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Un tema importante de la vida cristiana es el poder que tiene la sangre de Cristo. Todo
cristiano necesita saber y conocer el alcance y poder de todo lo que Cristo ha hecho por
nosotros cuando fue a la cruz del calvario.
En Apocalipsis 12:10-11 encontramos un pasaje que nos muestra una realidad espiritual
que puede afectarnos en lo terrenal.
Este pasaje nos dice que el diablo está acusándonos delante de Dios día y noche, es
decir, ¡Sin parar un solo minuto!, ¡Las 24 horas del día y los 365 días del año! ¿De qué
nos acusa todo el tiempo? De nuestros pecados pasados, los cuales fueron perdonados,
limpiados y olvidados, luego de confesarlos al Señor y creer en la obra de Cristo en la
cruz del calvario.
Esto significa que cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador sucedieron dos
cosas:
1. Fuimos LIBRADOS de la potestad de las tinieblas.
2. Fuimos TRASLADADOS al Reino de Cristo
.
Vivíamos encadenados y presos en el reino de tinieblas pero al escuchar el mensaje del
Evangelio y recibir las buenas nuevas de salvación fuimos libertados, sacados del reino
de las tinieblas y llevados a un nuevo reino: El de Dios, el de la Luz.
La Sangre de Cristo define nuestra ubicación (es decir, de qué lado estamos). Por más
que el enemigo intente una y otra vez volver a llevarnos cautivos, ¡no puede! ¿Por qué?
Porque la sangre de Cristo nos protege y nos guarda dentro de los límites del Reino de la
Vida. ¿Cómo me mantengo dentro de estos límites salvíficos y del lado del Reino de
Dios?: Viviendo una vida a cuentas con el Señor, confesando, arrepintiéndonos de
nuestros pecados y dando lugar a que la Sangre de Cristo nos limpie de todo pecado (1
Jn. 1:7-10).
Al recorrer las Sagradas Escrituras, comenzando desde el Antiguo Testamento, vemos
que Dios siempre a su pueblo le enseñó lecciones acerca de la sangre, pues Él deseaba
que su pueblo siempre pudiese identificarse con ella.
El pueblo de Dios fue enseñado que para recibir la limpieza de sus pecados debían
realizar un sacrificio animal, no humano, y verter sangre (Leer Éxodo 24:8, 29:21, Lev.
4:1-7, Ex. 12:1-28). Ellos debían sacrificar un animal sin defecto para obtener la limpieza,
el perdón y la liberación. Para el pueblo de Israel, el sacrificio del cordero era esencial,
pues sin el derramamiento de la sangre del animal no había para ellos perdón.
Por supuesto, para nosotros hoy es fácil deducir que el cordero animal tipificaba al
Cordero de Dios, Jesucristo. Dios trabajó con su pueblo desde la antigüedad para
enseñarles que sin la sangre derramada del cordero no había posibilidad de limpieza ni
perdón, como una manera gráfica y profética de lo que Cristo iría hacer años después en
la cruz del calvario.
Hay varios pasajes en la Biblia donde se presenta a Jesús como el Cordero de Dios: Leer
Isaías 53:7; Juan 1:29 y 36; 1 Pedro 1:19,
También hay pasajes que hablan de la sangre de Cristo como la sangre del Cordero (Leer
Ro. 3:24-25, Heb. 9:12, 1 Pedro 1:19, Ap. 7:14).
Con estos pasajes mencionados, nos encontramos con los beneficios de la sangre de
Cristo, que son verdaderas joyas celestiales que los creyentes tenemos a nuestra
disposición y nos pertenecen por ser hijos legítimos de Dios, y a la vez son un arma
legítima para batallar contra el enemigo. ¡El diablo conoce los efectos de la sangre de
Cristo, por eso promueve toda forma de culto satánico que tenga como parte principal el
sacrificio de animales y seres humanos, intentando que la gente tome estos ritos como
algo bueno y pierdan de vista lo maravilloso que Cristo ha hecho en la Cruz del calvario!.
La Sangre de Cristo tiene que ver en la lucha espiritual contra el diablo en el aspecto de la
salvación, es decir, respecto a que fuimos rescatados del reino de tinieblas, limpiados de
todo pecado, perdonados, reconciliados para asegurarnos la ciudadanía en el reino de
Dios. Como dijimos anteriormente, la sangre de Cristo definitivamente define nuestra
ubicación y posición, es decir “de qué lado estoy ahora”. ¡Gloria a Dios porque si tenemos
a Cristo como nuestro Salvador estamos del lado del vencedor!
La sangre de Cristo es mucho más que un talismán o una frase mágica. Muchos
pretenden utilizar la sangre de Cristo como si fuese un amuleto o creen que es como una
fórmula o cuenta matemática que opera fríamente y que se la debe repetir muchas veces
diciendo: “por la sangre de Cristo, por la sangre de Cristo”, perdiendo de vista su real y
poderoso significado.
La sangre de Cristo es poderosa pues define nuestra ubicación: del lado de Cristo con la
vida y la bendición o en el reino de tinieblas donde reina la muerte y la maldición. Es por
eso que cuando hacemos guerra espiritual contra el enemigo, debemos batallar tranquilos
sabiendo que nuestras vidas, familia y posesiones están protegidas.
La palabra del testimonio define nuestra posición. Cuando yo proclamo las verdades de
Dios, me estoy poniendo de acuerdo con lo que Dios dice. Estoy, espiritualmente
hablando, en la misma posición con Cristo (Efe. 2:6)
Las acusaciones del diablo vienen sobre nuestras mentes para que caigamos bajo la
duda, el temor, la frustración y dejemos de confesar la Palabra de Dios. Si él logra esto en
nosotros, seremos presa fácil en sus garras.
Las acusaciones del diablo debemos refutarlas con la Palabra de Dios. Isaías 43:25 dice
(Leer) ¿Qué dice Dios? “No me acordaré de tus pecados”. Si Dios, nuestro Padre
Celestial, Creador y Dueño de todo lo que existe ha dicho esto, ¿Quién es el diablo (una
criatura) para hacerme creer sus acusaciones mentirosas y hacerme caer? ¡Yo le debo
exclusiva obediencia al Creador (Dios) y no a la criatura (Satanás)!.
Otro pasaje, Miqueas 7:19 dice (Leer) ¿Qué ha dicho Dios? “Yo me olvidé de tus pecados
confesados”. Si Dios el Creador, se ha olvidado, por perdonar mis pecados, ¿Quién es la
criatura (Satanás) para recordármelos una y otra vez? ¡Debo creerle al Señor y reprender
toda palabra mentirosa que venga del diablo en el Nombre de Cristo!
¡Gloria sea al Señor, porque gracias a que Cristo derramó Su sangre en la cruz, hemos
sido lavados, limpiados y perdonados de todos nuestros pecados presentes, pasados y
futuros! Con tan grande bendición recibida, ¿cómo voy a creer las mentiras del enemigo?
Bendito sea el Señor, porque gracias a que Cristo derramó su preciosa sangre en la cruz
del calvario una vez y para siempre, se ha formado alrededor nuestro un vallado
infranqueable que el enemigo ni sus demonios pueden atravesar para hacernos daño. Se
ha formado un vallado protector contra cualquiera de las artimañas y astucias del diablo.
¡Gracias Jesús por tu sangre derramada en la cruz del calvario en favor de todo aquél que
cree!