 d.C. Josefo sitúa bajo el reinado de Nerón (comenzado en el año 54 d.C.)
casi todos los acontecimientos en relación con el gobierno de Félix; por su parte, Pablo dice en
Hch. 24:10 que Félix había sido gobernador de Judea «desde hace muchos años». Por ello, no es
posible situar el comparecimiento de Pablo ante Félix antes del año 57 d.C. Siendo que el apóstol
había estado detenido dos años en Cesarea, la accesión de Festo al poder debería situarse en el
año 59 y no más tarde, por cuanto Albino lo sucedió en el año 62, y los acontecimientos
relacionados con Festo ocuparon más de un año. Si Festo llegó al puesto de procurador en el año
59, es en otoño de este mismo año que Pablo fue enviado a Italia. El apóstol hubiera llegado a
Italia en la primavera del año 60, después de haber pasado el invierno en la isla de Malta. El final
del libro de los Hechos y la liberación de su primer cautiverio romano se situarían entonces en el
año 62 (Hch. 28:30).
Los partidarios de esta cronología fechan retrospectivamente los acontecimientos del inicio de la
carrera del apóstol a partir del año 59 (accesión de Festo). El arresto de Pablo tuvo lugar en el
año 57 (Hch. 24:27), al final de su tercer viaje. Entonces se tiene, retrospectivamente:
invierno en Corinto, antes del arresto (Hch. 20:3);
otoño anterior en Macedonia (Hch. 20:1, 2);
antes de ello, tres años en Éfeso (Hch. 20:31), a donde habría llegado procedente de Antioquía
después de haber recorrido rápidamente los territorios de Galacia y Frigia (Hch. 18:23). Así, el
tercer viaje misionero habría durado cuatro años. Si Pablo estuvo en Jerusalén en la primavera
del año 57, su tercer viaje se inició en la primavera del año 53. Hubo un breve intervalo entre el
tercer y segundo viajes, que duró al menos dos años y medio, ya que el apóstol pasó un año y
medio en Corinto (Hch. 18:11), y el itinerario anterior duró indudablemente un año (Hch. 15:36-
17:34). Mediante la inscripción de Delfos, descubierta en 1905, es posible fijar la fecha del
proconsulado de Galión entre mayo del año 51 y mayo del año 52, por lo que la comparecencia
de Pablo ante este magistrado debe situarse a inicios del año 52. Si el segundo viaje acabó en
otoño del año 52, había entonces comenzado en la primavera del año 50, algunos días después
del concilio de Jerusalén (Hch. 15:36), acontecimiento de suma importancia, que queda entonces
situado en el año 49. Entonces, el primer viaje misionero sólo puede ser situado entre el año 44,
año de la muerte de Herodes Agripa (Hch. 12) y el año 49, fecha del concilio (Hch. 15). Es
probable que tuviera lugar entre el año 46 y 48, aunque no se conoce exactamente el tiempo que
tomó.
Para situar la fecha de la conversión del apóstol, es preciso comparar los datos ya dados con lo
que Pablo dice en Gálatas (Gá. 2:1) : «Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén
con Bernabé.» Es indudable la alusión al concilio de Jerusalén, en el año 49. ¿Cuál es el punto de
partida de estos catorce años? Según ciertos comentaristas, es su conversión (Gá. 1:15, 16), lo
que la remontaría al año 35 o 36, según que se cuente o no el primero de los catorce años. Pero
Pablo menciona (Gá. 1:18) que él subió a Jerusalén por vez primera tres años después de su
conversión. Parece más lógico contar los catorce años en Gá. 2:1 a partir de la primera visita a
Jerusalén, mencionada como antecedente en Gá. 1:18. En este caso, su conversión se situaría en
el año 32 o en el 34, según que se incluya o no el primer año (por lo general los hebreos
calculaban incluyendo el año, o el día de punto de partida y el de llegada del cálculo. Cfr. con los
tres días que Cristo pasó en la tumba). Conclusión: La conversión puede fecharse en el año 34, lo
que deja lugar a la fecha propuesta por Anderson de la muerte y resurrección del Señor en el año
32 (véase JESUCRISTO); la primera visita a Jerusalén en el año 36; los catorce años en cuestión
finalizarían en el año 49 d.C. Todas estas fechas pueden ser discutidas. Hay exegetas que dicen
que Festo vino a ser procurador de Judea en el año 55, con lo que todas las fechas tendrían que ir
cinco años atrás. Ello obligaría a contar los catorce años a partir de la conversión. Sin embargo,
las fechas más sólidamente apoyadas son las que han sido presentadas en este apartado. Todo
ello nos permite establecer la siguiente tabla:
32 Muerte, resurrección y ascensión
de Cristo
34 (?) Conversión de Pablo
36 Primera visita post. a
Jerusalén (Gá. 1:18)
37-43 Pablo en Tarso
44 Entrega a la iglesia en Jerusalén
de los fondos dados por los
cristianos de Antioquía
(Hch. 11:30)
46-48 Primer viaje misionero
49 Concilio de Jerusalén
50-52 Segundo viaje misionero
51 1 y 2 Tesalonicenses
53-57 Tercer viaje misionero
54 Epístola a los Gálatas
55,56 1 Corintios
56 2 Corintios
56,57 Epístola a los Romanos
57 Arresto en Jerusalén
57-59 Encarcelamiento en Cesarea
59 Festo nombrado procurador
de Judea
60 Pablo llega a Roma
60 o 61 Epístola a los Colosenses,
a Filemón, a los Efesios
61 o 62 Epístola a los Filipenses
62 Liberación del primer cautiverio
en Roma
63 o 64 1 Timoteo
64 o 65 Epístola a Tito
65 o 66 Epístola a los Hebreos
(véase HEBREOS [EPÍSTOLA]
para la cuestión de su
paternidad)
66 2 Timoteo
66 Muerte de Pablo
Bibliografía:
Bernard, T. D.: «El desarrollo doctrinal en el Nuevo Testamento» (Publicaciones de La Fuente,
México, D.F., 1961);
Gutiérrez Marín, A.: «Albores del cristianismo en España» (Publicaciones Portavoz, Levittown,
Pa., 1963);
Hester, H. I.: «Introducción al estudio del Nuevo Testamento» (Casa Bautista de Publicaciones,
El Paso, 1974);
J. L. Harris: «Paul a servant of Jesus Christ», en Bible Treasury, abril-junio, 1886;
Kelly, W.: «The Epistles of Paul the Apostle» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, reimpr.
1970 de edición 1869);
Meyer, F. B.: «Pablo, siervo de Dios» (Clíe, Terrassa, 1983);
Patterson, F. G.: «Paul's Doctrine» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, 1944);
Robertson, A. T.: «Paul», en ISBE, (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, 1946);
Tenney, M. C.: «Nuestro Nuevo Testamento, una perspectiva histórico-analftica» (edit. Moody,
Chicago, 1973).
Véanse también bibliografías en los artículos correspondientes a las Epístolas de Pablo,
incluyendo HEBREOS.
nom, PACIENCIA
vet,
Implica sufrir circunstancias adversas esperando, pero de una manera voluntaria, y no por mera
necesidad. Hay muchas exhortaciones al cristiano para el ejercicio de esta virtud, a fin de que el
creyente pueda soportar sin murmuraciones aquellas pruebas ordenadas por el Señor, así como
las oposiciones, injusticias y provocaciones que puedan caer sobre él por causa del nombre de
Cristo (Ro. 5:3, 4; 8:25; 15:4; Gá. 5:22; Ef. 4:22; Col. 1:11; 3:12; Tit. 2:2; He. 6:12; 10:36; Stg.
1:3, 4; 5:7, 8, 10, 11; 2 P. 1:6, etc.).
Esta paciencia de los santos debe ser reflejo de la paciencia del mismo Dios, que es llamado «el
Dios de la paciencia» (Ro. 15:5), quien ciertamente la ha mostrado hacia un mundo lleno de
pecado, con vistas a la cruz de Cristo: «habiendo pasado por alto, en su paciencia, los pecados
pasados» (Ro. 3:25). También en el mundo antiguo Dios reveló su paciencia dejando un largo
espacio de tiempo para el arrepentimiento a los contemporáneos de Noé (1 P. 3:20), y se insiste
en que «la paciencia de Dios es para salvación» (2 P. 3:15). Por cuanto el creyente tiene que
manifestar el espíritu de Cristo, es llamado a ejercitar «la paciencia de Cristo» (cfr. 2 Ts. 3:5), y
ello «hasta la venida del Señor» (Stg. 5:7).
nom, PACTO
tip, COST
vet,
(heb. «berit», gr. «diatheke»; estos términos son comúnmente traducidos como «pacto», aunque
también en algunas ocasiones por: «alianza» o «testamento»).
Hay dos clases de ellos contemplados en las Escrituras:
(a) el pacto de un hombre con su igual, o de nación con nación, en la que los términos del pacto,
o alianza, son mutuamente considerados y consentidos, o bien impuestos. A continuación, es
ratificado mediante juramento, o por alguna prenda, ante testigos. Es a este tipo de pacto al que
se alude en Gá. 3:15: un pacto entre hombres, si está confirmado, no puede ser posteriormente
manipulado mediante adiciones, ni abrogado. Cuando Abraham compró el campo del heteo
Efrón en Macpela, pagó el dinero «en presencia de los hijos de Het» como testigos, y así quedó
firmemente en su poder (Gn. 23:16). En el pacto llevado a cabo entre Jacob y Labán, hicieron
ambos un montón de piedras como testimonio del pacto, y «comieron allí sobre aquel majano»
(Gn. 31:46). Cuando los gabaonitas engañaron a Josué y a los príncipes de Israel, «los hombres
de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a Jehová, y... lo juraron» (Jos.
9:14, 15). Comer juntos era y sigue siendo considerado en Oriente como un pacto por el que los
comensales se obligan mutuamente. El «pacto de sal» mencionado en 2 Cr. 13:5 sigue estando en
uso en Oriente; comer sal juntamente es el sello de un pacto.
(b) Los pactos hechos por Dios son de un orden diferente. Los pactos que Él propone son
propuestos soberanamente a los hombres. Dios hizo un pacto con Noé por el que no volvería a
destruir el mundo con un diluvio; como prenda de este pacto, Él puso su arco en las nubes (Gn.
9:8-17). Este pacto tenía la forma de promesa incondicional. Este mismo carácter tenía también
el pacto de Dios con Abraham, primero con respecto a su posteridad natural (Gn. 15:4-6), y
después con respecto a su simiente, Cristo (Gn. 22:15-18). También le dio el «pacto de la
circuncisión» (Gn. 17:10-14; Hch. 7:8), señal de la justicia de la fe (cfr. Ro. 4:11).
Por otra parte, el pacto con los hijos de Israel en el Sinaí, era condicional. Dios afirmó a Israel
que Él sería el Dios de ellos bajo la condición de que ellos observaran Sus leyes (Dt. 14:13, 23).
Este pacto, del que el sábado iba a ser la señal (Éx. 31:16), fue celebrado en Oreb (Dt. 5:2; 29:1)
y renovado después con la generación siguiente en los campos de Moab (Dt. 29:1). En caso de
que fueran desobedientes, recibirían maldición (Dt. 27; 28).
Hay también otro pacto que Dios hizo con los levitas (Mal. 2:4, 8), y especialmente con Finees,
para darle a él y a sus descendientes un sacerdocio perpetuo (Nm. 25:12, 13).
En el pacto de Jehová con David se promete un trono eterno a su posteridad (Sal. 89:20-30, 34-
38; cfr. 2 S. 7:1-29 y 1 Cr. 17:1-27; 2 Cr. 7:18; Jer. 33:21).
Los profetas anuncian un nuevo pacto de regeneración, que contrasta con el del Sinaí. Este nuevo
pacto tiene carácter nacional para Israel (Jer. 31:31-34; He. 8:8-11), aunque también está
destinado a todas las naciones (Mt. 28:19, 20; Hch. 10:44-47). Su dispensador es el Espíritu
Santo (Jn. 7:39; Hch. 2:32, 33; 2 Co. 3:6-9) y se entra en él por medio de la fe (Gá. 4:21-31).
Cristo es el Mediador de este nuevo pacto (He. 8:6-13; 9:1; 10:15-17; 12:24). Es posible que
fuera preferible llamar al Antiguo y Nuevo Testamento el Antiguo y Nuevo Pacto,
respectivamente. Las dos tablas de piedra en las que se grabaron los Diez Mandamientos, leyes
fundamentales del pacto entre Dios e Israel, fueron llamadas «tablas del pacto» (Dt. 9:11), y el
arca que contenía estas tablas recibió el nombre de «arca del pacto» (Nm. 10:33). El libro del
pacto, posiblemente introducido por los Diez Mandamientos, se componía de las ordenanzas de
Éx. 20:22-23:33. Moisés las consignó en un libro; los israelitas las aceptaron formalmente, y el
pacto entre Jehová y Su pueblo quedó ratificado (Éx. 24:3-8). (Véase TEOCRACIA.) La
expresión «libro del pacto» vino a expresar más tarde el «libro de la ley» (2 R. 22:8, 11; 23:2), el
cual comprendía Deuteronomio (Dt. 31:9, 26; 2 R. 14:6; cfr. Dt. 24:16).
Con respecto al pacto con Abraham, el apóstol Pablo argumenta, en la Epístola a los Gálatas, que
la promesa hecha por Dios, «el pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que
vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa» (Gá. 3:16, 17).
Así, Israel no será restaurado en base al pacto mosaico, violado por ellos, pero sí lo será en base
a la promesa de Dios a Abraham (cfr. Ro. 11:29 y su contexto). En cuanto a los creyentes
procedentes de la gentilidad, siendo que la promesa había sido dada a través de Cristo, el apóstol
puede añadir: «Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos
según la promesa» (Gá. 3:29).
La relación entre la Iglesia y el Nuevo Pacto requiere una atención más especial. El Nuevo Pacto
es un pacto incondicional que Dios prometió hacer con las casas de Judá y de Israel: Él pondrá
sus leyes en sus mentes y las escribirá en sus corazones; Él será el Dios de ellos, y perdonará la
maldad de ellos, y no se acordará más de sus pecados (Jer. 31:31-34 ss.). El fundamento para
esto fue establecido en la Cruz. En la institución de la Cena del Señor, Él habló de Su sangre
como «la sangre del nuevo pacto» (Mt. 26:28; 1 Co. 11:25). Él es «el Mediador del nuevo pacto»
(He 9:15; 12:24). Así, es evidente que la concertación del nuevo pacto con Judá e Israel es aún
futura. El principio del nuevo pacto, esto es, el de la gracia soberana, ya está actualmente en
vigor, y Dios actúa en conformidad con esta gracia soberana al establecer las condiciones en base
a las cuales Él mora en medio de Su pueblo, siendo el Señor Jesús el Mediador, por medio de
quien se obtiene toda bendición. Ver, entre otros, los pasajes de Ro. 1:1-10 y de 2 Co. 3, donde
Pablo se refiere a sí mismo y a aquellos con él como «ministros competentes de un nuevo pacto»,
no de la letra que mata, sino del espíritu, que vivifica (2 Co. 3:6).
nom, PADÁN-ARAM
tip, LUGA
sit, a8, 236, 180
vet,
(heb.: «altiplanicie de Aram»).
Un distrito cultivado de la alta Mesopotamia, donde se hallaba la ciudad de Nacor, a la que
emigraron Taré y su familia al salir de Ur de los caldeos (Gn. 10:31, 32; 25:20). De allí
procedían Rebeca, Lea y Raquel, las esposas de Isaac y Jacob (Gn. 25:20; 28:2-7; 31:18; 33:18;
35:9, 26; 46:15). En Gn. 48:7, el original dice sólo Padán.
nom, PADRE
ver, PADRES
vet,
(a) El ascendiente inmediato de alguien (Gn. 42:13), o bien el abuelo (Gn. 28:13) o un antecesor
aún más alejado (Gn. 17:4). (Véase PADRES.)
(b) El que ha sido el pionero en una actividad o que ha encabezado un grupo social (Gn. 4:20).
Antecesor, jefe o una de las autoridades de una ciudad (1 Cr. 2:51; 4:14, 18).
(c) Aquel que tiene, con respecto a alguien, una actitud paternal y sabia (Gn. 45:8; Jue. 17:10;
18:19). Título que expresa respeto y honra. Así se llamaba a aquellos que tenían la función de
enseñar, sobre todo si se trataba de un anciano (1 S. 10:12; 2 R. 2:12); recibían este nombre
también los consejeros del rey y los primeros ministros (Gn. 45:8).
(d) Excepto como Creador y Sustentador, Dios no es revelado como Padre en el AT (cfr. Mal.
2:10; Hch. 17:28, y véase Ant. 4:8, 24). También el Señor Jesús es profetizado como «el Padre
eterno» o «Padre de la era eterna» (Is. 9:6). No fue sino hasta la revelación del NT que Dios fue
dado a conocer como Padre, y sólo por el Señor Jesús mientras estuvo en la tierra, que
constantemente hablaba a Sus discípulos de Dios como el Padre de ellos en el cielo (Mt. 5:16,
45, 48; 6:1, 8, 14, 15, etc.). Como Hijo lo dio así a conocer a ellos mientras estaba en la tierra.
Después de la resurrección el Señor envió este mensaje a Sus discípulos, a los que ahora llama
«sus hermanos»: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios» (Jn. 20:17). La
voluntad del Padre y la obra de Su Hijo, que era para ellos la fuente de la vida eterna, había
llevado a los discípulos, en este respecto, a la misma posición celestial que el mismo Cristo
resucitado delante del Padre (cfr. Ef. 1:3 ss.; 2:7 ss.).
nom, PADRENUESTRO
ver, ORACIÓN, PADRE, REINO DE DIOS
vet,
Nombre tradicional que se da en las iglesias cristianas a una serie de peticiones y doxologías
enseñadas por Jesús a Sus discípulos y consignadas en los Evangelios según San Mateo (Mt. 6:9-
13) y según San Lucas (Lc. 11:2-4). Éste es uno de los pasajes más conocidos de la Biblia y ha
figurado en los sermones, catecismos y formularios de cultos desde los Padres apostólicos. Es tan
conocido por los cristianos, que en todos los idiomas se le cita por sus primeras palabras.
Las palabras de Jesús han sido transmitidas en dos formas distintas por los evangelistas, que
también describen diversas circunstancias en el marco del período de entrenamiento de los
discípulos por el Maestro. Cristo pone delante de los suyos un modelo de oración en el que
después de la invocación al «Padre», tan grata a Jesús y tan característica del cristianismo, coloca
siete peticiones. La versión que nos trae el Evangelio de San Mateo es más apta para la recitación
comunitaria, mientras que Lucas nos la transmite con las características propias de una oración
más personal como la que hiciera el Señor Jesús en Getsemaní.
Numerosos son los tratados y exposiciones de esta oración cristiana por excelencia. El gran
aprecio de los Padres de la Iglesia se puede compendiar en la frase de Tertuliano: «es el
compendio de todo el Evangelio» (PL 1:1255). Las Iglesias Reformadas que siguen las
enseñanzas de Calvino, cuando desecharon las antiguas liturgias, mantuvieron el Padrenuestro
engastado en las fórmulas más ágiles de sus cultos. El Catecismo de Heidelberg la usa como
ejemplo de oración y hace una larga exposición práctica de sus peticiones.
Numerosas son las versiones de esta oración al español, pero el pueblo gusta repetir una clásica
que viene del siglo XVI. Cuando Cristo la enseñó, mostraba a los suyos un modelo de pedir al
Padre, y no enseñaba a repetir la fórmula como si por sí misma ella tuviese eficacia mágica.
(Véanse ORACIÓN, PADRE, REINO DE DIOS.)
Bibliografía:
Vila, D.: «El Padrenuestro» (Ed. Clíe, Terrassa, 1972).
nom, PADRES
tip, LEYE
vet,
El quinto mandamiento ordena que los hijos honren a sus padres, y une una bendición peculiar a
la observancia de este deber (Éx 20:12; Dt. 5:16; Ef. 6:1, 2). Los padres deben criar a sus hijos
en la reverencia a Dios, y no irritarlos (Gn. 18:19; Dt. 6:7; Ef. 6:1, 2). La ley de Moisés ordenaba
la muerte de todo el que maldijera a su padre o a su madre (Éx. 21:15, 17; Lv. 20:9; Dt. 27:16).
Los casos extremos de rebelión, de disolución u otros excesos, podían ser sometidos por los
padres a los ancianos, que debían entonces juzgar al hijo y que, si era culpable, era ejecutado (Dt.
21:18 21). Así, la ley de Moisés limitaba el poder de los padres. La ley romana llamada de Las
Doce Tablas otorgaba al padre el derecho de vida y muerte sobre sus hijos, que podía también
reducir a la esclavitud. La ley mosaica reservaba el ejercicio del derecho de vida y de muerte a
un cuerpo judicial. Entre los israelitas, la costumbre permitía que un pobre vendiera su hija como
esclava, pero la ley de Moisés precisaba y salvaguardaba los derechos de esta hija (Éx. 21:7-11).
La costumbre autorizaba además a que el acreedor se apoderase del deudor insolvente, de su
mujer, y de sus hijos, para reducirlos a la esclavitud (2 R. 4:1; Neh. 5:5; Is. 50:1; Mt. 18:25).
nom, PAFOS
tip, CIUD PUEM
sit, a9, 471, 301
vet,
Ciudad al suroeste de la isla de Chipre, que hoy recibe el nombre de Kuklia, cercana al cabo
Zephyrium.
Se distinguía entre la antigua y la nueva Pafos: esta última era un puerto de mar a unos 16 Km. al
noroeste, y que era la capital de la provincia romana de Chipre, y residencia del procónsul. La
antigua Pafos tenía un célebre templo dedicado al culto de Astarté, que los griegos transformaron
en un templo a Afrodita (Homero, Odisea VIII, 362).
El apóstol Pablo visitó Pafos (Hch. 13:6-13).
El nombre moderno de la nueva Pafos es Baffo.
nom, PAJA
tip, FLOR ALIM TIPO
vet,
La paja de trigo y de cebada era dada como forraje al ganado, a los camellos, a los asnos y a los
caballos (Gn. 24:25, 32; Jue. 19:19; 1 R. 4:28; Is. 11:7).
Los egipcios mezclaban el barro con paja para hacer ladrillos, a fin de hacerlos más compactos y
resistentes.
La paja es también símbolo de aquello que no puede resistir la prueba de la justicia de Dios, así
como de aquellos que serán objeto de Su indignación en retribución y juicio (Is. 25:10; Mt. 3:12;
Lc. 3:17; cfr. «heno» en 1 Co. 3:12, usado de lo que es indigno o inútil en la vida del cristiano).
En las profecías se anuncia el amanecer de la era gloriosa del reinado de Cristo, en la que «el
león comerá paja como el buey» (Is. 65:25).
nom, PALABRA
ver, LENGUAJE, INSPIRACIÓN, LOGOS
vet,
(heb. «dãbhãr»; gr. «logos»: palabra hablada, término con el que se hace referencia, en general, a
lo que está en la mente del que habla, y «rhema», «palabra» considerada en sí misma)
La relación de la palabra con el pensamiento es de sumo interés. En todo caso, la palabra es, en
sentido general, la expresión del pensamiento, así como el molde en el que se expresa el
pensamiento. Con más precisión: el pensamiento puede, en ocasiones, ser expresado en palabras
aisladas («sí», «no», «nunca», etc.). Sin embargo, lo normal es que la expresión sea dada en
unidades de significado constituidas por grupos de palabras que se modifican entre sí. El
lenguaje viene a ser así el medio dinámico por medio del que el pensamiento de una mente es
comunicado a otra mente. (Véase LENGUAJE.)
El concepto de Palabra de Dios expresa la comunicación de la mente y de los propósitos de Dios
al hombre por medio de una revelación proposicional (esto es, expresada por medio de
proposiciones). En esta comunicación de la mente de Dios al hombre se utilizan diversos medios
(véase INSPIRACIÓN). La fórmula clásica utilizada en el AT es: «Palabra de Jehová que vino a
(lit.: «fue a)...» (Os. 1:1; cfr. Ez. 1:3; 12:8, etc.; Jon. 1:1; 3:1; Mi. 1:1, etc.). La «Palabra de
Dios» es así una extensión de la personalidad divina, mediante la cual ésta es expuesta de una
manera racional y manifestada con autoridad divina (Sal. 103:20; Dt. 12:32), por lo que debe ser
obedecida por todos, sean ángeles u hombres. La Palabra de Dios tiene poder:
creador (Gn. 1; Sal. 33:6),
preservador (Sal. 147:15-18),
regenerador (Ez. 37, etc.) y
para salvación (Is. 50:4; 61:1, etc.).
El Salmo 119 se refiere constantemente a la Ley escrita como Palabra de Dios.
Por lo que respecta al NT, se usa superlativamente el término «logos» del mensaje del Evangelio
(Mr. 2:2; Hch. 6:2; Gá. 6:6), aparte de su uso para designar a Aquel que es la Palabra viva del
Dios viviente y predicado por el Evangelio (véase LOGOS). «Rhema» también es usado para
denotar el mensaje del Evangelio (Ro. 10:8; Ef. 6:17; He. 6:5, etc.).
La Palabra de Dios es mencionada por el Señor Jesús en la parábola del sembrador (Lc. 8:11; cfr.
pasajes paralelos), y también como contrapuesta a la tradición humana (Mr. 7:13). En los
Evangelios Sinópticos, el Señor siempre se refiere a Su mensaje en forma plural («palabras», Mt.
24:5 y paralelos; Mr. 8:38; Lc. 24:44). En cambio, se halla frecuentemente en forma singular en
el cuarto Evangelio. La palabra de Cristo es:
de verdad (Ef. 1:3; Stg. 1:18),
de vida (Fil. 2:16),
de la cruz (1 Co. 1:18),
de reconciliación (2 Co. 5:19),
de salvación (Hch. 13:26),
de la fe (1 Ti. 4:6),
de justicia (He. 5:13),
de exhortación (He. 13:22).
Es por la palabra de Su poder que Cristo creó todas las cosas (He. 11:3; 2 P. 3:5), y
es mediante esta misma palabra que las sustenta (He. 1:3).
Es una palabra viva y eficaz (He. 4:12) y
que permanece para siempre (1 P. 1:25).
nom, PALACIO
tip, CONS ARQU
vet,
David ocupaba una residencia real en Jerusalén (2 S. 5:9; 7:1, 2), pero el primer gran palacio en
esta ciudad fue el construido por Salomón (1 R. 7:1-12). Su construcción duró trece años, en
tanto que la del Templo se llevó a cabo en siete años (1 R. 6:38; 7:1).
«La casa del bosque del Líbano» (1 R. 7:2-5) era una de las partes del conjunto, y recibía este
nombre a causa de sus numerosas columnas de cedro. Medía cien codos de longitud (alrededor
de 46 m.), cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura; sus muros eran de piedra sólida.
En el interior de esta casa se levantaban cuatro hileras de columnas de cedro; es posible que cada
hilera formara una pared. Había un patio interior delimitado por columnas que tenía algo más de
ochenta codos de longitud y alrededor de treinta de anchura. Es posible también que las
columnas hubieran estado dispuestas en dos dobles hileras en sentido longitudinal con respecto
al cuerpo del edificio, dejando un patio central. Salían unas vigas de las columnas a las paredes,
sosteniendo tres pisos de estancias, y que miraban sobre el patio interior. La casa del bosque del
Líbano servía a la vez de arsenal y de tesorería (1 R. 10:17, 21; Is. 22:8), y puede ser que
también para otros fines. El conjunto del gran palacio tenía un «pórtico de columnas» (1 R. 7:6),
que servía de antesala, y que medía cincuenta codos por treinta. Había una escalinata y un
pórtico que le precedían. Es posible que se tratara de la entrada principal del palacio. A
continuación venía el «pórtico del trono» (1 R. 7:7), la sala en la que el rey aplicaba justicia,
abierta en su parte anterior; esta sala estaba probablemente cerrada en los otros tres lados por
sólidos muros con puertas, pero no ventanas. Allí se hallaba el gran trono de marfil, recubierto de
oro puro (1 R. 10:18-20).
La casa del bosque del Líbano, la sala del trono, el pórtico de columnas, se hallaban
posiblemente dispuestas por encima de un patio rectangular. Detrás de la sala de justicia y del
trono se hallaban las estancias privadas del rey; es posible que su entrada principal fuera por esta
misma sala. El rey pronunciaba, así, los juicios y concedía sus audiencias a la puerta de su
palacio. Este patio real, adornado de flores y de fuentes, estaba rodeado de un a modo de
claustro.
Según Josefo, la casa de la hija de Faraón (1 R. 7:8) estaba muy cercana a la sala del trono (Ant.
8:5, 2).
Estos diversos edificios constituían el palacio de Salomón, cuyo estilo recordaba el de las
mansiones principescas del Asia occidental. Las excavaciones arqueológicas han revelado las
ruinas de residencias reales asirias, babilónicas y persas, datando de esta época. El libro de Ester
contiene alusiones al palacio del rey de Persia en Susa (Est. 1:5, 6, 9; 2:3, 14; 5:1, 2; 7:7). Estos
pasajes nos permiten concebir algo de la elegancia y belleza del palacio de Salomón.
nom, PALESTINA
tip, PAIS ARQU
ver, DILUVIO, TOLEMAIDA, MAR, JORDÁN, PALESTINA, DECÁPOLIS, LLUVIAS,
FILISTEOS, TOLEMAIDA, JERUSALÉN, EGIPTO, CANAÁN, HISTORIA BÍBLICA,
AMORREOS, HICSOS, HITITAS, HOREOS, AMARNA, JERICÓ, HAI
vet,
Nombre que los griegos y romanos aplicaron a todo el país habitado por los israelitas, y que
desde entonces le ha sido aplicado de manera general. En realidad es un término impropio: Se
deriva de Filistea, nombre de la estrecha franja dominada por los filisteos (cfr. Herodoto 7:89 y
Jl. 3:4; Éx. 15:14; Is. 14:29, 31). Los antiguos hebreos daban el nombre de Canaán a la fracción
de este territorio situada al oeste del Jordán, distinguiéndola del país de Galaad, al este del río.
Después de la conquista, toda la región recibió el nombre de Israel (1 S. 13:19; 1 Cr. 22:2; Mt.
2:20). Después del cisma nacional, el nombre de Israel designaba con frecuencia el reino del
norte. En He. 11:9 el país recibe el nombre de «Tierra Prometida». Poco después del inicio de la
era cristiana, los escritores griegos y latinos empleaban el término de «Palestina». En la Edad
Media se empleaba en general el nombre de «Tierra Santa». La administración inglesa, al
hacerse cargo de estos territorios, conquistados a los turcos en la Primera Guerra Mundial,
usaron constantemente el nombre «Palestina». En este diccionario se usa como término de
conveniencia, debido a su extendido uso en contextos geográficos, pero reconociendo la
impropiedad de su aplicación. No se puede aplicar en realidad el término de Filistea a todo el
conjunto. Es mucho más propio denotarla como tierra de Canaán o, mejor, de Israel, o bien
Tierra Prometida, como lo fue a Abraham y a su descendencia (cfr. Gn. 15:18-21). Señalada esta
salvedad, se usará en adelante Palestina como nombre de conveniencia.
(a) Sus límites y extensión.
El territorio que ocupaban los hebreos se extendía, de sur a norte, desde Cades-barnea y desde el
wadi de el-'Arish hasta el Hermón. Desde el oeste hasta el este, iba desde el Mediterráneo al
desierto oriental, con excepción de la llanura filistea y del país de Moab. Los más grandes reyes
de Israel dominaron Hamat y Damasco, llegando sobre el Éufrates, y sometieron también a
Amón, Moab y Edom.
Los hebreos expresaban los límites de su país con la expresión «desde Dan a Beerseba» (más de
240 Km.). El wadi el-Fikrah y el Arnón constituían entonces su frontera meridional. La densidad
de la población residente dentro de estos límites era grande. Omitiendo la mayor parte del
territorio de Simeón y una fracción de Neftalí, se constata que sus límites describen un
paralelogramo aproximado cuya altura (medida en las latitudes de Dan y del extremo meridional
del mar Muerto) es de alrededor de 233 Km., y su base de 113 Km. Su superficie es de alrededor
de 26.288 Km2. Este paralelogramo incluye la región de los filisteos, que en su época de máxima
extensión iba desde el Carmelo hasta Beerseba. Restando la superficie correspondiente a esta
franja, los hebreos ocupaban alrededor de 21.716 Km2. La Palestina oriental tenía entonces algo
más de 9.842 Km2, desde el Hermón hasta el Arnón. La Palestina occidental, hasta Beerseba al
sur, y junto con Filistea, tenía aprox. 15.642 Km2.
(b) Su población.
En la época de la conquista había 600.000 varones, lo que da una población total de alrededor de
dos millones de personas para un territorio de alrededor de 21.716 Km2. El rey David hizo llevar
a cabo un censo sobre un territorio mucho mayor. En 1978 el Estado de Israel contaba con
3.737.600 habitantes. La Biblia y el historiador Flavio Josefo declaran que la densidad de la
población era considerable. Esto es atestiguado asimismo por los vestigios de numerosas
ciudades. Las innumerables colinas existentes aparecen casi siempre coronadas por una ciudad o
un pueblo, bien habitado, bien en ruinas.
(c) Geología estructural de Palestina.
La costa oriental del mar Muerto está bordeada por un banco de «arenisca de Nubia» (que
también recibe el nombre de arenisca de Petra), y también una parte del acantilado que bordea el
valle del Jordán sobre su ribera oriental. Estas mismas formaciones se vuelven a hallar sobre las
vertientes occidentales del Líbano y del Antilíbano; por lo general son de un rojo fuerte o
ennegrecido. Representan una formación en la que se aprecian movimientos de vaivén de las
aguas que descargaron los sedimentos; en la interpretación actualista de la historia geológica
estas formaciones son clasificadas en su mayor parte como pertenecientes al Jurásico, aunque se
reconocen también terrenos atribuidos a distintas clasificaciones, desde el Carbonífero hasta el
Cretáceo inferior, y proyectándose hasta el mismo Cretáceo. Por encima se halla la formación
geológica más importante de Palestina: la «caliza cretácea», que constituye la mayor parte de la
meseta, al este y al oeste del Jordán. En Jerusalén hay dos capas de caliza, la superior, más dura,
que los habitantes llaman «misseh», y la capa inferior, blanda, que denominan «melekeh». Las
excavaciones de los depósitos, de las sepulturas, por debajo de la ciudad y sus alrededores, han
llegado a penetrar en el «melekeh». Los cimientos de los edificios descansan sobre el sólido
«misseh». Las canteras cercanas a la Puerta de Damasco se hallan en el «melekeh». De allí
provenía la piedra usada para el Templo. Se hallan bancos de caliza desde el Carmelo,
descendiendo hacia el sur hasta Beerseba, desde donde giran hacia el suroeste, corriendo
paralelos al Mediterráneo. Estas calizas son atribuidas a épocas más recientes que las anteriores.
Alrededor de Jerusalén y en las cercanías de Siquem se hallan también formaciones de calizas
asignadas a épocas más recientes, recibiendo el nombre de «numulíticas» porque presentan una
gran abundancia de numulites (género de foraminíferos, diminutos animales recubiertos de una
concha calcárea en la linde del campo microscópico). Estas calizas numulíticas son atribuidas en
el esquema geológico actualista al Eoceno medio. Sin embargo, la caliza numulítica está tan
asociada con la caliza cretácea que parece que las dos constituyen una sola formación.
Flaqueando la caliza numulítica al oeste se halla una larga capa de greda calcárea que atraviesa la
franja filistea y que aparece hasta el norte en formaciones aisladas, llegando hasta las cercanías
del Carmelo. Es una greda porosa, blanda, fácilmente disgregable, dejando al descubierto la
caliza más dura de la meseta, y descendiendo hacia las planicies de Judea y de Samaria de
manera abrupta. Entre esta greda de la Filistea y el Mediterráneo se hallan unas playas elevadas
atribuidas al Plioceno superior. La costa mediterránea de Filistea, especialmente allí donde el
terreno es bajo, presenta una serie de dunas, algunas de las cuales llegan a los setenta metros de
altura. Las del suroeste han podido ser formadas, en parte al menos, por las arenas de Egipto y
del Sinaí arrastradas por los vientos. Las dunas septentrionales provienen de arenas erosionadas
por los vientos de la greda calcárea de Filistea y tienden a invadir los territorios cultivados.
Aparte de esta consideración de las formaciones sedimentarias, se debe indicar que las
formaciones atribuidas al Carbonífero se hallan salpicadas de «rocas volcánicas» relacionadas
con la gran masa de granito, de diorita y de felsita que se halla más al sur, en el Arabá y en el
Sinaí. Más allá de la ribera oriental del Jordán, algo más allá del Hermón hasta el sur del mar de
Galilea, y hacia el este y el sudeste de Haurán, más allá de Palestina, el país se halla cubierto por
una inmensa acumulación de materias volcánicas: basalto, dolerita, felsita. Se hallan bloques
diseminados de estas rocas volcánicas por la Palestina occidental, al oeste y al noroeste del mar
de Galilea, y en otros parajes.
Para un examen de los temas geológicos y una discusión de los modelos contrapuestos de la
trama geológica de la tierra, véase DILUVIO y la bibliografía correspondiente.
Bibliografía:
John Bright: «La historia de Israel», Ed. Desclée de Brouwer 1970.
J. Finegan: «Manual de cronología bíblica», Ed. Cristiandad 1975,
Roland de Vaux: «Historia antigua de Israel» (2 vols.), Ed. Cristiandad 1975.
Antonio Tovar: «Historia del antiguo Oriente», Ed. Montaner y Simón 1970.
André Parrot: «Los fenicios. La expansión de Fenicia. Cartago», Ed. Aguilar 1975,
A. Llobregat: «Estado actual de los problemas de la arqueología palestina. Paleolítico y
calcolítico», Ed. Universidad de Valencia (España) 1966.
Lucas Grollenberg: «Panorama del mundo bíblico», Ed .Guadarrama 1966.
Basili Franquesa: «El Tabor» Ed. Abadía de Montserrat 1934.
Moisés Chávez: «Enfoque arqueológico del mundo de la Biblia», Ed. Caribe, 1976;
William Albright: «The Archeology of Palestine and the Bible», Ed. The American Schools of
Oriental Research, 1974.
nom, PALIMPSESTO
tip, MANU
ver, MANUSCRITOS BÍBLICOS (AT), MANUSCRITOS BÍBLICOS (NT)
vet,
(gr. «vuelto a borrar»).
Debido al alto coste de la piel para la preparación de pergaminos, se aprovechaban
frecuentemente pergaminos ya utilizados, raspándolos y puliéndolos, con lo que podía volver a
escribirse sobre ellos. Mediante métodos químicos se puede en la actualidad leer la escritura
superficialmente borrada.
Se conocen varios palimpsestos, el más famoso de los cuales es el «Codex Ephraemi» (véase
MANUSCRITOS BÍBLICOS).
nom, PALMERA
tip, TIPO FLOR ALIM ARBO
ver, TADMOR
vet,
(heb. «tamar», «timmorah», «tomer»; gr. «phoinix»).
Es un árbol grande (Cnt. 7:7, 8); recto y alto, sirve como símil para el crecimiento del justo (Sal.
92:13); era contado entre los árboles frutales (Jl. 1:12).
Inspiró los motivos decorativos del Templo de Salomón y de otros santuarios (1 R. 6:29, 32, 35;
Herodoto 2:169).
Las palmeras simbolizaban la victoria y la paz (1 Mac. 13:51; 2 Mac. 10:7; Jn. 12:13; Ap. 7:9).
La expresión «ramas de palmeras» que se halla en pasajes como Lv. 23:40; Neh. 8:15; Jn. 12:13
no se corresponde con el actual lenguaje botánico. Son pocas las palmeras que presentan ramas
en el sentido que se entiende el término en botánica, y la palmera datilera de la que se hallan
ciertas especies en Palestina no las tiene. Este término se refiere entonces a las palmas, que se
asemejan a grandes plumas, y que tienen una longitud de 1,20 a 1,80 m.
Las palmeras abundaban en el valle del Nilo; había en Elim, en el desierto, cerca del mar Rojo
(Éx. 15:27); en Edom (Virgilio, Geórgicas 3:12). La palmera medraba en diversos lugares de
Judea, en En-gadi, en las costas del mar de Galilea, en el valle del Jordán, y especialmente en
Jericó, «la ciudad de las palmeras» (Dt. 34:3; Jue. 1:16; 2 Cr. 28:15). Según Estrabón, Josefo,
etc., el bosque de palmeras de Jericó tenía 20 Km. de longitud y, a decir de Plinio, sus dátiles
eran los mejores, gracias a lo salino del terreno (cfr. Gn. 14:7, donde aparece la palmera en el
nombre geográfico de Hazezon-tamar; Dt. 34:3; Ant. 9:1, 2; Guerras 1:6, 6; 3:10, 8); los nombres
de Sansana (al sur de Judá, Jos. 15:31) y de Quiriat-sana (Jos. 15:49) evocan las palmeras. Se
hallaban también en el monte de Efraín, cerca de Bet-el (Jue. 4:5; 20:33); cerca de Jerusalén
(Neh. 8:15; Jn. 12:13); al este de Damasco, en la ciudad que recibió sucesivamente los nombres
de Tadmor y Palmira (véase TADMOR). También medraban las palmeras a lo largo del curso
inferior del Tigris y del Éufrates (Herodoto 1:193).
Los griegos y romanos consideraban a la palmera como el árbol típico de Palestina y de los
países vecinos. Las monedas acuñadas en Roma para conmemorar la toma de Jerusalén en el año
70 d.C. representaban a Judea bajo la imagen de una mujer desolada sentada bajo una palmera
datilera.
Este árbol, tan extendido en Palestina en el pasado, desapareció de casi toda ella, con excepción
de la franja marítima de Filistea y de los parajes de Beirut; pero ahora se han vuelto a plantar
grandes extensiones.
La palmera que se halla constantemente en las Escrituras es casi siempre la «Phoenix
dactylifera», palma datilera que se levanta entre 14 y 20 m. de altura. Su estípite (tallo largo y sin
ramificar), derecho y de grosor constante, lleva las marcas de las palmas caídas, y está coronado
por una copa de grandes palmas siempre verdes. Tiene una vida de 100 a 200 años; con él se
pueden hacer techos, paredes, empalizadas, esteras, canastos. Se atraviesa la parte tierna de la
espata para extraer el jugo, que da azúcar por evaporación. Mediante fermentación o destilación
se transforma el jugo en una bebida fuerte, llamada arrack (Guerras 4:8, 3; Herodoto 1:193). Su
fruto, los dátiles, es muy abundante, y apreciado por su gran valor alimenticio. Los persas
mencionan 360 usos diferentes de la palmera datilera. Los huesos de los dátiles sirven de
alimento a los camellos. Puede que los israelitas conocieran otra especie de datilera, la de
Palmira, que crece en Tadmor, en el desierto. Es la «Borassus flabelliformis», cuya palma tiene
forma de abanico.
nom, PALMO
tip, MEDI
ver, PESOS Y MEDIDAS
vet,
El sistema de medidas de la antigüedad se basaba en el cuerpo humano.
El palmo mayor era la longitud entre los extremos de los dedos pulgar y meñique con la mano
extendida, y equivalía aproximadamente a 22,5 cm. (medio codo, cfr. Éx. 28:16; 39:9, etc.).
El palmo menor se medía con la mano cerrada a excepción del pulgar, abierto, tomando la
anchura entre los dedos meñique e índice por la base (Éx. 25:25; 37:12, etc.).
Véanse PESOS Y MEDIDAS.
nom, PALOMA
tip, LEYE FAUN TIPO AVES
ver, FAUNA DE LA BIBLIA
vet,
Ave (Sal. 55:7; Cnt. 1:15; 5:12) con un grito lastimero (Is. 38:14); la paloma es dulce y afectuosa
(Cnt. 2:14; 5:2; 6:9), pero incauta (Os. 7:11), tímida, asustadiza. En estado silvestre mora en
ocasiones en los valles (Ez. 7:16) haciendo su nido en las paredes de las barrancas, en las grietas
de las peñas (Jer. 48:28). La paloma doméstica huye hacia su palomar o hacia la ventana de su
dueño (Is. 60:8; cfr. Gn. 8:8-12).
Jesús hace alusión a su proverbial inocencia (Mt. 10:6). Esta ave era comprada y vendida en los
recintos del Templo (Mt. 21:12; Mr. 11:15; Jn. 2:14), porque era usada en los sacrificios (Lv.
5:7; 12:8; Lc. 2:24).
La paloma simboliza al Espíritu Santo (Lc. 3:22).
Las palomas forman una familia de aves («columbidae») de las que Tristram enumera cuatro
especies en Palestina:
la paloma torcaz («columba palumbus»), que entra en las ciudades. Grandes bandadas de estas
palomas frecuentan Palestina en primavera y en otoño, durante las migraciones anuales; hay
algunas torcaces aisladas que se quedan allí todo el invierno.
La palomina («columbacenas») se halla especialmente al este del Jordán, o en el mismo valle de
este río.
El pichón de roca («columba livia») abunda en la costa del oeste del Jordán y en la región
montañosa de Judea y Samaria.
La paloma silvestre, de color grisáceo («columba schimperi») es muy común en el interior de
Palestina y en el valle del Jordán; se refugia en las cavernas y en las grietas de las peñas. Ésta es
la especie a la que se hace alusión en Jer. 48:28. (Véase FAUNA DE LA BIBLIA.)
nom, PÁMPANO. Véase VID.
nom, PAN
tip, ALIM
vet,
El pan de los israelitas tenía la forma de una galleta plana; se hacía de harina de trigo, en tanto
que los pobres empleaban harina de cebada. El grano era molido cada día en un molino manual,
y se cocía cada día para tenerlo fresco. Si se hacía para su inmediato consumo, se hacía
frecuentemente sin levadura (Gn. 19:3; 1 S. 28:24; cfr. pan ázimo, procedente de un término gr.
que significa «sin levadura»). Sin embargo, el arte de preparar pan leudado era conocido (Mt.
13:33).
Se ha planteado la cuestión de si el pan de la proposición, que seguía estando bueno al final de
ocho días, era leudado. Josefo afirma que no (Ant. 3:6, 6). Durante la primera Pascua, cuando se
dio la orden de marcha, la masa estaba ya preparada, pero no estaba aún leudada (Éx. 12:34). El
horno familiar privado era un gran recipiente transportable; después de haberlo calentado, se
aplicaban las galletas contra sus paredes que, cocidas de esta manera, quedaban muy delgadas.
Además del pan que se cocía en el horno (Lv. 2:3), se hacía freír, en una sartén poco profunda,
una especie de tortas. El pan se hacía también sobre los mismos rescoldos del hogar, o sobre
piedras previamente sobrecalentadas y exentas de cenizas (1 R. 19:6). Este método se empleaba
cuando había prisas (Gn. 18:6).
En nuestros días, los beduinos hacen fuego en un hoyo cavado en el suelo, limpiándolo a
continuación y poniendo allí las hogazas o galletas. El pan se cocía toda la noche en este horno
cuidadosamente cubierto. Sin duda, los israelitas conocían este método.
La cocción del pan era habitualmente un trabajo reservado a las mujeres (Gn. 18:6; 1 S. 8:13; Lv.
26:26; cfr. Jue. 6:19). En las grandes mansiones era trabajo de esclavos, aunque en las ciudades
había panaderos que vendían el pan (Jer. 37:21; cfr. Os. 7:4, 6).
En la Ley se enumeran las diferentes maneras de pan que se podían ofrecer a Jehová (Lv. 2).
Al hablar de «nuestro pan de cada día», el Señor Jesús se refiere a todo el sustento necesario para
un día entero (Lc. 11:3).
nom, PANADERO
tip, OFIC TIPO
vet,
En Egipto, el faraón tenía un siervo que recibe el nombre de «jefe de los panaderos» (Gn. 40:1-
22; 41:10).
En Israel, la preparación del pan era llevada a cabo por las mujeres de cada hogar:
Abraham dio instrucciones a Sara para que preparara panes cociéndolos bajo los rescoldos (Gn.
18:6).
Samuel anunció a los israelitas que si querían hacerse un rey, este tomaría de sus doncellas para
que le fuesen «amasadoras» (1 S. 8:13, el mismo término que en Gn. 40:1-22).
En Jerusalén había una parte de la ciudad en la que residían los panaderos, que a Jeremías se le
asignó su ración de pan que se le debía conseguir en la calle de los Panaderos mientras hubiera
existencias (Jer. 37:21).
En Os. 7:4, 6 se usa figuradamente el calentamiento del horno como descripción de aquellos que,
por así decirlo, preparaban sus designios de mal y esperaban ansiosamente hasta el momento en
que podían satisfacerlas más cumplidamente.
nom, PANAG
vet,
Hay desacuerdo entre los expositores acerca de su significado. Para unos, se trata de un artículo
de comercio desconocido, quizás alguna exquisitez; para otros, en cambio, se trataría de un lugar
de donde procedía el trigo, además de Minit (Ez. 27:17).
nom, PANDERO
tip, MUSI
ver, MÚSICA
vet,
Originalmente una especie de tambor, probablemente cuadrado, que pronto se transformó en el
pandero circular que conocemos; los hebreos lo llamaban «toph», instrumento de percusión.
Durante las fiestas profanas, las cantantes y danzarinas se acompañaban del pandero.
En el culto, se usaba en ocasiones el pandero solo, o acompañado de diversos instrumentos (Gn.
31:27; Éx. 15:20; Jue. 11:34; 1 S. 10:5; 18:6; 1 Cr. 13:8; Jb. 21:12; Sal. 81:3; Is. 5:12). (Véase
MÚSICA.)
nom, PANFILIA
tip, REGI
sit, a9, 383, 225
vet,
Provincia de la costa meridional de Asia Menor.
La provincia de Panfilia estaba limitada al norte por Pisidia, al sur por un golfo del Mediterráneo
llamado el mar de Panfilia, que Pablo cruzó (Hch. 27:5); al este, por Cilicia, al oeste, por Licia.
Había muchas comunidades judías en Panfilia (Hch. 2:10); durante su primer viaje misionero,
Pablo se detuvo en Perge y Atalia, ciudades de Panfilia (Hch. 13:13; 14:24, 25; 15:38).
nom, PAPIRO
tip, ARQU MANU HIST
ver, JUNCO, QUMRÁN, EVANGELIOS, MARCOS (Evangelio), JUAN (Evangelio),
CHESTER-BEATTY, MANUSCRITOS BÍBLICOS
vet,
(Jb. 8:11; Is. 18:2; etc. Traducido habitualmente como junco en las versiones castellanas, véase
JUNCO).
El papiro propiamente dicho es el «Papyrus antignorum», de la familia de las cyperáceas (así, no
se trata ni de una gramínea ni de una juncácea). Sus tallos triangulares, de una altura de hasta 2,5
y 3 m., están coronados por un copete de flores.
Se encuentra el papiro en la llanura de Sarón, cerca del mar de Galilea, y se hallaba en las aguas
del lago de Huleh (aguas de Merom, actualmente desecado). También medraba a las orillas del
Nilo, de donde prácticamente ha desaparecido.
El papiro se prestaba a numerosos usos. Los egipcios hacían con ellos artículos como zapatos,
cestos, botes y otros objetos (cfr. Éx. 2:3; Is. 18:2). El papel sobre el que escribían estaba hecho
de fibras sacadas del interior del tallo. El apóstol Juan redactó su segunda epístola sobre este tipo
de papel, que los griegos llamaban «chartês» (2 Jn. 12).
Los estudiosos de la Biblia deberían conocer la historia y utilización del papiro, que fue el
material base para los mss. egipcios ya desde el mismo albor de la humanidad después del
Diluvio, y muy posiblemente antes de ello. En 1778 llegó a Europa el primer papiro. Se trataba
del famoso «Papyrus Borgianus», cuyo desciframiento marca el inicio de la papirología. El
proceso del papiro era como sigue: El corazón del tallo se partía en bandas finas, que eran
dispuestas horizontalmente para constituir el anverso de una hoja, en tanto que el reverso se
hacía con fibras dispuestas verticalmente, en perpendicular a las del anverso. A continuación se
prensaban y encolaban anverso y reverso, para formar las hojas que se unían entre sí para
conseguir un rollo. Había rollos que llegaban a medir 38 cm. de altura, aunque los de los escribas
no solían tener más de 25 cm. En cuanto a la longitud, hay rollos litúrgicos egipcios que llegaban
a los 15 m. y aún más. Se conserva uno que pasa de 40 m. Desde el inicio del siglo II d.C., los
cristianos dispusieron las hojas de papiro en cuadernos, a imitación de los «codex» (en la
antigüedad, los «codex» eran tablillas de madera que se ataban). Para conseguir esta especie de
libros, las hojas de papiro eran dobladas por el medio.
Lo seco del clima y de las arenas de Egipto ha permitido la preservación de numerosos papiros.
El papiro Nash, conservado actualmente en la Universidad de Cambridge, es un pequeño
fragmento hebreo del AT que data de alrededor del año 100 a.C. La biblioteca de John Rylands
posee pequeños fragmentos gr. del libro de Deuteronomio, procedentes del siglo II a.C. En
Oxyrhynchus (a 180 Km. al sur de El Cairo) se descubrieron unos célebres «logia» (palabras de
Cristo) escritos sobre papiro. Otro papiro de la biblioteca de John Rylands es uno de los más
antiguos fragmentos de ms. del NT, conteniendo Jn. 18:31-33, 37, 38. Ha sido fechado en la
primera mitad del siglo II d.C. El hallazgo más espectacular fue el de unos fragmentos del
Evangelio de Marcos en la Cueva 7 de Qumrán, estudiados por J. O'Callaghan, S.I., y fechados
entre los años 50 y 100 d.C. (Véanse QUMRÁN [MANUSCRITOS DE], EVANGELIOS,
MARCOS [EVANGELIO DE], JUAN [EVANGELIO DE].) El ms. gr. de Freer, conservado en
Washington, contiene ciertas secciones de los profetas menores. Los papiros descubiertos por M.
A. Chester-Beatty presentan porciones gr. del AT y del NT. (Véase CHESTER-BEATTY). Los
papiros bíblicos de John H. Scheide (Ez. 19:12-39:29 en gr., y que presentan algunas lagunas),
datan del final del siglo II o III d.C. Depositados en la Universidad de Princeton, han sido
editados y publicados por A. C. Johnson, H. S. Gehman y E. H. Kase. Los papiros de Elefantina
forman una variedad de documentos redactados en arameo. La mayor parte proviene de una
colonia judía de guarnición en Elefantina y en Siene, donde permaneció desde el siglo VI hasta
alrededor del año 400 a.C., para proteger la frontera meridional de Egipto.
Otros papiros de importancia son los de la Colección Bodmer, de la Biblioteca Bodmer en
Ginebra. Destaca un códice del Evangelio de Juan, cuyos primeros catorce capítulos están
completos, y el resto en condición fragmentaria, y ha sido fechado alrededor del año 200 d.C.
Otros papiros de esta misma colección incluyen textos de Juan y de Lucas, de las Epístolas de
Pedro, de Judas, todos ellos también de alrededor del año 200 d.C, Hay otros papiros de fecha
más tardía, con textos de Hechos y de las Epístolas universales. (Véanse MANUSCRITOS
BÍBLICOS, QUMRÁN.)
Bibliografía:
A. Calderini: «Tratado de Papirología», trad. de J. O'Callaghan, Ed. Garriga, 1963;
A. Calderini: «Los papiros griegos de la cueva 7 de Qumram», BAC, 1974;
K. Aland: «Kurzgefasste Liste der grieschschen Handschriften des griesvohrn Neuen
Testamentes», Friburgo, 1963;
B. M. Metzger: «The Test of the New Testament, its Transmission, Corruption and Restoration»,
Londres, 1974;
Biblia Hebraica, ed. Kittel-Kahle, Stuttgart;
The Greek New Testament, ed. Kurt Aland, Sociedades Bíblicas;
Nuevo Testamento Trilingüe, ed. BoverO'Callaghan, BAC, 1978;
Thesaurus Typographiae Hebraicae (facsímiles), Berlín, 1924;
Heinrich Zimmermann: «Los métodos histórico-críticos en el Nuevo Testamento», BAC, 1969;
Septuaginta. Vetus Testamentum graece iuxta LXX Interpretes, ed. Rahlfs, Sociedades Bíblicas.
La última edición de la Biblia Hebraica Stuttgartensia es especialmente útil para el estudio del
texto hebreo y sus variantes.
nom, PARÁBOLA
fot, dib00155, dib00207, fot00214
vet,
Uno de los métodos del arte de la oratoria para ilustrar una verdad moral o religiosa mediante
una comparación extraída de la vida corriente. No hay límites estrictos entre la parábola, la
similitud y la metáfora, aunque estas últimas son más breves que la parábola:
Metáfora: «Vosotros sois la luz del mundo. »
Similitud: «Como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.»
Parábola: «El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en
tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado» (Mt. 13:33).
La parábola tiene grandes ventajas. La verdad presentada de esta forma queda más grabada en la
memoria que una mera exposición didáctica: ninguna enseñanza acerca de la misericordia del
Señor hacia los pecadores arrepentidos habría producido el efecto de la parábola del hijo pródigo
(Lc. 15:11-32). Por otra parte, cuando un profeta o predicador debía reprender a un personaje
importante que no fuera a aceptar su culpabilidad, podían usar una parábola habilidosa para
cautivarlos e iluminar su conciencia. El profeta Natán se sirvió de una parábola para reprochar a
David su adulterio con Betsabé y el asesinato del marido de ella, Urías heteo.
Principales parábolas del AT:
Los árboles eligen un rey (Jue. 9:8-20);
la oveja del pobre (2 S. 12:1-14);
la viuda con dos hijos, uno de los cuales había dado muerte al otro (2 S. 14:4-20);
el soldado que deja escapar a su prisionero (1 R. 20:35-42);
el cardo que pide como esposa para su hijo a la hija del cedro (2 R. 14:9-11);
la viña (Is. 5:1-7);
dos águilas y una viña (Ez. 17:1-10);
los leoncillos (Ez. 19:1-9);
Ahola y Aholiba (Ez. 23:1-49);
la olla hirviente (Ez. 24:1-14).
Así como en el AT el término que denota una parábola es «mashal», «una similitud», y puede
significar asimismo un «proverbio», en el NT es «parabolê», que viene a denotar «una
comparación».
Del ejemplo de las parábolas en el AT se ve que suelen precisar de un expositor. El Señor afirmó
en una ocasión que Él hablaba en parábolas a fin de que la multitud «no» comprendiera Su
enseñanza (Mt. 13:10-16). La razón de ello es que ellos ya habían virtualmente rechazado a su
Mesías, y no estaban por ello en una condición moral para recibir enseñanza. Así, el Señor,
actuando como expositor, explicó en privado el significado de las parábolas a Sus discípulos,
porque a ellos sí les era dado conocer «los misterios del reino» (Mt. 13:11). Sin embargo,
algunas de las parábolas del Señor son tan aguzadas y claras que fueron comprendidas por Sus
mismos enemigos, como indudablemente era Su intención (cfr. Mt. 21:33-46).
Del mismo hecho de que el Señor relacione «los misterios del reino» con las parábolas que
pronunció, se puede tener la certeza de que hay mucha instrucción que puede extraerse de ellas si
se interpretan rectamente. Se precisa para ello de la conducción del Espíritu, lo mismo que para
cualquier otra sección de las Escrituras.
En la tabla que se da se podrá ver que algunas de las parábolas han sido registradas sólo por
Mateo; dos «similitudes» se hallan sólo en Marcos; hay varias parábolas que sólo son dadas por
Lucas; ninguna de ellas ha sido registrada por Juan. Hay razones divinas para esta disposición y
es indudable la armonía cuando se considera el carácter de cada uno de los cuatro Evangelios.
Es indudable que el mejor método es el estudio de cada parábola, o de cada grupo de ellas, en su
propio contexto, tal y como han sido dadas por el Espíritu Santo en la inspiración. Sin embargo,
es también útil clasificarlas según las verdades comunicadas por ellas, y una de las
clasificaciones hechas ha sido la siguiente:
(a) El rechazamiento de Israel:
Los dos hijos, de la que el Señor mismo da la interpretación (Mt. 21:28-32).
Los labradores malvados: Los dirigentes de Israel se hallaban entre los oyentes del Señor, y Él
les explicó así la parábola: «El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente (lit.:
"a una nación") que produzca los frutos de él» (Mt. 21:33-46).
La higuera estéril: El Señor vino en busca de fruto a Israel, que representaba al hombre
recibiendo el cultivo de Dios; no halló nada. Dio tiempo al arrepentimiento, pero la higuera no
dio fruto, y tenía que ser talada. La destrucción de Jerusalén fue su tala real (Lc. 13:6-9).
(b) La introducción del reino y la oposición de Satanás a él:
El sembrador (Mt. 13:3-9, cfr. Mt. 13:18-23; Mr. 4:39; Lc. 8:58).
El trigo y la cizaña (Mt. 13:24-30).
El crecimiento de la semilla (Mr. 4:26-29). A pesar de la oposición de Satanás, Dios, en Su
actuación secreta, hace que su semilla fructifique y dé fruto.
La levadura (Mt. 13:33; Lc. 13:20-21).
El tesoro escondido (Mt. 13:44).
La perla de gran precio (Mt. 13:45-46), y
la red (Mt. 13:47-50)
(c) La forma en que Dios introduce la bendición. En esta sección entrarían las siguientes
parábolas:
La oveja perdida (Mt. 18:12-13; Lc. 15:7).
La moneda perdida (Lc. 15:8-10).
El hijo pródigo (Lc. 15:11-32).
Las bodas del hijo del rey (Mt. 22:2-14). Dios quiere dar honra a Su Hijo Los judíos fueron
invitados a la fiesta de bodas pero no quisieron acudir Otros, los menospreciados gentiles, fueron
invitados. Uno que no tenía el vestido de bodas (que no se había revestido de la justicia de
Cristo), fue echado fuera. No se había dado cuenta de su incapacidad propia y de que sólo la
salvación dada por Cristo podía valerle para ser apto de estar en la fiesta.
La gran cena (Lc. 14:15-24): La fiesta de la gracia celestial en contraste con los aspectos terrenos
del reino de Dios Todos los que fueron invitados se excusaron no impedidos por cosas malas en
sí, sino por cosas terrenas. Mostraron indiferencia ante la invitación llena de gracia que se les
hacía. Algunos, los pobres y aflijidos de la ciudad, fueron introducidos, y otros obligados a
entrar. Dios llenará Su casa.
El fariseo y el publicano (Lc. 18:10-14). El fariseo daba gracias a Dios que no era como los otros
hombres, mientras que el publicano clamó pidiendo misericordia, y fue a su casa justificado
antes que el otro.
Los dos deudores: A aquella mujer le fue perdonado mucho, y amó mucho: no le fue perdonado
mucho porque amara mucho (cfr. Lc. 7:36-47).
El juez injusto (Lc. 18:1-8). Lo que el Señor presenta aquí es que tenemos «necesidad de orar
siempre y no desmayar» (cfr. Lc. 18:1). Dios dará la respuesta en el momento adecuado y los
elegidos de la tierra serán salvos.
Los obreros de la viña (Mt. 20:1-16). Aquí Dios pregunta, en Su soberanía «¿No me es lícito
hacer lo que quiero con lo mío?» El hombre pretende esta libertad para sí mismo y en cambio
murmura contra la soberanía de Dios: «Muchos son llamados, mas pocos escogidos» (Mt. 20:15,
16). Nótese también que en esta parábola se da respuesta a la pregunta de Pedro en Mt. 19:27; el
capítulo 20 prosigue el tema y muestra el espíritu de la gracia soberana en contraste con el
espíritu mercenario del corazón del hombre.
(d) Las varias responsabilidades de los hombres. Aquí hallamos:
El buen samaritano (Lc.10:29-37). Esta parábola fue dada en respuesta a la pregunta de: «¿Quién
es mi prójimo?» El Señor era verdaderamente el Buen Samaritano, y después de haber descrito el
curso que Él había tomado, añadió: «Ve, y haz tú lo mismo» (v. 37).
El rico insensato (Lc. 12:16-21). La moraleja que se desprende de esta parábola es: «Así es el
que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios» (Lc. 12:21).
El mayordomo infiel: Sacrificó el presente por el futuro, por lo que el dueño lo alabó, no por su
injusticia, sino por su sabiduría (Lc. 16:143). El Señor aplica esta parábola de la siguiente
manera: «Ganad amigos por medio de las riquezas injustas (posesiones del mundo), para que
cuando éstas os falten, os reciban en las moradas eternas.» Dar a los pobres es prestar al Señor, y
hacerse tesoro en los cielos. El Señor exhorta así a sus oyentes a ser (a diferencia del mayordomo
infiel) fieles en su administración de las riquezas de injusticia (que no pertenecen al cristiano a
título de propiedad), a fin de que les puedan ser confiadas las verdaderas riquezas.
El rico y Lázaro (Lc. 16:19-31). Más que una parábola, es una historia. Nada se dice
expresamente del carácter moral de estos dos hombres, aunque se deduce una gran insensibilidad
y egoísmo por parte del rico (cfr. Lc. 16:20, 21). En el AT se había enseñado que la marca del
recto debería ser la prosperidad externa (Sal. 112:2, 3). En el reino en su nueva fase, y en
consecuencia al rechazamiento de Cristo, la posesión de las riquezas deja de ser señal del favor
divino. Ésta era una necesaria lección para el judío. Es muy difícil que se salve un rico, pero a los
pobres se les anunciaba el Evangelio (Mt. 11:5; Lc. 11:22). El pobre Lázaro fue llevado al seno
de Abraham, y el rico fue a la perdición. En el otro mundo se invierten las condiciones del
mundo presente. Aquí prosigue la enseñanza de la parábola del mayordomo injusto: el rico no
estaba sacrificando el presente por el futuro. Se da también una vivida imagen de la inalterable
condición de los perdidos.
El siervo inmisericorde (Mt. 18:23-35). Aquí se ilustra el gobierno de Dios, que no es invalidado
por Su gracia. Se revela que Dios recompensará a Su pueblo según la forma en que ellos actúen
hacia los demás (cfr. Mt. 7:2). Es indudable también que esta parábola tiene otra aplicación,
teniendo que ver con los judíos y sus celos ante el hecho de que se muestre gracia hacia los
gentiles. La deuda de éstos para con ellos es indicada como de cien denarios, en tanto que la
deuda de los judíos hacia Dios es dada como de diez mil talentos. Pedro les ofreció el perdón
divino en Hch. 3:19-26, pero la oferta fue rechazada, y su persecución de Pablo y de aquellos que
llevaban el Evangelio a los gentiles demuestra que no podían perdonarles los cien denarios a los
gentiles. Por ello se ven obligados a pagar hasta el último céntimo (cfr. Is. 40:2; Mt. 5:25, 26; 1
Ts. 2:15, 16).
Las diez vírgenes (Mt. 25:1-13). La explicación de esta parábola es sencilla. La actitud normal de
los cristianos es que han salido a recibir al Esposo. Ésta era la esperanza de los apóstoles.
Después de la época apostólica, todos, en cuanto a esta esperanza, se entregaron al sueño. Puede
haber habido épocas de despertamiento, pero cuando sale la última llamada, aparece el hecho
solemne de que hay los que sólo tienen una forma de profesión sin Cristo, carentes del Espíritu,
lámparas sin aceite, que serán excluidos. Aunque esta parábola se puede aplicar en todo tiempo y
lugar al estado de la cristiandad, tiene una especial aplicación a Israel (para una consideración
más en particular, véase: Chafer L S «Teología sistemática» vol 1 p 1125, vol. II PP 135-581).
Los talentos (Mt. 25:14-30). Esta parábola es similar, en carácter, a la de las minas, pero en ésta
los talentos son distribuidos a cada uno según su capacidad, de manera que uno recibe cinco, otro
dos, y otro uno. Esta parábola sigue a la de las diez vírgenes, mostrando que mientras el creyente
espera la venida de su Señor, tiene que estar utilizando fielmente los dones que le han sido
confiados. En la parábola de las minas (Lc. 19:12-27) se muestra que el Señor Jesús iba a dejar el
mundo para recibir un reino, y que mientras tanto dejaba a cada uno de sus siervos una mina con
la que negociar mientras durara Su ausencia. Todos los dones son para la gloria del Señor, y el
siervo es responsable para con Él por su fiel utilización de ellos.
Se ha sugerido otra disposición de las parábolas principales, esto es, en tres grupos, que se
corresponden con diferentes períodos del ministerio del Señor:
(a) En su ministerio temprano, abarcando la nueva enseñanza relacionada con el reino, y la forma
misteriosa que asume durante Su ausencia. Se extiende hasta Mt. 13 y Mr. 4. Estas parábolas se
distinguen con facilidad en la tabla.
(b) Después de un intervalo de varios meses. Las parábolas son ahora de un tipo diferente, y
extraídas de la vida de los hombres más que del reino de la naturaleza. Son dadas principalmente
como respuestas a preguntas, no en discursos a la muchedumbre. La mayor parte de ellas
aparecen solamente en Lucas, y se hallan situadas principalmente entre la misión de los setenta y
el último viaje del Señor a Jerusalén.
(c) El último grupo de parábolas se da hacia el final del ministerio del Señor. Tratan del reino en
su consumación, y tienen un carácter profético acerca del rechazamiento de Israel y de la venida
del Señor.
Una de las importantes consecuencias que se pueden sacar del estudio de las parábolas es el
hecho de la apostasía final de esta era de la cristiandad y el hecho de que la instauración final del
reino de Dios en su aspecto eterno y universal vendrá por una intervención personal y directa de
Cristo, en juicio y poder; en todo caso, el creyente debe aprender de ellas no un optimismo fácil,
ni una expectativa de una conversión universal como anticipo de la venida del Señor, sino a
esperar pacientemente y con constancia y oración, la venida del Señor, ocupado mientras tanto,
en fidelidad a Él, en el desempeño fiel de las responsabilidades recibidas para Su gloria (cfr. Tit.
2:11-15).
Bibliografía:
Chafer, L. S.: «Teología sistemática» (Publicaciones Españolas, Dalton, Georgia, 1974);
Darby, J. N.: «Synopsis of the Books of the Bible» (Bibles and Publications, Montreal, 1970,
vol. 3, «Matthew-John»);
Habershon, A. R.: «The Study of the Parables» (Kregel Pub., Grand Rapids, 1978, reimpr. ed.
s/f);
Kelly, W.: «Lectures Introductory to the Gospels» (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois,
1970);
Kelly, W.: «Bible Treasury», revista mensual editada 1856-1920, véase volumen índice (reimpr.
1969, Ed. H. L. Heijkoop, 58, Blijhamsterstraat, Winschoten, Holanda);
Trench, R. C., D. D.: «Notes on the Parables» (Kegan Paul, Trench, Tubner & Co. Ltd., Londres,
1902);
Trenchard, E.: «Los cuatro Evangelios» (Literatura Bíblica, Madrid, 1974).
nom, PARACLETO
tip, ESPI
ver, ABOGADO, ESPÍRITU SANTO
vet,
Es la transcripción de un término griego, «parakletos».
En ocasiones es usado con la forma castellana «paráclito» o «paracleto». Se traduce
«Consolador», referido al Espíritu Santo, en Jn. 14:16, 26; 15:26; 16:7. También se usa del Señor
Jesús, y se traduce entonces como «abogado» (1 Jn. 2:1). (Véanse ABOGADO, ESPÍRITU
SANTO.)
nom, PARAÍSO
tip, LUGA
vet,
(lat. «paradisus»; gr. «paradeisos»: «parque», «jardín de recreo», del avesta «pairi-daêza»,
«recinto cerrado»).
En Ec. 2:5; Cnt. 4:13; Neh. 2:8, el texto heb. dice «pardês», jardín, vergel, parque, tomando en
este último pasaje el sentido de bosque. Josefo (Ant. 8:7, 3; Contra Apión 1:20) denomina con el
gr. «paradeisos» a los jardines de Salomón en Etam y a los jardines colgantes de Babilonia. En la
LXX se dice paraíso de Edén por huerto de Edén (Gn. 2:8).
Paraíso, designando el lugar de felicidad que el hombre ha perdido, vino a ser el nombre de la
morada de los justos en el más allá. Los israelitas de la época tardía distinguían entre un paraíso
celeste y un paraíso inferior, perteneciendo el primero al cielo, en tanto que el segundo era una
división del Hades (heb. «seol», la morada de los muertos), asignado a las almas de los justos. Es
en este sentido que Jesús se dirige al ladrón arrepentido: «De cierto te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso» (Lc. 23:43). Con esto se refería a la morada de los muertos
bienaventurados, llamada asimismo por los judíos «seno de Abraham» (Lc. 16:22). En efecto, es
allí a donde descendió Jesús en el momento de Su muerte (Ef. 4:9; Hch. 2:27, 31).
En otros pasajes del NT este término adquiere su sentido celestial. Pablo fue arrebatado «al
paraíso», hasta el tercer cielo, en la presencia de Dios (2 Co. 12:2, 4). Al que venza, el Señor le
dará que coma del árbol de la vida, «que está en medio del paraíso de Dios» (Ap. 2:7; cfr. 22:2).
nom, PARÁN
tip, REGI MONT
ver, PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO
sit, a4, 151, 287
vet,
Región desértica en el sur de Canaán y al oeste de Edom. Allí moraba Ismael (Gn. 21:21), y en
esta región se hallaba Cades, donde los israelitas acamparon y desde donde enviaron a los doce
espías, y allí se volvieron a encontrar al final de su peregrinación (Nm. 10:12; 12:16; 13:3, 26;
Dt. 1:1). David también se refugió un tiempo en su desierto (1 S. 25:1; 1 R. 11:18).
Se menciona también el monte Parán, que indudablemente se refiere a algún monte en la misma
región (Dt. 33:2; Hab. 3:3).
Parán recibe en la actualidad el nombre de «et Tih»; se halla entre Cades y el Sinaí. (Véase
PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO.)
nom, PARENTELA
ver, FAMILIA
vet,
En las Escrituras se traducen por «parentela» los siguientes términos:
(a) heb. «mõledheth», «relacionado por nacimiento» (Gn. 12:1; 24:4, 7; 31:3; 32:9; Nm. 10:30;
Est. 2:10);
(b) heb. «mishpãhãh», «familia» (Gn. 24:38; Jos. 6:23); gr. (NT): «sungeneia» (Lc. 1:61; Hch.
7:3, 14). (Véase FAMILIA.)
nom, PARMENAS
tip, BIOG HOMB HONT
vet,
Uno de los siete elegidos para cuidarse de las viudas judías helenistas, de los pobres, y de las
finanzas de la iglesia apostólica (Hch. 6:5).
nom, PAROS
tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
(a) Familia que volvió del exilio babilónico (Esd. 2:3).
(b) Uno que selló el pacto (Esd. 10:25).
(c) Algunos de ellos que tomaron mujeres extranjeras (Neh. 7:8; 10:14).
nom, PARTERA
tip, OFIC
vet,
Las que asisten a las parturientas, las mujeres que dan a luz. Dios dio Su bendición a las parteras
hebreas que se negaron a obedecer la orden del rey de Egipto de dar muerte a los hijos varones
de las mujeres hebreas.
En muchos países sigue habiendo parteras, comadronas o matronas que ejercen la misma función
(Gn. 35:17; 38:28; Éx. 1:15-21).
nom, PARVAIM
tip, LUGA
vet,
Sitio del que provenía el oro con que se adornó el Templo de Salomón (2 Cr. 3:6). Glaser lo
identifica con Sãk el-Farwain, cerca de Jebel Shammar, en la Arabia oriental.
nom, PASAS
tip, ALIM FRUT
vet,
Uvas secas, de mucho uso en Palestina (1 S. 25:18; 30:12, etc.); se hacían tortas de pasas (2 S.
6:19; 1 Cr. 16:3; Os. 3:1). Secadas de esta manera, se conservaban largo tiempo.
nom, PASCUA
tip, CALE TIPO
ver, FIESTAS, PENTECOSTÉS
vet,
(término derivado del heb. «pesach», de «pasar de»: cfr. Éx. 12:13, 22, 27; Ant. 2:14, 6).
(a) La primera de las tres solemnidades anuales en las que todo varón israelita no impedido se
debía presentar en el Templo (Éx. 12:43; Dt. 16:1). Fue instituida en Egipto con el fin de
conmemorar el acontecimiento fundamental de la liberación de los israelitas (Éx. 12:1, 14, 42;
23:15; Dt. 16:1, 2). Con ella se celebraba solemnemente el hecho de que Dios, que había hecho
morir a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, había sin embargo pasado por alto las
moradas de los israelitas, marcadas con la sangre del cordero. Debían comerla apresuradamente,
con el bastón en la mano, y con la actitud de personas dispuestas a partir en la liberación
prometida por Dios. La fiesta comenzaba el día catorce del mes de Abib (Nisán) al atardecer,
esto es, al inicio del día quince, con la comida que seguía al sacrificio del cordero (Lv. 23:5). Se
daba muerte a un cordero o a un cabrito entre las dos tardes, cerca del momento del ocaso (Éx.
12:6; Dt. 16:6), o entre las horas novena y undécima (Guerras 6:9, 3). Asado entero, se comía
con panes sin levadura y con hierbas amargas (Éx. 12:8). No podía ser hervido en agua. Su
sangre derramada era tipo de la expiación; las hierbas amargas simbolizaban los sufrimientos de
la esclavitud en Egipto, y el pan sin levadura representaba la pureza (cfr. Lv. 2:11; 1 Co. 5:7, 8).
Los israelitas que tomaban parte en este acto de redención constituían el pueblo santo,
comunicando gozosamente en presencia del Dios invisible. La participación en la cena pascual
era obligatoria sólo para los varones, aunque las mujeres tenían derecho a participar, así como
toda la casa. Si la familia era poco numerosa, podían juntarse vecinos con ellos para comer todo
el cordero (Éx. 12:4).
La pascua expone en tipo la ofrenda de Cristo como aquello en lo que se ha declarado la justicia
de Dios con respecto al pecado. La sangre del cordero era un testimonio de muerte, esto es, de la
eliminación a los ojos de Dios del hombre en su pecado contra Él. Esta eliminación tuvo lugar
vicariamente en la persona del Justo, que se dio a Sí mismo como rescate por todos. Al comer el
cordero asado al fuego (emblema de juicio), el pueblo se asociaba en aquello que había tenido
lugar en tipo.
El Señor Jesús deseó vivamente comer la última pascua con Sus discípulos, por cuanto formaban
todos un singular círculo «familiar». Esta pascua estaba a punto de ser cumplida en Cristo
mismo, que tomaba Su lugar de separación de la tierra hasta el advenimiento del reino de Dios
(Lc. 22:15-18).
Después de la destrucción del Templo de Jerusalén por las tropas de Tito, desapareció la
posibilidad de inmolar el cordero en el Templo, por lo que el judaísmo celebra desde entonces la
pascua sin la víctima, sin su componente central, que era precisamente el tipo de Aquel a quien
ellos rechazaron, y a quien reconocerán cuando venga en gloria (cfr. Zac. 12:9-14 ss.; 14:1-9).
Íntimamente relacionada con la pascua había la «Fiesta de los panes sin levadura». La cena
pascual era el aspecto característico de esta fiesta, que se prolongaba hasta el día veintiuno del
mes (Éx. 12:18; Lv. 23:5, 6; Dt. 16:6, 7). El día en que los israelitas abandonaron Egipto, Moisés
les reveló que la solemnidad de la pascua duraría siete días (Éx. 12:14-20; 13:3-10). Les había
dado entonces las instrucciones necesarias sólo para la primera noche (Éx. 12:21-23),
informándoles que sería un estatuto perpetuo (Éx. 12:24, 25). La presencia de los peregrinos en
el santuario central elegido por Jehová para la celebración de la fiesta era obligatoria sólo
durante el tiempo de la cena pascual; al día siguiente podían dirigirse a sus propias localidades
(Dt. 16:7). El primer día de la fiesta se correspondía con el día quince del mes, que adquiría el
carácter de sábado, lo mismo que el día séptimo de la pascua: en estos días no se debía hacer
ninguna obra servil, pues estaban marcados para convocación santa (Éx. 12:16; Lv. 23:7; Nm.
28:18, 25; Éx. 13:6; Dt. 16:8). Al siguiente día de este sábado, el segundo día de la fiesta, el
sacerdote mecía delante de Jehová una gavilla de cebada, primicia de la siega: este gesto
consagraba el inicio de las cosechas (Lv. 23:10-14; cfr. Jos. 5:10-12; Lv. 23:7, 11 en la LXX;
Ant. 3:10, 15). (Véanse FIESTAS Y PENTECOSTÉS.) Pero el día del mecimiento de la gavilla
no era asimilado a sábado. El año agrícola tenía más relación con la fiesta de las semanas o de
pentecostés y con la de los tabernáculos o cabañas que con la pascua. Además de los sacrificios
habituales en el Templo, se debían ofrecer en holocausto cotidiano, durante los siete días de
solemnidades pascuales, dos becerros, un carnero, siete corderos de un año y, como sacrificio de
expiación, un macho cabrío (Lv. 23:8; Nm. 28:19-23). El pan a comer durante estos siete días
tenía que estar exento de levadura. La noche de la primera pascua no había levadura en la casa de
los israelitas, que partieron precipitadamente, llevándose consigo masa sin levadura (Éx. 12:8,
34, 39). El pan ázimo, símbolo de pureza y verdad, recordaba esta huida precipitada de Egipto
(Dt. 16:3; 1 Co. 5:8).
(b) El cordero o cabrito inmolado en la fiesta de la pascua (Éx. 12:21; Dt. 16:2; 2 Cr. 30:17).
Cristo es nuestra pascua (1 Co. 5:7). Él fue sin tacha alguna, como el cordero pascual (cfr. Éx.
12:5; 1 P. 1:18, 19); ninguno de Sus huesos fue quebrantado (cfr. Éx. 12:46 con Jn. 19:36); Su
sangre fue nuestra redención ante Dios (Éx. 12:13). «Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue
sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la
levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad» (1 Co.
5:7, 8). El pan sin levadura exhibe aquel sentido de la gracia por medio de la fe, en el que, aparte
de las influencias negativas que pueda sufrir por la carne y viejas asociaciones, puede el cristiano
estar habitualmente en comunión con el sacrificio de Cristo, de manera que toda su vida sea
coherente con todo lo que ello comporta.
Bibliografía:
Anderson, Sir R.: «El Príncipe que ha de venir» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1980),
Anderson, Sir R.: «The Gospel and its Ministry» (Kregel Publications, Grand Rapids, 1978),
Anderson, Sir R.: «Redemption Truths» (Kregel Publications, 1980);
anónimo: «Las siete fiestas de Jehová» (Editorial «Las Buenas Nuevas», Montebello, California
1968)
Darby J. N.: «The blood of the Lamb» en Bible Treasury dic 1875 (reimpres 1969 H. L.
Heijkoop, Winschoten, Holanda),
Edersheim A.: «The Life and Times of Jesus the Messiah» (Wm. Eerdmans, Grand Rapids,
reimpr. 1981)
Edersheim A.: « The Temple, its Ministry and Services as they were at the time of Christ»
(Eerdmans, reimpr. 1983)
Edersheim A.: «Old Testament Bible History (Eerdmans, reimpr., 1984);
Mackintosh, C. H.: «Éxodo» (Ed. «Las Buenas Nuevas», 1960).
nom, PASIÓN
vet,
Traducción de varios vocablos gr.:
(a) «pathêma», que denota sufrimiento (cfr. Ro. 8:18), y emociones perversas, pasiones malas
(cfr. Gá. 5:24) y expresa, en este caso, la naturaleza desenfrenada de los malos deseos que surgen
de la carne.
(b) «Pathos» es un término que en gr. clásico se aplicaba a deseos apasionados, buenos o malos;
en el NT se usa exclusivamente en mal sentido (cfr. Ro. 1:26; Col. 3:5; etc.) Trench describe
«pathos» como aquella condición mala de la que surge.
(c) «hedonë se traduce pasiones en Stg. 4:1 en el sentido de la gratificación de los deseos
naturales. Denota el hecho de contentar esos deseos.
(d) «epithumia», se usa en 2 Ti. 2:22 traducido «pasiones juveniles»
(e) El verbo «paschõ», que se deriva de la misma raíz que «pathos», se aplica en numerosos
pasajes a los sufrimientos de Cristo.
(f) El término «homoiopathês» se usa en Stg. 5:15, lit., «de sentimientos o afectos similares», y
se refiere a lo semejante de la naturaleza de Elías a la nuestra.
nom, PASTOR
tip, OFIC LEYE TIPO
ver, REDIL, IGLESIA
vet,
El que se cuida de un rebaño.
Abel tenía un rebaño de ganado menor (Gn. 4:2).
Desde Abraham a Jacob y sus hijos, los patriarcas fueron ganaderos y pastores (Gn. 13:1-6).
Jabal, Abraham y los recabitas fueron nómadas; moraban en tiendas y llevaban a sus rebaños y
ganados de lugar a lugar para hallar pastos (Gn. 4:20; cfr. 13:2, 3, 18 y 20:1; Jer. 35:6-10).
Otros ricos propietarios de ganaderías y rebaños residían en ciudades, en tanto que sus siervos
iban de pasto a pasto con los animales (1 S. 25:2, 3, 7, 15, 16; cfr. Gn. 37:12-17).
Había también el pastor sedentario, que salía por la mañana con su rebaño, y lo devolvía por la
noche al redil (Jn. 10:1-4). (Véase REDIL.)
Con frecuencia, el rebaño era confiado:
al hijo (Gn. 37:2; 1 S. 16:11, 19),
a la hija (Gn. 29:9; Éx. 2:16, 17)
o a un asalariado (Gn. 30:31, 32; Zac. 11:12; Jn. 10:12).
El propietario exigía del pastor el precio de todo animal desaparecido (Gn. 31:39). La Ley de
Moisés libraba al asalariado de esta obligación, si podía probar que la pérdida no había sido
consecuencia de una negligencia (Éx. 22:10-13).
El pastor iba temprano al redil, donde se hallaban varios rebaños, y llamaba a sus ovejas. Éstas
reconocían su voz, y lo seguían. Esto último es una realidad en Oriente, así como que cada oveja
tiene un nombre y que conoce la voz del pastor, y constituye un hermoso tipo de la relación de
Jehová con Israel (Sal. 23) y de Cristo con la Iglesia (Jn. 10:2-16). Las ovejas de otros pastores
no prestaban atención a su voz (Jn. 10:2-5).
El pastor conducía el rebaño a los pastos, quedándose allí todo el día, y en ocasiones incluso la
noche (Gn. 31:40; Cnt. 1:7; Lc. 2:8); los defendía de las fieras y contra los merodeadores (1 S.
17:34, 35; Is. 31:4), recogía a la perdida (Ez. 34:12; Lc. 15:4). Se cuidaba de las ovejas recién
paridas (Is. 40:11) y de las esparcidas (Ez. 34:4, 16; Zac. 11:9).
El pastor llevaba un zurrón y un arma defensiva. Si hacía mal tiempo, se envolvía en su manto (1
S. 17:40; Jer. 43:12). Su cayado, muy parecido al usado por nuestros pastores en España, le
permitía dirigir el rebaño, reunirlo y defenderlo (Sal. 23:4; Mi. 7:14; Zac. 11:7). Era ayudado por
los perros, que no eran demasiado dóciles ni fieles, pero que, al ir detrás del rebaño, señalaban el
peligro con sus ladridos (Jb. 30:1).
En las Escrituras, Jehová es presentado como pastor de Israel, especialmente de los fieles (Gn.
49:24). Cristo es el «Buen Pastor». Él no ha entrado furtivamente en el redil, sino por la puerta.
Sus ovejas responden con confianza al oír sus nombres y rehúsan seguir a otros. Al sacrificar Su
vida por ellas, les ha demostrado Su amor (Jn. 10:1-18).
Todos los que tenían una posición en la teocracia: profetas, sacerdotes, reyes, eran considerados
por el pueblo como pastores subalternos; su infidelidad a Jehová es frecuentemente mencionada
(Is. 56:11).
En el NT hay el don de los pastores para la iglesia, para alimentar y pastorear las ovejas; los
ancianos u obispos son asimismo exhortados a tener cuidado de la grey del Señor, siguiendo el
ejemplo de Cristo, el Gran Pastor de las Ovejas, y Señor del rebaño y de los encargados de
cuidarlo (cfr. Ef. 4:11; He. 13:7, 17, 20, 24; 1 P. 5:1-4). (Véase IGLESIA.)
nom, PASTORALES (Epístolas). Véanse EPÍSTOLAS, TIMOTEO (Epístola), TITO
(Epístola).
nom, PASUR
tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
= «prosperidad».
(a) Uno de los oficiales que tenían influencia con el rey Sedequías y que abiertamente se opuso
al profeta Jeremías (Jer. 21:1; 38:1, 4, 21).
(b) Un sacerdote que puso a Jeremías en el cepo debido a sus sombrías predicciones (Jer. 20:1-
6).
(c) Jefe de una familia sacerdotal quien, juntamente con otros, firmó un pacto en los días de
Nehemías (Esd. 2:38).
nom, PÁTARA
tip, PUEM
sit, a9, 398, 255
vet,
Puerto importante de la provincia romana de Licia, en la costa del sur del Asia Menor y frente a
la isla de Rodas.
El relato del cuarto viaje de Pablo nos da una idea de su importancia (Hch. 21:1-2).
Tenía un santuario dedicado a Apolo que rivalizaba con el de Delfos.
nom, PATMOS
tip, ISLA
sit, a9, 343, 233
vet,
Isla a la que fue desterrado el apóstol Juan a causa de la palabra de Dios y del testimonio dado de
Jesucristo.
En Patmos el Señor dio a Juan las visiones relatadas en Apocalipsis (Ap. 1:9).
Esta pequeña isla del mar de Archipel forma parte de las Esporadas, y en la actualidad recibe el
nombre de Patino. Se encuentra a lo largo de la costa suroccidental de Asia Menor, a unos 48
Km. al sur de Samos, y mide poco más de 16 Km. de largo por 9 de ancho. La mayor parte de la
isla está sin cultivo.
nom, PATRIARCA
vet,
(del gr. «patria», «raza», «país», y «archein», «comandante»).
Padre y jefe de una familia, de un clan.
El NT da el nombre de patriarcas a los antecesores del pueblo hebreo, de la raza judía. Este
nombre es dado:
a Abraham (He. 7:4),
a los doce hijos de Jacob (Hch. 7:8, 9),
al rey David (Hch. 2:29).
En general, el título de patriarca es dado a los hombres piadosos y a los jefes de familias de los
que el AT nos da un relato biográfico y que vivieron antes de Moisés, p. ej., a los patriarcas
antediluvianos mencionados en Gn. 5.
Bajo el régimen patriarcal, la dirección del clan pertenecía de derecho a su fundador. El hijo
primogénito, o descendiente primogénito en línea directa, era el heredero de esta autoridad. El
jefe de cada una de las familias que componían una tribu ejercía una autoridad análoga en el seno
de su familia.
El régimen patriarcal fue anterior al establecimiento de la teocracia, que fue promulgada en el
monte Sinaí; bajo aquel régimen, cada jefe de familia ejercía las funciones de sacerdote y Dios se
revelaba a él. Véanse los nombres de los diferentes patriarcas para un tratamiento
individualizado.
nom, PATROS
tip, LUGA
vet,
(egip.: «país del mediodía»).
Nombre que designa al Alto Egipto; en Is. 11:11, este nombre aparece entre Egipto y Etiopía.
Los egipcios eran originarios de allí (Ez. 29:14).
Herodoto informa que Menes, el primer soberano egipcio histórico, residía en el Alto Egipto; en
la época de este rey, toda la llanura situada al norte del lago Meris era pantanosa (Herodoto 2:4,
15, 99).
Isaías profetizó la dispersión del pueblo de Israel y su definitivo retorno de los más lejanos
países, entre ellos Patros (Is. 11:11; cfr. 7:18).
Cuando Nabucodonosor se apoderó de Jerusalén, hubo judíos que se refugiaron en Patros (Jer.
44:1, 2, 15).
nom, PAVÉS
tip, UTEN EJER
ver, ESCUDO
vet,
Traducción de diferentes términos heb.
El término castellano se refiere a un escudo ovalado, de gran tamaño, que permite proteger casi
todo el cuerpo del combatiente (1 Cr. 12:8; 2 Cr. 9:15; Sal. 35:2; Ez. 23:24, etc.). (Véase
ESCUDO.)
nom, PAVO
tip, FAUN AVES
vet,
(heb. «Tukkî»; interpretación indudablemente correcta, por cuanto Salomón importaba de Tarsis,
por vía marítima, los «tukkiyyîm», pavos, además de marfil y monos: 1 R. 10:22; 2 Cr. 9:21).
Los términos heb. designando el marfil y los monos son de origen indio, y la etimología de
«tukkî» procede muy probablemente del malabar «tõghai», que se deriva a su vez del tamil
antiguo «togei», un pavo. Este animal, el «Pavo cristatus», procede de la India, donde es muy
común.
Según otra interpretación, el heb. «tukkî» procedería del egip. «t. ky» (mono), siendo que la letra
«t» indica el género femenino. De esta manera aparecerían designadas dos especies de monos.
Este animal tendría origen africano, y habría razones para situar Ofir en África.
nom, PAZ
vet,
Dios es un Dios de paz; esta afirmación aparece con frecuencia en las Escrituras (Ro. 15:33;
16:20; 2 Co. 13:11; 1 Ts. 5:23; He. 13:20, etc.). En cambio, en el mundo ruge la guerra: entre
Satanás y Dios, entre las razas, naciones, individuos y en el corazón de cada individuo. El
universo está perturbado por todo lo que ello comporta en inseguridad, angustia, insatisfacción.
Ello se debe a la revuelta cósmica de ángeles y hombres caídos contra Dios; todos ellos han
venido a ser «gentes rebeldes» (Ez. 2:3), «hijos de desobediencia» (Ef. 2:2; 5:6). La realidad es
que también ellos sufren en su estado, y desean ardientemente gozar de la paz, aunque dentro de
su desobediencia (Dt. 29:19).
Es patético contemplar los esfuerzos desesperados de las naciones para alejar de sí los peligros
de la guerra y de la destrucción atómica, sin que se manifieste un movimiento sincero de
arrepentimiento y de fe.
La Escritura declara: «No hay paz para los malos, dijo Jehová» (Is. 48: 22; 57:20-21) Frente a
esta severa declaración no faltan los políticos, ni los profetas falsos que anuncian: «Paz, no
habiendo paz» (Ez. 13:10; cfr. Jer. 6:14; 8:11).
Es desafortunadamente cierto que habrá, aquí en la tierra, un terrible ajuste de cuentas y que un
día será quitada «de la tierra la paz (Ap. 6:4) y que el último conflicto será el más mortífero de
todos (Ap. 6:8; 19:15-28)
Únicamente Jesús puede resolver esta guerra continua y restablecer la paz «Él es nuestra paz»
(Ef. 2:14). Él se lanzó en medio del conflicto aceptando ser golpeado por la vara de la justicia
divina que nos perseguía (Ef. 2:13-17; Col. 1:20). Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo; Él mismo estableció la paz y está desde entonces proclamando la amnistía; Él hace
mudar al rebelde arrepentido en una criatura de paz (2 Co. 5:17-21). Ésta es la razón de que todo
creyente justificado tiene paz para con Dios (Ro. 5:1). La paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, puede desde entonces guardar su corazón y su mente en Cristo Jesús (Fil. 4:7).
Conoce el gozo y la ventura; en paz se acuesta y duerme (Sal. 4:7-9). Esta paz no es el producto
artificial y pasajero de un esfuerzo humano, sino el fruto del Espíritu (Gá. 5:22), dada por el
mismo Dios (2 Ts. 3:16). El hijo de Dios debe ahora vivir en paz (Ro. 12:18; 1 Ts. 5:13; He.
12:14; Stg. 3:18), sin embargo habrá aquellos que le odiarán y perseguirán por cuanto Cristo
vino «no para traer paz, sino espada (Mt. 10:34). Y será así en tanto que los individuos y las
naciones se dejen seducir por aquel que es homicida y mentiroso desde el principio (Jn. 8:44).
Pero la gloriosa certidumbre de la vuelta del Señor nos da la certeza de que pronto la paz reinará
sobre toda la tierra. La paz será la característica principal, junto con la justicia, del reinado del
Príncipe de Paz (Is. 2:4; 9:5-6; Sal. 27:7). «Bienaventurados los pacificadores» (Mt. 5:9).
nom, PECADO
tip, DOCT
ver, CAÍDA, ESPÍRITU SANTO, JUSTIFICACIÓN, MAL, SANTIFICACIÓN
vet,
Son diversos los términos usados en el AT y en el NT para significar «pecado», «iniquidad»,
«maldad», etc., con varios matices de significado.
(a) Es importante tener en cuenta la definición bíblica de pecado: en gr.: «anomia», desorden en
el sentido de rechazo del principio mismo de la Ley o de la voluntad de Dios, iniquidad (1 Jn.
3:4, texto gr.). Es desafortunada la traducción que la mayor parte de las versiones castellanas
hacen de este pasaje. Sólo la NIV traduce «el pecado es la verdadera ilegalidad», aunque sería
mejor traducir «alegalidad». En efecto, el pecado «no» es la mera infracción de la Ley, según
este pasaje, sino el rechazo de la voluntad de Dios, el vivir a espaldas de Dios, la disposición
mental que lleva al pecador a hacer la propia voluntad en oposición a la de Dios. De ahí la
distinción que se hace entre «pecado» y «transgresión», siendo esto último la infracción de un
mandamiento conocido. Desde Adán a Moisés, los hombres «no pecaron a la manera de la
transgresión de Adán», pero sí que pecaban, y murieron por ello (cfr. Ro. 5:14). A Adán se le
había dado un mandamiento concreto, el cual desobedeció; pero de Adán a Moisés no fue dada
ninguna ley en concreto, y por ello no había transgresión; sin embargo, sí había pecado en el
sentido propio del término, tal y como se ha definido, y fue el pecado lo que provocó el diluvio.
La misma distinción es la que está involucrada en Ro. 4:15: «Porque la ley produce ira; pero
donde no hay ley, tampoco hay transgresión.» Puede haber pecado, no obstante, y se declara que
«los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán» (Ro. 2:12).
Los principales términos usados para «pecado» en el NT son «hamartia», «hamartêma» y
«hamartanõ», desviación de un curso recto; «transgresión» es «parabasis», «parabatês» y
«parabainõ», cruzar o esquivar un límite.
(b) Hay una importante distinción que hacer entre «pecado» y «pecados», distinción que debe
hacerse desde la primera entrada del pecado como principio. Los «pecados» de alguien son los
verdaderamente cometidos por este alguien, y la base del juicio, siendo además demostración de
que el hombre es esclavo del pecado. Un cristiano es alguien cuya conciencia ha sido purificada
para siempre por el/un sacrificio por los pecados; el Espíritu de Dios lo ha hecho consciente del
valor de aquella/una ofrenda, y por ello sus pecados, habiendo sido llevados por Cristo en la
cruz, nunca volverán a ser puestos a su cuenta por parte de Dios; si peca, Dios tratará con él en
santa gracia, sobre el terreno de la propiciación de Cristo, de manera que sea conducido a
confesar el pecado o pecados, y tener el gozo del perdón. «Pecado», como principio que
involucra la alienación de todas las cosas en cuanto a Dios desde la caída del hombre, y visto
especialmente en la naturaleza pecaminosa del hombre, ha quedado judicialmente quitado de
delante de Dios en la cruz de Cristo. Dios ha condenado el pecado en la carne en el sacrificio de
Cristo (Ro. 8:3), y en consecuencia el Espíritu es dado al creyente. El Señor Jesús es proclamado
como «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (no «los pecados», como en
ocasiones se cita). Él purificará los cielos y la tierra de pecado, y como resultado habrá nuevos
cielos y nueva tierra, en los que morará la justicia. Aunque Cristo gustó la muerte por todos, no
se le presenta como llevando los «pecados» de todos: Su muerte, por lo que respecta a «los
pecados», queda precisada con las palabras «de muchos», «nuestros pecados», etc.
(c) El origen del pecado no estuvo en el hombre, sino en el diablo (cfr. 1 Jn. 3:8). Sí fue
introducido en el mundo por el hombre, entrando también la muerte como su pena (cfr. Ro.
5:12). El «pecado original» es un término teológico que puede ser usado para describir el hecho
de que todos los seres humanos han heredado una naturaleza pecaminosa de Adán, que cayó en
pecado por su transgresión (véase CAÍDA).
(d) La universalidad del pecado es evidente. Ya de principio, el hombre posee una naturaleza
heredada que lo inclina al pecado (Sal. 51:7; 58:4; Jb. 14:4). Todo nuestro ser está contaminado
por el mal: nuestros pensamientos, acciones, palabras, sentimientos, voluntad (Gn. 6:5; 8:21; Mt.
15:19; Gá. 5:19-21; Ro. 7:14-23); no existe un solo ser humano que sea justo ante Dios (1 Ro.
8:46; Pr. 20:9; Ec. 7:20; Is. 53:6; Ro. 3:9-12, 23; 1 Jn. 1:8; 5:19), con la sola excepción de Aquel
que apareció para quitar el pecado (He. 9:26; cfr. 1 Jn. 3:5), Aquel que «nunca hizo pecado, ni se
halló engaño en su boca» (1 P. 2:22), el inmaculado Hijo de Dios.
(e) La condenación del pecado es inevitable y terrible. Según la Ley, «la paga del pecado es la
muerte» (Ro. 6:23). Esta muerte y juicio se extienden a todos los hombres, por cuanto todos han
pecado (Ro. 5:12); El hombre está muerto en Sus delitos y pecados (Ef. 2:1). Le es necesario
nacer de nuevo para entrar en comunión con Dios, pues las iniquidades del hombre hacen
separación entre él y Dios (cfr. Is. 59:2). Dios juzgará pronto a todos los pecadores y todas sus
acciones, incluso las más secretas (Ec. 12:1, 16; Ro. 2:16).
(f) Jesús fue «hecho pecado» por nosotros (2 Co. 5:21). Una expresión así nos rebasa; significa
que Cristo no sólo tomó sobre sí en la cruz todos los pecados del mundo, como nuestro Sustituto
(Lv. 16:21; Is. 53:5-6, 8, 10; 1 Jn. 2:1), sino que además vino a ser, a los ojos de Dios, como la
expresión misma del pecado ante Dios, hecho maldición por nosotros (Gá. 3:13).
(g) El perdón de los pecados ha quedado ya adquirido por Cristo para aquel que acepte Su
persona y sacrificio en el Calvario. El Cordero de Dios ha quitado el pecado del mundo (Jn.
1:29); Él abolió el pecado por Su único sacrificio (He. 9:26); Su sangre nos purifica de todo
pecado (1 Jn. 1:7). La Cena es la señal del pacto para remisión de pecados (Mt. 26:28). Todo
aquel que cree en Cristo, recibe por Su nombre la remisión de los pecados (Hch. 10:43). Siendo
que Dios nos ha dado Su Hijo, Dios no nos trata ya más según nuestros pecados (Sal. 103:10,
12); los pecados, rojos como la grana, vienen a ser blancos como la nieve (Is. 1:18); los ha
echado tras de Sí, y los ha deshecho como una nube (Is. 38:17; 44:22); los ha arrojado al fondo
del mar (Mi. 7:19). Los ha olvidado (MI. 7:18). Ya no existen más delante de Él (Jer. 50:20). La
misericordia de Dios demanda toda nuestra alabanza.
(Con respecto al pecado imperdonable, véase ESPÍRITU SANTO, f)
(h) La convicción de pecado es una de las mayores gracias que el Señor nos puede conceder. En
efecto, se trata de la llave que da acceso a todas las demás. Esta convicción sólo puede ser
producida por Su Espíritu (Jn. 16:8). Para ser justificado, el hombre debe ante todo ser
consciente de su necesidad. Si pretendemos no tener pecado, mentimos (1 Jn. 1:8, 10); si
confesamos nuestros pecados, el Señor es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad (1 Jn. 1:9). Las personas no arrepentidas debieran prestar oído a la
solemne advertencia de la palabra de Dios: «Sabed que vuestro pecado os alcanzará» (Nm.
32:23).
(Véanse JUSTIFICACIÓN, MAL, SANTIFICACIÓN.)
Bibliografía:
Véase CAÍDA.
nom, PECTORAL
tip, TIPO
ver, EFOD, MITRA, SUMO SACERDOTE
vet,
Era una prenda que llevaba el sumo sacerdote, hecha del mismo material que el efod. Tenía que
ser unido al efod mediante los anillos respectivos y un cordón de azul, de manera que estuviera
por encima del cinto del efod (Éx. 28:28). Sobre él debía haber doce piedras preciosas dispuestas
en cuatro hileras, llevando cada una de ellas el nombre de una tribu. Se debía hacer cuadrado y
doble, de un palmo de lado.
En varias ocasiones recibe el nombre de «pectoral del juicio» (Éx. 28:25-21). «Y llevará siempre
Aarón el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón delante de Jehová» (Éx. 28:30). Se trata de
un tipo de Cristo que sostiene a Su pueblo ante Dios conforme a los santos juicios de Dios, que
Sus propias luces y perfecciones expresaban. Lleva a todo Su pueblo sobre los hombros de Su
fortaleza (Éx. 28:9-12) Y sobre Su corazón de amor (Éx. 28:29), habiendo sido aceptados por
Dios (cfr. Lv. 8:8). (Véanse EFOD, MITRA, SUMO SACERDOTE, etc.).
nom, PEDRO
tip, BIOG APOS HOMB HONT
ver, PEDRO (Epístolas)
vet,
(lat. «Petrus», del gr. «Petros»: un trozo de roca, un canto rodado, en contraste con «petra», una
masa rocosa; cfr. «petra» en Mt. 7:24, 25; 27:51, 60; Mr. 15:46; Lc. 6:48, donde se menciona
como fundamento seguro; véanse los artículos PIEDRA y ROCA en el «Diccionario Expositivo
de palabras del Nuevo Testamento» de W. E. Vine).
Cristo dio a Simón, el hijo de Jonás, el sobrenombre de Cefas (forma aramea, cfr. Jn. 1:42; 1 Co.
1:12, etc.) al encontrarlo por primera vez. Simón, su hermano Andrés, y el padre de ellos, Jonás,
estaban asociados con Zebedeo y sus hijos, todos ellos pescadores del lago de Genesaret (Mt.
4:18; Mr. 1:16; Lc. 5:3 ss.). Simón Pedro, originario de Betsaida (Jn. 1:44) pasó a residir en
Capernaum con su familia (Mt. 8:14; Lc. 4:38).
Pedro, que muy probablemente era discípulo de Juan el Bautista, fue presentado a Jesús por
Andrés, hermano de Pedro (Jn. 1:41, 42). Andrés era uno de los dos discípulos de Juan el
Bautista que oyeron la declaración de que Jesús (que volvía de su triunfo sobre la tentación en el
desierto) era el Cordero de Dios, el Mesías (Jn. 1:35-41). Jesús discernió rápidamente la
naturaleza de Simón, y cambió inmediatamente su nombre por el de Cefas (gr. «Petros», ver
primer párrafo más arriba).
Pedro, al igual que los primeros discípulos, recibió tres llamamientos de su Maestro a que viniera
a ser Su discípulo (Jn. 1:40; cfr. Jn. 2:2) a que lo acompañara constantemente (Mt. 4:19; Mr.
1:17, Lc. 5:10) a que fuera uno de los apóstoles (Mt. 10:2; Mr. 3:14, 16; Lc. 6:13, 14). Tuvo, ya
desde el principio, un papel destacado entre los discípulos a causa de su fervor, de su energía e
impetuosidad. Pedro se encuentra siempre encabezando las listas (Mt. 10:2; Mr. 3:16; Lc. 6:14;
Hch. 1:13). Tres de los discípulos de Jesús eran amigos íntimos de Él: Pedro es nombrado en
primer lugar (Mt. 17:1; Mr. 5:37; 9:2; 13:3; 14:33; Lc. 8:51; 9:28). Él es el portavoz de los
apóstoles; el primero en confesar que Jesús es el Cristo de Dios (Mt. 16:16; Mr. 8:29), pero
también el que intenta desviar a Su Maestro del camino del sufrimiento (Mt. 16:22; Mr. 8:33).
La vida de Pedro presenta tres etapas:
(a) En primer lugar el período de formación, expuesto en los Evangelios. En estos años de
relación con el Maestro aprendieron a conocer a Cristo y a conocerse a sí mismos. La triple
negación del presuntuoso apóstol puso fin a este período (Mt. 26:69 ss.; Mr. 14:66 ss.; Lc. 22:54
ss.; Jn. 18:15 ss.). Cuando Jesús se encontró con Sus discípulos en el mar de Tiberias, puso a
prueba a Pedro haciéndole tres preguntas, y restableciéndolo después en el apostolado (Jn. 21:15
ss.).
(b) Al comienzo de los Hechos se expone el segundo período, durante el cual Pedro condujo a la
Iglesia con audacia y firmeza. Llevó a los hermanos a reemplazar a Judas por un discípulo que
hubiera conocido al Señor (Hch. 1:15-26). Después del derramamiento del Espíritu Santo, en el
día de Pentecostés, Pedro explicó el sentido de este milagro a la muchedumbre de judíos
reunidos en Jerusalén (Hch. 2:14 ss.). Fue el principal instrumento en la curación del paralítico y
se dirigió acto seguido al sanedrín (Hch. 3:4, 12; 4:8). Amonestó a Ananías y a Safira (Hch. 5:3,
8). El gran discurso que pronunció en el día de Pentecostés abrió a los judíos la puerta de la
salvación (Hch. 2:10, 38). Pedro la abrió, asimismo, a los gentiles, al dirigirse a Cornelio y a los
que estaban en su casa (Hch. 10), haciendo así uso de las llaves de que Cristo le había hablado
(Mt. 16:19).
(c) El tercer período queda marcado por un trabajo humilde y perseverante revelado en las dos
epístolas de Pedro. Una vez hubo echado los cimientos de la Iglesia, abandonó el primer plano, y
trabajó desde la oscuridad para la expansión del Evangelio. Desde entonces, desaparece de la
historia, y es Jacobo quien aparece dirigiendo la Iglesia en Jerusalén (Hch. 12:17; 15:13; 21:18;
Gá. 2:9, 12). Pablo se dirige a los gentiles (Gá. 2:7); Pedro, apóstol de la circuncisión (Gá. 2:8),
anunció el Evangelio a los judíos de la dispersión; dejó Jerusalén a Jacobo, y el mundo
grecorromano a Pablo. La última mención que se hace de él en Hechos (Hch. 15) lo presenta en
el concilio de Jerusalén, defendiendo que los gentiles debían ser admitidos en la Iglesia, y
defendiendo asimismo la libertad evangélica, postura ésta que prevaleció. Pedro es mencionado
en Gá. 2:11, a propósito del incidente de Antioquía; es posible que estuviera en Corinto (1 Co.
1:12) y en la ribera del Éufrates, o en Babilonia (1 P. 5:13). Acompañado de su esposa,
prosiguió, sin duda, sus viajes misioneros (1 Co. 9:5). Finalmente, glorificó a Dios en su martirio
(cfr. Jn. 21:19). Pedro nos es conocido sólo por las anteriores menciones y por sus dos epístolas,
donde traslucen su humildad y tacto. Pedro respalda la autoridad de Pablo y Judas y exhorta a sus
lectores a permanecer firmes en la fe que comparten con sus hermanos. Visto a lo largo de los
Evangelios, de Hechos y de las Epístolas, el carácter de Pedro no se contradice nunca, este
hombre de acción tiene los fallos propios de sus cualidades (Mt. 16:22; 26:69-75; Gá. 2:11), que
son inmensas. El entusiasmo era consustancial a su persona. Transformado por el Espíritu de
Cristo, Pedro se señala por su amor a su Maestro, por su caridad, y por su clara percepción de las
verdades espirituales. La vida de este discípulo está repleta de enseñanzas. Sus escritos sondean
las profundidades de la experiencia cristiana y alcanzan las más altas cumbres de la esperanza.
La historia no añade mucho a lo que sabemos de Pedro por el NT. Hay buenas razones para
admitir la tradición que afirma que Pedro fue crucificado en la época en que Pablo fue
decapitado, hacia el año 68 d.C.. Jesús había predicho el martirio de Pedro (Jn. 21:19). No es
imposible que hubiera sufrido el martirio en Roma. Su vida ha suscitado multitud de leyendas.
Escritos apócrifos muy antiguos, debidos a los ebionitas (una secta herética que persistió entre el
siglo I y VII d.C.), extendieron la leyenda de que Pedro había sido obispo de Roma durante 25
años. El examen atento de las fuentes de esta tradición y de su contenido no permite admitirla
como historia.
Por lo que respecta al papel atribuido a Pedro por la Iglesia de Roma, se debe examinar qué es lo
que realmente dice el NT acerca de ello:
(a) La interpretación de las palabras: «Tú eres Pedro...» (Mt. 16:18) es dada por el mismo
apóstol. Hay solamente una roca fundamental: el Cristo. Los creyentes son las «piedras vivas»
que vienen a ser edificadas sobre este único fundamento básico, y Pedro, el primer confesor del
nombre de Jesús (Mt. 16:15-16), fue la primera de estas piedras individuales (cfr. 1 P. 2:4-6). El
apóstol desarrolla el mismo pensamiento en Hch. 4:11-12. Pablo confirma esta enseñanza: Cristo
es la piedra angular del templo espiritual del Señor; los apóstoles (en plural) y los profetas son su
fundamento, sobre el que son edificados los creyentes (Ef. 2:20-22).
(b) Pedro jugó un papel histórico capital al abrir la puerta del Evangelio a los judíos el día de
Pentecostés y a los gentiles en casa de Cornelio (Hch. 2:10; cfr. 14:27). Por otra parte, el poder
de atar y desatar no le fue dado sólo a él, sino también a los discípulos (Mt. 16:19; 18:15-18; Jn.
20:23). Desde entonces, los cristianos proclaman, en todos lugares, el perdón de los pecados que
Dios concede en Jesucristo (Hch. 10:43; 8:22; Ro. 10:9-13); cumplen la función de embajadores
de Cristo (2 Co. 5:18-20), aportando vida, pero también muerte (2 Co. 2:15-16), porque quien los
rechaza, rechaza al mismo Señor (Lc. 10:16).
(c) Pedro no vino a ser cabeza de la iglesia, ni «vicario de Cristo». Si bien juega un importante
papel en primer plano en el inicio de Hechos, después desaparece. En el concilio de Jerusalén él
dio su consejo, pero fue Jacobo quien intervino de manera decisiva; la resolución final fue
tomada en nombre de los apóstoles, de los ancianos y de los hermanos, inspirados por el Espíritu
Santo (Hch. 15:7, 13, 22, 28). En el relato de Lucas, Pablo ocupa desde entonces el primer lugar,
y Pedro es simplemente una de las tres «columnas de la iglesia» mencionadas en Gá. 2:9 (siendo,
el mismo Pedro citado después de Jacobo). Está claro que la doctrina del NT es que sólo el Señor
Jesucristo resucitado es la cabeza de la Iglesia (Ef. 1:22; Col. 1:18), y que jamás rendirá Su
sacerdocio, que es intransmisible (gr., He. 7:24).
(d) Además, Pedro no fue «obispo de Roma durante veinticinco años», no pudiendo haber sido
un primer papa. Su muerte tuvo lugar alrededor del año 68, por lo que hubiera debido hallarse en
Roma desde el año 43, lo que es imposible en base al NT. Escribiendo a los romanos alrededor
de los años 57-65, Pablo hace saludar a treinta personas de su comunidad, entre las que no figura
Pedro (Ro. 16); se trata de Priscila y de Aquila, y de la iglesia que está en su casa (cfr. Ro. 16:5).
Pablo no hubiera escrito de esta manera (Ro. 15:20-24) si se tratara de una iglesia fundada por
Pedro. Cuando Pablo llegó a Roma en el año 60, se encontró conque los judíos de allí no sabían
nada del Evangelio, y otra vez Pedro no es mencionado (Hch. 28:15 ss.). Su nombre no figura
tampoco en las Epístolas de la cautividad, ni aun en la Segunda a Timoteo, escrita poco antes de
su muerte hacia el año 68 (cfr. 2 Ti. 4:16, que sería impensable de Pedro).
(e) Finalmente, Pedro, con todas sus cualidades y sus experiencias, ni era infalible ni tenía una
autoridad superior a la de los otros apóstoles. En Antioquía, Pablo lo resistió cara a cara «porque
era de condenar»; acerca de este incidente, Pablo habla de miedo a los hombres, de simulación, e
incluso de hipocresía, y de un andar no recto ni conforme a la verdad del Evangelio (Gá. 2:11-
14). Sin embargo, Pedro es una de las más grandes figuras, no sólo del NT, sino de toda la
Biblia. Su vida entera fue consagrada al Señor desde el día de su llamamiento. Su ardor y celo
por su Señor, su perseverancia, humildad, mansedumbre, su cuidado de la grey del Señor, su afán
por predicar las buenas nuevas de la salvación de Dios, todo ello ampliamente testificado en las
Escrituras, nos da una bella imagen del discípulo consagrado, y constituye una vida a estudiar y
un ejemplo a seguir.
Bibliografía:
Véase al final de PEDRO (EPÍSTOLAS DE).
PEDRO (2 ª Epístola)
El autor de esta segunda epístola se nombra a sí mismo como «Simón Pedro, siervo y apóstol de
Jesucristo» (2 P. 1:1); afirma haber sido testigo de la Transfiguración (2 P. 1:16), y haber
recibido de Cristo la predicción de su martirio (2 P. 1:14; cfr. Jn. 21:19). Se pone en un plano de
igualdad con Pablo (2 P. 3:15). El estilo presenta una cierta falta de simplicidad y de
desenvoltura, lo que contrasta con el estilo fluido y natural de la primera. Desde la época de
Jerónimo, esta diferencia de expresión vino a ser el argumento de los que presentan objeciones
contra la autenticidad de la epístola. Jerónimo cree que estas desemejanzas son debidas a los
«secretarios-intérpretes» de Pedro, y es bien posible que éste fuera el caso (cfr. MARCOS).
Muchos críticos modernos atribuyen la carta a un autor anónimo del período postapostólico, que
la habría escrito bajo el nombre de Pedro alrededor de un siglo después de la muerte de este
último. Sin embargo, si bien hay algunas diferencias en el vocabulario, también hay semejanzas
convincentes. Nada en el texto da indicación de una falsificación. Las alusiones autobiográficas
son exactas; no aparecen detalles imaginarios ni anacronismos. Segunda de Pedro es totalmente
diferente de las obras apócrifas como «El Evangelio de Pedro» y el «Apocalipsis de Pedro». Se
ha llegado a afirmar que nuestra epístola había sido escrita en una época más tardía en la que se
daban herejías que pretendían apoyarse en los escritos de Pablo (cfr. 2 P. 3:15-16). Sin embargo,
en este pasaje se hace en realidad una alusión a la epístola que Pablo escribió a los hebreos
(véase HEBREOS [EPÍSTOLA A LOS]), con una mención adicional de las otras epístolas (una
traducción lit. del pasaje vendría a ser: «Según la sabiduría que le ha sido dada, Pablo os
escribió, como también en todas sus epístolas») (énfasis en «en todas sus epístolas», añadido). El
lenguaje menciona que Pablo les había escrito a «ellos», evidentemente los destinatarios
judeocristianos de Pedro, y aprovecha para mencionar «también... todas sus epístolas» escritas ya
entonces. De todas maneras, este pasaje no implica que hubiera una colección como tal de las
epístolas de Pablo, sino que era notorio que las tales habían sido escritas y que eran bien
conocidas y, en ciertos casos, torcidas y manipuladas en su aplicación doctrinal y práctica.
En cuanto a la apostasía que Pedro combate, no se puede afirmar que sea más avanzada que la
que Pablo combatía. Otras pruebas internas corroboran adicionalmente la autenticidad de la
carta. Se hallan en ella rasgos característicos de Pedro y analogías con sus discursos (cfr.
Hechos). Al igual que la Primera, la Segunda Epístola presenta una buena cantidad de palabras
singulares y la costumbre de presentar el lado negativo y el positivo de un pensamiento (p. ej.: 1
P. 1:12, 14, 15, 18 y 2 P. 1:16, 21; 2:4, 5; 3:9, 17). Durante los dos primeros siglos, las
menciones relativas al uso de la Segunda Epístola son infrecuentes y poco directas; pero al inicio
del siglo III, Orígenes hace alusión a su empleo en las iglesias, y habla acerca de Pedro de las
«dos trompetas de sus epístolas». Eusebio afirma que Segunda Pedro, Santiago y Judas son
admitidas por la mayor parte, pero que había algunas que las consideraban «dudosas»
(«antilegomena»). El canon fue haciéndose poco a poco, con suma prudencia, en una época en la
que había gran cantidad de escritos falsos. Si en el curso del siglo III y del IV se llegó a la
unanimidad para incluir en el canon formal Segunda de Pedro, así como Santiago, Judas y
Apocalipsis, podemos estar ciertos de que hubo una abrumadora prueba, desde el aspecto interno
como del externo, para llevar a la dicha unanimidad (véase CANON). De hecho, las objeciones
que se han hecho a la autenticidad de la Segunda Epístola no resisten el examen histórico. El
autor se dirige, de manera general, «a los que habéis alcanzado... una fe igualmente preciosa que
la nuestra»; pero 2 P. 3:1 demuestra que los destinatarios eran los mismos que los de la Primera,
o un grupo de entre ellos.
El lugar de redacción no puede ser determinado con exactitud. Si la alusión de 2 P. 1:14 implica
que Pedro estaba a punto de ser llevado a la muerte, se podría situar el lugar de redacción en
Roma, y asignar la fecha de la epístola al año 68 o 67 d.C. Argumentos en favor de estas fechas:
la naturaleza de las falsas doctrinas denunciadas en la Segunda Epístola; el empleo que hace esta
epístola de la de Judas (o el que hace Judas de la epístola de Pedro); la mención de la Primera
Epístola de Pedro.
El capítulo 2 de Segunda Pedro se parece manifiestamente a la Epístola de Judas (cfr. 2 P. 2:2, 4,
6, 11, 17). A propósito de ello, se afirma en muchos sectores que Judas tomó prestado de Pedro,
o viceversa. Es innegable que uno de ellos pudo haber leído la Epístola del otro, y no se puede
rebatir que uno escribiera después del otro. Sin embargo, las diferencias son tan notables como
las semejanzas. Pedro se refiere a maldad, y de la acción de Dios en contra de ella en Su
gobierno. Judas trata de la apostasía como tal. Así, Pedro se refiere a «los ángeles que pecaron»,
mientras que Judas se refiere a «los ángeles que no guardaron su dignidad», abandonando el
lugar que Dios les había señalado (cfr. 2 P. 2:4; Jud. 6). Otras muchas características permiten
afirmar una básica independencia de Pedro y Judas bajo inspiración, cubriendo distintos
objetivos (cfr. J. N. Darby, «The Similarity of the Epistle of Jude and one part of the Second
Epistle of Peter», en The Collected Writings of J. N. Darby, vol. 13, PP. 216-231).
Propósito de la carta, según 2 P. 3:1, 17, 18: Hacer recordar a los destinatarios las enseñanzas
que habían recibido, a fin de prevenirlos contra las falsas doctrinas entonces en boga, y facilitar
su crecimiento en la gracia y conocimiento de Jesucristo, el Señor y Salvador. Esta epístola fue
escrita para refutar el gnosticismo que ya se estaba infiltrando en las iglesias, y para fortalecer a
los cristianos en la sana doctrina y en la pureza moral.
Contenido:
Saludos apostólicos (2 P. 1:1, 2).
Exhortaciones solemnes a crecer espiritual e intelectualmente (2 P. 1:3-11).
Bases sobre las que reposa el conocimiento, y que es la base de la piedad (2 P. 1:12-21).
Condena de los falsos doctores (2 P. 2:1-22).
Recuerdo de las enseñanzas de Jesucristo, de los profetas y de los apóstoles en cuanto a la venida
del Señor y del fin del mundo (2 P. 3:1-13). Exhortaciones a crecer en la santidad, prestos para
recibir al Señor a Su vuelta. Alusión al valor de las Epístolas de Pablo como Escritura.
Doxología final (2 P. 3:14-18).
Bibliografía:
Barbieri, L. A.: «Primera y Segunda Pedro» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1981);
Bernard, T. D.: «El desarrollo doctrinal en el Nuevo Testamento» (Pub. de La Fuente, México,
D.F., 1961);
Dana, H. E.: «El Nuevo Testamento ante la crítica» (Casa Bautista de Publicaciones, El Paso,
1965);
Darby, J. N.: «First Peter» y «Second Peter», en Synopsis of the Books of the Bible, vol. 5
(Bibles and Publications, Montreal, reimpr., 1970);
Darby, J. N.: «The Similarity of the Epistle of Jude and one part of the Second Epistle of Peter»,
en The Collected Writings of J. N. Darby, vol. 13, CRITICAL, PP. 216-231 (Kingston Bible
Trust, Lancing, Sussex, reimpr., 1964);
Kelly, W.: «Lectures introductory to the New Testament», vol. 3, The Acts, The Catholic
Epistles, and the Revelation (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, reimpr., 1970);
Moorehead, W. G.: artículos «Peter, First Epistle» y «Peter, Second Epistle», en ISBE (Wm.
Eerdmans, Grand Rapids, 1946);
Paine, S, W.: «1 y 2 Pedro», en Comentado bíblico Moody - Nuevo Testamento (Ed. Moody,
Chicago, 1971);
Wheaton, D. H.: «1 y 2 Pedro», en Nuevo Comentario bíblico (Casa Bautista de Publicaciones,
El Paso, 1977);
Wolston, W. T. P.: «Simón Pedro» (Ed. «Las Buenas Nuevas», Montebello, California, 1967);
Wuest, K. S.: «In These Last Days» (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, 1954).
nom, PEKA
tip, BIOG REYE HOMB HOAT
vet,
= «(Dios) ha abierto (los ojos)».
Hijo de Remalías y capitán de Pekaía, rey de Israel, a quien asesinó para apoderarse de su trono.
Se entregó al culto del becerro de oro tal como lo había hecho Jeroboam I (2 R. 15:25-28). Al
final del reinado de Jotam, rey de Judá, Peka se alió con Rezín, rey de Siria, para atacar Judá e
imponer otro rey. Los aliados invadieron Judá en la época en que Acaz había sucedido a Jotam.
Los sirios, con la intención de unirse con Peka en Jerusalén, avanzaron al este del Jordán.
Incendiando y saqueándolo todo, el ejército de Peka se dirigió hacia Jerusalén, cuyos habitantes
estaban aterrorizados. El profeta Isaías aseguró al rey y al pueblo que el Señor los libraría si se
confiaban plenamente a Él. Menospreciando este consejo, Acaz prefirió comprar la ayuda de
Tiglat-pileser III, rey de Asiria. El ejército asirio atravesó Galilea (2 R. 15:29), llegando a
Filistea en el año 734 a.C., maniobra que obligó a Peka y a Rezín a retirar sus tropas del país de
Judá, a fin de proteger sus propios estados. Al retirarse, Peka deportó a gran número de
habitantes de Judá, pero ciertos príncipes de Israel los vistieron, alimentaron y dejaron en
libertad, gracias a la exhortación del profeta Obed (2 R. 16:5-9; 2 Cr. 28:5-15; Is. 7:1-13). En el
año 730 a.C., Oseas, hijo de Ela, dio muerte a Peka, usurpando a su vez el trono de Israel (2 R.
15:30), actuando en complicidad con Tiglat-pileser III.
El texto hebreo del AT afirma que el reinado de Peka duró veinte años (2 R. 15:27); esta cifra no
puede referirse al tiempo que ocupó el trono de Samaria, por cuanto Manahem, uno de sus
predecesores, ocupaba el trono hacia el año 738 a.C. cuando Tiglat-pileser III era ya rey de
Asiria (2 R. 15:19). Esta aparente discrepancia tiene la siguiente explicación. La declaración de 2
R. 15:27: «En el año cincuenta y dos de Azarías rey de Judá, reinó Peka hijo de Remalías sobre
Israel en Samaria; y reinó veinte años», no significa necesariamente que reinara durante 20 años
en Samaria. La asociación de Peka con los gaaladitas (2 R. 15:25) podría indicar que él
estableció su dominio inicial sobre el norte del país de Galaad y sobre Galilea (posiblemente en
el año 749 a.C.) favorecido por los desórdenes acontecidos en la época de Jeroboam II, y que
mantuviera su autoridad durante la mayor parte del reinado de Manahem. Ésta podría ser la razón
del llamamiento en petición de auxilio que Manahem dirigió a Tiglat-pileser III, que invadió el
norte del reino de Israel, consolidando la autoridad de Manahem sobre todo el país (2 R. 15:19).
Peka habría entonces dejado de oponerse a Manahem (como Abner en la época de David), y le
habría jurado fidelidad, recibiendo del rey un cargo importante en el ejército israelita. Después
de la muerte de Manahem, Peka, apoyado quizá por Rezín en ausencia de Tiglat-pileser III, se
apoderó del trono de Israel en el año 52 de Azarías, rey de Judá, y ejerció el dominio entonces
sobre todo el territorio.
Bibliografía:
Thiele, E. R.: «The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings» (Wm. Eerdmans, Grand Rapids,
1965).
nom, PEKAÍA
tip, BIOG REYE HOMB HOAT
vet,
= «Jehová ha abierto (los ojos)».
Hijo de Manahem, lo sucedió sobre el trono de Israel hacia el año 737 a.C., reinando dos años, y
adoptando el culto del becerro de oro que Jeroboam I había instituido.
Pekaía fue asesinado en su palacio de Samaria por Peka, uno de los capitanes de su ejército, que
usurpó el trono (2 R. 15:23-26).
nom, PELEG
tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
= «división».
Hijo o descendiente de Heber (Gn. 10:25; 11:16). La «división de la tierra» aquí mencionada es
enigmática. Hay expositores que la refieren a la dispersión de los descendientes de Noé después
del acontecimiento de la Torre de Babel. Otros proponen que en esta época se dio un cataclismo
a escala global que provocó una deriva de continentes con una velocidad que ha ido en gradual
disminución. (Véase la consideración de ambos puntos de vista en la Bibliografía).
Bibliografía:
Morris, H. M.: «The Genesis Record», CLP, San Diego, 1976, PP. 260-261).
nom, PELETEOS
vet,
Ciertos miembros de la guardia real de David. Parece que eran originarios de Filistea, aunque
deben ser distinguidos de los cereteos y de los de Gat, sus hermanos de armas. Los peleteos
permanecieron fieles a David, luchando contra Absalón (2 S. 15:18-22). Combatieron asimismo
contra Seba (2 S. 20:7).
El nombre «peleteo» parece derivar de una raíz extranjera, pero, frente a la opinión de algunos
comentaristas, no se trata de una contracción de «P'lishti», filisteos.
nom, PELÍCANO
tip, FAUN LEYE AVES
vet,
(heb. «Ka'ath», significaba probablemente «el que vomita») (Is. 34:11; Sof. 2:14).
Según la Ley, se trata de un ave impura (Lv. 11:18; Dt. 14:17).
Vivía en el desierto (Sal. 102:7), en las ruinas (Is. 34:11; Sof. 2:14).
Se trataba posiblemente del pelícano común, «Pelecanus onocrotalus», blanco, con tintas de un
rosa claro, aunque frecuenta los ríos y lagos con preferencia a las ruinas, a no ser que estén
rodeadas de pantanos.
Ave palmípeda, tiene las patas admirablemente adecuadas para el medio acuático, aunque
también puede posarse en los árboles. Posee un largo pico cuya parte inferior tiene un fondo
membranoso, donde el ave transporta el pescado para alimentar a sus polluelos. La altura del
pelicano varía de 1,50 a 1,80 m.; su envergadura, que sobrepasa generalmente los 3,5 m., llega
en ocasiones a los 4 m.
Esta ave, infrecuente en el mar de Galilea, se halla esparcida por las riberas del Nilo y por los
lagos egipcios de aguas someras.
nom, PENIEL
tip, LUGA
sit, a2, 490, 254
vet,
= «rostro de Dios».
Campamento al este del Jordán.
Jacob le dio este nombre después de haber luchado con el ángel, «porque dijo: Vi a Dios cara a
cara, y fue librada mi alma» (Gn. 32:30-31).
En la época de los Jueces había una torre allí, que Gedeón destruyó, y una ciudad cuyos
habitantes pasó a cuchillo (Jue. 8:8, 9, 17).
Jeroboam I fortificó Peniel (1 R. 12:25).
nom, PENINA
tip, BIOG MUJE MUAT
vet,
= «coral».
Una de las dos esposas de Elcana; la otra se llamaba Ana (1 S. 1:2-6).
nom, PENTÁPOLIS
tip, CIUD
ver, MARDIKH
sit, a3, 484, 453
vet,
= «cinco ciudades».
Con este término se designan las cinco ciudades de la llanura, Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim
y Bela (Zoar). Destruidas todas a excepción de Zoar en el cataclismo relatado en Gn. 19.
Véase bajo los artículos correspondientes, y MARDIKH (TELL).
nom, PENTATEUCO
tip, LIBR ARQU CRIT
ver, INSPIRACIÓN, MARDIKH, NUZU, SUMER, MOISÉS, PEREGRINACIÓN POR EL
DESIERTO, ALTAR, PENTATEUCO (II), QUMRÁN, PENTATEUCO SAMARITANO
vet,
(gr. «pentateuchos», «que consiste de cinco rollos»).
Nombre dado al conjunto de los cinco primeros libros del AT: Génesis, Éxodo, Levítico,
Números, Deuteronomio. El término Pentateuco no se halla en las Escrituras, Los israelitas
daban a este conjunto de cinco libros el nombre de:
Ley (Torah) (Jos. 1:7; Mt. 5:17);
le daban también el nombre de Ley de Moisés (1 R. 2:3; Esd. 7:6; Lc. 2:22);
Ley de Jehová (2 Cr. 25:3, 4);
libro de la Ley de Moisés (Jos. . 8:31);
libro de la Ley de Dios (Jos. 24:26);
libro de la Ley de Jehová (2 Cr. 17:9).
Estas expresiones permiten pensar que, de hecho, estos cinco libros formaban uno solo. Se
siguen presentando bajo esta forma en los mss. heb., aunque se cite cada libro por separado
dando como título sus primeras palabras. Josefo habla de cinco libros (Contra Apión, 1:8). Es
posible que esta división en cinco fuera una innovación introducida por la traducción griega, o
que la hubiera precedido un corto espacio de tiempo. En todo caso, es de la LXX que se han
recibido los nombres de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
El contenido del primer libro del Pentateuco fue plasmado por Moisés en base a la tradición oral
y escrita anterior, todo ello conducido por la inspiración del Espíritu Santo (véase
INSPIRACIÓN). Moisés fue testigo ocular de los hechos consignados en los cuatro libros
siguientes. La escritura era conocida ya mucho tiempo antes de Moisés. En base a la cronología
convencional, en el cuarto milenio a.C. los sumerios y Babilonia se servían de caracteres
cuneiformes, y los egipcios empleaban jeroglíficos. Las ruinas de Ebla han dado miles de
tablillas cuneiformes anteriores a la época de Abraham (véase MARDIKH [TELL]). Las más
antiguas inscripciones del Sinaí pueden situarse, probablemente, en el siglo XIX a.C. Nuzu
(véase NUZU), Sumer (véase SUMER), y otras muchas localidades dan testimonio adicional de
este hecho. En vista de los resultados de las investigaciones hechas a lo largo de este siglo, no
puede aducirse ya más que Moisés no hubiera podido ser capaz de escribir, como se había
llegado a decir por parte de ciertos autores. La arqueología nos muestra un mundo antiguo
estructurado, civilizado, con archivos, memorias, cartas, textos médicos, mágicos, religiosos,
diccionarios entre diversas lenguas, listas comerciales, textos legales, tratados, etc. Así, el arte de
la escritura era ya muy bien conocido y difundido siglos antes del nacimiento de Moisés (véase
MOISÉS). Aunque ningún versículo concreto afirma que todo el conjunto sea de Moisés, el
Pentateuco afirma expresamente que él es el autor. Dos pasajes de la sección narrativa
mencionan el libro en el que Moisés consignaba lo que sucedía, particularmente la victoria sobre
Amalec (Éx. 17:14) y el itinerario de los israelitas, desde Egipto hasta los campos de Moab,
frente a Jericó (Nm. 33:2). Un cántico didáctico que muestra la actitud del Altísimo hacia Israel
declara que fue escrito, cantado y enseñado por Moisés (Dt. 31:19, 22, 30; 32:44). Se afirma que
Moisés cantó un cántico de alabanzas inmediatamente después del paso del mar Rojo (Éx. 15:1-
19; cfr. v. 21).
La parte legal del Pentateuco se compone de tres secciones distintas.
La primera, llamada «libro del pacto», incluye el Decálogo, la ley fundamental de la nación, con
algunas prescripciones complementarias (Éx. 20-23). En Éx. 24:4 se afirma, de manera expresa,
que fue Moisés quien escribió este código.
La segunda sección de leyes trata del santuario y de su servicio (Éx. 25-31 y 35-40); contiene
asimismo el Levítico y la mayor parte de Números. Se afirma, de manera insistente, que Jehová
dio estas leyes a Moisés (Éx. 25:1; Lv. 1-2 y más de cincuenta veces en este mismo libro, etc.).
La tercera sección especifica los discursos de Moisés a la nueva generación que iba a entrar en
Canaán. Este tercer código recapitula brevemente los caminos de Dios con respecto a Israel, y
presenta la Ley al pueblo destacando su espiritualidad y llamándolo a la fidelidad a Dios. Este
libro, el de Deuteronomio, insiste en aquellos puntos que iban a ser de vital importancia en las
nuevas circunstancias en las que se hallará el pueblo en Canaán. Se modifican ciertos detalles
con el fin de adecuar las primeras ordenanzas a la vida sedentaria de Canaán, donde además las
tribus se verían dispersadas en un territorio que involucraría ciertas distancias, en lugar de estar
todos ellos concentrados en un campamento, como en el curso de la peregrinación por el desierto
(véase PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO). Moisés escribió todo esto, confiándolo a los
levitas (Dt. 31:9, 24-26). Todas estas declaraciones, diseminadas por el Pentateuco, constituyen
un reconocimiento explícito de que Moisés fue su autor.
El resto del AT confirma la paternidad mosaica de la Ley (Jos. 1:7, 8; Esd. 6:18; Neh. 8:1, 18).
Hay abundantes referencias a la Ley de Moisés (Jos. 1:7, 8; 8:31-35; Jue. 3:4; 1 R. 2:3; 2 R. 18:6,
12; cfr. Dt. 24:16; 2 R. 21:7, 8; Dn. 9:11, 13; Esd. 3:2; 6:18; 7:6; Neh. 8:1, 18; Mal. 4:4). La ley
del santuario único, que era una ordenanza característica, quedó suspendida cuando el arca fue
tomada y guardada en territorio enemigo, cuando el Señor abandonó Silo (1 S. 4:11, 21, 22; 6:1;
7:2; Sal. 78:60; Jer. 7:12-15; 26:6). El pueblo, dirigido por Samuel, sacrificaba en lugares altos
(1 R. 3:2-4), como lo habían hecho sus antecesores antes de la celebración del Pacto,
testimoniado por la Ley y el arca. Después del cisma nacional fue desobedecida la ley del
santuario único. Se impedía a los israelitas piadosos pertenecientes al reino de Israel que
acudieran a adorar al Templo en Jerusalén, donde estaba el arca. Debido a ello hubo fuertes
tensiones en diversas épocas, y movimientos de norte a sur por parte de los que deseaban
obedecer la voz de los profetas (2 Cr. 30:1-31:3; cfr. 2 R.23:4-23). Sin embargo, en casos muy
especiales, como en la implacable guerra entre el culto a Baal o a Jehová en el reino del norte, se
ofrecieron sacrificios excepcionales como el de Elías en el monte Carmelo, que fue consumido
por una especial manifestación de Dios (1 R. 18:20-40; cfr. Éx. 20:24; véase Jue. 2:1, 5; 6:19-24;
13:15-22). (Véase ALTAR.)
El reino del norte, sin embargo, reconocía formalmente la autoridad de la Ley de Moisés. Oseas
y Amós, profetas para las diez tribus, no mencionan a Moisés de manera expresa, pero se
refieren sin cesar a las leyes del Pentateuco. Más tarde, y especialmente durante el reinado de
Manasés, el libro de la Ley, depositado en el Templo, fue desdeñado. Durante la restauración del
edificio y de la reorganización del culto a Jehová, bajo el reinado del rey Josías, el libro fue
redescubierto (2 R. 22:8; 23:21, 24, 25). Los hay que se preguntan si se trataba específicamente
del libro de Deuteronomio, pero se hace alusión a toda la Ley de Moisés (v. 25). También se ha
supuesto, pero sin prueba alguna en concreto, que el ejemplar de la Ley descubierto por el sumo
sacerdote había sido depositado dentro del muro del Templo cuando éste fue construido. Daniel,
Esdras y Nehemías hacen alusión a la redacción de la Ley de Moisés. En la época de Cristo, los
judíos atribuían el Pentateuco a Moisés (Mr. 12:19; Jn. 8:5; Ant. pref. 4; Contra Apión 1:8). El
mismo Señor Jesucristo, así como los evangelistas, atribuyen el Pentateuco a Moisés y lo
denominan «libro de Moisés» (Mr. 12:26; Lc. 16:29; 24:27, 44). Afirman que Moisés promulgó
la Ley y escribió todo el Pentateuco (Mr. 10:3-5; 12:19; Jn. 1:17; 5:46, 47; 7:19).
La denominada «Alta Crítica» niega que Moisés sea el autor del Pentateuco. Para apoyar esta
hipótesis, se citan algunos versículos, mediante los cuales se pretende justificar que se hace
alusión a una época posterior a Moisés:
(a) Gn. 12:6: «Y pasó Abraham por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el valle de
More; y el cananeo estaba entonces en la tierra» (cfr. Gn. 13:7). Se quiere hacerle decir a este
versículo que los cananeos ya no estaban en estos lugares en la época en que vivía el autor de
Génesis; pero esta frase significa tan sólo que los cananeos se hallaban ya en tiempos de
Abraham en el país que le había sido prometido.
(b) En Gn. 14:14 se afirma que Abraham persiguió a los reyes aliados hasta Dan. Se objeta que
en la época de los patriarcas aquel lugar se llamaba Lais, y que el nombre de Dan no le fue dado
hasta en la época de los Jueces (Jue. 18:29). Refutación: No es seguro que el Dan de Génesis sea
el mismo lugar que el Dan de Jueces. Aun cuando fuera así, no hay problema alguno en admitir
que los copistas posteriores pudieran sustituir el nombre de Dan en lugar del de Lais por mor de
la claridad. El texto hebreo presenta en ocasiones algunas alteraciones.
(c) En Gn. 36:31 se afirma: «Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey
sobre los hijos de Israel. » Se afirma que Saúl ya reinaba sobre Israel cuando fue escrito este
pasaje. Pero los reyes de Edom (Gn. 36:32-43) reinaron antes que el mismo Moisés; este
versículo señala este hecho en un momento en que los israelitas, a los que les había sido
prometido un rey, no lo tenían aún (Gn. 17:6, 16; 35:11).
(d) Se alega que el término «al otro lado del Jordán» (heb., indicando al este del río) muestra que
el escritor estaba en Canaán (Dt. 1:1). Sin embargo, esta expresión no demanda tal conclusión.
Canaán había sido el hogar de Abraham, Isaac y Jacob, y los israelitas consideraban aquel
territorio como la Tierra Prometida. Fuese el que fuere el lado del que ellos se hallaran del río,
daban el nombre de Abarim («que son del otro lado») a los montes que se elevaban al este del
mar Muerto. Más tarde, dieron el nombre de Perea (región más allá) al territorio situado entre el
Jaboc y el Arnón.
(e) Se admite universalmente que Dt. 35:5-12 (que relata la muerte de Moisés y lo compara con
profetas posteriores) no pudo ser escrito por él mismo; pero la presencia de este apéndice
inspirado no constituye ningún argumento en contra de la mosaicidad del Pentateuco.
En 1707, un teólogo llamado Vitringa, convencido de la autenticidad de Génesis, emitió la
opinión de que Moisés debía haber utilizado, en parte, documentos transmitidos por los
patriarcas y conservados en el seno del pueblo hebreo. En 1753, el francés Jean Astruc, médico
capaz, pero de carácter inmoral, atribuyó el Génesis a dos autores principales, cuyos escritos
habría utilizado Moisés. Astruc pretendía distinguir estos dos autores por la utilización de los
términos Elohim y Yahweh para nombrar a Dios. Por otra parte, afirmó que podía distinguir
otros diez documentos secundarios que no contenían el nombre de Dios, relacionados con
pueblos paganos. Johann Eichhorn (1783) asumió esta hipótesis, y la desarrolló, afirmando que
Génesis es una recopilación de Moisés, al que, por tanto, atribuía la paternidad del resto del
Pentateuco. Pero pronto se llegó a la consciencia de que los principios que habían llevado al
desmembramiento de Génesis podrían extrapolarse al resto del Pentateuco. Habiendo admitido
este procedimiento, se vino a declarar que los documentos relativos a la época de Moisés
provenían asimismo de estas fuentes más antiguas, y que no habían podido ser reunidos por él
para redactar el Pentateuco tal y como lo tenemos. Con ello, se hizo un salto, de la razonable
hipótesis de que Moisés hubiera, quizá, podido servirse en parte de documentos patriarcales, a
una especulación documentaria de una recopilación muy posterior a Moisés, y en la cual los
documentos se distinguirían por el nombre usado para Dios. Veamos a continuación los
principales argumentos en favor de esta hipótesis, que lleva el nombre de Wellhausen, erudito
alemán de la segunda mitad del siglo XIX.
(a) Alternancia de los nombres Elohim y Yahweh para designar a Dios en sucesivas secciones.
(b) Continuidad de cada pretendido documento examinado aisladamente.
(c) Diversidad de estilo, de vocabulario y de ideas en los diferentes documentos.
(d) Dobletes, o pretendidos relatos contradictorios, indicadores de documentos distintos. La
hipótesis en cuestión, nacida de una simple suposición, ha sufrido, de parte de los críticos
mismos, numerosas modificaciones que tratan de resolver los problemas que ella misma ha
suscitado.
Refutación.
No faltan argumentos para mostrar la carencia de base e inverosimilitud de esta torre de hipótesis
montada sobre hipótesis y lo alejado que está este esquema de los hechos.
(a) Esta hipótesis implica la negación de la veracidad del AT en su práctica totalidad. No afecta
solamente a detalles ocasionales o a ínfimas inexactitudes. El mismo Wellhausen lo reconoció
así.
(b) Se pretende que la Ley no llegó a constituir un todo completo hasta el inicio del siglo II a.C.;
sin embargo, la versión LXX es la traducción griega del AT desde mediados del siglo III a.C.,
comenzando, desde luego, por el Pentateuco. Es insostenible la pretensión de que la redacción
del Pentateuco hubiera estado apenas acabada sin que sus ilustres traductores conocieran este
hecho.
(c) El descubrimiento por parte de los «críticos» de tal multitud de «fuentes» para nuestro texto
actual se remonta a 100 o 200 años como máximo (y vale la pena hacer constar que estos
«descubrimientos» se han basado en un escepticismo previo de los «investigadores», y no al
revés). Estos «críticos» deberían dar respuesta satisfactoria al hecho de que los judíos, tan
estrictamente conservadores y tan leales a la persona y obra de Moisés, no se hubieran dado
cuenta de que se le atribuía la paternidad de tantos documentos falsos, y de cómo llegaron a
aceptar, sin protestar vehementemente, la imposición de todos estos diferentes cuerpos
legislativos, con todas sus múltiples exigencias, y ello apelando falsamente al nombre de Moisés.
En este contexto se pueden citar unos extractos del ya citado Eichhorn, que fue un célebre
erudito racionalista alemán, no creyente en absoluto en la inspiración, pero que escribió lo
siguiente acerca del tema de la pretendida falsificación de la historia bíblica:
(A) «No surgen de la inventiva de un falsificador individual. Todo aquel que esté dotado de un
conocimiento adecuado y que investigue con imparcialidad la cuestión de si los escritos del AT
son genuinos tendrá que dar forzosamente una respuesta afirmativa. Ningún engañador hubiera
podido falsificarlos todos. Esto es lo que proclama cada página del AT. ¡Qué variedad de
lenguaje y de expresión! Isaías no escribe como Moisés, ni Jeremías como Ezequiel; y entre
éstos y cada uno de los profetas menores hay puesta una gran sima que no se puede pasar. El
edificio gramatical del lenguaje de Moisés presenta mucho que es singular; en el libro de los
Jueces aparecen provincialismos y barbarismos. Isaías se expresa en palabras ya formadas en una
nueva forma; Jeremías y Ezequiel están repletos de arameismos. Recapitulando, cuando se pasa
de escritores asignados a una época temprana a escritores de una época posterior, se halla en el
lenguaje un declinar gradual, hasta que finalmente degenera en una mera forma de expresión
aramea.
»Vienen a continuación las discrepancias en el círculo de las ideas y de las imágenes. Los
instrumentos de cuerda suenan fuerte cuando son tañidos por Moisés e Isaías; el tono es suave
cuando es David quien los toca. La musa de Salomón brilla con todo el esplendor de una corte de
gran lujo; pero su hermana, en hábitos sencillos, va vagando, como David, entre los arroyos y las
riberas, en los campos y entre los rebaños. Hay poetas originales, como Isaías, Joel, Habacuc;
otro copia, como Ezequiel. Uno se lanza al camino solitario del genio; otro se desliza por el
camino que sus predecesores han dejado marcado. De uno destellan rayos de erudición, en tanto
que su compañero no da evidencias de haber sido influenciado por una sola chispa de literatura.
En los escritores más antiguos se transparenta claramente el colorido egipcio; en sus sucesores se
van haciendo más y más pálidos, hasta que desaparecen.
»Finalmente, se da, en maneras y costumbres, la más fina de las gradaciones. Al principio, todo
es sencillo y natural, como lo que se puede apreciar en Homero, y entre los árabes beduinos hasta
el día de hoy; pero esta noble simplicidad va perdiéndose gradualmente hacia el lujo y
afeminamiento, desapareciendo al final en la espléndida corte de Salomón.
»No se da en lugar alguno un salto repentino; en todo lugar el progreso es gradual. Nadie sino los
ignorantes y los escépticos inconscientes pueden imaginar que el AT haya sido falsificado por un
engañador.
(B) »No son (los escritos del AT) el invento de muchos engañadores.
»Pero alguien podría replicar: 'Quizá muchos falsificadores hicieron causa común y, en una
misma época, en algún período posterior, prepararon los libros en cuestión.' Pero ¿cómo
hubieran podido de una manera tan totalmente acorde con el progreso del entendimiento
humano? Y, ¿cómo hubiera sido posible, en tiempos posteriores, recrear el lenguaje de Moisés?
Esto va más allá de la capacidad humana. Finalmente, un escritor presupone la existencia de otro.
No hubieran podido haber surgido al mismo tiempo; tienen que haber existido en sucesión.
»Entonces se podrá aún objetar: 'Es posible que tales falsarios surgieran en tiempos distintos, y
que fueran prosiguiendo hacia adelante en la introducción de libros supuestamente antiguos,
desde allí donde se habían detenido sus engañosos predecesores. Es de esta manera que se
podrían explicar todas las referencias a anteriores escritores; de esta manera podemos explicar la
notable gradación existente en todas sus partes.'
»Pero, en primer lugar, ¿cómo es posible que nadie hubiera descubierto el fraude,
denunciándolo, y poniendo una marca de infamia sobre el falsificador, a fin de que la posteridad
quedara libre de todo daño? ¿Cómo podía ser una nación engañada con frecuencia y en
diferentes períodos? En segundo lugar, ¿qué propósito podía tener un tal engañador? ¿Acaso el
de hacer una eulogias de la nación hebrea? En tal caso sus eulogias son las más duras de las
sátiras porque, en base al AT, la nación hebrea ha actuado de una manera degradante. ¿Acaso
quería degradarlos? En tal caso, ¿cómo consiguió imponer sus falsos libros sobre la misma
nación a la que difamaba, y cuya historia de derrota y humillación bajo poderes extranjeros es
relatada en palabras claras y duras?» (Johann O. Eichhorn, Introduction to the Old Testament,
traducción al inglés de Stuart, citado en J. N. Darby: «The Irrationalism of Infidelity», PP. 202-
203, en The Collected Writings of J. N. Darby, vol. 6, APOLOGETIC).
A esto se debe añadir el capital reconocimiento que hacen todos los autores del AT y del NT, así
como el mismo Señor Jesús, de la mosaicidad de los primeros libros de la Biblia. En base a las
pretensiones de la llamada crítica moderna, todos estaban equivocados y sometidos a una serie
de prejuicios que sólo el escepticismo moderno ha podido superar.
(d) El Pentateuco Samaritano (véase PENTATEUCO SAMARITANO) representa un texto que,
según se cree, fue llevado a Samaria después de la deportación de las diez tribus (722 a.C.), en la
época de la construcción del templo del monte Gerizim (2 R. 17:28). Otra antigua tradición
afirma incluso que se trata de una copia conservada en el reino del norte a partir del reino de
Roboam. Sin embargo, el Pentateuco Samaritano (aparte de algunas diferencias textuales de muy
pequeña extensión) es el mismo que el de la LXX y de los Masoretas; fue redactado mucho antes
de lo que aceptan los críticos, derrumbándose con ello todas sus teorías acerca de las fechas de
redacción. Sería muy inverosímil pretender que los samaritanos, violentamente hostiles a los
judíos, hubieran aceptado más adelante en su historia todo el código de leyes de manos de sus
enemigos declarados.
(e) Un argumento que presenta el erudito conservador Alfred Edersheim sosteniendo la
antigüedad del Pentateuco es como sigue:
«Los más superficialmente familiarizados con la moderna controversia teológica, son
conscientes de que ciertos opositores de la Biblia han dirigido, de manera especial, sus ataques
contra la antigüedad del Pentateuco, aunque no han llegado aún a un acuerdo entre ellos mismos
acerca de qué partes del Pentateuco fueron escritas por diferentes autores, ni por cuántos, ni por
quiénes, ni en qué épocas, ni cuándo, ni por quién fueron finalmente recogidas en un solo libro.
Ahora bien, lo que nosotros alegamos en relación con ello es: que la legislación del Pentateuco
presenta evidencias de su redacción antes de que el pueblo estuviera establecido en Palestina.
Llegamos a esta conclusión de la siguiente manera: Supongamos que un código de leyes e
instituciones sea preparado por un legislador práctico (porque es indudable que estaban en vigor
en Israel): mantenemos que ningún legislador humano hubiera podido ordenar un sistema para
una nación ya establecida tal y como el que hallamos en el Pentateuco. El mundo ha visto
muchas constituciones especulativas de la sociedad preparadas por filósofos y teóricos, de Platón
a Rousseau y Owen. Ninguna de ellas hubiera podido haberse adecuado a un estado de una
sociedad ya establecida. Además, ningún filósofo hubiera jamás imaginado ni pensado leyes
tales como las dadas en el Pentateuco. Seleccionando sólo unas pocas, casi al azar, hagamos que
el lector piense en aplicar (a Inglaterra por ejemplo) disposiciones tales como la de que todos los
varones tenían que comparecer tres veces al año en el lugar que el Señor eligiera, o las
relacionadas con los años sabáticos o del Jubileo, o las que tratan de las esquinas de los campos,
o las que prohiben la toma de usura, o las relacionadas con las ciudades levíticas. Entonces que
cada uno medite con seriedad si tales instrucciones hubieran podido ser propuestas por vez
primera en la época de David, de Ezequías o de Esdras. Cuanto más se piensa en el espíritu y en
los detalles de la legislación mosaica, más crece nuestra convicción de que estas leyes e
instituciones sólo hubieran podido ser introducidas antes de que el pueblo se estableciera
realmente en la tierra. Hasta allí donde se sepa, esta línea argumental no ha sido propuesta; sin
embargo, parece necesario que nuestros oponentes confronten esta dificultad preliminar y,
pensamos, insuperable, que se enfrenta a su teoría, antes que se nos pida que demos respuesta a
sus objeciones críticas» (A. Edersheim, «Sketches of Jewish Social Life» (Wm. Eerdmans,
Grand Rapids, reimpr., 1984). Por su parte, Darby apostilla: «Raras veces se ha propuesto algo
tan absurdo como que Josías o Hulda no sólo persuadieran a toda una nación a la aceptación de
un sistema nuevo, como ya ha sucedido a lo largo de la Historia, sino que además les hicieran
creer que ellos y sus antepasados siempre habían vivido bajo este sistema desde los tiempos
inmemoriales de Moisés.» (Colleted Writings, vol. 6, APOLOGETIC, p. 204.)
(f) Otro problema irresuelto por la tesis de Wellhausen es el del libro de Josué. Los críticos
pretenden hallar en él, como en el Pentateuco, las «fuentes» J. E. D. P., y creen que tiene que
formar parte del mismo conjunto. En tal caso, se suscita la pregunta de por qué los samaritanos
no lo adoptaron con el Pentateuco. Además, las alusiones de Josué al libro de la Ley (Jos. 1:8;
8:31-32; 23:6) muestran con claridad que siempre ha formado una entidad separada. Es así que
los judíos lo han considerado siempre, habiéndole dado en su canon un lugar bien diferenciado
del de la «Ley». El término Pentateuco es equivalente a la expresión por la cual los judíos
designaban «los cinco quintos de la Ley».
(g) El profesor R. Dick Wilson presenta sólidos argumentos lingüísticos en favor de la
mosaicidad del Pentateuco («Is High Criticism Scientific?» y «Scientific Investigation of the Old
Testament»). En tanto que se hallan términos de origen persa en Crónicas, Esdras, Nehemías,
Ester y Daniel, no se halla ninguno en el Pentateuco (a pesar de que el pretendido «Código
Sacerdotal» sea atribuido a Esdras). Por otra parte, el profesor A. S. Yahuda ha señalado
numerosas pruebas de la influencia egipcia en el lenguaje y forma de pensar del Pentateuco, lo
que sólo se explica si el autor es Moisés. Está claro que hay en estos cinco libros diferencias de
expresión, que son fácilmente explicables por los temas tratados y por los documentos utilizados.
«No es científico rebuscar entre pasajes especiales, como las genealogías, los contratos
solemnes, o las ordenanzas rituales, y agruparlos postulando un autor diferente, bajo el pretexto
¡de que el vocabulario utilizado es diferente!» (Manley, «Nouveau Manuel de la Bible», p. 131).
(h) A lo largo de la Biblia, la revelación es progresiva. Es cierto que los salmistas y los profetas
recibieron datos más precisos acerca de la salvación, del Mesías, del porvenir y del más allá.
Pero se debe observar que en el llamado «protoevangelio» de Gn. 3:15 ya había implícito todo
un contenido que después se desarrolla en las siguientes revelaciones de Dios al hombre:
(A) la destrucción del poder de la serpiente,
(B) por la simiente de la mujer. En realidad, este pasaje es una síntesis maestra de la obra
maestra de salvación que iba a llevar a cabo Dios hecho hombre y nacido de una virgen sin
intervención de padre alguno. Este hecho evidente de explicitación de las doctrinas es
contradictorio con la atribución de una fecha tan tardía a los pretendidos «documentos».
(i) La existencia de las leyes e instituciones del Pentateuco en época temprana queda testificada
por las numerosas alusiones que se hallan en los profetas más antiguos. Para no verse obligados a
admitir que estas leyes e instituciones existían ya bien antes del siglo VIII a.C., se alega que
estos pasajes han sido introducidos tardíamente, por interpolación en las obras proféticas
auténticas; pero no se tiene ni una sola prueba genuina en favor de esta afirmación. Además, el
examen de los libros de los profetas da evidencia de que estas alusiones al Pentateuco están
ligadas de una manera indisoluble con su contexto, constituyendo una parte esencial del discurso
de estos siervos de Dios.
(j) La hipótesis del origen tardío de las instituciones judías forma parte de una falsa concepción
de la civilización antigua en la época de Moisés. La teoría de la evolución, que hoy en día es
muy combatida, estaba en boga hace 125 años, e influenció una gran parte de la teología. Se
creía que Moisés ignoraba el arte de la escritura, y que no tuvo a su disposición nada con lo que
mantener registros escritos por sí mismo; sin embargo, se ha demostrado ya que la escritura
estaba bien extendida en el mundo antiguo desde muchos siglos no sólo antes de Moisés, sino
antes del mismo Abraham. Se pensaba que era imposible dar a tribus semisalvajes un código de
leyes y un ritual tan elaborado como el del Pentateuco; por ello, se pretendía que todo lo que
estuviera desarrollado desde el punto de vista social, legal, religioso y espiritual tenía que ser
forzosamente tardío. Desde entonces, las modernas investigaciones históricas y arqueológicas
han demostrado que tanto los babilonios como los egipcios, y otros reinos locales o de carácter
regional, poseían una civilización, legislación y ritual sumamente detallados antes del
surgimiento de Moisés. Es innegable que los israelitas tenían una plena capacidad para recibir en
Sinaí las leyes y normas dadas por Dios por medio de Moisés. Vino a recibir también una nueva
revelación de un Dios que es Espíritu, santo, misericordioso, único, con el que la nación entró en
una nueva relación por medio del Pacto. Así Moisés vino a ser el mediador del Pacto y el
expositor de las grandes verdades de las que vino a ser depositario Israel para ser testigo de ellas
a toda la humanidad. (Véanse MOISÉS, HAMMURABI, ALTAR, SACERDOTE,
TABERNÁCULO, TEOCRACIA.)
nom, PENTATEUCO
tip, LIBR ARQU CRIT
ver, INSPIRACIÓN, MARDIKH, NUZU, SUMER, MOISÉS, PEREGRINACIÓN POR EL
DESIERTO, ALTAR, PENTATEUCO (II), QUMRÁN, PENTATEUCO SAMARITANO
vet,
... Continua
Desde el punto de vista literario, se pueden aducir todavía algunas objeciones a la «teoría
documental».
(a) Es imposible diferenciar los documentos basándose estrictamente en el principio de que
ciertos términos característicos denuncian distintos redactores. Consideremos, por ejemplo, el
empleo de diferentes nombres de Dios (idea que engendró esta hipótesis). El término Yahveh
(traducido como Jehová) indicaría el documento J. Según esta teoría, este nombre, en Génesis,
no debería estar en los documentos atribuidos a E y a P. Sin embargo, sí se halla (Gn. 5:29; 7:16;
14:22; 15:1, 2; 17:1; 20:18; 21:1 b, 33; 22:11, 14, 15, 16; 28:21). Por otra parte, el nombre
Elohim (Dios) no debería hallarse en el pretendido documento J; sin embargo, se halla allí (Gn.
3:1-5; 4:25; 6:2, 4; 7:9; 9:26, 27; 33:5, 11; 43:14, etc.). Ello para no hablar del frecuente uso que
se hace de la combinación de ambos nombres: Jehová Dios (Gn. 2:5, y en total once veces en
este solo capítulo). Estos ejemplos, extraídos sólo de Génesis, y que sólo tratan de dos términos
característicos, son suficientes para anular este pretendido criterio. Se intenta justificar la
presencia de estos casos suponiendo que el compilador los introdujo a propósito en el texto, o
que los sacó de otro documento. Se argumenta en ocasiones que el redactor de J empleó «con
discernimiento» el término Elohim (Dios), argumento que en realidad destruye la teoría de los
documentos. En efecto, si el redactor se pudo servir a propósito de tal expresión, pudo haberla
empleado voluntariamente cada vez. Esto es lo que afirman los defensores de la mosaicidad del
Pentateuco. Se puede afirmar que estas expresiones convienen al contexto y que están allí porque
éste ha sido el designio del redactor. Elohim designa a Dios como Creador y sustentador del
universo y dueño de todas las criaturas. Yahveh evoca al Dios de gracia y que se revela al
hombre (véase DIOS [NOMBRES DE]). Por otra parte, es insostenible la pretensión de que «El»
y «Yah» fueran términos tardíos para referirse a la deidad. Hay evidencias claras del uso de estos
nombres en descubrimientos arqueológicos de tabletas de arcilla escritas en cuneiforme de antes
de la época de Abraham (véase MARDIKH [TELL]).
(b) El argumento de la continuidad que presenta cada documento por separado no resiste el
examen.
Documento J: Se pretende que el relato que acaba en Gn. 4:25, 26 se reanudaría en 5:28 b, 29;
6:(1-4) 5-8; de allí, pasaría a 7:1-5. Así, J no daría más que unos fragmentos separados,
ignorando totalmente el origen del arca. Se asigna también a J: Gn. 10:21, 25-30; 11(1-9), 28-30;
12:1-4 a. Pero, en tal caso ¿quiénes eran Taré, Harán y Abram? El relato no tiene nada de
seguido.
Veamos el documento P: el redactor P es el supuesto expositor de la creación (Gn. 1:1-2:4 a);
así, dice en el versículo 31 del capítulo 1: «vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era
bueno en gran manera». Después, una vez establecida la genealogía de Adán (Gn. 5:1-28 a), P
declara de repente: «Se corrompió la tierra delante de Dios» (Gn. 6:11). ¿Cómo se corrompió, si
P desconoce el episodio de la caída? El relato de los inicios de la vida de Abram queda asimismo
cortado en porciones. En un texto atribuido a J, se atribuyen a P (¿por qué razones?) los
siguientes versículos: Gn. 11:27, 31, 32; 12:4 b, 5; 13:6, 11 b, 12 a; 16:1 a, 3, 15, 16, 17. Los que
creen en la mosaicidad del texto pueden, en cambio, demostrar la unidad del argumento, la
ilación lógica de las ideas, el equilibrio de las partes, la gradación del relato. Lo que se afirma en
este sentido es mucho más admisible que el inverosímil despiece en el que desemboca «el
ejercicio de un ingenio mal dirigido» de los críticos (para citar una expresión del profesor Orr,
«Problem of the OT», p. 237). Citando aún otro ejemplo a propósito de ello, Gn. 37 se convierte
en un rompecabezas de 26 fragmentos, de los que tres no son más que un fragmento de versículo
(¡!). Sobran los comentarios. (Véase GÉNESIS.)
(c) La teoría de los relatos paralelos, de estilos y por ello de autores diferentes, se muestra falsa,
precisamente en el único caso en que puede ser controlada por pruebas externas. Se pretende que
en el relato del diluvio aparece dos veces la descripción del cataclismo, en tres versículos
sucesivos: «.. aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los
cielos fueron abiertas» (Gn. 7:11, «documento P»); y «al séptimo día las aguas del diluvio
vinieron sobre la tierra... y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches» (Gn. 7:10
y 12, «documento J»). Según se dice, habría aquí dos estilos diferentes: uno lleno de vida, de
poesía; el otro árido, limitándose a informar de los hechos. Pero los babilonios y los asirios nos
han transmitido un relato del diluvio; comparándolo con el de Génesis, presenta las mismas
repeticiones que se han pretendido como «relatos paralelos» cuando se trataba de Génesis; se
encuentran las mismas variaciones de estilo en los pasajes correspondientes de la narración
asirobabilónica. Así, las diferencias de estilo no constituyen ninguna dificultad para los que
aceptan la paternidad mosaica del Pentateuco: la variedad de temas tratados comporta
forzosamente las diversas maneras en que se tratan.
(d) Las pruebas externas anulan asimismo el argumento de las pretendidas contradicciones de los
«paralelos». Según el «documento P», Dios advertiría a Noé de la inminencia de un diluvio de
aguas (Gn. 6:17), pero no le revelaría sus causas: nieve, lluvia, o una ola de aguaje. En cambio,
según el «documento J», Dios habría advertido a Noé que entrara en el arca, porque siete días
más tarde Él haría llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches (Gn. 7:4). Sin
embargo, el relato asirio apoya aquí la estructura del hebreo: no se trata de dos relatos diferentes,
sino de acontecimientos sucesivos. En efecto, en el relato asirio, como en Génesis, el hombre es
primero advertido que construya una nave para escapar a la muerte por las aguas; más tarde, en
ambos casos, se precisa que el cataclismo vendrá en forma de lluvia. El relato de Génesis
evidentemente no refleja una mera tradición transmitida por los hebreos, sino recogida por
escrito bajo inspiración. Su sobriedad contrasta violentamente con el contenido del relato
asirobabilónico. La postura que se basa sobre estas pretendidas contradicciones y diferencias de
estilo, con el fin de asignar el texto a autores diversos, no resiste un examen detenido. Para una
consideración completa de toda esta cuestión véase la bibliografía que se da a continuación.
(Para un análisis de los relevantes descubrimientos del mar Muerto, incluyendo fragmentos de
Levítico del siglo V a. C., véase QUMRÁN [MANUSCRITOS DE.)
Bibliografía:
Aalders, G.: «A Short introduction to the Pentateuch» (Intervarsity, s/f);
Allis, O. T.: «God Spake by Moses» (Presbyterian and Reformed, Philadelphia, 1958),
Allis, O. T.: «The Five Books of Moses» (Reformed and Presbyterian, Philadelphia, 1969),
Allis, O. T.: «The Old Testament, Its Claims and his Critics» (Presbyterian and Reformed,
Nutley, N. J., 1972);
Darby, J. N.: Escritos acerca del Pentateuco, su paternidad mosaica y antigüedad, véanse «The
Collected Writings of J. N. Darby», vol. 6, PP. 201-209, 267-269; vol. 9, PP. 360-370; vol. 23,
PP. 82-114; vol. 29, PP. 65-66; 69-71 (Kingston Bible Trust, Lancing, Sussex, 1964);
Hocking, W. J.: «The Lord's Testimony to the Mosaic Authorship of the Pentateuch» en The
Bible Treasury abril-junio 1892 (H. L. Heijkoop, Winschoten, Holanda, reimpr , 1969),
Keil y Delitzsch: «Commentary on the Old Testament: The Pentateuch» (Wm. Eerdmans, Grand
Rapids, reimpr 1981)
Kelly W.: «The Pentateuch and its Critics» en The Bible Treasury, dic. 1912-junio 1913,
Lewis, C. S.: «Modern Theology and Biblical Criticism», en Christian Reflections (Wm.
Eerdmans, Grand Rapids, 1967),
M'Caul, A., D. D.: «Positive Testimony to the Pentateuch», en The Bible Treasury, sept 1904
mayo 1905.
McDowell J.: «Evidencia que exige un veredicto» Vol. II (Clie, Terrassa, 1988);
Whitfield, E. W.: «The Vatican and the Criticism of the Pentateuch», en The Bible Treasury,
sept. 1906;
Wiener, H. M. y Kyle, M. G.: artículo «Pentateuch», en ISBE, vol. IV, PP. 2298-2312 y 2312A-
2312D (Wm. Eerdmans, Grand Rapids, 1946);
Wilson, R. D.: «A Scientific Investigation of the Old Testament» (Marshall Ltd., Londres, 1926);
Young, E.: «Una introducción al Antiguo Testamento» (T.E.L.L. Grand Rapids, 1964).
Bibliografía:
Davidson, S.: «Treatise on Biblical Criticism» (1852);
Hengstenberg, E. W. (1827-69): «Authentie des Pentateuches».
Thompson, J. E. H.: «Pentateuch, the Samaritan» artículo en ISBE, vol. IV PP. 2313-2318 (Wm.
Eerdmans, Grand Rapids, 1946).
Véase también Bibliografía en el artículo PENTATEUCO.
nom, PEOR
tip, MONT DIOS
ver, DIVINIDADES PAGANAS
sit, a3, 599, 57
vet,
= «abertura, grieta».
(a) Monte de Moab, frente al desierto (Nm. 23:28). Desde lo alto de esta cumbre se veía Sitim y
el campamento de los israelitas (Nm. 24:2).
En la época de Eusebio y de Jerónimo, se seguía llamando Peor a una montaña que se elevaba
frente a Jericó, por el camino de Hesbón, por encima o al este de Livias, que en la actualidad
recibe el nombre de Tell er-Rãmeh. Así, Peor debía ser uno de los picos de la cadena de los
Abarim, cerca del Wadi Hesbãn.
(b) Divinidad moabita, que recibía frecuentemente el nombre de Baal-peor (señor de Peor);
recibía culto sobre el monte Peor (cfr. Nm. 25:18; 31:16; Jos. 22:17). (Véase DIVINIDADES
PAGANAS, a.)
nom, PEPINO
tip, ALIM FLOR
vet,
(heb. «kisshu'»).
Planta cucurbitácea que consumían los israelitas en Egipto y que desearon ansiosamente cuando,
en la peregrinación por el desierto, se vieron privados de ella (Nm. 11:5).
Se trata del «Cucumis chate», muy corriente en Egipto y más dulce que el pepino ordinario, el
«Cucumis sativus». Se cultivaba en los huertos de la tierra de Israel (Is. 1:8; cfr. Baruc 6:69).
Estas dos especies crecen en la actualidad en Israel.
nom, PERDICIÓN
tip, DOCT
ver, CASTIGO ETERNO
vet,
Hay una treintena de palabras hebreas y seis griegas que se traducen «destrucción» o «perdición»
(gr. «apoleia»). Algunas de ellas se aplican a pérdida o devastación experimentada en esta vida, y
otras a una perdición futura y eterna. No hay sugerencia alguna en las Escrituras a ninguna
aniquilación en ninguno de los pasajes, como tampoco hay aniquilación en el reino de lo
material. Hay pasajes en los que se habla de la destrucción como un estado de existencia: «El
Seol y el Abadón (destrucción) están delante de Jehová» (Pr. 15:11) «El Seol y el Abadón nunca
se sacian» (Pr. 27:20).
En el NT se habla de «la perdición de los hombres impíos» (2 P. 3:7), y «de aquellos que
retroceden para perdición» (He. 10:39). Se expone que es «espacioso el camino que lleva a
perdición» (Mt. 7:13). El traidor que entregó a Jesús era «hijo de perdición» (Jn. 17:12) apelativo
que recibe también el Inicuo que se ha de manifestar como el Anticristo en el futuro (2 Ts. 2:3).
También la bestia está «para subir del abismo e ir a perdición» (Ap. 17:8). En 2 Ts. 1:9 se
expresa el carácter de esta perdición y su duración: es una eterna exclusión de la presencia del
Señor.
Para un examen más completo de lo que comporta esta eterna exclusión de la presencia de Dios,
de lo inenarrable del sufrimiento y desesperanza de la perdición, véase CASTIGO ETERNO.
nom, PERDIZ
tip, FAUN AVES ALIM
vet,
(heb. «Kõrê», «el vocinglero»).
Ave silvestre que los cazadores perseguían por los montes de Israel (1 S. 26:20). La perdiz
enjaulada servía de reclamo (Eclo. 11:30). Jeremías habla de la perdiz empollando huevos no
puestos por ella (Jer. 17:11). Según los exegetas, este pasaje es oscuro y de difícil traducción.
Se halla en Israel la perdiz del desierto («Ammoperdrix heyii»). Es la única especie extendida
por En-gadi, en el desierto donde estaba David cuando se compara con una perdiz perseguida.
Hay otra especie, la «Caccabis chukar», por las zonas montañosas de Judea y Samaria. Se trata
de una variedad de la perdiz griega, «Caccabis saxatilis», de menor tamaño.
nom, PERDÓN
tip, DOCT
ver, EXPIACIÓN
vet,
Hay cuatro términos heb. que se traducen perdón:
(a) «kaphar», «cubrir» (Dt. 21:8; Sal. 78.38, Jer. 18.23). Este término se traduce también
«expiación» (véase EXPIACIÓN).
(b) «Nasa», llevar, quitar (culpa). Fue usada por los hermanos de José cuando le pidieron que les
perdonara (Gn. 50:17; Dios la usa al proclamar que Él es un Dios «que perdona la iniquidad la
rebelión y el pecado»: Éx. 34:7; Nm. 14:18) y al describir la bienaventuranza del hombre, «cuya
transgresión ha sido perdonada, cubierto su pecado» (Sal. 32:1).
(c) «Salach», «perdonar», se usa sólo del perdón que da Dios. Se emplea con referencia al
perdón relacionado con los sacrificios: «obtendrán perdón (Lv. 4:20, 26), «será perdonado (Lv.
4:31, 35; 5:10, 13, 16, 18, etc.). Aparece en la oración de Salomón en la dedicación del Templo
(1 R. 8:30, 34, 36, 39, 50). También en el Sal. 103; Jer. 31:34; 36:3; Dn. 9:19.
En el NT se usan varios términos:
(a) «aphesis», de «aphiêmi», «enviar de, liberar, remitir», que se traduce en varias ocasiones
«remisión».
(b) «Aphiêmi» se traduce «perdonar» que además de «despedir», «entregar», «remitir», se
traduce también por el verbo «perdonar».
(c) «Apoluõ», que además de significar «dejar», «despedir», etc., se traduce también «perdonar».
(d) «Pheidomai», «dejar», «escatimar», se traduce también como «ser indulgente» y «perdonar».
(e) «Charizomai» se traduce, en varias ocasiones, como «perdonar» (entregar, dar, conceder, dar
gratuitamente). Todas estas palabras se aplican al perdón concedido por Dios, así como al dado
por una persona a otra.
Hay varios aspectos del perdón que nos son presentados en las Escrituras:
(a) La mente y el pensamiento de Dios mismo hacia el pecador al que Él perdona. Sobre la base
del sacrificio de Cristo, Dios no sólo deja de considerar culpables a aquellos que tienen fe en la
sangre de Cristo, sino que además les concede Su favor. «Nunca más me acordaré de sus pecados
y transgresiones» (He. 10:17). Así, todo sentido de imputación de pecado desaparece de la mente
de Dios. «Dios también os perdonó a vosotros en Cristo» («echarisato», perdonado en gracia; Ef.
4:32). Igualmente en el AT: «Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia» (Os. 14:4).
(b) El culpable es liberado, perdonado. «Para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de
pecados» (Hch. 26:18). «Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros
nuestras rebeliones» (Sal. 103:12). «Vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre» (1
Jn. 2:12). Esto es cierto de todos los cristianos: que sus pecados les han sido perdonados. Hay
otro concepto incluido en el perdón de los pecados, esto es, que al tener redención en Cristo, lo
que introduce al creyente a un nuevo estado, se olvida todo el pasado de culpa, y es eliminado de
él, de manera que no hay obstáculo alguno para el goce de aquello a lo que introduce la
redención.
El principio general en cuanto al perdón aparece en 1 Jn. 1:9: «Si confesamos nuestros pecados,
él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad». Ello involucra
honestidad de corazón, tanto si se trata de un pecador que acude por vez primera a Dios, o de uno
que ya es hijo de Dios, y que ha contristado el corazón del Padre al pecar. Los dos aspectos
anteriormente mencionados se dan también aquí. La fidelidad y justicia de Dios en perdonar, y
nuestra purificación de toda injusticia. Dios es fiel a Su propio carácter de gracia revelado en Su
Hijo, y justo por medio de la propiciación que Él ha hecho.
(c) Si un cristiano es «excomunicado» de la comunión de la iglesia, y se arrepiente, es perdonado
y restaurado (2 Co. 2:7, 10). Esto, naturalmente, es distinto del acto de Dios en el perdón de los
pecados, y puede recibir el nombre de perdón administrativo en la iglesia; y si la actuación en
disciplina es conducida por el Espíritu, queda ratificada en el cielo (cfr. Jn. 20:22, 23). Esto es
totalmente diferente de cualquier pretendida «absolución» que pueda ser pronunciada
pretendiendo un poder para el perdón judicial o paternal de los pecados, lo cual es competencia
exclusiva de Dios, bien acogiendo al pecador arrepentido, bien perdonando al hijo extraviado.
(d) Hay también el perdón «gubernamental» en relación con el gobierno de Dios aquí en la tierra
en el tiempo, tanto por parte de Dios como entre los mismos creyentes, unos a otros (Is. 40:1, 2;
Lc. 17:3; Stg. 5:15, 16; 1 Jn. 5:16). Somos llamados a perdonarnos unos a otros; si nos
entregamos a un espíritu duro e implacable, no debemos esperar que nuestro Padre nos perdone
en Sus tratos en gobierno (Mt. 6:14, 15).
nom, PEREA
tip, PAIS
sit, a3, 570, 25
vet,
(gr.: «el país de más allá»).
País entre el Jaboc y el Arnón, al otro lado del Jordán (Guerras 3:3, 3); cfr. el sentido y la
situación de Abarim.
El nombre de Perea servía asimismo para designar un territorio más vasto, ya que Josefo afirma
que Gadara, a orillas del Yarmuk, era la capital de Perea (Guerras 4:7, 3).
La segunda parte de la peregrinación fue desde el mar Rojo al monte Sinaí, al este del golfo de
Suez, como se puede ver en los mapas. El desierto de Sin, el monte Sinaí y el Horeb han sido
mayormente identificados. Las etapas de esta segunda parte son:
Éxodo Números
Mara, 15:23 Mara, 33:8
Elim, 15:27 Elim, 33:9
Campamento del
mar Rojo, 33:10
Desierto de Sin, 16:1 Desierto de Sin, 33:11
Dofca, 33:12
Alús, 33:13
Refidim, 17:1 Refidim, 33:14
Desierto de Sinaí, Desierto de Sinaí,
en el tercer mes del 33:15
primer año. 19:1
Los israelitas permanecieron en el Sinaí hasta el segundo mes del segundo año, período en el
cual fue promulgada la Ley (Nm. 10:11; 33:16).
La tercera parte de su peregrinación fue desde Sinaí hasta Cades-barnea, unos ciento treinta
kilómetros más al norte. De este viaje sólo se mencionan tres campamentos intermedios:
Tabera, Nm. 11:3; Dt. 9:22
Kibrot-hataava, Nm. 11:34 Kibrot-hataava, Nm. 33:16
Hazerot, Nm. 11:35 Hazerot, 33:17
Cades en el desierto Ritma, 33:18
de Parán, Nm. 12:16; 13:1-26
En Tabera ardió el fuego del Señor entre ellos. En Kibrot-hataava el pueblo codició carne: el
Señor les dio codornices, pero los castigó después con mortandad (Nm. 11:4, 31-34). En
Hazerot, Miriam y Aarón hablaron contra Moisés, y María quedó leprosa (Nm. 12:10). Lo
anterior demuestra que Cades está en la misma zona que Ritma, de donde los espías fueron
enviados. Los espías no son mencionados en Nm. 33.
Hubo una estancia prolongada en Cades o Ritma, en el desierto de Parán. Se esperó la vuelta de
los espías. Se desató la rebelión en base al informe de los espías incrédulos, y Dios juró que no
entrarían en la tierra, sino que andarían errantes por el desierto hasta que murieran todos los
hombres que habían salido de Egipto, a excepción de Caleb y Josué. Desafiando la palabra de
Dios, invadieron la tierra, y fueron atacados por los amalecitas (Nm. 14:33-45). A continuación
siguió la rebelión de Coré (Nm. 16).
Aparentemente, los israelitas se pasaron treinta y siete años viajando tres veces entre Cades y
Ezión-geber, sobre el golfo de Ákaba, aunque muchos de los campamentos no pueden ser
identificados; algunos de ellos pueden haber estado situados más hacia el oeste. No se registra,
sin embargo, cuánto tiempo estuvieron en cada lugar, y es posible también que algunos de éstos
no hayan sido incluidos en las listas.
Comparando Nm. 20:22-29 con Dt. 10:6 se verá que Mosera y el monte Hor son considerados
como el mismo lugar, estando Mosera, o Moserot, al pie del monte Hor. Así, se considera
Mosera como un lugar reconocido cuando empezó la verdadera «peregrinación». Salieron de
Cades, o Ritma, a Rimón-peres, y después a otros campamentos, hasta que llegaron a Mosera, o
monte Hor, por primera vez, aunque parece que se trata de una corta distancia (Nm. 33:19-30).
De Mosera viajaron hacia el sur a Ezión-geber, con cuatro campamentos intermedios (Nm.
33:31-35).
Desde Ezión-geber se volvieron y viajaron de nuevo hacia el norte, llegando por segunda vez a
Cades o Cades-barnea, sin mencionarse campamento alguno entre estos distantes lugares. María
murió en Cades. El pueblo murmuró, y la roca recibió un golpe, ocasión en la cual pecaron
Aarón y Moisés (Nm. 20:1-13).
De Cades viajaron al monte Hor, sin que se mencione ningún campamento entre ellas, a no ser
que el Beerot de Dt. 10:6 entre aquí. En el monte Hor murió y fue sepultado Aarón (Nm. 33:37,
38). Fueron atacados por el rey Arad de Canaán, que fue derrotado, y sus ciudades destruidas
(Nm. 21:1-3).
Habiendo rehusado permiso el rey de Edom a los israelitas para que pasasen por su tierra, se hizo
necesario que viajaran de nuevo al mar Rojo a fin de rodear la tierra de Edom (quizá pasando por
Gudgoda y Jotbata, Dt. 10:7, por este camino) (Nm. 20:14-21; 21:4). Desde el mar Rojo su ruta
va claramente al este de Edom y del mar Salado hasta que llegaron frente a Jericó, donde acabó
su peregrinación.
Desde el monte Hor por Por Elat y Ezión-geber,
el camino del mar Rojo, Dt. 2:8
Nm. 21:4 Zalmona, Nm. 33:41
Punón, Nm. 33:42
Obot, Nm. 21:10 Obot, Nm. 33:43
Ije-abarim, Nm. 21:11 Ije-abarim, 33:44, 45
Arroyo de Zered, Nm. 21:12;
Dt. 2:13, 14
El arroyo de Arnón,
Nm. 21:13; Dt. 2:24
Dibón-gad, Nm. 31:45, 46
Almón-diblataim,
Nm. 33:46
Beer, en el desierto,
Nm. 21:16, 18
Matana, Nm. 21:19
Nahaliel, Nm. 21:19
Bamot, Nm. 21:19
Pisga, Nm. 21:29 (en Abarim) Montes de Abarim,
Nm. 33:48
Campos de Moab, junto al Campos de Moab, junto al
Jordán, frente a Jericó, Jordán, frente a Jericó,
Nm. 22:1 Nm. 33:48
Los múltiples fracasos y murmuraciones de los israelitas están registrados en las Escrituras, y
nos han sido dados como una solemne advertencia para los cristianos (cfr. 1 Co. 10:1-14). Para el
significado tipológico de los viajes de los israelitas, véase DESIERTO. Para unas tablas
completas de los campamentos que se mencionan de los israelitas en el desierto, véanse en el
artículo ÉXODO.
Bibliografía:
Véase bajo los artículos EGIPTO y ÉXODO.
nom, PEREGRINO
vet,
En el NT se hace alusión a la condición de extranjeros y peregrinos que los cristianos tienen en
su paso por esta tierra (1 P. 2:11). La ciudadanía del cristiano está en los cielos (Fil. 3:20), donde
está Cristo resucitado, y donde debe tener puestos sus afectos, por cuanto el cristiano ha muerto
con Cristo y su vida está escondida con Cristo en Dios (Col. 3:1-4). De esta manera participa del
noble carácter de aquellos testigos de Dios que, en el pasado, iban en pos de la ciudad celestial,
habiendo salido de la ciudad terrena, morando como extranjeros y peregrinos en la tierra que les
había sido prometida (He. 11:8-10, 13-16). Durante este peregrinaje el Señor enseña a los Suyos
a conocerle a Él y Su actividad en gracia y en gobierno, y también para que se conozcan
profundamente a sí mismos (cfr. Dt. 8:2-5). Durante la peregrinación del cristiano, éste tiene
asimismo el privilegio de actuar como «embajador» de Cristo ante un mundo que lo ha
rechazado (cfr. 2 Co. 5:17-21). La conducta del peregrino y su meta última quedan recapituladas
en Tit. 2:11-15.
nom, PERES. Véase FARES.
nom, PERFECTO
vet,
Las principales palabras en el NT que reciben esta traducción son «teleioõ», «teleios», «pleno,
completo, perfecto».
El Señor Jesús fue siempre moralmente perfecto, y sin embargo en las Escrituras se nos dice que
Él fue «perfeccionado», por ejemplo, como «autor de la salvación»: antitipo de Josué, caudillo
en los propósitos de Dios. Todo lo que tenía relación con este oficio fue cumplido (He. 2:10).
Aunque era Hijo, con todo aprendió obediencia (no «a ser obediente») por lo que padeció; y
habiendo sido «perfeccionado» (esto es, glorificado) después de haber llevado a cabo la obra de
la redención, vino a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen (He. 5:9); éste
puede ser el significado de las palabras «y al tercer día soy perfeccionado» (Lc. 13:32, gr. literal;
cfr. F. Lacueva: «Nuevo Testamento interlineal», loc. cit., y la nota que da al pie).
Los discípulos fueron exhortados a ser perfectos como su Padre en los cielos es perfecto, porque
Él da Sus bendiciones a malos y buenos (Mt. 5:48). Mediante una ofrenda Cristo ha
perfeccionado para siempre a los santificados. Su obra los consagra al sacerdocio (He. 10:14; cfr.
Col. 1:12 y 1 P. 2:9). El ser «perfecto» es aplicado también a llegar a «la medida de la estatura de
la plenitud de Cristo» (Ef. 4:13). Los espíritus de los justos son hechos perfectos (He. 12:23).
Pablo no había sido aún perfeccionado (Fil. 3:12), sin embargo, añade en el versículo 15: «así
que todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos». Son varias las aplicaciones del
término que pueden ser deducidas del contexto de cada pasaje, pero en general se puede decir
que hace referencia bien a la purificación de la conciencia, lo cual es indispensable para el
servicio de Dios, o a la percepción de una norma verdadera (muertos y resucitados con Cristo)
como una necesidad del testimonio para Cristo aquí en la tierra.
nom, PERFUME
tip, COSM COST TIPO
ver, BÁLSAMO
vet,
Los israelitas hacían mucho uso de los perfumes y de los óleos perfumados, para el cuidado de
los cabellos y del cuerpo (Ec. 7:1; 9:8; Est. 2:12).
El áloe, la casia, la canela, la mirra, el incienso, el nardo, bien cultivados en el valle del Jordán,
bien importados de Arabia y otros lugares, servían como base para los perfumes (Eclo. 24:15).
Las plantas aromáticas se llevaban en saquitos (Cnt. 1:13); también se pulverizaban o quemaban
(Cnt. 3:6). La esencia aromática, obtenida por destilación, se metía en cajitas que se colgaban de
la cintura; mezclada con aceite, esta esencia se usaba en ocasiones como ungüento (Is. 3:20; Cnt.
1:3; Jn. 12:3). Los perfumes se mezclaban (Éx. 30:23, 24; Jn. 19:39). Se aplicaban al cuerpo, a
los vestidos e incluso a los muebles (Sal. 45:8; Pr. 7:17; Cnt. 4:11).
El bálsamo de Galaad y los colirios se empleaban en medicina (Jer. 8:22; Ap. 3:18).
Jesús fue ungido con perfumes de gran precio (Lc. 7:36-50; Mt. 26:6-13). Para sepultar a un
difunto se empleaban perfumes y especias aromáticas; en ocasiones, aunque más raramente, los
cadáveres eran embalsamados (Lc. 23:56; Jn. 19:39-40).
Los ungüentos de Palestina se hacían a base de aceite de oliva perfumado (cfr. 2 R. 20:13; Pr.
27:9; Ec. 10:1; Cnt. 4:10; Is. 57:9; Am. 6:6). (Véase BÁLSAMO.)
Consideración especial merece el incienso sagrado, «un perfume según el arte del perfumador»
(Éx. 30:35) para ser quemado en el Tabernáculo. Se componía de estacte, uña aromática, gálbano
aromático e incienso puro a partes iguales en peso. Nadie podía prepararlo para usos privados,
bajo pena de muerte (Éx. 30:34-38).
Tipológicamente, representa las excelencias de Cristo, que eran un incienso de olor grato a Dios.
nom, PERGAMINO
tip, MANU
vet,
Piel de oveja o de cabra, preparado para la escritura o para otros usos.
La piel, macerada primero en una lechada de cal, era a continuación despojada de toda la lana,
lavada, secada, extendida y pulimentada con piedra pómez.
En la época de Herodoto era corriente el uso del papiro, pero la historia relata que los antiguos
jonios escribían sobre pieles de cabras y de ovejas, a causa de la escasez de papiro (Herodoto
5:58).
Según la tradición, los primeros pergaminos procedieron de Pérgamo.
Uno de los Ptolomeos habría prohibido la exportación de papiro, con lo que Eumeno II, rey de
Pérgamo (197-160 a.C.) se sirvió de pieles para su gran biblioteca. Estas pieles se llamaban
«chartae pergamenae», de donde derivó el nombre «pergamino». A pesar de esta tradición, en
1923 se halló en Dura, a la orilla del Éufrates, una cantidad de documentos redactados sobre
pergamino, y que se remontaban al año 196-195 y 190-189 a.C. Este descubrimiento ha
demostrado que ya en aquella época se usaban pergaminos en lugares muy alejados de Pérgamo.
En la época de Josefo, y antes de él, los judíos usaban los pergaminos para sus escritos sagrados
(Ant. 12:2, 11).
El Talmud estipulaba que la Ley debía ser escrita sobre pieles de animales puros, domésticos o
salvajes, e incluso sobre las pieles de aves puras.
El papiro se empleaba corrientemente (2 Jn. 12 = «papel»); pero Pablo habla de pergaminos, que
demanda y desea con sumo interés (2 Ti. 4:13).
nom, PÉRGAMO
tip, HIST CIUD IGLE
ver, PERGAMINO
sit, a9, 344, 181
vet,
(también «Pergumum», o «Pergamos»).
La ciudad más importante de Misia, a 5 Km. al norte del río Caicos, y a 24 Km. del mar Egeo.
Había sido la capital de un opulento reino, muchos de cuyos reyes llevaron el nombre de Atalo.
El primero de esta dinastía, Atalo I, accedió al trono en el año 241 a.C. Rechazó a las hordas
invasoras galas, que se establecieron finalmente en el territorio que desde entonces recibe el
nombre de Galacia. Eumeno, su hijo, lo sucedió en el año 197 a.C., embelleció Pérgamo, y creó
una célebre biblioteca, la segunda en importancia después de la de Alejandría. Atalo III murió el
año 133 a.C., después de haber legado sus bienes a los romanos y acordado la independencia de
Pérgamo y de sus alrededores. Los romanos se apoderaron de la ciudad, y pasaron aquel reino a
provincia de Asia (129-126 a.C.), de la que vino a ser capital la ciudad de Pérgamo. En el año 6
a.C., el procónsul, gobernador de la provincia bajo el Imperio, mudó su residencia a Éfeso.
Marco Antonio donó a Cleopatra los 200.000 volúmenes de la biblioteca de Pérgamo que fueron
a engrosar la de Alejandría.
La acrópolis de Pérgamo se levantaba sobre una escarpada colina, a 304 m. por encima de la
llanura. Cerca de la cumbre se levantaba un monumental altar que había elevado Eumeno II para
conmemorar la victoria de su padre sobre los galos. Cerca de este altar se hallaba un templo
dedicado a Atenea. En la época romana se edificó sobre la acrópolis un templo consagrado a
Augusto. En el exterior de la ciudad se hallaba el célebre santuario de Asklepios (Esculapio),
dios de la medicina, que atraía a las multitudes.
El pergamino (lat. «pergamena»; gr. «pergamênê») recibe el nombre de esta ciudad (véase
PERGAMINO).
Pérgamo es la tercera de las siete iglesias de Asia. En Apocalipsis dice que allí se hallaba el
«trono de Satanás».
Antipas, un cristiano fiel, sufrió el martirio en esta ciudadela del paganismo (Ap. 1:11; 2:12-17).
En la actualidad esta ciudad se llama Bergama.
nom, PERGE
tip, CIUD
sit, a9, 440, 243
vet,
Ciudad que los romanos elevaron a rango de capital de Panfilia, se hallaba sobre la ribera
derecha del río Cestro, y a 12 Km. de su desembocadura.
Pablo, acompañado de Bernabé, anunció allí el Evangelio durante su primer viaje misionero,
tanto en la ida como en la vuelta (Hch. 13:13, 14; 14:25).
Cerca de Perge se hallaba un célebre templo, dedicado a la Artemisa asiática. La diosa recibía el
nombre de «reina de Perge»; cfr. DIANA.
nom, PERÍCOPA
tip, COST CERE
vet,
Parte de la Biblia que se lee en determinadas ocasiones en el culto.
Así ya en los servicios religiosos de los judíos, en los que, en Palestina, se acostumbraba a leer
todo el Pentateuco a lo largo de tres años.
Sólo las grandes festividades tenían sus propias perícopas.
En la liturgia cristiana se siguió una costumbre parecida. Sin embargo, aquí la lectura continuada
fue prácticamente abolida por haberse confeccionado una selección de perícopas en la Iglesia
Católica Romana según las fiestas y sus tiempos o según las «estaciones» de las iglesias. Las
perícopas fueron escogidas en parte sobre interpretaciones ya superadas de textos bíblicos, y
frecuentemente no tomaban en consideración el sentido unitario del pasaje del que se entresacaba
la perícopa. Así nacía en los oyentes la impresión de que las perícopas eran «unidades bíblicas»
autónomas, con sentido pleno en sí mismas, con el resultado de que nunca se llegaba a conocer la
intención del libro como tal.
La Reforma de Lutero enseñó al pueblo a leer la Biblia por sí mismo, y a leer los libros enteros,
para así poder entender lo que dicen, y no solamente escuchar ciertas porciones de labios de los
predicadores.
nom, PERLA
tip, COSM
vet,
Artículo de gran precio (Mt. 13:45, 46; Ap. 21:21; Jb. 28:18), se usa para adorno (1 Ti. 2:9; Ap.
17:4).
Las perlas se hallan en el interior de ciertas especies de moluscos, como las ostras. Son glóbulos
formados de capas de carbonato cálcico alternadas con capas de sustancia orgánica; se forman
por el depósito de la sustancia nacarada alrededor de un cuerpo extraño que se ha introducido
dentro; un grano de arena, por ejemplo, produce irritación y sirve de núcleo. Esta sustancia es la
misma que el nácar que recubre el interior de las conchas.
Las perlas grandes y bien formadas son producidas por la «ostra perlífera» («Meleagrina
margaritifera») que abunda en el océano Índico, especialmente en el golfo Pérsico y en las
cercanías de Ceilán (la actual Sri Lanka).
nom, PERRO
tip, FAUN TIPO CUAD
vet,
El perro palestino es análogo al perro vagabundo de la India.
Al comienzo de la historia del pueblo de Israel se le ve rondando por las calles y por las afueras
de las ciudades (Sal. 59:6, 14), alimentándose de lo que les echaran (Éx. 22:31), lamiendo la
sangre derramada (1 R. 22:38; Sal. 68:23) y devorando los cadáveres (1 R. 14:11; 16:4; 2 R.
9:35, 36).
En algunas ocasiones, los perros se reúnen para atacar a los hombres (Sal. 22:17, 21).
Entrenado, desde una época remota, para ayudar al pastor, a proteger a los rebaños contra las
fieras y los ladrones (Jb. 30:1). En ocasiones, ya domesticado, seguía a su dueño de lugar en
lugar (Tob. 5:11; 11:4), quedándose con él en la casa, comiendo las migas que caían de la mesa
(Mr. 7:28).
Jesús habla de los perros lamiendo las llagas del pobre, a la puerta del rico (Lc. 16:21).
Los antiguos se servían de los perros para la caza. Eran considerados como inmundos por sus
hábitos alimentarios y por sus costumbres. Llamar a alguien perro era un grave insulto (1 S.
17:43; 2 R. 8:13).
El término perro se emplea como metáfora para designar a los que son incapaces de apreciar lo
grande y lo santo (Mt. 7:6), a los cínicos y a los propagadores de falsas doctrinas (Fil. 3:2). Lo
mismo que un perro que vuelve a su vómito, vuelven ellos a los pecados que habían hecho
profesión de abandonar para siempre (2 P. 2:22; cfr. Pr. 26:11).
Se cree que «el precio de un perro» (Dt. 23:18) es una alusión a la sodomía.
Los judíos de épocas posteriores llamaban «perros» a los paganos porque, según la Ley, eran
impuros. El mismo Jesús utiliza este término para expresar, de una manera contrastada, su
doctrina de la gracia (Mt. 15:26; Mr. 7:27). Finalmente, en Apocalipsis se denomina perros a los
excluidos del cielo (Ap. 22:15).
nom, PERSECUCIÓN
ver, ANTÍOCO EPIFANES, MACABEOS, CAÍDA, REGENERACIÓN, PABLO
vet,
Desde la caída ha existido un permanente conflicto y tensión, en el interior de cada persona, y
entre las personas. Se trata de una consecuencia del pecado: la alienación del hombre caído se
extiende desde su separación de Dios y enemistad contra Él, a la enemistad contra los propios
semejantes, traducida en envidias, celos, contiendas, odios, mentiras, afán de dominio,
explotación, y muchas otras actitudes destructivas. Además, existe la mencionada dicotomía
interior, que se traduce en un estado de permanente insatisfacción.
Uno de los resultados es la persecución lanzada por parte del hombre caído, individual, colectiva
e institucionalmente, contra toda manifestación de Dios en gracia, y contra todo testimonio fiel
de parte de Dios.
La persecución puede tomar diversas formas y grados:
calumnias (Mt. 5:11);
desprecio (Jn. 8:48);
ostracismo (Lc. 6:22);
encarcelamiento (Lc. 21:12);
confiscación de bienes (He. 10:34);
muerte (Jn. 16:2).
Las causas de la persecución pueden ser individuales, como en la muerte de Abel a manos de
Caín (Gn. 4), odio popular (Hch. 21:27), o acción institucional, en un intento de conseguir una
uniformidad ideológica, como en los casos en que se exige una total sumisión al Estado (cfr. los
casos de los tres amigos de Daniel, arrojados al horno ardiente por rehusar adorar la estatua de
Nabucodonosor, (Dn. 3), así como el lanzamiento de Daniel al foso de los leones por
desobedecer la orden de no orar a Dios (Dn. 6). Elías también había sido perseguido en el intento
de Jezabel y Acab de imponer el culto a Baal en el reino de Israel; también muchos profetas del
Señor sufrieron la muerte a manos de estos impíos reyes (1 R. 19; cfr. 18:1-4). Durante la
dominación persa se promulgó un edicto por todo el imperio de Persia, a instigación de Amán
agagueo, para que se diera muerte a todos los súbditos judíos (Est. 3). El motivo aducido era el
de conseguir la uniformidad de comportamiento (cfr. Est. 3:8). Pero la más cruenta de las
persecuciones que sufrieron los judíos en la época del AT fue la de Antíoco Epifanes, que quiso
helenizar totalmente su imperio, y ordenó la implantación de la cultura, religión y costumbres
griegas también en Palestina. Habiendo profanado el Templo y dado cruel muerte a muchos
judíos que persistían en permanecer fieles a la Ley de Moisés, los judíos finalmente se rebelaron
y, acaudillados por Matatías y después por su hijo Judas Macabeo, se liberaron del yugo sirio
(véanse ANTÍOCO EPIFANES y MACABEOS). En He. 11:36-38 se da una vívida imagen de
las persecuciones sufridas por los testigos fieles del AT, «de los cuales el mundo no era digno».
En el NT siguen las persecuciones contra el testimonio y los testigos de Dios. Cristo predice la
persecución (Mt. 16:21; 17:22, 23; Mr. 8:31) y la sufre personalmente:
en Nazaret intentaron despeñarlo (Lc. 4:16-30),
y varias veces tuvo que salir de la vista pública, porque las autoridades intentaban matarlo (Jn.
7:1, 25, 32; 10:31, 39, 40; 11:7-9, 16; 47:54, 57, etc.).
El Señor presentó las persecuciones a los Suyos como prueba de discipulado (Mr. 4:17), y
declaró bienaventurados a los que debieran sufrir persecución por causa de Su nombre (Mt. 5:10-
11). Señaló que el discípulo no podía ser mayor que su Señor. Si habían perseguido al mismo
Señor, ¿cómo no perseguirían también a los discípulos? (cfr. Jn. 15:20). Finalmente, el Señor fue
entregado, «por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios», y prendido y
muerto por manos de inicuos (cfr. Hch. 2:23). De esta manera, el Creador de todo sufrió la
persecución y la muerte de manos de Sus propias criaturas, hecho éste indicador de la
profundidad de la enemistad instintiva del hombre en su pecado contra Dios y contra Su
manifestación personal en la tierra, poniendo en evidencia lo desesperado de su situación, de su
necesidad de la gracia. Obsérvese también que la persecución sufrida por Cristo fue religiosa,
mostrándose con ello cómo la religiosidad no es garantía alguna de llegar a la relación con Dios,
por cuanto el sentido religioso del hombre está también pervertido por la caída (véase CAÍDA).
El hombre no necesita «religión», sino un nuevo nacimiento (véase REGENERACIÓN).
Como el Señor ya había indicado, el caminar de los cristianos estaría marcado por persecuciones.
Una vez resucitado, indicó de manera personal a Pedro que él mismo daría testimonio hasta la
muerte (Jn. 21:15-22).
Las primeras persecuciones contra los cristianos fueron instigadas por las autoridades judías. Al
principio, en medio de las presiones a que fueron sometidos los apóstoles por parte del sanedrín,
se dio un toque de moderación con el prudente consejo de Gamaliel (Hch. 5:34). Sin embargo,
pronto se olvidaron de aquel llamamiento a la prudencia, y se desató una encarnizada campaña,
que tuvo su inicio cruento con el asesinato de Esteban (Hch. 7:1-60), al que siguió una «gran
persecución» (Hch. 8:1). Saulo de Tarso se destacó en su celo contra el naciente cristianismo
(véase PABLO) (cfr. Hch. 22:4). El rey Agripa hizo encarcelar y dar muerte a Jacobo, el
hermano de Juan (Hch. 12:2). A continuación, hizo encarcelar a Pedro, que fue liberado por una
intervención sobrenatural de Dios, que envió a Su ángel (Hch. 12:7-11). La implacable oposición
de los judíos a la naciente Iglesia queda reflejada en las palabras de Pablo en 1 Ts. 2:14, 15.
Los judíos trataron continuamente de eliminar a Pablo, intentando darle muerte en varias
ocasiones (Hch. 14:2-6, 19-20; 17:1-9, 13; 18:12 ss.; 21:27-32 ss.; 23:12-22 ss.; cfr. 2 Co. 11:24,
etc.).
También se dieron desde el principio persecuciones de parte de elementos paganos (Hch. 16:11-
40; 19:23-41), pero se trataba de explosiones de ira por el desagrado con que ciertos elementos
veían esta fe que se iba extendiendo; oficialmente, los primeros años fueron de abierta tolerancia
por parte de las autoridades. Ramsay señala que la apelación de Pablo a Nerón tenía entre otros
propósitos el de establecer el hecho de que el Evangelio podía ser legítimamente predicado sin
prohibición alguna del Imperio, tratándose de una «religio lícita» (religión legal) («St Paul the
Traveller and the Roman Citizen», p. 308). Pero ya en el NT se advierte el gran cambio en la
política oficial del Imperio en sus tratos con el cristianismo entre la absolución de Pablo y su
segundo encarcelamiento, al acusar Nerón a los cristianos del incendio de Roma (julio del año 64
d.C.). Esta persecución está reflejada en los «Anales» de Tácito (15:44), en los que él mismo
considera a los cristianos como la hez de la tierra, haciéndose eco de las calumnias que corrían
entonces contra ellos (cfr. 1 P. 4:12 ss.; 2 Ti. 4:16).
Los cristianos, en común con los judíos, se negaban a dar adoración al emperador. Después de la
persecución de Nerón este hecho vino a ser importante entre las razones que el Imperio Romano
tenía para perseguirlos. Las persecuciones llevaron al apóstol Juan al destierro en la isla de
Patmos, y allí escribió el Apocalipsis; en este libro podemos entrever la persecución que se
estaba dando en Asia. En Esmirna había sufrimiento, persecuciones de parte de los judíos, cárcel
y tribulación para los creyentes, a los que les era prometida la corona de vida (Ap. 2:10); en
Pérgamo se había dado muerte a Antipas, un fiel testigo del Señor (Ap. 2:13); se menciona la
paciencia de los creyentes de Éfeso y de Tiatira (Ap. 2:2, 19); en Filadelfia los creyentes habían
sufrido presiones para que negaran a Cristo; allí las persecuciones habían partido también del
judaísmo (Ap. 3:8-9); no hay, sin embargo, mención de persecución en Sardis ni en Laodicea. Es
posible que allí los cristianos se hubieran asimilado tanto a los valores y forma de vida del
paganismo, que no causaran inquietud (Ap. 3:1-6, 14-22).
Con sus persecuciones, Roma buscaba establecer el principio de la absoluta lealtad de los
ciudadanos al estado, con todos los mecanismos posibles, incluyendo el de la adhesión religiosa
con la adoración al emperador. En contraste con esta postura del Imperio, el cristianismo
demanda una lealtad primaria y absoluta a Dios (cfr. Hch. 4:18-20). El cristiano es intimado a
obedecer a las autoridades terrenas por causa de la conciencia, por cuanto su autoridad está
derivada de la de Dios (cfr. Ro. 13:1-14). Sin embargo, este principio era subversivo para la
concepción romana, que demandaba una lealtad absoluta y condicional, no derivada. El
paganismo se dio cuenta instintivamente de lo radical de la oposición de conceptos, e intentó
destruir el cristianismo. Los perseguidores más encarnizados de los cristianos fueron
generalmente los emperadores «ilustrados»:
Trajano,
Antonino Pío,
Marco Aurelio (el emperador filósofo),
Septimo Severo.
En particular fueron muy cruentas las persecuciones de Decio en el año 250 d.C. y
la de Valeriano, su sucesor.
Bajo Gallienus, que lo siguió, se dio un edicto de tolerancia, que fue revocado por
Diocleciano, que lanzó una encarnizada persecución, en el año 303 d.C., con el propósito
declarado de destruir de debajo del cielo el nombre de los cristianos. Especial atención tuvo la
destrucción de los escritos sagrados del cristianismo, desapareciendo gran cantidad de copias del
NT.
Así, durante casi doscientos cincuenta años la mera profesión de cristianismo fue considerada, en
el Imperio Romano, un delito merecedor de los más terribles suplicios y de la muerte. En el año
313 Constantino promulgaba el Edicto de Milán, mediante el cual se establecía la libertad de
profesar y practicar el cristianismo.
Sin embargo, continuaron las persecuciones, aunque tomando ahora otro carácter. La Iglesia
cayó víctima del afán de poder y, pervirtiendo sus valores, se alió con el mundo, intentando
establecer su dominio, identificando el Reino de Dios con el dominio de la Iglesia. Empezaron
las persecuciones de los disidentes, de los judíos y de los mismos paganos por parte de la Iglesia
oficial, que buscaba a su vez imponer la uniformidad, desobedeciendo las advertencias de Cristo
(Mt. 13:27-28; 26:51-52). Como resultado, muchos protestaron separándose de tal estado de
cosas, para ser a su vez perseguidos. La historia de la cristiandad es una triste historia de
matanzas, cruzadas, intrigas y persecuciones, iluminada sólo por el actuar de minorías que han
buscado ser fieles al Señor Jesucristo, minorías de cristianos fieles que han conocido y siguen
conociendo la persecución en grandes extensiones de nuestro mundo actual, en manos de
regímenes totalitarios que exigen una lealtad absoluta que el cristiano ni puede ni debe dar más
que a Dios. Así, los creyentes han conocido, al igual que otros no creyentes, los horrores de la
Inquisición, y, en la actualidad, la sospecha, la calumnia, el control y la cárcel, malos tratos, y
muerte, provenientes de poderes inspirados por diversas ideologías, ateas, islámicas, paganas y
neopaganas, que tienen en común su odio contra el evangelio de la gracia de Dios. Se sigue
cumpliendo la declaración divina por medio de la pluma de Pablo de que «todos los que quieren
vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución» (2 Ti. 3:12). Y los cristianos somos
llamados a la mutua asistencia en el común padecimiento con aquellos que sufren, en la
comunión del cuerpo de Cristo (1 Co. 12:26). La situación de persecución en la que nació la
Iglesia sólo acabará sobre la tierra cuando finalice el conflicto de los siglos con el
establecimiento del Reino de Dios con poder. Ahora la justicia sufre (cfr. Mt. 5:6, 10); en la
venida de Cristo, la justicia reinará (cfr. Mt. 6:33; Is. 32:1; 42:1 ss., etc.); en los cielos nuevos y
la tierra nueva la justicia morará (2 P. 3:13). Además de la consciencia de la victoria final, el
cristiano sabe también que Cristo ya ha vencido al mundo (Jn. 16:33), y que «en todas estas
cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Ro. 8:35-39).
Bibliografía:
Eusebio de Cesarea: «Historia Eclesiástica» (B.A.C., Madrid, 1973);
Fisher, J. P.: «Historia de la Reforma» (Clíe, Terrassa, 1984);
Forbush, W. B.: «Fox's Book of Martyrs» (Zondervan, Grand Rapids, 1975);
Green, M,: «La evangelización en la iglesia primitiva» (Certeza, Buenos Aires, 1979);
Llorente, J. A.: «Historia crítica de la Inquisición en España» (Ed. Hiperión, S. L., Madrid,
1980);
Miller, A.: «Miller's Church History» (Pickering and Inglis, Londres, s/f);
Pressensé, E. de: «Histoire des trois premiers siècles de l'Église chretienne» (Paris, 1858-1869);
Soljenitsin, A.: «Archipiélago Gulag» (dos tomos, Plaza y Janés, Barcelona, 1974, 1977);
Wurmbrand, R.: «The Soviet Saints» (Hodder and Stoughton, Londres, 1968).
La tabla genealógica de las naciones no menciona a los persas (Gn. 10), cuyo poderío político no
se manifestó hasta muchos siglos después de Moisés. Hacia el año 700 a.C., Persia estaba entre
los países aliados al Elam. Teispés, caudillo tribal, de la dinastía de los aqueménidas, conquistó
Elam, proclamándose rey del territorio de Anzán (en el Elam). Tuvo dos líneas de descendientes:
una de ellas reinó sobre Anzán, y la otra se quedó en Persia. Ciro II, biznieto de Teispés, accedió
al trono de Anzán hacia el año 558 a.C., y fue el forjador de la unidad de Persia. Hacia el año
550 Ciro conquistó Media; en el año 546, Lidia, en Asia Menor; en el año 539, Babilonia.
Permitió que los exiliados judíos retornaran al país de Israel (véase CIRO). Su hijo Cambises le
sucedió en el año 529. Celoso de su hermano Smerdis (Bardiya), lo hizo matar en secreto. En el
año 525, Cambises conquistó Egipto, y permaneció allí durante tres años. Un mago, llamado
Gaumata, consiguió hacerse pasar por Smerdis (por lo que se le da el nombre de pseudo-
Smerdis), y reinó durante siete meses del año 522, año de la muerte de Cambises; se ha hecho la
suposición de que se suicidó. Darío I, hijo de Histaspes, era por lo que parece, el pariente más
cercano de Ciro, cuya línea directa había quedado extinguida. Darío I comenzó a reinar el año
521 a.C. Su accesión al trono provocó una revuelta general de las provincias. El soberano
reprimió la insurrección y reorganizó el Imperio, que se extendía desde la India hasta las islas
griegas y el Danubio; para la administración del Imperio lo dividió en veinte satrapías. Es bajo
Darío I que los judíos reconstruyeron el Templo de Jerusalén. Murió en el año 486 a.C. (véase
DARÍO, b). Su hijo y sucesor, Jerjes I, es el Asuero del libro de Ester y, probablemente de Esd.
4:6. Reconquistó Egipto, e intentó invadir Grecia, pero su ejército fue aplastado (véase
ASUERO, b). Jerjes I reinó 21 años y fue asesinado en el año 465 a. C. Artajerjes Longimano, su
hijo y sucesor, de carácter más elevado pero voluble y débil, no fue hostil a los judíos. Permitió
que Esdras llevara a numerosos judíos a Jerusalén y autorizó a Nehemías a la reconstrucción de
las murallas (véase ARTAJERJES). Este soberano que murió en el año 424 a.C., reinó 40 años.
Lista de sus sucesores y fechas de accesión al trono:
424 Jerjes II
424 Sogdanio
423-404 Darío II Nothus (el ilegítimo)
404-359/8 Artajerjes II Mnemón (dotado
de una extraordinaria memoria)
359/8-338/7 Artajerjes III Ochus
338/7-336/5 Arsés
336/5-331 Darío III Codomano, que fue
vencido por Alejandro Magno
en el año 331 a.C., siendo el último
soberano del decadente imperio
persa. (Véase DARÍO, c).
Las capitales de los reyes de Persia eran:
Persépolis (2 Mac. 9:2);
Susa (Neh. 1:1; Est. 1:2).
Acmeta (Esd. 6:2; Ant. 10:11, 7), conocida también como Ecbatana, y
Babilonia en cierta medida (Esd. 6:1).
Al autorizar a los judíos a volver a su país en el año 538 a.C., Ciro el Magno no les concedió la
independencia. Debían obedecer a los gobernadores designados por el rey de Persia (Neh. 3:7), y
formaban parte de la satrapía de «más allá del río» (Esd. 8:36), que comprendía a Siria, Palestina,
Fenicia y Chipre (Herodoto 3:91). El sometimiento de los judíos a los persas duró 207 años:
desde la entrada de Ciro en Babilonia en el año 539 a.C. hasta el 339, año en el que Alejandro
Magno culminó la conquista de Palestina.
B. Religión:
Los reyes de Persia practicaban la religión de Zaratustra (Zoroastro), que no imponían a sus
súbditos. Este sistema (mazdeísmo) distingue a Dios de la naturaleza, al espíritu de la materia, y
no admite ninguna representación de la divinidad. Enseña la existencia de dos principios
opuestos: el bien y el mal; la luz y las tinieblas. Hay dos reinos de espíritus:
(a) Una jerarquía de ángeles y de arcángeles, dirigidos por Ahura-Mazda (en lenguaje moderno
Ormuz), dios sapientísimo, totalmente espiritual, asistido por siete espíritus santos, que ejecutan
su voluntad y expresan sus atributos. Ahura-Mazda dirige asimismo a mil genios benefactores.
(b) El reino de los malos espíritus, dirigidos por Ahrimán, el enemigo espiritual.
La religión de Zoroastro recomendaba la lucha contra el mal, la práctica del bien, la búsqueda de
la pureza de pensamientos, de palabra y de acción. La inmortalidad y el cielo serán la
recompensa para las almas de los santos. Ahura-Mazda ha creado lo bueno: el fuego, el aire, la
tierra, el agua, tenido todo ello como sagrado (véase MAGOS). El judaísmo tardío refleja una
cierta influencia de la dominación persa.
El imperio persa cayó bajo el yugo de los macedonios, y después bajo el de los partos. En el año
208 d.C., Ardaschir, fundador de la dinastía de los sasánidas, echó los cimientos de un nuevo
imperio persa. En el año 224, venció y dio muerte a Artábano V, último rey de los partos. Los
sasánidas se opusieron con éxito a la expansión de los romanos por Oriente. En el año 637 y 641
d.C., Yezdedjerd III, el último monarca sasánida, fue derrotado por los musulmanes, que se
apoderaron de Persia. Ciertos persas, que rehusaron someterse al Islam, huyeron a los montes y a
los desiertos. En el siglo VIII d.C., una gran cantidad de ellos se refugiaron en la India. Sus
descendientes siguieron practicando el mazdeísmo. Reciben el nombre de «Parsis». La actual
Persia recibe el nombre de Irán.
C. Arqueología:
Las excavaciones llevadas a cabo en Persépolis por el Instituto Oriental de la Universidad de
Chicago, de 1931 a 1939, exhumaron los esplendores de la antigua capital persa.
Descubrimientos notables:
el palacio de Darío (el Tachara),
la sala de las cien columnas,
la puerta de Jerjes,
el harén de Darío y de Jerjes,
el palacio de Jerjes (el Hadish),
e incluso el tesoro real.
Se ha descubierto en Ecbatana una inscripción de Artajerjes II Mnemón recordando la
construcción de un palacio. En Susa se ha sacado a la luz el magnífico palacio real iniciado por
Darío I, completado después y embellecido por sus sucesores. La decoración, de gran perfección,
estaba hecha con ladrillos esmaltados con relieves de animales fabulosos y de toros. El friso de
los arqueros de Susa es particularmente célebre (una parte de él está expuesta en el Museo del
Louvre en París).
nom, PÉRSIDA
tip, BIOG MUJE MUNT
vet,
= «persa».
Cristiana de Roma, que había trabajado celosamente para el Señor.
Pablo la hace saludar (Ro. 16:12).
nom, PESAS Y MEDIDAS
tip, MEDI
ver, RAS SHAMRA
vet,
Los datos que se hallan en la literatura judía y de los otros pueblos acerca de pesas y medidas no
pueden ser convertidos a pesas y medidas de nuestra época con un rigor matemático. Al igual
que sucede con las medidas europeas anteriores a la implantación del sistema métrico, había
patrones diversos y cambiantes, que nunca habían sido rigurosamente determinados. Las mismas
relaciones establecidas por los autores antiguos entre las medidas hebreas y los patrones
babilonios, griegos o romanos no tienen una precisión absoluta. En cuanto al sistema judío, éste
se vio influenciado sucesivamente por los sistemas de los imperios vecinos de Palestina, y los
mismos eruditos israelitas no concuerdan en sus evaluaciones.
I. Pesos.
Los hebreos se servían de balanzas y de pesos (Lv. 19:36). El oro y la plata eran pesados, al igual
que las mercancías (Jer. 32:10). Los principales pesos eran:
(A) El talento (gr. «taulaton», heb. kikkãr; «redonda», «óvalo»; 1 R. 9:14).
(B) La mina, o maneh (gr. «mnã», heb. «mãneh», ac. «manû»: en estas dos lenguas la raíz
significa «contar»; 1 R. 10:17.
(C) El siclo, o «shekel», «peso» (Éx. 30:13).
(D) La gera, probablemente del ac. «geru», que valía primitivamente 1/20 de siclo (Éx. 30:13).
(E) La beka, o 1/2 siclo (Gn. 24:22; Éx. 38:26).
(F) La libra (gr. «litra»; Jn. 12:3; 19:39), equivalente a la libra romana de alrededor de 327 gr.
Las excavaciones han dado asimismo algunas indicaciones acerca de unas equivalencias
aproximadas de los antiguos pesos israelitas. Casi todos los pesos primitivos de los israelitas eran
de piedra. En Laquis se ha encontrado un peso que llevaba la inscripción «neseph»: pesaba 10,5
g.; una decena de pesos del mismo género tienen entre 9,28 g. y 10,21 g.; dos pesos de piedra,
con la inscripción «pym», es decir, 2/3 de siclo; estos dos pesos pesan 8,13 y 7,8 g.; finalmente,
dos pesos con la inscripción «beka'», que pesan 6,15 y 6,09 g. La mayor parte de estos objetos de
Laquis datan probablemente del final del siglo VII y del inicio del siglo VI a.C. La existencia de
pesos del mismo nombre pero de peso diferente permite admitir que los patrones palestinos
diferían mucho según las diferentes localidades. Por otra parte, las balanzas carecían de
exactitud.
En Babilonia y Asiria, 60 siclos equivalían a una mina. En estas regiones se distinguía entre los
pesos ligeros (talentos, minas y siclos) y los pesos pesados de las mismas denominaciones. Estos
segundos equivalían a exactamente el doble de los primeros. Había asimismo patrones locales,
además de la maneh (mina) sumeria. Unas minas conservadas en el Museo Británico pesan desde
423 a 570 g., en tanto que una cierta mina babilónica, de peso mediano, no pesa más que 505 g.
Se distinguen tres patrones para la mina babilónica. Según las constataciones hechas, el siclo no
tenía siempre el mismo peso. En Ras Shamra (a 40 Km. al suroeste de Antioquía) se empleaba la
mina de 50 siclos (véase RAS SHAMRA para una discusión acerca de las cuestiones
cronológicas suscitadas).
Entre los hebreos se puede establecer una tabla aproximada como sigue:
gera 1/20 de siclo 0,82 g.
beka 1/2 siclo 8,02 g.
siclo = 16,04 g.
mina 50 siclos= 820 g.
talento 3.000 siclos= 49.200 g.
Sin embargo, hay una gran incertidumbre acerca de los dos últimos pesos. La mina valía 15, 50,
60 o incluso pudiera ser que 100 siclos. Asimismo, las estimaciones varían entre 30 y 50 minas.
nom, PESEBRE
tip, UTEN
vet,
(gr. «Phatnê», Lc. 2:7, 12; 13:15; Is. 1:3).
Ya aparecen los pesebres en la Ilíada (10:568; 24:280; Herodoto 9:70).
En Palestina, el establo se encuentra ordinariamente en la casa del propietario; una parte del
interior está provista de pesebres en forma de cajas, hechas de piedras unidas con cemento. Este
término tiene interés por su relación con el nacimiento del Señor Jesús (Lc. 2:7-16). Se han
expresado dudas acerca de si significa estrictamente el comedero, o si se refiere más
ampliamente al local en que se guardaba el ganado. Con esto concuerda la Vulgata, «praesepe»,
así como la versión Peshito-Siríaca.
El término «phatnê» aparece en la LXX en 2 Cr. 32:28; Jb. 6:5; 39:9; Pr. 14:4; Is. 1:3; Jl. 1:17;
Hab. 3:17.
nom, PESTE
tip, MDIC
vet,
La peste es una enfermedad contagiosa, frecuentemente epidémica; en la India se mantiene desde
hace mucho tiempo en forma endémica.
La Biblia la presenta frecuentemente como un azote de Dios (Éx. 9:15; Lv. 26:25; Dt. 28:21),
que Él suscita por medio de causas secundarias. La guerra, el hambre y la peste son castigos que
siguen el uno al otro (Éx. 6:11).
Cuando la guerra se desata sobre una región, los enemigos se apoderan de las cosechas,
destruyéndolas; los campesinos dejan de cultivar las tierras. Las ciudades asediadas no pueden
conseguir suministros. El hambre, la mortandad y la insalubridad favorecen la aparición de la
peste.
nom, PETOR
tip, CIUD
sit, a4, 225, 79
vet,
Ciudad cercana al Éufrates (Nm. 22:5), cerca de los montes de Aram (Mesopotamia) (Nm. 23:7;
Dt. 23:4).
Salmansar II de Asiria arrebató Petor a los heteos, y le dio el nombre de Pitru.
En la lista de Tutmose III de Egipto se halla entre las ciudades sirias.
Esta ciudad se hallaba sobre la ribera occidental del Éufrates, cerca del río Sagura, que en la
actualidad lleva el nombre de Sajur, a algunos Km. al sur de Carquemis.
nom, PETRA
tip, CIUD
ver, SELA
sit, a4, 198, 299
vet,
Nombre gr. de Sela. Ciudad de Edom. (Véase SELA).
nom, PI-HAHIROT
ver, RAMESÉS, HICSOS, EGIPTO, ÉXODO
vet,
Pi-hahirot y arqueología. El Monolito de el Arish, en el museo de Ismailía fue descubierto algo
después de 1860; en 1890 se hizo una traducción parcial del texto (F. L. Griffith); no fue hasta
1936 que se hizo un intento serio de traducirlo totalmente (G. Goyon «Les travaux de Chou et las
tribulations de Geb d'après le Naos 2248 d'Ismailia», Kêmi, «revue de philologie et d'archéologie
egyptiennes et coptes» VI, 1936, 1-42). En este monolito se menciona que «...su majestad de
Shou fue a la batalla contra los compañeros de Apopi» (véase HICSOS, d). El rey y su ejército
no volvieron: «Cuando la majestad de Ra-Harmachis luchó contra los malhechores en esta
charca, los malhechores no prevalecieron contra su majestad. Su majestad saltó al llamado
«Lugar del Torbellino» (Griffith: «The Antiquities of Tell el-Yahudiyeh», Londres, 1890, p. 73).
La marcha de Faraón tuvo lugar en medio de una gran perturbación telúrica y una tempestad que
ennegreció la tierra. El texto continúa: «Su majestad... (aquí faltan palabras) halla en este lugar
llamado Pi-Kharoti.» Unas pocas líneas después se afirma que fue arrojado por una gran fuerza,
y echado por los aires por el torbellino de agua alto. Fue al cielo. Esta mención, el paralelismo de
los acontecimientos, la mención de «Apopi» como enemigo del soberano egipcio (véase
HICSOS, d), la identificación de los hicsos con los amalecitas (véanse EGIPTO, a, c; ÉXODO,
b; HICSOS), lleva a la conclusión de que en este monolito tenemos un relato paralelo al de la
Biblia acerca de la huida de los hebreos de Egipto, de la muerte de Faraón en Pi-hahirot («ha» es
en heb. el artículo determinado, equivaliendo así el Pi-kharoti egip. con el Pi-[ha]hirot heb. Se ha
de tener en cuenta que las vocales de la traducción del egip. son una conjetura). Así, aunque no
se conoce la situación de Pi-hahirot, aparece una mención independiente del lugar y
circunstancias mencionados en la Biblia.
Véase PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO.
nom, PILATO
tip, BIOG HOMB HONT
ver, PROCURADOR
vet,
Su nombre entero era Poncio Pilato (Mt. 27:2).
Poncio, en lat. «Pontius», indicaba su relación, por descendencia o adopción, con el «gens» de
Pontii. Pilato podría derivar de «Pilatus», armado de «pilum», o jabalina; también podría
provenir de «Pileatus», llevando el «pileus», gorro de fieltro, emblema de la libertad, reservado
al esclavo libertado.
Quinto procurador de Judea, a partir de la destitución de Arquelao por Augusto, en el año 6 d.C.
(véase PROCURADOR). Por medio de la influencia de Séjano, fue designado procurador de
Judea por Tiberio, hacia el año 26 d.C., para suceder a Valerio Grato.
Llegó a Judea el mismo año de su nominación. Su esposa lo acompañó (Mt. 27:19). Durante
mucho tiempo la ley romana no autorizó a que un gobernador llevara a su esposa a una provincia
no pacificada, pero Augusto sí lo permitió (Tácito, Anales 3:33).
En contra de la política de los procuradores precedentes, Pilato envió a Jerusalén un
destacamento militar con sus enseñas. Ordenó que se entrara en la ciudad por la noche, con las
enseñas provistas de águilas de plata y de pequeñas imágenes del emperador, para provocar a los
judíos. Una buena cantidad de ellos acudió a Cesarea, la residencia del procurador, para exigir la
retirada de las enseñas. Pilato intentó intimidarlos, pero, al ver que estaban dispuestos a dejarse
matar en masa, accedió al final a su petición (Ant. 18:3, 1; Guerras 2:9, 2 y 3).
Más tarde tomó del tesoro del Templo el dinero sagrado (corbán), para emplearlo en la
construcción de un acueducto para llevar a Jerusalén el agua de las regiones montañosas del sur
de la capital. El uso secular de un dinero consagrado a Dios provocó una sublevación. Cuando el
procurador llegó a Jerusalén, los judíos asediaron su tribunal. Pilato, enterado ya de la rebelión,
mezcló entre la multitud a soldados disfrazados, escondiendo garrotes y puñales. Cuando la
agitación llegó a su paroxismo, Pilato dio la señal esperada por los soldados. Numerosos judíos
murieron asesinados o atropellados por la multitud al huir. No parece haberse dado otra sedición.
Pilato finalizó el acueducto, pero se hizo odioso a los judíos (Ant. 18:3, 2; Guerras 2:9, 4).
Cuando estaba en Jerusalén, se alojaba en el palacio de Herodes. Hizo colgar después unos
escudos de oro, cubiertos de inscripciones idolátricas relativas a Tiberio, aunque sin la efigie del
emperador. El pueblo suplicó en vano a Pilato que los quitara. Los nobles de Jerusalén enviaron
entonces una petición a Tiberio, que ordenó al procurador que llevara los escudos a Cesarea
(Filón, «Legat ad Gaium», 38).
Una carta de Agripa I, citada por Filón, presenta a Pilato como un hombre de carácter inflexible,
tan implacable como obstinado. Agripa temía que los judíos fueran a acusar a Pilato ante el
emperador de corrupción, violencia, ultrajes al pueblo, crueldad, ejecuciones continuas sin
previo juicio, y atrocidades carentes de sentido.
Pilato era procurador cuando Juan el Bautista y Jesús comenzaron sus ministerios (Lc. 3:1). Los
procuradores de Judea acudían habitualmente a Jerusalén con ocasión de las grandes fiestas,
durante las que se reunían multitudes de judíos. Es posible que fuera durante una de estas
solemnidades que Pilato derramó la sangre de algunos galileos en la zona del Templo donde se
ofrecían los sacrificios (Lc. 13:1, 2). Los galileos eran propensos a exaltarse durante las fiestas
(Ant. 17:10, 2 y 9). Los ejecutados por Pilato habían intentado seguramente iniciar una
sublevación. Es indudable que una ejecución tan sumaria de algunos de sus súbditos enfurecería
a Herodes Antipas; fuera cual fuera la causa de la enemistad entre él y Pilato, el rencor de
Herodes se apaciguó cuando el procurador reconoció la jurisdicción del tetrarca en las cuestiones
concernientes a galileos (Lc. 23:6-12), lo que sucedió cuando hubo el proceso al Señor Jesús.
La carrera de Pilato y la forma en que trató a Jesús revelan su carácter: mundano, dispuesto a
juzgar con justicia siempre y cuando ello no le implicara ningún inconveniente personal.
Dispuesto a cometer un crimen que le fuera de provecho, y sin preocuparse por sus deberes, sino
por sus intereses. Habiendo proclamado tres veces la inocencia de Jesús, y sabiendo que su deber
era liberarlo, no lo hizo para no hacerse más impopular entre los judíos. Ordenó la flagelación de
Cristo, no habiéndolo hallado culpable de nada. Dejó después que los soldados romanos, que se
hubieran detenido a la menor indicación de su parte, torturaran de nuevo al preso. Cediendo al
final al clamor de los judíos, Pilato accedió a la demanda de ellos, entregando a Jesús a la muerte
en la cruz (Mt. 27; Lc. 23).
La carrera de Pilato quedó bruscamente interrumpida. Un impostor samaritano incitó a sus
compatriotas a seguirle en el monte Gerizim, para buscar unos vasos de oro escondidos por
Moisés y que provendrían del Tabernáculo. Se ha de señalar que Moisés jamás había estado en el
monte Gerizim, por cuanto no le fue permitido cruzar el Jordán. Los samaritanos, engañados, se
reunieron al pie de la montaña, listos para la ascensión. Como los desventurados iban armados,
Pilato situó caballería e infantería en todos los caminos que conducían a Gerizim. Atacaron a
estos buscadores de tesoros, dando muerte a muchos de ellos, y tomando a otros como
prisioneros, ejecutándolos posteriormente. Los samaritanos denunciaron la crueldad de Pilato al
legado de Siria, Vitelio, de quien dependía el procurador. Éste designó a otro procurador,
ordenando a Pilato que se dirigiera a Roma para justificarse ante el emperador. Tiberio murió el
16 de marzo del año 37, antes de la llegada de Pilato (Ant. 18:4, 1 y 2). La tradición informa que
Pilato fue desterrado a las Galias, a Viena sobre el Ródano, y que se suicidó.
Existen numerosos «Hechos de Pilato» (Acta Pilati), pero se contradicen entre sí y son
considerados como apócrifos.
nom, PIBESET
tip, CIUD
sit, a4, 73, 282
vet,
(egip. «casa de la diosa Bast»)
Ciudad egipcia (Ez. 30:17). Su nombre gr. era Bubastos, Bubastis (Herodoto 59:137). Esta
localidad, que en la actualidad se llama Tell Basta se encuentra en el Delta del Nilo sobre la
ribera occidental de la rama Pelusíaca del Nilo a unos 72 Km al oeste-suroeste de la Zoán
bíblica.
Entre las ruinas de Pibeset se hallan los vestigios de lo que fuera un soberbio templo de granito
rojo dedicado a Bast, la diosa con cabeza de gata.
nom, PICOL
tip, BIOG HOMB HOAT
vet,
Capitán del ejército de Abimelec, rey de Gerar, estuvo presente durante la celebración de un
pacto entre Abimelec y Abraham. También asistió a la alianza de Isaac con Abimelec, o con su
sucesor que llevaba su mismo título (Gn. 21:22; 26:26).
nom, PIE
tip, COST TIPO
vet,
Debido al polvo del camino, y a lo descubiertos que se llevaban los pies, sin calcetines ni medias,
era preciso lavarse los pies con mucha frecuencia. A la llegada a una casa, el dueño de ella, o un
siervo, lavaba los pies del visitante; como mínimo, se debía presentar agua para poderse lavar
(Gn. 18:4; Lc. 7:44). Así, lavar los pies vino a ser una expresión denotando el hecho de mostrar
hospitalidad (1 Ti. 5:10). La prestación de este servicio de manera voluntaria denotaba una gran
devoción; Jesús dio una gran lección de humildad al lavar los pies de Sus discípulos (Jn. 13:4-
15).
Para indicar un trabajo muy humilde se usaba la expresión «desatar las correas de las sandalias»
(Mr. 1:7; Lc. 3:16; Jn. 1:27).
Para expresar condena y separación, se sacudía el polvo de la ciudad de los pies de uno de una
manera pública (Mt. 10:14; Hch. 13:51).
Para expresar el cuidado de Dios sobre Su pueblo durante la peregrinación en el desierto, Moisés
les dice: «Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta
años» (Dt. 8:4; cfr. 29:5).
Como expresión de dominio, se ponía el pie sobre el cuello del vencido (Jos. 10:24, etc.).
Son numerosas las expresiones que se usan en la Biblia con el término «pie»:
«Cubrirse los pies» se usa eufemísticamente de «hacer las necesidades» (1 S. 24:3).
«Hablar con los pies» denota la gran gesticulación con que hablan los orientales, y con la que
dan a sus palabras un énfasis y matiz adicionales (Pr. 5:13).
«sentado a los pies», para denotar a un discípulo recibiendo enseñanza, (Dt. 33:3; heb. lit.: Lc.
10:39; Hch. 22:3).
Hay frecuentes referencias a los pies en cuanto a la conducción por Dios de los Suyos (cfr. Sal.
91:12, que tiene además aplicación mesiánica; Sal. 121:3). Se hace referencia al andar moral en
relación con Dios y los demás (Sal. 73:2; Jb. 23:11; 31:5).
Aplicado a los que traen gratas nuevas, «los pies» son un sinónimo de «la llegada» (cfr. Is. 52:7).
nom, PIEDAD
tip, DOCT
vet,
(heb. «ghãhseed», «piadoso», Sal. 4:3; «santo», Sal. 32:6; «rahghãmeem», «piedades», Sal. 25:6;
gr. «thesebeia», «adoración» o «reverencia» a Dios, «temor reverencial a Dios», 1 Ti. 2:10;
«eusebeia», etim. «adorar bien», y de ahí «piedad hacia Dios»; lat. «pietas»).
Es un afecto y respeto hacia Dios y los padres. Al clamar: «misericordia quiero, y no sacrificio, y
conocimiento de Dios más que holocaustos» (Os. 6:6; «misericordia» es el término traducido en
otros pasajes por piedad), el Señor demanda una respuesta de corazón, un don de todo el ser, en
lugar de una religión formalista que cumpla mecánicamente los sacrificios ordenados por la Ley.
Pablo, que usa en varias ocasiones este término, escribe a Timoteo: «Ejercítate para la piedad...
la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera» (1 Ti.
4:7-8).
La encarnación y la glorificación de Cristo constituyen el gran misterio de la piedad (1 Ti. 3:16).
La sana doctrina es «conforme a la piedad», por cuanto ambas cosas son inseparables (1 Ti. 6:3).
La piedad es nuestra principal fuente de ganancia aquí abajo (1 Ti. 6:6), y debemos buscarla
intensamente (1 Ti. 6:11), para vivir verdaderamente «en toda piedad» (1 Ti. 2:2; Tit. 2:12; cfr. 2
P. 1:6).
La marca de la apostasía es la de tener «apariencia de piedad, pero negar(án) la eficacia de ella»
(2 Ti. 3:5). Así, debemos dar a Dios un culto que le sea agradable «con temor y reverencia» (He.
12:28).
El hombre piadoso de los Salmos es objeto de la bendición y protección del Señor (Sal. 4:3;
32:6; 86:2). Los judíos y los prosélitos piadosos acogieron felices la predicación del Evangelio
(Lc. 2:25; Hch. 2:5; 8:2; 10:2; 13:43). Tanto en nuestros días como entonces, «todos los que
quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución» (2 Ti. 3:12). El mismo Dios
da a los creyentes todo aquello que pertenece a la vida y a la piedad, y no dejará de librar de las
pruebas a todos los hombres piadosos (2 P. 1:3; 2:9).
La piedad se ejerce también en el seno de la familia y hacia los padres: viene a ser la piedad
filial, particularmente grata a Dios. Por cuanto si uno no se cuida de los suyos, y principalmente
de los de su familia, ha renegado de la fe, y es peor que un infiel (1 Ti. 5:4, 8).
nom, PIEDRA
tip, CONS TIPO
ver, MESA, LUGARES ALTOS, PESAS Y MEDIDAS, JEROGLÍFICOS, EGIPTO
vet,
El suelo rocoso de Palestina exigía frecuentemente sacar las piedras de los campos antes de
poderlos cultivar (Is. 5:2). En la guerra se destruían los campos y pozos de los enemigos echando
piedras en ellos (2 R. 3:19, 25).
Usos diversos de las piedras:
(A) Construcción:
en diques, muelles (Guerras 1:21, 6);
fortificaciones (1 R. 15:22; Neh. 4:3);
casas (Lv. 14:45; Am. 5:11);
palacios (1 R. 7:1, 9);
fortalezas, templos (1 R. 6:7);
enlosados de patios, columnas (Est. 1:6).
Bajo Herodes, y también en otras épocas, se pavimentaban las calles.
De piedra se hacían los acueductos, depósitos, puentes, paredes de protección para los viñedos
(Pr. 24:30, 31).
Las piedras de los altares (Éx. 20:25), de los muros y de los majanos conmemorativos no debían
ser talladas (Gn. 31:46).
Montones de piedras brutas eran las tumbas de las personas votadas al anatema (Jos. 7:26; 8:29;
2 S. 18:17). Esta forma de sepultura sigue siendo costumbre en Siria y Arabia, incluso si no se
trata de criminales.
Ciertos edificios precisaban de piedras serradas, talladas (1 P. 7:9-11), en ocasiones de gran
tamaño; éste era el caso para la construcción de los muros del Templo (1 P. 7:10) y para el
muelle de Cesarea, construido por Herodes (Guerras 1:21, 6).
(B) Bloques aislados.
Utilizados para tapar las cisternas, pozos, la entrada de las tumbas (Gn. 29:2; Mt. 27:60; Jn.
11:38), como mojones para las lindes de campos (Dt. 19:14) y, probablemente, a guisa de
indicadores (Jer. 31:21).
En la época romana se hallaban piedras militares a lo largo de las principales vías de
comunicación; las había entre Tiro y Sidón, entre Pella y Gerasa; algunas de ellas siguen estando
en su sitio. Se levantaban piedras para recordar a ciertas personas o acontecimientos (Gn. 31:45;
35:14, 20; 2 S. 18:18). Se inscribían anales en ciertos de estos monumentos (véase MESA
[ESTELA DE)).
Con piedras se hacían ídolos (Lv. 26:1; Dt. 29:17; 2 R. 19:18; cfr. Is. 57:6). Ciertas piedras, casi
siempre aerolitos, vinieron a ser sagradas para los paganos. En gr. recibían el nombre de
«baituloi» y «baitulia». Se pretendía que se podían mover, hablar, y proteger a los hombres del
mal. Su nombre gr., muy probablemente de origen semita, está emparentado con el término
«beth'êl» e indica, posiblemente, que se consideraba que la piedra era la morada de un poder
sobrenatural, espíritu o divinidad. Los semitas empleaban este término para designar las
rudimentarias estelas erigidas allí donde se celebraba un culto (Dt. 12:3). (Véase LUGARES
ALTOS.)
Los israelitas erigían, en ocasiones, una piedra conmemorativa en el lugar en que Dios se les
había revelado (Gn. 28:18-22; 35:14; 1 S. 7:12; Is. 19:9), y le daban un nombre religioso a este
lugar (Gn. 28:19; 35:7), o incluso a la piedra (1 S. 7:12). De la misma manera, daban en
ocasiones a un altar uno de los nombres de Dios (Gn. 33:20; Éx. 17:15; cfr. Gn. 35:7). Sin
embargo, los mismos pasajes muestran que no atribuían poder alguno ni a la piedra ni al altar,
Constituían un simple recuerdo religioso; la adoración que ellos rendían a Dios era totalmente
independiente de ello (Gn. 31:54; 35:1, 7; 1 S. 7:9).
(C) Piedras para diversos usos:
proyectiles de hondas y de catapultas (Jue. 20:16; 1 S. 17:40; 2 Cr. 26:15; Sab. 5:22; 1 Mac.
6:51);
piedras que se tiraban en caso de lapidación.
Se conseguían chispas a base de golpear piedras de pedernal, para encender fuego (2 Mac. 10:3).
Unas piedras conformadas adecuadamente servían de cuchillos (Jos. 5:2).
Los pesos se hacían frecuentemente de piedras talladas (Dt. 25:13). (Véase PESAS Y
MEDIDAS.)
Las tablas de piedra, inscritas, se usaban a guisa de documentos (Éx. 24:12).
Se guardaba agua en vasos de piedra (Éx. 7:19; Jn. 2:6).
Los animales destinados a los holocaustos eran degollados sobre mesas de piedra (Ez. 40:42).
Para moler grano y reducirlo a harina, se hacía girar una piedra redonda de alrededor de 15 kg.
de peso; también se molía el grano en medio de dos piedras superpuestas que servían de muelas
(Dt. 24:6).
La piedra, símbolo de dureza, de insensibilidad (1 S. 25:37; Ez. 36:26), representa asimismo la
fuerza moral (Jb. 6:12; 42:15). Los discípulos de Cristo son comparados con piedras vivas que
forman un templo espiritual, del que Cristo es la piedra angular (Ef. 2:20-22; 1 P. 2:4-8).
Nota:
La ágata que aparece en Ap. 21:19 es una traducción de «Chalkêdõn», «Kalkêdõn», de la ciudad
de Asia Menor. Se trata de una variedad de ágata que se halla en Calcedonia, en Asia Menor.
Traducida en la revisión antigua de Reina-Valera como calcedonia (cfr. también F. Lacueva:
«Nuevo Testamento interlineal griego-español», loc. cit.), se traduce en las modernas revisiones
como «ágata». (Véase Ágata en este mismo artículo.) La calcedonia había sido considerada
como una variedad distinta del sílex, pero en la actualidad es considerada como una variedad de
cuarzo; es dura, estando constituida sobre todo de sílice; de color lechoso, puede también llegar a
un gris pálido, marrón, azul, etc. Al no estar perfectamente cristalizada, presenta frecuentemente
venas de cuarzo en nódulos semejantes a los granos de un racimo, o a estalactitas. Esta piedra no
parece haber recibido el nombre de calcedonia hasta la Edad Media. Parece, así, que el apóstol
Juan quiso con este nombre designar otra piedra, quizá la esmeralda de Calcedonia o el jaspe de
este país, piedras mencionadas por Plinio (37:18 y 37).
nom, PINÁCULO
tip, CONS
vet,
(gr. «pterygion»).
Lleva el artículo, refiriéndose a alguna parte elevada del Templo que se desconoce en la
actualidad (Mt. 4:5; Lc. 4:9).
nom, PINTURAS
vet,
En Is. 2:16, la expresión «pinturas preciadas» puede también traducirse como «pinturas, o
imágenes de deseo», con referencia a algo en lo que se pone el corazón.
La mayor aproximación que se conoce en el antiguo Egipto de lo que ahora recibe el nombre de
«pinturas», la constituyen las representaciones coloreadas hechas en los muros de los templos y
de las tumbas.
Los muros de Babilonia estaban adornados con pinturas sobre ladrillos esmaltados: parece que se
hace alusión a ellas en Ez. 23:14.
nom, PIOJO
tip, FAUN INSE
vet,
(heb. «kinnãm» o «kinnim»).
Pequeño insecto molesto, parásito del hombre.
Fue la tercera plaga de Egipto (Éx. 8:13).
Hay traductores que vierten «mosquito», pero Josefo indica que se trataba de piojos, y con toda
probabilidad es él quien tiene razón. Los piojos constituyen en Oriente una plaga permanente de
primera magnitud. Es difícil imaginar la angustia causada por su prodigiosa multiplicación.
Para escapar a esta plaga, los musulmanes se rasuran la cabeza y se depilan todo el cuerpo; con
ello siguen la antigua costumbre de los sacerdotes egipcios.
nom, PIRATÓN
tip, CIUD
sit, a2, 293, 227
vet,
Ciudad del monte de los amalecitas, en Efraín.
Abdón el juez, y Benaía el héroe de David, eran piratonitas (Jue. 12:13-15; 2 S. 23:30; 1 Cr.
27:14).
Báquides la fortificó (1 Mac. 9:50; Ant. 13:1, 3).
Robinson da una identificación plausible: Fer'ata, sobre una colina, a unos 12 Km. al oeste-
suroeste de Siquem.
nom, PISGA
tip, MONT
ver, NEBO
sit, a3, 516, 100
vet,
= «parte, división».
La parte de la cadena de los montes Abarim que se hallaba cerca del extremo noreste del mar
Muerto (Dt. 34:1; 3:27; 32:49). El mar Salado (mar Muerto) bañaba el pie del Pisga (Dt. 3:17).
Desde la cima se divisaba el desierto (Nm. 21:20). Balac y Balaam llegaron al campamento de
Zofim, cercano a la cumbre (Nm. 23:14), que recibía el nombre de Nebo. Desde esta altura se
podía ver una gran parte de Canaán, al oeste del Jordán; es desde allí que Moisés contempló la
Tierra Prometida (Dt. 3:27; 34:1-4). (Véase NEBO.)
El Pisga estaba sobre la frontera meridional del reino de Sehón, rey de los amorreos (Jos. 12:2,
3). En la época de Eusebio, la región montañosa vecina del monte Peor se seguía llamando
Phasgo. El pico que recibe el nombre de Ras Siaghah, 31° 46' N, 35° 43' E, es probablemente el
lugar.
nom, PISIDIA
tip, REGI
sit, a9, 445, 203
vet,
Región del Asia Menor.
Sus límites eran: al norte, Frigia; al sur, Licia y Panfilia; al este, Licaonia; al oeste, Caria; al este,
la frontera iba a lo largo de Isauria, sin estar muy precisada.
Pisidia era una parte de la provincia romana de Galacia. Los montes Taurus la cruzaban. Sus
habitantes eran tan belicosos que ni los persas ni los romanos pudieron nunca someterlos del
todo.
Pablo anunció el Evangelio en Antioquía de Pisidia, su capital (Hch. 13:14).
nom, PISÓN
tip, RIOS
ver, EDÉN
vet,
Uno de los cuatro brazos en que se dividía el río que salía de Edén (Gn. 2:11). (Véase EDÉN.)
nom, PITÓN
tip, DIOS ARQU
ver, EGIPTO, ÉXODO, FARAÓN, HICSOS, CRONOLOGÍA, RAMESÉS
vet,
(egip.: «casa de Atum»: «Tum», «Tem»). Se refiere al dios egip. representado por el sol en su
ocaso (copto: «Pethom», «Peithom»; gr. «Patoumos»).
Junto con Ramesés, una de las dos ciudades-granero que los esclavos israelitas construyeron en
Egipto para Faraón (Éx. 1:11). Edouard Naville, encargado por el Fondo Egipcio de llevar a cabo
excavaciones en Tell el-Maskhûtah, descubrió allí la antigua Pitón, sobre la ribera meridional del
canal de agua dulce que llevaba de El Cairo a Suez por el Wadi Tumilat. Neville atribuyó la
primera construcción de esta ciudad a Ramsés II, manteniendo la hipótesis de que él fue el faraón
de la opresión. Sin embargo, la identificación de Ramsés II, bien con So (Courville) o con Necao
II (Velikovsky), en la época de los reyes de Judá, y el hecho documentado de que se llevaron a
cabo extensas reconstrucciones en Egipto una vez arrojados los hicsos del país, que lo habían
devastado, indica que las inscripciones de Ramsés II en Pitón y Ramesés no se refieren a su
primera construcción, sino a su «reconstrucción». (Véanse EGIPTO, ÉXODO, FARAÓN,
HICSOS; cfr. CRONOLOGÍA.). Como algunos reconocen, este rey es conocido por atribuirse
las construcciones de sus predecesores, y así es explicable que reconstruyera y embelleciera
Pitón y Ramesés (Avaris-Tanis).
Se hallan grandes edificios bajo tierra al noreste del templo de Tum. Los muros de estas
construcciones tienen casi 2,75 m. de grosor; están hechos de ladrillos bastos, unidos con
mortero. Cosa interesante, algunos ladrillos no contienen paja (cfr. Éx. 5:10-12). Estas murallas
encierran un buen número de locales rectangulares que no se comunican entre sí; se tenía que
acceder a ellos desde arriba. Naville cree que se trata de graneros en los que el faraón
almacenaba los víveres para el avituallamiento de sus tropas, o incluso de las caravanas
dispuestas a cruzar el desierto para ir a Siria. Albright, al igual que otros, mantiene, sin embargo,
la postura de que Pitón debe ser identificada con Tell Retabeh, a unos 13,5 Km. de Tell el-
Maskhûtah. Este último tell es identificado por él como Sucot. De todas maneras, es evidente que
ambas poblaciones están relacionadas con almacenes y suministros, y con trabajo esclavo.
(Véase RAMESÉS.)
Bibliografía:
Courville, D. A.: «The Exodus Problem and its Ramifications» (Challenge Books, Loma Linda,
Calif. 1971);
Free, J. P.: «Archaeology and Bible History» (Van Kampen Press, Wheaton, Illinois, 1950);
Velikovsky, I.: «Ages in Chaos» (Doubleday, Garden City, N. Y., 1952),
Velikovsky, I.: «Ramses II and his time» (Abacus, Londres, 1981).
nom, PLAGAS
ver, MANÁ, PIOJO, PASCUA, EGIPTO (Estancia israelita), HICSOS
vet,
Las plagas son castigos que Dios inflige al hombre. La mayor parte de las plagas mencionadas en
la Biblia son epidemias o enfermedades, pero el castigo es, en ocasiones, de otro orden. No es
necesario que una enfermedad tenga un carácter prodigioso para que constituya una plaga. Una
infracción de la ley divina con respecto al uso del cuerpo en general, y de la sexualidad en
particular, e incluso un comportamiento inconscientemente antihigiénico sin relación patente con
la moral, puede comportar una plaga contra los que así atentan contra la santidad del cuerpo.
Dios es quien determina el lugar y el momento de su aparición. Ciertas epidemias de peste (tifus,
p. ej.) han sido, en ocasiones, juicios patentes de Dios. La primera plaga que se menciona en la
Biblia cayó sobre un faraón contemporáneo de Abraham: Dios quiso proteger a Sara (Gn. 12:17).
Con respecto a las diez plagas de Egipto, véase el artículo PLAGAS DE EGIPTO (LAS DIEZ).
Más tarde, Dios castigó a los israelitas que se habían hecho y adorado un becerro de oro (Éx.
32:35).
Castigó asimismo a los que habían murmurado en contra del maná (Nm. 11:33, 34). (Véase
MANÁ.)
Hizo morir a los diez espías que hablaron mal de la Tierra Prometida (Nm. 14:37).
En otra ocasión, 14.700 israelitas murieron por protestar contra el castigo que había caído sobre
los rebeldes Coré, Datán y Abiram (Nm. 16:46-50).
El pueblo que se entregó a la idolatría y a la inmoralidad consiguiente en el culto a Baal-peor fue
azotado por una plaga mortal; perecieron 24.000 israelitas (Nm. 25:9; Jos. 22:17; Sal. 106:28-
30).
Los tumores de los filisteos fueron asimismo un castigo (1 S. 6:4).
El censo ordenado por David hizo que se desencadenara una peste, y sucumbieron 70.000
personas (2 S. 24:13-25; 1 Cr. 21:12-30).
Una gran plaga cayó sobre Joram, rey de Judá, y sobre su pueblo (2 Cr. 21:14, 15).
El término traducido «azote» en Mr. 5:29, y que en algunas versiones se traduce como «plaga»,
no designa una enfermedad epidémica. En Lv. 14:34-54 se usa el término «plaga» de la lepra y la
tiña, que son casos individuales y no epidémicos.
Bibliografía:
Velikovsky, I.: «Worlds in Collision» (Doubleday, Garden City, N. Y., 1950);
Merrins: «The Plagues of Egypt», Bibliotheca Sacra, jul. y oct. 1908.
Para bibliografía adicional, véase bibliografía al final del artículo EGIPTO.
nom, PLATA
tip, META MEDI
ver, MONEDA
vet,
Metal precioso.
El mineral se extraía del suelo (Jb. 28:1). Se fundía en un crisol para purificarlo de las escorias
(Sal. 12:6; Pr. 17:3; 25:4; Ez. 22:22).
La plata provenía de Arabia (2 Cr. 9:14; cfr. 1 R. 10:22, 27) y de Tarsis (Jer. 10:9; Ez. 27:12). En
la literatura apócrifa también se menciona a España (Tarsis en la canónica) como fuente de
suministro de plata (1 Mac. 8:3).
Desde la más remota antigüedad se usaba la plata para el trueque (Gn. 23:16; 37:28). La cantidad
pedida se pesaba; la unidad de peso era el siclo (Is. 7:23; Jb. 28:15; Is. 46:6), porque la acuñación
no fue conocida hasta más tarde. Los judíos no empezaron a acuñar moneda hasta mucho tiempo
después del cautiverio babilónico (1 Mac. 15:6). (Véase MONEDA.)
La plata permitía la fabricación de diversos objetos personales (Gn. 24:53; Éx. 3:22; Cnt. 1:11);
de coronas (Zac. 6:11); de instrumentos de música, como trompetas (Nm. 10:2). Los ricos
poseían utensilios de plata; José bebía de una copa de plata (Gn. 44:2). El Tabernáculo y el
Templo demandaron grandes cantidades para su construcción: para las basas (Éx. 26:19), las
columnas, los capiteles, las molduras (Éx. 27:10; 38:19), los platos, los jarros (Nm. 7:13; 1 Cr.
28:17), los tazones y cuchillos (Esd. 1:9, 10), los candeleros de diario y las mesas (1 Cr. 28:15,
16). La plata se usaba asimismo para hacer ídolos y reproducciones de templos paganos (Sal.
115:4; Hch. 19:24).
nom, PLATERO
tip, OFIC
vet,
Los artesanos que trabajan la plata.
Las citas del AT se refieren al artesano que trabajaba en el oro (cfr. Is. 40:19) lo mismo que la
plata.
En el NT se hace mención sólo de Demetrio, el platero de Éfeso, que construía templecillos de
Diana (Hch. 19:24-27).
nom, PLAZA
tip, CONS
vet,
La plaza era un ensanchamiento de la calle que en las ciudades antiguas se daba justo ante la
muralla, detrás de una puerta de acceso a la ciudad; no se trataba de una gran área abierta como
las que conocemos en la actualidad. Las ciudades estaban construidas en elevaciones, y el
espacio no se podía desperdiciar. Las calles eran estrechas y serpenteantes. En la «plaza» ante la
puerta se llevaban a cabo las transacciones y se celebraban mercados (2 R. 7:1). Allí también se
administraba justicia (cfr. Rt. 4:2) y se sufrían los castigos públicos (cfr. Jer. 20:2). Se puede ver
este mismo plan en la Jerusalén vieja actual justo tras la Puerta de Damasco.
nom, PLENITUD
tip, DOCT
vet,
(gr. «plêrõma»).
Aunque se traduce generalmente como «plenitud», también se vierte como «cumplimiento»,
«abundancia» y «plena restauración». Derivado del verbo «pleroõ» (llenar), significa «aquello
que es o ha sido llenado», y también «aquello que llena algo o con lo que se llena algo». De ahí
su significado de «plenitud» o «cumplimiento».
Aparte de usos más o menos literales, como el del llenado de las doce cestas con sobras (Mr.
6:43; 8:20, lit. «la llenura, o plenitud de ... canastas»), se usa:
(a) de «la plenitud de los gentiles» que indica el cumplimiento del número de los gentiles en esta
dispensación de la gracia (cfr. Ro. 11:25).
(b) de la «plena restauración» (o «plenitud») de Israel (Ro. 11:12),
(c) del amor, que no es una mera parte a cumplir de la Ley, sino que es «la plenitud», el
cumplimiento total de las demandas de la Ley (Ro. 13:10),
(d) de la plenitud o cumplimiento del tiempo
(A) en la primera venida del Señor (Gá. 4:4) y
(B) en la segunda venida del Señor cuando Cristo venga «en la dispensación del cumplimiento»
(o «la plenitud») de los tiempos, así: esta expresión denota aquel lapso de tiempo con el que
culmina un periodo anterior a él.
(e) Se aplica a la Iglesia, cuerpo de Cristo, «la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo» (Ef.
1:23). Así, la Iglesia es la plenitud de Cristo, aquello en lo que Cristo halla Su plenitud de
propósito, el cumplimiento último de Sus deseos y propósitos. A su vez, el creyente tiene como
destino ser «lleno de toda la plenitud de Dios» (Ef. 3:19), unido a Cristo por el Espíritu como
miembro de Su cuerpo, y llenado de todos los dones, riquezas y poder y amor de Dios
consonantes con su unión con la Cabeza celestial, gozando de Su presencia, gracia y poder.
En Cristo «habita toda la plenitud de la Deidad corporalmente» (cfr. F. Lacueva, «Nuevo
Testamento interlineal griego-español», loc. cit.), porque «en él tuvo a bien que toda la plenitud
habitase» (Col. 1:19, cfr. F. Lacueva, op. cit, loc. cit). Esta plenitud significa la manifestación de
la realidad plena de Dios en Cristo de una manera ilimitada, de Su identificación con Él,
morando en Cristo en todo Su poder y atributos, en toda Su naturaleza y ser. Toda la plenitud del
ser y naturaleza de Dios habita constante y permanentemente en Cristo. No se puede hacer
limitación alguna a esta realidad de que Dios está en Cristo, siendo así Cristo, de una manera
plena y perfecta, la manifestación de Dios, el mismo Dios manifestado en toda Su plenitud y
totalmente comunicado a Cristo, Dios hecho carne. Así, Cristo es denominado «la imagen del
Dios invisible». En palabras de F. F. Bruce: «Llamar a Cristo la imagen de Dios es decir que en
Él el ser y la naturaleza de Dios han sido perfectamente manifestadas, que en Él lo invisible se ha
hecho visible.., ahora se ha concedido una revelación insuperable de Su «eterno poder y Deidad»
(en Cristo). (The «Christ Hymn» of Colossians 1:15-20, Bibliotheca Sacra, abr.-jun. 1984, p.
101). Y esta plenitud de Cristo está en violento contraste con las doctrinas gnósticas, y otras, que
pretendían que la plenitud estaba graduada en toda una serie de «eones» o de «emanaciones
divinas» que cubrían la distancia entre un Dios totalmente espiritual y el hombre en su naturaleza
corporal, en una secuencia cada vez más y más espiritual a través de la que tenía que ascender en
una larga cadena de mediación. En contraste con todo esto, Pablo insiste en la singularidad de la
mediación de Cristo, con exclusión de cualquier otro pretendido mediador (cfr. 1 Ti. 2:5), y en el
hecho de que toda la plenitud habita en Él (Col. 1:19), siendo esta plenitud la de la Deidad (Col.
2:9).
nom, PLÉYADES
tip, ARQU
ver, MARDIKH
vet,
El término heb. «Kimah» designa una estrella brillante, o también una constelación (Jb. 9:9;
38:31; Am. 5:8); la mayor parte de los comentaristas antiguos han creído que se hace referencia a
las Pléyades, grupo de estrellas en la constelación de Tauro. Las tabletas procedentes de las
excavaciones de Ebla (véase MARDIKH [TELL]) dan evidencia adicional en favor de esta
identificación. M. Dahood, S. J., ha señalado la identidad del término sumerio «mul-mul»
(Pléyades) con el eblaíta (lengua semita) «ga-ma-tù» o «ka-ma-tù». Se puede identificar
fácilmente este último término con el heb. «kimah». El equivalente acad. de «mul-mul» es
«zappu», «Pléyades» (tablas TM.75.G1825; 2003; 3131; 3171; véase G. Pettinato: «The
Archives of Ebla», p. 250, y el apéndice de M. Dahood, S. J., en la misma obra, «Ebla, Ugarit,
and the Bible», PP. 302-303 [Doubleday, Garden City, N.Y., 1981]).
Los antiguos contaban siete estrellas, ignorándose el porqué de ello, por cuanto sólo se pueden
ver seis con el ojo desnudo. Mediante el telescopio se puede distinguir un centenar de estrellas.
Josefo veía en la posición de las Pléyades una indicación de la hora (Ant. 13:8, 2), y su salida
indicaba a los marinos el tiempo favorable para la navegación.
nom, PLOMO
tip, META
vet,
(heb. «ophereth»).
Era un metal conocido por los antiguos.
Los israelitas hallaron plomo en el botín arrebatado a los madianitas (Nm. 31:22). Los egipcios
lo utilizaban (Contra Apión 1:34); era muy abundante en la península del Sinaí; también se
hallaba en Egipto y en Tarsis (Ez. 27:12), de donde se exportaba.
El plomo se empleaba para pesar (Zac. 5:7); se escribía sobre tabletas de plomo (Tácito, Anales,
2:69; Plinio, Historia Natural 13:21; Pausanias 9:31, 4). Jb. 19:24 sería una alusión a estas
tabletas, pero se puede admitir que Job deseara tallar las letras en la peña para que quedaran
indelebles.
nom, PLUMA
tip, MANU ABEC
vet,
(heb. «gêht»: Jb. 19:24; Sal. 45:1; Jer. 8:8; 17:1; y «ghehret»: Éx. 32:4; Is. 8:1). Traducidas
variamente en la versión Reina-Valera, estos dos términos denotan cualquier instrumento
utilizado bien para grabar una inscripción sobre piedra o metal, bien una caña para escribir sobre
papiro o pergamino.
En el NT se usa en 3 Jn. 3 (gr. «kalamos»).
nom, POBRES
tip, LEYE
ver, JUBILEO (año del)
vet,
La desigual distribución de los bienes materiales no se corresponde con el ideal deseado por
Dios. Al otorgar la tierra de Canaán a Su pueblo (Éx. 6:4, 8), asegura de principio una
distribución equitativa de las tierras. La Ley de Moisés permitía a los israelitas vender sus
bienes, pero con respecto a las tierras, exige que al cabo de cada período de 50 años, cada familia
pudiera retornar libremente a la propiedad que tenía como herencia. Así, la tierra no podía ser
vendida, sino sólo su usufructo hasta el final del período jubilar (véase JUBILEO; cfr. Lv. 23:13,
23). Esta ordenanza, que tenía la intención de impedir el acaparamiento de las tierras, no
suprimió enteramente la pobreza, debida bien a la culpa del individuo o de sus antecesores, bien
a circunstancias de las que sólo Dios sabe la razón.
En la teocracia israelita queda teóricamente excluida la indigencia resultante de la pereza o de un
crimen; los pobres son considerados como personas desventuradas y sufriendo pruebas, pero
amadas por Dios. Todos los indigentes, especialmente las viudas, los huérfanos y los extraños,
son objeto de la especial atención del Señor y de los israelitas piadosos, según las instrucciones
precisas de la Ley. Toda persona que tuviera hambre tenía derecho a satisfacerla con las uvas o
espigas recogidas en la propiedad de otros, pero se le prohíbe que se las lleve (Dt. 23:24, 25).
Los pobres son autorizados a espigar detrás de los segadores, a recoger las espigas dejadas en las
lindes del campo y los rincones, que el propietario tenía que dejar para ellos (Lv. 19:9).
Igualmente con la recolección de la vid (Lv. 19:11; cfr. 23:22; Dt. 24:19-21).
La tierra no debía ser cultivada ni segada durante el año séptimo ni en el de jubileo. Lo que
produjera de suyo durante aquel reposo pertenecía de derecho a la colectividad, que se
alimentaba gratuitamente (Lv. 25:4-7, 11, 12).
El israelita caído en la miseria puede vender su trabajo a un patrón durante un cierto número de
años, pero en el año del jubileo recobraba su libertad (Lv. 25:38-42). El préstamo solicitado por
una pobre le tenía que ser concedido, incluso al acercarse el año sabático que permitía al deudor
cancelar su deuda (Dt. 15:7-10). Cuando se efectuaba un censo, cada israelita de veinte o más
años, varón rico o pobre, tenía que pagar un rescate de su persona de medio siclo de plata
destinado, al principio al Tabernáculo (Éx. 30:11-16) y posteriormente para el mantenimiento del
Templo (2 R. 12:4-5).
En cuanto a las ofrendas presentadas en el santuario por los pobres, podían ser en algunas
ocasiones inferiores a las de los ricos (Lv. 12:8; 14:21; 27:8).
La Ley exhorta a los israelitas a invitar a sus mesas a los menos privilegiados, durante las
solemnidades religiosas y en las ocasiones de regocijo (Dt. 16:11, 14). La Biblia muestra
numerosos gestos de compasión para el pobre (Jb. 31:16-22).
La Ley prohibe la opresión de los débiles (Éx. 22:21-27), sin embargo, en caso de que haya de
ser juzgado, se exhorta a que se haga caso omiso a su condición de pobre, debiéndose examinar
objetivamente la acusación en contra de él. La exigencia de la justicia debe prevalecer (Éx. 23:3;
Lv. 19:15)
Los períodos de decadencia religiosa coincidieron frecuentemente con la violación de los
preceptos caritativos de la Ley, lo que constituyó motivo para las proclamaciones de los profetas
en contra de la dureza y de la injusticia (Is. 1:23; 10:2; Ez. 22:7, 29; Mal. 3:5). Los que se aferran
a la letra de la Ley, pero descuidan su espíritu, dan la limosna por orgullo, para ser vistos por los
hombres (Mt. 6:1-2).
Hay numerosas promesas de gracia y de protección a los israelitas piadosos pero pobres (1 S.
2:8; Jb. 5:15; 34:28; 36:15; Sal. 9:18; 10:14; 12:5; 34:6; 35:10). El que tiene piedad del indigente
es objeto de bendiciones divinas (Sal. 41:1; Pr. 14:21, 31; 29:7).
Durante Su ministerio, el Señor Jesús dio testimonio de amor hacia los pobres (Mt. 19:21; Lc.
18:22; Jn. 13:29; etc.); es a ellos, de una manera especial, que se dirige la Buena Nueva (Mt.
11:5; Lc. 14:21-23).
La Iglesia primitiva considera como uno de sus deberes más sagrados el de socorrer a sus
miembros sin recursos, y de ayudar asimismo, en la medida de lo posible, a los pobres que no
pertenecieran a la comunidad cristiana (Hch. 2:45; 4:32; 6:1-6; 11:27-30; 24:17; 1 Co .16:1-3;
Gá. 2:10; 1 Ts. 3:6).
El espíritu de pobreza, de humildad, tiene que caracterizar a los ricos así como a los pobres (Mt.
5:3). Se exhorta de una manera expresa a no hacer acepción de personas y a no menospreciar a
los pobres, que Dios ha elegido para que sean ricos en fe y herederos del reino (cfr. Stg. 2:1-5).
Aunque se ha de recalcar que no es la pobreza lo que lleve a nadie a la salvación, sí que es más
fácil a un pobre aceptar la gracia de Dios que a los que están aferrados a abundantes riquezas
(Lc. 18:24-27).
El cristiano debe ser siempre consciente de que cualquier bien que tenga en su propiedad no le
pertenece de una manera absoluta, sino que le ha sido dado para su fiel administración en
conformidad a la voluntad de Dios (cfr. Mt. 25:15-28; Lc. 19:13-25; 1 Co. 4:7 y Ef. 4:28).
nom, PODER
vet,
Las dos principales palabras que se traducen «poder» en el NT son: (a) «dynamis» y (b)
«exousia». Es importante discriminar entre ambas, porque no significan lo mismo. «Dynamis»
puede ser descrita como «capacidad moral o física, poder». «Exousia» significa «autoridad
delegada, derecho, privilegio». Esta última siempre supone el poder de ejercer el derecho, pero la
primera no conlleva ningún concepto de derecho o autoridad. Así, «dynamis» se traduce
capacidad, eficacia, fuerza, maravilla, milagro, poder, potencia, señal, valor, que ayuda más a ver
el carácter de esta palabra, en contraste con «exousia», que se traduce autoridad, derecho,
jurisdicción, libertad, poder, potestad.
El término «poder» aparece en ambas listas, y es preciso evitar toda ambigüedad: «Exousia» se
traduce frecuentemente como «poder», cuando otro término podría dar un mejor sentido. Así, se
traduce correctamente «potestad» (o «autoridad»): «el Hijo del hombre tiene potestad (o
autoridad)» (Mt. 9:6; cfr. 28:18; Mr. 2:10; Lc. 4:6; Jn. 17:2; Col. 1:13, etc.). En cambio, se
traduce «poder» en la versión Reina-Valera 1960 en pasajes como Lc. 12:5; Jn. 10:18; Hch. 5:4;
8:19; Ap. 9:3, 10, 19; 11:6; 14:18; 16:9; 18:1, donde estaría mejor traducida como «autoridad»,
«derecho» o «potestad».
Recapitulando, «dynamis» significa sólo la fuerza o poder, en tanto que «exousia» denota un
derecho o potestad delegados, con el poder necesario para ponerlo en vigor.
nom, POESÍA
tip, ABEC
ver, LAMENTACIONES, CANTAR DE LOS CANTARES
vet,
La poesía, una de las formas más antiguas de la literatura, acompañaba frecuentemente a la
danza, dándole el ritmo (Éx. 15:20, 21). Un pueblo joven expresa sus emociones mediante
imágenes contrastadas, que su viva imaginación saca de la naturaleza. La poesía de los antiguos
hebreos presenta estas circunstancias. Las palabras de Sara acerca de su recién nacido tienen una
forma poética (Gn. 21:6, 7). Jacob, antes de morir, reúne a sus doce hijos, y pronuncia sobre cada
uno de ellos una bendición, a la vez profética y poética (Gn. 49). Lleno de gratitud hacia el
Señor, que había arrojado al mar a todo el ejército de Faraón, y dándose cuenta de que los
cananeos se llenarían de terror, Moisés expresó sus sentimientos y los de los israelitas en un
sencillo y admirable cántico (Éx. 15:1-19), al que María, su hermana, añadió el suyo (Éx. 15:20,
21).
La antigua poesía hebrea no se apoya en la rima. Se hallan algunos poemas que presentan ciertas
cesuras, pero ello es la excepción. La asonancia, la aliteración y la rima, aunque son frecuentes
en la poesía oriental, se hallan raramente entre los hebreos. No utilizan tampoco una sucesión
regular de sílabas acentuadas y átonas. Pero un intenso sentido del ritmo hizo que los poetas
produjeran versos conteniendo la misma cantidad de palabras, o al menos de acentos tónicos. Los
versos y el sentido terminan simultáneamente (salvo en casos excepcionales, como en el Sal. 92,
donde el versículo 14 prosigue al versículo 15).
El carácter esencial de la poesía hebrea es el paralelismo, de manera que el segundo verso es de
una u otra manera un eco del precedente. Esta particularidad tiene la inmensa ventaja de que
persiste tras la traducción, lo que no sucede con la rima. Robert Lowth fue el primero en atraer la
atención hacia esta particularidad, en 1753, y destacó tres tipos de paralelismo: el sinónimo, el
sintético y el antitético. Hay además otras variedades.
El paralelismo se sirve por lo general de dísticos (dos versos que dan conjuntamente un sentido
cabal), pero en ocasiones se usan trísticos (véanse los ejemplos anteriores). Se encuentran
también paralelismos extendidos a las estrofas del cuarto o quinto verso (Sal. 1:3; 27:4, 9; 37:7,
14, 20, 25, 28, 34, 40). La estrofa no constituye un elemento esencial de la poesía heb.,
encontrándose sin embargo en los Sal. 42 y 43, que formaban originalmente un solo poema,
dividido en partes iguales por un refrán. El Sal. 46 está compuesto de tres grupos de tres versos
cada uno; cada uno de ellos va seguido de una pausa (Selah), y cada uno de los dos grupos va
seguido de un refrán. Hay asimismo los salmos alfabéticos, en los que cada verso comienza, en
heb., con una letra del alfabeto, y en los que el salmista observa, con mayor o menor rigor el
orden alfabético (Sal. 25; 34; 37). Las veintidós letras sucesivas del alfabeto se hallan en las
veintidós estrofas del Sal. 119; cada estrofa tiene ocho versículos y cada uno de ellos comienza
por la letra atribuida a la estrofa. El libro de las Lamentaciones de Jeremías está compuesto de
una manera semejante (Véase LAMENTACIONES)
El arte poético es generalmente épico, dramático, lírico o didáctico, pero en la Biblia no se hallan
ni epopeyas ni dramas en verso, el Libro de Job es, sin embargo, semidramático, la acción
aparece solo en el prólogo y en el epílogo. El resto del libro está constituido por los discursos
alternados de Job y de sus amigos. Véase asimismo CANTAR DE LOS CANTARES. La mayor
parte de los poemas bíblicos son líricos. Después del éxodo, aparece el lirismo en cada período
de la historia literaria de Israel. La liberación dada por Dios se celebró con odas triunfales: el
cántico de Moisés, cantando el paso del mar Rojo; el cántico de Débora; salmos del arrepentido
implorando misericordia o expresando el gozo del perdón (Sal. 32; 51), clamores de angustia,
afirmaciones serenas de la fe, acciones de gracias por el socorro conseguido (Sal. 38: 3; 23; Hab.
3; 1 S. 2:1-10; Is. 38:10-20; Lc. 1:46-55), salmos que anuncian la venida del Redentor y de Su
reino (Sal. 2; 45; 72), elegías como la de David por Saúl y Jonatán (2 S. 1:17-27), de los hijos de
Coré sobre Judá (Sal. 44); lamentaciones (Sal. 60; 74).
En el libro del profeta Habacuc (Hab. 3:17-19) se halla un sublime pasaje en el que se hace
patente la fe que contempla a Dios más allá de las circunstancias de esta vida, y que expresa la
confianza del creyente en el Dios soberano y Salvador, que conduce a los suyos a través de las
dificultades de su peregrinación:
Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar.
nom, POLIGAMIA
tip, LEYE COST TIPO
ver, ANCIANO, DIÁCONO, OBISPO
vet,
La poligamia apareció con Lamec (Gn. 4:19), y así quedó manchada la pureza de los
matrimonios, al dejarse los hombres ser dominados por impulsos carnales en la elección de sus
compañeras (Gn. 6:1-2). Cuando Abraham tomó para sí una segunda mujer para conseguir el
cumplimiento de la promesa, actuó insensatamente (Gn. 16:4). Isaac tuvo una sola esposa, pero
Jacob fue polígamo, en parte debido al engaño de Labán (Gn. 29). Moisés reprimió los abusos,
pero no los abolió de golpe. Los israelitas estaban poco crecidos espiritualmente, y encadenados
a los usos y costumbres de la época, que no se correspondían en absoluto con la voluntad de
Dios. El gran legislador rindió un gran servicio a la causa del matrimonio, prohibiendo las
uniones entre consanguíneos y parientes políticos (Lv. 18); desalentó la poligamia (Lv. 18:18;
Dt. 17:17); aseguró los derechos de las esposas de condición inferior (Éx. 21:2-11; Dt. 21:10-
17); reglamentó el divorcio (Dt. 22:19, 29; 24:1); exigió el respeto al vínculo matrimonial (Éx.
20:14, 17; Lv. 20:10; Dt. 22:22). Después de Moisés, hubo aún los que se dieron a la poligamia:
Gedeón, Elcana, Saúl, David, Salomón, Roboam, y otros (Jue. 8:30; 1 S. 1:2; 2 S. 5:13; 12:8;
21:8; 1 R. 11:3). Sin embargo, la Escritura expone los males inherentes a la poligamia, las
míseras rivalidades que se daban entre las esposas de Abraham, de Jacob, de Elcana (Gn. 16:6;
30; 1 S. 1:6); en cambio, se destaca la belleza de las familias felices (Sal. 128:3; Pr. 5:18; 31:10-
29; Ec. 9:9; cfr. Eclo. 26:1-27). Abraham se casó con una medio hermana suya; Jacob tuvo dos
esposas que eran hermanas entre sí (Gn. 20:12; 29:26). En Egipto, no era raro casarse con una
hermana de padre y madre; los persas lo permitían (Herodoto 3:31). Los atenienses podían
casarse con una medio hermana del mismo padre, en tanto que los espartanos podían casarse con
sus medio hermanas nacidas de la misma madre. La Ley de Moisés prohibió estas uniones e
incluso los matrimonios con parientes más alejados (Lv. 18:6-18). El estatuto matrimonial de los
romanos se parecía al de los israelitas; denunciaba como incesto la unión de parientes próximos
(por ejemplo, entre hermano y hermana) o entre parientes políticos (como suegro y nuera). Todos
los textos del NT hablan formalmente en contra de la poligamia. Hablando a los judíos acerca del
divorcio, Cristo afirmó que Moisés lo había permitido por la dureza de sus corazones y que,
excepto en caso de infidelidad, un nuevo matrimonio era un adulterio (Mt. 19:8-9). Se puede
llegar a la conclusión de que la poligamia había sido permitida en la época del AT por la misma
razón, aunque con las restricciones señaladas; sin embargo, queda claro que no tiene lugar
alguno en el Evangelio.
El caso especial de los polígamos convertidos al Evangelio se trataba con la aceptación de la
situación familiar de hecho; sin embargo, el polígamo quedaba excluido de la posibilidad de
ejercer cargo alguno de responsabilidad en la iglesia (cfr. 1 Ti. 3:2, 12; Tit. 1:6).
nom, POLÍGLOTA
tip, LIBR
ver, PENTATEUCO, PENTATEUCO SAMARITANO
vet,
Recibe este nombre toda edición de la Biblia en varias lenguas («polys» + «glotta»).
Tiene gran utilidad en el estudio crítico del texto. Se inició su edición con la generación del
interés en la Palabra de Dios en sus lenguas originales.
Como precursora de las modernas políglotas, aunque no equivalente a ellas por no recoger más
que el AT, es la «Hexapla» de Orígenes, que data de la primera mitad del siglo III. Como su
nombre indica, presentaba seis columnas paralelas: El texto consonantal hebreo; su transcripción
vocalizada al griego; y las versiones griegas de Aquila, de Symmachus; la LXX y Teodoción.
Existen otros ensayos parciales, entre ellos restos de la Biblia en hebreo, griego y latín, del siglo
XIV, realizada por el monje Simón Autumano.
La primera verdadera políglota es la debida a la iniciativa del cardenal Francisco Jiménez de
Cisneros, que daba el texto de la Biblia en hebreo, griego, latín y arameo. Fue compuesta e
impresa entre los años 1514 y 1517, pero no fue publicada hasta el año 1520, año en que León X
dio su autorización. Recibe el nombre de «Complutense», por haber sido publicada en Alcalá de
Henares (Complutum). Entre los varios colaboradores se cuentan Pablo Coronel, Alfonso de
Zamora, Alfonso de Alcalá, Diego López de Zúñiga, Hernán Núñez de Guzmán Demetrio
Ducas, Antonio Nebrija, y otros. Fue presentada en seis volúmenes «in folio». Fue la primera de
las cuatro Políglotas Mayores.
Las otras políglotas mayores son:
(a) La Regia o de Amberes, en la que participó Benito Arias Montano y varios eruditos europeos.
Fue patrocinada por Felipe II, y presentaba los textos hebreo, latín, griego, arameo y siríaco. Fue
publicada en Amberes entre los años 1568-72, y fue presentada en ocho volúmenes «in folio».
(b) La de París, dirigida por Gabriel Sionita, fue publicada en París entre los años 1628 y 1655,
siendo presentada en nueve volúmenes «in folio». Su patrocinador fue Guy-Michel Le Jay, y los
textos eran en hebreo, latín, griego, arameo, siríaco y árabe.
(c) La Biblia Políglota de Londres es la más rica de las clásicas. Recibe este nombre por haber
sido preparada en Londres, publicada entre los años 1654 y 1669. Fue patrocinada por Oliver
Cromwell, y dirigida por Brian Walton, posteriormente obispo anglicano de Chester. En esta
obra colaboraron Edmund Castell, Samuel Clarke, Thomas Hyde y Alexander Huish. Fue
presentada en ocho volúmenes «in folio». Da el texto en hebreo, latín, griego, siríaco, arameo y
árabe, más algunas secciones en etiópico y persa. Presenta el único aparato critico existente del
texto siríaco.
Entre las Biblias Políglotas menores se pueden mencionar:
la de Heidelberg (1587), que da los textos en hebreo, griego y dos versiones latinas;
la de Hamburgo (1596), con textos hebreo, griego, tres versiones latinas, incluyendo la de
Teodoro de Beza, la traducción alemana de Martín Lutero.
La de Bagster's de Londres (1831), que incorpora además el Pentateuco Samaritano (véanse
PENTATEUCO y PENTATEUCO SAMARITANO), la LXX, la Vulgata, la Pesshita, el NT
griego de Mill, la traducción alemana de Martín Lutero, la italiana de Diodati, la francesa de
Osterwald, la castellana de Scio de San Miguel, y la Versión Autorizada inglesa. Fue reeditada
en Londres en 1874.
La Hexaglot, dirigida por Edward Riches de Levante, apareció en 1874-1876, dando los textos
hebreo del AT y griego del NT, junto con la LXX, Siríaca (del NT), latina (Vulgata), la Versión
Autorizada inglesa, la alemana de Martín Lutero, y la francesa de R. V. Olivetan. En esta
Políglota, aparecida en Londres, se incorporan los estudios críticos del Deán Alford y de von
Tischendorf.
Levante también publicó la Políglota llamada Triglotta (Londres, 1890), incorporando, además
del AT hebreo y NT griego, la LXX, la Vulgata y la Pesshita del NT.
En la actualidad el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (C.S.I.C.) está
preparando la llamada Polyglotta Matritensia (Políglota de Madrid), con el siguiente plan
general:
I AT hebreo.
II NT griego.
III AT griego (LXX).
IV AT arameo (Targum Palestino).
V AT arameo (Targum Onkelos y Jonatán).
VI AT y NT siríacos.
VII Vetus Latina.
VIII Vetus Hispana.
IX NT copto.
X Versión castellana.
Un examen a los catálogos del C.S.I.C. revela que desde la última referencia bibliográfica se han
hecho posteriores adiciones a este proyecto. La última obra que consta publicada con
posterioridad a la fuente bibliográfica de 1971 es Díez Macho, Alejandro, «Biblia polyglotta
matritensia». Series IV. Targum Palaestinense in Pentateuchum, Edición crítica al cargo de
Alexandro Díez Macho ; adjuvantibus L. Díez Merino, E. Martínez Borobio, Teresa Martínez
Saiz (Madrid, CSIC, 1977 - 1988). Contiene el Targum palestino del Pentateuco (Génesis a
Deuteronomio) en arameo y su traducción al castellano. Ref.
http://www.csic.es/hispano/informa.htm
Bibliografía:
Pérez Castro, F.: «Biblias Políglotas», Gran Enciclopedia Rialp (Ed. Rialp, Madrid, 1971, vol.
IV, PP. 178-184);
Pridham, C.: «The Hexaglot Bible», en The Bible Treasury, feb. 1875, PP. 222-224 (reimpr. H.
L. Heijkoop, Winschoten, Holanda, 1969).
nom, POLILLA
tip, FAUN
vet,
Mariposa nocturna, destructora (Jb. 13:28; Mt. 6:19; Stg. 5:2), se alimenta de lana, granos, pieles
(Is. 51:8). La larva se envuelve en un forro de lana, de donde emerge la cabeza para roer.
En la Biblia se hace mención de la polilla de los tejidos («tinea»); existen diversas especies de
ella.
nom, POLVO
tip, TIPO COST
vet,
Pequeñas partículas de materia que componen la tierra; del polvo fue formado el hombre, y al
caer en pecado le fue dicho: «Polvo eres, y al polvo volverás» (Gn. 2:7; 3:19). «El primer
hombre es de la tierra, terrenal» (1 Co. 15:47).
Se usa como símbolo de debilidad: «Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que
somos polvo» (Sal. 103:14).
«Lamer el polvo» es una figura de derrota (Sal. 72:9).
Echar polvo sobre la cabeza era una señal de dolor (Ez. 27:30; Ap. 18:19).
Sacudir el polvo de los pies, al abandonar una ciudad en la que se hubiera rechazado a los siervos
de Cristo, significaba abandonarlos al juicio (Mt. 10:14; Hch. 13:51).
Lanzar polvo al aire era una expresión de gran indignación (Hch. 22:23).
nom, PONTO
tip, LUGA
sit, a9, 455, 131
vet,
Distrito marítimo en el noreste de Asia Menor, bañado por las aguas del Ponto-Euxino (mar
Negro).
Junto con Bitinia formaba una provincia romana.
Había judíos dispersados por el Ponto (1 P. 1:1).
Había judíos del Ponto en Jerusalén en el día de Pentecostés (Hch. 2:9).
Aquila era nativo del Ponto (Hch. 18:2).
nom, PORTERO
tip, OFIC
vet,
En 1 Cr. 9:19-24 y 16:38 se hace referencia a los levitas al servicio de la tienda del Tabernáculo.
Había guardas para la vigilancia de las puertas de las ciudades (2 S. 18:26; 2 R. 7:10) y de las del
Templo (1 Cr. 26:12); también había servidores que vigilaban las entradas de casas de alcurnia
privadas (Mr. 13:34).
Cuando David organizó el servicio de los levitas para la casa de Dios, asignó a cuatro mil de
ellos al servicio de la guarda de las puertas. No llevaban todos a cabo esta actividad de manera
simultánea: David los repartió en órdenes, que deberían turnarse en su función (1 Cr. 23:5; 26:1-
19).
nom, PÓRTICO
tip, CONS
vet,
Paseo cubierto por un techo sostenido por columnas. Había mansiones que tenían pórticos de
este género (1 R. 7:6, 7).
Había un magnífico pórtico en la fachada oriental del Templo de Salomón (1 R. 6:3; Ez. 8:16; JI.
2:17).
Había en ocasiones un patio de columnas en la terraza de los palacios (Jue. 3:23).
Los pórticos de la piscina de Betesda y el pórtico de Salomón, en el segundo Templo, eran
también paseos cubiertos (Jn. 5:2; 10:23; gr. «stoa»).
nom, POSTES
tip, CONS LEYE
vet,
(heb. «mezuza»).
Maderos a los que se aseguraban las puertas (1 R. 6:33). A veces había una columna de piedra en
lugar de un madero.
El esclavo hebreo que quisiera permanecer a perpetuidad con su amo al llegar el año sabático se
hacía traspasar el oído contra el poste con una lezna (Éx. 21:6; Dt. 15:17).
Los judíos ortodoxos ponían un trozo de pergamino llamado «mezuza» (montante de la puerta),
donde estaban escritos, en veintidós líneas, Dt. 6:4-9 y 11:13-21. Los ponían dentro de una cajita
de madera, de metal o de vidrio y la fijaban en el poste, como lo ordenan estos pasajes.
nom, POSTRIBULACIONISMO
tip, DOCT ESCA
vet,
En este punto de vista, la Iglesia pasa a través de la tribulación. Sus defensores proclaman que es
la fe histórica de la Iglesia cristiana. Se afirma además que el mismo hecho de que a la Iglesia le
fue prometida tribulación sostiene esta postura. Por otra parte, identifican la resurrección de los
justos de Israel, evidentemente al final de la Gran Tribulación, y seguramente coincidente con la
de los santos muertos durante ella (cfr. Dn. 12:1-3, 13; Ap. 20:4) con el arrebatamiento de la
Iglesia (1 Ts. 4:13-18). Es evidente que esta postura destruye la doctrina de la inminencia de la
venida de Cristo en relación con los creyentes y que aparece en pasajes como Jn. 14:2-3; 1 Co.
1:7; Fil. 3:20-21; 1 Ts. 1:9-10; 4:16-17; 5:5-9; Tit. 2:13; Stg. 5:8-9; Ap. 3:10; 22:17-22).
Además, a pesar de la pretensión de «historicidad» de los postribulacionistas, en la iglesia
primitiva sí se sostenía la inminencia de la vuelta del Señor a recoger a Su iglesia. Entre los que
la sustentan se hallan Clemente de Roma, Cipriano, y la misma Didaché.
Véase TRIBULACIÓN (GRAN).
nom, POTESTADES
tip, ANGE
ver, PODER
vet,
(gr. «exousia»).
Grado angélico mencionado en el NT en pasajes como:
Ef. 1:21 («autoridad»),
Ef. 3 10 («potestades»),
Ef. 6.12 («potestades»),
Col. 1:16 («potestades»),
Col. 2:10 («potestad»),
Col. 2:15 («potestades»),
1 P. 3:22 («autoridades»).
Véase una consideración del significado de «exousia» en PODER.
nom, POTIFAR
tip, BIOG FUNC HOMB HOAT
vet,
(egip.: «aquel que Ra [dios solar) ha dado»).
Oficial de Faraón y jefe de la guardia. Los madianitas le vendieron José. La esposa de Potifar
trató de seducir al joven esclavo pero al no conseguir sus propósitos lo acusó falsamente y lo
hizo encarcelar por Potifar (Gn. 37:36; 39:1-20).
nom, POTIFERA
tip, SACE BIOG HOMB HOAT
ver, POTIFAR
vet,
(misma etimología que para POTIFAR).
Sacerdote de On (Heliópolis), ciudad consagrada al culto del sol. Era padre de Asenat, que
Faraón dio como esposa a José (Gn. 41:45-50; 46:20).
nom, POZO
tip, CONS RIOS
ver, CISTERNA, FUENTE
vet,
(heb. «b'êr»).
Se halla frecuentemente formando parte de nombres compuestos (p. ej.: Beerseba, «pozo del
juramento»).
El pozo es una excavación en el suelo, que llega a una capa de agua en una depresión o que se
filtra a través de las arenas. En ocasiones se captaba una fuente (cfr. Gn. 16:7, 14; 24:11, 13). Si
se descubría agua en un terreno arenoso, se abría un pozo con toda presteza.
Se abrían los lechos secos de los torrentes cuando se sospechaba que debajo de ellos corrían
aguas vivas (Gn. 21:30, 31; 24:19; 26:20-25).
Había numerosos pozos en la llanura marítima de Filistea, donde un inagotable curso de agua
subterránea se abría camino hacia el Mediterráneo. La región montañosa de Palestina tenía pozos
cavados en la roca calcárea.
Exteriormente, el pozo no se diferenciaba mucho de la cisterna. El agujero estaba protegido por
un brocal (Jn. 4:6), cubierto por una piedra o una plancha para que ni personas ni animales
cayeran accidentalmente (Gn. 29:2, 3; Éx. 21:33; 2 S. 17:19; Ant. 4:8, 37).
El interior del pozo, recubierto generalmente de obra, tenía una escalera que permitía llegar hasta
el agua, si su nivel no era demasiado bajo. Se ponían pilas de madera o piedra cerca del orificio,
para que abrevaran los ganados y rebaños (Gn. 24:30; Éx. 2:16).
El agua era sacada con cántaros (Gn. 24:16). Si el pozo era muy profundo, se bajaba un cubo u
otra vasija con una cuerda (Jn. 4:11). En ocasiones se usaba tracción animal para tirar de la
cuerda. También se usaban tornos sujetos al pozo. (Véanse CISTERNA, FUENTE.)
nom, PRADO
vet,
(heb. «'ãhû», «caña» o «junco»).
Las siete vacas del sueño de Faraón pacían «en el prado» o, según otras traducciones, «en el
pantano», al tratarse de la zona ribereña del río, cubierta de cañas.
nom, PREDESTINACIÓN
tip, DOCT
ver, ELECCIÓN
vet,
(del gr. «proorizõ», «marcar de antemano, predeterminar»).
En Ro. 8:29, 30 forma un enlace en la cadena que conecta el previo conocimiento de Dios en el
pasado con la gloria en el futuro. La elección es el señalamiento que Dios hace de individuos; la
predestinación es a bendición (cfr. Ef. 1:5, 11, donde los creyentes son predestinados a ser
adoptados hijos, según el propósito de Dios).
La predestinación no implica que Dios haya marcado a algunos para ira. En realidad, el deseo de
Dios es «que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (1 Ti. 2:4).
Para asegurar que algunos lo sean, Él los predestinó, llamó, justificó y glorificó en Sus consejos
soberanos (cfr. Ro. 8:29, 30). (Véase ELECCIÓN para un examen más detallado de estas
cuestiones, y bibliografía.)
nom, PREDICACIÓN
ver, ECLESIASTÉS, DESCENSO (de Cristo a los infiernos).
vet,
(gr.: «kerygma»).
Se usa en el NT de «un anuncio», o «un dar a conocer», sin conllevar necesariamente la idea de
una predicación formal como se entiende la palabra en la actualidad. Cuando la Iglesia en
Jerusalén padeció persecución, todos se dispersaron, excepto los apóstoles, y fueron por todas
partes «anunciando el evangelio» (Hch. 8:1-4).
En Eclesiastés, Salomón se denomina a sí mismo «el predicador» (Ec. 1:1; véase
ECLESIASTÉS). De Noé se afirma que fue «pregonero de justicia» (2 P. 2:5). Pablo fue
designado como predicador (heraldo) (1 Ti. 2:7; 2 Ti. 1:11; cfr. 1 Co. 9:27). A Dios le plació
«salvar a los creyentes por la locura de la predicación» (1 Co. 1:21).
Dios se sirve de la predicación, del anuncio de las buenas nuevas, para dar a conocer Su amor y
la obra del Señor Jesucristo. «¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin
haber quién les predique?... ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!» (Ro. 10:14-15).
La importancia de la predicación viene subrayada con las siguientes palabras: «La fe es por el
oír, y el oír, por la palabra de Dios» (Ro. 10:17).
El objeto central de la predicación o proclamación cristiana es la persona y la obra del Señor
Jesucristo, Dios manifestado en carne, muerto por nuestros pecados, y resucitado para nuestra
justificación (Jn. 1:1, 14; 1 Ti. 3:16; Ro. 4:25) ,y que volverá para juzgar al mundo con justicia
(Hch. 17:31; 24:25); estrechamente relacionada con esta proclamación está la instrucción dada al
cristiano de la promesa de su recogimiento por Cristo (Jn. 14:1-4; 1 Ts. 4:13-18; Ap. 22:20), lo
que constituye la esperanza presente del cristiano y su móvil para agradar al gran Dios y
Salvador Jesucristo, que se dio a Sí mismo para rescatamos y purificarnos (Tit. 2:11-14).
Acerca de la predicación «a los espíritus encarcelados», véase DESCENSO (DE CRISTO A
LOS INFIERNOS).
nom, PREGONERO
tip, OFIC
vet,
El que hacia anuncios a viva voz, tanto oficiales como meramente públicos.
En Dn. 3:4 se menciona a un pregonero voceando un anuncio oficial del rey de Babilonia.
Los predicadores del Evangelio son pregoneros de Dios (cfr. 2 P. 3:5).
nom, PREPARACIÓN
tip, CALE LEYE
vet,
Recibía este nombre el día anterior al sábado, en el que se hacían los preparativos para todo lo
necesario para el día de reposo (Mr. 15:42; Jn. 19:31; Ant. 16:6, 2; cfr. Jdt. 8:6). El sábado de la
Pascua era de una gran solemnidad (Jn. 19:14, 31).
nom, PRESCIENCIA
tip, DOCT
vet,
(gr.: «prognõsis»).
Un conocimiento de personas y circunstancias antes de que existan. Es uno de los atributos
divinos de Dios por el cual le son conocidas las personas y determinados los eventos por
adelantado. Se trata de un poder totalmente más allá de la capacidad de comprensión de la mente
humana.
El nombre «prognõsis» se traduce «anticipado conocimiento» (Hch. 2:23) y «presciencia» (1 P.
1:2). El verbo relacionado, «proginõskõ», se traduce variamente:
«antes conoció» (Ro. 8:29);
«desde antes conoció» (Ro. 11:2);
«ya destinado» (1 P. 1:20);
«sabiéndolo de antemano» (2 P. 3:17).
Se ha de señalar que la presciencia de Dios no elimina en absoluto la capacidad del hombre
como agente moral responsable (Ro. 1:18-2:6).
nom, PRESENTE, DON
tip, LEYE
ver, CARISMAS, ESPÍRITU SANTO, LENGUAS (Don de), MILAGROS, SANIDAD (Don de)
vet,
(En el AT se usa muy frecuentemente el término «presente», aunque también se usa «don», que
es utilizado con mayor frecuencia en el NT.)
Los padres daban presentes a sus hijos (Gn. 25:6), daban dote a su hija al casarse (Jue. 1:15); el
prometido daba un presente al padre de la novia (Gn. 34:12); los invitados a las bodas llevaban
presentes (Sal. 45:12). Los hombres de buena voluntad intercambiaban presentes, y hacían
dádivas a los pobres (Est. 9:22); se ofrecían a los grandes con el fin de conseguir su favor (Pr.
18:16). Estaba prohibido comprar a los jueces mediante presentes (Éx. 23:8; Dt. 16:19; Pr. 29:4).
Los soberanos recompensaban a los que les habían hecho un servicio (Dn. 2:48), y mostraban
largueza hacia sus súbditos para alegrarlos (Est. 2:18). Los reyes recibían los tributos de sus
súbditos (2 S. 8:2, 6; 2 Cr. 26:8; Sal. 45:12; 72:10; Mt. 2:11).
El desempeño del culto público generaba unos gastos que tenían que ser mantenidos con
ofrendas (Mt. 5:23, 24; 8:4; Lc. 21:5). En Oriente siguen dándose estos hábitos de liberalidad.
El «don de Dios» es la vida eterna en Jesucristo (Jn. 4:10; Ro. 6:23). Cristo ha dado dones a los
hombres (Ef. 4:8). No sólo ha abierto un camino que conduce a Dios, permitiendo que los
hombres se presenten ante Él, el Santo y Justo, sino que ha conseguido para ellos los dones del
Espíritu Santo (Jn. 14:16; 16:6; Hch. 2:38), que se manifiestan en el corazón y en la vida de los
creyentes en el arrepentimiento (Hch. 5:31), la fe (Ef. 2:8), el amor (Ro. 5:5), el gozo, la paz, la
paciencia, la benignidad, la bondad, la mansedumbre y la templanza (Gá. 5:22-23). Así, todas las
virtudes cristianas son el fruto del Espíritu, un don de Su parte. Dios da asimismo diferentes
dones a Su Iglesia, calificando a hombres que puedan contribuir a su edificación (Ro. 12:6; 1 Co.
7:7; 12:4-9; Ef. 4:7-16). (Véanse CARISMAS, ESPÍRITU SANTO, LENGUAS [DON DE),
MILAGROS, SANIDAD [DON DE].)
nom, PRÉSTAMOS
tip, LEYE
ver, BANCO
vet,
Un adelanto de fondos o de alguna otra cosa.
Al principio, los israelitas que solicitaban un préstamo no pedían dinero sino objetos de primera
necesidad. La Ley ordenaba socorrer al menesteroso (Dt. 15:7-11) sin exigir interés alguno (Éx.
22:25; Lv. 25:35-37). Sí se podía demandar interés de los extranjeros (Dt. 23:20). El israelita
pobre podía venderse como siervo (Lv. 25:39-40; 2 R. 4:1). En caso de que el acreedor exigiera
una prenda no podía ir a casa de su deudor, sino que tenía que esperar que éste se la trajera (Dt.
24:10-13). Si el objeto era un vestido, el acreedor se lo tenía que devolver antes de que se pusiera
el sol, porque este vestido servía de cubierta (Éx. 22:26, 27). Estaba prohibido tomar en prenda
las dos muelas de un molino, o la piedra de debajo, lo que impediría al pobre moler el grano
necesario para su comida cotidiana (Dt. 24:6). Tampoco se podía tomar en prenda la ropa de la
viuda (Dt. 24:17). Todos los séptimos años se debían perdonar los préstamos (Dt. 15: 1-11).
Desafortunadamente, se implantó de manera generalizada la práctica de tomar prendas (Pr. 6:1);
en época más tardía los prestamistas, en ocasiones pedían incluso interés, a pesar de la oposición
de los profetas (Jer. 15:10; Ez. 18:13). Después del exilio, se descuidó muy extensamente este
aspecto de la Ley, como tantos otros, y Nehemías reprimió enérgicamente los abusos, en este y
otros aspectos (Neh. 5:1-13; cfr. Neh. 13).
La legislación romana era de gran dureza para el deudor, en contraste con las normas de la Ley
de Moisés. La Ley de las Doce Tablas permitía al acreedor encarcelar al deudor insolvente y a su
familia. Es a este hecho que alude el Señor Jesús en la parábola del siervo implacable (Mt. 18:25,
34). En tiempos de Jesús estaba organizado el comercio de dinero en forma de bancos (Mt.
25:27; Lc. 19:23). En Jerusalén había un edificio público en el que se depositaban los
documentos relativos a los préstamos, tanto si eran con interés como si no (Guerras 2:17, 6)
(Véase BANCO).
nom, PRETORIO
tip, CONS
vet,
(lat. «que pertenece a un pretor»)
Sentido primitivo: espacio alrededor de la tienda del general; después la residencia oficial del
gobernador de una provincia; palacio.
En el NT este término designa:
(a) El palacio ocupado por Poncio Pilato en Jerusalén y ante el que se constituyó su tribunal (Mr.
15:16; Mt. 27:27; Jn. 18:28, 33; 19:9, cfr. 19:13). Ciertos arqueólogos lo sitúan en la torre
Antonia, pero los procuradores de Judea solían residir en el palacio de Herodes el Grande (Filón,
Legat ad Gaium 38, 39).
(b) Palacio de Herodes en Cesarea. Allí estuvo Pablo encarcelado (Hch. 23:35).
(c) Guardia pretoriana de Roma, encargada de la vigilancia del palacio imperial (Fil. 1:13).
Parece que en Fil. 1:13 y 4:22 pretorio y casa del César son sinónimos.
nom, PRIMICIAS
tip, CALE LEYE
vet,
(a) Así como Dios afirmaba Su propiedad de los primogénitos de hombre y animales, igualmente
demandaba los primeros frutos de las labores en el campo (Éx. 23:16, 19), como reconocimiento
de Dios como el dador de ellos y en muestra de agradecimiento por Sus dones.
Todos los varones tenían que presentarse tres veces al año ante Dios, y eran en el tiempo:
de la cosecha de la cebada (en la Fiesta de los Panes sin Levadura);
del trigo (en la Fiesta de las Semanas) y
en la vendimia (la Fiestas de las Cabañas) (Éx. 23:16, 19; 34:22, 26; Dt. 18:4; 26:10; Ez. 58:14).
(b) De los cristianos se afirma que tienen las primicias del Espíritu: tienen la prenda de una
bendición futura aún más grande (Ro. 8:23; 2 Co. 5:5; Ef. 1:14).
(c) Los reunidos a Dios en cualquier dispensación reciben el nombre de primicias (Ro. 11:16;
16:5; 1 Co. 16:15; Stg. 1:18; Ap. 14:4).
(d) Cristo, al haber resucitado de entre los muertos, es las primicias de los que durmieron (1 Co.
15:20, 23). «Primicias» implica necesariamente que ha de haber más a su semejanza que sigan
después.
nom, PRIMOGÉNITO
tip, LEYE
ver, PASCUA, LEVITAS, PRIMOGENITURA
vet,
Los primogénitos de los hombres y de las bestias son declarados pertenecientes a Dios, que no
sólo los ha dado (cfr. Gn. 4:4), sino que los ha rescatado en Egipto de la esclavitud y del juicio.
Durante la décima y última plaga, los primogénitos de Egipto fueron muertos, en tanto que los
primogénitos de los israelitas eran salvados gracias a la sangre puesta sobre el dintel y los postes
de las puertas de sus casas (Éx. 12:12, 13, 23, 29; véase PASCUA). Los primogénitos, objetos de
tal redención, pertenecían así por partida doble a Jehová. Todo varón primogénito de hombre o
de animal era puesto aparte para el Señor (Éx. 13:2; 34:19); el hombre no tenía derecho alguno
sobre ellos. El primogénito de los animales estaba destinado al sacrificio, pero el primogénito de
hombre era rescatado (Éx. 13:13, 15; 34:20, cfr. Lv. 27:6). Por esta razón era llevado al santuario
y presentado a Jehová (Lc. 2:22; cfr. Nm. 18:15). Más tarde, los levitas tomaron el lugar de los
primogénitos de los israelitas (Nm. 3:12, 41, 46; 8:13-19; cfr. Éx. 32:26-29) y fueron asignados
al servicio del culto (véase LEVITAS). Entre los primogénitos de los animales igualmente
consagrados al Señor se hacían distinciones. El primogénito de los animales puros era
sacrificado. Los animales impuros, de los que se cita el asno como espécimen típico, podían ser
desnucados, o ser redimidos con un cordero (Éx. 13:13, 15; 22:29, 30; 34:20). La grasa del
animal debía ser consumida con fuego, y la carne entregada al sacerdote. El animal impuro era
rescatado o vendido (Lv. 27:27; Nm. 18:15-18). Más tarde, debido a las nuevas circunstancias
que se podían prever del establecimiento del pueblo en la tierra de Canaán, y debido a que el
desplazamiento al único santuario central podía ser difícil y costoso, se dio la norma de retrasar
la presentación del primogénito. Se permitió que transcurrieran más de los ocho días inicialmente
prescritos al inicio, y esperar a una de las fiestas anuales. La carne, en lugar de ser entregada al
sacerdote, quedaba para el peregrino que había llevado el animal al santuario. El israelita y su
familia lo consumían allí (Dt. 15:19, 20). Los animales con tachas no eran llevados al santuario.
Eran comidos en casa, sin ceremonia cultual alguna (Dt. 15:21-23).
Con respecto a los privilegios legales del primogénito, véase PRIMOGENITURA.
nom, PRIMOGENITURA
tip, COST DOCT
ver, NUZU, PLENITUD, CREACIÓN (Nueva)
vet,
El derecho de primogenitura era considerado como propiedad exclusiva del primer nacido de una
familia. Por lo general, el primogénito heredaba el rango, la situación y las prerrogativas de su
padre; venía a ser jefe de la familia o de la tribu; heredaba asimismo una porción doble de los
bienes paternos, derecho garantizado al hijo primogénito, incluso si había una segunda esposa
preferida a la madre del primogénito (Dt. 21:17; cfr. 2 R. 2:9). El derecho de primogenitura
podía ser vendido a un hermano menor, como lo hizo Esaú a Jacob (Gn. 25:29, 34; He. 12:1; en
el artículo NUZU se puede constatar el registro de un caso semejante). La primogenitura se podía
también perder por una mala conducta (1 Cr. 5:1).
El título de Primogénito es dado al Señor Jesucristo en varios sentidos:
(a) En su lugar en su familia terrena, como primogénito de María (Mt. 1:25; Lc. 2:7).
(b) El primogénito de toda creación (Col. 1:15). Aquí tiene el sentido de la preeminencia y
dignidad, de derecho, que recibía el primogénito de parte de su padre. No es por lo tanto una
identificación con la Creación, como si Él fuera la parte más preeminente de ella, sino que es
presentado como primogénito sobre la creación, cabeza de ella. Así, este título denota Su
posición y carácter, no Su origen. Es por ello que se menciona este carácter de primogenitura
sobre toda la creación en relación con el hecho de que Él es la imagen del Dios invisible (véase
PLENITUD).
(c) Él es el primogénito de entre los muertos (Col. 1:18; Ap. 1:5).
(d) Además de ser cabeza de la creación, pues «todo fue creado por medio de él y para él» (Col.
1:16; cfr. v. 17),
(e) es también la cabeza de toda la nueva creación (véase CREACIÓN [LA NUEVA]) más allá
de la muerte, sobre el terreno de resurrección.
Un ejemplo de que el título de primogénito es de dignidad y autoridad se ve en el Sal. 89:27,
donde Salomón, décimo hijo de David (1 Cr. 3), recibe junto con el título de «primogénito» el
derecho al trono de su padre. Y el Hijo eterno, al venir a ser hombre, recibe, tras Su obra de
Redención y posterior exaltación, este puesto de preeminencia adicional a Su eterna dignidad: el
de «Primogénito de los muertos», que se corresponde con el de «Primicia de los que durmieron»
(1 Co. 15:20, 23), si bien el primer título tiene más que ver con Su dignidad y el segundo con Su
prioridad en el tiempo y Su carácter de precursor en poder. Así, el título de Primogénito denota
que Él es Señor Soberano sobre todas las esferas, temporales y eternas.
nom, PRINCIPADOS
tip, ANGE
ver, ÁNGEL
vet,
(gr. «archai»: «principios»).
Se usa de la posición de aquellos que tienen el primer lugar como gobernantes entre los hombres
(Tit. 3:1, «gobernantes»). Sin embargo, este término se emplea de modo especial para denotar a
los poderes espirituales del mundo invisible, sean buenos o malos (véase ÁNGEL). Fueron
creados por el Señor, y Él es la cabeza de todos ellos (Col. 1:16; 2:10). Algunos cayeron de la
posición de confianza que les había sido asignada: no guardaron su primer estado o principalidad
(Jud. 6). Otros luchan en contra de la posición celestial de los santos (Ef. 6:12). El Señor
«despojó» a los principados en la cruz (Col. 2:16), y en Su resurrección fue exaltado por Dios
infinitamente por encima de todos estos poderes creados (Ef. 1:21; 3:10).
nom, PRÍNCIPE
tip, FUNC
vet,
Son dieciséis los términos heb. que se pueden traducir de esta manera. Los principales son:
(a) «nasi», «uno exaltado», que también se traduce como «gobernante, capitán, jefe». Se aplica a
los «príncipes de la congregación» (Jos. 9:15-21): éstos serían los cabezas de familia en las
varias tribus;
(b) «sar», «llevar regla», aplicado así a los cabezas de las tribus, «jefes de familias», que tiene
asimismo varias traducciones; se aplica como príncipes a los sátrapas del imperio persa (Est. 1:3-
21). En Daniel estos mismos dignatarios reciben el nombre de «achashdarpenayya», «sátrapas»
(Dn. 3:2, 3, 27; 6:1-7). El término «sar» se emplea también para el Príncipe de paz en Is. 9:6, y
para el arcángel Miguel y el príncipe de Persia que se le opuso, así como para el príncipe de
Grecia (Dn. 10:13-21).
En el NT el término «príncipe» es traducción de:
(a) «archêgos», «autor», «Príncipe», referido al Señor Jesús (Hch. 5:31);
(b) «archipoimên», «Príncipe de los pastores», también referido al Señor Jesús (1 P. 5:4);
(c) «archõn», «príncipe» de los demonios (Mt. 12:24), «príncipe» de este mundo (Jn. 12:31;
14:30; 16:11), referido a Satanás, también traducido como «gobernante», «magistrado» y,
referido al Señor Jesucristo, en Ap. 1:5: el «soberano» de los reyes de la tierra.
nom, PRINCIPIO
tip, DOCT
ver, TIEMPO
vet,
(heb. «rê'shîth»; gr. «archê»).
El significado propio de este término es con referencia al tiempo. Así, se usa:
(a) para indicar un punto de comienzo en el pasado en que se inaugura un evento concreto, como
la inauguración del año litúrgico judío (Éx. 12:2), el comienzo del cristianismo (Jn. 15:27; 16:4;
1 Jn. 1:1; 3:11; 2 Jn. 5, 6), etc.
(b) En Gn. 1:1 la referencia es a un principio absoluto de la creación, lo mismo que en Jn. 1:1.
Así, aunque «principio» no puede ser separado de su relación con el tiempo, se afirma que
cuando el tiempo empezó el Verbo ya existía con Dios y era Dios, siendo por lo tanto eterno.
(c) En un sentido moral se usa para denotar un fundamento o fuente (Pr. 1:7), el preeminente en
dignidad (Col. 1:18); el Autor o agente activo (Ap. 3:14).
Un ejemplo extrabíblico del uso del término «archê», «principio», no en relación temporal sino
como causa u origen, es el que da Josefo en Contra Apión (2:23), donde afirma que Dios es el
principio de todas las cosas. (Véase TIEMPO.)
nom, PRISCILA
tip, BIOG MUJE MUNT
ver, AQUILA
vet,
(lat., «ancianita»).
Esposa de Aquila, viajaba con él. El celo de ella en difundir el Evangelio la hizo destacar al lado
de su marido (Hch. 18:1-3, 18, 26; Ro. 16:3; 2 Ti. 4:19).
Muy apreciada por el apóstol Pablo, es en algunas ocasiones mencionada antes que Aquila.
(Véase AQUILA.)
nom, PROCÓNSUL
tip, OFIC
vet,
(lat. «vicecónsul»).
Era un gobernador de una provincia romana bajo la jurisdicción del Senado (Hch. 13:7; 18:12;
19:38). Ejercía el cargo durante un año, y administraba la provincia con la autoridad de un
cónsul. Era ayudado por cuestores, que recaudaban los impuestos y lo depositaban en el tesoro
administrado por el Senado.
nom, PRÓCORO
tip, BIOG HOMB HONT
vet,
(gr.: «que dirige el coro de los danzantes»).
Uno de los siete que fueron elegidos para socorrer a las viudas judías de lengua griega, y
probablemente también a los cristianos necesitados de Jerusalén (Hch. 6:5).
nom, PROCURADOR
tip, HIST OFIC
vet,
Cargo de la administración romana.
En las provincias imperiales, esto es, las administradas directamente por el emperador, había un
procurador, que era a la vez gobernador civil y militar. En Judea lo fueron, entre otros,
Poncio Pilato (Mt. 28:14),
Félix (Hch. 23:24),
Festo (Hch. 24:27; 26:30).
Fue después de la destitución de Arquelao, el año 6 d.C., que Roma decretó la fusión de Judea,
Samaria e Idumea, bajo el nombre de «provincia de Judea», como división de Siria, y para ser
administrada por procuradores (Ant. 17:11, 4; 13:5; Tácito, Anales 12:23; Historia 5:9). Los
procuradores de Judea fueron, sucesivamente:
Coponio (Ant. 18:1, 1; 2:2; Guerras 2:8, 1);
Marco Ambivio;
Annio Rufo, en la época de la muerte de César Augusto;
Valerio Grato, que ejerció el cargo durante once años (Ant. 18:2, 2);
Poncio Pilato, designado por Tiberio, y por quien fue destituido diez años más tarde. Pilato llegó
a Roma justo después de la muerte de Tiberio, en marzo del año 37 (Ant. 18:2, 2; 4, 2; 6, 5;
Guerras 2:9, 2; Tácito, Anales 15:44; Lc. 3:1);
Marcelo (Ant. 18:6, 10-11), designado por Calígula. A la accesión del emperador Claudio, el año
41,
Herodes Agripa I recibió de él la corona de Judea, reinando tres años, hasta su muerte (Hch.
12:1-23).
Cuspio Fado fue nombrado procurador de Judea por Claudio en el año 44. A renglón seguido se
nombró a
Tiberio Alejandro (Ant. 19:9, 2; 20:1, 2; 5, 2; Guerras 2:11, 6). Después de la muerte de Herodes
rey de Calcis, Claudio nombró a
Cumano procurador de Judea; más tarde, el emperador lo volvió a llamar (Ant. 20:5, 2; 6, 2 y 3;
Guerras 2:12, 1 y 6), poniendo a
Félix en su lugar (Ant. 20:7, 1; Guerras 2:12, 8; Tácito, Historia 5:9; Anales 12); Nerón designó
procurador a
Porcio Festo (Ant. 20:8, 9; Guerras 2:14, 1; Hch. 24:27); lo sucedió
Albino (Ant 20:9, 1); el último de ellos fue
Gesio Floro, nombrado por Nerón en el año 64 (Ant. 20:11, 1; Guerras 2:14, 2; Tácito, Historia
5:10).
Los procuradores de Judea estaban, en cierta medida, sujetos al legado de Siria, pero en la
práctica su autoridad sobre Judea era soberana. Ellos tenían el mando supremo de la guarnición
romana, juzgaban todas las causas importantes, tenían la atribución de aplicar la pena de muerte
(Guerras 2:8, 1), que era ejecutada por sus soldados.
Residían generalmente en Cesarea, ciudad en la costa del Mediterráneo, pero subían a Jerusalén
para las fiestas importantes, y en ocasiones pasaban allí el invierno (Ant. 18:3, 1). Visitaban las
ciudades sometidas a su jurisdicción. Cuando residían en Jerusalén, se instalaban en el antiguo
palacio de Herodes el Grande.
nom, PROFANAR
tip, LEYE
vet,
(heb. «halal», gr. «koinoõ»).
Estos términos significan primariamente «hacer común». Otro término gr. también traducido
«profanar» es «bebeloõ», que primariamente es «atravesar el umbral». Estos términos se aplican
al hecho de traspasar algo sagrado a un uso común, y queda contrapuesto al concepto de la
santidad, que se refiere a algo «separado», consagrado para el Señor y Su servicio. De esta
manera, la profanación del día de reposo era su utilización como un día común (cfr. Éx. 31:14).
El nombre de Dios era profanado si no era pronunciado con la debida reverencia, o si era usado
en falsos juramentos o en prácticas que lo deshonraran (cfr. Lv. 19:8, 12, etc.).
Los sacerdotes debían tener gran cuidado en tomar esposa virgen, por cuanto el sacerdocio no
podía vivir según el común de la vida del pueblo, sino estar separado para el Señor (cfr. Lv.
21:14), entre otros deberes que tenía para mantener su apartamiento para Dios (cfr. todo el cap.
de Lv. 21). Como juicio contra la casa de Israel, que había profanado el nombre de Dios
quebrantando su vocación de vivir santos para Él, el Señor entregó Su santuario en manos
enemigas, a la profanación y destrucción (cfr. Ez. 5:11; 7:22; ver también Ez. 39:1-7 y 43:7).
nom, PROFECÍA
tip, DOCT
ver, PROFETA, APOCALIPSIS, TRIBULACIÓN (Gran), DÍA DE JEHOVÁ
vet,
En el sentido restringido de predicción inspirada del porvenir (para un examen de los diversos
sentidos de este término, véase PROFETA), tiene un lugar singular en las Escrituras.
La Biblia es esencialmente una palabra profética. Dios trasciende el tiempo y el espacio, y puede
hablar a la vez del pasado, del presente y del porvenir. De los treinta y nueve libros del AT,
diecisiete de ellos son «proféticos» (los judíos consideran a otros más con este carácter), y en el
NT hay varios pasajes de los Evangelios, muchos de las Epístolas, y el libro de Apocalipsis, que
presentan este carácter. Sólo la Biblia contiene verdaderas profecías, por cuanto es la Palabra de
Dios eterno y omnisciente. Él sólo es el que anuncia «lo por venir desde el principio» (Is. 46:10).
(a) CARACTERÍSTICAS.
Las características de la profecía bíblica son magistralmente descritas por Pedro (1 P. 1:10-12; 2
P. 1:16, 19-21).
(A) El gran tema tratado por todos los profetas es Jesucristo: Su persona, Su venida, Sus
sufrimientos expiatorios, Su retorno, gloria y reino (1 P. 1:11).
(B) A ellos les fueron reveladas por adelantado la época y las circunstancias de las dos
apariciones de Cristo (1 P. 1:11).
(C) Hay una perfecta armonía entre los profetas del AT y los del NT (1 P. 1:12).
(D) El Espíritu Santo es el único autor de la profecía (1 P. 1:11, 12; 2 P. 1:21).
(E) Los mismos profetas, sobrepasados por sus mensajes intentaron escudriñarlos (1 P. 1:10-12;
cfr. 1 P. 1:5).
(F) Los mismos ángeles desean también mirar en estas cosas (1 P. 1:12).
(G) Consideramos segura la palabra profética, y es deseable prestarle atención (2 P. 1:19). Los
que la descuidan cometen una insensatez.
(H) La profecía es «como una antorcha que alumbra en lugar oscuro», en espera del despuntar
del gran día del Señor. No lo dice todo, no muestra toda la escena; pero es plenamente suficiente
para mostrar el camino a través de los precipicios.
(I) Ninguna profecía puede ser objeto de una interpretación particular, o sea, separada del
contexto de toda la Escritura.
En la Biblia tiene el creyente todo lo que le es preciso saber hasta su recogimiento con el Señor
para andar de manera perfecta (2 Ti. 3:16-17). No precisa, por ello, de nada para conocer la
mente de Dios que no esté contenido en las Sagradas Escrituras. Hay el hecho cierto de que en el
pasado no tuvo lugar ningún acontecimiento de importancia que Dios no revelara antes mediante
Sus siervos los profetas (cfr. Am. 3:7). Dios siempre quiso preparar al mundo, y, de manera
especial a los creyentes. Como ejemplos se pueden citar:
el Diluvio (Gn. 6-7),
la destrucción de Sodoma (Gn. 18-19),
Nínive (Jon. 3),
Babilonia (Dn. 4-5),
Samaria, Jerusalén e Israel (2 Cr. 36:15-16),
la segunda destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. (Lc. 19:41-44; 21:20-24).
Por otra parte, la primera venida de Cristo había sido anunciada con una extraordinaria precisión
de detalles. De la misma manera, la Biblia predice los acontecimientos del fin:
las señales del retomo de Cristo (Mt. 24:3-15),
el arrebatamiento de la Iglesia (1 Ts. 4:13-18),
la aparición del Anticristo (2 Ts. 2:1-12; Ap. 13),
el retorno de Israel a Palestina, sus sufrimientos y conversión (Zac. 12-14),
la gran tribulación (Mt. 24:21-30; Dn. 12:1, 7),
la batalla de Armagedón (Ap. 16:14-16; 19:1-21),
la aparición gloriosa del Señor con todos Sus santos (Zac. 14:3-5; Ap. 19:11-14),
el reinado de mil años (Ap. 20:1-10),
el juicio final ante el Gran Trono Blanco (Ap. 20:11-15),
la eternidad de bendición y de maldición (Ap. 21-22).
(Véanse los artículos correspondientes)
Después de haber dado conclusión al registro de sus visiones en Apocalipsis, que recapitula y
completa todo el mensaje de los anteriores profetas, Juan afirma solemnemente que nadie tiene
derecho alguno a añadir ni a quitar nada (Ap. 22:18-19). Los estudiosos reverentes y obedientes
a las revelaciones divinas deben asumir la actitud de no menospreciar las profecías (cfr. 1 Ts.
5:20).
nom, PROFECÍA
(b) INTERPRETACIÓN DE LA PROFECÍA.
En el sentido restringido de predicción inspirada del porvenir (para un examen de los diversos
sentidos de este término, véase PROFETA), tiene un lugar singular en las Escrituras.
Se ha planteado con frecuencia la cuestión de si a las predicciones (y a la misma Escritura) se le
debe dar un sentido literal o simbólico. Con mucha frecuencia, bajo un sentido primario real y
literal se esconde un significado figurado o espiritual. Muchos de los hechos de la historia de
Israel tenían al mismo tiempo un significado profético:
la peña golpeada en Horeb representaba a Cristo golpeado en el Calvario (Éx. 17:1-6; 1 Co.
10:4);
el maná era el tipo y preanuncio de Cristo, el pan vivo venido del cielo (Éx. 16; Jn. 6:31 ss.);
el cordero de la pascua representaba al Cordero de Dios inmolado para nuestra redención (Éx.
12; 1 Co. 5:7);
las dos esposas de Abraham, Agar y Sara, simbolizaban los dos pactos, el de la ley y el de la
gracia (Gá. 4:22-26), etc.
También se da que en el mismo pasaje profético haya una yuxtaposición o superposición de
sentidos literales y figurados. Por ejemplo, en el salmo 22 hay ciertos detalles expresados en
términos ordinarios acerca de lo que literalmente aconteció a Cristo sobre la cruz (abandonado de
Dios, menospreciado por el pueblo, sus manos y pies traspasados, sus vestidos repartidos y su
túnica sorteada); sin embargo, en otros versículos se da un lenguaje figurado, cuyo sentido no es
por ello menos real (los toros, los perros rodeándole, su alma amenazada por la espada, su
liberación de la boca del león y de los cuernos de los búfalos). Lo mismo sucede en el célebre
pasaje de Is. 53, Así, se pueden considerar dos principios esenciales a respetar en la
interpretación de las profecías aún sin cumplir:
(A) Establecer ante todo el significado literal normal, con un cuidadoso examen del contexto, la
aplicación más sencilla y, en el AT, el sentido más relacionado con Israel.
(B) Sobre esta base, investigar a continuación si se puede hallar algún significado simbólico,
algún posible sentido espiritual; se debe dejar que el mismo texto dé su guía acerca de ello, y, si
es oscuro, comparar con otros pasajes claros con respecto al mismo texto. Sería absurdo
interpretar literalmente evidentes figuras de lenguaje, y asimismo sería falso interpretar sólo
simbólicamente aquellas afirmaciones que admiten un sentido llano y natural.
Para un examen de las diferentes escuelas de interpretación de Apocalipsis, véase
APOCALIPSIS.
Para una comprensión adecuada de ciertas profecías, hace falta darse cuenta de que comportan
un cumplimiento progresivo, o varios cumplimientos progresivos y sucesivos. Por ejemplo, en
Mt. 24 y Lc. 21, Jesús contempla en una misma panorámica dos acontecimientos semejantes,
pero muy alejados en el tiempo; por una parte el sitio de Jerusalén en el año 70 d.C. y los
sufrimientos padecidos por los judíos. Por otra parte el último asedio de Jerusalén por parte del
Anticristo y la gran tribulación de Israel (véase TRIBULACIÓN [GRAN]). Ello no tiene nada de
sorprendente: si vemos a distancia un macizo montañoso, dos de sus cadenas pueden parecernos
una sola; en realidad, podemos constatar al acercamos que un profundo valle las separa. Es
evidente que ciertas afirmaciones proféticas nos parecen oscuras, y sobre todo que su síntesis es
difícil (los judíos se encontraban con fuertes dificultades, no comprendiendo el hecho de dos
venidas separadas del Mesías, una primera en humillación, la segunda en gloria; particularmente,
el pasaje de Is. 61:1-6 presenta este efecto de síntesis de eventos muy separados en el tiempo: los
vv. 1-2a tratan de la primera venida del Señor, como lo prueba la cita que el Señor hace de esta
subsección en Lc. 4:18-19, cfr. v. 21, en tanto que Is. 61:2b-6 se refiere «al día de venganza del
Dios nuestro», el Día del Señor [véase DÍA DE JEHOVÁ]). La luz total no la tendremos hasta el
cumplimiento integral del plan de Dios. Mientras tanto, sin pretender dogmatizar acerca de
detalles, pero siguiendo con atención las grandes líneas de los propósitos de Dios, el creyente fiel
se dejará conducir y corregir por el Señor en su escudriñamiento de las Escrituras, sin olvidar
que «el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía» (Ap. 19:10).
Bibliografía:
Véase al final del artículo PROFETA.
nom, PROFETA
tip, PROF
ver, PROFETAS, CANON
vet,
Aquel a quien Dios reviste de Su autoridad para que comunique Su voluntad a los hombres y los
instruya.
(a) Institución del profetismo:
Dios prometió que Él suscitaría de entre el pueblo elegido a hombres inspirados, capaces de decir
con autoridad la totalidad de lo que Él les ordenaría exponer (Dt. 18:18, 19). Moisés es el modelo
de todos los profetas que lo siguieron, en cuanto a la unción, doctrina, actitud en cuanto a la Ley
y la enseñanza. Sobre varios puntos hay unas analogías notables entre Moisés y Cristo (v. 18;
Hch. 3:22, 23). Zacarías habla asimismo de esta autoridad característica: el Espíritu de Dios ha
inspirado a los profetas aquello que debían decir al pueblo; los acontecimientos preanunciados
han sido cumplidos (Zac. 1:6; 7:12; Neh. 9:30). Es Dios sólo quien ha elegido, preparado y
llamado a los profetas; la vocación de ellos no es hereditaria, sino que con frecuencia encuentra
al principio una resistencia interna (Éx. 3:1-4:17; 1 S. 3:1-20; Jer. 1:4-10; Ez. 1:1-3:15).
La Palabra del Señor, transmitida a los profetas de diversas maneras, queda confirmada mediante
señales, por el cumplimiento de las predicciones, y por la conformidad con las enseñanzas de la
Ley. Dios pedirá cuentas al hombre por su obediencia o desobediencia con respecto a la Palabra
transmitida por Sus siervos (Dt. 18:18-19, cfr. v. 20 y Dt. 13:1-5).
(b) Falsos profetas.
Además de los que hablan en nombre de un dios falso (Dt. 18:20; 1 R. 18:19; Jer. 2:8; 23:13),
hay los que mienten invocando el nombre de Jehová (Jer. 23:16-32). Estos últimos son de dos
clases:
(A) Impostores, conscientes de su engaño; seducidos por su deseo de ser objeto de la
consideración dada a los verdaderos profetas, son populares a causa de sus palabras suaves (1 R.
22:5-28; Ez. 13:17, 19; Mi. 3:11; Zac. 13:4).
(B) Personas sinceras e incluso piadosas, fundándose en ocasiones incluso sobre la Ley, pero
persuadiéndose a sí mismas de haber sido llamadas por Dios al ministerio profético, cuando no
es así. A pesar de su sinceridad, éstos son falsos guías.
(e) Llamamiento.
Es el mismo Dios el que llama al profeta (Am. 7:15), el cual conoce el momento preciso de esta
revelación. Moisés estaba ante una zarza ardiendo cuando le vino el llamamiento (Éx. 3:1-4:17).
El niño Samuel recibió revelaciones particulares (1 S. 3:1-15) que lo prepararon para la carrera
profética (1 S. 3:19-4:1). Eliseo sabía de cuándo databa su llamamiento, y no ignoraba que había
recibido una doble porción del Espíritu (1 R. 19:19, 20; 2 R. 2:13, 14). Por lo general se cree que
la vocación de Isaías coincide con su visión, en el año de la muerte del rey Uzías (Is. 6); pero es
posible que recibiera su comisión mucho tiempo antes. Esta visión marcaba el inicio de una etapa
nueva y más importante de su ministerio; cfr. la visión del apóstol Juan mucho tiempo después
de su primer llamamiento (Ap. 1:10); la de Pedro en Jope (Hch. 1:10); la de Pablo en
Jerusalén(Hch. 22:17). Igualmente, Ezequiel recibió mensajes (Ez. 33:1-22) años después de
haber sido investido con el ministerio profético (Ez. 1:1, 4). No sabemos nada del primer
llamamiento recibido por Elías, pero lo vemos un tiempo más tarde (1 R. 19) recibiendo en
Horeb un mandato particular. Jeremías, consciente de su llamamiento, se resiste desde su mismo
inicio (Jer. 1:4-10). Oseas hace alusión a la Palabra que el Señor le dirigió por primera vez (Os.
1:1). Por lo que se refiere al llamamiento, sólo se registra un caso de instrumentalidad humana,
en el de Eliseo (1 R. 19:19). En base al Sal. 105:15 se ha lanzado la sugerencia de que los
profetas eran ungidos con aceite al comenzar su ministerio. Pero el salmista se refiere, en este
texto, a los patriarcas, a los que él denomina «profetas» según el uso entonces corriente (cfr. Gn.
20:7; 23:6). En Is. 61:1, que también se cita a propósito de la unción del aceite, la referencia es a
la unción del Espíritu. En 1 R. 19:16 se habla de la unción de Eliseo como profeta y de Jehú
como rey. Este último fue, efectivamente, ungido con aceite (2 R. 9:1-6). Por lo que respecta a
Eliseo, su unción no es descrita; lo que Eliseo sí hace es tirar sobre él su manto como señal de su
llamamiento al ministerio profético (2 R. 1:8; 2:9, 13-15).
(f) Forma de vida.
La Biblia se refiere sólo de manera incidental a la forma de vida de los profetas, que no difería
demasiado de la de los demás israelitas. El vestirse con pelo no era como asceta, sino de
penitente, llorando por los pecados del pueblo (2 R. 1:8; Zac. 13:4; cfr. Mt. 3:4). En ocasiones,
los hombres de Dios llevaban un cilicio sobre los riñones, con el mismo propósito simbólico (Is.
20:2). La vestimenta de pelo no se ponía directamente sobre la piel, sino como manto sin
mangas, sobre el cuerpo. Los profetas se alimentaban de frutos y de legumbres silvestres (2 R.
4:39; cfr. Mt. 3:4). Recibían presentes en especie (1 S. 9:8; 1 R. 14:2, 3; 2 R. 4:42), o se les
ofrecía hospitalidad (1 R. 17:9; 18:4; 2 R. 4:8, 10). Ciertos profetas, los que eran de la tribu de
Leví, tenían derecho al diezmo. Algunos de ellos, como Eliseo y Jeremías, eran de familias
acomodadas (1 R. 19:21; Jer. 32:8-10). Gad, el vidente, así como otros hombres de Dios que
también llevaban este título, fueron, posiblemente, receptores del apoyo real (2 S. 24:11; 1 Cr.
25:5; 2 Cr. 35:15). Los profetas tenían por lo general una casa, al igual que sus contemporáneos
(1 S. 7:17; 2 S. 12:15; 1 R. 14:4; 2 R. 4:1, 2; 5:9; 22:14; Ez. 8:1). (Véase PROFETAS
[COMPAÑÍA DE LOS])
(g) Escritos.
A los profetas les tocó, asimismo, una tarea literaria: debían consignar por escrito la historia en
que se habían movido, y sus mensajes proféticos. Samuel, el vidente, Natán el profeta, y Gad el
vidente, fueron los historiadores de los reinos de David y de Salomón. Ahías, de Silo, escribió
una profecía (1 Cr. 29:29; 2 Cr. 9:29). El profeta Semaías y el vidente Iddo (2 Cr. 12:15) referían
los acontecimientos del reinado de Roboam. Iddo, el vidente, consignó los referentes al reinado
de Jeroboam (1 Cr. 9:29). Las memorias del profeta Iddo relataban el reinado de Abías (1 Cr.
13:22). Jehú, el hijo de Hanani refirió la historia de Josafat (1 Cr. 20:34; 19:2). Isaías describió el
comienzo y fin de Uzías y registró la historia de Ezequías (1 Cr. 26:22; 32:32). El canon hebreo
clasifica entre los profetas anteriores a cuatro libros históricos: Josué, Jueces, los libros de
Samuel, y Reyes. Es evidente que sus autores fueron «los videntes».
En la época de Isaías y de Oseas, ciertos profetas vinieron a ser grandes escritores, redactaron sus
mensajes bien de una manera condensada, o bien de una manera muy detallada; en otras
ocasiones nos han dado selecciones de sus discursos.
Estos hombres rendidos a Dios en comunión con Él mediante la constante oración eran aptos
para recibir las revelaciones divinas (1 S. 7:5; 8:6; 12:23; 15:11). Se aislaban periódicamente
para poder percibir mejor las instrucciones de lo Alto (Is. 21:8; Hab. 2:1). Ezequiel y Daniel
recibieron revelaciones a la orilla de un río, donde posiblemente la apacibilidad favorecería la
meditación espiritual (Ez. 1:3; Dn. 10:4). asimismo, fue durante la noche que Samuel oyó la
palabra del Señor (1 S. 3:2-10). El alma del profeta quedaba incesantemente abierta a la acción
del Espíritu, que, sin embargo, no violentaba la personalidad del espíritu humano.
Ciertos hombres que poseyeron el espíritu de profecía no fueron oficialmente clasificados entre
los profetas. Los Salmos de David no fueron puestos entre los escritos proféticos, aun cuando
había anunciado a Cristo. Daniel, designado por el mismo Cristo como profeta (Mt. 24:15) era
oficialmente un alto funcionario de los reyes de Caldea y de Persia, y no tuvo una función
profética en el seno de la nación de Israel; es por esto que el canon heb. situó su libro entre los
Hagiógrafos (escritos sagrados). (Véase CANON.)
El canon hebreo da el nombre de «profetas anteriores» a los libros históricos: Josué, Jueces, 1 y 2
Samuel, 1 y 2 Reyes. Los escritos estrictamente proféticos a partir de Isaías reciben el nombre de
«profetas posteriores». Esta designación no se relaciona con la época de redacción, sino con el
puesto que ocupan estos dos grupos de libros dentro del canon hebreo. Los libros de los Reyes,
por ejemplo, escritos después de Isaías, pertenecen al grupo de los «profetas anteriores». Hubo
grandes profetas, como Elías y Eliseo, que no escribieron sus discursos. En los comentarios
modernos reciben el nombre de profetas oradores. Aquí y allá en la Biblia se hace alusión a las
obras literarias de otros profetas que registraron sus predicaciones por escrito. Se dan citas en los
«profetas anteriores» u otros libros del AT.
Entre los «profetas posteriores», Oseas, Amós y Jonás predicaron en el reino del norte e incluso
en Nínive (cfr. 2 R. 14:25). Los otros ejercieron su ministerio en el seno de las tribus de Judá y
de Benjamín, en tierra de Canaán, o en la tierra de su exilio. Incluyendo a Daniel, la clasificación
cronológica es como sigue:
(A) Durante el período asirio, precediendo en poco la accesión de Tiglat-pileser (745 a.C.), y
extendiéndose hasta la decadencia del poder de Nínive (hacia el año 625 a.C.): Oseas, Amós,
Jonás, en el reino del norte; Joel, Abdías e Isaías, Miqueas, Nahum, en Judá.
(B) Durante el período babilónico, en Judá, del año 625 a.C., y hasta la caída de Jerusalén, el año
586 a.C.: Jeremías, Habacuc, Sofonías.
(C) Durante el exilio en Babilonia: Ezequiel, Daniel.
(D) Después del retorno del exilio: Hageo, Zacarías, Malaquías.
Bibliografía:
Además de la bibliografía citada bajo los artículos correspondientes a cada libro y profeta, se
puede citar la siguiente literatura:
Kelly, W.: «Nature of Prophecy», Bible Treasury (H. L. Heijkoop, 58, Blijhamsterstraat,
Winschoten, Holanda, reimpr., 1969);
Kelly, W.: «Object of Prophecy», Bible Treasury, enero 1920;
Kelly, W.: «Occasion of Prophecy», Bible Treasury; «Sphere of Prophecy», Bible Treasury,
marzo 1920;
Kelly, W.: «Language of Prophecy», Bible Treasury, abril 1920;
Payne, J. B.: «Encyclopaedia of Biblical Prophecy» (Harper and Row, New York, 1973);
Schultz, S. J.: «Habla el Antiguo Testamento» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1976);
Tan, P. L.: «The Interpretation of Prophecy» (BMH Books, Winona Lake, Indiana, 1974);
Unger, M. F.: «El mensaje de la Biblia» (Ed. Moody, Chicago, 1976);
Wood, L. J.: «Los profetas de Israel» (Outreach, Grand Rapids, 1983);
Young, E. J.: «Una introducción al Antiguo Testamento» (T.E.L.L., Grand Rapids, 1977).
Bibliografía:
Véase también bajo los artículos correspondientes a cada libro.
nom, PROFETISA
tip, PROF
vet,
(a) Mujer llamada por Dios al ministerio profético.
María, la hermana de Aarón y de Moisés, era profetisa (Éx. 15:20, 21; Nm. 12:2; Mi. 6:4);
Débora fue otra profetisa (Jue. 4:4). Los israelitas recurrían a las instrucciones de Débora; el
Señor se sirvió de ella para anunciar Su voluntad al pueblo (Jue. 4:5, 6, 14).
Hulda ejerció también el ministerio profético. El rey Josías ordenó al sumo sacerdote que
consultara con ella acerca del libro de la Ley hallado en el Templo; ella le reveló entonces los
propósitos de Dios (2 R. 22:11-20).
El evangelista Felipe tenía cuatro hijas vírgenes que profetizaban (Hch. 21:9).
(b) Esposa de un profeta: ésta es la interpretación más plausible de Is. 8:3.
nom, PRÓJIMO
tip, LEYE
vet,
(heb. «rea», «amigo», «compañero», «vecino», Éx. 2:13; 21:14, etc.;
«'amith», «vecino», «igual», «compañero», Lv. 6:2; 18:20; 19:15, etc.;
«karob», «cercano», Sal. 15:3;
gr. «hoplêsion», «uno cercano», Mt. 5:43; 19:19; Lc. 10:27, 29, 36, etc.).
En Lv. 19:18 se define «prójimo» como «los hijos de tu pueblo». La Ley del AT, así como la
concepción de los judíos, obligaba a una serie de deberes hacia aquellos que le eran cercanos, no
físicamente, sino en virtud de la común descendencia en el seno del pueblo elegido, obligaciones
éstas que no eran vinculantes hacia los que se hallaban fuera de la alianza. Por ejemplo, un
israelita no podía exigir interés a otro por un préstamo (cfr. Dt. 23:19, 20). Se prohibía asimismo
el falso testimonio contra el prójimo (Éx. 20:16; Dt. 5:20; Pr. 25:18). También se prohibía
codiciar cualquier cosa que él poseyera (Éx. 20:17); robarle o calumniarle (Lv. 6:2), oprimirlo
(Lv. 19:13), atentar contra su vida (Lv. 19:16), cometer adulterio con su mujer (Lv. 20:10),
defraudarlo de cualquier manera (Lv. 25:14, 15) o engañarlo en forma alguna (Lv. 25:17). Todos
estos preceptos quedaban expresados de una manera positiva en el que ordenaba «amarás a tu
prójimo como a ti mismo» (Lv. 19:18).
En el NT el Señor Jesucristo amplió el concepto de prójimo. A la pregunta de un intérprete de la
Ley: «¿Y quién es mi prójimo?», el Señor respondió con la parábola del buen samaritano. En ella
el Señor muestra cómo sus discípulos deben buscar hacer el bien a todos aquellos a los que
pueda prestar su ayuda (Lc. 10:25-37). El apóstol Pablo expresa sucintamente este principio para
los cristianos: «Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los
de la familia de la fe» (Gá. 6:10). De esta forma se amplía el circulo del «prójimo». Para el
cristiano hay dos círculos concéntricos. No debe pasar por alto la oportunidad de dar su ayuda a
todo aquel a quien pueda prestársela. Sí es cierto, sin embargo, que tiene que concentrar sus
energías en la mutua ayuda a los miembros de la familia de Dios (He. 13:16).
nom, PROMESA
tip, DOCT
vet,
(heb. «omer», dicho, «promesa», Sal. 77:8;
«dabar», palabra, «promesa», 1 R. 8:56;
gr.: «epangelia», «promesa», Lc. 24:49;
«epangelma», «promesa», 2 P. 1:4; hay asimismo varios términos derivados y compuestos).
En la Biblia hallamos una gran cantidad de
«preciosas y grandísimas promesas» (1 P. 1:4).
«Dios, que no miente, prometió» (Tit. 1:2).
Dios, que anuncia lo por venir desde el principio (Is. 46:10),
mantiene siempre la palabra que ha salido de Él (cfr. Is. 46:11; 58:14).
La primera promesa que se halla en la Biblia después de la caída es la de la venida del Libertador
(Gn. 3:15). Empezando con este núcleo primario a partir del que Dios va revelando Su plan de
redención, se pueden citar las siguientes promesas de Dios:
(a) La promesa a Abraham de bendecir en él a todas las familias de la tierra, y de darle a él y a su
descendencia la tierra de Canaán (Gn. 12:2, 7, etc.). De esta promesa se hace eco frecuentemente
el AT (cfr. Éx. 12:25; Dt. 1:8, 11; etc.). Esta promesa es también mencionada por Pablo (Ro.
4:13-25), exponiendo cómo la Ley dada más tarde no constituye la base de la recepción de lo
prometido (cfr. también Gá. 3:15-18). Así, la promesa se mantiene, en tanto que la Ley tuvo un
propósito temporal (cfr. Gá. 3:19).
(b) A David le fue dada la promesa de que su descendencia tendría a perpetuidad el trono de
Israel (2 S. 7:12, 13, 16, cfr. 2 S. 7:28). Esta promesa fue reafirmada en los tiempos más oscuros
de la historia de Judá (Jer. 23:5 8; 30:9; 33:15-17, 20-22, 25-26; Zac. 12:7-13:1; cfr. Mt. 1:1 ss;
Lc. 1:32, 69; 3:32; Ap. 5:5; etc.)
(c) La promesa del Nuevo Pacto (Jer. 31:31-40); de la restauración de la nación de Israel en la
tierra y unida en un solo reino (Ez. 36-37), la promesa del derramamiento del Espíritu (Ez.
36:25-27)
Todas las promesas se cumplen en la persona y mediante la obra del Señor Jesucristo (Hch.
13:23, 29-39). Por Su muerte efectuó la reconciliación (Ro. 5:10) y los suyos recibieron en
Pentecostés «la promesa del Padre» (Lc. 24:49; Hch. 1:4). La promesa dada a Abraham es,
conforme le fue dicho a él, de bendición para todas las familias de la tierra; se apropian de ella
todos los que por la fe vienen a ser hijos de Abraham (Ro. 4:9-16; cfr. Gá. 3:14, 29). La promesa
de la vida eterna (1 Jn. 2:25) que es en Cristo (2 Ti. 1:1) será manifestada de una manera plena
cuando seamos recogidos por Él, cuando vuelva para tomar a los creyentes consigo (cfr. Jn. 14:1-
4). «Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén» (2 Co. 1:20).
El último libro de la Biblia cierra con una promesa que debe llenar de esperanza y expectativa el
corazón del creyente: «El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve.
Amén; sí, ven, Señor Jesús» (Ap. 22:20; cfr. Tit. 2:11-14).
nom, PROPICIACIÓN
tip, DOCT
ver, EXPIACIÓN
vet,
(gr. «hilasmos», del verbo «ser propicio»).
La propiciación denota, en las Escrituras, aquel aspecto de la muerte de Cristo en el que vindicó
el carácter santo y recto de Dios, y en virtud del cual Él puede ser propicio, o misericordioso, a
todo el mundo (1 Jn. 2:2; 4:10).
En He. 2:17 se usa una palabra relacionada (el verbo), «expiar los pecados del pueblo», en la
versión Reina-Valera, revisión antigua y 1960, o «hacer propiciación» (rev. 77; V. M.; cfr.
«Nuevo Testamento interlineal griego-español» de F. Lacueva, loc. cit.).
En Ro. 3:25 el término no debería ser «propiciación», sino «propiciatorio», tal y como se traduce
correctamente en He. 9:5.
Véase EXPIACIÓN y la bibliografía correspondiente.
nom, PROPICIATORIO
tip, UTEN LEYE ANGE
ver, EXPIACIÓN
vet,
Cubierta del arca (heb. «kapporeth», «cubierta»; gr. «hilasterion» (Éx. 26:34; He. 9:5).
Este término no designaba sólo la cubierta del arca, sino que evocaba a la vez el lugar y el acto
mediante el que el sacrificio expiatorio hacía que Dios fuera propicio al pecador.
El propiciatorio era de oro puro; medía 2,5 codos de longitud por 1,5 de anchura. Formando
parte integral de una sola pieza con esta cubierta, había un querubín en cada uno de sus
extremos. Ambos querubines estaban frente a frente, con las alas extendidas, inclinados hacia el
propiciatorio. Una de sus alas descendía hacia el propiciatorio, en tanto que la otra se unía con la
del otro querubín. La gloria del Señor se manifestaba entre los querubines. Aquél era el punto de
encuentro de Jehová con Su pueblo, y desde allí hablaba con él (Éx. 25:17-22; 30:6; Nm. 7:89).
En el Templo de Salomón había la misma disposición (1 R. 6:23-28; 8:6-11; 1 Cr. 28:11).
Una sola vez al año entraba el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo, y ello sólo después de
haber ofrecido un sacrificio por su propio pecado, para quemar allí incienso en presencia de
Jehová. Una nube de perfume se elevaba allí, símbolo de la intercesión aceptada (cfr. Ap. 8:4).
La nube de incienso cubría el propiciatorio. A continuación, el sumo sacerdote rociaba el
propiciatorio y delante de él con la sangre del toro sacrificado. A continuación inmolaba un
macho cabrío por el pecado de la nación, llevando asimismo esta sangre derramada detrás del
velo, al Lugar Santísimo. Volvía a rociar el propiciatorio, y delante de él. El sumo sacerdote
hacía expiación por sus propios pecados y los del pueblo por encima de la Ley divina, escrita
sobre las dos tablas de piedra depositadas dentro del arca. Los querubines, armados de una
espada de fuego, habían mantenido al hombre caído lejos del árbol de la vida y del paraíso (Gn.
3:24). De derecho, deberían atravesar al pecador temerario que se introdujera en la misma
presencia de Dios, dentro del Lugar Santísimo. Pero aquí estaban sin arma, con la mirada
dirigida hacia el propiciatorio, donde la sangre mostraba que la muerte de la víctima había dado
satisfacción plena a la Ley y a la justicia de Dios (cfr. Lv. 16:1-16; véase EXPIACIÓN [DÍA DE
LA]).
nom, PROSÉLITO
ver, NOÉ
vet,
(gr.: «que ha venido a unirse»).
Persona de origen pagano, pero convertida al judaísmo.
Los fariseos recorrían mar y tierra para hacer un prosélito (Mt. 23:15). El poeta latino Horacio
considera el proselitismo como una característica del judaísmo (Sat. 1:4, 142, 143). Había
prosélitos en Jerusalén en el día de Pentecostés (Hch. 2:10).
Nicolás, uno de los siete diáconos de la iglesia apostólica, era prosélito de Antioquía (Hch. 6:5),
ciudad en la que había numerosos adeptos al judaísmo (Hch. 8:27).
La familia real de Adiabena, al este del Éufrates, adoptó la religión judía (Ant. 20:2, 4).
En Antioquía de Pisidia, un gran número de prosélitos siguió a Pablo y a Bernabé (Hch. 13:43).
En el rabinismo se distinguían dos categorías de prosélitos:
(a) Los prosélitos de la justicia: se adherían a la circuncisión, al bautismo, ofrecían sacrificios, y
practicaban el judaísmo integral.
(b) Los prosélitos de la puerta, menos avanzados, seguían los «siete preceptos de Noé» (véase
NOÉ), pero no se sometían ni a la circuncisión ni al conjunto de las ordenanzas judías.
Nótese también que el NT emplea las expresiones «prosélito» y «temeroso de Dios» (Hch. 10:2;
13:43; 16:14; 18:7). Los prosélitos, así, eran gentiles que habían dado su adhesión al judaísmo,
en tanto que los «temerosos de Dios» eran los que, sin haber llegado a dar este paso,
frecuentaban fielmente la sinagoga.
nom, PROSTITUCIÓN.
tip, TIPO LEYE
vet,
Prohibida en Israel (Lv. 19:29; 21:9; Dt. 23:17), fue sin embargo practicada debido a la
relajación de las costumbres y por la influencia corruptora del paganismo que había alrededor
(Gn. 38:21; Jos. 2:1; Jue. 11:1; 16:1).
El culto de los lugares altos y de los templos cananeos, babilónicos, griegos, etc., comportaba
una clase de «prostitutas sagradas» (gr. «hieródulas»). También había prostitución masculina
«sagrada» (gr.: «hieródulos»): los cultos de Baal, Astarté y Dionisos de Biblos eran licenciosos
en extremo (1 R. 14:23-24; Os. 4:13-14).
En la época de Salomón y de sus sucesores, la prostitución se extendió entre los mismos
israelitas, principalmente por medio de mujeres extranjeras (1 R. 3:16; 11:1; 22:38; Pr. 5:3-8, 20;
6:24-26; 7:5-27; 23:27). Llegaron a existir «casas de placer» (Ez. 16:24, 31; 2 R. 23:7). Se decía
asimismo que alguien «se prostituía» cuando mantenía relaciones ilícitas, aun cuando fuera con
una sola persona (Gn. 38:24; Dt. 22:21). Los profetas y los reyes fieles reaccionaron vivamente
contra este estado de cosas.
Los apóstoles se enfrentaron en el mundo grecorromano con una gran relajación de las
costumbres. Pablo da una vívida descripción de la situación en Ro. 1:23-28, entre otros pasajes, y
en sus epístolas no deja de exhortar a los cristianos a la pureza y al dominio propio (1 Co. 6:9-20;
Gá. 5:19, 23; Ef. 4:17-24; 5:3-5; Col. 3-5; 1 Ts. 4:3-7; 1 P. 4:3; Ap. 2:20, etc.).
En sentido figurado, los términos prostitución y adulterio expresan el abandono de Jehová por
parte de su pueblo y la infidelidad espiritual. Jerusalén, la ciudad que hubiera debido ser santa, es
comparada a una ramera (Is. 1:21; Jer. 2:20; cfr. 3:1; Ez. 16:15, 17, 20; 23:1-21; Ap. 17:1, 5, 15;
19:2). Sin embargo, Dios está dispuesto a perdonar a Su pueblo en su arrepentimiento, y a hacer
de la nación, una vez purificada, una esposa casta y fiel (Os. 2-3).
Bibliografía:
Darby, J. N.: «Proverbs», en Synopsis of the books of the Bible (Bibles and Publications,
Montreal, 1970);
Feliz, G.: «¿Qué es lo mejor?» (Clíe, Terrassa, 1977);
Kidner, D.: «Proverbios» (Ed. Certeza, Buenos Aires, 1975);
Walls, A. F.: «Proverbios», en Nuevo Comentario Bíblico (Casa Bautista de Publicaciones, El
Paso, 1977).
nom, PROVIDENCIA
tip, DOCT
vet,
Cuidado amoroso y previsor que Dios tiene para con sus criaturas.
La providencia de Dios sostiene y gobierna todo lo creado. Su operación es tan extensa como el
Universo y tan incesante como el curso del tiempo. Todos sus atributos toman parte en ella.
Provee al cuervo su alimento y satisface las necesidades de todo ser viviente. La Biblia nos
muestra que toda la Naturaleza le dirige su mirada, y depende de Él (Jb. 38:41; Sal. 104; 145:15,
16; 147:8, 9), y constantemente declara que todo acontecimiento, así como todo ser, están
enteramente subordinados a Él. No hay nada en el Universo que pueda llamarse casual: «La
suerte se echa en el seno; mas de Jehová es todo su juicio» (Pr. 16:33). Ni un gorrión ni un pelo
de la cabeza caen al suelo sin su conocimiento (Is. 14:26, 27; Mt. 10:29, 30; Hch. 17:24-29).
Cualquier cosa no fue demasiado pequeña para que Dios la crease, ni demasiado pequeña para
que Él deje de conservarla y gobernarla. La historia de cada hombre, la organización y la caída
de las naciones, y el progreso de la Iglesia de Cristo revelan a cada momento la mano de Aquel
que «obra todas las cosas según el consejo de su propia voluntad».
nom, PROVINCIA
tip, REGI FUNC
ver, SÁTRAPA
vet,
(heb. y aram. «m'dinah», jurisdicción; gr. «eparcheia», gobierno).
Los jóvenes «siervos de los príncipes de las provincias», que combatían bajo las órdenes de Acab
contra Ben-adad (1 R. 20:14, 15) no eran israelitas. Indudablemente, estaban al servicio de los
reyezuelos de diversas regiones de Galaad y Haurán, y se unieron a Israel para resistir el embate
de los sirios sobre el territorio situado al sur de Damasco.
Las provincias constituían divisiones administrativas de los imperios de Babilonia y Persia (Dn.
2:49; 3:3). Darío el Grande, rey de Persia, que reinó desde la India hasta Etiopía (Herodoto 3:90-
94), dividió sus dominios en veinte gobiernos, llamados satrapías (1:192; 3:89). (Véase
SÁTRAPA.) Estas circunscripciones se subdividían en jurisdicciones más pequeñas, que los
judíos denominaban provincias (Est. 3:12; 8:9; cfr. Herodoto 3:120, 128; 6:42 con 3:127; 5:11,
27, 30). En la época de Asuero, la cantidad de estas provincias más pequeñas era de ciento
veintisiete (Est. 1:1). Durante el período persa, el país de Judá fue puesto bajo la jurisdicción del
«gobernador del otro lado del río» (Esd. 5:3, 6); posteriormente, un decreto real hizo de ella una
provincia propia con su propio gobernador (Esd. 2:63; 5:8).
Bajo el Imperio Romano había dos tipos de provincias: las imperiales y las senatoriales. Las
imperiales dependían directamente del emperador. Tenían este carácter todas las provincias
fronterizas que precisaran de la presencia permanente de un ejército para prevenir insurrecciones.
Estas provincias eran administradas por un legado, delegado militar, nombrado por el emperador.
Los procuradores, magistrados imperiales, percibían los impuestos y los entregaban al tesoro
privado del soberano. Las provincias imperiales más pequeñas, y ciertas partes de las mayores
(como Judea), eran administradas sólo por un procurador, no juzgándose necesaria la presencia
de un legado. Cilicia (Hch. 23:34), Galacia y Siria (de la que Judea era una subprovincia), eran
provincias imperiales. Las provincias senatoriales dependían del Senado romano; no era precisa
su ocupación militar. Su gobernador tenía el título de procónsul, y era ayudado por cuestores,
que percibían los impuestos y los entregaban al tesoro público, que era administrado por el
Senado. La isla de Chipre (Hch. 13:4, 7), Macedonia (Hch. 16:12), Acaya (Hch. 18:12) y Asia
(Hch. 19:10) eran provincias senatoriales.
nom, PTOLOMEOS
tip, TRIB
ver, VERSIONES DE LA BIBLIA, DANIEL (Libro), PROFECÍA
vet,
Nombre de la dinastía que reinó en Egipto, del año 305 al 31 a.C. Fundada por Ptolomeo Sóter,
uno de los generales de Alejandro Magno, duró hasta la muerte de Cleopatra, que tuvo lugar tras
la victoria de Augusto en la batalla de Accio.
Los primeros Ptolomeos fueron príncipes prudentes y capaces, dando a Egipto un alto grado de
poder e influencia. Poseían numerosos territorios, entre los que destacaban Fenicia, Coelosiria,
Chipre, Cirenaica y, durante un tiempo, Palestina. Protegieron las artes, las letras y las ciencias.
Alejandría vino a ser su capital, y un centro irradiador de cultura. Mostraron buena disposición
para con los judíos, que gozaron bajo ellos de especiales privilegios y recibieron buenos cargos
en la administración civil y en la milicia.
Los posteriores miembros de la dinastía fueron, en cambio, incapaces y corrompidos. Se dejaron
arrastrar a guerras intestinas e internacionales. Por otra parte, su vida privada estaba manchada
con incestos y asesinatos en el mismo palacio. Fueron perdiendo todas sus posesiones
extraterritoriales, lo que marcó el principio del fin de la independencia del país.
La traducción del AT al gr. fue emprendida bajo el reinado de Ptolomeo Filadelfo (284-247 a.C.)
en Egipto (véase VERSIONES DE LA BIBLIA). En Dn. 11:17 se cree ver una alusión al
matrimonio de Ptolomeo V (que reinó del año 204 al 182) con Cleopatra, hija de Antíoco el
Grande, de la dinastía de los Seléucidas. En Dn. 11:25-30 se cree que se trata más en particular
de Ptolomeo VI y de su hermano Fiscón, Ptolomeo VII (u VIII) Evergetes, que reinaron
conjuntamente a partir del año 170 a.C. Aunque, ciertamente, puede haber aquí un cumplimiento
germinal de la profecía, es evidente que Daniel mira más allá, al fin de los tiempos (véanse
DANIEL (LIBRO DE) y PROFECÍA).
Hay menciones a diversos soberanos de los Ptolomeos en los libros apócrifos de los Macabeos.
nom, PUBLICANOS
tip, OFIC
vet,
En el sistema recaudador romano eran los subalternos que, bajo la dirección de un funcionario
romano, se encargaban de cobrar los impuestos y los derechos de paso de las mercancías que se
transportaban de un territorio a otro. El funcionario romano tenía que pagarse a sí mismo, por lo
que exigían a los contribuyentes sumas superiores a las que en realidad tenían que ir al tesoro
público. El estado autorizaba esta práctica, y ninguna ley protegía a los contribuyentes contra las
exacciones. Con excepción de algunos muy contados hombres honrados, los publicanos
cobraban sumas abusivas a su vez (cfr. Lc. 3:12, 13; 19:8).
En las provincias, todas las clases sociales los detestaban, con la posible excepción de los
gobernadores romanos, que con frecuencia se entendían con ellos para sacar dinero a los
contribuyentes. El encargado de un territorio reducido era, en ocasiones, originario de aquel
mismo territorio. El judío Zaqueo era el perceptor jefe en Jericó (Lc. 19:1, 2). Mateo (Leví),
asimismo judío, era sin duda el subalterno directo del funcionario romano, designado por éste
para cobrar los impuestos en Capernaum (Mt. 9:9; Mr. 2:14; Lc. 5:27).
Los judíos no podían admitir que uno de los suyos actuara como agente de los romanos cobrando
impuestos para un gobierno gentil. Condenaban asimismo a cualquier judío que se hiciera
cobrador general por cuenta de una ciudad particular. El publicano judío quedaba excluido de la
sociedad de sus compatriotas; sus amigos corrían la misma suerte. Jesús fue acusado de comer
con publicanos y pecadores (Mt. 9:10-13; 11:19). El Señor hizo a uno de ellos el honor de
llamarlo al apostolado (Mt. 9:9; 10:3). Jesús reconoció, no obstante, la falta de valor moral del
publicano como tal (Mt. 5:46, 47; 18:17). Sin embargo, los invitó a entrar en el Reino de Dios.
La bondad del Señor tocó a muchos de ellos, y los hubo que se hicieron bautizar (Mt. 21:31, 32;
Lc. 3:12; 7:29; 15:1; 18:13, 14).
La parábola del fariseo y del publicano muestra el arrepentimiento y salvación de este último
(Lc. 9:14).
nom, PUBLIO
tip, BIOG HOMB HONT
vet,
A la llegada de Pablo a la isla de Malta, Publio era el hombre principal. Brindó su hospitalidad al
apóstol y a sus compañeros durante tres días. Pablo sanó al padre de Publio de su enfermedad
(Hch. 28:7, 8).
Unas inscripciones relativas a Malta confirman el título de «hombre principal de la isla», que
parece haber sido dado al gobernador.
nom, PUDENTE
tip, BIOG HOMB HONT
vet,
= «tímido, modesto».
Cristiano de Roma que manda saludos a Timoteo a través de la carta escrita por Pablo (2 Ti.
4:21).
nom, PUERRO
tip, FLOR ALIM
vet,
(heb. «hasir», significa ordinariamente «hierba»; sentido probable: «puerro», ya que figura entre
las cebollas y ajos consumidos en Egipto. El Targum Onkelos, la LXX, la Vulgata y la Versión
Siríaca traducen «puerros»; además, en arameo se llaman «k'sir»).
Se cultiva en abundancia en Palestina.
Sólo se cita en Nm. 11:5 en toda la Biblia.
nom, PUERTA
tip, CONS TIPO
ver, JERUSALÉN
vet,
(a) Las ciudades fortificadas y los palacios tenían una o varias puertas que permitían la entrada y
salida de sus habitantes y que impedían, en caso necesario, la entrada al enemigo. Con frecuencia
tenían poderosas torres que las protegían (2 Cr. 26:9). A menudo, la puerta era una entrada
monumental, embovedada, que atravesaba la torre. Se cruzaban grandes barras contra las puertas
para hacerlas impenetrables (Dt. 3:5; 1 R. 4:13; 2 Cr. 8:5; 14:7).
El término «puerta» significa asimismo el lugar más público de la ciudad, donde se trataban los
asuntos (1 R. 22:10; 2 R. 7:1; Ez. 11:1), donde se llevaban a cabo las transacciones legales ante
testigos (Gn. 23:10, 18; Rt. 4:1-11). Era el lugar en el que se examinaban y juzgaban los litigios
(Dt. 21:19; 22:15; 25:7-9; Jb. 29:7; Am. 5:15). Las moradas aristocráticas tenían portales (Lc.
16:20) que permitían una exhibición de lujo (Pr. 17:19).
El término heb. «deleth» designa el conjunto de la puerta que gira sobre sus goznes, así como la
hoja móvil (Gn. 19:6; Jue. 3:23). El término «tsela» se emplea a propósito de los paneles móviles
de un batiente (1 R. 6:34). En el Templo de Salomón, la puerta del santuario ocupaba, según
parece, 1/4 del muro (1 R. 6:33). En el estado actual de nuestros conocimientos, la interpretación
de este pasaje no es muy segura. La LXX y la Vulgata traducen «puerta cuadrangular».
Para la Puerta de las Ovejas, del Pescado, de la Fuente, véase JERUSALÉN b, C.
(b) «Puerta» se usa metafóricamente del medio de entrada a bendición. El Señor Jesucristo dijo:
«Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.» La salvación es sólo por medio de Él (Jn.
10:9). También dijo que, como Pastor verdadero, Él había entrado en el redil por la puerta; esto
es, que aunque era el Hijo de Dios, entró obedientemente a través de lo que Dios había ordenado,
siendo circuncidado, presentado en el Templo, y entrando además a formar parte del residuo
mediante el bautismo (Jn. 10:1-9; cfr. Lc. 2:21-22; 3:21-22). Dios abrió «la puerta de la fe» a los
gentiles mediante el ministerio de Pablo y Bernabé (Hch. 14:27). Las oportunidades para el
servicio reciben el nombre de «puertas abiertas» (cfr. 1 Co. 16:9; 2 Co. 2:12; Col. 4:3; Ap. 3:8).
En la Iglesia en su estado laodicense el Señor es presentado fuera de ella, pidiendo admisión, a
fin de que algunos le oigan individualmente, con promesa de bendición a aquellos que le abran
(Ap. 3:20).
nom, PUERTO
tip, PUEM
ver, JOPE, TOLEMAIDA, ASDOD, CESAREA, DOR, GAZA, SIDÓN, TIRO
vet,
(heb. «hõph»: Gn. 49:13; «machoz», «refugio»: Sal. 107:30; gr. «limên», «puerto»: Hch. 27:12.
El término gr. se usaba para designar un puerto. En cambio, el significado primario de «hõph» es
«orilla» o «costa»; cfr. Dt. 1:7; Jos. 9:1; Jue. 5:17; Jer. 47:7; Ez. 25:16).
No hay, en todo lo largo de la costa de Siria y Palestina, un solo puerto natural de buenas
características. La práctica era, en mal tiempo, varar las embarcaciones durante las tempestades.
En tiempos bíblicos, Israel no llegó a poseer ningún puerto; en época de Salomón se usó el
puerto de Jope, en manos fenicias, para el desembarque de los cedros del Líbano y posterior
transporte por tierra hasta Jerusalén (2 Cr. 2:16), como también se hizo para la reconstrucción del
Templo (Esd. 3:7). Jonás fue a este puerto para intentar la huida a Tarsis (Jon. 1:3).
En la época intertestamentaria Jope fue temporalmente dominada por los israelitas durante la
época de los Macabeos (cfr. 1 Mac. 12:36 ss.; 13:11; 14:5-34). (Véanse JOPE, y también
TOLEMAIDA, ASDOD, CESAREA, DOR, GAZA, SIDÓN, TIRO.)
nom, PUL
tip, BIOG REYE HOMB HOAT
ver, TIGLAT-PILESER
vet,
Rey de Asiria que invadió Israel durante el reinado de Manahem, que le entregó mil talentos para
que le confirmara en el reino (2 R. 15:19; 1 Cr. 5:26).
Pul ha sido identificado entre los reyes de Asiria como Tiglat-pileser II, 745-727 a.C. Después de
la conquista de Babilonia (729 a.C.) se hizo inscribir en la lista de sus reyes con el nombre de
Pûlû.
Entre los reyes que pagaron un tributo alrededor del año 738 a.C., mencionado en los archivos de
Tiglat-pileser, se halla Manahem de Samaria.
(Véase TIGLAT-PILESER.)
nom, PULGA
tip, FAUN INSE
vet,
Insecto díptero, heb. «parosh» (1 S. 24:15; 26:20).
En Palestina constituyen un tal azote que un proverbio afirma que el rey de ellas vive en Tiberias
con su corte.
nom, PURIM
tip, CALE
vet,
(heb., plural de «suerte»).
Amán echó suertes para determinar un día de buen augurio para la destrucción de los judíos. Al
quedar deshechos los designios de Amán, la liberación de los judíos quedó marcada por una
fiesta anual (Est. 3:7; 9:24-32) los días catorce y quince del mes de Adar. Esta fiesta no es
mencionada por nombre en el NT, aunque hay exegetas que suponen que es la aludida en Jn. 5:1.
Esta fiesta sigue siendo celebrada en el seno del judaísmo: se lee el libro de Ester, y se
pronuncian maldiciones sobre Amán y su esposa, pronunciándose bendiciones sobre Mardoqueo
y el eunuco Harbona (Est. 1:10; 7:9).
nom, PÚRPURA
tip, COLO
ver, UGARIT, ESCARLATA
vet,
Una sustancia colorante que se extrae de diversas especies de moluscos, Los antiguos tirios
usaban dos tipos de ellos: el «Murex trunculus», del que se extraía la púrpura azulada, y el
«Murex brandaris», que daba la roja. La tinta de su materia colorante varía de color según la
región en la que se pesca. Se han descubierto montones de conchas de murex, abiertas
artificialmente, en Minet el-Beida, puerto de la antigua Ugarit (Ras Shamra), lo que da evidencia
de la gran antigüedad de la utilización de este tinte de púrpura (véase UGARIT).
Debido a lo elevado de su precio, sólo los ricos y magistrados vestían de púrpura (Est. 8:15, cfr.
la exaltación de Mardoqueo, v. 2, Pr. 31:22; Dn. 5:7; 1 Mac. 10:20, 62, 64; 2 Mac. 4:38; cfr. v
31; Lc. 16:19; Ap. 17:4). Los soberanos se adornaban de púrpura, incluso los de Madián (Jue.
8:26). Jesús fue escarnecido con un manto de púrpura (Mr. 15:17). Se había hecho gran uso de
tejidos teñidos de púrpura para el Tabernáculo (Éx. 25:4; 26:1, 31, 36) y para las vestiduras del
sumo sacerdote (Éx. 28:5, 6, 15, 33; 39:29). Los judíos daban un valor simbólico a la púrpura
(Guerras 5:5, 4).
(Véase ESCARLATA.)
nom, PUT
tip, PAIS
vet,
Nombre de una nación emparentada con los egipcios y vecinos de su país (Gn. 10:6).
Put es mencionado con Egipto y otros países africanos, especialmente Libia (Nah. 3:9) y Lud
(Ez. 27:10; Is. 66:19 en la LXX. Put figura entre Cus y Lud en Jer. 46:9; Ez. 30:5).
En la LXX se traduce como libios en Jeremías y Ezequiel. Josefo lo identifica también con Libia
(Ant. 1:6, 2), pero en Nah. 3.9 es distinguida de los libios. La opinión actual se divide entre
Somalia, Arabia oriental y Arabia meridional (Costa de los perfumes).
nom, PUTEOLI
tip, CIUD
sit, a9, 69, 130
vet,
(lat.: «fuentes pequeñas»).
Dos días después de haber llegado a Regio, la nave que llevaba a Pablo llegó a Puteoli, que era
entonces una importante ciudad marítima. El apóstol encontró cristianos allí, y gozó de la
hospitalidad de ellos (Hch. 28:13).
Se hallaba sobre la costa septentrional del golfo de Nápoles, cerca del emplazamiento de la
actual Pouzzoles. Toda la región circundante es volcánica, y el cráter del Solfatare se eleva
detrás de la ciudad.