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Prefirió una muerte violenta en manos de una turba antes

que entregar a unos paganos la Eucaristía que


transportaba

Según la tradición al joven Tarsicio se le confió llevar la comunión a


algunos cristianos que estaban prisioneros, durante la persecución de
Valeriano.
Los paganos le encontraron cuando transportaba el sacramento del
Cuerpo y Sangre de Cristo y le preguntaron qué llevaba. Tarsicio no quería
arrojar las perlas a los puercos y se negó a responder; los paganos le
apedrearon y apalearon hasta que exhaló el último suspiro, pero no
pudieron encontrar el sacramento de Cristo ni en sus manos, ni en sus
vestidos. Los cristianos recogieron el cuerpo del mártir y le dieron
honrosa sepultura en el cementerio de Calixto.
El santo fue sepultado en el cementerio de San Calixto. No se ha
identificado su sepultura. La iglesia de San Silvestre in Capite dice tener
su reliquia.

En un poema, el Papa san Dámaso (siglo IV) cuenta que Tarsicio prefirió
una muerte violenta en manos de una turba antes que "entregar el Cuerpo
del Señor". Lo compara con san Esteban, que murió apedreado por su
testimonio de Cristo.

El hecho del martirio de San Tarsicio es histórico, pero no consta que


fuese niño acólito como dicen algunos. Normalmente son los sacerdotes o
diáconos los que llevan la Eucaristía a los que no pueden ir a la santa misa
y la referencia a san Esteban hace pensar que Tarsicio fuese diácono. Pero
la Iglesia puede confiar la Eucaristía a un laico en caso de verdadera
necesidad.

san Tarsicio se le puede considerar el primer mártir de la Eucaristía. De


este santo niño, porque solo tenía 12 años, se sabe muy poco. La única
fuente documentada la dejó el papa Dámaso. Tarsicio nació en el 263 d.
C., en Tarso al igual que san Pablo, y quizás su nombre sea debido a su
procedencia.
Vivió en una época muy dura para los cristianos, en
las persecucionesbajo el cargo del emperador Aureliano.
Todos lo fieles que eran arrestados bajo su dominio, no se desconsolaban,
continuaban orando y celebrando misa.
El problema estaba en que faltaban las hostias para comulgar, y los
cristianos que no estaban en prisión no sabían cómo hacer para que ellos
no dejaran de comulgar.
Por eso Tarsicio se ofreció para hacer llegar las hostias a los
prisioneros, pensó que por su corta edad nadie sospecharía.
El niño escondió las hostias muy cuidadosamente en su camisa, las aferró
firmemente a su pecho y partió hacia la prisión.
Pero en el camino encontró a algunos de su grupo de amigos de
juego, que lo invitaron a unirse a ellos. Tarsicio contestó que en
este momento no era posible, que tenía algo muy urgente que
hacer.
Los niños insistieron, y luego comenzaron a molestarlo y a
burlarse de él, porque veían que por ningún motivo el santo
despegaba las manos de su pecho.
Pero Tarsicio protegía aún más su Divino tesoro, esto provocó aún
más la curiosidad de sus pares e interesados en saber qué llevaba lo
forzaron a abrir su brazos. Fue entonces cuando cayeron todas
las hostias por el suelo.
Al darse cuenta de que su compañero era un cristiano,
comenzarlo a agredirlo salvajemente y sin piedad, a puños y
patadas, como un vil acto de lo que hoy se llama bullying.
A tal agresión el niño cayó inconsciente. En ese momento se acercó un
centurión que también era cristiano, alejó a los malos muchachos y
enseguida socorrió al pequeño.
Pero ya no había nada que hacer. El niño había dejado este mundo y con
su admirable ejemplo de fe cristiana reforzó aún más la esperanza de
aquellos que eran perseguidos.
La santa que pudo ver a Jesús cuando era niño

Esta religiosa nació en Montepulciano (Italia) en 1268 y fue una de las


figuras más brillantes de la Orden de Santo Domingo.
A los 9 años obtuvo que sus padres la dejaran irse a vivir a un
convento de religiosas. Cuando apenas tenía catorce años la
encargaron ya de la portería del convento y de recibir las visitas. A los 15
años, la superiora de aquella comunidad fue trasladada a fundar un
convento en otra ciudad, y pidió que le dejaran llevar como principal
colaboradora a Inés.
Desde muy joven ayunaba casi todos los días y dormía en el
duro suelo y tenía por almohada una piedra. Después la salud se le
resintió y por orden del médico tuvo que suavizar esas mortificaciones.

San Raimundo cuenta que Dios le permitía visiones celestiales, que


un día logró ver cómo era Jesús cuando era niño.
Santa Catalina de Siena fue a Montepulciano a visitar el cadáver de santa
Inés, el cual después de 30 años, todavía se encontraba incorrupto;
profesaba una gran veneración a esta santa y en una carta que escribió a
las religiosas de esa comunidad les dice:
"Les recomiendo que sigan las enseñanzas de la hermana Inés y traten
de imitar su santa vida, porque dio verdaderos ejemplos de caridad y
humildad. Ella tenía en su corazón un gran fuego de caridad, regalado
por el mismo Dios, y este fuego le producía un inmenso deseo de salvar
almas y de santificarse por conseguir la salvación de muchos.

Y después de la caridad lo que más admiraba en ella era su


profunda humildad. Siempre oraba y se esforzaba por conservar y
aumentar estas dos virtudes. Y lo que le ayudaba mucho a crecer en
santidad era que se había despojado de todo deseo de poseer bienes
materiales o de darle gusto a sus inclinaciones sensuales, y el dominar
continuamente su amor propio.
Su corazón estaba totalmente lleno de amor a Cristo Crucificado, y este
amor echaba fuera los amores mundanos y los apegos indebidos a lo que
es terrenal. Ella ofrecía en sacrificio a Dios su propia
sensualidad. Para esta buena religiosa el mejor tesoro era
Cristo crucificado, en quien meditaba siempre y a quien tanto
amaba".
San Raimundo cuenta que muchos testigos le declararon haber
presenciado hechos milagrosos en la vida de santa Inés. Murió en el mes
de abril del año 1317 a la edad de 49 años, y en su sepulcro se han
obrado muchos milagros. Que nos contagie Inés de su gran amor por
Jesús Crucificado.
Oremos

Tú, Señor, que concediste a santa Inés de Montepulciano, el don de imitar


con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros,
por intercesión de esta santa, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra
vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de
tu Hijo. Que vive y reina contigo.

inició con grupos infantiles de Inesitas y Tarsicios.

Ya en el 2014, niños y niñas iniciaron con vigilias formales, que se realizan


el primer sábado de cada mes a las 12 del mediodía. Así lo explicó Jorge
Esparza, presidente de Sección en la parroquia La Asunción de María.

“Los Tarsicios e Inesitas llevan el nombre en honor a San Tarsicio, niño


mártir, y a Santa Inés, una jovencita romana. Los niños hacen lo mismo
que los adoradores adultos: actos de desagravio, homenaje a Jesús
Sacramentado, el trisagio de la Santísima Trinidad, preses por los
sacerdotes y oración por los pecados nacionales”, explicó Jorge.

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