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Por lo general, mediante la psicoterapia breve el deseo del paciente es mitigar las
consecuencias del vertiginoso ritmo que le impone la vida actual, así como la
concatenación de una serie de exigencias a superar, muchas veces a expensas
de dolorosos cambios y duras exigencias que serán patologizadas en forma de
ansiedad y muchas de sus somatizaciones (como migraña crónica, trastornos
digestivos…) neurosis obsesivas, repercusiones en las relaciones de pareja,
ciclotimias, trastornos en la autoestima y otros muchos síntomas que incitarán al
individuo a buscar remedios rápidos, las más de las veces recurriendo a libros de
autoayuda (sobre todo en busca de técnicas de relajación para mitigar su
ansiedad) antes de buscar la ayuda de un verdadero profesional.
En su libro “La Gestalt. Una terapia de contacto”, Anne y Serge Ginger hablan de
la psicoterapia breve en la Terapia Gestalt en un capítulo del mismo al que
pusieron por título: “Terapias breves en Gestalt: ¿Realidad o mito?”. En él, los
autores afirman no pretender que la Terapia Gestalt sea una terapia breve, ni
intentar simplificar la terapia a una mera reducción de un síntoma; no obstante,
sostienen que los casos de mejoría sensible, rápida y persistente del
comportamiento y la disminución neta del sufrimiento o del malestar, no son
excepcionales en Terapia Gestalt.
Los autores también afirman en sus conclusiones que al referirse a las terapias
breves ya no es la duración lo que los terapeutas se cuestionan hoy en día sino la
metodología del tratamiento, las indicaciones específicas durante la intervención y
las explicaciones de los hechos observados.
En las crisis, el individuo se encuentra en una encrucijada: por un lado, lo que es,
y por otro, lo que podría ser si cambiara. Esto se produce, por ejemplo, cuando la
persona se enfrenta a las demandas que le hace la comunidad y se ve forzada a
reconocer sus propias limitaciones. Anhela crecer y se esfuerza por lograrlo, pero
a la vez, retrocede frente al dolor que todo crecimiento trae consigo. Una persona
entra en situación de crisis cuando su modo de vida acostumbrado en la
comunidad se vuelve menos viable. Es entonces cuando surge la conciencia de
que no todo anda bien en su interior. Si escucha la señal y realiza los cambios
indispensables en sí misma, adaptándose a las exigencias presentes, avanzará en
su desarrollo casi sin pausas ni vacilaciones.
Pero como hay en la personalidad rigideces intrínsecas, a veces se pasa por alto
la señal organísmica y se elige, en cambio, el camino de la pasividad, la
comodidad y la evitación.
– Serge Ginger, Anne Ginger (1993). “La Gestalt. Una terapia de contacto”. Ed.
Manual Moderno