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España es un territorio cuya extensión alcanza los 504.782 Km2, repartidos entre la península
(97,55%), las islas Baleares, las islas Canarias y territorios del norte de África: Ceuta y Melilla.
Es un espacio condicionado por su latitud (43°47' N en el cabo Estaca de Bares y 36°00'N en Tarifa),
que motiva la presencia mayoritaria de las altas presiones subtropicales —el conocido anticiclón de las
Azores— sobre la Península Ibérica, creando un fuerte contraste entre una España húmeda y una
España seca. La presencia de masas de aire de distinta procedencia y su situación en la zona templada
del hemisferio norte, entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, marcan a su vez la gran
diversidad climática, natural, vegetal e hidrográfica del territorio español.
EL RELIEVE PENINSULAR
[Con la excepción de los archipiélagos balear y canario, el primero una prolongación del relieve
peninsular y el segundo, islas de origen volcánico].
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TIPOS DE UNIDADES MORFOESTRUTURALES:
En el caso peninsular, en ocasiones, tanto los zócalos o escudos como los macizos antiguos, a nivel de
unidad morfoestructural, quedan englobados en el Zócalo hercínico o Macizo Ibérico, que junto a las
cordilleras alpinas y las depresiones terciarias, conforman las unidades morfoestructurales básicas.
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EVOLUCIÓN GEOLÓGICA Y GEOMORFOLÓGICA DEL RELIEVE.
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Esta evolución, desarrollada a lo largo de las eras geológicas, está determinada por los siguientes aspectos:
. Era Arcaica o Precámbrico (4000-600 m.a.) Surgen elevaciones en la actual Galicia, Sistema Central y
los Montes de Toledo. Este macizo precámbrico fue luego arrasado por procesos erosivos.
. Era Primaria o Paleozoico (600-225 m.a.) Orogénesis herciniana: creó las cordilleras hercinianas,
formadas por materiales como granito, pizarra y cuarcita. Cordilleras que durante la Era Secundaria
fueron arrasadas por intensos procesos de erosión, dejando aflorar materiales del Paleozoico en la
actual España silicea.
. Era Secundaria o Mesozoico (225-65 m.a.). Periodo de fuerte erosión y sedimentación de las
cordilleras anteriores que se depositaron en fosas marinas (base de las actuales zonas pirenaica y
bética).
. Era Terciaria (65-2 m.a.) Orogénesis alpina: En el Macizo Galaico, esta orogénesis provocó su
elevación y fracturación, creando fallas y fracturas en la costa que luego aprovecharon los valles
fluviales, los cuales formaron las actuales rías. En la zona cantábrica la orogénesis afectó a los depósitos
procedentes de la erosión de la cordillera paleozoica, realizando plegamientos, y formando el sector
oriental de la Cordillera Cantábrica y los Montes Vascos. El basamento que se había creado en la zona
de la Meseta actual fue fracturado y abombado, creando una estructura germánica de zonas elevadas,
horst, (Sistema Central y Montes de Toledo) y fosas tectónicas, graben, que fueron luego colmadas y
que hoy ocupan las cuencas del Duero, del Tajo y del Guadiana. En el borde meridional del basamento,
la orogénesis creó el escalón de Sierra Morena. El Sistema Ibérico, se forma tras el plegamiento de los
bordes de la Meseta y de los sedimentos marinos. En los Pirineos, la orogenia actúa sobre depósitos que
estaban divididos en una zona central (axial), creando un plegamiento complejo que lleva a la
fracturación de la zona axial, quedando dos zonas hundidas y cubiertas por las aguas (depresión de
Aquitania y depresión del Ebro). Es también la orogénesis alpina la que eleva los Sistemas Béticos, que
se prolongan desde Cádiz hasta Las Baleares. Esta elevación crea la depresión del Guadalquivir.
. Era Cuaternaria (2 m.a. hasta la actualidad): los intensos procesos erosivos (glaciares, fluviales, etc.)
han configurado el relieve actual. El glaciarismo afectó a las cordilleras más elevadas (Pirineos,
Cordillera Cantábrica, Sistema Central, Sistema Ibérico y Sierra Nevada) originando glaciares de circo y
de valle. Los glaciares de circo los encontramos en las zonas altas del valle y las cimas más elevadas. Los
glaciares de valle, en forma de “U”, se encuentran principalmente en zonas de gran acumulación de
hielo, como puede ser el caso de los Pirineos, de donde parten diez grandes glaciares que han creado
valles y lagos.
En la época pos glaciar se formaron las terrazas fluviales, la fuerza erosiva de los ríos dejaron a los lados
aluviones que constituyen las actuales terrazas. Las más destacadas de la península son las del Duero,
Tajo, Guadiana, Guadalquivir y del Ebro.
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RELIEVE INSULAR:
- El archipiélago de las Baleares es una continuación del relieve del Sistema Bético y por lo
tanto participa de la formación geológica alpina. Excepto Menorca, cuyos sedimentos pertenecen a la
plataforma continental y no son una continuación del Sistema Bético bajo el Mediterráneo.
- El archipiélago canario: son islas de origen volcánico que surgen como consecuencia de
las fracturas de la plataforma africana, su génesis se inicia en la Era Terciaria y aún continúa la
actividad volcánica
Para entender el armazón estructural -litología y tectónica- de cualquier territorio hay que analizar su
evolución tectónica. La actual Península Ibérica es resultado de una larga historia geológica en la que su
actual extensión, localización, litología, orogenia, relieves… se han conformado a lo largo del tiempo, pero
cuyo perímetro se modela en el Cuaternario. La evolución geológica puede ordenarse en grandes eras,
desde las etapas del Precámbrico-Paleozoico hasta la actualidad, tal y como se recoge en las figuras
siguientes:
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La cronología geológica permite diferenciar las grandes eras, períodos y épocas, ubicando en el
tiempo las grandes orogenias y otros eventos erosivos o sedimentarios, como los que se recogen en la
figura anterior, que ayudan a entender la génesis y evolución del relieve.
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En Geología se habla de cinco grandes eras geológicas: la Precámbrica, la Primaria, la Secundaria, la
Terciaria y la Cuaternaria. A su vez, se desarrollan una serie de orogenias en determinados territorios de las
cuales toman sus nombres, como por ejemplo: la caledoniana y la herciniana (ambas en el Primario) y la
alpina (en el Terciario). Las orogenias son periodos de convulsiones que se suceden tras periodos de
aparente calma.
Orogenia Caledoniana: ocurrió entre 500 y 400 millones de años, originando los montes de Escandinavia y
Escocia, algunas cadenas bajas de Canadá, del Norte de Asia y de Australia.
Orogenia Hercínica: ocurrió entre 350 y 300 millones de años. Fue el resultado de la colisión entre las
grandes masas continentales y supuso una parte muy significativa en la formación de Pangea. Levantó los
Urales, parte de los Apalaches y muchos macizos en el centro de Europa.
Orogenia Alpina: ocurrió hace aproximadamente entre 50-20 millones de años hasta la actualidad. En ella
el continente africano y el subcontinente indio chocaron contra Eurasia, formando un extenso cinturón de
montañas que van desde la Península Ibérica hasta Sumatra, pasando por los Pirineos, los Alpes, el
Himalaya, etc.
Las características generales de la Península: una altitud media elevada, una masa compacta y una extensa
meseta rodeada de cordilleras; se deben a la evolución geológica. Según la teoría de placas y en base a los
movimientos de aproximación, subducción o alejamiento de las mismas, que explican la configuración del
relieve actual.
Del Precámbrico y del Paleozoico se tienen escasos conocimientos. La forma mejor estudiada, el Macizo
Galaico permite distinguir las tres series de materiales sobre los que se apoyaron los terrenos primarios o
cámbricos: el zócalo cristalino, el denominado Ollo de Sapó (comarcas de Sanabria en Zamora y Terra do
Bolo en Ourense), de materiales semejantes al granito, y las pizarras del Narcea.
La Era Primaria, que dura unos 300 m.a., se inicia con el periodo Cámbrico. La primera gran orogenia de
esta era fue la caledoniana, que afectó especialmente a la Europa del NW. Responsable de un macizo al
NW de la península que fue posteriormente arrasado. A esta etapa corresponden los afloramientos más
antiguos (zócalo). Es el plegamiento herciniano, que data de finales de la Era Primaria y que alcanza su
paroxismo en el Carbonífero (periodo en el que se genera el carbón), el que afecta especialmente a la
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península. Los sedimentos marinos-cuarcitas (arenisca metamórfica) y pizarras (arcilla metamórfica)- se
plegaron al final del Paleozoico o Era Primaria durante la orogénesis herciniana o hercínica, junto a
intrusiones graníticas. El resultado fue el Macizo Hespérico, Hespéride o Ibérico y otros de menor extensión
como el Catalano-Balear y el Bético-Rifeño.
Tras el movimiento herciniano, los territorios de la zona occidental de la península adquieren una
fisionomía semejante a la actual, aunque sus últimos ajustes se den en el Terciario. Por el norte, este y sur
del Macizo Ibérico se extendía el Mar de Tethis que se fue reduciendo al emerger nuevos territorios
adosados a los ya existentes. El movimiento orogénico herciniano fue de una gran intensidad y afectó a la
zona occidental de la península cuyos relieves tomaron la dirección denominada: armoricana, que es el
nombre de la antigua Bretaña francesa, del NW-SE.
El calor y las fuertes presiones desarrolladas en el interior del geosinclinal transformaron ingentes masas de
sedimentos en rocas cristalinas, que dieron lugar, ya exhumadas, a diversos paisajes con diferentes
características: a una topografía de penillanura con tonos oscuros cuando dominan las pizarras, como en
Extremadura, a relieves salpicados de cresterías si lo hacen las cuarcitas, como en el caso de Sierra
Morena, o las calizas paleozoicas del Pirineo axial-devónico.
En la superficie afectada, también conocida como zócalo paleozoico, predomina la sílice, cuya expresión
más usual es el cuarzo. Este conjunto forma la llamada España silícea.
La Era Primaria acaba en el periodo Pérmico, que da paso al primer periodo de la Era Secundaria, el
Triásico. Un largo periodo de calma orogénica abarca la Era Secundaria. Desde el 245 hasta el 65, millones
de años antes de nuestra Era. Los materiales de esta etapa cubren y fosilizan los relieves hercinianos que ya
han sufrido una potente erosión en el último periodo de la era anterior. La parte emergida de la península
está inclinada hacia Levante y el Mar de Tetis avanza y se retira intermitentemente en sus tierras, aunque
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sin rebasar el Oeste de Madrid. Los sedimentos correspondientes a la primera etapa del secundario, al
Triásico, son de origen continental y se componen de conglomerados. El más conocido es el ródeno, piedra
arenisca roja, muy común en Levante.
Durante los dos períodos siguientes, el Jurásico y el Cretácico, los sedimentos son predominantemente
marinos: margas y calizas. En la Península Ibérica, el Cretácico es el que se desarrolla en mayor extensión,
en algunas zonas las franjas sedimentarias pueden alcanzar hasta 2 Km de grosor. Los sedimentos que
pertenecen al Cretácico inferior suelen ser detríticos: areniscas y glinidas, hacia mitad del periodo aparecen
las margas y finalmente se les unen las calizas lacustres. Es tal la abundancia de estas últimas, que una vez
elevadas y plegadas en la orogenia alpina, han dado nombre a la España caliza oriental, como contrapunto
a la España silícea del Oeste. La potencia de la masa sedimentaria en la zona este peninsular es muy
diversa, pues va de unos pocos metros de espesor en el centro meseteño a varios miles en las fosas
pirenaica y bético-balear. En resumen, el secundario o Mesozoico es un periodo de calma orogénica en el
que sigue su curso el desmembramiento de la placa euroasiática y africana. En el cual la erosión arrasa con
los macizos hercínicos creando una forma de relieve llamada penillanura y generando grandes
acumulaciones de sedimentación continental y especialmente marina (calizas, margas) que se deposita en
las fosas marinas pirenaica, bética o ibérica.
En el Terciario (Cenozoico), que dura 62 millones de años, vuelven las convulsiones orogénicas. A finales
del Eoceno, en su fase pirenaica, se alcanza el paroxismo alpino que da lugar a la formación de los Pirineos.
Un poco más tarde, transcurridos unos 20 millones de años, surgen de la fosa SE peninsular las cordilleras
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Béticas y las Baleares. Y como contrapunto a estos relieves se forman las depresiones del Ebro y del
Guadalquivir. Si bien, esta última, emerge más lentamente.
Como consecuencia de las convulsiones terciarias y del desplazamiento del Macizo Ibérico hacia el SE se
dan movimientos horizontales de aproximación de este al Macizo Central Francés por un lado y al Macizo
Norteafricano por otro. Vemos pues que la Meseta queda planteada entre estos dos potentes macizos. Del
contacto con el Macizo Central Francés surgen los Pirineos, tomando como materia prima los ingentes
sedimentos depositados en esa zona geosinclinal. Del choque con el Macizo Norteafricano surgen los
Sistemas Béticos y las Baleares. Y todo ello encuadrado en un gran movimiento orogénico que llega desde
el continente europeo hasta el Extremo Oriente asiático.
Pero todavía ocurren más fenómenos a medida que avanza el terciario quedando la Meseta enmarcada,
tanto al norte como al sur, por nuevas alineaciones. Las cordilleras Cantábrica e Ibérica, tanto al norte
como al noreste, como al sur por Sierra Morena. Las depresiones del Ebro y del Guadalquivir, se instalan al
noreste y sur respectivamente. Y en el interior de la Meseta, los mismos materiales de esta, se abomban y
cuartean en bloques, debido a su rigidez, lo que da pie a la creación del Sistema Central y los Montes de
Toledo. Y fuera de los límites de la Meseta, pero dentro del Zócalo hercínico, surgen el Macizo Central
Gallego al NO, que es fruto de la misma convulsión, y al otro lado las Cordilleras Costero Catalanas en el NE.
Por lo tanto, la orogenia alpina, durante la primera mitad del Terciario, provoca la fracturación de los
arrasamientos sobre el Macizo Hercínico; el plegamiento de los materiales acumulados en las fosas marinas
mesozoicas bética y pirenaica, dando lugar a las grandes cordilleras alpinas, Béticas y Pirineo; el
hundimiento de las fosas pre-alpinas (Ebro y Guadalquivir); la deformación por pliegue y fractura de los
márgenes del Macizo Hercínico (Sistema Ibérico, Sierra Morena, Cordillera Cantábrica occidental) y
fracturación del propio Macizo Hercínico mediante bloques: Sistema Central, Montes de Toledo y Macizo
Gallego, como bloques positivos y Fosas del Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir e innumerables fosas
intramontañosas, como bloques hundidos.
Durante el Terciario se ha ido conformando el relieve peninsular, pero aún faltan algunos aspectos
importantes como la aparición de las Depresiones terciarias, el basculamiento de la Meseta hacia el Oeste,
los fenómenos volcánicos y la distensión generalizada postalpina (toda una serie de movimientos verticales
de los bloques frente a los horizontales de la etapa anterior que buscan su ajuste definitivo). Todo esto
sucede en el Plioceno (finales del Terciario).
Las Depresiones terciarias son de dos tipos: las prealpinas (Ebro y Guadalquivir) y las interiores o
continentales, que no son sino un abombamiento del rígido zócalo meseteño, por donde discurren el Tajo,
el Duero y el Guadiana, rellenándolas con sus sedimentos.
Todas estas vastas depresiones forman la España arcillosa compuesta por materiales margo-arcillosos, poco
resistentes a la erosión y que dan pie a un paisaje abarrancado y con profundos galachos, quebradas y
torrenteras. Son las llamadas bad-lands o malas tierras, zonas cuya pobreza va indisolublemente unida a
un clima árido. Los materiales que las recubren no siembre son de origen continental, pues en el Valle del
Ebro son de origen lacustre y en el Valle del Guadalquivir son de origen marino.
El basculamiento de la Península hacia el Oeste se lleva a cabo en las postrimerías del terciario, en el
Plioceno. Tomando como punto de flexión la zona de contacto entre la Cordillera Ibérica y el Valle del Ebro,
a través de una larga falla cabalgante. El resultado fue el desagüe hacia el Oeste de los tres grandes ríos: el
Duero, Tajo y Guadiana por abrirse camino hacia el Océano Atlántico desde las zonas endorreicas del
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interior. El Ebro tuvo más dificultades para llegar al Mediterráneo al tener que abrirse paso entre las
estribaciones del Sistema Ibérico, entre los Puertos de Beceite y las Cordilleras Costero Catalanas al este.
Tras las convulsiones alpinas sucede una larga etapa de reajuste tectónico. Como resultado aparecen
numerosas fosas tectónicas repartidas por la Cordillera Ibérica (Calatayud-Teruel), por las Cordilleras
Costero Catalanas (Vallés-Penedés), en los Pirineos (Cerdaña) y las Béticas (Baza-Antequera y Baza-Lorca).
Durante este periodo de distensión, en la segunda mitad del Terciario, se siguen abriendo y rellenando
fosas mediante el material erosionado de los relieves alpinos recién creados, tanto en un ambiente de lago
(Ebro) como marino, en el caso de la fosa del Guadalquivir y otras fosas litorales.
Cuaternario. Es el periodo en el que se esculpe el actual relieve. La red fluvial se instala, drenando espacios
endorreicos (cerrados al mar) en las cuencas terciarias. Se suceden oscilaciones climáticas que, en relación
con la latitud y topografía de los relieves peninsulares, suponen etapas frías, las cuales provocan la
aparición de modelados glaciares y periglaciares en los sistemas montañosos. Esta alternancia climática
explica la presencia de sistemas escalonados de terrazas y otros depósitos cuaternarios, como glacis, en los
falles fluviales, así como variaciones del nivel del mar (hasta 200 m) dejando playas “colgadas”. Por su parte
las laderas de los relieves se van cubriendo de materiales detríticos, “depósitos de ladera” de diferentes
tipos en función de la topografía, el sustrato rocoso… Así mismo, la actividad volcánica continúa en el
archipiélago canario.
La impronta de los hielos cuaternarios, durante el Pleistoceno, y sobre todo la de la glaciación de Würm,
por ser la última, han tenido una gran incidencia en la morfología actual. El Pleistoceno comienza hace 2
millones de años y finaliza aproximadamente en el 10.000 a. C. Seguido por el Holoceno, que es el periodo
geológico actual. La máxima extensión de los hielos tuvo lugar en el 200.000-140.000 a.C.
Por su latitud, la Península Ibérica se vio afectada escasamente por los hielos permanentes o glaciares,
que quedaron reducidos al Pirineo Central, centro- oeste de la Cordillera Cantábrica y algunos pequeños
enclaves de la Ibérica, Central y Sierra Nevada. El modelado periglacial, sin embargo, se extendió por todo
el resto del territorio, con excepción de el valle del Ebro, la orla mediterránea, el litoral portugués y los
cursos medio y bajo del Tajo, Guadiana y Guadalquivir.
LITOLOGÍA. EL ROQUEDO
Desde el punto de vista litológico, naturaleza del roquedo, existen en la península tres grandes
tipologías o conjuntos litológicos, que a su vez modelan diferentes tipos de relieve:
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Penibético. Cronológicamente son rocas antiguas, precámbricas y paleozoicas, deformadas primero en
la orogenia hercínica y más tarde en la alpina. Se identifican con rocas metamórficas (cuarcitas, pizarras,
esquistos, gneiss) y magmáticas (granitos) de escasa plasticidad y por lo tanto plegadas y falladas en la
orogenia hercínica y falladas en la orogenia alpina.
- La España calcárea, son afloramientos calcáreos que se encuentran en el sector oriental, que
se corresponde con la España mesozoico-eocénica (Secundaria). La caliza es su material predominante,
junto a otras rocas sedimentarias como margas, arcillas, areniscas y conglomerados. Las formaciones
kársticas son frecuentes —Ciudad Encantada de Cuenca_. Estos terrenos calizos dibujan
aproximadamente una letra "z" invertida: costa catalana, Prepirineo, Cordillera Cantábrica oriental, para
inflexionarse a través del Sistema Ibérico (NO-SE) y continuar en su brazo inferior (ENE-OSO) por el
Prebético y Subbético hasta Gibraltar. Son rocas mesozoicas, deformadas en la orogenia alpina
mediante un dispositivo fundamentalmente plegado.
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Anexo 2.- Esquema de la evolución geomorfológica de la Península
De Lázaro Torres, M.L., Ruiz Palomeque, E., Vales Vázquez, F., Vera Aranda, A. (2009): Geografía. 2º de
Bachillerato. McGraw Hill. 331 pp+ anexos cartográficos.
Litología
Las rocas constituyen la materia prima del relieve.
Las características físicas de las rocas - espesor, diagénesis, porosidad, dureza o plasticidad- y
químicas -solubilidad, alteración, oxidación…- van a condicionar su respuesta ante las
deformaciones tectónicas y a los procesos de modelado.
hacia la superficie.
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Anexo 3.- Rocas más frecuentes (características, relación con unidades morfoestructurales y
modelado y formas de relieve).
No es obligatorio saberlo, pero sí tener una idea para entender el modelo de las rocas y su
respuesta a la tectónica.
De Lázaro Torres, M.L., Ruiz Palomeque, E., Vales Vázquez, F., Vera Aranda, A. (2009): Geografía.
2º de Bachillerato. McGraw Hill. 331 pp+ anexos cartográficos
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Explicación ampliada del Anexo 3.
El roquedo Ibérico es silíceo, calcáreo o arcilloso. Esto, unido a la climatología, determina las
formas de relieve bajo los efectos de la erosión.
o La caliza es una roca sedimentaria muy soluble cuando posee una gran pureza, lo que
no ocurre muy a menudo. Para que exista relieve cárstico es necesario que
predomine la disolución frente a otros fenómenos erosivos (arroyada, gelivación o
fragmentación). El agua ha de penetrar profundamente para ser eficaz, por lo que
depende de las fisuras, ya que la caliza a pequeña escala es impermeable, además
han de darse otra serie de circunstancias:
1. Que sea una roca masiva o de gran espesor, de lo contrario habría presencia
de capas impermeables de otra naturaleza que interrumpirían la filtración.
2. Que esté levemente plegada, lo que fomenta las grietas y las fisuras. Si lo
está en exceso el agua se pierde rápidamente por arroyada.
3. Que, a falta de una gran pureza, sea una dolomía, roca compuesta de calcio y
magnesio, lo que origina una roca muy porosa, soluble y de escasa
resistencia frente al hielo.
Las formas de relieve resultantes son muy diversas y van desde el cañón al lapiaz,
pasando por las simas, las dolinas, las uvalas y los poljes, grutas columnadas,
escarpes, profundos sumideros o superficies cortantes son otras expresiones del
relieve cárstico. Buena prueba de ello son: la Ciudad Encantada en Cuenca, el Torcal
de Antequera en Málaga, las Cuevas del Drac en Mallorca o el Monasterio de Piedra
(Zaragoza).
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bruta del agua es muy superior a la energía necesaria para transportar los materiales
que arrastra, por lo que profundiza su acción sobre la tierra descarnada. Se forman
surcos estrechos y profundos, cárcavas separadas entre sí por aristas. El territorio, en
su conjunto, adquiere una fisionomía inhóspita y queda desnudo de vegetación. Son
las ya reseñadas bad-lands, tan abundantes en el ámbito mediterráneo, en el centro
del Valle del Ebro o en las depresiones granadinas de Baza y Guadix.
Los dispositivos tectónicos están relacionados con la plasticidad de la roca, que a su vez está
estrechamente ligada a su antigüedad (las más antiguas son menos plásticas) y a la intensidad
y signo de la tectónica (una deformación distensiva y muy intensa fracturará el sustrato
rocoso; una deformación compresiva e intensa plegará un sustrato con cierta plasticidad y
fracturará uno poco plástico). Rara vez el sustrato rocoso es simple y homogéneo, sino
integrado por diferentes tipos de litologías, de forma que domina el estilo tectónico de las más
abundantes.