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SEMINARIO EL ARCHIVO Y LOS REPOSITORIOS DIGITALES: CONSERVACIÓN, ACCESO Y

USOS DE LAS FUENTES EN EL AULA


Convenio colaborativo CLACSO-FLACSO

Clase 7. El archivo documental clásico organizado


Autor: Diego Santos

La relación del investigador con los archivos, y eventualmente con sus propios temas de estudio,
está mediada por el acceso. Este término engloba disponibilidad (por ejemplo, problemas de
conservación que pueden volver imposible su consulta o marcos legales) como distancia (que
puede ser importante y causar grandes gastos, a veces insalvables)1.

En la última década, especialmente, la problemática del acceso ha sido repensada en relación a


las nuevas tecnologías de obtención de imágenes y su vínculo a un nuevo y más amplio campo
académico –en permanente crecimiento pero también en fuerte discusión– que ha recibido el
nombre de Digital humanities (calcado en castellano como “humanidades digitales”)2.

En este marco, el acceso directo al documento mediado por la obtención de una imagen digital
que maravillaba hace una década, en el presente solo se entiende en relación a una red que
incluye la indexación de su contenido (que aún conserva, de forma, el aspecto de los antiguos
catálogos y ficheros de archivo), su interrelación y, muchas veces, la relación con colegas
(frecuentemente, desconocidos) y la discusión abierta al respecto (el trabajo colaborativo que
impone internet). A diferencia de hace una década, ya no tenemos imágenes aisladas rodeadas de
datos de catálogo o inventario: tenemos imágenes y discusiones al respecto, incorporación de
bibliografía, producción de conocimiento de maneras no formales (por ejemplo, instituciones que
comparten imágenes de documentos y abren discusiones en redes sociales).

El mundo digital vinculado a las humanidades, desde ediciones de documentos “colaborativas”


hasta repositorios de tesis de doctorado o revistas digitalizadas (de acceso gratuito o pago), es
enorme. Visitaremos, en esta clase, algunos ejemplos de las posibilidades de acceso que ofrecen
algunas instituciones. Necesariamente hablaremos también de ejemplos de colecciones de libros
manuscritos (en el formato habitual de “códice”, como nuestros libros, entre los siglos IV-XVI

1 Como introducción más detallada al temas (que solo puede abordarse tangencialmente en este espacio) puede verse
A. Shabharwal, Digital Curation in the Digital Humanities. Preserving and Promoting Archival and Special Collections,
Amsterdam, Elsevier, 2015. Un campo interesante en la discusión del acceso a los archivos es el de los historiadores
del derecho, véase, por ejemplo, M. Widener (eds.), Public Service Issues with Rare and Archival Law Materials, New
York, Routledge, 2001.
2 Excede a esta oportunidad la posibilidad de una discusión, pero téngase en cuenta (de la realmente enorme
producción bibliográfica teórica al respecto, que virtualmente inunda las ofertas de las editoriales y las páginas de
revistas especializadas), lo siguiente a modo de introducción: O. LE DUFF, Digital Humanities. History and Development,
London, Wiley, 2018. Aunque para el tema es algo anticuada, véase, S. SCHREIBMAN et al., A Companion to Digital
Humanities, London, Wiley-Blackwell, 2008. Introducciones útiles más recientes, F. JANNIDIS et al. (eds.), Digital
Humanities. Eine Einführung, Sttutgart, J. B. Metzler Verlag, 2017; S. KURZ, Digital Humanities. Grundlagen und
Technologie für die Praxis, Wiesbaden, Springer Vieweg, 2016.

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aproximadamente), cuya experiencia en digitalización corre a la par de los archivos y tiene mucho
que ver con estos, además de dar buenos modelos de acceso y sitios de consulta.

Pasemos a los ejemplos, que son exactamente eso y no agotan la riqueza disponible. Se
recomienda, de forma especial, el recorrerlo y ver directamente su potencial.

Uno bueno, por muchas razones, de iniciativa pública es el Portal de Archivos Españoles 3
(PARES, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Reino de España, fig. 1), que, en sus propias
palabras, está “destinado a la difusión en Internet del Patrimonio Histórico Documental Español
conservado en su red de centros”. Bastante podemos decir de esta presentación: el concepto de
difusión presupone un público muy amplio, explicitado en el texto que lo sigue: “PARES ofrece un
acceso libre y gratuito, no solo al investigador, sino también a cualquier ciudadano interesado en
acceder a los documentos con imágenes digitalizadas de los Archivos Españoles”. Es decir, se
levanta sobre la función de publicidad del archivo nacional clásico, que se enraíza en la necesidad
de publicidad de los actos de gobierno aparecida en el siglo XVII en el contexto de formación de
los estados nacionales modernos extendida al derecho al acceso a la información pública en las
democracias contemporáneas que incluye el acceso al patrimonio (nótese el cambio de
vocabulario) cultural preservado en archivos, bibliotecas y museos. Es sobre este derecho
contemporáneo que se erigen estas inversiones.

Fig. 1: ejemplo de documento en PARES, con las posibilidades de edición


a izquierda, de 1538, conservado en el Archivo General de Indias.

No es lugar para abordar la elaboración jurídica (internacional, y nacionales) del último siglo en
materia de patrimonio cultural y la discusión sobre el concepto mismo, pero nótese cómo es

3 http://pares.mcu.es/

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extendido a colecciones y archivos privados (por ejemplo, en España, los archivos nobiliarios o
eclesiásticos, entre otros). En tanto patrimonio común, el acceso a repositorios privados se
entiende resguardado. Así, el sitio ofrece convenios con privados para llevar a Internet estos
archivos.

Este y otros sitios europeos se encuentran incorporados a proyectos mucho mayores, como es el
caso de Europeana4, operada por la Fundación Europeana y nacida a la luz del deseo de varios
gobernantes de países miembros de la UE de crear una biblioteca virtual. Esta contiene
“58112930 artworks, artefacts, books, films and music from European museums, galleries, libraries
and archives” (si, 58 millones) que proceden de contribución de acervo digital de más de 3000
instituciones europeas. Como proyecto, mira más hacia el acceso público más que a los
investigadores, no obstante su riqueza y calidad la vuelve un sitio de consulta obligado (fig. 2).

Fig. 2. Las posibilidades de Europeana son grandes. La imagen, que puede ser descargada, de un folio iluminado
de un manuscrito de la Cronología de las Antiguas Naciones de al-Biruni (conservado en la
Universidad de Edinburgo), es solo un ejemplo. Se invita a recorrer el sitio.

Fuera de inversiones públicas o semi-públicas, hay proyectos privados de gran importancia. Un


caso particular, quizás el más importante privado en cuanto a digitalización de archivos, es la
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (“mormones”). Sus prácticas religiosas
incluyen la relación con los antepasados a través de un mecanismo que implica su salvación post
mortem. Para ello, los miembros de esta denominación dedican considerable tiempo a la
investigación genealógica. La institución eclesiástica ha invertido e invierte una suma sideral de
dinero microfilmando registros que puedan contener datos genealógicos por todo el planeta. Esto
incluye, por ejemplo, registros parroquiales católicos de prácticamente la totalidad del globo. En
los últimos años, ha llevado esos microfilms a la consulta digital y al progresivo indexado 5. Más
4 https://www.europeana.eu/portal/en
5 En su sitio web gratuito (pero requiere registrarse): https://www.familysearch.org/

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allá del potencial de estas fuentes para la investigación de prosopografía, redes familiares,
historial social, historia de la iglesia católica, etc. se encuentran digitalizados fondos de varios
archivos. Así, una parte considerable del Archivo Nacional de Asunción (Paraguay) se encuentra
disponible para su consulta online en el mencionado sitio. Para darnos una idea del volumen de
material, solo la sección “Nueva Encuadernación” tiene más de 3000 volúmenes, con un catálogo
en una veintena de tomos. Solo por citar el dato (entre muchísimos otros, que van –entre muchos
otros– desde registros de inmigración norteamericanos, cédulas del registro civil belgas o
documentos religiosos familiares japoneses, han sido escaneados todos los volúmenes de las
escribanías antiguas porteñas (entre los siglos XVI y XVIII) conservados en el Archivo General de
la Nación argentino (fig. 3).

Fig. 3. Aunque pensado como un sitio genealógico, FamilySearch brinda acceso a un número gigante de documentos
digitalizados de archivos en todo el mundo. En la foto, consulta de un documento militar del Archivo General de la
Nación (Argentina). La opción “Herramientes” permite posibilidades similares a PARES.

Un buen ejemplo de digitalización acompañado de creación de una base de datos es el proyecto


de las Actas del Cabildo de Santa Fe de la Vera Cruz (ciudad en el actual territorio de la República
Argentina fundada en 1573 y trasladada a mediados del siglo XVII, que existe en la actualidad). A
través de un subsidio de poco más de 15.000 euro del Programa ADAI (Ayuda para el Desarrollo
de Archivos Iberoamericanos) se digitalizaron y ficharon, creando índices de nombres propios,
temáticos6, etc. más de 20 tomos de actas, disponibles ahora para su consulta online7 en la página
del gobierno de la Provincia de Santa Fe (fig. 4).

6 Queda fuera de nuestro tema el comentar los diversos acuerdos y modelos de descripción disponibles para archivos,
que muchas veces se replican en los sitios digitales.
7 https://www.santafe.gob.ar/actascabildo/default/index

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Fig. 4: posibilidades y descripción en el sitio de las Actas del Cabildo de Santa Fe, uno de los mejores
proyectos argentinos de digitalización. Véase que puede buscarse por persona (no muy bien llamados
“Descriptores Onomásticos”), lugar o instituciones. También se pueden ver en dos resoluciones,
con herramientas de trabajo sobre imágenes.

Tanto el mencionado PARES como “FamilySearch” o el sitio de las Actas del Cabildo de Santa Fe
presentan imágenes en blanco y negro (como mayor o menos posibilidad de ampliación y trabajo
sobre la imagen) procedentes de microfilms. El material primero ha sido preservado de esta
manera y en un segundo momento, digitalizado. Más allá de las herramientas de trabajo que
brindas los sitios (posibilidad de cambiar el brillo, contraste, inversión, etc.) los límites son claros:
el microfilm no permite en muchos casos buenas lecturas, no deja distinguir usualmente entre
pérdidas en el soporte y manchas de tinta o trazos, y es problemático sobre todo cuando la tinta
se ha aclarado hasta casi su total desaparición, tornando el documento ilegible. La comparación
entre el escaneo de un microfilm y del documento directamente es enorme.

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Es por esto último que algunas instituciones, como el portal de la Bibliothèque National francesa 8
ha ido sustituyendo los escaneos de microfilms por nuevos hechos directamente del manuscrito,
conviviendo en el portal ambas posibilidades.

Mejores posibilidades en cuanto a calidad de imagen ofrecen instituciones como la British Library,
que, aunque de crecimiento lento y dependiente de financiación externa, va digitalizando sus
fondos manuscritos y documentales en imágenes de gran calidad y enorme posibilidad de
trabajo9. Un lugar aparte, por su rápido crecimiento, merece la Biblioteca Digital Vaticana que
incluye tanto manuscritos antiguos, medievales y modernos de la Biblioteca Apostólica como
documentos de su Archivo10. El proyecto es ambicioso: digitalizar y llevar a la web la totalidad del
material. La calidad de las imágenes en el sitio web es excelente (fig. 5).

Fig. 5: Ejemplo de documento del Archivo del Vaticano –tradicionalmente reputados como de difícil acceso–
con las posibilidades que ofrece el sitio web.

Recuérdese lo que era obtener imágenes microfilmadas de manuscritos o documentos en


bibliotecas o archivos europeos hace menos de diez años: largos trámites, respuestas que
tardaban meses, costos altos (para nuestros presupuestos, al menos) que no podían ser pagados
con tarjeta de crédito (¡la Bibliothèque National en Paris exigió el pago in situ durante un tiempo!),
envíos por correo que tardaban y se perdían, etc. Las posibilidades de trabajo que abren las
nuevas tecnologías, especialmente para quienes residimos en Sudamérica, eran impensadas
hasta hace poco tiempo. En segundos o minutos accedemos al material –y sus metadatos–
directamente y de forma gratuita desde cualquier computadora con acceso a Internet.

8 https://gallica.bnf.fr/accueil/?mode=desktop
9 https://www.bl.uk/manuscripts/
10 https://digi.vatlib.it/

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Fig. 6: Documentos egipcios fragmentarios en el Metropolitan Museum, nótese la indicación que las imágenes (que
pueden bajarse en buena calidad) –omitimos descripción– están marcadas como de dominio público.

Un tema adicional es el uso de las imágenes, especialmente en aquellos casos en que se las
quiere publicar. En primer lugar, depende de la legislación de cada país y la enorme mayoría de
los sitios aun requieren autorización formal para cualquier uso que no sea personal/privado. No
obstante hay una tendencia que se impone por sobre la capacidad institucional de control de la
información. Desde un fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos hace ya varios años,
aquellas fotografías simples de piezas o documentos (que no estén sujetos a derechos de
propiedad intelectual, por supuesto) son de dominio público en ese país. Una de las colecciones
más importantes del mundo, el Metropolitan Museum of Art 11, que ha digitalizado buena parte de la
misma, señala sus fotografías como de dominio público 12. Lo mismo hace el British Museum 13, que
ya tiene online 1.018.471 de entradas de inventario con fotografías online (de las más dos
millones de entradas). Esta institución incluso tiene un servicio de obtención de imágenes de alta
calidad que pueden ser publicadas sin tramitar una autorización adicional (fig. 6).

La digitalización también implica, en muchos casos, una oportunidad única de preservación. Así,
en sitio donde la probabilidad de una desaparición completa de grandes repositorios es más que
cierta en la actualidad, como Yemen14, Mali15 o la región que va desde Siria a Iraq. En este último
caso han recibido mucha atención en los medios la digitalización de bibliotecas de manuscritos y
archivos en comunidades cristianas en Iraq o el Curdistán amenazadas por la presencia del
Estado Islámico. Es notable el Virtual Hill Museum and Manuscript Library 16 que ha puesto estas
imágenes online para consulta en una web que simula una biblioteca convencional, agrupadas por
colecciones. Es la primera vez que se pueden recorrer las páginas de libros y documentos

11 https://www.metmuseum.org/art/collection
12 En este marco, adhieren a https://creativecommons.org/about/, que escapa del tema de la clase pero se sugiere su
recorrido.
13 http://britishmuseum.org/research/collection_online/search.aspx
14 The Yemeni Manuscript Digitalization Initiative: https://ymdi.uoregon.edu/
15 Tombouctou Manuscript Project http://www.tombouctoumanuscripts.org/
16 https://www.vhmml.org/

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manuscritos de una región completamente inaccesible durante buena parte del siglo XX y
ciertamente del siglo XXI. Esta consulta está mediada por la obtención de una cuenta gratuita y la
solicitud de permisos para acceder a determinadas secciones, puesto que los derechos los
conservan las comunidades propietarias del material.

Incluso en sitios sin amenazas bélicas evidentes, la digitalización es la mejor forma de


preservación disponible, al menos del contenido de los documentos. Piénsese en catástrofes
culturales como el reciente incendio del Museu Nacional en Río de Janeiro. Los materiales que
permiten la digitalización de colecciones no son especialmente costosos 17 y la diferencia entre
digitalizar los fondos (aunque no se suban a la web) y no hacerlo puede ser enorme.

Desde finales del siglo XIX el trabajo con documentos de archivo 18 se extendió hacia atrás en el
tiempo producto del descubrimiento de millares de papiros, especialmente en Egipto. Estos se
editan, desde ese momento, todo el tiempo, en volúmenes o artículos de revistas. Fondo o
documentos individuales. Desde repositorios públicos hasta archivos de templos o familiares
(incluso, algunos, que cubren varias generaciones). Una enorme riqueza de material,
especialmente para conocer el mundo romano, que ha tendido un puente más que interesante con
el mundo virtual.

Desde hace aproximadamente dos décadas que las imágenes van llegando a la web. Colecciones
como la de Duke University fueron de las primeras ser subidas enteras (incluyendo inéditos) a
Internet. Pero surgieron proyecto paralelos aún más ambiciosos: transcribir la totalidad de las
colecciones (de numerosas instituciones) e incorporarlas a sitios de búsqueda que permitan inter-
relacionar cada una de las palabras en los documentos, no solo nombres propios o palabras
claves. Esto, llevado a miles de entradas de catálogo, presenta oportunidades insospechadas
para el investigador. Piénsese en poder “googlear” una palabra en un archivo tradicional. Armar un
corpus de todos los documentos que mencionen, por decir algo, “alcabalas”, en los fondos
coloniales del Archivo General de la Nación en segundos.

Esta posibilidad plantea en relación a estos textos documentales helenísticos o romanos la última
versión de un sitio con una larga historia (que nació de la unión de varios sitios, la actual tomó su
forma en 2010): papyri.info que además de esta función permite un trabajo colaborativo controlado

17 Instrucciones para construir un escáner http://www.diybookscanner.org/es/ Aquí ejemplo con los planos en la
Biblioteca Florentino Ameghino en La Plata (Argentina): http://www.bfa.fcnym.unlp.edu.ar/sobre-la-biblioteca/scanner-
para-libros
18 Interesantemente, fuera de la institución moderna denominada archivo. Es el caso, que merece discusión, de
material de archivo (no necesariamente en colecciones) conservado en museos o en ámbitos museológico, con criterios
de acceso, preservación e incluso de catalogación muy diferentes, conocido también entre quienes hacen historia
moderna.

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por pares académicos (¡el modelo Wikipedia importado a las humanidades!) para editar los
documentos, sugerir transcripciones, agregar bibliografía, metadata, etc. Todo esto vinculado a un
cada vez más importante grupo de imágenes. Esta plataforma presenta un modelo más que
interesante para estudiar y, en la medida de las posibilidades financieras, reproducir en otras
áreas de investigación.

El sitio mencionado está asociada a otra web de mucho interés para esta clase: trismegistos.org
Aquí asignaron un número propio a cada documento (decenas de miles) que permite crear fichas
en donde se registran no solo los datos institucionales o topográficos, sino también la bibliografía
que lo menciona, aunque más no sea una nota 7al pie. A partir de esto crear diferentes grupos
como “Archives”19 (fig. 7) en los cuales reúnen en la actualidad 528 entradas de archivos
identificados (frecuentemente, fondos que al ser descubiertos terminaron divididos entre diferentes
colecciones privadas y públicas, muchas veces en virtud del tráfico ilegal); “People”, que consiste
en una prosopografía creciente de (consultado en el día de hoy) 369.503 individuos, vinculados en
la base de datos a los documentos que los mencionan y que permite comenzar a armar redes de
individuos con una función del sitio (“Networks”) 20. Otra de las funciones incluye datos
bibliográficos actualizados sobre cada topónimo mencionado en los documentos (“Places”, más de
50.000)21 vinculado a mapas de OpenStreetMap (fig. 8).

Fig. 7: ejemplo de archivo personal en Trismegistos, de Zenón, secretario privado de un administrador local.
Los documentos fueron dispersados en diferentes colecciones.

19 https://www.trismegistos.org/arch/index.php
20 https://www.trismegistos.org/network/index.php
21 https://www.trismegistos.org/geo/index.php

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Véase las posibilidades que presentaría una base de datos de estas características para las
investigaciones particulares en diversas áreas (fuera del tema del modelo puesto como ejemplo).

Fig 8. Una función entre muchas: nombres propios asociados a bibliografía,


registros prosopográficos, sitios, archivos, colecciones, etc.

Como habrá podido observarse, estos sitios tienen un potencial enorme para ser usados durante
la enseñanza y en buena medida transformarla. Hace tiempo, cualquier curso de paleografía (por
poner un ejemplo menor) debía ser sostenido en fotocopias y láminas de libros. Los ejemplos se
repetían, el acceso a un corpus respetable era muy escaso. En la actualidad no cabría pensar otro
modo que no sea el trabajo sobre imágenes digitales (con todas las posibilidades tecnológicas que
brindan), especialmente durante la clase.

Lo mismo para el trabajo con manuscritos, desde la edición y familiarización con la ecdótica hasta
simplemente su presentación: por primera vez hay una generación que puede formarse viendo
directamente los grandes objeto-libro u objeto-documento que se veían citados en la bibliografía.
Estos dejan de ser solo contenedores de información mencionados en la bibliografía (desde la
capitulación de Pedro de Mendoza en 1534 hasta el “Virgilio Vaticano” o el Códice Sinaítico) y se
transforman en objetos conocidos, visitables, que puede explorarse en sus detalles. No es extraño
que este cambio tecnológico coincida con una (cada vez más exitosa) forma de trabajo con
manuscritos, documentos, dibujos, fotografías, etc. que piensa el objeto desde su materialidad,
desde su construcción, su historia, su relación con otros objetos, etc. antes de pasar a su
contenido. En el mundo de la era digital, paradójicamente, repensamos los antiguos soportes y los
miramos por primera vez más allá de su función.

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Por otra parte, se complejiza el trabajo y asimismo la enseñanza: ¿podemos –como hasta hace
unos años– presentar una edición (pongamos por ejemplo) de Aristóteles (podría ser cualquiera) y
tomar el texto de su traducción sin más? Previamente, no teníamos más opción que confiar en el
editor –que había reconstruido un buen texto– y eventualmente en el traductor (donde era más
fácil la intervención). Ahora podemos acceder a los manuscritos directamente y –somos la primera
generación en hacerlo– poder verificar las lecturas en los mismos. Sin ir a grandes cosas, en el
humilde trabajo propio, más de una vez nos hemos encontrado (gracias al acceso digital) con
lecturas erróneas (¡de importancia!) en documentos transcriptos en la bibliografía. Véase lo
complejo del trabajo documental en este momento. Se eliminó la obligada confianza en el editor.
Todos podemos (con la formación adecuada) comprobarlas en el “original”.

Esta, creemos, es la clave principal de la aparición de estas tecnologías en la enseñanza. Un


acceso nunca antes tenido por un estudiante que hacen muy difícil ya la formación en
investigación desconectada de la relación directa con las fuentes (que usualmente habría estado
limitada a ediciones impresas, visitas a archivos puntuales y alguna foto de libro que mostrara
“para hacerse una idea” algún detalle). Las posibilidades que abre, incluso para repensar
metodologías y abordajes teóricos, por el momento están comenzando a explorarse.

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