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Una de las más importantes fue Simona Amaya, una joven nacida en Paya
que se vistió con el uniforme de un suboficial patriota y, como sargento,
comandó uno de los grupos en la batalla en el Pantano de Vargas, hasta
que fue herida de muerte en su pecho y el propio Bolívar se dio cuenta de
que era una mujer cuando se disponían a curarla.
Siempre se ha hablado de Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos y
Manuela Beltrán como las heroínas nacionales en la lucha liderada por
Bolívar, pero muy pocos, incluidos los boyacenses conocían de Simona
Amaya, Juana Escobar, las seis mártires de Tenza, Juana Velasco de
Gallo, Estefanía Parra e inclusive que Policarpa Salavarrieta era hija de
boyacenses y que hasta pudo haber nacido en Moniquirá.
Era una joven de 18 años que se aprendía de memoria los recados para 37
soldados que los españoles tenían presos y en una de sus visitas la
capturaron para que dijera en dónde estaba el resto del ejército patriota a
cambio de perdonarle la vida, pero como ella no quiso hablar la asesinaron.
También están Ana María Bárcenas entregó sus dos hijos y todos sus
ahorros al Libertador el 7 de julio de 1819. La pitonisa Casilda Zafra,
oriunda de Santa Rosa de Viterbo le envió el caballo palomo a Simón
Bolívar el 25 de julio de 1819.
Juana Velasco de Gallo, era una importante potentada tunjana que no solo
le entregó a dos de sus hijos a Bolívar para que los uniera en su ejército
sino que además le envió con ellos a tasco un caballo alazán en el que el
general se movilizó hasta Santa Rosa de Viterbo.
Fue esta tunjana quien compró toda la tela que había en los almacenes de
Tunja y mandó hacer 2 mil camisas que el 6 de agosto de 1819 en el club
Boyacá le entregó al Libertador para que pudiera vestir a gran parte de su
ejército de 2.850 hombres. Bolívar inspiró en esta mujer la llamada
proclama de la mujer que le entregó a toda América.