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Revista ECOS

Órgano del Instituto de Historia


de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018
RD ISSN 2310-0680

Pedro Santana:
¿dentro o fuera del
Panteón Nacional?

ECOS está recogida e indexada


en el Catálogo LATINDEX (Sis-
tema Regional de Información
en Línea para Revistas Científi-
cas de América Latina, el Caribe,
España y Portugal) url latindex:
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ficha?folio=21792
Revista ECOS
Órgano del Instituto de Historia
de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

Pedro Santana:
¿dentro o fuera del Panteón Nacional?

Directora: Reina Rosario


Traducción: Walkiris Mejía Ortega
Cuidado de estilo, edición y diagramación: Eric Simó
Diseño de Portada: Verónica Gamarra
Imagen de portada: Panteón Nacional (parte frontal)
Imagen de contraportada: Panteón Nacional (parte interior)
Fotos de portada y contraportada: Vianco Martínez
Retratos de María Trinidad Sánchez y Francisco del Rosario Sánchez (en la
parte inferior de la portada), obras del artista plástico Miguel Núñez.

Todos los materiales firmados son responsabilidad de sus autores


Publicación semestral de divulgación científica de la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD)
Facultad de Humanidades, Instituto de Historia de la UASD
Ciudad Universitaria, D. N.
Apartado Postal No. 1255
Tel. 809.535-8273 ext. 3371
Santo Domingo, República Dominicana
Correo electrónico: revistaecosih@uasd.edu.do

La versión impresa de la Revista Ecos es de distribución gratuita, Facultad


de Humanidades, Instituto de Historia, UASD
La versión digital está disponible en la página www.uasd.edu.do/Instituto
de Historia
ISSN 2310-0680
Impresión: Editora Búho, S. R.L
Junio, 2019.
Impreso en República Dominicana / Printed in Dominican Republic
Consejo Asesor
Lic. Augusto Bravo, Decano de la Facultad de Humanidades, UASD, Rep. Dom.
Dr. Leonardo Díaz, Director de Investigación,
Facultad de Humanidades, UASD, Rep. Dom.
Dr. Roberto Cassá, Director del Archivo General de la Nación, Rep. Dom.
Dr. Amadeo Julián, Academia Dominicana de la Historia, Rep. Dom.
Dr. José Antinoe Fiallo Billini, docente Dep. de Historia y Antropología
de la UASD y del Área de Ciencias Sociales del INTEC, Rep. Dom.

Consejo Editorial
Lic. Álvaro Caamaño, Director Escuela de Historia
y Antropología de la UASD, Rep. Dom.
Lic. Alejandro Jiménez, Instituto Panamericano
de Geografía e Historia IPGH, Rep. Dom.
Lic. Juan de la Cruz, docente de Historia, UASD, Rep. Dom.
Dr. Raymundo González Peña, Ministerio de Educación,
MINERD, Rep. Dom.
Lic. Rafael Jarvis Luis, docente de la Pontificia Universidad
Católica Madre y Maestra, PUCMM, Rep. Dom.
Dr. Iván Ogando Lara, Director de la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (FLACSO), Rep. Dom.
Dra. Reina Rosario, Directora Instituto de Historia de la UASD, Rep. Dom.

Consejo Asesor Internacional


Dra. Sixta Yesenia Martínez, Historiadora docente-investigadora
de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Dr. Jesús María Serna Moreno, investigador, Centro de Investigaciones sobre
América Latina y el Caribe (CIALC), UNAM, México.
Dr. Eliades Acosta Matos, Historiador-investigador,
Instituto de Historia de Cuba, La Habana, Cuba.
Máster Axel Alvarado Luna, Historiador, docente e investigador
de la Universidad de Costa Rica, Sede del Caribe, Costa Rica.
4

ECOS, órgano del Instituto de Historia de la


Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

La revista ECOS, órgano del Instituto de Historia de la UASD, publica


artículos de investigación y ensayos historiográficos sobre todos los
ámbitos de la historia dominicana y, ocasionalmente, del Caribe.

Fue fundada en 1993 con un lineamiento editorial de servir como por-


tavoz a las inquietudes de los investigadores e investigadoras. No tiene
restricciones temáticas ni de orientaciones teóricas y metodológicas.
Desde ECOS se motivan áreas que necesitan mayor cubertura de la his-
toriografía dominicana como la trayectoria social de la mujer o la vida
cotidiana, manifestaciones culturales de los sectores populares y rela-
ciones domínico-haitianas, entre otros temas. Se promueve el intercam-
bio con colegas de América Latina y latinoamericanistas, especialmente
con la región del Caribe, potenciando con ello el conocimiento mutuo.

ECOS se publica semestralmente. Es gratuita y está dirigida a todos


los amantes de la historia, entre estos investigadores, historiadores,
docentes, estudiantes universitarios, diversos profesionales del ámbi-
to de las Ciencias Sociales y las Humanidades interesados en conocer
y reflexionar sobre la realidad histórica dominicana. Está recogida e
indexada en el catálogo de Latindex.

Presentación de originales
ECOS recibe y acepta para su evaluación trabajos originales, duran-
te todo el año, sobre temas de historia dominicana y caribeña. ECOS
cuenta con un equipo de evaluadores nacionales y extranjeros. Los
autores de los artículos aceptados se comprometerán a no publicar
dichos trabajos en otros medios hasta que se realice la publicación
de ECOS. El contenido de los artículos y reseñas son responsabilidad
exclusiva de los autores. Los artículos pueden ser llevados al Instituto
de Historia de la UASD, Facultad de Humanidades, ubicado en la ter-
cera planta. También al Apartado Postal 1355, Facultad de Humanida-
des, o remitirlo al correo electrónico de la revista revistaecosih@uasd.
edu.do. Se aconseja a los autores revisar las normas de publicación de
ECOS que aparece al final de esta edición.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

Índice

Presentación 7
Reina Rosario

Trayectoria político-militar del general 15


Pedro Santana; y su categoría histórica
José Vásquez Romero

Balance histórico de Pedro Santana 73


Filiberto Cruz Sánchez

¿Por qué los restos del general Pedro Santana 107


deben ser sacados del Panteón Nacional?
Juan De La Cruz

Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional 123


por crímenes contra la patria
Ramón Rodríguez Jiménez

A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, 149


pero no de la Historia
José G. Guerrero

Concurso de bigotes como estrategia de 209


propaganda persuasiva y de resistencia contra
la intervención estadounidense (1916-1924)
en la revista Fémina
Elvira M. Lora Peña

5
6 Índice

237 DOS TITANES DE LA HISTORIA


DOMINICANA CONTEMPORÁNEA
Una semblanza breve de Franklin Franco
Amaury Pérez

243 Emilio Cordero Michel o el perfil de un académico


Daniel Johnson Benoit

257 RESEÑAS DE LIBROS


257 La Guerra de la Restauración: triunfo del pueblo dominicano en
armas, del historiador Juan De La Cruz
Juan Francisco Viloria (Alexis)
263 La isla de las columnas de azúcar. Ensayos sobre historia de
Cuba, de Pablo Tornero Tinajero
Raymundo González

271 DOCUMENTOS HISTÓRICOS


Acta de Separación dominicana del 16 de enero
(1844)
282 Capitulación de las autoridades haitianas en Santo
Domingo (1844)
284 Proclama de la Anexión a España (1861)
286 SANTANA VISTO POR
DOS VENERABLES HISTORIADORES
288 Apoteosis ridícula
Vetilio J. Alfau Durán
291 Un Binomio Adversativo
Sócrates Nolasco

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

Presentación

Esta décimo sexta entrega de Ecos, recoge diversos temas his-


tóricos de gran interés. Se incluyen cinco artículos que fueron
parte de las ponencias presentadas en el fórum que la Escuela
de Historia y Antropología de la UASD realizado el pasado 15
de octubre de 2018 en el Auditorio Manuel del Cabral sobre
Pedro Santana.
La controversia en torno a Santana tiene su historia. La inicia-
ron en 1889 el historiador José Gabriel García, quien contextualiza
a Santana según sus ejecutorias, y el intelectual Manuel de Jesús
Galván, quien o defiende a carta cabal. Por el nivel de informa-
ción y documentos analizados se considera la primera y la más
importante polémica sostenida con relación a los acontecimien-
tos de 1844 y el periodo de la primera república.
En 1931 Vetilio Alfau entró al debate sobre Pedro Santana
cuando publicó en el Listín Diario su artículo “Apoteosis ridícu-
la”. Es un título en clara alusión a la argumentación de Emilio
Rodríguez Demorizi que proponía declarar como padres de la
patria al binomio Duarte-Santana. En este artículo Alfau mani-
fiesta su más enérgica protesta en contra de la apoteosis en pro
de quien él llama “degenerado y protervo asesino de la patria”,
como calificó a Pedro Santana.
En octubre de 1956 la discusión continuó cuando el diario
El Caribe, entonces al servicio de la dictadura de Trujillo, inició

7
8 Presentación // Reina Rosario

una encuesta acerca de Pedro Santana. Como resultado de esta


encuesta decenas intelectuales identificados con el trujillismo
exaltaron a Santana, entre estos están: Emilio Rodríguez De-
morizi, Ramón Emilio Jiménez, Rafael Augusto Sánchez hijo,
Francisco E. Moscoso Puello, Rafael C. Senior, Federico C. Ál-
varez, Julio A. Cambier, José Furcy Pichardo y Fabio A. Mota.
Algunos intelectuales, en cambio, contextualizaron a Santana
según sus ejecutorias, sin sumarse a los deseos trujillistas. Poco
tiempo después estas participaciones fueron recogidas en el li-
bro Santana, encuesta del General, publicado en 1957.
Sócrates Nolasco, al responder a la encuesta, fue uno de los
que no compartió la campaña de exaltación promovida por
Trujillo. Su artículo entregado al Listín Diario el 7 de octubre
1956 fue “Un binomio adversativo”. Este escrito es una verda-
dera joya para el debate histórico que se ha retomado en estos
días. Por esa razón se publica íntegro en la sección de “Docu-
mentos históricos” junto al de Vetilio Alfau Durán.
En abril de 1968 se volvió a debatir sobre Santana en un
programa de televisión que dirigía el periodista Rafael Molina
Morillo. Participaron cuatro intelectuales, dos defensores de San-
tana (Francisco Antonio Beras y Manuel de Jesús Goico Castro);
y dos que se oponían al reconocimiento como héroe nacional de
Santana (Hugo Tolentino Dipp y Pedro Troncoso Sánchez).
En los días finales del “Gobierno de los 12 años” de Joaquín
Balaguer, específicamente en julio de 1978, fue revivida la
controversia cuando este dispuso la exhumación de los restos
de Pedro Santana para que fuesen depositados en el Panteón
Nacional. Se recuerda que esos restos fueron colocados donde
también descansan varios fundadores de la patria que fueron
asesinados por Santana1. Por esta razón se renovaron una vez
más las discusiones en torno al caudillo anexionista.

1
Los fundadores de la patria que están en el Panteón Nacional y que fue-
ron asesinados por Pedro Santana son: María Trinidad Sánchez (1845),
los hermanos José Joaquín Puello y Gabino Puello (1847), Antonio Duver-
gé (1855). También asesinó a Francisco del Rosario Sánchez (1861), cuyos

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ECOS 9

El debate más reciente sobre Pedro Santana ha tenido lugar


el 13 de agosto del año 2018 cuando fue sometido un proyecto
de ley que ordena el traslado de los restos de Pedro Santana
Familias del Panteón de la Patria a la ciudad de El Seibo. La ini-
ciativa fue tomada por los senadores Dionis Alfonso Sánchez
Carrasco, de la provincia Pedernales; Antonio Sánchez Roa, de
la provincia Elías Piña; Euclides Sánchez, de la provincia La
Vega; y, Julio César Valentín, de la provincia Santiago de los
Caballeros.
Para el 30 de octubre del 2018 la Comisión de Cultura del
Senado de la República convocó a unas vistas públicas para
discutir sobre el proyecto. A la misma se invitó a un conjun-
to de historiadores. La Escuela de Historia y Antropología de
nuestra universidad autónoma, en aras de participar en este
debate nacional sobre Pedro Santana, organizó un fórum para
discutir sobre el tema. Dicho encuentro fue realizado bajo la
denominación de “Pedro Santana: ¿dentro o fuera del Panteón
Nacional?”. El mismo tuvo lugar el 15 de octubre de 2019 en el
Auditorio Pedro Mir. En este evento estuvieron presentes dos
de los cuatro senadores que sometieron el proyecto de ley. En
esa actividad participaron once investigadores que debatieron
con altura sobre este tema que genera pasiones encontradas en

restos hoy descansan en el Altar de la Patria en el Parque Independencia.


Muchos otros patriotas dominicanos fueron asesinados por Pedro Santa-
na. Junto a María Trinidad Sánchez, en 1845, el hatero de El Seibo asesinó
a José del Carmen Figueroa, Andrés Sánchez y Nicolás de Bari. Por igual
a Tomás de la Concha, Juan María Albert, Pedro José Dalmau; lo mismo
hizo con Alcides y Daniel Duvergé, hijos de Antonio Duvergé. En 1961,
junto a Francisco del Rosario Sánchez, por las garras del Marqués de Las
Carreras fueron asesinados 21 patriotas entre los que están: Juan Erazo,
Benigno del Castillo, Francisco (Cefiro) Martínez, José Antonio Figueroa,
Juan Dragón, León García, Segundo Alcántara, José Corporán, Pedro
Zorrilla, José de Jesús Paredes y Juan Gregorio Rincón, Rudecindo de
León, Manuel Baldemora, Epifanio Jiménez, Romualdo (Tani) Montero,
Domingo Piñeyro y Félix Mota. En 1861, en otro hecho, también fueron
víctimas del anexionista los patriotas José Contreras, José María Rodrí-
guez, Cayetano Germosén e Ignacio Reyes.

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10 Presentación // Reina Rosario

la sociedad dominicana. A todos los participantes se les hizo


la solicitud de que convirtieran sus exposiciones en artículos
para la revista Ecos. Cinco de ellos lo hicieron y esos artículos
abren el presente número de Ecos.
En las vistas públicas desarrolladas el 30 de octubre del pa-
sado 2018 participaron dos docentes de la UASD y decenas de
ciudadanos y ciudadanas con posiciones en favor y en contra
de que Pedro Santana esté o no en el Panteón Nacional. Luego
de las vistas públicas el Senado aplazó la decisión para que el
proyecto de ley sea sometido a otras instancias públicas.
Desde Ecos consideramos que este debate sobre “Si Santa-
na debe estar o no en el Panteón Nacional” tiene gran validez,
pues el mismo va más lejos de las controversias pasadas que
enfrentaba a liberales y conservadores sobre los méritos mi-
litares y patrióticos de este personaje. En este último debate
está en juego la posibilidad de mostrar a nuestros jóvenes cuá-
les deben ser los méritos de los dominicanos y dominicanas
para que sus restos merezcan reposar o no en el espacio reser-
vado a los forjadores de la dominicanidad. Este elemento es
imprescindible para poder formar a nuestros jóvenes en una
conciencia crítica de la historia. El debate constituye además
un ejercicio de gran trascendencia que mostrará al país cuáles
son los valores o los antivalores que decidimos enarbolar. En
esa perspectiva los historiadores e historiadoras y los docentes
comprometidos con el desarrollo de la democracia debemos
defender los intereses de la patria, no de los caudillos ni de
quienes la enajenen.
El artículo que abre esta edición sobre tan interesante debate
es del profesor José Vásquez titulado “Trayectoria político-mi-
litar del general Pedro Santana, y su categoría histórica”. Este
centra su análisis en lo que constituye el surgimiento y desa-
rrollo del caudillismo despótico encabezado por el general
Pedro Santana, quien se convirtió en el principal referente
caudillista del siglo XIX. Para el autor, la anexión representa
la culminación de múltiples eventos que definen la falta de fe

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ECOS 11

de los conservadores en las posibilidades autonómicas de la


república y, además, la ausencia de valores patrios. Termina
afirmando que, aunque Pedro Santana no hubiese consuma-
do la anexión, su legado político ya estaba comprometido y
manchado con los fusilamientos llevados a cabo contra los for-
jadores de la dominicanidad.
El segundo artículo es del profesor Filiberto Cruz intitulado
“Balance histórico de Pedro Santana”. En el mismo se evalúa la
trayectoria histórica de Pedro Santana. Al llevarla a los platillos
de la balanza de la justicia, Cruz plantea que la parte negativa,
vista desde la función social de la historia y el rol de los histo-
riadores, tiene un mayor peso que la parte positiva. Sostiene
que Santana empezó bien, pero muy pronto asumió el des-
acato, el golpismo, la represión, la intolerancia, el despotismo
sangriento, la corrupción del erario, el proteccionismo y el ane-
xionismo. Concluye con que sus restos no deben permanecer
al lado de los patriotas que él ordenó fusilar, sino en la iglesia
seibana donde se encontraban cuando fueron exhumados y lle-
vados al Panteón Nacional.
El tercer artículo corresponde al profesor Juan de la Cruz ti-
tulado “¿Por qué los restos del general Pedro Santana deben ser
sacados del Panteón Nacional?” En este texto el autor argumenta
las razones por las cuales Santana debe estar fuera del templo de
la patria. Inicia con el análisis del decreto del Gobierno Provisio-
nal Restaurador de Santiago, que lo declara culpable del crimen
de alta traición por haber enajenando la República Dominicana
a favor de la Corona de Castilla sin la libre y legal voluntad de su
pueblo. En dicho documento se expresa que todo jefe de tropa
que apresare a Santana lo hará pasar por las armas, y será reco-
nocida la identidad de su persona.
El cuarto artículo es del profesor Ramón Rodríguez Jimé-
nez titulado “Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional por
crímenes contra la patria”. En el artículo se argumenta cómo
Pedro Santana fue el verdugo de los padres fundadores de
la República Dominicana y sus familiares. Argumenta que,

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


12 Presentación // Reina Rosario

por tanto, Santana no puede ocupar un lugar de honor en


el Panteón de la Patria donde están muchos de los patriotas
que él exterminó. Afirma que Pedro Santana murió siendo
español, razón por la cual España debe reservarle un espacio
privilegiado en el panteón de sus héroes nacionales, si es que
lo consideran como tal, ya que fue investido por la reina Isa-
bel II con los títulos de Marqués de Las Carreras y Senador
Vitalicio.
El quinto y último artículo sobre el debate “Pedro Santana:
¿dentro o fuera del Panteón Nacional?”, lo cierra el amplio y
provocativo escrito del profesor José G. Guerrero, titulado “A
Santana lo pueden sacar del Panteón, pero no de la historia”.
En este trabajo se intenta mostrar a Santana como representante
del sentir de la mayoría de los dominicanos. Plantea que antes,
durante y después del 27 de febrero de 1844 hubo proyectos
anexionistas, proteccionistas, separatistas e independentistas,
y que no se hace justicia histórica cuando se excluye a Santana
y a los demás conservadores de los hechos del 27 de febrero.
Sostiene que muchos dominicanos fueron libertadores en 1844
y anexionistas en 1861; que la historia muestra próceres que
reniegan de su condición y villanos que se convierten en próce-
res. Para Guerrero el problema dominicano está en que, tanto
la historiografía santanista como la duartista, son ideologías
parcializadas incapaces de estudiar integralmente la historia
social de ambos personajes.
El sexto trabajo del presente número fue escrito por la inves-
tigadora Elvira Lora. Su título es “Concurso de bigotes como
estrategia de propaganda persuasiva y de resistencia contra
la intervención estadounidense (1916-1924) en la revista Fé-
mina”. El mismo no guarda relación con los anteriores, pero
la dirección de Ecos entiende que esta edición se enriquece al
mostrar el activismo y la creatividad de las mujeres domini-
canas en defensa de la soberanía nacional ante la Ocupación
Norteamericana de 1916 al 1924, en un periodo en que no te-
nían ciudadanía jurídica.

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ECOS 13

En esta edición también se rinde honores a dos titanes de la


historiografía nacional. Ellos ya no están con nosotros, solo nos
quedan los aportes por medio de sus obras, sus enseñanzas y
ejemplo de vida, que ya son imperecederos.
En la línea descrita, el séptimo escrito es del profesor Amaury
Pérez, quien nos ofrece una semblanza de Franklin Franco, his-
toriador, investigador y político.
El octavo trabajo es de Daniel Johnson Benoit, quien ha es-
crito una semblanza titulada “Emilio Cordero Michel o el perfil
de un académico”, en la que resalta su labor tanto de académi-
co como de investigador.
En esta edición inauguramos una sección sobre “Reseñas de
Libros” con la cual Ecos pretende mantener al corriente a sus
lectores y lectoras de las principales obras históricas de recien-
te publicación, tanto nacionales como extranjeras.
En ese sentido, el noveno trabajo es la reseña de la obra: La
Guerra de la Restauración: triunfo del pueblo dominicano en armas,
del historiador Juan De La Cruz. La misma fue escrita por el
maestro Juan Francisco Viloria.
El décimo escrito corresponde a la reseña de la obra de Pa-
blo Tornero Tinajero titulado La isla de las columnas de azúcar.
Ensayos sobre historia de Cuba. Esta obra fue reseñada por el his-
toriador Raymundo González.
Para concluir este número, en la sección “Documentos his-
tóricos” se ofrecen cuatro valiosos documentos que vienen a
enriquecer el debate sobre Pedro Santana que constituye el
grueso de los artículos recogidos en esta entrega de Ecos. Se
trata de:

- Acta de Separación dominicana del 16 de enero de 1844.


- Capitulación de las autoridades haitianas en Santo Do-
mingo (1844)
- Proclama de la Anexión a España (1861)
- “Apoteosis ridícula” de Vetilio J. Alfau Durán, y “Un Bino-
mio adversativo”, de Sócrates Nolasco.

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14 Presentación // Reina Rosario

Esperamos que el contenido de este número despierte


interés entre nuestros lectores y lectoras y que se animen a ha-
cernos llegar sus artículos y reflexiones sobre nuestra historia;
reseñas de libros, documentos o comentarios. Les recordamos
a nuestros lectores que la revista 16 de Ecos, así como los últi-
mos cinco números, están disponibles en versión digital en la
página web de la UASD. (Ver: https://www.uasd.edu.do/, en la
sección Instituto de Historia).
Con la publicación de este debate sobre Pedro Santana se
pretende ir creando conciencia histórica crítica. Para ello les
dejamos a los lectores la siguiente pregunta: ¿merece estar en
el lugar destinado para los forjadores y forjadoras de la do-
minicanidad quien a lo largo de toda su vida mostró que no
tenía fe en los destinos del pueblo dominicano, quien asesinó
la patria y nunca superó su sentimiento colonialista?

Reina Rosario
Directora Instituto de Historia, UASD

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

Trayectoria político-militar del general Pedro


Santana; y su categoría histórica1

José Vásquez Romero2


Recepción: 21 de enero 2018.
Aprobación: 21 de marzo 2019.

Resumen

Pedro Santana fue el principal caudillo decimonónico con


perfil patriarcal y despótico. Emergió de una formación social
de profundas raíces coloniales, consolidadas con la Guerra
de Reconquista. Descolló como máximo representante de los
hateros y fue apoyado por figuras claves del conservaduris-
mo ilustrado para ejecutar la anexión. Su principal rival fue
Buenaventura Báez, quien se convirtió en representante de
la pequeña burguesía en ausencia de Duarte. La representa-
tividad jurídico-política estuvo definida por determinantes
ideológicos de carácter conservador. Arguyendo traición a

1
Tema presentado en el Fórum “Pedro Santana: ¿dentro o fuera del Pan-
teón Nacional?”, organizado por la Escuela de Historia y Antropología
de la UASD, Santo Domingo, 15 de octubre de 2018. Retrabajado para
Ecos.
2
Antropólogo egresado de UASD, candidato a doctor de la Universidad
de Sevilla. Profesor de Antropología e Historia de la Escuela de Historia y
Antropología de la UASD. Premio de Historia Vetilio Alfau Durán AGN
2015, con la obra El modelo anticaudillista.

15
16 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

la patria, ejecutó asesinatos políticos, amparado en el artí-


culo 210 de la Constitución. Profundizó el estado de miseria
mediante el uso del 80% del presupuesto en gastos mili-
tares. Y precipitó la anexión, la cual despertó esperanzas
entre las masas, pero provocó la reaparición del fantasma
esclavista entre los vecinos haitianos y, sobre todo, la Gue-
rra Restauradora. Santana pasó de victimario a víctima al
ser humillado por los españoles; aun así debe ser excluido
del panteón nacional.

Palabras claves: formación social, caudillismo despótico,


Independencia Nacional, anexión, hateros.

Political-Military Trajectory of General Pedro Santana


and its Historical Category

Summary

Pedro Santana was the main nineteenth-century autocrat


with patriarchal and despotic profile. He emerged from
a social formation with deep colonial roots, consolidated
with the War of Reconquest. He stood out as maximum
representative of cattlemen and was supported by key figu-
res of enlightened conservatism to execute the annexation.
His main rival was Buenaventura Báez, who became the
representative of the petty bourgeoisie in the absence of
Duarte. The political legal representativeness was defined
by conservative ideological determinants. Arguing treason
against the homeland, he executed political assassinations,
protected by Article 210 of the Constitution. He deepened
the state of misery by using 80% of the budget in military
spending. He also hastened the annexation, which aroused
expectations among the masses, but caused the reappea-
rance of the slave ghost among the Haitian neighbors, and
above all, the Restorative War. Santana went from victimi-
zer to victim when humiliated by the Spaniards; even so, he
must be excluded from the National Pantheon.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 17

Keywords: social formation, despotic autocracy, National


Independence, annexation, cattlemen.

Introducción

Desde una mirada epistémica desprejuiciada se compren-


derá con relativa facilidad que la formación económico-social
prevaleciente en la parte Este de la isla de Santo Domingo, que
devino en República Dominicana a partir del 27 de febrero
de 1844, representaba niveles de desarrollo insuficientes para
la instauración de un Estado democrático-liberal. Un Estado,
al menos, como el descrito en la constitución confeccionada
bajo los presupuestos político-ideológicos del patricio Juan
Pablo Duarte y su organización La Trinitaria, los cuales fue-
ron desnaturalizados a través de la inserción del artículo 210
que otorgaba poderes extraordinarios al presidente Santana.
La dominicana era una sociedad donde la herencia definida
por los nexos patriarcales entre el amo y el esclavo aún man-
tenía un poder determinante en la mentalidad de las masas.
De esa relación alienante —dominio-subordinación—, nace
el poder ilimitado de quien tiranizó el ejercicio político del
país; y, luego de la anexión, sería degradado a la categoría de
Marqués de Las Carreras. Y no obstante la labor apologética
del séquito intelectual que legitimó su caudillismo despótico,
su estatura histórica fue disminuida por la anexión. Con esa
acción quedó evidenciado que, el pacto establecido con los
trinitarios, fue una jugada táctica, a través de la cual el sector
hatero-ilustrado utilizó los recursos de la pequeña burguesía
liberal para alcanzar la separación de Haití y concretar sus
propósitos anexionistas.
Ahora bien, al margen de las pasiones que despiertan las
posturas ideológicas y los intereses políticos sobre la pertinen-
cia o no de la permanencia de los restos de Pedro Santana en el
Panteón de la Patria, los historiadores tienen la responsabilidad

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


18 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

de ofrecer respuestas objetivas ante la comunidad académica y


la sociedad. La controversia que enfrenta a liberales y conser-
vadoras sobre los méritos patrióticos del personaje en cuestión,
para merecer reposar o no en el espacio reservado para los for-
jadores de la dominicanidad, constituye un ejercicio necesario
cuya trascendencia repercutirá como referente paradigmático,
sea cual fuere el resultado de la decisión de académicos, políti-
cos, legisladores e intelectuales al respecto. En esa perspectiva
los estamentos académicos, y las instituciones llamadas a sal-
vaguardar los intereses de la patria, tienen ante sí un desafío
cuya responsabilidad es indeclinable. La juventud dominicana
merece y espera ser correctamente orientada acerca de cuál
es el comportamiento cívico y patriótico apropiado para ser
reconocido como ciudadano ejemplar. La elevación a héroe
nacional del caudillo seibano, mediante el depósito de sus des-
pojos mortales en el panteón de la patria, tiene la agravante
de haber sido el resultado de una jugada política coyuntural,
utilizada por el veterano Joaquín Balaguer, con la cual intentó
perturbar el avance liberal, que auguraba la victoria del can-
didato del Partido Revolucionario Dominicano, el hacendado
Antonio Guzmán Fernández, el 16 de mayo de 1978.
Es decir, en fecha 23 de julio del año 1978, faltando solo
24 días para transferir el mando presidencial al perredeísta
Guzmán Fernández, el saliente primer mandatario Joaquín
Balaguer ordenó trasladar las cenizas del personaje en cues-
tión al Panteón Nacional. Desde entonces se ha suscitado una
controversia sobre la pertinencia o no de aquel acto de recono-
cimiento a favor de quien, no obstante haber sido una figura
decisiva en el plano militar, para la derrota de las tropas de
ocupación haitiana, ordenó diversos fusilamientos sumarios al
amparo del Artículo 210 de la Constitución promulgada el 6 de
noviembre del año 1844 que le otorgaba poderes dictatoriales
y, además, decidió la afrentosa anexión a España. Es cierto que
el general Santana protagonizó batallas como “El Número”,
“Cachimán”, “El Memiso”, “Las Carreras”, entre otras, con las

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ECOS 19

cuales impuso la superioridad de sus tropas sobre los haitianos;


y es cierto que las mismas fueron decisivas para la creación de
la república. Pero su forma de proceder condujo al patíbulo a
patriotas como María Trinidad Sánchez, José Joaquín y Gabino
Puello, Antonio Duvergé, Francisco del Rosario Sánchez, los
hermanos Matías, entre otros, y enajenó la soberanía nacional
mediante el acto anexionista.

1. Papel de Pedro Santana en la fundación del Estado


dominicano y las pugnas entre conservadores y liberales

En primer lugar, es preciso decir que el origen jurídico del


Estado dominicano se remonta a la Independencia Efímera
en el marco de la cual Núñez de Cáceres elaboró la primera
constitución para regir los destinos de Haití Español. Este acto
independentista contra el colonialismo español tuvo lugar en
el mes de noviembre del año 1821. Esta acción constituyó una
experiencia independentista de corta duración, de apenas 39
días en promedio, por lo que se conoce con este nombre. Este
ensayo independentista tuvo una serie de perturbaciones entre
las que se halla la anexión a la Gran Colombia, entonces re-
genteada por el libertador Simón Bolívar, la cual no prosperó,
entre otros factores relacionados con las contradicciones inter-
nas que encerraba el acontecimiento político, porque no logró
conciliar los distintos intereses de clases del pueblo dominica-
no. Fue en el contexto de aquella crisis de sostenibilidad que
se produjo la ocupación haitiana, encabezada por Jean Pierre
Boyer, el 9 de febrero de 1822. Contra la dictadura encabezada
por aquel déspota haitiano se llevó a cabo el proceso de re-
sistencia por parte del pueblo dominicano que culminó en la
proclamación de la independencia nacional o separación, que
dio origen al Estado dominicano vigente hasta hoy, y que fue
disuelto mediante la anexión a España en 1861, siendo reesta-
blecido por la guerra Restauradora (1863-1865).

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20 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

Ahora bien, el centro de este análisis lo constituye el sur-


gimiento y desarrollo del caudillismo despótico encabezado
por el general Pedro Santana, a partir de la guerra separa-
tista o de Independencia del 27 de febrero de 1844. En este
proceso descolló su controversial figura como el principal
referente caudillista del siglo XIX, siendo su principal rival el
déspota ilustrado Buenaventura Báez, quien también acaudi-
lló al pueblo dominicano durante los periodos de la Primera
y la Segunda República, respectivamente. De forma que, en
la estructuración del Estado dominicano, la representatividad
jurídico-política y político-social estará definida a partir de
determinantes ideológicos, en torno a una mentalidad, has-
ta cierto punto patriarcalista, encarnada por Pedro Santana,
máximo representante de la clase dominante de los hateros,
en oposición a la utopía liberal-democrática que idealizó la
pequeña burguesía representada por Juan Pablo Duarte y los
trinitarios. Las rivalidades desencadenadas entre ambos sec-
tores, desde la alborada de la independencia, se prolongarían
hasta el presente, dejando como saldo el dominio casi absoluto
del sector conservador sobre los defensores del liberalismo-
nacionalista. Por ejemplo, la Junta Central Gubernativa, primer
gobierno colegiado instituido en el país mientras se diseñaba la
primera constitución, proclamada el 6 de noviembre de 1844,
estuvo encabezada por el conservador ilustrado Tomás Boba-
dilla, contra quien Francisco del Rosario Sánchez protagonizó
el primer golpe de Estado, apenas un mes después de haberse
proclamado la independencia. El contragolpe encabezado por
Santana, casi de inmediato, destituyendo la junta presidida por
Sánchez, sellaría una lucha a muerte que culminó en la impo-
sición de Santana como ley, batuta y constitución, condición
que se “legitimaría” con la inserción del artículo 210 a la Cons-
titución, la cual otorgaba poderes dictatoriales al presidente
seibano. Desde entonces el gobernante procedió despóticamen-
te contra todos los disidentes que giraban en torno a Duarte
y al sector liberal, que defendían intransigentemente el ideal

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ECOS 21

de la soberanía y la independencia. Los encarcelamientos, los


destierros, los asesinatos políticos bajo el argumento falaz de
traición a la patria, en la que jamás creyó el tirano seibano,
constituyeron los mecanismos a través de los cuales se impuso
su voluntad despótica, que respondía a una mentalidad y a
una coyuntura en la que el peligro haitiano sirvió de ardid para
mantener en el poder a aquel gobernante, movido más por la
fuerza del odio y del instinto que por razones ideológicas o
convicciones patrióticas, que nunca tuvo.
De modo que, en la coyuntura, los perfiles del general Santa-
na encajaban adecuadamente en la psicología social del pueblo
dominicano, en virtud de sus raíces coloniales, representadas
por este, mejor que por ningún otro. Esta condición la atestigua
su inocultable hispanofilia; y, en el marco de la cual se había
configurado una mentalidad que impedía a la colectividad so-
cial ver otros peligros, al margen de la amenaza haitiana, en
el camino hacia la consolidación de la soberanía. Entonces, al
aceptarlo como imprescindible, en la tarea de enfrentar mili-
tar y políticamente al invasor haitiano, se partía del criterio
colectivo de que, el mismo, encarnaba la única esperanza de
redención. Semejante percepción derivaba de la ausencia de
una conciencia nacional que se fue forjando en medio de enor-
mes perturbadores asociados a la reivindicación inconsciente
de España como la “Madre Patria”, inducida por una élite con-
servadora e ilustrada, que se beneficiaba de dicho estado de
alienación. Este proceso de afianzamiento de la conciencia na-
cional tardaría mucho tiempo, luego de la guerra separatista;
y debieron ocurrir grandes rebeliones como la Guerra de la
Restauración, como reacción a la anexión, para que el pueblo
experimentara un despertar espectacular. No obstante, aquella
gesta no fue suficiente para desterrar los demonios del colonia-
lismo y el anexionismo promovidos por una oligarquía política
sin fe en el destino autonómico dominicano. Debieron acon-
tecer otras tentativas imperialistas en contra de la soberanía
nacional que producirían estremecimientos inauditos de las

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22 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

masas populares, y que darían lugar a la toma del gobierno de


los liberales, los cuales —aunque por breve tiempo—, represen-
taron un hálito de esperanza para la institucionalización de la
democracia. Al respecto sentencia Pedro Henríquez Ureña que
no fue sino hasta la Guerra de los Seis Años, acaecida durante
el cuarto mandato de Báez, en que los liberales, bajo el lide-
razgo de Luperón, se enfrentaron a las tentativas anexionistas
del territorio nacional a los Estados Unidos de Norteamérica,
cuando se inició el despertar definitivo del pueblo frente a sus
opresores internos y externos. Afirma que la intelección de la
independencia nacional, por parte del pueblo dominicano, cul-
mina con la Guerra de los Seis Años, en 1874, tras la caída del
cuarto mandato de Buenaventura Báez. Especialmente a partir
de este acontecimiento el país realizó “esfuerzos meritorios”
para su democratización, no obstante grandes dificultades3.
En todo el periodo previo, el caudillismo constituyó el signo
político-social determinante.

El concepto de caudillo se refiere a la suplantación


de las instituciones por parte de un individuo en so-
ciedades con escaso grado de desarrollo. En estas, el
mesianismo y las personalidades fuertes emergen
como esperanzas de redención, concitando las sim-
patías y adhesiones necesarias para realizar ejercicios
personalistas del poder, en supuesta representación de

3
Pedro Henríquez Ureña, “Escritos políticos, sociológicos y filosóficos”,
en Obras Completas, Tomo V (Santo Domingo: Editora Nacional, 2004). En
este aspecto Henríquez Ureña también pondera el valor y trascendencia
de la Independencia Efímera; y argumenta que aun cuando la misma no
pudo sostenerse por las circunstancias que la rodearon, con ella inició
el proceso de formalización de la definición de un nivel de conciencia
colectiva que se expresó en la constitución del efímero Estado instaurado
en noviembre de 1821. Además sostiene que es más elegante reivindicar
la independencia frente a España que frente a Haití, lo que curiosamente
sugiere cierto prejuicio en una figura de sus dimensiones intelectuales y
humanísticas.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 23

sus respectivos pueblos. Este se expresa, en el sujeto


como instrumento de cambio; como factor de unifi-
cación frente al peligro. Además, enfatiza el hecho de
que, la personalidad del caudillo se impone por cua-
lidades sobresalientes y por cuanto refleja el pensar
y el sentir de una época; su existencia y su vigencia
están asociadas a una voluntad, a un sentir y a una as-
piración colectiva cuyo mecanismo para alcanzar su
realización es el individuo. Dice que sus credenciales
para desempeñarse como tal son sus dotes persona-
les, y lo que es él es un producto social, no como él ha
querido ni elegido, sino en términos de las calidades
y los defectos adquiridos en un contexto social especí-
fico. De modo que el caudillo es un constructo social;
un resultado de lo que el medio en el devenir histórico
le ha asignado como valor y condición4. Lauy, en un

José L. Vásquez Romero, El modelo anticaudillista y desarrollista del presi-


4

dente Ramón Cáceres, Premio Nacional de Historia Vetilio Alfau Durán,


(Santo Domingo: Archivo General de la Nación, 2015). En esta obra se
pone énfasis en la poderosa repercusión que tuvo la formación social vi-
gente en la sociedad dominicana decimonónica y del siglo XX en el com-
portamiento político de las masas, las cuales delegaban su suerte a las
iniciativas de sujetos políticos revestidos de un poder económico y social
que le otorgaba un prestigio que definía la adhesión de amplias franjas
populares alrededor de sus proyectos personalistas. El autor clasifica el
caudillismo en secular y moderado, cada uno de los cuales respondía a
una visión distinta de la sociedad por parte de los individuos que lo os-
tentaban. La obra distingue también entre partidos caudillistas y no cau-
dillistas, cada uno de los cuales respondía a la mentalidad de sus líderes,
los que les impregnaban su sello personal. Dentro de este es que el autor
también destaca las modalidades de caudillismo regional, en términos de
las cuales el país se mantuvo dividido políticamente a lo largo del siglo
XIX. Las figuras que concentraban el poder en las respectivas regiones
y provincias eran especies de caciques, señores de horca y cuchillo, que
fueron desactivados durante el gobierno del presidente Ramón Cáceres,
y que se reactivaron tras su asesinato, en el marco de la montonera surgi-
da en la guerra de 1912, protagonizadas entre bolos y coludos (jimenistas
y horacistas). Ibídem, 50-61.

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24 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

estudio sobre el caudillismo dominicano durante el


siglo XIX, presenta cinco causas fundamentales que
explican dicho fenómeno. Primero, las masas popu-
lares tienen escasa preparación, por lo que resultan
más fácilmente manejables por un líder capaz y/o
bien preparado. Segundo, los medios económicos
están en manos de minorías, que pueden ejercer su
dominio sobre la mayoría desorganizada en razón de
la potencia del grupo minoritario dominante. Tercero,
el caudillismo regional, fructifica entre otras razones,
por la falta de medios de comunicación, dando lugar
al surgimiento del caudillo de influencia nacional.
Cuarto, la injerencia de una potencia en cuya órbita
se sitúa un país subdesarrollado incide en la imposi-
ción del mandatario que convenga al país dominante.
Quinto, con el pretexto del desempleo, se forma una
enorme maquinaria burocrática y parasitaria donde
encuentran oportunidades y privilegios los que apo-
yan al jefe político5.

En el marco de esa lógica psicosocial el general Santana era


concebido por la mayoría de los dominicanos como la encarna-
ción de un poder invencible, dotado de una vasta influencia, de
un enorme prestigio social, inmenso valor y energía personal.
Además, se le tenía un reconocimiento de una superioridad
militar expresada en su condición de gran estratega y experto
manejador de las armas, cualidades que le otorgaban una osten-
sible supremacía en las artes de la guerra. Es justo en este plano
que se mueven sujetos históricos que rivalizarán con la figura
del caudillo seibano en términos de su distorsionada y falsifi-
cada representación del pueblo dominicano. En esa orientación
los más sobresalientes fueron Buenaventura Báez y los españo-
les, y luego el general Gregorio Luperón. En esencia, entre los

5
Ibídem, 50.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 25

primeros tres sujetos no existían diferencias; los tres eran por


igual enemigos del pueblo6, la excepción la representa Lupe-
rón como antítesis de aquellos. De manera que, en el marco de
aquella realidad social, definida por condiciones materiales ca-
racterizadas por precariedades extremas, la población —en su
inmensa mayoría rural y empobrecida— obedecía ciegamente
a la voluntad del caudillo que le garantizaba la subsistencia. Es
decir, bajo las relaciones de dominio-subordinación que definían
el vínculo entre los hateros y el resto de la población, las cuales
repercutían decisivamente en el comportamiento político de las
masas del pueblo, era imposible que prosperase el ideal demo-
crático-liberal, fruto de las convicciones del patricio, secundado
por un reducido grupo de jóvenes trinitarios, entre algunos de
los cuales se produjeron importantes vacilaciones respecto al
ideal independentista. No obstante, aquella concepción anexio-
nista tenía implícito un obstáculo fundamental; desarticulaba el
ansiado proyecto de Estado-nación solo defendido por los tri-
nitarios. En esencia, entre los hateros, en la figura de Santana y
sus apologistas ilustrados, se presentó una disyuntiva: o desapa-
recían como clase social ante la embestida liberal de la pequeña
burguesía o se enajenaba la soberanía como al efecto ocurrió. A
causa de las debilidades intrínsecas a la formación social domini-
cana, tanto los hateros como la pequeña burguesía comportaban
una ostensible vulnerabilidad, agravada por la crisis económica
heredada del periodo de ocupación como de la propia guerra
separatista, que afectaba toda la estructura social. Por tales mo-
tivos, el sector conservador, a pesar de estar convencido de que
la salida definitiva era a través de la anexión o del protectorado,
accedió a una alianza coyuntural con los trinitarios; semejantes
razones tenía la pequeña burguesía agrupada alrededor del lide-
razgo del patricio, para concertar una alianza con quienes habían
evidenciado estar desprovisto de la confianza y la fe suficientes

Hugo Tolentino Dipp, Gregorio Luperón: biografía política (La Habana:


6

Casa de las Américas, 1979), 88 y 106.

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26 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

en las propias fuerzas de los dominicanos, para sobrevivir sin


el padrinazgo de una poderosa nación europea, tanto al peligro
haitiano como a la miseria que asolaba a la naciente república.
Es decir, pese a las convicciones colonialistas de la clase domi-
nante, Juan Pablo Duarte7 consiguió imponer su punto de vista, el
cual fue aceptado, no porque se compartía, sino porque además
de la necesidad de aunar esfuerzos ante las amenazas proceden-
tes del oeste, a los trinitarios no se les veía como un obstáculo de
fuerza mayor materializar, para llegado el momento, los planes
anexionistas o proteccionistas. Aduce Bosch que la crisis social y
la debilidad entre las clases sociales era tal que hubo momentos
—como en el caso de la revolución cibaeña de julio 1857—, en
que las rivalidades se produjeron en el segmento de la pequeña
burguesía, representada por los tabaqueros (comerciantes inter-
mediarios y cosecheros), y el sector liderado por Buenaventura
Báez, que estaba representado por la pequeña baja burguesía
que era la mayoría, pero que había sido afectada por su política
financiera. De manera que aquellos pasaron a apoyar el retorno
del caudillo seibano, a la presidencia de la República. Y aunque
las rivalidades permanecerán hasta la salida del escenario de los
hateros, con el estallido de la Guerra Restauradora, la primera
parte de la confrontación culminó el 4 de agosto del año 1848
con la renuncia de Santana, debido a la sistemática “agitación”
de la pequeña burguesía y a la crisis económica que estrangu-
laba al país, luego de lo cual asumió la presidencia el liberal
Manuel Jimenes. Este, con apenas tres semanas en el gobierno,
decretó una amnistía general a favor de todos los presos políti-
cos y el retorno desde el exilio del patricio. No obstante, dada la
debilidad de la pequeña burguesía y de la pronta recomposición
de los hateros, el panorama político se tornó a favor de dicho
sector conservador. Aprovecharon la ocupación de Faustino
Soulouque, acaecida en marzo de 1849, asumiendo el control de

7
Juan Bosch, Composición social dominicana (Historia e interpretación) (Santo
Domingo: Alfa y Omega, 2007), 250.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 27

la ciudad luego de incendiar el poblado de San Carlos, apresar


al general Antonio Duvergé y forzar la renuncia del presidente
Jimenes, quien en el mes de mayo partió al exilio de Curazao
junto a su gabinete, tras lo cual el caudillo Pedro Santana rea-
sumió el gobierno, apresó a un gran número de sus enemigos y
desterró a cincuenta de ellos. El 24 de septiembre de ese mismo
año Santana cedió el gobierno a Báez luego de que el Congreso
lo designara “Libertador de la patria” y le asignara una casa ubi-
cada en la calle El Conde8.
Entonces queda claro que, el hostigamiento al que se vio
sometida la República Dominicana desde su fundación por
parte de los haitianos, conminó a Pedro Santana a fortificar los

Ibídem, 250-251. La situación descrita y analizada por Bosch en esta obra


8

constituye una especie de radiografía de la sociedad de mediados del siglo


XIX, caracterizada por un estado de miseria generalizado que no exceptua-
ba a los miembros de los estamentos políticos. Por eso enfatiza el hecho de
que los niveles de improvisación y de subsistencia eran tan altos que solía
pasarse de ser carretero o bodeguero a coronel o general del ejército, con
la misma facilidad con la que al descender de las jerarquías militares se
retronaba a las antiguas labores de economía doméstica. Además revela la
inestabilidad estructural que afectaba las instituciones estatales, lo cual se
expresaba en los planos económico, político y social. En las circunstancias a
las que se refiere el profesor Bosch se imponía en forma definitiva el predo-
minio de los conservadores sobre los liberales mediante el enfrentamiento
entre el general Santana y el general Manuel Jimenes, quien fue destituido
y en su lugar se impuso a Báez; con cuya elección se iniciaba un proceso de
consolidación política del que descollaría como principal rival del caudillo
del este en la nueva coyuntura. Además realiza una clasificación atípica de
las clases sociales, en la que sitúa la pequeña burguesía en una posición
antagónica frente a los hateros que constituían la clase dominante. Los es-
tratos en los que subdivide la pequeña burguesía van desde alta, media,
baja y muy baja. Atribuye las rivalidades entre Santana y Báez a la ausencia
de una clase dominante, en lugar de la cual se impuso el personalismo que
dio lugar al caudillismo despótico y al caciquismo político-social. A esta
misma realidad atribuye Bosch la crisis financiera desatada en el año 1857,
basada en la emisión de dinero inorgánico, la cual provocó el derrocamien-
to de Báez, quien fue sustituido por Santana. Ibídem, 50 y siguientes. Ver
también, Juan Bosch, La Guerra de la Restauración (Santo Domingo: Alfa &
Omega, 2007), 17 y siguientes.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


28 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

estamentos militares mediante la estructuración de un ejército


capaz de defender el territorio cuya vulnerabilidad derivaba
de una doble ventaja para los adversarios del oeste: una su-
perioridad militar en el plano numérico, y posibilidades de
cruzar una extensa frontera al menor asomo de descuido de
la defensa dominicana. Esa realidad repercutió en la consoli-
dación de la figura caudillista del déspota Santana, al tiempo
que contribuyó a profundizar los niveles de empobrecimiento
del pueblo, dado que alrededor del 80% del presupuesto se
gastaba en defensa9, lo que además daba nuevos argumentos
a los anexionistas y proteccionistas para sustentar sus proyec-
tos. Bajo este esquema de seguridad nacional Santana decretó,
a partir de noviembre de 1844, el servicio militar obligatorio,
con la excepción de los casados con hijo, y que vivieran junto
a sus familias, así como “los hijos únicos de viudas pobres y
padres ancianos”, que recibieran la asistencia de dichos hijos.
También quedaban excluidos del servicio militar obligatorio
los adolescentes menores de 15 años y los adultos mayores
de 40; así como los comerciantes. Adicionalmente se creó un
cuerpo policial que se ocupaba de garantizar la moral pública
y la abstención por parte de los adversarios del gobierno de
proferir insultos contra sus autoridades así como profanar o
irrespetar los estamentos religiosos10.

9
Sí se observan los contrastes entre la asignación de partidas económicas
a cualquier cartera del Estado y con la destinada a las fuerzas armadas,
se notará el carácter de economía de guerra que predominaba en el país.
Es decir mientras que para “Instrucción pública se consignaba $2,720”,
al departamento de Guerra y Marina se asignaba el cuantioso porcentaje
establecido en el texto. El ejército asomó pues, desde entonces, como
una superestructura privilegiada, llevando el sello personal del caudillo
seibano. Además, bajo este esquema, no había la más mínima posibilidad
de encauzar al país por el camino del progreso, dado que la población
mayoristamente rural, alcanzaba un promedio del 95% de analfabetismo.
Ver Juan Isidro Jimenes-Grullón, Sociología política dominicana (1844-1966),
volumen 1 (1844-1898), (Santo Domingo: Alfa & Omega, 1980), 29-30.
10
H. Hoetink, El pueblo dominicano: 1850-1900, (Apuntes para su sociología
histórica) (Santiago: Universidad Católica Madre y Maestra, 1972), 161.

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ECOS 29

Como se observa, la medida militar contenía cierta flexibili-


dad respecto a los sectores excluidos; además, debido al estado
de inestabilidad e incertidumbre existente en el país, estas
medidas experimentaron importantes cambios a lo largo del
desarrollo de las hostilidades con los invasores. Por ejemplo,
apenas ocho meses después de aquellas primeras medidas de
emergencia, en julio de 1845, se incrementó la edad para el ser-
vicio militar desde los 15 hasta los 45 años. Se exceptuaba a los
discapacitados, a los empleados públicos y a los adultos ma-
yores de 60 años; a estos últimos solo se les obligaba a prestar
servicios de vigilancia en situaciones de emergencia nacional.
El rango de edad comprendido entre los 46 y los 60 años es-
taba reservado para los dominicanos que constituyeron “Las
guardias cívicas”, un cuerpo militar del cual también forma-
ban parte los extranjeros que tuviesen residiendo en el país por
un periodo de tres meses. Quienes acudían voluntariamente
a los requerimientos de los servicios militares del gobierno
se les daban privilegios especiales. Entonces Santana creó un
registro denominado “Recapitulación de los más distinguidos
patriotas”. En el año 1846 se creó un ejército profesional, in-
tegrado por una matrícula que oscilaba entre 8 mil y 10 mil
soldados, distribuidos a nivel nacional, como forma de evitar
la dispersión y los trastornos provocados por el servicio mili-
tar, que muchos civiles trataban de eludir11.
Ahora bien, las debilidades e inconsistencias inherentes tan-
to al liderazgo del bando conservador como del liberal, pero
sobre todo de éste último, tuvieron expresiones traumáticas,
a veces inconcebibles, si no se procede con suficiente apego a
los correctos procedimientos epistemológicos en el análisis de
a las fuentes históricas. Es decir, los prejuicios, las verdades
preconcebidas contribuyen a mitificar la vida de personajes y
procesos que provocan confusiones conducentes a dificultar la
posibilidad de separar el mito de la historia. En esa lógica, las

11
Ibídem, 161-163.

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30 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

informaciones que llegan al lector de los libros de historia, las


cuales afectan relativamente igual a profesionales y a estudian-
tes, la omisión de datos relacionados con hechos protagonizados
por los próceres de la independencia crean una nebulosa que
impide comprender las verdades del pasado dominicano con
la objetividad que requiere un ejercicio científico de la historia
como disciplina epistémica y metodológicamente sustentada
por el contenido de las fuentes. Por ejemplo, la lucha por el
control del poder político colocó en posición tan desventajosa
a los liberales en la etapa fundacional de la república, en que el
predominio hatero fue evidente, que el propio patricio Francis-
co del Rosario Sánchez fue comprometido con hechos propios
de la mentalidad maquiavélica y maquinadora del sector que
obedecía a las directrices de Santana. Tal es el fusilamiento del
“invicto” general Antonio Duvergé, para cuya acusación fue se-
leccionado, en el año 1849, al citado patricio. Haberse negado a
conspirar contra el gobierno liberal de Manuel Jimenes constitu-
yó el ardid y la causa principal por la que el héroe de Santomé
fue llevado al patíbulo, el 11 de abril de 1855. En la ocasión
Sánchez se desempeñaba como jefe militar de la Plaza de Santo
Domingo, siendo escogido como fiscal acusador de Duvergé. Ya
antes, el 8 de marzo de 1844, Sánchez apareció brindando su
apoyo al caudillo seibano, mediante la firma del Plan Levasseur,
consistente en el protectorado a Francia y la cesión de la Bahía
de Samaná12 a esa potencia europea.

2. La ideología anexionista: fundamentos y defensores

El anexionismo tuvo como principal fundamento la concep-


ción de que la República Dominicana no tenía posibilidades

Gustavo Adolfo Mejía Ricart, Historia de Santo Domingo (Volumen IX), La


12

dominación haitiana (1822-1844) (Santo Domingo: Archivo General de la


Nación, 2015), 262-263; Juan Bosch, Composición social dominicana…, 255.

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ECOS 31

de mantener su autonomía frente a Haití sobre la base de sus


propias fuerzas. Esto planteaba el dilema de que, al buscar la
anexión o el protectorado en una potencia europea, se lograría
el propósito de mantener alejada la amenaza haitiana, pero de
todos modos la soberanía perecería al entrar en un pacto de-
finido en términos de subordinación y dominio con Francia,
Inglaterra o España, que fueron las opciones barajadas en el
tablero de ajedrez político de la coyuntura. Dicha solución fue
reivindicada como salida de vida o muerte, desde antes de pro-
clamada la separación de Haití, por los apologistas del general
Pedro Santana, entre los que se hallan Tomás Bobadilla, uno
de los principales representes del sector ilustrado, definido
como figura de principalía y caracterizado por sus condiciones
de “jesuita incorregible”, “osado” y “sagaz”; Manuel Joaquín
Del Monte, descrito como “aristócrata” y “conservador” a la
usanza del siglo XV, además de “apasionado” y “rencoroso”;
Miguel de la Bastida, definido como “dialéctico” (polémico y
controversial) y muy “astuto”; José María Caminero, descrito
como poseedor de un carácter “dúctil, incapaz de no corroborar
con los dictámenes de la injusticia”; Ricardo Miura, definido
como un sujeto sin iniciativas, “subordinado y sinuoso”.13 Apa-
drinado por este séquito para el cual el cadalso y el patíbulo
constituyeron los medios de sanción justificados, demandados
por el poder, actuó el déspota de El Seibo. Alentada por la con-
cepción ideológica conservadora, esa articulación de fuerzas
élites se tradujo en una combinación imbatible, por una débil
pequeña burguesía liberal integrada por jóvenes, que debuta-
ban en la actividad política por vez primera, a instancia de Juan
Pablo Duarte, que no obstante ser el mayor del grupo, apenas
tenía 25 años de edad cuando funda “La Trinitaria”. Además
de Bobadilla, ya empezaba a descollar el intelectual anexionista
Manuel de Jesús Galván, un santanista e hispanófilo fanatizado

13
Miguel Ángel Garrido, Siluetas, (Santo Domingo: Biblioteca Nacional,
1974), 83-84.

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32 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

y empedernido, para quien la anexión a España representó el


camino hacia el bienestar del pueblo dominicano. En su con-
dición de apologista de la anexión, Galván enfrentó a diversos
sectores y personalidades defensoras de la independencia y
la soberanía nacionales, a los cuales definió como pesimistas.
En su defensa siempre auguró un ilusorio estado de bienes-
tar, que tras la Guerra de la Restauración se trocó en tragedia
nacional. Enjuicia a los patriotas que impugnaron la anexión
definiéndola como la obra de un reducido grupo de la clase
dominante y que el pueblo la rechazaba porque “no le con-
venía”. Acusa de delirantes y apasionados a los liberales que
se opusieron a la enajenación de la soberanía mediante la
aventura de disminuir la república a la categoría de provincia
ultramarina. La fiebre anexionista lleva a Galván al extremo
de afirmar que, los que como él defendían aquel ideal con
“todas las fuerzas” de su alma, como principio fundamental,
lo hacían bajo el firme convencimiento de que el país ganaría
moral, política y materialmente14.
Ahora bien, el delirio anexionista del autor de Enriquillo lle-
gó a extremos tales que, a juzgar por su fe en aquel proyecto,
cayó en el autoengaño, al suponerle a la realeza bondades en
las que solo una mente alucinante como la suya podía creer.
Dicha actitud, además de conservadora a ultranza, también
estaba permeada de una alta dosis de “ingenuidad”, dado que
el altruismo que les supone a las autoridades imperiales des-
cribe una exagerada confianza en quienes estaban marcados
por una historia oprobiosa, que un intelectual de su estirpe no
debía ignorar, por mayor estado de embriaguez que lo embar-
gara. Entonces por los resultados derivados de aquella nefasta
decisión, dados los traumas que provocó, se infiere que el in-
telectual aludido sufrió sombríos estados de frustración ante

Manuel de Jesús Galván, “Diversas fases de la anexión”, en Textos reunidos


14

1: Escritos políticos iniciales, Andrés Blanco Díaz [Ed.] (Santo Domingo:


Archivo General de la Nación, 2008), 71-73.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 33

el desplome de sus fallidas preconizaciones. De modo que en-


tiende que la “reincorporación a la madre patria” aseguraba
un porvenir exitoso, en virtud de la magnanimidad de España,
la que al “cobijar” a la República Dominicana “bajo la sombra
protectora de su fuerza y su poder” comprendería su elevada
misión política y social y no intentaría, ni por asomo, desco-
nocer los derechos y las libertades, adquiridos a través de un
prolongado proceso de luchas políticas15 de los dominicanos.
Aquel sentimiento colonialista e hispanófilo de Galván tam-
bién se expresa en forma diáfana cuando afirma,

España, siempre generosa y siempre grande, re-


conociendo con júbilo al hijo que había perdido, y
aumentando así la gran familia española, dar provi-
dencialmente un paso gigante en la consideración de
las demás naciones, restablecer el respeto de su nom-
bre en estos mares, y colocarse en la vía conveniente
para recuperar el influjo que le corresponde, como
descubridora y pobladora de la América meridional.
Todo es, por consiguiente, elevado y noble en la ane-
xión; el que no lo comprende así es ciego, el que lo
comprende y afecta lo contrario merecería serlo.16

Ahora bien, la defensa que del anexionismo a España hace el


intelectual en cuestión, no se limita a la búsqueda de soluciones
económicas, políticas y sociales para la República Dominica-
na; sus convicciones están sustentadas en profundas raíces
colonialistas integrales en términos de las cuales él se siente es-
pañol. Esto lo evidencia no solo su actitud frente al fenómeno
dominicano, sino también a su oposición al hispanoamerica-
nismo, que desde finales del siglo XVIII procuró emancipar a
Latinoamérica de la influencia imperial de la metrópoli que él

Ibídem, 73.
15

Ibíd.
16

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


34 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

llama “madre patria”. De manera que para Galván las acciones


independentistas de Bolívar, Miranda y San Martín, así como
los pueblos que estos representaron, constituyeron expresio-
nes románticas consecuencia de la “fiebre” y de la “moda” de
la época bajo el impacto de la Revolución Francesa a cuyos
postulados liberales se opone. Cuestiona que, al igual que los
independentistas estadounidenses, quienes protagonizaron la
ruptura con los ingleses, los hispanoamericanistas interrum-
pieron violentamente los vínculos de “sangre” que los unían
a la España que tanto amó. Afirma que aquella independencia
se tradujo en una desgracia, dado que desde entonces, surgió
un estado de anarquía seguido por tiranías que conculcaron
las libertades y saquearon las riquezas de sus respectivos pue-
blos.17 Es evidente que la reciprocidad de intereses políticos e
ideológicos existentes entre el sector de los hateros y la inte-
lectualidad ilustrada repercutió decisivamente en la disolución
de la soberanía, mediante la anexión. La misma se constituyó
en el único remedio viable para solucionar tres problemas fun-
damentales del sector conservador. Uno era, en primer lugar,
intentar conjurar la crisis económica y financiera que agobiaba
a la sociedad; en segundo lugar, se obtenía el resguardo de un
Estado poderoso, como España, que despejara la angustiante
amenaza haitiana; y, un tercer factor ventajoso, consistía en la
oportunidad de detener el empuje que estaba alcanzando el
sector liberal, representado por la pequeña burguesía trinita-
ria, que había concitado gran simpatía en el segmento de la
juventud, que constituía la mayoría de la población adulta.
En la antesala de la anexión Galván describe la realización
de ingentes escarceos diplomáticos por parte de la Repúbli-
ca Dominicana ante las principales potencias europeas, las
cuales expresaron celos ante la posibilidad de que las ges-
tiones anexionistas a España culminaran exitosamente. Para

Manuel de Jesús Galván, “Ayer y hoy”, [La razón, año I, número 10, 21 de
17

junio 1861], ibídem, 75-78.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 35

solucionar la crisis fue nombrado desde el año 1859, durante


el gobierno de Pedro Santana, el Sr. Castellanos como ministro
plenipotenciario. Este tenía el encargo de persuadir a Francia y
a Inglaterra de la justeza de la anexión ejecutada el 18 de mar-
zo de 1861. La representación diplomática del Sr. Castellanos
no fue aceptada, sino después que los ingleses y los “galos”
impusieron condiciones previas, que Galván no especifica. Di-
chas credenciales fueron aceptadas en el año 1860, diez meses
después de su estadía en Europa. Desde el principio, en esta
lucha diplomática, hizo aparición la manipulación mediática,
en la que el diario francés L’ Courrier des E’tats Unis publicó un
artículo en el que supuestamente calumniaba al gobierno de
Santana, sobre la base de endilgarle una labor lobista, destina-
da a conseguir el protectorado, primero del gobierno francés, y
ante la negativa de aquel se dirigió a Inglaterra, cuyo gobierno
también rechazó la propuesta de protectorado solicitada por
la República Dominicana. Aquella vergonzosa difamación fue
reparada con la actitud de España, que según Galván “había
dispensado el más maternal afecto en aquellas amargas y ver-
gonzosas circunstancias”.18 Además, en su frenética posición
anexionista, Galván sostiene que él estaba convencido de que
en aquella acción política había,

Elevación de ideas y nobleza de sentimientos en un


pueblo que sobreponiéndose a las preocupaciones
mezquinas de ese amor propio exagerado que tan
a menudo suele extraviar a los hombres, reconocer
con el más sano juicio y la más filosófica sensatez los
inconvenientes de su situación, presta dócil oído a
la voz de su corazón y de la naturaleza, rechaza con
enérgica firmeza las sórdidas sugestiones del interés,
que inútilmente tratan de estimular la intriga y las

18
Manuel de Jesús Galván, “Santo domingo, 25 de junio de 1861”, [La Ra-
zón, año I, número 11], ibídem, 79-81.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


36 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

ofertas del extranjero… es sin duda elevada y noble


la conducta del jefe de ese mismo pueblo, que en vez
de trabar o comprimir la voluntad de sus gobernados,
para conservar el puesto que el supremo ocupa, da
una prueba espléndida de que es digno de él, abdi-
cándole para hacerse el primer apóstol de la opinión
de su país, descendiendo del rango soberano19.

De lo dicho por el apologista de la anexión se infiere que todo


cuanto hiciese viable la consumación de aquel acto jurídico-po-
lítico, sin precedentes, era plausible, digno y “noble”, aunque
pugnaba con el principio de soberanía de un pueblo que fue
inducido a renunciar a la misma, en virtud de falsas promesas
de bienestar que pronto se desvanecieron. Además, considerar
“mezquinas” las preocupaciones por la soberanía, da la justa
medida del grado de alienación colonialista y desarraigo nacio-
nal que afectaban el comportamiento político de ese personaje.
De igual modo, elevar a la categoría de apostolado la felonía
del caudillo Pedro Santana es otra muestra contundente de
la hispanofilia medular en término de la cual procedía el no-
velista y ensayista, cuya condición de dominicano solo era
sustentable desde el punto de vista de haber nacido en el país,
en el cual jamás creyó como nación soberana e independien-
te. En similares términos elogiosos se expresaba sobre la reina
Isabel II, a la cual define como poseedora de una “augusta”
condición de “soberana”, a la cual llega al extremo risible de
atribuirle cualidades “viriles” cual si fuese un hombre. Para él,
la reina “llevaba… varonilmente el cetro de las Españas”, en
cuyo nombre aceptó la incorporación del país, no sin antes ase-
gurarse de la “simpatía” que concitaba aquella medida en la
mayoría del pueblo dominicano; por tales razones y por desoír
las voces “intrigantes” de otras potencias europeas opuestas al

Manuel de Jesús Galván, “Carácter general de la anexión”, [La razón, Año


19

I, núm. 12, 27 de junio de 1861], ibídem, 83.

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ECOS 37

proyecto, así como al sector nacionalista dominicano, tipifica


como de acto noble y “magnánimo”20, la actitud de la dama
española. Pero a pesar de los resultados funestos que pronto
provocó la anexión, el intelectual en cuestión continuó aferra-
do a sus prédicas a favor de la “madre patria”. Por tanto en
el mes de mayo de 1862, es decir, más de un año después de
aquel adefesio político-jurídico, este decía que el país vivía un
estado de bienestar como nunca antes visto, y para probar lo
contrario retaba a los adversarios del gobierno colonial. Sostie-
ne que, luego de muchos años de turbulencia política, el país
lucía esplendoroso y alegre, habla de días más felices bajo la
“aurora de un sol limpio y sereno”. Auguraba la evolución de
un estado de bienestar en el que no tendría lugar el “remor-
dimiento”, en razón de que el proceso estaba cimentado en el
respeto a la libertad y a los derechos de la ciudadanía. Entiende
que los procedimientos del gobierno colonial diferían de los
empleados por el “conquistador”, basados en la “ruina de los
pueblos”, y en los métodos del “codicioso” fundamentados
en la “posibilidad de adquirir criminalmente el bien ajeno”21.
Es decir, Galván quiere significar que la anexión no estaría
sustentada en los criterios de regímenes colonialistas, lo cual
evidentemente era un razonamiento absurdo.
Sin dudas, los niveles de fanatismo a los que llegó Galván
en su defensa a España como protectora política de la sociedad
dominicana, lo deslumbran intelectualmente. Y recurriendo al
refrán de que, “No hay peor ciego que el que no quiere ver”,
al personaje de referencia no le bastaron las sórdidas protestas
con saldos trágicos, que a la altura del mes de mayo de 1862
había escenificado el pueblo dominicano contra las fuerzas
anexionistas; además del estado calamitoso que en los distin-
tos órdenes afectaban a las masas empobrecidas, complicado

20
Ibídem, 84.
21
Manuel de Jesús Galván, “La paz y el trabajo”, [La Razón, Año I, núm. 1,
6 de mayo de 1862], ibídem, 107.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


38 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

con un estado de represión que desmentía la oferta de respeto


a las libertades públicas que se observarían durante el gobier-
no colonial. Es decir, el ambiente de privación a las libertades
civiles e individuales bajo el ejército español, él lo definía como
una garantía de tranquilidad y bienestar. En su delirante visión
despótica del poder, asegura que la paz ciudadana estaba bien
garantizada por unos cuerpos castrenses bien entrenados para
mantener el orden, lo cual interpreta como indispensable para el
desarrollo industrial; también destaca las virtudes administrati-
vas derivadas de una pericia probada en el resto de las Antillas
(Cuba y Puerto Rico) donde sus gestiones de los bienes del era-
rio habían dejado “espléndidos” y “excelentes” resultados22.
Como se observa, Galván fue uno de los intelectuales que
con mayor energía defendió el ideal anexionista. En tal senti-
do, y dado que la resistencia contra la anexión representaba un
riesgo en el contexto de la tiranía colonialista, sus opositores
manifestaban sus puntos de vista bajo pseudónimos. Para el
referido personaje, el desacuerdo con aquel proyecto represen-
taba una apostasía imperdonable, por lo que habitualmente
incursionaba en polémicas públicas con liberales nacionalistas,
a quienes les exigía dar la cara, mientras actuaban desde la
clandestinidad. Un documento apócrifo sin firma, titulado “La
gran traición del general Pedro Santana”, define los términos
usados por el folletista, luego identificado como Félix María
Del Monte, quien recibió el apoyo de Báez, como “la innoble
saña”. Cuestiona que el autor del escrito no solo ocultara su
identidad, sino que tampoco revelaba el lugar ni la fecha en
que fue elaborado. Define el manifiesto como “ridículo” y tipi-
fica la actitud discrecional de “indigna” y “doble cobardía”23,
al ocultar su identidad y, según él, mentir sobre los propósitos
de las tratativas anexionistas. Era natural que, al influjo de la

Ibídem, 108.
22

Manuel de Jesús Galván, “El general Pedro Santana y la anexión de Santo


23

Domingo”, en Textos reunidos 2: Ensayos, Andrés Blanco Díaz [ed.] (Santo


Domingo: Archivo General de la Nación, 2005), 13.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 39

intolerancia del régimen despótico del caudillo de El Seibo, se


procediera con la cautela que habían dejado como legado las
sociedades secretas europeas del siglo XVIII y XIX y que cons-
tituyeron un recurso estratégico esencial para La Trinitaria.
De igual modo, las contradicciones y rivalidades caudillis-
tas entre Báez y Santana, el primero como representante de la
pequeña burguesía, en sustitución de Juan Pablo Duarte24, y
el segundo como la máxima autoridad del conservadurismo
tradicional, son puestos en escena por Galván destacando las
virtudes de su idolatrado caudillo seibano e impugna las ac-
titudes de su rival, a quien se refiere en términos de “un tal
Báez”. Los compara y sobre su defendido afirma que,

Santana, hijo de una apreciable y honrada familia


de Hincha, de grande inclinación hacia la metrópo-
li, ha sabido elevarse, sin otros medios que su propio
mérito, su abnegación y honradez, a la categoría de
jefe supremo de una nación; sus tendencias han sido
siempre el bienestar y la prosperidad del suelo do-
minicano, trabajado de consuno por la ambición de

24
Juan Bosch, Composición social dominicana…, 251-252. “Báez acabaría
siendo el líder indiscutible de la pequeña burguesía dominicana, en su
primera época, como líder de las capas alta y mediana de este sector de
nuestra sociedad y más tarde como líder del sector bajo de la pequeña
burguesía en todos su niveles”. Ibídem. De lo afirmado por Bosch se
infiere que Báez encarnó los sentimientos e intereses de un amplio grupo
de sectores segmentados según la clasificación socio-económica que él
hace sobre la sociedad dominicana de la época, hasta que los liberales
hallaron el verdadero cause de sus aspiraciones, bajo el liderazgo liberal
de Luperón, Espaillat, Bonó, entre otros. Y a pesar de que la República
Dominicana aun no alcanzaba la madurez política requerida debido
al escaso desarrollo de sus fuerzas productivas, que definían una
conciencia social distorsionada, se abrió paso a limitadas conquistas
democráticas que al cierre del siglo XIX vieron más claros rayos de
luz con el derrocamiento de la tiranía de Ulises Heureaux que, aunque
provenía del sector liberal-nacionalista, dio un drástico giro a la derecha
convirtiéndose en un déspota sanguinario.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


40 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

enemigos interiores y las acometidas haitianas: Báez,


dotado de un carácter turbulento, perturbador de ofi-
cio y corruptor de la sociedad como su difunto padre,
dispuesto siempre, con miras que quisiéramos igno-
rar, a enajenar el territorio dominicano a la Francia
(no obstante el sinnúmero de circunstancias que a ello
se oponen), o a entregarlo a Haití, Báez, decimos, si al-
guna vez ha logrado asaltar el poder ha sido siempre,
o abusando de los más nobles sentimientos, o valién-
dose del soborno y de intrigas de baja ley25.

La controversia descrita por el polémico novelista y ensa-


yista es una muestra de lo suficientemente ilustrativa de los
niveles de tirantez que se registraron entre quienes descolla-
rían como los dos principales caudillos a lo largo de la Primera
República; entre los que, pese a que no existían contradicciones
antagónicas, fueron los dos principales rivales; y se erigieron
en los referentes más representativos de una sociedad que
no logró rebasar el personalismo, propio de una estructura
que expresaba los rasgos esenciales de una formación socio-
económica de origen colonial, como se ha dicho y, por ende
patriarcal. De manera que Báez solo fue el sucesor de Duarte en
tanto representante de un sector que, ante la ausencia del pa-
tricio, quedaba en la orfandad de representación política, no así
ideológicamente; o en tanto continuador de sus ideas indepen-
dentistas, dado que Báez era reticente a las ideas nacionalistas.
Es decir, fue su sucesor en términos de un imperativo dialéctico,
en el que a un caudillo hatero como Santana, habría de oponerse
un representante de la pequeña burguesía liberal; se trata de una
demanda de la dinámica sociopolítica, en la que el status vacan-
te debía ser ocupado por la figura relativamente más apta, y esa
figura era Báez; dado su adaptabilidad a los requerimientos de
la clase dominante y al carácter de personalidad ilustrada que

Ibídem, 19-22.
25

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 41

ostentaba. Condiciones estas enriquecidas por una acrisolada


vocación de poder y un pragmatismo político poco común en
el medio dominicano.
También Juan Isidro Jimenes-Grullón hace referencia a las
características de Santana y Báez, quienes “se dividieron el
poder” durante la Primera República, y no obstante poseer atri-
butos personales diferentes en términos de sus capacidades,
tuvieron unidos por el común denominador de que, ninguno
de los dos estuvo motivado —en su accionar político— por
otra razón que no fuese descollar como caudillos despóticos,
desprovistos de fe en las posibilidades de desarrollo del Estado
por sus propios medios; razón por la cual defendieron el pro-
tectorado o la anexión como únicas opciones. A diferencia de
los trinitarios y, en el plano militar, Antonio Duvergé, a quien
define como un militar patriota “inmaculado”. Describe a Báez
como “hombre de indiscutible capacidad política, pero de ética
nula”; mientras a Santana lo califica como “hombre de dotes
militares innatas… caudillo instintivo”. Reconoce que estos no
estaban desarticulados de una matriz socio-económica, en de-
fensa de cuya preservación actuaban. Es decir,

Ambos recibieron el respaldo de los elementos más des-


tacados de la intelectualidad burguesa, que se mostraba
también contraria a Haití, pero que alentaba principios
reaccionarios y una total desconfianza en las posibili-
dades del país para mantener su independencia. Estos
intelectuales se sintieron apoyados en su actitud por
algunos comerciantes dominicanos y extranjeros, y por
casi todos los burgueses que temían perder en la guerra
las riquezas adquiridas. Mayor interés mostraban los
políticos burgueses en ofrecer la república a cualquiera
potencia extranjera, que ellas en aceptarla26.

26
Juan Isidro Jimenes-Grullón, La República Dominicana: Análisis de su pasado
y su presente (Santo Domingo: Editora Búho, 2004), 55 y 58-59.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


42 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

Ahora bien, la conceptualización sobre las clases sociales


en este intelectual es ostensiblemente diferente a la de otros,
como por ejemplo Bosch. Es decir, la clase social que este últi-
mo identifica como “hatera”, Jimenes-Grullón la define como
burguesía; mientras que la que en el esquema de Bosch figu-
ra como “alta pequeña burguesía”, Jimenes-Grullón le llama
“clase media”. De igual modo a quienes Bosch denomina
“pequeña burguesía baja”, Jimenes-Grullón la identifica como
“proletariado”. A la vez, este último sostiene que en el país ha-
bía una escasa burguesía liberal y atribuye a la “intelectualidad
corrompida” el papel de ofertar la república en pública subasta
al mejor postor27.
Como figura de contraste, y también de pronunciados per-
files caudillistas, es preciso mencionar a José María Cabral,
conocido en los predios historiográficos como el “Protector”
de la patria. Sus glorias de guerrero invicto traspasaron las
fronteras de la Guerra de Independencia, dado que también
descolló en la Guerra de la Restauración como jefe de los ejér-
citos del sur. La victoria de Santomé constituye su triunfo
más emblemático en la Primera República; mientras que en la
Guerra Restauradora fue el héroe de la batalla de “La Canela”,
haciéndose respetar en la primera por las fuerzas invasoras
haitianas y en la segunda por las fuerzas españolas. No obstan-
te, Miguel Ángel Garrido lo define como un sujeto desprovisto
de las ambiciones y aspiraciones necesarias para dar sustento
a su grandeza militar. Es decir, para éste intelectual, la estatura
como exitoso estratega militar de Cabral supera los alcances
obtenidos en su manejo como gobernante. En este plano, pese
a los méritos cosechados en las trincheras de combate, se le
endilga una serie de debilidades que van desde ceder su poder
a favor de Buenaventura Báez, cuya gestión luego de la Guerra
Restauradora respaldó, así como haber aprobado durante su
mandato, en el año 1867, la hipoteca de la Bahía de Samaná

Ibídem.
27

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 43

a los Estados Unidos de Norteamérica. No obstante no se ca-


racterizó por la crueldad, sino por las debilidades señaladas.
Además se le atribuye una doble personalidad basada en

la estoica serenidad del soldado, la falta de entusias-


mo del hombre, el desprecio a la gloria del héroe, la
perenne indolencia del ciudadano, la rara virtud del
patriota, la nostaljia [nostalgia] imposible de un espí-
ritu que no ha tenido jamás en sus luchas ni el ideal
que vigoriza y eleva, ni las pasiones que encienden o
matan, ni las transfiguraciones que condenan o sal-
van. Su vida es una eterna ironía. Campo dilatado en
que solo supieron medrar las victorias que honran su
espalda, y en donde dejara en el olvido, en el instan-
te mismo de cosecharlo, el esclarecido renombre que
había de hacerle inmortal en el corazón de la patria.
Pudo… levantarse omnipotente en el espíritu de las
mayorías, encadenar a sus glorias los destinos de la
recién nacida república, sostener por sobre las am-
biciones prematuras el ideal febrerista, salvar de los
patíbulos posteriores de Santana la majestad del dere-
cho, y de los horrores de su poder absoluto la libertad
nacional. Y no lo hizo, y siguió en la personal mono-
tonía de su estoicismo: mecánico, sin aspiraciones,
sin alientos ni fe, sin vocaciones que aguijonearan su
alma, sirviendo a la patria sin encariñamientos revo-
lucionarios, relegado por su propia manera de ser a
ideas secundarias, y solo cultivó, cuando jinete inven-
cible en su caballo de guerra, ponía espanto al haitiano
y sonreía a la muerte con la impávida serenidad de los
héroes olímpicos28.

28
Miguel Ángel Garrido, ibídem, 92-93.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


44 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

3. La revolución cibaeña de 1857 y el retorno de Santana

La crisis sistémica experimentada por la República Domi-


nica desde la fundación del Estado en el año 1844 tuvo varias
modalidades. Una de las peores fue la expresada a mediados
del penúltimo lustro de la Primera República a través de la
rebelión encabezada por los tabaqueros del Cibao contra el
gobierno de Buenaventura Báez, en el mes de julio de 1857.
La misma respondía a debilidades inherentes a las estructuras
económicas, políticas y sociales, que a su vez eran revelado-
ras de una formación social caracterizada por una mentalidad
caudillista de factura patriarcal, a la que se ha hecho referencia,
agravada con el escaso grado de desarrollo de las fuerzas pro-
ductivas, que constituyeron la principal causa del deficiente
funcionamiento de la justicia, la política, la educación, entre
otras. Sobre este proceso, Bosch reflexiona acerca de los facto-
res causales que lo explican, y llega a la conclusión de que, los
acontecimientos relacionados con la rebelión cibaeña contra
Báez, se explican en términos de varios aspectos estructurales
y coyunturales. Es decir,

Es a la luz de la situación de miseria generalizada en


que vivían los dominicanos entre 1850 y 1857 como
hay que ver los acontecimientos de este último año,
el levantamiento contra Báez que dirigió el comer-
cio cibaeño encabezado por el de Santiago, pero no
podemos caer en la simpleza de achacarle ese levan-
tamiento a una sola causa, por ejemplo, a la operación
de cambio de las monedas de oro y plata (que recibían
de Europa los comerciantes cibaeños para que com-
praran tabaco que debían despachar al Viejo Mundo)
por los billetes o papeletas dominicanos que hacía el
gobierno… En el año 1857 Báez puso a circular una
cantidad tan alta de esas papeletas que de 60 y 70 por
peso oro o fuerte que valían pasaron a 3 mil y 4 mil,

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 45

y cuando los comerciantes compradores de tabaco vi-


nieron a darse cuenta, en vez de pesos fuertes o tabaco
lo que tenían en las manos eran montones de papele-
tas que no valían nada, mientras que con una parte
del oro y la plata que había recibido a cambio de esas
papeletas el gobierno se había quedado, a través de
intermediarios de su confianza, con el producto más
valioso del país por esos años, que era el tabaco. El
gobierno actuó como un estafador, y esa estafa desató
la revolución del 8 de julio (1857), pero en realidad
la estafa fue solo el precipitante de ese levantamien-
to, pues las causas profundas, las que no se ven o no
ve todo el mundo, era un amasijo de contradicciones
entre las diferentes capas de la pequeña burguesía do-
minicana, que habían estado pasando por un proceso
de desarrollo a partir… de 1844, gracias más que nada
a que las guerras contra Haití habían dado oportuni-
dad a muchos pequeños burgueses de las capas más
bajas para que ascendieran en algunos casos hasta las
más altas29.

Ahora bien, la elección del materialismo histórico como mé-


todo de análisis de la sociedad dominicana, permite a Bosch
identificar y explicar las causas profundas que, en términos
estructurales o sistémicos y coyunturales, dan lugar a la com-
prensión del complejo fenómeno que implica la turbulencia
política y social del periodo decimonónico dominicano, par-
ticularmente en el interregno de la Primera República, pues
aunque la Segunda República tuvo una singular espectacula-
ridad en tal sentido, no es el caso estudiado en este escrito. Es
decir, la postura metodológica y epistemológica del referido
analista constituye factores conducentes a la exposición objetiva

29
Juan Bosch, La guerra de la Restauración (Santo Domingo: Alfa & Omega,
2007), 17-18.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


46 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

y científica de los acontecimientos, al margen de todo sesgo


de factura ideológica. Además, el análisis clasista desde el
cual explica el comportamiento de los diferentes grupos que
intervienen en el proceso, supera la narrativa simplista a la que
tuvieron acostumbrados los historiógrafos tradicionales a los
lectores. Este enfoque, debido a la cientificidad que encierra,
constituye un tributo al conocimiento y a su vez una valiosa
herramienta para instrumentar el conocimiento histórico a fa-
vor del diseño de estrategias de desarrollo en el vasto campo
de las ciencias sociales, políticas y pedagógicas. O sea, esa vi-
sión estructural de la historia en la que Bosch, coincidiendo con
reputados teóricos del área como Fernand Braudel30, aborda el
estudio de los hechos articulados a una matriz socio-histórica
y socio-cultural, en términos de las cuales los mismos deben
ser comprendidos, es un tributo inestimable a las presente y
futuras generaciones acerca de la identificación de las causas
que determinan el deficiente funcionamiento institucional del
Estado dominicano, lo cual repercute en un funcionamiento
accionar también deficiente de los distintos estamentos que
constituyen el entramado social y administrativo.
Además, es resaltable el hecho de que el prolongado estado
de inestabilidad que caracterizó al país en sus distintas estruc-
turas desde la proclamación de la independencia, provocó en el
año 1857 la reedición de un fenómeno político similar, relacio-
nado con la alianza del sector de la pequeña burguesía de ambas
coyunturas al caudillo Pedro Santana. Es decir, en el 1843 los tri-
nitarios pactaron con el sector de los hateros, lo cual permitió a
su jefe político asumir la primera magistratura del Estado alter-
nadamente durante 17 años, hasta que se materializó la anexión;
mientras que el sector pequeño burgués santiagués reeditó un
pacto político parecido con el general Santana, urgido por simi-
lares debilidades socio-políticas y socio-económicas, agravadas

Colectivo de autores franceses y cubanos, La Historia y el oficio del


30

historiador (La Habana: Ediciones Imagen Contemporánea, 2012), 25-30.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 47

por contradicciones con su antiguo líder (Buenaventura Báez),


quien los llevó a la quiebra como cosecheros y comerciantes de
tabaco.
Tras el estallido de la revolución de julio, y destituido Báez,
los cibaeños eligieron como su gobernante a José Desiderio
Valverde, con asiento en Santiago, tras lo cual se proclamó la
constitución democrático-liberal más progresista en la historia
republicana. Pero en razón de las debilidades intrínsecas del
sector sublevado, se vieron precisados a recurrir al héroe de
“Las Carreras” como único remedio en el contexto de la coyun-
tura para librarse de la amenaza baecista. El caudillo seibano
en la ocasión estaba exiliado en Saint Thomas, desde donde re-
gresó —requerido por la élite política cibaeña— para asumir el
control del gobierno. La vulnerabilidad de los revolucionarios
del norte se expresó sobre todo en el plano militar; habiendo
designado al general Juan Luis Franco Bidó para la toma de la
capital. Pero este no logró concitar el respaldo suficiente en sus
tropas, ocasión en la que se formalizó la solicitud de ingresar
al país a Santana, al cual de inmediato se le reconoció el rango
de general y se le asignaron “500 pesos para que levantara en la
región de El Seibo un ejército destinado a apoyar al que comandaba
Franco Bidó”. No obstante queda sobre el tapete la interrogante
de por qué fracasó la revolución cibaeña; y la respuesta se halla
en el carácter impopular de la misma, dado que la élite comer-
cial que la encabezó era la que siempre había oprimido a los
cosecheros del tabaco, por lo que el pueblo santiagués le negó
el respaldo a los sublevados. Además, Báez era el representan-
te de los estratos bajos de la pequeña burguesía, que endosó
su apoyo al caudillo seibano, una vez desplazado del poder
el presidente Báez. Antes de que Santana ingresara al país to-
maron el camino del exilio los principales representantes del
gobierno de Santiago, entre los que se hallaban su presidente
José Desiderio Valverde, Domingo Mallol, Benigno Filomeno
de Rojas, Ulises Francisco Espaillat, Domingo Daniel Pichardo
y Pedro Francisco Bonó. En el contexto del nuevo gobierno se

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


48 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

impuso la Constitución de 1854, en la cual estaba contenida la


pena de muerte, en sustitución de la Constitución de Moca31.
Ahora bien, la crisis estructural expresada —entre otros
acontecimientos de enorme relevancia, a partir de mediados
del siglo XIX, en la revolución cibaeña—, es explicada por Pe-
dro L. San Miguel, investigador puertorriqueño, en términos
de una tendencia histórica de carácter insular que inició con el
estallido de la Revolución Haitiana y continuó con las luchas
independentistas y emancipadoras dominicanas. De manera
que, a diferencia de los demás enfoques desde los cuales la ma-
yoría de los historiadores explican el proceso, este lo interpreta
como expresión de un fenómeno de dimensiones globales a
escala insular y, por ende de carácter internacional, dado que
tanto la guerra anticolonialista de los esclavos de Saint Do-
mingue contra Francia, igual que la guerra de la Restauración,
fueron expresiones de resistencia con matices diferentes contra
los intereses de metrópolis europeas (Francia y España). Al en-
juiciar el proceso en el que cobra capital importancia histórica
la rebelión de los cibaeños en el año 1857 contra Báez, afirma el
referido investigador que,

“Visto en perspectiva histórica, la Revolución del 57 y


la Guerra de la Restauración no fueron sino momentos

Ibídem, 22-33. Fueron varios los factores que imposibilitaron a la


31

pequeña burguesía cibaeña retener el poder más allá de la destitución


de Báez. En primer lugar, se constituía en gobierno revolucionario sin
la base social necesaria para sustentar su funcionamiento, dado que la
pobreza generalizada que afectaba a la sociedad no exceptuaba a las
masas empobrecidas de la región norte del país y además respondían
a un esquema caudillista que impugnaba la intelectualidad santiaguesa
en virtud de sus convicciones político-ideológicas liberales. En segundo
lugar, no contaban con los recursos suficientes para sostener una guerra
contra el sector conservador, el cual intervino como emergente ante el
fracaso de la gestión baecista. En tercer lugar, “Esas fuerzas no constituían
un ejército; formaban lo que en nuestra lengua española se llaman tropas
colecticias, que son las que se componen de hombres sin entrenamiento
militar y por tanto ignorantes de la disciplina”. Ibíd., 25.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 49

de una serie de conflictos armados que afectaron al


país en el ‘largo siglo XIX’ y que comenzaron con
las conflagraciones surgidas a raíz de la Revolución
Haitiana”32.

4. El medio social y la búsqueda del padrinazgo europeo

El contexto en el que surge el Estado dominicano como enti-


dad jurídico-política en el año 1844 ha sido descrito y definido
por varios analistas a través de enfoques distintos, pero articu-
lados transversalmente entre sí por un común denominador.
El mismo es expresado en el reconocimiento del predominio
de relaciones de producción precapitalistas correspondientes
a una formación social en la que coexistían varios modos de
producción concomitantemente, uno dominante y otros subor-
dinados. Esta realidad implicaba el predominio de condiciones
de vida de subsistencia, dado el carácter esencialmente rural
de la sociedad cuya población, en su mayoría, subsistía de ac-
tividades agrícolas artesanales, bajo la condición precaria de
un campesinado integrado por propietarios que apenas pro-
ducían para sobrevivir; y una mayoría integrada por jornaleros
u obreros agrícolas. Otro segmento de la población rural es-
taba dedicado a labores de pastoreo en los hatos, los cuales
representaban un modelo económico de escasa productividad,
a pesar de que constituía el modo de producción dominante.
En esa tesitura Juan Isidro Jimenes Gullón plantea la existen-
cia, en la República Dominicana, de dos modos de producción.
El colonial y el capitalista. Estos comportaban características
esencialmente distintas. El primero, afirma el intelectual de
referencia, aparecía circunscrito de manera casi exclusiva
a la ruralía dominicana y en él se daba una combinación de

32
Pedro L. San Miguel, La guerra silenciosa: las luchas sociales en la ruralía
dominicana, [2004] (Santo Domingo: Búho, 2011), 43.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


50 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

caracteres “capitalistas” y “precapitalistas”. Las manifestacio-


nes más importantes de este modo de producción colonial eran
la “aparcería” y el “patriarcalismo”, consistentes en la cesión de
una porción de terreno por parte del latifundista al cosechero,
a modo de alquiler o arrendamiento, por una o varias cosechas.
Jimenes-Grullón también identifica formas de vasallaje asocia-
das a la vida de los obreros agrícolas que además recibían el
permiso del hacendado para construir “una casa de yagua”
en el conuco. Dichas condiciones de vasallaje las describe el
intelectual, a partir de las ayudas percibidas por los obreros
agrícolas, debido a la precariedad de sus salarios. Es decir, en
tales condiciones, los trabajadores establecían con su patrón
una especie de relación feudal. Concluye en que, el único com-
ponente propio del modo de producción capitalista que poseía
el modo de producción colonial era el “salario”, el resto de sus
rasgos correspondía a relaciones de producción precapitalis-
tas. En cambio, el modo de producción capitalista, el analista
lo sitúa en el ámbito de la zona urbana, al cual correspondía
una “clase obrera” que poseía importantes rasgos de heteroge-
neidad. Considera que entre el obrero agrícola-azucarero y el
obrero urbano, había similitudes esenciales, dado que ambos
subsistían casi exclusivamente de sus bajos salarios; sin embar-
go hace una diferencia fundamental entre aquellos y, el obrero
dedicado a la industria extractiva o cortes de madera, así como
el dedicado a “faenas agrícolas” (jornalero o echador de día),
los cuales constituían la principal característica del modo de
producción colonial33. A este drama socio-económico agrega la
existencia de una tasa de analfabetismo que alcanzaba el 95 %
de la población infantil, adolescente y adulta, aunque reconoce
que este dato no está confirmado34.

33
Juan Isidro Jimenes-Grullón, Sociología política dominicana (1844-1966),
volumen 1 (1844-1898) (Santo Domingo: Alfa & Omega, 1980), 27-29.
34
Ibídem, 30.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 51

El esquema taxonómico de Jimenes-Grullón, en su jerar-


quización y diferenciación de las clases sociales, identifica la
existencia de una “burguesía” y una “clase obrera” en la Repú-
blica Dominicana de mediados del siglo XIX, aunque como se
ha dicho, reconoce el predominio de formas precapitalistas de
producción. En cambio, Juan Bosch, define la formación social
del periodo a partir de la identificación de dos clases sociales
principales: los hateros (dominante) y dueños de los principa-
les medios de producción que eran la tierra y el ganado; y, la
pequeña burguesía originada en la región del Cibao, dedicada
a labores agrícolas basadas en el cultivo del tabaco, principal
símbolo representativo de esa clase social caracterizada por la
posesión de pequeñas propiedades. En el esquema de Bosch
dicha clase social representaba las ideas liberales (a ella per-
tenecían los trinitarios); mientras que los hateros respondían
a las ideas conservadoras; un conservadurismo de profunda
raigambre colonialista, lo que se evidencia con el fenómeno de
la anexión. Durante veinte años en promedio, la historia do-
minicana se define en términos de la confrontación entre los
hateros y la pequeña burguesía35. Es decir, durante el periodo
que media entre la proclamación de la separación de Haití y la
proclama del Grito de Capotillo, los hateros fueron desaloja-
dos del poder ante la desaparición de la figura absolutista del
caudillo Pedro Santana y la emergencia del liderazgo pequeño
burgués-liberal de Gregorio Luperón.
En una orientación sociohistórica similar, Hugo Tolentino
Dipp reflexiona acerca de la estructura de la sociedad sobre
cuyas bases se erige el Estado dominicano. En las diversas “ten-
tativas” emancipadoras del pueblo dominicano se observa una
tendencia “histórico-estructural” en la que éste trataba de re-
definir la realidad nacional a partir de los presupuestos de su
propia constitución interna. Esto, en razón de las debilidades

35
Juan Bosch, Composición social dominicana, Historia e interpretación (Santo
Domingo: Alfa & Omega, 2007), 249.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


52 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

intrínsecas a la sociedad, explica que las luchas de las masas


que “pugnaban por su emancipación” tuviesen varias facetas
para el alcance de sus respectivas reivindicaciones. La ne-
cesidad de desarrollo económico y político de los sectores
mercantiles, así como los segmentos pequeño-burgueses que
surgieron a principios de siglo e intentaron consolidarse en el
marco de la lucha por la independencia, expusieron sus am-
biciones de clase y la búsqueda de la libertad, como nunca
antes, así como las pugnas y manifestaciones directas de los
centros capitalistas europeos, constituyen elementos claves
para la comprensión del proceso experimentado por la socie-
dad dominicana tras su separación de Haití. Es decir, debido a
las enormes precariedades económicas y sociales, además del
marcado atraso político de los distintos sectores de la sociedad,
ese proceso de desarrollo no arribó a la conformación de una
sociedad dominicana “realmente independiente”, dando lugar
en cambio, a la consolidación de un modelo caudillista con
carácter despótico, representado máximamente por el general
Pedro Santana. De manera que la independencia prohijó deter-
minados cambios cosméticos y formales, pero en lo “medular”
todo continuó siendo igual36; y en ciertos aspectos peor. Esto
lo revela la distribución de los gastos correspondientes al pre-
supuesto aprobado a mediados del año 1845, el cual ascendía
a la suma de “$1,179,889” pesos, de los cuales solo se asignó a
la cartera de Instrucción Pública el monto ínfimo de “$2,720”
pesos; mientras que al “Departamento de Guerra y Marina” se
le asignó la suma de $1,000,000.00 de pesos; es decir, más del 80
por ciento del presupuesto37. Estos datos son lo suficientemen-
te reveladores del predominio de una economía de guerra en la
que eran marginadas funciones tan vitales como la educación,
y ni hablar del sistema de salud sobre el cual no hay estadísti-
cas oficiales certeras.

Ibídem, 25-26.
36

37
Juan Isidro Jimenes-Grullón, ibídem, 29.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 53

Otro rasgo descriptivo del carácter de subsistencia que


definía las estructuras del Estado a mediados del siglo ante-
pasado lo evidencia el tipo de movilidad social que afectaba
especialmente a los militares, los cuales de simples carreteros o
comerciantes ascendían a coroneles con absoluta facilidad; con
la misma facilidad que descendían, cuando los casos lo ameri-
taban, para ocuparse de sus habituales quehaceres laborales38.
Pero el impacto de la formación social incluía otros elementos
relacionados con las costumbres y las tradiciones folklóricas,
entre las que el consumo de alcohol, el juego de gallos, entre
otras, tuvieron presentes incluso en el proceso restaurador.
Así lo evidencia El alzamiento de Neiba, en el cual se testimonia
la embriaguez que afectaba a uno de los jefes sublevados en
una rebelión que no superó las siete horas. Al respecto, en re-
ferencia a Cayetano, uno de los conjurados, se afirma que, “La
viuda del general Sena, el héroe de la batalla de Cambronal
contra los haitianos, le entregó un machete al futuro guerre-
ro. Mientras otra mujer, María Sánchez, le regaló una botella
de aguardiente. Las armas fueron las proporcionadas por los
mismos vecinos. No existe una organización ni una disciplina
interna. El propio Cayetano está borracho y continuó toman-
do”. Su trastorno llegó al extremo de intentar agredir a uno de
sus compañeros de combate39.
Ahora bien, lo acontecido en el país luego de la Guerra de
Independencia estuvo condicionado no solo por la formación
social de herencia colonial, sino también por los cambios intro-
ducidos durante los veintidós años de ocupación haitiana. Es
en este periodo cuando surge el campesinado en el marco de
la abolición de la esclavitud encabezada por el presidente-dic-
tador Jean Pierre Boyer. De forma que los cambios económicos
y sociales ejecutados durante el periodo repercutieron en la

38
Juan Bosch, Composición social dominicana…, 255.
39
José Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez, El alzamiento de Neiba:
acontecimientos y documentos (febrero de 1863) (Santo Domingo: Búho,
2012), 31-33.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


54 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

estructura del naciente Estado dominicano a partir de 1844. El


principal cambio económico-social estuvo determinado por la
desarticulación

de la base que servía de sostén a la producción colo-


nial, el gran latifundio, aunque no desapareció del
todo, se resquebrajó violentamente con las medidas
de nacionalización dictadas por Boyer en 1822-1824.
La fragmentación de latifundios y la entrega de pe-
queñas parcelas a los antiguos esclavos creó en las
zonas sur y este del país un pequeño propietario
rural que devino en pequeño burgués del campo.
Esta especie de reforma agraria, con características
primitivas y patriarcales, determinó que terrenos
anteriormente improductivos, cubiertos de malezas,
se abrieran a la agricultura y comenzaran a produ-
cir café, cacao, tabaco, algodón, frutos menores, etc.,
que se destinaron tanto a la exportación como a la
alimentación de la población. La aplicación del Có-
digo Rural y el trabajo obligatorio en las actividades
agrícolas… impulsó enormemente la producción
de bienes materiales, llevándola a niveles que per-
mitieron iniciar un voluminoso comercio interno…
dio nacimiento a una pequeña burguesía urbana en
la ciudad de Santo Domingo que desempeñó un pa-
pel fundamental en el movimiento separatista. Los
cambios sociales fueron… primero… abolición de
la esclavitud, que convirtió en ciudadanos libres al
19% de la población (unas 12,000 personas)… segun-
do… eliminación de todos los privilegios clasistas
que mantenían discriminados a los mulatos y ne-
gros libres que representaban el 70% de la población
(44,000 personas). Estas dos medidas revolucionarias
excluyeron el prejuicio racial que existía en la socie-
dad dominicana y permitieron una más profunda

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 55

integración racial del pueblo que proclamaría su in-


dependencia en 184440.

Además, el gobierno de Boyer estuvo azotado por catástrofes


naturales consecutivas que contribuyeron a frenar el auge de las
transformaciones económicas que implementó. Dichos eventos
catastróficos se produjeron con una frecuencia asombrosa, al
extremo de estimular la superstición. No obstante, las medidas
tuvieron tal efecto en la dinámica productiva que, aun así, las di-
ferencias antes y después de la ocupación fueron notorias. Entre
los fenómenos naturales del periodo se destacaron,

El ciclón del 28 de agosto de 1827,… fue tan fatal para


el comercio como para la agricultura; el ciclón del 21
de agosto de 1828, ‘un huracán extraordinario que
destruyó lo que había respetado la borrasca del año
anterior’… La epidemia de cólera del 9 de agosto de
1832… el ciclón del 23 de septiembre de 1834, llama-
do “Tormenta del Padre Ruiz” y que de resultas de
este contratiempo los campos quedaron desolados…
los ciclones del 5 y 13 de agosto de 1835, llamados
“la Tormenta Grande”, que cuando se iba reponien-
do el país de los estragos anteriores y reinaba ya la
abundancia de frutos menores “[…] volvieron a sumir
las poblaciones en la miseria y llenar las mejores co-
marcas de ruina… el ciclón del 28 de julio de 1837…
“furioso vendaval”; y por último el espantoso terre-
moto de Santiago y La Vega41.

En consecuencia, para juzgar la conducta política del per-


sonaje en cuestión con la mayor aproximación posible a la

40
Emilio Cordero Michel, “Cátedras de historia social, económica y política
dominicana”, en Obras escogidas, [1970] (Santo Domingo: Archivo General
de la Nación, 2015), 390, 391, y 394.
41
Ibídem, 391.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


56 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

objetividad, es preciso situarlo en un contexto caracterizado


por una formación social, en la cual se desarrolló su perfil
ideológico, impregnado de una mentalidad que lo predispuso
frente al invasor haitiano y a favor de España. En tal senti-
do, la traumática experiencia sufrida por sus padres, cuando
se vieron urgidos a emigrar desde su natal Hincha hacia la
parte Este, décadas después de la división insular protagoni-
zada por España y Francia mediante el Tratado de Aranjuez
(1777), fue transferida a los miembros de la familia en forma
de sentimiento xenófobo, contra los pobladores negros de ori-
gen africano, que bajo el control de los franceses ocuparon los
territorios que hasta entonces habían pertenecido a la colonia
española de Santo Domingo. Con los años, aquel retiro forzoso
de su lar nativo se tradujo en deuda étnico-racial, que llegado
el momento era preciso saldar. Coincidencialmente Pedro San-
tana nació el 29 de junio del año 1801, año en el que Toussaint
Louverture ocupó la parte Este de la isla, en nombre de Francia
y, al amparo del Tratado de Basilea (1795); pero el éxodo de
familias dominicanas de origen canario se había iniciado con
anterioridad, a partir del referido tratado, mediante el cual fue-
ron cedidas las villas de Hincha, San Rafael, San Miguel de la
Atalaya y las Caobas, a los franceses.
Sobre su entorno familiar debe decirse que Pedro era her-
mano gemelo de Ramón; además tenía un tercer hermano (el
mayor), de nombre Florencio, el cual era discapacitado de naci-
miento y enfermo mental. El prestigio de Santana se desarrolló
a la sombra de su padre, también llamado Pedro, depositario
de una prestante relevancia social en la villa de El Seibo, en vir-
tud de la posición privilegiada que le asignaba su control sobre
los medios de producción en su condición de hatero y, de haber
ostentado el rango de coronel en las milicias coloniales españo-
las, y de haberse destacado en la Batalla de Palo Hincado. Bajo
esos presupuestos emerge la figura imponente del caudillo
seibano, cuyo poder ilimitado emanaba de una dualidad re-
presentada por el conservadurismo encarnado en la oligarquía

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 57

ganadera (los hateros) y la intelectualidad ilustrada. En este


último sector halló Santana y Familia al mentor que lo involu-
craría, conduciría y asesoraría en las artes políticas, hasta que
el déspota se sobreestimó creyéndose imprescindible, e hizo de
su obra una tragedia nacional. Este fue Tomás Bobadilla y Brio-
nes, además de otras prestantes figuras ya mencionadas. En
este plano el tirano actuó bajo los criterios con que procede la
mayoría de los caudillos, que hacen del poder que la sociedad
les confía, un medio para saciar sus egos, sus resentimientos,
sus odios y sus ínfulas de grandeza. Santana, como todo caudi-
llo, se creyó indispensable, y ese concepto de sí mismo no era
producto exclusivo de sus caprichos, sino de una sociedad que
fruto de la vaciedad institucional vigente, delegó en sujetos do-
tados de sus atributos todo el poder político y social. También
es necesario destacar la falta de fe y de confianza en las posibili-
dades autogestionarias y de sobrevivencia de la República, ante
la amenaza haitiana, esgrimida por Santana y el resto de los
sectores conservador e ilustrado. Dichas limitaciones fueron
expuestas como justificación para gestionar un protectora-
do o anexión ante una potencia europea cualquiera. En esos
cabildeos la potencia mejor ponderada desde el principio
fue Francia, cuyo protectorado fue procurado por los afran-
cesados, encabezados por Bobadilla. Este último era tenido
como una figura respetable por su fina formación intelectual;
familiarizado con las ideas político-filosóficas más avanzadas
de la época dieciochesca y decimonónica, representadas por
liberales como John Locke, Rousseau, Herbart, Jefferson, entre
otros. Dichas gestiones a favor de Francia se enmarcaron en
las labores diplomáticas realizadas por Levasseur, el cónsul
francés en Haití, quien nombró en la República Dominicana a
Juchereau Saint-Denys, el cual previamente se desempeñaba
como vicecónsul en Cabo Haitiano. Bajo la influencia de este
cónsul francés, Pedro Santana fue nombrado “Comandante
en Jefe de las Fuerzas Armadas de la República” recién fun-
dada. Pero a la larga, aquellas diligencias de protectorado no

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


58 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

prosperarían, por lo que fue menester agenciarse la Anexión


a España, siendo esta última la que bajo la condición de pro-
vincia de ultramar se anexó a la otrora soberana República
Dominicana.

5. La anexión y el ocaso del general Santana

Durante las gestiones realizadas para llevar a cabo la anexión,


el gobierno español designó como intermediarios a las autori-
dades del gobierno colonial en Cuba. El capitán general de la
isla, Francisco Serrano, escogió al general Antonio Peláez Cam-
pomanes para que diagnosticara la situación dominicana antes
de tomar una decisión al respecto. Además visitó a la República
Dominicana el general brigadier Joaquín Gutiérrez de Ruvalca-
ba, quien reunido con el séquito del hasta entonces presidente
dominicano Pedro Santana, en el que sobresalía la figura del
general Antonio Abad Alfau, vicepresidente de la República,
emisario que desde el año 1859 había estado realizando ges-
tiones ante el gobierno español,42 destinadas a convencer a la
corona sobre las ventajas de la anexión. De forma que Gutiérrez
de Ruvalcaba obtuvo de primera mano un informe prelimi-
nar sobre la situación en que se hallaba el país. Aquél proceso

Ibíd., 43-47. Es preciso aclarar que, en sus diligencias ante la reina Isabel
42

II, el vicepresidente Alfau planteó las distintas necesidades que agobiaban


al país, no obstante, puso énfasis fundamental en el aspecto militar, que
evidentemente era la mayor preocupación derivada de las tentativas
de ocupación de las autoridades haitianas. “Al principio lo que pidió el
general Alfau fueron armas, municiones, correajes y ayuda económica
y profesional para organizar un ejército y construir fuertes en algunos
puntos de la costa dominicana, y después pasó a hablar de protectorado
o anexión. Hay indicios de que quienes desempeñaron los papeles por
lo menos de directores en la ejecución del plan, fueron Pedro Ricart y
Torres, Miguel Lavastida y Felipe Dávila Fernández de Castro. El 14 de
febrero de 1860 estaba el general Felipe Alfau presentando credenciales
de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República
Dominicana ante la reina de España”. Ibíd., 44-46.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 59

constituía una situación humillante por partida doble; primero


porque se perdería la soberanía y, segundo, porque habiendo
ostentado la República Dominicana la categoría de Estado in-
dependiente, se sometía al escrutinio de una colonia bajo cuyas
órdenes debía actuar para llenar los trámites de la anexión. De
este modo naufragó la soberanía, lo que dejó evidenciado que
los sectores ilustrados y conservadores jamás creyeron ni fue-
ron partidarios de preservar la Independencia Nacional, dado
que el problema a resolver consistía en mantener la parte este
separada del oeste, para subastarla al mejor postor. En ese sen-
tido también hubo contactos con la diplomacia inglesa cuyo
país fue valorado como potencia protectora. Ya para la época
había sido concebida la Doctrina Monroe, por lo que Estados
Unidos de Norteamérica también vigilaba de cerca lo sucedido
en el país.
Es útil resaltar que, a pesar de ser consultado como un orácu-
lo por los “notables”, Bobadilla, al igual que su pupilo Santana
y el resto de los miembros de este sector, también estaba des-
provisto de la fe y la perseverancia propias de los forjadores de
la República que, como Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios, se
jugaron sus vidas por la nación a pesar de ser estigmatizados
como locos aventureros. En cierto momento Francia fue conce-
bida como la “genuina encarnación de la protectora providencia
y la concretización material de todos los anhelos”43 de bienestar.
Además, a la oligarquía ilustrada y conservadora, le atraía el
hecho de que Saint-Denys era miembro de la nobleza francesa.
Se afirma que, en ocasiones, este sector representante de lo más
depurado de los ilustrados, conminó a Duarte y a Los Trinitarios
a concertaciones indeseadas. Ahora bien, la condición de ley, ba-
tuta y constitución encarnada por Santana, desapareció cuando
Báez lo enfrentó y se erigió en representante de los sectores que
otrora acaudillaba el “Marqués de Las Carreras”. Mantener la

43
Miguel Ángel Monclús, El caudillismo en la República Dominicana (Editora
Montalvo: Ciudad Trujillo, 1946), 22.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


60 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

supremacía en aquella rivalidad influyó en su determinación a


la anexión. Es decir, la condición de imprescindible que ostenta-
ba Santana desapareció ante la apertura de un nuevo escenario
en el que, con Báez en el poder, la búsqueda del protectorado o
la anexión estaban igualmente garantizadas.
De forma que, bajo cualquier administración caudillista, la
anexión o el protectorado estuvieron presentes como preceptos
doctrinarios desde antes de la creación del Estado dominicano.
El manifiesto del 16 de Enero firmado por un total de 154 sepa-
ratistas e independentistas, encabezados por Tomás Bobadilla,
dejaba implícitamente abierto el cauce de la anexión, dado que
no hizo alusión a la independencia: “que el sentimiento del in-
terés público sea el móvil que nos decida por la justa causa de la
libertad y de la separación”44. Además, al principio la idea de la
anexión resultó atractiva para amplios segmentos de la pobla-
ción, cuya nostalgia respecto a los valores de la hispanidad se
había manifestado como necesidad espiritual ante los trastor-
nos provocados por el periodo de dominación haitiana. Pedro
Santana intentó sacar provecho político de esta situación, bajo
la promesa del bienestar que sobrevendría tras la anexión. No
obstante, dichas expectativas pronto se desvanecieron, dada la
imposición de un régimen jurídico que chocó con las costumbres
del pueblo dominicano. Desde su instauración, las autoridades
españolas “comenzaron temprano a obrar en interés exclusivo y
de acuerdo con sus peculiares rémoras”45. Aplicaron preceptos,
ordenanzas y leyes desvinculadas de las costumbres naciona-
les. Sustituyeron el racional sistema contemplado en el Código
Civil, al que se estaba acostumbrado, y que se caracterizaba por
una flexibilidad en la que estaban ausentes las normas inquisi-
toriales propias del código español, y que fueron introducidas
al nuevo régimen jurídico dominicano.

44
Tribunal Constitucional de la República Dominicana, La justa causa de la
libertad (Manifiesto del 16 de Enero de 1844) (Santo Domingo: Búho, 2014), 40.
45
Ibídem, 34.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 61

De manera que, formalizada la Anexión el 18 de marzo de


1861 y, desatada la Guerra Restauradora dos años más tarde,
tras la proclamación del Grito de Capotillo, en la autoridad
del general Santana fue mermando su prestigio frente a las
propias autoridades españolas, representadas por el general
José de la Gándara. Además de la destitución de Santana y
la cúpula de su entorno, incluyendo los empleados públicos,
“los españoles trajeron señoritos ociosos y desprevenidos de
facultades para formar la burocracia”46, desde la primera go-
bernación encabezada por el general Felipe Rivero Lemoine.
Santana, acostumbrado a ser dueño absoluto de la adminis-
tración pública, se enfadó, por lo que renunció al cargo de
Capitán General con el cual fue investido, yendo al Prado a
rumiar su rabia, recibiendo como premio de consolación el
rango de “Marqués de Las Carreras”, lo cual implicaba una
estrepitosa degradación. El general Felipe Rivero Lemoine, su
sucesor, resultó ser víctima de los exabruptos del caudillo del
Prado, quien torpedeó las distintas medidas administrativas
que él había tomado. Pero la venganza no se hizo esperar, pues
el general José de la Gándara se trasladó desde Santiago de
Cuba a Santo Domingo, donde asumió la Capitanía General,
sometiendo a Santana a la obediencia y haciéndolo objeto de
múltiples humillaciones. De la Gándara venía con el propósito
de intentar apagar la hoguera en que se había convertido el
país en medio de la guerra de guerrillas encabezada por los
restauradores. “La Gándara halló en quien “desfogar” las iras
resultantes de los fracasos por donde quiera experimentados y
Santana, a sus manos pagó las que debía”47. Es decir, se propu-
so domar la soberbia agreste, y vengar los desafueros con que
había herido al general Rivero. Lo acusó de haber engañado a
España con las supuestas bondades de la anexión, por lo que le
formuló expediente inquisitorial en su contra.

46
Ibíd., 34.
47
Ibíd., 35.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


62 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

Puede inferirse que las contradicciones inherentes al proceso


anexionista, en el que se enfrentaron sus gestores locales y los
representantes de la Corona española, contribuyó a desmorali-
zarlos, lo que a su vez se transformó en avasallante autoridad
moral a favor de la resistencia anti anexionista. No obstante los
extravíos de Santana, alude Miguel Ángel Monclús que hubo
ingratitud por parte de los españoles frente a él, dado que aun-
que infligió un acto de traición contra el pueblo dominicano
mediante la anexión, actuó en defensa de los intereses del im-
perio. En medio de esta nueva realidad surgió la preocupación
de los haitianos ante la amenaza que representaban los blancos
europeos en esta parte de la isla; temían que, tras los conflic-
tos que sobrevendrían, se restableciera la esclavitud. De ahí su
rechazo a la anexión. Además esta era una de las razones por
las que insistían en controlar esta parte del territorio insular. A
raíz de la anexión “los negros gritaban al oeste del Masacre: los
blancos están de aquel lado, somos perdidos”48.
Ahora bien, en la concepción del historiador dominicano
Ciriaco Landolfi, quien al analizar la génesis de la identidad
del pueblo dominicano reconoce que, desde el punto de vis-
ta cultural, la tentativa integracionista de la nación haitiana y
la dominicana, a través de la ocupación de 1822, era inviable
por cuanto, entre otras razones, se justifica la separación-inde-
pendencia proclamada el 27 de febrero de 1844. No obstante,
condena la anexión y acusa a Pedro Santana de “traidor”. Ade-
más plantea que las raíces de la anexión se hallan en el modelo
recolonizador instaurado luego de la Guerra de Reconquista,
cuando se dejaron intactas las estructuras coloniales reafirman-
do la identidad a partir de los valores de la “madre patria”.
También destaca el engaño de que fue víctima el pueblo domi-
nicano y el propio caudillo seibano respecto de las supuestas
ventajas que entrañaba la anexión entre las que se hallaba el
compromiso de integrar a los soldados dominicanos al ejército

Ibíd., 31.
48

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 63

colonial; promesa que naufragó en una realidad caracterizada


por el prejuicio y la exclusión de los militares nacionales a con-
secuencia de sus características étnico-raciales. De manera que,

La anexión a España en 1861 fue apoyada por una


constante histórica incontrovertible, fundacional, con
episodio exitoso en la misma centuria, la Reconquis-
ta que dejó intacto el modesto tesoro patrimonial de
propia hechura cargado de mismidad tradicional
de pobreza extrema y libertad… no es alegato de
absolución al presidente Santana y a su grupúsculo
gobernante. En esa fuerza armada dominicana colo-
reada por todos los matices de la piel que depara el
mestizaje con mandos blancos, negros y mulatos. La
integración de ese ejército libertario en otro de ab-
soluta y exclusiva misión esclavista fue más que un
error, una torpeza incalculable. Todos y cada uno de
los miembros de la fuerza armada anexionista desem-
barcada en Santo Domingo habían sido formados con
el prejuicio racial como fundamento de su adiestra-
miento “social”49.

49
Ciriaco Landolfi Rodríguez, Apuntes para una teoría de la nacionalidad
dominicana (Santo Domingo: Instituto Panamericano de Geografía e
Historia, Sección Nacional Dominicana, 2011), 323-326. Sobre este asunto
ver también a José Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez, La gran Indignación:
Santiago de los Caballeros, 24 de febrero de 1863 (Documentos y análisis), En
Santo Domingo, “los españoles no tenían un enemigo común que uniera a un
amplio segmento de la población como en Cuba ocurría con los esclavos y gente de
color libre respecto a la población que se consideraba blanca. El asunto racial en
República Dominicana ocurrió al revés. Si en Cuba el miedo al negro había unido
a una parte de la población en torno a la metrópoli, el desprecio de los españoles
por negros y mulatos fue un factor de cohesión de gran parte de la población en la
decisión de restaurar la República… El común de la gente temía que los españoles
establecieran la esclavitud. Los negros y mulatos, la mayoría de la población,
podían ser vendidos en Cuba o Puerto Rico donde esa infernal institución existía.
Este fue uno de los motivos que movilizó a muchos dominicanos a integrar las
filas de la Restauración. Diversos testimonios demostraban lo que significaba este

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


64 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

En una tesitura similar, desde el punto de vista causal, María


Elena Muñoz observa una clara articulación entre la participa-
ción en la guerra separatista de quienes procuraban vender al
mejor postor la soberanía nacional, una vez procreada la inde-
pendencia. Es decir, aunque sin dudas el prejuicio antihaitiano
fue un factor decisivo en su labor protagónica, en el proceso
para llevar a cabo el acto anexionista resultaba indispensable
la separación, en razón de que ésta, “le abría expectativas con-
cretas a sus acciones extranjerizantes, como sucedería más tarde en
1861 con la anexión de la República a España”50. Con este pron-
tuario, el general Pedro Santana arribó al final de sus días
derrotado y abatido por su propia codicia y desarraigo patrió-
tico. La principal causa de su abatimiento reviste dimensiones
morales, dado que, no obstante haber maniobrado para que
el imperio español cosechara los frutos de la lucha que había
desarrollado el pueblo dominicano en aras de su independen-
cia y soberanía, aquellos terminaron de arruinar su carrera, a
través de las recriminaciones y el desprecio del que lo hicieron
víctima, desde las reacciones retaliadoras del general José de
la Gándara Navarro. De manera que el caudillo seibano sufrió
por partida doble el merecido castigo por ejecutado el adefesio
jurídico-político de la anexión; siendo derrotado por el pueblo
dominicano, y luego por los representantes del imperio en la
persona del general De la Gándara. Entonces, sus frustracio-
nes, que lo condujeron a una fulminante depresión, tuvieron

miedo a la esclavitud en República Dominicana. Por tan solo citar uno de ellos,
Juan de la Cruz Ureña se encontraba entre los que se sumaron a la insurrección
del 24 de febrero, en Santiago de los Caballeros, y declaró al ser interrogado por
los españoles luego de su captura: “Que se encontró a una porción de paisanos
armados entre los que recuerda a Ramón Almonte, Vidal Pichardo, Eugenio
Perdomo, Pedro Ignacio Espaillat, Juan Antonio Alix, Domingo Curiel y Ramón
Pacheco, todos los cuales le dijeron que los españoles querían hacerlos esclavos
entusiasmándolo con esto con lo cual consiguieron que los siguiese”, 19-20.
50
María Elena Muñoz, La política internacional europea y sus efectos en la isla
de Santo Domingo, siglo XVI-XIX (Santo Domingo: Instituto Panamericano
de Geografía e Historia, Sección Nacional Dominicana, Búho, 2008), 186.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 65

determinadas por factores exógenos y endógenos, dado que


además de las humillaciones sufridas desde el mando español,
las cuales fueron, desde la degradación hasta el bochorno, pro-
bablemente generaron en él un sentimiento de culpa del cual
no pudo reponerse. De forma que,

Cuando a causa de su enfermedad consideró Santana


que sería sustituido por Calleja, le significó a Gán-
dara que debía tener en cuenta el tácito derecho de
sucesión que tenían esos conmilitares. Hizo el viaje a
Santo Domingo para protestar y reclamar eso y sufrió
la honda depresión moral que precipitó su muerte y
tal vez murió ignorando que el general Gándara había
decretado su deportación el día 10 de junio a La Haba-
na, en su cuartel general de Monte Cristi. Ya habíamos
señalado cómo desde los días desdichados de la ba-
talla de Arroyo Bermejo y de la censura de Gándara,
comenzó Santana a perder lo que le restaba de su des-
medrado poder y crédito dentro del gobierno que su
apostasía había erigido tal vez por aberraciones de sus
sentimientos patrióticos o por emular a Juan Sánchez
Ramírez51.

6. Conclusiones

Es imposible separar los triunfos del pueblo dominicano en


sus luchas por la independencia y soberanía de la Repúbli-
ca Dominicana del genio militar del general Pedro Santana.
Como se ha visto, para sus apologistas de ayer y de hoy, a él
le corresponde un espacio privilegiado entre los inmortales de
la patria. Sin embargo, quienes han recurrido en su defensa, lo

51
César A. Herrera, Anexión-Restauración: Relato de su historia rigurosamen-
te documentado para estimular el patriotismo de la juventud. Escrito en
ocasión de conmemorarse el primer Centenario del 16 de agosto de 1863
(Santo Domingo: AGN-Academia Dominicana de la Historia, 2012), 354.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


66 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

han hecho atendiendo a intereses sesgados ideológicamente a


partir de presupuestos alejados de los principios nacionalis-
tas y humanísticos más elementales. Es cierto que la conducta
política de Pedro Santana debe juzgarse en el contexto el cual
estuvo definido y caracterizado por una serie de perturbado-
res en el marco de los cuales se conformó su mentalidad, pero
eso no justifica el desprecio por los valores de la solidaridad,
la sensibilidad, el perdón, la tolerancia y la gratitud entre
otros atributos consustanciales a la grandeza y al verdadero
heroísmo.
La Anexión representa la culminación de múltiples eventos
que definen la falta de fe de los conservadores en las posibili-
dades autonómicas de la república y, además, la ausencia de
valores patrios. En cuanto a Pedro Santana, aunque éste no
hubiese consumado aquel acto de anexión, su legado político
ya estaba comprometido y manchado con el crimen, debido a
los fusilamientos llevados a cabo contra forjadores de la domi-
nicanidad como María Trinidad Sánchez, José Joaquín y Gabino
Puello, Antonio Duvergé. Además de posteriores y afrentosos
fusilamientos como reacción a la resistencia manifestada contra
la Anexión, protagonizada por Francisco del Rosario Sánchez,
José Contreras, entre otros. Es decir, el acto anexionista, aunque
bochornoso, no fue una sorpresa, dado que durante toda su
carrera política el “marqués de Las Carreras” y los sectores con-
servadores e ilustrados que lo respaldaban, fueron partidarios
de la misma, o del protectorado a cualquier potencia europea.
Además el Artículo 210, introducido como traje a la medida en
la Constitución del 6 de noviembre de 1844, le otorgó la potestad
de proceder despóticamente, como siempre lo hizo y, ejecutar
alevosos crímenes en nombre de la ley y de la patria.
La condición de traidor del personaje en cuestión es muy
sui géneris dado que, la acepción de traición, está asociada a
una conducta contraria a lo que se ha profesado y a lo que se
espera. A las expectativas creadas respecto a su lealtad, Pedro
Santana jamás defendió la independencia, no fue un patriota,

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 67

por cuanto de él no podía esperarse otra cosa, en tanto ins-


trumento al servicio de una oligarquía desarraigada del ideal
patriótico. Es decir, solo veía como enemigos a enfrentar a los
haitianos. Entonces, su resistencia militar estuvo orientada
casi exclusivamente a la separación de Haití, en razón de los
atavismos ya expuestos. Además, el concepto traidor describe
un comportamiento engañoso, mentiroso, simulador; y aun-
que Santana carga con éste estigma, la emocionalidad a veces
hace olvidar que toda su vida política estuvo signada por una
actitud contraria a los principios democráticos y a la defensa
de la dominicanidad. En Santana contrastan una “rabiosa hai-
tianofobia con una idílica eurofilia” que culminó arruinando al
pueblo dominicano, igual que su carrera política y su propia
existencia como sujeto, víctima del desprecio de su pueblo y
de sus amos españoles. Resultaría ilusorio esperar un compor-
tamiento leal a una causa en la que nunca creyó. Aunque desde
el punto de vista jurídico-político, sobre el personaje pesa este
deshonroso estigma, y desde el punto de vista político-social
responde a la condición de déspota, tirano o caudillo asesino,
que por no haber creído nunca en la soberanía nacional ni en la
libertad, su condición de traidor era predecible.
No obstante la controversia encerrada en el tema, emular la
figura histórica de Santana por parte de quienes lo hicieren, al
extremo de defender su permanencia en el Panteón Nacional,
constituiría una injusticia por partida doble. Primero, se licita-
rían y legitimarían los crímenes cometidos contra patriotas de
probadas lealtades en la defensa del interés nacional, y por lo
cual el déspota se ensañó en su contra; y segundo, se pasaría
desapercibido el bochornoso acto de la anexión. Además, apro-
bar la desafortunada conducta jurídico-política de aquel tirano
se traduciría en una reprobación implícita al comportamiento
patriótico de sus víctimas. Confirmar la afrentosa permanen-
cia de aquel funesto huésped en el sacro nicho de los patriotas
más insignes, reconociéndole méritos atribuidos en el fragor
del folklore político dominicano, equivaldría a condenar al

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


68 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

patricio Juan Pablo Duarte, cuya vida logró preservar median-


te el destierro, en el cual se vio forzado a permanecer hasta el
día de su muerte. De igual modo, este inmerecido y absurdo
reconocimiento significaría condenar los comportamientos
patrióticos y, a la vez, justificar los fusilamientos de María
Trinidad Sánchez, José Joaquín y Gabino Puello, Francisco del
Rosario Sánchez, Antonio Duvergé, entre otros.
La personalidad de una nación se engrandece y se hace
fuerte y respetable ante la comunidad internacional en la me-
dida en que sea capaz de reconocer a sus verdaderos héroes
e identificar a sus verdugos. Reconocer al caudillo seibano,
en la categoría debatida, sería una decisión tan absurda como
reconocer a Buenaventura Báez en oposición a Gregorio Lupe-
rón; a Elías Wessin frente a Francis Caamaño; a los golpistas
de 1963 frente al profesor Bosch; o igualar a los asesinos de los
guerrilleros de Las Manaclas a la estatura heroica de Manuel
Aurelio (Manolo) Tavárez Justo. Entonces, mantener vigen-
te este yerro de factura político-administrativa, coyuntural y
clientelar, constituiría un mensaje funesto para la juventud y el
estudiantado dominicanos, dado que contribuiría a fomentar
la confusa idea de que la condición de patriota puede adquirir-
se por la mera acción de haber protagonizado eventos militares
de dimensiones épicas extraordinarias, como es el caso de Pe-
dro Santana. Si bien estas cualidades han de tomarse en cuenta
para definir el perfil de un héroe, las mismas deben estar ar-
ticuladas indisolublemente a un ideal patriótico, que probó
no poseer el “marqués de Las Carreras”. Además la categoría
de héroe de la patria no se concibe al margen de los valores
humanísticos y ético-morales expresados en la solidaridad, el
amor y el respeto por la vida de los demás y especialmente
de los compañeros de causa, así como la lealtad, la honestidad
y la tolerancia democrática. Dado que todos estos atributos
estuvieron ausentes en el personaje juzgado, el mejor servicio
que se puede ofrecer a la sociedad, con el cual se garantizaría
cierto desagravio histórico a los fundadores de la República

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 69

Dominicana, consiste en expulsar del Panteón de la Patria a un


intruso que, como Pedro Santana y Familia, le quedó grande la
dominicanidad.

Bibliografía y fuentes

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70 Trayectoria político-militar del general Pedro Santana // José Vásquez Romero

Herrera, César A. Anexión-Restauración: Relato de su historia


rigurosamente documentado para estimular el patriotismo
de la juventud. Escrito en ocasión de conmemorarse el pri-
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ECOS 71

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Historia Vetilio Alfau Durán), Santo Domingo: Archivo Ge-
neral de la Nación, 2015.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

Balance histórico de Pedro Santana1

Filiberto Cruz Sánchez2


Recepción: 31 de enero 2019.
Aprobación: 14 marzo 2019.

Resumen:

En el siguiente artículo se hará una evaluación histórica del


general Pedro Santana sustentada en su hoja de vida y en la
abundante documentación existente con relación a la época
de la Primera República. Se resalta, en primer lugar, cuál
debe ser la función social de la historia y el rol de los histo-
riadores profesionales cuando se aborda la trayectoria de un
personaje con el objetivo de colocarlo en su justa dimensión
histórica. En segundo lugar, se destacan los primeros aportes
del General en la lucha separatista, su extraña decisión de
abandonar el campo de batalla en Azua, su temprana vin-
culación con el bando político afrancesado, sus reiterados
desacatos, su confrontación con los trinitarios, su dictadura
militar, su cadena de fusilamientos, su aureola alcanzada en


1
Tema presentado en el Fórum “Pedro Santana: ¿dentro o fuera del Panteón
Nacional?”, organizado por la Escuela de Historia y Antropología de la
UASD, Santo Domingo, 15 de octubre de 2018. Retrabajado para Ecos.
2
Profesor titular de la Cátedra Historia Dominicana de la Escuela de
Historia y Antropología de la UASD, doctor en Historia y autor de
numerosos libros. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia
Dominicana de la Historia.

73
74 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

la batalla de Las Carreras, su ruptura con Bobadilla, Jimenes


y Báez, su arraigado sentimiento antihaitiano, su hispanis-
mo, su traición a los revolucionarios norteños y sus gestiones
a favor de la anexión del país a España.

Palabras claves: Separación, independencia, protectorado,


dictadura militar, anexión, balance histórico.

Historical balance of Pedro Santana

Summary:

The following article is a historical evaluation of General


Pedro Santana based on his résumé and the abundant do-
cumentation in relation to the time of the First Republic.
Firstly, it is highlighted what the social function of history
and the role of professional historians should be when dea-
ling with the trajectory of a character, with the aim of placing
him in his proper historical dimension. Secondly, a number
of issues are stood out such as the first contributions of the
General in the separatist struggle, his strange decision to
leave the battlefield in Azua, his early connection with the
frenchified political side, his repeated disrespect, his con-
frontation with the Trinitarians, his military dictatorship,
his chain of executions, his aureole reached in the battle of
Las Carreras, his break with Bobadilla, Jiménez and Báez,
his deep-rooted anti-Haitian sentiment, his Hispanism, his
betrayal to the northern revolutionaries and his efforts in
favor of the annexation of the country to Spain.

Keywords: Separation, independence, protectorate, mili-


tary dictatorship, annexation, historical balance.

Introducción
El general Pedro Santana ha sido un personaje muy polé-
mico, tal vez el más polémico de nuestra historia; sobre él se
ha escrito y se ha debatido mucho desde que salió al ruedo

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 75

de la historia con su participación en la lucha separatista. Des-


de entonces encontramos una controversia que se apaga y se
enciende cada cierto tiempo. Han sido numerosos los intelec-
tuales, periodistas e historiadores, quienes periódicamente
intentan evaluar la trayectoria del personaje desde diversos
ángulos, pero casi siempre situados en posiciones opuestas,
unos a favor, otros en contra.
Diríamos que han existido dos corrientes historiográficas
entorno al personaje; en ambas he observado manipulaciones,
olvidos adrede, análisis sesgados, incompletos, a veces fuera
de contexto, selectivos y apasionados. Considero este proce-
der como una práctica poco ética, pues la labor del historiador
profesional debe enfocarse en la búsqueda de la verdad del
pasado, o de una parte de ella, apegada a los valores de la ética
profesional, y sobre todo, al uso crítico de las fuentes que sir-
ven de sostén a su quehacer historiográfico.
Al estudiar la producción intelectual desde un referente nor-
mativo, la ética nos enseña cómo asumir una posición crítica y
valorativa con rango de verdad a la hora de estudiar la trayec-
toria de un personaje, sea del pasado lejano o reciente.
El historiador jamás se guiará por lo que él piensa o se ima-
gina acerca de los hechos humanos, sino que sus indagaciones
estarán condicionadas por las implicaciones del tema objeto
de estudio, siempre en correspondencia con la adopción de un
modelo teórico y metodológico que se aplicará en la búsque-
da de nuevos conocimientos, los cuales deberán ser conocidos
por la comunidad científica y por la sociedad, cuestión funda-
mental que implica la adopción de un compromiso ético con la
búsqueda de la verdad.
La producción científica historiográfica debe caracterizarse
por la objetividad, la rigurosidad, la pertinencia, el respeto, la
honradez, la honestidad, la integralidad, la justicia, la pureza
y otros valores humanísticos que cautivarán la admiración y el
respeto de la comunidad académica e intelectual por la labor
del historiador profesional.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


76 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

En sus indagaciones, el historiador deberá apartarse lo más


posible de las pasiones, los prejuicios, simpatías, antipatías y
afecciones. Deberá eliminar todas esas preferencias o creencias
personales que pudieran enmascarar sus conclusiones.
Por supuesto, no se le exige al historiador que abandone
su compromiso social con la verdad, la justicia, la libertad
y la solidaridad en aras de una supuesta “neutralidad e im-
parcialidad” en sus investigaciones porque entonces estaría
asumiendo la ética del ascetismo, propia de un monje tibetano.
La función social del historiador no significa hacer historia
panfletaria, afectiva, utilitaria, pragmática, providencialista o
tendenciosa; esas y otras formas de escribir las historias y las
biografías de los grandes hombres sólo conducen a reforzar
las actuales confusiones sobre la pertinencia de la historia y
el oficio del historiador. El compromiso con la búsqueda de la
verdad implica avanzar en el diagnóstico y explicación de los
hechos investigados para su debida divulgación.
Una historia comprometida con la verdad implica también
un combate en el campo teórico, que no debe confundirse con
la lucha política o partidarista. La búsqueda de una explicación
para dar forma científica al conocimiento empírico incluye
desnudar la maraña del discurso de las élites intelectuales
instrumentalizadas. Aquellos que al servicio de determinados
intereses encubren o manipulan la realidad no son científicos,
sino mercenarios.
El historiador deberá esforzarse por elevar el rigor intelec-
tual, a sabiendas de que no basta una orientación ideológica
justa sino existe una adecuada competencia profesional. Debe-
rá propiciar la polémica y el debate como prácticas que ayudan
al desarrollo de las ciencias humanas, basados en la más am-
plia libertad de palabra y el respeto a las opiniones contrarias
a las suyas.
La ética comprometida con los valores humanísticos y el
oficio del historiador deben fundirse en un haz de verdad y
cientificidad. Guiado por esos principios éticos, intentaré

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 77

reconstruir la trayectoria del general Santana en su justa di-


mensión histórica, resaltando sus aportes y sus fallas a la causa
de la independencia dominicana, sin pretensiones de erigirme
en “tribunal de la historia”, sino en un dibujante de sus grandes
rasgos históricos para una mejor comprensión del personaje y
su obra.

Vieja y reiterada polémica

Es muy ilustrativo el viejo e inconcluso debate generado en


torno al general Pedro Santana y su rol durante los años en
que, catapultados por los acontecimientos, pasó a ser la figu-
ra política y militar más influyente de la República en ciernes.
La polémica tiene su origen en el papel contradictorio que él
desempeñó en una época donde los poderes extranjeros tenían
su vista puesta sobre un país que luchaba, primero por sepa-
rarse de la ocupación haitiana y, segundo, por establecer sus
propias instituciones democráticas y pasar a formar parte del
concierto de las naciones libres del mundo americano.
La controversia en torno a Santana la iniciaron el historiador
José Gabriel García y el intelectual Manuel de Jesús Galván en
1889, a través de los periódicos El Eco de la Opinión y El Teléfono,
ambos de Santo Domingo. Según el historiador Vetilio Alfau
Durán, fue “la primera y hasta ahora la más importante polé-
mica sostenida” con relación a los acontecimientos de 1844 y
sus principales actores3.
La discusión continuó en octubre de 1956, cuando el diario El
Caribe, entonces al servicio de la dictadura de Trujillo, inició una
encuesta acerca de Santana, “en la que intervino un numeroso

Academia Dominicana de la Historia. Controversia histórica, polémica de


3

Santana. Prefacio y notas de Velitio Alfau Durán. (Santo Domingo: Editora


Montalvo, 1968.) Esta obra es fundamental para conocer los pro y los
contra sobre la vida de Santana y su participación en los hechos ocurridos
entre 1843 y 1864.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


78 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

grupo de intelectuales. Sus contestaciones se recogieron en el li-


bro Santana, encuesta del General, Santo Domingo, 1957”4.
Los nueve intelectuales que publicaron sus contestaciones
en el diario El Caribe fueron: Emilio Rodríguez Demorizi, quien
propuso la “fórmula Duarte-Santana”; Ramón Emilio Jiménez,
resaltó que “Santana merece honores”; Rafael Augusto Sánchez
hijo, quien intituló su respuesta “Actos de Santana fueron con-
secuencias de necesidad”; Francisco E. Moscoso Puello, quien
se preguntó “¿A quién traicionó Santana?”; Rafael C. Senior,
quien consideró que “Santana no fue anexionista”; Federico
C. Álvarez, quien consideró que “Santana fue gran patriota,
tanto como Duarte”; Julio A. Cambier, quien sostuvo que “La
anexión fue una necesidad perentoria frente al enemigo”; J.
Furcy Pichardo, quien intituló su artículo “El pueblo ejerció su
influencia sobre Santana” y Fabio A. Mota, quien pidió que “se
juzgue a Santana a la luz de la dinámica histórica”5.
En abril de 1968 volvió a debatirse sobre Santana en un pro-
grama de televisión que dirigía el periodista Rafael Molina
Morillo. Participaron Francisco Antonio Beras, Manuel de Jesús
Goico Castro, Hugo Tolentino Dipp y Pedro Troncoso Sánchez,
los dos primeros, al igual que Galván, defensores apasionados
de Santana, y los dos restantes, “en situación opuesta”.
A los apologistas del General se sumaron otros intelectua-
les e historiadores, entre ellos Manuel Arturo Peña Batlle, “el
más celebrado de nuestros ensayistas de la primera mitad del
siglo 20..., quien tenía en preparación una Biografía del general
Santana”6, de quien era también un decidido simpatizante.
La controversia revivió con fuerza en los días finales del
“Gobierno de los 12 años” de Joaquín Balaguer debido a su
disposición de trasladar los despojos de Santana al Panteón

4
Ibíd.
5
Dichas contestaciones se reproducen íntegras en la obra de Manuel de
Jesús Goico Castro, Santana y sus apologistas, (Santo Domingo. Imprenta
Compostela, 1978), 51-108.
6
Ibíd. Paréntesis de FCS.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 79

Nacional, donde descansan los de numerosos patriotas que


el hatero seibano mandó a fusilar en su tiempo. Los restos de
Santana fueron inhumados la tarde del 15 de junio de 1864 en
la Fortaleza Ozama por temor a que los odios provocaran su
profanación; allí permanecieron hasta el 9 de enero de 1879,
cuando fueron exhumados y trasladados a la iglesia de Regina
Angelorum de la capital, al cuidado del padre Francisco Javier
Billini. Tras la muerte de Billini, el arzobispo Fernando Arturo
de Meriño ordenó llevarlos a la Catedral Primada de Améri-
ca y, más tarde, el nuevo arzobispo Adolfo A. Nouel dispuso
que fueran enviados a El Seibo, conduciéndoseles, primero al
Ayuntamiento y luego a la Iglesia de la ciudad. En ese segundo
templo permanecieron hasta el mes de julio de 1978, cuando
el presidente Balaguer dispuso su exhumación y depósito en
el actual Panteón Nacional, reviviendo así las discusiones en
torno al personaje.
El último debate público lo organizó en octubre de 2018 la Es-
cuela de Historia y Antropología de la Universidad Autónoma
de Santo Domingo, donde participaron nueve expositores. De
nuevo unos se pronunciaron a favor y otros opuestos a que los
restos del controvertido General permanezcan en el Panteón
Nacional, erigido para resaltar la vida y la memoria de quienes
lucharon por los ideales de libertad, soberanía, independencia,
progreso, justicia social e igualdad entre los dominicanos.

Participación de Santana en la lucha separatista

Santana aparece en el escenario político cuando Juan Pablo


Duarte inició un recorrido por los pueblos de la región oriental,
tratando de formar las juntas populares que las nuevas autori-
dades de Santo Domingo le habían encomendado. En esa labor
iba acompañado de otros patriotas y con poderes para otorgar
grados militares. Ya había ocurrido el derrocamiento en Haití
de Jean Pierre Boyer y la notica se supo en Santo Domingo la

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


80 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

tarde del 24 de marzo de 1843. Duarte propició una alianza


táctica con los liberales haitianos de Santo Domingo opuestos
a la dictadura de Boyer. Su plan era deponer a los jefes milita-
res para establecer un nuevo gobierno, cónsono con la nueva
situación vivida en el vecino país tras la salida del dictador.
En efecto, el 30 de marzo se instaló en Santo Domingo, lue-
go de varios enfrentamientos, una Junta Popular, especie de
gobierno provisional, integrado por tres dominicanos y dos
haitianos partidarios de Charles Hérard, el nuevo presidente
haitiano. Mediante circular del 5 de abril, dicha Junta ordenó
al líder trinitario “formar e instalar juntas populares en las
comunes (de la región oriental) que la necesidad lo exija”7 y
exhortaba a sus autoridades facilitarle caballos para que pudiera
continuar su ruta. El 3 de mayo, Duarte y sus compañeros de
ruta se encontraban en la villa de Santa Cruz del Seibo y se en-
trevistaron con Ramón Santana, hermano gemelo de Pedro; este
último no participó en el encuentro tal vez porque se encontraba
en Santo Domingo en gestiones de venta. Usando los poderes
otorgados por la Junta, Duarte ofreció el rango de coronel a Ra-
món, pero éste declinó a favor de su hermano. Se admite que
desde ese momento ambos personajes quedaron comprometi-
dos con la lucha separatista, objetivo inmediato de los trinitarios
que controlaban las decisiones de la Junta Popular.
El 15 de junio se realizaron elecciones directas para elegir a los
representantes dominicanos ante la Cámara de Diputados que
sesionaba en Port-au-Prince. Había que renovar dicha Cámara
con miras a la constituyente haitiana, prevista para septiem-
bre. En el seno de la Junta ya habían aflorado las discusiones
entre trinitarios y liberales haitianos. Los debates subieron de
tono cuando un grupo de patriotas de la capital enviaron a
la Junta, el 8 de junio, un documento en el que denunciaban
aprestos represivos que intranquilizaban a la población que

7
Alcides García Lluberes, Duarte y otros temas, (Santo Domingo: Editora
del Caribe, 1971), 41-42. Paréntesis FCS.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 81

muy pronto se disponía a votar en las elecciones congresua-


les8. Los trinitarios triunfaron en todas las comunidades del
país, circunstancia que alarmó a las autoridades haitianas,
quienes solicitaron al presidente Hérard entrar cuanto ante
con su ejército para desarticular la lucha separatista que había
ganado espacio en Santo Domingo. En efecto, Hérard entró el
12 de julio a la ciudad, apresando y persiguiendo a los patrio-
tas que habían sido denunciados por elementos pro-haitianos.
Los hermanos Santana también fueron llamados y obligados
a presentación diaria ante las autoridades haitianas en Santo
Domingo. El historiador haitiano Tomás Madiou atestigua que
Hérard llegó a decir ante sus oficiales, impresionado por el ca-
rácter y la fisonomía enérgica de Santana, que éste “español
podría ser el único capaz de intentar un movimiento con reso-
lución y denuedo”9.
Cuando Hérard y sus tropas se retiraron de Santo Domingo,
pensando que la situación se había normalizado, tomaron la
ruta del sur y los hermanos Santana escaparon al llegar a Sa-
bana Buey, cerca de Baní y volvieron a la villa oriental, donde
habían acumulado fortunas y prestancia personal. Residían allí
desde que salieron, junto a su padre, de la villa fronteriza de
Hincha en los primeros años del siglo 19, huyéndoles a las in-
cursiones de sus vecinos del oeste.
Sabían los trinitarios que Pedro y su hermano eran perso-
najes muy influyentes, a los cuales había que comprometer en
la lucha por la separación. En la vetusta villa del Seibo eran
frecuentes los conatos y las conspiraciones desde los inicios
de la ocupación haitiana, tal vez porque a ella fueron a residir
numerosas familias provenientes de Hincha. Habían llegado a
su nueva morada con sus recuas, sus árganas, sus criados y sus
libertos, alcanzando muy pronto prestancia social. Se cuenta


8
Léase el documento 4 en la obra de E. R. Demorizi: En torno a Duarte
(Santo Domingo: Imprenta Compostela, 1970), 294.
9
Citado por Gustavo Adolfo Mejía Ricart en: Biografía del caudillo Pedro
Santana (Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 1980), 17.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


82 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

entre ellos al señor Santana que en 1826 contrajo nupcias con la


señora María Micaela de Rivera, de más edad, viuda del capi-
tán Miguel Febles y propietaria de hatos en la región oriental.
Desde su escapada en Baní hasta los preparativos separatis-
tas, Santana permaneció inerte, pero cuando se le comunicó la
decisión de dar el golpe contra el gobierno haitiano y pedirle
su cooperación, no vaciló en contestar que estaba dispuesto a
contribuir, condicionando su apoyo a que él fuera nombrado
jefe del ejército. Aparecen después los Santana firmando el
“Manifiesto del 16 de enero de 1844”, donde se hacía un fer-
viente llamado “a los pueblos del Este” a separase del gobierno
haitiano “y constituir un Estado libre y soberano”10, concepto
que estaba muy acorde con el ideal trinitario.
En la “manifestación” se lee, además, que tan pronto se es-
tableciera el gobierno provisional, éste llamaría “a uno de los
más distinguidos patriotas al mando en jefe del ejército” que
deberá proteger la frontera, “agregándole los subalternos que
se necesiten”. Ese “distinguido patriota” resultó ser Pedro San-
tana, quien formó parte de las milicias haitianas y debido a
sus habilidades con las armas y su destreza como soldado de
caballería, alcanzó el rango de coronel, otorgado por Duarte,
cuando, en compañía de Joaquín Lluberes y otros patriotas,
visitó a su hermano Ramón en mayo de 1843.
El “Manifiesto” confirmó la alianza política entre las dos
grandes facciones de entonces, los trinitarios y los afrancesados,
quienes días antes del 27 de febrero de 1844 se reunieron para
afinar los preparativos del golpe. Después del grito separatista,
Santana quedó nombrado general de brigada y jefe del ejército
mediante resolución del 7 de marzo emitida por la nueva Jun-
ta Gubernativa y se dio la encomienda de dirigirse al sur para
enfrentar el ejército invasor haitiano que marchaba a Santo Do-
mingo con la intención de dejar sin efecto la acción separatista.

Rodríguez Demorizi, Guerra domínico-haitiana (Ciudad Trujillo: Impresora


10

Dominicana, 1957), 29-38.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 83

Participación de Santana en la batalla del 19 de marzo

La participación del general Santana en la famosa batalla del


19 de marzo ha sido tan polémica como su misma personali-
dad. Es a partir de esa epopeya militar, de glorias compartidas,
cuando empezaron a difundirse una serie de historias, conta-
das con pasión, en una, y con evidente menosprecio, en otra.
Los seguidores del recio personaje, cuya lista es muy extensa,
elevaron al rango de batalla decisiva la librada en Azua y el
general designado que comandó las bisoñas tropas dominica-
nas empezó a verse como un mesías, de cuya intervención se
esperó la solución definitiva a la cuestión surgida de la política
haitiana de entonces que insistía en la unificación forzosa de
la isla.
Santana vino a Santo Domingo con cientos de peones de su
hacienda, gente acostumbrada a la caza de animales y al tra-
bajo duro, armados con lanzas, machetes y arcabuces. Tomás
Bobadilla, su socio político y presidente de la Junta, lo recibió
en su despacho y conversó con él antes de asignarle la misión
de dirigirse al sur, donde otros destacados patriotas organiza-
ron las primeras resistencias contra los invasores. Partió el 13
de marzo y en el trayecto se enrolaron al improvisado ejérci-
to gente de todas las comunidades sureñas, donde ya existía
un ambiente de incitación patriótica y nuevas adherencias a
la causa separatista. Iban a combatir, con coraje y decisión, al
ejército haitiano que estaba en mejores condiciones, mejor en-
trenado y equipado, y sobre todo, muy superior en número.
Charles Hérard había dispuesto dividir su impresionante
ejército en tres grandes columnas que debían marchar a San-
to Domingo y dejar sin efecto el golpe separatista del 27 de
febrero. La primera división, encabezada por él, entró por el
camino central Mirebalais-Las Cahobas-Las Matas-San Juan.
La segunda, encabezada por Auguste Soufront, avanzó por el
camino de Neyba, más al sur, con el fin de juntarse con la pri-
mera en Azua. La tercera partió desde Cap Haïtien al mando

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


84 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

del general Jean Louis Pierrot y entró por la parte norte de la


frontera con la encomienda de tomar las ciudades de Puerto
Plata y Santiago.
Antes del 19 de marzo se produjeron las refriegas de La
Fuente del Rodeo, Las Marías, San Juan, Las Hicoteas y la del
Río Jura, verdaderos bautismos de sangre de las armas domi-
nicanas11. Algunos jefes militares sureños (Antonio Duvergé,
Fernando Tabera, Vicente Noble, Dionisio Reyes, Francisco
Soñé, Nicolás Mañón, Valentín Alcántara, Manuel de Regla
Mota, José María Cabral, Manuel Mora, Lorenzo Araújo, Luis
Álvarez, Lucas Díaz, entre otros), quienes en distintos momen-
tos dirigieron exitosas emboscadas y escaramuzas contra el
avance de los invasores, ordenaron, cada uno a su manera, reti-
rar sus hombres y concentrarlos en la ciudad de Azua, adonde
había llegado el grueso del ejército dominicano dirigido por
Santana.
Hérard y Santana coincidieron en su llegada a la ciudad su-
reña la tarde del 18 de marzo, pero no volvieron a verse las
caras. El primero pernoctó en el Jura preparando el ataque del
día siguiente; mientras, el segundo pasó revista a las tropas y
presenció un desfile militar preparado por el coronel Duver-
gé que buscaba exaltar los ánimos. En los cálculos del general
Soto Jiménez, las tropas dominicanas sumaban, más o menos,
2,500 soldados, mil aportados por Santana y los restantes por
Duvergé, Vicente Noble, Regla Mota, Lorenzo Araújo y José
María Cabral12.
Las tropas dominicanas fueron distribuidas en varios puntos
estratégicos de la ciudad, cada uno con sus respectivos jefes.
El coronel Duvergé, uno de los más activos de la región, “se

11
Una relación bastante detallada de estos primeros combates en la región
sur contra las avanzadas militares haitianas es narrada por el general
Ramiro Matos González en Las campañas militares de la independencia
dominicana... (Santo Domingo: Edita-Libros, 1981), 17-26.
12
José Miguel Soto Jiménez. Las campañas militares de la independencia...
(Santo Domingo: Edita-Libros, 1981), 30.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 85

movía incansablemente a lo largo de todo el perímetro de la


defensa”, mientras el general Santana “tenía su cuartel general
en la retaguardia de la posición del centro”, acompañado de
sus asesores Buenaventura Báez, Felipe Alfau y Lorenzo San-
tamaría. Hérard, por su parte, también dividió su ejército en
tres columnas, la primera atacaría por el camino de El Barro,
la segunda por el camino de San Juan y la tercera por el de
Los Conucos. En la mañana del día 19, la vanguardia del ge-
neral Thomas Héctor inició los ataques contras las posiciones
dominicanas, seguidos de otros que se prolongaron durante
tres horas. En cada uno de los combates, las tropas haitianas
resultaron derrotadas, con decenas de muertos y heridos, si-
tuación que sembró el pánico entre los invasores y motivó a
su comandante a ordenar la retirada hacia el Jura en completo
desorden13.
Aún no se habían enfriado los cañones cuando Santana re-
cibió la información de que las tropas que dirigía el general
Soufront, que avanzaban por el camino de Neyba, se acercaban
al humeante campo de batalla. La noticia motivó que Santana
convocara una junta de guerra, “en cuyo seno hizo triunfar su
pensamiento de retirarse a Baní”, según un testimonio ulterior
escrito por Báez14.
Desde entonces, dicha decisión ha sido objeto de variados
comentarios por opositores y simpatizantes del general Santa-
na. La opinión más favorable la divulgó Galván, quien destacó
“las poderosas razones de orden militar que impulsaron” al

13
Los cronistas haitianos aportan cifras muy discutibles con relación al
número de soldados muertos y heridos en la batalla. Dorveles-Dorval,
quien combatió en Azua, estimó las bajas haitianas en “30 muertos y
numerosos heridos” y el historiador Thomas Madiou, quien vivió en
esa época, los aumentó a 50. Según Soto Jiménez, “una carta del cónsul
inglés, destacado en Puerto Republicano (hoy Port-au-Prince, FCS), le
atribuye de 200 a 300 bajas, entre muertos y heridos”. Ibíd., 34.
14
Ver opúsculo publicado por Báez en Saint Thomas en 1853, reproducido
por Rodríguez Demorizi en Documentos para la historia de la República
Dominicana, vol. I, (Ciudad Trujillo: Editora Montalvo, 1941), 308.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


86 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

general Santana a efectuarla. En razón de que la llanura de


Azua, abierta por todas partes no ofrecía seguridad alguna
para una defensa efectiva, viendo la superioridad numérica
de las tropas replegadas al Jura, las cuales serían reforzadas
por las del general Soufront, lo más conveniente fue ordenar
la retirada a un lugar cuyo relieve ofreciera más ventajas, entre
ellos Sabana Buey, cerca de Baní que estaba protegido por las
serranías de El Número y el río Ocoa. Esa fue la opinión de
Santana y esa fue la decisión tomada por la junta de oficiales,
de la cual formaba parte el señor Báez. La evacuación se efec-
tuó en la noche en forma “desordena y con carácter de fuga”,
según el historiador García.
En su ilustrativa polémica con Manuel de Jesús Galván, de-
fensor empedernido del general Santana, el historiador García,
siempre su adversario, reconoció los méritos y la importancia
relativa de la victoria obtenida el 19 de marzo, pero rechazó
que la misma afianzara la recién proclamada independencia,
pues la batalla “no detuvo la marcha del ejército invasor, que
a los tres días (de la retirada) ocupó a tambor batiente y con
banderas desplegadas, la plaza que no había podido tomar por
la fuerza”15.
Azua quedó ocupada y destruida por el ejército de Hérard,
desde el 22 de marzo hasta su retiro definitivo efectuado el 7
de mayo debido a la ocurrencia, días antes, de un golpe de
Estado en Haití. Durante los casi dos meses en que permane-
ció en la provincia sureña, Hérard intentó en varias ocasiones
emprender marcha hacia Santo Domingo por el camino de San
José de Ocoa, pero era detenido por las tropas que dirigía el
invicto coronel Antonio Duvergé. Al efectuar la desocupación
de la ciudad de Azua, ordenó reducirla a cenizas y durante
su desastrosa retirada iba incendiando pueblos, mientras era
atacado por milicianos dominicanos que los persiguieron hasta
la frontera. Cuando regresó a su país, Hérard se encontró sin

Ver: Controversia histórica, 11-22. Paréntesis FCS.


15

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 87

fuerzas suficientes para resistir el golpe que lo había depuesto


de la presidencia.

Inacción de Santana en Baní

Por su parte, Santana y sus tropas permanecieron a la de-


fensiva en Baní hasta los primeros días de julio, esperando una
supuesta ayuda militar que él y Bobadilla habían convenido
con el cónsul francés Juchereau de Saint Denys, quien vino
a Santo Domingo en enero de 1844 con la misión de seguir
atizando el famoso “Plan Levasseur”. La Junta Gubernativa,
preocupada por la ociosidad de Santana y sus tropas, designó
a Juan Pablo Duarte, quien había regresado al país el 15 de
marzo, al frente de un ejército con la misión de dirigirse a Baní
y ver si era posible coordinar con Santana un plan de ataque
contra los ocupantes de Azua.
En vano resultaron las gestiones del general Duarte por
concertar dicho plan, que consistía en atacar al invasor por la
retaguardia. El 1 de abril Duarte escribió a la Junta desde Baní
solicitándole atacar solo con su división. En su breve misiva se
quejaba de que hacía 8 días que había llegado allí “y en vano
he solicitado al general Santana que formemos un plan de cam-
paña para atacar al enemigo”. La Junta respondió al patricio
que regresara a la capital “con sólo los oficiales de su estado
mayor”16, frustrándose así sus empeños de atacar a las desmo-
ralizadas tropas haitianas.
Las razones de la inmovilidad de Santana y su ejército están
claras en varias de las cartas que a menudo intercambiaba con
la Junta Gobernativa controlada por los afrancesados. En una de
ellas, fechada el 14 de abril en el Cuartel General de Baní, Santa-
na expresó al presidente Bobadilla, lo siguiente. “Si como hemos
convenido y hablado tantas veces, no nos proporcionamos un

16
Rodríguez Demorizi, Guerra domínico-haitiana..., 93.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


88 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

socorro de ultramar... Usted tiene la capacidad necesaria para


juzgar todo lo que yo le puedo querer decir, y para no hacerme
ilusiones y conocer que debemos agitar esas negociaciones con
que el juicio de todo hombre sensato sólo podremos asegurar
la victoria”.
Ese “socorro de ultramar”, del que tanto habían hablado y
convenido Santana y Bobadilla, era la supuesta ayuda militar
francesa que ambos esperaban, en virtud de las conversaciones
secretas que estos dos influyentes personajes sostenían con el
cónsul francés Saint-Denys. En otra de sus cartas, que con fre-
cuencia enviaba desde Baní a su socio Bobadilla, Santana se
quejaba además de la falta de armas y recursos, sin los cuales,
decía “yo no me muevo de aquí mientras no tenga con qué
racionar mi gente”17.
Conociendo la Junta Gubernativa que las tropas de Santia-
go hicieron de 'tripas corazón' para derrotar a los invasores
haitianos en la batalla del 30 de marzo y perseguirlos en su
retirada hasta la frontera, decidió integrar una columna con el
ejército santiagués “que cayera por Constanza sobre el valle de
La Maguana y atacara por la retaguardia a los invasores, ope-
ración que ofreció realizar Duarte, pero que el gobierno creyó
conveniente dejar a cargo del general Mella, quien, avisando
oportunamente al general Santana, despachó por Chingüela
algunas fuerzas al mando del comandante Durán, que, aunque
llegaron tarde a San Juan (de la Maguana) para hostilizar al
enemigo, que iba ya en retirada (hacia Haití), llegaron a tiempo
de proteger la ocupación de Azua por el comandante Antonio
Duvergé”18.
El 16 de mayo Santana volvía a escribir a Bobadilla: “He
recibido carta del general Mella, del 7 de los corrientes, anun-
ciándome que por el (día) 12 saldrían las tropas de La Vega
sobre Chingüela, de donde me avisa sería para ponernos de

Ibíd., 101, 123 y 124.


17

Ibíd., 122. Ver nota 32 al pie de página. Paréntesis FCS.


18

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 89

acuerdo en el día que debíamos marchar sobre Azua, y cuya


carta creo que me escribió sin conocimiento de la retirada del
ejército enemigo de Azua”19.
Se observa en esa misiva que Mella Castillo había elaborado
un plan para atacar las tropas de Hérard por la retaguardia,
que fue el mismo plan de ataque que el general Duarte había
concebido pero que Santana se negó a aceptar debido a su con-
fabulación con Bobadilla, quienes ya daban suficientes pruebas
de que se habían entregado por completo a las intrigas y planes
del cónsul Saint-Denys.
Mella Castillo, quien había sido designado por la Junta en-
cargado de la defensa de Santiago, ciertamente desconocía que
Hérard había decidido retirarse debido a que en Haití se había
dado un golpe de Estado que llevó al poder al anciano general
Fhilipe Guerrier. Después que Hérard decidió marcharse el 7
de mayo, incendiando las villas que encontraba a su paso, San-
tana anunció “que entre dos o tres días marcho sobre Azua”,
cuando esa ciudad estaba ya hecha cenizas.

Confrontación entre trinitarios y afrancesados

La guerra había cesado en Azua y en Santiago, pero en el


seno de la Junta Gubernativa afloraron muy temprano las
disidencias políticas entre afrancesados y trinitarios cuando,
desde que el 8 de marzo, sus miembros firmaron la célebre
nota de ese día, donde se establecía que el gobierno dominica-
no apoyaría una invasión francesa a Haití. Y lo que era peor,
que en recompensa a la ayuda en material bélico y dinero que
el gobierno francés prestaría al dominicano, éste cedería para
siempre a favor de Francia la rica y estratégica península de
Samaná.

19
Ibíd., 123. Paréntesis FCS.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


90 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

Esa supuesta ayuda, los “socorros de ultramar”, jamás llegó


al país, pero la petición hecha a través del cónsul Saint Denys
sería el primer punto de conflicto al interior del gobierno cole-
giado donde los nuevos jefes afrancesados eran mayoría.
El segundo punto fue el desacato del general Santana a la
presencia del general Duarte en Baní y su plan de ataque a fi-
nales de marzo. La alianza entre liberales y conservadores que
hizo posible el golpe separatista del 27 de febrero empezó a
resquebrajarse. Las relaciones entre ambos bandos políticos se
hicieron más tirantes e irreconciliables. Babadilla con el poder
político y Santana con el poder militar se asociaron a las intri-
gas que atizaba en la sombra el cónsul Saint Denys contra los
jóvenes trinitarios.
En los primeros días de mayo el general Duarte expresaba a
la Junta su deseo de ir al Cibao para acompañar la expedición
que debía partir desde allí hacia el sur y atacar por la retaguar-
dia a las tropas de Hérard acantonadas en Azua. Esa expedición
sería dirigida por Mella Castillo, quien permaneció en Santiago
entre marzo y julio de 1844 en labores políticas y militares. La
solicitud del patricio a la Junta fue rechazada, tras considerar
que “sus servicios eran más útiles en Santo Domingo”20.
Esa negativa revelaba las profundas contradicciones que se-
paraban a los trinitarios de los afrancesados. La alianza táctica
entre liberales y conservadores había llegado a su fin. La crisis
se hizo más evidente el 26 de mayo, cuando la Junta convocó
a una asamblea abierta e invitó al arzobispo Portes e Infante,
a los comerciantes y personalidades de Santo Domingo. “En
esta sesión Bobadilla leyó un comentado y combatido discur-
so con el cual pretendió inducir a sus oyentes a aceptar como
conveniencia para la república el protectorado de Francia.
Impugnado por Duarte, quien logró apoyo entre los asisten-
tes, la propuesta de Bobadilla fue rechazada. Más el cónsul
francés, habiendo enviado a la Junta otro escrito que contenía

Ibíd., 121-122.
20

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 91

los términos en los cuales debía ser interpretado el convenio


de protección…, amenazando con retirarse del país con sus
compatriotas y sus buques de guerra estacionados en Santo
Domingo, este documento fue aceptado por la Junta y firmado
por sus miembros, a excepción del general J. Duarte que en
esta ocasión dimitió como miembro de la Junta y del comando
de la provincia de Santo Domingo”21.
La decisión de la asamblea dio origen a que el partido trini-
tario se decidiera buscar el poder político por la vía armada. El
primer paso en ese sentido fue la comunicación que un grupo
de 55 oficiales de la Fortaleza Ozama envió a la Junta, ahora
presidida por José María Caminero, solicitando ascensos mili-
tares para los generales Duarte, Sánchez, Mella, Villanueva y
el coronel José Joaquín Puello. La Junta respondió ese mismo
día, 31 de mayo, con un “no ha lugar al aumento de grado”
solicitado y sólo el coronel Puello fue ascendido al rango de
general de brigada.
La solicitud de los oficiales tenía el propósito de controlar el
estamento militar para luego limpiar la Junta de los elementos
afrancesados. En efecto, el 9 de junio, considerado por Saint
Denys “el 18 Brumario dominicano”, los principales oficiales
trinitarios, con Duarte y Puello a la cabeza, decidieron dar
un golpe militar, el segundo de la historia dominicana, elimi-
nando de la Junta al “bando traidor", dirigido por Babadilla,
Caminero, Abreu y Ruiz, quienes junto a Santana y a Saint-
Denys tenían como divisa enajenar el territorio dominicano.
A partir de ese momento la Junta pasó a ser controlada por
los trinitarios y encabezada por Francisco del Rosario Sánchez.
Una de las primeras decisiones de la nueva Junta fue ratificar
a Duarte comandante militar de la capital, principal plaza del
país, pero aún estaba pendiente la cuestión fundamental de
cómo destituir a Santana del mando del ejército del sur.

21
Víctor Garrido, Política de Francia en Santo Domingo... (Santo Domingo:
Editora del Caribe, 1962), 45-46.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


92 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

Atendiendo a una distribución del trabajo político de los


trinitarios, las actividades de Mella Castillo se concentraron,
entre marzo y julio de 1844, en la laboriosa y próspera región
norteña, donde cultivó las mejores de las relaciones con la gen-
te de armas de toda la región, donde imperaba también, en
aquellos días aciagos “una conflictiva situación política” entre
rivales que apoyaban y combatían las gestiones del protectora-
do a favor de los franceses. Mella Castillo había informado a la
Junta acerca de dicho antagonismo político, la cual tomó la de-
cisión de nombrar el 18 de junio al general Duarte su delegado
político en el Cibao, a fin de que intervenga “en las discordias
intestinas y restablezca la paz y el orden necesarios para la
prosperidad pública”22.
Según testimonios de Bobadilla, “Duarte…., había llegado a
Santiago y presentado a las tropas por Mella, fue recomendado
a ellas para que en su día lo tuviesen presente para la presiden-
cia de la república, pero esta recomendación produjo vivas que
terminaron con la aclamación de Duarte como presidente de la
república (por Ignacio Contreras, ayudante de Mella Castillo),
y el 19 de julio lo anunciaba Mella de oficio a la Junta mani-
festándole que había sido consecuencia del deseo que tenían
los pueblos del norte de ver constituido un gobierno definitivo
y que esos pueblos deseaban que esa pequeña porción de la
república conociese los justos motivos que había tenido para
tomar esa medida”23.
Manuel de Jesús Galván calificó la proclamación presiden-
cial a favor de Duarte de “extravío antidemocrático”, que “sin
la previa convocatoria de los comicios”, sería “el primero de los
actos de imposición del hecho sobre el derecho en la naciente
república”, que dejó “siempre a cargo de los jóvenes patriotas

22
Rodríguez Demorizi En torno a Duarte (Santo Domingo: Editora Taller,
1976), 17.
23
Citado por Rodríguez Demorizi en: “Noticia biográfica de Mella”,
Homenaje a Mella (Santo Domingo: Editora del Caribe, 1964), 40. Paréntesis
FCS.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 93

de la capital el reproche de haber sido los verdaderos inicia-


dores de la desunión”.24 El autor de la novela Enriquillo parece
haber ignorado los anteriores actos de insubordinación militar
de su defendido, quien se negó a acatar una decisión de la Jun-
ta cuando ésta envió al general Duarte a Baní para concertar la
forma de desalojar a las tropas haitianas estacionadas en Azua.
Otro acto de insubordinación, que Galván ocultó, ocurrió
el 3 de julio, un día antes de la proclamación presidencial a
favor de Duarte, cuando el ejército, instigado por seguidores
de Santana, se negó a reconocer el nombramiento que la Junta
hizo a favor del coronel Esteban Roca, para sustituir provisio-
nalmente al general Santana de la jefatura de los ejércitos del
sur. Ambos actos de fuerza, más las intrigas atizadas por el
cónsul Saint-Denys para favorecer a los afrancesados, fueron,
entre otros, los verdaderos factores inmediatos de la desunión.
Pero además, ¿no fue el atentado del 13 de julio un acto de
fuerza por parte del ejército santanista? ¿Quién legitimó la
usurpación del poder que se hizo como resultado de la insu-
bordinación del ejército al poder civil representado en la Junta
Gubernativa?
En opinión de Emiliano Tejera, se sustituía “un gobierno
legítimo por otro nacido entre las vocerías de soldados igno-
rantes y fanatizados. Si el ejército vencedor el 19 de marzo
tenía derecho a elegir un jefe supremo, un dictador, ¿por qué
no iba a tenerlo también el ejército vencedor el 30 de marzo? Si
las poblaciones del sudoeste de la república elegían, o se decía
que elegían, un jefe supremo, ¿por qué no iban a poder elegir
un presidente provisional las poblaciones del Cibao, más nu-
merosas aún?”25.

24
Manuel de Jesús Galván, "Mella y Santana" en: Homenaje a Mella, (Santo
Domingo: Editora del Caribe, 1964), 36.
25
Emiliano Tejera. "Duarte y Mella" en: Homenaje a Mella (Santo Domingo:
Editora del Caribe, 1964), 42.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


94 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

El 'acto irreflexivo' que Galván reprocha a Mella Castillo fue


la respuesta a los anteriores actos de fuerza del general Santa-
na, cuyo nombre tomaba un auge creciente en la población y
el ejército cibaeño. La batalla de Azua había iniciado el mito
del guerrero invencible. Muy pronto empezaron a contarse de
Santana las cosas propias de un héroe de epopeya. Mucha gen-
te empezó a verlo como un ser providencial, enviado para la
liberación del pueblo dominicano.
Mella Castillo conocía muy bien cómo los agentes de la re-
acción ganaban terrero en el norte del país. Desde la capital
y desde el campamento de Baní, donde aún permanecía San-
tana, partían con frecuencia mensajeros secretos que traían
y llevaban la correspondencia con que se atan los cabos del
contragolpe que se preparaba en la sombra. En ese contexto, el
prócer concibió el mejor de los planes: ante el creciente auge de
Santana era preciso oponerle un hombre de talla eminente, de
patriotismo intachable, de mayor prestigio moral e intelectual.
Esa figura era Duarte. Nadie reunía más méritos que él para
ocupar la presidencia. Había, pues, que proclamarlo presiden-
te, y cuanto antes, mejor.
Era el momento de los actos decisivos, de las resoluciones
supremas ante el vendaval que se aproximaba. Pero Duarte era
también un demócrata. Pensaba que los sufragios de la ma-
yoría del país, la consulta popular, lo confirmarían en tan alta
investidura. Su vehemente deseo de no ver sucumbir su patria
ante el poder francés, de evitar a cualquier precio la guerra
civil y el régimen caudillista, lo empujó a la indecisión, a la
vacilación, siempre funesta cuando las confrontaciones políti-
cas alcanzan un punto donde no es posible retroceder, porque
generalmente beneficia a los contrarios, más audaces y menos
dispuestos a detenerse en pruritos morales o legales.
Federico García Godoy resumió de la siguiente manera
aquella triste experiencia: “En la política radicalmente perso-
nalista que impera en muchas de estas sedicentes repúblicas, si
se quiere triunfar hay que resolverse a tiempo, usar las mismas

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 95

armas del contrario, jugar sin vacilaciones el todo por el todo,


destruir si es posible al adversario antes que éste cobre la fuer-
za suficiente y nos aplaste. Esa es la triste enseñanza que se
desprende de los hechos que a la consideración del observador
suministra diariamente el régimen personalista que ha impe-
rado y aún impera en no escasa parte de la América Latina. No
de otro modo, para adueñarse del poder, han hundido y aún
hunden su corvo pico en el cuerpo agarrotado de estas asen-
dereadas nacionalidades... Lo mejor es apartarse de ese juego
peligroso en que se arriesgan de continuo la libertad y la vida;
pero ya uno en él, comprometido y obligado a permanecer,
pensar de otra manera, confiar en la moderación y en la gene-
rosidad del vencedor, es casi siempre engañarse a sabiendas,
declararse de ante mano derrotado. Y la derrota, en estos casos,
es el camino que lleva a la proscripción y al patíbulo...". 26 El plan
concebido por Mella Castillo no fue secundado en la capital.
Sánchez, todavía presidente de la Junta, le advertía a su com-
pañero en carta personal del 5 de julio que las “exaltaciones
tumultuarias” en el Cibao eran el preludio de la anarquía. José
Joaquín Puello, por su parte, siendo el Comandante de Armas
de la Plaza, se negó a atacar al ejército particular de Santana
que regresaba desde el sur a consumar el contragolpe militar
que muy pronto llevó a todos los trinitarios "'a la proscripción
y al patíbulo".
La actitud contemplativa de ambos trinitarios, engatusados
por las habilidades diplomáticos de Saint-Denys, quien incluso
llegó a amenazar con retirarse del país si Santana era recibido
con fuego, permitió al hatero seibano entrar sin ninguna difi-
cultad a la capital el 12 de julio. Al día siguiente sus devotos
soldados ocuparon militarmente toda la ciudad. Los oficiales
de su ejército, reunidos en la Plaza de Armas, gritaban ¡Viva el
general Santana! ¡Abajo la Junta! ¡Abajo los filorios!

26
F. G. Godoy. "Mella en Santiago" en: Homenaje a Mella (Santo Domingo:
Editora del Caribe, 1964), 105-110. Cursivas FCS.

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96 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

La dictadura militar de Santana

Después de pasar revista a sus tropas, Santana leyó un


discurso donde dejaba entrever sus intenciones de establecer
la dictadura, pero fue disuadido por Saint-Denys de que lo
aconsejable era guardar las apariencias y reorganizar la Junta,
asumir su presidencia y sacar de ella a los elementos trinita-
rios, como en efecto ocurrió la tarde del 16 de julio.
¡Qué ironía de la vida! Justamente a los seis años de funda-
do, se iniciaba la desintegración del movimiento trinitario y
se inauguraba también el período de predominio absoluto del
hatero seibano en el seno de la Junta.
Debido a la rapidez con que se desenvolvían los aconte-
cimientos y la precariedad de las comunicaciones internas,
Duarte y Mella Castillo desconocían lo ocurrido el 13 de julio en
Santo Domingo. Prueba de ello fue la carta que el segundo en-
vió a la Junta el 19 de julio para informarle de la proclamación
a favor de Duarte. La respuesta de la Junta, ahora presidida
por Santana, fue la destitución del prócer de la comandancia
del departamento de Santiago y la de Duarte en su función de
delegado del gobierno.
Enterado de su destitución, el prócer trinitario decidió en-
tonces venir a Santo Domingo el 28 de julio para aclarar su
situación y al llegar a la ciudad fue apresado al igual que un
grupo de sus compañeros, luego que Juan Isidro Pérez inten-
tara matar a Santana. En esos días Duarte se encontraba en
Pueblo Plata recibiendo las manifestaciones de apoyo a su pro-
clamación presidencial, ignorando también lo ocurrido en la
capital.
Mediante declaración del 22 de agosto, la Junta Gubernativa,
controlada por el caudillo montaraz, resolvió declarar “trai-
dores e infieles a la Patria” a Duarte, Sánchez, Mella Castillo,
Pina, Gregorio del Valle, Evangelista Jiménez, Juan José Illas
(venezolano) y Juan Isidro Pérez, decretando su expulsión del
país para siempre.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 97

Al enterarse de esta disposición, el patricio decidió escon-


derse en los campos de Puerto Plata para evadir la persecución,
pero finalmente fue apresado y encerrado en la fortaleza San
Felipe el 27 de agosto. Días después fue trasladado en un bu-
que a Santo Domingo y el 10 de septiembre expulsado del país
junto a los demás trinitarios y varios de sus familiares. Duarte
fue enviado a la ciudad alemana de Hamburgo; Mella Castillo,
Sánchez y Pina viajaron a la ciudad inglesa de Liverpool y los
demás arrojados en Venezuela y Estados Unidos.
En los meses siguientes los afrancesados se propusieron or-
ganizar el gobierno y dotar a la república de una constitución
política. En ese sentido se emitió un decreto mediante el cual se
convocaban las asambleas electorales para elegir a los diputados
que formarían la asamblea constituyente, redactora de la prime-
ra constitución. Los diputados electos se reunieron en la villa
de San Cristóbal a partir del 21 de septiembre y concluyeron
sus trabajos el 6 de noviembre. Santana, que ya era la primera
figura del país, se sintió insatisfecho con el texto constitucional,
argumentando que el poder político del nuevo Estado debía ser
militar y no civil, dada la situación de guerra permanente contra
los gobernantes haitianos. Surgió así una breve crisis entre los
constituyentes y el hatero seibano, la cual se disipó tan pronto
Bobadilla hizo incluir el famoso artículo 210 que legalizaba la
dictadura militar. Santana quedó así electo primer presidente
constitucional del país, por dos períodos consecutivos, de cuatro
años cada uno y se disolvió la Junta Central Gubernativa.

Balance histórico de Santana

No se debe discutir que desde mediados de 1843, cuando sa-


lió al ruedo de la historia, hasta que encabezó el ejército que se
dirigió al sur a combatir la invasión haitiana, el general Pedro
Santana hizo significativos aportes a la lucha por la separación.
Duarte le otorgó el grado de coronel, sabiendo que tenía cierta

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


98 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

preparación militar, prestancia social y poder económico en


la histórica villa de El Seibo. Era necesario atraerlo a la cau-
sa separatista, aunque luego condicionó su apoyo a que fuera
nombrado jefe del ejército.
Días después del 27 de febrero de 1844 fue designado ge-
neral de brigada, con la encomienda de ir al sur a combatir la
nueva invasión haitiana encabezada por Charles Hérard. Tras
la breve derrota del ejército invasor el 19 de marzo en Azua,
Santana dispuso el repliegue de las tropas hacia los alrede-
dores de Baní, una decisión que ha sido objeto de enconados
debates entre sus críticos y sus seguidores. El retiro facilitó que
tres días después de la famosa batalla, los invasores volvieran
sobre Azua y la ocuparan hasta el 7 de mayo, cuando la aban-
donaron y la dejaron hecha cenizas.
Por su parte, Santana y sus tropas permanecieron inertes en
su campamento banilejo, hasta los primeros días de julio, cuan-
do regresaron a la capital. La inacción de Santana preocupó a
la Junta Gubernativa de Santo Domingo, la cual tomó la deci-
sión de enviar al general Juan Pablo Duarte, recién regresado al
país, al mando de un ejército que tenía la misión de coordinar
un plan de ataque contra el enemigo. Esa decisión del gobierno
provisional fue desacatada por Santana, y Duarte y su estado
mayor regresaron a Santo Domingo sin ver cumplidos sus an-
helos de entrar en acción contra los intrusos.
Durante los casi cuatro meses de su ociosidad en Baní, San-
tana observó cómo las tropas del coronel Antonio Duvergé
cerraban el paso a los invasores cada vez que intentaban re-
emprender su marcha a Santo Domingo, objetivo crucial que
buscaba dejar sin efecto el golpe separatista. En varios lugares
estratégicos, localizados entre Azua y Baní, Duvergé y sus va-
lientes soldados hicieron morder el polvo de la derrota a los
invasores, mientras Santana escribía cartas al presidente de la
Junta, Tomás Bobadilla, las cuales revelan sus reales intencio-
nes que eran acelerar las negociaciones secretas con el cónsul
francés a favor de un protectorado.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 99

Cuando cesaron los combates en Azua y en Santiago, flo-


recieron las pugnas en el seno de la Junta Gubernativa entre
trinitarios y afrancesados. Duarte no aceptó la idea del protec-
torado y cuando Bobadilla convocó una asamblea pública para
discutir el tema, prefirió renunciar a su condición de miembro
de la Junta y se dispuso buscar su control por la vía del golpe
militar que se produjo el 9 de junio. Los trinitarios contralaron
las decisiones del gobierno provisional hasta que Santana y su
ejército de seibanos regresaron a Santo Domingo y dio un con-
tragolpe que llevó a los trinitarios a la prisión y al exilio.
Así arribó Santana al poder político el 13 de julio de 1844.
Gracias a su poder económico, pasó a dirigir el improvisado
ejército dominicano y desde su jefatura se dio el lujo de desaca-
tar órdenes superiores y sacar de la Junta a los trinitarios, a los
cuales apresó y expulsó del país, acusándolos de ser "infieles y
traidores a la patria".
Tan pronto desarticuló al movimiento trinitario, objetivo
que no pudo lograr Charles Hérard en julio de 1843, se dispuso
dotar al país de una primera Constitución, para lo cual dictó
un decreto convocando las asambleas electorales que elegirían
a 32 diputados encargados de discutir y aprobar la carta sus-
tantiva de la nación. La constituyente, reunida en la apacible
villa de San Cristóbal, concluyó sus labores el 6 de noviembre.
En el nuevo texto constitucional se decía que el gobierno de la
república debía ser civil, democrático y republicano, concepto
que no resultó ser del agrado del general Santana. Entonces se
negó a promulgar dicho texto y envió tropas para presionar la
inclusión de un artículo adicional, donde se decía que el nue-
vo gobierno debía ser militar y no civil, en virtud del estado
de guerra permanente contra las invasiones haitianas. De esa
manera se negó a encabezar un gobierno democrático, estable-
ciendo, en cambio una dictadura militar.
Santana fue elegido por los constituyentes como el primer
presidente del país por dos períodos consecutivos, de cuatro
años cada uno, y se disolvió la Junta Central Gubernativa.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


100 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

Sin embargo, Santana se vio forzado a renunciar en agosto de


1848, después haber enfrentado las invasiones haitianas de
1845, la oposición de la Iglesia católica y los intentos de algu-
nos patriotas por derrocarlo. El 28 de febrero de 1845, un día
después del primer aniversario del golpe separatista, ordenó
el fusilamiento de María Trinidad Sánchez, primera heroína
dominicana que junto a Nicolás de Bari, Andrés Sánchez y José
del Carmen Figueroa crearon un movimiento para luchar por
el retorno de los trinitarios. En marzo dispuso el destierro de la
madre y las hermanas de Juan Pablo Duarte, tratando de darle
otro golpe moral al fundador de la república. En mayo de 1846
envió una misión diplomática encabezada por Báez para ges-
tionar un protectorado con Francia, Inglaterra o España, pues
Santana siempre creyó que la existencia de la república era im-
posible sin la ayuda material de una potencia extranjera. En
septiembre de 1847 dispuso el fusilamiento de los hermanos
José Joaquín y Gabino Puello, acusados de conspiradores. Du-
rante su dictadura militar ejerció censura a la libre expresión
de las ideas e impuso restricciones al libre tránsito de la gente
por el territorio nacional.
Por circunstancias adversas a su primer gobierno, renunció
a la presidencia de la república, pero sin ceder jamás su con-
trol sobre el ejército que él había fortalecido, aprovechando el
respiro que las confrontaciones políticas en Haití dieron a los
dominicanos. Le sustituyó en la presidencia el general Manuel
Jimenes, quien decretó una amnistía general a favor de los tri-
nitarios exiliados. El gobierno de Jimenes se mostró incapaz de
enfrentar la nueva invasión haitiana encabezada por Faustin
Soulouque en abril de 1849. Debido a la desesperación vivida
en Santo Domingo por el avance arrollador de las tropas hai-
tianas, que la resistencia encabezada por el general Duvergé
en el sur no pudo detener, el Congreso se reunió de urgencia
e hizo un llamado al general Santana, que descansaba en su
finca de El Seibo, a ponerse al frente del grueso del ejército
dominicano que fue concentrado en el cruce del río Ocoa, en

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 101

un lugar llamado Las Carreras, donde el invasor fue derrotado


en forma humillante. El triunfo militar de Santana en esa bata-
lla lo hizo recobrar su aureola de soldado invencible, mientras
el ejército lanzó un manifiesto desconociendo el gobierno de
Jimenes, quien decretó su destitución, pero el Congreso, de
mayoría santanista, lo repuso en la jefatura del ejército ven-
cedor que marchó a la capital y depuso al presidente Jimenes.
Las confrontaciones políticas terminaron con la salida de Jime-
nes al exilio, mientras Santana recuperaba el poder político por
segunda vez. En su breve mandato dispuso que el Congreso
eligiera un nuevo presidente, resultando ser Santiago Espai-
llat, quien se negó a ejercer el cargo porque no quería ser un
títere del jefe del ejército. Hubo que volver a elegir un nuevo
presidente en agosto, que resultó ser Buenaventura Báez, presi-
dente del Congreso y principal responsable de la rehabilitación
política de Santana, quien volvía al retiro pero sin renunciar a
su reconocida jefatura militar.
Se observa que durante la crisis política de 1849 Santana se
dio el lujo de señalar a dos candidatos para presidente. Ello re-
vela que, no obstante alejarse de la presidencia, conservaba aún
su fama y su poder que crecía cada vez que volvían las inva-
siones militares haitianas que tanto ayudaron a crear entre los
dominicanos un sentimiento de antipatía, de rechazo a los go-
bernantes del vecino país que insistían en la unificación forzosa
de dos pueblos tan diferentes. Báez gobernó favorecido con la
tregua por varios años que los cónsules extranjeros en Santo
Domingo lograron con el gobierno de Soulouque. Durante su
primer gobierno vio fortalecer su liderazgo, lo que despertó
los recelos del general Santana y sus seguidores. Al concluir
su mandato en febrero de 1853 sobrevino la ruptura definitiva
entre Báez y Santana. Ya antes, Bobadilla y su hermano habían
roto sus relaciones con el déspota. Los tres cabecillas del sec-
tor afrancesado se habían separados para siempre. Entonces
surgieron las confrontaciones Báez-Santana y sus seguidores,
incluyendo a reconocidos intelectuales parcializados con uno

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


102 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

u otro bando político. Las acusaciones y contra acusaciones


entre ellos se hicieron virulentas y muchas "verdades" del pa-
sado reciente empezaron a ser conocidas mediantes opúsculos,
folletos, manifiestos, proclamas y artículos publicados en los
periódicos de la época, arrastrados también a las pugnas entre
ambos caudillos.
Santana sustituyó a Báez en la presidencia porque era el
único que en 1853 tenía capacidad para reemplazarlo. En su
tercer mandato continuaron las confrontaciones con el bando
baecista, volvió a chocar con la Iglesia católica, expulsó a va-
rios sacerdotes, envió a Mella Castillo a Madrid a gestionar el
reconocimiento de la república que Francia, Inglaterra y Es-
tados Unidos ya habían reconocido. En esos años se notó la
presencia de los Estados Unidos de América en la vida pública
dominicana, situación que intranquilizó a España y la impulsó
a reconocer la independencia dominicana en febrero de 1855.
Desde el Congreso, Santana empezó a sentir la firme oposición
a su forma despótica de gobernar y las demandas de reformas
a la constitución se hicieron sentir, especialmente contra el fa-
moso artículo 210 del primer texto constitucional que legalizó
la dictadura militar de Santana. En febrero de 1854 se apro-
bó un nuevo texto constitucional, de tendencia liberal, pero el
déspota se sintió inconforme con dicha reforma y después de
mucho trajinar volvió a presionar al Congreso para que revi-
sara la reforma y aprobara una constitución conservadora que
serviría de inspiración política a los futuros caudillos conser-
vadores y anexionistas. El 11 de abril de 1855 Santana ordenó
el apresamiento y fusilamiento del "centinela de la frontera",
del azote de los haitianos, el general Antonio Duvergé, de sus
dos hijos, Alcides y Daniel; de Tomás de la Concha, Juan Ma-
ría Imbert y de Pedro José Dalmau, acusados de tramar contra
su gobierno. Entre diciembre de 1855 y enero de 1856 se li-
braron las últimas batallas militares contra los haitianos. En
los campos de Las Matas de Farfán, Neiba y Dajabón quedó
sepultada para siempre la idea de la unificación política de la

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 103

isla. Nuevamente Santana movilizó el ejército y lo concentró en


Azua y desde allí despachó tropas para enfrentar y derrotar a
los soldados del intrépido Faustin Soulouque, el último de los
gobernantes haitianos que insistió con su alocada guerra contra
los dominicanos. El tercer gobierno de Santana se vio envuelto
también en las nacientes pugnas entre España y EE.UU. por la
hegemonía en las Antillas. En medio de los últimos combates
contra los haitianos arribó a Santo Domingo el cónsul español
Antonio María Segovia. Vino con la clara intención de presio-
nar la salida del poder de Santana para favorecer a Báez que se
encontraba exiliado en Saint Thomas.
Después de muchas artimañas, presiones, injerencias, re-
nuncias y sustituciones, Báez regresó al país y subió al poder
por segunda vez en octubre de 1856. Entonces vinieron las
venganzas de los baecista contra los santanistas. Santana fue
expulsado del país en enero del año siguiente, pero regresó
en agosto de 1857 cuando fue favorecido con una amnistía,
dada por el gobierno provisional de Santiago encabezado por
el general José Desiderio Valverde. Al iniciarse la revolución ci-
baeña contra el fraude monetario del presidente Báez, Santana
se dispuso auxiliar al general Franco Bidó y sus tropas que ha-
bían cercado a Santo Domingo para derrotar las tropas leales
del Gobierno. La guerra civil se estancó por unos meses, hasta
que los cónsules empezaron su mediación que concluyó con
la derrota y salida de Báez del país en junio de 1858. Durante
los meses del conflicto armado Santana empezó a reclutar a
su gente y reorganizó su ejército y cuando se sintió con fuerza
suficiente, viendo que Báez y sus más cercanos colaboradores
volvieron al exilio, dio un golpe de Estado en julio al gobierno
de Santiago, cuyo presidente intentó resistir este acto de in-
gratitud y deslealtad del hombre que había favorecido con la
amnistía. Todo el ensayo por tener un primer gobierno demo-
crático en el país se vino abajo.
De vuelta al poder, Santana derogó la Constitución demo-
crática aprobada en Moca por los patriotas cibaeños y puso en

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


104 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

vigencia la "Constitución oligárquica" de diciembre de 1854.


En lo adelante se enfocó en hacer realidad su viejo sueño ane-
xionista, para lo cual envió a España una misión en busca del
protectorado o la anexión. Santana no sentía ningún amor por
la patria. Cuando aceptó contribuir en la lucha separatista lo
hizo por su arraigado sentimiento antihaitiano. Es probable
que las incursiones de los negros del oeste, que vivían atacan-
do los pueblos fronterizos desde que Toussaint Louverture vio
fortalecer su poder frente a los poderes extranjeros que com-
batió, crearan en las familias que abandonaron la comunidad
de Hincha a principios del siglo 19 ese sentimiento de antipa-
tía que se expresó con fuerza en la villa de El Seibo, desde los
primeros años de la ocupación haitiana, cuando se iniciaron
allí las primeras conspiraciones. Los hermanos Santana serían
después apresados y humillados en los días en que Hérard in-
vadió a Santo Domingo. Meses después se decidió a contribuir
con el golpe separatista y las batallas que vinieron después,
pero muy pronto se asoció al bando político de los afrance-
sados que no creía viable el establecimiento de una república
libre, soberana e independiente de toda dominación extranje-
ra. Cuando arribó al poder político lo hizo por medio de un
contragolpe militar y estableció la dictadura. Jamás aceptó una
constitución democrática porque su ambición de poder y su
carácter tosco eran incompatibles con la tolerancia política. Su
cadena de fusilamientos de patriotas distinguidos la inició al
año siguiente de la separación y no la detuvo hasta el último
día de su cuarto gobierno.
Después del 18 de marzo de 1861, cuando anunció la muerte
de la República, vinieron las protestas y las rebeliones armadas
contra el acto anexionista. Los fusilamientos de José Contre-
ras, Cayetano Germosén, Ynocencio Reyes y la del prócer
Francisco del Rosario Sánchez y sus 21 compañeros de armas,
revelaron hasta dónde calaron sus instintos criminales. Pocas
veces encontraremos en la historia un personaje tan servil, que
dejó de ser presidente de la república para convertirse en un

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 105

gobernador de provincia ultramarina. En el ejercicio de su nue-


va y degradada función se dio cuenta que debía obedecer a
otros jefes superiores, entrando en conflictos y desacatos con
sus nuevos amos. Entonces presentó su renuncia y la reina de
España, para apaciguar su angustia, le otorgó una pensión y
un título nobiliario, pero aun así no pudo normalizar su estado
depresivo. Al retirarse a la villa oriental, después que fue de-
rrotado por Gregorio Luperón en la batalla militar de Bermejo,
fue llamado a venir a la capital, donde fue detenido por el ge-
neral José de la Gándara y cuando supo que sería enviado a
La Habana, donde sería juzgado por un tribunal de guerra por
sus reiterados actos de desobediencia, murió repentinamente
en su casa de Santo Domingo. Muchas conjeturas se hilvana-
ron después sobre las causas de su muerte, pero su triste final
debió ser una lección histórica a los lacayos que jamás creyeron
en la viabilidad de la república.

Conclusión

Al evaluar la trayectoria histórica del general Pedro Santana


y llevarla a los platillos de la balanza, es evidente que la parte
negativa, vista desde la función social de la historia y el rol de
los historiadores, tiene un mayor peso que la parte positiva. La
historia y los historiadores estamos comprometidos en resaltar
los valores de los grandes hombres, sus ideas humanísticas y
sus hojas de servicio, desde que empiezan a sobresalir hasta el
último respiro de vida.
Santana empezó bien, pero muy pronto asumió el desaca-
to, el golpismo, la represión, la intolerancia, el despotismo
sangriento, la corrupción del erario, el proteccionismo y el
anexionismo.
Sus restos no deben permanecer al lado de los patriotas que
él ordenó fusilar, sino en la iglesia seibana donde se encontra-
ban cuando fueron exhumados y llevados al Panteón Nacional.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


106 Balance histórico de Pedro Santana // Filiberto Cruz Sánchez

Bibliografía

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lémica de Santana. Prefacio y notas de Vetilio Alfau Durán.
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García Lluberes, Alcides. Duarte y otros temas. Publicaciones de
la ADH. Vol. XXVIII. Santo Domingo: Editora del Caribe,
1971.
Goico Castro, Manuel de Jesús. Santana y sus apologistas. Santo
Domingo: Imprenta Compostela, 1978.
______. En torno a Pedro Santana. Santo Domingo: Imprenta
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militares de la independencia dominicana, 1844-1856. Santo Do-
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Mejía Ricart, Gustavo Adolfo. Biografía del caudillo Pedro San-
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Documentos para su estudio. Ciudad Trujillo: Impresora Do-
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______. Documentos para la historia de la República Dominicana.
Vol. I. Ciudad Trujillo: Editora Montalvo, 1941.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

¿Por qué los restos del general Pedro Santana


deben ser sacados del Panteón Nacional?1

Juan De La Cruz2
Recepción: 18 enero 2018.
Aprobación: 21 de marzo 2019.

Resumen:

El general Pedro Santana, cuyos restos reposan en el salón


de los patriotas inmortales —conocido por todos como el
Panteón Nacional o Panteón de la Patria—, fueron lleva-
dos allí por el antipatriota, represivo y enemigo del pueblo
dominicano, Dr. Joaquín Balaguer, el 23 de julio de 1978 —23
días antes del traspaso de mando al gobierno de Antonio
Guzmán Fernández, del Partido Revolucionario Dominica-
no—. Sin embargo, no deben permanecer ni un minuto más
en ese lugar sagrado. El general Santana anexó la República
Dominicana a España el 18 de marzo de 1861, murió ha-
biendo hecho juramento bajo la bandera española y cometió


1
Tema presentado en el Fórum “Pedro Santana: ¿dentro o fuera del Panteón
Nacional?”, organizado por la Escuela de Historia y Antropología de la
UASD, Santo Domingo, 15 de octubre de 2018. Retrabajado para Ecos.
2
Egresado de Historia por la Universidad Autónoma de Santo Domingo
(UASD). Máster en Filosofía en un Mundo Global en la Universidad del
País Vasco (España). Docente de la Escuela de Historia y Antropología de
la UASD. Premio anual de Historia José Gabriel García, 2017 con la obra
Guerra de la Restauración: triunfo del pueblo dominicano en armas.

107
108 ¿Por qué los restos del general Pedro Santana deben ser...? // Juan De La Cruz

innumerables crímenes contra los fieles seguidores del


ideal trinitario de una República Dominicana totalmente
libre e independiente de toda dominación extranjera. Esas
son las razones centrales por las cuales Santana no debe
ocupar ningún espacio en ese lugar sagrado.

Palabras claves: Restos, Panteón Nacional, Anexión, Crí-


menes, Independencia Nacional, General Santana, Hateros.

Why should the remains of General Pedro Santana be re-


moved from the National Pantheon?

Summary:

The remains of General Pedro Santana rest in the hall of


the immortal patriots, known as the National Pantheon or
Pantheon of the Fatherland. They were taken there by the
considered anti-patriot, repressive and enemy of the Domi-
nican people, Dr. Joaquín Balaguer on July 23, 1978; 23 days
before the transfer of command to the government of Anto-
nio Guzmán Fernández, from the Dominican Revolutionary
Party. However, those remains should not stay a minute
longer in that sacred place. General Santana annexed the
Dominican Republic to Spain on March 18, 1861. He died ha-
ving sworn under the Spanish flag and committed countless
crimes against the faithful followers of the Trinitarian ideal
of a Dominican Republic totally free and independent of all
foreign domination. These are the main reasons why Santa-
na should not occupy any space in that sacred place.

Keywords: Remains, National Pantheon, Annexation, Cri-


mes, National Independence, General Santana, Cattlemen.

Introducción

La sociedad dominicana ha ido creciendo en conciencia en


torno a la necesidad de que los valores patrios sean exaltados y
que quienes ocupan lugares inmerecidos en el Panteón Nacional

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 109

y en otros espacios sacrosantos sean expulsados de allí para que


le sean reservados exclusivamente a los hijos dignos de la patria.
El general Pedro Santana es uno de esos personajes nefastos.
Nunca creyó en la posibilidad de tener una República Domini-
cana absolutamente libre e independiente de toda dominación
extranjera. Pensaba que únicamente se requería la indepen-
dencia con respecto a la República de Haití. Incluso consumó
el crimen de anexar el territorio dominicano a España el 18 de
marzo de 1861, en calidad de provincia ultramarina, trayendo
con ello la pérdida total de la soberanía nacional.

Origen y vida de Santana

El general Pedro Santana Familias nació en Hincha —hoy te-


rritorio haitiano—, el 29 de junio de 1801. Fue hermano gemelo
de Ramón Santana Familias, de Florencio Santana Familias e
hijo de Pedro Santana y Petronila Familias. El padre de Pedro
Santana, que tenía el mismo nombre de su hijo, tenía el rango
de capitán cuando participó en la Guerra de la Reconquista
que encabezó el brigadier cotuisano Juan Sánchez Ramírez. En
la Batalla de Palo Hincado, que se celebró en El Seibo, el capi-
tán Santana fue quien le cercenó la cabeza al general francés
Louis Ferrand, tras este suicidarse, para exhibirla como trofeo
de guerra.
Desde entonces la familia Santana-Familias, que había pasa-
do de Hincha al Cibao y luego a lo que hoy es Sabana Perdida,
se estableció definitivamente en El Seibo, donde junto a sus fa-
miliares se apropió de grandes extensiones de tierra, pasando
a convertirse en importantes terratenientes del lugar.
Santana contrajo matrimonio en dos ocasiones: la primera
vez con Micaela Antonia Rivera, una viuda rica de El Seibo,
y la segunda vez con Ana Zorrilla. Su primer matrimonio
contribuyó a que se convirtiera en un hombre de gran influen-
cia en todo el este del país.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


110 ¿Por qué los restos del general Pedro Santana deben ser...? // Juan De La Cruz

El Prado era la finca propiedad de Pedro Santana, logran-


do conformar un ejército entre peones, allegados y vecinos de
alrededor de 3 mil hombres, lo que le permitió arrebatarle el
poder a los trinitarios, que entre junio y julio de 1844 asumían
con el general de división Francisco del Rosario Sánchez como
presidente de la república; el general de división Juan Pablo
Duarte, en su calidad de comandante de la Plaza de Armas de
Santo Domingo, y el general de división Ramón Matías Mella,
como comandante de la Plaza de Armas de Santiago y delega-
do del gobierno en el Cibao.

Santana, comandante en jefe del Ejército del Sur

El general Pedro Santana ostentó, a partir de marzo de 1844,


el cargo de comandante en jefe del Ejército Expedicionario del
Sur, pero solo participó indirectamente en la Batalla del 19 de
Marzo, y directamente en las escaramuzas conocidas como Ba-
talla de Las Carreras, realizada entre los días 21 y 23 de abril
de 1849, tras la derrota contundente sufrida por las tropas hai-
tianas encabezadas por el general Faustino Soulouque en el
desfiladero de El Número, Azua, el 17 de abril de ese mismo
año, ante el ejército dominicano que encabezaba el general An-
tonio Duvergé.
Veamos lo que expresa Emiliano Tejera en torno a las acusa-
ciones que le hacía el general Pedro Santana al general Antonio
Duvergé, de ser el responsable de la derrota de las tropas
dominicanas en la batalla del 5 y 6 de abril de 1849 frente al
ejército de Faustino Soulouque:

“El Gral. Santana falta a la verdad en todo lo que dice


del Gral. Duvergé. Este, en unión del coronel Francis-
co Domínguez, peleó heroicamente en El Número i
quizás esta resistencia fue la causa de la orden de re-
troceso del ejército haitiano. El general Duvergé desde

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 111

el 44 hasta 49 peleó infinidad de veces contra los hai-


tianos, i casi siempre triunfó. Puso su pie victorioso
en donde nunca lo puso Santana: En el territorio que
Haití retuvo después de la proclamación de la inde-
pendencia dominicana. Al contrario Santana en los 13
años de guerra activa contra Haití sólo oyó los tiros
del enemigo dos veces: En Azua, de donde se derro-
tó después de haber vencido, exponiendo con esto la
independencia de la república, i en Las Carreras, en
donde peleó con la retaguardia de un ejército que se
retiraba”3.

Es muy justo destacar que los militares que recogieron los


lauros de aquellas contiendas bélicas por la dignidad, la liber-
tad y la soberanía nacional, no fueron necesariamente los que
más esfuerzos hicieron por obtener la victoria frente al ejército
expedicionario haitiano, sino aquellos que siempre estuvieron
esperando el apoyo militar de una gran potencia, como Fran-
cia, para poder dar las batallas que vendrían a consolidar una
independencia nacional mediatizada.
Por eso, con toda razón, el patricio Juan Pablo Duarte nos
dice lo siguiente: “Un 19 de marzo triunfó la cruz; y los Iscariotes,
escribas y fariseos proclaman triunfador a Santana”4.
Duarte se refiere al triunfo del ejército dominicano sobre
las tropas haitianas que estaban bajo el mando del presiden-
te haitiano general Charles Riviére Hérard el 19 de marzo de
1844. Esa ocasión la aprovecharon los partidarios del general
Pedro Santana para atribuirle la victoria de forma absoluta
a él, desconociendo con ello que los verdaderos adalides de
esa acción militar fueron el general Antonio Duvergé y los
oficiales Francisco Soñé, José del Carmen García, Feliciano


3
César A. Herrera, La Batalla de Las Carreras (Santo Domingo: Intergrafic,
1985), 50.

4
Rosa Duarte & Juan Pablo Duarte, Apuntes de Rosa Duarte. Archivo y versos
de Juan Pablo Duarte, (Santo Domingo: Instituto Duartiano, 1999), 252.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


112 ¿Por qué los restos del general Pedro Santana deben ser...? // Juan De La Cruz

Martínez, Juan Esteban Roca, Manuel de Regla Mota, Manuel


Mora, Juan Esteban Ceara, José Leger, Vicente Noble, Matías
de Vargas, Marcos Medina, Lucas Díaz, Nicolás Mañón, Juan
Contreras y Lorenzo Araújo, así como cientos de oficiales, cla-
ses y soldados.
Los lauros inmerecidos atribuidos a Santana les sirvieron
para ser proclamado con los galardones tampoco merecidos
de “Libertador de la Patria” y “Jefe Supremo de la República”.
Calidad esta última con la que asumió la presidencia de la re-
pública, tras desplazar a los trinitarios del poder y declararlos
injustamente traidores a la patria, para poder cometer impune-
mente todos sus crímenes y desmanes contra el país y su gente
más sensata.

Crímenes cometidos contra la patria y sus héroes

Los principales crímenes, traiciones, desmanes y deslealta-


des cometidas por el general Pedro Santana contra la República
Dominicana y sus patriotas más fieles al ideal de una nación
totalmente libre e independiente, se pueden resumir de la si-
guiente manera:

1. El general Pedro Santana, hatero de El Seibo que colabo-


ró con la Independencia Nacional, declaró traidores a la
patria a los fundadores de la República Dominicana Juan
Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón
Matías Mella, Juan Isidro Pérez, José María Serra, Pedro
Alejandrino Pina, Juan Nepomuceno Ravelo, Jacinto de la
Concha y Juan Evangelista Jimenes, entre otros, y desde
entonces se alzó con el poder absoluto de la República
Dominicana.
2. El fusilamiento de María Trinidad Sánchez y sus compañe-
ros de armas el 28 de febrero de 1845 —un día después de
cumplirse el primer año de la independencia nacional—

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 113

por reclamar el retorno de los trinitarios deportados por


Santana y su gabinete.
3. El destierro de los parientes más cercanos de Duarte —su
madre Manuela Díez y sus hermanos y hermanas—, en el
mes de marzo de 1845, con lo cual quiso darle una estocada
final al fundador de la república.
4. El fusilamiento de los hermanos José Joaquín y Gabino Pue-
llo, después de éstos haberle servido incondicionalmente al
general Pedro Santana. Estos fueron acusados de convictos
y juzgados por una supuesta conspiración que buscaba de-
rrocar al presidente Santana. Fueron sentenciados a muerte
y fusilados el 23 de diciembre de 1847.
5. El apresamiento de quien fue una y mil veces glorioso
defensor de las fronteras dominicanas, general Antonio
Duvergé, el 9 de mayo de 1849 en Azua, por desaprobar las
incitaciones del general Pedro Santana dirigidas a derrocar
al presidente general Manuel Jimenes y en su lugar colocar-
se él, y por responderle gallardamente, con honorabilidad
y sentido patriótico, de la siguiente manera: “General: Yo
sólo empleo mis armas para pelear contra el haitiano; pero nunca
tomaré parte en discordias civiles; en este caso haré mucho con ser
neutral”5.
6. El sometimiento del general Duvergé a un consejo de gue-
rra en la ciudad del dictador, El Seibo, al ser acusado por el
general Santana de ser el responsable de la derrota sufrida
por las tropas dominicanas en varias batallas, como la de
Azua, de los días 5 y 6 de abril de 1849, siendo descargado
posteriormente por el tribunal militar de las imputaciones
que se les hicieron.
7. El fusilamiento en el patíbulo del general Antonio Du-
vergé, sus hijos Alcides y Daniel, los patriotas coroneles
Tomás de la Concha y Juan María Albert, así como también

Joaquín Balaguer, El centinela de la frontera. Vida y hazañas de Antonio


5

Duvergé (Santo Domingo: Editora Corripio, 1995), 134.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


114 ¿Por qué los restos del general Pedro Santana deben ser...? // Juan De La Cruz

al ciudadano español Pedro José Dalmau, el 11 de abril de


1855, al ser acusados de planear una conspiración revolu-
cionaria contra el gobierno del general Santana.
8. La actitud de deslealtad y traición asumida en 1858 cuando
el gobierno provisional de Santiago, encabezado por el ge-
neral José Desiderio Valverde e integrado por los patriotas
Ulises Francisco Espaillat, Pedro Francisco Bonó, Máximo
Grullón y otros abanderados de la causa nacional, lo trajo
del exilio para sacar del poder al presidente Buenaventura
Báez, quien había estafado a los productores y comercian-
tes de tabaco del Cibao, al emitir más de 40 millones de
pesos en dinero inorgánico. Después de derrocar a Báez
retornó a Santiago y le dio un golpe de Estado al presidente
Valverde, derogó la Constitución democrática y liberal de
Moca adoptada en 1858 e impuso nuevamente la Constitu-
ción conservadora de 1854.
9. La entrega total de la República Dominicana al decadente
imperio español en una falsa y supuesta condición de pro-
vincia ultramarina, cuando llevó a cabo la anexión a España
el 18 de marzo de 1861, para consumar de forma definitiva
sus planes parricidas contra la patria y contra sus mejores
hombres y mujeres.
10. El fusilamiento de los patriotas José Contreras, Cayetano
Germosén, Ynocencio Reyes y otros, en mayo de 1861, en la
ciudad de Moca, tras estos oponerse a la anexión a España.
11. El fusilamiento en el patíbulo del patricio Francisco del Ro-
sario Sánchez y sus 21 compañeros de lucha e infortunio,
en San Juan de la Maguana, el 4 de julio de 1861.

Duarte calificó a Pedro Santana como “Satanás”, “Orcopoli-


ta”, “Ciudadano del Infierno”, “fariseo” e “Iscariote”, a quien
el patricio había incorporado junto a su hermano Ramón, a
mediados de 1843, a la causa nacional, tras el golpe de Estado
dado por los reformistas haitianos y los trinitarios al presi-
dente haitiano Jean Pierre Boyer. A Santana y a otras figuras

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 115

funestas del país como Tomás Bobadilla, Buenaventura Báez,


Manuel María Gautier, Manuel María Valencia, Silvano Pujol,
Félix Mercenario y otros, nuestro padre de la patria los señala
como parte de la “facción miserable” que “ha sido, es y será
siempre todo menos dominicana”. Igualmente, “representante
de todo partido antinacional y enemiga nata por tanto de todas
nuestras revoluciones”6.

Luperón contra Santana

En el curso de la Guerra Restauradora, el general Gregorio


Luperón fue designado como Jefe de Operaciones de la Línea
Sureste para contener la llegada del general Pedro Santana al
Cibao, e impedir que el desaliento se apoderara de las fuerzas
restauradoras que estaban luchando en las proximidades de la
ciudad de Santo Domingo.
El general Luperón aceptó la encomienda puesta sobre sus
hombros, con la condición de que el Gobierno Provisorio Res-
taurador emitiera una disposición en la que ponía fuera de la
ley al general Pedro Santana por delito de alta traición. Aun-
que dentro del gobierno había algunos opuestos a la pena de
muerte y le pidieron a Luperón flexibilizar su posición, éste se
mantuvo incólume en su pedimento, ya que tenía la certeza de
que exigía una ley con la que buscaba únicamente el bienestar
de la patria. Fue así como, al fin, el gobierno emitió el decre-
to conjuntamente con el nombramiento del general Luperón
como Comandante en Jefe de todas las Fuerzas del Sur y del
Este. Veamos:


6
Rosa Duarte & Juan Pablo Duarte, Apuntes de Rosa Duarte. Archivo y versos
de Juan Pablo Duarte (Santo Domingo: Instituto Duartiano, 1999), 275.

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116 ¿Por qué los restos del general Pedro Santana deben ser...? // Juan De La Cruz

Decreto del Gobierno Provisional declarando fuera de la


ley al general Santana como culpable de alta traición

Dios, Patria y Libertad


República Dominicana
El Gobierno Provisional.

Considerando: que el general Pedro Santana se ha hecho culpable


del crimen de alta traición, enajenando a favor de la Corona de Cas-
tilla, la República Dominicana, sin la libre y legal voluntad de sus
pueblos, y contra el texto expreso de la ley fundamental:
Ha venido en decretar y decreta:
ART. 1°.- El dicho general Pedro Santana queda puesto fuera de
ley; y por consiguiente, todo jefe de tropa que le apresare le hará pasar
por las armas, reconocida sea la identidad de su persona.
Dado en Santiago de los Caballeros, en la Sala del Gobierno, a los
14 días del mes de Septiembre de 1863.-
El Vice-presidente Benigno F. de Rojas. Refrendado; la Comisión
de Guerra: R. MELLA, P. PUJOL.-
La Comisión de Hacienda: J. M. GLAS, Ricardo CURIEL.- La Co-
misión de Relaciones Exteriores: Ulises F. ESPAILLAT. La Comisión
de Interior, Justicia y Policía: Máximo GRULLÓN, G. PERPIÑAN7

El general Pedro Santana, viejo, enfermo y totalmente des-


moralizado, con 62 años de edad sobre su espalda, fue vencido
por el joven general Gregorio Luperón, con apenas 24 años, en
las batallas del Sillón de la Viuda y Arroyo Bermejo, próximo al
Cantón de Guanuma, donde tenía su Cuartel General el caudillo
del este, obligándolo a retirarse luego a su finca de El Seibo.
El general Pedro Santana fue llamado por el brigadier José
de la Gándara y Navarro a la ciudad de Santo Domingo para
remitirlo a Cuba, donde se le juzgaría en una corte marcial por

7
Gral. Gregorio Luperón, Notas autobiográficas y apuntes históricos, (Santo
Domingo: Central de Libros C. por A., 1992), 156.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 117

desobediencia a la autoridad de la Corte Española y de varios


integrantes de la fuerza española en la isla, quienes le habían
ordenado concentrar las fuerzas militares bajo su mando en
torno a la ciudad de Santo Domingo, a lo que se negó en múl-
tiples ocasiones.
El 11 de junio de 1864 el general Pedro Santana fue en-
contrado muerto en su casa, ubicada en la hoy calle Hostos
No. 348 esquina general Luperón, donde funciona actualmen-
te la Casa de Italia, en la Zona Colonial de Santo Domingo.
Con esta acción buscaba probablemente evitar ser extraditado
y juzgado por los mismos personajes a los cuales había entre-
gado la patria en bandeja de plata varios años antes. La versión
más socorrida es que se suicidó de una sobredosis de pastillas,
producto de una gran depresión que padeció. Los que sostie-
nen esta versión indican que su asistente personal encontró su
cuerpo sobre el escritorio, acompañado de varios frascos de
pastillas, algunos vacíos y otros con algunas porciones.
El general Gregorio Luperón en su libro Notas autobiográfi-
cas y apuntes históricos (1992), al referirse al deceso del general
Pedro Santana, asegura que la causa de su muerte está rela-
cionada con la “soberbia”, de lo que se infiere que prefirió
suicidarse y no reconocer el gran error cometido al entregar la
República Dominicana a España.

El doctor Balaguer y los trujillistas


reivindicaron a Santana

El doctor Joaquín Balaguer emitió el decreto presidencial


número 1,383, del 24 de octubre de 1975, con el que dispuso
el traslado de los restos del general Pedro Santana al Panteón
Nacional, bajo el argumento de que: “para que descansen en un
ambiente de carácter religioso y reciban el tributo de veneración re-
servado por la patria a sus grandes hombres”8.

Alejandro Paulino, “Joaquín Balaguer, Pedro Santana y la propuesta de


8

sacar sus restos del Panteón Nacional”. Acento, 27 de agosto de 2017.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


118 ¿Por qué los restos del general Pedro Santana deben ser...? // Juan De La Cruz

La decisión del Poder Ejecutivo encabezado por Balaguer


reservó la fecha del 27 de febrero de 1976 para la realización de
la inhumación, como parte de los actos conmemorativos de los
131 años de independencia de la República Dominicana, lo que
no fue posible cumplir en esa magna fecha.
En su nuevo decreto número 3,473, de fecha 6 de julio de
1978, el presidente Balaguer retomó el decreto emitido en 1975,
de realizar el homenaje al general Santana, escogiendo la fe-
cha del 23 de julio del mismo año —días antes de entregarle
el poder al PRD— para dar cumplimiento a lo anteriormente
propuesto.
Para ese fin, el doctor Balaguer nombró una comisión in-
tegrada por el vicepresidente de la república, el senador, el
gobernador y el presidente del ayuntamiento de El Seibo, así
como los presidentes de los ayuntamientos de Hato Mayor y
San Pedro de Macorís. También integró a las personalidades
Manuel de Jesús Goico Castro, Vetilio Alfau Durán y Francisco
Elpidio Beras, con el propósito de que tomaran las providencias
de lugar y elaboraran el programa a desarrollar en el evento.
Los restos fueron acogidos y colocados en uno de los nichos de
la patria, en la fecha señalada.
La controvertida decisión del presidente Balaguer, de trasla-
dar los restos del general Pedro Santana al Panteón Nacional,
contribuyó a reavivar en el debate nacional una vieja y no
resuelta polémica en torno al papel de Pedro Santana en el de-
venir histórico dominicano.
Esta polémica fue iniciada formalmente en el año 1889,
cuando desde las páginas de dos importantes periódicos de la
época El Teléfono y El Eco de la Opinión se enfrentaron el padre
de la historiografía dominicana, don José Gabriel García, y el
célebre autor de la novela Enriquillo, don Manuel de Jesús Gal-
ván. García contrario al general Santana y Galván convertido

https://acento.com.do/2017/cultura/8486532-alejandro-paulino-joaquin-
balaguer-pedro-santana-la-propuesta-sacar-restos-del-panteon-nacional/

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 119

en su defensor. Esta fue la más importante polémica en torno


al tema durante el siglo XIX.
El régimen de Trujillo fue proclive a destacar la figura de
Santana, contraponiéndola en varias ocasiones a la figura de
Duarte, como sostiene el mismo Joaquín Balaguer al explicitar
las razones que le condujeron a escribir El Cristo de la liber-
tad; o cuando no, equiparándolas al mismo nivel, otra forma
sutilmente orientada a desconocerle a Juan Pablo Duarte su
proceridad cimera.
Esto se puede observar en la producción intelectual de en-
tonces con obras como Duarte y Santana, del escritor trujillista
Pedro L. Vergés Vidal; la Biografía de Santana, escrita por el
historiador y escritor puertoplateño Rafael Senior, o la que es-
cribiera el destacado historiador y educador Gustavo Adolfo
Mejía Ricart con el título Biografía del caudillo Pedro Santana,
entre otras.
En el año 1957, desde el periódico El Caribe, se promovió una
encuesta dirigida a intelectuales e historiadores nacionales a
los fines de que “expresen con serenidad objetiva sus opiniones en
torno al héroe de Azua y Las Carreras”9.
Ramfis Trujillo, en su condición de Jefe de Estado Mayor de
la Aviación Militar Dominicana, ordenó hacer una publicación
donde se plasmaran todas las opiniones vertidas por los inte-
lectuales que respondieron a la consulta realizada en torno al
general Santana.
Un destacado santanista fue el gran intelectual trujillista
Manuel Arturo Peña Batlle, quien dejó inconclusa una biogra-
fía sobre el general Pedro Santana. En carta dirigida por Peña
Batlle al historiador Emilio Rodríguez Demorizi el 15 de ju-
nio de 1951 llegó a plantearle que ya era hora de sustituir la
“inocua trilogía” de los tres padres de la patria por el “binomio

Emilio Rodríguez Demorizi, Vetilio Alfau Durán, Víctor Garrido Puello


9

& otros: Encuesta acerca del General Santana (Santo Domingo: Comisión
Permanente de Efemérides Patrias, 2019), 6.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


120 ¿Por qué los restos del general Pedro Santana deben ser...? // Juan De La Cruz

sustancial” de Santana y Duarte, como si no se tratara de una


innombrable afrenta colocar a Santana en igualdad de méritos
y virtudes que el fundador de la nacionalidad dominicana.
De similar parecer era Rodríguez Demorizi, quien había
expresado que: “Conozcamos a Santana, no para amarle, como a
Duarte, sino para comprenderle y admirarle. Porque, ciertamente, él no
fue amado, como Duarte, por los hombres de su tiempo, sino respetado,
seguido y admirado. No inspiró amor; inspiró fe, y la fe en él significó la
victoria contra los dominadores. La tradición seguirá diciendo: Duarte,
Sánchez, Mella, y seguiremos escuchando fervorosamente esos mágicos
nombres. Pero la crítica histórica, poniendo de un lado el pensamiento
y del otro la acción, extremos de toda grande empresa, reducirá esa
gloriosa trilogía a este simple binomio: Duarte y Santana”10.
Nadie niega el rol que jugó el general Pedro Santana como
Comandante en Jefe del Ejército del Sur en las múltiples oca-
siones que fue necesario enfrentar al ejército haitiano, pero
los crímenes cometidos contra patriotas consagrados a la de-
fensa de la soberanía nacional y los esfuerzos sostenidos por
entregar la República Dominicana primero a Francia, luego a
Estados Unidos y finalmente a España, no dejan lugar a dudas
de que el hatero seibano no merece ocupar el lugar de honor
que el Dr. Balaguer le otorgó en julio de 1978.

Conclusión

Hoy, la mayor parte del pueblo dominicano y los histo-


riadores seguidores del ideal duartiano de una República
Dominicana totalmente libre e independiente de toda domina-
ción extranjera, somos partidarios de que los restos del general
Santana sean retornados a la iglesia de El Seibo, desde donde
fueron exhumados en 1978.

Emilio Rodríguez Demorizi, Papeles del general Santana (Santo Domingo:


10

Fundación Rodríguez Demorizi, 1982), 5.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 121

Pedro Santana fue el verdugo de los padres fundadores de


la República Dominicana y sus familias, de la heroína María
Trinidad Sánchez, del centinela de la frontera Antonio Duver-
gé, del prócer de febrero de 1844 Jacinto de la Concha, de los
hermanos José Joaquín y Gabino Puello, del coronel José Con-
treras y sus 22 compañeros, de Francisco del Rosario Sánchez
y sus 21 compañeros de armas, entre otros. Por tanto, Santana
no puede ocupar un lugar de honor en el Panteón de la Patria
donde están muchos de los patriotas que él exterminó.
Mantener los restos del general Pedro Santana en uno de
los nichos del Panteón Nacional constituye una afrenta para
aquellos hombres y mujeres que lo dieron todo para lograr
una patria totalmente libre e independiente de toda potencia
extranjera, cuyo blasón en cuartos encarnados y azules, atra-
vesados por una cruz blanca, simboliza el más puro ideal de
redención y amor patrio.
Por eso todos los dominicanos nobles y seguidores del ideal
duartiano exigimos a todo pulmón al Gobierno Central y al
Congreso Nacional que emitan un decreto o aprueben una
ley para sacar los restos del general Pedro Santana del Pan-
teón Nacional y trasladarlos a su antigua morada: la ciudad
de El Seibo. Es más, el general Pedro Santana murió siendo
español, razón por la cual España debe reservarle un espacio
privilegiado en el panteón de sus héroes nacionales, si es que
lo consideran como tal, ya que fue investido por la reina Isa-
bel II con los títulos de Marqués de Las Carreras y Senador
Vitalicio.

Bibliografía

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Antonio Duvergé. Santo Domingo: Editora Corripio, 1995.
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122 ¿Por qué los restos del general Pedro Santana deben ser...? // Juan De La Cruz

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santana-la-propuesta-sacar-restos-del-panteon-nacional/
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ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional por


crímenes contra la patria1

Ramón Rodríguez Jiménez2


Recepción: 7 de febrero, 2019.
Aprobación: 21 de marzo, 2019.

Resumen

El trabajo que se presenta a continuación busca establecer


en la medida de lo posible una visión que deje al descu-
bierto la conducta política de Pedro Santana, así como su
cosmovisión contextual de una sociedad pobre y atrasada
cuyo horizonte se mostraba con indefinición y presionado
por la realidad internacional. En el mismo se expresa la des-
confianza y negación a la creencia de la imposibilidad que
tenía la naciente nación para mantener su independencia y
soberanía. Santana nunca creyó en sus propias ejecutorias
para lograr el objetivo, aunque él constituía la razón del
triunfo. Siempre buscó, y sin descansar, la fórmula que le
permitiera entregar la nación al mejor postor que entones


1
Tema presentado en el Fórum “Pedro Santana: ¿dentro o fuera del Panteón
Nacional?”, organizado por la Escuela de Historia y Antropología de la
UASD, Santo Domingo, 15 de octubre de 2018. Retrabajado para Ecos.
2
Egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo de Historia
y Geografía. Maestría en Ciencias Sociales. Candidato a doctor de la
Universidad de Oviedo, España. Profesor de la Escuela de Historia y
Antropología de la UASD.

123
124 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

lo eran Francia, Estados Unidos y España, entre otros. Sin


obtemperar razones, reprimió, encarceló, expulsó y eliminó
a sus enemigos políticos; así se puede resumir en general a
Santana como gobernante.

Palabras Claves: Crisis política, personalidad, conser-


vadores, anexionistas, proteccionistas, antinacionales,
oligárquico, autocrático, Panteón Nacional, hatero, héroe.

Pedro Santana: Out of the National Pantheon for Crimes


against the Fatherland

Summary

The work presented below seeks to establish as far as pos-


sible a vision that reveals the political behavior of Pedro
Santana, as well as its contextual worldview of a poor and
backward society whose horizon was undefined and pressu-
red by the international reality. Such work expresses distrust
and denial of the belief of the impossibility that the nascent
nation had to maintain its independence and sovereignty.
Santana never believed in his own excecution to achieve the
goal although he was the reason for the triumph. Without
resting, he always sought the formula that would allow him
to deliver the nation to the highest bidders that were then
France, the United States, and Spain, among others. He,
without measuring reasons, he repressed, imprisoned, ex-
pelled and eliminated his political enemies. In such manner
one can summarize general Santana as governor.

Keywords: Political crisis, personality, conservatives,


annexationists, protectionist, anti-nationals, oligarchic, au-
tocratic, National Pantheon, cattlemen, hero.

Introducción

Desde muy temprana edad, cuando asistía a la escuela, escu-


ché tantas veces en las aulas a los maestros y maestras hablar

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 125

con orgullo acerca de la grandeza ese dominicano, prohombre


y militar invicto, cuyo coraje y capacidad puso al servicio y
defensa de nuestra soberanía e independencia. Por igual, con
el orgullo hispanófilo, hacían alardes de su marquesado de la
Carrera. Aquellos ilustres formadores hablaban del hombre es-
pada acompañado de un bisoño ejército libertador convertido
en terror frente al forjado y veterano ejército haitiano. Nuestros
mayores ponían énfasis en cómo el machete dominicano diez-
maba al invasor cuyo número de tropas casi siempre superaba
al dominicano en relación matemática de uno a cinco.
Y qué decir de aquel 19 de marzo en Azua; fue suficiente
el triunfo para crear una aureola propia del dios Marte do-
minicano. Crecimos orgullosos del soldado Pedro Santana,
experimentado en cuatro campañas militares que fueron dis-
tintas. Nos hacían enaltecer su carácter y don de mando que le
valió para salir triunfante en cada una de las batallas donde la
gloria y el laurel adornaron nuestro ejército. La seguridad a esa
patria joven y llena de coraje se la daba y era conducida en su
destino por el genio militar del general Pedro Santana.
Sin embargo, cuando se hurga acerca de la vida de los hom-
bres públicos como Santana es necesario valorar todas y cada
una de sus acciones realizadas dentro del rango del servidor
público. Santana era el soldado agigantado, conduciendo a
un pueblo pequeño, aldeano, carente de todo y acostumbra-
do a obedecer con pocas posibilidades de movilidad social.
Las acciones guerreras le permitían a Santana por lo menos
relaciones interregionales y ascenso social para los vencedores.
Pero eran muchas las preguntas anidadas en la mente de aquel
adolescente que por demás vivía en un pequeño pueblo do-
minicano, cibaeño, sobre el general presidente Pedro Santana.
Solo que las indagatorias nos dan unos resultados distintos. Es
lo que vamos a ver a continuación.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


126 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

Las actitudes cobardes de Pedro Santana

Hay una pregunta que debemos hacernos todos los traba-


jadores de la historia dominicana ya que en nuestros días hay
quienes cuestionan la existencia de La Trinitaria: ¿dónde esta-
ba Pedro Santana y su aliado Tomás Bobadilla el 16 de julio de
1838. Al igual que Bobadilla, parece que Santana también estaba
cuidando su ganado y desconocía o no estaba relacionado con
los acontecimientos políticos que se vivían en Santo Domingo, la
principal ciudad del territorio ocupado por los haitianos, mien-
tras Bobadilla ocupaba un puesto de importancia en el gobierno
de ocupación. Pues Santana no estaba en 1842 junto al grupo
de los conservadores y anexionistas encabezado por Bobadilla
e integrado por Julián Alfau, Esteban Aybar, Francisco Javier
Abreu, Manuel María Valencia, Dr. José María Caminero, Ma-
nuel Joaquín Del Monte y Buenaventura Báez. “Ellos entendían
de manera aparentemente justa que la joven república no sobre-
viviría si no se cobijaba bajo la sombra de un país poderoso”3.
Todos juntos vinieron a constituir el bloque opositor de los
antinacionales. Santana llegó al Panteón Nacional por inter-
medio de un hombre sagaz, gran jugador del ajedrez político
dominicano, Joaquín Balaguer, quien ha considerado la necesi-
dad de inmortalizar a uno de su igual, representativo del sector
autocrático y oligárquico de viejo cuño. Es la razón por la que
impuso mediante decreto que aquel soldado que no merecía tal
honra fuera depositado en el honroso recinto. Es mediante el
decreto número 1,383 del 24 de octubre de 1975 que se establece
el traslado de los restos del general Pedro Santana al Panteón
Nacional. Esa actividad debía ser ejecutada el día 27 de febrero

3
Franz Miniño Marión-Landais, Las columnas de bronce. Biografía de los
hermanos Eusebio, Gabino y José Joaquín Puello (Santo Domingo: AGN,
2016), 127.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 127

de 1976, (no fue un día cualquiera el que Balaguer seleccionó,


nada más y nada menos que el 27 de febrero para la ejecución y
se convertiría en el mayor golpe a los trinitarios y a su jefe políti-
co Juan Pablo Duarte) en el 131 aniversario de la independencia.
La materialización del proyecto balaguerista no fue posible en
el momento indicado. Frente al fracaso se seleccionó una nueva
fecha, justificada mediante el decreto número 3,473 del 6 de julio
de 1978, en el que se estableció el día 23 de julio de 1978 para el
depósito de los restos de Santana en el Panteón Nacional.
A nuestro entender vamos a nombrar algunas de las razones
consideradas como respuestas para el rechazo de su presencia
en el Panteón Nacional y las mismas obedecen entonces a he-
chos como los siguientes:
1.-Por haber huido el 19 de marzo y negarse a enfrentar a
los haitianos. Como todo comandante general debió permane-
cer y controlar aquel lugar, escenario primigenio de una fuerte
batalla abriendo el proceso guerrero independentista. Pues
cuando se produjo la ocupación haitiana, en febrero de 1822,
Santana ya tenía 21 años y su compañero Tomás Bobadilla te-
nía 37años y mucha experiencia de Estado este último. Cabe
preguntar ¿dónde estaban ambos personajes al momento de la
fundación del aparato ideológico que conduciría al pueblo ha-
cia la independencia nacional? La pregunta, sobre todo, para
Santana, tildado de gran héroe por quienes aún aprueban su
inconducta frente a la patria y utilizan contra Duarte todo tipo
de improperios. Si el hatero Santana fue tan patriota ¿por qué
no dedicó y puso a disposición sus riquezas para redimir la
patria? El hombre que poseía tal riqueza e influencia social en
la región este del hoy territorio nacional, ¿no podía disponer
de la misma para liberar nuestra patria? Por otra parte, su com-
pañero, el señor Bobadilla, se encontraba ocupando un puesto
importante en la dirección del territorio ocupado. Frente a
estos dos personajes veamos qué dice Juan Pablo Duarte, exi-
liado por haber demostrado la capacidad política y dirección
correcta en la construcción del aparato y organización política

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


128 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

La Trinitaria, para impulsar el movimiento opositor junto a sus


compañeros de partido al aproximarse el momento cumbre de
la lucha contra el ocupante. Dice Duarte al respecto: “El único
medio que encuentro para reunirme con ustedes es independi-
zar la patria; para conseguirlo se necesitan recursos, recursos
supremos, y cuyos recursos son que ustedes de mancomún
conmigo y nuestro hermano Vicente ofrendemos en aras de la
patria lo que a costa del amor y trabajo de nuestro padre he-
mos heredado. Independizada la patria puedo hacerme cargo
del almacén, y además, heredero del ilimitado crédito de mi
padre, y de sus conocimientos en el ramo de la marina, nues-
tros negocios mejorarán y no tendremos porqué arrepentirnos
de habernos mostrado dignos hijos de la patria”4.
2.- Vencidos los invasores, Santana tiende a rechazar la per-
secución de los haitianos, se opone a seguir el plan estratégico
elaborado por Duarte. Por el contrario, el plan de Santana con-
sistió en abandonar el escenario inmediatamente terminó el
enfrentamiento para, de esa manera, forzar a los haitianos a
perseguirlo y frente al avance del ejército del general Charles Hé-
rard, superior, con un mejor equipo militar y mayor el número
de tropas. Ante ese peligro, pretendía Santana obligar al cónsul
francés a aceptar la propuesta del protectorado de acuerdo al
segundo Plan Lavasseur. Hemos dicho con suficiente fuerza
que la traición de Santana y su camarilla insertada en el poder
determinaron un cambio en la estrategia diseñada, no en perse-
guir a los haitianos. Por el abandono de la posición donde había
logrado detener a los haitianos, Azua, el día 19 de marzo. En
cambio el presidente de la Junta, Tomás Bobadilla, como aliado
de Santana, nunca aceptó que Duarte lograra colocarse militar y
políticamente por encima de Santana y, por ello, desconoció los
planes estratégicos de Duarte, los cuales consistían en golpear al

4
Diario de Rosa Duarte, citado por Francisco M. de las Heras y Barrero.
Los silencios de Juan Pablo Duarte. Luces y sombras de un hombre excepcional
(Santo Domingo: Archivo General de la Nación, Editora Búho, 2017), 50.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 129

enemigo haitiano desde flancos diferentes como el atacar desde


las estratégicas montañas que vienen del frío valle de Constan-
za. Entonces el presidente de la Junta Central Gubernativa, para
neutralizar a la opinión pública, la cual podría volverse en su
contra, ordenó a Duarte regresar a Santo Domingo. Luego, de
acuerdo a ese propósito, se dispuso nombrar a Mella en la eje-
cución del plan estratégico de Duarte, quizás por la amistad que
ya había exhibido Mella y Bobadilla, ahora dueño de la situación
política nacional. Muchos ciudadanos, fueran trinitarios o no,
ante tal determinación, pidieron a Bobadilla destituir a Santa-
na. Era una petición justa, pero sorda, toda vez que Santana y
Bobadilla tenían preparada una agenda en contra de la joven
república, como se comprueba en el siguiente texto: “el día 4
de abril Duarte recibe en su campamento la siguiente comuni-
cación: Al general Juan Pablo Duarte; compañero y amigo: Al
recibo de esta se pondrá usted en marcha con solo los oficiales
de su Estado Mayor para esta ciudad, donde su presencia es ne-
cesaria, avisándoles al general Santana”5.
¿Cuándo o en qué momento los miembros del bloque opositor
antinacional fueron amigos de Duarte como lo llama Bobadilla
en esa comunicación cuyo contenido era veneno en contra de
la patria? Es que, la retirada de Duarte del frente sur, abría las
puertas para las maquinaciones antinacionales planificadas por
ese grupo de traidores y parricidas. La conspiración antinacional
era también urdida por el equipo del poder, la cual se funda-
menta en la comunicación enviada desde el frente de guerra sur
por el general Santana. En la misma, pregunta dicho general al
presidente de la Junta Central Gubernativa, Tomás Bobadilla,
sobre el estado de las negociaciones para la firma del protectora-
do con Francia de acuerdo a las conversaciones sostenidas con el
cónsul de aquel país. “El día 20 de mayo (1844) Santana escribe
a Saint Denis reiterando el apoyo a la idea del protectorado”6.

Franz Miniño Marión-Landais, Ibíd., 291.


5

Pedro Troncoso Sánchez, Episodios duartianos. Colección Duartiana.


6

Volumen 11. (Santo Domingo: Segunda Edición, Gráfica William,

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


130 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

El 7 de marzo, antes de la batalla de Azua, Santana dio se-


guridades a Saint Denys, a través del comerciante Abraham
Cohen de que “sus proposiciones convenidas entre nosotros
de protección y unión las garantizo yo en todas sus partes y a
satisfacción”. Pero el deseo de enajenar la patria que nacía era
tan grande que en fecha…“14 de abril pedía a Bobadilla que
agitara “las negociaciones” si estaban “paralizadas”. Ya para
el 24 de marzo el señor Saint Denys había escrito al ministro
Guizot y al almirante Moges que: “en muy poco tiempo los
franceses reemplazarán los colores dominicanos, pues “estos
son también las intenciones del general en jefe Pedro Santa-
na.” Pero Santana va más allá de las perspectivas, avanza en
señalar al cónsul hasta la cantidad de soldados estacionados en
las Antillas francesas”7. En las siguientes páginas encontramos
las afirmaciones del cónsul de contar con el apoyo de Ramón
y Pedro Santana y su ejército de seibanos, pero además, en la
obra citada se explica que: “Santana se trasladó desde Baní a
conferenciar con Saint Denys”8. Ese es el hombre que lidera el
futuro dominicano. “El 13 de julio Santana rebela al ejército
del sur,” luego de mentir al gobierno y al ejército cuando pidió
que “se le otorgara una licencia por hallarse enfermo.” Víctor
Garrido, en la citada obra, señala que: “No fue hombre de prin-
cipios. No fue político de doctrina. No fue patriota con visión
de futuro”9.
Pero el general en jefe aún no se siente satisfecho y recurre a
enviar informaciones distorsionadas. Mentiras. Como él era jefe

C. por A., 1997), 291. En su obra, don Troncoso Sánchez hace referencia
a Santana, Bobadilla y Caminero, cuando dice: “los tres tramaron una
estratagema para solicitarlo oficial y aparatosamente por sorpresa,
y ofrecer a Francia la península de Samaná, contando con el explícito
ofrecimiento de respaldo militar hecho por Santana”.
7
Edna Garrido, en: Edgar Valenzuela, Editor, Perlas de la pluma de los
Garrido (Santo Domingo: Archivo General de la Nación, Editora Búho,
2009), 198-199.
8
Edna Garrido, Ibíd., 202.
9
Edna Garrido, Ibíd., 234.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 131

máximo militar, y por tanto responsable de asegurar cada por-


ción de terreno para la independencia, tenía bajo sus hombros
toda la responsabilidad y debía dar en cada parte de guerra los
informes más fidedignos sobre el avance o retirada del ejército
haitiano. Pero en un informe falseado a la Junta Central Guber-
nativa comunicaba a la misma la pérdida del Maniel, cuando
había ocurrido todo lo contrario, pues el general Antonio Du-
vergé había derrotado a los haitianos y asegurado la zona para
los dominicanos. Un jefe militar que miente acerca de cómo se
están desarrollando los eventos bélicos en el campo de batalla
pone en peligro no solo la vida de sus soldados sino la salud
misma de la patria. Era una información distorsionada e inte-
resada por lo que Santana no puede ser creíble bajo ninguna
circunstancia. Más bien es notable la búsqueda y el interés en
quebrar la moral del soldado dominicano y, con esta actitud,
forzar así el desembarco de tropas francesas las cuales una
vez en tierra avanzarían hacia la materialización del protec-
torado. Luego de todas las escaramuzas políticas del gobierno
reaccionario de los conservadores y afrancesados, aliados en
contra del partido trinitario y sus dirigentes, vino el fracaso de
la asamblea del 26 de mayo, convocada por el jefe del gobier-
no, el señor Bobadilla. Esa asamblea fracasó por la oposición
de Duarte a la firma del protectorado. Esta acción llevó a una
crisis política de gran magnitud, creando las condiciones para
que el día 9 de junio los trinitarios, dirigidos por Duarte, ejecu-
taran el golpe de Estado contra el gobierno y sacaran del poder
a Tomás Bobadilla.
El grupo trinitario duraría muy poco tiempo en la dirección
del Estado, pues encontrarían una oposición rabiosa, la que
iba a utilizar todos los recursos a su alcance para recuperar el
poder perdido. Así las cosas, ese jefe militar de conducta tan
dudosa en el sur, al frente del ejército independentista, una vez
enterado de la acción política asumida por los trinitarios en
contra del gobierno que había dirigido Bobadilla, y militarmen-
te sostenido por el propio Santana, salió de Baní hacia Santo

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


132 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

Domingo para ocupar la ciudad y con las armas sacar del po-
der a los miembros del gobierno trinitario. Cerrando el camino
que debía conducir la joven nación hacia la vida democrática.
Es así como se produjo el contragolpe al gobierno trinitario di-
rigido por Francisco del Rosario Sánchez. Es necesario tener
conocimiento sobre la petición que le hiciera Santana al cónsul
francés de que aceptara el protectorado de la república sobre
la base de que él, con su prestigio y su ejército, garantizaba el
poder y que estaba en capacidad de arriar la bandera domi-
nicana y colocar la francesa en la Torre del Homenaje. Hasta
dónde había llegado Santana demostrando su desconfianza,
su poca fe en la patria que nacía y haciendo creer que ningún
otro debía cuidar su crecimiento sano y fuerte. Pero era todo lo
contrario, buscaba a quien entregar la recién nacida, pues junto
a los demás afrancesados estaba convencido de que solo con el
apoyo de una nación fuerte la patria naciente lograría existir,
ya que creía que sin ayuda externa no sobreviviría.
Una vez invadida la ciudad de Santo Domingo por Santana y
su ejército venido del sur, tomaron el poder político militar y pu-
sieron bajo su jefatura el control absoluto del gobierno en todo el
país. Luego persiguieron y arrestaron a todos los opositores tri-
nitarios. Fue entonces cuando Santana y su grupo elaboraron la
terrible acusación en contra de Duarte y los demás miembros de
La Trinitaria que habían participado en el golpe de Estado con-
tra el señor Bobadilla. Los trinitarios arrestados fueron acusados
de traidores a la patria. Si examináramos la realidad del contex-
to político social es fácil comprender que el despertar trinitario
se produjo de manera muy lenta, ya que no pudieron detectar
hasta muy avanzado el mes de mayo que habían sido traiciona-
dos y relegados a niveles inferiores dentro del gobierno.
El grupo oligárquico conservador, una vez salieron los hai-
tianos del país, se dedicó a reformar la Junta Provisional de
Gobierno con el siguiente resultado: 1.- En la recomposición de
la Junta el 28 de febrero fue desplazado Sánchez, 2.- Bobadilla
asumió como presidente de la Junta Central Gubernativa, 3.- Se

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 133

negó el ascenso a Duarte como general de brigada, y, 4.- Fue


rechazada la petición de Duarte de combatir a los haitianos.
Una vez hechos prisioneros los trinitarios, como no pudo
ser ejecutada una sentencia de muerte, los patriotas sufrieron
una espantosa expulsión hacia el exilio bajo la acusación de
traidores a la patria. Esta arbitraria medida y abuso de poder
puesta en práctica por el gobierno militar de Santana es sufi-
ciente para que nunca a éste déspota se le permitiera pisar la
puerta del Panteón Nacional. Y más, es razón suficiente para
sacarlo de allí. Pero el Marqués de Las Carreras, general Pedro
Santana, en su afán de grandeza y miopía política, regocijado
por el triunfo político en contra de los trinitarios, tras haberlos
proscrito hacia el exilio, reorientó su brújula hacia otro rumbo
tan escabroso y espinoso como la anterior medida. El hatero
centró su vista en la Constitución que el Congreso Constitu-
yente había elaborado con arduo trabajo sobre una visión de
base democrática. La meta política de Santana era eliminar la
naciente Constitución con un golpe militar y dar paso al es-
tablecimiento de una dictadura militar constitucional con la
ayuda de su aliado, Tomás Bobadilla, y el cónsul francés.
Santana desconoció la Constitución recién aprobada, se negó
a promulgarla señalando que limitaba sus poderes y se presentó
frente a la casa de la constituyente, en San Cristóbal, apoyado por
el general José Joaquín Puello y un contingente de 250 soldados.
Su presencia allí estuvo precedida por una comisión de notables,
enviados desde la capital a negociar una salida política para evi-
tar un baño de sangre. Esa fue la razón por la cual se aprobó el
fatídico artículo 210. El mismo, por su trascendencia, no pudo
ser escrito por Santana. Los historiadores nombran como padre
del mismo al señor Tomás Bobadilla y como su padrino al cónsul
francés. “Con la ausencia de los trinitarios había tenido lugar la
adopción, el 26 de noviembre de 1844, de la primera constitución
dominicana, conocida como la Constitución de San Cristóbal”10.

10
Francisco M. de las Heras y Barrero. Ibíd., 63.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


134 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

De acuerdo a Peña Batlle, en ella se resalta el catolicismo como


expresión misma de la corriente hispanófila en que debe fun-
damentarse la sociedad dominicana. En ese párrafo se expresa
que: “Vamos a ser una república de raíces netamente española,
queremos ser católicos y que los dominicanos de hoy y mañana
sean de origen español.”
Santana nunca creyó en una república libre, independiente,
soberana y contaba con el apoyo tanto de Bobadilla como de
Báez. El equipo político de los antinacionales, y un congre-
so sumiso, trabajaron para darle apoyo a Santana en todas las
medidas políticas deseadas, sobre todo, cuando las mismas sir-
vieran para hundir a sus enemigos y entre ellos para reprimir
con mayor fuerza a aquellos que olieran a trinitarios. El odio ha-
cia los trinitarios era inconmensurable para Santana. Es sobre la
base del odio que la justicia comprada y el congreso indolente le
aprobaran a Santana el crimen de Estado más espantoso al con-
memorarse el primer aniversario de la República Dominicana.
La muerte de María Trinidad Sánchez y un grupo de patriotas el
27 de febrero de 1845. Este viene a constituir uno de esos críme-
nes de Estado que no tienen explicación en especial cuando la
sentencia de muerte es ejecutada en contra de una mujer que se
había destacado en la labor revolucionaria por la independencia
nacional. Pero en Pedro Santana no existían límites cuando de
acciones violentas de Estado se referían. Las primeras expatria-
ciones fueron realizadas el 26 de agosto del 1844.
Luego de la salida de los últimos patriotas hacia el exilio, el
10 de septiembre, el tirano comenzó a saciar su sed de vengan-
za en contra de Duarte. Para ello puso en práctica uno de los
actos más crueles como lo fue la expulsión de toda una familia.
Esa fue la compensación al no haber podido llevar al patíbulo
al jefe de la misma, y a quien él comenzó a considera como su
principal opositor por ser el verdadero creador de la patria; por
supuesto que nos referimos a la familia de Juan Pablo Duarte.
El decreto de expulsión fue dado a conocer por el Secretario de
Interior y Policía, cumpliendo la orden emitida por el verdugo

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 135

en contra de la familia Duarte, dirigida ahora por una anciana y


un hermano del patricio enfermo. Pero Santana no sintió com-
pasión y en 1845, igual que en 1844, mantuvo la acusación de
conspiración contra su gobierno. Crímenes como estos volve-
rían a ser practicados durante la Era de Trujillo y los 12 años de
Balaguer. El futuro Marqués de Las Carreras no lograba saciar
su sed de venganza, especialmente como se dice más arriba,
si era contra un trinitario. Esa conducta malvada se dejará ex-
presar en el año de 1849, durante el desarrollo de la tercera
campaña militar. En 1848 Santana había renunciado al poder
por varias razones, pero justificó su salida mediante la excu-
sa de enfermedad; una excusa usada cuando la crisis política
era tan profunda y que su incapacidad no le permitía conjurar.
La traición y el golpe de Estado en 1849 contra el presidente,
general Manuel Jiménez, puede ser valorada desde diferentes
ángulos. El presidente Manuel Jiménez era un trinitario, era
un hombre que con amplios o reducidos conocimientos polí-
ticos creía en la democracia; ese hecho quedó evidenciado con
la actitud que asumió al llegar a la presidencia: decretó una
amnistía general para presos y exiliados políticos del régimen
dictatorial de Santana.
Es posible que la traición ejecutada por Santana en contra de
Jiménez esté fundamentada en ese decreto de amnistía por el
que regresaban al país aquellos enemigos políticos del hatero.
Cuando el presidente Jiménez no pudo detener el avance hai-
tiano, y entre los obstáculos estuvo la negación de una parte
del ejército y la población a combatir, se creó una crisis de gran
envergadura. Una inseguridad colectiva surgió ante el avan-
ce de las tropas haitianas. En esas circunstancia fue llamado
Santana a dirigir el ejército dominicano. Pero tras el triunfo,
éste estableció un gobierno paralelo al del presidente Jiménez,
quien ante un conjunto de acusaciones baladíes, se vio obliga-
do a renunciar. Una vez más se ponía en práctica la traición de
Santana para cobrar nuevas víctimas a la cabeza de las cuales
iba el renunciante presidente Jiménez.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


136 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

II

Las muertes, tanto de los hermanos Puello como del general


Antonio Duvergé y su hijo, patriotas todos a tiempo completo

Las muertes de los hermanos Puello, y en especial la de José


Joaquín Puello, quien había sido nombrado o nominado para
ocupar el Ministerio de Interior y Policía, provocó una reac-
ción en cadena en el sector político dominado por el grupo de
traidores y antinacionales del sector anexionista que buscaba
por todos los medios la destrucción de la nación dominicana.
La postura política de éste dominicano opuesto a los planes
represivos, a las muertes y a los encarcelamientos, así como
a las pretensiones anexionistas, se convirtieron en un aguijón
que penetró la epidermis despótica del tirano. Demás está de-
cir que el general Puello venía de la estirpe trinitaria. Ese hecho
había puesto a los secuaces de Santana a la defensiva y, aunque
el propio presidente lo mencionó como un posible candidato al
ministerio del interior, no duró mucho para que dieran origen
a una serie de comentarios en su contra. Su nominación a tan
alto cargo rompía el proyecto anexionista, proyecto que se ba-
rajaba constantemente en los corrillos palaciegos.
Mientras, el grupo de los generales conquistados por Santana
y Bobadilla, veían en José Joaquín el obstáculo para la consu-
mación de tan vil acción como lo era el acto de traición. José
Joaquín Puello puede ser considerado como una montaña de
dominicanidad, opuesto de manera cabal a la eliminación de
la patria. En tanto este bravo general, con una posición radical,
se negaba a tal proyecto, los dos principales traidores y vende
patria se enfrentaban entre sí. Es que, mientras Bobadilla iba
detrás de Francia, Santana tenía por preferencia a España. Para
febrero de 1846 se fondeó en las costas dominicanas “El Placer
de los Estudios”, una pequeña flota de seis naves dirigida por
don Pablo Llenas, coronel, cuya misión era intercambiar opi-
niones con Santana sobre una futura sujeción de la república

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 137

a la monarquía española. Ese acto conspirativo en contra de


la patria fracasó de manera total por la destacada interven-
ción y vigilancia del ministro, el general José Joaquín Puello.
La muerte de José Joaquín Puello tuvo como causa principal
su radical oposición a las negociaciones llevadas a cabo tanto
por Santana como por Bobadilla, donde el primero participaba
como jefe de gobierno e imponía su voluntad.
La crisis había alcanzado niveles extraordinarios. Santana
entendió que el general Puello era su contrincante principal
y, frente a un enemigo así, lo mejor era su desaparición de las
acciones políticas militares y de la vida misma. El verdugo no
pudo entender que su incapacidad era su verdadera enemi-
ga, que esa limitación había colocado al país al borde de un
desfiladero político y social que, en cualquier momento, se iba
a producir un alud de consecuencias impredecibles. Santana
buscaba por todos los medios cómo quitarse de encima a ese
hombre de estatura moral superior a él. José Joaquín Puello era
tan popular que empañaba su imagen; la miopía empujaba al
hatero de El Seibo a encontrar la fórmula política para eliminar
la amenaza representada de tan alta talla. A Santana le llegó la
oportunidad, pues, a finales de 1846. En ese momento, al pare-
cer, las condiciones materiales de las tropas estacionadas en la
frontera sur eran tan precarias que no se lo imaginaban, pero
allí se estaba reclamando la falta de pago y otras realidades no
menos importantes para los soldados. Durante su estadía en
aquella región del país, jamás este gran soldado pensó que en
Santo Domingo el renegado estaba planificando su muerte.
F. Manuel Miniño Marión-Landais explica que, para 1847,
se produjo una cierta mejoría en el comercio y por extensión
en la economía nacional; luego, más adelante, explica que: “en
el seno del gobierno había más peligro que en los dos años
anteriores, un estado de rivalidad, de encono y de envidia
por prevalecer como figura principal, entre la mayoría de los
miembros del gabinete presidencial”11. Va más lejos cuando

11
Franz Miniño Marión-Landais, Ibíd., 296.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


138 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

dice: “Ya había encontrado al delator, al hombre que haría de


taimado juez.” Para el día 2 de noviembre se llevó a cabo una
restructuración del gabinete y dicha restructuración “al pare-
cer, las verdaderas razones de este cambio de gabinete eran las
de separar a José Joaquín Puello del Ministerio de Interior y
Policía, pues se había hecho temible por sus intransigencias y
por su terca oposición a cualquier componenda que tentara la
diafanidad de la soberanía nacional.”12
El paso final lo dio el capitán Santiago Barrientos, acompa-
ñado de algunos leales suyos. “El día 2 de diciembre Barrientos
presentó formal denuncia de que se fraguaba una conspiración
para derrocar al general Santana. El capitán Barrientos sin mi-
ramiento alguno acusó al general José Joaquín Puello como
jefe de dicha conspiración. Y desde el mismo palacio donde se
encontraba trabajando fue hecho prisionero y llevado a la For-
taleza Ozama. La capital de la república recibió como regalo de
navidad, o de niño Jesús, el 23 de diciembre de 1847, la muerte
de José Joaquín Puello y su hermano Gabino Puello.” Santana
juzgó todas las fichas hasta lograr un retumbante jaque mate
en contra de un hombre honesto, celoso de la independencia y
la soberanía nacional. Pero si el cobarde general que huyó en
Azua el 19 de marzo era ruin y traidor, también era un asesino
con premeditación y alevosía accionando sobre la base de la
mentira y el engaño. Porque, ¿quiénes fueron los hombres que
constituyeron aquel falso y macabro tribunal para un Conse-
jo de Guerra y dictar la muerte de aquel valiente? A nuestro
juicio los consideramos a casi todos ellos como renegados y
tránsfugas, mercaderes, anexionistas, compañeros y aliados
sin personalidad y falta de voluntad, obedientes al grupo de
los tres cómplices de aquel crimen para saciar la sed de sangre
del Marqués de Las Carreras.

Ibídem.
12

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 139

III

Modificación de la Constitución en 1854 para volver


a colocar el odioso artículo 210

He aquí uno más de los crímenes de Estado ejecutado por


Santana en contra de la patria y la democracia dominicana.
Por segunda ocasión el futuro Marqués de Las Carreras ma-
terializó una agresión en contra de la Constitución y el Estado
nacional. El congreso de 1854 venía de transitar por un proceso
político más abierto o democrático, aunque tuvo sus fallas a
todos los niveles del tren gubernamental. Aquel gobierno diri-
gido por Báez difería mucho de los ejercidos por Santana. Por
esa razón los baecistas opositores reclamaron la modificación a
la constitución de 1844 o de San Cristóbal. Dicha modificación,
en febrero del 1854, constituyó un golpe para el autocrático
gobernante, pues quedaba eliminado el artículo 210. Pero San-
tana, aturdido por haber cedido a la presión opositora, perdía
la compostura y se hacía irresistible. Santana no pudo conte-
nerse, convocó al senado y, presionando a sus representantes,
pidió modificar la Constitución en diciembre 23 de 1854, ade-
cuándola a sus ambiciones políticas y de gobierno, quedando
consumado el nuevo crimen contra la Constitución.
Siguiendo el comportamiento político de Santana, este hom-
bre parecía no titubear al momento de tomar decisiones; y
mucho más si las mismas le ofrecen ganancias de causas. Co-
rría el año 1857 cuando, el 7 de julio, estalló un movimiento
revolucionario teniendo como punto de partida la ciudad de
Santiago de los Caballeros. Las causas fueron diversas, sobre
todo de carácter económico, pues el gobierno de Buenaventura
Báez en la práctica había asaltado a los productores de tabaco
y otros renglones agrícolas; y esa inconducta política provocó
aquella acción guerrera. Expulsado Santana del país como re-
sultado del ascenso al poder de Báez, y, como los cibaeños no
lograban sacar a Báez por el desfalco cometido contra ellos, se

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


140 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

ha de suponer, y a regañadientes fue aceptada la propuesta


de traer al hatero Pedro Santana, quien vivía en Saint Thomas
como exiliado del gobierno baecista. El gobierno revolucionario
proclamó la Constitución de Moca, el 19 de febrero; fue, qui-
zás, la más democrática de las constituciones dominicanas. La
traición ejecutada contra el gobierno revolucionario del Cibao,
establecido en 1857, es una acción difícil de enjuiciar. El juicio
debe conocer todos los factores y pertinencias de los principios
enarbolados para hacer efectiva una sentencia imparcial. El
tribunal, como prueba contundente y fehaciente, tenía en sus
manos la muerte de la nación, la desaparición de la república,
de la constitución, y persecución de quienes lo repatrían y en-
tregarían a un ejército cuyo objetivo consistía en recuperar la
democracia nacional. Santana, ya dueño del poder tanto político
como militar, desconoció la Constitución mocana para decretar,
el 27 de septiembre, la puesta en vigencia la vieja Constitución
de 1854. Entonces inició la persecución contra aquellos cibaeños
que luego regresaron al país, invadiendo la región.
Para el futuro Marqués de Las Carreras, quien nunca tuvo
fe en la nación dominicana, su vuelta al poder por intermedio
de la clase media cibaeña, que es lo mismo decir la región, vio
que había llegado el momento de poner en práctica su proyec-
to antinacional, que consistía en entregar a título de anexión
nuestro país a cualquier nación poderosa. Santana les ganó
la partida a los demás traidores simpatizantes con Estados
Unidos, Francia o Inglaterra. La anexión a España eliminó
de un solo tiro la República Dominicana, acción que puede
ser calificada como monstruosa, pues no tiene nada con qué
compararse y es un hecho poco reproducido en el mundo po-
lítico. Bajo un fraude y una mentira Santana llevó a cabo su
acción final, la traición; la amparó en 4 mil firmas, muchas de
las cuales, posiblemente, fueron reproducidas marcando las
famosas tres x de aquellos que no sabían escribir, los ágrafos.
En nuestro territorio de inmediato salieron a relucir los opo-
sitores a tan macabra acción. El exilio dominicano no titubeó

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 141

para hacerse presente en esta hora tan desoladora de muerte


y tristeza. Fue así como respondió el patriota Francisco del
Rosario Sánchez. El día 20 de enero, desde Saint Thomas, Sán-
chez lanzó una proclama cuyo título es: “Manifestación que
el general de división Francisco del Rosario Sánchez, jefe del
Movimiento Nacional de la parte sur, dirige a sus conciuda-
danos”. En la misma llama a derrocar a: “El déspota Pedro
Santana, el enemigo de nuestras libertades, con un crimen casi
nuevo en la historia. Es la muerte de la patria.”
El tirano, plagiario y traidor, respondió con otro escrito di-
ciendo: “El gobierno que vela siempre por la salud de la patria
no perdía de vista a los traidores que desde el extranjero fra-
guaban sus planes liberticidas. El cobarde que jamás ha sacado
la espada en defensa de la patria, el que vocifera haber sido
de los héroes del 27 de febrero; el que toma por pretexto para
su deslealtad la defensa de la nacionalidad dominicana, el
exgeneral Francisco Sánchez.” En este manifiesto del anexio-
nista quedó muy claro hasta donde había llegado el nivel del
espionaje del traidor Pedro Santana por la prontitud en que
recibió el informe de la proclama de Sánchez, en Saint Thomas,
la cual le llegó prácticamente el mismo día. Su discurso estuvo
cargado de mentiras, ya a punto de asesinar la Patria seguía lla-
mando traidores a los constructores de la nación dominicana.
La mentira fue un recurso utilizado por Santana cada vez que
se presentaba una crisis de gran envergadura.
¿Por qué aceptar a un traidor en el Panteón Nacional, pues
cuando él mismo aporta los elementos probatorios de no poder
ser habitante de tan sagrado lugar? Obsérvese que, a la hora de
su muerte, Santana ostentaba el rango de general del ejército
anexionista español con el título nobiliario de Marqués de Las
Carreras. Todas y cada una de estas razones son suficientes
para que el general español Pedro Santana, por no ser domi-
nicano, sea sacado del Panteón Nacional. Santana, por su alta
traición a la patria, tiene que ser sacado del panteón y, fren-
te a un pelotón del ejército dominicano, debe ser degradado

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


142 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

por torturas, encarcelamientos políticos y crímenes de guerra.


Para que sea notoria la traición de Santana veamos nada más
el testamento que dejó para el momento en que muriera. Cita-
mos: “El 13 de marzo de 1862 había otorgado testamento ante
el escribano publico José María Pérez, quien hace constar en la
última cláusula lo de su testamento, su apego a España, decla-
ra que tan pronto como yo falleciere, se entregue a la primera
autoridad de esta provincia Española, la Espada de Honor que
(me) dedicó el pueblo dominicano, para que sea remitida al Ex-
celentísimo señor capitán general don Francisco Serrano. Esta
espada fue regalada por Serrano, el 9 de marzo de 1865, a Isa-
bel II, con la aclaración de haber pertenecido “a Pedro Santana,
Marqués de Las Carreras”13.

Naturaleza política del santanismo

Aquí dejamos sentados nuestros juicios, o parte de ellos,


acerca de esa corriente autocrática dentro del pensamiento po-
lítico dominicano predominante durante el mayor tiempo de
la Primera República y que aún hoy mantiene cierta vigencia
en sectores políticos y militares. Más arriba hemos expuesto las
razones que consideramos válidas para justificar la exclusión
del general Pedro Santana del Panteón Nacional por conside-
rar ofensiva su presencia frente a quienes fueron sus víctimas.
Incluimos consideraciones acerca de esta forma de pensa-
miento y ejecución política en nuestro país.

a) El santanismo ejerció políticamente de forma absoluta so-


bre la base del artículo 210, dando paso a una dictadura
militar constitucional.
b) En el santanismo predominó siempre una cultura hatera
con una inclinación hacia el despotismo con un manifiesto
desprecio a lo urbano.

Francisco M. de la Heras y Borrero, Ibíd., 82-83.


13

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 143

c) El santanismo hizo demostración de cierto interés en los


aspectos legales mediante el recurso de reformas a la
constitución cuando le pareció conveniente a sus intereses
impuros y traicioneros.
d) Santana recurrió a los golpes de Estado como un medio
de sacar del ámbito político-militar-administrativo a
quienes consideraba sus enemigos como fueron: la acción
contra el trinitario Francisco del Rosario Sánchez, quien
aparece como presidente de la primera Junta Central Gu-
bernativa, el 27 de febrero, al momento de proclamarse la
independencia, o, el contragolpe a los trinitarios, sacando
por segunda vez a Sánchez del poder, el golpe de Estado
militar a la Constitución de San Cristóbal, de igual mane-
ra el ejercido contra el presidente Manuel Jiménez y, por
último, el ejecutado contra el gobierno revolucionario ci-
baeño que lo trajo desde el exilio en 1858 y, no conforme
con ese hecho, modificó la Constitución democrática de
aquel gobierno.
e) El manifiesto del 27 de julio de 1858 fue un apoyo con
el cual este régimen dio inicio a una política estatal de
marcada indiferencia hacia lo nacional democrático sin
establecer una línea divisoria entre lo que conviene y no
conviene a la nación dominicana. Pues era incapaz de de-
fenderla por no creer en ella como país independiente.
f) Sobre la fábula de una invasión haitiana, desde su regreso
al poder traído por los cibaeños, dio pasos agigantados
buscando un país europeo que deseara asumir a la Repú-
blica Dominicana en calidad de provincia anexionada.
g) El santanismo no era hegemónico, era parecido a una dic-
tadura militar encubierta de carácter republicano.
h) A los sectores de clases representantes del santanismo no
le interesaba la constitución del Estado y por tanto care-
cía de identidad. Este segmento o fracción oligárquica de
la clase hatera con base en el campo se hallaba envuelta

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


144 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

en una telaraña social sin posibles cambios en su estruc-


tura interna y sin respuestas a la vista. A nivel nacional
dominaba una crisis política, manifiesta en los limitados
circulantes, las exigencias de los acreedores internaciona-
les y de igual manera los nacionales. Hubo un predominio
de una gran crisis estructural del nuevo Estado.
i) El santanismo, en algunas ocasiones, llegó a dejar sentir
señales de nacionalismo, pero no eran más que elucubra-
ciones, poses mal practicadas que, durante el periodo de
la segunda república, período crítico desde el punto de
vista militar, cualquier hombre ocupante de la presidencia
del país estaba obligado a defenderlo frente a las sucesivas
invasiones haitianas. Bajo esas circunstancias solo dos de
los tres presidentes enfrentaron las hordas venidas de oc-
cidente: Santana y el traicionado Manuel Jiménez en 1849.
El pueblo dominicano se había dado la independencia e
iba a defenderla, como lo hizo, a sangre y fuego, pues ha-
bía renunciado a ser esclavo y parte de una falsa unión.
Por tanto, ya no se dejaría quitar esa conquista aunque
quedara un solo hombre en capacidad de combate. Enton-
ces Santana pudo gobernar, bajo el manto de un pueblo
decidido a dar su vida entera por la libertad.

Conclusión

En todo el periodo conocido como el de la primera república


abarcando el espacio de tiempo de 1844 a 1861, Santana, el ge-
neral presidente, estuvo dirigiendo los destinos del país por casi
11 años. Para el gobernante la nación dominicana era muy débil,
a tal nivel que no podría sobrevivir por sí sola dentro del con-
senso de los pueblos libres y soberanos del mundo. De acuerdo
al general hatero la esperanza de vida del país solo sería posible
buscando cobijarse con la bandera de una potencia extranjera
cualquiera que esta fuera. En su pensamiento político militar

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 145

anidaba aquella lógica y de acuerdo con esa visión también con-


sideró necesario pactar y someter con los intereses e individuos
más mezquinos del país, comprando y sometiendo voluntades.
Santana, sin miramiento alguno, vino a sustentarse en los méto-
dos propios del dictador, ejecutando a sus enemigos políticos y,
en el mejor de los casos, enviándolos al exilio. Respecto al propio
Estado modificó la constitución cuantas veces creyó necesario
con el afán de satisfacer su ego. Pero el presidente Santana no
solo debe ser condenado por esos crímenes de Estado, los que
nunca llegaron a saciar su sed de sangre y venganza, pues esos
hombres y mujeres que ejecutó, lo superaban moral, social e in-
telectualmente. Los sacrificados por Santana eran demócratas y
patriotas nacionalistas a todas pruebas, enemigos tanto del pro-
tectorado como de la anexión.
Pedro Santana Familia tiene que ser sacado del Panteón Na-
cional por alta traición a la patria. De hecho, algunos señalan
que nunca se consideró dominicano, y aun así gobernó el pue-
blo dominicano. Es un traidor, dio esperanzas a ese pueblo que
por su bajo desarrollo creyó en él. Por eso todas las traiciones
en contra de funcionarios amigos y gentes humildes del pueblo
cometidas por los dictadores, han quedado en la historia de los
pueblos como crímenes del Estado dictatorial. Sin embargo lo
peor fue eliminar la patria, entregarla a otra nación, convertirla
en provincia ultramarina. Razón suficiente hubo para que, lue-
go, los hijos de esa patria lucharan por redimirla y devolverle
la independencia y la soberanía de la misma enfrentando el
traidor. Fue enfrentado mientras lucía en su pecho con orgullo
e insolencia aquella insignia que lo identificara como general
y marqués con el nombre glorioso de la batalla de Las Carre-
ras, como gobernante y como jefe representante de la corona
española. Quien muriera con dicho rango y título de nobleza
no debe ni puede ocupar un lugar en el Panteón Nacional. Por
esa razón que debe y tendrá que ser sacado del mismo bajo la
consigna nacional de: Santana fuera del Panteón Nacional por
traición a la patria.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


146 Pedro Santana: fuera del Panteón Nacional... // Ramón Rodríguez Jiménez

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ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón,


pero no de la Historia

José G. Guerrero1
Recepción: 10 de marzo del 2019.
Aprobación: 1 de abril del 2019.

Resumen:

Pedro Santana fue el primer presidente constitucional y el


político-militar más importante del país entre 1844 y 1861.
Pero después de la Anexión a España se convirtió en una
figura execrable, condenada y marginada de la historia.
En cambio, Duarte y el duartismo en la actualidad forman
parte de la ideología dominante que el Estado celebra ofi-
cialmente y enseña en escuelas y universidades. Ambos
hechos acompañan el proceso de construcción del Estado-
nación dominicano. Para el autor de este ensayo, tanto la
historiografía santanista como la duartista son ideologías
parcializadas incapaces de estudiar integralmente la histo-
ria social de ambos personajes.

Palabras claves: Santana, Duarte, separación, independen-


cia, historiografía santanista y duartista.

Profesor de la Escuela de Historia y Antropología y director del Insti-


1

tuto Dominicano de Investigaciones Antropológicas (INDIA)-UASD.


Miembro de la Academia Dominicana de la Historia y de la Academia de
Ciencias de la República Dominicana.

149
150 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

Pedro Santana can be removed from the Pantheon, but not


from History

Summary

Pedro Santana was the first constitutional president and the


most important political-military of the country between
1844 and 1861. However, after the annexation to Spain, he
became an execrable, condemned and marginalized figure
in history. Contrary to that, Duarte and the Duartismo is
currently part of the dominant ideology that the State offi-
cially celebrates and teaches in schools and universities.
Both facts accompany the process of construction of the
Dominican Nation-State. According to the author of this
essay, both Santana´s and Duarte´s historiography are bia-
sed ideologies unable to comprehensively study the social
history of both characters.

Keywords: Santana, Duarte, separation, independence,


Santana´s and Duarte´s historiography.

A manera de introducción

Los países suelen colocar en un sitial importante a su primer


presidente, independientemente de lo bueno o lo malo que fue.
Con cierta razón en República Dominicana se considera espuria
la decisión de Joaquín Balaguer de llevar al Panteón de la Patria
a Pedro Santana, el primer presidente constitucional del país,
por lo que el Senado de la República ha solicitado sacar sus res-
tos de allí. Los historiadores duartistas anhelan el juicio final
que condene al autócrata, asesino, entreguista, corrupto, falso
héroe militar y sanguinario Pedro Santana, el hombre-bestia
más odioso de la historia dominicana según Joaquín Balaguer.
Diversos factores han coadyuvado en la creación de la mons-
truosa figura de Pedro Santana: su práctica política autoritaria,

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 151

su anexión a España, su lucha contra Duarte y Báez, su conflic-


to con la Iglesia, su bajo nivel de instrucción, su vida arcaica, su
“color dudoso” y ciertos prejuicios sociales en su contra.
Para Ismael Hernández, Santana fue totalmente negativo,
a pesar de que la experiencia y un refrán enseñan que nada
es tan malo que no tenga algo bueno y nada tan bueno que
no tenga algo malo. Aún entre los políticos del siglo XIX Bonó
encontró que algunos eran excelentes y otros abominables. Los
profesores universitarios deberían ponderar si quiera que San-
tana promulgara una ley el 15 de junio de 1859 que restablecía
la universidad primada de América, cerrada parcialmente en
1820 y de manera definitiva en 18232.
Se considera a Santana como un antipatriota totalmente
malo y a Duarte como un patriota totalmente bueno por una
visión simplista, maniquea y dualista que sólo valora los extre-
mos sin tomar en cuenta los términos medios. Como los hechos
históricos y los sentimientos o valores humanos son ambiguos
y no químicamente puros, nunca se encontrará a un ser huma-
no bueno sin defectos y a un malo sin virtudes. Es más, como
sentenció La Rochefoucauld, nuestras virtudes son la mayor
parte de las veces vicios disfrazados. Neuróticos, psicóticos y
esquizofrénicos suelen separar de manera dicotómica y radical
la realidad y la ficción, lo bueno y lo malo, hombres buenos y
malos. El reduccionismo maniqueo, metafísico y religioso cree
que todo lo que existe es producto de dos principios contrarios
y dicotómicos que luchan entre sí, como el bien y el mal, la luz y
la sombra, la materia y el espíritu, el cuerpo y el alma, la verdad
y la mentira, Dios y el diablo. Aunque semejante falacia no existe
en el mundo real y concreto, la visión maniquea-dualista tiene
muchos seguidores porque, según Lévi-Strauss, no sólo está en
la base de todo pensamiento y lenguaje, sino también simplifica
y clasifica radicalmente todo lo que piensa, siente y vive.


2
Goico Castro, Manuel de Jesús, En torno a Pedro Santana (Santo Domingo:
Imprenta Compostela, 1970), 22.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


152 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

La ciencia trata de superar el sentido común, la creencia


religiosa y las ideas mono-dualistas de la naturaleza y la so-
ciedad. El propio universo ha sido considerado un multiverso.
Así como la realidad siempre desborda a la idea que la reduce
para conocerla, la negación de la diversidad del mundo real
es principio de ignorancia y demencia. Según Marx lo concre-
to es producto de múltiples determinaciones y el concepto lo
entiende como unidad de lo diverso. Ambos, concreto y con-
cepto, forman una totalidad que permite pensar la sociedad
como un todo compuesto por partes o niveles distintos e inte-
rrelacionados. En el caso de la historia, la totalidad incorpora
todos los hechos y ninguno adquiere pleno sentido fuera de
una perspectiva global3. Así como Maquiavelo creó la política
como ciencia al vincularla con el poder y no con la moral, Marx
desestimó estudiar al ser humano por lo que cree o dice que es
y sólo lo ponderó como personificación de categorías económi-
cas y representante de intereses y relaciones de clase.

Sobre Duarte y Santana en acción

Santanistas y duartianos, aunque contrarios, comparten una


visión reduccionista que no les permite observar la compleji-
dad de la historia ni percibir cómo las figuras de Santana y de
Duarte son objeto de una permanente construcción social basa-
da en intereses y valores. Ambas pecan de un mal patriótico y
comulgan en templos fanáticos4. Santana no fue un “Cristo de
la libertad” como Balaguer caracterizó religiosamente a Duar-
te, sino un criollo contradictorio como todo lo dominicano que
vivió una sociedad compleja y confusa, según dijo Gustavo

3
Llobera, Josep, Hacia una historia de las ciencias sociales. El caso del
materialismo histórico (Barcelona: Editorial Anagrama, 1980), 69.
4
Gustavo Mejía-Ricart en: Jorge Tena Reyes, Duarte en la historiografía
dominicana (Santo Domingo: Editora Taller, 1994), 427.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 153

Mejía-Ricart5. Aunque católico, entró en conflicto con la Iglesia.


Las viejas beatas dijeron haber visto que la Virgen de Las Mer-
cedes “lo acompañaba e iba delante de él” sobre todo en sus
campañas militares6. Santana también visitaba a la Virgen de la
Altagracia y a ésta se dirigió su primera novia, María del Car-
men Ruiz, para cumplir una promesa antes de casarse, pero al
regresar a El Seibo, su caballo la tumbó y murió. Santana casi
perdió el juicio y para distraerlo su hermano Ramón lo llevaba
a casa de su novia Froilana Febles, donde conoció a la madre
de ésta, con quien casó en 1826. Siempre iba a la iglesia de El
Seibo y colocaba su sombrero en una silla criolla, la cual cam-
bió el padre Antonio Gutiérrez por un reclinatorio cuando fue
presidente. Costeaba un día de la fiesta de la Santísima Cruz
y asistía a la fiesta mercedaria de Hato Mayor. Antes de salir
para la batalla del 19 de Marzo, acompañado por cientos de
hombres, detuvo su caballo ante la Cruz de Asomante de El
Seibo y en la ermita de Las Mercedes en Hato Mayor7. Santana
se hizo masón en el exilio en 1857 y, cuando regresó al país, le
cedió un local a la logia Cuna de América, anexo a la iglesia
de Las Mercedes. La Iglesia católica no comulga con Santana
desde que éste se negó a devolverle los bienes expropiados por
los haitianos, obligó al arzobispo Portes a jurar la Constitución
y afirmó que la religión debía estar separada del Estado; sólo el
cura Dionisio de Moya fue santanista en vida. Duarte, en cam-
bio, ha sido figura sacrosanta de la Iglesia, aunque también fue
masón. Que Santana se vinculara a la Virgen de las Mercedes y
Duarte a La Altagracia indica un proceso simultáneo de cons-
trucción de Duarte como padre de la patria y del predominio
de la Virgen Protectora sobre la Patrona.


5
Gustavo Mejía-Ricart, Biografía del caudillo Pedro Santana (Santo Domingo:
Editora Alfa y Omega, 1980), 22.
6
Emilio Rodríguez Demorizi, El general Pedro Santana (Santo Domingo:
Editora Corripio, 1982), 58.
7
A. Incháustegui y B. Delgado, (comp.). Vetilio Alfau Durán en Clío.
Anotaciones (Santo Domingo: Editora Corripio, 1994), 250-251.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


154 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

Santana fue un criollo producto de su medio y de las circuns-


tancias, como dijo Federico García Godoy en su novela Rufinito
de 1908. Sus faltas, errores, abusos y crímenes no se deben
achacar a él solo, sino también al grupo con el que gobernó y a
la sociedad en que vivió. El estudio de Godoy sobre Santana,
considerado por Vetilio Alfau Durán en 1938 como el más se-
reno y sensato, señala que actuó según intereses tradicionales,
convencionalismos arraigados y añejas ideas de coerción y vio-
lencia8. No se debe moralizar ni enjuiciar anacrónicamente la
vida de Santana, sino analizar la realidad social que vivió. Para
Rufino Martínez, un sentimentalismo histórico se ha ensañado
torpemente en su contra9, incluyendo cierto prejuicio social por
ser un casi analfabeto que vivía sin lujo alguno y en cuya casa
sólo había sillas, cuadros religiosos y una cortina que cubría la
puerta, según reseñó El Dominicano en 184510. Paul Dhormoys
vio en 1853 su oficio de conductor de bestias, su nariz gruesa
aplastada y su boca torcida como señales de ferocidad y ba-
jeza. Santana dormía en hamaca, tenía las piernas gambadas
por montar caballo, fumaba túbanos y pipa, distribuía perso-
nalmente a sus tropas tabaco y ron, tomaba mucho café, vestía
con sencillez, usaba un pañuelo en la cabeza, hablaba con ruda
entonación regional, decía malas palabras, se sonaba la nariz
cuando estaba molesto, tomaba té de llantén para el mal esto-
macal, dijo que nunca puso sus ojos en mujer ajena y escribía
con garrafales faltas ortográficas, aunque dictaba una carta de
un tirón. Raro que no le gustara el juego de azar ni las peleas de
gallos; permitió a regañadientes celebrar la promulgación de la
Constitución de 1844 con una corrida de toros sólo porque ha-
bía sido prohibida por los haitianos11. En 1846 creó una guardia

8

Ibíd., 241.
9
Rufino Martínez, Diccionario histórico-político (Santo Domingo: Editora de

la UASD, 1971), 464.
10
Mejía-Ricart, Ibíd., 171-173.
11
José G. Guerrero, Carnaval, cuaresma y fechas patrias (Santo Domingo:
Editora de Revistas, 2003), 27.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 155

rural y urbana, reglamentó juegos, diversiones, viajes y crianza


de animales, y prohibió tirar basura a la calle y que transitaran
vagos, borrachos y prostitutas. La figura de Santana contras-
ta obviamente con la de Duarte, quien ha sido descrito como
blanco, rubio, de ojos azules, pacífico, instruido, comerciante,
patriota, cristiano desde niño, artista, poeta, filántropo, maes-
tro, constitucionalista, providencialista y mártir.
Los primeros datos biográficos de Santana, recopilados por
Francisco Morillas durante la anexión a España y escritos en
Cuba, permanecieron inéditos hasta que Emilio Rodríguez De-
morizi los encontró en la Universidad de Harvard y los publicó
en 1952. Aquí, dicho historiador también encontró la proclama
del haitiano Charles Arrieu de enero de 1821 que menciona por
primera vez a la República Dominicana libre e independiente,
lema que se suponía ser original de Duarte12.
Santana ayuda a entender la historia cultural del país y vi-
ceversa. Él y su hermano mellizo Ramón nacieron en la villa
de La Concepción de Hincha, en 1801, principal centro de
venta de ganado a Saint-Domingue, en el año en que Tous-
saint L´Ouverture ocupó la parte oriental de la isla, abolió la
esclavitud y unificó el gobierno de la isla a nombre de Fran-
cia. Desde entonces y a partir de la venta secreta hecha por
Lilís, Hincha es territorio haitiano. Pedro y Ramón tenían un
hermano mudo y demente llamado Florencio. Eran hijos de
Pedro Santana y de Petronila Familias y el primero fue bau-
tizado en El Seibo en 1805 por su padrino Miguel Febles. La
familia de Santana emigró a Gurabo y Licey, cerca de Santia-
go, luego a Sabana Perdida y finalmente a El Seibo. Después
de llevar leña en canoa por el río Ozama para venderla en
la capital13, el padre de Santana adquirió en El Seibo el hato
El Prado en sociedad con Miguel Febles, uno de los hateros
más ricos de la región. Durante las guerras separatistas la

12
Mejía-Ricart, Ibíd., 146.
13
Ibíd., 129.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


156 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

zona oriental suministró alimento a las tropas del sur, del


Cibao y de la Línea.
Pedro Santana y Familias casó con la viuda de Miguel Febles
en 1826 y su hermano gemelo Ramón lo hizo con la hija de ésta.
Enviudó, se casó otra vez y tuvo un hijo llamado Gerardo o
Juan José, quien vivía con él en Santo Domingo, según recuer-
da su amigo y condiscípulo Federico Henríquez y Carvajal.
Dicho vástago nació en 1847 y murió en 1912. Manuel Santana,
hijo de Ramón, vino con Pedro Santana al Cibao en 1857 y le
llamaba padre en vez de tío; murió en 1904.
El padre de Santana participó en la batalla de Palo Hinca-
do en contra de los franceses y le habría cortado la cabeza al
general Ferrand, aunque Morillas afirma que quien lo hizo
fue Foulau, un sastre francés que se sumó a la Reconquista14.
Después que el gobernador Urrutia lo nombró comandante en
1818, volvió a Hincha donde murió. Los hermanos Santana lle-
vaban madera por el río Soco y vivieron en El Seibo desde 1823.
Pedro Santana fue regidor y posiblemente militar de la guardia
haitiana, pero por un conflicto con la familia haitiana Richiez,
fue perseguido por el presidente Charles Hérard, quien dijo al
conocerlo que podría ser el único capaz de intentar un movi-
miento de separación.
Duarte le ofreció a Ramón Santana la jefatura local del mo-
vimiento revolucionario, pero éste declinó y propuso a su
hermano, quien se mostró dispuesto a hacerlo si él era quien
mandaba. Los Santana firmaron la Manifestación separatista de
enero de 1844 y antes del 27 de febrero la proclamaron en El
Seibo, donde el antihaitianismo era particularmente agudo15.
Ésta fue la única villa donde la separación se hizo de manera
violenta. Vetilio Alfau registra el testimonio dado por José Ma-
ría Beras en 1889 de que el 25 de febrero los seibanos atacaron
el cuartel militar provistos de cuatro o cinco fusiles y Ramón

Ibíd., 148.
14

Mejía-Ricart, Ibíd., 5.
15

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 157

Santana dijo “no maten más” haitianos16. Santana dijo el 16 de


mayo de 1844 en Baní que “hice pronunciar las comunes de
Higüey, El Seibo y Los Llanos (pero)… obtuve persecución
y desprecio”17. Manuel Ubaldo Gómez en carta al presidente
de la Academia Dominicana de la Historia descartó en 1934 la
proclamación de Santana y sólo aceptó la de Santo Domingo.
Santana actuó de manera coherente y acorde con la ideología
y los intereses de su grupo social. Fue un caudillo libertador
y liberticida, cuatro veces presidente, fundó el ejército, nunca
tuvo fe y, según Mariano Cestero, uno de sus mayores críticos,
fue íntegro en sus actos. No fue patriota, sólo héroe a veces y
amó la gloria bélica y el poder, a la inversa de Duarte a quien,
según Gustavo Mejía-Ricart, le faltó carácter militar y don de
mando, no era del pueblo y vivía con un pie en las nubes y
otro en el país irreal que pisaba con su quimera18. La causa co-
mún contra los haitianos unió a los dominicanos separatistas
e independentistas, pero pronto la lucha por el poder los hizo
irreconciliables. Con la ayuda del cónsul francés Saint Denis el
sector conservador, encabezado por Tomás Bobadilla y Pedro
Santana, dominó la Junta Central Gubernativa compuesta por
once miembros. Juan Alejandro Acosta, considerado fundador
de la Marina de Guerra dominicana, anexionista y admirador
de Santana, confesó a Narciso Alberti que “todos fuimos a la
Puerta del Conde contando con los franceses”19. Los haitianos
protestaron porque dos goletas dominicanas tenían banderas
francesas. Para organizar la defensa del territorio, Santana fue
enviado al sur y Mella al Cibao, mientras un barco de guerra
francés estaba presto para atacar a los haitianos en Puerto Prín-
cipe. Duarte regresó del exilio y se opuso al protectorado de
Francia propuesto por Bobadilla y el vicario de la Iglesia. Los

16
Incháustegui y Delgado, Ibíd., 1994b, 246.
17
Goico, Ibíd., 40.
18
Mejía-Ricart, Ibíd., 19, 22, 27, 31.
19
Roberto Cassá, Antes y después del 27 de Febrero (Santo Domingo: Editora
Búho, 2016), 188.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


158 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

duartianos desplazaron a los conservadores mediante una po-


blada o un “golpe de Estado”, trataron en vano de destituir a
Santana de las tropas del sur, proclamaron a Duarte como pre-
sidente el 4 de julio, pero no pudieron impedir que ocho días
después Santana entrara con su ejército a la capital “con una
turba de sicarios armados de trabucos y carabinas”, según dijo
el baecista Félix María del Monte en 185520, y disolviera la Junta,
se proclamara jefe supremo y en septiembre mandara al exilio
a Duarte y demás próceres acusados de ser traidores a la pa-
tria. Según un documento citado por Felipe González López en
1946, Duarte le pidió la confesión al padre Regalado y Muñoz
mientras estaba preso en Puerto Plata porque temía ser fusila-
do y le habría dicho que “he vacilado entre una determinación
violenta o alejarme de estos vínculos santos con la libertad y
el patriotismo… todo ha sido tardío y un sino desgraciado se
cierne sobre nosotros”21. Para Galván la sospecha de Santana
de que su hermano Ramón murió el 15 de junio envenenado,
seis días después del golpe de los duartianos, influenció en la
drástica represión que adoptó en contra de éstos22.
El golpe de 9 de junio de 1844 contra los conservadores y
la proclamación de Duarte como presidente tenían por justifi-
cación salvar al país de la dominación extranjera y de la crisis
económica, aunque Francia había rechazado el protectorado el
19 de marzo de 1844, según lo comunicó por carta el ministro
de negocios extranjeros al cónsul francés en Puerto Príncipe.
La noticia llegó a Santo Domingo después del 1 de junio cuan-
do la Junta Central Gubernativa reiteró al cónsul francés de
esta ciudad la propuesta de protección del 8 de marzo; ocho
días después que Santana dio su contragolpe, Francia ratifi-
có el 20 de julio su rechazo al protectorado. Para José Aníbal
Sánchez fue un error de los liberales tratar de monopolizar el

20
Ibíd., 275.
21
Tena, Ibíd., 441.
22
Andrés Blanco, (ed.), Antología. José Gabriel García (Santo Domingo:
Editora Búho, 2010), 186.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 159

poder al margen de los conservadores. Juan I. Pérez le escribió


a Duarte, en diciembre de 1854, sobre la necesidad que se tenía
de lograr la fusión de todos los partidos. Tan pronto se supo en
el Cibao del contragolpe de Santana en la capital, casi todos los
militares que se habían adherido a Duarte le dieron la espalda.
El padre Regalado y el general Villanueva enviaron a Mella a
Santo Domingo con una fórmula conciliatoria, pero Santana lo
apresó y mandó la goleta Separación Dominicana a Puerto Plata
para hacer lo mismo con Duarte. Tan irreflexiva habría sido la
proclamación de Duarte como presidente que, según Galván,
éste se desanimó hasta el extremo de renunciar al deber de ser
útil a su patria, razón por la cual le pareció a Santana inofen-
sivo incluirlo junto a su familia en el decreto de amnistía del
29 de abril de 186023. En 1894 Emiliano Tejera justificó como
legítima la declaración de Duarte como presidente y preguntó
si el ejército vencedor el 19 de marzo tenía derecho para elegir
un jefe supremo, un dictador ¿por qué no iban a poder elegir
un presidente provisional las poblaciones del Cibao, más nu-
merosas aún? Herida de muerte la legalidad, sólo quedaba en
pie la fuerza, los tumultos y los pronunciamientos24.

Opiniones sobre Duarte y Santana

Aunque Gregorio Luperón lo combatió durante la guerra


de la Restauración dijo, en un manuscrito de 1896 conservado
por Rodríguez Demorizi, que como hombre moral y honrado,
ninguno ha podido serlo más que el general Pedro Santana. Lo
llamó austero, probo, sincero, apasionado por el orden, mode-
lo de los grandes hombres del pasado, fundador de la equidad
en la justicia, respetuoso de las leyes, promotor de moralidad y

23
José A. Sánchez Fernández, “Sánchez y la problemática dominicana”,
Revista Dominicana de Antropología e Historia, Nos. 5, 6, 7, UASD, 1975-
1977, 42.
24
Tena Reyes, Ibíd., 430.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


160 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

honradez en las masas, el mandatario de mayor prestigio que


ha conocido la república, aunque nunca tuvo fe en la existen-
cia de ésta y la anexión española fue siempre su delirio. Entró
rico al poder y salió pobre, sus manos estuvieron manchadas
de sangre, pero no de oro; era un hombre de armas, más que
patriota. Luperón advirtió que, aunque no se le puede absolver
de su nefando despotismo y de su alta traición, fue apoyado
por el pueblo y el ejército25.
A pesar de que recibió el apoyo de los negros, Santana siem-
pre exageró el peligro de los haitianos y ordenó al general
Felipe Alfau reprimir en 1845 una “rebelión negrófila” en San
Cristóbal, dirigida por Manuel Mora, un esclavo liberto que
apoyó la separación, combatió en la batalla del 19 de Marzo,
insubordinó las tropas cuando la Junta quiso relevar a Santana
y éste lo ascendió a general de brigada, junto a Felipe Alfau,
cuando dio el contragolpe del 12 de julio de 1844. Como la ta-
rea más urgente de la república era preparar el país para la
guerra se les ordenó a los Regimientos 31 y 32 reunirse en Azua
con otros guardias de Baní y San Cristóbal. Santana no tenía
experiencia militar, por lo que tuvo que apoyarse en dichos
regimientos; en 1845 los convirtió en el ejército dominicano con
los nombres 1er. Regimiento Dominicano y el 2do. Regimiento
Ozama. El capitán Alejandro Medina, instructor del primero,
inició el proceso en contra de María Trinidad Sánchez26. En
Mendoza, Mojarra y Monte Grande se había reprimido un le-
vantamiento de esclavos en 1812 y en 1844 Bobadilla, Jimenes
y otros tuvieron que convencer a Chambé, a Basora, a Mora y
demás miembros del antiguo Batallón Africano para que apo-
yaran la proclamación de la república. El primer decreto de la
junta de gobierno fue reiterar la abolición de la esclavitud. En
contra de la rebelión de Mora en 1845 actuaron también los

Rodríguez Demorizi, Emilio, Ibíd., 1982, 54, 71, 79, 91, 92.
25

Marcio Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega, La fundación de la villa de Santo


26

Domingo (Santo Domingo: Amigo del Hogar, 1992), 209, 250.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 161

hermanos Puello, Gabino como jefe de fusilamiento y Eusebio


como encargado de los presos. Dos años después, la misma
acusación negrófila la hizo Santana en contra de José Joaquín
y Gabino, mientras Eusebio se puso del lado suyo hasta la
Anexión a España. La denuncia contra los Puello de querer
sublevar a los negros y aliarse a los haitianos se basó en infor-
maciones que Domingo de la Rocha escuchó en su hacienda La
Pringamosa, de Hato Mayor.
Santiago Castro Ventura, defensor de la integridad ética de
Luperón, demostró que la honestidad de Santana en el manejo
de los fondos públicos fue sobredimensionada por la historio-
grafía tradicional y que malversó fondos de manera personal
y patrimonial27. Aun así, Rufino Martínez no dejó de ponderar
a Santana como una fuerza anímica esencial a la nacionalidad,
un caudillo primitivo, bárbaro y providencial de su tierra y de
su tiempo, al tiempo que recomendó a los historiadores juzgar-
lo por su rol social e histórico si querían evitar el error. Agregó
que, como reo de la historia, los historiadores lo ven de reojo y
no como el hatero arraigado al suelo dominicano con ambición
de poder y mando militar28. Para Gustavo Mejía-Ricart, no se
tiene misericordia de él y brillan por su ausencia la verdad his-
tórica y el juicio responsable29.
Los que se ensañan contra Santana como jueces parcializa-
dos olvidan el estatuto científico de la historia, la reducen a un
discurso patriotero moralizador y se escudan en el duartismo
que se ha convertido en ideología dominante celebrada oficial-
mente por el Estado y enseñada en instituciones escolares30.
La saturación propagandística del duartismo no tiene límites.

27
Santiago Castro Ventura, “Pedro Santana. Pionero de la concupiscencia
nacional”. Clío No. 194, Academia Dominicana de la Historia, jul dic.
2017, 160, 177, 186.
28
Martínez, Rufino, Ibíd., 456-467.
29
Mejía-Ricart. Ibíd., 9.
30
José A. Sánchez Fernández, Sánchez y Duarte: frente al problema de la
Independencia Nacional (Santo Domingo: Editora Taller, 1984), 16.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


162 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

Víctor Soñé propuso en 1975 que todas las instituciones estu-


vieran acordes con el ideal duartiano y se enseñara de manera
obligatoria la materia “Duarte y su doctrina” en todas las es-
cuelas y colegios y que por ley se presentara su pensamiento al
comenzar las estaciones de radio, las películas y los espectácu-
los públicos31. En la actualidad se considera una vergonzante
mezquindad no colocar en la capital y en todos los municipios
estatuas de Duarte, incluyendo una en la Plaza de la Bande-
ra que sobrepase a la de Montesino. También se ha propuesto
llamarle Duarte al Faro a Colón, al parque Eugenio María de
Hostos, al Mirador y a la Avenida George Washington.
Aunque el discurso duartiano apela a una figura democrá-
tica como fue Duarte, no deja de ser autoritario, reduccionista,
monólogo sin fisuras críticas ni diversidad, lleno de lugares
comunes y apologista de un culto religioso a la personalidad.
Gustavo Mejía-Ricart, historiador que no fue santanista ni
duartiano, llamó al patricio Mesías anunciador de nuestra li-
bertad32. Juan Daniel Balcácer afirmó en 1974 que la mayoría
de los estudios que abundan sobre Duarte no realizan en sí
un estudio del hombre dentro del contexto histórico-social en
que vivió, ni tampoco ha tocado las diferentes variantes ideo-
lógicas de la sociedad dominicana de 1844; sólo se ha limitado
a exaltar al líder trinitario y a no criticarlo objetivamente, ya
sea en la rama de lo literario como en la de lo político33. La
fuente de poder y prestigio del duartismo tiene la impronta de
gobiernos autoritarios. Lilís incluyó a Duarte en la trilogía pa-
triótica; durante el gobierno de Trujillo se inauguró la estatua
del parque Duarte y se creó una Orden al Mérito con su nom-
bre y Balaguer creó el Instituto Duartiano. Si la rehabilitación

31
Víctor Soñé Uribe, “Discurso ante la estatua de Duarte”. Boletín del
Instituto Duartiano, No. 11, ene-jun. 1975, 79.
32
Tena, Ibíd., 425.
33
Juan Daniel Balcácer, “Las batallas de marzo y la independencia
dominicana”, Revista EME EME. Estudios dominicanos, No. 71, mar-abr.
1984, 22.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 163

de Santana en 1954 fue la justificación de Trujillo, la de Duarte


después de la muerte de éste, es la justificación de trujillistas-
antitrujillistas. En la democracia se abandona a Santana y se
adopta a Duarte. Santanistas y duartianos son igualmente au-
toritarios e impermeables a la diversidad y a la contradicción.
Diógenes Céspedes criticó los discursos historiográficos que
pretenden poseer la razón o la verdad y explicó que no exis-
te superioridad discursiva, aunque la ideología así se lo haga
creer a cada uno de sus autores. La diferencia interna o valor en
el discurso de uno y otro reside en el poder o capacidad de pro-
ducir un nuevo conocimiento o sentido con respecto al objeto
estudiado que como tal debe ser inteligible para lo social. Este
conocimiento nuevo, de manera intrínseca es una perspectiva,
pero no una verdad (exclusiva), puesto que otro discurso pue-
de contradecirlo y así hasta el infinito de cada época. De ahí
que para Céspedes haya la necesidad de reescribir continua-
mente la historia34.
Se justifica a Duarte como único padre de la patria mediante
un término metafísico-religioso con el cual los romanos distin-
guían a sus emperadores. Dicho término puede usarse —el ser
humano no es sólo un animal racional—, pero a sabiendas de
que es emotivo y padece de un sesgo de género: el padre pare
a la hija patria pero sin matria. Nacemos, vivimos y morimos
solos, aunque en sociedad, y nos pasamos la vida buscando
algo o alguien quien nos ampare, sea una persona, la familia,
el Estado o Dios. El padre es símbolo patriarcal de la ley, del
orden y de la protección. El padre de la patria media entre el
padre celestial y el terrenal. Este es el origen mítico-religioso
del concepto padre de la patria. Él solo basta para hacer la pa-
tria, como Dios solo hizo el universo. No obstante, en el mundo
real y concreto, ningún ser humano solo construye una nación,
un pueblo, menos un Estado. La historia es lo que es y fue, no

34
Diógenes Céspedes, Lenguaje y poesía en Santo Domingo en el siglo XIX
(Santo Domingo: Editora Universitaria, 1985), 364-376.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


164 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

lo que sería. Los seres humanos, organizados en grupos, cate-


gorías y clases sociales no la hacen por mera voluntad o deseo,
sino con fuerzas materiales y espirituales contradictorias. La
manía de enjuiciar moralmente a personajes y hechos de ma-
nera anacrónica y desde la cultura propia es, para M. Bloch35,
el enemigo satánico de la historia. Y dijo Pascal que juzgando
lo bueno y lo malo todo el mundo hace de ser un Dios. Desde
que Bonó dijo en 1881 que el tabaco era el verdadero padre de
la patria se convirtió en pionero de la historia social en el país36.
La historia dominicana está entretejida con mitos, leyendas
y cuentos desde la llegada de Colón, según afirma Diógenes
Céspedes37. El historiador E. H. Carr sostiene que por muy real
que fuese el pasado siempre se explica como espejo o mito del
presente38. Mito, según Roland Barthes, es creer que las cosas
nunca han sido hechas, fabricadas o inventadas y que existen
desde siempre de manera natural. Cuando se habla natural-
mente de algo, de un producto sin causa, proceso o crítica, se
entra en el mito. Duarte murió en 1876 como un desconocido
para el grueso de la población dominicana y fue hecho padre
de la patria, junto a Sánchez y a Mella, durante la dictadura de
Lilís. Muchos historiadores usan frases míticas y convincen-
tes que son anacronismos como que “el 26 de enero de 1813
nació el padre de la patria” o que éste en 1828 juró en silen-
cio liberarnos de los haitianos39. Es mítico decir que alguien
es padre de la patria sin explicar que fue hecho o construido
conceptualmente como tal; es como decir que existen pobres

35
Marc Bloch, Introducción a la historia (México: FCE, 1998), 79.
36
José G. Guerrero, “Bonó: precursor de la Historia social dominicana”.
Clío, No. 172, jul dic. 2006.
37
Diógenes Céspedes, “Origen edípico de nuestra oligarquía”. Areíto-Hoy,
29-1-2011, 5.
38
I. M. Lewis, Historia y antropología (Barcelona: Seix Barral, 1972), 12.
39
José G. Guerrero, “El discurso histórico o la historia como discurso”.
XI Congreso dominicano de Historia. Revista de la Sección Nacional
de República Dominicana (Santo Domingo: Instituto Panamericano de
Geografía e Historia, No. 2, 2009), 55-72.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 165

y no empobrecidos, ricos y no enriquecidos, brutos y no em-


brutecidos. La trinidad patriótica de Duarte, Sánchez y Mella
fue cuestionada por Juan Isidro Jimenes Gullón y por los duar-
tianos que le achacan a Duarte el mérito de ser el único padre
fundador. Es una operación ideológica-religiosa reducir la tri-
nidad de Duarte, Sánchez y Mella a la de Duarte solo, pero
no debemos olvidar como dice A. Schopenhauer que el dios
del monoteísmo no tolera a otros dioses en su cercanía. Toda
historia está tejida de realidad histórica e imaginaria y registra
hechos reconstruidos en el presente con intereses y valores que
cambian con la sociedad y el tiempo. La historia es una cien-
cia que estudia objetivamente los hechos, pero también es una
ideología que esconde y justifica intereses.
Pablo Mella reconstruyó los diversos espejos de Duarte, des-
de el de anarquista y traidor después de septiembre de 1844
hasta el de padre de la patria establecido el 11 de abril de 1894.
El autor cita a De Certau, quien afirma que la reconstrucción
narrada del pasado es necesariamente una operación cognitiva
ficticia, cuya autoridad se funda sobre lo real que ha supues-
to declarar. Todo relato que cuenta lo que pasa o lo que pasó
instituye lo real como representación de una realidad pasada40.
Aunque los sucesos históricos no son una invención del his-
toriador, de acuerdo a Roberto Marte, los hace trascender al
enunciarlos41. Para Eca de Queirós, el historiador necesita sobre
la fuerte y necesaria desnudez de la verdad, tender también el
manto diáfano de una delicada fantasía42. Los hechos históri-
cos suceden y se reducen a documentos escritos, testimonios
orales, audiovisuales y restos materiales. Los historiadores re-
crean hechos que ya no existen cuando escriben historias y los
lectores las leen.

40
Pablo Mella, Los espejos de Duarte (Santo Domingo: Amigo del Hogar,
2013), 279.
41
Andrés Blanco, (ed.). Antología. José Gabriel García (Santo Domingo:
Editora Búho, 2010), 33.
42
Manuel Goico Castro, Ibíd., 1970, 118.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


166 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

Sobre la independencia dominicana

El país registró tres independencias sucesivas en 1821, 1844 y


1865. Los que afirman que sólo fue una, la del 27 de febrero de
1844, desmeritan a las demás. La solución más justa hubiera sido
escoger a un representante de cada una, por ejemplo, a Núñez
de Cáceres, a Duarte y a Luperón. Los que creen que el Estado
dominicano se fundó en 1844 olvidan que se trata de un pro-
ceso trifásico que, como bien explicó Pedro Henríquez Ureña,
comenzó en 1821, tuvo auge en 1844 y se completó después del
25 de noviembre de 1873. Es inverosímil la afirmación de José
A. Sánchez de que desde 1821 la mayoría del pueblo dominica-
no era partidaria de la independencia absoluta, pura y simple43.
Alcides García Lluberes le recriminó a Henríquez Ureña haber
dejado fuera a la Restauración, pero aquel escogió la fecha a par-
tir de la cual se consolidó para siempre la idea de la soberanía
nacional, pues apenas meses después de la salida de las tropas
españolas, el presidente Cabral propuso ceder Samaná y tres
años después Baéz intentó la anexión a los Estados Unidos. El
país carecía de unidad étnica, social y política, así como de una
clase social capaz de crear un Estado nacional por encima de
los intereses personales y regionales. Los que afirman que el 27
de Febrero fue la fecha fundacional de la República Dominica-
na colocan a Duarte como su creador sin importar que estuvo
fuera ese día, que nunca presidió la junta de gobierno, que fue
un general sin tropas ni batallas, que no tomó el poder tras su
proclamación por Mella como presidente de la República, que
vivió aislado en el exterior y hasta su familia pensaba que ha-
bía muerto en la selva, que recibió tres votos en una elección
de 1867, que no escribió sus memorias como lo prometió a José
Gabriel García, que no volvió al país cuando la amnistía de 1848
ni abrió la carta de 1875 que se le pedía regresar al país y que no
dejó él ni sus compañeros un solo documento de puño y letra
sobre la fundación de La Trinitaria.

José A. Sánchez, Ibíd., 1977, 12.


43

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 167

Todo lo que se sabe de esta sociedad secreta, considerada la


célula genitora de la República Dominicana, es muy posterior
a los hechos. Cassá afirma que La Trinitaria paralizó o congeló
sus acciones a poco de ser fundada. Alcides García Lluberes
dijo que se disolvió, pero no por la traición de Felipe Alfau. Ese
mismo Felipe Alfau buscó la goleta en que aquél se fue al exilio
¿en 1843?, salvó a Juan Isidro Pérez de la turba santanista que
lo iba a matar y Vicente Celestino Duarte le dio poderes el 10 de
septiembre de 1844 para que administrara sus negocios y bie-
nes. A partir de las escasas fuentes se infiere que La Trinitaria
no tuvo repercusiones inmediatas. Comenzó a ser mencionada
después que se trajeron los restos de Duarte y cuando Meriño
le escribió, en 1887, a José María Serra pidiéndole que contara
la historia de La Trinitaria para unir la historia del Estado y la
de la Iglesia. Duarte-padre de la patria, La Trinitaria-institu-
ción fundadora y los tres padres de la patria son una magnífica
construcción histórica, ideológica, mítica y legendaria de gran
poder político. Salvo raras excepciones, los historiadores do-
minicanos se hacen ciegos y sordos ante el silencio documental
de La Trinitaria y el misterio de la vida de Duarte en la selva.
Ningún manual de historia dominicana advierte que La Trini-
taria desapareció poco después de ser fundada, excepto el de
Orlando Inoa que la llama efímera44. Además, Serra se equivocó
en la fecha de fundación y dio más importancia a La Filantrópi-
ca y a La Dramática. Muchos trinitarios apoyaron la Anexión a
España y el mismo Duarte y Sánchez firmaron un documento
el 1 de junio de 1844 en el que se pide la protección de Fran-
cia45. Cassá y Moya Pons confirman que Sánchez y Duarte
convalidaron dicha resolución con sus firmas46. Historiadores,

44
Orlando Inoa, Historia dominicana (Santo Domingo: Letra Gráfica, 2013),
307.
45
Guerrero, José G, Ibíd., 2013, 19-23.
46
Cassá, Ibíd., 2016, 252; Moya Pons, Frank, “Guerra y política en 1844: la
batalla del 30 de Marzo en el contexto histórico de la Independencia”,
Revista EME EME. Estudios dominicanos, No. 41, mar-abr. 1979, 12.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


168 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

estudiantes y legos creen que los trinitarios fueron los prota-


gonistas del 27 de Febrero, que redactaron la Manifestación
separatista del 16 de enero de 1844, plasmaron sus ideales
en la primera Constitución del 6 de noviembre y hasta pue-
de leerse en un periódico que “aquella prima noche del 27 de
Febrero de 1844, nuestros padres de la patria, junto a un gru-
po de dominicanos valientes se dirigieron hasta la puerta de
la Misericordia, donde el insigne Ramón Mella, acompañado
de Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y otros
patriotas, disparó el trabucazo…”47. Alcides García Lluberes
aclaró que la Manifestación, en vez de ser la expresión franca y
sincera de los ideales trinitarios, fue la máscara de que se valió
la reacción conservadora antiduartista para introducirse en la
revolución y apoderarse de una labor patriótica a la que había
obstaculizado por todos los medios que tuvo a su alcance48.
El largo memorial fue firmado por 155 personas, pero no por
Vicente Celestino Duarte ni por su hermano Juan Pablo, quien
estaba en el exilio. Ambos pudieron agregar sus nombres al
documento como hizo mucha gente en ediciones posteriores.
Báez tampoco lo firmó y hasta denunció el movimiento a los
haitianos, aunque luego se integró.
Cuando Duarte se marchó al exilio, el movimiento liberal
quedó acéfalo y desde noviembre de 1843 Tomás Bobadilla,
representante del sector conservador, encabezó el movimien-
to separatista. El presidente haitiano Hérard apresó a Pedro
Pablo Bonilla, Félix Mercenario, Pedro Valverde y Lara, José
M. Leyba, Juan N. Ravelo, Manuel José Machado, Gabriel José
de Luna y Luis Betances, quienes eran conservadores, futuros
santanistas y anexionistas; fueron puestos en libertad por me-
diación de la masonería, pero otros como José Joaquín Puello y

47
Minyety Pinales, Ramón. “Editorial”. Periódico Los remedios de Azua,
No. 1, 2019, 2.
48
A. Incháustegui y B. Delgado (comps.). Vetilio Alfau Durán en el Listín
Diario. Escritos (II) (Santo Domingo: Editora Corripio, 1994), 114.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 169

los hermanos Santana fueron conducidos a Haití, aunque éstos


dos lograron escaparse en Baní.
La moral social de Juan Pablo Duarte fue muy superior a la
de los próceres de la época y la mantuvo prístina en medio del
pantano político del país por su propio sacrificio y por haber
vivido fuera gran parte de su vida. Durante casi veinte años
estuvo en la selva del Apure como masón y comercializando
pieles de cocodrilo y plumas de garza. Sólo el llamado de la
patria impidió que se hiciera cura. Para Francisco de las Heras,
el voluntario confinamiento del patricio en la selva constituye
un enigma inexplicable49 y, para Rodríguez Demorizi, Duar-
te se perdió en la selva como un misántropo que odia al ser
humano o huye de su contacto50. José A. Sánchez le criticó a
Duarte su ausencia voluntaria, el no haber regresado durante
la amnistía de 1848 y el haberse conservado puro, impoluto,
incontaminado, ignorado y desvinculado del país hasta el
26 de marzo de 186451. Tras estar escasos días en el país en
1864, Duarte regresó a Venezuela casi exiliado por el gobier-
no restaurador y, después que escribió entre 1865 y 1869 sus
cartas-documentos más fehacientes, murió en 1876. En Santo
Domingo apareció una nota necrológica de Félix María del
Monte en la que decía que Duarte brilló semejante a un meteo-
ro, desapareció en seguida y fue un personaje casi extraño52.
No hubo manifestaciones de duelo ni discursos laudatorios.
Cuando se le pidió al arzobispo Meriño hacer la apoteosis ante
sus restos preguntó: ¿qué puedo decir acerca de este infeliz?
Fue un invento de Emiliano Tejera decir en 1894 que el vicario
Portes lo saludó cuando volvió del exilio con la frase “Salve
Padre de la Patria”; peor aún, no mencionó la Carta Pastoral
del 24 de julio de 1844 emitida por dicho vicario en contra de

49
Francisco de las Heras, Los silencios de Juan Pablo Duarte. Luces y sombras de
un hombre excepcional (Santo Domingo: Editora Búho, 2017), 98.
50
Rodríguez Demorizi, Ibíd., 1982, 96.
51
Sánchez, Ibíd., 1977, 42.
52
Cassá, Ibíd., 2016, 293-294.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


170 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

los enemigos de Santana, precisamente cuando éste se dispo-


nía apresar a Duarte y demás próceres para acusarlos de ser
traidores a la patria. Aun así, el caso de Duarte es excepcional:
su sacrificio, su abnegación por la lucha, su amor inconmen-
surable por la patria y su notable desinterés por el poder y
por los privilegios sociales, no encuentran paragón en nuestra
historia53.
La historia humana está cargada de símbolos de gran po-
der social que atribuyen un sentido imaginario a los hechos
reales. El sacrificio personal, el discurso sobre la defensa de la
soberanía nacional y el exilio no bastan para crear un Estado re-
publicano. Duarte le ganó a Santana la batalla ideológica como
padre de la patria desde que este firmó la anexión a España y
el historiador duartista José Gabriel García habría vencido en
una polémica al santanista Manuel de Jesús Galván en 1889.
El duartismo tuvo gran empuje de connotados trujillistas,
aunque Trujillo dijo al inaugurar dos puentes en Higüey el 17
octubre 1936 que su nacionalismo se empeñaba en rescatar la
memoria de Santana de la injusticia y del olvido54. En 1956 el
periódico El Caribe realizó una encuesta sobre la actuación po-
lítica y militar de Santana y su influencia en la historia patria.
En la ocasión Francisco Moscoso Puello preguntó: ¿A quién
traicionó Santana? ¿Al pueblo? Y respondió diciendo que el
sentimiento nacional de anexión según externó A. Lugo en
1933 fue expresado no por los gobiernos, sino por el pueblo;
que la República Dominicana no podía subsistir sin la ayuda
de otra nación no era una creencia individual de Santana, ni
de Báez, ni de Jimenes, ni de Cabral, sino una creencia general
del pueblo dominicano. La creencia contraria era individual y
escasa minoría, la tendencia anexionista era mayoría y prueba

53
Juan Daniel Balcácer, Pedro Santana: historia política de un déspota (Santo
Domingo: Editora Taller, 1974), 79.
54
Ismael Hernández, Pedro Santana, totalmente negativo (Santo Domingo:
Alfa y Omega, 1984), 153.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 171

de la inconsistencia del Estado dominicano55. Después de la


muerte de Trujillo se reavivó la polémica a favor y en contra de
Santana. En 1968 Hugo Tolentino publicó el libro La traición de
Pedro Santana y Vetilio Alfau Durán reimprimió con prefacio y
notas la controversia de 1899. Mientras, en 1969, respondieron
Manuel de Jesús Goico Castro y Juan Isidro Jimenes Grullón.
La metafísica duartista, ajena al Duarte histórico, no estudia
la historia como lo que es y ha sido y prefiere narrar lo que
sería, debía o podía ser. De acuerdo a Gustavo Salas, la histo-
ria es la verdad que dice el mal como el bien, los éxitos como
los reveses, las faltas cometidas y las débiles inspiraciones, que
nada oculta para no inspirar desconfianza y trata, sobre todo,
de instruir seriamente a las generaciones venideras56. Nadie
puede negar que Pedro Santana fue un personaje destacado
en la historia dominicana y una figura dominante durante la
Primera República, que proclamó la república antes del 27 de
Febrero, reunió el primer grupo armado para enfrentar a las
tropas haitianas, fue el primer presidente constitucional de la
república y fundó el ejército dominicano. En vida fue amado,
temido y odiado, aunque en los estudios ha predominado el
último aspecto. Es innegable que actuó de manera autoritaria,
que fusiló sin piedad a los que conspiraron real o supuesta-
mente en su contra, que usó y exageró la amenaza haitiana
para justificar la represión interna y que cometió el crimen de
lesa patria al realizar la Anexión a España, aunque no lo hizo
solo, como afirma parte de la historiografía que le adversa. El
patricio Sánchez fue quizás el primero en decir que Santana
solo fue el traidor por excelencia, el asesino por instinto y el
único responsable de la ignominia de entregar la patria, aun-
que en 1853 lo había llamado padre libertador del pueblo.

Manuel Goico Castro, Ibíd., 1970, 142.


55

Radhamés Hungría Morel, “La batalla de Santiago (30 de Marzo de


56

1844. Estudio sobre su desarrollo y análisis militar)”, Revista EME EME.


Estudios dominicanos No. 41, mar-abr. 1979, 41.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


172 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

En 1844 una minoría excelsa se oponía a la creación de la


república bajo el protectorado o la anexión. El anexionismo es-
taba tan extendido y los cónsules extranjeros intervinieron en
los asuntos domésticos con tal aprobación general que cuando
Santana regresaba triunfante a la ciudad de Santo Domingo
corría la pregunta ¿qué bandera traen las tropas, la francesa
o la dominicana? Duarte fue el único que se opuso en la Junta
Central Gubernativa a la enajenación de la península de Sama-
ná, según escribió Juan Isidro Pérez el 25 de diciembre 1845.
Explica Juan Daniel Balcácer que su lamentable decisión de
no volver al país y seguir combatiendo al régimen imperante,
también se explica por la sencilla razón de que no podía contar
con nadie. ¡Lo habían abandonado!57 En plena ocupación mi-
litar norteamericana de 1916, Federico García Godoy hizo un
mea culpa por haber pensado que la corriente anexionista estaba
extinguida o desaparecida. Dijo ser como una yerba nociva que
apenas extirpada, retoña de nuevo, para vergüenza nuestra,
más rápida y más copiosa. Lo peor de todo es que muy pocas
voces indignas se han alzado, pero casi la totalidad parecía no
ver ni oír nada.
Más que afirmar o negar es necesario preguntar por qué el
sector conservador-anexionista triunfó sobre el liberal-inde-
pendentista. No basta una respuesta moral o ideológica. No se
puede olvidar que el ejército haitiano era mayor que el de Bolí-
var y que, por esa razón, Francia no se atrevió a invadir a Haití
después de 1804. La tarea militar se hizo prioritaria y Santana
capitalizó la situación. Bonó diagnosticó en 1856 que nuestro
terrible mal se debía a la existencia de un ejército permanente
y al alto gasto público para mantenerlo. La Anexión a España
y la guerra restauradora fueron hechos militares e incluso una
especie de guerra civil entre dominicanos y dominicanos-es-
pañolizados. Entre éstos últimos, figuraban representantes de
todas las clases sociales, políticos, muchos próceres, antiguos

Juan Daniel Balcácer, Ibíd., 1974, 79.


57

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 173

pro-haitianos, románticos trinitarios convertidos luego en


conservadores furibundos, independentistas y futuros restau-
radores. Para Gustavo Mejía-Ricart fue el odio secular a Haití
lo que condujo a la abyección anexionista y falsea la historia
quien culpa de la anexión a Santana solo58. Muchos eran patrio-
tas en un tiempo y entreguistas en otro. Félix María del Monte
denunció la traición de Santana, pero se matriculó como espa-
ñol en 1855 y firmó la anexión a los Estados Unidos en 1871.
No obstante, fue exagerada la defensa de Galván al afirmar
que Santana realizó la anexión a España por un acto patriótico
que salvaría al país de caer bajo el yugo haitiano. José Gabriel
García le sacó en cara que calificar de patriótico ese hecho equi-
valía a sostener que la Restauración fue un crimen y que no hay
diferencia entre la verdad y el error, que las sutilezas capricho-
sas valen más que la virtud y que las máximas de la moral no
son sino vanas supersticiones59. No obstante, dicho historiador
era empleado del gobierno español, creó su Imprenta García
en 1862 en la antigua casa de Juan N. Ravelo, en la calle Los
Plateros esquina Separación y, de acuerdo a Rufino Martínez,
aceptó “sin chistar los cambios de la bandera y la nacionali-
dad”, algo que olvidaron sus hijos cuando juzgaron a los que
aceptaron la anexión. García participó en el grupo que negoció
con los españoles su salida y como el gobierno restaurador no
aprobó dicho acuerdo fue detenido como rehén, canjeado des-
pués, estuvo fuera del país y regresó como libertador60.
Es difícil creer que Duarte enroló a Pedro Santana al mo-
vimiento separatista ya que éste actuaba por sí mismo, tenía
poder y prestigio y se le tenía como hombre de espada según
dijo Rosa Duarte61. Santana se autonombró general, marchó

58
Mejía-Ricart, Ibíd., 1980, 98-99.
59
Andrés Blanco, (ed.). Antología. José Gabriel García (Santo Domingo:
Editora Búho, 2010), 196.
60
Rufino Martínez, Ibíd., 190.
61
Vetilio Alfau Durán, “En torno al 27 de Febrero de 1844”, Boletín del
Instituto Duartiano, No. 11, ene-jun. 1975, 31.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


174 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

sobre la capital con cientos de hombres y, según Madiou,


advirtió a la Junta que iría por su cuenta con sus lanceros a
combatir a Azua si otro no lo hacía. En la capilla de los Reme-
dios, Bobadilla lo señaló como “el hombre”. Él y su hermano
se habían escapado en Baní mientras eran trasladados presos a
Haití, gracias a los hateros amigos y socios como Luis Tejera y
Rita Pimentel. Luego continuaron su labor separatista y coor-
dinaron la proclamación de la república en El Seibo y en Los
Llanos antes del 27 de febrero. En Los Llanos, donde Santana
tenía familiares, todos se hicieron santanistas, menos Vicente
Celestino Duarte ni Juan Ramírez, un negro amigo de éste,
quien hizo el pronunciamiento popular62. El santanista Bernar-
dino Pérez y otros patriotas lo hicieron en La Vega, junto al
alcalde haitiano Carlos Dandoin y el jefe de la Guardia Toribio
Ramírez, quien luego participó en la batalla del 30 de Marzo y
apoyó el golpe en contra de José D. Valverde. Alejandro Guridi
dijo en 1891 que Sánchez no se pronunciaría en la capital sin
antes haberse asegurado de que Santana lo haría. La victoria
de Azua y la exaltación de Santana habrían creado animadver-
sión en su contra.
Las dos primeras batallas separatistas realizadas el 19 de
Marzo en Azua y el 30 de Marzo en Santiago muestran cómo
santanistas y duartianos exageran los hechos que les convie-
nen y desmeritan los que no les favorecen. Ambas batallas
estuvieron en el tapete de la famosa Controversia de 1889 en-
tre Manuel de Jesús Galván y José Gabriel García, realizada
de manera apócrifa en los periódicos El Eco de la Opinión y El
Teléfono, respectivamente. Todo comenzó el 27 de febrero de
ese año cuando el último periódico recibió cartas de febreristas
que defendieron a Sánchez como el líder del movimiento se-
paratista y el más dispuesto a arrostrar toda clase de peligros.
Félix Mariano Lluberes dijo que, aunque la intransigencia de

62
Georgilio Mella Chavier, “El testimonio de Clemente Sosa”, Boletín del
Instituto Duartiano, No. 11, ene-jun. 1975, 66.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 175

las pasiones quería soterrar su gloria, Sánchez fue el primero


de los próceres. En la ocasión se debatió sobre el trabucazo de
Mella, pues se buscaba rebajar la gloria de Sánchez y comparar
a aquél con Santana. Un documento anónimo titulado “Suce-
sos políticos de 1838-1845” que, según José A. Sánchez era de
Eusebio Puello63, afirmó que a Mella se le zafó el tiro y esto
alborotó a los haitianos. Idelfonso Mella dijo que el suegro de
su padre, Getrudis Brea, le advirtió que la imprudencia del tiro
escapado podía dar al traste con el movimiento. José Gabriel
García nunca le dio importancia al tiro innecesario de Mella64.
El trabucazo de Mella salió a relucir con Serra, el mismo que
habló de La Trinitaria casi cuarenta años después de su crea-
ción. Un militar que escribe de historia afirma que todavía se
sienten las ondas expansivas del trabucazo de Mella.
La controversia de 1889 surgió cuando Galván escribió un
artículo sobre Santana y la batalla del 19 de Marzo y José Ga-
briel García le respondió diciendo que era una exageración
decir que Santana o el padre Gaspar Hernández habían sido
los precursores de la separación y que, debido a que los con-
servadores tuvieron preponderancia política, el error subyugó
a la verdad y la fábula a la historia. Dicho historiador sostuvo
que Duarte, Sánchez, Mella y otros sembraron la revolución,
mientras Santana, Báez y otros se aprovecharon de ella como
vendimiadores65. Aseguró que hasta los niños de escuela sa-
bían que la batalla de Azua no afianzó la nacionalidad porque
no detuvo al invasor y Santana luego se retiró a Sabana Buey
y a Baní. Por eso, fue la batalla de Santiago, lidereada por José
María Imbert, la que consolidó a la república. Galván ripostó
defendiendo como correcta la retirada de Santana porque es-
taba casi sin ejército, sin armas, sin pertrechos, en posiciones
poco estratégicas y frente a un enemigo poderoso cuyas tropas

63
José A. Sánchez, Ibíd., 77.
64
Ibíd., 77-81.
65
Andrés Blanco, Ibíd., 156.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


176 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

se iban a duplicar cuando llegaran los refuerzos del general


Suffront. Como Galván no pudo justificar ni el público aceptó
la anexión a España como un acto patriótico por parte de aquél
es que se dice que José Gabriel García ganó la polémica y pudo
desarmar la ingrata mitología santanista sin sospechar que, a
partir de entonces, la mitología duartiana se convertiría en la
historia nacional. Con la publicación de la polémica por la so-
ciedad Hijos del Pueblo se recabaron fondos para el traslado de
los restos de Mella a la catedral de Santo Domingo.
Los historiadores aún discuten la importancia de ambas
batallas. En 1979, el entonces primer teniente del Ejército Na-
cional, José Miguel Soto Jiménez, basado en un autor haitiano
llamado Dorvel-Dorval, aceptó como buena y válida la retirada
estratégica de Santana sin dejar de reconocer que las batallas de
Azua y Santiago fueron los cimientos de la libertad dominica-
na66. En el 1984 Juan Daniel Balcácer afirmó que los haitianos se
enfrentaron al improvisado y valeroso ejército popular el 19 de
marzo, pero que la inexplicable retirada de Santana, produc-
to de la falta de conocimientos técnicos y de práctica militar,
se puede catalogar de traición por abandonar una posición
ventajosa sin que el enemigo pruebe sus fuerzas en el asalto.
Citó a Duarte con las mayúsculas GENERAL DE BRIGADA
y achacó la anarquía entre las tropas de Santiago a la retirada
de Santana. El hecho es que Mella, nombrado para organizar
la batalla de Santiago, se retiró a San José de las Matas y los
militares auxiliares también se ausentaron. Balcácer consideró
que la controversia sobre las batallas se debe al caudillismo, a
conflictos regionalistas y a dos vertientes ideológicas: la san-
tanista reaccionaria que defiende la batalla del 19 de marzo y
la duartiana liberal que pondera la del 30 de marzo67. Aunque
reconoció que los duartianos carecían de poder económico

66
José Miguel Soto Jiménez, “Batalla de Azua del 19 de marzo de 1844”,
Revista EME EME. Estudios dominicanos, No. 41, mar-abr., 1979, 39.
67
Balcácer, Ibíd., 1984, 99, 102.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 177

para financiar sus actividades revolucionarias, y que el país ca-


recía de un ejército profesional permanente, concluyó con que
la batalla de Santiago, no la de Azua, fue la que contribuyó a
fortalecer la viabilidad de la república68.
La mayoría de los militares que pelearon en Santiago, inclu-
yendo a su líder el general José María Imbert, luego se hicieron
santanistas y éste hasta firmó la hoja suelta del 26 de octubre
de 1844 que solicitó el exilio de Duarte. El comandante de La
Vega, Manuel Mejía, había hecho serias acusaciones contra Im-
bert por ser francés y apoyar el protectorado de Francia. Para
aplacar discordias de este tipo, Duarte se dirigió al Cibao el 20
de junio de 1844.
Nada bueno auguraba el 19 de marzo de 1844, pues los domi-
nicanos habían sufrido tres derrotas en los tres días anteriores.
Aún así, el enemigo fue detenido y el rumor de que el presi-
dente Hérard había muerto en Azua pudo ser esgrimido en
Santiago, lo que contribuyó a la desbandada de los haitianos,
por la muerte de coroneles haitianos, incluyendo al edecán del
presidente que le seguía en toda circunstancia como una som-
bra. En definitiva, la batalla del 19 de marzo inició la defensa
de la separación y la del 30 de marzo la completó.
Santana se proclamó jefe supremo de la república y hasta
1856 actuó como generalísimo69, pero rehusó eufemísticamente
el término dictador según le aconsejó el cónsul francés70. En
el siglo XIX el calificativo de dictador no tenía connotación
negativa; era un cargo creado por el Congreso para resolver
una catástrofe natural o un conflicto civil, como lo hacían los
romanos. Marx y Bosch no tuvieron reparo en usar el térmi-
no dictadura para referirse al gobierno del proletariado y del
pueblo, respectivamente. El artículo 210 de la Constitución
dominicana le permitió a Santana actuar como un dictador de

68
Ibíd., 103, 105.
69
Rufino Martínez, Ibíd., 457.
70
Moya Pons, Ibíd., 14.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


178 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

hecho y fusilar mediante juicio sumario tanto a próceres civi-


les y militares como a vagabundos y ladronzuelos. Sus abusos
no le impidieron lograr el consenso popular. En julio de 1846
fue recibido en el Cibao y en otras partes jubilosamente y en
la capital hubo fiestas durante tres días, según reseñaron Ma-
nuel María Valencia, Félix María del Monte y José María Serra
en El Dominicano71. En la ocasión Serra escribió versos que
decían: Al grito de libertad, patria y separación, fuera Haití,
soldados juran morir por su presidente, por la patria y por su
Dios. Serra llamó a Santana feliz conquistador de los corazones
de los dominicanos que ha sabido formar una sola opinión y
un solo partido, ocupado exclusivamente en la consolidación
de nuestra grande obra y contra el que vendrán a estrellarse
todos los tiros y acechanzas de nuestros implacables enemi-
gos. Presidente, dispensad los excesos de nuestro patriotismo.
Mientras la fiel nación dominicana, grata recuerde la virtud
de los hechos, esculpido se verá en nuestros pechos el tierno
y dulce nombre de Santana. Mientras el haitiano nos supone
en partidos haciéndonos la guerra, las provincias de la repú-
blica están entregadas al goce de sus diversiones72. Después de
tres meses de ausencia, la providencia divina habría permitido
que Santana volviera a su estancia de El Prado en El Seibo,
su lugar preferido. Su vida osciló siempre entre la pasión por
el poder del Estado y la vida privada del campo73. Regresó a
Santo Domingo a principios de 1847 después de una fervorosa
visita a la Virgen de la Altagracia, ocasión en la que Juan N.
Tejera lo defendió como hombre honrado, aunque al renunciar
poco después, Félix María del Monte publicó el primer libelo
en su contra.
El 14 de marzo de 1853 Santana entró en un conflicto con el
arzobispo Portes que le restó poder y prestigio por el resto de

71
Rodríguez Demorizi, Ibíd., 1969, 61.
72
Ibíd., 62, 63.
73
Cassá, Ibíd., 34.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 179

su vida. Como el anterior gobierno de Báez había sido favo-


rable a la Iglesia, envió al padre Elías Rodríguez a Roma para
firmar un concordato y promovió la celebración de un sínodo.
Santana se enemistó con Báez porque éste captó el apoyo del
ejército, de la Iglesia y parte del pueblo; el 27 de febrero de
1853 se había ofendido porque en un Te-Deum el padre Dioni-
sio de Moya dijo que Dios, y no Santana, fue quien venció a los
haitianos en la batalla de Las Carreras. Ese día Santana habría
celebrado la fiesta patria con carnaval como crítica al baecis-
mo y a la Iglesia, ya que Báez prohibió las máscaras alusivas
a militares y curas74. Aunque Portes le dijo que era enviado de
Dios y que no iba a jurar la constitución herética, Santana citó
a nueve curas que participaron en la redacción de la primera
Carta Magna, dijo que era católico, pero el clero no debía par-
ticipar en el Estado y que a nombre de la religión cristiana se
cometían abusos como los ocurridos en El Seibo y el Cibao. El
prócer Sánchez expresó que Santana había sido elegido por la
Providencia para salvar la patria. En las calles de Santo Do-
mingo se leyó a son de bando la trifulca entre Santana y Portes.
Un cínico lector, cuando el arzobispo hablaba leía con voz
agria y tonante, pero cuando lo hacía Santana le daba acento
de compungido feligrés75. El padre Antonio Gutiérrez firmó la
Constitución después que a Portes se le mostró el pasaporte
para su deportación. Santana expulsó a los curas Gaspar Her-
nández, Díaz de Peña y Elías Rodríguez, quienes regresaron
en 1856 durante el gobierno de Báez, quien era nieto de un
cura, incluyó la enseñanza religiosa en las escuelas y afirmó
que “fuera de la religión no hay verdad histórica”76.
Los partidos santanista y baecista dominaron la lucha po-
lítica, controlaron los poderes del Estado y se distinguieron
por los colores azul y rojo. Cuando Báez gobernaba invertía

74
Guerrero, Ibíd., 2003, 30.
75
Rodríguez Demorizi, Ibíd., 103.
76
Juan I. Jimenes Grullón, Sociología política dominicana: 1844-1966 (Santo
Domingo: Editora Taller, 1974), 52.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


180 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

los colores de la bandera y colocaba el rojo junto al tope del


asta. En ese entonces Mella era santanista y Sánchez baecis-
ta. Después que Santana y Báez murieron, sus partidarios se
reciclaron en el Partido Azul y en el gobierno de Lilís. Las dife-
rencias ideológicas no eran obstáculos para el transfuguismo.
Bonó observó que “al Azul de hoy que le quiten el empleo o la
pensión, mañana será Rojo, y el Rojo de ayer que quede sin em-
pleo, en seguida será Azul”77. Después de la caída de González,
en marzo de 1874, Jimenes Grullón fija el inicio del liberal Par-
tido Azul, mientras Meriño, exiliado por Báez, le escribió a
Luperón sobre la necesidad de crearlo. Lo que ninguno dice
es que dicho partido se nutrió de antiguos santanistas y de ahí
el elogio de Santana por Luperón. Campillo Pérez mostró que
el partido de mayor arraigo social y preponderancia política
fue el de Santana, el cual estaba compuesto por afrancesados,
terratenientes, comerciantes, profesionales y exduartianos78.
El discurso de Pedro Guillermo el 2 de diciembre de 1865 con
el cual recibió a Báez como presidente, al decir que Sánchez
murió con la bandera como sudario, inició la disputa entre
duartianos y sanchistas. La expedición de Sánchez era baecis-
ta, dijo Damián Báez en 1878. Báez se hizo prosanchista para
contrarrestar “la procera fama” de Santana y porque no era
febrerista como lo fue éste. Américo Lugo sustentó en 1934 que
el partido azul tomó el nombre del bando santanista después
de la Restauración y escogió a Duarte como su dios cívico79.
En el tercer gobierno de Báez (1855-1858), la juventud baecis-
ta llamó a Santana tigre, verdugo, déspota, caníbal, monstruo,
idiota, infame, Nerón y Atila, mientras Nicolás Ureña de
Mendoza le dijo al arzobispo que el imperio de los terroris-
tas había cesado. Durante cuarenta días hubo en contra de

77
Freddy Peralta, “La sociedad dominicana del siglo XIX vista por Pedro
Francisco Bonó”. Eme Eme. Estudios dominicanos, No. 29, mar-abr. 1977,
37.
78
Balcácer, Ibíd., 1974, 117.
79
Alfau en: Incháustegui y Delgado, Ibíd., 1994: I, 203.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 181

Santana ruidosas cantaletas, aclamaciones festivas y críticas de


la clase baja80. Los cónsules extranjeros llamaron a la cordura,
pero Báez las permitió por ser “el desahogo natural e inocente
del pueblo”. El libelo La Acusación de Juan E. Jiménez llamó a
Santana “carnicero del Ozama que desentierra cadáveres para
devorarlos” y a la calle Las Damas donde vivía, la calle de los
crímenes. Cada edición de La Acusación era anunciada por un
personaje llamado Buenrostro, quien pregonaba en la calle los
nombres de las personas que eran objeto de ataques y llamaba
a Santana ladrón, cobarde, asesino, vejador de la religión81. Fue
entonces que, bajo el influjo del baecismo, se denunciaron el
destierro de Duarte y el fusilamiento de María Trinidad Sán-
chez, de los hermanos Puello, de Duvergé y de Tomás de la
Concha. Se dijo que Santana quedó en el Prado “como Perico
en la estaca” y cuando fue traído preso a Santo Domingo se le
achacaron eventos fatales como el suicidio del hijo del cónsul
Segovia, la muerte de un niño en la barriga de su madre grávi-
da, la caída de otro en un pozo de Santa Bárbara y las estocadas
de un joven a su padre. La prensa se burló de él cuando se fue
al exilio con chancletas, macutos llenos de casabe, llantén, toci-
no y otras menudencias82.
Santana regresó en 1858, depuso a Báez y al presidente
Valverde proclamado en Santiago y, dos años después reali-
zó la anexión a España, la cual fue firmada por próceres que,
después de ver las impopulares medidas de los españoles, de-
cidieron combatirla como sucedió con Gaspar Polanco, uno de
los grandes restauradores, quien apresó e intentó asesinar a
Alejandro Guridi en febrero de 1863 porque había sido asesor
de la anexión en sus inicios. José Gabriel García afirmó que
Santana decidió destruir la nacionalidad que lo había hecho
grande y cambiar el merecido título de Libertador por el de

80
Emilio Rodríguez Demorizi, Santana y los poetas de su tiempo, (Santo
Domingo, Editora del Caribe, 1969), 105, 162, 165, 168.
81
Ibíd., 183-187.
82
Rodríguez Demorizi, Ibíd., 1969, 202-203.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


182 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

Marqués de Las Carreras unciendo el yugo de la dominación


española83. A partir de la guerra de la Restauración, la ver-
dadera independencia según Hostos, se consolidó la nación
dominicana y la historiografía nacional. Lo que Santana pudo
haber hecho positivo quedó sepultado por la crítica baecista y,
luego, por la duartiana. Un frente ideológico baecista, duartis-
ta y sanchista combatió el santanismo acéfalo.

Santana y el Panteón Nacional

A Santana lo van a sacar del Panteón de la Patria, tarde o


temprano, mediante una especie de damnatio memoriae, térmi-
no que describe la práctica del senado romano que decretaba
la condena de la memoria de un enemigo del Estado después
de su muerte. Así fueron destruidas las estatuas y borrados
los nombres de los emperadores Calígula, Domiciano, Geta
y Maximino. Nerón fue execrado después que construyó un
coloso con su rostro dedicado al dios Sol Invicto, lo mismo le
pasó a Domiciano quien quiso hacerse Dios en vida. Igual trato
recibieron la reina egipcia Hatshepsut, el pastor que incendió
el templo de Artemisa y el papa Formoso, cuyo cadáver fue
desenterrado, se le mutilaron los tres dedos de la bendición
y luego lo arrojaron al Tíber. Stalin borraba a sus opositores
de fotografías y películas. En nuestro país lo mismo pasó con
Ilander Selig, quien eliminó a Cayetano Rodríguez de una
foto que ambos se tomaron con Mao. A Duarte le hicieron una
apoteosis en 1884 siguiendo también un ritual romano. La apo-
teosis, contraria a la condena de la memoria, divinizaba al ser
humano. Ciro el persa fue el primero en ser deificado en vida
según Jenofonte; Vespasiano dijo poco antes de morir que se
estaba transformando en un Dios y después de Adriano mu-
chos emperadores eran dioses vivos a los cuales se les rendía

Blanco, Andrés, Ibíd., 122.


83

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 183

culto certificado por un documento público. El último empe-


rador romano divinizado en vida fue el cristiano Teodosio I el
Grande.
Santana es un muerto que no tiene deudor ni alguien que le
escriba. Más que enjuiciarlo es de mayor beneficio estudiarlo
para comprender la historia dominicana. Como bien afirmó
Vetilio Alfau Durán en 1938, es la figura cimera de la Primera
República, ninguno alcanzó tan alta dimensión histórica du-
rante aquel período. Todo cuanto se escriba de la Separación a
la Anexión tiene que girar en torno al primer caudillo militar
de la independencia nacional84. Él y Duarte son las figuras más
conspicuas y contradictorias de nuestra república85. Su conde-
na por historiadores que fungen de jueces permite justificar
intereses o valores propios y esconder o justificar prácticas
nada éticas. Los malos no pueden hacer mayor mal porque se
conocen sus fechorías y no pueden ser modelo social, pero los
buenos sí pueden ser usados para decir una cosa y hacer otra.
Ese es el mal que hacen los buenos como advirtió Bertrand
Russell. El camino del cielo está asfaltado de buenas intencio-
nes y la gente tiene doble moral: una que predica y no practica
y otra que practica y no predica. La tiranía se esconde bajo la
ficción de la democracia, la inmoralidad bajo la moral, el mal
bajo el bien. Cristo ni Marx tienen la culpa de que el cristianis-
mo fuera convertido en opio del pueblo y el marxismo en opio
del comunismo. Los profesores universitarios más duartianos
son los que más venden libros de historia de manera compul-
siva, una práctica prohibida por organismos académicos. La
pandilla dominicana llamada Trinitarios, creada en las cárce-
les de Nueva York, usa la bandera nacional como emblema,
estampa en su logo el lema Dios, Patria y Libertad y sus miem-
bros entran a la organización con un juramento similar al de
los trinitarios de Duarte. Hostos se opuso a que los gobiernos

84
Incháustegui y Delgado 1994b, Ibíd., 239.
85
Rodríguez Demorizi, Ibíd., 1982, 3.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


184 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

rindieran cuentas durante las efemérides patrias para que los


gobiernos no disfrazaran sus actos de corrupción bajo discur-
sos patrióticos; sólo publicó su Moral Social en 1888 después
que sus discípulos lo conminaran a hacerlo, pero les advirtió
que la moral no se habla ni se publica: se practica con el ejem-
plo. El marxismo, no Marx, se convirtió en religión comunista
y en opio del proletariado como dijo Simone Weil. Revolución
es un concepto conservador que aludía originalmente al curso
que los astros repiten en el firmamento. También restauración
era un término reaccionario y fue usado por la alianza de paí-
ses después de la caída de Napoleón. La Revolución Francesa
declaró enemigos al ateísmo y al clericalismo, pero impuso
a la diosa Razón como Ser Supremo y el terror se tragó a los
revolucionarios como lo hizo el dios Cronos. Lo primero que
hace una revolución cuando triunfa es prohibir todo cambio
revolucionario.
Lo que más abunda en el país es la doble moral de elogiar
retóricamente una virtud y negarla en la práctica. La gente dice
cosas que no hace y hace otras que no dice. Se elogia a Duarte en
público y se actúa como Santana en privado. Los que proponen
sacar a Santana del Panteón no les interesa saber si los demás
“próceres” merecen estar allí. La antropología ha analizado el
papel que tiene en la cultura la figura del chivo expiatorio o
emisario, el cual carga con todos los males reales o imaginarios
de la población y la limpia de la impureza malvada que pone
en peligro el orden social. La víctima propiciatoria es sacrifica-
da para que todo siga igual. Si la salida de Santana del Panteón
se justifica por los fusilamientos de María Trinidad Sánchez y
demás patriotas —en 1844 no fusiló a Duarte, Sánchez y Mella
por advertencia de Abraham Coen, quien le propuso expul-
sarlos—, habría que recordar que la violencia es partera de la
historia. Maquiavelo creó la ciencia política al separarla de la
moral y, como bien dice Orlando Gil, en política no se reza el
Padre Nuestro. Es confuso e iluso el objetivo perseguido por
María Trinidad Sánchez de buscar la adhesión de Santana en

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 185

contra de sus ministros para traer los exiliados. Si el motivo


es la anexión a España, también deberían sacarse del Panteón
a Juan N. Ravelo, a los trinitarios y a los que lucharon en la
batalla de Sabana Larga, la última y más violenta guerra contra
Haití, pues la mayoría de estos próceres se hizo anexionista.
¡El mismo Mella fue a España en 1855, mandado por Santana,
a gestionar el reconocimiento de la separación o un protecto-
rado, y, se reitera, Duarte y Sánchez firmaron un documento
donde se solicitó la protección de Francia! Las preguntas de
investigación pertinentes son: ¿existía una clase social con in-
tereses y conciencia de la soberanía nacional? ¿Era radical la
diferencia entre independentistas y anexionistas? ¿Cuál era la
base social, económica y cultural de los liberales y conserva-
dores? ¿Quiénes se ganaron el apoyo del pueblo? ¿Por qué los
gobiernos autoritarios han sido los más exitosos?

Entre autoritarismo y liberalismo

Quien escribe hizo un prólogo al libro Cultura política au-


toritaria dominicana de Orlando Objío y Jacqueline Álvarez,
quienes tratan un tema medular de la República Dominicana
desde su pasado colonial hasta la actualidad86. Tradicional-
mente se ha ponderado y denunciado el autoritarismo en el
país y, no es para menos, pues nuestra historia política está sig-
nada por el predominio de la dictadura sobre la democracia.
La relación entre poder, autoridad y legitimidad no es unívoca
ni el autoritarismo político es exclusivamente dominicano. Se
suelen confundir tiranía y dictadura, dos categorías de origen
y naturaleza diferentes. La tiranía es una categoría griega que
se refiere a la toma del Estado por vía violenta e ilegal. En la

86
José G. Guerrero, “Prólogo”, en: Orlando Objío y Jacqueline Álvarez,
Cultura política autoritaria dominicana (Santo Domingo: Editora La
Escalera, 2007), 1-5. Se cita el prólogo original, no el libro publicado.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


186 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

dictadura, categoría romana, un ciudadano casi siempre mili-


tar, se selecciona para imponer la paz y el orden durante una
situación excepcional. La tiranía solía ser vitalicia, mientras la
dictadura era limitada en el tiempo. Las democracias, antiguas
o modernas, criticaron los efectos violentos de los regímenes
tiránicos y dictatoriales. Sin embargo, en Grecia, los tiranos
tenían fama de sabios y Pisístrato fue, según Aristóteles, pre-
cursor de la democracia. Muchos dictadores romanos —Julio
César entre ellos— tenían gran prestigio y fueron modelos
sociales a seguir. Las democracias son sistemas políticos rela-
tivamente recientes en la historia mundial y muchas de éstas
emergieron como dictaduras de clase y otras mantienen ape-
nas su nombre como máscara. Marx y Engels denunciaron a
la democracia burguesa como una dictadura de clase y pro-
pusieron superarla con la dictadura del proletariado. Juan
Bosch, después del golpe de Estado que lo derribó, buscando
una fórmula entre la democracia representativa y la dictadura
comunista, formuló su Tesis de la dictadura con respaldo popular.
La investigación de Objío y Álvarez ayuda a entender la per-
sistencia del autoritarismo político en el país desde el punto de
vista histórico, político, psíquico y cultural. Trujillo llegó a ser
una encarnación moderna del “Estado soy yo” de Luis XIV, sus
métodos represivos y crímenes fueron antológicos y su sistema
económico se sustentó en un Estado omnipotente impuesto a
todos sin igual. La sustitución de una institución por una perso-
na y el poder absoluto omnipotente de ésta sobre una sociedad
es metáfora del mundo metafísico-religioso. Eso sólo es posible
en un concepto del poder político como instrumento situado en
un tópos físico, sea una persona, un aparato o una institución, a
partir del cual se ejerce coacción sobre una clase social o la so-
ciedad. No obstante, a partir de los trabajos de Weber, Gramsci,
Foucault y Althusser, los conceptos de poder y Estado pasan
de ser aparatos fijos a redes dinámicas en las cuales todos los
miembros de una sociedad participan como dominantes o do-
minados y los mecanismos de legitimación ideológico y cultural

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 187

son fundamentales para la perpetuación del régimen autorita-


rio o democrático. La escuela de los Anales en Francia concibió
una nueva visión histórica al sustituir el héroe-demiurgo que
produce acontecimientos extraordinarios por la historia de he-
chos ordinarios, las mentalidades y la vida cotidiana.
A Objío y a Álvarez no les interesa analizar la sociedad, el
Estado, las clases sociales, sus luchas y resistencias de manera
aislada. Incluyen niveles sociales y categorías antropológicas
y psicológicas en los que enmarcan su trabajo. Para estable-
cer la relación entre cultura, política y sociedad parten del
supuesto de que la cultura condiciona a la sociedad y esta
demanda o produce un sistema político correspondiente con
sus variables de poder, autoridad y legitimidad: “El autorita-
rismo suele identificarse exclusivamente con el ejercicio de la
violencia desde el poder, con el orden despótico. Sin embargo,
al enfocar la cultura como un importante factor estratégico en
el establecimiento y mantenimiento del poder estatal, encon-
tramos que el autoritarismo también tiene lugar en contextos
de no violencia en la cotidianidad”87. Los autores descubren
en determinados contextos la anuencia de los dominados y la
aceptación popular del ejercicio del autoritarismo. Esta es una
tesis provocadora para la historia dominicana que se enmar-
ca en los conceptos de H. Arendt, E. de la Boétie, S. Freud, E.
Fromm y K. Lewin, para quienes el poder lo ejerce el domina-
dor con cierta anuencia del dominado.
Otra conclusión desmitificadora del liberalismo dominicano,
de seguro escandalosa para cierto pensamiento histórico tradi-
cional, es que “muchas dictaduras tachadas de bárbaras por los
liberales eran más representativas de la cultura e intereses de las
poblaciones que los regímenes liberales-democráticos copiados
de Europa y Estados Unidos. La psicología propia dominicana,
que expresa la construcción de la subjetividad de los domina-
dos, registra cierta inclinación por un orden dictatorial y hacia

87
José Guerrero, Ibíd., 2007, 3.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


188 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

formas autoritarias del poder político. El fenómeno es uno de los


rasgos más sobresalientes de la cultura política dominicana”88.
Los autores aportan una explicación teórica fundamentada en
el proceso histórico nacional, en el pensamiento social y en la
cotidianidad. Para ello revisan el par de categorías caos-orden,
anarquía-gobierno fuerte, así como la tesis socorrida desde la
colonia de que el pueblo dominicano no tiene aptitud política
para la democracia y favorece o prefiere la dictadura. Prejuicios
intelectuales en contra de la cultura popular dominicana han
servido para justificar gobiernos autoritarios.
La separación de Haití creó la necesidad de un déspota provi-
dencial que resolviera los conflictos e impusiese su hegemonía
personal autoritaria sobre las diversas fracciones económicas,
regionales y políticas como libertador de la patria y gran ciu-
dadano. El autoritarismo dominicano del siglo XIX en adelante
fue cónsono con la entrada de capitales y el fortalecimiento del
Estado en una sociedad precapitalista. Liberales como Meriño
y Heureaux se declararon dictadores o impusieron un gobier-
no fuerte. Bonó declaró simpatía por el Partido Azul durante el
gobierno de Meriño y sentenció que el país no tenía las condi-
ciones necesarias para ser autónomo bajo la democracia pura y
que nuestra sociedad estaba organizada para el despotismo y
la sucesión de rebeliones y dictaduras89. Mu-Kien Sang sostie-
ne la tesis de que la dictadura lilisista recibió apoyo de la clase
dominante y de las masas populares. Objío y Álvarez conclu-
yen diciendo que el apoyo popular o masivo a los dictadores es
una constante en la historia dominicana y que Santana, Báez,
Lilís, Trujillo y Balaguer lograron cierta simpatía del pueblo. La
realidad de esta constante histórica se basa en que el carácter
nacional dominicano está permeado por el autoritarismo y pro-
voca el predominio de una cultura política de igual naturaleza90.

88
José Guerrero, Ibíd., 2007, 4.
89
Freddy Peralta, Ibíd., 43.
90
José Guerrero, Ibíd., 5.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 189

El autoritarismo persiste porque no es una categoría exclusi-


vamente política y su referente cultural se reproduce más allá
de sus actores o portadores. Por eso tiene razón Juan Bosch
cuando afirma que la psicología trujillista nació antes que Tru-
jillo y Hostos, cuando dijo que la tiranía no desaparece con la
muerte del tirano. Pedro Conde suele decir que Trujillo aún
manda y Balaguer mete miedo. Un factor fundamental en esa
supervivencia autoritaria estriba en el proyecto político denun-
ciado por el doctor Moscoso Puello que auspicia una educación
deficiente para que el pueblo ignorante pueda ser explotado y
manejado al antojo. En la actualidad, la condición de la pobreza
ha enraizado la cultura autoritaria en la sociedad formalmente
democrática. Encuestas señalan desde comienzo del siglo XXI
que el 61% de los dominicanos están de acuerdo con el gobierno
de un hombre fuerte, para el 78% éste es la solución para com-
batir la corrupción y el desorden y el 87% demanda obediencia
y autoridad. Se verbaliza un deseo por la democracia y se apoya
en la práctica el paternalismo autoritario.
Como bien expresó Roberto Cassá, es cuestión aún pen-
diente para los investigadores dominicanos contemporáneos
tratar la sintonía entre dictadura y sociedad, la empatía de la
masa hacia los tiranos y la inadecuación del liberalismo con
el pueblo. El secreto recóndito de la autocracia dominicana es
la debilidad de una clase burguesa y el predominio casi uni-
versal del campesinado. La especificidad de Santana radicó
en haberse apoyado en las estructuras sociales y mentales que
concedían valor al sentido de la autoridad tradicional91. Se-
guramente no bastará la crítica para superar el autoritarismo,
sino un proceso largo y complejo, con cambios en la sociedad,
la educación y la cultura. ¿Es pesimista o realista la tesis del
autoritarismo político dominicano? ¿Permite o no entender
por qué Santana triunfó sobre Duarte? ¿No reprimió el PRD
de manera brutal al pueblo en 1984? ¿Ha liberado el PLD al

91
Cassá, Ibíd., 2000, 304.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


190 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

país de la dependencia extranjera? ¿No fue Joaquín Balaguer


declarado por ambos partidos como padre de la democracia?
Esta problemática actual nos retrotrae al 27 de febrero de
1844 y nos hace preguntar si fue separación o independen-
cia. El debate acerca del autor de la Manifestación del 16 de
enero de 1844 es significativo al respecto. Para los hermanos
García Lluberes, Rodríguez Demorizi y Vetilio Alfau su autor
fue Bobadilla; para Lugo Lovatón, Sánchez y Sánchez, Adolfo
Mejía-Ricart y Roberto Cassá fue Sánchez; para Moya Pons fue
una obra conjunta de Bobadilla, Sánchez y Mella. Ésta última
posición puede ser la más cercana a la realidad, ya que fue un
grupo híbrido de liberales y conservadores el que se pronun-
ció el 27 de febrero92. Los separatistas eran independentistas,
anexionistas o una mezcla de ambos. El conservadurismo es-
taba penetrado de preceptos liberales y el liberalismo acudía
a procedimientos autocráticos en la conducción del Estado93.
La ideología separatista dominante incluía proteccionismo y
anexión, aunque no era unísona y nunca faltó una lucha o re-
sistencia en su contra. Sánchez Ramírez había derrotado a los
franceses y el territorio volvió a ser español gracias a la ayu-
da de haitianos e ingleses, mientras Núñez de Cáceres había
decretado la independencia bajo el protectorado de la Gran
Colombia. Bien afirma Ismael Hernández que Santana no fue
excepción ni pionero en la nefasta práctica entreguista, pues
encarnó a Sánchez Ramírez y a Núñez de Cáceres, quienes li-
beraron la patria y luego la entregaron, el primero a España y
el segundo a la Gran Colombia94.
Separación, no independencia, fue lo que se proclamó el 27
de febrero de 1844. La primera implicaba una soberanía media-
tizada por una potencia extranjera. La palabra separación fue
la usada en la Manifestación de enero de 1844 y también por

92
Alfau, Ibíd., 1975, 35.
93
Cassá, Ibíd., 2016, 38.
94
Ismael Hernández, Ibíd., 1984, 14.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 191

el historiador José Gabriel García en su Compendio de historia de


Santo Domingo para referirse al período republicano de 1844 a
1861. Así se llamó también la primera nave de guerra del país.
La calle El Conde, la principal de la ciudad de Santo Domingo
y la que desemboca en la puerta del histórico baluarte, se llamó
Separación hasta 1928, luego cambió a 27 de Febrero y, cuan-
do Trujillo, volvió a llamarse El Conde. La calle y el parque
Independencia son de los tiempos de Mon Cáceres. La pala-
bra independencia aparece en la primera Constitución sólo en
el preámbulo que manda “a consolidar su independencia” y
en el juramento del presidente quien debía mantener “la in-
dependencia nacional”; su artículo 196 declara cuatro fiestas
oficiales: la Separación, Azua, Santiago y la promulgación de la
Constitución. La primera se hacía el último domingo de febrero
y la única no movible era la del 19 de marzo. La Constitución
de 1854 declara el 27 de febrero como única fiesta y fecha el
documento en el “undécimo año de la Patria”. La Constitución
liberal de 1858 menciona en su artículo 150 la palabra inde-
pendencia en el juramento del presidente, en la función de la
fuerza armada y para una de las dos fiestas: la de la indepen-
dencia del 27 de febrero; la otra, la del 7 de julio, era la de la
libertad. Aun así, fue dada el año “catorce la patria y primero
de la libertad”. En la constitución de septiembre de 1866 fue
que se hizo constar al final la fórmula usada hasta hoy del año
con referencia a los hechos históricos: “dada a los veintitrés
años de la Independencia y de la Restauración”. El cambio de
separación por independencia fue un producto histórico y una
construcción ideológica muy posterior al 27 de febrero de 1844,
consolidada a partir de 1858, 1866 y 1873 y, sobre todo, a partir
de 1884 cuando comienza a debatirse quién era el padre de la
patria si Santana, Báez, Duarte, Sánchez o Mella.
El sector conservador triunfó sobre el liberal en 1844, pero a
partir de 1858 y 1865 hubo una alternancia en el poder de am-
bos. El Partido Nacional (azul), que gobernó a partir de 1880,
fue continuación del partido santanista y auspició la dictadura

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


192 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

de Lilís, apoyada por rojos conservadores. El papel de la histo-


riografía no es lamentarse porqué el mal triunfa sobre el bien,
sino investigar las causas sociales, económicas y culturales de
los hechos. Lamentablemente Santana se alzó con el poder en
1844 y lo compartió con Báez a partir de 1849, como igualmente
lamentable fue, según dijo Vetilio Alfau, que Tomás Bobadilla
redactara la Manifestación separatista de enero de 1884. Los
conservadores vencieron por su práctica política implacable y
su base social dominante y popular en que se apoyaron. La
alianza entre conservadores y liberales era inevitable, aunque
también su confrontación. José Gabriel García definió a los
trinitarios como jóvenes “oscuros” porque no tenían recursos
materiales para su proyecto político, mientras los conservado-
res eran pocos, pero con poder económico, social y político.
La iniciativa para realizar la alianza entre ambos no partió de
Duarte, sino del sector conservador que promovió una reunión
por medio de Pedro Valverde y Lara en la casa de Manuel Joa-
quín del Monte. José A. Sánchez Fernández considera que la
misma fracasó por la intransigencia y el radicalismo infantil de
Duarte. Después que éste se marchó al exilio le tocó a Francisco
del Rosario Sánchez realizar la necesaria e indeclinable alianza
con los conservadores95. Guido Despradel Batista nos recuerda
que la historia es la cruda realidad: mientras más cruda, más
real y más verídica96.
El movimiento separatista tomó fuerza cuando diputados
dominicanos decidieron en diciembre de 1843 buscar la sepa-
ración bajo el protectorado de Francia, proyecto prohijado por
el cónsul francés en Puerto Príncipe. Ninguno de los dieciséis
congresistas dominicanos era duartiano97 y los afrancesados se
habían anticipado a proclamar la Reforma en contra de Boyer y

95
José A. Sánchez, Ibíd., 1977, 15-16.
96
Hernández, A. (comp.). Guido Despradel Batista. Obras. Tomo II. (Santo
Domingo: Editora Búho, 2010), 206.
97
Roberto Cassá, Ibíd., 2000, 139.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 193

a favor de la separación98. Emiliano Tejera, en su discurso a favor


de Duarte en 1894, reconoció que el partido afrancesado ayudó
mucho a la Separación a través de la influencia del cónsul fran-
cés sobre las autoridades haitianas y la existencia de buques de
guerra en la costa de Santo Domingo99. Para que resultara victo-
rioso el plan separatista coordinado por dominicanos, franceses
y haitianos, era imprescindible el apoyo de los Regimientos 31 y
32 compuestos por dominicanos y algunos haitianos. El primero
estaba bajo el mando del coronel Manuel Mora, un exesclavo
liberto, y ambos tenían por asiento la antigua capilla del Rosario,
un sitio más que estratégico, situado en la actual Villa Duarte,
donde Colón fundó originalmente la ciudad de Santo Domingo
en 1498. Allí estaba también la gendarmería compuesta por hai-
tianos y dominicanos.
Un conflicto se creó cuando el general Carrier se negó a
nombrar a Wenceslao Concha como capitán de la Gendarme-
ría haitiana en sustitución del capitán Javier Miura que había
muerto en diciembre de 1834. Al colocar en aquel puesto a su
hijo Samí que era furié del Regimiento 31 provocó que Jose
María Serra iniciara la conspiración en contra del gobierno
haitiano, a la que Duarte se sumó. Los dominicanos resintie-
ron el brutal servicio militar haitiano según dijo Guy-Joseph
Bonnet. De acuerdo a Madiou, pocos días después de la par-
tida del presidente Boyer de Santo Domingo, el pueblo y la
élite aspiraban a una separación. El Regimiento 31 apoyó la
Reforma y el Regimiento 32 estuvo en contra. Aun así, lograr
que estos regimientos coincidieran en Santo Domingo con
el cónsul francés Saint Denis, quien llegó el 14 de enero de
1844, fue un éxito para los afrancesados, por lo que lanzaron
en Azua una proclama el 1 de enero de 1844 y quince días
después circuló un manifiesto firmado en Santo Domingo por
liberales y conservadores.

98
José A. Sánchez, Ibíd., 1977, 14.
99
Alfau, Ibíd., 1975, 32.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


194 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

Al otro día de la Separación, sintomáticamente el goberna-


dor haitiano capituló con la mediación del cónsul francés y se
le garantizó respeto por las propiedades y familias haitianas,
así como su salida pacífica. No hubo masacre ni persecución
de haitianos y solo cuatro militares dominicanos se marcha-
ron a Haití. Numerosos jóvenes de origen haitiano apoyaron
la separación100. La Junta Central Gobernativa quedó en manos
primero de Sánchez y luego de Tomás de Bobadilla; los haitia-
nos fueron vencidos en dos batallas y el presidente Hérard fue
depuesto por el general Guerrier, apoyado por Pierrot, ambos
partidarios de la Separación dominicana de Haití bajo el pro-
tectorado francés. Suele decirse que la proclamación el 27 de
febrero fue pacífica y sin muertos. Sin embargo, excavaciones
arqueológicas de Marcio Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega
localizaron en la capilla del Rosario osamentas de militares
dominicanos y haitianos, uno de los cuales, con el número 25,
murió por un disparo de cañón. También localizaron botones
con el primer escudo dominicano101.
La República Dominicana fue proclamada el 27 de febre-
ro de 1844 por un grupo de hateros, cortadores de madera,
comerciantes, campesinos, curas y pequeños burgueses. El
pueblo, los sectores populares y el campesinado estaban casi
ausentes. El sector conservador desplazó al liberal, parte del
cual fue exiliado, se dividió, se esfumó o se plegó al poder.
Duarte había sido advertido tres meses antes de que no se fiara
de Mella, mientras los llamados afrancesados se adelantaban
a proclamar la Separación. Lo único que los unía a todos era
“el odio contra el haitiano y la necesidad de desalojarlo cuanto
antes”102. El predominio de la mentalidad conservadora im-
plicaba patrones de identidad hispana en lengua, creencias y

100
Marcio Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega. La fundación de la villa de Santo
Domingo (Santo Domingo: Amigo del Hogar, 1992), 246.
101
M. Veloz y E. Ortega, Ibíd., 92, 247.
102
Tirso Mejía-Ricart, (ed.). La sociedad dominicana durante la primera
República: 1844-1861 (Santo Domingo: Editora UASD, 1977), 31.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 195

costumbres, así como prejuicios raciales en contra de los hai-


tianos por ser negros.
Juan Bosch explica la historia republicana hasta 1863 como
producto de la lucha entre los hateros y los diversos sectores de
la pequeña burguesía, uno de los cuales se alió a aquellos que
tomaron el mando del país103. En la fundación de la república
se puso al frente la pequeña burguesía urbana de la capital y el
sur; también participaron la pequeña burguesía campesina del
Cibao vinculada a los comerciantes de su región y la pequeña
burguesía del sur que se alió a los hateros-madereros. En la
capital y la región sureste, como centro político y económico
del país, se decidió el destino del movimiento separatista y se
determinó que desde el primer momento la jefatura militar
cayera en manos de Pedro Santana, un hatero de El Seibo, y
que la segunda figura política del movimiento acabara siendo
Buenaventura Báez, un maderero de Azua. Bosch advierte que,
como ningún grupo social era lo suficientemente fuerte para
dominar exclusivamente el Estado, se hizo difícil mantener
una organización socio-política estable. La pequeña burgue-
sía era menos fuerte que los hateros porque no eran una clase,
sino un conjunto de capas sociales movidos por impulsos per-
sonales de ascenso social y económico. A la salida de Duarte, la
pequeña burguesía urbana se hizo santanista o baecista y Báez
terminó como líder de la pequeña burguesía y del campesina-
do. La composición social del país determinó la eliminación
de Duarte y de los líderes trinitarios como jefes de la repúbli-
ca naciente104. El antisantanismo-antihaterismo comenzó con
Duarte y terminó con Báez. La alta pequeña burguesía que
incluía comerciantes y agricultores importantes era más fuer-
te en el Cibao que en la capital, rompió con el baecismo en
1857, se alió al hatero Santana y luego se agrupó en el Partido

103
Jorge Tena Reyes, Duarte en la historiografía dominicana (Santo Domingo:
Editora Taller, 1994), 719-723.
104
Ibíd., 716-717.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


196 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

Azul, mientras los campesinos siguieron siendo baecistas. Los


hateros prefirieron la anexión a España y morir con las botas
puestas que entregarle el poder a la pequeña burguesía105.
Para Pedro Catrain y José Oviedo, contrariamente a lo que
afirma la historiografía nacional, en 1844 no se constituyó un
Estado ni una nación106, mientras Juan Isidro Jimenes Grullón
sustentó que el nacimiento de la república inició la ficción sim-
bólica de la nacionalidad107. Para este último autor, los liberales
fracasaron porque desconocían la herencia autoritaria colonial
y sólo representaban a la élite, no a la mayoría del pueblo. El
sentido y la orientación separatista fueron exclusivamente anti-
haitianos y el gobierno republicano tenía que ser forzosamente
dominado por un caudillo providencial108. Cordero Michel sos-
tuvo que quienes aspiraban a una república tipo europea o
norteamericana no partieron de la realidad dominicana109. La
sociedad dominicana de 1844 no estaba plenamente preparada
para asimilar la fundación de una república110.
El ideal patrio se construye más con ideas que con reali-
dades, más con hechos escritos que ocurridos. Duarte murió
siendo un desconocido para la mayoría de los dominicanos de
la época. La única foto original que se conserva de él la tomó
el venezolano Próspero Rey cuando Rosa Duarte le advirtió al
patricio que debía dejar alguna imagen física para las futuras
generaciones. Después que se trajeron sus restos y Báez murió
en 1884 comenzó el proceso de la construcción de Duarte como
padre de la patria, aupado por un movimiento liberal que se

105
Ibíd., 723, 726.
106
Pedro Catrain y José Oviedo, “La cuestión nacional y la formación del
Estado en República Dominicana”, Cuadernos del CENDIA, No. 11, UASD,
1983. 16.
107
Jimenes Grullón, Juan I. La República Dominicana. Una ficción. Análisis de
la evolución histórica y de la presencia actual del coloniaje y el colonialismo en
Santo Domingo (Mérida: Talleres Gráficos Universitarios, 1965), 45-46.
108
Ibíd., 49-54.
109
Tirso Mejía-Ricart, Ibíd., 1977, 42.
110
Juan Daniel Balcácer, Ibíd., 1974, 53.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 197

definió como antihaitiano, antisantanista y antibaecista. Voltai-


re reafirmó lo que un sofista había dicho cinco siglos antes de
Cristo de que si Dios no hubiera existido había que inventarlo.
Lo mismo se puede decir del idealismo de una patria o nación.
La ideología que mejor sintetiza actualmente la dominicanidad
mezcla duartismo, antihaitianismo y antisantanismo.
Durante y después del 27 de febrero de 1844 hubo proyectos
anexionistas, proteccionistas, separatistas e independentistas.
Es entendible que se afirme y se exagere el patriotismo, pero
no se hace justicia histórica cuando se excluye a Santana y a los
demás conservadores de los hechos del 27 de febrero. Fueron
libertadores en 1844 y anexionistas en 1861 y 1871. La historia
de todos los países muestra casos de próceres que reniegan de
su condición y villanos que se convierten en próceres. La his-
toria es un proceso contradictorio que cambia según intereses,
valores y coyunturas. La patria, dijo Hostos, es un proceso de
construcción permanente.
Durante la Guerra de la Restauración que defendió la so-
beranía popular, Pablo Pujols fue enviado a Estados Unidos
a buscar alguna protección y Salcedo fue fusilado acusado de
firmar una amnistía a favor de España, por la cual, acabada la
guerra, mantendría bajo su poder a Monte Cristi y Samaná111.
Félix María Ruiz, al dar a conocer en 1891 el juramento trinita-
rio, dijo que se arrepintió de haber participado en la llamada
Trinitaria y señaló que el promotor original de la idea sepa-
ratista fue el cura español Gaspar Hernández, quien instó a
los dominicanos a crear un club revolucionario para separarse
de Haití y volver a España. Félix María del Monte había di-
cho un año antes que ningún trinitario fue discípulo del cura
mencionado, que éste no escondió su anexionismo a España
y que sólo Serra lo defendió. En 1881, durante el gobierno de
Meriño, se resolvió trasladar al país los restos de Duarte y
los del padre Gaspar Hernández, quien murió en 1858 como

Luis Álvarez, Dominación colonial y guerra popular: 1861-1865 (Santo


111

Domingo: Editora Universitaria, 1986), 172.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


198 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

defensor de la monarquía hispana y, aun así, se le considera un


prócer. Es preciso volver a recordar que ¡hasta el patricio Mella
fue a España a buscar un protectorado, mandado precisamente
por Santana, y que Sánchez y Duarte firmaron un documento
que autorizaba la cesión de la península de Samaná a cambio
de alguna protección de Francia! Los hechos deleznables de la
historia no deben ser olvidados ni perdonados, pero sí se los
debe explicar, interpretar y comprender en su contexto. San-
tana, libertador-anexionista, sintetizaba la concepción política
prevaleciente de su época y de su medio112. Nunca tuvo fe en la
existencia de una república independiente. Después del 27 de
febrero le dijo al padre Antonio Gutiérrez, párroco de El Seibo,
quien también firmó la anexión a España, que no comprendía
lo que era una república, que la Separación de Haití se hacía
para la anexión a España y lo demás era locura113. Exagerar
la amenaza de Haití para justificar negocios y el despotismo
interno ha sido una práctica repetida por gobiernos sucesivos
llegándose al extremo de que quien trae y permite la presencia
de haitianos es el mismo que luego la denuncia.
El 8 de marzo de 1844 la Junta Central Gubernativa solici-
tó el protectorado de Francia en caso de un ataque haitiano y
Santana desde Baní pidió apurar las negociaciones para tal fin.
El ejército haitiano, capaz de juntar hasta veinte mil hombres,
era apabullante ante las improvisadas tropas dominicanas.
Aunque los haitianos se retiraron por el derrocamiento de su
presidente a inicios de mayo, el día 26 de ese mes la Junta
solicitó por escrito el protectorado en presencia del cónsul
francés, pero Duarte y otros seguidores se opusieron. Hubo
divergencias y se presentó otro proyecto que no menciona ce-
sión de territorio ni la palabra protectorado, sólo relaciones
estrechas y protección política114. Un golpe de Estado expulsó

112
Roberto Cassá, Ibíd., 2000, 10.
113
Gustavo Mejía-Ricart, Ibíd., 188.
114
Francisco De Las Heras, Ibíd., 2017, 59.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 199

a los conservadores de la Junta, pero Santana luego la depuso


y creó otra nueva bajo su poder. El vencedor escribe la historia:
Santana quedó como el patricio y Duarte como el proscrito.
La memoria de Duarte fue ocultada, tergiversada, olvidada y
deformada115. Al aparecer mayor documentación y testimonios
después de 1884, la historiografía duartiana comenzó a recupe-
rar el valor ético-político de Duarte y a convertir a Santana en
lo contrario. Algunos críticos le restan a Santana competencia
militar y hasta le niegan el protagonismo en las batallas del 19
de Marzo y Las Carreras116. En ambas se habría batido contra
vanguardias haitianas incompletas o en retirada.
Para la segunda campaña militar los dominicanos estaban
mejor preparados y pudieron vencer en La Estrelleta y Beler,
ya que Santana había creado oficialmente las Fuerzas Armadas
con ocho mil soldados, 13 generales de brigada, 25 coroneles y
30 capitanes, cuyos salarios aumentaron en tres años de $170
a $2,040, de $100 a $1,200, de $32 a $384 respetivamente, mien-
tras que el del raso pasó de $4 a $48. También envió a Caminero
a los Estados Unidos para comprar ropa militar y treinta mil
carabinas. El crecido gasto militar que ascendía al 80% del pre-
supuesto total y un deficiente manejo financiero empeoraron
la situación económica en 1847-1848. Bobadilla se marchó al
exilio y Santana enfrentó con rudeza el clima de desobedien-
cia civil fusilando desde un infeliz que se robó un racimo de
plátanos hasta a los hermanos José Joaquín y Gabino Puello.
Finalmente renunció en agosto de 1848 y le sucedió Manuel
Jimenes, quien decretó una amnistía para el regreso de los exi-
liados, pero según Moya Pons no estaba hecho para gobernar y
socavó las bases de su poder al cancelar la infantería del ejérci-
to con el pretexto de emplearlos en la agricultura117.

115
Roberto Cassá, Ibíd., 2016, 293.
116
Ismael Hernández, Ibíd., 54.
117
Frank Moya Pons, Manual de Historia dominicana (Barcelona: M. Pareja,
1981), 304.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


200 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

El 9 de marzo de 1849 una nueva invasión haitiana avanzó


arrolladora por el suroeste del país. Las tropas dominicanas,
equipadas como nunca, cayeron en la anarquía y abandona-
ron a Azua dejando seis piezas de artillería, comida, armas y
heridos. Un testigo dijo que la Providencia hizo que el ejército
haitiano se quedara diez días en Azua, tiempo suficiente para
que Santana reimpusiera el orden y enviara a Duvergé al Ca-
ñón de El Número a contener el enemigo, aunque se tuvo que
retirar a Sabana Buey para asegurar la retaguardia, mientras
Santana se preparaba el 21 de abril para la batalla de Las Ca-
rreras, en la cual logró una aplastante victoria y pudo recobrar
nuevamente su prestigio político. Cuando Santana depuso a
Jimenes pasó a Duvergé por un consejo de guerra, en el cual
fungió como fiscal acusador el prócer Sánchez y como defensa
Félix María del Monte. Fue descargado. Duvergé se vinculó a
una conspiración baecista y habría comisionado al general Vi-
cente Mercedes para que el general Pilán Fortún, jefe militar
de El Seibo, matara a Santana en la hondonada de Jina de Papá
cuando un sábado por la tarde fuera de El Prado a la iglesia118.
Después que Duvergé fue fusilado en 1855 Santana profanó
su cadáver al patearle la cabeza, como Abad Alfau le clavó a
Sánchez su espada después de muerto diciéndole “Ahora ríete
negrito parejero”119.
Se ha querido colocar en lo militar a Duvergé por encima
de Santana. Duvergé había nacido en Mayagüez y era hijo de
padres franceses que huyeron ante las incursiones haitianas. Se
crio en Baní, se convirtió en la primera espada de las guerras
del sur y firmó la carta del 12 de julio que solicitaba el proteccio-
nismo de Francia. Su apodo buá (bosque) lo vincula al corte de
madera o a un posible culto al luá Grand Bois. En una ocasión
no lo dejaron entrar por la Puerta del Conde por confundirlo
con un haitiano. Para Rufino Martínez fue superior a Santana

118
Gustavo Mejía-Ricart, Ibíd., 180.
119
José A. Sánchez, Ibíd., 101.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 201

en patriotismo, pero no en mando y autoridad. Reconoció a


Santana como generalísimo y era más héroe cuando aquél lo
mandaba120. La contribución de los franceses y haitianos do-
minicanizados como Imbert, Soñé, Duvergé, Albert y otros fue
fundamental en la consolidación de la república. Casi todos se
hicieron santanistas y/o firmaron la anexión.
Después de la batalla de Las Carreras, el congreso le otorgó
a Santana el título de Libertador y Sánchez lo llamó Padre del
Pueblo. Como se estimó que había gastado gran parte de sus
recursos en la defensa del país, se le donó un sable de honor, la
explotación de la isla Saona, una casa en Santo Domingo situa-
da en la calle El Conde y se colocó su retrato en el palacio de
gobierno junto a los de Colón y Sánchez Ramírez. Entró rico en
la vida política, pero murió pobre en 1864. Aunque para Ismael
Hernández las guerras contra Haití no fueron tales, quizás por-
que los partes de guerra no reconocieron bajas dominicanas y
afirmaron que la Providencia había ayudado a lograr la vic-
toria sin víctimas, Cassá entiende que la capacidad militar de
Santana no se puede entender separada de la disposición de
sacrificio del pueblo, el verdadero héroe de la Separación121.

A manera de conclusión

Santana era un hatero-cortador de madera, como bien le lla-


ma Juan Daniel Balcácer (1974), pero era más lo primero que lo
segundo y hasta prohibió en junio de 1847 los cortes en terrenos
del Estado, aunque el ministro de Hacienda dispuso lo con-
trario. Los hateros-madereros detentaban el poder económico,
social y cultural desde los tiempos coloniales, pero la fracción
ganadera comenzó a perder poder frente a los agricultores y
comerciantes del Cibao y la exportación de maderas crecía aún

Rufino Martínez, Ibíd., 160.


120

Roberto Cassá, Ibíd., 2000, 24.


121

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


202 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

más porque entraba a los Estados Unidos libre de impuestos.


Aunque la revolución cibaeña de 1857 puso en jaque el poder
de los hateros-madereros del sur y del este, dicho movimiento
no fue a favor de los campesinos, sino en contra de las medidas
tomadas por Báez que afectaron al comercio del tabaco y a la
economía nacional. La guerra civil de 1857-1858, la primera de
la república, desestructuró el orden social y gran parte de los
archivos estatales se perdieron cuando el Gobierno Provisio-
nal de Santiago los trasladó a esa ciudad. Ante el avance de
los liberales cibaeños y de los conservadores baecistas, Santana
exageró el peligro de una invasión haitiana y, al realizar la ane-
xión a España, comenzó a cavar su propia tumba.
El panorama moral y político se degradó aún más desde que
el cónsul español creó en febrero de 1856 la llamada Matrícu-
la de Segovia por la cual se hacía ciudadano español el que
la firmara y se evitaba así que Santana realizara una eventual
anexión a los Estados Unidos. Según Rodríguez Objío, después
que liberales y conservadores se matricularon como españoles,
el principio de una patria libre e independiente de toda po-
tencia extranjera degeneró y los medios con los que se hizo la
guerra al tirano Santana no fueron ni nacionales ni morales. La
Matrícula de Segovia fue uno de esos medios ilícitos122.
La población mostró expectativas ante la anexión a España
y hasta 1863 no hubo una resistencia popular generalizada.
Doce de los quince que firmaron la manifestación liberal de
Moca apoyaron la anexión a España y sólo se unieron a la
Restauración cuando aquel régimen entró en contradicción
con sus intereses123. Aún no se había afianzado una conciencia
nacional del Estado independiente y Santana tenía el favor de
una parte importante de la población124. La popularidad de
Santana aún entre muchos de los restauradores no impidió

122
Jaime de Jesús Domínguez, Economía y política en la República Dominicana.
Años 1844-1861 (Santo Domingo: Editora Universitaria, 1977), 136.
123
José A. Sánchez, Ibíd., 1977, 38-39.
124
Roberto Cassá, Ibíd., 2000, 51.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 203

que estos decretaran pena de muerte en su contra. El pueblo


se incorporó a la guerra contra España por amor patriótico o
romántico, pero sobre todo porque las medidas implementa-
das —represión, impuestos, servicio de bagajes, discriminación
racial, salarios atrasados—, lesionaron sus intereses y valores.
En Sabaneta, en febrero de 1863, el síndico Juan Grullón y el
comerciante Osvaldo Guasp aprovecharon el carnaval para
advertirle al gobernador español que los criollos a su servicio
habían desertado porque no se les pagaba su salario125. El propio
Santana no dejó de reconocer valor a los soldados dominicanos
contra los cuales luchaba y cuando González Tablas reportó que
en Santa Cruz los criollos abandonaron una pieza de artillería y
huyeron vergonzosamente, le dijo “quite eso, los dominicanos
nunca corren vergonzosamente, ahí está lo de Santiago”126.
Los españoles azuzaron la lucha entre baecistas y santanistas
y debilitaron a Santana para obtener la adhesión de Báez, a tal
punto que un hermano de éste, el general Damián Báez, afirmó
sin ambages en 1878 que la Restauración había sido una guerra
baecista127. Santana se retiró a El Prado, pero en 1863 se reincor-
poró después que los restauradores formaron un gobierno en el
Cibao con asiento en Santiago. Prefirió acantonarse en Guanu-
ma, justo en el cruce por donde se iba al Cibao. Más que vencer a
los restauradores trataba de impedir que éstos tomaran la región
del este, incluyendo su finca de El Prado. Luperón no lo dejó
subir al Sillón de la Viuda y la guerra se empantanó, aunque
restauradores y españoles se disputaron San Pedro de Macorís,
Higüey, Baní y San Cristóbal. A inicios de 1864, el gobernador
español De la Gándara convocó a Santana para someterlo por
desacato y al llegar el hatero a Santo Domingo, el 14 de junio
de 1864, murió repentinamente, por envenenamiento, suicidio,
complicación gastrointestinal o por la vergüenza al enterarse

125
Luis Álvarez, Ibíd., 1986, 109.
126
Ismael Hernández, Ibíd., 1984, 46.
127
Manuel Goico Castro, Ibíd., 1970, 149.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


204 A Pedro Santana lo pueden sacar del Panteón, pero... // José G. Guerrero

de que un pariente suyo dijo en Europa que era hijo adúltero.


Antes de morir declaró su nombre, su lugar de nacimiento, los
nombres de padres, su religión católica y la voluntad de que su
entierro fuera hecho humildemente, sin pompa alguna y ordenó
con palabras desvariadas a un capitán que “vaya con esas com-
pañías, atáquelos, y si se rinden, no los mate…”128.
Santana murió en su casa situada en la calle Hostos esquina
Luperón, la que luego fue ocupada por el Colegio San Buena-
ventura; era propiedad de los Tejera en 1937 y actualmente en
ella funciona la Casa de Italia. Sus restos fueron llevados al
campanario de la Catedral, a una bóveda de la iglesia de los
dominicos y finalmente a la Fortaleza Ozama. Cuando el 11
de julio de 1865, día en que salieron las tropas españolas, el
general Eusebio Manzueta y otros restauradores que habían
combatido a Santana en Guanuma fueron a tomar posesión
del recinto, al pasar por su tumba, lo saludaron con respeto
y reverencia según el testimonio del restaurador Eustaquio
Ducoudray129. En 1879 el presidente Cesáreo Guillermo los
trasladó a la iglesia de Regina, el arzobispo Nouel y Trujillo
los llevaron a la iglesia de El Seibo el 18 de marzo de 1931 has-
ta que Joaquín Balaguer, después de perder las elecciones, los
depositó en el Panteón de la Patria el 23 de julio de 1978 con un
discurso antisantanista.
A Santana lo sacarán del Panteón de la Patria, pero no lo
podrán enterrar en la iglesia de El Seibo porque el cura párroco
advirtió que allí no tiene cabida. A la Iglesia todavía le duele
que no le devolvió las propiedades que los haitianos expro-
piaron, a pesar de que el arzobispo Adolfo Nouel, quien había
sido cura de El Seibo, dijo que Santana se llevó al sepulcro el
desprecio de los españoles a quienes se había entregado, la
execración de sus conciudadanos a quienes había traicionado

128
Emilio Rodríguez Demorizi, Ibíd., 1969, 354.
129
Manuel Goico, Ibíd., 121.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 205

y el perdón de la Iglesia a la que había perseguido130. En una


obra de teatro de Haffe Serrulle, un sirviente le dice a Santana:
“¡Usted no merece ni siquiera una tumba, general!”131.
Puede que Pedro Santana y Familias no merezca un entierro
físico, pero sí un lugar en la historia, más aún si no estamos
tan seguros como Luperón de que hizo de su tumba el eterno
panteón de su entereza.

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130

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131

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ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

Concurso de bigotes como estrategia de


propaganda persuasiva y de resistencia contra
la intervención estadounidense (1916-1924)
en la revista Fémina1

Elvira Margarita Lora Peña2


Recepción: 12 de abril de 2919.
Aprobación: 12 de mayo de 2019.

Resumen

En el 2019 se conmemoran 80 años de la publicación del últi-


mo número de la revista Fémina, que circuló en la República
Dominicana entre los años 1922 y 1939. Este medio de comu-
nicación feminista constituye el ágora de la práctica escritural
de las mujeres que accionaron por la igualdad ante la ley y
la obtención del voto femenino. También, impulsadas por
una línea editorial creada por la maestra normal y periodis-
ta Petronila Angélica Gómez, desarrollaron movilizaciones

1
Este artículo es fruto de la ponencia en el VIII Congreso Internacional
del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la
Universidad del País Vasco, en octubre de 2018. Se presentó en la Sección
7: Historia: desde las pioneras hasta mañana. La historia invisibilizada.
Retrabajado para la revista Ecos.
2
Es candidata a doctora en Periodismo de la Universidad Autónoma
de Barcelona. Profesora de Comunicación de la Pontificia Universidad
Católica Madre y Maestra, Recinto Santo Domingo, República Dominicana.

209
210 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

para vindicar sus derechos, defender la soberanía nacional,


abogar por la protección de la niñez y por el rescate moral de
los hombres. Una de estas campañas tuvo lugar durante la
intervención estadounidense, ocurrida en el país entre 1916-
1924, y durante la cual el gobierno de ocupación impuso la
prohibición de que los hombres llevaran sus bigotes. El equi-
po directivo de la revista Fémina puso en práctica, de forma
valiente y creativa, la defensa de la identidad estética mascu-
lina. Para ello convocó a un concurso de bigotes mediante el
cual las mujeres seleccionaron al hombre que mejor llevaba
el bozo. Fue una acción que constituyó una estrategia de sub-
versión ante la ocupación imperial, una muestra del impulso
ético feminista que ejercieron y, al mismo tiempo, por la for-
ma en que se hizo la escogencia, significó el primer proceso
eleccionario público de las mujeres dominicanas. Además, al
adentrarnos a la colección aún dispersa de Fémina, la publi-
cación se revela como una fuente para la reconstrucción de la
Historia de las oras.

Palabras claves: Fémina, persuasión, Historia de las otras,


periodismo feminista, sufragismo

Abstract

Moustaches contest as a persuasive propaganda strategy


and of resistance against the American intervention (1916-
1924) in the Fémina magazine 2019 commemorates 80 years
of the publication of the last issue of the magazine Fémina,
which circulated in the Dominican Republic between 1922
and 1939, is commemorated. This feminist media constitu-
tes the agora of the scriptural practice of the women who
acted for the equality before the law and obtaining the fe-
male vote. Also, driven by an editorial line created by the
normal teacher and journalist Petronila Angélica Gómez,
they developed mobilizations to vindicate their rights,
defend national sovereignty, advocate for the protection
of children and for the moral rescue of men. One of these
campaigns took place during the US intervention, which oc-
curred in the country between 1916-1924, and during which

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 211

the occupation government imposed a ban on men wearing


their mustaches. The management team of the magazine
Fémina put into practice, in a brave and creative way, the
defense of the male aesthetic identity. For this he called for
a mustache contest through which the women selected the
man who best wore the bozo. It was an action that constitu-
ted a strategy of subversion before the imperial occupation,
a sample of the feminist ethical impulse that they exercised
and, at the same time, by the way in which the choice was
made, meant the first public election process of the Domi-
nican women. In addition, when entering the still dispersed
collection of Femina, the publication is revealed as a source
for the reconstruction of the History of others.

Keywords: Feminine, persuasion, History of the others, fe-


minist journalism, suffragism

Introducción

Este artículo analiza la estrategia de propaganda persuasiva


que utilizaron las pioneras dominicanas en la revista Fémina
para empoderar a los hombres dominicanos en su identidad
patriótica. El llamado al rescate de la estética y a subvertir una
imposición estadounidense, a través de artículos periodísticos
y de un concurso para restaurar la belleza masculina con una
perspectiva de identidad nacional, no ha sido analizado por la
historia oficial dominicana que ha obviado reiteradamente la
historia de ellas -her storie-.
Desde el ámbito de la comunicación, la línea de investiga-
ción que se aborda está enfocada en la presencia y acción de
las mujeres en los procesos de producción y decisión comer-
cial, que ha estado centrado en la creación de medios por las
feministas y los espacios alternativos de comunicación para
mujeres; pero, dentro de ésta se relatan poco las estrategias
feministas que buscan emancipar desde estos medios a los
hombres. Develar la historia, derribar la metáfora del silencio,

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


212 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

convierte a la revista Fémina en una fuente para el estudio de la


historia de las otras.
Las bases del concurso de bigotes, y los tres artículos publi-
cados en la revista Fémina, son estudiadas con el objetivo de
evidenciar las acciones feministas movilizadas desde el impul-
so ético3 a favor del rescate moral e identitario de los hombres
dominicanos que resistían a la intervención estadounidense,
ocurrida entre 1916 a 1924. Es una labor que, al tiempo de
contextualizar con las fuentes históricas que han abordado
la época, se realizará desde una perspectiva metodológica de
análisis del discurso intertextual.4
Este hallazgo se complementa con una panoramización de
la situación de las mujeres, que aún no habían alcanzado la
ciudadanía, y de las acciones que desarrollaron para subvertir
la intervención. Una de estas fueron los discursos que enarbo-
laron a favor de la patria a través de artículos que también se
publicaron en la revista Fémina, y que son analizados con la
metodología intertextual.
Al decodificar los discursos se revelará ese impulso ético
que constituye el sujeto mujer en el contexto histórico en el cual
accionaron a través de la palabra y la estrategia, constituyendo
una evidencia histórica del feminismo conjugado en la Repú-
blica Dominicana.

Contextualizaciones históricas y teóricas

Entre 1922 y 1939 circuló, desde San Pedro de Macorís para


toda la República Dominicana, la revista Fémina, publicación
que por las vindicaciones expresadas en los artículos de más
de 40 autoras, puede ser considerada como el ágora mediáti-
co del feminismo dominicano, del sufragismo y de la toma de

3
Teresa De Lauretis, Diferencias, etapas de un camino a través del feminismo
(Madrid: J. C. Producción Gráfica, 2000), 77.
4
Julia Kristeva, Semiótica (Madrid: Espiral, 1979) 190.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 213

conciencia del rol político de la mujer ante el contexto de una


nación en la que para ese entonces ni el sistema democrático y
ni la soberanía estaban acrisoladas.
Fue creada, administrada, editada e impresa por la maestra
normal Petronila Angélica Gómez5 (1883-1971), en San Pedro de
Macorís, provincia localizada en la región este del país. Fue en
esa territorialidad en la que, durante la ocupación de 1916 a
1924, los campesinos y campesinas incubaron el movimiento de
resistencia en defensa a la propiedad de las tierras cultivables.
Esa resistencia también se extendió por toda la naciente repúbli-
ca bajo el nombre de gavilleros. Fruto de una moderna industria
azucarera, la cuna de Fémina recibía en su puerto el influjo de mi-
grantes de las Antillas menores inglesas y francesas, de Europa
y del sur de Estados Unidos. Ese fenómeno migratorio ocurrió
en medio del expansionismo estadounidense por el Caribe, la
primera contienda bélica mundial, el caudillismo y la expresión
patriarcal de la hegemonía del poder en el país.
De hecho, el 15 de julio de 1916, seis años antes de que cir-
culara el primer número de la revista Fémina, penetró al país
un estimado superior a 837 soldados y 24 oficiales de la ma-
rina de los Estados Unidos6. Con esta acción se concretaba


5
La maestra normal Petronila Angélica Gómez (1883-1971) se convirtió en
pionera al autoproclamarse feminista, y como la mayoría de las feministas
del siglo XX, trabajó en colectivo con otras maestras, escritoras y poetas
para revelar la situación de las mujeres, cuyos derechos les estaban
usurpados y la condición de subordinación en la cual se encontraba. Fundó
Fémina, “Revista de literatura, ciencias y artes consagrada a la mujer”, el
15 de julio de 1922. La publicación no aparece registrada en los índices
bibliográficos dominicanos, pese a que logró convocar a las mujeres de la
época organizadas en torno al feminismo, lo que evidencia el sesgo que
prevalece sobre las producciones realizadas por las mujeres en República
Dominicana. Gómez es la segunda mujer en la historia dominicana que
compra una imprenta para editar una revista con fines políticos.
6
La intervención armada concretó la presencia estadounidense en la
República Dominicana, que comenzó desde el ajusticiamiento del tirano
Ulises Heureaux (Lilís), en 1899; con una mayor participación en la
industria azucarera, el comercio y el apoyo a algunos caudillos.

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214 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

el progresivo imperialismo proclamado en la doctrina de


Monroe7, en cuyos alegatos accionaba como “contribución”
para devolver “la tranquilidad doméstica” perturbada. Se re-
fería a los movimientos de liberación suscitados en respuesta
al caudillismo conservador, así como al incumplimiento de la
Convención Domínico Americana firmada en 1907 por los con-
gresos de ambos países:

“República Dominicana no podía hacer variaciones en


los impuestos aduanales vigentes ni aumentar la deuda
pública interna ni externa sin el permiso del presidente
de los EE.UU. La administración de las aduanas quedó
bajo responsabilidad del gobierno de EE.UU., que des-
tinaba un 50% de las recaudaciones al pago de la deuda
externa, un 5% para los gastos de receptoría aduanera
y el 45% restante para el gobierno dominicano”8.

En este panorama, imprimir con una imprenta propia una


revista destinada al entendimiento de la condición femenina
de las mujeres, por una mujer de una provincia, significaba
una resistencia ínfima ante una subversión mayor que Petro-
nila Angélica Gómez logró: editar y difundir un medio de
comunicación sin temor a las prohibiciones impuestas desde
el 29 de noviembre de 1916 por el contralmirante de la Escua-
dra de los Estados Unidos, también comandante del escuadrón
crucero y de las fuerzas estadounidenses en República Domi-
nicana, William B. Caperton9, “quien proclamó la constitución

7

El lema “América para los americanos” se convirtió en el eslogan con el que
el presidente estadounidense James Monroe en 1823 presentó los planes
expansionistas en el continente americano, sustituyendo la colonización
europea. Roberto Cassá, Historia económica y social de la República Dominicana.
Tomo I (Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 1977), 150-151.
8
Roberto Cassá, Ibídem.
9
En un recorte de periódico, del fondo de memoria histórica que la
investigadora Ylonka Nacidit- Perdomo sistematizó para el año 2016
(centenario de la intervención de 1916), Caperton señala las causas por

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 215

de tribunales militares que actuarían según la Ley Militar y


estableció una receptoría aduanera; también dispuso censuras
de prensa y al libre tránsito”.10
Desde la perspectiva de la historia de las otras11, los periódi-
cos y revistas de finales del siglo XIX y en las primeras cuatro
décadas del siglo XX, permiten estudiar y profundizar en las
agencias de las mujeres pioneras, tal como explica la inves-
tigadora Catharina Vallejo, al referirse a la exclusión, que el
movimiento modernista hizo de las mujeres y del periodis-
mo que ellas fraguaron.12 Esto ha provocado la dispersión
del sentido que dieron a la historia oficial que las invisibili-
zaba. Afortunadamente, recuperarlas permite sistematizarlas
para completar lo que el oficialismo oculta de manera reite-
rada: “Pero sepamos que las mujeres sí escribían, publicaban
en periódicos y en revistas (…) al quedar publicados sólo en
periódico, no existían, pues, para el catálogo de las obras na-
cionales este tipo de publicación no eran válidas”13.
Se entiende como la historia de las otras a la contra-historia
de una multitud de mujeres anónimas de las cuatro primeras
décadas del siglo XX, en la República Dominicana, cuyo accio-
nar privado y público fue distinto a los estereotipos creados

las cuales el ejército intervencionista estará en la República Dominicana:


“Permaneceremos hasta que todos los movimientos revolucionarios
hayan sido desarraigados y mientras no hayan sido iniciadas las reformas
necesarias para el aseguramiento del bienestar del país”.
10
Ylonka Nacidit-Perdomo, “Mujeres del 16”. Acento.com.do https://ace
nto.com.do/2016/cultura/8346758-ylonka-nacidit-perdomo-mujeres-
del-16/ 2016 (1 de octubre de 2018).

11
Ylonka Nacidit-Perdomo, Yamile Silva, Rocío Quispe y Elvira Lora, “Diez
conceptos para el feminismo de la cuarta ola”. @republicafemina https://
www.docdroid.net/przSX4o/diez-conceptos-para-el-feminismo-de-la-
cuarta-ola.pdf. Consultado 7/5/19
12
Catharina Vallejo, Las madres de la patria y las bellas mentiras. (Santo
Domingo: Ediciones Universal, 1999), 15.
13
Catharina Vallejo, “Nos ha llegado la hora: rendir cuentas de las escritoras
hispano-caribeñas del siglo XIX”. En Diane Marting, Eva París y Yamile
Silva. Agencia, historia y empoderamiento femenino (Santo Domingo:
Ministerio de la Mujer, 2018), 369.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


216 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

en torno a ellas, y a las unciones del sistema. La historia de las


otras sigue guardada en archivos familiares, en archivos sin fo-
tografías, clausurados, que no se conocen, que no se leen, que
no tienen vida. Son archivos lacerados, destruidos, ocultados,
hurtados, enterrados por el patriarcalismo en la desmemoria.
La historia de las otras es una historia sin documentos, o con
documentos que no han sido sistematizados, que debe ser ur-
gentemente documentada. Cientos y cientos, miles y miles,
millones y millones de mujeres en el mundo padecen de este
anonimato, aun después de muertas.
Este dar significado a las agencias de mujeres, aun siendo
aisladas del canon modernista, también revela la intenciona-
lidad que tuvieron a través de las publicaciones periodísticas
que crearon, desde las cuales propugnaban por la educación,
la lectura, la participación política y económica, el valor de un
entorno social provisto de “calidad moral”, la paz mundial,
la salud y educación en la infancia, la maternidad, el rescate
moral de los hombres, sobre todo los que ejercían la política,
entre otras tantas transformaciones en la vida pública y priva-
da, que pueden encontrarse en la revista Fémina. Sin embargo,
no era tarea fácil desarrollar agencias desde el periodismo; una
de tantas evidencias es el artículo titulado “Libros y periódicos
para la mujer” escrito por Villa de Buentello:

“Muchas mujeres que hoy luchan aunque sean recha-


zadas o mal comprendidas, ya no guardarán silencio,
escribirán y hablarán hasta que se les atienda, hasta que
se les escuche (…). Las mujeres que escriben libros o
periódicos feministas deben de ser audaces necesaria-
mente, pues tienen que exponerse al ridículo, ya que los
antiguos prejuicios y preocupaciones son peligrosísi-
mos para la mujer y le impiden a veces, no solo expresar
sus pensamientos, sino el derecho a concebirlos, pues
la sociedad en general pretende tiranizar a la mujer”14.

Sofía Villa de Buentello, “Libros y periódicos para la mujer,” Fémina, 1924.


14

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 217

Escribir, pues, se advierte como una agencia subversiva,


pero no por esto irrealizable para las pioneras feministas y del
periodismo dominicano. En Fémina se publicaron artículos de
autoras de periódicos y revistas hispanoamericanos y anglo-
sajones, evidenciando la coincidencia de agencias justo en lo
que se señala, a nivel transnacional, como la segunda ola del
feminismo.
En 1939 se editó el último número de Fémina, por lo cual
en este 2019 se cumplen 80 años de su última publicación. Al
desarrollar un estudio que la contextualiza como fuente de la
historia de la otra deviene un acercamiento teórico al feminismo
de la diferencia. En el transcurso de 17 años de publicaciones,
a la cabeza de Gómez, se alcanzan 408 números, y se conta-
bilizan más de dos mil artículos donde se alude al discurso
feminista enarbolado a través de las categorías que muestran
cómo en su práctica escritural recurrieron a su genealogía y al
matriarcado ideológico de esta categorización feminista.
En este orden, la figura e impronta de la autoridad femenina
fue recurrente y —tal como se establecerá en este análisis— se
convirtió en la estrategia para anteponerse al orden masculi-
no del padre, y potenciar la relación de los hijos con la madre
desde el orden escrito, simbólico e histórico. Posada Kaissa
cita a Luisa Muraro, quien señala que volver la mirada a la
madre constituye el inicio del pensamiento y deriva la lógica
cartesiana de “pienso, luego existo”. 15 Para la autora madre es:
potencia, relaciones originarias, dar sentido al ser, adquirir la
conciencia, piedra de toque para la historia.
Es decir, la presencia de los hombres no estuvo vedada en
las publicaciones, pues con la recurrencia a sus pensamientos,
opiniones y exaltación de hazañas, en Fémina el discurso de
los prohombres adheridos a las causas de las mujeres también

15
Luisa Posada Kaissa, “De discursos estéticos, situaciones categoriales y
otras operaciones simbólicas: en torno a la filosofía del feminismo de la
diferencia”, en Feminismo y filosofía, edit. Celia Amorós. (España: Síntesis,
2000), 33.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


218 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

encontró difusión durante 1922 y 1939. Además, con la estrate-


gia del concurso de bigotes, de apariencia solamente estética,
ejercieron un impulso ético que buscaba rescatarlos en su mo-
ral, y con esto restaurar la identidad nacional que consideraban
se encontraba coartada por las fuerzas interventoras.
En la construcción del sujeto mujer, de Lauretis, apunta que
este se establece: “En una concepción política de la opresión,
de la reivindicación y la toma de palabra, conceptos elaborados
en las luchas de los movimientos sociales, especialmente del
movimiento de mujeres”16. La autora remite al impulso ético
que crea el sujeto mujer, en el cual están latentes las categorías
de la auto-representación de la comunidad, el poder colectivo
y la responsabilidad. Es en este ámbito teórico-histórico que
se valora la estrategia del concurso de bigotes al cual convocó
Fémina en 1924.

La acción de las féminas ante la intervención imperial

El primer editorial de Petronila Angélica Gómez, del 15 de


julio de 1922, denota su impulso ético en la construcción de
un sujeto mujer propio que toma la palabra pública para con-
vocar a las dominicanas de la época. Este artículo trata sobre
la necesidad de que las mujeres accionaran para contrarrestar
la intervención estadounidense en el país (1916-1924), desde
los pocos espacios en los cuales podían accionar: desde la
educación, desde el hogar, desde la escritura. Tituló el edi-
torial de portada del primer número de la siguiente manera:
“¡Ya es hora!”.

“¡Ya es hora!.. Aparece esta revista científico-literaria


y de intereses generales en momentos bien aflictivos

Teresa De Lauretis, Diferencias, etapas de un camino a través del feminismo


16

(Madrid: J. C. Producción Gráfica, 2000), 106.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 219

para la familia dominicana: aparece cuando sobre el


santo suelo de la patria soplan las ráfagas del más in-
sólito imperialismo; aparece cuando más necesaria es
una labor de cooperación y cuando se necesita edifi-
car con acciones y pensamientos el noble civismo y
abnegación sin límites”17.

El clamor de la maestra normal y periodista se unía al que


otras mujeres hacían, tanto de manera individual como colec-
tiva.18 Durán cita las “maneras creativas” a través de las cuales
las mujeres dominicanas resistieron: artículos en periódicos
nacionales e internacionales revelándose contra la ocupación
militar; remisión de cartas anónimas al Senado de los Estados
Unidos19. También impartieron conferencias sobre la patria y
los hombres que la forjaron, destacándose en esta misión la
también maestra normal Ercilia Pepín20.

17
Petronila Angélica Gómez, “¡Ya es hora!”, Fémina, 1924, sección portada.
18
Carmen Durán Jourdain, “Las mujeres dominicanas en el marco de la
primera intervención norteamericana 1916-1924: una mirada desde la
historia”, (Ecos, enero-junio 2017), 21.
19
Fue publicada el 17 de diciembre de 1921 en el periódico Listín Diario
la remitida el 14 de diciembre de ese año a los Señores Comisionados
del Senado de los Estados Unidos, titulada: “La mujer dominicana y
la soberanía de la República”. Las comunicadas, anónimas, escriben:
“Anhelamos, pues, que se restaure nuestro país a su antigua condición de
nación libre”. Ginetta Candelario, Elizabeth Manley y April Mayes, Cien
años de feminismos dominicanos, tomo I (Santo Domingo: Archivo general
de la Nación, 2016) 452.
20
Del artículo de Dotel Matos se reconstruye a Ercilia Pepín como una
“(…) adelantada en estimular desde su práctica concreta la participación
de la mujer de forma consciente, organizada, de cara al progreso de
la nación. (…) Emprendió la labor ardua pero fructífera de educar, de
crear conciencia para forjar una nueva patria (…). Repudió la invasión
norteamericana de 1916, organizó varias jornadas de solidaridad
para recolectar fondos y atender a los niños huérfanos, los presos, los
enfermos, y otros tantos necesitados durante la oprobiosa intervención
militar”. Petronila Dotel Matos, “Ercilia Pepín: la mujer, la escuela, la
patria, desde la mirada hostoniana”, (Ecos, enero-junio 2017), 95.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


220 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

“(…) Ercilia encabezó en Santiago la lucha contra la


salida de las tropas, publicó folletos, escribió artículos,
fue parte de la Junta Patriótica de Damas, institución
que efectuó varias actividades por la recuperación de
la soberanía, entre ellas organizó en Santiago la Sema-
na Patriótica”21.

También, la formación de juntas patrióticas de damas (en Nue-


va York, Santiago, La Vega, Puerto Plata); firmas de documentos
que aglutinaron a más de 1,500 mujeres; la constitución del Comité
de Damas Pro Santo Domingo (26 de noviembre de 1919), y sin
dudas, la conmemoración de la Semana Patriótica de 1920, cuyos
resultados sistematizados fueron publicados en 192222.
Se trató, pues, de un accionar político desde su impulso ético,
sin dudas, realizado con una conciencia civilista que las condujo a
la ciudadanía moral23, y las preparó para una lucha posterior, más
extendida. Esto así porque fue en 1934 cuando se realizó el primer
voto ensayo y, en 1942, cuando el movimiento sufragista concretó
el voto femenino en la República Dominicana.
Las dominicanas que resistieron y desarrollaron subver-
siones en el ámbito público, las pioneras del feminismo,
pertenecían a un contexto sociodemográfico agreste. Así se
percibe en el censo poblacional24 realizado por los marines y
que se publicó el 24 de diciembre de 1920. Representaban el
50.1 por ciento de la población (448,281 mujeres). Del total de

21
Petronila Dotel Matos, Ibídem, 95.
22
La Semana Patriótica consistió en la organización de actos cívicos,
entremezclados con eventos culturales y religiosos. Se realizó en mayo
de 1920.
23
Carmen Durán Jourdain, Ibídem, 17.
24
El censo de 1920 constituye el primer censo poblacional. Nacidit-
Perdomo (2016) hace comparativos oportunos: “En el Censo de Población
realizado por las fuerzas de ocupación en 1920, el país contaba en todo su
territorio con 894, 665 habitantes. 148,515 en la zona urbana, y 745,255 en
la zona rural. En 1919 la Común de Santo Domingo contaba con 26, 812
habitantes en la zona urbana, y 12,060 en la zona rural”.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 221

ese conglomerado el 83.4 por ciento residía en las zonas ru-


rales y solo el 16.6 por ciento residía en zonas urbanas. Los
oficios que se visibilizaban eran los que se desarrollaban en
el espacio privado: las dulceras, costureras, tejedoras, borda-
doras, cocineras y comadronas. Nótese que en este desglose
no se menciona a las maestras normales, pese a que sí aparece
el renglón de profesores, con un total de 915. Se recuerda que
desde 1881 existía el Instituto de Señoritas Salomé Ureña, de
cuya primera graduación (el 17 de abril de 1887) egresaron las
primeras maestras normales25. La invisibilización de la existen-
cia de las maestras normales es un indicativo de las opresiones
a la que estaban sometidas las mujeres de la época.
A continuación se rescata la voz de Livia Veloz para desa-
rrollar desde una perspectiva cualitativa un panorama de la
condición de las mujeres a comienzos del pasado siglo:

“La mujer era un ser casi inútil. Era una minoría la que
era instruida. Las niñas iban a las escuelas del barrio,
aprendían a leer y a escribir mal. Aprendían a con-
feccionar algunas labores a mano, y recibían algunas
nociones de catecismo. (…) Era inconcebible que una
señorita trabajara en una oficina pública o privada. Para
la mujer sólo había un camino, llegada a la mayoría de
edad: el matrimonio. Y alcanzar el matrimonio también
era una empresa difícil para la joven casadera”26.

25
Emilio Rodríguez Demorizi, Salomé Ureña y el Instituto de Señoritas, para
la historia de la espiritualidad dominicana, (Ciudad Trujillo: Impresora
Dominicana, 1960), 7. Este autor relata la primera graduación de maestras
normales en el Instituto de Señoritas Salomé Ureña: “El 17 de abril de
1887 se efectuó la primera investidura de maestras normales del Instituto
de Señoritas, devotas alumnas de la insigne Salomé Ureña de Henríquez:
Leonor María Feltz, Luisa Ozema Pellerano, Mercedes Laura Aguiar,
Altagracia Henríquez Perdomo, Catalina Pou y Ana Josefa Puello”.
26
Livia Veloz, Historia del feminismo en la República Dominicana, (Santo
Domingo: Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos,
1977), 7.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


222 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

Las consideradas “herederas poshostosianas” libraban,


pues, otras batallas. La principal de esas batallas era la de ser
“mujeres rotas”; entre ellas las había que sabían leer y escribir,
las que formaban parte de los grupos rebeldes como objetos,
y las que fueron violadas y ultrajadas al convertirse en el bo-
tín de los interventores. Mujeres sobre las cuales los hombres
escribían “crónicas, editoriales y artículos” oponiéndose a su
ingreso a la vida pública, y por consiguiente, a la política”27.
Podría establecerse que fueron las mujeres ilustradas, las
que habían alcanzado algún tipo de instrucción formal en las
escuelas normales y/o ejercían como tales, las que lideraron
este proceso patriótico que impulsó una toma de conciencia
íntima y colectiva a la vez. Pero en el llamado de las juntas
patrióticas y en el acto de la Semana Patriótica de 1920, es no-
table que todas las dominicanas, las que vivían en las ciudades
y las que estaban en las localidades, participaron en la misión
de devolver la soberanía. Así consta en el “Informe de la Junta
Patriótica de Damas sobre las recaudaciones para celebrar la
Semana Patriótica”, publicado el 19 de junio de 1922:

“Damas, caballeros, todas las agrupaciones sociales,


sin distinción de categorías ayudaron en su tarea a la
Junta Patriótica de Damas, y confundiéndose con ella
trabajaron con heroísmo para obtener de la Semana
Patriótica el triunfo, que jamás sola podría alcanzar
(…). En esa semana de bendición, de esperanzas y de
fe, extranjeros, pobres, mendigos, leprosos, acaudala-
dos, niños, mujeres, ancianos acudieron presurosos a
depositar ante el ara de la patria, sojuzgada, el óvulo
sagrado que serviría para emprender la primera jor-
nada en defensa de su absoluta soberanía”28.

27
Ylonka Nacidit-Perdomo, “Mujeres del 16”. Acento.com.do https://
acento.com.do/2016/cultura/8346758-ylonka-nacidit-perdomo-mujeres-
del-16/ 2016 (1 de octubre de 2018).
28
Ginetta Candelario, Elizabeth Manley y April Mayes, Cien años de
feminismos dominicanos, tomo I (Santo Domingo: Archivo General de la
Nación, 2016), 453.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 223

No obstante, la organización y celebración de esta moviliza-


ción cívica, vigilada por las tropas ocupacioncitas, aún no son
valoradas en su justa dimensión, y miles de mujeres del 16 que
permanecen invisibilizadas.

La patria y el destino nacional, en Fémina

La revista Fémina constituyó el espacio público para las


mujeres que comenzaron a integrar los colectivos feministas,
tanto nacionales como internacionales, en y desde la República
Dominicana. La publicación era una de las acciones de resis-
tencia de las mujeres que compartían la condición de maestras
normales, escritoras y poetas. Fémina y el Club Nosotras consti-
tuyen legados y escenarios fundamentales, que tras la primera
intervención estadounidense, continuarían vindicando dere-
chos y escribiendo sus trascendencias.
El desglose del índice de artículos feministas29 que abarcan
los años 1922 a 1924, los cuales coinciden con los de la interven-
ción estadounidense, determina la publicación de 67 artículos
en los que está presente el ideologema de las vindicaciones y
la construcción de un nuevo orden simbólico, que representan
el 11 por ciento de la totalidad de los publicados en la revista
en los años en los cuales coincide el ocaso de la primera inter-
vención militar estadounidense en la República Dominicana.
El porcentaje revela cómo la toma de conciencia a través
de la práctica escritural femenina30 motorizó la pérdida de la

29
Este índice se desarrolla como parte de la investigación doctoral “Análisis
del discurso feminista de la Revista Fémina (1922-1939) en la República
Dominicana. Caso de estudio: Editoriales de Petronila Angélica Gómez.
Hacia una propuesta de agenda de estrategias discursivas para el
periodismo con perspectiva género en el siglo XXI”, que en los actuales
momentos realiza la autora del presente artículo en la Universidad
Autónoma de Barcelona, con la guía del profesor Santiago Tejedor.
30
El término práctica escritural femenina lo acuña la investigadora Yamile
Silva a partir del trabajo con cartas escritas por mujeres durante los siglos
XVI-XVII: “Defino las prácticas escriturales femeninas como un ejercicio de

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


224 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

soberanía de la patria que se produjo con la primera inter-


vención armada estadounidense. En la construcción de este
discurso público y político se creó una agenda periodística que
puso de relieve la ruptura con otros medios impresos de la
época, los cuales atañen a las mujeres dominicanas. Ellos son:
amor romántico, condición femenina, derechos de las mujeres
(específicamente la educación), organizaciones feministas, pa-
tria y destino nacional, pioneras, prohombres, el matrimonio,
situaciones de invisibilización y sufragismo.
La categoría patria y el destino nacional constituyen el tema
central de nueve artículos publicados por cinco escritoras, tal
como se aprecia en el siguiente cuadro:

Cuadro #1.
Artículos sobre la patria y destino nacional publicados
en la Revista Fémina (1922-1924)
Año Fecha de Número Página Título Autora
publicación de la
revista
Año 1 15 de julio de 1922 1 Portada Ya es hora Petronila
Angélica Gómez
Año 1 22 de julio de 1922 1 2 La mujer María L. Angelis
de Canino
Año 1 15 de agosto de 1922 3 Portada ¿Amanecerá? Petronila
Angélica Gómez
Año 1 28 de febrero de 1923 14 Portada 27 de febrero Petronila
de 1844 Angélica Gómez
Año I 28 de febrero de 1923 3 7 La patria Ercilia Pepín
Año I 28 de febrero de 1923 3 7 27 de febrero Ercilia Pepín
Año II 31 de marzo de 1924 40 Portada Nuestro Petronila
caudillo es la Angélica Gómez
patria misma

poder de las autoras en el que por medio del arte epistolar configuran la
representación del espacio desde donde se configura la agencia femenina
de las autoras” Ylonka Nacidit-Perdomo, Yamile Silva, Rocío Quispe
y Elvira Lora, “Diez conceptos para el feminismo de la cuarta ola”. @
republicafemina https://www.docdroid.net/przSX4o/diez-conceptos-para-
el-feminismo-de-la-cuarta-ola.pdf. (Consultado 7/5/ de 2019).

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 225

Año Fecha de Número Página Título Autora


publicación de la
revista
Año II 15 de abril de 1924 43 5 Y, Consuelo
depositaremos Montalvo de
nuestro laurel Frías
Año II 15 de junio de 1924 45 Portada Por la estética Consuelo
masculina Montalvo de
Frías
Año II 1924 45 2 La patria Trina de Moya
y la mujer Vásquez
dominicana

Fuente: Elaboración propia a partir del Índice Fémina, desarrollado para la


tesis doctoral de la autora.

La ruptura no trata solamente de la agenda aún pendiente


de las mujeres casi un siglo después en la República Domi-
nicana. Con estas publicaciones sobre la patria y el destino
nacional, las dominicanas dejaban de ser damas sublimes y
hogareñas para adentrarse a exponer sus reflexiones en torno
al poder político. Fémina mostró esta línea editorial cuando
no solo su directora-creadora, Petronila Angélica Gómez,
publicó sobre la patria; sino que también lo hicieron las re-
dactoras de planta Consuelo Montalvo de Frías y María L.
Angelis de Canino.
Por demás, la línea política editorial se matiza con hacerse
eco de las reflexiones sobre la patria realizada por la principal
activista contra la intervención estadounidense, Ercilia Pepín,
y por Trina de Moya, la esposa del derrocado presidente Ho-
racio Vásquez.

“Toma toda mi alma en el incensario de tu pira, y con-


sume en ella cuanto es ala y flor y aroma en mi alma
de mujer, ¡Patria bendita! Y despliegue sobre el cielo
de tu dicha, su túnica de mujer”31.

31
Ercilia Pepín, “La Patria”, Fémina, 1922, 7.

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226 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

Desde la óptica de la intertextualidad32, a través de los 10


artículos sistematizados y que se comparten en el cuadro nú-
mero uno, se establece una estrategia explícita de la defensa de
la soberanía nacional a través de la palabra y queda evidente
la autoridad femenina para el rescate moral de los hombres,
realizando en sus escritos paralelismos entre los trinitarios
—considerándolos “los iluminados del 44”— y los hombres
políticos que debían restaurar la patria de las tropas inter-
vencionistas, demostrando con esto que la república solo se
edificaría con los aportes de sus mujeres y sus hombres.
En el editorial “Nuestro caudillo es la patria misma”, del 15
de junio de 1924, les recuerda a los ciudadanos que ya podían
decidir sobre los destinos nacionales centrar los intereses en y
para “la patria”. Así, Petronila Angélica Gómez escribe:

“Vencedores y vencidos: tened en cuenta solamente


que para solucionar de manera cordial el complica-
do problema de nuestra emancipación es preciso que
refundáis vuestras distintas opiniones políticas en
una sola y única, que conlleve necesariamente esta
esencial y noble finalidad: la soberanía de la república
devuelta por el esfuerzo fraternal de sus hijos”33.

En este artículo, la creadora de Fémina indica las cualidades


que debe poseer el “ciudadano que se ocupe de la primera
magistratura”, siempre teniendo como modelo a los trinita-
rios. Gómez hace hincapié en que debe trabajar por la paz y

32
En la obra Semiótica, (Madrid: Espiral, 1979), Julia Kristeva re-significa
el concepto de dialogismo del ruso de Mijaíl Bajtín, y crea la palabra
intertextualidad para convertirla en estrategia discursiva que pone de
relieve la relación que un texto mantiene con otro, lo que para la catedrática
Vallejo (1999) es un recurso del saber que permite a los estudios sobre la
genealogía feminista dotar de significantes a las agencias de las mujeres.
33
Petronila Angélica Gómez, “Nuestro caudillo es la patria misma”, Fémina,
31 de marzo, 1924, sección portada.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 227

el bienestar social para que “la República surja a una nueva


vida, que respire ese ambiente de tranquilidad absoluta que
se necesita para que sus hijos puedan dedicarse sin zozobras a
otras actividades de bienestar individual y general”34.

El concurso de bigotes, lo intertextual y la acción

Es con el artículo “Por la estética masculina” (1924) que la


redactora Consuelo Montalvo Frías devela por primera vez la
estrategia única y creativa, proclamada por ella y por la sala
de redacción de Fémina como: “protesta ante una intervención
militar que ya llevaba ocho años”. Se trata del concurso de
bigotes. Pero, al igual que la no inclusión de la revista en las
listas de la historia oficial de la época, esta acción de resistencia
ante la primera intervención estadounidense en la República
Dominicana ha quedado hasta la fecha invisibilizada, ocultada
y desconocida.

“Es nuestro concurso, una como protesta, que for-


mulamos al externar de modo tan notable nuestro
concepto acerca de lo que se relacione con suprimir
algo de nuestro simpático dominicanismo y especial-
mente del bigote”35.

Para hacer esta proclama seis meses antes de la anhelada


desocupación, Consuelo de Montalvo Frías refiere el empode-
ramiento al que Petronila Angélica Gómez había hecho en julio
de 1922 (a través del editorial “¡Ya es hora!”). Así escribe la
redactora la misión asumida:

34
Petronila Angélica Gómez, Ibídem, 1.
35
Consuelo Montalvo Frías, “Por la estética masculina”. Fémina, 15 de
junio, 1924, sección portada.

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228 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

“Como es para nosotras un deber el significar todo


aquello que redunde en beneficio del mejoramiento
físico de nuestra sociedad, tratándose de la moda
hoy en día reinante, del bigote raspado, hemos creído
acertado organizar un concurso de bigotes perfectos,
para ver cómo hacemos desaparecer esta moda anti-
patriótica; por haber sido introducida en nuestro país
por la ocupación norteamericana”36.

En las “Bases y condiciones del concurso de bigotes perfectos


sustentado por la revista Fémina” que se difundieron en la re-
vista número 45, del 15 de junio de 1924, una de las condiciones
señaladas aduce a que desde 1919 algunos hombres dominica-
nos empezaron a seguir la moda de los interventores que no
llevaban bigotes. A continuación, reproducimos un extracto:

“Atendiendo a que este Concurso (sic) ha de ser un es-


tímulo para cuantos siguiendo exóticas costumbres se
rasparan impunemente el bigote, privando al rostro
de un adorno tan indispensable como las cejas, pesta-
ñas y barbas, se excluyen de este Concurso todos los
sujetos que hayan incurrido en el error del raspado
anglicano en el curso de cinco años anteriores a la fe-
cha de publicación de sus bases”37.

Si bien las mencionadas juntas patrióticas de damas se


constituían en espacios para contribuir con la causa de los
hombres dominicanos, que con armas o con ideas enfrentaron
la intervención militar, en estos colectivos se perpetuaba el rol
secundario de las mujeres, en este caso el de recaudadoras.
Con el concurso de bigotes perfectos de Fémina, las mujeres

36
Consuelo Montalvo Frías, “Por la estética masculina”. Fémina, 15 de
junio, 1924, sección portada.
37
“Bases y condiciones del concurso de bigotes perfectos sustentado por la
Revista Fémina”. Fémina, 15 de junio, 1924, s/n.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 229

asumían el papel de elegir, de votar; fueron creadoras y or-


ganizadoras, movilizadoras. Ellas colocaban en elección la
imagen del hombre dominicano, dejando de ser el eterno ideal
de los hombres, para convertirse en sujetos artífices del signo
de la masculinidad para una soberanía restaurada. Así, las mu-
jeres de Fémina, constituyeron un escenario distinto de los que
habían participado las mujeres desde la fundación de la Repú-
blica Dominicana, en 1844, el cual evidencia en sus estudios
Nacidit-Perdomo:

“La historia ha colocado en un plano unidimensio-


nal a protagonistas del siglo XX, cuyas vidas atraen
profundas simpatías. Pero también esa historia creó ri-
validades entre mujeres que tuvieron en su momento
alguna presencia pública, sin obviar las que actuando
a la sombra de los maridos se quedaron sin destino
personal. Cada mujer llamada de la Independencia en
1844 o de Abril de 1965 tiene un epígrafe clave que las
define, y legitima su acción: desterradas, abandona-
das a la soledad, sacrificadas, víctimas de las luchas
políticas y de los árbitros del terror”38.

En la introducción de las bases del concurso se coloca un


especial matiz en evidenciar la diferencia entre las mismas mu-
jeres, lo que potencia el discurso feminista de Fémina, así como
su interés de conformar lo que Luce Irigaray cataloga como “la
nación de mujeres”.

“Atendiendo a que el bigote es el signo varonil más


resaltante en el hombre como lo es en la mujer el
pelo largo —uno y otro complementos naturales que

38
Ylonka Nacidit-Perdomo, Ibídem, Acento.com.do https://acento.com.
do/2016/cultura/8346758-ylonka-nacidit-perdomo-mujeres-del-16/ 2016
(1/10 /2018).

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


230 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

contribuyen a aumentar su belleza y hermosura—, la


Revista Fémina se propone celebrar un Concurso de
Bigotes llamado a designar a quién es el caballero del
bigote más perfecto de la República Dominicana”39.

La estrategia persuasiva40 en acción

Las “Bases y condiciones del concurso de bigotes perfectos


sustentado por la revista Fémina” se difundieron en la revis-
ta número 45, del 15 de junio de 192441, como preludio de la
celebración del segundo aniversario de la fundación de la
publicación asentada en San Pedro de Macorís. Según el do-
cumento su vigencia se extendería hasta el cinco de octubre de
1924, a las 11 de la mañana.
La participación en el concurso implicaba la recaudación
de fondos, y para esto se imprimieron 5,000 cupones, cada
uno válido por 25 votos, y con un costo de 5 centavos. Es de-
cir, si todos los cupones eran comprados en los cuatro puntos
de ventas42, se alcanzaría la cifra de 25,000 dólares, los cuales

39
“Bases y condiciones del concurso de bigotes perfectos sustentado por la
Revista Fémina”. Fémina, 15 de junio, 1924, s/n.
40
La persuasión fue la estrategia utilizada posteriormente por las mujeres
organizadas en el feminismo en Acción Feminista Dominicana —fundada
el 14 de mayo de 1931— por Abigaíl Mejía. En la tercera asamblea las
integrantes de la AFD tomaron la decisión de: “No sostener polémicas
de ninguna clase”, de acuerdo a Livia Veloz, Historia del feminismo
en la República Dominicana. (Santo Domingo: Secretaría de Estado de
Educación, Bellas Artes y Cultos, 1977) 26; por lo que este llamado a
concurso realizado por Fémina indica la senda que posteriormente es
continuada por las feministas dominicanas.
41
Nota: No. de Revista "sin paginar".
42
Los puntos de ventas de los cupones en San Pedro de Macorís señalados
en las bases de este concurso fueron: Farmacia Normal del licenciado
Pedro Pérez; el Café Apolo, de Ariza y López; las Novedades de Pepe
Viñas, y el Gran Bazar, de Teófilo Ceara. Para las lectoras que no se
encontraban en la provincia donde se imprimía Fémina, se estableció el
sistema de correo.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 231

serían donados tanto a la Junta de Fábrica del Templo Católico


como para comprar el objeto que recibiría el premiado.
Al crear ese signo de masculinidad soberana de la Repúbli-
ca Dominicana, también se formuló un escenario de votación,
y con este el rol autónomo para las mujeres. Se recuerda que
en 1924 las dominicanas se habían constituido en ciudadanas
morales, todavía no contaban con derechos civiles, tales como
el de votar; sin embargo, el quinto punto de las bases del con-
curso de Fémina solo permitía completar, remitir o depositar
los cupones a las mujeres, cualquiera que fuera su estado. Es
decir: las campesinas, las gavilleras, las urbanas, las letradas,
las analfabetas, las blancas, las negras, las casadas, viudas o
solteras… Las maestras, las dulceras, las costureras. Esta ac-
ción denotaba el feminismo al que aspiraban las fundadoras
de la revista, y por ende, la comunidad lectora que deseaban
aglutinar entorno a la revista.
En el artículo “Por la estética masculina” (1924), Montalvo de
Frías también alude a la identidad sexual de las mujeres y esta-
blece, en justa medida, los roles en los que deben ser iguales y
los aspectos biológicos diferenciadores con los hombres. Consti-
tuye un discurso formulado desde el feminismo de la diferencia,
que llegaría posteriormente entre los años de 1960 y 1970:

“El americanismo yanqui nos ha presentado una


generación de cari-raspados que en nada se distin-
guirían de la mujer, con una salida de baile u otro
traje parecido a las faldas. Esto es horroroso. Hay que
recobrar este rasgo de hombría u os vais a querer pa-
rangonar (sic) con el sexo femenino, (que os quiere
igualar en aptitudes, en conocimientos científicos, en
fuerzas y en valor), mostrando el rostro despejado
del adorno que le dotó el Gran Esteta, para demostrar
que erais distintos a ellas”43.

43
Consuelo Montalvo Frías, “Por la estética masculina”. Fémina, 15 de
junio, 1924, sección portada.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


232 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

Es loable, por igual, mencionar que el Comité de Jurado lo


integraban mujeres diversas, con ocupaciones que iban desde
el hogar hasta las aulas: Celina de González, Pilinga Pellerano,
Teté Mallén, Fellita Escoto y Enriqueta Escoto.
Desde el 29 de junio al 30 de septiembre de 1924 fueron pu-
blicados los cupones y los escrutrinios de los resultados del
conteo de los cupones. El ganador, de acuerdo a la publicación
del 15 de octubre de 1924, fue Ricardo Limardo (Bubú), sena-
dor de la provincia Isabel de Torres, al norte de la República
Dominicana, con 14,275 votos (todos sufragados en secreto por
mujeres y correspondiente a 571 cupones); en segundo lugar
quedó Tomás González, quien obtuvo 12,125 votos (es decir,
fue mencionado en 485 cupones). Y, en tercer lugar, quedó Pe-
dro Saleme, con 9,600 votos para 384 cupones.
Es decir, de acuerdo a las bases del concurso, que señalaban
que cada cupón correspondía a 25 votos, votaron 1,440 muje-
res. Una década después, en 1934, al realizar el Voto Ensayo
Femenino, sufragaron 96,427 mujeres, indicando el trayecto
para que en 1942 se hiciera realidad la petición mayor del mo-
vimiento sufragista.

Comentarios finales

En este artículo hemos descrito cómo las pioneras periodis-


mo feminista dominicano crearon un concurso que se dinamizó
a través de un cupón que circuló en las publicaciones de la
revista Fémina, durante los últimos seis meses de la primera
intervención estadounidense. Para ello erigieron el signo de la
masculinidad soberana del país que había sido ocupado du-
rante ocho años por la marina de los Estados Unidos.
La estrategia del Concurso de Bigotes Perfectos, como el
discurso feminista en su justa dimensión de las publicacio-
nes realizadas desde 1922 a 1939 en Fémina, ha permanecido
invisibilizada. Esto ha sido así a pesar de que se ha aludido

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 233

a las estrategias creativas de resistencia de las mujeres que


pertenecían a las dos zonas urbanas de la época con mayor re-
conocimiento, Santo Domingo y Santiago.
El certamen, además, se convirtió en un escenario público en
el cual las mujeres votaron con reglas propias, antecediendo al
primer voto ensayo de 1934, y también al alcance del sufragio
de 1942, que dio a las dominicanas el rol de ciudadanas. Lo
logrado en 1924 constituye el escrutinio moral que impulsó las
anheladas vindicaciones, respaldadas por una agenda perio-
dística en la tutela con la toma de conciencia.
Sin dudas, el hallazgo de esta estrategia persuasiva en la
fuente histórica que constituye la revista Fémina convierte este
órgano en un recurso idóneo para el rescate de la “historia de
las otras”.

Bibliografía
Libros
Buonocore, Domingo. Diccionario de Bibliotecología. Buenos Ai-
res: Marymar, 1976.
Candelario, Ginetta E. B., Elizabeth S. Manley y April J. Mayes.
Cien años de feminismos dominicanos. Tomo I: El fuego tras las
ruinas (1865-1931). Santo Domingo: Ediciones del Archivo
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Cassá, Roberto. Historia social y económica de la República Domi-
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De Lauretis, Teresa. Diferencias, etapas de un camino a través del
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González, María Filomena. Los gavilleros, 1904-1916. Santo Do-
mingo: Ediciones del Archivo General de la Nación, 2008.
Posada Kaissa, Luisa. “De discursos estéticos, situaciones
categoriales y otras operaciones simbólicas: en torno a la
filosofía del feminismo de la diferencia”, en Feminismo y fi-
losofía, edit. Celia Amorós. España: Síntesis, 2000.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


234 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

Rodríguez Demorizi, Emilio. Salomé Ureña y el Instituto de Se-


ñoritas, para la historia de la espiritualidad dominicana. Ciudad
Trujillo: Impresora Dominicana, 1960.
Vallejo, Catharina. Las madres de la patria y las bellas mentiras.
Santo Domingo: Ediciones Universal, 1999.
Vallejo, Catharina. Nos ha llegado la hora: rendir cuentas de las es-
critoras hispano-caribeñas del siglo XIX. En Diane Marting, Eva
París y Yamile Silva. “Agencia, historia y empoderamiento
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Veloz, Livia. Historia del feminismo en la República Dominicana.
Santo Domingo: Secretaría de Estado de Educación, Bellas
Artes y Cultos, 1977.

Webgrafía

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Yamile Silva, (5 de mayo de 2019). Diez conceptos para el fe-
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12 de mayo de 2019 de https://www.docdroid.net/przSX4o/
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Artículos de revistas indexadas

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Revista Ecos. Volumen 1 (Número 14), 15-37. Órgano del
Instituto de Historia de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD). 2017.
Dotel Matos, Petronila. “Ercilia Pepín: la mujer, la escuela, la
patria, desde la mirada hostoniana”. Revista Ecos. Volumen
1 (Número 14), 15-37. Órgano del Instituto de Historia de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). 2017.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 235

Artículos de la revista Fémina

Villa de Buentello, Sofía. “Libros y periódicos para la mujer”.


Revista Fémina. (1924): 8
Gómez, P. A. “Ya es hora”. Revista Fémina. Año 1, número 1,
(1922): 1.
Gómez, P. A, y Montalvo de Frías, C. “Bases del concurso
de bigotes perfectos”. Revista Fémina. Año 2, número 45,
(1924): 1.
Gómez, P. A, “Nuestro caudillo es la patria misma”, Revista
Fémina. 1924: 1.
Montalvo de Frías, C. “Por la estética masculina”. Revista Fé-
mina. Año 2, número 45, (1924): 1.
Pepín, E. “La Patria”. Revista Fémina. Año 1, número 3, (1922): 1.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


236 Concurso de bigotes como estrategia... // Elvira Margarita Lora Peña

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

DOS TITANES DE LA HISTORIA


DOMINICANA CONTEMPORÁNEA

Una semblanza breve


de Franklin Franco

Amaury Pérez1
Recibido: 9 de mayo de 2019.

El profesor Franklin Franco Pichardo falleció víctima de un


infarto cardíaco en el año 2013. Nos dejó el recuerdo de ser
un historiador respetado cuyo temperamento afable y cordial
debía su sencillez y calidad humana a su elevado nivel cul-
tural. Dentro de su legado como historiador y sociólogo se
encuentra, sin lugar a duda, haber llevado la cuestión racial de
manera transversal en el estudio de la evolución histórica de
la República Dominicana. Con su obra Los negros, los mulatos
y la nación dominicana, se impuso como una de las principales
referencias en el tema de la negritud y la presencia negra en
Santo Domingo.

Doctor en Historia de la Universidad de La Sorbona, París. Profesor de


1

las Escuelas de Sociología e Historia, Universidad Autónoma de Santo


Domingo, UASD.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


238 Una semblanza breve de Franklin Franco // Amaury Pérez

Trabajador incansable, siempre preocupado por los sectores


marginados y subalternos, escribió su Historia general del pueblo
dominicano (1993) de manera clara y llana, con una argumen-
tación razonada pero particularmente sustentada en fuentes
históricas confiables. Por esa razón su libro de texto se convir-
tió en uno de los preferidos por los profesores universitarios
que tienen el sagrado deber o la noble misión de impartir la
historia general de nuestro país en sus cursos de introducción
o fundamentos de la historia social dominicana. De igual modo
sus trabajos de historia política han ejercido una influencia
subestimada en el campo científico y muy particularmente en
las ciencias políticas.
Franklin Franco nació el 14 de noviembre de 1936 en Santia-
go de los Caballeros. Posteriormente se trasladó con su familia
a la ciudad de San Francisco de Macorís, donde se vio fuerte-
mente impactado por el cruel asesinato del adolescente José
Luis Perozo a manos de los esbirros de la dictadura trujillista
como resultado de la terrible persecución que desató el tirano
contra la familia de este joven. No hay dudas de que ese epi-
sodio marcó significativamente la vida y la conciencia crítica
de nuestro autor, quien terminó convirtiéndose en un tenaz
opositor al régimen de Rafael Leónidas Trujillo. Franco llegó
incluso a tener que exiliarse en países como Venezuela, Cuba,
Estados Unidos y México para sobrevivir al totalitarismo ago-
biante que asfixiaba nuestra sociedad.
A raíz del ajusticiamiento de Trujillo, en 1961, Franklin
Franco regresó al país con la esperanza de contribuir a los
cambios políticos y sociales que la población dominicana exi-
gía en las calles de Santo Domingo y en otros puntos del país.
Como estudiante inscrito en la carrera de sociología de la Uni-
versidad Autónoma de Santo Domingo se integró en el grupo
estudiantil Fragua, el cual aglutinaba a los simpatizantes
de los tres partidos mayoritarios de la izquierda de esa épo-
ca: el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, Movimiento

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 239

Popular Dominicano (MPD) y el Partido Socialista Popular


(PSP). En este último precisamente militó durante esa etapa
de su vida.
Esta doble condición, entre la vida académica e intelectual
por un lado y la política por el otro, no lo abandonaría hasta
el final de sus días. En efecto, desde el punto de vista político
sabemos que, a su salida del Partido Comunista Dominicano,
decidió fundar (conjuntamente con otros destacados miem-
bros de la izquierda revolucionaria) en la década de los 70´s,
la Unión Patriótica Antiimperialista, mejor conocida por sus si-
glas como la UPA. Más adelante su amistad con el líder político
José Francisco Peña Gómez lo llevó a vincularse al Partido Re-
volucionario Dominicano, donde confrontó de manera directa
los ataques racistas que se vertieron desde sectores recalcitran-
tes de la oligarquía dominicana contra el carismático dirigente
del partido blanco.
En el plano intelectual la obra de Franklin Franco fue pro-
digiosa, habiendo publicado en las principales revistas y
suplementos de los periódicos dominicanos. Ciertamente su
pensamiento fue atravesado por el marxismo, aunque sus en-
sayos historiográficos y políticos, al menos los más conocidos,
no movilicen significativamente los principales conceptos for-
jados por Marx y Engels, tal como lo hicieron otros autores de
su generación. Véase, al respecto: modos de producción, su-
perestructura/infraestructura, fuerzas productivas, relaciones
sociales de producción, plusvalía, etc.
En ese sentido se debe resaltar la singularidad de su pensa-
miento cuya afinidad con el autor de la obra El Capital se puede
ver reflejada en su compromiso de lucha y combate contra los
grupos dominantes de nuestra sociedad, específicamente fren-
te aquellos sectores de poder que han impuesto la opresión, la
dominación, la explotación o el racismo a las mayorías socia-
les, económicas y raciales del pueblo dominicano. De manera
muy personal son estos elementos los que me hacen admirar

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


240 Una semblanza breve de Franklin Franco // Amaury Pérez

sus ideas, pues encuentro en sus escritos a un ser coherente


con su historia personal y sus convicciones políticas, las cuales
—como mencionamos anteriormente— se forjaron durante su
juventud.
Como docente en las escuelas de Historia y de Sociología
de la UASD Franklin Franco se dedicó durante décadas a
la investigación social, profundizando sus conocimientos
sobre sociología, historia, política, educación y otras dis-
ciplinas afines. De allí la publicación de enjundiosas obras
como República Dominicana, clases, crisis y comandos, que le
hizo ganar el premio Casa de las Américas, en La Habana,
Cuba, en 1966.
De igual forma se aprecia como logro editorial de Franklin
la muy valiosa Enciclopedia Dominicana, aunque también vale
la pena destacar sus libros: Santo Domingo: cultura, políti-
ca e ideología (1979), Historia de las ideas políticas en República
Dominicana (1981), Era de Trujillo (1992), Historia del pueblo do-
minicano (1993), Historia económica y financiera de la República
Dominicana, 1884-1962: introducción a su estudio (1996), Sobre
racismo y antihaitianismo y otros ensayos (1997), Para aprender a
investigar (1999), El pensamiento dominicano 1780-1940 (2001),
Historia de la UASD y de la educación superior en el país (2007),
entre muchas otras.
Finalmente, por ser testigo de excepción de su particular
conexión con los más jóvenes, no quisiera cerrar esta breve
semblanza sobre Franklin Franco sin exhortar a las nuevas ge-
neraciones de historiadores a que conozcan in extenso su obra,
su riqueza, y su diversidad. Esto les implicará analizar con
detenimiento el aporte científico en profundidad para poder
visualizar las singulares contribuciones que produjo este con-
sagrado conocedor de la idiosincrasia dominicana en el campo
historiográfico. En ese sentido no tengo la menor duda de que
para todos aquellos investigadores que nos apasionamos en el
tema de la negritud en Santo Domingo, Franklin Franco ocupa

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 241

un lugar muy especial en nuestras vidas y no será nunca pe-


queña la deuda que tendremos hacia él, en reconocimiento y
tributo a su trabajo.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


242 Emilio Cordero Michel o el perfil de un académico // Daniel Johnson Benoit

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

Emilio Cordero Michel o el perfil


de un académico

Daniel Johnson Benoit1


Recibido: 12 de febrero 2019.

Resumen

En estas breves líneas se dan unas pinceladas ―al menos― a


dos aspectos del fructífero perfil del destacado historiador
y maestro de generaciones, doctor Emilio Cordero Michel
(Santo Domingo, 1929-2018), justo a varios meses de su
fallecimiento.
Es una inmejorable oportunidad para honrar a uno de los
académicos más agudos e inteligentes del país, quien, mo-
destamente y sin pretensiones desmedidas, impregnó de
conocimientos y decoro el ejercicio de la investigación his-
toriográfica tanto en el país como en el exterior.
Acercarnos a Cordero Michel ahora, tras su peregrinación
y su partida, se vuelve no sólo un desafío para quienes
pudimos tratarlo en un espacio de tiempo; sino una grata
aventura, cual es la de distinguir pétalos en su esmerado
y digno ropaje de catedrático universitario y de académico
numerario de la historia dominicana.


1
Estudió Comunicación Social en la Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD). Ha laborado en diferentes medios de prensa. Es editor
de Provincias del Listín Diario. Fue relacionista público de la Academia
Dominicana de la Historia.

243
244 Emilio Cordero Michel o el perfil de un académico // Daniel Johnson Benoit

Palabras Claves: Catedrático, maestro, historiador, mitos,


escuela de pensamiento, académico, conocimientos.

¡Qué honor es honrar así a quien honra y honor merece! Su


entrega, siempre desinteresada, la hacía con el propósito de
enriquecer el acervo cultural y el conocimiento científico de
jóvenes estudiantes, y de académicos que recurrentemente lo
consultaban a sabiendas de su esmerada formación y de su in-
nata sabiduría.
Curiosamente estas líneas se insertan en una de las revistas
forjadas y nombradas por Emilio Cordero Michel, precisamen-
te en su amplia trayectoria académica y de cientista social en la
cual, además, plasmó parte de su pensamiento e ideas concer-
nientes al estudio de la historia del pueblo dominicano.
Hay dos grandes facetas de su vida que produjeron huellas
indelebles en muchos de sus relacionados, una fue la cátedra
universitaria y la otra la actividad académica. Ambas acciones
fueron desarrolladas concomitantemente: una en la Univer-
sidad Autónoma de Santo Domingo (UASD); y la otra, en la
Academia Dominicana de la Historia (ADH).
Por supuesto, Cordero Michel se movió en diversos escenarios
y mantuvo vínculos estrechos con otras instituciones culturales
y académicas; sin embargo, en las dos antes mencionadas pro-
dujo frutos perdurables que hicieron de él un emblema y un
referente en la formación y el conocimiento intelectual.
En esencia, ¿por qué Cordero Michel se dedicó a conocer
la historia? ¿Qué lo condujo al sosegado estudio de la histo-
riografía dominicana? “Mi inquebrantable interés de romper
mitos, de acabar con las cantidades de mentiras que se decían
respecto a hechos históricos del país”,2 había dicho el autor,
persuadido por su incontrovertible posición de auscultar la
realidad desde diversos ángulos.

2
Fragmento de una entrevista concedida por el doctor Emilio Cordero Mi-
chel al autor de esta reseña, y que buena parte fue publicada en la revista
Global, Vol. 10 N°53 julio-agosto 2013.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 245

La de él fue una incesante búsqueda de la verdad histórica


del pueblo dominicano entrando incluso en debates dentro y
fuera de las aulas universitarias; dentro y fuera del augusto
salón de la academia donde ha ocupado el Sillón A.
Falleció el 24 de noviembre de 2018, a los 89 años. Cuatro días
antes del mismo mes en que el Movimiento Constitucionalista
14 de Junio inició la insurrección, es decir, el 28 de noviembre,
pero de 1963. Se marchó a casi tres meses de cumplir 90 años
de existencia. El 10 de febrero del año de su deceso habría arri-
bado a esa edad nonagenaria.
Y, sin embargo, su vasto legado en el pensamiento histórico
ha de ser digno de una gran difusión por parte de las entidades
culturales y académicas a las que estuvo relacionado el maes-
tro y autor Cordero Michel.
Su vocación revolucionaria lo empujó a escalar las escarpa-
das montañas de Las Manaclas, en 1963, junto al doctor Manuel
Aurelio Tavárez Justo (Manolo) y un grupo de combatientes
del Movimiento Revolucionario 14 de Junio.
Indudablemente, aquel episodio trágico en el cual hubo
“sangre en la cordillera”, marcó para siempre la existencia del
estelar sobreviviente llamado Emilio Cordero Michel.
Cuando el doctor Emilio Cordero Michel, guerrillero constitu-
cionalista capturado con vida por una casualidad del destino, fue
presentado ante el Jefe de la Aviación Militar Dominicana, este alto
oficial, sin ningún problema de conciencia, ni personal ni histórico,
se burló de él, riéndose mientras decía a viva voz: “Tavárez Justo
está listation, ya no joderá más”3, escribió el poeta e historiador
Tony Raful.

Tony Raful. De Trujillo a Fernández Domínguez y Caamaño. El azar como


3

categoría histórica (1930-1965). (Santo Domingo: Editora Búho, 2013),


177-178.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


246 Emilio Cordero Michel o el perfil de un académico // Daniel Johnson Benoit

Maestro de historia

Después, al entrar a la UASD, en 1966, para impartir las


asignaturas de Geografía Económica y Recursos Económicos
Dominicanos, las cuales no se enseñaban en la universidad,
justamente entonces iniciaron con él, pues, cambió su fusil galil
con el cual practicaba tiro al blanco, por su certera pluma de
escritor refinado y perspicaz.
Así empezó una era gloriosa de un catedrático esmerado e
innovador, quien procuró impregnar en sus estudiantes nuevas
corrientes de pensamiento acorde con los métodos modernos
del materialismo histórico.
Siempre quedó en su memoria el impacto causado por tres
ensayos suyos presentados en unos seminarios organizados
por su primo y a quien consideraba uno de sus precursores en
las lides revolucionarias, y también docente, el historiador y
académico de Número, Francisco Alberto Henríquez Vásquez.
“Hacia una nueva interpretación de nuestra historia”; el solo
hecho de mencionar el título de esos seminarios supuso para
Emilio un gran desafío en la observancia de la realidad histó-
rica dominicana a través de miradas distintas a las que hasta
entonces se había efectuado.
Gusto da leer sus Cátedras de historia social, económica y política
dominicana impartidas por él y reproducidas por sus estudian-
tes. Aún más, fascina saber que en medio de esas exposiciones
Cordero Michel abría un diálogo ―diverso y profundo― con
ellos en aula respecto a temas históricos del país.
De él dijo su entrañable y siempre amigo, el historiador y
maestro Roberto Cassá, lo siguiente:

Al poco tiempo de retornar al país, en febrero de 1971,


tras una estadía de cinco años en Europa, tuve la opor-
tunidad de leer por primera vez estas lecciones. Con
ellas se inició una amistad tan sólida que no ha experi-
mentado altibajos en ningún momento. Emilio, armado

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 247

de su sabiduría y de su proverbial generosidad, me


ayudó a orientarme decisivamente por las lecturas para
comenzar a conocer la historia dominicana. Esa tarea
de maestro la llevó a cabo con muchas personas, con
lo que continuaba un apostolado en pos del desarrollo
cultural y del conocimiento de nuestro pasado4.

¡Una descripción exacta y una manera lúcida de definir a


Emilio! Basten estas palabras para significar que, ciertamente,
Cordero Michel sembró una perspectiva diferente para el abor-
daje de la historia, incluso frente a tópicos cruciales como la
justicia, la libertad, o a problemas sensibles como la injusticia
social y la pobreza.
Así llegó a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de
la UASD, con pantalones largos ―acaso de color caqui como
solía usarlos―, puesto que entró al recinto académico luego de
obtener, en 1952, su título de doctor en derecho en la entonces
Universidad de Santo Domingo, y de realizar estudios de So-
ciología y Economía en el Hunter College de la City University
of New York (CUNY), Estados Unidos, así también en la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Desde ese momento fue notable el impacto de su presencia
en las aulas como profesor en el Departamento de Historia y
Antropología de la Facultad de Humanidades de la UASD, des-
de 1969, estableciendo allí durante 33 años un modelo crítico y
analítico en el ejercicio docente y en la investigación académica.
Cabe destacar su interés por desmitificar conceptos errados
filtrados en la historia del pueblo dominicano. En ese sentido,
el autor propició una sesión de preguntas y respuestas a fin
de ―como bien dijera―, “romper mitos” o mentiras respecto
a nuestro pasado.


4
Emilio Cordero Michel. Obras escogidas. Cátedras de historia social, económica
y política dominicana, vol. CCLVII, Archivo General de la Nación, Santo
Domingo: Editora Centenario, 2015, 15.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


248 Emilio Cordero Michel o el perfil de un académico // Daniel Johnson Benoit

Resulta antológica la posición adoptada y la respuesta ofre-


cida a un estudiante que lo encaró en plena aula, aduciendo
que el profesor tenía una marcada preferencia por la revolu-
ción haitiana y de ser prohaitiano. Su reacción fue certera:

En primer lugar no creo que se me pueda consi-


derar prohaitiano, pues no lo soy, a menos que se
me contemple a través de un lente empañado por
el racismo. He sido objetivo al analizar el proceso
histórico de la revolución haitiana, proceso que es
tenido a menos en este país y que se ha tratado de
mantener oculto a los estudiantes por la actitud an-
tihaitiana, preñada de racismo, de nuestros clásicos
historiadores e intelectuales. […] Ni el pueblo domi-
nicano es superior al haitiano ni ningún pueblo es
superior a otro por cuestiones de raza. Quienes han
planteado esta teoría son los racistas que explotan a
todos los pueblos americanos, africanos y asiáticos, y
la última persona que intentó aplicar una falsa teoría
de la superioridad racial llenó a Europa de cadáveres
no hace mucho tiempo, me refiero a Adolfo Hitler y
a la teoría nazista5.

Matizada aún más la respuesta del profesor a su estudiante,


ante la limitación del tiempo de la sesión, el maestro le ofreció
un lapso mayor en el pasillo, por si fuere de su interés, a fin de
seguir dialogando sobre el polémico tema haitiano. Obviamen-
te, para Cordero Michel resultaba apropiado, con tal de aclarar
dudas y rectificar errores.
Como bien afirmara el doctor Cassá, la generosidad acom-
pañaba al catedrático e historiador al punto de convertir su
práctica magisterial en un apostolado al que sin dudas muchos
se acercaron y abrevaron de ella insaciablemente.

5
Ibídem, 222-223.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 249

Igual de impresionante resulta leer el testimonio de uno de


sus amigos cercanos y compañero de guerrilla, el diputado Fi-
delio Despradel, quien valora la calidad académica y docente
de Cordero Michel:

Emilio fue quien despertó en Nelson Moreno Ceballos


y en mí, cuando decidimos, previo al inicio de la pu-
blicación de la revista Nuevo Rumbo (marzo de 1972),
inscribirnos en su cátedra de historia, para que nos
sirvieran para empezar a comprender la verdadera
historia de nuestro país.
Gruñón, grosero y a la vez comprensivo con los estu-
diantes, en quien, en aquel año 1972, nos iniciábamos
en el estudio a fondo de la historia de nuestro pueblo.
Amigo de los amigos; respetuoso del talento ajeno; in-
transigente contra la mediocridad y el “ventajismo”,
cada vez que este se hacía presente en sus clases, o en
cualquier otra oportunidad.
En aquellos tiempos, Emilio era un profesor iniguala-
ble; inigualable porque era ejemplo de erudición y de
capacidad de poner a cada quien a “pensar con cabeza
propia”, pero nunca exhibía su saber ni aplastaba a
los y las alumnas.
Emilio conquistaba el respeto y la admiración en
quienes supieron (me cuento entre ellos) aquilatar su
bondad, detrás de aquella cara, unas veces jovial y
otras gruñón.
En estos momentos, cuando las clases dominantes se
han encargado de pulverizar los conceptos de digni-
dad, amor propio, patriotismo, espíritu revolucionario
y rebelde, pensar que Emilio se nos ha ido, aunque
quede bien estampado su ejemplo, me produce una
honda tristeza6.


6
Fidelio Despradel. (30-11-2018). “Emilio Cordero Michel”. Santo Domingo,
RD: Hoy Digital. Recuperado de: https://www.hoy.com.do

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


250 Emilio Cordero Michel o el perfil de un académico // Daniel Johnson Benoit

Más allá del catedrático en las cuatro paredes del aula uni-
versitaria, debemos destacar la figura de un maestro cercano,
sentado en torno a la mesa redonda conversando con sus estu-
diantes, o con sus amigos, acerca de crónicas del tiempo. Sin
exagerar, Cordero Michel fue siempre un mentor para muchos
investigadores.

Acrisolada labor académica

Se convirtió en una fuente del conocimiento, y durante las


últimas cuatro décadas del siglo pasado, produjo y publicó
textos de carácter histórico de impresionante valor.
Para poner en contexto, citemos algunos de los títulos de su
vasto aporte a la historiografía dominicana y antillana: Cáte-
dras de recursos económicos dominicanos (1966-1968); Cátedras de
historia económica, social y política dominicana (1970); El Máximo
Gómez desconocido (1986); Movimientos sociales y políticos durante
la Era de Trujillo (1987); Asuntos dominicanos en archivos ingle-
ses (1993); Schomburgk y Samaná (1993); ¿Fue La Vega cuna de la
producción azucarera colonial americana? (1994); Hernando Gorjón,
hombre de empresa y hombre de presa (1996); Antonio Maceo (1998);
La ciudad de Santo Domingo en las crónicas históricas (1998) así
como Las expediciones de junio de 1959 (1999); Características de
la Guerra Restauradora, 1863-1865 (2002); República Dominicana,
cuna del antillanismo (2003); y La prisión de Máximo Gómez en
Santo Domingo, 1886 (2005).
Un paquete de buenas obras producidas por un amante de los
libros de contenidos históricos, y quien levantó una biblioteca
de 22,000 ejemplares. Un depurado y eficiente editor que con
esmero y paciencia sacaba adelante decenas de publicaciones.
De hecho, desde su incursión en la ADH en 2002, y tras su
discurso para asumir su membresía de Número, Cordero Mi-
chel se dedicó hasta sus últimos días en la tierra, a editar el
órgano de la ADH, la revista Clío, convirtiéndola en un manual

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 251

de lectura obligada, mejorando sustancialmente su contenido


e insertándola en la Internet.
Esa labor de editor ya la había desempeñado con muchísimo
éxito en la Editora Universitaria, fundada por él durante su
gestión de funcionario en la UASD, mostrando siempre honra-
dez y transparencia con los recursos administrados.
Muchos de sus trabajos han sido traducidos a otros idiomas.
En todo caso, sí importa ponderar el talento que prodigaba este
académico desde su entrada a la honorable Academia, al im-
primir un dinamismo con la puesta en escena de numerosas
conferencias, seminarios, congresos y conmemoraciones a las
cuales concurrían académicos, estudiantes y el público intere-
sado en conocer diferentes acontecimientos históricos.
Ciertamente en la hoja académica de Cordero Michel, justo
cuando le tocó presidir la Junta Directiva de la ADH, durante
2007 al 2010, se empleó a fondo para que esa institución brillara
tanto dentro como afuera, tras conseguir el remozamiento de
toda la planta física de la vieja edificación donde se albergan
las academias del país, en la Zona Colonial.
Lo otro fue un tremendo boom en producción bibliográfi-
ca, eventos culturales y académicos, recepción de visitantes y
―acaso lo más trascendente― la incursión de nuevos y jóve-
nes académicos que se abrieron paso en la entidad con la venia
y acompañamiento de Cordero Michel. Al parecer, esa sería
su otra revolución, solo que esta vez desde el pensamiento, el
conocimiento y el aprendizaje de la historia patria.
Como bien precisa el historiador cubano, doctor Eliades
Acosta Matos, al darnos una visión correcta del referido maes-
tro y pensador, asegura que:

Los más jóvenes historiadores del país, y los lectores,


en general, hallarán en Ensayos I, de Emilio Cordero
Michel, un acicate para sus búsquedas personales y
descubrirán, maravillados, que se puede ser profun-
do y sencillo; ameno y radical; irónico y divertido;

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


252 Emilio Cordero Michel o el perfil de un académico // Daniel Johnson Benoit

intransigente y abierto; riguroso y didáctico, sin per-


der la campechanía natural del pueblo y sin dejar, ni
por un minuto, de hacer ciencia de verdad7.

Su misión de editor

Considerado como un hombre fundacional. De aquellos que


saben colocar el cimiento en cada proyecto que emprenden.
Así lo mostró en la universidad, y así lo evidenció en la Acade-
mia Dominicana de la Historia. En ambos espacios resultó ser
pionero en iniciativas que han marcado un antes y un después.
Siempre hubo espacio para enseñar y siempre hubo espacio
para investigar, a fin de poner en contexto la verdad histórica,
más allá de lo anecdótico o fabulario. Encontrase con Cordero
Michel supuso a menudo un proceso de aprendizaje y de cre-
cimiento intelectual.
Posiblemente el más lúcido, tesonero y esmerado editor que
haya tenido la ADH y su órgano difusor Clío, que bajo su direc-
ción experimentó un elevado esplendor y rigor científico.
Con Cordero Michel Clío no solo logró su sistematicidad,
sino también un nivel de profundidad y de diversidad en su
contenido, con entregas memorables y dignas de mayor lecto-
ría en los círculos académicos.
A tal punto fue su empeño para propiciar un mejor alcance
de la revista, que logró difundirla en la Internet, a fin de que
el lector interesado pueda acceder a su colección por la red sin
costo adicional.
En esa labor de editor, diariamente se levantaba a las 5:00 de
la mañana para monitorear todas las publicaciones referentes
a sucesos históricos y las catalogaba bajo el título: Últimas pu-
blicaciones de historia dominicana.

7
Emilio Cordero Michel. Obras Escogidas. Ensayos I, vol. CCLIV, Archivo
General de la Nación, Santo Domingo: Editora Centenario, 2015, 12.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 253

Quizás, únicamente, Cordero Michel realizaba en el país


este registro hemerográfico de todo lo publicado diariamente
en prensa escrita, revistas y libros concernientes a la historia
dominicana. Un trabajo disciplinado, de un investigador acu-
cioso e interesado en conocer todo cuando se decía respecto al
pasado del país. Así, muy bien lo explica el autor:

En el primer semestre del 2012 compilé la casi totali-


dad de los trabajos de historia y sus ciencias auxiliares
aparecidos en libros, revistas especializadas y publi-
caciones periódicas, así como las del semestre anterior
omitidos o puestos en circulación tardíamente.
Estos trabajos totalizaron 452, cifra superior en 92 a
los 360 del segundo semestre del pasado año 2011,
equivalentes a un aumento del 25,55%; incremento
debido a las muchas publicaciones en periódicos por
el proceso electoral, porque los libros sufrieron por su
alto costo y la crisis económica que ha caracterizado
el período.
De ese total de 452 publicaciones, 92 aparecieron en
libros (14.00% menos), 42 en revistas (2.33% más), y
318 en periódicos (25.55% más)8.

Luego, el autor enlistaba esas publicaciones a modo de


bibliografía. Posiblemente ningún ministerio, ninguna univer-
sidad, ningún editor o editora levante un registro diario de las
publicaciones relativas a la historia u a otro campo del saber de
la manera como lo hacía Cordero Michel para la revista Clío.
¡Cuánta originalidad!

Emilio Cordero Michel. “Últimas publicaciones de historia dominica-


8

na,…”, Clío, año 81, N° 183, 319. Santo Domingo: Academia Dominicana
de la Historia, enero-junio de 2012.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


254 Emilio Cordero Michel o el perfil de un académico // Daniel Johnson Benoit

Pasión por la historia

Apasionado con la historia y, sobre todo, con aquellos tópi-


cos que marcaban su identidad incluyendo a personajes como
Máximo Gómez, Gregorio Luperón, la gesta de la Restauración
y las expediciones de junio de 1959, por solo citar algunos.
Valoró profundamente el pensamiento social de Gómez, e
indagó todo cuanto escribió el prócer de Baní. Además, analizó
con entusiasmo su antillanismo y su antiimperialismo. Lo pro-
pio hizo con Luperón, a quien definió como el más nacionalista
y recto revolucionario de nuestra historia del siglo XIX9.
En definitiva, tras esa mira breve sobre estos dos aspectos
del perfil académico de Cordero Michel, también hay dos im-
portantes proyectos que, afanosa y dulcemente, ocuparon su
postrera energía:

1° El proyecto Historia general del pueblo dominicano, ideado


y coordinado por el miembro de Número doctor Roberto
Cassá Bernaldo de Quirós y al que Cordero Michel dedicó
con entusiasmo y optimismo sus últimos días de existencia.
2° Fue un proyecto visionario con el cual procuraba superar el
malestar que sentía por la precariedad con la que se enseña-
ba la historia desde las aulas escolares. Por tanto durante su
presidencia en la ADH procuró diligentemente promover a
licenciados en historia vinculados a la entidad para que ob-
tuvieran su doctorado en la Universidad de Sevilla, España.

Logró enviar a dos colaboradores mientras los demás pre-


sidentes de la ADH que les sucedieron han continuado ese
proyecto. Visualizaba que al cabo de 10 años o más, el país
pueda contar con una veintena de doctores en historia capaces
de elevar el acervo historiográfico y mejorar la calidad de la
impartición de esa materia en las aulas.


9
Ibídem, 224.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 255

De cualquier manera, cierto es que tenemos deuda de gra-


titud para quien no solo vertió estas dos facetas de su vida al
servicio del saber y del conocimiento de la sociedad domini-
cana; sino también para con un ser humano luchador por la
libertad existencial del dominicano.
En fin, el alcance de cuanto pudiéramos decir y testimoniar
de nuestro Cordero Michel, bien lo precisó el doctor Acosta
Matos en septiembre de 2015, cuando escribió:

Militante revolucionario, periodista comprometido,


guerrillero, activista político, profesor universitario, y
siempre lúcido, coherente y combativo historiador, es
Emilio Cordero Michel uno de los más respetados in-
vestigadores del país, ubicado también entre los más
reconocidos y admirados fuera de sus fronteras10.

Así de imprescindible se nos hizo Cordero Michel, un ma-


nojo de talentos y de un gran corazón generoso, cual él mismo
dijera de su amigo y compañero de guerrilla: “El noble de Ma-
nolo, quien nunca quiso abandonar a sus compañeros en Las
Manaclas”.
Así vivió y así murió. Con una estima muy equilibrada de
lo que era y de lo que siempre debió ser. Un sembrador de es-
peranza, cultivando el pensamiento y desarrollando las ideas.
Sus familiares, amigos y compañeros debemos sentirnos
satisfechos por la presencia de un profesor y académico tan
fecundo y bienhechor. Por lo cual hemos de honrar siempre la
memoria del doctor Emilio Cordero Michel.

10
Ibídem, 11.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

RESEÑAS DE LIBROS

La Guerra de la Restauración:
triunfo del pueblo dominicano en armas,
del historiador Juan De La Cruz

Juan Francisco Viloria1


Recibido: 11 de abril del 2019.

La Guerra de la Restauración es un
acontecimiento histórico que repre-
senta la consolidación de la identidad
del pueblo dominicano en el contexto
del siglo XIX. Con ella quedó rede-
finida la identidad, inalienabilidad,
independencia y soberanía del territo-
rio, la nación, y el Estado dominicano
frente al colonialismo del moribundo
imperio Español.
La Guerra de Restauración puso de
manifiesto la voluntad y el espíritu de
independencia y unidad del pueblo dominicano, en sus más di-
versos sectores, clases y estratos sociales. Desde los campesinos,


1
Profesor de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo, UASD. Egresado de la Facultad de Humanidades de la UASD.

257
258 Reseñas de libros

pequeños y medianos productores de tabaco, café y cacao del


Cibao hasta los pequeños burgueses cortadores de madera del
sur y los comerciantes exportadores e importadores de San-
to Domingo, Santiago y Puerto Plata. También se contó con
la participación directa de los intelectuales liberales, quienes
tienen su representación en Pedro Francisco Bonó, Benigno Fi-
lomeno de Rojas, Ulises Francisco Espaillat, Manuel Rodríguez
Objío y José Gabriel García, entre otros destacados personajes
del intelecto y la historia dominicana.
La obra La Guerra de la Restauración: triunfo del pueblo domini-
cano (Santo Domingo: Editora Nacional, 2018), del historiador
Juan De La Cruz, ganadora del Premio Nacional de Historia
José Gabriel García 2017, es el resultado de una investigación
histórico-documental. La misma revela un fino análisis de la
participación del pueblo dominicano en sus diversos sectores,
clases y estratos sociales, en tan decisiva e importante gesta
histórica que permitió redefinir y reafirmar la identidad y la
independencia del pueblo dominicano con respecto al colonia-
lismo español.
La obra de De La Cruz es un aporte significativo a la his-
toriografía y a las ciencias sociales dominicanas. Es un libro
organizado en doce capítulos, redactados de forma clara,
precisa y concisa, siguiendo una narración de procesos, aconte-
cimientos y hechos históricos de manera sencilla, ágil y amena
sin perder el rigor de la exposición científica, que se expresa
en el dominio de las categorías de la ciencia de la historia y el
contenido de su objeto de investigación.
El historiador De La Cruz expone su tesis sobre el papel del
pueblo dominicano como protagonista central de la Guerra de
Restauración y la fundamenta a través de argumentos basados
en documentos históricos que han sido producidos y/o reco-
gidos por actores, escritores e investigadores historiográficos
del proceso restaurador. En ese sentido integra, como eviden-
cia narrativa de manera coherente y sistemática, proclamas,
protestas, informes, discursos, comunicados, declaraciones y

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 259

análisis histórico; documentos que funcionan en el texto como


evidencias que posibilitan la objetividad de la interpretación y
el análisis hecho por el autor en cuestión.
Autores como José De La Gándara, Emilio Rodríguez De-
morizi, José Gabriel García, Pedro M. Archambault, Ulises
Francisco Espaillat, Pedro Francisco Bonó, Manuel Rodríguez
Objío, Gregorio Luperón, entre otros actores directos del
referido proceso histórico, son citados y analizados frecuente-
mente en la obra. Además, el autor toma como referencia a la
generalidad de las obras historiográficas modernas, que van
desde Franklin Franco Pichardo, Juan Isidro Jiménez Grullón,
Juan Bosch, Roberto Cassá, hasta Filiberto Cruz, para mencio-
nar algunos de los más destacados historiadores dominicanos
citados en la obra.
La actitud del pueblo dominicano frente a los hateros y a su
poder conservador pro colonialismo español siempre fue de
rechazo y protesta como lo destaca el autor de La Guerra de
Restauración… Juan De La Cruz. Las protestas de los diversos
sectores sociales, personajes y pueblos de los distintos puntos
de la geografía nacional quedan narradas y documentadas en
la presente investigación que comentamos, así se destaca la
protesta de un hombre de la iglesia católica como Fernando
Arturo de Meriño, quien se negó a firmar el acta de anexión,
por lo cual fue condenado al exilio por el déspota y anexionista
Pedro Santana.
Asimismo se destacan los senadores de la República Pedro Pa-
blo Bonilla, Manuel María Valverde y Milton Valverde, quienes
condenaron la acción de Pedro Santana de anexar la República
Dominicana a España. Dichos senadores de la república invo-
caron la violación a la constitución de la República Dominicana
“conforme al noveno inciso del artículo 26… de que ningún tra-
tado tendrá efecto si no en virtud de la aprobación del Senado…
La acción de la anexión la hizo el poder ejecutivo, encabezado
por Pedro Santana de manera secreta” (citado de Juan De La
Cruz, La Guerra de La Restauración…, 20).

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


260 Reseñas de libros

En consecuencia la anexión de la República Dominicana a


España fue un acto ilegal y nulo desde el punto de vista jurídi-
co tanto del derecho nacional como del internacional, fue ese el
argumento de los referidos senadores patriotas.
En el mismo sentido, en su obra, Juan De La Cruz destaca
las protestas de José Contreras, Francisco del Rosario Sánchez
y otros generales y militares, quienes fueron fusilados por
orden de Pedro Santana, funesto personaje que ya a un año
de proclamada la independencia nacional había ordenado el
fusilamiento de los patriotas María Trinidad Sánchez, Andrés
Sánchez, Nicolás de Barías y José del Carmen Figueroa. Ade-
más de que Pedro Santana envió al exilio, en marzo de 1845,
a la familia Duarte y Diez y a los trinitarios, demostrando su
condición de tirano antipatriota.
El dictador Pedro Santana también ordenó el fusilamiento
de los independentistas Antonio Duvergé, Joaquín Puello y
Gabino Puello.
El poder anexionista recurrió a los elementos ideológicos ca-
racterísticos del sector hatero-conservador pro hispánico (los
conservadores anexionistas de siempre), quienes argumentaron
la necesidad de conservar la religión católica, el idioma español,
las creencias y costumbres españolas (que para ellos estaban
en estado de pureza en Santo Domingo). Estos argumentos
ideológicos aún permanecen en el pensamiento conservador
dominicano, ahora expresado como antihaitianismo.
El fracaso de la anexión a España y el triunfo del pueblo do-
minicano en la Guerra Restauradora tuvo como causas, según lo
argumenta De La Cruz a partir de José De La Gándara, Gregorio
Luperón y otros autores citados, el incremento de la tasa impo-
sitiva a los artículos de consumo masivo, el incremento de tasas
a mercancías no procedentes de España, gravámenes a los bene-
ficios obtenidos por pequeños, medianos y grandes productores
en sus haciendas y propiedades, creación de impuesto sobre
la renta a sueldos y salarios de los trabajadores y empleados
públicos y privados, prohibición de retirar mercancías de las

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 261

aduanas o comprar productos con los billetes inorgánicos y va-


les emitidos por los anexionistas, especulación general llevada
a práctica por los anexionistas y las diferencias entre los em-
pleados de la burocracia española y los criollos en términos de
sueldos y salarios. Otra causa fue la actitud discriminatoria (ra-
cista y esclavista) de los funcionarios colonialistas frente a los
criollos negros y mulatos y frente a las mujeres dominicanas.
Todos actuaron como elementos reforzantes de la condición
de rechazo del pueblo dominicano al poder colonial español.
Se destaca la actitud de la iglesia católica encabezada por el
arzobispo Monzón, quien arremetió contra las iglesias protes-
tantes de Samaná y Puerto Plata, lo cual fue motivo profundo
de protestas por parte del pueblo dominicano.
Destaca Juan De La Cruz las características desiguales en-
tre las fuerzas de ocupación españolas como tropas regulares
organizadas, entrenadas con logística y bien armadas con
relación a las fuerzas populares organizadas en el Ejército Res-
taurador (conformado en su mayoría por campesinos pobres
y monteros). No obstante la desigualdad entre ambas fuerzas
militares, el Ejército Libertador del pueblo dominicano al man-
do de patriotas como Gregorio Luperón, Benito Monción, José
Antonio Salcedo, Pedro Antonio Pimentel, Gaspar Polanco y
otros generales, armados con el espíritu de independencia y
apoyado por las fuerzas populares derrotó al temible Ejército
del Imperio Español.
El Ejército Restaurador implementó una nueva estrategia de
guerra irregular: La guerra de movimiento o guerra de guerri-
lla, que sirvió de modelo a la guerra de independencia de Cuba
y se extendió a América Latina posteriormente.
La obra también narra el retorno y exilio diplomático de
Juan Pablo Duarte, quien regresó a la República Dominicana el
25 de marzo de 1864 y se puso a la orden del Gobierno Provi-
sional Restaurador.
El autor De La Cruz narra con detalle las múltiples ba-
tallas libradas por el Ejército Libertador Dominicano y el

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


262 Reseñas de libros

poderoso Ejército Español, como las batallas de Santiago de los


Caballeros, Puerto Plata y las del Frente Sur. Analizando acon-
tecimientos, hechos históricos y las actuaciones de los bandos
implicados con minuciosidad y detalles.
La obra narra y analiza la derrota de las tropas españolas y
el proceso de evacuación desde Santo Domingo. Además con-
tiene los documentos, leyes y actas de la salida de la tropa de
ocupación española de la República Dominicana luego de ser
derrotada por el Ejército Libertador del pueblo dominicano.
Por último, en sentido general, la investigación La Guerra de
Restauración: triunfo del pueblo dominicano en armas, del historia-
dor Juan De La Cruz, es un importante estudio que de manera
minuciosa analiza la participación del pueblo dominicano, a
través de sus distintos sectores, clases y estratos sociales, en su
levantamiento, protesta y rebelión frente al colonialismo espa-
ñol, sustentado en la clase hatera conservadora y anexionista y
el poder dictatorial de Pedro Santana.

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ECOS 263

Pablo Tornero Tinajero, La isla de las columnas de azúcar.


Ensayos sobre historia de Cuba1

Raymundo González2
Recibido: 11 de marzo de 2019.

El nuevo libro del doctor Pablo


Tornero Tinajero, profesor de la Uni-
versidad de Sevilla, reúne un conjunto
de estudios —publicados en diversas
revistas científicas a lo largo de más
de treinta años— resultado de la la-
bor investigativa acerca de problemas
relativos a las transformaciones de la
economía y la sociedad cubanas en el
periodo colonial y sus primeras déca-
das como república, pues abarca desde
mediados del siglo XVIII hasta el pri-
mer tercio del siglo XX.
Los estudios comprenden periodos decisivos en la confor-
mación de Cuba y del Caribe actual, en los que emergieron las
naciones modernas que lo conforman. El tino y la profundidad
con que están elaborados los artículos que componen el libro
constituyen un verdadero ejemplo a seguir en la investigación
de temas complejos y difíciles, para lo cual su autor ha requerido
de una seria reflexión teórica, y por eso mismo no funcionalista
ni mecanicista, junto a largas horas de lectura y relectura tan-
to de documentos como de la bibliografía pertinente. Aunque
no se lo haya propuesto, estos trabajos posibilitan igualmente
la comparación con otros países de la región, pues delimitan

1
Pablo Tornero Tinajero, La isla de las columnas de azúcar. Ensayos sobre
historia de Cuba. Siglos XVIII-XX, Sevilla: Aconcagua Libros, 2016, 311 pp.
2
Profesor de Historia del Instituto Superior de Humanidades, Ciencias
Sociales y Filosofía Pedro Francisco Bonó de la Compañía de Jesús.
Miembro de Número de la Academia Dominicana de la Historia.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


264 Reseñas de libros

problemas comunes al conjunto del Caribe. En tal sentido, su


lectura, ahora en un volumen, no solo dimensiona el esfuerzo
investigativo del autor, sino que además nos invita a hacer lo
propio para nuestros países caribeños y realizar estudios com-
parativos con la mayor de las Antillas.
Los estudios reunidos en la presente obra proceden del am-
plio repertorio de artículos del autor, diseminados en múltiples
revistas, de donde han sido seleccionados por el historiador
e investigador cubano Arturo Sorhegui, director del Departa-
mento de Historia de Cuba de la Universidad de La Habana,
quien es uno de los responsables de que haya visto la luz el
libro que nos ocupa del profesor Tornero Tinajero.
Dicho conjunto ha sido estructurado en tres grandes bloques,
a saber: “I. Inmigración, demografía y sociedad en Cuba”, con
tres artículos: “Inmigrantes canarios en Cuba y cultivo. La fun-
dación de Santiago de Las Vegas (1745-1771)”, “Emigración,
población y esclavitud en Cuba (1765-1771)”, “Desigualdad y
racismo. Demografía y sociedad en Cuba a fines de la época co-
lonial”. “II. Burguesía española y habanera. Comercio colonial
y trata de esclavos”, incluye cuatro artículos: “Comerciantes,
hacendados y política mercantil en Cuba. La rivalidad Cádiz-
Estados Unidos (1763-1800)”, “Comercio colonial y proyección
de la población: la emigración catalana a Cuba en la época del
crecimiento azucarero (1790-1817)”, “La reacción del ‘poder’
cubano ante el fenómeno liberal en España y América, 1790-
1814” y “Esclavitud y contradicciones económicas: El Tratado
de 1817 sobre la abolición de la trata y sus repercusiones en la
oligarquía cubana”). Por último, “III. La plantación esclavista
en Cuba. Un acercamiento desde las estructuras”, reúne cinco
trabajos: “Ingenios, plantación y esclavitud: una aproximación
al estudio de los esclavos en los ingenios cubanos (1760-1821)”,
“Productividad y rentabilidad de la mano de obra esclava en
el desarrollo de la plantación cubana”, “Azúcar, sociedad y
precios de esclavos en las plantaciones cubanas (1784-1879)”,
“Hacendados y desarrollo azucarero cubano (1763-1818)” y

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 265

“El azúcar escribe la historia. El modelo primario exportador


en Cuba: la herencia colonial y el intervencionismo de Estados
Unidos (1913-1930)”.
Como lo hace notar el autor, a mediados del siglo xviii la
sociedad cubana se encontraba en trance de transformación.
En efecto, se muestra que en esos momentos la corona había
favorecido el desarrollo de la agricultura junto a la inmigración
canaria y cómo esta era una agricultura exitosa en términos
de la acumulación de capital vía la producción de tabaco. La
inmigración de la población esclava se dinamizó unas décadas
más tarde, hasta convertirse en “la principal fuerza impul-
sora del crecimiento poblacional cubano entre 1790 y 1817”
(63), y desde entonces el motor del desarrollo económico de
la fabricación de azúcar y el cultivo del café. En ese momen-
to inicial la esclavitud siguió un patrón geográfico variado.
En ello fue importante —tras el estallido de la revolución de
Haití— la inmigración de esclavos desde el “Santo Domingo
francés, dedicados sobre todo a la agricultura” (65). En cuanto
a la población española peninsular, esta se concentró mayori-
tariamente en destinos urbanos y se dedicó al comercio; desde
luego, la tendencia general presentó variantes que son analiza-
das en sus implicaciones socioeconómicas.
La trata negrera proporcionó una fuente de esclavos cons-
tante, creciente y suficiente durante el periodo de organización
de la plantación. En efecto, la demografía esclavista fue la
mayor responsable de la rentabilidad económica y del creci-
miento azucarero, aunque igualmente se subrayan los efectos
de la tendencia decreciente de la productividad marginal; pero
también la ruptura de la agricultura tradicional que supuso la
plantación azucarera, el consecuente desarrollo capitalista y de
una clase de hacendados locales convertida en oligarquía que
controlaba la sociedad completa, son algunos de los problemas
abordados en las páginas de este libro.
Corresponde a ese periodo inicial el dominio de la burguesía
comercial gaditana no solo en el comercio de exportación de la

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


266 Reseñas de libros

isla, sino también en el abastecimiento de la creciente deman-


da de esclavos procedentes de África para la producción de
diversos bienes tropicales, aunque el auge de la Compañía Ga-
ditana de Negros se agotó en breve. El autor sigue el desarrollo
de dicho dominio comercial, que contaba con los auspicios de
la corona, hasta el enfrentamiento con los Estados Unidos de
América, que lo desplazó y, de paso, aniquiló el comercio lo-
cal, creando así una nueva situación de dependencia comercial
con el respaldo de los principales productores azucareros or-
ganizados en el Consulado de La Habana, un poderoso grupo
oligárquico que será clave en la política colonial y no solo en
su economía.
Ya hacia finales del siglo xviii Cuba se encuentra en cami-
no de convertirse en una colonia de plantación. Al grupo de
poder oligárquico, la “sacarocracia” cubana, que prohijó este
cambio, también se dedican estudios específicos. Caracteriza
su evolución en el siglo xviii hasta su afianzamiento como gru-
po reformador en pos del desarrollo comercial de la colonia,
la libertad de comercio, la apertura de nuevos mercados, y
otras medidas liberales. Paradójicamente, dicho grupo de po-
der rechazó los principales alcances políticos del liberalismo
burgués de la época. Su estudio de las contradicciones ideo-
lógicas, sociales y políticas de este grupo frente al liberalismo
de la burguesía española y americana se hace sobre la base del
mundo esclavista que era la sociedad cubana y el miedo ge-
nerado por la insurrección haitiana en las clases dominantes
de la región; argumenta que este poderoso grupo azucarero se
convirtió en una clase privilegiada del antiguo régimen y no en
una burguesía reformista ni mucho menos nacional. Al contra-
rio, dicho grupo apeló una vez más a la protección de España
y a la continuidad del régimen colonial, convirtiéndose “en el
bastión más reaccionario de la América decimonónica” (147).
Se llega al desarrollo pleno de la plantación como punto
central, que el autor estudia en clave estructural, aunque
dedica una atención especial a la clase social de los esclavos

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 267

en la plantación. Realiza varios acercamientos (procedencia,


demografía, productividad, precios) que proporcionan ele-
mentos para comprender no solo la estructura productiva, sino
también el comportamiento racista en la sociedad esclavista y
sus proyecciones ulteriores. Además, antes se ha detenido a
examinar las implicaciones del incumplido Tratado de 1817,
entre España e Inglaterra, sobre cese de la trata, que a la postre
enfrentó a negreros y plantadores, además de obligar al de-
sarrollo de un mercado interno de fuerza de trabajo servil. Al
analizar el periodo posterior de alza de precios de los esclavos,
concluye: “el sistema productor-esclavista cubano consiguió
superar esa etapa alcista de precios de la mano de obra desde
sus propias bases adaptándose e introduciendo nuevas formas
de utilización del trabajo, permitiendo así mantener y desa-
rrollar el esclavismo como principal recurso laboral” (240).
Con todo, asegura que “a partir de 1870 la industrialización
del ingenio es un hecho”. En este punto difiere de reconocidos
estudiosos: “Algunos autores, como Moreno Fraginals, han
insistido en la incompatibilidad del trabajo esclavo con la in-
dustrialización y sus consecuencias en la abolición. A la luz de
la documentación citada, sin embargo, parece perfectamente
compatible el trabajo esclavo con la maquinaria más moderna
para la producción de azúcar” (241). Un último trabajo jalona
hasta el siglo xx las consecuencias de la organización econó-
mico-social de la plantación: “El azúcar escribe la historia. El
modelo primario exportador en Cuba: herencia colonial y el
intervencionismo de Estados Unidos (1913-1930)”.
Sin duda, la escogencia de este puñado de artículos ha
resultado feliz. Acercar los estudios del historiador Tornero
Tinajero a los estudiosos cubanos, y en general caribeños, de
las nuevas generaciones es uno de los propósitos expresos de
la colección. Lo primero que salta a la vista a cualquier estu-
dioso no especialista en el tema de la plantación azucarera
cubana es su valor metodológico, sobre todo en el tratamien-
to de aspectos demográficos y socioeconómicos. Aún más: la

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268 Reseñas de libros

calidad, la sencillez y claridad con que logra en cada caso su


acercamiento a los temas muestran el talante y acento del pro-
fesor Pablo Tornero como investigador histórico. El uso amplio
y profundo de las fuentes documentales, junto a un sólido co-
nocimiento de las ciencias sociales, apoyada en un uso certero
de la demografía, va devolviendo en cada caso la comprensión
de los temas más disímiles y complejos, ya se trate —para ci-
tar dos ejemplos— de la productividad de la fuerza de trabajo
esclava (tema muy debatido en aquel momento a propósito
del famoso estudio de Fogel y Engerman), o de las estructuras
sociales e ideológicas del racismo en la dominación social mo-
derna, que espera todavía por más desarrollo.
El libro se acompaña de un prólogo del profesor Bernard
Lavallé, catedrático de civilización hispanoamericana de la
Universidad de la Sorbona, París, quien pondera desde el pla-
no de la investigación europea sobre Cuba el valor de los temas
estudiados a los que se refiere el libro y subraya el carácter de
historia económica y social de los ensayos aquí recogidos.
Sorhegui ha preparado una introducción explicativa en la
que reclama cuatro principios fundamentales característicos
de los estudios del profesor Tornero Tinajero: “aplicación del
marxismo”, “uso de la historia cuantitativa”, “aplicación de
la larga duración” y “priorización del análisis de las estructu-
ras” (18). Finalmente se presenta un listado con una selección
bibliográfica de las principales publicaciones del autor sobre
Cuba, noticia esta que, aunque limitada, da una idea de las
búsquedas y los aportes del autor en sus andanzas por nuevos
derroteros y problemáticas que permanecían ajenos a la histo-
riografía española.
Sorprende gratamente el ver convertida en metáfora de la
isla la atinada descripción hecha por Alejo Carpentier de La
Habana, su ciudad amada, que aparece en el título de este libro
realizado por otro amante de ella y de la isla. Ni más ni menos.
Con los estudios sobre la historia de Cuba de los siglos xviii
al xx recoge también esta obra una trayectoria vital que Pablo

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ECOS 269

Tornero Tinajero declara en las páginas de agradecimiento que


le sirven de frontispicio: una entrega, en el pleno sentido de la
palabra, de “vida, en compromiso, ciencia y amor”.

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ECOS
Órgano del Instituto de Historia de la UASD
Año XXV, Vol. 1, No. 16
Julio-diciembre de 2018

DOCUMENTOS HISTÓRICOS

Acta de Separación dominicana del 16 de enero de 1844


Santo Domingo, 16 de enero, 1844

MANIFESTACIÓN DE LOS PUEBLOS DE LA PARTE ESTE DE


LA ISLA ANTES ESPAÑOLA O SANTO DOMINGO, SOBRE LAS
CAUSAS DE SU SEPARACIÓN DE LA REPÚBLICA HAITIANA

“LA ATENCIÓN decente y el respeto que se debe a la opinión


de todos los hombres y al de las naciones civilizadas; exige que
cuando un pueblo que ha sido unido a otro, quisiere reasumir
sus derechos, reivindicarlos, y disolver sus lazos políticos, de-
clare con franqueza y buena fe, las causas que le mueven a su
separación, para que no se crea que es la ambición, o es espí-
ritu de novedad que pueda moverle. Nosotros creemos haber
demostrado con una constancia heroica, que los males de un
gobierno, deben sufrirse, mientras sean soportables, más bien
que hacerse justicia aboliendo las formas; pero cuando una lar-
ga serie de injusticias, violaciones y vejámenes, continuando al
mismo fin denotan el designio de reducirlo todo al despotis-
mo y a la más absoluta tiranía, toca al sagrado derecho de los
pueblos y a su deber, sacudir el yugo de semejante gobierno,
y proveer a nuevas garantías; asegurando su estabilidad y su

271
272 Documentos

prosperidad futuras. Porque reunidos los hombres en socie-


dad con el solo fin de conspirar a su conservación, que es la ley
suprema, recibiendo de la naturaleza el derecho de proponer
y solicitar los medios para conseguirle: y por la misma razón,
tales principios los autorizan para precaverse de cuanto pueda
privarles de ese derecho, luego que la sociedad se encuentra
amenazada.
He aquí porqué los pueblos de la Parte Este de la Isla antes
Española o de Santo Domingo, usando del suyo, impulsados
por veinte y dos años de presión y oyendo de todas partes los
clamores de la patria, han tomado la firme resolución de sepa-
rarse para siempre de la República Haitiana, y construirse en
estado libre y soberano.
Veinte y dos años ha que el Pueblo Dominicano por una de
aquellas fatalidades de la suerte, está sufriendo la opresión más
ignominiosa… bien sea que su caída dependiese de la ignoran-
cia de su verdadero interés nacional, bien sea porque se dejase
arrastrar del torrente de las pasiones individuales, el hecho es
que se le impuso un yugo más pesado y degradante que el de su
antigua metrópolis. Veinte y dos años ha destituido los pueblos
de todos sus derechos, se les privó violentamente de aquellos
beneficios a que eran acreedores, se les consideraba como parte
agregadas a la república. ¡Y poco faltó para que le hubiesen he-
cho perder hasta deseo de librarse de tan humillante esclavitud!
Cuando en la parte oriental de la isla cediendo solo a la fuerza
de las circunstancias, no se negó a recibir el ejército del general
Boyer, que como amigo traspasó el límite de una y otra parte,
no creyeron los españoles-dominicanos que con tan disimula-
da perfidia hubiese faltado a las promesas que le sirvieron de
pretexto para ocupar los pueblos, y sin las cuales, habría tenido
que vencer inmensas dificultades y quizás marchar sobre nues-
tros cadáveres si la suerte le hubiese favorecido.
Ningún dominicano le recibió entonces sin dar muestras
del deseo de simpatizar con sus nuevos conciudadanos: la
parte más sencilla de los pueblos que iba ocupando, saliendo

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 273

al encuentro, pensó encontrar en el que acababa de recibir en


el norte el título de pacificador, la protección que tan hipócri-
tamente habían prometido. ¡Más a poco, a través del disfraz,
que oculta las siniestras miras que traía, ¡advirtieron todos que
estaban en manos de un opresor, de un tirano fiera!
¡Al entrar a la ciudad de Santo Domingo entraron con el
tropel, los desórdenes y los vicios! La perfidia, la división, la
calumnia, la violencia, la delación, la usurpación, el odio a las
personalidades hasta entonces poco comunes en estos inocen-
tes pueblos. Sus decretos y disposiciones fueron el principio
de la discordia y la señal de la destrucción. Por medio de su
sistema desorganizador y maquiavélico, obligó a que emigra-
sen las principales y más ricas familias, y con ellas el talento,
las riquezas, el comercio y la agricultura: alejó de su Consejo
y de los principales empleos, a los hombres que hubieran po-
dido representar los derechos de sus conciudadanos, pedir el
remedio de los males y manifestar las verdaderas exigencias
de la patria. En desprecio de todos los principios del derecho
público y de gentes, redujo a muchas familias a la indigencia,
quitándoles sus propiedades para reunirlas a los dominios de
la república, y donarlos a los individuos de la parte occidental,
o vendérselos a muy ínfimo precio. Asoló los campos, despojó
las iglesias de sus riquezas, atropelló y ajó con vilipendio a los
ministros de la religión, les quitó sus rentas y derechos y por
abandono dejó caer en total ruina los edificios públicos, para
que sus mandatarios aprovechasen los despojos y que así sa-
ciasen su codicia que consigo traían de occidente.
Más tarde, para dar a sus injusticias una apariencia de lega-
lidad, dictó una ley, para que entrasen en el Estado los bienes
de los ausentes, cuyos hermanos y parientes inmediatos aún
existen sumergidos en la miseria. Todavía no satisfecha su ava-
ricia, con manos sacrílegas atentas a las propiedades de los hijos
del este; autorizó el hurto y el dolo por la ley del 8 de julio de
1824; prohibió la comunidad de los terrenos comunes, que en
virtud de convenios y por utilidad y necesidad de las familias,

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274 Documentos

se habían conservado desde el descubrimiento de la isla, para


aprovecharlas en favor de su Estado, acabar de arruinar las
crianza de animales y empobrecer a una multitud de familia.
¡Poco le importaba! ¡Destruirlo todo, arruinarlo! ¡Este era el ob-
jeto de su insaciable codicia!
Fecundo en discurrir los males con que debía consumar la
obra de nuestra ruina y reducirlo todo a la nada, puso en planta
un sistema monetario que insensiblemente ha ido reduciendo
por grados, las familias, los empleados, los comerciantes y la
generalidad de los habitantes, a la mayor miseria. Con tales mi-
ras propagó el Gobierno Haitiano sus principios corruptores.
A influjo de su infernal política desenfrenó las pasiones, susci-
tó partidos, fraguó planes detractores, estableció el espionaje e
introdujo cizaña y la discordia hasta en el hogar doméstico. Si
se pronunciaba un español contra la tiranía y la opresión se le
denunciaba como sospechoso, se le arrastraba a los calabozos,
y algunos subieron al cadalso para atemorizar a los otros, y
que expirasen de una vez los sentimientos que nos transmitie-
ron nuestros padres.
Combatida y perseguida la patria, no pudo encontrar refu-
gio seguro contra el furor de la tiranía, sino en los pechos de
una afligida juventud y de algunas almas puras que supieron
ocultar sus sacrosantos principios, para hacer la propaganda,
en tiempos más felices y para reanimar con energía a los que
yacían en un estado de abatimiento y de sopor.
Pasáronse los veinte y un años de la administración perver-
tidora de Boyer, en cuya época, padecieron los habitantes del
este todas las privaciones que no se pueden enumerar: trató a
sus habitantes peor que a un pueblo conquistado a la fuerza:
les exprimió el jugo, sacando cuanto beneficio pudo para sa-
ciar su codicia y la de los suyos: hizo esclavos en nombre de la
libertad; les obligó a pagar una deuda que no habían contraí-
do como los de la parte occidental, que aprovecharon bienes
ajenos; cuando al contrario, a nosotros nos deben ellos, las ri-
quezas que nos han usurpado o malversado.

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ECOS 275

Este era el cuadro triste de esta parte, cuando en 27 de enero


del año pasado, levantaron Los Cayos en el sud de la isla, el grito
de reforma: con la velocidad de un fuego eléctrico se inflama-
ron los pueblos; se adhirieron a los principios de un manifiesto
de 10 de septiembre de 1842, y la parte del este se lisonjeó. ¡Pero
en vano! De un porvenir más feliz. ¡A tanto llegó su buena fe!...
El comandante Rivier se proclamó Jefe de Ejecución, intérprete
de la voluntad del pueblo soberano; dictó leyes a su antojo;
estableció un gobierno sin ninguna forma legal, sin contar para
él, con ninguno de los habitantes de esta parte que ya se había
pronunciado en favor de su revolución; recorrió la isla, y en el
departamento de Santiago, sin fundamentos legales, recordó
con pena, las épocas tristes de Toussaint y Dessalines trayendo
consigo un monstruoso estado mayor, que desmoralizaba por
todas partes: vendió empleos, despojó las iglesias; destruyó las
elecciones que los pueblos habían hecho para darse represen-
tantes que defendiesen sus derechos, y esto para dejar siempre
esta parte en la miseria y en la misma suerte y proporcionarse
él candidatos que le elevasen a la presidencia aunque sin man-
dato especial de sus comitentes: así fue, amenazó la asamblea
constituyente y de extrañas comunicaciones hechas por él al
ejército a su mando, resultó presidente de la república…
A pretexto de que en esta parte se pensaba en una separa-
ción de territorio, por Colombia, llenó los calabozos de Puerto
Príncipe de los más ardientes dominicanos, en cuyos pechos
reinaba el amor a la patria, sin otras aspiraciones que las de
mejorar de suerte, y que se nos igualase en derechos, y res-
petasen nuestras personas y propiedades: otros, padres de
familia, tuvieron que expatriarse para librarse de las perse-
cuciones que se les hacían. Y cuando calculó realizados sus
designios y asegurado el objeto que se había propuesto, les
puso en libertad, sin ninguna satisfacción de los agravios ni de
los perjuicios recibidos.
En nada ha variado nuestra condición: los mismos ultrajes,
los mismos tratamientos de la administración anterior, los

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276 Documentos

mismos o mayores impuestos, el mismo sistema monetario


sin garantía alguna que labra la ruina de sus pueblos y una
constitución mezquina que jamás hará la felicidad del país, ha
puesto el sello a la ignominia, privándonos contra el derecho
natural hasta de lo único que nos quedaba de españoles: ¡del
idioma natal! Y arrimando a un lado nuestra augusta religión,
para que desaparezca de entre nosotros: porque si cuando
esa religión del Estado, si cuando estaba protegida, ella y sus
ministros, fueron despreciados y vilipendiados, ¿qué no será
ahora rodeada de sectarios y de enemigos?
La violación de nuestros derechos, costumbres y privilegios,
y tantas vejaciones, han despertado en nosotros nuestra posi-
ción, nos hacen conocer nuestra servidumbre y abatimiento,
y los principios del derecho que rige las naciones deciden la
cuestión en favor de nuestra patria, como decidieron en favor
de los Países Bajos contra Felipe II en 1581. Bajo la autoridad de
estos principios ¿quién osará vituperar la resolución del pue-
blo de Los Cayos cuando se levantó contra Boyer y le declaró
traidor a la patria?
¿Y quién osará vituperar la nuestra, declarando la parte del
este de la isla separada de la República de Haití?
Ninguna obligación tenemos para quien no nos da los
medios de cumplirla: ningún deber para quien nos priva de
nuestros derechos.
Si la parte este se consideraba, como incorporada volunta-
riamente a la República Haitiana, debía gozar de los mismos
beneficios que aquellos a quienes se había unido; y si en virtud
de esa unión, estábamos obligados a sostener su integridad, ella
lo estaba por su parte a darnos los medios de cumplirla; faltó
a ellos violando nuestros derechos; nosotros a la obligación. Si
se consideraba como sujeta a la república, entonces con ma-
yor razón debía gozar sin restricciones de todos los derechos y
prerrogativas que se habían pactado o se le habían prometido,
y faltado la condición única y necesaria de su sujeción, queda
libre y enteramente desobligada; y los deberes para consigo

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ECOS 277

misma, la obligación a proveer a su propia conservación por


otros medios.
Si se considera respecto de la Constitución de Haití, 1816, se
verá que a más de la originalidad del caso, de dar una constitu-
ción bastarda, a un país extraño que ni la necesita, ni nombró
para discutirla a sus diputados naturales, hay también una
usurpación muy escandalosa, porque ni entonces estaban los
haitianos en posesión de esta parte, ni antes, cuando los fran-
ceses fueron expulsados de la parte francesa, la regalaron, esta
porque no era suya. Por el tratado de Basilea fue cedida esta
parte a la Francia, y después restituida o devuelta a la España
por la paz de París en cuya virtud fue sancionada la toma de
posesión que de ella hicieron los españoles en 1809 y que duró
hasta el 30 de noviembre de 1821 que se separó de la metrópoli.
Cuando los hijos de occidente revisaron la Constitución
en 1816, no pertenecía esta parte ni Haití, ni a la Francia: el
pabellón español ondeaba en sus fortalezas, en virtud de un
derecho perfecto, y de que la isla de Santo Domingo la llama-
sen sus naturales, Haití, no se sigue, que la parte occidental
que primero se constituyó en estado soberano dándose el nom-
bre de República de Haití, llamase a la parte Este u Oriental,
como parte integrante de ella, cuando la 1ra. perteneció a los
franceses y la 2da. a los españoles. Lo que hay de muy cierto es,
que si la parte del este, pertenece a una dominación, otra que la
de su propios hijos, sería a la Francia o a la España, y no a la de
Haití, pues más derecho tenemos los de oriente a dominar a los
de occidente, que al contrario, si remontamos a los primeros
años del descubrimiento del inmortal Colón. De consiguiente,
atendida la suposición sentada, hay una usurpación que no
legitima derecho a nadie, en un caso como el nuestro. Si final-
mente se considera esta parte como conquistada a la fuerza, la
fuerza decidirá la cuestión, si fuese necesaria. Así es que, con-
siderando que la vejaciones y violaciones cometidas en veinte
y dos años, contra la parte antes Española, la han reducido a
la mayor miseria y completarán su ruina; que el deber de su

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278 Documentos

propia conservación y de su bienestar futuro, la obligación a


proveer a su seguridad por medio convenientes, siendo de de-
recho: (que un pueblo que se ha constituido voluntariamente
dependiente de otro, con el fin de lograr su protección, queda
libre de sus obligaciones, en el momento que este le falta aun-
que sea por imposibilidad del protector). Considerando, que
un pueblo que está obligado a obedecer a la fuerza y obedece,
hace bien, y que luego que puede resistir y resiste, hace mejor.
Considerando por último, que por la diferencia de costumbres
y la rivalidad que existe entre unos y otros jamás habrá perfec-
ta unión ni armonía. Los pueblos de la parte antes Española
de la Isla de Santo Domingo, satisfechos de que en veinte y
dos años de agregación a la República Haitiana, no han podido
sacar ninguna ventaja; antes por el contrario se han arruinado,
se han empobrecido, se han degradado, han sido tratados de
modo más bajo y abyecto, han resuelto separarse para siem-
pre de la República Haitiana, para proveer a su seguridad, y
conservación, constituyéndose bajo sus antiguos límites, en
un Estado libre y soberano. En el cual, y bajo sus leyes funda-
mentales, protegerá y garantizará el sistema democrático: la
libertad de los ciudadanos aboliendo para siempre la esclavi-
tud: la igualdad de los derechos civiles y políticos sin atender
a las distinciones de origen ni de nacimiento: las propiedades
serán inviolables y sagradas: La Religión Católica, Apostólica
y Romana será protegida en todo su esplendor como la del
Estado; pero ninguno será perseguido ni castigado por sus opi-
niones religiosas: La libertad de la imprenta será protegida: la
responsabilidad de los funcionarios públicos será asegurada:
no habrá confiscaciones de bienes por crímenes ni delitos: la
instrucción pública será promovida y protegida a expensas del
Estado: se reducirán los derechos a lo mínimo posible: habrá
un entero olvido de votos y opiniones políticas emitidas hasta
esta fecha, con tal que los individuos se adhieran de buena fe
al nuevo sistema. Los grados y empleos militares serán con-
servados bajo las reglas que se establezcan. La agricultura, el

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ECOS 279

comercio, la ciencia y las artes serán igualmente promovidas y


protegidas: Lo mismo que el estado de las personas nacidas en
nuestro suelo, o la de los extraños que vengan a habitar en el
arreglo con a las leyes. Por último se procurará emitir, tan pronto
como sea posible, una moneda con una garantía real y verdade-
ra, sin que el público pierda la que tenga del cuño de Haití.
Este es el fin que nos proponemos con nuestra separación, y
estamos resueltos a dar al mundo entero el espectáculo de un
pueblo que se sacrificará en la defensa de sus derechos y que
se reducirá a cenizas y a escombros, si sus opresores que se
vanaglorian de libres y civilizados, nos quisieren imponer con-
diciones aún más duras que la muerte. Si contra la razón y la
justica quisieren que transmitamos a nuestros hijos y a la poste-
ridad una esclavitud vergonzosa, entonces, arrostrando todos
los peligros, con una firmeza perseverante, juramos solemne-
mente ante Dios y los hombres, que emplearemos nuestras
armas en defensa de nuestra libertad y de nuestros derechos,
teniendo confianza en las misericordias del Omnipotente que
nos protegerá felizmente, haciendo que nuestros contrarios se
inclinen a una reconciliación justa y racional, evitando la efu-
sión de sangre y las calamidades de una guerra espantosa que
no provocaremos; pero será de exterminio si llegare el caso.
¡DOMINICANOS! (Comprendidos bajo este nombre todo
los hijos de la parte del este y los que quieran seguir nuestra
suerte) ¡A la unión nos convoca el interés nacional! Por una
resolución firme mostrémonos los dignos defensores de la li-
bertad: sacrifiquemos ante las aras de la patria el odio y las
personalidades: que el sentimiento del interés público sea el
móvil que nos decida por la justa causa de la libertad y de la
separación; con ella, no disminuimos la felicidad de la repúbli-
ca de occidente, y hacemos la nuestra.
Nuestra causa es santa: no nos faltarían recursos, a más de
los que tenemos en nuestro propio suelo porque si fuere nece-
sario emplearemos, los que nos podrían facilitar en tal caso los
extranjeros.

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280 Documentos

Dividido el territorio de la República Dominicana en cuatro


provincias, a saber Santo Domingo, Santiago o Cibao, Azua
desde el límite hasta Ocoa y Seybo, se compondrá el gobierno
de un cierto número de miembros de cada una de ellas para
que así participen proporcionalmente de su soberanía.
El Gobierno Provisional se compondrá de una junta com-
puesta de once miembros electos en el mismo orden. Esta junta
reasumirá en sí todos los poderes hasta que se forme la cons-
titución del Estado, y determinará el medio que juzgue más
conveniente, para mantener la libertad adquirida, y llamará
por último a uno de los más distinguidos patriotas al mando
en jefe del ejército, que deba proteger nuestros límites agregán-
dole los subalternos que se necesiten.
¡A la unión dominicanos! Ya que se nos presenta el momento
oportuno de Neiba a Samaná, de Azua a Montecristi, las opi-
niones están de acuerdo y no hay dominicano que no exclamen
con entusiasmo: SEPARACIÓN, DIOS, PATRIA y LIBERTAD.
Santo Domingo y Enero 16 de 1844 y 1ro. de la patria.
Tomás Bobadilla, M. R. Mella, F. Sánchez, Féliz Mercenario,
José M. Pérez hijo, Juan Arriaga, Carlos Moreno, Ldo. Valverde,
Pedro Bonilla, P. de Castro y Castro, Manuel Cabral, Silvano
Puyol, José M. Caminero, Mariano Echavaría, Ramón Mena,
Juan Ruiz, F. Sosa, Manuel Guerrero, W. Guerrero, Tomás
Concha, Jacinto Concha, J. N. Ravelo, P. Valverde, Joaquín Pue-
llo, Gavino Puello, W. Concha, J. de la Cruz García, J. Pichardo,
Pablo Pichardo, Gabriel J. de Luna, Luis Betances, Joaquín Llu-
veres, Domingo Rodríguez, C. Rodríguez, J. G. Brea, Jacinto
Brea, Antonio Brea, Juan Pina, M. Leguisamón, Narciso Sán-
chez, Antonio Volta, Ignacio Padua, Pedro M. Mena, Aybar,
José Piñero, Ramón Alonso, Hipólito Billin, E. Billin, José Billin,
Fermín Gonzales, P. A. Bobea, Felipe Alfau, A. Alfau, Julián Al-
fau, D. Rocha, Nicolás Henríquez, Francisco Continos, Tomás
Troncoso, Benito Péres, Nicodemo Péres, Francisco Santelis ,
Santiago Barriento, Juan Barriento, Manuel Antonio Rosas,
Ramón González, Juan Álvarez, Feliz María Ruiz, José María

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ECOS 281

Leyba, José María Serra, Fernando Serra, Fernando Herrera,


Ignacio Bona, Carlos Gaton, Víctor Herrera, Emeterio Arredon-
do, Carlos Castillo, Joaquín Gomes, Gregorio Coatiu, Leonardo
Contín, José María Silberio, Gregorio Ramíres, Carlos García,
Manuel Franco, Manuel María Bello, Narciso Carbonell, Ma-
nuel Galván, Emil Palmantier, José Ramón Álvares, Diego
Hernández, José María García, Ramón Ocumares, Antonio
Moreno, Alejandro Bobadilla, Juan Francisco María Acevedo,
Teodoro Acosta, Edoit Lagard, Blas Vallejo, Ysidro Abreu, Juan
Vicioso, Justiniano Bobea, Nicolás Lugo, Pedro Díaz, Marcos
Rojas, Eusebio Puello, Rafael Rodríguez, Román Bidor, Juan
Luis Bidor, Miguel Rojas, Jacinto Fabelo, Manuel Castillo, Il-
defonso Mella, Juan Puvbert, Manuel Morillo, Juan Ariza,
Pedro Pérez, José Valverde, Baltazar Paulino, José Peña, José
Nazario Brea, Toribio Villanueva Villanueva Padre, Narcizo
Castillo, Eusebio Pereyra, Juan Álvares, Esteban Roca, Nolasco
Brea, Lorenzo Mañón, Manuel de Regla Mota, José Heredia,
Francisco Soñé, Damián Ortiz, Valentín Sánchez, Pedro Herre-
ra, Rosendo Herrera, Narcizo Ramires Peralta, Pedro Santana,
Norberto Linares, Ramón Santana, Juan Contreras, Pedro Brea,
Tito del Castillo, Bernabé Sandoval, Juan Rodríguez Pacheco,
Jacinto de Castro, José Joaquín Bernal, José del Carmen García,
Domingo Báez, Francisco Romero, P. Serón.

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282 Documentos

CAPITULACIÓN DE LAS AUTORIDADES HAITIANAS


EN SANTO DOMINGO A LA JUNTA CENTRAL
GUBERNATIVA

Santo Domingo, 28 de febrero, 1844.

Hoy veinte y ocho de Febrero de 1844, 1 de la Independencia


y 20 de la Regeneración, por la mediación de Mr. Eustaches de
Juchereau de Saint Dénis, cónsul de Francia, y en presencia de
los miembros de la Comisión designada por la Junta Guberna-
tiva y de los nombrados por el general Desgrotte, comandante
de la plaza de Santo Domingo, y encargado provisional del
Distrito, abajo firmados, ha sido convenida la Capitulación
siguiente:
Artículo 1. Garantía de propiedades legalmente adquiridas
por los particulares.
Artículo 2. Respeto a las familias, protección y seguridad les
es concedida.
Artículo 3. Salida honrosa de los funcionarios públicos.
Artículo 4. Despedida sin turbación de todos los ciudadanos.
Artículo 5. Franqueza y lealtad en la conducta de los dos
partidos.
Artículo 6. Los militares u otros ciudadanos que deseen reti-
rarse, no podrán hacerlo sino diez días después de la fecha de
la presente Capitulación; salvos conductos serán dados por la
Junta a aquellos que prefieren la vía de tierra a la del mar, los
otros ciudadanos tendrán un mes entero para salir del Distrito,
el cual principiará a correr desde el 10 de marzo entrante.
Artículo 7. Las armas de las tropas que componen la guar-
nición de Santo Domingo serán todas depositadas entre las
manos del cónsul de Francia, quien hará de ellas la entrega a
los soldados de los regimientos haitianos al momento que en-
tren en sus hogares; los oficiales conservarán sus armas, y no
están obligados a hacer de ellas la entrega.

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ECOS 283

Artículo 8. La fuerza y el arsenal serán evacuados por las


tropas haitianas inmediatamente después de que sea firmada
la presente Capitulación.
Artículo 9. El tesoro y los archivos serán igualmente en-
tregados entre las manos de la Junta Gubernativa, por la
Administración, quien rendirá sus cuentas a la comisión de-
signada por la misma Junta, para hacer de ellas el examen, dar
descargo y pagar a las tropas y funcionarios lo atrasado del
sueldo que les es debido hasta este día, así como para liquidar
las deudas contratadas por la administración haitiana por su-
ministraciones hechas.
Artículo 10. Siendo la hora avanzada, se ha convenido entre
los comisionados abajo firmados de no hacer la entrega de la
plaza sino el día de mañana 29 de febrero a las 8 de ella.
Hecha en doble expedición en Santo Domingo el día, mes
y año ya enumerados. La Comisión nombrada por el general
Desgrotte:—Firmados:—Ponthieux—Le Doyen Doucette—
Deo Hérard—Paul Jean Jacque—Auguste Bernier—L. A. Roy.
La Comisión nombrada por la Junta Gubernativa: Fir-
mados:—Caminero—Cabral Bernal—Manuel Aybar—V.
Celestino Duarte—Pedro Ramón Mena—Abreu.
—Aprobada.—El General Comandante de la Plaza de San-
to Domingo, encargado provisional del Distrito: Firmado:
Desgrotte.
—Aprobada: La Junta Gubernativa.—Firmado:
Firmados:—M. R. Mella —Francisco Sánchez—Joaquín
Puello—Echevarría—Wenceslao de la Concha—Castro y Cas-
tro—Remigio del Castillo.—Visto y sellado por el Cónsul de
Francia.—Firmado: —E. de Juchereau de Saint-Dénis.

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


284 Documentos

PROCLAMA DE LA ANEXIÓN A ESPAÑA

Santo Domingo, marzo 18, 1861.

“¡Dominicanos! No hace muchos años que os recordó mi


voz, siempre leal y siempre consecuente, y al presentar la refor-
ma de nuestra constitución política, nuestras glorias nacionales,
heredadas de la grande y noble estirpe a qué debemos nuestro origen.
Al hacer entonces tan viva manifestación de mis sentimien-
tos, creía interpretar fielmente los vuestros, y no me engañé,
está marcada para siempre mi conducta, más la vuestra ha so-
brepujado a mis esperanzas.
Numerosas y espontáneas manifestaciones populares han
llegado a mis manos; y si ayer me habéis investido de faculta-
des extraordinarias, hoy vosotros mismos anheláis que sea una
verdad lo que vuestra lealtad siempre deseó.
Religión, idioma, creencias y costumbres, todo aún conser-
vamos con pureza, no sin que haya faltado quién tratara de
arrancarnos dones tan preciosos; y la nación que tanto nos le-
gara es la misma que hoy nos abre sus brazos cuál amorosa
madre que recobra su hijo perdido en el naufragio en que ve
perecer a sus hermanos.
¡Dominicanos! Sólo la ambición y el resentimiento de un
hombre nos separó de la madre patria; días después el haitia-
no dominó nuestro territorio; de él lo arrojó nuestro valor. ¡Los
años que desde entonces han pasado muy elocuentes han sido
para todos!
¿Dejaremos de perder los elementos con que hoy contamos,
tan caros para nosotros, pero tan fuertes como para asegurar
nuestro porvenir y el de nuestros hijos?
Antes que tal suceda, antes que vernos cual hoy se ven esas
otras desgraciadas repúblicas, envueltas incesantemente en
la guerra civil, sacrificando en ella valientes generales, hom-
bres de Estado, familias numerosas, fortunas considerables y
multitud de infelices ciudadanos sin hallar modo alguno de

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 285

constituirse sólida y fuertemente; antes que llegue semejante


día, yo, que velé siempre por vuestra seguridad; yo, que ayu-
dado por vuestro valor he defendido palmo a palmo la tierra
que pisamos; yo, que conozco lo imperioso de vuestras necesi-
dades, ved lo que os muestro en la nación española, ved lo que
ella nos concede.
Ella nos da la libertad civil que gozan sus pueblos, nos ga-
rantiza la libertad natural, y aleja para siempre la posibilidad
de perderla; ella nos asegura nuestra propiedad reconociendo
válidos todos los actos de la república; ofrece atender y premiar
al mérito, y tendrá presente los servicios prestados al país; ella,
en fin, trae la paz a este suelo tan combatido, y con la paz sus
benéficas consecuencias.
Sí, dominicanos: de hoy más descansareis de la fatiga de la
guerra, y os ocupareis con incesante afán en labrar el porvenir
de vuestros hijos.
La España nos protege, su pabellón nos cubre, sus armas im-
pondrán a los extraños; reconoce nuestras libertades y juntos
las defenderemos, formando un solo pueblo, una sola familia
como siempre lo fuimos; juntos nos prosternaremos ante los al-
tares que esa misma nación erigiera; ante esos altares que hoy
hallará cual los dejó, intactos, incólumes, y coronados aún con
el escudo de sus armas, sus castillos y leones, primer estan-
darte que al lado de la cruz clavó Colón en estas desconocidas
tierras en nombre de Isabel I la grande, la noble, La Católica;
nombre augusto que al heredarle la actual soberana Castilla,
heredó el amor a los pobladores de la isla Española; enarbole-
mos el pendón de su monarquía y proclamémosla por nuestra
reina y soberana.
¡Viva Doña Isabel II!
¡Viva la libertad!
¡Viva la religión!
¡Viva el pueblo dominicano!
¡Viva la nación española!”

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286 Documentos

SANTANA VISTO POR DOS VENERABLES


HISTORIADORES: VETILIO ALFAU DURÁN
Y SÓCRATES NOLASCO

Nota preliminar para Ecos de Raymundo González

Para este número relativo a Pedro Santana la revista Ecos re-


produce dos artículos breves pero sustanciosos de don Vetilio
Alfau y don Sócrates Nolasco, respectivamente: 1) “Apoteósis
ridícula”, publicado originalmente en el Listín Diario de 1931
y recogido en el Tomo II de la compilación: Vetilio Alfau Durán
en el Listín Diario (Santo Domingo, 1994, 176-178), hecha por
Arístides Incháustegui y Blanca Delgado; y 2) “Un binomio
adversativo”, publicado en El Caribe en el año 1956 y recogido
en el Tomo II de las Obras Completas de Sócrates Nolasco (San-
to Domingo, 1994, 299-304), reunidas por Manuel Rueda en la
colección Clásicos Dominicanos de la Fundación Corripio.
Ambos autores, al igual que Guido Despradel y Batista, en
los años 50, mantuvieron durante la dictadura su criterio fir-
me contra la exaltación del antihéroe, siguiendo así el punto
de vista previamente establecido por José Gabriel García en
su amplia polémica contra Manuel de Jesús Galván que el
mismo don Vetilio editara con un enjundioso estudio suyo en
1968 (Vetilio Alfau Durán, ed., Controversia histórica. Polémica
de Santana, Santo Domingo). El texto de Guido Despradel no se
conserva, pero sí las refutaciones a que dio lugar en la prensa
de la época. Despradel expuso su tesis en su discurso de ingre-
so como miembro de número de la Academia Dominicana de
la Historia en enero de 1957. Pero este discurso fue anulado y
el autor expulsado de la Academia por órdenes del tirano Tru-
jillo, quien también había ordenado desarrollar una campaña
de exaltación de la figura militar de Santana que debía culmi-
nar en la consagración de este último como padre de la patria

ECOS, Año xxv, Vol. 1, Nº 16, Julio-diciembre 2018


ECOS 287

junto a Duarte, desplazando así la trilogía establecida por Lilís


a fines del siglo XIX.
El primero de los artículos arriba citado fue contestado al
día siguiente de su publicación por Francisco Elpidio Beras
quien intentó persuadir a don Vetilio diciéndole como amigo
que él vivió un proceso por el cual “de furibundo detractor del
héroe he pasado a ser uno de los corifeos de su causa”; vatici-
naba, además que: “ese proceso le hará —y no se asombre de
mi profecía, decía Beras— dentro de una década a más tardar,
cerrar filas conmigo protegido por la misma bandera a que me
acojo ahora”, es decir, la del santanismo trujillista (reprod. en
Vetilio Alfau en el Listín Diario, Tomo II, 180). Por supuesto eso
jamás sucedió, por lo que la autoproclamada profecía nunca
tuvo lugar. Por otra parte, don Sócrates Nolasco, desde luego,
tampoco compartió los fines de la “Encuesta acerca del general
Santana”, en el marco de la campaña de exaltación promovida
por Trujillo, para la cual escribió su artículo y a la que contestó
sabiamente, encuesta que finalmente resultó fallida (Encuesta
acerca del general Santana: Iniciada por el diario “El Caribe”, Ciu-
dad Trujillo, 1957). Y ayer como hoy Duarte y Santana denotan
un binomio adversativo.

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288 Documentos

Apoteosis ridícula

Vetilio J. Alfau Durán

Impulsado por un sano sentimiento patrio y por mi profun-


da admiración a los inmaculados próceres de nuestras épicas
cruzadas redentoras: Duarte, Sánchez, Duvergé, Mella, los
Puello, Cabral, Franco Bidó, Luperón, Pedro Guillermo, Adón
y otros invictos paladines del pensamiento y de la acción, por la
venerada memoria de esos egregios varones que no omitieron
sacrificios y amarguras por conquistar libertad para su patria
amada, por el nombre de esas nobles víctimas del ideal sagra-
do, quiero hoy dejar estampada aquí, mi más enérgica protesta
en contra de la apoteosis que se ha intentado, sin éxito, llevar a
efecto en pro del degenerado y protervo asesino de la patria y
de sus héroes: Pedro Santana, cuyo nombre lo escribe mi plu-
ma con estremecimiento de patriótica indignación.
No fue el general Pedro Santana el “Libertador” de la pa-
tria, como ridículamente lo llamó un congreso ilegal, integrado
por individuos sin escrúpulos y sin noción rudimentaria de
patria y libertad. Santana fue un triste hatero que se adhirió
a instancias del prócer febrerista Remigio del Castillo al ejér-
cito libertador que éste organizaba en el este, por delegación
especial de la Junta Central Gubernativa de la cual formaba
parte. Santana, campesino auténticamente valeroso, se distin-
guió en las filas del ejército libertador y obtuvo el mando de las
tropas, jefatura que desde un principio aprovechó para hacer
traiciones e incurrir en maldades. Su valor —única virtud que
poseía—, lo llevó al poder y lo hizo árbitro de los destinos de la
república. Expulsó a los verdaderos próceres, a los que conci-
bieron las ideas libertadoras, asesinó patriotas como Sánchez,
de mayor estatura histórica y más meritorio que él; sacrificó al
egregio y austero Duvergé, inmoló a María Trinidad Sánchez
y epilogó su cúmulo de crímenes y errores con la venta infame
de la patria.

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ECOS 289

La negra traición de Santana es el crimen más grande que


registran las páginas de la historia americana.
Santana fue un monstruo único, ningún hombre ha causado
tanto daño a su patria. Juan Manuel Rosas,1 el cobarde vencido
de “Monte Caseros”, el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia y
los López, sacrificaron numerosos próceres y ciudadanos, pero
jamás intentaron vender la tierra en que nacieron. López murió
heroicamente defendiendo su patria, Santana asesinó y comba-
tió a los que luchaban gloriosamente por rescatarla de manos
exóticas. Santana la encadenó villanamente; y asesinaba a los
que pugnaban por libertarla gloriosamente.
No hay palabras para anatematizar la negra traición del
monstruo único; fue más protervo que Nerón y que Calígula.
Santana fue, además —situándonos en el campo religio-
so— un perseguidor de la Iglesia Católica. El 14 de marzo de
1853 hizo comparecer al venerable anciano Mons. Dr. Tomás
de Portes Infante, arzobispo dominicano, al Congreso; allí,
después de exigirle un juramento contrario a los principios
eclesiásticos —a lo que se negó el ilustre prelado— lo ridiculi-
zó llenándolo de dicterios hasta hacerlo prorrumpir en llanto.
El 23 de marzo de 1853 decretó la expulsión de los ilustrados
y beneméritos sacerdotes Dr. Elías Rodríguez Ortiz, canónigo
Gaspar Hernández, mentor de los febreristas, y Pbro. José Díaz
de Peña. Estos sucesos motivaron que la mente del prelado se
obnubilara y amargaron sus últimos años de existencia. De
ahí las graves dificultades que luego padeció la iglesia domi-
nicana, hasta la consagración episcopal de Mons. de Meriño,
el “Paladín bizarro de las libertades públicas” del más ilustre
prelado dominicano.
Los despojos mortales del protervo traidor han sido inhu-
mados en la Capilla del Santísimo de la Iglesia del Seibo, por

Juan Manuel Rosas, cuyo nombre verdadero era Juan Manuel Ortiz de
1

Rozas (1795-1877), general y político argentino que ejerció un poder


dictatorial por unos 17 años. (Notas de los C.).

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290 Documentos

orden del Sr. Arzobispo Monseñor Nouel, quien, al consentir


y ordenar semejante cosa, en su calidad de prelado infiere una
nueva y gravísima transgresión a las leyes de la Iglesia.
El prelado, vencido por sus sentimientos santanitas, pare-
ce ignorar que el Artículo 16 del “Acta del Concilio Plenario
Latinoamericano”, Capítulo Séptimo, Folio 114, Página 113,
prohíbe de manera categórica y terminante dar “Sepultura
Eclesiástica” a los despojos mortales de individuos sectarios,
excomulgados, como lo fue el general Pedro Santana.
Quien quiera evidenciar lo que anotamos más arriba, no
tiene más que leer el programa de la “Apoteosis” que realiza-
ron en el Seibo en “honor” del general Pedro Santana y luego
consultar el Artículo del “Acta del Concilio Plenario Latinoa-
mericano”, que más arriba se alude.
Parece inverosímil que doctores en Sagrada Teología y en
Derecho Canónico incurran en tan graves faltas que muy bien
pueden ser sancionadas por la Santa Sede. Reciente está el caso
del eminente diplomático Exmo. Dr. Prieto Paoli, delegado
apostólico que fue de Venezuela y otros casos que no hay para
qué citar.
Parece mentira que una provincia como la de El Seibo, que
tiene próceres sin máculas, de la talla de Remigio del Castillo,
Pedro Guillermo y otros nobles defensores de la libertad y el
derecho, pretenda glorificar la memoria negra del más desgra-
ciado hijo de la patria.

(“Apoteosis ridícula”, Listín Diario, 42 (13302):


10; sábado, 21 marzo, 1931).

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ECOS 291

Un Binomio Adversativo

Santo Domingo,
7 de octubre de 1956

Señor Don Rafael Herrera,


Jefe de Redacción de
El Caribe, Ciudad.

Distinguido escritor y amigo:


He vuelto la mirada atrás y releído importantes documentos,
con ánimo de complacerlo a usted respondiendo a la encues-
ta abierta en El Caribe a cerca del general don Pedro Santana,
“figura discutida con apasionamiento tanto por sus detracto-
res como por aquellos que han tomado a su cargo la defensa”.
Presumen en El Caribe que “el paso de los años” y “diligentes
investigaciones históricas… permiten que se produzca un jui-
cio más sereno acerca de la personalidad del general Santana”.
“Este diario pide juicio acerca de la actuación militar y política
del general Santana y su influencia en la historia patria”.
En el vecindario de la encuesta se proyecta “el binomio
(Duarte Santana)” y dizque “los que escribieron en contra son
adocenados”.
Es presumible suponer que pedir una revisión de juicios y
colocar entre detractores a tantos y tan importantes personajes,
que expresaron opiniones adversas a la conducta del general
Santana, no establece inicial criterio.
Los méritos de aquel gran militar culminan en la Batalla de Las
Carreras dirigida por él, y no recuerdo que nadie le niegue en
cuanto a ese triunfo las alabanzas. Al político y al mandatario
de guerra, valido de los cuales maltrató o mató a cuantos pudo,
se recuerda con sobresalto el fusilamiento de María Trinidad
Sánchez y otros más, como celebración del primer aniversario
de la independencia de la república; el del prócer Gabino Puello
y de Joaquín Puello, “el héroe de La Estrelleta”, el de Gabino

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292 Documentos

Richiez, con verbal orden de que la ejecución fuera presencia-


da por esposa e hijos, el de Antonio Duvergé, considerado por
muchos como antemural de los dominicanos durante un lustro
en la frontera del sur. El exterminio de Francisco del Rosario
Sánchez, herido de gravedad, y del brillante orador y juris-
consulto Benigno del Castillo y 18 próceres más, deben correr
por cuenta de él, sino de España: cuando se efectuó aquella,
matanza ya él era español. Sus anteriores acciones, si queda-
ron circunscritas en el marco de la política interna, fueron el
resultado de su manera de mandar, o gobernar, y cada cual
las apreciará según los dictados de su conciencia, sin olvidar
tiempo, motivo y circunstancias.
Cuando se estudia el caso de un Pedro Santana extranjeriza-
do, indefectiblemente se ha de pensar en los que la encuesta de
El Caribe coloca entre detractores. El primero que se distingue
incitando al país a repudiar la anexión de la república a la coro-
na de España, meses antes de su realización (enero de 1861) es
Francisco del Rosario Sánchez. Fue oportuno alertar. Alumbra
y ahora no permite alegar que el general Santana procedió por
ignorancia. Él era presidente de la república. Ante el altar de la
patria y con el brazo extendido sobre los santos evangelios, ha-
bía jurado defender la independencia de la república y, cuando
olvidado de su juramento la estaba entregando a una potencia
extraña, Sánchez protesta y lo califica de traidor. El calificativo
se reiteró bajo las firmas del mismo Sánchez y José María Ca-
bral, y se ilustró con el exterminio de Sánchez y 19 compañeros
en “el calvario” de San Juan de la Maguana.
El gobierno de la nación en armas confirma (Decreto No.
773) —25 de diciembre de 1863— que “El general Pedro Santa-
na se ha hecho culpable del crimen de alta traición, enajenando
a favor de la corona de Castilla la República Dominicana
contra el texto expreso de la ley fundamental”; pone fuera
de la ley al general Pedro Santana y ordena “el jefe de tropa
que lo apresare lo hará pasar por las armas”. Al pie del ca-
tegórico documento están las firmas del vicepresidente de la

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ECOS 293

república Benigno Filomeno Rojas, de Ramón Mella; Ulises F.


Espaillat, Máximo Grullón y otros defensores de la indepen-
dencia. Concuerdan con Sánchez y los firmantes del decreto,
sustancialmente, nuestros principales restauradores, pero se
anularon los testimonios de Félix María Del Monte y Manuel
María Gautier por su ulterior afán, costoso en dinero y sangre,
de anexarnos a los Estados Unidos de América; y no sé si ha
dejado de ser válido el de Pedro Fco. Bonó, expresado en terso
y razonado estilo.
Para juzgar al general Santana no parece que se deban man-
tener los juicios de los españoles que en parte contribuyeron a
la anexión, ni el de los civiles que la aplaudieron y menos el de
los que apelaron por imponerla. La opinión de Gándara con-
tra Santana es la de un violento odiador. Serrano es cómplice
que lo recomienda para que se le otorgue un título nobiliario y
cuando lo conoce personalmente y cunde la protesta en nuestro
país, recapacita, comprende que se desvanecen con la ganancia
fácil las ambiciones de gloria, se arrepiente y entonces ve el
monstruo en el Marqués de Las Carreras y lo cree tan malo que
ni se atreve a escribir todo lo que piensa y ha sabido de él. Has-
ta comisiona a uno de su confianza para que vaya, con carta en
mano, y lo describa ante Isabel II. El testimonio de los grandes
nuestros, el de don José G. García, observador, historiador y
prócer, sí es de calidad imponderable.
Quedan, imperturbables, en su ganado reposo los ilustres
muertos. Averigüemos en qué lógica y nuevo descubrimientos
podría apoyarse la conjetura de que la república se les regaló a
España por un respetable sentido de hispanidad y amor a las
viejas y arraigadas tradiciones.
Desde proclamarse la independencia de la república se ha-
bían formado aquí dos tendencias, divergentes en principio y
concurrentes en la finalidad de separarnos de Haití. Sánchez
señala la discrepancia en célebre carta a Duarte urgiendo que
busque medios para que los trinitarios se anticipen en la acción
a los afrancesados. Santana perteneció a este último grupo, al

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294 Documentos

cual se incorporó pronto. Con el respaldo del general Santana


triunfan los afrancesados y expulsan del país “a perpetuidad”
a los trinitarios. Desde antes de formar gobierno gestionan pú-
blicamente el protectorado de Francia. Como afrancesado le
escribe desde Baní el general Santana a Bobadilla en mayo de
1844 para que active en ese sentido las diligencias. Don Tomás
Bobadilla es un vocero de su primera administración cuando
ante la Asamblea Constituyente de San Cristóbal declara que
“Duarte, lejos de haber servido a su país, jamás había hecho
otra cosa que comprometer la seguridad y las libertades pú-
blicas”. El designio se mantiene y renueva en 1854 (misión
Francia del ministro de Rs. Exteriores Pedro Eugenio Pelle-
tier). Por mandato del presidente Santana Pelletier “reiterará
al gobierno de S. M. Imperial (un Bonaparte) “los sentimientos
que el general Santana ha tenido siempre a favor de Francia
y pondrá en su conocimiento que estos sentimientos quedan
siempre los mismos”.
Pueden desestimarse, por aleatorios, la inclinación a la Gran
Bretaña y el coqueteo con los Estados Unidos de América, que
acaso fuera ardid de gobernante para conseguir recursos y sor-
tear dificultades políticas.
Aunque la hispanofilia dominicana se mantuvo viva a lo
largo de los años, es en 1856 cuando España interviene en nues-
tras intrigas (Matrícula de Segovia) en pugna con el general
Santana a quien consigue apartar del mando de la nación. Pero
según el documento que encontró en Roma el activo y afortu-
nado investigador don Emilio Rodríguez Demorizi, todavía el
24 de octubre de 1859 (última administración de Santana) se le
manifiesta al señor Cónsul de S. Majestad Sarda la intención
que tenía el gobierno de “pedir el protectorado de esta repú-
blica al gobierno de su Majestad Sarda”, (V. E. R. Demorizi:
Relaciones domínico-españolas, pág. 301, Edit. Montalvo, 1955).
El partido gobernante, en continuo desvanecimiento de fe en
la independencia de la república y sin consulta plebiscitaria, rea-
liza la anexión a España mediante oficiales pronunciamientos.

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ECOS 295

Desvirtuado el sentido de hispanidad como causa verdadera,


queda por comprobar si es buena la afirmación del miedo a
Haití, de que el temor de que Haití nos venciera y anulara la
independencia de la república fue la causa verdadera.
Para amansar al haitiano y obligarlo a que se estuviera
quieto mirándonos desde el lado allá de la frontera, contrató
nuestro gobierno (primera administración de Buenaventura
Báez) coroneles y capitanes de la escuela de Saint-Cyr que vi-
nieran a instruir a los oficiales en la técnica militar francesa. La
legendaria valentía del guerrillero dominicano, hasta enton-
ces práctica, adquirió así pericia tal que para atajar la última
invasión de Soulouque y erradicar sus ambiciones nuestros
generales discurrieron escoger y escogieron las sabanas de San-
tomé, Sabanalarga y Jacuba y los claros llanos de Cambronal
en donde se libraron las batallas definitivas y materialmente
fueron diezmados los ejércitos de Haití. Hasta entonces, con
las excepciones de la batalla de Estrelleta, dirigida con peri-
cia por Joaquín Puello, y el combate de Beler, comandado por
el técnico Pelletier, que estudió milicia en Francia, nuestros
sagaces guerreros se batían y ganaban a la defensiva, aprove-
chando obstáculos naturales, lo cual en vez de restar confirma
el relieve de su carácter. Carecían de oficiales competentes que
con rápida comprensión y eficacia ejecutaran sus órdenes. La
Fuente y el Rodeo, el caserío de Azua y la ciudad de Santiago
de los Caballeros (1844); los cerros de El Número y los casca-
jales del río Ocoa, en Las Carreras, ilustran y ponen en alto el
buen juicio de nuestros generales y permiten imaginar que no
fiaron a la casualidad la suerte de los ejércitos y el destino de
la república.
Cuando las invasiones de 1855 y 1856, ¿en qué combate, en
qué encuentro no fue el haitiano vencido?... Bueno… que anu-
lado el emperador Soulouque, encumbrado en la presidencia
haitiana el general Geffrard y convenida la tregua, el desacre-
ditado Valentín Alcántara de trastienda ayudaba a Domingo
Ramírez y a Luciano Morillo a urdir conspiraciones. Pretender

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296 Documentos

que se acepte esa írrita versión como causa justificativa y sufi-


ciente de la anexión a España, implica un desprecio absoluto al
sentido común de los dominicanos.
Gándara viene, pelea, se admira, y llega a la exaltación
ponderando la destreza de los oficiales que se batían a sus
órdenes en la campaña del sur: “son bravos hasta la temeri-
dad, incansables en la faena, vigilantes, sobrios… aquellos
hombres constituían los ojos de mi división. Por ellos salía yo
incólume de situaciones intrincadas: fueron mi mapa seguro y
exacto… eran antorcha y escudo”. Se explica por qué el mismo
Gándara, cuando intenta invadir al Cibao desde Montecris-
ti, fracasa frente a la pericia dominicana. Fracasan escogidos
guerreros españoles queriendo invadir desde Puerto Plata, y
fracasan Santana y ellos forcejeando en la pretensión de avan-
zar desde Guanuma. Se sostenían los españoles en lugares
cercanos al mar, favorecidos por numerosos barcos de guerra
y disponiendo de recursos de que los criollos carecían. Sería
ignorancia y ligereza aceptar que fuimos entregados a España
por miedo de que el vecino Haití, inferior al imperio español,
nos anulara.
Traición… Error… no importa el calificativo: el hecho no ha
cambiado su elocuencia. La guerra por restaurar la soberanía
de la república —guerra civil feroz en guerra de independen-
cia— fue más costosa en vidas y de peores consecuencias que
las luchas por separarnos de Haití. El incendio de Santiago
de los Caballeros, ciudad entonces la más importante de la
nación, la destrucción parcial de Puerto Plata, de Baní y de
Barahona, ruina de los cultivos y de la ganadería que consti-
tuían la naciente riqueza dominicana, muerte o manquera de
los jóvenes más aptos y de halagüeño porvenir, orfandad nu-
merosa y el éxodo de varones principales yéndose a España y
Cuba con sus familias, pesan y pesarán más que los prestigios
de un militar.
El motivo de la anexión podrá exprimirse y ser sujeto de in-
terpretaciones; pero ni juicio de misericordia ni ánimo blando,

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ECOS 297

sin universal ceguera, alcanzarán a trastornar valores funda-


mentales. El general Santana murió marqués, murió siendo
extranjero y un extranjero no puede sustituir a Sánchez, que
fue el primero en la restauración de la República Dominicana.
Su atto. amigo,
Sócrates Nolasco

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Normas editoriales revista ECOS
La Misión del Instituto de Historia es “Fomentar y desarrollar
la investigación histórica a nivel nacional e internacional, con una
visión humanística que contribuya al perfeccionamiento de la en-
señanza en los valores que establece la Universidad, logrando
desarrollar una conciencia histórica crítica en la sociedad domini-
cana”. Desde el 1993, el Instituto de Historia cuenta con la revista
ECOS, como canal idóneo para difundir la investigación histórica.
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1) La revista ECOS publica artículos de investigación y ensayos


historiográficos sobre todos los ámbitos de la historia dominicana y,
ocasionalmente, del Caribe.
2) Los autores se comprometen a enviar artículos originales que
no hayan sido publicados con anterioridad, ni estén siendo conside-
rados en otras publicaciones.
3) Tanto los artículos de investigación como los ensayos serán va-
lorados por dos evaluadores pares, mediante un sistema doble ciego
(anónimo tanto para el evaluador como para el autor del texto).
4) La revista se compromete a adoptar una decisión sobre la
publicación de originales en el plazo de tres meses. Se reserva el
derecho de publicación por un plazo de un año, acomodando la
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5) Los autores remitirán su texto a la dirección institucional de
la revista o del Instituto de Historia en soporte informático a re-
vistaecosih@uasd.edu.do en programa Word o similar. Igualmente
enviarán un resumen que no sobrepase las 150 palabras en español
e inglés; más cinco palabras claves, y una breve nota curricular, que
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Roman, o su equivalencia a unas 14,000 palabras. Las reseñas de
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su equivalente a unas 800 palabras.
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8) Las tablas y gráficas, cuando existan, serán colocadas al final
del artículo debidamente numeradas y tituladas.
9) La bibliografía incluirá únicamente los/as autores/as citados/
as en el texto, será colocada al final del artículo y seguirá el estilo
Chicago 16.
La revista ECOS es gratuita y se distribuye a nivel nacional. Los
articulistas reciben cinco ejemplares.
Esta revista ECOS, órgano del Instituto de Historia de la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD), Año XXV, Vol. 1, No. 16, “Pedro
Santana: ¿dentro o fuera del Panteón Nacional?”, Julio-diciembre de
2018, consta de una tirada de quinientos (500) ejemplares y fue impresa
en el mes de junio del año 2019 en los talleres gráficos de Editora Búho,
S.R.L., Santo Domingo, República Dominicana.

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