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CURSO DE ETICA.
UNIDAD I: 1.1 Importancia, naturaleza y dimensiones.
Aspectos introductorios:
Estudios de casos.
1.1 Las características de este curso.
No es un curso tradicional centrado en la formulación de reglamentos
y en la centralidad de cuerpos legales, ni el intento de un sermón moralista, sin negar la
validez de ambos aspectos. Este curso intenta:
1. Desarrollar un sentido de responsabilidad ética centrando la santidad de vida
como una condición fundamental del discipulado.
2. Capacitarnos para interactuar con la sociedad a través de una ética significativa
y propositiva.
3. Reconocer las complejidades de las respuestas éticas y evitando respuestas
simplistas que no logran influir en las personas ni en la sociedad.
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1.2 ¿Por qué es importante la ética para la misión?
Pregunta al grupo: ¿Por qué tiene tanta importancia la ética hoy.
Examinar las frases:
a) “El mayor problema del hombre, hoy día, no es dominar el mundo físico,
sino conocer su mente y controlar su conducta”. (Beach)
b) “Hoy estamos peor que antes, en la iglesia y en la sociedad, en cuanto a
principios morales” (Refrán popular).
La crisis de la ética.
Hay dinámicas en la vida cotidiana y en el mundo globalizado actual que contribuyen a
la crisis moral actual. Veamos algunos ejemplos, pidiéndoles que ustedes mismos
identifiquen otros factores:
Uno: En los últimos 20 años la humanidad ha experimentado más adelantos
científicos y técnicos que en el resto de la historia. Hoy vivimos bajo la
égida de un mundo tecnotrónico, de increíbles avances tecnológicos, donde
el tiempo y el espacio se acortan. Esto determina profundos cambios en los
comportamientos y capacidades humanas: Una concepción más global de la
realidad, el tema de los límites de la ciencia, una privacidad que se quiebra,
los temas éticos frente a manipulaciones de células humanas, etc. Estos
avances se constituyen en temas éticos obligados para las iglesias.
Dos: En lo social y político estamos viviendo no solamente bajo rápidos
cambios, sino que experimentamos un cambio de época. Hoy vivimos esos
raros intervalos históricos donde los cambios se precipitan y se anuncia una
nueva era. Vivir en medio de incertidumbres afecta nuestros
comportamientos éticos. La vida se siente precaria y se buscan alcanzar
resultados a corto plazo a cualquier precio.
Tres: Lo económico se impone sobre lo político como el factor determinante
en las sociedades. No es solamente lo productivo, sino lo especulativo y
financiero lo que caracteriza este nuevo modelo económico. Este estilo
económico que se impone a escala global impone parámetros de valores del
mercado caracterizados por: Individualismo, competencia, ganadores y
perdedores, falta de solidaridad, consumismo, el ser humano y sus
necesidades como gasto y no como inversión social. Estos parámetros que se
aplican en la vida diaria, parecería hacen impracticables los valores bíblicos
enseñados en la iglesia. También, la religión en ocasiones se vuelve mercado
y la teología asume los perfiles de una religiosidad de prosperidad.
Cuatro: Una destrucción sistemática de la naturaleza y el medio ambiente
que reclama una nueva conducta ética hacia la creación. Se hace cada vez
más común hablar de los derechos de la naturaleza. Tenemos tensiones entre
desarrollo y naturaleza, ecología y progreso, cultura y dinamismo cultural.
Quinto: El pluralismo religioso y cultural que rompe con hegemonías y se
abre el espectro para el diálogo, la tolerancia y el reconocimiento de
diversidades con sus implicaciones éticas. Surge el dilema ético y de
convicción entre tolerancia y evangelización. Esta realidad afecta el
tradicional espíritu sectario excluyente de algunas expresiones evangélicas.
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pasa de una concepción más estática de la realidad a otra más dinámica y de
progreso, de donde surgen nuevas problemáticas para el comportamiento
ético vivido desde la fe. Hay maneras diferentes de percibir los valores. La
posmodernidad nos impone su ritmo de vida, una movilidad humana y un
exponerse a una información que incluso invade nuestra privacidad y nos
plantea nuestros dilemas como iglesia y cristianos.
Tensión para la iglesia: ¿Cómo vivir una fe de principios en situaciones
de constantes cambios? Se desafía el tradicional espíritu de resistencia al
cambio de las iglesias evangélicas frente a una realidad cambiante. La
tensión entre el relativismo y lo universal, lo universal y las realidades
contextuales en un mundo interconectado
(2) Pluralismo cultural y sociológico en el comportamiento. La humanidad
pasa de normas de comportamientos basadas en principios universales, a
hablar de diversidad y variedad. Lo moral se vive en contextos pluralistas; la
diversidad pasa a ser tema central en las políticas de derechos humanos. La
pluralidad y la tolerancia se afirman como condiciones para la convivencia.
Tensión: La moral no puede identificarse con una forma cultural
determinada, pero tampoco puede admitir todas las formas socio-
culturales posibles. Surge el dilema entre el valor de las culturas y la
necesidad de conversión de toda cultura.
(3) Variación en el concepto de “naturaleza humana”. Existía una casi
identificación entre “natural” y “moral” y entre “antinatural” e “inmoral”. En
el pasado igualamos la ley moral con la ley de Dios. Hoy asistimos a una
crisis en la manera de entender y valorar el concepto de naturaleza en
relación con la moral. Los avances científicos, la comprensión nueva del ser
humano, etc., han obligado a repensar los conceptos de naturaleza humana y
la ley natural. Hoy el ser humano tiene la capacidad de dominar y alterar la
naturaleza y la creación. El saber científico por encima de Dios: Ser como
Dios. Por otra parte, hay una tendencia de religiosidad centrada en la
naturaleza. Surgen posiciones ecologistas extremas que nos conducen a
cierto panteísmo. Se tiende a negar la centralidad del ser humano.
Tensión: Nuevos dilemas de las relaciones de la ética con la naturaleza
y la ciencia/tecnología.
(4) La persona es un ser en construcción constante. La persona es un ser en
expansión, en un proceso inacabable de construcción, lleno de imaginación y
en constante aprendizaje. Ser persona es aprender que la verdad existe, pero
que al mismo tiempo yo soy un ser limitado para abarcarla en toda su
totalidad. Estamos en un proceso constante de aprendizaje, mediante el cual
se genera una reflexión crítica del mundo y sobre el comportamiento de
quienes lo habitamos. Los comportamientos pueden cambiar de acuerdo a
cada contexto ya que estamos en un proceso constructivista constante.
Tensión: Hoy es no es posible referirnos a la persona humana sólo con
categorías cerradas. Pero, ¿qué relación se da entre lo restrictivo que
tiene su lugar y una ética de principios fundamentales?
(5) Cambios que producen incertidumbres. Se quiebran las certezas y se da
lugar a las incertidumbres. Ante la rapidez y la profundidad de los cambios el
ser humano se siente inseguro, se rompen parámetros que generaban
confianza y se instala la inseguridad, la movilidad y el desarraigo.
Tensión: Se construyen estilos de vida en medio de incertidumbres, las
que provocan pérdida de confianza y el sentido de compromiso. Se
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afianza un ser humano “ligth”.
(6) Tensión entre el sentido común y el buen sentido. ¿Qué significa el sentido
común en una época en que se homogenizan las costumbres, se instala la
cultura de masas y se repiten comportamientos miméticos? El sentido común
se vuelve un domesticador de las resistencias éticas. Lo que todo el mundo
hace es el “buen sentido”. Se precisa el discernimiento para buscar el buen
sentido de la vida, que en muchas ocasiones significa el “nadar contra la
corriente”. Se vive bajo la moda, las costumbres “aceptadas”, la competencia
y no bajo las convicciones.
Tensión: Vivir una ética de resistencia entre el aceptar comportamientos
que impone la sociedad y el buscar el buen sentido de la vida.
Esto implica una doble actitud: Una de resistencia al presente y la otra de búsqueda de
respuestas positivas o proactivas. Para el cristiano ambas posiciones deben ser
asumidas: De resistencia y de búsqueda proactiva. Desde nuestra responsabilidad
cristiana tenemos que resistir al pecado, pero al mismo tiempo debemos ser proactivos
en nuestras actuaciones. Juicio y salvación, que es la posición profética. Resistir a este
mundo, pero reconocer que somos de este mundo y debemos construir y dar esperanza.
Es lo que algunos llaman la “estimativa moral cristiana”, que veremos más adelante.
(1) El filósofo Emmanuel Kant decía al referirse a la ética: “Las preguntas que nos
hagamos sobre nuestros conocimientos, ¿qué podemos conocer?, sobre nuestras
acciones, ¿qué debemos hacer?, y sobre nuestros deseos, ¿qué tenemos derechos
a esperar?” Estas preguntas se pueden sintetizar en una sola pregunta, a saber,
¿qué somos? (Sócrates) y ¿qué es el ser humano? (La Biblia). Esta pregunta nos
lleva a lo que somos, acerca de lo que es el ser humano.
(2) Esta cuestión de lo que somos inspira a la ética. Por lo que se afirma que todo
tema ético tiene que ver con la condición humana. Hay dos debates y
preguntas fundamentales en esta época: El que pone en cuestión nuestra
condición humana y el que gira en torno a nuestra irrenunciable condición ética:
la condición humana y la condición ética. El primer dilema implica
preguntarnos sobre las cuestiones del bien y del mal. Esto nos conduce al tema
de los comportamientos en que se cimentan nuestras acciones. El tema del bien
es preguntarnos acerca de lo qué debemos hacer como personas responsables en
la comunidad. Pero hablar del bien es hablar del mal. La maldad es el pecado
que consiste en negar al otro/a, es negar las relaciones y es la acción de querer
dominar al hermano.
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El segundo dilema nos conduce a hablar de la justicia, es el campo de los
valores, fundamento de nuestras acciones. Es el valor de la sensibilidad: el sentir
dolor ante los sufrimientos de los otros. La justicia no es sólo el cumplimiento de un
deber, sino el valor humano de ser sensibles ante las injusticias que sufren los otros.
(3) La ética no es algo sencillo, no es sólo una intuición heredada o aprendida en los
ámbitos del grupo familiar, social, religioso o por los medios de comunicación. Vivimos
tiempos difíciles. Hoy en día la ética se nos ofrece como una necesidad ineludible de
sobrevivencia, como un camino para construir una vida mejor o destruirla y se nos
ofrecen múltiples alternativas de respuestas. Es imposible sobrevivir sin una ética que
oriente nuestras acciones. No podemos sobrevivir sin la ética porque somos seres
morales, no es una opción voluntaria. La ética es un imperativo y una exigencia para
nuestro tiempo. Las actitudes y comportamientos éticos implican tomar decisiones.
Nuestra condición humana es tal que no podemos desarrollar nuestra existencia sin
tomar decisiones. De esas decisiones somos responsables y para las mismas se requiere
de: discernimiento ético, práctica cotidiana y convicciones, desde las más simples hasta
las más complejas, todas exigen una decisión deliberada.
La decisión ética no se basa en prejuicios ni llegalistas, sino que debe incluir:
El objeto: la acción como tal.
La finalidad o intención perseguida por la acción.
Las circunstancias en las que se realiza la acción.
(4) ¿Qué es lo moral? Podemos decir que las acciones son morales cuando incorporan
intenciones y fines. Es decir, son morales aquellas acciones que implican actuar en
libertad, asumiendo la responsabilidad de esas acciones. No somos libres para hacer lo
que nos venga en gana, sino cuando aprendemos a convivir con los otros. Agustín decía:
“Ama y haz lo que quieras”.
Las acciones de los seres humanos se dividen en 3 grupos:
a) Morales: Las acciones que son libres y emanan de algunos valores, que
son voluntarios.
b) Inmorales: Aquellas que al ser libres, se oponen a lo que debería hacerse,
se manifiestan en contra de los valores humanos.
c) Amorales: aquellas acciones que no tienen que ver con la moralidad, no
tienen ningún marco de referencia ética.
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constituye en hipótesis de trabajo para la persona contemporánea. La
ética cristiana es un impedimento para el ejercicio de una libertad sin
responsabilidad social ni amor. Vivimos el mundo de los derechos
individuales por encima del las responsabilidades sociales y de los
principios éticos fundantes que nos dieron cohesión como sociedad.
(6) Actualmente nos encontramos con dos problemas éticos que afectan a la sociedad: la
falta de sentido/significado de vida y el secularismo nihilista. Muchos diagnósticos
lamentan la pérdida de valores que ayer poseíamos. Al haber eliminado ciertos asideros
que fundamentaban nuestras acciones, se produce toda una serie de desequilibrios
morales, éticos y espirituales, sociales, políticos, ambientales, tecnológicos, xenofobias,
de relaciones humanas, etc. Estas situaciones producen una pérdida generalizada de
sentido y de significado de vida.
Por otra parte, asistimos a una difusión generalizada del escepticismo moral. Lo que
hemos llamado moral y que constituye la columna vertebral de nuestras convicciones
nos parece algo insostenible. Lo que predicamos el domingo en las iglesias se nos hace
casi impracticable a la salida del culto. Se impone el individualismo, lo superfluo, lo
ligero sin compromiso, el individualismo carente de solidaridad. Se pierde confianza en
una vida moral.
Esto es lo que se llama el secularismo nihilista: No hay nada por lo cual valga la pena
luchar. Según el nihilismo no hay ni hechos morales, ni verdades morales, ni
conocimiento moral: No hay nada correcto o incorrecto, bueno o malo. Luego todo es
posible. Ecos de este nihilismo lo experimentamos cuando ante temas como la muerte o
el dolor acudimos al escapismo; cuando ante la falta de reflexión por lo esencial en la
vida acudimos a la trivialización, a los valores ligeros (“light”); cuando ante la
pérdida de sentido nos refugiamos en el consumismo absoluto; cuando ante la
impotencia por lo que acontece nos refugiamos en un individualismo que pierde
sensibilidad humana; cuando al perder la libertad, el amor y la sensibilidad por la
justicia nos volvemos seres irresponsables. La libertad actual se entiende como el
adaptarnos a los estilos de vida que se nos impone. Sin embargo, la libertad a la cual
hemos sido llamados es para construir y no destruir, es responsabilidad y resistencia, es
afirmar la vida y no la muerte.
Ante estas realidades, el tema ético es central para la misión de la iglesia. La sociedad
pide y hasta demanda a la iglesia que tenga liderazgo en el campo de los valores…,
mientras tanto estamos preocupados y ocupados en la administración de nuestras crisis o
de nuestras instituciones eclesiásticas.
La misión futura de la iglesia, que ya ha comenzado, tiene como uno de sus ejes
centrales la capacidad de las iglesias por dar respuestas éticas responsables y de
significado. Las iglesias se dividieron en el pasado en posiciones políticas frente a temas
sociales y políticos. Hoy en día se están dando muchas polarizaciones éticas ante nuevos
temas relacionados con la sexualidad, el derecho a la vida, los derechos humanos, la
naturaleza, lo inequidad social y económica y el relativismo ético.
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Nos encontramos en un momento delicado de la humanidad. Ésta vive una crisis que no
es sólo política o económica, sino de valores y espiritualidad. Ante esta realidad
incuestionable como iglesias escogemos caminos que influyen en la misión:
Uno, El falso camino de la patética: Se admite que este desarraigo moral es
inevitable y lo que podemos hacer es juzgar los tiempos presentes y esperar
por tiempos mejores.
Dos, el acudir al “coaching” o los manuales de auto-ayuda. Un desconocer
el papel del pecado en lo personal y lo institucional y fomentar el espejismo
que solamente por las energías positivas y el control de uno mismo podemos
superar las crisis. Reducir la ética al campo de lo privado y de la superación
personal sin necesidad de Cristo.
Tres, según Marciano Vidal, el verdadero camino radica en la “estimativa
moral”, o sea, el asumir un papel profético que condena la situación, pero
que es capaz de proclamar la salvación. Un camino ético en el que se una lo
restrictivo con lo propositivo, lo contextual con los principios fundantes.
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con Dios, con mi prójimo, conmigo mismo y con la naturaleza. La persona desde
la fe se caracteriza por salirse de uno mismo para entrar en relación con los
otros. En la vida cristiana, el concepto de persona se opone al individualismo.
Humanizarnos significa realizar una acción con otros. La humanización, aunque
es individual, personal, siempre implica la acción de relacionarnos con otros, es
siempre es una tarea comunitaria. Es en ese mundo de relaciones que nos
edificamos como personas.
(3) Pablo Deirós nos acerca a una interpretación desde lo teológico sobre el
significado de la persona. El nos dice que todo estudio ético debe comenzar por
la pregunta fundamental acerca de qué es el hombre (digamos “ser humano”
como lenguaje inclusivo). El concepto de ser humano determinará nuestra
reflexión ética. Es la pregunta del Salmista: “¿Qué es el hombre...? (Salmo 8)
Según los relatos de la creación hay dos características importantes en el ser
humano como creado:
(a) Fue creado para pensar y ejercer su voluntad (libertad).
(b) Fue creado para vivir una vida de relaciones cuádruples: Una relación
vertical con Dios (adoración), una horizontal con el ser humano
(responsabilidad), una con uno mismo (integridad) y otra con la
naturaleza (mayordomía).
(4) Lo que somos como persona se inspira la ética, Hay que comprender nuestra
condición humana para poder darle una orientación reflexiva a nuestra
conducta, a fin de definir principios, objetivos y fines que son aspectos propios
de la ética. Estos nos lleva considerar dos aspectos centrales para la ética desde
lo bíblico y teológico:
La persona humana
Las relaciones.
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hizo para el hombre y no el hombre para el Sabbath”.
Ahora bien, la persona humana no se puede entender como realidad cerrada, sino
como persona abierta. Vamos construyendo una “actitud moral”, sentando las bases
de nuestro comportamiento ético. Esta actitud moral tiene cuatro elementos:
La motivación: Los factores que inician, sostienen y dirigen la conducta. Lo
que nos mueve a actuar: sentimiento, tradición, educación e intención.
Referencia a un contexto concreto: La actitud moral no es una simple
intención o sentimiento. La intencionalidad debe traducirse en actos, en
conducta humana en realidades concretas. Toda acción da en un contexto
concreto: que influencia e influenciamos.
Aspiración humana: La ética legalista se circunscribía a la Ley, el
cumplimiento de la Ley: El deber por el deber. Hoy vivimos el reino de los
fines, las metas. La búsqueda de los fines marca la conducta humana. Hay
fines, sueños, deseos y también deberes.
La convicción cristiana: Para nuestra fe el cimiento de la ética se sustenta en
Cristo: Imitar a Cristo. Ser cristiano implica una respuesta personal entre el
ser humano, que se sabe pecador, y el Cristo que desea ser su Salvador. El
ser humano pecador es alguien quien se ha alejado de Dios; el ser humano
redimido es alguien quien se ha reconciliado con Dios. Esa es la conversión
que hace al ser humano verdaderamente persona, porque sólo entonces
conoce en verdad quién es él y cuáles son las expresiones y acciones por
medio de las cuales se realiza como persona.
Estos cuatro elementos conviven en interacción dinámica, no aislados.
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de toda explotación. Análisis marxista: La persona como ser productivo.
(6) Pero nos preguntamos desde nuestra fe, ¿qué es la persona cristiana?
El cristianismo parte de una pregunta diferente, ¿qué es lo correcto/lo bueno/lo
justo y cómo cumplir la voluntad de Dios? Varias consideraciones:
** El centro de la vida se desplaza del ser humano a Dios: “Mejor que
buscarse a sí mismo es buscar a Dios en uno mismo” (Unamuno). Esa es
la búsqueda de Dios y el sentido de trascendencia. No necesariamente la
trascendencia en su forma extrema de teocentrismo, cuando el hombre
religioso es el que escoge a Dios contra el ser humano, la religión en
contra de la moral, el amor de Dios contra el amor al prójimo. Hay que
recordar a Juan: “Quien ame a Dios, ame primero a su hermano” (I Juan
4:7-21)
** Un cristiano es el que se reconoce a sí mismo como pecador. Primero,
reconoce que Dios nos ha creado para que vivamos en comunión con El.
Segundo, que hemos roto esa comunión, el pecado. Reconocimiento de
nuestra condición de pecadores Es un diálogo entre el ser humano que se
reconoce pecador y el Cristo que desea ser su Salvador.
** El ser humano es pleno solamente cuando se convierte a Cristo. La
conversión significa que cuando el ser humano es gobernado por Dios, se
convierte en persona, porque allí conoce quien es, para qué es la vida y
cuáles son los desafíos de la misma.
** El cristiano es el que vive una vida de servicio. En el cristiano auténtico
la fe y la práctica, el pensamiento y la acción, la teología y la vida, son
dos expresiones necesarias de la realidad del encuentro del ser humano
con Dios. (Juan A. Mackay). Solo amando y sirviendo a mi hermano/a es
que conozco y sirvo a Dios.
** La ética siempre tiene una dimensión comunitaria. La persona convertida
es alguien que se sale de sí mismo para estar en relación con los otros/as.
El concepto de persona se opone al individualismo. El individualista es
un ser encerrado en si mismo, no establece relaciones. El ser humano en
proceso de individualización lo que hace es encerrarse en su propio yo,
en la contemplación de si mismo como Narciso ante el espejo del agua.
Su forma de relacionarse con los demás y la sociedad sigue una lógica de
intereses individuales y egoístas.
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relacionado con la ética. La espiritualidad tiene que ver la forma cómo vivimos las
relaciones. La espiritualidad lejos de separarnos del mundo nos conduce al mismo. Por
eso, Roy May dice que la ética es la espiritualidad para la vida. Este autor dice: “la ética
no es tanto controlar la conducta, sino es el camino para habilitar a las personas a vivir
vidas constructivas”. Paul Tillich decía que sin la ética todo se vuelve vacío y se
destruye. Desde esta visión, la ética es la obra del Espíritu Santo: guiarnos hacia una
vida responsable y constructiva. La ética significa tanto el controlar la conducta, como
el posibilitar vivir vidas constructivas en nuestras relaciones.
Uno de los problemas con las iglesias que se encierra en legalismos es que la “iglesia
funcional” o institucional asfixia a la iglesia de las relaciones. Una iglesia que se
encierra en sólo esquemas doctrinales pierde de vista la centralidad de edificar la
persona humana. Las relaciones, en el ministerio de Jesús, determinan a las instituciones
y no viceversa; el amor a al prójimo determina la fidelidad a Dios.
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adoptado, en algunos círculos protestantes y católicos, el término "teología
moral", que aunque viene del catolicismo, ha encontrado eco por su
pertinencia, por su doble dimensión: Uno, que no solamente apunta a
comportamientos humanos, sino al ideal a realizar: Cristo y su Reino. Dos,
no son sólo normas y principios, sino el anunciar una buena nueva: la
humanización en Cristo. De ahí, que en ocasiones utilizaremos el término
teología moral, pero rehuyendo el encerrarnos en un debate terminológico.
Teleológica: "Telos", fin, medio. "logos", razón. Es la que se fija en el fin. El valor
moral se define por el fin que dichas acciones producen. Por ejemplo, mentir está mal, si
mentir salva vidas humanas, puede estar bien. Las cosas se miden por la cantidad de
bien o mal que producen. Se pregunta: ¿Cómo justificar los actos?
Nosotros vamos a referirnos en este curso a lo que llamamos "la ética del Espíritu".
Este tipo de ética es aquella que proviene del discernimiento ético del cristiano lleno del
Espíritu Santo. Es la ética de la "segunda milla": Aunque me es lícito, no es
conveniente. Es al mismo tiempo la superación, pero también la complementación, de
la ética normativa. Es cuando Pablo habla de la ley como "ayo" que conduce a la gracia.
Los tres esquema éticos que hemos vivido como iglesia latinoamericana son:
1.- Esquema de los manuales: Lo central es el objeto, los manuales o principios. Se
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enfatiza el “deber hacer o cumplir”.
Aspectos positivos: -- Búsqueda de universalidad.
-- Búsqueda de lo que es perenne.
--Más que la intención o buena intención, lo que importa es el
obrar y las consecuencias.
-- La ley tienen una función pedagógica, ayuda a educar.
Se han dado, en diferentes momentos, diversas razones para separar ética y dogmática:
Una, la existencia de la filosofía moral como disciplina bien caracterizada y
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completamente autónoma, con vida propia y de interés práctico. Así, para algunos la
ética tiene una mayor afinidad no con la dogmática, sino con la filosofía moral. Se
considera a la ética cristiana como una especie de conciencia de la moral desde la
perspectiva cristiana. Esta separación es peligrosa, ya que nos separa del fundamento de
nuestra práctica: Cristo.
Dos, hay quienes enfatizan la naturaleza distinta de ambas: ética y dogmática. Así,
ven a la dogmática como la presentación organizada y sistemática de los dogmas de la
iglesia; mientras que la ética es la ciencia de la conducta del cristiano. La dogmática
ilumina la mente y la ética la voluntad. La dogmática describe lo que debe ser creído y
la ética lo que debe ser practicado. Es peligroso separar la acción de la reflexión: ambas
interactúan estrechamente. Es cuando Lehmann decía: “¿Qué cosa debo hacer como
creyente en Jesucristo y miembro de la iglesia?”
Tres, Algunos ha recurrido a una interpretación dualista de Romanos: De los capítulos
1 al 10, la parte dogmática, del 11 en adelante la parte ética. Leer así el pensamiento de
Pablo es crear un dualismo que no existió en su mente en temas que no son
independientes, sino que se completan e interactúan entre sí.
Ética y dogmática no pueden ser separadas, porque hay un sentido en que ambas son
una misma cosa. No se puede decir que la dogmática es el estudio de las creencias
cristianas y la ética su aplicación a la vida cristianan, que la dogmática trata de las
normas de fe y la ética de las normas de la acción. Cuando hablamos de dogmática
estamos hablando de ética y cuando nos referimos a la ética lo hacemos dentro de los
esquemas de la dogmática.
Karl Barth decía: “La dogmática tienen que ser siempre ética y la ética no puede alterar
el hecho de que ella en sí misma y primariamente es dogmática. Y como tal su
preocupación es la Palabra de Dios. Es que solamente en subordinación a esa Palabra, es
que se preocupa también por la vida cristiana. No puede darse, pues, una separación
externa entre las dos, sólo desde estos dos sentidos: 1) La separación sólo puede ser
técnica en carácter y no basada en principios de métodos. 2) Si la dogmática se separa
de la ética, ésta debe continuar su relación plena con los problemas éticos. Y si la ética
se separa de la dogmática, ésta debe continuar indisolublemente subordinada a la
dogmática”.
Israel Batista.
Septiembre 2014
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