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'He visto que en el mundo hay una cosa, material en cierto modo, que hace descansar al alma y esa

cosa es soledad y
Silencio...
San Rafael Arnaiz
LA ORACIÓN EN LOS RETIROS
Amigo: Dios te concede unos días de gracia extraordinaria para estar con Él. para renovarte en su amor y
entregarte más a Él. Dios te llama a acercarte para hablar con Él en ese diálogo filial que se llama oración. Los días
de retiro son días de oración. Sta. Teresa de Jesús te dice: "A mi parecer, que no es otra cosa, oración mental, sino
tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Vida 8,5). Ese trato
amistoso con Dios se realiza en la soledad "con quien sabemos nos ama".
En estos Ejercicios te ejercitaras en ese trato con Dios en la oración para que puedas encontrar luz y ver
claro la voluntad de Dios y la puedas seguir con generosidad. En la voluntad de Dios está toda tu vida, tu gloria y
tu felicidad. Este es el objetivo que Dios te propone para estos días como muy bien, te dice San Ignacio en el Libro
de los Ejercicios: “Todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de
otras espirituales operaciones,... todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de si todas las afecciones
desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la
salud del ánima, se llaman Ejercicios Espirituales ” (Anotaciones 4).
Dios te ama con amor infinito y desea para ti lo mejor; también tú escúchale con amor, dialoga con El y
respóndele con generosidad.
Este es el negocio de los negocios que afrontaras en estos días de retiro. Para tratar con Dios asunto tan
importante se necesita soledad y silencio total: ¡Sólo Dios! Te dice el Hno. San Rafael Arnáiz: “¡Qué hermoso y
agradable es el silencio! ¡Cómo ayuda al alma a buscar a Dios! ... Y como una vez que a Dios se ha encontrado,
nos ayuda a conservarle y ano profanar su presencia”.
Mucho aprovecha, además, entrar en los Ejercicios “con grande ánimo y liberalidad con su Criador y
Señor...” (Anotaciones 5). No pierdas tiempo; de entrada, date de lleno a estos Ejercicios en que Dios te espera con
su gracia.
El ejercicio de oración consta de tres momentos que tendrás en cuenta en estos días:
1. La preparación;
2. La oración propiamente dicha:
3. El examen de la oración.
1. LA PREPARACIÓN
Recuerda lo que te dice San Ignacio: “No el mucho saber harta y satisface el ánima, sino el sentir y gustar
las cosas internamente” (Anotaciones, 2).
Para un buen aprovechamiento de estos días de retiro, ten en cuenta estas indicaciones:
1.1. Libera tu mente y tu corazón de todo lo que pueda molestarte. Deja y corta todo lo que pueda
distraerte y por tanto desviarte del encuentro y de la escucha de Dios: móvil, radio, libros innecesarios... Deja tus
recuerdos y preocupaciones: casa, amistades, trabajo... para ocuparte en lo único necesario: la escucha de la Palabra
de Dios. San Bernardo te dice: “Todo cuanto hacemos nos exige gran atención; pero sobretodo la oración. Si sigues
apegado a tus cosas y preocupaciones no la tendrás”. Corta a tiempo con todo aquello que te ata y te distrae; sólo
así podrás tener oración.
1.2. Cierra la puerta: no andes vagabundeando con la imaginación. Recógete; ciérralas puertas de tu casa
y entra en tu interior. Busca la soledad para llenarte de Dios.
1.3. Entra en el silencio: silencio exterior e interior. Se trata de entrar en el silencio; sólo allí podrás
descender a lo más profundo de tu intimidad, allí donde está tu tesoro, allí donde está Dios; sólo allí podrás escuchar
claro la voz de Dios. Busca el silencio y la paz y encontrarás lo que busca tu corazón. No te olvides: sin el silencio
total no se baja a lo profundo de sí mismo, no hay profundidad de vida, La falta de silencio es la causa de la
superficialidad de vida y la causa principal de profundas insatisfacciones.
1.4. Tu tiempo para Dios: Además de las cuatro o cinco horas dadas a la oración propiamente dicha, toda
tu jomada debe estar marcada por la oración. Los retiros son un tiempo para estar con Jesús, para escuchar a Jesús,
para dialogar con Jesús, para responder a Jesús. Estar con Jesús, ante su presencia amorosa, invocando al Espíritu
Santo. El tiempo dado a cada oración propiamente dicha es de una hora.
1.5. El contenido de tu oración. Se te dará vez por vez con su objetivo propio que lo tendrás en cuenta al
acostarte como al despertarte (Cfr. Ejercicios 73-75; 130).
2. LA ORACIÓN PROPIAMENTE DICHA
El tiempo dado a tu oración es de una hora; antes un poco más que menos. Elige el lugar, el tiempo y la
posición corporal que mejor te vengan para hacer tu oración. Aquí tienes algunos pasos a seguir en el orden de tu
oración y que te pueden servir:
2.1. Ponte en la presencia de Dios lentamente y sin tensión con fe, humildad y amor. Están contigo
Jesús y María; invoca con amor al Espíritu Santo; pídele que todas tus intensiones y acciones estén puramente
ordenadas a buscar a Dios y su voluntad. Invoca al Espíritu Santo para que el que inspiró la Sagrada Escritura
inspire también en tu interior la Palabra de Dios.

2.2. Lectura del texto bíblico (Lectio)-. Lee y vuelve a leer el texto varias veces. Procura
entender lo que te dice el texto; lo que te dice Dios. Lee el comentario al texto como se te da en la hoja.
Vuelve a leer el texto bíblico y ponte a la escucha de Dios. ¿Qué te dice el texto?, ¿qué hecho o frase te
llegó más íntimamente?, ¿qué te dice Dios?
2.3. En tu meditación (Meditatio) reflexiona sobre algún punto que más te haya llegado,
volviendo tantas veces sobre él hasta dejarte empapar de él. Rumia la Palabra en tu corazón.
2.4. Dialoga (Oratio) con Dios en la oración sobre aquellos puntos que más te han llegado y
que son el "tesoro escondido” encerrado en el texto que has leído. Habla con Dios como un amigo habla
con un amigo. No te olvides: se medita con la razón, pero se ora con el corazón. Te dice Sta.

Teresa de Jesús: “No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, y así lo que más os despertare a
amar; eso haced” (IVMoradas 1,7). Pídele con insistencia y humildemente la gracia que deseas conseguir
como se te indica al final del comentario dado en la hoja, donde dice: Petición.
2.5. Descansa en Dios (Contemplatio) y quédate en su Palabra saboreando los gozos de la
eterna dulzura. Quédate con Dios, con su Palabra, esperando la visita de su gracia. En la contemplación
ignaciana de la vida de Jesús debo ponerme imaginativamente en las mismas circunstancias en que está
Jesús según el hecho que se contempla (“como si presente me hallase” n° 114). Se trata de: considerar la
historia...; ver el lugar... Ver las personas: lo que hablan, lo que hacen,
2.6. Oración final: cuando llegue la hora no termines bruscamente tu encuentro de oración
con Dios. Antes de despedirte, agradécele esta experiencia, ofrécele todo tu ser y reza luego el Alma de
Cristo, el Padre Nuestro y un Ave María o alguna otra oración que se te propone en la hoja
3. EXAMEN DE LA ORACIÓN
Repasa cómo fue tu oración en el tiempo dado.
3.1. Anota las palabras, frases o imágenes que más te tocaron.
3.2. Toma nota de los sentimientos predominantes durante la oración:
 Consolación: paz, alegría, confianza, ánimo, coraje, apertura a Dios, amor...”
Cuando el alma se inflama por su Creador y Señor... o derrama lástimas que mueven a amar a su Señor...
Todo aumento de fe y caridad y toda alegría interna que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propia
salud de su alma, aquietándola y pacificándola en su Creador y Señor” (Ejercicios 316).
 Desolación: inquietud, angustia, tristeza, desconfianza, desánimo, encerramiento,
oscuridad, confusión, irritación... “Oscuridad del alma, turbación en ella, inclinación por las cosas bajas
y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentación, moviendo a desconfianza, sin esperanza, sin amor,
hallándose el alma toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Creador y Señor” (Ejercicios 317).
3.3. Llamadas: impulsos, deseos, inspiraciones, iluminación sobre algún punto particular
durante la oración.
3.4. Resistencias: miedos o repugnancia ante el texto o ante las llamadas, impulsos,
inspiraciones y deseos experimentados durante la oración.
Además, pregúntate:
 ¿Fui fiel al tiempo propuesto? ¿Prolongué ligeramente este tiempo si fuera necesario?
 ¿El silencio exterior e interior fueron buenos?
3.5. Acción de gracias: termino dando gracias a Dios por las luces que me ha comunicado
en esta oración Escribe y procura puntualizar tu acción de gracias.

LOS PELDAÑOS DE LA LECTIO DIVINA


La lectura -lectio- es el estudio atento de la Escritura hecho con un espíritu totalmente
orientado a su comprensión.
La meditación -meditatio- es una operación de la inteligencia, que se concentra con la
ayuda de la razón en la investigación de las verdades escondidas.
La oración -oratio- es volver con fervor el propio corazón a Dios para hablar con El como
un amigo habla con su propio amigo sobre las verdades escondidas encontradas en la meditación.
La contemplación -contemplatio- es una elevación del alma que se levanta por encima de sí misma hacia
Dios, saboreando los gozos de la eterna dulzura.
“La lectura lleva el alimento sólido a la boca, la meditación lo parte y lo mastica, la
oración lo saborea, la contemplación es la misma dulzura que da gozo y recrea”.
Guigo el Cartujo

“Por encima de todo el EVANGELIO me sostiene durante mis oraciones: en él encuentro todo lo que es necesaria para nú pobre
pequeña alma, Descubro en él siempre nuevas luces, sentidos ocultos y misteriosos... Comprendo y sé por experiencia "que el reino de
Dios está dentro de nosotros" Sta. Teresita del Niño Jesús.
“Necesitamos horas en las que estar a la escucha de Dios en silencio” Edith Stein

PRIMER DÍA TARDE


"Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti,
único Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo”
Los Ejercicios Espirituales tienen un solo objetivo: "Quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después
de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima...”
(Ejercicios, Anotaciones 1). Se trata pues de purificar y ordenar las afecciones desordenadas para renovamos
espiritualmente en la búsqueda de la voluntad de Dios sobre nosotros para acogerlo y realizarlo en nuestra vida.
Este es el problema de los problemas a resolver en nuestras vidas; de esto depende nuestra salvación eterna, nuestra
santificación, el bien que podamos hacer en la Iglesia y la gloria que daremos a Dios en el mundo. Por eso estos
Ejercicios son días de gracia para ti y te ponen delante de Dios y de ti mismo para que lo aproveches con
responsabilidad. Mucho aprovecha entrar en ellos “con grande ánimo y liberalidad” para con Dios nuestro Señor.
Para ordenar nuestra vida en estos retiros, de entrada, tenemos que poner ante nuestra consideración el fin para
el que hemos sido creados y los medios puestos por Dios para alcanzar este fin. San Ignacio en una magistral síntesis
nos dice: “El hombre es criado para alabar, hacer reverenda y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar
su ánima, y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre y para que le ayuden en la
prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar dellas cuanto le ayudan
para su fin. y tanto debe quitarse dellas, cuanto para ello le impiden. Por lo cual es menester hacernos indiferentes
a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido:
en tal manera que no queramos de nuestra parte, más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que
deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más
nos conduce para el fin que somos criados” (Ejercicios, Principio y fundamento, 23).
Con este fin es necesario entrar en oración, pero de una oración que sea ante todo de ESCUCHA; sólo a Dios
podemos preguntar qué quiere de nosotros y sólo Él puede respondemos adecuadamente. Pero Dios no habla en el
barullo, es necesario que haya RECOGIMIENTO y SILENCIO en el ambiente externo, pero sobretodo en nuestro
interior para escucharle. Es necesario prescindir de todo para centrarte en lo único necesario: ¡Sólo Dios!
En estos días de retiro, Dios quiere conducirte al DESIERTO. Si nos quedamos SÓLO CON EL estaremos
dispuestos a escucharle y a acoger la luz que viene del Espíritu.
Mc. 6, 30-32
" Venid también vosotros aparte, a un lugar
solitario, a descansar un poco”
A nosotros que, como los apóstoles, estamos sumergidos en tantas actividades y estamos cansados, el Señor
nos dice: “Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco
Es una invitación a hacer una pausa en el trabajo, no tanto para un descanso físico sino “para descansar con Él”,
para entrar en comunión e intimidad con El; para el descanso del corazón.
Esto lo hacía Jesús con sus apóstoles a los cuales dedicaba buena parte de su tiempo. Esto lo hacía consigo
mismo cuando, despedía la multitud, se retiraba al monte a orar a solas o, muy de madrugada, salía para orar a solas.
Quería encontrarse a solas con el Padre para tener con El un momento de intimidad, de reposo.
Esto explica los cuarenta días de Jesús en el desierto antes de comenzar su actividad apostólica, su retiro para
rezar, como de costumbre, en el monte de los Olivos.
Jesús como hombre sentía muy fuerte la exigencia de recogerse para adorar y bendecir al Padre, para buscar su
voluntad y actuar luego según ella.
Los ejercicios espirituales quieren ser también para nosotros, un descanso del trabajo ordinario, para darse a
Dios dedicándole el tiempo necesario para adorarlo, bendecirlo, intimar con El y por sobre todo escucharlo a Él,
escuchar su Palabra. Sólo así tendremos un íntimo conocimiento de Dios y conocer su voluntad para poder vivirla.
Si no se reza, como Jesús, no se puede tener como El una verdadera actitud de hijo y la plena disponibilidad y
sumisión al Padre. Sin esto no se vive.
El lugar solitario es esta casa de retiro con todo el ambiente de silencio que se puede crear dentro, pero sobre
todo es el estar “solos” con Dios en la intimidad del corazón. Es allí donde habita Dios: es allí donde puede
establecerse nuestro diálogo con El; es allí donde Él puede hacemos conocer lo que quiere de nosotros y para
nosotros.

PETICIÓN: Señor, que en estos días pueda retirar mi corazón de todas las realidades de este mundo para
centrarme sólo en Ti, mi único bien” ...

Mt 16,24-28
“¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero
si al final pierde su vida?”

Jesús, maestro nos amonesta y nos invita a ordenar nuestra vida “sin determinarse por afección alguna que
desordenada sea”. Y para poder ordenar nuestra vida es importante mirar al fin y de acuerdo al fin de nuestra vida
hacer las opciones que puedan conducirme a este fin. Jesús te pone como prioridad absoluta “salvar la propia vida”
y que al final de la historia y de tu propia historia “vendrá... y entonces pagará a cada uno según su conducta”
Es por esto que, para ordenar nuestra vida en estos retiros, de entrada, tenemos que poner ante nuestra
consideración el fin para el que hemos sido creados y los medios puestos por Dios para alcanzar este fin. San Ignacio
en una magistral síntesis nos dice: “El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro
Señor, y mediante esto salvar su ánima, y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre y
para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar
dellas cuanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse dellas, cuanto para ello le impiden. Por lo cual es
menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro
libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera que no queramos de nuestra parte, más salud que
enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás;
solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados” (Ejercicios, Principio y
fundamento, 23).
Jesús te invita a ir con El, a seguirle, tomando tu cruz. Sin cruz no se llega a la indiferencia y el desarraigo de
las cosas creadas; además se trata de negarse a sí mismos, que es más que tomar la cruz pues se trata de morir a
todos los gustos y apegos personales; morir a todas las ambiciones y proyectos personales, por muy buenos y
legítimos que sean y así orientar tu vida “solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce al fin para el
que hemos sido creados ”. Para tomar una determinada determinación se necesita mirar hacia la vida eterna para el
que hemos sido creados, pues ¿de qué le vale al hombre ganar el mundo entero si al final pierde su vida?”
No te olvides: si no ordenas el tesoro inestimable de tu propia vida, tu única vida, tu vida no tiene sentido, estás
perdido. Además, se trata de elegir lo que más conduce al fin.

PETICIÓN: Señor, dame sabiduría para que pueda ordenar mi vida.


Is 43,1-7 (Is 49,14-16)


“No temas que estoy contigo”
Dios es tu creador y padre: Desde toda la eternidad pensó en ti, te amó y te llamó a la existencia. Desde el seno
materno El con sus manos santas fue entretejiendo el tejido de tu vida: te formó un cuerpo, te dio su vida creándote
un alma inmortal donde El pudiera verse a sí mismo y complacerse; puso un corazón en donde El derramó todo su
amor. Fuiste creciendo bajo su mirada bondadosa. Todos los momentos de tu existencia están marcados por el sello
de su amor.
Nada se escapa a su acción. Por eso te dice: “No temas... tú eres mío. Si pasas por las aguas, yo estoy contigo...
Si andas por el fuego no te quemarás...”
Más aún te dice: “He puesto por expiación tuya a Egipto... dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado
y yo te amo En los acontecimientos tristes y dolorosos, Él te vuelve a repetir: “No temas que yo estoy contigo”.
Con mirada de fe, repasa todos los acontecimientos de tu historia para ver en ellos la presencia amorosa
y la intervención de Dios. Escribe tu historia y mírala a la luz de la fe; detente ante los hechos más resaltantes de tu
vida para ver en ellos la presencia del amor de Dios. Procura entender la pedagogía de Dios contigo. Contempla
con amor, lo que Dios ha hecho contigo. Y no te olvides que ningún acontecimiento de tu historia puede escapar a
la mirada amorosa de Dios y a su querer.

PETICION: “Señor, haz que descubra tu presencia bondadosa en mi historia para abandonarme
más y más en tus brazos de Padre.

“Un solo pensamiento del hombre vale más que todo el mundo, por tanto, sólo Dios e digno de él San Juan de la Cruz,
Dichos

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