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NEUROCOACHING un camino hacia excelencia


Los conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro han posibilitado el desarrollo y
potenciación de las habilidades que exige el mundo del trabajo, el manejo eficaz de
las relaciones interpersonales y el éxito profesional.

Ello constituye el principal factor de diferenciación del neurocoaching, que suma a la


metodología tradicional un conjunto de técnicas de entrenamiento neurocognitivo y
emocional, abriendo las puertas a una verdadera transformación del coachee, tanto
en las actividades que desarrolla como en su mundo social y afectivo.

Se trata, en realidad, de vivir con más inteligencia, llegando incluso a la intuitiva,


entendiendo por inteligencia una función activa de la mente que puede estimularse
y desarrollarse1.

1
Para ampliar véase Braidot N., Cómo funciona tu Cerebro (Planeta, España, 2013).

2

GRANDES BENEFICIOS DEL NEUROCOACHING

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Tal como se desprende del cuadro anterior, además de las habilidades intelectuales
necesarias para razonar, resolver problemas, decidir, aprender, crear y lograr mayor
agilidad mental, el neurocoaching se ocupa de que los coachees aprendan a
reconocer y comprender sus propias emociones, interpretar los sentimientos de los
demás y manejar empáticamente las relaciones interpersonales.

Sin desvalorizar lo que ha venido haciendo hasta el presente el coaching tradicional,


se impone la necesidad de incorporar todas las innovaciones surgidas de las
neurociencias, aprovechando las nuevas herramientas que éstas ponen a nuestra
disposición.

Por ejemplo, muchos coachees definen como su principal problema la intranquilidad


debida a las crisis económicas que provocan inseguridad e incertidumbre, un
fenómeno que se replica en varios países, aumentando los niveles de estrés.

En este tipo de situaciones, su amígdala se encuentra sobreestimulada por el miedo,


tanto al presente como al futuro, colocándolos en una modalidad hipervigilante
y defensiva que puede afectar su modo de razonar, decidir y relacionarse con los
demás.

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Estos procesos suelen estar acompañados, sobre todo cuando hay alta presión y mal
clima en el trabajo, por las denominadas hormonas del estrés, como el cortisol y la
noradrenalina, que invaden el torrente sanguíneo provocando situaciones fisiológicas
difíciles de controlar desde la voluntad consciente y afectan el desempeño de las
funciones ejecutivas del cerebro, imprescindibles para la resolución creativa de
problemas y la toma inteligente de decisiones2.

Sin duda, un nivel alto de estrés es una señal de alarma, una especie de “alerta
naranja”, ya que la neurociencia ha demostrado que un estado de ansiedad crónica
o relativamente constante conduce a cuadros de fatiga física y mental que, en casos
extremos, hasta puede enfermar.

Un buen punto de partida es entrenar al coachee para autoliderar sus emociones,


ya que ello permitirá liberarlo del desorden o caos psicológico que provocan estas
situaciones y, paralelamente, ayudarlo a que potencie el capital intelectual con el
que su cerebro ha venido a este mundo.

En síntesis:

Se trata, simplemente, de un trabajo que exige conocimientos y habilidades de parte


el coach, y voluntad y constancia de parte del coachee.

2
Para ampliar véase: Braidot N., Neurociencia para tu vida (Editorial Granica, 2016).

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Neurocoaching en la toma de decisiones
En un contexto como el descripto, no es fácil decidir con claridad. Más aún, desde que
nos despertamos hasta que nos vamos a dormir estamos tomando decisiones, desde
elegir la marca de café y los alimentos para el desayuno hasta casarnos, divorciarnos
o invertir en propiedades importantes.

A veces, decidir es simple; no hay mucho para pensar cuando, por ejemplo, vamos
a comprar una bombilla. Otras, el proceso es complejo y puede convertirse en una
preocupación importante.

Afortunadamente, el conocimiento previo y la experiencia reorganizan los circuitos


cerebrales y agilizan el proceso de toma de decisiones cuando éstas son complejas3
y lo mismo sucede con los mecanismos emocionales, que son mucho más potentes
de lo que se creía.

En cualquier caso, esto es, desde elegir entre pan light o natillas para el desayuno,
o pasar las vacaciones en Nueva York o en la Patagonia, el proceso de toma de
decisiones pone en juego numerosos procesos cognitivos y emocionales que se
activan por debajo del umbral de conciencia.

Con relación a los segundos, hay suficientes pruebas de que, al contrario de lo que
se pensaba, las emociones no nos “nublan la razón” sino todo lo contrario: actúan
positivamente, guiando los procesos de toma de decisiones desde las profundidades
de la mente. Obviamente, quedan fuera de esta categorización quienes se alteran
por cualquier cosa, se enojan o se angustian con facilidad.

3
Kourtzi Z. et all. (2009) “Learning Shapes the Representation of Behavioral Choice in the Human Brain”. Neuron, 62

(3), pp. 441-452.

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De hecho, las personas proclives al mal humor, como así también las que se
desestabilizan ante una situación que provoque pequeños cambios, no pueden
pensar con claridad y es común que tarden mucho o se arrepientan luego de haber
tomado una decisión, por ello es tan importante que incorporen las nuevas técnicas
de automonitoreo de emociones, ya que ello no solo las ayudará a decidir mejor y
más rápido, también mejorará su calidad de vida.

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Lo racional y lo sentimental. Hacia el equilibrio emocional

Durante muchos años, se privilegió el pensamiento racional adjudicándole una gran


supremacía en términos de eficacia. Sin embargo, las neurociencias han demostrado
innumerables veces que los mecanismos emocionales guían la toma de decisiones y
la mayor parte de la conducta.

Por su parte, la neuroeconomía ha comprobado que cuando las emociones están


ausentes aumenta la probabilidad de decidir y conducirnos por la vida en forma
equivocada.

De esto se desprende que es necesario trabajar para lograr un adecuado equilibrio


emocional, dejando fluir las emociones y encausándolas en forma positiva.

Por ejemplo, una de las participantes que entrené en uno de nuestros intensivos sobre
neurocoaching llegó agotada ¡el primer día del encuentro! ¿Cómo podía estar tan
cansada a primera hora de la mañana? —me pregunté—.

En el primer break tuve la respuesta: había hecho carrera en una empresa con la que,
incluso, estaba involucrada emocionalmente. Tres días atrás, le habían ofrecido un
puesto mejor en otra que no conocía.

Su dilema era elegir una entre dos alternativas de apariencia sencilla: a) ganar menos
en una empresa conocida, b) ganar más en una por conocer. Esta situación “le
quitaba el sueño”. Y eso no es para menos, dada la complejidad del proceso cerebral
de decidir cuando la relación costo-beneficio es tan importante.

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Afortunadamente, gran parte de nuestra sabiduría emocional actúa desde las
profundidades de la mente para elegir una alternativa entre dos o varias.

Esta sabiduría se asocia con las inscripciones que traemos en el cerebro como resultado
de la evolución (como el miedo nos impulsa a alejarnos del peligro y garantiza nuestra
supervivencia) y con los marcadores somáticos, que facilitan al cerebro la tarea de
elegir.

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Por ejemplo, un estado de miedo asociado a un temblor corporal provocado por un
susto, un estado de enorme excitación asociado a la generación de adrenalina, un
estado de enamoramiento asociado a un aumento de la frecuencia cardíaca.

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Dado que gran parte de las decisiones que tomamos están influenciadas por estos
marcadores:

Como estos marcadores pueden enviar señales no consciente llevándonos a que más
de una vez no podamos explicar por qué elegimos esto y no aquello, o por qué hicimos
esto, y no aquello, resulta muy interesante realizar un trabajo que permita reconocer
los que nos afectan negativamente.

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Cómo ayudar al coachee a evitar el fracaso
El principal objetivo del neurocoaching
es analizar situaciones que plantea el
coachee, orientarlo para que las resuelva,
guiarlo en el alcance de sus metas y
proporcionarle herramientas para que se
comunique mejor consigo mismo y con
los demás, obteniendo de ese modo una
mejor calidad de vida5. Paralelamente,
se trabaja en el desarrollo neurocognitivo
de su cerebro que se materializará en un
mejor desempeño de las funciones más
importantes.

Con relación a la conducta en general


y, particularmente, a la vinculada al
ámbito del trabajo y la vida social, he
visto muchísimos casos de gerentes que
han fracasado luego de haber obtenido
puntajes altísimos en los test de cociente
intelectual. ¿Por qué pasaba esto?

Antonio Damasio estudió neurológicamente


el caso de un empresario intelectualmente
brillante que no podía alcanzar los objetivos
de su trabajo luego de una operación
durante la cual le extirparon un tumor
ubicado en la región ventromedial del
lóbulo frontal (detrás de la frente).

5
Para ampliar véase Braidot N., Neuromanagement (Granica, Buenos Aires, 2014).

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Dedujo que había una consecuencia derivada de la operación, ya que el tumor tenía
el tamaño de una mandarina y, al extraerlo, se habían cortado conexiones entre la
amígdala y otros sectores importantes de la corteza prefrontal.

Dado que el funcionamiento neurocognitivo no parecía afectado (respondía muy


bien a todas las pruebas), concluyó en que lo que dificultaba su capacidad para
tomar decisiones era, precisamente, la ausencia de emociones.

Este caso, sumado a otros de contenidos similares, revela lo siguiente:

Este componente puede implicar la creación de un patrón de respuesta que, a su vez,


afectará las decisiones, el modo de comunicarse con los demás y la conducta en
forma no consciente. Por ello, y con ayuda de técnicas neuropsicológicas, gran parte
del trabajo del coach consiste en ayudar al coachee para minimizar la influencia de
los marcadores negativos.

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EL ENTRENAMIENTO PARA EL AUTOLIDERAZGO EMOCIONAL
EN NEUROCOACHING
Las emociones, al igual que los pensamientos, desencadenan un conjunto importante
de procesos cerebrales.

Por ello, aunque registres que tu corazón late más rápido cuando sientes miedo, o
euforia cuando te enamoras, la verdadera base de esas sensaciones reside en tu
cerebro.

De hecho, si te pegas un gran susto, será el aumento de un neurotransmisor, la


adrenalina, lo que provocará un incremento de tu frecuencia cardíaca. Esto mismo
puede sucederle a un atleta cuando está próximo a una meta, a una persona que
practique un deporte de riesgo o, simplemente, a cualquiera que enfrente una
situación cotidiana que le resulte excitante.

Si bien existe un sinnúmero de verificaciones científicas en las que se sustentan estas


afirmaciones, he seleccionado una investigación de la Universidad Carnegie Mellon,
Estados Unidos (uno de los países más avanzados en la aplicación de tecnologías
para estudiar el cerebro) para que puedas verlo con mayor claridad.

La metodología fue la siguiente:

• Los participantes debían observar un conjunto de imágenes (no neutras) para que
los investigadores pudieran medir sus emociones mientras las iban experimentando.

• Combinando resonancia magnética funcional por imágenes (fMRI) con un equipo


capaz de interpretar las señales cerebrales y vincularlas a determinadas emociones,
se pudo deducir lo que sentían con un alto grado de exactitud.

También se descubrió que hay sentimientos que dejan huellas emocionales distintas, y
que existen tres factores principales de organización de dichas huellas:

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1. el valor positivo o negativo de los sentimientos;

2. la intensidad de los sentimientos;

3. el componente social de los sentimientos.

A nivel neuronal, los humanos codificamos estas huellas en forma prácticamente


similar.

De esto se desprende claramente que el componente neurobiológico de las emociones


es indiscutible y que puede ser observado. Asimismo, y dadas sus repercusiones en el
desempeño cerebral y en el organismo, es necesaria una toma de conciencia de
parte del coachee sobre la importancia de aprender a liderar las emociones.

Partiendo de esta premisa, lo primero que se debe tener en cuenta al comenzar su


entrenamiento es lo siguiente:

Autoliderar las emociones no significa reprimirlas, significa incorprar


técnicas para automonitorearlas en pos de una mejor calidad de
vida y, paralelamente, de un mayor desarrollo de las capacidades
cerebrales.

Algunas de las técnicas son milenarias, como la meditación trascendental, otras son
conocidas, como la utilización del pensamiento para modificar estados del cuerpo.

Otras están dentro del grupo de herramientas de nueva generación que se utilizan en
los gimnasios cerebrales.

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En el caso de las conocidas, lo nuevo es que su eficacia está siendo corroborada por
las ciencias que estudian el cerebro, de hecho, día a día se publican experimentos
que confirman que es posible crear y fortalecer neurocircuitos cerebrales asociados
a emociones positivas y desactivar los negativos con sólo meditar o cambiar la forma
de pensar.

Otra parte sustancial del neurocoaching apunta a que el coachee aprenda a activar
las estructuras cerebrales que se ocupan de inhibir o modular estados emocionales
que son comandados por otras cuando esto sea realmente necesario.

Por ejemplo, las personas que se paralizan por el miedo al fracaso alteran el
funcionamiento de su corteza prefrontal, que es la que necesitan para pensar, articular
ideas y comunicarlas con claridad.

Del mismo modo, los deportistas que se deprimen o, en términos populares, se ponen
“histéricos” minutos antes de competir, terminan perdiendo el partido. En este sentido,
el mundo del tenis es uno de los más ricos en ejemplos: la escasa permanencia de
algunos jugadores entre los diez mejores del mundo no se debió a problemas técnicos,
sino a un inadecuado manejo de sus emociones.

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Afortunadamente, la realidad confirma que, cualquiera sea el ámbito de desempeño,
las personas que han recibido el entrenamiento adecuado tienen más herramientas
para afrontar tanto los momentos desafiantes como las pequeñas cosas de la vida
cotidiana.

Por ello, y en función de mis conocimientos y experiencias, sugiero a los interesados


en el neurocoaching que comiencen cuanto antes. Con dedicación, voluntad,
constancia y los profesionales adecuados, todos podemos realizar un cambio para
vivir y trabajar mejor.

Por último, quisiera destacar que el neurocoaching no es terapia. Es un trabajo codo


a codo entre coach y coachee destinado a optimizar las capacidades cerebrales y
emocionales de este último.

Tampoco se lo debe confundir con consultoría debido a una razón muy sencilla: el
neurocoaching no es asesoramiento, es ayudar a las personas a descubrir su potencial,
desarrollarlo y ponerlo en práctica.

Si quieres formarte o especializarte en alguno de estos temas,


puedes consultar en www.braidot.com o escribir a info@braidot.com

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www.braidot.com

Néstor Braidot es investigador, escritor y conferenciante internacional. Uno de los expertos


más importantes y consultados en la aplicación de las neurociencias al desarrollo de
organizaciones y personas.

Generador de una escuela de pensamiento con un enfoque multidisciplinario de las


ciencias para el desarrollo de inteligencia en las personas. Ha escrito más de treinta libros
sobre estas disciplinas en las que ha sido pionero e investigador disruptivo generando
nuevos enfoques que han contribuido al nacimiento y desarrollo de especialidades
tales como Neuromanagement, Neuroliderazgo, Neuromarketing, Neuroaprendizaje y
Gimnasios cerebrales para el desarrollo de inteligencia

Ha obtenido importantes reconocimientos internacionales por el desarrollo de


metodologías de avanzada que se implementan en organizaciones de diferentes países,
donde dicta conferencias, cursos y talleres. Entre ellos, España, Suecia, Argentina, Francia,
Australia, India, Colombia, Brasil, Italia, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, México, El
Salvador, Panamá, Ecuador, Chile, Bolivia, Perú, Rep. Dominicana y Paraguay entre otros.

En el ámbito académico, ganó numerosos concursos que le permitieron desempeñarse


como catedrático y profesor invitado en universidades de prestigio internacional,
entre ellas, Universidad de Salamanca (España), Universidad de Economía de Viena
(Austria), Universidades de León, Uppsala University (Suecia), CESA (Colombia), UNIBE
(R. Dominicana), Centre de Développement du Management, Lyon Graduate School
of Business (Francia), Universidad de Santiago de Compostela, Universidad de León,
Universidad de Oviedo, Universidad Autónoma de Madrid, Université Catholique de
Louvain, Louvain-La-Neuve (Bélgica), Universitá Bocconi (Italia) y Universite de Geneve
(Suiza).

Esta trayectoria está avalada por una sólida formación: es Doctor en Ciencias, Máster
en Psicobiología del Comportamiento y en Neurociencias Cognitivas, Máster en
Economía, Licenciado en Administración de Empresas, Contador Público, Licenciado
en Cooperativismo, Máster en Programación Neurolingüística, posgraduado en PINE:
Psiconeuroinmunoendocrinología y Trainer en rediseño conductual.

A su vez es fundador y director del Instituto Braidot de Formación, organización que


cuenta con su propio centro de entrenamiento cerebral, Braidot Brain Gym, y de Braidot
Business & Neurosciences International Network.

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