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ORIGEN Y RUMBOS DEL CANTO GREGORIANO

Alfredo Canedo

El canto gregoriano es, además de una forma musical, representativo de una época no limitada solo a las arte y letras sino a
la historia de la civilización. Fue en la temprana Edad Media oficialmente conocido, enseñado y practicado en el mundo cristiano,
aunque ha debido de arrastrar en España luchas prolongadas contra clérigos defensores del canto ambrosiano, o cuando ni
siquiera lograba imponerse sobre las religiosas costumbres lugareñas en Milán.

Muchas las leyendas remontadas a comienzos de la Edad Media en torno a la figura del grande pontífice Gregorio el Grande,
como así de su obra de organización de la Iglesia en tiempos de decadencia de la antigüedad pagana más sus indiscutibles
conocimientos musicales que han hecho palidecer la fama de los demás Vicarios de Cristo. En una de esas leyendas se dice que a
pocos días de la consagración en el Vaticano Gregorio dedicó la mayor parte de su tiempo a deshacer la influencia de la música
sin armonía ni ritmo de la sinagoga judía, la de sonidos sensuales de las diócesis orientales y la del sistema modal bizantino y
griego en el canto cristiano, y que finamente elaboró y ornamentó una nueva musical litúrgica de cadencias y tonalidades
variables, esencialmente rítmica, contrapuntística y melódica.

A resultas, el estilo gregoriano comenzaba a estar presente en los himnos, salmos, cantos litúrgicos alternados entre un
cantor y coro y hasta en el ‘Kyrie’, el ‘Gloria’, ‘Aleluya’, Sanctus’ y ‘Agnus’. Data de por entonces el ‘Antifonario
Gregoriano’ , libro rector de la música occidental en la temprana Edad Media, que durante siglo ha estado en el altar vaticano
de San Pedro bajo el título ‘Antiphonarium Gregorianum’.

Según documentos históricos exhumados de bibliotecas europeas por arqueólogos e historiadores de la música (1), Gregorio
el Grande, en ocasión del ‘Concilium Rumanum’ celebrado en 595, promulgó un decreto que ordenaba a diáconos,
subdiáconos y clérigos cantar las partes vocales del ‘Evangelio’ en estilo gregoriano. Breve tiempo después, fundó la escuela
de canto, ‘Schola Cantorum’, cercana a la Iglesia San Juan de Letrán, donde a los futuros cantores y coristas se les inculcaba
tanto el amor a las bellas como a las manifestaciones vocales. El plan de estudios consistía en formar coros de cantores
profesionales que merecieran el aprecio de vastos círculos de la cristiandad, en reorganizar la música litúrgica, y en enseñar el
canto de las salmodias, extraídas de las partes líricas de las Testamentos, y de las aleluya. El individuo con buena voz era
elegido diácono, aunque en otros sentidos careciera de méritos.

A pesar de las opiniones en contrario, unas más fundadas que otras, de pontífices sucesores de Gregorio como Dámaso I,
León I, Gelasio I, Bonifacio II y Juan II, el canto gregoriano había de convertir a Roma en el centro indiscutido del canto
eclesiástico y de la música en general. Y cabe destacar también el hecho que este canto, sin pretensiones artísticas ni estéticas
sino de estricta devoción, llevaba el nombre de quien por primera vez lanzó con autoridad y poder la idea del papado universal.

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El adornado y melodiosos canto gregoriano había de transmitirse de generación en generación por verdaderamente
significativo; de ahí, infalible desde la temprana era medieval hasta en los presentes oficios religiosos de las iglesias católicas de
Occidente.

GRAN BRETAÑA

La primera aparición del canto gregoriano en Inglaterra estuvo a cargo de monjes y sacerdotes de la romana ‘Schola
Cantorum’, quienes, una vez cruzado el Canal de la Mancha en la primavera del año 597, impartieron lecciones de coro y canto
en iglesias y monasterios de aldeas y de otras tantas ciudades como Kent, Canterbury, Essex, Wearmouth y Northumbria.
Apenas unos años más tarde del desembarco de aquellos misioneros en playas británicas, el ‘archicantor’ Johannes, según la
fuente consultada (2), asumió la función de primer maestro del canto gregoriano en Inglaterra, Irlanda y Escocia. Y en cuanto a
sus actividades se sabe, aunque muy poco, que además de eximio cantor escribió tratados de música, algunos salmos y versos
en latín para ser cantados a la manera gregoriana en misa de los domingos.

ALEMANIA

La penetración del canto gregoriano en Alemán fue en el año 843. A estar de lo escrito por Juan el Diácono, biógrafo del rey
Gregorio VII, la enseñanza del canto gregoriano por emisarios romanos de la ‘Schola Cantorum’ pasaba muchas dificultades ante
las escasas condiciones vocales del alemán:

“Sus voces ásperas, que resuenan como trueno, no peden ejecutar modulaciones suaves porque sus gargantas,
enronquecidas de tanto beber,
no pueden emitir las inflexiones de voz requeridas para una melodía tierna”. (3)

Así y todo, el canto gregoriano tuvo una notable firmeza en tierra germana, a punto tal que recorrería todas las gamas del
cancionero nacional. Por caso, las fuentes gregorianas de las canciones de tono popular de Neithart von Reuental y de Walter
von der Vogelweide, como así también el ‘Minnesang’ y ‘Meistersinger’, además de otras canciones acompañadas con
instrumentos de viento.

FRANCIA

Los músicos litúrgicos franceses volviéronse al canto gregoriano con acompañamiento del órgano. El musicólogo Ekkehard
anota en su ensayo que:
...el canto gregoriano en iglesias francesas era de sabor muy particular y muy individualizable... y posee cierta dulzura propia”.
(4)

Otros investigadores atribuyen a Adam de Saint-Victor, poeta y compositor parisiense, haber sido en el siglo VII uno de los
más importantes difusores del canto litúrgico francés con marcada ascendencia gregoriana. (5)

ITALIA

El Papa Pìo IX en 1868 renovó los estudios y programas de enseñanza del canto gregoriano de la ‘Schola Cantorum de
Letràn’, mandando a hacer lo propio en las instituciones de canto religioso de Milán, Roma y Venecia. Medidas del pontífice que
consistían en dotar al canto gregoriano, por entonces bastante debilitado, virtudes litúrgicas propias de la edad heroica de los
primeros cristianos.

En 1882 obispos italianos fundaron en Arezzo, a requerimiento del Vaticano, la Asociación Italiana de Canto, a cuyos
miembros se les mandaba a asociar el estilo palestriniano a las formas originales de la música gregoriana. Dos años más tarde,
el Papa León XIII ordenará el comienzo de todos los cantos litúrgicos con entonaciones gregorianas. Hasta que recién en 1903 el
Papa Pío X promulgó el famosos decreto ‘Motu Proprio’ , también conocido como ‘Editio Vaticana’, cuya finalidad consistía, por un
lado, en retomar la originalidad del canto gregoriano, y, por el otro, autorizar a los benedictinos a cantarlo en los oficios
religiosos.

BIBLIOGRAFÍA

(1) Gerbert, Maurice. ‘El canto de la música sacra’.

(2) Baumstark, Albert. ‘Música romana’

(3) Ekehard, R. ‘Canto gregoriano’

(4) Ibidem.

(5) Ibidem.

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