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El Evangelio de la Verdad

Uno de los documentos más sorprendentes hallados en Nag Hammadi


carece de título, pero a partir de sus primeras líneas se le llama
normalmente Evangelio de la Verdad. Esas primeras líneas parecen contradecir
a quienes piensan que el gnosticismo es algún tipo de religión
adusta e intelectual de dudosa moral, puesto que en el Evangelio de la
Verdad la alegría de la salvación es celebrada con auténtica emoción:
El Evangelio de la verdad es alegría para quienes han recibido de parte
del Padre de la verdad el don de conocerlo por el poder de la Palabra que
ha venido desde el Pleroma, la que está en el Pensamiento y el Intelecto del
Padre, la que es llamada el Salvador. (Evangelio de la Verdad 16) 34
No sabemos con certeza quién escribió este tremendo y breve tratado,
que presenta en términos inusualmente claros la manera en que los
gnósticos entienden la salvación; sin embargo, sus puntos de vista coinciden
en muchos aspectos con las enseñanzas de un famoso maestro
gnóstico del siglo n que enseñó en Roma y quien gracias a su carisma y
capacidad retórica llamó la atención de un gran número de cristianos
que se convirtieron en sus seguidores. El nombre de este maestro era
Valentín. Autores proto-ortodoxos como Ireneo y Tertuliano vieron en
el cristianismo valentiniano a uno de sus principales enemigos, pero si
en verdad fue, como ellos afirman, un insidioso intento de pervertir la
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verdad es una cuestión completamente diferente. Los pocos fragmentos
que conservamos de Valentín mismo revelan una profunda meditación
y, al tiempo, invitan a ella. Muchos estudiosos creen que este Evangelio
de la Verdad podría también ser obra suya.35
Aunque etiquetado como evangelio, este texto no es una narración
de las palabras y obras de Jesús. En cambio, es una celebración de la salvación
que Jesús ha traído al entregarnos la verdad que puede liberar al
alma de sus ataduras que la sujetan al mundo material. El texto examina
un buen número de cuestiones fundamentales: la naturaleza de Dios,
el carácter del mundo, la figura de Cristo, la obra de salvación que éste
trajo y la forma de responder a ella. Destaca el hecho de que sus opiniones
son diametralmente opuestas a las que, al final, resultarían dominantes
en el cristianismo y se transmitirían hasta nuestros días.
El cristianismo «ortodoxo» sostiene que este mundo fue la creación
intencional de un único Dios verdadero y que, por tanto, fue hecho
bueno, incluso a pesar de que más tarde el pecado se introdujera en él y
lo corrompiera. En cambio, este evangelio gnóstico asegura que el mundo
es resultado de un conflicto en el reino divino; la ignorancia, el terror,
la angustia y el error son consecuencia de ese conflicto:
Ignorar al Padre [es decir, lo opuesto a la «gnosis»] produjo angustia y
terror. Pero la angustia se tornó densa como una bruma, de manera que nadie
podía ver; por este motivo se ha fortalecido el Error; ha trabajado su
materia vanamente, puesto que no conocía la verdad. Emprendió una obra
disponiendo con esfuerzo y belleza algo semejante a la Verdad. (Evangelio
de la Verdad 17)
El cristianismo «ortodoxo» sostiene que Cristo murió por los pecados
del mundo y que su muerte y resurrección son los que traen la salvación.
El Evangelio de la Verdad, sin embargo, asegura que Jesús trajo
la salvación al comunicarnos la verdad capaz de liberar el alma. Además,
fue esta enseñanza lo que desató la ira de la ignorancia que gobierna
este mundo, que lo persiguió y asesinó:
Jesús, el Cristo, por cuyo medio iluminó a los que estaban en la oscuridad
a causa del olvido. Los ha iluminado y les ha mostrado un camino. El
camino, sin embargo, es la verdad que les ha enseñado. Por este motivo el
Error se ha irritado contra él, lo ha perseguido, lo ha maltratado y lo redu-
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jo a nada. Lo clavó en un madero y fue un fruto del conocimiento del Padre.
(Evangelio de la Verdad 18)
El cristianismo «ortodoxo» insiste en que las personas se colocan en
una correcta relación con Dios gracias a la fe en la muerte y resurrección
de Jesús. El Evangelio de la Verdad afirma que las personas se salvarán
al conocer quiénes son en realidad:
Se le aproximaron los sabios, según propia estimación, para probarle.
Pero los confundió, porque eran vanos. Ellos lo odiaron, puesto que no
eran sabios verdaderamente. Después de todos éstos se aproximaron a él
también los niños, a quienes pertenece el conocimiento del Padre. Fortalecidos,
aprendieron los aspectos del rostro del Padre. Conocieron y fueron
conocidos; fueron glorificados y han glorificado ... Pero los discípulos son
el Viviente, los que están inscritos en el libro del Viviente. Reciben la enseñanza
sobre sí mismos, la reciben del Padre, y se vuelven de nuevo hacia Él.
(Evangelio de la Verdad 19-21)
El cristianismo «ortodoxo» considera que Dios redimirá a este mundo
pecador y lo creará de nuevo convirtiéndolo en un utópico lugar de
vida eterna. Este evangelio declara que una vez el conocimiento salvador
llegue a las almas atrapadas en este mundo, el mundo de la ignorancia
desaparecerá:
Puesto que la deficiencia se produjo porque se ignoró al Padre, entonces
cuando se conoce al Padre la deficiencia dejará de existir. Como sucede
con la ignorancia de una persona, que una vez que conoce se desvanece su
ignorancia, como se desvanece la oscuridad cuando aparece la luz, del mismo
modo también se desvanece la deficiencia ante la perfección. (Evangelio
de la Verdad 24-25)
El libro exhorta luego a su audiencia a compartir el verdadero conocimiento
de la salvación con aquellos que buscan la verdad y a no regresar
a sus antiguas creencias (¿proto-ortodoxas?), que ya han logrado
trascender:
Decid, pues, desde el corazón que sois el día perfecto y que en vosotros
mora la luz que no desfallece. Hablad de la verdad con los que la buscan y
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del conocimiento a los que han pecado en su error ... No volváis a lo que
habéis vomitado para comerlo. No seáis polillas. No seáis gusanos, porque
ya lo habéis rechazado ... Así pues, vosotros haced la voluntad del Padre,
puesto que le pertenecéis. Porque el Padre es dulce y lo que hay en su
voluntad es bueno. (Evangelio de la Verdad 32-33)
Cualquier cosa que uno pueda decir a propósito de esta forma

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