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A continuación se presentan los criterios diagnósticos del Trastorno del Espectro Autista (TEA)
según el DSM-5 (APA, 2013).
A Deficiencias persistentes en la comunicación y en la interacción social en diversos contextos,
manifestados por lo siguiente, actualmente o por los antecedentes
A.1 Deficiencias en la reciprocidad socioemocional; por ejemplo:
- Acercamiento social anormal,
- Fracaso en la conversación normal en ambos sentidos,
- Disminución en intereses, emociones o afectos compartidos,
- Fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales
A.2 Deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social;
por ejemplo:
- Comunicación verbal y no verbal poco integrada,
- Anormalidad en el contacto visual y del lenguaje corporal,
- Deficiencias en la comprensión y el uso de gestos,
- Falta total de expresión facial y de comunicación no verbal
A.3 Déficits en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de relaciones; por ejemplo:
- Dificultad para ajustar el comportamiento a diversos contextos sociales,
- Dificultades para compartir el juego imaginativo o para hacer amigos,
- Ausencia de interés por las otras personas
Existen varios tipos de Trastornos del Neurodesarrollo, que aparecen como un “continuum”, y que
son: la Discapacidad Mental / Retraso Global del Desarrollo, el Trastorno de Espectro Autista, los
Trastornos de la Comunicación, el Trastorno por Déficit de atención con hiperactividad, los
Trastornos Específicos del Aprendizaje, los Trastornos Motores y otros Trastornos del
Neurodesarrollo.
La clasificación de dichos trastornos mentales se realiza a partir manuales como el DSM (Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría,
AAP) que proporciona descripciones de las categorías diagnósticas. En la actualidad, desde mayo
del 2013, contamos con la última versión, DSM-5, que introduce una serie de cambios.
El DSM-IV, publicado en 1994, definía el autismo y sus trastornos asociados como “Trastornos
Generalizados del Desarrollo” (TGD). En el DSM-5 (2013) esta definición ha sido sustituida por el
término “Trastornos del Espectro Autista” (TEA), que han sido incluidos a su vez dentro de una
categoría más amplia de “trastornos del neurodesarrollo”.
En el DSM-IV, la categoría de los Trastornos Generalizados del Desarrollo comportaban cinco
subtipos de autismo: el Trastorno Autista, el sSíndrome de Asperger, el Trastorno Desintegrativo
infantil, el Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado (TGD no especificado) y el
Síndrome de Rett
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS (DSM-5). TRASTORNO DEL ESPECTRO DEL AUTISMO. 29.00
(F84.0)
1. Déficits persistentes en comunicación social e interacción social a lo largo de múltiples contextos
o a. Déficits en reciprocidad socio-emocional; rango de comportamientos que, por ejemplo, van desde
mostrar acercamientos sociales inusuales y problemas para mantener el flujo de ida y vuelta normal
de las conversaciones; a una disposición reducida por compartir intereses, emociones y afecto; a un
fallo para iniciar la interacción social o responder a ella.
o b. Déficits en conductas comunicativas no verbales usadas en la interacción social; rango de
comportamientos que, por ejemplo, van desde mostrar dificultad para integrar conductas
comunicativas verbales y no verbales; a anomalías en el contacto visual y el lenguaje corporal o
déficits en la comprensión y uso de gestos; a una falta total de expresividad emocional o de
comunicación no verbal.
o c. Déficits para desarrollar, mantener y comprender relaciones; rango de comportamientos que van,
por ejemplo, desde dificultades para ajustar el comportamiento para encajar en diferentes contextos
sociales; a dificultades para compartir juegos de ficción o hacer amigos; hasta una ausencia
aparente de interés en la gente.
3. Los síntomas deben estar presentes en el período de desarrollo temprano (aunque pueden no
manifestarse plenamente hasta que las demandas del entorno excedan las capacidades del niño, o
pueden verse enmascaradas en momentos posteriores de la vida por habilidades aprendidas).
Nota: Los individuos con un diagnóstico DSM-IV bien establecido de trastorno autista,
síndrome de Asperger o trastorno generalizado del desarrollo no especificado, deben recibir
el diagnóstico de trastorno del espectro de autismo. Los individuos que tienen marcados
déficits en comunicación social, pero cuyos síntomas no cumplen los criterios para el
trastorno de espectro de autismo, deberán ser evaluados para el trastorno de comunicación
social (pragmática).
Especificar si:
• Se acompaña o no de discapacidad intelectual.
• Se acompaña o no de un trastorno del lenguaje.
• Se asocia con una condición médica o genética o con un factor ambiental conocido.
• Se asocia con otro trastorno del neurodesarrollo, mental o del comportamiento (Nota de
codificación: use otro(s) código(s) adicional(es) para identificar el trastorno del neurodesarrollo,
mental o del comportamiento asociado).
• Con catatonia (hacer referencia a los criterios de catatonia asociada con otro trastorno mental)
(Nota de codificación: use el código adicional 293.89 [F06.1] catatonia asociada con trastorno del
espectro de autismo para indicar la presencia de catatonia comorbida).
SEVERIDAD
Niveles de severidad para el Trastorno del Espectro Autista
Nivel 3: “requiere soporte muy substancial”
Comunicación social
Severos déficits en habilidades de comunicación social verbal y no verbal causan severas
discapacidades de funcionamiento; muy limitada iniciación de interacciones sociales y mínima
respuesta a las aproximaciones sociales de otros.
Intereses restringidos y conductas repetitivas
Preocupaciones, rituales fijos y/o conductas repetitivas interfieren marcadamente con el
funcionamiento en todas las esferas. Marcado malestar cuando los rituales o rutinas son
interrumpidos; resulta muy difícil apartarlo de un interés fijo o retorna a el rápidamente.
Nivel 2: “requiere soporte substancial”
Comunicación social
Marcados déficits en habilidades de comunicación social verbal y no verbal; aparentes
discapacidades sociales incluso recibiendo apoyo; limitada iniciación de interacciones sociales y
reducida o anormal respuesta a las aproximaciones sociales de otros.
Intereses restringidos y conductas repetitivas
Rituales y conductas repetitivas y/o preocupaciones o intereses fijos aparecen con suficiente
frecuencia como para ser obvios al observador casual e interfieren con el funcionamiento en
variados contextos. Se evidencia malestar o frustración cuando se interrumpen rituales y
conductas repetitivas; dificultad a
apartarlo de un interés fijo.
Nivel 1: “requiere soporte”
Comunicación social
Sin recibir apoyo, déficits en comunicación social causan discapacidades observables. Tiene
dificultad al iniciar interacciones sociales y demuestra claros ejemplos de respuestas atípicas o no
exitosas a las aproximaciones sociales de otros. Puede aparentar una disminución en el interés a
interaccionar socialmente.
Intereses restringidos y conductas repetitivas
Rituales y conductas repetitivas causan interferencia significativa con el funcionamiento en uno o
más contextos. Resiste intentos de otros para interrumpir rituales y conductas repetitivas o ser
apartado de un interés fijo.
Las personas con TEA son diagnosticadas en sus primeros años de vida por presentar una serie de
características en su conducta que los diferencian del niño y de la niña con desarrollo “normal”.
• Conducta solitaria e indiferente.
• Aceptación pasiva de los demás.
• Dificultades para iniciar y mantener las relaciones, compartir intereses y desarrollar interacciones
recíprocas.
• Dificultades para comunicarse y entender la forma en que se establecen las relaciones
interpersonales.
• En el plano cognitivo, presentan un importante deterioro en la capacidad que debería servirles
para desenvolverse en el mundo social o mundo mental, llamada también cognición social y
psicología intuitiva.
• Su pensamiento simbólico es muy limitado (grandes dificultades para imaginar y elaborar
fantasías, organizar el tiempo o desarrollar actividades de manera espontánea).
• Muchas personas con autismo carecen de lenguaje y presentan problemas de comprensión.
Incluso aquellos que disponen de capacidades verbales adecuadas no pueden seguir
correctamente una conversación.
• Les resulta especialmente complicado entender las normas sociales que para el resto de las
personas son habituales (cómo comportarse, saludar, o hacer preguntas, esperar turnos...).
• Tampoco entienden las frases con doble sentido, bromas, lenguaje metafórico o muchas de las
expresiones emocionales (tristeza, odio, alegría, enfado...) y presentan dificultades para establecer
relaciones de amistad o amor.
• Pueden aparecer ciertos comportamientos obsesivos y rígidos (un afán exagerado por el orden de
los objetos, movimientos estereotipados, rutinas...).
• Presentan generalmente unas buenas capacidades en las áreas viso-espaciales (pensamiento
visual, habilidad para el dibujo), de memoria mecánica y de motricidad.
• Un porcentaje importante de estas personas tienen discapacidad intelectual asociada a su
alteración autista, aunque otros (especialmente los afectados de Síndrome de Asperger) no
presentan retraso en el desarrollo cognitivo ni en el desarrollo del lenguaje aunque sí un deterioro
en las interacciones sociales con comportamientos estereotipados y restringidos.
• Generalmente, a medida que se acercan a la edad adulta, tienden a estabilizar su conducta,
mejorando las relaciones con los demás y desarrollando un mayor grado de autonomía personal.
• Contacto físico. No le gusta que le toquen. Ni que lo abracen, Evita el contacto corporal.
• Llanto sin sentido. Llanto poco expresivo, difícil de interpretar llora sin lágrimas y sin motivo.
Reacciones variables ante la separación.
• Seguimiento ocular. No sigue a las personas ni a los objetos. Difícil contacto ocular.
• Adaptación postural. Rigidez y resistencia al contacto. Falta de ajuste postural. Actitudes
posturales extrañas.
• Falta de pautas anticipatorias.-Conductas de aproximación, Ausencia de gestos y actitudes
expresivas. Falta de sonrisa al rostro. Indiferencia al rostro. Falta de manifestaciones al ver a la
madre.
• Conductas de imitación. No imita sonidos. No imita gestos. Dificultad para imitar movimientos. No
busca consuelo.
• Expresión facial. Cara poco expresiva, triste e indiferente. Ausencia de mímica facial. Coordinación
anómala de la expresión facial.
Para los niños y las niñas más pequeños, (de 0 a 3 años) se han descrito ampliamente en la
literatura unas “señales de alerta” que de aparecer, deberían suponer una inmediata derivación a un
recurso especializado para una evaluación diagnóstica:
• Retraso o ausencia del habla.
• No presta atención a las otras personas.
• No responde a las expresiones faciales o sentimientos de los demás.
• Falta de juego simbólico, ausencia de imaginación.
• No muestra interés por los compañeros de su edad.
• No respeta la reciprocidad en las actividades de “toma y dame”.
• Incapaz de compartir placer.
• Alteración cualitativa en la comunicación no verbal.
• No señala objetos para dirigir la atención de otra persona.
• Falta de utilización social de la mirada.
• Falta de iniciativa en actividades o juego social.
• Estereotipias.
• Ausencia de juego social.
• Ausencia de vías de comunicación adecuadas.
• Ausencia de actividad imaginativa, como jugar a ser adulto.
• Preocupación persistente por parte de objetos.
• Insistencia irracional en seguir rutinas con todos sus detalles.
• Limitación marcada de intereses, con concentración en un interés particular.
• Reacciones inusual o falta de reacción a estímulos sonoros.
.
La Discapacidad Intelectual (DI) y el TEA se encuentran frecuentemente unidas. Para poder
realizar un diagnóstico del TEA y del DI con comodidad, la comunicación social debe
situarse por debajo de lo esperado a nivel general del desarrollo.
Así mismo, las personas con deficiencias notables de la comunicación social, pero que no
reúnen criterios para el diagnóstico del TEA, tienen que ser evaluadas para diagnosticar un
nuevo trastorno que ha definido el DSM-5denominado “trastorno de la comunicación
(pragmático) social”. La diferencia principal con un TEA es que en el trastorno de la
comunicación social no se cumple el criterio diagnóstico B, por lo que no se observan
patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades...
Según CIE – 11
Esta nueva clasificación trae de por sí tres requerimientos:
El inicio del TEA ocurre en el período inicial del desarrollo, típicamente en la infancia temprana, pero
los síntomas pueden no ser completamente manifiestos hasta que las demandas sociales excedan
las capacidades. El cuadro es lo suficientemente severo como para causar disfunción en el
funcionamiento personal, familiar, social, educativo y ocupacional o en otras áreas importantes del
funcionamiento, usualmente es penetrante y se manifiesta en el funcionamiento del individuo en
distintos ambientes, pero puede haber variaciones de acuerdo al contexto social, educativo y otros.
El funcionamiento intelectual y de las habilidades del lenguaje muestra un amplio rango.
Aunque no hay una definición anotada, puede concluirse que se refiere a habilidades comunicativas
verbales o no verbales que permiten compartir mensajes de manera apropiada entre emisor y
receptor, y viceversa.
Implica que además del diagnóstico de Autismo debemos evaluar, necesariamente, el desarrollo
intelectual o disponer de una evaluación de cociente de desarrollo. Adicional a esto, resulta
necesario evaluar el lenguaje. Esto aparece ya en DSM-5
CIE-11, a diferencia de DSM-5, no establece cumplir con un determinado número de criterios para
establecer el diagnóstico y deja espacio al criterio del clínico.
Otros cambios
Además de proponer una nueva clasificación, la CIE-11 nos ofrece otros cambios:
1. Desaparece el diagnóstico de Síndrome de Asperger: esto es algo a lo que CIE-10 ya hacía alguna
referencia en cuanto iniciaba su descripción afirmando que correspondía a un “Trastorno de validez
nosológica dudosa”, esto quiere decir que el diagnóstico en sí mismo resultaba difícil de sostener y
ponían en duda su existencia. A pesar de esto lo describía y anotaba pautas para el
diagnóstico. DSM-5 tomó esa línea y eliminó el diagnóstico de Síndrome de Asperger.
2. Sale el Síndrome de Rett: esto es algo que ocurrió primero en DSM.5, una decisión bien
fundamentada y razonable en cuanto que la fisiopatología no era similar y aunque hubiese algunos
síntomas similares, se trata de trastornos totalmente distintos.
3. Desaparece también el diagnóstico de Trastorno Desintegrativo de la Infancia.
Los investigadores afirman que si tras el nacimiento somos capaces de recuperar la función de
estas proteínas, esas conexiones no realizadas o alteradas podrían restaurarse. De forma que se
abre una posibilidad a un tratamiento futuro destinado a restaurar esas malas conexiones y por
tanto, revertir, total o parcialmente, lo efectos negativos de esta mala interconexión.
Las investigaciones del equipo del Instituto Salk también aportan interesantes resultados. El equipo
de O’Leary descubrió hace más de una década un gen llamado MDGA1, el cual codifica una
proteína que incide en la migración de las neuronas durante el desarrollo del cerebro. Y más en
concreto a la corteza cerebral. De forma que un error en la expresión del gen hace que la
conformación de las capas de la corteza cerebral presente alteraciones. Esto es algo que se vio en
estudios de tejido cerebral en un estudio llevado a cabo por Courchesne y su equipo en el 2014, y
del que nos hicimos eco en el artículo “Nuevas evidencias sobre el origen prenatal del Autismo”, así
como en estudios previos(3) que abordaron también el impacto de la alteración en la expresión del
MDGA1 y MDGA2. Esto significa que una alteración en la expresión del MDGA1 genera por tanto
una mala conformación de las capas de la corteza cerebral, que es la zona donde, entre otras
función es, se procesan aspectos sensoriomotrices y de planificación, los cuales están alterados en
el autismo.
MDGA1 Inmunolocalización de la proteína MDGA1 (rojo) y la proteína Tbr2 (verde) Pero al igual
que con el autismo, estas alteraciones parecen también estar íntimamente ligadas con la
esquizofrenia, o el trastorno bipolar.
Es muy interesante destacar el hecho de que los ensayos realizados en ratones, al desactivar el
MDGA1, los precursores de neuronas en la corteza cerebral emigraron a lugares equivocados en el
cerebro, muriendo antes de convertirse en neuronas. Según afirma Carlos G. Pérez-García, uno de
los investigadores del estudio, “Estos nuevos resultados sugieren que las mutaciones en MDGA1
mientras que la corteza está desarrollando (durante la primera mitad del embarazo en humanos)
pueden producir efectos de bola de nieve que conducen al desarrollo de trastornos cerebrales. El
severo agotamiento de las neuronas en la corteza compromete fuertemente su capacidad para
comunicarse con otras áreas del cerebro”.Estos estudios vienen a confirmar, por una parte que
existe un origen prenatal en el autismo, pero a su vez, que determinados factores que pueden
alterar -ya sea de forma prenatal o postnatal- determinadas proteínas, pueden estar directamente
involucrados en el autismo. Se requieren más investigaciones al respecto, pero obviamente, esta
línea de investigación está aportando importantes pistas, no solo para el autismo, sino para otras
alteraciones relacionadas con la construcción del cerebro.