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Art. 29.- Nadie puede cambiar su nombre ni hacerle adiciones, salvo por motivos justificados
y mediante autorización judicial, debidamente publicada e inscrita.
El cambio o adición del nombre alcanza, si fuere el caso, al cónyuge y a los hijos menores de
edad.
En nuestro país no hemos encontrado casos que demuestren que ha ocurrido este tipo de
situaciones. Pero en nuestro país vecino (Colombia), hemos encontrado un caso relevante
sobre este tema. El mismo que se pasara a detallar a continuación:3
CASO:
Gabriel, cuatro años atrás y antes de decidir que quería convertirse en mujer, se había
cambiado el nombre que le habían puesto sus padres por uno que estuviera acorde con su
identidad religiosa en ese momento.
Sin embargo, esta condición de verse como mujer y llamarse como hombre le generaba burlas
y discriminación de parte de las personas.
Debía soportar el escarnio y las risas cada que presentaba algún documento de identidad. Su
nombre no iba con el camino que había escogido para su vida y la ley no le permitía
cambiarlo. Por ello acudió a la justicia; sin embargo, en dos ocasiones le negaron su solicitud.
Los jueces de primera y segunda instancia consideraron que acceder a su petición iba en
desmedro de la ley.
Entonces el caso llegó a la Corte Constitucional que le dio la razón. Esa corporación aseguró
que es entendible que el Estado impida que una persona se cambie el nombre cuantas veces
quiera. No obstante, agregó que esta medida no podía ir en contra de los derechos de las
personas, en este caso, del derecho al libre desarrollo de la personalidad.
La Corte argumentó que el proyecto de vida de Gabriel era el de convertirse en una mujer y
que con su negativa la justicia no hacía sino impedirle su realización. Recordó el caso de un
hombre que decidió cambiar su sexo y modificó su nombre. Pero como mujer llevó una vida
que no le satisfizo y resolvió volver a su condición original y cambiarse el nombre.