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Cómo salvar a un esposo

Por Al Valdés

A veces parece que las mujeres se interesan más en los asuntos de la


iglesia que los hombres. Por un lado vemos que ellas saben cómo
organizarse para realizar eventos en la iglesia, estudios bíblicos,
sociedades, y obras de caridad para la comunidad. Por otro lado, me
contaron de una iglesia en la cual la reunión de hombres ¡sólo fue
exitosa la mañana que ofrecieron desayuno! Después la asistencia
disminuyó en proporción a los alimentos que proveían. El problema
de la participación de los hombres se dificulta aun más cuando se
trata de parejas en las cuales la mujer ha creído en Cristo y el esposo
no. Ofrecemos tres preguntas para ayudarnos a enfocar la pregunta
¿cómo podemos atraer a los esposos a la fe en Cristo?

¿Me preocupa más llevarlo a mi iglesia — o a los pies de Cristo?

A veces nos preocupa más llevar a los esposos a nuestra iglesia que al
Señor. Sin dudas, pensamos que será allí dónde conocerá a Cristo—
dónde creerá en Él como Salvador. Pero en algunas instancias el
esposo no le atrae algún estilo particular de adoración, o no respeta
al pastor, o considera el domingo como su único día de descanso.
Pero, aunque puede que tenga una queja legítima respecto a alguna
congregación no hay ninguna en contra de Jesús, el Cordero de Dios
sin mancha. Pedro nos hace recordar acerca de nuestro Salvador:

“El cual no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en Su boca; y


quien cuando le ultrajaban, no respondía ultrajando; cuando
padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga
con justicia; y El mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la
cruz” (1 Pedro 2:22-24a, LBLA).

“Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo
por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18a, LBLA).

¿Qué queja se pudiera levantar en contra de un Salvador que nos ama


y que nos ofrece salvación eterna gratuita—pagada por Su muerte en
nuestro lugar y a nuestro favor? Ninguna legítima. De manera que
debemos estar alerta a oportunidades de sacar a relucir a Jesús. El
apóstol Pedro nos habla de cómo el comportamiento de las esposas
piadosas pueden reflejar la disposición de Jesús. Y, esto nos lleva a
una segunda pregunta.
¿Estoy ayudando a alejar o acercar a mi esposo al Señor?

Hay métodos transparentes que los esposos no creyentes se conocen


bien —el clásico tratado debajo de la almohada, el alzar el volumen
de la radio cuando un predicador favorito está en el aire, o el tratar
de dirigir toda conversación —sea cual sea— al tema del Evangelio.
Pero las Escrituras nos proponen su propia metodología para atraer al
esposo—el comportamiento piadoso. Pedro escribe:

“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de


modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan
ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al
observar vuestra conducta casta y respetuosa. Y que vuestro adorno
no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos,
sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu
tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios. Porque así
también se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que
esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos. Así obedeció Sara
a Abraham, llamándolo señor, y vosotras habéis llegado a ser hijas
de ella, si hacéis el bien y no estáis amedrentadas por ningún
temor” (1 Pedro 3:1-7).

Entonces, en espíritu de oración haga una lista de las quejas que su


esposo tiene acerca de su comportamiento, actitudes, o trato hacia
él. Entonces propóngase cambiar, con la ayuda del Señor, aquellas
cosas que causan problemas. No le anuncie de antemano a su esposo
que usted va a cambiar esto o lo otro, sino sencillamente hágalo.
Entonces… espere. Dele tiempo al esposo para darse cuenta de que
ha habido un cambio genuino. Él lo notará —aunque tal vez no se lo
deje saber de inmediato. Esto nos lleva a aun otra pregunta.

¿Debo obedecer a mi esposo y desobedecer a Dios? ¡Claro que no!

Las esposas piadosas preguntan: ¿Dónde está la línea entre lo que mi


esposo no creyente me pide y lo que las Escrituras me ordenan hacer?
Por ejemplo, hay esposos que quieren que su pareja esté con ellos el
domingo por la mañana. Y, hay otros esposos que desean que sus
esposas participen en alguna actividad el sábado por la noche en las
cuales ellas tal vez no se sientan cómodas. ¿Cómo decide uno en
tales casos? En la cuestión del domingo las Escrituras claramente nos
amonestan a no dejar de congregarnos:

“Y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las


buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que
el día se acerca” (Hebreos 10:24-25).

Pero, ¿significa esto que hay que asistir a todas las actividades de la
iglesia? ¿Es posible faltar un domingo por la mañana y asistir a algún
otro culto en la noche (aunque no sea la iglesia usual donde nos
congregamos)? Por otro lado, la cuestión de las actividades de un
sábado por la noche debe decidirse tomando en cuenta la doble
verdad de que vivimos en el mundo aunque no somos del mismo. Aquí
nuestra conciencia (guiada por las Escrituras y el Espíritu Santo) nos
puede ayudar. El Señor Jesús nos servirá como ejemplo. El participó
en la celebración en la boda de Caná sin hacer nada mal (véase Juan
2:1-12). Hacia ese fin necesitamos orar al Señor para que nos de
sabiduría, discernimiento, y protección. No debemos ir ni en contra
de las Escrituras ni de nuestra conciencia. No obstante, sí debemos
asegurarnos de que estamos interpretando la Biblia con precisión y
entonces participar en todo lo posible con el esposo.

Conclusión

El apóstol Pablo le hace la siguiente pregunta a cónyuges con pareja


no creyentes:

“Pues ¿cómo sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? ¿O cómo sabes


tú, marido, si salvarás a tu mujer?” (1 Corintios 7:16, LBLA).

Así que no debemos perder esperanza. Podemos seguir presentándole


a Jesús a nuestro esposo a través de nuestra conducta —esperando el
momento oportuno para que, ya sea nosotros u otra persona, les guíe
a creer en Cristo como Salvador. Podemos vivir discerniendo si
estamos acercando a nuestro cónyuge a Cristo o ayudando a alejarlo
de Él. Y podemos participar en todo lo que los esposos pidan mientras
que las Escrituras y nuestras conciencias lo permitan. Por ahora,
hagamos lo que Dios dice y dejemos que El actúe en los cónyuges
rebeldes.

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